ANTECEDENTES· ESCOLA8TICOS. DEL NEO-CLASICISMO EN …del barroco y sepultan, en nuestro país, la...

3
ele obras similares vienesas, francesas, italianas, etcétera. El momento actual es importantísimo para el porvenir de nuestra música. La música falsifi- cada ha entrado hasta el corazón de la Repúbli- ca y la qu y viene crece bajo el signo de música híbrida, y de ningún valor artístlco, que las estaciones radiodifusoras propagali diariamente. Urge emprender una nueva cruz<tLla en pro de nuestra música popular auténtica, de nuestras cancio l1 es sentimentales, picarescas, de nuestros bailables, de nuestros corridos, ya que en ellos se encierra la esencia de nuestra nacionalidad. tra' historia, por qué los implacabks criticos que condenaban la 'utilización de las melodías vernácu- las para realizar cOli"ellas obras' artísticas, caíaIi flagrante contradiéción, utilizando ellos mismos los fragmentos i!1dígenas o las tonadás mestizas en composiciónes' sinfónicas o en sirpples arreglos? y no s610 se'cayó'en 'una grave falta de sindéresis, sino que se proclamaron auténticamente mexicanas I algupas piezas' bailables que,mí.tsicalmente, no poseen ninguna de las características de riuestra . música indígena, criolla o mestiza, sino que po- drían. estar firmadas por compositores extranje- . ros, ya que son imitaci¿-nes más o, ·menos felices , , ¡ UN1VE R S·1 DAD ANTECEDENTES· ESCOLA8TICOS. DEL NEO-CLASICISMO EN NUEVA ESPAÑA Por AB EL-A RDO CARRILLO y GARIEL AL el siglo XVIII, principia a desarro- llarse en México un concepto plenamente acadé- mico del arte plástico, que se prolonga hasta prin- cipios del siguiente siglo. Por tanto, esta manifes- tación artística escolástica es merecedora de un estudio detenido, pues marca una etapa perfecta- mente. definida en la arquitectura, la "escultura y la pintura mexicanas. En esta breve charla nos proponemos hacer hin- capiéen los conceptos que emitieron las más altas autoridades en arquitectura, ya que proporcionan la mejor exposición del medio en que se produjo esta manifestacióp. artística, mencionando los nom- bres de los artífices y de las obras produjeron, únicamente eh el caso excepcional en que sea me- nester citarlos, por cuanto a que a ellos se refiera la opinión que consignemos. El nuevo estilo arquitectónico peninsular dé- bese, en parte, a los artistas extranjeros que el movimiento bórbónico llevó a España, conducien- do en su equipaje la protest<;l del neo-c1.asicismo; pero la fundación de las academias ¡l;letropolitanas y su proloilgación en México, que principia con la de San Fernando, de Madrid, en 1752, sigue con la de San Carlos de Valencia, en 1768, para terminar con la de San Luis, en Zaragoza, en 1792, así 'como la de Nueva España fundada an- tes que la aragonesa el año de 1784, representan una influencia dt;cisiva, pues como consecuencia ) de las enseñanzas cie¡itíficas y del estudio del cla- sicismo, rompen de una vez con los últimos restos del barroco y sepultan, en nuestro país, la tradi- ción de la modalidad mexicana del churriguera. Refieren viejos papeles de la época, que el no sujetarse los llamados maestros de arquitectura ;{las reglas de tal arte, dió origen a la deformidad que los arquitectos peninsulares de fines del XVIII notaban en los edificios públicos de esta' ci udad, donde algunas casas se elevaban a' una altura considerada por" eH os como impr9pia, ya que era palpable la debilidad del terreno y, conse- cuenteme?te, suponíanlas en inminente riesgo de arruinarse; su sensibilidad exótica sentíase heri- da al ver en todos ellos desatendida la elección y buen gusto, 'a 10 europeo, en ,la decoración de las fachadas, que era 10 que, en concepto de aquellos antiguos dictaminadores, constituía la elegancia y hermosura exterior de un edificio, y se· referían específicamente a que en muchas de aquellas es- tructuras existía una confusa, y por tanto c1esa- mezcla de los Tres Ordenes, así como que las puertas y ventanas se colocaban arbitra- \¡-iamente sin correspondencia ni simetría. En los interiores, a las escaleras peligrosas e insufribles, agregábase una distribución que no podía mere- cer de estos maestros sino las más agrias críti- cas, por carecer del descanso y comodidad que, 29

Transcript of ANTECEDENTES· ESCOLA8TICOS. DEL NEO-CLASICISMO EN …del barroco y sepultan, en nuestro país, la...

