Año 100 / Cuarta Época -...

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Director: Eduardo Torres Cuevas

Consejo de honor In Memoriam:Ramón de Armas, Salvador Bueno Menéndez, Eliseo Diego, MaríaTeresa Freyre de Andrade, Josefina García Carranza Bassetti, RenéMéndez Capote, Manuel Moreno Fraginals, Juan Pérez de la Riva,Francisco Pérez Guzmán

Consejo de redacción:Eliades Acosta Matos, Rafael Acosta de Arriba, Ana Cairo Ballester,Tomás Fernández Robaina, Fina García Marruz, Zoila Lapique Becali,Enrique López Mesa, Jorge Ibarra Cuesta, Siomara Sánchez Roberts,Emilio Setién Quesada, Carmen Suárez León, Cintio Vitier

Jefa de redacción: Araceli García CarranzaEdición: Marta Beatriz Armenteros ToledoComposición electrónica: Marta Beatriz Armenteros Toledo

Kirenia AcostaIdea original de diseño de cubierta: Luis J. GarzónVersión de diseño de cubierta: Yoe M. Piñeyro Rojas

Imágenes pertenecientes a los fondos de la Biblioteca Nacional de CubaJosé Martí.

Canje: Revista de la Biblioteca Nacional José MartíPlaza de la RevoluciónCiudad de La HabanaFax: 881 2428Email: [email protected] Internet puede localizarnos: www.bnjm.cu

Primera época 1909-1913. Director fundador: Domingo FigarolaCanedaSegunda época 1949-1958. Directora: Lilia Castro de MoralesTercera época 1959-1993. Directores: María Teresa Freyre de Andrade,Cintio Vitier, Reneé Méndez Capote, Juan Pérez de la Riva y Julio LeRiverend BrusoneCuarta épocaDirectores: 1999-2007: Eliades Acosta Matos

2007-: Eduardo Torres Cuevas

La Revista no se considera obligada a devolver originales no solicitados.Cada autor se responsabiliza con sus opiniones.

Año 100 / Cuarta ÉpocaEnero-Diciembre, 2009Número 1-4Ciudad de La HabanaISSN 0006-1727RNPS 0383

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ÍNDICE GENERAL

UMBRAL Una presencia centenaria en la cultura cubana 7Eduardo Torres Cuevas

ANIVERSARIOSREVISTA DE LA BIBLIOTECA NACIONAL JOSÉ MARTÍ (1909-2009)

Cuba 24 11Gerardo Castellanos García

Épocas y contenidos de la Revista de la Biblioteca Nacional de Cuba 27Araceli García Carranza

Editar la Revista de la Biblioteca: un estado de gracia conspirativo por la cultura cubana 65Carmen Suárez León

TESTIMONIOS SOBRE EL CENTENARIO Salvar la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí 68Rafael Acosta de Arriba

La Revista... y yo 70Jesús Dueñas Becerra

La Revista, cien años después 72Leonel Mazas

Mi Revista 76Marta B. Armenteros

El reinicio de la Revista en 1999 78José Antonio García Valiente

Marinello, el martiano mayor en una Revista centenaria 80Mario Antonio Padilla Torres

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ENRIQUE JOSÉ VARONA (1849-1933)

Martí en Varona 83Josefina Meza Paz

Enrique José Varona: una aproximación a su obra literaria 92Gerardo C. García Barceló

El pensamiento ético de Varona. Del naturalismo ético a la eticidad revolucionaria 102Armando Chávez Antúnez

Acercamiento al ideario educativo de Enrique José Varona y Pera 107Justo A. Chávez Rodríguez

Varona: comprensión ético-filosófica del mundo, el hombre y la sociedad 110María Elena García Sánchez

Función educativa de la vida y la obra de Enrique José Varona y de Fernando Ortiz 122Rolando Buenavilla Recio

HOMENAJESCINTIO VITIER (1921-2009)

A Cintio en su 88 cumpleaños 127Araceli García Carranza

El día de hoy tiene un especial significado 129Eduardo Torres Cuevas

MEDITACIONES A propósito de la temática de “lo humilde-cotidiano” en Habana del centro de Fina García Marruz 131Lennys Ders del Rosario

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Hoy es un día de emociones y recuerdos 140Juan Nuiry Sánchez

La subjetividad en la narrativa histórica: la Protesta de Baraguá frente al espejo 149Antonio Álvarez Pitaluga

El fondo Fernando Ortiz de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí 165María del Rosario Díaz

Homenaje a los 90 años fundacionales de la Sociedad Pro-Arte Musical 176Irina Pacheco Valera

Acercamiento cultural al tratamiento de la arquitectura en cuatro crónicas carpenterianas 194Cristina Peña Pérez

Emilio Roig de Leuchsenring y su época 204María del Carmen Barcia Zequeira

A casi 100 años del maestro Ernesto Sábato 210Mercedes Santos Moray

José de la Luz y Caballero en la contemporaneidad historiográfica cubana 217Mildred de la Torre Molina

Factores que hicieron posible el golpe de Estado de Batista 229Newton Briones Montoto

Sobre la responsabilidad social del diseñador 236Claudio Sotolongo

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DOCUMENTOS RAROS Otro texto inédito de Félix Varela 241Amaury B. Carbón Sierra

LIBROS El juicio del Moncada, de Marta Rojas 245Araceli García Carranza

Memorias de la Revolución 250Luis M. de las Traviesas Moreno

Narciso, la poesía y los poetas. Nuevo libro de ensayos de Virgilio López Lemus 252Yuri Rodríguez González

Normas de presentación de los artículos 255

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UMBRAL

El nacimiento de una revista, si esgenuina, si responde a la necesidad

de un espacio de creación y diálogo,siempre es deseable. Si esa revista lo-gra insertarse en el interés de unacomunidad de lectores, y de lectoresexigentes, entonces ya será más queuna intención de sus creadores, parteviva de sus lectores. Si esa revista lo-gra sostenerse, como todo cuerpo vivocon sus mejores y buenos momentosdurante un siglo, se vuelve, más que lacreación de una generación, parte de lacomposición de la cultura de un país.La Revista de la Biblioteca NacionalJosé Martí cumple su primera centu-ria en este año 2009. Ha pasado pordiversos momentos, ha vencido dificul-tades que nunca se enumeran, pero quedejan su huella en el decurso de losaños y ha marcado con su impronta avarias generaciones de estudiosos cu-banos y de otros países. Es por ello quees difícil poder hablar o leer escritos encualquiera de las ramas de investigacio-nes de la cultura cubana en que no estépresente nuestra revista.

Nació esta publicación en aquellosaños oscuros y difíciles en que se de-batían en contraposición silenciosa los

intereses reales de una cultura en ges-tación y la imposición o la sutil atracciónde una expresión foránea que podíaarrasar con el débil árbol sembrado conel amor y la sangre de los componen-tes de lo que llamaría Martí un “pueblonuevo”. No eran claras las proyeccio-nes ante la complejidad que presentabael naciente siglo XX cubano. Gran par-te de lo que ese siglo acumuló eradesconocido por los callados adalidesde un pensamiento propio para un pue-blo que tenía que definirse a sí mismo.Apenas alguno de los problemas socia-les graves de la nación se expresabanen las nuevas escrituras que intentabandefinir a una Cuba que, rotas las atadu-ras coloniales, apenas era capaz deromper las tradiciones coloniales. Laidea martiana de que en nuestras repú-blicas sobrevivía la colonia, constituíauno de los peligros reales para lograrla república “con todos y para el biende todos”. Pero más fuerte aún era elarrollador avance de una modernidadnorteamericana, atractiva y punzanteque parecía que se presentaba comolo más avanzado en los comienzos delsiglo. En ese contexto, hacer y pensara Cuba era hacer y pensar en medio

Una presencia centenariaen la cultura cubana

Eduardo Torres CuevasHistoriador y director de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí

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de una composición intelectual que ape-nas podía asirse a un núcleo creativode escasos y controvertidos nombres.

Entre las obras más importantes delbatallar de los defensores de la integri-dad del naciente pueblo, de laindependencia de la nación herida, y dela espiritualidad de una cultura cubana,estuvieron las sutiles batallas por ganar-le a la influencia intervencionistaespacios vitales para la preservación delas tradiciones, del pensamiento y de lahistoria heroica del pueblo cubano comoelemento esencial de la cultura cuba-na. Un capitán del Ejercito Libertador,Joaquín Llavería, sería gestor de un Ar-chivo Nacional cuya misión sagradasería recuperar y preservar los docu-mentos con los cuales, algún día, seconstruiría la memoria histórica denuestro pueblo; un hombre extraordina-rio, seguidor estrecho e infatigable deMartí, Domingo Figuerola Caneda, lo-graría que en un pequeño espacio de lavieja Fortaleza de la Fuerza se le nom-brara director de una hipotéticaBiblioteca Nacional. Tendrían, ambos,que contribuir con fondos documentalesy bibliográficos a que historiadores y es-tudiosos del siglo XX deconstruyeran lahistoria colonial, construyeran e imagina-ran una nueva historia que legitimara elderecho del pueblo de Cuba a una na-ción independiente y, sistemáticamente,reajustaran y redescubrieran esa histo-ria de nuestro pueblo.

La creación de instituciones que es-tablecieran una cultura nuevaúnicamente podía lograrse si en su in-terior hombres y mujeres imbuidos deun fervor patriótico y con la cultura ne-cesaria para hacer cultura, trabajaranen acumular información proveniente

de las más diversas fuentes, y no sólotrabajaran la historia heroica, sino tam-bién la de los hábitos, costumbres,tradiciones, creaciones, que le daban anuestro pueblo perfiles muy bien defi-nidos. Había que hacer mucho más.Había que pensar a Cuba desde la obracreadora de quienes en cada época ha-bían estudiado la sociedad colonial. Elloexplica el inmenso amor con que lega-ron a la Biblioteca Nacional de Cubasus colecciones personales desde elpropio Domingo Figuerola Caneda has-ta eruditos como Vidal Morales. Noobstante, era necesario mucho más. En1909, como parte de un movimiento decreación de espacios de divulgación delconocimiento oculto en los fondos de laBiblioteca Nacional, Domingo FiguerolaCaneda logra la publicación del primernúmero de la Revista de la BibliotecaNacional. Un año después, se consti-tuía la Academia de la Historia de Cubaque le daría al país el centro de la acti-vidad científica y literaria para proyectary debatir los mayores alcances a nues-tra historia nacional. Entre los nombresde los ilustres fundadores de dicha aca-demia estaría asimismo el de DomingoFiguerola Caneda.

El creador y primer director de laRevista de la Biblioteca Nacional,Domingo Figuerola Caneda, nació enLa Habana el 17 de enero de 1852.Participó en importantes proyectos in-telectuales como la Antología depoetas hispano-americanos com-puesta por Marcelino Menéndez yPelayo, y fue delegado de Cuba en losCongresos Internacionales de Bibliogra-fía y de Bibliotecarios, este últimocelebrado en París en 1900 y del cualfue uno de los vicepresidentes; fue

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miembro de la Asociación de Bibliote-carios de Inglaterra y MiembroHonorario de la de Bibliotecarios Fran-ceses. El gobierno de Francia leconfirió la condecoración de las PalmasAcadémicas. Pero lo más destacado desu trayectoria fue su activa participa-ción en el apoyo a la guerra deindependencia dirigiendo en París elperiódico independentista La Repúbli-ca Cubana. Figuerola Caneda se opusoa la opción autonomista y sólo regresóa Cuba para continuar su trabajo a fa-vor de una cultura cubana independiente.De esa profunda raigambre patriótica,de ese profundo amor por la aún no co-herente cultura cubana, nace nuestraRevista de la Biblioteca Nacional.

La publicación ha transitado por eldecursar de los años recibiendo, a ve-ces, el empuje entusiasta de hombresy mujeres que marcaron sus diversasépocas; y a veces, la incomprensión, ladesidia e, incluso, más angustiosa, losintereses espurios que obstaculizaron,más que las dificultades reales, su de-sarrollo coherente. A un lado, todoaquello que mancha el sol; lo que que-

da, lo que está, lo que sirve, se encuen-tra plasmado en sus páginas y será hoyy siempre fuente nutriente de conoci-miento verdadero.

Nuestra Revista no podía menos quededicar en este número, una parte no-table de él a conmemorar, también, lapresencia de Enrique José Varona ennuestra cultura del Pensar y Hacer.Dígase pensamiento cubano y se diceFélix Varela, José de la Luz y Caballe-ro, José Martí y Enrique José Varona.Maestros incansables, hombres que es-cudriñaron la compleja e inéditarealidad cubana. En la necesidad delestudio de sus obras está la única for-ma real de descubrir las raícesprofundas de una cultura que trabajóconscientemente en la construcción deuna Cuba cubana.

Sirva este número de nuestra Revis-ta como un acercamiento a todo eseamplio universo que encierra nuestrapublicación y, a la vez, como muestrade incentivo real para pensar a los quenos pensaron, por la necesidad de pen-sar nuestro presente.

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Domingo Figarola Caneda

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ANIVERSARIOS

Revista de la Biblioteca Nacional (1909-2009)Cuba 24*

Gerardo Castellanos GarcíaEscritor

Domingo Figarola Caneda.La tertulia. El ogro. Anécdotas.

Sus obras.Días coloniales. La República

Cubana. La Biblioteca Nacional

Esta casa ocupa el sitio más ideal deLa Habana. Entre La Punta y la anti-gua Maestranza de Artillería. Frentepor frente al mar, casi tocando las ori-llas de la bahía, por donde seextiende y termina el Malecón. Des-de sus balcones se domina el soberbioespectáculo de las caducas fortalezasespañolas que defendieron a la capi-tal: el Morro y la Cabaña colocadoscomo hoscos vigilantes en aquellas es-tratégicas alturas. Precisamente laCabaña queda en línea recta, a tiro defusil de esta casa. De modo que esaorilla opuesta fue el punto peligrosopara la toma de La Habana, en 1762,que primero sostuvieron los españolesy después tomaron los ingleses paraconvertirlo en foco decisivo para elbombardeo de la ciudad.

Por su posición privilegiada y pasa-do, esta casa encierra agradable einteresante leyenda.

Primero, residencia de opulenta y li-najuda familia, que a su alrededor atraíaa lo más culto y aristocrático de la so-ciedad cubana.

Después, cuna del padre y mentor dela bibliografía, el perilustre literato donDomingo Figarola Caneda.

***Luego, palacio de Justicia, albergan-

do a la Real Audiencia Territorial.Más tarde, en los tiempos ominosos

de Weyler, convertida en vivac dondese realizaron toda clase de infamias yvejámenes por los sicarios de aquelloscrueles días coloniales.

Y, por último, para limpiarla, sanear-la del pestilente polvo de la última etapa,vivienda del mismo don Domingo que yaestaba orlado de fama por sus conquis-tas en el mundo de las letras.

Y, casi conjuntamente con Figarola,ocupó un departamento la AcademiaNacional de la Historia.

Pero indiscutiblemente esta postreraépoca es la que da más prestigio a lasolariega mansión, que aún conserva ensu exterior los sencillos y elegantes tra-zos de la arquitectura de entonces.

Ahora el caserón de la Condesa deMerlín, adaptado a inquilinato, es un pue-blo pequeño, con oficinas de distintosgéneros, hasta de Obras Públicas. Vivenfamilias en los bajos y en el entresuelosuenan pianos, violines, cornetines; afi-

* Publicado en la Revista de la Biblioteca Nacional en 1952.

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cionados al canto que vocalizan a todopecho; cotorras y canarios que seunen al concierto. Niñitos, ancianos,mozas lindísimas, señaladamente unabella y rubia de largas trenzas quegraciosamente le besan los tobillos yque es consumada artista del piano. Yallí mismo, en un ala del piso princi-pal, encajonada en reducido espacio,está la Academia de la Historia con surica biblioteca. Este rincón es el refu-gio de la docta corporación encargadade la hercúlea y sabia misión de ha-cer la historia patria. Lo que demuestraque hasta para dilapidar... hubo en lospasados períodos presidenciales, menospara dar preeminente y adecuado lugary medios a la Academia de la Historia;y eso que hubo una época en que pre-sidió la República, y no fue parco enotras dádivas, el académico licenciadoAlfredo Zayas.

***El pisito de don Domingo es visitado

todos los días de la semana. Por él en-tran y salen asiduamente, desde muytemprano, hasta la noche, como abejasde una colmena, conocidos hombres deletras, de todos los matices y orienta-ciones y escuelas. Jóvenes que hacenpininos en poesía y prosa; sesudos varo-nes en el apogeo de la fama opopularidad, sin que falten los que vandeclinando o están en manifiesto eclip-se total. No escasean los polluelos queabandonan el monótono interior de laisla con propósitos de editar sus produc-ciones o buscar pedestal propicio a susaspiraciones. No asisten comerciantesni gomosos de salón, ni políticos profe-sionales, porque en este ambientemorirían de tedio o asfixia, faltos de oro

y especulaciones, chismes y perfumesy elegancia y triquiñuelas de comité.

Confieso que yo esperaba enfrentar-me con un neurótico docto en letras;personaje irónico con quien era difícilarmonizar y, por lo tanto, escabroso es-trechar afecto, porque su críticaapasionada y disolvente, nada respeta-ba; crítica apoyada en su cultura yminucioso conocimiento de los hombresy larga convivencia entre lo más selec-to en letras en lapso de medio siglo. Sinembargo estimé curioso y convenientepor lo menos estrechar la mano del cé-lebre bibliógrafo que, a pesar de susexcentricidades, brusquedades, verda-des que hieren cual estoques y juiciosdespiadados, es muy citado, e ilustresliteratos le visitan con frecuencia.

Figarola Caneda ha vivido tanto,hace tantísimos años que su prestigiovuela por el ambiente cultural cubano,que raro es el escritor o lector que nolo conozca. Por eso son pocas las pre-sentaciones en aquel cenáculo. Lamayoría de los visitantes, al ver al con-sagrado literato, se dirige a él francay sencillamente, con familiar saludo a“don Domingo”. Y don Domingo, enjuego con sus aficiones y cariños, paradeterminar la cantidad de consideraciónque el iniciado merece, regularmentepregunta, con la autoridad que dan losaños: “¿Usted escribe? ¿Qué obras hapublicado?”. Y con la punta de este hilocomienza a desenrollarse la charla máso menos interesante.

Con los consagrados, el procedimien-to tiene variantes; pero sólo en cuanto aindagar los libros que tienen en prepara-ción. De modo que, imprescindiblemente,allí el tema fijo es la literatura nacionalo francesa. Desde luego, que con so-

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brada razón y causas, porque un hom-bre que durante su existencia sólo harespirado atmósfera suprema intelec-tual, difícil parece que pueda avenirsea respirar otra distinta. Esto no espráctico en nuestro siglo, y menos enel vértigo que sufrimos los cubanos deriquezas, desatendiendo en dolorosa in-diferencia, y hasta desprecio, lo que nosea utilidad inmediata para gozar lavida material, mas Caneda vive jineteen quimera, con la cabeza entre lasnubes sin tocar la tierra de la realidad.

Entramos. Juan Beltrán fue mi intro-ductor. Precisamente con este habíaocurrido algo muy de considerar parami visita. Beltrán vino de España. Tra-jo cartas de presentación para donDomingo, que entonces dirigía la Biblio-teca Nacional. Lo visitó y, después dehaber sido delicadamente atendido, aldespedirse, Beltrán le confesó que a sullegada esperó habérselas, como se lohabían pintado, con un ogro, y en su lu-gar gozó las finezas de un caballeromuy sociable.

Subimos por estrecha escalera. Enun balcón interior del entresuelo nosdetuvimos y tocamos en el departa-mento número 27.

Nos abrió un señor alto, un tantogrueso, de tez sonrosada, cabellos blan-cos, pelado al rape, bigote recortado enforma de cepillo y con espejuelos deoro. Vestía llamativo pijama blanco arayas azules. Con voz gruesa y correctadicción nos acogió.

Pasamos por un pequeño salón oscu-ro, y a seguida ocupamos sitio en otromás amplio, claro y fresco. Tiene dosventanas con balcones a la calle Cuba,que dominan casi toda la bahía, dandofrente a la fortaleza de La Cabaña.

Es un delicioso mirador. En el cen-tro de la habitación hay escritorios ymesas atiborradas de libros y papeles.Por todas partes mesitas con más librosy documentos. En los testeros estantescon tomos esmeradamente encuaderna-dos y defendidos del polvo y la luz porvisillos de cretona. Una mesita con re-loj. Penden de las paredes únicamentelos retratos de Martí, Heredia, Luz Ca-ballero y Bachiller y Morales. Es pobrela silla de labor de don Domingo. Frentea él trabaja su infatigable esposa. A unlado hay amplios mecedores.

El lugar, saturado de olor a libro, sóloinvita a pensar en literatura. Y comoCaneda no tiene otra vida que no seanlos libros, no se explica la existencia deun hombre que no lea, que no ame loslibros, que no tenga biblioteca o que nosepa escribir. La persona que por lomenos no tenga una de estas aficiones,no podría convivir en este santuario.

La primera tarde le oí hablar mu-cho. Abordó amenos temas. Hablóde personajes muertos que fueron fa-ros en nuestro mundo intelectual, comosi los tuviese delante. Y lo hacía conrecta seguridad y vocabulario preciso ydeterminante. Al hablar cuidaba meti-culosamente de poner en su lugarpuntos y comas y todo el ejército orto-gráfico, dándole tono un poco afectado.

Antes de salir formulé mentalmenteun juicio decisivo de Figarola: enérgico,pesimista, voluntarioso, exigente, extre-madamente nervioso. Hace crítica comoun padre da consejos, no por herir sinocon intenciones de practicar el bien.Bruscamente sincero; dice una verdadsin preocuparle que hinque o arañe. Pro-fundo conocedor de nuestra historia yevolución literaria. Para él, literatura es

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cuerpo con vida, y la ama con pasión de-dicándole sus energías. Casi no leimporta otra cosa. Esta afición, esteamor intenso, es más bien una enferme-dad, idéntica a la confesada por NéstorPonce de León en su interesante y her-moso trabajo “En mi biblioteca”.

Una cuartilla escrita y firmada porCaneda acabó de ratificar mi juicio. Esindudable que la letra es el espejo quemejor retrata a una persona. Placidez,inquietud, tortuosidad, sinceridad, cóle-ra, energía o debilidad, están encerradasen la escritura de los hombres y, másacentuadamente, en la firma. Y la fir-ma de Caneda es segura, gruesa,grande, caracteres cuadrados que pa-recen hechos a golpe de hacha, y cierracon una rotunda rúbrica que semeja uncable de acero. Sanguily le llamaba le-tra ciclópea.

Pero confieso que no pude verle unpelo de ogro. Partí sano y salvo, sin unrasguño y con el propósito de estrecharel afecto que me brindaba.

Al salir, un piano desde el fondo dela casa desgranaba con fuego músicade Wagner.

***En el período que vengo frecuentan-

do ésta que debe llamarse Tertulialiteraria de don Domingo, sólo he oídohablar de problemas de letras y artes.No debía ser necesario agregar quehay tijeras y termocauterios propios dela clase que se dedica a esas discipli-nas, sin que de vez en vez escaseen loselogios. Porque así como es cierto quelas charlas de Cuba 24 no tienen pautamarcada de cátedra crítica, sino que eluso y la costumbre han impuesto la nor-ma literaria, es notorio que se suele

limpiar, fijar y hasta hacer verbales au-tos de fe con libros y autores. Muchoscontertulios manejan el bisturí y otrosllevan la tea; y porque no se me tachede olvidadizo y parcial, confieso queCaneda nunca se queda desocupado.Es celoso por los fueros de las buenasletras y enristra con decisión contra elque falte, señalando lunares y errorescon campechana claridad. Y si en lamayoría de los casos acierta, es porquetiene la suprema experiencia de vapu-lear y cortar sólo donde es maestro.

El día preferido de la semana es elsábado. Domingo de los cristianos ysábado de los domingueanos. Es cuan-do la parroquia se llena de una pléyadede consagrados escritores y grafóma-nos y literatos en ciernes. El sábadotiene la facilidad y conveniencia de queya tarde, al terminarse la sesión de laAcademia, los señores académicossuelen detenerse en el cenáculo acambiar impresiones con Figarola ysus feligreses.1

Es el momento encantador de don Do-mingo. En sus saludos joviales, en suvoz, en sus ojos y ademanes se desta-can el contento de ver a suscompañeros, porque en estos últimostiempos él ha puesto su alma en la ba-lanza de la Academia de la Historia. Deahí que es tema favorito suyo lo que serelacione con hombres y asuntos de esacorporación. (Es curioso y significativoque un hombre de letras como Caneda,no esté en su mejor centro, que seríala Academia de Artes y Letras).

¡Qué cariño, qué admiración, por elsecretario, académico, catedrático yeminente filólogo cubano doctor JuanM. Dihigo! Llega este sencillo, noble ymeritísimo intelectual, de pequeña es-

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tatura, vestido de negro, brillante susespejuelos y hablando en voz queda.Don Domingo lo agobia a preguntas.Dihigo se las contesta cariñosa y deta-lladamente. Y enseguida abordaninteresantes asuntos, siempre, siemprede letras e historia.

Con Antonio L. Valverde, hay fre-cuentes discrepancias. Valverde es unadmirable y laborioso profesor y litera-to, tesorero de la Academia. Discutencon ahínco alrededor de casos de for-ma, principalmente la publicación de losAnales. Parece que Caneda tiene mol-des y manías de las que no ha deapartarse.

A Emeterio S. Santovenia le quierede veras, desde que este se inició enlas bregas literarias. Hoy se queja deél, porque cree que el notariado le hadesviado de las letras. Pero es difícil ladiscusión, porque el suave y flemáticocarácter de Emeterio es aceite sobre laardiente palabra de Caneda.

Un asiduo a quien don Domingo amaes al prudente y parsimonioso Francis-co González del Valle, puro valorintelectual que en numerosas obras hadejado huellas de sus méritos.

El inquieto y activo director del Ar-chivo Nacional, Joaquín Llaverías, fueasiduo concurrente; y en otros días elerudito Francisco de P. Coronado, queactualmente desempeña el cargo de di-rector de la Biblioteca que fundara donDomingo, estuvo íntimamente ligado aCaneda.

Hacía algún tiempo que ManuelSanguily no asistía a esta tertulia saba-tina, de la cual fue figura central yconspicua. Desde mejores y viejos díasSanguily y Caneda, a pesar de ser po-los opuestos en especulaciones literarias

y hasta en opiniones, mantuvieron estre-chos vínculos, hasta el punto que Canedahabía sido preferido por Cátala para di-rigir la publicación de las obras completasde Sanguily. A ese efecto tenía reunidosabundantes trabajos. Cierta vez Canedamandó a Manuel esos recortes para quelos seleccionase e hiciese las indicacio-nes o correcciones convenientes. MuertoSanguily, Figarola quiso recuperarlos;mas por múltiples motivos prefirió no in-sistir más en su derecho y dejar losdocumentos a la familia. Don Domingosiempre sintió veneración por el talentode Manuel; y mantuvo con él tiernos la-zos hasta los postreros momentos,doliéndose constantemente de la impo-sibilidad de no haber asistido a suentierro.

La mención de todos los contertuliossería interminable censo literario; perono quiero omitir a:

Roque Garrigó, autor de numerosasobras premiadas en concursos. El inte-ligente y cultísimo joven Calixto Masó,con quien suele el maestro tener tiernastrifulcas. Federico Castañeda, abogadoaficionado a las letras y rico en anéc-dotas. Mis queridos amigos, padrinos enla Academia, René Lufriu y Tomás S.Jústiz. El costumbrista Emilio Roig deLeuchsenring, que por su causticidadorigina discusiones con Caneda. RamónCátala, el culto director de El Fígaro,es querido de todos. El eminente lite-rato y profesor, gloria de las letrascubanas, José A. Rodríguez García. Je-sús Saíz de la Mora. Matías Duque,doctor en medicina, soldado libertador,literato y político. El culto y malogra-do Carlos de Velazco. El entusiastabibliófilo Oscar Sallés, Susini de Ar-mas. Los pintores cubanos Armando

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Menocal y Aurelio Melero. El simpáti-co Jesús de la Cruz. José A. Fernándezde Castro, autor de Medio Siglo deHistoria Colonial. Aurelio de Armas.

***Y ya que estoy atisbando alrededor

de la vida de don Domingo, parécemeque no estará de más apuntar que fue-ron sus padres Domingo Figarola yCastilla y Carmen Caneda y Garay, cu-banos, y habaneros por añadidura. Sólotuvieras dos hijos: Joaquín, que se gra-duó de dentista, y en Cojímar fuevíctima de la Reconcentración deWeyler; y Domingo que nació en LaHabana, el 17 de enero de 1852. Asis-tió al colegio San Francisco de Asís, quedirigió el isleño José Alonso y Delga-do. Terminado el bachillerato, cursó elaño de ampliación universitaria y al mo-mento comenzó a estudiar medicina.Estaba precisamente en el segundo cur-so cuando ocurrió la infame y criminalhazaña de los voluntarios de La Haba-na contra los estudiantes de medicina,por supuesto sacrilegio de arañar latumba de aquel recalcitrante españolque por ir a insultar quijotescamente alos emigrados cubanos de Cayo Hue-so, fue justamente matado por unsencillo patriota. Entre el grupo de es-tudiantes detenido y llevado entrebayonetas, estaba el joven Domingo. Elsuceso produjo gran alarma e inquietuden la ciudad, principalmente en los ho-gares de cubanos, por temor a losvoluntarios que, al no atreverse a ir enbusca de los insurrectos, fríamente es-peraban asesinar a indefensos criollos.El peligro lo temían más aún las fami-lias que tenían estudiantes en la Facultadde Medicina, que los ocultaron para po-

nerlos a salvo. Y cuando las pasiones seaplacaron, Domingo no quiso continuarlos estudios. Ya tenía viva vocación porlas letras, comenzando por ser tan fer-voroso lector que vivía constantementemetido en la biblioteca de su padre y nisiquiera quiso perder tiempo en apren-der a bailar. Su vocación tomó vuelos alcalor de sus amistades y las de su fa-milia que la componían los más brillantesvalores en el saber y el periodismo.

En 1875 casó con María TeresaFerrer, hija de un acaudalado comer-ciante cubano. Nació al año siguientesu primero y único hijo, Herminio. Lainteligencia del chico le hizo fundar tan-tas esperanzas que cuando estuvo enedad y condiciones de empezar los es-tudios, don Domingo, de acuerdo consus simpatías por Francia, y convenci-do de que sólo en París podía educarseen forma la juventud, allá lo trasladó ypuso en un pensionado. A los pocosaños estalló la guerra del 95 contra Es-paña. Por esta época, Herminio hacíafrecuentes visitas al Consulado españolen busca de documentos en relacióncon la cuantiosa herencia de su madre.Pero el amor a la patria, las prédicasdel padre en favor de la independenciay las halagüeñas noticias que corrían en-tre los cubanos y en la prensa mundial,le llevaron a desdeñar la convenienciamaterial y decidirse por el ideal patrio.Vagamente habló de su propósito al pa-dre que, a pesar de su amor, le dijo quehacía bien en cumplir con el mandatode su conciencia. Mas de todos modosel intrépido mozo prefirió, quizá pensan-do que el padre a última hora podíacortarle el paso, subrepticiamente,auxiliado por amigos y conocidos, em-barcarse para los Estados Unidos,

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dejando al desventurado don Domingosumido en el hondo dolor de que mar-chara a una guerra desigual de la cualno regresaría. En Nueva York se pusoa las órdenes del delegado Estrada Pal-ma. Y en la expedición de CarlosManuel de Céspedes y Quesada saliórumbo a Cuba, en el vapor Laurada,desembarcando cerca del puerto deSantiago de Cuba, el 27 de octubre de1895. Le nombraron alférez junto consus compañeros Miguel Varona y MarioCarrillo y Aldama. Y según documen-tos de los coroneles Carlos Manuel deCéspedes y Luis Martí, alcanzó el gra-do de capitán, aunque su muerte,ocurrida en las lomas de Mayarí, enseptiembre de 1897, no figura en el li-bro de defunciones del EjércitoLibertador, y a este injusto olvido sedebe que sólo fuese liquidado como sol-dado raso.

El pesar más cruel que le agobia esque su adorado hijo esté enterrado enignorado sitio, pues tuvo la desdicha deque cuando se preparaba a exhumar losrestos, del lugar que sólo conocía el co-ronel Luis Martí, este murió sin dejarnoticias de aquel sitio.

Me he detenido en estos detalles deHerminio, porque es justicia que hagoa un “pino nuevo”, mártir de la indepen-dencia cubana, que no midió el peligroni la utilidad sino que por deber espon-táneamente fue a luchar y rendir la vida;y también porque es nota elegiaca, co-rona fúnebre, que acaricia y no apartade su memoria el pobre anciano.

***Tres anécdotas, espigadas en el jar-

dín de la larga experiencia y vicisitudesdel maestro, referentes a sus opiniones

religiosas, condecoraciones y a banque-tes, darán ocasión de formular mejorjuicio.

Yo conocía someramente el modo ra-dical de pensar de don Domingo, enmateria religiosa. Pero un día quise oír desu boca un capítulo detallado y cabal.

Fue una tarde en que el maestro es-taba bastante inquieto, hablando entono mayor y ebrio de letal pesimismo.Este último estado de ánimo no esraro, puesto que por desencanto donDomingo ve el mundo envuelto en ne-gro cendal, marchando en irremediabledecadencia. El presente (de Cuba)sólo vale por los destellos de luz, au-rora boreal que refleja el hermosopasado.

Aproveché un momento en que decía:–Pobre Manuel (se refería a

Sanguily). Él que fue siempre un con-vencido libre pensador, casi ateo, yahora me entero de que están diciendomisas en sufragio de su alma. Presien-to que Manuel se habrá sacudido en latumba al oír esas misas.

A quema ropa le dije, exponiéndomea su cólera:

–¿Es cierto que usted estuvo a pun-to de ingresar en un seminario aestudiar la carrera eclesiástica?

Tan brusca fue la sacudida, que cru-jió el enorme mecedor de roble. Talparecía que yo le había echado un vahode vitriolo y prendido fuego a su traje.Sus ojillos pardos centellearon, brillan-do los cristales de sus espejuelos. Y conun fuerte golpe en el brazo del mece-dor, y simulando contenerse, massubrayando con energía la frase, dijocon bronca voz:

–¿Quién, quién tuvo la infeliz ocu-rrencia de decir disparate tan grande?

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Dígamelo, dígamelo don Gerardo. Sepausted que jamás me he confesado, niaun de niño, pues mi padre sostenía quesólo él tenía derecho a oír las confesio-nes de sus hijos. Tampoco sé rezar, nisiquiera he sabido el Padre Nuestro.Verdad es que nunca me ha hecho fal-ta para resolver problema alguno de mivida. No, Gerardo; no tengo un átomode religioso: en nada creo. Aquí en la tie-rra, los hombres son de todo: ángeles,demonios, buenos y malos; el infiernoy la gloria están aquí. No creo, no, queningún hombre, de esos que vistensayones y miran litúrgicos al cielo y di-cen misas teatrales, tenga el poder decomunicarse con Dios y ser nuestrosmediadores. Esos son pillos embau-cadores.

Y remachando su opinión recordóque estando enfermo en la Policlínicadel Cerro, se le presentó un simpáticojoven aficionado a las letras, y devotofervoroso que, al tener noticias de queestaba grave, creyó caritativo que an-tes de partir de este mundo debíaponerse a bien con Dios y los santos,confesando sus pecados ante un cura,a fin de que en el hipido final pudiesemerecer los últimos sacramentos y en-trar sin reparo en la morada que ningúnviajero ha podido describir. Fue unamuda y febril escena. Enseguida vinoun cura que, como un artista, había es-perado entre bastidores. Y cuandopreguntó a don Domingo si era católi-co este, con la fuerza y ruido de uncañonazo, le dijo tres veces no.

Un año después, todavía monta encólera pensando cómo pudo soportaraquella visita, que parecía el silbido deun pájaro agorero de muerte, sin haberlanzado por la ventana al ensotanado.

***

CondecoradoNotorio es que don Domingo ha sido,

y sigue siendo, ardiente y parcialsimpatizador de Francia y sus grande-zas; en primera línea por sus bellasletras. Sus temas siempre nacen y par-ten de Francia. Todo problema literario,para demolerlo o darle exequátur decurso, tiene que ser comparado con al-guno análogo francés. Lo bueno, paraél, ha nacido y surge en París. Cuandohabla de París su pecho se hincha yhasta cuando conoce algo doloroso opérfido ocurrido en Cuba, dice, mar-cando bien la frase: “Entonces yoestaba en París”.

Estas simpatías y propaganda por laliteratura francesa, y la selección quehizo en la Biblioteca Nacional de céle-bres obras de aquel país, llegaron aconocimiento del gobierno, que creyójusto premiar tal dedicación. Esto caíade lleno en los loables procedimien-tos que practica aquella nación dedifundir el nombre francés y sus glo-rias por los ámbitos del mundo,honrando a los hombres que en los dis-tintos países se significan en cualquieraspecto del saber o de las conquistasnobles humanas.

Figarola iba a ser condecorado enunión de su segunda esposa, la cultadama Emilia Boxhorn, que también hahecho grandes propagandas por el libroy la encuadernación francesa. Pero nidon Domingo ni su compañera teníannoticias de la distinción de que iban aser objeto.

Un día se presenta en la BibliotecaNacional el catedrático Luis Montané.Traía dos paqueticos y un par de rollos.

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Habló con Caneda para hacerle sabersu misión de imponerle, a nombre delGobierno de Francia, las Palmas deOficial de la Legión de Honor, con dis-tintivo violeta, como reconocimiento asus méritos en el campo de las letras.Igual honor se confería a su esposa.

No esperaba tal honor. Tampoco loquería. Era demasiado. No habían con-tado con él para otorgárselo. Sí, habíalaborado mucho por las letras france-sas; pero sin jamás soñar que suesfuerzo merecía tanto premio. No gus-taba de honores. Con todo respetodeclinaba la extraordinaria mención.Estaba conforme con sólo saber quehacía justicia difundiendo el prestigio deFrancia.

Y se resistió a recibir las Palmas.Nada lo hacía ceder. EntoncesMontané acude a otro amigo y vuelvea la carga. Fue largo el debate que loobligó a aceptar.

Y desde entonces vemos en el ojal delfrac de Caneda el precioso lacito mora-do, distintivo de la Legión de Honor.

Conocedor yo de la resistencia quepuso en rendirse, he pensado que sóloel tiempo, ejecutor de milagros, ha con-seguido que al fin don Domingo gustey saboree el honor de ser Oficial de lapopular Legión.

Tiene también Figarola, como emi-grado revolucionario, un diploma y unamedalla triangular; pero esta últimaseguramente no la usa por su enormetamaño.

***

BanqueteEn la República hacía años que ha-

bía entrado furor por los homenajes en

forma de banquetes. Está perfecta-mente organizado un ejército dehomenajeadores, que por el más fútilmotivo y al más insignificante tipo lehace figura de un homenaje, aunquemás bien que figura central debierallamársele víctima del negocio. Porquees lo cierto que la mayoría de esos ban-quetes obedece a pura especulación. AJuan se le ofrece un banquete por ha-ber sido nombrado portero. Un vivoaprovecha el asunto para vender bille-tes. Ajusta la comidita en un par depesos por cabeza, otro par en anunciosy el resto lo distribuye en el comité ges-tor. Esto ha tomado alarmantesproporciones, pues quieras que no acualquiera se le obliga a aceptar un ho-menaje. El abuso ha dislocado el valorsocial que en otros tiempos gozaron es-tos actos que respondían a indiscutiblesméritos de los varones a quienes se tri-butaba; eran palpitaciones, mareasincontenibles para premiar el saber, lavirtud. En Cuba, además de haber per-dido los banquetes su verdadero objetivo,ha dado lugar a que los pigmeos home-najeados se envanezcan, y, a la inversa,los ciudadanos representativos se creanempequeñecidos al ser blanco de aná-logas demostraciones a las de los osadosincapaces. Y Voltaire ha dicho “que anadie puede halagar una adulación quese generaliza”. Es culpa de la política.Y es de creer que el abuso aniquilará alsistema; no estando lejano el día que unbanquete sea prueba de demérito.

En la epidemia han caído los mejo-res ciudadanos. Y lógicamente aCaneda le llegó su turno. Es de acla-rar que los homenajeadores en estecaso no eran de la conocida marca po-pular mercantil, sino jóvenes meritísimos

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e intelectuales de pura cepa, que tienenleal afecto al maestro.

Convinieron en darle un banquetecon motivo de haber cumplido 70 años;14 lustros de lucha en los campos ar-duos e improductivos de la literatura.Sobradamente merecía esto, y más to-davía, quien en América y Europa tienesembrado jalones de nombradla. Ello nosolamente era prueba de que no le fal-taban devotos compañeros, sino quecuando los hombres de su tiempo sehan rendido, don Domingo aún está conla pluma en alto produciendo obras. Ydicho y hecho. Dos de los más íntimosvan a tomarle Pulso. Oye y al instanteprotesta. No tiene lastre para esa de-mostración; es valuar con exceso suobra. A una cadena de argumentos uneel poderoso de que no procede un ho-menaje por el natural e inevitable hechode cumplir 70 años; cualquier tonto,cualquier cretino, llega a esa y másedad todavía. No vale la pena dar unbanquete por ser viejo. Le parece queva a caer en ridículo. Y no cede un ápi-ce. Los compañeros insisten y salendecididos a efectuarlo, viniendo a bus-carlo el día señalado.

Don Domingo lo averigua, y ese díasalió con su esposa, dejando cerrada lacasa. Y no asistió.

***Figarola Caneda ha viajado mucho

por España, Francia, Bélgica y los Es-tados Unidos. En Londres estuvo dosveces: en 1895 a entrevistarse con elilustre cubano Francisco JavierCisneros, con motivo del rumor de queeste patriota se haría cargo de la De-legación Cubana en París. Figarola, ensu nombre y el de numerosos emigra-

dos, se proponía hacer ver a Cisnerosque la mayoría lo acataría con mejorgusto que al doctor Betances. PeroCisneros, por no desatender los grandesintereses que entonces manejaba en elferrocarril de Barranquilla, que estabaconstruyendo, y también obedeciendo asu leal cubanismo, aconsejó acatamien-to al eminente puertorriqueño. E hizomás todavía: emprendió un viaje a Pa-rís para suavizar asperezas de EnriquePiñeiro y la Junta.

Su segundo viaje a Londres lo hizopara ampliar estudios en el Museo Bri-tánico; y entonces, 1901, casóse conEmilia Boxhorn, nacida en Cracovia;dama de excepcional cultura que ma-neja con destreza los idiomas inglés,francés, alemán y español. Ella ha sidobuena esposa e insustituible secretaria.A pesar de que no olvida un momentola Europa de sus amores, donde nacióy se crió, la compenetración de amboses firme; son, en materia literaria,cuerpos afines que persiguen los mis-mos ideales y sólo viven pensando enlibros.

En esta última estada se dedicaron arecoger los materia1es para la Carto-grafía Cubana del British Museum.

***De todos los escritores y periodistas

de su tiempo, no queda uno que actual-mente, a los 73 años, mantenga comoCaneda la pluma en ristre, el cerebrofresco y la constancia y el fervor vita-les. Todos, sin excepción, están fuerade acción, o por la muerte o por la ne-cesidad de reposo o falta de médula.

Sólo don Domingo está ingentecomo un coloso (aun teniendo encuenta que los viejos colosos suelen

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tener grietas), dando consejos, orien-tando, escribiendo, tomando apuntes ytrabajando como director de los Ana-les de la Academia de la Historia.Y eso que ha trabajado mucho paraganarse el sustento. Su pluma ha re-corrido elíptica asombrosa en mediosiglo de cultivo de las letras.

Fundó y dirigió: El Mercurio (Ha-bana 1876-1877); El Argumento(Habana 1883); La Ilustración Cuba-na (Barcelona 1885-1887) quedistribuyó entre sus suscriptores valio-sas obras de autores cubanos; LaRepública Cubana (París 1896-1897);Revista de la Biblioteca Nacional(Habana 1909-1912); ha colaborado enEl Triunfo, El Trunco, el País, El Pai-saje, La Lucha, El Almendares,Recreo de Damas, El Fígaro, El Li-beral, El Álbum (Guanabacoa), LaHabana Elegante, Gaceta Musical,Europa y América (París), El Porve-nir (Nueva York), Patria (NuevaYork), La Caridad (de esta sólo se tiróel número del día 27 de octubre de1882), y Boletín Comercial.

También fue un tanto tenorio y poe-ta de escuela y sabor becqueriano,aunque de estos dulces y pasados díasno le gusta hablar. De ahí que no guar-da índice alfabético de sus versos ni delnombre de sus novias y calaveradasamorosas; resignándose con mirar alcielo como testigo fiel y mudo.

Ha publicado:Biografía de don Saturnino

Valverde (1880), Guía Oficial de laExposición de Matanzas (1881), Bi-bliografía de Rafael M. Merchán(1905), El Dr. Ramón Meza y SuárezInclán (1909), Cartografía cubanadel British Museum (1910), Escudos

primitivos de Cuba (1913), Milanésy Plácido (1914), José AntonioSaco: Documentos para su vida(1921), Plácido y Diccionario deSeudónimos (1922).

Pero si estas obras constituyen unenorme y fundamental tesoro, hay un lar-go apéndice de trabajos de colaboraciónen revistas y diarios, cuidadosamenteordenados en su archivo.

Es interesante ver las cajas de pa-peles que sólo esperan una palabra deapoyo efectivo para transformarse enlibros. En algunas de las obras inéditasha trabajado años enteros en Américay en Europa. Y al estar listo el mate-rial, ha advertido que la fructífera laborintelectual y de paciencia, resulta ne-gativa por falta de medios. Loscentenares de millares de cuartillas sevan amarillando y haciéndose polvo sincumplir su misión.

Triste sino el de los escritores cuba-nos: trabajar y nunca tener la suerte deque por lo menos se le editen sus obras.En días no lejanos se dilapidó abierta-mente en mucho inútil y hastaperjudicial; se dio apoyo a incontablesbellaquerías; conocidas son las comisio-nes a incompetentes para estudiar enel extranjero, que realmente cubrieronexcursiones de placer.

Para publicar en Cuba (salvo casosfenomenales) más que afición y pre-paración se requiere dinero de sobrapara pagar la edición y darse enton-ces el vano gusto de distribuirla gratis.Esto ha ocurrido a Figarola. Ningún li-bro le ha dejado ganancia. Le escribencartas pletóricas de elogios; le publi-can amables artículos; pídenle confrecuencia sus libros; pero contadosunen dinero al adjetivo y la solicitud.

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Faltan Mecenas. De modo que susobras son de obsequio; ocurriendo quela estrechez económica está en razóndirecta de su generosidad en distribuirlibros.

A pesar de esa improductividad nun-ca ha descansado; su pluma corre yburila con la imperiosa necesidad de laley que obliga a los astros a girar; y poreso no sería extraño que su corazón de-jase de latir teniéndola entre los dedos.

Véanse algunos de esos esfuerzosinéditos:

Durante varios lustros trabajó infati-gablemente en su “Diccionario de laRevolución Cubana”. Era una obra ne-cesaria y patriótica. Sacaba a la luz loshéroes que brillaron hasta el final en laEpopeya Grande. En esta tarea pusotesón y recursos. Ya en 1894 estaba entratos con una casa editora de Barce-lona para publicarlo. El alzamiento defebrero 24 de 1895 interrumpió la empre-sa. Y pasado el momento, don Domingoopinó que los nuevos hombres y suce-sos alteraban tanto su obra que ya norespondía a su nombre y necesidad.Desde entonces los originales duermenen cajas solitarias.

Siempre dispuesto a trabajar, en elaño 1916 presentó a la Academia de laHistoria un proyecto de “DiccionarioBiográfico Nacional Cubano”, que ensu género era completo, llenando el va-cío revolucionario que se advierte en eldiccionario de Calcagno y rectificandolos abundantes errores de este. El pro-yecto fue aprobado. Además deagregarle lo que tenía preparado parael “Diccionario de la Revolución Cuba-na”, lo enriqueció con las últimasnoticias de hombres y sucesos. Mas, aligual que en los anteriores esfuerzos,

todo ha quedado durmiendo por el des-vío oficial.

La misma suerte está corriendo la“Bibliografía de la Universidad de laHabana”. Entre otros, el profesor JuanM. Dihigo ha manifestado empeño enque se publique y así lo comunicó al rec-tor doctor Enrique Hernández Cartaya.

La “Bibliografía de Bachiller y Mo-rales” hace compañía a las yamencionadas. No ha tenido recursos.Sólo en una ocasión la hija de Bachi-ller tuvo intenciones de hacer algo; perono pasó de ahí.

También están inéditas “La Conde-sa de Merlín”, “Gertrudis Gómez deAvellaneda”, “El gran poeta José M.Heredia”, “La Bibliografía Cubana delBritish Museum”, y “Diccionario Biblio-gráfico Cubano”.

***Tan esclarecido era el prestigio lite-

rario de Caneda, que al formar el capitángeneral de Cuba, Camilo Polavieja, laComisión Literaria que por encargo dela Academia Española entendiera en laformación de una antología de poetascubanos, lo nombró a ese fin conjunta-mente con José de Armas, SaturninoMartínez, José E. Triay, Rafael Montoro,Luciano Pérez Acevedo, Ricardo delMonte, José M. Céspedes, Manuel S.Pichardo. Y la importancia de la laborrendida la confiesa Menéndez y Pelayoen nota al prólogo de su Historia de laPoesía Hispano Americana.

***Y como periodista revolucionario, de

París hizo un palenque, tremolando sinmiedo y tacha el pendón de La Repú-blica Cubana.

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La independencia había que arreba-társela a España con las armas,luchando frente a frente. Pero comoera preciso que el mundo conociese eldespotismo y abusos del régimen colo-nial, para restarle apoyo y fuerzas, y deese modo asegurar simpatías de algunasnaciones para que tolerasen la propagan-da revolucionaria y el funcionamiento declubs; el medio más eficaz lo era la pren-sa. Mucho, muchísimo había que haceren este sentido para conocimiento a lavez de los emigrados. Pero propagandahabilísima, culta y discreta, que llegaseal corazón de los indiferentes, convirtien-do en triunfos las derrotas, mostrándosesiempre animosos y esperanzados en lavictoria y difundiendo todo ello entre losextranjeros en beneficio de nuestras as-piraciones.

Nuestra prensa revolucionaria teníaque introducirse en oficinas y hogaresextranjeros. Falta hacía, dado que es deconfesar que salvo escasos paísessuramericanos y los Estados Unidos deNorteamérica, en la mayoría de los eu-ropeos había marcada inclinación aEspaña y casi hostilidad a nuestra cau-sa. Italia estuvo con nosotros, peroFrancia, la decantada cuna de la Re-volución, no nos dio mucho calor.

La prensa emigrada cubana fue poresa razón el más eficaz colaborador dela independencia. Los periodistas fue-ron románticos peones, que sinremuneración trabajaron en silencio, díay noche, año tras año. Los demás cu-banos, podían caer en minutos decansancio y pesimismo, cuando algúnrudo golpe, como la muerte de Martí ode Maceo, hería a la campaña; pero noel periodista, que, precisamente enton-ces, debía mostrarse más entero y

animoso. Él era el único voluntario sinpaga y obligado a no dejar caer la plu-ma y siempre estar inyectando el tónicode la esperanza.

Con Gómez, Maceo, Calixto García,El Yara, El Porvenir, El Cuba, Revis-ta de Cayo Hueso, Cuba y América,La República Cubana, y otros mu-chos, demandan páginas especiales enlos anales de la independencia.

Convencido de esta necesidad, yguiado por sus arraigados principios,Figarola, entonces emigrado en París,se dispuso a fundar un periódico de-dicado exclusivamente a la defensade Cuba. Conocida la penuria del te-soro revolucionario y la dificultad demantenerse en un país adicto a Es-paña, la labor era de peligros yescaseces. Don Domingo sólo debíapensar en su deber, el servicio rele-vante que rendiría haciéndose oírdesde el mismo París.

Y nace la República CubanaLas oficinas estaban en el número 20

de la Rué Baudin. Caneda lo mismohacía una crónica como un fondo o pre-paraba tipos. Entre él y el francés G.Etard (que hacía de administrador) serepartían todos los trabajos del periódi-co. La República Cubana salía losjueves con ocho páginas: cuatro en es-pañol y cuatro en francés. En sunúmero primero, del día 23 de enerode 1896, hizo constar la dirección quese proponía interesar a Europa yprincipalmente a Francia en una con-tienda que no es revuelta de colonosindisciplinados y díscolos, sino lucha delibertad contra la tiranía.

En cada número, durante los 81 quese tiraron, se publicaba, por lo menos,

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un grabado de guerrero o revoluciona-rio cubano o simpatizador de la causa;grabados en madera de tal limpieza,arte y parecido que reunirlos forma-ría valiosa e interesante colección.También publicaba caricaturas. Muypopulares se hicieron los seudónimosPausanias (Emilio Bobadilla), WinChester (Ezequiel García), Ermitaño(doctor Domínguez Delané), HacheEse (Pedro Herrera Sotolongo), y lasfirmas de José de Armas, L. Mirman,Remigio Mateos, doctor J. H. Henna,Henri Dregon, James Creelman. Todosuceso importante tuvo cabida en suscolumnas. Desfilaron las expedicionesarribadas con éxito a playas de Cuba,los combates y encuentros culminan-tes; el movimiento revolucionario delas emigraciones; los fracasos españo-les y sus hechos de sangre. LaRepública Cubana se mantuvo has-ta el 30 de septiembre de 1897 con elarma al brazo.

A raíz de terminada la guerra de inde-pendencia, Caneda empezó a saborear lacoronación de su magnífica carrera lite-raria. Porque, incuestionablemente, laaspiración suprema de un bibliógrafo esla creación de una biblioteca donde po-ner en práctica sus ensueños y estudios;ordenar en forma tangible lo que hastaentonces sólo fue manoseado en teo-rías; convertir una casa de libros encélulas de su propio organismo.

A este respecto en Cuba sólo tresbibliógrafos han triunfado; aunque eléxito de don Domingo es más comple-to. Escoto dirige la Biblioteca Públicade Matanzas y Carlos Trelles la de laCámara de Representantes. Pero losdos primeros hallaron el panal casiconstruido. Sólo Caneda tuvo la gloria

de ser creador y director de la Biblio-teca Nacional. Hizo argamaza, lamodeló y diole soplo de vida.

Estando en París, en 1900, Gonzalode Quesada tuvo relaciones conFigarola, que entonces vivía de sus tra-ducciones en las casas editoriales deGarnier y Viuda de Bourget. Conocedorde la historia revolucionaria de Caneday sus facultades, Gonzalo de Quesadaofreció gestionar que el generalLeonardo Wood, gobernador militar deCuba, fundara una biblioteca y le diesela jefatura. Dada la influencia de Gon-zalo, el asunto podía darse por hecho.Don Domingo apreció y aceptó la bri-llante oferta, pero pidió tiempo paraampliar y ahondar sus conocimientosde biblioteconomía en el famoso MuseoBritánico.

Hechos los estudios vino a Cuba consu esposa.

Y por la orden militar número 234,de octubre 30 de 1901, Figarola fuenombrado director, estableciendo la ofi-cina provisional en el Cuartel de laFuerza.

El sitio definitivo, señalado en abril 18de 1902, lo fue el mismo que actualmen-te ocupa en la antigua Maestranza deArtillería, en el piso alto que da a la ca-lle de Chacón.

Allí puso don Domingo todos sus co-nocimientos y potencias. Inclusive donósu biblioteca con más de tres mil volú-menes y parte de su archivo. No tuvodescanso ni horas de oficina. Llovierondonaciones importantes; se compraronlibros por todo el mundo. Los anaque-les se nutrieron hasta tener millares deejemplares, y entre ellos algunos valio-sísimos; enorme colección de mapas,planos y grabados. Hizo una galería de

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cuadros de patricios cubanos. En pocotiempo la Biblioteca se vio muy visita-da y consultada, difundiéndose sunombre por todos los ámbitos del mun-do. Para mejor lograr su propósito,Caneda fundó, en 1909, la Revista dela Biblioteca Nacional. Esta publica-ción, mensual, fue la palpitaciónresplandeciente de su fundador, órganode la institución y vivo exponente de cul-tura cubana. Se publicaron seis tomos.2

He dicho, y todo el que visitó la Bi-blioteca en aquellos tiempos lo sabe,que Caneda la consideraba su alma, suhijo, cosa propia; y ese cariño y su ca-rácter batallador y fama literaria lellevaron a constituir una especie depatriarcado, donde sólo imperaban lavoz y la opinión del director. No falta-ron quejosos y envidiosos. Dossecretarios del despacho unieron susdesafectos a esos venenos, olvidando in-justamente los méritos indiscutibles deCaneda y su dedicación a la Biblioteca,y dictaron disposiciones mortificantes almaestro, y hasta uno le pidió la confec-ción de un catálogo para el público, yquiso que Caneda renunciara a su car-go. Le puso, por fin como cuña unempleado que le sustituyese. Y llegó alextremo que Figarola tuvo que acoger-se a la Ley de Jubilación.

Dejaba 60 mil volúmenes y la impren-ta que a instancias suyas donó la señoraPilar Arazoza de Muller.

***La erudición de don Domingo corre

pareja con su amor a los libros y docu-mentos. Tanto me he fijado en esteúltimo aspecto, que he llegado a la con-clusión (¡quiera el cielo que esto no lemoleste!) de que ama a los papeles por

los papeles, aunque algunos realmenteno le sean aplicables, útiles a sus afi-ciones e investigaciones. Es un avarode libros; le interesan por la encuader-nación, el trabajo tipográfico y hasta porel más leve detalle de forma y fondodel contenido. Manosea un tomo o ungrabado o un cliché o un documentocon el deleite de un naturalista a unejemplar palpitante. De ahí ha nacidoel meticuloso cuidado que pone al pres-tar de su biblioteca o archivo. Porqueasí como don Domingo es generoso,amplio, noble en orientar verbalmentecon enjundiosas noticias, anécdotas, atodo el que se le aproxima en deman-da de luz; es casi hermético, estático enprestar un libro, y, cuando titubeando lohace lo que es raro y constituye de-mostración de fina y seria estimación,nunca omite una cadena de admonicio-nes relativas al valor y aprecio en quetiene el ejemplar prestado. ¡Y guay delque en un plazo prudencial no hagala devolución! Ese pierde, no sólo elcrédito, sino que se convierte en blan-co de los tiros enrojecidos de Caneda.

Por eso, si bien es raro el bibliófiloque no haya sido víctima de piratería ycleptomanías; se puede asegurar que labiblioteca de este maestro ha sido siem-pre, y es, una fortaleza inexpugnable,defendida por su posición estratégica ypor los torpedos de la franqueza yenergía del erudito bibliógrafo y biblió-filo dueño.

***Claramente se ve y comprende que

la labor básica literaria de FigarolaCaneda es pura y esencialmente erudi-ta, bibliográfica. En este terreno se puedeafirmar que ha exprimido el desarrollo

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intelectual cubano desde sus fuenteshasta recientes días para, vertiéndolo enmagníficas obras, ocupar puesto tanventajoso que difícilmente hay quien lesupere en nuestro país.

No quiere ello decir que Caneda nohaya cultivado otros géneros: ahí estánsus crónicas sobre las exposiciones deBarcelona, Matanzas y París. He que-rido decir, con el poeta Pablo Hernández,que Caneda nunca fue estilista ático niescritor conceptuoso. Se ha propuestosolamente ser preciso, claro, castizo; ylo ha logrado con seguridad. Jamás haentrado en juego su imaginación con gi-ros exuberantes, floridos, metafóricos.Tal parece que utiliza un tamiz secretoque impide el paso de esos bellos e in-teresantes ropajes que lindamente vistela literatura. Busca escribir lo menos paradecir lo más. A esta casi aridez ha llega-do a fuerza de cultivar la bibliografía. Varetocando y cortando y limando hasta quedeja cada tarjeta reducida a brevísimaobservación, fechas y nombres. Otrosescritores de género deleitoso, dedicadosexpresamente a cautivar, van sembran-do el camino de perfumes y flores queel tiempo o la moda pueden esfumar;pero Caneda jalona su senda de fijashuellas de granito que no desaparece-rán sino que, por el contrario, serviránen todos los siglos, en nuestra historia,de enseñanzas, orientación, pues seña-

lan día por día la evolución de la men-talidad cubana.

En este sentido Caneda ha sidomaestro, soberbio mentor, y patriotaexcelso. Porque cuando los gobernan-tes coloniales se proponían, comorégimen de dominio, demostrar al mun-do y a la misma España que los cubanosestaban sumidos en la molicie, vicios eignorancia, Figarola, por medio de susestudios bibliográficos, daba a conocerel oro de nuestra veta mental y los emi-nentes patricios que aquí han rutilado yrutilan todavía. Los trabajos de Canedafueron antaño dardos de justicia, rayosde luz, arco iris, lanzados contra la mal-dad colonial, y flámulas de positiva gloriaen nuestros días de paz y libertad.

Notas

1 Esto ha variado ligeramente desde julio de 1925,porque la Academia ha pasado a ocupar unexcelente local en Cuba esquina a Chacón.2 Estimando el representante a la Cámara, doctorRoque E. Garrigó, que la Biblioteca Nacionalestaba mal atendida y peor pagados susempleados, presentó a la Cámara en 1910, unproyecto de ley, haciendo en el preámbulo unhermoso elogio de don Domingo Figarola Caneda,como bibliógrafo y perito en biblioteconomía, yproponiendo mejoras que de haberse realizado lahubieran colocado a mayor altura. Dicho proyectoquedó archivado.

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I

La historia de las publicaciones pe-riódicas cubanas constituye uno de

los capítulos más brillantes de nuestracultura nacional. Publicaciones quecomo parte del patrimonio bibliográficode la nación son atesoradas con orgullopor la Biblioteca Nacional José Martí,fuentes de conocimiento enraizadas enla tradición decimonónica fundadora derevistas que han enriquecido y enrique-cen el mundo científico y artístico delhombre cubano. En general, la Biblio-teca las atesora, conserva, organiza, y,en especial, custodia, produce y publi-ca desde hace 100 años su Revista.

Don Domingo Figarola Caneda, sa-bio cubano de acendrado patriotismo,quien había perdido a su único hijo enla manigua redentora, y después sufrióestoicamente los años de las dos inter-venciones norteamericanas, fundó laRevista de la Biblioteca Nacional en1909 inspirado en los más nobles sen-timientos de amor a Cuba. Confiado enla restauración republicana, saluda des-de las páginas del primer número de lanueva Revista lo que consideró con in-genuidad el afianzamiento definitivo, ennuestro suelo patrio, de los principios re-

volucionarios de Libertad, Igualdad yFraternidad.

Era entonces director de la Biblio-teca y de su Revista con lo que sepropuso una publicación consagrada ala institución y a la socialización de lasdiversas ramas relacionadas con laciencia del libro y de las bibliotecas.El 18 de octubre de 1901 había sido

Portada del primer númerode la publicación

Épocas y contenidos de la Revistade la Biblioteca Nacional de Cuba

Araceli García CarranzaInvestigadora y bibliógrafa

A mi hermana Josefina, quien también hizo suya la Revista.

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nombrado director de la institución, ysiete años después creó este órgano conel propósito de responder a las necesi-dades de este “[…] centro docente […]propagador de aquellos conocimientosque, desempeñando cada uno su fun-ción propia, concurren todos aladelantamiento de la Bibliografía y laBiblioteconomía”.1

Propósitos que sólo se cumplieron aplenitud cinco décadas después cuan-do la Biblioteca logra un verdaderodesarrollo docente y científico relacio-nado con el libro y las bibliotecas.

Por aquellos años, don DomingoFigarola Caneda reconocía a la biblio-grafía como una disciplina conpersonalidad propia y con carácter deciencia verdadera, teniendo en cuentasu presencia en las publicaciones demuchos países, en centros consagra-dos al estudio y progreso de todas lasramas del conocimiento, y en congre-sos, certámenes y exposiciones que,por esta época, se celebraban en elmundo. Este reconocimiento y la indis-cutible vida intelectual de Cuballevaron entonces al primer director afundar su Revista, a sabiendas de losinconvenientes de tal empresa. Noobstante, a ella consagró sus fuerzascon el fin de contribuir al desarrollo cul-tural de su patria.

La primera tarea resultaría la adqui-sición de una imprenta, solicitada yacomo donativo desde unos años antes,exactamente en 1904. Ante este recla-mo, la señora Pilar Arazoza de Muller,bisnieta de un impresor de principios delsiglo XIX entregó, casi de inmediato, untaller de composición tipográfica con ca-pacidad suficiente para responder a losservicios de la Biblioteca. Sin embargo,

diversos inconvenientes retardaron laaparición de la publicación, hasta quepor la tenacidad de su director sale ala luz cinco años después.

Cada número constaría de seis a 12pliegos, o sea de 48 a 96 páginas de tex-to con la misma cubierta. En 1909aparecerían los números uno y dos, encuya portada se lee “publicación men-sual dirigida por Domingo FigarolaCaneda, director de la Biblioteca, Año I,Tomo I, 31 de enero y 28 de febrero,Imprenta de la Biblioteca Nacional”.Aunque siempre se anunció como men-sual, su periodicidad varió. En 1910apareció tres veces y en los años 1911y 1912 resultó ser anual.

De las mil y tantas páginas que laconforman en esa primera época(1909-1912), Figarola casi las escribiótodas, sólo contó en 1910 con la cola-boración de Carlos de Velasco, el cualda a conocer la creación de la Acade-mia de la Historia de Cuba y brevesbiobibliografías de los académicos denúmero, los cuales reseña en ordenalfabético; en 1911 con la notanecrológica que escribiera Juan MiguelDihigo sobre el filósofo colombianoRufino José Cuervo; y en 1913 con las“Memorias inéditas de La Avellaneda(1836-1838)” y un texto inconcluso so-bre el desarrollo del griego en Cuba.

En el primer número, su sabio di-rector discurre sobre el triste destinode los manuscritos en general, y enparticular de los cubanos, y se pregun-ta por los de Tranquilino Sandalio deNoda, los de Salvador BetancourtCisneros, el Lugareño; los del licen-ciado José de Jesús Quintiliano García;los del educador Juan FranciscoChaple; los del musicógrafo Serafín

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Ramírez, y por el tomo dos de lasObras de Ramón de Palma, nunca lle-gado a la Imprenta de El Tiempo, sinolvidar los trabajos biobibliográficos deldoctor Eusebio Valdés Domínguez. Sabelo penoso y difícil que resulta reunir unacolección de manuscritos cubanos ypretende ir dando a conocer los que hapodido adquirir. Entre ellos escoge lacolección “Del más sabio y mejor de lascubanos”,2 cartas de don José de laLuz y Caballero dirigidas a José LuisAlfonso, luego marqués de Montelo3 enel período comprendido entre 1831y1840, durante su primera estancia enEuropa y después de su regreso a LaHabana (1909, pp. [11]-24). Más ade-lante apoya el proyecto de erigir unmonumento de mérito a Luz y Caballe-ro (1909, pp. 48-51). Del valiosoepistolario del marqués, la Revista, o másbien la revista de don Domingo FigarolaCaneda, publicaría en los números de1910 y 1911 las cartas de Domingo delMonte (1829-1853), y en 1912 las deJosé Antonio Saco (1836-1871).

Pero sus preocupaciones desbordan losintereses de una Biblioteca Nacional ylamenta la ausencia en el país de unMuseo Nacional, por lo cual reflexionasobre la necesidad y urgencia de crearuno, porque para él una capital sin mu-seo “[…] es capital que carece de unode los centros indispensables de civismoy cultura […], es capital que […] favo-rece en mucho la pérdida irreparable delo que en toda época evidenciaría nues-tra civilización”,4 y relaciona los objetoshistóricos que atesoraba la Biblioteca ins-pirado en la salvación del patrimoniocultural.

Como bibliógrafo compila una noticiabiobibliográfica sobre el doctor Ramón

Meza y Suárez Inclán5 (1909, pp. [31]-47). Confiesa su satisfacción por laexactitud de las descripciones biblio-gráficas, no así por la exhaustividad,inalcanzable aún más en nuestrostiempos.

La necrología fue también una cons-tante en la Revista. En este númeropublica el “Catálogo de CartasNecrológicas” que poseía la institucióngracias a su gestión personal: una co-lección de invitaciones para entierros yhonras fúnebres, organizadas en ordenalfabético (1909, p. [52]-60).

Otros breves estudios biográficosbajo el título de “Necrología” dedicaríaen 1911 a Enrique Pineyro, José Joa-quín Palma, José Dolores Poyo, FélixVarela Morales y Ramón Meza ySuárez Inclán (1911, pp. 107-116), y en1912 a Ildelfonso Estrada y Zenea(1912, pp. 169-173).

En 1910 inicia la “Sección Oficial”,donde aparece el “Informe de los tra-bajos efectuados en la BibliotecaNacional en el año 1909”, el cual seríapresentado al entonces secretario de Ins-trucción Pública y Bellas Artes, MarioGarcía Kohly. Este informe destaca elcanje internacional que sostuviera la ins-titución con los Estados Unidos, AméricaCentral y del Sur, Europa, Asia y Aus-tralia (333 volúmenes procedentes de140 centros e instituciones); las adquisi-ciones de libros por compra (503volúmenes); el estudio realizado sobre elAnobium Bibliothecarum, cuyas larvasamenazaban las colecciones; y la Gale-ría de Retratos con la que la Bibliotecale rendiría homenaje a grandes figurasde la intelectualidad cubana.6

Y en los números siguientes de eseaño 1910, el director incluiría en esta

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histórica “Sección Oficial” el movimientodel centro durante el primer semestre delaño (número de lectores e impresos con-sultados, publicaciones periódicasrecibidas, canje internacional, adquisicio-nes de libros) y el informe de lostrabajos efectuados durante el año, pre-sentado al secretario de InstrucciónPública y Bellas Artes (movimiento delectores e impresos consultados; publi-caciones periódicas recibidas; canjeinternacional; adquisiciones por compra;y trabajos para el catálogo, inventaria-dos unos y catalogados otros).

Esta sección cesaría, sin pretenderlo,en 1911 cuando aparece en ella el De-creto 2247 por el cual la Secretaría deInstrucción Pública y Bellas Artes divi-de las bibliotecas en tres clases:Nacional, Públicas, y de las escuelas, ins-titutos y otros. La Biblioteca Nacional ylas públicas estarían regidas por unConsejo Superior nombrado cada tresaños según el Decreto 225 firmado porel presidente José Miguel Gómez y porel secretario de Instrucción Pública yBellas Artes, Mario García Kohly.8

En secciones más breves como “Bi-bliografía” (1909-1911) y “Polibiblion”(1909-1912), Figarola Caneda daría aconocer libros de autores cubanos pu-blicados en Cuba y de autoresextranjeros representativos de la culturauniversal, así como noticias del país ydel mundo sobre libros y bibliotecas.

La Revista, a partir de 1910, tambiénreproduce documentos valiosos velan-do por la salvaguarda de los fondos queatesora la Biblioteca. Entre otros, lacarta inédita de Felipe Poey al directorde El Mercurio, a quien agradece lapublicación de su correspondencia conel sabio Tranquilino Sandalio de Noda

sobre el pez ciego de Cuba; rescata delolvido el texto “Historiadores de Cuba”,de José Antonio Echevarría, publicadopor la revista El Plantel (1838), y que42 años después reprodujera la Revis-ta de Cuba (1880); y por último, las“Instrucciones para la formación de undiccionario geográfico-histórico deCuba” (1813), acuerdo de la SociedadPatriótica. En 1911 reproduce el prólo-go y el capítulo uno de la Historia deCuba de Néstor Ponce de León.

En estos 12 memorables números de1910 publicados en tres tomos, se inclu-yen además la “Cartografía Cubana delBritish Museum”, catálogo cronológicode cartas, planos y mapas de los siglosXVI al XIX, 128 piezas que este museoya poseía desde 1901; el Decreto 772,por el cual se crea la Academia de laHistoria de Cuba, firmado por el presi-dente José Miguel Gómez y susecretario de Instrucción Pública y Be-llas Artes, y la biografía de José RamónGuiteras Gener escrita con los datos fa-cilitados por su padre, el escritor yeducador cubano Antonio Guiteras, quetambién facilitara una foto de su hijofechada en febrero de 1868.

En 1911, Figarola Caneda no olvidaen su Revista la conservación de docu-mentos al agrupar en su “BibliolitiaModerna” los factores destructores depapeles e impresos y ofrecer detalles delmal uso del cartón amarillo y engrudo,la costura de alambre y remaches, losperiódicos enrollados, los paquetes malhechos y la dirección y franqueo sobrelos impresos (1911, pp. 9-19). A conti-nuación, salva la errónea interpretaciónde un texto de don Felipe Poey, quienno aconsejó nunca impedir el deteriorodejando empolvados libros e impresos.

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Muy escasos habían sido hasta la fe-cha los donativos recibidos por laBiblioteca Nacional, y en los tomos de1911 y 1912, Figarola Caneda no sóloagradece la generosidad del doctor An-tonio Sánchez de Bustamante, sino quecompila las obras que este donara so-bre Derecho Internacional y lasdescribe en estricto orden alfabético,según las remisiones recibidas el 13 denoviembre y el 18 de diciembre de1911.9 Este catálogo quedaría inconclu-so al no continuar la Revista en estaprimera época.

En el tomo de 1912, Figarola publi-ca “Escudos primitivos de Cuba”,erudita contribución histórica que inclu-ye las ilustraciones correspondientes, ylas reales órdenes, reales cédulas y ac-tas relacionadas con los blasonesconcedidos por España a Cuba en lossiglos XVI-XIX (1912, pp. [5]-123).

Y en 1913 logró un pequeño núme-ro de 64 páginas que no se imprimiócompleto. La parte impresa contiene las“Memorias inéditas de Gertrudis Gómezde Avellaneda (1836-1838)”, apuntesde viajes desde su salida de La Haba-na hasta su llegada a Sevilla, dedicadosa su prima y amiga Heloísa de Arteagay Loinás (sic), y un texto inconcluso ti-tulado “El movimiento lingüístico enCuba”, sobre el desenvolvimiento delgriego en nuestro país, estudio que dieraa conocer su autor Juan Miguel Dihigoy Mestre en la Universidad Nacional deGrecia con motivo del Congreso Inter-nacional de Orientalistas, celebrado enAtenas, y que en los años 1914 y 1916fuera publicado completo por la Im-prenta Siglo XX.

El sabio director de la Revista logróen esa, su primera etapa, una publica-

ción digna de una Biblioteca Nacional,consagrada a salvar manuscritos, repro-ducir documentos, compilar bibliografíasy necrologías biobi-bliográficas, así comoa dar fe de su impecable y premonitorialabor en la institución a través de la“Sección Oficial”, puerta abierta al fu-turo desarrollo de la gestión bibliotecariadel país e imprescindible documentopara la historia de la Biblioteca y de suRevista.

Una verdadera proeza en medio delas penurias de esos años marcados porla Ley Arteaga, la cual sancionó el pre-sidente José Miguel Gómez prohibiendopagos con signos representativos de lamoneda (1909), la Ley de Canje deVillanueva por el Arsenal, nociva a losintereses nacionales (1910), y la ley quefavorecía a la Compañía de Puertos deCuba, verdadero escándalo nacional(1911). Mientras tanto, se suspendíanpor 18 meses las leyes que garantiza-ban la inamovilidad de los empleadospúblicos (1911), estallaba la Guerra delos Independientes de Color, y el Pre-sidente de la República autorizaba laentrada de braceros antillanos para tra-bajar en la United Fruit (1912). En esosaños de miseria atroz causada funda-mentalmente por el desempleo, elsegundo empréstito de la República yel auge de las propiedades norteameri-canas en nuestro suelo, la ofensivacontra la Revista no se hizo esperar.Orestes Ferrara, como presidente de laCámara de Representantes, en la dis-cusión del capítulo del presupuesto deInstrucción Pública, declara no recono-cer revistas salidas de oficinas públicas.La decadencia cultural que propició nohacía posible la existencia de ningunapublicación periódica. Hasta su propia

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revista, La Reforma Social, pronto ce-saría y mucho menos podría subsistirCuba Contemporánea. Es canceladoentonces el pequeño crédito que permi-tía a la Biblioteca Nacional tener supropia Revista, y dos años despuésFigarola Caneda se ve despojado desus prensas. La indiferencia oficialante los problemas de la cultura y dela nación le impediría resucitar su Re-vista durante el resto de su mandato, ysólo resurgiría 36 años más tarde.

IIDon Domingo Figarola Caneda fue

sustituido en la dirección de la Biblio-teca Nacional por Francisco de PaulaCoronado. En ese período, el intelectualy dramaturgo José Antonio Ramosfunge como asesor técnico, y en 1946Carlos Villanueva, un extraordinarioreferencista, sustituye a Coronado. Nin-guno de ellos pudo hacer renacer laRevista.

Fue durante la dirección de Lilia Cas-tro de Morales cuando la publicaciónconsigue vivir su segunda época (1949-1958). Por esos años, el presidenteCarlos Prío Socarrás declaró que seproponía la institucionalización del país,mientras el senador Pelayo Cuervo Na-varro denunciaba al gobierno de RamónGrau San Martín por la malversación de74 millones de pesos (1949). Un nue-vo empréstito ensombrece la economíacubana (1950). Fulgencio Batista, trasel golpe de Estado del 10 de marzo de1952, hace que Cuba padezca la mássangrienta tiranía de su historia mien-tras la guerra se desencadena en lasierra y en el llano.

La nueva directora, desde su torre demarfil, compromete al médico y eruditodoctor Rodolfo Tro y al entonces jovenhistoriador Manuel Moreno Fraginals aasesorar el trabajo intelectual y editorialnecesarios para que los propósitos pu-blicados en el primer número de laRevista (abril, 1949) se cumplieran: lacrítica de libros recientes, artículos quedieran a conocer aspectos ignorados denuestra cultura, la reproducción de do-cumentos inéditos, y la redacción denoticias y textos relacionados con la ins-titución. La dirección retoma de suprimera época los intereses de don Do-mingo Figarola Caneda.

En los 35 números de esta época sudirectora logró dichos propósitos.

Las portadas de la Revista fueronidénticas hasta enero de 1954: ilustra-das con viñetas tipográficas del sigloXVI, y en la contraportada el mapa deCuba de Benedetto Bardonne (1528).

En sus primeras páginas, rinde ho-menaje al Maestro de Juventudes,Enrique José Varona, en su centenario.

Francisco de Paula Coronado

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Moreno Fraginals publica algunos do-cumentos de José Álvarez de Toledo,10

y en el segundo número los manuscri-tos de Anselmo Suárez y Romero, loscuales aún conserva la Biblioteca Na-cional (166 descripciones bibliográficasnumeradas con indización onomástica yun índice de artículos de Suárez y Ro-mero, que aparecen en esta colección).Al final inicia dos secciones imprescin-dibles para el estudio de la bibliografíacubana de la época: “Relación de librosrecibidos de la Propiedad Artística yLiteraria remitidas a la Biblioteca Nacio-nal en conformidad con lo dispuesto enla Orden Nº 54 del Gobierno Interven-tor” y “Bibliográficas”, con comentariosy críticas de libros recientes firmados porprestigiosas personalidades de la cultu-ra cubana, tales como Marcelo Pogolotti,Julio Le Riverend, Elías Entralgo, Emi-lio Roig de Leuchsenring, entre otras.11

En el número de febrero de 1950,Lilia Castro de Morales perfila los pro-pósitos y funciones de nuestraBiblioteca de manera que esta consti-tuya el gran depósito de la producciónintelectual de la nación y la suministra-dora del trabajo bibliográfico necesariopara el conocimiento y divulgación dela cultura cubana. Punto de partida quejustifica la publicación de “La prensacubana en Estados Unidos durante elsiglo XIX” (febrero, 1950), relación deperiódicos cubanos editados en los Es-tados Unidos en esa centuria yatesorados por la institución; “Cuba.Viajes y descripciones (1493-1949)”,repertorio compilado por el doctorRodolfo Tro (mayo, 1950) con una bi-bliografía anotada en orden alfabético,la cual señala en cada caso la ubica-ción de los documentos de quienes, al

visitarnos, nos revelan datos, hechos ycostumbres de nuestro país, informa-ción hasta esa fecha desconocida porlos estudiosos (617 asientos bibliográ-ficos); y “Balance del indigenismo enCuba”, de Julio Febres Cordero (agos-to, 1950), erudita obra bibliográfica quepodría considerarse piedra angular so-bre el tema (136 notas y 739 asientos).

Y si bien en el año 1950 la Revistaes casi invadida por estos sólidos reper-torios bibliográficos, también celebra elcentenario de nuestra bandera con elensayo “Historia y simbolismo de laBandera Cubana” de Francisco J. Pon-te Domínguez.

En 1951, Lilia Castro de Morales, amodo de editorial incluye su discursopronunciado en la Feria del Libro, el 30de noviembre de 1950, en donde abo-ga por una Biblioteca Nacionalvinculada al trabajo educativo, posee-dora de un personal inamovible, unaley de depósito obligatorio sobre todaobra impresa y un poderoso instru-mento de conservación en beneficio

Lilia Castro de Morales

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del libro. El doctor Rodolfo Tro tradu-ce “La poesía negroide reciente dePuerto Rico”, de Lawrence S.Thompson; Manuel Isidro Méndez re-laciona los documentos necesarios parainterpretar con acierto lo sucedido enla Mejorana y Dos Ríos; José RiveroMuñiz publica su ensayo de una biblio-grafía tabacalera; Signe A. Rooth sehace eco del centenario de la visita aCuba de Fredrika Bremer, novelista sue-ca e iniciadora del movimiento feminista,quien nos legó una objetiva visión de lavida y las costumbres de La Habana(se incluyen algunos de sus dibujos yacuarelas); y el doctor Luis Felipe LeRoy y Gálvez da a conocer el docu-mento fundacional de la Universidad deLa Habana, “Breve Apostólico de SuSantidad Inocencio XIII”. Antes, en elnúmero de abril-junio de ese año, LeRoy había publicado una breve reseñade la primera Cátedra de Química enCuba y del primer químico cubano. Yya a fines de 1951, en el número co-rrespondiente a octubre-diciembre,Emilio Ballagas sitúa a nuestra poesíaafrocubana dentro del movimiento de lapoesía afroamericana surgida en losEstados Unidos y en países de Améri-ca Latina y del Caribe. Además, laRevista reproduce el contrato entre elpintor Perovani y el mandatario delobispo Espada, en relación con los fres-cos que adornan la Catedral de LaHabana, y el primer documento cuba-no en relación con la constitución de la“Hermandad de los Plateros”, uno denuestros más antiguos sindicatos, a pe-sar de su ropaje religioso.

Entre otros temas de interés históri-co, “Los últimos años” del doctor TomásRomay, Rodolfo Tro y Rodolfo Pérez de

los Reyes, el “Repertorio teatral cuba-no”, de Jorge Antonio González, y lamonografía histórica “Lecturas detabaquerías”, de José Rivero Muñiz cie-rran las páginas del tomo dos,abarcador de los cuatro números delaño,12 el cual devela aspectos olvidadosy otros ignorados de nuestra cultura.

En 1952, la Revista celebra doscentenarios: el nacimiento de don Do-mingo Figarola Caneda, quien al decirde nuestro José Martí “[…] tenía sufuerza en el corazón”,13 y el del biblió-grafo chileno José Toribio Medina conun imprescindible ensayo sobre esteenciclopedista al cual se añade la re-lación de sus obras en los fondos dela Biblioteca Nacional. En el númerouno aparece la primera colaboracióndel profesor Salvador Bueno: “París enla literatura cubana”; en el numerodos, la tesis de grado de AntonioNúñez Jiménez sobre la cueva deBellamar; en el tres, el proyecto deledificio que hoy ocupa nuestra institu-ción de los arquitectos Govantes yCabarrocas,14 la biografía del cafetalAngerona de Manuel Isidro Méndez, yla cartografía del término municipal deSan Antonio de los Baños, de Rosario deCárdenas; y en el número cuatro, la mo-numental “Bibliografía cafetalera(1790-1952)” de Francisco Pérez de laRiva. Se incluyen a partir de este tomotres, los documentos sacramentales deRafael Nieto Cortadillas, que se publica-rían hasta octubre-diciembre de 1956, ylos documentos para la historia colonialde Cuba, de Arturo G. Lavin.

En el año del centenario de nuestroJosé Martí, la Revista dedica íntegra-mente su primer número al Apóstol denuestra independencia.15 Entre otros es-

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tudios se encuentran “Entraña y formade Versos Sencillos”, y “Sugerenciasmartianas”, de Manuel Isidro Méndez;“Las dos Españas de Martí”, de EmilioRoig de Leuchsenring y “Martí y lostabaqueros”, de José Rivero Muñiz, loscuales ocupan un lugar selecto en la bi-bliografía martiana de la época.

Del número dos podrían serantologables “Breves consideracionesalrededor de la acción de San Pedro”,de Luis Felipe Le Roy y Gálvez, y “Lascosas de Noda” de Julio Febres Cor-dero. Este último, un extenso ensayobiobibliográfico con 155 asientos com-plementados por una clave de siglas,una addenda y una cronología. Reper-torio que demuestra que “La vida deNoda no puede escribirse sino por lascosas de Noda”, según sentenciaraFrancisco Calcagno acerca del “sabiomás laborioso de Cuba”, palabras cier-tas de José Martí.

Pero algunos cambios sufrirá la Re-vista en beneficio de su estructurainterna, a partir del número tres, al or-ganizar sus contenidos en secciones:“Vigencia del Ayer” con estudios delpasado como lecciones de presente;“Temas e Indagaciones” con investiga-ciones más recientes, y “Vida de losLibros” con un activo panorama de lopublicado en Cuba bajo el subtítulo de“Bibliográficas”, título usado anterior-mente con el mismo propósito. A estaúltima sección se añaden “Notas e In-formaciones”, “Estadísticas de laBiblioteca Nacional”, y la acostumbra-da “Relación de obras inscriptas en laPropiedad Intelectual”.

Ese número recuerda en “Vigenciadel Ayer” el centenario de la muerte deFélix Varela Morales y los 50 años del

fallecimiento de Eugenio María deHostos, en medio de otros aportes al es-tudio de la vida y la obra de José Martí.

De Félix Varela aparece el prólogo asu obra Instituciones de Filosofíaecléctica para el uso de la juventudy su disertación segunda “De los princi-pios de los cuerpos” (edición de 1814);de José Martí, “Catecismo democráti-co”, crónica sobre la obra homónima deHostos publicada en El Federalista deMéxico, el 5 de diciembre de 1876, asícomo “Ante la tumba de Varela”, otracrónica publicada en Patria, el 6 deagosto de 1892; y de Eugenio María deHostos, “Por la memoria de Aguilera”,carta que dirigiera a Diego VicenteTejera aparecida en la revista habaneraEl Fígaro, el 10 de agosto de 1902, bajoel título de “En honor de Aguilera”.

Y en el número cuatro, esta secciónse hace eco del centenario de la muertede Domingo del Monte con su reseña crí-tica a Poesías, de José María Heredia,dada a conocer originalmente en El Re-visor Político y Literario, en 1823.

En “Temas e Indagaciones” de esosúltimos números de 1953, otros textoscompletan la bibliografía martiana delaño del centenario: “Martí y su amor alos libros” de Gonzalo Quesada y Mi-randa, la bibliografía martiana de donFederico Henríquez y Carvajal publica-da durante 50 años, y “Martí, elParaguay y la independencia de Cuba”,estudio de Juan J. Remos que da a co-nocer dos cartas inéditas del Apóstoldirigidas al ilustre paraguayo José S.Decoud.

En 1954, la cubierta de la Revista in-cluye un dibujo del edificio de laBiblioteca Nacional en construcción y loscontenidos se organizan en las secciones

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antes descritas.16 “Vigencia del Ayer”celebra el centenario del nacimiento deJuan Gualberto Gómez con “La cues-tión de Cuba en 1884”, artículos quepublicara en El Progreso, de Madrid,sobre la situación de su país; y “LaConvención y la Enmienda Platt”, do-cumento histórico de altos valoresjurídicos. En “Temas e Indagaciones”se incluyen algunas resonancias delcentenario del Apóstol: “El culto a Martíen la Argentina”, de Manuel PedroGonzález, y “Coloquio de los héroes”,diálogo entre José Martí y loslibertadores más allá de los datos y losdocumentos.

Vuelve a su portada anterior17 en1955 y añade la sección “Testimonios”,que incluye opiniones a su favor de ins-tituciones y personalidades cubanas yextranjeras. En “Vigencia del Ayer” re-produce documentos relacionados conCuba procedentes de otros países: “LaHabana vista por un mexicano en 1817-29”, página del diario de A. LópezMatoso, documento inédito aparecidoen los fondos de la Universidad deTulane, Nueva Orleans, con introduc-ción y notas del ilustre hispanistanorteamericano Daniel Wogan; y “Lasletras españolas en los Estados Uni-dos”, de Antonio Flores, estudioextraído de las Memorias de la Aca-demia de la Lengua Ecuatoriana(Quito, 1884), el cual contiene un jui-cio crítico sobre Ismaelillo. Estasección añade “La clava del indio”, tex-to prohibido por la censura en 1844,donde su autor, Pedro Santacilia, ensa-yara la leyenda como nuevo géneroliterario cuando sólo contaba 14 años deedad, y “Los humanistas del Renaci-miento”, de José de Armas y Cárdenas

(Justo de Lara), parte de un ambiciosoproyecto del autor sobre este tema.

