ANTROPOLOGÍA EDUCATIVA

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23 Pag INDICE 1 PROLOGO 2 1. LA ANTROPOLOGÍA Y LAS CIENCIAS SOCIALES 3 2. LA ANTROPOLOGÍA 4 EL MÉTODO DE LA ANTROPOLOGÍA 4 DIVISIÓN DE LA ANTROPOLOGÍA 5 LA ANTROPOLOGÍA FÍSICA 5 LA ANTROPOLOGÍA CULTURAL 5 LAS ESFERAS DE LA ANTROPOLOGÍA CULTURAL 6 LA ANTROPOLOGÍA EN EL PERÚ 8 LA ANTROPOLOGÍA Y LA EDUCACIÓN 8 3. LA CULTURA 9 Concepto de Cultura 10 Cultura y Civilización 12 Cultura y Sociedad 13 Cultura y Educación 14 4. RELATIVISMO CULTURAL, ETNOCENTRISMO Y ETNICIDAD 15 Relativismo Cultural 16 Etnocentrismo 16 Etnicidad 16 5. ENDOCULTURIZACIÓN Y ACULTURACIÓN 17 Endoculturización 17 Aculturación 17 6. LA EDUCACION 18 Conceptos acerca de la Educación 18 Concepciones sobre la Educación 21 Educación y Sociedad 23 RELATOS DE IDENTIDAD 27 REFERENCIAS 47 BIBLIOGRAFIA 49

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Pag N°

INDICE 1

PROLOGO 2

1. LA ANTROPOLOGÍA Y LAS CIENCIAS SOCIALES 3

2. LA ANTROPOLOGÍA 4

EL MÉTODO DE LA ANTROPOLOGÍA 4

DIVISIÓN DE LA ANTROPOLOGÍA 5

LA ANTROPOLOGÍA FÍSICA 5

LA ANTROPOLOGÍA CULTURAL 5

LAS ESFERAS DE LA ANTROPOLOGÍA CULTURAL 6

LA ANTROPOLOGÍA EN EL PERÚ 8

LA ANTROPOLOGÍA Y LA EDUCACIÓN 8

3. LA CULTURA 9

Concepto de Cultura 10

Cultura y Civilización 12

Cultura y Sociedad 13

Cultura y Educación 14

4. RELATIVISMO CULTURAL, ETNOCENTRISMO Y ETNICIDAD 15

Relativismo Cultural 16

Etnocentrismo 16

Etnicidad 16

5. ENDOCULTURIZACIÓN Y ACULTURACIÓN 17

Endoculturización 17

Aculturación 17

6. LA EDUCACION 18

Conceptos acerca de la Educación 18

Concepciones sobre la Educación 21

Educación y Sociedad 23

RELATOS DE IDENTIDAD 27

REFERENCIAS 47

BIBLIOGRAFIA 49

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P R Ó L O G O

La Facultad de Educación de la Universidad Nacional de Huancavelica, con el

ánimo de contribuir con la formación de Especialistas en el campo de la

Educación Intercultural y con la difusión de los conceptos y teorías de la

educación intercultural así como de la educación bilingüe, hace tres años creó el

Programa de Segunda Especialización en Educación Rural Intercultural Bilingüe

en diferentes sedes. Como quiera que una de las asignaturas básicas en el Plan

de Estudios de este Programa, lo constituye la Antropología Educativa, los

docentes encargados del desarrollo de este curso, hemos preparado el Módulo

correspondiente a fin de que los estudiantes tengan la oportunidad de recoger las

teorías y conceptos de la antropología educativa que en éstos últimos años ha

tomado mucha importancia al ponerse en debate los temas diversidad cultural,

interculturalidad, identidad cultural y multilinguismo.

El módulo incluye temas acerca de la antropología como ciencia social, la división

de la antropología, la antropología cultural, la antropología educativa o

pedagógica; además de otros temas como la cultura, la educación y finalmente se

anexa varias lecturas sobre la educación intercultural cuyos autores son

investigadores reconocidos a nivel nacional y en América Latina.

Consideramos que este trabajo servirá para que nuestros estudiantes de las

diferentes sedes puedan realizar sus estudios y analizar los temas señalados y

formular alternativas de solución a los problemas de la diversidad cultural, la

identidad cultural y a las deficiencias en la educación rural.

Los Autores

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1. LA ANTROPOLOGÍA Y LAS CIENCIAS SOCIALES

La antropología al igual que las demás ciencia sociales, se a visto en medio de un

conjunto de críticas debido a que muchos de los temas que aborda, a la vez, han

sido tratados por las otras ciencias sociales como es el caso de la sociología o la

lingüística; no obstante, la antropología cuenta con un cuerpo de fundamentos

teóricos y metodológicos, que lo hace independiente de las otras ciencias sociales,

esto no quiere decir de que no haya una vinculación estrecha entre ellas ya que

existe complementariedad entre las mismas. Hay sin embargo, la necesidad de

establecer diferencias entre lo que vienen a ser las ciencias naturales y ciencias

sociales.

1.1. LAS CIENCIAS NATURALES:

Son las ciencias que están integradas por un conjunto de disciplinas que

procuran alcanzar un conocimiento preciso, sistemático y generalizado

referente a los fenómenos y fuerzas así como series causales no influidas por

la inteligencia humana. Forman parte de las ciencias naturales la Biología, la

Física y la Química, las mismas que están vinculadas a la naturaleza

directamente.

Estas ciencias son experimentales por excelencia, su razón de existir está en

los laboratorios y su fuente de conocimiento es la experimentación. El genoma

humano o mapa genético, la clonación y la biotecnología son sus últimos

logros después de largos años de experimentación.

1.2. LAS CIENCIAS SOCIALES:

Las ciencias sociales son concebidas como el conjunto de conocimientos

obtenidos a través de la observación comparativa y sistemática desde la

individualidad humana reflexiva hasta las relaciones y procesos sociales que

se ofrecen como consecuencia de la asociación humana. Son las ciencias que

se ocupan de los problemas o asuntos humanos como son la economía, la

sociología, la antropología, la psicología, así como las diversas disciplinas que

han surgidos al tratarse de los temas específicos de cada una de ellas.

Las ciencias sociales de referencia básica son la economía, la sociología, la

psicología y la antropología; esto no quiere decir que las otras ciencias

sociales como la pedagogía, la demografía, la lingüística no sea importantes

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sino que las cuatro primeras son las que abordan con mayor profundidad los

temas relacionados con el hombre tanto a nivel individual como social.

La Economía.- Es la ciencia que estudia las distintas formas de producción

orientadas a la satisfacción de las necesidades materiales básicas del hombre

y la sociedad (Alimentación, vestido, vivienda, etc.).

La Sociología.- Es la ciencia de la sociedad que estudia las leyes de su

desarrollo, analiza y explica los fenómenos y las relaciones sociales de una

determinada sociedad.

La Psicología.- Esta ciencia que se encarga del estudio del comportamiento

del hombre o de la personalidad del individuo (Desarrollo cognitivo,

emociones, sentimientos, trastornos y problemas de conducta).

La Antropología.- Es la ciencia que estudia todo lo que el hombre ha

realizado a través del tiempo, para Herskovits la antropología se ocupa del

estudio del hombre y sus obras, estudia al hombre como ente biológico y

como creador de la cultura. La antropología para estudiar al hombre desde

sus orígenes es decir todo el proceso evolutivo, lo hace a través de la

antropología física, y para estudiar las obras del hombre se vale de la

antropología cultural (cultura, ciencia, organización social, religión, moral,

costumbres, leyes, etc.).

2. LA ANTROPOLOGÍA:

Es evidente que acerca de la antropología existen diferentes conceptos en algunos

casos difieren en cuanto a forma: sin embargo, todos coinciden en señalar que se

trata del estudio del hombre. Margaret Mead considera a la antropología como la

ciencia del hombre, César Cerdán sostiene que la antropología es la ciencia de la

cultura, Francisco Iriarte Brener dice que la antropología es una ciencia global y

experiencia humana. Finalmente consideramos que la antropología es la ciencia que

se encarga del estudio del hombre en cuanto a su proceso evolutivo y a la

construcción del mundo simbólico o artificial que ha logrado a través de la historia.

2.1. EL MÉTODO DE LA ANTROPOLOGÍA:

El estudio antropológico, se basa en la observación, comparación y análisis

de restos u osamentas desde los homínidos hasta el homo sapiens para

determinar el origen y la antigüedad del hombre, así como el análisis de los

diferentes vestigios o realizaciones culturales del hombre a través del tiempo y

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en el espacio, para determinar los grados o niveles de desarrollo alcanzados

por las diversas etnias o culturas de la humanidad, para entender el destino

social del hombre en el devenir.

2.2. DIVISIÓN DE LA ANTROPOLOGÍA:

2.2.1. LA ANTROPOLOGÍA FÍSICA

Es la rama de la antropología que se ocupa del estudio del personaje

humano o del hombre como individualidad biológica, el objeto de

estudio se centra sobre el origen y la evolución del hombre, analizando

las dos teorías la idealista o bíblica de Cuvier y la materialista o

evolucionista de Darwin, en lo que respecta al proceso de evolución del

hombre, partiendo desde las relaciones existentes entre los primates,

seguido por los homínidos y el homo sapiens. Estudia la antigüedad del

hombre a través del estudio de los fósiles hallados en los diferentes

espacios como los continentes de África, Europa, Asia y América

valiéndose de disciplinas como la primatología, paleontología,

antropogenética, raciología, antropometría y somatología.

2.2.2. LA ANTROPOLOGÍA CULTURAL

La antropología cultural estudia al hombre en cuanto a productor de

cultura, si por cultura se entiende a toda creación humana que

involucra tanto la creación en el campo intelectual o espiritual y en el

campo material, se trata de estudiar la cultura propiamente dicha

refiriéndose a la creación espiritual y la civilización basándose en la

creación material.

La antropología cultural comprende dos aspectos: Etnografía y

Etnología. La etnografía se complementa obviamente con la etnología,

la primera estudia básicamente el desenvolvimiento, la evolución y la

forma como actúan las culturas, de ahí que se la define como la Teoría

de la Ciencia de la Cultura, mientras que la etnología tiene por objeto

de estudio la cultura de los diversos grupos humanos, comparando

unos con otros, analizando los datos que proporciona la etnografía. Las

otras ramas que contribuyen con el estudio de la antropología cultural

son: la arqueología, la antropología lingüística, el folklore y la

antropología aplicada.

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La arqueología centra su estudio sobre la reconstrucción del pasado a

partir del estudio de los objetos materiales (Edificaciones, pintura

rupestre, tejidos, cerámicas, etc.) dejados por hombres que vivieron en

otras épocas del desarrollo histórico. Trata de encontrar las diferencias

entre los que fueron las culturas antiguas y de los estilos de vida de sus

miembros desde que el hombre fuera recolector, cazador y pescador

así como su posterior evolución. La arqueología provee información a

través de artefactos materiales de la pre-historia o de las culturas que

no dejaron documentos escritos, la arqueología con la ayuda de la

química, la física, la biología, la geología y la botánica ha

proporcionado informaciones precisas en cuanto a escalas de tiempo y

niveles de desarrollo logrado por la mayoría de las culturas que

florecieron en los diferentes continentes.

La lingüística estudia el origen, la estructura, las interrelaciones,

variaciones y desarrollo de las lenguas; la lingüística tiene sus formas

entre las que destacan: la lingüística descriptiva, la histórica, la

comparativa y la sociolingüística. La primera analiza los sistemas de

sonido, la gramática y el significado, la segunda estudia la evolución y

el cambio en el lenguaje.

2.2.3. LAS ESFERAS DE LA ANTROPOLOGÍA CULTURAL:

La Antropología Simbólica.- Estudia el proceso de formación de los

símbolos, su magnitud e importancia. Los símbolos representan

conceptos, ideas o sistemas de conceptos, o simplemente ideas

iterrelacionadas. A través de los símbolos se puede conocer como

piensan los seres humanos y como organizan su mundo conceptual.

Para los defensores de la antropología simbólica como Poper, la

cultura es principalmente, un sistema de símbolos.

La Antropología y la Religión.- La religión tiene un carácter universal

toda vez que, en todas las culturas siempre se va encontrar rasgos o

sentimientos religiosos de acuerdo a los grados de desarrollo que

lograron alcanzar. La antropología en este caso, tiene que estudiar los

sistemas de creencias, ritos, concepciones en cuanto a lo sobrenatural.

Tanto a la antropología como a la religión le interesa las vivencias

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espirituales del grupo estudiado, la influencia religiosa en su cultura y

su organización política y social.

PARENTESCO Y ORGANIZACIÓN SOCIAL.- La antropología cultural,

le da mucha importancia a las relaciones de parentesco en la

formación de los pueblos en cuanto a su organización social, las

panacas cusqueñas no fueron sino relaciones de parentesco que

controlaron la vida social y política del Tahuantinsuyo. La etnografía

justamente se aboca al estudio de las complejas genealogías y

símbolos de parentesco que hubieron en las diferentes culturas tanto

de oriente como de occidente, las sociedades tradicionales se

condujeron en base a las relaciones de parentesco.

ANTROPOLOGÍA ECOLÓGICA.- Estudia las interrelaciones entre el

hombre y el medio ambiente, tomando en cuenta a los otros seres

vivos como las plantas y los animales que forman parte del ecosistema,

es sabido que la mano del hombre no sólo ha ido transformando los

ecosistemas sino que está llegando a depredarla: es obvio, que los

antropólogos especializados en esta rama tienen vinculación con las

ciencias biológicas y naturales. Es imposible estudiar al hombre sin

conocer el territorio que ocupa y las características de su medio

ambiente.

LA ANTROPOLOGÍA ECONÓMICA.- Su estudio se centra en analizar

las formas de cómo los grupos humanos satisfacen sus necesidades

básicas, las diferencias que surgen por la distribución de los bienes, los

sistemas de producción y de consumo. El estudio de las formas de

producción conlleva a distinguir los tipos de trabajo y la forma de

explotación del hombre por el hombre que ha determinado la existencia

de marcada diferencias entre una sociedad y otra, la existencia de ricos

y pobres.

