Anne S Gardner 2007 Por amor.pdf

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  • .Menciones especialesA mis cuatro amorcitos:

    Para J., cuyo amor no flaquea nunca y cuya llegada a mi vida fue el mayor de los regalos. T, cario mo, haces que mi corazn lata a lo largo de los aos fros y solitarios. Me has enseado lo mucho que soy capaz de amar a otro ser humano. Tu mano siempre ha estado sobre la ma, al igual que mi amor te pertenecer siempre.

    Para C. Todos mis recuerdos de ti estn llenos de amor y belleza. Un da, cuando no seamos ms que nubes doradas empujadas por el viento, volver a tu lado. Mi corazn an te llora,, mi precioso nio. Una parte de m se fue al cielo contigo. No olvides la msica que te di para que te llevaras contigo hasta que por fin volvamos a estar juntos.

    Para L. Con tu llegada me ensenaste que los milagros existen. Llenas mi vida de magia y esperanza. Me has llegado al corazn de tantas maneras, cario mo. Vivo una vida plena gracias a ti. La belleza de tu alma nunca deja de asombrarme.

    Para A. Eres toda una bendicin en mi vida. Te llevo en el corazn de mil maneras. Te miro y me llenas de felicidad. Tu llegada me dio fuerzas para creer que los milagros nunca llegan solos. Eres una maravilla, cario mo. Eres mi hombrecito y me completas.

  • Porque Amo..

    Dedico este libro a la mujer que llena todo en m la Seora de mi casa, la pasin de mi vida. Le doy mis mil gracias por creer en m cuando todo era duda y por creer en este amor que nos ha unido en los mejores y peores momentos de esta vida.

    Mi Amor... Mi Vida... Mi Pasin y Mi Corazn son y sern siempre tuyos. En una estrella, bajo este cielo, en este gran universo, siempre vivir nuestra sagrada unin.

    Porqu te amo... Siempre tuya... Siempre ma... Siempre.

    Mi amor,

    Te dedico este libro.., porque me amas..., porque te amo... En ti est mi hogar, mis hijos. En ti, est toda mi vida... ngel de mis sueos, eternamente en mis brazos, eternamente en tus besos.

  • Captulo 1Raisa Andieta era la mujer ms irritante, egocntrica, arrogante y maleducada que haba tenido la desgracia de conocer. Desde el primer momento en que se vieron, entre ellas saltaron chispas. Ningn otro ser humano la haca reaccionar como Raisa. Sencillamente, aquella mujer saba cmo sacarla de quicio. Y en aquel momento volvan a estar enfrentadas.

    Carolyn haba conocido a Raisa por primera vez dos aos antes, cuando lleg con su familia a Venezuela. La compaa petrolera para la que trabajaba Matt, su marido, ofreca una fiesta para sus nuevos ejecutivos. Raisa Andieta era la presidenta y la accionista principal de Petrleos Copeco. Carolyn lo recordaba tan bien como si hubiera sucedido el da anterior. Matt estaba presentandole a alguno de sus colegas cuando se volvi y se encontr con los ojos ms azules que haba visto nunca. Por un breve instante, fue como si el tiempo se detuviera. La mujer que tena delante era tan hermosa que quitaba la respiracin. No haba otra manera de describirla.

    Matt le present a Raisa. Cuando las dos se estrecharon la mano, Carolyn sinti una sacudida que hizo que le hormigueara todo el cuerpo. Fue una reaccin mutua; Carolyn se lo not a Raisa en los ojos. Sin embargo, despus de aquel momento de extraa conexin, las dos se llevaron como el perro y el gato. Siempre que una de las dos estaba en una habitacin, la otra lo notaba y reaccionaba ante aquella presencia. Al principio, Carolyn haba tratado de entablar conversacin con la fra y distante seora Andieta. Pero, tras varios cortes poco elegantes y directamente maleducados por parte de Raisa, Carolyn tir la toalla. Las dos haban trazado entre ellas una lnea de antagonismo invisible.

    En cierta manera, Carolyn no se sorprendi cuando Ester Curbelo, la mujer de uno de los colegas de Matt, le dijo que Raisa haba venido al club de campo para asistir a su reunin y manifestar su desacuerdo con la propuesta que iban a votar aquella noche. Carolyn se puso furiosa. Llevaba ms de tres meses trabajando en aquella propuesta y estaba segura de que Raisa saba que era la noche en que la iban a votar. Al parecer, nunca pasaba nada sin que Raisa lo supiera. Reinaba sobre la regin con mano de hierro. Si quera que se hiciera algo, se haca. Si quera que algo dejara de hacerse, lo ms probable es que no se volviera a or hablar de ello minutos despus de que expresara su deseo en voz alta.

    El proyecto en el que Carolyn haba estado trabajando facilitara el acceso a los recursos a los ms necesitados de la ciudad de Caracas. Se trataba de un sistema de distribucin y asignacin de los recursos diferente al que se vena aplicando, pero Carolyn estaba convencida de que sera ms eficaz y de que, silo adoptaban, las ayudas llegaran ms rpidamente a los que ms las necesitaban. El mtodo que se haba seguido durante los ltimos diez aos no haba resultado tan eficaz como el nuevo plan. La poblacin haba cambiado, sus necesidades eran diferentes y los fondos no se administraban bien. Si Raisa Andieta hubiera sido un poco ms accesible, Carolyn estaba segura de que podra haberla convencido de que tena razn. De hecho, haba intentado organizar un encuentro para discutirlo con ella y

  • Raisa Andieta haba accedido a recibirla. Carolyn todava recordaba la humillacin que haba sufrido.

    Carolyn lleg diez minutos antes a su cita con Raisa para discutir el proyecto del Club. La tuvieron esperando cincuenta minutos hasta que la hicieron pasar al despacho de su alteza real Andieta.

    Carolyn esper de pie frente a la mesa del despacho, mientras Raisa segua ojeando los papeles que tena delante, haciendo caso dmiso de su presencia. Al cabo de unos minutos, Carolyn perdi la paciencia y se sent sin ms, dispuesta a jugar ella tambin al juego del silencio.

    En ese momento, Raisa se ech hacia atrs y se apoy en el respaldo de la silla, cruz las piernas y mir a Carolyn con una sonrisa de satisfaccin en el rostro.

    Por favor, sintate le dijo con sarcasmo.

    Gracias, creo que lo har respondi Carolyn sonriendo.

    Raisa se levant y pase en silencio por la sala, sin apartar los ojos de Carolyn. Finalmente, se qued de pie detrs de sta y le pregunt con voz seductora:

    Que es lo que quieres?

    Durante un instante, Carolyn se qued muda. Senta la intensa presencia de Raisa a su espalda, encima de ella. Habra jurado que poda or el latido de su corazn. d0 era el del suyo propio? Por un segundo, ninguna de las dos emiti sonido alguno. De repente, el aire pareca demasiado cargado y Carolyn empez a marearse. Senta el calor del cuerpo de Raisa tras ella y su aroma le llenaba los sentidos.

    Carolyn respir hondo, se levant de golpe y se encar con Raisa. Se senta confusa, como desorientada. La habitacin empez a dar vueltas y se agarr del respaldo de la silla.

    Raisa reaccion con rapidez, cubri la distancia que las separaba y sostuvo a Carolyn contra su pecho. En ese momento, el despacho se cerr en torno a ellas; Carolyn not que la cabeza le caa hacia atrs y las piernas le fallaban, pero lo nico que era capaz de sentir era la calidez de los brazos de Raisa alrededor de su cuerpo.

    Sintate recomend Raisa con suavidad.

    La ayud a sentarse en la silla de nuevo y le apart el pelo de la cara con delicadeza. Su caricia era toda dulzura. Carolyn no vea ms que aquellos ojos azules, suspendidos sobre su rostro. Se humedeci los labios; el corazn le lata en las sienes cada vez ms fuerte a medida que su rostro estaba cada vez ms cerca. Carolyn cerr los ojos.

    No murmur angustiada.

    Cuando volvi a abrirlos, Raisa se haba acercado a la barra que haba en un extremo del despacho y le traa un vaso de agua.

    Bbetela, Cara susurr, sentndose en una silla junto a Carolyn.

  • Carolyn cogi el vaso con mano temblorosa. Raisa not su turbacin, puso una mano sobre la de Carolyn y le acerc el vaso a los labios.

    Intenta bebrtela toda.

    Carolyn se bebi casi todo el vaso y al terminar busc los ojos de la mujer que se hallaba sentada a su lado. Durante un instante, las dos se miraron en silencio.

    Lo siento muchsimo. No s qu me ha pasado se apresur a decir..

    Los ojos se le fueron a sus manos, que seguan entrelazadas alrededor del vaso. Apart la mirada, pero no antes de que Raisa detectara en sus ojos la confusin y el miedo.

    Raisa le solt la mano con un gesto brusco.

    Ah, no? dijo, lo bastante alto como para que Carolyn lo oyera mientras se alejaba.

    Raisa fue a sentarse tras su enorme escritorio y contempl a Carolyn con dureza. Mirndola desde aquel puesto de autoridad, la distancia que las separaba volvi a hacerse dolorosamente patente. Confusa, Carolyn levant la vista. Los ojos de Raisa se haban vuelto fros como el hielo.

    Qu es lo que quieres? pregunt con impaciencia.

    Aquella agresividad en su tono de voz cogi a Carolyn desprevenida. Era la misma mujer que haca un momento se haba mostrado tierna y cariosa. La sorpresa debi de reflejarse en su cara, ya que Raisa se rebel enseguida.

    No tengo todo el da, seora Stenbeck.

    Raisa se removi en el asiento, visiblemente agitada. Carolyn no pudo ms que seguir mirndola durante unos segundos.

    Quera hablarle sobre un proyecto en el que he estado trabajando...

    Seora Stenbeck la cort antes de que pudiera terminar, qu se cree que hago aqu todo el da? Vyase a comer con sus amigas y no me haga perder mi valioso tiempo. No tengo tiempo para escuchar sus proyectitos Raisa la fulmin con la mirada. Haba dado el encuentro por concluido a todos los efectos.

    Carolyn se qued de piedra. Pronto, la ira ocup el lugar de la sorpresa. Se puso en pie, temblando, an no del todo segura de si era por el mareo o de puro enfado. Abri la boca para decir algo, pero la indignacin no se lo permiti. Se dio cuenta de que an tena el vaso en la mano y se lo qued mirando.

    De repente, le tir a Raisa el agua restante por encima. Esta se levant, muda por el sobresalto y la sorpresa.

    Toma! A lo mejor as se te refrescan las ideas!

    Y, a continuacin, Carolyn sali del despacho.

  • Durante das, esper que Matt volviera a casa con la noticia de que lo haban despedido. An no poda creerse lo que haba hecho. Nunca antes ninguna persona le haba hecho perder los nervios como haca Raisa cada vez que estaban en la misma habitacin. Carolyn era consciente de que se haba pasado de la raya. Nunca le cont a Matt lo que haba pasado aquella tarde y, al parecer, tampoco lo hizo Rais Andieta.

    Desde ese da, Carolyn se dedic a evitar todo contacto con ella. Siempre que haba una cena o algn tipo de evento al que Raisa iba a asistir, ella se aseguraba de encontrar alguna excusa para no ir.

    Y all se encontraban al fin, una vez ms en la misma posicin: las dos en bandos opuestos. Y las dos en la misma habitacin.

    Captulo 2Carolyn saba que ya poda dar su propuesta por muerta y enterrada. Si Raisa Andieta le pona alguna objecin, no pasara de ah. Nadie se lo discutira. Tal era el poder que ejerca Raisa. Todo el mundo lo saba. Nadie la contradeca en nada. Nadie lo intentaba siquiera. Nadie, excepto Carolyn Stenbeck, lo haba intentado nunca.

