Angel Pérez Ruzafa

El jardín y las horas

Angel Pérez Ruzafa

Portadas_Eljardinylashoras.indd Pliego 1 de 2 - Páginas (2, 1)Portadas_Eljardinylashoras.indd Pliego 1 de 2 - Páginas (2, 1) 15/09/2020 13:10:5415/09/2020 13:10:54

“Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,y un huerto claro donde madura el limonero;”

(Antonio Machado)

... y la mía lo son de un jardín a orillas de una acequia, entre cañas y membrillos, naranjos, limoneros y ciruelos, vigilados por la chimenea de una fábrica que nunca supe bien qué producía, con los ruidos muy lejanos de una Murcia a la vuelta de un recodo, apagados por el croar de ranas y el canto de grillos en las noches de primavera y estío, pero con el temblor ocasional de los cristales asustados por las últimas locomotoras de carbón y vapor de la estación de Caravaca. Mi padre, un abogado con pasión por las rosas y el Mar Menor, dejó plasmadas muchas de esas impresiones en un cuento con el que fué galardonado con la Raspa de Plata del Ayuntamiento de Murcia en los años 1960. Esta exposición es un homenaje a él, a mi madre y a esos recuerdos.

Quiero agradecer a Fina García Lozano y a Jose Antonio Lozano Teruel el haberme animado a realizarla y a la Fundación de Estudios Médicos de Molina y al Ayuntamiento de Molina de Segura el haberla hecho posible.

Angel Pérez Ruzafa26 de octubre al 15 de noviembre de 2020

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Sala de exposiciones Biblioteca Mercedes MendozaAyuntamiento de Molina de Segura

C/ Cervantes, nº5, 30500 Molina de SeguraTeléfono 968643730e-mail: [email protected]: De lunes a viernes, 10’00 a 13’00 h y 17’00 a 21’00 h.

Organiza

Ayuntamiento de Molina de Segura

Fundación de Estudios Médicos de Molina de Segura

Cuento El jardín y las horas

Premio Raspa de Plata del Ayuntamiento de Murcia

Angel Pérez Beltrán

Angel Pérez Beltrán (2016)Óleo sobre tabla | 115 x 115 cm


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El Jardín y las horas(Monólogo de una rosa)

Hora Prima

“La rosa es aún más bella porque su belleza solo dura un instante”

¡Qué ansiedad, Dios mío! Aún no había oscurecido y ya estaba anhelando este cercano instante del amanecer. Suavemente, estoy meciéndome en el largo tallo que me sostiene, en un afán irreprimible de ver a mi alrededor. No, no es la brisa; es mi impaciencia, mi temor, mi esperanza. Desde ayer tarde, cuando el último rayo caliente acarició mi pétalo externo, presentí que hoy sería el día de mi vida. Porque las rosas sólo tenemos nuestro día, aún menos, nuestro instante. Y yo presiento que el día que va a amanecer, tras el negro seto de cipreses recortados, ha de ser el mío.

Sin embargo, tengo miedo. Miedo a todo: Al sol de mediodía, al viento, al hombre, al niño, al perro; miedo a que no sepan leer en mis pétalos la belleza de Dios; medo a mis hermanas, a mis vecinas, a sus pinceladas de terciopelo negro en la tarde clara, a sus suavidades nacaradas, a sus atardeceres impregnados de fuego y luz… Sí, tengo miedo a toda sombra amenazante de mi día en este amanecer indeciso.

Mas ya amanece. Ya viene la luz serpenteando estrellas entre neblinas frescas y opacas. No, no es la brisa la que me mece; es el escalofrío de la vida, la caliente humedad de la tierra amorosamente blanda sobre mis raíces, la helada respiración que me penetra por el verdor rojizo de mi follaje; es la gota tintineante que acaricia mis pétalos entreabiertos a la primicia de una luz insospechada en su aparición, misteriosa en sus grises, mágica en sus perfi les.

¡Detente, luz, detente! Desapareció el miedo; ya sólo queda en mí la esperanza, la ilusión, la confi anza. Este es mi día, mi instante. Lo sé. Lo veo en las demás rosas. Lo siento en el hálito de perfume que me rodea, en el lento abrir de mis pétalos… Verde, rosa, beige, blanco. ¡Oh felicidad! He nacido. Soy blanca. Me llamo Virgo.

