Anselmo Lorenzo -Hacia La Emancipación

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HACIA LA EMANCIPACIÓN Táctica de avance obrero en la lucha por el ideal Anselmo Lorenzo www.anselmolorenzo.es Biblioteca La Colmena

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  • HACIA LA EMANCIPACINTctica de avance obrero

    en la lucha por el idealAnselmo Lorenzo

    www.anselmolorenzo.esBiblioteca La Colmena

  • Mientras la burguesa busca en la asociacin la satisfaccin desus privilegios de clase, el proletariado busca en la asociacin elmodo de derribar el privilegio y sustituirlo por la igualdad y lalibertad. De los beneficios de la asociacin el proletariado noexcluir a los burgueses cuando stos hayan desaparecido comoclase.

    Sindicalismo y Socialismo, por JOS PRAT.

  • PREFACIO

    Cuando se han cumplido setenta aos y se maneja una plumapara algo ms que escribir una carta a un solo lector, ha de serpara dar el que escribe a sus lectores lo que en la brega de la vidahaya metodizado con su juicio y archivado en su conocimiento.

    Le falta ya tiempo para estudiar, y el estudio, como ejercicio pre-paratorio para algo que hubiera de ejecutarse despus, no podratener aplicacin prctica para el viejo y achacoso estudiante, quetiene ante s una vitalidad escasa y ha de cerrar forzosamente suscuentas con el mundo.

    Por lo mismo dejo de estudiar y ofrezco lo que s, sin vanagloria,sin modestia y sin temor a la crtica de los entorpecedores de todo g-nero, con perfecta sinceridad, valga lo que valga, seguro de que sipara muchos me quedo corto, alguno habr que se hallar a ms bajonivel intelectual y con buena voluntad que podr aprovechar algo deesta especie de legado a quien buenamente quiera aceptarle.

    No he de dogmatizar: por no hacerlo ni sufrirlo, aborrec siemprela autoridad que manda en las voluntades y en las conciencias, en-vileciendo al hombre so pretexto de protegerle y garantirle, y nuncaquise ejercerla voluntariamente.

    He pasado mi vida sin ser sectario de nada ni partidario de nadie,aunque me he mancomunado con el proletariado emancipador parala accin solidara, encaminada progresivamente como orientacin

  • hacia un ideal social de razn y economa en que se desarrollar lavida humana en toda su grandiosa magnitud.

    Me llamo anarquista, no por imitacin ni porque lo fueran Bakou-nine ni Reclus, hombres tan dignos de ser imitados en muchos con-ceptos, sino porque exigiendo la vida de relacin que las cosas ten-gan un nombre, acept el que convena a mi mente y a mi voluntad,adaptndome la parte para m comprensible del pensamiento de losbuenos anarquistas combinada con lo que mi mentalidad pudo darde s. Es decir, me adapt pensamientos para formar mi personali-dad racional, de la misma manera que inger alimentos para con-servar mi persona fsica.

    Soy sindicalista porque considero que no hay accin puramenteindividual eficaz ni aun posible, toda vez que en el exclusivo interiordel crneo no brota por s mismo un pensamiento ni se origina undeseo sino a causa de excitaciones exteriores. Sin el conocimientoy la conciencia, resumen de actos internos determinados por el jui-cio y la adaptacin al contacto con lo externo, o sea sin que los indi-viduos obren sobre el individuo, nadie, por ms individualista quepretenda ser, sabra nada, ni podra decidirse a hacer la cosa msinsignificante en sentido egosta ni altruista, ni aun vivira; en otrostrminos: en lo que aprend, siendo mis maestros el mundo, la his-toria y mis contemporneos, est la causa de mis conocimientos yel motor de mi voluntad.

  • Mi Sindicalismo no es nuevo, data de 1870, cuando la palabrasindicalismo no exista an y el sndico era un funcionario burgus.Como delegado de la Federacin Local Madrilea al Congresoobrero de Barcelona de aquel ao honrosa distincin determinan-te de mi vida contribu a la formacin de la Federacin RegionalEspaola de la Asociacin Internacional de los Trabajadores, encuya organizacin inspirse el actual sindicalismo, despus de ha-ber inspirado legiones de obreros luchadores que brillaron en Espa-a y singularmente en Barcelona durante aquel perodo en que sepublicaron Acracia y El Productor y se celebr el Concurso socialis-ta del Palacio de Bellas Artes, y que, despus del tristemente cle-bre proceso de Montjuich, llev la idea emancipadora a la Amricadel Sur y contribuy a purificar la que germinaba en Europa.

    Todava los reglamentos tpicos de aquel Congreso, reformadosdespus de la Conferencia de Valencia de 1871 y los siguientesCongresos de Zaragoza y Crdoba, despojados de la Caja de Re-sistencia y sus concordancias cndido error terico de aquel sin-dicalismo incipiente desvanecido despus por la experiencia po-dran servir para constituir sindicatos con la correspondiente combi-nacin de federaciones y confederaciones, capaz de llevar el prole-tariado mundial a la prctica de la huelga general definitiva, queponga trmino al salariado y al capitalismo y d principio al comu-nismo racional, cientfico y esencialmente humano y humanitario.

  • Acepto la accin directa desde que la sangrienta represin de laCommune de Pars demostr que los privilegiados ponen la conti-nuacin de sus privilegios sobre toda consideracin de justicia y dehumanidad, y luego en vista de sucesos posteriores, y tambin pormis lecturas y meditaciones, que me persuadieron que la lucha declases, que ha de terminar por la victoria proletaria y la paz delmundo, ha de ser sostenida por los trabajadores emancipadores,uno por uno, como expresin de la inmanencia del derecho indivi-dual, y todos juntos, como resultado del poder irresistible de lamancomunidad o solidaridad.

    Comprend que el inters de los usurpadores de la riqueza so-cial y de su representante el Estado es insensible e incapaz derendirse a la justicia de las reivindicaciones de los despojados, delos desheredados, y vi evidentemente que la evolucin no es uncamino llano por donde tranquilamente puede llegarse a la tierraprometida, sino una gua y hasta una previsin de lo futuro, que hade ser avalorada por la revolucin, que vendr al fin como crisisinevitable con sus tanteos y con sus violencias, precursores de laregeneracin de la sociedad.

    Vi adems que la Burguesa, semejante a la Iglesia, que imponea los vuelos de la ciencia la adopcin previa del dogma de la crea-cin y de la revelacin, quiere imponer a la sociologa la intangibili -dad del privilegio por la sumisin al derecho de propiedad, a la ac-cesin y a la herencia, dejando subsistente y eterno el salariado. Y

  • as como la Iglesia estacionada ve desvanecerse el Gnesis ante laimpetuosidad de la crtica cientficorracional, y slo vive por la com-plicidad con los desmanes autoritarios, as tambin la Burguesa hasufrido este cruel y justificadsimo reproche:

    Comparados con nuestros admirables progresos enlas ciencias fsicas y sus aplicaciones prcticas, nuestrosistema de gobierno, nuestra justicia administrativa,nuestra educacin nacional y toda nuestra organizacinsocial y moral han quedado en estado de barbarie.

    Es decir, estacionarias y aun regresivas las clases directoras porincapacidad de desprenderse de sus injustificados privilegios, laplebe, para evitar el naufragio de la humanidad, se apodera del ti-mn y se encarga de llevar a seguro puerto la nave del progreso.

    Sin encerrarme tericamente en la estril frmula del Todo oNada, porque la vida exige siempre lo contrario, o sea la Parte deAlgo, detesto el programa mnimo, adoptado por el socialismo par-lamentario pretextando argumentos oportunistas, principalmenteporque constituye una desviacin, que en vez de llevar los trabaja-dores a la posesin del ideal los conduce a su prdida en el vaco,y adems porque la experiencia ha demostrado que slo sirve paracrear plazas de falsos redentores, que escalan el privilegio a costade infelices que marchitan sus esperanzas en la prolongada reali-dad de la esclavitud, dejando intangible y subsistente indefinida-mente la usurpacin de la riqueza social.

  • Conste, y el anarquismo lo evidenciar siempre: as consideradoel socialismo, representa un perjurio a las promesas formuladasen los Congresos de La Internacional y una traicin al proletaria-do, que confi en la abolicin de la herencia, en la socializacin dela tierra y de los instrumentos de produccin y de cambio y en lareorganizacin de las asociaciones agrcolas, industriales, artsti-cas y cientficas.

    Y para terminar: la revolucin social es la aplicacin prctica de laSociologa; es un resultado cientfico ineludible, despojado de remi-niscencias religiosas, de supercheras polticas y de intil sensible-ra. Si todos nacemos libres e iguales en derechos, como declara-ron los revolucionarios franceses, as hemos de permanecer: paraeso se form la sociedad humana. Y si la ignorancia primitiva y lamalicia despus desvi la sociedad de su objetivo, la revolucin laencarrilar de modo que de l no se separe jams.

  • IExposicin fundamental

    Compaeros y lectores:

    Sois multitud, pero he de hablaros como si en un rinconcito de uncentro obrero hablara con uno solo, con cada uno de vosotros; qui-siera dar a mis palabras toda la substancia de la verdad, toda la su-gestin de la lgica, toda aquella fuerza irresistible que aniquila elpoder del atavismo, de la rutina, de la preocupacin. Deseo ser mo-tivo determinante de un cambio radical de vuestra voluntad porefecto de un cambio radicalsimo en vuestro pensamiento acercade la constitucin de la sociedad. Quiero, y ojal lo logre para bienvuestro, no para satisfaccin particular ma; quiero que respecto dela sociedad en que vivimos os consideris, no como habitantes deuna casa que amenaza ruina, sino como casa incendiada; porqueen la primera, no viendo el peligro inmediato, se va pasando conesa desmayada voluntad que anula el pensamiento, envilece al in-dividuo, degenera a la colectividad y se engolfa inconscientementeen los conflictos, mientras que la amenaza mortal en la segundaobliga a huir y a buscar otro albergue.

    El mtodo, el avance racional hacia un fin, es absolutamente ne-cesario en la propaganda emancipadora del proletariado.

    Sin duda por falta de mtodo, por no haberse seguido la marcharacional necesaria a tal objeto, nos hallamos hoy en Espaa, al

  • cabo de ms de medio siglo de movimiento obrero, con que es ne-cesario repetir lo tantas veces dicho y otras tantas olvidado, y hoy,como en 1870, hemos de persuadir a grandes masas obreras queestn injustamente oprimidas, que son indebidamente explotadas,que han de pensar en su emancipacin, que han de organizarsepara constituir fuerzas resistentes a la explotacin, y que individual-mente y con el concurso de los trabajadores emancipadores organi-zados se ha de estudiar para luchar con xito y para afianzar eltriunfo en una sociedad cientfica y racionalmente reconstituida.

    Sobre este asunto dice Pi y Margall en La Reaccin y la Revolucin:

    Hartas dificultades tiene que vencer el pensamientoantes no llega a penetrar esa tupida masa que llamamospueblo, hartas luchas que sostener antes no logra apa-gar los fuegos de sus naturales adversarios.

