Anonimo El Origen Del Mundo Tomo III Cosmogonia de La Antigua Mesopotania v1.0

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Filosofía.

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  • EEll oorriiggeenn ddeell mmuunnddoo CCoonncceeppcciioonneess CCoossmmooggnniiccaass EEnn LLaa AAnnttiigguuaa

    MMeessooppoottaammiiaa

  • Mesopotamia El drenaje de las marismas situadas

    entre los ros Tigris y Efrates, permiti el cultivo sistemtico de cereales y legumbres, el crecimiento demogrfico, la proliferacin de ciudades y el mantenimiento de individuos dedicados a tareas no productivas tales como la plasmacin en tablillas de las creencias de sus contemporneos, algunas de ellas expre-sadas en poemas de gran belleza lrica.

    Mesopotamia se convirti en una flore-ciente regin, tanto desde el punto de vista econmico, como desde el punto de vista cultural. Cuna de nuestra civilizacin, atrajo a multitud de gentes a sus tierras. Y fue en estas tierras donde sumerios, acadios y babilonios se asentaron y desarrollaron sus esplndidas culturas. Las creencias, las prcticas rituales y las divinidades de estos tres pueblos parecen estar vinculadas entre s y remitirnos a una misma visin cosmo-gnica, o por lo menos una concepcin del mundo similar.

  • El descifra-miento de las es-crituras sumeria y acadia, y los mto-dos de datacin de las tablillas encon-tradas, han permi-tido una recons-truccin bastante aproximada del universo mitolgico

    mesopotmico y de su evolucin a lo largo de los milenios tercero y segundo a.C.

    En las prime-

    ras tablillas el dios principal era Anu, responsable del des-tino y de mantener en su sitio al cielo (en sumerio, an), entendiendo como tal tanto la bveda

  • azulada que domina el da como el negro manto tachonado de estrellas que define la noche.

    Por debajo del cielo, y jerrquicamente en un segundo plano, se situaba Enlil, la per-sonificacin de la tierra, pero tambin de la tormenta, de la violencia descontrolada que rasga la noche con su rayo, que ensordece con su trueno y que con sus vientos huraca-nados arrasa cuanto halla a su paso.

    El tercero en importancia era Enki (en acadio, Ea), el agua que fertiliza la tierra.

    Los astros ms conspicuos tambin disponan de un lugar en el panten mesopo-tmico.

    De entre ellos destacaba, evidentemen-te, el Sol, Utu para los sumerios y Samas para los acadios, que adems personificaba la justicia.

    La Luna era llamada Nanna por los su-merios y Sin por los acadios.

    Tambin tenan identificado al planeta Venus, que los sumerios llamaban Inanna y los acadios Istar.

  • Dumuzi era el dios mortal de la

    vegetacin, que era ri-

    tualmente enterrado en la poca de la siembra, en

    otoo, para volver a resucitar en la siguiente primavera.

    Personificadas las fuerzas elementales de la naturaleza, el siguiente paso consista en integrarlos en un todo coherente, en un mito o teora que los relacionara y permi-tiera explicar el devenir de los fenmenos naturales.

    Uno de los primeros pasos en esa di-reccin viene representado por el ritual de apareamiento primaveral entre Dumuzi, la vegetacin, personificado en el rey o seor principal de la ciudad, e Inana o Istar, encar-nada en la gran sacerdotisa del culto a esa diosa. Dichas nupcias ejercan el papel de catalizador de la gigantesca reaccin csmica

  • que permita la renovacin estacional de la fertilidad de los campos y del mantenimiento de la vida de los humanos que los poblaban.

  • Los poemas cosmognicos mesopotmicos El Poema de Atrahasis La relacin entre las fuerzas de la natu-

    raleza fue ganando en complejidad, hasta cristalizar literariamente en el poema acadio Atrahasis, escrito a principios del segundo milenio a.C. El poema comienza evocando el inicio de los tiempos, cuando los dioses me-nores, bajo la direccin del violento Enlil, te-nan que excavar los canales, levantar los diques, reparar ambos y labrar la tierra.