En “Temas e Indagaciones”, Salva-dor Bueno publica su segundo trabajo:“Ascenso y afirmación de las letrashispanoamericanas”, análisis aclarato-rio del desarrollo de las letras en lagran familia americana de lengua espa-ñola; Rafael Nieto Cortadellasincorpora a sus genealogías “Una ramacubana de los Roca de Togores”;18 En-rique Gay-Calbó, “Las crónicas de laguerra de Cuba”, dos cuadernos pu-blicados por la revista El Fígaro,verdadera rareza bibliográfica, conobjetivos relatos de los incidentes y vi-cisitudes de la contienda; y AntonioMartínez Bello comenta las cartas in-éditas de José Martí frente a la tesisdel suicidio dadas a conocer por Raúlde Cárdenas en el rotograbado del Dia-rio de la Marina. El autor desmientecon textos del propio José Martí la hi-pótesis del suicidio en Dos Ríos. Entreotros “Temas…”, se publican las pala-bras de Alfonso Reyes al recibir en laCapilla Alfonsina de su residencia, el 26de noviembre de 1955, el DoctoradoHonoris Causa de la Universidad de LaHabana, y “La autenticidad de un gru-po histórico”, de Mario Guiral Moreno,trabajo presentado en el 11º Congresode Historia celebrado en Trinidad (27-30 mayo, 1955) sobre la fotografía endonde aparecen Martí y Gómez talcomo eran en 1894.

Otros temas históricos integran estasección: el proceso de nuestrahistoriografía desde el siglo XVIII; los pri-meros viajes de los españoles a LaFlorida, y la influencia de El RevisorPolítico y Literario en el surgimientode la nación cubana.

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Del desenvolvimiento de la Bibliote-ca Nacional, la Revista informa sobrela celebración del Día del Libro Cuba-no, el 7 de junio, fecha del nacimientodel primer bibliógrafo cubano, AntonioBachiller y Morales, por iniciativa deldoctor César Rodríguez Expósito. Enesa ocasión la institución expuso la la-bor realizada por José AntonioFernández de Castro y publicó un fo-lleto contentivo de su bibliografía.

En 1956,19 “Vigencia del Ayer” con-tinúa sus lecciones del pasado. Esta vezcon la tesis de grado de Manuel ValdésRodríguez titulada Lo bueno, lo belloy lo verdadero para realizar los fi-nes de la estética (editada por laUniversidad de La Habana, en 1888) y“Menudencias”, de Manuel MárquezSterling. Este último texto con referen-cias a Frutos coloniales, de Franciscode Paula Coronado, por lo que la Re-vista añade, en esta misma sección,parte de dicho libro con vistas a que ellector juzgara con mayor exactitud lacrítica de Márquez Sterling.

La sección “Temas e Indagaciones”incluye del ciclo sobre revistas cubanasdel siglo XIX, organizado por el Ateneode La Habana, las conferencias “ElAlmendares”, de José María Chacón yCalvo, revista que fuera expresión delromanticismo predominante en nuestrasletras a mediados del XIX; “El Álbum,biografía de una revista”, de José Ma-nuel Pérez Cabrera, y “La Revista deCuba”, de Mario Guiral Moreno.

Otros trabajos completan lo más se-lecto de “Temas…”: un extensoestudio sobre nuestros primeros habi-tantes y sus principales poblaciones,de Carlos A. Martínez Fortún y Foyo;“Mercedes Matamoros: la poetisa del

amor y del dolor”, documentado estu-dio por los 50 años de la desapariciónfísica de esta poetisa, de HortensiaPichardo, quien en 1952 había publi-cado “Mercedes Matamoros: su viday su obra”, y “El proceso de demoli-ción de la Parroquial Mayor” de LuisFelipe Le Roy y Gálvez y SantiagoArévalo, tema que originaría una po-lémica con Manuel I. Mesa Rodríguez,en números posteriores.

En 1953 la Revista de esta segundaépoca logra por última vez sus cuatronúmeros.20

Transcribe en “Vigencia del Ayer” lahistoria de Matanzas realizada porFrancisco Jimeno Fuentes, manuscritoinédito que ya por esos años figurabaen los fondos de la Biblioteca Nacio-nal. A pie de página aparece una notabiobibliográfica del autor, escrita por elbibliógrafo mayor de Cuba, Carlos Ma-nuel Trelles y Govín.

“Temas e Indagaciones” continúa pu-blicando el ciclo de revistas del siglo XIX

que organizó el Ateneo de La Habana.Esta vez, las conferencias sobre el ÁlbumCubano de lo bueno y lo bello, deGertrudis Gómez de Avellaneda, La Ha-bana Elegante y la Revista Habanera,y como complemento ofrece un estudio,no perteneciente a ese ciclo, sobre ElNuevo Regañón de La Habana.

Las secciones fijas en general novarían, pero en los números uno y cua-tro “Notas e Informaciones”, noaparece como “Vida de los Libros”, enforma independiente. Y dentro de “No-tas…” se presenta, nada menos, que“La lengua de Martí”, de GabrielaMistral, conferencia pronunciada por lapoetisa chilena en la Institución Hispa-no-Cubana de Cultura, en 1930. Antes

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había sido publicada por la Direcciónde Cultura del Ministerio de Educación,el 19 de mayo de 1934 por iniciativa deJorge Mañach, secretario de Educaciónen esa fecha.

El último número de 1957 apareceen abril de 1958, dedicado en su totali-dad al nuevo edificio de la BibliotecaNacional, el cual tuvo un costo de dosmillones 800 000 pesos y fuera inaugu-rado el 24 de febrero de 1958.

Dicho número incluye el programade celebraciones correspondiente a losdías entre el 21 y el 24 de febrero, asícomo los textos de los discursos inau-gurales. Este edificio, situado en laCalzada de Rancho Boyeros (hoyAvenida de la Independencia), frenteal monumento al Apóstol José Martí,se debió a la noble gestión de la Juntade Patronos, organización que hizo po-sible que la Biblioteca lograra, despuésde su fundación en 1901, un lugar dig-no de su gestión como depositaria,conservadora y promotora del tesorobibliográfico de la nación cubana.

En 1958, la lucha en la sierra y elllano arrasa con la tiranía batistiana,que da sus últimos y sangrientoszarpazos. En ese año, la Revista sólologra un número, correspondiente aoctubre-diciembre, el cual se distribu-ye después del triunfo de laRevolución cubana.

Finaliza así “Vigencia del Ayer” conlas cartas de amor de Luis AlejandroBaralt y Celis a Nieves Peoli y Man-cebo, editadas y anotadas por elprofesor Luis A. Baralt y Zacharie. “Te-mas e Indagaciones” ofrece sus últimosy siempre nuevos aportes, entre otros,“Máximo Zertucha y Ojeda, el últimomédico de Antonio Maceo”, de Luis

Felipe Le Roy y la actualización de labibliografía del café, de FranciscoPérez de la Riva. “Vida de los Libros”cierra este número con la “Relación deobras científicas y literarias inscriptasen el Registro de la Propiedad Intelec-tual”, información iniciada en el númerocuatro de 1950, publicada anteriormentecomo “Relación de libros recibidos dela Propiedad Artística y Literaria” enlos últimos trimestres de los años 1948y 1949.

En esa, su segunda época, la direc-ción de la Revista pretendió unapublicación trimestral, periodicidad quecasi siempre logró. Desde su primernúmero anunció su interés por la críti-ca de libros recientes, la publicación detextos que dieran a conocer aspectosignorados de nuestra cultura, y la repro-ducción de documentos y obras inéditaso la reedición de las que por su rarezalo merecieran, así como noticias refe-rentes al desenvolvimiento de laBiblioteca Nacional. Con una rigurosaselección de contenidos la dirección dela publicación cumplió estos propósitos,diversos en apariencia, pero unidos enla raíz. Estudios históricos y literarios,genealogías, documentos inéditos y ra-ros, y repertorios bibliográficos sirvenaún en nuestros días a un mejor cono-cimiento de la cultura cubana.

En opinión del sabio cubano JuanPérez de la Riva, la Revista de estasegunda época fue “[…] lo menosmalo de esta gran Biblioteca subdesa-rrollada”.21 Un juicio más objetivo seríadecir que fue lo mejor de nuestra Bi-blioteca Nacional en la década del 50.Y como digna sucesora de la épocaque la precediera abrió puertas a losaños que viviría a partir de 1959.

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IIIProfundas transformaciones políti-

cas, sociales y económicas trae consigoel triunfo de la Revolución cubana. Enfebrero de 1959 ocupa la direcciónprovisional de la Biblioteca Nacionalla doctora María Iglesias Tauler, quiencon acierto y generosidad proponepara este cargo a la doctora María Te-resa Freyre de Andrade, expertabibliotecóloga, que se empeña en larefundación y recreación de una nue-va institución hasta lograr querespondiera a las exigencias de la polí-tica cultural revolucionaria.

A mediados de 1960, la nueva direc-tora logra, entre otras y múltiples tareas,la publicación del primer volumen de laRevista, correspondiente a su terceraépoca, y abarcador de los cuatro núme-

ros de 1959. A partir de ese año, sedenominaría Revista de la BibliotecaNacional José Martí, pues la Biblio-teca, a propuesta del doctor FernandoOrtiz, ya había adoptado este nombredesde la inauguración del edificio el 24de febrero de 1958.

Con un nuevo formato cuadrado ymuy moderno para su tiempo, la Revistatuvo como secretaria de redacción a ladoctora Graziella Pogolotti, y su ediciónestuvo al cuidado de la doctora MartaVesa.

Nuevamente la publicación se pro-puso ofrecer a los investigadores unbuen acopio de documentos relacio-nados con los antecedentes históricos,artísticos y literarios de nuestra cul-tura, así como estimular el estudio yla interpretación de nuestro pasado

De izquierda a derecha José Antonio Portuondo, Maruja Iglesias, María TeresaFreyre de Andrade y Miguel Ángel Asturias

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con vistas a desarrollar una sólida con-ciencia nacional.

En su primer volumen publica la“Resolución” dictada por la doctoraFreyre el 13 de diciembre de 1959,según la cual la Biblioteca fungiríacomo nacional y como pública, ademásde servir como guía a las bibliotecaspúblicas del país. En este documentoaparece ya trazada la estrategia segui-da en estos últimos 50 años. Al final,un “Informe” complementario detallalas funciones del centro en cada unode sus departamentos, así como susservicios, la necesaria superación delos bibliotecarios, y la campaña en prode la cultura y de la lectura. Líneas es-tratégicas que siguen favoreciendo eldesarrollo de la primera institución bi-bliotecaria del país, la cual desdeentonces ha sufrido las modificacionesy transformaciones necesarias en con-sonancia con los nuevos tiempos.

La Revista de esa tercera época im-puso la tradición de don DomingoFigarola Caneda y ello lo demuestra laselección de sus contenidos. La docto-ra Aleida Plasencia da a conocer losmanuscritos de José María Heredia ad-quiridos por el propio Figarola para laBiblioteca Nacional y más adelanteaparecen fragmentos de la correspon-dencia de Miguel Tacón y Rosique.22

Reseña Argeliers León obras musica-les del siglo XVIII y Severo Sarduycomenta Isla de Cuba pintoresca, deFederico Mialhe, donde La Habana deCecilia Valdés vuelve desde las made-ras con las calesas y los anchospaseos. Una amplia bibliografía de laRevolución cubana (1952-1959) y otrostextos históricos y literarios aseguranlos sumarios propuestos desde 1909.

1960-1969A partir de 1960 y hasta 1963 la Re-

vista se publica en volúmenes anuales,abarcadores de cuatro números cadauno, y aunque no aparece el nombre deCintio Vitier como su director, los nú-meros de 1959 y 1960 se honraron consu ejecutoria.

En el volumen de 1960 aparece elprimer Consejo de Redacción presidi-do por la doctora Freyre.23 Su cubiertaazul pálido recuerda el color favorito delos insurgentes de antaño, y una ven-tana ideada por Argeliers León permitever un detalle del grabado que apare-ce en la portadilla, distinguiéndose asíun número de otro. En ese año, la Re-vista se adelanta al bicentenario de laToma de La Habana por los Ingleses(1762-1962) y reproduce la “Dolorosamétrica, expresión del sitio y entrega deLa Habana escrito en 1762”, versosprecedidos por un erudito estudio de ladoctora Aleida Plasencia.24 Según Car-los Manuel Trelles y Govín,25 estepoema había sido escrito por N. Cruz,posible seudónimo de la primera poe-tisa nacida en Cuba.26 Sin dudas, esuno de los primeros poemas de nues-tra literatura, con estrofas en décimasde escaso valor literario, pero con unextraordinario valor histórico. Completaneste número una bibliografía compiladapor Juana Zurbarán y con grabados deElías Durnford y de Dominique Serresrelativos a este acontecimiento históri-co, así como textos de Eliseo Diegosobre Charles Dickens y Henry DavidThoreau; con motivo de los centenariosde la muerte de ambos poetas.

El Departamento Colección Cubanafue el crisol donde se fraguó la Revistaa partir de ese año hasta que en 1979,

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el desarrollo alcanzado por la Bibliote-ca Nacional, y por este departamento,dinamizó sus funciones con una nuevaestructura. A partir de entonces, la pu-blicación continuó a cargo delDepartamento de Publicaciones, poste-riormente convertido en Departamentode Ediciones.

Entre los años 1961 y 1964, la Re-vista es dirigida por Renée MéndezCapote, quien al unísono escribe y leea sus compañeros de trabajo cada ca-pítulo de sus memorias Una cubanitaque nació con el siglo.

Nuevas personalidades se añaden alConsejo de Redacción: Manuel More-no Fraginals y Eliseo Diego. Entreotros significativos aportes, Renée lo-gra publicar el “Diario de Martí comodocumento caracterológico”, estudio in-édito de Ezequiel Martínez Estrada(incisos del capítulo “El regreso”, de suobra mayor Martí revolucionario);aparece la primera colaboración deCintio Vitier, en la Revista, titulada“Un cuento de Tristán de JesúsMedina”; “Notas sobre las monedasutilizadas en la costa de África duran-te el siglo XVIII” de Juan Pérez de laRiva, quien también inicia su célebreContribución a la historia de lasgentes sin historia; dos crónicas denuestro José Martí donadas a la Bi-blioteca Nacional por NéstorCarbonell;27 el “Diario de Juan Cas-tro”,28 dado a conocer completo porAmalia Rodríguez; “Oda a Julián delCasal”, de José Lezama Lima; “Igle-sia e ingenio”, de Manuel MorenoFraginals; “El baratillero ambulante”,de Miguel Barnet; y los índices de re-vistas del siglo XIX tales como ElPlantel (1838), La Cartera Cubana

(1838) y El Colibrí (1847), compila-dos por Feliciana Menocal.

Y tras las ventanas de las cubiertas,las vistas de los conventos de SantoDomingo y de San Francisco de LaHabana; y en el volumen de 1963 untrapiche de un ingenio durante la mo-lienda ilustra el estudio antes citado deManuel Moreno Fraginals, anteceden-te de su monumental obra El ingenio.29

A partir del número dos de 1964, esdirigida por el sabio demógrafo JuanPérez de la Riva, ya que RenéeMéndez Capote se dedicaría a la pro-ducción literaria en el Instituto delLibro. No obstante, ella deja consolida-da la publicación.

Pérez de la Riva y su secretaria deredacción, Luisa Campuzano, publicaríantres números anuales, aunque por excep-ción la dirección de la Revista lograríacuatro números en 1966. Por esos años,su director inicia la publicación de unavaliosa selección de textos de viajerosextranjeros que nos visitaron en el sigloXIX y continuaría sus “Documentos parala historia de las gentes sin historia” re-feridos al tráfico de culíes chinos;30 JoséFelipe Le Roy y Gálvez da a conocer apartir de 1965 “La historia de la Real yPontificia Universidad de San Jerónimo”(I-II), “La Real y Literaria Universidadde La Habana en su etapa republicana”(I-II), y “La Universidad de La Habanaen su etapa republicana” (I-II); y PedroDeschamps Chapeaux su “Historia de lagente sin historia”, capítulos de una obramayor,31 los cuales aparecerían en distin-tos números.

Ya sólo con estos enjundiosos ynovedosos estudios la Revista hubieseocupado un lugar trascendente dentrode la bibliografía cubana de la década

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del 60, pero a ello añadió los documen-tos de Carlos Baliño; “La Piragua y elsiboneyismo” (ensayo que presentó elíndice de esta revista); “Placidiana”,con motivo del 120 aniversario del fu-silamiento de Gabriel de la ConcepciónValdés (Plácido); el ensayo sobre Ma-nuel de Zequeira y Arango (I-II), deFina García Marruz;32 la conferenciaofrecida por Ezequiel Martínez Estradaen la Biblioteca Nacional en ocasióndel sesquicentenario del nacimiento dedon Domingo Faustino Sarmiento, ver-sión taquigráfica de la grabación queel gran argentino no llegó a revisar y,en donde, a pesar de ello, se aprecia lafluidez de su pensamiento, y los traba-jos de Filiberto Ramírez Corría y deJuana Zurbarán, con motivo del cuartocentenario lascasiano. Otros estudiosde Elías Entralgo, Graziella Pogolotti,Julio Le Riverend Brusone, MarioSánchez Roig, Hortensia Pichardo yJorge Ibarra hacen de la Revista deesos años una publicación notable.

Muy útiles resultaron también las sec-ciones “Crítica Bibliográfica” conreseñas de libros de reciente publica-ción; los “Libros del trimestre extraídosde la bibliografía nacional”, cuya com-pilación continuaría la BibliotecaNacional desde 1959, y “Crónica”, estaúltima con comentarios y noticias cultu-rales, la cual se hace cada vez másestable a partir de fines de ese decenio.

En enero de 1967, Luisa Campuzanocesa como secretaria de redacción alganar una cátedra de Lengua y Litera-tura Clásicas en la Universidad de LaHabana, y la sustituye Siomara SánchezRoberts, quien se convertiría en una delas de más larga ejecutoria en dichocargo.

Ya a fines de ese año, aparece unúltimo número doble con ventana, quedeja entrever la firma del Che, reciénasesinado en Bolivia. La Revista inclu-ye una bibliografía activa y pasiva delGuerrillero Heroico, seguida por unacronología de su vida, compilada porJuan Pérez de la Riva, la cual merecióser reeditada en México por Cuader-nos Rocinante.

En 1968, cambia de portada, aunqueno sus contenidos eruditos, críticos ymedulares. En los tres números publica-ría de José Antonio Portuondo, “Retratosinfieles de Martí”; de Roberto Segre, “Laevolución tipológica de las fortificacionescoloniales”, y de Zoila Lapique, “La mú-sica en las revistas del siglo XIX”.33 En1969 vuelve José Antonio Portuondo conun estudio sobre el contenido político ysocial de las obras de José Antonio Ra-mos; Juan Pérez de la Riva, con “Losdías de Guáimaro”; César García delPino da a conocer el diario de un depor-tado a Fernando Poo en 1869; TadeuszLepkowski y Jorge Ibarra polemizan entorno a una historia integral de Cuba;Ivan Schulman estudia la influencia deMartí en la prosa madura de Darío, y ladirección de la Revista decide publicar eltrascendental discurso del ComandanteFidel Castro, pronunciado el 10 de octu-bre de 1868, donde el líder cubanodeclara como única la Revolución que ini-ció Céspedes y la que el pueblo cubanolleva adelante 100 años después del Gri-to de Yara.

En el número tres de ese año, otrosestudios aseguran que la publicación seempeña en dar a conocer novedades denuestra historiografía y de nuestra lite-ratura. En el sumario encontramos“Psicoanálisis de una generación

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(1940-1959)”, de Francisco LópezSegrera; “Para una vida de SantiagoPita”, de Octavio Smith;34 “Estudiosdelmontinos”, de Fina García Marruz, y“La Reforma Universitaria de los años20 y la rebelión estudiantil de nuestrosdías”, de Ladislao González Carvajal.35

Durante esa década, nutrida de es-tudios que más tarde integraron obrasfundamentales de nuestra cultura,36 laRevista cumple sus primeros 60 años.Recibe como homenaje perdurable suindización analítica37 y la publicación enseparatas de sus mejores textos.

1970-1979En la década del 70, se lograrían tres

números cada año, y como seccionesfijas, “Crónica” y “Miscelánea”. Laprimera con textos breves, atendiendo alas exigencias de esta forma literaria, yla segunda muy útil para conocer la in-tensa vida cultural de la BibliotecaNacional.

Investigaciones históricas, literarias ybibliográficas, verdaderos aportes ynuevas perspectivas constituyen loscontenidos de estos años. Del CicloVida y Obra de Poetas Cubanos orga-nizado en aquellos días por la institución,se publican las conferencias magistra-les de Félix Pita Rodríguez, ÁngelAugier, José Cid, Nicolás Guillén,Regino Pedroso y Roberto FernándezRetamar, así como ensayos literariosque, sin lugar a dudas, podrían formarparte de una antología del género enCuba: “Sobre nuestra crítica literaria”y “La correspondencia cubana de LeónTolstoi”, de Juan Marinello; “Bécquer ola leve bruma”, de Fina García Marruz;“El hombre de Saúl Bellow”, de Rober-to Friol; “Landaluce y el costumbrismo

en Cuba”, y “Galdós y Valle Inclán, es-pejos de la vida española”, de JoséAntonio Portuondo; “Aproximaciones aLuis Cernuda”, de Octavio Smith; “Elpoderoso caballero Francisco deQuevedo”, de Luis Suardíaz, y “En tor-no a la autenticidad de Espejo dePaciencia”, de Enrique Saínz.

Nuevamente, como en el decenioanterior, la Revista publica estudios pre-vios que después integrarían obrasimprescindibles de nuestra historia,nuestra literatura y nuestra cultura: “Laprimera imprenta litográfica en Cuba”,de Zoila Lapique, Juana Zurbarán yGuillermo Sánchez Martínez;38 “Loscobreros y los palenques de negros ci-marrones (esquema de dos librospendientes de publicación)” de JoséLuciano Franco;39 “Los romances cu-banos de Juan Francisco Manzano”,encontrados por Roberto Friol en elperiódico matancero El Pasatiempo,1834;40 “Flor oculta de poesía cubana(aviso preliminar, y pasajes del prólo-go)” de Cintio Vitier y Fina GarcíaMarruz,41 y los estudios de Luis FelipeLe Roy y Gálvez sobre el 27 de no-viembre de 1871.42

Y como en épocas anteriores se daa conocer el patrimonio documental dela nación depositado en la BibliotecaNacional mediante repertorios bibliográ-ficos: “Bibliografía del teatro cubano”,con una breve introducción del enton-ces director de la institución, SidrocRamos;43 un “Esquema bibliográfico deGertrudis Gómez de Avellaneda”; la “Bi-bliografía de Juan Marinello”, homenajede la Biblioteca y de la Revista por su75 cumpleaños;44 “Bibliografía de unaexposición”, documentos exhibidos enel centro con motivo del 70 aniversario

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de Alejo Carpentier; “Esta Revolucióncomenzó en Yara”, selección de docu-mentos expuestos con motivo del XXIIaniversario del Asalto al CuartelMoncada; “Bibliografía Exposición Ho-menaje al XV aniversario de laFederación de Mujeres Cubanas”, y unsuplemento a la Bibliografía de Nico-lás Guillén.45 El índice de nuestrapublicación correspondiente a los años1970-197545 y una cronología de la Re-volución cubana (1959-1979) completanel universo bibliográfico de esa déca-da. Este último repertorio publicado enel número dos de 1979, rinde homena-je a los 20 años de la Revolucióncubana, con recuentos de lo sucedidoen esas dos décadas en el campo dela bibliografía, el diseño gráfico, la ur-banización, la danza, la artesanía y laescultura, precedidos por el discursopronunciado por Fidel Castro el 1º deenero de 1979 bajo el título “Nos en-frentamos al porvenir con laexperiencia de 20 años y el entusias-mo del primer día”.

Significativos aportes historiográficoscomo el estudio de Alberto Muguerciasobre Teodora Ginés; “El campamento deSan Pedro”, de Francisco Pérez Guzmán;los temas desarrollados por César Garcíadel Pino sobre aspectos ignorados denuestra historia anteriores al siglo XIX, ylos estudios demográficos de Juan Pérezde la Riva, hacen de la Revista de esosaños fuente de consulta imprescindiblepara repensar nuestra historia.

En 1973, Guillermo Sánchez Martínezinicia sus aportes a la historia y la cul-tura del arte cubano, entre ellos losantecedentes de su “Diccionario de lasArtes Plásticas en Cuba”, obra monu-mental, aún inédita.

La Revista de la década del 70, comoórgano de la Biblioteca Nacional, inclu-ye también documentos relacionadoscon los Encuentros Nacionales de Bi-bliotecas Públicas; ofrece un recuento delas características tipológicas de la insti-tución de Cuba en el período 1959-1976;contribuye a la historia del libro en nues-tro país con estudios sobre nuestrosincunables, el primer libro científico cu-bano y los impresores y talleres del sigloXIX, y reproduce el “Diario delRancheador”, de Cirilo Villaverde, im-prescindible documento para el estudiode la esclavitud en Cuba.

Ya avanzado el decenio, exactamen-te el 4 de diciembre de 1976, falleceJuan Pérez de la Riva, sabio directorque desde 1964 logró una Revista…erudita y siempre en ascenso. A partirde 1978 lo sustituye Julio Le RiverendBrusone, se estrena Salvador Buenocomo jefe de redacción, y continúaSiomara Sánchez como secretaria deredacción.

1980-1989En la década del 80, la dirección de

la Revista lleva a sus páginas aspec-tos diversos de nuestra historiografía,estudios enriquecedores y develadoresde nuevos conocimientos relacionadoscon grandes figuras de nuestra cultu-ra y hechos históricos significativosde la historia patria. En los númerosuno y tres de 1980 celebra el cente-nario del nacimiento de RamiroGuerra, con valoraciones de ErnestoGarcía Alzola y Julio Le Riverend; yel centenario de la ley que inició el pro-ceso de abolición de la esclavitudafricana en Cuba terminado en 1886, contextos que abordan ideas y sugerencias

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para trabajos futuros, presidido por“Los cimarrones en el Caribe”, de JoséLuciano Franco.47

El discurso del Comandante en JefeFidel Castro Ruz pronunciado en el actode clausura del Segundo Congreso delPartido Comunista de Cuba, publicadobajo el título de “Los principios no sonnegociables”, da inicio al año 1981, enel cual temas diversos (filosofía, paleo-grafía, historia, crítica literaria y pinturacubana, entre otros) conforman el ma-cizo sumario; el segundo número es undocumentado homenaje con motivo del80º aniversario de la Biblioteca Nacio-nal José Martí, que recuerda el pasadode la institución, da fe de su presente, ygarantiza su respuesta a los nuevos re-querimientos que el desarrollo culturaldel país le impone como centro de difu-sión y promoción cultural y científica,48

mientras el último conmemora el cente-nario de don Fernando Ortiz conreveladoras interpretaciones en torno ala obra del sabio cubano.

Aparece en 1982 un número doble,abarcador en gran medida del año, quecontiene el discurso pronunciado por elentonces ministro de Cultura ArmandoHart Dávalos, en la inauguración delEncuentro de Intelectuales por la So-beranía de los Pueblos de NuestraAmérica, así como investigaciones so-bre filosofía, urbanismo, culturaafricana, esclavitud, arqueología, críti-ca literaria, pintura, y otros temas deinterés literario e histórico. El últimonúmero del año evoca con exquisita yvibrante prosa la presencia de Raúl Roa,“aquel hombre de gesto rápido que ru-bricaba al vuelo su palabra centellante”,y conmemora además el 130º aniversa-rio del natalicio de José Martí, el

centenario de la primera edición com-pleta de Cecilia Valdés, y el 80ºcumpleaños de Nicolás Guillén.

La crítica literaria se impone en elprimer número de 1983, sumario queofrece además, entre otras cuestiones,un análisis marxista de las clases socia-les en Cuba frente a la necesariarevolución martiana, de Eduardo TorresCuevas. La segunda entrega honra los70 años de Carlos Rafael Rodríguez,“digna y plenamente vividos”, al publi-car un artículo de sus años jóvenes ydos de sus discursos más sabios; real-za también los 60 años de Cintio Vitiercon la compilación de y sobre su obrapoética y crítica. Otras investigacionessobre la arquitectura tradicional cuba-na, el Partido Socialista Obrero Españoly su relación con la Guerra del 95, lostransportes habaneros de los siglos XVI

al XIX, y la nueva sección “Notículas”también se encuentran en dicha edi-ción. Un capítulo del libro Bolívar y laindependencia de Cuba, de Francis-co Pérez Guzmán; unas páginas querecuerdan a esa “cronista de la cultu-ra” que fue Loló de la Torriente; undocumentado estudio sobre las prime-ras villas cubanas, de HortensiaPichardo; otra vez don Fernando Ortizcon su correspondencia mexicana; elproblema arancelario dentro de la polí-tica cubana del siglo XIX, y por último,“Crónicas” y “Reseñas de Libros” re-sumen a grandes rasgos el últimoíndice.

A partir de 1984 se publica por ca-pítulos la obra “Problemas de laformación agraria de Cuba”, del doc-tor Julio Le Riverend, estudio que, sindudas, llena un vacío en la historia eco-nómica de Cuba.49

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El segundo número del año dedicamás de 30 páginas a ese cubano univer-sal que fue Alejo Carpentier, con motivodel 80º aniversario de su nacimiento.

Una ilustración tomada de la HistoriaGeneral de las Indias Occidentales, deAntonio de Herrera (Amberes, 1728), querepresenta la aceptación de la empre-sa de Cristóbal Colón por parte de losreyes Fernando e Isabel de Castillaaparece en la cubierta del último núme-ro del año. Este grabado en metalanuncia su contenido, dedicado casi ensu totalidad al estudio de hechos histó-ricos que corresponden por igual a lahistoria de Cuba y a la de España: so-lidario y justo precedente con el cual laBiblioteca Nacional se sumó a los tra-bajos preparativos para la celebracióndel quinto milenio del encuentro de am-bas culturas.

Bajo el título “XXV años deHistoriografía Cubana” (I-II) apareceesta sección en los primeros númerosde 1985, positivo recuento a favor dela investigación histórica en el perío-do 1959-1984. Constituye una acertadavaloración e inventario de fuentes dela historia de Cuba, probatorios de quela historia no es un conocimiento fijadode una vez y por todas. Las experien-cias vividas en esos años permitieronque un mayor caudal de mentalidadeslograra un desarrollo extraordinario enla historiografía cubana.

El último número de ese año incluyetemas de interés para la historia de lamúsica y la literatura cubanas, la mito-logía indoantillana, la arquitecturacolonial en Cuba y el Caribe, y el libroen Cuba. Aspectos diversos que nodesdibujan el perfil de la publicación,sino que acentúan su unidad de conte-

nido y el rigor investigativo que la hacaracterizado.

Durante ese primer lustro de la dé-cada del 80, cesa Siomara SánchezRoberts como secretaria de redacción,y la sustituye Josefina García Carranzaen los dos primeros números de 1983;a partir del siguiente, se inicia como re-dactora Carmen Suárez León.

Es notable la reincorporación de“Reseñas de Libros”, desde 1979, sec-ción bibliográfica continuadora de otrasde tanto interés para el conocimientodel movimiento editorial en Cuba, como“Bibliografías” (1964-1966). En cuan-to a otras secciones, las “Crónicas”, ensu mayoría conmemorativas de efemé-rides cubanas y extranjeras, resultan enocasiones serios aportes a la investiga-ción de los temas tratados; tambiénabarca, en menor medida, los propósi-tos de la “Miscelánea” (1970-1981),histórica sección que recogió por másde un decenio la intensa labor de pro-moción cultural y científica realizadapor la Biblioteca Nacional de Cuba.

Asimismo, comienza otra sección enesos años: “Lista de Documentos Ad-quiridos en el Extranjero” (número tres,1983) contentiva de listas bibliográficasselectivas de los documentos reciénadquiridos por la institución.

En el número que abre el año 1986,la dirección de la Revista anuncia el Ter-cer Congreso del Partido Comunista deCuba, y recuerda el XX aniversario delmemorable arribo a la playa Las Colo-radas de la expedición del Granma (2de diciembre de 1956). Pero como pa-sado y presente se conjugan y seproyectan al futuro, la publicación no ol-vida el centenario de la abolición de laesclavitud y aparece para esta ocasión

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“Esclavitud y relaciones interraciales enCecilia Valdés”, de Salvador Bueno, yen el segundo número, un texto deRodolfo Sarracino sobre Inglaterra y lasrebeliones esclavas cubanas. En estemismo ejemplar también se inicia la ce-lebración del 150º aniversario delnacimiento de Máximo Gómez, y por elloRamón de Armas presenta el casi des-conocido texto del Generalísimo “Elporvenir de Las Antillas”, donde Gómezconcibe para esta región americana unagran revolución, y prevé nuevas formasde unidad antillana.

“Máximo Gómez y la esclavitud” y“Pertenencia étnica de los esclavos deTiguabos (Guantánamo)” de los investi-gadores Roberto Friol y Rafael L. LópezValdés, respectivamente, resultan riguro-sos estudios que ponen fin, en el númerotres de 1986, a las conmemoraciones delcentenario de la abolición oficial de la es-clavitud, y del 150º del nacimiento deGómez. Además se tiene presente el 85ºaniversario de la Biblioteca Nacional JoséMartí, y termina la publicación del libroProblemas de la formación agraria enCuba (siglos XVI-XVII), del doctor Julio LeRiverend Brusone, obra en 17 capítulosque enriquece sobremanera la historiografíacubana, y muy en especial la agraria.

Otros estudios críticos y bibliográfi-cos completan el contenido de estos tresnúmeros. Sus cubiertas exhiben una li-tografía del precioso libro de SamuelHazard, Cuba a pluma y lápiz, ellogotipo conmemorativo del 150º ani-versario del nacimiento de MáximoGómez, y un exlibris de la colección dela Biblioteca Nacional de Cuba.

Investigaciones acerca de grandesfiguras de la literatura y la cultura cu-banas tales como don Fernando Ortiz,

José María Heredia, Carlos ManuelTrelles y Govín, Luis Felipe Rodríguez,y Juan Marinello Vidaurreta; una inda-gación sobre Ramón EmeterioBetances, de Emilio Godínez, historiadorcubano que fuera también historiadorpuertorriqueño (fallecido en octubre de1986), y “De la Enmienda Platt a losempréstitos”, una ojeada a la domina-ción imperialista sobre Cuba durantelos años republicanos, del investigadorPedro Pablo Rodríguez, conforman,entre otros estudios, el primer núme-ro de 1987. El segundo número, casimonográfico, fue dedicado al XX ani-versario de la caída en combate deErnesto Che Guevara, donde CarlosTablada y Rolando García Blanco in-terpretan el pensamiento del GuerrilleroHeroico; Mario Mencía hace historia desus primeros años revolucionarios; Is-rael Echevarría y Miriam Martínezdetallan su presencia en la legislaciónrevolucionaria publicada por la Gace-ta Oficial de Cuba, y Carmen SuárezLeón se acerca a su poética e inter-preta “Che Comandante”, de NicolásGuillén. El cuerpo bibliográfico hacehistoria de la insurrección armada enLas Villas; compilado por especialistasde la Biblioteca Martí, de Santa Clara,cierra en el número tres el homenaje deesta Revista al comandante Ernesto CheGuevara. Además añade a su conteni-do estudios de interés al conocimiento dela dominación inglesa en La Habana, lapresencia africana en los carnavales deSantiago de Cuba, y el primer ferroca-rril de Cuba; reflexiones sobre RaúlRoa y Loló Torriente; la temprana obrahistórica de Luis Toledo Sande, exigi-da con razón por la Tribuna EnriqueJosé Varona, y las hazañas descritas

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por Cristóbal Colón en su Diario denavegación. Estos testimonios colom-binos dan inicio a la sección “Hacia elMedio Milenio del Encuentro entre lasCulturas Americanas y Europea”. Porúltimo, grabados de libros valiosos delsiglo XVIII atesorados por la BibliotecaNacional José Martí, y una composicióntipográfica que es homenaje al Che,ilustran las cubiertas de los tres núme-ros de 1987.

Un fragmento del mapa de Piri Reis,que ilustra la cubierta del número unode 1988, anuncia la inclusión de la in-troducción a dicho documento, escritaen 1935, por Yusuf Ackura, presidentede la Sociedad para las InvestigacionesHistóricas sobre Turquía. Según estecientífico, el mapa que Colón confec-cionó después del descubrimiento,encuentra en este su reflejo de sí, porlo que resulta una indiscutible fuente deinformación con respecto al primero, yuna prueba de la contribución de los tur-cos del siglo XVI a las ciencias de suépoca. Este texto aparece incluido enla sección “Hacia el Medio Milenio delEncuentro de las Culturas Americanasy Europea”.

Otras contribuciones al estudio degrandes figuras de la historia, la litera-tura, y la cultura de Cuba y Américaenriquecen las bibliografías secundariasde Félix Varela Morales, ManuelGonzález Prada, Pedro HenríquezUreña, Alicia Alonso, Rafaela ChacónNardi, Elías Entralgo, Salvador Buenoy Alejo Carpentier.

Y a mediados de 1988 la Revista dela Biblioteca Nacional José Martí lo-gra un número antológico al publicaruna parte de los papeles inéditos o par-cialmente inéditos de la colección del

poeta José Lezama Lima. Una de lasmás valiosas colecciones atesoradaspor la Biblioteca Nacional de Cuba: pro-sa, poesía, cartas y parte de un diarioaseguran al especialista nuevas pers-pectivas y múltiples revelaciones dentrodel universo lezamiano.

El último número de 1988 da fin den-tro del último lustro (1986-1990) a lasección “Hacia el Medio Milenio…” alincluir la “Expedición en canoa delAmazonas al Caribe” del doctor Anto-nio Núñez Jiménez, experienciacientífica inspirada en el “Quinto Cen-tenario del Descubrimiento, encuentrode dos mundos”, y acertada cruzadapara redescubrir, con ojos propios, lo quehasta ahora habían realizado investiga-dores europeos, intención que aclara elautor y jefe de dicha memorable expe-dición.

A continuación, se cierra el homenajeal vigésimo aniversario de la caída delChe, con “Acotaciones acerca de Elsocialismo y el hombre en Cuba: laautoeducación”, del doctor Julio LeRiverend; se celebra el 150º aniversa-rio de Eugenio María de Hostos con“Hostos, el angustiado”, de la investi-gadora de Puerto Rico Loida Figueroa,y hace posible que la también investi-gadora de ese país, Carmen Vásquez,dé a conocer en Cuba el “Retrato deun dictador”, de Alejo Carpentier. In-cluye además trabajos críticos sobrepoesía cubana, la prosa reflexiva deFélix Pita Rodríguez, la poesía surgidade la lucha revolucionaria, y las afini-dades poéticas entre José Martí yVíctor Hugo, este último de la profe-sora Ana Cairo, y otro sobre elconcepto de cultura en José Martí, deCarmen Suárez León, añaden nuevos

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títulos a la bibliografía martiana divul-gada por la Revista.

Al cumplir 80 años, puede afirmarseque la publicación ha conquistado sutiempo, en medio de obstáculos, y seempina con todos sus contenidos, comoenciclopedia de la cultura cubana. Quienposea su colección desde 1909 conser-va una parte de lo mejor de la creaciónespiritual de país. Y en su primer núme-ro de 1989 celebra sus ocho décadas devida con testimonios de queridos cola-boradores, quienes en pocas líneasrecuerdan parte de su historia: IsraelEchevarría da a conocer sus documen-tos fundacionales; Alberto Vargas Boshnos acerca a la vida y obra de MaríaVillar Buceta, poetisa y maestra de bi-bliotecarios, y Araceli García Carranzaexpone sus experiencias bibliográficasreferentes a la teoría, el método y laestructura en esta disciplina. Otros tra-bajos históricos y literarios, entre ellosel diario de campaña de Julio Morlans,dado a conocer por Gerardo SánchezRobert, y “Andrés Eloy sobre la Rosade los Vientos” de Luis Suardíaz, ha-cen de este primer número un homenajedigno a 80 años de vida útil.

Cultura, historia, filosofía, estudios so-bre figuras universales como José Martí,Alfonso Reyes, José Lezama Lima y Ale-jo Carpentier, y homenajes a la queridaprofesora Hortensia Pichardo y al poetaFélix Pita Rodríguez, por sus 85 y 80años de vida, respectivamente, confor-man, entre crónicas y otras reseñas, elsegundo número del año.

En el último número de 1989 sehace notar la investigación bibliográfi-ca al dar a conocer la bibliografíacubana de la Revolución Francesa, y unanálisis crítico de la biobibliografía de

Félix Varela, realizada por JosefinaGarcía Carranza y publicada en Nue-va York por Senda Nueva de Edicionesen 1991.

El “Diario de José Lezama Lima”,publicado en el segundo número de1988, da lugar, en este último de 1989,a una interpretación filosófica basadaen la cultura del poeta. Mientras, la in-vestigadora norteamericana EvelinPicón Garfield interpreta Guatimozín,de Gertrudis Gómez de Avellaneda, yCarlos del Toro hace historia de losmemorables congresos nacionales queorganizara el historiador Emilio Roig deLeuchsenring.

Las cubiertas de estos tres númerosexhiben en distintos colores la mismacomposición tipográfica, en homenaje al80º aniversario de la Revista.

En 1989 Carmen Suárez León obtie-ne la categoría científica de investigadoray cesa como redactora en el número unode ese año. Vuelve a este cargo, porsustitución, en los números dos y tres,la bibliógrafa Josefina García Carranza.

Nuevamente en esa década la Re-vista cumple sus propósitos al publicarrigurosas investigaciones inéditas, en sumayoría históricas, literarias y bibliográ-ficas, las cuales hacen aún más ampliosu espectro como fuente de conoci-mientos de la cultura cubana.

1990-1993La década del 90 se presenta som-

bría para la Revista, son los años de lapeor crisis económica enfrentada pornuestro país, se inicia el llamado Perío-do Especial, que exige heroicidad ysacrificio cotidianos.

Vuelve a cambiar la redacción en1990, esta vez a manos de Edilio Torres

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Miranda, y entre 1991 y 1993 asumiríael cargo Rafael Acosta de Arriba, quienrealizó denodados esfuerzos porque lapublicación no desapareciera. En esoscuatro años se lograrían dos números en1990 y otros tres corresponderían a losaños entre 1991 y 1993.

El primer número de 1990 incluyeapreciables indagaciones sobre nuestrahistoria más reciente: las huelgas de laSecretaría de Comunicaciones posterio-res a la caída de Gerardo Machado, lapersonalidad jurídica de la Confedera-ción de Trabajadores de Cuba, yrealidades y perspectivas de lahistoriografía regional en Cuba. Denuestra historia pasada se muestran laconcurrencia naviera de Cuba y Filipi-nas en la España del siglo XIX, el sectorcomercial en las matrículas de 1833, yel testimonio de una camagüeyana queviviera la guerra de 1868, y los años dela tregua fecunda, bajo el título “La vidapública y secreta de Encarnación deVarona”.50

Y de nuestra historia presente la Re-vista saluda el 30º aniversario de lafraterna y muy prestigiosa Casa de lasAméricas con palabras de su presidente,el doctor Roberto Fernández Retamar.

En el número dos y último de 1990se hace valer una vez más la utilidadde la ciencia bibliográfica en general, yen especial del desarrollo bibliográficoalcanzado en nuestro país con los tra-bajos de Siomara Sánchez y de TomásFernández Robaina sobre Trinidad y elValle de los Ingenios, y un panoramacrítico de la bibliografía de la literaturacubana, respectivamente. La erudición,la experiencia profesional y el dominiode la técnica han sido demostrados enla publicación hasta esa fecha, en el

campo de esta disciplina. Otro bibliógrafocubano, en este caso Emilio C. Cueto,nos lleva de la mano en busca de nues-tras raíces, y de las láminas del Paseopintoresco de Cuba, una de las más be-llas ediciones del siglo XIX cubano. Y unavez más Luis Suardíaz da fe de su afi-nada crítica con “Gallegos: la novela yla historia en el vasto paisaje”.

En ese último lustro (1986-1990),“Crónicas”, “Reseñas”, “Libros adquiri-dos en el extranjero”, y “Relación decolaboradores” no son nuevas seccio-nes, sin embargo, aún despiertan elinterés de nuestros lectores al añadirapreciable información sobre efeméridesnacionales y extranjeras, el movimientoeditorial en Cuba y en otros países, ydatos biográficos y bibliográficos de suscolaboradores. Y con la nueva sección“Para una Nueva Lectura del Pasado”,la Revista traslada la literatura, la histo-ria y la cultura de otros tiempos conlecturas portadoras de una herencia es-piritual siempre enriquecedora de nuestropresente. También transporta a nuestrosdías el recuerdo de una de sus seccio-nes más antiguas: “Vigencia del Ayer”,que desde 1953 hasta 1957 cumplió idén-ticos propósitos, y reeditó lo mejor delpensamiento cubano del siglo XIX.

Los esfuerzos por publicar la Revis-ta se duplican, y en 1991 se logra unnúmero abarcador del año. En el “Edi-torial” se recuerda el 90º aniversario dela Biblioteca Nacional y resalta sus lo-gros profesionales, docentes y editoriales,además anuncia el congreso de laInternational Federation of Library(IFLA) que se logró llevar a cabo enLa Habana, exitosamente, en 1994.Literatura, religión, urbanismo, historiay bibliografía integran los contenidos

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de este número que compite en buenalid con los mejores números logrados enla década del 80. En “Para una Lecturadel Pasado” incluye “La Biblioteca y laRevolución”, lección siempre vigente dela doctora Freyre de Andrade.

En 1992, el único número logradoconmemora el quinto centenario deldescubrimiento de América inspiradoen variadas y debatidas aproximacionesy juicios sobre este hecho. Es una edi-ción de rasgos múltiples que apareceprecedida por el poema “El navegante”,de Luis Suardíaz, le siguen una prosapoética de Rafael Acosta, y estudiosmuy variados sobre el tema, de JoséAntonio García Molina, César García delPino, Francisco Pérez Guzmán, RafaelCepeda, Luis Ángel Argüelles y Carlosdel Toro, entre otros historiadores.

Se cierra esa tercera época con elnúmero uno de 1993, dedicado a la pro-vincia de Matanzas, lo presenta RafaelAcosta, quien en su “Prólogo a la ciu-dad” testifica que Matanzas-ciudad yMatanzas-provincia, piedra y tierra, esla gran protagonista de estemonográfico. Al final se le rinde ho-menaje a Alejo Carpentier por su 90ºaniversario, con una bibliografía sobrela vanguardia en la obra del autor deEl siglo de las luces y un itinerarioeditorial de sus libros desde ¡Ecué-Yamba-Ó! hasta El arpa y lasombra.

IVDespués de unos años vacíos, plenos

de las dificultades económicas enfrenta-das durante el actual Período Especial,iniciado tras la caída del campo socia-lista, la Revista reaparece en su cuartaépoca. Hasta nuestros días ha demostra-do fidelidad a su pasado y compromiso

con su presente y ha satisfecho el co-nocimiento que sobre la cultura cubanademandan sus asiduos lectores en laBiblioteca Nacional, y en otras tantasbibliotecas e instituciones cubanas yextranjeras.

El director de la entidad entre 1997y 2007, y de esta cuarta época,Eliades Acosta Matos, rompe lanzas condisciplina y rigor y hace reaparecer lapublicación.51 En el editorial correspon-diente al número uno de 1999 reafirmala vocación de servir de la Revista 90años después de su nacimiento.

Con un primer número impreso ennuestra Biblioteca, como lo hiciera ensu época don Domingo FigarolaCaneda, la dirección muestra y de-muestra que quien bien nace nuncamuere. En su sumario Carlos del Torose refiere a la primera etapa de la Ins-titución Hispano-Cubana de Cultura(1926-1932); César García del Pinocontinúa develando nuestro siglo XVIII;Roberto Fernández Retamar interpre-ta el Martí de Ezequiel MartínezEstrada, y Carmen Vásquez El Reinode este mundo, de Alejo Carpentier,con motivo de su 50º aniversario. Seañade la conferencia “Yo poeta”, deJosé Zacarías Tallet, pronunciada en elciclo Vida y obra de poetas cubanosorganizado por la Biblioteca Nacionalen 1969, del cual la Revista publicó ensu tercera época otras de las conferen-cias magistrales que lo integraron.

En “Páginas Antológicas” apareceuna conferencia que pronunciara JulioLe Riverend en el centro el 10 de abrilde 1962, sobre la penetración económi-ca en Cuba, parte del ciclo El pueblo deCuba y su historia; y en “Crónicas”,Virgilio López Lemus refiere la plenitud

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alcanzada por Roberto Friol, desde Al-ción al fuego a Tramontana.

Eruditos artículos y ensayos constitu-yen la columna vertebral del volumensiguiente correspondiente al número dos-tres: “Una extravagancia cartográfica”del abogado cubano, residente en losEstados Unidos, Emilio Cueto, posee-dor de la más completa colección dedocumentos sobre Cuba, especialmen-te publicados en el extranjero; “El sabioFelipe Poey, latinista”, del profesorAmaury B. Carbón Sierra; el ensayo“Cuba ante los retos del nuevo mileno”del doctor Armando Hart Dávalos; mien-tras, la historiadora Elena Alavéz abrepuertas al decisivo año 1927, el doctorJosé López Sánchez nos enorgullece consu “Pasión heroica de Gandhi”, y el di-rector Acosta Matos nos permite lalectura de su “Bill Gates y los abuelos deSaramago”, análisis de las palabras deeste Premio Nobel referidas a esos dosgremios que se nutren mutuamente: losescritores y los bibliotecarios.

Se cierra el año con un número dedi-cado por completo a Alejo Carpentiercon motivo de su 95 cumpleaños. Unamplio y antológico sumario convierteeste volumen en obra imprescindibledentro de la bibliografía de este cubanouniversal, uno de los máximos artíficesde la prosa castellana, quien a partir de1972 donara, en vida, su papelería a laBiblioteca Nacional. Presiden los conte-nidos un texto de la doctora GraziellaPogolotti sobre ese retablo de maravillasque trajera aún inédito Carpentier a Cubaen 1959, después de sus años venezola-nos: El siglo de las luces, y el Festivaldel Libro Cubano.

Le siguen relevantes estudios sobresu Historia de lunas, El reino de este

mundo, El siglo de las luces, Los ad-vertidos y El acoso. A ello se suma lainterpretación de temas específicos des-prendidos de su obra: los códigosclásicos, el teatro griego y la recepciónde los textos clásicos, la fraseología ensu obra, su visión postmodernista, un pro-yecto de diccionario, una aproximacióna la fundación que lleva su nombre, re-señas de libros y el segundo suplementoa su inmensa bibliografía.52 Además, sereúnen los cuatro trabajos que dedicaraCarpentier a Lydia Cabrera para rendirlehomenaje a una de las grandes investi-gadoras cubanas del siglo XX, en sucentenario.

Con este número, la Revista lograun mejor diseño de cubierta, realizadopor Luis Juan Garzón, quien lacontracubierta inicia la sección “DelPatio…”, en la cual se reproducen has-ta hoy obras plásticas de jóvenescreadores y de otros consagrados.

A partir del año 2000 se publican dosnúmeros dobles al año, pues por ex-cepción, en 1999 se lograron tres.

Un merecido homenaje se le rinde aRoberto Fernández Retamar con moti-vo de su cumpleaños 70. El volumencorrespondiente al número uno-dos del2000 le felicita y le agradece el donati-vo que de su colección hiciera alpatrimonio bibliográfico de la nacióndiez años antes. Profesores y estudio-sos de la cultura cubana que con orgullosiempre serán sus alumnos, críticos cer-canos a su contemporaneidad, amigosy admiradores, entrañables todos, dejanconstancia en sus trabajos del respetoy admiración que merece y merecerásiempre esta figura imprescindible denuestra literatura. El segundo y últimovolumen del 2000 (tres-cuatro) festejó

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los 90 años de José Lezama Lima y elcentenario del pintor Carlos Enríquez.La sección “En los 90 años de LezamaLima” incluyó estudios sobre su espiri-tualidad martiana, su “Oda a Julián delCasal”, su casa de la calle Trocadero162, su presencia soterrada en la no-vela El vuelo del gato, de Abel PrietoJiménez, reseñas de libros sobre suobra, y el control bibliográfico que com-plementa la bibliografía primera.53

En el centenario de Carlos Enríquezla doctora Graziella Pogolotti se refie-re a las afinidades electivas entre elpintor y su padre Marcelo Pogolotti,“[…] quienes vivieron la aventura de lavanguardia y soñaron con un mundomás justo”. Luz Merino nos presenta alCarlos Enríquez, crítico de arte, conuna selección de seis textos del archi-vo personal del pintor.

El primer número del año 2001 (ene-ro-junio) homenajea a uno de los másilustres colaboradores de la Revista, aCintio Vitier, quien también hizo posiblesu existencia, junto a la doctora Freyre,a partir de 1959. De principio a fin estenúmero es totalmente monográfico, des-de el “Umbral” hasta la “Bibliografía”reveladora de sus más de 60 años conla poesía, cuerpo bibliográfico que sos-tiene y contiene la obra extraordinaria deun hombre extraordinario. Estudios ytestimonios de críticos, amigos y com-pañeros de trabajo reconocen al poeta,al investigador, y al autor de Ese sol delmundo moral, mientras en el editorial,el director lo califica como “[…] testigovirtuoso de su tiempo […]. Va por elmundo recordándonos los altos deberesque se contraen por el solo hecho de na-cer en este suelo, donde todos venimosde abuelo mambí y de padre maestro”.

El segundo volumen, tambiénmonográfico, celebra el centenario dela Biblioteca Nacional de Cuba condos secciones: “En Busca del TiempoPerdido” y “Los Trabajos y los Días”.La primera incluye documentosfundacionales, testimonios y recuerdosde quienes debieron y deben a la insti-tución sus razones de ser. La Revistavuelve a publicar, entre otros materia-les, la historia de la institución escrita porsu segundo director Francisco de PaulaCoronado,54 el acta de colocación de laprimera piedra del edificio,55 firmada porAntonio María Eligio de la Puente, y la“Resolución”56 dictada por la primera di-rectora, en la etapa revolucionaria, ladoctora María Teresa Freyre deAndrade. Su subdirectora, Maruja Igle-sias Tauler, nos lega con su testimoniola prueba más contundente del rena-cimiento de la centenaria Biblioteca,

Portada de la Revista en homenajeal centenario de la Biblioteca Nacionalde Cuba José Martí. 2001

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en 1959. En “Los Trabajos y los Días”se incluyen estudios sobre el control bi-bliográfico de las colecciones del sigloXIX; el patrimonio documental, su difu-sión, protección y defensa; la adquisicióny la bibliografía de fondos personalesde grandes figuras de la cultura cuba-na, y un recuento histórico de losprimeros 100 años de la Biblioteca Na-cional, ensayo de Eliades AcostaMatos, quien demuestra que la venera-ble institución ha perdurado porque desdesus orígenes ha tenido el inmenso poderde servir a su pueblo. Este número so-bre tiempos pasados con gananciasinestimables, en medio de tantos traba-jos y tantos días febriles, será siempredocumento de consulta imprescindiblepara la historia de nuestra Biblioteca yde su Revista, sin olvidar el número desu 80º aniversario,57 ambos comple-mentarios como fuentes históricasinapelables.

Desde el año 2002 hasta nuestrosdías la estructura interna de la Revista,nacida de sus contenidos, se perfila ensecciones fijas: “Aniversarios” y/o “Cen-tenarios”, “Meditaciones Históricas yLiterarias”, “Crónicas”, “DocumentosRaros”, “Libros” (reseñas), y “En la Bi-blioteca”. La primera sección no olvidaa grandes figuras y hechos históricossignificativos; la segunda, plena deenjundiosos y reveladores textos cam-biaría su nombre por “Meditaciones” apartir del primer volumen del 2004;“Crónicas”, vieja sección aparecida tam-bién como “Crónica” en la década del60; “Documentos Raros” a cargo delprofesor Amaury B. Carbón Sierra, res-ponsable de la selección de textos y delas traducciones del latín al español, quienhizo posible los viejos propósitos de esta

Revista desde este volumen, hasta másallá de su muerte acaecida en el año2007; “Libros”, denominada también“Reseñas de Libros” o “Crítica Biblio-gráfica” o “Bibliográficas”, la másantigua de las secciones; y “En la Bi-blioteca”, tan cercana a la “Miscelánea”de la tercera época, incluye testimonios,proyectos y realizaciones, relativos a lavida cultural de la Biblioteca Nacional.

Tres aniversarios celebra el primervolumen del año 2002: los centenariosdel Poeta Nacional Nicolás Guillén y delpintor Marcelo Pogolotti, y de la Repú-blica de Cuba. Los estudios sobreGuillén de Nancy Morejón, LuisSuardíaz, Salvador Bueno, VirgilioLópez Lemus, Ana Cairo y Elina Mi-randa Cancela interpretan diversasfacetas del poeta que supo elevar lopopular a lo más alto de la cultura cu-bana, y expresar nuestras esenciashaciéndolas trascender a planos univer-sales. Y de ese grande de la pinturacubana, Marcelo Pogolotti, escribe suhija, la doctora Graziella Pogolotti, re-firiéndose a la mirada del pintor haciala historia y su contemporaneidad, yhacia dentro de sí cuando su memoria“se convirtió en fuente de vivencias re-novadas”. El centenario de la Repúblicade Cuba mereció objetivos análisis desus luces y sombras, necesario cono-cimiento de este pedazo de nuestrahistoria que es preciso estudiar paraentender mejor los años que le antece-dieron y los que le sucedieron. Temasdiversos como cultura, historiografía,arte, bibliografía, filosofía y cine y elprólogo de Eliades Acosta Matos a laobra Noticias de la República58 con-forman este dossier. En las páginasfinales, la “Bibliografía de César

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García del Pino” compilada porJosefina García Carranza en homenajea sus 70 años y publicada con motivode su 80 cumpleaños. García del Pinoha colaborado en nuestra Revista des-de 1968 con más de 15 enjundiosostextos.

El segundo volumen del año celebralos centenarios de tres grandes de nues-tra cultura: Dulce María Loynaz,Wifredo Lam y Enrique Labrador Ruiz.Luis Suardíaz nos narra cómo recorrióla poesía de Dulce María Loynaz, enespecial sus Juegos de agua hasta lle-gar a su poema “El agua rebelada”donde “el amor se hace violento comolos golpes del agua que destruye lossembrados”.

En el áspero jardín de la Loynaz, latambién poetisa y ensayista MercedesSantos Moray nos presenta a la mujerde fe profunda y sinceramente cristia-na, capaz de doblarse ante un huracán,pero asimismo de mantenerse firme so-bre su alma. En “El amor desteje eltiempo dorado por el Nilo”, de IvetteFuentes de la Paz, leemos que la “Cartade amor al Tut-Ank-Amen” de laLoynaz nunca tuvo reclamo de res-puesta, porque fue como hablarle alsilencio. Los 100 años de Wifredo Lamson celebrados con crónicas de AlejoCarpentier, Jorge Mañach y LisandroOtero, y por el 40 aniversario de lamuerte de J. A. Baragaño y el 50 desu primer poemario Cambiar la vida,aparecen algunas páginas de su libroLam, publicado en 1958. Y con un en-sayo de Adis Barrios titulado “Ellaberinto en la estética personal de En-rique Labrador Ruiz”59 y una selecciónde sus crónicas, más otros textosensayísticos, compilados por Ana Cairo,

la Revista recuerda el centenario deeste novelista.

La sección “Meditaciones Históricasy Literarias” guarda espacios para Car-los Manuel de Céspedes, José Martí, LuisRogelio Nogueras, Ambrosio Fornet, yAlba de Céspedes, entre otros. Además,en una eventual sección titulada “Vigen-cias” aparece el discurso de RicardoAlarcón de Quesada al recibir CintioVitier la Orden José Martí, y las pala-bras del homenajeado en esa ocasión.

El primer volumen del 2003 fue de-dicado al 80 cumpleaños de la poetisay ensayista Fina García Marruz, alsesquicentenario del Apóstol José Martíy al centenario del periodista y diplomá-tico cubano Luis Amado Blanco. Leprecede el siempre imprescindible “Um-bral” de Eliades Acosta Matos. Unensayo inédito da a conocer FinaGarcía Marruz: “En torno a un cuentoy una novela de García Márquez: Unseñor muy viejo con unas alas enor-mes” y El amor en los tiempos delcólera”. En el cuento la poetisa ve alsoterrado poeta que dejó atrás el sin-gular novelista, y en la novela el amorcomo única política verdadera. CintioVitier, en “Sobre la poesía de Fina…”recuerda lo que escribiera en su an-tología Diez poetas cubanos , en1948. Otros colaboradores comomonseñor Carlos Manuel de Céspe-des, Jorge Luis Arcos, RafaelAlmanza, Carmen Suárez León, Mer-cedes Santos Moray, Mayerín Bello,Ivette Fuentes, Elina Miranda y Susa-na Cella interpretan la obra poética yensayística de quien es ejemplo de sen-cillez y grandeza. Testimonios deRafael Cepeda, Caridad Atencio,Araceli García Carranza y Adolfo

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Ham, las reseñas de algunos de sus li-bros, y la “Bibliografía” compilada porJosefina García Carranza y AraceliGarcía Carranza favorecen aún más elconocimiento de la más grande poetisadel siglo XX cubano. Además, esta Re-vista celebra el 150º aniversario delnacimiento del Apóstol José Martí conestudios de Nydia Sarabia, Amaury B.Carbón Sierra y Jesús Dueñas. Y conun ensayo de Luis Suardíaz y crónicasseleccionadas por Germán AmadoBlanco la publicación celebra el cente-nario de Luis Amado Blanco.

En “Meditaciones”, un estudio sobreel Papel Periódico de la Havana yotro acerca de Paradiso, de JoséLezama Lima, ambos relacionados conla obra ensayística y poética de FinaGarcía Marruz. Las secciones “Docu-mentos Raros”, “En la Biblioteca” y“Libros” contienen dos elegías dedica-das al obispo Espada, traducidas dellatín; la valoración de Francisco PérezGuzmán sobre el Premio Nacional deCiencias Sociales concedido a ZoilaLapique, y tres reseñas de libros a cargode Ana Cairo, Enrique López Mesa yJesús Dueñas.

El 2003 es año de volúmenes excep-cionales. En una segunda oportunidad selogra un número imprescindible para elestudio del Asalto al Cuartel Moncada.Un texto del líder cubano Fidel Castrotitulado “El Movimiento 26 de Julio”60

abre puertas a las investigaciones que lesuceden: Marta Rojas, testigo excepcio-nal del hecho, ofrece un extensotestimonio sobre el Asalto y La histo-ria me absolverá; Natalia Revuelta titulasu texto, también testimonial, “Tres ma-drugadas”; César Gómez Chacón seacerca a la biografía de Raúl Gómez

García; Julio García Oliveras establecelas relaciones entre José AntonioEchevarría y el Movimiento 26 de Julio;Jorge Renato Guitart da a conocer re-veladoras cartas entre René Guitart yHaydée Santamaría; Marilú Uralde pre-senta los hechos del Moncada ante latinta oficialista; José M. Leiva Mestres,el 26 de Julio en las efemérides deCuba, y Servando Valdés Sánchez y Fe-derico Chang Pon, sendos textos sobrelas relaciones militares Cuba-EstadosUnidos (1952-1956) y el militarismobatistiano, respectivamente. ElenaAlavéz y Ana Cairo reflexionan, en tex-tos independientes, sobre la juventudortodoxa; y la “Bibliografía del Asalto alCuartel Moncada. Suplemento 1987-2002” de Josefina García Carranza yAraceli García Carranza, ofrece unainformación casi exhaustiva al comple-mentar repertorios anteriores.61

Este volumen no olvida el bicentena-rio de José María Heredia con textosexegéticos de Salvador Bueno, CarmenSuárez León, Amaury B. Carbón Sie-rra, Salvador Arias y Mercedes PereiraTorres. Por último, una crónica de Mer-cedes Santos Moray sobre el film SuiteHabana, y una reseña de Marta Bea-triz Armenteros sobre La novela de mivida, de Leonardo Padura.

En enero del año 2004 la Revistacumplió su 95º aniversario y lo celebraal publicar en su primer volumen delaño un estudio de José Antonio GarcíaMolina sobre el poema “La Florida” delfraile franciscano Alonso Gregorio deEscobedo, escrito sobre Cuba, una dé-cada antes que Espejo de Paciencia(1608). Singular aporte de los intelec-tuales españoles Álvaro Salvador yÁngel Esteban del Campo hallado en la

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Biblioteca Nacional de España, y publi-cado en el primer volumen de laantología de poesía cubana preparadapor ambos investigadores. En “Aniver-sarios” aparece una evocación del 13de marzo de 1957 en la voz de JuanNuiry Sánchez, uno de sus protagonis-tas, mientras Ángel Augier recuerda aEnrique Loynaz en su centenario. Lasección “Meditaciones” ofrece los ar-gumentos de Paul Estrade contra los“errores” cometidos por Martí, en opi-nión de Daniel Román, y estudios sobreHarold Gramatges, José de la Luz yCaballero, Joaquín María Machado deAssís, Salvador Bueno, don FernandoOrtiz y Alberto Méndez. “Crónicas”exalta el mundo interior del GuerrilleroHeroico, visto por Jesús Dueñas; yotros colaboradores como NydiaSarabia, Martica B. Armenteros, Rober-to Casanueva y Newton Briones evocanfiguras y hechos de nuestra inmensa cul-tura cubana. “Libros” reseña losrepertorios bibliográficos: La Habana:puerto y ciudad, y la Biobibliografíade Lisandro Otero; y otros títuloscomo La maleta perdida, de MartaRojas; y Grandes momentos del ba-llet romántico en Cuba de FranciscoRey Alfonso, entre otros.

La pluralidad de temas literarios ehistóricos y culturales, y de grandes fi-guras estudiadas por un grupo selectode colaboradores siguen garantizando eluniverso cultural de la Revista.

El segundo número del 2004 no podíaolvidar el centenario de Alejo Carpentiery se nutre con algunos estudios presen-tados en el Seminario Internacional AlejoCarpentier y España celebrado en la Uni-versidad de Santiago de Compostela, enabril de ese año, y con otros presentados

en la Jornada Cultural que tuvo lugar enla Biblioteca Nacional de Madrid, en esamisma fecha.

Celebra así nuestra publicación estecentenario con textos sobre Carpentiery España: de Eliades Acosta Matos,Luis Racionero, José Buscaglia, AraceliGarcía Carranza, José Antonio Baujín,Luz Merino y Ana Cairo, precedidospor el “Umbral” del director de la Re-vista sobre “Alejo Carpentier y el canonoccidental de Harold Bloom”. Otrostextos, como el prólogo de AmbrosioFornet a la colección Relato Licencia-do Vidriera, de la Universidad NacionalAutónoma de México (UNAM); la len-gua en la obra carpenteriana, de MarlenA. Domínguez; un erudito texto sobreLa aprendiz de bruja, de Elina Miran-da Cancela; ruptura, crisis ycontinuidad en El acoso, de LeonardoPadura; la relación de Carpentier conEliseo Subiela y su film La conquistadel paraíso (1980), de Luciano Casti-llo; la admiración de Mercedes SantosMoray al volver a Alejo en su centena-rio; y el homenaje de la BibliotecaNacional, de Martica Beatriz Ar-menteros, forman parte de este númeroque desde su aparición es uno de los do-cumentos críticos imprescindiblesdentro de la bibliografía carpenteriana.

En “Meditaciones” se encuentran laspalabras pronunciadas por Eliades AcostaMatos en la apertura del ciclo teórico dela exposición Mirar a los 60, organiza-do por el Museo Nacional de BellasArtes, y el estudio de Marcia Medina so-bre lectura y libertad en Cuba. Cierraneste volumen los “Documentos Raros”de Amaury B. Carbón Sierra, reseñasde libros y las crónicas de MercedesSantos Moray y Nydia Sarabia.

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Bajo el título “Y en memoria de quie-nes siempre estarán presentes” el“Umbral” correspondiente al primer vo-lumen del 2005 recuerda al ex directorde la Biblioteca Nacional, Luis Suardíaz,recientemente fallecido, quien había es-crito para ese número un estudio titulado“La Florida ¿un poema cubano del sigloXVI?”, ensayo que complementa al deJosé Antonio García Molina publicado enel primer volumen del 2004.

En la sección “Aniversarios”, la Re-vista celebra el 400 aniversario de Elingenioso hidalgo don Quijote dela Mancha (1605-2005) con una aco-tación bibliográfica acerca deCervantes en Carpentier; un comen-tario a una edición olvidada de estaobra publicada en Cuba, en 1905, y lapresencia del caballero de la triste fi-gura en el alma cubana. El centenariode la muerte de Máximo Gómez serecuerda con los ensayos magistralesde Eliades Acosta Matos y del intelec-tual dominicano Emilio CorderoMichel, así como el cincuentenario deEl Mégano, “[…] punto de giro en lahistoria del cine cubano”, tal como ex-presa la autora de este texto,Mercedes Santos Moray. Y como ecosdel centenario de Alejo Carpentier,esta sección publica dos ensayos, uno,sobre Concierto barroco y otro acer-ca de “España en El siglo de lasluces”, de Roberto Méndez, yGraziella Pogolotti, respectivamente.

Un amplio espectro ofrece la sección“Meditaciones” con textos sobre músi-ca cubana, la Guerra del 95, la granfigura del Padre de la Patria, CarlosManuel de Céspedes, y un hallazgo re-velador sobre la visión política de donFernando Ortiz. También se aborda la

ensayística de Juan Marinello, los añosamericanos de Mercedes Pintó, laexperiencia del Teatro Escambray, ylas palabras de Pablo Pacheco en laentrega del Premio Nacional de In-vestigaciones Culturales 2003.

En el segundo volumen de ese año,el director de la Revista recuerda elcentenario del natalicio de Jean PaulSartre y en “Aniversarios” resuenan losecos de los 400 años de El ingeniosohidalgo don Quijote de la Mancha,con los ensayos de Leonor AmaroCano y Miguel Romero Saíz. La Re-vista no olvida los 75 años de RobertoFernández Retamar y lo celebra con eltexto “La Itaca de Roberto FernándezRetamar”, de Elina Miranda Cancela.“Meditaciones” desentraña, una vezmás, novedosos aspectos de nuestrahistoria y nuestra literatura medianteestudios sobre relevantes figuras comoJosé Lezama Lima, Juan Marinello, donFernando Ortiz y José María Chacóny Calvo. Añade también textos con te-mas referidos a la identidad cultural, losescudos cubanos, y el deporte univer-sitario. Un interesante trabajo de CésarGarcía del Pino sobre el agente secretoJuan de la Cosa; un certero comentariodel doctor Armando Hart Dávalos sobreEl Apocalipsis según San George, deEliades Acosta, y un ensayo sobre larevista Pensamiento Crítico, de VilmaPonce Suárez completan esta seccióndiversa, pero siempre plena denovedosas propuestas.

El volumen primero del 2006 estádedicado al 70 aniversario de la muer-te del poeta Bonifacio Byrne, el 30 dela muerte del también poeta JoséLezama Lima, y al 80 cumpleaños dellíder cubano Fidel Castro. Por ello, ins-

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pirado en estos aniversarios, su“Umbral”el director lo titula “Lo esen-cial invisible de la patria”: “[…] abrazoprofundo […], donde se entrelazan ellogos de la poesía y el logos de la his-toria, que son uno y lo mismo”.

Dos profesoras de la Universidad deLa Habana, Denia García Ronda eIraida Rodríguez, se refieren a la posi-ción de Bonifacio Byrne ante laintervención y a Byrne como poeta, res-pectivamente.

En “Meditaciones” aparecen estu-dios sobre la emigración cubana enCayo Hueso, de Consuelo Stebbins; so-bre el tema indígena en publicacionesperiódicas cubanas del siglo XIX, de JoséAntonio García Molina; los esclavoscubanos en la fábrica de El Pedroso, deAntonio Villalba; Julián del Casal, deCarmen Suárez León, y otros textosacerca de la arqueología, la música enJosé Martí, el rotarismo en Cuba, Pa-blo de la Torriente en Nueva York, unapeña de ópera en La Habana, la con-troversia del siglo entre Jesús Orta Ruiz(El Indio Naborí) y Angelito Valiente,y las palabras de Pablo Pacheco al re-cibir el Premio Nacional de Edición2005, así como una aproximación biblio-gráfica a la recepción de Cuba en lospaíses de habla alemana.

En su segundo volumen, la Revista re-cuerda el décimo aniversario de la muertedel doctor José Antonio Portuondo con unensayo de Armando Cristóbal Pérez, entorno a su obra sobre el heroísmo inte-lectual y con testimonios de alumnos yamigos entrañables. En el “Umbral”, eldirector de la reconoce al escritor de rai-gambre cubana, y al hombre sabio ysensible, siempre al servicio de las me-jores causas.

Investigadores del Instituto de Histo-ria de Cuba reconstruyen el desembarcodel Granma (1956) con motivo de los 50años de este hecho histórico. Loscincuentenarios de La recurva, de JoséAntonio Ramos, y del poema “Las vo-ces”, de Luis Suardíaz son tambiénrecordados por la profesora IraidaRodríguez, y el poeta Luis Marré, quienpresenta el poema antes citado. “Me-ditaciones” incluye el prólogo de VirgilioLópez Lemus a Biografía del tiempo,de Suardíaz; el ensayo “Almendra, lasidentidades culturales y el choque decivilizaciones”, de Eliades Acosta; untexto inédito de Julio Le Riverend so-bre Cristóbal Colón; un ensayo sobre elfenómeno bibliográfico, de Emilio Setién;la verdadera historia de Cayo Confites,de Elena Alavéz; los intelectuales y lapolítica en Cuba (1959-1961), de JulioCésar Guanche; la refutación de JesúsDueñas al erróneo libro de DanielRomán sobre nuestro José Martí; la his-toria de la Cátedra María Villar Buceta,de Vilma Ponce, investigadora que hacerealidad este homenaje de la BibliotecaNacional, y la tarea de integración y uni-dad de Nuestra América, vista porRoberto Valdés. En “Crónicas”, la Re-vista celebra el 85 cumpleaños de CintioVitier con un texto de Mercedes SantosMoray, y se nos presenta otro de ZoilaLapique, el cual recuerda al historiadorFrancisco Pérez Guzmán.

A fines del año 2006, la dirección ysu redacción proyectaron los dos nú-meros del año 2007, dedicados a loscentenarios de Raúl Roa García y aEduardo Chibás Ribas. Para el prime-ro, dedicado al Canciller de la Dignidad,la Revista contó con la estimable cola-boración de su hijo, el doctor Raúl Roa

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Kourí, quien publica en el volumen co-rrespondiente “Los cien años de Roa”,breve ensayo biográfico en donde re-cuerda con sano orgullo el ejemplocombativo, culto y revolucionario de supadre. En el extenso sumario figuranensayos de Fina García Marruz, JuanNuiry Sánchez, Julio A. GarcíaOliveras, Lisandro Otero, Ana Cairo,Carmen Gómez García, Juana Rosalesy Francisca López Civeira, entre otros,así como testimonios de familiares, ami-gos y colaboradores cercanos. El brevee inmenso poema de Cintio Vitier titula-do “Ardiendo pura”, inspirado en laintervención de Roa en las NacionesUnidas, en abril de 1977, completa estabibliografía-homenaje al imprescindiblecombatiente en la historia de la diploma-cia cubana. Se añaden a esta sección“Aniversarios”, textos de CaridadMassón Sena sobre Juan Marinello y larepública española, a 70 años de la Gue-rra Civil, y “El Manifiesto Avancista de1927”, de Ana Suárez Díaz, con motivode los 80 años de la Revista de Avance.

En “Meditaciones”, aparece un ensa-yo sobre el neolenguaje como estrategiade dominación imperial, de EliadesAcosta Matos; un estudio sobre el ge-neral Alberto Nodarse, del profesorPedro Méndez Díaz, y una interpretaciónliteraria de la doctora María DoloresOrtiz, sobre la poetisa Dulce MaríaLoynaz. Entre las “Crónicas”, MercedesSantos Moray celebra el Premio Nerudaque recibiera Fina García Marruz, asícomo la maestría de Zoila Lapique; Je-sús Dueñas Becerra responde al artículo“Enterrar a Martí”, publicado en el dia-rio The Miami Herald, y Amaury B.Carbón Sierra nos lega el recuerdo desu vida y su obra ejemplares.

En el “Umbral”, de ese númerouno-dos del 2007, el director de la Bi-blioteca Nacional y de la publicación,Eliades Acosta Matos, se despide des-pués de diez años de impecableejecutoria, orgulloso de haber traído devuelta la Revista después de seis lar-gos años.

El segundo volumen del año fue de-dicado a la memoria de Eduardo ChibásRibas. Encabezan este homenaje las“Reflexiones” del líder cubano FidelCastro, aparecidas en distintas publica-ciones cubanas el 25 de agosto de 2007,día del centenario del nacimiento delfundador del Partido del Pueblo Cuba-no (Ortodoxos), y el poema “De dondecrece la palma”, de Pablo ArmandoFernández. En la sección “Aniversa-rios”, textos escogidos de quienesvivieron el chibasismo, de quienes lohan estudiado desde una perspectivahistórica moderna, y de los que por susaños jóvenes lo valoran desde nuestropresente. Entre otros colaboradores:Armando Hart Dávalos, Elena Alavéz,Juan Nuiry Sánchez, Faustino Pérez,Natalia Revuelta, Francisca LópezCiveira, Jesús Dueñas, Mario AntonioPadilla, Leonel Mazas y LourdesCastellón, logran una antología necesa-ria para el estudio de esa breve etapade nuestra historia que lidereara unhombre de vergüenza.

Esta sección de “Aniversarios”también recuerda los 40 años de ladesaparición física de Ernesto CheGuevara con la evocación al Guerri-llero Heroico desde las revistascubanas de la década del 60, de VilmaPonce Suárez. En “Meditaciones”,pueden leerse las palabras de FinaGarcía Marruz al recibir el Premio

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Neruda; el discurso de Eusebio LealSpengler sobre Francisco de Mirandapronunciado en el Colegio Universita-rio de San Gerónimo de La Habana,ante la presencia de Hugo ChávezFrías, presidente de la RepúblicaBolivariana de Venezuela. Adis Barriosinterpreta dos crónicas de nuestro JoséMartí; Nydia Sarabia se refiere a laGuerra Hispano-Cubano-Americana;Carmen Suárez León recuerda la tra-yectoria cubana de Vicente Rocafuerte;Félix Julio Alfonso, la condición huma-na de Eduardo Torres Cuevas, yNewton Briones reflexiona sobre la in-fame tiranía de Fulgencio Batista.

Vuelven, para quedarse, los “Docu-mentos Raros” a cargo de Amaury B.Carbón Sierra, quien legara algunos tex-tos más antes de su prematura muerte;y en “Crónicas”, el doctor Dueñas nosrecuerda a ese crítico mayor que fueraSalvador Bueno, inolvidable jefe de re-dacción de esta Revista, y MercedesSantos Moray evoca a esa “proezaviva” que fuera Samuel Feijóo, a 15años de su muerte.

En el “Umbral” del número tres-cuatro del 2007, el nuevo director dela Biblioteca Nacional y de su Revis-ta, Eduardo Torres Cuevas, confiesacómo traspasaba el umbral de la ins-titución y cómo hoy lo cruza con pudor,sobrecogido por su historia y por suRevista. Torres Cuevas recuerda laimpronta de Eliades Acosta Matos,quien queda ya como parte de esta his-toria y al referirse a la publicación nosdice que constituye, desde su funda-ción, un referente que no podrá serobviado por aquellos que, más que bus-car la moda intelectual, aspiran a nutrirsu proyecto de vida y su pensamien-

to, y cómo con cada una de sus edi-ciones, la Revista ha creadoconocimiento actual, ha expandido cul-tura y ha contribuido a la formación dela memoria histórica sobre la base delos fondos documentales, bibliográficosy sonoros de la Biblioteca, y sobre labase de las investigaciones de todos losque alguna vez trabajaron en sus salaso en cualquier otro centro o fondo do-cumental del país o de otras partes delmundo. El nuevo director la valora a laspuertas de su centenario.

Y en el año 2008, la Revista recuer-da la ofensiva revolucionaria de 1958,otra vez con la colaboración de los in-vestigadores del Instituto de Historia deCuba, y en su segundo volumen del añohomenajea a la Universidad de La Ha-bana en su 280 aniversario.

Cuatro etapas o épocas ha vividola Revista de la Biblioteca Nacio-nal en sus primeros 100 años. Por suscontenidos, verdaderos aportes al co-nocimiento y promoción de laliteratura, la historia, la bibliografía yla cultura cubanas, ha sido calificadacon justeza como una publicación pe-riódica enciclopédica. Y así ha sido yes la Revista de la Biblioteca y de sustrabajadores, la Revista de sus directo-res don Domingo Figarola Caneda, LiliaCastro Morales, María Teresa Freyre deAndrade, Cintio Vitier, Renée MéndezCapote, Juan Pérez de la Riva, Julio LeRiverend Brusone, Eliades AcostaMatos y Eduardo Torres Cuevas, la Re-vista de sus jefes de redacción, y de sussecretarias y secretario de redacción ode sus redactores, la Revista de todoslos colectivos que la hicieron posible enlos años 1909-1913, 1949-1958, 1959-1993 y 1999-2009. En fin, la Revista

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de la Biblioteca Nacional JoséMartí, ya convertida en una venerableinstitución de la cultura cubana, con ra-zones más que suficientes para seguirviviendo otros cientos de años más.

Notas

1 Figarola Caneda, Domingo. Proemio. Revistade la Biblioteca Nacional (La Habana) 1(1):s.p.;31 en.-28 febr. 1909.2 De la elegía a la muerte de don José de la Luz yCaballero de Joaquín Lorenzo Luaces.3 Correspondencia familiar escrita por un jovende treinta y tantos años (José de la Luz y Caballerohabía nacido en 1800) a un amigo muy queridonacido diez años después.4 Figarola Caneda, Domingo. Para el MuseoNacional. Revista de la Biblioteca Nacional1(1):[25]-30; 31 en.-28 febr. 1909.5 Escritor y novelista cubano. En 1884 publicasus primeros artículos de costumbres en laRevista de Cuba y en La Habana Elegante bajoel anagrama R. E. Maz. Apenas tres años despuéssu novela Mi tío el empleado (Barcelona, 1887)recibiría favorables críticas nada menos que deCirilo Villaverde, José Martí, Manuel de la Cruzy Enrique José Varona.6 En esta Galería ya existían desde 1908 losóleos de Antonio Bachiller y Morales, JoséAntonio Cortina, Domingo del Monte,Francisco Jimeno, José Silverio Jorrín (donativode su nieto, el señor Leonardo Zorzano Jorrín),Vidal Morales y Morales (donativo de su hijoel doctor Vidal Morales y Flores de Apodaca) yNéstor Ponce de León (donativo de sus hijos).Y desde 1909 se había enriquecido con losretratos de Ricardo del Monte, EduardoMachado y José Manuel Mestre.7 Gaceta Oficial, 4 de abril de 1911, pp. 3713-3714.8 Ídem.9 El doctor Bustamante, obedeciendo atradiciones bibliográficas, adoptó un ex librispropio y pidió que su donación fuera conservadacomo un conjunto propio provista de uncatálogo particular.

10 Transcribe dos folletos que consultara en elArchivo General de Indias, Sección Audiencia deCuba, legajo 1826, así como varios manuscritosreferentes a J. A.T. Véase Trelles, Carlos M. Unprecursor de la independencia de Cuba: DonJosé Álvarez de Toledo. Discurso leído en larecepción pública de 11 de junio de 1926. LaHabana: Imprenta El Siglo XX, 1926.11 En 1949 la Revista publica un númerocorrespondiente al tomo uno con 72 páginas, yen 1950, los números dos-cuatro tambiéncorrespondientes a este tomo con paginaciónindependiente.12 Este tomo apareció con paginación consecutiva(272 páginas).13 Palabras en la dedicatoria que le escribiera JoséMartí al obsequiarle su traducción de la novelaRamona, de Helen Hunt Jackson.14 La ceremonia de la colocación de la primerapiedra de la Biblioteca Nacional tuvo lugar el 28de enero de 1952. Véase número dos de la Revistade ese año.15 Los cuatro números de 1953 corresponden altomo cuatro de esta segunda época.16 Los cuatro números de 1954 corresponden alaño cinco o tomo cinco de la Revista de estasegunda época.17 Los cuatro números de 1955 corresponden alaño seis o tomo seis de la Revista de esta segundaépoca.18 Nieto Cortadillas recibió por este trabajo elPremio José Pellicer que otorgaba el InstitutoInternacional de Genealogía y Heráldica deEspaña (17 de marzo de 1956).19 Otra vez la Revista logra cuatro númeroscorrespondientes al año siete o tomo siete.20 Correspondientes al año ocho o tomo ocho.21 Pérez de la Riva, Juan. “Introducción”. En GarcíaCarranza, Araceli. Índice de la Revista de laBiblioteca Nacional José Martí. La Habana, 1975.22 Tacón y Rosique, Miguel. Correspondenciareservada del Capitán General Don MiguelTacón, con el gobierno de Madrid: 1834-1836.El General Tacón y su época / Introd., notas ybibliografía por Juan Pérez de la Riva. LaHabana: Biblioteca Nacional José Martí,Departamento de Colección Cubana, 1963. 434p.: il.

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23 Consejo de Redacción: María Teresa Freyrede Andrade, Argeliers León, Mario Parajón, EliseoDiego, Juan Pérez de la Riva, Aleida Plasencia,Amalia Rodríguez, Cintio Vitier. Secretaria deRedacción: Graziella Pogolotti. Publicación alcuidado de Emilio Setién.24 Este poema prácticamente inédito parece habersepublicado en México en 1763 bajo el título de“La América dolorosa” y permaneció desconocidopara los cubanos hasta que Francisco Pérez de laRiva lo compró en Madrid, unido a un grupo dedocumentos del siglo XVIII que más tarde se dierana conocer en Cuba con motivo del bicentenario dela toma de La Habana por los ingleses.25 Trelles, Carlos Manuel. Ensayo de bibliografíacubana. Matanzas: Imprenta El Escritorio, 1907.26 Según Aleida Plasencia, esta autora no fue otraque la marquesa de Jústiz de Santa Ana.27 Martí, José. Zig-Zags neoyorquinos. LaNación (Buenos Aires) 18 dic. 1884; El carbón.Su importancia y su obra. La Nación (BuenosAires) 8 en. 1885.28 Carlos Manuel Trelles incluyó fragmentos deeste diario en su El sitio de La Habana y ladominación británica, 1925.29 Moreno Fraginals, Manuel. El ingenio. LaHabana: Comisión Nacional Cubana de laUNESCO, 1964. t. 1.30 Estudios que posteriormente dieran lugar a suobra Los culíes chinos en Cuba: 1847-1880:contribución al estudio de la inmigracióncontratada en El Caribe. La Habana: Editorial deCiencias Sociales, 2000. 468: il. (Sociología)31 Deschamps Chapeaux, Pedro. El negro en laeconomía habanera del siglo XIX. 1 ed. LaHabana: UNEAC, 1971. 202 p.

Premio UNEAC de Ensayo Enrique JoséVarona.

32 García Marruz, Fina. “Manuel de Zequeira”.En Estudios críticos. La Habana: Departamentode Colección Cubana de la Biblioteca Nacional,1964. pp. [41]-100.33 Lapique Becali, Zoila. Música colonial cubanaen las publicaciones periódicas (1812-1902). LaHabana: Editorial Letras Cubanas, 1979. t. 1.34 Smith, Octavio. Para una vida de SantiagoPita. La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1978.145 p. (Colección Crítica)

35 González Carvajal, Ladislao. El Ala IzquierdaEstudiantil y su época. La Habana: Editorial deCiencias Sociales, Instituto Cubano del Libro,1974. 528 p.36 Véanse las descripciones en las notas 22 y 29-35.37 García Carranza, Araceli. Índice de la Revistade la Biblioteca Nacional José Martí (1909-1969). La Habana: 1975. 379 p.38 Lapique Becali, Zoila. La memoria en laspiedras. La Habana: Ediciones Boloña, 2002.217 p.39 Franco, José Luciano. Los palenques de losnegros cimarrones. La Habana: Departamentode Orientación Revolucionaria del Comité Centraldel Partido Comunista de Cuba, 1973. 117 p.

_______. Las minas de Santiago del Pradoy la rebelión de los cobreros 1530-1800. LaHabana: Editorial de Ciencias Sociales, 1975.153 p.