LA ANTROPOLOGÍA POLÍTICA.- Su estudio se centra en la

organización del poder, los sistemas políticos, el poder económico o

religioso y la vigencia de las leyes y de los sistemas institucionales; de

otro lado, las formas de gobierno y el tipo de liderazgo.

EL FOLKLORE.- Estudia la conservación del patrimonio cultural y las

manifestaciones artísticas de los pueblos (Danzas, canciones, cuentos,

artesanías, arte culinario, etc.).El folklore no estudia las expresiones

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artísticas pasadas sino las actuales como cultura popular obviamente

relacionada con la identidad cultural de cada pueblo o etnia.

2.2.4. LA ANTROPOLOGÍA EN EL PERÚ

La antropología en el Perú se inicia con la obra de Fray Bartolomé de

las Casas escrita en 1552 “Brevisima relación de la destrucción de los

Indios”, posteriormente con las obras de Pedro Cieza de León, Inca

Gracilazo de la Vega y Guamán Poma de Ayala. La institucionalización

de la antropología en el Perú recién se produjo en 1931 al crearse en la

Universidad Nacional Mayor de San Marcos el Instituto de Antropología

e Historia, fue en 1946 cuando el Dr. Luis Eduardo Valcarcel Vizcarra

quien siendo Ministro de Educación durante el gobierno de Luis

Bustamante y Rivero establece como parte del Museo de Nacional de

Historia, los Institutos de Historia y Etnología, en el mismo año se

crearía el Museo de la Cultura Peruana, se crea asimismo el Instituto

de Estudios Etnológicos y el Instituto de Etnología y Arqueología en la

Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En la década de los

sesenta toma gran impulso la formación profesional de antropólogos

con las cátedras de Emilio Choy, José María Arguedas en la

Universidad Nacional Mayor de San Marcos, con Efraín Morote Best y

otros en la Universidad San Cristóbal de Huamanga. De las

promociones de egresados de San Marcos, San Cristóbal, Universidad

Católica tenemos a Alberto Flores Galindo, José Matos Mar, Jhon

Murra y otros ilustres investigadores en el campo de la antropología.

2.2.5. LA ANTROPOLOGÍA Y LA EDUCACIÓN

La antropología educativa o pedagógica, forma parte de la antropología

cultural recién en los últimos años en el Perú, se le ha dado

importancia en la medida de que se ha puesto en debate temas como

la identidad cultural, la interculturalidad y la educación intercultural,

para abordar con mayor eficiencia la tarea educativa en los pueblos

bilingües o en países como el nuestro que están caracterizados como

multilingües y pluriculturales.

Entre la antropología y la educación siempre ha existido relaciones

estrechas, porque la antropología cultural tiene como objeto de estudio

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la cultura y la educación constituye de la creación cultural del hombre,

a su vez la educación sirve como medio de transmisión de la cultura a

las generaciones futuras.

Para César Cerdán Cruzado, esta nueva área de la antropología, tiene

grandes perspectivas no sólo porque en esta coyuntura se viene

hablando de la interculturalidad, sino porque en todo sistema educativo

es necesario compatibilizar con los patrones culturales vigentes, el

estudio de éste último corresponde a la antropología cultural. Tampoco

la antropología educativa, debe invadir los campos de la sociología

educativa, de lo que se trata es de que la antropología educativa aporte

a la educación con los fundamentos teóricos que explican las

características culturales de los pueblos, los procesos de

endoculturización y aculturación en donde la educación cumple un

importante rol. Cerdán Cruzado señala: “los procesos educativos están

orientados a formar parte de un conjunto de instituciones que confluyen

en la transmisión cultural que significa compartir un idioma, cánones de

conducta, valores, efectos, formas de organización, maneras de

categorizar la experiencia y las sensaciones, una historia, una teoría de

cómo se aprehende la realidad, en fin, todo lo que define la cultura de

un grupo de personas”.

3. LA CULTURA

Sobre cultura, se han escrito innumerables obras, en un principio fue la antropología

cultural con Tylor quien consideraba que el término de cultura era patrimonio de esa

disciplina científica, posteriormente la sociología con Durkheim, fundador de la

sociología de la educación, empieza a preocuparse de la cultura debido a la estrecha

relación entre los términos de sociedad, cultura y educación. Ultimamente,

investigadores de diversas ramas entre ellos educadores, historiadores, arqueólogos,

lingüistas y comunicadores sociales vienen mostrando gran interés por profundizar

sus estudios sobre los problemas relacionados con la cultura.

3.1. Concepto de Cultura

En Roma antigua se entendía al término de cultura, como el cultivo de algo,

Cicerón sostuvo incluso que la cultura era sinónimo de filosofía; Juan F. Mira

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dice al respecto, “en un principio la cultura es un proceso, el paso de “inculto”

a “culto” a través de un ejercicio más o menos metódico, la educación”.

W. Jaeguer considera que la cultura es “todo el mundo intelectual o espiritual,

revelado por la educación en el cual todo individuo nace, según su

nacionalidad o posición social”; al referirse al mundo intelectual, trata de

involucrar en él a todos los conocimientos obtenidos a través de la educación,

el mundo espiritual incluye las tradiciones, mitos, creencias, normas y

costumbres. Es obvio que entre ellos se hallan también los valores y principios

éticos y morales, las instituciones, la creación artística y tecnológica lograda

por el hombre y que se heredan de generación en generación a su vez se

transmiten a las futuras generaciones.

Edward B. Tylor en l87l trató de definir a la cultura en los términos siguientes:

“La cultura o civilización, en sentido etnográfico amplio, es aquel todo

complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el

derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades

adquiridas por el hombre en cuanto a miembro de la sociedad”; para los

antropólogos culturales como Tylor, el término de cultura con civilización, son

sinónimos.

C. Kluckhohn dice que “la cultura es un conjunto formado en el curso de la

historia de concepciones implícitas, relativas a los modos de vida, que tienden

a ser compartidas, en un momento preciso, por todos los miembros de un

grupo determinado o por alguno de sus miembros especialmente

designados”.

L. White sostiene que “la cultura es un proceso simbólico, continuo,

acumulativo y progresivo”; de alguna forma la expresión simbólica existente

en toda sociedad, es lo determinante para la cultura, el llamado mundo

artificial, tiene suma importancia para el sociólogo norteamericano.

Ralph Linton expresa que la cultura es “la suma de las ideas, las respuestas

emocionales condicionadas y los patrones de conducta habituales que los

miembros de la sociedad han adquirido a través de la instrucción o la

imitación y que comparten en un mayor o menor grado”; esto significa que

todas las ideas y respuestas que surgen en la interacción social, así como los

patrones y conductas habituales que forman parte de la vida cotidiana de una

determinada sociedad, es lo que viene a ser la cultura.

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T. Parsons denomina cultura a “la suma de todo aquello que ha sido creado o

modificado por la actividad social o antisocial de dos o más individuos,

interactuando entre sí y condicionando la conducta mutua”; de lo que se trata

es de precisar que no es necesario hacer referencia a toda la sociedad para

hablar de cultura, resulta más que suficiente observar como un individuo se

desenvuelve en una comunidad.

G. Osipov habla de cultura asegurando que, “es la totalidad de los valores

materiales y espirituales creados por el hombre en el curso del desarrollo

social e histórico. Representa el nivel de progreso técnico, producción,

educación, ciencia, literatura y las artes, alcanzado en una etapa dada del

desarrollo social”; para el sociólogo ruso no es posible hablar de cultura sin

antes mencionar la producción material y luego la creación espiritual.

Como se puede observar, existen diversas formas y enfoques de definir la

cultura, lo que si es cierto que hoy en día no se puede considerar a la cultura

como patrimonio de la antropología solamente, Duvignaud dice al respecto,

“mientras que el sociólogo trata este fenómeno como un hecho de civilización

más entre los otros, el antropólogo lo convierte en su campo de estudio

exclusivo, llegando incluso en ocasiones a realizar la adecuación cultura y

sociedad”

Como conclusión, podemos decir, que la cultura viene a ser el proceso en

donde el ser social, crea, produce y desarrolla elementos o valores materiales

y espirituales en su entorno, con la finalidad de conservar los logros

alcanzados a través del devenir histórico, logrando que las generaciones

futuras la conozcan por medio de la educación a través de sus diversas

formas y expresiones, para mantener vigente su sociedad.

3.2. Cultura y Civilización

Algunos estudiosos de la cultura o de la culturología en su afán de buscar un

concepto preciso de la cultura, han llegado a confundir cultura con civilización;

no obstante, hay otros que han logrado establecer diferencias entre lo que es

cultura y lo que significa civilización. Sobre este asunto opina Juan Mira

manifestando que “cultura viene a ser prácticamente el sinónimo de

civilización; y esta equivalencia, de origen alemán se ha perpetuado en la

práctica y en el uso hasta nuestros días” Alfred Weber establece la primera

diferenciación entre cultura y civilización, al manifestar que “la civilización

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representa el esfuerzo humano para conquistar el mundo de la naturaleza y

de la cultura por los medios de la inteligencia y en las esferas de la ciencia, de

la técnica y de la planificación... La cultura, distinta de la civilización, está

basada en la realización del espíritu, en la realización del ser, filosófica y

emocional”. La civilización tiene que ver según Weber con la lucha del hombre

por la supervivencia, con la transformación de los recursos que la naturaleza

ofrece al hombre, y con el logro de la cultura; la cultura en cambio, se inclina

más al desarrollo espiritual del ser, de su sabiduría, de su conducta y sus

emociones.

White logra plantear otra diferencia importante cuando dice que, “la cultura

comenzó con el hombre como un primate articulado, utilizador de símbolos”.

Se debe entender que la cultura se inicia con el homo sapiens, mientras que

la civilización corresponde a un estadio superior en donde las condiciones

materiales y subjetivas dieron lugar al desarrollo de la técnica con el homo

hábilis y el homo faber. Tanto la cultura como la civilización, no son sino la

respuesta del hombre a los fenómenos de la naturaleza en su larga lucha por

la supervivencia.

Francisco Ayala considera que, existe un engarce entre la cultura y el proceso

civilizatorio mediante las formaciones sociales para luego evolucionar al

impulso del cambio histórico; esto implica evidentemente, que en cada

formación social, hay elementos culturales (materiales y espirituales) que

están relacionados con el proceso civilizatorio que avanza hacia el cambio

histórico. La cultura se expresa a través de elementos que configuran las

condiciones subjetivas y el proceso civilizatorio, está formada por elementos

que constituyen las condiciones objetivas que determinan el cambio histórico

en toda sociedad.

Radclife-Brown le asigna poca importancia a la civilización, sin embargo, no la

confunde con la cultura, “las civilizaciones son siempre, abstracciones... sólo

se ponen en contacto con seres concretos, personas y el contacto más íntimo

no se establecen al nivel más favorable”. Si bien las civilizaciones son

abstracciones, sus miembros son personas que interactúan y comúnmente no

tienen la misma cultura o el mismo nivel cultural, lo que dificulta que se

mantenga entre sus miembros, un contacto fluido. Pero a pesar de ello, se

produce el cambio y el desarrollo histórico que se orienta hacia la civilización.

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Para Federico Engels la civilización, “es pues, el estadio del desarrollo de la

sociedad en que la división del trabajo, el cambio entre el individuo que de ella

deriva y la producción mercantil, que abarca a una y otra, alcanzan su pleno

desarrollo y ocasionan una revolución en toda la sociedad anterior”. En el

enfoque y en los términos que utiliza Engels, el desarrollo de las fuerzas

productivas y de los medios de producción, dieron lugar al desarrollo de las

relaciones sociales de producción; en todo este proceso se dio la división del

trabajo, surgiendo luego la propiedad privada y las clases sociales, para

finalmente determinar la instauración del Estado esclavista, dando así origen

a la civilización, dejando atrás a la barbarie y al salvajismo. La cultura en

cambio, está presente en el salvajismo, la barbarie y la civilización.

La cultura y la civilización están íntimamente relacionadas, cuando hablamos

de cultura, tenemos que hacer referencia a la etapa de desarrollo histórico en

que se encuentra una sociedad determinada, es decir que obligatoriamente

debemos recurrir a la civilización; de otro lado así como existe una cultura

oriental también encontraremos una civilización occidental. Lo que es

aceptable, es que la cultura está más ligada a lo espiritual, en cambio la

civilización se relaciona con la producción material; en consecuencia, los

términos de cultura y de civilización son acepciones diferentes pero que entre

ellas existe una estrecha relación.

3.3. Cultura y Sociedad

Es sabido que entre cultura y sociedad hay una estrecha relación: sin

embargo, ambos términos tienen distintas connotaciones en el estudio

antropológico, la cultura se refiere a los patrones de conducta o a los modos

como actúan los miembros de una determinada sociedad, mientras que la

sociedad es el pueblo, el conjunto de individuos organizados que ocupan u

determinado espacio geográfico.

M. Foster añade “Una sociedad concreta es una cosa en marcha -funciona y

se perpetúa en si misma- porque sus miembros, aunque no se lo propongan,

está de acuerdo en cuanto a las normas básicas para vivir juntos. La palabra

cultura es el resumen o síntesis de éstas reglas que orientan la forma de vida

de los miembros del grupo social. Más específicamente, la cultura puede

describirse como la forma común y aprendida de vida que comparten los

miembros de una sociedad y que consta de la totalidad de los instrumentos,

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técnicas institucionales sociales, actitudes, creencias, motivaciones y sistemas

de valores que conoce el grupo”(2).

La cultura es la creación artificial, el mundo simbólico, los sistemas de valores,

las normas, las instituciones, las técnicas y todas las formas de convivencia

creada por los miembros de una sociedad en largos periodos de maduración,

la sociedad es el conjunto de individuos que se han ido adecuando a las

normas establecidas, asimilando las experiencias y saberes de las anteriores

generaciones, que les ha servido para constituir una comunidad o un pueblo

organizado con proyecciones de perpetuidad.

3.4. Cultura y Educación

Un conjunto de investigadores de la cultura, la conceptualizan de diversas

formas a la cultura: Este término es comodín, multiuso o polisémico como

manifiesta Juan Mira, tanto que confunde, equivale o desplaza a otros: cultura

es civilización, educación, costumbre, es casi cualquier cosa; lo que nadie

puede dudar, es que entre cultura y educación, existen relaciones recíprocas.

