Antonina Rodrigo - Mujeres Para La Historia_La España Silenciada Del Siglo XX

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Antonina Rodrigo

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  • ANTONINA RODRIGO

    Mujeres para la HistoriaLA ESPAA SILENCIADA

    DEL SIGLO XX

  • Antonina Rodrigo De esta edicin

    Ediciones CarenaC/ Sovelles 8, Local 708038 BarcelonaTel 93 223 37 37 - 93 331 82 82 Fax 93 223 04 88Correo electrnico: [email protected] web: www.edicionescarena.orgCompaginacin: Jordi HernndezDiseo de portada: Miguel Barrios Contraportada Foto: Oliva.Imprime:Depsito legal:ISBN: 978-84-96357-29-7

  • A la memoria de mis padres,de mi prima Ana, de mi ta Pilar,

    de mi cuada Rosario Daz-Garzn,de mis amigas Ana Mara Dal, Dolors Palau, Montserrat Roig y

    Mara Lacrampe.A Eduardo, mi compaero.

    A mis hermanos, sobrinos y primos.A mis amigas Alicia Alted, Amparo Hurtado,

    ngeles Gonzlez, ngeles Villegas, Cndida Esteban, Marisol Bengoa,

    Carlota Merc Pevloff, Carmen Alcalde,Carmen Caamao, Carmen Holgueras,

    Clarina Vicens, Conxa Prez,Cristina Fenollosa, Joaquina Dorado,

    Josefina Cedilllo, Josefina Cus,Juanita Nadal, Julia Valderrama y

    Kalinka Pradal, Manuela Albardiaz, Mara Sancho Menjn, Mara Angustias Barranco,

    Mara Dolores Pons Santano, Mara Estrada, Marie Laffranque, Marie Nolle Morange,

    ngeles de Molina Fajardo, Neus Samblancat,Palmira Lpez Mora, Paloma Castaeda,

    Patro Zafn, Pepa Snchez Azuaga, Petri Jimnez, Pilar Blanco,

    Pilar Daniel, Pilar Ordoez, Rosa Yage, Sara Berenguer,

    Tere Sanz, Tica F. Montesinos.

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  • LA RECUPERACIN DE LA PALABRA

    Sufrir en la ignorancia es horribleHENRY MILLER, Plexus.

    Hay varias imgenes de Antonina Rodrigo en mi mente. La veo ves-tida con una capa negra intentando hablar de la amistad entre Andalu-ca y Catalua en una cena del Consell Nacional Catal. Erguirse, volun-tariosa y obstinada, frente a tantos relojes parados en el exilio. Procla-mar casi en vano que los pueblos, para amarse, tienen antes que enten-derse. La veo con su enfado y con su rabia, los labios apenas prietos, casigritando al viento la injusticia a que se le someta. Antonina Rodrigo sehaba preparado un corto pero emotivo papel sobre la libertad que semerecan todos los pueblos del Estado espaol. Y lo haca en su lengua,la castellana, que en sus labios nunca es opresora. Y lo haca citando asu amado Garca Lorca. Pero se le negaba la palabra por ser mujer, porno ser entonces importante, y porque, supongo, no tena ni una gotade sangre catalana. Por suerte se deshizo a tiempo el entuerto y el racis-mo de unos cuantos qued justamente ridiculizado. Pero Antonina nose haba callado. Y es que Antonina no se calla nunca.

    Otra de las imgenes que me vienen ahora, imprecisa y difusa, es unda en mi casa cuando no pudo reprimir el llanto al escuchar lashistorias de dos ex deportados catalanes en los campos nazis. Antoninallor, y lo hizo sin afectacin y sin cursilera. Llor porque tiene lossentimientos claros. Sus lgrimas no eran de serial ni de blandez, suslgrimas eran, en aquel momento, el signo externo de su solidaridad.Veo siempre a Antonina andando por la calle como si fuera sin rumbofijo. Paseando, haciendo lo que los franceses llaman flner. Antonina tecoge del brazo y anda calmosamente, dejando morir las palabras con suacento granadino, como si todava estuviera en Granada y sus ideas sur-gieran tan difanas como el agua que nunca deja de sonar en el Genera-life. A veces Antonina me parece de otra poca. Y me pregunto: quhace Antonina en una ciudad como Barcelona, ciudad canbal que se

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    devora a s misma a la par que a sus ciudadanos como Saturno lo hizocon sus hijos? Qu hace Antonina entre esta gente que vive en casas lle-nas de polvo, oscuras, impregnadas del impenitente olor a coliflor de suspatios interiores? Qu hace Antonina entre tanto ruido, ajetreo, explo-siones de tubos de escape, prisas, rumores crispados, entre tanta excita-cin colectiva, entre tanto miedo a la soledad? Antonina no est hechapara esta ciudad, ella que vino de la calma del silencio, de un universo deflores y de agua. Antonina est hecha para ser una seorita-de-buena-familia-con-cierta-cultura. Antonina naci para llevar guantes de seda ymantillas de encaje. Para ir vestida de blanco. Para sumergirse en el silen-cio secular de los que nunca han batallado por el pan. Para deslizar conleve fatiga sus dedos en las teclas del piano y hacer sonar una sonata deChopin. Antonina no naci para la lucha sino para el orden. No nacipara el grito sino para el silencio. No naci para el combate sino para lacalma. Antonina tendra que vivir entre plantas de tierra hmeda, entrejarrones llenos de claveles, con sus tapetes y sus cortinas de encaje.Antonina naci para leer a los romnticos cuando el da muere. Paratomar el t en tazas decoradas de la Cartuja de Sevilla mientras asientelevemente los inmviles discursos de los mayores. Antonina, una mujerbella, morena y ojos tan azules como el cielo que ilumina las Alpujarras,escogi un buen da el grito, el desorden, la lucha. Dej el susurro delagua que nunca cesa de pasar, la pulcritud de los patios granadinos,abandon un universo ordenado y en paz para convertirse en cmplicede la rebelda, de la infatigable y apasionante lucha por descubrir la ver-dad, por descubrir alguna verdad. Y esta complicidad que es en ellatambin amor, puesto que vive con otro gran desenmascarador de men-tiras, su entraable compaero Eduard Pons Prades, se va convirtien-do poco a poco en palabra. La palabra de los dems. Antonina, pues, hasabido combinar su propio pasado, hecho de luz y de murmullos, con laansiedad por recuperar la palabra ajena. Contra el olvido est la palabra.Contra la muerte total est el relato de otras vidas. Antonina sabe quecon la palabra, con el conocimiento de lo que se va morimos un pocomenos. Nuestras vidas ya no parecen tan efmeras. Con la recuperacinde la palabra de los dems nuestra vida es menos muerte.

    Mira, Montserrat me dijo Antonina al darme el original del libro

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    que el lector tiene en sus manos, si no hablamos nosotras de nosotras,quin lo va a hacer?

    Antonina, esta vez, ha escogido muy bien las palabras paracontarnos su verdad. En toda eleccin hay un compromiso y Antoni-na Rodrigo se compromete radicalmente con la palabra de sus biogra-fiadas. Se trata de la palabra de mujeres. La escritora Marie Cardinal diceque las palabras, entre otras cosas, pueden ser gigantes, rocas hundidasprofundamente en la tierra, slidas y que gracias a las cuales se puedeatravesar una corriente. Antonina Rodrigo necesitaba, ahora, esos gigan-tes. Los necesitamos todas las mujeres para poder atravesar la corrienteen este remolino cultural en que se ha sumergido a nuestro sexo duran-te siglos. Necesitamos esas rocas para no dejarnos llevar en el remolinode la desesperacin, para darnos cuenta de que nuestra impotencia no esuna fatalidad o una broma de mal gusto de la madre Naturaleza. Quepara superar nuestra incapacidad para expresarnos, para dominar lasabidura de los hombres, la ciencia, para dominar, en suma, el univer-so, hacen falta aos, quiz siglos, y, sobre todo, las palabras de las quenos han precedido, de las grandes olvidadas, de las que descubrieronmucho antes que nosotras que la Historia ha sido fabricada por los hom-bres, por los hombres de las castas superiores para provecho de loshombres de las castas superiores.

    Antonina Rodrigo nos relata en este libro la lucha que sostuvo Vic-toria Kent para que su palabra quedara. Lo que quiero es no olvidar, ycomo nuestra capacidad de olvido lo digiere todo, lo tritura todo, lo quehoy s quiero sujetarlo en este papel. Victoria Kent no quera olvidarsus propias palabras, tema el poder satnico del olvido, ese poder queyace, siempre acechando, en las zonas vulnerables de nuestra memoria.Antonina Rodrigo ha iniciado tambin una lucha, solitaria y pertinaz,contra este poder diablico. Lucha por destruir el maleficio, para que lavida y la palabra de tantas y tantas mujeres no desaparezcan de nuevotras las sombras de la Historia. Tiene razn Antonina Rodrigo cuandodice que es urgente recuperar la palabra de las mujeres que nos han pre-cedido en eso tan abstracto y concreto a la vez que se llama existencia.Los hombres no lo harn por nosotras. Cuando lo hacen, a veces prefe-rira que se callaran. A veces es mejor el olvido que no perpetuar la ima-

  • gen que ellos han creado de nosotras: mitad ngel, mitad demonio. Unanimal inventado por ellos, sin lugar a dudas. Pero que no tiene nada quever con la mujer. O con las mujeres. Porque, por suerte o por desgracia,no todas las mujeres somos iguales. Aunque nos reinventen da a da, enla publicidad y en el arte, en la poesa y en el cine. Los hombres se lle-varan grandes sorpresas si, modestamente, se sentaran a escuchar nues-tras palabras. Se daran cuenta de que no estamos tan lejos los dos sexoscomo ellos suponen. Pero para escuchar hay que dejar de pensar queuno es el rey del universo. Y al igual que los monarcas slo escuchabande los bufones aquello que les complaca, la gran mayora de los hom-bres tienen pavor a or esa nueva palabra que va surgiendo lentamentede los infiernos: la palabra de la mujer.

    EL TIEMPO Y LA VIDA

    Cest quand il est devenu mort, que je maperois que le temps fut vivant.POUILLON, Temps et roman.

    Una vida no se cuenta, se vive. La vida de los dems se vive aretazos. Se cuentan algunos aspectos de cada persona, determinadaszonas seleccionadas por el bigrafo. Cada vida se presenta entre claros-curos, en leves pinceladas, como un cuadro impresionista. Para que el lec-tor ame en cada zona luminosa lo que el bigrafo antes ha amado. Nuncase sabe todo de nadie por la simple razn de que ni uno mismo lleganunca a conocerse totalmente. Infinidad de personas se mueren sin haberacabado de nacer. Algunas porque se someten desde el principio y la con-formidad es la carretera por la que deambulan hasta la muerte. Otras por-que desaparecen de la memoria ajena. Alguien dijo que recordar es vivirdos veces. Y eso es tan cierto como que el olvido es una muerte doble.El bigrafo, pues, restituye con la voluntad algunas de las vidas de cadaexistencia humana. El buen bigrafo es aquel que lo hace con simplici-dad casi goethiana: con los ojos y los odos bien atentos. Sabiendo deantemano que ninguna vida puede ser relatada para la posteridad en tr-minos absolutos. Porque, como dice Virginia Woolf en Orlando, si haysetenta y seis tiempos distintos que laten a la vez en el alma, cuntas per-

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  • sonas diferentes no habr que se alojan, en uno u otro sitio, en cada esp-ritu humano? Ni la enciclopedia ms completa, ms exhaustiva y detalla-da nos puede dar cuenta de la verdadera duracin de una vida. Cada exis-tencia humana est hecha a base de mltiples fragmentos que se super-ponen. Unos fragmentos esconden a otros mientras el tiempo se con-vierte en una dimensin que no puede ser medida con nada tangible.Pasan las vidas que no se viven, como los historiadores pretenden, cro-nolgicamente como fugaces respiros en la historia de la Humanidad.La misin del bigrafo es cazar al vuelo alguno de estos respiros, con-vertirlos en palabras, transformarlos en algo que puede ser comunicadoa los dems. Algunos de estos fragmentos sirven para recomponermodestamente algn rompecabezas. Lo dems desaparece, inviolable,dentro del olvido universal. Pero si el bigrafo ha aadido alguna piezaen este rompecabezas ya se puede quedar bastante satisfecho.