40 Friol, Roberto. Suite para Juan FranciscoManzano. La Habana: Editorial Arte y Literatura,1977. 236 p.41 Flor oculta de poesía cubana: siglos XVIII y XIX

/ escogida y presentada por Cintio Vitier y FinaGarcía Marruz; viñetas de Samuel Feijóo. LaHabana: Editorial Arte y Literatura, 1978. 350p.: il. (Biblioteca Básica de Literatura Cubana)42 Le Roy y Gálvez, Luis Felipe. A cien años del71: el fusilamiento de los estudiantes. La Habana:Instituto Cubano del Libro, Editorial de CienciasSociales, 1971. 449 p.: il.43 Sidroc Ramos mientras fue director de laBiblioteca Nacional no ocupó nunca la direcciónde la Revista, sino que integró su Consejo deRedacción.44 El número tres de 1974 fue dedicadoíntegramente a Juan Marinello. Dos trabajosprecedieron a la bibliografía: un homenaje de laRevista, de Juan Pérez de la Riva, y las palabrasde la doctora Vicentina Antuña leídas en el AulaMagna de la Universidad de La Habana cuandose le confiriera el grado de profesor eméritus.45 Antuña, María Luisa y Josefina GarcíaCarranza. Bibliografía de Nicolás Guillén. LaHabana: Instituto Cubano del Libro, EditorialOrbe, 1975. 379 p.

El Suplemento citado abarca los años 1972-1977.

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46 Revista de la Biblioteca Nacional José Martí(La Habana) 67(2):96-160; mayo-ag. 1976.47 En este número tres de septiembre-diciembrede 1980 se incluyen además dos textos de laReunión Científica sobre la esclavitud en Cubacelebrada en septiembre de 1979 en elDepartamento de Historia del Instituto de CienciasSociales de la Academia de Ciencias de Cuba.48 En este número se publica el Índice de laRevista de la Biblioteca Nacional de los años1976-1980, el período 1981-1985 aparece en sunúmero tres de 1986, y el correspondiente a laetapa 1986-1990 en el número uno de 1990. Véasetambién notas 37 y 46.49 Le Riverend Brusone, Julio. Problemas de laformación agraria en Cuba: siglo XVI-XVII. LaHabana: Biblioteca Nacional José Martí,Ministerio de Cultura, 1987. 196 p.

Otra ed.: Editorial de Ciencias Sociales,1992.

50 Las dos primeras partes de este texto dado aconocer por Modesto González Sedeño fueronpublicadas en los números uno, tres-cuatro ycuatro de 1990, y las dos últimas partes en losnúmeros correspondientes a abril-septiembre de1999 y enero-junio de 2001.51 En esta cuarta época, Araceli García Carranzafunge como jefa de redacción y Marta BeatrizArmenteros como secretaria de redacción yredactora.52 García Carranza, Araceli. Biobibliografía deAlejo Carpentier. La Habana: Editorial LetrasCubanas, 1984. 644 p.

_______. _______. Suplemento I. La Haba-na: Biblioteca Nacional José Martí, 1989.235 p.

53 _______. Bibliografía de José Lezama Lima.La Habana: Editorial Arte y Literatura, 1998.281 p.54 Texto publicado en esta Revista, en febrero de1950, por quien fuera el director de la BibliotecaNacional desde 1920 hasta su muerte acaecida el30 de noviembre de 1946.55 Publicado en la Revista de la BibliotecaNacional… en abril-junio de 1952.56 Resolución que aparece en el númerocorrespondiente a enero-diciembre de 1959.57 Número de mayo-agosto de 1981.58 Domínguez, Julio. Noticias de la República.La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2003.t. 1.59 Primer capítulo de su libro Labrador Ruiz ensu laberinto. La Habana: Editorial LetrasCubanas, 2007. 141 p.60 El original de este documento fue donado a laBiblioteca Nacional por el escritor LisandroOtero, Premio Nacional de Literatura.61 Hernández, Miriam. Bibliografía del asalto alcuartel Moncada. La Habana: Editorial Orbes,1975. 361 p.

García Carranza, Araceli. Bibliografía delasalto al cuartel Moncada: suplemento1973-1987. La Habana: Editora Política,1989. 125 p.

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Sucedió en una mañanita de enero de1983, y me era ya familiar la Sala

Cubana, que frecuentaba como estu-diante de letras, y de mucho antes,como cuando visité en otra mañana lu-minosa de no sé qué mes de 1969, laSala Martí, para encontrarme conCintio, Fina y Martí, y con la guardia-na del templo que era entonces TeresaProenza. Aquel día comencé a traba-jar como editora de la Revista de laBiblioteca Nacional José Martí, bajola dirección de Julio Le Riverend; sa-bía que me incorporaba a una lista deeditores prestigiosos de una noble y sus-tanciosa publicación cubana, decana delas revistas de corte académico denuestro país. Sentía con claridad que cru-zaba uno de los umbrales importantes demi vida profesional, y lo hice con ale-gría y atemorizada de no poder cumplircon expectativas tan altas como las yatrazadas por los otros editores y direc-tores.

Por entonces, la Revista estaba yaen su cuarta época, y me sumé demanera natural a una pandilla de sa-bios bibliotecarios que, aunque nollevaban capas negras ni se ponían elala del sombrero sobre los ojos, habíansido toda su vida experimentados

conspiradores por la causa de la cul-tura cubana. Y eran de temer, y loson. Nunca han sido derrotados. Algu-na vez perdieron una batalla, perojamás la guerra. Y el documento queregistra la vida de la institución, asícomo los movimientos de lo que llama-ron nuestros padres la “sofía” cubana,es esta publicación periódica que aho-ra celebra su centenario.

Editar la Revista de la Biblioteca:un estado de gracia conspirativopor la cultura cubana

Carmen Suárez LeónInvestigadora y ensayista

Portada de la Revistade la Biblioteca Nacional José Martí.1983

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De pronto era protagonista de la pro-ducción de la Revista de la Biblioteca,y participaba de manera central en lafiesta de armarla y editarla, seguir elproceso de impresión, por aquellos añosaún llevado a cabo en nuestras impren-tas, lidiando con el plomo, revisandogaleras salidas de los linotipos, frecuen-tando el taller y la mesa de diseño,donde más de una vez corté, pegué yrealicé la Revista ante la urgencia queimpone la necesidad. Mi primer recuer-do emocionado es para el Taller 04, ymi homenaje más sentido para su ad-ministrador, el noble y severo OrlandoFerrer, y para los dos técnicospoligráficos, Silvia Sánchez y PedroEchevarría, que revisaban con esmeronuestro trabajo y reparaban escrupulo-samente en todas las carencias yerrores, y colaboraban con nosotrosporque la Revista también era de ellos.

Y estaba Josefina García Carranza,en su paraíso de revistas y libros valio-sos, con su nobleza y su suavidad, y suvocación de hormiguita imparable, quetenía a su cargo la publicación cuandoyo me incorporé, y me entregó todo susaber con cariño, y hasta la libreta deteléfonos y contactos revisteros. Veníaaquel vademécum de la editora anterior,nada menos que de Siomara Sánchezy aún lo conservo como quien guardaun incunable, me apoyó todos los añosque serví a la Biblioteca y a su Revis-ta, a la sombra de todos mis mayoresbibliotecarios, editores, poetas y estu-diosos, acogida con humildad de neófitaa la benevolencia de un saber que metrascendía inmensamente.

La Revista de la Biblioteca Nacio-nal José Martí tenía su oficina en laSala Cubana, y allí reiné unos cuantos

años de intenso aprendizaje, entre lasmanos expertas de Araceli GarcíaCarranza, que me revelaba todos losdías uno de los corredores del laberin-to, y me abría verdaderas pistas dondeechar a andar mis afanes de estudiosay de editora. El director Le Riverendmonitoreaba mi trabajo con un respetohacia mi persona que me asombraba,viniendo de su autoridad y sus años, yno me enseñó técnicas de edición, sinovaliosas estrategias para negociar laedición, para trabajar con los autores.

No podría pormenorizar mis amistadesy experiencias de la época, sería injustacon mucha gente de este espacio de laBiblioteca donde encuadernadores, con-servadores, fotógrafos, bibliotecarios detodas las especialidades, conformaronmi mundo laboral durante años, y meincorporaron con sencillez y hondura,haciendo crecer en mí un sentimiento depertenencia especial que se construyeen ciertos gremios como el de la Biblio-teca. Y es un sentimiento de pertenenciatan hondo, que engloba incluso a lecto-res habituales, que me acompaña hastahoy. En la Biblioteca estoy en mi casa.

Y qué decir de la cofradía de losrevisteros, Enrique López por la revis-ta Santiago y Bernardo Callejas, deUniversidad de La Habana. Incura-bles adictos a la Biblioteca Nacional,siempre colaborando y conspirandopara que cualquiera de los números,aunque fuera el del otro, se enrique-ciera. Las peñas de la Bibliotecaincluían a los colaboradores de la Re-vista, en una dinámica participativadonde cualquiera hacía aportes nota-bles en cualquier dirección. Y ladeliciosa y experta fauna de los inves-tigadores de la Biblioteca, verdaderos

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talentos, cada cual concentrado en suquehacer, pero en continua colabora-ción con los otros, como vasoscomunicantes por donde corría la saviadel conocimiento para convertirse enartículos que tributaban a la Revista:Zoila Lapique, que asomaba por la puer-ta y ansiosa de saber alguna noticia nosdecía con un giro decimonónico y jurí-dico: “¡Ponme en autos!”. Y Ramón deArmas, siempre angustiado porque noterminaba un artículo. En fin, a todoslos recuerdo, aunque no haya espacioni tiempo para nombrarlos a todos.

Edité la Revista de la BibliotecaNacional José Martí durante unos cin-co años, y fue una verdadera edaddorada de mi vida. En este número delcentenario Araceli hace el recuento desus números y épocas, poco tendría queañadir a su conocimiento de la historiade esta publicación, sólo lo que vengade mi propia vivencia cotidiana, comolos días de trabajo con Le Riverend paraconformar aquellos dos números querecogían las exposiciones de un congre-so de historiografía cubana, momentoen que me familiaricé mucho con la his-toria de Cuba y su bibliografía, o lastardes bellísimas con Cintio, trabajandocon la papelería de Lezama para publi-car el número de inéditos suyos. Y misidas y venidas incesantes al Departa-mento de Edición y Conservación,donde Juanita o Amelia realizaban laRevista, o Francisco, el fotógrafo son-riente, me apoyaba con la reproducciónde viñetas y otros documentos que lue-go se convertirían en tacos de grabadoallá en la fiesta del plomo tipográfico,en el Taller 04.

En fin, que uno de mis orgullos eshaber editado la Revista de la Biblio-teca Nacional José Martí, y estar aquíechándole flores en su primer centena-rio, formando parte de su equipo detrabajo para siempre.

Portada de la Revistade la Biblioteca Nacional JoséMartí. 1988

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Salvar la Revistade la BibliotecaNacional JoséMartí

Rafael Acosta de ArribaInvestigador y ensayista

En los años 2000 y 2001, La Gace-ta de Cuba publicó bajo el título

“Siglo pasado”, un grupo de testimonioso viñetas sobre hechos que los escrito-res y artistas consideraban de interésevocarse. El director de la publicación,el fraterno Norberto Codina, me pidióen algunas ocasiones que colaborara,lo que nunca hice. Pesó en mi negati-va que no consideré interesante paralos lectores de aquella revista lo quereferiré a continuación (que era lo úni-co que estaba tentado a contar).Después, cuando leí lo que algunos na-rraron, me di cuenta de que mianécdota cabía muy bien en el perfilde la sección de La Gaceta, pero yano había tiempo.

Ahora que se aproxima el centena-rio de la Revista de la BibliotecaNacional José Martí, Marta BeatrizArmenteros, también amiga y antiguacompañera de trabajo en la BibliotecaNacional, me pidió una colaboración, ycreo que es el momento de narraraquella anécdota, muy personal, pero

estrechamente ligada a la existencia deesta publicación.

Corría el año 1991, de triste recorda-ción por ser el que dio inicio real a lo quese conoció (y aún sigue vigente) comoPeríodo Especial, o lo que es lo mismo,la durísima crisis socioeconómica en laque se sumió el país como consecuen-cia de la pérdida de su principal sociocomercial. Ya conocemos esa parte dela historia: desaparición del campo so-cialista, de su aparato comercial, elConsejo de Ayuda Mutua Económica(CAME), e implosión de la Unión So-viética. Ese era el contexto.

El Estado cubano comenzó entoncesa tomar medidas administrativas paraconjurar la crisis y evitar el colapso to-tal. De tal modo, el Ministerio deCultura orientó la supresión al máximode las publicaciones culturales, por ladrástica reducción de los presupuestos.La materialización de ese úkase se pro-duciría en una reunión a la que fuicitado como jefe del Departamento dePublicaciones y Conservación de la Bi-blioteca Nacional José Martí. Ademásme ocupaba de conformar los númerosde la Revista de la institución como jefede redacción, los que luego le presen-taba para su aprobación al doctor JulioLe Riverend, director de la publicación.Era la actividad preferida de mi conte-nido de trabajo como editor y jefe delos conservadores de libros, en la cualponía todo mi interés.

La discusión fue larga y dura, yal final logré que se evitara la in-terrupción de la revista. Yo mismoquedé sorprendido por la cantidad

TESTIMONIOS DEL CENTENARIO

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de argumentos que amontoné y lan-cé sobre aquella mesa de la que casitodos los editores salían contritos yprácticamente desempleados por tiem-po indefinido. La letal instrucción noliquidó la querida Revista, podíamos se-guir haciéndola. Recuerdo que atraveséen rápida infantería (no había virtual-mente ómnibus y tomarlos era casi unaincitación a la violencia física) las callesdel Vedado rumbo a la Biblioteca dandosaltos de alegría, apenas podía creerlo,se había salvado la Revista de unamuerte segura y quizás muy prolonga-da. Ya sabemos que en Cuba no haynada más definitivo que lo que se pre-senta como provisional.

Mientras avanzaba por las calles mepermití una reflexión muy gratificantepara aquellos años grises y amenaza-dores: entre la Revista y mi estado deánimo de entonces se había creado unaíntima relación afectiva (había algo deanimismo en esa sensación) que meprodigaba una intensa felicidad. Aque-llo podía ser efímero, pero era bueno,agradable. Realmente no eran días paraalbergar esas pulsiones en el músculomítico, aunque me sentí muy bien conla salvación de la Revista, ello implica-ba seguir solicitando colaboraciones,pensar y armar números monotemáticos,escoger el diseño de la cubierta, en fin,mantener aquella actividad intelectualque nos protegería un poco de lo agres-te de los tiempos.

En la Biblioteca Nacional todos es-peraban por la decisión, por lo quecomunicar la buena nueva proporcionómucha alegría a Araceli GarcíaCarranza y demás colaboradores. Y laseguimos publicando. Aparecieron en-tonces el número dedicado a la culturamatancera, el del quinto centenario delencontronazo de las culturas americanasy las europeas, y otros más que conti-nuaron la larga vida de la Revista.

Cuando repaso, casi dos décadas des-pués, aquellos hechos, me doy cuenta deque el móvil de tanta preocupación ydesvelo fue el enorme prestigio de laRevista, en la que creíamos quienes ledábamos vida a esa publicación de sig-nificativa importancia para lasinvestigaciones y el acervo intelectualdel país. En un artículo que publiquécuando ya no trabajaba en la Bibliote-ca, titulado “Una enciclopedia de lacultura cubana” (número 92, julio-di-ciembre de 2002), expresé lo querepresenta la colección de la revistapara la cultura nacional, sus textos mássignificativos, las reconocidas firmasque han colaborado en sus páginas y lariqueza de temas abordados con rigory profundidad. Hoy sólo evoco las la-bores de salvamento que la mantuvieronexistiendo en aquellos años duros.

Aún ahora, al dejar que la memoriafluya sobre el papel, siento la lejana e in-mensa alegría que me prodigó el trabajarpara que siguiera saliendo la Revista.

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La Revista...y yo

Jesús Dueñas BecerraCrítico de arte y periodista

Con esta edición de lujo, la Revistade la Biblioteca Nacional José

Martí, enciclopedia de la culturacaribeña e iberoamericana, sustentadaen el amor y en la libertad, llega sana ysalva –como la nación cubana– a susprimeros 100 años de fecunda vida edi-torial…, a pesar de los graves problemaseconómicos que interrumpieron su sa-lida entre los años 1993 y 1999 delpasado siglo.

Ahora bien, ¿qué significa para mí,que llevo el periodismo en el cuerpo, enla mente y en el alma, ser colaboradoractivo de ese emblemático órgano deprensa desde hace algo más de unquinquenio?

Hace exactamente cuatro décadascomencé a ejercer el periodismo cientí-fico primero y la crítica artístico-literariadespués, y desde esa lejana fecha an-helaba ver publicados mis artículos en laRevista de la Biblioteca Nacional…,donde “no podía escribir cualquiera”, enopinión del doctor Juan Pérez de la Riva,uno de sus ilustres directores.

No obstante, en el 2003 llegó la an-siada oportunidad: la doctora AraceliGarcía Carranza, jefa de redacción, yuno de mis “ángeles guardianes” en elseno de ese templo de la sabiduría y dela espiritualidad, me invitó a colaborarcon el número especial dedicado al

Apóstol en el sesquicentenario de sunatalicio, así como a la multipremiadapoetisa y ensayista Fina García Marruzen el aniversario 80 de su nacimiento.

Con el artículo “José Martí y la cien-cia psicológica”1 y una reseña del libroJosé Martí y la ciencia del espíritu,2

del doctor Diego González Serra, seprodujo mi entrada al equipo de cola-boradores de la Revista, ya que escribirpara ese medio de prensa satisfacíauna necesidad intelectual largamenteacariciada en el centro mismo de mi yoperiodístico, y ahora materializada en lapráctica (criterio de la verdad), mien-tras que –desde otra óptica–representaba mi realización como pe-riodista cultural…, aunque debo aclararaquí –para ser honesto con los lectoresy conmigo mismo– que la realización deun ser humano no se circunscribe al he-cho de alcanzar determinado estatusprofesional o socioeconómico en el en-torno donde vive, sueña y crea…, sinohacer las cosas con amor y pasión, queson las “llaves” de la verdadera reali-zación.

Haber sido admitido como colabora-dor sistemático de la Revista, no sóloalimentó mi intelecto y mi espíritu, sinotambién me proporcionó, en el plano delas relaciones humanas y sociales, unade las mayores alegrías de mi vida: ga-narme el cariño y el respeto de personasúnicas e irrepetibles que con el discu-rrir del tiempo devinieron verdaderos“amigos del alma”.

En ese grupo, no podría dejar demencionar a las hermanas Araceli yJosefina García Carranza, quien lamen-tablemente ya no está entre nosotros,el escritor y periodista Julio Domínguez

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García, la licenciada Marta BeatrizArmenteros Toledo, editora, la licencia-da Rosa C. Báez Valdés, ex jefa deredacción y edición del boletín electró-nico Librínsula (con el que tambiéncolaboro), la economista Teresita Pérez,la licenciada Olga Rosa Gómez,subdirectora, la licenciada AliciaSánchez del Collado, el historiador yensayista Eliades Acosta Matos, ex di-rector de la Biblioteca Nacional, y eldoctor Eduardo Torres Cuevas, actualdirector de la institución, entre otros,cuya relación haría interminable estacrónica…, más sentida que pensada.

Con apoyo en una apreciación ob-jetivo-subjetiva, la Revista de laBiblioteca Nacional José Martí es–por derecho propio– referente obli-gado para intelectuales, investigadores,profesores y estudiantes que deseenconocer todos y cada uno de los mo-mentos “clave” de la evoluciónhistórico-cultural de la mayor ínsulacaribeña, y además, fuente nutricia de

ética, humanismo, patriotismo y espiri-tualidad.

Quisiera finalizar este testimonio,“escapado” de lo más hondo de mi yoíntimo, con un ferviente deseo, queruego a Dios se haga realidad…, aun-que yo no pueda verlo: que la Revistade la Biblioteca Nacional JoséMartí tenga vida eterna, ya que, aldecir del licenciado Eliades AcostaMatos, uno de sus más jóvenes direc-tores, “[…] quien bien nace [y hace]nunca muere”.3

Notas

1 Dueñas Becerra, Jesús. José Martí y la cienciapsicológica. Revista de la Biblioteca Nacional JoséMartí (La Habana) 94(1-2):145-148; en.-jun.2003.2 ________. José Martí y la ciencia del espíritu.Ibídem, p. 190.3 Acosta Matos, Eliades. Umbral. Ibídem, 90(1-2):5; en-jun. 1999.

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La Revista, cienaños después

Leonel MazasInvestigador

Durante un siglo al servicio de la sa-biduría, la Revista de la Bibliote-

ca Nacional José Martí, por sí sola eshistoria. Desde sus páginas ha presen-tado los más rigurosos y serios trabajosen diferentes materias del conocimien-to humano, cuyos autores poseen unaobra que es de obligada consulta en lahistoriografía cubana, y a muchos hetenido el privilegio de conocer e inter-cambiar impresiones de los másdiversos temas.

Difícil, sí, es escribir esta reseña elo-giando lo que significa esta publicación,más aún cuando existe la responsabili-dad con la verdad histórica y loslectores. En los últimos años, sus pági-nas me han permitido presentar algunostextos gracias a la generosidad de mu-chas personas, entre ellas EliadesAcosta Matos, Araceli García Carranza,su actual director, Eduardo Torres Cue-vas y la inteligencia y paciencia deMartica B. Armenteros, y ello me com-promete a que cada trabajo respondaa la exigencia y belleza de cada núme-ro de la Revista.

Nuestro Apóstol José Martí expresó:“Leer una buena revista es como leerdecenas de libros”, y estos 100 años delquehacer de la Revista multiplican es-tas palabras con creces y lo avalanalgunas de las personalidades que en elladejaron sus más rigurosos artículos.

En enero de 1909, con una tiradamensual, surge el primer número con elnombre de Revista de la BibliotecaNacional, dirigida por su fundador yentonces director de la institución, Do-mingo Figarola Caneda (1852-1926).Este comienzo es fundamental para te-ner como referencia los primeros pasosde la publicación.

En su libro Apuntes para la histo-ria de la Biblioteca Nacional JoséMartí de Cuba, su autor, TomásFernández Robaina, da a conocer de-talles sobre el desarrollo y surgimientode la Revista, y señala: “Debido a ladonación de la señora Pilar Arazozade Muller, en 1909, la Biblioteca con-tó con una imprenta que aunquepequeña, reportó grandes beneficios,pues hasta 1912 se editó en ella la Re-vista de la Biblioteca Nacional en suprimera etapa. La Revista dio a cono-cer las colecciones que engrosaban losfondos por compra o donación, ade-más de publicar trabajos de índolebibliográfica”.

En la primera época, 1909-1912, sucirculación fue muy difícil: cuatro

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números en 1909, tres en 1910, uno en1911 y en 1912, para en total de nueveediciones. Sobre este período algunosinvestigadores señalaron que no cum-plía los objetivos que se había planteadosu director, no obstante se le conside-raba original, porque en ella aparecíantextos inéditos de gran valorhistoriográfico como las epístolas origi-nales de personalidades y lasbibliografías de autores cubanos. Entrelos colaboradores de esa época se en-cuentran Figarola Caneda, quienprácticamente es el autor de casi todoslos trabajos, Carlos de Velasco y JuanMiguel Dihigo Mestre (1866-1920).

Por problemas económicos recesa laRevista durante 36 años hasta que en elmes de abril de 1949 regresa a la vidacon una frecuencia trimestral, en lo quese considera como su segunda época(1949-1958) con su nueva directora, LiliaCastro de Morales, primera mujer quedirigió la Biblioteca Nacional al ser nom-brada en 1948, aunque su presencia enla institución databa desde 1934.

En el editorial de la Revista de abril-junio de 1953 se afirmaba que lainstitución: “[…] será la expresión di-námica de las actividades de la culturacubana como si fuera el espejo de lacartografía intelectual de la isla […]”,y sí, la riqueza de estos años de vida loha demostrado en cada número: no fueajena a homenajear la figura del Após-tol en su centenario y en el deDomingo Figarola Caneda en el de fe-brero-marzo de 1952. También el deoctubre-diciembre de 1957 reflejó lainauguración del edificio.

La directiva de la Revista se esfuer-za por dar lo mejor de sí y un ejemplode ello lo tenemos al ser nombrado

Manuel Moreno Fraginals como su jefede redacción, quien, junto a RodolfoTro, se preocupó por mantener el pres-tigio de la publicación y dejar plasmadosen ella objetivos fundamentales: publi-car trabajos inéditos, documentos,reseñas de libros recién editados, y dara conocer las novedades del quehacerde la Biblioteca Nacional.

La Revista en esta segunda épocafue diseñada con diferentes secciones:“Vigencias del Ayer, “Temas e Indaga-ciones” y “Vida de los Libros”, dondepodemos encontrar diversos artículossobre literatura cubana, investigacionesreferentes a nuestra historia, y referen-cias bibliográficas de autores cubanosdel mundo de la cultura y la ciencia.

Autores de reconocido prestigio es-cribieron para la Revista durante estasegunda época: Emilio Roig deLeuchsenring, Marcelo Pogolotti, Emi-lio Ballagas, Julio Le Riverend,Francisco J. Ponte, Manuel IsidroMéndez, José Rivero Muñiz, Luis Feli-pe Le Roy, Salvador Bueno, FranciscoPérez de la Riva, Antonio Martínez Be-llo, José María Chacón y Calvo, entreotros.

Con el amanecer del primero de ene-ro y el triunfo de la Revolución cubana,se producen cambios en todas las es-feras de la sociedad a favor delmejoramiento humano y de las institu-ciones, y la Biblioteca Nacional y suRevista no fueron ajenas a ellos. El edi-ficio es ocupado por las fuerzasrevolucionarias el 5 de enero de 1959,lo cual constituyó un trascendentalacontecimiento, que cumple 50 años enel 2009.

A partir de ese momento se inició unnuevo camino de 50 años más que

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transcurren dentro del proceso de laRevolución sin que dejen de aparecerlos característicos trabajos que con re-gularidad se publicaban, pero con laóptica de la nueva generación de inte-lectuales, la cual con sus inquietudes yreflexiones irradió el ámbito nacionaldel momento histórico que vivía Cuba.

La doctora María Teresa Freyre deAndrade es designada directora de laBiblioteca Nacional José Martí y loscambios en la institución fueron nota-bles. Ella, con sus conocimientosbibliotecológicos y sobre los problemasde las bibliotecas en el país, era la per-sona indicada para asumir esaresponsabilidad y proporcionar el me-jor funcionamiento de la nueva tarea,aunque heredaba 50 años de deuda conlos más nobles principios de la culturaa los que fueron también sometidas lasinstituciones culturales en Cuba, las quese fueron degradando paulatinamente,pero que con la nueva mirada revolu-cionaria era necesario recuperar parala memoria de la nación.

Ese año comenzó la tercera épocade la publicación (1959-1993), cuyo pri-mer número tenía impresa la fechacorrespondiente a diciembre de 1958, yfue distribuido de esa forma. Concluíanasí los primeros 50 años de vida de laRevista, la cual a mediados de 1959 co-mienza a llamarse Revista de laBiblioteca Nacional José Martí.

El nuevo consejo editorial lo confor-man como jefa de redacción GraziellaPogolotti (1960), luego para el año 1962en su consejo de redacción están Ma-ría Teresa Freyre de Andrade, AmeliaRodríguez, Aleida Plasencia, Juan Pérezde la Riva, Argeliers León, MarioParajón, Eliseo Diego y Cintio Vitier.

Este personal, por sí solo, nos muestrala responsabilidad y seriedad con quese elegían los trabajos; todos, ilustresintelectuales cubanos.

Entre otros intelectuales que han co-laborado podemos citar a RenéeMéndez Capote (su directora entre1961 y 1964), Aurelio Alonso, LuisaCampuzano, Manuel Moreno Fraginals,Eliseo Diego, Salvador Bueno, FinaGarcía Marruz, Zoila Lapique, Horten-sia Pichardo, Juan Marinello, José A.Portuondo, Sidroc Ramos, AlbertoMuguercia…

Llega así la década del 90 y con ellael Período Especial, el cual conllevó alcierre de muchas de las publicacionesdel país, pero gracias al empeño de Ra-fael Acosta de Arriba, su jefe deredacción, pudo continuar, aunque sólodos números en 1990, y entre 1991 y1993, uno cada año.

No es hasta 1999 que se reinicia laRevista por la constancia de EliadesAcosta Matos, director de la Bibliote-ca y de la publicación, y comienza asísu cuarta época con el número de ene-ro-marzo, trabajado por completo en laimprenta del centro, en cuyo editorialAcosta Matos afirma: “En nuestrosdías, que son antesala del tercer milenio,la Revista de la Biblioteca NacionalJosé Martí tendrá que adaptarse a losnuevos temas, a los nuevos lectores y alos nuevos tiempos, pero mantendrá todolo que de profundo y saludablementeañejo buscan en ella quienes la coleccio-nan y conocen”.

En este período Araceli GarcíaCarranza es la jefa de redacción y algu-nos números se dedican a personalidadesde la cultura cubana y a hechos relevan-tes del país como Roberto Fernández

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Retamar, José Lezama Lima, NicolásGuillén, Fina García Marruz, CintioVitier, Dulce María Loynaz, EduardoChibás, Raúl Roa, el asalto al CuartelMoncada y el aniversario 280 de laUniversidad de La Habana. Sin embar-go, no por ello dejaron de publicarsetrabajos dedicados a la historia y a lashumanidades en general.

Muchos han sido los colaboradoresde este período pero no puede dejar denombrarse a los desaparecidos física-mente Luis Suardíaz, Josefina GarcíaCarranza, Amaury B. Carbón Sierra yFrancisco Pérez Guzmán, y a los quenos acompañan: Ana Cairo, AraceliGarcía Carranza, Mercedes SantosMoray, Jesús Dueñas, Enrique LópezMesa, Natalia Revueltas, Julio GarcíaOliveras, Elena Alavéz, Paul Estrade,Nydia Sarabia, Marta Rojas, ArmandoHart, José Antonio García Molina, Car-men Suárez León y Eduardo TorresCuevas. Sólo estos nombres pueden

darnos la magnitud e importancia quela Revista posee dentro de la culturacubana. Quizás deba mencionar a otroscolaboradores contemporáneos y ahon-dar más en esta época, pero esa tarease la dejamos a otro investigador cuan-do nuestra Revista cumpla 50 años más.

Bibliografía consultada

CUBA. INSTITUTO DE LITERATURA Y LIN-GÜÍSTICA. Diccionario de la Litera-tura Cubana. La Habana: EditorialLetras Cubanas, 1984.

CUERVOS TORAYA, JUAN DE LOS. 500 añosde construcción en Cuba. La Ha-bana: Editorial Chavin. Servicios Grá-ficos y Editoriales, SL, 2001.

FERNÁNDEZ ROBAINA, TOMÁS. Apuntespara la historia de la BibliotecaNacional José Martí de Cuba. LaHabana: Biblioteca Nacional JoséMartí, 2001. (Edición homenaje)

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Mi RevistaMarta B. Armenteros

Editora

Han pasado más de 18 años desdeque tuve en mis manos el primer

número de la Revista de la Bibliote-ca Nacional José Martí en el cualtrabajé como redactora, y aún me pa-rece un sueño que eso me hubierasucedido. Siempre le agradeceré a Ra-fael Acosta de Arriba, entonces jefe elDepartamento de Edición y Conserva-ción de la institución, que me propusierapara ocupar dicha plaza.

Desde ese momento, mis conoci-mientos han ido in crescendo, no sóloen el plano editorial sino mucho más enel intelectual, pues las disímiles temáti-cas que aborda la publicación me hancompulsado a investigar sobre ellas.

La Revista me ha permitidoincursionar también en el mundo de lacomputación y he podido aprender, gra-cias a mis compañeros, y en especialal pintor y diseñador Luis Juan Garzón,a trabajar con programas como elPagemaker, el Corel Draw y elPhotoshop.

A partir del momento en que me in-tegré al grupo editorial sentí que, porsuerte, al igual que en el Departamen-to de Información para la Cultura y elArte de la Biblioteca Nacional, dondetrabajaba, estaba dentro de un colectivofamiliar constituido en mi primera etapapor Juana María García, Amelia Casa-nova, Rafael Acosta, María AntoniaWong, Rosario Gutiérrez, María Luisa,Sonia Rodríguez y Francisco (Fico).

Todos me ayudaron mucho de una for-ma u otra en mi desempeño.

No puedo olvidar que en 1991, ini-cio del Período Especial, fue unmomento de inquietudes para nosotros,pues pensábamos que la Revista deja-ría de publicarse, pero gracias a ladefensa a ultranza que hizo RafaelAcosta de Arriba ante las autoridadesde Cultura, no dejó de aparecer duran-te un tiempo (el último fue el númerouno de 1993).

Posteriormente, el departamento, de-bido a un cambio de estructura de laBiblioteca, se separa de Conservacióny nos trasladamos hacia el tercer piso,al espacio que hoy ocupa BibliografíaCubana, y después nos mudamos paradonde hoy se encuentra la vicedirecciónde Automatización. Aquí, fue mi jefaMagali Silva, una experimentada edito-ra que nos enseñó mucho.

Después de varios años sin publicarsedebido al Período Especial, reaparece laRevista en 1999 gracias a la gestión deEliades Acosta Matos, director de la Bi-blioteca en ese momento, Marcia Medina,ex subdirectora de Promoción y Desa-rrollo, y de José Antonio García Valiente,un gran conocedor del mundo editorial yquien ocupaba la jefatura del departamen-to, ahora en una vieja imprenta de laBiblioteca, las más de las veces rota, peroque con el esfuerzo de Francisco Pou(Pancho), el que donde quiera que estésabe que lo quise mucho, Febles yManuela Suárez se lograba realizar. Asíse inició la cuarta época con el númerouno de enero-marzo de 1999, cuyodiseñador fue Oscar Aza.

Para mí, tener en las manos ese nú-mero fue como el nacimiento de mi hijo:un parto difícil, pero feliz. Algo parecido

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debió sentir Eliades Acosta al expresaren el “Editorial”: “Al cumplirse 90 añosde su nacimiento, vuelve a ver la luz laRevista de la Biblioteca NacionalJosé Martí, homenajeándose a sí mis-ma con este número, como si salir delsilencio y la oscuridad en que se halla-ba por cinco largos años fuese ya unfestejo digno a su majestad, y fiestagrande para sus fieles lectores de todoel mundo”.

A partir de 1991, muchos han sido loscompañeros que he tenido y con quie-nes he vivido momentos de angustias eincertidumbres: Sonia Santana, EldaGonzález, Lisbet León, Nivia Peña, Pe-dro Armando Carvajal, Abel Arias,Tania Olivera, Coralia Cruz, DaniaMontes de Oca, Reynier Casaus, Ale-jandro de la Osa, y Del Toro. De igualforma deseo agradecer la colaboracióncon sus viñetas al pintor RolandoVázquez Hernández.

Muy importante ha sido trabajar des-de 1999 con Araceli García Carranzacomo jefa de redacción, cuyos conoci-mientos, desvelos y consejos han sido demucho valor para mí, así como los de suhermana Josefina, quien me asesoró enmis inicios. Y también el hecho de queuna hermandad nacida en la cola de laruta cinco, se continuara afianzando des-de mi accidente. Ese hermano y uno demis pilares en relación con la Revista esBárbaro Ravelo Fernández, a quienagradezco su apoyo inconmensurable ysus ratos agradables tomando café enmi casa.

El trabajo en esta Revista me ha per-mitido conocer a muchos de suscolaboradores como a Nydia Sarabia,Naty Revueltas, Elena Alavéz, JesúsDueñas, Leonel Maza, LourdesCastellón, Maruja Iglesias, Ana Cairo,Matilde Salas, y los ya fallecidos LuisSuardíaz, Francisco Pérez Guzmán yAmaury B. Carbón Sierra.

Me viene asimismo a la mente larealización de las primeras revistas enel Taller 04 de la imprenta Urselia DíazBáez, ubicado en Zulueta y Corrales, enel cual se utilizaba el sistema delinotipos con una calidad inestimable.Pero poco después llegó la etapa de lacomputación y la máquina de escribirdejó paso a la utilización de programascomo el WordPerfect y el Word, y lacomposición y el diseño dejaron de sermanuales para ser realizados en CorelDraw o PageMaker, lo cual agiliza yfacilita el trabajo, aunque se haya per-dido un poco la labor artesanal de misinicios, cuando todos ayudábamos aemplanar la publicación.

Estoy segura de que me quedan mu-chos recuerdos de esta etapa, peroserían interminables, por ello sólo mequeda expresar mis deseos de que esta,mi Revista, una de las primeras, si nola primera, dedicada a las humanidadesen América Latina, permanezca llevan-do a estudiantes e investigadores sustextos llenos de sabiduría.

¡Feliz centenario y que cumplas mu-chos más!

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El reiniciode la Revistaen 1999

José Antonio GarcíaValiente

Ex jefe del Departamento de Edicionesde la Biblioteca Nacional José Martí

Debido a la situación económica delpaís que condujo al Período Espe-

cial, la Biblioteca Nacional José Martídejó de publicar en 1993 la Revista quelleva su nombre, fundada en 1909 porDomingo Figarola Caneda.

En 1998, con la incorporación a laBiblioteca, como director, de EliadesAcosta Matos, entre otras, tomó la de-cisión de retomar la edición de laspublicaciones tradicionales de la insti-tución, en particular de la Revista porsu historia, contenido e importancia li-teraria.

La reproducción gráfica de la pu-blicación hasta el número aparecidoen 1993 se realizaba en la imprentaUrbelia Díaz Báez, del Instituto Cu-bano del Libro, por mediostipográficos, pues no existía experien-cia en el procesamiento en offset,pero en esos momentos no existía laposibilidad de hacerlo porque no ha-bía financiamiento para tal propósitoy todas las imprentas exigían el pagoen moneda convertible.

En tales circunstancias, propusimos[Este plural es de modestia, porque enrealidad lo propuso él. N. de la E.] a la

dirección de la Biblioteca, previa eva-luación y análisis técnicocorrespondientes, reiniciar la edición yproducción gráfica con los medios y re-cursos que poseíamos en la Biblioteca,así como adquirir el papel y la cartuli-na e integrar un grupo de trabajo conel personal disponible para ese objeti-vo. La edición, que incluía laintroducción de textos, redacción, pre-paración de originales y diseño seejecutaron por los compañeros LisbetLeón, Oscar Aza y Marta BeatrizArmenteros.

La reproducción gráfica contaba conuna base tecnológica no acorde a lasnecesidades: una Hamada 500 con for-mato de 91/4 x 14 pulgadas comomáximo, una guillotina obsoleta sin ho-jas de corte, y una presilladora dealambre. Los originales se procesaríanen máster de papel en un elefax PC5por Célida. Dos operarios, Pancho yFebles, además de una encuadernadora

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manual, Manuela, así como parte delpersonal del Departamento de Con-servación conformó el equipo detrabajo. La dirección técnica fue asu-mida por mí.

La impresión se realizó en pliegos decuatro hojas, posteriormente alzados ypresillados para colocar la portada, ydespués realizar el corte final en la gui-llotina. La portada en cartulina seimprimió utilizando viejas planchaspresensibilizadas.

Sobre la marcha se fueron resolvien-do innumerables limitaciones decarácter material con el apoyo de otrasimprentas a las que también debemosagradecer su colaboración.

Considero que fueron muchos los re-tos vencidos, pero los mayores fueron:

· Preparar la edición para su repro-ducción en offset sin una experienciaanterior y sin los recursos tecnológicosnecesarios.

· Procesar tecnológicamente un ori-ginal con medios no diseñados para talpropósito, con formatos operados ensus límites, reproducción electrostática(máster de papel), incluso vencidos porel tiempo, así como el tratamiento ma-nual en la encuadernación.

Esto fue posible por la voluntad y elcompromiso de todos los que participa-mos en el reinicio de una publicación queencierra en sí misma parte de la culturanacional, así como por el apoyo y la con-fianza que la dirección de la BibliotecaNacional depositó en nosotros.

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Marinello,el martianomayoren una Revistacentenaria

Mario Antonio PadillaTorres

Investigador

¿Qué pensaría Domingo FigarolaCaneda, director fundador de la Re-

vista de la Biblioteca Nacional en1909, si pudiera ver cómo 100 años des-pués, nuestra revista es un baluarte queofrece un legado cultural en cada unade sus páginas?

Muchas de las cuartillas son testigosde la producción espiritual de grandespensadores y reconocidos escritores quehan dejado una huella indeleble en di-ferentes números. Esa bibliografíaimprescindible es una fortaleza viva ya través de ella se han cultivado variasgeneraciones de cubanos y extranjeros.

Hoy la Revista cumple su función yse esmera en divulgar temáticas múlti-ples que de una forma u otra penetranen el amplio espectro de la cultura cu-bana. Los más veteranos intelectualesjunto a la nueva pléyade transmitensus investigaciones, criterios e impre-siones del mundo de hoy a través deacontecimientos o figuras imprescindi-bles de la intelectualidad cubana.

Juan Marinello Vidaurreta, llamado“nuestro martiano mayor“, tuvo la huellade sus escritos en esta publicación cen-tenaria, donde también aparecieronhomenajes a su inmensa y humanistacreación. Pienso entonces que si lo re-cordamos en estos días, cuando hacen32 años que físicamente desapareció,rendimos también tributo a una de lasrevistas que lo recibió.

Hasta el triunfo revolucionario delaño 1959 no se le dio oportunidad aMarinello de escribir en esta publica-ción, pues su formación comunistasólida le impedía divulgar obras que de-safiaran las administraciones de turno.Su elam martiano, combinado con lasideas más revolucionarias del marxis-mo leninismo, fueron impedimentos, anuestro criterio, para que este gran in-telectual pudiera expresar sus criteriospolíticos y culturales.

Aquellos que lo conocieron cuentanque casi sin visión llegaba con la mo-destia que lo caracterizaba a la SalaJosé Martí de la Biblioteca Nacional ydurante horas estudiaba el pensamientodel Apóstol de nuestra independencia oanimaba charlas con Cintio Vitier. La jo-ven generación que surgía observabacon un respeto apostólico a aquel hom-bre que vivió junto a varias generaciones,incluyendo la época de Julio AntonioMella y Rubén Martínez Villena.

En 1970, en su año 61, en el períodoenero-abril, sale a la luz en la Revistauno de sus escritos “Sobre nuestra crí-tica literaria“, y más adelante aparecenotros trabajos de carácter literario, aun-que es de significar el homenaje que lerinde a Carpentier en 1975 y la apari-ción de su ensayo dedicado a Pablo dela Torriente Brau en 1984.

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Según mi criterio, estos primeros tra-bajos escritos con anterioridad reflejanuna combinación del Marinello hombrede cultura y el pensador político, quele da al arte su valor sustancial defen-diendo con claridad las cualidadesintegradoras de la crítica literaria desdeun ángulo estético-político. En ellos cul-tiva el ensayo sobre los hombres quehan transcendido por sus aportes teóri-co-prácticos en sus propias creacionesintelectuales.

En 1974 aparecen otros textos en laRevista relacionados con su obra yvida, entre los cuales se destaca las pa-labras de Vicentina Antuña al serdeclarado Juan Marinello ProfesorEmérito. Las conclusiones de la inter-vención reflejan la peculiar imbricacióndel intelectual transdisciplinario y el di-rigente político que representó:

Maestro Juan Marinello:Al otorgarle el título de ProfesorEmérito, la Universidad de La Ha-bana siente que hoy como nuncarepresenta la voluntad de todonuestro pueblo. De nuestro puebloque ama su permanente lección dedignidad y decoro; que admira yrespeta en usted su ejemplaridadcomo intelectual revolucionario ycomo líder político, y que no olvidaque, aun en los momentos más di-fíciles y aciagos de nuestro ominosopasado, mantuvo usted en alto la feen su capacidad para labrarse elfuturo de libertad, justicia y paz quehoy esta construyendo.

No podría pasar por alto destacar elgran valor que representa el trabajo pa-ciente de Josefina García Carranza y

otros compañeros al publicar en la Re-vista durante varios años la bibliografíade Juan Marinello y los suplementos,que representa, a mi entender, una la-bor humana y de rescate histórico desu obra.

Pueden existir criterios de cadatiempo del desarrollo de la Revista,pero a mi parecer estos 50 años querepresentan su mitad de existencia, hansido fructíferos en la difusión de la obrade nuestros grandes intelectuales y hanreflejado a hombres y obras humanasque merecen nuestro respeto.

La difusión de parte de la bibliogra-fía activa o pasiva de Juan Marinello esejemplo de lo expuesto, se hizo justiciapara el comunista que con su pluma yacción combativa revolucionaria repre-senta tan dignamente el paradigma deun intelectual revolucionario. Gracias ala Revista por este gesto tan patrióticoy generoso hacia un hombre que usa-ba la modestia como práctica cotidianade su accionar.

Si Marinello estuviera observándo-nos, se sentiría feliz de ver cómodespués de muertos somos útiles cuan-do se representa la causa de loshumildes con humildad. Si viera el de-sarrollo de la ensayística en Cuba bajolos preceptos de su magisterio y obser-vara cómo en el aquel recinto para élde gran espiritualidad adonde acudía adiario, y la Revista de ese emblemáti-co lugar difunden su creación y la deotros intelectuales que hablan con lapluma de su obra que trasciende en eltiempo, expresaría: “La revista cente-naria merece honor”.

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Imagen aparecida en el periódico El Porvenir, de Nueva York, en 1891

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Enrique José Varona (1849-1933)

Martíen Varona

Josefina Meza PazProfesora de la Universidad de Ciencias

Pedagógicas Enrique José Varona

Caracterizar la relación que existióentre esas dos grandes figuras que

fueron José Martí (1853-1895) y EnriqueJosé Varona (1849-1933), y valorar cómocontribuye el primero a la radicalizaciónpolítica del segundo en la lucha contra elcolonialismo español, es el propósito deeste trabajo.

Varona evoluciona al independen-tismo a partir del análisis que hace dela realidad económica y sociopolíticacubana, y a ello contribuye Martí a tra-vés de la relación personal y epistolarque desarrollaron.

Relaciones entre Martí y Varo-na en vida de ambos

Cuando se conocen en 1879Martí parte de Guatemala en julio de

1878, después de renunciar a sus cla-ses en la Escuela Normal comoprotesta por la injusta destitución de sudirector, el cubano José MaríaIzaguirre.

Ya en Cuba, es nombrado socio dehonor del Liceo de Guanabacoa ypoco después es elegido secretario desu Sección de Literatura. Es el perío-

do en que inicia sus actividadesconspirativas para organizar la GuerraChiquita.

En marzo de 1879, en ocasión de ce-lebrarse una velada oratoria en aquelLiceo sobre el idealismo y el naturalismoen el arte, en la que Varona y Martí con-tendieron, se conocen. El primero dejósu testimonio de este encuentro en unartículo años después.

En “Mis recuerdos de Martí”,1 pu-blicado en la revista El Fígaro el 5 demarzo de 1905, expresa Varona queMartí no le era desconocido, pues ha-bía leído su folleto político El presidiopolítico en Cuba, escrito siendo un ado-lescente, del cual le había sorprendido“el sello de vigorosa personalidad” queemanaba de sus páginas; también asegu-raba que poseía el don de la elocuencia.

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Sobre cuando se conocen y el efectoque le causó la intervención del Após-tol enuncia:

A poco de su llegada, me ofreció laocasión apetecida una fiesta del Li-ceo de Guanabacoa. Nunca olvidaréel embeleso en que estuve todo eltiempo que habló Martí. La cadenciade sus períodos, a que sólo parecíafaltar la rima para ser verso, mecíami espíritu como verdadera música ycon el efecto propio de la música. Almismo tiempo, pasaban ante mí, comoenjambres de abejas doradas, comosurtidores y canastillos de agua lumi-nosa, como rosetones de fuego quese abren por el éter en manojos deoro, zafiros y esmeraldas, sus pala-bras sonoras, en tropel de imágenesdeslumbrantes, que parecían elevar-se en espiras interminables y poblarel espacio de fantasmas de luz. Eraun arrullo continuado que me produ-cía, en vez de somnolencia,deslumbramiento.

Y añade:Cuando supe que había de contes-tarle, desperté bruscamente, y conno poco sobresalto, porque advertíque, cautivado por la melodía, pocaatención había podido prestar a latrama lógica de las ideas. Mi impre-sión había sido artística, y nointelectual. Supongo que de ello ha-bría de resentirse la disertación conque le contesté. Todavía los prime-ros párrafos de ella revelan lasuspensión en que me había deja-do su palabra y esa imaginacióndesbordada y cautivadora.

Para finalmente reflexionar:Oí después a Martí otras veces,siempre con mucho gusto, pero con

efecto más atenuador. Sucedió así,no porque el orador se mostrase in-ferior a sí mismo, sino porque máshabituado yo a su manera, mi gus-to vaciado en otros moldes estabaya prevenido y, sin poderlo reme-diar, a la defensiva. Pero me doycuenta del efecto maravilloso quedebía producir, sobre todo en losemigrados soñadores, anhelosos deesperanzas, su palabra de vidente,desatada en torbellino por la vehe-mencia de su fe patriótica.

Varona en carta al señor Arturo R. deCarricarte,2 sin fecha, atesorada en elFondo Varona del Archivo Nacional, ex-plica sobre el mismo asunto que laprodigiosa arenga de Martí acerca delidealismo en las bellas artes produjo unavibración intensa en el espíritu de susoyentes, pero que no se conserva por nohaber tenido taquígrafos, y afirma quellevó su contestación por escrito, unasnoches después, el 13 de marzo.

Correspondencia intercambiadaCinco cartas de Martí a Varona, que

caracterizan la relación epistolar entreambos en la década de 1880, han lle-gado a nosotros; las de Varona a Martídesgraciadamente han desaparecido.

En la del 1º de diciembre de 1881,Martí, desde Nueva York, se interesapor conocer lo que escribe Varona yespecialmente por sus conferencias fi-losóficas, preguntándole si las haimpreso.3 Las concernientes a Lógica,Psicología y Moral que Varona impar-te en cursos y publica en esa década,representan un salto adelante del saberfilosófico cubano.

Al año siguiente, el 28 de julio de1882, le dice que no ha podido leer el

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tomo en que se publican juntas sus con-ferencias y reconoce su labordiciéndole: “lo que usted hace regocijay nutre”. Y le envía el Ismaelillo porser de los que estima.4

Debe destacarse que las anteriorescartas corresponden a los años en queVarona forma parte de la Junta Cen-tral del Partido Autonomista, y por lotanto se deduce que Martí, a pesar deesa filiación política, se le aproxima por-que le valora positivamente.

En carta del 13 de septiembre de1887, Martí le escribe sobre “El poe-ta anónimo de Polonia” reconociendosu definición independentista, al perca-tarse de que ese trabajo era sólo unemotivo himno a la lucha por la inde-pendencia de Cuba, y valora lahonestidad de su autor: “Yo no veo enmi tierra, fuera de los afectos natura-les de familia, persona a quien deba yoquerer más que a Ud., por la limpiezade su carácter y la hermosura de sutalento”, y añade: “Ud. no me mandalo suyo, porque lo de El Poeta ha sidouna casualidad, por mí bien entendida;pero yo, más que en lo que publica, loleo en lo que calla”.5

“El poeta anónimo de Polonia”6 fuela conferencia pronunciada por Varonaen la Caridad del Cerro el 14 de mayodel mismo año, donde se define por elindependentismo. Su asunto trataba deun joven polaco, hijo de un traidor, queen forma anónima se dedica a cantara la lucha de su pueblo contra el inva-sor ruso, lo que le permitió expresarentrelíneas su condena a la tiranía delcolonialismo español y su aspiración ala independencia cubana.

En agosto de 1887, Martí publica pá-rrafos encomiásticos sobre “El poeta…”

en El Economista Americano deNueva York: “Pocas páginas son, to-das de oro. Se cuenta en ellas conpalabras cargadas de sentido la vidade aquel Krasinski, hijo de un polacodébil, que amó demasiado a su patriapara aconsejarle una guerra inútil[…]. Se cuenta la eterna doblez dela tiranía […]”.

Y después afirma:Habla el cubano Varona una admi-rable lengua, no como otrasacicalada y lechuguina, sino deaquella robustez que nace de la lo-zanía y salud del pensamiento.Vuela su prosa, cuando la levantala indignación, con la tajante y se-rena ala del águila: globos bruñidosparecen sus párrafos: la continuanobleza de la idea la da su lengua-je: y es su realce mayor la santaangustia con que, compuesta en lamente la imagen cabal del mundolibre y armonioso, ve a su pueblo,cual Krasinski al suyo, padecerbajo un régimen que los injuria,como un ente maldito y deforme.¡Las llamas son la lengua naturalen desdicha semejante! Su belle-za y su fuego tienen los párrafosde Varona en este estudio artísti-co y ferviente.7

En su carta del 17 de marzo de 1889Martí se refiere a las gestiones quehará para procurar la edición de lasobras de Varona en el extranjero, las deLógica, Psicología y Moral, pues opinaque estos “[…] libros lo valen y sonnecesarios en Hispanoamérica”, índicede lo mucho que los valora.

Señala que escribirá “[…] un estu-dio enérgico como introducción de lasConferencias que contribuya a gestionar

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su reproducción en países como Argen-tina y México”. Y sobre las propiasConferencias filosóficas plantea: “LaMoral no la he recibido hasta ahora. LaLógica y la Psicología ¿no sabe Ud.que dicen cuanto se puede decir en jus-ticia y que son inmejorables?”.8

En su última carta a Varona del 22 demayo de 1889, Martí al comentar sobresituaciones adversas le dice: “¡Qué ale-gría verlo a Ud. entre estas penas, comouna flor de mármol!”. Le compara táci-tamente con esta planta que se parte,pero no se doblega en probable alusiónal carácter íntegro de Varona, y por úl-timo le expresa: “[…] sé que en mi tierrahay aún hombres como Ud. que le man-tengan el corazón y le saneen el airepodrido”.9

De esa relación epistolar escribióVarona en su artículo “Mis recuerdosde Martí”, ya mencionado: “Nos escri-bíamos de cuando en cuando. Suscartas, fuera el que fuese el asunto,tenían el mismo magnetismo de suconversación. Se le oía y se le veía altravés de los amplios trazos de su le-tra nerviosa. Escribía a sus amigoscomo les hablaba, las imágenes flota-ban bajo su pluma como en sus labios,el corazón se le derramaba tras las pa-labras”.10

Estos elementos nos permitenaproximarnos a la mutua admiraciónque se profesaban, a pesar de las di-ferencias ideopolíticas, filosóficas yde temperamento de sus personalida-des, y al hecho de que Martí ejercierauna positiva influencia ideológica so-bre Varona para su radicalizaciónindependentista.

Martí valora la importancia y calidadde la labor intelectual varoniana, como

autor de las Conferencias Filosóficas,y le reconoce cualidades morales a lapar que su definición independentistaentre líneas, en su conferencia sobre“El poeta anónimo…”.

Encuentro personal en 1884Después de haberse conocido, sólo

en una breve ocasión más se encontra-ron de nuevo, cuando Varona pasó porNueva York en 1884 como diputado aCortes por el Partido Autonomista enviaje hacia España.

Del reencuentro y del influjo que elApóstol nuevamente ejerció sobre Va-rona, este también dejó testimonio en“Mis recuerdos de Martí”:

Fue otra forma de hechizo la queejerció sobre mí el orador del Liceo,pero más duradera. De Martí, en la plá-tica mano a mano, en la efusiónespontánea de su pensamiento ardoro-so que brotaba por los labios, los ojosy los ademanes […]. Sí, su palabra eraalgo viviente que trasfundía vida. Meparece verlo, el día que nos separamos[…]. En medio del bullicio atronador[…] de la enorme ciudad, yo no oíasino su voz conmovida, que me con-movía, deslumbrado una vez más porsu lenguaje fulgurante, enternecido porsus expresiones de afecto; confundi-do un instante con él en una mismatristeza por incertidumbre que envol-vía, cual pesada niebla, el porvenir dela patria admirado yo de verlo sacudirde súbito esos pensamientos sombríos,como si ya su visión interna se alum-brara con los lejanos resplandores deuna nueva aurora.11

Evidentemente, Varona se refería ala visión martiana de la lucha por la li-beración de la patria.

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Crítica de Martí a Seis confe-rencias

Varona reunió y publicó los siguientesseis trabajos bajo el título anterior: “Ideasde Mlle de Scudery sobre la educaciónde las mujeres”; “Dos teorías sobre elamor (Platón y Michelet)”; “Emerson”;“Importancia social del arte”; “VíctorHugo como poeta satírico” y“Cervantes”. Son conferencias pronun-ciadas entre 1882 y 1884 consideradaspor algunos como el más importantecuaderno de temas literarios en la pro-ducción decimonónica varoniana.

Martí en la crítica que publicó en ene-ro de 1888 sobre los anteriores textos,incluyó a su autor entre “los hombressuperiores” y señaló como hilo lógicoinvisible que da unidad y coherencia alas conferencias, el amor a la patria yatribuyó a Varona “[…] aquel paternaly doloroso cariño, don peculiar de lasalmas ilustres, por la humanidad débile infeliz”.12 Es evidente pues que aMartí tenía que interesarle ganar parael campo de la liberación nacional a unintelectual de la calidad de Varona, aquien reconoce y con quien se identifi-ca por el amor a Cuba.

Viaje de Varona a Nueva Yorkpara ver a Martí en 1894

En el mismo año de la fundación delPartido Revolucionario Cubano (PRC),1892, Martí delegó en el comandantemambí Gerardo Castellanos la tarea deincorporar a la revolución a una seriede figuras, entre ellas a Varona, quienasí recibió la propuesta martiana de ser-vir con su pluma a la independenciadesde la emigración. El hijo del coman-dante Castellanos, de igual nombre queel padre aporta esta versión en su obra

Misión a Cuba, Cayo Hueso y Martí,la que publicó en La Habana en 1944.

En el verano de 1894, una décadadespués de su último encuentro, Varo-na viajó a Nueva York para ver a Martí,ya que ante el llamado de este y la in-minencia del estallido insurreccionaljuzgaba deber imperioso detener al pue-blo “[…] cuanto fuera posible al bordedel oscuro vía crucis para que midiesebien sus fuerzas y los obstáculos detodo orden que habían de contrastarlo”sin que esto fuera óbice para su incor-poración posterior.

Pocos días antes Martí había sali-do para México y Varona seentrevistó entonces con BenjamínGuerra, el tesorero del Partido Revo-lucionario Cubano, dejándolo enteradode su propósito y de transmitirlo aMartí.13 Ni entonces ni después sevolverían a ver.

Valoraciones de Varona sobreMartí o algún aspecto de su obra,ya desaparecido el Apóstol

Varona sustituye a Martí en el perió-dico Patria. Ya iniciada la guerra de1895 y muerto Martí, Varona respon-dió a su anterior llamado y se dirigió aNueva York en octubre de ese año. Allícolaboró estrechamente desde las filasdel Partido Revolucionario Cubano y lesustituyó en la dirección del periódicoPatria, vocero en la práctica del parti-do, desarrollando una destacada laborpor la causa revolucionaria en el perio-dismo cubano.

Durante tres años –entre octubre de1895 y noviembre de 1898–, Varona es-cribió en Patria y continuó la labor porla liberación nacional iniciada porMartí. Fue director de la publicación

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desde la primera fecha y agosto de1897, casi dos años, cuando la dele-gación del partido asumió su dirección;a partir de entonces continuó redac-tando editoriales hasta su regreso aCuba.

En uno de sus primeros editorialesVarona escribió: “El programa del pe-riódico está contenido en las bases delPRC. Su espíritu es, y no puede serotro, el de su inmortal fundador. Los quehemos recogido alguna parte de la in-mensa carga que sostuvo en susrobustos hombros, hemos de hacercuanto alcancen nuestras fuerzas paraque su obra no desmerezca en nuestrasmanos”.14

Imprescindible es mencionar que lalabor de Varona no está exenta de con-tradicciones en este período. Fuepresidente de la Sociedad Cubana deEstudios Jurídicos y Económicos(SCEJE), creada en noviembre de 1896,la cual se propuso redactar las leyesde la futura república, y estaba inte-grada por más de 60 miembros,hacendados, manufactureros y profe-sionales burgueses.

La SCEJE fue criticada por RafaelSerra, intelectual de origen obrero,periodista y educador cubanoindependentista y por otros revolucio-narios, quienes desde el periódico LaDoctrina de Martí desarrollaron unapolémica con Varona. Objetaban queno estaba incorporada al Partido Revo-lucionario Cubano y realizabaactividades propias de este, que no con-tribuía con sus fondos al servicio de laguerra e intentaba infiltrar un espírituconservador burgués en leyes e insti-tuciones, por la procedencia clasista desus miembros.

La Sociedad se disolvió dos mesesdespués de creada y a fines de 1897,el delegado Tomás Estrada Palma asu-mió la dirección de Patria, sustituyendoa Varona por haber dado a conocer susposiciones sobre la SCEJE desde suspáginas, aunque este continuó escribien-do artículos sin cargo alguno enadelante.

Sin dudas, fue un error político deVarona, aunque este no invalida su con-tribución a la causa revolucionariadurante la guerra.15 Es oportuno aña-dir que en 1899, después de su regresoa La Habana, dirigió, entre febrero yoctubre de ese año, un nuevo periódi-co nombrado también Patria, lo cualindica la importancia concedida por élal fundado por Martí.

“Martí y su obra política”: dis-curso de Varona

Varona fue el primer intelectual bur-gués cubano que supo apreciar el valorde la acción y obra de José Martí,cuando aún no se comprendía el alcan-ce de su labor. Fue pionero, por decirlocontemporáneamente, en la valoracióndel autor intelectual del Moncada. Estose pone de relieve en su discurso“Martí y su obra política” de marzo de1896 en la velada conmemorativa de laSociedad Literaria Hispanoamericana,de la que Martí fue uno de sus presi-dentes más queridos, donde exaltó lalabor realizada por este en pro de la lu-cha por la liberación nacional desde quefue condenado al presidio hasta sumuerte y lo valora altamente:

[…] el soñador escondía un verda-dero hombre de acción […], fue ungran agitador político […], tenía fe,fe profunda en la justicia de su cau-

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sa […]. Todo en él fue notable,todo extraordinario, pero aquelloque lo señala y pone a un lado,aquello que lo eleva sobre muchoses la cualidad maestra, la que cons-tituye a los directores de hombresy a los jefes de pueblos: su facul-tad de armonizar, de organizar […].Vio más hondo que todos los suyos,porque sentía más hondo […], fueun hombre tipo. Uno por la fijeza desu idea, uno por la firmeza de sucarácter […]. No hay vida más dig-na de admiración que la del patriotacubano José Martí. Sus amigos ín-timos lo reconocían, cuando ledaban el noble y cariñoso título demaestro. Los cubanos todos lo re-conocemos […].

Y lo enjuicia magistral y acertadamen-te al expresar: “Martí, poeta, escritor,orador, catedrático, agente consular,periodista, agitador, conspirador, esta-dista y soldado no fue en el fondo ysiempre sino Martí patriota. Para ver yabarcar desde un punto central la exis-tencia tan accidentada de este grandehombre, nada es tan adecuado comoconsiderar su obra política […]. Esta esla esencia […]”.16

De ese discurso diría Raúl Roa queal leerlo en su juventud le pareció vera Martí de cuerpo presente, y que aúnen todo lo escrito sobre nuestro héroenacional nadie ha podido superar esediscurso,17 mientras que Medardo Vitier,biógrafo de Varona, lo enjuicia como supieza oratoria más importante.18

Es cierto que Varona, tan mesuradoy reflexivo en su estilo, al valorar aMartí, excepcionalmente desborda sen-timiento, tal es el impacto que lecausara.

Artículos de Varona en los tresaniversarios posteriores a lamuerte de Martí

Varona escribió editoriales en Patriapara conmemorar la fecha. Ellos fue-ron: “Primer aniversario” (20 de mayode 1896); “Dos Ríos” (19 de mayo de1897) y “19 de mayo” (18 de mayo de1898).

En el primero expresa: “Hagamoshoy y siempre el elogio de Martí, perohagamos también, hoy y siempre, elpropósito de comprenderlo y el esfuer-zo por imitarlo”, para después referirsea una idea martiana que analiza: “Que-remos fundar la República cordial”, dela cual afirma que es un programa por-que representa “La república para todoslos que quieran servir a la república”sin distinción, ni exclusión. Y llama atener presente el espíritu martiano y ahacer buena su herencia,19 lo que per-mite deducir la importancia de la huellamartiana en Varona.

Sobre “Martí en los EstadosUnidos”

No obstante la “breve y circunstan-cial” –como la califica el historiadorFernando Portuondo– relación personalentre Martí y Varona,20 el interés y ad-miración que sentía este por el Apóstolle permitió captar su peculiar ubicaciónen relación a los Estados Unidos, auncuando la interpretación varoniana nopueda salirse de los marcos de su en-foque liberal admirativo del desarrollocapitalista de ese país.

Al publicarse la obra titulada En losEstados Unidos con trabajos de Martípor Gonzalo de Quesada y Aróstegui en1902,21 Varona enjuicia positivamente enel artículo “Martí en los Estados Unidos”,

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escrito el 24 de agosto de ese año y pu-blicado el siguiente 7 de septiembre enla revista El Fígaro, las crónicasmartianas sobre ese país allí reproduci-das, interpretando que su autor no podíadejar de sentirse subyugado por la so-ciedad norteamericana, que a suentender encarnaba el ideal al que sedebía aspirar, pero que

[…] la repulsión étnica, a pesar desu gran superioridad mental, lo do-mina y lo esclaviza. Por eso no haypormenor chocante que se le es-cape, por mucho esplendor quetenga el cuadro, ni hombre a quienno encuentre el esguince, por don-de el rostro toma aspecto decaricatura. Martí admiraba a lademocracia, que aplicaba tan feliz-mente ante sus ojos las teorías quele eran más caras, pero no la ama-ba. Todo su amor iba desbordadohacia los pueblos del Sur, hacia loque él llamaba, con mimo espon-táneo, nuestra América.

No penetra en las agudas críticas deMartí a la democracia norteamerica-na, aunque sí se percata de que suamor era para lo que llamaba “nues-tra América” y acierta cuando planteaque: “Capítulo muy importante de lahistoria de Cuba escribiría el que pu-diera poner en claro. Con exactitudhistórica, el modo con que apreciabaMartí el papel de los Estados Unidosen la revolución que predicaba y pre-paraba […]”.22

Es decir, Varona captó la críticamartiana a la sociedad norteamericanadonde vivió, sólo que no pudo explicár-sela correctamente, porque su propiaconcepción liberal lo limitaba y se loimpedía.

“Mis recuerdos de Martí”Dicho artículo de Varona de 1905, ya

citado antes por su carácter testimonialsobre el Apóstol, concluye con mues-tras de la añoranza varoniana por Martí:“No he vuelto a ver a Martí, sino aho-ra, sobre su blanco pedestal de mármol,glorioso desaparecido que ha entrado enla inmortalidad. No sé si será un senti-miento egoísta; pero más quisiera quesu mano extendida aún pudiera calen-tar la mía; y que su ancha frente deiluminado pudiera todavía inclinarse so-bre Cuba, para dar calor a su alma conlas chispas de su noble pensamiento”.23

En diciembre de 1930, tres años an-tes de morir, en una encuesta que lehacen sobre Martí, diría “[…] que fuegrande por su talento y grande por elcorazón”.24

ConclusionesDos elementos permiten afirmar que

Martí contribuyó a la evolución hacia elindependentismo de Varona: el extraor-dinario impacto que la personalidad delprimero causó en el segundo, es uno, yel otro, el reconocimiento que el Após-tol hace de la labor científico-intelectualy literaria de Varona, desde que estemilitaba en el autonomismo.

Sin desconocer que Martí y Varonase identificaron por su amor a Cuba ya su liberación nacional, hay que reco-nocer que entre ellos existieron entreotros, algunas diferencias de índole po-lítica a causa de sus diversasexperiencias vitales y formación.

Martí es un dirigente revolucionarioradical a fines del siglo XIX, con una con-cepción antimperialista, que rompe conla ideología liberal y con simpatías porlas luchas obreras, mientras que Varo-

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na es un intelectual reformista liberalque no alcanzará las posiciones ante-riores, sino al final de su vida, décadasdespués.

Notas

1 Varona, Enrique José. Mis recuerdos de Martí.El Fígaro (La Habana) 112; 5 mar. 1905.2 _______. “Carta al sr. Arturo R. de Carricarte.Sin fecha”. En Crítica Literaria. Enrique JoséVarona. La Habana: Editorial Letras Cubanas,1979. p. 534.3 Martí, José. “Epistolario”. En Obrascompletas. La Habana: Editora Nacional deCuba, 1965. t. 20, p. 290.4 _______. Ibídem, p. 298.5 _______. Ibídem, p. 330.6 Varona, Enrique José. “El poeta anónimo dePolonia”. En: Artículos y discursos. Habana:Imprenta de A. Álvarez, 1891. p. 72.7 Martí, José. “El poeta anónimo de Polonia. PorE. J. Varona”. En Op. cit. (3). t. 5, p. 116.8 _______. Ibídem, t. 20, p. 342.9 _______. Ídem, p. 346.10 Varona, E. J. Op. cit. (1). p. 114.11 _______. Ídem, p. 113.12 Martí, J. “Seis conferencias”. Op. cit. (3). t. 5,p. 119.13 Varona, E. J. Op. cit. (1). p. 114.14 Cabrera, Olga. “Una interpretación de la viday el pensamiento de Enrique José Varona.Apéndice”. En Op. cit. (2). p. 545.

15 Meza, Josefina. La obra político-social deEnrique José Varona. Política y Sociedad. LaHabana: Editorial de Ciencias Sociales, 1999. p. 3.16 Varona, Enrique José. Martí y su obra política.,14 de marzo de 1896. Discurso en De la coloniaa la República. En De la colonia a la república.La Habana: Editora Cuba Contemporánea, 1919.La Habana, 1919. p. 83.17 Roa, Raúl. “Enrique José Varona en sucentenario”. En Retorno a la alborada. SantaClara: Universidad Central de Las Villas, 1964.t. 2, p. 66.18 Vitier, Medardo. Homenaje a Enrique JoséVarona en el cincuentenario de su primera lecciónde Filosofía (1880-1930). La Habana, 1935. p.558.19 Varona, Enrique José. “Primer aniversario.Patria, mayo 20 de 1896”. En Artículos. LaHabana: Publicaciones del Ministerio deEducación, 1951.20 Portuondo, Fernando. “Martí y sus amigosCecilio Acosta y Enrique Jose Varona”. EnEstudios de Historia de Cuba. La Habana:Editorial de Ciencias Sociales, 1973. p. 233.21 Martí, José. En los Estados Unidos / Publicadopor Gonzalo de Quesada y Aróstegui. Imprentade la Gaceta de la Habana, 1922. t. 3.22 Varona, Enrique José. Martí en los EstadosUnidos El Fígaro (La Habana) 412; 7 sept. 1902.23 Varona, E. J. Op. cit. (1). p. 114.24 _______. “Respuestas a un cuestionario sobreMartí”. En Op. cit. (2). p. 535.

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Enrique José Varona (1949-1933),cuyo 160 aniversario de su natali-

cio conmemoramos en el 2009, es unade las figuras más entrañables en cuan-to a lo que a formación de la nacióncubana y a consolidación de su concien-cia se refiere. Intelectual de anchísimoespectro, reconocido y venerado comofilósofo, pedagogo, guía de juventudese imagen de lo más selecto de nuestraconciencia nacional en momentos cla-ves de nuestra historia, cultivó tambiéncon acierto el texto literario.

Lo más excepcional del pensamientocubano de todas las épocas se ha pro-nunciado con respeto y veneraciónrespecto a la obra de Varona, para loscuales esta ha conservado y probable-mente elevado en muchos casos vigenciay alcance. José María Chacón y Calvolo conceptuó como: “[…] un cubanoegregio que perteneció al linaje de losfundadores”. Y Ángel Augier subraya-ría en 1949: “[…] su vigorosa influenciaen la liberación del pensamiento hispa-noamericano de las ataduras teológicase idealistas –siguiendo la corriente racio-nalista y científica de nuestrosfundadores, Caballero y Varela–, y suapostolado de las esencias sociales pre-dominantes en la creación literaria y

artística”. Y Luis A. Baralt destaca enél al “Hombre avisadísimo en cuestionesliterarias y artísticas, daba a las artes unaprimordial importancia en el conjunto dela vida del hombre en sociedad”.1

Sobre la influencia ejercida dentro dela república neocolonial, ha señaladoRaúl Roa en El fuego de la semilla enel surco: “Sepultados el pensamientorevolucionario y la letra innovadora deMartí bajo la profusa hojarasca de suspanegiristas de aniversario, Varona ySanguily, aunque absorbidos por sus de-beres públicos, conservan la rectoríaintelectual ganada con su obra pretéri-ta, acrecida ahora moralmente por suspatrióticos consejos, advertencias yreconvenciones”.2

Y más adelante dirá, refiriéndose ala significación que alcanza su ejem-plo entre la joven intelectualidad cubanade las primeras décadas del siglo XX:“[…] a Sanguily y a Varona los exhi-ben como modelos de escritura ancilar,patriotismo integérrimos y ética públi-ca. Eran sus mentores cívicos”.3

En los albores de la década del 80 delpasado siglo, afirmará la estudiosa cu-bana Olga Cabrera, compiladora de susartículos literarios: “Concibió el periodis-mo y el magisterio como los mejores

Enrique José Varona:una aproximación a su obraliteraria

Gerardo C. García BarcelóProfesor de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona

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vehículos para lograr la ascensión de supueblo, para hacerlo grande, superior.Debe recordarse el papel que destina-ba a la educación y a la cultura. Hacerciudadanos que actúen como una fuer-za sobre los gobiernos”.4

Todos estos criterios avalan la impor-tancia dentro del proyecto de nuestranación de Enrique José Varona y suobra, como uno de nuestros padres fun-dadores, heredero de la mejor tradicióncultural, educativa, social y política cu-bana. Por ello, con este trabajo se hapretendido una relectura desde la ac-tualidad del texto varoniano con la cualse privilegie su relevancia y valores, apartir del análisis de ejemplos seleccio-nados, representativos de un discursoliterario que constituye complementocultural ineludible de su figura.

Varona, su obra poética y el ro-manticismo literario

El aporte cubano al romanticismo li-terario, momento cultural que nacióunido a la idea de la libertad, al surgi-miento de nuestras repúblicas y a labúsqueda de las claves para desentra-ñar las esencias de nuestro paisaje, noson nada despreciables. Nuestra patriavio nacer al primero de los románticoslatinoamericanos en la persona excep-cional del poeta José María Heredia,aquel que elevó a categoría de símbolode nuestra nacionalidad a la palma ycantó como nadie la naturaleza desata-da en sus fuerzas elementales en supoema dedicado al “Niágara”.

Heredia inscribió en el imaginario deese movimiento el inicial acercamien-to, en el ámbito de la lengua, a nuestromundo desde esa estética. Posterior-mente, verán nuestras tierras florecer

un singular y pujante momento litera-rio representado por voces deelevadísima calidad, no sólo desde elámbito insular, sino incluso desde elcontinente, y que coincidirá con lascristalizaciones de los idealesindependentistas formulados porVarela, Luz y Caballero, Vicente An-tonio de Castro, los próceres del 68 yque conseguirán su más elevada con-creción en la labor y prédica deNuestro Héroe Nacional José Martí.

Al acercarnos al asunto referido a losintentos de clasificación generacionaldentro del romanticismo en Cuba, exis-te consenso entre nuestros estudiososen lo relativo al reconocimiento de dospromociones dentro del movimiento. Enla segunda, caracterizada por el inten-to de rectificar imperfecciones ydescuidos dentro de este momento li-terario y proponerse alcanzar unaexpresión más sosegada y libre de ex-cesos, denominada “reacción del buengusto”, capitaneada por Rafael Maríade Mendive, excelente poeta cuya la-bor creativa ha quedado opacada porel hecho trascendental de haber sido elentrañable maestro de José Martí, en-contraría su espacio la obra del EnriqueJosé Varona.

No parecen subsistir dudas en cuan-to al planteo anterior por parte denuestra crítica. No obstante, en este in-tento de redimensionamiento que sepropone nuestro trabajo consideramosque los argumentos esgrimidos por EmilioCarilla en su ensayo titulado “El Roman-ticismo en la América hispana” aportanotras perspectivas nada despreciablessobre este momento literario, que per-miten llegar a conceptuaciones mássólidas sobre el asunto que nos ocupa.

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Reconoce este autor la existencia detres generaciones, tomando como refe-rente el año de nacimiento: la primera,que contempla los nacidos entre 1800y 1825, es decir, la de los iniciadores;la segunda, con los nacidos entre 1825y 1850, y una tercera, donde ubica a losnacidos en torno a 1850.5

En el tercer grupo, Carilla coloca aVarona y señala que dicha promociónse funde, a fines de siglo con un mo-dernismo entrañable, polémico, para loscubanos que –curiosamente– no des-echó todo lo del movimiento antecesor,sino que conservó de este lo que teníade elegante, despojado de excesos.6

Por lo tanto, la generación en la quese ubica a este autor muestra límitesmenos visibles, caracteres románticosdiluidos e, incluso, hay momentos don-de se superponen el movimiento quetermina con el que comienza: un mo-dernismo que será el encargado dealcanzar la independencia intelectual,postulada por Andrés Bello como emer-gencia ineludible, que complementaríala política.

No debemos minimizar la importan-cia de las tres primeras décadas de lavida del intelectual camagüeyano, de-dicadas a estudios filológicos y deliteratura comparada, así como al cul-tivo de la poesía, y esto, unido a lasólida cultura humanista que le acom-paña, serán aspectos que no escapana la mirada avizora de Salvador Buenoen Figuras cubanas.7

Adentrémonos en el análisis a partirdel artículo periodístico, que en Varonase convierte en todo un paradigma decorrección, buen gusto y modernidad.Resulta muy curiosa la predilección delautor por esta tipología textual carac-

terizada, en su caso, por una brevedadcapaz de no dejar cabos sueltos y detransmitir ideas de tal magnitud y pro-fundidad, muchas de las cualesconservan su actualidad. Aparecieronen las revistas de la época y fueron re-cogidos, sobre todo, en Desde mibelvedere (1907) y en Violetas y orti-gas (1917).

La comisión que reeditó en La Ha-bana en 1938 Violetas y ortigas afirmóque lo hacían “[…] conservando el mis-mo número de artículos y el orden dela edición de 1917”, para más adelanteseñalar: “El artículo, como tipo de com-posición en prosa, se eleva en Varonaa verdadera categoría literaria […],prefería el reducido marco del artículopara sus juicios”.8

Veamos algunos ejemplos capacesde corroborar la opinión anterior. En eltrabajo titulado “El periódico moderno”,aparecido entre las páginas 29 y 33 seexpresan algunas ideas que parecen nohaber perdido vigencia hasta hoy. Dice:“Hoy la opinión pública se hace oír entodas partes […]. Las transformacio-nes del periódico corresponden a loscambios del valor y la importancia dela opinión”.9

Sobre dicha publicación periódicaapunta: “[…] se adapta a las necesida-des que llena y para adaptarse setransforma”. Y continúa: “Lo que carac-teriza al verdadero periódico moderno esla amplitud de sus informes, que se ex-tienden desde lo más trivial hasta lo mássingular y extraordinario […]. Su propó-sito es fotografiar la sociedad, y sudeber la exactitud del parecido”.10

Destaca además la importancia delcultivo de un periodismo dirigido a satis-facer intereses del lector, con veracidad

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y amplitud, dentro de una modernidad ensu concepción que dialoga con las ten-dencias más representativas de laprensa en su momento y que hasta hoyconservan su vigencia.

El 9 de mayo de 1905, con motivode la celebración de los 300 años de lapublicación de la novela El ingeniosohidalgo Don Quijote de la Mancha,publica “Cómo debe leerse El Quijote”,que muy bien podría tomarse comomodelo para una lectura moderna yesclarecedora de este texto de Miguelde Cervantes, donde comienza refirién-dose a los encuentros diferentes querealizó con la novela a lo largo de suvida, y formula una enunciación de cla-ridad meridiana: “[…] la mejor manerade honrar al autor del ‘Quijote’ sea, noaumentar la secta de los cervantistas,sino acrecer el número de los lectoresde Cervantes”,11 idea que considera-mos que mantiene toda su validez,cuando hoy los profesores, junto a lasociedad toda, intentamos, por las másdiversas vías, la recuperación de loshábitos lectores de los estudiantes, a lavez que privilegia una idea esencial:nada supera la experiencia de la lectu-ra de la obra que, como todos sabemos,cambia su recepción y se enriquece conel paso de los años.

Más adelante destaca una de las cua-lidades que lo impactan del relato, alreferirse a la llaneza de la novela. En fin,privilegia la lectura sincera, el disfrute delmundo de prodigios de cada capítulo, locual permite recordar la obra con emo-ción, sin olvidar la fina tristeza que laatraviesa por todas partes.

En 1905 se publica Desde mi belve-dere (reeditado en 1917 y 1938), quetambién recoge trabajos periodísticos.

La primera edición posee un prefacio,“Para disculparme”, donde planteaconsideraciones muy interesantes so-bre la quiebra de lo objetivo y exponeuna formulación que realmente hablade sus personales concepciones esté-ticas al decir: “Todo libro es unaconfesión”.

Los 57 pequeños textos se dirigen afijar algún aspecto importante de la vidao del espíritu de un hombre que, pormomentos, no puede sustraerse del in-flujo ejercido sobre él por la naturalezadesatada en sus fuerzas elementales oen su inmensidad. Recorren un espec-tro variadísimo, que contempla desde louniversal hasta lo cubano, desdeDreifus, un caso que sonó tanto y so-bre el cual se escribió mucho en laépoca, hasta el poeta Heredia y el 10de Octubre, entre otros temas.

Una curiosidad. Entre los firmantesde la nota editorial de la edición de1938 se encuentran algunos de los re-presentantes más significativos de laintelectualidad republicana como Fer-nando Ortiz, Medardo Vitier, EmeterioS. Santovenia, Roberto Agramonte yFermín Peraza.

Entre los numerosos trabajos queconservan su vigencia nos referiremos,además, a dos en particular, aparecidosdurante la intervención norteamericanaen nuestras tierras y que muestran elalcance del pensamiento de Varona, in-cluso dentro de la comprometidasituación de nuestra patria en esos mo-mentos. En “Educación popular” (juniode 1899), reflexiona sobre un proyectode educación para Cuba total y progre-sivo, que deberán emprender losgobiernos desde arriba y donde coloca enun primer lugar al maestro concebido

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como un guía, como aquel que ha ex-plorado más y descubierto más amplioshorizontes. La modernidad y validez desus planteos son hoy evidentes.

En el otro, “A barrer” (mayo de1899), en una cuerda muy cercana alcostumbrismo romántico que tanta im-portancia tuvo entre nosotros por suspreocupaciones sobre la manera de serdel cubano, Varona parte de un prover-bio chino, que expresa: “Si cada cualbarriera delante de su puerta, las callesestarían limpias”, y reflexiona sobre lanecesidad de la construcción progresi-va y futura de un alma nueva para elcubano del mañana, elaborada necesa-riamente por nosotros mismos. En esteexamen de conciencia que postula yrealiza el autor invita a “[…] cada cualescobar los rezagos del régimen ante-rior […]”.12

De múltiples y diferentes maneras,que denotan la riqueza de su mirada,abordó Varona la diversidad temáticaen sus textos, siempre construidos des-de una mirada indagadora y con laprofundidad y responsabilidad del intelec-tual comprometido con el “mejoramientohumano”, al decir de Martí, y con laconformación de un hombre y una so-ciedad superiores con los cuales sesiente comprometido. ¿De qué otra ma-nera entender el acercamiento aHeredia que incluye en este libro?

Tras un balance inicial del siglo trans-currido desde el nacimiento del poetahasta el momento en que escribe el tex-to (diciembre de 1903), en brevísimostrazos consigue conformar un panora-ma perfecto de los males y tragediassoportados por la nación y que el colo-niaje español nos legara. Ante lapobreza, la desconfianza y el temor al

futuro que acompañan al cubano, Va-rona nos coloca ante un reto: reanimary salvar a Cuba. Destaca, entonces, laconcepción de la libertad de la patria enel texto herediano como obra de sanea-miento moral, a tono con sus ideas yactuación.

Dirá sobre nuestro poeta del Niágara:“Cantó en lenguaje no oído hasta en-tonces en Cuba cuanto hay de tierno ybello en los sentimientos humanos,cuanto hay de grandioso en la natura-leza, cuanto hay de sublime en lasobras y el espíritu del hombre. Y susversos armoniosos volaron por todo elpaís, como enjambre de ideasfulgurantes, que iban a punzar las almasdormidas y a llenar con imperecederosusurro las conciencias”.13

La originalidad, agudeza, cubanía, eldominio del oficio periodístico, la con-formación de un artículo de evidentealcance estético caracterizan, de ma-nera general, un paradigma construidopor el camagüeyano sobre los cimien-tos de una cultura general sólida yabierta a las más amplias considera-ciones.

En un texto excepcional publicadoen 1951, cuando Raúl Roa era secre-tario de Cultura, titulado Homenaje aVarona, que recogía trabajos escritoscon motivo del centenario de su nata-licio, así como criterios sobre su obraformulados en diversos momentos,aparece el trabajo “Varona en la his-toria literaria de Cuba”, del profesorRaimundo Lazo, quien afirma: “[...] fueun hombre de su tiempo, y pudo serlomuy cabalmente porque el siglo XIX fueel mejor marco histórico para un es-píritu como el suyo, tolerante y críticoa la vez”.14

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Rumbo al poema de Varona:una propuesta actual de relecturay redimensionamiento

De los numerosos ejemplos seleccio-nados para conformar la antología queAlberto Rocasolano publicara en 1983,integrada por cerca de 150 poemas, nosreferiremos a algunos por su singulari-dad, dentro de un canon románticoliberado de excesos, como ya definimosanteriormente, cargados de un alto gra-do de intuición y conquistas expresivas,que imponen una necesaria y justa re-valorización.

En Poesías escogidas, con textosescritos entre 1872 y 1875, encontra-mos el poema titulado “Amor”,realizado cuando el autor contaba 24años. Lo primero que llama la atenciónes la utilización de la lira irregular comoestrofa, con versos endecasílabos yheptasílabos, con rima aconsonantada yfórmula ABAb. A lo largo de nueve deellas, indaga en lo que pudiera denomi-narse la fisiología del amor, cuando paradestacar las manifestaciones visibles deeste sentimiento utiliza interrogacionesretóricas, como en el caso de la segun-da estrofa:

¿La faz inclinas y sonriendo[gimes?

¿Qué susurros aguardas, qué[canción?

¿Detienes el andar? ¿El pecho[oprimes?

¿Palpita el corazón?Pero, además, encontramos otros tópi-cos románticos presentes, el canónico dela mujer-ángel, cuando conceptúa a Ju-lia como virgen, el amor como vía deconocimiento de la realidad y la natura-leza desatada típicamente romántica

concebida muy al gusto de la época, enconsonancia con el alma del poeta,como puede apreciarse en la estrofaque expresa:

Oye, Natura, espléndida bacante,Acompaña al unísono mi voz,¿No sientes ese soplo

[deslumbranteMeteoro veloz?15

Esa identificación entre el alma y la na-turaleza desatada, tan cara a losrománticos la consigue Varona en lapenúltima estrofa, cuando expresa unaconceptuación del amor como fuerzaarrasadora, muy personal:

El filtro que se infunde en sus[entrañas,

Que da al volcán su aliento[abrasador,

Que arranca de su asiento las[montañas,

Virgen, es el amor.16

Dirá finalmente a la amada: “Tú vivesde lo que amas./ Y yo… de lo queamé”. El amor ha terminado con la rup-tura de la pareja, muy a tono con elparadigma del amor romántico impo-sible.

Un poema como este puede servirpara ilustrar la conceptuación del tex-to lírico que impuso el romanticismoen su época y que, todavía hoy, elpaso del tiempo no ha podido privarde las preferencias del lector. ¿Quéapuntar a favor de su autor?: la so-briedad de una expresión, conseguidasalvando estridencias gastadas a fa-vor de una manera de decir serena,mesurada, muy personal, en fin, laconstrucción de un texto muy bien es-crito.

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Otro ejemplo de interés lo constituye“La dama blanca” (1877), y que perte-nece a lo denominado como segundaparte de sus Poesías, donde se recogentextos escritos entre 1875 y 1878.

Refiere el poema una tradiciónbayamesa, la de la dama referida conanterioridad. Como todos sabemos, eseasunto de las leyendas fue de la predi-lección de los románticos en la épocay hemos visto que ellas han tributado alos más diversos momentos históricos.Como si esto fuera poco, no resultaocioso recordar que dentro del movi-miento se crea la forma genéricadenominada “tradición” por el peruanoRicardo Palma y la cual contemplaba lapresentación, en prosa, de una historiacon ciertas dosis de ficción, provenien-tes, a veces, del imaginario popular. EnCuba, serían muy reconocidas las escri-tas por Álvaro de la Iglesia.