    La mayora de las esposas de los ejecutivos de la seora Andieta haban aprendido pronto a agachar la cabeza y obedecer. Todas, salvo Carolyn Stenbeck, claro. Ella haba sido la excepcin. Nada ms entrar en la sala de reuniones del exclusivo club de campo, Raisa se vio rodeada por las arribistas mujeres de sus empleados. Al menos as era como Raisa las vea: como una panda de aduladoras que lo nico que deseaban era subir en la escala social. Se mostr distante y educada con ellas Y. como era habitual, pase la mirada por la sala mientras hablaba, en busca de la persona que, para su desilusin, ltimamente no encontraba nunca: Carolyn Stenbeck. Fue entonces cuando la vio, justo cuando abandonaba la estancia y sala a uno de los balcones.

    De noche, Caracas era una mgica ciudad de luces. Pero, al igual que la magia, aquello no era ms que una ilusin. De da se vea con ms claridad que todas y cada una de aquellas lucecitas mgicas se convertan en un reflejo de miseria, hasta formar una montaa de pobreza, crimen y hambre difcil de resolver. La situacin dejaba poco espacio para la esperanza.

    Carolyn se acod en la barandilla del club de campo, consciente de que, en su pequeo reducto de riqueza, todo aquello no la afectaba. All, tras los muros del poder y del derroche, estaba a salvo. Sinti una punzada de tristeza. Haba trabajado muy duro en la propuesta. Era algo suyo y habra ayudado a todas aquellas personas. Pero ahora todo seguira igual. Por mucho que Carolyn lo haba intentado, nunca haba llegado a encajar del todo en aquel ambiente. Matt siempre estaba ocupado. Simn, su hijo de ocho aos, era su orgullo y su nica alegra. Haca tiempo que Matt haba dejado de ser el hombre del que se haba enamorado.

    Carolyn se senta inquieta, descentrada. Trasladarse a Caracas dos aos antes haba sido un ltimo intento a la desesperada de salvar su matrimonio, por el bien de Simn.

  • All podran empezar de nuevo y, con el sueldo de Matt, Simn tendra slo lo mejor. Sin embargo, para Carolyn haba significado dejar atrs a sus amigos, a su familia y su carrera. Se mora de ganas de hacer algo til.

    Algo como, por ejemplo, ayudar a aquella pobre gente. No obstante, tendra que volver a resignarse a que sus das estuvieran llenos de trivialidades que detestaba.

    De pie en la baranda, se dej confortar por la calidez de la brisa. Contempl la ciudad durante unos instantes y despus mir al cielo, a las estrellas, sintiendo la caricia de la brisa sobre su cuerpo. Carolyn Stenbeck era la definicin de la belleza. Su piel plida se haba tornado dorada en el tiempo que llevaba en Venezuela. La luz del sol haba besado su rubio cabello y lo haba salpicado de luminosidad. Y con aquel vestido blanco pareca una diosa de la antigedad adorando a la luna. Cerr los ojos y se entreg a aquellas sensaciones, con la esperanza de que la consolaran en su desilusin.

    Aqulla fue la imagen que se encontr Raisa Andieta cuando sali al balcn. Carolyn tena los brazos en torno a su cuerpo y miraba al firmamento nocturno. Raisa se qued quieta y la contempl, embelesada. Se haba repetido muchas veces que aquella mujer no tena ningn poder especial. Era como si librara una lucha interna: no dejaba de decirse que Carolyn Stenbeck no era diferente a las dems mujeres. Y, sin embargo, cada vez que entraba en una habitacin la buscaba y siempre que no estaba notaba una punzada de decepcin.

    Raisa se deleit con la visin. Senta una atraccin innegable por aquella mujer que, con lo hermosa que era, le haca perder los estribos cada vez que se acercaba. Raisa haba aprendido a mantener las distancias, pero, a pesar de eso, su cuerpo se empeaba en buscar aquello de lo que trataba de escapar.

    Carolyn percibi su presencia antes de verla. El fulgor de la luna y el sonido de la msica en el interior las envolva a ambas. Raisa se le acerc despacio y se puso a su lado en silencio para contemplar la ciudad.

    Lo que tienen las noches como sta es que son engaosas dijo en voz baja.

    Carolyn se volvi hacia la ciudad a su vez.

    Qu quieres decir?

    Un momento 'est en calma y al siguiente e como si el cielo se abriera y descargase sobre nosotros toda su fuerza.

    Carolyn se volvi para mirarla. Segn cmo, Raisa era un misterio. Le pareca tan inescrutable como la tierra en la que haba vivido durante los ltimos dos aos.

    No lo entiendo,

    Ah, no? Raisa se gir y mir a Carolyn a los ojos.

    Por qu siempre tienes que contestar a una pregunta con otra pregunta? protest Carolyn, turbada. Como siempre que pasaba unos minutos cerca de Raisa

  • Andieta, una sensacin de nerviosismo haba empezado a atenazarle la boca del estmago.

    _Por qu siempre me provocas?

    Yo

    S! T! Raisa levant los brazos con un gesto de frustracin.

    Yo? Yo! Pero si eres t! T eres la que se divierte humillndome.

    Raisa la mir fijamente, sin pronunciar palabra. Lo nico que vea eran los labios de Carolyn y quera saber cmo saban. Raisa se dio media vuelta y se alej unos cuantos pasos. Se detuvo un momento y, de repente, volvi a encararse con ella. Los ojos le brillaban con decisin. Carolyn no se amilan.

    No me gusta la cobarda sise Raisa.

    Haba deseo en su mirada; deseo y algo ms que

    Carolyn no alcanzaba a comprender.

    Yo no soy ninguna cobarde, seora Andieta.

    En esta ocasin no pens.ba ceder. Si Raisa quera pelea, la iba a tener. -

    Te has escapado de la reunin.

    Y quin iba a enfrentarse a ti? replic Carolyn, sarcstica. Nadie. Ninguna de esas mujeres me habra apoyado en tu contra. Dejaran a toda esa gente morirse de hambre antes que oponerse a ti. Cmo te hace sentir eso, seora Andieta? Qu se siente al saber que tienes el poder de decidir quin vive y quin muere?

    No seas tan dramtica! Si de verdad creyeras en lo que ibas a proponer lo habras intentado!

    Y luchar contra ti? Carolyn le dio la espalda y se alej unos pasos antes de soltar una carcajada seca.

    No sera la primera vez que lo intentas le dijo Raisa en un tono amenazador. Al parecer, nadie te ha enseado lo que es obedecer.., an.

    Carolyn se volvi al punto. Ya haba tenido bastante. Vete al infierno! Yo no soy la esclava de nadie! Algn da alguien te domesticar la voz de Raisa se suaviz.

    Si? Pues no sers t!

    En cuanto las palabras salieron de su boca, un relmpago ilumin el cielo, 'seguido de un trueno ensordecedor. Sin embargo, Carolyn slo tena ojos para el fuego que arda descontrolado en las profundidades de la mirada de la mujer que tena ante ella.

    Antes de que pudiera darse cuenta de lo que pasaba, Raisa se le haba acercado y la estrechaba entre sus brazos con fuerza. Mientras el cielo se desplomaba sobre sus

  • cabezas, los labios de Raisa hallaron su objetivo. Sacudidas por los elementos, saborearon el hambre de la tormenta en los labios de la otra.

    Raisa se adue de la boca de Carblyn y se la devor, acallando cualquier protesta. Sus manos la exploraron, ansiosas de tocar, sentir. Nunca haba experimentado un ardor semejante. Estaba acostumbrada a coger lo que quera cuando lo quera y llevaba demasiado tiempo deseando a aquella mujer.

    Carolyn se haba quedado sin aliento; el fuego en su interior la consuma. No slo luchaba contra el deseo de Raisa, sino tambin contra su propio tumulto interno. No! Carolyn trat de que Raisa la soltara. Cobarde!

    Estall un nuevo relmpago, seguido por el retumbar de un trueno, como si la naturaleza quisiera ir pareja a la tormenta que se haba desatado entre las dos.

    Rasa inmoviliz a Carolyn contra la pared, en un rincn de la baranda.

    ,Sultame! le grit Carolyn a la tormenta.

    Raisa sonri y le estruj un pecho. La mano de Carolyn cort el aire y le propin a Raisa un bofetn de indignacin. Raisa la mir, furiosa y sorprendida, y le agarr la mano con fuerza.

    De nuevo, los labios de Raisa cubrieron los de Carolyn y esta vez el beso fue despiadado. No era un beso de pasin, sino de dominio, y lo nico que estaba dispuesta a aceptar era una sumisin completa. Carolyn sabore la sangre en su boca y, de sbito, un sollozo derrotado surgi de lo ms hondo de su garganta,

    Raisa se apart de inmediato. Mir a Carolyn a los Ojos y se dio cuenta de que rebosaban lgrimas de frustracin. La tormenta segua rugiendo a su alrededor, pero entre ellas se hizo el silencio.

    Sultame.

    Todo pareca carente de sonido, como si se hallaran suspendidas en el vaco. Eran las nicas personas del universo. Un cuerpo apretado contra el otro. El uno prisionero del otro.

    Poco a poco, Raisa dej caer las manos y observ cmo Carolyn escapaba de ella. De repente, se dio la vuelta y la tormenta la envolvi de nuevo. Se qued inmvil mientras el viento soplaba furioso en torno a su cuerpo y el cielo estallaba una y otra vez. Impertrrita, se encar con la tormenta y la desafi. Ella era Raisa Andieta y nadie poda hacerle frente. Ri y el viento se llev sus carcajadas.

    La tormenta no haba hecho ms que comenzar.

  • Captulo 3Por que estamos teniendo cortes de luz, Joaqun? le pregunt Raisa al nervioso empleado que haba acudido a su despacho.

    Es por las lluvias, seora Andieta En Katya estn teniendo corrimientos de tierra. An no hay cifras fiables sobre el nmero de muertos. El tendido elctrico est sufriendo las consecuencias...

    Joaqun, me da igual lo que est pasando en Katya. Tenemos un generador nuevo. Entonces, por qu estamos teniendo cortes de luz? bram Raisa.

    Lo estn arreglando, seora Andieta repuso l, sombro.

    Pues ve y asegrate d que se arregla. Fuera! grito, sealando a la puerta

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    Seora Andieta...

    Largo de aqu!

    El hombre sali de la oficina pies para qu os quiero.

    Antes de que Raisa tuviera tiempo de dar rienda suelta a su enfado, le son el telfono. Llevaba sonando ininterrumpidamente todo el da.

    S, Gloria.

    Seora Andieta, tengo a Matt Stenbeck en la lnea dos.

    Muy bien, Gloria. Te ha dicho lo que quiere?

    Al parecer tienen problemas en una de las torres deperforacin.

    Maldita sea! Est bien. Raisa cambi a la lnea dos. Matt, qu sucede?

    Seora Andieta, ha habido una explosin en la torre 81.

    Que ha habido qu?

  • El incendio ya est controlado, pero las lluvias no estn ayudando.

    Cmo ha podido pasar, Matt? Esa es tu torre.

    Quin es el responsable de la seguridad?

    Alberto Curbelo se encarga de la seguridad, pero...

    chalo. Ha puesto en peligro la seguridad. Lo quiero fuera de las instalaciones en cuanto cuelgues el telfono y, Matt, te quiero ver aqu maana por la maana con una relacin de los cambios en plantilla.

    Seora Andieta, hemos tenido bajas.

    chalo. Lo quiero fuera de mi torre. Ahora, Matt.

    Colg el telfono, indignada. Siempre haba bajas. As era la vida. Al final, los beneficios superaban a las prdidas. En su opinin, las prdidas eran un factor aceptable.

    El telfono volvi a sonar.

    S, Gloria.

    Seora Andieta, ha habido una riada cerca de Las Lomas. La calle est inundada. Informan de que algunas personas se han ahogado al quedarse atrapadas en los coches comunic Gloria con voz temblorosa.

    Gloria, tranquilzate. Ve al grano.

