Andres Medina

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Cuatro Esquinas, en el Centro

Etnografa de la cosmovisin mesoamericana

Andrs Medina

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Cuatro Esquinas, en el Centro

Etnografa de la cosmovisin mesoamericana

Universidad Nacional Autnoma de Mxico Instituto de Investigaciones Antropolgicas

Diseo de portada: Martha Gonzlez Fotografa de portada: Andrs Medina, Carnaval en Kulaktik, Tenejapa, Chiapas, 1961. Textil: Bordado de San Felipe de Santiago, Municipio de Villa de Allende, Edo. de Mxico Primera edicin: 2000 2000, Universidad Nacional Autnoma de Mxico Ciudad Universitaria, 04510, Mxico, D.F. Instituto de Investigaciones Antropolgicas ISBN 968-36-8433-5 D.R. Derechos reservados conforme a la ley Impreso y hecho en Mxico Printed in Mexico

NDICEAGRADECIMIENTOS ............................................................................................. 9 PREMBULO ....................................................................................................... 11 PRIMERA PARTE LA ETNOGRAFA ................................................................................................. 21

Introduccin ........................................................................................... 21 La etnografa en Mxico ....................................................................... 25 Algunos antecedentes ........................................................................... 29 La Revolucin Mexicana ....................................................................... 43 La etnografa culturalista ..................................................................... 55 La nueva polifona etnogrfica ............................................................ 65 Las tensiones .......................................................................................... 72 Los meandros ......................................................................................... 84

SEGUNDA PARTE LA COSMOVISIN MESOAMERICANA ................................................................. 99 Antecedentes .......................................................................................... 99 La etnologa francesa ............................................................... 100 La tradicin culturalista .......................................................... 108

Robert Redfield y la cosmovisin ................................................. 112 La et nografa chiapaneca ................................................................... 120 Los peligros del alma ................................................................. 124 Las Monografas del archipilago ............................................... 136 Las Grundformen de la cosmovisin ........................................ 177 La discusin teolgica ............................................................... 196 La perspectiva culturalista .................................................................. 211 La perspectiva etnolgica ................................................................... 215 Cosmovisin y cuerpo humano ................................................... 217 Rituales agrcolas y cosmovisin ................................................. 259 La mesoamericanstica .............................................................. 283 La mitad del mundo: la cosmovisin otom .................................... 285

TERCERA PARTE REFLEXIONES FINALES .................................................................................... 303

B IBLIOGRAFA .................................................................................................. 331

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AGRADECIMIENTOSEste trabajo de investigacin es el resultado de una apretada trama de relaciones, de influencias y de circunstancias. Aqu caben las enseanzas de mis maestros en la etapa formativa y de las discusiones con mis condiscpulos en la Escuela Nacional de Antropologa e Historia, de donde procede fundamentalmente mi orientacin y los diversos intereses que la componen. Debo, por tanto, mencionar a Barbro Dahlgren, a Wigberto Jimnez Moreno, y a Roberto Weitlaner, as como a Evangelina Arana y Mauricio Swadesh. Aun cuando fui alumno de Juan Comas en el curso introductorio de Antropologa Fsica, la influencia mayor que recib fue estando ya en la antigua Seccin de Antropologa del Instituto de Investigaciones Antropolgicas, donde era el jefe. De mis amigos discutidores debo mucho a aquellos con quienes compart el grato ambiente de la calle de Moneda, como Walter Hope, Gabriel Moedano y Jos de Jess Montoya; as como a aquellos otros con quienes compart la intensa experiencia chiapaneca, como Marcelo Daz de Salas, Esther Hermitte, Nick Hopkins y John Hotchkiss. En Chicago recib el apoyo y amistad de Norman McQuown, de los amigos Hebe y Hctor Grandoso, de Lucho Faura, de Loise Bisek, que mucho influyeron para obtener una experiencia que me ha sido bsica posteriormente. En mi breve paso por el Instituto Indigenista Interamericano me benefici con la amistad de Alejandro Marroqun y de Demetrio Sodi, con quienes compart diversas experiencias gratificantes que me permitieron comenzar a conocer la experiencia centroamericana. De mi centro de trabajo, el Instituto de Investigaciones Antropolgicas, en el que llevo laborando 27 aos, he disfrutado de largos dilogos con mis compaeros, sobre todo con Juan Jos Rendn, Otto Shumman, Alfredo Lpez Austin, Carlos Serrano, Yolanda Las-

