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    ANTE LA REPRESIÓN:AUMENTAR LA LUCHA

    Policía, cárceles, aparato judicial, medios de comunicación: diferentes tentáculos de la bestia estatal represiva

    Un acercamiento anarquista a la cuestión de la represión .............................................................................................................. pg. 2

     La ley es el crimen.................................................................................................................................................................... pg. 5 

     Reforma del Código Penal y Ley de Seguridad Ciudadana.......................................................................................................... pg. 11

     Refexiones libertarias en torno a la cárcel y el delito................................................................................................................... pg. 14

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    Cuando nos acercamos a un análisis (por breve que sea) de la represión,debemos tener en cuenta que es una palabra cuyo significado ha sido, por obra y gracia de los medios de comunicación, la escuela y demás medios ideológicosal servicio del Estado, trastocado, malversado y reducido. El objetivo ha sidopresentar la represión como algo del pasado, un objeto de museo que apareceen las fotos: siempre lejano, si no en el tiempo, al menos de nuestra realidadcotidiana. Estado de Derecho y, más aún, Estado de Bienestar, no pueden sera ojos del ciudadano/a sino los polos opuestos a la represión: a las hostias en lasmanifestaciones, a las detenciones por protesta social o cuestiones políticas, al

    encierro en cárceles de militantes y a todas las formas más sutiles de la mismacomo el cierre de páginas, blogs, periódicos, etc. Al fin y al cabo, el viejo modelodel bienestarismo durante tiempo consiguió su función histórica: una reducciónimportante de la protesta social y laboral gracias a la extensión social de la éticaempresarial, la imposición de la religión del consumo, el desclasamiendo deun grupo importante de los/as trabajadores/as que pasan a ser conocidos como“clase media” y el reparto de las migajas de este sistema entre esta supuesta nuevaclase. Aún así, no dejaba de existir lucha y, de forma inevitable, no dejaba deexistir represión con duros golpes al anarquismo (como en 2003 o 2006 porejemplo), aumentando el número de compañeros/as en cárceles, detenciones ypalos varios en manifestaciones, etc.

     A pesar de esto, desde hace años las maniobras represivas del Estado han venido acentuándose acorde al tibio pero, al fin y al cabo, aumento de la tensiónsocial. Esto no puede ni debe significar que antes de fenómenos como el 15M oel aumento de la conflictividad laboral no existiera la represión. Más bien, estano era una necesidad tan apremiante y de primer orden, dado el aislamiento yla falta de entornos en los círculos revolucionarios, incluido el anarquista. Encualquier caso, los últimos avances en lo que a materia legislativa de carácterrepresor se refiere, constatan la necesidad del Poder de rearmarse jurídicamenteconforme a las previsiones de futuro y a las nuevas estrategias represivas que, defacto, ya se venían efectuando.

    Nunca ha dejado de existir la represión, como nos han intentado hacer creer,porque, lejos de ser sólo un elemento circunstancial que acompaña al recrude-cimiento de las políticas sociales o laborales o al gobierno de tal o cual partido, larepresión es la esencia misma del Estado. El Estado es la represión de la acción y la decisión colectiva, la represión de la gestión de nuestras propias vidas. Noelegimos nacer en un Estado, no elegimos que un Estado tome por nosotros/aslas decisiones y legisle sobre nuestras vidas: nos vemos obligados/as a ello, re-primidos/as desde pequeños/as de manera mental y física.

    Un acercamiento anarquista a la cuestión de la represión 

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    Desde que nacemos, pasamos por distintas institu-ciones represivas encargadas de moldearnos, de presen-tarnos la dominación como el único sistema posible y, dehecho, como la única manera de garantizarnos derechosbásicos. Herramientas ejemplares en ello son la escuela y los mass media, gestionados por el Estado para, me-

    diante su forma y su contenido, transformar personas li-bres en ciudadanos al servicio de su propia dominación,policías de sí mismos y vigilantes del vecino.

    Privados de nuestra capacidad asociativa y política, el“Estado de Derecho” en el que vivimos desarrolla distin-tas tecnologías de represión, imbricadas estrategias tantoejercidas contra el cuerpo como simbólicas, ideológicas y psicológicas, lo cual hace del supuesto Estado de Dere-cho un círculo represivo en el cual las leyes y los jueces,supuestos garantes de la justicia social, son una tecnología

    represiva más. Como parte de este Sistema, su funciónes frenar la lucha contra el mismo y hacerlo mediantepomposas instituciones y burocracias que someten a lapersona a la indefensión, la intimidación y el miedo.

    Lejos de ceñirse sólo a medios represivos sutiles, nopodemos olvidar que la esencia del Estado no es sólo la violencia simbólica, no es sólo la represión mediante lasustracción de nuestras propias vidas para pasar a ges-tionarlas como herramientas para la clase dominante,es también el crimen organizado, legislado y legitimado.Porque, aunque se nos haya intentando presentar el Es-tado como una institución de la que todos formamosparte, como simplemente la parte política de la socie-dad en la que todos estamos integrados, es obvio anteel más simple análisis que es en realidad una instituciónburocrática formada por una clase dominante con unosintereses concretos y con medios para defenderlos y ata-car a la clase a la que oprime. El Estado encierra, tortura,asesina, aísla, criminaliza, a todo/a aquél que decida ha-cerle frente y luchar por recuperar su vida.

     Absurdo resulta ya su discurso sobre la convivencia y

    la no violencia después de ver, en las últimas protestas so-ciales, la actuación policial y el número de detenciones.Nuestra democracia parlamentaria no está en contra dela violencia, está en contra de la violencia que se ejercecontra ella en favor de la libertad y la horizontalidad enla toma de decisiones, en favor de un mundo nuevo.La pieza clave en criminalizar a un bando y cubrir conun velo de inocencia al otro se encuentra en los mediosde comunicación, fundamentales en la construcción deopinión pública. Se han construido útiles personajes-tipo y mitos democráticos que se han difundido a bombo y

    platillo hasta sedimentarlos en el imaginario social. El“antisistema” es el ejemplo prototípico: encapuchado,entero de negro, en una manifestación, con un coctel

    molotov. Nos lo han mostrado tantas veces en la tele quela imagen ha perdido contenido concreto: se asocia sim-plemente con un tipo de mal social, se despersonalizahasta el punto de ver justificada su detención, apaleami-ento y encarcelamiento. No es una nueva estrategia, lamisma técnica de des-individuación, de deshumani-

    zación, es la que se utiliza por parte del mismo Estadocon los/as inmigrantes para cometer delitos que, para lamayoría, considerarían como la más absoluta barbarie sise acometieran contra un buen ciudadano compatriotade clase media.

    La policía en cambio, encapuchada y con las pistolasde goma preparadas, nos es presentada en la heroicidadde quien hace un sacrificio por la comunidad. Policíasdefienden comercios mientras sus encargadas lloran antelos destrozos: sólo se enseña la “desgracia” excepcional

    de las clases altas cuando se ataca a este sistema, no ladesgracia y la miseria provocada por este sistema cadadía, aquella contra la que luchamos en las calles con losmedios que sean necesarios.