    Antonina Rodrigo sabe muy bien que la objetividad no existe. Quela objetividad naci el da en que los hombres empezaron a mentir. Creoque Antonina Rodrigo ha escrito biografas apasionadas de otras muje-res porque ella misma tampoco sabe vivir sin pasin. Ha buscado enestas mujeres de Espaa aquellos puntos comunes que la ayudaran aentenderse como ser humano. En este sentido, cada existencia puederesultarnos, de algn modo, ejemplar.

    No quisiera equivocarme, pero me parece adivinar en su tozudez porrecomponer la vida de los dems una inquieta bsqueda de las claves desu propio pasado. Y tambin de su presente. Quiz para ilusionarse conel futuro. Antonina Rodrigo sabe muy bien que sera una petulanciainexcusable en un escritor pensar que uno empieza y acaba en s mismo.Sabe muy bien que cada cual de nosotros se hace tambin en losdems y, aunque la experiencia sea algo intransferible, en la relacin queestablecemos unos y otros pueden hallarse respuestas ante algunos enig-mas. O, por lo menos, compartir la angustia ante esos enigmas.

    Hace aos que Antonina Rodrigo escribe sobre los dems, los ama,los necesita. O los ama porque los necesita. Establece con sus persona-jes biografiados una especie de relacin amorosa que va profundizandoa lo largo de la investigacin y que culmina con la redaccin del manus-crito. Antonina necesit a Mariana Pineda, a Margarita Xirgu, a Federi-

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  • co Garca Lorca, al doctor Trueta. Cada biografa es una estacin en suproceso vital. Una reflexin personal sobre su propia situacin. Maria-na y Garca Lorca son Andaluca. La Xirgu y el doctor Trueta, Catalua.Ella es una andaluza que vive en Catalua, una mujer que ahora escribesobre estas mujeres. Primero fue la granadina que reflexion sobre supropia tierra. Luego tuvo que comprender un pas bien distinto, Catalu-a. Y ahora es la mujer que bucea en su propia condicin a travs de lahistoria de otras mujeres. Y en el centro est Antonina, que nos mues-tra a los dems por no mostrarse a ella misma. Pero su pudor no le vale:en cada trabajo hay ms de ella misma, como si las palabras le hicieranla jugarreta de desnudarla, en un strip-tease moral, lento pero obstinado.Y cunto descubres de Antonina en cada una de sus biografas! Estacapacidad casi telrica que tiene de amar la realidad a travs de los sereshumanos. En Antonina vives cada personaje. Y llegas a amarlo con sumisma pasin cuando a Antonina se le cuelan exclamaciones personales.Por ejemplo, cuando al hablar del esfuerzo que hizo la madre de LaArgentina al aprender a bailar a los treinta aos para as no abandonar asu esposo, exclama: Lo que no pueda el amor!

    DE COLAS DE COMETA A LA CONSCIENCIA DE MUJER

    Ah estn las decisivas mujeres de Antonina Rodrigo. Distintas pro-cedencias sociales. Distintas partes del Estado espaol. Distintas fami-lias. Sin embargo, hay en todas ellas un punto en comn: intentan serseres humanos en un conglomerado de pases que se llama Espaa. UnEstado que todava hoy est por hacer. Un Estado que vive espordicaseuforias de ciudadana y libertad para sumergirse luego en el marasmoinquisitorial y sombro que subyace desde tiempos de la mal llamadaReconquista. Distintas mujeres que saben muy bien que slo la libertadcolectiva las va a liberar como mujeres. Pero que no ignoran que inclu-so los hombres que ms aman la libertad se azoran y se quedan perple-jos al descubrir en s mismos, gracias a la lucha de las mujeres, un buentanto por ciento de opresor.

    La gran mayora de esas mujeres han vivido el exilio exterior. El restoha sido devorado por el canibalismo legal y religioso del franquismo.

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  • Nadie como las mujeres que se quedaron en Espaa saben lo que signi-fica el exilio interior. Mujeres doblemente colonizadas, como cuerpo ycomo mente. Exiliadas en su totalidad. Tratadas como subnormales porla ley franquista, que retrocedi siglos. Devueltas a la pura naturaleza,sublimadas como madres, relegadas a la crcel dorada y sagrada delhogar donde, las ms inteligentes o imaginativas, ahogaban suspiros deresentimiento o resignacin.

    Mara Teresa Len ha peregrinado por el mundo reclamando unapatria pequea como un patio o como una grieta en un muro muy sli-do. Mara Casares exclama, por el contrario, que su patria es el exilio.Dolores Ibrruri ha soado cada da, como una obsesin, en volver. Vol-ver a or hablar a la gente, no importa dnde. En algn lugar de Espaa.Zenobia Camprub, Margarita Xirgu, Mara de Maeztu y Margarita Nel-ken murieron en el exilio. Victoria Kent y Federica Montseny no regresa-ron del todo. Las dems, viven de algn modo el peor de los exilios, elmoral. El exilio del silencio. No hace mucho, el programa La Clave, que elsegundo canal de Televisin Espaola emite los sbados, llev a debate eltema del exilio. Hubo varios invitados. No haba ni una sola mujer.

    Algunas de esas mujeres eran muy bellas y sus contemporneos sepreguntaron, extraados, cmo una mujer hermosa se preocupaba delmundo de fuera, del mundo pblico. Otras, ya se sabe, lo hacan porquela Naturaleza no les haba beneficiado demasiado y tenan que canali-zar sus naturales frustraciones hacia el mundo externo, ya que su fsi-co era el alambre de un campo de concentracin que les impeda el tras-paso a la vida privada. Era natural, pues, que Mara Blanchard fueraartista. Qu iba a hacer, si no, una mujer jorobada? O bruja o artista.Nunca la Naturaleza ha sido tan perfectamente codificada como cuan-do el mundo masculino se refiere a la mujer. Si no se inventara laNaturaleza quiz llegaramos a relacionarnos con ella. Zorrilla, pues,escribe a propsito de Gertrudis Gmez de Avellaneda cuando sta pre-sent su candidatura para la Real Academia de la Lengua en 1853: Erauna mujer hermosa, un error de la Naturaleza, que haba metido por dis-traccin un alma de hombre en aquella envoltura de carne femenina.Casi un siglo ms tarde, un hombre culto, el embajador de Chile enMadrid, escribira en su Diario a propsito de Mara Teresa Len, la

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  • compaera de Rafael Alberti: ... Inteligente, duea de una personalidadfuerte, la creo un poco dominante. Todo hombre y ms si realiza unamisin en la vida necesita a su lado abiertamente o entre bastidoresel apoyo de una mujer.

    Una compaera inteligente y sensible para un hombre que, segn elembajador, realiza una misin en la vida. Mara Teresa Len es unagran escritora. A Mara Teresa Len se la conocera mucho ms si nohubiera sido la compaera de Rafael Alberti. A Mara Goyri, tambin, sino hubiera sido la mujer de Menndez Pidal. Trabajaron entre bastido-res para no resquebrajar la estructura emocional que nos ofrece el matri-monio monogmico. Mara Teresa eligi ser cola del cometa cuandoella poda ofrecernos y de hecho nos lo ha ofrecido en sus libros supropia luz. Zenobia Camprub entendi, avant la lettre, la crisis de valo-res que estamos viviendo, pero prefiri ser la lengua, la mano, elpie, la enfermera, la mecangrafa, el chfer de su marido, el gran poetay hombre neurtico Juan Ramn Jimnez. Juan Ramn as le hablaba asu mujer. ... Siempre ests dispuesta a trabajar o a gozar. No eres inte-resada. Eres cumplidora, digna y generosa. No pides nada a nadie. Dastodo. Te acomodas a todas las circunstancias y las resuelves alegremen-te. Res siempre a veces por no llorar. A modo de aplogo, podramosdistorsionar la realidad y poner en boca de una mujer esas mismas pala-bras dedicadas a su compaero. Nos parecera una aberracin de laNaturaleza. Cuando Zenobia contrae cncer, su marido, que no parade hablar de su propia muerte, no la acompaa a Nueva York dondeZenobia tiene que ser operada. A esa clase de relacin yo no la llamocompaerismo. El da en que las mujeres sean, a la vez, cometas ycolas de cometa y los hombres acepten tambin los dos papeles, enton-ces la palabra compaera se reconciliar con su verdadero significado.Mientras, Zenobia era mejor una madre que una compaera. Y quiztambin Mara Teresa Len.

    Otras mujeres tienen que aceptar la escisin que nos hace vivir en unasociedad como la burguesa, sustentada en la familia nuclear. As, mujeresinteligentes como Mara de Maeztu o Mara Luz Morales tienen querenunciar a la vida privada para poder ejercer en la vida pblica. En elmundo de los hombres, a esas mujeres se les acepta que desarrollen un

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  • rol tradicionalmente definido como masculino mientras renuncien a sermujeres. Sern personas mientras no sean mujeres. Se les dir, ade-ms, que no son mujeres o que su cerebro es tan extraordinario que, porcasualidad, siendo hombres han adquirido la apariencia de mujer. As, aMara Blanchard se le dir que no es femenina sino varonilmente malig-na. Si alguna de esas mujeres transgrede esas normas e intenta conciliarsus ideas con su proceso vital, entonces ser o ridiculizada o anatemati-zada. Incluso por sus propios compaeros de ideologa. ste es el caso deMargarita Nelken que, adems de ser socialista y luego comunista, inten-t ponerlo en prctica en su condicin de mujer. Mirada con recelo porlos hombres porque intent conciliar en la prctica, la vida privada y lavida pblica. Qu pasara hoy con nuestros sesudos parlamentarios deizquierdas, pulcramente encorbatados y vestidos de gris, si intentaranconciliar su vida interior con la exterior? Pues que nuestra sociedad setambaleara realmente. Pero no hay peligro: a La Pasionaria se la admitemientras cumpla su papel de mito y no de persona-mujer.

    En una guerra de hombres, unas cuantas mujeres eligieron el bandode la libertad, intentan, adems, desarrollar su conciencia de mujer.Valiente tarea! Federica Montseny confiesa a Antonina Rodrigo de qumanera eran observadas por sus compaeros as que intentaban el divor-cio entre la lucha privada y la lucha pblica. La mujer tiene que destruirde antemano el papel natural que se le ha asignado para que su voz sesienta puertas afuera. Pocas veces los hombres ponen en cuestin supropia identidad como machos. Y si lo hacen es gracias al feminismo.Las mujeres que, como Victoria Kent, estaban educadas para la paz y nopara la guerra, son ejecutadas por hombres de cerebro brillante y ejem-plar. As, el presidente Azaa la hace cesar de su cargo de directora gene-ral de prisiones por ser demasiado humanitaria y no tener, en com-pensacin, dotes de mando. Por no hacer de macho, querido Azaa?Porque Victoria Kent, como mujer, no buscaba la muerte sino la vida?Porque la diputada socialista llev a la prctica lo que las mujeres hemosaprendido durante siglos de sujecin domstica? El pensar que todo serhumano, como lo has visto en tus propios hijos, es algo que est en con-tinuo proceso? Azaa, otras veces tan grande desde el punto de vistamoral, se empequeeci considerablemente cuando juzg muy diverti-

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  • da la discusin entre Victoria Kent y Clara Campoamor sobre el votode la mujer. Quiz ms divertida que muchas de las aburridas sesionesque nos ofrecen nuestros amados diputados actuales. Pero no tan diver-tido como la considerable pelea de gallos que Televisin Espaola nosofreci en este mismo ao durante un debate entre los dos lderes de lasgrandes centrales sindicales, CC OO y UGT.

