Análisis de la polifonía enunciativa, la multidestinación ...
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UNIVERSIDAD ARGENTINA DE LA EMPRESA
FACULTAD DE COMUNICACIÓN Y DISEÑO
Licenciatura en Ciencias de la Comunicación
Trabajo de Investigación Final
Análisis de la polifonía enunciativa, la
multidestinación y la configuración de los
sujetos enunciadores en discursos de Perón
del periodo 1946-1952
Alumno: EZEQUIEL MAGLIO ([email protected])
Directora de la Carrera: Dra. SILVINA LAURA THERNES
Docentes a cargo: Lic. MARIANO LAPUENTE – Lic. ANDRÉS TAURIAN
17 de noviembre de 2015
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RESUMEN
El peronismo no constituye únicamente un partido político sino que conforma un
verdadero bloque de convergencia de múltiples ideologías. Bajo la bandera de “los ideales
justicialistas”, muchísimas figuras de la política han tomado decisiones que han dado que
hablar a los medios y a la sociedad en general. El imaginario social relaciona
indudablemente estos ideales con términos tales como “justicia”, “trabajo”, “derechos” y
otros vocablos propios de la vida cívica, conformando una auténtica enciclopedia peronista.
El objetivo del presente trabajo consistió en acudir a la fuente primaria de los
“ideales” anteriormente mencionados, es decir, recurrir a algunos de los múltiples discursos
pronunciados por Juan D. Perón (puntualmente, el discurso de lanzamiento de candidatura
presidencial de 1946, y los discursos de cada 1° de Mayo entre 1947 y 1952), con el
objetivo de analizarlos y así desentrañar la polifonía de voces multidestinadas, evocadas
intradiscursivamente, que construyen conceptos propios del imaginario peronista.
Asimismo, se consideró la posibilidad de tener en cuenta la evolución de dichos conceptos
en la serie discursiva elegida como muestra. El resultado de este proceso analítico permitió
entender que la conceptualización propia no se mantiene estática, gracias a la polifonía
inserta y a la destinación de cada una de las fuerzas ilocucionarias presentes, creando en
última instancia un “enunciador de la doctrina peronista”, autónomo de las voces que lo
conforman.
Por último, fue obligatorio el estudio de aquellas herramientas discursivas, retóricas
y gramaticales, que orientan y transforman la significación del discurso, con el objetivo de
otorgarle un sentido particular a lo que se dice. En definitiva, cada discurso es un conjunto
de ideas plasmadas e interconectadas, que abogan por provocar intencionalidades
diferentes, modificadas o sustentadas en cada uno de los discursos de nuestra serie.
Palabras Clave: Peronismo, Discursos, Enunciadores, Sentido, Polifonía
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ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………………….. 4
1.1. La problemática de nuestra investigación…………………………………………………………….4
1.2. Marco referencial de la investigación…………………………………………………………………6
2. OBJETIVOS…………………………………………………………………………………………9
2.1. Objetivo general………………………………………………………………………………………9
2.2. Objetivos específicos…………………………………………………………………………………10
3. HIPÓTESIS………………………………………………………………………………………….11
4. MARCO TEÓRICO………………………………………………………………………………...12
4.1. Introducción…………………………………………………………………………………………..12
4.2. El sujeto de la enunciación…………………………………………………………………………..13
4.3. El tiempo en la enunciación…………………………………………………………………………14
4.4. Espacio y enunciación……………………………………………………………………………….15
4.5. La multiplicidad de voces y la polifonía enunciativa………………………………………………..17
4.5.1. Antecedentes: Mijail Bajtín…………………………………………………………………17
4.5.2. La polifonía en la enunciación según Oswald Ducrot………………………………………18
4.5.3. Recurso polifónico de la cita……………………………..…………………………………20
4.5.4. La enunciación proverbial…………………………………………………………………..21
4.5.5. La alusión a otros enunciados………………………………………………………………21
4.6. El ethos discursivo…………………………………………………………………………………...22
4.7. Algunas teorizaciones sobre el estudio de la modalidad…………………………………………….23
4.8. La destinación de los mensajes políticos…………………………………………………………….24
4.9. La metaforización…………………………………………………………………………………….26
5. MARCO METODOLÓGICO……………………………………………………………………...27
6. YO, LA VOZ DE NOSOTROS……………………………………………………………………30
6.1. Introducción…………………………………………………………………………………………30
6.2. “Vengo conmovido”…: yo, aquí y ahora……………………………………………………………31
6.3. Yo, la voz de los trabajadores: hacia la configuración de un “ser político”…………………………35
6.3.1. Las “bases y condiciones” ideológicas de 1946…………………………………………….35
6.3.2. La evolución del “ser político” entre 1947 y 1948………………………………………….44
6.3.3. El “ser político” se torna combativo: hacia una idea del “ser guerrero”……………………48
6.4. El pensamiento económico como una polifonía de voces……………………………………………55
7. USTEDES, LOS TRABAJADORES………………………………………………………………61
7.1. Introducción a la idea de “trabajador”……………………………………………………………….61
7.2. La construcción original de la idea de trabajador…………………………………………………….62
7.3. La evolución de la idea de una “clase obrera”: de la miseria a la defensa armada………………….70
8. “ELLOS”, LOS ENEMIGOS DEL PUEBLO…………………………………………………….80
8.1. Conceptos preliminares: la idea de un tercero discursivo…………………………………………...80
8.2. “Nuestros enemigos” o de cómo se construye un blanco discursivo………………………………...81
8.3. La oligarquía y su discurrir en el tiempo…………………………………………………………….93
9. CONCLUSIONES…………………………………………………………………………………101
10. BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………………………..107
11. ANEXOS
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1. INTRODUCCIÓN
1.1. La problemática de nuestra investigación
Es innegable la importancia de la figura del Gral. Juan Domingo Perón (1895-1974)
en la historia argentina. Su aparición en el panorama político a comienzos de la década de
1940, sentó las bases no solamente de un nuevo modelo económico y social, sino de una
nueva forma de pensar y hacer política. Con su llegada a la presidencia en 1946, se inició
un periodo de cambios y transformaciones en todos los ámbitos (social, ideológico,
cultural, etc.) que aún hoy afectan a la sociedad argentina. Sus discursos, compendio de los
saberes y teorizaciones doctrinarias propias del justicialismo, son a menudo citados por
otros referentes de la política, tanto partícipes como detractores de los ideales peronistas,
despertando pasiones y generando prolongados debates acerca de las principales cuestiones
de fondo. Es decir, la interpretación realizada por cada analista de los distintos discursos da
lugar a nuevas reinterpretaciones del contenido y sentido de los mismos, actualizando y
reformando el paradigma epistemológico peronista.
Por otra parte, el signo común de estos discursos parece ser su multidestinación.
Partiendo de la base propuesta por Eliseo Verón (1987) en cuanto a los distintos receptores
configurados por el discurso político, la enunciación peronista no escapa a la tríada
conformada por el prodestinario, el paradestinatario y el contradestinatario. Sin embargo,
este fenómeno enunciativo no es puramente explícito, por lo que detectarlo al interior de la
enunciación misma es una tarea que debe llevarse a cabo desglosando los múltiples
componentes retóricos presentes en el plano de lo dicho.
Asimismo, basándonos en la Teoría de la Polifonía Enunciativa (Ducrot, 1994),
existiría un carácter polifónico de multiplicidad de voces al interior de cada discurso,
explicitado a partir de herramientas tales como las metáforas, las comparaciones y los giros
irónicos, lo que provocaría la conjugación de diversos puntos de vista a lo largo de la serie
discursiva. Este concepto, desarrollado por Foucault en 1970, implica un conjunto de
discursos unidos por un lazo homogeneizador. En nuestro caso, se trata de discursos
pronunciados cada Primero de Mayo entre 1947 y 1952, fecha emotiva para el Movimiento
Justicialista, en tanto se celebra el Día del Trabajador, y se recuerdan los principales logros
del gobierno. Adicionalmente, hemos incorporado el discurso del 12 de febrero de 1946,
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correspondiente al lanzamiento como candidato a Presidente de Perón, ya que lo constituye
como el discurso clave para entender los principales lineamientos y objetivos que se
intentarán alcanzar a lo largo de cada año, visualizándose sus resultados en cada balance
realizado el 1° de Mayo.
Considerando las apreciaciones anteriores, y partiendo del análisis cualitativo del
discurso sostenido en el tiempo, pueden vislumbrarse a primera vista rasgos propios de un
tipo de enunciador, con semblantes temperamentales y corporales precisos, influenciado
pragmática e ideológicamente, y más importante aún, configurador del resto de sujetos
discursivos.
Teniendo en cuenta lo dicho hasta el momento, también afirmamos que existen
ciertas concepciones asociadas directamente al Justicialismo (“trabajador”, “oligarquía”),
como si dichas conceptualizaciones formasen parte de un diccionario propiedad de ese
Movimiento, y creado y modificado por él. En primera instancia, parecería que ese
enunciador, a través de la polifonía y la destinación, sería el encargado de configurar la
significación de los conceptos de la doctrina Justicialista. Por todo esto, es menester
realizar el análisis exhaustivo de cada muestra discursiva, con el objetivo de delimitar esas
conceptualizaciones, y entender que la retórica polifónica creadora de sentidos, que a
primera vista aparece en cada una de esas muestras, da paso a una voz única, englobante de
múltiples puntos de vista conjugados en un enunciador del dogma peronista.
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1.2.Marco referencial de la investigación
J. D. Perón en 1946, recorriendo las calles con motivo de su candidatura a Presidente. Fuente: A.G.N.
Indudablemente, el contexto histórico no solamente moldea las ideas que son
plasmadas en los discursos, sino que al mismo tiempo crea y modifica el sentido de lo que
se dice. Por razones metodológicas, el presente trabajo se limitará a estudiar una serie de
discursos pronunciados por J. D. Perón entre 1946 y 1952, es decir, durante su primer
mandato como Presidente de la República Argentina.
Constituyen factores a tener en cuenta al momento de realizar el análisis de sus
discursos, la situación mundial en el marco de las relaciones internacionales de post-guerra
(Guerra Fría, rol del comunismo, nuevo orden internacional) y la situación nacional
consecuencia de las nuevas medidas en el plano socioeconómico, referidas al bienestar de
los trabajadores. Deben tenerse en cuenta asimismo, los trece años anteriores de gobiernos
de facto que atravesó la Argentina (1930-1943), durante los cuales las clases altas fueron
las más beneficiadas en términos de réditos económicos, en detrimento de las clases medias
y bajas, empobrecidas por la crisis mundial de la década de 1930 (Zanatta, 2012).
No puede negarse el hecho de que la progresión histórica permite revisar el discurso
efectivamente pronunciado y analizarlo a la luz de nuevas significaciones: un enunciador
puede modificar en el tiempo su visión sobre los hechos, transformarla, ampliarla e incluso
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polemizar con la misma. Si algo caracteriza al discurso político es su capacidad de mutar de
acuerdo a resultados empíricos observables a lo largo del tiempo.
Asimismo, la política basa su tarea en un mecanismo de contrastación de fenómenos
observables: se induce a decir algo porque puede observarse una situación en particular,
con la cual el enunciador puede identificarse o polemizar al respecto. Este contraste
generador de debates es intrínseco a la consideración y localización del mismo en un
espacio y tiempo determinados. De esta forma, tomar aisladamente un discurso
pronunciado el Día del Trabajador, no será interpretado de la misma forma que si se lo
analiza a la luz de la sanción de leyes en defensa de los obreros, propias de este periodo
histórico. En definitiva, analizar un discurso ocultando su relación pragmática con el
ámbito que lo circunscribe, no es un análisis auténtico y corre el riesgo de no ser
interpretado de forma completa.
Ateniéndonos específicamente a nuestro contexto (1946-1952), diremos que durante
el primer gobierno de J. D. Perón, se trabajó sobre varios ejes fundamentales, siendo los
principales, la industria pesada y el desarrollo social (Zanatta, ibíd.). Resumiremos a
continuación, de acuerdo a Zanatta, una serie de logros obtenidos de esta gestión, que nos
servirán para entender las configuraciones enunciativas de algunos conceptos tales como
“trabajador”, “soberanía” y “libertad económica”.
1. Aumento de la producción de bienes de consumo durable (automotores,
electrodomésticos, etc.) y de créditos tendientes a su adquisición por parte de
las clases trabajadoras.
2. Estatización de ferrocarriles, puertos y servicios públicos, con el objetivo de
impulsar una nueva política tarifaria.
3. Fomento de créditos para la compra de terrenos agrícolas, lo cual favorece el
minifundio, es decir, la pequeña propiedad.
4. Inauguración de nuevas centrales hidroeléctricas, lo cual disminuye el costo
de la electricidad.
5. Reducción del analfabetismo, en parte por la construcción de 7.500 escuelas
a lo largo del país y más de veinte instituciones de educación terciaria.
6. Instauración del voto femenino.
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7. Reforma constitucional, que incorpora nuevos derechos sociales a la nómina
de derechos ya existentes.
8. Nuevos derechos relacionados con las licencias por enfermedad y riesgos del
trabajo.
En definitiva, las nuevas medidas impulsadas durante esos seis años, beneficiaron
principalmente a las clases trabajadoras, permitiéndoles convertirse en un grupo con voz
propia, y redefinir los términos de las relaciones sociales entre clases durante esos años de
Peronismo.
Perón y los trabajadores celebran el Día del Trabajador en 1951. Fuente: revista LIFE
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2. OBJETIVOS
2.1. Objetivo general
El objetivo central del presente trabajo es analizar la polifonía y la multidestinación
presentes en el corpus de discursos elegidos, tomando como punto de partida las
características similares compartidas por los mismos, en cuanto a su estilo, composición y
empleo de herramientas retóricas. Esta polifonía tiene como consecuencia mediata la
configuración de diferentes sujetos discursivos: un enunciador propio de la doctrina
peronista, construcciones de enunciatarios y terceros discursivos que tienen diferentes
comportamientos en relación con las metas discursivas (p. ej., “compañeros/hermanos” vs.
“enemigos/traidores” del pueblo). No se pretende realizar una simple enumeración de
rasgos textuales explícitos en el plano enuncivo, sino un análisis comparativo global,
contextualizado en un determinado espacio y tiempo, y dejando de lado al autor empírico,
para darle paso a la figura de un locutor presentador y testigo de múltiples puntos de vista y
configurador del sentido del discurso. Dicho análisis permitirá, en última instancia, entrever
cómo el mismo discurso construye a los sujetos enunciadores, entre ellos, el “enunciador de
la doctrina peronista”, otorgándoles rasgos específicos, que se irán modificando a lo largo
de la serie.
En otro ámbito del análisis, otro objetivo complementario en relación con este
primero es dar cuenta de que la presentación de estos puntos de vista obedece a criterios
seleccionados con objetivos retóricos particulares, relacionados al contexto anteriormente
mencionado. Por otra parte, en la medida en que se reconocen las distintas figuras
discursivas (locutor, enunciadores, alocutarios), se logra ver la manera en que dichas
figuras se complementan a lo largo de la enunciación a través de relaciones de adherencia,
rechazo o persuasión.
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2.2. Objetivos específicos
Para alcanzar la meta del presente trabajo, se pretende cumplir con los siguientes
objetivos específicos:
I. Analizar contextualmente las modificaciones imperantes a lo largo de la serie
discursiva correspondiente a los discursos del 1 de Mayo entre 1947 y 1952, en
relación con el discurso de 1946.
II. Analizar el uso de las configuraciones gramaticales, tales como tiempos verbales y
construcciones sustantivas, las cuales conllevan una connotación semántica
específica.
III. Reconocer la tripartición de la instancia alocutiva, para cada una de las cuales el
sentido y significación del discurso brinda instrumentos tendientes a reforzar una
función específica.
IV. Componer los distintos ethos discursivos derivados de la enunciación.
V. Determinar la función del empleo de los puntos de vista en la configuración del
sentido del enunciado.
VI. Analizar la intertextualidad y la presencia de la heterogeneidad en el discurso como
rasgos orientadores del sentido de la enunciación y de los diferentes alocutarios
previstos.
VII. Reconocer la funcionalidad semántica del uso de la modalidad como configuradora
de la relación entre las instancias enunciativas de nuestro discurso.
VIII. Analizar el rol de las metáforas en su papel de connotadoras de una nueva
significación de los términos empleados recurrentemente a lo largo de la serie
(“trabajadores”, “lucha”, etc.)
IX. Verificar la construcción de conceptos propios de la doctrina justicialista, a partir de
la elaboración pragmática realizada por el enunciador.
X. Examinar la temporalidad inserta en los discursos, con el objetivo de entender la
referencia de un “pasado”, un “presente” y un “futuro”.
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3. HIPÓTESIS
La hipótesis central de esta investigación es que en los discursos del General Perón
correspondientes a nuestro corpus, puede visualizarse la presencia de múltiples voces o
puntos de vista y en consecuencia, una multidestinación de mensajes, conjugando ambos
elementos la conceptualización de los distintos seres discursivos insertos en la serie.
Estas voces aparecen orientadas en diferentes marcos de referencia que atañen a la
construcción de redes semánticas que giran en torno al concepto de trabajo. Así, aparecen
los compañeros “trabajadores” insertos en el “nosotros inclusivo” utilizado por el
“enunciador”, y la “oligarquía” como contradestinario que intenta destruir los derechos de
aquellos. El sentido del discurso se conforma en la medida en que no está orientado a un
simple receptor pasivo de captar un mensaje, sino que se orienta a múltiples alocutarios
activos a partir de distintas fuerzas o funciones enunciativas (persuasión, refuerzo y
polémica) que configuran las características de los sujetos de la enunciación.
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4. MARCO TEÓRICO
4.1. Introducción
El marco teórico toma como fundamento y base la Teoría de la Polifonía
Enunciativa (Ducrot, 1994), quién basó sus estudios en los trabajos de Mijaíl Bajtín (1979)
acerca de la cristalización de puntos de vista en el género novelesco. Dichas teorías se
complementan con los estudios propuestos por María Marta García Negroni (1987) y Eliseo
Verón (1987) acerca de la destinación del discurso político. Ninguna de estas teorías podría
aislarse y utilizarse de forma independiente. El análisis del discurso político requiere la
utilización conjugada de los conceptos, con el objetivo de analizar la enunciación como
fenómeno en general y la enunciación política como un acto particular de realización con
caracterizaciones y delimitaciones precisas.
Asimismo, es necesario recurrir a un cuerpo de autores que permitan examinar
aquellas herramientas discursivas presentes en los enunciados y utilizadas con el fin de
orientar la significación y el sentido. Por ejemplo, las nociones empleadas por George
Lakoff (1980) en el campo de estudio de las metáforas permiten ahondar en la importancia
que presentan estos recursos, tanto para ejemplificar como para direccionar el objetivo del
discurso.
La gramática tradicional consideraba a la lengua como una herramienta accesoria
cuya función principal era representar la realidad de un estado de cosas. De esta forma, un
enunciado expresaba la verificación empírica de algo observable, entendida en términos
descriptivos (García Negroni, 2001).
El cambio de paradigma se produce durante el siglo XX. Algunos autores han
observado la existencia de ciertos “signos”, cuya significación depende exclusivamente de
su instanciación espacio-temporal (García Negroni, 2001). De esta manera, Émile
Benveniste (1986) introduce el concepto de deícticos, para referirse a aquellas partículas o
expresiones (por ejemplo, palabras como yo, tú, aquí y ahora) que cobran sentido a través
de su enunciación. Gracias a estos signos, la enunciación se convierte en un fenómeno
particular y único. Citando al propio Benveniste:
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“La enunciación es la puesta en funcionamiento de la lengua
mediante un acto individual de utilización. […] Este acto se debe
al locutor que moviliza la lengua para su propósito. La relación
del locutor con la lengua determina los caracteres lingüísticos de
la enunciación.
El acto individual mediante el cual se utiliza la lengua, introduce,
en primer lugar, al locutor como parámetro, en las condiciones
necesarias vinculadas con la enunciación. Antes de la
enunciación, la lengua solo es una posibilidad de la lengua.”
(Benveniste, 1986, p. 83)
La enunciación existe debido a la aparición de los deícticos, cuyo eje es la deixis de
persona (yo/tú), encuadrada en un tiempo y espacio determinados.
4.2. El sujeto de la enunciación
En primera instancia, es importante destacar que el autor empírico del enunciado
no forma parte del análisis discursivo, ya que el sujeto del discurso es una figura surgida a
partir de la propia enunciación, de forma implícita y con referencias lingüístico-
gramaticales precisas. Al mismo tiempo, no hay que confundirlo con las nociones básicas
de emisor y receptor, sino que debe entenderse como una instancia de articulación entre
sujeto enunciador y sujeto enunciatario. El enunciatario también está implícitamente
previsto en el interior del discurso, es una imagen que el enunciador configura para formar
su enunciado (Filinich, 1998):
“Podemos afirmar que el sujeto de la enunciación es una instancia lingüística,
presupuesta por la lengua -en la medida en que ella ofrece las formas necesarias
para la expresión de la subjetividad- y presente en el discurso, en toda
actualización de la lengua, de manera implícita, como una representación –
subyacente a todo enunciado- de la relación dialógica entre un yo y un tú”
(Filinich, 1998, p. 40-41)
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Como se ha mencionado anteriormente, el sujeto se manifiesta a través de las
marcas deícticas, tales como los pronombres (personales, reflexivos, demostrativos, etc.) y
las desinencias verbales. El “yo” no es el enunciador en sí, es su huella en el discurso, la
forma visible que tiene de poder presentarse en ese discurso. Análogamente, el tú no es el
enunciatario, es la herramienta gramatical que el discurso recupera con el objetivo de
delimitar a ese co-enunciador (Maingueneau, 2007)
Benveniste (1986) incorpora la noción de tercero discursivo para referirse al
estatuto lingüístico de la tercera persona. De acuerdo a su postura, el rol de partículas tales
como “él” o “esto” es el de cumplir una función anafórica, cuya referencia se encuentra
dentro del mismo enunciado. Veamos el siguiente ejemplo, donde el “ellos” adquiere la
función de referencia:
“Cuando nuestros enemigos hablan de democracia, [ellos: nuestros enemigos]
tienen en sus mentes la idea de una democracia estática […]”
Como puede observarse, la utilización del pronombre personal de tercera persona en
plural rescata su referencia de la oración anterior, a modo de abreviación sintáctica y
semántica. De esta forma, Benveniste excluye a la tercera persona del fenómeno discursivo
por considerarla un elemento externo al eje deíctico.
4.3.El tiempo en la enunciación
La temporalidad en la enunciación puede medirse en dos planos, de forma
independiente entre sí, si bien ambos toman como referencia los ejes pasado-presente-
futuro para referir el orden cronológico de los acontecimientos.
Por un lado, puede considerarse al tiempo desde el plano enuncivo, es decir, a nivel
de lo narrado, cuyas marcas pueden visualizarse gracias a los tiempos y modos verbales; y
por el otro, en el plano enunciativo, considerando que cada enunciación inaugura un
presente, tomado como referencia en el discurso (Ricoeur, 1995).
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Para trabajar la temporalidad de nuestro corpus discursivo, utilizaremos más a
menudo la concepción de tiempo enuncivo, dada su condición de visibilidad gramatical
inserta en cada discurso. La finalidad del análisis del tiempo es puramente contrastiva y
comparativa.
4.4. Espacio y enunciación
Filinich (1998) concibe la construcción semiótica del espacio como el resultado de
la oposición entre el “aquí” y el “allí”, o el “englobante” y el “englobado”. Los espacios
pueden definirse por contraste -el aquí es todo aquello que no ingresa en la categoría del
allí-o por inclusión, en el caso de un espacio incluido en otro (por ejemplo, barrios dentro
de una ciudad). El concepto de espacio se relaciona con la idea de focalización, o punto de
vista, ya que lo que interesa al análisis del discurso no es el espacio en sí, sino la
construcción que de él hacen los sujetos discursivos. La focalización es imperfecta, en el
sentido de que un sujeto no la puede realizar de forma completa, sino que la lleva a cabo
por medio de algún tipo de recurso perceptivo, que provoca la fragmentación e idealización
del espacio.