    Cansados del arduo trabajo de drenar las marismas, represar las aguas y arar los campos con el fin de cultivar lo necesario pa-ra alimentarse a s mismos y a los dioses ma-yores, quemaron sus picos y palas, renuncia-ron a trabajar y amenazaron a Enlil, el capa-taz.

    Los tres mximos dioses, Anu, Enlil y Ea, es decir, el cielo, la tierra y las aguas, se reunieron con urgencia para tratar no slo de resolver el conflicto, sino de sentar las bases para que no volviera a presentarse.

    Ea, el ms astuto de ellos, propuso la ingeniosa solucin de crear unos seres, los

  • humanos, que trabajaran en lugar de los dio-ses y para ellos, entregndoles parte del ali-mento que produjeran.

    Esos nuevos seres habran de ser for-mados a partir de arcilla mezclada con la sangre de uno de los dioses menores, el que haba encabezado la rebelin.

    A partir de la masa original de arcilla y sangre se crearon siete hombres y siete mu-jeres, que fueron el inicio del linaje de los humanos.

    A partir de entonces los dioses no tu-vieron que trabajar ms, limitndose a vivir de las ofrendas de los humanos.

    Sin embargo, tanto trabajaban estos, tanto alimento producan, que se multiplica-ron con rapidez, y doce siglos despus de su creacin eran ya tan numerosos que el ruido que hacan resultaba insoportable a los dio-ses.

    El violento Enlil, irritado, reuni a los grandes dioses y con su consentimiento envi una epidemia que caus estragos entre los humanos, amenazando acabar con ellos.

  • El sagaz Ea, preocupado por la suerte de sus criaturas, les hizo saber que deban dirigir sus plegarias al dios de la muerte, Namtar, que finalmente se apiad de ellos y acab con la plaga.

    Los supervivientes volvieron a multipli-carse y, transcurridos otros mil doscientos aos, importunaron con sus gritos a Enlil, que de nuevo les castig, secando todas las fuen-tes.

    Aconsejados por Ea, su protector, los humanos dirigieron sus plegarias al dios de la lluvia torrencial, Adad, que lleg a tiempo para salvar a algunos famlicos representan-tes del gnero humano.

    Por tercera vez volvieron los humanos a molestar a los dioses, y ahora Enlil decidi usar al mismo Adad para provocar un diluvio de tal magnitud que ahogara definitivamente a los humanos.

    Esta vez Ea slo pudo salvar a una fa-milia, la de Atrahasis (quien da nombre al poema), el ms sabio y bondadoso de los humanos. Aconsejado a tiempo de la conspi-racin de los otros dioses, Atrahasis constru-

  • y un barco e introdujo en l a su familia (en el sentido extenso: mujer, hijos y parientes prximos), y con ellos diferentes parejas de animales, tanto domsticos como salvajes.

    Mientras en las anteriores ocasiones los dioses haban seguido recibiendo alimento de quienes no enfermaban ni enflaquecan en exceso, ahora pasaron hambre, ya que slo sobrevivan los pasajeros de la barca, incapa-ces de cultivar la tierra.

    Ante la perspectiva de tener que volver a trabajar se replantearon la magnitud de sus castigos y llegaron a un punto de equilibrio, en el que aceptaran la existencia de huma-nos, pero limitando su nmero mediante las siguientes disposiciones: crearon un demonio cuya misin sera la de incrementar la morta-lidad infantil tras los partos, parte de las mu-jeres sera estril y otra fraccin de las mis-mas renunciara a tener hijos, asumiendo la virginidad como un valor reconocido social-mente con el cargo de sacerdotisas de determinadas diosas.

  • De esa forma, la mor-talidad neonatal (y en su caso el infanticidio), la este-rilidad y la virginidad eran no slo reconocidas como me-canismos de control demo-grfico, sino que, situadas en la esfera de las decisiones divinas, permitan transferir

    a estos la responsabilidad de aquellas acciones y fenme-nos.

    El Enuma Elis A mediados del se-

    gundo milenio a.C. se haban producido variaciones sus-tanciales en la situacin pol-tica de la zona, regida ahora de manera indiscutible por Babilonia, cuyo dios Marduk,

  • pas evidentemente a tener un papel pre-ponderante en la cosmogona mesopotmica.