    Victoria Kent, que era poltica, se acord de los nios en la GuerraCivil. Y Clara Campoamor. Dolores Ibrruri, revolucionaria, se acuer-da de los que no tienen casa y hace frente a la autoridad con los desahu-ciados. Los hombres creen que la poltica se divide en grande ypequea. En alta y baja poltica. La gran mayora de los hombres,cuando ejercen un poder pblico, se olvidan de que viven en la tierra.Juegan con el poder como si fueran nios. Ellas son milicianas en unaguerra en que unos cuantos hombres, convertidos en bestias, pretend-an volver a las cavernas. Milicianas en la vida, intentando romper elmaleficio. Dejar de ser ngeles o demonios para convertirse en sereshumanos sin dejar de ser mujeres.

    Quiz no todas las mujeres de este libro se hayan dado cuenta de loque significa tener conciencia de mujer en un mundo de hombres. Tantoda. El conjunto de sus palabras nos resulta convincente, por su verosi-militud y su autenticidad. Hay muchos hombres que ven cmo se agrie-ta la identidad que se les haba conferido por haber nacido comomachos. Y hay que tener valor para soportar con humor tal cosa.Estoy segura de que Antonina Rodrigo ha dado armona a las distintaspalabras de esas mujeres con el fin de que sean escuchadas tanto pormujeres como por hombres. Porque sabe perfectamente que nadie esmujer en un cien por cien ni hombre en un cien por cien. Que la guerrade los sexos es una rmora cultural e histrica creada desde el da en queel primer patriarca se sinti sumamente satisfecho de serlo. Antonina,como tantas mujeres que indagan la realidad, conoce a muchos hombresque estn en crisis contra el poder que les ha asignado el papel del opre-sor. Antonina Rodrigo no pretende con este libro, supongo, salvarnada ni a nadie. Por suerte se estn terminando las pocas mesinicas.Antonina prefiere la crisis al dogma. Ciertamente, es ms inteligente,aunque menos cmodo. La crisis est ah, en todos nosotros, en nuestra

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  • civilizacin. Y las palabras nos ayudan a entenderla ms. Parafraseandoa Jean Paul Sartre, dira que despus de leer este libro debemos pararnosy pensar sobre nosotros mismos, hombres o mujeres, y preguntarnos:qu nos queda? Pues nos queda eso: un hombre o una mujer, hecho detodos los hombres y todas las mujeres, que vale por todos y que vale porcualquier otro.

    As, el trabajo de Antonina Rodrigo adquiere un valor muy preciso ynecesario: la sustitucin del tiempo de silencio por el tiempo de la palabra.

    MONTSERRAT ROIGOctubre 1978

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  • Mara Casares a los 19 aos

  • M a r a C a s a r e s

    He debido tratar de ahogar Espaa para llegar a Francia, cosa que nunca logr. La prueba es que an hablo espaol. Y con acento gallego, a pesar de

    las pocas oportunidades que tengo de hablarlo.MARA CASARES

    LA GRAN TRGICA UNIVERSAL

    El 19 de julio de 1976 llegaba a Madrid la actriz Mara Casares, trasun exilio de 40 aos.

    Cuando me preguntan si soy francesa o espaola, no s qu contestar.En el fondo, no soy espaola ni francesa, ni s lo que soy. Puedo decir quemi patria es el teatro, porque all encuentro mis puntos de referencia. Perode lo que me doy cuenta ahora es de que la columna vertebral de mi vida erael hecho de representar a un pas que estaba en m, pero en otro pas. Esdecir, que mi patria es el exilio.

    Y es que Mara Casares, actriz universal, primera figura de la Come-dia Francesa y del Teatro Nacional Popular francs y una de las mejorestrgicas del mundo, forma parte de esa legin de gentes nuestras queavent la Guerra Civil y que el rgimen vencedor trat de borrar delmapa emocional y cultural de Espaa. Mara nos traa una hermosa sor-presa: su acento gallego intacto, como ofrenda de su fidelidad. PorqueMara de tierras gallegas vino al mundo, en un pueblecito llamado Mon-trove, el 21 de noviembre de 1922. Haba transcurrido su infancia en LaCorua, ... y mis padres me llevaban a Montrove, a las playas. Jugabacon los campesinos, con los hijos de los campesinos. Guardo un recuer-do muy intenso de todo aquello. En 1931 se traslada con su familia aMadrid y entra en el Instituto-Escuela, de la Institucin Libre de Ense-anza. Tiene como profesoras a Mara Goyri, a Jimena Menndez Pidal,a Concha Garca Lorca... Mara recuerda el choque y el retroceso que

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  • supuso para ella, al llegar a Pars, la enseanza francesa, acostumbrada alextraordinario sistema pedaggico del Instituto-Escuela, al tener queadaptarse a los mtodos tradicionales, la separacin de sexos...

    Cuando comienza la Guerra Civil, su padre, Santiago Casares Quiro-ga, personaje polmico de nuestra historia, varias veces ministro, ocupa-ba la presidencia del Consejo de Ministros, y su madre, Gloria Prez,dirigi, hasta su salida de Espaa, un hospital militar.

    CAMINO DEL EXILIO

    El 20 de noviembre de 1936 Mara, acompaada de su madre, sale entren camino de la frontera francesa. La ltima visin de su pas que con-servar la adolescente sern los esteparios campos de Castilla. A suregreso el 19-7-1977, en otro tren, se emocionar, hasta el llanto, con elreencuentro de aquella imagen.

    En sus primeros tiempos de exilio parisiense, viven en casa de un matri-monio de actores. l, llamado Alcover, de origen espaol. Su esposa, Colo-na Romano, era pensionista de la Comedia Francesa. Mara empieza a estu-diar francs, en el Liceo Victor-Duruy para extranjeras.

    Un da, doa Gloria insiste ante el matrimonio Alcover, para que sunia recite el Romance de Don Rodrigo. Mara vence su innata timidez yalcanza el trance pico, declamando de forma inolvidable para mmisma, confesar la futura actriz. Alcover, entusiasmado, le augura unpuesto de honor en el teatro. La galleguita se lo toma en serio y se olvidade sus primeros anhelos: ser mdica o bailarina. Asiste a cursos nocturnosde diccin y de Arte Dramtico. La primera vez que se presenta a los ex-menes de ingreso en el Conservatorio, es rechazada y le aconsejan queaprenda mejor la lengua francesa. La segunda la aceptan como oyente y latercera es aprobada. Hasta que llega el da histrico as lo ha llamadoella de la prueba final del Conservatorio.

    Este examen es pblico. El alumno frente a un jurado tiene que inter-pretar un fragmento de comedia y otro de tragedia. Era el ao 1942, y apesar de la ocupacin alemana y la tensin existente, el Conservatorio con-voc su tradicional concurso. Nuestra Mara estuvo sublime. Le otorgan unccesit en Tragedia y un segundo premio en Comedia. Al anunciarse el

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  • resultado el pblico protest ruidosamente la decisin del jurado. Mara,con esa sensibilidad a flor de piel de todo exiliado y ms si era espaol, quetrataba de abrirse paso por caminos difciles, crey que aquella gente exte-riorizaba su discrepancia por parecerle excesivas las distinciones otorgadasa una extranjera. Pero no... el pblico discuti el resultado por considerarque mereca el primer premio, que haba quedado desierto. En medio de laalgazara, apareci entre bastidores el director del teatro de Mathurins, quele propuso un contrato de ensueo y un papeln, segn palabras de Mara,en un prximo estreno. Das ms tarde Mara Casares firmaba su primercontrato como protagonista de una obra irlandesa, Deirdre de los Dolores, deSynge. A sus 18 aos, ocupa de la noche a la maana un puesto de honoren una de las primeras carteleras parisienses. La joven actriz, para facilitar lapronunciacin de su apellido a los franceses y que no lo transformaran enCasar, le puso un acento, en la ltima slaba, Casars. A los pocos das, enlos Cuadernos del Sur, el prestigioso crtico Georges Neveux escribi:

    Una joven actriz acaba de debutar y ya se anuncia como un sorpren-dente conductor de la energa dramtica.

    En agosto de 1943, Mara rodaba su primera pelcula Los nios del para-so, al lado de dos prestigiosos actores: Pierre Brasseur y Jean-LouisBarrault. En octubre vuelve al teatro con El viaje de Teseo, de GeorgesNeveux. Claude Roy qued impresionado por la interpretacin de Casares:

    Esa voz que parece que va a romperse en cualquier momento por laemocin que vibra en ella. Ese cuerpo que juega, que vibra, que se estre-mece y por tanto tan armonioso, tan puro. Esas manos que se crispan sobreel suntuoso vestido de terciopelo negro, esas manos que son como un rayode luna, como el agua de un manantial, como la nieve inmaculada... Unagran trgica de veinte aos.

    EL ENCUENTRO CON ALBERT CAMUS

    A finales de junio de 1944, en el teatro de Mathurins, estrenaba Elmalentendido, de Camus1. El propio autor, dolo de las juventudes socia-

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  • listas, confa a Mara Casares el principal papel de la obra. Camus dejaren su vida una huella imborrable. No slo fue, escribir Mara, un com-paero, sino el artfice de mi mejor educacin en profundidad. Cuandodescubr su genio, me esforc en reunirme, en comulgar con su espritu,con su creatividad... Camus era el mejor sinnimo de hombre y de vida.Camus era la vida y la fraternidad. Agarraba el mundo y lo cargaba sobresus hombros. Le importaba todo y lo amaba todo. Llegaba a un sitio y,de inmediato, todos lo amaban. Todo perteneca para l al mismo esque-ma vital: la filosofa, el teatro, la poltica, los hombres.... Ms tarde leestrenar tambin El estado de sitio, ambientada en la revolucin espao-la de octubre de 1934, y Los justos, e interpretar gran parte del reperto-rio camusiano.

    En 1945, Mara Casares estrena tres obras: Las bodas del estaador, deSynge, La provinciana, de Chjov, y Federigo, de Ren Laporte. En esta lti-ma tiene como partenaire a Grard Philipe. Es la primera vez que tra-bajan juntos y no tardan en convertirse en una de las parejas ms coti-zadas del teatro y del cine francs. Cuando muere el deslumbrante actora fines de 1959, Mara rinde homenaje a su compaero:

    En Grard Philipe se encontraban admirablemente reunidos, comple-mentndose, la audacia del hombre ingenuo y la timidez de los seres puros.Era un ngel furiosamente resuelto a encarnarse en un hombre. Posea unarma potentsima: la fuerza de su gentileza. Por gentil, y por extensin, debeentenderse el testimonio de una entrega total a la prctica del bien, del amoral trabajo y del cultivo de la inteligencia.

    CASARES QUIROGA, ESPECTADOR DE SU HIJA

    Al final de la temporada teatral 1945-1946, Mara Casares reciba untelegrama de su padre, en el que le anunciaba su regreso. Casares Qui-roga, ex Presidente del Consejo de Ministros de la II Repblica espao-la, no conoca a su hija como actriz. Cuando l march a Londres, en elverano de 1940, su hija todava era alumna del Conservatorio. Mara sen-ta que, por unas fechas, su padre no pudiera verla actuar en Federigo, consu nombre en la cabecera del reparto del Mathurins.