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tra, y ltimamente con Hctor Cisneros y Margarita Fuentes, aunque de hecho de todos los miembros del Instituto he recibido enseanzas y ejemplos en la cotidianidad del trabajo y en las reuniones colectivas (acadmicas, festivas, sindicales, circunstanciales, etctera). El ltimo reducto de la reflexin, del transitar por los vericuetos y catstrofes de nuestra monstruosa y querida ciudad, es el crculo interno de la familia y de los amigos cercanos; a ellos debo sobre todo el aliento para vivir y divagar en los senderos inesperados de la dispersin, de la amistad y de la pasin. En primer lugar mi compaera, Beatriz Albores, que ha puesto su amor y su inteligencia para construir con alegra nuestra vida familiar, y a nuestro hijo, Andrs Alux, cuyas inquietudes nos han sido altamente instructivas; pero tambin estn aqu amigos queridos como Johanna Broda, Stella Quan, Carlos Garca Mora y sobre todo la palabra densa de Gena Riccio. Todos ellos han contribuido de una u otra forma a motivarme y a perseguir mis inquietudes intelectuales y vitales; me doy cuenta que dejo a muchas otras personas fuera de mi listado, a ellas les ruego disculpen mis olvidos, a todos por igual les agradezco los gestos y los apoyos que hicieron posible el esfuerzo cristalizado en este trabajo, del que, finalmente, yo soy el nico responsable.

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PREMBULOLa etnografa ha sido uno de los ms expresivos campos de investigacin en los que es posible apreciar la riqueza y la originalidad de la antropologa mexicana; con una presencia antigua en la cultura nacional, sus vicisitudes reflejan momentos lgidos y de esplendor, as como tambin en su propio desarrollo tcnico y temtico muestra los nuevos desarrollos tericos, las exigencias que le impone la discusin de los problemas nacionales, e incluso contiene anhelos y utopas que han alimentado esfuerzos novedosos y propuestas sugerentes. Desde la etnografa podemos obtener una perspectiva interesante de la antropologa mexicana, particularmente si nos interesa seguir su proceso histrico, es decir sus momentos fundacionales, las etapas ms importantes de su crecimiento e incluso sus momentos de crisis. En este libro intento mostrar el desarrollo terico de la antropologa mexicana desde el punto de vista de la etnografa, incluso encuentro que el seguimiento cuidadoso de la discusin terica y de los grandes virajes expresados en los tpicos nuevos nos permite reconocer el momento en que se configura una antropologa mexicana propiamente, con una comunidad cientfica bien definida y con un paradigma propio, lo que a su vez nos ofrece un punto de referencia para entonces apreciar sus antecedentes y reconocer el lugar que corresponde al nutrido grupo de sus precursores. Asimismo, la definicin del momento fundacional y de su consolidacin como un miembro importante de la ms amplia comunidad cientfica mexicana da pie a especular sobre los nuevos rumbos que toma de frente al tercer milenio, particularmente porque su relascin estrecha con esa parte considerable de la nacin mexicana que constituyen los pueblos indios y con las especificidades de la cultura nacional, la articulan a uno de los grandes temas contemporneos de la sociedad mexicana, el del reconocimiento de los derechos histricos y polticos de los pueblos indios; con lo cual se alude tanto a la

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refundacin de la nacin como a la necesidad de elaborar, como parte del proceso de democratizacin y de reforma del Estado, una nueva Carta Magna. Los dos ejes que organizan los datos y los diversos anlisis realizados en este libro son, por una parte el de la etnografa, en lo que se refiere a su desarrollo terico y a sus trabajos ms sobresalientes; por la otra, el de los estudios acerca de la cosmovisin mesoamericana, en donde observo de cerca la manera en que se configura el campo terico, la definicin de sus obras representativas, el manejo de conceptos y de mtodos exclusivos; sus propuestas ms representativas y originales. Para llegar a estos temas, que me parecen fundamentales para entender la antropologa mexicana contempornea y apreciar las caractersticas que le dan su fisonoma propia, me referir a mi propia experiencia profesional y a las inquietudes recogidas durante mi poca estudiantil. Formado en los aos de florecimiento de la antropologa mexicana, cuando la ENAH estaba en el mismo edificio que el Museo Nacional, el viejo Palacio de la Moneda, recib la instruccin de la etnografa de Roberto Weitlaner y de Barbro Dahlgren, incluso trabaj como ayudante del primero, al ingresar a la Direccin de Investigaciones Antropolgicas, del INAH, en 1959. Aunque la experiencia ms importante y decisiva en la definicin de mis intereses profesionales fue la que viv como colaborador en el proyecto Man-in-Nature del Departamento de Antropologa de la Universidad de Chicago que se desarrolla en los Altos de Chiapas, en el que particip, en 1958, como recolector de materiales lingsticos, y en 1961, ya como etngrafo dedicado a estudiar las relaciones de parentesco en una comunidad tzeltal, Tenejapa, con cuyos resultados prepar mi informe final y la tesis con la que me gradu como etnlogo. Tambin tuve la oportunidad de participar en el trabajo de recoleccin etnogrfica y de organizacin museogrfica del Museo Nacional de Antropologa desde mediados de 1963 hasta su inauguracin en 1964.Como asesor adjunto de la sala de etnografa maya de las tierras altas me integr al equipo dirigido por Isabel Marn, la responsable de la sala, en el que tambin estaban, entre otros, Constantino Lameiras y Guillermo Zapfe. En uno de los recorridos que hice por la Sierra Madre de Chiapas, al que me acompa el fotgrafo Juan