El jardín en 1965 (2020)Óleo sobre tabla | 110 x 110 cm


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Hora Tercia

“Lo más bello de las rosas es que, siendo tan hermosas, no saben que lo son”

Ha transcurrido una eternidad desde aquel instante. Una eternidad de dichas, de triunfo. Una eternidad perfumada por la tierra, por el rocío, por mi aliento.

El primer rayo tamizó de infi nitos verdes los grises de la mañana y transformó el rocío de la rosaleda en locura de colores y formas. Amarillo cadmio, rosa amaranto, rojo oriente… sobre nácares y terciopelos. Rosas en turbina, ribeteadas, onduladas, majestuosas… Y, sobre ellas, yo, blanca, inmaculada. Entonces me he dado cuenta del error del poeta. Yo soy hermosa en mi pureza, en la concurrida soledad de mi jardín, en mis blancos pétalos difuminados en azul, en mi esbeltez, en mis espinas.

Y el ambiente se hace luz. Surge la casa, azul y blanca. Y el sonido; distante, juguetona, la campanita de las Hermanas de los Pobres, a mi lado el ladrido del perro a un jardinero imaginario. Y el hombre; sus ojos me buscan, sus pasos nos acercan, sus dedos acarician las espinas de mi tallo, nuestras caras se unen y me entrego en efl uvios de ensueño. Y la oración del hombre se hace aroma y en el azul se desvanece.

Chalet Azul (2016-2019)Óleo sobre tabla | 115 x 115 cm


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Hora Sexta

“Las plantas sólo fl orecen a placer en el jardín de quien las ama”

Ha venido a verme el jardinero. Frío, indolente cansado. Azada en mano, ha removido la tierra que me rodea. Una mano rugosa, marrón y negra, se lleva tras sí un espectacular ciempiés de grama. Me mira, mira a mis hermanas, a mis vecinas, con una mirada amplia, lejana. Después, indiferente, cansino, como sacerdote de un ritual grandioso por humilde, se ha marchado por la senda que conduce al estercolero. Un entierro sin alardes, sin acompañamiento, que constituye una oración.

Luego, por la esquina de la casa, bajo la higuera blanca y verde, aparece la mujer. Contra sus pechos va meciendo una brazada de ramas verdes con extremos multicolores. Las margaritas independientes y ásperas, parecen querer huir del suave abrazo. Las budleias, lilas y blancas, pagodas orientales del jardín, y los gladiolos, rojos, cremas y blancos, orgullosos de su originalidad, se abandonan a su destino. Sobre ellos, rosas, muchas rosas, espinosas y dulces. Se detiene ante mí y la sorpresa empieza a danzar en el centro de sus niñas irisadas. La luz se quiebra en sus pestañas negras y en mis pétalos blancos. La tijera, impotente, cae de sus manos y corre a refugiar su vergüenza en los pliegues de su falda. Y la plegaria vuelve a ser fl echa con alas azules.

Y, de nuevo, el hombre. El hombre y el niño. Las manos unidas. Mientras el hombre habla y besa, en el rostro del niño se van adivinando escenas que no olvidará, que serán su escudo y su espada. Sus dedos me depositan en el regazo de una Virgen luminosa en un mes de mayo blanco. El babero -diminutos cuadros blancos y rojos con manchas de tostada y café con leche-, se hace traslúcida túnica. Y el niño no reza porque todo él es oración.

Isabel (2019)Óleo sobre tabla | 115 x 115 cm


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Hora Nona

“Un jardín es un bello libro escrito por la mano de Dios, cada fl or y cada hoja son una letra”

Después, el día. Mi día. Un día largo, ancho, triunfal. Un día sin límites en mi gozo, en mi reinado. Luz, colores, sombras claras. Sol, brisas, cadencias de sonidos vulgares en sinfonía vital. Todo se hace vida a mi alrededor. Todo se mueve y camina hacia su destino infi nito.

Canta el melocotonero recién brotado, pequeño y deformado. Cantan los naranjos, bien agarrados a la tierra. Canta el gigantesco kaki. Y el cerezo, y el manzano, y el ciruelo; todos cantan. Un limón reseco, manchado y enfermo, cae al suelo y canta la hojarasca al recibirlo. Y cantan los perales enanos, buscando en el cielo sus alturas perdidas, su lejano señorío.