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  • Mara Casares y Albert Camus en un ensayo de Le Malentendu.

  • Tras la funcin de despedida, los actores y los tcnicos acostumbra-ban a reunirse y celebrar el fin de la temporada tomando unas copasentre bastidores. A la hora de los brindis, Grard Philipe, en nombre desus compaeros, le dijo a Mara que haban acordado dar una represen-tacin en honor de sus padres. Para Mara Casares ste es uno de losrecuerdos ms hermosos de su vida:

    Nunca nos dice Mara, que yo sepa, se ha actuado en unas candilejascon tanto amor, con tanta entrega como aquella tarde del sbado, ante unasala desierta, con slo dos butacas ocupadas....

    La carrera de Mara Casares fue meterica. Jean Cocteau, Jean PaulSartre, Anouilh, Julien Gracq, Henri Pichette, autores de vanguardia, leofrecan sus obras2.

    Perteneci a la Comedia Francesa (1952-1954), pero tuvo que aban-donarla, pues, como extranjera, no poda ser titularizada pensionista dela Casa de Molire. Durante estas temporadas colabor con los mejoresdirectores y actores de teatro y cine y particip en los festivales msimportantes del mundo.

    XIRGU Y CASARES

    En 1956, Margarita Xirgu celebraba sus bodas de oro con el teatro.Tena 68 aos y era una mujer vital y alegre que desarrollaba con amo-rosa tutela su magisterio artstico. Este ao se cumpla el XX aniversariodel asesinato de Garca Lorca. En Pars se preparaba un homenaje alpoeta granadino, en el que intervendran Picasso, Carmen Pitoeff, MaraCasares... La actriz gallega le escribe a Margarita:

    Recuerda usted mejor que nadie que pronto se cumplirn los veinteaos de la muerte de Lorca. Habamos pensado organizar un acto conme-morativo; pero a m me parece que, despus de todo lo que aqu se ha hecho,tendra inters verdadero organizar un doble homenaje al poeta y a la actrizque lo revel, y representar algunas veces una obra de Lorca en espaol, diri-gida e interpretada por Margarita Xirgu. Qu opina usted...?.

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  • En este homenaje, Mara Casares quera llevar a escena La casa de Ber-narda Alba, con un grupo de artistas espaoles dirigidos por Xirgu, peroel proyecto no pudo realizarse. Mara declar entonces que no renun-ciaba a la idea de interpretar la obra lorquiana y que tambin le atraa elpapel de Yerma.

    En la ltima semana de setiembre de 1957, Mara Casares actuaba enMontevideo, con el Teatro Nacional Popular francs, como primerafigura femenina, dirigida por el gran actor Jean Vilar. La gira la inicianen Brasil, siguiendo a Montevideo, Buenos Aires, Chile y terminan enLima. Para Mara como profesional aquella tourne fue apotesica yen el terreno sentimental, un regreso a sus orgenes: Es la primera vez,desde que sal de Espaa, que estoy en un pas de habla espaola, en laque todo me recuerda a Espaa, a travs de lo cual busco la esencia demi patria. Y eso, a pesar de la acogida tan cariosa de Montevideo, no lopuedo encontrar ms que entre aquellos que tienen la misma raz que yo:los espaoles emigrados, declar Mara a Jos Ruibal, de la revistamadrilea ndice.

    Tuvieron que pasar seis aos para que el sueo de Mara se cumpliese.En 1963, el Teatro Nacional Popular francs vuelve a Iberoamrica yMara Casares, con otros espaoles interpreta Yerma bajo la direccin deMargarita Xirgu. La nia Mara, a la edad de doce aos, haba visto actuara la gran actriz catalana, en el Teatro Espaol de Madrid, precisamente enYerma. Xirgu era tambin amiga de su familia desde los aos republicanos.El paso del tiempo no hizo sino madurar mi admiracin y mi estima pro-funda por todo lo que ella haba hecho en el teatro y por el carcter libe-ral de su personaje, declar Casares. Para la actriz gallega y universal, msall de las prolongaciones sentimentales, era su primer papel en el teatrocastellano, con el que no la una hasta entonces otro vnculo, que el de laslejanas lecciones en el Instituto-Escuela de Madrid, donde Concha, her-mana de Garca Lorca, fue su profesora de declamacin, y algunas espo-rdicas actuaciones en casa de Isabel Oyarzbal y recitaciones consagra-das a los poetas Antonio Machado y Garca Lorca.

    Los ensayos empezaron a ltimos de abril; en Buenos Aires comen-zaba a despuntar el otoo. Margarita Xirgu ley Yerma a la improvisadacompaa, esa obra que tan bien conoca y que haba estrenado en

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  • Mara Casares con Daniel Lozano en un ensayo de Hamlet

  • Madrid (1934); pronto iban a cumplirse tres dcadas. En los papelesprincipales: Mara Casares, Alfredo Alcn, Eva Franco y Jos Mara Vil-ches, que lleg expresamente para interpretar el papel de Vctor. Lapuesta en escena estaba prevista para el 29 de mayo en el Teatro Muni-cipal General San Martn.

    Sobre esta experiencia, Mara Casares, inserta de lleno en la brutalmutacin realizada por el teatro europeo de la posguerra, y por el fran-cs en particular, dijo a Jos Monlen:

    Creo que yo trabaj con Margarita en un momento en que se separabadel teatro, quiz porque, despus de tantos aos de trabajo, haba llegado aese punto en el que cuesta seguir. Pienso que, pese a ello, acept hacerYerma, porque la vimos como una especie de transmisin de algo, el paso deuna persona a otra, con su gran carga simblica. En definitiva, estoy muycontenta de haber trabajado con Margarita, incluso en las condiciones enque lo hice.

    CON EL ADEFESIO, A ESPAA

    Lo potico es poltico tambin. Para empezar, la poesa es libertad. Sin libertad no ser poesa, ser

    otra cosa. En este caso se hace lo que se puede, pero la poesa est ahogada.

    La vuelta a Espaa de Mara Casares tuvo como pretexto el estre-no de la obra El Adefesio, de Rafael Alberti3. Para la actriz fue un buenpretexto porque la idea de entrar en su pas en calidad de turista ledesagradaba profundamente. Mara, ante todo, necesitaba venir a cal-mar, a apagar en lo posible su nostalgia, su morria gallega. Pero, fiel aesa conducta lineal suya, necesitaba, para su presentacin en el teatroespaol, una obra concreta, y por eso accedi a estrenar en Madrid ElAdefesio. Mara, y as lo expres en varias ocasiones, no hace una polti-ca de partido sino que ejerce la poltica en su acepcin ms amplia ygenerosa, a travs del teatro. No cree en el apoliticismo y afirma: esoes imposible para un artista.

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  • El Adefesio constituy un acontecimiento artstico y extraartstico.Supuso un acercamiento a cosas y a gentes mticas: la cultura, el arte, lapoltica, liberadas del yugo franquista. Por otra parte, el autor, RafaelAlberti, un poeta exiliado; la protagonista, Mara Casares, una actriz uni-versal, tambin exiliada, formada en Francia y prcticamente desconoci-da en su pas. Nos encontrbamos en unos momentos de gran eferves-cencia, en los que una parte importante del pueblo estrenaba libertadesnuevas para ella, puesto que la inmensa mayora haba nacido despus de1936. Para otros, se iniciaba el reencuentro con el clima y situacionessimilares a las de su juventud perdida. La eclosin espaola de MaraCasares tuvo alcances y ecos de gran magnitud.

    A travs de todos los medios informativos, sin excepcin, la eximiaactriz pudo darnos cumplida noticia de su labor, en el largo destierro, yconfiarnos tambin sus primeras impresiones espaolas:

    En cuanto a la Espaa objetiva, la encuentro borracha le deca a AnaBasualdo. Abren unas ventanitas y la gente se precipita por esas ventanitas.Hay un desgaste total de energa ya en el hablar. Es increble lo que se hablaen este pas. Se habla a gritos y uno se pregunta si queda un poco de energapara hacer. Por otro lado, los espaoles son clidos y naturales. Estoy partidaen dos entre la ternura (porque se notan tanto los cuarenta aos de ahogo yde castracin) y el enfado. Y luego lo que me parece que es el cncer espaol:la falta siquiera de un esfuerzo de objetividad. Es el yo antes que nada. Y unaafirmacin sumamente primitiva del yo. Creo que para que Espaa encuentreun camino hay que tratar de concentrarse un poquito. Me da la impresin.

    La poltica no es slo los partidos. La poltica es el resultado de una vida.Espero que esta borrachera de poltica se calme y aparezca un equilibrio.Para hacer una buena poltica, habra que pasar por la vida de cada uno.

    En Europa entera habra que inventar una nueva poltica. Frente a unosproblemas enormes e increbles, hacemos una poltica demasiado localista,demasiado limitada. Como si el resto no importase. Hay que ver el mundode otra manera. Y hay que inventar otro mundo4.

    En 1980, Mara Casares publicaba un hermoso libro autobiogrficoResidente privilgie (Residente privilegiada). La actriz convertida en una

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  • esplndida escritora se desnudaba, como si estuviese en escena. Dedica-ba la obra A las personas desplazadas. Porque yo desde que abandonEspaa, en 1936, he vivido en estado de urgencia, confesaba la trgica.Este libro supuso para Mara Casares el reencuentro amoroso con susorgenes y el fertilizar su esperanza en el ser humano, para seguir dispo-niendo de esa dosis de humor y de inocencia que necesitaba para vivirentre bastidores y en escena, porque, reconoci, que su Patria era el tea-tro hasta siempre en Charente (Francia) el 22.12.1996.

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  • NOTAS

    1 - Albert Camus naci en Mondovi (Argelia) en 1913. En 1957 recibael Premio Nobel Literatura. Es, por tanto, despus de Rudyard Kipling,el escritor que ha recibido ms joven el importante y decisivo premio deliteratura. Hijo de un modesto artesano francs y de madre espaola,Camus vivi una infancia y una juventud precarias. Estudiante de la Fa-cultad de Letras de Argel, ejerce al mismo tiempo un oficio para ganarsela vida. En Argel hizo periodismo hasta 1939, ao en que se traslad aPars, y empez a escribir en Combat, peridico clandestino de laResistencia. Con El mito de Ssifo y El extranjero, publicados en 1942,Camus conquista, junto con Sartre, el cetro de la nueva literatura, queantes de la guerra haba ostentado Malraux, maestro de los dos. Termi-nada la guerra, Camus escribe para el teatro El malentendido y Calgula,con Mara Casares y Grard Philipe como protagonistas. En 1951, a razde la aparicin de El hombre en rebelda, se produce la ruptura con Sartrey el existencialismo, episodio que ms tarde relatara Simone de Beau-voir en su obra Los mandarines, Albert Camus result muerto en un acci-dente automovilstico, en enero de 1960, en Villeblevin, Yonne (Fran-cia). Bibliografa: El derecho y el revs (1937), Bodas (1939), El extranjero(1942), El mito de Ssifo (1943), El malentendido (1944), Caligula(1945), Cartas a un amigo alemn (1946), La peste (1947), El estado de sitio(1948), Los justos (1949), El hombre en rebelda (1951), El verano (1954), Lacada (1956), El exilio y el reino (1957), Actuales (1949-1954-1958).