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Guzmn, excelente viajero lleno de historias, fu que encontr a hablantes de motozintleco, lengua que se crea desaparecida, lo que report tanto a Mauricio Swadesh, mi maestro de lingstica, como a Norman MacQuown, director del proyecto de la Universidad de Chicago en Chiapas y especialista en el estudio de las lenguas mayas. Estas experiencias me permitieron, ms que ver de cerca, vivir la experiencia del trabajo etnogrfico, tanto por la realizacin de trabajo de campo, como por la preparacin de diferentes informes y la recoleccin de material para los nuevos acervos de la Seccin de Etnografa del Museo Nacional de Antropologa. Sin embargo, lo que me llev a tomar distancia y abrir una perspectiva llena de preguntas y de dudas fueron dos situaciones particularmente significativas para mi vida; por una parte una estancia de dos aos y medio en el Departamento de Antropologa de la Universidad de Chicago; por la otra, a partir del movimiento de 1968 y a lo largo de los aos setenta, la violenta reaccin crtica hacia la antropologa funcionalista y culturalista, en la que yo me haba formado. A partir de esos acontecimientos comenc a explorar el proceso de formacin de la antropologa mexicana, de sus relaciones con la poltica indigenista y con el nacionalismo gubernamental; sin perder de vista el desarrollo de la antropologa de los pases centrales, particularmente de Estados Unidos, que haba visto de cerca. Advert entonces la importancia del movimiento indgena y de la discusin acerca de la cuestin tnico-nacional; y junto con otros colegas particip en el movimiento de crtica al indigenismo. Por otro lado, comenc a reconocer la existencia de una tradicin radical en la antropologa mexicana y a advertir la ignorancia, en la propia comunidad cientfica, de sus protagonistas, as como de sus obras. La va para apreciar sus esfuerzos, sus contribuciones y su papel en el desarrollo de la antropologa mexicana fue el de la etnografa, es decir, el situar en su tiempo y en las condiciones vigentes la tarea de registrar en textos su experiencia de campo; esto abra un enorme campo de investigaciones, pues hasta ahora lo que conocemos son gruesas caracterizaciones y estereotipos que ocultan la riqueza y versatilidad de sus trabajos. Es necesario releer y repensar lo que conocemos de autores como Miguel Othn de Mendizbal, o Alfonso Fabila, e incluso ver con otros ojos la etnografa hecha por Manuel Gamio y Moiss Senz.

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Por el camino de repensar la historia de la antropologa mexicana fue que me encontr de nuevo con la etnografa, pues advert que muchos de los problemas reconocidos en el campo del movimiento indgena y de la poltica indigenista, e incluso cuestiones como las relativas a la identidad tnica y a las caractersticas de las culturas y las lenguas indias en el marco de la sociedad nacional, tenan en la etnografa un campo de prueba, de confrontacin con la realidad. Debo apuntar otra experiencia que me acerc al conocimiento de la cultura de los pueblos indios desde una perspectiva diferente, fue la estancia como investigador y profesor en la Academia de Educacin Indgena de la Universidad Pedaggica Nacional durante 1992, a propsito de mi ao sabtico. Mi trabajo consisti en dos actividades principales: por una parte tena que disear un proyecto de investigacin para el entrenamiento de profesores y alumnos, con el cual se organizara el posgrado en educacin indgena; por la otra deba impartir cursos a los alumnos de la licenciatura, quienes eran maestros bilinges con cierta experiencia profesional y sindical. El conocer sus problemas, sus puntos de vista, e incluso el conversar con ellos me conmovi; ellos son parte de una dirigencia que est cada vez ms activa en el movimiento indio nacional. Y como parte de las actividades docentes y de investigacin realic una temporada de campo en la Montaa de Guerrero, en donde conoc de cerca el trabajo de los maestros bilinges y las difciles condiciones en que se desenvuelven; pero sobre todo apreci su articulacin con las autoridades tradicionales. Un recorrido breve por los pueblos tlapanecos me hizo sentir la necesidad urgente de desarrollar trabajo etnogrfico. Finalmente, debo dar fe de la influencia recibida a travs de la amistad y el dilogo acadmico con tres destacados investigadores. Desde los aos en que haca su trabajo de campo entre los otomes conoc a Jacques Galinier, le su obra etnogrfica, pero sobre todo conversamos sobre algunas de sus inquietudes, las que adquirieron cuerpo y significado pleno en su obra, ya clsica, La mitad del mundo. Me impact la calidad de su etnografa y percib la trascendencia con la que afectara las investigaciones mexicanas; creo que todava estamos bajo los efectos del asombro y no pasamos a la discusin crtica de sus aportes.