     Así, la tele, los periódicos y demás, no es que esténcontra la violencia o nos predispongan contra ella, sólopretende que dividamos a los personales-tipo en buenos y malos. Los buenos mantienen el orden establecido ytienen derecho a defenderlo de cualquier forma, vio-lenta o no. Los malos que luchan contra el orden esta-blecidos deben ser, como antiguamente, expulsados deesta sociedad: que no se vean, que no exista, que no per-turben sueños socialdemócratas, y todo esto a cualquierprecio porque, pase lo que les pase, será una consecuen-cia legítima de sus actos.

    Como hemos dicho, los medios de comunicaciónpreparan el terreno para que se justifique cualquierrepresión, la clase política legisla en base a sus obvios in-tereses de mantenimiento de sus privilegios y los jueces,altos funcionarios de este Estado, cierran el teatro de lademocracia. Amparados detrás de la supuesta separación

    de poderes, son parte de la clase dominante, teniendolos mismos intereses que defender y cerrando así el cír-culo represivo contra nosotros/as, los/as oprimidos/as.El “Estado de Derecho” en el cual el/la ciudadano/a su-puestamente se puede defender de los abusos de los po-deres públicos no es, por ello, más que una estratagemapara desarmar las luchas haciéndonos creer que sirve dealgo entrar en el juego de este sistema cuando todo estáatado y bien atado.

    Cuando se denuncia este sistema y la violencia diaria

    que contra nosotros/as ejerce no podemos, por ello, caeren la simplicidad construida por los medios de comu-nicación de buenos y malos, de quienes se mantienen

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    dentro del orden y quiénes no. No podemos caer en lasargucias de este sistema para mantenernos dentro de sured mientras nos hacen creer que hacemos algo en prode algún tipo de liberación. No podemos caer en de-fendernos de la represión enarbolando la bandera del victimismo, convenciendo de que somos buenos ciu-dadanos/as y que sólo se estaban manifestando de formapacífica o ni siquiera eso.

    No estamos de acuerdo con este sistema, luchamoscontra él día a día y no tenemos que ocultar esto niunirnos con los defensores de este sistema para men-digar migajas. Sabiendo que vivimos una guerra social,asumimos el papel que tenemos, la decisión que hemosasumido. No somos víctimas porque atacamos cons-cientemente a este sistema autoritario de dominación y miseria, tampoco somos culpables porque no se nos

    puede juzgar desde sus parámetros internos. Políticos, jueces, empresarios y medios de comunicación nos in-tentan categorizar en inocentes o culpables pero nos ne-gamos de plano a ser juzgados en base a las categorías deesta sociedad hipócrita, luchamos por un mundo nuevode justicia social y sólo en base a ella juzgaremos y deter-minaremos nuestros actos.

    Es por ello que no podemos renunciar a nuestrosprincipios ni al fin que perseguimos ni en la lucha dia-ria ni, en consecuencia, en la lucha contra la represión.

    Como anarquistas, ante la represión, debemos reafir-marnos en nuestras posturas que son las que nos llevana luchar. Las sopas de letras, abriendo paso al oportu-nismo político más barato, no nos llevan sino a resignifi-car la visión que tenemos de la represión, la postura quetenemos ante ella y hasta la significación político-socialque tiene. Ya hemos apuntado antes lo que significa en-trar en el juego político pretendiendo denunciar y con-trarrestar la represión: apuntalar este sistema dándole larazón, reconociendo que nos puede proteger en vez dedenunciarlo como pura gestión de la represión en distin-

    tas formas. Por eso, nos negamos a desideologizar la lu-cha contra la represión, a unirnos con partidos políticosque sólo quieren colgarse medallas a nuestra costa puesson parte del problema, a codearnos con defensoresdel Estado, sea en la forma que sea, cuando éste es unainstitución represiva con sus opositores y nosotros/as,como anarquistas, siempre lo seremos. No sirve de nadahacer una crítica parcial a la represión, no sirve de nadapedir menos policía, o una justicia burguesa más justa, niun Estado un poco más bondadoso: la represión seguiráexistiendo, y seguiremos siendo nosotros/as quienes la vivamos, hasta que no alcancemos una revolución social y echemos abajo cualquier tipo de Poder.

     Asimismo, la solidaridad y el apoyo mutuo son prin-cipios básicos a los que nunca renunciaremos: cualquiermovimiento social que deje de lado a sus presos/as, oincluso intente negarlos, no demuestran sino una po-breza ética propia de una propuesta social y política obien hipócrita o tan pobre humanamente que está lejosde merecer la pena. Nuestros/as compañeros/as presos/ as por luchar por un mundo más justo para todos/asestán presentes en cada minuto de nuestra lucha y noshacen golpear con más rabia a este sistema. Intentaninfundirnos cada día el miedo (mediante montajes poli-ciales, presión mediática o castigos ejemplares impuestoscontra nuestros/as compañeros/as) pero sólo consiguenreafirmarnos en nuestras posturas, nuestras decisiones ynuestros actos. Porque el miedo no puede paralizar aquienes caminan hacia la anarquía.

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    LA LEY ES EL CRIMENUn análisis libertario de la Ley y el Derecho como instrumento de dominación 

      Consideraciones previas y puntos de partida 

    El análisis que vamos a realizar a continuación se vaa basar en las siguientes premisas y puntos de partida.Nos parece importante remarcarlos para que nadie se

    lleve a engaños. No lo hacemos como juristas, expertosen leyes, abogados o estudiosos del Derecho, sino comomilitantes anarquistas. Entendemos que la ideología queprofesamos y decir abiertamente que es el prisma bajo elcual vamos a analizar aquello que pretendemos estudiar,no supone quitarle categoría o nivel a lo aquí expresado.Renegamos de la idea de “objetividad” por ser esta falsa, y ser siempre una construcción que, casualidades de la vida, siempre ostenta el poder para eliminar cualquiercuestionamiento de la misma. Lo mismo tenemos quedecir de dejar el análisis de cuestiones que atraviesan

    nuestro día a día en expertos, tan de moda en los tiem-pos modernos. Ese espíritu de delegación en una mino-ría hipercualificada corresponde al espíritu propio denuestros tiempos donde el ser humano se deja arrastraren las derivas del poder y su élite. Nosotros y nosotras,entendemos que el análisis debe servir para entender larealidad que nos rodea (y oprime) y para combatirla (ysuperarla), en base a las herramientas que la ideologíaanarquista nos proporciona, lo cual no es contradictoriocon intentar hacer esto con criterio y rigor.

    En primer lugar partimos de que hablar de Justicia(entendida esta como el aparato judicial), hablar de le-gislación o ley es siempre hablar de distintos sinónimosde autoridad y, casi siempre en consecuencia, de la máx-ima expresión del autoritarismo: el Estado. Por lo tantotodo análisis crítico de la Ley y el Derecho como instru-mento de dominación debe ir encaminado y basarse, siquiere ir hasta la raíz del problema, en una crítica total acualquier forma que presente la autoridad y a cualquierforma de Estado.

    La Ley se erige como el instrumento del que se dotan

    las clases dominantes para legitimar su dominación so-bre los dominados, para dotarse de una reglamentaciónque defienda sus intereses y su posición de poder.