    Esas novedades quedan recogidas en un poema que empieza as:

    Cuando en lo alto el cielo no haba sido nombrado,

    no haba sido llamada con un nombre aba-jo la tierra firme,

    nada ms haba que el Apsu primordial, su progenitor,

    (y) Mummu-Tiamat, la que pari a todos ellos,

    mezcladas sus aguas como un solo cuerpo.

    No haba sido trenzada ninguna choza de caas, no haba aparecido

    marisma alguna,

    cuando ningn dios haba recibido la exis-tencia,

    no llamados por un nombre, indetermina-dos sus destinos,

    sucedi que los dioses fueron formados en su seno.

  • Lahmu y Lahamu fueron hechos, por un nombre fueron llamados.

    Durante eternidades crecieron en edad y estatura.

    Anshar y Kishar fueron formados, super-ando a los otros.

    Prolongaron sus das, acumularon aos.

    Anu fue su hijo, rival de sus propios pa-dres,

    s, Anu, primognito de Anshar, fue su igual.

    Anu engendr a su imagen a Nudimmud.

    Nudimmud se hizo de sus padres dueo,

    sabio sin par, perspicaz, fuerte y poderoso,

    mucho ms fuerte que su abuelo Anshar.

    No tena rival entre los dioses sus herma-nos.

    Juntos iban y venan los hermanos divinos,

    alteraban a Tiamat al agitarse de un lado para otro,

    s, alteraban el talante de Tiamat

  • con sus risas en la morada del cielo.

    No poda acallar Apsu sus clamores

    y Tiamat estaba sin habla ante su conduc-ta.

    Sus actos eran odiosos hasta [...]

    Aborrecible era su conducta; se hacan in-sufribles.

    Entonces Apsu, progenitor de los grandes dioses,

    grit, dirigindose a Mummu, su visir:

    Oh Mummu, mi visir, que alegras mi esp-ritu,

    ven junto a m y vayamos a Tiamat.

    Fueron y se sentaron ante Tiamat,

    deliberando acerca de los dioses, sus pri-mognitos.

    Apsu, abriendo su boca,

    dijo a la resplandeciente Tiamat:

    Su conducta me resulta muy odiosa.

    De da no encuentro alivio ni reposo de no-che.

  • Los destruir, aniquilar sus obras,

    para restaurar la calma. Tengamos des-canso!.

    Tan pronto como Tiamat lo oy,

    se sinti irritada y grit a su esposo.

    Grit llena de enojo, sola en su furor,

    poniendo amenaza en su tono:

    Qu? Vamos a destruir lo que hemos edificado?

    Su conducta, ciertamente, es enojosa, pe-ro esperaremos con paciencia.

    Entonces respondi Mummu y aconsej a Apsu.

    Malicioso y desgraciado fue el consejo de Mummu:

    Destruye, padre mo, la conducta rebel-de.

    As tendrs quietud de da y reposo de no-che.

    Cuando Apsu lo oy, su rostro se puso ra-diante,

  • por el mal que maquinaba contra los dio-ses sus hijos.

    Mummu lo abraz por el cuello,

    sentndose en sus rodillas para besarle.

    Pero cuanto haban tramado entre ellos

    fue repetido entre los dioses, sus primog-nitos.

    Cuando los dioses oyeron todo aquello, se agitaron,

    cayeron luego en silencio y quedaron sin habla.

    Soberano en saber, perfecto, ingenioso,

    Ea, sapientsimo, adivin su conjura.

    Un designio dominador formul y envi,

    capaz hizo su conjuro contrario, soberano y santo.

    Lo recit e hizo que subsistiera en lo pro-fundo,

    derramando el sueo sobre l, despierto del todo permanece.

    Cuando a Apsu tuvo postrado, cargado de

  • sueo,

    Mummu, el consejero, ya no pudo excitar-lo.

    Afloj su banda, se despoj de la tiara,

    dej su aura y se la puso l.

    Despus de encadenar a Apsu, lo mat.

    At a Mummu y lo encaden.

    Despus de haber as establecido su mo-rada sobre Apsu,

    se apoder de Mummu, anillndolo por la nariz.

    Despus de vencer y pisotear a sus ene-migos,

    Ea, asegurado su triunfo sobre los adver-sarios,

    descans en su cmara sagrada sumido en paz profunda.

