Antichavismo y Estupidez Ilustrada

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Antichavismo y Estupidez Ilustrada Nestor Francia - www.aporrea.org 26/04/04 - www.aporrea.org/actualidad/a7926.html NOTA: Este libro es solicitado constantemente por los lectores, pero se encuentra totalmente agotado. Es por ello que he decidido difundirlo ampliamente por Internet. Puedes enviarlo a quien quieras, imprimirlo, guardarlo en diskettes. Es de libre y gratuita difusión. Espero que ayudes a “regarlo” por ahí. Saludos ANTICHAVISMO Y ESTUPIDEZ ILUSTRADA Néstor Francia BREVE ACOTACION SOBRE LA OBRA Y LA ESTUPIDEZ Cuando me propuse titular este trabajo, actuó en mí una deformación profesional: sobrevivo haciendo publicidad. Entiendo que el título de un libro es como el de un aviso: debe ser atractivo para el público. Después de discutir con algún amigo, se nos ocurrió la frase “Antichavismo y estupidez ilustrada”. Es bastante fuerte, así que dude mucho para decidirme. A mi favor jugaron dos circunstancias. Por una parte, tres conocidos autores no han tenido empacho en llamar idiotas a una gran cantidad de latinoamericanos. Fíjese usted en la diferencia: cuando alguien es llamado idiota no le dejan alternativas, es una definición de principios. Pero cuando se habla de estupidez, no se le está diciendo a nadie estúpido, ya que todos cometemos, de vez en cuando, estupideces. Si usted miente alguna vez, no significa que sea mentiroso. De otro lado, me estoy acogiendo a la tercera acepción de estúpido que registra el Diccionario de la Real Academia Española (edición de 1970, que es la que conservo): “Estupefacto, poseído de estupor"; de donde derivo Estupor: "Asombro, pasmo". No otra cosa le ocurre a ciertos sectores ilustrados venezolanos ante el proceso de transformaciones que vive Venezuela. Están como pasmados, llenos de estupor y, en ese sentido, de estupidez. Hecha esta aclaratoria en

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Antichavismo y Estupidez Ilustrada

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Antichavismo y Estupidez Ilustrada

Antichavismo y Estupidez IlustradaNestor Francia - www.aporrea.org26/04/04 - www.aporrea.org/actualidad/a7926.htmlNOTA: Este libro es solicitado constantemente por los lectores, pero se encuentra totalmente agotado. Es por ello que he decidido difundirlo ampliamente por Internet. Puedes enviarlo a quien quieras, imprimirlo, guardarlo en diskettes. Es de libre y gratuita difusin. Espero que ayudes a regarlo por ah. Saludos

ANTICHAVISMO Y ESTUPIDEZ ILUSTRADA

Nstor Francia

BREVE ACOTACION SOBRE LA OBRA Y LA ESTUPIDEZ

Cuando me propuse titular este trabajo, actu en m una deformacin profesional: sobrevivo haciendo publicidad. Entiendo que el ttulo de un libro es como el de un aviso: debe ser atractivo para el pblico. Despus de discutir con algn amigo, se nos ocurri la frase Antichavismo y estupidez ilustrada. Es bastante fuerte, as que dude mucho para decidirme. A mi favor jugaron dos circunstancias. Por una parte, tres conocidos autores no han tenido empacho en llamar idiotas a una gran cantidad de latinoamericanos. Fjese usted en la diferencia: cuando alguien es llamado idiota no le dejan alternativas, es una definicin de principios. Pero cuando se habla de estupidez, no se le est diciendo a nadie estpido, ya que todos cometemos, de vez en cuando, estupideces. Si usted miente alguna vez, no significa que sea mentiroso. De otro lado, me estoy acogiendo a la tercera acepcin de estpido que registra el Diccionario de la Real Academia Espaola (edicin de 1970, que es la que conservo): Estupefacto, posedo de estupor"; de donde derivo Estupor: "Asombro, pasmo". No otra cosa le ocurre a ciertos sectores ilustrados venezolanos ante el proceso de transformaciones que vive Venezuela. Estn como pasmados, llenos de estupor y, en ese sentido, de estupidez. Hecha esta aclaratoria en nombre de la decencia, paso a resumir las lneas generales del ensayo.

El trabajo quiere preocuparse, sobre todo, por la contemporaneidad, pero para ello est obligado a mirar hacia atrs. Trata, pues, de escudriar en el pasado para entrever los orgenes histricos del pensamiento ilustrado venezolano. Desde esas penumbras avanza hacia el presente, donde ensaya la diseccin de alguna parte del cierto pensamiento ilustrado actual en Venezuela, de cara al proceso poltico que se vive. Plantea lo que considero un problema ideolgico bsico: el enfrentamiento universal entre dos grandes tendencias, cada una con sus bemoles, corrientes y versiones: el individualismo y el colectivismo. Es, por supuesto, un libro para el debate que no pretende contener verdades definitivas, pues adems soy de los que piensan tercamente que el futuro no ha sido escrito. De manera que espero slo contribuir con mi trabajo al avance de lo que considero las propuestas ms sanas y viables hacia una situacin que signifique mayor bienestar y un poco ms de felicidad para las mayoras. Esa es mi principal intencin. Si pudiese siquiera acercarme a lograrlo, me dara por satisfecho.

Nstor Francia

SOBRE RAZONES Y HOMBRES

Parece mentira que muchos hombres cultos mantengan aun criterios que suponen la eternidad de las formas que asume la conducta humana. Por ello no debe sorprender que otros insistan en proponer lo que tendra que ser una perogrullada: los comportamientos sociales humanos dependen casi completamente del desarrollo cultural de las sociedades, de los principios establecidos por la imposicin de ideas, en un proceso ms o menos largo, a partir de posiciones de poder. Sobre la base de algunas caractersticas naturales e instintos humanos, se levanta el edificio del pensamiento, de la cultura, que en su alta dependencia de factores polticos y econmicos van conformando el universo ideolgico de la gente. Se dice que hay constantes, temas perdurables, y ciertamente podemos encontrar, en distintas pocas y civilizaciones, algunas cuestiones que sirven de trasfondo a las mitologas, al arte, a la literatura: el origen o la esencia del mundo, el individuo, el alma, el amor, la muerte. Pero la manera de abordar la mayora de estos asuntos y de intentar resolverlos ha variado segn la constitucin de las sociedades y segn quines los abordan, en el sentido del origen social de los individuos y grupos. Las ideas no escapan al eterno movimiento, a la ininterrumpida transformacin de lo que existe. Resulta fcil comprobar cmo desde los albores de la humanidad la relacin con el medio y con los otros fue moldeando el ser que hoy conocemos bajo el nombre genrico de "hombre": hubo una vez un ser salvaje que se alimentaba exclusivamente de frutas y que comenz a articular un lenguaje. Empez a pescar, invent el arco y la flecha, inici la caza, descubri el fuego y pudo hacerse alfarero. Fue descubriendo las posibilidades de la naturaleza y pudo usarlas. Sus pasos no eran marcados por ideas de consumo ni riqueza, sino por la cruda necesidad. Necesidad de sobrevivir, en primer trmino, y de crear los instrumentos tiles para proveerse del medio. Necesidad, tambin, de explicarse el mundo, de conocer, de nombrar las cosas y los fenmenos. Necesidad de relatar los hechos, verdicos o no, generados por la realidad. Necesidad de aprehender el mundo, de tipificarlo y recrearlo con sntesis para expresarlo y cambiarlo. Todo ello en un proceso de relacin directa con sus acciones y con el ambiente: el hombre asuma la cultura de su colectividad a travs de un mtodo natural de educacin participativa, espontnea, donde se involucraba toda la comunidad, por medio de la incorporacin al trabajo y a las dems actividades del grupo, cuyo inters de sobrevivir y perdurar era la principal motivacin. Desde el principio, pues, el desarrollo de la cultura dependi de los intereses y necesidades del colectivo, de su trabajo, de sus convenciones. Nunca ha sido ni ser un proceso individual. Ha sido necesario irnos tan lejos y plantear estas obviedades porque de lo que se trata en este trabajo es de poner en su debido lugar el pensamiento de algunos sectores ilustrados venezolanos en el actual momento histrico que vive nuestro pas. Salindole al paso a cualquier idea sujeta a la existencia de valores inmutables en la cultura y la sociedad humana, damos por sentado que el pensamiento poltico, econmico, social y cultural de tales sectores tiene orgenes histricos y responde a intereses particulares de clase y de ubicacin dentro de un sistema cultural especfico. Presentar tales orgenes e intereses es la razn fundamental de ser de nuestro ensayo.

SOBRE EL RIGOR Y LA VERDAD

Es conveniente declarar que no somos historiadores, por lo que no pretendemos que esto sea una investigacin histrica, sino ms bien una aproximacin a los hechos desde el punto de vista sociocultural. Deberemos, sin embargo, echar mano, someramente, a hechos histricos para darle sustento temporal a nuestras tesis. En tal sentido, usaremos trminos que han sido manejados por historiadores, ms all de la bondad o no de los mismos. Las denominaciones, en este tipo de trabajo, mientras ms consagradas estn por el uso, mucho mejor. Estamos conscientes de que la manera de nombrar los perodos histricos y las corrientes que a ellos acuden suelen ser fruto de la convencin y muchas veces no son del todo felices. No nos queda ms remedio que aceptar las ms universales, pues queremos sobre todo que se nos entienda, en la medida en que no somos originales. Ms bien adaptamos a las necesidades de este momento nacional, en los albores del siglo XXI, propuestas histricas y socioculturales ya presentadas por muchos antes que por nosotros. Creemos estar prestando un servicio a la comprensin del presente, y en tal sentido no somos descubridores sino organizadores de pensamientos. Del mismo modo pediremos disculpas por las probables inexactitudes y distanciamientos de la verdad. Muy lejos de nosotros la intencin de pretender, como lo hacen muchos historiadores o ensayistas demasiado preciados de s mismos, algn excesivo rigor cientfico en algo tan evasivo como lo es el conocimiento de la cultura humana. Establecidas estas premisas, avancemos.

SOBRE EL HUMANISMO

El pensamiento humanista contemporneo se termina de conformar en sus elementos fundamentales con el triunfo de la Ilustracin y de la burguesa, teniendo como hito histrico principal la Revolucin Francesa. Es por ello que muchos historiadores hablan, sin que nos parezca del todo descaminado, de "humanismo burgus" para identificar la corriente cultural y de pensamiento dominante hasta nuestros das. Sin embargo, tal vez el adjetivo sea redundante, ya que, como trataremos de asomar, el humanismo es una corriente ideolgica tpicamente burguesa. No existe un "humanismo feudal" ni un "humanismo proletario" (tal como lo plante Anibal Ponce). En ese sentido, la expresin "humanismo marxista" fue criticada por Althusser, que la considera un "asalto de la ideologa burguesa al marxismo". Sin embargo, se ha hablado de otros humanismos. Para Sartre el existencialismo era un humanismo, mientras que Jacques Maritain habl del "humanismo integral". Por otra parte, el trmino "humanismo" se ha vulgarizado, de manera que cuando se habla de una persona humanista, para significar que posee sentimientos solidarios o positivos hacia los otros, no se est haciendo referencia a una corriente de pensamiento, sino a una significacin secundaria, y por lo dems del todo aceptable y comprensible en el lenguaje coloquial, cotidiano. El humanismo, por supuesto, tiene su historia y su desarrollo posteriores a la Revolucin Francesa y tambin sus races, de las cuales las ms cercanas se hunden en la Edad Media. Y que nos perdone tambin el lector esta digresin: el humanismo es una corriente que surge bsicamente en Europa, aunque tiene muchas similitudes con otras corrientes ideolgicas supremacistas que se encuentran en todas las sociedades del planeta divididas en clases. La razn de esto ltimo es clara: donde hay clases dominantes y dominadas, existe supremacismo clasista. Pero vamos hacia atrs, hacia el medioevo.