Page 1: ANTECEDENTES· ESCOLA8TICOS. DEL NEO-CLASICISMO EN …del barroco y sepultan, en nuestro país, la tradi ción de la modalidad mexicana del churriguera. Refieren viejos papeles de

ele obras similares vienesas, francesas, italianas,etcétera.

El momento actual es importantísimo para elporvenir de nuestra música. La música falsifi­cada ha entrado hasta el corazón de la Repúbli­ca y la g~neración quy viene crece bajo el signo deun~ música híbrida, concupiscent~ y de ningúnvalor artístlco, que las estaciones radiodifusoraspropagali diariamente.

Urge emprender una nueva cruz<tLla en pro denuestra música popular auténtica, de nuestrascanciol1es sentimentales, picarescas, de nuestrosbailables, de nuestros corridos, ya que en ellos seencierra la esencia de nuestra nacionalidad.

tra' historia, por qué los implacabks criticos quecondenaban la 'utilización de las melodías vernácu­las para realizar cOli"ellas obras' artísticas, caíaIi~~ flagrante contradiéción, utilizando ellos mismoslos fragmentos i!1dígenas o las tonadás mestizasen composiciónes' sinfónicas o en sirpples arreglos?y no s610 se' cayó' en 'una grave falta de sindéresis,sino que se proclamaron auténticamente mexicanas

I •

algupas piezas' bailables que,mí.tsicalmente, noposeen ninguna de las características de riuestra

. música indígena, criolla o mestiza, sino que po­

drían. estar firmadas por compositores extranje­. ros, ya que son imitaci¿-nes más o, ·menos felices

, ,

¡

U N 1V E R S·1 DAD

ANTECEDENTES· ESCOLA8TICOS. DELNEO-CLASICISMO EN NUEVA ESPAÑAPor A B EL-A R D O CARRILLO y GARIEL

AL fi~á.lizar el siglo XVIII, principia a desarro­llarse en México un concepto plenamente acadé­mico del arte plástico, que se prolonga hasta prin­cipios del siguiente siglo. Por tanto, esta manifes­tación artística escolástica es merecedora de unestudio detenido, pues marca una etapa perfecta­mente. definida en la arquitectura, la "escultura yla pintura mexicanas.

En esta breve charla nos proponemos hacer hin­capiéen los conceptos que emitieron las más altasautoridades en arquitectura, ya que proporcionanla mejor exposición del medio en que se produjoesta manifestacióp. artística, mencionando los nom­bres de los artífices y de las obras qu~ produjeron,únicamente eh el caso excepcional en que sea me­nester citarlos, por cuanto a que a ellos se refierala opinión que consignemos.

El nuevo estilo arquitectónico peninsular dé­bese, en parte, a los artistas extranjeros que elmovimiento bórbónico llevó a España, conducien­do en su equipaje la protest<;l del neo-c1.asicismo;pero la fundación de las academias ¡l;letropolitanasy su proloilgación en México, que principia conla de San Fernando, de Madrid, en 1752, siguecon la de San Carlos de Valencia, en 1768, paraterminar con la de San Luis, en Zaragoza, en1792, así 'como la de Nueva España fundada an­tes que la aragonesa el año de 1784, representanuna influencia dt;cisiva, pues como consecuencia

)

de las enseñanzas cie¡itíficas y del estudio del cla­sicismo, rompen de una vez con los últimos restosdel barroco y sepultan, en nuestro país, la tradi­ción de la modalidad mexicana del churriguera.