    Apsu la llam al asignar los santuarios.

    All mismo su choza de culto estableci.

    Ea y Damkina, su esposa, all moraron en esplendor.

  • En la cmara de los destinos, morada de los hados,

    un dios fue engendrado, poderoso y sabio ms que los dioses.

    En el corazn de Apsu fue Marduk creado.

    El que le engendr fue Ea, su padre,

    la que lo concibi fue Damkina, su madre.

    Al pecho de la diosa fue amamantado.

    La nodriza que lo cri lo hizo terrible,

    Seductora era su figura, la luz brillaba en sus ojos.

    Seorial era su paso, soberano desde anti-guo.

    Cuando lo vio Ea, el padre que lo engen-dr,

    exult y se ilumin su rostro, su corazn lleno de gozo.

    Perfecto lo hizo y doble divinidad le otorg.

    Exaltado fue entre todos ellos, en todo ex-celente.

    Perfectos eran sus miembros sin medida,

  • imposible de comprender, difcil de perci-bir.

    Cuatro eran sus ojos, cuatro eran sus o-dos.

    Cuando mova sus labios, fuego escapaba de ellos.

    Grandes eran sus rganos para or,

    y los ojos, en nmero igual, escrutaban todo.

    Era el ms alto de los dioses, soberana era su estatura,

    enormes sus miembros, era alto sobrema-nera.

    Hijito mo, hijito mo!

    Mi hijo, el Sol, Sol de los cielos!.

    Revestido del halo de diez dioses, era fuer-te

    cual ninguno, con todos sus terribles des-tellos.

    .............................................

    Turbada estaba Tiamat, desvelada noche

  • y da.

    Los dioses, maliciosos, aumentaban la tormenta.

    Despus de haber maquinado el mal en su intimidad,

    a Tiamat dijeron los hermanos:

    Cuando dieron muerte a Apsu, tu consor-te,

    no le ayudaste, y te estuviste quieta.

    Aunque l cre el hacha terrible,

    tus entraas se han disuelto y no tenemos reposo.

    Permanezca en tu nimo Apsu, tu consor-te,

    y Mummu, que ha sido derrotado! Sola has quedado.

    .............................................

    [...]

    De entre los dioses, sus primognitos, que formaban su asamblea,

    elev ella a Kingu, entre ellos lo hizo jefe.

  • Dirigir las huestes, presidir la asamblea,

    alzar las armas para el encuentro, encabe-zar el combate,

    ordenar como jefe la batalla,

    todo esto puso en sus manos mientras ella lo entronizaba en el

    consejo:

    Para ti he pronunciado el conjuro, exal-tndote en la asamblea

    de los dioses.

    Todo poder te he dado para aconsejar a los dioses.

    T eres el mayor de todos, mi consorte eres t!

    Tus sentencias sern firmes entre todos los Anunnaki!.

    Le entreg las tablillas del destino, atadas a su pecho:

    Tu mandato ser inmutable, tu palabra permanecer.

    Tan pronto como Kingu fue exaltado a la

  • jerarqua de Anu,

    sobre los dioses, hijos de ella, decretaron el destino:

    Vuestra palabra har remitir el fuego,

    humillar al 'arma del poder', tan potente es su golpe.

    [...]

    Humillado lleg ante su padre, Anshar,

    Y le habl de este modo, como si fuera Tiamat:

    No me basta mi mano para someterte.

    Sin habla estaba Anshar, fija la mirada en el suelo,

    ceudo y moviendo la cabeza ante Ea.

    Todos los Anunnaki all se congregaron.

    Apretando los labios, se sentaron en silen-cio.

    Ningn dios, pensaban, podr darles ba-talla,

    enfrentarse con Tiamat y salir con vida.

    El Seor Anshar, padre de los dioses, se

  • alz majestuoso,

    y despus de meditar en su corazn, dijo a los Anunnaki:

    Aquel cuyo vigor es poderoso nos venga-r,

    el fuerte en la batalla, Marduk, el hroe.

    [...]

    Anshar, no te inquietes; relaja tus labios.

    Ir y lograr el deseo de tu corazn...