    La polica ha llamado para informarnos d que uno de los coches atrapados en la riada era un coche de la empresa. La secretaria se ech a llorar.

    G1oria! Por amor de Dios! Deja de llorar y dime qu ms han dicho.

    Ester Curbelo y sus dos hijos se han ahogado. Haba otra mujer con ellos en el coche, pero an no la han identificado.

    Mantnme informada dijo Raisa antes de colgar.

    Llevaba una semana lloviendo. Haba habido corrimientos y riadas por toda la ciudad. Y encima aquello. Seguramente los horarios de produccin se resentiran.

    Recordaba haber conocido a Ester Curbelo. A decir verdad, se dijo Raisa, haba sido bastante agradable charlar con ella. Lo senta por los nios y, se alegraba de no haberlos conocido.

    Ester siempre iba a aquellas cenas a las que Raisa odiaba asistir. Y, por supuesto, si la recordaba era porque siempre que Carolyn asista se pona a hablar con ella.

    Carolyn!

    Haba otra mujer en el coche...

  • Raisa llam a casa de Carolyn. El telfono son y son durante lo que le pareci una eternidad, hasta que alguien descolg al otro lado.

    Residencia Stenbeck, buenos das.

    Quiero hablar con la seora Stenbeck.

    25

    Lo siento, la seora Stenbeck no est en casa. Cundo volver? Sabe dnde est?

    Sali por la maana y an no ha vuelto. No s cundo llegar.

    Sabe si hoy ha hablado con Ester Curbelo? Con quin hablo? pregunt la criada con suspicacia.

    Esccheme con mucha atencin. Soy Raisa Andieta.

    Sabe quin soy?

    S, claro, seora Andieta.

    Entonces dej de preguntar estupideces y dgame si Carolyn ha hablado con Ester Curbelo hoy!

    Tras una breve pausa, la criada repuso:

    S, seora Andieta, han hablado.

    Dios mo! exclam Raisa. Si habla con la seora Stenbeck, dgale que se ponga en contacto conmigo inmediatamente, lo ha entendido?

    Si, seora Andieta.

    Raisa puls el botn de terminar la llamada y, a continuacin, puls el de marcacin directa de su hombre en el departamento de polica por la otra lnea: Trat de convencerse de que estaba haciendo una montaa de un grano de arena. Que Ester Curbelo hubiera hablado con Carolyn por la maana no quera decir nada. Y, sin embargo, el corazn le lata cada vez ms deprisa y tena la respiracin agitada.

    Le dio la impresin de que el telfono sonaba sin parar. Cuanto ms tardaban en cogerlo, ms nerviosa se pona. Finalmente, alguien descolg el aparato.

    Oigo, sargento de guardia.

    Ramiro, soy. Raisa Andieta.

    Seora Andieta, es un placer...

    Quiero saber el nombre de todas las personas que haba en el coche de mi empresa que qued atrapado en la riada de Las Lomas hoy.

    Seora Andieta, no cuelgue. Ir a comprobarlo. Muy bien, date prisa.

  • Raisa esper, tamborileando con las uas de los dedos en el escritorio. Se sucedieron los tensos minutos de es- Pera. Raisa estaba cada vez ms preocupada.

    Seora Andieta?

    S, sigo aqu.

    Tenemos a una tal Ester Curbelo y a sus dos hijos, Paulo, de seis aos, y Andrs, de cuatro aos. Haba otra mujer y otro nio en el coche, pero an no hemos podido identificarlos.

    Ramiro, esto tiene prioridad absoluta. Averigua quin es la otra mujer. Y an ms importante, necesito me encuentres a alguien qu ha desaparecido. Pon a todos los hombres en ello.

    Seora Andieta, ahora mismo la cosa est complicada. Los barrios estn colapsados por el agua.

    No me discutas. No te lo pido, Ramiro, te ordeno que lo hagas. Est claro?

    S, seora Andieta. A quin tengo que buscar?

    Se llama Carolyn Stenbeck. Su hijo va al colegio Campo Alegre. Encuntrala y llmame enseguida. Encontrar a esa mujer es lo ms importante ahora, !Entendido?

    Seora Andieta.

    Seora Andieta nada, o sabrs lo que es el dolor. S, seora Andieta. Pondr a todos mis hombres a trabajar en ello.

    Raisa colg el telfono y se apoy en el respaldo de la silla. Dnde estaba Carolyn?

    Carolyn estaba empezando a asustarse de veras. El agua cada vez suba ms y. haba coches por delante y por detrs.

    Tengo miedo, mami murmur Simn.

    No te preocupes, cielo. No va a pasar na. Slo que tardaremos un poco ms en llegar a casa trat de tranquilizarlo Carolyn.

    Sin embargo, cuanto ms tiempo pasaba, ms suba el agua. La gente empez a abandonar los coches. Tena que tomar una decisin y rpido.

    Mami, el agua cada vez est ms alta, mira! Aquel coche se ha cado en un agujero!

    Simn, baja la ventanilla, corre!

  • Captulo 4Seis horas ms tarde segua sin noticias de Carolyn. Raisa Andieta estaba que se suba por las paredes. Nunca se haba sentido tan impotente Tema un montn de problemas que solucionar, desde problemas con los generadores a explosiones, pero estaba acostumbrada a trabajar bajo presin. El caos era lo nico que la mantena centrada y eso era de agradecer. En el momento en que no tena la cabeza ocupada con algo, se acordaba de que Carolyn segua desaparecida y de que la mujer que iba Con Ester Curbelo en el coche aun no haba sido identificada.

    En ese momento llamaron al telfono y Raisa lo descolg antes de que sonara dos veces.

    S, Gloria.

    --Seora Andieta, tenemos el nmero de vctimas en Katya.

    Me importan una mierda Katya y sus vctimas.

    Mantn la lnea abierta para Ramiro Fonseca. Slo, para l! Entendido?

    Si, seora Andieta.

    Has seguido llamando a casa de Carolyn Stenbeck?

    Si, seora Andieta. Clara, la criada, dice que an no sabe nada de la seora Stenbeck.

    Sigue llamando a los dems nmeros. Slo aceptar llamadas de ella. Psale las dems a Arturo Ests. Que se ocupe l de solucionar las cosas, para variar:

    S, seora Andi... Colg el telfono, sin dar tiempo a Gloria de acabar la frase.

    Raisa paseaba de un lado a otro del despacho como un len enjaulado. Fue hacia la ventana y contempl el exterior. Su nimo era tan negro como las nubes de la tormenta.

    El telfono de Raisa son por su lnea privada y ella se abalanz sobre el aparato.

    Si?

    Tengo la informacin que me pidi.

    Sabe el nombre de la mujer del coche?

  • Si, seora Andieta.

    Raisa respir hondo y se sent. Contuvo la respiracin.

    dY bien? dijo, incapaz de reconocer el temblor de su propia voz.

    Se llamaba Mara Santisnero... Raisa ya no oy nada ms y cerr los ojos, aliviada. Iba con su hija Maite, de seis aos. Al parecer, las dos solan llevar a los nios al colegio juntas.

    Ramiro, me has encontrado a Carolyn Stenbeck? musit Raisa.

    Seguimos buscando, seora Andieta. La ciudad es un caos. La lista de desaparecidos no deja de crecer. Tengo a todos mis hombres buscndola. Quera informarla de las novedades.

    Ramiro, encuntrala. Encuntrala y te dar cien mil dlares americanos.

    Al otro lado de la lnea se produjo un silencio de asombro.

    Encuntrala,, Ramiro. Encuntramela.

    La encontrar, seora Andieta.

    Una vez finalizada la llamada, Raisa se sent tras su mesa y esper. Fue en aquel momento cuando, de repente, se dio cuenta de que nadie haba llamado preguntando por ella. A nadie le preocupaba que estuviera en casa o no.

    La mayora de los empleados permanecieron en el edificio, porque no queran arriesgarse a quedarse atrapados en la ciudad, sumida en el caos. El edificio se haba construido para resistir todo tipo de tormentas. Otra cosa (ILliz no, pero si haba algo que a Raisa le gustara era la eficiencia. Todo tena que funcionar a la perfeccin. El edificio tena su propio sistema de suministro de agua subterrneo, para no depender del poco fiable suministro de la ciudad. Tambin estaba equipado con generadores de emergencia propios. Los apagones eran habituales, pero no afectaban a la productividad de la sede central de Petrleos Copeco. Raisa haba llegado al extremo de Instalar lneas de telfono separadas para estar siempre ul da de lo que pasaba tanto dentro como fuera del pas. Ei'a una experta en los entresijos del poder y saba muy bien cmo usar sus armas.

    No obstante, aun con todo ese poder a su disposicin, era incapaz de encontrar a una simple mujer en una ciudad.

    Tena un jeep esperando, por si tena que salir, con prisas. Haban pasado seis horas y segua sin noticias. Raisa volvi a contemplar la tormenta.

    Carolyn, dnde ests? Qu me has hecho? Dios, cmo te odio!

    Avanz sobre el aparador de su oficina y con un movimiento brusco de los brazos barri todo lo que tena encima y lo tir al suelo. Alarmada por el ruido de cristales rotos, Gloria entr en el despacho.

    Seora Andieta?

  • Raisa tena la frente apoyada en el cristal de la ventana y, con los ojos cerrados, repeta:

    Te odio, Carolyn.

    Seora Andieta? -

    Raisa no dio muestras de advertir su presencia. Gloria se acerc a su jefa con precaucin.

    Seora Andieta?

    Raisa segua sin decir nada. Gloria, a su lado, le toc el brazo.

    Seora Andieta, se encuentra bien?

    Raisa mir a Gloria como si la viera por primera vez. Dio un paso atrs para alejarse del cristal, le dio la espalda a Gloria y atraves el estropicio de camino a su escritorio. Sentada de nuevo en su silla, levant por fin la vista hacia su secretaria.

    --- Llama a mantenimiento para que limpien todo esto.

    Empez a hojear algunos papeles que tena sobre la mesa, ignorando por completo la cara de desconcierto total de Gloria.

    ,Durante un segundo, la secretaria permaneci de pie, sin decir nada. Despus, sali a toda prisa para acatar la orden de Raisa.

    Una hora despus, el telfono privado de Raisa volvi a Sonar.

    La he encontrado, seora Andieta. Se registr en el Caracas Hilton hace una hora.

    Gracias a Dios exclam Raisa, mientras se sentaba y ocultaba el rostro entre las manos.

    Captulo 5Carolyn estaba asombrada por haber llegado tan lejos. Por suerte, haba cado en la cuenta de coger el bolso cuando Simn y ella' abandonaron el coche en la autopista. Haba agua por todas partes. Al llegar, se enter de que haba muerto gente ahogada. Logr que los llevaron en coche un rato y despus caminaron el resto del :camino hasta el hotel. Simn estaba agotado y con un Justo de muerte encima, el pobre. Carolyn intent ponerse en contacto con Matt, pero el telfono del hotel estaba cortado.

    Carolyn entr en el hotel con su hijo exhausto en brazos. Estaban calados hasta los huesos y era ms que probable que parecieran dos indigentes. Por un momento, el recepcionista estuvo a punto de echarlos, pero Carolyn enseguida sac su tarjeta de crdito y pag por una suite grande. En Caracas, era as como se arreglaban las cosas.

  • Lo primero fue ocuparse de Simn. Carolyn lo ba y pidi algo de comer al servicio de habitaciones. Despus se duch ella y al poco los dos estaban envueltos en los albornoces de rizo del hotel. Casi antes de acabar de comer, Simn se qued dormido como un tronco. Carolyn lo llev al segundo dormitorio, lo acost y cerr la puerta antes de volver a la salita de estar.