      Algo de historia 

    El Derecho ha sido utilizado por las esferas delPoder desde que este se institucionaliza y se perfeccionaa través de la conformación del Estado. Las clases y cas-

    tas dirigentes utilizarán siempre el código escrito u otrasformas más rudimentarias para justificar su posición ysu rol dominante. La Ley se nutre principalmente ensus orígenes de dos fuentes primarias: las inclinacionesnaturales a la solidaridad y la sociabilidad del ser hu-mano y a la fuerza de la costumbre y la tradición, ba-sada en la ignorancia de las gentes que asumen su rolde dominados y dominadas, que se establece de formadefinitiva a través de la Ley. Su contenido es una mezclahábil de costumbres útiles a la sociedad (que no tienennecesidad de leyes para ser respetadas) con esas otras

    costumbres que solo son beneficiosas para los domina- dores, que son dañinas a las masas y que se mantienen por temor al castigo.1

    Sin embargo, no fue hasta el desarrollo del Impe-rio Romano cuando el Derecho empieza a adquirir ras-gos propios que lo asemejan a las actuales. El conocidocomo Derecho Romano, legisla en base a los privilegios,remarcando especialmente la diferencia entre ciudada-nos romanos y el resto de pueblos sometidos, los bár-baros. El código romano, aparte de legislar en torno a

    los intereses de las clases más pudientes de la sociedadromano, tenía una profunda vocación de regular la bu-rocracia imperial y relegar a las habitantes del Imperiono-romanos a roles inferiores.

    Tras la disolución del Imperio Romano y la llegadadel periodo de la Edad Media, se entra en una etapa decierto debilitamiento del poder del Estado. Es la Iglesiacristiana quien trata de recuperarlo y propone, nueva-mente, a través de la religión, un dominio hegemónicoen todo el mundo conocido. Para dotar de base legal

    a sus pretensiones, falsifica los Decretales Isidorianos

    –recopilación del Derecho Romano realizado en el Im-

    1 La Ley y la Autoridad. Piotr Kropotkin.

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    perio de Oriente- en detrimento de los “poderes ter-

    renales”. Nuevamente podemos comprobar de qué

    forma, la Ley, se presenta como recurso legitimador del

    poder.

    Sin embargo, no será hasta la Ilustración en el siglo

    XVII cuando la Ley y el Derecho se consolidarán defi-

    nitivamente como la herramienta que desde el Poder se

    empleará para encadenar a los oprimidos y oprimidas.

    Las ideas de la Ilustración, con sus diversas corrientes,

    servirán de base teórica para la Revolución Francesa y,

    el liberalismo político y económico, desembocará en

    un inicio del siglo XIX plagado de agitación revolucio-

    naria, donde la incipiente burguesía ocupará un puesto

    predominante.

    La Ley fue abrazada por las masas al suponer estael fin de la arbitrariedad del Antiguo Régimen. “Igual-

    dad ante la Ley para todos los ciudadanos”, ninguna

    persona, por pertenecer a una clase distinta, era ajena

    a esas leyes, ni siquiera los propios soberanos. Así, la

    burguesía utilizó la Ley como instrumento con el cual

    someter y vincular a la nueva forma de Estado, los “Es-

    tados-Nación”, donde la ley escrita, tenía una función

    casi divina:

    “La creencia nefasta de la omnipresencia de las leyes

     y en la misión poco menos que sobrehumana del leg- 

    islador, atraviesa, como una veta roja, todos los discur- 

    sos y manifestaciones públicas de los jacobinos… Y con

    la creencia en la fuerza milagrosa de las leyes se desa- 

    rrolló la aspiración de someter toda manifestación de la

    vida individual y social. Se centralizó todo: el gobierno,

    la legislación, la administración pública, la religión, el

    idioma y el asesinato legal en la figura del “Terror re- 

    volucionario”.2 

    Dios será desplazado a un segundo plano en los al-tares, ahora era el Estado quién ocuparía su lugar y su

    libro sagrado en el que expresar su voluntad serían las

    constituciones y los códigos penales. De este modo, se

    establecería un nuevo marco político y jurídico acorde

    a las necesidades de un capitalismo incipiente. La bu-

    rocracia y las leyes liberales sobre el comercio nacional

    e internacional, así como de defensa a ultranza de la

    propiedad privada, asegurarían el buen desarrollo del

    capitalismo, que pasaría en las décadas venideras a ser el

    modelo económico y social predominante a nivel mun-

    dial.

    2 Nacionalismo y Cultura. Rudolf Rocker.

      La Ley y su función en el actual orden social   

    La principal función que tiene toda Ley es regla-mentar y codificar la represión ejercida desde el Poderpara mantener el orden establecido. Su función es esen-

    cialmente represiva. El Estado, como institución queostenta el monopolio de la violencia y como garante delactual orden vigente necesita de una base legal que legi-time su represión, que otorgue un halo de racionalidad y ordenación a su modo de emplear la violencia. Así,todos los resortes represivos del Estado, quedan bienmarcados y cada cual cumple su función específica: elpoder ejecutivo elabora las leyes, el poder judicial lasimparte, los cuerpos represivos se encargan de garan-tizar que esta se cumpla…

     Y por supuesto, especialmente en las sociedadesdonde impera el “Estado de Derecho” se ofrece el espe- jismo de contar con una serie de garantías que protejana las personas, de supuestos derechos. De este modo, elEstado sale reforzado y legitimado. La violencia del Es-tado es el orden, la razón, la racionalidad debidamenteordenada y expresada en los Códigos Penales, Constitu-ciones, Ordenanzas…

    El “orden” que el Estado se encarga de proteger es,por supuesto, el que es acorde a los intereses de las clas-es dirigentes. Y, como es de entender, dentro del Capi-

    talismo, la propiedad privada es uno de los pilares so-bre las que se sostiene dicha sociedad y una de las másimportantes causas y orígenes de la desigualdadsocial propia de la soc ie da dde clases. La propie-dad privada, quehace que unos po-cos ostenten lariqueza social ylas herramientasnecesarias para

    producir bienes y servicios ne-cesarios parala vida de lasp e r s o n a s ,es fuerte-m e n t eprotegi-da por laLey. De

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    hecho, en los Códigos Penales (y también otra clase decódigos, como los Derechos Humanos) la defensa de lapropiedad privada guarda un lugar de primer orden enla importancia y peso dentro de las distintas reglamen-taciones.

    Cualquier forma de Estado se ve en la necesidad deconstruir conceptos y categorías propias con fines repre-sivos. La ley los tipifica. Y por supuesto se encargará dereglamentar lo que es o no apto, lo que es o no normal,quién es el violento, quién es el terrorista… Todo sonfiguras creadas con el fin de segregar, aislar y/o estigma-tizar determinados comportamientos que se salen de lalógica del sistema y/o que suponen una amenaza parael mismo. De este modo y creadas las categorías y losconceptos, la represión se ajusta a ese marco legal y caecon todo su peso con una gran aceptación social.