    Es un varn el que se apresta a combatir-te?

    No es ms que Tiamat, una mujer, quien te opone sus armas!

    Oh padre mo y creador, algrate y llnate de gozo;

    pronto hollars la cerviz de Tiamat!.

    .............................................

    Hijo mo, que posees toda sabidura,

    calma a Tiamat con tu sagrado conjuro.

    Avanza pronto sobre la carroza de la tor-menta.

  • De su presencia no te echarn! Hazlos retroceder!.

    El seor se alegr por las palabras de su padre.

    Exultante su corazn, dijo a su padre:

    Creador de los dioses, destino de los grandes dioses,

    si yo ciertamente, como vengador tuyo,

    he de vencer a Tiamat y salvar vuestras vidas,

    convoca la asamblea, fija para m un des-tino supremo!

    Cuando juntos en Ubshukinna, alegres os hayis sentado,

    que mi palabra en vez de la tuya fije los destinos.

    Inmutable ser cuanto yo haga existir.

    Ni revocado ni cambiado habr de ser el mandato de mis labios.

    [...]

    Cuando esto oyeron Lahmu y Lahamu, gri-

  • taron con fuerza,

    todos los Igigi se lamentaron descorazo-nados:

    Qu extrao que hayan tomado tal deci-sin!

    No podemos comprender las obras de Tiamat.

    Se dispusieron a emprender el viaje,

    todos los grandes dioses que fijan los des-tinos.

    Llegaron a presencia de Anshar, llenando Ubshukinna.

    Se besaron unos a otros en la asamblea.

    Hablaban entre s mientras se acomodaban para el banquete.

    Tomaron el pan festivo, compartieron el vino,

    henchidos de suave licor.

    Beban y el fuerte brebaje embeba sus cuerpos.

    Iban languideciendo al paso que sus ni-

  • mos se exaltaban.

    Fijaron los decretos sobre Marduk, su ven-gador.

    Le erigieron un trono principesco.

    Frente a sus padres l se sent, presidien-do.

    El ms venerado eres entre los grandes dioses,

    tu decreto no tiene rival, tu mandato es Anu.

    T, Marduk, eres el ms venerado de to-dos los dioses.

    .............................................

    Sobre todo el universo te confiamos el reinado.

    Cuando tomes asiento en la asamblea, prevalecer tu palabra.

    No fallarn tus armas, aniquilarn a tus enemigos.

    Oh Seor, perdona la vida al que en ti confa,

  • pero qutasela al dios que eligi el mal!.

    En medio pusieron un pao,

    a Marduk, su primognito, hablaron:

    Seor, en verdad tu decreto prevalece entre los dioses.

    Si decides crear o destruir, as se har.

    Abre tu boca, desaparecer este pao,

    habla otra vez, y el pao estar entero.

    A la palabra de su boca desapareci el pa-o.

    Habl de nuevo y se rehzo el pao.

    Cuando los dioses, sus padres, vieron el fruto de su palabra,

    gozosos le rindieron homenaje: Marduk es rey!.

    Le entregaron cetro, trono y palu;

    armas invencibles le dieron, para ahuyen-tar al adversario.

    Fijado as el destino de Bel, los dioses, sus padres,

    le pusieron en el camino del xito y la vic-

  • toria.

    l se hizo un arco, que marc como arma suya,

    aadi adems la flecha, fij la cuerda.

    Alz la maza, la empu con su diestra.

    Arco y carcaj fij a su costado.

    Ante s envi el relmpago,

    de llama abrasadora llen su cuerpo.

    Hizo luego una red para envolver en ella a Tiamat.

    Los cuatro vientos sujet para que nada de ella escapara,

    el viento sur, el viento norte, el viento es-te, el viento oeste.

    Al costado apret la red, regalo de su pa-dre Anu.

    Solt a Imhullu, el viento malo, el tor-bellino, el huracn,

    el viento cudruple, el viento sptuble, el cicln, el viento incontenible;

    luego solt los vientos que haba sujetado,

  • los siete,

    para remover las entraas de Tiamat se alzaron a su zaga.

    El seor agit entonces la tempestad, su arma poderosa.

    Mont en la carroza de la tormenta, terri-ble e irresistible.