SOBRE LA ESCOLASTICA

Seguramente nuestros lectores conocen bien los principales rasgos y sucesos de la Edad Media. No obstante, haremos el ejercicio de ubicarnos de manera general en ese perodo, en cuyas agonas habremos de encontrar las races cercanas del humanismo. En la Edad Media domina el modo de produccin feudal, con la Iglesia Catlica organizada en torno a una estructura jerrquica que tena como centro la figura del papado, que ejerci por mucho tiempo el dominio de las tierras de Europa gracias a su poder diplomtico y sobre la administracin de justicia. Sin embargo, es necesario salirle al paso a las teoras que ven en la Edad Media slo oscurantismo y atraso. Eso no es verdad, pues las pocas histricas no son oscuras ni claras. Son ms bien complejas, con distintas fuerzas en lucha. Como cualquier cosa en la vida, la historia es el producto de contradicciones diversas, que en su encuentro, crisis y resolucin generan el movimiento, el cambio. En efecto, ya en la alta Edad Media, que podemos ubicar ms o menos hacia la mitad de ese perodo, Europa conoce importantes evoluciones. Haban llegado a su fin las constantes invasiones y el continente experimentaba un crecimiento notable y el asentamiento definitivo de su poblacin, lo cual se reflejara en desarrollos muy positivos, como lo fue el avance de la vida urbana, del comercio a gran escala y de una cultura innovadora. En el siglo XII, por ejemplo, se sinti con fuerza la influencia de las traducciones de Bagdad y la transmisin, por ende, de importantes conocimientos a travs de Espaa, Sicilia y Bizancio. Bajo el reinado de Alfonso X el Sabio, la corona de Castilla desarroll una cultura de sntesis entre elementos cristianos, musulmanes y judos, que tuvo su principal expresin en la Escuela de Traductores de Toledo. Es relevante aqu constatar como esta decisiva gestin cultural de Alfonso X fue acompaada por una no menos importante gestin jurdica, que termin de introducir en el reino el Derecho Romano, as como por una gestin econmica modernizadora, que facilit el comercio interior en su territorio con la concesin de ferias a numerosas villas y ciudades, adems de establecer un sistema fiscal y aduanero, y reconocer jurdicamente al Honrado Consejo de la Mesta, que aglutinaba los intereses de la ganadera trashumante del reino.

Como se sabe, la forma de pensamiento dominante principal de la Edad Media lo constituy la Escolstica, que imper por mucho tiempo en las universidades y otros centros de conocimiento medievales. La Escolstica supedit todo aprendizaje secular al texto bblico, considerndolo como una mera preparacin para la comprensin de la Biblia. Asignaba un mayor grado de verdad a la revelacin divina que a las certezas de la razn humana, lo cual consagr el dominio de los telogos en el campo del saber. Claro que esa supremaca de la escolstica siempre estuvo ntimamente vinculada a los asuntos del poder temporal. Los escolsticos eran los intelectuales del rgimen, para cuyos jerarcas fungan a menudo de consultores sobre los ms diversos temas, adems de que no dejaban de detentar a veces cargos polticos o diplomticos. Es justo reconocer, no obstante, que los escolsticos jugaron un importante papel en la investigacin y transmisin de importantes conocimientos, que ms tarde seran tiles a los adalides del pensamiento humanista e ilustrado.

SOBRE EL PRIMER RENACIMIENTO

A la sazn, la sociedad continuaba su avance. Algunos historiadores hablan del siglo XII, cuando florecen las grandes escuelas catedralicias, como "el primer renacimiento". Ya las letras antiguas comenzaban a ser reinterpretadas por hombres como Bernardo Silvestre y Juan de Salysbury (note el lector que usamos el trmino "reinterpretadas" y no "rescatadas", como lo hace Ludovico Silva. Ello porque, a decir verdad, los estudiosos escolsticos conocan la obra de los clsicos de la antigedad, slo que la interpretaban segn sus propios intereses y puntos de vista). Aunque esta llama opac su brillo al poco tiempo, no mucho despus sera reencendida por la llamada "Trada Cannica" de poetas italianos (Dante, Petrarca y Bocaccio). En el siglo XIII se sintetizaron muchos logros de siglos anteriores, mientras la Iglesia se consolidaba como la gran institucin europea. A la par, las relaciones comerciales integraron a Europa y se acentuaron las actividades de los banqueros y comerciantes italianos, que se extendan por Francia, Inglaterra, los Pases Bajos y el norte de Africa: se fortaleca poco a poco lo que sera el germen del capitalismo y la burguesa. Es muy significativo que simultneamente (a finales de la Edad Media) Dante, Bocaccio y Petrarca, marcaran el inicio del movimiento humanista que tanta importancia cobrara en el futuro inmediato. Ellos contribuyeron al redescubrimiento y conservacin de las obras clsicas, de tan destacado rol en el Renacimiento (no podemos dejar de sealar que los primeros humanistas fueron a menudo censurados, anatemizados y perseguidos por el poder eclesistico). Tambin durante este siglo hubo el impacto de varias innovaciones de origen chino, como el papel, la plvora, la imprenta y la brjula. La Alta Edad Media se ve coronada por los logros de la arquitectura gtica y por la obra de Tomas de Aquino.

SOBRE LAS DISIDENCIAS EN LA IGLESIA

La llamada baja Edad Media, el ocaso del perodo, fue plena de turbulencias y conflictos. En la medida en que se desarrollaba la expansin econmica y mercantil, nuevas fuerzas sociales en formacin encontraban estrecho el espacio regentado por la Iglesia, los nobles y los seores feudales. En la dcada de 1340 Europa es devastada por la peste negra. Ya antes comenzaron a manifestarse disidencias en el seno de la propia Iglesia, dndose all mismo las primeras manifestaciones ms o menos fuertes de las tendencias individualistas que avanzaban en la sociedad, en contraposicin a la masificacin opresora de los dogmas religiosos impulsados por las jerarquas catlicas. Muchos emprendieron la lectura personal de la Biblia, realizando sus propias interpretaciones y acudiendo a experiencias msticas enteramente personales. Otros plantearon la necesidad de regresar al desprendimiento y la sencillez de los primeros cristianos y denunciaron la corrupcin y la opulencia de los jerarcas. Despus de la peste negra, que increment la miseria entre los desposedos, se multiplicaron los grupos de penitentes y flagelantes. Surgieron nuevos lderes, muchos de ellos con propuestas mesinicas y la unidad eclesistica comenz a resquebrajarse. Todo esto condujo a la Reforma protestante y sent las bases para las transformaciones revolucionarias que vendran pronto en Europa.

SOBRE LA REFORMA

Uno de los hitos principales desde donde se desarrollar el pensamiento humanista lo constituye la reforma protestante, no tanto por las ideas del principal reformador, Martn Lutero, sino sobre todo por la polmica que desatara en una poca de importantes convulsiones sociales. Lutero asumi algunas posturas que lo identificaban tibiamente con una corriente progresista para entonces: el individualismo. Se opuso a la distincin entre ocupaciones sagradas y seculares. Segn l, los seres humanos trabajaban para s mismos y para el mundo sin importar cules fueran sus ocupaciones. Todos son instrumentos de Dios, que trabaja en el mundo a travs de ellos. Sin embargo, Lutero asume una posicin conservadora, ms bien retrgrada, ante uno de los preceptos fundamentales del nuevo pensamiento de la poca: el libre albedro. Para el reformador alemn, el libre albedro atentaba contra la omnipotencia divina: "Dios prev, dispone y lo opera todo segn su voluntad inmutable, eterna e infalible. Este anatema anula y aniquila por completo el libre albedro". La contraparte de estas ideas de Lutero la representaron Erasmo de Rotterdam y Melanchton, quienes se opusieron abiertamente al reformador y defendieron la existencia del libre albedro humano. En este combate de posiciones, justo es decir que pensadores como Erasmo y Melanchton representan con mayor propiedad que Lutero el espritu de la poca. De hecho, Alemania asimila el renacimiento al margen del pensamiento luterano, ms que todo con los descubrimientos cientficos de Coprnico y de Kepler. Por su parte, Lutero conden sin ambages el impulso que adquiran entonces las ciencias de la naturaleza. Juzgaba a la razn como causa de ofuscacin y de error para quienes aspiraban a la salvacin. Para l, la grandeza y la libertad prometidas al creyente son meramente espirituales. Exiga la sumisin del individuo al Estado, al cual consideraba una institucin divina y religiosa. Afirmaba que era "injusto que un subordinado se rebele contra un tirano. No hay nada tan diablico como un hombre en rebelda". De manera que tambin en el sentido poltico, el pensamiento alemn de avanzada se alejar de Lutero. Los filsofos del derecho alemanes profesaron un individualismo que exclua cualquier sometimiento incondicional al poder establecido. De modo que Martn Lutero se transform en un defensor incondicional de ese poder y se vio enfrentado a los principales representantes del humanismo, del individualismo y de todas las ideas sobre las cuales se sustentaba la floreciente burguesa en su lucha por un nuevo orden. Como vemos, la discusin que se da en torno a la reforma no es para nada despreciable. Se debatan all los asuntos principales atinentes a la transformacin que se estaba gestando en el seno de la sociedad, coincidiendo con la creciente influencia de la burguesa. El paulatino advenimiento de la sociedad capitalista, cuyo motor fundamental era esta nueva clase social, se expresaba tambin en el enfrentamiento ideolgico entre los humanistas, aliados de la burguesa, y los representantes del pasado.