El presente trabajo adopta la clasificación propuesta por Filinich, según la cual
existen al menos dos procesos de captación del objeto, o focalizaciones, las cuales se
enumeran a continuación:
Focalización exteroceptiva
En el caso de que el objeto de la percepción forme parte del exterior, el sujeto
adquiere un punto de vista ordenado mediante la deictización del espacio. Este proceso no
implica únicamente reconocer el aquí y el allí, sino realizar aquellas asociaciones lógicas
relacionadas con convencionalidades culturales y sociales, es decir, clasificaciones y
categorizaciones. La focalización exteroceptiva suele ser incompleta, ya que recurre a
aspectos psicológicos tales como la imaginación, la proyección y la reminiscencia. De esta
forma, el espectador suele crear una semántica propia de la imagen, un ideal del espacio
captado a través de su punto de vista.
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Focalización interoceptiva
Se relaciona específicamente con el espacio interior, con la intimidad de los sujetos
de la enunciación. En los textos narrativos, tales como la novela o el cuento, suele hablarse
de narrador, y se lo clasifica de tres formas. Análogamente, puede utilizarse esta
clasificación para cualquier sujeto enunciativo. La focalización cero se relaciona con el
narrador o enunciatario omnisciente, conocedor de todo cuanto acontece, ya que puede
realizar inferencias sin necesidad de relacionarse directamente con el resto de sujetos
discursivos. Por otro lado, la focalización interna toma como punto de referencia al sujeto
en sí, de aquí que en la literatura tradicional se lo denomine narrador protagonista. Por
último, se habla de focalización externa para considerar aquel punto de vista solamente
captable a través de lo efectivamente visible, de la forma de un narrador testigo.
Por otro lado, esta focalización también incluye otro tipo de mirada. Se relaciona
con la reminiscencia realizada a través de mecanismos de introspección. Filinich resume la
caracterización del mundo interior de la siguiente forma:
“El mundo interior se muestra como un espacio pluridimensional en el cual se
alojan imágenes de diversa nitidez y rango, asociadas a distinta carga
valorativa, material que la incesante actividad de la conciencia (y del
inconsciente) reelabora, preservando y superponiendo más que sustituyendo.”
(Filinich, 1998, p. 78)
Con esta afirmación, la autora refiere a la constante transformación semántica que el
sujeto de la enunciación realiza del espacio exterior, gracias a mecanismos internos
relacionados con aspectos psicológicos propios y cambiantes.
Como conclusión de la temática de la focalización o construcción del espacio,
podemos afirmar que el mismo no es una realidad objetiva captada de forma completa, sino
que es una construcción semántica del sujeto, pasible de transformarse a lo largo del
discurso. Al mismo tiempo, en algunos tipos de discurso el sujeto enunciador puede verse
obligado de la necesidad de transmutar el espacio con el objetivo de orientar su
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significación y sentido final. Será tarea del enunciatario captar dichos cambios y descifrar
el objetivo de los mismos.
4.5. La multiplicidad de voces y la polifonía enunciativa
Como parte integrante del paradigma veritativista de la lengua, durante siglos se
extendió la premisa que implicaba la unicidad del sujeto hablante (García Negroni, 2001).
Por añadidura, se complementaba a dicho sujeto con la figura del receptor, considerado un
sujeto pasivo propuesto de antemano, anterior al discurso. La creencia sufrirá fuertes
críticas durante el siglo XX, siendo la Teoría de la Polifonía Enunciativa una de las más
importantes. Veamos ahora sus antecedentes y principales lineamientos.
4.5.1. Antecedentes: Mijail Bajtin
El filósofo ruso Mijail Bajtin (1979) desarrolló importantes teorizaciones en el
marco de la lingüística, utilizando como corpus de estudio al género novelesco, y
brindándole importancia a la subjetividad propuesta en el interior del mismo. Por un lado,
consideró la existencia de “formas obligatorias discursivas”, las cuales si bien son flexibles
y pueden transmutar a lo largo de los siglos, son heredadas por el hombre, quien las recibe
de forma pasiva, al igual que recibe las formas sintáctico-gramaticales de su lengua nativa.
De esta forma cobra importancia su conceptualización de la idea de un discurso referido, el
cual se sitúa en un marco comunicacional de interacción: cada discurso se enuncia
esperándose una respuesta por parte del enunciatario, a la manera de un diálogo.
Bajtin (1979) concibe al proceso enunciativo como un eslabonamiento de discursos,
los cuales se presentan como causa y consecuencia entre sí. El enunciado es un todo
preciso, delimitado por el cambio del sujeto enunciador, que pretende una respuesta por
parte del enunciatario.
Bajtin busca fundamentar el dialogismo propio del enunciado, y utiliza al género
novelesco para tal fin. Para él, la novela contiene multiplicidad de voces, las cuales unas
son origen y causa de otras, siendo el autor el encargado de presentarlas.
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4.5.2. La polifonía en la enunciación según Oswald Ducrot
Ducrot (1994) define a la enunciación como el “acontecimiento constituido por la
aparición de un enunciado. Se da existencia a algo que no existía antes de que se hablase y
que ya no existirá después.” (p. 184). La definición presenta similitudes con el planteo de
Benveniste.
Al mismo tiempo, y tomando como base la noción de dialogismo de Bajtín, Ducrot
plantea que el autor de un enunciado se expresa a través de múltiples voces denominadas
“enunciadores”, las cuales son presentadas por el “locutor” del enunciado. De esta forma
quedan definidas las dos figuras principales de su Teoría de la Polifonía Enunciativa (a lo
largo de nuestro análisis podrán aparecer cualquiera de sus abreviaturas aceptadas en el
marco académico, tales como T.E.P. o T.P.E.), las cuales se explican a continuación:
_El locutor es el responsable de la enunciación, y dicha responsabilidad se deduce a partir
del enunciado mismo. Con él se homologan aquellas marcas deícticas de la primera
persona. Es importante destacar que no es una figura de existencia visible, y si coincide con
el autor empírico del enunciado (el cual no tiene entidad en los análisis discursivos) es una
mera casualidad. En palabras de Ducrot:
“Entiendo por locutor a un ser que, en el sentido mismo del enunciado, es
presentado como su responsable, es decir como alguien a quien se debe imputar
la responsabilidad de ese enunciado. A él remiten el pronombre YO y las otras
marcas de la primera persona.”
(Ducrot, 1994, p. 198)
Ducrot distingue dentro de la figura del locutor, a dos tipos de locutores: el locutor
como tal (L), y el locutor como ser del mundo (λ). El primero consiste en la figura del
locutor propiamente dicho, aquel a quien aluden las marcas de la deixis. El segundo es “una
persona completa”, el origen del enunciado, lo que el orador podría decir de sí mismo en
cuanto objeto de la enunciación.
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_Los enunciadores (E) son aquellos puntos de vista expresados en el discurso. Son
presentados por el locutor, quien es el encargado de colocarlos en escena. El locutor puede
adherir a uno de estos enunciadores, refutar la postura de otro, hacer que los enunciadores
se enfrenten entre sí. Ducrot concluye:
“El locutor da existencia por medio de éste [el enunciado] a unos enunciadores
cuyos puntos de vista y actitudes él organiza. Y su posición propia puede
manifestarse ya sea porque él se asimile a tal o cual de los enunciadores, ya sea
simplemente porque ha elegido hacerlos aparecer y porque su aparición resulta
significativa, aun cuando él no se asimile a ellos.”
(Ducrot, 1994, p. 209)
El planteo ducrotiano no consiste únicamente en delinear las características de las
figuras que aparecen en el interior de un discurso, sino que al mismo tiempo, describe
algunas figuras retóricas que por su propia configuración presentan múltiples enunciadores
implícitos. La primera de estas figuras es la ironía, a la cual Ducrot define de la siguiente
forma:
“Hablar de manera irónica equivale, para un locutor L, a presentar la
enunciación como si expresara la posición de un enunciador E, posición que por
otra parte se sabe que el locutor L no toma bajo su responsabilidad y que, más
aún, la considera absurda.”
(Ducrot, 1994, p. 215)
La segunda figura analizada por Ducrot es la negación. Partiendo de la base que la
mayoría de los enunciados negativos presentan en sí mismos la contradicción de dos
posturas antagónicas (negación polémica), el semiólogo francés distingue asimismo, a la
negación metalingüística, como aquella negación que “contradice los términos mismos de
un habla efectiva a la cual se opone”. Este tipo de negación permite derribar presupuestos
considerados válidos dentro del contexto, emitidos por el mismo locutor u otros locutores.
Por último, la negación descriptiva permite, de acuerdo a la definición propia de Ducrot,
20
“representar un estado de cosas sin que su autor presente su habla como opuesta a un
discurso adverso” (p.222).
4.5.3. Recurso polifónico de la cita
Así como Ducrot presenta algunos ejemplos precisos de polifonía, existe otro
recurso, la cita, que permite presentar una voz ajena dentro del propio discurso. García
Negroni (2001) enumera los siguientes tipos de cita, basados en la aparición del discurso
citado:
_Discurso Directo: es una estrategia en la cual un discurso introduce al otro por medio de
marcas gramaticales y signos de puntuación precisos, los cuales establecen la frontera entre
el discurso que cita y el discurso citado. Suelen ser empleados aquellos verbos relacionados
con el habla (decir, contar, explicar, etc.):
El profesor me dijo ayer: “este trabajo es un desastre, no creo que apruebes la cursada”.
Nótese la presencia del susodicho verbo y de los signos de puntuación, tales como los dos
puntos y las comillas. Asimismo, es importante destacar la disrupción espacio-temporal
entre un discurso y el otro, ya que ambos presentan ejes deícticos diferentes.
_Discurso Indirecto: es la interpretación que un locutor realiza del discurso de otro, con los
consabidos problemas a los que puede incurrirse tratándose de una apreciación, tales como
la omisión, la síntesis o la modificación del sentido original. Al mismo tiempo, muchas
veces permite visualizar la postura del locutor que cita con referencia al enunciador citado:
“Macri aclaró que subirán los impuestos. También que quiere aumentar el precio del
boleto de subte, llevarlo a diez pesos. Me da miedo eso.” (Aníbal Fernández, en Radio
Mitre, 2014)
21
_Discurso Indirecto Libre: contiene huellas tanto del discurso directo como del discurso
indirecto. El locutor que cita incluye parte de lo citado como parte de su enunciación,
muchas veces resultando confusa la delimitación entre ambos discursos. Suele emplearse
con mayor habitualidad en el género narrativo. En el siguiente fragmento, extraído de una
novela de Virginia Woolf, marcamos en negrita aquellas palabras presentadas por el
narrador, pertenecientes a un discurso ajeno, citado por él mediante este recurso:
“Y entonces Clarissa Dalloway pensó: qué mañana diáfana, cual regalada a
unos niños en la playa. ¡Qué fiesta! ¡Qué aventura! Siempre tuvo esta
impresión cuando, con un leve gemido de las bisagras, que ahora le pareció
oír, abría de par en par el balcón, en Bourton, y salía al aire libre.
(Virginia Woolf, La Señora Dalloway, 1925)
4.5.4. La enunciación proverbial
Maingueneau (2009) define al proverbio como aquella enunciación polifónica en la
cual se “deja oír la voz de la Sabiduría de las naciones”. No se utiliza una cita de autor, ya
que el enunciatario debe poder identificar al proverbio como tal, recurriendo a una
introspección de su memoria y al reconocimiento de ciertas propiedades lingüísticas
(extensión de la frase, carácter binario, etc.). Los proverbios no poseen un origen preciso,
tienen ese carácter inmemorial, lo cual les otorga un estatuto específico en el acervo de la
lengua. El objetivo del proverbio es bien claro: recurrir a esa sabiduría arcaica, la cual se
considera indiscutible, objetiva y de valor verdadero.
4.5.5. La alusión a otros enunciados
Se trata de imitar, dentro de un enunciado determinado, a otro enunciado, con
objetivos precisos. Maingueneau (2009) distingue dos: la captación y la subversión. Así,
captar un texto es “imitarlo yendo en el mismo sentido que él.” La subversión implica
22
necesariamente lo contrario, imitar un texto con el único objetivo de descalificarlo,
generalmente recurriendo a la utilización de la ironía.
De la misma forma, García Negroni (2001) relaciona este fenómeno con el de la
rectificación. Mediante esta última, se hace alusión a un enunciado ajeno con la intención
de reformular su contenido, para que coincida ideológicamente con el pensamiento del
locutor.
4.6. El ethos discursivo
Aristóteles considera al “ethos” como la capacidad del enunciador de brindar una
imagen positiva de sí mismo, con el objetivo de lograr la persuasión o la adherencia del
público enunciatario. Por su parte, Ducrot (1984), lo define de la siguiente forma:
“No se trata de las afirmaciones jactanciosas que [el orador] puede emitir sobre
su propia persona dentro del contenido de su discurso, afirmaciones que por el
contrario arriesgan chocar al oyente, sino de la apariencia que le confieren la
cadencia, la calidez o severidad de la entonación, la elección de las palabras, de
los argumentos. Acudiendo a mi terminología, diré que el ethos es atribuible a
L, el locutor como tal: por ser fuente de la enunciación se ve ataviado con
ciertos caracteres que por contragolpe, tornan aceptable o rechazable esa
enunciación.”
(Ducrot, 1994, p. 205)
Roland Barthes (1995), por su parte, sintetiza la noción de ethos, considerando que
incluye aquellos “rasgos de carácter que el orador debe mostrar al auditorio para causar
buena impresión: es su aspecto.
23
Todas estas definiciones incluyen aspectos fundamentales: al hablar de ethos,
debemos considerar rasgos tanto físicos como psicológicos del enunciador, teniendo en
cuenta de no relacionar dichas características con la posible existencia y visualización del
autor material del enunciado. La caracterización conjugada se produce desde, por y para la
enunciación. El enunciado brinda sus propios recursos que permiten identificar un tono, que
configura el cuerpo y el carácter del locutor (Maingueneau, 2009). Sin embargo,
determinado tipo de enunciaciones y locutores suelen ser recurrentes, por lo que el
enunciatario puede verse influenciado de antemano, conocer o intuir las características del
ethos antes de la discursividad misma. Este fenómeno se denomina ethos prediscursivo. La
actualización que produce la nueva enunciación permitirá validar o desmentir a ese ethos.
Asimismo, el ethos configurado en la instancia enunciataria puede ser diferente de
aquel ethos que se deseaba desplegar por el enunciador.
4.7. Algunas teorizaciones sobre el estudio de la modalidad
La definición gramatical tradicional de modo explicita la existencia de una serie de
verbos, tales como “deber” o “necesitar”, que permiten modificar la significación de otros
verbos, mediante la conjugación de dos enunciados diferentes. Estudios en el campo de la
semántica, han permitido entender que la consecuencia producida por la modalización es
una subjetivización del significado (Filinich, 1998).
Filinich (1998) plantea la existencia de modalidades que exceden la mera presencia
léxico-gramatical, tales como las modalidades lógicas, las cuales no necesariamente deben
expresarse a través de verbos modales explícitos.
De esta forma, la lógica clásica se ocupó principalmente del valor de verdad de los
enunciados, pudiendo existir dentro de esta categoría enunciados asertivos, en el sentido de
que implican su constatación a partir de la observación empírica. Con posterioridad, fueron
incorporadas las nociones de necesidad y posibilidad en el marco de las modalidades
aléticas, pudiendo un enunciado ser necesario, posible, imposible o contingente.
Por último, la lógica modal incorporó el orden del saber y del deber, configurando
las modalidades epistémicas y deónticas, respectivamente. Las epistémicas se relacionan no
solamente con la capacidad del saber, sino que también incorporan hechos tales como el
24
creer y la suposición. La modalidad deóntica se relaciona, por su parte, con órdenes y
mandatos.
A este respecto, nos pareció oportuno utilizar esta clasificación, teniendo en cuenta
que la misma es validada por García Negroni (2001).
4.8. La destinación de los mensajes políticos
Para trabajar el tema de la destinación del discurso político, hemos optado por
seguir los modelos propuestos por Verón (1987) y por García Negroni (2001).
Verón (1987) considera al discurso político como un acto de enunciación en donde
el mensaje se destina de forma triple. Por un lado, hacia un destinatario constituido como
prodestinatario, inserto dentro de un colectivo de identificación, esto es, un segmento que
comparte ciertos rasgos y características ideológicas (por ej. “los peronistas”) con el
enunciador, quién desea reforzar la creencia compartida.
Por otro lado, el mensaje puede dirigirse al mismo tiempo hacia un segmento de
individuos que aún no se han posicionado con respecto al enunciador. Considerados como
los “indecisos”, el autor afirma que estos paradestinatarios reciben su mensaje a través de
mecanismos de persuasión empleados por el enunciador. La tarea de este último consistirá
en intentar convencerlos de sus creencias.
Por último, el mensaje también puede destinarse hacia aquel segmento ideológico
inverso al del enunciador, y obviamente, al del prodestinatario. De esta forma, el mensaje
político se torna polémico hacia el contradestinatario, ese segmento de individuos que no
comparte los valores propios del enunciador político.
García Negroni (2001) retoma esta idea y especifica que el discurso político en sí,
constituye un gran Macro Acta de Habla, donde confluyen las tres destinaciones propuestas
por Verón. Ella parte del supuesto de que no necesariamente son explícitas: las fuerzas
ilocucionarias pueden permanecer ocultas o implícitas. Es decir, un mensaje de refuerzo de
creencia de un enunciador hacia su prodestinatario puede incluir, oculto, un mensaje
persuasivo o una advertencia, destinados al paradestinatario o al contradestinatario,
respectivamente.
25
Verón asimismo determina que, insertos a lo largo de las distintas enunciaciones
políticas, subyacen determinados componentes, expresiones generalmente modalizadas,
que poseen un sentido y significación propios y orientan el objetivo del discurso. De esta
forma, distinguimos, de acuerdo a la misma teoría:
El componente descriptivo a través del cual el enunciador realiza una serie
de aseveraciones, con el objetivo de constatar el balance de una situación en
un contexto determinado. Generalmente, se emplea para contrastar el pasado
y el presente.
El componente didáctico, referido al orden del saber, por medio del cual el
enunciador político asume ciertas aseveraciones convirtiéndolas en verdades
universales, de carácter dogmático.
El componente prescriptivo relacionado al orden del deber y la modalidad
deóntica. El enunciador formula cursos de acción relacionados con la
necesidad de actuar de una determinada forma.
El componente programático, el cual se basa en las promesas y en el orden
del “poder hacer" político. Generalmente emplea el uso del futuro del modo
indicativo.
El sentido final de la teoría propuesta por Verón es entender que a través de estas
cuatro modalidades, el enunciador político construye un mensaje que puede tornarse
multidestinado, en la medida en que puede incluir en el enunciatario, a las tres instancias
que hemos nombrado.
García Negroni (1987) entiende que, necesariamente, la reflexión discursiva, esto
es, el sentido del discurso, es multidestinado por naturaleza: no puede hablarse de un
mensaje destinado a un prodestinatario, sin pensarse al mismo tiempo, en un mensaje
oculto, destinado a cualquiera de las dos instancias enunciativas restantes. Para ella, el
paradestinatario y el contradestinatario constituyen respectivamente, destinatarios
indirectos y destinatarios ocultos.
26
4.9. La metaforización
Para trabajar el concepto de metáforas, utilizado por el enunciador como recurso
retórico por excelencia, recurrimos a la teoría propuesta por George Lakoff y Mark Johnson
(1980), que parte de la idea de la metáfora como recurso para trasponer la significación de
un concepto por otro.
La metáfora se utiliza con el objetivo de conceptualizar una idea desconocida a
partir de conceptos y nociones conocidos. Lakoff considera que las metáforas (por ej.
“¡está en la cresta de la ola!”) surgen de conceptos metafóricos (“el éxito implicar estar
arriba”), los cuales engloban verdades universales, o saberes popularizados en el imaginario
social. De esas verdades, surgen las expresiones metafóricas que los individuos utilizan a
diario. El uso de las metáforas es el mecanismo que le permite al individuo sistematizar su
pensamiento y construir su enunciación, aunque suele suceder que la mayoría de las veces
no se dé cuenta de la utilización de las mismas.
27
5. MARCO METODOLÓGICO
Durante su extensa trayectoria política, el General Juan Domingo Perón ha
pronunciado decenas de discursos transmitidos a través de los medios. Con posterioridad,
han sido recopilados y conforman auténticas ediciones de consulta historiográfica. Al
momento de presentarse el objetivo de esta investigación, el primer interrogante que surgió
se relacionó con la cantidad de discursos necesarios para afrontar el análisis, y al mismo
tiempo, el criterio de recorte espacio-temporal.
A los efectos de limitar la muestra de análisis, el criterio elegido priorizó la
utilización de los discursos pronunciados por Perón cada Primero de Mayo durante su
primera Presidencia. La fecha representa el momento en el cual el jefe del gobierno
Justicialista celebra no solamente el Día del Trabajo, sino que festeja los triunfos políticos
obtenidos, exhorta a las multitudes con promesas de cambio y diagrama el futuro de nuestra
Nación. El Primero de Mayo representa la fiesta por excelencia de los trabajadores, y dada
nuestra condición de análisis de los sujetos enunciadores, nos pareció sumamente
importante rescatar el papel sentimental de dicha fecha para los integrantes del
Movimiento.
Parte de este trabajo consiste en reconocer las fuerzas persuasivas intra discursivas,
por lo tanto, analizar aquellos discursos que resumen un año de actividades políticas resulta
ser la manera más efectiva de reconocer dichas fuerzas puestas en marcha a través de la
enunciación.
Asimismo, y a efectos de constituir el inicio de una serie discursiva, notamos que
cada discurso del Primero de Mayo (1947-1952) poseía la intención de constatar logros y
promesas realizados al inicio del mandato presidencial. Teniendo en cuenta la necesidad de
verificar dicha constatación, el discurso de lanzamiento de candidatura del 12 de febrero de
1946, resultó ser el más adecuado a la hora de comparar las promesas y visiones originales,
con el devenir histórico propio del resto de los discursos de nuestra serie, y sus
consiguientes modificaciones semánticas.
28
Los discursos elegidos fueron obtenidos a través de la bibliografía detallada al final
de este trabajo. Asimismo, la totalidad de los discursos se encuentra digitalizada, y puede
consultarse en distintas bibliotecas online del Partido Justicialista.
El análisis implica una lectura superficial de los documentos y una posterior lectura
crítica e intensiva. Es importante destacar que los discursos se originan en el plano de la
oralidad, por lo que elementos tales como la entonación, la prosodia y la gestualidad,
propios de los discursos orales, se pierden una vez transcriptos los discursos.
Por otra parte, el análisis requiere necesariamente la contextualización del discurso
en su espacio y tiempo, dentro de los parámetros que constituyen el ego, hic et nunc
discursivo. Un estudio analítico que no tenga en cuenta su tiempo de enunciación corre
peligro de no ser interpretado de forma completa. Para tales fines, el conocimiento de los
hechos históricos es fundamental y debe producirse a través de métodos heurísticos, con el
objetivo de hallar nuevas conclusiones a la luz de los hechos cronológicos. Se tomará como
base, el trabajo de Loris Zanatta (2012) en relación a los principales logros del Peronismo.