En el caso de Varona, este asumeotro molde, el lírico, para expresar lahistoria dividida en tres partes perfec-tamente delimitadas. La primera nospresenta a una guajira virginal, nombra-da Rosario, niña devenida mujer por elamor, nos aclara el poeta, que la sitúaen un espacio cubano:

Rosario, guajira bellaDe las floridas sabanasPor donde el Cauto serenoY anchuroso se dilata;17

Al construir ese primer espacio para lanaturaleza, el autor elige el paisaje ru-ral cubano, típico para situar su historia,pero libre de estridencias y, aunque sindudas resulta idealizado, se destaca porsu estilización en muy pocos rasgos.

En la segunda parte se refiere la le-yenda, motivo como ya expresamos de

la predilección romántica. Retoma elcampo cubano en sus elementos esen-ciales definidores: la palma, símbolo denacionalidad, a la que Heredia dio car-ta de identidad, y el río. Aquí introduceotro tópico muy del gusto de ellos: loexótico, al referirse a la cultura árabeen el canto de la dama blanca, el cualrelata las recompensas maravillosasque dispensará a quien obtenga sus fa-vores.

La tercera nos presenta la historiadel amado, muerto ahogado persiguien-do una ilusión. De nuevo el amorromántico interrumpido por la muerteque, a la vez, nos recuerda al protago-nista de la leyenda de Gustavo AdolfoBécquer que busca la ilusión del rayode luna; textos entre los que se podríaestablecer un diálogo intertextual enri-quecedor.

Sin lugar a dudas, la historia hermo-sa de la dama blanca está muy bienexpresada y realza su valor la presen-tación de un paisaje cubano quecontempla lo guajiro, la noche de luna,nuestro río más extenso visto como co-rriente rápida, espumosa franja; nuestraflora: palmas, yagrumas, júcaros; nues-tra fauna: garzas, entre otros elementosde la naturaleza insular.

Formalmente, el metro elegido es elsonoro octosílabo, utilizado en nuestramúsica popular campesina, agrupado enestrofas de cuatro versos, donde losimpares quedan libres y los pares rimanen asonancia. Con semejante combina-ción, el poeta consigue una musicalidadsugerente y grata al oído.

También en otra cuerda se mueveVarona, a quien nos lo presentan comopoeta de mucho oficio y recursos ines-perados. En el poema “XXVII”,

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perteneciente a “Gotas de rocío”, dice:“Con la estación vernal vuelven las flo-res/ Mas no vuelven al alma susamores”.18

Si bien sigue indagando en el tópicodel amor perdido romántico que no vuel-ve, por la concentración, la expresiónconceptual, la brevedad, desde su es-tructura de pareados monorrimosendecasílabos, nos recuerda elantipoema parriano posterior que, comosabemos, tiene su antecedente en lapoesía del español Campoamor.

El crítico cubano Alberto Rocasolano,autor del prólogo a Poesías escogidasde Enrique José Varona, publicadaspor la editorial Letras Cubanas, habíaestablecido ya aquí importantesrecurrencias entre la obra del cubanoy la del asturiano, sobre todo en la cons-trucción de un poema breve, de marcadoconceptualismo en el lenguaje. Y, por su-puesto, no olvida recordarnos que esteha sido considerado por la crítica el pri-mer antipoeta de la lengua.19

Por último, queremos referirnos a untexto que pertenece a Paisajes cuba-nos, titulado “Bajo la capa del cielo”,escrito en 1875. Los motivos que nosllevan a valorarlo son de naturaleza di-ferente a los anteriores. El texto noshabla de un joven llamado Arturo deGuzmán, que ha sido “educado fuera”(expresión que evidentemente dialogacon nuestros escritores costumbristasdel siglo XIX, los cuales albergaron suspreocupaciones y reservas sobre estainstrucción, como lo muestran numero-sos artículos periodísticos de la época),que lleva una vida disipada, ha viajadopor Europa y vive rodeado deaduladores de su fama. Regresa aCuba a disfrutar de la herencia que re-

cibe a la muerte del padre. Escéptico,al final del poema intentará poseer auna joven esclava, que temerosa delamo acudirá a su benevolencia paraevitar la posesión:

Sin medios de evadirse,Cual acosado cervatilloLa faz candente al suelo,Sintiéndose a la par como

[azotadaPor ráfaga de hielo […].20

La concepción de Arturo de Guzmáncomo ese aristócrata contradictorio ybanal recuerda una formulación poste-rior, realizada por el poeta españolAntonio Machado, en “El pasado efí-mero”, donde construye la imagen delterrateniente venido a menos económi-camente, típico del fin de siglo españolpost desastre del 98. Es evidente la po-sibilidad de diálogo entre ambos textos,muestras de las preocupaciones de losautores por el futuro y sus indagacio-nes en la sociedad. Varona presenta aGuzmán, desde el inicio, como perso-naje contradictorio, típico de loromántico. Ya desde la primera estro-fa, en el último verso, advierte: “Amala libertad y tiene esclavos”.

Se destacan, asimismo, las referen-cias al paisaje cubano. En la imagen delatardecer en nuestros campos resultainnegable que el poeta alcanza expresio-nes poéticas logradas, por ejemplo alconceptuar al trueno lejano como “Adiósde la violenta turbonada”, dentro de untratamiento de la tormenta como natu-raleza desatada, evidentemente muymesurado. También sirve la naturalezapara comparar el recelo y el temor queprovoca en la joven y bella esclava,cuando la contrasta con una torcaza,

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al refugiarse en el jardín, tratando deevitar al amo.

Utiliza en su estructura la silva, es-trofa aconsonantada de diferentenúmero de versos, endecasílabos yheptasílabos, muy del gusto de los poe-tas cultos, que había sido introducida porel bardo renacentista español Garcilasode la Vega en el siglo XVI.

En un trabajo titulado “La poesía deD. Enrique José Varona”, aparecido enel Diario de la Marina en 1949, JoséMaría Chacón y Calvo reconoce la in-justicia del olvido notorio al que se hasometido su obra poética. Un poco an-tes se ha interrogado: “¿Fue la poesíade Varona un mero ejercicio literario,un divertimento de humanista? ¿Res-pondía, por el contrario, a una profundaactitud de espíritu? Creo, sin vacilar, enesta segunda interpretación”,21 posturaque entendemos, conserva su vigenciahasta hoy.

ConclusionesEl periodismo de Varona, dentro de

su proyección cultural, participa de unmagisterio que el autor desplegó a lolargo de su vida y muestra concepcio-nes modernas y renovadoras sobre elcontenido de los diarios, la concepciónde la lectura como disfrute y sus pre-ocupaciones sobre la construcción de lanacionalidad, elementos que mantienensu actualidad hasta hoy.

Consideramos que la expresión se-rena y mesurada, así como el dominiode los múltiples recursos utilizados porVarona merecen una relectura actual,por la formulación de un proyecto demodernidad cultural concretado en losvalores académicos, ético-humanísticos,de cubanía, que acompañan la calidad

de sus artículos y permiten arribar auna justa revalorización de textos deuna expresión poética que hoy día pa-rece un tanto olvidada, pero no exentade méritos.

Se muestra al autor como poeta, due-ño de un sólido oficio y múltiplesrecursos, que alcanza logros expresivosmuy encomiables y da un espacio per-sonal a la naturaleza cubana concebidadesde sus aspectos más típicos yestilizados.

Notas

1 Homenaje a Enrique José Varona en elcentenario de su natalicio. La Habana: Direcciónde Cultura, 1951. 2 t.2 Roa, Raúl. El fuego de la semilla en el surco. LaHabana: Letras Cubanas, 1982. p. 51.3 Ibídem, p. 65.4 Varona, Enrique José. Crítica literaria. LaHabana: Letras Cubanas, 1979. p. 10.5 Llaudy, E. e Inés María Izquierdo. Literaturahispanoamericana. Selección de lecturas. LaHabana: Editorial Libros para la Educación, 1979.6 Ibídem, pp. 167-168.7 Bueno, Salvador. Figuras cubanas. La Habana:Comisión Nacional Cubana de la UNESCO, 1964.p. 87.8 Varona, Enrique José. Violetas y ortigas. LaHabana: Cultural S.A., 1938. p. 5.9 Ibídem, p. 3.10 Ibídem, pp. 30-31.11 Ibídem, p. 248.12 _______. Desde mi belvedere. La Habana:Editorial Trópico, 1938. p. 74.13 Ibídem, p. 165.14 Homenaje a Enrique José Varona… Op. cit.(1). p. 231.15 Varona, Enrique José. Poesías escogidas. LaHabana: Letras Cubanas, 1983. p. 73.16 Ibídem, p. 74.17 Ibídem, p. 102.

101

18 Ibídem, p. 143.19 Ibídem, p. 27.20 Ibídem, p. 113.21 Homenaje a Enrique José Varona… Op. cit. (1). p. 15.

Otra bibliografía

ARCOS, JORGE L., Y OTROS. Historia de la literatura cubana. La Habana: EditorialLetras Cubanas, 2005.

MARTÍNEZ, M. Y OTROS. Temas de teoría de la literatura. La Habana: EditorialPueblo y Educación, 1989.

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En la historia de Cuba, la moralha jugado un papel decisivo en el

desarrollo de acontecimientos que hanrepresentado verdaderos hitos de lavida nacional. Desde los albores de lanacionalidad cubana hasta la lucha porla edificación del socialismo, las fuer-zas progresistas han sido movidas porintereses que tienen una relación estre-cha con ansias de perfeccionamientosocial y humano. La búsqueda delbienestar de la patria, el establecimien-to de un mundo humano donde lapersona pueda desenvolver todas suspotencialidades, en fin, la motivaciónmoral ha guiado la actuación de nues-tras vanguardias revolucionarias.

Para comprender la esencia de esamoralidad revolucionaria, uno de los te-soros más preciados de nuestro pasadoy nuestro presente, resulta muy impor-tante conocer el pensamiento ético delas figuras cimeras de la patria. Eseideario moral de las grandes persona-lidades nacionales se ha convertido enuna poderosa fuerza que ha impulsa-do nuestra creación histórica. Y esto

ha podido ser así, porque una constan-te en las concepciones éticas denuestras individualidades descollantesha sido el humanismo, el patriotismo yla solidaridad con otros pueblos, es de-cir, la primacía de los intereses socialesen relación con los intereses persona-les. En su lucha por un destino mejor,

* Ponencia presentada en el evento Varona y Ortiz en el torrente de ideas, efectuado en abril del 2009en el Centro Hispanoamericano de Cultura, La Habana.

El pensamiento ético de Varona.Del naturalismo ético a la eticidadrevolucionaria*

Armando Chávez AntúnezProfesor de la Universidad de La Habana

Dr. Enrique José Varona. Óleo del natural porValderrama

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las fuerzas morales han sido la princi-pal reserva del pueblo cubano y elpensamiento ético de los grandes hom-bres ha devenido el cimiento, el motory la expresión más elevada de la mo-ralidad revolucionaria.

El conocimiento del pensamientoético cubano, a través de sus exponen-tes más relevantes, resulta necesariopara entender el fundamento de nues-tros avances revolucionarios. Guiarnuestra conducta a partir de los prin-cipios morales que ellos propulsaron yconcretaron en la práctica, constituyeun punto de referencia insuperableque nos permitirá sostener una acti-tud de vanguardia en el quehacercotidiano.

En el desarrollo histórico de la mo-ralidad nacional sobresale por méritospropios y por su calidad de iniciadorEnrique José Varona (1849-1933),quien fue portador de un pensamientoético de gran aliento teórico y, a la vez,hombre de su tiempo, cuya conductamoral fue ejemplar. Por eso, el estu-dio de la eticidad varoniana devienedeber y necesidad. Deber porque sig-nifica desentrañar un pensamientoético de verdadera valía que correspon-de a la de los fundadores de la patria;necesidad, ya que la ética preconiza-da por Varona, por pertenecer al fondode oro de la moralidad cubana,vertebra con nuestras aspiraciones ac-tuales de formar una personalidadcaracterizada por una conciencia mo-ral superior.

Si quisiéramos expresar con brevespalabras la esencia de su periplo vitaldiríamos que fue un escultor de hom-bres, un forjador de conciencias. Parallevar a cabo su misión concientizadora

se valió de la educación como medio yde la moral como vía. Por esta razón,el conocimiento del pensamiento éticovaroniano resulta un punto de referen-cia obligado para comprender susindiscutibles aportes a la formación deuna conciencia patriótica cubana.

El pensamiento ético de Varona so-bre todo sus interpretaciones acerca delfenómeno moral se conforma inicial-mente bajo la influencia del naturalismo,en particular por los descubrimientos deCharles Darwin y los trabajos de H.Spencer. En esa etapa, las concepcio-nes éticas varonianas aparecensistematizadas en la tercera parte desus Conferencias filosóficas de 1882.Bajo el nombre de Moral, nuestro pen-sador explicita sus criterios éticos. Supunto de partida consiste en considerar-la como un objeto de estudio que debeser abordado con rigor científico. Eneste sentido escribe: “[…] el estudio dela moral no será para nosotros materiade apasionadas discusiones, ni pretex-to para tiradas sentimentales, sino unnuevo e interesante objeto de análisis,en que procederemos, en cuanto seaposible, a la manera de los naturalistas;estudiándolo todo sin prejuicios ni teo-rías preconcebidas”.1

Enrique José Varona, en sus prime-ros trabajos de proyección ética,considera que el mundo moral es unaprolongación de fenómenos similares alos que se dan en el ámbito de loscomportamientos zoológicos. El evo-lucionismo spenceriano y eldarwinismo social constituyen las ba-ses teórico-metodológicas a partir delas cuales nuestro filósofo interpreta yexplica el quehacer humano en gene-ral, y el fenómeno moral en particular.

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Fundamentando su punto de vista, Va-rona expone que

[…] la gran ley que rige la vida delas sociedades como la de todos losorganismos es una evolución incesan-te, o sea, una adaptación continuadaa las circunstancias externas, mer-ced a la transmisión hereditaria delos caracteres útiles, adquiridos porvariaciones y modificaciones lentasen el curso de la existencia individualy colectiva, siendo esta ley una leysocial, y la primera de todas, la for-mación de los sentimientos moralestiene que entrar de lleno bajo su de-pendencia.2

Por las limitaciones que el evolucionis-mo impone a sus concepciones éticas,Varona argumenta la existencia de con-ductas morales en los animales y llegaa establecer similitudes entre manifes-taciones instintivas en el mundo animaly comportamientos morales en el ám-bito humano. En este sentido expresaque “[…] tan pronto como la asocia-ción por familias se ha presentado enla forma de un hecho constante, en de-terminadas especies encontramos queha surgido el respeto a la vida animalsemejante que ayuda a la funciónreproductiva, comienza la simpatía y losactos adquieren un carácter manifies-tamente moral”.3

En el despegue del pensamiento éti-co varoniano, los conceptos deadaptación al medio, y la lucha por laexistencia, herencia y variabilidad cons-tituyen claves fundamentales paracomprender y explicar la moral comofenómeno humano. La vida social, ensu criterio, no es más que una expre-sión de lucha por la existencia, y lamoralidad el vehículo más idóneo para

lograr la adaptación al medio y, porende, una existencia digna de la condi-ción humana. Nuestro pensador explicaeste punto de vista cuando expresa:

Ahora bien, si según el supuesto sehan fortalecido los sentimientos eideas en consonancia con el esta-do social, es claro que el individuoen cuestión se encuentra en lasmejores condiciones para vencerlas dificultades de la lucha por laexistencia, prolongar su vida y repro-ducirse en una sucesión numerosa ala que puede transmitir, en todo o enparte, los caracteres heredados yadquiridos, y a la que puede colo-car así en mejores condiciones deexistencia. Es decir, el individuo ad-quiere, por el ejercicio y por latransmisión, práctica, y robustecesentimientos de un orden que lo ha-cen singularmente apto para la vidasocial: estos son los sentimientosmorales.4

En consonancia con su filiaciónevolucionista, Enrique José Varona, enlos comienzos de la década del 80 delsiglo XIX, se pronunciaba en contra dela lucha de clases y moralmente la ca-lificaba como una manifestación deegoísmo. Se muestra contrario a todatransformación violenta en el seno dela sociedad y propugna la colaboraciónentre las clases. “Lo que se ha llama-do el espíritu de clase –expresabaVarona– no ha sido más que un egoís-mo colectivo de determinadas partes deun cuerpo social, enfrente del resto y enantagonismo permanente. El resultado hasido siempre una serie de conmocionesmás o menos profundas que han altera-do, desviado o anulado el proceso de losorganismos en que ha tenido lugar”.5

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En esta etapa, Varona concibe la solu-ción de los males que aquejan a la patriamediante la utilización de formas no vio-lentas. Posteriormente, reniega de esasposiciones reformistas y proclama lamoralidad de la lucha revolucionaria.

En los últimos años de la fecundaexistencia de Enrique José Varona, supensamiento ético rebasa el estrechomarco del darwinismo social. A contra-pelo de su naturalismo ético de lasdécadas anteriores, llegó a plantear:“La moral es una cosa puramente hu-mana. En el resto de la naturaleza nose encuentra. Ni debajo, ni encima delhombre. Varía con él, varía en el tiem-po, varía en el espacio”.6

Los cambios que Varona experimen-ta en su pensamiento, constituyen unresultado de la influencia que sobre suespíritu alerta ejercieron acontecimien-tos tales como la conversión de Cubaen neocolonia yanqui, la Primera Gue-rra Mundial, la Revolución de Octubrey la crisis general del capitalismo. To-das estas realidades minaron suconfianza en las posibilidades del régi-men burgués y le hicieron comprenderlas potencialidades que presupone la lu-cha de los trabajadores como propulsorade un nuevo mundo, un mundo verda-deramente humano. Con excepcionalprevisión auguró que “[…] la lucha queahora empieza de veras, la lucha entreel propietario y el proletario dejará pe-queñitas a cuantas ha presenciado lahumanidad con espanto”.7

Haciendo patente ese optimismo his-tórico que caracterizó a la etapaconclusiva de su periplo vital, Varona ale-gaba: “El imperialismo americano hallegado a su cúspide. Y a la cúspide sepuede llegar, en ella no es dable per-

manecer. La era del imperialismo hacompletado su trayectoria”.8 Y agre-gaba:

En ocasiones me figuro asistir a laapocalíptica destrucción del mundo,la cual predice el alumbramiento deotro orden social muy diverso. Lospoderes públicos, elevados sobrelas mismas ideas en que se habíanutrido mi espíritu, parecen tocadosde vértigo, y lanzados unos contraotros en una colisión tremenda dela que han de salir destrozados.Sólo el socialismo como doctrina semantiene o pretende mantenersefuera del conflicto, cual si hubierade ser el llamado a edificar sobreestas ruinas.9

Y barruntando el porvenir, aquel ancia-no venerable, pletórico de sabiduríaprecisó: “El mundo se transforma; ha-gámonos dignos de vivir en los nuevostiempos que se alborean”.10

Conducirse moralmente en la vidafue el sentido de la existencia de Va-rona, concretando acciones enbeneficio de sus semejantes y procu-rando mediante el concurso personal lasatisfacción de los intereses nacionales.La consecución del bien mayor para suscompatriotas constituyó su divisa ética.Este fundamento colectivista que estu-vo presente en sus concepciones, lollevó a propugnar el humanismo comoprincipio rector de la conciencia moraly a ver en el patriotismo el fundamen-to por antonomasia, para una prácticamoral consecuentemente humana.

Enrique José Varona fue concienciade su medio y de su época. Y como con-ciencia real reflejó las contradiccionesque pugnaban en el seno de su puebloy a nivel mundial en la etapa histórica

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que le tocó vivir. Como ser humanosiempre lo persiguió el ansia de avan-zar en su modo de pensar y de servirmejor a los intereses de su patria. Poresas razones, como bien expresó Car-los Rafael Rodríguez: “Varona es unode los puentes entre el pasado cubanoy nuestras ideas actuales”.11

Notas1 Varona, Enrique José. Conferencias filosóficas.Moral. La Habana. Establecimiento Tipográfico,O Reilly No. 9, 1888. p. 7.2 Ibídem, p. 173.3 Ibídem, p. 9.

4 Ibídem, p. 174.5 Ibídem, p. 32.6 _______. Cuba Contemporánea (La Habana)26:11; 1921.7 _______. Con el eslabón. Manzanillo: EditorialEl Arte, 1927. p. 94.8 _______. “Carta a Jorge Mañach”. EnPensamiento revolucionario cubano. La Habana:Editorial de Ciencias Sociales, 1971. t. 1, p. 269.9 _______. De la colonia a la república. LaHabana: Editora Cuba Contemporánea, 1919.p. 6.10 _______. Op. cit. (8).11 Rodríguez, Carlos Rafael. Lo que honramos enVarona. Fundamentos (La Habana) 406; 1949.

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Enjuiciar el pensamiento educativo deVarona siempre ha traído al estu-

dioso, preocupaciones metodológicas.En primer lugar, sus ideas acerca de laeducación se encuentran dispersas enartículos, discursos y ensayos, conte-nidos en revistas especializadas,periódicos, etcétera, y abarcan prác-ticamente toda su vida intelectual. Porotro lado, el ilustre camagüeyano vivióen tres períodos diferentes de la histo-ria del pensamiento educativo cubanoy siempre se mantuvo muy activo: enla segunda mitad del siglo XIX, períodocolonial; durante la primera intervenciónnorteamericana en Cuba (1899-1902),y hasta los inicios de la tercera déca-da de la república (1902-1933).

¿Cómo estudiarlo? ¿Por separado yretomar su obra educativa en cada pe-ríodo histórico?, o ¿enfrentar el estudiode su ideario educativo de manera in-tegral? Este es el enfoque que se hadecidido seguir.

Una particularización se puede ha-cer. Varona elaboró la mayor parte desus ideas educativas en la segunda mi-tad del siglo XIX, y trabajó en etapassucesivas en el ajuste necesario de di-cho ideario; en la práctica cotidiana,como política educacional, diseñó mo-delos educativos parciales como lorequería la posición política que ocu-pó en cada período histórico.

Para Varona, toda teoría educativadebía tener como brújula orientadorauna filosofía de la educación, y es evi-dente que para él resultó la vertientecientificista del positivismo, la cual pro-fesó ampliamente. “De la concepcióngeneral del mundo y la sociedad queposee cada pueblo depende su sistemade enseñanza”.1

De las consecuencias sociológicasde su filosofía, se desprende el hechode considerar que el desarrollo del hom-bre está condicionado inevitablementepor la ley de la selección natural, ads-cribiéndose de esa forma a posicionesdel darwinismo social, predominante ensu época.

El individuo tiene que adaptar, ajus-tar, su posible desarrollo a premisasbiológicas y, sobre todo, al entorno na-tural y social donde vive. Siempre suconcepción de la educación es de basenaturalista. Entonces, ¿para Varona elhombre se encuentra a merced de lascircunstancias? Sin discusión, no. Leconfirió a la educación un papel activoy necesario en el proceso de la forma-ción del hombre.

¿Cuál es el alcance de la edu-cación para Varona?

Lograr que, de una manera cons-ciente y dirigida, el inevitable procesode adaptación transcurra en forma

Acercamiento al ideario educativode Enrique José Varona y Pera*

Justo A. Chávez RodríguezInvestigador del Instituto Central de Ciencias Pedagógicas

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progresiva y evitar así los efectos no-civos que la acción educativaespontánea pueda traer en la formacióndel individuo: “[…] educar, desde elpunto de vista comprensivo, no es nadamenos que intervenir en la adaptacióndel individuo al mundo circundante y ala sociedad, facilitarla y dirigirla, paraprocurar que la ineludible ley de selec-ción se convierta en instrumento delprogreso personal y colectivo”.2

¿Cuál será, entonces, el problemafundamental de la educación?: “[…] lamanera, los procedimientos, el conteni-do y el fin de la educación, han decambiar forzosamente con el transcur-so y las vicisitudes del tiempo, y tomarforma diversa en cada país, dentro delas grandes líneas de la civilización delgrupo a que pertenezca”.3

El fin de la educación para Varonaes el de preparar al hombre para lavida, pero en el sentido spenceriano, enel concepto positivista, ya que el hom-bre no puede librarse de las leyesnaturales que lo atan al nacer. Martí, enla misma etapa, desarrolló este concep-to en otro sentido.

La formación del hombre debe serintegral y armónica y tiene que ser res-ponsabilidad de toda la sociedad,especialmente de la escuela. El niño quepasa por la escuela debe salir de ellacon la iniciación suficiente para reali-zar su vida de hombre dentro de loslímites de su capacidad natural.4

En la “Lección VII” de sus Confe-rencias filosóficas. Lógica, Varonaexpresó que la educación tiene dosformas primordiales: “Una inconscien-te e involuntaria […] y otra conscientey voluntaria […]. A esta última es ala que se da más especialmente el

nombre de educación”.5 Esta forma-ción consciente a la que aludió debe serpermanente, graduada y mediante laimplantación de una escuela únicalinealmente concebida.

Asimismo, reclamó la armonizaciónde la influencia ejercida sobre el indi-viduo en formación, entre el mediosocial y la escuela, porque cuando hayun desequilibrio a favor de la educacióninconsciente, entonces, “[…] aquelladestruye e invalida cuanto ha queridohacer la otra”.6

Varona proclamó la necesidad de laenseñanza práctica y teórica, científicay humanística, pero indiscutiblemente ypor imperativo de las circunstancias his-tóricas del momento, centró su interésen especial en la formación cientificistay en el practicismo.

Conveniente es analizar que en unmomento de su desarrollo histórico sepreocupó por la formación integral yplena del alumno, al considerar que laenseñanza deberá contribuir “[…] a laformación de los hábitos morales, aldesarrollo mejor del cuerpo humano, aldesenvolvimiento de la inteligencia y ala expresión adecuada y racional delos sentimientos y emociones de cadaniño, dándose a la parte moral, la pre-ferencia”.7

Este particular resulta interesante enel vuelco del pensamiento de Varona sise considera que estaba en un momen-to muy ortodoxo dentro de la línea delpositivismo spenceriano. Al considerar,como otros pensadores anteriores, quela axiología y la ética debían definir lanaturaleza del cubano, abandonó laaxiología positivista y volvió los ojosa la que habían impulsado en su mo-mento Varela y Luz. Se fortaleció

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con la más rica tradición del pensa-miento cubano. Por ello, elpensamiento de Varona es legítimo yforma parte de la más rica tradicióncubana, pues, al volverse electivo, lo-gró darle originalidad a su pensamientoy enfocarlo, verdaderamente, a partirde los intereses y las necesidades de lanación cubana en ciernes. Otros pen-sadores, en su época, como ValdésRodríguez, y más tarde Aguayo, haránlo mismo, pero más bien en formaecléctica que electiva. Valdés se afilióen parte al neotomismo y Aguayo alschlerianismo, primero, y después, alespiritualismo. No abandonaron la po-sición básica del positivismo y delpragmatismo en lo referente a la cog-nición, pero sí le dieron un giro alpensamiento, en cuanto a los problemasde los valores.

En el ideario educativo de Varona seencuentran preocupaciones por lapuericultura, la educación de los adul-tos, la enseñanza de la mujer, la escuelarural, los requerimientos higiénicos parala construcción de los edificios escola-res, la conversión del presidio en unverdadero taller-escuela, el perfeccio-namiento de la enseñanza de la lenguavernácula, el estudio del idioma inglésdesde el cuarto grado de la primaria, asícomo por la educación superior y la

vinculación de la escuela con el climacultural cubano.

En síntesis, resulta un pensamientoeducacional moderno que constituyó unimpulso renovador, favoreció el tránsi-to de la colonia a la república y orientólos primeros pasos en materia educa-cional, a partir de 1902.

Notas

1 Varona, Enrique José. Trabajos de educación yenseñanza. La Habana: Comisión Nacional deEducación de la UNESCO, s.a. p. 111.2 Ibídem, p. 173.3 Ibídem, p. 174.4 Ídem.5 _______. Conferencias filosóficas. Lógica. LaHabana: 1980. p. 196.6 Ibídem, p. 117.7 _______. Reformas de la enseñanza. Patria (LaHabana) 1(192):2.

Otra bibliografía

CHÁVEZ, JUSTO. Bosquejo histórico delas ideas educativas en Cuba. LaHabana: Editorial Pueblo y Educa-ción, 1996.

VARONA, ENRIQUE JOSÉ. Con el eslabón.Manzanillo: Biblioteca Martí, 1927.

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IntroducciónA lo largo de sus 84 años de vida y

de su trabajo intelectual, Enrique JoséVarona (Puerto Príncipe, 13 de abrilde 1849-La Habana, 19 de noviembrede 1933) fue un ejemplo de moral pú-blica y de entrega a favor del bienestardel pueblo, primero sometido al despo-tismo del coloniaje español y despuésempujado hacia una independenciamediatizada por los Estados Unidos.“Viviente flor de mármol”, le llamóMartí.

El viejo maestro encarnó a toda unageneración de la inteligencia cubana,cuyo positivismo en filosofía significó elrepudió de las viejas ideas metafísicasy un compromiso activo con el naci-miento de un nuevo sentido científicode la vida, a partir de métodos experi-mentales para la determinación de lasleyes últimas de cualquier enfoque oconceptualización y en la comprensiónde los problemas fundamentales de larazón humana.

No fue un marxista, pero en sus aná-lisis ético-sociales se valió de lacomprensión materialista de la historia,y cuando estalla la primera guerra im-perialista mundial de 1914 interpretadialéctica y lúcidamente el fenómeno

como preámbulo del alumbramiento deotro orden social muy diverso que hade llegar.

Su última lección cívica quedó vivay actuante en su consejo a los estudian-tes enfrentados a la tiranía de GerardoMachado. Sólo a los pocos meses delderrumbe político de agosto, en 1933consintió en bajar a la tumba. Este esel hombre, el patriota que recordamos,porque su lección sigue viva y útil paranuestro tiempo como una fuerza ennuestra cultura y en nuestra conducta.

Fue infatigable en su acción cívicacomo poeta, ensayista, crítico literario,

Varona: Comprensión ético-filosófica del mundo, del hombrey la sociedad

María Elena García SánchezProfesora de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona

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periodista, sociólogo, político, orador,pedagogo y sin dudas filósofo. Es estaarista de su enciclopédica mente la quepretendemos analizar, siendo nuestropropósito valorar el pensamiento ético-filosófico de Enrique José Varona apartir de los presupuestos históricos yteóricos que lo sustentaron, en corres-pondencia con la acertada tesis leninistade que: “[…] los méritos históricos delas personalidades históricas no se juz-gan por lo que no haya dado enrelación con las exigencias de la actua-lidad, sino por lo que dieron de nuevoen relación con sus antecesores”.1

I. Presupuestos de partidaLos fundamentos del positivismo hay

que buscarlos en el empirismo inglés,que juzga tarea suprema del conocer laconquista de la naturaleza y el perfec-cionamiento2 de la vida humana,proporcionando a la ciencia el papelprincipal. Para la transformación deesta es trámite previo someter a críti-ca toda la escolástica y poner en dudacuanto se juzgaba verdad. Surge comola llamada filosofía de las ciencias, quese ha convertido en base de la organi-zación técnico-industrial de la sociedad.Sus principales exponentes, AugustoComte (1798-1857), John Stuart Mill(1806-1873) y Herbert Spencer (1820-1903) se refugian y exaltan a la cienciacomo único método válido, limitándosea la descripción de hechos.

La historiografía positivista renunciaal análisis de importantes problemas fi-losóficos y sociales. Cumple su funciónsocial al defender el orden establecido(“orden y progreso”) y propiciar el de-sarrollo del capitalismo industrial. De sudefensa al liberalismo contra el papel

del Estado y la regulación estatal de laeconomía es la demoledora críticamartiana a Spencer en su artículo “Lafutura esclavitud”.3

Nuestra filosofía, la hispanoamerica-na, no obstante tener cierta originalidad,ha sido en mucho, importada de Euro-pa, con los problemas y métodos detrabajo de ella, si bien ajustada pornuestra propia experiencia y aplicada aorientar y dar solución a nuestros pro-blemas. El pensamiento ético-filosóficovaroniano debía entroncar, necesaria-mente, con la tradición ética de susantecesores. Con Caballero, Varela yLuz se transita de la escolástica a la fi-losofía moderna, irrumpen comoreformadores del intelecto, pensadorespor cuenta propia. Su afán por elevar,mediante la educación, el nivel moral eintelectual de Cuba penetró su tiempo,empeñados por formar hombres capa-ces de amar el derecho y el valor dela justicia.

Durante su primera conferencia deLógica, después de exponer las ideasy tendencias de los principales pensa-dores de su tiempo, Varona pone derelieve su adhesión al positivismo, na-cido de una profunda meditaciónatinente a la naturaleza y límites del co-nocimiento humano. Habiendo llegadoa una cabal madurez intelectual, Varo-na acepta de forma crítica la filosofíapositivista, pero elabora una forma per-sonal de ella. En esto consiste susingularidad.

Podemos mencionar entre las ideaspositivistas de mayor acogida en Va-rona la confianza sin límites al valor dela ciencia en la vida social, la críticade los grandes sistemas especulativos,la necesidad del desarrollo industrial,

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de la cultura, del progreso social y delliberalismo democrático burgués, aun-que no compartió la evolución posteriory el destino del positivismo en Europa.

El positivismo evolucionó por cami-nos divergentes en Europa y AméricaLatina. En esta última aparece entrelos años 1859 y 1860 con la llamada“Generación de los constructores”(construir la civilización, la modernidad),puesto que aquí, donde las transforma-ciones burguesas estaban lejos de haberobtenido su coronación y más bienconstituían un imperativo histórico, elpositivismo debía desempeñar una fun-ción social progresista, radicalizando suantiescolasticismo.

Si a fines del siglo XIX Varona decla-raba su optimismo, consistente en unailimitada confianza en el poder de laciencia en la vida social y en el desa-rrollo social progresivo, ya antes dearribar a la década del 20 del siglo XX,se ve afectado por la desconfianza y elpesimismo, a la vista del panorama dela república neocolonial, así como delos hechos acaecidos a escala univer-sal (el estallido de la primera guerramundial, coincidente con el triunfo dela revolución socialista de octubre).

Al publicar un grupo de trabajos en1918, expresaba la conmoción que ex-perimentaba su ideología en lossiguientes términos: “En ocasiones mefiguro asistir a la apocalíptica destrucciónde un mundo […]. Sólo el socialismocomo doctrina, se mantiene o pretendemantenerse cual si hubiera de ser el lla-mado a edificar sobre todas estasruinas”.4

Es este el modo de expresión desdela óptica de su clase, de su propia quie-bra ideológica, destino histórico de la

clase por él representada, a la que sinembargo, trascendió sin rupturasdefinitorias. Prueba de ello es haberemergido del trance hasta convertirseen el mentor de la juventud revolucio-naria de la tercera década.

Se opuso no sólo a la dictadura deMachado, sino que observador siemprede la realidad social, tanto nacionalcomo internacional, aun expresada suno filiación socialista, escribía: “Nadamás contrario a mis ideas, que este ré-gimen […], pero sí preveo que elsocialismo, en sus diversas fases, y es-tructurado a las circunstanciasorgánicas de cada pueblo es el régimenque, implantado hoy en varios países,sustituirá al sistema capitalista en unfuturo inmediato. Vamos, sin quererlo oqueriéndolo hacia el socialismo […]”.5

No es posible estudiar la obra filo-sófica de Varona sin tomar en cuentaesos cambios ocurridos en la sociedadcubana y mundial, pues es en fin decuentas esta realidad la que activa lasideas sustentadas por él. Coincidimoscon Raúl Roa al señalar que “[…] enun país como Cuba, de estructura co-lonial, uncido al yugo extranjero y a lafilosofía escolástica, el positivismo erala doctrina congruente con el procesode desarrollo de la revolución democrá-tica burguesa […]”.6

Tanto en Cuba como en América La-tina, cuando tiene su florecimiento lafilosofía positivista (aproximadamenteentre el último tercio del siglo XIX y lasdos primeras décadas del siglo XX), lascondiciones para la difusión de la filoso-fía marxista eran muy adversas, la claseobrera eran aún débil y la burguesía eratodavía portadora de nuevas relacionesde producción. Para el arbitrario poder

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colonial español, el positivismo se presen-taba como una filosofía revolucionaria.

II. Comprensión del mundoEl positivismo sirvió de base a la com-

prensión del mundo de Enrique JoséVarona, aunque este no compensó porentero todos sus cuestionamientos. Va-rona se ubicó en posiciones másavanzadas que las de esta filosofía, fueun positivista que superó su propio posi-tivismo. Una vez aceptado como unfactor ajustado a las necesidades eco-nómicas de su época y factorcondicionante de estímulo al desarrollocientífico, sirvió de base a sus estudiosde las ciencias naturales, psicología, ló-gica, sociología, así como al impulsodado a la educación media y superior.

Ya en 1877 Varona determina su po-sición filosófica al declarar: “Entre lasdos tendencias radicalmente opuestasque se combaten a tantos siglos en elcampo de la especulación filosófica, hasurgido en el nuestro una nueva co-rriente que, sin desviarse a ninguno deambos peligrosos extremos, pretende,con el empleo de mejores métodos y elauxilio de los nuevos descubrimientosde las ciencias naturales, dar, o por lomenos preparar, la solución de las difí-ciles cuestiones que las viejas doctrinasson impotentes para resolver”.7

Sus concepciones éticas, como bús-queda teórica, constituyen la terceraparte de sus conferencias filosóficas,enmarcadas en las últimas décadas delsiglo XIX. En su intenso quehacer duran-te la época republicana aplicó la éticaa la realidad económica, política y so-cial que le tocó vivir. Consideraba a laética como ciencia y arte, postulandocomo principio de partida su subordina-

ción a la sociedad y su posibilidad ili-mitada de perfeccionamiento.

Influido por la sociología de Spencer,Varona se oponía a toda sacudida vio-lenta de la sociedad manteniéndose asíen el nivel del reformismo político, sinembargo se reveló como activo parti-dario de nuestras luchas por laindependencia e incluso llegó a justifi-car la violencia revolucionaria frente ala dominación colonial. Las teoríasevolucionistas le sirvieron de base paraenfrentar la concepción religiosa delmundo. El ateísmo varoniano fue unaconstante mantenida en épocas dife-rentes del desarrollo de la sociedadcubana. Al fundamentar la influencia dela religión en la moral, señala que la hi-potética idea de la retribución futuradetermina la conducta y subordina los fi-nes inmediatos a otros más remotos,actuando como coacción interna a laque no se opone resistencia.

Toda la obra de Varona, filosófica,científica, de crítica literaria, así comode educador y de político fue muestraconstante de su profunda y sistemáti-ca crítica a las instituciones y creenciasreligiosas. Entre sus aportes más sig-nificativos está la elaboración y defensade una ética atea y con valiosos ele-mentos materialistas, cimentada en quela vida moral se sustenta en principiosnaturales, humanos en sí, por lo cual noes un fruto sobrenatural.

Varona reprocha el sistema de po-lítica positiva de Comte, susubjetivismo y dogmatismo al funda-mentar la transformación de lafilosofía en una religión positiva, seña-lando que se había convertido “[…] enel mitagogo poseído de la Religióndel Porvenir”.8 Varona distingue dos

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períodos en la obra de Comte: “[…] ensu primera época extiende y preconizael método inductivo [...]. En todo esteperíodo predomina razonablemente loobjetivo y las generalizaciones filosóficasson legítimamente aceptadas por lasciencias”.9 Después, según su criterio,Comte trastorna su obra.

Influido por Spencer, pensaba quetanto el materialismo como el idealismocaían en el terreno de la metafísica (dela especulación). Viable es reconocerque tomó como la expresión más con-secuente del materialismo, su segundaforma histórica, es decir, el materialis-mo mecanicista y metafísico y, enespecial, su variante vulgar. Así le esaplicable lo que escribió Engels sobreFeuerbach, el cual “[…] confunde elmaterialismo, que es una interpretacióndeterminada de las relaciones entre elespíritu y la materia con la forma con-creta que esta concepción revistió enuna determinada época histórica”.10

En su crítica ético-filosófica a la con-cepción spenceriana de una causaprimera, Varona ataca de formademoledora los principios del idealismoy la religión: “Suponer una causa pri-mera, una causa sin causa, estrastornar y derrocar el edificio intelec-tual, es introducir en nosotros mismosla desconfianza en nuestras fuerzasmentales y abrir la puerta a los más qui-méricos errores”.11

Aunque expresa su no adhesión aninguna de las dos soluciones posiblesante el problema esencial de la filoso-fía, el sabio camagüeyano explica elsurgimiento de la conciencia como elresultado de un proceso natural. Reco-noce como punto de partida sólo a losfenómenos materiales concretos. Se

aleja de las posiciones clásicas del po-sitivismo al reconocer que “[…] elpapel de la filosofía es preparar esa sín-tesis, llegar, si puede, a la organizacióncompleta de los conocimientos. Y estono puede confundirse con el papel delas ciencias particulares”.12

Varona considera los descubrimien-tos científico-naturales señalados porEngels como factores científicos quecontribuyeron a la formulación de la dia-léctica materialista y que fundamentanla unidad material del mundo (la teoríade Kant-Laplace sobre el origen del sis-tema solar y la teoría evolucionista deDarwin) concediéndoles gran valorpara la aseveración del carácter obje-tivo del mundo y de la fuente objetivadel conocimiento. No concedió a Dioslugar alguno en su ontología, gnoseolo-gía, ni en su ética, pues lejos de motivar,reprimiría la conducta impidiendo así lafelicidad humana.

III. Comprensión del hombreVarona, como Sartre, consideraba

subtancial para un filósofo desembocardirectamente sobre los problemas hu-manos, planteando el punto en susverdaderos términos de partida: la com-pleja relación entre el sujeto y el objeto.Parte del proceso en su unidad, el mun-do objetivo se da como el contenido dela representación, con la ayuda de lacual el hombre actúa y modifica la rea-lidad: “[…] el supremo criterio de laverdad es la acción”.13 Concibe la ver-dad como la correspondencia delpensamiento con la realidad objetiva,pues “[…] una verdad meramente sub-jetiva es una quimera”.14

Como filósofo confía en la cienciadel hombre y los métodos que emplea,

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ya que un problema no resuelto no esun problema irresoluble “[...] para co-nocerte a ti mismo, para determinar ellugar que ocupas en la naturaleza, paradescorrer el velo de los orígenes, tebasta a ti propio, te bastan tus métodos,te basta tu ciencia”.15 Reprocha elpanlogismo hegeliano al señalar: “El yose sale de la esfera de la relatividadcuando se piensa a sí mismo. Entonceses sujeto y objeto a la vez. Con un pe-queño esfuerzo de atención quedapatente el sofisma”.16

Para Varona, “[...] no es posible con-cebir al hombre fuera del estado de lasociedad porque carecería de sentido”.Esto implica que “[...] sus estados sub-jetivos se modelan sobre susimpresiones objetivas del orden social”,aunque “[...] no nos demos cuenta deesa dependencia, como no nos la damosgeneralmente de que respiramos”,17 lo

cual no hace del individuo un mero re-ceptor pasivo de los estímulosexteriores, de ahí su crítica alsensualismo, “[...] porque desconoce laactividad verdadera del sujeto convir-tiéndolo en una tabla rasa, llamado arepetir solamente los estímulos exterio-res”.18

El hombre no puede prescindir de lavida social, y la vida del hombre en so-ciedad determina que sea un ser moral,un ser solidario. Sus actos se adecuana las circunstancias sociales, el sujetose acomoda al objeto, sus actos sonmorales si son solidarios. El fin de lamoral es la buena conducta, lo que vio-le la solidaridad social es inmoral. En sucrítica al imperativo categóricokantiano refuta su sentido abstracto yahistórico, fuera del tiempo y el espa-cio, tan universal e hipotéticamentebien intencionado que resulta impreci-so y descontextualizado, privado detoda objetividad.

El escepticismo y la desesperanzaque se imputan a Varona fueron carac-terísticas que surgieron de formatransitoria y no un rasgo definitorio desu pensamiento. Constancia de su con-fianza en el hombre y de sucrecimiento moral son estas palabrassuyas de 1887: “[...] no hemos de cam-biar la naturaleza humana; peropodemos modificarla”.19 Y el métodoque propuso en esencia para lograr esatransformación fue la educación.

Concede un lugar relevante a la edu-cación en el perfeccionamiento moral,considerándola el más decisivo factorsocial. Vincula cultura, educación y éti-ca, destacando la influencia deldesarrollo intelectual en el comporta-miento moral. En elevar espiritualmente

De izquierda a derecha, sentados, Dr. Gastón A.Cuadrado, Dr. Enrique José Varona, Dr. CarlosTheyes, de pie, Ramón J. Alfonso y Manuel D.Díaz

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al hombre puso todo su empeño a lolargo de su generoso magisterio, aun asabiendas de su difícil propósito nuncacejó en su porfiado batallar.

A pesar de sus revelaciones apren-sivas en la segunda década del siglo XX,condicionadas por el dramatismo de laguerra mundial, la corrupción de lospolitiqueros y otros vicios del ambientenacional, la confianza perdida en deter-minado momento se recupera demanera gradual cuando pone su vigiliay su lección en la juventud de la décadadel 20, la cual se enfrenta junto a la claseobrera a la tiranía machadista, soñandotransformar la sociedad cubana.

Su optimismo ético le permite admi-tir como elemento primordial en laactuación moral, la simpatía y solidari-dad humana sin detrimento al libredesarrollo de la individualidad, de la queera verdadero defensor. Califica de muyimportante y complejo el fenómeno dela moralidad, destacando la relación en-tre conductas de interés individual yconductas de interés colectivo como in-morales o morales en dependencia desu provecho al todo social.

Varona siempre entendió al hombreen sus relaciones humanas: “[...] elhombre es un ser incompleto, para sen-tirse completo necesita del hombre”.20

La extrapolación de la esfera biológi-ca a la vida de la sociedad le hizoadmitir algunos criterios propios deldarwinismo social. Partió del supues-to de que “[...] en el crecimiento deun grupo humano, no vemos leyes dis-tintas a las que presiden el crecimientode un organismo individual, lo quecambia es la esfera de acción másamplia y los resultados infinitamentesuperiores”.21

Su sobrevaloración de las diferenciasraciales encierra la condición propia desu ideología burguesa. El punto de par-tida darwinista sobre el cual se fijabansus criterios, le hacía creer a una razamás moral que otra debido a las dife-rencias en su evolución. Se sustenta enlo que llamó “[...] el principio de la se-lección moral, dando el triunfo en lalucha por la existencia a las razas másactivas, inteligentes y virtuosas”.22 Peroel hecho de que Varona aceptase laexistencia de diferencias entre las ra-zas no le situó en una posición racistani prejuiciosa, al contrario fue siempreun defensor de la liberación de los ne-gros esclavos, postura que lo distanciódel autonomismo.

Defendió con ardor la eliminación dela discriminación de razas y de sexo,estimulando la incorporación de la razanegra y las mujeres al estudio. Refirién-dose a estas últimas escribió en 1882sobre la necesidad de “[...] dejarla to-mar las mejores armas, las de laciencia”.23 En 1928, al abordar de nue-vo la cuestión racial afirmaba: “Durantemis años de profesorado en la Univer-sidad tuve muchos alumnos de color yno advertí diferencia de capacidad en-tre ellos y sus compañeros blancos”.24

Para Varona, el hombre en la medi-da que aumenta sus conocimientos dela realidad, actúa con mayor libertad.Su determinismo no conduce alfatalismo, la necesidad es objetiva, exis-te independientemente del hombre, peroel hombre no se somete a ella “[...] elhombre no es libre, pero se hace li-bre”,25 “[...] el hombre no puede portanto sustraerse al determinismo, perosí puede en cierto modo educarlo yguiarlo, que es aquí vencerlo. No es un

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autómata; mas para no serlo se nece-sita cultivar tanto la inteligencia comoel sentimiento: la educación es su ver-dadera redentora”.26

Anteponer el deber al deseo consti-tuye un acto de conciencia moralderivado de la vida social del hombre, di-rectamente proporcional al nivel culturalde este, al cultivo de su sensibilidad. Lospreceptos morales orientan la conducta,reprimiendo o catalizando la actuaciónhumana. El fin de la moral es la reali-zación social del hombre y cumple trespreceptos fundamentales:

1- No dañar, respetar a los otros, loque constituye condición de estabilidadsocial.

2- Cooperar para la utilidad y el pla-cer común.

3- Hacer bien, nacido de la sensibi-lidad individual y fortalecido por elpremio o la censura.

El ser perfectamente moral es, nosdice el filósofo camagüeyano, aquel ca-paz de limitar sus propios beneficios porfavorecer a la colectividad. Considera-da ciencia social, rama de la sociología,la moral constituye un instrumento deperfeccionamiento social. El hombrebusca la felicidad, esta es la finalidadde su accionar y la conducta moral sela proporciona.

La esencia de la comprensión moraldel hombre en Varona no fue del todoerrada pero sí limitada, se sostiene enque “[...] el hombre es moral porque essociable”.27 No llega a precisar el ca-rácter específico de la moral comoresultado necesario y condicionado a lolargo de la historia de las formas en quese nos revela la esencia humana. “Perola esencia humana no es algo abstrac-to inherente a cada individuo. Es, en su

realidad –afirmó Marx–, el conjunto delas relaciones sociales”.28

No comprende el carácter clasistade la moral, el cometido de la clase do-minante en la configuración de la moralde un período determinado, ni sus con-secuencias ideológicas en la sociedaddividida en clases, su propia ideologíase lo impidió, quedándose a mitad decamino.

IV. Comprensión de la sociedadVarona se planteó el examen de las

leyes que rigen la vida social y aun-que la enunciación que de ellasformuló no tenía un carácter científi-co en sí, el hecho de haberseplanteado la investigación de dichasleyes, le llevó a la búsqueda de la re-gularidad del desarrollo social, sucarácter progresivo y la posibilidad deun conocimiento sociológico objetivo.

El filósofo cubano admitía como unhecho seguro que en la base de todoslos sucesos sociales se halla el factoreconómico:

[...] a mis ojos, la causa más efi-caz de la inestabilidad que presentanuestro pueblo desde hace casi unsiglo, ha de buscarse en su estruc-tura económica […]. La teoríamarxista que hace depender toda laevolución social del factor económi-co no es sino la exageración de unhecho cierto. Las necesidades eco-nómicas y las actividades que estasponen en juego no constituyen elúnico motor de los complejos fenó-menos que presenta una sociedadhumana; pero sí están en las basesde los más aparentes y decisivos.29

Varona, en su tentativa de explicacióncientífica del desarrollo social, admitió

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la validez de leyes en la sociedad comolas de la selección natural y de la lu-cha por la existencia, con elconsiguiente triunfo de los más fuertes:“En el perenne y misterioso combateque libran la creación y la destrucción,la victoria es siempre del más fuerte.Todo organismo para vivir necesita des-truir a otro organismo”.30 Hacedeterminar la moral de lo heredadobiológicamente a partir de la variabili-dad y adaptación al medio externo.

Unido con estos mecanismosbiologizantes, aparecen elementos deldeterminismo geográfico de Montes-quieu: “Los rasgos particulares de unpueblo, su raza, su constitución física,la naturaleza del clima en que vive, laextensión de su territorio, etc., son otrostantos elementos que entran en la for-mación de su carácter primitivo. Estecarácter, una vez formado, tiende a or-ganizar las instituciones políticas omilitares que están en armonía consigomismo”.31 La determinación del factorsocial sobre la conducta moral se con-finaba a las condiciones biológicas y almedio geográfico.

El vicio principal del análisis socio-lógico varoniano es disolver la lucha declases dentro de la teoría de la luchapor la existencia, de la cual se desgajauna selección natural como cimientoteórico del evolucionismo ético-social, osea, la no aceptación de la revoluciónsocial como factor que empuja el desa-rrollo social. Piensa que las clasessociales –a las que denomina órganos delorganismo social– tienen que ayudarsey tolerarse para evitar los grandes con-flictos sociales. Las revoluciones eranpara él elemento destructivo de todoslos valores creados por la humanidad,

el triunfo de la irracionalidad en la his-toria.

No obstante, Varona entendió muybien el problema del papel de las ma-sas y de las personalidades en lahistoria: “Hoy los grandes actores en eldrama de la historia no son los princi-pales de los pueblos, sino los pueblosmismos”.32 Refiriéndose a la llegada aCuba de Martí, Gómez y Maceo en1895, escribió: “[...] su audacia habríasido demencia pura y simple, si no hu-bieran sabido que los aguardaba unpueblo entero […]”.33

Para Varona, las clases inferiores, enla acepción de que las menos ilustradaseran la clase obrera y el campesinado,las cuales debían seguir el patrón de laburguesía, “[...] las capas inferiores aje-nas a la cultura y al refinamiento de lassuperiores, teniendo confiado a su ac-tividad a un campo mucho más limitado,modifican lentísimamente sus condicio-nes de vida y así conservan contenacidad extrema, las costumbres, lasprácticas, las supersticiones y hasta ellenguaje de las épocas pasadas […]”.34

Evolucionista en el plano ético-filo-sófico y reformista en el político,sostenía que “[...] las jerarquías socia-les son cosa postiza y deleznable, losólido es la solidaridad que agrupa ymantiene en unión simpática a todos losindividuos en un agregado social”.35 Noestimaba la grave contradicción que se-para al obrero, al trabajador, delcapitalista (aunque debe tenerse encuenta el bajo grado de desarrollo dedicha contradicción en nuestro país enlos inicios de siglo).

Varona no vio desde un princicio,como ya lo habían hecho Martí yMaceo, el carácter negativo del impe-

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rialismo para los pueblos latinoamerica-nos y, en especial, para el nuestro, perosu posición va radicalizándose de for-ma gradual. En la conferencia “Elimperialismo a la luz de la sociología”,de 1905, recomienda aprovechar lasposibles ventajas que nos traía la cer-canía y las relaciones con los EstadosUnidos, aun cuando ya reconoce lamagnitud de su expansión y domina-ción económica y política de dichofenómeno, y llama a “no ser esa líneade menor resistencia” de su esfera deinfluencia.

La intervención norteamericana de1906 es impugnada por el sabio cuba-no, que resuelve asumir la dirección delpartido conservador con el fin de bata-llar por ordenar el país, hacerlo prósperoe independiente impidiendo el constan-te peligro de las intervenciones yanquis.Sus deseos de independencia nacionallo iban conduciendo a posicionesantiimperialistas radicales.

En 1918 solicitó al Congreso de larepública una ley que impidiera la cre-ciente venta de tierras a losnorteamericanos. “Todas las soluciones–sostenía en 1921– aun las más graves,aun las más dolorosas, deben ser pre-feridas a la de una intervenciónamericana, que mata jurídicamente aCuba y que le cercena, quién sabe paracuánto tiempo su libertad y sobera-nía”.36 “Tengo mis días de irreverencia–expresó en 1923– en que me da porcomparar la Enmienda Platt con la fa-mosa carabina de Ambrosio. ¿Quéenmienda han esgrimido los de arribapara tratar soldadescamente a SantoDomingo, Haití y nuestras hermanasmártires? No es la Enmienda; es eldollar y es el puño”.37

Varona distinguió todos los indiciosde la crisis de la sociedad capitalista ycomprendió que su marcha declinaba.En 1923 escribe: “No creo en los re-medios de los socialistas, pero veo ytodo espantado, los males profundos deque se quejan con razón y justicia”.38

Los últimos años de su vida estánsignados por el optimismo y una eva-luación mucho más positiva acerca delsocialismo y el movimiento obrero, loque ha hecho decir con justicia a JuanMarinello:

Fue nota singular del granmeditador camagüeyano que recti-ficase con el tiempo enfoques yenjuiciamientos. Ello le venía de sucentral honestidad y de la manteni-da preocupación por servir a supueblo y a su tiempo en una postu-ra más orientadora que combativa.A ello se debe que invirtiendo el cur-so habitual de las cosas, los años nosirvieron a Varona para encasillarseen viejos pronunciamientos, sinopara impulsar una incansable reno-vación que lo hace ser en elmomento de la despedida, hombremucho más a la izquierda que ensus años mozos. De esa permeabi-lidad inusual, de esa actualizaciónvitalicia arranca el hecho de que sumagisterio fuese más ancho y efi-caz en su clara vejez que en sujuventud laboriosa.39

ConclusionesAl legado de Varona los marxistas no

podemos renunciar, su obra es mues-tra de la continuidad lógica e históricadel desarrollo del pensamiento ético-fi-losófico y político en Cuba e integra unade las múltiples raigambres que atan

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nuestra rica tradición cultural con lasideas que nutren la ideología de lostiempos presentes.

Varona va radicalizando su pensa-miento ético-filosófico y sus posicionespolíticas, sin romper con su ideología,pero superponiéndose a ella. Fue unhombre de pensamiento, un humanista,un crítico sagaz, penetrante y persisten-te de los males del capitalismo, pero noun promotor de la alternativa socialista.

Reconoce la inevitabilidad de ladesaparición del capitalismo y de sureemplazo por el socialismo, lo quesignifica, al menos, llegar al umbral deposiciones revolucionarias consecuen-tes con la nueva época, que le hicieronescribir tres años antes de su muerte:

En torno nuestro, desde lo máspróximo hasta lo más remoto, pa-rece el mundo en período degestación. El añoso árbol de la ci-vilización occidental, fue sacudido ycasi derribado por la guerra [...].Pero sobre el viejo tronco pululanverdes renuevos [...]. El imperialis-mo americano ha llegado a sucúspide y a las cúspides se puedellegar. En ellas no es dable perma-necer. La era del imperialismo hacompletado su trayectoria [...], elmundo se transforma: hagámonosdignos de vivir en los tiempos quealborean.40

Sus ideas ético-filosóficas constituyenuna de las más altas expresiones deldesarrollo del pensamiento sociológicoburgués latinoamericano de fines delsiglo XIX e inicios del siglo XX, y no obs-tante la influencia positivista, secaracterizaron por su originalidad y porsu sentido progresista, a pesar de sucarácter contemplativo, limitación in-

evitable derivada de condiciones his-tóricas reales.

Notas

1 Lenin, V. I. “Para una caracterización delromanticismo económico”. En Obrascompletas. Buenos Aires: Editorial Cartago,1958. t. 2, p. 175.2 Perfeccionamiento visto a lo positivistaeuropeo, pues al separarse o intentar separarsecon la supuesta objetividad del hecho histórico,no se comprometen, y se alejan ingenuamente ode manera ex profesa del compromiso inevitablesi vemos la ciencia-hombre como un todo.3 Martí, José. “La futura esclavitud”. En Obrascompletas. La Habana: Editorial de CienciasSociales, 1970. t. 15, pp. 388-392.En ese texto expresa:

[...] y en todo este estudio apunta HerbertSpencer las consecuencias posibles de laacumulación de funciones en el Estado, quevendrían a dar en esa dolorosa y menguadaesclavitud, pero no señala con igual energía[...] los modos naturales de equilibrar la ri-queza pública dividida con tal inhumanidaden Inglaterra, que ha de mantener natural-mente en ira, desconsuelo y desesperacióna seres humanos que se roen los puños dehambre en las mismas calles por donde pa-sean hoscos y erguidos otros seres huma-nos que con las rentas de un año de suspropiedades pueden cubrir a toda Inglate-rra de guineas [...].

4 Varona, Enrique José. De la colonia a la república.La Habana: Cuba Contemporánea, 1919. p. 6.5 _______. “Entrevista con el director del diarioEl País, 20 de agosto de 1930”. En Pichardo,Hortensia. Documentos para la Historia de Cuba.La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1974.t. 3, p. 446.6 Roa, Raúl. Retorno a la alborada. La Habana:Editorial Universitaria, 1964. t. 2, p. 71.7 Varona, Enrique José. La psicología de Baín.Revista de Cuba (La Habana) 2:411; 1877.8 _______. Estudios literarios y filosóficos. LaHabana: Imprenta la Nueva Principal, 1883. p. 281.

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9 Ídem.10 Engels, Federico. “Ludwig Feuerbach y elfin de la Filosofía Clásica Alemana”. En Obrasescogidas. Moscú: Editorial Progreso, 1974.p. 627.11 Varona, E. J. Op. cit. (8). p. 313.12 Varona, Enrique José. Conferencias filosóficas.Lógica. La Habana. Establecimiento TipográficoO Reilly, 1888. p. 24.13 _______. Op. cit. (8). p. 188.14 _______. Nociones de Lógica. La Habana:Imprenta la Moderna Poesía, 1902. p. 56.15 _______. Op. cit. (8). p. 188.16 Ibídem, p. 311.17 Varona, Enrique José. Fundamento de la moral.La Habana: Editorial Appleton y Cia, 1903.p. 105.18 _______. Op. cit. (12). p. 156.19 _______. “El baseball en la Habana”. EnArtículos. La Habana: Publicaciones del MINED,1951. p. 39.20 _______. “Reflexiones de un elevado”. EnDesde mi belvedere. La Habana: ImprentaRambla y Bouza, 1967. p. 85.21 _______. “El imperialismo a la luz de lasociología”. En Antimperialismo y república. LaHabana: Editorial de Ciencias Sociales, 1970.p. 113.22 _______. “La metafísica en la Universidad deLa Habana”. En Op. cit. (8). p. 339.23 _______. “Ideas de la Mlle de Scudere sobreeducación de las mujeres”. En Trabajo sobre laeducación y la enseñanza. La Habana: ComisiónNacional Cubana de la UNESCO, 1961. p. 52.24 _______. Carta al señor Risquet (18 de julio1928) manuscrito del Archivo Nacional de Cuba.

25 _______. Conferencias filosóficas. Psicología.La Habana: Imprenta El Retiro, 1888. p. 411.26 _______. Ibídem, p. 410.27 _______. Conferencias filosóficas. Moral. LaHabana: Establecimiento Tipográfico O Reilly,1888. p. 9.28 Marx, Carlos. “Tesis sobre Feuerbach”. EnObras escogidas. Moscú: Editorial Progreso,1974. p. 25.29 Varona, Enrique José. ¿Abriremos los ojos? LaHabana: Publicaciones del MINED, 1951. p. 257.30 _______. “Días después”. En Op. cit. (20).p. 77.31 _______. Op. cit. (12). p. 161.32 _______. Los grandes hombres. RevistaCubana (La Habana) 4:87; 1886.33 _______. Luz que ofuzca. Patria (New York)5:217, 1; 29 en. 1896.34 _______. Op. cit. (27). p. 163.35 _______. El derecho del puño. Revista Cubana(La Habana) 6:376;36 _______. “Declaraciones para El Heraldo deCuba, La Habana, mayo 1921.37 _______. “Con el eslabón”. Manuscrito de laBiblioteca Nacional, p. 194.38 Ibídem, p. 220.39 Marinello Juan. “Cuestionario presentado alDr. Juan Marinello por Pablo Guadarrama”. EnGuadarrama, Pablo y Edel Tussel. El pensamientofilosófico de E. J. Varona. La Habana: Editorialde Ciencias Sociales, 1987. p. 253.40 Universidad de La Habana. Pensamientorevolucionario cubano. La Habana: Editorial deCiencias Sociales, 1971. t. 1, p. 178.

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En nuestro país, cada vez es másapremiante indagar en la influencia

educativa que ejercen las personalida-des públicas en la población cubana. Sereconoce que los escritores e intelec-tuales ejercen una función pública cuyoalcance está en dependencia de la na-turaleza de sus mensajes y el lugar queocupen en la trama social e ideológicade cada país. Enrique José Varona(1849-1933) y Fernando Ortiz (1881-1969), intelectuales identificados con lascorrientes patrióticas y progresistas,pueden ser estudiados no sólo por suinmensa obra filosófica y científica,sino también por la influencia que consu actuación ejercieron en la concien-cia del pueblo cubano.

Según un viejo apotegma, se educamás por lo que se hace que por lo quese dice. Para los pueblos, determinadosactos realizados en momentos oportunosde la vida nacional por figuras represen-tativas de la nación, transmiten máseducación que las estudiadas palabrasdichas en paraninfos cerrados o cien-tos de páginas impresas que a veces nollegan a sus manos. Pero también sereconoce que la educación alcanza ma-yor penetración en la conducta humanaen la medida que se evidencia una só-

lida unidad entre lo que dice el educa-dor y lo que hace. Es entonces cuandohechos y palabras adquieren una nue-va dimensión: la función educativa.

La historia de nuestro país lo confir-ma: “[…] lo mejor del pensamientocubano nunca quiso quedarse en el pen-sar puro. Siempre se esforzó porpromover la acción política y social ycultural, y enlazarse con las luchas re-volucionarias de cada época histórica”.1

Cincuenta y un años tenía EnriqueJosé Varona cuando arriba el siglo XX

y ya ha producido tres hechos de ex-traordinaria significación educativa, loscuales tuvieron trascendencia en la vidanacional:

1º Reafirma su ruptura con el Parti-do Autonomista, cuando este asumióposiciones cada vez más reaccionarias.Y lo hizo en carta pública dirigida aJosé Agustín Recio, entonces presiden-te de la Junta Provincial del partido enPuerto Príncipe. No sólo fue una defi-nición de posiciones, sino una negacióna la corriente contraria a los interesesde la población.

2º En la época precedente al estalli-do de la nueva gesta libertadora de1895, Varona, cuyas palabras y gestostienen significación en la vida del país,

Función educativa de la viday la obra de Enrique José Varonay de Fernando Ortiz

Rolando Buenavilla RecioProfesor de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona

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realiza una sistemática labor de críticaal colonialismo español y su política dearbitrariedades que lo orientan hacia elindependentismo, y en un gesto defini-torio abandona sus inquietudes literariasy filosóficas, marcha hacia los EstadosUnidos y ocupa el lugar de José Martíen la dirección del periódico Patria, en1895. Con su prestigio apoyó la figuradel Apóstol, que no pocos detractorestenía. Ya sabemos que no se incorporócon las armas en las manos a la gue-rra del 95, su experiencia del conflictobélico de 1868 lo marcó para toda lavida, supo reconocer sus limitacionesen este sentido, pero combatió allí don-de fue más útil: desde las trincheras deideas.

3º Al producirse la derrota militar deEspaña por las tropas de los EstadosUnidos, primera intervención norteame-ricana en Cuba, Enrique José Varonaocupa la Secretaría de Instrucción Pú-blica. Fue una decisión valiente queimplicaba muchos riesgos, tal vez lamás alta lección de carácter político queun cubano podía brindar. Hoy estamosconscientes de que no se identificó conlos objetivos mezquinos del gobierno in-terventor. Su autoridad como ministrole permitió hacer lo que al gobierno es-pañol le hubiera sido imposible:promulgar la reforma de las enseñan-zas media y universitaria. Ese hecho ylos objetivos que perseguían marcarontodas las reformas de educación supe-rior que han sido acometidas en Cuba.

En la república, donde es ya unsexagenario, ¿qué lo convierte en la fi-gura paradigmática para los jóvenes delas generaciones de Julio Antonio Me-lla, Rafael Trejo, Pablo de la TorrienteBrau e inclusive para los jóvenes lati-

noamericanos? Su apoyo al movimien-to de reforma universitaria, que por suprofundidad trasciende al del resto delcontinente, así como a la consolidacióndel movimiento estudiantil, el cual seenfrentó al tirano Gerardo Machado,cuyas huestes llegaron hasta su vivien-da y la ultrajaron.

Loló de la Torriente subraya que Va-rona estaba organizado mentalmentepara pensar y enseñar, su acción corríapareja en dos direcciones: adoctrinandoen estudios superiores e interviniendoen los asuntos públicos.

En cada uno de estos gestos, encada uno de estos actos hay una fun-ción educativa. Durante sus 84 años dehombre laborioso, realizó con perseve-rancia, abnegación y austeridad sunoble misión de educador de un pueblojoven.

Fernando Ortiz entra con 19 años ala vida republicana. Desde sus prime-ros pasos se presagia como un hombrede pensamiento, pero la situación socialy política del país lo lleva rápidamente alas filas de la participación ciudadana.

En 1917 es elegido representante ala Cámara y designado su vicepresi-dente. Ortiz representó a la juventudcubana izquierdista dentro de las filasdel Partido Liberal, así surgía la llama-da “izquierda liberal”. Y con ese mismoímpetu es autor del Manifiesto del 2 deabril de 1923 de la Junta Cubana deRenovación Cívica. En este año, publi-ca Un catauro de cubanismos,apuntes lexicográficos. El prólogo fueescrito nada menos que por RubénMartínez Villena, quien dice entre otrascosas que Ortiz era un hombre honra-do, patriota íntegro y un “maestrosiempre”.

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A fines de 1923 figura entre los ini-ciadores de la Universidad Popular JoséMartí, fundada por Julio Antonio Me-lla. Allí se da a conocer a las jóvenesgeneraciones de estudiantes universita-rios y también de los obreros, y a partirde ahora cruza la línea que a veces se-para a intelectuales y proletarios.

Pero vale la pena mencionar un he-cho que los maestros conocen poco.Fernando Ortiz inició en la SociedadEconómica de Amigos del País (SEAP)un ciclo de conferencia “analizando losfactores de la decadencia cubana”, el23 de febrero de 1924. Tituló su ma-gistral trabajo “La decadencia cubana”,documento que presenta el estado dela educación y la escuela cubana,aproximadamente en el primer cuartode siglo: el 53% de sus habitantes nosabe leer ni escribir; el país está en laescala de la instrucción por debajo detodas las Antillas; la instrucción públi-ca está en un retroceso tan grave quesi continúa así, la próxima generaciónentraría en la categoría de los pueblosno civilizados.

Es más que una conferencia un gri-to de alerta, un clamor en su voz, delas necesidades ancestrales de un pue-blo colonizado y explotado hasta lamiseria. Pero la degradación cultural seacompañaba de una degradación mo-ral. Como jurista que era, pudo aportarun dato significativo que otros oculta-ban por desidia o negaban porcomplicidad. Dice Ortiz: “En las pasa-das elecciones más del 20% de latotalidad de los candidatos postuladospor los partidos políticos tenían antece-dentes penales, definidos por fallosjudiciales ejecutorios”.2 ¡Qué políticoseran aquellos! ¡Y qué política!

Pero hay un hecho que es toda unalección de dignidad y patriotismo, elcual desenmascara la política de losEstados Unidos hacia Cuba y a los go-bernantes cubanos entreguistas. Fue el29 de diciembre de 1930, en Boston,donde se reunía la American HistoricalAssociation y las demás academias deestudios hispánicos de dicho país. Ortiztrató sobre los factores de caráctereconómico y político que provocaban lasituación de Cuba y expuso la respon-sabilidad de los Estados Unidos en lapolítica cubana como consecuencia deun estado incesante de intervencionesa veces militares, pero casi siempre di-plomáticas y financieras, las cuales envez de asegurar la libertad de los cu-banos habían promovido y sostenidouna serie de gobiernos usurpadores delpoder apoyados enfáticamente porWashington.

En 1941, organiza en el seno de laInstitución Hispano-Cubana de Cultura,la Alianza Cubana por un Mundo Libre,cuyo propósito era integrar un frentecomún en la lucha ideológica contra elfascismo, que tenía en Cuba un fuertebastión en la oligarquía española repre-sentante del falangismo ibérico.

Durante ese propio año de 1941, laparticipación de Fernando Ortiz en el Mo-vimiento por la Escuela Cubana en CubaLibre, tiene relevancia popular. JuanMarinello había sido designado presiden-te de la Comisión de Enseñanza Privadadel Consejo Nacional de Educación yCultura, en donde presentó un proyec-to de ley “sobre inspección yreglamentación de la enseñanza priva-da”, para ser discutido en el Congresode la república. En su artículo primerodice: “Toda la docencia privada que se

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imparte dentro de los límites naciona-les queda bajo la inspección yreglamentación del Estado Cubano”.3

Juan Marinello argumentó con nume-rosos datos por qué era necesaria laaprobación de la ley: “En ciertos cole-gios extranjeros religiosos o no, estánpresentes en los textos y en las explica-ciones una postura rencorosa contranuestra independencia, un tono despec-tivo hacia lo cubano, un resentimiento devencidos, una justificación de la obra dela monarquía española en América”.4

De inmediato, contra este proyectode ley, los sectores más reaccionariosdel país organizaron una campaña diri-gida a impedir que fuera aprobado, lacual se llevó a cabo a través de laprensa nacional, en la que diariamentese publicaban artículos y declaracionespara tratar de confundir a la opiniónpública con falacias y calumnias. Losrepresentantes del alto clero, las aso-ciaciones de caballeros católicos, loscolegios religiosos más encumbrados yel periódico Diario de la Marina ce-rraron filas contra el proyecto deMarinello, pero no conformes con la sis-temática campaña organizaron un actopolítico, en el antiguo Teatro Nacional,el 25 de mayo de 1941, bajo la consig-na “Por la Patria y por la Escuela”. Aél asistieron, y contó con su respaldo,de Pepín Rivero, Dorta Duque, EmilioNúñez, Nena Coll, Francisco Ichazo,José M. Casanova, Mario GarcíaMenocal, Alfredo M. Aguayo y otros dela misma estirpe.

Como respuesta se organizó otromovimiento integrado por las fuerzas ypersonalidades más democráticas y pro-gresistas del país, y otras personas quesin estar identificadas con esta línea

eran partidarias, no obstante, de man-tener en nuestras escuelas lastradiciones patrióticas y laicas. Este mo-vimiento respondió a la consigna “Porla Escuela Cubana en Cuba Libre”,nombre que Enrique Roig deLeuchsenring le otorgó al movimientoque encabezó.

Dicho movimiento fue apoyado pormás de 100 instituciones educacionales,asociaciones de estudiantes, de maes-tros, la Central de Trabajadores deCuba (CTC) con sus federaciones queagrupaban a miles de obreros, los vete-ranos de las guerras de independencia,más de 100 logias, clubs y otras organi-zaciones de masas de diversos tipos.

El 22 de junio del propio año y en elmismo teatro se llevó a cabo un acto ver-daderamente masivo, porque estabanrepresentadas las masas trabajadoras,así como las fuerzas populares y demo-cráticas de la nación, en dondeintervinieron varias personalidades dereconocido prestigio nacional: el sabioFernando Ortiz con su aval de figuranacional e iberoamericana de la cien-cia y la cultura, Emilio Roig deLeuchsenring, historiador de La Haba-na, Sarah Ysalgué de Massip, MaríaCorominas, Carlos Fernández, por laCTC y otras personas en representa-ción de sus organizaciones. Todos losoradores coincidieron en vincular la lu-cha por la escuela cubana con nuestrasguerras de independencia, con los edu-cadores cubanos del siglo XIX: Varela,Luz, Saco, Mendive, Moralitos, JoséMartí, y además defendieron el carác-ter laico y democrático de la escuelacubana.

Fue un verdadero respaldo populardonde hubo conjunción de diferentes

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sectores y organizaciones en apoyo alproyecto de Juan Marinello. En actoscomo este, el pueblo aprende a conocerquiénes son los que están identificadoscon sus intereses y aspiraciones y quié-nes están en la línea de enfrente. Elpueblo, con su eterna sabiduría, distin-gue a esos hombres, los marca ydeposita en ellos su confianza; abre suscorazones y su mente, quedando asíabierto el camino para recibir su in-fluencia educativa.

Enrique José Varona y FernandoOrtiz pudieron ejercer una notable in-fluencia educativa en amplios sectoresde la población cubana, porque sus ac-tos fueron consecuentes con su obra ysu pensamiento.

Notas

1 Hart, Armando. Nuestra América: guía denuestro tiempo. De la cultura. La Habana:Ediciones Ministerio de Cultura, 1991. p. 10.2 Ortiz, Fernando. La decadencia cubana.Conferencia de propaganda renovadorapronunciada en la SEAP, 23 febrero 1924. LaHabana: Imprenta y Papelería La Universal, 1924.3 El VI Congreso Nacional de la Confederaciónde Colegios Cubanos Católicos. BoletínExtraordinario, Camagüey, jul., 1948. p. 224 Marinello, Juan. Por una enseñanza democrática.La Habana: Ed. Páginas, 1945. pp. 17-18.

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HOMENAJES

A Cintio en su88 cumpleaños*

Araceli García CarranzaInvestigadora y bibliógrafa

Estimados amigos y colegas:

Con motivo del cumpleaños de CintioVitier, la Biblioteca Nacional de CubaJosé Martí lo felicita con esta muestrabibliográfica que inauguramos hoy, y alinaugurarla, es preciso recordar susaños aquí en la Biblioteca Nacional, enel otrora Departamento Colección Cu-bana, junto a su esposa Fina GarcíaMarruz.

Corrían los fines de la década del 60cuando yo fui la jefa de Cintio y Finaen ese recordado y entrañable depar-tamento. A pesar de mis años jóveneslos supe ver desde abajo, afortunada-mente nunca se me ocurrió verlosdesde mi jefatura, y Cintio, desde sugrandeza intelectual, no sólo se ceñía asus impecables y eruditas investigacio-nes literarias, compartidas y logradasjunto a Fina, sino que me asesoraríahasta en las más sencillas seleccionesbibliográficas, las cuales, casi por arte

de magia, lográbamos hacer brillar sinluces ni colores, en las vitrinas de estaBiblioteca Nacional, solamente lucidascon la valía de nuestra inmensa cultu-ra cubana.

Como en una cinta cinematográficarecuerdo esos años junto a Cintio y Fina,sin embargo, de ellos viene a mi mentela forja de la Sala Martí, inaugurada porun anciano venerable, el profesor Ma-nuel Pedro González, el 28 de enero de1968, un domingo, a las diez de la ma-ñana. Dirigía entonces la institución elcapitán Sidroc Ramos, también funda-dor de la Sala y refundador, también, dela Biblioteca Nacional. Aquello fue unaocasión muy especial y conmovedorapor la devoción e inspiración que se per-cibía en el Salón de Actos, por cierto,casi vacío. Luego transcurrieron algu-nos años en la Sala Martí y ahírecuerdo a Cintio, ensimismado en susinvestigaciones, recuerdo a Fina, quiendirigía las visitas a la Sala Martí sumi-nistrando la prédica martiana a niños,jóvenes y adultos. La Sala fue amue-blada con útiles usados de la propiaBiblioteca: una vitrina, un sofá, mesas,sillas y un buró; en sus paredes foto-copias del Manifiesto de Montecristientre otros cuadros, y en una de sus vi-trinas los libros que había leído nuestroMartí, donados a la sala por el doctor

Cintio Vitier (1921-2009)

* Palabras pronunciadas por la autora el 28 de septiembre de 2009 en la inauguración de la exposiciónen homenaje a los 88 años de Cintio Vitier. Desgraciadamente, dos días después, la cultura cubanaconoció la gran pérdida física de Cintio Vitier, el 1º de octubre en La Habana.

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Julio Le Riverend, y que antes estuvie-ron en manos de Emilio Roig deLeuchsenring. Su primer fondo proce-dió de Colección Cubana, fueron losterceros ejemplares de la bibliografíaactiva y pasiva de Martí y que entreJosefina, yo y otros compañeros saca-mos para inaugurar la Sala Martí. Conorgullo y veneración se organizaron yatesoraron, en sobres de Manila, losmanuscritos de José Martí procesadospor Marta García Hernández yMiguelina Ponte, y se mostraban losartesanales e impecables álbumes defotos, salidos de las manos de mi her-mana Josefina y, más tarde, losprimeros y apretados catálogos que da-rían origen a la edición crítica delApóstol. En la Sala Martí se sentía ladevoción martiana de Fina y de Cintio,quienes atendían, con el mismo respe-to, al ministro Raúl Roa, en aquellosaños asiduo visitante de ellos en la Sala,que al más humilde de sus admirado-res, seguidores o estudiosos de la obramartiana o de la literatura cubana. Es-tos trabajadores, ejemplos ambos derigor y disciplina, ejercieron desde en-tonces el más estricto cumplimiento delcódigo de ética que conoceríamos añosdespués, porque la Sala Martí fue unverdadero santuario fundado por Cintioy Fina. A ambos debemos la creaciónde aquel monumento que emergió porlos fondos de Colección Cubana y queaún existe, convertido en el Centro deEstudios Martianos que, por su produc-ción intelectual y editorial, es, en laactualidad, una de las instituciones más

prestigiosas de Cuba, su actual Presi-dente de Honor es Cintio Vitier y hoycontamos acá con la presencia de sudirectora Ana Sánchez y de lasubdirectora.

Y volviendo a la exposición que inau-guramos hoy, en ella no faltan títuloscomo Temas Martianos, Mozart en-sayando su Réquiem, Flor oculta depoesía cubana o la obra sobre JuanaBorrero o acerca del Papel Periódi-co de la Havana y, ¿por qué no?,también Ese sol del mundo moral, enaquel momento un libro polémico, perosurgido también en la Sala Cubana, enColección Cubana, entre otros textos,todos logrados en los años de trabajode Cintio y Fina en ese departamento,sin olvidar, por supuesto, los sieteAnuarios Martianos que cada año pu-blicaron desde la Sala Martí, esasección inseparable de ese departa-mento que recordamos.

Veamos entonces esta exposiciónconvencidos de que, innegablemente,Cintio y Fina nos legan su ejemplo deética revolucionaria, nos legan una hue-lla imborrable de rigor, disciplina yentrega al trabajo, en especial demos-trada en esta Biblioteca Nacional. Finay Cintio, por tanto, están presentes aquíen la Biblioteca y seguirán presentes,así como en las más selectas coleccio-nes cubanas, en lo más valioso denuestro patrimonio intelectual y biblio-gráfico, porque la obra de ambos seráya imprescindible dentro de la culturacubana.

Muchas gracias.

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El día de hoytiene un especialsignificado…*

Eduardo Torres CuevasHistoriador y director de la Biblioteca

Nacional de Cuba José Martí

El día de hoy tiene un especial sig-nificado para todos nosotros, Cintio

y Fina son parte de esta institución, sonparte de la Biblioteca Nacional, paralos más jóvenes esta biblioteca no sóloes el lugar donde se conserva un patri-monio bibliográfico, sino que conservatambién una memoria histórica, decreación cultural, en el cual los nombresde Cintia y Fina tienen un especial sig-nificado. Decía Araceli que cuando elladirigía ese departamento era muy joveny yo diría que ahí tienen a alguien queempezó muy joven y ha llegado a sertodo un símbolo en nuestra cultura.Pero particularmente quisiera sólo re-cordar que cuando yo era estudiante debachillerato, había ya un nombre, queera el de Medardo Vitier, y era el nom-bre que se convirtió, para todos los quequeríamos entender un poco a Cuba, entodo un símbolo. Aquellos dos libros deMedardo Vitier: Las ideas en Cuba yLa filosofía en Cuba, después publi-cados en una sola edición, nosenseñaron a pensar a Cuba, a quienes

ya amábamos a Cuba, y esas líneas,ese desarrollar el sentimiento y el pen-samiento por nuestro país, que no esmás que desarrollar el sentimiento y elpensamiento por nosotros mismos, porlo que somos, tiene dos grandes cons-tructores: Cintio y Fina.

Pienso que nunca estaremos a la al-tura de lo que ellos nos dieron y piensoque sería muy triste que los jóvenes nohayan leído la obra de Cintio y Fina.Creo que cuando hablamos de ese ar-quetipo de cubano, yo diría que si decubanos hablamos, de cubanos quesienten y quieren a Cuba, hay que te-ner el ejemplo de Cintio y Fina, porqueCuba siempre será profunda, complejay hay que estudiarla, porque es una cul-tura que se ha hecho a sí misma.Pensando y haciendo las obras como lasde Cintio y Fina, lo único que puedo de-cir es que yo soy un devoto de esaobra, porque esta obra se escribió enmuy variadas circunstancias, a lo largode muchas décadas y con situacionesmuy diferentes, pero si algo nunca cam-bió fue su profunda raigambre cubana,y si algo hay que decir de este fondoprofundo de la obra de Cintio y Fina,es que hay que buscarlo allá, en los pri-meros que nos pensaron: en Varela, ¡enJosé de la Luz y Caballero!, ese estan-darte que Cintio levantó con una manoy colocó en lo más alto de nuestro sen-timiento nacional. Hoy, cuando hablamosde estos maestros, muchas veces re-cuerdo esta frase de Luz donde decíaque “para que Cuba un día sea, soy yo

* Palabras pronunciadas el 28 de septiembre de 2009, en ocasión de inaugurarse la exposición enhomenaje a Cintio y Fina. Desgraciadamente, dos días después, la cultura cubana conoció la granpérdida física de Cintio Vitier, el 1º de octubre en La Habana.

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maestro de escuela”, no es la Univer-sidad la que forma el pensamiento y elsentimiento, ahí se llega después, es laescuela cubana de primaria a pre laque cultivó y la que hizo hombres queamaron a Cuba; y yo empecé a amara Cuba por las obras de Medardo, y…bueno, dije mal, siempre amé a Cuba,pero empecé a entender a Cuba por laobra de Medardo, continuada por Cintioy por la increíble sensibilidad de Finacuando escribe y toca en el corazón.Decía José Antonio Saco que el que notiene el sentimiento de esa cubanidad,no podrá nunca entender a los que real-mente piensan, sienten y son capacesde dar su vida, no sólo en un acto he-roico, sino en ese heroísmo cotidiano,diario, permanente, del cual son mode-lo y ejemplo Cintio y Fina. LaBiblioteca Nacional no puede menos

que sentirse orgullosa de que ellos ha-yan sembrado tantas cosas aquí, y si denuestra memoria se trata, queridaAraceli, creo que esta memoria, dondeestá profundamente enraizada es en fi-guras como Cintio y Fina, que creo quenos pertenecen, creo que debemos hon-rarlos con nuestro trabajo cotidiano, connuestra ética, porque ese fue el granmensaje de ese sol del mundo moral: laética como punto raigal de la acción ydel pensar y de la ciencia en nuestropaís.

Gracias a Cintio y Fina, transmíteles[se dirige a la nieta, Laura Vitier, pre-sente en representación de ambos]nuestra devoción y de seguro seránimperecederos en la memoria de todobuen cubano.

Muchas gracias.

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MEDITACIONES

Desde el azar que la nombrara FinaGarcía Marruz* reverencia ya su

vínculo con lo poético, pues es su “fi-neza”, recordando la que sor JuanaInés de la Cruz llamara la mayor fine-za de Cristo, ese suave retiramiento desu vida y de su obra con que ha sabidopermanecer, durante más de medio si-glo, en el contexto cultural cubano.Resulta innecesario, porque este se en-cuentra ampliamente avalado por lacalidad de su creación literaria, que em-prendamos aquí el reclamo de un lugarque, en el marco de la poesía y la lite-ratura cubanas, ocupa ya, sin dudas,quien ha sido considerada la única poe-ta1 del Grupo Orígenes. Fina GarcíaMarruz constituye hoy, luego de algomás de medio siglo de producción poé-tica continua, aunque no siempre

* La Feria del Libro de La Habana en el 2009 estuvo dedicada a Fina García Marruz y al historiadorJorge Ibarra. [N. de la E.]

A propósito de la temática de “lohumilde-cotidiano” en Habanadel centro de Fina García Marruz

Lennys Ders del RosarioProfesora

“Hay una luz normal de la vida que escapa a toda sublimación y que sin embargoes la más sustentadora”.

FINA GARCÍA MARRUZ

Portada de la Revista dedicada a FinaGarcía Marruz en el 2003

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presente en nuestros escenarios edito-riales, una figura ineludible de la poesíaen lengua española.

Un recorrido por la que el crítico Jor-ge Luis Arcos, quizá el más esclarecidode los estudiosos de la obra de la poeta,ha llamado la “Poesía de lo pequeño, locotidiano, lo sencillo, lo inmanente […]”2

en su reciente libro Habana del cen-tro es el propósito de estas indagaciones.

Habana del centro recoge la laborpoética de la autora en el período de1971 a 1989 e integra, junto a sus im-prescindibles Las miradas perdidas yVisitaciones, el núcleo de su obra poé-tica. Cada uno de estos librosconstituye una verdadera “totalidad”,un universo creativo que da fe, de ma-nera excepcional, de la pluralidad de losintereses poéticos de García Marruz enun período determinado. Librosheterogéneos, nunca inconexos, pueslos vertebra la superior coherencia delpensamiento poético de la autora, for-mulado con frecuencia en numerosascomposiciones donde priman las decla-raciones de su poética.

Poesía de “lo humilde-cotidiano” he-mos acordado en llamar a la que aquínos ocupa. Tal terminología surge denuestra necesidad de abarcar unazona muy amplia y disímil de la praxispoética de Fina García Marruz y que,como denominador común posee, anuestro entender, los elementos que eltérmino arroja. No sería correcto en-tonces, identificar el contenido de estatemática con lo que la crítica general-mente atribuye a “lo familiar”(ambiente y objetos hogareños, ocupa-ciones cotidianas, amigos y parientes,etcétera), aunque de hecho lo incluya,como veremos; sino que el conjunto

bajo la denominación de “lo humilde-co-tidiano” comprende la alusión a seres,fenómenos y órdenes de la realidad quepodríamos calificar de no-privilegiados,ínfimos e incluso marginales, así comoa ámbitos de “lo cotidiano” que no se ci-ñen sólo a la espacialidad de la casa, sinoa un círculo más amplio: una ciudad eincluso un país. En Habana del centro,en particular “lo humilde-cotidiano”, semanifiesta en tres órdenes de realidadque son, a la vez, los asuntos fundamen-tales de la temática: los objetos, losseres y los ambientes o situaciones.