MAS SOBRE EL HUMANISMO

Ludovico Silva da noticia de que los griegos "no tenan una palabra para designar lo que conocemos como 'humanista'. Los latinos tampoco la tuvieron, aunque Cicern y Varrn usaron mucho la voz 'humanitas', que luego fue vertida al griego de la patrstica como anthropots, que significa 'humanidad, genero humano'." (1) Igualmente refiere que A. Campana, en su estudio The origin of the word "Humanist", asienta que la palabra umanista fue introducida por primera vez en Italia hacia 1538. Ntese que el nacimiento del trmino es contemporneo con el ascenso de los sectores mercantiles que originan a la burguesa. El "Humanista" se dedicaba a los studia humanitatis. Lo que distingue a estos estudios, en lo fundamental, es la reconsideracin de la tradicin clsica antigua. La idea renacentista del humanismo signific una ruptura con la ideologa medieval. Dentro de este concepto, se concedi la mayor importancia a los estudios clsicos y se consider a la antigedad clsica como la pauta comn y el modelo a seguir por los intelectuales y los artistas. La tradicin artstica griega se recuper en el arte y en la arquitectura renacentistas. El realismo, el sentido de la proporcin y los rdenes arquitectnicos griegos empezaron a aparecer en el arte europeo. Es acaso casual esta mirada que se torna hacia los clsicos? En absoluto. Lo que los humanistas buscan en los clsicos es sobre todo el sustento ideolgico que apuntale los conceptos que comienzan a bullir, con fuerza revolucionaria, en conjuncin con la decadencia de la escolstica y del rgimen feudal reinantes en la Edad Media. Segn Werner Jaeger "la importancia universal de los griegos como educadores, deriva de su nueva concepcin de la posicin del individuo en la sociedad. Si consideramos el pueblo griego sobre el fondo del antiguo Oriente, la diferencia es tan profunda que los griegos parecen fundirse en una unidad con el mundo europeo de los tiempos modernos" (2) . Por otro lado, el arte griego se fundamenta en la representacin naturista de la figura humana, no slo en el aspecto formal, sino tambin en la intencin expresiva del movimiento y las emociones. La impronta naturista se encuentra presente, de manera poderosa, en la filosofa de los antiguos griegos. A partir del siglo V a.c., bajo la influencia de los sofistas y de Scrates, aparecer una reelaboracin intelectual del papel de la educacin en la sociedad, que culminar con la aparicin de las escuelas filosficas, como la escuela de Iscrates, la Academia de Platn y el Liceo de Aristteles. En estas ltimas instituciones ya no importa solamente la formacin del ciudadano y su dominio de tcnicas retricas, sino que la enseanza y la educacin se realizarn en funcin del ideal intelectual del conocimiento de la verdad. Es en esos aspectos individualistas, naturistas y cientficos (en el sentido de bsqueda de la verdad en los hechos) donde los humanistas del renacimiento hurgan para extraer alimento ideolgico destinado a nutrir la concepcin del mundo que est en la base de la ideologa burguesa. La vuelta a los clsicos por parte de los humanistas es un hito en la marcha hacia la reivindicacin ilustrada del inters por la naturaleza, el individualismo, el rechazo a la autoridad, la valoracin de la historia, el inters por la cultura y el saber.

SOBRE EL RENACIMIENTO

La historia no es, como muchos interesadamente tratan de establecer, una ciencia objetiva. La historia es una construccin interesada, una de las armas ideolgicas que son utilizadas por quienes mantienen el dominio cultural, en cualquier poca, para impulsar sus ideas e imponerlas a la sociedad. Por eso es que una de las ms significativas rupturas renacentistas con la tradicin medieval se encuentra en el campo de la historia. La historia era considerada, en la Edad Media, como una rama de la teologa. Los pensadores renacentistas trataron de sacarla de esa prisin cultural y de acercarla a otras manifestaciones intelectuales, como la literatura. Los historiadores renacentistas rechazaron la divisin medieval cristiana de la historia, que parta de la Creacin, segua por la encarnacin de Jess, y desembocaba en el ulterior Juicio Final. Por su parte, la visin renacentista de la historia contaba tambin tres fases, pero muy diferentes: la antigedad, la edad media y finalmente la edad de oro, que as llamaban al propio renacimiento. Esta precisin es muy importante, porque el pensamiento ilustrado contemporneo cuenta la historia a su manera, y eso lo veremos ms adelante de forma cruda cuando hablemos de esa historia contempornea. La revisin de la historia, pues, fue una de las principales seales del pensamiento renacentista. En ese sentido de revisin de la historia se abord el pasado, y ms concretamente la antigedad clsica. No se trata de que fuese una visin ms o menos objetiva que la visin medieval, ese no es el asunto principal. Se trata, antes que nada, de que fue una visin interesada, una visin que representaba nuevos intereses, los intereses de las fuerzas del cambio. Esa visin del pasado grecorromano clsico y su arte se inici, sobre todo, en la Italia del siglo XIV y se difundi en Europa durante los siglos XV y XVI. Y se corresponde con el perodo de transformacin progresiva de la sociedad feudal -caracterizada por una economa predominantemente agrcola y el dominio ideolgico de la Iglesia Catlica- en una sociedad de economa urbana y mercantil. As como surgieron en Grecia, en la antigedad, instituciones como la Academia y el Liceo, surgen en Europa las sociedades cientficas, como la Academia de Lincei (1603), la cual aun perdura, y a la que perteneca Galileo, y la Royal Society en Londres (1662). Es de notar, igualmente, que el renacimiento italiano fue un fenmeno urbano que se hizo presente sobre todo en Florencia, Ferrara, Miln y Venecia, ciudades que se desarrollaron en el perodo de gran expansin econmica de los siglos XII y XIII. Los comerciantes medievales italianos desarrollaron tcnicas mercantiles y financieras como la contabilidad y las letras de cambio y dominaron el comercio y las finanzas de Europa. Esta actividad mercantil contrastaba con la sociedad rural medieval, y su estructura era menos jerrquica y ms preocupada por objetivos seculares. Los humanistas del renacimiento no eran precisamente mansos. Atacaban y condenaban a la cultura medieval y a sus concepciones del mundo, estigmatizndola como ignorante y brbara. El renacimiento fue una poca de duro cuestionamiento a las ideas establecidas y de ebullicin intelectual, sin duda el principal antecedente inmediato de los sucesos que generaron la Ilustracin, la Revolucin Francesa y la ciencia moderna.

SOBRE EL ORIGEN DE LA ILUSTRACION

El siglo de las luces, la Ilustracin, fue un movimiento intelectual que precedi a la Revolucin Francesa, en el siglo XVIII. Precisamente, el nombre de "siglo de las luces" revela ya el contenido de enfrentamiento ideolgico que marc esta etapa: era la reaccin contra lo que se consideraba un perodo de oscuridad e ignorancia, la entrada a una nueva edad iluminada por la razn y la ciencia. La Ilustracin no slo es el origen de la ideologa que domina el mundo actual en casi su totalidad. Ms precisamente, se trata de esa misma ideologa, que con algunos desarrollos, se sostiene en sus principios fundamentales tal como fue planteada en el siglo XVIII. En ese sentido, el pensamiento burgus ilustrado contemporneo, que se precia de moderno, es en realidad culturalmente dieciochesco. El movimiento de la Ilustracin fue clave en el declinar del poder eclesistico. As mismo en l se originan muchos de los modelos sociales rectores del mundo de hoy, tal como el llamado liberalismo poltico y econmico. La Ilustracin no fue una simple evolucin acadmica o filosfica, sino sobre todo la manifestacin de las luchas polticas. En tal sentido, muchos hombres de la Ilustracin tuvieron a bien definirse como miembros del "partido de la humanidad" e imprimieron y divulgaron gran cantidad de panfletos, folletos y peridicos contestatarios. Y, por supuesto, las clases dominantes respondieron con violencia y persecuciones. En la primera mitad del siglo XVIII se dio una ardua lucha de los lderes de la Ilustracin contra las fuerzas dominantes. Muchos sufrieron crcel y sus ideas y escritos fueron censurados, sin faltar, por supuesto, las descalificaciones y condenas de parte de la "Santa Madre Iglesia", que ha sido a menudo, sin duda, una de las madres ms dainas que conoce la humanidad. Sin embargo, las nuevas ideas se expandieron y se materializaron en hechos revolucionarios concretos, como la guerra y la declaracin de independencia de los Estados Unidos. Como todo el mundo sabe, la clase social que impulsar la Ilustracin, la burguesa, proviene de la incipiente clase media que floreci en el siglo XVII, en las ciudades europeas (los burgos, de all su denominacin). Estos ciudadanos no eran ni siervos ni nobles. En principio fueron comerciantes y artesanos, y luego muchos se convirtieron en banqueros y empresarios. A medida que se desarrollaban las ciudades, esta clase fue ganando importancia socio-econmica. De hecho, al comenzar la burguesa a tomar conciencia de s misma, de sus intereses y del poder que iba generando, empez a organizarse como sector de presin y a agruparse en corporaciones y gremios que defendan sus intereses ante los grandes propietarios y terratenientes. Fue, pues, la burguesa el motor principal de la revolucin inglesa del siglo XVII y de las revoluciones estadounidense y francesa del siglo XVIII. Estos movimientos revolucionarios promovieron nuevos derechos polticos, as como las libertades individuales en cada uno de estos pases. Otros derechos completaban ese cuadro programtico, tales como el derecho a la propiedad y la libertad de mercado, una clara muestra de como tras los planteamientos polticos se nota la presencia de intereses econmicos de clase.