    Una cuadriga enjaez y le unci,

    Matador, Implacable, Hollador, Veloz.

    Afilados, ponzoosos eran sus dientes.

    Diestros en asolar, hbiles en destruir.

    .............................................

    Circundada de halo terrible apareca su cabeza,

    avanz el seor y sigui su camino,

    contra Tiamat furiosa dirigi su rostro.

    En sus labios llevaba un... de pasta roja;

    su mano empuaba una planta para ven-cer al veneno.

    Entonces en torno a l se arremolinaron los dioses.

  • El seor se dirigi a escrutar el costado de Tiamat,

    (y) de Kingu, su consorte, para conocer la trama

    cuya maldicin, ante su mirada, queda deshecha,

    su voluntad se dispersa y su accin se confunde.

    Y cuando los dioses, sus auxiliares, que marchaban a su lado,

    vieron al hroe valeroso, su vista se turb.

    Lanz un grito Tiamat, sin volver el cuello,

    con un brutal desafo en sus labios:

    Demasiado importante eres para el se-or de los dioses como

    para alzarse contra ti!

    Se han congregado en su lugar o en el tuyo?.

    Pero el seor, suscitando la tormenta, su arma poderosa,

    a la furiosa Tiamat lanz estas palabras:

  • Con fuerza te alzaste, mucho te has exal-tado;

    en tu corazn te propusiste provocar la lu-cha,

    de forma que los hijos rechacen a sus pa-dres,

    y t misma que los engendraste, odias [...].

    Engrandeciste a Kingu para que fuera (tu) consorte,

    su mando, que en derecho no le pertene-ce, opusiste al de Anu.

    Contra Anshar, rey de los dioses, maqui-nas el mal;

    contra los dioses, mis padres, afirmaste tu maldad.

    Por mucha que sea tu fuerza, por afiladas que sean tus armas,

    Ponte en pie, para que t y yo trabemos singular combate!.

    Cuando esto oy Tiamat,

    se volvi como posesa, como si perdiera la

  • razn.

    Con fuerza grit Tiamat furiosa.

    Hasta las races temblaron sus piernas.

    Recit un conjuro, lanz su encantamien-to,

    mientras los dioses guerreros aguzaban sus armas.

    Entonces entablaron la lucha Tiamat y Marduk, el ms sabio entre

    los dioses,

    trabaron combate singular, se atenazaron en la pelea.

    Despleg su red el seor para atraparla,

    el viento malo, que segua detrs, le solt en el rostro.

    Cuando Tiamat abra su boca para devo-rarlo,

    por ella le lanz el viento malo para que no cerrara los labios.

    Cuando los vientos salvajes llenaron su vientre,

  • su cuerpo qued hinchado, la boca abierta.

    Lanz l su flecha, que atraves su vien-tre,

    le desgarr las entraas, le destroz el co-razn.

    Dominndola as, acab con su vida.

    Arroj su carcaj para alzarse sobre ella.

    Despus de dar muerte a Tiamat, el seor,

    su banda qued destrozada, su tropa des-baratada.

    [...]

    Pero a Kingu, que haba sido hecho su je-fe,

    lo at y entreg a Uggae.

    Las tablillas del destino, que en derecho no eran suyas,

    le arrebat, las sell con un sello y las apret contra su pecho.

    Cuando hubo derrotado y sometido a sus adversarios,

    .............................................

  • Y se volvi a Tiamat, a la que haba ata-do.

    Holl el seor las piernas de Tiamat,

    con su maza despiadada destroz su cr-neo.

    Cort las arterias de su sangre

    que el viento norte llev a lugares ignora-dos.

    Al ver todo esto, sus padres se llenaron de gozo y exultaron,

    y a l acudieron con presentes, para ren-dirle homenaje.

    Se detuvo entonces el seor para ver el cuerpo muerto,

    porque iba a desmembrar al monstruo y hacer obras estupendas.

    La parti como una concha en dos partes;

    una mitad alz y la puso como un techo, el cielo,

    fij una barrera y puso guardianes

    a los que mand que no dejaran escapar

  • las aguas.

    Cruz los cielos y revis (sus) regiones.