Refieren viejos papeles de la época, que el nosujetarse los llamados maestros de arquitectura;{ las reglas de tal arte, dió origen a la deformidadque los arquitectos peninsulares de fines delXVIII notaban en los edificios públicos de esta'ciudad, donde algunas casas se elevaban a' unaaltura considerada por" eHos como impr9pia, yaque era palpable la debilidad del terreno y, conse­cuenteme?te, suponíanlas en inminente riesgo dearruinarse; su sensibilidad exótica sentíase heri­da al ver en todos ellos desatendida la elección y

buen gusto, 'a 10 europeo, en ,la decoración de lasfachadas, que era 10 que, en concepto de aquellosantiguos dictaminadores, constituía la elegancia y

hermosura exterior de un edificio, y se· referíanespecíficamente a que en muchas de aquellas es­tructuras existía una confusa, y por tanto c1esa­grad~ble, mezcla de los Tres Ordenes, así comoque las puertas y ventanas se colocaban arbitra-

\¡-iamente sin correspondencia ni simetría. En losinteriores, a las escaleras peligrosas e insufribles,agregábase una distribución que no podía mere­cer de estos maestros sino las más agrias críti­cas, por carecer del descanso y comodidad que,

29

- ¡

Page 2: ANTECEDENTES· ESCOLA8TICOS. DEL NEO-CLASICISMO EN …del barroco y sepultan, en nuestro país, la tradi ción de la modalidad mexicana del churriguera. Refieren viejos papeles de

"QN1'vERSIDADI

agregaban, fue el preciso objetivo de su inven-ción. I

Merecía la censura ei que excepcionalmente seencontrara una obra donde pudieran distinguirse,con claridad los diferentes miembros que la com­ponían, pues casi en todas ellas, podía verse unaabsoluta desproporción del todo con sus partes yde éstas con aquél; tales defectos veíanlos naceren el hecho de que los maestros de arquitecturadaban principio a las obras sin antes haber dadoforma a las ideas sobre el papel, lo que se debía,por lo común, a que la mayoría de los constructo­res ignoraban el dibujo geométrico; adjudicabana ese proceder la monstruosidad, según su propia.expresión, de las fábricas que desfiguraban lascalles de nuestra capital y que, agregaban do­lientes, después de haber costado crec~das sumasa' sus dueños, servían para mofa de los éxtranje­ros y de los conocedores.

Como a los maestros de arquitectura lqs nom­braba' el Ayuntamiento de la capital, y ¿ste care­cía de autoridades en la materia, la consecuenciade ello era 'el nombramiento de personas por logeneral incapaces de hacer una verdadera. obra dearte, máxime cuando no se exigía' el estudio delos planos previos por personal c?mpetente.

,El criterio predominante que establecen aque­llos profesores, puede deducirse de la lectura deantiguos escritos donde se opina que por hallarseel arquitecto precisado a distribuir el interior delas construcciones al gusto del interesado, es ,per­donable el que dichos interiores posean todos losdefectos a que haya obligado el propietario, abs­teniéndose las autoridades de opinar sobre el par­ticular, "pero que en los exteriores sí debe celarsepor que ellos sean de acuerdo con las normas ar­quitectónicas de la época, toda vez que sin aumen­tar los gastos y sólo con ordenar la distribuciónde huecos correspondientes a puertas y v,entanas,puede hacerse agradable una fachada, costando lomismo en abrirse o dejarse en un paraje o enotro, evitando, con ello la ridiculez de ver en algu­nas casas los macizos sobre los vanos, que es tandesagradable a la vista y contraria a todas las re­glas de buena construcción, sin que por ello hubie­sen dejado de invertirse bastantes miles de pesosen semejante extravagancia".