Esto indudablemente, nos lleva a pensar que no pueden ni la cultura ni la

educación, pueden andar libremente, si se habla de cultura directa o

indirectamente se tiene que hacer referencia a la educación o viceversa.

Algunos sociólogos como C. Coon consideran a la cultura como “la suma de

los modos en que viven los seres humanos, transmitidos de una generación a

otra por el aprendizaje”; Ogburn y Nimkoff llaman a la cultura, la conducta

transmitida de generación en generación por el aprendizaje. David Bidney

dice “la cultura humana, tanto en sus aspectos físicos como mentales, ha

venido a significar el proceso, y al mismo tiempo el estado de ser cultivado

junto con los logros o productos del auto cultivo del hombre”. Montagu por su

parte agrega lo siguiente: “no existe nada que pueda llamarse naturaleza

humana independiente de la cultura; o dicho de otro modo: la naturaleza

humana no es algo conque uno nace, sino algo que se aprende a partir del

entorno transformado por el hombre”. Lowie expresa, “entendemos por cultura

a la suma general de todo aquello que el individuo recibe de la sociedad...,

todos los factores que no son resultado de su actividad personal, pero que

forman parte del bagaje del pasado que el hombre hereda a través del estudio

formal o no formal.

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En las diferentes exposiciones, se define a la cultura como la suma de los

modos de vida, conducta transmitida, etc. Pero en cada concepto que se da,

no deja de señalarse el rol que juega la educación en la transmisión de la

cultura a las futuras generaciones; unos dicen; por el aprendizaje, otros a

través del estudio formal o no formal, también hay quienes consideran que la

cultura es un proceso permanente de cultivo y de auto cultivo. Los diversos

argumentos conllevan a afirmar que no se puede concebir a la cultura como

algo distinto de la educación; obviamente la cultura es más amplia que la

educación, la educación forma parte de la cultura y se encarga de transmitir a

las generaciones tradiciones y costumbres, sabiduría y valores, así como

ciencia y tecnología.

Desde la óptica materialista, la cultura pertenece a la superestructura y por lo

tanto no es independiente ni determinante de la vida social; la educación es

parte de la cultura, su objetivo no sólo se centra en la transmisión de la cultura

a las generaciones venideras. Suchodolski dice al respecto, “la educación no

es en absoluto cuestión de la enseñanza de bienes culturales, tal como

proponen los escritores de la burguesía, sino la formación de combatientes

para el progreso social. La participación en esta lucha, crea y educa

verdaderos hombres”. El objetivo fundamental de la educación para el

maestro polaco, es formar hombres para la transformación social y el progreso

de una sociedad determinada.

4. RELATIVISMO CULTURAL, ETNOCENTRISMO Y ETNICIDAD

Relativismo Cultural

El relativismo cultural considera que todas las culturas tienen valor, son

intrínsecamente buenas y, por lo tanto, merecen respeto. Todas las culturas son

racionales y funcionales si es que son miradas sin prejuicios y juzgados según sus

propios valores; en consecuencia, no hay cultura mejor que otra ni superiores e

inferiores, sino que las culturas son simplemente diferentes y hay que percibirlas en

su especificidad.

La excesiva defensa del relativismo cultural conlleva al sentimentalismo o

romanticismo antropológico según el cual se llega muchas veces a renegar de la

cultura occidental, a este campo, pertenecen algunos antropólogos que defienden

cerradamente la tradicionalidad y desdeñan todo aporte de la cultura dominante u

occidental.

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Etnocentrismo

El etnocentrismo es una corriente dentro de la antropología cultural que defiende a la

cultura occidental como el centro del universo; según los planteamientos del

etnocentrismo, se estudia a las otras culturas comparando con la propia, es decir en

torno a los valores y costumbres occidentales. Sólo es válido para los etnocentristas,

los valores, las costumbres, las creencias y los estereotipos practicados por los

países de Europa y de América del Norte y lo demás debe ser desechado. Los

etnocentristas son los que de alguna manera defienden la globalización cultural u

occidentalización. El relativismo cultural se opone al etnocentrismo toda vez que

desdeña los aportes de las culturas que no son la occidental o greco-romana.

Etnicidad

La etnicidad es la respuesta a la corriente etnocentrista, que defiende a todo grupo

étnico son los gestores del movimiento que defiende la diversidad cultural, la

interculturalidad; de otra parte, son los que reconocen los aportes de todas las

culturas por pequeña que puedan ser, son los que reividican el sentimiento de

orgullo de las nacionalidades de todo el mundo, son los que se oponen a la cultura

occidental dominante y a la globalización cultural o americanización. El

etnocentrismo para los que defienden la etnicidad, es el que arremete contra la

identidad cultural de los pueblos, es el que aliena y contamina y convierte a los seres

humanos en apátridas.

5. ENDOCULTURIZACIÓN Y ACULTURACIÓN

Endoculturización

Es la internalización por parte del individuo de los acervos culturales de propio grupo

social o entorno, es le proceso mediante el cual, el individuo absorbe los modos de

pensamiento, de acción y sentimientos que constituyen la cultura, es el aprendizaje

de los elementos culturales que han sido transmitidos de las generaciones

anteriores. A través de la endoculturización, el niño adquiere un modo de vida para

desenvolverse sin dificultad en su sociedad, es la educación a través de sus dos

formas que contribuye directamente en este proceso, iniciándose en la familia,

seguido en la escuela, la comunidad y la sociedad en donde todas las instituciones,

medios de comunicación y personas están obligadas a participar.

Page 17: ANTROPOLOGÍA EDUCATIVA

23

El movimiento antropológico de cultura y personalidad, son los que de alguna

manera han propiciado una mayor dedicación de los antropólogos en las

investigaciones de la antropología educativa Franza Boas, Ralph Linton, Ruth

Benedict, Margaret Mead, Abram Kardiner empezaron en la década de los

ciencuentas a desarrollar la Psicología Cultural o Antropología Psicológica, partiendo

que la cultura es la que se encarga de moldear la personalidad del niño, los métodos

de enseñanza y de crianza de los niños en los primeros años de vida son decisivos y

producen una personalidad que corresponde a su cultura.

Aculturación

Se refiere al cambio cultural que se produce al entrar en contacto miembros de dos

culturas diferentes, se basa en los principios de la difusión (la cultura puede ser

aprendida y la cultura puede ser transmitida).

La aculturación se da en la interrelación de varios individuos de distintas culturas,

cada uno aprende del otro los acerbos culturales que no ha conocido en el seno de

su propia cultura, la aculturación requiere de interacciones que se dan en largos

periodos (grupo de migrantes que llegan a un país extraño).La aculturación de da por

presión, el migrante se ve obligado a aprender el idioma del país al que ha llegado y

todas sus costumbres par ser aceptado.

La aculturación se pone en vigencia en la década de los cuarentas cuando en el

mundo se vive la expansión del sistema capitalista y los efectos de la primera y

segunda guerra mundial. La aculturación puede ser voluntaria o forzada (en el primer

caso de migrantes y en el segundo de prisioneros de guerra).

6. LA EDUCACION:

Los conceptos y las concepciones que se manejan acerca de la educación, han ido

sufriendo modificaciones a través del tiempo, desde aquellos que sostuvieron que la

educación es la formación integral del hombre, hasta los que dicen que la educación

es el proceso en el cual el hombre logra su realización; sin embargo, no se puede

dejar de considerar que la educación es un hecho social que tiene como objetivo la

transformación cualitativa del hombre y de la sociedad. La Educación tampoco deja

de ser un proceso permanente de aprender y enseñar valores o elementos culturales

tendientes a mantener vigentes los principios que rigen la dinámica de la sociedad.

La educación se da bajo dos formas, una de manera espontánea o no formal en la

familia y la comunidad, la otra de modo formal o institucionalizada en las escuelas;

Page 18: ANTROPOLOGÍA EDUCATIVA

23

en la primera intervienen todas las personas, instituciones, medios de comunicación

social, costumbres, mitos y creencias, la educación no formal llega a la totalidad de

las personas. En la segunda solamente los niños o estudiantes que concurren a las

instituciones educativas, los maestros y el Estado a través del Sistema Educativo o

los organismos encargados de administrarla; la educación formal u oficial no llega a

la totalidad de los miembros de una sociedad, porque es escolarizada y está dirigida

a niños de 3 a 16 años.

6.1. Conceptos acerca de la Educación

En las diversas etapas de desarrollo de la humanidad, cada sociedad a tenido

sus propios valores y conceptos referentes a la educación, sin pretender

hacer un estudio de la historia de la educación universal, consideramos

necesario tocar en forma breve la evolución de los conceptos que se han

venido manejando sobre la educación; así en la antigua Grecia la educación

era concebida por Platón, como la actividad encargada de “proporcionar al

cuerpo y al alma toda la perfección y la belleza de que son susceptibles”; en

Roma durante el ocaso del Imperio, Quintiliano sostenía que la educación

debería de preocuparse en formar oradores u hombres públicos toda vez que

la educación, llegaba sólo a los hijos de la nobleza romana y de los patricios,

quiénes tendrían que acceder al senado o a la administración del Estado.

Al ingresar a la Edad Media, Comenio tratando de sentar las primeras bases

de la pedagogía, postulaba a que la felicidad de la especie humana, sólo

podía lograrse a través de la educación, consideraba asimismo que la

educación tiene por finalidad la salvación y la felicidad eterna, por eso la

educación decía, debe aspirar ante todo a formar hombres, cabe mencionar

que los planteamientos de Juan Amos Comenio, se encuadraban dentro de

las reformas propiciadas por Martín Lutero. Locke en Inglaterra en del Siglo

XVI planteaba, que la finalidad de la educación es la formación integral del

hombre tanto en el aspecto físico, intelectual como moral.

Iniciando la Edad Moderna los representantes de la ilustración francesa,

introducen nuevas concepciones acerca de la educación; Rousseau

manifestaba que la educación, consiste en ayudar a la naturaleza humana a

alcanzar su máximo desarrollo. Condorcet expresaba, que la educación debe

llegar a todos los hombres sin diferencia de clases ni confesiones, y debe ser

por tanto, universal y gratuita.

Page 19: ANTROPOLOGÍA EDUCATIVA

23

En el Siglo XIX con el advenimiento de nuevas corrientes, se consolidan las

bases de la pedagogía, el filósofo Manuel Kant sostiene que el hombre no es

más de lo que la educación le hace ser y únicamente por la educación, el

hombre puede llegar a ser hombre. Pestalozzi por su parte manifestaba que la

educación debería servir para mejorar la situación del pueblo, elevarlo de su

estado de miseria a un nivel de vida más humano. Ficht explica que el fin de

la educación, es el despertar y desarrollar las energías humanas. Herbart

considerado como uno de los fundadores de la pedagogía manifestaba, que el

fin de la educación es la virtud, o mejor las ideas éticas que son la libertad

interior, la plenitud o perfección, la benevolencia, el derecho y la equidad.

Froebel define a la educación como “el desarrollo de las energías latentes en

el niño para hacerle un ser consciente, sano y puro”. Spencer plantea que la

educación debe preparar para la vida, y a esta debe subordinar todo, aunque

en ella incluye también las manifestaciones de carácter estético y moral.

Dilthey expresaba que la educación, es una función esencial de la sociedad y

no puede subsistir sin ella.

La educación en el Siglo XX, se hace más sistemática gracias al desarrollo de

la ciencia y de la tecnología, las llamadas ciencias auxiliares de la pedagogía,

han logrado consolidarse con el surgimiento de nuevas corrientes filosóficas

que han dado origen a diversos enfoques sobre los problemas pedagógicos

como educacionales. Durkheim sostenía que el fin de la educación, es

preparar a las generaciones jóvenes para la vida en sociedad; Dewey por su

parte planteaba que la educación, tiene por finalidad aumentar la capacidad

vital del individuo, no sirve para la vida adulta futura, sino para la vida actual.

Kilpatrick contemporario de Dewey, explica que la educación tiene por

finalidad hacer una vida mejor y esto sólo se logra viviendo en la escuela.

Percy Nunn señalaba que la nueva educación debe considerar a cada

discípulo como un centro de vida física e intelectual. Bertrand Russell filósofo

inglés, manifiesta que hay tres teorías divergentes sobre la educación, la

primera considera que el único propósito de la educación es el de dar

oportunidades para adelantar y, al mismo tiempo, destruir influencias

embarazadoras; la segunda plantea que el propósito de la educación es el de

dar cultura, y la tercera sostiene que la educación debe ser considerada más

con relación a la comunidad que con relación al individuo, y que su obligación

es la de adiestrar buenos ciudadanos. Claparede aclara que la concepción

Page 20: ANTROPOLOGÍA EDUCATIVA

23

funcional de la educación, consiste en tomar al niño como centro de los

programas y de los métodos escolares y en considerar a la educación como

una adaptación progresiva de los procesos mentales a ciertas acciones

determinadas por ciertos deseos. Giovanni Gentile consideraba que la

educación tiene tres momentos: el primer momento es la posición del sujeto y

su forma espiritual, el arte; el segundo es la posición del objeto y su forma, la

religión, comprendiendo asimismo a la ciencia. El tercer momento es la

síntesis de las anteriores con su correspondiente forma, la filosofía. Jean

Piaget dice que la tarea primera del educador es la de adaptar al niño a la

vida de relación, en el niño, la influencia del ambiente social es aún más

marcada que en el adulto. René Hubert, sostenía que la educación es el

medio de la continuidad social, la educación desde el punto de vista social,

tiene por función y por objetivo el mantenimiento del tipo constitutivo de la

sociedad que se considera; tipo físico (estructura y género de vida), tipo

jurídico (instituciones), tipo mental (conocimientos teóricos y creencias

prácticas). El maestro Germán Caro Ríos, expresa “que todos los educadores

coinciden que la educación, es una ciencia que trata las leyes que rigen la

transmisión y el perfeccionamiento de la herencia cultural acumulada por la

humanidad desde sus orígenes, de generación en generación “.