    Por fin, Carolyn dio rienda suelta a la angustia acumulada durante todo el da. Ya no tena que ser fuerte por Simn. Cuando dejaron el coche, la ciudad era una locura. La gente gritaba, la calle se estaba hundiendo bajo sus pies y todo el mundo corra. La baranda casi los tira al suelo. No haba pasado tanto miedo en su vida. Despus, mientras avanzaban penosamente, se haba ido haciendo de noche y la oscuridad lo haba cubierto todo. Algunas partes de la ciudad se haban quedado sin luz y la negrura lo haba vuelto todo an ms terrorfico.

    Haban caminado durante horas hasta que tuvo que coger a Simn en brazos porque estaba demasiado cansado para seguir andando. Deban de tener un ngel de la guardia velando por ellos, porque, aunque haban acabado atravesando uno de los barrios ms peligrosos de Caracas en medio de la tormenta, no haban tenido ningn problema que no fuera la propia tormenta. A medida que se acercaban al centro de la ciudad, haban empezado a encontrar algunas farolas encendidas. Haban tenido la suerte de encontrar un taxi y Carolyn le ofreci 500 dlares al taxista por llevarlos al Caracas Hilton. Haban tardado una hora en llegar, pero al menos estaban a salvo y a cubierto.

    Carolyn se sent y se abraz las rodillas. Acurrucada como una nia asustada, se permiti llorar. Estaba agotada y tena las emociones a flor de piel. Pero, sobre todo, se senta sola.

    Permaneci un buen rato ajena a todo lo que la rodeaba, hasta que un timbre insistente la devolvi a la realidad. Mir a la puerta y se dio cuenta de que la estaban llamando.

    Carolyn, Carolyn, por amor de Dios, abre la puerta!

    Se levant y fue a la puerta casi de un salto. La abri de par en par. Ninguna de las dos mujeres supo con certeza cul de ellas se movi antes, pero, un segundo despus, Raisa abrazaba a Carolyn con fuerza. Carolyn empez a temblar y a sollozar.

    Ya ests a salvo, Cara. Ests a salvo le susurr

    Raisa, con el rostro hundido en su cabello. Se acab. Se acab.

    Carolyn alz el rostro y mir a Raisa a los ojos. Raisa le enjug las lgrimas con el pulgar y sus labios rozaron los de Carolyn con suavidad. Despus la abraz de Muevo.

    Ests agotada. Vamos, Cara, yo cuidar de ti le dijo con dulzura.

    Carolyn estaba agotada. Haba sobrepasado su lmite. Hundi el rostro en el cuello de Raisa y se dej llevar por la calidez de sus brazos y la suavidad de su cuerpo. Dnde est Simn?

  • Est dormido. Raisa, casi nos ahogamos. Ha sido horrible. Carolyn empez a llorar de nuevo.

    Lo s, Cara, lo s. Pero ahora ests a salvo.

    Raisa se volvi y cerr la puerta de la suite, que segua abierta.

    En qu habitacin est Simn?

    En sa musit Carolyn dbilmente, sealando el cuarto de su hijo. Estaba aterrorizado. Odio vivir aqu. Quiero irme a casa. Odio vivir aqu.

    Carolyn se dej guiar al interior de la otra habitacin, refugiada en el abrazo de Raisa.

    Podemos hablar de dnde quieres vivir maana, Cara, maana. Quiero que te acuestes, Cara. Lo qe necesitas ahora es descansar. Raisa se qued de pie, a oscuras junto a Carolyn. Cuando se dispona a alejarse, Carolyn se asust y la agarr de la mano.

    No te vayas. Por favor, no te vayas.

    Me quedar contigo. No voy a dejarte le asegur Raisa, acaricindole la mejilla con ternura.

    Raisa la ayud a meterse bajo las sbanas. Entonces se alej un paso y empez a quitarse la ropa ella tambin. Carolyn esper, sin decir nada. Tan pronto como Raisa se meti en la cama y se volvi hacia ella, Carolyn se acurruc en sus brazos. Raisa le acarici el pelo con parsimonia, hasta que oy que la respiracin de Carolyn se calmaba. Finalmente, se qued dormida.

    Raisa la abraz, mientras fuera continuaba la tormenta. Nunca haba abrazado a una mujer slo para consolarla. Siempre lo haba hecho en busca de placer. Le gustaban tanto los hombres como las mujeres, pero tena que admitir que, si le daban a elegir, prefera a una mujer como amante, a pesar de que, luego, siempre era ms difcil librarse de una amante que de un amante cuando se hartaba de ellos: -

    Raisa haba deseado a Carolyn Stenbeck desde el primer momento en que la vio. Normalmente habra satisfecho su deseo sin pensarlo dos veces. Pero, en esa ocasin, una voz en su interior la haba hecho mantenerse a distancia desde el principio. Y luego estaba la propia Carolyn, claro. Nunca estaban de acuerdo en nada. Carolyn quera cambiar las cosas y Raisa detestaba que la gente se entrometiera en sus asuntos. Haba tenido muchas oportunidades de trasladar a Matt Stenbeck, pero no lo haba hecho. Ni siquiera despus de que Carolyn tuviera la osada de vaciarle un vaso de agua encima. Cualquier otra persona no habra vivido para contarlo.

    Raisa baj la vista y la pos en la mujer que tena (entre sus brazos. Notaba una sensacin extraa en su interior. Una sensacin que, poco a poco, se extenda por todo su cuerpo. Carolyn estaba aferrada a ella. Raisa la abraz ms fuerte y hundi el rostro en su cabello. Se durmi, arrullada por la sensacin de tener a Carolyn Stenbeck entre sus brazos y con la confianza de que no iba a apartarla de su lado.

  • Captulo 6El rugido de un trueno, seguido por un estallido de luz que ilumin la habitacin, despert a Carolyn. Se sent en la cama, asustada. Mir a la ventana y vio el resplandor de los relmpagos a travs de las cortinas. De repente not unos brazos suaves, que la atraan de vuelta a la calidez y la seguridad de su abrazo, y se volvi para refugiarse en ellos.

    Carolyn apoy la cabeza en la almohada justo cuando otro relmpago iluminaba el rostro de Raisa sobre el suyo.

    Estoy aqu contigo, Cara. Estoy aqu contigo.

    La voz de Raisa era suave y melodiosa. Carolyn not que le abra el albornoz y lo quitaba de en medio. La piel le arda. Unos labios clidos le acariciaron el cuello; Raisa se le puso encima y Carolyn abri la boca para recibir su lengua.

    Mamimami... oy en la distancia.

    Carolyn se removi en la cama y sonri, acunada en un clido abrazo que la llenaba de bienestar. .

    Mami...

    Carolyn abri los ojos perezosamente al or que giraban el pomo de la puerta.

    Ya voy, cielo respondi, an medio dormida.

    Se permiti respirar una vez ms en la calidez que la envolva.

    Creo que Simn tiene hambre le dijo una voz suave en el odo, antes de darle un beso.

    Carolyn abri los ojos de golpe y se apart de los brazos que la rodeaban casi de un salto, antes de quedarse mirando a Raisa fijamente en estado de shock.

    Buenos das susurr Raisa.

    Carolyn pareca a punto de decir algo, pero en ese momento Simn volvi a girar el pomo.

    Mami?

    Carolyn se puso muy nerviosa. Sus ojos saltaron de Raisa a la puerta y de vuelta a Raisa.

    Ve con tu hijo, yo te espero aqu le dijo Raisa, en un tono suave pero firme.

    Carolyn pareca haber perdido el habla. Sacudi la cabeza, como si quisiera despertar de un sueo. Fue a levantarse y entonces se dio cuenta de que estaba des- nuda y lo

  • record todo. Desesperada, empez a buscar el albornoz que le constaba que haba llevado puesto la noche anterior.

    Ten, Cara. Pntelo.

    Carolyn se volvi hacia Raisa, que le tenda el albornoz.Date prisa le sonri Raisa.

    Carolyn se dirigi apresuradamente hacia la puerta. Una vez frente a ella, se detuvo y tom aire antes de salir a buscar a Simn.

    Raisa se qued en la cama a esperarla. Otra maana despus, se dijo. Slo que esta vez era ella la que se quedaba en la cama. Oa la voz de Carolyn en la sala. Le hablaba a Simn en un tono dulce y carioso, y su afecto la cautiv. Por la manera en que le hablaba a su hijo, era evidente que Carolyn lo adoraba.

    A pesar de que la conoca desde haca dos aos, se daba cuenta de que no saba nada de ella. Al menos nada Importante. Conoca todos los hechos y detalles de su vida, pero no conoca a la verdadera Carolyn. De repente, la invadi el deseo de conocer a la mujer cuyo cuerpo haba posedo horas antes. Y, al pensar en ello, Raisa no pudo evitar recordar.

    Carolyn se haba mostrado apasionada y receptiva, (otno si la deseara tanto como Raisa a ella. Raisa cerr los ojos y las imgenes empezaron a recorrerla como un torrente: Carolyn con la cabeza hacia atrs, suplicndole que no parara; Carolyn inspirando la primera vez que la penetr. El deseo volvi a hacer presa en ella.

    (Cmo es posible que mi hambre an no est saciada se pregunt.

    En ese instante, deseaba a Carolyn ms que nunca.

    Carolyn no haba sido para ella un mero instrumento c placer, sino una copartcipe apasionada. Le haba dado mas placer del que haba experimentado jams. Y en aquellos momentos, los de la maana despus, an quera ms. Or primera vez, Raisa no tena ninguna prisa por irse.

    Se levant, se acerc al ventanal y descorri las cortinas. La luz del sol entr en la habitacin a raudales. Por fin haba pasado la tormenta y estaba saliendo el sol.

    Fue as como Carolyn la encontr al volver a la habitacin: de pie junto a la ventana, con su cuerpo perfectamente esculpido baado por la luz dorada del sol. Carolyn se la qued mirando unos segundos antes e recuperar el habla. El cuerpo de Raisa era corno una invitacin que, aunque no fuera formulada en voz alta, tanto la una como la otra comprendan a la perfeccin. Una invitacin que deca: Ven!.

    Creo que deberas irte le dijo con delicadeza.

    Carolyn se senta atrapada entre el miedo y la necesi dad de correr a sus -brazos de nuevo. Cerr los ojos du rante un segundo para dejar de temblar. Cuando volvi a abrirlos, Raisa estaba frente a ella, iluminada desde atrs por el resplandor del sol.

    Yo tambin tengo hambre _susurr Raisa, al tiempo que la rodeaba con sus brazos y devoraba sus labios.

  • Carolyn empez a devolverle el beso, pero de repente apart a Raisa como si la hubiera quemado.

    No, tienes que irte!

    Necesito tocarte.

    1No1 Y ahora no es momento de hablar de eso. Tienes que irte insisti Carolyn.

    No hay nada de qu hablar. Mi cuerpo an te necesita afirm Raisa, tratando de cogerla de nuevo.

    No me toques! Quiero que te vayas! _exclam Carolyn.

    Raisa se qued helada. Carolyn la estaba echando. As que reaccion de la nica manera que saba: contraatac.

    Me ir cuando me d la gana. Ahora te deseo - gru, mientras la rodeaba con sus brazos.

    Simn... Simn podra orte. Por favor, Raisa. Vete..., por favor.

    Entonces quiero que nos veamos luego le dijo, abrazndola con firmeza.

    Carolyn se apart unos pasos.

    Esto ha sido un error. Un terrible error. Estaba asustada y...

    Y no sabas lo que hacas? termin Raisa, con una nota de sarcasmo.

    Carolyn la mir a la cara.

    Eso es.

    En qu ocasin? En cual de ellas no estabas segura de que lo queras? La segunda o la cuarta vez que follamos? pregunt Raisa, en un tono envenenado.

    Carolyn cerr los ojos y volvi a abrirlos. Raisa la empuj y la inmoviliz contra la pared del armario. Conmocionada, al principio Carolyn no reaccion, hasta que Raisa le meti la mano entre las piernas y le hizo soltar un respingo. Sus rostros estaban tan cerca el uno del otro que notaba el aliento de Raisa en la boca mientras le hablaba.