Desde el punto de vista de la poéticaimplícita de Fina García Marruz referen-te al tema de “lo humilde-cotidiano”, elpoema “En la confusa adolescencia”,primero que frecuentaremos de este li-bro, aporta elementos de su comprensiónde la realidad y del lugar que esta ocu-pa en relación con la literatura y, engeneral, con toda forma del saber, pues-to que el poema se refiere a la lecturadel filósofo Plotino. A través de la des-cripción de una circunstancia cotidiana,perteneciente a los recuerdos de juven-tud del sujeto lírico (sus lecturas dePlotino y la pintura de las sillas que lamadre encargaba al tío por Navidad),la autora pretende establecer la trans-formación de su visión de “lo real”: deun pasado desapego del mundo inme-diato c i rcundante (que es aquíespecíficamente el de “lo familiar”)a favor de abstracciones filosóficas,3 ala comprensión actual, según la que:“[…] nada son para mí las páginas queleía tan seria,/ entre la fiel emanacióndel aceite/ y la vida desatendida, ver-dadera!”.4

Pero la transformación no es tal, almenos en la especificidad del cuader-

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no “Habana del centro”, pues se pre-cisa que estos sucesos nimios, estasmaterias (“sillitas para la Navidad”5)atraviesen la prueba del tiempo, seconviertan en pasado, que se reconoz-ca desde un nuevo “ahora” (quizá porello otra vez “desatendido”) que se vive“sin aquel sol!”,6 para que aquellas sevuelvan “Materias que me ampararon”y la realidad, entonces desestimada, en“la vida verdadera”. En este sentido, elpoema anuncia la poética del cuader-no “Habana del centro” (el primero queintegra el libro de igual nombre) en loque se refiere al tratamiento de la te-mática de “lo humilde-cotidiano”, el cualconsiste en abordar no una realidad pre-sente, sino enmarcada en el contextomayor de la memoria poética (opoetización de los recuerdos).

Asimismo, la composición “Es vera-no”, del propio cuaderno, plasma lacomprensión de “lo real” que tiene laautora, cuando establece una corres-pondencia, dada a través de la cadenaascendente de relaciones y reflexionesque registra el poema, entre el vuelomínimo de unas moscas y las conste-laciones del cielo (entre lo ínfimo y loinfinito); y concluye, más queelocuentemente, su lectura de las ins-cripciones estelares:

[…] se vio el Arado rudo–toda la oculta majestad dellaboreo diario– inscrito en las estrellas.7

“Aquí”, del cuaderno “De los humildesy de los héroes”, a la vez que alude, dehecho, a la coyuntura geográfica e his-tórica de la nación cubana: “Bordesdentados/ de la isla en el mapa,/ caimán,lengua de pájaro.”,8 hace también una

importante declaración de la poéticaque sostiene el cuaderno:

[…] y esel buen seguir (¿quiénlo diría?) heroico,el cada-día que nos matay nos ayuda tanto(hay que decirlo), y nos ayuda.9

Un significativo número de textos delcuaderno “Habana del centro” comoson el poema de igual nombre, “La gotade agua de La Habana Vieja”, “Año30”, “En la luz, solamente”, “La pues-ta”, “Con bandoneón”, “Los buenosdías”, “Las vidrieras”, “Calle Águila”,entre otros, alían en su asunto, en tri-ple relación, la ciudad, la memoria y locotidiano.10 En ellos se construye unespacio de la remembranza que no esel de la casa (espacio privilegiado de “lofamiliar”), sino el ámbito más amplio dela ciudad, que muestra su rostro diario,vuelto entrañable por incorporarse a laintimidad de los recuerdos, y como sila ciudad misma asumiera la proximi-dad de un interior doméstico.

En consonancia con la poética dela autora, la temática de “lo humil-de-cotidiano” se manifiesta pues,mayormente, por los rasgos, realida-des, hechos o seres con que seconstruye (y totaliza) la imagen dela ciudad, que sabemos, además, esuna imagen extraída del recuerdo.Así, “Habana del centro” nos da elambiente de la ciudad de las niñecesa través de datos que expresan la vi-vencia cotidiana: las campanillas deltranvía, el ruido de la puerta de lacarnicería, los trajes de la lavande-ría china, el medio con que secompraban las galletitas de plátano,

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el pescado en una pesa, el cine delos pastelillos, los carteles de la calle deÁguila, un camión que pasa...

El poema “La gota de agua de laHabana Vieja” se refiere, como el tí-tulo indica, a la impertinente gota quecae del balcón de la Habana Vieja –detriple esencia humildísima: lágrima, oríny agua de limpieza–, y cómo puedeesta caer sobre el caminante despre-venido. A ese hecho menor, el poemale atribuye un significado máximo, alconsiderarlo como un bautismo denuestra alma.

“Año 30” resume en un ser anóni-mo y en el acto más natural: una mujerasomada en un balcón, la imagen, con-vertida en sustancia, de la ciudad y,más aún, de la patria.

Por su parte, “En la luz solamente”,poema integrador de los esfuerzos dellibro, comienza con el esbozo de un es-pacio y ambiente citadinos habituales,esos que todos sus habitantes vemos adiario, sin prestarles apenas atención, laciudad en que amanece:

[…] sueñanlas puertas cerradas,la bocacalle, el carroestacionado frente a la bodega,y arriba, en su trasmundocasi humano, el bombilloque olvidó de apagarse…11

“Con bandoneón”, composición domina-da por la poetización de los recuerdos,revela nuevos espacios citadinos vincu-lados a actividades habituales: comprarflores en el Parque de la Fraternidad;bañarse en las “cándidas pocetas” delos Baños de Carneado, preferidas so-bre las playas de la Florida o la Rivierafrancesa, y luego merendar y descan-

sar en la fresca terraza mientras sue-na una melodía conocida.

En “Los buenos días” se añoran losdomingos de otro tiempo, cuando seveía a las jamaiquinas asistir a la igle-sia con sus “túnicos brillantes” y a loshijos del comerciante español en la tien-da de efectos eléctricos. Si comparamoseste poema con otro del mismo nombre,perteneciente al libro Visitaciones, seevidencia la transición de un libro a otrodel espacio doméstico al citadino comoámbito preferido de la evocación, ele-mento que, podemos apuntar, distinguea ambos libros. Se mantiene inalterablela intimidad, la identificación de la mi-rada del poeta que se apropia, al igualque del ambiente familiar –volviendouna y otra vez sobre él, como quien re-pasa certidumbres–, del paisaje de laciudad amada. Y en uno y otro casotambién, como motivo que marca la“realeza” de estos sucesos de la vidacotidiana (la madre que prepara el de-sayuno, las mujeres que asisten a laiglesia o los jóvenes trabajando en latienda), la luz: “[…] cae una franja deluz/ sobre las losas de colores/ de lasala…”,12 “[…] la luz del Domingodando los buenos días”.13

El poema “El secante” se desarrolladesde un enfoque en los objetos, a partirde los cuales se va caracterizando unsitio. La enumeración de los objetos,que con frecuencia resulta una reitera-ción de la misma cosa, pero variandosu denominación y caracterización, serealiza por medio de una serie de ora-ciones unimembres nominales: “[…] elsecante verde/ El secante-meseta. Elpequeño/ balancín, de escudo de co-bre.”, “El olor escolar/ de las tintas, lastintas/ de color”,14 etcétera. La última

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oración, subrayada estilísticamente porel empleo de la exclamación, nos da laclave de esta enumeración y reiteraciónde objetos. El sujeto lírico interrumpe elfluir descriptivo del poema y se dirigea alguien, como indica la presencia delvocativo (“padre”), y por ello entende-mos que el poema evoca, a través delos utensilios y el lugar de trabajo delpadre (escritorio), la figura del ser que-rido, muerto, cuya desaparición subrayala presencia diríamos “vacía” (carentede propósito) de los objetos: “¡Cuántascosas/ que ya no acompañarán/ nuncamás, padre, tus manos/ escribiendo, fu-gitivas!”.15

La prosa poética en “Las muñequitaspobres”, según ya anuncia el título, ex-presa el recuerdo de estas pequeñascompañeras de la infancia. El poemaparte del contraste entre las queridísimas“[…] muñequitas de trapo…”,16 “[…] lamuñequita modesta…”,17 a las que de-finía el consuelo que daban de cualquierpena, “su familiaridad con la terneza”,18

“[…] las que de veras tenían alma.”;19

y ese “[…] otro tipo de muñeca”,20

“mercadeada”, que imitaba a la estrellahollywoodense, esa que “Deslumbraba,pero no hablaba ya, ni compartía el le-cho, y despertaba confusos sueños”,21

o la que se llama aquí “[…] muñecafrívola, de ojos inexistentes, pintadosy fríos, pintiparada como unaquinceañera”,22 de la que no se pue-de ser ya la “mamá-niña”, que “Sesabe intocable, feo adorno adulto…”,23

cuyos ojos no acarician, que no ofrececompañía ni tiene bondad. En esteejemplo “lo humilde-cotidiano” se ex-presa tanto en el asunto escogido, unjuguete infantil, como en el criterio devaloración de la realidad que el trata-

miento dado al asunto expresa, o sea,identificar lo pobre con lo entrañable,lo que tiene alma, y lo lujoso (ymercantilizado) con lo frío, superficiale inhumano.

En el poema en prosa “El persianal”de nuevo se emplea el procedimientode, a través del objeto insospechado,que es aquí “[…] el persianal, aquel dela casa de Lealtad en que vivimos”,24

suscitar la memoria de otro tiempo, dela casa de la niñez, que ya se había ol-vidado casi por completo. Toda lamirada se concentra en el objeto en sí,que está como desencajado de su con-texto (la casa): “[…] el persianal ciegoque encuadraban los dos pasillos late-rales…”,25 como si el fragmento solo–abismarse en su certidumbre–, bastaraal propósito restaurador. En otras pa-labras, se revela26 la capacidad delobjeto de condensar todo lo perdido y,con ello, de volverse él mismo símbolodel tiempo transcurrido, de lo insalva-ble del tiempo o, como se le define allí:“[…] eje de astro de un ayer que seesconde”.27 La transición hacia el finaldel poema a la segunda persona del sin-gular, con lo que el sujeto lírico entablacomunicación con el objeto, lo interro-ga, y el estilo marca un fragmento enque se nos da el verdadero sentido ycomprensión de la cosa evocada.Cuando hasta el momento en el poemahabían dominado la primera y tercerapersonas del singular, como señala laconjugación de los verbos, el uso delvocativo indica el cambio de persona,e identifica al receptor de la comunica-ción (tropológicamente, el apóstrofeaplicado a un objeto inanimado es unaprosopopeya o personificación):“Persianal de otra edad, ¿qué haces

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ahí, amigo mío?”.28 La fragilidad, lomomentáneo de la visión del pasadoque el persianal resume, dada la distan-cia insalvable que impone el tiempo, seexpresa también: “Si te miro con aten-ción, escapas.”, “[…] nada debo decir,para que no se sobresalte tu pechonervioso de paloma, oh roce avaricio-so, y te vayas a ir, como ya te me vasyendo, para siempre”.29

En “Viejos boleros”, en particular laletra de un bolero que el sujeto lírico leoía de joven cantar a la cocinera, y quefunciona como intertexto del poema,activa o promueve el recuerdo, bastantedetallado, de la casa de Neptuno y deobjetos y sucesos afines a la vida deentonces: las tendederas, la ropa colga-da, el comedor, el patio, el hule, elvestido preferido, el estuche de la trom-peta del tío, las macetas, la mujercocinando y cantando boleros. La citainicial de la letra de la canción, con va-riaciones según sea la intención, serepite a lo largo del poema como un es-tribillo, para cerrar con los dos últimosversos de la composición, donde la fra-se-estribillo va disminuyendo como uneco que se apaga: “Cuando la brisa deinvierno se cuela./ Cuando la brisa deinvierno. Cuando la brisa.”.30

A otro de los cuadernos de Haba-na del centro, nombrado “De loshumildes y de los héroes”, nos referi-remos centrándonos en su primeraparte, nombrada significativamente “Delos humildes”. Esta incluye un conjun-to de poemas que toman por asunto aseres disminuidos, como el animalilloabandonado, un niño pequeño que llo-ra, el anciano que ha quedado viudo, laamiga muerta, el pobre paralítico y sumadre, los viejos...

Los antecedentes más cercanos deesta línea de interés lo encontramos enel propio libro, con poemas como “Elafilador de tijeras” y “La doble”, am-bos de “Habana del centro”. En elprimero, se resalta cómo el pobre tra-bajador, con su tenacidad de pasartodos los días, ofreciendo su servicio apoco precio –cuando su verdadero ser-vicio es impagable–, parece vencer elpaso del tiempo e iluminar la vida coti-diana en torno: “El afilador/ no se haenterado aún del cambio/ de los años”,“Y por embellecer/ las diez de la ma-ñana/ por desaparecer/ sin morir, cobrasólo unos céntimos”.31 “La doble” serefiere a una niña mendiga que, segúnrecuerda el sujeto lírico –es este el ras-go al que el título alude–, su madresolía identificar con ella.

El asunto de la niñez no ha estadoen absoluto ausente de la obra poéticade Fina García Marruz, en especial enun libro anterior, Visitaciones. Este seencuentra representado en un nutridogrupo de composiciones en las cualesprima, salvo en los textos que la auto-ra dedica a su hijo, la indagación sobrela infancia en abstracto, como un esta-do de privilegio asociado a la vida antesdel pecado, al paraíso perdido. En elcuaderno “De los humildes”, sin em-bargo, no se trata de la niñez comoconcepto, sino de los niños y, con untratamiento afín al que se le da en laliteratura infantil, de los animales domés-ticos (el perro, el gato): en “Laurita”aparece una niña a quien su padre re-prende; en “Laurita regaña a las flores”,como el título indica, se trata del diálo-go de la pequeña con las plantas; en“Gatico” es el animalillo abandonado“humildoso y leve”,32 nombrado en me-

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táfora cariñosa “Pompón de la esquinaroti-sucia”;33 en “El hijo” se narra, inclu-so de forma dramática, la escena de unniño que sigue, llorando desconsolado, asu madre; “Originalidad” se refiere a unperrito igual a todos, con su manchaentre los ojos y las patas cortas, peroa la vez inconfundible, de extraña ori-ginalidad.

Otros poemas del cuaderno puedenaportar elementos a este análisis temá-tico. En “El corredor” y “Esbozo,croquis de unas piernas”, la anatomíade las piernas y el fenómeno del movi-miento, la gracia del movimiento vueltomisterio, constituyen el objeto de lospoemas. Sin dudas se trata de un ho-menaje a anónimos deportistas. En “Lagrúa” se descubre la belleza de estamaquinaria prosaica, cuando se la vin-cula con la imagen de la torre Eiffel, conla cual comparte su naturaleza aérea,frágil y, a la vez, sólida. El poema “Labienaventurada” destaca por el patetis-mo, inusual en la obra de GarcíaMarruz, del asunto escogido, que es elde una madre inmolada al cuidado desu hijo discapacitado. Los calificativosque, cerrando el poema en prosa, seaplican al hijo alelado y a la madreamorosa: “[…] desposeídos, pequeñitos,tristísimos, felices”,34 apuntan a la co-munión posible de la humildad y ladesdicha, con la felicidad. El título es-cogido contiene un significado religioso,pues tal es el término con que se de-signa en los evangelios a aquellosdestinados al cielo; y en este punto senos aclara la vinculación antes referi-da de desdicha y felicidad, dada por losadjetivos con que se caracteriza a losdos personajes: el padecimiento y sacri-ficio que soportan, el hermoso sufrimiento

de amor, les será recompensado en unaeternidad de bienaventuranza.

Los motivos de la muerte y la vejeztambién tienen su lugar en el cuader-no, a través de un conjunto de obrasdonde se trata de una dama decrépita,de la amiga muerta, del velorio de unaanciana, del señor que quedó viudo, delos viejos, etcétera.

El amor de García Marruz por elser humilde genera su preferencia porel personaje cinematográfico deCharlot, al que le dedica otro cuader-no incluido en Habana del centro(aunque también ha sido publicado demanera independiente): “Créditos deCharlot”. La filmografía de CharlesChaplin funciona como intertexto delcuaderno, en que la imagen del cine,de las películas amadas, se traduce allenguaje poético. La pobreza, ingenui-dad e inteligencia prístinas delpersonaje de Charlot, de quien diceque su risa es de las que solo amanlos niños –elogio de la inocencia mis-ma–, seducen a la poeta de un modocomparable, por el tono de amorosa (yfervorosa) admiración en que se vier-te, al que expresa en aquella vastaporción de su obra inspirada en la fi-gura y la obra de José Martí.

Es así que en Habana del centrola poesía de “lo pequeño” de GarcíaMarruz se expresa, de manera privi-legiada, tanto en los asuntos afines a“lo familiar” –aunque en general inser-tos en el contexto mayor de esa“Habana del centro” que se evoca–,como en el asunto que hemos bauti-zado “de los seres humildes”,alrededor del cual se estructura todauna sección del libro, tituladasignificativamente “De los humildes”.

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Asimismo, ocurre que el espacio oámbito privilegiado de la temática enHabana del centro es el de la ciudad,pero abordado como un espacio de laintimidad. La memoria, aliada a “lo hu-milde-cotidiano” en la construcción deuna ciudad en el recuerdo, presenta unpeso considerable en el libro.

La obra de Fina García Marruzposee, a nuestros ojos, la rotundidady desnudez sumas que adquieren lasformas a la intemperie, bajo el crudosol de nuestros mediodías tropicales.Su poesía aspira a consumar el oficio dela luz que desciende a apiadarse de larealidad, pues es lo real, como afirmarala autora, “la tierra del coraje”.35

Notas

1 Utilizamos aquí el calificativo de “poeta” parareferirnos a Fina García Marruz, y no el de“poetisa”, como quizá podría parecer máscorrecto. Tal hecho no involucra ninguna objeciónde tipo feminista al término “poetisa”, sino queentraña un juicio y un homenaje a la creaciónliteraria de la autora. En reciente entrevistaconferida a Rosa Miriam Elizalde en ocasión dela entrega a García Marruz del PremioIberoamericano de Poesía Pablo Neruda, la autoraexplica, al ser interrogada acerca de si se considera“poeta” o “poetisa”, es decir la diferencia quedescubre entre ambos vocablos. Para ella “Lapoetisa a la que se le pudiera llamar ‘poeta’ esalguien que crea un idioma […]”, o sea, la que,con su obra provoca una ruptura, un cambio talque rebasa el contexto meramente literario e incideen la lengua misma. La autora, con su humildadhabitual, respondió que, según tal definición, ellasería “más bien una poetisa”.

Elizalde, Rosa Miriam. Fina García Marruz:Me comunico mejor con el silencio. En:www.juventudrebelde.cu/cuba/2007-03-18

2 Arcos, Jorge Luis. “Fina García Marruz”. Lapalabra perdida. Ciudad de La Habana: EdicionesUnión, 2003. pp. 220-221.

3 La selección del filósofo Plotino y susemanaciones en este caso, no es ni mucho menosgratuita: en la concepción de este filósofo,fundador del neoplatonismo, la materia constituíala causa de todo mal y el objeto de la vida debíaser, por tanto, escapar del mundo material delos sentidos. Compárese lo anterior con laconsideración expuesta en el poema deprivilegiar la realidad a que se asiste y ladefinición de unas simples sillas como “Materiasque me ampararon…”, etcétera.

García Marruz, Fina “En la confusa adoles-cencia”. En Habana del centro. La Habana:Ediciones Unión, 1997. p. 17.

4 Ídem.5 Ídem.6 Ídem. Las cursivas son del original.7 Ibídem: “Es verano”, p. 53.

Esta idea llevada a su extremo, o sea, la afir-mación de que existe una correspondenciaentre todos los órdenes de lo creado, que lapoeta extrae de la cosmovisión martiana, esla promotora de otro de los cuadernos dellibro, de características singulares dentro delcorpus poético de Fina García Marruz:“Nociones elementales”. La poética de este,que la autora cree necesario plasmar en unprólogo, parte de “[…] la conexión que pue-den tener entre sí todas las cosas, aun lasque parecen más distantes, sin excepción al-guna, la conexión de las frases comunes deuna conversación habitual con algunas do-lorosas o regocijadas verdades solitarias delhombre”. Ibídem: “Razón de este librillo”.En “Nociones elementales”, p. 279.

8 Ibídem: “Aquí”. En “De los humildes y de loshéroes”, p. 147.9 Ídem.10 Según el caso, puede variar el aspectodominante del asunto del poema, aunque el másgeneral sea la ciudad.11 Ibídem: “En la luz solamente”, p. 59.12 _______. “Los buenos días”. En Visitaciones.La Habana: UNEAC, 1970. p. 111.13 _______. “Los buenos días”. En Op. cit. (3).p. 26.14 Ibídem: “El secante”, p. 30.15 Ídem.

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16 Ibídem: “Las muñequitas pobres”, p. 67.17 Ídem.18 Ídem.19 Ídem.20 Ídem.21 Ídem.22 Íbídem, p. 68.23 Ídem.24 Ibídem: “El persianal”, p. 74.25 Ídem.26 La mirada de la poeta es la que descubre yrevela la potencialidad del objeto, su verdaderasignificación, de ahí que el sujeto lírico apunte:“No resistes mis ojos de hoy, ya alertados”.

27 Ídem.28 Ídem.29 Ídem.30 Ibídem: “Viejos boleros”, p. 82.31 Ibídem: “El afilador de tijeras”, p. 54.32 Ibídem: “Gatico”. En “De los humildes y delos héroes”, p. 132.33 Ídem.34 Ibídem, “La bienaventurada”, p. 158.35 _______. “Estación de gloria”. En Hablar dela poesía. La Habana: Editorial Letras Cubanas,1986. p. 384.

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Hoy es un díade emocionesy recuerdos*

Juan Nuiry SánchezProfesor de la Universidad de La Habana

En mi libro Tradición y combate.Una década en la memoria, na-

rro cómo en la madrugada del lunes 10de marzo de 1952, tras una insistentellamada telefónica, al descolgar escu-ché una conocida voz que decía: “Haynoticias de un golpe de Estado. Se hablade Batista. Te espero en la Universidad”.

Poco después viajaba en un ómnibusque transitaba por desoladas calles ha-cia la Colina. Durante el trayectopensaba en cómo había transcurrido miexistencia, pues aún no tenía 20 años.¡Qué lejos estaba de suponer que eseviaje marcaría el rumbo de mi vida, yaque desde ese momento estaría incor-porado para siempre a una causa sinretroceso!

Mientras llegaba a la Universidad, ala que había ingresado meses antes,¿qué sucedía en el país? Fulgencio Ba-tista, pieza a la hechura de la reacciónnacional y de intereses foráneos, habíaentrado en el Campamento Militar deColumbia, junto a un grupo de oficialesen activo y ex militares, para adueñar-se de las principales dependencias delEjército, la Marina y la Policía, derri-

bar al gobierno constitucional y suplantarel ordenamiento jurídico existente, a sólo82 días de unas elecciones generales quedebían celebrarse el 1º de junio de 1952.

Frente a esa maniobra traicionera,existía una ausencia de dirección en elpaís, un vacío ético; un Poder Ejecuti-vo abúlico y vacilante, sin sentido de suinvestidura, partidos políticos divididosen pugna estériles, con un desconoci-miento total de visión histórica.

En la capital, sólo hubo un reductode rebeldía: la Universidad de La Ha-bana que, como en la década del 30del siglo pasado, se convirtió de nue-vo, en un bastión de dignidad ycombate. Muy temprano en la maña-na, la histórica casa de estudios fue unhervidero de pueblo, adonde acudíanestudiantes universitarios y de la segun-da enseñanza, obreros, profesionales,veteranos, hombres y mujeres.

* Palabras pronunciadas por el profesor titular Juan Nuiry Sánchez en el acto de investidura comoProfesor de Mérito, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el 3 de octubre de 2007.

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Todo era movimiento y desde lo altode la escalinata, a la diestra de la esta-tua del Alma Máter, la bandera a mediaasta con un crespón negro en señal deluto y por los amplificadores se escu-chaban himnos de combate y proclamasde condena al golpe militar. Las mani-festaciones estudiantiles de protesta nose hicieron esperar.

Precisamente, ese día tomaba pose-sión por tercera vez como rector(trienio 1952-1955) el médico y profe-sor, doctor Clemente Inclán y Costa,quien debía sortear uno de los períodosmás difíciles de la vida republicana.

El Consejo Universitario suspendiólas actividades docentes y pronto laColina fue cercada por las fuerzaspoliciales, a lo que el estudiantado res-pondió a una sola voz: ¡la FEU ni serinde ni se vende! Caía la noche y lasarmas prometidas por el presidente Car-los Prío a la Federación EstudiantilUniversitaria (FEU), nunca llegaron.Era el principio de un largo camino porrecorrer.

La FEU el 14 de marzo de 1952,fijó su firme posición de principios enun documento, de necesario estudio. Seabrió un nuevo ciclo generacional. Nosería nuestro único objetivo combatir larecién creada dictadura, sino tambiénluchar contra el lastre de la politiqueríay romper con las cadenas del colonia-lismo y el injerencismo, para realizaruna transformación regeneradora delsistema imperante.

El proceso que comenzó en la Uni-versidad de La Habana aquel díaconstituye para mí un punto de partidade una gran espiral. Fue y es, una fuer-za impulsora, que junto a inolvidablescompañeros, jóvenes estudiantes, de

conducta firme y creativa, contagiosaalegría junto a la estatua del AlmaMáter nos cobijamos con la pureza denuestros ideales, esgrimiendo la rebel-día como imperativo irreductible delucha.

En las aulas de la alta casa de estu-dios, conocí de sus enseñanzas, perome forjé en la Plaza Cadenas, el Salónde los Mártires y la escalinata. Portodo lo expresado, mis recuerdos siem-pre me conducen hacia esa bicentenariainstitución.

Al entrar a la Universidad, compren-dí que ser estudiante era una actitudante la vida; que cada generación tie-ne sus propios desafíos y que estosretos los tenía que enfrentar con ente-reza, y que por definición el estudiantesólo debía inclinarse ante el libro. Co-mencé a leer importantes autores, queescribieron sobre el papel del estudian-tado en su lucha y proyección. Elprimero, como siempre, fue José Martí,cuando manifestó: “[…] el estudianta-do es el baluarte de la libertad y suejército mas firme”; admiré la prosa delescritor argentino José Ingenieros, en suslibros, El hombre mediocre y Las fuer-zas morales, entre otros, todos deobligada lectura en mi generación. Tam-bién del peruano José Carlos Mariátegui.

Del escritor ecuatoriano JuanMontalvo al decir: “Ay de los pueblosen que los jóvenes son humildes con eltirano, en que los estudiantes no soncapaces de mover al mundo”. De Ju-lio Antonio Mella, al señalar en suartículo “Los estudiantes y la lucha so-cial” que “[…] desde 1918 en Córdoba,Argentina, hasta 1923 en La Habana,antillana y yanquilizada, pasando porChile y Perú, la juventud universitaria

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ha venido luchando por un movimientoque ha denominado Reforma o Refor-ma Universitaria. Es como ha dichouno de sus mentores ideológicos –JoséIngenieros– un signo de los TiemposNuevos”.

Mella recoge todo el acervo históri-co y cultural y une en un haz la teoríay la práctica: crea la FEU el 20 de di-ciembre de 1922 y el Primer CongresoNacional de Estudiantes, en 1923, quemarcó para siempre su vertical posiciónal estudiantado cubano como legado:martiano y antimperialista.

Un lugar importante de la vida uni-versitaria en la década del 50 fue laPlaza Cadenas, equivalente a lo queconstituyó para las generaciones del 27y el 30 el Patio de los Laureles. A la som-bra y el frescor de sus frondosos árboles,había un área propicia para reuniones yencuentros; comentar sobre las eleccio-nes estudiantiles; hacer alguna cita, o sinlevantarse de un banco, adquirir el AlmaMáter, órgano oficial de la FEU o Lahistoria me absolverá.

No era difícil encontrar en el lugara José Antonio Echeverría caminandoo sentado en uno de sus bancos, pre-sencia que fue siempre recibida conmuestras de cariño y respeto. Tambiénlo recordamos en la Plaza Cadenas aun costado de la antigua Facultad deCiencias, en improvisada tribuna, resu-mir una nutrida asamblea estudiantil ycon palabras vibrantes, tratar temas quetrazaban su vertical y radical posición:condenar el proyecto del Canal VíaCuba, al denunciar que era una agre-sión directa a nuestra soberanía;reafirmar una vez más que sin incluira Fidel y a los moncadistas, no se podíahablar de amnistía política, y manifestar

que únicamente una transformación pro-funda de nuestra realidad política,económica y social, tendría que ser lacura de los males de nuestra patria.

Recuerdo en la Plaza Cadenas alprofesor Raúl Roa, resuelto y ágil, conun montón de libros bajo el brazo, ha-blando con su elocuente verbo,gesticulando “arañando el aire con susmanos”, contando anécdotas, rodeadosiempre de estudiantes que lo escucha-ban con entusiasmo, sin más protocoloque su prestigio, referirse a EnriqueJosé Varona, Manuel Sanguily, RafaelTrejo, Gabriel Barceló, AntonioGuiteras, Pablo de la Torriente Brau, elAla Izquierda Estudiantil, destripando laEnmienda Platt y crucificando a tráns-fugas, farsantes y politiqueros, así comoreafirmando su inclaudicable posicióncontra “el bonche” universitario.

Recuerdo cuando sentado en un ban-co frente a la Facultad de Derechoescuché al poeta venezolano AndrésEloy Blanco expresar, que la Universi-dad de La Habana era: “el centrogeométrico de la verdad cubana”.

Si bien la dirección fundamental denuestra generación estaba en combatirla dictadura de Batista y los males querepresentaba, esta nunca se vio desli-gada del acontecer internacional.Siempre existió un respaldo con elPuerto Rico de Betances y Albizu Cam-pos, al reafirmar la solidaridadcubano-boricua, tal como fue expresa-do en el famoso octosílabo de doña LolaRodríguez de Tió: “Cuba y Puerto Ricoson, de un pájaro la dos alas”; el repu-dio a los dictadores latinoamericanos,“moscas”, según el calificativo que ledio el poeta chileno Pablo Neruda: mos-cas Trujillo en Republica Dominicana;

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moscas Somoza, en Nicaragua; moscasStroessner, en Paraguay; moscas Odría,en Perú; igualmente la repulsa a Cas-tillo de Armas, en su triste papel detítere interventor en Guatemala y nues-tro decidido respaldo a Jabobo Arbenz.

En las históricas intervenciones deJosé Antonio Echeverría en el año de1956, cuando dio a conocer la creacióndel Directorio Revolucionario el 24 defebrero, y al pronunciarse contra las dic-taduras de América, el 9 de marzo,ambas en esta Aula Magna, está la pro-yección martiana, internacionalista yantimperialista de nuestra generación.

Estimo necesario hacer algunas con-sideraciones del Salón de los Mártires,donde la historia en su marcha incon-tenible une y relaciona etapas en unconstante fluir. Pocas universidadespueden mostrar a propios y visitantes,el sostenido y creciente protagonismodel estudiantado en la lucha, como estainstitución. Sus héroes y mártires cons-tituyen una de las tradiciones máshermosas. Lo que atesora el Salón delos Mártires es un libro abierto que de-bemos perpetuar. Se trata de un diálogovibrante, con un legado permanente dela continuidad en la lucha. Lugar en elque siempre al entrar oigo un coro devoces manifestar “¡Presente!” al pasede lista de los mártires, tal como escri-bí en mi libro así ¡Presente!

Además de su carga histórica, estelocal se nutrió en la década del 50 deimportantes acontecimientos. Fue uncentro de operaciones donde se anali-zaron todas las acciones en la luchacontra la dictadura. Se aprobó la Jurade la Constitución del año de 1940.Frente al local, se sembró El Árbol dela Libertad, ceiba abonada con la tie-

rra traída de lugares históricos de nues-tro proceso, desde 1968: Yara, Baire,Dos Ríos, San Pedro, Guáimaro,Jimaguayú, Baraguá... También allí seconstituyó el Frente Cívico de Muje-res Martianas, agrupación de combatela primera en predicar la unidad en lalucha. Asimismo, sirvió para el adies-tramiento de los futuros y heroicoscombatientes de las acciones del 26 dejulio: en 1953 se aprobó la manifesta-ción del 15 de enero ante el ultraje albusto de Mella, donde fue herido demuerte Rubén Batista Rubio, el primermártir estudiantil de aquella etapa y lamarcha de las antorchas hasta la Fra-gua Martiana el 27 de enero, una nocheantes del centenario del nacimiento denuestro José Martí.

En este lugar sesionó el CongresoNacional de los Estudiantes Secunda-rios, el 8 de mayo de 1954, fecha enhomenaje al inclaudicable AntonioGuiteras, y se develó el retrato del es-tudiante Raúl Gómez García, mártir delMoncada. También se produjeron lasinolvidables acciones combativas delestudiantado, en los meses finales de1955, enfrentamiento sin precedentes,que conmovió al país. Fue también sa-lón de reuniones de José Antonio conlos dirigentes obreros en su lucha porel diferencial azucarero, convertida enun movimiento nacional contra la dic-tadura. En fin, interminable sería estarelación.

¿Cómo no recordar también quenuestra escuela en la lucha de aquellosaños cruciales fue el propio combate?Las lecciones aprendidas eran las re-corridas tras un arduo camino iniciadoen las protestas, manifestaciones, míti-nes relámpagos, presidio, exilio, proceso

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en espiral de acciones, que se radicalizóy que sufrió en carne propia la máscruenta represión dejando en el cami-no cicatrices y mártires. La lucha ibadepurando indecisos y surgían de lapropia masa y con su respaldo, sus ver-daderos dirigentes.

Las manifestaciones y protestas tu-vieron un papel decisivo en laconciencia nacional. La última, efectua-da el 27 de noviembre de 1956 –dosdías después de la salida del yateGranma desde Tuxpan– en su enfren-tamiento brutal sirvió como punto dereferencia para cerrar definitivamentela Universidad y radicalizar la lucha enla capital, que tuvo su referencia másalta en las heroicas acciones del 13 demarzo de 1957.

Las universidades cubanas fueroncanteras donde se nutrió de combatien-tes tanto en el llano como en lasmontañas. En ese proceso la Carta deMéxico, constituyó un papel fundamen-tal en la unidad de las fuerzasrevolucionarias. Este documento raigal,cuyo compromiso histórico mantiene suvigencia, fue firmada por Fidel Castroy José Antonio Echeverría el 29 deagosto de 1956 y ratificada el 30 de oc-tubre de 1958 en el campamento de LaPlata, en la Sierra Maestra, donde tuveel honor de firmarla junto al Comandan-te Fidel Castro, y su texto finaliza: “Lajuventud y el pueblo de Cuba represen-tados genuinamente por el movimientorevolucionario 26 de Julio y la Federa-ción Estudiantil Universitaria, ratificanhoy el compromiso que hicieron enMéxico y se abrazan en el campo debatalla. ¡Ya el Ejército Rebelde tieneuna montaña más. La Colina universi-taria!”.

Creo oportuno destacar, dentro deesta etapa, que en los momentos demás cruenta confrontación siempre es-tuvieron presentes la cultura y el arteen toda su manifestación creadora, yfue un objetivo priorizado de la FEU.Para no entrar en detalles acotaré queen 1955, la Asociación de RedactoresTeatrales y Cinematográficos otorgó ala dirección de cultura de la FEU el tro-feo y el diploma establecidos parapremiar, anualmente, a la institución quemás hubiera contribuido al auge del artey la cultura en el país.

Importante es señalar la participaciónde destacadas figuras de la cultura quedesafiaron la furia de las fuerzas repre-sivas como Alicia Alonso, Esther Borja,Wifredo Lam, así como el promotor delcine universitario José Manuel ValdésRodríguez.

La FEU también contribuyó al augedel deporte y contó con atletas que de-fendieron el color marrón universitariocon la misma firmeza que sus ideales,al grito de: “¿Quién Vive? ¡Caribe!¿Quién va? ¡Universidad!”. Los prime-ros fueron Mella, Barrientos, ValdésDaussá, Pepelín Leyva, Fonts, y en ladécada del 50 Fortún, Mazorra, Fidel,Miret, Juan Cancio, José RamónBalaguer, José Antonio, Machadito,Juan Abrantes, entre otros, con lo cualse demuestra que la lucha frontal noestaba reñida con la cultura y el deporteen una formación integral.

Esa es nuestra Universidad, la queademás de un conjunto de majestuososedificios y bellas columnas está latenteen la tradición que se respira en su at-mósfera y se hace firme en su legado,para convertirse en símbolo y centropromotor de historia.

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Es la misma Universidad de La Ha-bana donde el joven Fidel Castro sedestacó por su firme posición de prin-cipios como alumno de Derecho ydirigente estudiantil, que años después,el 4 de septiembre de 1995 manifesta-ría: “en esta Universidad me hicerevolucionario”; donde José AntonioEcheverría, alumno de Arquitectura,surgió como líder y su expediente aca-démico iría aparejado a su destacadatrayectoria que desbordó el marco uni-versitario.

La Resolución Rectoral de la Cáte-dra José Antonio Echeverría, inauguradael 24 de febrero de 2005, plantea entresus objetivos que para conocer “[…] lasignificación histórica del movimientoestudiantil cubano y sus luchas, es unanecesidad llenar el vacío historiográficoexistente mediante las investigacionesy estudios imprescindibles que permitansu divulgación y coadyuven en la forma-ción de las jóvenes generaciones […]”.En una palabra, ir al rescate de su me-moria histórica.

La producción historiográfica cubanareferida al movimiento estudiantil,indisolublemente identificado con el pro-ceso revolucionario en Cuba, aún esinsuficiente, por lo que urge llenar el va-cío, si se tienen en cuenta la necesidadde preservar estos conocimientos parala nueva generación y profundizar en elsignificativo quehacer de sus protagonis-tas, pues conocer el pasado, fortalece elpresente y proyecta el futuro.

La Universidad de La Habana es lamás antigua de Cuba y la tercera deAmérica. Precisamente, el próximo añose cumplirán 280 años de su fundación.

En su proceso gradual, desde la épo-ca colonial, no podía escapar a las

conmociones políticas y sociales de laisla, ni al ambiente de hostilidad de lasautoridades españolas, que recelabande su fidelidad. Era evidente la tensiónexistente, que se agudizó tras el alza-miento del 10 de octubre de 1868.Muchos estudiantes abandonaron lasaulas o su reciente profesión para unir-se al Ejército Libertador. Dentro de esaatmósfera, ocurrió el fusilamiento de losocho estudiantes de Medicina, el 27 denoviembre de 1871, que conmovió lasensibilidad nacional y marcó parasiempre la fecha cimera del martirolo-gio estudiantil en nuestro país.

Al cesar la dominación colonialistaen Cuba correspondió al insigne Enri-que José Varona la importante tarea detransformar la anacrónica institución enuna Universidad de su época, de acuer-do a sus necesidades. Con el lema de:“Ciencia, Experiencia y Conciencia”,Varona manifestó, en un memorable dis-curso, que la Universidad “[…] debeser el laboratorio científico de la Na-ción”, y agregó: “Enseñar desde luego,pero ante todo despertar la curiosidaddel saber, el deseo de ver cada cual porsí mismo, de experimentar, de investi-gar, de criticar”.

El proceso de descomposición polí-tica y moral de la República, desde lainstauración, agravado por su precariaindependencia, determinó el fracaso detodos los movimientos de renovaciónuniversitaria de aquella época. Era ne-cesario tener presente las palabras deMella cuando dijo que para hacer unareforma universitaria, primero tendríaque hacerse una reforma social.

Hay momentos en que se hace difícilhallar vocablos adecuados que expre-sen lo que uno siente y este es el caso.

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En el acto de investidura como Profe-sor de Mérito de Raúl Roa, efectuadoel 23 de abril de 1977, en esta AulaMagna, manifestó su hondo agradeci-miento por tan alto reconocimientorecibido de la que llamó: “mi Universi-dad de estudiante y mi Universidad deProfesor”. Parafraseando al doctorRoa, hago mías aquellas palabras, porel honor que recibo hoy de “mi Univer-sidad de estudiante y mi Universidad deProfesor”.

Para un hijo de esta histórica insti-tución, fragua de cultura y de ideas,obtener esta alta distinción, representael compendio de toda una vida, que co-mencé como alumno hace 55 años, yen la enseñanza superior, como instruc-tor graduado en 1960, trayectoria en laque está implícita un proceso gradual yescalonado, hasta profesor titular.

Siempre he tenido presente que serprofesor es educar, no recitar leccionesde un texto o manuales empolvados.Es hacer pensar, sembrar ideas, formar,siempre con la participación activa delalumno. Hacer alegre la tarea. Inves-tigar más que memorizar. Buscar eldebate y el diálogo. Enseñar es tam-bién aprender en cada clase, en cadaintervención, es retroalimentarse per-manentemente. “La enseñanza –quiénno lo sabe– es ante todo, una obra deinfinito amor”, precisó Martí.

Confieso que en el período que es-tuve más alejado de esta Universidad,fue cuando me desempeñé en el cam-po diplomático, aunque siempre mesentí universitario. En tal empeño pusea prueba los conocimientos aprendidosen mi antigua facultad, que tenía entresus disciplinas la enseñanza del Dere-cho Diplomático.

Complejo es agrupar emociones yque estas estén dispuestas a salir enorden para expresar cabalmente lo quesiento hoy, al recibir el título de Profe-sor de Mérito, de manos de nuestrorector, el doctor Rubén Zardoya, comodifícil ha sido escuchar... con sereni-dad… lo expresado por el doctorEduardo Torres Cuevas, sin que sientaque el corazón me golpea ininterrum-pidamente el pecho, con una fuerzainusual.

Sin falsa modestia, que rechazo tan-to como la mentira y la deslealtad,quiero destacar que durante mi vida, hepasado por momentos significativos,que acuden a mi memoria como alba-cea de innumerables recuerdos.Acontecimientos vividos, como prota-gonista, que formaron parte de unproceso que conmovió al mundo y es-tán enmarcados en las páginas denuestra historia. Cómo no recordar ha-ber estado junto a Fidel el 1º de Enerode 1959, en el Central América, cuan-do conoció los hechos que sucedían enla capital, y presenciar una inolvidablelección histórica, en el momento que ellíder de la Revolución, en toda su pro-yección como estadista y estrategamilitar, sin perder un minuto, desbaratóla peligrosa conjura reaccionaria y pro-imperialista, que se gestaba paraescamotear el triunfo revolucionario.“¡Revolución sí, golpe de Estado no!”,documento histórico tratado con claravisión política y militar en un momentodifícil y crucial del proceso. Y luego,brindarle el apoyo de la FEU a sus ins-trucciones a través de las ondas deRadio Rebelde.

En las últimas horas de ese día,mientras bajaba la loma del Escandel,

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con la mochila en la espalda y el fusilal hombro, observé a lo lejos las lucesde la siempre heroica Santiago de Cuba,mi ciudad natal. Caminando junto a miscompañeros, los bravos combatientesde la Columna Uno José Martí, ejérci-to sin oropeles, de raídos uniformes,mostrando sus simbólicas barbas, mien-tras apretaban sus armas con manosvigorosas, ¿cuántas cosas pensé?

Bajo la dirección de Fidel ganamos laguerra a un Ejército fuertemente avitua-llado, con poderosos recursos de tierra,mar y aire. Rompiendo esquemas se de-rribaban dogmas y modelos establecidos.Entonces recordé a inolvidables compa-ñeros, a mis padres, y a mi Universidad.

De Santiago partió el 2 de enero de1959, la Caravana de la Libertad, porla Carretera Central hacia la capital.Nos recibía una masa de pueblo. A ve-ces se hacía difícil avanzar. Todo eraindescriptible. ¡Viva Fidel! ¡Viva la Re-volución! Las mujeres vestidas de rojoy negro lanzaban flores. ¡Cuántas imá-genes imborrables!

El 8 de enero llegamos a La Haba-na. En la calle 23, entre la multitud vi ami madre. Arribamos al CampamentoMilitar de Columbia y ahí, desde una pe-queña tribuna, rodeado de una compactamultitud, fui el primero en hacer uso dela palabra. Recuerdo que, entre otrascosas, narré cómo en el trayecto de lacaravana, Fidel desvió la ruta y con ungrupo de compañeros nos trasladamosa Cárdenas, al cementerio. Allí, frente ala tumba de José Antonio Echeverría lerindió un sentido homenaje a su amigoy compañero. Sobran las palabras.

Hablaba en nombre del estudianta-do cubano. Rendí homenaje a todos loscaídos. Reiteré la firme unidad del es-

tudiantado con la Revolución, junto alpueblo, su gran protagonista. Terminémi alocución con las palabras de Igna-cio Agramonte, cuando le preguntaroncon qué contaba para ganar la guerra:“¡Con la vergüenza de los cubanos!”.

Luego el pueblo de Cuba y el mun-do pudo ver, a través de la televisión allíder de la Revolución cuando senten-ció: “El destino de la patria no puedeser nuevamente escamoteado. Nos he-mos ganado el derecho de comenzar”,y destacó: “¡Quizás en lo adelante todoserá más difícil!”.

En este lugar del camino nos encon-tramos. Sin lugar a dudas, Cuba es suhistoria. Es resumen, presente y futu-ro. Es ejemplo, fortaleza de dignidad.Nuestra principal riqueza la constituyesu potencial humano, siendo su van-guardia, la juventud. Recuerdo lo queescribió la fecunda pluma de VíctorHugo cuando dijo: “No existe en elmundo nada más poderoso que unaidea a la que le ha llegado su tiempo”.

Imposible no recordar como resu-men de lo expresado, que este año2007, tienen lugar sensibles conmemo-raciones vinculadas a la Universidad engeneral y en particular para mí:

1. El cincuentenario de la caída fren-te a fuerzas enemigas, de dosinolvidables compañeros –con los querecorrimos y compartimos peligros eideales–: José Antonio Echeverría yFructuoso Rodríguez, exponentes delos estudiantes de ayer, de hoy y desiempre.

2. El centenario del profesor y de-cano Raúl Roa García, figura cimera denuestra Revolución.

3. El aniversario 85 de la FEU crea-da por Julio Antonio Mella.

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Para todos, el mejor homenaje es yserá mantener sus ideales, porque hansido fuerza impulsora a nuestra modes-ta trayectoria.

También deseo señalar el reconoci-miento a mi familia, esposa, hijos,hermana y nietos, a todos les hago lle-gar mi más profundo agradecimientopor su confianza y apoyo; a mis com-pañeros de luchas, con quienes hesobrevivido a tantos combates; a miscolegas, profesores de esta casa de es-tudios; a los estudiantes, herederos denuestras tradiciones, y a la FEU, por ser“un ejército de luz”.

¡Gracias infinitas a todos, por ser par-te activa de lo que hoy acontece!

Estimados rector doctor RubénZardoya, doctor José Carlos Vázquez,decano de la Facultad de Filosofía eHistoria, profesores, estudiantes, com-

pañeros de luchas, amigos que hoy meacompañan en esta Aula Magna, lugarcimero de grandes acontecimientos, alrecibir este título de Profesor de Méri-to de la Universidad de La Habana,permítanme hacer esta reflexión:

Esta distinción constituye un honor,pero sobre todo un compromiso, deaquel camino que comencé a recorrersin vacilaciones hace más de medio si-glo, incorporándome a una causa sinretroceso y enarbolando para siempreel estandarte de la Revolución.

Finalmente, cuando uno piensa enbuscar alguna definición sencilla y pro-funda, la encuentra siempre en labrillante pluma de José Martí: “Ladisyuntiva en la vida es permanente…‘el yugo o la estrella’”.

A todos, agradezco muy sinceramen-te su presencia.

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¡Una novela, un poema, una compo-sición musical o una pintura, no son

fuentes fiables ni recomendables paraescribir la historia! Así blasona sin mi-ramientos y a camisa quitada todo buenhistoriador positivista o mejor, neoposi-tivista disfrazado de postmoderno enestos primeros años del siglo XXI. ¡Quepor cierto, cómo hay! Pululan por nues-tras academias docentes e investigativascomo frailes benedictinos, inquisidoresdel clamor por la construcción de unahistoria más abierta y flexible con todaslas producciones escritas y artísticas delhombre. Contra esos “ángeles del oca-so” van mis reflexiones.

Y para empezar, nada mejor que unpensamiento del poeta de Días y flo-res, que me los dibuja cada vez queescucho a algunos de ellos: “¡Pobremortal, qué desarmado y bruto! Perdióel amor y se perdió el respeto”.

Llamo historiadores neopositivistas aaquellos solapados en nuevas corrien-tes y “modas” historiográficas. Modasque casi siempre arriban con bastantesaños de atraso, a veces hasta con dosdécadas, a nuestras playas del conoci-

miento social, arrastradas en su mayo-ría desde mareas europeas ynorteamericanas. Ellos se presentancomo historiadores de finales o prin-cipios de siglo, de nueva hornada, oreciclados –entiéndase por este térmi-no de relación industrial, a los que enharakiri intelectual se retractan o des-hacen de sus pasadas creaciones– y asíse autoproclaman historiadores moder-nos de última generación, idóneos paraconstruir un nuevo pasado.

General Antonio Maceo Grajales

La subjetividad en la narrativahistórica: la Protestade Baraguá frente al espejo

Antonio Álvarez PitalugaProfesor de la Universidad de La Habana

Criticar es amar.JOSÉ MARTÍ

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Sin embargo, “el zorro nunca pier-de las mañas”. Su fetichismo por eldato y el documento es incólume, queno significa no saberlo enmascarar.Difícilmente admiten que una creaciónliteraria, pictórica, teatral o musical,contenga suficientes elementos de ba-ses para ser vista como fuente históricaen la construcción de la narrativa his-tórica. En sus mentes sólo es posibledicha construcción a partir del uso dedocumentos de época –cartas, manifies-tos, censos y otros– que expresen “unaverdadera fiabilidad”.

Para estos colegas, una supuestaficcionalidad y la creación-recreación delas producciones artísticas obstaculizanla verdadera búsqueda de informaciónhistórica y su posterior interpretación,por su alta presencia de subjetividadartística. Pero resulta que un “docu-mento” tiene la misma subjetividad queuna obra artística de cualquier género,porque es un producto de creación-re-creación a partir de un mismo autor encomún para ambos: el hombre. Es tan“ficticio y poco fiable” un documentocomo lo es una novela o un cuadro pic-tórico. En los dos casos se seleccionapreviamente el mensaje o la informa-ción que se quiere plasmar o legar parael futuro (la que entra o no a su obra),mediante los códigos de lo que es parael autor lo moral y lo amoral, lo buenoy lo malo, lo permitido y lo prohibido,lo modélico y lo antimodélico. Es decir,que entre la información y el autor exis-te un factor determinante a la hora deutilizar e interpretar la información: lasubjetividad humana.

La subjetividad es la capacidad men-tal e intelectual del ser humano paracrear y recrear su memoria individual

o colectiva. Sustenta un proceso perma-nente de elaboración y reelaboraciónintelectual donde las experiencias perso-nales –pasadas y presentes–, el contextoépocal e ideológico, la educación fami-liar y académica, son determinantes.Funciona mediante una construcciónmental, de forma voluntaria einvoluntaria, consciente o inconsciente,para imaginar y producir el universocognoscitivo individual y social. La sub-jetividad expresa y condiciona lasrelaciones sociales y por ende de poder.Es una expresión intelectual del podermediante la cual de edifican verdadespara legitimar una hegemonía, una rea-lidad. Y el historiador y su obra no estánajenos a lo anterior. Codifica las coor-denadas de ambos.

Los historiadores tienen el deber so-cial y profesional de transmitir, previacreación desde el amplio arsenal teóri-co y metodológico de las CienciasSociales, un universo de ideas que ilus-tren e interpreten un pasado. Luegosirve de patrón referencial de estudioal resto de los miembros de su socie-dad. Es una alta responsabilidad que nodebe desaprovechar las infinitas posi-bilidades de las creaciones artísticas.Es desacertado para el historiadorpensar que la subjetividad está mayor-mente presente en los creadores yobras artísticas. También pervive y sedesarrolla en sus mentes.

Algunos olvidan que la diferencia en-tre las ciencias sociales y las exactasradica en la fuerte relatividad de las pri-meras, frente a las leyes y categoríasmuy precisas de las segundas. Estas úl-timas, al estudiar procesos y fenómenosmuy estables y fijos de la naturaleza lo-gran una precisión casi invariable;

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mientras que las sociales estudian lo máscambiante y en constante transformaciónde la vida: el pensamiento y la actividadsocial del hombre en el tiempo.

A contrapelo de los historiadoresfetichistas del documento, el gran cien-tífico social del siglo XIX, Carlos Marx,recordó y explicó en el curso de suobra científica que la literatura euro-pea de su época en mucho contribuyóa su formación y análisis de la socie-dad. Para él, la literatura francesa, envoces como Víctor Hugo, Honorato deBalzac y otros, le ofreció un panora-ma y mosaico sociales únicos de laEuropa de su tiempo. Lucién deRubenpré y su decadencia existencialistadel París de la década del 30 del XIX, elfuncionamiento de la prensa modernaen la Ciudad Luz y otros procesos so-ciales de carácter individual ocolectivo, le ayudaron a elaborar unavisión de conjunto que desbrozó el mé-todo marxista para el análisis social. El18 Brumario de Luis Bonaparte fuey es un ejemplo de tales aportes.

Los neopositivistas prefieren pensarque la literatura y otras expresiones ar-tísticas sirven para estudiar ycomprender la cultura artística de unanación, pero no su historia, sobre todola política y económica. Parece un chis-te de muy mal gusto –por cierto, unafatal concepción fragmentada de la so-ciedad–, pero es esa la miopía social delpositivismo: particularizar y dividir elconocimiento científico en una relaciónbinaria que invalida la “universalidad”marxista para el estudio y comprensiónde lo social.

Les cuesta trabajo asimilar que la his-toria de una nación se edifica desde lospilares de los imaginarios culturales de

sí misma. A través de ellos se han for-mado y forma el cuerpo mitológico deuna historia nacional, por muy docu-mentada que pueda ser. Al igual quedesde la historia, desde la cultura ar-tística se legitima en el pasado elpresente cotidiano de una colectividadhumana. Los discursos narrativos dela literatura e historia nacionales seentrecruzan permanentemente en el de-curso histórico de tal proceso, apoyadospor una tradición oral y de otras expre-siones. Sin lugar a dudas, el poder dela escritura histórico-literaria o vicever-sa es determinante. No fue casual queen el siglo XIV un famoso general ára-be pronunciara una peligrosa ideapolítica, que ha viajado a través deltiempo como apotegma social: la histo-ria se escribe desde el poder, la historiala escriben los vencedores.

Por otra parte, la construcción de lanarrativa literaria o histórica siempre haestado muy relacionada con el poder.La hegemonía cultural, moral e intelec-tual del grupo, clase o sector quedetente el poder político, se forja enbuena medida a partir del control deldiscurso narrativo en todas sus mani-festaciones. La escritura fue y es unfuerte componente del funcionamientode las relaciones de poder en cualquiertipo de sociedad humana. Cuando lasprácticas de las relaciones de poder co-menzaron a ser estudiada y teorizadascon el advenimiento de la modernidad,desde los inicios del siglo XVI aproxima-damente, la escritura reverdeció supapel determinante para el control delos dominados. Desde NicolásMaquiavelo, pasando por los iluministasfranceses, Carlos Marx, AntonioGramsci, Vladimir I. Lenin, Max Weber,

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hasta Herbert Marcuse, MichelFoucault, Pierre Bordeau y otros, se haenfatizado la necesidad constante delcontrol de la producción escrita y ar-tística en general para el mantenimientoy la reproducción permanente de la he-gemonía.

Toda vez que desde el discurso his-tórico se perpetúa y reproduce del podero se destruye, desde la cultura artísticasucede un tanto igual: se produce y re-produce el poder y la sociedad existente.Esta es la base teórico-conceptual de lasociología de la cultura. Es preciso queesos filólogos e historiadores aprehendaneste principio básico. Sólo la fusión di-námica e interactiva en la mente de losdos tipos de especialistas les ofreceráuna mejor identificación mutua de susobjetos de estudios y los préstamos teó-ricos y factuales que deben realizarambas ciencias.

Para comprender mejor la subjeti-vidad en la escritura de la historia apartir de un acercamiento hechológicodesde la historiografía nacional es pre-ciso no olvidar una importante idea: enel archipiélago cubano los estudioshistoriográficos no tienen larga tradi-ción ni adeptos; es más, losespecialistas del estudio de cómo se haescrito la historia nacional constituyenun club de muy pocos afiliados ennuestro país. Es por ello que resultamuy difícil consultar investigaciones otextos nacionales donde estudiar lascaracterísticas y cómo se ha escrito lahistoria de Cuba desde Cuba.

Apuntando este elemento, al em-prender un recorrido desde tales tiposde estudios a través de algún hecho oproceso históricos en específico encon-traremos que los historiadores nacionales

le han impreso –como era de esperar–su propia subjetividad para construir unhecho o proceso a partir de lo que con-sideran “verdad absoluta y establecida”.Para ellos las obras literarias y artísticaspagan los platos rotos de la ficcionalidadhumana. Sin embargo, hasta en hechoshistóricos duros y establecidos es posi-ble encontrar variados elementos decarácter muy subjetivos. En el siguienteestudio de caso podrá comprenderse tanpeculiar asunto.

Se sustentó en la consulta de signi-ficativas obras históricas que hantratado el suceso y han sido publica-das dentro de Cuba. O sea, se tratade una investigación de búsqueda bi-bliográfica. Los textos aparecidosfuera del país, documentos inéditos yotras fuentes no se tuvieron en cuen-ta porque se trata de observar yenjuiciar la construcción, evolución yrepercusión del hecho a través de lahistoriografía nacional. No obstante,las fuentes no consultadas podrán co-rroborar o contrariar las ideas queexpondré a continuación.

La Protesta de Baraguá frente alespejo

Pensar un hecho histórico a primeravista puede parecer relativamente fá-cil. Desde nuestro presente miramos alpasado por varias razones: curiosidad,utilidad, necesidad de legitimación ocomprensión del presente, sed de co-nocimientos. Pero cuando esas miradasen retrospectiva se sientan en dosesenciales pilares de reflexión especí-ficos, mirar el tiempo en regresión deentretenimiento se convierte en ense-ñanza. Dos preguntas sintetizan esospilares del análisis histórico para enten-

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der el pasado: ¿cómo fue percibido unhecho histórico por los contemporáneosque lo protagonizaron, presenciaron olos que vivieron el momento y época enque ocurrió? Segundo, ¿cómo fue cons-truido ese hecho histórico a partir de lanarrativa histórica por las siguientes ge-neraciones que no vivieron el suceso?La Protesta de Baraguá es un relevan-te acontecimiento para los cubanos yun lúcido ejemplo historiográfico parabuscar respuestas a tales preguntas.

Cómo fue vista por sus contem-poráneos participantes o no

Acaeció el 15 de marzo de 1878 enuna antigua hacienda de crianza gana-dera de la economía colonial oriental ydentro de los actuales límites de la pro-vincia de Santiago de Cuba. La Protestaque dirigió el Mayor General AntonioMaceo selló dignamente el trágico epí-logo de la revolución de 1868, que en losprimeros cinco meses de 1878 senten-ció su desenlace final. Baraguá fue lacontrapartida al dudoso Pacto del Zan-jón del 10 de febrero de ese año.

Sin embargo, al consultar la literaturade campaña de las guerras de indepen-dencia de Cuba (1868-1898) a través dediarios, relatos, testimonios, manifiestosy anécdotas, creadora de un nuevo sa-ber-poder de aquellas revoluciones,llama la atención el tipo de recepción quetuvo la Protesta en la pluma de los con-temporáneos participantes o no delhecho que crearon tal narrativa.

Algo salta enseguida a la vista: laProtesta no generó una explosión detextos o documentos de manera instan-tánea en la literatura de campaña del68. Más bien se trató de una lenta re-percusión oral que fue progresiva, entre

los cubanos partidarios o no de una in-dependencia con soberanía y sinesclavitud. Sólo dos versiones escritasbrotaron de las manos de testigos direc-tos del suceso. La primera lecorrespondió al doctor y teniente coro-nel Fernando Figueredo Socarrás,ayudante personal de Antonio Maceo,quien entre 1882 y 1885, dictó un ciclode nueve conferencias ante la emigra-ción revolucionaria de Cayo Hueso quedieron el argumento testimonial centralde su visión sobre la guerra del 68.

Teniendo como precedente más cer-cano tales testimonios fue publicada porprimera vez en el periódico Patria,dentro de una serie de artículos quebajo el rótulo general de “Episodios dela Revolución cubana” vieron la luz en-tre el 3 de junio y el 10 de octubre de1893, la versión de Figueredo que tuvocomo título “La Protesta de Baraguá”.Este fue el inicio de la creación narra-tiva del hecho. Su relato ha sido y esel más recurrido como fuente primariay básica para referirse a lo acontecidoallí por parte de los historiadores.

Años más tarde, en 1899, aparecióen la Revista Cubana –editada en LaHabana– la misma versión. Pero no fuehasta 1902 que las nueve conferenciasy un epílogo –donde se anexó la ver-sión– fueron editadas íntegras en formade libro con el título La revolución deYara (1902).1 El libro devela las dotesliterarias y de fluidez del autor. Los pun-tos de vistas de Figueredo sobre laProtesta se convirtieron a través deltiempo y hasta nuestros días en lafuente capital que muchos historiado-res han reproducido con exactitud yotros le han introducido modificacio-nes. Algunas de ellas sin referencias

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documentales e históricas de sus orí-genes o procedencias.

La segunda versión de un participan-te directo estuvo a cargo del doctorFélix Figueredo. La publicó en la Re-vista Cubana en 1889 y la reeditó en1915. Ha sido muy poco difundida has-ta hoy y poco modifica lo escrito porFernando Figueredo. Apenas se ha uti-lizado por los historiadores desde esosaños hasta el presente.

La versión de Fernando Figueredo,a pesar del privilegio de haber sido laprimera y principal narración que tratóexclusivamente la tensa entrevista en-tre Antonio Maceo y Arsenio Martínez,no pudo alcanzar antes de terminar elciclo independentista en 1898 la popu-laridad que tuvieron otras piezasnarrativas de contemporáneos no pre-sentes en Baraguá, pero que publicaronimportantes testimonios de gran acogi-da entre los antiguos combatientes del68 y hasta generaron encendidas polé-micas donde José Martí se vio envueltomás de una vez.

Llama la atención que Ramón Roaen A pie y descalzo (1890)2 comenta-ra de forma fugaz la justa rebeldía deMaceo sin dedicarle un capítulo, epí-grafe o espacio considerable. TambiénEnrique Collazo en Desde Yara hastael Zanjón (1893),3 al igual que Roa,menciona la entrevista sin dotarla deningún peso ideológico. Collazo llegahasta el punto de confundir fechas re-lacionadas con el hecho. La parquedadde estos antiguos miembros del Comi-té de Centro, órgano civil que negocióel Pacto con Arsenio Martínez Cam-pos, refleja la escasa repercusiónescrita de los sectores partidarios deaquel fin; o sea, para aquellos sectores

la revolución había concluido en el Zan-jón y la Protesta era un anexo derebeldía de un muy reducido sector den-tro del mambisado que no abarcabagrandes espacios en la atmósfera ma-yoritaria del ocaso revolucionario.

Otro elemento a considerar en estedesnivel de repercusión colectiva radicaen que mientras las obras de Roa yCollazo fueron publicadas a inicios de ladécada del 90 del siglo XIX, antes de co-menzar la guerra del 95 (cuando laemigración cubana vivía una nueva efer-vescencia patriótica que la fundación delPartido Revolucionario Cubano y el pro-pio estallido del 24 de febrero catalizaroncon mucha fortaleza), el libro de Fernan-do Figueredo salió de imprenta casi unadécada después, terminada la épica del95. Para ese momento una mezcla deincertidumbre y frustración se enseñoreóde la vida política nacional con el estre-no de una república diseñada en planosestadounidenses.

Por otra parte, el propio AntonioMaceo fue poco explícito en sus do-cumentos personales y oficiales sobreel acto que protagonizó. En sus car-tas y documentos reeditados a finesdel siglo XX (Antonio Maceo. Ideolo-gía política y otros documentos,1998)4 son muy escasas las referen-cias personales al hecho. Apenasmencionó el acontecimiento en la cartaa Julio Sanguily el 26 de marzo de1878, donde comentó la reunión sinofrecer descripción o interpretaciones.En esa misma compilación u otras si-milares es interesante observar cómoMaceo sólo se refiere de manera bre-ve a Baraguá para contraponerla alPacto del Zanjón, sin evaluar o anali-zar el contenido y peso ideológico del

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suceso. A pesar de haber hecho coin-cidir simbólicamente el inicio de lainvasión –octubre de 1895– con el mis-mo lugar donde él manifestó sudecidida inconformidad al final de laGuerra Grande, dos preguntas se im-ponen: ¿por qué Antonio Maceo noredactó en documento alguno su ver-sión o análisis personal de aquellaentrevista? ¿Por qué la mayoría de loshistoriadores que se han acercado altema no se han hecho tal pregunta?

A muchos años de la muerte del Lu-garteniente del Ejército Libertador y dehaber concluido la guerra, fue publica-do el largo testimonio de EnriqueLoynaz del Castillo acerca de aquellacontienda (Memorias de la Guerra,1989).5 Allí Loynaz refirió que en losaños de estancia de Maceo en CostaRica, en particular en 1894, este le dictóuna versión personal de la Protesta bajola sombra de un árbol en su colonia LaMansión. El general le hizo copiar aLoynaz del Castillo la citada versiónque nunca ha sido hallada y que el au-tor del Himno invasor confesó haberdejado en aquel lugar al partir a Cuba.Varias preguntas e hipótesis producental anécdota. Pero en historia especulares a veces insuficiente para pensar loque pudo haber sido y no fue, ni será.Si un día apareciera estoy seguro de quela historiografía de la Protesta se enri-quecería en su esencia.

Enrique Loynaz se acercó a dichoacontecimiento histórico como mismo lohizo José Miró Argenter en Crónicas dela guerra (1909).6 Loynaz y Miró men-cionaron varias veces la Protesta deBaraguá como un suceso que se opusoal pacto del 10 de febrero, un freno per-sonal y político que enalteció la conducta

del ya Titán de Bronce. Pero ninguno delos dos reflexionaron o aquilataron el es-pacio a ocupar dentro de la ideología delindependentismo cubano del siglo XIX.Ello induce a pensar que los hombres del68 y el 95 conocían la Protesta deBaraguá en diferentes grados de inten-sidad y apreciaciones en dependencia desus horizontes culturales, afinidad, cer-canía a la figura del insigne oriental yubicación geográfica dentro del mapabélico de ambas revoluciones, pero nollegó a ser un hecho determinante en elimaginario popular de ambas insurreccio-nes. Al menos hasta 1898.

Sólo un hombre reconoció tempranay estratégicamente el peso político eideológico de Baraguá en los marcos dela nueva revolución necesaria: JoséMartí, el Delegado del Partido Revolu-cionario Cubano.

Para el creador de una nuevaradicalidad transformadora de la sociedadcubana de fines de siglo XIX se trataba “delo más glorioso de nuestra historia”. Martífue el primero en avizorar una nuevarelectura del hecho en los marcos de unainminente revolución. Para él la Protes-ta sería un importante soporte legitimadorque desde el pasado articulaba el presente(la revolución necesaria). Por eso le soli-citó a Figueredo Socarrás la publicaciónde sus puntos de vista en 1893.

General Antonio Maceo Grajalesen la Protesta de Baraguá

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La visión republicanaCon el advenimiento de la República

neocolonial, la historiografía cubanapriorizó un particular enfoque históricodonde el Zanjón fue el protagonista fi-nal de la guerra del 68 y la Protesta uncoprotagonista sin connotaciones ideoló-gicas para el nuevo Estado nacional. Erael fruto de una hegemonía cultural ba-sada en relaciones de poder excluyentesde muchos de los sectores popularesque habían protagonizado el 68 y el 95.

Dicho enfoque puede caracterizarsepor una escasa interpretación ideológi-ca, brevedad de mención, delimitacióngeográfica e histórica de carácter regio-nal, reproducción textual de las palabrasde Figueredo, introducción o modifica-ción de elementos a la versión central deFigueredo y, finalmente, el elemento demayor peso, la ausencia de investigacio-nes históricas sobre el tema.

Encabeza el listado EusebioHernández (Maceo dos conferenciashistóricas, 1913 y 1930),7 quien afirmóque la Protesta sólo revirtió el carác-ter del Zanjón de paz deshonrosa atregua: “la Protesta de Baraguá quehizo del Convenio del Zanjón una tre-gua”. También Hernández apuntó quefue el marco propicio para que Maceocreciese como figura: “Se creció enBaraguá haciendo frente él solo a todoel ejército español”. Es fácil compren-der, al contextualizar todo el libro y lapropia vida política del autor, que su ob-jetivo principal fue elevar con marcadaidolatría la figura de Maceo dentro delpanteón de héroes independentistas.Maceo fue su ídolo revolucionario ypersonal. La actuación política deEusebio Hernández en la década del 80y en la Guerra del 95 explican el por-

qué y cómo asumió tan marcado apa-sionamiento personal, que lo llevó desderechazar a otros independentistas nota-bles hasta a la gestación de planescontra los cargos y responsabilidadespolíticas y militares de ellos para cons-truir un discurso narrativo dondeAntonio Maceo era figura central detodo. Este punto de vista, más que darlea Maceo su verdadera dimensión revo-lucionaria lo circunscribió a unaactuación personalista obviando el realpeso ideológico del Titán y su obra.

En los inicios del decurso republica-no, Abdon Tremols publicó un importantecatálogo de pintura, Los patriotas de lagalería del ayuntamiento de La Ha-bana (1917).8 Al pie de cada fotografíade los originales que aún se exhiben enla Sala de las Banderas del actual Mu-seo de los Capitanes Generales, redactóuna breve información sobre cada unode los 100 patriotas reflejados en igua-les óleos. En el cuadro dedicado aAntonio Maceo llama poderosamente laatención que no se hace mención algu-na de la Protesta, ni a la participaciónen ella del destacado luchador. Sin em-bargo, en el resumen dedicado aFernando Figueredo sí hay referencia ala entrevista al calificarla como la “pro-testa más viril que registra la historia denuestras luchas” que “salvó el honor deCuba rebelde”. En realidad, estas ideasfueron una ruptura con un enfoque quereducía en muchas expresiones a dichoacontecimiento. Pero fueron expuestasen un pequeño catálogo de pinturaspara un público muy específico y no enlos libros oficiales de historia del paísen esos momentos, ni tampoco en losdiversos textos que iban conformandolas gestas independentistas del pasado

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siglo. A pesar de no haber sido anali-zado el hecho por cualquier autorconsultado para la investigación, esta vi-sión de llamativo vuelo nacional eideológico no primó en el proceso deconstrucción del mito sobre Baraguá.

Pero lo más importante es la omi-sión del papel y participación de Maceoen la Protesta. Ella aparece relaciona-da con Figueredo y no con Maceo. Esaes la imagen que de manera conscien-te o inconsciente se deseaba proyectarsobre aquel suceso.

La espiral crecía en la pluma de his-toriadores como Emeterio Santoveniaen Los presidentes de Cuba libre(1930),9 donde distanció la actuaciónde Maceo del resto de los combatien-tes de aquella gesta, hasta el punto quea la inconformidad del bravo guerrerono le vio honduras ideológicas. Afirmóque: “El afán de Baraguá no logróahondar cauces en la extenuada con-ciencia cubana”. También expresó:“[...] ni los esfuerzos de hombre de lacalidad de Antonio Maceo bastaronpara reconstruir el espíritu de la luchay sacrificio”. Santovenia, al igual queotros autores republicanos no explica-ron o ahondaron en sus aseveraciones.Independientemente de los posiblespor qué de tales afirmaciones, unarealidad se iba imponiendo: Baraguáno se investigaba como tema históri-co y se conformaba un hecho escasode interpretaciones ideológicas favora-bles a los seguidores de la revoluciónpopular.

La hegemonía cultural burguesa im-ponía sus presupuestos intelectuales enla producción historiográfica: liberaciónnacional de la antigua metrópoli ibéri-ca sí, revolución de las estructuras

racionalizantes de sistema, no. Es de-cir, que su subjetividad como “junta denegocios” detentando el poder políticoy económico se hizo valer.

Ramón Infiesta en Máximo Gómez(1937)10 fue más rudo aún al repasarla épica final del 68: “[...] AntonioMaceo decide, en Baraguá, continuarpor su cuenta la resistencia”. Para elabogado Infiesta la decisión de Maceode protestar ante lo pactado en el Zan-jón era el producto de una independientey personal actuación alejada del espíritureinante en la mayoría de oficiales, je-fes y soldados del Ejército Libertador.Sin embargo, en esta biografía, premia-da en las conmemoraciones delcentenario del nacimiento del Generalí-simo, se deja entrever un similar alientoal del que Eusebio Hernández le impri-miera a su obra, pero en sentidoopuesto: destacar con desmesura unasola figura obviando en diferentes aná-lisis el papel de otras, en este caso afavor de Máximo Gómez.

Por su parte, Leopoldo HorregoEstruch en Maceo héroe y carácter(1943)11 origina un curioso e inespe-rado fenómeno historiográfico. Apesar de seguir copiando tácitamen-te a Figueredo, el devenido historiadormatancero le introduce modificacio-nes a la versión original, sin ofrecerlas fuentes proveedoras de tales cam-bios . Ejemplo de ello es cuandoplantea que Martínez Campos tratóde abrazar al Titán al inicio del en-cuentro y que este último lo impidiócon su brazo. Otra modificación esque Maceo terminó la entrevista ma-reado por el humo de cigarro. Escierto que el bravo oriental detesta-ba el cigarro y su humo, pero Horrego

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no explicó el porqué, ni las fuentes uti-lizadas para alterar la versión deFigueredo. Pudiera decirse que Horregofue el iniciador de una ficcionalizaciónnarrativa de la Protesta al introducirtales ingredientes imaginativos sinavales de fuentes.

Además, le concede un mayor espa-cio de redacción al Zanjón convertidoen tregua gracias a la entrevista. Heaquí un vivo ejemplo de cómo la subje-tividad del historiador hace de las ideaspresentadas en su obra como verdade-ras y absolutas en algo relativo.

Ramiro Guerra en su libro Guerrade los Diez Años (1950-1952)12 man-tuvo la línea descriptiva de otrora.Continuó la línea repetitiva al privile-giar con 10 páginas al Zanjón y aBaraguá sólo con dos párrafos. El pro-pio Guerra en Historia de la nacióncubana (10 tomos, 1952),13 dedica sie-te páginas al suceso. En la casitotalidad de ellas se reprodujeron, unavez más en la historiografía del tema,los diálogos entre Maceo y Campos yanarrados por Figueredo desde 1893. Sinembargo, le aportó un nuevo calificati-vo al llamarla “famosísima Protesta”.Es una pena que esta novedosa apre-ciación para la historiografía deentonces no fuera interpretada ni ar-gumentada por el autor.

El más relevante biógrafo de Anto-nio Maceo, José Luciano Franco, autorde Antonio Maceo. Apuntes parauna historia de su vida (tres tomos,1951),14 propuso un atípico enfoque so-bre el tema. Él le concedió por primeravez en la historiografía nacional una “re-sonancia universal” a la entrevista. Paraargumentar lo que puedo considerar comoel primer intento de internacionalización

de la Protesta de Baraguá se auxiliócomo fuentes de dos periódicos en laemigración cubana de Nueva York, LaVerdad y El Herald. Unos días des-pués del 15 de marzo de 1878 ambosperiódicos informaron de la entrevistay sus resultados. El Herald reprodujola preocupación mostrada por las socie-dades antiesclavistas americana y deLondres y la Cámara de los Comunesde Inglaterra ante el tratamiento omisode la esclavitud en Baraguá. Pero alobservar detalladamente en la propiaobra de Franco es fácil detectar que,de los dos periódicos, el primero tieneun carácter local muy reducido al serpara un grupo de emigrados muy espe-cífico: los propios cubanos; el segundo,tan solo reproduce una sospechosa pre-ocupación inglesa.

El interés de ambas sociedades y dela Cámara apuntan más a unantiesclavismo de sedimento económicoproveniente de potencias económicas,una de ellas de larga experiencia colo-nial en ese momento, que a unaverdadera solidaridad liberadora y pa-triótica de la lucha cubana. La propiaInglaterra desde 1817, debido al desa-rrollo interno de su economía y suapogeo como primera potencia mundial,combatía la práctica de la esclavitudque ya le estorbaba dentro y fuera desus fronteras nacionales. En los Esta-dos Unidos, el presidente AbrahamLinconl abolió la esclavitud en 1863, enmedio de una decisiva Guerra de Se-cesión, donde el industrialismo norteñoclamaba a gritos la liberación de las fu-turas nuevas fuerzas productivas.

Más adelante, Franco apuntó que elpatriota cubano Juan Arnao afirmó ensu obra Páginas sobre la Historia de

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Cuba que un titular bajo el rotulo de “Elgeneral Antonio Maceo ha salvado lahonra de los cubanos” fue publicado enmiles de periódicos de la Unión. ¿Ver-daderamente existieron miles deperiódicos en los Estados Unidos enese entonces?, ¿cómo pudo contabili-zarse esa cantidad en caso de haberexistido tantos periódicos?

Los pilares de esa “resonancia univer-sal” no fueron suficientes para sostenerla.De hecho, la internacionalización de laprotesta no tuvo seguidores ni estudioscontinuadores. El intento de expandirlacomo fenómeno internacional quedó sinposibilidades. También el autor modifi-ca un detalle de la entrevista: exponeque Maceo fue el primero que trajo acolación el tema de la esclavitud cuan-do Figueredo expresó que fueronManuel de Jesús Calvar y el propioFigueredo los primeros en tocar el tema.

Finalmente, es paradójico que en lamonumentalidad de los tres tomos deFranco –que puso a disposición de losespecialistas y lectores en general elvolumen de información y visión másabarcadora hasta ese instante sobreAntonio Maceo– se ponderó más ladescriptiva entrevista que la constitu-ción de un Gobierno Provisional y laredacción de una nueva Constituciónocurridas en la tarde-noche de esedía. No obstante, el titánico esfuerzode José Luciano Franco continuó sinresolverse el relego nominativo einterpretativo que sufrieron el Gobier-no Provisional y la Constitución deBaraguá de manera permanente en lahistoriografía republicana. Tales omisio-nes se mantuvieron durante varios añosdespués del triunfo revolucionario de1959, como se verá más adelante.

Años después, Emilio Roig en Laguerra libertadora de los treinta años(1958)15 continuó viendo el hecho histó-rico como valladar que transforma elZanjón de paz a tregua; en un párrafodedicado al tema expresa: “[...] aunqueMaceo no encontró entonces el respal-do suficiente, ni en los revolucionarios dela Isla ni en los del extranjero [...]”; sinembargo, para Roig: “[...] Maceo, enBaraguá, representó el alma, la fuerzay los ideales revolucionarios [...]”. Elconsagrado historiador de la ciudad yabanderado de los estudios históricosantiimperialistas trató en este juego deideas ambiguas de enfocar el encuentroMaceo-Campos hacia una perspectivade aceptación más popular acorde a lacandente situación revolucionaria nacio-nal de ese año, eclosionada desde laSierra Maestra que anunciaba un radi-cal giro de toda la sociedad en brevetiempo. Fue demasiado profunda la re-belión nacional contra Fulgencio Batistacomo para que Roig no escapara a susinfluencias que, sin romper con el aná-lisis tradicional, se hace sentir en estasideas cruzadas.

La Protesta en RevoluciónLa Revolución de 1959 abrió un cau-

daloso sendero al análisis histórico delpaís. Las guerras de independencia ad-quirieron una importante reevaluación desus estudios. A partir de entonces, laProtesta de Baraguá recibiría un enfo-que que legitimaba desde el pasado a lossectores populares y partidarios del triun-fo revolucionario: campesinos, obreros,intelectuales y pueblo en general. Se tra-tó del nacimiento de una nuevahegemonía revolucionaria, subvertora delorden social precedente.

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A pesar de ello, Raúl Aparicio enHombradía de Antonio Maceo(1966)16 no se separa todavía de la lí-nea descriptiva y poco interpretativa.Además, mantiene el criterio de JoséLuciano Franco al decir que “la opiniónmundial” había puesto su atención en laProtesta durante aquellos días sin apor-tar elementos de sustentación para ello.

Fue Jorge Ibarra con su Historia deCuba (1967),17 quien inauguró un nue-vo giro de interpretación histórica eideológica a la Protesta que inició unaverdadera mutación ideológica. Por pri-mera vez, un historiador cubano no sedetuvo en el Zanjón, sólo lo mencionó.Propuso el acápite “Razones históricas,política y militar de la Protesta deBaraguá”, donde afirmó: “[...] significóel ascenso a la dirección revolucionariadel país de elementos representativosde las clases y capas más humildes yexplotadas y por ende, más conse-cuentes en la lucha a muerte contra elcolonialismo español [...]”, y también“[...] consigna de permanente agitacióny de inconformidad revolucionaria”.18

Ibarra sustenta su punto de vista en pos-tulados marxistas y logra saltar labarrera de lo meramente descriptivo,aunque valora poco el gobierno provi-sional y la Constitución. En la siguientedécada mantendrá un planteamientoidéntico en Ideología mambisa(1972).19

Julio Le Riverend en su Historia deCuba (1974)20 eleva el giro interpretativollevándolo de planos regionales a nacio-nales: “[…] es uno de los acontecimientostrascendentales de la Historia de Cubaya que fue el de sentido más revolucio-nario en su momento histórico”. Eseaño apareció Ecos de caminos

(1974)21 de Sergio Aguirre, en el cualeste profundizó más en la esencia ideo-lógica al plantear que “[...] Maceo nose concibe sin la revolución” y da unaserie de razones de peso ideológico entorno a la vida del futuro héroe de SanPedro para explicar su actuación pa-triótica. Dotó a Baraguá de unaapreciación donde el rechazo maceístaera un antídoto psíquico y moral al des-aliento reinante en la agonía de laguerra y a la vez funcionaba comopuente de continuidad para llegar a unpresente en el que los polos ideológi-cos de la revolución se repelían cadavez más en una década de evidentesvisos de dogmatismo. El militante pro-fesor de Historia de Cuba creaba unradical muro de contención y asideroideológico que por momentos salpica-ba desmesura. Vale recordar quedesde 1945 presentó dichos criteriosen el periódico Hoy; para él el signifi-cado básico se sintetiza en que Maceo“[...] simbolizó en la Protesta la ma-durez de los estratos cubanosinferiores para orientar los rumbos dela nación entera”.22

Nuevamente Aguirre retoma el análi-sis de la imposible conciliaciónIndependencia soberana vs. Independen-cia lastrada en Raíces y significación dela Protesta de Baraguá (1978).23 Es enesta obra donde la historiografía nacionalha llevado a planos ideológicos más ele-vados el suceso, cuando el autor loresume bajo los calificativos de intransi-gencia, continuidad e inconformidad al notener en cuenta España la independenciay el fin de la esclavitud. Significaba tam-bién –al igual que Ibarra– el ascensoideológico del pueblo y de una nueva di-rección revolucionaria. Para sustentar lo

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anterior consideró al referirse a Maceoque: “[...] un solo héroe había salidovivo e incólume, con dimensión nacio-nal, de la larga pelea”, y que, además,“[...] en 1879 Maceo era el alma de laRevolución”.

Al afirmar esto contraponía a Maceofrente a una figura que los propios con-temporáneos del 68 consideraban unsímbolo de toda la revolución: MáximoGómez, jefe militar que en 1878 gozabadel exclusivo privilegio de ser el únicoMayor General participante en la con-tienda que había transitado por todaslas jefaturas y cargos militares delEjército Libertador y por todas las re-giones del país que alcanzó aquellagesta. La dirección de dos movimien-tos invasores (1873-1874, 1875-1876)le dieron, junto a lo anterior, una di-mensión personal de la guerranacional como necesidad de esa revo-lución que sus contemporáneostambién supieron reconocerle. La rea-lidad histórica está más allá del deseoy la voluntad del historiador. ¿Cómoexplicar entonces que esa misma ge-neración del 68 le solicitase a Gómez en1883 la articulación y dirección de unnuevo movimiento revolucionario sin ha-ber estado presente en Baraguá? En1892 los combatientes del 68 a través dela coordinación del Partido Revoluciona-rio Cubano, en votación mayoritaria,eligieron para futuro General en Jefe delEjército Libertador a quien ya comen-zaba a ser llamado como elGeneralísimo. Tanto Antonio Maceocomo Gómez poseen sus indiscutiblesméritos y aportes a nuestras luchas yhistoria patria, por tanto, no es precisocontraponerlos, todo lo contrario. Cadaestrella brilla siempre con su luz propia.

El profesor universitario Oscar LoyolaVega, coautor de Historia de Cuba.Las luchas por la independencia na-cional y las transformacionesestructurales (1996),24 sin despegarsedefinitivamente del enfoque de Fernan-do Figueredo, le aporta al análisis deltema los fundamentos socioeconómicosde la región santiaguera donde se ubi-ca Baraguá, dándole un nuevo grado decomprensión al porqué de la actitud delos combatientes de la región y la deMaceo ante los hechos del Zanjón.Para Loyola Vega, Maceo se convier-te en “[…] figura política de primerplano en el movimiento de liberaciónnacional” y Baraguá es: “[...] respues-ta política que volvía a colocar enprimer plano los objetivos básicos dela revolución cubana contenidos en elManifiesto del 10 de octubre”. Un lus-tro después, en Historia de Cuba.Formación y liberación de la na-ción (2001),25 este autor hizo emergeruna valiosa idea, no trabajada en la evo-lución historiográfica del tema, aunque síen su obra personal: el análisis del con-trol de la dirección revolucionariamediante un gobierno provisional y laConstitución redactada por el sector mi-litar azotado por las inoperancias ylimitaciones de la Cámara de Represen-tantes en el torbellino de la revolución.

Antes de concluir el siglo, en 1999,Rolando Rodríguez entregó a lahistoriografía del tema un pequeño tex-to, La revolución inconclusa: LaProtesta de los mangos de Baraguácontra el Pacto del Zanjón.26 Su aná-lisis se centró en remarcar el carácterde legalidad y constitucionalidad comodemostración legitimadora de aquelacto, más allá de su tradicional valor

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moral para los sectores populares dela revolución. No creo que las críticashechas a la Constitución de Guáimarofueran las más efectivas, ya que sudemostrada inoperancia y excesos ci-vilistas pueden verse de maneraopuesta, es decir, el desborde militaris-ta, en la legalidad que supuso laConstitución de Baraguá, y la falta deequilibrios que prolongó tuvo que sercorregida por José Martí años después.

Un punto de vista desde el presenteEntre el 2001 y el 2008 no se han pro-

ducido trabajos que hayan aportadonuevos elementos a la evolución de laProtesta como tema histórico.27 Al resu-mir este generalizador recorrido de casi130 años es sugerente definir un grupode ideas que exploran su interioridad yque pudieran ser consideradas por los his-toriadores para futuras investigaciones:

1) La versión de Fernando Figueredose convirtió desde su publicación hastahoy en la base central y patrón docu-mental más importantes para elconocimiento e interpretación de la Pro-testa, copiada de forma textual una yotra vez por varias generaciones de his-toriadores cubanos. Existe otra versiónde un participante, Félix Figueredo, perono tiene la dimensión histórica ni el tra-tamiento de la primera. Todo lo anteriorapunta que Baraguá no cuenta ypresumiblemente no contará (si no apa-recen nuevas versiones) con unavariedad de enfoques heterogéneos quele permitan alcanzar un mayor nivelinvestigativo a los historiadores de otro-ra, del presente y el futuro.

2) Nos encontramos frente a un he-cho histórico que no ha presentado nipresenta polémicas en sus estudios.

3) Baraguá es un tema histórico queno genera investigaciones. Su espiralcronológica ha tenido un comportamientolineal en su evolución historiográfica.

4) En su devenir historiográfico se leha intentado introducir pequeñas alte-raciones que no han logrado imponerseal tradicional apego de una repeticiónpositivista. Tampoco han triunfado losesfuerzos por internacionalizar su reso-nancia en el momento de su ocurrencia,aunque es loable señalar que ambasperspectivas no tuvieron ni tienen se-guidores.

5) Se trata de un emblemático estu-dio de caso que muestra cómo un hechohistórico contiene en su estructura unamutación en su dimensión ideológica yespacial en el curso del tiempo.

