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    Annotation

    Cantares de Ise (Ise Monogatari) es la obra ms famosa de laliteratura clsica japonesa. Se difundi annimamente hacia el ao 950 denuestra era, aunque su accin se remonta al siglo anterior. Su protagonista,Narijira de Ariuara (825-880), soldado, poeta y amante cortesano, fuetambin autor del diario ntimo, hoy perdido, en que recogioriginariamente estos 125 episodios autobiogrficos, amorosos en sumayor parte, as como los poemas que le inspiraron. Este diarioreelaborado y completado por un autor annimo un siglo despus, forma eltexto al que tradicionalmente se ha dado el nombre de Cantares de Ise.

    Se trata de una obra de difcil clasificacin, ya que los Cantares de Iseson al mismo tiempo la primera historia novelada, la primera narracinlrica, la primera pica dramatizada y el primer ensayo sobre el amor y lamuerte de la literatura japonesa. No es extrao, pues, que se los considerecomo la fuente misma de tal literatura y sean su obra ms estudiada, la msinfluyente y probablemente la mejor.

    Ilustran esta edicin 16 grabados, de autor desconocido, procedentesde la primera impresin japonesa de los Ise Monogatari (Kyoto, 1608).

    Antonio Cabezas (Huelva 1931-2008) dedic su vida a la cultura y laliteratura japonesas, que difundi y populariz en Espaa con numerosas

    traducciones y publicaciones.

    CANTARES DE ISESinopsisCantares de Ise

    PRESENTACIN

    CANTARES DE ISE[PRELUDIO][CICLO PRIMERO: AMORES CON TAKAKO Y DESTIERRODE NARIJIRA][INTERLUDIO][CICLO SEGUNDO: AMOROS DE NARIJIRA]

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    [INTERLUDIO (DOS HISTORIAS RECOGIDAS EN ELDIARIO DE NARIJIRA)][CICLO TERCERO: QU ES EL AMOR?][INTERLUDIO][CICLO CUARTO: TAKAKO, EMPERATRIZ][INTERLUDIO: TRPTICO PAISAJSTICO][CICLO QUINTO: ISUKO, LA VIRGEN DE ISE][INTERLUDIO][CICLO SEXTO: EN LA CORTE][INTERLUDIO][CICLO SPTIMO: NARIJIRA EN LA HISTORIA Y EN LALEYENDA][FINAL]

    EPLOGO METACRTICO

    APNDICE HISTRICO

    Notas

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    CANTARES DE ISE

    Anonimo

    Hiperin, S.L.

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    Sinopsis

    Cantares de Ise (Ise Monogatari) es la obra ms famosa dela literatura clsica japonesa. Se difundi annimamente hacia elao 950 de nuestra era, aunque su accin se remonta al sigloanterior. Su protagonista, Narijira de Ariuara (825-880), soldado,poeta y amante cortesano, fue tambin autor del diario ntimo,hoy perdido, en que recogi originariamente estos 125 episodiosautobiogrficos, amorosos en su mayor parte, as como lospoemas que le inspiraron. Este diario reelaborado y completado

    por un autor annimo un siglo despus, forma el texto al quetradicionalmente se ha dado el nombre de Cantares de Ise.Se trata de una obra de difcil clasificacin, ya que los

    Cantares de Ise son al mismo tiempo la primera historianovelada, la primera narracin lrica, la primera picadramatizada y el primer ensayo sobre el amor y la muerte de laliteratura japonesa. No es extrao, pues, que se los considerecomo la fuente misma de tal literatura y sean su obra msestudiada, la ms influyente y probablemente la mejor.

    Ilustran esta edicin 16 grabados, de autor desconocido,procedentes de la primera impresin japonesa de los IseMonogatari (Kyoto, 1608).

    Antonio Cabezas (Huelva 1931-2008) dedic su vida a lacultura y la literatura japonesas, que difundi y populariz enEspaa con numerosas traducciones y publicaciones.

    Autor: Cantares de IseEditorial: Hiperin, S.L.ISBN: 9788475172187Generado con: QualityEbook v0.73

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    Cantares de Ise

    Traduccin, presentacin y eplogo de Antonio Cabezas

    Ttulo original:Ise Monogatari

    Annimo, c. 950

    Traduccin: Antonio Cabezas

    Cantares de Ise (Ise Monogatari) es la obra ms famosa de la literaturaclsica japonesa. Se difundi annimamente hacia el ao 950 de nuestraera, aunque su accin se remonta al siglo anterior. Su protagonista, Narijirade Ariuara (825-880), soldado, poeta y amante cortesano, fue tambinautor del diario ntimo, hoy perdido, en que recogi originariamente estos125 episodios autobiogrficos, amorosos en su mayor parte, as como lospoemas que le inspiraron. Este diario reelaborado y completado por un

    autor annimo un siglo despus, forma el texto al que tradicionalmente seha dado el nombre deCantares de Ise.Se trata de una obra de difcil clasificacin, ya que losCantares de Ise

    son al mismo tiempo la primera historia novelada, la primera narracinlrica, la primera pica dramatizada y el primer ensayo sobre el amor y lamuerte de la literatura japonesa. No es extrao, pues, que se los considerecomo la fuente misma de tal literatura y sean su obra ms estudiada, la msinfluyente y probablemente la mejor.

    Ilustran esta edicin 16 grabados, de autor desconocido, procedentesde la primera impresin japonesa de losIse Monogatari(Kyoto, 1608).

    Antonio Cabezas (Huelva 1931-2008) dedic su vida a la cultura y laliteratura japonesas, que difundi y populariz en Espaa con numerosastraducciones y publicaciones.

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    Los 16 grabados reproducidos en este libro forman parte de los 49 queilustran la primera edicin impresa de los Ise Monogatari (Kyoto, 1608) yson obra de un artista annimo de la escuela Tosa, mantenedora de latradicin japonesa pura en oposicin a las influencias chinas delmomento.

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    PRESENTACIN

    LOSCantares de Isehan sido indiscutiblemente la obra ms estudiada, y la

    ms influyente, de la literatura japonesa. Slo en los ltimos aos estempezando a ver la crtica japonesa y extranjera que es tambin la mejor.

    LosCantares de Iseno es novela ni es historia, no es lrica, ni drama,ni pica, ni ensayo, porque es todas estas cosas a la vez.

    LosCantares de Iseaparecieron bajo un ttulo diferente hacia el ao950 de nuestra era, pero su gestin comenz cien aos antes. El ttuloactual se lo dio casi en seguida la voz annima y unnime del pueblo.

    Cual si fuera un absurdo o koan del Zen, esta obra rompe elprincipio de contradiccin, siendo a la vez annima y no annima.

    Annima, porque el definitivo redactor quiso permanecer, y permanece, enla sombra. No annima, en cuanto que este redactor trabaj con losmateriales que haba en el diario ntimo del primer autor, que es a la vez elhroe de losCantares.

    Como Garcilaso, este hroe fue soldado y poeta, el ms grande poetade la literatura japonesa. Se trata de Narijira, hijo de prncipes, arquetipode Calixto y de Tenorio a la vez, 700 aos anterior a los personajes deRojas y de Tirso.

    Nuestra obra ha sido ya traducida: al alemn, en 1876, por August

    Pfizmaier; al ruso, en 1923, por N. Konrad; al ingls, tres veces: en 1957,por Fritz Vos; en 1968, por Helen Craig McCullough, y en 1972, por H. JayHarris. Algunos fragmentos fueron traducidos al francs en 1919 porMichel Revon, y en 1934 y 1935, por Georges Bonneau.

    Reverberan en esta diminuta perla del Oriente, tan breve y sencillacomo honda y exquisita, destellos de la mejor picaresca del Arcipreste deHita, trozos tan cnicos como algunas pginas de Quevedo, en ocasiones lafantasa y el cabalismo de Gngora, casi siempre la pasin sobria y varonilde Machado, la angustia vital de Unamuno y en todo momento esa finuratan tpicamente japonesa que en nuestra civilizacin occidental slo hallaparalelo en las primitivas trovas de Galicia y Provenza. La obra sedesborda en sugerentes ambigedades, difuminado y huidizo el plpito y elsentido de las palabras.

    Ponderaciones aparte, que ya el lector juzgar, en este prlogoquisiera limitarme a dar la ambientacin estrictamente necesaria para

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    posibilitar una lectura ininterrumpida de la obra, sin la impertinencia deaclaraciones marginales.

    Porque la obra, en su aparente sencillez, exige explicaciones previas ypide concentracin de lectura. Y exige ambas cosas no de parte del hombreoccidental tan slo, sino hasta del japons de nuestros das, que por ciertoencuentra infinitamente ms difcil la lectura del original que nosotros ellenguaje delPoema del Cid.

    Por otro lado, es muy posible que el mundo descrito en nuestra obraest psicolgicamente ms prximo al hispano del siglo XX que a losaponeses actuales. Este aserto estupefaciente merecera un montn de

    explicaciones, pero no es ste el momento.Mis comentarios introductorios tienen por fuerza que prescindir de

    crtica paleogrfica y filolgica, ya que el lector hispano generalmente

    desconoce el idioma japons, tanto moderno como antiguo. Hay tambinque eliminar una historia de la crtica en esta obra, y bastar decir que losCantares de Isehan encontrado su Menndez-Pidal en la seera figura delcrtico japons Kikn Ikeda, fallecido en 1956. Todo cuanto se ha escritoen Japn sobre nuestra obra hasta mediados de este siglo se halla corregidoy aumentado en los magistrales estudios de Ikeda

    La crtica extranjera, con Konrad y Vos a la cabeza, no hace sinoseguir sus huellas. A pesar de ello, y aunque parezca increble, anquedaban lagunas por explorar: recursos poticos, organizacin de la obra,

    carcter del hroe...Vamos, pues, a tocar en este exordio, de la manera ms amena y

    rpida posible, seis temas que me parecen imprescindibles:1. Traduccin.2. La sociedad japonesa del siglo IX.3. Historicidad de la obra.4. Escenario.5. Gestacin, autor y ttulo.6. Ciclos temticos y desarrollo de las secuencias.

    Si en la edicin de Clsicos Castellanos del Poema del CidMenndez-Pidal se vea obligado a hacer una introduccin de noventapginas, y al pie del texto insertaba innumerables notas, se comprender lanecesidad de ambientar una obra escrita en Japn doscientos aos antesque elCantarde Ruy Daz de Vivar.

    TRADUCCIN

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    Se ha exagerado bastante la imposibilidad de las traducciones engeneral, y de las traducciones lricas en particular. Pero cuando se toca eltema de la lrica japonesa, y ms si es antigua, su supuesta intraducibilidadse ha exagerado en grado superlativo.

    Ya en 1899 W. G. Aston pontificaba con seguridad victoriana que unatraduccin fiel de la poesa japonesa a lenguas occidentales era imposible.Una generacin ms tarde, en 1935, Bonneau aseveraba con igual aplomoque la traduccin al francs era perfectamente posible. Cuando los tcnicosse contradicen tan flagrantemente, hay polmica para rato. Esta polmicalleg a orillas hispanas. Efectivamente, en 1929 Borges proclamaba enBuenos Aires que la traduccin poda incluso ser mejor que el original; depaso cotejaba las distintas versiones inglesas de La Odisea y se pona aaveriguar, sin saber griego, cul era ms fiel al original. En 1937, Ortega y

    Gasset declaraba tambin en Buenos Aires que la traduccin es unaempresa utpica, como todo lo humano; de paso observaba que lostraductores son gente apocada y servil a la gramtica; y como escollo ycolofn de su ensayo, deca que es ms difcil traducir al francs que a lasdems lenguas europeas. Pero Ortega no dominaba todas las lenguaseuropeas!