Al mismo tiempo, el análisis de los discursos debe ser efectuado con una base
hermenéutica, herramienta propia que combina el análisis de los vocablos con las
intencionalidades propias de sus enunciadores. Combinada esta técnica con el análisis
heurístico de la Historia, se obtiene un método completo que tiene en cuenta no solamente
lo que se dice, sino cómo se dice, dónde y cuándo. A través de esta tarea, el trabajo
pretende interpretar el por qué, entendido este último en términos de sentido y
significación.
Finalmente, pero no menos importante, el análisis requiere un uso extensivo de
herramientas interpretativas, y el manejo de razonamientos tanto deductivos como
inductivos. El uso de procedimientos deductivos, que permitan validar las premisas
presentadas durante el desarrollo del análisis, otorga el sustento lógico necesario y propio
de cualquier investigación. Sin embargo, al tratarse de discursos personales, en los cuales
hay obvias cargas valorativas y subjetivas intrínsecas, el uso de razonamientos inductivos
que partiendo de lo particular permitan arribar a conclusiones generales, es necesario para
establecer y delimitar patrones de comportamiento discursivo.
En conclusión, se tratará de analizar los discursos de forma científica y acorde a los
métodos interpretativos válidos para cualquier trabajo de tesis.
29
Para resumir, nos parece interesante detallar las tres instancias metodológicas de
nuestro trabajo. Estas tres etapas son instancias del análisis que hemos llevado a cabo en
todo el corpus, pero en este trabajo aparece el resultado no necesariamente con estas
divisiones. Son tres etapas diferenciables metodológicamente, pero en nuestra presentación
final se verán simultáneamente los resultados del análisis como una totalidad:
1. Relevamiento del corpus (búsqueda de los discurso de Perón). Esta es una etapa
descriptiva y de lectura reflexiva.
2. Análisis del corpus (estudiar las categorías y conceptos de las teorías de la
enunciación (polifonía, voces, multidestinatario, etc.)).
3. Interpretación del corpus (interpretar el análisis que llevamos a cabo en la etapa 2 en
función del contexto histórico en que emerge este discurso, y de los supuestos de
nuestra hipótesis)
30
6. YO, LA VOZ DE NOSOTROS
6.1. Introducción
En este apartado, se analizará la construcción de la figura del enunciador, las voces
que él mismo presenta en escena, y cómo las orienta con fines específicos hacia distintos
enunciatarios. La utilización de la primera persona es signo inequívoco y constitutivo de la
deixis enunciativa. El enunciador se sitúa frente a su enunciatario, configurando y al mismo
tiempo construyendo la figura de ambos, estableciendo las bases del “aquí” y del “ahora”
discursivos (Benveniste, 1986).
Como primera observación, diremos que a lo largo de cada uno de los discursos
analizados, se ha podido visualizar la coexistencia tanto del singular (yo) como del plural
(nosotros). Semánticamente, el “nosotros” implica el acoplamiento de ese “yo” locutor con
parte de la instancia enunciataria: el “ustedes” hacia el cual la destinación del mensaje
político pretende agradar o convencer. A esta categoría de conjunción entre el locutor y el
enunciatario directo se la denomina “nosotros inclusivo” (Pardo, 1987). Por oposición,
otro elemento de naturaleza nominal queda conformado como el “tercero discursivo”, el
cual se expresa gramaticalmente a través de los pronombres de la tercera persona o
construcciones nominales de equivalente valor.
En el discurso de Perón, la utilización de un nosotros inclusivo implica, como
estrategia de persuasión, la construcción enunciativa de una coincidencia de valores e ideas
entre el enunciador y el enunciatario, el reconocimiento de ciertos ideales compartidos, de
determinados presupuestos asumidos con anterioridad al discurso y reivindicados a lo largo
del mismo. Esta estrategia de fusión puede conllevar a la construcción de una voz propia,
que corresponde a la ideología peronista: en el discurso de Perón se puede apreciar la
construcción de la voz propia del Peronismo a lo largo de este período, la construcción de
un yo y un tú, instaurado como un nosotros, que comparten los ideales del peronismo, es
decir un sistema de creencias compartido.
31
6.2. “Vengo conmovido”…: yo, aquí y ahora
En este capítulo, nuestro análisis se centrará en el discurso de 1946, el cual es
emitido como acto de proclamación de la candidatura del Gral. J. D. Perón para Presidente
de la Nación. Es importante destacar el hecho de que al constituirse como la primera
muestra de nuestra serie discursiva, este enunciado constituye la base para delinear aquellos
aspectos (voces polifónicas, destinadores múltiples, etc.) que irán modificándose (o no) a lo
largo de toda la serie.
El hecho de ser un discurso político de lanzamiento de candidatura a un puesto
gubernamental lo constituye como un gran macro acta de habla (García Negroni, 1987),
con posibles intencionalidades tan diversas tales como la persuasión o la advertencia,
destinadas a la gran promesa que constituye el discurso en su totalidad.
Por un lado, podría considerarse de antemano que el enunciador recurrirá a distintas
estrategias de persuasión, refuerzo y polemización, las cuales se orientarán a distintos
enunciatarios o receptores discursivos adicionales (García Negroni, 2001). Por el otro,
teniendo en cuenta la noción de que las ideas políticas no nacen de un momento para otro,
sino que se crean y evolucionan paulatinamente junto con la sociedad (Quesada, 1997),
cabe suponer que el enunciado recupera ciertas ideas prediscursivas, y las actualiza o
transforma. Esto significa que el enunciador no es inédito en sus enunciados: lo que diga ya
pudo haber sido dicho, y la funcionalidad del nuevo discurso será renovar o manifestar una
creencia (Bajtín, 1979).
Como primera observación del análisis, citaremos a continuación el inicio de este
discurso de 1946:
“Llego a vuestra presencia con la emoción que me produce sentirme
confundido entre este mar humano de conciencias honradas; de estas
conciencias de criollos auténticos que no se doblan frente a las adversidades,
prefieren morir de hambre antes que comer el amargo pan de la traición. […]
Vengo conmovido por el sentimiento unánime manifestado a través de campos,
32
montes, ríos, esteros y montañas; vengo conmovido por el eco resonante de una
sola voluntad colectiva; la de que el pueblo sea realmente libre, para que de una
vez por todas quede libre de la esclavitud económica que le agobia.”
(1946, subrayados y negritas son nuestras)
Hemos decidido resaltar en negrita las marcas deícticas visibles, tanto de la primera
persona (enunciador) como de la segunda (enunciatario), correspondientes a los verbos
conjugados y a los pronombres de distinta clase que permiten orientar el origen y el destino
de la enunciación. Este es el primer paso para reconocer la subjetividad propia del mensaje
y entender que el mismo incluye un “yo”, un “aquí” y un “ahora” ligados directamente a la
enunciación como fenómeno de apropiación de la lengua (Benveniste, 1986).
Por otro lado, el subrayado de los adjetivos “confundido” y “conmovido” sirve para
comprender que el enunciador pertenece al género masculino. Asimismo, dichos adjetivos
actúan como subjetivemas denotadores de la pasión que el enunciador desea traslucir a su
enunciatario.
El hecho de que el enunciador se califique a sí mismo, favorece su personificación
(Del Moral, 2014), permitiendo que en la mente de cualquier enunciatario o receptor del
mensaje pueda formarse una imagen corporal y psicológica del mismo, es decir, comenzar
a crear un ethos discursivo (Maingueneau, 2010). En este caso, una primera imagen permite
idealizar un enunciador masculino, emocionado y pasional.
El componente semántico de este fragmento se constituye en la fijación de un
objetivo político, ya que el enunciador habla de una “voluntad colectiva”, que representa un
deseo correspondiente a un grupo social. Si nos atenemos a lo dicho por él mismo, que la
voluntad se relaciona con la libertad del pueblo, podemos inducir la futura polifonía del
resto del discurso, en el sentido de que será una voz actualizadora de los reclamos de esa
segmentación social (pueblo).
Analicemos ahora los verbos empleados. Los verbos “llegar” y “venir” refieren al
movimiento y a la posición de un objeto con respecto a otro, durante un tiempo
determinado. Aunque no se visualice en el plano de lo dicho, el enunciador los emplea con
33
el objetivo de hacer referencia a dos estados de situación diferentes: el “anterior” a su
presencia (“allí”) y el “ahora”, estando él presente (“aquí”). El objetivo es delimitar dos
campos discursivos definidos por oposición y relacionados con la temporalidad y la
espacialidad.
A los efectos de justificar más sólidamente la suposición anterior, hemos rescatado
el siguiente fragmento, y debajo del mismo, delimitado las dos instancias
temporales/espaciales que el enunciador delimita en su discurso:
“Porque hemos venido a terminar con una moral social que permitía que los
trabajadores tuviesen para comer sólo lo que se les diera por voluntad patronal
y no por deber impuesto por la justicia distributiva, se acusa a nuestro
movimiento de ser enemigo de la libertad.”
(1946, negrita nuestra)
_El pasado, anterior a la llegada del enunciador, que denotará todos los rasgos que el nuevo
Movimiento desea modificar. Verifíquese el empleo del pretérito imperfecto (“permitía”)
con el objetivo de demostrar que ese “pasado” constituía un proceso de continuidad, de
permanencia en el tiempo.
_El presente, establecido a partir de la llegada del enunciador (que se fusiona con su
prodestinatario), representando el cambio, un nuevo capítulo en la historia. El uso del verbo
“terminar” implica que dicho cambio no se produce a través de un proceso de transición,
sino más bien, repentinamente. El enunciador, ahora, se posiciona “aquí”, frente a sus
enunciatarios, de forma pasional, para indicarles que está conmovido y tiene un mensaje
para ellos, en el orden de lo social.
Téngase en cuenta asimismo la focalización imperante en ambos fragmentos. El
enunciador recurre a un punto de vista denominado focalización cero (Filinich, 1998). No
se trata de descripciones espaciales ordenadas a partir de mínimas percepciones, sino de
categorías generalistas propias de un observador jerárquicamente superior a su espacio.
34
Para ello el enunciador recurre a una serie de ideas tendientes a posicionarse espacialmente,
tales como “mar humano de conciencias honradas”, “[…] toda la vastedad de nuestra tierra
gaucha” o “[…] a través de campos, montes, ríos, esteros y montañas”.
Como conclusión inicial, podemos afirmar que el enunciador se constituye a sí
mismo tras su llegada (“[yo] vengo”), al igual que delimita su focalización y la
temporalidad discursiva. Por otro lado, fija un objetivo orientador del sentido y
significación de su alocución (“vengo conmovido por el eco resonante de una sola voluntad
colectiva”), basado en la voluntad de cambio y el aspecto esencialmente social de su visión,
en el marco de un discurso preconcebido de candidatura política, considerado un macro
acta de habla (García Negroni, 1987).
35
6.3. Yo, la voz de los trabajadores: hacia la configuración de un “ser político”
6.3.1. Las “bases y condiciones” ideológicas de 1946
Rescataremos nuestra idea inicial acerca de la importancia del factor social como
aspecto constituyente del sentido del discurso. Por este motivo, hemos decido abordar en el
presente capítulo, el papel que asume el enunciador al intentar recuperar la voz de la clase
trabajadora y de las clases más bajas, y cómo esa voz se nutre de otras voces a través de
diversos recursos polifónicos.
Comenzaremos el análisis con el siguiente fragmento:
“No debemos contemplar tan sólo lo que pasa en el centro de la ciudad de
Buenos Aires; no debemos considerar la realidad social del país como una
simple prolongación de las calles centrales bien asfaltadas, iluminadas y
civilizadas; debemos considerar la vida triste y sin esperanzas de nuestros
hermanos de tierra adentro, en cuyos ojos he podido percibir el centelleo de esta
esperanza de redención.
Por ellos, por nosotros, por todos juntos, por nuestros hijos y los hijos de
nuestros hijos debemos hacer que, ¡por fin!, triunfen los grandes ideales de
auténtica libertad que soñaron los forjadores de nuestra independencia y que
nosotros sentimos palpitar en lo más profundo de nuestro corazón.”
(1946, subrayado nuestro)
Como primer aspecto fundamental, rescataremos el uso del “nosotros” para
homologar al enunciador con su prodestinatario encuadrado dentro de un colectivo de
identificación (Verón, 1987), los “trabajadores” o “clase obrera”. Por otro lado, el empleo
de una modalización deontológica, encarnada a través del verbo “deber”, explicita la
intención del enunciador de constituir futuros planes de acción para aquel segmento de la
36
sociedad en estado precario. No lo enuncia como una posibilidad, sino como una obligación
(Filinich, 1998).
La importancia de este fragmento radica en las voces discursivas presentadas por el
enunciador. De acuerdo a la Teoría de la Polifonía Enunciativa (Ducrot, 1994), partimos de
la base de que nuestro enunciador es el locutor, y esas voces ajenas insertas por él, son los
enunciadores. De esta forma, primeramente encontramos la voz de los trabajadores pobres,
de la clase obrera marginada. El carácter social de su aseveración confirma el solapamiento
de ambas voces, es decir del locutor con ese enunciador, (“[p]or ellos, por nosotros, por
todos juntos, por nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos”), para denotar no solamente
esa voz recuperada, sino también esa coincidencia de valores y deseos, de concatenación de
ideales y objetivos.
Coexiste asimismo la presencia de una voz opuesta al locutor, y que él presenta
haciendo alusión (Maingueneau, 2009) al “centro” de la Ciudad de Buenos Aires (“calles
centrales bien asfaltadas, iluminadas y civilizadas”). Se trata de una voz elitista, con rasgos
oligárquicos, carácter unitario y aristocrático, que considera que la realidad del país se basa
en la zona rica de la ciudad de Buenos Aires. Esa voz representa a las clases altas,
concentradas en la capital del país y detentoras de los medios de producción.
El locutor presenta esta nueva voz afirmando que no hay que tenerla en
consideración. Él es bien explícito al momento de exhibirla y demostrar que está en contra
de la misma y lo expresa mediante una negación polémica (Ducrot, 1994), (“[n]o debemos
contemplar tan sólo lo que pasa en el "centro" de la ciudad de Buenos Aires”), la cual
contrapone dos puntos de vista, constituidos como enunciadores:
E1: los que basan el concepto de país centrado en la Capital Federal.
E2: aquellos que abogan por un mayor federalismo e inclusión.
Realizando la transposición correspondiente, podemos inferir inductivamente que el
enunciador es “populista” y al mismo tiempo “fraternalista” (“nuestros hermanos”). La voz
de los trabajadores del interior es también su voz y la constituirá como parte de su sustento
argumentativo al momento de definir adversarios o contradestinatarios.
37
Para resumir esta idea de polifonía, la figura A ejemplifica los dos enunciadores
presentados por el locutor, y la idea primaria de cada uno de ellos, la cual emana del plano
enuncivo.
Figura A
Enunciador Idea Primaria Locutor
E1: VOZ ELITISTA La Capital Federal es el
centro del país.
Punto de vista conservador,
de rasgos aristocráticos y
oligárquicos.
No se homologa con este
enunciador (negación)
“No debemos contemplar
tan sólo lo que pasa en el
centro de la ciudad de
Buenos Aires; no debemos
considerar la realidad
social del país como una
simple prolongación de las
calles centrales bien
asfaltadas, iluminadas y
civilizadas”
E2: VOZ POPULISTA
(federalista, de carácter
social)
La Capital Federal no es el
centro del país.
Punto de vista
modernizador de la realidad
del país, aboga por una
mayor inclusión de las
clases trabajadoras.
Se homologa (modalidad
deóntica)
“[d]ebemos considerar la
vida triste y sin esperanzas
de nuestros hermanos de
tierra adentro, en cuyos
ojos he podido percibir el
centelleo de esta esperanza
de redención”
38
En relación a este párrafo, nos parece interesante realizar una aclaración acerca de la
construcción empleada por el enunciador cuando dice “auténtica libertad”. Evidentemente,
el término “auténtico” refiere a la posibilidad de que haya al mismo tiempo una “falsa
libertad”. De esta forma, el enunciador define su propia conceptualización del término, un
proceso que discursivamente implica la elaboración de una verdad universal (Verón, 1987),
enmarcada dentro de un paradigma ideológico, y reforzada por ciertos lazos de creencia
supuestos en la serie discursiva.
Continuando en la línea de análisis del mismo discurso de 1946, nos parece
oportuno citar el siguiente párrafo, el cual posee explícitamente una orientación discursiva,
es decir, muestra directamente la destinación pretendida por el enunciador, y refuerza la
voz populista que hemos propuesto más arriba.
“Quiero dejar de lado a los provocadores a sueldo; a las descarriadas
jovenzuelas que en uso de la libertad han querido imponer el uso del símbolo
monetario en el pecho de damas argentinas cuya imposición rechazaban en uso
de la propia libertad; a los pocos estudiantes que han creído "descender" de su
posición social si se solidarizaban con el clamor de los hombres de trabajo, sin
reflexionar que únicamente su "trabajo" será lo que en el futuro llegará a
ennoblecer su paso por la vida; quiero también dejar de lado a los resentidos, a
cuantos creyéndose seres excepcionales creían que el favor y la amistad
personal podían más que el esfuerzo lento y constante de cada día y el espíritu
de sacrificio ante los embates de la adversidad; quiero dejar de lado todo lo
negativo, lo interesado, lo mezquino, para dirigirme a los hombres de buena
voluntad que aún no han comprendido la esencia de la revolución social,
cuyas serenas páginas se están escribiendo en el Libro de la Historia
Argentina, y decirles: "Hermanos: con pensamiento criollo, sentimiento
criollo y valor criollo, estamos abriendo el surco y sembrando la semilla de
una Patria libre, que no admita regateos de su soberanía, y de unos ciudadanos
libres, que no sólo lo sean políticamente sino que tampoco vivan esclavizados
39
por el patrón. Síguenos; tu causa es nuestra causa; nuestro objetivo se
confunde con tu propia aspiración, pues sólo queremos que nuestra Patria sea
socialmente justa y políticamente soberana"
(1946, la negrita y el subrayado son nuestros)
La primera parte del enunciado, la cual nosotros hemos subrayado, incluye el
recorte del universo de enunciatarios y receptores discursivos posibles que el enunciador
descarta. Esto no quiere decir que los constituya directamente como contradestinarios,
pero los aparta del eje deíctico, y en esta oportunidad los constituye como terceros
discursivos (Benveniste, 1986). Una vez realizado este desglose, se dirige directamente
(“para dirigirme a los hombres de buena voluntad que aún no han comprendido la esencia
de la revolución social”) hacia un enunciatario, mediante un discurso de tonalidad
fraternalista (“hermanos”), con señaladores subjetivantes (“para dirigirme”, “síguenos”,
“sólo queremos”) (Maingueneau, 2009).
Vemos asimismo que la destinación directa es doble. Por un lado, el enunciador
utiliza la expresión “dirigirme a los hombres de buena voluntad que aún no han
comprendido la esencia de la revolución social”. Aquí está haciendo referencia a un
destinatario indeciso o indiferente, no incluido en su colectivo de identificación (Verón,
1987), no porque este destinatario no comparta sus valores, sino porque, o bien no los
conoce, o no ha decidido posicionarse ideológicamente con respecto a ellos. Verón (1987)
denomina a este segmento como paradestinatario, y la funcionalidad del mensaje para con
él es puramente persuasivo, es decir, de convencimiento o futura adherencia.
Por otro lado, el empleo del término “hermanos” refleja la actitud del enunciador de
querer colocarse a un mismo nivel que su enunciatario, para demostrar su camaradería y
cercanía con el mismo. El objetivo es estrechar ese vínculo de unión, ese lazo que los une
por tener el mismo fin en común. Al mismo tiempo, denota su posición: en tanto “yo”, se
implanta como referente del grupo de pertenencia., encuadrado dentro del “nosotros”.
La subjetividad imperante se fundamenta en el hecho de que, si bien se trata de un
discurso político de lanzamiento de candidatura, el enunciador intenta que la formalidad dé
40
paso a la informalidad, al acercamiento en su forma más próxima. No es de extrañar que
continúe su discurso haciendo referencia a su condición de criollo. El empleo del término
(“criollo”) cumple una función de homogeneización, de búsqueda de criterios compartidos
que sustenten la necesidad de usar ese lazo fraternal.
Nos detendremos ahora en la metáfora que hemos señalado en negrita y que, para
facilitar la lectura, transcribiremos nuevamente: “estamos abriendo el surco y sembrando la
semilla de una Patria libre”
Varias cosas podemos decir al respecto. Por un lado, el empleo del presente
indicativo con un gerundio (“estamos abriendo”), genera la idea de un proceso en
desarrollo concomitante al presente del enunciador, que aún no ha terminado. Por otra
parte, la metáfora del arado y siembra de una semilla es utilizada para transponer la
significación del Movimiento Justicialista. La idea de una planta que germina, se relaciona
con un concepto metafórico de crecimiento sostenido y paulatino (Lakoff y Johson, 1980),
ya que una planta debe ser regada para que crezca, debe ser cuidada y al mismo tiempo,
debe soportar las inclemencias del tiempo y de la intemperie. Si la “semilla” del
Justicialismo (que conlleva en su interior todos los valores del Movimiento) es plantada por
todos los “hermanos”, ellos serán los encargados de velar por su seguridad, y de hacer
frente a todas las adversidades que amenacen su “crecimiento”. El resultado (“la flor”) será
la “Patria Libre”, que como ya hemos visto, posee el sentido de “libertad” delimitado por el
enunciador.
Hasta aquí hemos visto que el enunciador representa la voz de un sector de la
sociedad (trabajadores), que utiliza un tono fraternal para generar empatía para con el
prodestinatario, y que, de acuerdo a su conmoción pasional, es el rector del desarrollo de la
tarea llevada a cabo por el Movimiento Justicialista. Para poder otorgar mayor sustento a
nuestras aseveraciones, decidimos transcribir el siguiente fragmento, en donde el
enunciador evoca de manera explícita el hecho de recoger la voz de los trabajadores. El
enunciador hace referencia a un “clamor”, es decir a una voz grave, vigorosa, que conlleva
la voluntad de la clase trabajadora.
Téngase en cuenta en esta oportunidad la referencia a “los patronos que no tienen
contraídos compromisos foráneos”, la única vez en que el enunciador hace mención a la
41
clase patronal dentro de su segmento de empatía ideológica. La oración subordinada (“-que
no tienen contraídos compromisos foráneos”) implica una selección por parte del
enunciador, un recorte de ese sujeto discursivo. A nivel semántico, los trabajadores, la clase
media, y ese sector patronal libre de ataduras para con el extranjero, poseen el mismo nivel
de significación para el enunciador.
Es importante tener en cuenta que, hacia 1946, el desarrollo de la industria nacional
era escaso, y las pocas empresas nacionales de envergadura no contaban con el suficiente
apoyo estatal. La política argentina había priorizado durante décadas las inversiones de
capital extranjero, cuyos dividendos se giraban, obviamente, al exterior (Zanatta, 2012).
“En el escaso tiempo que intervine directamente en las relaciones entre el
capital y el trabajo, tuve oportunidad de expresar el pensamiento que regiría mi
acción. Fueron señalados los objetivos a conseguir y expuestas con claridad las
finalidades que nos proponíamos. En este plan de tareas y en las motivaciones
que le justifican, recogióse [sic] el clamor de la clase obrera, de la clase media y
de los patronos que no tienen contraídos compromisos foráneos”
(1946, subrayado nuestro)
De la misma forma, en tanto “yo”, apartado del “Ustedes (trabajadores y
compañeros”), el enunciador considera de suma relevancia expresar su postura política
personal, la cual obviamente, comparte los intereses del Movimiento Justicialista. Ese “yo”
hace mención explícita a una “voz de la clase obrera”, recogida e incorporada a un plan de
tareas.