    2 - Principales obras protagonizadas por Mara Casares: Deirdre de los Do-lores, de Synge (1942); Solness el constructor, de Ibsen (1943); El viaje de Te-seo, de Georges Neveux (1943); El malentendido, de Carnus (1944); La pro-vinciana, de Turgueniev (1945); Las bodas del estaador, de Synge (1945);Federigo, de Ren Laporte (1945); Los hermanos Karamazov, de Jacques deCopeau y de Jean Crou, segn Dostoievski, y Romeo y Julieta, deAnouilh, Las Epifanas, de Henri Pichette (1947); El estado de sitio, deCamus (1949); El Rey pecador, de Julien Gracq (1949); Los justos, de

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  • Camus (1949); La segunda, de Leopold Marchand y Colette (195l); El dia-blo y el buen Dios, de Jean Paul Sartre (195l); Seis personajes en busca de autor,de Pirandello (1952), y Don Juan, de Molire, y La carroza del Sacramento,de Mrime. En 1954 estrena El enemigo, de Julien Green, y este mismoao entra a formar parte del equipo del Teatro Nacional Popular, endonde interpretar, bajo la direccin de Jean Vilar: Macbeth, de Shake-speare; La ciudad, de Claudel; Mara Tudor, de Vctor Hugo; El triunfo delamor, de Marivaux; Este loco de Platanov, de Chjov; Fedra, de Racine; Lacarroza del Sacramento, de Mrime, y El sueo de una noche de verano, deShakespeare. En 1960 volvi al teatro comercial para interpretar Queridomentiroso, de Jerme Kitty. En 1963 interpret en el espectculo de Mau-rice Bejart La reina Verde. Ms tarde interpretara Madre Coraje, deBrecht... entre otras obras.

    3 - En realidad no era un estreno riguroso en Espaa, grupos indepen-dientes haban realizado algunos montajes de la obra albertiana. Elestreno mundial de El Adefesio tuvo lugar en Buenos Aires, en el TeatroAvenida, el 8 de junio de 1944, por Margarita Xirgu y su Compaa-Escuela. En el reparto figuraban los actores Amelia de la Torre, TeresaLen, Edmundo Barbero, Mara Gmez, Isabel Pradas, Gustavo Bertot,Miguel Ortn, Eduardo Naveda, Jorge Closas, Jos M. Navarro y Alber-to Closas.

    4 - "Mara Casares. El teatro como exorcismo". Revista Bazaar,Barcelona, junio de 1977, pg. 67.

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  • Mara de Maeztu doctora Honoris Causa del Smith College (EEUU)

  • M a r a d e M a e z t u

    Qu fuerza ms enorme ser es ya la mujer espaola, tan pronto como se

    libre del sofocante encierro de la casa-crcel! En toda su existencia un vergonzoso

    engao la ha inclinado hacia la tierra, la ha corrodo por dentro,

    como la herrumbre.KOLTSOV, Diario de la Guerra de Espaa

    Mara de Maeztu, de la Institucin Libre de Enseanza, fue la granimpulsadora de la cultura femenina en Espaa, hasta mediado el primertercio del siglo XX. Mara de Maeztu sera nuestra embajadora en lasUniversidades europeas y americanas, cuando la formacin universitariafemenina daba en nuestro pas los primeros pasos. En 1910, el ministrode la Instruccin Pblica, Julio Burell, derogaba una orden de 1888, yotorgaba la oficialidad universitaria a la mujer. En adelante podr matri-cularse libremente, sin tener que solicitar autorizacin especial a laDireccin General de Instruccin Pblica, agregada entonces al Minis-terio de Fomento. Julio Burell, en su parlamento, record las casi olvi-dadas leyes de Alfonso el Sabio, que admitan a la mujer en las Universi-dades. As que ms que decretar y conceder dijo, lo que he hecho hasido reconocer sus derechos1.

    GRAN PEDAGOGA

    Mara de Maeztu Whitney naci en Vitoria, el 18 de julio de 18812. Supadre, Manuel de Maeztu Rodrguez, de Cienfuegos (Cuba), de origennavarro, conoci a Juana Whitney, hija de un diplomtico ingls, enPars, y se uni a ella cuando la novia tena diecisis aos. Se instalaronen Vitoria, donde les nacieron cinco hijos: Ramiro, ngela, Miguel,Mara y Gustavo. La inesperada muerte del hacendado Maeztu en Cuba,dej a su familia en la ruina, por confusos problemas administrativos.

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  • Juana, mujer de frgil aspecto, pero de fuerte personalidad, se trasla-d con sus hijos a Bilbao y mont una residencia de seoritas en la quepodan cursarse estudios, completar la educacin, aprender o perfeccio-nar idiomas y cultura general. Mara de Maeztu estudi Magisterio y mstarde Derecho, y en ella su madre tuvo una precoz y eficaz colaborado-ra. En 1902 empez a ejercer su profesin de maestra en una escuela.Mara reform la enseanza, implant las clases al aire libre, fund lasprimeras cantinas y colonias escolares. Muy pronto destaca por su elo-cuencia, sus claros conceptos y sus ideas revolucionarias sobre la ense-anza. Invitada por la Universidad de Oviedo a dar unas conferencias,formula uno de sus conocidos principios pedaggicos:

    Es verdad el dicho antiguo de que la letra con sangre entra, pero no hade ser con la del nio, sino con la del maestro.

    Su labor como conferenciante fue extraordinaria, su gran talento ora-torio llenaba las salas de los colegios, institutos y centros educativos yculturales para escuchar sus Conferencias pedaggicas. El periodistaM. Aranaz Castellanos, de El Liberal bilbano, en su crnica de 23 dejulio de 1904, recreaba la atmsfera que reinaba en la sala, en una con-ferencia de Mara:

    Arrollse el velo al sombrero, dejando al descubierto su interesante ros-tro de nia, y comenz a hablar como habla ella, sin afectacin ni encogi-miento, con palabra segura y persuasiva.

    No haban transcurrido diez minutos cuando sonaron los primerosaplausos, cuando el auditorio todo, cautivado y entusiasta, se renda a la ora-dora con armas y bagajes... Mara empez combatiendo la teora de que lamujer es inferior al hombre, fsica, intelectual y moralmente, por ser mspequeo su cerebro que el del hombre, segn las teoras de Moebius. Lamujer deca debe tener las mismas opciones culturales que su compae-ro. Debe ir al matrimonio con igualdad de derechos y deberes. Es precisoque se abran a la mujer horizontes para vencer, en iguales condiciones queel hombre, en la lucha por la vida, sin que tenga que depender de l. Preci-sa ponerla a su nivel y hacer de ella no slo la compaera que anima la lucha,

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  • sino la que une su esfuerzo al de su compaero y sigue sus huellas cuandolos reveses y el cansancio hacen que l desfallezca. Y cuando la mujer tengamedios de vencer en la lucha por la existencia, ir al matrimonio, no mirn-dolo como la tabla de salvacin y aceptando a cualquiera, sino eligiendo ysiguiendo los impulsos de su corazn.

    Justificaba el divorcio por ser el nico camino que queda cuando los cn-yuges no han logrado identificarse. Arremeta contra la injusticia que supo-ne el perdonar todas las faltas de los hombres y execrar a la mujer a quiense engaa. Habl del concepto equivocado en Espaa respecto a la tenden-cia fundamental del feminismo. Su finalidad era la emancipacin social yeconmica de la mujer. Combatiendo el criterio de educar a la mujer slopara el hogar y no para la sociedad que comparte con el hombre. Y para ter-minar dijo que la ignorancia de la mujer era la causa de la barbarie y que consu instruccin estaba asegurado el triunfo de la libertad, la igualdad y la fra-ternidad.

    En 1908, Mara forma parte, como observadora, de la Comisinnombrada por el Gobierno para el certamen pedaggico celebrado enLondres. A su vuelta, en la sociedad bilbana El Sitio da una conferenciaen la que afirma que El progreso de Inglaterra se debe, no a las pecu-liares condiciones de la raza y el clima, sino a los elementos predomi-nantes en la direccin de aquel pas, singularmente a la accin social dela escuela.

    LA RESIDENCIA INTERNACIONAL DE SEORITAS

    Se fund en Madrid en 1915, bajo la direccin de Mara de Maeztu,regida por las mismas normas de la clebre Residencia de Estudiantes,creada por la junta para Ampliacin de Estudios, que presida SantiagoRamn y Cajal y tena como secretario a Jos Castillejos3. Se instal enFortuny, 14, cerca de la Castellana, en el primitivo edificio de la Resi-dencia de Estudiantes antes de trasladarse a la calle del Pinar, en losAltos del Hipdromo; la Colina de los Chopos, como la llam JuanRamn Jimnez. El origen de la institucin era:

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  • ...ser el hogar espiritual donde se frage y depure, en corazones jvenes,el sentimiento profundo de amor a la Espaa que se est haciendo, a la quedentro de poco tendremos que hacer con nuestras manos...

    All se acoga a las estudiantes que, procedentes de toda Espaa, ibana estudiar a Madrid, en un ambiente de convivencia humana y culturalque completaba el de la Universidad. Haba un pabelln destinado a laspersonalidades intelectuales femeninas extranjeras que visitaban nuestropas y que, en aquel tiempo, se vean obligadas a albergarse en conven-tos, lo cual no siempre era del agrado general. Las residentas estaban encontacto con profesores, escritores, artistas nacionales y extranjeros, quedaban conferencias, realizndose toda clase de intercambios culturales,en tertulias, lecturas comentadas, representaciones, conciertos, visitas amuseos, excursiones a ciudades y pueblos. La Residencia de Seoritastuvo gran significacin para la cultura femenina espaola. Mara deMaeztu, con su prestigio personal y cultural, mantena el espritu de laResidencia, en un ambiente grato y atractivo para las universitarias y losvisitantes vinculados y residentes, como Marie Curie. Asiduos contertu-lios fueron Ortega y Gasset, Prez de Ayala, Eugenio Montes, Menn-dez Pidal, Maran, Juan Ramn, Azorn, Pancho Cosso, Jorge Zala-mea, Pedro Salinas, Vicente Huidobro, F. Garca Lorca...

    Cmo era Mara de Maeztu, de la que tan presto se han borrado superfil fsico e intelectual? Salvador de Madariaga dice en Espaoles de mitiempo: Mara, sin ser una beldad, no dejaba de tener cierto atractivofemenino. Y el diplomtico chileno Carlos Morla nos ha dejado uncabal retrato de la gran pedagoga vasca:

    Mara de Maeztu es una mujer de calidad excepcional, en extremo cultay de una actividad asombrosa... Su actuacin en la Residencia de Seoritas essencillamente prodigiosa y no cabe duda de que ninguna ha hecho lo que ellapor la cultura femenina en Espaa. Notable conferenciante, pedagoga mag-nfica, organizadora insuperable, no se le ha tributado an, a mi juicio, elpanegrico que a su obra corresponde. Ya vendr su hora. As lo esperamos.

    Rubia, de estatura menuda, nerviosa, vibrante, se expresa con una locua-cidad tal, que, a veces, es casi imposible seguirla. Es inconcebible la cantidad

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  • de cosas que hilvana en tan breve perodo. Es una tarabilla, pero llena de cri-terio y de buen sentido: una tarabilla que sabe lo que dice.

    Sin el menor aspecto varonil, no tiene, sin embargo, tiempo para ser feme-nina. Viste de cualquier manera, sin ninguna coquetera, y es inexistente en ellatodo espritu de conquista. Lleva puesto un abrigo de carcter indeterminadoy un sombrerito en la nuca, siempre el mismo, al cual Federico Garca Lorcale ha dedicado, con cario, una copla inofensiva con acompaamiento de gui-tarra: El sombrerito de Mara. Dice que es moda llevarlo as, pero, en ella,dirase que se le va a caer... o que ya se le ha cado4.