6) La Protesta de Baraguá ha evolu-cionado como fenómeno histórico en tresmomentos historiográficos: colonia, repú-blica y Revolución. Este tránsito se haproducido desde dos diferentes ópticas:

a) Una de estudio que observa el he-cho como contestación individual a lossucesos del Zanjón transformándolo depaz a tregua, con dimensión local y sinpeso determinante para la luchaindependentista, y que ve el Pacto comoeslabón final de la revolución en el sig-nificado: Pacto, protagonista-Baraguá,coprotagonista. Su rango cronológico semueve entre 1893 y 1959.

b) Una segunda que trató en todo mo-mento de romper el cerco de la primerahasta conseguirlo y convertirlo en acon-tecimiento nacional con un peso decisivopara la ideología nacional revolucionariadesde 1959 hasta el presente.

7) Esta segunda vertiente le ha dadouna ascensión reinterpretativa e ideoló-gica donde los sectores o capas más

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humildes y populares de la sociedad cu-bana en 1878 asumieron la direcciónpolítica del proceso del 68. Asunciónalgo tardía que demuestra la necesidadhistórica para los sectores dirigentes deuna revolución social de una tempranaradicalidad revolucionaria. Los promoto-res de tal enfoque han sido los sectoresmás revolucionarios y radicales de losprocesos cubanos de igual tipo y que hainvertido su significado: Baraguá, prota-gonista-Pacto, coprotagonista

8) Baraguá no tuvo una repercusiónescrita inmediata ni mediata dentro delmambisado (literatura de campaña). Pu-diera decirse que la tuvo de forma oraly, paulatinamente, con el paso de losaños, fue expandiéndose como una delas grandes leyendas de la ideología delindependentismo cubano del siglo XIX.

9) Lo acontecido el 15 de marzo de1878 representa dentro del estudio dela revolución del 68, una regresión a laproblemática de las estructuras de po-der engendradas desde la Asamblea deGuáimaro en 1869. Si en esta predomi-nó el aparato civil por encima delaparato militar, en Baraguá ocurrió locontrario. De tal suerte se comprende-rá la difícil tarea de organización yunidad que tuvo José Martí para la fu-tura revolución:

Guáimaro: Aparato civil Aparato militar

Baraguá: Aparato militar Aparato civil

Martí: Aparato militar-Aparato civil

Baraguá es un ilustrativo tema de cómola subjetividad está presente en todomomento en la creación y mente de un

historiador. Ella nos une al novelista, alpintor, al poeta y cualquier creador. Nopodemos negar su papel y función pormás que la rechacemos. No se trata deodiarla o negarla, todo lo contrario. De-bemos verla como una poderosa aliadaque nos ofrece, de manera constante,posibilidades creativas e imaginativaspara emplear en nuestra labor de ma-nera racional y ética. Es una capacidadintelectual del hombre que existe paracrear. La historia debe tomar de los gé-neros artísticos como estos debenacudir a la historia. Nosotros, los his-toriadores, solemos apegarnos al canonpositivista de lo factual y hechológicoque le ha restado, por momentos, anuestra espléndida historiografía, capa-cidades atractivas y llamativas para lalectura del público.

Las perspectivas de estudios futurosde la Protesta de Baraguá señalan lasposibilidades de investigaciones encuanto a cómo y cuáles fueron las re-presentaciones del hecho en losdiferentes sectores de la población cu-bana desde finales del siglo XIX y hastahoy, tomando como referencia teóricalos estudios de mentalidades e imagina-rios colectivos.

También los análisis de las relacio-nes de poder a través del gobiernoprovisional y de la Constitución profun-dizarían más nuestros conocimientosactuales sobre el acontecimiento anali-zado. Así, los cubanos de esta y laspróximas generaciones pudiéramos mi-rar con más profundidad y riqueza, laactuación de Antonio Maceo y de to-dos aquellos mambises que fueronconsecuentes, hasta el final de sus vi-das, con la búsqueda de la independenciay soberanía nacionales.

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Notas

1 Figueredo Socarrás, Fernando. La revoluciónde Yara. La Habana: Instituto Cubano del Libro,1972.2 “A pie y descalzo”. En Roa, Ramón. Pluma ymachete. La Habana: Instituto Cubano del Libro,1969. pp. 1-105.3 Collazo, Enrique. Desde Yara hasta el Zanjón.La Habana: Instituto Cubano del Libro, 1967.4 Grajales Maceo, Antonio. Ideología política yotros documentos. La Habana: Editorial deCiencias Sociales, 1998. 2 t.5 Loynaz del Castillo, Enrique. Memorias de laguerra. La Habana: Editorial de CienciasSociales, 2001.6 Miró Argenter, José. Crónicas de la guerra. LaHabana: Instituto Cubano del Libro, 1970. 3 t.7 Hernández, Eusebio. Maceo dos conferenciashistóricas. La Habana: Instituto Cubano delLibro, 1968. p. 46.8 Tremols, Abdón. Los patriotas de la galeríadel ayuntamiento de La Habana. La Habana:Imprenta La Prueba, 1917. pp. 68, 97-98.9 Santovenia, Emeterio. Los presidentes de Cubalibre. La Habana: Editorial Trópico,1930. p. 77.10 Infiesta, Ramón. Máximo Gómez. La Habana:Academia de la Historia de Cuba, Editorial SigloXX, 1937. p. 110.11 Horrego, Leopoldo. Maceo héroe y carácter.La Habana: Editorial Luz Hilo, 1943. pp. 73-78.12 Guerra, Ramiro. Guerra de los Diez Años. LaHabana: Editorial Pueblo y Educación, 1986. t.1, pp. 312-322, 325-326.13 _______. Historia de la nación cubana. LaHabana: Editorial Historia de la Nación Cubana,1952. t. 5, pp. 253-260.14 Franco, José Luciano. Antonio Maceo. Apuntespara una historia de su vida. La Habana: Editorialde Ciencias Sociales, 1975. t. 1, pp. 139-151.15 Roig de Leuchsenring, Emilio. La guerralibertadora de los treinta años. La Habana: Oficinadel Historiador de la Ciudad, 1958. p. 77.

16 Aparicio, Raúl. Hombradía de Antonio Maceo.La Habana: UNEAC, 1974. pp. 208-222.17 Ibarra, Jorge. Historia de Cuba. La Habana:Dirección Política de las FAR, 1967.18 Ibídem, pp. 297, 298.19 _______. Ideología mambisa. La Habana:Instituto Cubano del Libro, 1972.20 Le Riverend, Julio. Historia de Cuba. LaHabana: Editorial Pueblo y Educación, 1974. t.22, p. 171.21 Aguirre, Sergio. Ecos de caminos. La Habana:Editorial de Ciencias Sociales, 1974. p. 204.22 Ibídem, p. 209.23 _______. Raíces y significación de la Protestade Baraguá. La Habana: Editorial de CienciasSociales, 1978. pp. 91-92.24 Instituto de Historia de Cuba. Historia de Cuba.Las luchas por la independencia nacional y lastransformaciones estructurales. La Habana:Editora Política, 1996. t. 2, p. 147.25 Torres Cuevas, Eduardo y Oscar Loyola Vega:Historia de Cuba. Formación y liberación de lanación. La Habana: Editorial Pueblo y Educación,2001.26 Rodríguez, Rolando. La revolución inconclusa:La Protesta de los mangos de Baraguá contra elPacto del Zanjón. La Habana: Editorial deCiencias Sociales, 1999.27 Hasta el momento de la redacción final deltrabajo, el texto más reciente sobre la figura deAntonio Maceo e investigaciones relacionadas conél directamente es: Colectivo de autores.Aproximaciones a los Maceo. Santiago de Cuba:Editorial Oriente, 2005. Este título no contieneaportes o nuevos puntos de vista en torno a laProtesta de Baraguá, más bien mantiene el enfoquetradicional. Para ampliar en torno al tópico de lanarrativa histórica en Cuba, véase los trabajos alrespecto de Jorge Ibarra y Oscar Loyola.

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El fondoFernando Ortizde la BibliotecaNacionalde CubaJoséMartí*

María del Rosario DíazInvestigadora

Fernando Ortiz (1881-1969) dejó a sumuerte un extraordinario fondo do-

cumental con los resultados de susinvestigaciones sobre la cultura acumu-lados en más de 50 años de vidaintelectual. En la actualidad se encuen-tra dividido entre la Biblioteca NacionalJosé Martí, el Archivo Literario del Ins-tituto de Literatura y Lingüística Dr.José Antonio Portuondo y el fondo fa-miliar que posee en Madrid su hijaMaría Fernanda Ortiz Herrera. El pre-sente trabajo pretende realizar unabreve descripción y caracterización delfondo orticiano atesorado en la Biblio-teca Nacional cubana.

Aunque nació en La Habana en 1881,Fernando Ortiz vivió y se educó duran-te los primeros 15 años de su vida enCiutadella de Menorca, Islas Baleares,con su familia materna, enriquecida con

las actividades mercantiles y el estable-cimiento de la industria del calzado enla isla, asimismo culta y con pensamientoabierto a las nuevas ideas científicas quese abrían paso en España.

Con sólo 14 años publicó en 1895 suprimer libro fruto de observaciones entorno a la literatura costumbrista y alfolklore menorquín, Principi i Prostes.Por esa época redactó también un pe-queño cuaderno escolar, que contieneun glosario de apodos, escrito enmenorquín titulado Culecció d’els malnoms de Ciutadella.1 El pequeño cua-derno fue el primer documentoconservado de lo que se convirtió conel tiempo en un voluminoso y sorpren-dente archivo personal de la vida y laobra del sabio polígrafo cubano.

A la muerte de Ortiz en 1969 y al es-tablecimiento de la residencia de suviuda, hija y demás familiares en el ex-tranjero, se realizaron los oportunos

* Este trabajo forma parte de los resultados parciales del proyecto de investigación homónimo querealiza la autora en la Biblioteca Nacional José Martí.

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trámites para la preservación de labiblioteca y el archivo orticianos eninstituciones dedicadas a la cultura ya la ciencia. La Biblioteca NacionalJosé Martí había adquirido su bibliote-ca personal más otra sección delfondo original donde se encuentran lacorrespondencia, los documentos delas numerosas instituciones fundadas ointegradas por el polígrafo y otros blo-ques de papelería.2 Al igual que laparte del fondo que finalmente se tras-ladó para el Archivo Literario delInstituto de Literatura y Lingüística,donde aparece la mayor parte de laobra científica del sabio,3 la secciónque atesoró la Biblioteca Nacional esimpresionante por su volumen y rique-za. Resulta muy importante consignarque estas dos secciones del archivoorticiano original no se encuentrandesvinculadas entre sí, pues en muchasocasiones el contenido de ambas secomplementan y aportan datos de insu-perable valor para “entender” a cadauna.

Uno de los primeros trabajos aco-metidos con el fondo Ortiz fue laconfección de una bio-bibliografía, en-comienda que se le dio a AraceliGarcía Carranza, quien utilizó todo elmaterial que posee la Biblioteca Na-cional.4 Dicho libro estuvo antecedidopor dos trabajos aparecidos en la Mis-celánea de estudios dedicados aFernando Ortiz, realizado “[…] porsus discípulos, colegas y amigos enocasión de cumplirse sesenta años dela primera publicación de su primerimpreso en Menorca”5 y en la Revis-ta Interamericana de Bibliografía.6

Con posterioridad, todos los documen-tos se atesoran como parte de la

Sección de Manuscritos de la Sala Cu-bana de la institución.

El fondo posee diferentes seccionesmuy valiosas, algunas de las cuales exa-minaremos a continuación:

1. CorrespondenciaUna gran parte de los documentos con-tenidos en el Fondo Ortiz se relacionacon la comunicación que sostuvo donFernando con entidades y personas vin-culadas con sus labores profesionales.Los destinatarios fueron en general fi-guras destacadas de la ciencia, lasartes y la política en diversas partes delmundo y de Cuba. La correspondenciaresulta de gran valor para determinaraspectos y datos que otros documen-tos del fondo no ofrecen y porconsiguiente, iluminan zonas de la viday obra de Ortiz, y puede afirmarse queaparece en prácticamente todos losgrupos de documentos de la sección co-rrespondiente a la Biblioteca Nacional.Los principales remitentes de las car-tas son discípulos y amigos, como JoséAntonio Portuondo, Julio Le Riverend,Pablo de la Torriente Brau; amigos delos años menorquines y “paisanos” ca-talanes, como Juan Comas, P. J. PonsMenéndez, Joan Amades y Gelats, yPedro Grasses; profesores de las épo-cas madrileña e italiana como ConstancioBernaldo de Quirós, Pedro DoradoMontero, Manuel Sales y Ferré, CesareLombroso y Enrico Ferri; colegas, comoMelville Herkovitz, Alejandro Lipchutz,Jean Price-Mars, Eric Williams; admira-dores, peticionarios y políticos. Tambiénse encuentran cartas de, entre otros:Edgardo Martín, Manuel PedroGonzález, Paul Rivet, Miguel AcostaSaignes, Renato Almeida, Ana Marga-

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rita Aguilera, Germán Arciniegas, Gon-zalo Aguirre Beltrán, Roger Bastide,Elías Entralgo, Manuel JiménezFernández, Andrés Iduarte, Manuel Ba-llesteros Gaibrois, André Schaeffner,Jesús Silva Herzog y Alfonso TejaZabre.

Una de las cartas más interesantespara comprender el proceso de inves-tigación científica de Ortiz es unaescrita por Pablo de la Torriente Brau,quien se encontraba en Nueva Yorkcon la hija de su primer matrimonio,Isis. En otras ocasiones en que Ortizse había ausentado de La Habana de-bido a sus viajes, Pablo se encargabade despachar sus asuntos en el bufe-te y de auxiliarlo en el trabajoinvestigativo.7 Los años finales de ladécada del 20 y principios del 30 fue-ron decisivos para importantespesquisas orticianas en las que sus se-cretarios actuaban –entrenados por elpropio don Fernando– en calidad deeficaces auxiliares de investigación yde organizadores de sus papeles. Eltexto de la misiva decía:

La Habana, 27 de febrero de 1930

Estimado Dr. Ortiz:Recibí su carta del 23 y me alegro

que su hija vaya mejorando. Desdeluego, he cumplido enseguida su en-cargo, y ya escribí a Gamber y aEdwards acompañándoles sus notasy copiándolas para el archivo. Enesto trabajo todos los días. He ve-nido archivando todas las mañanashasta tres letras. Espero tenérselo lis-to, lo mismo que los recortes. Yahabrá tenido noticias seguras sobrelo de García Lorca8 de quien ya me

anticipó Guardiola9 “que era pája-ro”. Esto ya va dejando de ser unaexcentricidad, y ya no es motivo deespectacularidad.

González Porto me pregunta porUd. y por el trabajo de la Geogra-fía Antillana. Sabe que Estelrich yUd. conferenciaron largamente enNew York.10

Me quedan por copiar estos libros:1. El Folklore Literario de Méxi-

co. Tiene sus notas de páginas,tachadas. Parece que ha sido copia-do. Es de Rubén M. Campos y tienedentro unas cuantas cuartillas a má-quina. ¿hay que copiarlo?

2. Historiadores de Indias, de Se-rrano y Sanz. Al abrir ahora estelibro me encuentro con unas cuar-tillas que tienen 6 ó 7 mil notaspara copiar. Antes, al buscar en lapágina final, como de costumbre,sólo había logrado descubrir un la-berinto de números. Hay para unbuen rato en este tomo, que está acolumnas dobles y con letras debacteriólogo investigador.

3. Dos folletos del Dr. Emilio Ca-talán. “Necesidad de organizar elpatronato de menores en la Repúbli-ca Argentina”. Este no tiene ningunanota. “Curioso Impedimento de ma-trimonio en la Época ColonialArgentina”. Tiene fuera el número12, y aunque en esa página no estádeterminado con los signos que Ud.acostumbra usar lo que hay que co-piar, copiaré toda la parte que serefiere al impedimento y sus notas ycomentarios. Es poco.

4. Revista do Brasil [sic]. Hay enrojo, en la portada, subrayado, unartículo que se titula “A raça negra

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na América portuguesa” de NinaRodríguez [sic]. Pero son 19 páginasen portugués, a lo largo de las cua-les hay signos suyos, pero no delímite de trabajo. ¿Se copia todo?

5. Política Indiana de Sr. DonJuan de Solórzano, ilustrada y aña-dida. Un señor libraco tremendo queda la impresión de estar en latín. Tie-ne peste y está todo amarillo. Heencontrado ahora una cuartilla connotas para copiar. No va a ser muyfácil desentrañarlo todo.

6. La Casa de Contratación (Tra-bajos geográficos) Manuel de laPuente y Olea. Otro libro grande, sinnota alguna al final ni cuartilla. Sólohay líneas suyas en un capítulo so-bre el azúcar.

Esto es todo. Si quiere indicar al-guna preferencia y aclarar lasdudas, me lo dice. Por ahora tengocon el Padre Varela, el archivo y losrecortes [...]. Ya los sillones están lle-nos de paquetes.

Hasta mañana, Dr.(firmado) Pablo de la Torriente(PD) [escrito con tinta] ¿Hay ma-

nera de hacer que le paguen a DonJuan la impresión del tomo III deLola Mª? El hombre está apurado11

2. Instituciones y organizacionesEn su vida estudiantil y profesional,Ortiz integró numerosas instituciones yasociaciones, y además fundó importan-tes organizaciones en Cuba, y decarácter internacional. Al inicio de esteproyecto investigativo, planteé que losdocumentos relacionados con las orga-nizaciones a las que perteneció antesde 1917 formaron parte del expedienteque preparó para solicitar la cátedra de

Derecho Penal en la Universidad de LaHabana y a los que se refiere en la“Relación justificada de méritos y ser-vicios”,12 y por consiguiente no seencontraban dentro del fondo. Pero conposterioridad, la correspondencia envia-da por figuras destacadas del campo delos estudios sociológicos y criminológicosal entonces joven investigador que for-mó parte del antes citado expediente,fue localizada dentro de otra carpetacon cartas,13 por lo que afortunadamen-te contamos con estos importantestestimonios de la actividad científicaorticiana desde 1899.

Un listado de algunas academias,institutos y otras organizaciones es elsiguiente: Academia Cubana de laLengua, Academia de la Historia,African Music Society, Alianza Cuba-na por un Mundo Libre, The AmericanAnthropological Association, ConsejoMundial de la Paz, Comité Nacional porla Paz, Instituto de Folklore de SaoPaulo, Instituto de Cultura Hispánica,Instituto Indigenista, InternationalInstitute of African Languages andCultures, Instituto Cubano de Arqueo-logía, Instituto Cubano de Etnología yFolklore, Institución Hispano-Cubana deCultura, Junta de Patronos de la Biblio-teca Nacional, Sociedad Folklórica deMéxico, Sociedad Económica de Ami-gos del País, UNESCO-AsociaciónCubana de las Naciones Unidas.

Carpeta 105. Academia Cubanade la Lengua: Contiene un total de 23documentos que con otros, permiten va-lidar además información conocida através de algunas fuentes, sobre todoaquella que trata de los comienzos dela corporación en la década del 20 delpasado siglo. La mayor importancia, en

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nuestro caso, del primer Proyecto deEstatutos de la Academia Cubana Co-rrespondiente de la Real AcademiaEspañola y de su Reglamento radica enque establece la fecha de la creaciónde la corporación cubana a partir dela aprobación por la Real AcademiaEspañola, ocurrida en Madrid el 19 demayo de 1926 y de su primera Juntade Académicos, celebrada en La Haba-na en octubre del propio año. Aunqueeste proyecto no la tiene, se puede co-nocer la fecha aproximada de suescritura (1926) de acuerdo a la dinámi-ca de trabajo establecida en todas lasAcademias del continente, con períodostrienales que debían cesar sin excepciónen 1928.

El otro grupo de documentos data dela década del 50. A comienzos de 1951la Academia se encontraba en francadecadencia. Los respectivos gobiernosconstituidos por elecciones o instauradospor golpes y asonadas militares nuncale prestaron apoyo oficial, por lo cualsobrevivió en condiciones precarias du-rante decenios. Dos cartas que leenviara a Fernando Ortiz el ensayistay promotor cultural José María Chacón,con fechas enero 31 y febrero 2 de1951 son importantes, sobre todo la pri-mera, donde Chacón recaba la ayudade Ortiz para reanimar la agónica ins-titución que recibió por esas fechasinvitación oficial del gobierno de Méxi-co para participar en el importante ICongreso de Academias de la Lenguaque se celebraría allí:

Con este motivo, y debido a la cir-cunstancia de que el Dr. A. S. deBustamante,14 Director de la corpo-ración, no puede por motivos desalud atender a todo lo pertinente a

este asunto, nos reuniremos pasadomañana [...]. La reunión se verifica-rá en el Ateneo de la Habana [...].Al final de la reunión nos honrarácon su visita el Sr. Embajador deMéxico, que nos leerá el mensaje dela Academia Mexicana.

Todos, mi querido Don Fernando,tenemos vivo interés en que puedaUd. acompañarnos en la tarde delpróximo viernes [...]. Todos recorda-mos que Ud. tuvo la iniciativa de lafundación de esta Academia,15 demodo muy particular lo recuerda suviejo amigo, que mucho lo quiere ylo admira [...].Al ser electo Chacón director de laAcademia Cubana en ese año, el tra-bajo se reanudó. El 6 de marzo FélixLizaso, por entonces secretario interi-no de la institución, le escribe a Ortizplanteando que el embajador de Méxi-co “[…] ha interesado a estacorporación los datos bio-bibliográ-ficos de cada uno de los SresAcadémicos que la componen, a finde enviarlos a su país, donde deseanconocerlos a los fines del Congresode Academias de la Lengua españo-la que se está preparando. En esavirtud nos envíe a la mayor brevedadposible los datos que constituyen sucurrículum vitae [...]”. Ortiz respon-dió el 8 de marzo, enviando sus datosbio-bibliográficos adjuntos.16

Ortiz fue citado el 31 de agosto deese mismo año, ya electo Chacón comodirector, a participar en la reunión del 5de septiembre, donde “[...] figura enprimer término el que se refiere a laconfección del primer número del Bo-letín, así como un cambio deimpresiones sobre la biblioteca clásica

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que la academia se propone publicar”.El Boletín de la Academia Cubanade la Lengua fue un aporte destaca-do de esta etapa de la entidad; en élproponía “[...] mantener la tradición deamplitud, de universalidad que permitióa los maestros del siglo XIX servir conmás eficacia en la magna tarea de lafundación de la nacionalidad”.17 El sa-bio publicaría allí su artículo “El birimbaoo la trompa de París”, trabajo redacta-do para el libro-homenaje a Jean PriceMars, convertido también en ponenciapara el II Congreso de Academias de laLengua. Transculturación, cubanía,a m b i p e r - c u s i v o , a v u l g a r a r,sacripotencia y sacralidad fueron al-gunos neologismos que introdujo elsabio en la lengua española.18

Existen además 11 citaciones, comu-nicaciones y otros documentos fechadosentre 1951 y 1956 enviados a Ortiz, asícomo ocho documentos que constituyenanexos.

Carpeta 80. Universidad de LaHabana. Facultad de Ciencias So-ciales y Derecho Público(Correspondencia-Horarios-citacio-nes y listas de alumnos): Tiene untotal de 12 documentos, entre ellos:

- La carta que le dirige Raúl Roa,entonces decano de la Facultad deCiencias Sociales, con fecha septiem-bre 10 de 1955, invitando a Ortiz aintegrar el claustro de profesores delInstituto de Periodismo:

Estimado amigo: En virtud delacuerdo adoptado por esta Facul-tad [...] me place comunicarle queha sido UD. nombrado para expli-car la asignatura de AntropologíaSocial en el Instituto de Periodismo[...]. Mucho le agradecería tuviera

la bondad de remitirme un esquemadel programa de la materia a su car-go con una bibliografía mínimaadjunta, a fin de incluirlo en el ca-tálogo que proyectamos editar. Y leagradecería, asimismo, que pasarapor las oficinas de la Escuela a finde suscribir el correspondiente con-trato [...].

Roa propuso a su viejo amigo ymaestro para integrar el claustro do-cente del Instituto durante los cursosacadémicos entre 1955 y 1958. Losdocumentos que se conservan testi-monian la actividad del sabio en partede ellos, porque la Universidad fueclausurada en diciembre de 1956 pororden del Consejo Universitario ante elincremento de las acciones revolucio-narias del Movimiento 26 de Julio, delDirectorio Estudiantil Universitario yel desembarco de los expedicionariosdel yate Granma.19

- El contrato del Instituto de Perio-dismo, perteneciente a la Escuela deCiencias Sociales y Derecho Público dela Universidad, en el que

El profesor Fernando Ortiz se com-promete a explicar la asignatura deAntropología Social durante los trescursos académicos 1955-56, 1956-57 y 1957-58, que comienzan el día

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3 de octubre de 1955 y terminan eldía 30 de septiembre de 1958.La Habana, a los veinte y ocho díasdel mes de septiembre de 1955.Firmas de Raúl Roa. Decano de laFacultad de Ciencias Sociales y De-recho Público y del propio Ortiz.

- Felicitación, con fecha abril 1° de1956, por el homenaje que se le rindie-ra en el alto centro docente al serleotorgado el título de Doctor HonorisCausa en Ciencias Sociales por la Uni-versidad de Oriente.

Carpeta 108. Asociación Cubanade Bibliotecarios: Fundada en LaHabana el 10 de julio de 1948, antece-dente directo de la actual AsociaciónCubana de Bibliotecarios (ASCUBI) ycon la que Ortiz tendría estrecha rela-ción a través de la Sociedad Económicade Amigos del País. Con un total de 11documentos de diversos tipos, se pue-de seguir la historia y trayectoria de lainstitución hasta 1958, y aparece el Re-glamento impreso “[…] con lasmodificaciones aprobadas en la Asam-blea General Extraordinaria, celebradacon este fin en marzo de 1954”. Entrelos miembros fundadores de la Asocia-ción estaban Jorge Aguayo, BertaBecerra, María Teresa Freyre deAndrade y Fermín Peraza Sarausa.Además, aparecen citaciones, comuni-caciones y documentos de la EscuelaCubana de Bibliotecarios, cuya sede seestableció en el edificio donde radica-ba la Sociedad Económica de Amigosdel País,20 y otros documentos.

Carpeta 95. John SimonGuggenheim Memorial Foundation:Los documentos que contiene son, en sumayoría, peticiones de referencias soli-citadas a Ortiz por el secretario de la

fundación para los aspirantes a las be-cas de intercambio entre esa institucióny América Latina. En la lista de los so-licitantes están: José Rubio Barcia(1943); Argeliers León (1946, 1952);Raúl Roa García y Gisela HernándezGonzalo (1944); Julio Le Riverend(1946); Edgardo Martín (1947); JoséAntonio Portuondo y Juan E. David Po-sada (1949); Ricardo E. Alegría (1951,1953); Levi Marrero (1951), y Loló dela Torriente (1953).

Carpeta 67: Sociedad Cubana deEstudios Históricos e Internaciona-les: Presidente: Emilio Roig deLeuchsenring; Vicepresidente: FranciscoGonzález del Valle; Secretaria: RaquelCatalá; Vicesecretario: José A.Portuondo; Tesorero: Mario Guiral Mo-reno; Vicetesorero: Fermín Peraza;Vocales: Fernando Ortiz, Gerardo Caste-llanos, Julio Le Riverend, Julio Villoldo,Manuel Bisbé, Salvador Massip, EnriqueGay-Calbó, Manuel Piedra, HerminioPortell Vilá, José Luciano Franco, M. Isi-dro Méndez, J. M. Bens Arrate, JenaroArtiles, y Antonio Álvarez Pedroso.

3. CongresosDentro del fondo se encuentra docu-

mentación sobre 21 congresoscelebrados en Cuba y en otros países,relacionados con diferentes disciplinasde las Ciencias Sociales y en los queOrtiz tuvo participación.

El 32° Congreso de Americanistascelebrado en Copenhague, Dinamarca,del 8 al 14 de agosto de 1956 tienegran importancia por ser uno de los úl-timos eventos científicos en los queparticipara Fernando Ortiz, cercanopor esa fecha a los 80 años y ya conmúltiples dolencias que impedirían

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poco después su desplazamiento adestinos fuera de Cuba.

La carpeta contiene el programa delcongreso, anotado por Ortiz, con lasponencias y comunicaciones de interéspara el polígrafo, además de la lista departicipantes por países. La delegacióncubana estuvo integrada también porLydia Cabrera, María Teresa de Rojasy Josefina Tarafa, compañeras estas úl-timas, de la etnóloga. Leemos en lalista a Pedro Bosch Gimpera y a Alfon-so Caso, entre los delegados de México;por España estuvo Vicenta Cortés, en-tonces joven archivera e investigadoradel Archivo de Indias, y José Tudela dela Orden, entre otros; Manuel PedroGonzález asistió entre los profesores invi-tados de universidades norteamericanas;Paul Rivet y otros científicos francesestambién estuvieron presentes en el even-to. Ortiz presidió una de las seccionesdel congreso, la de Historia colonial, don-de se discutieron trabajos sobre lasegregación racial en las colonias hispa-noamericanas, las importaciones deesclavos africanos en el virreinato de LaPlata, sobre los caribes en el siglo XVI yla problemática de los afroamericanos.También se conserva una fotografía don-de aparece el salón plenario del congresoy sus participantes, con Ortiz dentro delos más ilustres.

4. Trabajos de / sobre FernandoOrtiz

Carpeta 337. Homenaje nacionala Fernando Ortiz: En ella se encuen-tra aproximadamente un total de 110documentos, divididos en:

a) El programa del Homenaje porlos 60 años de su primera publicación,celebrado en el Palacio de Bellas Ar-

tes en la noche del 28 de noviembrede 1955.

b) Cartas y telegramas dirigidos a laComisión Organizadora del homenaje,presidida por Antonio María Eligio dela Puente, con la adhesión al homenajede personalidades de la cultura, la cien-cia y de instituciones. Entre ellosRamiro Guerra, Regino Pedroso,Francisco Prat Puig, Asociación Cuba-na de Bibliotecarios, Sociedad ReligiosaAfricana Hijos de la Luna, Círculo deAmigos de la Cultura Francesa, Escue-la Profesional de Periodismo ManuelMárquez Sterling, Centre Catalá, Socie-dad Cultural Nuestro Tiempo (director,Harold Gramatges), Isaac Barreal, Fe-lipe Pichardo Moya, Gustavo Pittaluga,Conchita Fernández, Israel Castellanos,Diego Martínez Báez (presidente de larepública española en el destierro) yFélix Gordon Ordaz (presidente del go-bierno), Luis Gómez Wangüemert,Sociedad Cultural de Beneficencia yRecreo Unión Fraternal (fundada en1886 y cuyo secretario fuera José An-tonio Aponte), Sociedad Artística yLiteraria del Progreso (Sancti Spíritus).

Entre el grupo de documentos haydos cartas de especial interés, porquereflejan el sentir de los practicantes delas religiones afrocubanas, en su mayorparte pertenecientes al sector más hu-milde de la población cubana, queencontraron en el sabio un respetuosoinvestigador. Son estas la carta del obababalao Pedro Ruiz (Luyanó, noviem-bre 29, 1955), y la dirigida por losdecanos y miembros del grupo detamboreros yoruba en Cuba (noviem-bre 19,1955), firmadas por personasmuy entrañables para Ortiz como Mi-guel Somodevilla, Pablo Roche, Raúl

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Díaz, Trinidad Torregrosa, Quintín An-gulo y Gabino Felloves.

Además, en la carpeta aparece unaimportante colección de recortes deprensa con entrevistas realizadas a Ortizcon motivo del homenaje, algunas deellas con información sobre la vida y laobra del polígrafo. Otros recortes rese-ñan el acto de homenaje nacional,celebrado en el Palacio de Bellas Artesla noche del 28 de noviembre de 1955 yel discurso pronunciado por Ortiz, titu-lado “Más y más fe en la ciencia”. Estacolección resulta de especial importan-cia, en primer lugar por la presencia deartículos, entrevistas y crónicas escritasen órganos de prensa de diferente ten-dencia ideológica, como Pueblo,Alerta, Bohemia, Excelsior, El País yPrensa Libre, entre otros. También por-que en la actualidad el mal estado deconservación en que se encuentra laprensa en gran parte de las bibliotecasdel país, realza el valor de estos recor-tes como testimonio y fuente de consulta.

5. Trabajos de otros autoresCarpeta 208. Trabajos de dife-

rentes autores (I): Introducción a laCiencia Política, de James WilfordGarner, traducido en libretas manuscri-tas por Luis de Soto y Ernesto Dihigo.Son documentos importantes que testi-monian la colaboración entre Ortiz y laspersonas antes mencionadas en la tra-ducción de la obra de Garner, publicadaen La Habana en 1917.21

Carpeta 209. Trabajos de dife-rentes autores (II): “Glosario curiosocubano” (sin autor): Manuscrito sobreaspectos de la variante cubana del es-pañol con notas y marcas a lápiz, ytambién dibujos.

“Tabaco habano”, de Manuel G.Linacero: Poemario dedicado al taba-co, con un total de 50 obras que vandesde su participación en la historia deCuba, hasta estampas de costumbres yelementos socio-filosóficos tejidos entorno a él. Algunos de los títulos son:“La leyenda del tabaco”, “El tabacoconquistador”, “La sublevación de losvegueros”, “Es de la vega el veguero”,“La corta de la hoja”, “El romance deltabaco”, “La boda”, “Canto del bohío”,y “El fumador feliz”.

6. Libretas de informantes y no-tas sobre religión y cultura

Carpeta 26. Santería –Ñañiguismo – Ritos – Vocabulario– Música: Tiene 10 documentos, en-tre los que se encuentran libretas defirmas y de registro de ceremonias per-tenecientes a la Regla de Ocha osantería como se practicaba en Santia-go de Cuba en la década del 40 delpasado siglo, y de abakuá, que consti-tuyen testimonios de enorme valorcorrespondientes al patrimonio culturalintangible o inmaterial.

Carpeta 229. Libretas de Apun-tes. Diario – Huracán – Negro –Mariología: Posee cuatro documentosque corresponden a sus estancias en losEstados Unidos, en particular a su exi-lio de noviembre de 1930 a enero de1934, durante el último período del go-bierno de Gerardo Machado y losacontecimientos posteriores. Su impor-tancia radica en que testimonian lasinvestigaciones en las que se enfras-có durante ese período, para escribirsus libros sobre la Virgen de la Cari-dad, la mulatez, Cristóbal Colón, laentrada del capitalismo en América y,

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probablemente, en su libro sobreBartolomé de las Casas, todos inéditos,22

además de adelantar el trabajo sobrelos indios, en especial El Huracán, sumitología y sus símbolos (México:Fondo de Cultura Económica, 1947).

7. VariosDentro de esta sección aparecen dos

interesantes documentos cuya mayorimportancia radica en la utilización dedatos biográficos de Fernando Ortiz parasu escritura. Uno es la “Relación justi-ficada de méritos y servicios deFernando Ortiz” (La Habana, 1917), ela-borado por el propio Ortiz para optar porla cátedra de Derecho Penal en la Uni-versidad de La Habana, acompañadapor los documentos que acreditaron sutrayectoria estudiantil y profesional hastala fecha, cuestión que le otorga gran ob-jetividad y validez a los elementos de labiografía orticiana aportados aquí.23

El otro documento es la tesis de gra-do de la antropóloga norteamericanaEllen Irene Diggs titulada “La vida y laobra de Fernando Ortiz” y defendida enla Facultad de Filosofía y Letras de laUniversidad de La Habana, en 1944,cuya importancia se halla en que fue elpropio Ortiz quien le suministró a la au-tora sus propios datos biográficos yrecuerdos familiares.

A diferencia de los documentosgestados por una institución en los cua-les por lo general prima la exactitud–por eso sirven para autenticar accio-nes y sucesos de la administración osimilares–, aquí estamos en presenciade algunos documentos donde la ver-dad está distorsionada a favor de laliteratura porque el testimoniante es, dehecho, escritor, y “[...] todos los escri-

tores empiezan por mitificar su vida”,pues en el plano de la literatura, enten-dida no como creación artística sino eneste caso como acto de recreación dela realidad, “[...] el primer elemento decreación es la propia vida del escritor,sobre todo si es famoso”.24 Evidente-mente, a lo largo del relato orticianocontado a Diggs existe unareelaboración de la vida del autor: allíaparece lo que Ortiz quiere que sesepa de él. Esos relatos sobre la vidade Ortiz son en realidad metarrelatos;sin embargo, hay en ellos noticias y da-tos interesantes, útiles para conocer yreescribir la vida del sabio cubano.

Con esta breve descripción de la es-tructura y de algunas características delfondo Fernando Ortiz de la BibliotecaNacional José Martí, se podrá compren-der mejor a este, no como un almacénpasivo de documentos atesorados, sinocomo un “sistema” activo facilitador degrandes volúmenes de información per-manentemente actualizada, hasta que elpaulatino decrecimiento de la actividadintelectual de don Fernando le impidierarealizar esas tareas. Este fondo es unavaliosa fuente de información para quelos investigadores de la cultura cubanapuedan hallar en él los datos precisos, eldocumento importante, la huella del pasode Fernando Ortiz por la historia de laciencia y la cultura nacional.

Notas1 Ortiz, Fernando. Culecció d’els mal noms deCiutadella. La Habana: Fundación FernandoOrtiz, 2000.2 Para más información, consultar la conferenciade Araceli García Carranza, “Colecciones de grandesfiguras de la cultura cubana. Adquisición ybibliografía” ofrecida en la biblioteca José Antonio

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Echeverría de la Casa de las Américas por el 45aniversario de su fundación en octubre de 2004.

3 Díaz, María del Rosario. Ponencia: “El archivode don Fernando Ortiz. 500 años detransculturación en Cuba a través de susdocumentos” / “The Fernando Ortiz Archive:500 Years of Transculturation in Cuba”.SALALM (Seminary of Adquisition of LatinAmerican Library Materials), San Juan de PuertoRico, mayo 25- 29, 1998. En Caribbean Studies:Bibliographic Access and Resources for the Past,Present and Future. Seminar of Adquisition ofLatin American Library Materials, SALALM,XLIII Conference Secretariat; Benson LatinAmerican Collection, the University of Texas atAustin, 2002.4 García Carranza, Araceli. Biobibliografía de donFernando Ortiz. La Habana: Biblioteca NacionalJosé Martí, 1970.5 Publicada en tres volúmenes. La Habana:[Sociedad Económica de Amigos del País], 1955-1957.Becerra Bonet, Bertha. Bibliografía de FernandoOrtiz. Revista Interamericana de Bibliografía3:1589-1621; 1957.6 Comas, Juan y Bertha Becerra. La obra escritade Don Fernando Ortiz. Ibídem, 7(4); oct.-dic.1957.7 En los años de su exilio político en los EstadosUnidos (1931-1933) otra de sus destacadassecretarias, Conchita Fernández, ayudaría a Pabloen esas tareas.8 Pablo ignora que ya en ese momento se habíanconocido Lorca y Ortiz en Nueva York, aunquesabía de los preparativos que hacía la InstituciónHispano-Cubana de Cultura para el viaje del poetaespañol a Cuba.9 El administrador en esa época de la InstituciónHispano-Cubana de Cultura.10 Probablemente se refiera al capítulo sobre lasAntillas, escrito conjuntamente por FernandoOrtiz, “de la Sociedad Geográfica de Cuba” yMax Sorre (Universidad de Lille) aparecido enGeografía universal, de Vidal de La Blanche,Barcelona, 1936.11 Carpeta 332 -Correspondencia letra T (Varios).Fondo Fernando Ortiz, Biblioteca Nacional JoséMartí (FFOBNJM).

12 Ortiz, Fernando. “Relación justificada deméritos y servicios”. Serie F- Documentosjustificativos “de su carácter de miembro dediversas academias e institutos nacionales yextranjeros”. pp. 2, 22-24. (FFOBNJM).13 Carpeta 348.Correspondencia variada.(FFOBNJM).14 Antonio Sánchez de Bustamante y Sirvén.15 El subrayado es mío. MRD.16 En el documento aparece una nota de la secretariade Ortiz escrita con tinta, que dice “–no mandar–(archívese)”. Supongo que a pesar de esto se envióel currículum, pues de otra manera sería muy difícilque se hubiera quedado la copia de la carta enviadaa la Academia sin nota alguna al respecto. Losdatos bio-bibliográficos serán analizados en otraparte del capítulo.17 Cuba. Instituto de Literatura y Lingüística.Diccionario de la Literatura Cubana. La Habana:1980. t. 1, p. 144.18 Carta a Andrés Iduarte de diciembre 29, 1950.Carpeta 170, Correspondencia I-J-K.(FFOBNJM).19 Ramón de Armas, Eduardo Torres Cuevas yAna Cairo Ballester. Insurrección y Revoluciónen la Universidad de La Habana (1952-1977). EnHistoria de la Universidad de La Habana. LaHabana: Editorial de Ciencias Sociales, 1984,cuarta parte, p. 729.20 En la actualidad ese edificio sigue siendo lasede de la Sociedad Económica de Amigos delPaís y del Instituto de Literatura y Lingüística.21 García Carranza, Araceli. Op. cit. (4). p. [50],asiento 126.22 Carpeta 229 Libretas de apuntes- Diarios, etc.(FFOBNJM).23 Como siempre hizo, Ortiz escribía susdocumentos en original y una o varias copias,por eso hubo de entregar a la Universidad eloriginal y los documentos acreditativos,guardando la copia que se conserva en laBiblioteca Nacional dentro de sus papelespersonales.24 Ver intervención de la doctora Ana Cairo enLydia Cabrera, otra descubridora de CubaRevolución y Cultura (La Habana) (3):24;mayo-jun. 2000.

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El 2 de diciembre de 2008 pasará alas páginas de la memoria históri-

co-cultural de Cuba como un símbolode fiesta nacional en lo artístico, debi-do a que ese día, hizo justamente 90años de que se fundara una de las ins-tituciones de más largo y rico decursarcultural en la vida de la república: laSociedad Pro-Arte Musical, hecho co-ronado a su vez por los 80 años de lainauguración de su teatro Auditorium.Relatar aquí la energía y el espíritu decreación necesarios para llevar a caboestas grandiosas empresas, invadiríauna gran parte de este trabajo, por loque la autora de este apartado quiereinvitarlos a rendirle un espacio de gra-titud y recordación, ya que estasefemérides, por fuerza, tienen una con-cisión obligada, pues, de otra manera,no un artículo, sino un libro de muchaspáginas se necesitarían para exponer endetalle el esfuerzo y las realizacionesllevadas a cabo por las directivas de laSociedad, cuya obra tiene hoy una va-lía indiscutible para su tiempo.

Las mujeres de Pro-Arte MusicalSi ojeamos aquel 1918 recordemos

que es vocero de un debate identitariocultural complejo y desde la perspecti-va de género está marcado por undiscurso patriarcal-hegemónico, puesto

* Este artículo es parte de mi libro “La Sociedad Pro-Arte Musical. Testimonio de su tiempo”, el cualverá la luz para el próximo año 2010 por la editorial Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau y quefue premio Memoria 2007 de la citada institución. Además es un resultado de mi tema de investigaciónde doctorado en ciencias sobre arte en proceso de culminación. [N. de la A.]

Homenaje a los 90 añosfundacionales de la SociedadPro-Arte Musical*

Irina Pacheco ValeraProfesora e investigadora del Instituto Superior de Arte

Portada del Proyecto Auditorium-Teatro y Casa social

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que el matrimonio se validaba como unainstitución que supeditaba a la mujercomo propiedad de su pareja. A ella sele imponían los códigos excluyentes: dehacer del casamiento una carrera, serobjeto de lujo y ostentación, lo cual fuemuy criticado por importantes intelec-tuales cubanos.1 Este movimiento deinconformidad contra el contrato matri-monial permitió que, en 1918, Cuba seconvirtiera en el primer país hispano-americano en lograr la ley de divorcio.2Antes de esta ley, los hombres podíantristemente sentirse con el privilegio deasesinar a sus mujeres por el supuestodelito de infidelidad y sólo recibir con-dena de destierro. Por el contrario, ellasno tenían, ante la supuesta traición ma-rital, similar respaldo legal.3

Como corriente de ideas políticas yfilosóficas, el movimiento feminista fuemuy cuestionado en Cuba porque susobjetivos atacaban el poder de los hom-bres. La prensa cubana, dirigida porellos, mostraba, salvo excepciones, mu-chas reticencias ante este modelo demujer transgresora, y ello suponía ata-car la virilidad criolla, acostumbrada aque el papel de la mujer fuera el de ob-jeto de belleza y sumisión. Este debatese llevó al seno de los Congresos deMujeres, de 1923 y 1925, donde la ac-titud solidaria mostrada por algunosintelectuales, incitó a sus organizadorasa crear el curioso término de “congre-sistas adictos”. Con este calificativodenominaron a prestigiosas figuras dela intelectualidad como Fernando Ortiz,Juan Marinello, Ramiro Guerra, ArturoMontori y Raimundo Lazo.4

En ese entramado epocal y comomuestra de la gallardía feminista, MaríaTeresa García Montes llevó a cabo la ex-

celsa obra de la fundación de la Socie-dad Pro-Arte Musical el día 2 dediciembre de 1918, la cual celebró la pri-mera junta en su residencia, en la esquinade las calles 15 y D, barrio del Vedado.

De ahí que al decir del arquitectoEnrique Luis Varela:

Cuando un pueblo joven cuenta conmujeres de carácter y alteza de mi-ras de María Teresa García Montesde Giberga y sus inteligentes cola-boradoras, puede decir con orgulloque su horizonte intelectual es tanamplio que difícilmente tendrá limi-taciones. La Sociedad Pro-ArteMusical, fundada por mujeres, diri-gida siempre y exclusivamente pormujeres, es una prueba definitiva delo que acabamos de exponer.5

Para un somero análisis de la orienta-ción ideo-estética de la sociedad, hayque contar con la proyección socio-cul-tural de su fundadora María TeresaGarcía Montes de Giberga y en granmedida la de sus continuadoras OriaVarela de Albarrán,6 Natalia Aróstegui7

y Laura Rayneri de Alonso.8 Todas es-tas mujeres proartinas desarrollabanuna cualidad artística y poseían unavasta cultura y eran representantes delo más distinguido de la aristocraciahabanera, por ejemplo: María TeresaGarcía Montes de Giberga, tenía unaapreciable cultura musical en el pianoy era un excelente soprano, LauraRayneri, era una de las más destaca-das pianistas-concertistas habaneras, yNatalia Aróstegui, una excelsa sopra-no y declamadora.

Ahora bien, analizar a estas mujeresde la “oficialidad” desde una perspecti-va de género, entendido este como unaconstrucción social de una diferencia

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sexual y concepto histórico, requiere deuna mirada compleja.9 Dicho conceptoestá conformado por “[…] creencias,valores, actitudes, formas de compor-tamiento, rasgos de personalidad, eincluso, actividades que sustentan yejercen hombres y mujeres y que son,precisamente las que hacen la diferen-cia y la jerarquía social entre unos yotras”.10 Con este enfoque me apoyo enel texto de Maritza García Alonso y Cris-tina Baeza: Modelo teórico para laidentidad cultural, donde se define laactividad identitaria como al “[…] con-junto de acciones materiales yespirituales que permiten el proceso dedefinición del sujeto de identidad”.11 Lascitadas autoras reconocen la importan-cia de las identidades subalternas,fenoménicas, grupales, o microiden-tidades, para referirse a lo mismo y parala definición y, por consecuencia, del es-tudio de la identidad nacional, dato esteque da pie, por supuesto, a la inclusióndel tópico de la identidad femenina enel debate del tema.

Las mujeres del momento sobre todose destacaban como cantantes, pianis-tas, arpistas, flautistas y violinistas, sinembargo, surge la pregunta: ¿qué hayde los otros instrumentos de la música,qué hay del ejercicio interpretativo, dela creación musical, de la dirección deagrupaciones u orquestas y de la inves-tigación? Es conveniente recordar quela tendencia fundamental de las muje-res de Pro-Arte Musical estuvomarcada por el género blanco que mi-raba a Europa y no reconocía losinstrumentos afrocubanos. La confluen-cia de las mujeres proartinas lapodemos abordar a través del lente delos vasos comunicantes entre género y

poder, pues ellas se inscribieron en la“cultura oficial”,12 la cual hace uso detodo medio posible para ejercer su po-der. Este poder cultural denota trescaracterísticas básicas: impone las nor-mas culturales-ideológicas que adaptana los miembros de la sociedad a susgustos y preferencias, legitima la es-tructura dominante, y hace sentir laimposición de esa estructura como lasocialización o adecuación necesaria delos patrones culturales para que los in-dividuos se adapten.

Desde su posición social hegemónica,estas damas desplegaron una intensaactividad de promoción, didáctica y dedivulgación de la música de conciertode esencia europea, históricamente le-gitimada, que debe ser digna dereconocimiento, pero a la vez limitanteen su proyección, si se tiene en cuen-ta el carácter de avanzada y el valorde la producción nacional en la esfe-ra de la cultura de aquellos años.13

Ellas además decidían acerca de lastemporadas y los artistas, y se convir-tieron en un eslabón fundamental en losmodelos culturales de su tiempo, ya quea través de la Sociedad Pro-Arte Mu-sical y de la construcción del teatroAuditorium, rectoraron en buena medi-da la vida cultural republicana yestuvieron enfrascadas en las polémi-cas con las miradas de vanguardia queversaban su discurso hacia lasreformulaciones de la cultura popular,la cual como parte de la cultura de lasociedad había quedado relegada ymenospreciada en aras de otra partede una cultura que valida las accionesdel grupo en el poder.

Las fórmulas de cubanidad del na-cionalismo burgués se hacen visibles

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en las estrechas relaciones de MaríaTeresa García Montes y sus damas conlas ideas del compositor y teóricoEduardo Sánchez de Fuentes. En esteintercambio epistolar se aprecia el de-bate sobre el contenido de la músicacubana de la época y la proclamaciónde la cubanidad de lo indígena y lo cam-pesino, frente al escándalo querepresentaba la introducción de ele-mentos africanos en la música culta.De ahí, que el historiador Jorge Ibarrameditara:

En su alianza con la pompier viudade Giberga, como la llamaba iróni-camente Caturla, contra lasposiciones del minorismo, hay sub-yacente toda una concepción de lacultura cubana. Esta señora, de ran-cia estirpe autonomista, encarnabauna tradición cultural del siglo XIX

que discriminaba a todo lo negro ypopular, al tiempo que estimulaba lapenetración cultural europea y re-chazaba la norteamericana. Estaera, desde la segunda mitad del si-glo XIX, la cultura de la naciónfrustrada, la cultura de la nación bur-guesa, enfrentada a la culturanacional popular del pueblo-nación.14

Es por eso que la oposición airada deSánchez de Fuentes a la penetración cul-tural norteamericana, desde fecha tantemprana como 1922, antes que estalla-se su polémica con los representantesmás destacados de la cultura nacionalpopular, no debe ser vista como una ma-niobra demagógica para ganarsesimpatías frente a sus adversarios, sinocomo una actitud conservadora conse-cuente consigo misma.

La directiva de la primera época(1918-1948) de la Sociedad Pro-Arte

Musical se va a desenvolver en un mo-mento donde las mujeres de las décadasdel 20 y del 30 tienen una participaciónactiva en la historia social y artística deAmérica Latina. La Habana fue, qui-zás, la capital de nuestra región dondese abordaron con más intensidad losvínculos entre el feminismo y la van-guardia literaria de los 20. Líderesfeministas y figuras literarias de relie-ve en su época como Mariblanca SabásAlomá, Ofelia Rodríguez Acosta,15

Renée Méndez Capote, Loló de laTorriente, “[…] ejemplifican esos víncu-los entre el feminismo y la culturaliteraria habanera de la modernidad. Es-tas escritoras expresaron en sus obraslos grandes retos que debían vencer lasmujeres para desarrollar su trabajo enel campo intelectual y perfilaron, pordiferentes vías, una imagen de la mu-jer intelectual”.16

Son memorables los vínculos estre-chos de Pro-Arte Musical con laprestigiosa María Jones de Castro y suConservatorio Internacional de Música.17

Eduardo Sánchez de Fuentes

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Es meritorio que muchos de los artis-tas invitados por María Jonesintercambiaran experiencias con pro-fesores y alumnos de la SociedadPro-Arte Musical. La vida cultural delConservatorio se anunciaba en los pro-gramas de conciertos de la citadainstitución y en la revista Musicalia.Además, Paúl Csonka, compositor, di-rector de coros y orquestas, quientrabajó como profesor en el Conser-vatorio y dictó cursos de DirecciónCoral y Apreciación Musical, tuvo tam-bién bajo su responsabilidad, demanera permanente, los coros de laSociedad Pro-Arte Musical y erasiempre invitado a dirigir en las tem-poradas de ópera con artistas invitadosde Miami y Chicago en la instituciónpro-artina.

La revista Pro-Arte Musical es uníndice excelente para hurgar más en laproyección de su fundadora y primeradirectora, María Teresa García Montesde Giberga, la cual preservó en todomomento una actitud recta con el cum-plimiento del reglamento de lainstitución y además sostuvo sus con-vicciones frente a individuos oagrupaciones de fuerza en la vida pú-blica. El 15 de diciembre de 1927publicó el editorial “La degeneración dela crítica musical en Cuba”.18 En la mis-ma página apareció otro artículo el títulode “Relapsos e impenitentes”,19 en don-de se defendía la verdad histórica y lacultura musical del pueblo de Cuba.

Revelador de las polémicas de estasmujeres, es el contrapunteo de MaríaTeresa García Montes de Giberga conel polemista Jorge Mañach, y ante el lla-mado de unidad de este, ellaseveramente le expuso:

Por eso, porque amamos “con to-das nuestras potencias” únicamentea Cuba, porque la hemos bebido enmejores fuentes, por nuestros ante-cedentes y nuestra actuación, nopodemos de ningún modo, aceptarla lección de patriotismo que no esla primera vez que se permite dar-nos el señor Mañach. Si el amenoglosista es de inmediato linaje ga-llego, se crió en La Mancha, seilustró en Madrid y vive en Cuba,nosotros tenemos un criollísimo abo-lengo de siglos, que no perturbanvacilantes alternativas.20

La dirección de Natalia Aróstegui de larevista (1932-1934), así como su papelde delegada de la Sociedad Pro-ArteMusical en Nueva York, es vital parael desempeño de la institución. Ella, se-gún cuentan sus testimoniantes, 21 erael equilibrio dentro de la Sociedad. Acargo de sus sugerencias se instituye-ron las tres escuelas de Pro-Arte:ballet, guitarra y declamación. Especialera su relación con Eusebia Cosme ylas incursiones que se dieron en eseperíodo con las osadías delafrocubanismo. Paradigmático es ilus-trar que Fernando Ortiz presentó la“poesía mulata” y destacó: “EusebiaCosme es la expresión de una poesíanueva que ya está reconocida como unvalor cierto, pero su recitación quizáshabrá de ser un día señalada como unprólogo”.22 A tono con el momento ypor invitación de Natalia Aróstegui,Eusebia Cosme recitó en la Sociedad“poesía mulata”. El número de larevista Pro-Arte Musical,23 de ju-lio-septiembre de 1934, la presentaen e l Reci ta l de Poesías comodeclamadora de la mencionada temática.

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El período de Laura Rayneri deAlonso (1934-1948)24 fue renovador: laSociedad amplió los horizontes hacia lacontemporaneidad y la cultura nacional,a través del ballet, lo que significó laconsagración nacional e internacionalde la institución y garantizó su trascen-dencia. Que sus hijos varones(Fernando y Alberto) estudiaran ballety se convirtieran en joyas y maîtres aescala mundial fue un desafío a la éti-ca burguesa y a la orientación culturalde su tiempo. Durante una gran partede esta etapa, la revista cesó su publi-cación (1940-1948) para volcar losesfuerzos en torno a la enseñanza delballet y a la promoción cultural con mi-rada de vanguardia, por lo cual el dinerodestinado para la publicación se empleóen esas actividades.

La Sociedad Pro-Arte Musical, enel período de Laura Rayneri, fue hon-rada por el gobierno de la Repúblicacon la Orden Nacional de Mérito Car-los Manuel de Céspedes, la cual porprimera vez se le concedía a una ins-titución.

Se ofrecieron además conciertos ju-veniles con el objetivo de despertar elinstinto musical entre niños y jóvenes,algunos a cargo del Coro del InstitutoTecnológico de Ceiba del Agua, bajola dirección de María Muñoz deQuevedo, y otros por la pedagoga Car-men Rovira, y los musicólogos CésarPérez Sentenat y Alejo Carpentier.

El final del mandato de LauraRayneri de Alonso transcurrió en unclima de contradicciones internas y decríticas promovidas por los elementosmás conservadores. La expresión másradical de ello se observó en la renun-cia de Laura a la presidencia de la

Sociedad Pro-Arte Musical y tiempodespués en la independencia del balletde Alicia Alonso.25

En las voces culturales de la directi-va del segundo período (1949-1961) dela Sociedad Pro-Arte Musical se encuen-tran: María Teresa Velasco (1948-1952),26

Dulce María Blanco de Cárdenas (1952-1956),27 y Conchita Giberga de Oña(1958-1960) (1960-1967).28 De ellas, ungrupo tuvo posturas conservadoras conrelación a las vanguardias musicales y,por ejemplo, María Teresa Velasco re-presentó posiciones polémicas con lasactitudes renovadoras en el ballet bajola presidencia de Laura Rayneri deAlonso, quien se vio obligada a renun-ciar a la presidencia; también lohicieron Alicia y Fernando para poderconvertirse en bailarines profesionalesy salir de los marcos conservadores deuna parte de Pro-Arte.

No obstante, es valedero analizar queestas polémicas están atravesadas porlos vasos comunicantes de gustos, pre-ferencias y diferencias generacionales,pues las mujeres pro-artinas, a pesar desus posiciones limitadas por su época,superaron el canon que les imponía lasociedad, al mantener esta prestigiosainstitución y su revista con el único ob-jetivo del amor a la cultura.

Por ejemplo, en el caso de MaríaVelasco, esta se desempeñó comopromotora cultural, pues una de las rea-lizaciones más importantes durante sumandato fue la restauración general delAuditorium, al que se proveyó delunetario nuevo y moderno, importadode los Estados Unidos, y se finalizó lainstalación del aire acondicionado en elteatro, que se había comenzado desdela dirección de Laura Rayneri.

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La revista Pro-Arte Musical, que ha-bía recesado durante ocho años, reiniciasus ediciones con la organización de unconcurso anual para estimular los estu-dios de tipo musicológico. Desde sucreación en 1952, honrado con el nom-bre de la fundadora de la Sociedad, larevista concedió premios sucesivos portrabajos seleccionados: Orlando Martínez(1952 y 1955), Regina de Marcos(1953), Edgardo Martín (1954), MaríaMaciá de Casteleiro (1956), Daisy Losa(1957), María Teresa Linares (1958),Argeliers León (1959) y Pedro Macha-do de Castro (1960).29 En el período deMaría Teresa se creó el Kindergarten dela Escuela de Ballet a cargo de FinitaSuárez Moré. Una Escuela de Corosfue otra de las iniciativas de la citada di-rectiva, así como la continuación de losfestivales de óperas. En esta etapa Pro-Arte cumplió sus Bodas de Perlas.

Durante la presidencia de DulceMaría Blanco, se realizaron obras deembellecimiento del teatro y en la casasocial, y se llevaron a cabo temporadasde óperas, dentro de las cuales partici-pó la misma Dulce María Blanco, puesera una distinguida soprano. En estaépoca continuó el concurso que tuvoPro-Arte de eminentes músicos, baila-rines y conjuntos musicales de escalainternacional.

Por su parte, Conchita Giberga re-presentó la tradición memorable poruna parte y la renovación por otra. Suprimera temporada artística tiene loslauros de contar con figuras del relie-ve de Renata Tebaldi, Iris Burguet,Zara Dolujonova, Gina Bachauer ycon nuestro Jorge Bolet, entre otros.Se concibió además la idea de exhi-bir, con carácter permanente, en

diversos lugares del Auditorium, unaexposición-venta de pintura contempo-ránea que al mismo tiempo sirviera deelemento decorativo y contribuyeracomo complemento estético al placer dela música. La directiva realizó esta ac-tividad en íntima cooperación con elPatronato de Artes Plásticas. Se otor-gó también para este período la beca“María Teresa García Montes deGiberga” en forma de concurso y laspruebas se realizaban en varias sesio-nes en el Auditorium, a las que tuvieronacceso los socios. El tribunal estuvopresidido por la presidenta de la Socie-dad, Conchita Giberga, y además porLizzie Morales de Batet, MargaritaRayneri, Esperanza Hill, YvetteHernández y José Echániz, y como se-cretaria, la doctora Elena de Arcos, lacual era secretaria de actas.

La Revista Pro-Arte Musical:(1923-1940) y (1949-1961)

En sus casi 40 años de existencia(1923-1961) se distinguen dos épocas,definidas por la recesión en la tirada dela revista durante ocho años, entre 1940y 1948, lo que permite expresar que laprimera comprende desde 1923 hasta1940, y la segunda desde 1949 a 1961.30

Entre 1924 y 1931 apareció de formamensual. No obstante todo ello y las víasde incremento económico que procuróla Sociedad (cursos de ballet, guitarray declamación, los abonos para tempo-radas de ópera y conciertos), laperiodicidad de la tirada se vio sensi-blemente afectada. A partir de marzode 1932 comenzó a salir cada dos me-ses, en 1934 cuatro veces al año, y de1935 a 1940 se editó un solo númeroanual, con una recesión durante 1937,

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hasta florecer de nuevo en 1938. Reanu-dó su publicación en 1949, aunque conregularidades e irregularidades se man-tuvo hasta 1961.

Descripción de la revistaEn este aspecto suele adquirir impor-

tancia la identificación de modelos,reales o virtuales, en los que se inspirasu configuración programática y mate-rial, no tanto en relación con influenciaso preeminencias, sino con lasrecomposiciones que realizan en espa-cios diferentes los mismos elementosculturales. La revista Pro-Arte Musical,por su carácter de divulgadora ypromotora cultural del mundo musical ycultural de Europa y los Estados Unidos,tomó como referencia a publicacionesextranjeras como Musical Courrier,Revue Musical, Boletín de Córdova,entre otras, con las que mantuvo inter-cambio de programaciones de conciertosy actividades.31

Con algunas variaciones, laestructuración general de la revista en

su primera época (1923-1940), fue lasiguiente:32

Carátula con foto a plana completadel artista contratado para la tempora-da, título y logotipo de la Sociedad.

SECCIÓN EDITORIAL: Llevaba acabo la Información de la Directiva.Constantemente la Junta Directiva secomunicaba con los socios, por lo quese les daba a conocer todos los proyec-tos de la institución, los avisos yacuerdos del momento.

SECCIÓN INFORME MENSUALDE TESORERÍA: Informe de Tesore-ría. El primer número es paradigmático,así vemos en él los Estatutos y el Re-glamento de la Sociedad, el informeanual de la Tesorería, la cuantía de aso-ciados “[…] el día último teníamos 1 320socios regulares y 492 inscriptos a ter-tulia, dando un total de 1 812 socios”.33

SECCIÓN MEMORIA ANUALDE LA SOCIEDAD

SECCIÓN NUESTROS CONCIER-TOS Y AMPLIACIÓN MUSICAL:Reseñaba las actividades, algunas delas cuales no sólo fueron disfrutadaspor los socios, sino que llegaron a quie-nes estuvieran en circunstanciasdesfavorables. Este propósito llevaríaartistas a instituciones penales, de an-cianos y de caridad. Fue por ello queen abril de 1923, el guitarrista AndrésSegovia dio un concierto en el Presi-dio de La Habana. Así también seofrecieron otros muchos recitales en elAsilo Santovenia, el Asilo de la Mise-ricordia, el Asilo Carvajal, la Cárcel deMujeres, la Cárcel de La Habana, laCasa de Beneficencia…

SECCIÓN DE COMENTARIOS:En ella aparecían programas, reseñasy fotos de artistas de la temporada.

Revista Pro-Arte Musical

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Se mostraron imágenes de AndrésGedalge, profesor de Contrapunto en elConservatorio de París; ElizabethRethberg, soprano de la Ópera deDresden; Mischa Levitsky, pianistaruso; Titto Schipa, tenor italiano; JoséEchániz, joven pianista cubano; HaroldBauer, eminente pianista y presidentede la Asociación Beethoven de NuevaYork; Armando Crabbé, barítono belga;Walter Giesenking, notable pianista hún-garo; José Cubiles, joven pianista deCádiz; Maurice Marechal, solista de lasSociedades de París; Claudia Muzio,soprano del Metropolitan Opera House,de Nueva York; Erika Morini (violinis-ta de origen italiano), etcétera, al igualque de cuartetos y orquestas, como porejemplo: Cuarteto Flonzaley, Cuartetode La Habana (dirigido por JuanTorroella), Cuarteto de Londres, Quin-teto Hispania, Sinfónica de Cleveland,Sinfónica de La Habana, Sinfónica deMinneapolis, Sinfónica de Nueva York,entre otras agrupaciones.

SECCIÓN DE ARTÍCULOS SO-BRE LA MÚSICA: Incluía músicaeuropea y norteamericana fundamen-talmente, aunque también algunasreseñas de la cubana y latinoamerica-na, así como de la vida y obra decreadores y/o intérpretes, con carácterhistoriográfico, y además de formas ytécnicas de la música. También se pu-blicaban notas a programas. En unarevisión de autores de la etapa, encon-tramos entre otros cubanos, a Luis deSoto, Rafael Vega, Joaquín Molina, An-tonio Quevedo (este, aunque español,desarrolló su labor musical en Cuba) yextranjeros como José Subirá o crea-dores propiamente como NicolásRimsky-Korsakoff, Héctor Berlioz o

Richard Wagner. Ejemplo de esta pre-sencia de autores de prestigio se observaen artículos como “La melodía”, delcompositor francés contemporáneoDarius Milhaud (primer número de di-ciembre de 1923); “Federico Chopin”,de Pedro San Juan Nortes (20 de fe-brero de 1924); ”Los violines celestialesde Rodman Wanamaker”, de OctavioE. Moscoso (agosto de 1926); “La mú-sica de los araucanos”, de CharlesLavin (abril de 1929); “Centenario ro-mántico”, compilación de conferenciasofrecidas en la Sociedad, por el doctorLuis de Soto (febrero y marzo de1930); “El ritmo español”, de MedardoVitier (número tres de marzo de 1933),y “Del año de Goethe al año deWagner”, de Carlos Schwarz (númerocuatro de abril de 1933). En el númeromemorial dedicado al aniversario 25 dela institución (1918-1943) aparecieronun homenaje a la fundadora, un artícu-lo de la periodista Mariblanca SabásAlomá titulado “Atalaya”, y un trabajosobre el maestro Manuel de Falla, deJosé María Chacón y Calvo.

Se publicaron además las labores ytriunfos de otro tipo de artistas como lasmenciones sobre el caricaturistaConrado Massaguer (febrero 1929) yacerca de las incursiones en la carica-tura de Armando Maribona.

SECCIÓN DE AVISOS Y ACUER-DOS: Presentaba noticias de lasactividades de la institución, como porejemplo las temporadas de ópera, la lle-gada de las figuras internacionales, losacuerdos de las juntas de la directiva dela etapa.

SECCIÓN LOS QUE VENDRÁN:Contenía reseñas de los artistas invita-dos a las próximas temporadas.

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SECCIÓN DE BUEN HUMOR YCORRESPONDENCIA: Publicabacartas y peticiones de interés generalpara la Sociedad, además de las suge-rencias de los socios respecto a losartistas o espectáculos que desearíandisfrutar en próximas temporadas.

SECCIÓN DE NOTICIAS: En ellase referían al movimiento musical delmundo (aparecían datos artísticos deLondres, París, Milán, Nueva York, Bru-selas, Ámsterdam, Roma, Barcelona…).

LO QUE SE DICE DE NOSO-TROS: Se incluían los criterios de otrassociedades, publicaciones y artistas so-bre Pro-Arte.

SECCIÓN HISTÓRICA (a partir de1932): Daba a conocer aspectos de latrayectoria de la institución.

SECCIÓN ANUNCIOS: Mostrabafotografías y programas de actividadesde la Sociedad.

Formalmente, la revista fue varian-do su imagen y respondiendo a lainfluencia de los nuevos aires de la épo-ca. A partir de 1932, el diseño exterior yla gráfica de los anuncios se simplificó,como una asimilación de la evolución delos recursos que por entonces tenían lasartes gráficas; desaparecen la fotografíae identificaciones en la carátula para lo-grar una portada sencilla con sólo elnombre de la publicación y el logotipo dela Sociedad en blanco y negro. A la vezse aumentó el número de páginas y ganóen belleza interna por una mejor disposi-ción del espacio de anuncios. Para estafecha el título de la revista pasó a ser So-ciedad Pro-Arte Musical, en lugar delinicial donde sólo aparecía Pro-Arte Mu-sical.

En la segunda época (1949-1961), enel formato en su primer número (ene-

ro 1949) se aprecia una reducción dedimensiones, un cambio en la disposi-ción y color de la tipografía de lacarátula, ahora en diagonal en rojo yblanco o gris. Las variaciones seránsucesivas, así vemos más adelante ma-yor reducción del tamaño, que la hacenmás manuable y fácil de conservar, cua-lificación del papel y por resultado, delas fotografías, cambios en el color y apartir de octubre de 1956, reaparece lafoto de carátula bordeada por una ban-da de color. Esto último, a mi modo dever, le otorga una imagen más comer-cial a la publicación. También para estaetapa, la revista recupera su denomina-ción original de Pro-Arte Musical.Aparecen nuevas secciones como porejemplo: “Galería Musical Cubana”,“Fragmentos de la Crítica”, “Recuer-dos del Ayer”. Sobre todo lo planteadoen el editorial de septiembre de 1952 seapunta: “Con el presente número se ini-cia una reforma de nuestra revista, queno solamente atañe a su forma de dis-tribución sino que incorpora trabajos ycolaboración (sic) inéditos, de firmasque hasta ahora nunca han aparecidoen nuestra revista salvo la del eminen-te crítico de fama internacional AdolfoSalazar”.34

En este período puede apreciarse unanotable irregularidad en la salida de larevista: trimestral (1949-1950),cuatrimestral (1951-1956), bimensual(1956), mensual (1957-1958), bimensual(1959-1961), ocasionada por múltiplesfactores: unas veces de carácter econó-mico, otras de carácter organizativo y dedirección editorial. Durante estos va-cíos, no decayó el objetivo priorizado demantener comunicación con los asocia-dos, para lo cual la directiva se auxilió

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de tarjetas circulares y de notas deprensa en los periódicos, que se encar-garon de divulgar las temporadas deconciertos, ballet y óperas. Como órga-no de una Sociedad, sirvió de vehículode comunicación entre esta y los aso-ciados, privilegiando este aspecto, ysubordinando a este los demás. Si bienel espacio de los textos fue importan-te, y puede considerarse el legado demayor valor de la publicación, consti-tuyó la zona de necesario equilibriocultural en la concepción editorial, yaque estos significaron la posibilidad detrascender el carácter puramente infor-mativo para alcanzar el rango de revistaespecializada.

Ante los cambios que suscita todarevolución de transformación del ordenestablecido, la Sociedad Pro-Arte Mu-sical también se vio sumergida en esadinámica, pues por decreto revolucio-nario fue intervenida como entidadprivada en 1961, y ello produjo el lógi-co éxodo de miembros de la directivay de posibilidades financieras particu-lares. Por tal motivo, la revista se viomuy afectada, aunque pervivió hasta elnúmero enero-febrero de 1961 dondeapareció el siguiente mensaje de la di-rectiva:

Estimado socio: Le suponemos en-terado de que por decreto del Sr.Presidente de la República, no. 2905de fecha 31 de diciembre, se ha dis-puesto la adquisición por el Estado,por el procedimiento de expropiaciónforzosa, de nuestro Teatro Auditoriumy del edificio contiguo, Calzada 510,con todas sus instalaciones, [...] yaunque esta medida representa unserio quebranto para los interesesmateriales de esta sociedad, esta no

altera su personalidad jurídica, hemosacordado dirigirnos a los señores aso-ciados para comunicarles que esnuestra intención continuar las acti-vidades y conciertos de la sociedad.Le exhortamos muy cordialmente amantenerse en nuestras listas en laseguridad de que de ser atendidonuestro ruego podremos continuarcon todo éxito la labor que tanto pres-tigio ha dado a nuestro país en todoslos centros artísticos del mundo.35

En forma de boletín informativo paralos asociados, la publicación se mantu-vo durante los primeros meses del año1962, con sólo tres números de cuatropáginas, sostenida por un reducido gru-po de miembros, hasta su definitivadesaparición. Aquí se recogieron algu-nos artículos y las últimas actividadesde la Sociedad realizadas en diferentessalas y teatros de la capital.

El AuditoriumLa institución pro-artina en sus prime-

ros años hacía sus conciertos en el teatroPayret y en el Teatro Nacional de LaHabana por lo cual María Teresa GarcíaMontes siente la necesidad de tener supropia casa, e idea un nuevo proyectoque se hará realidad: construir un teatropropio, con todas las comodidades ycondiciones acústicas necesarias parasus actividades, y así lo hizo patente enla revista Pro-Arte Musical:

Siempre hacia arriba, remontandoperpetuamente las cuestas en per-secución de la alta cima, debe ser lanorma de todo organismo, individualo social, que quiera perfeccionarsey progresar. Detenerse en el cami-no, rendido por la fatiga oenvanecido del triunfo alcanzado es

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condenarse al fracaso. El que se de-tiene, retrocede, tarde o temprano, yel que retrocede perece irremisible-mente. Pro-Arte Musical ha dadopruebas, y lo decimos con sano or-gullo, de que está alentada de unespíritu emprendedor, cuyas energíasse renuevan y vigorizan a medidaque los éxitos se suceden. Sin prisa,pero sin tregua, un detalle señala underrotero, indica una variación, perosin fijarse, definitivamente, el pro-grama a implantarse. Todos lossocios están, por eso, en el deberde pensar un poco en este proyec-to, madurando cuantas sugestionesestimen adecuadas, discurriendosobre las mejores facilidades a quepudiera echarse mano, confrontan-do las ventajas y los inconvenientesdel proyecto, para que, en la próxi-ma Junta General, en la queseguramente se planteará la idea,aporte el caudal de su experienciao el fruto de su estudio facilitandoasí el propósito y contribuyendo aedificar con un esfuerzo, que serásiempre valioso, sea quien fuera elsocio, grande o pequeño, a levan-tar el techo que cobije un día, nolejano ciertamente, a todos los queabrigamos el mismo ideal de luz y lapropia ansia de mejoramiento y deperfección. […] y que podamos undía, que será de fausto acontecimien-to para la Sociedad y de definitivaconsolidación, regocijarnos en nues-tra casa oyendo emocionados lasquejas dolientes del violín, las notassonoras del piano y la música vi-brante de la voz humana.36

Con esto, se comenzaron a presentarlos bocetos para la construcción del tea-

tro soñado por María Teresa GarcíaMontes, pero la idea no tomó un cursodefinitivo hasta que aumentaron parajunio de 1925 las cuotas de los asocia-dos, lo que permitió adquirir un terrenoen la esquina de Calzada y D, en elbarrio del Vedado. La superficie erade 2 211,82 m2 y el costo de 80 mil pe-sos, de los cuales se pagaron 40 mil alcontado, con una hipoteca por el resto,pagadera al 6% de interés anual. A losdos años, en junio de 1927, el terrenofue adquirido en plena propiedad y elproyecto par edificar se le confió a lafirma de arquitectos Ángel Moenck yNicolás Quintana, actuando comodelineante Julio César Japón. El costode la obra era de 250 mil pesos que au-mentó a 430 mil incluyendo mobiliario,cortinas, telones, decoraciones, etcétera.

A fin de poder adquirir el dinero, senombró una Comisión Gestora inte-grada por José Hill, Dionisio Velasco,Félix Hernández de Castro e IsidroFernández, quienes tuvieron a su car-go la confección de un plan de emisiónde Bonos y obligaciones hipotecariassobre los bienes de la Sociedad. Se dis-tribuyeron 1 500 bonos de a 100 pesoscada uno y 100 bonos de a mil, con uninterés anual de 7% pagaderos por se-mestres vencidos. Si bien era unaconsiderable suma para la época y parauna institución cultural privada, esto nosignificó un exceso, dadas las exigen-cias que planteaba la directiva para laconstrucción de este tipo de instalación.Por otra parte, se trata de una eviden-cia del prestigio y la solidez económicaque en 10 escasos años había alcan-zado la Sociedad Pro-Arte Musical.37

La primera piedra del Auditorium, queasí se llamaría el teatro, fue colocada

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el 6 de agosto de 1927 y se concluyóen noviembre de 1928. Su realizaciónestuvo a cargo de los prestigiosos in-genieros-arquitectos contratistasAlbarrán y Bibal, siendo María Teresatestigo cotidiano del progreso de lasobras. Para el 2 de diciembre del pro-pio año 1928, al cumplirse el primerlustro de la Sociedad tuvo lugar la inau-guración.

El Auditorium fue un bellísimo tea-tro moderno, cuyas líneas exterioresestaban inspiradas en el estilo Renaci-miento italiano. El día 22 de aquel mes–día de Santa Cecilia (patrona de lamúsica)– se bendijo el edificio, en unasolemne ceremonia oficiada pormonseñor Manuel Arteaga Betancourt.El Auditorium poseía una de las mejo-res acústicas del mundo. Además delteatro, con tres niveles, en su interiorradicó la casa social de Pro-Arte, conun elegante y cómodo salón de confe-rencias, donde también se efectuabanconciertos varios, recibos y otros actos,así como una magnífica biblioteca, unsalón para las juntas de la directiva yel local de las oficinas. Dicho local po-día ser alquilado a otras instituciones.Más tarde sería bautizado con el nom-bre de Salón de María Teresa, tras lamuerte de la fundadora. Los socios, parasus reuniones y esparcimiento teníantambién varios salones en todas las de-pendencia, y entrada independiente en elángulo formado por las dos fachadas.Sobre esta extraordinaria obra en la re-vista Musicalia (noviembre-diciembrede 1928) aparece el comentariotitulado”Una mujer” firmado por MaríaMuñoz de Quevedo, el cual plantea:

El magnífico Auditorium que Pro-Arte Musical acaba de inaugurar

con tres festivales netamente cuba-nos, ha puesto una vez más derelieve el alto prestigio social y ar-tístico de Pro-Arte [...]. El casoconcreto de Pro-Arte Musical esuno de los más elocuentes ejem-plos que conozco de feminismopositivo. A un feminismo de cáte-dra, valioso como germinador deideas o como creador de normas,un grupo de damas –o para honrar-las, mujeres– opone un feminismopráctico, que, mejor que erigir sis-temas, prefiere levantar edificios yfomentar el arte. En esta obra co-lectiva, exclusivo fruto del talento dela mujer, se destaca una personali-dad sobresaliente, una voluntad yenergía poderosas, pero, sobre todo,una fina, ágil y cultivada inteligen-cia: María Teresa García Montesde Giberga. Que una mujer hayapodido mantener flexiblemente ensus manos las quebradizas riendasde un gobierno femenino, y la com-pleja organización y desarrollo de unasociedad como Pro-Arte es algo quepor sí mismo postula el legítimo de-recho de la mujer para el ejerciciode todas las funciones sociales. ElAuditorium, que exteriormente esuna obra de arte, responde en suinterior a los más exigentes reque-rimientos de la acústica y de lavisualidad teatral. Estas condicio-nes son perfectas. Todas las partesque integran el Auditorium han sidoconstruidas en Cuba: las lunetasson de caoba con estructura dealuminio, producto de la industrianacional. Lo mismo puede decirsede las lámparas de bronce, deco-ración, mobiliario del Club, etc.

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Pero el mayor encanto delAuditorium está en que ningún rui-do exterior, por pequeño que sea,molesta la atención del oyente [...].Por primera vez en un teatro de LaHabana, se hace el maravilloso si-lencio [...].38

Para dicho año 1928 se organizó unconcurso para escoger el más adecua-do de los proyectos recibidos, para locual se seleccionó el presentado por losarquitectos Moenk y Quintana, que alinaugurarse el Auditorium ganó el Pri-mer Premio Anual de Fachadas delClub Rotario de La Habana.39 La facha-da principal, que da frente a la calzadadel Vedado, estaba hermosamente tra-tada, así como en los detallesdecorativos. Había ponderación en elestudio de los planos y organizadas pro-porciones en las arcadas de la plantabaja, así como delicadeza en el trata-miento del ático. Un amplio portalexterior facilitaba diversas entradas alteatro, y un vestíbulo espacioso en sufachada principal, le servía de gran fa-cilidad al público que se aglomeraba enla entrada de la platea. La capacidaddel teatro era para 8 060 personas dis-tribuidas en 1 204 localidades en laplatea, 6 006 en el primer balcón y 850en la tertulia. La platea a su vez, de23,50 m de fondo por 27,50 m de an-cho, tenía una estudiada inclinación quehacía posible una cómoda percepcióndel escenario por todos los ángulos.

El edificio contaba con tres plantaserigidas sobre un pequeño podium quelo elevaba ligeramente sobre el niveldel terreno circundante. Desde el ex-terior podían ser visualizados de maneradelimitada los tres niveles por la diferen-ciación de los elementos arquitectónicos,

con un evidente predominio de lahorizontalidad, subrayada por balcones,cornisas y otros detalles decorativos.Este diseño exterior ofrecía una com-binación de arquitectura y decoraciónque servía para dar singularidad a cadaplanta. En su interior, la planta baja com-prendía vestíbulos principales yescaleras, platea, pasillos de comunica-ción, almacén, servicios sanitarios,orquesta, escenario; bajo este se ubica-ban un sótano con entradas directas dela calle, vestíbulo de entrada para ar-tistas, el cuarto de ropería y útiles, elcuarto de música, un espacio para equi-paje y el cuarto de máquinas.

La segunda planta ostentaba elmáximo énfasis decorativo. En corres-pondencia vertical con los arcos de laplanta baja, aquí aparecían ventanasseparadas por pilastras acanaladas queterminaban en un capitel compuesto. Enla parte inferior, balcones, y en la su-perior, el remate de frontones (loscurvos, para diferenciar las zonaspreferenciales, los demás, triangulares),que reposan sobre pequeñas ménsulas.En el friso bajo la poderosa cornisa quedaba paso a la tercera planta podíanleerse grabados, en rítmica consecuen-cia, los nombres de grandes figuras dela música. La decoración de la terceraplanta, a modo de ático, tendía a unamayor simplicidad y geometrización porla agrupación de las ventanas en triplesarcos encristalados que culminan enuna ménsula. Como término del edifi-cio, una cornisa más sencilla y un pretilque llevaba inscrito el nombre de la so-ciedad y el año de la construcción. Cincoescalinatas daban acceso a las entradas:dos por la calle Calzada (la principal,que conducía al vestíbulo de entrada

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del teatro, cubierta con clásica marque-sina, y otra más reducida para elvestíbulo de tertulia, ambas con rejasplegables que cerraban el paso una vezterminadas las funciones); una en laesquina, que llevaba al vestíbulo de lasinstalaciones de la Sociedad en la se-gunda planta, y dos por la calle D, unasalida al público de platea por esta ca-lle y escalinata por la misma calle queconducía al café, según se consignabaen el proyecto.40 En el documento Me-moria descriptiva del proyecto deledificio para domicilio social y tea-tro para la Sociedad Pro-ArteMusical se planteaba: “[…] dejar unlocal en planta baja que pueda alquilarsepara servicios de helados, refrescos,etc. Aprovechándose en lo posible elportal por la calle D, para colocar me-sas, sillones, etc, y que tenga entradaindependiente de la calle; y localesanexos al escenario y comodidadespara artistas, empleados, equipajes, et-cétera […]”.41

El arquitecto Enrique Luis Varela ensus semblanzas también acotó:

El vestíbulo privado es de planta cir-cular y en él se desenvuelve unaelegante escalera de mármol blan-co de forma helicoidal. Estaescalera desembarca en un hall dela planta principal, que es donde ra-dica la Sociedad, del cual se pasaa distintos salones bellamente deco-rados. En la fachada que mira alparque se hallan las oficinas y la bi-blioteca, decorada en estilo góticoTudor. Abriendo sus ventanas a lafachada principal está el despachode la Presidenta, un petit salón ínti-mo con un rico cuarto de toillettedecorado en verde jade y suaves

grises y la pieza culminante de lasociedad, el gran salón Luis XVI,regiamente decorado que sirve a lavez de “foyer” al primer balcón enel que se hallan los palcos dondetriunfa la belleza y elegancia de lamujer cubana.42

Sería innumerable e imposible cubrir enestas páginas, la lista de los prestigio-sos artistas, bailarines, músicos,cantantes, declamadores, y orquestasde renombre internacional y artistascubanos que ofrecieron conciertos enel Auditorium. Por decreto revoluciona-rio, el teatro pasó al Estado en febrerode 1961, lo que, como centro de múlti-ples actividades musicales y danzariaspromovidas por la Revolución, ademásde sede de la Orquesta Sinfónica Na-cional para sus conciertos, significó elderecho a su disfrute por parte del pue-blo, hasta el premeditado incendio que lohiciera desaparecer el 30 de junio de1977. Tras una profunda reconstrucción,reabrió sus puertas en 1999 como tea-tro Amadeo Roldán, nombre que yatenía antes del incendio.43

Las escuelas en Pro-Arte MusicalSi Pro-Arte Musical festejó en el

2008 el amanecer de un camino glorio-so, ya que esta institución tuvo una vidaininterrumpida en la República para ofre-cer a sus socios los mejores artistas, lasverdaderas luminarias del mundo musi-cal, eso sería más que suficiente parabrindarle nuestro caluroso aplauso, nues-tra admiración sin reservas en estehomenaje a su fundación. Pero no, aúnhay más. Pro-Arte no se limitó a traerartistas; Pro-Arte cuando se sintió en ple-na madurez, cuando su labor y su rangoeran una fuerte columna en nuestro

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desenvolvimiento cultural, se impuso unameta: hacer artistas, ayudar a desarro-llarse a un grupo de jóvenes cubanos quesentían vibrar el arte en su pecho y so-ñaban con echarlo fuera.

Y la labor comenzó. Allá por 1931 seiniciaban los cursos de ballet, guitarray declamación con los cuales se logróalgo realmente interesante, pues aun-que casi todos los alumnos fueron alprincipio para entretenerse, para pasarun rato agradable en un ambiente decamaradería, muchos, sin darse cuen-ta, estaban dando sus primeros pasosen una carrera que los convertiría, alcorrer de los años, en un medio de viday trabajo como profesionales del ballet,de la guitarra, del teatro.

Al conmemorarse esta fecha no pode-mos silenciar una de las contribucionesculturales más características y valiosas:su enseñanza artística. Sus tres escue-las, por la continuidad en el tiempo, suseriedad en lo pedagógico y su proyec-ción en lo estético, devinieron eninstrumentos artísticos íntimamente liga-dos a la cultura de nuestro país.

Quizás sea ese su mejor galardón:una trascendencia que va más allá dela simple labor pedagógica para esta-blecerse como orientadora y formadorade alumnos, creadora de figuras de re-lieve universal y en centro inicial de loque pudiéramos llamar una “concienciaartística”. Voces culturales como las deAlberto Alonso, Alicia Alonso y Fer-nando Alonso, en el ballet; la dinastíade los Nicola: Clara Romero, IsaacNicola, Cuqui Nicola, Abel Nicola y Jus-to Nicola, así como Margarita Lecuona,Ofelia Valverde, Margot Flores, Maríade León, Lizzie Morales de Batet, Au-gusto Cóndom, en la guitarra; la

maestra Hortensia Gelabert, los her-manos Ricardo y Eugenio Florit, MaríaJulia Casanovas, María Gastón, Elenade Arcos, Ramón Valenzuela, RafaelSuárez Solís, Francisco Ichaso, Merce-des Dora Mestre, Olga de Blanck,entre otros, en la declamación, sonnombres ilustres que se convirtieron enjoyas claves de nuestro procesoidentitario cultural y dejaron su huellay legado en los frutos artísticos que semultiplicaron en la Revolución, de locual fue semilla y germen, la benemé-rita institución.

Mientras tanto ahora, al cumplirse90 años de la fundación de la Socie-dad Pro-Arte Musical, hemos queridohacer este recuento de sus activida-des, como un merecido homenaje ensu aniversario, y para que no se olvi-de la importancia de su esfuerzo a lahora de escribir la historia de la cultu-ra artística en Cuba.

Notas

1 Miguel de Carrión fue uno de ellos, no sólodesde la literatura con obras tan conocidas comoLas honradas y Las impuras, sino además desdela prensa. En el diario Azul y Rojo, del cual eradirector, apareció una serie de artículos de suautoría. Véase en dicha publicación “La Ley deDivorcio I” (no. 15, La Habana, 12 de abril de1903, p. 4).2 González Pagés, Julio César. En busca de unespacio. Historia de las mujeres en Cuba. LaHabana: Editorial de Ciencias Sociales, 2003.3 La abogada Ofelia Domínguez Navarro escribióen 1928 un importante documento de denunciasobre la situación jurídica de las mujeres cubanas.En su ensayo hace una serie de valoracionesreferentes al andocentrismo del sistema legalcubano y su relación con la vida familiar. Véasesu 50 años de una vida. La Habana: InstitutoCubano del Libro, 1971. pp. 121-126.