    Cun lenta no es la marcha de la humanidad a pesardel entusiasmo y la audacia de los innovadores! Hay,desgraciadamente, en el pueblo, como en el poder, unainercia, no lo dudis, cien veces ms temible que todoslos medios de resistencia juntos. La falta de actividad in-telectual, la duracin de las instituciones, la continua re-produccin de un mismo orden de hechos, obcecan a lamayor parte de los hombres, y les hacen considerar casisiempre como definitivo lo presente, como una utopatodo proyecto de reforma. Qu de sacrificios antes que

  • la colectividad no empieza a ver posible la realizacin deuna idea que contrara la fuerza de sus hbitos!

    Intil lamentarlo: los hechos son as. Hemos de contar, la expe-riencia lo demuestra, con que no se adelanta en razn directa de laenerga empleada en la difusin de los conocimientos emancipado-res, sino con que a esa difusin se le opondr la rmora del atavis-mo, o vieja rutina, y del misonesmo, u odio a toda innovacin. He-mos de considerar que para obtener resultado positivo como unoha de emplearse fuerza expositiva, demostrativa y sugestiva comoveinte, como treinta o mucho ms, segn los casos y las circuns-tancias, y slo as se puede remover la letrgica abulia de los msy suscitar la determinacin volitiva de los inteligentes y activos.

    Con esta consideracin se libra todo pensador propagandista delmsero escepticismo y se trabaja sobre seguro en la obra libertadora.

    Por haber pensado y sentido as emprendo el presente trabajo, ypor lo mismo escrib en mi Proletariado Militante:

    Si los sucesos se hubieran producido de una manerarecta, sencilla, vigorosa, como legtima consecuencia deuna verdad aceptada incondicionalmente y de una volun-tad decidida puesta a su servicio, precipitndose losacontecimientos en recproca proporcin, la RevolucinSocial hubiera anticipado mucho, mucho, su ansiadaaparicin; pero las cosas han seguido otro rumbo: se hanaceptado rodeos; han sobrevenido desfallecimientos y

  • traiciones; ha habido ambiciosos, jefaturas prestigiosas,personalismos serviles, engaos de los llamados desen-gaados, y ha faltado, por desgracia, energa suficientepor parte de los destinados a ser dirigidos, administradosy adoctrinados para dirigirse, administrarse y adoctrinar-se por s mismos, arrojar al enemigo interior, prescindirde l, desentenderse por completo de sus crticas, cen-suras o quejas y castigar sus intrigas, demostrando conese primer acto de emancipacin positiva que estabandispuestos a emanciparse de veras de la tutela del Esta-do y de la explotacin capitalista.

    Triste es, pero inevitable: hay que conceder su partea las debilidades humanas, y seguir la va del progresoen tortuoso zigzag, en vez de seguir, como es de razn,la va recta.

    Ha de considerarse que el proletariado es, como todas las entida-des humanas, un cuerpo que se renueva constantemente, conser-vando y abandonando parte de sus molculas: las unas se adhie-ren a la vida corporativa por linaje, por accidentes sociales y porefecto de cierta predisposicin; las otras se desprenden por efectode mltiples causas y por una principalsima, la muerte.

    Dentro de ese proletariado, los que mueren dejan a los que na-cen una herencia que stos aumentan y modifican, pero que no

  • abandonan, no liquidan, es imperecedera, como es indestructible elefecto mientras perdure la causa.

    Aceptando la analoga entre la situacin del proletario actual y ladel de 1870, hay, no obstante, la diferencia importante y ventajosade que si en aquella poca haba asociacin obrera, no exista unproletariado militante internacional: haba agrupaciones obreras na-cionales y aun regionales en Amrica, Alemania, Francia, Inglaterray Catalua, ya que en el resto de Espaa apenas haba indicios; entodas partes, como resultado de iniciativas polticas, filosficas yeconmicas de burgueses ilustrados y de buenos sentimientos, fal-taba aquel exclusivismo de pensamiento obrero que viene a sercomo la conciencia de la entidad. En nuestros das, a contar desdeLa Internacional, aquellos principios y sentimientos antes localiza-dos se han fundido en una institucin nica, el Proletariado Emanci-pador, que se extiende por todas partes, que abarca todas las na-ciones y que se manifiesta y deja sentir proporcionalmente lo mis-mo en los grandes centros de poblacin que en las aldeas ms pe-queas y apartadas.

    As, mientras antes los asociados no tenan solidaridad con losno asociados, ni recprocamente los asociados entre s, mucho me-nos si los separaban los mares, las fronteras, la raza, el idioma, lareligin y la legislacin, actualmente hay una solidaridad positivaentre el proletariado universal, de que hay mltiples y sorprenden-tes ejemplos.

  • Para los efectos positivistas de esta solidaridad, no es necesariala organizacin formalista y reglamentaria, que para los socialistasrezagados es la nica, sino que mientras los reglamentistas no lle-gan ms all de la letra de su reglamento, la solidaridad verdadera-mente fraternal se ha manifestado espontnea, vigorosa y en oca-siones sublime, como ha de ser entre compaeros entre los dis-puestos a partir recprocamente su pan.

    Aprovechemos la experiencia: prescindamos de los errores pasa-dos, y tomemos de los trabajos realizados los que han quedado enfirme y pueden servir de base a la obra futura, no olvidando queuna de las razones, quiz la principal, que impulsa el movimientoproletario es la contradiccin que existe entre la condicin intelec-tual y moral del proletariado y su situacin material. Si antes losdesheredados, en su ignorancia, pensaban haber nacido paraochavo, como se deca vulgarmente, creyndose vctimas de unsino fatal, y entendan que el individuo era para la sociedad, no lasociedad para el individuo; si se inclinaban ante los grandes privile-gios como procedentes de una voluntad divina, y slo esperaban yconfiaban en reparaciones sobrenaturales y de ultratumba, hoy el li-bre examen, la demolicin revolucionaria y los descubrimientoscientficos, rompiendo murallas esotricas, han ensanchado los ho-rizontes, y todo el mundo siente ya ntimamente el derecho a laigualdad social y aspira a la equitativa participacin sin limitacinfraudulenta del patrimonio universal.

  • II

    Abandono de un error

    Lo urgente hoy es el abandono de las jefaturas, la anulacin deesos prestigios personales que se ponen a la cabeza de gruposms o menos extensos de trabajadores y obran en ellos como losjefes en los partidos polticos burgueses, los cuales, sin diferenciaapreciable en los programas, ni aun en los procedimientos, causandivisiones profundas por la pasin y el santonismo.

    Es seguro que si en un momento se anulara por completo la r-mora que forman los ilustres, los ambiciosos, los fatuos, los quecon pretexto de direccin o representacin parlamentaria se con-vierten en autcratas, o la de aquellos que, considerndose comofilsofos superiores, dogmatizan tonteras perturbadoras, quedaraun proletariado listo, despabilado, orientado por la prensa obrera ymejor aun por la compenetracin mutua de las ideas, en disposicinde trabajar contra el gran plipo capitalista, que en forma de trustsamenaza absorber la riqueza universal, si antes no se deshace enuna bancarrota que anticipe, ms que pudiera hacerlo la actividadrevolucionaria del proletariado, el momento de la liquidacin de lavieja sociedad.

    La supresin, la anulacin o, mejor, la imposibilitacin de la jefa-tura exige mayor actividad de los individuos, y sta es fcil de con-seguir combatiendo la rutina de los indiferentes y aun del vicio porla adopcin de costumbres que pronto pueden ser tan placenteras

  • como tiles. A tal fin es convenientsimo que los trabajadores for-men, aparte de sus Sindicatos y aun de sus Ateneos sindicalistas,grupos de simpata y amistad, que se renan peridicamente lossbados y domingos, por ejemplo, y en esas reuniones desechentoda murmuracin y frivolidad y procuren instruirse mutuamente,leer y comentar en comn obras notables y peridicos obreros, dis-cutir asuntos doctrinales o de actualidad que ms interesen al pro-letariado en general y formarse concepto de la historia, de la cien-cia y del arte.

    Los beneficios de tal conducta son incalculables; por lo pronto, si-guindola, se alcanza: 1 Verse libres de tiranos impuestos o adop-tados; 2 Dejar de ser tomos de una masa para ser unidades queconserven ntegro el valor intelectual y material correspondiente acada nombre; 3 Reducir a un positivismo racional las cuestionesestriles sobre pesimismo y optimismo que entre los necios con-vierten la realidad en locuras fantsticas; 4 Ser cada uno, en unincon todos, su propio redentor.

    Esos trabajos de la amistad y de la simpata, paralelos a los delos sindicatos, federaciones, confederaciones y ateneos, obrandonoble y poderosamente sobre cada individuo y cada colectividadaqu, all y en toda la extensin geogrfica donde se agite el prole-tariado emancipador, darn una cohesin, una fuerza solidaria y,sobre todo, una conciencia individual y colectiva poderossima: nohay privilegio, por reforzado que se halle de polizontes y guerreros,

  • que resista; ni revolucin, por grave y trastornadora que haya dehacerse, que no resulte hacedera y fcil. De ese modo todo se con-sigue relativamente pronto y con enorme economa de sacrificios;slo se necesita que cada individuo activo quiera ser jefe de s mis-mo, pactando equitativamente con todos los dems compaeros,que sern entonces compaeros de verdad, no guas y mentoresde fulanistas que piensan y obran por impulso exterior.

    Para llevar a la prctica este pensamiento, basta querer y practi-car en seguida: t, compaero que lees, y t compaero que escu-chas, podis empezar; no os precipitis por adjuntaros compaeroshasta que los encontris que armonicen simpticamente con voso-tros, ni os preocupis, para continuar vuestro trabajo, de si los tra-bajadores en general os imitan; predicad con el ejemplo y aprove-chad la ocasin para exponer discreta censura cuando oigis laqueja de la impotencia por falta de energa y constancia.

    Si un brote espontneo de grupitos as por supuesto al compsde los organismos sindicales de diferente grado federal resumidostodos en una Gran Confederacin Mundial del Trabajo se exten-diera como se extiende la filoxera aqu, all y acull en la via bur-guesa, de nada serviran las leyes prohibitivas, coercitivas y excep-cionales, la red policaca, las excomuniones, los pactos del hambreni aun el ejrcito de Jerjes, que un da, por la huelga general, hastapodra verse privado de rancho y reducido a la impotencia.

  • Por ese procedimiento surgiran a cada paso nuevas iniciativas,practicables y practicadas siempre, como fruto natural de la fecun-da actividad de la pasin y del pensamiento.

    Con actividad resistente en el sindicato, actividad pensante en elateneo y actividad afectiva en el grupo amistoso, convenientementereforzadas y renovadas por una juventud educada e instruida enescuelas racionalistas instituidas, conservadas y fomentadas, comoes de razn, por las federaciones locales de sindicatos, se puedellegar a realidades admirables.