    Federico Garca Lorca fue muy amigo de Mara de Maeztu. Se cono-cieron en casa de Carlos Morla y all naci su entraable relacin y la asi-duidad con que el poeta frecuentaba la Residencia de Seoritas. El 16 demarzo de 1932, Federico lea en el saln de actos de la residencia su Poetaen Nueva York. Aquel ambiente resultaba gratsimo para el poeta grana-dino y cuatro meses ms tarde, a la hora de iniciar los ensayos de lasobras5 que preparaba para La Barraca, lo hace en la Residencia. En latarde asistimos a un ensayo de La Barraca, dirigida por Federico, en laResidencia de Seoritas. En mangas de camisa, activo, lleno de ardor yconsciente de su autoridad, se mueve de un lado a otro impartiendordenes. Su dinamismo asombra y contagia... toman parte de ella infini-dad de muchachas y muchachos... Federico se agita, se entusiasma, ges-ticula, grita y se siente confortable, contento, en su ambiente, escribiraen su Diario Carlos Morla5.

    A continuacin transcribimos el testimonio de Victoria Kent sobre laResidencia, de la que form parte en sus aos universitarios y que, almismo tiempo que ampla nuestra informacin, nos recrea el ambienteque se viva en la institucin femenina:

    La Residencia de Seoritas signific un gran avance en la vida de las estu-diantes espaolas, una obra valiosa de evolucin liberal y moral, inspirada porla Junta para Ampliacin de Estudios. Solucion el problema del alojamientoen pensiones y casas de huspedes, nicos medios de que disponan las estu-diantes de provincias que deseaban cursar materias superiores en Universida-des u otros centros superiores en Madrid. La solucin fue perfecta.

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  • Mara de Maeztu fue la directora. Era inteligente y tena condiciones paradirigir la nueva institucin; un poco distante, en general, pero siempre quese necesitaba acudir a ella con alguna consulta, era atenta y grata la entre-vista. Asista a las comidas; despus de la cena nos reunamos en el saln aconversar; algunas veces el piano sonaba y bailbamos un poco. La directo-ra estaba presente en estas reuniones.

    Tenamos una buena biblioteca, yo estaba encargada de ella, presentabaa nuestra directora la lista de nuevas adquisiciones y ella aprobaba o en algu-nos casos eliminaba alguna que otra obra.

    El ambiente creado por las residentes era fraternal y convivamos cor-dialmente con todas las ideologas.

    Disponamos de toda libertad para asistir a nuestras clases, bien en la Uni-versidad, bien en otros centros culturales. Pero las salidas de noche slo eranpermitidas si bamos acompaadas por algunas amigas o familia responsable.

    No tenamos contacto con la Residencia de muchachos, es decir, no ten-amos reuniones conjuntas, pero s podamos asistir a las conferencias que seorganizaban all.

    Uno de los permisos ms importantes para muchas de nosotras era ir ala sierra en los fines de semana para hacer esqu y all, en el chalet Pealara,pasbamos la noche. Siempre bamos en grupo.

    Es un deber poner de relieve el valor inestimable que ha tenido la decisinde Mara de Maeztu al aceptar la labor que le encomend la Junta paraAmpliacin de Estudios de dirigir, en aquellos comienzos de este siglo, unaInstitucin de carcter laico que haba de transformar la vida de las mucha-chas estudiantes, acostumbrndolas al disfrute consciente de una libertadfructfera.

    Mara de Maeztu dirigi la Residencia mientras hubo libertad en Espaa;llegada la sublevacin franquista, emigr a la Argentina. All falleci aosdespus.6

    DISCPULA DE UNAMUNO

    Mara de Maeztu fue discpula de Unamuno en la Universidad deSalamanca y de Ortega y Gasset en la de Madrid. Las ideas orteguianasinfluyeron mucho en la formacin de Mara; haban sido condiscpulos

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  • en la Escuela alemana de Marburgo, donde estudi la filosofia neokan-tiana con el profesor Cohen y la pedagoga social con Pablo Natorp.Entonces naci el amor que Mara guard siempre para su compaero.Mara estaba pensionada por el Gobierno espaol para ampliar sus estu-dios y conocer los nuevos mtodos pedaggicos europeos, en Pars, enBruselas, en el Kings College de Oxford y en las americanas de Colum-bia, Smith, Wellesley, Bryn-Baner. A su regreso a Espaa dio a conocersus experiencias en publicaciones y conferencias7.

    En Londres, represent a Espaa en el Primer Congreso de la Fede-racin Internacional de Mujeres Universitarias. En 1923 fue delegadapor el Gobierno espaol para tomar parte en el Congreso de EducacinMundial que tuvo lugar en San Francisco de California.

    EL INSTITUTO-ESCUELA

    El 10 de mayo de 1918, un Real Decreto daba paso a la creacin delInstituto-Escuela. Se trataba de un nuevo ensayo pedaggico de Segun-da Enseanza bajo el patrocinio de la Junta para Ampliacin de Estu-dios. Mara de Maeztu, por su prestigio pedaggico, fue llamada a dirigirla Seccin Primaria, con la ayuda de un grupo de extraordinarias maes-tras como Mara Goyri, su hija Jimena Menndez Pidal, Josefa CastnZuloaga, Juana Moreno, Teresa Recas...

    El Instituto se instal en el edificio del antiguo Instituto Internacio-nal de Boston, cedido a la Junta en ventajosas condiciones. El Instituto-Escuela de Segunda Enseanza comprenda una seccin preparatoria denios y nias, el internado y las clases de alumnas de bachillerato. Lacasa, con traza y empaque de palacio, careca de esa clsica pobreza delos establecimientos oficiales de enseanza en Espaa, as como de lasuntuosa rigidez de los colegios fundados, dirigidos y explotados por lasopulentas rdenes religiosas. Tena aires hogareos, con sus grandes ynobles ventanales, abiertos a las avenidas de Miguel ngel, del Cisne yla de Almagro, y un hermoso jardn.

    En el Instituto-Escuela no haba libros de texto, sino un cuaderno detrabajo donde los alumnos anotaban las explicaciones del profesor. Nose estudiaba de memoria. Siempre que era posible las clases se celebra-

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  • ban al aire libre. Se hacan excursiones y mucho deporte. La enseanzade la lengua castellana se estudiaba con ejercicios especiales de diccin,de vocabulario, de lecturas, de recitacin, de redaccin, de literatura, denarracin y composicin. La Geografa, con prcticas de cartografa yconstruccin de mapas en relieve, de arcilla y de cartn. Las lecciones deHistoria se enriquecan con visitas al Museo Arqueolgico, al del Prado,al del Arte Moderno y, sobre el terreno, en los lugares histricos. El estu-dio de las Matemticas se facilitaba con toda clase de material capaz dedar amenidad a la asignatura. La Biologa, la Botnica y la Zoologa noslo se estudiaban en las colecciones del Instituto, sino tambin conexcursiones al campo y visitas al parque Zoolgico y al Museo Nacionalde Ciencias Naturales...

    De todas las novedades e innovaciones, fruto de los revolucionariosmtodos docentes del Instituto-Escuela, dos fueron motivos de particu-lar escndalo para la gente que vea con malos ojos las tareas del Insti,como le llamaban familiarmente los alumnos: la coeducacin de nios ynias, y la libertad o ausencia de religin en las clases.

    La escritora Carmen Bravo-Villasante, alumna del Instituto-Escuela,nos evoc:

    Se estudiaban idiomas, el francs era obligatorio, y se escoga entre elingls o el alemn. Aparentemente no se trabajaba nada, no se obligaba anada, y el alumno tena la sensacin de pasarlo bien y de escuchar nada msa los profesores... Los profesores eran nuestros amigos, su vocacin y suentrega era completa; el sistema de las tutoras, ejemplar; el plan de estudios,perfecto. Nos bamos a nuestras casas los sbados deseando que llegase ellunes para volver al colegio, no tenamos tareas ni deberes, no tenamos obli-gaciones monstruosas, como los nios de ahora... Yo deseo que todos losnios y todos los jvenes que estudian salgan de su colegio como yo saladel mo, con el recuerdo de una de las pocas ms maravillosas de mi vida.

    Al Instituto-Escuela asistieron, entre otros, los hijos de Negrn, deGiral, de Araquistin, de Barns, de Medinaveitia, de Garca Sanchs, deSalaverra, de Saborit, de Giner, de Ortega y Gasset, de Madariaga, deAzcrate, de Casares Quiroga...

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  • Cuarto de estudio de Mara de Maeztu

  • EL LYCEUM CLUB FEMENINO

    En 1926 se fundaba en Madrid un Lyceum Club Femenino, bajo lapresidencia de Mara de Maeztu, con las mismas caractersticas de los yaexistentes en Europa. Maeztu vena trabajando en sus bases y desde unprincipio ella abogaba por un club mixto, pero tuvo que aceptar el regla-mento internacional que rega en Europa. De acuerdo con los estatutos,se constituyeron las secciones de Literatura, Ciencias, Artes Plsticas eIndustriales, Social, Musical e Internacional. La escritora Isabel Oyarz-bal de Palencia, Beatriz Galindo, explic al periodista Julio Romano,de La Esfera, la constitucin y los fines del Club:

    Como leer usted en los Estatutos de la Asociacin, sta es ajena a todatendencia poltica o religiosa. Hace tiempo que queramos tener una casadonde poder reunirnos y traer a nuestras amigas, seoras extranjeras. Al lle-gar a Espaa se lamentaban ellas y nosotras de no tener un club, como losque tienen la mujeres de Pars, Londres, Berln, Roma y Amsterdam. Sloen Suiza hay siete! Esto, que parecer una novedad inquietante en Espaa,es una cosa vieja en Europa... Trataremos de fomentar en la mujer el espri-tu colectivo, facilitando el intercambio de ideas y encauzando las actividadesque redunden en su beneficio; aunaremos todas las iniciativas y manifesta-ciones de ndole artstica, social, literaria, cientfica, orientadas en bien de lacolectividad.

    El Lyceum Club se instal en la calle de las Infantas, 31. Formaron lajunta directiva: vicepresidentas, Isabel Oyarzbal y Victoria Kent; secre-taria, Zenobia Camprub; vicesecretaria, Miss Helen Phipps; tesorera,Amalia Galinizoga, y bibliotecaria, Mara Martos de Baeza.

    El Lyceum Club se mont sin ayuda oficial, simplemente con el tenazesfuerzo de un grupo de mujeres entre las que se encontraban las figu-ras de mayor prestigio intelectual del momento en el pas. CarmenMonne de Baroja, para recaudar fondos, organiz funciones y rifas decuadros en su teatrito particular El mirlo blanco8.

    El Lyceum Club tuvo un gran impacto en el panorama cultural espa-

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  • ol, en el que la mujer, a excepcin de una minora reducida y dispersa,viva al margen de cualquier actividad colectiva con un comportamientonormalmente desfasado y anacrnico. Porque no era slo un lugar dereunin, donde poder tomarse una taza de t y cambiar impresiones,sino centro cultural donde Mara de Maeztu organizaba cursillos, confe-rencias, conciertos, exposiciones, a cargo de intelectuales, cientficos yde artistas nacionales y extranjeros. Garca Lorca dio en sus salones laconferencia Imaginacin, inspiracin y evasin en poesa, Unamunoley all su drama Raquel encadenada; Rafael Alberti se present una tardede noviembre, vestido de tonto, metido en una levita inmensa, con unpantaln de fuelle, cuello ancho de pajarita y un pequeo sombrerohongo, con una paloma enjaulada en una mano y un galpago en la otra,ya que la conferencia se llamaba: Palomita y galpago (No ms artrti-cos!) y arm la marimorena, sorprendiendo a unos, escandalizando aotros y divirtiendo a los dems. Benavente, en cambio, el da que le invi-taron a dar una conferencia en el Lyceum, replic: A m no me gustahablar a tontas y a locas.