La educación en América Latina durante el Siglo XX ha recepcionado las

influencias de los avances logrado en el campo pedagógico tanto en Europa

como en Norteamérica, es así que a principios del presente siglo, la corriente

de la Escuela Nueva ingresa a los diversos países de esta parte del mundo,

superando los criterios que habían sido heredados de la escuela tradicional y

sirviendo para que en cada país se inicien movimientos para construir una

educación propia con un carácter nacional, científico, democrático y popular.

Es así como las ideas de José Martí en Cuba, Aníbal Ponce en Argentina,

José Carlos Mariátegui en el Perú, Tomás Vásconi en Chile, Paulo Freire en

Brasil y Jesualdo Sosa en Uruguay, tendrían gran influencia en América

Latina, éstos movimientos que buscaban forjar una educación nacionalista,

tuvieron sus efectos al impulsar reformas educativas en varios países como

sucedió en Cuba, Argentina, Chile, Perú, Colombia y Venezuela. A partir de la

década de los 90, cuando se implanta la globalización y se empieza a aplicar

la política neoliberal, los gobernantes de la mayoría de países de América

Latina, empiezan a desmontar las reformas e inician un proceso de

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23

adecuación de las políticas educativas al esquema neoliberal, los avances

obtenidos en cuanto a la construcción de sistemas educativos con orientación

nacionalista son desarticulados y nuevamente se da pase a sistemas

educacionales con orientación extranjerizante.

6.2. Concepciones sobre la Educación

Existe una variedad de concepciones sobre la educación, algunas resultan ser

semejantes, otras difieren sólo en cuanto a forma; no obstante, las

concepciones se han reducido a dos, una concepción idealista sustentada por

Platón, Kant, Claparede, Dewey y otros, y la otra materialista defendida por

Marx, Suchodolski, Ponce, Mariátegui, Vásconi entre otros. Ambas

concepciones en la actualidad están siendo explicadas por el enfoque

estructural funcionalista (la concepción idealista) y por el enfoque dialéctico

materialista (la concepción materialista).

Según el enfoque estructural funcionalista, la educación es un subsistema de

la cultura y la cultura es la estructura que determina el cambio social; los

problemas funcionales son el mantenimiento de pauta, la adaptación, los

logros y fines, y la integración. Los subsistemas funcionales son: lo cultural, lo

económico, lo político y lo social; los subsistemas estructurales que dependen

del subsistema cultural son: las creencias, las normas, los valores, la

socialización, la educación, la familia, la iglesia, los grupos primarios y los

grupos secundarios. Los aspectos cuasi estructurales son: las instituciones

educativas, los establecimientos recreacionales, los grupos familiares, la

iglesia, los grupos étnicos, el vecindario y los centros de divulgación. Los

defensores de este enfoque son los sociólogos norteamericanos Parsons,

Smelser y Merton; para ellos el subsistema cultural es lo determinante frente a

los subsistemas económico, político y social, esto significa que la educación

constituye la base para el cambio social, y la economía es sólo un factor

coadyuvante en este proceso.

Para el enfoque dialéctico materialista, la educación es parte de la

superestructura ideológica y política, por lo tanto, la educación, no determina

el cambio de la sociedad; en consecuencia, la que determina el cambio social,

es la base económica o estructura, que está formada por las fuerzas

productivas materiales (fuerzas productivas y medios de producción) y las

relaciones sociales de producción. Si se produce el desarrollo de las fuerzas

Page 22: ANTROPOLOGÍA EDUCATIVA

23

productivas, se procesan cambios en la superestructura jurídica, política e

ideológica para luego procesarse en la sociedad. La educación es un factor

importante que contribuye con el cambio social; sin embargo, en ocasiones

puede aportar acelerando los cambios o influir negativamente retrasando los

cambios. Los que han defendido este enfoque son Marx, Engels, Suchodolski,

Ponce, Mariátegui, Caro Ríos y Vásconi.

En concordancia con el enfoque dialéctico materialista sobre la educación, en

cualquier sociedad en donde existan clases sociales, la educación cumple un

doble rol, uno formativo liberador, que propicia el desarrollo de la personalidad

del individuo o su realización personal y su integración a la sociedad en que

vive; el otro, es que la educación sirve como mecanismo de dominación, es

decir la educación es un medio de control social a través del cual se puede

orientar a los miembros de una sociedad a la sumisión conformismo social y

al mantenimiento del sistema. Obviamente que todo sistema educativo es

controlado por el Estado y éste es administrado por los sectores que ostentan

el poder económico y político, en consecuencia, la educación siempre tiene

que estar al servicio de las clases dominantes aunque muchas veces

aparenta servir a las grandes mayorías de una nación.

6.3. Educación y Sociedad

Entre sociedad y educación existe una estrecha relación, es más, no es

posible la existencia de la una sin la otra, si la educación es la socialización

del hombre, su objetivo fundamental es preparar al individuo para que pueda

tener un desenvolvimiento adecuado en la sociedad durante toda su vida.

Los representantes de la revolución cultural china en la década de los sesenta

expresaban que “la vida es educación y la sociedad escuela”. La educación

es un hecho social que está en la vida misma de cada persona y de cada

sociedad, la sociedad tiene todo un sistema simbólico, ciencia, filosofía,

principios éticos y morales, tradición y costumbres, es todo lo que el hombre

va aprendiendo todos los días y va transmitiendo a las generaciones

venideras a través de diferentes formas de educación.

La educación es un hecho eminentemente social y cada uno de sus fines son

también sociales, si sus fines son sociales, dice De Azevedo, sus medios son

sociales. Es evidente que en cada etapa de desarrollo histórico, se han

evidenciado cambios en la educación especialmente en lo que concierne a su

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23

esencia, pero no han dejado de ser sociales. La educación siempre ha

aspirado a formar el hombre ideal para una sociedad concreta, con valores

materiales y espirituales para la búsqueda del bien común.

La sociedad no puede tener una continuidad en el tiempo y en el espacio si

es que la educación no se encarga de transmitir de generación en generación

sus diversos logros tanto en el aspecto material como espiritual. La educación

tiene que darse necesariamente en un grupo social, se inicia en el seno de la

familia, continúa en la escuela y prosigue en la sociedad.

“Para que no se pegue el mote”. Etnicidad, estatus y competencia social en jóvenes

contemporáneos (Reflexiones en torno a la obra de teatro Santiago del grupo cultural

Yuyachkani)

Raúl Castro Pérez

Las ideas que se desarrollaran a continuación centran su interés, en una práctica

ampliamente ejercida por los grupos humanos desde los inicios de la vida en común: hilar

relatos sobre sí mismos. En otras palabras, crear narrativas que den cuenta de sus

orígenes, que expliquen su presente y que ofrezcan proyecciones sobre los cursos de

acción colectiva que ansían tener.

A partir del estudio de un sector en particular –jóvenes de zonas populares de la ciudad de

Lima, y de algunas ciudades del interior del Perú, en su mayoría hijos o nietos de

emigrantes andinos de lengua quechua-, el presente texto busca entender las tramas

dinámicas que se tejen entre la mencionada práctica de hilar relatos y el sentido de

identidad que su ejercicio produce. Concretamente, persigue comprender mejor el proceso

de evocación y del hacer memoria en quienes los experimentan. Y que no todo es afecto en

la recuperación de los recuerdos. También en la acción de ordenarlos, destacarlos u

ocultarlos hay estrategias instrumentales como las hay en la elección de los eventos que

han sido seleccionados por el grupo como trascendentales.

En síntesis, para efectos de esta reflexión, no importa el carácter de la evocación. Importará

ele ejercicio mismo de evocar, siempre y cuando este ejercicio permita apreciar la

existencia de patrones regulares en las historias de vida que examinaremos.

“Para que no se pegue el mote” es la adaptación de un informe de investigación que este

investigador realizó para el grupo cultural Yuyachkani, acerca de la recepción que tuvo su

obra de teatro Santiago en casi quinientos jóvenes que asistieron a verla por invitación

expresa del grupo. Esta población fue interpelada en treinta foros de discusión realizados

durante el año 2000 en Lima Perú. Los foros contaron, por lo general, con mesas de quince

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23

personas cada una, las mismas que entraron en debate con la metodología de los grupos

focales: el animador de la discusión promueve el dialogo con entrevistas estructuradas

anticipadamente, bajo una sola guía de preguntas y una secuencia fija de temas a repetir en

todas las ocasiones.

La selección de los participantes se realizó siguiendo el criterio de grupos de edad y

ocupación, principalmente, aunque también estuvo presente la variable socioeconómica. En

tal sentido, tuvimos muestras de jóvenes pertenecientes a tres segmentos fuertemente

diferenciados: a) escolares de últimos años de colegio; b) jóvenes estudiantes de educación

superior y c) adultos jóvenes insertos en el mercado laboral.

En el caso del primer segmento, trabajamos con alumnos de los últimos grados de

educación secundaria que mediaban entre los catorce y dieciocho años. El 80% de ellos

son jóvenes limeños –hijos o nietos de provincianos- o llegados a Lima de pequeños. Están

inscritos en colegios nacionales y se ubican en los niveles socioeconómicos D y E. los

demás pertenecen a colegios particulares de tipo alternativo y no alternativo de clase media

promedio (de nivel socioeconómico B y C). Entre los participantes figuran estudiantes

provenientes de colegios de Nuevo San Juan, San Martín de Porres, San Juan de

Miraflores, Ventanilla, Los Olivos, Huaycán y Santa Anita. En menor proporción participaron

colegios de Breña, Jesús María y San Isidro, convocados con el fin de contrastar opiniones.

El segundo segmento estuvo compuesto por jóvenes estudiantes de universidades

nacionales y particulares, todos entre los 19 y 25 años de edad. Hubo representantes de las

siguientes universidades: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Pontificia

Universidad Católica del Perú, Universidad de Ciencias Aplicadas (UPC) y Universidad

Católica Sedes Sapientae (ubicada en Los Olivos). También participaron artistas

independientes integrantes de talleres y grupos de teatro y danza. Finalmente, tenemos a

los integrantes del tercer segmento: jóvenes de organizaciones populares y étnicas, de

grupos de activistas de derechos humanos de Aprodeh y asociaciones gremiales como los

pequeños empresarios de El Agustino. Entre estos últimos también contamos a algunos

grupos de provincias, como algunos profesores de Ayacucho traídos a Lima por UNICEF y

representantes de la Mesa Nacional de Desplazados.

LA PUESTA EN ESCENA DE SANTIAGO

Santiago es una obra de teatro en la que se representa los estragos de la cruenta guerra

interna que vivió el Perú entre los años 1980 y 1992, guerra que enfrentó al insurgente

grupo terrorista Sendero Luminosa contra el Estado Peruano y la población civil. La acción

se escenifica en un olvidado paraje de los Andes del sur, en una comunidad campesina

fantasma que trata de volver a la vida normal luego de que los terroristas han sido

derrotados. Sólo hay tres sobrevivientes, un abusivo hacendado mestizo, una mujer

Page 25: ANTROPOLOGÍA EDUCATIVA

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indígena desesperada porque sus hijos han desaparecido, y el guardián de la iglesia, a la

sazón, chamán indígena que ve más allá del tiempo. Los tres deciden volver a sacar en

procesión al santo patrón de la localidad, Tayta Santiago, para simbolizar la esperanza de

restaurar el antiguo orden.

En este antiguo orden se basa el argumento de la obra. Santiago –patrono de las armas

españolas- es el símbolo andino de la opresión de los conquistadores hacia los indígenas.

Volver hacer circular su imagen por el pueblo sería restaurar el mencionado antiguo orden

que algunos quieren olvidar. Es ahí cuando el conflicto matriz de la identidad peruana se

activa otra vez: la contienda entre lo indígena y lo español ha vuelto ha instaurarse, realidad

frente a la cual los personajes deben tomar partido entre los dos bandos.

En el acto teatral En sí, el juego que propone Yuyachkani genera en el espectador

reacciones emotivas equivalentes a los que pueden ocasionar los rituales sagrados, es

decir, conmoción profunda, identificación vital con los protagonistas, proyección de planos

personales en el argumento. No obstante, santiago no es un ritual sagrado ni una

ceremonia litúrgica. Su forma de acción dramática se inscribe en la tradición de las

performances que involucran a la audiencia como testigo: es el teatro de lo ancestralmente

familiar (Beeman 1993: 369-393). Se trata de un subgénero resultante de la interrelación

entre el drama social (rito) y el drama escénico (espectáculo), en la que es asistente ni

participa activamente, ni observa con la neutralidad que da saber que está ante una ficción.

Más bien, el espectro observa activamente la escena, la misma que lo instala en un proceso

dramático pleno de referentes familiares gracias a los cuales puede sentirse identificado con

la historia y representado en personajes y situaciones que se experimentan como

arraigados y domésticos en este contexto, reconoce en la trama un conjunto de referentes

culturales que comparte con su comunidad, como música, vestidos, imágenes o diálogos, y

eso determina también un inmediato sentido de pertenencia.

En consecuencia, el proceso dramático de este teatro de lo antiguamente familiar (como lo

es también la opera china) impacta con una considerable eficacia simbólica,1 ya que

compromete afectivamente al espectador gracias al paulatino desplazamiento del conflicto

que pasa de un escenario externo (donde se monta la obra) a otro interno (el íntimo, el

mundo subjetivo del espectador). Es en ese último escenario en el que se activan –

simbólicamente- puntos críticos que están latentes en la memoria colectiva, los mismos que

conforman una sensible geografía afectivo-mítica compartida por la audiencia.

La identificación intensa de los espectadores con la trama central de la obra, con sus

personajes y con el conflicto central que anima el argumento (la confrontación entre los

sistemas de pensamiento español e indígena) es posible gracias al sentido proyectivo que

la obra imprime sobre ellos. Por tal motivo, los foros de discusión sirvieron para promover y

hacer explícitas una serie de reflexiones en torno a lo visto y oído sobre el escenario. Más

1 Utilizo el sentido antropológico que da Claude Lévi-Strauss a este concepto. Vid. Lévi-Strauss 1969: 168-185.

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allá de eso, los temas planteados en el debate generaron también en ellos asociaciones con

sus propios relatos de vida, y eso llevó inevitablemente a registrar para veste estudio

narraciones y evocaciones en las que los participantes evidenciaron algunos de los

derroteros que rigen sus ejercicios de memoria.