    No es esto forjarse ilusiones ni edificar castillos en el aire: cadauno de esos que se creen superiores, que consideran irrealizable lasolidaridad consciente y voluntaria porque ninguno, ni la masaobrera junta, rene las cualidades superiores y excepcionales que as mismos se atribuyen; los que piensan, aunque no lo digan, si to-dos fueran como yo, pueden acreditar su capacidad constituyn-dose en punto cntrico, en ncleo organizador con los primeros quese atraigan, obrando a la manera que obra la clula, principio inicialde todo organismo.

    Los que debiendo obrar as no lo hicieran, persistiendo en la ad-miracin de s mismos y negndose a la prctica de la solidaridademancipadora, sean abandonados y despreciados por los hombresde recto juicio y buenos sentimientos que anhelan el buen fin porlos medios racionales.

  • Profundicemos ahora algo ms en busca de terreno firme parasentar bases indestructibles.

  • III

    La buena va

    Por existir o por continuar existiendo entre los trabajadores queaspiran a su emancipacin, a pesar de todos los conatos de inde-pendencia y de autonoma, la sumisin a las jefaturas y el acata-miento a los dogmas de fe, ha sido posible todava, despus deLa Internacional, la formacin de partidos obreros, de sectas filo-sfico-econmicas y aun de agrupaciones nominalistas que convagas nociones doctrinales se denominan con el nombre de unjefe terminado en isla.

    Esos mismos jefes y sus allegados, como subjefes y aspirantes ala sucesin de la jefatura, han cultivado preferentemente la divisinobrera, el separatismo, atizando las pasiones divergentes y procu-rando justificar la separacin por la diferencia doctrinal y tctica,aunque conviniendo casi todos en la aspiracin ideal, para que apa-rentemente resultara admisible que slo siguiendo la va que cadajefe indica se llega al fin deseado.

    As hemos visto que los que, sin distincin de color, creencia ninacionalidad, se unieron, reconociendo como base de su conductala verdad, la justicia y la moral, para realizar su emancipacin, sedividieron en marxistas y bakounistas, en autoritarios y libertarios, ytras campaas de furia homicida en que la verdad, la justicia y lamoral fueron atropelladas por las pasiones atvicas, se ha llegado ala actualidad, en que una gran disgregacin y un grado abominable

  • de escptico abandono tiene postrados a los obreros inteligentes yen estril actividad ardillesca a los que entre los poco cultos tienenan alientos para moverse, los cuales suelen representar diaria-mente la fbula de los conejos discutiendo sobre si son galgos opodencos los perros que les persiguen.

    Mas si el primer impulso iniciador no pudo unir indisolublemente alos constantemente separados; si los destinados, segn pensa-miento de Reclus, al odio recproco, se unieron en un mismo grupopara formar una sola nacin, con desprecio de todas las tradicio-nes, de todas las leyes y de sus gobiernos respectivos; si los queen Londres realizaron un da, expresndose difcilmente en una len-gua que no era la suya, la unin que no haban podido realizar losastrnomos, los gegrafos y los viajeros que haban descubierto launidad material del planeta, han venido a parar en parlamentarios,que se dividen en cada nacin en partidarios de distintos notableshabladores, y aun entre los que rechazan el parlamentarismo polti-co, en socialistas a la antigua o a la moderna, colectivistas, comu-nistas o individualistas, anarquistas a secas o con diversos califica-tivos, con sus capillitas, sus tertulias de caf y su ineficacia esen-cial, la verdad es que un avance progresivo queda hecho, sentadoen firme cimiento, representado por la fatalidad que conduce a laestril reforma la accin de cuantos quieren ser positivistas y prcti-cos, tratando de convertir en frutos provechosos lo sembrado en lasestepas de la poltica y del privilegio, y tambin por la seguridad deque los sistemas previos para la reorganizacin de la sociedad

  • post-revolucionaria con que actualmente se fomenta la discordia nopuede ser anticipo, ni discreta previsin, por ser an desconocida laexpansin que producir en los individuos, en las colectividades yen la sociedad general la libertad ilimitada y la libre participacin detodas y de todos en la riqueza social, y porque, como con elementalprudencia dice Spencer, el porvenir nos reserva formas socialesante cuyo esplendor palidecern todos los sistemas de organiza-cin ideal que pudiramos formular hoy.

    Es, pues, lgico esperar otro impulso que reconstituya sobre ba-ses indestructibles la Asociacin Internacional de los Trabajadores,aprovechando los elementos internacionales dispersos, acogiendoen su seno a cuantos trabajadores siguen falsos redentores, atra-yndose la masa de ablicos e indiferentes que sirven de ceros alas unidades del privilegio, constituyndose otra nueva Internacio-nal ms concreta, de ms segura orientacin, mejor determinada yde superior eficacia en que vengan a fraternizar con pensamientounnime y en una accin comn los trabajadores de todos los pa-ses que se propongan la inmediata conquista del patrimonio univer-sal para comenzar la nueva vida, que resurgir potente y esplendo-rosa en la sociedad regenerada.

    Licenciados o despedidos por intiles cuando no por sospecho-sos o peligrosos los caudillos y maestros, los que mandan a losautmatas o los que dogmatizan a los creyentes, empezando cadatrabajador a ser dueo de s mismo por haber alcanzado la liber-

  • tad compatible con su humana naturaleza, no ser ya posibleaquella reaccin atvica que llev La Internacional al Congreso deLa Haya, donde la hundi la soberbia autoritaria de Marx, y de queno pudo salvarla el intento libertario de Bakounine en el Congresode Saint-Imier.

    Confirma la posibilidad de esa aspiracin la consideracin del va-lor de la experiencia, junto con la constancia de las causan quedesde un principio determinaron al proletariado a declarar la luchade clase, a organizarse para la defensa y para el ataque y a pensaren la conquista de su emancipacin.

    El grito Asociaos, trabajadores del mundo!, lanzado por La In-ternacional, lo repiti el Proletariado Emancipador y lo repite actual-mente el Sindicalismo, cada vez con mayor urgencia y necesidad,porque el absorbente capitalismo, constituido en clase reinante ygobernante, domina en los gobiernos y en los parlamentos, dispo-ne, por el clculo de sus negocios, de la paz o la guerra, y ha con-ducido a la humanidad a un callejn sin salida en que slo la solida-ridad de los trabajadores, de los desheredados que quieren gozarde la herencia humana y del conjunto de los bienes naturales, pue-de producir el desarme general, abrir paso y dejar va libre.

  • IV

    Reconstitucin

    La sociedad es una ampliacin del individuo, es decir, de un indi-viduo, de cada individuo.

    Sin la necesidad, sentida por la impotencia individual y satisfechapor la mancomunidad, no habra sociedad.

    Habindola, mantenida la mancomunidad por existir siempre sugeneradora la impotencia individual y su excitadora la necesidad,ha de subsistir y coexistir en toda su ntegra pureza el principio ori-ginario de la sociedad, a saber: la reciprocidad de deberes y dere-chos entre los asociados.

    La humanidad no ha sabido respetar intangible esa pureza: losdeseos y las necesidades, excedindose de sus naturales lmiteshasta degenerar en avaricia y ambicin, por una parte, y la comple-jidad de las necesidades y de los deseos relacionada con la mayoro menor facilidad de los medios de satisfacerlos, por otra, han pro-ducido esa confusin, ese desorden en que vivimos; y as resultaque los bienes naturales y los producidos por el trabajo son mono-polizados por la usurpacin propietaria, que pone en poder de unaminora toda la riqueza social y deja a la gran mayora en la servi-dumbre y la miseria.

    As, pues, en el actual estado social se es privilegiado explotadoro desheredado explotado.

  • Sobre el monismo humano, en que un individuo, todo individuo,es el tipo fsico y moral de la humanidad entera, y en que una pare-ja tiene poder generador, se ha superpuesto el dualismo social, pro-ductor del antagonismo de los intereses, creador de las castas, delas clases y de las condiciones individuales, que inclina a cada unoa procurar ponerse a cubierto de la necesidad y de la escasez porel aumento de su participacin en la riqueza social, lo que se lograsiempre a costa de la disminucin de la parte de los otros.

    Debido a ese dualismo, el hijo del privilegiado, predispuesto porsu educacin especial y por su natural inclinacin, al llegar a laedad en que ha de determinar su gnero de vida, puede pensar encmo ha de desarrollarse y en qu lugar ha de ocupar en su rela-cin con los dems. Atendido por sus padres, por sus servidores ypor sus maestros, con conocimientos como gua y con dinero comomedios, se siente constituido en centro de deseos y necesidadesegostas que procura realizar y satisfacer a toda costa, y por cortaque sea su iniciativa, el dinero le abre va y le allana las dificulta-des.

    En tanto que el desheredado, considerado en el mismo perododeterminante de su vida, ve ante s, como nico medio a la vezque como nico objeto de su existencia, la servidumbre del traba-jo asalariado, con todo su triste cortejo de privaciones, humilla-ciones y miserias.

  • Y resulta que ante la unidad de la especie y ante la comunidadesencial del patrimonio universal, se ha establecido un dualismoabsurdo, una lucha mortal, que si no ha acabado con la humanidad,porque sus individuos se reproducen, neutraliza grandes fuerzas vi-tales, esteriliza gran parte del poder creador y reduce al mnimum loque habra de ser esplendente mximum.

    Los trabajadores, antiguamente esclavos y siervos y en la actuali-dad jornaleros, se han dado cuenta al fin de que son tan hombrescomo sus tiranos y explotadores, de que tienen igual derecho queellos a la participacin en el haber social, y aun mejor derecho porsu mayor contribucin a la formacin de esa riqueza producida porel trabajo, la observacin y el estudio de trabajadores, observado-res y pensadores de todos los tiempos, de todas las razas y de to-dos los pases, y que por esa misma extensin y generalidad de ori-gen no deben ni pueden ser monopolizados unos bienes que enjusticia son de todos.

    Ese primer sentimiento de la igualdad impuls a los iniciadoresdel movimiento emancipador del proletariado a la creacin de La In-ternacional, asociacin obrera de todas las naciones, que se anun-ci al mundo declarando:

    Que la emancipacin de los trabajadores ha de serobra de los trabajadores mismos;

    Que los esfuerzos de los trabajadores para conquistarsu emancipacin no han de tender a constituir nuevos

  • privilegios, sino a establecer para todos los mismos dere-chos y los mismos deberes;

    Que la sujecin del trabajador al capital es la fuente detoda esclavitud poltica, moral y material;

    Que la emancipacin econmica de los trabajadoreses el gran objeto a que debe subordinarse todo movi-miento poltico;

    Que los esfuerzos emancipadores anteriores fracasa-ron por falta de solidaridad;

    Que la emancipacin de los trabajadores no es proble-ma local ni nacional, sino internacional, estando su solu-cin subordinada al concurso terico y prctico de todaslas naciones;

    Que el actual movimiento obrero emancipador inspiranuevas esperanzas, ensea a no incurrir en nuevos erro-res y aconseja combinar todos los esfuerzos hasta ahoraaislados;

    Que esta asociacin, como cuantas sociedades e indi-viduos se adhieran a ella, reconocern como base de suconducta para todos los hombres, la verdad, la justicia yla moral:

  • No ms deberes sin derechos, no ms derechos sindeberes.