    En las sociedades democráticas donde el dominiose camufla bajo conceptos como “estado de derecho”o “garantías constitucionales” el sistema tiene diversasestrategias aparte de la represión más llana y directa conla que aplacar las posibles amenazas. El sistema cuentacon que el descontento social sea una consecuencia ine- vitable a su funcionamiento y, para eliminar cualquierriesgo de trasformación social, establece unos límites yunas barreras para el descontento y las luchas. De estemodo, se garantiza que no excedan los límites que el

    sistema pueda asumir y de paso, sale reforzado, porquese proyecta una imagen de tolerancia y pluralidad quelo legitima aún más. Es ahí donde encajan las distintasregulaciones del “derecho de huelga”, del “derecho demanifestación”… La Ley es el marco legal en el queel sistema establece los límites de la llamada “revueltaconsentida”. Dentro de poco y siguiendo la lógica impe-rante de pedirle permiso al Estado para hacer cualquiercosa, hasta repartir panfletos requerirá una Ley quereglamente cómo hacerlo.

    Por otro lado, no debería pasar desapercibido que la

    Ley cumple a parte de fines represivos, una funcionalidadreguladora de la sociedad del Capital y el Estado. Cons-tituye las reglas de este juego, en el que unxs pocxs ganan y la mayoría pierde y se ve sometida y explotada. Reglasque por cierto, los poderosxs no dudarán en saltarse

    cuando les venga en gana.

    Dentro de esta categoría de funciones de reglamen-

    tación del sistema, la Ley tiene un importante cometidoa la hora de corregir los excesos del capitalismo. En otraspalabras, el propia capitalismo necesita de unas reglasbajo las cuales funcionar, es falso que todo funcione por

    una “mano invisible” a través de la autorregulación delmercado. El Estado emplea la Ley, por ejemplo, paraestablecer ciertos límites a la contaminación y el en- venenamiento del medio natural que en la actualidadcorre el serio riesgo de ser destruido y reglamenta enqué condiciones y de qué manera “racional” y “orde-nada” se puede destruir el entorno natural sin llevar ala propia autodestrucción del capitalismo. La Ley portanto, sirve de hoja de ruta y herramienta para evitarque un modelo económico y social como el capitalismoacabe por destruirse así mismo. No se trata de eliminar

    la destrucción del entorno natural, de la explotación, delas guerras… sino de que estas se den bajo un aparenteorden y se garantice la continuidad de este modelo desometimiento y explotación del ser humano por el serhumano sin desbordarse así mismo. De ahí todos loscódigos en materia laboral, ecológica…etc.

    La función primaria de la Ley, a parte de sus induda-bles fines represivos, es la viva expresión de la volun-tad del Estado de reglamentarlo todo, de introducirseen todos los recovecos de la cultura, de lo social, de loeconómico y lo político. Así y de este modo, el Estado

    utiliza la Ley para controlar todo libre desarrollo de lacultura y la vida social. Los representantes del podertienen que preocuparse siempre de que la cultura espi- ritual de la época no entre por caminos prohibidos que perturben las aspiraciones de la acción política domi- nadora y tal vez la paralicen completamente… surge gradualmente una cierta relación jurídica, en base a lacual se trazan periódicamente de nuevo, y se confirmanmediante constituciones, los límites de las atribucionesentre Estado y sociedad, entre política y economía, enuna palara entre el poder y la cultura… El derecho…

    se modifica cuando es sentida tan urgente y tan irre- sistiblemente en el pueblo la necesidad de una reor- denación de las condiciones jurídicas, que los poderesdominantes –obligados por necesidad, no por propioimpulso- tienen que dar satisfacción a esa necesidad, sino quieren correr el peligro de verse arrojar del trono por una trasformación violenta. 3 

      Crítica libertaria a la Ley 

    La base de la que parten todos los análisis antiautori-

    tarios es la crítica al principio de autoridad. Este prin-cipio, se basa en el supuesto falso de que existen una

    3 Nacionalismo y Cultura. Rudolf Rocker.

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    serie de personas que por sus condiciones físicas y/ointelectuales son superiores al resto, y que por lo tanto,estas deben gobernar. Esto justifica que existan diferen-cias de clase, la existencia de oprimidos y opresores. LaLey se basa en ese mismo principio: es necesario queexistan leyes elaboradas por una minoría (aunque pue-dan ser gratificadas por una mayoría) para el correctofuncionamiento de la sociedad. El autor anarquista Ri-cardo Mella respondió así a los defensores de este su-puesto autoritario y su veneración de la Ley:

    ¿Acaso es posible que los débiles impongan la ley alos fuertes? Y si no son los débiles, sino los fuertes, losque están en condiciones de imponer la ley, ¿no se daen tal caso un arma a los fuertes contra los débiles? 4 

    Por otro lado, la confianza en la Ley, la confianza

    en que un legislador nos resuelva nuestros problemas,no es sino otra muestra más del espíritu delegacioni-sta que impera en nuestras vidas. No hacer las cosaspor nosotrxs mismxs, no resolver nuestros problemasde forma comunitaria y solidaria, y desprendernos denuestra voluntad y otorgársela a otros es la esencia de laLey y de la Autoridad. Nuestras luchas van más encami-nadas a esperar que haya Leyes más acorde a nuestrosintereses; en vez de arrebatar nuestras vidas robadas porel Estado, esperamos que este las gestione mejor. Unanueva ley es considerada un remedio contra algún mal.

    En lugar de cambiar por sí mismo lo que uno consideramalo, se empieza por pedir una ley que lo cambie.5  

    Los anarquistas proponemos ante el delegacionismo y la acción mediada (o política) la acción directa, que noes otra cosa que la acción de los propios afectadxs, quede forma horizontal y solidaria, deciden sobre cómogestionar sus propios problemas y sus propias luchas.La Ley como expresión de la Autoridad debe ser susti-tuida por la libre iniciativa y la voluntad de las personasque por su cuenta y riesgo, de forma colectiva, toman lasriendas de su vida de forma solidaria.

    La Ley es una traba al libre desarrollo natural delas relaciones sociales y el desarrollo de las relacioneseconómicas. Tratar de compactar en un código o unaConstitución la inmensidad de la vida social es simple-mente una quimera, propia de un monstruo como es la voluntad de poder y de dominio y su máxima expresión elEstado. Las relaciones entre las personas, el amor, la pro-ducción, la cultura, no encuentran sino trabas en su libredesarrollo en la Ley y en el Estado. La iniciativa individual y colectiva de las personas, que de forma natural se unen yse separan con otras, se apoyan las unas a las otras, quedansesgadas y aplastadas por el peso de la Ley. Ley que, porsupuesto, siempre defiende los intereses de unxs pocxs.4 Inutilidad de las Leyes. Ricardo Mella.