    Escuadr el cuartel de Apsu, la morada de Nudimmud,

    segn meda el seor las dimensiones de Apsu.

    La Gran Morada, su semejanza, fij como Esharra,

    la Gran Morada, Esharra, que hizo como el firmamento.

    Anu, Enlil y Ea recibieron sus lugares.

    [...]

    Cuando oye Marduk las palabras de los dioses,

    su corazn le impulsa a realizar obras es-tupendas.

    Abre su boca y se dirige a Ea,

    para comunicar sus planes habla a Ea,

    para comunicar el plan que ha concebido en su corazn:

    Amasar la sangre y har que haya hue-

  • sos.

    Crear una criatura salvaje, 'hombre' se llamar.

    Cierto, crear un hombre salvaje.

    Tendr que estar al servicio de los dioses,

    para que ellos vivan sin cuidado.

    Con maa cambiar la vida de los dioses.

    Venerados por igual, en dos grupos esta-rn divididos.

    Ea respondi, y le dirigi una palabra,

    para exponerle un plan en beneficio de los dioses:

    Que sea entregado uno slo de sus her-manos;

    slo ste perecer para que sea formada la humanidad.

    Que se junten aqu los grandes dioses en asamblea,

    que el culpable sea entregado para que ellos permanezcan.

    Convoc Marduk en asamblea a los gran-

  • des dioses;

    graciosamente los presida y daba instruc-ciones.

    A sus sentencias prestaron atencin los dioses.

    El rey dirigi una palabra a los Anunnaki:

    Si vuestra declaracin fue sincera,

    decid ahora la verdad y por m juradla.

    Quin provoc la revuelta,

    provoc a Tiamat a rebelda y azuz el combate?

    Sea entregado el que maquin la rebelin.

    Con su culpa le har cargar para que vi-vis en paz!.

    Los Igigi, los grandes dioses, le replicaron,

    a Lugaldimmerankia, consejero de los dio-ses, su seor:

    Fue Kingu quien maquin la rebelin,

    quien hizo rebelde a Tiamat, quien azuz el combate.

    Lo ataron y llevaron a presencia de Ea.

  • Le cargaron con su culpa y cortaron (los vasos de) su sangre.

    De su sangre formaron la humanidad,

    a la que l impuso la servidumbre, dejando libres a los dioses.

    [...]

    Despus de ordenar todas las normas,

    a los Anunnaki del cielo y de la tierra asig-n sus porciones,

    los Anunnaki abrieron su boca

    y dijeron a Marduk, su seor:

    Ahora, seor, ya que nos has liberado,

    qu homenaje te rendiremos?

    Edificaremos un santuario en tu honor, que se llamar

    'La cmara de nuestro reposo nocturno'; que en l reposemos!

    Edifiquemos un santuario, un lugar para su morada!

    El da en que lleguemos, reposaremos en l.

  • Cuando Marduk lo oy,

    sus facciones brillaron como el da:

    Como el de la alta Babilonia, cuya edifi-cacin solicitasteis,

    su obra de ladrillo sea realizada. 'El San-tuario' se llamar.

    A la obra se pusieron los Anunnaki,

    durante un ao fabricaron ladrillos.

    Al llegar el segundo ao,

    levantaron el tope de Esagila igual a Apsu.

    Despus de levantar una torre escalonada tan alta como Apsu,

    pusieron all una morada para Marduk, En-lil (y) Ea.

    En su presencia la adornaron con esplen-dor.

    Hacia abajo miran sus cuernos, a la base de Esharra.

    Cuando concluyeron la obra de Esagila,

    los mismos Anunnaki levantaron sus san-tuarios.

  • ... todos se reunieron,

    ... edificaron para su morada.

    A los dioses sus padres, sent en su ban-quete:

    Esta es Babilonia, lugar de vuestra casa.

    Festejad en su recinto, llenad sus anchas plazas.

    Ocuparon sus tronos los grandes dioses.

    A beber y a banquetear se pusieron.

    Despus de festejar all,

    en Esagila, el esplndido, celebrados sus ritos,

    habiendo establecido las leyes (y) sus por-tentos,

    todos los dioses repartieron las estancias del cielo y de la tierra.

    Los cinco grandes dioses ocuparon sus tronos.