SOBRE LA IDEOLOGIA ILUSTRADA

Ahora resumiremos las principales premisas sobre las cuales se construye la ideologa de la Ilustracin. El primer corpus conceptual importante de la ilustracin fue, sin duda, la Enciclopedia. Segn Diderot, alma y motor de la obra, la Enciclopedia se propona "examinar todo, remover todo sin excepcin y sin reservas". Ntese el radicalismo de la propuesta, propio de las pocas revolucionarias, aunque muchos se empeen en desconocer este carcter casi natural de las revoluciones. De hecho, el talante revolucionario de Diderot ya se haba expresado en numerosos panfletos filosficos. La Enciclopedia tuvo su origen en Pars y se edit entre 1751 y 1772. En ella colaboraron numerosos autores y fue concebida como un compendio de todos los conocimientos. Se convirti pronto en motivo de polmica, pues siendo sobre todo una obra inspirada por necesidades polticas, defenda sin ambages las posiciones de la Ilustracin y atacaba a sus oponentes. Su contenido antirreligioso no deja lugar a dudas, as como su inclinacin a colocar en el conocimiento, en la razn, en la libertad de pensamiento y en el hombre mismo la posibilidad real de la felicidad. A la Enciclopedia siguieron otras importantes obras donde se expresaba el pensamiento de la Ilustracin, como el Contrato social de Jean-Jacques Rousseau, donde se exponen los argumentos de la libertad civil y se prepara tambin el terreno ideolgico para la Revolucin Francesa. Pero toda este movimiento del pensamiento no fue el resultado de la labor aislada de unos intelectuales soliviantados. Responda a las necesidades que engendraba la prdica sobre el libre comercio y la competencia econmica. En esos derroteros mundanos se incuban la defensa del individualismo, de la empresa privada y de la libertad. Sobre esos tres principios se montara muy pronto la feroz competencia entre capitalistas, la lucha por eliminarse unos a otros tratando cada uno de hacerse ms rico y de construir inmensos monopolios sobre los huesos de los obreros y aun de otros burgueses. Esos principios, que se levantaron en una situacin especfica y de acuerdo a los intereses de una clase social renovadora en su momento, fueron degenerando a medida en que se iban acomodando ms y ms a los intereses exclusivos de los sectores dominantes, hasta llegar a la situacin actual, donde cada da se empobrecen en el mundo 40 familias ms. Es decir, cada da hay menos individuos libres y menos propietarios. Pero de esto hablaremos ms adelante. Volviendo a nuestro asunto de este captulo, vemos como la Declaracin de los Derechos del Hombre, documento programtico por excelencia de la Ilustracin y de la Revolucin Francesa, coloca el derecho a la propiedad privada en lugar prominente. Sin embargo, poco despus de su promulgacin en 1789, la misma burguesa revolucionaria publica un decreto prohibiendo la organizacin colectiva de los obreros. Comienza a quedar claro a qu derechos y a qu hombres se refera la nueva clase dominante. Otro componente ideolgico fundamental de la Ilustracin reside en su concepcin del papel de la ciencia. Esta actitud se relacionaba de manera directa con la necesidad que senta la nueva clase emergente de desatar las ligaduras que la Iglesia haba puesto al conocimiento cientfico y poder impulsar as el desarrollo tecnolgico que le permitiera consolidar y expandir su podero econmico y social. Doy importancia a este sealamiento porque los intelectuales ilustrados contemporneos afirman a menudo que somos reduccionistas quienes atribuimos tanta relevancia a la divisin y a la lucha de clases, cuando ocurre ms bien lo contrario, ya que se pretende establecer, con el pretexto de que "ha fracasado el marxismo" (teora a la cual se le asigna, errneamente, haber planteado la tesis de la divisin de la sociedad en clases, cuando ms justo es atriburselo formalmente a Adam Smith) que los avances en la investigacin cientfica son bsicamente el producto de caractersticas humanas innatas y de mentes individuales brillantes. Lejos de nosotros el tratar de desconocer el papel que juegan la naturaleza humana y los individuos, pero nunca el papel del individuo es independiente del conjunto de la sociedad o superior a la accin social de conjunto. El individuo y la colectividad son dos entidades del cuerpo social, pero es la colectividad y las relaciones entre sus integrantes lo que posibilita y condiciona la accin de los individuos, y no al revs. El individuo como ente independiente o superior a la sociedad no es ms que una entelequia, un absurdo fcil de desmontar para cualquier mente abierta que quiera reconocer la realidad. Fueron muy importantes, en la conformacin de la ideologa ilustrada, las academias de ciencias, de las cuales nombramos dos ms arriba, de origen europeo. En Estados Unidos, un club organizado en 1727 por Benjamin Franklin se convirti en 1769 en la American Philosophical Society, y en 1780 se constituy la American Academy of Arts. Sin embargo, el desarrollo de la ciencia ha constituido para la burguesa ms una herramienta que un principio en s mismo. La tecnologa ha sido utilizada para profundizar el dominio social de los grandes poderes econmicos mundiales, para provocar la apoteosis de la empresa privada, que no es otra que la formacin de los grandes monopolios multinacionales. Los principios fundamentales de la Ilustracin son el individualismo y la propiedad privada. Los derechos del hombre fueron concebidos desde el comienzo como los derechos del hombre burgus, tal como lo revelarn algunos hechos de la Revolucin Francesa que veremos ms adelante. Y aunque esto pareciera una verdad de perogrullo a la luz del estudio de aquella poca, hay gente muy bien formada que parece confundirse al abordar los principios de la Ilustracin. Un ejemplo es el inteligente ensayista Massimo Desiato, quien en un artculo de la revista Imagen, plantea que "...afirmar que el impacto de la ciencia sobre la forma de vida de los individuos ha sido hasta la actualidad mnima, equivale a decir que la cultura humanstica, privilegio de unos pocos, no ha logrado distribuirse como era de esperarse. La pregunta es por qu? Cul ha sido el proceso que ha impedido la realizacin de los ideales ilustrados? (3) Lo que parece no haber comprendido Desiato es que nunca se plante la ilustracin que la ciencia y la cultura fueran el patrimonio de todos. Muy por el contrario, desde muy temprano las acciones y las palabras del nuevo poder y de sus intelectuales dejaron muy en claro que los conceptos de "libertad" y "derechos de los ciudadanos" no se aplicaban a la inmensa mayora de los individuos. Del mismo modo, la ciencia y la cultura se pusieron desde un principio al servicio de una nueva minora dominante. De hecho, y como lo afirma el mismo Desiato, en cierto modo el cientfico sustituy al sacerdote. Si antes ste era el elitesco dueo de la verdad por la revelacin divina, ahora aqul era el amo de esa verdad gracias a los designios de la razn. Ahora bien, aun cuando el pensamiento ilustrado privilegia inicialmente el papel de la razn, lo cual conducir a la actitud positivista, de ningn modo se amarra a este papel como su fundamento ideolgico. De hecho, aunque vea a la iglesia como la principal fuerza que haba esclavizado la inteligencia, la mayora de los pensadores ilustrados no renunci completamente al pensamiento religioso. De manera que cuando surge, por ejemplo, el romanticismo a principios del siglo XIX, con su inclinacin por la intuicin y la experiencia subjetiva, no lo hace desde un cuestionamiento principista de la ideologa ilustrada. Ms bien, en algunos casos, se percibe una aplicacin extrema del individualismo como criterio de vida. Con la marcada influencia de Rousseau, a finales del siglo XVIII, el sentimiento y la emocin comenzaron a competir, dentro de la misma ideologa de la ilustracin, contra el reino del positivismo y la razn. Movimientos como el romanticismo y el simbolismo van a jugar un papel determinante en el surgimiento europeo de las vanguardias literarias y artsticas, a principios del siglo XX. Las llamadas vanguardias van a reflejar contradicciones entre sectores de las lites intelectuales ilustradas. De hecho, algunas de ellas, como el existencialismo, el dadasmo y el surrealismo llegan a representar modalidades realmente feroces del individualismo. Sin embargo, al enfrentarse al dominio ideolgico de las tendencias positivistas, las vanguardias abren brechas en el pensamiento ilustrado y generan algunos movimientos sociales, como el movimiento beatnik, el movimiento hippie y otros movimientos libertarios aluvionales, que intentan rescatar confusamente los ideales libertarios iniciales de la burguesa, pisoteados hasta la saciedad por ella misma, en la medida en que consolidaba su poder y se enriqueca abrumadoramente sobre el hambre de las mayoras. Del mismo modo, muchos representantes de las vanguardias jugaron un papel en el despertar de pensamientos y opiniones que cuestionaban los privilegios y errores de sus metrpolis con relacin al mundo mayoritario y colonizado. Inclusive, las vanguardias van a promover en las metrpolis un nuevo inters por el conocimiento de las culturas exticas y de religiones y cultos orientalistas. Sin embargo, las vanguardias literarias y artsticas siguen siendo representantes de la ideologa ilustrada y en general mantienen el mismo pensamiento elitesco y supremacista de otras corrientes del pensamiento burgus.

SOBRE EL DOMINIO DE LA ILUSTRACION

No se crea que estamos imaginando el derrumbe inmediato del pensamiento ilustrado o que algn sector de la sociedad est libre de su influencia y su dominio. Muy por el contrario, la superacin de la ideologa ilustrada ser un proceso de siglos, precisamente porque su dominio es muy poderoso y generalizado, a pesar de que cada da es ms patente su fracaso como frmula para regular la sociedad y para acercar a los hombres a la justicia social y a la generalizacin del bienestar material y espiritual. Acompaa, por supuesto, todos los males del capitalismo, del cual es alma y sustento. La ideologa ilustrada es dominante entre los ricos y los pobres, entre los revolucionarios y los contrarrevolucionarios, entre los comunistas y los fascistas, entre los hombres y las mujeres, entre los europeos y los latinoamericanos. En ese sentido, todos padecemos de la estupidez ilustrada que en algn momento desmenuzaremos en su pattica miseria. Esto es as porque la ideologa ilustrada es el fruto de la acumulacin secular de formas de vida y pensamiento que han ido calando profundamente en el alma de los hombres. Desde que el hombre convirti a su congnere en esclavo, se dio inicio al largo camino que ha conducido a la conformacin y al establecimiento de la Ilustracin. Es el resultado de una evolucin del pensamiento clasista generado en los albores de la historia humana. Y aunque en algn momento, en las formas que asumi, represent un avance en la marcha hacia la comprensin, por parte de la sociedad, de sus posibilidades, hoy representa el pensamiento de quienes se oponen a que esa comprensin alcance escalones ms altos. El surgimiento de una ideologa basada en el equilibrio de los intereses colectivos e individuales, con predominio final de los sentimientos colectivistas, altruistas que anidan en los hombres, no puede ser fruto de un proceso puramente tico o intelectual. La nica posibilidad de que surja una ideologa de ese tipo pasa por la construccin de sociedades que paulatinamente vayan recortando la brecha entre los ms ricos y los ms pobres, promoviendo la equidad, la educacin, el crecimiento armnico y el dominio de las ideas colectivas y colectivistas por encima de las ideas individuales e individualistas. Esto no puede ser sino un camino largusimo, difcil, frecuentemente doloroso, con marchas y contramarchas. Pero es el nico camino. Cualquier otro llevar a la humanidad a su destruccin.