Tengamos en cuenta la temporalidad (Filinich, 1998), propia de este fragmento. La
utilización del pretérito perfecto simple (“intervine”, “fueron señalados”, “recogiose (sic)”)
expresa hechos terminados, referidos al pasado del enunciador, ese pasado relacionado con
la explotación de los trabajadores por parte de la clase patronal, finalizado a partir de la
aparición del Movimiento Justicialista.
42
Para evidenciar lo antedicho en los dos párrafos anteriores, transcribiremos a
continuación un fragmento, en el cual aparecen algunas nociones interesantes, por ejemplo,
el uso de la expresión “todo el pueblo”, la cual tiene un sentido amplificador de la idea de
sociedad.
“No me importan las palabras de los adversarios y mucho menos sus insultos.
Me basta con la rectitud de mi proceder y con la noción de nuestra confianza.
Ello me permite aseverar, modestamente, sencillamente, llanamente, sin
ostentación ni gritos, sin necesidad de mesarme de los cabellos ni rasgarme las
vestiduras, que soy demócrata en el doble sentido político y económico del
concepto, porque quiero que el pueblo, todo el pueblo (en esto sí que soy
"totalitario"), y no una parte ínfima del pueblo se gobierne a sí mismo y porque
deseo que todo el pueblo adquiera la libertad económica que es indispensable
para ejercer las facultades de autodeterminación.”
(1946)
Al mismo tiempo, el parágrafo anterior nos sirve para confirmar nuestra idea de una
voz populista. En tanto “yo”, el enunciador aclara que la democracia es “para todo el
pueblo”, descartando de antemano una concepción de sociedad elitista. Nótese el sentido de
la destinación del mensaje, constituido como premisa fundamental del Movimiento: el
enunciador rechaza aquellas voces adversarias (“No me importan las palabras de los
adversarios y mucho menos sus insultos.”) y enuncia su objetivo, relacionado con la
adherencia a un punto de vista en particular.
Los fragmentos presentados correspondientes al discurso de 1946, permiten ver al
enunciador como un sujeto que, recuperando la voz de la clase trabajadora, descalifica
aquella voz o punto de vista centrado en el elitismo porteño. Asimismo, el uso de
modalidades programáticas en el plano de la necesidad y la obligación (Verón, 1987),
referidas a planes de acción del gobierno, configura un sentido de ordenamiento impuesto
43
por el enunciador hacia los demás, una voz doctrinaria y guía del quehacer político y
económico.
Por todo lo expuesto, y a modo de realizar una integración de todos los conceptos
trabajados, hemos decidido nombrar a este ente discursivo como ser político. Nuestra
denominación se basa en que, en tanto locutor (Ducrot, 1994), nuestro enunciador introduce
una voz de los trabajadores a su discurso, a través de un acercamiento a los mismos,
constituyéndose como guía rectora del dogma programático de acción social, basado en la
concepción de un pasado miserable para la clase obrera . A fin de ilustrar nuestra idea, la
figura B sintetiza los principales hallazgos:
FIGURA B
LOCUTOR (L)
Se constituye como
SER POLÍTICO
(S.P.)
Ethos polifónico:
Tono fraternal
Guía del Movimiento
Pasional, emocional
Voz de los Pobres y
Trabajadores
Paradestinatario
(Persuasión)
Prodestinatario
(Refuerzo, persuasión)
Contradestinatario
(Rechazo)
DESTINACIÓN
44
6.3.2. La evolución del “ser político” entre 1947 y 1948
A los efectos de nuestro análisis, el periodo transcurrido entre 1947 y 1948, una vez
el Justicialismo asentado en el poder, merece especial atención debido a las configuraciones
discursivas particulares observadas. Transcribimos este fragmente de 1947, en el cual el
enunciador, mediante la primera persona del plural, incorpora nuevas características a la
instancia enunciativa:
“Compañeros, nosotros debemos perseguir una conducta honrada, no buscar
inspiración en la baja política. Debemos obrar directamente con el buen
corazón, luchando por una mejor Argentina, esa es nuestra bandera.”
(1947)
Al dirigirse al grupo de trabajadores (“Compañeros”) estamos en condiciones de
afirmar que el enunciador se constituye nuevamente como ser político, portador de su voz.
De esta forma, mediante el empleo de la modalidad deóntica (García Negroni, 2001),
incorpora nuevas cualidades necesarias para el colectivo de identificación del cual
participa. Esas cualidades se relacionan con una escala de valores compartida (“conducta
honrada”, “buen corazón”, “no buscar inspiración en la baja política”) y enunciada a través
de subjetivemas axiológicos de connotación positiva (Ávila, 2002), tales como “honrada” y
“buen”.
El discurso de 1947 no es tan amplio como su predecesor, pero ayuda a comprender
y cimentar las ideas propuestas en el de 1946. Por un lado, el enunciador refuerza su lazo
de unión con su enunciatario, a través del empleo del mismo tono fraternal, verificado en el
uso del término “compañeros”, equiparándose a su prodestinatario. Por el otro, fortalece la
idea de su carácter doctrinario, en la medida en que no enuncia posibilidades de acción,
sino obligaciones de cumplimiento. En conclusión, el discurso de 1947 es puramente
reforzador del análogo de 1946: dirigir un mensaje hacia la clase obrera (unión), rechazar la
idea de elitismo y cimentar la idea de un adversario, basado en los antivalores del
Movimiento.
45
Un único discurso no sirve para crear una ideología, simplemente puede delinear sus
fundamentos básicos. Pero si a ese discurso le sigue otro que recupere el sentido original
del primero reforzando los fundamentos ideológicos, estamos en condiciones de afirmar
ciertos aspectos, tales como el carácter adoctrinador del ser político del discurso. Su
homologación con la masa obrera, realizada a través de un ethos con rasgos fraternales anti-
elitistas, ayudan a concebir al enunciador como guía, y al mismo tiempo, como par de los
suyos. Todos los mensajes que él diga, también serán mensajes de los miembros de su
colectivo de identificación, en la medida en que no se aparte de él e incurra en el uso del
“yo”.
Continuando con la idea de un ser político, el discurso de 1948 es quizás el ejemplo
más claro en el cual el enunciador emplea el componente descriptivo (Verón, 1987), para
realizar un balance de la situación, tras dos años de gobierno. Deícticamente, el inicio de la
frase “la labor desarrollada en el curso de los doce últimos meses”, permite situar la
temporalidad del enunciador. A partir de ese momento, realiza una enumeración de logros,
y al mismo tiempo hace una contrastación de ideas, mediante el empleo de frases
condicionales. Citaremos a continuación un ejemplo, para analizar qué efectos polifónicos
encierra dicho fragmento:
“Si se dice que en la Nación no hay esclavos, porque todos los hombres son
libres, hay que añadir que los trabajadores tienen derecho a unas condiciones de
trabajo dignas, porque de otro modo se habría realizado una emancipación
formal, pero se habría dejado subsistente la esclavitud derivada de la miseria,
del agotamiento físico, de la salud precaria y de la falta de vivienda decente.”
(1948)
El uso de la fórmula “si + sintagma (1), sintagma (2)” es un ejemplo de polifonía,
que en nuestro enunciador (locutor, de acuerdo a la T.E.P., Ducrot, 1994) provoca un efecto
de refuerzo de sus cualidades en tanto ser político. Recordemos que para trabajar desde la
T.P.E., nuestro enunciador será denominado locutor. El sintagma (1) (“[s]e dice que en la
Nación no hay esclavos”) corresponde a una voz ajena al locutor, que él introduce por
46
medio de una frase impersonal (a través del pronombre personal “se”, Jensen, 2002)
mediante el recurso del estilo indirecto libre (García Negroni, 2001), y que corresponde a
una reproducción de una doxa popular, perteneciente al plano de lo supra discursivo, es
decir, al imaginario social. No importa quién haya dicho esas palabras, el carácter
impersonal de esa aseveración, las valida en un contexto espacio-temporal determinado por
encima de nuestro discurso. Es un “saber” o “principio” de la sociedad introducido en el
discurso.
La tarea del locutor no es polemizar totalmente, dado que podemos notar en el
sintagma (2) cierta aprobación de su parte hacia esa voz ajena. Sin embargo, la ratificación
da paso a una rectificación (García Negroni, 2001) de ese saber y su posterior
incorporación al imaginario del locutor. El recurso polifónico en este caso presenta a un
enunciador cuya voz es reformulada, a fin de ser incorporada al dogma del locutor. Para
examinar este caso puntual, veamos la figura C, que sintetiza nuestra idea y al mismo
tiempo nos demuestra cuáles elementos gramaticales sirven a los efectos de realizar la
susodicha rectificación.
La figura C resume nuestra idea de que ese ser político reformula una voz ajena y la
convierte en parte de su discurso. Esa reformulación coincide ideológicamente con su voz
populista, deseosa de la mejor situación laboral para la masa de trabajadores.
47
FIGURA C
LOCUTOR
Sintagma 1
Enunciador original (EO)
Sintagma 2
Enunciador rectificado
(ER)
EO: En Argentina no hay
esclavos, ya que hay
libertad.
Se introduce por medio del
se impersonal, seguido a un
si condicional
EO: “[Si se] dice que en la
Nación no hay esclavos,
porque todos los hombres
son libres […]”
ER: En Argentina no hay
esclavos, ya que hay
libertad y al mismo tiempo,
los trabajadores tienen
derecho a ocuparse de
manera digna
Se emplea la frase “hay que
añadir” y la utilización del
colectivo de identificación
“los trabajadores”
ER: “[EO], hay que añadir
que los trabajadores tienen
derecho a unas condiciones
de trabajo dignas, porque de
otro modo se habría
realizado una emancipación
formal, pero se habría
dejado subsistente la
esclavitud derivada de la
miseria, del agotamiento
físico, de la salud precaria y
de la falta de vivienda
decente.”
48
6.3.3. El “ser político” se torna combativo: hacia una idea del “ser guerrero”
A partir de 1949, la serie discursiva torna al enunciador más reflexivo, y a través de
una mirada introspectiva (Filinich, 1998), nuestro ser político rememora el pasado del
Movimiento, y evalúa los logros obtenidos, creando una temporalidad delimitada entre la
aparición histórica de Perón (Golde de Estado de 1943) y el presente de la enunciación
(1949). Tengamos en cuenta aquí, a efectos de conciliar discurso y contexto, que hacia
1949, los logros obtenidos del Primer Plan Quinquenal permitían a la Argentina
posicionarse competitivamente en el mercado internacional, en rubros relacionados con la
industria metalúrgica y la agro exportación (Zanatta, 2012).
A modo de resumen, el enunciador recuerda tres etapas (reformas sociales,
elecciones, Constitución de 1949) y sintetiza su ideología afirmando: “Yo respondo que sin
justicia social no puede haber libertad.” Esta introspección permite al enunciador realizar
un balance definitivo del Justicialismo. A los efectos discursivos, este fragmento de
enunciación constituye un macro acto de habla independiente, ya que es puramente
expositivo y constatativo, independiente del sentido impuesto en el resto del discurso
(apelación a otros seres discursivos) y permite concretar el proceso de refuerzo de la
creencia (Verón, 1987) con la afirmación final:
“Desfilan por nuestra imaginación y por nuestro recuerdo los días vividos a
través de las etapas reivindicatorias de la Patria que comenzaron en junio de
1943.
Primero, las reformas que fueron como la iniciación y la siembra de la simiente
que había de cristalizar y florecer a lo largo del trabajo y sudor argentino.
Después, el gobierno, nuestro gobierno, el gobierno del pueblo, el gobierno de
los descamisados, el gobierno de los pobres, de los que tienen hambre y sed de
justicia. Por eso, en esta plaza, la histórica, Plaza de Mayo de todas nuestras
epopeyas, han latido al unísono amalgamado en un solo haz todos los corazones
humildes que por ser humildes son honrados, son leales y son sinceros.
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Después, la Constitución; la Constitución justicialista, que ha hecho de la tierra
argentina una Patria sin privilegios y sin escarnios; que ha hecho del pueblo
argentino un pueblo unido, un pueblo que sirve al ideal de una nueva Argentina,
como no la han servido jamás en nuestra historia.
Esas tres etapas vividas por el pueblo argentino: la reforma, el gobierno y la
constitución argentina, nos han dado un estado de justicia y un estado de
dignidad y nosotros los transformaremos en un estado de trabajo.”
(1949)
El enunciador atestigua categóricamente que se ha logrado el estado de justicia, es
decir, que ha logrado conseguirse el objetivo que se ha impuesto, y que desde 1946, había
formado parte de su enunciación. Estamos en condiciones de afirmar que, como ser
político, ha obtenido la reivindicación de la voz populista e integradora de la clase
trabajadora.
Asimismo, por sus características expositivas, esta parte del discurso constituye un
mensaje universal. Es decir, de multidestinación absoluta, ya que no está dirigido a nadie
en particular, es un mensaje que afecta tanto al prodestinatario, como al adversario y a los
indecisos. El efecto se logra por medio del término “pueblo argentino”, que no denota
únicamente a los trabajadores, sino a todos los individuos en general, habitantes del país.
Teniendo en cuenta lo anteriormente mencionado, podemos esbozar el ethos
(Maingueneau, 2009) del enunciador derivado de esta primera parte de la serie discursiva.
Este ethos comienza a formarse en 1946, con esa cualidad protectora de los derechos de los
trabajadores, y al mismo tiempo, deseosa de la justicia social. Estos rasgos ideológicos se
configuran con una mirada reflexiva, omnisciente sobre el contexto social y político
(Filinich, 1998), y al mismo tiempo de tonalidad fraternalista, ya que hemos visto como el
enunciador emplea habitualmente términos de valor sentimental como “hermanos” y
“compañeros”. Al mismo tiempo, a través de mecanismos de advertencia, posee cualidades
críticas hacia todo aquello que constituya una amenaza para la seguridad de su grupo. Él es
el protector y defensor del mismo, pero esta defensa no se realiza solamente advirtiendo a
50
sus enemigos, sino fortaleciendo aquellos logros que provocaron su popularidad entre los
trabajadores.
A partir de 1949, el enunciador, en tanto ser político, incorporará un nuevo rasgo,
constituyéndose al mismo tiempo, en un ser portador de la doctrina militar, al que
denominaremos “ser guerrero”. Este ser tiene el objetivo de realizar la defensa de los
valores de lo que él denomina “legado justicialista”, y con esa bandera, añade nuevas voces
a su discurso. Podemos encontrar rasgos gramaticales en el uso de un tecnolecto, o jerga
específica de una disciplina (Álvarez González, 2006), que incluye términos como
“defensa” y “lucha”, y cimientan la base de una jerga militar apropiada a los efectos de
consolidar la idea de “defender” al Justicialismo.
Los primeros atisbos de esta característica pueden encontrarse en el discurso de
1950, en donde el enunciador hace referencia a ese “legado Justicialista”, y a un pasado,
expresado a través de la reminiscencia personal y el punto de vista interno (Filinich, 1998).
Veamos este fragmento, el cual incluye el empleo de la expresión “tener + obligación”,
para referirse a una necesidad deóntica:
“El movimiento sindical argentino y el pueblo argentino tienen la enorme
responsabilidad de conservar este legado que nuestra generación creó para la
felicidad de nuestros hijos y de nuestros nietos y para que no vuelvan a
producirse los dolores y las miserias que hemos presenciado.” (1950)
Este ser que llama a los trabajadores a “conservar” el legado peronista, sostiene su
idea de lucha, al afirmar posteriormente en el mismo discurso que “el pueblo hará de cada
uno de sus hombres un soldado consciente y decidido”.
Con esta idea de defensa de los valores del justicialismo, estamos en condiciones de
analizar la polifonía que permite fundamentar la idea de su lucha, como parte de la
protección de los derechos de los trabajadores.
El enunciador hará una distinción clave entre sus enemigos (adversarios, de acuerdo
a la categoría de Verón, 1987), empleando distintos recursos polifónicos para
51
reposicionarse ideológicamente. Por un lado, se referirá a la “reacción interna” y por el otro
al “exterior”.
Visto nuestro análisis, se trata de una voz de carácter anti-imperialista, que recupera
la noción de soberanía nacional por sobre los intereses internacionales. Este enunciador
particular se forma progresivamente en los discursos desde 1949 a 1952, y es promotor de
la defensa de la libertad:
“Entre tanto, recordemos que la defensa del justicialismo es el nervio motor de
nuestra lucha: en lo exterior contra el imperialismo y la reacción, y en lo interno
contra la traición política – oligarca.”
1951
Veamos primero el empleo de la construcción sustantiva “nervio motor”, la cual
fusiona dos elementos de categorías distintas. “Nervio” refiere a un componente biológico,
mientras que “motor” se relaciona con la artificialidad. Este recurso, similar a un oxímoron
retórico, referido a la “defensa del “justicialismo”, emplea dos términos disímiles con el
objetivo de dar cuenta de la categoría semántica de esa “defensa”: es un todo, una
conjunción de aspectos biológicos y artificiales, ya que la defensa se realiza tanto a través
del adoctrinamiento, como de la lucha física.
Esta voz se relaciona directamente con el contexto histórico concomitante a la
enunciación original, teniendo en cuenta que hacia mediados de la década de 1950, el
poderío militar y económico de los Estados Unidos amenazaba con penetrar las fronteras
nacionales (no solamente en Argentina, sino en todos los países no comunistas) con el
objetivo de no permitir la proliferación de las relaciones políticas con la Unión Soviética
(Zanatta, 2012).
Para poder visualizar lo antedicho, citamos el siguiente ejemplo, correspondiente al
discurso de 1951:
“El gobierno justicialista ha fijado también como doctrina en lo internacional
esta premisa: ninguna decisión de la política internacional que implique una
52
acción de guerra fuera de nuestro territorio, será tomada sin una previa consulta
al pueblo. Sabemos que cuando se toman estas decisiones en defensa del pueblo
hay que enfrentar la injusta lucha de los intereses. El imperialismo capitalista la
ha desatado ya, mediante su periodismo internacional en nombre de una
libertad que no practica. La libertad, para que sea libertad, ha de ser la que el
pueblo quiera, y no la que pretenden imponernos desde afuera.”
(1951)
El enunciador, en tanto locutor (T.E.P., Ducrot, 1994), presenta un primer rasgo de
la voz antiimperialista, si bien en este ejemplo, no la descalifica ni rechaza de entrada. El
locutor presenta a la política internacional como un sujeto (tercero discursivo), que puede
inmiscuirse en la vida de los trabajadores, si estos últimos lo aceptan. Su argumentación
presenta dos visiones latentes, una que apoya la intromisión extranjera en Argentina (E1), y
otra que no (E2). En este primer ejemplo, el locutor como tal no se posiciona directamente
ante estos dos enunciadores, sino que cede el derecho de decidir al pueblo.
El posicionamiento ideológico aparece con posterioridad en el mismo discurso, en
el cual una voz antiimperialista, solapada explícitamente con el locutor, clama:
“El gobierno defenderá al Justicialismo con todas las fuerzas de la Nación
contra los enemigos de afuera o de adentro”
(1951)
En definitiva, el locutor implanta en escena dos enunciadores bien diferenciados.
Una primera diferencia se basa en una supuesta concepción de la libertad, existiendo una
libertad elegida por el pueblo (E2) y otra libertad concebida por el exterior (E1).
Luego, posicionado ideológicamente como E2, el locutor retoma el empleo de la
primera persona del singular, y asocia a esa voz imperialista (E1) como un
contradestinatario (Verón, 1987), perteneciente a un colectivo de contraidentificación,
cuya relación discursiva quedará establecida en términos de subversión y polemización
(García Negroni, 1987). La creencia se invierte: lo que sea bueno para E1 es malo para E2.
53
En otras palabras, la intromisión extranjera es algo totalmente opuesto a los valores del
Justicialismo.
La polemización se verifica a través de una advertencia, que conlleva características
de enunciados programáticos, en el sentido de que se anuncia un modo de acción posible
(Verón, 1987): “Hasta ahora he empleado la persuasión, en adelante emplearé represión, y
quiera Dios que las circunstancias no me lleven a tener que emplear las penas más
terribles” (1952).
Es interesante remarcar qué voces conllevan al locutor, ya establecido como un ser
político, a constituirse como ese ser portador de la doctrina militar (ser guerrero). Este
último no reemplaza al anterior, sino que lo engloba, el “ser militar” es un derivado más
complejo, con nuevas características. Al mismo tiempo, posee una destinación clara y
concisa: repeler aquellos elementos que se contrapongan con la doctrina justicialista, por
medio de la lucha. A los efectos de ilustrar esta relación, incluimos la figura D, para
mostrar la equivalencia entre este nuevo ser discursivo y la conjunción de voces que lo
conforman.
54
FIGURA D
Ser Político (S.P.)
Ethos polifónico:
Tono fraternal
Guía del Movimiento
Pasional, emocional
Voz de los Pobres y Trabajadores
Ser económico
SER COMBATIENTE (EC)
S.P. + EAI + J
A través de la disciplina
militar, recupera el sentido de
su lucha por los trabajadores,
acoplándose con ellos,
defendiendo sus intereses, y
delimitando a enemigos,
incorporando el elemento
extranjero como blanco o
adversario.
“El gobierno defenderá al
Justicialismo con todas las
fuerzas de la Nación contra los
enemigos de afuera o de
adentro” (1951)
Enunciador Antiimperialista (EAI)
Pretende la total soberanía tanto en
los planos económico y social, en
referencia a las fuerzas extranjeras,
que actúan como desestabilizadoras
del país. Estas fuerzas ya están
infiltradas, gracias a elementos del
interior.
Jerga militar o tecnolecto (J)
No es un enunciador en sí, desde el
punto de vista ideológico. Es una
jerga propia de la disciplina militar y
de las competencias desarrolladas a
tal fin (“defensa”, “acción de
guerra”)
55
6.4. El pensamiento económico como una polifonía de voces
El objetivo de este apartado es realizar un análisis descriptivo y reflexivo del
enunciador, en tanto hemos encontrado en nuestro análisis, que se constituye a sí mismo
como un conocedor del saber económico necesario para llevar a cabo su objetivo. Nuestra
investigación permitió considerar que es un ente independiente del ser político, y una
característica incorporada a él. Por tal motivo, la polifonía inserta dentro del plano
económico merece un tratamiento especial.
Primero, nuestro estudio nos ha permitido demostrar que la idea de este “ser
económico” no sufre variaciones sustanciales a lo largo de la serie discursiva. Es decir,
desde su aparición en el discurso de 1946, se mantiene estable a lo largo de toda la serie
discursiva. Esto nos ha permitido aislarlo, y poder caracterizarlo como un crisol de ideas de
distinto origen que se complementan.
Este ideología económica se relaciona con el concepto de “libertad económica”,
mencionado por primera vez en el discurso de 1946 (“[p]orque [yo] deseo que todo el
pueblo adquiera la libertad económica que es indispensable para ejercer las facultades de
autodeterminación”) y construido por el mismo enunciador, que lo utiliza recurrentemente
como leitmotiv (Weston, 2011) de su argumentación. El objetivo de este recurso es actuar
como pilar del ideario Justicialista y sentar las bases de adherencia para con el
prodestinatario.
La idea de “libertad económica” propuesta por el enunciador tiene en cuenta el
equilibrio de clases, para que ninguna pueda ser explotada por otra. Al mismo tiempo, tiene
en cuenta el factor antiimperialista, relacionado con la soberanía nacional.