    Todava ests hmeda por haber follado conmigo. An sientes mis dedos dentro de ti. Lo s. Lo veo en tus OJOS. O es de mi boca de lo que te acuerdas, Cara? concluy, acusadora--. Te ests poniendo cachonda otra vez. Lo sientes, Cara? pregunt Raisa, mientras paseaba los dedos lentamente sobre los suaves pliegues entre las piernas de Carolyn.

    Raisa, por favor... Por favor, vete. Simn... La

    voz de Carolyn era poco ms que un susurro. Por favor rog, mientras sus ojos se cerraban con el renacer del deseo.

  • Pon a tu hijo de excusa, si quieres. Pero las dos hemos que lo disfrutaste. Y recuerda, Cara ma, t tambin me follaste a m.

    Raisa la solt con brusquedad. Carolyn se qued apoyada en la pared, mientras Raisa recoga su ropa y se vesta. Cuando acab, se volvi hacia ella una vez ms, la mir a los ojos unos instantes y sali del dormitorio.

    Raisa sali del dormitorio y se encontr cara a cara con Simn. l le extendi la mano y ella se la estrech, como si estuviera en trance.

    Hola, soy Simn se present con una sonrisa.

    Hola, Simn. Yo soy...

    Usted es la seora Andieta, me lo ha dicho mam

    _sonaba muy orgulloso de s mismo por saber tantas cosas. Trabaja con mi pap y ha venido para asegurarse de que estbamos bien.

    Raisa sonri casi a su pesar. Normalmente los nios le parecan molestos. Sin embargo, no pudo evitar que el la inocenciaencanto del pequeo, s radiante sonrisa y de sus ojos azules la cautivaran. Resultaba ms que evidente que era hijo de Carolyn. Tena el mismo brillo del sol en el cabello y sus ojos eran amables, como los de su madre.

    Se quedar a desayunar con nosotros? _pregunt justo cuando Carolyn sala del dormitorio.

    La verdad es que tengo hambre repuso Raisa. y le sonri a Carolyn, retndola a poneri alguna objecin.

    Simn, cario, la seora Andieta es una persona muy ocupada. No abuses interpuso Carolyn, con la esperanza de que Raisa captara la indirecta.

    Pero, mami, tiene hambre.

    S, tengo hambre repiti Raisa con una sonrisita traviesa.

    Carolyn capt la insinuacin. Mir a Raisa, a su hijo y de nuevo a Raisa.

    En ese caso, por supuesto, que se quede. Llamamamos al servicio de habitaciones?

    Carolyn se dirigi al telfono, en un intento de poner algo de distancia entre Raisa y ella.

    Desayunaron los tres juntos. Raisa ignor a Carolyn casi por completo. Entabl una conversacin con Simn y dej qu el nio monopolizara toda la atencin. Raisa lo escuchaba de veras y a l se lo vea de lo ms animada. Carolyn tuvo ocasin de ver a Raisa desde una Perspectiva totalmente diferente. Sin que supiera muy bien cmo haba ocurrido, Raisa se haba hecho un hueco en la intimidad de su da a da.

  • El mundo estaba girando tan deprisa que an no haba podido ni recuperar el aliento. Y mientras soaba despierta, los ojos se le fueron a las manos de Raisa y dej escapar un gemido sin darse cuenta, presa del recuerdo de aquellas manos sobre su cuerpo: cmo la haban acariciado, provocado, llevado a lo ms alto una y otra vez. La misma sensacin de mareo que haba experimentado en el despacho de Raisa se abati sobre ella de nuevo y el mundo empez a girar an ms rpido.

    Not las manos de Raisa sobre las suyas antes de verlas en realidad. Y, al alzar la vista para mirarla a los ojos, record cmo aquellos ojos cambiaban cuando los Inundaba la pasin. La voz de Raisa se abri paso a travs de su aturdimiento.

    Ests mareada, Cara? le pregunt, arrodillada a su lado.

    Mami, ests bien?

    Carolyn trag saliva, rompi el contacto visual con Raisa y mir a Simn mientras trataba de recuperar el aliento. Si, cario, estoy bien. Slo un poco cansada.

    Al punto se dio cuenta de lo que haba dicho y mir Raisa. Aquella noche casi no haban dormido.

    Ser mejor que te acuestes y descanses un poco le recomend Raisa con dulzura.

    No! _respondi Caro lyn, demasiado rpido, apartando su mano de la de Raisa.

    Raisa sonri y se levant.

    Claro que s. Ve a echarte y har que mi coche vaya a recoger a tu criada. Mientras descansas, me quedar con Simn hasta que llegue.

    No, ya has hecho bastante replic Carolyn.

    No lo bastante, Cara, ojal pudiera hacer ms asegur Raisa, con doble sentido, esbozando una sonrisa prometedora. Qu te parece el plan, Simn? pregunt Raisa, en busca de un aliado.

    Este no se hizo de rogar.

    'Venga, mami. Yo te tapo. Pareces muy cansada. Simn cogi a su madre de la mano y se dispuso a llevarla al dormitorio.

    Simn, la seora Andieta ha sido muy amable, pero tiene mucho trabajo. . Podemos cuidar de nosotros mismos, no debemos abusar protest Carolyn, en un intento desesperado de recuperar el control sobre situacin.

    _Tonteras, Carolyn. Hago esto porque quiero. Ahora, a la cama. Mi chfer traer a tu criada para que se" ocupe de todo. Yo tengo que encargarme de unos asuntos en el despacho, pero volver esta noche para llevaros a los dos a casa.

    Raisa descolg el telfono y empez a organizarlo todo de acuerdo con su plan. Simon le tir a su madre de la manga y sta permiti que la acompaara a la caH ma, sin dejar de preguntarse: Dnde me he metido?

  • Simn la tap y le dio un beso en la frente antes de salir y cerrar la puerta tras l. Carolyn no dejaba de darle vueltas a la cabeza. Cmo haba sucedido? Cmo haba permitido que sucediera? Y ahora... ahora qu iba a hacer con Raisa Andieta? Raisa le haba dejado totalmente claro que era suya.

    Cmo se atreve a dar por sentado que puede tomar el mando sin ms? Pens Carolyn. Si Raisa Andieta se cree que ahora, as por las buenas, tiene algn derecho a manejar mi vida, est muy equivocada. No pienso volver a acercarme a menos de seis metros de esa mujer nunca ms!

    Aquel fue su ltimo pensamiento consciente antes de que el cansancio y la ansiedad de las ltimas 24 horas la vencieran y Carolyn cayera en un sueo profundo.

    Raisa esper a que llegara Clara para ocuparse de Simn. Antes de irse, fue a ver a Carolyn y la encontr dormida como un tronco. Se qued de pie junto a la mujer dormida durante unos segundos y despus se marcho.

    Raisa fue a casa para ducharse y cambiarse de ropa. Llamo a la oficina y solucion algunos asuntos desde el Coche de camino para all. Tena un mensaje de Matt Stenbeck. Haba llamado para confirmar la reunin y estara en la oficina ms o menos cuando ella llegara.

    Raisa se apoy en el mullido asiento de piel del coche. Iba a reunirse con el marido de la mujer con la que haba pasado la noche. Y, aunque no era la primera vez que se acostaba con la mujer de uno de sus empleados, en esta ocasin la incomodaba. No era que se avergonzara o sintiera remordimientos por haberse acostado con la mujer de otro hombre. Y, desde luego, no se arrepenta.

    Al contrario, deseaba a Carolyn ms que nunca. Lo que la molestaba era la idea de que Carolyn fuera su mujer.

    El la haba tocado y la tocara otra vez. Raisa sacudi la cabeza para alejar aquel pensamiento de su mente,. _Qu coo me pasa? se pregunt en voz alta.

    _Seora Andieta? _inquiri el conductor.

    _Conduce y calla! le grit ella.

    Y durante el resto del trayecto se limit a mirar por la ventana de la limusina, sin pronunciar palabra.

    Captulo 7

  • Raisa entr en la sede central de Petrleos Copeco con paso firme. Era la jefa, y eso era lo nico que haba importado siempre. Tena el control y todo el mundo lo saba y se apartaba de su camino cuando la vean acercarse. Al dirigirse a su despacho, localiz a Matt Stenbeck enseguida. Cuando l la vio llegar, se levant para saludarla.

    Seora Andieta.

    Ella respondi con una inclinacin de cabeza.

    Acompame le dijo sin ms. El la sigui hasta el interior de su despacho. Sintate le dijo, mientras rodeaba su mesa y tomaba asiento.

    Matt se sent al punto. Haba ido directo a la oficina v llevaba horas intentando llamar a casa, sin xito.

    Matt, qu ha pasado en mi torre? Raisa fue directa al grano.

    Al parecer fue una explosin provocada. Hemos encontrado los restos de un pequeo detonador. An lo estamos investigando.

    - Te has librado de Curbelo?

    No he podido localizarlo. Me he enterado de lo de su familia.

    Si, ha sido una desgracia. Se lo has notificado ya a las autoridades?

    Raisa no quera dejarse llevar por sentimentalismos.

    Haba aprendido muy pronto en la vida que las emociones eran una debilidad. En los negocios no haba lugar para la compasin. Su padre se lo haba enseado bien. Aunque era una mujer, y no el hijo que habra querido, lo haba hecho sentir orgulloso de lo rpido que aprenda. Una vez le haba dicho que era ms hombre que ninguno de los que haba conocido y que estaba muy orgulloso de cmo llevaba la empresa.

    Raisa siempre haba buscado la aprobacin de su padre. A ojos de ste, su hermano Andreas era dbil. Lo nico a lo que Andreas aspiraba era a llevar l rancho. Era feliz slo con cuidar la tierra. Martn Andieta lo haba intentado todo para endurecer a su hijo, cmo l deca, pero Andreas se haba mantenido firme en sus convicciones.

    Entonces, un da, fue como si Martn Andieta reparara al fin en su hija. Se dio cuenta de su aguda inteligencia y de su afn de superacin. Su mayor deseo era complacerlo y complacerlo fue precisamente lo que hizo.. Se esforz por ser la mejor en todo. Su padre le ense todo lo que consideraba importante: le ense a disparar y a montar a caballo sin miedo. Le inculc su deseo d vencer y conquistar. Le ense a controlar y manipular a las personas y la convirti en el heredero que habra de mantener y hacer crecer su imperio.

    Y, sobre todo, le ense a no necesitar a nadie. Antes de morir, contempl con orgullo su creacin. Verdaderamente, era todo lo que habra podido esperar, incluso ms. Era autosuficiente. La haba hecho fuerte. Gracias a l, Raisa era capaz de estar sola.

    La haba convertido en la mujer que en aquel momento estaba cara a cara con Matt Stenbeck, interesada slo en los hechos y no en los detalles superfluos. Matt no era

  • especialmente dado a las sensibleras, pero incluso l no poda menos que sorprenderse ante el desinters que mostraba Raisa por las prdidas humanas.

    An no he podido contactar con la polica... Raisa lo interrumpi.

    Bien, nos ocuparemos nosotros. A partir de ahora el asunto queda fuera de tus competencias. Dale a Ests todos los detalles y regresa a la torre. Quiero que refuerces la seguridad, Matt. Y no admitir ms retrasos en la produccin orden sin pestaear. Te has encargado de reemplazar al personal que has perdido? Al no recibir respuesta, levant la vista de los documentos que estaba ojeando.

    Eh... no. Harn falta unos cuantos das para transferirlos de otras torres. Tardar un poco, pero, en relacin con la seguridad, es mejor que traer gente de la que no sepamos nada repuso Matt.

    Raisa lo observ mientras se reclinaba en la silla.

    Muy bien asinti, en muestra de aprecio por la previsin. Te quiero de vuelta all hoy mismo concluy, tajante.

    Volver dentro de unas horas. An no s nada de mi mujer y mi hijo. Quiero asegurarme de que estn bien antes de volver. En la torre est todo bajo control.