    Si furamos aqu a enfrascarnos en este tema, estaramos en la faenahasta el da de la catstrofe escatolgica. As es que cortemos por lo sano ydigamos cuatro verdades desnudas, sacadas unas de Pedro Grullo y otras

    del guajiro Sofenio.Lo primero, y en general, las traducciones son posibles de la misma

    manera que Aquiles alcanza a la tortuga, y la alcanza corriendo sobre elterreno y no enredndose en aporas escritas sobre pizarras verdes.

    Valera traduciendo a Russell Lowell.Jorge Guilln traduciendo a Valry.Juan Ramn, a Poe, Emily Dickinson y Amy Lowell.Panero, a Shelley.Garca Gmez, a Ben Zaydn.

    Octavio Paz, a Matsuo Basho.Borges a Whitman.En segundo lugar, en esto de las traducciones pasa como con los

    mecnicos y como con los mdicos: que los hay buenos y mejores.Tambin es verdad que es ms fcil traducir al castellano una novelaitaliana contempornea que un poema chino de hace dos mil aos. Como

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    ms fcil ser traducir al sueco la lrica de Aleixandre que la de RubnDaro.

    De tejas abajo, todo es perfectible. Perfectibles son las traducciones,como vive Dios que lo es el mismo original. Slo Al es grande. Y en esto,como en todo, hay sus ms y sus menos. Pero tomando el texto originalcomo algo tab e intangible y por ende perfecto, algunas traduccionessern mejores y otras peores. Y alguna podr ser perfecta; s, podr serlo.

    Pero vengamos al propsito de nuestra obra. Cuando resida enIrlanda, los campesinos me aseguraban que el legendario presidente DeValera, an vivo, padre de la independencia y en sus aos mozos profesorde matemticas, era uno de los trece mortales que entenda la teora de larelatividad de Einstein. Pues bien, entre los doscientos cincuenta millonesde hispanohablantes no habr ms de trece personas capacitadas para

    traducir los Cantares de Ise. Esto ser todo lo inmodesto que se quiera,pero es la pura verdad.

    Antes de decir una cosa, y como no dispongo de las credenciales deBorges ni de las de Juan Ramn, voy a presentar las que tengo, y sloporque redundan en la aceptacin de la obra. He ledo cuanto la biologamoderna tiene que decir sobre el problema de la traduccin. Domino variaslenguas antiguas y modernas, entre ellas el japons. Poseo treslicenciaturas, una de ellas en literatura. He consultado todos los crticosaponeses y extranjeros de losCantares de Ise, y de otras obras igualmente

    clsicas del Japn. He estudiado minuciosamente las traduccionesfrancesas e inglesas de nuestra obra; y en cuanto a la rusa y a la alemana,idiomas que desgraciadamente desconozco, me he valido de la asistenciade compaeros. Durante mi trabajo he consultado en directo con profesoresy traductores japoneses de nuestros clsicos castellanos. He vivido enJapn continuamente durante veinte aos, uno detrs de otro. Y comoresultado de todo ello he llegado a la conclusin de que es posible traduciral castellano prcticamente todo: el contenido, el sentimiento y laexpresin. S, tambin la expresin y hasta la contextura sonora.

    Esto no implica que mi traduccin lo haya conseguido siempre en elmismo grado. La parte narrativa no ofrece especiales problemas. La lricaes la madre del carnero. Con absoluta sinceridad puedo decir que algunospoemas desmerecen en la traduccin; la mayora, sin embargo, me parecenperfectamente logrados en castellano.

    Los eternos recalcitrantes objetarn mil zarandajas: que el cuervo

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    apons es mayor que el europeo y poticamente qu ms dar!, quesi en Europa no existe el rbol zelkova, que el sol del poema azteca no es elsol del himno egipcio... Tampoco el sol de las montaas vascas es el sol dela vega granadina, y nadie dice por eso que los vascos son incapaces deentender la lrica de Lorca.

    En Occidente corre mucho camelo sobre la impenetrabilidad delOriente enimgtico y misterioso. No hay nada extraterrestre en el coraznapons, ni en su cerebro, ni en su idioma que no pueda trasladarse a

    nuestra lengua.En las pocas ocasiones en que la flora, o la fauna, o el folklore se

    diferencian, basta y sobra con una breve explicacin introductoria.No conviene dejarse engaar por falacias tericas o anecdticas. El

    Quijotees ledo y apreciado en alemn, y en indostnico, y en ruso. Neruda

    es ledo y gustado en China y en Dinamarca. Los japoneses poseenexcelentes traductores de incontables autores nuestros, clsicos ymodernos: delLibro del Buen Amor, laCelestina, el Lazarillo, elQuijote.Tirso, Galds, Baroja, Ortega, el Martn Fierro, Lorca, Borges, Asturias...Y los leen, y los entienden y los aprecian

    Por otro lado, no estamos ya en el siglo XII. Hoy da, por la prensa yel cine, por otros medios masivos, por los viajes, por las mismastraducciones ya existentes, el hombre hispano a ambos lados del Atlnticoconoce cada vez ms detalles exteriores e interiores de la vida japonesa:

    sabe cmo son sus casas, de que color es la flor del cerezo en unapalabra, de todas esas connotaciones exticas que los eruditos quierenrodear de tanto misterio. A veces saben los trucos del yudo mejor que losaponeses.

    Y si el gusto occidental, el hispano en concreto, an no se ha hechodel todo al sabor de la lrica y de la literatura japonesa, ese gusto se forma.O es que se acept en seguida sin ms ni ms el sabor nuevo de tantosgenios innovadores de nuestras letras y de nuestro arte?

    La literatura japonesa, y losCantares de Ise, que son su obra cumbre,

    se llegar a entender y a apreciar poco a poco. No es una literatura superiorni inferior a la occidental, o a la eslava o a la rabe. Es simplementedistinta, un sabor nuevo.

    Para terminar estas disquisiciones sobre la traduccin, una solapalabra sobre la mtrica, y otra sobre los mal llamados intraduciblesrecursos poticos japoneses.

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    La lrica que se contiene en el original japons de nuestra obra seatiene indefectiblemente al patrn de la tanka: cinco versos libres, de 5-7-5-7-7 slabas, respectivamente. Ahora bien, por complejas razoneslingsticas, que aqu slo podemos tratar sumariamente, el equivalentecastellano de esta matriz es un poema de cinco versos de 6-6-5-6-6 slabas,con rima asonante del segundo con el quinto. Esta mtrica coincideprcticamente con la de la seguidilla gitana, pero tengo que recalcar que lacoincidencia es totalmente fortuita y a posteriori, nada de preferenciasfolklricas y personales. Si da la casualidad que esa mtrica se llamaseguidilla gitana, lo mismo podra no haber existido, o haber sido la liramaragata o la quinteta cochabambina. Las razones son las siguientes:

    Estadsticamente se ha probado que el texto castellano equivalente ala tanka japonesa, clsica o moderna, es como promedio una o dos slabas

    ms corto. Por otro lado, un recurso sonoro relativamente frecuente en latanka en japons es hacer que los versos heptaslabos, sobre todo los dosltimos, sean una nica palabra, frecuentemente un verbo. Si se quieretrasladar este efecto sonoro al castellano, el heptaslabo resulta inoperable.Como por otra parte el poema espaol ha de ser ligeramente ms corto, losheptaslabos japoneses deben pasar a hexaslabos en espaol. Pero estorecorta la longitud del poema en castellano en tres slabas, ms all delmnimo tolerable. El tercer verso debe ser pentaslabo si se quiereconservar la ligereza de la asimetra. Con lo que llegamos a la necesidad de

    hacer hexaslabos los dems versos. En cuanto a la rima, el japons no latiene porque su ndole sintctica y fontica se lo impide. Pero correspondemucho ms al espritu de la tanka, estrofa medida y que se remonta al sigloVII, traducirla con rima castellana, que no en verso libre, fenmenototalmente moderno, y usado casi siempre con versos de longitud tambinlibre.

    Con el mayor nfasis advierto que el parecido con la seguidilla gitanaacaba en la mtrica, y que todo lo dems no tendr ms parecido mutuoque el que puedan tener dos personas entre s por descender de un mismo

    Adn y de una misma Eva.Por lo dems, la tanka japonesa, cuando se recitaba en ocasionesformales, era cantada sin acompaamiento alguno y sin ritmo. Estacostumbre subsiste an.

    En cuanto a los recursos poticos del japons palabra pivotal,preludio potico, aliteraciones, etc. son un noventa y tantos por ciento de

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    las veces perfectamente transportables al castellano, si el traductor trabajaen serio y despacio.

    Abandono el tema con dos preguntas: Quin entendi mejor elQuijote, un contemporneo de Cervantes o un coetneo de Unamuno?Quin comprendi mejor el mensaje de Jess de Nazaret, los que en loscampos de Palestina le oyeron hablar, o los que dos mil aos ms tardeleemos la traduccin castellana de laVulgata latina, que es a su vez unatraduccin del texto griego, a su vez traduccin de lo que Jess hablara enarameo?

    LA SOCIEDAD JAPONESA DEL SIGLO IXDesde el siglo VII Japn vena siendo pacficamente invadido por la

    poderosa cultura china. La palabra invadido no es del todo adecuada, yaque no fueron los chinos quienes enviaron a tcnicos, mandarines y bonzos,

    sino que fueron principalmente los propios japoneses los que se trasladaronal vecino y floreciente pas para aprender.

    Este curioso fenmeno de trasplante cultural ha inducido a muchos,entre otros al gran Toynbee, a pensar que Japn se convirti en una culturaepigonal de la china. Nada ms lejos de la verdad. Japn conserv, yconserva hasta nuestros das, una manera peculiar de pensar y sentir, deexpresarse y actuar, lo que constituye la esencia de una civilizacindistinta y aparte. Y el hecho de que Japn adoptara la escritura china, en laque las palabras van representadas no por letras o smbolos fonticos, sino

    por dibujos simplificados, por ideogramas, no convirti al pas en apndicede la cultura continental, lo mismo que nuestra adopcin del alfabetofenicio no convirti a Occidente en sucursal de la civilizacin semita. Elapons es un idioma fundamentalmente polisilbico, aglutinante, sin tonos

    musicales de pronunciacin; su poesa carece de rima, principalmenteporque no puede tenerla; como norma, es una lengua de gran vaguedad eimprecisin. El chino, en cambio, es monosilbico y con tonos musicales;su lrica conserva la rima; su expresin es concisa.

    Pero el afn japons por copiar todo lo chino les arrastr a intentar

    componer poemas al estilo chino. Esta empresa quijotesca culmin duranteel reinado del emperador Saga, en el primer cuarto del siglo IX.Afortunadamente se impuso el buen sentido y el buen gusto, y a la muertede este emperador se inici un renacimiento de la literatura de racesnacionales. Durante este renacimiento comienza la gestacin de losCantares de Ise.

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    La lrica china era crptica, jeroglfica. Abundaba en paralelismos deideas y armonas de tono. Su forma, riqusima, asfixiaba el flujo natural yespontneo del corazn. En China haba que sentarse con paciencia deorfebre a labrar poemas. El gusto japons exiga ms balance de forma ysentimiento, ms diafanidad, espacios claros elocuentes. El buen cantarapons, adaptndose al canon tradicional de la tanka, deba poseer siempre

    frescura y estilo. El gran autor y crtico literario Tsuraiuki de Ki escribaen 905; La lrica japonesa nace del corazn.