Otra referencia a este concepto, con un carácter más expositivo, aparece en el
siguiente fragmento en donde el enunciador describe brevemente, en qué consiste esa
libertad económica:
“Brevemente me referiré a las ideas centrales que han impulsado nuestra acción
en el terreno económico. Sostengo el principio de libertad económica. Pero esta
libertad, como todas las libertades, llega a generar el más feroz egoísmo si en
su ejercicio no se articula la libertad de cada uno con la libertad de los
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demás. No todos venimos al mundo dotados del suficiente equilibrio moral
para someternos de buen grado a las normas de sana convivencia social. No
todos podemos evitar que las desviaciones del interés personal degeneren en
egoísmo espoleador de los derechos de los demás y en ímpetu avasallador de
las libertades ajenas.”(1946)
A partir de su elaboración de una idea de libertad, basada en la solidaridad
recíproca, el enunciador delineará los factores fundamentales de su corpus de ideas
económicas. Si analizamos la Teoría de la Polifonía Enunciativa (Ducrot, 1994) en el saber
económico presentado por el Movimiento, nos daremos cuenta que el mismo es una
construcción cristalizada de distintas escuelas económicas. A los efectos de ilustrar esta
“polifonía económica”, transcribimos el siguiente ejemplo, el cual engloba muchos
conceptos interesantes:
“El Estado puede orientar el ordenamiento social y económico sin que por ello
intervenga para nada en la acción individual que corresponde al industrial, al
comerciante, al consumidor. Estos, conservando toda la libertad de acción que
los códigos fundamentales les otorgan, pueden ajustar sus realizaciones a los
grandes planes que trace el Estado para lograr los objetivos políticos,
económicos y sociales de la Nación. Por esto afirmo que el Estado tiene el
deber de estimular la producción, pero debe hacerlo con tal tacto que logre, a la
vez, el adecuado equilibrio entre las diversas fuerzas productivas. A este efecto,
determinará cuáles son las actividades ya consolidadas en nuestro medio, las
que requieren un apoyo para lograr solidez a causa de la vital importancia que
tienen para el país; y por último, cuáles han cumplido ya su objetivo de suplir la
carestía de los tiempos de guerra, pero cuyo mantenimiento en época de
normalidad representaría una carga antieconómica que ningún motivo razonable
aconseja mantener o bien provocaría estériles competencias con otros países
productores. Pero aún hay otro motivo que obliga al Estado argentino a regular
ciertos aspectos de la economía. Los compromisos internacionales que tiene
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contraídos lo obligan a orientar las directivas económicas supranacionales
teniendo en vista la cooperación entre todos los países. Y si esta cooperación ha
de ser eficaz y ha de basarse en ciertas reglas de general aplicación entre
Estados, no veo la forma de que la economía interna de cada país quede a
merced del capricho de unos cuantos oligarcas manejadores de las finanzas,
acostumbrados a hacer trabajar siempre a los demás en provecho propio. Al
Estado, rejuvenecido por el aporte de sangre trabajadora que nuestro
movimiento inyectará en todo su sistema circulatorio, corresponderá la misión
de regular el progreso económico nacional sin olvidar el cumplimiento de los
compromisos que la Nación contraiga, o tenga contraídos con otros países.
Por lo que os he dicho hoy, y por lo que he afirmado en ocasiones anteriores,
parecería ocioso repetir que no soy enemigo del capital privado. Juzgo que debe
estimularse el capital privado en cuanto constituye un elemento activo de la
producción y contribuye al bienestar general. El capital resulta pernicioso
cuando se erige o pretende erigirse en instrumento de dominación económica.”
(1946)
De esta forma, encontramos insertas a las siguientes líneas de pensamiento
económico:
_Por un lado, la voz de la escuela marxista (o socialista), que tiene en cuenta el rol del
Estado en la configuración de las actividades económicas que deben desarrollarse en un
país (“[El Estado] determinará, cuáles [actividades económicas] han cumplido ya su
objetivo de suplir la carestía de los tiempos de guerra, pero cuyo mantenimiento en época
de normalidad representaría una carga antieconómica”) y su papel de balanza de las
relaciones entre los grupos económicos (“el Estado tiene el deber de estimular la
producción, pero debe hacerlo con tal tacto que logre, a la vez, el adecuado equilibrio entre
las diversas fuerzas productivas”) (Blanchard, 2012). Por su carácter de auto
sustentabilidad y no dependencia, el pensamiento marxista es quizás aquel que conlleve de
forma intrínseca el carácter antiimperialista, constitutivo del ser guerrero.
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_Por otro lado, la voz de la escuela clásica, que propugna la libertad de mercado, la
desregulación financiera y sobre todo, la inversión privada (“Juzgo que debe estimularse el
capital privado en cuanto constituye un elemento activo de la producción y contribuye al
bienestar general”) (Blanchard, 2012). La importancia de esta voz radica en su relación con
el concepto de libertad. El enunciador explica que en Argentina existe la libertad para
todos, por tal motivo, necesariamente debe hacer referencia a una economía de libre
iniciativa. Sin embargo, esa libertad es regulada por el gobierno, a fin de que no existan
abusos de una clase social hacia otra.
_Por último, la escuela keynesiana, que fomenta la iniciativa individual, pero al mismo
tiempo, resalta el papel del Estado como figura central en la economía y la sociedad (“El
Estado puede orientar el ordenamiento social y económico sin que por ello intervenga para
nada en la acción individual que corresponde al industrial, al comerciante, al consumidor”)
(Blanchard, 2012), en su rol de promotor de la salud y la educación. Ésta es quizás la más
importante de todas las focalizaciones económicas que el enunciador realice a lo largo de la
serie discursiva, teniendo en cuenta el papel que plantea de un Estado inversor y promotor
de todas aquellas medidas sociales que generen trabajo y mejoren la calidad de vida. Por
ejemplo, el discurso de 1948 retoma esta idea, y aclara:
“Lo mismo cabe decir con respecto a los derechos de preservación de la salud,
de seguridad social, de protección a la familia, de mejoramiento económico y
de defensa de los intereses profesionales. Mientras ellos no tengan plena
aceptación en el consenso general y en la letra de ley, será inútil pensar en la
pacificación de los espíritus y en la terminación de las luchas de clase.”
(1948)
El enunciador resalta el papel de las medidas sociales como las más efectivas a la
hora de acabar con las diferencias de clase, lucha estandarte del Justicialismo.
Como puede verse, este ser económico es el resultado de múltiples voces
combinadas (enunciadores, de acuerdo a la T.P.E.). El enunciador, en su rol de locutor, las
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presenta para configurar su pensamiento, si bien en este fragmento no hace referencia
explícita a las escuelas económicas que nosotros mencionamos. Asimismo, la conjunción
de todas esas ideas crea un tipo de “escuela económica peronista”. Para entender este
concepto, la figura E sintetiza la polifonía que configura una voz en sí misma, homologada
directamente con el locutor.
Figura E
LOCUTOR
Voces Económicas
Enunciador Resultante
L: “YO”
En tanto configurador de
una nueva doctrina
económica, basada en su
propia concepción de
libertad económica
E1: escuela clásica
Libertad de participación
EX=
E1 + E2 + E3
Escuela económica
peronista
E2: escuela marxista
Control de la producción
E3: escuela keynesiana
Política de inversión social
A modo de síntesis, el cuadro refleja la situación que explicamos con anterioridad.
La polifonía se expresa a través del recurso del estilo indirecto libre (García Negroni,
1987).
El locutor, L, coloca en escena una serie de voces (E1, E2, E3) correspondientes a las
distintas escuelas económicas citadas. Tengamos en cuenta que visto el plano enuncivo, el
enunciador se homologa con ciertos aspectos de dichas voces, aquellos que él enuncia. Por
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lo tanto no estamos en condiciones de afirmar que el locutor considera válidas la totalidad
de las ideas de esas escuelas. Conclusivamente, la conjunción de todos sus postulados
permite crear un nuevo enunciador, independiente y a la vez reflejo de saberes diversos
(Ex), que, en nuestros discursos, tendría el valor equivalente a L, y representa el compendio
de valores doctrinarios del Justicialismo en el ámbito económico.
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7. USTEDES, LOS TRABAJADORES
7.1. Introducción a la idea de “trabajador”
La figura del trabajador es nombrada recurrentemente a lo largo de la serie
discursiva. Si nos atenemos a la definición que de dicho concepto realiza la Real Academia
Española (“que trabaja”, “persona que tiene un trabajo retribuido”), estamos lejos de captar
el sentido que el término refleja en estos discursos.
Diremos que “los trabajadores” no es una entidad estática, externa o ajena al
discurso. Su conceptualización es un proceso que atañe tanto al enunciador como al
enunciatario del discurso. Esto es así porque como veremos, la “clase obrera” se constituye
alternativamente como miembro de la instancia enunciativa -formando parte del “nosotros
inclusivo”- y como parte de la instancia enunciataria, en la forma de prodestinatario. Por
otro lado, determinadas configuraciones sintácticas harán pensar al lector que se trata de un
tercero discursivo, dada su aparente condición de referencia y el uso de la tercera persona.
Asimismo, el proceso de construcción de este concepto atañe la incorporación de
múltiples voces forjadoras del sentido y significación del “trabajador” como ente
constitutivo de la destinación de los diversos macro actos de habla (García Negroni, 1987)
insertos en el discurso.
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7.2. La construcción original de la idea de trabajador
Un primer vistazo al discurso de 1946 nos permite encontrar una caracterización
muy particular de la idea de trabajador, descripto como un ser “sufriente”, “esclavizado”,
“sometido” a la voluntad patronal y prisionero de dicha voluntad.
La deixis propia del primer párrafo, el cual citamos a continuación, determina la
existencia de una instancia alocutaria. Aparece explícitamente un “yo”, evidenciado por las
marcas verbales de la primera persona, dirigido hacia un “tú”/“vosotros”, lo que permite
inferir que el enunciador se dirige a un determinado metacolectivo (Verón, 1987).
Asimismo, las construcciones nominales “pueblo” (metacolectivo) y “clase obrera”
(colectivo, en un sentido más amplio, de acuerdo a la terminología de Verón), permiten
inferir la posible orientación del mensaje:
“Llego a vosotros para deciros que no estáis solos en vuestros anhelos de
redención social, sino que los mismos ideales sostienen nuestros hermanos de
toda la vastedad de nuestra tierra gaucha. Vengo conmovido por el sentimiento
unánime manifestado a través de campos, montes, ríos, esteros y montañas;
vengo conmovido por el eco resonante de una sola voluntad colectiva; la de
que el pueblo sea realmente libre, para que de una vez por todas quede libre de
la esclavitud económica que le agobia. Y aún diría más: que le agobia como
antes le ha oprimido y que si no lograra independizarse ahora, aún le vejaría
más en el porvenir. Le oprimiría hasta dejar a la clase obrera sin fuerzas para
alcanzar la redención social que vamos a conquistar antes de quince días.”
(1946, señalizaciones nuestras)
La idea de “redención social” es la construcción sustantiva que facilita el
reconocimiento del enunciatario. Evidentemente, el enunciador dirige su mensaje hacia un
segmento que él considera vulnerable, y que merece la pena ser escuchado, de ahí la
alusión a ese camino recorrido (“Vengo conmovido por el sentimiento unánime
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manifestado a través de campos, montes, ríos, esteros y montañas”) con el objetivo de
lograr la redención.
Sin embargo, debe tenerse en cuenta que de las dos segmentaciones presentadas
como posibles receptores de su mensaje (“pueblo” y “clase obrera”), la primera es un
colectivo no fraccionable, heterogéneo y compuesto de unidades que pueden ser
incompatibles entre sí (Verón, 1987). El enunciador recurre a la misma como sinónimo de
“clase obrera”, alejando el sentido original, ya que la idea de pueblo remite al concepto de
nación-estado, de la totalidad de una población, con diferencias entre sus miembros pero un
mismo pasado en común. Asimismo, al hablar de “esclavitud” (mediante la utilización de
verbos relacionados, tales como “agobiar” y “oprimir”), el enunciador asume de antemano
la concepción de una clase social sobre otra y la establece como una creencia presupuesta
(Verón, 1987), por lo que la significación original de pueblo no es la adecuada a sus fines.
“Clase obrera” parece ser la denominación más precisa para denominar a su
enunciatario. En un primer momento no la incluye dentro de la deixis. Posee un valor
referencial evidenciado en el uso de la tercera persona del singular. Esta “clase obrera”
posee una voluntad colectiva: ser libre de las presiones económicas. Desde el momento en
que el enunciador reconoce la situación de este grupo, lo constituye como su colectivo de
identificación (Verón, 1987). Para tal fin, recurre al uso de subjetivemas, tales como
“vengo conmovido”, expresión que denota sentimentalismo y emoción, y en última
instancia, una argumentación ad misericordiam (Weston, 2011), apelando
argumentativamente a través de la conmoción sentimental, con la que teñirá el resto del
discurso.
Desde un primer momento, la enunciación favorece el tejido de una red semántica,
un conjunto de significados relacionados (García Borrón, 2013) cuyo nodo es el
“trabajador”, sintetizando la idea de este discurso (“clase social miserable”), y ligando de
manera inseparable la noción de esclavitud con la representación de la clase obrera, la cual
posee voluntad propia (“voluntad colectiva”) de acabar con dicho sometimiento. El
enunciador se dirige hacia los trabajadores, visualizando la situación que atraviesan e
intentando “construir” dicha situación.
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Para validar esta red semántica, el enunciador recurrirá a la expresión de distintas
ideas con el objetivo de describir la situación del colectivo de identificación “trabajadores”.
Esto es realizado a través de enunciados descriptivos-constatativos (Verón, 1987), algunos
de los cuales enumeraremos a continuación. Las titulaciones son nuestras y refieren el
sentido de los distintos fragmentos de los discursos que citamos:
_”La clase obrera supeditada obligatoriamente al patrón”: el enunciador contrasta en (a)
los conceptos de “voluntad patronal” (connotación negativa, la palabra voluntad actúa
como un subjetivema relacionado con el interés y el deseo) y “justicia distributiva”
(connotación positiva, el enunciador utiliza el recurso del pleonasmo, la redundancia, ya
que una de las atribuciones de la justicia es ser distributiva y equitativa). Este concepto de
“justicia distributiva” también aparece en (b): justicia se denomina bajo el eufemismo
“mecanismo de la leyes”, y es el medio de progresar para todos, incluyendo a la clase
obrera. La función del conector adversativo “pero” es enfática y aclaratoria (García
Negroni, 2001), ya que sirve a los fines de ampliar el horizonte de la significación de
“progresar”.
(a) “Porque hemos venido a terminar con una moral social que permitía que los
trabajadores tuviesen para comer sólo lo que se les diera por voluntad patronal
y no por deber impuesto por la justicia distributiva, se acusa a nuestro
movimiento de ser enemigo de la libertad.”
(1946)
(b) “Bastará que dentro del cuadro histórico y constitucional el mecanismo de
las leyes se emplee como un medio de progresar, pero de progresar todos,
pobres y ricos, en vez de hacerlo solamente éstos a expensas del trabajador.”
(1946)
_”La clase obrera traicionada, herramienta de lucro político”: el enunciador describe el
rol pasivo de la clase obrera en el mecanismo de la corrupción política. Es interesante
65
remarcar los recursos utilizados con los cuales se quiere dar a entender que la clase
trabajadora es un “producto de cambio”. Por un lado, la metáfora (Lakoff y Johson, 1980)
que indica “compraventa de políticos apolillados”, ya que el término “apolillado” no
solamente refiere “algo” atacado por las polillas, sino más bien el estado de ese “algo” una
vez finalizado el ataque mismo, es decir, ese “algo” gastado, roto, violado. Posee asimismo
una carga valorativa relacionada con el paso del tiempo y el abandono. Al hablar de
políticos apolillados, se habla de individuos corrompidos, ajados, apartados de su deber
principal para con la política. Nótese la ironía posterior: “por un puñado de monedas”, con
la cual el enunciador desprestigia este proceso de coimas.
Por el otro, la metáfora (Lakoff y Johnson, 1980) del Judas Iscariote sintetiza la noción de
traición, y refiere a la perfidia sufrida por la clase obrera, al compararla con la figura de
Jesús. Es decir, el enunciador describe fehacientemente un proceso de sobornos políticos en
el cual los trabajadores fueron traicionados.
“Comenzó la "guerra" de las solicitadas; siguió la alianza con los enemigos de
la Patria; continuó la campaña de difamación, de ultrajes, y de mentiras, para
terminar en un negocio de compraventa de políticos apolillados y aprendices de
dinamiteros a cambio de un puñado de monedas. No tengo que deciros quiénes
son los "sindicaros señorones" que han comprado, ni "los Judas que se han
vendido". Todos los conocemos y hemos visto sus firmas puestas en el
infamante documento. Quiero decir solamente que esta infamia es tan sacrílega
como la del Iscariote que vendió a Cristo, pues en esta sucia compraventa fue
vendido otro inocente: el pueblo trabajador de nuestra querida Patria.”
(1946)
_”La clase obrera miserable”: la descripción se contextualiza (“provincias del norte”), y
permite realizar un recorte espacial dentro de colectivo de identificación. El adjetivo
“miserable” no solamente denota subjetividad, sino que al mismo tiempo tiene una fuerte
connotación axiológica, ampliando el carácter superlativo de un rasgo, en este caso la
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condición de existencia de los trabajadores. Asimismo, el enunciador está justificando la
acción: el hecho de ser miserable “obliga” a los trabajadores a actuar de determinada
manera, en este caso puntual, agresivamente.
“¡Y todavía se sorprenden de que todavía los trabajadores de las provincias del
norte, que viven una existencia miserable y esclavizada, en beneficio de un
capitalismo absorbente que cuenta con el apoyo de los partidos, que
frecuentemente dirigen los mismos patrones (recuerdo con tal motivo a Patrón
Costas y a Michel Torino), hayan apedreado el tren en que viajaba un
conglomerado de hombres que, en el fondo, lo que quieren es prolongar
aquellas situaciones!
(1946)
Como ha podido verse, el enunciador presenta en el primer discurso de esta serie,
una destinación directa a través de la caracterización de la “clase obrera”, utilizando
aquellos recursos que fomentan la subjetividad, con el objetivo de enaltecer el carácter
débil y necesitado de dicha clase. Al mismo tiempo, realiza un análisis crítico de la
situación, intentando establecer causas y consecuencias, actores intervinientes y factores.
Es de suma importancia destacar el rol aleatorio, que ya hemos anticipado con anterioridad,
que la “clase trabajadora” juega en este discurso. Primero, hemos visto que el enunciador se
refiere a la “clase trabajadora” como un tercero, es decir, la analiza en rol de observador
testigo (Filinich, 1998). Luego, recurre a incorporarla dentro de su deixis, en el rol de
enunciataria, homologándose con la misma.
A los efectos de nuestro análisis, esta caracterización detallada nos ha servido tanto
para profundizar la red semántica del trabajador, y al mismo tiempo entrever cómo
funciona la destinación y la polifonía a través de la descripción. El enunciador (en su rol de
locutor, de acuerdo a Ducrot, 1980) realiza una serie de afirmaciones acerca de la clase
obrera, las cuales implican su punto de vista, pero al mismo tiempo recuperan la voz del
trabajador en sí, en la forma en que él se incluye dentro del colectivo de identificación
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(“nosotros”, “hemos venido”) y hace de las necesidades del obrero, sus necesidades. De una
forma similar, recupera una voz ajena, aquella que no tiene en cuenta la voz de trabajador
(“y todavía se sorprenden”) para descalificarla y anularla a la luz de su argumentación.
Cada una de estas voces implica, asimismo, un destinatario diferente y un complejo
ilocucionario (García Negroni, 1987) distinto. El enunciador emplea la voz de los
trabajadores para dirigirse a ellos con fines persuasivos y de comprensión fraternal, al
tiempo que crea para todos sus destinatarios una concepción de la idea de “trabajador”.
Asimismo, cita la voz de los patrones (mediante un recurso de estilo indirecto libre), para
recusarla y posicionarse en contra de ellos, realizando un procedimiento de caracterización
similar.
Por último, un aspecto esencial de este recorrido es entender que la representación
misma entreteje un ideologema subyacente (Sarlo, 1993), es decir la construcción de una
idea discursiva imperante y sustentada a través de una cadena de argumentaciones: la
conciencia social por parte del enunciador hacia su prodestinatario y el análisis reflexivo de
esa realidad construida a los ojos de ese enunciador. Para él, la clase obrera no ha tenido
posibilidades de liberarse, ya que vive en la continua opresión por parte de la clase
patronal. Este ideologema no es definitivo, ni es el único, corresponde a este discurso en
particular y el mecanismo argumentativo es el encargado de sustentarlo. Asimismo,
representa una mirada inserta en un discurso social, superior a este discurso en particular
(Angenot, 2010): el enunciador no es original en su enunciación, recolecta un discurso ya
existente en el imaginario social, el discurso de la pobreza, aquel que aboga por la
solidaridad sobre las relaciones capitalistas.
Hemos decidido sintetizar estas ideas por medio del siguiente esquema (figura F),
en el cual incorporamos el conocimiento obtenido en este apartado. Tuvimos en cuenta de
realizarlo de acuerdo a las definiciones precisas de Oswald Ducrot (1994), según las cuales
nuestro enunciador es el locutor, y las voces que identificamos insertas por él, los
enunciadores (EX). En tanto el locutor (L) posee una voz propia, tangible a través de su
mirada personal y reflexiva (“llego a vosotros, conmovido”), estamos frente a lo que
Ducrot denomina “locutor como ser del mundo” (λ). Las voces no son estáticas. De esta
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forma, la voz personal del locutor se fusiona con las de los trabajadores (“nosotros”), para
enfrentarse con la voz ajena del patrón.
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Figura F
LOCUTOR (L)
“Yo gramatical”
Introduce las
voces, a través de la
descripción y la
caracterización.
Su cadena argumen-
tativa desarrolla un
ideologema
Enunciadores Significación
ET– Voz del Trabajador
“Nosotros”
“[…] hemos venido a
terminar con una moral
social que permitía que los
trabajadores tuviesen para
comer sólo lo que se les
diera por voluntad
patronal.”
Se recupera a partir de la creación
de una idea de “clase pobre y
abusada”.
Tiene en cuenta sus
reivindicaciones y derechos
negados. Se fusiona con la voz
propia del locutor.
Destinación de L: mensaje de
ayuda, aliento, solidaridad
Eλ– Voz Propia (λ)
“Yo personal e íntimo”
“Llego a vosotros para
deciros que no estáis solos”
Se conmueve ante ET y se
homologa con él. Pierde
autonomía, ya que se conjuga con
la voz del trabajador.
Destinación de L: la voz propia
conjuga el mensaje al trabajador
y al patrón
EP– Voz del Patrón
“Ellos”
“¡Y todavía se sorprenden
de que todavía los
trabajadores de las
provincias del norte […]!”
Es la voz opuesta a los otros dos
E anteriores (“inversión de la
creencia, Verón, 1987).
Destinación de L: mensaje de
castigo, crítica, rechazo
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7.3. La evolución de la idea de una “clase obrera”: de la miseria a la defensa
armada
La idea original de una “clase obrera” débil, evoluciona a lo largo de la serie
discursiva, teniendo en cuenta la serie de medidas sociales que en el contexto de la realidad,
el Movimiento Justicialista fue introduciendo cada año. Obviamente, los discursos sirven
para resaltar esos logros y programar planes de acción tendientes a mejorar aquello que aún
falta optimar. Veamos por lo tanto, cómo se manifiestan estos cambios desde los discursos
mismos, y qué estrategias retóricas el enunciador emplea con el objetivo de reformular la
idea de la clase obrera. De esta forma, el mensaje original de “aliento”, dará paso a un
mensaje de “lucha” y de “transformación”
El discurso de 1947 presenta al enunciador dirigiéndose a su enunciatario, bajo el
apelativo “compañeros”, el cual denota amistad, unión y camaradería. Al mismo tiempo,
incorpora totalmente a su enunciatario por medio de la utilización de la primera persona del
plural “nosotros” (“Compañeros, con gran orgullo, oigamos compañeros […]”). Sin
embargo, no es una novedad, este atributo de compañerismo y fraternidad ya había sido
atisbado en el discurso anterior. En cambio, nos sirve para entender cómo el enunciador
mantiene su postura con respecto al discurso anterior y cómo refuerza un lazo de unión
creado con fines discursivos puntuales.