    Tu familia est bien. Estn en el Caracas Hilton. Al parecer se quedaron atrapados en la autopista con la riada. He desayunado con ellos esta maana.

    Eso explica por qu no he podido contactar con ellos sonri como muestra de agradecimiento.. A veces Carolyn exagera; quera asegurarme de que todo estaba bien.

    Raisa reprimi su desprecio y observ al hombre que tena delante con inters desapasionado.

    Tena todo el derecho del mundo a estar asustada. Vea que el agua suba, tena a su hijo en el coche y la gente se estaba ahogando le dijo condescendiente.

    Por supuesto claro que s. Quera darle las gracias, seora Andieta, por las molestias que se ha tomado con mi familia trat de compensar su aparente falta de sensibilidad.

    No ha sido ninguna molestia, Matt. Tu hijo me ha parecido encantador. Tu mujer y tu hijo estn bien, as que espero que salgas para la torre de inmediato recalc, sin dejarle ms opciones.

    _Supona que necesitaran que volviera. He dicho que me recojan esta noche.. Pasarn a buscarme por casa. As que, si no hay nada ms que desee saber, le dar al, seor Ests todos los detalles y las ltimas informaciones e ir al hotel a por mi mujer y mi hijo.

    Matt se incorpor y Raisa asinti como despedida. No, haba nada ms que pudiera decir.

  • Cuando Matt sali del despacho y cerr la puerta a su espalda, Raisa se arrellan en la silla y se, qued mirando la hoja. Su mujer... su mujer... su mujer... Cuntas veces lo haba dicho? Se levant y fue hacia la ventana tras la cual Caracas se renda a sus pies.

    Su mujer.

    Cuando llamaron al timbre de la suite, Carolyn levant la vista, llena de temor y expectacin. Raisa le haba dicho que volvera para llevarlos a casa. Se rega a s misma y mir en direccin a la puerta mientras Clara iba a abrir.

    Carolyn se haba vestido y se haba maquillado un poco. Tambin se haba cepillado el pelo y se senta ms duea de s misma. Estaba ms descansada y se senta preparada para enfrentarse a Raisa Andieta.

    Cuando Clara abri la puerta, inspir hondo. Para su sorpresa, fue Matt quien entr como si nada hubiera ocurrido y Simn se lanz a los brazos de su padre.

    Podra ver a la seora Andieta? le pregunt un sargento de polica a Gloria Bertrn, la secretaria personal de Raisa.

    tena una cita?

    Me est esperando. Soy el sargento Ramiro Fonseca. Gloria lo observ con suspicacia y llam a Raisa por Ni lnea privada.

    Seora Andieta, est aqu un tal sargento Ramiro Fonseca que dice que...

    Que pase fue todo lo que dijo su jefa antes de colgarle.

    Sargento, si es tan amable, siga por aquella puerta. El sargento asinti y entr en el despacho de Raisa.

    Raisa no habl con Carolyn aquella noche. Tampoco a se puso en contacto con ella. Pero, desde aquel da, Raisa supo siempre dnde estaba Carolyn en cada monto, tanto de da como de noche.

    Los disturbios estallaron de nuevo tan pronto como la ciudad empez a recuperarse de los terribles corrimientos de tierra y la gente comenz a buscar a los desaparecidos. Hubo manifestaciones y revueltas por toda la ciudad. La poblacin no estaba contenta con el modo en que el gobierno haba gestionado la crisis. Apenas se haban distribuido ayudas y el nmero de vctimas segua creciendo debido a las condiciones insalubres del agua estancada. El clera ya empezaba a causar estragos entre los ms pobres.

    La enfermedad arras los barrios, sembrando ms muerte y desesperacin a su paso. Los estudiantes universitarios empezaron con sus marchas de protesta y el ejrcito intervino para sofocar el desorden civil. La presencia de los militares se hizo ms visible. Las detenciones y los interrogatorios de conocidos activistas se sucedieron, no

  • sin consecuencias. Poco a poco, Caracas se estaba convirtiendo en un polvorn que poda estallar en cualquier momento.

    Los funcionarios y polticos empezaron a temer a las motocicletas, pues al parecer era un mtodo que permita disparar a alguien y huir con rapidez. Se reforz la seguridad. La ira y la frustracin se convirtieron en una realidad palpable.

    Captulo 8Raisa, no puedo ponerte ms proteccin.

    Carlos, he pagado mucho dinero para que cosas como sta no pasaran!

    Raisa, clmate. Ya sabes que valoro mucho tu poyo y tu amistad. Te prometo que me asegurar de que se haga justicia.

    Seor presidente, estoy perdiendo veinte mil barriles de petrleo al da. No me vengas con que ests haciendo todo lo posible.

    Raisa, te pondr proteccin militar.

    No quiero proteccin militar. Las torres son mas, o quiero soldados cerca. Y no intentes jugar a ese juego conmigo, porque usar todo mi poder para acabar contigo lo amenaz.

    No, amiga ma. Era una oferta de ayuda sincera le asegur el presidente Carlos Arturo Padrn, con su tono ms diplomtico.

    Seguro que s, seor presidente. Gracias, pero no. No necesito que intervenga el ejrcito.

    Muy bien, pues. Seguimos en contacto. Cuento con tu amistad. El presidente guard silencio, en espera de que Raisa respondiera.

    Por supuesto seor presidente. Tienes mi amistad. Tras reafirmarle su apoyo, Raisa colg el telfono.

    Ese hijo de puta... Me gustar enterrarlo pens. Tiene los das contados.

    Las protestas estallaban en los momentos menos pensados y el malestar social empez a hacerse patente en los niveles ms altos. La seguridad se convirti en' un elemento de suprema importancia en todos los actos privados o pblicos. Copeco celebraba una gala benfica para el Museo Bolvar y haba guardias armados aposta- dos para asegurar la buena marcha de los acontecimientos. Todos los ejecutivos de Copeco estaban obligados asistir.

    Raisa, que normalmente detestaba aquel tipo de eventos, estaba ilusionada y nerviosa. En cierta manera, en los ltimos tiempos haba estado ms centrada que nunca y no haba nada que escapara a su control. Se las haba arreglado para no perder de vista su objetivo: e] mundo estaba cambiando a su alrededor y estaba

  • decidida a ser uno de los catalizadores. Era una reina y si enjambre zumbaba en torno a ella. Los gobernaba a todos con confianza y seguridad al menos hasta que vio por el rabillo del ojo, a Carolyn Stenbeck entrar en el saln de baile.

    Matt tena el brazo en torno a la cintura de su esposa, en un gesto posesivo. En ese instante, la compostura de Raisa se resquebraj por completo. Sin apartar los ojos de ellos, observ como iban de grupo en grupo, saludando a los presentes.

    Raisa contempl el cuerpo de Carolyn y, de nuevo, el fuego que crea mantener bajo control la devor por dentro. Justo en ese instante, Carolyn mir en su direccin; se dira que haba percibido la llamada animal. Sus ojos se fundieron. Y en los de Carolyn se reflejaba el mismo deseo.

    Carolyn se apart de Matt y fue hacia Raisa, como si respondiera a una orden. Raisa no apart la mirada. Antes de que pudiera darse cuenta, tena a Carolyn delante de ella.

    Tengo que hablar contigo musit.

    S fue lo nico que Raisa acert a contestar. Ven conmigo.

    Carolyn la sigui. Se metieron en un despacho. Carolyn se le acerc lentamente y Raisa se qued petrificada.

    Qu nueva travesura tienes entre manos ltimamente? le pregunt Carolyn, mientras le dibujaba la lnea de la mandbula con el dedo.

    Raisa se dio cuenta de que estaba perdiendo el control. Quiso decir algo, pero Carolyn le puso el dedo en los labios. El contacto fue como un anestsico. La respiracin de Raisa s hizo audible. Ech la cabeza hacia atrs y se apoy en el escritorio que tena a su espalda. La boca de Carolyn se adue de su cuello mientras con 1 as manos la exploraba entera.

    Carolyn. Oh Dios, Cara ma, tcame...

    Hicieron el amor apresuradamente, azuzadas por la necesidad. El suyo era un fuego que haba que apagar, y rpido. Las dos mujeres se tocaron, se mordieron, se besaron, se acariciaron y se dieron placer la una a la otra.

    Acabaron tendidas en el sof, completamente desnudas. Carolyn estaba echada de espaldas, mientras que Raisa, de costado, apoyaba la cabeza sobre sus pechos y le rodeaba el muslo, en ademn posesivo. Garolyn empez a acariciarle el pelo y Raisa le bes el pecho en donde estaba apoyada y hundi el rostro en su clida suavidad.

    Ambas haban tenido cuidado de no mirarse directamente a la cara despus de saciar sus cuerpos. Estaban fundidas la una con la otra, ambas al borde del abismo, y queran disfrutar lo que quedaba del placer de aquel momento sin tener que afrontar lo que haban hecho.

    Raisa levant la mirada de golpe al or voces al otro lado de la puerta y vio que giraban el pomo. Se levant rpidamente, tras cruzar con Carolyn una mirada fugaz. Carolyn se volvi hacia la puerta, aterrorizada. Raisa mir a su alrredor, agarr del suelo el

  • vestido que le quedaba ms cerca y cubri a Carolyn con l. La puerta se abri de golpe antes de que pudiera volverse por completo.

    Qu est pasando aqu?

    Un caballero muy indignado entr en la habitacin, seguido por un ayudante de camarero, y los dos se quedaron sin habla al irrumpir en la escena. Carolyn gir la cara e intent cubrirse. Raisa se irgui en toda su esta tura y se encar con el hombre sin el menor atisbo de nerviosismo.

    T! Eres el gerente? exigi saber.

    El hombre asinti, incapaz de apartar los ojos de ell Cierra esa puerta y controla a tu perro. Te compensar con ms dinero del que has visto en toda tu vida.,

    El hombre asinti en muestra de conformidad obedeci la orden de controlar a su perro, como ella lo llamaba. Le dijo al ayudante de camarero que esperara fuera y que mantuviera la boca cerrada. Aquella mujer le haba ofrecido mucho dinero y reconoca el aire de autoridad que emanaba. Enseguida supo que no era alguien que le conviniera tener en contra.

    Raisa le indic que se diera la vuelta. El obedeci y Raisa se arrodill enseguida junto a Carolyn.

    No pasa nada. Todo ir bien. Su voz era dulce y cariosa. Aqu nadie ha visto nada, te lo prometo

    trat de tranquilizarla, pero los ojos de Carolyn estaban llenos de miedo.

    Carolyn observ a Raisa mientras iba a hablar con el hombre. No se haba molestado en ponerse nada de ropa. Desafiaba todo sentido de la razn y retaba a cualquiera a plantarle cara. Carolyn vio que el hombre asenta y despus se marchaba sin mirar atrs.

    Carolyn se levant y empez a vestirse a toda prisa. Raisa se limit a mirarla, de pie, sin decir nada. Al acabar, Carolyn le devolvi la mirada.

    Ahora qu? pregunt Raisa, desafiante. Carolyn mir hacia otro lado, pero no encontr ningn punto de referencia. Raisa esper, hasta que se le acab la paciencia. De repente era como si las separara Un ocano.

    Me he aprovechado de la situacin esta vez, Cara? pregunt con sarcasmo.

    Eres una guarra le espet Carolyn antes de dirigirse a la puerta. Raisa la cogi del brazo y la atrajo hacia s.

    Esto tambin ha sido un error? quiso saber, sin soltarla.

    Un experimento.

    Las palabras de Carolyn la golpearon tan certeramente como si le hubiera dado una bofetada en plena cara. La solt de golpe y ambas mujeres se quedaron frente a frente, desafindose mutuamente.

  • Ya veo.., bueno, ahora ya hemos sentado las bases

    dijo Raisa, con los ojos relucientes de ira.