    Los Cantares de Ise no se escribieron con ideogramas, sinosirvindose de un silabario fontico inventado en el siglo IX; tampoco seusan en la obra palabras de origen chino, y todo su lxico es de vocablospuramente japoneses.

    El siglo IX fue en Japn un siglo de paz que segua a otros siglos de

    paz. La clase dominante y formadora del plasma social era el aristcrata, elcortesano. Estos nobles, en nmero de un millar para una poblacinaproximada de un milln de almas, se concentraban en la ciudad de Kioto,recin fundada y con excelente urbanizacin. Kioto tena por entonces unos20.000 habitantes, y el hermoso nombre de Jian-Ki, que significaCapital de la Paz. Tokio era un rstico casero. Reciban los cortesanoscierto entrenamiento militar en justas guerreras y actividades venatorias,pero hasta el siglo XII eran ms cortesanos que guerreros. Tambin eraneducados en universidades que impartan sobre todo el legado cultural

    chino. Japn import de China la armazn burocrtica e infinidad de leyesy procedimientos civiles, pero el alma del sistema poltico diferaradicalmente. La clase gobernante china, el mandarinato, era de extraccinpopular, por mritos personales. La nobleza japonesa era, en cambio,rgidamente hereditaria. El emperador chino ejerca normalmente un papelactivo en la poltica del pas, mientras en Japn el emperador se redujobien pronto a un personaje sagrado y oculto, mitad pontfice mitadsmbolo, centro aglutinante de lealtades e intrigas. Porque el poder real loacaparaba alguna familia de la nobleza, ordinariamente emparentada con la

    casa imperial. En el siglo IX, que ahora nos ocupa, este centro de poderreal pas a la casa de los Fuyiuara.[*]

    En religin, el japons era al mismo tiempo budista y shintosta. ElShinto (Camino de Dios) era la religin ancestral cuyo pontfice mximoera el emperador en persona. Tena su santuario central en Ise, dondeactuaba como sacerdotisa una princesa imperial que en teora deba ser

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    virgen. El Shinto y el Budismo eran en Japn religiones tolerantes, y no fueraro el caso de prncipes y hasta emperadores que se hicieran bonzosbudistas. Ni siquiera la divinidad estaba clara en el Shinto. Careciendo elidioma japons de distincin entre singular y plural, lo mismo puededecirse que fuera monotesta, con la Divinidad palpitando tras cadafenmeno extraordinario o grandioso, que el que fuera politesta, ya que enlas historias y mitologas se hace mencin explcita de diversos dioses.Tambin crean que a veces bajaba del cielo un ngel en figura de mujerhermossima vestida con un ropaje de pluma, para bailar danzasfantsticas.

    Uno de los ritos shintostas era la purificacin: los fieles tomaban untalismn que consista en una rama de siemprevivas, y se sacudan el pechocomo para traspasar a l las impurezas y pecados; al caer la tarde, un

    sacerdote arrojaba el talismn al ro, que se lo llevaba al mar.En el budismo haba rosarios para rezar las letanas. Se celebraban

    responsos el da del fallecimiento, y siete semanas ms tarde los funeralessolemnes, porque el alma andaba errante por la ultratumba siete semanasantes de entrar en el paraso de Buda. No era, pues, la muerte el apagarsede una antorcha, sino el paso a mejor vida o peor, pero no mucho.Porque no haba nada definido ni claro sobre distinciones de cielo einfierno. A nadie le gustaba morir, pero de lo que hubiera ms all no habanociones claras, y slo unas vagas ideas sobre premios y castigos, con

    transmigracin del alma incluida, pero todo conmesurado a la pequeezhumana. Crean que, al morir, una barca misteriosa trasladaba las almas delos difuntos a la otra orilla del Ro del Cielo (la Va Lctea). Segn aquellamentalidad primitiva, cuando llova era que el cielo se compadeca dealgn mortal. La curiosidad por las estrellas, gusto importado de China, lesllevaba a personificar a los astros. Innumerables son las alusiones literariasa los amores entre la estrella Vega, llamada en japons La Hilandera, yla estrella Astair, llamada El Pastor. Estas dos estrellas tienen suconjuncin slo una vez al ao, el 7 de julio, fecha de un festival que an

    subsiste, y que pudiramos traducir como la Fiesta de las Estrellas. Lasideas astronmicas prevalentes eran bien rudimentarias, y aceptaban, almenos poticamente, que las manchas de la Luna eran nada menos que lasombra de una casia gigantesca. Todava al llegar Francisco Javier, enpleno siglo XVI, an ignoraban que la tierra fuese redonda. Los meses eranlunares.

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    La del siglo IX fue una sociedad en gran parte matriarcal. Al casarse,la mujer deba contar con medios para sustentarse, y el marido sola pasarlas ms de las noches fuera de casa, visitando a otras amantes. El siglo IXfue una poca de gran libertad ertica. Se lleg a permitir el matrimonio dehermanastros nacidos de distinta madre. En cuanto al divorcio, era msasequible que en Las Vegas. La mujer abandonada slo tena que esperartres aos para poder desposarse de nuevo legalmente. El mismoemperador, centro y ejemplar de la nacin, tena muchas consortes; laprimera era privilegiada con gestar al heredero, pero con frecuencia otrasle usurpaban el derecho. La sucesin imperial en el siglo IX no puedemenos de aparecer al observador occidental como algo parecido a undamero maldito.

    En este ro revuelto de pasiones y amoros, la mujer era generalmente

    la depositara de los valores culturales nacionales, excluidas como estabande participar en la erudicin china. La gran novela japonesaEl Cantar deGuenyi, dos veces ms larga que elQuijote, fue escrita por una dama depalacio, Shikibu Murasaki, unas dcadas despus de la aparicin de losCantares de Ise. Y las misivas amorosas iban indefectiblemente en poesa.

    Hablando de festivales, haba uno en Tsukuma, en el distrito de Omi,cerca de Jian-Ki, en que se obligaba a las mujeres, so pena de lesadivinidad, a colgarse del cuello tantas cacerolas como esposos o amantesnotorios hubieran tenido, con lo que el sempiterno instinto puritnico

    pretenda poner coto al libertinaje de la gente joven. El festival subsiste,sin las cacerolas.

    Festejos resultaban ser, con profusin de vino, cantos y bullanga, lasbodas, las visitas a los jardines de cerezos en flor, o a los parques de arcesenrojecidos durante el otoo, la vista de la Luna llena en agosto yseptiembre, las caceras de grullas, faisanes y codornices... El da de laboda la novia se recoga por primera vez el pelo, hacindose peinado alto.

    Los cumpleaos no se celebraban el mismo da en que se habanacido, sino en la estacin correspondiente al ao de nacimiento. Desde

    antiguo vienen dedicando los japoneses cada ao a uno de los doceanimales siguientes:1. Ratn 5. Dragn 9. Mono 2. Toro 6. Serpiente 10. Gallo 3. Tigre 7.

    Caballo 11. Perro 4. Conejo 8. Cordero 12. Jabal 1977 es un ao de laSerpiente, y 1978 del Caballo. Tras un ao del Jabal vuelve a comenzar elciclo. Pues bien, antiguamente, los que haban nacido en los aos del Tigre,

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    del Conejo o del Dragn celebraban su cumpleaos en primavera, cuandoflorecan los cerezos, y estas fiestas se llamaban Cumpleaos de losCerezos. Los nacidos en los aos de la Serpiente, del Caballo y delCordero lo celebraban durante la cancula, en lo que se llamabaCumpleaos del Abanico. En otoo se denominaba Cumpleaos de losArces, y en invierno, Cumpleaos de la Nieve. Esta costumbreresultaba no slo potica, sino hasta prctica: es ms fcil acordarse de queun amigo naci en un ao Jabal, que no tener que recordar que sucumpleaos es el 24 de mayo, precisamente. Narijira haba nacido en unao de la Serpiente, animal ertico si los hay segn las monsergas de lapsicologa.

    La caza era generalmente de cetrera, y muy popular entre los nobles.Para la caza de faisanes, patos, nsares y grullas pjaro ste que era

    smbolo de la longevidad se usaban halcones grandes, y se sala a cazaren invierno. Para codornices, alondras y gorriones, en otoo, se usabanhalcones pequeos. El emperador Kanmu, de finales del siglo VIII, sala decacera un promedio de seis veces al ao. Su hijo Saga escribi el primerlibro japons sobre cetrera. Cuando el emperador iba de caza, era llevadoen palanqun, y le acompaaban a caballo cinco o seis Monteros Imperialescon sendos halcones; a pie iban varios infantes con perros para el cobro.

    Tambin eran frecuentes en aquella sociedad ingenua y elegante lospaseos al campo, ocasin propicia para ditirambos y efusiones lricas. En

    otoo uno de los parques ms visitados eran las riberas del ro Ttsuta,donde se cuenta que haba ms de mil arces. En cambio, los viajes lejanoseran para aquellos cortesanos, habituados al refinamiento de Kioto, algoas como un destierro. Por ello, la despedida de los nobles que marchabancomo gobernadores a las provincias constitua una ocasin propicia paraabundantes libaciones y regalos de despedida; al final de la fiesta, elanfitrin acompaaba al viajante hasta su caballo y tomando las bridasorientaba el hocico del animal en direccin a la tierra del nuevo destino.

    La alimentacin consista en arroz cocido, pero de forma que los

    granos quedasen apelmazados para poderlos tomar con los palillos; setomaban verduras, frescas o en adobo, diversas especies de algas y frutas.El budismo era reacio a permitir la ingestin de animales; pero en esto,como en todo, la mansedumbre del sublime indio Buda optaba por noimponer prohibiciones drsticas, y darle tiempo al tiempo. Se sabe quetomaban pescados y moluscos. La almeja, digamos de paso, era un smbolo

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    ertico fcilmente identificable.El vestido era el kimono, generalmente de seda natural, de colores

    vivos para la mujer, y sobrio para el hombre. No era raro hacer regalos dekimonos ya usados, porque eran tan cuidados y de tela tan fina, que seaceptaban gustosamente; y aun cuando regalaran a una mujer un kimono decaballero, ella siempre poda a su vez regalarlo a algn pariente, guardarlopara su hijo, o venderlo. Durante los viajes usaban indiferentementehombres y mujeres un faldn, especie de delantal, pero que colgaba pordetrs, con objeto de no manchar de polvo el costoso kimono. El llantosola ocultarse entre las mangas.

    Haba un estampado muy famoso llamado shinobu (que tambinsignifica amar): para teir el tejido se colocaban hierbas sobre unapiedra enorme y sobre ellas la tela; despus, con otra piedra se presionaba

    hasta machacar las hierbas y lograr que los relieves quedasen impresos enla tela, formando arabescos.

    Haba collares de perlas, que se ataban con una lazada; diademas depiedras preciosas; cosmticos...

    La vivienda era de madera, ordinariamente de un solo piso, rodeada deun pequeo jardn. Las mansiones nobiliarias tenan a veces jardinesencantadores. Toru de Minamoto, del que habla nuestra obra, era el dueode un jardn con un estanque de agua salada a 50 kilmetros del mar!Este estanque era una reproduccin en miniatura de la playa de Shiogama,

    el panorama ms hermoso del Japn. Y en el estanque haba peces,crustceos y moluscos.