Uno de los peritos autorizados oficialmente, enun informe que rinde en 1788, sobre una casaparticular que va a construir el m~estro mayor,'don Ignacio Castera, manifiesta que ,"la termina­ción de las puertas cocheras hace muy buen efec­to y que debiera observarse lo propio en las puer­tas de las accesorias y en las ventanas, evitando

30

la multipli~idad de resalt(j~,'sobrepuestos~ que~­pleados con parsimqnia 'dice-n bien, yen-abundan'"do demasiado, parecen, parche~; por.:. ésta razÓndebieran suprimirse lps que están encima de' lasventanas. 'Serí¡l asimismo opor;tl1no el, supriq¡ir'el nicho que forma el remate;, -las imágenes de lossantos tienen ,muy poco culto,~n las calÍes, y silugar ,propio es en los templos. Un escudo de ar­mas u algunos trofeos 'alusivos, hacen más al cásoy forman un remate hermoso, 'para el cual 'uo se­ría necesario estender tanto la mesa en 'que 4uvie­se de insistir,' que excediese los límites del ~a- .cizo o entrepaño de las v.entanas del medio de la.fachada".

,Si los pintores y eséu\ores de San Carlos com­batían a los tratantes,.!l0 eré\. inferior la indigna-o .Jción de los ,arquitectos' c'!=lntra los' maestro's. queexplotaban a los alumnos de la Academia, -comópuede leerse en la instanciiJ- reservada de don Mi-

,guel Constanzó a don Ramón de' Posada" de :fe:. 'cha 24 de diciembre 'de 1788, donde meñciona losplanos que el mismo maestro Castera remitió a laJ unta de Policía, y ésta pasó a la Real Academia,los que "no son de tal autor, sino de 'don JoséReyes, discípulo, en otro tiempo de la misma aca:o.demia', en quien se reconocía aplicación y apro~

vechamiento; pero inducido por Cástera, dejó elestudio para dedicarse a set:virla; vive a expensasde éste, y entiendo que le hace buen partido paraque él trabaje. José Reyes es, pues, el hombrede .quien y por quien Castera saca todo su luci­miento; Reies dibuja razonablemente; y con estoencubre la ignorancia de su patrón, que ni el di­bujo entiende. Yo no, extraño que así él, comootros que se dicen maestros, carezcan de introduc­ción sobre éste y los demás puntos de su facul­tad, supuesto que hasta la erección de la Acade­miano tuvieron escuela ni enseñ~nza; pero- sí meadmira que conociendo la hecesidad de ésta, y laproporción que tienen en el día para adquirirla,desprecien el bien que se les ofrece, y que ni unosiquiera concurra a la Academia para instruirse.'

"La conducta de. Castera para con Reies es re­prensible, y es, un ejemplar pésimo, ya sea que semire con respecto a los demás 'maestros de su cla­se, o para con los mismos alumnos de la Acade­mia, donde no se erigieron escuelas de 'geometríay arquitectura para surtir de -dibujantes a unos­simples alarifes destituídos de ciencias y conoci­mientos, antes sí para forma~ arquitectos hábi­les y capaces de desempeñar por sí J;nismos lascomisiones y funciones propias de su instituto".

Aun más tarde, la situación no mejofa, pues aconsecuencia de las consultas q~e en 1789 se hi-

r

" .

Page 3: ANTECEDENTES· ESCOLA8TICOS. DEL NEO-CLASICISMO EN …del barroco y sepultan, en nuestro país, la tradi ción de la modalidad mexicana del churriguera. Refieren viejos papeles de

,.'

; . .. ;1\., ~

'.' . ':',;l·~.· l' • -.. •

cie't:ou.'af 'virrey; dOli 'Manuel" Antonio Flores y a. ¡ . \

su sud~~or el conde de' Revilla Gigedó, fueron nom-brados' a'Cadémicos dé mél-ito todos aquellQ.s maes-

'.... ,,", "', tro~ designados par el Ayuntamiento; con sólo .lqoblig~cióñ' "de que aJ;ltes de empezar cualquiera

- i

obra de iglesia,~convento-u otro edificio de impor-tanda, habíqdi '-d'e presentar directamente los pla-

• 1, ,

nos él la Junta- Superior de, Gobierno de la Aca-demiade'8an Carlos y sujetarse, sin réplica ni

.excusa alguna, a la corrección que hicieran en,e1ros', con apersivimiento de que, en caso de con-"