    De qu ests hablando? Esto no volver a pasar replic Carolyn en un tono de superioridad.

    Ah, no? Raisa le sonri maliciosamente. No asever Carolyn.

    _Cunto?

    Carolyn se la qued mirando fijamente, hasta que entendi de pronto lo que Raisa insinuaba.

    Eres asquerosa. Yo no soy ninguna prostituta! Hemos sentado las bases, Cara ma le dijo Raisa con total seriedad, mientras le coga un pecho. Carolyn se revolvi contra ella, pero Raisa la cogi de ambas manos y, con el forcejeo, cayeron al suelo. Rodaron enzarzadas como dos gatas luchando por el dominio.

    Qutate de encima! exigi Carolyn, furiosa,cuando Raisa la inmoviliz en el suelo.

    Ah, entonces no quieres dinero? se burl Raisa

    Carolyn se retorci debajo de ella. Espera, ahora si que lo entiendo. Lo haces simplemente porque te gusta

    le dijo en un tono an ms burln.

    A continuacin le devor la boca salvajemente y meti la mano entre las piernas. Al soltarle una mano para tocarla, Carolyn la abofete con fuerza. Raisa le devolvi la bofetada y volvi a inmovilizarla en el suelo. La bes hasta que las dos notaron el sabor de la sangre. Raisa se apart y, al mirar a Carolyn a los ojos, hall ellos la misma emocin, como si se estuviera mirando un espejo. Necesitaba, tocarla, besarla, saborearla y volver a ser una con ella. Se miraron la una a la otra mientras sus cuerpos volvan a balancearse al ritmo de su dlanza primitiva.

    Lo siento le susurr Rajsa con sinceridad

    Busc los ojos de Carolyn. Esta los cerr y le ofreci el cuello y su pasin. Raisa le bes la garganta con delicadeza.

    Carolyn gimi y atrajo a Raisa hacia s. Raisa captur los labios expectantes de Carolyn entre los suyos y sta entreabri la boca para recibirla. Tambin ansiaba la conexin. Se besaron con ms delicadeza, mientras se buscaban y tiraban la una de la otra con las mismas manos con las que antes se haban peleado. Una vez ms, se dejaron llevar por la pasin que siempre se despertaba entre ellas y frotaron sus cuerpos para darse placer.

    Cuando fueron capaces de volver a respirar sin jadear, timbas se levantaron y se vistieron. Ninguna de las dos pronunci palabra y tampoco se miraron a la cara. No se dijeron nada al mirarse al espejo del bao para comprobar su aspecto, ni tampoco cuando salieron. Se dira que haban decidido no reconocer lo que acababa de pasar

  • entre ellas. Las dos haban ganado y las dos haban perdiIdo. Y, por el momento, con eso bastaba.

    Al regresar al saln de baile, Carolyn mir a Raisa de reojo cuando localiz a Matt y fue hacia l. Raisa ya no tenia que fingir que no la miraba. Observ cmo Carolyn volva con su marido y ste se inclinaba y le deca algo odo. Raisa not que las mejillas le ardan. Cerr los ojos, ya que el recuerdo de la sensacin de tener a Carolyn debajo la estaba volviendo loca. Se volvi y se alej de Carolyn tanto como pudo. No poda quedarse all y ver como Matt manoseaba lo que, a su parecer, le perteneca. Sus miradas se buscaron durante el resto de la velada. Lleg un punto en que a Raisa dej de importarle que alguien se diera cuenta de que no le quitaba ojo de encima a Carolyn. Matt no dejaba de acariciarle la espalda. Era una caricia simblica, para dejar claro que era su esposa. A Raisa se le aceler la respiracin y not que la ira la dominaba. Se reprendi a s misma por perder el control de aquella manera con una mujer que no era slo suya. No estaba acostumbrada a algo as. Tena que acabar con aquella situacin y con Carolyn Stenbeck. Tena otras cosas en las que pensar. As que, por lo que. a ella respectaba, daba aquella aventura por terminada. Raisa se dio media vuelta y abandon la fiesta sin mirar atrs una sola vez.

    Carolyn vio cmo se iba y tambin se dijo que todo haba acabado.

    Captulo 9

    El nmero de vctimas que las lluvias dejaron a su paso fue impresionante. El malestar social se respiraba en el aire. Se hablaba de una huelga general y el ejrcito estaba en alerta las 24 horas. Las omnipresentes pintadas empezaron a tomar un cariz poltico. Por las universidades corran panfletos y se impriman diarios clandestinos que se distribuan entre la poblacin y ya haban desaparecido al da siguiente.

    El presidente Padrn reforz la seguridad de la Casa Rosada, la residencia presidencial oficial. El ejercito estaba presente por todas partes. Se produjeron los primeros atentados terroristas y el nmero de vctimas empez a aumentar.

    Matt, quiero irme de Caracas.

    Carolyn, ests exagerando, como siempre.

    As que exagero? Matt, mira a tu alrededor. Quiero llevarme a Simn a casa un tiempo.

    No! Tambin es hijo mo, Carolyn. No vs a llevrtelo a ninguna parte.

    Alterado, Matt empez a andar de un lado a otro de la habitacin.

  • Carolyn era consciente de que aqulla no era la mejor manera de abordarlo. Segn las leyes vigentes, necesitaba el permiso de Matt para sacar a Simn del pas. Deba mantener la calma y hacer lo que tena que hacer. Por primera vez desde que se haban trasladado a Venezuela estaba asustada de verdad.

    Cuando fue al supermercado en coche, se encontr con que el aparcamiento estaba protegido por el ejrcito. Tambin haba muchsima presencia policial, aunque, como todo el mundo saba, el cuerpo de polica era tan, corrupto como los dems organismos. Los bandos se estaban definiendo con claridad.

    Las protestas en las universidades estallaron de repente y enseguida gozaron de un gran seguimiento. Los estudiantes tomaron las calles y el ejrcito entr en accin. Se hizo el caos: cuando se cort la electricidad, la ciudad de las luces se convirti en la ciudad de la violencia. Lo llamaban El Cacerolazo. En todos los barrios, 1 gente abra puertas y ventanas y empezaba a golpee ollas y sartenes con fuerza, creando un clamor ensordecedor. El pueblo no estaba contento y haba empezado rugir, como un gigante dormido que por fin despierta. 1 ejrcito entr en los barrios. Algunos manifestantes fueron detenidos para ser interrogados. El aire secada vez ms pesado: era slo cuestin de tiempo que estallara la guerra civil.

    Un mes despus, las cosas no haban cambiado, pero Carolyn estaba cada vez ms angustiada. Viva en un estado de miedo constante, porque tema que el da menos pensado la situacin se le escapara de las manos y Simn y ella se quedaran solos ante el peligro.

    Matt, por favor, deja que me lleve a Simn a Estados Unidos un tiempo.

    Matt, ni siquiera vas a estar aqu. Estars en las torres petrolferas y, si ocurre algo estaremos incomunicados quin sabe cunto tiempo. Deja que me lo lleve a Visitar a mis padres una temporada. De todas maneras, ahora no tiene colegio. Matt, por favor insisti, con la esperanza de hacerle entender que lo que deca tena lgica.

    Carolyn, vivimos en una zona muy segura.

    Segura? Nada es seguro, Matt. Hay soldados con ametralladoras en las calles y en los aparcamientos del Supermercado. Si ocurre algo dar igual dnde vivamos.

    Nadie estar a salvo y t no estars aqu! grit Caroyn, histrica.

    Carolyn... empez l.

    En ese momento, Clara entr en la habitacin.

    Seor Stenbeck, la seora Andieta est al telfono r quiere hablar con usted. Le digo que est en casa?

    Para la seora Andieta claro que estoy en casa. Lo cojo aqu. Matt se acerc a una mesita y descolg el $l6tbno. Hola, seora Andieta.

  • Carolyn se rode con los brazos, como si quisiera protegerse de algo. Haba conseguido dejar de pensar en Raisa. Y ahora que crea que la haba olvidado por completo, volva a aparecer en su vida. Carolyfl le dio la espalda a Matt. Tena que pensar en cmo sacar a Simn de Venezuela. No dejaba de repetirse que estaban todos ciegos. La tensin se perciba en las calles. Por mucho que Padrn intentara controlar a los estudiantes, stos seguan manifestndose y, tarde o temprano los ms atrevidos dispararan el primer tiro. Tena que alejar a su hijo de aquella tierra de violencia. E iba hacerlo, le gustara a Matt o no. Ya encontrara la manera.

    Estaba tan ensimismada en sus pensamientos que, cuando dos brazos la rodearon y la abrazaron, se asust y dio un salto. Se volvi al punto y se encontr cara a cara con la expresin de enfado de Matt.

    Qu mosca te ha picado? le pregunt su marido, agarrndola de nuevo. Slo quera abrazarte.

    No lo rechaz Carolyn, mientras pona algo de distancia entre ellos.

    Cunto tiempo ms va a durar esto, Carolyn? Eres mi mujer. He intentado tener paciencia contigo razon, acercndose una vez ms.

    No me encuentro bien, Matt. Carolyn .evit s mirada.

    Hace tiempo que no te encuentras bien, Carolyn. Si crees que voy a convertirme en un monje, ests m equivocada. Ms te vale encontrarte mejor esta noche espet.

    Y sali de la habitacin dando un portazo.

    Matt la llam despus desde la oficina. Al parecer, algunos directivos haban sido invitados a pasar una mana en la Hacienda Virago, en el interior del pas. La seora Andieta no sola invitar a gente a la hacienda, que no era una invitacin que se pudiera rechazar. Nada ms colgar el telfono, Carolyn cerr los ojos y apoy la cabeza en la pared. Simn y ella no eran ms que carne de can; Matt y Raisa eran los que dominaban el cotarro. Y no tena la menor intencin de convertirse en carnaza para ellos.

    Odiaba aquel lugar; cada da lo entenda menos. Era como si la violencia lo penetrara todo con su primitiva sensualidad. Todo estaba en peligro. Ella estaba en peligro.

    Carolyn no haba vuelto a dormir con Matt desde su primera vez con Raisa. Desde aquella noche, slo de pensar en que la tocaran, fuera quien fuera, se le revolva el estmago. Ni siquiera poda soportar la idea de que le pusieran la mano encima. Acab convirtindose en una obsesin. Se despertaba en mitad de la noche empapada en sudor, tras soar con manos que recorran su cuerpo, y justo en el momento en el que iba a rendirse n ellas un rostro invada su campo de visin: el de Raisa Andieta. Lleg un punto en que Carolyn evitaba estar en el mismo edificio que la otra mujer.

    Hasta que, cmo no, tuvo que ocurrir. La noche de la gala de Copeco, Carolyn se repiti hasta la saciedad que sera capaz de soportarlo. Mir a su alrededor y se las arreg1 para comportarse como a Matt le gustaba. En Otras palabras, interpret su

  • papel. Mientras hablaba con Consuelo Betancourt, una de las pocas mujeres ejecutivas de Copeco, oy de repente una voz que la llamaba: Mrame. Sus ojos encontraron los de Raisa Andieta casi por instinto.

    Su cuerpo sinti la llamada y ella no pudo resistirse. Fue hacia Raisa, sin importarle nada ms, aparte de la sangre que le bulla en sus venas. El ensordecedor latido de su propio corazn retumb en sus odos. Se descubri a s misma extendiendo la mano hacia Raisa y se sorprendi cuando las palabras Tengo que hablar contigo salieron de su boca. Raisa le dijo simplemente S, ven conmigo y ella la sigui.

    -

    Ambas saban lo que la otra quera. Por primera vez en la vida, Carolyn actu por puro instinto. Al parecer, haba cometido un error por el que pagara durante el resto de su vida.

    Captulo loAndreas, te quiero all. Dile a Nona que llegar dentro de un da o dos le dijo Raisa a su hermano, en un tono carioso_. S que las cosas son confusas ahora, pero nuestra posicin es muy slida. Por eso no te preocupes.