    Ese movimiento obrero y la constitucin de ese nuevo y grandeorganismo representa un importantsimo progreso, la adopcin dela ayuda mutua en oposicin a la lucha producida por el antagonis-mo de los intereses.

    Por la ayuda mutua resulta que no los ms hbiles ni los msfuertes son los que triunfan en las luchas de la vida, sino los quemejor saben cooperar a la proteccin mutua.

  • VCriterio de verdad

    Reconocida por los trabajadores la inmanencia del derecho hu-mano, ha surgido un criterio de verdad en la lucha sostenida contralos privilegiados que han pretendido prolongar indefinidamente supredominio. Vemoslo:

    Actualmente pesa sobre todos una responsabilidad moral o mate-rial en concepto religioso, civil, poltico o filosfico, como un progre-so de la igualdad.

    A diferencia de las sociedades pasadas en que el paria, el escla-vo y el siervo eran cosas y no personas, al proletario de hoy se lehabla de un Dios creador que cubre a todos con su justicia y premiay castiga segn las obras de cada uno; de una patria que ampara elderecho de los ciudadanos, que lo son todos los individuos; de unaley, cuyas transgresiones se castigan por el cdigo con penas quevaran desde la pequea multa hasta la muerte infamante del pat-bulo; de una filosofa que define la verdad en lo que respecta al in-dividuo y a la sociedad.

    Pero la responsabilidad slo puede fundarse sobre el conoci-miento: es axioma de derecho que no puede haber tirano en elmundo, por arbitrario y brutal que se le suponga, que exija el cum-plimiento de una ley que antes no haya promulgado con toda clari-dad; y, no obstante, esa tirana no ejecutada por los dspotas per-

  • sonales, la ejerce el Estado, dspota impersonal que tiraniza a losdesheredados que vegetan en la ignorancia y en la miseria, a pesarde que tienen sobre s la obligacin de trabajar, y por lo tanto, de-sempean la misin social ms importante.

    Si no puede haber responsabilidad donde no hay conocimiento; siel Estado hace responsables a gran nmero de individuos que sis-temticamente reduce a la ignorancia; la consecuencia lgica es lapatente injusticia de la actual sociedad.

    La injusticia es evidentsima considerando que la tierra, bien co-mn como don espontneo de la naturaleza, no es de todos, sinode los que se la han apropiado y la detentan bajo la proteccin dela ley; que la ciencia, bien universal por su origen y por su constan-te progreso, no es para todos, ni siquiera para los que tienen aptitu-des especiales, sino que se destina a los que pueden excusarse deltrabajo y asistir a la Universidad en busca de un ttulo acadmicopara monopolizar una profesin privilegiada; que la industria estorganizada de manera que slo gana el capitalista mientras se ex-tena y muere el trabajador.

    En toda manifestacin religiosa, poltica, econmica y filosfica haysiempre una cuestin social: si haciendo el panegrico de Dios se noshabla como consecuencia de sumisin y obediencia a los superiores,amos, gobernantes y legisladores, es seal de que se nos quieremansos y dbiles para sujetarnos a la obediencia y a la explotacin; sien nombre de la patria, de la libertad, de la democracia, se nos pide

  • acatamiento, disciplina y abandono de nuestros ideales emancipado-res, es seguro el propsito de prolongar, de mantener subyugadanuestra voluntad; si en nombre de la produccin nacional se nos asus-ta con la concurrencia extranjera, negndonos sencillas mejoras enlas condiciones penosas del trabajo, no dudemos que tras la excusase oculta la avaricia burguesa; si con pretexto de prudencia se preten-de que dominemos nuestras enrgicas rebeldas, seal de que se nosquiere retener en degradante esclavitud; si se nos aconseja el ahorrocomo base de fortuna y libertad futuras, prueba de que se trata de de-bilitarnos con la privacin y la sobreprivacin para que nos debilitemosms y ms hasta inhabilitarnos en absoluto para pensar en nuestraemancipacin; si un sabio nos dice que en la lucha por la existencialos fuertes y mejor constituidos prevalecen sobre los dbiles, y conesa teora se pretende que dejemos a nuestros tiranos y explotadoresgozar tranquilamente el fruto de la tirana y de la explotacin, rechace-mos a los que tras esa teora se parapetan, mandemos enhoramala atanto embaucador y continuemos decididos la lucha por el ideal, con-siderando que lo que con todo ese arsenal de argucias y sofismas senos exige es que pidamos a la razn un fallo contra la razn, y, porconsecuencia, la anulacin de nuestra voluntad, y que por propia deci-sin nuestra acatemos y prolonguemos indefinidamente la usurpacinpropietaria, la explotacin capitalista y con ellas nuestra esclavitud.

    Ms an: la autoridad, que considerada en abstracto parece ser lafuerza que sostiene y garantiza la justicia practicada por hombres, nopuede constituir tal garanta, porque si ha de reprimir la injusticia y

  • castigar el delito, injustos y delincuentes son los revestidos de autori-dad, y contra ellos nada pueden los sometidos a la obediencia.

    No; no puede haber un Dios para los pobres, ni un cdigo paralos desposedos, ni teoras econmicas exclusivamente aplicablesa los trabajadores, ni sistemas filosficos que justifiquen la desi-gualdad, y, como consecuencia lgica, todo lo que oculte el prop-sito de perpetuar la actual divisin de pobres y ricos, y se disfracecon mscara religiosa, cientfica, filosfica y poltica, es falso, y apesar de su aparatosa argumentacin no puede resistir a la lgicacontundente del criterio de la igualdad.

    Ante la bella y majestuosa severidad de la justicia, y mediantelos maravillosos adelantos de la ciencia moderna, no son admisi-bles dos pesos y dos medidas: lo censurable por injusto, por re-pugnante, no puede excusarse, aceptarse o aun premiarse enunos y castigarse en otros.

    En ltimo trmino: si un derecho escrito, reflejo de ideas y cos-tumbres anacrnicas, definido por el legislador, impresionado porel ambiente de su poca, tiende a prolongarse, forzosamente hade chocar con el derecho humano, reconocido al fin, ilimitado yabsoluto, como anterior y superior a toda ley escrita, cuya procla-macin ser la manifestacin ms brillante del ideal que nos pro-mete el progreso.

  • VI

    T, yo y cada uno

    La filosofa popular la invoco como supremo recurso para quese me entienda dice que la fortuna ha de ser cogida por un pelo,mas la ocasin es calva, lo que quiere decir que la oportunidad sepresenta siempre de manera incoercible, que slo se conoce cuan-do ha pasado.

    No; esa filosofa es huera, sin contenido racional, sin consecuen-cia importante en concepto revolucionario emancipador.

    Lo positivo es que una preparacin adecuada y suficiente da ne-cesariamente el resultado deseado; mientras que lo inadecuado ylo insuficiente no llega jams, por mucho que se extreme el deseo,adonde no puede llegar.

    Con estudio, conocimiento adquirido, voluntad decidida y me-dios necesarios un hombre o una colectividad alcanza siempre loque se propone.

    Con cndidas plegarias, con deseos vehementes, con pasividadsistemtica, con crdula confianza o con prcticas intiles las espe-ranzas se desvanecen en el desierto abrasador, dejando el oasisideal perdido en la lontananza del espejismo.

    La sociedad humana, desviada de la va emprendida en su origeny perdida en las nebulosidades msticas y en el egosta antagonis-

  • mo de los intereses, lleg a perder de vista su objetivo y se vio en-vuelta en la iniquidad del monopolio usurpador y de la miseria deldespojo, y la injusticia se sald con la gracia y con la caridad: sepens que el malo se regeneraba con el perdn; que al necesitadose le socorra con la limosna; y con esos remiendos oportunistas vatirando la humanidad.

    Falseado nuestro entendimiento por tantos siglos de creencia enla gracia por desconocimiento de la justicia, y de confianza en la ca-ridad por acatamiento y respeto a la usurpacin propietaria, segui-mos perdonando a nuestros deudores, es decir, a nuestros tiranosy explotadores, e implorando adems el pan nuestro de cada da enla forma de limosna de un derecho, de una mejora y hasta de unaesperanza ilusoria.

    As han vivido los pobres, los despojados, los desheredados,hasta que una voz fuerte, digno eco del propsito emancipador delproletariado, grit: A la conquista del pan!

    Con ese grito, con esa inspiracin que resume maravillosamenteciencia, pasin y energa, Kropotkine ha simbolizado el triunfo de laidea, presagio cierto del triunfo de la justicia; porque, como dice Reclus,

    ...la verdadera, la mayor conquista, aquella de la cualtodas las dems son una derivacin lgica, es la obten-cin del pan para todos los hombres, para todos los quese llaman hermanos, aunque la conquista del pan, talcomo el verdadero progreso lo exige, ha de ser realmen-

  • te una conquista. No se trata simplemente de comer,sino de comer el pan debido a su derecho de hombre...Los hombres libres se miran frente a frente, y la primeracondicin de esta franca igualdad es que los individuossean absolutamente independientes, cada uno respectode cada uno, y ganen su pan por la mutualidad de servi-cios.

    A los conquistadores del pan, es decir, a los hombresde trabajo, asociados, libres, iguales, desprendidos delpatronazgo, se halla entregada la causa del progreso. Aellos tocar introducir al fin el mtodo cientfico en la apli-cacin a los intereses sociales de todos los descubri-mientos particulares.

    La Naturaleza no ha puesto ningn trmino a nuestrasesperanzas. Cuanto ms se pide a la naturaleza humanams da; sus facultades se exaltan con el ejercicio y noven ya lmites a su poder.

    Oh! Cuando, tras la declaracin de la reciprocidad de los debe-res y los derechos, se dijo al mundo la emancipacin de los trabaja-dores ha de ser obra de los trabajadores mismos, se quiso decir: t,labrador, minero, tejedor, carpintero, trabajador asalariado de cual-quier oficio, obrero al servicio de la mquina o desocupado por elavance de la mecnica industrial, desheredado, jornalero, mserounemployed, o abyecto paria, t mismo, libremente asociado con

  • tus compaeros de trabajo y de desgracia, tan explotados como t,tan despojados como t de la riqueza social, has de salvarte, libran-do de la usurpacin propietaria la tierra y los medios de producirpara poner esa tierra y esos medios a la libre disposicin de todo elmundo como libre es la luz, el aire, el agua, las fuerzas naturalesms o menos coercibles.