, trave\1ción,' se les castigará severamente".. Las' ya decadentes características de una cons-

trucción netamente colonial, que evoluCionabandentro de sus propias n9rmas, quedan cortadasde raíz como consecuencia de la imposición de uncriterio penihsula.r en la aprobación de las obraspor ejecutarse, y debido a la actuación de una es­cuela que enseña las formas europeas imperantes'en arquitectura, pues a partir de erltonces, se pre­para al estudiante, dándole,además de los cono-

UNIVERSIDAD

cimientos indispensables en la práctica, como mez~ .. clas, tierras' para b~len ladrillo, piedras para fa­

bricar y para hacer cal, formación de siembra&,andamiQs, etc., ,"los conocimientos materpáticos,

I precisos, los deh1~ptea con su cálculo para la for- .mación de toda clase de arcos y bóvedas, así como. \:la construcción ele las partes anexas a la hetmosu-ra, comodi?ad y solidez que son las que constitu­yen un buen edificio y que debe tener presente unbuen arquitecto".

-- Pero estas enseñanzas llevaban aparejado el~oncepto imperante, por lo cual al obligar a estu~

diar los órdenes clásicos en el Vignola y a "co­piar los templos del Vitrubio, y los edificios sobre­salientes como el Palacio de Caserta y eJ de Iba­rra, los profesores estaban obligados a hacerleslas reflexiones que tenían por conveniente". "

Tal es, en resumen, lo que muestran los docu­mentos inéditos, contemporáneos de la arquitectu­ra mexicana de la colonia, en las postrimerías delsiglo XVIII.

/

,CARTA 'DE SALVAD'OR AZUELA

A ALFREDO M A 1 L LE F ER T

Señor don Alfredo Maillefert.

.Muyestitnado amigo:

Reí tenido la suerte de releer su "Laudanza deMich~acán", de paso por Morelia. La honda, sua­ve, unciosa poesía que perfuma el ,bello libro deusted; ha: ido materializándose en torno mío, enlos paisajes, los tipos y las costurribres ~ativas.

j Bendito don del artista, cuya sabiduría despiertala belleza d~ las cosas, que antes contemplamosinsensibles! \ '

Allá, por l¿s años de 1924, 1925,' conocí enesta N,!:orelia luminosa, un hombre enjuto y sen­cillo, con cierta' simpática cortedad provinciana,todo él con traz~s de monje desconcertado entreel estrepito del siglo. Hablaba de sus preferen­cias literarias y españolas. Francis Jaromes, Azo­rín. .. La lectura de unas cuantas cuartillas di­chas con voz velada, de .una dulce modulación~motiva-¿ fue en el Hotel de la Soledad ?-, mereveló al poeta sensible y hondo que ocultaba aquelhombre tímido. Ya era la provincia de México,despojada de interpretaciones retóricas, vista ensu íntegra intimidad musical, con' su lujo claro,

(

,f,"

de formas y colores castizos, el tema poético dellector._ Los años ,han corrido y la madurez de 'una ins­piración lúcida; que se expresa con tersa senci~

Hez; encuentra al hombre de mis recuerdos pub1i:cando su obra inicial. Los días de una vida al pa­recer gris y opaca, han ido dejándole, en armo­niosos racimos de imágenes, una rica experienciatoda ternur~, c'omprensión y cálida humanidad,que él aprovecha para componer con gU6to de1i.:cado y sencilla elegancia, escritos en los que tiem­bla una· emoción elementa!.

Estilo que desconcierta al principio, como des'­mañado, pronto su interna depurada musica1ida~,

se apodera del ánimo hasta cautivarIo por, com­pleto, con su melodía sabia, siempre melancólicay añorante, siempre en ·sordina. ,. Las viejas y nobles casonas, los jardines román­ticos y abandonados, el toque agorero de las cam­panas en el atardecer, las callejas, herbosas que e1silencio envuelve, las muchachas en que el almacriolla de México se conserva intacta, tantas y

tantas cosas con cuyo amor se confunde el máslimpio sentido de la nacionalidad.

31