    Llamaron a la puerta, lo que interrumpi su conversacin. Su secretaria, Gloria, entr en el despacho.

    Andreas, espera un momento, de acuerdo? Raisa cubri el auricular y se dirigi a Gloria-_ Por qu me interrumpes, Gloria?

    Seora Andieta, tengo a Carolyn Stenbeck en la lnea dos. Pens que... Puedo decirle que usted la llamar luego.

    Gloria pareca insegura y temerosa de la reaccin de su jefa. No haba olvidado cmo Raisa se haba desesperado por aquella mujer en el pasado y tambin era consciente que, si an conservaba el empleo, era porque conoca el significado de la palabra discrecin.

    ---No, no... Coger la llamada. Gracias, Gloria. Raisa retir la mano del auricular. Andreas, te llamo luego. Hasta pronto.

    Puls el botn de la lnea dos y tom aire.

    Carolyn... Su voz son ms ronca de lo previsto.

    Al otro lado no oy ms que silencio, pero saba que Carolyn estaba escuchando. Al poco, habl.

    Raisa ... Voy a pedirte algo. Y quiero que me digas que s.

    Raisa, totalmente sorprendida, solt una carcajada. Aquello s que no se lo esperaba.

  • _Qu quieres? le pregunt con buen humor. Quiero irme de Venezuela y necesito que me ayudes a sacar a mi hijo del pas.

    Raisa se qued en silencio durante un minuto antes de hablar.

    Asumo que Matt no ve las cosas del mismo modo que t.

    No era una pregunta, sino una afirmacin. No, no las ve.

    Raisa not el nerviosismo de su voz. Hacer aquella llamada deba de haberle costado horrores.

    Vas a dejarlo? le pregunt sin rodeos.

    No, me llevo a Simon a casa. Aqu temo por su seguridad.

    Mentirosa.

    Esa es tu respuesta?

    No, no lo es.

    De nuevo se hizo el silencio.

    Har lo que sea solt Carolyn de pronto.

    Cara, no te he pedido nada contest Raisa, mordaz. Vas a ayudarme o no? insisti Carolyn. He invitado a unas cuantas familias al campo...

    empez Raisa, como si no hubiera odo la pregunta. Carolyn la interrumpi a media frase.

    Raisa, no puedo esperar tanto afirm con brusquedad.

    Slo son unos das, Carolyn replic Raisa.

    S que si quieres puedes hacerlo. Tiene que ser ya.

    El nerviosismo volva a hacerse notar en la voz de Carolyn.

    Muy bien, dentro de dos das, cuando vengas a la hacienda...

    Quiero irme hoy! exclam Carolyn, al borde de la histeria.

    Qu pasa, Carolyn? Qu sucede? quiso saber Raisa.

    La llamada se cort. Carolyn haba colgado.

    Raisa se qued mirando el telfono con incredulidad. Intent llamarla varias veces, pero no le descolgaban. Entonces pidi que le trajeran el coche y sali del despacho.

    Clara acudi a la puerta tan rpido como se lo permitieron las piernas. No dejaban de golpearla insistentemente. Abri y, sinti cmo la apartaban a un lado.

    Dnde est, la seora Stenbeck? exigi saber Raisa.

  • Clara estaba a punto de contestar cuando dos hombres, vestidos con traje negro, entraron en la casa. La riada se qued sin habla.

    Dnde est? le volvi a preguntar Raisa. Aterrorizada, Clara seal las escaleras.

    Raisa se comunic con los dos hombres con una mirada, se volvi y subi las escaleras. Fue abriendo puerta tras puerta hasta dar con Carolyn. Tena dos maletas encima de la cama y haba ropa tirada por todas partes. Algo haba ocurrido. Raisa advirti que haba sucedido algo que cambiara su vida por completo.

    jA qu viene tanta prisa? Raisa intent que su tono de voz sonara despreocupado.

    Cmo has...? empez Carolyn, pero la pregunta muri en sus labios. En lugar de eso, espet: Supongo que te has colado en mi casa porque s, como haces con todo, no?

    No he tenido quejas, Cara repuso Raisa con una sonrisa.

    Lrgate! No necesito tu ayuda. Sobornar a quien sea. Al fin y al cabo, todo est en venta, no es as?

    Carolyn empez a meter la ropa en las maletas. Raisa estuvo a punto de contestarle algo frvolo, pero se dio cuenta de que Carolyn tena los ojos llenos de lgrimas. Se alej unos pasos y ech una mirada circular a la habitacin. Cuando volvi a hablar, en su voz no haba ni un pice de sarcasmo. A qu viene tanta prisa?

    No me viene de ahora. Hace mucho tiempo que quiero irme contest Carolyn, sin dejar de hacer el equipaje.

    Por qu ahora mismo? Te he dicho que dentro de dos das...

    No puedo esperar dos das! chill Carolyn, encarndose con ella.

    Te juro que los americanos estis locos. No s qu me molesto con americanas como t le solt con desdn.

    Carolyn le lanz un zapato y Raisa apenas tuvo tiempo de apartarse antes de que le diera.

    Casi me das en la cara, zorra!

    Carolyn agarr otro zapato y se dispona a lanzrselo de nuevo, pero Raisa la sujet con las manos sobre la cama.

    En la distancia sop un gran estruendo. Carolyn emiti unos quejidos lastimeros al or el ruido y Raisa la mir sorprendida. Se oy otro trueno, an ms cerca, y Carolyn hundi el rostro en los brazos de Raisa.

  • No pasa nada, Cara la arrull Raisa, mientras la besaba con suavidad en la frente y despus cada vez ms abajo.

    Sultame! protest Carolyn.

    Tranquilzate.

    Esta es su cama! Sultame!

    Raisa se levant y Carolyn salt de la cama como si se hubiera quemado con las sbanas. La realidad las golpe con dureza. Aqulla era la cama de Carolyn. Raisa se la qued mirando, incapaz de apartar la vista.

    Las dos mujeres oyeron el aullido del viento, y, en ese momento empez a llover con fuerza. El golpeteo de las gotas sobre el tejado les llen los odos y, al poco, el sonido de los truenos y el mpetu de la tormenta al desplomarse sobre el tejado se convirtieron en lo nico que podan or y sentir.

    Un nuevo trueno sofoc el grito animal de Raisa cuando empez a tirar al suelo todo lo que haba en la cama. La luz se fue de pronto. Carolyn se limit a mirar a Raisa, incapaz de detenerla o de ayudarla. Raisa lo, tir todo, incluidas las sbanas, hasta dejar la cama desnuda. Tena la respiracin acelerada, como si eso no le bastara.Entonces se volvi hacia Carolyn.

    Su Carolyn! Suya! Pero la mujer de l! La cama de l! Grit como un animal herido. Empez a romper todo lo que haba a su alcance. Su dolor se convirti en ira. Y, para Raisa Andieta, la ira siempre era igual a violencia. Lo nico que conoca era el control, era lo nico que mantena su mundo intacto. Y precisamente lo ltimo que tena en esos momentos era el control.

    Te toca l mejor que yo? Sise Raisa. Es l quien quieres que te d placer? Le grit, manteniendose a distancia de Carolyn.

    Fue Carolyn la que se acerc, slo un poco, y extendi la mano hacia ella lentamente. Justo cuando estaba a punto de tocarle la cara, Raisa le apart la mano de un manotazo. Sin previo aviso, la empuj contra la pared y la inmoviliz con su propio cuerpo.

    Cmo te toca, Cara? Dmelo! Dmelo! gritaba, Raisa Yo puedo hacerlo mejor! Dmelo! Cmo te toca? bram, completamente fuera de s.

    Te deseo solloz Carolyn entre lgrimas. Arrrrrrgghh ... Raisa golpe la pared, detrs de Carolyn, con un grito desesperado y furioso.

    Carolyn intent besarla, pero Raisa gir la cara. Sin embargo, no la solt, sino que sigui aferrndola. Carolyn hundi el rostro en el cuello de Raisa.

    No he vuelto a acostarme con l desde la primer vez que estuve contigo.

    Carolyn oy cmo Raisa gema de pura angustia y, continuacin, rompa a llorar, y la abraz con fuerza. Al principio Raisa trat de liberarse, pero, cuando Carolyn la estrech an ms fuerte, se rindi y la rode con sus brazos desesperadamente.

  • Raisa sigui llorando de rabia y Carolyn, tambien deshecha en lgrimas, no la solt. Una hora, toda la vida, para siempre. Lo nico que exista era ese momento. Se deslizaron por la pared hasta el suelo y, a medida que el llanto y la ira remitan, el rugido de la tormenta fuera dentro del dormitorio volvi a ser lo nico audible a su alrededor.

    Carolyn se haba quedado sentada con la espalda apoyada contra la pared, con Raisa abrazada a ella. Era como si el tiempo se hubiera detenido para las dos. Raisa estaba medio echada encima de ella, con el rostro sobre su pecho. Carolyn empez a acariciarle el pelo con suaviad y Raisa cerr los ojos y busc los labios que saba que la aguardaban.

    Fue un beso delicado y tierno. Y, cuando sus labios se separaron, se quedaron lo bastante cerca como para compartir el aliento en la oscuridad de la habitacin.

    Ven conmigo suplic Raisa.

    Si.

    De pronto llena de energa, Raisa se puso en pie y le tendi la mano a Carolyn. Su figura se recort claramente en el dormitorio gracias al destello de un relmpago y en ese momento volvi la luz. Carolyn vio la mano que le tenda y la tom.

    Las dos salieron de la habitacin en silencio. Raisa la llevaba cogida de la mano con firmeza. Bajaron por el pasillo, hasta que Carolyn fren en seco y solt a Raisa. Simn... no puedo dejarle.

    Dnde est?

    En casa de un amigo.

    Pasaremos a recogerlo. Ven.

    Raisa le cogi la mano en ademn posesivo y la condujo escaleras abajo. Cuando llegaron al recibidor, donde esperaban la criada y los dos hombres, Raisa se detuvo por un momento.

    Rodolfo, acompaa a la seora Stenbeck al coche y Carolyn quiso decir algo, pero cambi de opinin igual de rpido. Raisa haba tomado el mando; ella le haba cedido el control, por el momento, y se limitaba a seguir instrucciones. Estaba demasiado cansada.

    Dgale al seor Stenbeck que la seora Stenbeck y su hijo se quedarn conmigo en mi rancho. Soy Raisa Andieta, entendido?

    S, seora Andieta respondi la criada nerviosa, a sabiendas de que lo mejor era no contradecir a gente como la seora Andieta, porque nunca sala nada bueno de ello.

    Bien concluy Raisa Andieta.

    Y sali' de la casa, acompaada de su otro guardaespaldas.

  • En cuanto subi a la limusina Carolyn se encontr en un recinto cerrado. Los pasajeros quedaban separados de los guardaespaldas por una pantalla de particin. Raisa lleg varios minutos despus, cerr la puerta y la rode, con los brazos en un gesto protector.

    Dnde est tu hijo?

    Le dieron la direccin al conductor y el coche se en marcha para ir a recoger al pasajero que faltaba.

    Captulo 11El viaje a la hacienda pas como en un sueo. Carolyn estaba emocionalmente exhausta. Recordaba haber dejado que Raisa tomara todas las decisiones. Haban recogido a Simn y Raisa se haba ocupado de hablarle y de tenerlo entretenido, mientras ella permaneca prcticamente en estado de trance.

    Raisa lo arregl todo desde el telfono del coche. Las llevaron a una pequea pista y all subieron en un avin privado.

    Una vez instalados, una azafata le pregunt a Simn qu quera comer. Raisa le cogi la mano a Carolyn y descolg el telfono, que ya estaba sonando otra vez.

    En ese momento, a Carolyn se le pas por la cabeza que se haba escapado de una prisin para meterse en otra.

    Una prisin que tampoco haba elegido ella.