Lo que realmente llama la atención es el inicio de un giro discursivo en la
caracterización de la “clase obrera”. Si en el primer discurso ésta era representada como un
grupo “débil”, “miserable”, “oprimido”, en el segundo, estos rasgos no se profundizan sino
que más bien, se le otorgan nuevas valorizaciones positivas. El ejemplo más ilustrativo es el
siguiente:
“Por eso, compañeros, trabajadores, os recomiendo que vigilen atentamente
porque trabajan desde la sombra. Debemos llevar al mundo el alma de nuestro
movimiento, el alma del obrero que es pura, que es limpia, y que no sabe de
pequeñas porquerías. Debemos perseguir una conducta honrada.”
(1947)
71
En el fragmento anterior detectamos algunos detalles interesantes. Por ejemplo, el
empleo de los verbos “deber” y “recomendar”, en tiempo presente del modo indicativo,
establece un curso de acción obligatorio para todos aquellos miembros incluidos dentro del
“nosotros”. En otras palabras, estamos frente un componente discursivo prescriptivo
(Verón, 1987) expresado mediante un verbo modalizado deónticamente (García Negroni,
1987).
Asimismo, “el obrero” funciona como un metacolectivo singular, cuya finalidad es
expresar inversamente a su significación sintáctica, la totalidad de la clase obrera (Verón,
1987).
Por otra parte, los adjetivos “pura” y “limpia”, subjetivemas evaluativos
axiológicos, -adjetivos que evalúan una condición, de forma de establecer una connotación
positiva o negativa acerca de la misma- (Bannon, 1997) poseen la particularidad de tener
una connotación positiva modalizando directamente al sustantivo “alma”. Nos detendremos
en la utilización semántica de este último.
La concepción popular, quizás de índole más religiosa, establece que los hombres
poseen cuerpo (materialidad física, empírica) y alma (materialidad espiritual, ideal). Alma
en última instancia, pertenece al ámbito de lo no corporal, lo no tangible, existente en el
plano de las ideas. Es una entidad sensitiva y de acuerdo a algunas religiones, inmortal
(Xirau, 2000).
Evidentemente, el uso aquí tiene un trasfondo metafórico. Al mencionar el “alma de
nuestro movimiento”, que equivale para el enunciador a decir “el alma del obrero”, “el
alma de todos los obreros” o “el alma de la clase obrera”, significa que el enunciador asume
la dualidad cuerpo/alma del Movimiento Justicialista. Por un lado, el cuerpo, la masa de
obreros tangible, y por el otro, el alma, esa incorporeidad espiritual propia del Movimiento,
que debe ser transpuesta, alcanzada, ese estado de purificación que debe generalizarse. El
alma es ese aspecto no visible, constituido por la esencia ideológica de esta masa obrera. El
enunciador no solamente realiza una alabanza de esa esencia sino que la constituye como la
rectora del Movimiento.
Hasta aquí, hemos visto que en el transcurso de casi dos años, se forma la idea de
una clase obrera en estado “miserable”, pero al mismo tiempo, de “alma pura”. El
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enunciador introduce aquí una “voz religiosa” o “filosófica”, aquella que tiene en cuenta el
alma, y al mismo tiempo, convierte su mensaje original de aliento en un mensaje de
acción. Esa pureza debe transportarse y multiplicarse por el mundo. Ya no alcanza con ser
una clase abusada: de acuerdo al enunciador, ellos (enunciador y trabajadores) deben
ponerse en movimiento, a fin de revertir la situación.
Con los sucesivos discursos, iremos ampliando el panorama de significaciones. Ya
en 1948/1949, el enunciador reflexiona acerca de los logros sociales obtenidos (Primer Plan
Quinquenal en marcha, reforma Constitucional ya aprobada en mayo de 1949, para
nombrar los hechos más importantes, de acuerdo a Zanatta, 2012). De esta forma, la idea de
una clase social mísera se irá gradualmente modificando.
En 1948, el discurso sitúa al enunciador de la forma más objetiva posible. De esta
forma, veamos el siguiente extracto, correspondiente al inicio del mismo:
“La labor social desarrollada en el curso de los doce últimos meses ha sido
considerable y no cabría omitir una referencia a la misma. Para ello he de partir
de la Declaración de los Derechos del Trabajador, que proclamé en el mes de
febrero del año último, y que han tenido la natural repercusión en el orden
interno y en el internacional.”
1948
Aquí ya se hace referencia, a través del posicionamiento del locutor como la “voz del
gobierno”, de las mejoras implementadas en el campo social (“la labor desarrollada”).
Evidentemente, la clase obrera ya no es la misma que en 1946. La utilización del pretérito
perfecto compuesto (“ha sido considerable”) sirve para demostrar este proceso de mejoras
sociales continuo, que aún no ha finalizado.
Al inicio de su discurso en 1949, y siempre utilizando las formas pronominales y
verbales correspondientes al “nosotros”, el enunciador afirma que ese “nosotros” lucha por
una serie de valores (Nación socialmente justa, económicamente libre, políticamente
soberana), que se constituyen como pilares ideológicos del Movimiento:
73
“Un nuevo Primero de Mayo nos encuentra reunidos a los que luchamos por
hacer de nuestra hermosa tierra argentina una Nación socialmente justa,
económicamente libre y políticamente soberana.”
(1949)
Asimismo, el enunciador enumera, como recordatorio de las medidas llevadas a
cabo por su gobierno, y a modo de síntesis descriptiva, tres etapas fundamentales en la
constitución y defensa de los derechos de los trabajadores. A modo de ilustración,
presentaremos el discurso en su original, sin embargo, nos centraremos en el segundo
párrafo, para analizar la utilización de algunas de las construcciones sustantivas:
“Primero, las reformas que fueron como la iniciación y la siembra de la
simiente que había de cristalizar y florecer a lo largo del trabajo y sudor
argentino.
Después, el gobierno, nuestro gobierno, el gobierno del pueblo, el gobierno
de los descamisados, el gobierno de los pobres, de los que tienen hambre y
sed de justicia. Por eso, en esta plaza, la histórica, Plaza de Mayo de todas
nuestras epopeyas, han latido al unísono amalgamado en un solo haz todos los
corazones humildes que por ser humildes son honrados, son leales y son
sinceros.
Después, la Constitución; la Constitución justicialista, que ha hecho de la tierra
argentina una Patria sin privilegios y sin escarnios; que ha hecho del pueblo
argentino un pueblo unido, un pueblo que sirve al ideal de una nueva Argentina,
como no la han servido jamás en nuestra historia.”
(1949)
Destacamos la parte en negrita, y transcribimos los términos empleados: “el
gobierno”, “nuestro gobierno”, “el gobierno del pueblo”, “el gobierno de los
74
descamisados”, “el gobierno de los pobres”, “de los que tienen hambre y sed de justicia”.
Nótese que toda la terminología empleada ya ha sido utilizada con anterioridad por el
enunciador, en los discursos de años anteriores. Recordemos que para él, “pueblo” no se
refiere estrictamente a la noción de una sociedad, sino que utiliza esa idea para representar
un concepto más limitado, como lo es “pueblo de los trabajadores”. Al mismo tiempo,
recupera las nociones de “pobres”, de “los que tienen hambre y sed de justicia”, que
corresponden al panorama presentado en el discurso de 1946.
Discursivamente, mediante un recurso retórico de repetición, visible en la serie
discursiva, el enunciador logra fortalecer una premisa y al mismo tiempo otorga coherencia
y cohesión interdiscursiva, favoreciendo la estructuración del pensamiento del enunciatario
a través de la intertextualidad (Del Moral, 2014). La repetición de una idea de un discurso
en otro, la fortalece y le da el sustento necesario para convertirla en una verdad indiscutible
dentro de un contexto de cercanía temporal.
Habiendo referido tres etapas, el enunciador está en condiciones de ceder la
palabra, y lo realiza mediante la siguiente frase asertiva, de modalidad prescriptiva en el
ejemplo citado a continuación:
“La palabra, ahora, es del pueblo argentino. Él debe mantener esa Constitución,
y hacerla cumplir, y guay del que intente atravesarse por los caminos de la
obstrucción en la voluntad del pueblo.”
(1949)
El “ahora” explicita por un lado, la concomitancia del presente del enunciador con
la de su discurso (Filinich, 1998). Por el otro, y aún más importante, refiere al momento que
indica la culminación de un proceso (las tres etapas) iniciado por el Movimiento
Justicialista en 1946. La “clase obrera” se convierte, y, de ser “miserable” y “pura”, pasa a
ser la protagonista indiscutida de este Movimiento, responsable de perpetuarlo y mejorarlo,
ya que ha superado ese estado de miseria original. Podemos considerar este proceso, como
un enaltecimiento de sus características, y consolidación como grupo o colectivo de
identificación. Para demostrar esto, analicemos la metáfora empleada en el mismo párrafo
75
trabajado, en donde el enunciador hace una referencia al término “epopeya” (“Por eso, en
esta plaza, la histórica, Plaza de Mayo de todas nuestras epopeyas […]”). Una epopeya es
un tipo de género literario, generalmente en formato lírico, que narra las aventuras y
desventuras de un personaje heroico, el cual encarna una serie de virtudes sumamente
apreciables. Las epopeyas más conocidas son “La Ilíada”, “La Odisea” -ambas de Homero-
y “La Eneida” de Virgilio. Si bien en cuanto a sus temáticas, las epopeyas difieren unas de
otras, sus estructuras narrativas presentan ciertas similitudes entre sí. Por un lado, el camino
del héroe suele estar acechado por múltiples obstáculos y enemigos, pero al final alcanza su
objetivo. Asimismo, la gran mayoría de las narraciones épicas suelen finalizar con la
muerte trágica del héroe y su pase a la inmortalidad (Milá y Fontanals, 2002). Por otro lado,
las epopeyas se encuentran arraigadas al folclore más primitivo de una civilización, y los
personajes que en ellas aparecen, representando distintos valores y virtudes, reflejan la
escala de valores de una comunidad, constituyéndose como arquetipos del buen accionar.
El enunciador recurre al concepto metafórico (Lakoff y Johnson, 1980) de la
heroicidad y la lucha para transponer la significación de la “batalla”, llevada a cabo por los
trabajadores, con el sentido de las grandes cruzadas épicas de la Antigüedad. La idea es
simple: los héroes son los trabajadores. El camino fue arduo, sin embargo, pudo se
transitado y en el “ahora”, son ellos quienes detentan el poder. El carácter sagrado de la
batalla se fusiona con la idea de inmortalidad del sentimiento de lucha épico.
Asimismo, el hecho de “ceder” la palabra, reconstituye al enunciador como locutor,
y más precisamente, como ser del mundo (λ) (Ducrot, 1994). Este ser observa los logros
obtenidos, los analiza, y reflexivamente, considera que dichos frutos deben ser
resguardados por la “voz del trabajador”, que a esta altura, ya no es más aquella voz
miserable. En definitiva la destinación del mensaje ya no es simplemente “aliento”, sino
que incorpora un mensaje de orden deontológico: el pueblo (de trabajadores), por su
carácter de pureza y su pasado ya superado, “debe” preservar los logros alcanzados.
En otro orden de cosas, los discursos de los años venideros, entre 1950 y 1952,
tendrán una finalidad puntual, la cual denominaremos, en la línea del análisis discursivo de
Eliseo Verón, como refuerzo de la creencia (Verón, 1987). Con esta designación, Verón
denomina al proceso por medio del cual el enunciador, a través de recursos persuasivos,
desea estrechar el lazo que lo une con su prodestinatario. El refuerzo aquí se orienta con la
76
intención de descalificar al blanco discursivo, constituido en la clase patronal adversaria del
Justicialismo. Al mismo tiempo, encontraremos otra aseveración deontológica, y
comparativa-contrastiva, gracias al nexo “pero”, reforzador enfático del sentido, ya que por
un lado exalta y contempla (párrafo 1), y por el otro, exhorta a seguir profundizando los
logros (García Negroni, 2001):
“El año 1949 queda grabado en la historia como el año de la Constitución
Justicialista, la Carta del pueblo, la Carta de los Trabajadores, donde se
estampan sus derechos que la injusticia humana no podrá abatir en los siglos de
nuestra vida histórica.
Pero, compañeros, no debemos descansar en la vigilancia de esta Constitución
Justicialista y su cumplimiento. Voces de la reacción comienzan a levantarse en
algunos diarios “serios” o en alguna bolsa de comercio.”
(1950)
Aquí se hace una nueva alusión a la “voz del patrón”, o “voz reaccionaria”, y se la
relaciona con los medios de comunicación (“diarios serios”) y con los sectores financieros
(“bolsa de comercio”). La destinación del mensaje se traduce en la “acción” contra el
resurgimiento de una clase que parecía desaparecida.
Idéntico refuerzo se produce en otro fragmento del mismo discurso, mediante el
empleo de adjetivos calificativos de carga valorativa relacionados con la cantidad (“unido”,
“numeroso”, “popular”). Nótese asimismo el empleo de dos términos de la jerga militar
(“frente”, “defensa”), o tecnolecto militar. La utilización de un tecnolecto concreto sitúa al
enunciatario, es decir, a “los trabajadores”, en un nuevo plano semántico. En definitiva, se
le están adicionando características militares, de lucha y combate, como si ese cuerpo de
obreros formara parte de un escuadrón militar. Transcribimos a continuación el enunciado
en cuestión:
“Un frente obrero popular, unido y numeroso será el terror de la reacción y la
mejor defensa contra la reacción política oligárquica, que pretende levantar su
77
VOZ DEL
TRABAJADOR
MILITARIZADO
ET+D =EM
El obrero en
defensa de su
movimiento.
“No debemos
descansar en la
vigilancia de esta
Constitución
Justicialista” (1950)
voz en defensa de intereses ajenos al país. […] La defensa de los trabajadores
se hace solo por los trabajadores mismos.”
(1950)
El mensaje del enunciador tiene intenciones de lucha, es decir, se trata del ser
combatiente que apela e incorpora nuevas significaciones a la “voz del trabajador”. El uso
del tecnolecto que mencionamos anteriormente, es al mismo tiempo, la “voz militar” que el
enunciador emplea para movilizar a los suyos. Esta voz, en este caso, no es independiente,
sino más bien que se fusiona con la voz del trabajador, constituyendo un nuevo punto de
vista, el de los “trabajadores defensores de la doctrina justicialista”. Asimismo, esta es una
“voz heroica”, en el sentido de las batallas libradas para alcanzar los objetivos propuestos.
Esta idea podría resumirse de la siguiente forma, en la figura G:
Figura G
VOZ DEL TRABAJADOR (ET)
El trabajador como la pureza, representando el
gobierno y la justicia social del Movimiento
Justicialista.
“Debemos llevar al mundo el alma de nuestro
movimiento, el alma del obrero que es pura, que es
limpia, y que no sabe de pequeñas porquerías”
(1947)
VOZ MILITAR DEFENSIVA (ED)
Los intereses de un grupo deben defenderse por
medio de la lucha y la unión de los integrantes de ese
grupo.
“La defensa de los trabajadores se hace solo por los
trabajadores mismos.” (1950)
78
Si en 1950, el enunciador emplea el tiempo futuro del modo indicativo para dar
cuenta de la necesidad de agrupación y autodefensa por parte del movimiento obrero
(“será”), en 1951, el enunciador está en condiciones de afirmar con certeza, que esa
posibilidad es una realidad. Vemos entonces la consolidación de ese proceso, que conlleva
paralelamente la intromisión de la voz descripta en el cuadro anterior (EM).
“Hoy podemos decir que los trabajadores argentinos estamos organizados,
unidos y listos para luchar por nuestros derechos y nuestra dignidad.”
(1951)
Veamos la función constatativa manifestada a través del uso de la expresión modal
“podemos decir que”. La unión de esos dos verbos, en donde uno (poder) expresa la
modalidad alética (posibilidad/contingencia) y el otro, el acto de habla (aserción), da como
resultado una aseveración con carácter epistémico relacionado al orden del “saber”
(Filinich, 1998). Ese “saber” es irrefutable: los trabajadores (ya) están organizados y
preparados para luchar. Esta aseveración fortalece al mismo tiempo los nuevos atributos
que le han sido dados a la clase obrera (“fuerza militar”). La voz del “trabajador
militarizado” (ET+M = EM) reemplaza la “voz del trabajador”: el obrero es en sí, un obrero
preparado para la lucha. La destinación del mensaje también se modifica. El hecho de
estar preparado a luchar, necesariamente orienta su mensaje hacia el adversario esperado,
con el objetivo de confrontar la visión del enunciador opuesto (Verón, 1987). La
destinación funciona con dos fuerzas ilocucionarias a la vez: una orientada al mismo
trabajador (refuerzo de creencia, exhortación) y otra hacia su adversario (advertencia,
aviso).
Una idea similar es enunciada en 1952, en donde también se emplea el verbo
“decir”, seguido de la expresión “es menester”, en el orden de lo prescriptivo. Asimismo
verificamos nuevamente el manejo de la jerga militar, reforzando la sinonimia entre la
“clase obrera”, la “clase luchadora” y un “grupo militar”.
79
“Compañeros: Estamos en un momento en que todos debemos de preocuparnos
seriamente, porque la canalla no descansa, porque están apoyados desde el
exterior.
Decía que es menester velar en cada puesto con el fusil al brazo. Es menester
que cada ciudadano se convierta en un observador minucioso y permanente
porque la lucha es subrepticia.”
(1952)
Haremos una relación con la lengua francesa, ya que la traducción literal considera
que la expresión Il faut + infinitf (infinitivo) en présent de l'indicatif (presente del modo
indicativo), es el equivalente de las expresiones en lengua castellana tales como “es
necesario (que) + verbo/infinitivo” o “es menester (que) + verbo/infinitivo”.
Semánticamente, se trata obviamente de expresiones modalizadoras de la necesidad (García
Negroni, 2001). Al mismo tiempo, dichas expresiones son el resultado de la constatación de
un fenómeno, con el cual el enunciador desea establecer su punto de vista, pudiendo estar
de acuerdo o no con ese fenómeno. Estas construcciones favorecen la polifonía, ya que
pueden introducir un nuevo punto de vida acerca de un mismo enunciado (Ducrot, 1994).
En este caso puntual, son introductorias de nuestra voz militar.
80
8. “ELLOS”, LOS ENEMIGOS DEL PUEBLO
8.1. Conceptos preliminares: la idea de un tercero discursivo
Entiéndase primeramente que al referirnos a terceros discursivos, estamos
describiendo la existencia de determinadas figuras que no poseen la independencia de
tomar la palabra dentro del discurso en el cual aparecen. Se las designa habitualmente por
medio de la tercera persona (Benveniste, 1986), aunque en múltiples ocasiones el
enunciador se dirija apelativamente hacia esos terceros, constituyéndolos como
destinatarios indirectos o receptores adicionales (García Negroni, 2001).
Por esta razón, en el discurso de Perón se entrecruzan estos fenómenos en tanto que
el tercero discursivo, por momentos aparece construido como destinatario, otorgándole a
este discurso un carácter híbrido y polifónico como venimos viendo.
La importancia de nuestro análisis radica en el hecho de que por estos terceros
discursivos, podemos reafirmar la existencia de la multidestinación en el discurso, en tanto
aparecen implícitos nuevos complejos ilocucionarios (García Negroni, 1987) ajenos al “tú”
constituido por el destinatario directo.
Los terceros discursivos que hemos encontrado constituyen referencias fijas con
cierto grado de estabilidad semántica, ya que son construidos en el discurso de Perón como
significados que a su vez conforman redes semánticas dentro del plano discursivo. De
hecho, estos terceros discursivos actúan como elementos de significación que nos permiten
caracterizar patrones que definen el discurso de Perón. Es decir, hay una serie de terceros
discursivos que aparecen en estos discursos que componen redes semánticas, las cuales
ayudan a caracterizarlo, y emergen gracias al enunciador, mediante descripciones y
caracterizaciones (apreciaciones subjetivas) puntuales.
Como se verá a continuación, la aparición en el tiempo de determinados terceros, la
importancia que les es atribuida como elementos influyentes sobre el binomio yo-tú propio
de estos discursos, y la personalización que reciben en cada enunciación, forman parte del
juego de afectividades y compromisos del binomio anteriormente mencionado, y en última
instancia cimientan la relación de los componentes de esa díada.
81
La multidestinación en este caso no es un proceso que simplemente se limite a
destinar mensajes, sino que implica la construcción de un concepto (en este caso, el tercero
discursivo), con el fin de que el enunciador lo dé a conocer a su auditorio. El discurso
provee las herramientas para que esto suceda, y la serie, para actualizar y reforzar la idea
creada.
8.2. “Nuestros enemigos” o de cómo se construye un blanco discursivo
No existe un único tercero discursivo en nuestra serie, pero sí estamos en
condiciones de afirmar que todos tienen el rasgo homogéneo de constituirse como
contrarios al pensamiento y línea ideológica del enunciador. Así, a lo largo de la serie
aparecen los “partidos políticos”, “la reacción”, “el imperialismo”, “los oligarcas”, “la clase
patronal” y “los demagogos”. A nuestros efectos de análisis, en primera instancia todos
constituirán parte de un mismo grupo, ya que las herramientas sintácticas y semánticas con
que son referidos, son siempre las mismas (uso de pronombres de tercera persona,
expresión de sus características mediante modalidades asertivas, etc.). Es decir que sus
comportamientos en el discurso de Perón nos permiten caracterizarlos como pertenecientes
a una misma red semántica que consideramos el blanco discursivo (García Negroni, 1987).
En determinadas ocasiones, el enunciador se dirige directamente a alguno de ellos, y
lo constituye como enunciatario, generalmente realizando una amenaza o intimación.
Estamos en condiciones de afirmar que el término “oligarquía” es quizás el que
engloba al resto de los terceros discursivos, por constituir una clase social que aparece en
forma de partido político (“radicales”), con lazos con el extranjero y detentora de los
medios de producción (“patrones”). El enunciador emplea esta locución y utiliza asimismo
una serie de sinónimos y expresiones equivalentes para “fabricar” los atributos propios de
este grupo social, y englobar dentro del mismo una serie de características intrínsecas a él,
de acuerdo a su propia visión/versión de la realidad. Esta caracterización es totalmente
negativa, y parte de supuestos anteriores al discurso y apoyados por él.
Para no realizar una extensa descripción historiográfica y al mismo tiempo
introducir la figura del sujeto empírico más de lo necesario, diremos que desde su aparición
en el plano político en 1943 y hasta la proclamación de su candidatura en 1946, J. D. Perón
82
ha pronunciado múltiples discursos en favor del trabajador, fomentando su desarrollo
general, criticando el estado precario de su situación laboral y apuntando al sector patronal
oligárquico como responsable de esa situación (Zanatta, 2012). De esta forma, un ethos
prediscursivo (Maingueneau, 2009) es crítico de la clase patronal, ya que en estos discursos
previos comienzan a tratarse estos tópicos que tienen un alcance claramente mayor en los
discursos del 1 de mayo que estamos analizando por tratarse del día del trabajador. Por otra
parte, puede inferirse que su objetivo, en tanto nuevo ethos derivado de los discursos de
nuestro corpus, será el ataque, la polemización y la advertencia hacia ese grupo (García
Negroni, 2001).
Será este blanco el más importante que aparezca a lo largo de la serie -las
referencias son abundantes-, y en ocasiones, será referido impersonalmente como “ellos”
para denotar el sentido de conjugación de todos aquellos valores que el Justicialismo
abomina.