Todo vive. Se mece el gladiolo y los nísperos hacen de equilibristas inverosímiles arracimados en los extremos de ramas salpicadas de hojas japonesas. Se esponjan los fresones en un solario de vertebradas hojas verdes. El fresal se extiende hacia la rosaleda pariendo hijuela por doquier. En un rincón, prematura, acaba de nacer a la claridad la hojita primera de una zinnia viajera en el ya lejano viento otoñal. Un alhelí sencillo, se agita, se desnuda, tratando de desprenderse de la oruga que lame su talo. Allá, un capuchina. Junto a la casa, blanca y azul, las macetas abigarradas de claveles luciendo sus hojas distinguidas, de un verde serio, señorial. Más lejos, nieve, nieves primaverales en las cumbres del jazminero, de la diamela; nieve en las ramas del cilindro; nieve derretida, colgante en el trompetero. El granado, al fondo, presta su falsa sombra a una palmera esquelética, menuda, apenas nacida. Casi a mis pies asoma su aguijón blanco la artera grama. Campanillas sin sonido, con música de colores, recortan, elevándola, la línea del horizonte.

Este es mi reino de hoy. Todo vive. Todo canta. Y, en medio, yo. Rodeada de luz, arrullada, acariciada por sombras.

Rosaleda (el jardín en 1963) (2020)Óleo sobre tabla | 110 x 110 cm


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Hora de Vísperas

“Un jardín humilde contiene, para quienes saben contemplar y aprender, mayor poder de enseñanza que una biblioteca”

Todos llegan a complacerse en mí. El hombre, la mujer, el niño. Y ahora, los animales.

Primero, el perro; su loca carrera de ladridos se ha detenido y su rabo de pelo duro se ha hecho fl exible, ondulante, al rozarse con mis espinas; él no me mira ni me aspira, me siente sobre su lomo al pasar por mi lado.

Después, los demás. El gorrión, con sus trinos reiterantes y su escandaloso revolotear del almendro al cañaveral, anuncia a los aires mi reinado. La lagartija, veloz e inmóvil en un segundo, me observa en silencio desde un soleado claro de la pasionaria. Dos saltamontes, aferrados al tronco de un rosal vecino, consuman, sin impúdicos estertores, su amor. Un lustroso sapo, marrón y verde, me admira por entre los tortuosos tallos de un húmedo parterre de geranios. Las hormigas, respetuosas, conscientes de su debilidad, dan un rodeo a la platabanda de la rosaleda, en su eterno caminar judaico. El abejorro, torpón y descuidado, rompe, por mirarme, su caparazón contra el cristal de una ventana. El caracol, con su baba de brillante blancura, traza sobre los arriates las líneas maestras de un inédito cuadro abstracto. La mariposa, lenta, confi ada, sirve de contraste a mi blancura con la infi nidad de matices de sus alas brillantes.

A todos, amigos, os agradezco la presencia. A todos, porque todos ponéis en vuestro homenaje lo mejor de vuestras virtudes. Fidelidad, trabajo, cariño, humildad, inocencia, voluntad. Gracias, amigos; sin vosotros mi día no sería tan hermoso, tan sublime.

El jardín en sus últimos días (sobre 1982) (2020)Óleo sobre tabla | 110 x 110 cm


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El brocal del pozo (patio de Los Urrutias) (2020)Óleo sobre tabla | 110 x 110 cm

Pitera (patio de Los Urrutias) (2017)Óleo sobre tabla | 110 x 110 cm


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Gitanillas (patio de Los Urrutias) (2018)Óleo sobre tabla | 110 x 110 cm


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La higuera (patio de Los Urrutias) (2020)Óleo sobre tabla | 110 x 110 cm


1918

Hora de Completas

“El Infi nito ha escrito su nombre en los cielos con el brillar de las estrellas, y en la tierra con la suavidad de las fl ores”

Estoy cansada. He vivido y el rojo crepúsculo pone en mis pétalos sombras rosadas. Mi día está acabando. Ya han quedado atrás las horas cegadoras de la tarde, cuando las rosas perdieron esbeltez adormecidas en un sueño anhelantes de rocíos, y sólo yo disfrutaba de mi esplendorosa juventud de pétalos enhiestos.