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Por otro lado, he tenido la suerte de compartir centro de trabajo con Alfredo Lpez Austin y de verlo metido de lleno en sus investigaciones, de or sus comentarios crticos y sus eruditas, y amenas disertaciones; junto con otros compaeros celebramos la aparicin de su clsico Cuerpo humano e ideologa, y nos dimos a la tarea de leerlo con fruicin. Sin embargo yo no tena los elementos para apreciar su trascendencia para la etnografa, a pesar de la importancia que otorga en sus reflexiones y propuestas al dato etnogrfico; no fue sino hasta cuando conoc del dilogo que tena con los estudiosos italianos que comenc a advertir la riqueza de sus propuestas, en trminos de sus implicaciones tericas y metodolgicas. No cabe duda que sus trabajos han contribuido decisivamente a configurar el campo de la cosmovisin en la etnografa, como lo tratar de mostrar en el cuerpo de este texto; pero sobre todo reconozco en su trabajo el esfuerzo de articular sus propuestas con el marco general de los estudios mesoamericanos, lo que le ha permitido un dilogo intenso con arquelogos e historiadores y le ha dotado de una aguda sensibilidad para el dato etnogrfico. Quien me acerc a la Cuenca de Mxico y me ense la tremenda importancia histrica y etnogrfica que significa la ocupacin continua por tres milenios para la cultura contempornea, fue Johanna Broda, etnloga austriaca ya asentada entre nosotros y parte de la comunidad de antroplogos e historiadores del Mxico Antiguo. Pude acompaar a Broda en algunos de sus recorridos por las zonas arqueolgicas de la Cuenca de Mxico; con asombro descubr las construcciones en el cerro Zacatpetl y las mquetas del Cerro del Judo, y mayor sorpresa me produjo conocer los referentes arqueoastronmicos establecidos de muy antiguo y que inciden hasta nuestros das en muchos aspectos de la cultura de los habitantes de la ciudad de Mxico. Con Johanna Broda vi la continuidad en los rituales relacionados con los cerros y con los ciclos agrcolas, advert asimismo el denso contenido mesoamericano de fiestas y rituales en los que los propios portadores y partcipes no parecen tener cabal conciencia. Tal vez el aspecto que ms me impact, en el campo de la etnogrfa, fue el de la importancia de las actividades y del ceremonial agrcola en torno al maz para el mantenimiento de una cosmovisin de profunda raz mesoamericana.

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Con estas poderosas presencias, con quienes comparto entraables vnculos amistosos, fue que decid preparar una investigacin de largo plazo para iniciar una etnografa de la cuenca de Mxico. Fue una sorpresa mayscula descubrir que la parte menos estudiada por la etnografa es precisamente la cuenca de Mxico, ni siquiera los reconocidos pueblos tradicionales del sur, como Xochimilco y Milpa Alta, ni los sobrevivientes del seoro Acolhua, haban sido objeto de una investigacin etnogrfica amplia; es ms, ni siquiera tenemos una primera regionalizacin que nos permita organizar el trabajo. As fue como me propuse hacer un planteamiento general para llevar a cabo investigaciones etnogrficas en la cuenca de Mxico; por mi experiencia previa y por la importancia terica del tema de la cosmovisin, consider que un buen punto de partida sera el estudio de los ciclos festivos y de los ciclos relacionados con el trabajo agrcola, los cuales tienen como ncleo organizativo la estructura de cargos, uno de los ms importantes tpicos de la etnografa mesoamericanista. El proyecto se organiz en tres partes, en cuanto a la fase preparatoria y de justificacin. Por una parte haba que ponderar el estado del arte en relacin con el sistema de cargos en Mxico; mi intencin no era seguir puntualmente el desarrollo terico del tema, sino entender el punto en que se estaba en la discusin. Mi hiptesis es que a travs de los ciclos rituales organizados por los miembros de las jerarquas poltico-religiosas es posible acceder a la cosmovisin, lo que hace precisamente Galinier, aunque l otorga una mayor importancia a los rituales teraputicos, por su ms cercana relacin con el cuerpo. Elabor una parte de mis datos, descubriendo en el proceso la poca atencin dada por la antropologa poltica a este tpico, no obstante que era un espacio privilegiado para reconocer las formas de poder articuladas a concepciones de raz mesoamericana y medieval. Toda la discusin actual acerca de la autonoma, del poder local y de las formas propias de gobierno tiene una densa incidencia en este tema que, sin embargo, apenas comienza a ser considerada. La complejidad terica y la amplitud del tpico me llevaron a suspender la investigacin, no obstante que ya pareca haber reunido el conjunto de trabajos principales, pero la importancia de las implicaciones para la discusin poltica actual exigen un rigor y una prudencia tales que decid continuar con las tareas generales del proyecto original.