    5 La Ley y la Autoridad. Piotr Kropotkin.

    Los defensores de la Ley, especialmente en las socie-dades democráticas, abogan y defienden la igualdad detodos y todas ante la Ley, independientemente de raza,género o clase social. Normalmente, el cuestionamientode este supuesto que hacen reformistas, socialdemó-cratas y demás estamentos del izquierdismo se basa ensituaciones tales como el trato preferente que políticos,empresarios o infantas reciben cuando son juzgados pordelitos de “guante blanco” en comparación con el restode los mortales. Más allá de eso, su crítica se pierde,puesto que sí aspiran a una idílica igualdad ante la Leyde todos y todas. Nosotrxs, en tanto que anarquistas,mantenemos que la Ley es hecha e impuesta por unaminoría que ostenta el monopolio de la violencia, queutiliza el Estado y los medios legales o ilegales, paraimponer su voluntad. La ley la elaboran las clases di-rigentes, los legisladores pertenecen a dicha clase y en

    consecuencia legislan protegiendo sus intereses. En unasociedad dividida en clases, entre quienes ostentan elpoder político y económico a costa de la explotacióndel resto, esa misma división se reproduce en todos la-dos, y como es lógico, en la Justicia burguesa, también.La igualdad ante la ley es una utopía porque partimosde la base de que es una sociedad que se rige por ladesigualdad. Los mismos códigos, por ejemplo, quereglamentan el mundo laboral reconocen la existenciade “empresarios/as” y “trabajadores/as”, ¿cómo puedenser iguales ante la ley dos figuras de por sí antagónicas

    con intereses opuestos? Unxs necesitan la explotacióndel otro para mantener su privilegio, que los consiguena costa de robar el sudor de la inmensa mayoría: ladesigualdad social es un hecho recogido por la propialegislación.

    Pero es más. ¿Cómo puede hablarse de “igualdadante la ley” a la hora de juzgar un supuesto crimen derobo, asesinato, “delitos contra la salud pública”…, sinanalizar su contexto social y económico en la que lospresuntos autores del “delito” lo cometen? El Derecho

    Penal parte de una idea de persona hermética y cerrada,predefinida que debe ajustarse a la Ley, obviando queel ser humano es un producto social de influencias, fac-tores, la voluntad propia, cultura… Ningún código puedecontener la totalidad de casuísticas y consideracionesnecesarias para analizar un acto cometido, porque cadacaso es influido por multitud de circunstancias (másadelante, siguiendo este argumento, concluiremos encómo es posible que haya quién se abogue el derechoa “juzgar” a las personas en base a una supuesta “supe-rioridad”). El concepto mismo de igualdad ante la ley es

    engañoso por imposible. Anselmo Lorenzo, que se per-cató en su tiempo de esto que venimos manteniendo,aseguró:

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    En resumen: la igualdad ante la ley es imposible porilegal, por punible; la ley es insostenible por anacrónica;la grandeza del hombre no cabe en la pequeñez de laley, y por añadidura tenemos la incapacidad profesionalde los legisladores…De modo que la igualdad ante laley es un señuelo, una trampa democrático-burguesa para cazar incautos, o lo que es lo mismo, electores pro-  gresistas platónicos, sumisos a la explotación, y sobretodo, para convertir en cómplices a las mismas víctimasde la iniquidad, que es lo más refinado en el arte del gran timo, del arte de engañar a la multitud. 6 

    Por último y por analizar dos de las principales lacras

    sociales que la Ley dice y pretende combatir, como son

    el crimen y las drogas, dedicaremos unas cuentas líneas a

    demostrar su fracaso manifiesto. Ni los códigos penales

    más duros (como el español) ni aquellos más laxos han

    conseguido eliminar la violencia, el robo, el asesinato yotras formas de crimen que asolan el “orden capitalista”

    aquí y en todo el mundo. La Ley se vuelve incapaz en

    sus muchas variantes. Los anarquistas siempre señalaron

    que el crimen tiene su raíz en la propiedad privada y en

    la desigualdad y en una sociedad que vuelve a los unxs

    contra los otrxs en feroz competencia y en el dominio

    de nuestros semejantes. La mayoría de delitos que se

    cometen tienen su raíz en los crímenes pasionales, en

    la avaricia, en la desigualdad social y, claro, los denomi-

    nados “atentados contra la salud pública” (relacionadoscon drogas).7 Ante esto, el sistema y su Ley responde

    con la cárcel, que de sobra ha demostrado su ineficacia.

    Seleccionemos un párrafo de un artículo de Malatesta,

    donde ya se trataba la cuestión de las drogas:

    Cuanto más severas sean las penas impuestas a los

    consumidores y a los negociantes de cocaína, más au- 

    mentará en los consumidores la atracción por el fruto

     prohibido y la fascinación por el peligro afrontado, y

    en los especuladores, la avidez de ganancia, que es ya

    ingente y crecerá con el crecer de la ley. Es inútil esperaren la ley. Nosotros proponemos otro remedio. Declarar

    libre el uso y comercio de la cocaína, y abrir las expen- 

    dedurías en las que la cocaína sea vendida a precio de

    costo, o incluso, bajo costo. Y después hacer una gran

     propaganda para explicar al público y poner al alcance

    de la mano los daños de la cocaína; nadie haría propa- 

     ganda contraria porque nadie podría ganar con el mal

    de los cocainómanos.8 

    6 El Derecho ante la Ley. Anselmo Lorenzo.

    7 Multitud de autores y colectivos anarquisas han señalado esto alo largo de la historia, y es fácil encontrar análisis más prfundos de

    antaño y actuales, que estudian el origen del delito.

    8 La cocaína. Errico Malatesta.

    Por último, y a expensas de saber que este es un texto

    breve y no pretende ser más que un análisis resumidode la visión libertaria sobre la Ley, no podemos dejar dehablar de la máxima representación del autoritarismoa la hora de aplicar las leyes: los jueces. Ricardo Mella

    señalaría hablando de la psicología de la autoridad:

    Se la quiere imparcial, y su imparcialidad la ponefuera de toda humanidad. ¿Cómo podría serlo si tuvie- ra alma humana, corazón y cabeza de hombre? Se laquiere recta, y su rectitud la coloca fuera de toda sensibi- lidad. Indiferente al dolor, suspicaz con el placer, va a sufin arrollando toda supervivencia piadosa, de amor, decompasión. Se la quiere justiciera, su justicia condenaa presidio por toda una vida al que hurtó por hambreo cuelga de un palo al que mató por arrebato, por mal- 

    vada educación social, por locura ingénita.9 

    ¿Con qué derecho se aboga una persona, o variasen caso de un tribunal, a juzgar a otra persona? Bajo elfalso supuesto del principio de autoridad. Mil veces lohemos dicho los y las anarquistas: nadie es superior anadie, y nadie tiene el derecho de dirigir las vidas de losdemás. Un juez, como persona bien formada y pertene-ciente a otra clase social, juzga a los pobres, ignorandolos motivos y las causas sociales del delito, protegiendode este modo el orden del sistema.

      Mecanismos para legitimar/imponer la Ley 

    Como hemos dicho, la Ley es aplicada por quien dis-pone de la capacidad de imponerla. Aquellos Estados,que se ponen la túnica de la democracia para maquillarsu autoritarismo, hacen esta imposición a través de dosmedios que podríamos dividir en propagandísticos yrepresivos.