Contrariamente a los resultados acostumbrados en los estudios que investigan etnicidad y

migración, las discusiones sobre el Santiago de Yuyachkani, nos permiten dejar un

momento de continuidades culturales –tan bien documentadas hasta ahora en otros

estudios similares- y registrar las rupturas. En ello se concentrará el presente trabajo.

RELATOS DE IDENTIDAD: LOS JÓVENES Y SUS FORMAS DE HACER MEMORIA

El teatro entre los jóvenes

Aun cuando no dejan de estar fascinados por su primera experiencia en el teatro, los

asistentes a los grupos de discusión reconocen no tener mayor punto de referencia cuando

quieren compararla con otras experiencias similares, sea por no tener conocimiento sobre

otras obras escénicas o, simplemente, porque no hay teatro en sus lugares de origen.

La variable educación formal marca la diferencia entre: a) los jóvenes sin conocimiento de

teatro; y b) los que tuvieron acceso a algunas obras, es decir, los que manifiestan haber

visto una o más obras antes de Santiago lo hicieron porque fue tarea escolar (y la vieron en

el colegio o en alguna sala particular) o se involucraron con algún taller durante sus

estudios universitarios.

Una segunda variable respecto al conocimiento del teatro es la es la expectación

mediatizada o la observación del espectáculo a través de la televisión. Por ejemplo, Ana,

joven natural de Lucanas, Ayacucho, contó: “Yo nunca vi (teatro) en vivo, por televisión

nomás”. La misma mujer manifestó el gran interés que tuvo de ver a Yuyachkani, no sólo

porque había oído hablar de ellos, sino porque los había visto por televisión en una obra “en

la que tocan (…)”, es decir, en los músicos ambulantes.2

Es importante constatar cómo en provincias el aprendizaje social y la construcción de la

memoria ya no dependen únicamente de las vivencias locales. También incorporan

dinámicamente el universo de referentes, identificaciones y vínculos que la sociedad de la

comunicación ofrece a los sujetos con acceso a medios electrónicos. Estamos pues ante

cosmopolitas domésticos,3 quienes desde sus pequeñas villas pueden experimentar con

2 Los músicos ambulantes es la obra emblemática del grupo cultural Yuyachkani, y la que goza de mayor reconocimiento. Está basada en el cuento popular germano Los Músicos de Bremen, de los hermanos Grima, y ha sido vista –desde su estreno en 1983- por miles de personas en el Perú y el extranjero gracias a su desbordante optimismo y su propuesta de unidad de las distintas formas de lo nacional (andino, criollo, amazónico) para construir la utopía de un nuevo país. 3 Cosmopolitas domésticos es, precisamente, el título del libro ganador del Premio Anagrama de ensayo 1995, el mismo que postula la emergencia de una ciudad global vinculada por imágenes: Telépolis. “Frente a los que hablan

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23

expresiones culturales de todo el mundo, gracias a las imágenes remotas que les llegan,

principalmente, a través de la televisión, los videojuegos y la Internet.

Impacto de la obra

Volvamos a la experiencia de santiago. Desde el –nada ortodoxo- ingreso a la sala, que

implica acceder a una suerte de puerta dimensional que traslada inmediatamente a otro

tiempo y espacio de la realidad, ajeno a la urbe, el espectador reconoce que esta no es una

experiencia de teatro común.

Para la mayoría de los jóvenes con los que conversamos, ingresar a la sala por el umbral de

una réplica de iglesia colonial marcó una sensación especial: la inmersión en el

espectáculo. Luego, los poderosos elementos motivadores que inundan los sentidos –

música, sonidos, luz, oscuridad, olores- terminaban por convencerlos de que ahí se había

casi abolido la brecha entre escenario y butacas. Según expone Rosario, docente en

Huamanga: “Me impactó bastante que fuera tan real (…) como dicen mis compañeros, a mi

también me llevó al sentimiento, es casi similar, es algo real de mi zona. Recordé mi

infancia”.

Sin embargo, hubo también otras recepciones. Para los adolescentes y jóvenes limeños, en

especial los menores de veinte años, el no contar con experiencias vividas en el campo

hace que el viaje dimensional que supone involucrarse en la obra los movilice hacia otro

tipo de referentes: modelos propios de los medios de comunicación, limitados sobre toda al

plano sensorial. Se aprecia en testimonios como el de Rafael, estudiante de tercero de

media de Campoy, Nuevo San Juan: “Su ambiente es frío, tenebroso, las paredes negras,

parece película de terror”.

Como primera impresión, los jóvenes vivieron su propia película de terror o, incluso, la

proyección en vivo de un juego de computadora. En un par de mesas de discusión, los

jóvenes han reparado en cuanto se parece la confrontación entre santiago y el Moro, a una

pelea de juego de video, reconociendo en su despliegue los elementos de las artes

marciales que hacen patentes sus movimientos.

Sin embargo, más allá de la reacción epidérmica, el tema central que presenta la obra –el

conflicto entre españoles e indios- tuvo también un impacto directo y movilizador entre los

asistentes, sobre todo en los escolares limeños, reacción enérgica que se distingue

radicalmente de la que tuvieron tanto los jóvenes estudiantes como, los jóvenes adultos. En

este sentido, la identificación instantánea de los escolares con el espíritu rebelde del indio

guardián tiene tanto de solidaridad con la victima de un yugo permanente como de deseo

de la aculturación televisiva, hay que elogiar sin duda la ruptura que Telépolis ha producido sobre el monopolismo cultural en el que han vivido durante siglos los seres humanos (…) La desterritorialización de Telépolis y las nuevas formas de memoria doméstica en las telecasas son, por consiguiente, los grandes argumentos a favor del cosmopolitismo potencial de la nueva forma social” (Echeverría 1995: 182).

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23

de justicia, al ser este personaje la conciencia de un pueblo que se indigna ante el peso

opresivo de la historia.

Es claro, pues, que desde el comienzo los espectadores reconocen la confrontación original

que ha dado lugar a nuestra identidad nacional moderna. Confrontación establecida no solo

entre dos pueblos con densos pasados en su haber sino, también, entre dos sistemas

religiosos y formas de entender el plano social sino, sobre todo, al plano interior de cada

uno de los asistentes; porque, como dice Roberto, escolar de cuarto de media de Zapallal

(cono este de Lima): “La discrepancia que ha habido entre los dos era porque se

enfrentaban dos creencias, y la señora por eso se hacía así (se convulsionaba) ante el altar.

En su memoria, en su mente, había la confrontación también”.

Por todo esto, resulta coherente entonces que existe una impresión común entre los

escolares, quienes comparten y apoyan la insumisión con claridad a partir de su

identificación con los desplantes burlescos y actitudes críticas de este personaje.

Reacciones ante la dualidad cultural

Si bien en el coro de opiniones de los asistentes escolares hubo mayor énfasis en la actitud

libertaria del guardián indígena, algunas voces vieron exactamente lo contrario. En otras

palabras, en donde unos vieron dignidad e insumisión, otros vieron su desmayo: un grupo

de escolares del colegio Bertold Brecha, de Breña, manifestó su molestia porque siempre se

ponía de relevancia “la ingenuidad de los indios”. Les molestaba también que el argumento

mostrara cómo se aprovecharon de la señora y que propusiera a Santiago como “el

máximo, como si fuera Dios”. “¿Por qué siempre agarran la ingenuidad del indígena, por

qué siempre el español tiene que triunfar?”, se preguntaban.

Esta excepción entre los escolares se hizo regla cuando conversamos con cuatro grupos

muy particulares de adultos jóvenes que tienen en común estar –a decir del analista de

opinión Hernán Chaparro- “sobreinformados”.4 Se trata de individuos que gozan de grados

superiores de instrucción y están vinculados a carreras profesionales que los exponen a

dosis mayores de información sobre la realidad nacional. Estos, estudiantes de Ciencias

Sociales de la Pontificia Universidad Católica y de la Universidad Nacional Mayor de San

Marcos, e integrantes de dos colectivos de teatro, coincidieron en percibir como demasiado

“tontos” y “sumisos” al guardián y la señora, y consideraron a estos personajes como muy

esteriotipados: se les concibe de una manera determinista que hace ver como natural el

oprobio que sufren estos grupos sociales.

4 Hernán Chaparro sostiene –sobre la base de índices de hábitos y gustos recogidos por la empresa Apoyo Opinión de Mercado- que es claramente distinguible un segmento de jóvenes con estudios superiores que se interesa en temas sociales y políticos, dado su consumo sistemático de medios de información diversos. Estas reflexiones se encuentran en mí articulo “Los jóvenes del 2000”, publicado en la revista Somos del diario El Comercio, el 10/06/00.

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23

Las críticas de estos grupos sobre la obra son radicales, y van más allá de comentarios

tajantes como los de aquel otro actor que decía que “la conquista ya fue (…) que no puede

ser que sirva para seguir hurgando en el tema”. Sus juicios recorren una gama de

observaciones que van desde afirmar que se ha abordado el tema parcialmente hasta el

cuestionamiento del tema en sí. “Hay un problema simple –afirma Héctor, alumno de

postgrado en San Marcos-. Me parece que lo que es propiamente andino no lo pudieron

agarrar. Al mestizo si lo agarran”.

Los juicios críticos de estos jóvenes, que califican la propuesta de pasadista, ideologizada y

poco adecuada para la cambiante realidad de hoy, no sorprenden si tomamos en cuanta la

procedencia de sus emisores: futuros intelectuales y especialistas en cultura, entre los que

se vive con enardecida vivacidad la ya transitada crisis de los paradigmas científicos. Para

ellos, los últimos años de la década pasada fueron especialmente tórridos en lo que toca a

presupuestos teóricos, pues ellos, más que nadie, debieron sobreponerse –y presentar

alternativas- a la fosilización de las clásicas imágenes que dominaron hasta hace poco las

investigaciones sociales: las dicotomías andino-occidental, tradicional-moderno, indio-

banco.5

Vigencia del conflicto cultural

En general, la percepción del argumento es nítida, en efecto, por la construcción arquetípica

de los personajes y la sencillez de la historia que ellos protagonizan. Las reacciones a la

presentación arquetípica de los personajes –la misma que sigue el clásico patrón de

confrontación dual de culturas: occidental frente a andina- son especialmente elocuentes

cuando develan la supuesta pureza e inamovilidad de sus roles. Como sostiene Carmen,

escolar de cuarto de media de Campoy, Nuevo San Juan: “Lo importante es ver cómo la

obra te muestra al peón y al que está arriba, que es quien tiene el poder: “Yo, como tengo

poder, mando y pisoteo todo el día”. El otro luchaba por su dios y por su pueblo, y quería

remarcar eso. Es una persona que tiene fe ciega. Cree más que el otro.

El mensaje que transmite la obra muestra a algunos el desencuentro de nuestras dos

vertientes culturarles. A decir de un escolar de Zapallal, Puente Piedra: “Se trata de la

confrontación de dos ideologías distintas: la del indio y la tiranía de España. Para el español

era muy importante la religión y sacar al patrón, venerarlo. Era importante para él; para el

indio no”.

Se hizo evidente que para los escolares el conflicto cultural sigue vigente. Se nota incluso

desde el tiempo verbal que utilizan en sus enunciados: “Los creídos superiores”, dice una

adolescente de Huaycán. Hay un toque de soterrado humor de género, también, en una

5 El desarrollo de esta discusión puede seguirse también en el texto “Los rostros cambiantes de la ciudad: cultura urbana y antropología en el Perú” (Sandoval 2000: 278-329).

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opinión similar de San Juan de Miraflores: “Querían que el indio haga como esclavo, le

mandaban ha hacer de todo. Y a la señora la mandaban a limpiar, incluso le decían que iba

a morir limpiando. ¡Mi vida es limpiar, y voy a morir limpiando!”.

Entre la nostalgia por lo que se fue de los dos jóvenes provincianos, el juicio de

extemporaneidad y escepticismo de los capitalinos sobreinformados, y la ironía punzante de

los escolares, hay diferencias considerables. Por una cuestión generacional, las actitudes

de los dos primeros grupos pueden asociarse y traslucir un sentimiento de lejanía (o

negación) ante lo expuesto en la obra. No pasa lo mismo con los adolescentes colegiales.

Con una autoestima sólida, producto de un sentimiento de autenticidad como futuros

ciudadanos con deberes y derechos, los escolares se atreven a señalar conflictos abiertos y

a indignarse por la vigencia de los mismos. Median pues entre ellos no sólo recepciones

diferentes sino, sobre todo, evaluaciones distintas sobre el conflicto y los acontecimientos

históricos que la obra propone, cada cual con sus particulares maneras de sopesarlos y

valorarlos. ¿Cómo se han construido dichos sistemas de valoración y por qué estiman de

manera diversa los temas propuestos por la obra’ Lo analizaremos en el siguiente apartado

a la luz, incluso, de sus propias impresiones.

Memoria y tradiciones populares

Por lo registrado en las conversaciones, se hace explícito que la puesta en escena de

Santiago generó sentimientos encontrados entre los jóvenes. Dos variables destacan en el

análisis de estas divergencias: el grupo generacional y la procedencia regional. Tenemos

por lo menos tres grupos de edades diferenciados no solo por lo cronológico sino, sobre

todo, por la actividad que realizan: a) escolares adolescentes; b) jóvenes estudiantes de

instrucción superior; y c) adultos jóvenes insertos en el mundo laboral. Por otro lado.,

también tenemos personas que han crecido en pueblos y ciudades pequeñas de provincias,

frente a otros que lo han hecho en los barrios de la capital. En este sentido se trata de

varios grupos sociales diferenciados, cuyas historias de vida se han ido desarrollando en

condiciones sociales muy distintas. Por esto debemos entender que, en lo disímil de sus

respuestas, existen órdenes racionales y mecanismos afectivos que se han ido

construyendo en contextos culturales e históricos distintos.