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Pas entonces a recoger datos para tener una idea de cmo estaba la discusin en la etnografa mesoamericanista sobre la visin del mundo; aparentemente haba pocos trabajos. No obstante pronto me vi enfrentado a un cmulo inesperado de investigaciones, sobre todo las monografas existentes eran parte de un dilogo con otros especialistas sobre cuestiones especficas, que si bien no aludan a la cosmovisin, s la implicaban y haba que referirse a ellos. Un primer esfuerzo de sntesis, con el fin de preparar un ensayo corto, que ser publicado en un libro coordinado por Flix Bez-Jorge y la propia Broda, me dej casi atnito por el volumen de los datos y lo interesante de todo el proceso de configuracin del campo terico. El ensayo no slo no fue corto, sino que me oblig a centrarme en l para realizar este trabajo, cuyas dimensiones expresan elocuentemente el tamao de la empresa en que, sin saberlo, me estaba metiendo, y de la que no acabo de salir, pues queda pendiente la tercera parte del proyecto original. Tal tercera parte est dedicada a ofrecer una visin histrica de los pueblos de la cuenca de Mxico, no tanto para resumir las enormes investigaciones arqueolgicas, sino ms bien con el nimo de hacer una lectura desde la etnografa. La parte ms breve en este tpico fue la de recorrer la informacin etnogrfica, notablemente pobre en una primera pasada. Sin embargo, dos cuestiones me atraen para su seguimiento; una es la posibilidad de ver el proceso histrico como un drama en la disputa por el control de la regin desde los tiempos ms remotos; la otra es la de reconocer en ello, a partir de la etnografa, la mirada de los propios habitantes de la Cuenca. Hay todava algo ms que me parece sugerente: el hecho de que mientras desde la perspectiva de la etnografa mesoamericanista la cultura de los pueblos antiguos sigue viva, aunque ciertamente con grados diversos de camuflaje, sus portadores escasamente estn enterados de ello, hay mucho en el inconsciente sobre la cultura mesoamericana, como se advierte en las grandes fiestas tradicionales, como la de la Santa Cruz y la de los Muertos, y en los rituales de los sistemas de cargos, en los que la respuesta a las pesquisas del etngrafo es la ya conocida de la costumbre. Sin embargo, este tpico tendr que esperar todava. As que no me queda sino describir esquemticamente la estructura de este libro; aunque antes debo hacer varias puntualizaciones

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de carcter metodolgico para precisar la orientacin de mi planteamiento. En primer lugar, al referirme a la cosmovisin en la etnografa mexicana me he ceido fundamentalmente a aquellos trabajos que explcitamente se sitan en tal perspectiva, si bien a partir de los temas involucrados he acudido a otros autores que permiten comparaciones sugerentes, tal es el libro de Lenkersdorf cuyo planteamiento me lleva a confrontarlo con el de Maurer, por ejemplo. En segundo lugar, cuando aludo a la cosmovisin mesoamericana en sentido estricto me refiero a aquellas caractersticas en las cuales podemos reconocer una continuidad con lo que conocemos de las sociedades y culturas del siglo XVI . Aqu hay dos cuestiones que por el momento soslayamos pero que implican problemas medulares; la primera es la relativa a si podemos considerar la existencia de una sola cosmovisin para todos los pueblos mesoamericanos, o de un modelo con variantes regionales; la segunda es si esa misma intencin de partir de un modelo general para los datos de la etnografa no nos impide reconocer variedades y diferencias de muy antiguo origen, as como desarrollos diversos en el marco de la sociedad colonial. Me parece que el punto de partida es efectivamente el de considerar un solo modelo para el siglo XVI y para los pueblos contemporneos; sin embargo, creo que la diversidad actual puede darnos pistas para reconocer variantes regionales y abrir entonces problemas significativos para reconocer procesos histricos de largo alcance. En tercer lugar, me he limitado al marco de lo nacional para considerar los trabajos etnogrficos sobre la cosmovisin mesoamericana; la razn es algo ms que el pragmatismo, pues resulta evidente que no podemos considerar a los pueblos indios como una especie de fsiles o de sociedades estticas que han mantenido sus caractersticas culturales anteriores al proceso de colonizacin europea; la configuracin de la nacin es un proceso que involucra al conjunto de los pueblos que componen tanto la Nueva Espaa como la sociedad del periodo nacional. Cada segmento de la nacin expresa a su manera el proceso histrico de configuracin nacional, el reconocer la formas particulares en que esto sucede es uno de los temas de la etnologa y de la historia. El nfasis en lo nacional tambin me parece fundamental para una antropologa excntrica como la mexicana, es decir distante de la perspectiva colonial; como se ver en la Primera Parte, en la et-