    Dentro de los que hemos llamado propagandísticos,se insertaría el culto hacia el Estado y su ley divina es-crita, que son las Leyes. El Estado es indispensable, lasdistintas corrientes ideológicas pueden discrepar en sufunción, pero nadie (a excepción de los anarquistas) lu-cha por su completa desaparición. Esto se traduce enun culto religioso hacia la institución estatal y su mediode interactuar con la sociedad que son las Leyes. Esta veneración es alimentada por todos los canales con losque el individuo se encuentra en su vida. El procesoeducativo, centrado en la familia y la escuela, rinde cultoa la autoridad y su expresión escrita, las normas: da igualsi estas son justas o injustas, lo importante es que son

    necesarias para la vida social y, deben respetarse. Estaconstante es repetida por los medios de comunicación,

    9 Psícología de la autoridad. Ricardo Mella.

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    políticos, izquierdas y derechas. Incluso, cuando se hab-la por parte de la izquierda de términos como “desobe-diencia civil” se habla de cuestionar algunas leyes injus-tas, nunca de negar la necesidad de estas y considerarlasorigen del dominio y la explotación.

    La legitimidad de las Leyes también se apoya en al-gunas propias leyes. ¿Quién iba a estar en desacuerdocon una ley que persiga la quema indiscriminada debosques? De este modo, la gente acepta la Ley y pidemás y más regulaciones, beneficiosas para sí (el dele-gacionismo del que hablábamos con anterioridad) y laexistencia de leyes se ve reforzada y aceptada social-mente.

    El lenguaje también es utilizado como arma del sis-tema para asegurarse que las Leyes sean respetadas yaceptadas. Quien ose enfrentarse a ellas, negar su razón

    de ser y enfrentarse contra su lógica y funcionar al mar-gen de ellas, será acusado de violento y otra serie decategorías que buscan perseguir y aislar a la disidenciapolítica. En contraposición a estos, está la figura del ciu-dadano. Sujeto desclasado, pasivo, que cumple la ley ydisfruta de los derechos y deberes que se le adjudican.Esta figura mecánica, símbolo de docilidad de los tiem-pos modernos, es ensalzada por todos los estamentossociales y su figura se siente en perfecta consonanciacon el respeto a la Ley.

     Además de estos métodos sutiles, el Estado necesitade su auténtica esencia: el crimen legalizado. Policía,

    cárceles, militares, multas, tortura. ¿Cómo sino se man-tendría un sistema injusto y criminal? Mediante el miedoconsigue impon- erse la Ley de forma definitiva.Quien ostenta el monopolio de la violencia,impone las Leyes.

     

    La Ley es el crimen 

    El crimen en esta sociedad es reservado para los po-bres y para aquellos que luchan contra el sistema. Unsistema basado en la miseria de una mayoría para que

    una minoría viva a costa de esta, donde la guerra, elhambre y la desigualdad asolan el planeta, el auténticocrimen es la Ley que reglamenta la injusticia. Nos daigual que sus leyes penen la desobediencia. Nos da igualque sus leyes protejan las distintas figuras de autoridad –policía, jueces, profesores…-. Nosotros no reconocemosninguna autoridad más allá de nosotros mismos, comoindividuos conscientes. No vemos crimen alguno enrebelarse contra un sistema injusto. No vemos crimenen atacar a aquellos que nos roban la vida en sus empre-sas, en sus escuelas, es sus centros de ocio. No vemoscrimen en enfrentarnos al origen de la desigualdad y dela injusticia: el Estado y el Capital. El único crimen queexiste, es la ley que reglamenta este sistema y lo protege.

    Con el pie sobre el cuello de la víctima, el juez ya nove sino sangre ni siente otra cosa que odio. Es una bestiaconfiada en su impunidad, y convencida, también, queeso la honra y la talla, la saca por arriba de los hombrescomo a algo grande, sereno y respetable... Sería curiososaber en qué abismante locura funda su creencia de sersuperior al criminal que condena; con qué se lava lasmanos para no manchar a sus hijos después que mata;

    dónde pone la conciencia para dormir; cómo resiste,en fin, la tentación de ahorcarse. En el fondo, todos lostribunales son lo mismo; todos los jueces. Y no variaránde esencias si, en vez de la burguesía, salen del pueblo.Sea de hierro o de cristal el frasco, el líquido autoridadhiede y envenena igual, si se le destapa y se le esparce.El poder de sentenciar: ¡ése es el crimen! 10 

    Bibliografía empleada:

    “Contra los Jueces. El discurso anarquista en

    sede judicial”, de Aníbal. D´auria; “Palabras de

    un rebelde” de Piotr Kropotkin; “Ideario” de

    Ricardo Mella, “Nacionalismo y Cultura” deRudolf Rocker; “El anarquismo frente al dere- 

    cho. Lecturas sobre Propiedad, Familia, Estado

     y Justicia” del Grupo de estudio sobre el anarquismo; “Anselmo

    Lorenzo, un militante proletario en el ojo del huracán. Antología”

    de Anselmo Lorenzo.

    10 Jueces. Rodolfo González Pacheco

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      A modo de introducción:la naturaleza de la Ley 

     A la hora de analizar cualquier ley o reglamento con-creto es necesario partir de una premisa que la histo-ria y el análisis nos muestran como indiscutible: la Ley,en su sentido primigenio y esencial, es el instrumento

    indispensable y primordial del Poder para alimentar yperpetuar sus intereses, esto es, la clase dominante seha valido, se vale y se valdrá siempre (mientras la claseoprimida no haga desaparecer a sus opresores) delDerecho para regular las condiciones e instituciones so-ciales e individuales que permiten mantener en pie todoel Sistema de Autoridad y Dominio.

    Sin entrar aquí en un estudio profundo y detalla-do, parece claro y evidente que el Poder, en su formademocrática (cuyo símbolo cumbre es el Estado social y de derecho), trata de hacer uso de la Ley como un

    disfraz que aporte legitimidad al dominio que ejerce y que por consiguiente oculte la realidad material deexplotación, opresión y represión que sufrimos día adía en todos los ámbitos de nuestra vida aquellos queformamos parte del proletariado, es decir, de la claseoprimida. De este modo, la clase opresora, bajo laforma democrática, utiliza la Ley como instrumento le-gitimador de su dominio; por otro lado, la realidad nosdemuestra otra verdad indiscutible: cuando al Poder nole baste con su propia Ley, actuará al margen de ella. Sinembargo, la mayor parte de las veces la clase dominante

    tratará de legislar y codificar su uso de la fuerza y suejercicio del dominio para, como decimos, cumplir dosobjetivos: revestirse de legitimidad y, por otra parte, sis-tematizar y organizar adecuada y ágilmente su violencia y su dominio.

      Análisis concreto de las reformas del CódigoPenal y la Ley de Seguridad Ciudadana 

     Ya realizado el breve apunte anterior, pasaremos aun análisis de dos maniobras concretas y específicas delegislación que tiene el Poder entre manos actualmente;

    nos estamos refiriendo al proyecto de reforma del Códi-go Penal y al proyecto de Ley de Seguridad Ciudadana(también llamada ‘Ley Mordaza’), proyectos de reformaque se encuentran en sus últimas etapas de aprobación.