    Los pisos de las casas estaban alfombrados con esteras de paja dearroz, el famoso tatami tan conocido por el yudo.

    Tenan las casas una veranda-corredor, alzada sobre vigas de soporte.Mitos y supersticiones no faltaban. Decan que a la mujer que era

    amada se le aflojaba la faja sola. La persona que tocara la hemeroclide, oflor del olvido, se olvidaba de sus amantes y era a su vez olvidada. Creanen ogros y brujas. Y segn ellos los ruiseores tejen paraguas fabulosos

    con varillas de sauces llorones y caperuza de ptalos del ciruelo.Sobre fauna desconocida en Europa, slo hay que mencionar unpequeo crustceo que se incrusta en las algas u ovas marinas y las vacarcomiendo desde dentro. Al recoger los pescadores las algas, el crustceomuere tambin. A este bichito alude varias veces nuestra obra.

    En este mundo social, y en el medio ambiente de una naturaleza

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    suave, verde, hmeda, de clima benigno y paisajes bellsimos, se crearonlosCantares de Ise.[1]

    Los Cantares de Ise tenan que ser una obra annima. Describancmo el hroe haba tenido relaciones con una emperatriz y con otrasdamas nobles cuyos hijos vivan todava. En la obra salan nombres depersonajes histricos, con datos precisos...

    El nombre mismo del hroe no poda aparecer, ni el nombre de susamantes, aunque todo el mundo poda localizar al primero y a algunas deellas.

    LosCantares de Ise aparecieron como obra confidencial y con airesde novela detectivesca. Cuando el menudo libro fue pasando de mano enmano furtiva, tras la sombra de los biombos, sus 125 episodios llevaban elttulo deDiario del coronel Zaigo. Pero quin se iba a engaar? Zai era

    la manera china de leer el primer ideograma del apellido Ariuara, y gosignifica cinco. Y los cortesanos y las damas nobles, y el pueblo llanorecordaban al legendario Narijira de Ariuara, quinto hijo del prncipe Abo,habido de su segunda esposa, la princesa It. Zaigo era Narijira, no podaser otro. Apuesto, indmito, poeta, prototipo de amante y tenorio. Yadems haba sido coronel!

    Narijira, nombre que significa Hroe Pacfico, haba muerto a loscincuenta y seis aos en 880, setenta aos antes de la publicacin delDiario del coronel Zaigo, obra que en seguida empez a llamarseCantares

    de Ise.Los guerreros estaban divididos en tres cuerpos: la Guardia de

    Palacio, la Guardia Militar o Ejrcito, y la Guardia de Postas o Polica.Cada uno de estos cuerpos estaba a su vez dividido en dos divisiones:Derecha e Izquierda. En la Guardia de Palacio los rangos superiores eranlos de Comandante, Coronel y General. En los otros dos cuerpos los rangossupremos eran los de Alfrez y Capitn.

    Iukijira, hermano mayor de Narijira, fue nombrado capitn delEjrcito, Divisin Izquierda, el 17 de abril de 864.

    El mismo ao y mes Narijira fue nombrado por Siua en realidad,por Ioshifusa de Fuyiuara comandante de la Guardia de Palacio. Un aoms tarde, tambin en abril, fue nombrado Mayoral de los EstadosImperiales. Y en febrero de 875 fue ascendido a Coronel de la Guardia dePalacio, Divisin Derecha. No se sabe cundo recibi el puesto de MonteroImperial, pero debi ser entre 859 y 876, perodo en que estuvo oficiando

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    como vestal en Ise la virgen Isuko. Poco antes de su muerte, Norijira fuehecho gobernador de dos provincias, Min (cerca de la actual saka) ySagami (cerca de la actual Tokio), pero no abandon su residencia en lacapital.

    HISTORICIDAD DE LA OBRASi alguien tiene la paciencia de leer nuestra obra con espritu de

    crtica histrica, apreciar que hay ac y all algunos anacronismos.Tomemos como caso tpico el episodio 77. El funeral de Takkiko, quemuri a finales del ao 858, deba tener lugar, segn la costumbre, en laprimavera siguiente. Pero he aqu que nuestra obra dice que Narijira erapor entonces Mayoral de los Estados Imperiales, siendo as que no lo fuehasta 865. Baste responder que el redactor no entr en muchasaveriguaciones histricas sobre estas menudencias. l saba que Narijira

    haba sido ciertamente Mayoral, y no se molest en verificar si lo era aquelao o lo fue ms tarde. Este tipo de dificultades no impugna la historicidadesencial de la obra.

    Por otra parte, no faltan historiadores reacios que quisieran verconfirmados por las crnicas oficiales los incidentes de la vida romnticade Narijira. Pero es concebible que los emperadores y los Fuyiuaras quecontrolaban la redaccin de la historia oficial permitieran la publicacinad perpetuam rei memoriam de los amoros de sus madres, hermanas yesposas?

    La mayor parte de los episodios han de considerarse como histricos yverdicos. Sin embargo, algunos ciertamente no lo son. Por ejemplo, en elepisodio 115 aparece como herona la extraordinaria mujer Komachi deOno en circunstancias evidentemente legendarias, en figura de aldeana,cuando se sabe que fue una dama de la capital. Datos biogrficos de estamujer se conocen muy pocos. S se sabe que vivi por el tiempo deNarijira, y que ste intent seducirla (ep. 25), ya veremos con quresultados. Bellsima, con experiencia en las cosas del amor, arrebatadorapoetisa de la que se han conservado 24 piezas en diversas Antologas

    Imperiales, altiva y cruel para los hombres... No resisto a la tentacin deincluir aqu tres de los memorables cantares de esta mujer:Desde que te vicuando yo soaba,estoy pensandoque slo los sueos

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    merecen confianza.Yo me desperty no te encontraba.No haba luna.Mi pecho, una hoguera.Y por dentro, brasas.Aunque voy a vertesin cansarme nuncasiempre que sueo,ms quiero, despierta,verte una vez, una.GEOGRAFA Y ESCENARIOLa mayora de los episodios, 85 en total de los 125 que contiene la

    obra, acontecen en la capital de Kioto. Otros diez, en los pobladoscircundantes. Ocho, en lo que es hoy la ciudad de saka. Tres, en Nara.Seis, en Ise. Y uno en cada una de las actuales provincias de Kobe y Shiga.Esto arroja un total de 114 episodios localizados en Kioto y susalrededores.

    Kioto, la capital, estaba entonces atravesada de este a oeste por unaserie de avenidas, que an existen, y que empezando por el norte sellamaban Primera, Segunda... hasta Novena Avenida. De norte a sur lascalles incidan perpendiculares sobre las anteriores, y muchas de ellas

    subsisten con los nombres de aquella poca: calle Oriente, calle Occidente,calle Mibu, calle Canal (Jorikaua), Muromachi...

    El antiguo Palacio Imperial no estaba entonces situado en el solarocupado actualmente por el nuevo Palacio Imperial de Kioto, sinoinmediatamente al oeste de lo que es hoy Castillo o Palacio de la SegundaAvenida, muy frecuentado por los turistas. El recinto del Palacio erainmenso, pues en l haba pabellones para la Guardia y servidumbre,caballerizas, artesanos de la Corte, etc. Muchos de los templos de aquellapoca se conservan hoy da.

    La actual saka era entonces una serie de poblados aislados, algunosde los cuales se mencionan en los Cantares, y cuyos nombres subsistencomo barrios de la ciudad actual.

    En cuanto al santuario de Ise, de estilo puramente japons sininfluencia alguna de China, se reconstruye cada veinte aos de formaindntica, pero no sobre el terreno ocupado por el pabelln viejo, a fin de

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    todos saban que haba sido la figura central? Parece que influyeron otrosmotivos. Muchos crean que el diario autgrafo lo haba dado a conocerIse, la ltima amante de Narijira segn rumores. Otros se dieron cuenta deque el ttulo deCantares de Isele vena pintiparado a la obra, ya que ise,adems de ser el nombre del santuario, etimolgicamente poda significartres cosas: novelesco, ertico e irnico. Y efectivamente, la obraera histrica, pero pareca una novela. Dos tercios de los episodios eran detema amatorio. Y en sus pginas se agazapaba una genial irona, a vecescruda, a veces fina, a veces honda y humana. Cuando el autor parece estaren serio, bromea. Cuando parece chancearse, llora. Parece hostigar aalguien, y en realidad le est alabando. De personas exaltadas hablallanamente. De personas humildes, con toda deferencia.

    La obra tena que llamarseCantares de Ise.

    CICLOS TEMTICOS Y DESARROLLO DE LAS SECUENCIASLosCantares de Iseno siguen un orden cronolgico. Comienzan con

    el encuentro de Narijira y Takako, la nica mujer que el hroe am deverdad. Narijira tena treinta y tres aos, ella diecisis. Estos amores son eltema del primero de los siete ciclos en que se divide la obra. En el episodio4 aparece un poema que algunos consideran como el mejor de toda laliteratura japonesa.

    El ciclo segundo es una serie de amoros, en significativo contrastecon el amor total y absoluto del primer ciclo.

    El ciclo tercero, en tres actos, es un finsimo estudio del amor, elamoro y la amistad. Algunos de los episodios son cronolgicamenteanteriores al ciclo primero, pero el autor, que no quiere hacer una crnicapura, sino una obra de arte, va ordenando sus secuencias para queproduzcan un efecto a la vez lrico y dramtico.

    El ciclo cuarto, que es el central de la obra, presenta la continuacinde los amores con Takako, siendo ya ella emperatriz. Han pasado ochoaos desde el primer encuentro.

    El ciclo quinto, que aconteci inmediatamente despus del anterior,

    narra la ida de Narijira al santuario de Ise.El ciclo sexto, tambin en tres actos, contina el mismo tema generaldel libro el amor, con un tratamiento parecido al del ciclo tercero,pero los tres actos o tiempos son aqu diversos: el primero es una serie deepisodios de amistad; el segundo, escenas con Takako, o ancdotas que aNarijira le hacan recordar a Takako; el tercer acto entremezcla episodios

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    de amor y amistad, para que al lector, por la sucesiva impresin de las olasdel drama, le vaya quedando una idea cada vez ms clara del amor. Comoen una fuga musical, Takako es el tema que aparece, desaparece yreaparece. Por otra parte, ya desde el comienzo del ciclo segundo comienzaa impregnar todo el conjunto otro pensamiento central: la transitoriedaddel hombre y del amor. Esta idea, que es adems sentimiento, se acentaconforme nos acercamos al final. Cada vez aparece de un modo mspersistente y vigoroso.

    El ciclo sptimo, de verdadero arte consumado, presenta al Narijira dela historia fundido con el de la leyenda. Se intuye que el hroe va a morirpronto. Mezclados con escenas de su vida, aparecen sucesos de su nieto, ode personas de la generacin siguiente, o escenas superrealistas, todas, sinembargo, empapadas del mismo sesgo de Narijira. El hroe acabar, y, sin

    embargo, se perpetuar. Lo que l deja lo recoge el pueblo.Entre ciclo y ciclo hay uno o dos episodios como interludio, que

    sirven para enmarcar, y al mismo tiempo para concatenar las secciones.Dentro de cada ciclo los poemas, o mejor dicho los episodios van

    ordenados mirando al efecto artstico. El redactor es en esto imponderable.Tanto puede integrar las secuencias de acuerdo a una asociacin lrica,como marchando en progresin emotiva, o siguiendo un orden geogrfico.En ocasiones, en un alarde de estilo y con perfecto dominio de su arte,entremezcla en un ciclo determinado un episodio que parece no encajar,

    pero que encaja por contraste, porque la vida real es as, y las cosashumanas son imperfectas. Estas sorpresas de organizacin forman parte delplan.