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nografa mesoamericanista hecha por los pases centrales con una intencin hegemnica no se toma en cuenta el hecho nacional, sencillamente se enfatiza la cultura mesoamericana y se generaliza desde este punto de vista. El ejemplo ms dramtico en este sentido es la tradicin de estudios mayenses en la que tanto arquelogos como etnlogos ven continuidades histricas pero no el peso que impone la formacin de los estados nacionales; simplemente se hacen comparaciones entre los datos de la arqueologa maya y los de la etnografa mayense. Sin embargo, una comparacin somera entre los pueblos mayas de Chiapas y los de Guatemala expresa contundentemente experiencias histricas que les afectan diferencialmente, como es el caso de la reforma agraria cardenista para los pueblos mexicanos y los treinta aos de guerrillas para los guatemaltecos. El libro se organiza en dos grandes partes. La primera parte se dedica a describir el desarrollo de la etnografa mexicana y a explorar sus caractersticas fundamentales; hay aqu un inters de fondo que tiene que ver con la bsqueda de la especificidad de la antropologa mexicana. Una buena parte del impulso para la realizacin de investigaciones etnogrficas surge de intereses polticos e ideolgicos procedentes de los proyectos de nacin en disputa desde el siglo XVIII , en que emerge un poderoso y bien articulado patriotismo criollo; la Revolucin Mexicana otorga tambin un fuerte impulso a la etnografa e introduce la nocin de responsabilidad social frente a los pueblos indios. En este movimiento emerge la comunidad antropolgica mexicana como una estructura institucional con su propio paradigma. La nocin de compromiso social lleva, en los aos setenta, a una crtica intensa hacia las formas paternalistas y autoritarias de la poltica indigenista, y con ello implica un poderoso condicionante para el trabajo de campo y para la produccin etnogrfica. Esto remite a una cuestin de fondo, la de mirar y establecer una relacin especfica de compromiso con los pueblos en que estudian; y todo ello conduce a una forma distinta de conocer No implica todo esto consideraciones de ndole epistemolgica? Paradjicamente, la emergencia de un movimiento indio y de una dirigencia integrada por profesionales, entre ellos antroplogos, transforma la prctica etnogrfica y parece conducirla a una situacin de dilogo y de expresin de diferentes voces.

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La segunda parte es el meollo del trabajo, en ella se describe la configuracin del campo terico y se distinguen las diferentes etapas por la que ha pasado la discusin as como las tendencias tericas que se han definido. Es decir, es tanto un recuento de una discusin terica como una perspectiva que est atenta al desarrollo histrico de la misma, con lo que intento aportar los datos que nos permitan reconocer las condiciones de produccin etnogrfica y los diferentes nfasis tericos. La tercera parte se compone de una serie de sealamientos y de reflexiones sobre las dos partes anteriores; no estoy seguro de que pueda hablarse de conclusiones, pues la abundante informacin y los vastos problemas implicados requieren de un tratamiento global que rebasara con mucho el espacio correspondiente a un cierre. En sentido estricto pienso que el planteamiento abre muchas preguntas y que ms que concluir se trata de hacer breves sealamientos que sugieren la riqueza y trascendencia del tema de la cosmovisin, creo que las discusiones ms sustanciosas estn por venir, a partir de datos de campo que indudablemente nos aportarn nuevas luces y nos llevarn a reflexiones documentadas y a propuestas tericas ciertamente slidas. Este libro es, pues, un esfuerzo de exploracin tanto de un tema de importancia crucial para la etnografa como del desarrollo de una tradicin acadmica en plena efervescencia y cambio, como es la que define a la antropologa mexicana. En una Ciudad Universitaria sitiada, el mes de octubre de 1999.

PRIMERA PARTE LA ETNOGRAFAINTRODUCCIN En la base misma de la etnografa, como punto de arranque en el que funda su especificidad y sus diversas implicaciones epistemolgicas, encontramos la percepcin del Otro y la descripcin de sus diferencias percibidas. sta es, evidentemente, una caracterstica universal a partir de la cual se desarrolla una metodologa que conduce a las complejidades tcnicas, y ahora epistemolgicas, de la observacin participante y de lo que constituye el eje de la investigacin etnogrfica contempornea, el trabajo de campo. Con una perspectiva muy general podemos reconocer tres grandes etapas en la historia de la etnografa. En primer lugar, la que corresponde a su prehistoria, expresada en los textos escritos por viajeros, cronistas, misioneros, funcionarios coloniales y otro tipo de observadores, en los que se registra el asombro que genera la confrontacin con pueblos y culturas diferentes a la propia, adems de otras exigencias de orden administrativo, religioso, poltico y militar. El marco histrico ms importante en el que estas experiencias son generadas es el de la expansin colonial de los pases europeos, las cuales adquieren un estatuto cientfico en el siglo XVIII con el movimiento filosfico y cultural de la Ilustracin, cuando se establecen las bases de las que surgirn las ciencias sociales y la antropologa. La segunda etapa est sealada con precisin por dos textos de Bronislaw Malinowski, Argonautas del Pacfico Occidental, publicado originalmente en 1922, en el que prcticamente funda de una manera explcita la metodologa del trabajo de campo, como la base emprica de la teora antropolgica, y con ello la figura del antroplogo profesional que desarrolla una estrategia apoyada por los ms diversos recursos tcnicos para observar, registrar y organizar sus datos. Cuando se publica, pstumamente (1967), el diario de campo que