    Todo hombre puede ser tu colaborador; pero ninguno tu director,absolutamente ninguno, ni el mejor, ni el ms sabio, ni el ms elo-cuente, ni el ms valiente; porque aunque reuniera en sumo gradotodas esas cualidades juntas y otras muchas ms, siempre sera in-ferior a la totalidad de los hombres y de las mujeres a cuyo frentese pusiera, y como su superioridad limitara la de sus dirigidos, ha-bra de ser un tirano. Por eso se ha dicho que el seor To-do-el-Mundo sabe ms que todos los sabios.

    Bueno es aprovechar coyunturas que presenten ciertas facilida-des que excedan de lo corriente y ordinario; pero no ha de confiar-se en la casualidad, en lo fortuito, en lo accidental, sino en la cau-salidad, en lo que une la causa con el efecto que se espera; no enla rifa que satisface el deseo de un cualquiera brutalmente afortuna-do a costa del despojo y descontento de todos los rifantes, sino enla accin cooperadora de cuantos con igualdad de empeo se pro-ponen la realizacin de un bien comn.

    Desvanecida la masa de los creyentes y de los serviles, para darcuerpo al conjunto de los coincidentes por pensamiento propio en

  • un pensamiento comn; cuando el vulgo se desvanezca, el geniose generalice y la inteligencia brille libre de dogmas y convenciona-lismos, la humanidad reconstituir la historia, analizar el mundo,asumir extraordinario poder y emprender obras colosales que enla actualidad ni remotamente podemos concebir.

  • VII

    Tntalo satisfecho y tranquilo

    El sindicato es la moderna forma adoptada por los trabajadorespara concertarse, defenderse y dirigirse a la libertad y a la igualdad.

    El salariado, repitmoslo una vez ms, es una variante de la es-clavitud y ha de ser la ltima.

    La produccin en general, favorecida por los adelantos cientficosy monopolizada por las compaas capitalistas, ha venido a parar alcontrasentido ms absurdo que pudiera imaginarse: se produce tri-ple de lo necesario, hay capacidad productora incalculable, y la hu-manidad padece hambre.

    El mito de Tntalo, hambriento y sediento a la orilla de un ro cau-daloso y a la sombra de exuberantes rboles frutales, representahoy la situacin de muchos millones de trabajadores en todo elmundo civilizado.

    Hay sobrante para todos; hay condiciones para seguir producien-do de modo que nadie carezca de lo necesario y aun de que conti -ne sobrando para sostener toda prudente reserva; pero el mono-polio primitivo, considerado justo all en remota poca e inmoviliza-do en la ley, en esa aparente forma de justicia y que en realidad deverdad constituye el baluarte ms formidable en que puede guare-cerse la injusticia para seguir ejerciendo su nefando dominio; esemonopolio que da al propietario la posesin de la tierra y, por acce-

  • sin, cuanto produzca o pueda producir por efecto del conjunto delas fuerzas naturales y del trabajo esclavizado o asalariado, canali-za la produccin de lo necesario y de lo superfluo hacia el lado so-cial del privilegio atrado por el dinero, y deja a la pobreza los resi-duos o una produccin envilecida, de tercera, como destinada auna clase nfima y vil digna slo de consumir bazofia en inmundo ylbrego tugurio.

    Por el monopolio, por la ley que lo legaliza y justifica no sigue su es-plendente curso la produccin, tomando de todas partes sus elemen-tos y distribuyndose proporcionalmente por todo el cuerpo social.

    Por ese antiguo, odioso y criminal monopolio, que no pudo des-truir la revolucin religiosa que predic la fraternidad humana, ni larevolucin poltica que proclam la igualdad civil, y que slo destrui-r la revolucin social que le arranque de cuajo desvinculando latierra usurpada; por ese gran fraude se da el caso de producirse laescasez a causa de la abundancia.

    Hay sobreproduccin; no hay demanda; los almacenes rebosan;paralizase el trabajo; no hay jornal para el obrero.

    Se inventan mquinas; el obrero de hierro reemplaza al de carney hueso; no habr ya jornal, ni pan, ni tierra que pisar para el obreroreemplazado por la mquina, y como, correspondiendo al injustoconcepto de la propiedad segn el derecho romano, queda el prole-tario, no como hombre y ciudadano libre, sino como hombre infe-

  • rior, como accesorio vil para completar por el trabajo y la servidum-bre la ociosidad del hombre superior.

    As ha podido darse el caso inconcebible de que en la nacin re-volucionaria, la que dict al mundo la famosa Declaracin de losDerechos del Hombre y del Ciudadano, la que en todos sus edifi-cios pblicos ostenta la triloga democrtica, ha podido decirse: enFrancia sobran cinco o seis millones de trabajadores, que es comodecir: slo el privilegiado propietario es hombre, y si hay excedentede auxiliares y servidores, cmplase la orden de Malthus: en el ban-quete de la vida no hay cubierto para ellos.

    Cuerpos exhaustos y comestibles sobrantes vayan juntos alpudridero!

    A este punto hemos llegado: latifundios de provincias y regionespertenecientes a un solo propietario; archimillonarios que llegan a laposesin de mil millones; industrias supeditadas a individuos quellegan a ser llamados rey del petrleo, rey del carbn, rey del ferro-carril, a la vez que son ciudadanos de una repblica democrtica, yque son conciudadanos de unos trabajadores que han llegado avenderse como esclavos y que han sido comprados, y de muchosmiles de unemployeds que decidieron un da emprender un xododesde todos los Estados de la repblica para morirse de hambre alas puertas del Capitolio de Washington. Tales la actual civilizacin.

  • VIII

    Organizacin

    De acuerdo con Mella en su Tctica Socialista, pienso que orga-nizacin obrera emancipadora ha de ser asociacin voluntaria, sindisciplina (sumisin a un dogma o una autoridad) ni jerarqua (esca-lafn de mandarines).

    Para asociarse cierto nmero de trabajadores para la constitucinde un sindicato dedicado a la realizacin de un fin emancipador,donde no lo haya constituido an, se renen, formulan claramentesu objetivo, determinan la manera de constituir una fuerza poderosacon el esfuerzo de cada uno y de todos juntos, y con ello quedaconstituida y organizada en principio una sociedad o sindicato.

    En un sindicato as formado el individuo adquiere la totalidad delpropio valer, multiplicado por el valer de todos sus coasociados.

    Todo sindicato emancipador es un contrato o pacto que puede for-mularse en pocas palabras como recuerdo, como acta de constitu-cin, como compromiso de honor entre los asociados, tanto para losfundadores como para los que se asocien durante su funcionamiento.

    En un sindicato obrero emancipador, por ejemplo, puede consig-narse en su pacto constitucional:

    Objeto. Este sindicato se propone la resistencia a la explota-cin capitalista como tctica constante, y la supresin del salario

  • por la participacin de los actuales desheredados en el patrimoniouniversal como finalidad nica.

    Medios. La asociacin de los obreros de tal oficio, de tal in-dustria, en tal localidad; la adhesin a la federacin local de lassociedades obreras y aun de las de oficios varios de la misma, ya la Confederacin regional, nacional o internacional de socieda-des, federaciones y confederaciones obreras que concuerdencon el mismo objeto.

    Todos los sindicados, federados y confederados contribuirn conuna cuota voluntaria para los gastos, sostenimiento y correspon-dencia, distinguindose espontneamente los que pueden pagar enmetlico de los que por falta de trabajo no puedan aprontar su cuo-ta, aunque unnimes todos en contribuir con sus iniciativas, con suactividad y con su constancia al funcionamiento de la sociedad, demodo que no haya carga indebida y excesiva para unos ni tampocose prive del derecho a ser emancipado al sumido en la privacin.

    Cada sindicato, en uso de su autonoma, fijar su modo de contri-buir a la fuerza necesaria para el concierto comn de todos los sin-dicatos federados y confederados al objeto final, con las cuotas me-tlicas, pasionales, intelectuales y energticas que pueda.

    Condiciones generales. Todos los sindicados federados y con-federados son iguales, solidarios y libres en su sindicato y en todala Confederacin, pudiendo ingresar con pleno derecho en la socie-dad de su oficio o de su industria en cualquier poblacin del mundo

  • donde la haya confederada o en el de oficios varios donde no loshubiera de su oficio.

    Observacin general. Si los sindicatos de oficio pueden servir,por los conocimientos tcnicos, para determinar las conveniencias yoportunidades de la lucha contra la explotacin patronal, los de ofi-cios varios, adems de preparar la constitucin de sindicatos aunno constituidos por escasez de nmero, pueden trabajar como cen-tros de estudios sociales y de propaganda con el concurso de todoslos obreros federados, constituyendo un ateneo sindicalista.

    Con esta orientacin, con esta determinacin voluntaria se puedeir al objeto, solucionando cada caso, cada dificultad, cada conflictocon la integridad de la fuerza emotiva, pensante y actuante del fe-cundsimo principio de asociacin; de modo que cada sindicado, fe-derado y confederado sienta en s, primero su personalidad, y, ade-ms, como formando parte de ella y multiplicndola infinitamente, elpoder de todos sus compaeros ampliado en tan extensa proporcin.

    Siendo la organizacin una combinacin racional de fuerzas parala consecucin de un fin, el poder orgnico no viene de las palabrascomponentes del articulado de un reglamento, ni de la autoridadotorgada a un socio por cesin de derechos de los asociados, sinodel hecho mismo de la unin en un pensamiento y en una voluntadcomn de todos.

    En el funcionamiento sindical no ha de haber delegacin, ni auto-ridad, ni disciplina; slo hay divisin del trabajo. Miembros iguales

  • en deberes y derechos en una asociacin, aunque con la diversidadde aptitudes fsicas, morales e intelectuales propias del tempera-mento, de la educacin, de la edad, de la cultura de cada uno, co-operan voluntariamente a determinado propsito, y voluntaria y li-bremente se distribuyen las labores comunes, manteniendo la rela-cin necesaria para que resulte el debido concierto.

    La fuerza y el poder de todo sindicato, federacin y confederacinreside, no en una ficcin autoritaria, ni en una abstraccin ideolgi-ca, sino en s mismo, en todo acuerdo, en todo plan adoptado portodos los asociados a quienes directamente interese, mediante elestudio previo necesario. No es la fuerza el imposible de una uninheterognea, sino la coincidencia en una accin de muchas con-ciencias y muchas voluntades perfectamente homogneas.

    En caso de divergencia, que slo puede resultar de diferencia depunto de vista de un asunto y de sus inconvenientes y ventajas es-peciales, mientras no resulte dualismo desviador, se intentar fra-ternalmente la resolucin en uno de los diversos proyectos, y si no,si los recursos lo permitieran, se llevaran todos a la prctica o seabandonaran todos hasta mejor ocasin.