    El Proyecto de reforma del Código Penal se anuncióen el 2012. Sorprendentemente, este proyecto de refor-

    ma pasó mucho más desapercibido que el proyecto dereforma de la Ley de Seguridad Ciudadana, y resultasorprendente porque la importancia, en términos decarga represiva, de la reforma del Código Penal es al-tísima. Por otra parte, los dos proyectos van de la manoen el camino de la represión de todo aquello que puedaperturbar el Orden Impuesto.

    La reforma del Código Penal apunta de una maneraprincipal y directa a las acciones relativas a la protesta,entendida ésta en su sentido más amplio y abstracto,

    pero siempre dirigido a hacer frente a las nuevas for-mas de protesta social, o, sencillamente, al aumento oel posible aumento de la protesta social en su conjun-to debido al actual contexto de crisis y reajuste de lascondiciones de explotación que sufrimos como prole-tariado. Es por ello que la reforma del Código Penalincluirá nuevos artículos, y modificaciones en otros yaexistentes, en relación con agresiones, intimidaciones oresistencias a las figuras de autoridad (Policía, GuardiaCivil y miembros del aparato de Gobierno, añadiendoademás elementos nuevos en esas figuras de autoridad,

    como por ejemplo los miembros de las Fuerzas Arma-das), además respecto a esto cabe señalar por ejemploque desaparece del Código el concepto de ‘resistenciaactiva’, limitándose a hablar solamente de ‘resistencia’,ampliando por lo tanto de una manera evidente la posi-bilidad de reprimir cualquier actuación de oposicióna las órdenes y comportamientos de dichas figuras deautoridad. La reforma también se ocupa del delito dedesórdenes públicos, no exigiendo sólo que se actúe engrupo o individualmente, sino incluyendo una nuevaforma: actuar individualmente, pero amparado por el

    grupo, siendo evidente que esta abstracción amplia tam-bién el arco de represión para el Estado; por otra parte,

    REFORMA DEL CODIGO PENAL YLEY DE SEGURIDAD CIUDADANA,

    o cómo sistematizar la represión 

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    para que el delito sea penalizado no será necesario que

    se deriven de los hechos lesiones o daños, y bastará tam-

    bién para la penalización la simple amenaza de llevar acabo actos de violencia, o la incitación a ellos; se incluye

    también un concepto nuevo, que es la ‘alteración de lapaz pública’, otro concepto vago que permite ampliar

    ese arco represivo que mencionábamos; por último, hayque señalar que respecto a la reforma concreta del del-ito de desórdenes públicos, se prevé la agravación de la

    pena cuando se produzcan en el seno de una manifes-

    tación o agrupación numerosa de gente. La reforma delCódigo Penal contempla también la reforma concreta

    del delito de invasión u ocupación de locales, oficinaso domicilios de personas jurídicas, agravándose la pena

    prevista con anterioridad a la reforma, y por otra parte,

    desapareciendo con este Reforma la figura de las ‘faltas’, y por lo tanto considerándose ahora un delito, lo que

    conlleva que quien sea sentenciado en base a él, pasaráa tener antecedentes penales; también serán penadas

    las entradas en grupo, de manera pacífica, en los edi-

    ficios públicos siempre que ello conlleve una pertur-bación ‘relevante’, otro concepto abstracto que facilita la

    represión. La Reforma del Código Penal crea también

    un nuevo delito destinado a penalizar la distribución odifusión de consignas o mensajes que pueda entenderse

    que incitan a cometer delitos de alteración del ordenpúblico o que refuerzan la decisión de llevarlos a cabo.

    Otra reforma concreta a mencionar es la aparición de

    un artículo que se ocupará de las acciones de sabotaje,penando las actuaciones que interrumpan el funciona-

    miento de los servicios de telecomunicaciones o medios

    de transporte públicos.

    Por último, respecto a la Reforma del Código Penal,

    cabe indicar que con ella desaparecen como ya hemos

    dicho, ‘las faltas’, pasando algunas a ser consideradas

    como ‘delitos’ y otras siendo tratadas como infracciones

    administrativas (que se incluirán en la Ley de Seguridad

    Ciudadana), lo cual supone una invisibilización del pro-

    ceso represivo (ya que la sanción te llega directamente acasa) y una agilización de ese proceso represivo, puesto

    que en el ámbito administrativo uno cuenta con menos

    ‘garantías procesales’.

    Enlazando con la desaparición de ‘las faltas’, cobra

    mayor sentido el proyecto de reforma de la Ley de Se-

    guridad Ciudadana, incluyendo en ella aquellas actua-

    ciones que antes eran consideradas legalmente como

    ‘faltas’, y añadiendo conductas nuevas, las cuales en

    su mayoría están relacionadas también con la protesta

    social, y otras están particularmente relacionadas congrupos sociales segregados y excluidos, como las prosti-

    tutas, los drogodependientes o los inmigrantes.

    Esta reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana (LOSC)

    se ocupa de regular más detalladamente la competencia

    de los policías respecto a la exigencia de identificación,

    señalando por ejemplo que las fuerzas de seguridad

    podrán pedir en todo momento la identificación a todo

    aquel que no lleve el rostro descubierto. También se

    concreta la creación de un registro de personas identifi-

    cadas, el cual se remitirá al Ministerio Fiscal, reflejando

    de este modo de manera formal y legal lo que ha venido

    ocurriendo siempre: ficheros de activistas en manos

    del Poder. Con esta reforma también se ampliarán las

    competencias de la policía para le restricción de la libre

    circulación, lo que se traduce en legitimación legal y en

    una ampliación de la competencia para, por ejemplo,

    llevar a cabo cacheos indiscriminados con ocasión de

    una manifestación, o para desalojar establecimientospúblicos, los cuales muchas veces sirven de refugio en

    el transcurso de una carga policial. También se refleja

    formal y legalmente las habituales prácticas de la policía

    dirigidas a grabar a los manifestantes. Muy relevante

    resulta también el hecho de que la seguridad privada,

    con la aprobación de esta Reforma, podrán retener y

    detener a personas en la vía pública y podrá efectuar

    cacheos y registros. Cabe señalar también el hecho de

    que la reincidencia servirá como criterio para agravar

    la sanción. Por otra parte, la cuantía de las sanciones

    aumenta superlativamente, oscilando las muy gravesentre los 30001 y los 600000 euros (aquí se incluyen

    las alteraciones del orden público en manifestaciones y

    en infraestructuras críticas), las sanciones graves podrán

    imponerse en el arco de 1001 a 30000 euros (incluyén-

    dose en estas sanciones, por ejemplo, las ofensas a Es-

    paña o la celebración de reuniones no comunicadas), y

    por último las sanciones leves, que podrán oscilar entre

    los 100 y los 1000 euros (contándose aquí por ejemplo

    las manifestaciones –mensajes, consignas, imágenes- en

    cualquier medio de difusión que injurien a institucionespúblicas).

    Respecto a la represión concreta de los estratos so-ciales más excluidos, es necesario mencionar que conesta Reforma se impone que los inmigrantes no podránobtener un permiso de residencia o trabajo si cometenuna infracción grave o muy grave, y si el inmigrante escondenado por dos infracciones graves o muy graves,se ordenará su expulsión si no cuentan con permiso deresidencia o trabajo. Con esta Reforma de la LOSC tam-bién se prevén sanciones concretas dirigidas a castigar a

    aquellos que participen en cundas (taxis de la droga), ysanciones concretas contra el ejercicio de la prostituciónen la calle o vías públicas.