Las primeras referencias a enemigos en común entre el enunciador/enunciatario
(“nosotros”) aparecen al inicio de la enunciación del discurso de 1946. Si bien no se trata
de una delimitación precisa de un sujeto, la mención al término “esclavitud económica”,
connota la existencia de relaciones entre esclavos/esclavizadores, mantenida gracias a lazos
económicos. Así lo testifica el siguiente fragmento, con el cual ya hemos trabajado, pero
aquí lo que nos interesa es la idea de un adversario ideológico:
“Vengo conmovido por el sentimiento unánime manifestado a través de
campos, montes, ríos, esteros y montañas; vengo conmovido por el eco
resonante de una sola voluntad colectiva; la de que el pueblo sea realmente
libre, para que de una vez por todas quede libre de la esclavitud económica que
le agobia. Y aún diría más: que le agobia como antes le ha oprimido y que si no
lograra independizarse ahora, aún le vejaría más en el porvenir.”
(1946, la cursiva es nuestra)
Ateniéndonos a las definiciones conceptuales de los distintos sistemas económicos,
podemos inducir que el enunciador hace referencia al capitalismo en su forma más ruda,
83
sistema que fomenta la extrema libertad de mercado y flexibilidad en las relaciones
laborales. Tradicionalmente se considera que existen tres actores fundamentales en el juego
de relaciones capitalistas: empresas, trabajadores y Estado. Este último no participa
directamente en el vínculo entre los otros dos actores, por lo cual, existe una cierta
tendencia de “fricción” entre las empresas -que detentan los medios de producción y el
capital-, y el sector de trabajadores que aportan su mano de obra (Blanchard, 2012).
Una concepción crítica del capitalismo (i.e. marxismo, socialismo) determina que
las empresas, por su poderío económico, someten al cuerpo de trabajadores a través de la
explotación y los escasos beneficios sociales (Blanchard, ibíd.). Considerando la idea de
capitalismo, y la crítica que otros sistemas o modelos económicos han hecho de él,
podemos inferir que el enunciador supone esta relación capitalista como intrínseca al
momento de la enunciación (presente), y da por sentado que el binomio
empresas/trabajadores no es equitativo. En definitiva, el enunciador presenta desde el
inicio a un enemigo, a través de una construcción nominal sustantiva (sustantivo +
adjetivo): esclavitud económica. El empleo de una segunda oración, que comienza por el
conector copulativo “y”, afirma la idea presentada en la oración anterior ([y] aún diría
más).
Tengamos en cuenta al mismo tiempo dos factores fundamentales, relacionados con
la polifonía y la destinación. Por un lado, las voces que emanan de este fragmento incluyen
al menos a tres enunciadores (T.E.P, Ducrot, 1994), entre ellos a la voz del trabajador, la
voz anticapitalista, y sobre todo, la voz pro capitalista, la cual representaría, en parte, a
nuestro tercero discursivo. Por el otro lado, en la medida en que el mensaje emitido por el
locutor (T.E.P., ibíd.) habla de finalizar un proceso (esclavitud económica), la destinación
se traduce de forma encubierta como un mensaje de advertencia hacia ese tercero
discursivo (García Negroni, 2001). En definitiva, el capitalismo es la base ideológica que se
expresa a través de un sujeto de existencia real (adversario)
Continuando con el discurso de 1946, podemos encontrar el siguiente fragmento
que, si bien hace alusión a un pasado/presente a punto de desaparecer, connota a través de
la metáfora muerta (Lakoff y Johson, 1980) del feudalismo, rasgos propios de la sociedad
vigente en esa instancia enunciativa, trazando el eje de la temporalidad discursiva (Filinich,
1998):
84
“Este movimiento inicial no fue una militarada más, no fue un golpe cuartelero
más, como algunos se complacen en repetir; fue una chispa que el 17 de octubre
encendió la hoguera en la que han de crepitar hasta consumirse los restos del
feudalismo que aún asoma por tierra americana.”
(1946; destacado nuestro)
Al hacer una alusión directa al feudalismo, sistema social y económico
predominante en Europa occidental entre los siglos VIII y XVI d.C., y considerar que aún
existen “restos” en América, el enunciador trae a escena una caracterización de la sociedad
contemporánea a la enunciación, similar a la forma feudal: existencia de clases sociales
estamentales y relacionadas de forma piramidal, presencia de relaciones de vasallaje, no en
términos estrictamente medievales, pero actualizados al presente de la enunciación, y
definidos como aquellos lazos donde un sector oprime o explota a otro a cambio de algo.
Haciendo el paralelismo correspondiente, si en la Edad Media existían lazos de vasallaje y
servidumbre, en la actualidad del enunciador existen relaciones similares, las cuales
benefician a los “señores feudales” modernos. En conclusión, considerar que aún quedan
restos de este sistema social propio del Medioevo, es asumir el supuesto de que hay clases
sociales diferenciadas, donde unas están por encima de otras, y poseen más beneficios que
ellas. Esta primera impresión permite visualizar el papel que adquiere la clase dominante en
la serie discursiva.
Al mismo tiempo, y dentro de ese párrafo, podemos encontrar otra metáfora, que
involucra al Movimiento Justicialista, y se relaciona directamente con la función de
advertencia hacia la clase patronal. El enunciador realiza una comparación y alude que el
fenómeno del Movimiento político consiste en una “chispa que encendió una hoguera”, en
donde irían a desaparecer los restos de ese feudalismo. La metaforización del fuego y la
hoguera es muy profunda, y aquí radica su importancia: históricamente, la hoguera no
solamente ha servido para quemar todo tipo de objetos o como método de pena capital, sino
que al mismo tiempo ha sido fuente de adoración religiosa y ritual. Pueblos de la
antigüedad tales como los celtas y los galos tenían la costumbre de encenderlas con la
85
llegada de los solsticios (pase de una estación a otra). Sean cuales fueren sus implicancias
históricas, las hogueras tienen, culturalmente, connotaciones relacionadas con el cambio y
la transformación (Dulby, 2011). La utilización de esta metáfora, por lo tanto, no responde
a meros criterios estilísticos del enunciador, ya que es su forma de posicionar su
pensamiento, de estructurarlo sentando sus bases y convicciones. El Movimiento
Justicialista es la hoguera que viene a “quemar” todo lo que merezca ser quemado, todo lo
que corresponda a un pasado remoto, que se transformará en un presente y en un futuro, en
tanto que el fuego es cambio (sus llamas no pueden permanecer estáticas) y también
connota la pasión, que, en este caso, es, indudablemente, el justicialismo. Al mismo
tiempo, es un ícono que merece respeto, por el solo hecho de representar el cambio tan
deseado e inamovible.
Realizando un análisis comparativo entre estos dos fragmentos, podemos obtener las
siguientes conclusiones, resumidas en la figura H, la cual demuestra cómo desde un
mensaje polifónico, puede multidestinarse un mensaje, a través de complejos ilocucionarios
diferentes (García Negroni, 1987). Esto permite fundamentar la idea de que el tercero
discursivo, en este caso, se consolida como adversario, tanto del enunciador como del
enunciatario directo, que en última instancia, se constituyen como colectivo de
identificación. Inversamente, ese tercero discursivo se transforma en el contracolectivo,
representando la creencia contraria (Verón, 1987).
Figura H
Destinatario/tercero
discursivo
Complejo ilocucionario Enunciados en 1946
Trabajadores
Visión del presente
Enunciatario directo
Promesa de cambio “que el pueblo sea realmente
libre”
Clase patronal
Visión del pasado
Adversario, generalmente
tercero discursivo
Advertencia de
desaparición
Representa el feudalismo
“han de crepitar hasta
consumirse”
86
Asimismo, subyace un ejemplo de polifonía (Ducrot, 1994) basada en el tiempo. A
un enunciador de la visión pasada (“clase patronal”) que desea continuar con el statu quo,
se le contrapone un enunciador de la visión presente (“Movimiento Justicialista”), apoyado
por el locutor del discurso. El enunciador del pasado representa lo retrógrado, los restos
feudales, la esclavitud económica. El enunciador del presente augura un cambio, aboga por
acabar con esa esclavitud, rechaza de lleno a ese enunciado de la visión pasada. El locutor
(nuestro enunciador, de acuerdo a la T.E.P., Ducrot, 1994) es el encargado de realizar la
distinción, y al mismo tiempo, destinar un mensaje de cambio a la voz “antigua”.
En otro segmento del mismo discurso, el enunciador reflexiona de forma
prescriptiva y programática (Verón, 1987) sobre las medidas necesarias para equilibrar
esta relación binomial de explotación. Transcribimos el fragmento:
“Bastará que dentro del cuadro histórico y constitucional el mecanismo de las
leyes se emplee como un medio de progresar, pero de progresar todos, pobres y
ricos, en vez de hacerlo solamente éstos a expensas del trabajador.”
(1946, destacado nuestro)
Frente a la imagen metafórica de este resto de feudalismo, aparece contrastivamente
en el presente, la construcción de una serie de significados que construye una red semántica
(García Borrón, 2013) cuyo nodo refiere al sistema político actual y coincidente con el
“enunciador del presente”: “cuadro histórico y constitucional”, “mecanismo de las leyes” y
“medio de progresar”. Es decir, el feudalismo que queda (y que se relaciona
semánticamente con la oligarquía) se establece aquí como antónimo del sistema
democrático actual donde existe una constitución, por lo tanto hay leyes y, en términos de
beneficios sociales, se tiene en la actualidad progreso.
Por otra parte, aparece el conector adversativo pero, cuya función argumentativa no
es principalmente la de oponer “lo anterior” a “lo que sigue” (García Negroni, 1987), sino
que funciona como elemento enfático que aclara y precisa el tipo de progreso: un progreso
para todos, y a su vez ese colectivo “todos” es también aclarado a partir de la aposición
pobres y ricos.
87
A modo de conclusión parcial, hasta aquí el enunciador caracteriza a la sociedad de
su tiempo (realizando gracias a su focalización exteroceptiva la descripción de sus
componentes, uno de los cuales será el tercero discursivo “oligarquía”) otorgándole
propiedades bien definidas tales como la coexistencia de “ricos” explotando a “pobres”, y
empleando el recurso de la metáfora para recuperar una noción medieval de explotación y
actualizarla al presente de la enunciación.
Dentro de este juego social, los “ricos” asumen una connotación negativa por ser los
responsables directos de la situación del pueblo trabajador: Nótese la utilización del recurso
de la ironía (“caballeros que compraron a políticos”, “buen rédito al capital que invertían”)
en el siguiente fragmento para burlarse de la forma de operar de esta clase social,
contraponiendo el punto de vista del enunciador con el de su blanco, el cual es
descalificado (Ducrot, 1994):
“Lo incalificable, por monstruoso, es que los "caballeros que compraron a
políticos" no se olvidaron de documentar fehacientemente la operación para
sacarle buen rédito al capital que invertían. Seguros de que hacían una buena
operación financiera, la documentaron bancariamente para que el día de
mañana, si resultaran "triunfantes" sus gobernantes títeres, los tendrían
prisioneros y podrían obligarlos a derogar la legislación del trabajo e impedir
cuanto significara una mejora para la clase trabajadora, bajo amenaza de
publicar la prueba de su traición.”
(1946, negritas nuestras, el entrecomillado corresponde al texto citado)
Tal como es de suponer, discursivamente el enunciador se pretende alejar de su
blanco, delimitando las diferencias que existen entre ambos. De esta forma, explícitamente
irá comparando sendas posturas acerca de distintos temas. Resulta interesante destacar el
siguiente párrafo, en donde puede encontrarse un uso muy particular de la negación
polifónica (Ducrot, 1994), a los efectos de fundamentar el rechazo:
88
“La obra que he realizado y lo que la malicia de muchos no me ha dejado
realizar, dice bien a las claras cuáles son mis firmes convencimientos. Y si
nuestros antecedentes no bastan para definirnos, nos definen, por interpretación
inversa, las palabras y las actitudes de nuestros adversarios. Con decir que en el
aspecto político somos absolutamente todo lo contrario de lo que nos imputan,
quedaría debidamente establecida nuestra ideología y nuestra orientación. Y si
añadimos que ellos son lo contrario de lo que fingen, habremos presentado el
verdadero panorama de los términos en que la lucha electoral está entablada.”
(1946, el subrayado es nuestro)
Para analizar la frase marcada en negrita (“ellos son lo contrario de lo que fingen
[ser]”), haremos, para reponer los presupuestos subyacentes al enunciado, una analogía con
una frase sinónima: “Ellos no son lo que fingen”.
En primera instancia, estaríamos frente a un caso de negación polémica, en el cual
el enunciador (i.e., en términos polifónicos, el locutor, según Ducrot), presenta dos
enunciadores (“E”, puntos de vista o focalizaciones) al mismo tiempo, que habilitan dos
posibilidades interpretativas de la situación electoral y de este tercero discursivo, que es el
enemigo (“nuestros adversarios”):
E-1: el enunciador que afirmaría “ellos son lo que fingen”.
E-2: el enunciador que contradice la postura anterior, es decir, el que afirma “ellos no
son lo que fingen”.
Claramente, el locutor se homologa con E-2, ya que una mención aparece explícita
al final de la cita, por medio de un condicional (“y si”), como corolario de la representación
del panorama político-electoral que se está llevando a cabo según él. Y rechaza esa
posibilidad del tercero discursivo de definirse en términos de justicia social, ya que,
discursivamente, el enunciador refiere, en un segmento continuo de este discurso de 1946:
“los grupos oligárquicos disfrazados de demócratas”. Con esto, se extiende este plano
89
semántico del fingir (que tiene este enemigo discursivo como propiedad inherente), hacia la
noción de disfrazarse de demócrata, que permite inferir que este tercero discursivo no es
democrático.
Este uso de la negación polémica (Ducrot 1994) se amplia, construyéndose una
cadena discursiva en la cual el enunciador (locutor) realiza una negación metalingüística
(Ducrot 1994), cuyo objetivo no es simplemente rechazar un discurso previo, sino enaltecer
el propio. La negación metalingüística refuta un marco discursivo precedente, de un mismo
locutor o de otro locutor. Con esta finalidad, el locutor de nuestro discurso recupera la
enunciación ajena de otras voces enunciativas, mediante aserciones en tercera persona, en
tiempo presente del modo indicativo, lo cual le otorga rasgos de verdades indiscutibles (i.e.
enunciados constatativos, según Austin 1962). Todos los siguientes extractos corresponden
a 1946, se citan por orden de aparición, y permiten encontrar ese saber ajeno:
-“Ellos defienden una apariencia de democracia, la forma externa de la democracia.”
-“Ellos quieren que la miseria del proletariado y su desamparo estatal les permita continuar
sus viejas mañas de compra y de usurpación de las libretas de enrolamiento.”
-“Tienen ellos a su disposición todos los elementos que antes usaban para ganar
fraudulentamente los comicios.”
- “Por eso, cuando nuestros enemigos hablan de democracia, tienen en sus mentes la idea
de una democracia estática, quiero decir, de una democracia sentada en los actuales
privilegios de clase.”
En el último enunciado citado, considerado conclusivo en cuanto a ese “saber
ajeno”, el enunciador realiza una aseveración que intenta recuperar en su totalidad el
discurso de ese tiempo, al momento de enunciar “cuando nuestros enemigos hablan de
democracia” (1946). Asume entonces la existencia de un discurso previo de los
adversarios, referido a una conceptualización de la democracia, de un discurso
medianamente conocido y aceptado dentro del ámbito de una sociedad o colectividad, o en
términos de Eliseo Verón (1987), de un colectivo de identificación, obviamente ajeno al
90
Justicialismo. Este discurso ya instalado, y al cual la negación metalingüística descalifica y
rechaza, asume rasgos dogmáticos y constituye un universo paradigmático para ese
colectivo de identificación. García Negroni (2001) se refiere a esto como presuposición.
Como vemos en la cita, todos los enunciados en esta parte del discurso son
enunciativos propiamente dichos. La razón es clara: el enunciatario se propone establecer
una descripción de su adversario en términos de verdad objetiva en donde lo (des)califica
por sus intereses, los cuales son antagónicos a la democracia. De hecho, esta última aparece
personificada (personificación que es un constructo socio-cognitivo, según Lakoff, 1987)
como la democracia que “los cobija bajo sus brazos y ellos se aprovechan de ella para
dominarla”.
Con esta estrategia del discurso indirecto (García Negroni, 2001), en el discurso de
Perón se le da la voz al enemigo, que define la democracia en términos de privilegios de
clase. Con esto la red semántica del blanco discursivo se amplía: rico, oligarquía,
feudalismo, más privilegios de clase. En definitiva, la democracia es un privilegio de clase
y, metafóricamente (Johnson y Lakoff, 1987), los oligarcas (que se repone del sujeto tácito)
pueden “echarse tranquilos en [sus] brazos”.
Y de esta forma, sin utilizar explícitamente alguna partícula propia de la negación
(no, nunca, jamás, etc.) pero empleando el término “auténtica”, rechaza este presupuesto en
el párrafo siguiente, al afirmar su propia definición de democracia y otorgarle un carácter
de verdad empírica observable:
“[n]osotros representamos la auténtica democracia, la que se asienta sobre la
voluntad de la mayoría y sobre el derecho de todas las familias a una vida
decorosa”,
(1946)
Otro caso análogo de uso de la negación, también podemos encontrarlo en el
ejemplo que citaremos a continuación. En este caso se relaciona con el capitalismo, que
como ya hemos explicado, es la esencia del conflicto trabajadores/patrones. Es importante
destacar el uso del adversativo “pero”, en un proceso que García Negroni (2001) denomina
rectificación. El locutor no niega explícitamente un presupuesto, sino que hace una
91
aclaración acerca del mismo, modificando su sentido original. La función semántica del
“pero” es contrastar esos dos argumentos (“segmentos”, en términos de lógica clásica, p y
q) y obtener una conclusión (r), la cual valida a uno de ellos. Veamos a continuación:
“Ya sé que cuando se habla de mi obra social, los adversarios sacan a relucir la
que ellos han realizado. Examinemos brevemente esa cuestión. Es verdad que
los legisladores argentinos han dictado leyes sociales a tono con las de otros
países. Pero se ha hecho dentro de un ámbito meramente proteccionista,
sin atacar los problemas de su esencia. Meras concesiones que se iban
obteniendo del capitalismo a fin de no forzar las cosas excesivamente e ir
distrayendo a los obreros y a sus organizaciones en evitación de reacciones
excesivas y violentas. Reparación de accidentes de trabajo que muy poco
reparan y que prolongan la agonía del incapacitado.”
(1946, las marcaciones son nuestras)
El enunciador rechaza ese supuesto (que asume como verdadero: “[e]s verdad
que…”), esa idea de que los legisladores de otros gobiernos anteriores hayan podido llevar
a cabo medidas eficaces. Para demostrar su postura presenta esos dos argumentos
contrastados mediante el “pero” y la conclusión final. De esta forma, la conclusión r se
homologa con el argumento siguiente al “pero” (q), la consideración emitida por el
enunciador, y con la cual niega el presupuesto presentado en el discurso:
p: [Es verdad que] los legisladores argentinos han dictado leyes sociales a tono con las de
otros países.
Pero
q: Se ha hecho dentro de un ámbito meramente proteccionista, sin atacar los problemas de
su esencia.
92
[Por lo tanto]
r: Meras concesiones que se iban obteniendo del capitalismo a fin de no forzar las cosas
excesivamente e ir distrayendo a los obreros y a sus organizaciones en evitación de
reacciones excesivas y violentas.
Como vemos, acepta el enunciado p, pero inmediatamente rectifica el sentido,
restringiendo sus valores semánticos: “se dictaron leyes sociales”, pero “dentro de un
ámbito proteccionista” y esta trasformación discursiva del enunciado q trae la
consecuencia r: “[estas leyes resultaron ser] meras concesiones interesadas en preservar el
capitalismo”.
En definitiva, las leyes de los trabajadores anteriores al gobierno justicialista, es
decir, pertenecientes a “ese pasado”, son resignificadas en estos segmentos argumentativos,
como leyes restrictivas que no piensan en el trabajador sino en los intereses del patrón,
terminan defendiendo los intereses de los poderosos, es decir, el tercero discursivo al que
este discurso trata de descalificar.
Hasta aquí hemos visto como el enunciador, a través de ciertos recursos
argumentativos, configura la significación del tercero discursivo a través de su disonancia
con la clase trabajadora. La enunciación sirve al mismo tiempo para que un mismo mensaje
sea dual en su destinación: sirviendo de advertencia para un destinatario y de promesa para
otro, por ejemplo.
93
8.3. La oligarquía y su discurrir en el tiempo
Recapitulando, este tercero discursivo que venimos estudiando, adquiere
prontamente a la luz de las particularidades definidas por el enunciador, el rol de
contradestinatario, de acuerdo a la definición propuesta por Eliseo Verón (1987).
Como hemos dicho, no importa si se refiere a la “clase patronal” o a los
“reaccionarios”, ya que corresponden estas referencias a la misma red semántica del
enemigo/blanco. Las fuerzas ilocucionarias son siempre las mismas (“advertir”, “intimar”,
“amenazar”), y en definitiva, el tercero discursivo se reduce gramaticalmente a la forma de
un “ellos”, contrario al Justicialismo y al trabajador.
Recordemos asimismo que en ciertas ocasiones, el enunciador puede referirse
directamente a este blanco discursivo e instaurarlo como enunciatario, visible a través de
los pronombres personales de segunda persona. La reconstrucción de este sujeto del
discurso se produce por medio de enunciados asertivos: el enunciador describe su punto de
vista, y no duda de la veracidad de sus afirmaciones descriptivas.
Ahora es el turno de analizar cómo este tercero discursivo se visualiza a lo largo de
nuestra serie discursiva. Nuestro análisis permitió detectar nuevas significaciones
interesantes. En 1947, el enunciador relaciona a los “antiguos demagogos” con el ejercicio
de la función pública. Al mismo tiempo, excluye totalmente la posibilidad de que puedan
integrarse a su Movimiento, calificando la actitud de los demagogos como “tortuosa”:
“Los antiguos demagogos medraban con la función pública. Se enriquecieron
con ella sin haber hecho nada. En nuestro movimiento no caben los hombres
de conducta tortuosa.”
(1947, el remarcado es nuestro)
La referencia deíctica de “antiguos” evidencia una reseña temporal, conjugada en
los verbos a través del pretérito imperfecto: un pasado, en el que los demagogos realizaban
determinadas acciones de lucro (“medrar” y “enriquecerse”) por medio de un tercero, “la
función pública”, que aparece como su instrumento. De hecho, en las dos primeras
94
oraciones aparece con la forma del circunstancial de instrumento: los antiguos demagogos
usaban a la función pública para enriquecerse. El enunciador se distancia de este pasado,
de esos oligarcas demagogos, en el tercer enunciado. En este se construye semánticamente
un “ahora” o un “hoy” que se gramaticaliza en la oración por medio de la conjugación en
tiempo presente del verbo “caber”. Y, además, se valoriza negativamente a estos
demagogos como “hombre de conducta tortuosa” por las acciones que hacían en el pasado
y, por esta razón, los separa enunciativamente del enunciador, que aparece en la primera
persona del plural (“nuestro movimiento”).
Si en 1946 el enunciador se dirige a ellos y les advierte, en 1947 les prohíbe formar
parte de su movimiento por estas conductas deshonrosas que el enunciador denuncia. Al
mismo tiempo refuerza esa idea que constituye un adversario en todo sentido.
El discurso de 1948, en cambio, está centrado en los derechos de los trabajadores, y
el enunciador realiza una afirmación en donde opina que equilibrar socialmente a las clases
sociales, permitirá una relación fraternalista entre ellas. Veamos el siguiente fragmento:
“Poned en la vida de los trabajadores, higiene y belleza, comodidad y cultura, y
veréis cómo la oposición de clases se convierte en la colaboración fraterna, el
odio en amor, y la lucha en paz. No creo que mi visión sea utópica. Es
solamente difícil de lograr, pero la grandeza del fin bien merece la pena de no
darse jamás por vencido en el empeño.”