    Los xitos, halageos y prometedores, del Lyceum sirvieron de ter-mmetro para revelar el estado de opinin, la sensibilidad y el inters dela mujer espaola por superar la mediocridad y el aislamiento que domi-naban su vida. Para nosotros, a ms de medio siglo de perspectiva, si nofuera suficiente lo positivo del programa, podramos medirlo por lacampaa virulenta que el Lyceum levant desde su fundacin, inspiradaen el hecho de que era la primera asociacin femenina que no estababajo el feudo de la sotana.

    Ricardo Baeza, en un artculo publicado en El Sol y titulado El blan-co y el negro. (Una lanza por el Lyceum.) deca: ... de la cultura de lasmujeres depende el ambiente cultural de un pueblo, ya que a su cuidadoest la formacin moral y social del nio, y su influencia, aparente olatente, sobre el hombre contina siendo, mal que nos pese, un factordecisivo en la vida del Estado.

    La causa escriba Baeza no hay que esforzarse mucho en buscarla,cualquiera medianamente avisado podra dar por supuesta e inevitable lacampaa: Cultura, internacionalismo, progreso espiritual de la mujer...

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  • Dnde para nuestro elemento clerical y nuestros mal llamados catlicosvicios ms nefandos? Y, cmo iban a permitir esos elementos que hubieseun solo organismo femenino, y ms de la importancia con que ste se anun-ciaba, que no llevara el sello confesional, y el Sagrado Corazn de Jessfuese entronizado, y los hijos de San Ignacio dirigieran e informaran todassus actividades?9.

    Como los innumerables ataques, alusiones y una circular de la Uninde Damas Espaolas no parecan surtir efecto, el director espiritual delas Hijas de Mara las puso en la disyuntiva de darse de baja en elLyceum, o devolver la medalla de la Congregacin. Hablndoles con ira-cundia del lugar en donde facilitaban todo gnero de lecturas, desde elCorn hasta el Ripalda. La campaa culmin con un extenso e intensoanlisis que, en Iris de Paz rgano Oficial de la Archicofrada del Inma-culado Corazn de Mara y del comit ejecutivo de la Obra de la BuenaPrensa, haca en cuatro nmeros consecutivos del 26 de junio al 17 dejulio de 1927, firmado por un clrigo, bajo el seudnimo de Lorven. Enel escrito se calificaba a las socias del Lyceum de mujeres sin virtud nipiedad, con las piernas al aire; se insinuaba que el Lyceum era un casi-no con todo, en donde la mujer perda el sentido de la propia digni-dad. Se tildaba de verdadera calamidad para el hogar y enemigo naturalde la familia y en primer lugar del marido, cuya autoridad se invoca paraponer coto a tantos males. Se aseguraba que los hijos de esas seorasaltruistas eran muy desgraciados, por tener una madre licemana. Seproclamaba la institucin como un gravsimo peligro que amenaza anuestra fe y a nuestra sociedad y conclua:

    La sociedad hara muy bien recluyndolas como locas o criminales, enlugar de permitirles clamar en el club contra las leyes humanas y las divinas.El ambiente moral de la calle y de la familia ganara mucho con la hospita-lizacin o el confinamiento de esas fminas excntricas y desequilibradas.

    La Junta del Lyceum, que vena soportando con indiferencia lasembestidas y diatribas nacidas de la ignorancia y el fanatismo, decidientonces llevar el caso a los tribunales, confindolo a dos de sus princi-

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  • pales animadoras: Victoria Kent y Matilde Huici.El Lyceum Club, en 1939, fue confiscado por la Falange y la Seccin

    Femenina lo convirti en el Club Medina.

    DOCTORA HONORIS CAUSA

    En 1926, Mara de Maeztu fue invitada por la Institucin CulturalEspaola de la Repblica Argentina para explicar un curso en la Uni-versidad de Buenos Aires. En aos anteriores haban ocupado esa cte-dra Menndez Pidal, Ortega y Gasset, Cabrera, Casares y otros ilustresprofesores. Horas antes de embarcar, Mara declaraba:

    Voy a dar una serie de conferencias en Buenos Aires y Montevideosobre problemas actuales de educacin, tratar de los temas de psicologa dela infancia, de la adolescencia y de la juventud. Ello me permitir utilizar elresultado de mis estudios filosficos y la experiencia de veinticinco aos delabor en la enseanza. De la poca de mi primera juventud, en que dirigdurante diez aos una escuela pblica en Bilbao, conservo una cantidad dedatos observaciones y recuerdos que me han servido de material inicial enmis ensayos sobre psicologa de la infancia...

    En 1927 fue nombrada profesora extraordinaria de la Columbia Uni-versity, de Nueva York, donde explicara un curso en aquella Universi-dad. Despus ira a Cuba, a la Universidad de La Habana, a dar un ciclode conferencias; all volvera dos aos ms tarde. En 1930, en la Uni-versidad de Mxico, da un curso de conferencias sobre la psicologapedaggica y es nombrada profesora honoraria. Luego viaja a Londres,a explicar en cuatro disertaciones el mismo tema. En Oxford hablasobre La mujer espaola. Es nombrada doctora Honoris Causa delSmith College (Estados Unidos). En Espaa le confan el cargo de Con-sejero de Instruccin Pblica.

    LA PRESTIGIOSA Y DURA FAMILIA DE LOS MAEZTU

    El 31 de julio de 1936 es detenido el escritor Ramiro de Maeztu, her-

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  • mano de Mara, y conducido a la crcel de Las Ventas. Tras un simula-cro de juicio fue fusilado en la madrugada del 29 de octubre. ste fueun golpe terrible para Mara, que abandon Espaa y se instal en Bue-nos Aires. La Universidad bonaerense le encarg el seminario de Didc-tica. Espaa perda para s la excepcional inteligencia de Mara de Maez-tu, como iba a perder a tantos miles de espaoles, que arraigaran y dar-an sus mejores frutos en tantas Universidades del mundo.

    Mara de Maeztu no regres a Espaa hasta febrero de 1947, con moti-vo de la muerte de su hermano Gustavo, pintor que haba presentado enla Exposicin Nacional de Bellas Artes de 1924 un Retrato de mi hermanaMara. Doa Juana, su madre, haba muerto ao y medio antes, a la edadde ochenta y nueve aos, en Estella (donde la sorprendi la sublevacinmilitar de julio de 1936), pues a raz de la muerte de Ramiro, vendieron lacasa de Bilbao y se quedaron para siempre en tierras navarras. Doa Juanacontinu dando clases hasta poco antes de su muerte. El Ayuntamientode Estella ha dedicado al tercero de los hermanos el Museo de PinturaGustavo de Maeztu, donde se conserva gran parte de su obra.

    Mara Laffite reproduce en su libro La mujer en Espaa algunos frag-mentos de cartas de Mara; en abril de 1939, escriba a una amiga:

    ... y bien, ya tenemos la victoria. Con las banderas victoriosas no havuelto Ramiro. Esto es para m la nica realidad verdadera. No oir ms suvoz ni sentir que me iluminan sus ideas.

    Cuando Mara regres a Espaa, en 1947, hubiese deseado asumir denuevo la direccin de la Residencia de Seoritas (entonces ColegioMayor Santa Teresa), que por entonces diriga Matilde Marquina. Poreso escribi: Todava no me resigno a la idea de que tengo que perderaquella obra tan infinitamente querida.

    Este prolongado destierro confesaba nostlgica en otra ocasin meproduce una melancola infinita... Me hubiera gustado tanto pasar los lti-mos aos de mi vida en esa tierra para confundirme con ella... Podra hacer-lo sin trabajar, claro est. Pero tengo todava tal dinamismo y la cabeza tanfirme que mi circunstancia haba de parecerme un cementerio.

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  • Mara de Maeztu era tan slo una mujer madura cuando se le ade-lant la muerte, en Mar del Plata, el 7 de enero de 1948. Con ella se ibaotro miembro de la prestigiosa y dura familia de los Maeztu, como loscalificara Ramn Gmez de la Serna.

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  • NOTAS

    1 - De la revista La Enseanza son estas elocuentes cifras sobre la pre-sencia femenina en los claustros universitarios espaoles: 1900: 2 alum-nas, 1918:135; 1921:221, 1925:542 y 1927:1244.

    2 - Ver: Isabel Prez-Villanueva Tovar. Una mujer en el reformismo educativoespaol. Universidad Nacional de Educacin a Distancia, Madrid, 1989.

    3 - Ver: Irene Claremont de Castillejo. Respaldada por el viento. Traduccinde Jacinta Castillejo. Editorial Castalia, Madrid, 1995.

    4 - Carlos Morla Lynch: En Espaa con Federico Garca Lorca. Aguilar,Madrid, 1958, pg. 93.

    5 - La Barraca preparaba La guardia cuidadosa y La cueva de Salamanca,entremeses cervantinos, que se representaran en julio de 1932, en laplaza de Burgo de Osma. La vida es sueo y El gran teatro del mundo, deCaldern; El burlador de Sevilla, de Tirso; Fuenteovejuna, de Lope y La his-toria del soldado, de Ramuz, con msica de Stravinski.

    6 - Semblanza biogrfica de Mara de Maeztu, enviada por Victoria Kenta A. Rodrigo, Nueva York, 24-4-1978.

    7 - Unas de las obras ms importantes de Mara de Maeztu son losensayos El problema de la tica, la enseanza de la moral y Antologa del sigloXX. Prosistas espaoles. Semblanzas y comentarios. Espasa Calpe.

    8 - Amparo Hurtado, El Lyceum Club Femenino (Madrid, 1926-1939),Boletn Institucin Libre de Enseanza, II poca, diciembre 1999,n 36, pp. 28 y ss. Carmen Baroja, Recuerdos de una mujer de la generacin del98, prlogo, edicin y notas de A. Hurtado, Barcelona, Tusquets, 1998,p. 29. Clara Campoamor, La Revolucin espaola vista por una republicana,

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  • traduccin de Eugenia Quereda Belmonte. Estudio introductorio, edicin ynotas de Neus Samblancat, Universidad Autnoma de Barcelona, 2002.

    9 - El Sol. Madrid, 21-8-1927.

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  • Antonia Merc en 1914. La reina de las castauelas

  • A n t o n i a M e r c L a A r g e n t i n a

    LA REINA DE LA DANZA ESPAOLA

    La primera condecoracin que entreg el Gobierno de la SegundaRepblica espaola se la concedi a Antonia Merc, La Argentina. En elsaloncito del madrileo Teatro Espaol, con un fondo de cuadros deviejas celebridades de la escena, el jefe del gobierno, don Manuel Azaa,le impuso la Cruz de Isabel la Catlica, prendida sobre su mantoncillode Manila, a la bailaora espaola ms grande de todos los tiempos, a laque se llam la Pavlova del baile espaol.

    No es corriente, en el mundo de la danza, encontrar personajes quehayan recibido tantos honores ni tal cantidad de homenajes pstumoscomo se han rendido a esta reina de la gracia, que paradjicamentenaci y muri fuera de Espaa. Francia, que sabe descubrir y hacer suyosa los autnticos artistas, desde la mejor de las escenas, Pars, revel almundo a Antonia Merc. La mim sin cesar, le concedi la Legin deHonor y perpeta su recuerdo con una inscripcin que puede leerse enel vestbulo de la sala Pleyel parisiense:

    En recuerdo de la que aqu bailara y que fue la llama viva y pura armo-na de Espaa.