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    ¿Y SI EN LA ANARQUÍA ALGUIEN LE DA POR..?Reflexiones libertarias en torno a la cárcel y el delito 

    ¿Y si en anarquía a alguien le da por….? Proba-

    blemente, esta sea una de las preguntas a la que unanarquista tenga que responder más veces a lo largode su vida. El ciudadano medio teme una vida en laque no existan las cárceles, instrumentos de coacciónde conductas “antisociales”. Para poder responder aesa pregunta desde una perspectiva libertaria es ne-cesario realizar un análisis sobre cuál es el supuestoobjetivo de una cárcel. La respuesta parece fácil: pre-

     venir el delito y reformar al infractor.

    Llegados a estas alturas, parece claro que parapoder analizar lacárcel, es necesarioanalizar tambiénlas causas que origi-nan el delito. Enel sistema actual,millones de sereshumanos convivencon una violenciaestructural ejer-cida sistemática-mente sobre ellos.Los niños crecenen condicionesmíseras y con unasperspectivas de fu-turo bastante pocoprometedoras. Losresponsables de la creación de este contexto sonlas instituciones, creadas y gestionadas por la clase

    dominante, que ostenta el Poder. Aparte de en lacreación del contexto, las ins tituciones juegan un pa-pel determinante en la socialización, en la que laspersonas son bombardeadas continuamente conmensajes competitivos. Se nos muestra a nuestroscompañeros/as como enemigos/as, como obstáculosa eliminar en nuestro camino hacia la riqueza o ha-cia la ascensión en la escala social. Porque si no loseliminas tú a ellos, serán ellos los que te eliminen ati.

     Así, vemos como las instituciones crean unasnecesidades (contexto) y una personalidad (sociali-

    zación) favorables al desarrollo de conductas “anti-

    sociales”. Es por esto que decimos que el delito esta

    institucionalizado (son las propias instituciones las

    que lo crean y lo fomentan). Se puede ver cómo lasdesigualdades económicas y sociales acaban creando

    focos de delincuencia, de forma natural, que siemprecoinciden con las zonas más pobres y más castigadaspor la explotación. Sin embargo, esto no se quedaasí, ya que el Estado también crea una legislación decastigo del delito totalmente discriminatoria, en basea sus intereses de clase dirigente. Miles de personas

    que se han visto obligadas a robar para cubrir susnecesidades (tanto las básicas, como las que te crea

    el sistema) pueblanlas cárceles. Sinembargo, empre-sarios/as, políticos/ as, banqueros/as

     y demás ladronesde “guante blan-co” escapan im-punemente de susfechorías, cuandoestas afectan a unmayor número depersonas, y en con-secuencia, son másnegativas desde unpunto de vista so-cial (dejar claro que

    no pedimos cárcel para estos individuos, ya que ren-egamos de la justicia burguesa en cualquiera de sus

    formas). Por lo tanto, vemos que el Estado crea lascondiciones necesarias para que exista el delito, y seceba con aquellos que lo utilizan para escapar de lamísera situación en la que viven. Además, esta acen-tuada y constante persecución de los miembros dela clase oprimida que incurren en lo que el Poderconsidera como ‘delito’, se traduce también en le-gitimidad para el Estado, ya que la inmensa mayoríaentiende, gracias a la propia socialización y propa-ganda del Poder, que esas conductas son intrínsecasal ser humano (en vez de entender que son intrínse-

    cas al sistema), y que esos castigos son lo único queprotege sus derechos a la propiedad y, por consi-

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    guiente, lo único que nos separa y nos salva del caosmás absoluto. Por lo tanto, se deduce claramenteque el delito acaba beneficiando en ciertos aspectosal Estado.

    Una vez analizado el delito y las causas que lo

    generan, es necesario ver si la cárcel cumple conlos objetivos que se marca. A lo largo de la histo-ria se han dado varios modelos de sistema peniten-ciario, cada uno con sus particularidades; desde elconcebido como un método temporal para reteneral infractor a la espera de su verdadera condena(mandarlo a galeras, condena a muerte, etc...) hastaaquel que supuestamente abandona el concepto decastigo para reformar y reintegrar en el sistema. Sinembargo, esta variedad de modelos nunca ha con-

    seguido prevenir el delito. Al margen de cuán durassean las penas, o incluso de la pena de muerte, laúnica forma válida de acabar con el delito es acabarcon las condiciones sociales que lo provocan. Ence-rrar a una persona que ha desarrollado una determi-nada conducta con otras personas que también handesarrollado la misma conducta (o similar) no sirvepara la eliminación de la conducta. Muchas veces lascárceles actúan como una escuela de delincuencia,donde los reclusos intercambian técnicas que ponena prueba al salir de la institución. De ahí el alto grado

    de reincidencia. Algunos dirán que aunque un por-centaje de reclusos reincida y vuelva a la cárcel, otroporcentaje se “reforma”. Ante esto hay que decirque las conductas aprendidas a través del miedo nose aprehenden, es decir, no son interiorizadas, y siesas conductas no se ejercen es por el miedo a laposible represalia. Es decir, que si no existe la posi-bilidad de castigo, las conductas se repetirán.Una vez hechas estas pequeñas reflexiones, volvemosa la pregunta planteada al principio de este escrito:

    “¿Y si en anarquía a alguien le da por...?”. A raízdel análisis efectuado previamente sobre el delito,se deduce fácilmente que al cambiar las condicionessociales de explotación y opresión por otras de librecooperación e igualdad económica, la mayor parte delo que se entiende por ‘delito’ desaparecerá (puestoque como vemos, la mayoría tienen su raíz en un sis-tema que se sustenta en la jerarquización social y enla propiedad privada, es decir, en el acaparamientode los medios de vida en manos de tan sólo unos po-cos, para explotar consiguientemente a la gran mayo-ría de desposeídos). Sin embargo, no somos ilusos,

     y aceptamos que conflictos y agresiones se seguiránproduciendo, aunque en mucha menor medida.¿Cómo afrontarlos desde una óptica que se aleje delautoritarismo? Al haberse producido una revolución

    social, entendemos que esta va acompañada de unarevolución cultural que haga desaparecer los valoresdel individualismo a favor de la solidaridad y la igual-dad. Es por esto que deducimos que los conceptosde venganza y beneficio personal desaparecerán dela ecuación, haciendo posible que sean las personasimplicadas (incluso aquél que lleva a cabo la acción)las que deben buscar una solución conjunta. Esta essolo una aplicación más del concepto de acción di-recta, ya que no se delega en jueces ni autoridades

    exteriores para que medien en el conflicto.

    En coherencia con todo lo expuesto anterior-mente, se deduce que las cárceles en concreto, y elautoritarismo de forma general, no sirven de nadaa la hora de prevenir el delito, pues son estos losque lo crean y salen reforzados con su existencia.La única forma de acabar con el delito (entendidocomo una agresión hacia una persona, no como unaagresión hacia la propiedad de una persona, como loentiende la justicia burguesa) es la revolución socialanarquista.

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