La primera actitud destacable es la nostalgia, actitud con la que los grupos de adultos

jóvenes de provincias crean relatos y hacen memoria. A estos jóvenes la obra les trae

recuerdos directos de la tierra madre, de la fuente original de la que provienen buena parte

de las expresiones culturales del Perú contemporáneo. Sus mecanismos afectivos dejan

salir con inusual intensidad todas las impresiones gratificadoras que alcanza su evocación,

fluidez que se da gracias al mismo contexto en el que crecieron: la cercanía al campo. Por

ejemplo, dice Alfredo, maestro huamanguino: “Cuando entré, y vi. a una señora vestida con

Page 31: ANTROPOLOGÍA EDUCATIVA

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su pollera, su falda, al guardián con sus ojotas, su faja; en el campo generalmente así se

visten. Inclusive cuando yo voy siempre al campo me pongo la faja para trabajar en la

chacra, eso es un recuerdo tremendo, siempre se sigue practicando en el área rural lo que

hemos visto, los pagapu, los atipan con coca, esas cosas. Entonces, es original, es oriundo

de nuestro país más profundo”.

Por otro lado, las imágenes recuperadas les permiten reconocer que no todos los pueblos

del interior tiene la misma forma de celebrar esta fiesta, como también que estas fiestas no

siempre presentan la misma estructura jerárquica (blanco dominador frente indio sometido)

en las distintas comunidades. Pese a que el hacer memoria en este grupo es, sobre todo,

ensimismarse en la nostalgia, sus relatos se elaboran desde una posición distante, narradas

en tercera persona. “En el campo se visten así”, dice el maestro, desde una posición que

lleva implícita la conciencia de su actual lejanía situacional frente a las practicas que el

mismo señala como “oriundas de nuestro país más profundo”. Sus mecanismos racionales

actúan así, creando una estrategia de diferenciación que les permite hablar de ellos como

individuos que salieron de la tradición para progresar y forjarse un porvenir en la ciudad.

¿Por qué usan la tercera persona cuando hablan de las costumbres de ellos y no se

incluyen en esa memoria evocativa?

Con los relatos de los adultos jóvenes de provincias, vemos como los migrantes desarrollan

estrategias culturales aplicadas a lograr una mejor posición al momento de integrarse a la

vida social de la ciudad. En tal sentido, la desetnización es siempre una carta de garantía

que asegura la aceptación y competencia social del implicado. El cuerpo central de esta

estrategia es el alejamiento consciente de la tradición, distancia que les permite generar un

cambio de estatus y el acceso de otra categoría social: la de sujeto urbano.

El olvido como estrategia

Todos ordenamos estratégicamente nuestros eventos poniendo por delante aquellos que

son más gratificadores. Se ordenan así en la medida que son necesarios para construir una

narrativa coherente, propia y satisfactoria para los fines por los cuales los estamos

evocando. En este ejercicio, ¿qué define lo propio frente a lo ajeno?6 ¿Qué hace que

privilegiemos ciertos recuerdos sobre otros y que algunos de estos últimos pasen al olvido?

Hay, pues, maneras de hacer memoria que no se encuentran solamente en el ejercicio de

evocar, ordenar y narrar. Se encuentra estilos que deliberadamente ocultan datos para que

no puedan ser usados ni a favor ni en contra nuestra. Así pues, tenemos, luego de la

evocación, la segunda forma de hacer memoria: el olvido.

6 Tomo una pregunta formulada por martín Oyata en “Identidad y narración, variaciones a propósito de Blade Runner”. (Oyata 2000).

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Los adultos jóvenes de Lima que opinaron sobre la obra saben muy poco o nada sobre

Santiago. Ellos, habitantes de los nuevos barrios de la ciudad construidos por migrantes

andinos, como Villa El Salvador, Los Olivos o el Agustino, afirman tener conocimiento

genérico sobre las fiestas populares, pero no la experiencia de haberlas visto en vivo,

percibir su fuerza o entender el sentido de la devoción por sus santos patrones. Ni siquiera

de contar con narraciones específicas de sus padres, quienes, al parecer, no tuvieron ni

tienen interés en transmitirles sus costumbres.

Para estos adultos jóvenes, las innumerables procesiones que se realizan a diario en la

ciudad, en las que se celebra al santo patrono de laguna comunidad, no gozan de

importancia gravitante. Vale entonces preguntarse: ¿por qué sus padres actuaron y

continúan actuando así?; ¿por qué no implementaron la tan usual practica –muy difundida

en otros pueblos del planeta- de transmitir sistemáticamente a sus descendientes aquello

que consideran prioritario en sentido de pertenencia, aquello que los hace ser parte de un

espíritu colectivo?7

Mas allá de las razones estratégicas que condicionan a actuar así a los migrantes en la

ciudad –razones que serán desarrolladas en los siguientes puntos de discusión- hemos

asistido a la constatación de que entre los residentes limeños de más reciente data

funcionaron y funcionan aún ciertos mecanismos que interrumpen deliberadamente algunos

aspectos de la tradición que ellos a su vez recibieron de sus padres y abuelos.8 Vemos que,

en el seno de la comunicación familiar, los colonos peruanos llegados de las tierras altas

omiten hablar de determinados contenidos culturales con su descendencia, pues es

menester crear en esta una memoria reciente que se condiga con las nuevas condiciones

de vida que tienen que afrontar en la urbe, condiciones que ponen, en primer orden, la

lucha dura y pareja que tienen que lidiar por el reconocimiento de su competencia social,

lucha en la que el pasado puede pesar negativamente.

La memoria reciente

El mecanismo extremo en estas interrupciones de la tradición es la memoria reciente. Visto

desde la perspectiva tradicional, es la memoria nula; desde la óptica urbana, es una

racionalidad. La omisión total de menciones a las tradiciones populares durante la

7 La historia reciente de algunas metrópolis modernas ofrece ejemplos de transmisión de identidades aun en contextos urbanos fuertemente desetnizantes. Al respecto se puede ver la película Gans of New York, de Martín Scorcese, un retrato extraordinario de varias tradiciones culturales (italianos, judíos, irlandeses y polacos) luchando por mantener sus acervos frente a los anglosajones que trataban de imponer el sueño americano. 8 Utilizo aquí el sentido antropológico del término tradición consignado por Mario Polia: “Es indispensable usar el término tradición de acuerdo al significado originario, para expresar realidades de órdenes religiosas y no solamente costumbres. Tradición viene del latín trajere, que significa “transmitir”. El verbo trajere se compone de trabs y dare, en el sentido de transmitir algo a otra persona. En el campo de la religión se refiere a la transmisión de hombre a hombre, a través del tiempo y el espacio, del patrimonio de una cultura (…) que presupone siempre una primera transmisión de los divino a lo humano”. (Polia 1997).

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construcción del gran relato familiar tiene sentido en el contexto que mencionamos

anteriormente: los padres proyectan a sus hijos desempeñándose hábilmente en la urbe,

para lo cual las costumbres de la tierra natal no son útiles. Este hecho se puede apreciar en

la ignorancia que manifiesta el grupo de estudiantes de la Universidad Católioca Sedes

Sapientae, de los Olivos, acerca de las fiestas y personajes mostrados en la obra. Ramón,

por ejemplo, solo tienen referencia de las tradiciones mostradas en escena por los medios

de comunicación: “Me hizo acordar a los danzantes de tijeras. En canal siete los pasaban a

cada rato”.

El grueso de los escolares no esta lejos de la misma condición. A todos les han contado

sobre las fiestas, algunos las han visto desde el bus, durante un viaje (“como quien dice

cruzando, de pasada”), y no faltan los que saben de ellas “por televisión, nomás”.

La memoria reciente actúa de una manera consecuente con la lógica inacabada de la

realidad cotidiana: construye conocimiento a través de un sistema dinámico de edición de

referencias, por el cual siempre se pone de relieve la información más reciente, la más

actualizada.9 De este modo, estamos presenciando el afianzamiento de una nueva forma de

legitimación cultural, cada vez más extendida quizá por la racionalidad que imponen los

sistemas digitales: la preponderancia de la última versión. Nunca hay una definitiva. No hay

una verdad –revelada o descubierta- de carácter absoluto. Hay versiones de realidad que

se catalizan permanentemente. En consecuencia, el conocimiento no es, pues, un conjunto

de datos, conceptos y valores inalterables en el tiempo, sino siempre la versión más actual

de los hechos. Un ejemplo de esto fue la evaluación del rito andino de la lectura de hojas de

coca que hizo el grupo de escolares de campoy: lo asociaron a la brujería, santeria o magia

negra. Ninguno de ellos lo identificó como una práctica arraigada entre lo pueblos andinos.

En otras palabras, ninguno de ellos utilizó la versión que podríamos esperar de sus abuelos

y padres migrantes (“una costumbre” o “una petición al cerro”), sino la más reciente para

ellos: la de los medios de comunicación que asimila a todas las prácticas paganas con el

ocultismo.

Para los escolares que entrevistamos –todos entre catorce y dieciocho años- memorizar es

hacer, básicamente, una labor de edición de imágenes, de selección y ordenamiento de

referentes tomados de la tradición oral, de los amigos y, sobre todo, de las pantallas

electrónicas. Los chicos de hoy, al hacer memoria, mueven sus archivos como mejor les

resulta hasta encontrar el producto narrativo que les acomode más a la situación particular

en la que se encuentran. La identidad pues, entre los jóvenes, ha dejado de ser una

referencia jifa para convertirse en una crisis permanente. De este modo, la identidad ya no

se basa en la memoria, sino en la capacidad de adaptación y de negociación de los

conflictos.9 Los jóvenes profesionales que trabajan con sistemas digitales y redes corporativas tienen un verbo específico para esta acción: apdeitear (anglicismo que provienen de update “actualizar”), usando cada vez que tienen que grabar la última versión del producto de su interés.

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ETNICIDAD Y ESTATUS EN EL CONTINENTE JUVENIL

Los rostros de la identidad

La identidad es una construcción que se relata, en opinión del antropólogo Néstor García

Canclini (1996:107). Por lo general, este relato se basa en acontecimientos fundadores casi

siempre referidos a la apropiación de un territorio o a la independencia lograda luego de

enfrentar a extraños, a gente de otros pueblos. Por esto, la identidad es el orgullo de contar

hazañas comunes, con frecuencia, provistas de un halo de sacrificio. También es un

repertorio de estrategias para la feliz resolución de conflictos sociales diversos. Pero – por

sobre todo- es la pauta por la cual se fija qué es lo legítimo, o lo propio, de una colectividad.

La forja de la identidad del Perú contemporáneo no es la excepción. Los relatos que

obtenemos de entre la inmensa masa de gente que llegó a la capital y a otras ciudades del

interior se basan en la hazaña febril de haber conquistado la gran urbe, en legitimar su

presencia aquí y, por sobre todo, hacer patente el repertorio de estrategias que emplearon

para la feliz resolución de su empresa colonizadora. Todo esto se expresa en un nuevo

sentido de pertenencia que caracteriza aún al migrante andino en la ciudad: está orgulloso

de lo que ha construido en su nuevo espacio vital y del poder que les da a gobernar su

propio destino.

Los hijos y nietos de los conquistadores de estos nuevos mundos, los jóvenes de la urbe del

siglo XXI, construyen hoy otros relatos de los contextos históricos y sociales que les ha

tocado vivir. Al haber nacido en barrios establecidos, las narraciones preferidas de los

jóvenes urbanos ya no pueden referirse a la satisfacción por la conquista del espacio, sino a

otras vinculadas con la construcción del yo personal y al logro de sus proyectos

individuales: el guerrero callejero, por ejemplo, entre los pandilleros o el reconocimiento

social a partir de méritos académicos o profesionales.

La energía, el pundonor, la consecuencia, la capacidad de lucha y resistencia son algunos

de los valores que los migrantes de primera generación han cultivado y que los jóvenes

encuentran aplicados aún para sus propias empresas individuales. En el duro juego de la

negociación y la competencia social cotidiana, sobre todo, es en el que esta actitud de lucha

sale a relucir mayor intensidad. Por este motivo, casi la totalidad de los participantes

sintieron proximidad e identificación con lo que ofrecía el guardián indígena en la obra, en

especial por la muestra de “impotencia de no poder llevar adelante lo que él siente: su

identidad, seguir practicando el pago al cerro, su vestimenta misma”.

La recuperación de la voz

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Veamos el caso de los escolares y los jóvenes estudiantes capitalinos. Si bien para ellos el

espíritu de resistencia cultural que encarna el guardián indígena no es significativo, este

personaje es igualmente su foco de admiración, aunque por otro motivo: la entrega total que

muestra por la causa que defiende. La identificación es abierta e inmediata, al ser la actitud

indoblegable del guardián la misma que tienen los jóvenes en su lucha cotidiana por una

mejor posición social. Al respecto, dice María Elena, comunicadora de Villa El Salvador:

“Nos identificamos con el indio por la energía y terquedad. Energía física y de voz, eso es

positivo”. Hacerse escuchar a través de la recuperación de la voz y la expresiva

independencia para ejercer la protesta son los valores más destacables en la construcción

de un destino modelado por la propia voluntad.

Como vemos, son los relatos de resistencia e insurrección los que movilizan

inmediatamente a los jóvenes, relatos en los que reconocen también actitudes y estrategias

de acción similares a las que ellos también ejercen. Así pues, los jóvenes consultados no se

conforman con moldearse a los requerimientos de los entes de poder que dominan su

medio. Al contrario, ellos afrontan la lucha cotidiana con una actitud de negociación

permanente, basada en una posición d estima personal sólida y de confianza en su rol

social, a través de los cuales el sujeto puede capitalizar recursos y sentar las bases de una

racionalidad instrumental conveniente para la competencia que le toca vivir a diario.

A mediada que la tradición y las costumbres dejan de influir en los recursos de acción del

sujeto, la base misma de la identidad personal cambia. A decir de Anthony Giddens, en

situaciones tradicionales la percepción del yo se sustenta sobre todo en la estabilidad y el

estatus que dan las posiciones sociales fijas de la vida en comunidad (Giddens 2000: 59-

60). Cuando los dictámenes de la tradición ya no tienen forma de aplicación en el mundo

social moderno, y en este prevalece la libre elección del estilo de vida, el yo deja de ser

estable y se ve forzado a crearse y recrearse de modo mucho más activo que antes.