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4 Los artículos de Fernando Ortiz, Juan Marinelloy Ramiro Guerra estuvieron presentes en variasocasiones en las páginas de La Mujer Moderna,órgano de prensa del Club Femenino de Cuba,asociación organizadora de los CongresosNacionales de Mujeres. Las obras de ArturoMontori y Raimundo Lazo sobre el feminismotuvieron gran acogida entre los simpatizantes deestos ideales. Véase Montori, Arturo. Elfeminismo contemporáneo. La Habana: ImprentaLa Moderna Poesía, 1922, y Lazo, Raimundo.El feminismo y la realidad cubana. La Habana:Imprenta La Propagandística, 1931.5 Varela, Enrique Luis. El Auditorium de Pro-Arte Musical. El Arquitecto (La Habana) 3:219;nov.-dic. 1928.6 Oria Varela ingresó a la Directiva en 1922 yhabía ocupado antes de su presidencia los cargosde vocal, vicesecretaria, secretaria de actas yvicepresidenta.7 Natalia Aróstegui fue directora de la revistaPro-Arte Musical de 1932 a 1936 y delegada dePro-Arte en Nueva York.8 Laura Rayneri ingresó en la directiva en 1920, yocupó los cargos de vocal, vicetesorera y tesorera.9 Tuñón, Julia. Apuntes del curso Historia de lasmujeres, Programa Interdisciplinario de Estudiosde la Mujer-El Colegio de México, 5to. Curso deEspecialización, México, 199510 _______. “Porque Clío era mujer: buscandocaminos para su historia”. En Problemas en tornoa la historia de las mujeres. México: UniversidadAutónoma Metropolitana-Iztapa, 1991. pp. 8 y 9.11 García Alonso, Maritza y Cristina Baeza.Modelo teórico para la identidad cultural. LaHabana: Centro de Investigación y Desarrollo dela Cultura Cubana Juan Marinello, 1996. p. 64.12 García Canclini, Néstor. Culturas popularesen el capitalismo. México: Fondo de CulturaEconómica de México, 1981. p. 51.13 Hasta 1930, año de su deceso, la revista estuvodirigida por María Teresa García Montes deGiberga, a la vez, presidenta de la Sociedad, congran eficiencia en la dualidad de funciones, queevidencia su capacidad de dirección. Después deella esta dualidad directiva no fue constante.14 Ibarra, Jorge. “La música cubana: de lofolklórico y lo criollo a lo nacional popular”. EnPanorama de la música popular cubana / Sel. y

pról. de Radamés Giro. La Habana: EditorialLetras Cubanas, 1995. p. 28.15 La ensayista Zaida Capote, en suinvestigación sobre las mujeres narradoras,apunta que “[…] Ofelia Rodríguez Acosta(1902-1975), se involucró a las luchas políticasy en la acción cívica y para ello recurrió alperiodismo lo mismo que a la literatura. Fuebibliotecaria del Club Femenino de 1925 y fundóy dirigió en 1927 una revista, Espartana, cuyonombre, lo mismo que la poderosa ilustración deportada –una figura femenina art déco– no dejalugar a dudas acerca de la orientación de la revista”.Véase Capote Cruz, Zaida. Mentes libres,cuerpos suplicados. Las mujeres de OfeliaRodríguez Acosta. Revolución y Cultura (LaHabana) (4):21; 2006.16 Mateo Palmer, Margarita. Estrategias departicipación de las escritoras latinoamericanas.Revolución y Cultura (La Habana) (4):16; oct.-dic. 2006.17 Hernández, Claudina. María Jones de Castro,en la historia de un viejo castillo. Clave (LaHabana) 7(1-2):79-83; 2005.18 Véase revista Pro-Arte Musical 5(12):2; 15dic. 1927.19 Ídem.20 García Montes de Giberga, María Teresa. SuumCuique. Ibídem, 5(9):2; 15 sept. 1927.21 Pacheco Valera, Irina. Entrevistas a su sobrinaNatalia Bolívar y a Clarita Nicola (inéditas).

_______. Encuentro con la memoria Pro-Artina Musical del maestro FernandoAlonso. Educación (La Habana) (122):8;sept.-dic. 2007.

22 Fernando Ortiz: la poesía mulata. Presentaciónde Eusebia Cosme. Revista Bimestre Cubana (LaHabana): 207; sept.-dic. 1934.23 Eusebia Cosme en el Recital de Poesías, declamó“Mujer Nueva”, “Balada del güije” y “Sensemayá”(canto negro para matar una culebra) de NicolásGuillén; “Danza negra” de Luis Palés Matos;“Romance de la Reina Camándula” de Félix PitaRodríguez; “Caridá” de M. Arozarena, “Lavanderacon negrito” y “María Chacón” de Emilio Ballagas;“Trópico” (décimas), de Eugenio Florit; “Unacanción de vida bajo los astros” de Regino Pedroso,y “Rumba de la negra Pancha” de José AntonioPortuondo.

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Ver revista Pro-Arte Musical 11(7-9):20;jul.-ag. 1934.

24 En esta etapa se lleva a cabo la fundación defiliales de esta Sociedad en las ciudades deSantiago de Cuba, Manzanillo, Camagüey yMatanzas, extendiendo así la labor de Pro-Artefuera de los límites de la capital.25 Véase: Pacheco Valera, Irina. “El contrapunteoidentitario cultural de 1923-1940: La revista Pro-Arte Musical (Primera época)”. Mención en elConcurso Ensayo de la revista Temas 2007, en lamodalidad artístico-literaria. (Inédito).26 María Teresa Velasco ingresó en la directiva dePro-Arte en 1924 y ocupó los cargos siguientes:vocal y vicepresidenta.27 Dulce María Blanco de Cárdenas ingresó en ladirectiva en 1923, y perteneció a ella de febrero aagosto. Reingresó en 1931 y ocupó los cargossiguientes: vocal, vicetesorera, tesorera yvicepresidenta.28 Conchita Giberga de Oña, hija de la fundadorade Pro-Arte Musical, ingresó en la directiva en1931, y ocupó los cargos de vocal, vicetesorera,vicesecretaria, tesorera y vicepresidenta.29 Los trabajos premiados fueron: OrlandoMartínez: “La canción de arte cubana” (1952);Regina de Marcos: “El ballet en Cuba a través dePro-Arte Musical” (1953); Edgardo Martín: “Lamúsica de cámara en Cuba desde mediados delsiglo XIX hasta nuestros días” (1954); OrlandoMartínez: “La pedagogía musical en Cuba: susprecursores y educadores eminentes” (1955);María Maciá de Casteleiro: “La música religiosaen Cuba” (1956); Daisy Losa: “Un siglo de óperaen Cuba” (1957); María Teresa Linares:“Influencia de la música española en la músicacubana” (1958); Argeliers León: “Ensayo sobrela influencia africana en la música cubana” (1959),y Pedro Machado de Castro: “La música coralen Cuba” (1960).30 La propia revista se autodenomina Segundaépoca.31 León Primelles en Crónica Cubana, refiereque entre 1919 y 1922 existieron trespublicaciones musicales, e irregular salida y corta

existencia: en 1919 Música, “tres veces al mes”,ocho páginas más suplemento, directoradministrativo, Lino E. Cosculluela; en 1922Música Magazine, mensual, director, Lino E.Cosculluela y Revista Música, con ocho páginasque incluían una pieza musical, director, CésarM. Carreras.32 Pacheco Valera, Irina. Pro-Arte Musical y lasvanguardias (1923-1940). Clave (La Habana) 8(2-3); 2006.33 Informe de la Tesorería. Pro-Arte Musical (LaHabana) 1(1):8; dic. 1923.34 Editorial. Ibídem, sept. 1952.35 Ibídem, 13(1):2; en.-febr. 1961.36 Ibídem, mar. 1924.37 Desglosado el presupuesto era: construccióndel edificio $200 000; lunetario y muebles de lacasa social y del teatro, $30 000; otros gastosimprevistos $20 000. Mischa Elman fue el primerartista extranjero que subió al escenario delAuditorium. La directiva lo llamó “mascota dePro-Arte” por la buena suerte que aseguran trajocon su concierto en los días iniciales de lasociedad.38 Véase revista Musicalia de noviembre-diciembre de 1928.

Consúltese además: Pacheco Valera, Irina. Laobra de María Muñoz de Quevedo: una pe-dagogía especializada. Educación (La Haba-na) (122); sept.-dic. 2007.

39 Véase Diario de la Marina, diciembre de 1928.40 Véase Memoria descriptiva del proyecto eledificio para domicilio social y teatro para laSociedad Pro-Arte Musical. La Habana, febrero,1927, p. 15.41 Ibídem, p. 13.42 Varela, Enrique Luis. Op. cit. (5). p. 225.43 Padrón, Sigryd. El Teatro Auditorium.Universidad de La Habana. Revista (251-252);segundo semestre, 1999-2000.

Pacheco Valera, Irina. Homenaje a los 80años fundacionales del Auditorium de Pro-Arte Musical. Boletín de Cubarte Digital,sept. 2008.

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No se trata de descifrar cuál de lasartes entró primero en la vida de

este hombre: la música, la arquitectu-ra, la literatura; se trata de suconfluencia en la vida y la labor de unartista que las hizo presencia viva en suobra escrita. Música, formas y dimen-siones noveladas o novelas hechas conbloques musicados; juegos de palabras,en numerosas y variadas combinacio-nes, se harían certezas; sin embargo, ladimensión que en su obra alcanzan es-tas confluencias es de más singular yloada perspectiva, el sueño de vivenciarla realidad de un mundo marcado porlas simbiosis y los hibridismos.

Es indudable que la presencia de es-tas artes (a las que dedicó estudios,pues tocaba el piano y matriculó Arqui-tectura en la Universidad de La Habana)en el ambiente familiar, delinearon susinclinaciones, fue un escritor para quienlas otras dos no constituyeron auxilio,sino presencias objetivamente plausiblesen el mundo de sus escritos, ya seacomo necesidades expresivas –escribióacerca de la historia de la música en

Cuba y sobre la arquitectura propia-mente, La ciudad de las columnas–,o como pilares necesarios para la ex-presión en ensayos, crónicas, novelas,etcétera. “Y es evidente que la arqui-tectura y la música, artes paralelas,influyeron en mi formación. (Ademásesto es visible en todos mis libros)”.1

Debe quedar claro, sin embargo, queCarpentier es escritor, ese es su oficio,con él pretende hacer sus revelaciones,nunca se consideró un intérprete de lamúsica y, por razones ajenas a su vo-luntad, tuvo que interrumpir sus estudios

* Este trabajo recibió el Premio Luis Suardíaz en el 2007. [N. de la E.].

Acercamiento culturalal tratamiento de la arquitecturaen cuatro crónicascarpenterianas*

Cristina Peña PérezEnsayista

Alejo Carpentier en la Biblioteca Nacional

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de Arquitectura, pero se dio cuenta deque con el conocimiento de estas dosartes podía vehicular de forma más efi-ciente el contenido de su universo, yhacer reales sus ambiciones de reve-lar el mundo americano.“Comonarrador preciso tanto del elemento co-lor, forma, ritmo, como de la palabra.Me gustan los escritores que dibujan,los compositores que pintan, y los pin-tores que hacen poemas […]”.2 Lologró con eficacia tal que músicos y ar-quitectos recurren a su obra enamoradosdel tratamiento de estos temas.

El privilegio casi fortuito de haber te-nido una formación cultural bastanteuniversal fue, también, un índice cau-sal con implicaciones reales en laconformación de su obra. Es revelado-ra, en este sentido, su estancia enFrancia y su contacto con lossurrealistas que le proporcionaron vi-vencias aprovechadas en su obra dehondo carácter americano. Agradece aeste contacto, además, una nueva vi-sión de la urbe, que abrió para él, comopara otros escritores latinoamericanos,un nuevo tema preñado de posibilida-des en la realidad americana tancontrastante con Europa.

La revelación de la ciudad, el am-biente urbano, los secretos de laarquitectura, sus huellas temporales,sus significados, se presentan como ununiverso, por difícil, poco explorado; laseducción no parte de cualquier ciudadtrillada en claras líneas urbanísticas, laciudad, su ciudad, es la latinoamerica-na, con sus ecos de superposiciones,sus ruinas, o sus moles levantadas so-bre sangre antigua o nueva, la ciudadviolentada en su evolución, la ciudadque reclama ser revelada por mano de

su novelista. De forma ejemplar asumióesta tarea con seriedad, con el riguro-so oficio del artesano que sabe que enmucho, la cognición de todo un conti-nente trascenderá de su obra, así leconfiesa a Ramón Chao que, al iniciaruna novela, traza “[…] una suerte deplan general que comprende planos delas casas, dibujos […] de los lugares enque va a transcurrir la acción […]”.3

Los espacios construidos son signosexpresivos reveladores de procesosconformadores de la identidad cultural,su presencia en cualquier texto revisteun delicado tratamiento, y Carpentierfue, sin dudas, un maestro al tomarloscomo temas de sus crónicas o cuandolos describe en sus novelas.

Las características de la crónicacomo género propician para nuestroescritor una manera de socializar paramayorías algunas de sus consideracio-nes en estos ámbitos, que ademásbuscan revelar la ciudad como guardade tesoros que a veces sus propios ha-bitantes desconocen. Con un estiloameno que muestra en mucho su amor,las escribe, manifestando sus preocu-paciones y recuerdos, sus sueños yvaloraciones acerca de ese entramadode intercambios muros-hombre,señalizador de factores económicos,políticos, culturales, espirituales, huellasiempre presente en su obra.

La Habana como ciudad aparece envarias de sus crónicas. Siempre ejercióen él especial fascinación, no sólo por-que la amó desde su juventud, sinoporque reclamaba ser vista en su ver-dadero sentido, apreciada en susgenuinas raíces, con visiones alejadas deleurocentrismo de manuales y acade-mias, con ojos conocedores y amantes,

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que hurgaran y descubrieran en susesenciales mezclas, la autóctona origi-nalidad de un arlequín arquitectónicoque ostenta el encanto de sus rombosde colores y precisa ser valorado, teni-do en cuenta, en esa suerte deencabalgamientos recurrentes que ale-jan y acercan el espacio y el tiempo avelocidades insólitas, y que se consti-tuyen en la forma y medida de suexistencia.

Las cuatro crónicas a las que hare-mos referencia están recogidas enCrónicas del regreso y aparecen bajoel epígrafe “La Habana y sus alrede-dores”. Lo primero que se vislumbra esque manifiestan lo que pudiéramos de-nominar eje de la obra carpenteriana:la revelación de la cultura americana.En ellas se toma como punto focal laarquitectura de la ciudad, sin dejar deconsiderar la naturaleza, en este casocomo marco fundacional, que entrega

mensajes de originalidad, novedad, trans-formación, con todas las implicacionesidentitarias derivadas de este intercam-bio cultura-naturaleza.

Escritas entre 1940 y 1941, muestranel estado del contexto construido haba-nero y una mezcla del gusto y lasnostalgias que le provoca su ciudad.Son los primeros años después de suestancia en Francia, y ya sabe que suobra será profundamente americana.Las crónicas descubren, además delmundo descriptivo de detalles arquitec-tónicos, la sujeción de estos a lascircunstancias económicas, políticas ysociales, reflejadas, claro está, con suvisión de artista. Así en “Descubrimien-to de La Habana. Lo que fue el TeatroChino” (1940), para referirse al barriochino lo llama “ciudad amarilla”, y esque en él prima el sentido de que unaciudad no es sólo muros, sino todo uncomplejo conjunto de relaciones dondese desarrolla la vida del hombre que lahabita y le da razón de ser.

La “ciudad amarilla” lo lleva al ca-serón de media esquina (formaconstructiva muy usada a fin de apro-vechar el espacio), lugar al que dirigesus pasos con sistematicidad, lo queevidencia con el empleo del adverbio“cada vez”, porque forma parte de lamemoria que la identifica; pero es yaotro el significado de este edificio.Con nostalgia abre el recuerdo de loque fue 15 años antes. Traza, enton-ces, en síntesis admirable, un paraleloentre la ciudad de antaño (1925, qui-zás) y la de 1940 partiendo del edificiodel Teatro Chino, y muestra la arqui-tectura como una marca de identidad.Nos deja ver, a través de su estadoconstructivo y del cambio de su con-

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tenido, ese complejo de relaciones se-ñaladas líneas arriba.

Muy revelador es el uso de relacio-nes contrastivas que muestran unsinnúmero de asociaciones significati-vas, marcadas por el tiempo, a travésdel espacio urbano, tan cambiante ydependiente de la temporalidad huma-na, de su evolución-involución en loeconómico, político, social y hasta es-piritual.

El mundo de 1925 –momento histó-rico evocado– se revela en la expresiónque alude a una ciudad amarilla rica,donde la presencia del factor económi-co remite a los años de relativabonanza que vivió el país, posteriores ala Primera Guerra Mundial. El TeatroChino es entonces un reflejo de esa rea-lidad y se nos entrega como unaadmirable fábrica de ensueños marca-dos por la afluencia de representantesculturales de aquí (cubanos) y de allá(chinos residentes y artistas invitados),decorado con motivos asiáticos, pero enel que se señala el tiempo con un relojde pared de numeración romana. Estees un teatro americano para represen-taciones asiáticas, al cual la existenciade la mezcla, la simbiosis de tradicionesy razas, de elementos caracterizadoresde distintas culturas, así lo definen. Elruido del ferrocarril que ha irrumpido enel entramado urbano, se constituye enelemento turbador que enlaza violenta-mente un mundo legendario con lamodernidad, una ciudad ávida de leyen-das y tradiciones, de tranquilidadprovinciana, con los imperativos técni-cos de ciudades más cosmopolitas, quese superponen a su ya primigenia asi-metría. El contraste no surge derepente, es un devenir anunciado en el

espacio con un responsable temporal.Roto el ayer se revela el hoy.

La evocación cultural que provocaeste edificio se enfrenta a su nuevo sig-nificado. En 1940 la etapa de bonanzaha terminado. La Segunda GuerraMundial tuvo, para Cuba, un significa-do bien diferente, otra vez son datosextraídos del inmueble los que iluminanestas aseveraciones. El teatro es de malamuerte, quiere decir que ya nuestra ciu-dad amarilla no es rica, y ha sufrido. Lareferencia al estado de la edificación alu-de de forma indirecta a la situacióneconómica del país, las representacionesde compañías migratorias son un índi-ce de la injerencia cultural, pero,además, del poco teatro que va cedien-do terreno al cine, seña también de lasuperposición de lo legendario por lamodernidad. Ha sufrido estragos en sufisonomía, no sólo por los trastornoseconómicos del país, sino por los cam-bios de uso, que muchas veces sonconsecuencias de los cambios econó-micos y de los imperativos sociales.Esta frase, “ha sufrido”, humaniza eltratamiento que a la arquitectura daCarpentier y es una marca recurrenteesta metáfora que revela no sólo for-mas vacías, sino llenas de contenidocuyo responsable es el hombre.

La visión del cambio en la edifica-ción y por ende en la ciudad, muestrala diferencia de épocas y las transfor-maciones económicas y espirituales delos hombres que la habitan, y por ellola arquitectura es memoria y olvidocuando se alteran los fines para los quefue creada.

En “El amor a la ciudad. La Haba-na, ciudad sin terminar”, Carpentierpresenta una valoración del ambiente

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constructivo de la ciudad en 1940. Nue-vamente mira su ciudad, recuerdaescenas pasadas y registra desde sumemoria la presencia en ella de colec-cionistas de postalitas en los soportalesde la esquina de Zanja y Galiano. Esla visión del lugar (arquitectónicamentehablando) la que propicia las relacionesde enfrentamiento de un contexto his-tórico pasado “Allá por los años en quese inició la otra guerra europea […]”,y el que vive. La unión está en los co-leccionistas, en manos de quienes, a sujuicio, ha estado siempre la ciudad: “Aldeambular por esta Habana que amomás que cualquier otra ciudad en elmundo, me he preguntado muchas ve-ces si sus destinos no han sido regidossiempre por unos fabulosos coleccionis-tas de casas, avenidas, muelles, parquesy edificios públicos. Es decir: por hom-bres que temen ver terminado su placeral lograr una obra perfecta […]”.4

La alusión a los problemas socio-po-líticos es evidente y remite al lector alas etapas de la república neocolonial,de ahí que su obra sea fuente inagota-ble para la investigación de laarquitectura. Las comparacionesanalógicas entre los coleccionistas y losque rigen el destino del país se revelancomo causas de las cualidades de uncontexto presentado como un álbum depostales disímiles, una mezcla de esti-los constructivos que responden asueños de grandeza, civilización y mo-dernidad, en convivencia con la miseriay el amorfismo de las edificaciones máshumildes. ¿Qué diferencias existen enlas construcciones de el ayer y hoy?Las mismas que en los demás ámbitosde la vida social y cultural. La super-posición absurda, la amalgama sin tino,

criticable, pero a la vez simbióticamentereveladora de interconexiones y carac-teres inscriptos tanto en los muros ycolumnas como en los sueños y aspi-raciones espirituales de la vida quecontienen.

La pregunta que formula el autor esel punto de partida para la interpreta-ción que del entorno construido realiza,dejando entrever, ya desde este primermomento, su inconformidad con estaciudad nueva en manos de “coleccio-nistas”. Presenta así su primeraevaluación de imperfección: como pos-tales son estas edificaciones, no existeuna relación entre ellas, y se preguntapor qué, si los componentes del “sitio”5

son perfectos: “Porque todos los ele-mentos de la perfección coexisten enLa Habana: un malecón comparableúnicamente con los de Niza y Río deJaneiro; un clima que propicia flores entodos los tiempos; un cielo que no cu-bre los pavimentos con lodos grises; unasituación geográfica que pone decora-ción de mar, nubes o sol, al final de cadacalle […]”.6 Hay una contradicción en-tre esto y el “lugar”:7 “Y sin embargo…La Habana es la ciudad de lo inacaba-do, de lo cojo, de lo asimétrico, de loabandonado […]”.8

En esta afirmación valorativa seaprecia, además de la tristeza, la incon-formidad ante un ambiente construidofalto de cohesión y unidad estilística queresponde a una cultura de postales y ala falta de originalidad y creatividad delos que rigen los destinos de la ciudad;señala, tomando como punto de parti-da las construcciones, el desinterés, laignorancia de estos personajes, a loscuales sólo interesan “las grandesmangaderas”. Presenta el abandono a

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través de los “solares yermos, donde seamontonan latas cada vez más secula-res, desperdicios cada vez másdiversos”, “terrenos abandonados enpleno centro de la capital”, “casas amedio construir”, y en cuanto a los via-les “aceras hundidas” y el “bache”, que,tratado de criollísima manera, se con-vierte prácticamente en un elementoque nos identifica.

En cuanto al Capitolio, terminado enesa época, lo trata como un edificio fal-to de valor histórico. Las casasconstruidas a lo largo del Malecón,carentes de belleza, hechas en serie,con sus “[...] columnas compradas alpor mayor y balaustradas a tanto elmetro [...]”, aquí puede verse una re-ferencia a la entrada del eclecticismo,estilo que llenó de falsos vaciados y deelementos construidos en serie, unagran parte de las edificaciones cubanasde la época. También apunta la demoli-ción de edificios de cierto valor históricopara emprender la construcción de par-ques de diversiones más rentables desdeel punto de vista de la obtención de ga-nancias. Todo esto de forma asimétrica,sin observar ninguna regla o ley cons-tructiva, dando riendas al crecimientoespontáneo y falto de urbanización ca-racterístico de nuestro entornoconstruido. La Habana es ciudad aten-dida por coleccionistas que pegan enespacios vacíos, “[…] a capricho, edifi-cios, calles y avenidas […]”.9

En “Regla, la ciudad mágica”, diri-ge su mirada al repertorio religioso y desu ermita refiere: “Es una de las igle-sias más lindas que se alcen en elperímetro capitalino […]”.10 En la des-cripción que sigue se menciona una“cándida capilla”, y de significativa im-

portancia es este adjetivo que humani-za por su sentido (sin malicia ni doblez)a la construcción, pero que además nosmuestra el perfil de ironía que revela elescritor en su afán de parodiar las va-loraciones eurocentristas de nuestraarquitectura como copia y que crece amedida que avanza en la enumeraciónde códigos trasladados, aunque su va-lor se diferencia esencialmente de losdel lugar donde se originaron.

La belleza de esta capilla no está ensu interior, pues allí se encuentran lasmayores semejanzas con los modeloseuropeos, sino en una perspectiva querelaciona el mundo que preside con lasviejas fortalezas tan lejanas, que susatalayas (torres para vigilar) se confun-den con los tubos del órgano. En esaperspectiva distante queda claro quepoco podrán cumplir su función de daraviso. Todo este ambiente refleja untraslado de códigos europeos caracte-rísticos de este repertorio en América,hasta que aparece la conjunciónadversativa “pero” y con ella la actitudcontrastiva provocadora de las diferen-cias de contextos, y al abrigo de unmotivo arquitectónico,11 se encuentra laseñal de superposición cultural represen-tada por un San Antón (“honesta figurade la iglesia española”) con un lechón(por cerdo para hacerlo más criollo)“[…] cuyo larguísimo hocico” –criollohasta en la proporción– anda husmean-do imaginarias semillas de palmiche[…]. ¡El cerdo se ríe…! […]”.12 Aquíla parodia llega a la irreverencia quecaracteriza muchas veces lo criollo, yesta risa es como el preámbulo para ini-ciar el tránsito por contextos en loscuales se funden y refunden culturasy tradiciones porque “[…] la magia

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comienza a sentar sus fueros detrás dela misma iglesia […]”.13

Es relevante cómo Carpentier datratamiento al espacio ubicado detrásde la iglesia. Al amparo de aquella cán-dida capilla, tres altares aludirán aentrecruzamientos de tiempo-espacio através de elementos arquitectónicos,culturales, étnicos, en un entramadomestizo de relaciones en las que afloranlas fuentes nutricias de nuestra identi-dad como suma enriquecida deherencias y tradiciones. La evidentepresencia de códigos –europeos yafricanos en este caso– que revelanestos lugares es como la resonanciadel eco tan aludido, extraordinaria me-táfora que incluye repetición dematrices y distorsión de estas a medi-da que se produce un alejamientoespacio-temporal, amparo de un espí-ritu en el que aflora de manerainequívoca la voluntad de creación, deinterpretación propia.

Dentro del contexto del repertorioreligioso, tres altares diversos desarro-llarán intensivamente marcas desincretismo y originalidad en el ámbitoreligioso y constructivo, para lo cual eluso por el escritor de relacionesanalógico-contrastivas iluminarán, ade-más, relaciones de orden causal sobretodo de índole histórico-cultural:

1) A pocos metros del “[…] jardíncolonial […] que se extiende junto a lasacristía, se alza una casa donde se en-cierra otra imagen de la Virgen deRegla, tan suntuosa como la del tem-plo […]”.14 La visión del escritor sedesplaza hacia otro repertorio arquitec-tónico, en este caso el habitacional, yla semejanza dada por el altar, desta-ca, por un lado, la religiosidad del

pueblo, en este punto de vista espacialmóvil emplea el eje arquitectónico vi-vienda-iglesia para diferenciar loscontextos especiales que toma la reli-gión, los matices, fluencias yflexibilidades del culto, pues en la casa,a diferencia de la iglesia hay otra ima-gen con “una barca ocupada portripulantes indios” que “acepta prome-sas que se rechazan al lado”, en unaltar no “del todo ortodoxo”.15

2) Un poco más lejano, hay otro al-tar que califica como extraordinario yseñala como heterodoxo, sostenido porcolumnas salomónicas y adornado porángeles barrocos, el cual muestra aúnrasgos esenciales de raíces europeas,pero presenta a tres Juanes “de las máspopulares oraciones criollas” y mani-fiesta que: “Al pie de ese extraordinarioaltar […] he podido escuchar los másadmirables toques de tambores ‘batá’que yo haya tenido el privilegio de co-nocer en largos años de andanzas porel folklore afrocubano […]”.16 Este al-tar está encerrado en una habitación ytiene además de la de Regla, una Vir-gen de la Caridad.

3) “A pocos metros de este, se hallaotro altar dedicado a Santa Bárbara,diosa de la guerra [este epíteto la alejade la santa católica], que los fielesadornan con […] cuantos atributos bé-licos o motivos en rojo –color ritual deChangó–, fue posible hallar […]”.17

Es obvia la intención de marcar a tra-vés de un elemento del repertorioreligioso las diferencias. La movilidaddada por los términos ortodoxo, pocoortodoxo y heterodoxo, va delineandolos matices, la convivencia diversa, lasuperposición y supervivencia en nuevasformas de las esencias. En esta parte de

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la crónica, se observa cuán productivoha sido el empleo en la descripción delprincipio de la reducción sinecdóquica,pues ha logrado a partir de la parte re-velar cualidades de todo el universosincrético de la religiosidad cubana. Estaes una cualidad de su estilo que, tantoen crónicas como en novelas y relatos,revela su eficacia cognoscitiva.

Nuevamente, el punto de vista des-criptivo de carácter móvil permitedestacar la importancia de las distan-cias espaciales; el allá y el aquí, eladentro y el afuera son marcas tambiénde distancias culturales y sociales,mientras más lejanas las “viejas forta-lezas” con sus atalayas, construccionesde factura y proyección europeas, másfuerte es el sincretismo; no por casua-lidad la belleza de la ermita de Reglaestá en el mundo que le fue naciendohacia afuera y hacia adentro del enla-ce entre razas, el sincretismo, latransculturación.

El templo de la Virgen de Regla pre-side y ampara el mundo mágico quecomienza en su hornacina y se dirigehacia el corazón del pueblo que cobijabajo su capa, y va transformando loslugares y altares donde venera su ima-gen en una mezcla de esenciasautóctonas, fruto del encuentro de lasculturas madres que confluyeron ennuestro suelo. Así, a partir del edificiode la iglesia, Carpentier enfrenta unanueva dimensión cultural entre los sig-nificados y los sentidos, entre lossignificados culturalmente establecidosy los nuevos sentidos, que nacen cuan-do se integran a nuevos contextos, anuevas situaciones de socialización quele dan significatividad vivencial paraentregarnos una verdadera comunión

de caracteres identitarios. Es esta igle-sia original, autóctona, de códigosconstructivos representativos de esti-los europeos, no ya tan puros(recuérdese la hornacina con su espe-cial San Antón), el receptáculo queenlaza lo interno con lo externo pararefundirse en el nacimiento de una cul-tura de raíces que se unen y aportanesencias diferentes.

La crónica “Misa del gallo en SantaMaría del Rosario”, nos mantiene en elrepertorio religioso y nos presenta unaiglesia, esta vez del tipo de las que hanhecho afirmar que en la etapa colonialno existió una arquitectura latinoameri-cana. La hace ver tan parecida, en susatributos constructivos, a ciertas iglesiasvascongadas, que puede hacerlo olvi-dar que está en Cuba.

La describe como una vetusta igle-sia con su altar mayor (acota que esuna maravilla de la talla criolla y aquímanifiesta la presencia del hombreamericano en estas construcciones yen la decoración de estos lugares sa-grados), con columnas salomónicas,hojas de acanto, guirnaldas barrocas,púlpito de madera labrada, santos decatadura española, su cúpula del ábsi-de de vigas entrecruzadas, capiteles,coro; todo las asemeja: lo sobrio de laarquitectura exterior, el estallido de flo-res, aureolas, arabescos del altar, hastala atmósfera de calma provinciana,crea una ilusión perfecta. Sin embargo,al contexto arquitectónico con tantoempaque europeo, se enfrenta el mar-cado por la presencia humana y lapeculiar naturaleza nuestra, en estecaso la parte descrita se revela mejorcuando se integra, ya por contraste, yapor analogía, ya por causalidad, a otras

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partes. La descripción de la iglesiaasume nuevas cualidades cuando seescucha un montuno entonado por unborracho que trae consigo la presen-cia de otros símbolos identitarios en lascostumbres, y por la naturaleza, con la“vegetación tropical” que “invade sustechumbres estriadas de musgo” y“las palmas que cimbrean sobre elañoso tejado”, lo cual permitereinscribir la arquitectura en el con-texto americano, no sólo en su aspectotécnico-constructivo, sino como enti-dad esencialmente cultural colmada demúltiples relaciones.

Y es que, para Carpentier, no puedesepararse en arquitectura el espacioconstruido del resto de los espacios, yasean tangibles o intangibles, ya sea na-tural, social, cultural, etcétera, pues launión de los múltiples espacios da laverdadera dimensión cultural de la ar-quitectura, lo cual origina el lugarcomo un ente propio, por ser en sí laresultante de las mezclas, de lasreinscripciones físicas y humanas, talcomo señala Javier Suárez, al conside-rarlo como “[…] condición queadquiere el espacio cuando queda de-finido por la piel arquitectónica quelimita […] un receptáculo interior […]y un espacio exterior donde esta piel,en tanto cosa construida, establece unarelación con lo dado […]”.18

Esta concepción se descubre en “Elamor a la ciudad. La Habana, ciudad sinterminar”, cuando al referirse al Male-cón habanero lo compara con los deNiza o Río de Janeiro, sin embargo, des-pués que nos muestra una diferencianegativa, “[…] poblado de casas en épo-cas en que los constructores catalaneshacían estragos […] con sus columnas

compradas al por mayor y balaustradasa tanto el metro […]”,19 lo hace dife-rente, lo re-evalúa cuando señala que“[…] disfruta del adorno de puestas desol únicas en el mundo […]”.20 La uni-dad de estas dos circunstancias hacenal Malecón habanero autóctono en suoriginalidad y es que “El gesto de fun-dación que implica la arquitecturaadquiere la forma de un pacto de con-vivencia entre lo dado, el sitio y locreado: la arquitectura, en virtud de locual se creará el lugar; por lo tanto másque ante la naturaleza, la arquitecturase presenta con la naturaleza […]”.21

No indica lo anterior una renuncia oun ir en contra de la evidente presen-cia cultural que marca y define larealidad del continente, porque si bienestas crónicas anuncian la defensa delmundo americano como autóctono, pre-sentan, además, la raigalidad de sucultura, mezcla de indio, europeo, ne-gro, a cuyo centro principal concurrencomo fuentes nutricias raíces asiáticas,y de cuantas naciones constituyen elcontinente americano.

La lectura de estas crónicas mostrósignos: la importancia del detalle paracontornear la definición de una realidadmayor; la transición de afuera haciaadentro como camino al encuentro deuna realidad sincrética; el hecho arqui-tectónico como propiciador de unencuentro cultural, y los quiebres queen el conjunto de códigos europeos son,junto a estos, suma de nuestraautoctonía y muestra del estilo de nues-tras ciudades. Lo anterior unido alavistamiento de otras categorías: loasimétrico, lo inconcluso, el tiempo y loinsólito, en ocasiones grotesco yhumorísticamente tratado, pudieran to-

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marse como herramientas primariaspara entrar en el complejo conjunto deseñales que conforman el tratamientodel espacio construido en la obracarpenteriana y cuya direccionalidadmarcará siempre la defensa de laautoctonía, la raigalidad y la originalidadde la cultura latinoamericana.

Notas

1 Valoración múltiple de Alejo Carpentier. LaHabana: Casa de las Américas, 1977. p. 16.2 Ibídem, p. 19.3 Chao, Ramón. Palabras en el tiempo de AlejoCarpentier. La Habana: Editorial Arte yLiteratura, 1985. p. 9.4 Carpentier, Alejo. Crónicas del regreso. LaHabana: Editorial Letras Cubanas, 1996. p. 29

5 Suárez, Javier. Acerca de la esencia de laArquitectura. 2002. p. 99. 20026 Carpentier, A. Op. cit. (4). p. 29.7 Suárez, Javier. Op. cit. (5). p. 99.8 Carpentier, A. Op. cit. (4). p. 29.9 Ibídem, p. 32.10 Ibídem, p. 34.11 Ídem.12 Ídem.13 Ídem.14 Ibídem, pp. 34-35.15 Ibídem, p. 35.16 Ibídem, p. 36.17 Ídem.18 Suárez, Javier. Op. cit. (5). p. 99.19 Carpentier, A. Op. cit. (4). p. 30.20 Ibídem, p. 30.21 Suárez, Javier. Op. cit. (5). p. 99.

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Emilio Roigde Leuchsenringy su época

María del Carmen BarciaZequeira

Historiadora

Los años entre la infancia y la juven-tud, durante los cuales la persona-

lidad está en pleno crecimiento, sondecisivos para conformar patrones devida y de conducta; las circunstancias,los hechos y las prácticas que nos ro-dean en esa etapa de la vida cobranuna dimensión subjetiva que nunca nosabandona. Emilito, como le llamaban susallegados, tenía diez años en 1899,cuando con su abuelo visitó campa-mentos mambises en Managua,conoció de primera mano las hazañasde los héroes legendarios de la guerra,vivió de cerca los efectos de lareconcentración en la poblaciónhabanera, vio la escuadra norteameri-cana enclavada en la bahíapregonando un primer bloqueo, perci-bió lo que Marial Iglesias ha calificadocomo “el desmontaje de los símbolosdel poder colonial” y, desde luego, sin-tió en carne propia el desengaño quela ocupación norteamericana sembróen un pueblo que, tras largos años decombate, veía frustrados sus afanesindependentistas, en tanto en la socie-dad cubana se incrementaban ladependencia económica, el racismo yla discriminación generalizada.

Para Emilio Roig los hombres de laguerra no eran estatuas fraguadas enbronce, ni los debates de la Constitu-yente de 1901 en torno a la EnmiendaPlatt, páginas de una historia, sino he-chos vividos y reflexionados. Y todoesto conformó su personalidad y mar-có sus normas de conducta.

Aunque cursó estudios en una es-cuela católica y estudió derechomientras trabajaba, desde muy joven, enla Audiencia de la Habana,1 seautodefinía como ex abogado, ex cató-lico y anticlerical, a la vez queconsideraba como inaceptable cualquierdiscriminación por motivos raciales onacionales. Nunca aceptó las imposicio-nes, disposiciones, ni explotaciones ymucho menos cuando estos procedíande una oligarquía o de una dictaduraunipersonal.2

Su formación como historiador fueautodidacta, decía que su verdaderauniversidad había sido la Biblioteca Na-cional y los diálogos sostenidos conFigarola Caneda, que se iniciaban allí ycontinuaban en la tertulia que este aco-gía en su propio hogar.3

Emilito utilizó los conocimientos ad-quiridos en el campo de la historia comoun arma de lucha ideológica y políticaa través del periodismo, de sus laboresen la Oficina del Historiador que pre-sidió desde 1935 hasta su muerte, y delas asociaciones a las cuales pertene-ció, todas ellas caracterizadas por sumarcado carácter progresista.

La oratoria, la prensa, los libros, to-dos los medios de comunicación de lasociedad civil del momento, utilizaban laproyección política de la historia para di-rigirse, prescribiendo o proscribiendo, auna opinión pública,4 pero el mensaje

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martiano se había desdibujado en uncontexto en el que, a decir de FernandoOrtiz imperaba el caos y la corrupción,y “todos los bribones” eran “patriotas”.5

En esos momentos, la historia nacio-nal se encontraba al servicio de unproyecto oficial, pues narraba el pasa-do de la cultura conveniente al Estadopara reforzar la legitimidad de esa au-toridad. Crear una conciencia decubanía, capaz de contraponerse a eseproyecto, era imprescindible para tiem-pos que se avizoraban como difíciles, yhacia ellos apuntaba Ortiz al decir: “Nosé si habrá revolución o no, pero auncuando la haya ¿quiénes harán la re-volución mental y moral, únicanecesaria y la más difícil?”.6

La definida intención por ese uso pú-blico alternativo de la historia paraformar valores patrióticos, presidió todoel trabajo de Emilio Roig deLeuchsenring.7 Esto se manifestó a tra-vés de todas las líneas y temáticas queabordó. Su denominado costumbrismo,que en la actualidad definiríamos comoestudios de la vida cotidiana, era capazde mostrar las raíces profundas, y lascaracterísticas –positivas o negativas–del pueblo cubano en general, a travésde sus clases, capas, sectores, grupos eindividuos en particular, y de una mane-ra sencilla contribuía a la comprensiónde la identidad de nuestras gentes. Es-tos artículos le permitían describirsituaciones como las reseñadas en “Sepuede vivir en la Habana sin un centa-vo”, trabajo premiado en 1912 por larevista El Fígaro, o conductasejemplificadas en “El relajo”, apareci-do en la revista Ultra.

A través de esta línea de trabajo des-cribió costumbres, resaltó valores,

remarcó defectos, luchó contra el ra-cismo, la discriminación hacia la mujer8

y, sobre todo, de una manera natural lla-mó la atención sobre cuestiones queafectaban el desarrollo de la sociedadcubana.

Muy temprano, en 1919, Emilio ex-tendió sus preocupaciones políticas almundo antillano. Su precursor trabajo“La ocupación de la República Domi-nicana por los Estados Unidos y losderechos de las pequeñas nacionalida-des de América”,9 definió las conductasinjerencistas de ese país sobre Améri-ca Latina. Este artículo lo hizomerecedor de varias distinciones: laLegación de la República Dominicanaen La Habana, lo nombró DominicanoHonorario.10 En 1920 recibió una car-ta del eminente dominicano FedericoHenríquez y Carvajal, donde le agrade-cía la publicación de ese trabajo y añosmás tarde, en 1937, en su carácter depresidente de la Academia Dominica-na de Historia, le comunicaba que habíasido elegido miembro correspondientede la Academia Dominicana de Histo-ria en Cuba, por unanimidad de votos.11

Pero muy pronto Emilio transitó des-de una posición anti-injerencista haciasu radicalización antimperialista. Enesta dirección se enmarcan sus traba-jos sobre la Doctrina Monroe, laEnmienda Platt, y también todo lo queescribió acerca de la independencia deCuba a partir de las luchas de sus pa-triotas. Gran parte de sus escritosmartianos se enmarcan en este contex-to,12 y muchos otros estuvierondestinados a revalorizar los principios ytesis del proyecto de la más eminentey paradigmática figura de nuestra his-toria. Trataba de recuperar el pasado

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de los vencidos que los vencedores seaprestaban a sepultar, y de establecermitos fundacionales.

Paralelamente a estas líneas emble-máticas, mantuvo siempre sus eruditostrabajos sobre La Habana, sus monu-mentos y su historia particular.

Cabe destacar que Emilito fue tam-bién un creador de conceptos, cuestiónque con frecuencia se margina. Su de-finición de “guerra de los treinta años”utilizada para enmarcar todo el perío-do de las luchas independentistas, y suenunciación de “guerra hispano cubananorteamericana”, para impedir que Cubafuese despojada conceptualmente delprincipal papel que tuvo en la guerra del98, constituyen una muestra de sus pro-yecciones como historiador.13

Pero estos y otros trabajos seenmarcaron, esencialmente, en un pe-ríodo que se comienza al concluir elgran conflicto iniciado en 1914. El im-pacto de la Primera Guerra Mundialconmocionó al mundo entero, tras ellacomenzaron a producirse reflexiones enel campo intelectual sobre la forma delograr un mundo menos agresivo y mássolidario; esto produjo indiscutibles cam-bios en la sociedad civil occidental, delos cuales Cuba no estuvo al margen.Desde 1918 comenzaron a surgir agru-paciones diversas y esa cresta de la olaasociativa se mantuvo hasta las víspe-ra del nuevo conflicto mundial: En 1918surgía la Sociedad Cubana de DerechoInternacional de la que fue vocal y se-cretario; en 1921 aparecía el GrupoMinorista; en 1926 era fundada, porFernando Ortiz, la Institución Hispano-Cubana de Cultura; en 1938, la Oficinadel Historiador de la Ciudad, y en 1940la Sociedad de Estudios Históricos e

Internacionales, estas dos últimas diri-gidas por Emilito, quien las reconocíacomo las dos agrupaciones que habíancontribuido con mayor intensidad al de-sarrollo alcanzado por la historiografíacubana, y a ello debe añadirse la divul-gación permanente de nuestra historia.Muy importante y novedosa fue la crea-ción, en ese contexto, de una bibliotecaespecializada bajo el nombre de Biblio-teca Histórica Cubana y AmericanaFrancisco González del Valle, que gra-cias a generosidad de los miembros dede la Sociedad de Estudios Históricose Internacionales, llegó a disponer de200 000 ejemplares procedentes de suscolecciones particulares.

En la práctica, el uso público de lahistoria, tan caro e importante para losintereses de Emilio Roig deLeuchsenring se vertebró a través detodas las instituciones de las cuales for-mó parte, una de estas fue la InstituciónHispano-Cubana de Cultura, para lacual fue convocado, desde su fundación,por Fernando Ortiz. Como el objetivode esa sociedad era establecer y man-tener formas de intercambio estable deprofesores y estudiantes para brindarcursos en la Universidad y conferen-cias en la institución, los intereses deEmilito encontraban otra vía para sudesenvolvimiento, al poder desplazar suuso público de la historia en la utiliza-ción legítima de sus valores a losterrenos de la didáctica, la divulgacióny la educación en general.

Ortiz concibió que el núcleo básicode la Hispano-Cubana estuviese inte-grado por 50 o 60 personas, que debíanparticipar en representación de diferen-tes grupos u organizaciones. Se tratabade “[…] hacer labor estrictamente

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de cultura sin inclinarse a derecha niizquierda”, aunque aceptaba “la expo-sición de cualquier ideología”.14

También deseaba establecer el circui-to de un intercambio hispanoamericanoentre Montevideo, Buenos Aires, San-tiago, Lima, México y La Habana.15

Roig fue convocado a participar enla institución como director de la revis-ta Social. Su participación personalcomo conferencista o profesor, comien-za a evidenciarse a finales de la décadadel 30. En 1939 es convocado para elcurso titulado “Tendedera de costum-bres cubanas”, en donde, retomando elcostumbrismo que nunca dejó de lado,participó con el tema “El relajo”.16 Esepropio año, continuando otro de suslineamientos vitales, el racismo, colabo-ró en un suplemento de la revistaUltra con el trabajo “Defensa cubanacontra el racismo anti semita”.17

Sus colaboraciones en la instituciónse incrementan a partir de 1941, cuan-do forma parte de la junta ejecutivacomo vocal, pero en ese momento apa-rece no como miembro de Social, sinoen su carácter de director de la Socie-dad Cubana de Estudios Históricos eInternacionales.

Ese año participa en el curso “Lec-ciones y doctrinas políticas”, con el tema“El imperialismo”,18 en el cual se refie-re al uso y abuso que desde tiemposremotos han hecho los profesionales dela política y otros elementos de este con-cepto. No aborda ese fenómenoterritorialmente, sino en cuanto al inte-rés cubano, sin embargo da una rápidaexplicación de lo que se ha entendidopor imperialismo y se vale para esto deltrabajo de Enrique José Varona “El im-perialismo a la luz de la sociología”,

editado en 1905, donde se establecíandos tipos de imperialismo, el de con-quista y dominio territorial, y el deabsorción y explotación económica.

Opina que desde la DoctrinaMonroe, Cuba había sido la preocupa-ción de los Estados Unidos, y exponeque desde 1823 ese país había centra-do sus preocupaciones con respecto ala isla en Inglaterra y no en España.También insiste en la permanencia dela política imperialista bajo la política delBuen Vecino, desarrollada porRoosevelt y manifiesta en la ocupaciónde Puerto Rico.

En 1943 aprovecha el marco de esainstitución para organizar un grupo deconferencias consagradas al estudio dela guerra y de la postguerra, en su ca-rácter de presidente de la SociedadCubana de Estudios Históricos e Inter-nacionales. En el primer ciclo, dedicadoa los “Problemas y relaciones interna-cionales de Cuba en la guerra y lapostguerra”, fue además la persona en-cargada de dirigir el debate.19

Dicho año fue ofrecido un cursillosobre “El ideal de la independencia enla historia de Cuba (1810-1901)”, quecontó con cinco disertaciones; las dosprimeras estuvieron a cargo del doctorManuel Bisbé, y las tres últimas, des-de la guerra del 1868 hasta la del 98,de Emilito. Sus conferencias se titula-ron: “De la guerra liberadora a laTregua Fecunda”.20

El 18 de febrero de 1844 dictaba laconferencia “Rectificaciones históricasdel Dr. Manuel Pérez Beato” y a fina-les de ese año presentaba al intelectualcubano Juan José Arrom, profesor de laUniversidad de Harvard y autor del li-bro Historia de la literatura dramática

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cubana, quien trató sobre “El teatrouniversitario de Yale”.21

Ofrece en 1945 la conferencia “LaGuerra de 1895 valorizada 50 años des-pués”.22 Insiste en que esteacontecimiento debía de ser conocidocomo Guerra de Independencia o Re-volución de Martí. Reitera la previsióndel Apóstol con respecto a la absorcióneconómica y política de Cuba por par-te de los Estados Unidos, y la vigenciaen ese contexto de la necesaria inde-pendencia de Puerto Rico. Confirma laparticipación de las capas populares enese conflicto. Señala que la muerte pre-matura de Martí contribuyó a quefuesen sepultadas en el olvido sus ideasy confirma que la guerra del 95 fue unavictoria de Cuba frente a España y node los Estados Unidos, cuestión que rei-teró en su conferencia del 22 de marzode 1946 sobre la proyecciónantimperialista de José Martí.

Lamentablemente, en julio de 1947Fernando Ortiz informaba a sus cola-boradores que la Institución Hispano-Cubana de Cultura “[…] ha suspendi-do temporalmente sus actividades y lapublicación de Ultra”.

Dicho centro fue un espacio impor-tante para Ortiz y también para Roig,pero no era el único. Emilito continuósu batallar, desde la prensa y de la So-ciedad de Estudios Históricos eInternacionales que presidió hasta 1960y donde continúo su labor de transmi-sión y conservación.

Emilio Roig fue un intelectual orgá-nico, un hombre profundamentecomprometido con los intereses raigalesy populares de su país, en esta direc-ción trabajó sin descanso. Asombraconocer la cantidad de instituciones con

las cuales colaboró, dentro y fuera deCuba, su incesante participación en con-gresos demostrando sus verdades, elrespeto que hacia él sentían los discri-minados.

Lo acompañó en la vida y lo ayudóen gran parte de esos avatares unamujer sencilla y silenciosa, que guardósus papeles y ayudó a conservar sumemoria, María Benítez, su viuda, quepor muchos años estuvo presente enestos homenajes, y que en el espíritu yla memoria comparte también hoy es-tos recuerdos.

Historiadores como Emilio Roig deLeuchsenring, capaces de divulgar unahistoria destinada a la formación de laidentidad cubana, capaz de aunar el ri-gor factual con los más profundosvalores conceptuales, son necesariospara continuar su labor creadora, comopatriota y como académico.

Notas

1 Datos recopilados por su viuda MaríaBenítez. Archivo de la Oficina del Historiador dela Ciudad, Fondo Emilio Roig de Leuchsenring,Nº 13.2 Desde 1909 trabajaba en la Audiencia de LaHabana y se graduó como doctor en DerechoCivil el 4 de julio de 1917. Ibídem.3 Ibídem.4 Bourdieu, P. Lección sobre la lección. Barcelona,2002. p. 19.5 “Carta de Fernando Ortiz a Chacón y Calvo,25 de enero de 1924”. En Gutiérrez Vega, Zenaida.Fernado Ortiz en sus cartas a José MaríaChacón (1914-1936, 1956). Madrid: FundaciónUniversitaria Española, 1982.6 “Carta de Fernando Ortiz a Chacón y Calvo,27 de septiembre de 1922”. Ibídem.7 Por uso público de la historia se entiende lautilización de hechos acontecidos realmente, peroque pueden ser manipulados de acuerdo a

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determinados intereses. La memoria construidadesde el poder tiende a excluir a los vencidos,por esa razón, en dichos años se excluía a lossectores marginados y antagónicos y se atribuíana los poderosos conquistas realizadas por lascapas populares.8 Emilito escribió un artículo sobre CarmenCalzada, maestra que fue cesanteada por sermadre soltera, sin conocerla. Ella lo lee tiempodespués y le agradece su actitud, también le diceque su niño murió cuando tenía dos años, de acidosisy que ella nunca pudo trabajar más, que vive consus hermanas, que pasan mucho trabajo, que lehan prometido un aula y le agradecería cualquiergestión al respecto. Es de la Coloma en Pinar delRío. 1 de febrero de 1937. En Archivo de la Oficinadel Historiador de la Ciudad, Fondo Emilio Roigde Leuchsenring, 457, Nº 35.9 Esta conferencia fue impartida en la SociedadCubana de Derecho Internacional, en un eventodedicado a la Defensa de los Derechos de losPueblos de América. Con posterioridad fueeditada como artículo y también en un folleto.10 “Carta de M. M. Morilla del 8 de febrero de1919”. En Archivo de la Oficina del Historiadorde la Ciudad, Fondo Emilio Roig de Leuchsenring,Nº 137.11 Ibídem.12 En 1920 publicaba su primer trabajo sobre laDoctrina Monroe, titulado “La Doctrina Monroe

y el Pacto de la Liga de la Naciones” y en 1921escribía sobre la Enmienda Platt. Sus primerostrabajos sobre el nacionalismo e internacionalismode Martí datan de 1927.13 Destacamos este aspecto porque aunque EmilioRoig fue miembro de la Academia de la Historia,algunos historiadores no estaban de acuerdo consu ingreso, al considerar que su trabajo era másperiodístico que histórico. Don Fernando Ortiz,que lo propuso como miembro de esa institución,insistía mucho para que él presentara sudisertación inicial, pues consideraba importanteque se le reconociera como tal.14 “Carta de Fernando Ortiz al señor presidentede la Junta de Ampliación de Estudios de Madrid,La Habana, 3 de marzo de 1927”. En GutiérrezVega, Z. Op. cit. (5).15 “Carta de Fernando Ortiz a Chacón y Calvo.La Habana, 24 de noviembre de 1926”. Ibídem.16 Esta conferencia se impartió el 8 de agostode 1939.17 Ultra (La Habana) (Suplemento al Nº 38); 1939.18 Ibídem, (39):263-264; 1942.19 20 de marzo de 1943.20 Se impartieron los días 12, 14 y 19 de juliode 1943.21 Ultra (La Habana) (102):122; 1945.22 Ibídem, (104):240-242; 1945.

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A casi 100 añosdel maestroErnesto Sábato

Mercedes Santos MorayEnsayista y periodista

Dentro del panorama de la literatu-ra latinoamericana, sobresalen por

la pujanza y tradición las letras argen-tinas, especialmente en el siglo XX, connombres de proyección universal. En-tre esos autores se encuentra elnovelista y ensayista Ernesto Sábato,laureado con el Premio Cervantes yvarias veces también nominado alNobel. Cuba también ha sido escena-rio para este maestro de nuestraAmérica, pues entre nosotros, y graciasal trabajo editorial de Casa de las Amé-ricas, su obra se multiplicó en edicionesque han hecho suyas varias generacio-nes, en particular los jóvenes, quieneshan sentido por la escritura de este na-rrador la misma pasión que un díasintiese otro lector, en su juventud, Er-nesto Guevara de la Serna, por eso nossumamos al jubileo de su natalicio coneste tributo.

De la vida y sus avataresDon Ernesto Sábato ha superado ya

la cuesta de los 98 años, y enrumbahacia la centuria. Este hombre, que hoyno puede escribir ni leer por el agota-miento de sus ojos, no de su espíritu yque en los últimos tiempos se ha vol-cado a la pintura como refugio de su

naturaleza creativa, fue siempre, comoél mismo lo reconoce, un inconforme quesiempre cuestionó la vida y la realidadpara adentrarse en su propio túnel.

Como tantos argentinos, desciende deemigrantes, siendo el décimo hijo, de losdiez que concibieron Francisco Sábato,de origen italiano, y Juana María Ferrari,su madre de ascendencia italiana yalbanesa, el ser humano más intenso desu historia personal: “Creo que nunca lavi llorar –tan estoica y valiente fue a lolargo de su vida– pero, quizá, segura-mente, lo haya hecho a solas”.

La crítica, como sus lectores, disfru-ta de las novelas y los ensayos, de lasmemorias y los artículos, de los textosde Sábato y hallan en su obra un sig-no de profunda reflexión intelectual,por manifiesta voluntad de una poéti-ca de esencia subversiva y siempreinconforme, desde el aliento transgre-sor del escritor. Don Ernesto es unhombre de orígenes humildes, pero deférrea voluntad y amoroso del estudio,como lo testimonia su amistad con eldominicano Pedro Henríquez Ureña, alque conoció siendo todavía estudiante,y de quien se declararía deudor, al ci-tarlo como fuente de inspiración parasu carrera literaria.

Mas los inicios del autor de novelas-íconos de las letras iberoamericanascomo Sobre héroes y tumbas, inicial-mente se volcarían hacia la ciencia, poreso ingresó, en 1929, en la Facultad deCiencias Físico-Matemáticas de la Uni-versidad Nacional de La Plata. Uno delos rasgos que distinguirían también adon Ernesto, como le llamamos cuan-tos le amamos y respetamos, desde sujuventud fue la proyección cívica de suintelecto y de su energía, su temprana

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vinculación con la historicidad comple-ja de su época que lo llevó a ser activomilitante del movimiento de la Refor-ma Universitaria, y a participar en lafundación del Grupo Insurrexit en1933, de tendencia comunista, juntocon Héctor P. Agosti, Ángel Hurtadode Mendoza y Paulino GonzálezAlberdi, entre otros.

De ahí que por su compromiso conla izquierda, en 1933 fuera elegido se-cretario general de la JuventudComunista, al tiempo que conocerá en-tonces a la que sería, durante seisdécadas, la compañera de su vida, unajoven de sólo 17 años, estudiante delLiceo, Matilde Kusminsky Richter,mientras Sábato estudiaba Física, y ellacompartía el amor por la escrituracomo lo testimonia su poemario, editoen 1933: Cenizas y plegarias, y otrode relatos. Gracias a su Matilde, gene-rosa compañera, muchos textos deSábato se salvaron de la hoguera de suextrema autocrítica.

La ciencia y las ideas de izquierdaalimentaban entonces el espíritu del au-tor de El túnel, quien viajó a Bruselascomo delegado del Partido Comunistaal Congreso contra el Fascismo y laGuerra, mas el enfrentamiento con losdogmas del stalinismo lo llevaron a vi-vir una de sus primeras crisisexistenciales. Al concluir su carrera,obtendría una beca para realizar traba-jos de investigación sobre radiacionesatómicas en el Laboratorio Curie enParís, cuando ha de vivir la alegría dela paternidad con el nacimiento de suprimer hijo, Jorge Federico, y en 1939fue transferido al MassachusettsInstitute of Technology (MIT), dondecontinuaría el sendero de las ciencias

puras, para un año después retornar asu patria a trabajar como profesor dela Universidad de Buenos Aires.

De la ciencia a las letrasPero este hombre cuyo discurso li-

terario se nutre no sólo de una increíblefabulación, se alimenta también de suspropios desgarramientos y laceracionesque lo condujeron, en 1943, a vivir lasegunda de sus profundas crisis mora-les y a alejarse del área científica, paraentregarse a la literatura y la pintura, yrealizar su destino como escritor hastanuestros días.

En 1945, publicó artículos en La Na-ción enfrentándose a Perón, lo cual loobligó al retiro del que no sólo nace susegundo hijo, Mario, sino uno de sus pri-meros cuadernos de ensayo: Uno y eluniverso, en donde inicia un profusodiscurso sobre la moral y la ciencia, conla angustia legítima del ser ante ladeshumanización.

Tres años después aparecería su pri-mera novela, El túnel (1948), en la quese manifiesta la angustia de la soledad,en medio de una historia de amor ymuerte y que marcaría el despegue deuno de los más relevantes narradores ar-gentinos del siglo XX, obra que seinscribe, al decir de la crítica, dentro dela corriente filosófica del existencialismo,y que recibiera entusiastas elogios delfrancés Albert Camus, quien la hizo tra-ducir al francés.

El ser humano, como centro de undiscurso literario marcadamenteantropológico, se devela en la construc-ción psicológica de los personajes, enel manejo de la ira en una narraciónque se apropia del oficio y de las téc-nicas para expresar tesis de hondura

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filosófica, rasgo estilístico que define lapoética de Ernesto Sábato:

Los seres humanos no pueden re-presentar nunca las angustiasmetafísicas al estado de purasideas, sino que lo hacenencarnándolas [...]. Las ideas me-tafísicas se convierten así enproblemas psicológicos, la soledadmetafísica se transforma en el ais-lamiento de un hombre concreto enuna ciudad determinada, la deses-peración metafísica se transformaen celos, y la novela o relato queestaba destinado a ilustrar aquelproblema termina siendo el relato deuna pasión y de un crimen –dirá elpropio novelista.

La soledad es una herida abierta e in-soportable para el personaje de Castely lo conduce al aislamiento, a la deses-peranza, la incomunicación, los celos y,naturalmente, hasta la muerte. PorqueSábato es de esos autores que explo-ran en el sujeto para comprender alhombre y a la mujer, protagonistas vo-races, victimarios y/o víctimas de laexistencia.

La estructura de El túnel está cons-truida con gran economía de medios,los que alcanzarán mayor despliegue,como la técnica del monólogo interior,en la segunda de sus novelas, la parael propio Sábato, mejor de sus obras:Sobre héroes y tumbas, que se publi-caría en 1961 y se convertiría no sóloen un éxito editorial, a escala nacionale internacional para el narrador, sino enuno de los textos imprescindibles parala historia de la literatura latinoameri-cana contemporánea, la misma que hasido considerada como una de las me-jores novelas argentinas del siglo XX.

Obra más ambiciosa y compleja,aborda la historia de la decadencia deuna familia aristocrática en la cual seintercala un conmovedor relato intimistasobre la muerte del general JuanLavalle, héroe de la independencia, per-sonaje al que don Ernesto dedicará,años después, una pieza poético-musi-cal junto al músico Eduardo Falú, conel título de Romance a la Muerte deJuan Lavalle, que la “Negra” (Mer-cedes Sosa) le cantó en sus 95 junios.

Sobre héroes y tumbas consagró asu autor a escala universal, novela enla que exploró en el “subsuelo del hom-bre” con fuerte dosis de introspecciónpersonal, desde el sujeto lírico de su es-critura, al tiempo que realizaba unaexploración del imaginario nacional,obra muy cercana por su espíritu alAdán, Buenos Aires de LeopoldoMarechal, y desde otra mirada, no muylejana de las metafísicas aproximacio-nes de Jorge Luis Borges sobre laArgentina.

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En un tercer plano del argumento,está ese monumental Informe paraciegos que, en muchas ocasiones, esasumido como lectura autónoma, y quenos devela desde la pesadilla que su-fre Fernando, el protagonista junto aAlejandra, las zonas más perturbadorase inquietantes de la naturaleza huma-na, en un relato que es deudor tambiénde elementos del surrealismo, así comode las ideas filosóficas y nihilistas deNietzsche, y de las teorías sicológicasde Jung y Freud.

Después de dedicar 13 años de tra-bajo ininterrumpidos, Ernesto Sabatopublicó Sobre héroes y tumbas. Masla crisis del creador se hizo presente, ysólo Matilde pudo lograr que el manus-crito de esta obra excepcional no fuesedestruido y se publicara. En el prólogola dedicatoria lo explica: “Dedico estanovela a la mujer que tenazmente mealentó en los momentos de descrei-miento, que son los más. Sin ella, nuncahabría tenido fuerzas para llevarla acabo. Y aunque habría merecido algomejor, aun así, con todas sus imperfec-ciones, a ella le pertenece”.

Sobre héroes y tumbas es algo másque el resumen de una vida, es la sínte-sis de las utopías, tanto en el arte comoen la sociedad, una lacerada exploraciónrealizada por uno de esos grandes no-velistas, como lo es Sábato, muy lejanoal panfleto y al oportunismo, de la histo-ria de su país, y la crítica implícita de sudevenir, en la que se conjugan los polosopuestos, desde los unitarios y federa-les hasta los peronistas y antiperonistas,para encarnar sus tesis y sus angustiasen el perfil de personajes como el deFernando y Martín, en el juego de con-trarios, entre luces y sombras.

Muchos han visto en el Informe so-bre ciegos, un relato independiente –quecomo tal ha sido traducido al mundo delcine– a la manera de la novela breve,una de esas piezas que atrapan,alucinantes, los diversos y pluralesángulos de una nación, de una cultu-ra y de una sociedad, en su historia,referente que pudiese estar implícitoen otra pieza descomunal de las le-tras contemporáneas, pienso en lamagna novela del portugués JoséSaramago: Ensayo sobre la cegue-ra, revisitación de un tópico queresulta metáfora imprescindible en eldiscurso literario sobre el destino y laconciencia humanos.

La tercera de sus novelas lo seríaAbaddón el exterminador (1974),obra considerada de carácterautobiográfico, articulada con una es-tructura narrativa aparentementefragmentaria, y de argumento apoca-líptico, en el cual las potencias

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maléficas rigen el universo y es inútilla resistencia en un mundo de absolutairracionalidad en el que no se vislum-bra la esperanza, y el discurso del autorresulta aún más desolador que en susanteriores narraciones, en una poéticasignada por la reflexión ante la crisis dela sociedad contemporánea que ha lle-vado asimismo a Sábato, en más de unaoportunidad, a reflexionar también so-bre el propio sentido de la literaturacomo en su cuaderno El escritor y susfantasmas (1963).

Su tercera novela es una estreme-cedora lectura de la convulsa Argentinade los años 70, relato en el cual el pro-pio autor se incluye y retoma perfilesabordados por él, en Sobre héroes ytumbas, revaloración que hace el es-critor de la juventud rioplatense en losmomentos de crisis que habitaron aque-lla década y fueron, además, elsemillero de los tiempos coléricos queluego padecería la nación austral.

Desde su impronta más racional, ali-mentado su intelecto por una agudasensibilidad, Sábato ha dejado una pro-fusa obra ensayística que comenzó en1945, con Uno y el universo, cuader-no en el que la ciencia es sujeto deanálisis, en un libro que según su pro-pio autor “participa de la impureza yde la contradicción”. Después vendríaHombres y engranajes (1951), en elque somete a juicio a la cultura mo-derna, y donde realza el papel de lamujer, para continuar con El otro ros-tro del peronismo (1956), así como lacarta abierta al general Aramburu, en1956 sobre Torturas y libertad deprensa, en la que se manifiesta, ayercomo hoy, en defensa de los derechoshumanos.

Uno de sus ensayos más importan-tes lo será el volumen El escritor y susfantasmas (1963), en el cual nos develano sólo sus preocupaciones y experien-cias, sino sus reflexiones sobre laliteratura, un texto que, como todos lossuyos, se evidencia la tensa relaciónentre la reflexión y la pasión.

También escribirá el cuaderno Tan-go, discusión y clave (1963), sobre esenúcleo esencial del Río de la Plata, yPedro Henríquez Ureña (1967), librodedicado a su maestro, así como Tresaproximaciones a la literatura(1968), un estudio sobre tres ejes de lasletras contemporáneas: Jean PaulSartre, Alain Robbe-Grillet y Jorge LuisBorges.

Otros títulos de su prosa ensayísticason Eduardo Falú (1974), Carta a unjoven escritor (1975), Diálogos (conJorge Luis Borges) y La cultura enla encrucijada nacional, ambos de1976, Apologías y rechazos (1979)contiene siete extensos e importantesensayos en los que se refleja su huma-nismo y su preocupación moral sobrenuestro tiempo y la responsabilidad delintelectual, y Los libros y su misión enla liberación e integración de laAmérica Latina (1979) y Nunca más,informe de la Comisión Nacional sobre laDesaparición de Personas (CONADEP),que él mismo presidió durante la presiden-cia de Raúl Alfonsín (1985).

Necesitado del diálogo, en ese pro-ceso de retroalimentación que seproduce entre el autor y el lector, ni laancianidad ni los problemas de saludpudieron impedir la obra ensayística deSábato que nos entregó también cua-dernos como Entre la letra y lasangre (1988), Querido y remoto mu-

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chacho (1990) y Antes del fin (1998),texto que tiene el sabor de la memoria,confeso su interés por dialogar con losjóvenes; así como La resistencia(2000), conjunto de vivencias y reflexio-nes sobre el ser humano y la crisis devalores de la sociedad en nuestros días.Porque si algo ha sido una constante enla escritura de don Ernesto es la angus-tia existencial y el compromiso moralcon el destino de la humanidad, a ve-ces desde un discurso de cortemetafísico, desde ángulos metafóricosen los que revela la huella jamás olvi-dada de sus orígenes científicos.

De los premios a la memoriaA los 64 años de edad comenzarían

a llegarle los reconocimientos a estemaestro de nuestras letras. Así, en1975 recibió el Premio de Consagra-ción Nacional de la Argentina y dosaños más tarde, en Italia el PremioMedici. En 1984, con 73 años de vida,recibió también el Premio Cervantes. Yen 1987 fue distinguido en Franciacomo Comandante de la Legión de Ho-nor. Dos años más tarde, en 1989,recibió en Israel el Premio Jerusalén.Y en ese mismo año fue nombradoDoctor Honoris Causa por la Univer-sidad de Murcia, España; en 1991 porla Universidad de Rosario, Argentina, yen 1995 por parte de la Universidad deTurín, Italia.

Quien como él ha dedicado más demedio siglo a la escritura, afirma comomensaje para los jóvenes y para todosus lectores, aquella tesis de Kafka, elcual sólo “[...] recomendaba leer librosque nos atraviesen el cuerpo como unhacha”. Y eso lo dijo Sábato cuando con-taba 91 años, al reconocer que la

literatura ha sido el medio “[...] funda-mental, absoluto y poderoso, que mepermitió expresar el caos en que me de-batía”, así como una manera de liberar“[...] mis obsesiones más recónditas”.

Narrador y ensayista, sin embargo,subraya don Ernesto que la poesía“[...] es la actividad más compleja delespíritu de hoy”. Una voz subjetivaque va más allá de las preceptivas, paraél. “Poesía no es una forma métrica, unmodo de escribir palabras en prosa oen verso, poeta es aquel que revela lavida en verdad y en belleza”. Y eso losubraya, desde su lúcida ancianidad,uno de los mayores poetas de las letraslatinoamericanas de todos los tiempos,el autor de Sobre héroes y tumbas.

La memoria llega para instalarse enel discurso de don Ernesto y, desde en-tonces, ocupa el horizonte de la vejez,antes de que el silencio se adueñasede sus pupilas, y los recuerdos delayer se aglutinaran en esa voz, dondese mixturan los accidentes y los perso-najes de su historia personal, y delcorpus siempre agónico de su existen-cia y de su literatura. No es el laureadoescritor, sino el ser humano, el que en-tonces retorna para decirnos la verdady la angustiosa herencia de su nombre:“Me llamo Ernesto, porque cuandonací, el 24 de junio de 1911, día del na-cimiento de San Juan Bautista, acababade morir el otro Ernesto, al que, aun ensu vejez, mi madre siguió llamandoErnestito, porque murió siendo unacriatura”.

Desde entonces, y desde la célula dela familia, signada por el dolor y el es-toicismo que él calificaría de espartanoen su progenitor, comenzaba el terrora invadir su infancia, y a dar alimento

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a su escritura, de solitario: “[…] he vi-vido bajo una angustia semejante a lade Pessoa: seré siempre el que esperóa que le abrieran la puerta, junto a unmuro sin puerta”.

Es esa cuerda más personal la quenos hace llamarlo don Ernesto, como enlos diarios de la vejez escritos en Es-paña, durante dos años, antes deestablecerse como raíz para siempreen la tierra argentina de Santos Luga-res, su fascinación por Goya y ElBosco, donde la cultura vence por untiempo a la añoranza, pero en la fuen-te de la vida, para Sábato, siempreestará Argentina, la misma que lo hizoreflexionar ácidamente en 1999, consus 88 años: “Mi lesión en las retinasme prohíbe leer y escribir, pero no meimpide dialogar. Pero este no es el úni-co motivo para negarme al ensayo;más bien es de índole filosófica: creoque la única forma integral de expre-sar el alma de un pueblo y susvicisitudes es la ficción, por varios mo-tivos y razones. Mal o bien, heintentado hacerlo”.

La suya será, siempre lo aclara, lamirada de un escritor, no de un econo-mista ni de un político. Pero es, antetodo, el dolor auténtico de un hombre,de un intelectual ante la historia de su

país, y de su gente, sobre los cinco añosde dictadura militar que lograron

[…] desmantelar el país, en bene-ficio de algunas empresasmultinacionales. La Argentina pro-ducía de todo, hasta llegamos aexportar tornos a Italia ycomputadoras a Suecia: hoy impor-tamos tomates desde Israel. Fuerade estas vérites de fait, como di-ría Leibniz, poco sé. Sin embargo,creo que uno de los errores carac-terísticos de nuestro tiempo esbuscar la clave de todo lo que su-cede en la economía, así como lasalvación física y espiritual del hom-bre. No es que me sea indiferentela muerte por hambre de un soloniño. Por el contrario, toda mi vidahe luchado contra la injusticia socialque se sufre en todo el mundo peroen especial en este continente lati-noamericano que ha sufrido y sufretodos los horrores de la explotacióny del hambre. Pero, con las trági-cas experiencias de este siglo, hecomprendido que es peligroso pedirúnicamente justicia social: hay queexigirla junto con la libertad. Encuanto a mi país lo que más me pre-ocupa es el problema precisamentede la libertad.

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Si se realizara una encuesta entre loseducandos del país, se comproba-

ría que la mayoría desconoce la figuray la obra de José de la Luz y Caballe-ro. Posiblemente los universitarios, enparticular los que cursan las carrerashumanísticas, lo conocen, sin grandeshonduras, como una importante vícti-ma de la represión de la escalera,gran educador y filósofo, continua-dor y discípulo de Félix Varela ycompañero de José A. Saco y Domin-go del Monte en la lucha reformista.

Tal ignorancia obedece a que la in-mensa mayoría de los textos yprogramas educacionales, así como lahistoriografía en su conjunto, abordan aLuz y Caballero como parte y expre-sión de la historia de la primera mitaddel siglo XIX y de los movimientos polí-tico sociales en particular, y poco, muypoco, pormenorizan los aspectosconformadores de su innegable estatu-ra histórica.

Ello es mucho más evidente al apre-ciarse que su figura no goza de lapreferencia de los historiadores de la fi-losofía, de la literatura y de lapedagogía ni tampoco de los biógrafos,a juzgar por la escasa literatura espe-cializada en el insigne maestro, al

menos desde 1959 en adelante. De ahíque su vida y su obra se conozcan deforma fragmentada y dispersa a tra-vés de algunos aforismos y de algunaque otra conducta política asumida porla élite reformista e intelectual de en-tonces.

En este artículo se examinará el dé-bil tratamiento historiográfico a la figurade Luz con el marcado propósito de in-citar a la venidera indagación científica.Hurgar en su historia facilita la com-prensión de los problemas medulares dela primera mitad del siglo XIX.

Un pretexto para la reflexiónLa historiografía cubana contempo-

ránea, desde 1990 en adelante, haprestado interés al desarrollo de las his-torias socioculturales acorde y encorrespondencia con las tendencias queen este campo existen a escala mundial,sobre todo en Francia, Inglaterra, Espa-ña y los Estados Unidos.

La acción multidisciplinaria, al menosen el plano de la discusión teórica, se haido fortaleciendo de forma progresiva.Ella ha redundado en la existencia de re-sultados carentes del tradicionalismoexpositivo en las esferas de las historiaseconómicas, políticas y sociales.1

José de la Luz y Caballeroen la contemporaneidadhistoriográfica cubana

Mildred de la Torre MolinaHistoriadora

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Hasta los finales de la década del 80,sin ser muy categóricos, la historia po-lítica, por lo general, asumía el estudiode las conductas individuales y colecti-vas, de los movimientos revolucionarios,de la historia y el quehacer de los par-tidos y su liderazgo, así como de lasacciones y medidas adoptadas por lagobernabilidad política, ya sea estatal oprivada.

Hoy el historiador político, elinvolucrado en las tendencias renova-doras, penetra en las esenciassocioculturales y en el dinamismo espi-ritual de las estructuras socioeconómicascon el propósito de definir las causa-lidades, influencias y contenidos delacontecer ideopolítico.

Así, el objeto de estudio adquiereformas de expresión histórica ricas ydinámicas. Se hace mucho más sensi-ble, al espectador actual, el mundo delpasado, y puede, con mayor rigor y ob-jetividad, valorar y aprehender de susmúltiples y sabias enseñanzas.2

El historiador económico, por su par-te, al desembarazarse de la unilateralidadde los factores económicos, o de lo quepor tradición suele llamarse situacióneconómica, para adentrarse en el uni-verso de las formas de vivir y depensar, así como en la propiainteriorización de los procesos econó-micos en la cotidianidad, puede, convehemencia y objetividad, descifrar lasincógnitas del desenvolvimiento históri-co de la vida material y de surepresentatividad tendencial en los fe-nómenos económicos.3

A fin de cuentas, el historiador re-construye el pasado buscando yencontrando sus enigmas a través de ladiversidad de la vida del hombre en su

incesante interrelación con las proble-máticas de su tiempo, por lo que resultainsoslayable todo cuanto pueda, de for-ma general, incidir en su conducta.

Por ello, el análisis histórico debe in-cluir los resultados de las investigacionesculturales relacionadas con las diferen-tes disciplinas superestructurales, entreellas, las historias de la creación artís-tica y literaria, de la educación, lafilosofía, la ciencia, etcétera.

Del mismo modo, los estudios cultu-rales requieren de los históricos en sí.Sin embargo, en la actualidad se apre-cia mayor acercamiento de lo históricocon lo cultural, y en menor medida a lainversa. Sobre este asunto debemeditarse.

El ordenamiento expositivo de lostextos relacionados de manera directacon la vida espiritual indica que los es-pecialistas y estudiosos del tema utilizanla historia con el fin de contextualizarel objeto de estudio y no como unaciencia explicativa de los procesossustentadores de una o varias formasde expresión de la inmaterialidad. Porlo general, se instrumenta a la historiacomo verbo recreativo de la espiritua-lidad y no como su realidad gestora yalbergante.

También se desaprovechan las ri-quezas y propiedades del métodohistórico y sus valores epistemológicos.Se intenta, con frecuencia de formasatisfactoria, ubicar cronológicamentelos hechos y manifestaciones de lacreación superestructural, y a partir deahí se aspira a discernir la multiplicidadde sus lenguajes.

No obstante, el despanzurramientode los hilos provocadores de los diálo-gos establecidos entre las expresiones

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del saber cultural y la realidad históri-ca concreta, en su sustrato raigal, casisiempre están ausentes o débilmenteexpresados.

A la comunidad de historiadores leinteresa, de forma ascendente y pro-gresiva, las técnicas y métodos de lasciencias afines con el propósito de re-construir los rostros, sentimientos yvalores sociales, junto a los diferentesdiálogos existentes en una época o mo-mento histórico determinado. Además,se preocupa por descubrir las contradic-ciones internas, de cualquier naturaleza,modificadoras o rectificadoras de lasconductas humanas.

También le interesa la conformaciónde las infinitas imágenes de los mundoshistóricos sin decantaciones sensibles ycapaces de distorsionar el caráctersiempre objetivo de la ciencia histórica,cuyas leyes obran y se expresan conindependencia del subjetivismo humano.

Van quedando atrás las polarizacionescomo empresa y método investigativo,en la misma medida en que concienciay conocimiento se mancomunan para lagestación del modelo histórico entendi-do como imagen y no como paradigma.

La economía, la política, la ideolo-gía y la sociedad exigen estudiosmultilaterales orientados hacia la com-prensión de lo grandioso de la creaciónsocial: el hombre, visto en su infinita di-mensión universal.

El género biográfico, fascinante yencantador, es ejercido, por lo general,por los literatos. La obra historiográficasirve de soporte al quehacer de aque-llos aunque, por supuesto, hay y habrásiempre biógrafos que han abordadouna parte importante de la investigaciónhistórica.

Sin embargo, en los últimos años seha apreciado el interés de algunos his-toriadores por asumir el análisis de laindividualidad histórica, bien sea de ma-nera biográfica o mediante el examende una parte sustancial de su conjuntocaracterizador, como una suerte de con-cordancias y dicotomías propias de lasociedad que les tocó vivir.4

Los retos generacionales de lahistoriografía

Para el esclarecimiento de los pro-blemas historiográficos derivados delestudio de la figura de José de la Luzy Caballero y de su contexto, es reco-mendable distinguir lo publicado antesde 1959, reimpreso con posterioridad,de lo producido después del triunfo re-volucionario.

El entonces Consejo Nacional deCultura y la Universidad de La Haba-na reeditaron numerosas obras deautores relevantes de la cultura nacio-nal. Muchas de ellas conservaron susprólogos originales, aun cuando sus au-tores fueran objeto de controversialespolémicas dentro del ámbito político yteorético del país.5

Al mismo tiempo que se reeditaba laobra de Luz, y de algunas especializa-das en su vida y en su creaciónfilosófica y pedagógica, hubo otras re-feridas a la historia de Cuba comorespuesta a los requerimientos docen-tes e investigativos de entonces. Unasy otras son valiosas e imprescindiblesreferencias para la posterior laborhistoriográfica.6

Hasta los inicios de la década del 80,aproximadamente, la obra anterior a1959 mantuvo su presencia en los planoshechológicos. El tratamiento ofrecido

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a las figuras relevantes del proceso his-tórico nacional así lo ponen demanifiesto.7 Ello revela que el trabajohistoriográfico, como el de todas las es-feras de la creación espiritual, esherencia y continuidad, como es en símisma la Revolución cubana.

Como parte del desarrollo lógico dela conciencia nacional en circunstanciasdifíciles y complejas, inherentes a la na-tural ruptura con el pasado biencercano en el tiempo, durante los pri-meros años del triunfo revolucionario laintelectualidad alineada al nuevo proce-so valoró críticamente a la precedenciaintelectual, en tanto algunas de susáreas cohabitaron con la indigenciamoral republicana y algunos de suscreadores ejecutaron sus políticas.

Sin embargo, tal ruptura no pudo im-pedir que se retomase el legado históricoinformativo y se reelaborase bajo unahermenéutica diferente. Se intentó, conmayores o menores aciertos, aplicar ala historicidad de la sociedad cubana losmétodos y principios epistemológicosdel materialismo histórico y del marxis-mo leninismo en su conjunto.8

Algunos creadores marxistas, cuyasvidas profesionales se gestaron y desa-rrollaron bajo circunstancias muydifíciles durante la neocolonia republi-cana, más bien al fragor de la lucharevolucionaria, excitaron y engrande-cieron el legado historiográfico en tantose mantuvieron como creadores activosdurante las tres primeras décadas delproceso revolucionario.9 En virtud de lapolítica de expansión cultural del Esta-do cubano, devenido en socialista apartir de 1961, la obra de la mayoría deellos se tornó en textos de obligatorialectura y consulta para los docentes,

estudiantes e investigadores de la his-toria nacional.

En los finales de la década del 60,debido a la graduación de los prime-ros profesionales de la historia,disciplina inexistente durante laneocolonia,10 surgió la primera genera-ción de historiadores formadosdespués de 1959.

Dicha generación impulsa el debate al-rededor de las nuevas tendenciasmetodológicas, sobre todo las referidas alos anales franceses y al estructuralismo,a la vez que incursiona en la obra de An-tonio Gramsci y comienza a leer a MichelFaucoult y J. P. Sartre.11

A partir de entonces y hasta la fe-cha se han yuxtapuesto disímiles gruposgeneracionales cuyos quehaceres,como era de suponer, se tradujeron enuna polisémica producción historiográfica.

Recalcando lo expresado en otraoportunidad, el género biográfico nogoza de la preferencia de los historia-dores.12 Tal vez eso explique laausencia de una biografía moderna deJosé de la Luz y Caballero. Los aspec-tos sobresalientes de su vida han sidovalorados como partes sustanciales desu obra. Sus analistas son preferente-mente filosóficos o pedagógicos. Sinembargo, para los historiadores, las con-tribuciones de la obra de Luz van másallá de los intereses científicos de lashistorias de la pedagogía, de la educa-ción y de la filosofía, para insertarse enla historia de la sociedad cubana y enparticular en la de su cultura.

Lo expresado se corresponde conlas exigencias multidisciplinarias ydespolarizadas de las ciencias socialesen el momento de abordar las interiori-dades del pensamiento científico y

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político de José de la Luz y Caballeroo de cualquier otro relevante pensador.Recuérdese a Félix Varela y a JoséAntonio Saco y obsérvense las pecu-liaridades del pensamiento cubano yuniversal del siglo XIX.13

José de la Luz y Caballero den-tro del reformismo

La presencia de Luz en la literaturahistoriográfica se corresponde con laofrecida por los filósofos y pedagogos.Él es apreciado por sus aportes a la fi-losofía y a la pedagogía y se le excluyede la política alineada a los movimien-tos emancipatorios de su tiempo. Se levalora como continuador de la obravareliana y por sus acciones intelectua-les a favor del pensamiento y elquehacer de su contemporáneo José A.Saco.

Como discípulo del notable presbítero,en el orden filosófico, es ubicado dentrode la corriente empiroracionalista, ycomo tal, contrario a la escolástica y aleclecticismo. Sus biógrafos y analistasdestacan su condición de humanista porexcelencia, a la vez que reconocen sucapacidad analítica para discernir lascircunstancias neurálgicas de su tiem-po histórico. Lo califican, además, deformador de patriotas y gestor de pa-triotismo; educador identificado con eliluminismo moderno y laicista; exponen-te excelso de los valores culturales delproceso de transformación espiritual desu tiempo, y como crítico y cronista desu contemporaneidad.

Su mencionada labor de apoyo y res-paldo a la actividad desplegada porJosé Antonio Saco se ilustra a travésde sus acciones en la Sociedad Econó-mica de Amigos del País (SEAP),

siempre contrarias al pensamientoquietista dominante en las esferas delsistema político insular.

También se manifestó en su discon-formidad al tráfico negrero, en sudefensa por la inserción de Cuba, comounidad cultural, dentro de los procesosmodernistas acaecidos en el mundodespués de las revoluciones burguesas,como partidario de la reforma y oposi-tor a la independencia y a la insurrección,aspecto que lo separa de Félix Varela,y como defensor de la cultura españolaen tanto raíz y esencia de la identidadespiritual de Cuba.

Dicho inventario temático debematizarse aún más, de lo contrario secorre el riesgo de ser apreciado comomero continuador de Varela y de Sacoy no como creador y gestor de ideas ypensamientos, posición justa otorgadapor los historiadores del pensamiento yde la pedagogía. En verdad, sus apor-tes al conocimiento de estas dosdisciplinas constituyen su identidad den-tro de la historia de Cuba.

Sus aforismos, su método expositivoy su excelencia como comunicador dela cultura universal en el Seminario deSan Carlos, en las aulas del colegio ElSalvador y en su habitual tertulia saba-tina, hacen de este sabio cubano unparadigma de los finales de la primeramitad del siglo XIX.

A lo anterior debe agregarse la la-bor de Luz a favor de la formación deuna conciencia crítica sobre el presen-te en las jóvenes generaciones convista a la creación de una sociedad ra-cional y equitativa, según los códigos dela entonces modernidad capitalista.

Luz concibió la emancipación socialsólo a través de la cultura. Primero,

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liberar al hombre de la tortuosidad delostracismo medieval y de las fronterasestablecidas por “la divinidad” y el sec-tarismo teologales. Segundo, transformarel mundo terrenal liberándolo de sus im-púdicas injusticias sociales.

Dicha regularidad en el pensamien-to de Luz, la de luchar sin descanso porel mejoramiento espiritual humano, loubica, de hecho, en lo más avanzado delas ideas del siglo XIX. Para él, la trans-formación del mundo dependía de lasideas del hombre y no de las fuerzasextraterrenales; estas no deciden o de-terminan en el destino humano.

Luz como promotor de patrio-tismo

La cuestión problemática o contro-versial, presente en la literaturahistoriográfica, en torno a la ubicaciónde Luz y Caballero como patriota o pro-motor de patriotismo, está muyrelacionada con la contextualización cla-sista de su labor política e intelectual.

El asunto lo promovió Raúl CeperoBonilla al calificar a Luz de negrófiloy de maestro del privilegio, basadoen el testimonio de Antonio Maceo yen las opiniones de José IgnacioRodríguez. También lo acusó de pre-dicar la sumisión al colonialismo,restándole valor moral y espiritual a sulabor pedagógica.14

Más allá de si hubo o no partidariosy detractores de Cepero Bonilla, está laconfirmación, desde las obras de RamiroGuerra y de Carlos Rafael Rodríguezhasta lo publicado y producido despuésdel triunfo revolucionario de 1959, de queLuz fue hacedor de patriotismo y pre-cursor de la nacionalidad.15 Ello noexcluye la existencia de matices, tam-

bién controversiales, entre uno y otrorazonamiento.