El azul grisáceo de los montes de poniente va derramándose por el valle unifi cando verdes. La casa, azul y blanca, se difumina en una sombra opaca. Silencio. Un silencio de plomo se derrite por entre los árboles y envuelve la rosaleda; un silencio que se inmoviliza entre las atormentadas ramas de la membrillera. Estoy cansada y satisfecha. El día que se muere entre cafías oscilantes ha sido mío.

Ya puntos luminosos aparecen y desaparecen en el aún azul del cielo. Estoy contenta porque mi destino, en su sencillez, ha sido más hermoso que el de las rosas de Heliogábalo, asesinas de aristócratas, que el de los pétalos de comodidad de Cleopatra, que el de las rosas de Pesto, de Fayum, de Schira, que el de las cincuenta mil del rosal gigante de la catedral de Hedeshein, que el de la mítica rosa negra engendradora de guerras, que el de la rosa azul jamás nacida… Estoy contenta, agradecida, porque he cumplido mi misión, porque todos la han cumplido. ¡Alabado sea Dios! Glorifi cado sea el Creador de los espacios infi nitos, donde las estrellas son pétalos viajeros con anhelos celestiales, y de esta tierra que, insultada, sabe ofrecer sus fl ores como respuesta.

Y ahora la brisa mece mi tallo. Sí, si es la brisa quien ahora me mece. Una brisa fresca, negra, que siembra noches alrededor. Y un pétalo se me desprende y la brisa se lo lleva hasta la alberca. Y por la corriente navega hacia la luz. Sobre él bogan millones de ángeles.

El membrillero (2020)Óleo sobre tabla | 110 x 110 cm


2120

La tarde (patio de Los Urrutias) (2020)Óleo sobre tabla | 110 x 110 cm

El número 40 (2020)Óleo sobre tabla | 110 x 110 cm


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Curriculum

Angel Pérez-RuzafaMurcia 1958

Licenciado en Bellas Artes y Catedrático de Ecología de la Universidad de Murcia.

Premios y concursos1978. 2º Premio de acuarela en el concurso nacional

de pintura del Servicio del Mutualismo Laboral del Ministerio de Sanidad y Seguridad Social (Madrid).

1979. 1er Premio de acuarela en el concurso nacional de pintura del Servicio del Mutualismo Laboral del Ministerio de Sanidad y Seguridad Social (Madrid).

1987. 1er Premio de Fotografía en Color de la I Semana de Biología de la Universidad de Murcia.

1988. 1er Premio de Fotografía en Color de la II Semana de Biología de la Universidad de Murcia.

1988. 1er Premio de Diseño de Logotipo de los Cursos de Verano de la Bamfi eld Marine Station (University of Victoria, Canada).

1989. 1er Premio de Carteles Anunciadores de la III Semana de Biología de la Universidad de Murcia.

1990. 1er Premio de Carteles Anunciadores de la IV Semana de Biología de la Universidad de Murcia.

1991. 1er Premio de Carteles Anunciadores del Trofeo Rector de la Universidad de Murcia.

Exposiciones individuales2017. “ciento cincuenta y seis mil seiscientos

cincuenta cm2”. Museo de la Universidad de Murcia.

Exposiciones colectivas1988. Ateneo Agrícola e instructivo de Algezares.2012. Exposición itinerante ‘Paisaje UM versus

Cañaverosa y Cañón de Almadenes’. Consejería de Presidencia, Universidad de Murcia, Fundación Cajamurcia y Ayuntamiento de Calasparra: Cuartel de Artillería Murcia, Calasparra, Caravaca de la Cruz y Cieza.

Actualmente participa en el proyecto artístico Reset Mar Menor, concedido por la Fundación daniel & nina carasso dentro de su Programa «Arte ciudadano», que propone una revisión crítica de los distintos fenómenos que afectan al paisaje y la identidad territorial del Mar Menor para activar la creación de nuevas narrativas para este entorno natural que promuevan el respeto del medio ambiente e involucren a la ciudadanía.

Hora de Completas (2020)Óleo sobre tabla | 110 x 110 cm


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