    Los siete dioses del destino pusieron a los trescientos en el cielo.

    Enlil alz el arco, su arma, y lo puso ante

  • ellos.

    Los dioses, sus padres, vieron la red que haba hecho.

    Cuando contemplaron el arco, y su forma tan hbil,

    sus padres alabaron la obra que haba rea-lizado.

    Empundolo, Anu habl en la asamblea de los dioses,

    mientras besaba el arco:

    [.. [Fuente: E. A. Speiser, Ancient Near East-

    ern Texts (Princeton 1950), reproducido en I. Mendelsohn (ed.), Religions of the Ancient Near East (Nueva York 1955) 19-46.]

    Las palabras que inician este poema

    acadio son Enuma elis (cuando en lo al-to), y ese es el nombre con el que se le co-noce.

    La fusin de los diferentes caos inicia-les, de Apsu y Tiamat, dio origen a la segre-

  • gacin de las fuerzas primigenias de la natu-raleza, ahora identificables mediante nom-bres propios, los dioses.

    De la relacin entre ellos surgieron nuevos dioses de menor rango, cuyos juegos y alegra exultantes, es decir, los continuos experimentos y creaciones derivados del uso de sus poderes, irritaron a Apsu de tal mane-ra que decidi acabar con aquellos.

    El astuto Ea, en desacuerdo con los criminales propsitos de su padre, le hizo dormir mediante encantamientos y le mat.

    Sobre el cadver de su progenitor, Ea edific un templo y se uni a una diosa, Damkina, de la que tuvo a Marduk, ornado de tales virtudes que pronto fue reconocido co-mo superior por los dioses jvenes.

    Decidida a vengar la muerte de Apsu, Tiamat organiz un ejrcito con seres mons-truosos que haba creado para la ocasin y con la mayor parte de sus hijos, poniendo a su frente a uno de ellos, Quingu, a quien otorg las tabletas del Destino que previa-mente haba arrebatado al celestial Anu.

  • Los dioses ms jvenes pidieron a Mar-duk que los dirigiera a la inminente batalla, si bien sta no lleg a producirse debido a que el enfrentamiento se resolvi mediante un combate singular entre Tiamat, smbolo del caos primigenio, y Marduk, la racionalidad ordenadora.

    La victoria de Marduk fue acompaada del descuartizamiento de Tiamat, el desan-gramiento de Quingu y el perdn de los dio-ses que les haban acompaado.

    Marduk, dueo ahora de todo lo forma-do, devolvi a Anu las tabletas del Destino y, con su apoyo, se dispuso a organizar el cos-mos.

    En primer lugar, asign las moradas de los dioses en el cielo, reservndose para s el planeta Jpiter, el ms majestuoso de todos ellos.

    Cre el Sol, responsable de la duracin del da (y de la noche), y la Luna, y organiz con detalle las fases de sta, lo que le permi-ti establecer el calendario (calendario meso-potmico), dividiendo el ao en doce lunas o meses (meses mesopotmicos), cada uno

  • de los cuales bajo los auspicios de una cons-telacin.

    Con los despojos de Tiamat construy la Tierra: las anfractuosidades de la cara die-ron lugar al relieve, mientras que los pechos sirvieron para modelar las altas montaas; las lgrimas que brotaban de sus ojos ali-mentaron el Tigris y el Efrates, y as sucesi-vamente.

    Por ltimo, y tras construir su morada en el centro del mundo, Babilonia, encarg a su padre Ea la creacin de seres que se en-cargaran de proporcionarles el alimento.

    Y como en el poema anterior, la sangre de un dios, en este caso Quingu, sirvi para dar forma a la arcilla con la que fueron mol-deados los primeros humanos.

    Pese a los avatares polticos de la re-gin, la cosmogona de Enuma Elis sobrevivi durante siglos en sus lneas esenciales, bien con pequeas modificaciones onomsticas (como la sustitucin de Marduk por Assur cuando Babilonia cay en manos de Asiria), bien a travs de la creacin y desarrollo de nuevos mitos inspirados en aqul, como las

  • dos tradiciones que confluyeron en la mitolo-ga hebrea y que conformaron el primero de los libros del Pentateuco, el Gnesis.