(1948)
El objetivo del enunciador es resaltar la posibilidad de unión entre ambos grupos,
teniendo en cuenta el hecho de que la clase trabajadora reciba ciertas concesiones (higiene,
cultura). La forma en que el enunciador realiza esta aseveración simula una enunciación
proverbial (Maingueneau, 2009), en tanto el uso de una expresión con modalidad
condicional (modo imperativo + tiempo futuro) funciona como una realidad incuestionable,
cuyas consecuencias son y serán siempre así. La idea de esta expresión no admite
resultados diferentes a los que propone el enunciador, ya que funciona como un “saber”
irrefutable, previo a la enunciación.
95
Sin embargo, la idea de la temporalidad “demagógica” vuelve a retomarse en 1949,
tal como podemos apreciar en el siguiente fragmento. Aquí encontraremos una observación
realizada por el enunciador, en donde el pasado (“antes”), corresponde a esa época de
abusos cometida por la oligarquía, y el presente (“ahora”), concomitante a la enunciación,
se ha modificado favorablemente para los trabajadores. Si hasta 1947, la destinación hacia
el tercero discursivo consistía, como hemos visto, en mecanismos de advertencia, en 1949,
puede inferirse que dichos mecanismos dieron resultado, a juzgar por la reflexión final.
Podemos inferir que el discurso de 1949 no hace referencia al blanco discursivo,
teniendo en cuenta la no mención explícita del mismo debido a un proceso de consolidación
de la clase trabajadora:
“[…] la reforma, el gobierno y la constitución argentina, nos han dado un
estado de justicia y un estado de dignidad y nosotros los transformaremos en
un estado de trabajo. Ustedes, compañeros, han vivido la larga etapa de la tan
mentada libertad de la oligarquía; y yo les pregunto, compañeros: si había antes
libertad o la hay ahora. A los que afirman que hay libertad en los pueblos
donde el trabajador está explotado, yo les contesto con las palabras de nuestros
trabajadores: una hermosa libertad, la de morirse de hambre.”
(1949; destacado nuestro)
Como vemos en la cita, aparecen diferentes tiempos discursivos. En primer lugar, un
pasado reciente, el del Peronismo, en el que se han logrado determinados derechos y
beneficios para el trabajador, que aparece construido por medio del pretérito perfecto
compuesto. En este pasado reciente, se enuncia que la reforma constitucional de 1949 y el
gobierno peronista han dado una serie de beneficios (“estado de justicia y dignidad”) a un
nosotros que incluye al pueblo trabajador (“nos”). Es de suponer que, en la medida en que
las clases se equilibren, nuestro tercero discursivo ha perdido su fuerza frente al avance de
la masa obrera.
Por otra parte, aparece, a continuación, un enunciado cuyo verbo está en futuro
imperfecto (“transformaremos”) en donde el sujeto es ese nosotros que se plantea como
96
imperativo para el futuro, la obligación de convertir esos beneficios en “derechos de
trabajo” (“estado de trabajo”). Claramente, aparece la posibilidad de que esta política de
estado de beneficios al trabajador se amplíe con los nuevos derechos constitucionales para
consolidar sus beneficios a partir de estas leyes, las cuales no pueden ser eliminadas por el
enemigo.
Además, aparece un tiempo pasado anterior a este de 1949, en el que se vuelve a
resaltar las injusticias en los tiempos en que la oligarquía estaba en el poder. Se construye
este tiempo con el verbo en pretérito perfecto compuesto (“han vivido”), un sujeto
gramatical que son los trabajadores (“[u]stedes, compañeros”, destinatario directo) y una
construcción irónica acerca de ese período (“la tan mentada libertad de la oligarquía”) que
alude a una supuesta valoración positiva de esa época: el auge de un destinatario indirecto
(García Negroni 2001) que es su enemigo/blanco discursivo y que en este enunciado se
descalifica y cuestiona su grado de verdad.
Por otra parte, el conector disyuntivo “o” que establece dos opciones (“si había
antes libertad o la hay ahora”), es una estrategia retórico-argumentativa que permite negar
la primera opción, este pasado de la oligarquía construido con el adverbio temporal “antes”,
y afirmar la segunda opción como verdad incuestionable: el “ahora”, que es el presente del
Peronismo.
Por último, nos parece oportuno mencionar el hecho de que aparezca un enunciador
en primera persona del singular (personal e íntimo) que le responde a su enemigo
(retomando ese discurso indirecto al que alude irónicamente en un enunciado anterior) a
través del oxímoron final, donde establece la contradicción de ser libre el trabajador, si el
mismo es explotado por el patrón/jefe.
Siguiendo con la línea de análisis de la polifonía inserta en la serie, otro ejemplo
puede encontrarse cuando el enunciador expresa: “Y a los que nos acusan de dictadores, he
de decirles que la peor de todas las dictaduras es la de la fatua incapacidad de los
gobernantes.” (1949)
En este ejemplo, el locutor (nuestro enunciador, de acuerdo a la T.E.P., Ducrot,
1994), hace alusión a una voz que está directamente posicionada en contra de su colectivo
de identificación (“nos acusan”). Si retomamos la idea del contexto histórico, hacia 1949, la
97
opinión pública estaba dividida en Argentina, entre aquellos que apoyaban al Justicialismo,
y aquellos que lo acusaban de ser un movimiento autoritario y demagogo (Zanatta, 2012).
Este ejemplo de pugna polifónica, constituye una muestra bien explícita de la
pluralidad de voces insertas por el enunciador, tomadas del presente de la enunciación. De
esta forma, resumimos esta idea en la figura I:
Figura I
Locutor Enunciador Supuesto subyacente
Rectifica esa voz (su postura
es aclaratoria)
E1 : voz del tercero
discursivo
El Justicialismo es una
dictadura
Se constituye como su propia
voz. Pueden verse las marcas
deícticas de la primera
persona (“[yo] he de
decirles”) y un enunciado
fuertemente argumentativo
del que se puede recuperar
una serie de supuestos.
E2: voz del Justicialismo
P: Una dictadura es la que
no sabe gobernar [“La
incapacidad es la peor de las
dictaduras”]
y
Q: El Justicialismo posee la
forma correcta de gobernar
por lo tanto
R: el Justicialismo no es una
dictadura
Con posterioridad a 1949, el esfuerzo del enunciador se centra en realizar una
intimación (Benveniste, 1986) a su enunciatario, para que actúe contra el tercero discursivo.
Es decir, hay un desplazamiento y proyección de la intencionalidad del enunciador hacia su
prodestinatario. Gramaticalmente, la utilización del modo imperativo, el futuro del modo
98
indicativo y expresiones vocativas de valor equivalente, sirven para llamar la atención del
coenunciador y reposicionarlo ante ese contradestinatario. Semánticamente, este
posicionamiento se logra por medio de la modalidad deóntica, del orden del deber,
caracterizado mediante tópicos como la obligación y la permisión (García Negroni, 1987).
Veamos a continuación un ejemplo en el cual hemos incluido subrayados y
destacados nuestros a fin de evidenciar lo dicho anteriormente. Así el uso del verbo “ser”
en futuro indicativo (“será el terror”), en lugar del modo condicional, establece la calidad
prescriptiva de la enunciación (Verón, 1987), disipando dudas o vacilaciones, para dar
paso a acciones precisas. Análoga situación sucede con el uso del verbo “tener”, también en
su forma de futuro, seguido de una proposición subordinada que le da el valor de obligación
(“[t]endremos que hacer”). Paralelamente, la descripción de una forma de acción de la
“oligarquía” se presenta como una realidad indiscutida, indudable e inalterable, a través de
una expresión de modalidad epistémica (García Negroni, 1987) y didáctica (Verón, 1987).
“Un frente obrero popular, unido y numeroso será el terror de la reacción y la
mejor defensa contra la reacción política oligárquica, que pretende levantar su
voz en defensa d interese ajenos al país. Compañeros: escuchamos hoy que los
políticos del fraude están pensando en formar agrupaciones obreras favorables a
su política. Les hablan con nuestras propias palabras; se han convertido a la
doctrina justicialista. Pero hay que repetirles lo que nosotros sabemos de ellos:
que están disfrazados de obreristas. Tendremos que hacer como en carnaval y
decirles: “Sáquense el bigote, que los conocemos”. Ya sabemos que interesar
a los sindicatos en la política partidaria es una maniobra artera y conocida
de la reacción. Meter la política para debilitar primero, dividir después, y
disociar, finalmente, entregando a los trabajadores maniatados a la reacción,
para que ella cumpla su designio.” (1950)
Si consideramos la caracterización a lo largo del tiempo construida por el
enunciador sobre el tercero discursivo, que hemos englobado bajo el término “oligarquía”,
99
veremos que la postura combativa del enunciador para con esta clase social no hace sino
profundizarse hasta 1952.
Así por ejemplo, en 1951, el enunciador da cuenta de la expropiación del diario La
Prensa, refiriéndose a este episodio de la siguiente manera, citada en el fragmento (11).
(11) “Este diario [La Prensa], que explotó durante tantos años a sus
trabajadores y a los pobres, que fue instrumento refinado al servicio de toda
explotación nacional e internacional, que representó la más cruda traición a la
patria, deberá purgar sus culpas sirviendo al pueblo trabajador para defender sus
reivindicaciones y defender sus derechos soberanos.”
(1951, subrayado nuestro)
En este caso, el fragmento incorpora elementos característicos del denominado
discurso autoritario (Lavandera, 1985), a partir del cual el enunciador releva una situación
de forma objetiva, sin hacer mención explícita de la deixis yo/tú, y al mismo tiempo,
reflexiona sobre la forma en que deberá actuarse. El discurso autoritario, en este
fragmento, se percibe de forma multidestinada: a la vez que el enunciador desea presentar
un nuevo logro a su enunciatario, utiliza su discurso como un ejemplo de advertencia para
toda la “explotación nacional e internacional”.
En 1952, por ejemplo, la situación política se tornó aún más delicada, teniendo en
cuenta el estado de salud de Eva Perón, figura indispensable en el desarrollo de la doctrina
peronista. La posición del enunciador se torna aún más violenta, y en un momento del
discurso exclama:
“Si para terminar con los malos de adentro y con los malos de afuera, si para
terminar con los deshonestos, y con los malvados es menester que cargue ante
la historia con el título de tirano, lo haré con mucho gusto. Hasta ahora he
empleado la persuasión; en adelante emplearé represión y quiera Dios que las
circunstancias no me lleven a tener que emplear las penas más terribles.”
100
(1952)
Aquí hay una referencia directa a un proceso de desestabilización contra el gobierno
justicialista, profundizado a partir de 1951, teniendo en cuenta la proximidad de las
elecciones presidenciales (Zanatta, 2012). En este caso puntual, en un principio la
destinación es simple y única, dirigiéndose directamente hacia ese contradestinatario
descripto como “malo”. Pero luego en el discurso, el enunciador solicita a su
prodestinatario, su ayuda para llevar a cabo su tarea, que consiste en neutralizar al enemigo,
a través de la continuación de una vida normal de trabajo y producción. Decidimos citar
este fragmento a modo de ilustración, en donde se hace empleo del término “cruzada”,
sinónimo de campaña, con el objetivo de denotar esta nueva conjunción, reforzadora de la
creencia.
“Es, compañeros, para esta nueva cruzada que los necesito a ustedes más que
nunca. Compañeros: como en la horas más críticas de nuestra lucha en 1945, pediré
a todos los compañeros que, como entonces, estén activos y vigilantes; pediré a
todos que vayan al trabajo confiados y decididos”
(1952)
Como vemos, el proceso de construcción del tercero discursivo, en tanto
contradestinatario, incluye el enaltecimiento del enunciador/enunciatario, con el objetivo de
cimentar los lazos de unión que los estrechan, y diferenciarse del adversario, profundizando
las discrepancias ideológicas entre ambos.
101
9. CONCLUSIONES
Cuando comenzamos nuestro recorrido analítico y reflexivo a lo largo de la serie
discursiva, partimos de la base teórica que propugnaba la existencia de enunciados con
características polifónicas y cuyas intencionalidades semánticas estaban abocadas a
múltiples destinatarios, con el objetivo de provocar reacciones diferentes en los posibles
enunciatarios y receptores discursivos. Nuestra hipótesis sustentaba lo anterior, y las
herramientas propias de nuestro marco teórico, conjuntamente con nuestras metodologías
de trabajo, estaban destinadas a verificar esa creencia y a recolectar la mayor cantidad de
pruebas que le dieran la solidez necesaria.
A medida que nuestro análisis recorría cada una de las muestras discursivas, fuimos
registrando aquellas características que permitiesen sustentar fehacientemente nuestras
ideas presupuestas. Sin embargo, dichas características no solamente probaron lo que
habíamos inferido al comienzo del trabajo, sino también derivaron en una serie de nuevos
saberes que merecen una descripción más detallada.
Decidimos no realizar distintas secciones en este apartado de conclusiones, porque
creemos que no podemos desglosarlas y presentarlas por separado. El trabajo es una
totalidad, y las conclusiones obtenidas se complementan entre sí, dada la relación intrínseca
entre sujetos enuncivos y voces discursivas.
Para comenzar este camino de descubrimiento, diremos primeramente que la
polifonía enunciativa es un fenómeno observable tanto a nivel local, es decir, en cada
discurso en particular de forma aislada, como a nivel supradiscursivo, teniendo en cuenta la
relación de coherencia y cohesión existente entre un discurso y otro, visible a través de
ciertos mecanismos de intertextualidad, ya sea la repetición o la alusión, con fines
destinados al refuerzo de las creencias. Los discursos no estaban relacionados únicamente
por su composición o temática, sino que hacían referencia unos a otros, teniendo en cuenta
que cada Primero de Mayo, el Movimiento Justicialista celebraba doce meses de avances en
el campo del desarrollo social.
La polifonía existe, sí, pero no es un simple recurso de “muestreo” de puntos de
vista para sustentar una noción o creencia. En estos discursos, directamente sirve para
102
crear una nueva doctrina, una serie de verdades irrefutables, construcciones semánticas
propias del Movimiento Justicialista.
Diremos con relación al parágrafo anterior, que el primer efecto polifónico que
hemos hallado, se relaciona con la “voz del obrero”, recuperada a través de la construcción
de la idea de “clase obrera”. Esto quiere decir que la voz no es ajena al discurso y
presentada gracias a los mecanismos habituales de polifonía.
La voz que se introduce es una producción propia del “locutor”, en tanto él la
construye a través de sus propios mecanismos de percepción y observación de la realidad,
es decir, gracias a su focalización en tanto ser testigo y protagonista de la situación
miserable de los trabajadores. La polifonía habitualmente introduce aquellas voces que
pertenecen al saber popular o se basan en escenas validadas (Maingueneau, 2007),
pertenecientes a un imaginario social inscripto en determinado contexto espacio-temporal.
En este caso puntual, la enunciación, si bien toma relevo de su contexto, favorece la
creación de esta voz, dotando al enunciador de las cualidades necesarias para caracterizarla
de acuerdo a sus principios y valores personales. En definitiva, no estamos haciendo
referencia a una voz, sino a la forma en que el enunciador dispone sus recursos
argumentativos con el fin de crearla de acuerdo a sus intenciones semánticas.
El enunciador caracteriza al obrero y lo describe como perteneciente a una clase
miserable, de escasos derechos, y abusada sistemáticamente por el mismo gobierno títere de
una clase más pudiente. Con el solo hecho de realizar esta descripción, inmediatamente el
enunciador se asume como representante de esa voz, se homologa, y a través de la fijación
de un objetivo puntual, destina, sin explicitarlo de forma directa, un mensaje hacia todos
aquellos que de una u otra forma se relacionen con los trabajadores.
Una idea similar ocurre con la idea de “oligarquía”, que en este trabajo hemos
tratado bajo el concepto de “terceros discursivos”. La tarea del enunciador es, en primera
instancia, constituir aquel “colectivo” de creencias opuestas, y mostrarlo a la clase obrera,
con el objetivo de definir a dicho colectivo como el “adversario” o el “blanco”, responsable
de la situación de miseria y abuso hacia los trabajadores.
Si bien esto último puede parecer obvio, es interesante remarcar lo que adelantamos
en el análisis, acerca de la creación de campos semánticos propios de los términos que
aparecen en el discurso. El enunciador, en tanto creador y configurador de esa voz obrera,
103
la dota de ciertas características que él considera importantes para delinear la nueva
significación semántica de “trabajador”. Veamos este esquema, construido como cuadro,
para entender a qué nos referimos con la idea de un campo semántico.
TRABAJADOR
Miseria Abuso sistemático Olvido
Traición Pobreza Estado de no derechos
Téngase en cuenta que los términos elegidos no son los únicos, sino que son los más
significativos para delinear esta red de conceptos, donde el nodo es el trabajador.
Este campo semántico no es estático, es el inicial, configurado gracias al discurso de
1946. El objetivo de la serie discursiva es actuar como herramienta de re-significación de
los conceptos, incorporando nuevas ideas y ampliando el horizonte del campo.
Así, tras lo analizado, a partir de 1947, surge la idea de una clase obrera “pura”, y
desde 1949, una clase obrera combativa y protectora de aquellos logros propios del
Justicialismo. En tanto las medidas sociales beneficiaron a las clases trabajadoras más
desprotegidas, el campo semántico se construye nuevamente, y unos términos son
reemplazados indefectiblemente por otros.
Hacia 1951, el discurso evoca implícitamente que la miseria dio paso a la
magnificencia y a la igualdad entre las clases sociales de esa “nueva Argentina”. Al mismo
tiempo, son los obreros los encargados de velar para que no se retroceda en cuanto a
derechos obtenidos, por lo tanto se constituyen como seres militares proteccionistas de los
logros y la doctrina peronista. Este nuevo campo semántico quedaría constituido, entonces,
de esta forma:
104
TRABAJADOR
Bonanza Igualdad de derechos Equidad
Desarrollo Riqueza Estado de derechos
Defensores de la doctrina Luchadores Actores del sistema político
Tengamos en cuenta que las dos primeras filas corresponden a la adecuación ya
mencionada, que el enunciador hace de las características de los trabajadores, en tanto
refiere los cambios producto de las nuevas medidas sociales. La última y nueva fila, la cual
nosotros hemos marcado en negrita, simboliza esa incorporación de características
“militares” que el enunciador exhorta en los trabajadores desde 1949, a fin de que se
conviertan en verdaderos guardianes de su dogma.
Si bien esta síntesis puede parecer muy breve, nuestra investigación determinó que
en definitiva, un caso de polifonía generaba, a lo largo de la serie discursiva, la
construcción de un concepto basado en el propio punto de vista del enunciador. Este último
moldea ese concepto a su antojo, ya sea por medio de la inserción de voces rechazadas –la
“voz elitista”, por ejemplo- o a través del empleo recurrente y abusivo de subjetivemas que
aparten el sentido objetivo de ese concepto (tal como aparece en un diccionario, por
ejemplo), en favor de la sustentación de un ideologema discursivo.
El enunciador no limita su papel a la construcción de una idea. La concepción de
una nueva significación de la palabra “trabajador” implica necesariamente múltiples
mecanismos de destinación. Por un lado, los ya consabidos refuerzo, polemización y
persuasión, utilizados en el presente trabajo a partir de la teoría de Eliseo Verón (1987).
Sin embargo, nuestro trabajo encuentra otras fuerzas ilocucionarias, quizás más
relacionadas con el plano personal y emotivo de los sujetos intervinientes. De esta forma, el
enunciador entiende que hay una situación de extrema miseria y no intenta simplemente
reforzar una creencia , sino que desea crear una nueva, una ideología inédita que englobe
a ese trabajador miserable y le permita crecer y desarrollarse. El “refuerzo de creencia”
como mecanismo inherente a estos discursos políticos no se produce tanto por cuestiones
de fondo, como por cuestiones de forma: el enunciador se constituye en una nueva
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ideología que favorece la situación de los trabajadores, en tanto éstos son una construcción
propia de ese enunciador.
Para concluir a este respecto, con lo dicho en el párrafo anterior, estamos
confirmando que la “clase obrera” se constituye como el “prodestinatario” del enunciador,
pero no de la forma habitual: el enunciador crea una ideología basada en su propia
concepción de los trabajadores, y destina todos los elementos retóricos y argumentativos a
generar el refuerzo de la creencia.
La serie discursiva, entonces, sirve tanto para reforzar los lineamientos planteados
en 1946, como para transformar la idea de “clase obrera”, a la luz de aquellos elementos del
plano real (medidas y derechos sociales), que provoquen variaciones sustanciales de ser
mostradas.
En otro orden de cosas, este enunciador también se constituye como ser polifónico,
pero su polifonía se presenta de forma desordenada a lo largo de la serie discursiva. Emplea
estos recursos con el objetivo de ir concatenando cada una de las voces que considera
válidas, y en última instancia, conforman una nueva voz, que aquí denominaremos
“enunciador de la doctrina peronista”. Este proceso, que comienza en 1946, solapa cada una
de las voces, desdibujando el sentido original, y englobando esta nueva gran voz, que hacia
1952, ya tiene autonomía propia. Con esto queremos decir que, si hacia 1949, pensábamos
en el Justicialismo como la fusión de una “voz populista” y una “voz del reclamo de los
trabajadores”, hacia 1952, esos dos conceptos se consolidan en una auténtica “voz
justicialista”. El sentido de cada uno de los puntos de vista pierde su autonomía frente a
esta nueva voz autónoma e independiente. A modo de ejemplo, un locutor X, podría
presentar esta “voz justicialista” (popular, social, pro-trabajador) y polemizarla con una
“voz no justicialista” (no popular, liberal, flexible en cuanto a las relaciones laborales).
Pero entonces, ¿cómo se construye esta “voz justicialista”? A lo largo de nuestro trabajo,
distintos esquemas han ido sintetizando las ideas referidas al confronte de enunciadores
polifónicos. Por esta razón, nos pareció lógico presentar a esta voz justicialista, utilizando
las principales ideas trabajadas, en el siguiente esquema. La serie discursiva tiene la
función de profundizar las características iniciales e ir incorporando nuevos agregados.
A los efectos de ilustrar lo antedicho, recuperaremos algunas de las abreviaturas
empleadas a lo largo del trabajo para designar los enunciadores creados, con el objeto de
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consignar a este “enunciador” o “voz peronista”. El esquema contempla los elementos
constitutivos, de acuerdo a nuestros descubrimientos producto del análisis. Téngase en
cuenta que empleamos la denominación T.D. para referirnos al concepto creado en la
enunciación de tercero discursivo, relacionado con la oligarquía, y en este esquema, lo
hemos incluido mediante el grafema “~”, para denotar el sentido opuesto que la “voz
peronista” posee de los presupuestos relacionados con ese sujeto discursivo.
VOZ JUSTICIALISTA o PERONISTA (EP)
COMPONENTES DISCURSIVOS (EC + EX + EM + ~T.D.)
EC EX ~ T.D. EM
Ser combatiente Ser económico Voz anti-oligarquía Voz de los
trabajadores
militarizados
En tanto Ser Político
y defensor de la
doctrina de
beneficios sociales
del Justicialismo, se
apresta a la lucha de
ser necesario,
mostrando siempre el
carácter combativo.
Conjuga una serie de
visiones sobre la
economía
relacionadas con
distintas escuelas de
pensamiento
económico.
En tanto constituye
un tercero discursivo,
basado en aquellos
antivalores, lo
convierte en su
contradestinatario.
Recupera y actualiza
el sentido de los
trabajadores
dispuestos a luchar
por su Movimiento.
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