DIGRESION EN TORNO A SAVATER

La fuerza y el poder del pensamiento ilustrado se hacen patentes en muchos mbitos de la vida social, pero no podemos abarcarlos todos en este modesto trabajo. De modo que tendremos que conformarnos con ver hacia algunos pocos espacios. Tomemos, por ejemplo, algunas ideas de uno de los representantes ms conspicuos del pensamiento ilustrado, individualista y defensor de la propiedad privada que se han conocido en el mundo contemporneo, particularmente en Venezuela, hasta el punto de que hasta el Presidente Chvez lo ha citado: Fernando Savater, inteligente pensador espaol, idolatrado por casi todos los intelectuales venezolanos. Sus dos libros ms ledos constituyen una defensa sostenida de la ideologa ilustrada. Busquemos en esa fuente, para mejor entender: "El sistema poltico deseable tendr que respetar al mximo (...) las facetas pblicas de la libertad humana: la libertad de reunirse o de separarse de otros, la de expresar las opiniones y la de inventar belleza o ciencia, la de trabajar de acuerdo con la propia vocacin o inters, la de intervenir en los asuntos pblicos, la de trasladarse o insertarse en un lugar, la libertad de elegir los propios goces de cuerpo y de alma, etc." (4) En esto creo que podemos todos estar de acuerdo. Pero hasta aqu Savater no propone nada nuevo: son, en general, las mismas propuestas que haca la burguesa en su poca de auge, el concepto de los derechos del hombre. Pero veamos hacia donde deriva esta declaracin de principios de manos de Savater: "Lo nico que puedo garantizarte es que nunca se ha vivido en Jauja y que la decisin de vivir bien la tiene que tomar cada cual respecto a s mismo, da a da, sin esperar a que la estadstica le sea favorable o el resto del universo se lo pida por favor" (5)Este tipo de contenidos abundan en Savater. Fijmonos primero en el argumento manipulador que pretende justificar el fondo injusto del planteamiento: como nunca el mundo ha sido una maravilla, podemos ser socialmente irresponsables, ya que la bondad del mundo no depende de nosotros. Los afanes colectivos no tienen, entonces, sentido. Vivir bien o mal es una decisin personal, individual. Vaya! Es decir, que los nios de la calle de Amrica Latina viven mal porque les da la gana. Seguramente son unos irresponsables que viven esperando por la estadstica o que Savater les pida el favor, probablemente va Internet. De ningn modo el drama de esos nios es una responsabilidad colectiva Que vivan mal si les da la gana! Cmo es posible que los latinoamericanos podamos aceptar y hasta celebrar estas ideas? Esto no es ms, debo repetirlo, que la iteracin de los conceptos ms rancios y tradicionales de la ideologa ilustrada, que encuentra en intelectuales como Savater nuevos defensores, que generalmente terminan, como lo hiciera Lutero, condenando las rebeliones de la gente contra el orden establecido e injusto que domina el mundo. Pero Savater no quiere aparecer tan descaminado, y generosamente concede la posibilidad de que algunos no pudieran aplicar sus brillantes ideas sobre la libertad individual: "Bueno, admito que para lograr tener conciencia hacen falta algunas cualidades innatas (...) y supongo que tambin sern favorables ciertos requisitos sociales y econmicos, pues a quien se ha visto desde la cuna privado de lo humanamente ms necesario es difcil exigirle la misma facilidad para comprender lo de la buena vida que a los que tuvieron mejor suerte. Si nadie te trata como humano, no es raro que vayas a lo bestia...pero una vez concedido ese mnimo, creo que el resto depende de la atencin y esfuerzo de cada cual" (6)Savater admite, supone y concede desde el trono de su inteligencia. Admite que para vivir bien hay cualidades innatas: depende de si naces inteligente o bruto segn alguna decisin divina, o de si tu madre pobre y analfabeta, que vive en un rancho insalubre del barrio La Dolorita de Petare, decidi irresponsablemente salir embarazada mientras sufra de avitaminosis. Supone (!) que para decidir vivir bien, la gente probablemente debera primero poder comer, vestirse, tener un techo, educarse. Es que hay gente, segn Savater, que tiene mala suerte. Los que viven bien son gente suertuda, los miserables simplemente tienen mala pata. Finalmente concede "ese mnimo", el resto depende de la atencin y el esfuerzo de cada cual. Con qu sutileza despacha Savater las enormes y evidentes injusticias y desigualdades sociales, de qu manera las ubica en un plano del todo secundario, en favor de sus ideas individualistas Pero es que a veces se va mucho ms atrs de la Ilustracin, en su incurable insensatez ilustrada! "Slo quien ha nacido para esclavo o quien tiene tanto miedo a la muerte que cree que todo da igual se dedica a las lentejas y vive de cualquier manera" (7)Quisiramos solicitarle a todos los intelectuales que celebran a Savater en Venezuela que se olviden de la poltica, la economa y la sociedad. Para qu pensar en eso? Al fin y al cabo, si la mayora de los venezolanos se dedican a las caraotas (que probablemente son ms plebeyas que las lentejas) es porque nacieron para esclavos o porque le temen demasiado a la muerte. De manera que no es responsabilidad de ustedes si ellos viven de cualquier manera. Adems, si la mayora de los venezolanos vive mal seguramente es porque son libres, pues "...no somos libres de no ser libres, ya que no tenemos ms remedio que serlo" (8)Los hambrientos, los olvidados, los desheredados, los engaados, los humillados, todos son hombres libres. Hay quien piensa, inclusive, que cuando muchos de ellos salieron a saquear Caracas el 27 de febrero de 1989, fueron perfectamente libres. Pero esto ltimo debe ser cosa de comunistas o de "perfectos idiotas latinoamericanos", al gusto de Vargas Llosa. Como vemos, de muchas maneras, a travs de vericuetos, retrucanos y demasiado comercio de la palabra, comercio de piratas, pero comercio al fin, se defiende con inteligencia la estupidez ilustrada, con perdn del oximoron. Pero en fin, no es Savater nuestro tema. Debemos seguir adelante.

SOBRE LA REVOLUCION FRANCESA

Despus de lo que puede describirse como una digresin, dedicada parcialmente a Savater, trataremos de acercarnos en algo a uno de los hitos fundamentales en el triunfo definitivo de la burguesa moderna sobre el feudalismo medieval: la Revolucin Francesa. No es nada fcil abreviar conceptos en torno a un hecho tan complejo, tan difcil de despachar, tan exigente, para su cabal comprensin, de una investigacin profunda, larga, especializada, que nosotros no hemos hecho. Son tantas sus contradicciones y tan fecundo fue su acontecer cotidiano, poltico y social, que confunde inclusive a historiadores profesionales Qu quedar para los investigadores amateurs, como nosotros! Inclusive, muchos de estos historiadores burgueses y enjundiosos llegan a decir que el desencadenante principal de la Revolucin Francesa no fue la lucha de clases, sino una conjuncin de condiciones y factores polticos, culturales e ideolgicos. Que gente estudiosa pueda decir semejante incongruencia slo demuestra una de dos cosas, o las dos a la vez: que la historia, repetimos, est hecha segn el cristal con que la ve quien la recrea, y que estamos ante un hecho de difcil comprensin por la cantidad de datos que concurren a ella. Pero si de algo no puede haber dudas, es que la Revolucin Francesa fue una sntesis extraordinaria de una lucha de clases sociales intensa, que en algunas de sus manifestaciones se prolonga hasta nuestros das. La Revolucin se produce despus de crisis econmicas peridicas y de frecuentes revueltas populares. Si fuese necesario escoger un momento detonante definitivo de la Revolucin Francesa, ste debera ser la celebracin de elecciones nacionales en la Francia de 1788, a lo cual accedi Luis XVI, despus de que se generalizara el reclamo de que se convocarn los Estados Generales, la asamblea formada por representantes del clero, la nobleza y el llamado Tercer Estado, y que tena ms de un siglo sin reunirse. Es importante definir la conformacin del llamado Tercer Estado, que supuestamente representaba al pueblo, pero que en realidad era expresin de las clases emergentes que constituiran la burguesa. De hecho, los miembros del Tercer Estado eran elegidos en reuniones de los delegados provinciales propuestos por los contribuyentes de cada pueblo o ciudad, es decir por los propietarios. Es interesante saber que, si bien los miembros del Tercer Estado solan ser abogados y funcionarios, con ms frecuencia que terratenientes o comerciantes, eran sobre todo stos ltimos quienes los elegan y aquellos eran realmente sus representantes. El hecho es que durante el proceso de elecciones de 1788, circularon en Francia un gran nmero de panfletos y escritos que difundan las ideas de la Ilustracin. Desde ese momento las grandes contradicciones de clases no hicieron sino multiplicarse en un proceso que gener una verdadera vorgine de posiciones y enfrentamientos. Los intereses de la burguesa se vieron favorecidos, por ejemplo, con las disensiones entre el clero y la nobleza, lo cual influy en el llamado a la Asamblea Nacional Constituyente, en medio de amenazas de intervencin militar extranjera y de insurrecciones populares, entre ellas los disturbios del 12 de julio de 1789, cuando el pueblo de Pars se rebel en las calles hasta desembocar, dos das despus, en la toma de La Bastilla, smbolo del despotismo borbn. Es fundamental determinar que estas insurrecciones populares, que incluyeron revueltas campesinas contra la nobleza, no slo alarmaron a los monrquicos, sino tambin a los mismos burgueses. De hecho, la burguesa parisina estableci un gobierno provisional y organiz a la Guardia Nacional, entre otras cosas como una manera de controlar a las multitudes populares y frenarlas. A este perodo insurreccional se le llam entonces el "Gran Miedo". Las clases populares ms bajas, aliadas en ese momento a la burguesa, presionaron y catalizaron el desarrollo de los acontecimientos. El 4 de agosto de 1789, el clero y la nobleza renunciaron a sus privilegios ante la Asamblea Nacional Constituyente. La Asamblea decret la abolicin del rgimen feudal y seorial, suspendi el diezmo y elimin la exencin tributaria de los estamentos privilegiados, introduciendo as cambios de gran envergadura en la convulsionada sociedad francesa. Poco despus se produce otro acontecimiento de grandes proporciones histricas, cuando la Asamblea se dispuso a redactar la nueva constitucin, cuyo prembulo fue la Declaracin de los Derechos del hombre y del ciudadano, donde se plantearon los principales ideales revolucionarios, que luego se sintetizaran en tres palabras: "Libert, Egalit, Fraternit". La Constitucin ilegaliz los ttulos hereditarios y modific los fundamentos de la legislacin francesa. Se impusieron importantes restricciones al poder de la Iglesia Catlica, que incluan la confiscacin de los bienes eclesisticos. El grueso de las medidas apuntaba claramente contra los privilegios de las clases decadentes, representadas por el clero y la nobleza. Pero al mismo tiempo la burguesa, en esa misma constitucin, dej en claro los lmites de la revolucin y la calidad de los hombres a quienes amparaban preferiblemente los "derechos humanos": el electorado, segn la carta magna, quedaba reducido a las clases medias y altas, ya que estableca el requisito de la tenencia de propiedades para acceder al voto. Esto motiv gran descontento en las clases populares, que no tardaron en radicalizarse. Las contradicciones en el campo de los revolucionarios comenzaron a multiplicarse. Fue a partir de all que se generalizaron en Francia los clubes radicales de los jacobinos y los cordeliers. De ah en adelante, las mencionadas contradicciones dominaron el escenario de la Revolucin Francesa, con la pugna entre distintas facciones radicales y moderadas: los sans-cullottes, los feuillants, el grupo del Llano, los girondinos, los montagnards, iniciaron un perodo de cruentas y sangrientas luchas, donde el pueblo desposedo siempre tuvo una participacin determinante y entreg la mayor cuota en sangre y sacrificios. Este perodo fue acompaado de un escenario de convulsin internacional que tena a Francia y a su revolucin como punto de referencia, debido sobre todo a la oposicin que haca la aristocracia europea a la legislacin revolucionaria y a sus efectos e influencias en el resto del continente y en las colonias americanas, donde no faltaba la convulsin poltica y social. Hay que destacar, por otra parte, que las tendencias radicales, como los jacobinos, siempre contaron con el apoyo mayoritario de las clases populares de Francia, que atizaban el radicalismo, desde su miseria, su hambre y su discriminacin por parte de todas las clases dominantes, incluida la misma burguesa. Inclusive, el pueblo de Pars lleg a favorecer en algn momento al ala ms radical de los jacobinos, liderada por Pierre Gaspard Chaumette, en detrimento del sector centrista encabezado por Robespierre. A la larga, las rebeliones populares fueron sofocadas por los conservadores que llegaron a dominar la Convencin Nacional y hubo feroz represin contra los jacobinos y los sans-culottes. Poco a poco la burguesa y su revolucin iban marcando distancia de las clases desposedas. La nueva clase dominante empezaba a demarcar claramente los territorios del poder. Y aunque la mayora de los lderes jacobinos fueron desapareciendo, siguieron siendo los preferidos de los desheredados en esta etapa histrica. La Revolucin Francesa introdujo significativas transformaciones en la vida poltica, econmica y social. Aboli la monarqua absoluta en Francia y acab con los privilegios de la aristocracia y del clero. Elimin los fundamentos del feudalismo: la servidumbre, el derecho feudal y los diezmos. Redistribuy la propiedad de la tierra e introdujo la distribucin equitativa del pago de impuestos. Pronto Francia pasara a ser el pas europeo con mayor proporcin de propietarios independientes: era el triunfo de la propiedad individual, del incipiente capitalismo, de la floreciente burguesa, de las ideas de la Ilustracin.