Crítica de la mujer post-tradicional

El reverso de la identificación abierta y generalizada con el guardián indígena es el

cuestionamiento a la pasividad de la mujer campesina: en la ficción, madre desesperada

por sus hijos desaparecidos durante la guerra. Las adultas jóvenes de la capital fueron

especialmente críticas con el rol que juega el personaje femenino en la obra, por su puesto,

atendiendo a sus propias experiencias de independencia y desarrollo personal, lo que las

hace ser muy severas al momento de evaluar el desempeño del personaje. Lo dice Elisa,

joven actriz de Villa El Salvador: “Pienso que es una mujer temerosa, muy asustada por lo

que ha vivido, o por los que está viviendo. Es muy dependiente de los que le dicen o le

ordenan, pienso que hay mucha gente así”.

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La relación tripartita entre subordinación, género y religiosidad es destacada también por

mujeres de los barrios populares, especialmente entre aquellas que han salido delante con

su trabajo y en función a méritos propios. El diálogo suscitado en la mesa de El Agustino,

por ejemplo, resultó muy provocador respecto a las ataduras que impone el dogma religioso

sobre los roles femeninos –aun el día de hoy-, ataduras que se reconocen como vigentes y

que fueron señaladas como factores determinantes para la perpetuación de su postergación

social. Como dice Antonia: “El fervor religioso llega al límite de aniquilar a la persona”.

Los diversos planos de la vida cotidiana se superponen al ahondar en la proscripción de la

mujer. La dimensión religiosa y la social se entremezclan para hacer patente su inmersión

total en un sistema ideológico de roles fijos, adscritos por la tradición, roles de los que las

mujeres jóvenes de la ciudad se han ido liberado en la mediada en que han cultivado un

destino hecho a pulso. Si bien hubo comentarios sueltos respecto a que “una madre hace

cualquier cosa por sus hijos perdidos”, no hubo contemplaciones para criticar la pasividad y

sujeción con los que la campesina afrontó el duro tránsito de indagar por sus hijos.

Una posición particular fue asumida en otro grupo de jóvenes mujeres que entrevistamos.

Las estudiantes de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Peruana de Ciencias

Aplicadas –todas ellas de condición económica solvente y con algunos años menos que las

de El Agustino- manifestaron su cercanía con la madre campesina por la religiosidad

manifiesta que guiaba su comportamiento. “Yo me identifico con la señora –expresa una de

ellas- porque a mí, mis papas me han bautizado y todo. Yo he crecido teniendo esa religión

como seguramente lo tiene la señora”.

Las respuestas obtenidas parecen mostrar una relación directa entre la actitud crítica hacia

la madre campesina, y el grado de independencia y desarrollo individual de la mujer.

Curiosamente, los hombres no se animaron a comentar el rol, más que para resaltar la

abnegación con la que la mujer afrontó la búsqueda de sus hijos perdidos. De cualquier

forma, es claro también que, cuando los jóvenes asumen como familiar la religiosidad

expuesta, lo hacen en tanto esta no comprometa el destino que están por labrarse. La

circunscripción de la práctica religiosa a los parientes mayores y la consiguiente distancia

que toman frente a estas expresiones indican que incluso la idea misma de destino está

siendo revisada.

Lo étnico en el complejo cultural urbano

Los análisis sociales de los diez últimos años han coincidido en entender a las poblaciones

de los nuevos barrios urbanos como hibridas, toda vez que estas poblaciones están, en la

práctica, conformadas por millones de migrantes andinos, de primera a cuarta generación,

que han levantado en la capital –y en ciudades intermedias- un nuevo horizonte cultural

signado por la aleación permanente. Un horizonte en el que “las formas tradicionales de

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generar, construir y transmitir conocimientos locales palidecen ante el avance vertiginoso de

una cultura transnacional que no cuenta con puntos rígidos de asentamiento y orientación”,

especifica Pablo Sandoval en un ensayo sobre la cultura urbana en el Perú (Sandoval 2000:

309).

Sin embargo, palidecer no quiere decir desaparecer. Los estudios muestran también cómo,

en este nuevo horizonte cultural, el sujeto urbano se ha ido apropiando de los mencionados

sistemas simbólicos transnacionales sin deja de utilizar del todo antiguas practicas

heredadas de sus padres y abuelos. Por eso se habla de hibridez, porque la identidad para

el sujeto de la urbe es un collage de creencias y comportamientos captados de todos los

tiempos y espacios, identidad que, si bien incorpora modelos de pensamiento y estilos de

vida dictados en las grandes metrópolis del globo, basa aún algunas de sus líneas de

acción en formas culturales provenientes de sus orígenes étnicos.

El descrédito social del hablante quechua

La gran mayoría de migrantes andinos busca, sin embargo, soslayar dichos orígenes

étnicos, para lo cual recurre a una serie de estrategias. Uno de estos mecanismos de

difuminación étnica es el que impone sobre su lengua materna, al negar sistemáticamente a

sus descendientes la posibilidad de aprenderla. Este hecho se hizo evidente al discutir con

los asistentes el uso del quechua en la obra. Vemos que, si bien hay matices de

interpretación, en general dejan ver claramente que su tránsito hacia la vida urbana implicó

necesariamente el olvido del idioma de sus padres.

Como en otros casos tratados, el uso del quechua entre los distintos sectores de jóvenes

está diferenciado. Entre los ancianos en provincias, el idioma nativo se reconoce y habla, se

acepta como natural, e incluso se celebra su uso, pero también se acepta el carácter

soterrado de su ejercicio en medios urbanos. Por eso se aprecia una sensación de

expansivo agrado cuando se repara en la expresión abierta del quechua en el discurrir de la

obra. Así, Benedicto, maestro huamanguino, vio que “el quechua que habla es original. Se

entiende. El que se usa en Huamanga, nosotros lo hablamos combinado y lo llamamos

“quechuañol”, pero ellos en la obra lo hablan original, con facilidad, con fluidez, y eso es

impactante”.

La censura del quechua en nuestro medio no se presenta como una prohibición de su uso

sino, más bien, como descrédito a aquel que lo practica. Este descrédito inhibe a sus

usuarios naturales a hablarlo, porque determina necesariamente del sujeto a su origen

étnico, signo distintivo de estatus de segunda clase. Debemos a esa imagen de

postergación, la reacción orgullosa y la satisfacción de los asistentes provincianos cuando

vieron que en una compleja propuesta teatral de la capital se exponía el quechua sin

dilaciones ni vergüenza, que en un espacio representativo del mundo cultural oficial –

Page 38: ANTROPOLOGÍA EDUCATIVA

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espacio por todos respetado- se trate el tema del conflicto étnico, y que la posición del

subordinado frente a él sea muy digna, sobre todo, inteligente y humana. Ya más allá de los

conflictos centrales, todos celebraron también su exposición en público, porque representa

para ellos un reconocimiento social de competencia y valor inéditos vividos en la

experiencia vivida hasta el momento. Lo expresa claramente el mismo maestro

huamanguino: “Aparte de todo ello que hemos observado, me ha causado una satisfacción,

me ha animado mucho, ver lo que han presentado en quechua. En Huamanga, así como así

no es fácil ver o escuchar este tipo de obras en quechua. Ahora cuando volvamos a nuestra

tierra de alguna manera vamos a tratar de inculcar a los niños quechuahablantes, y decir,

“soy quechuahablante””.

¿Qué estarán diciendo?

El conocimiento del idioma materno se torna nulo entre los jóvenes y adolescentes nacidos

en Lima, hijos de migrantes. Es sintomático que ninguno de los entrevistados entienda el

quechua de manera integral, pese a que algunos aceptaron entender frases sueltas. La

valoración de su uso empieza a cambiar entre los grupos cuando sus integrantes reconocen

que puede tener utilidad en determinados contextos. En otras palabras, no solo se entiende

como inconsecuente una peruanidad ajena al idioma que sustenta nuestro pasado imperial

y glorioso, sino que también se reconocen las opciones de capitalización cultural que puede

tener su práctica. Así, también en la mesa de Villa El Salvador, se mencionó las

posibilidades potenciales que tiene su empleo, dependiendo de los públicos a los que se

dirige el mensaje: “Creo que la obra en sí, con todo el quechua que tiene, es muy

importante. Si se va presentar a estudiantes que no lo entienden, entonces tiene que haber

un poco mas de castellano. Pero, si es para turistas, tiene que haber más quechua, porque

se van ha llevar un buen impacto de eso”. El espectador no supo exponer claramente los

motivos que los llevan a proponer un tratamiento distintivo para diferentes públicos.

Siguiendo una lógica turística, piensa que debe ser atractivo para los extranjeros el recibir

contenidos autóctonos peruanos de la misma forma como le agrada a los visitantes disfrutar

de souvenirs: “Es que, los gringos, si tú les hablas en quechua, se impresionan. Lo valoran

más que un peruano”.

Ausencia y demanda del quechua. ¿Una etnicidad recreada?

De los testimonios analizados, vemos que el migrante que llega a la ciudad no solo

interrumpe conscientemente la transmisión de tradiciones vinculadas a fiestas populares

sino, también, el cultivo del idioma, llave maestra que permite a sus hablantes acceder a un

universo de significados culturales reservados solo para los conocedores. Hemos visto

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también algunas de las razones que motivan a los migrantes a ejecutar la estrategia del

olvido: soslayar un origen étnico evita el descrédito social, permite ascender en la pirámide

de los estatus, impide el estigma del postergado y, finalmente, disipa el temor al ridículo.

Pero, ¿a través de qué mecanismos los padres hacen efectiva esa voluntad de omisión

cultural? La espontaneidad de los más jóvenes, los escolares adolescentes, es la que

mejores elementos de juicio ofrece para que entendamos como se activan estos factores

disruptivos y como así se hicieron de uso generalizado para la primera generación que llegó

a asentarse definitivamente en los nuevos predios urbanos.

La evidencia es ya conocida: los hijos y nietros de los colonos reconocen sus términos pero

no hablan el quechua. “Mucho lo usaban en la obra. Me sacaba del tema, no me permitía

entrar de lleno. Decían palabras que no entiendo”, comenta un escolar de Zapallal. “En mi

casa hablan mi papá, mis abuelitos, mis tíos … pero yo nunca lo aprendí”, aporta otro. “No,

qué lo íbamos a aprender”. “A mí si me gustaría, pero mi abuela, como quien dice, se

reserva un poco en eso. No sé por qué ese recelo, “para que no se pegue el mote”, dice, o

sea, ese es el afan para no enseñarme un poco”.

El origen etimológico del vocablo mote refiere a “apodo” o “sentencia”,10 y eso nos lleva,

indefectiblemente, a interpretar el acto de la abuela como una estrategia para descargar el

peso de la tradición de las espaldas del recién iniciado en la vida social moderna. La

aceptación coloquial del término, por otro lado, no hace mas que confirmar lo que la

Academia ya sugiere: el motees también la voz popular que remite al acento o dejo nativo

que se percibe en la entonación de un sujeto que adopta un nuevo idioma, tono que delata

no solo una pronunciación diferente sino, también, mecanismos lógicos de pensamiento y

acción que harían evidente la adscripción del hablante a una condición étnica inconfundible.

Relatos locales y condición global

Entre los diálogos espontáneos se puede apreciar la real curiosidad que tienen los

adolescentes por aprender el quechua. En esta actitud, se pone de relevancia, por

supuesto, el deseo de reivindicación de un valor nacional postergado, aunque, como se vio

anteriormente, también se observa la utilidad que piensan que puede tener su habla en el

intercambio generalizado de bienes materiales y simbólicos que la globalización ha

impuesto sobre nosotros. También en el grupo de Zapallal s escuchó: “Siempre me

pregunto, ¿por qué imponer el inglés y no el quechua?”.

¿Qué ha cambiado de una generación a otra para que la valoración del quechua se

modifique así? ¿Por qué antes su uso se proscribía entre los migrantes recién llegados, y

ahora sus hijos y nietos desean promoverlo como una práctica auténtica y objeto de orgullo, 10 El DRAE (diccionario de la Real Academia Española) indica dos raíces distintas para el término: a) del francés mot, refiere al sobrenombre que se da a una persona por una cualidad o condición suya; b) del quechua mut’i ‘maíz desgranado y cocido que se emplea como alimento en América meridional’. Vid.

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más aún, “con valor para el futuro”? N o creo que los jóvenes contemporáneos quieren

recuperar la herencia de nuestro pasado milenario por algún romanticismo indigenista que

nos devuelva a un estado imperial. En este caso, vemos que lo único que están reclamando

es el poder simbólico que da el conocimiento del idioma y no el rescate de otros atributos

que apoyarían la reconstrucción étnica del colectivo andino como, por ejemplo, la exigencia

de territorios autónomos o un nuevo estatus social oficialmente estipulado en la

Constitución política peruana. Más aún, como veremos en el siguiente apartado, en sus

testimonios aparece claramente la voluntad de seguir manteniendo su perfil de limeño

urbano como faz distintiva de su ciudadanía moderna, y no la de un nativo quechua con

educación. Entonces, la pregunta sigue en pie: ¿qué valor agregado le da al adolescente de

hoy cultivar un idioma que sus padres sistemáticamente lo negaron? Escolares de Campoy

toman la palabra: “yo pienso que en los colegios se debe inculcar mas la identidad cultural

con el quechua, y también el inglés que es comercial. Los norteamericanos que vienen acá

el Perú se empelan en habla quechua, ¿y nosotros por qué no pues?”.

Lo que parece estar influyendo en la generación más joven es el irrenunciable contexto de

trasculturalidad global en el que estamos inmersos, gracias al cual todo el planeta comparte

un sistema mundial de imágenes a las que accedemos a través de las redes mundiales de

comunicación. Este hecho es reconocido inmediatamente por los adolescentes que les

entrevistamos, puesto que sus biografías se han desarrollado en plena interacción con las

pantallas electrónicas, sometiéndose a un aprendizaje social múltiple gracias al cual pueden

“imaginar un conjunto más amplio de vidas posibles de lo que nunca antes pudieron tener”

(Appadurai 1991:197).