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Malinowski llevaba durante su investigacin en las islas Trobriand, que contiene datos, reflexiones y expresiones crudas producidas por el tedio y la frustracin, est inicindose una discusin en los pases que desarrollan las teoras dominantes en la antropologa, en la que se cuestionan las bases epistemolgicas que sustentan la pretendida objetividad de las investigaciones etnogrficas y todo el trasfondo positivista en que se apoyan. Es en este largo momento cuando se consolida la antropologa como un campo reconocidamente cientfico y resalta el papel fundamental de la etnografa como una prctica por la que se definen los datos y los tpicos de la investigacin emprica. La tercera etapa, en la que se exploran muy diversos caminos distantes del cientificismo anterior, es la actual, cuando se despliega una refinada tecnologa y se definen sugerentes tpicos que atienden tanto a las cuestiones objetivas relacionadas con la alteridad, como a las subjetivas que nacen de la condicin humana en un momento y un espacio determinados. Es importante apuntar que este conjunto de reflexiones y crticas ha emergido en los centros de produccin terica a nivel mundial, particularmente en los Estados Unidos y en Francia, y gran parte de sus autores se ha deslindado de lo que sucede en los pases perifricos, especificando su crtica en los autores y en las corrientes tericas hegemnicas. Con ello comienzan a derrumbarse las antiguas pretensiones etnocntricas de construir una ciencia universal que acompaan al positivismo, las que en el campo de la antropologa tienen su ms espectacular expresin en el paradigma evolucionista que funda la antropologa como ciencia. De ninguna manera es circunstancial que el desarrollo terico de la antropologa, tanto la clsica como la posmoderna, se d en los pases desarrollados, pues ellos han sido la base de diversos procesos de dominacin colonial y de hegemona poltico-cultural a escala mundial. Sin embargo, nuestra intencin al traer a cuento todos estos acontecimientos es la de ubicar la especificidad de la antropologa mexicana en este contexto histrico y en el desarrollo cientfico que configura el campo de la antropologa profesional actual. Por contraste, la antropologa que se configura en Mxico, como en otros pases de Amrica Latina (una comparacin somera de las caractersticas de la antropologa en Mxico, Cuba y Per es realizada en Medina 1993) tiene como eje de su problemtica terica la cuestin de la identidad nacional. Este es un viejo tpico que se

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plantea en el desarrollo mismo de la formacin de lo que Darcy Ribeiro (1977) ha llamado la protoetnia nacional de los pases americanos. Es decir, en la constitucin inicial del sistema colonial impuesto por los europeos se define un conjunto de relaciones socio-econmicas entre las tres matrices tnico-raciales que intervienen en su composicin (la amerindia, la europea y la africana) que se integran en sistemas estamentales en los que la minora europea ocupa la posicin dominante. El peso de las otras matrices tnicoraciales habr de variar de acuerdo con el grado de complejidad de las poblaciones amerindias y la magnitud de los enclaves esclavistas. Ribeiro (1977) ha definido una tipologa de las formaciones nacionales a partir de las matrices mencionadas, de la que tomaremos su caracterizacin de los Pueblos Testimonio. stos se configuran sobre la base de antiguas poblaciones con una densa tradicin cultural, una elevada complejidad social y poltica y un proyecto civilizatorio propio, las cuales al ser sometidas por el rgimen colonial, que aporta su cuota demogrfica en una situacin de dominio, aunque minoritaria numricamente, genera naciones escindidas por sus dos grandes tradiciones culturales, la amerindia y la colonial europea. Al adquirir los pases que emergen de las sociedades coloniales escindidas, en las que la poblacin india constituye una gran mayora, el estatuto de naciones-Estado independientes, se establece una contradiccin, pues en tanto la minora criolla de origen europeo a la que se incorpora un sector minoritario compuesto por la poblacin originada por la mezcla racial y residente principalmente en las ciudades posee un proyecto de nacin a imagen y semejanza de los estados europeos hegemnicos, por otro lado los pueblos indios son marginados polticamente y son forzados a resistir los ms diversos y brutales planes de exterminio. Es decir, hay una negacin absoluta de los pueblos indios como sujetos polticos y miembros de la nacin que se busca construir. Sin embargo, pese a los intentos genocidas de las clases dominantes en las nuevas naciones independientes, no logran eliminar a los pueblos indios y el propio proceso histrico conduce a la constitucin de naciones pluritnicas que tienen como signo de sus contradicciones la preocupacin constante por definir su identidad nacional. Es en este contexto, caracterstico del siglo XIX en el continente americano, en el que llega, de diversas maneras, la investigacin et-