    Es notable el caso supuesto por Juan Grave en Tierra Libre.Unos deportados que por efecto de una tempestad caen en una isladesierta, organizan el trabajo y la produccin en una colonia comu-nista, discuten sobre las ventajas e inconvenientes de cuatro terre-nos diferentes para sembrar las semillas de que disponan y de las

  • cuales dependa su subsistencia. Cada fraccin defiende su propo-sicin con calor y con exclusivismo; los desapasionados proponenla adopcin de los cuatro terrenos y la consiguiente distribucin delas semillas y del trabajo. Adoptada esta proposicin, cuando loscuatro terrenos estaban a punto de dar abundantsimos frutos, unatempestad, un aguacero y una inundacin inutilizaron dos de los te-rrenos cultivados; salvronse los otros dos, y los colonos quedaronsatisfechos al considerarse en condiciones viables por no haberseencerrado en mortal exclusivismo.

    Teniendo razn cada fraccin exclusivista, lo mismo las salva-das que las destruidas, el exclusivismo hubiera causado la muertede la colonia a haber adoptado una de las dos desgraciadas, o lahubiera salvado la casualidad si se hubiera aceptado una de lasfavorecidas. El resultado fue que la salvacin de la colonia se de-bi a la prudencia.

    Los reglamentarios, los que para realizar el objetivo de unaasociacin desconfan de la actividad individual espontnea ypretenden lograrlo por la previsin reglamentaria, que fija las obli-gaciones de los asociados a la manera de un cdigo, no puedencomprender la diferencia que ha de haber entre la sociedad ge-neral, en que forzosamente entramos todos al nacer, permane-ciendo en ella rutinaria e inconscientemente, y las sociedades li-bremente formadas para realizar fines deseados en virtud de ex-citaciones mentales y pasionales.

  • Comprndese que los deberes impuestos a los individuos per-tenecientes a clases inferiores en beneficio de otros que pertene-cen a clases privilegiadas se cumplan sin voluntad, sin amor ybajo la presin de la amenaza y el temor del castigo; pero no enlas sociedades libres, ni menos en las fundadas para establecerla libertad y la igualdad.

    Penetrmonos bien de esta idea: en ningn caso, ni autoridadpersonal, ni mayora de socios que se imponga a la minora. La ver-dad, la bondad y la justicia, que pueden ser reconocidas por una in-teligencia comn especialmente capacitada, han de prevalecersiempre. Contra un dictamen razonado y evidente no hay decreto nivotacin que valga. La razn y la voluntad han de tener siempre li-bre y expedito el paso para lo verdadero, lo bueno y lo justo encuanto sea reconocido.

  • IX

    Objecin

    Llegado este momento surge el veto atvico diciendo: esa orien-tacin no es prctica; se necesita el reglamento y la autoridad.

    Aceptada la objecin; mas para desvanecerla racionalmente:

    Las necesidades de la existencia son variables al infinito; pero lasmanifestaciones de la actividad, del pensamiento, de la voluntad, losdeseos y los actos morales o materiales de nuestro organismo indivi-dual y de todo organismo colectivo no se repiten jams en identidadde circunstancia, condicin y ambiente, y, por tanto, la previsin re-glamentaria es imposible. Por haberlo, reconocido as los legislado-res aplicaron a los cdigos penales las circunstancias atenuantes oagravantes con la idea de aproximarse algo a la justicia.

    Los reglamentos, por defecto o por exceso, se hallan en todo mo-mento y en cada caso concreto fuera de la realidad, y, habiendo dedominar lo imprevisto, para no caer en la inadaptacin de lo previs-to, ha de confiarse al buen sentido, a la buena voluntad y a la opor-tunidad urgente, el desenvolvimiento sindical.

    Estamos por decir, dice Ricardo Mella, que las mani-festaciones de la actividad, del pensamiento, de la volun-tad; que los deseos y los actos morales o materiales denuestro organismo individual y de cualquier organismocolectivo, no se repiten jams. Y si se repiten, nunca en

  • las mismas circunstancias, del mismo modo condiciona-dos y en idntico ambiente... No siendo posible una ab-soluta previsin, lo que ocurre es que los reglamentos,por defecto o por exceso, se hallan a cada paso encontradiccin con las demandas de la. realidad...

    La autoridad, que resume en un hombre el poder de muchoshombres reducidos a ablica pasividad y a la obediencia humillante,adems de establecer la desigualdad entre los que mandan y losque obedecen, supone el imposible de dar a uno el conocimiento yla voluntad de todos. Y si este absurdo, como imposicin histrica,rige en la sociedad en que sin discernimiento y sin voluntad hemosentrado al nacer, no ha de prevalecer en sociedades libres en quese entra, se sale o no se entra, y en cuya organizacin puede tener-se en cuenta la ciencia y la experiencia.

    Tomamos tambin los siguientes pensamientos de Mella:

    Donde huelgan los reglamentos, huelgan tambin losdirectores... Toda asociacin vive por virtud de su propiafuerza, no por la milagrosa potencia de cualquier podero-so con ella investido... La soberana colectiva es la tram-pa donde cae ordinariamente la soberana individual...No procede del sol toda la vida del sistema planetario,sino que reside en los infinitamente pequeos del todocsmico; as tambin la accin no procede de los rga-nos directivos que se llaman gobiernos y se atribuyen

  • propiedades de soles por inmodestia sino que viene di-rectamente y es siempre la resultante del esfuerzo com-binado de esas despreciables unidades sociales que sellaman hombres... En el campo socialista obra son de losjefes o directores las intrigas, las luchas personales, losodios que disgregan los ms sanos organismos. Obrasuya es la paralizacin del movimiento social cuando nosu desviacin hacia los horizontes malsanos de las prc-ticas burguesas.

    En cuanto a reunir dinero para gastos permanentes o eventuales,una vez demostrada y sentida su necesidad no ha de pensarse en lamonotona de la cuota que mide por una cifra igual para todos el de-ber de cada uno, tomando como norma para la igualdad la miserablepequeez del egosmo, sino que ha de dejarse libre el poder y la vo-luntad individual para que se eleve a sublimes alturas altruistas; y sise trata de la accin individual como base de la energa colectiva,considrese que si en ninguna corporacin se prescribe la abnega-cin ni el herosmo como deber particular, abundan siempre y casinunca faltan en los casos necesarios los abnegados y los hroes.

    Adems, con la autoridad de un presidente o de una junta, el en-carrilado de un reglamento, la uniformidad de una cuota y la obe-diencia o cumplimiento reglamentario de los socios rebaja una so-ciedad la actividad incalculable de sus asociados a un mnimumque, slo por serlo y por renunciar al mximum, ya es un grave mal;

  • sin contar con que la nica actividad que se propone aprovechar, lade los nombrados para la gestin directiva y administrativa, quedaviciada por la superioridad atribuida a los mandarines, la inferiori-dad de los mandados y la injusticia esencial de la igualdad de lacuota entre individuos cuya diferencia de medios para contribuir alobjetivo de la sociedad puede ser muy diferente.

    Contra el atavismo que nos sujeta a la letra legal o reglamentariaha de prevalecer el buen sentido, la prudencia y la pasin en racio-nal equilibrio como norma de la actividad sindical.

    No puede ser ya el tipo del buen socio el compaero que paga sucuota con la periodicidad reglamentaria, que asiste a las reunionesdonde discute y vota, que desempea con regularidad los cargospara que se le elige, y que considera el sindicato de que forma par-te como un accesorio en la aplicacin de su actividad vital.

    No es el sindicato aquel antiguo gremio que estableca una tarifaimpuesta a los patronos para la mejora de las condiciones de traba-jo y aumento de jornal, y que consideraba el ideal emancipadorcomo una aspiracin realizable en un futuro remoto.

    El sindicado y el sindicato constituyen una nueva familia, quedebe ampliar nuestros buenos sentimientos por efecto de la gran-diosidad de los beneficios que nos da con la solidaridad fraternal, yde los que nos promete con el ideal de nuestra libertad y de laigualdad social.

  • La realizacin de ese ideal, realizable tras el aniquilamiento delprivilegio, hemos de considerarle como inmediato, toda vez quedepende de nuestro pensamiento, de nuestra voluntad y de nues-tra energa.

    Es pueril hablar de su proximidad o de su tardanza; se realizarcuando para ello se rena la suma de fuerza necesaria y suficiente.

    Por tanto, desarrollar nuestras facultades en su servicio esnuestro preferente deber, considerando que si anticiparle fuerade sazn es disparatado, retrasarle por indolencia es un crimende lesa humanidad.

  • XAscendencia del Sindicalismo

    A ttulo de confirmacin histrica de las ideas anteriormente ex-puestas, y como recuerdo de pltica amistosa que tuve poco antesde aparecer la presente publicacin con buenos compaeros deSabadell, expongo lo siguiente:

    La influencia de La Internacional, manifestada por los delegadosde Madrid y algunos de Barcelona, y la idea de asociacin, practi-cada casi exclusivamente en Catalua y dbilmente sentida en elresto de Espaa, se fundieron en un sentimiento comn en el pri-mer Congreso obrero espaol, celebrado en Junio de 1870, encuya primera sesin una brillante representacin del proletariadoespaol acord unnimemente su adhesin a la Asociacin Interna-cional de los Trabajadores.

    Formul aquel Congreso un ideal de libertad y de igualdad y unaorganizacin obrera libertadora e igualitaria, con que dio a los tra-bajadores espaoles aquella pura orientacin, actualmente comba-tida por neo-socialistas y parlamentarios, pero que se mantiene porlos sindicalistas modernos en su ntegro vigor, dispuesta a vivir tan-tos aos como sean necesarios para que pueda y deba ser consi-derada como obra realizada y punto de partida para futuros avan-ces progresivos.

  • Ms aun; detalle importante olvidado o desconocido: la orienta-cin de aquel Congreso fue presentada por la delegacin de laConferencia de Valencia de 1871 a la Conferencia de Londres delmismo ao; y me atrevo a asegurar que si los delegados internacio-nales reunidos en Londres hubieran sentido, pensado y resueltocomo los buenos orientadores de Barcelona, a que les invit el de-legado espaol, y el proletariado mundial hubiera continuado aque-lla va, La Internacional hubiera entrado en el siglo XX con los ho-nores del triunfo.

    No sucedi as; lo impidieron muchas causas; pero conste el datohistrico, y aprovechemos la leccin con el fin de evitar retrasos la-mentables; el moderno sindicalismo desciende en lnea recta de losacuerdos del primer Congreso obrero de Barcelona y del proyectode organizacin obrera presentado por la delegacin espaola a laConferencia de Londres de 1871, recopilados en aquellos regla-mentos tpicos publicados por la Federacin local de Barcelona. Enaquella recopilacin se hallan los estatutos internacionales, nacio-nales, locales, de federacin de oficios y de oficios smiles, y regla-mentos de agrupacin local, de seccin de oficio, de seccin de ofi-cios varios, de agricultores, de sociedad cooperativa de consumo,terminado por un reglamento de discusin.

    Un error, impuesto por los antecedentes y las circunstancias,deslizado en aquella organizacin, reconocido y abandonado des-pus por unos, y no reconocido y continuado an por otros, mantie-

  • ne un pernicioso dualismo obrero, favorable al capitalismo y a losgobernantes.