SOBRE LOS ESCRITORES Y LA COMUNA

Tal como hemos dicho, la burguesa no tard en apartar de su lado a los trabajadores y campesinos que constituyeron el verdadero combustible social de la Revolucin Francesa. Igualmente acabamos de sealar que en la Europa pos feudal floreci el pensamiento burgus, las ideas concebidas por el movimiento de la Ilustracin. Esas ideas sirvieron de marco al desarrollo conceptual del mundo intelectual pos revolucionario. Nace, a partir de los hechos de fines de la centuria dieciochesca, el intelectual moderno, cuya constitucin ideolgica fundamental permanece hasta nuestros das. Es por eso tan iluminador estudiar un hecho que acaeci casi un siglo despus del triunfo burgus, y que asume destacada relevancia, y en el cual tuvieron singular presencia los intelectuales y escritores de entonces. Nos referimos a la Comuna de Pars. La Comuna fue una experiencia de gobierno popular directo, implantado por el pueblo de Pars durante la Guerra Franco-prusiana. El 1 de septiembre de 1870, Napolon III se rindi a los prusianos en la batalla de Sedan. Los republicanos de Pars se insurreccionaron y proclamaron la III Repblica dos das despus. Pars capitul ante Prusia tras cuatro meses de asedio. La Asamblea Nacional deba decidir si se firmaba la paz con los prusianos segn las condiciones del armisticio. La mayora asamblesta era monrquica y partidaria de la restauracin de la monarqua y se mostr de acuerdo con los trminos de paz planteados por el canciller de Prusia, Otto von Bismarck. Pero los republicanos y socialistas, opuestos a esos trminos, votaron por la continuacin de la guerra. En este contexto, los parisinos se levantaron contra el gobierno el 17 y el 18 de marzo. Los insurrectos establecieron un gobierno denominado Comit Central de la Guardia Nacional y eligieron un concejo municipal el 26 de marzo. Este concejo fue conocido como la Comuna de Pars y sus miembros como los communards. Los comuneros eran seguidores de Louis Auguste Blanqui y de Pierre Joseph Proudhon y contaban con el apoyo de la Asociacin Internacional de Trabajadores, cuyo secretario era, a la sazn, Carlos Marx. La Comuna se orient a lograr medidas para favorecer a los trabajadores desposedos. El grueso del pensamiento y la fuerza de la burguesa se opuso al experimento. Durante la llamada Semana Sangrienta, entre el 21 y el 28 de mayo, las fuerzas gubernamentales dieron muerte a ms de 30.000 trabajadores, detuvieron a cerca de 37.000 y condenaron a ms de 13.000, antes de reducir y liquidar a la Comuna de Pars. Como afirma Paul Lidsky en su excelente libro Los escritores contra la Comuna, estas cifras hablan del pnico que vivi la "gente decente" ante el poder de aquellos "brbaros" desposedos Cul fue la actitud de los intelectuales ante la Comuna? Es muy aleccionador detenernos en este punto, puesto que aqu encontraremos una sorprendente coincidencia entre los argumentos de entonces y muchos de los que analizaremos despus en la actual situacin venezolana. Claro, tal como el gato nico y eterno de Schopenhauer, los intelectuales burgueses del siglo XX son bsicamente los mismos del siglo XVIII, como iremos demostrando. Estas actitudes siempre se harn patentes en momentos de convulsin y de transformaciones. Lo que normalmente se encuentra oculto, sumergido en la cotidianidad, brilla inocultable cuando la rutina social se rompe. Las mscaras se caen y cada quien comienza a ser lo que realmente es. Entre los escritores franceses de entonces, los nicos que asumen una posicin de simpata hacia la Comuna o que al menos condenan la represin en su contra, son Valls, Rimbaud, Verlaine, Villiers de L'isle-Adam y Victor Hugo. Todos los dems se le oponen, la mayora de manera virulenta. Muchos de estos escritores haban tenido participacin en la revolucin de 1848, para luego caer en una larga poca de desilusin y acomodo al rgimen burgus. Cualquier parecido con numerosos intelectuales venezolanos contemporneos no es mera coincidencia. En su confrontacin con las masas, los intelectuales franceses no podan sino manifestar su supremacismo y su desprecio por los desposedos, la "masa inculta". Alguna vez Leconte de Lisle fue casi lapidado por la multitud, durante los levantamientos populares de 1848, y despus de huir por una ventana, espet: "Qu ralea sucia y asquerosa es la humanidad! Qu estpido es el pueblo! Es una eterna raza de esclavos (N.A.: remember Savater?) que no puede vivir sin albarda y sin yugo. No ser, pues, por l por quien sigamos combatiendo, sino por nuestro sagrado ideal. Que reviente de hambre y de fro, ese pueblo fcil de engaar que pronto comenzar a sacrificar a sus verdaderos amigos!" (9). Y un ao despus, en una carta a Louis Menard: "Es parecida a la suya la lengua que hablan? Cmo puede vivir, l que era el hombre de las emociones delicadas, de los sentimientos refinados y de las concepciones lricas, en medio de esas naturalezas rudas, de esos espritus escamonados a hachazos, cerrados a toda claridad de un mundo superior?" (10).Aqu se impone detenernos para analizar las ltimas palabras citadas. Vemos en ella algunos aspectos que habremos de analizar ms adelante, cuando nos concentremos en la situacin venezolana actual. Uno es el del lenguaje. de Lisle es harto sincero, cuando se plantea que los intelectuales y las clases desposedas manejan lenguajes diferentes. Sobre esto volveremos, pues esta diferenciacin por el lenguaje es una de las marcas clasistas ms evidentes en la Venezuela contempornea. Luego est la consideracin de la calidad de las emociones, de los sentimientos, de las concepciones. El intelectual burgus, de entonces y de ahora, se considera humanamente superior a los desposedos. Piensa, de verdad, que sus emociones son ms delicadas, sus sentimientos ms refinados y sus concepciones ms lricas que las del pueblo trabajador. Y esta ficcin es una mercanca muy fcil de vender mientras las revoluciones antiburguesas no amenazan. Una vez que stas lo hacen, no hay mayor dificultad para conocer la verdadera catadura de estos personajes. Sus emociones se muestran como un hervidero de odio y desprecio, sus sentimientos destilan mezquindad, pequeez y sus concepciones pasan a ensear todo el contenido del individualismo que les es propio: ironizan en torno a lo colectivo, defienden lo establecido, el pasado, se convierten en intelectuales formales, esquemticos, que se repiten unos a otros como loros en su decisin de defender el orden y la ideologa decadentes tratando de que encuentren nuevas formas y caminos para sostenerse y perpetuarse. Que no? Sigamos adelante, citando a los franceses, que ms adelante veremos como hablan hoy los intelectuales burgueses en nuestro pas. Tambin durante los acontecimientos de 1848, Tocqueville demuestra comprensin de lo que ocurra: "Lo que la distingui de todos los acontecimientos de este gnero que se han sucedido desde hace sesenta aos entre nosotros es que no tena como objeto cambiar la forma de gobierno, sino alterar el orden de la sociedad. No fue, a decir verdad, una lucha poltica (en el sentido que hasta entonces habamos dado a esta palabra), sino un combate de clase" (11). Es de destacar que muchos escritores se sintieron materialmente amenazados por los levantamientos populares del 48. Temieron perder sus propiedades y sus privilegios. Este fue el caso de Vigny, el de Flaubert, el de du Camp, el de los hermanos Goncourt, el de Renan. A partir de 1848, la mayora de los escritores franceses reconocen con claridad la diferencia que hay entre sus intereses y los de las clases desposedas, lo cual los aleja de la accin poltica. Se acomodan poco a poco al orden existente, comienzan a granjearse puestos burocrticos y a cobrar pensiones del Imperio. Unos tras otros, buscan los honores, la gloria y la consideracin de las lites gobernantes. El Imperio cre, inclusive, oportunidades para que los escritores se alinearan a l, mientras guardaban cierta apariencia de independencia y hasta de oposicin. Uno de estos medios de absorcin fue el Saln de la princesa Mathilde, sobrina de Napolen III, en la rue de Courcelles o en Saint-Gratien. All los escritores se oponan tibiamente, con bromas e ironas de importancia secundaria, en nada comparables a la violenta oposicin que hacan a cualquier intento de subversin verdadera del rgimen. He aqu lo que asienta Edmond de Goncourt en su Journal: "Ah, princesa! No sabis el servicio que habis prestado a las Tulleras, cuntos odios y clera ha desarmado vuestro saln, hasta qu punto habis sido la almohadilla entre el gobierno y los que manejan una pluma. Flaubert y yo, si no nos hubieseis comprado, por decirlo as, con vuestra gracia, vuestras atenciones, vuestras muestras de amistad, hubisemos sido, ambos, los crticos ms sangrientos del Emperador y la Emperatriz" (12). Cuntos salones, cuntas princesas Mathilde no hemos conocido en Venezuela, en los tiempos en que campe a su antojo el rgimen betancourista? Es interesante transcribir la siguiente resea de Lidsky: "cuando Gautier, Banville, los Goncourt, Flaubert, Renan, etc., se sublevan contra el burgus, no es contra el orden econmico de la sociedad burguesa, sino contra las costumbres, la bajeza, el utilitarismo, la trivialidad y el conformismo del "modo de vida" burgus (...) los escritores consideran que las fuerzas sociales que se oponen a la sociedad burguesa son todava ms peligrosas" (13). Es imposible no establecer una comparacin con la oposicin que hicieron muchos de nuestros intelectuales burgueses al rgimen betancourista. La crtica formal a los vicios de ese perodo, nunca consider realmente la posibilidad de cambios profundos. Una vez que el peligro de extincin del betancourismo se hizo real ante la irrupcin del proyecto liderado por Hugo Chvez, su defensa del rgimen betancourista se hizo particularmente ms insistente e incisiva, como veremos ms adelante. La actitud existencial del intelectual burgus es muy ntidamente expresada por Flaubert: "Yo sostengo, y esto debe ser un dogma prctico de la vida del artista, que hay que dividir la existencia en dos partes: vivir como burgus y pensar como semidios: las satisfacciones del cuerpo y de la cabeza no tienen nada en comn" (14). Creerse un semidios es una postura tpica del intelectual burgus, para lo cual requieren esa separacin artificial entre "el cuerpo" y "la cabeza". Mirando a los dems desde las alturas de su "alma escogida" y de su "cabeza superior", considera con desprecio ( a veces abierta, a veces solapadamente) todo lo que huela a pueblo "bajo", a pueblo llano. Pero su alma y su intelecto no resisten la necesidad de que su cuerpo disfrute los privilegios econmicos y egticos que les confiere y les permite el modo de vida burgus. Louis Chevalier, en su libro Classes laborieuses et classes dangereuses, cita numerosos textos de Eugne Sue, de Jules Janin, de Auguste Barbier, de Hugo para constatar la presencia en los mismos de todo un vocabulario discriminador: " 'Brbaros', 'salvajes', 'nmadas', estas expresiones generalmente empleadas por Sue y por Hugo, y que evocan unas y otras una raza primitiva, que viviera al margen de las personas civilizadas, no designan nicamente los habitantes de los bajos fondos y de la "gran caverna del mal", sino un porcentaje elevado de la poblacin parisiense" (15). Baudelaire es cruel cuando celebra el apaleamiento que le propina un guardia a un republicano en un motn: "Pega, pega un poco ms fuerte, pega ms, municipal de mi corazn...porque en ese supremo apaleamiento te adoro y te juzgo semejante a Jpiter el gran justiciero. El hombre a quien apaleas es un enemigo de las rosas y de los perfumes, un fantico de las herramientas; es un enemigo de Watteau, un enemigo de Rafael, un enemigo encarnizado del lujo y de las bellas letras, iconoclasta jurado, verdugo de Venus y de Apolo...Apalea religiosamente los omplatos del anarquista" (16). Por su parte, Heinrich Heine, en su libro Lutece, consagrado a Pars, describe con angustia la amenaza que percibe de parte de los desposedos: "Con sus manos callosas rompern sin merced todas las estatuas de mrmol de la belleza tan caras a mi corazn, destruirn mis bosques de laurel para plantar en ellos patatas...Las rosas, esas novias ociosas de los ruiseores, tendrn la misma suerte; los ruiseores, esos cantores intiles, sern expulsados, y ay!, mi Libro de los cantos servir al tendero para hacer cucuruchos en los que echar el caf y el rap para las viejas del futuro. Ay!, preveo todo esto, y me acomete una tristeza indecible al pensar en la ruina con que el proletariado vencedor amenaza mis versos, que perecern con todo el antiguo mundo romntico" (17). Adems de que las palabras de Heine nos hacen recordar la "tristeza" repetidamente expresada por intelectuales como Luis Garca Mora, Germn Carrera Damas, Rafael Arriz Lucca o Alberto Barrera Tiszka ante el difcil proceso de transformaciones que vive Venezuela, debemos destacar el prejuicio exclusivista, supremacista, que establece que slo la intelectualidad burguesa es capaz de producir o de generar arte o poesa, y para los trabajadores desposedos quedan reservados las patatas, el caf y el tabaco. Por cierto de dnde, del trabajo de quin, creera Heine que provenan las patatas que l mismo coma, o el caf y el tabaco con los que probablemente matizaba su labor intelectual? Esos prejuicios los manifiesta Renan sin cortapisas: "Es necesario un centro aristocrtico permanente, que conserve el arte, la ciencia, el gusto, contra el beocismo democrtico y provinciano" (18). Renan justifica estas afirmaciones con uno de los prejuicios ms arraigados en el pensamiento clasista que anida en los hombres desde que la sociedad se dividi en clases: que la belleza, el amor, lo humanamente sublime estn reservados para algunos elegidos en detrimento de una mayora vil e inferior: "Convertir unos tras otros, uno por uno, los dos mil millones de seres humanos que pueblan la tierra! Puede creerse esto posible? La inmensa mayora de los cerebros humanos es refractaria a las verdades por poco elevadas que stas sean...No tenemos la culpa de que as sea. El objeto de la naturaleza, hay que creerlo, no es que todos los hombres vean lo verdadero, sino que lo verdadero sea visto por algunos y se conserve su tradicin" (19). No hay diferencia esencial entre estas expresiones y la matriz que trata de crear una parte de la intelectualidad burguesa venezolana, en el sentido de que hay en nuestro pas un pequeo sector pensante y una mayora que no piensa. Un par de citas clarificadoras ms, antes de entrar de lleno en lo que fue la actitud de los escritores ante la Comuna. Drieu la Rochelle habla de las manos de una muchacha hermossima: "Cuando yo vea sus pies y sus manos, bendeca la crueldad de su familia, que desde haca tres siglos oprima a los indios para asegurar la perfeccin del ocio en unos dedos tan delicados y firmes" (20). De tal manera que en este concepto, la "Belleza" y el "alma sublime" que la percibe, son superiores a todos los hombres. Renan, por su parte, afirma: "El gran nmero debe pensar y gozar por delegacin...La masa trabaja, algunos desempean por ella altas funciones de la vida; he aqu la humanidad...Algunos viven por todos. Si se quiere cambiar, nadie vivir" (21). Este pensamiento clasista, supremacista, elitesco, sigue siendo el manejado por las lites intelectuales, particularmente en Venezuela en la actual circunstancia histrica. Por supuesto que el lenguaje ha cambiado, se ha adaptado para poder seguir diciendo lo mismo pero con nuevos subterfugios y a travs de nuevos vericuetos. Eso lo vamos a demostrar ms adelante. Por ahora asentaremos que este pensamiento de los intelectuales franceses es digno heredero de la ideologa ilustrada, de la ideologa burguesa, que fundamentndose en los criterios de los derechos individuales ciudadanos, se plante desde un principio que el ttulo de individuo concerna sobre todo a los propietarios, es decir a las lites. Es desde este pensamiento que los escritores franceses de aquel entonces se ensaan contra la Comuna de Pars, como veremos de inmediato.

