Antes que Charlie, prefiero ser un lápiz

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. , expres1on . Y en honor a ella, desde el miércoles 7 de ene- ro, el mundo ha levantado lápices de todo tamaño para decirle al fanatismo que lo único que puede matar son personas, no ideas. Que seamos o no Charlie Hebdo, es un tema de mínima im- portancia: me encantaría, más bien, que quienes amamos la vi- da seamos un dibujo o lápices: que le pedimos al mismo mun- do que deje el fanatismo para defender aquello que ama. Es hora también de reflexionar sobre el significado de algu- nas palabras que nos marcan como personas y que, al final, de- ciden quiénes y cómo somos. Por ejemplo, fanático. El diccionario de la Real Academia Española explica que se trata de alguien ''que defiende con te- nacidad desmedida y apasionamiento creencias u opiniones, sobre todo religiosas o políticas''. Esta voz viene del latín fanaticus, un derivado de fanum (santuario o templo) palabra relacionada por los romanos con el acto de hablar de manera pública. Algo más: fanum tiene el mismo origen de la voz indoeuropea *dhes- que los expertos la relacionan con conceptos religiosos y que originó después a la palabra griega theos (dios). El idioma nos da la prueba de que fanático se relaciona con una conducta extremista que trata de defender con ojos cerra- dos aquello en lo que cree, aquello que ama y que ofendieron. Para los yihadistas que perpetraron este ataque el miércoles 7 de enero eso ocurrió: mellaron a Mahoma, fundador del islam y ''el sello de los profetas'', considerado así por ser el último de una larga cadena de mensajeros enviados por Alá. Además, Alá significa para el islam que no es a imagen y se- mejanza del hombre. Por ese motivo no se lo puede representar en pinturas, esculturas o mostrar su rostro en películas como a Jesucristo. He ahí también el descontento de los yihadistas y la actitud que estos tomaron entre manos: vengar a su Dios. El yihadismo es una de las ramas más violentas y radicales del islam político, cuyo método de expresión es el terrorismo, y lo hace en nombre de la llamada yihad (esfuerzo), a la que sus devotos (fanáticos) califican como una ''guerra santa'' en el nombre de Alá. Desde ese punto de vista, esos hombres cum- plieron con ''su deber''. Desde la otra orilla, Charlie Hebdo adoptó una posición mucho más crítica y satírica después del atentado terrorista que sufrió Estados Unidos, aquel 11 de septiembre de 2001. ''A partir la caída de las Torres Gemelas en Nueva York, la crítica de [Charlie Hebdo] hacia el islamismo radical y fanático iría paulatinamente extendiéndose al islam en general'', escribe Hervé Do Alto, en el periódico español Vangaurdia. La venganza del yihadismo nos enseña que la violencia ra- dical, ciega y demoledora no podrá destruir la crítica, la obser- vación, el juicio, la preocupación, la sátira y la libertad de ex- presión. Por ese motivo, muchas personas que se reunieron este domingo en París para protestar contra la violencia se con- virtieron en otros dibujos y lápices que aman la vida. o pudieron las balas; las líneas sobre el papel lo lograron una vez más; aquellas que -desde que el mundo es mundo- no hicieron otra cosa mejor que manifestar su libertad de n es Poeta, escritor y periodista , Osear Ordoñez Arteaga rJ'J Q) o u ~ 'Q) 1 1 a Q) "'d ro ~ a ;j o u

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«El idioma nos da la prueba de que fanático se relaciona con una conducta extremista que trata de defender con ojos cerrados aquello en lo que cree, aquello que ama y que ofendieron». (2015 01 14).

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. , expres1on . Y en honor a ella, desde el miércoles 7 de ene-

ro, el mundo ha levantado lápices de todo tamaño para decirle al fanatismo que lo único que puede matar son personas, no ideas.

Que seamos o no Charlie Hebdo, es un tema de mínima im- portancia: me encantaría, más bien, que quienes amamos la vi- da seamos un dibujo o lápices: que le pedimos al mismo mun- do que deje el fanatismo para defender aquello que ama.

Es hora también de reflexionar sobre el significado de algu- nas palabras que nos marcan como personas y que, al final, de- ciden quiénes y cómo somos.

Por ejemplo, fanático. El diccionario de la Real Academia Española explica que se trata de alguien ''que defiende con te- nacidad desmedida y apasionamiento creencias u opiniones, sobre todo religiosas o políticas''.

Esta voz viene del latín fanaticus, un derivado de fanum (santuario o templo) palabra relacionada por los romanos con el acto de hablar de manera pública. Algo más: fanum tiene el mismo origen de la voz indoeuropea *dhes- que los expertos la relacionan con conceptos religiosos y que originó después a la palabra griega theos (dios).

El idioma nos da la prueba de que fanático se relaciona con una conducta extremista que trata de defender con ojos cerra- dos aquello en lo que cree, aquello que ama y que ofendieron.

Para los yihadistas que perpetraron este ataque el miércoles 7 de enero eso ocurrió: mellaron a Mahoma, fundador del islam y ''el sello de los profetas'', considerado así por ser el último de una larga cadena de mensajeros enviados por Alá.

Además, Alá significa para el islam que no es a imagen y se- mejanza del hombre. Por ese motivo no se lo puede representar en pinturas, esculturas o mostrar su rostro en películas como a Jesucristo. He ahí también el descontento de los yihadistas y la actitud que estos tomaron entre manos: vengar a su Dios.

El yihadismo es una de las ramas más violentas y radicales del islam político, cuyo método de expresión es el terrorismo, y lo hace en nombre de la llamada yihad (esfuerzo), a la que sus devotos (fanáticos) califican como una ''guerra santa'' en el nombre de Alá. Desde ese punto de vista, esos hombres cum- plieron con ''su deber''.

Desde la otra orilla, Charlie Hebdo adoptó una posición mucho más crítica y satírica después del atentado terrorista que sufrió Estados Unidos, aquel 11 de septiembre de 2001.

''A partir la caída de las Torres Gemelas en Nueva York, la crítica de [Charlie Hebdo] hacia el islamismo radical y fanático iría paulatinamente extendiéndose al islam en general'', escribe Hervé Do Alto, en el periódico español Vangaurdia.

La venganza del yihadismo nos enseña que la violencia ra- dical, ciega y demoledora no podrá destruir la crítica, la obser- vación, el juicio, la preocupación, la sátira y la libertad de ex- presión. Por ese motivo, muchas personas que se reunieron este domingo en París para protestar contra la violencia se con- virtieron en otros dibujos y lápices que aman la vida.

o pudieron las balas; las líneas sobre el papel lo lograron una vez más; aquellas que -desde que el mundo es mundo- no hicieron otra cosa mejor que manifestar su libertad de

n es

Poeta, escritor y periodista

, Osear

Ordoñez Arteaga rJ'J Q)

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