    Confiaron los internacionales primitivos en la eficacia de las ca-jas de resistencia, y atribuyeron al dinero un poder revolucionarioque no tiene, que no puede tener, porque, su posesin constituyeprivilegio, inspira desconfianza, rebaja los caracteres y mata la na-tural rebelda.

    Adosaron a la organizacin obrera la caja de resistencia, comorecurso para imponer legalmente condiciones al capital por mediode la huelga sobre la base del subsidio a los huelguistas; y la prcti-ca ha demostrado, adems de su ineficacia para el objeto principal,que ha servido para suscitar ambiciones y para crear una burocra-cia obrera con todas sus funestas consecuencias.

    Los burgueses, tomando ejemplo de los trabajadores, se organi-zaron a su vez para contrarrestar la resistencia obrera, y, dispo-niendo de mucho ms dinero, con superior inteligencia y con elapoyo gubernamental, predominaron.

    He ah, sin frases, explicada una de las causas del fracaso gene-ral de La Internacional, y la principal del de las Federaciones inter-nacional y nacional espaolas.

    Estudiando detenidamente tan importante asunto, se hall que sia la fuerza de las modernas compaas industriales se agrega elpoder de la solidaridad burguesa, resultar que la cuota obrera es a

  • la guerra econmica lo que la antigua fusilera y las barricadas alpoder del moderno armamento y de la tctica novsima en un alza-miento popular.

    En efecto, ramos hay de la industria que han celebrado pactos in-ternacionales destinando un tanto por ciento considerable, equiva-lente a lo que reportaran los beneficios de los industriales atacadospor la huelga, si sus fbricas funcionaran normalmente, pagadospor los industriales extranjeros beneficiados con la demanda extra-ordinaria causada por la huelga.

    El dinero de defensa burguesa acumulado de ese modo asciendea muchos millones. Qu vale ante ellos el montn de cntimos soli-darios, picado adems por funcionarios, representantes y vividores!

    Reconoce la burguesa, y con ese reconocimiento tiene siempreasegurado, el apoyo decisivo del gobierno, que no debe alterarse elequilibrio econmico establecido sobre la reciprocidad entre la ofer-ta y la demanda, ni siquiera para atender las quejas lastimeras lan-zadas por los desheredados, porque lo contrario representa la per-turbacin del orden social.

    Por su parte, el proletariado no puede avenirse a la condicin depermanente y msera inferioridad, y reconociendo que la lucha porla justicia social no es una subasta en que el objeto codiciado hayade adjudicarse al mejor postor, desprecia el dinero, le rebaja decondicin y le emplea en menesteres secundarios de organizacin,librando al ideal de la vileza del precio.

  • He ah por qu los obreros emancipadores espaoles que tannoblemente sintieron el ideal, visto que la organizacin de su se-gunda Federacin Espaola se empequeeca por atavismo auto-ritario, la disolvieron, dejando a los atvicos incorregibles que seaburrieran en el neo-socialismo de su partido obrero y de su U.-G.T., viniendo al fin, tras largo perodo de luchas y persecuciones,a quedar patente que el neo-socialismo parlamentario es una des-viacin traidora, y que el sindicalismo, que va a la supresin delpatronato y del salariado, se halla en la va que conduce a la con-quista del patrimonio universal.

    Se confirma lo expuesto con los siguientes datos histricos:

    De mi Proletariado Militante y captulo referente a la Conferenciade Londres tomo lo siguiente:

    Lo nico en carcter, lo genuinamente obrero, lo pura-mente emancipador tuve yo el alto honor de presentarloa aquella Conferencia: la Memoria sobre organizacinformulada por la Conferencia de Valencia.

    Ante delegados de naciones tan industriales como In-glaterra, Alemania y Blgica, avezadas, especialmente laprimera, a las luchas econmicas, caus gran efectoaquel engranaje de sociedades y federaciones de todoslos oficios, de oficios similares y de oficio nico, con suscomisiones de propaganda y correspondencia, sus esta-dsticas, sus congresos, sus cajas de resistencia y toda

  • aquella vida intelectual y de accin, capaz, de ser bienpracticada, de efectuar, no slo la revolucin social enbreve plazo, sino de organizar por su propio funciona-miento la sociedad futura.

    De aquella Conferencia trata James Guillaume, en L' Internationale,documents et souvenirs (1864-1878), de donde traduzco lo siguiente:

    El delegado espaol Anselmo Lorenzo, nico que lle-vaba un mandato imperativo, present a la Conferenciaun trabajo serio, elaborado por una reunin de delega-dos de las secciones espaolas. Aquel trabajo, que hu-biera podido contrariar las decisiones previamenteadoptadas por Marx y sus amigos, fue escamoteado sopretexto de traducirlo; arreglndose para hacer creerque el proyecto espaol vendra como enmienda al delConsejo general, sin ms consecuencia que la mencinen el prrafo 3 del artculo XIII de los acuerdos deaquella Conferencia, qu dice as:

    La Conferencia da gracias fraternalmente a los miem-bros de la Federacin Espaola por su trabajo sobre laorganizacin internacional, que prueba una vez ms, suabnegacin por la obra comn.

    La Memoria presentada a aquella Conferencia era un extracto delfolleto Organizacin Social de las Secciones Obreras de la Federa-cin Regional Espaola, adoptado por el Congreso obrero de Bar-

  • celona de Junio de 1870, que reconstruyo al presente segn mis re-cuerdos y teniendo a la vista el citado folleto, con lo cual este traba-jo puede reunir el doble carcter de significacin histrica y de exci-tacin de propaganda sindicalista.

    Redactaron aquella Memoria los delegados de la Conferencia deValencia encargados de dictaminar sobre la reforma de Estatutos,quienes, en el prefacio que escribieron para la segunda edicin re-formada de la Organizacin Social, declararon, lo mismo que en di-cha Memoria, lo siguiente:

    Para lograr el objeto que se propone la Asociacin In-ternacional de los Trabajadores tiene en s diferentes or-ganizaciones, que parten de la Seccin, y que se formanpor los diversos pactos que stas hacen entre s. As, porejemplo, la Seccin, pactando con otras del mismo oficio,a fin de estudiar los problemas propios y peculiares aste y para verificar la resistencia al capital, constituye laFederacin de oficio; la Seccin, pactando para el mismoobjeto con todas aquellas otras cuyos oficios se comple-mentan entre s por concurrir a la produccin de un todo,constituyen la Federacin (Confederacin debe decir) deFederaciones de oficios, o sea lo que se llama Unin deoficios smiles; la Seccin, pactando con todas las de-ms de la misma localidad, sin distincin de oficio, conobjeto de lograr la completa y radical emancipacin de

  • los trabajadores, constituye la Federacin local, que, fe-derndose con todas las dems de la misma regin,constituye la Federacin (Confederacin) regional, y staa su vez, federndose con las dems Federaciones re-gionales, forman la Gran Federacin Internacional.

    Pngase Sindicato donde dice Seccin, Nacin y Nacional en vezde Regin y Regional, y Confederacin donde las entidades pac-tantes son Federaciones, y podramos tomar el prrafo transcritocomo sntesis de organizacin sindical.

    Las Secciones de la misma localidad sigo copiando que pertenecen a una Unin, constituyen la Agrupa-cin local de la Unin.

    La Federacin de oficio y la Unin de oficios tienen porobjeto principal su mejora de posicin dentro de la socie-dad actual, y estudiar las condiciones en que ha de verifi-carse la produccin en la sociedad del porvenir.

    El objeto de la Federacin local y la Federacin (oConfederacin) regional (o nacional) es llegar cuanto an-tes a la revolucin social para lograr la emancipacineconmico-social de los trabajadores.

    La representacin de la Seccin (o Sindicato) es el Co-mit de la misma; la de la Federacin de oficio, la Comi-sin pericial; la de la Agrupacin local, la Comisin de la

  • misma; la de la Unin, el Consejo de la Unin; la de laFederacin local, el Consejo local; la de la Federacinregional (o Confederacin Nacional), la Comisin federal.

    La representacin de la Asociacin Internacional de losTrabajadores resida en el Consejo general.

    Para dar a la organizacin obrera la mayor solidez posible, tantoen concepto de resistencia como en el de organizacin del trabajo,formularon un bosquejo de las Uniones de oficios smiles, fundadoen el movimiento y desarrollo de la actividad dedicada a la satisfac-cin de las necesidades del individuo y de la sociedad, y destinadoa indicar una va para el estudio y la prctica de tan importanteasunto de la ciencia social.

    He aqu una idea de aquel trabajo:

    Unin de los Trabajadores del Campo. Comprendelabradores, hortelanos, ganaderos, pastores, vinicultores,arrumbadores, floricultores, herboricultores, arboriculto-res, sericultores, corcheros, agrnomos, carpinte-ros-constructores de cajas, carboneros, esparteros, etc.

    Unin de los Obreros da las Industrias de la Alimenta-cin. Comprende molineros, panaderos, semoleros,pasteleros, confiteros, chocolateros, carniceros, vende-dores, salineros, obreros de la industria de conservas ali-

  • menticias, dependientes de fondas, cafs, tabernas, cer-veceras, etc.

    Por el mismo estilo formulaba las Uniones de obreros de las in-dustrias del vestido, de la edificacin, de la manufactura, de la im-prenta, de los servicios pblicos, del mar, de las minas, de la meta-lurgia, de la ebanistera, de la joyera, de constructores de vehcu-los, de instrumentos de precisin, de la qumica, de ferrocarriles,etc., dejando la consolidacin, reforma o transformacin de esasUniones, segn las transformaciones industriales sucesivas, al es-tudio y a la iniciativa de los trabajadores y de sus corporaciones.

  • XI

    Transcendencia del Sindicalismo

    La primitiva Federacin Regional Espaola entindase Confe-deracin Nacional, como queda indicado fundaba su adhesin aLa Internacional en estas consideraciones:

    1. Que los esfuerzos aislados de los trabajadores siempre hansido estriles para mejorar la posicin de su clase, y que slo laasociacin ha podido alcanzar este objeto hasta donde es posibleen la sociedad actual, basada en el privilegio y la injusticia;

    2. Que las asociaciones aisladas no son capaces de obtener laemancipacin pronta y completa de los trabajadores, dando a la so-ciedad humana por base la Igualdad y la Justicia, sino que este ob-jeto final de las aspiraciones y esperanzas del proletario, slo pue-de conseguirse por la solidarizacin de todas las asociaciones tra-bajadoras.

    En los estatutos tpicos de Federacin local de secciones obre-ras, se consignaba como objeto fomentar la asociacin entre todoslos trabajadores de la localidad, a fin de realizar su emancipacineconmico-social, que se explicaba as:

    a) Librarnos los trabajadores de toda tirana, as social como eco-nmica, cualquiera que sea su nombre y la forma en que se hallaconstituida;

  • b) Hacer que el capital, las primeras materias y los instrumentosde trabajo, vayan a parar a manos de los que directamente los utili-zan, o sea a manos de trabajadores organizados en asociaciones li-bres, agrcolas e industriales, a fin de librarse de la esclavitud delsalario y conseguir que la sociedad llegue a ser una libre federacinde libres asociaciones obreras.