    En el original de la obra no se especificaba nada sobre esteordenamiento cclico y progresivo. Pero los lectores del siglo X,habituados a la lectura de las Antologas Imperiales, donde tambin seseguan estas agrupaciones, descubran con suma facilidad los hilos deconexin de las secuencias, y los ciclos de la obra. Esta facultad osensibilidad parece que se perdi en siglos posteriores dentro del mismo

    Japn, y slo muy recientemente se han vuelto a descubrir los criterios queregulaban el engarce interno de obras al parecer caticas.Para ayudar al lector hispano le he puesto ttulo a los ciclos y a cada

    uno de los episodios.La originalidad y el mrito del redactor de losCantaresest en haber

    conseguido dar unidad, dramatismo e intriga intelectual al material

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    desordenado, o tal vez ordenado cronolgicamente, del diario de Narijira.En esto, como en tantas otras cosas, abri brecha nueva, y tansoberanamente, que en el Japn posterior nadie le consigui igualar.

    Primera historia novelada.Primera narracin lrica.Primera pica dramatizada.Primer ensayo sobre el amor y la muerte.Con razn dice el profesor Minoru Watanabe, de la Universidad de

    Kioto, que losCantaresson la fuente misma de la literatura japonesa. Conrazn ha sido la obra ms estudiada, y la que ms ha influido. Con razn, ysin duda, es tambin la mejor.

    CONCLUSINSlo resta repetir que este libro pide una lectura reposada y alerta.

    Hay que completar el no s qu que quedan balbuciendo tanto Narijiracomo su juglar annimo. Caer el lector en la cuenta de que todos losepisodios amorosos con Takako en el Ciclo Primero tienen como escenariola noche? Percibir el escepticismo religioso de Narijira? Sabr quedarseen la imprecisin cuando el texto es deliberadamente impreciso, como enel episodio 49 entre Narijira y su hermanastra?

    Si al terminar la lectura de esta obra alguien se pregunta que dndeest su grandeza, habra que contestar como Louis Armstrong al que lepreguntaba qu era el jazz: Si tienes que preguntarlo, no puedo

    contestarte. Narijira fue un poeta grande por lo mismo que es grande unpoeta en Occidente: por poseer, en equilibrio y en grande, los treselementos necesarios en toda lrica: idea, sentimiento y expresin y enexpresin se incluyen fantasa, ritmo y riqueza verbal. Narijira fue unpoeta natural, espontneo, improvisador, que cantaba para su vida y nopara las nubes. Su lrica estaba centrada en el hombre. Tan sencilla quecasi no se ve el artificio, si es que puede decirse que lo haya.

    Cantares de Ise, diminuto diamante, que para la pupila japonesatendr destellos que se nos escapan, pero que para el hispano tendr

    tambin fulgores que caen fuera del alcance japons. Como toda obragrande, pertenece a la humanidad entera.EL TRADUCTOR

    Kioto, 17 de febrero de 1977.

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    CANTARES DE ISE

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    [PRELUDIO]

    1.Mayora de edad de Narijirarase una vez un muchacho que acababa de cumplir quince aos, ypudo ir ya a cazar a sus tierras en la aldea de Ksuga, cerca de la antiguacapital, Nara. En la aldea vivan dos hermanas de extraordinariahermosura. Al pasar junto a la casa donde vivan las dos, el muchacho pudoverlas por los huecos del seto del jardn,\'7b*\'7d y se qued pasmado deencontrar tales bellezas en una aldecha cercana a la decada capital.Entrando en accin, rasg un trozo de su soberbio kimono de caza,improvis y escribi sobre l un poema y se lo envi a las dos. La tela del

    kimono era un rico brocado de seda, con el diseo contorneadocaracterstico de los estampados de Shinobu, lugar que est en la lejana ynortea regin de Michinoku. El poema deca as:

    Kimono teidocon eritrorrizasde Campo Ksuga:diseo de amar,maraa infinita.Precocidad tena el muchacho. En un instante se haba apropiado y

    readaptado el poema que deca:Enredo en volutas:diseo en maraaen Michinoku.Con quin me enredque ya no me hallo?Finos que eran los jvenes de antao.

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    [CICLO PRIMERO: AMORES CON TAKAKO YDESTIERRO DE NARIJIRA]

    2.Noche y alboradaUna vez viva un hombre joven. La Corte ya se haba trasladado de

    Nara a la nueva capital, pero an no se haba acabado de edificar sta,cuando viva en el barrio occidental una mujer que sobrepasaba en bellezaa todas las dems. Y su carcter y simpata rebasaban con mucho a suhermosura. No parece ser que estuviera del todo libre de compromiso, peronuestro hombre, aunque pasaba por formal, se las arregl para enredarsecon ella. A la maana siguiente de una de sus visitas nocturnas, y vuelto el

    oven a su casa, estaba pensando en lo que haba pasado la noche anterior.Era esto el da 8 de abril y caa una mansa lluvia primaveral. El joven,pues, le envi a ella un cantar que deca:

    Noche sin dormiry sin levantarnos,y al clarearslo hago yo verel llover de mayo.3.Helecho y lecho

    Viva una vez un hombre. Un da le envi a una joven de la que estabaenamorado un regalo de helechos de mar, algas comestibles exquisitas.Y con el regalo, un poema:

    Si t a m me quieres,vamos bajo techoa una vil choza.Las mangas del trajeservirn de lecho.Esto ocurri cuando ella, que luego fue la famosa Emperatriz de la

    Segunda Avenida, an no haba pasado a ser consorte imperial niperteneca a la nobleza.4.Luna y primaveraUna vez, cuando la Emperatriz Viuda resida en la parte oriental de la

    Quinta Avenida, haba una dama de la Corte que viva en una de las alasdel palacio.

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    Nuestro hombre, aunque al principio pens que conquistar a esta damasera empresa desesperada, pudo verse con ella los dos solos varias veces.Pero he aqu que, de pronto y sin previo aviso, desapareci ella a principiosde febrero. Y aunque l saba muy bien dnde estaba, no era un lugar en elque cualquiera pudiese entrar y salir a discrecin. Embebecido an en lasmemorias de la dama, se le pas un ao. Cuando en el febrero siguiente losciruelos estaban ya en plena floracin, la querencia le llev al lugar dondeella haba residido un ao antes. Se sentaba y miraba. Se pona en pie ymiraba. S, era el mismo lugar del ao anterior, pero todo le pareca tandiferente! Empapado en llanto, se sent finalmente sobre el entarimado dela veranda, y as permaneci hasta que a las claras del da la luna se pusopor el poniente.\'7b*\'7dEntonces, abrumado por el recuerdo, compuso estecantar:

    No es sa la luna?Y la primavera,no es la de siempre?Cmo es que yo solosoy el mismo que era?Y volvi a su casa al amanecer, llorando y llorando por el camino.5.Centinela nocturnoUna vez un joven visitaba en secreto a una dama del aristocrtico

    barrio de la Quinta Avenida. No queriendo que sus visitas se evidenciaran,

    esquivaba el entrar por la cancela principal, y encontr en el muro deadobe un oportuno boquete que los nios haban abierto para sus juegos. Elsitio de este boquete no era, por lo dems, llamativo ni frecuentado, perotanto lo utiliz el joven para sus incursiones, que el dueo de la casafinalmente se percat de ello, y precavidamente apost all a un centinelanocturno. Lleg nuestro hombre y no tuvo ms remedio que volverse sinverla. En su casa compuso el siguiente poema:

    Vereda secretaque voy y que vengo.

    Ay, centinela,cada noche y noche,que te rinda el sueo!La dama, por su parte, cay en tal decaimiento que el dueo de la casa

    cedi, y recomenzaron las visitas nocturnas.Bueno, en realidad haba comentarios en Palacio de que nuestro

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    hombre andaba visitando a la que despus fue Emperatriz de la SegundaAvenida; y para evitar mayores males, los hermanos de ella fueron quieneshaban colocado al vigilante. Eso se dice.

    6.Rapto nocturnoUna vez, un joven estuvo bastante tiempo pretendiendo a una joven

    noble, la cual permaneca inaccesible. Por ello, una noche oscura la rapt yse la llev.\'7b*\'7dCaminando, llegaron a un riachuelo que se llama kuta.Ella, viendo en el suelo gotas de roco, pregunt: Qu es esto? El jovenno contest y prosigui su fuga. Haban andado ya largo trecho, y la nocheempezaba a clarear. En esto empez a caer un intenso aguacero, contruenos terribles. El joven meti a la muchacha en una choza destartalada,ajeno a que haba ogros por el contorno. Se qued l fuera, vigilando, elarco en una mano y el carcaj en la otra. Mientras estaba estacionado all,

    deseando en su interior que amaneciese cuanto antes, un ogro se zamp a laoven de un solo trago. Ella grit, pero su alarido no se oy por el tronar de

    la tormenta. Cuando amaneci, el joven mir dentro de la choza y vio queella haba desaparecido. Dio un pisotn de rabia contra el suelo y llor loque no tena remedio. Entonces recit:

    Pregunt: Son perlas?Deb contestarle:No, que es roco.Y como el roco

    volatilizarme.Bueno, esto parece que sucedi cuando la que luego fue Emperatriz de

    la Segunda Avenida ya serva de dama de honor a su prima la Emperatriz.El joven la rapt, fascinado como estaba de su extraordinaria hermosura.Los hermanos de ella Mototsune, que luego fue el famoso ministroJorikaua, y Kunitsune, posteriormente Consejero de Estado an nohaban recibido estos cargos; casualmente los dos esa noche pasaron en sucamino a Palacio por las inmediaciones de la choza donde estaba ella,oyeron que alguien lloraba desconsoladamente, detuvieron al hombre y

    rescataron a la muchacha. Estos eran los ogros de que hablan las crnicas.Ha de saberse tambin que la joven era entonces casi una nia, y todava nohaba llegado a la posicin que despus consigui.

    7.Camino del destierro: las olas de IseUna vez, nuestro hombre sali de la Capital por problemas espinosos

    que se le haban creado, y se dirigi hacia la regin levantina. Al llegar a

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    las playas que estn en la regin colindante de las provincias de Ise yOuari, recit este cantar:

    Aoro los sitiospor verlos de paso,y en mi pasinenvidio a la olaque vuelve al pasado.8.El humo del Monte AsamaUna vez, habiendo salido nuestro hombre de la Capital y estando de

    viaje hacia las provincias levantinas, porque la vida en la Corte se le hacaimposible, iba acompaado de uno o dos amigos. De camino vio por vezprimera el humo que sala de un volcn, el Monte Asama, en la provinciade Shinano. Compuso:

    Al ver en Shinanoel humo que saledel Monte Asama,se est cerca o lejoshay quien no se pasme?9.La nieve del Monte Fuyi y la gaviota de la CapitalUna vez, cuando nuestro hombre decidi con despecho e impotencia

    que era intil intentar seguir viviendo en la Corte, sali con uno o dosamigos en busca de otros pagos, en direccin a levante. Como no conocan

    los caminos, hacan el viaje perdindose y volvindose a orientar. Yllegaron a un paraje que se llama Ocho Puentes, en la provincia deMikaua. La razn del nombre de este lugar es que los arroyos queconfluyen all forman una telaraa de agua, y para cruzarlos se habanlevantado ocho puentes consecutivos. Al borde de los cauces se sentaronbajo unos rboles a tomar su almuerzo,\'7b*\'7d fiambre de arroz cocido ydems. Uno de los caminantes divis de pronto que haba unos liriosexuberantes en la ribera misma, y se le ocurri: A ver quin hace unpoema acrstico con las cinco letras de la palabra lirio, y llevando como

    tema impresiones de viaje! Nuestro hombre, en menos de nada, recitaba:La ropa era china;Y de tanto usarla,Ropa ma es.Y t, mujer ma,Oh, cun alejada!