La trasculturalidad global permite que las identificaciones y estilos de vidas dominantes en

las grandes metrópolis del planeta se hagan de uso generalizado y dicten ciertas pautas de

comportamiento aún en ciudades remotas como Lima. Una de estas pautas –que asumen

como las convenciones socialmente correctas- es la convivencia pacífica de sujetos de

diversa procedencia étnica que comparten contextos económicos y citas sociales dentro de

una gran esfera de referencias comunes. Lo relevante es que son los rasgos étnicos,

precisamente, los que determinan el carácter diferenciado del sujeto implicado, puesto que

lo dota de un halo de individualidad única y especial en medio de la enorme masa de gente

anónima que puebla las mencionadas metrópolis.

El ida y vuelta de las referencias nos pone en el mismo camino en el que se cruzan los

sentimientos transculturales: los extranjeros buscan encontrar lo insólito en Perú. Los

peruanos buscan la universalidad enarbolando como símbolo aquel elemento que los hace

diferentes: el quechua. Para sus padres y abuelos el idioma fue una desventaja

comparativa. Para los nietos el quechua es un recurso que les ofrece mayores posibilidades

en la negociación de su posición social, dentro de ese contexto intercultural en el que lo

peculiar ofrece protagonismo. En otras palabras, la importancia de lo étnico estriba en que

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torna positivo el reclamo de las herencias, herencias que, a su vez, permiten a los sujetos

cuestionar el monopolio cultural del american way of life en el mercado de imágenes del

sistema mundial. Este cuestionamiento es posible en una sociedad global en la que todos

somos emisores válidos de mensajes, y no sólo receptores pasivos que deban acogerse a

estructuras ideológicas preestablecidas. La espectacularización de la vida social requiere

de imágenes fuertes que marquen nuevos referentes.

La condición del cholo power

Las identidades populares de la urbe son tan dinámicas que han generado también la

difuminación de la antigua división estamental misti-indio. Tanto esta división como sus

réplicas y variaciones blanco-indígena, costeño-serrano u occidental-andino, son formas de

estatus social en desuso, convertidas ahora en categorías relativas, que ya no definen

posiciones fijas en la pirámide ciudadana sino que se utilizan como apelativos fantasmas

destinados a descalificar socialmente al interlocutor en situaciones específicas.

En la práctica este hecho significa que el sujeto nacido en el seno de una etnia o cultura

tradicional particular será, en la ciudad, un sujeto moderno e integrado a la dinámica urbana

en la medida que acceda a instrucción, aprenda a practicar los estilos de vida vigentes y

comparta los sistemas de símbolos que lo comunican con la sociedad global por

contraposición, seguirá siendo –y sintiéndose- relegado en tanto no demuestre competencia

en estas condiciones culturales mencionadas: que su habla contenga rasgos de idiomas

originarios, que su apariencia tenga vínculos con materiales y artes nativas, y que no

practiquen las normas cívicas –limpieza y modales en general- que constituyen lo

socialmente aceptado en la ciudad.

Los escolares de Zapallal, como los otros asistentes a las mesas de discusión, entraron en

controversia permanente cuando ingresaron –por lo general, voluntariamente- al tema de la

jerarquización social. Reconocen su existencia, no solo como discurso ideológico sino,

también, como práctica cotidiana, al mismo tiempo que le restan importancia por asumirla

como un ejercicio de competencia sin mayor ánimo de proscripción. “También depende con

la de la intención con la que vayas –dice uno de ellos-. La persona siente cuando es por

maldad, o cuando se hace con afecto”. La movilidad social es ahora más dinámica, y eso le

permite al sujeto nacido en un hogar indígena modelar otras formas de identidad a partir del

esfuerzo personal. Por ello, los escolares afirman con certeza que “lo único que hay que

hacer es estudiar nomás, así seas cholito, o negrito, si tienes inteligencia, ahí está pues, vas

a cambiar”.

Como se aprecia, el carácter jerarquizador que existió antes entre criollos con estatus de

pretensión superior e indios de menor estatus no puede establecerse de ninguna manera

entre los distintos migrantes y sus hijos, porque todos se saben provenientes de la misma

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condición. En su lugar funciona una escala de etnicidad móvil que coloca al que conoce

mejor los usos y decirles del criollo en el extremo positivo de la calificación, mientras que al

otro extremo ubica al lento que no se adapta con la suficiente rapidez al nuevo contexto que

le toca enfrentar. El vivo es vivo, y el lento es serrano, indio o cholo, en última instancia.

Esta escala de etnicidad móvil posibilita pues, todavía, que las bromas descalificadotas

sigan ocasionando vergüenza, aun cuando estas cometan con la única intención de hacer

chacota.

La plena conciencia y aceptación de la condición chola se hace presente en el discurso de

los adolescentes entrevistados con la misma coherencia e intensidad que con la que se

presenta el deseo orgulloso de rescatar el idioma de los padres. Así como se planteó en su

momento la recuperación de una etnicidad basada en un quechua que acompañe la nueva

identidad mestiza peruana, los escolares manifestaron su posición d defensa de lo cholo en

tanto ésta signifique valores sólidamente inculcados. Dice Javier, estudiante de Santa Anita:

“Yo creo que las cosas deben venir desde la casa. Tú puedes ser cholito, o lo que sea en tu

casa, y has nacido en Puno, con orgullo, nunca vas a tener miedo. Si a la persona se le

inculca desde niño, no pasa nada: le dicen cholo, ¿no? ¡Cholo power!”.

La choledad asumida define el presente del adolescente peruano. Tiene un cariz negativo si

es que se le quiere identificar con rasgos autóctonos, en todo caso superables con

educación y acceso a lenguajes y estilos de vida contemporáneos. Pero, por otro lado, lo

cholo tiene también una segunda faceta, la positiva, con la cual el joven urbano se enrostra

una actitud y una racionalidad dinámicas, una potencialidad capaz de colocarlo frente a una

serie de papales posibles que se irán actualizando en la medida en que os distintos

contextos sociales a los que se exponga se lo vayan exigiendo. La choledad es, pues, en lo

singular, una racionalidad de orden estratégico que se impone el joven limeño durante el

modelamiento de su propio destino. Ya no es la condición de identidad estática y lineal,

como se quiso hacer ver cuando se señaló como prototipo de una peruanidad síntesis. El

cholo, en tanto ideal de mestizaje, no es una suma biológica sino un repertorio de recursos

culturales en proceso de conformación.

CONCLUSIONES

Para la evaluación final surgen pistas que resultan valiosas para la investigación, en la

medida que describen algunas formas de hacer memoria y crear relatos de identidad a

partir de modelos de comunicación. Los testimonios recogidos dan cuenta de la vigencia del

canal actual por excelencia para el aprendizaje social: el electrónico, el que va a través de

señales remotas, vehículo que no solo está transmitiendo mensajes culturales

desterritorizalizados y deshistorizados, sino, que, en el camino, también está permitiendo un

mecanismo novedoso de creación de relatos basado fundamentalmente en los discursos

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visuales, auditivos y, en menor medida, los táctiles, canalizados por los medios electrónicos,

están reemplazando a la experiencia directa en la provisión de vivencias y en la generación

de narraciones. El paroxismo de esta realidad emergente es el hecho de que los jóvenes de

hoy conozcan sobre las fiestas populares de la tierra de sus padres no por la experiencia

directa de haberlas registrado en el campo, sino por que las vieron en Televisión Nacional

del Perú.

Por otro lado, hasta hace uno s pocos años el valor del quechua para los jóvenes era

prácticamente nulo. En la medida en que se percibía como un idioma en desuso y poco útil

para la vida en la ciudad, los hijos y nietos de los migrantes quechuahablantes se vieron

sistemáticamente sometidos a una suerte de limpieza étnica a manos de sus propios

padres, al ser sujetos de la interrupción de esta tradición en su aprendizaje social. En

cambio, los resultados de este informe muestran que el valor del quechua, especialmente

para los escolares, empieza a tornarse positivo. ¿Qué pudo haber pasado entre generación

y generación?

Para los padres y abuelos de los que hoy tienen entre 14 y 30 años, el uso del quechua fue

una ventaja comparativa porque les restaba competencia en las duras negociaciones que

enfrentaron durante su adaptación a estas tierras. Ellos tuvieron que vérselas frente a un

sistema de jerarquías ciudadanas que impuso aquel orden: la pirámide de estatus social

regida según el origen étnico del individuo.

La vigencia de pirámides de estatus sociales durante este tiempo explica pro qué los

migrantes de primera generación interrumpieron la tradición ante sus hijos: para que estos

no sean segregados en la interacción diaria, dados los factores étnicos que los identificaban

inmediatamente como indios o serranos, sujetos típicos de estatus inferior. Sin embargo, a

partir de los ochentas, y en adelante, luego del denominado desborde popular, estas

condiciones cambiaron. Las lógicas de acción de las masas de origen andino tiñeron cada

una de las instituciones de la ciudad, haciendo que las costumbres de raigambre étnica, en

especial el habla en quechua, fueran cosa de toso los días.

De este proceso se desprende que la actual práctica del choleo se efectúe ya no como una

sentencia de jerarquización social sino como un ejercicio de diferenciación urbana que

determina grados diversos de competencia ante la empresa común de construirse un futuro.

Las categorías sociales –o estatus ciudadanos- han dejado de ser, en este sentido,

atribuciones perennes, intemporales, para convertirse ahora en propiedades susceptibles

de ser adquiridas por los pobladores gracias a su esfuerzo. En ese sentido, los jóvenes de

hoy saben que pueden labrarse la condición social que quieran, en la medida en que dirijan

sus campañas hacia eso.

¿Qué criterios sirven para identificar la mayor competencia social en el duelo de las

negociaciones cotidianas? Según los propios testimonios aquí recogidos, le importan mucho

al joven de hoy variables tan elementales como la entonación al hablar, el manejo de

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recursos criollos ante la adversidad, el uso de patrones culturales propios de las buenas

costumbres –limpieza, estética, simetría, etc.-, así como la participación en códigos y

lenguajes cosmopolitas que estén vigentes en los patrones globales.

Un punto interesante del presente estudio ha sido, sin lugar a dudas, las diferencias

substanciales halladas entre los adultos jóvenes que tienen entre 25 y 30 años, y los que

son escolares memores de 18. Se puede decir que hay un viraje radical en lo que toca a sus

caracteres, prejuicios, escalas de valores y expectativas de vida, diferencias que se basan,

con seguridad, en los distintos tipos de socialización primaria a los que fueron sometidos.

Los primeros, nacidos entre 1965 y 1975, presentan una menor tolerancia a sus rasgos de

identidad nativa, al tiempo que dejan ver conflictos interiores relativos a esta condición que

están aún sin resolver. Simplemente tratan de evadirlos como si no existieran o como si

quizá nunca hubieran existido. “Ya fue”, es la consigna.

Los adolescentes que hoy tienen entre 14 y 18 años son, por el contrario, el mejor reflejote

ciudadanía intercultural que se pueda encontrar. Entre ellos la discriminación no es un

problema sino un juego pendenciero de competencias, en el que cabe un respeto evidente

hacia las diversidades de todo tipo, respeto vivido sin complejos ni falsas nostalgias. Estos

cholo power– como bien se auto calificó uno de ellos- gozan con la vivencia turística de su

lado andino, sin evocar nada por obligación pero si muy curiosos de lo que puede ofrecer un

mundo quechua que siempre les negaron conocer. Los múltiples cursos de vida que han

aprendido a vivir simultáneamente –gracias a las tecnologías interactivas- son la base de

esta actitud abierta que se desenvuelve en la misma lógica que los sistemas operativos con

los que vienen creciendo: la lógica windows.

Cabe finalizar diciendo que la tarea de construir relatos sobre la identidad peruana

contemporánea hoy en día es crucial en un contexto en el que estamos permanentemente

preguntándonos quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos. Es un momento en el

que estamos tratando de revisar los supuestos inamovibles de varios siglos sin cambios en

el posicionamiento de las jerarquías sociales y en el que nos permitimos esbozar una nueva

manera de procesar las herencias. Más lejos aún, es un momento en el que nos permitimos

un nuevo mecanismo racional para afrontarlas: dejamos la lógica cancelatoria de las

realidades duales para pasar a una nueva de carácter interactivo, en la que se aceptan la

participación dinámica de diversas tradiciones sin límite de tolerancia. Hay ahora cupo para

varios acervos, de igual ponderación cada uno de ellos. Por eso es tan importante entender

cómo y porqué llegamos a tener nuevas formas de ordenar la memoria, porque no solo es

un nuevo orden de hechos sino una nueva manera de ordenar sin discriminar por estigma,

sin interrumpir por racionalidad; solo de acuerdo a lo que consideramos como lo más

gratificante y lo que ofrece mayor sentido en el curos de la dirección ejemplar que queremos

tomar.

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DOCENTES DE ASIGNATURA:

UNIVERSIDAD NACIONAL DE HUANCAVELICA(Creada por Ley Nº 25265)

FACULTAD DE EDUCACIÓN

PROGRAMA DE SEGUNDA ESPECIALIDAD EN EDUCACIÓN

RURAL INTERCULTURAL BILINGÜE

Creada con Resolución Nº 462-2005-R-UNH

ANTROPOLOGIA EDUCATIVA

César J. ANAYA CALDERÓN. Juan José ORÉ ROJAS. Ernesto SOSA BUSTIOS.

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RECTORA : Dra. Yda Flor CAMPOSANO CÓRDOVA

VICERRECTORA ACADEMICA : Dra. Zeida Patricia HOCES LA ROSA

DECANO DE LA FACULTADDE EDUCACIÓN : Dr. Honorato VILLAZANA RASUHUAMÁN

DIRECTOR DEL PROGRAMA DE SEGUNDA ESPECIALIDAD EN EDUCACION RURAL INTERCULTURAL BILINGÜE

Lic. Alejandro ZUÑIGA CONDORI

PERSONAL ADMINISTRATIVO

Nasálida TORPOCO TAIPE

Carlos CAHUANA ESPINOZA

AUTORIDADES UNIVERSITARIAS

DIRECCION PSERIB