    La Unin de oficios smiles, segn los estatutos tpicos, era unaespecie de confederacin de agrupaciones o pequeas federacio-nes locales de oficios, constituidas en vista del siguiente objetivo:

    1. Ir determinando, segn la experiencia lo indique, la forma queen la sociedad del porvenir ha de tener la organizacin del trabajo,la produccin y el equitativo reparto de la misma, en los oficios que,teniendo una ocupacin diferente, concurren a la produccin de untodo: los trabajadores agrcolas, los trabajadores del mar, los cons-tructores de edificios, por ejemplo.

    2. Preparar y poner en condiciones econmicas a las seccionesque forman la Unin, para que puedan luchar con ventaja contralas arbitrariedades de los monopoliozadores del capital y de losinstrumentos del trabajo. Para ello deber reunir y tener en cuentalos estudios que vayan haciendo los diferentes congresos y comi-siones periciales de los oficios que componen la Unin. Con estose conseguir preparar las huelgas cientficamente y determinarsu triunfo antes de llevarlas a cabo, practicando de este modo lasolidaridad obrera.

  • 3. Las Uniones debern encaminar la lucha que sostienen contrael capital explotador, en el sentido de poner cuanto antes a los tra-bajadores en condiciones de alcanzar la emancipacin social, paralo cual debern, ante todo, procurar la reduccin de las horas detrabajo y, en cuanto sea posible, la equivalencia de jornales.

    La Agrupacin local de oficios smiles se propona propagar y fo-mentar la organizacin de la Unin, ayudando en sus trabajos alConsejo de la misma y cooperando a la administracin y direccinde las huelgas.

    La Federacin de oficio tena por objeto estudiar, por medio delos datos estadsticos, las condiciones del trabajo del mismo, cau-sas o motivos de su progreso o decaimiento, y todo lo que contribu-yera a dar una idea exacta del estado moral, intelectual y materialdel oficio en la regin espaola.

    La Seccin obrera, la antigua sociedad o el moderno sindicato,expresaba su objeto del siguiente modo:

    Esta Seccin tiene por objeto reunir a todos los trabajadores deun mismo oficio, residentes en una localidad y contornos, para que,unidos con los del mismo oficio de dentro y fuera de Espaa, puedaformar la Federacin (Confederacin) universal del oficio; y fede-rndonos al mismo tiempo con las diferentes secciones obreras dela localidad, constituir la Federacin local, que, unida a las demsFederaciones locales, forman la Federacin regional espaola (Con-

  • federacin Nacional de Espaa) de la Asociacin Internacional delos Trabajadores.

    La Seccin (el Sindicato) reconoce que slo dentro de esta Aso-ciacin y solidarizando sus esfuerzos, pueden los trabajado reali-zar, segura y radicalmente, su emancipacin econmica y social,destruyendo de una vez y para siempre el parasitismo del capital,que hoy esteriliza y anula completamente los esfuerzos del trabajo.

    Como medios para la realizacin de su objeto, sealaba los si-guientes:

    1. Constituir una caja de resistencia. (La indico como recuerdohistrico, pero como idea desechada por ineficaz, y contraprodu-cente segn las demostraciones de la experiencia.)

    2. Formar, en unin de las secciones (sindicatos) del mismo ofi-cio, la Federacin (Confederacin) nacional e internacional del mis-mo.

    3. Procurarnos por todos los medios posibles: la enseanza inte-gral, la cooperacin federativo-solidaria de consumos, la asistenciamutua en toda su extensin, socorros para casos de enfermedad,defensa, colocacin, etc.

    4. Todo lo que sin crear privilegios, ni aun en nuestro propio be-neficio, tienda ms o menos rpidamente a la destruccin de losque existen, y que nos condenan a vivir considerados como sim-ples mquinas.

  • 5. Todo lo que tienda a que los frutos del trabajo sean propiedaddel trabajador, y que los instrumentos del trabajo sean propiedadcolectiva de las colectividades obreras que los empleen. El trabajopara todos; el fruto del trabajo para el que lo produzca.

    6. Todo lo que tienda a realizar el lema de nuestra Asociacin:No ms derechos sin deberes; no ms deberes sin derechos.

    Para completar el estudio del ideal revolucionario de La Interna-cional, y para demostrar que el Sindicalismo moderno es La Inter-nacional misma que reaparece tras una tregua histrica, parcemetil completar el bosquejo de la organizacin adoptada por la Fede-racin Espaola, y propuesta a todas las Federaciones nacionalesy a la Internacional, con la idea de la solidaridad expuesta porBakounine, tomada del sexto volumen de las Obras de Bakounine,publicadas por James Guillaume. Este trabajo ha sido reproducidopor Tierra y Libertad, tomado de La Batailie Syndicaliste, y va pre-cedido del siguiente juicio:

    Nuestro amigo James Guillaume acaba de prestar unnuevo servicio al movimiento revolucionario publicandoel sexto volumen de las Obras de Bakounine. Para sea-lar a los compaeros todo el inters que les inspirar sulectura, publicamos el siguiente fragmento. La solidari-dad internacional e intercorporativa que une a los traba-jadores jams fue explicada con ms claridad y sencillez.Todos los principios esenciales del sindicalismo revolu-

  • cionario se hallan aqu consignados, atestiguando quenuestras ideas tienen races profundas en un perodo yalejano del movimiento obrero contemporneo. Su persis-tencia es una nueva prueba de su valor y viene a puntopara inspirarnos confianza en su triunfo. H. A.

    En las secciones corporativas, dice Bakounine, losobreros se hallan reunidos y organizados, no por laidea, sino por el hecho y por las necesidades mismasdel trabajo idntico. El hecho econmico de una indus-tria especial y de las condiciones particulares de la ex-plotacin de esta industria por el capital, la solidaridadntima y particularsima de intereses, de necesidades,de sufrimientos, de situaciones y de aspiraciones queexiste entre todos los obreros que forman parte de lamisma seccin corporativa, forma la base real de suasociacin. La idea viene despus, como explicacin ocomo expresin equivalente del desarrollo y de la con-ciencia colectiva y refleja de tal hecho.

    No necesita gran preparacin intelectual un obreropara entrar en la seccin corporativa que representa suoficio (el Sindicato de su oficio). Ya es miembro de ellanaturalmente antes de darse cuenta de ello. Lo que lefalta saber ante todo es que se sacrifica y se agota traba-jando, y que ese trabajo que le mata, insuficiente para el

  • sustento de su familia, y para renovar pobremente eldesgaste de sus fuerzas, enriquece a su patrn, que essu cruel explotador, su opresor infatigable, su enemigo,su amo, al que slo debe odio y rebelda de esclavo,aunque le conceda despus, cuando le haya vencido, lajusticia y la fraternidad del hombre libre.

    Tambin debe saber, lo que comprender fcilmente,que solo es impotente contra su amo, y que para no de-jarse aniquilar por l, debe asociarse con sus compae-ros de taller, serles fiel a pesar de todo en cuantas lu-chas se susciten en el taller contra ese amo.

    Debe saber igualmente que no basta la unin de losobreros de un mismo taller, sino que es necesario queestn unidos todos los obreros del mismo oficio que tra-bajan en la misma localidad. Sabido esto, lo que la expe-riencia diaria le ensear en seguida, a menos de quesea excesivamente torpe, queda hecho un excelente so-cio de su seccin corporativa (del Sindicato de su oficio).Constituida la seccin de hecho (el Sindicato), carecean de la conciencia internacional; es slo un hecho lo-cal; pero la misma experiencia, esta vez colectiva, no tar-da en romper, en la mente del obrero menos inteligente,las estrecheces de esa solidaridad exclusivamente local.

  • Sobreviene una crisis, una huelga: los obreros del mis-mo oficio, en un punto cualquiera, hacen causa comn,exigiendo de sus patronos un aumento de jornal o unadisminucin de horas de trabajo. Los patronos se niegan;mas como no pueden prescindir de los obreros, hacenvenir otros de otras localidades o provincias del mismopas o hasta del extranjero. Pero en esos pases losobreros trabajan ms por menos jornal; los patronos pue-den, pues, vender ms barato sus productos, y por lomismo, compitiendo con los productos del pas en quelos obreros ganan ms con menos trabajo, obligan aaquellos patronos a reducir el jornal y a aumentar el tra-bajo de sus obreros, de lo que resulta que a la larga la si-tuacin relativamente soportable de los obreros en unpas no puede sostenerse sino a condicin de que seaigualmente soportable en todos los dems pases. Todosesos fenmenos se repiten con harta frecuencia paraque puedan escapar a la observacin de los obreros mssencillos. Entonces acaban por comprender que para ga-rantirse contra la opresin explotadora y siempre cre-ciente de los patronos no es suficiente una solidaridad lo-cal, sino que ha de extenderse a todos los obreros delmismo oficio, no solamente en la misma provincia o en lamisma nacin, sino en todas las naciones, y sobre todoen aquellas ms particularmente ligadas entre s por re-

  • laciones de comercio y de industria. Entonces se consti-tuye la organizacin, no slo local y nacional, sino real-mente internacional del mismo cuerpo de oficio.

    Suponiendo que la solidaridad internacional quedaperfectamente establecida en un solo cuerpo de oficio, yque no lo est en los otros, resultar necesariamenteque en esa industria ser ms elevado el jornal de losobreros y menor el nmero de horas de trabajo que entodas las otras industrias. Y como est probado que, aconsecuencia de la concurrencia que capitalistas y pa-tronos se hacen, el verdadero beneficio de unos y otrosno tienen ms origen que la pequeez relativa de lossalarios y el mayor nmero posible de las horas de tra-bajo, es evidente que en la industria cuyos obreros seaninternacionalmente solidarios los patronos ganarn me-nos que en todas las dems; en cuya consecuencia, loscapitalistas transportarn poco a poco sus capitales ylos patronos sus crditos y su actividad explotadora alas industrias en que los obreros estn ms atrasadosen su organizacin.

    Como consecuencia necesaria de ese transporte, en laindustria internacionalmente organizada disminuir la de-manda de trabajadores, lo que empeorar naturalmentela situacin de stos, obligndolos, para no morir de

  • hambre, a trabajar ms por menos jornal, resultando quelas condiciones de trabajo no pueden empeorar ni mejo-rar en ninguna industria sin que los trabajadores de to-das las industrias se resientan pronto, y que todos loscuerpos de oficio en todos los pases del mundo son po-sitiva e indudablemente solidarios.

    Esta solidaridad se demuestra tanto por la cienciacomo por la experiencia, toda vez que la ciencia no esms que la experiencia universal puesta de relieve, com-parada, sistematizada y debidamente explicada. Peroadems se manifiesta al mundo obrero por la simpatamutua, profunda y apasionada que, a medida que los he-ch