MAS SOBRE LOS ESCRITORES Y LA COMUNA

Para un gran nmero de escritores franceses la Comuna no fue un movimiento social y poltico engendrado en las diferencias de clase y en la explotacin y miseria de los desposedos, sino una manifestacin de barbarie y anarqua protagonizada por la "canalla", por el "populacho", por la "chusma". Este criterio lo manifiesta con claridad Maxime du Camp: "Ms tarde, cuando se vea en su conjunto toda esta Comuna...se reconocer que la poltica no intervino en nada. Los que la inventaron la impusieron a Pars y no retrocedieron ante ningn crimen para prolongarla, se llamaban republicanos: no eran ms que unos ambiciosos enamorados de s mismos y ebrios de poder" (22). Fjense en la perspectiva conservadora, tan parecida a la que campea en la Venezuela contempornea: los obreros revolucionarios no se levantaron contra las imposiciones de la burguesa, sino que por el contrario le impusieron a sta una revolucin que era un "crimen", adems no por razones polticas legtimas, sino por ambicin de poder. No obstante, la lucidez tambin anida en el conservadurismo. Es as como Edmond de Goncourt s detecta el fondo del asunto: "Lo que ocurre es sencillamente la conquista de Francia por el obrero y el avasallamiento bajo su despotismo del noble, del burgus, del campesino. El gobierno se escapa de las manos de los que poseen para ir a las manos de los que no poseen, de los que tienen un inters material de conservacin de la sociedad a aquellos a quienes no interesa en absoluto el orden, la estabilidad, la conservacin" (23). Fijmonos en estas ltimas frases del aserto. Se habla all de un sector conservador, identificado con los propietarios, que son quienes tienen un inters material de conservar la sociedad, y por otro lado un sector de desposedos, que son quienes no tienen nada que conservar, pues no poseen nada; quienes no defienden ningn "orden", pues han vivido siempre en el obligado desorden de la miseria; quienes no se preocupan por la "estabilidad", pues sus vidas, llenas de violencia cotidiana, penurias y carencias, es cada da inestable. Este fue el fondo poltico de la Comuna, y tambin es parte del fondo poltico del intenso proceso de lucha de clases que se desarrolla actualmente en Venezuela y cuyo futuro inmediato no es posible prever. Tambin Taine define el carcter poltico de la Comuna: "En cuanto a la insurreccin actual, es en el fondo socialista: 'El patrono, el burgus, nos explota, y hay que suprimirlo' " (24). Ernest Feydeau, lleno de odio, parece que hablara como hablan muchos hoy acerca del pueblo chavista, sin embargo define el carcter clasista del alzamiento parisino: "...A los seores obreros, por el solo hecho de que acariciaban ms la botella que el trabajo, y se lavaban muy poco las manos, por no tener tiempo para hacerlo, se les ha metido en la cabeza que todo se les deba y les perteneca sobre la tierra, y que saban acerca de ello lo bastante, no habiendo aprendido jams sino cada uno su propio oficio, para sustituir con ventaja a todos los gobiernos de los pueblos civilizados (...) la experiencia, el trabajo, la ciencia, la reflexin, la meditacin no son nada, ni sirven para nada, que basta con ser grosero, mal educado, apestar a grasa y a tabaco, y tener todo el tiempo la injuria y la pipa en la boca, para estar considerado como un superior" (25). Dos afirmaciones de este prrafo desnudan el cuerpo ideolgico que maneja Feydeau. Uno, los obreros son borrachos, sucios, groseros, mal educados y adems culpables de levantarse contra la explotacin y exigir que la sociedad les cancele la deuda que tiene con ellos. Dos, los trabajadores carecen de experiencia, no quieren trabajar, y lo que es peor, no reflexionan ni meditan (no piensan), pues la reflexin y la meditacin (el pensamiento) son el privilegio de unas cabezas bien peinadas, inteligentes, superiores, que coronan cuerpos rozagantes, adecuadamente vestidos y acaso perfumados. Este criterio es una de las marcas de fbrica del intelectual de la Ilustracin, que est vivo y coleando, por ms que traten de disimularlo, en la intelectualidad reaccionaria venezolana. El caso del poeta parnasiano Catulle Mends es pattico. En un principio reconoce la justeza de los reclamos de la Comuna y resea que hay alegra en el acontecimiento del cual participan no slo obreros, sino tambin unos cuantos comerciantes y pequeos burgueses parisinos aliados a los trabajadores: "No son nicamente federados de Montmartre o de Belleville, se reconocen bajo los quepis caras apacibles de burgueses y de comerciantes; muchas manos son blancas, no manos de obreros. Marchan en buen orden; van tranquilos y resueltos; se adivina que esos hombres estn dispuestos a morir por una causa que creen justa" (26). Afirma que hay en la Comuna fuerzas vivas y nuevas que acaso haya que tomar en cuenta. Hasta abril del 71 la Comuna es para l una revolucin. A partir de all la define como un motn: "Ah! Al fin abrimos los ojos...no habais endosado nuestras opiniones sino para engaarnos, del mismo modo que unos truhanes revisten la librea de una casa para penetrar en la habitacin del amo y robarle su dinero. Os vemos tales como sois...no sois ms que unos revoltosos cuyo objeto principal es entregarse al saqueo a favor de la confusin de la noche" (27). Emile Zola azuza al poder constituido para que emplee la violencia contra los comuneros (no otra cosa lleg a plantear Luis Garca Mora en uno de sus virulentos artculos con relacin a la situacin venezolana): "Que maana se d una satisfaccin al orgullo legtimo de Pars, que se le devuelva la libertad y la confianza de la nacin, y ya veris a Pars, al verdadero Pars, arrojar de s la sedicin, para volver a ser la gran ciudad de la sensatez y del patriotismo" (28). Ms adelante veremos la variedad de voces que reclaman una restauracin en Venezuela de la democracia betancourista, claro, llamndola eufemsticamente "verdadera democracia", "libertad", "sensatez", "patriotismo", etc. Finalmente, el caballero Zola celebrara los 30.000 muertos de la Comuna como necesarios: "El bao de sangre que (el pueblo de Pars) acaba de recibir era quiz de una horrible necesidad para calmar algunas de sus fiebres. Ahora vais a verlo crecer en sabidura y esplendor" (29).Para George Sand los communards son un "partido de exaltados", el "reino de los ms furiosos". Esta condena se hace en nombre de la paciencia, la sensatez y la razn. Para ella, la Comuna es "el resultado de un exceso de civilizacin material que ha arrojado su espuma a la superficie, un da en que la caldera no tena vigilante...son las saturnales de la locura" (30).Tambin Anatole France condena duramente a la Comuna. Para l se trata de un "comit de asesinos", un partido de "bribonzuelos" y un "gobierno del crimen y de la demencia". Ntese como en Sand y France aparece el concepto de la locura y la demencia. Para el intelectual burgus los revolucionarios son locos, en la medida en que no responden a "la razn", que en su lenguaje hay que asimilarla al formalismo social, al pensamiento establecido, a la consideracin de los prejuicios, las deformaciones y los cdigos lingsticos de la ideologa ilustrada como leyes naturales inconmovibles, tal como los escolsticos pensaban sobre la revelacin por la fe. Aun escritores opuestos a la Comuna, como Zola, tuvieron que reconocer la valenta y la entrega con que los comuneros la defendieron, aun con su vida. En esa historia de coraje jugaron un papel particular las mujeres. La Comuna es quiz la primera insurreccin popular donde las mujeres reclaman y obtienen un espacio amplio en el liderazgo y en el combate. Por supuesto, el pensamiento ilustrado reaccionario no escatim calificativos para estas mujeres desposedas y decididas. Alejandro Dumas hijo se niega incluso a emplear la palabra mujeres para nombrarlas: "No diremos nada de sus hembras por respeto a las mujeres a quienes se asemejan...una vez muertas" (31). Catulle Mends habla de "las amazonas de la Comuna": "Un extrao entusiasmo se apoder de las mujeres a su vez, y he aqu que stas caen tambin en el campo de batalla, vctimas de un execrable herosmo...Nada las impresiona, nada las desalienta (...) Qu furor es, pues, ste que arrastra tales furias? Saben lo que hacen, comprenden por lo que mueren?" (32). Es natural que para el pensamiento de estos burgueses las luchadoras de la Comuna no fueran mujeres, sino hembras No haban tildado, ms de una vez, a sus hombres de animales? Es natural, tambin, que Mends se extrae de que estas "hembras" puedan comprender lo que hacen, pues forman parte de la humanidad que no reflexiona, que no medita, que no piensa. Por supuesto que el furor de los desposedos, segn esta visin, no puede ser explicado por razones de pensamiento o conviccin, sino que responde ms bien a la estupidez, la insania o alguna enfermedad demonaca del pueblo. Las mujeres de la Comuna, a todas luces, fueron el primer contingente femenino que se alz junto a los hombres para exigir sus propios derechos como ciudadanas. En ese sentido, los movimientos feministas tienen que buscar en la Comuna sus precursoras. Para los reaccionarios, las comuneras eran enfermas, promiscuas, posedas, tal como lo expresa sin tapujos Maxime du Camp: "El sexo dbil