    La Argentina, desde su trono de Reina de la Gracia, tuvo al mundoentero a sus pies: en Holanda crearon un nuevo clavel con su nombre.Egipto tambin la condecor. Mientras que el Museo Hispnico deNueva York se enriqueca con una estatua suya, obra del clebre escul-tor ruso, prncipe Paul de Troubetzkoy. El gran Keisler la invit a cola-borar con l en un concierto. En Pars se le entreg el premio a la ele-gancia en automvil, en el Bosque de Bolonia. Calles, lpidas, monu-mentos recuerdan a la artista. En octubre de 1956, en el Museo de lapera de Pars, se celebr una exposicin para conmemorar el vigsimoaniversario de su muerte. Fue organizado por el alto personal de la

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  • Biblioteca Nacional, los seores Michon, Menestrat y la seora Carol-Brard. En la Exposicin se exhibieron recuerdos personales de laMerc, autgrafos, trajes, cuadros, dibujos, fotografas, programas...

    Madrid record el aniversario con un acto homenaje en el Crculo deBellas Artes, a cargo de la bailarina Mariemma y del escritor MximoDaz de Quijano. El Ayuntamiento coloc una lpida en la calle delOlmo, en la casa donde viviera de nia y donde empezara a bailar, y sele dio su nombre a una calle lindante con las de Goya, Jorge Juan, Ma-quez y Felipe II1.

    En la capital catalana se le dedic una sala, en el palacio Gell, obra deGaud, donde Barcelona tiene instalado su valioso Museo del Teatro. Ensus vitrinas se pueden admirar algunas de las condecoraciones de La Argen-tina, sus castauelas, fotografas, carteles y algunos de los trajes con los quehiciera clebre en el mundo entero El amor brujo, de Manuel de Falla.

    Antonia Merc y Luque naci en Buenos Aires, en 18901. Sus padresestaban en la capital argentina en una tourne artstica, que durara variosaos. La pareja la formaban Josefa Luque y Manuel Merc, vallisoletano,primer bailarn y maestro coregrafo del Teatro Real de Madrid. Se hab-an conocido en Crdoba durante una de las actuaciones de Merc. Jose-fa perteneca a una distinguida familia cordobesa. Al unirse pas a seruna alumna ms. El aprendizaje no fue fcil, la mujer rondaba la trein-tena, sus articulaciones empezaban a endurecerse y haban perdido partede su flexibilidad. Pero su vocacin y el deseo de ser tambin la compa-era en la vida y en el escenario, obraron el milagro. Lo que no puedael amor! A los tres aos, la cordobesa se converta en pareja de baile deManuel Merc2.

    En Buenos Aires vivan en una casita de la calle Talcahuano, esquinaa Cuyo, hoy Sarmiento. All naci su primer hijo: una nia a quien lla-maron Antonia. Aquel mismo ao, en otro continente naca Nijinsky.Los dos, por distintos caminos, llegaran a ser grandes bailarines y arevolucionar el arte de la danza.

    A su vuelta a Espaa, la pareja Merc-Luque se instala en Madrid, enel barrio de Lavapis, calle del Olmo, donde abren una escuela de danza,al mismo tiempo que, en el Real, dirigen el cuerpo de baile de la pera.Con muy pocos aos, apenas cinco, la pequea Antonia bailaba ya con

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  • mucha gracia el Ol y Las Peteneras. Ms tarde declarara a un perio-dista: Aprend a la vez a rezar y a bailar. Sin embargo, Manuel Mercera reacio a dirigir a su hija. El motivo era que no quera fomentar en ellala atraccin de la danza. A l lo que le gustaba, lo que pretenda, era queAntonia se dedicara al bel canto. La nia tena, en verdad, una hermosavoz de contralto y en cuanto tuvo edad para ello empez a recibir clasespara educar su voz.

    No era fcil, sin embargo, separarla del baile. Lo haba tenido siem-pre ante sus ojos, desde que empez a mirar. El ritmo lo tena inocula-do ya antes de nacer. Decididamente, a ella lo que le gustaba era bailar.Lo senta all dentro, en todo su cuerpo. Era algo incontenible, comouna pasin.

    Antonia Merc empez a asistir al Conservatorio de Msica y Decla-macin en 1900. Por entonces entr a formar parte del cuerpo juvenilde danza del Real, bajo las rdenes de su padre. Las relaciones profesor-alumna fueron desde un principio tempestuosas. Antonia se rebelabacontra las rgidas y fras reglas de la antigua escuela, y aunque aos des-pus admitiera que aquellas lecciones le fueron muy tiles, para poderluego interpretar el baile de cualquier pas, la cuestin es que la discor-dia, artsticamente hablando, entre padre e hija, estuvo siempre latente.Manuel Merc dice Nstor Lujn, en la sugerente biografa que dedi-c a La Argentina era un bailarn correcto, de una tcnica irreprochable.Fue siempre un intrprete fiel y leal, aunque artificioso por la frialdad delescenario. Pero no pas de ser intrprete. Para Manuel Merc la danzafue slo un fin, no un medio de expresar nada. La danza era para l unconjunto de reglas fras y muy slidas, de una densidad plomiza; no fuejams ni un inspirado, ni un arrebatado. Fue un danzarn de oficio, llenode conocimientos tcnicos. En cambio, su esposa, de mejor fibra e inte-ligencia ms aristocrtica que l, posey de una manera alada y esplen-dente el don de la gracia.3

    Gracia e inspiracin; sos eran los ingredientes del baile de JosefaLuque, lo que, unido a su fuerte voluntad para asimilar la tcnica del artede su marido, la transformaron en una gran maestra. Y no tardara endemostrarlo. Cuando Manuel Merc queda inhabilitado por una parli-sis, su mujer se hace cargo de los alumnos de la calle del Olmo. Y la

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  • mayora prefiere a esta profesora sacudida por la inspiracin, que elingenio metdico del antiguo primer bailarn del Real.

    La enfermedad de Manuel Merc impuso una nueva orientacinfamiliar. Antonia dej el Conservatorio, y entr de telonera en el teatroApolo, catedral de las varits. Corra el ao 1903. Argentina era una ado-lescente de trece abriles en plena formacin fsica y artstica. Recordan-do esa edad difcil, de plena transformacin para el hombre y la mujer,la Merc dira: ... pareca un mono, lo que se llama un mono. Era muynegra, muy desnutrida, muy larga .... Mala ficha para una artista de vari-ts, donde lo que menos se valoraba era el arte. Lo que contaba eranunos senos rebosantes, unas caderas amplias y unos muslos macizos; erael canon ideal. Tambin eran importantes unos ojos de mirar descarado,cargados de sobreentendidos, o de gachonera, y una voz insinuante yzalamera, para con tono acariciador o encanallado invitar al espectador:

    Tpame, tpame, tpametpame, tpameque estoy mojada.Para m sera taparte,la felicidad soada.

    O, aquel ven y ven, tan alusivo, capaz de llevar a los espectadores acualquier parte. No, aqul no era precisamente el pblico de la Merc. Apesar de todo, pronto destaca. En una reposicin de la zarzuela Las sobri-nas del capitn Grant interpreta el baile de La Zamacueca. Y aquella chi-quilla de fina estampa, que para disimular su niez se pone rellenos, lograllamar la atencin al interpretar su nmero con un desplante y una gracia,que escapa de lo rutinario. Despus acta en el teatro Romea, en el Prn-cipe Alfonso, en el Saln Madrid. Hace nmeros mixtos de canto y baile,pero al filo de los das, se va perfilando en ella su arte de gran danzarina,exigente con ella misma. Sabe que aquellas actuaciones, a veces enambientes un tanto srdidos, se tienen que terminar, y lo sabe porque nose conforma, ensaya y estudia con un ahnco y una tenacidad admirables.

    Ha escrito Daz de Quijano, en Estudios Escnicos, que, actuandoAntonia Merc en el tabladillo del madrileo Romea:

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  • ....los intelectuales y la lite de Madrid le hicieron un homenaje, llevn-dola nada menos que al Ateneo desde las crujientes tablas del Real. Y elpblico iba por ella, un pblico aparte, lo que dio lugar a que el empresariode aquel teatrito organizase unos Jueves Argentina en que slo actuabaella, origen de los futuros recitales de baile, que tambin ella cre comocuanto se relaciona con esta era del baile espaol.

    Con motivo de la coronacin de Alfonso XIII, tiene ocasin deactuar como solista en una gran gala. Aquel pblico entendido la aplau-de calurosamente. Pero todava no ha sonado su hora. En 1906, LaArgentina ha adquirido cierta popularidad. Su nombre figura junto al dela Fornarina, Mata-Hari, Pastora Imperio, Candelaria Medina, La Monte-verde... en el Central Kursaal de Madrid. Era un frontn para jugar a lapelota, situado en la plaza del Carmen, que, por las noches, se convertaen saln de varits. El pblico que asista era de lo ms variopinto. Losintelectuales, capitaneados por Valle-Incln, tenan all palco reservado.A l solan ir artistas a descansar despus de su actuacin. Ricardo Baro-ja lo describe en su libro Gente de la Generacin del 98. Con motivo de laboda de Alfonso XIII, lleg a Madrid un tren lleno de prncipes de todoel orbe real. Uno de ellos, el prncipe de Kapurtala, vio un da a la baila-rina Anita Delgado, que sala de ensayar. La Delgado formaba parteartstica con su hermana, bajo el nombre de las Hermanas Camelias y lse enamor locamente de la joven. El maharaj no par hasta llevrselapor las buenas, es decir, convertida en princesa, a su palacio de Lasmil y una noches de Extremo Oriente.

    En 1906, Antonia Merc, La Argentina, firm su primer contrato paraactuar fuera de Espaa; en Portugal. Es tambin el primer pas que visi-ta la que ser un da artista internacional por excelencia. Cmo es la bai-larina fsicamente en esta poca? Fuera del escenario no es una mujeratractiva, mejor dicho, su belleza no es la que dictan los cnones delmomento. Nstor Lujn la describe as:

    ... una joven de boca grande y frente bien modelada, tez morena, ojosgrandes y hmedos con unas ojeras trmulas y moradas. Toda ella es ner-viosa y sacudida de estremecimientos, delgada y angulosa, con una gracia

    A n t o n i n a R o d r i g o

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  • especial y febril muy tensa. Con manos y pies grandes, su rostro luengo yequino, algo desencuadernada de figura y los pies un tanto zancudos, ape-nas aparece en escena lo supera todo con la gracia de sus movimientos y lasuprema sugestin de sus ademanes, de su gesto. Es la danzarina ms huma-na, ms suave y enternecedora que ha conocido el baile espaol.

    sta es la Antonia Merc que ven por primera vez, en 1906, en Fran-cia, pas por el que siente especial atraccin y cuya lengua ha estudiadodesde nia. En la Ciudad Luz debuta en los Campos Elseos, en Le Jar-din de Pars. De ah pasa al Moulin Rouge, donde estrena la revista La-mour en Espagne, de Quinito Valverde, cuya msica alcanza entonces granpopularidad. Tiene como compaeros de baile a Antonia Bilbao y alclebre Mojigongo. Para la Merc, Pars no es un xito, ni siquiera notable.No es algo que se entrega fcilmente. Es una plaza dura de conquistar.

    La Argentina vive los aos de la anteguerra de 1914, principalmente,en Pars y Londres, con tournes por Alemania, Blgica, Inglaterra y Rusia.A los veinticuatro aos, en 1914, entra a formar primersima parte de unacompaa de baile espaol, Embrujo de Sevilla, que acta en la capital fran-cesa y en Londres. Tiene por compaeros a tres grandes del baile fla-menco: Fayico, el rey