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    Al or esto, los compaeros empezaron a llorar, y los lagrimones,cayendo sobre el arroz reseco, hicieron que ste se empapase y se hinchase.

    Continuaron su viaje y llegaron a la provincia de Suruga. En lasproximidades de Monte Real, el sendero que dieron en tomar presentaba unaspecto angosto y lgubre, lleno de yedra y arces. Titubearon no poco siseguir o no, y estando en este trance apareci por la espesura un bonzoperegrino, el cual pregunt: Qu hacis en un camino como ste?Nuestro hombre reconoci al bonzo de haberle visto una vez en la Capital,y le dio un mensaje para la que quedaba en Jian-Ki, el cual mensajedeca:

    Por el Monte Realyo estaba en Suruga.Ni en realidad

    ni en sueos vea,mujer, tu figura.Cuando llegaron a divisar a lo lejos el Monte Fuyi, y a pesar de estar

    en pleno mayo, an quedaban sobre las laderas lunares de nieve. Nuestrohombre recit:

    Este Monte Fuyino tiene estaciones.Con nieve en mayo,es pardo cervato

    con blancos manchones.Si se compara el Monte Fuyi con el Monte Jiei, vecino a la Capital,

    aqul ser veinte veces ms alto, y su forma semeja un cono de sal.Continuaron la marcha y vinieron a un gran ro que fluye entre las

    provincias de Musashi y Shimotsufusa. Es el ro Sumida. Los trescaminantes se pusieron en una banda e inmediatamente pensaron connostalgia en la Capital. Qu lejos hemos venido! El barquerointerrumpi sus melancolas. Sbanse ya, que se hace tarde! Subieron abordo y se prepararon a cruzar el ro, todos sumergidos en los

    pensamientos de sus amadas que quedaban en la Capital. Un pjaro deltamao de una agachadiza de color blanco, pico rojo y patas rojasandaba por el agua comindose un pez. Como era una especie que sedesconoca en la Capital, ninguno lo poda identificar. El barquerorespondi, entendido y displicente: No hay ms que verlo: es una gaviotade la Capital.

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    Nuestro hombre compuso inmediatamente:Ya que eres gaviotade la Capital,yo te pregunto:La que yo bien quieroest bien, o mal?Y sus compaeros rompieron en llanto.10.El nsar de Val-MiioshiEn aquel tiempo nuestro hombre haba llegado a la provincia de

    Musashi. Y all cortej a una muchacha campesina. El padre de sta sevino a enterar de ello, y dijo que ya tena pensado con quin casarla. A lamadre, en cambio, le agrad que a su hija la pretendiese un noble tanelegante. El padre de la joven era plebeyo, pero la madre era una Fuyiuara;

    de ah que desease para su hija una boda aristocrtica. La madre, pues,envi a su yerno en perspectiva un poema que compuso sobre el particular.Como vivan en la aldea llamada Val-Miioshi, en el distrito de ruma, elcantar deca as:

    A un nsar que viveen el arrozalde Val-Miioshi,cuando se te acerca,lo oigo cantar.

    Nuestro hombre replic con otro poema:Del nsar que viveen el arrozalde Val-Miioshi,que viene y me canta,me podr olvidar?Ni en las provincias dejaba de galantear nuestro hombre.11.Nube en MusashiUna vez, yendo nuestro hombre de viaje por las provincias levantinas,

    envi a sus amigos de la Capital este poema que compuso por el camino:No echadme al olvido!Que aunque estoy tan lejoscomo las nubes,como la alta lunavolver yo a veros.

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    12.Rapto en MusashiEn aquel tiempo, estando por tierras de levante, nuestro hombre rapt

    a una joven y se la llev a los campos de Musashi. Por tratarse de delito derapto, el Gobernador provincial le mand arrestar. Antes de que pudieranapresarlo, escondi a la muchacha en un baldo de grandes yerbas, y se dioa la fuga l solo. Ya merodeaban el lugar los alguaciles, y se oy que unode ellos deca: En estos matorrales estar escondido el secuestrador... Ydecidieron prenderle fuego a los jarales resecos\'7b*\'7dpara que saliese elculpable. Entonces la muchacha, excitada, exclam:

    No quemis Musashi!Dejadlo por hoy!Que mi pimpolloest aqu escondido,

    y escondida estoy.Los alguaciles la oyeron y la sacaron. Pronto se descubri tambin al

    hombre, y se los llevaron a los dos juntos.13.Estribos de MusashiEstando una temporada en Musashi, nuestro hombre escribi a su

    amante de la Capital: Decrtelo por carta me cuesta mucho; no decrtelome duele ms. En el sobre de la carta escribi: Estribos de Musashi,como insinundole que tena amores nuevos en Musashi. Y ya no volvi aescribirle ms. Como pasara el tiempo sin recibir noticias de su amado en

    la provincia, la mujer de la Capital le envi este poema:Conque por Musashicon estribos nuevos?Pues yo, tan tuya.Si no escribes, pena.Y si escribes, celos.Nuestro hombre no pudo aguantarse y escribi:Celos si te escribo,y si no, pena?

    Pues yo en Musashi,con estribos nuevos,por ti me muriera.14.Una aldeana de MichinokuRodando por el pas, nuestro hombre lleg hasta los confines norteos

    de Michinoku. All una chica aldeana se le qued locamente enamorada,

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    entre otras cosas por tratarse de un apuesto hombre de la Capital. Conquele envi a l este poema:

    Ms, ms que morirde amor, yo quisierabreve y felizel destinodel gusano de seda.Se ve que hasta el poema era rstico y torpe. Pero a nuestro hombre le

    dio compasin, la visit y se acost con ella. En plena noche se escap lcon tiento. Cuando volvi ella en s y se encontr sola, compuso este cantary se lo envi:

    Cuando abra el da,en una tinaja

    lo ahogar:gallo intempestivoque espant a mi alhaja!Nuestro hombre le mand decir que tena que volver a la Capital y le

    dej este cantar:Fueras t de esbeltalo mismo que el pinode Kurijara,como un souvenir

    vinieras conmigo.La chica hasta lo tom a bien, y fue diciendo a las vecinas Aquel

    noble caballero est enamorado de m.15.Otra aldeana de MichinokuEstando una vez por la lejana y nortea provincia de Michinoku

    palabra que significa Lo hondo del camino, nuestro hombre empez avisitar a la esposa de un aldeano, y descubri para su sorpresa que la mujervala para mucho ms que para estar en aquel miserable villorrio. Lededic este poema:

    Quiero yo un caminodonde ir con tientopor Montesiento,y ver hasta lo hondoel alma que quiero.Al leer esto, la mujer se colm de dicha. Pero al mismo tiempo pens:

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    S, pero cuando vea lo hondo de mi corazn, va a darse cuenta de que yono soy ms que una rstica aldeana. Qu hacer?

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    [INTERLUDIO]

    16.Amistad de Narijira con AritsuneUna vez haba un noble llamado Aritsune de Ki, el cual haba servidoa tres emperadores, llegando a tener gran influencia en la Corte.Cambiaron los vientos, y se encontr peor que los hombres del estadollano. Aritsune era, sin embargo, hombre de gran corazn, refinado en susgustos, con una distincin natural. A pesar de su pobreza, conserv laelegancia de espritu y modales de sus mejores das, sin preocuparsemucho por la estrechez de su vida.

    Su esposa de muchos aos, pues ya eran ambos ancianos, decidi de

    pronto meterse a monja, como lo haba hecho ya tambin una hermanamayor. Dgase la verdad que Aritsune y ella desde haca algn tiempovenan tratndose con algo de frialdad; pero de todos modos l sinti laseparacin, y sobre todo sinti no poder, a causa de su penuria, despedirlacon algn regalo digno. Abrumado, Aritsune le escribi a un buen amigo:... Y ahora mi esposa se separa sin que yo pueda hacerle el menorobsequio... Al final de su carta Aritsune escribi este poema:

    Cont con los dedoslos aos que en ellapuse mi amor.Con ser diez los dedos,les di cuatro vueltas.Su amigo se entristeci al saber esto, e inmediatamente le envi todo

    un juego de ropas nuevas, desde kimonos hasta batas de dormir. Y con elregalo iba este poema:

    Contaron los aoscuatro veces diez.Y cuntas vecescont ella contigo

    como esposa fiel?Aritsune le contest:No es sta aquellatnica de plumas,prenda del cielo?Seor, pues que fue

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    vuestra vestidura.Su alegra era tal que posteriormente escribi otro poema de

    agradecimiento:Vino ya el otoo?Que me parecaque era roco.Y era aquel rocolas lgrimas mas.

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    [CICLO SEGUNDO: AMOROS DE NARIJIRA]

    17.Cerezo, flor de primaveraNuestro hombre se pas mucho tiempo sin visitar a una su amada. Unda, cuando haban florecido los cerezos, fue a visitarla y a ver las floresque resplandecan en el jardn. Ella recit:

    Ay, flor del cerezo,que le achacan tantoel ser fugaz,y espera al que vieneuna vez al ao!

    l le contest:De no venir hoy,maana, cual nieve,se esparcir.Si queda en el rbol,flor ya no parece.18.Crisantemo, flor de otooUna vez viva una mujer de poca experiencia que se las daba de

    sabihonda. Y cerca viva nuestro hombre. Ella, sabiendo que a l le gustabala poesa, queriendo tambin pasar por elegante, y para lanzarle unaindirecta, cort un crisantemo ligeramente marchito,\'7b*\'7d cuyos ptalosblancos comenzaban ya por los bordes a adquirir un ligero desvado rojizo,y se lo envi a nuestro hombre con un poema en que finga no notar estecolor rojizo, smbolo de la pasin. El cantar deca as:

    Dime t dndese ti escarlata.No tal pareceque la blanca nievecayera en su rama?Como dicindole: Dicen que eres hombre apasionado; a m me

    pareces blanco y fro como la nieve. Nuestro hombre pretendi no haberentendido la sutileza y le contest:

    En el rebordese ti escarlata.No tal parece

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    este crisantemoel borde de tu manga?19.Un otoo que invadi a la primavera (Narijira y su esposa)Nuestro hombre inici unos amores con una dama de las esposas del

    Emperador, pero pronto se enfri su inters por ella. Los dos por fuerza secruzaban en Palacio frecuentemente, pero l sola pasar de largo como siella fuese invisible. Un da la mujer le recit al pasar:

    Te fuiste de mtan lejos que eresnube del cielo.Los recuerdos tuyosa mis ojos vienen.l le respondi:

    Si ando a la derivatan lejos que soynube del cielo,es que en tu montaasoplan vientos hoy.Pero esto era como decirle que tambin ella tena otros amantes!20.Otro otoo que invadi a la primavera (Narijira y una mujer de