hizo hablar de l (...) Hicieron esas mujeres algo ms que echar los pies por alto, lo echaron todo. Las que se entregaron a la Comuna -y fueron numerosas- no tuvieron ms que una ambicin: elevarse por encima de los hombres exagerando sus vicios. Fueron perversas (...) Subidas en los plpitos de las iglesias convertidas en clubes, se descubrieron, y con su voz chillona (...) pidieron 'su lugar al sol, sus derechos de ciudadana, la igualdad que se les niega' y otras reivindicaciones indecisas que ocultan el sueo secreto que ponan de buena gana en prctica: la pluralidad de los hombres (...) Para quien ha estudiado la historia de la posesin, no es posible equivocarse: casi todas las desdichadas que combatan por la Comuna eran lo que el alienismo llama 'unas enfermas' " (33). Por su parte Gobineau opinaba: "Estoy profundamente convencido de que no existe un ejemplo, en la historia de ninguna poca ni de ningn pueblo, de la locura furiosa, del frenes fantico de estas mujeres" (34). Locura, fanatismo. No habra pues razones polticas y sociales en la entrega apasionada de las mujeres comuneras: La revolucin es una enfermedad, una insania. Maxime du Camp en su historia de la Comuna, desconoce todas las medidas revolucionarias del gobierno de los comuneros. Y as como la ilustracin venezolana acusa a la transformacin en marcha de regresar al siglo XIX, du Camp afirma que la Comuna regresa a la Edad Media: "He aqu ahora a la Comuna que vuelve a plena Edad Media. Es definitivo! La cuestin de los alquileres, en especial, es algo esplndido! El gobierno modifica ahora el derecho natural; interviene en los contratos entre particulares. La Comuna afirma que no se debe lo que se debe y que un servicio no se paga con otro servicio. Es algo enorme de inepcia e injusticia!" (35) Como vemos, du Camp no est preocupado por ningn asunto espiritual: est defendiendo intereses concretos de los propietarios y de los comerciantes, nicos poseedores, que ahogaban a los parisinos con alquileres desmedidos y deudas usureras. El terror del propietario amenazado lo encontramos de nuevo en Edmond de Goncourt: "Un anuncio color de rosa invita a los ciudadanos a apoderarse de los cuarenta mil millones que pertenecen a los imperialistas... Este anuncio revela el fondo oculto del programa de la Comuna! No estoy viendo ya a sus hombres sentados con sus esposas en mi bulevar y diciendo en voz alta mientras contemplan nuestras villas: 'Cuando se establezca la Comuna, estaremos muy a gusto ah adentro' " (36). Por su parte Zola asume la defensa de la empresa privada, molesto porque la Comuna prohibe por decreto el trabajo nocturno de los tahoneros. Segn l, esto no era de la incumbencia de la Comuna: la explotacin de los desposedos sera un asunto exclusivamente privado y no pblico: "Uno de sus miembros, una cabeza sana extraviada en Charenton, ha declarado en vano que lo mejor era que los obreros y los patronos se entendieran entre s" (37). Igualmente se burla de un decreto que concede igualdad de derechos a los hijos naturales: "Esto es del cmico ms absurdo, y se creera que esos seores han sembrado los bastardos en su juventud, para que as confen a la patria el cuidado de dar una madre a su numerosa progenitura" (38). La llamada Semana Sangrienta, cuando la Comuna es aplastada en un bao de sangre, nos aporta tambin notable material. Edmond de Goncourt celebra la meloda del genocidio: "El toque de guerra resuena en todo Pars, y pronto, por encima del tambor, por encima del clarn, por encima de los clamores, por encima de los gritos: A las armas! (...) ruido siniestro que me llena de jbilo y que es para Pars el de la agona de la tirana odiosa" (39). Conmueve la imagen que presenta Mends de los comuneros preparndose para resistir: "Todos esos hombres tienen unos rostros ardientes, decididos, bravos. Hablan poco, no gritan" (40). El sereno herosmo de los desposedos contrasta aqu con la histeria criminal del refinado Goncourt. Sin embargo, Mends muestra de nuevo su verdadera catadura cuando circulan falsos rumores de que los comuneros han incendiado el Louvre y Notre-Dame: "Erstratos de arrabal. Sardanpalos ebrios de vitriolo" (41). Y Taine: "Miserables. Son lobos furiosos!" (42). Leconte de Lisle se siente aliviado por la represin: "En fin, termin todo. Espero que la represin ser tal que nada volver a moverse, y, en cuanto a m, deseara que fuera radical" (43). El periodista Francisque Sarcey no es menos fervoroso: "Aunque hubiera que ahogar esta insurreccin en la sangre, aunque hubiera que sepultarla bajo las ruinas de la ciudad incendiada, no hay compromiso posible. Si el cadalso llega a suprimirse slo habr que conservarlo para los que levantan barricadas" (44). Y Anatole France: "Al fin, el gobierno del crimen y de la demencia se pudre a la hora actual en los campos de ejecucin" (45). Inclusive hay algunos, como Flaubert, que se quejan de alguna debilidad de la represin: "A mi parecer, hubieran debido condenar a galeras a toda la Comuna y obligar a esos imbciles sangrientos a desescombrar las ruinas de Pars, con la cadena al cuello, como simples forzados. Pero eso hubiera herido a la humanidad. Somos compasivos con los perros rabiosos, y no lo somos con aquellos a quienes han mordido" (46). Estos intelectuales, que reclamaban para s el privilegio de la sensibilidad, de la belleza, de la poesa y del pensamiento, se transformaron fcilmente en perros de presa de la burguesa dominante, en incitadores de atroces crmenes de guerra. Debemos agradecerles, sin embargo, la oportunidad que nos dan para desmontar toda la mitologa erigida por el pensamiento ilustrado en torno a sus representantes, que pululan en las academias, en las columnas de opinin, en los estantes de las libreras, en los cocteles literarios. Es asombroso constatar como la reaccin de estos intelectuales despus de la semana sangrienta, se parece tanto a la que asumieron sus congneres venezolanos despus de los sucesos del 27 de febrero de 1989. Los golpes de pecho, las tibias crticas, las recomendaciones conducentes, por cierto, a apuntalar al rgimen triunfante sobre la sangre de miles de desposedos. Dumas hijo declara que la prueba por la que Francia atravesaba resultara en mayor bien y habla de la necesidad de austeridad y sacrificios a fin de rehacer la unidad del pas, liberndose de la demagogia y de los intereses particulares y egostas. Aade Dumas: "Ahora la cuestin se plantea de manera distinta y precisa. Hay de una parte: los que poseen, los que trabajan, los que saben. Hay de la otra parte: los que no poseen, los que no trabajan, los que no saben. Es preciso que los que poseen acudan en ayuda, por todos los medios, de los que no poseen. Es preciso que los que saben informen, instruyan, eduquen a los que no saben" (47). Dios, como se parece esto al discurso de la plyade de opinadores profesionales que pasaron uno tras otro por los programas de televisin los das subsiguientes al Caracazo! Otra reaccin interesante despus de la Comuna fue la de algunos intelectuales que se envalentonaron con la victoria oficial y exigieron prever males futuros a travs de conculcar ciertos derechos. He aqu la voz de Flaubert: "El primer remedio sera acabar con el sufragio universal, vergenza del espritu humano. Tal como est constituido, un solo elemento prevalece en detrimento de todos los dems: el nmero domina al espritu, a la instruccin, a la raza y hasta al dinero que vale ms que el nmero (...) Yo valgo muy bien veinte electores de Croisset" (48). Tambin leamos a Goncourt: "Qu imprevisin! Qu imbecilidad! La sociedad se muere a causa del sufragio universal (...) Por l gobierna la ignorancia de la vil multitud" (49). En la situacin venezolana actual, a muchos ilustrados les gustara endosar estas opiniones de Flaubert y Goncourt. Recuerdo otra vez a Garca Mora, y lo citar en su momento: en una de sus columnas dominicales lamentaba la supremaca del voto mayoritario sobre los votos del "sector pensante". Toda la palabrera democrtica de estos personajes se viene al suelo cuando la democracia es ejercida por los desposedos. No importa que la inmensa mayora haya votado, en los tiempos recientes, por las propuestas de Hugo Chvez. Siempre considerarn esas decisiones como ilegtimas, porque la minora "pensante" no es la que est decidiendo el futuro. Pero hay que reconocer que el pensamiento ilustrado burgus ha aprendido, ha sabido irse adaptando y sobre todo ha logrado expresar los mismos criterios supremacistas, individualistas y exclusivistas de una manera ms sagaz, disfrazando al monstruo con trajes de seda. Cuando abordemos la situacin venezolana actual, haremos la diseccin del discurso de unos cuantos intelectuales del patio. Ser un placer desnudarlos y dejarlos expuestos a la consideracin de los lectores en toda su dimensin de pensadores dieciochescos y verdaderos enemigos de todo lo que huela a cambio real de protagonistas y perspectivas.

SOBRE LAS VANGUARDIAS

El pensamiento burgus naci, por supuesto, en medio de grandes contradicciones, como todo lo que nace. En la dirigencia de la Revolucin Francesa, tal como afirmamos ms arriba, hubo multitud de fracciones y este carcter contradictorio no amain en los aos posteriores. Por otra