Uno de ellos es la aceptación de queLuz, a través de su labor educativa, po-sibilitó el camino de la independencia y elde la abolición de la esclavitud, aunque fueesclavista, elitista y representante de laburguesía en ascenso. También ha sidocriticado por haber carecido de las am-plitudes ideológicas de José AgustínCaballero y Félix Varela.16 Dicho pun-to de vista tiene su precedencia en elmencionado trabajo de Raúl CeperoBonilla y en el artículo de ElíasEntralgo. Este último afirmó categóri-camente que Luz, a diferencia deArango y Parreño, fue un teórico queno actuó ni realizó obras creadoras entanto su labor se limitó a la educaciónfilosófica elitista.17

Para Fernando Portuondo, José de laLuz y Caballero fue el educador cu-bano más notable del siglo XIX, enabierta referencia a su labor en el co-legio Carraguao, a sus planes paraorganizar la Escuela Normal y a sus la-bores divulgativas en la SEAP, perosobre todo, porque transmitió la nece-sidad de buscar los caminos delprogreso social pese a que condicionósu mensaje abolicionista a la supresióndel tráfico negrero y no a la totalidaddel régimen social, aunque “[...] lo com-batiera desde el punto de vista moral yespiritual”.18 Para Portuondo, “Luz fueLuz y regó Luz”.19

Otro de los matices lo presenta Ju-lio Le Riverend en su Biografía de LaHabana. En ella admite que Luz pro-movió patriotismo a través de su obraeducacional20 dentro de un contexto his-tórico caracterizado por la existencia,en el plano político, del liberalismo

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esclavista al que pertenece José de laLuz y Caballero21 y cuyo marcocronológico corresponde al de la crisisdel esclavismo colonial (1722-1848).22

Sobre el tema de la existencia o node patriotismo en José de la Luz y Ca-ballero, puede agregarse que losestudios históricos sobre losreformismos anteriores a 1868 y su re-lación con los problemas esenciales deldesarrollo de la sociedad de entonces,presentes en la actual historiografía, seinclinan a considerar a Luz y Caballe-ro como precursor de la nacionalidad ydel patriotismo cubanos pese a las limi-taciones de su pensamiento, derivadasde las complejas circunstancias reinan-tes en la sociedad de entonces.23 Entreellas, la esclavitud; el limitado ejercicioelitista en los asuntos del país como fru-to de la existencia de un podercentralizado y despótico, favorecedorde la oligarquía española; el escaso yrestringido desenvolvimiento del pensa-miento independentista y emancipadordentro de Cuba y fuera de ella, y el pre-dominio del reformismo, comoconcepción política, en las clases socia-les protagónicas del movimientointelectual del país.

Las tendencias generales de la vidasociocultural, tales como la cotidianidad,las manifestaciones artísticas y el de-sarrollo urbanístico, están presentes enla historiografía sobre el período en quevivió José de la Luz y Caballero.

Tanto en las obras generales comoen las monográficas, puede apreciarsea la sociedad cubana de entonces nosólo como un conjunto de sucesossocioeconómicos y políticos, altamenterevelador del antagonismo característicode las relaciones sociales e ideopolíticas,

sino también como gestora de la crea-ción espiritual y como resultado yexpresión del desarrollo científico y ar-tístico alcanzado por las fuerzassociales interesadas en el progreso.

En un mundo sórdido y complejo, in-manente a la esclavitud, hubo unacultura de resistencia de la que formóparte José de la Luz y Caballero, quienreveló que el ser humano es dueño yseñor de los destinos del mundo.24 Esdentro de ese contexto donde, con jus-ticia, se ha ubicado como protagonistaprincipal de la Polémica filosóficacontra el pensamiento de Víctor Cousin,defendida por los hermanos Manuel yJosé Zacarías González del Valle.

Lo historiográficamente expresadohasta el momento permite ubicar a Luz,al decir de Isabel Monal y Olivia Mi-randa, como representante de lafilosofía más avanzada de su tiempo yde una modernidad “[...] radicalizadoraque transitaba, al igual que Varela, porel empirismo y el iluminismo con cier-tos tintes materialistas; asimismo, aspiróa convertir la moral y la filosofía enciencias, más bien en una ciencia delhombre”. De ahí su rechazo a la me-tafísica y a la ontología, su absolutaconvicción de que el método debía serextraído de las ciencias naturales, ysu marcada receptividad a la filosofía clá-sica alemana.25 Su labor como educador,al margen de la polémica historiográficasobre el origen socioclasista de suseducandos, quedó definida dentro de losmarcos y límites de la formación de unpensamiento ascendente y procuradorde la nacionalidad cubana y del patrio-tismo.

La historia ha demostrado que, du-rante los años de mayor efervescencia

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intelectual de la conocida trilogía Saco-Del Monte-Luz y Caballero,26 eldespotismo, el centralismo político, elnepotismo y el militarismo alcanzaronniveles increíblemente altos y que en lamisma medida en que se evidenció elcrecimiento y desarrollo de la élite in-telectual criolla, se hizo más fuerte latiranía de la gobernación insular.

A lo anterior debe agregarse el in-cremento desmedido de la violencia, lacriminalidad, la prostitución, el juego,la corrupción político-administrativa yel desgobierno imperantes en las es-feras del poder.

El espacio político para el desenvol-vimiento normal de las fuerzascontendientes estuvo vedado para loscubanos en virtud del establecimiento delas denominadas Facultades Omnímodasde los capitanes generales, cuya filoso-fía consistió en gobernar a Cuba bajola total compartimentación de los dere-chos y prerrogativas políticas existentesen la metrópoli.

Dicha línea de pensamiento alcanzósu más alto nivel de expresión duranteel mandato de Miguel Tacón, cuyas víc-timas –entre ellas José de la Luz yCaballero– son reveladoras de las limi-taciones predominantes para elquehacer creador de los cubanos. So-bre este particular existe una abundanteliteratura.27

El reformismo y el anexionismo,como tendencias ideológicas opositorasal estaticismo colonial y a su diseñosociopolítico, han sido muy estudiadospor la historiografía. Menor espacioocupa en la literatura el denominadointegrismo como conducta y defensapolíticas de los representantes de la in-dustria, el comercio y la burocracia

españolas, aunque no todos sus alinea-dos fueron peninsulares.

Aquel fue el reformismo de José An-tonio Saco, Domingo del Monte, Joséde la Luz y Caballero, José SilverioJorrín, José del Perojo, Calixto Bernal,entre otros, cuyas prédicas estuvieronorientadas hacia la obtención de la re-presentación a cortes, la presencia delos cubanos en el sistema político insu-lar y el establecimiento de libertades parael desenvolvimiento de la opinión públi-ca y del asociacionismo, todo ello comoparte de la tendencia asimilista, enten-dida como exigencia tendente alestablecimiento en Cuba del mismoestatus prevaleciente en España.28

El reformismo de José de la Luz yCaballero ha sido conceptuado por loshistoriadores como un pensamiento ali-neado a una determinada forma deconcebir el destino de su país: coloniaculta, próspera, moderna, liberada dela ignominia de la trata africana y delos mercaderes del empobrecido y ex-hausto imperio colonial; colonia concapacidad para fraguar una élite inte-lectual que asombró a muchos sabioseuropeos, norteamericanos y latinoa-mericanos y cuyas posicionesconforman el legado de un tiempo queno pudo ni supo encontrar el caminoemancipatorio, pero que sembró ideasy sueños justos en las venideras gene-raciones de cubanos.

La historiografía ha visto a José dela Luz y Caballero como un pensadory no como un político, como un hom-bre de ideas sumergido dentro de laspenurias y horrores de la esclavitud eintelectualmente dotado para trascendertodo cuanto de emancipación humanahabía en él.

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Luz vuelve a indicar caminos:las sugerencias historiográficas

Los caminos transitados por Luz yCaballero sugieren nuevos empeñosinvestigativos para las actuales genera-ciones de historiadores cubanos. Paraser justos, los enigmas existentes sobreLuz coinciden con los de su época.

La multiplicidad de denominaciones alas clases sociales es indicativa de la ca-rencia de estudios metodológicosactualizados sobre la estructurasocioclasista imperante en Cuba duran-te la primera mitad del siglo XIX, asícomo de la necesidad de profundizar enel real y objetivo desenvolvimiento delos grupos humanos según las diferen-cias generacionales, de sexo, raza,cultura, pertenencia regional y geográ-fica, niveles ocupacionales y otros tantosíndices propios de un mundo que no sóloestuvo marcado por la esclavitud, sinotambién por las peculiaridades del siste-ma político colonialista insular, por eldesarrollo y asimilación de la cultura uni-versal, y por todo tipo de desigualdadessocioclasistas transicionales.

El concepto de patriotismo en mo-mentos en que no existían la nación,la patria y la nacionalidad, resulta du-doso, débil y poco comprensible.Recuérdese que al reformista, alanexionista, al anti-independentista y alopositor de la insurrección revolucio-naria, cuyo pensamiento se expresócon anterioridad al 10 de octubre de1868, no se le puede valorar bajo losmismos parámetros de aquel que seopuso a la revolución o renunció o re-negó de ella. No es lo mismo serpatriota cuando hay patria que no serlocuando no la hay o cuando la hay yno se es.

Los parámetros utilizados por los his-toriadores para definir la existencia o node patriotismo en los exponentes deuna determinada ideología, se corres-ponden con el conjunto de valoresmorales y espirituales de una época,período o sociedad históricamente de-terminada y, por lo general, se derivande la conducta asumida por los expo-nentes del pensamiento o de lospensamientos ideopolíticos con respectoa la independencia nacional, a la luchainsurreccional, a la política imperante...

Sin embargo, poco se conoce sobreel real contenido histórico de los con-ceptos de pueblo, nación, país,cultura, nacionalidad e identidad.Para profundizar en ello se requiere deestudios reconstructivos de los pronun-ciamientos conceptuales de lasdiferentes clases y sectores sociales,así como de los múltiples gruposgeneracionales. Sólo los exámenes crí-ticos polivalentes pueden ofertar laimagen real de los diferentes discursossociales gestados dentro de una épocadeterminada.

Tal carencia investigativa ha incuba-do criterios parciales y no muy biensustentados en torno a lo que pudo serel antipatriotismo, el patriotismo y el prepatriotismo. La conceptualizaciónhistoriográfica del pensamiento y la vidade José de la Luz y Caballero así lo de-muestra. ¿Cómo valorarlo sin larealización de estudios abarcadores delo social? ¿Cómo ubicarlo histórica-mente desconociendo las partes mássensibles de la sociedad que le tocó vi-vir, es decir, las protagonizadas por losmúltiples hacedores de la historia?¿Cómo juzgarlo ignorando las comple-jidades de la sociedad de su tiempo,

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sobre todo las inmanentes a la culturade las colectividades?

Sin dudas, el análisis sobre José dela Luz y Caballero debe ir más lejos yno limitarse al contenido de su obra.Es importante valorar su trascenden-cia en el quehacer revolucionario de lasvanguardias y de las legiones de com-batientes cubanos. Ello contribuiría asustentar el juicio historiográfico de queLuz fue precursor de patriotismo y tam-bién ayudaría al esclarecimiento delcontenido del pensamiento antecesor a laideología revolucionaria emancipatoria.

La formación y consolidación de lasélites sociopolíticas e intelectuales aúnrequieren de estudios especializados ymonográficos. Se usa el término de élitepara definir los grupos o clasesostentadoras del poder político, social,económico y cultural, o paraconceptualizar sus posiciones con res-pecto a los problemas neurálgicos delas mayorías o para enmarcar el que-hacer exclusivista de determinadossectores, en particular los de la crea-ción intelectual. Pero poco, muy poco,se sabe sobre sus orígenes y desenvol-vimiento históricos.

Cuándo, cómo y hasta dónde influyenlas élites o algunos de sus integrantes enla renovación de la conciencia social,más que un problema filosófico, lo es his-tórico, en tanto exige la reconstrucciónde la historia de los ámbitos portadoresde las ideas y los pensamientos.

Los historiadores pueden retomar elmagisterio de Luz y Caballero y con-vertirlo en verbo vivo de los nuevosempeños investigativos. Los historiado-res pueden hacerle justicia al Luzmaestro y pensador de todos los cuba-nos. Sólo es cuestión de proponérselo.

Notas

1 Los trabajos de María del Carmen Barcia, GloriaGarcía, Jorge Ibarra y Ricardo Quiza, entre otros,así lo ponen de manifiesto.2 La forma en que la doctora María del CarmenBarcia ha conducido sus investigaciones sobre lasociedad cubana finisecular y el asociacionismodurante la colonia, constituye un ejemplo de cómopueden analizarse las luchas clasistas, racistas,ideopolíticas y sectoriales en la Cuba colonial.3 Al respecto, son altamente ilustrativos lostrabajos de la doctora Gloria García sobre laeconomía de Cuba durante la segunda mitad delsiglo XIX, así como su obra titulada La esclavituddesde la esclavitud. Visión de los siervos (México:Fundación Tamayo, 1993).4 Conde, Alicia. Introducción a la polémicafilosófica. La Habana: Centro de Altos EstudiosFernando Ortiz, 2001, e Introducción a las obrascompletas de José de la Luz y Caballero. LaHabana: Centro de Altos Estudios FernandoOrtiz, 2007; García, Gloria. “Arango y Parreño:tradición y universalidad”. En Obras completas.La Habana: Centro de Altos Estudios FernandoOrtiz, 2008. t. 1; López, Rosa. Introducción alas obras completas de Felipe Poey. La Habana:Centro de Altos Estudios Fernando Ortiz, 2001;Quiza, Ricardo. “Fernando Ortiz, hitos de unatrayectoria en ascenso”. En: Diez nuevas miradasde la historia de Cuba. / J. A. Piqueras, ed.Castellón de la Plana, Valencia, España:Universidad de Jaume I, 1998; Torres Cuevas,Eduardo. Félix Varela, los orígenes de la cienciay con-ciencia cubanas. La Habana: Editorial deCiencias Sociales, 1995, y Antonio Maceo, lasideas que sustentan el arma. La Habana: Editorialde Ciencias Sociales, 1997.5 Véase: Agramonte, Roberto y Elías Entralgo.Introducción a los aforismos de José de la Luz yCaballero. La Habana: Editorial Universidad deLa Habana, 1962; García Bárcenas, Rafael. “Losaforismos de José de la Luz y Caballero”. EnAforismos. La Habana: Editorial Universidad deLa Habana, 1962; y Sanguily, Manuel. José de laLuz y Caballero (estudio crítico). La Habana:Consejo Nacional de Cultura, 1962.6 Cepero Bonilla, Raúl. Obras históricas. LaHabana: Instituto de Historia de la Academia de

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Ciencias de Cuba, 1963; Entralgo, Elías. Lasgrandes corrientes políticas en Cuba hasta elautonomismo. Revista de la Biblioteca NacionalJosé Martí (La Habana): 5-30; oct.-dic. 1970;Guerra, Ramiro. Manual de historia de Cuba. LaHabana: Consejo Nacional de Universidades,1964; Le Riverend, Julio. Historia económica deCuba. La Habana: Editora Revolucionaria, 1971,y Biografía de La Habana. La Habana: ImprentaEl Siglo XX, 1960; Márquez Sterling, Manuel. Ladiplomacia en nuestra historia. La Habana:Editora Centenario, Instituto Cubano del Libro,1967; Morales y Morales, Vidal. Iniciadores yprimeros mártires de la revolución cubana. LaHabana: Consejo Nacional de Cultura, 1963;Cuba. Oficina del Historiador de la Ciudad.Revaloración de la historia de Cuba por loscongresos nacionales de historia. La Habana,1959; Portuondo, Fernando. Historia de Cuba.La Habana: Editora Universitaria, 1965; y Vitier,Medardo. Las ideas y la filosofía en Cuba. LaHabana: Editorial de Ciencias Sociales, 1970.7 Un ejemplo de lo expresado puede encontrarseen el prólogo de Joaquín G. Santana a Varela,Félix. Escritos políticos. La Habana: Editorial deCiencias Sociales, 1977. También está presenteen la obra de Raúl Aparicio titulada Hombradíade Antonio Maceo (La Habana: Ediciones Unión,1967. Premio UNEAC 1966).8 Exponentes de esta tendencia o mejor, de todauna intencionalidad por reelaborar una visiónmarxista leninista de la historia de Cuba, son:Aguirre, Sergio. Lecciones de Historia de Cuba.La Habana: Escuelas de Instrucción Revolucionaria,1961, y Eco de caminos. La Habana: Editorial deCiencias Sociales, 1974; Chaín, Carlos. Formaciónde la nación cubana. La Habana: ColecciónGranma, 1968.9 Ellos son Julio Le Riverend, Fabio Grobart,José Luciano Franco, Lionel Soto, Blas Roca,Evelio Tellería, Pedro Serviat y Carlos RafaelRodríguez, entre otros.10 Existió como especialidad, junto a la Geografía,en la carrera de Filosofía y Letras. Comodisciplina académica es fruto exclusivo de laRevolución.11 Véase la revista Pensamiento Crítico, publicadapor la Universidad de La Habana. Ella muestralos debates y tendencias existentes en el

movimiento intelectual cubano, sobre todohabanero, de las ciencias sociales en su conjunto.12 Hay notables excepciones con las obras deEduardo Torres Cuevas, Rosa López, RaúlAparicio, Abelardo Padrón, William Gálvez,entre otros. Véase, de la mencionada AliciaConde, las Obras completas de José de la Luz yCaballero, publicadas por el Centro de AltosEstudios Fernando Ortiz, La Habana, 2007, encuyo prólogo o introducción hace un estudiopormenorizado de su vida y su obra, aspectosmuy bien abordados por ella en la presentacióndel texto referido a la famosa polémica filosóficade 1839 entre Luz y Francisco José ZacaríasGonzález del Valle, en torno a la filosofía de VíctorCousin (1792-1867), fundador de la escuelaespiritualista ecléctica.13 En Varela está imbricada la filosofía y lapedagogía, mientras que en José Antonio Saco larelación es entre filosofía, historia y sociología.14 Véase: Cepero Bonilla, R. “Capítulo uno”.Op. cit. (6).15 El artículo de Carlos Rafael Rodríguez sepublicó en la revista Fundamentos en julio de1947 y fue reeditado en Rodríguez, Carlos Rafael.Letra con filo. La Habana: Ediciones Unión, 1987.t. 3, pp. 89-108.16 Consúltese Pino Santos, Oscar. Historia deCuba, ob. cit., cap. XV, pp. 167-193.17 Entralgo, E. Op. cit. (6). p. 29.18 Portuondo, F. Op. cit. (6). pp. 352-353.19 Ibídem, p. 33.20 Le Riverend, J. Op. cit. (6). p. 412.21 _______. El esclavismo en Cuba. Revista dela Biblioteca Nacional José Martí (La Habana):33; sept.- dic. 1986.22 Ibídem, p. 33.23 Véanse las obras citadas de María del CarmenBarcia, Alicia Conde, Jorge Ibarra y EduardoTorres Cuevas.24 Véase particularmente: Remos, Juan J. y DiegoGonzález. “La cultura”. En Historia de la nacióncubana. La Habana: Editorial Historia de laNación Cubana; Lapique, Zoila. Música colonialcubana. La Habana: Editorial Letras Cubanas,1979, t. 1; Torres Cuevas, Eduardo. El auge de lasociedad esclavista y sus contradicciones.

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25 Monal, Isabel y Olivia Miranda. Pensamientocubano, siglo XIX. La Habana: Editorial deCiencias Sociales, 2002. pp. 17-19.26 A Luz siempre se le vincula con Saco y DelMonte debido a que los tres defendieron lasmismas posiciones contra el tráfico negrero;participaron activamente en el quehacerdivulgativo de la SEAP y estuvieron involucradosen la conspiración de La Escalera. En especialJosé A. Saco y José de la Luz y Caballerodialogaban sobre los problemas acuciantes yneurálgicos de entonces. Luz le redactó a Saco sucarta protesta por su confinamiento a Trinidad,y después a España, por orden de Miguel Tacón.Este admitió que la razón fundamental de taldecisión fue la ascendencia ejercida por Saco enla juventud, y porque representaba la tendenciaopositora a España dentro de la intelectualidadcubana.

27 Guerra, R. Op. cit. (6).Véase, además: Pérez de la Riva, Juan. ElGeneral Tacón y su época, 1834-1838. In-troducción a la Correspondencia reserva-da del Capitán General Miguel Tacón. LaHabana: Consejo Nacional de Cultura, Bi-blioteca Nacional José Martí, 1963; y En elciento veinte aniversario del fusilamiento dePlácido. Revista de la Biblioteca José Martí(La Habana) 6(3-4):73-77; jul.-dic. 1964.

28 Aguirre, Sergio. “Seis actitudes de la burguesíacubana en el siglo XIX”. En Eco de caminos. Op.cit. (8) y Torres Cuevas, Eduardo. El debilitamientode las relaciones sociales esclavistas, delreformismo liberal a la revoluciónindependentista, ob. cit.

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El 10 de octubre de 1948 el presi-dente Carlos Prío tomaba pose-

sión de su cargo. Se destacó por suparticipación en la lucha antimachadistacomo dirigente del Directorio Estudiantilde 1930. Fue senador desde 1940 has-ta1948, primer ministro de 1945 a 1947y ministro de Trabajo en 1948. Duran-te los primeros años de mandato sedistinguió por el enfrentamiento a lossectores de hacendados en el manejode la política azucarera. Se comprome-tió a luchar contra las dictaduras delCaribe, en especial contra la de RafaelLeónidas Trujillo en República Domini-cana. Apoyó a Juan José Arévalo enGuatemala. Hizo gestiones en los Es-tados Unidos a favor de la libertad dePedro Albizu Campos, el patriota por-torriqueño. Su más trascendente obrade gobierno fue la creación del BancoNacional de Cuba, una piedra angularpara la independencia económica delpaís, que muchos gobiernos republica-nos habían evadido para no verseenemistados con la predominante ban-ca norteamericana. También el Tribunalde Cuentas. Tuvo una actitud democrá-tica y tolerante ante todas las opinionesy fuerzas políticas. No faltaron los erro-res, fue condescendiente con lacorrupción administrativa imperante en-tre sus allegados y en el seno familiar.

¿Bajo qué parámetros podríamos enjui-ciar al gobierno de Carlos Prío? Paraevaluarlo utilizaremos el metro dejadopor Jorge Mañach: “[...] por no haberadelantado la colonia en una repúblicaque se bastara a sí misma”.

Repasemos otros factores que incidie-ron sobre este gobierno. Su autoridad sevio comprometida por el auge del pisto-lerismo. Mucha gente, cansada de unalibertad que había degenerado en liber-tinaje, se sentía ávida de orden. ¿Podíaresolver el Presidente asunto tan esca-broso como el pistolerismo? Vuelvo arepetir lo que dije en la Mesa Redondacuando se trató el gansterismo. En miimpaciencia por entender la época bus-qué en archivos, leí libros, periódicos.Hablé con participantes, entre ellos conSegundo Curti, ex ministro de Gober-nación y Defensa de aquel período. Aveces no fui muy delicado con él, lehice preguntas embarazosas sin tomaren consideración sus 80 años. Le pre-gunté por qué el gobierno no pudodetener este triste espectáculo de laspandillas. Hasta le insinué debilidad enel gobierno. Y me respondió: “Con la óp-tica de hoy no podrían entender aquello.Para juzgar la época es necesario incor-porar algunos elementos que puedenhaber quedado fuera de las explica-ciones tradicionales. El poder judicial

Factores que hicieron posibleel golpe de Estado de Batista

Newton Briones MontotoHistoriador

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no estaba subordinado al ejecutivo osea al Presidente. Los jueces teníanmiedo de condenar a alguien que des-pués pudiera vengarse. Exigían a lasautoridades policiales pruebas muy só-lidas sobre los acusados. Por lo generalno aparecían estas pruebas y los acu-sados eran puestos en libertad. Y amodo de despedida me dijo: “A veceslas cosas no son tan simples como unocree…”. Insistí en saber si no existíaotra opción. Él me respondió que ha-bía que pasar por encima de laConstitución y de las leyes: “Alguienme propuso utilizar la fuerza, matar, no-sotros no estábamos dispuestos a pasarpor encima de nuestras convicciones.Esto explica haber vivido en Cuba des-pués de 1959 sin ser molestado”.

Los opositores no desaprovecharonla brecha democrática y tolerante delPresidente que, unido a su abulia e in-decisión, hicieron posible ser atacado.Eduardo Chibás se convirtió en el prin-cipal opositor. Criticaba al Presidentepor su actuación económica y política.Indicar las faltas del gobierno era uncálculo político más que un sentimien-to. Su estrategia era debilitar algobierno mediante la denuncia constan-te y quedar como la mejor opción paralas elecciones de junio de 1952. Chibáshacía suya la frase de Napoleón: “Enla elocuencia está la verdad”. Acostum-brado al reconocimiento, no podíaprescindir del aplauso popular. Llegar ala primera magistratura de la nación se-ría la culminación de esa carrera. Eraun magnífico comunicador y ello lo si-tuaba entre los políticos destacados.Desde su espacio radial expuso la con-signa “Vergüenza contra dinero”. Estoidentificó con mayor rapidez a su par-

tido que otros programas políticos quellamaban a la diversificación económi-ca, la industrialización y la defensa dela soberanía nacional. Chibás era elmás importante de los opositores, perono el único, otros contribuyeron a de-bilitarlo. Y se encargaron de adjudicarleal gobierno de Prío hechos en los cua-les no tuvo participación. Uno de elloses la muerte de Aracelio Iglesias, se-cretario general de la Federación deTrabajadores Marítimos, el 17 de octu-bre de 1948, una semana después dehaber tomado posesión. En el inventa-rio negativo del gobierno se le consignala muerte del líder portuario y la acu-sación se arrastra hasta nuestros días.Sin embargo, el asesinato fue el resul-tado de una pugna interna sinparticipación oficial. El día del hecho,tanto Aracelio Iglesias como los heri-dos, Valdés Gil y Víctor Izaguirre,acusaron al secretario del Sindicato deObreros Portuarios, Alberto GómezQuesada, conocido por Galate, de sumuerte. Para hacer la historia más tris-te, por su mala intención política, esconveniente señalar que detrás de lamuerte del dirigente portuario estaba lamano de la compañía americana WordLine, no obstante, los manipuladoresprefirieron echarle la culpa al gobierno.Galate y demás implicados fueron san-cionados por los tribunales y salieronamnistiados en el gobierno de Batista.Un dato interesante y aclaratorio:Aracelio Iglesias era primo hermano deGrau San Martín. Un tío de Grau y pa-dre de Aracelio con una negra es elvínculo familiar. Veamos hasta dóndellega la mala intención sobre aquel he-cho, baste una comparación con otrosuceso similar: el asesinato de Sandalio

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Junco el 8 de mayo de 1942. Era ne-gro, panadero y comunista. En unnuevo aniversario de la muerte deGuiteras, el alcalde de Sancti Spíritusconvocó a un acto. Sandalio Junco erauno de los oradores, pero no pudo con-cluir sus palabras al resultar muerto porun disparo. Conocido luchador obreroy compañero de Rubén MartínezVillena y seguidor de Julio Antonio Me-lla y de sus concepciones de cómo hacerla revolución. Y si estas concepciones deMella y Sandalio no coincidían con otros,debían ser derrotados por los argumen-tos y no la muerte. Sin embargo, cuandose habla de Mella el nombre de Sandaliono es mencionado y tampoco dicen quefue la persona que despidió su duelo.Sospechoso y diferenciado tratamientoen la muerte de dos líderes obreros.Resaltan la muerte de uno y escondenlas causas de la muerte del otro. ¿Porqué? Otro misterio a resolver en la his-toria cubana.

Sigamos después de esta brevedisquisición. Para esa época de 1950el gobierno de Carlos Prío se manteníacon popularidad. Las elecciones parcia-les de junio de ese año lo confirmarían.Para los cargos de senadores, represen-tantes y alcaldes, cada partido obtuvolos siguientes resultados por alcaldías:

Partido Revolucionario Cubano(Auténticos) [PRC(A)]: 67Partido Demócrata (PDN): 18Partido Liberal (PLN): 21Partido Republicano (PR): 12Partido del Pueblo Cubano (Orto-doxos) [PPC (O)]: 3Partido de Acción Unitaria (PAU): 3Partido Socialista Popular (PSP): 1Actas de RepresentantesPRC(A): 28

PDN: 6PLN: 8PR: 7PPC(O): 9PAU: 4PSP: 4

En junio de 1951 sonó la campana paraelegir al futuro Presidente en las próxi-mas elecciones. En ese momento, lasfiguras políticas más destacadas eranEduardo Chibás, Fulgencio Batista yCarlos Hevia. Cada uno tenía su pro-pia motivación para dedicar tiempo atan extenuante trabajo. En torno a estaincógnita por despejar giraba toda lavida del país. Las afiliaciones en los di-ferentes partidos se comportaban de laforma siguiente:

Partido Revolucionario Cubano(A): 879 186Partido Liberal: 302 549 (EduardoSuárez Rivas)Partido Republicano: 253 704(Alonso Pujol)Partido Demócrata: 220 230 (JoséR. Andreu)Partido del Pueblo Cubano (O):159 171 (Millo Ochoa)Partido de Acción Unitaria: 143 005(Fulgencio Batista)Partido Socialista Popular: 126 524(Juan Marinello)

No obstante las afiliaciones, cada can-didato continuaba en su carrera porganar adeptos.

Fulgencio Batista se había divorcia-do de su primera mujer y la separaciónle produjo una merma de sus mal habi-das riquezas. Era codicioso, con undeseo exagerado de tener dinero y bie-nes. La segunda esposa lo estimulaba enla dirección interesada, volver al poder.La conspiración y el golpe de Estado

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eran consustanciales a Batista. El pe-riodista Ciro Bianchi ha descubierto ensus diferentes crónicas las accionescontra los gobierno auténticos. Los gol-pes de Estado no comenzaron el 10 demarzo de 1952, sino en 1944, y quizásalgo atrás el 4 de septiembre de 1933.Antes de producirse el cambio de man-do de Batista por Grau, estaba enmarcha uno que sería ejecutado porManuel Benítez. Llegar a Presidenteera la manera de rellenar los bolsillosdisminuidos. Era hábil y sagaz, sabíautilizar la mano izquierda y la derecha.Podía pactar con los comunistas, enten-derse muy bien con los norteamericanosy asesinar a sus opositores. Su pasadotenebroso –desde 1933 hasta 1944–,traía el recuerdo del palmacristi y losdesaparecidos. Tenía en su contra, ade-más de lo mencionado, la dicción, no eratodo lo agradable que se espera de unpolítico, aunque sabía argumentar a fa-vor de sus propósitos. Debido a todo loanterior, no lograba rebasar en las en-cuestas al segundo candidato.

El ingeniero Carlos Hevia tenía unabundante historial de lucha, había sidouno de los expedicionarios de Gibara,y fue Presidente por pocas horas des-pués de la renuncia de Grau en 1934.Quizás esto último lo hacía esforzarseen lograr lo que pudo ser y no fue. Eraconsiderado un hombre honesto, sinembargo, era poco elocuente, condiciónnecesaria para un político. Un fuerteacné juvenil había dejado marcas en sucara y ello lo hacía menos atractivo. Asu favor tenía la movilización de los fon-dos de la Comisión de Fomento, porquea través de ella podía dar la sensaciónde hombre constructivo, aunque elloprovenía de la misma institución encar-

gada de hacerlo, el Ministerio de ObrasPúblicas.

Eduardo Chibás hacía lo indeciblepor mantenerse en los primeros planos.Supo atacar mejor al gobierno de Car-los Prío que este defenderse. Lospolíticos valen por saber aprovechar lasoportunidades y defenderse en la ad-versidad. La consigna de Chibás,“Vergüenza contra dinero”, a pesar deser efectiva en política, era excluyenteen economía. Bien podría haber sido“Vergüenza con dinero”. Prometía encaso de llegar a presidente, entre otrosremedios, lo siguiente:

Pagar el atraso de 62 millones a losveteranos.Pagar el atraso de cinco millones alos jubilados.Pagar el atraso de tres millones alpoder judicial.Expropiar 250 mil caballerías de la-tifundios mediante el pago de 250millones de pesos, lo que hacía untotal de 320 millones.

En ese momento, el presupuesto de laRepública, el más alto de todos lostiempos, era de 300 millones y en casode llegar Chibás a Presidente y cum-plir lo prometido debía duplicar losimpuestos, algo imposible también. Suspromesas eran contradictorias, habíasido senador y nunca propuso una leyen el parlamento, ¿por qué?, la presi-dencia se ganaba con la denuncia,manteniéndose en los primeros planos,y no en las batallas parlamentarias.Continuó con su acusación hasta trope-zar con el ministro de Educación delgobierno de Prío, Aureliano SánchezArango, a quien culpó de malversador,pero no lo pudo demostrar. Hasta esemomento, la situación le era favorable.

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A partir de ese 5 de agosto de 1951todo cambió cuando se dispara un tiro.Una vez más intentó hacer la realidadque necesitaba. Sus irrefrenables ata-ques de incontinencia verbal fueronmás allá de lo permitido por la cordu-ra. La fórmula encontrada para salir delatolladero lo llevó directo a la muerte.Después de esa fecha cambió el pano-rama político, nada fue igual. Endiciembre de 1951, muerto el líder or-todoxo, la revista Bohemia publicaba elsurvey del momento:

Roberto Agramonte, el sustituto deChibás: 29,29%Carlos Hevia: 17,53%Fulgencio Batista: 14,21%

Sin embargo, en el survey que apare-ce en Carteles (febrero 3, 1952,páginas 28-32), referente a las provin-cias orientales, los resultados son biendiferentes. En la preferencia de votosigue el siguiente orden:

Agramonte: 25,75%Batista: 23,14%Hevia: 18,95%

Otra disquisición necesaria. La encues-ta deja mucho que pensar sobre elconocimiento de los cubanos sobre larealidad circundante. Esta podría seruna próxima conferencia de algunos denuestros historiadores y llevar el si-guiente título: “La inocencia de loscubanos”. Cómo explicar entonces queel peor gobernante de toda la época re-publicana, Fulgencio Batista, semantuviera en los primeros planos de lacontienda electoral. El bonchismo, hijolegítimo de Batista y su época, al pare-cer había sido olvidado. No obstante,aunque allí vivieron y se desarrollaron loshombres que después serían los oposi-tores sistemáticos, estos no criticaron a

Batista con dureza, porque les costabala vida. Otra disquisición necesaria.Nuestra historia está distorsionada y nopor razones del azar sino por interesespolíticos. Estas llegan a nuestros días ynos confunden con toda intención. Al-gunos investigadores repiten lo queotros con malas intenciones hicieron ensu época. Debemos desconfiar de loobvio, ponlo todo en duda dijo CarlosMarx. José Manuel Alemán, a quientodos conocen, podría servir de ejem-plo. Cuando se habla de robo en Cuba,aparece Alemán encabezando la lista.Algunos miserables, con intereses po-líticos y la ayuda de los medios decomunicación, modificaron la prioridadde la lista. Esto no es casual, detrás hayuna mano oscura manipulando quiénesson los buenos y los malos. Ustedesquerrán que yo se los diga. Prefierodejarlo inconcluso para motivar a otrosinvestigadores a hacerlo. Les puedoadelantar algo, el mayor ladrón de to-dos los tiempos fue Fulgencio Batistay Zaldívar, él debía encabezar la listay no Alemán. Y no sólo era ladrón,también asesino y golpista. Y si al-guien tiene dudas puede remitirse allibro de Guillermo Jiménez, Los pro-pietarios en Cuba. Esto no significaque el ministro de Educación del go-bierno de Grau no haya robado. Lapregunta sería, ¿por qué cuando se ha-bla de robo muchos recuerdan aAlemán y no a Batista? Sin saberloestán actuando según los deseos de losinteresados en adelantar sus propósi-tos. Batista sabía que al segundo lugarno le correspondía la presidencia. Ydesde hacía algún tiempo, venía ha-blando con oficiales retirados y enactivo, los cuales le habían propuesto

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entrar a formar parte de una conspi-ración, que venía caminando desdeprincipios del año 1950, pero él rehusócomprometerse en aquel momento.Pensaba entonces que el partido inau-gurado por él, el PAU, podía vencer. Afinales de 1951 modifica su parecer. Lamuerte de Chibás y los por cientos ne-gativos de las encuestas, explican suactitud. No es casual lo que le dijo aRivero Agüero al enterarse por este dela muerte de Chibás:

–Chibás se dio un tiro –le informó asu jefe.

–¡Que no se muera! –contestó Ba-tista, quitándose una toalla de encima.

Rivero Agüero se sorprendió ante di-cha expresión, pero no dijo nada. Mediahora después, uno de los ayudantes deBatista le comunicó a Rivero Agüeroque el senador quería que regresara conél. A las 12 de la noche salieron en di-rección a La Habana. En el carro,Batista comenzó a comentarle:

–Hoy cuando yo dije que no se mue-ra Chibás, tú me miraste extrañado.

–Sí, es verdad. ¿Por qué? ¿Ahorausted es de Chibás…?

En los labios de ambos se dibujó unasonrisa. Y Batista remató el tema conla siguiente expresión: “Si se muereChibás se cambia la historia deCuba…”.

Hasta ese momento, la atmósferareinante antes de llegar a las eleccio-nes de 1952 hacía difícil a los 2 100 000votantes descubrir quién era la mejorcandidatura. En este caso prevalecíanen los electores los sentimientos porencima de los cálculos. La oposiciónutilizó contra el gobierno tanto la pala-bra verbal como escrita. Esto terminóminando la conciencia y la fe. Si las fal-

tas del gobierno parecieron mayoresque las de otros regímenes anteriores,ello se debió a que el pueblo las veía através de la implacable lupa de aumentode una propaganda inescrupulosa dedescrédito, que las hacía parecer no so-lamente gigantescas, sino únicas en lahistoria política y administrativa del país.Sin saberlo, los voceros de esa oposi-ción minaron su camino hacia el poderque creyeron tenían ya en la punta delos dedos. El ariete verbal de Chibásdebilitó al gobierno, Batista lo supo y seaprovechó de ello una vez muerto el di-rigente ortodoxo. Sintonizó lafrecuencia dejada por Chibás y le diocontinuidad. Crear un estado de intran-quilidad era la manera anticipada delograr su intención. Las instruccionesdadas por el general a sus seguidoresy recogidas en el informe del capitánSalvador Díaz-Versón lo confirman:

Primero- Crear un clima de agita-ción nacional tendiente a demostrarque el gobierno actual carece defuerza para controlar el orden, man-tener la paz pública y garantizar losderechos de propiedad y libre em-presa.Segundo- Llevar a la opinión públi-ca, el criterio de que sólo Batistapuede restablecer ese equilibrio,que aseguran ellos interrumpido[…], habiéndose acordado en esareunión, acelerar los contactos conmilitares en servicio activo al obje-to de utilizarlos, si estimasennecesario un golpe de Estado y, almismo tiempo, aumentar la propa-ganda en el sentido expresado, yrealizar múltiples agitaciones, esti-mulando a los jóvenes del partido,para que realicen [sic] atentados

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personales y promuevan toda cla-se de alteraciones en el ordenpúblico para colocar a la Repúbli-ca en un estado de inquietud yalarma, que pueda justificar la tomadel poder por medios ilegales yanticonstitucionales.

Una conversación antes del golpe deEstado entre Batista y Alonso Pujolpueden ilustrar la intención: “Aún no haocurrido un hecho de tanta resonanciacomo fue en España la muerte de Cal-vo Sotelo, preludio de la sublevación delos Generales Sanjurjo, Franco y Mola”,le dijo Pujol. En la crónica de CiroBianchi, “¡Se acabaron las pistolas!”, sedemuestra que detrás de la muerte deAlejo Cossío del Pino estaban las ma-nos de los batistianos. A partir de estas

directivas, Batista comienza a ejecutarsu plan. El 10 de marzo de 1952 a las2 y 43 de la madrugada penetró en elcampamento de Columbia. Minutos des-pués, los militares en activo se unieronal ex general sin hacer la menor resis-tencia. A las ocho de la mañana el golpeestaba casi consolidado y a la una dela tarde era una realidad. Veintidóshombres habían depuesto en menos decinco horas al gobierno constitucional.El presidente Prío no tuvo la disposiciónde resistir y el drama terminó, comoestá previsto en el guión de la culturacubana, con una melodiosa canción, Elmadrugón, del trío Servando Díaz, po-niendo punto final al hecho.

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El ya definitivo impacto de los me-dios de comunicación en la vida

cotidiana nos impide distanciarnos de larealidad, pero nos coloca en la duda dela aceptación acrítica de ella. Sirecapitulamos de manera sintética lahistoria de la civilización occidental ve-mos cómo esta se ha construido sobrela base de varios paradigmas a lo lar-go de su existencia. Tiempos deequilibrio y balance se alternan contiempos de desenfreno y caos en unasucesión rítmica que describe un com-portamiento en espiral.

En el milenio anterior, dos grandestemas rigieron la vida de los seres hu-manos y sobre estos se articularon lossistemas de valores y normas quetutelaron los diferentes estadios de sudesarrollo. La religión, en un primermomento, centralizó este desarrollo,basado en criterios y normas de cier-ta rigidez y las diferentes sociedadesmedievales vieron el avance del cono-cimiento dentro de los muros de losmonasterios y las bibliotecas eclesiás-ticas. El advenimiento de la revoluciónfrancesa consolidó un cambio de pa-radigma, el período histórico que abre

este acontecimiento, y que es conoci-do como modernidad ratificó laexistencia de un nuevo paradigma, laciencia, la cual vendría a dotar de res-puestas a los problemas de lahumanidad. Durante más de 200 años,la civilización depositó toda su con-fianza en este nuevo sistema queproveería de nuevos valores; en unmodelo que somete todas las pregun-tas a la comprobación experimental,pero que sitúa todas las posibles res-puestas entre las asépticas paredes deun laboratorio.

El nuevo milenio trajo consigo uncuestionamiento a ambos paradigmas.Religión y ciencia colocan las solucio-nes fuera del individuo, liberándolo, enparte, de la responsabilidad de sus ac-tos. Dios en uno y el caos en el otroparecen organizar nuestras vidas, con-trolar nuestros destinos y trazar elcamino de nuestras vidas. Sin embar-go, el arribo de una nueva posición, quecoloca al individuo y a su responsabi-lidad como ser social en el centro delas discusiones da un vuelco a histo-ria occidental de casi dos siglos;asumir en todo momento la responsa-

Sobre la responsabilidad socialdel diseñador

Claudio SotolongoDiseñador y profesor del Instituto Superior de Diseño

When I found myself in times of troubleMother Mary comes to me.

JOHN LENNON

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bilidad por las acciones tomadas; ba-sar las relaciones con otros sereshumanos en el respeto a la diferencia;potenciar la diversidad y el cuidado delmedio ambiente, y respaldar la exis-tencia de una equidad social soncuestiones que, sólo ahora, entran enlos círculos de debate.

El nuevo paradigma encuentra surazón de ser en el individuo y su ver-sión perfeccionada que es, sin duda, elciudadano. Un ciudadano del siglo XXI,educado y culto, consciente primerode su responsabilidad como ser socialen un entorno que está devastado porlos medios de comunicación masiva,las guerras, la globalización y la insa-ciable sed de poder.

Dentro de este nuevo contexto, el di-seño se plantea como mediador de lasrelaciones con un cliente, como una delas herramientas básicas para una huma-nidad en peligro de extinción. Unprofesional responsable, que debateconscientemente en los espacios corres-pondientes y se preocupa por modificaraquella actitud consumista hacia produc-tos y servicios, y apuesta por lainteracción eficiente del sujeto humanocon los artefactos industriales y las pro-pias consecuencias que tienen estos enla vida de las personas. Este nuevodiseñador estará situándose a sí mis-mo en el centro de este nuevo modelocuyo arribo se hace inminente en elcontexto contemporáneo: la ética.

Interesante en este ámbito es eldevenir histórico de la una vez deno-minada conciencia humanista deldiseñador, ahora conciencia ética. Uncomienzo para esta preocupación socialse lee ya en los escritos de WilliamMorris, quien se cuestiona desde el so-

cialismo utópico del siglo XIX la existen-cia de un ambiente que denigra ycondena al sujeto a un estado de alie-nación permanente con respecto alambiente y los bienes de consumo. Ensus varios escritos dedicados al traba-jo podemos encontrar, una y otra vez,la preocupación constante por la rela-ción del hombre con su labor, tanto enel caso de los diseñadores, como entodo aquel que ejerce una profesión uoficio. Para Morris “[…] el trabajo va-lioso lleva consigo la esperanza delplacer en el descanso, en la utilizaciónde lo producido y en nuestra habilidaddiaria y creativa”.1

El siglo XX ha quedado caracteriza-do por las revoluciones y por loscambios dramáticos en la formageopolítica del mundo. Estos procesosmodificaron las estructuras sociales,políticas y económicas de los pueblos.El diseño en su esencia quedó definiti-vamente recolocado como agente detransformación social y los diseñadorescomo los responsables de comunicar losnuevos cambios.

La revolución de octubre en las fi-guras de El Lizzitsky, KasimirMalevich o Rodchenko introdujo uncambio radical en la elaboración de losmensajes; su compromiso con el mo-mento histórico se refleja en lasnumerosas obras que abarcan todoslos soportes de la comunicación visual.En paralelo, los experimentos tipográ-ficos de Marinetti recolocaron el diseño,lo hicieron parte integrante del proce-so creativo, las “palabras en libertad”parten de una nueva concepción de lapoesía, que requiere una nuevaformalización del mensaje. “Ya no exis-te la belleza fuera de la lucha.

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Ninguna obra desprovista de carácteragresivo puede ser una obra de arte”,2

la sociedad del momento está retadadesde la visualización nueva de unmensaje, y es que los procesos revo-lucionarios, los ismos en el arterepercuten de una vez y por todas en eldiseño.

La concepción humanista, la preocu-pación por el hombre serán un temarecurrente, la interconexión se impusoy es que “[…] el futurismo, el dadá, elsurrealismo; la escuela De Stijl, elsuprematismo y el contructivimo tuvie-ron un impacto directo sobre el lenguajegráfico de la forma y la comunicaciónvisual de este siglo”.3

La relación con la belleza como cua-lidad transformadora y consecuentemanera de enriquecer la vida de lospueblos se ve atravesada una vez máscuando en la Bauhaus el arquitectoWalter Groguis, que procedía del estu-dio de Peter Behrens, es capaz deincorporar la idea de “[…] proyectaruna nueva filosofía que expresa y ex-pande la emergente sensibilidadModernista, en la cual la integracióndel arte y la tecnología y el desarrollode una estética para la producciónseriada es vital”.4

La Bauhaus, que se plantea comoel último fin del diseño a la arquitec-tura y como mediadores en esteproceso al diseño gráfico, el mobilia-rio, los textiles, etcétera, concreta unprograma modélico, donde el objeto ola pieza de comunicación visual no sólohan de cumplir con un riguroso proce-so productivo, sino que están obligadosa elevar la calidad de vida del usuariofinal, ya sea por sus aportes de tipofuncional como por su belleza implícita.

Una vez más las ideas más renovado-ras se asientan sobre un pensamientosocialista, que valida el cambio y quemira a la sociedad que le rodea como alsujeto social para el cual es preciso de-sarrollar la labor de diseño.

Poco más de un cuarto de siglo des-pués del cierre de la Bauhaus, seproduce la entrada de los “barbudos”en La Habana y con estos la transfor-mación radical de un sistema capitalista,dominado por el ya consolidado impe-rialismo norteamericano, en un nacientesistema socialista. En este nuevo siste-ma, que enfoca todas sus fuerzas en lacreación de un hombre nuevo, el dise-ño ha de cambiar, su papel se modificaradicalmente y tras un período de bús-queda, comienza a encontrar sulenguaje en la segunda mitad de la dé-cada del 60.

Una década agitada, en donde variosintelectuales se acercaron de maneracrítica a la cultura de masas, la identi-ficaron y caracterizaron. De ella diríaEdgar Morin que es “[…] producida se-gún normas masivas de fabricaciónindustrial; extendida por técnicas de di-fusión masiva […]; dirigida a una masasocial”.5

Mientras la función del diseñador enel capitalismo consiste en estimular laestructura del sistema; función a la quedebe oponerse su responsabilidad so-cial6 sobre la propia sociedad deconsumo, en la que su responsabilidadsocial queda circunscrita a un carácterindividual, los diseñadores cubanos asu-men una posición radical frente a estacultura de masas. Desde las portadasdel semanario Lunes de Revolución(1959-1961), en las cuales la experi-mentación tipográfica recuerda las

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composiciones de Marinetti, se apreciaya el despegar de una nueva gráfica.Una gráfica que se consolidará añosmás tarde en la labor de otrosdiseñadores como Antonio FernándezReboiro, Antonio Pérez, Raúl Oliva,Olivio Martínez y Félix Beltrán por sólocitar algunos.

Sin embargo, uno de los elementosde especial interés en este período esque, aparejado a la producción en elcampo de la gráfica, se publicarán va-rios artículos, entrevistas y algunospocos libros sobre el diseño cubano, loque nos permite, a casi 50 años de dis-tancia, asomarnos al pensamiento y lasideas detrás de la inmensa obra de esosaños.

Un alto grado de compromiso con elproceso revolucionario, recoloca la res-ponsabilidad del diseñador, lo sitúa alfrente de las vanguardias estéticas na-cionales y le hace partícipe de la lucharevolucionaria. Sobre la responsabilidadsocial del diseño, Félix Beltrán, junto aOlivio Martínez y Nils Castro, nos avisaen un texto de 1971, aparecido en la re-vista Santiago, en el que comentaademás el papel del cartel cubano revo-lucionario: “[…] cualquier cartel, noimporta sobre qué tema, es un cartel so-cial. […]. La política también es culturay ningún cartel es apolítico o acultural”.7

Es esta cultura de masas la que sitúauna vez más al diseñador no ya comoartífice visual, sino como productor.Cuando W. Benjamín habla del adveni-miento de la época de reproductibilidad,las imágenes se apoderan de la socie-dad, el diseñador es ahora un productorde imágenes, el que dará forma a lasnuevas expresiones culturales. “En Diosconfiamos” se lee en el retiro de los bi-

lletes de un dólar norteamericano, peroson los diseñadores los que le dan el as-pecto a Dios; cuando el paradigma seha desplazado hacia la ciencia, ella seráel nuevo Dios, pero la ciencia, que apa-rentemente carece de ideología,adquiere a su vez la forma de los obje-tos de consumo, una forma que le serádada por los diseñadores, una formastyling, racionalista o postmoderna.

Pero, al fin y al cabo, una forma quellegará en el futuro cercano a ser re-flejo de nuevas preocupaciones: lasustentabilidad, la reutilización y el con-trol racional de la energía desde laconcepción hasta el final de la vida útildel producto serán las nuevas guíaspara el nuevo diseño. Una vuelta, en laespiral del desarrollo a un productoadaptado y socialmente responsable.

El diseño contemporáneo tiene ante sílos grandes retos de la humanidad, re-cogidos en los Objetivos del Milenio dela Organización de las Naciones Unidas.Las ocho metas trazadas por esta orga-nización internacional bien podrían servirde punto de partida para comenzar apensar en la incorporación de un con-junto de prácticas que funcionen en lointerno de la profesión sin afectar su ca-rácter de servicio. De otra maneraseguiremos maravillándonos con ciertosartefactos de catálogo que si bien pare-cen responder a posiciones máscomprometidas ambiental y socialmen-te, sólo sirven para complacer la vanidadde hacer y vivir un diseño responsable.

Notas

1 Morris, William. “Trabajo útil o esfuerzo inútil”.En Arte y sociedad industrial. Ciudad de LaHabana: Editorial Arte y Literatura, 1985. p. 77.

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2 Marinetti, Fillipo. “Fundación y manifiesto delfuturismo”. En Micheli, Mario. Las vanguardiasartísticas del siglo XX. La Habana: Editorial Artey Literatura, 1972. p. 456.3 Meggs, Phillip. Historia del diseño gráfico.México: Trillas, 2002. p. 301.4 Blackwell, Lewis. 20th Century Type Remix.Londres: Lawrence King, 1998. p. 34.5 Morin, Edgar. El espíritu del tiempo. Diseño(La Habana) [s.p.]; mar. 1970.

6 Beltrán, Félix. “El diseño, sus consecuencias”.En Desde el diseño. La Habana: s.n., 1970.También puede consultarse en La Gaceta (1970).7 Beltrán, Félix, Nils Castro y Olivio Martínez.Qué es el cartel cubano. En Acerca del diseño. LaHabana: Cuadernos de la Revista Unión, 1975.p. 56.

Originalmente apareció en la revista Santia-go (Santiago de Cuba) en 1971.

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DOCUMENTOS RAROS

Otro textoinédito de FélixVarela

Amaury B. Carbón SierraProfesor de la Universidad de La Habana

Nuestra revista se honra, una vezmás, en dar a conocer la localiza-

ción y traducción al español de unaobra filosófica en latín del eminente pro-fesor y sacerdote Félix Varela yMorales (La Habana, 1788-San Agustín,Florida, 1853), la cual era sólo mencio-nada desde hace más de medio siglo.Se trata del tomo dos de sus InstitutionesPhilosophiae ecclecticae... (Institucio-nes de filosofía ecléctica para usode la juventud estudiosa), dedicadoa la Metafísica, y que, al igual que eltomo uno, viera la luz sin la indicacióndel autor, en 1812, en la imprentahabanera de Antonio Gil. Se le cono-cía únicamente por la descripción quehabía hecho Antonio Bachiller y Mo-rales en su Catálogo de libros yfolletos publicados en Cuba desdela introducción de la imprenta has-ta 1840 , publicado en susApuntes...(1859-1861): “El segundotomo [la Metafísica] tiene 47 páginasde doctrina y el resto con 39 proposi-ciones entre las que se trata de lasrelaciones del alma con el cuerpo, en

que cree perdido el tiempo que se em-plea en refutar los sistemas,principalmente el del mediador plásti-co de Cuddwort”. Con esta obra, a laque añadió al año siguiente un tomotres, inició Varela en el Seminario deSan Carlos y San Ambrosio la refor-ma filosófica en cuanto a contenidosy métodos, incluido el uso en sus cla-ses del español –y no del latín– con elcarácter de lengua de cultura y cien-cia del que carecía.

El tomo dos de la Metafísica, queconsta de 129 páginas de 25 renglones,se halla en la Colección de libros rarosy valiosos de la Biblioteca CentralRubén Martínez Villena de la Univer-sidad de La Habana, encuadernado acontinuación del tomo uno. Aunque biencatalogado, quizás por ello, y por habersido publicado sin el nombre del autor,u otras circunstancias, pasó inadverti-do, incluso para el profesor Roberto

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Agramonte, vicerrector de la Univer-sidad, quien en l952 se refería a esetomo dos de Metafísica como “pordesgracia no localizado”.1 Agramonteera entonces, además, director de laColección de Autores Cubanos queese mismo año publicaba el tomo unode las Instituciones... y ocho añosantes había dado a conocer la obra deotro fundador, José Agustín Caballero,a la que siguieron nuevos aportesdivulgativos de donde parte la impor-tancia de su juicio para otrosinvestigadores.

Dada la infructuosa indagación quehabíamos realizado en los catálogos delas principales bibliotecas de Américay Europa, incluida la Vaticana, y enotras de Cuba hasta la localización deltexto, concluimos que probablementeestamos en presencia de un ejemplarúnico, lo que le confiere mayor valor.Por esa condición, y por ser un docu-mento de primera mano de la etapainicial del pensamiento de un forjadorde nuestra nacionalidad, no sólo llama-mos la atención sobre esta obra, casibicentenaria, sino que ofrecemos unfragmento de la traducción, aún inédi-ta y pendiente de revisión, que paracontribuir a su preservación y conoci-miento hemos realizado.

Para todo lo referido al marcoreferencial de este texto, remitimos altítulo en tres tomos Félix Varela.Obras,2 principalmente a la “Introduc-ción” del profesor Eduardo TorresCuevas, especialista mayor de quien seconsidera “el que nos enseñó primeroen pensar”, y a los “Apéndices” con labibliografía de Varela hasta 1988, com-pilada y anotada por Josefina GarcíaCarranza.

Traducción 3

Proposición XXVII

El cuerpo es causa ocasionalde las afecciones del alma

El cuerpo por una acción externa, otambién alguna interna, puede variar suestructura natural; de esta variación re-sultan las afecciones del alma, lascuales sin embargo no produce, comodijimos antes. Nada más requiere laexplicación de la causa ocasional; lue-go el cuerpo..., etcétera.

Sección III

Acerca de las opiniones de losdemás sobre este asunto

Muchas más opiniones acerca deesta materia, la cual consideramos (detodas) la más difícil, han sido ciertamen-te los sistemas inventados, el influjofísico, las causas ocasionales, las armo-nías preestablecidas y la del mediadorplástico. Muy poco diremos de cada uno.

Sistema del influjo físicoEste sistema supone que el alma

opera en el cuerpo, y él en ella real yfísicamente. De este modo se exponepor la mayoría de sus defensores, comosi alguna realidad que exista en el cuer-po transitara al alma; y por el contrariose comunicara algo positivo del alma alcuerpo. Sucede así que ellos mismosdeclaran sinceramente no saber nadaen absoluto; y en verdad con razón: Medefrauda, pues, que sólo sepan profe-rir palabras, pero no puedan nuncaformarse una idea. ¿Qué cosa más ab-surda que se pudiera imaginar lainfluencia del cuerpo en el espíritu y la

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de este en aquel? Declaramos verda-deramente que el alma puede mover elcuerpo, pero negamos que esto puedaocurrir por influjo o comunicación dealguna realidad. Lo que hay en el almaes espíritu, pero ningún espíritu puedesepararse y volver al cuerpo; así pues,no existe ningún influjo del alma. Sinembargo, si dicen algunos que esta vozsignifica no la comunicación de la enti-dad, sino una acción real, diré que esapalabra es inadecuada, pero concede-ré el significado mientras se hablesobre el alma, pero se lo negaré alcuerpo en absoluto por las razones ex-puestas.

Sistema de las causas ocasio-nales

Muchos modernos piensan con Des-cartes que la acción del alma en elcuerpo es nula, y que Dios no limita elalma a la del cuerpo sino en ocasión delas afecciones del cuerpo, pero, por elcontrario, según sus voliciones el almamueve al cuerpo. Así pues, por estesistema tanto el alma como el cuerposon causas ocasionales por cuyo exa-men Dios opera. De ahí que se hayaechado a suertes el nombre de causasocasionales.

Ciertamente, me atreveré a refutareste modo mismo de juzgar, aunque notodas las cosas que han excitado la có-lera de algunos, pero en verdad nopuedo aceptarlo. Algunos estiman estesistema conveniente a la libertad huma-na, porque la moción divina admitida porlos cartesianos no puede estar exentade la acción de la voluntad, por lo cualse engañan e injurian no poco a los muypiadosos y doctísimos varones defenso-res de un sistema de esta naturaleza.

Pues los cartesianos sostienen que notodas las operaciones del alma ocurrenabsolutamente por obra de Dios; sinoque él sólo produce las del alma con res-pecto al cuerpo o las del cuerpo conrespecto del alma: en una palabra, comodicen que no se pueden exponer bienlas sensaciones del alma y los movi-mientos del cuerpo, atendiendo a lanaturaleza de la sustancia de cada uno,acuden a Dios.

Hay otros, pero poquísimos, que detal modo siguen el ocasionalismo, queconsideran que todas las ideas y afec-ciones del alma suceden por obra deDios, pero, no obstante, aunque admi-ten la cooperación de la voluntad deDios, porque es justo, desechan la ac-ción real. Luego, son censurados poralgunos, injustamente sin acritud, comoaniquiladores de la libertad humana.

Sin embargo, no admitimos este siste-ma, porque parece en exceso arbitrario,ya que no ha sido aún bien comprobadoque la mente humana no pueda produ-cir movimientos corpóreos, ni que elcuerpo conceda la ocasión de operar enel alma; incluso esto nos parece cierto,y no podemos avanzar en ello con tandifícil orden. Sucede que por su cons-titución parece ajeno a su naturaleza,pues priva al alma de su actividad, peroconsta que ella es activa en el más altogrado en calidad de sustancia espiritual,y no parece conveniente que no rija supropio cuerpo sino que sólo lo haga paraque la sustancia inerte pueda tambiénofrecer la ocasión, es decir, concederla.

El principal argumento de loscartesianos procede de este modo. Elalma conoce o no los objetos antes dela formación de las ideas: si se da lo pri-mero, la formación de la idea es

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superflua; en el segundo caso, si el almarepresenta la idea no menos exacta conque un pintor da la imagen de un hom-bre del cual no tiene noticias, así puesel alma no puede formar ideas.

Para refutar esto, conviene advertirque una es la razón del agente por sunaturaleza, y otra la del agente por sudoctrina. Es decir, el alma por su natu-raleza está determinada a la formaciónde las ideas sin ningún precepto, peroel pintor, no por su naturaleza sino porsu doctrina y por los preceptos, formauna imagen. La razón de estas cosasse debe a que la acción natural es in-trínseca, aunque la artificial, extrínseca.

Por lo tanto, señalamos la diferenciade este modo: el alma puede formarseen sí misma la idea del objeto, es más,antes de conocerlo, porque ejerce unaacción conservadora intrínseca y ac-tual, cuya carencia, así pues, es laprivación de algo intrínseco, y en con-secuencia, el alma, naturalmentecognoscitiva, se hace necesariamenteconsciente de su afección; como uncuerpo naturalmente pesado, si carecede sustentación, entonces necesaria-mente cae; y el fuego que naturalmentequema, si no existe causa que lo impi-

da, necesariamente arde. Pero el pin-tor no puede pintar la imagen de unhombre desconocido, porque no tienenada intrínseco que lo determine a ha-cer esa representación, pues lointrínseco, es la propia idea, pero qui-tada esta, nada permanece que seaorientado por la observación. Lo dirécon una máxima: La idea tiene algo in-trínseco determinativo en su propiaalma; es decir, la inmutación de la ac-ción conservadora: pero la imagen deun hombre desconocido nada intrínse-co tiene en el pintor.

Notas

1 Agramonte, Roberto. José Agustín Caballero ylos orígenes de la conciencia cubana. La Habana:Universidad de La Habana, 1952. p. 169.2 Torres Cuevas, Eduardo, Jorge Ibarra Cuesta yMercedes García Rodríguez. Félix Varela. Obras.La Habana: Editorial Cultura Popular, 1997.3 Agradezco a Lourdes Morales, directora deldepartamento, y a Bárbara Susana Sánchez,directora de la DICT-UH, y a los demástrabajadores de la Biblioteca Rubén MartínezVillena de la Universidad de La Habana, el apoyoy las facilidades que me brindaron para latraducción.

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LIBROS

El juiciodel Moncada,de MartaRojas*

Araceli García CarranzaInvestigadora y bibliógrafa

Cuando Marta Rojas, recién gradua-da de la prestigiosa Escuela de Pe-

riodismo Manuel Márquez Sterling, en1952, aún sin haber logrado vínculo la-boral, ni plaza fija alguna, viaja al añosiguiente de La Habana a Santiago deCuba, en el mismo tren donde lo hacíanalgunos combatientes del Moncada, seiniciaba así en su vida, parafraseandoa Alejo Carpentier un contacto cotidia-no con algo que podríamos llamar loreal maravilloso. Todo va a resultarmaravilloso al acercarnos apenas a laforja de este libro titulado, en su sextaedición, El juicio del Moncada.

Y dejando que en la vida lo maravi-lloso fluya libremente, Marta llega aSantiago y se pone en contacto conPanchito Cano, su vecino y colega, conquien ya había realizado algunos repor-tajes para la revista Bohemia. En esaocasión, el objetivo periodístico era el

carnaval santiaguero. Cano le promete50 pesos por ayudarlo a retratar las ca-rrozas, mientras ella le señala los piesa las fotos y toma notas para redactarla crónica. Este objetivo cambia depronto en la madrugada del 26 de juliocuando al parecer oyen la explosión deunos cohetes, a los que él identificacomo tiros que vienen del cuartelMoncada, y ambos deciden dirigirse alDiario de Cuba donde fueron informa-dos de que los soldados del cuartel sefajaban entre ellos.

Marta insiste en dirigirse al cuartel,incluso con la anuencia de su madre,quien a pesar del peligro entiende queella había estudiado para ir en busca dela noticia.

Al llegar, Panchito Cano toma fotosa su antojo, y después de otros inciden-tes, en un momento dado le pide a Marta

*Palabras en la presentación de la obra en la Feria Internacional del Libro de La Habana el 17 defebrero de 2009.

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que lo siga, pone las fotos en la camade un camión y las cambia por las delcarnaval que ella llevaba en los bolsi-llos de su falda, y él las entrega a loscustodios del lugar, mientras Martaguarda en sus bolsillos las comprome-tedoras, así viaja a La Habana con unprimer reportaje de los sucesos del 26de julio y las fotografías correspondien-tes. Visita a Miguel Ángel Quevedo,director de Bohemia, quien supo aqui-latar la valía de la información, pero lacensura le impidió publicar este primerreportaje, sólo divulgaría algunas fotoscon los pies de grabados redactadospor la periodista, a la que le aconsejaque vuelva a Santiago, pues aparente-mente la persona más comprometidaera Cano.

En Santiago, Marta visita lugares re-lacionados con el asalto con vistas aenriquecer el reportaje no publicado.Posteriormente, disfruta vacaciones enagosto y visita de nuevo La Habana,donde Enrique de la Osa, periodista deBohemia y jefe de su sección “EnCuba”, y Miguel Ángel Quevedo le su-gieren que regrese a Santiago y hablecon Baudilio Castellanos, abogado deoficio entonces, al cual le dice quequiere asistir al juicio de los asaltantesal Moncada que comenzaría el 21 deseptiembre. Asimismo, ella logra ver a

algunos magistrados santiagueros, cu-yas entrevistas aparecen en Bohemia,y se las muestra. Ellos, halagados, laponen en la lista de los periodistas deOriente que asistirían al juicio delMoncada. Por su parte, los periodistasde La Habana se retiran convencidos deno poder publicar nada ante la férreacensura batistiana.

Al fin, Marta asiste al juicio y allítoma notas con especial fruición ycuando cada día terminaba una sesiónde la Causa 37, salía del Tribunal lle-vando las anotaciones escritas encuartillas de papel gaceta, dobladas enforma de acordeón, y así andaba unas20 cuadras desde la Audiencia hasta sucasa. En el trayecto narraba detalles ydiálogos a personas deseosas de saberlo ocurrido, lo cual le servía para pre-cisar aún más en su memoria nombresy frases, aunque para algunas pregun-tas no tenía respuestas. Al llegar a lacasa, su hermana Mirta y su amiga Mar-ta Cabrales, emparentada con laesposa del General Maceo, la ayuda-ban a descifrar sus propios manuscritospara pasarlos en limpio como si se fue-ran a ser publicados al día siguiente ysin pensar siquiera en la censura quepor aquella época parecía eterna.

Terminado el juicio, Marta lleva suoriginal, que todavía conserva, a la re-vista Bohemia, donde Quevedo le poneOK y se lo entrega a Enrique de la Osa,pero ella todavía no logra publicar su tes-timonio, salvo en una oportunidad en quese suspende la censura y hace una sín-tesis que corrige el poeta Ángel Augier.

Todo sigue resultando real y mara-villoso mientras se forja el libro.

Cuando triunfa la Revolución, MiguelÁngel Quevedo le pregunta a Marta

Asaltantes al Cuartel Moncada

247

Rojas por el “mamotreto” del Moncadaal reconocer su vigencia e importanciahistórica y política, y en eso apareceRafael Humberto Gaviria, un joven la-tinoamericano a quien la periodista lepresta su testimonio. Gaviria lo tiene ensu poder dos o tres meses y al cabo leentrega la primera edición de este im-presionante testimonio en tres tomospequeños bajo el título de Moncada. Esesta la primera edición en bruto que sa-liera de las prensas de ImpresoraMundial S. A. sita en Estrella 608, enLa Habana. El primer tomito tienecomo subtítulo El creador fue Martí,el segundo, Libertad o muerte, y el ter-cero Un juicio insólito. Esta ediciónes hoy por hoy una joya de la bibliogra-fía cubana que con orgullo forma partede lo más legítimo de nuestro patrimo-nio nacional.

Luego vendrían otras ediciones. Enla segunda, de Ediciones R, la autoraagregaría documentos que recuperaraen los días del juicio: actas de defun-

ción, certificados forenses, documentosrelacionados con Raúl Gómez García yotros. En ella aparece por primera vez elprólogo de las heroínas del Moncada,Haydeé Santamaría y Melba Hernández.

No puede olvidarse que testigos dis-tintos de un mismo hecho pueden darversiones diferentes, recordemos la pe-lícula Rashomon, de Akira Kurosawa,sin embargo, esta obra real y maravi-llosa está nada menos que avalada portestigos excepcionales del hecho.

Del prólogo de Haydée Santamaríay Melba Hernández cito:

Desde el primer instante, la auto-ra hizo una proyección de futuro yno tomó las notas como función acumplir, sino que fue atenta y ce-losa observadora de lo que estabasucediendo entre las bayonetasque invadían el local donde se ce-lebraban las vistas de aquel juicio.Pudo aquilatar que en ese lugar ibagerminando una simiente renova-dora que transformaría porcompleto el basamento de aquellasociedad corrompida: allí se esta-ba determinando el porvenir detodo un pueblo. Por reflejar verda-des, deseos y anhelos de un puebloque supo liberarse, estimamos queesta obra ha de ayudar grande-mente al conocimiento pleno delobjetivo que perseguían y las razo-nes que movían a los compañerosdel Moncada cuando se lanzaron alataque de aquella fortaleza militar.Después de haber sido leído estelibro por varios participantes delhecho, nos sentimos con absolutatranquilidad histórica, ya que losaspectos más importantes se en-cuentran reflejados.

Masacre a los asaltantes al CuartelMoncada

248

Luego aparece la tercera edición publi-cada por el Instituto Cubano del Libroy la Editorial de Ciencias Sociales en1973, en la Colección 20 Aniversario,que incluye como anexo La historiame absolverá.

Pero continúa la obra en su entornoreal y maravilloso. En la década del 70,durante las conversaciones de paz deViet Nam, Marta se encuentra enHanoi con Alejo Carpentier, a quien co-nocía desde 1959. Este ya había leídoLa Generación del Centenario en eljuicio del Moncada, título de la segun-da edición y en esta ocasión se interesapor prologarle la próxima. Posterior-mente, en el 25 aniversario del asaltoal cuartel Moncada otra vez CienciasSociales en su Colección Nuestra His-toria da a conocer la tercera edición deLa Generación…, esta vez con prólo-go de un gigante de las letras, nadamenos que de Alejo Carpentier, el cualnos dice que ese juicio oral para suer-te nuestra y de los historiadores, tuvo sucronista: “Marta Rojas, autora del admi-rable libro que hoy se nos ofrece en unanueva edición”. El escritor se había re-ferido antes en el texto a esos hechoshistóricos sin testigos válidos como latoma de la Bastilla, muy poco consigna-do por las crónicas de la época.

Y continúa diciendo:Ágil y talentosa escritora, de pro-funda vocación periodística, estilodirecto y preciso, don de mostrarmuchas cosas con pocas palabras,Marta Rojas pertenece a la raza dereporteros a quien rendía homenajeHemingway cuando observaba que,en Normandía, durante el desembar-co al que asistió en los últimos díasde la Segunda Guerra Mundial, al-

gunos corresponsales de la prensalo aventajaban en rapidez de obser-vación y poder de síntesis,declarando que, en fin de cuentas,ellos –y no él– serían, a la postre,los mejores novelistas de aquelacontecimiento […]. [En este casoCarpentier presintió a la novelistaMarta Rojas. N. de la A.]

En 1967, Carpentier apreció la elocuen-te precisión de Marta Rojas ante elTribunal Russell, en Estocolmo, y enotras oportunidades valoró su estiloperiodístico en comentarios y reseñas depalpitantes acontecimientos de la histo-ria contemporánea admirándose siempreante su vivo talento y su singular oficio.En este prólogo, pone ejemplos del es-tilo periodístico que ella ofrece en cadapágina.

En la edición de 1979, ampliada ycorregida por la autora, esta añade da-tos que años antes podrían haberseconsiderados secretos.

Luego Ciencias Sociales vuelve apublicar la obra en 1988; en el 2003, loharía la Colección La Era del Institutodel Libro; en el 2006, en Córdoba, Ar-gentina, la Editorial Espartaco, unaedición que coincide con la visita deFidel a ese país (y otra vez lo real ma-ravilloso: el director de Espartaco porazar de llama Fidel Ángel Castro).

Y llegamos a nuestros días, al día dehoy en que presentamos la edición deEl juicio del Moncada con motivo del50 aniversario de la Revolución cuba-na, en la cual se incluyen además delos prólogos de Carpentier, Haydée yMelba, un texto de Marta Rojas titula-do “Acerca de cómo hice este libro”,que se los recomiendo para darle aúnmás veracidad y precisión a mis pala-

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bras anteriores. La autora no hizo in-vestigaciones a priori para ninguna delas ediciones de este libro, aunque pos-teriormente sí las haría para El quedebe vivir, Premio Casa de las Amé-ricas 1978, y para La Cueva delMuerto. En el primero se refiere alcombate desde el Hospital Civil de San-tiago de Cuba defendido por un grupode revolucionarios encabezado por AbelSantamaría, y en el segundo a otro epi-sodio de esta heroica gesta relacionadacon Marcos Martí y Ciro Redondo.

No quiero terminar sin referirme a laespléndida crónica que publicara MirtaAguirre en Granma. Resumen Sema-nal el 19 de agosto de 1979, donde selee al referirse a la edición de ese año“[…] la obra tiene por añadidura, unaprosa de atrayente lectura y una sabiaconstrucción estructural”. Además,

compara el árido e inclemente panora-ma político de la época con el arbustodébil y delgado que describe Marta Ro-jas en su obra y que observó en el patiodel entonces Palacio de Justicia: el ar-busto pugnaba por crecer como elmovimiento revolucionario.

Esta imagen la reproduce AlejoCarpentier en su prólogo para afirmarque Marta era una novelista por instin-to al utilizar este elemento accesorioque da relieve a la acción humana.

Marta Rojas, testigo de excepción deeste hecho, inició con este texto su bri-llante carrera periodística. Su talento ysensibilidad también pertenecen a loreal y maravilloso.

Lean pues esta obra precisada encada edición por su autora, una mujerverdaderamente extraordinaria.

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Memoriasde la Revolución

Luis M. de las TraviesasMoreno

Editor

Los contenidos que conforman estosdos volúmenes (La Habana, Edicio-

nes Imagen Contemporánea, 2008),cuyos coordinadores fueron EnriqueOltuski Ozacki, Héctor RodríguezLlompart y Eduardo Torres Cuevas,devienen resultados de los coloquiosque, en su primer lustro, ha desarrolla-do la Cátedra Club Martiano FaustinoPérez de la Casa de Altos Estudios DonFernando Ortiz, de la Universidad de LaHabana. Integrada esta cátedra al con-junto académico de este centro, tuvocomo objetivo fundamental el desarro-llo de proyectos históricos vinculados alproceso revolucionario cubano desde1940 y hasta las décadas iniciales dela Revolución en el poder. Así,testimoniantes de ese período e inves-tigadores han venido realizando,durante una primera etapa, y mensual-mente, seminarios cuyos temasespecíficos se nos entregan ahora enestos tomos, el primero con 456 pági-nas y el segundo con 384, ambosencuadernados en rústica cromada.

En esta edición –el primer libro ensu segunda versión revisada de la del2007–, la distribución temática semuestra en dos etapas trascendentalespara el estudio y conocimiento integralde la Revolución cubana. De ello, el

período insurreccional lo ocupa el tomouno, mientras que la reconstrucción delsistema capitalista prerrevolucionario yde construcción socialista, el segundo.En sus páginas, los lectores han de re-cibir valoraciones más orgánicas ysistemáticas del proceso que, en susconvicciones revolucionarias ysociopolíticas, condujo al triunfo de lainsurrección y la consecuente transfor-mación histórica de la sociedad ennuestro país.

En el primer volumen se compendiantemas como “La Constitución del 40.Antesala de la revolución socialista”,“El golpe de Estado del 10 de marzo de1952”, “Rafael García Bárcena y elMovimiento Nacionalista Revoluciona-rio”, “El asalto al Cuartel Moncada”,“Fundación del Movimiento 26 de Ju-lio”, “Frank País y los orígenes delmovimiento revolucionario en Santiagode Cuba”, y “Vida y obra revoluciona-ria de Faustino Pérez”, cuyos autores,Armando Hart Dávalos, Mario MencíaCobas, Enrique Oltuski Ozacki, MartaRojas Rodríguez, Jorge Ibarra Cuesta yReinaldo Suárez Suárez, en sus artícu-los ofrecen importantes reflexiones. “Elmovimiento militar del 4 de abril de1956” (conocido como el de “Los pu-ros”), “El Directorio Revolucionario yla FEU de José Antonio Echeverría”,“La hombrada de José Antonio”, “Eldesembarco del Granma”, “Cincuentaaños en la memoria”, “El Movimientode Resistencia Cívica en La Habana”,“La Huelga del 9 de abril de 1958”, y “Elmovimiento revolucionario en la enseñan-za media”, constituyen significativasvaloraciones de autores como José Ra-món Fernández Álvarez, Faure ChomónMediavilla, Pedro Álvarez-Tabío Longa,

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Juan Nuiry Sánchez, Jorge AlbertoSerra Almer y Ricardo Alarcón deQuesada. Para un último aparte de laobra, análisis sustanciales de Enzo In-fante Uricazo, Amels Escalante Colásy Harry Villegas Tamayo, se entreganen “La reunión de Altos de Mompié”,“La victoria en la Sierra Maestra”, “Elgobierno revolucionario en armas” y“La invasión a Occidente”.

Un grupo de trabajos agrupados enel tomo segundo, en sus propuestas,destaque y continuación de los conte-nidos del libro precedente, tales como“Rasgos socioeconómicos generales deCuba: 1958”, “Vigencia del programadel Moncada”, “Las primeras leyes re-volucionarias y la reacción yanqui”,reflejan análisis autorales de sumo va-lor como los de Osvaldo MartínezMartínez, Reinaldo Suárez Suárez, En-rique Oltuski Ozacki y PedroÁlvarez-Tabío Longa. Continúa el librocon temas referentes de simpar impor-tancia como los de Armando HartDávalos, Orlando Borrego Días, JorgeLezcano Pérez y Héctor RodríguezLlompart, bajo los títulos de “Cultura yeducación cubanas: desde la forja de lanación hasta nuestros días”, “El Checomo estadista en la Revolución cuba-na”, “La defensa de la Revolución porlas masas” y “Relaciones con los paí-ses socialistas”. Por último, un grupo deconferencias cierra el segundo tomovivenciales y valorativas en sus planteosde Fabián Escalante Font, Aníbal VelázSuárez, José Ramón FernándezÁlvarez, Carlos Lechuga Hevia, RamónSánchez-Padodi Montoto, Roberto

Regalado Álvarez y Jorge RisquetValdés Saldaña, al abordar “La con-trarrevolución en los primeros años dela Revolución cubana”, “La lucha con-tra bandidos”, “Playa Girón”, “La crisisde octubre”, “Estados Unidos vs. Cuba:una espiral de 30 años”, “Los gobier-nos de izquierda en América Latina”,y “La epopeya de Cuba en el ÁfricaNegra”.

La obra, prologada por Eduardo To-rres Cuevas y con nota de los editoresGladis Alonso González y Luis M. delas Traviesas Moreno, queda apoyadacon referencias de datos biográficos delos autores. En sus páginas queda unaentrega sustancial para sus lectorescomo resultado de un arduo período detrabajo, instrumento para aprehendernuestra combativa historia contemporá-nea. De ellas surgen interpretacionesvivientes y objetivas, compartidas en elestudio y la reflexión, sin dejar el docu-mento factual archivado, todo en elentramado necesario de la estructuraciónde la historia objeto de análisis. Constitu-yen búsquedas del quehacer por lavaloración más integral del proceso com-batiente que procuró el 1º de enero de1959 y su accionar posterior.

Una dedicatoria preside Memoriasde la Revolución, ahora en la realidadde medio siglo:

A Fidel, de sus combatientes deayer,De hoy y de siempre, de su Univer-sidad,Por su presencia, en un aniversa-rio más de su natalicio.

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Narciso, las aguas y el espejopuede provocar una expresión de

extrañeza a más de un lector de pasopor las librerías habaneras. Y sería ungesto fundamentado, pues no es habi-tual en la producción literaria nacional,encontrar un volumen de ensayos cen-trados en un motivo de la mitologíagriega como la figura de Narciso. Mas,si la persona es un lector avisado, re-basará su sorpresa al constatar que elautor del libro es el investigador, críti-co, ensayista y poeta Virgilio LópezLemus.

Y es que para Virgilio López Lemuscada uno de sus libros ha constituido unreto. Un reto tanto los textos en que seha propuesto profundizar en zonas dela literatura, insuficientemente atendi-das por la crítica, como los libros endonde ha resaltado los nexos y relacio-nes de la poesía con las creenciasesotéricas o con mitos.

En el primer caso, recuerdo la apa-rición en 1988, de Palabras deltrasfondo, en el cual trata el antece-dente, desarrollo y continuidad delcoloquialismo en Cuba. En esa ocasión,López Lemus dirigió su análisis en par-ticular a la generación de la década del50, sin amedrentarse por los obstácu-

los inherentes a estudiar un fenómenovivo, en pleno desarrollo.

Asimismo ocurriría con La décimaconstante, en 1999, en que López Lemusse propuso iluminar aspectos relaciona-dos con esta forma estrófica, que nohabían sido tratados con el detenimientoy la amplitud pertinentes. Por ello, en sutexto ahondó, sólida y amenamente, so-bre la conexión de la décima escrita y oralcon la tradición poética de Cuba y deIberoamérica, y su vínculo con la identi-dad cultural cubana.

De igual forma sucedería con susindagaciones sobre poetas claves quepor lustros no merecieron la atenciónnecesaria, como Dulce María Loynazy Samuel Feijóo, José Lezama Lima ySevero Sarduy, José Ángel Buesa yEmilio Ballagas. O al minucioso traba-jo de antologar en Doscientos añosde poesía cubana -1790-1990- elquehacer lírico de la mayor de las An-tillas, un texto imprescindible paracualquier interesado en el devenir poé-tico insular.

Mas, por otra parte, también repre-sentó un desafío para López Lemus,publicar, en el 2003, Aguas tributarias,un manojo de exquisitos ensayos sobrela poesía y la vinculación de este gé-

Narciso, la poesía y los poetas.Nuevo libro de ensayos de VirgilioLópez Lemus

Yuri Rodríguez GonzálezInvestigador

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nero literario y sus creadores con elocultismo en el mundo occidental, untema cuya singularidad se destaca den-tro de la ensayística cubana.

Ahora, esa singularidad también estálatente en Narciso, las aguas y el es-pejo, publicado por Ediciones Unión, ensu colección Contemporáneos. Lo com-probará quien hojee las páginas de estevolumen que, dividido en cuatro partes,desarrolla una especulación sobre lapoesía partiendo del mito de Narciso,según asegura López Lemus en el pro-pio subtítulo del texto.

En “La imagen y la semejanza”, laparte inicial del libro, el autor discurresobre la idea de Dios, como creador delcosmos a su imagen y semejanza, cualun primer Narciso. Pensamiento del quese desprende la posición del poeta, den-tro de su dimensión de artista,proyectando su imagen como un Nar-ciso, al hacer arte, poesía. Se ocupaseguidamente López Lemus de la poe-sía como amor intelectivo, recorriéndolacomo una manifestación, entre otras, dela trascendencia del hombre, de intui-ción, de acto de amor cósmico y deespeculación.

A continuación, en “Narciso histó-rico”, la segunda sección del libro,aclara que en su exposición no le in-teresa adherirse a la visión que hatenido el mito desde finales del sigloXIX, y en especial tras la interpretaciónde Freud. Por el contrario, aseveraque su elucubración tendrá como baseal narcisismo como forma de presen-tarse ante el hecho poético o alNarciso como poeta, con un sentido decreación poética.

Por tanto, en los capítulos consecu-tivos se remonta al Narciso tal y como

lo desarrolló Ovidio en su libro La me-tamorfosis, reproduciendo el texto delvate romano y, además, otras versio-nes de este, según los poetasespañoles Luis Alberto de Cuenca yAntonio Alvar. Continúa con las inter-pretaciones del filósofo y ensayistafrancés Gastón Bachelard y el escri-tor español Gabriel Celaya, así comocon un capítulo dedicado al Narciso dela contemporaneidad, a quien calificade sujeto intelectivo perfecto, aptopara frente a una pantalla de compu-tadora poner a funcionar su capacidadhumana total creando la nueva dimen-sión virtual.

Ya en el tercer segmento del libro,“Narciso y los números”, López Lemusreflexiona sobre las relaciones entre lolúdicro y lo poético, aludiendo en unprincipio al Homo ludens, de J.Huizinga y luego, asociando el mito alconteo pitagórico y la numerología, ins-pirada esta última en el conteo deLezama en Paradiso, elabora un en-tramado deudor de la propensión delser humano al juego.

Para la sección final del libro, “Nar-ciso en las escrituras”, repasa cómo hasido recogido este mito en los saberesenciclopédicos, bíblicos y gnósticos,psicoanalíticos y poéticos, y la mane-ra en que lo han incorporados a suobra escritores como sor Juana Inésde la Cruz, Calderón de la Barca, JoséLezama Lima y, dentro del gigante bra-sileño, los poetas Cecilia Meireles,Carlos Nejar, Marcos Accioly. IncluyeLópez Lemus ejemplos pertenecientesa las artes plásticas, el ballet y el cine,inspirados en el mito griego, completan-do este panorama que hará en verdadlas delicias del lector.

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Delicias a la que se sumará, sin du-das, el estilo elegante y diáfano; lascitas variadas y oportunas; el tono, unasveces, casi coloquial, casi cómplice, enotras, de una ironía sutil; el discursocontundente, solidamente fundamenta-do, surcado de aliento poético y queconvertirán en su totalidad a su lecturaen una experiencia enriquecedora.

Acto de verdadero cultivo de la inte-ligencia, resumió el doctor MaximilianoTrapero este libro, a propósito de resul-tar premiado en el IV ConcursoInternacional de Ensayo de Investiga-ción en Humanidades Agustín MillaresCarlo, en el 2004, y que convierte a

López Lemus en el primer latinoameri-cano en recibir ese galardón. Por suparte, en el prólogo, el ensayista uru-guayo Fernando Aínsa cuenta, entre susvirtudes, que su autor “[...] eleva el mitoclásico a la categoría de ars poéticade sugerentes variantes”.

Lo anterior sólo son breves juiciosque validan el acierto de la incorpora-ción al catálogo editorial cubano deNarciso, las aguas y el espejo: un li-bro que demuestra el vigor, novedad,amplitud y seriedad de la prosa reflexi-va que se viene gestando en Cuba enla actualidad.

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Normasde presentaciónde los artículos

Los interesados en publicar en la Re-vista de la Biblioteca Nacional

José Martí, deberán tener en cuentalos siguientes parámetros:

1. Los originales se harán llegar enformato electrónico, consignando en laprimera página los siguientes datos:

· Título del trabajo y fecha de pre-sentación.

· Resumen del artículo.2. Los autores deben precisar los si-

guientes requisitos aspectos:· Nombre completo.· Número de carné de identidad.· Institución, área y departamento de

trabajo.· Cargos, títulos académicos, catego-

rías docentes o científicas.· Número de teléfono y dirección de

correo electrónico.3. Especificaciones del texto digital· Los trabajos serán entregados en

Word, Arial 12, interlineado doble.· Alineación izquierda, sin justificar

(sin alinear a la derecha).· Números de las páginas en el mar-

gen inferior, alineados a la derecha.· No se admitirán textos con párrafos

cuyos fines de líneas estén delimitadospor retornos manuales (producidos por latecla Enter, según el hábito de la dacti-lografía mecánica), sólo se pondrá fin depárrafo cuando se trate del punto yaparte, los demás fines de línea del pá-

rrafo, el procesador de texto Word losirá haciendo automáticamente a medidaque se escribe.

· La bibliografía y notas deben estaral final del documento.

4. Detalles del texto impreso.· Se imprimirán en papel tamaño A4

(21,0 x 29,7 cm).5. Imágenes digitales.· El soporte, identificado con el nom-

bre del trabajo, contendrá dos archivos:uno con el cuerpo del texto y otro conlas imágenes.

· Las tablas pueden ir incorporadasal texto, en el lugar que ocupan dentrode este. De no ser así, tendrán el mis-mo tratamiento que las imágenes.

· Todas las tablas (estén dentro ofuera del texto) serán confeccionadasen formato Word.

· En el texto debe señalarse (con nú-meros) dónde van las imágenes ytablas, e identificarlas con la misma nu-meración en el archivo que lascontenga.

· La resolución de las imágenes debeser de 300 dpi o mayor, y todas esta-rán en formato jpg.

· Las imágenes deben estar identifi-cadas por un pie.

Los trabajos se entregarán a la Dra.Araceli García Carranza o al departamen-to de Ediciones de la Biblioteca Nacional.

Para cualquier consulta o sugerenciasobre esta convocatoria pueden dirigirsea [email protected] y/o [email protected]

Un Consejo Editorial, conformadopor especialistas de la Biblioteca Na-cional de Cuba José Martí, determinarálos artículos que se publicarán, en co-rrespondencia con los objetivos eintereses de la institución.

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