    Nara)Una vez nuestro hombre vio a una mujer que viva en la regin de

    Iamato. Se enamor de ella en seguida, y en menos de nada la tenaconquistada. Pero al poco tiempo tuvo l que ausentarse a la Corte paraservir al Emperador. Yendo de camino a la Capital, y aunque era abril, vioque las hojas de algunos arces se haban teido de rojo como si fueseotoo. Cort una ramita y se la envi con un poema que deca:

    Esta rama de arcepara ti he cortado.En primavera,cual si fuera otoo,

    roja se ha tornado.La respuesta de la mujer le lleg cuando ya se hallaba en la Capital.Deca:

    De verde a rojizose cambi al momentohoja y amor

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    Ay, no es primaveraya ms por tu pueblo!21.Una que se fuePor aquel tiempo dos amantes se adoraban de tal modo que ninguno

    de ellos era infiel. Pero, lo que son las cosas, por una insignificancia elladecidi de pronto que estaba harta del amor y de todo, y que tena quesepararse. Efectivamente, se alej de l, dejndole escrito en un biombo elsiguiente poema:

    Al verme partir,frvola y mudableme llamarn.La verdad del mundola gente no sabe.

    l se qued estupefacto al leer esto, porque por mucho que pensaba nolograba encontrar nada que pudiera haberla disgustado. Rompi a llorar yse dirigi a la puerta mientras pensaba por dnde debera buscarla. Peropor mucho que indag, ella haba desaparecido sin dejar rastro. Y con esto,volvi desolado a su casa. All recit esta endecha:

    No merece el mundola pena de amar.Meses y aosviv de promesas,

    de promesas vanas.Y cayendo en la ms sombra postracin, continu cantando:Me recordar?Yo s la recuerdo.Veo ante m,como una diadema,su rostro y su cuerpo.Y pas el tiempo. La mujer, incapaz de sobrellevar por ms tiempo la

    separacin, le envi un da una tarjeta en que deca:

    No quiero sembrarla flor del olvido,ni una semilla,en tu corazn.Tarde lo he sabido.l respondi:

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    Si t me dijerasque en tu pecho plantasflores de olvido,sabra que al menosantes s me amabas.Y comenzaron a cambiarse mensajes ms apasionados que nunca. Le

    escribi l:Cuando a veces piensoque tal vez me olvides,mi coraznsiente ms tristezaque cuando te fuiste.Ella le contest:

    Por el alto cielolas nubes se alejansin dejar rastro.Por ti yo me sientonube pasajera.As se escriban. Pero ambos tenan ya otros amores, y no volvieron a

    verse.22.Otra que se fue (Narijira e Ise de Fuyiuara)Una vez dos amantes haban cortado sus relaciones por una nadera.

    Ella, que por lo visto hallaba ms duro olvidar lo pasado, le escribi unda:

    Siento pena y rabiaporque yo no olvidoque fuiste mo.Tenindote odio,te tengo cario.l coment para s: Lo que me esperaba. Y le respondi:Ya que nos quisimos,

    vamos a queremos:aguas de un roformando una isla,juntndose luego.Y con la misma fue a visitarla aquella noche. Hablaron de lo pasado, y

    de lo futuro, y de otras cosas. De pronto l le dijo:

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    Mil noches de otoocuntalas como una.Pues ni aunque gocede ti diez mil nochesllegar a mi hartura.Ella le contest:Mil noches de otoohazlas como una.Me pondr a hablarte,y cantar el gallosin que yo concluya.Y desde entonces l la quiso ms que antes, y continu visitndola

    fielmente.

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    [INTERLUDIO (DOS HISTORIAS RECOGIDASEN EL DIARIO DE NARIJIRA)]

    23.Los nios de unos vendedores itinerantesUna vez, un nio y una nia, hijos de unos vendedores itinerantes,

    solan jugar juntos cerca de un pozo.\'7b*\'7dCuando crecieron, empezaron atener vergenza el uno del otro, pero el nio pensaba casarse algn da conella. Y ella tambin pensaba lo mismo. Por eso, cuando el padre de la niadecidi casarla con otro, ella se negaba. El nio le envi el siguientepoema:

    Aquella mi talla

    que antes no llegabahasta el brocallo ha sobrepasadodesde que no ests.Ella le contest:El largo del pelome desafiabas.Me llega al pecho!Quin, si no eres t,

    lo va a levantar?Y de este modo continuaron cambiando misivas, hasta que por fin se

    casaron.Al cabo de unos aos, el padre de ella muri, y la joven se qued sin

    recursos para mantenerse. El marido pens que no poda tolerar el caer entanta pobreza, y se busc una amante en Takaiasu, en la regin de Kauachi.As estaban las cosas. Pero cuando la esposa no daba muestras dereprocharle nada, antes por el contrario le animaba a seguir visitando a sunueva amante, l empez a sospechar si tal vez ella por su parte no se

    habra buscado otros amores. Por eso un da fingi irse a Kauachi, pero sequed escondido entre los arbustos del jardn, picado por los celos. Desdeall vio que su esposa, despus de arreglarse, apareca bellsima en laveranda, y que mirando a la lejana recitaba:

    La tormenta brama.Las olas se encrespan.

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    Cresta Dragncruzars de nochesin tu compaera.Al ver esta escena, el hombre se qued irremediablemente enamorado

    de su mujer, y dej de ir por Kauachi.Pero una vez se le ocurri a l hacer una visita ocasional a Takaiasu, y

    encontr a su antigua amante, que le haba parecido antes tan elegante,completamente desarreglada; y lo que es ms, vio que ella misma tena queservirse el arroz durante la comida, de la olla a la taza. Con esto se le pasla poca ilusin que le quedaba, y esta vez dej por completo de visitarla.

    Un da, esta amante de Takaiasu compuso un poema, y lo recitmirando en direccin a la regin de Iamato, donde viva nuestro hombre:

    Mirando y mirando,

    miro hacia tu tierra.Nube, no escondasla sierra de Ikoma,aunque aqu me lluevas!Y se le pasaban las horas mirando en direccin a donde viva l. Un

    da le pasaron aviso de que el hombre de Iamato vena a verla, Pero aunqueella le esper llena de alegra, pasaron los das sin que l apareciera. Ella leenvi este mensaje:

    Las noches de cita

    que yo pas en vela,y no viniste!Ya no espero nada,y sigo en mi espera.Pero el hombre no volvi.24.Un hidalgo provincianoUna vez, un hombre viva con su esposa en una ciudad provinciana.

    Estando l al servicio de la Corte, tuvo que ausentarse a la Capital, yaunque se le hizo muy dura la separacin, antepuso su obligacin a sus

    sentimientos, y se fue. Pasaron tres aos sin que volviera ni una sola vez avisitarla, y la mujer se cans de esperar. Justamente la noche que ellaesperaba por vez primera la visita de un pretendiente que la haba estadosolicitando largo tiempo, se present el marido. Llam a la puerta y dijo:breme, soy yo. Ella no le abri, y en su lugar le dijo desde dentro:

    Te esper tres aos

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    lindos como gemas,y ahora vienesla noche que esperoalmohada nueva.l entonces respondi:Arco de catalpa,bonetero, zelkova,como te quisetantos tantos aosquereos ahora.Dicho esto, empez a alejarse de la casa. Ella sali desesperada tras l

    diciendo:Arco de catalpa tuyo,

    me tenses o no,slo hacia ti,ms firme que nunca,va mi corazn.Pero el hombre no se volvi. Llena de angustia, ella le sigui, pero sin

    poder alcanzarle. Finalmente lleg a un lugar donde corran aguascristalinas, y se dej caer por tierra desconsolada. En una roca que allhaba escribi, mojando el dedo en su propia sangre:

    De m te apartaste

    sin apelacin.Como no pudedetener tus pasos,aqu muero yo.Y all mismo qued muerta.

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    [CICLO TERCERO: QU ES EL AMOR?]

    [ACTO PRIMERO: DESENGAOS]

    25.Baha sin codios (Narijira y Komachi)Una vez un hombre le envi un cantar a una mujer que no pareca

    negarse a recibirlo, pero que tampoco se decida cuando llegaba la hora:Por los bambes maana de otoovine a verte a ti.Ms se mojaron

    de noche mis mangasporque no te vi.La mujer, que tena ya su experiencia en cosas de amor, le respondi:Pescador que ignorasque yo soy bahaque no da codios:vienes porfiado,las piernas cansinas.26. Puerto con tifn (Respuesta a una carta de la Emperatriz kiko

    que haca referencia a lo de Takako)Una vez, un hombre le escribi a una seora que por carta le

    compadeca por no haber podido llevarse a cierta mujer que viva en laQuinta Avenida:

    Hay ms llanto en mi mangaque olas tiene el puertodonde fondea,huyendo el tifn,un barco chinesco.27.Bajo el agua de la jofaina

    Hace mucho tiempo, un hombre pas la noche en la casa de ciertamujer, pero ya no volvi a visitarla. Ella, pasado mucho tiempo, quit unda la tapa de bamb que cubra su aljofaina, y vio su propia imagenreflejada en el agua. Sintindose sola, exclam:

    Cre que no habanadie que penara

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    como yo peno.Y haba all otradebajo del agua!Pero el hombre lo estaba viendo todo, y le respondi:No me viste a men la palangana?A coro croandebajo del aguaincluso las ranas.28.Ni agua escapabaUna vez, a uno le toc una amante que le dej en busca de otras

    aventuras. l dijo:Por qu me prohbes

    que te vuelva a hablar?No nos trenzamostan estrechamenteque ni agua escapaba?29.Flor del recuerdo (Reencuentro con Takako)Una vez, invitaron a un noble caballero a una fiesta de cumpleaos

    que se celebraba en el jardn de la madre del prncipe heredero, conocasin de la floracin de los cerezos. En la fiesta l recit:

    Nunca me he saciado

    de mirar las floresde los cerezos.Nunca las he vistocomo en esta noche.30.Breve cuenta de rosarioUn da le escribi l a una amante que solamente le haba recibido una

    vez:Cuenta de rosariofue lo tuyo y mo:

    as de corto.Y qu largo se me hacetu corazn fro!31.Flor del olvidoUna vez iba nuestro hombre por uno de los corredores del Palacio

    Imperial, y al pasar junto al aposento de una de las damas, ella, que sin

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    duda deba de guardarle rencura por algn desengao, le dirigi desdedetrs de los biombos, con nimo e intencin de zaherirle, los dos ltimosversos de este viejo cantar:

    Como tenga vidabien le amargarser olvidada.Esa florecillaen qu parar?l le contest:A la que maldicea un hombre inocente,lo de la sutra:la flor del olvido

    le nazca en la frente.En el mismo aposento haba otras damas que le aborrecieron por esta

    contestacin.32.Una nueva telaUna vez nuestro hombre le escribi a una amante con la que no haba

    intimado durante varios aos:Desbarataremosla urdimbre ya viejade un viejo pao,

    y haremos los dosuna nueva tela.Pero a ella no le hizo impresin, y no hubo respuesta.33.Marea crecienteUn hombre tena relaciones con una mujer que viva en Mubara, en la

    costera regin de Settsu. Un da ella le dijo que tena miedo de que si l seiba, ya no volvera ms a visitarla. l la procur calmar:

    Como en la caletala marea sube

    no, con ms fuerzaen ti mi personapiensa, anhela y sufre.Ella respondi:Hasta dnde me amas?Cmo eres de honda,

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    rada escondida?Podr sondeartecon una garrocha?Para ser de una pobrecita aldeana, este poema, vale o no vale?34.Dolor crecienteUna vez un hombre le escribi a una amante que se haba vuelto fra e

    indiferente:Decirlo, no puedo.No decirlo, quemadentro del alma.Sufrir solo y dentroes lo que me quema.As se renda, sin reparos ni comedimientos.

    35.Una nueva lazadaUna vez un hombre envi la siguiente misiva a una amante de la que

    muy a pesar de ambos se haba tenido que separar:Un collar se atacon una lazada.Aunque se suelte,atarlo de nuevobien que se podr.36.Enredadera del monte

    Ella le acus una vez de olvidadizo. l le contest:Por caada estrechasube hasta la cumbrela enredaderay no se detendrel amor que te tuve.37.RuiponceUna vez un hombre empez a frecuentar la casa de una mujer que

    saba mucho de amores. No findose de su fidelidad, el hombre le mand

    este poema:No aflojes la fajamientras no est yo,aunque el ruiponceno espere a la nochepara abrirse en flor.

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    Ella le replic:Lacito apretadocon nuestras dos fuerzas,podr yo soladesembarazarlomientras t no vengas?

    [ACTO SEGUNDO: AMOR Y AMISTAD]

    38.Qu ser el amor?Una vez fue nuestro hombre a casa de Aritsune de Ki, pero ste haba

    salido a pasear y volvi tarde. Al verle por fin, nuestro hombre le dijo:De ti, compaero

    lo tengo aprendido:lo que la genteque vive en el mundodice que es cario.Aritsune le contest:Como no lo s,me dirijo al mundo:Qu ser, qu,eso del cario?

    Soy yo el que pregunto.39.Como antorcha que se apagaHubo una vez un emperador conocido como el Emperador del Palacio

    de Occidente. Tena una hija llamada princesa Takaiko, la cual muricuando estaba para cumplir veinte aos. La noche del funeral, nuestrohombre, que viva cerca del Palacio de Occidente, sali a ver la ceremonia,y se mont en el carruaje de una dama de palacio que se haba situado enun buen sitio. El funeral se demoraba. La dama estaba llora que llora, e ibaya a desistir de ver el comienzo de la ceremonia cuando un noble llamado

    Itaru de Minamoto, el ms mujeriego sobre la haz de la tierra, se acerc alcarruaje. Tambin l pretenda ver el funeral, y creyendo que en el interiordel coche no haba ms que una mujer, empez a hablar y a flirtear conella. Entre otras cosas, Itaru ech dentro varias lucirnagas, metiendo lamano por los visillos. La dama tema que no fuera que con la luz quedesprendan las lucirnagas su rostro y el del hombre dentro fueran

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    expuestos a la vista de miradas indiscretas. Conque le pidi a nuestrohombre que extinguiera la luz de las lucirnagas. Precisamente en esemomento nuestro hombre exclam:

    Ya van a sacarla.Se apag su antorchairremisibleprematuramente.Od cmo lloran.Al or esto, Itaru dijo:Lamentos de muerte,bien que los escucho.De que su antorchase apagara o no,

    no estoy tan seguro.Para ser un poema del ms clebre galanteador bajo el firmamento, no

    estaba lo que pudiramos decir a la altura. Este Itaru fue abuelo de Shitag.Y su conducta no pretenda insultar a la princesa difunta.

    40.Como antorcha que se enciende (Primer amor de Narijira)Una vez un joven se enamor de una sirvienta de su casa, la cual no

    estaba del todo mal. Los padres de l, antes de que las cosas secomplicaran, decidieron que sera mejor despedir de su servicio a lamuchacha, pero no pasaron a los hechos. Como el joven an dependa de

    sus padres para su sustento, no tena medios de oponerse. Ella, por su parte,siendo de humilde condicin, tampoco poda oponerse a la voluntad de susamos. Estando en stas, los dos se enamoraban cada vez ms el uno delotro. Conque de repente la muchacha fue despedida y puesta a servir aotros amos. El joven derram lgrimas de sangre, pero no pudo alterar losacontecimientos. Ella haba desaparecido de su vista. Llorando y llorando,dijo l:

    Si se la han llevado,a m qu me cuesta

    dejar la vida?Jams sinti nadiepena como sta.Y cay desmayado. Sus padres se desconcertaron. Ellos slo haban

    buscado el bien del muchacho, y jams pensaron que ocurriera una cosaas. Pero la realidad es que el joven no recobraba el conocimiento, y los

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    padres apresuradamente comenzaron a rogar al Cielo por l. El desmayoocurri un atardecer. Al crepsculo del da siguiente, el joven empez a darseales de vida.

    As amaban los jvenes antiguamente. Podrn amar as los viejos deahora?

    41.Violetas (Narijira y su cuada)Antiguamente haba dos mujeres que nacieron de la misma madre. La

    una se cas con un hombre pobre y plebeyo. La otra, con un noble. La quetena marido plebeyo estaba un da a finales de diciembre lavando elkimono de fiesta de su marido, y alisndolo con sus propias manos.Aunque se esmeraba, no estando acostumbrada a tan servil tarea, hizo undesgarrn en el hombro. Se qued sin saber qu hacer, y empez a llorar yllorar. Supo de esto el hombre noble su cuado, y movido a compasin le

    envi un esplndido kimono de color azul oscuro, estatuido para loscortesanos del sexto rango. Con el regalo iba este poema:

    Cuando el violetase hace ms intenso,el prado enteroparecen violetas,mirando de lejos.As refunda el viejo poema sobre Musashi.42.Huellas

    Una vez un hombre entabl relaciones con una mujer, aun a sabiendasde que ella era ms bien coqueta y alegre. No le importaba por lo visto quefuera as. Aunque la visitaba con frecuencia, empez a sospechar de sufidelidad, pero no por eso dejaba de acudir a ella; de tal modo se le hacainsoportable pasar sin sus amores. Pero por asuntos inaplazables una vezestuvo dos o tres das sin visitarla. No pudiendo ir en persona, le mandeste poema:

    No se habrn borrado!Huellas que dej

    cuando me vine.Quin las andarpara ir a verte?Se reconcoma de sospechas.43.Cuclillo (Narijira es el segundo hombre)Esto era una vez que el hijo de un Emperador, el prncipe Kaia, se

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    enamor de una mujer y la colm de favores. Esta mujer tena otro galnalrededor. Y finalmente haba un tercer hombre que crea que era suyasolamente. Este tercer hombre vino a saber de la existencia de los otrosdos, y le envi a ella un dibujo de un cuclillo con el siguiente poema:

    Pjaro cuclillo,muchos son los pueblosdonde t cantas.Quisiera olvidarte,y slo en ti pienso.Ella, para arreglar el percance, repuso:El pjaro cucoque lleva la fama,cantando llora

    tu olvido y tus dudassobre mis andanzas.Esto ocurra en junio. El joven respondi:Ay, pjaro cucode muchas andanzas,yo te querrcon tal que en mi pueblooiga tu cantar.44.Despedida de amigo

    Una vez un hombre tena un amigo que se iba destinado comofuncionario a una provincia. Como eran ntimos, le invit a su casa paradarle una fiesta de despedida, e hizo que su propia esposa les escanciara elvino. Como regalo, le obsequi con un faldn en cuya cintura prendi unatarja con este poema, en el que deca en nombre de su esposa:

    Como me he quitadopor ti, que nos dejas,este faldn,me quedo sin prenda,

    me quedo sin pena.De todos los poemas que se leyeron en aquella ocasin no lo hubomejor, de forma que nadie se atrevi a recitar nada despus; bien que estepoema no fue recitado, sino ledo en silencio, quedando el sentimiento enlo hondo del pecho.

    45.Un ardiente da de verano

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    Una vez viva un hombre. Una joven, que haba sido criada por suspadres con todo esmero y cuidado, no haca ms que pensar en cmopodra declararse a ese hombre. Pero encontrndolo ms que difcil, cayenferma de muerte, y en el trance final confes a sus padres el cario quela mataba. Su padre, al or esto, se puso a llorar y a llorar, y a toda prisa fuea llamar a nuestro hombre. Este acudi en seguida slo para hallar que lamuchacha ya haba muerto. Se qued all para lamentar tan triste suceso.Era el mes de julio y haca mucho calor. Por la noche nuestro hombreparticipaba en la msica que se le ofreca como consuelo al alma de lamuchacha. Entrada la noche, comenz a soplar una brisa fresca, y laslucirnagas revoloteaban por el aire.\'7b*\'7d Mientras las contemplabalargamente, el hombre cant:

    Id hasta las nubes,

    lucirnagas, volando.Decidle al nsarque el viento de otooya viene soplando.Contemplando el sollargo del veranome pas el da,sin saber por qu,apesadumbrado.

    46.A un amigo lejanoUna vez, nuestro hombre tena un amigo ntimo. Nunca se separaban.

    Sucedi que este amigo tuvo que ausentarse a una provincia lejana, y muya pesar de ambos se separaron. Pasado el tiempo, este amigo le envi unacarta que deca: Qu largo se me ha hecho el tiempo que llevamos sinvernos! Estoy preocupado de que me hayas olvidado. Ya dicen que cuandolos ojos no ven, el corazn olvida...

    Al leer esto, nuestro hombre compuso un cantar y se lo envi:Creerme no puedo

    que estemos ausentes,no habiendo daque yo a ti te olvide.En sombras me vienes.47.TalismnUna vez nuestro hombre se enamor de una mujer y pens hacerla

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    suya. Ella haba odo que l era muy mujeriego, y se mantena fra. Comorespuesta a sus declaraciones, ella le dijo:

    Te tocan ms manosque a los talismanesde ramo santo.Y aunque pienso en ti,no quiero entregarme.l le contest:Talismn me llamas;y al ramo santolo echan al ro...que siempre me arrimahacia tu remanso.

    48.Esperando y esperandorase una vez que nuestro hombre esperaba la visita de un amigo al

    que haba prometido darle una fiesta de despedida. Pero el amigo no sepresent. Nuestro hombre recit:

    Ahora lo he sabido:que esperar amarga,y que sin faltadeb de haber idodonde ella esperaba.

    49.Narijira y su hermanastraUna vez un hombre se senta muy enamorado de su hermanastra y le

    dijo:Esa yerbaque me parecatan nia y suavepara revolcarme,otro la engavilla?Ella le replic:

    Palabritas rarascual retoos nuevosque t me hablas!Yo a ti te querasin dobles intentos.

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    [ACTO TERCERO: CRESCENDO DE AMOR, Y SOLEDAD]

    50.Flor del cerezo cadaUna vez un hombre, aborreciendo a la que le aborreca, le dijo:Apila cien huevosuno sobre otro...Pues aunque puedas,a quien no me quierevoy a querer yo?Ella le contest:El roco a veces,cuando se evapora,deja una gota.

    Pues ni el rastro esperoyo de tu persona.l le dijo:Resistir al vientola flor del cerezopor ms de un ao?Yo lo creera,y a ti no te creo.Ella:

    Nmeros no escribasen agua que pasa,que duran poco.\'7b*\'7d

    Cmo voy yo a amara quien no me ama?Y l:Al agua que corre,y al tiempo que pasa,y a la flor vana,

    quin podr mandarlesdetener su marcha?Tal es la historia de un hombre y de una mujer reprochndose

    mutuamente de infidelidad, siendo efectivamente ambos infieles.51.Flor del crisantemo sembradaUna vez nuestro hombre plant un crisantemo en el jardn frontal de

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    una mujer, y recit:Plan