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nogrfica, procedente de los crculos cientficos e intelectuales europeos. Por una parte, encontramos a los viajeros ilustrados procedentes de los pases en expansin, por la otra, a los primeros cientficos con una orientacin antropolgica, ubicados todos ellos en el discurso etnocentrista del paradigma evolucionista; pero tambin reconocemos a los primeros pensadores de las propias naciones americanas, quienes informados de los nuevos planteamientos se aplican con entusiasmo a imitarlos y a desarrollar una reflexin en el marco, precisamente, de la diversidad tnico nacional, aunque para ellos los indios, por los que sienten un profundo desprecio, son sus primitivos, categora que curiosamente tambin los abarca en la perspectiva, no menos racista, de los estudiosos europeos. Tanto entre los cronistas y los burcratas coloniales como entre los intelectuales nacionales de ascendencia criolla que destacan a lo largo del siglo XIX se identifica a los precursores de las comunidades antropolgicas latinoamericanas contemporneas; aunque, como bien lo ha apuntado Thomas Kuhn (1982) y otros historiadores de la ciencia, ello es una expresin sintomtica de una comunidad cientfica que asume el paradigma que la funda, proceso por el que establece sus mitos de origen, la historia que la legitima. En Mxico, la comunidad cientfica antropolgica, formada cabalmente en los aos cuarenta de este siglo XX, encuentra en la ideologa nacionalista su mayor fundamento y la fuente ms rica de sus grandes temas de reflexin terica, pero sobre todo una base epistemolgica que la distingue de la ciencia de los pases hegemnicos. No slo porque el proceso histrico del que forma parte muestra otra cara del colonialismo, sino porque tambin responde a necesidades que tienen como una de sus causas principales la existencia de una acentuada diversidad tnica. En cierto sentido su perspectiva es la de un pas formado bajo el dominio colonial, y de ello dan cuenta las caractersticas generales de la economa y la poltica nacionales; sin embargo, el hecho central es la profunda contradiccin arraigada en la enorme diversidad cultural y lingstica, no asumida abiertamente como tal, sino haciendo de los pueblos indios un obstculo para la consolidacin de la unidad nacional, el llamado problema indgena, con lo cual se oculta la magnitud y la trascendencia histrica de la confrontacin de dos proyectos de nacin.

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En esta Primera Parte propongo una discusin de la etnografa en el marco de las relaciones sociales y culturales con las que se constituye la nacin mexicana contempornea; con ello intento trascender la descripcin estrictamente tcnica y reficada que sola hacerse desde el punto de vista terico dominado por el positivismo. Los objetivos de la exposicin son tanto el reconocimiento del proceso por el que se configura el campo de la etnografa en Mxico como el de su construccin terica, lo que ciertamente ser en forma un tanto esquemtica, pues slo trato de bosquejar las lneas generales. LA ETNOGRAFA EN MXICO Las investigaciones etnogrficas realizadas de acuerdo con la concepcin del trabajo de campo y de una observacin participante controlada constituye un acontecimiento relativamente reciente en Mxico; de hecho la maduracin de la etnografa como una prctica con un riguroso diseo metodolgico y un objetivo terico explcito se vincula con el proceso mismo del establecimiento y configuracin de la antropologa como una actividad profesional e institucionalizada. Aqu, evidentemente, nos referimos a una cuestin importante desde el punto de vista de la historia de la ciencia, aquella que remite a los orgenes y al desarrollo de lo que Thomas Kuhn (1982) llama una actividad cientfica normal. Este autor otorga un papel central a la formacin de una comunidad de cientficos que comparte un paradigma comn, lo que implica la creacin de una infraestructura institucional y la definicin de un mito que legitima sus orgenes y sus orientaciones tericas, me parece que la antropologa en Mxico se funda en los aos treinta, bajo el rgimen cardenista, y adquiere su forma cabal en los aos cuarenta. Las dos instituciones que estn en el ncleo de la comunidad antropolgica son el Instituto Nacional de Antropologa e Historia (INAH), creado en 1939 con Alfonso Caso como su fundador y primer director, y el Departamento de Antropologa, en la Escuela de Ciencias Biolgicas del Instituto Politcnico Nacional (IPN ), creados en 1937, como parte del proyecto educativo del cardenismo. Estas dos instituciones se articulan cuando el Departamento de Antropologa se incorpora al INAH, en 1942, y toma el nombre de Escuela Nacional de Antropologa (ENAH). Hay, adems un hecho simblico sealado por su traslado al espacio del Museo Nacional, situado en el antiguo

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Palacio de la Moneda, pues si bien las instalaciones del IPN se sitan en los edificios del casco de la ex-hacienda de Santo Toms, y en ellos tiene su espacio el Departamento de Antropologa, exista ya una tradicin de estudios antropolgicos en el Museo Nacional que tiene sus races en el pensamiento poltico de los criollos novohispanos del siglo XVIII . Sin embargo, la configuracin de la comunidad antropolgica est acompaada de otros acontecimientos que marcan su solidez institucional; stos son la organizacin, en 1937, de la Sociedad Mexicana de Antropologa, como una entidad estrictamente acadmica, con su publicacin particular, la Revista Mexicana de Estudios Antropolgicos y, de particular importancia, un conjunto de instituciones relacionadas con la poltica indigenista del gobierno mexicano, en las que se emplea a los profesionales egresados de la ENAH, tales como el Departamento de Asuntos Indgenas y otras instituciones gubernamentales relacionadas con la educacin indgena y con la problemtica agraria. Otras instituciones relacionadas con el quehacer de los antroplogos son: el Instituto de Investigaciones Sociales, fundado en 1930, en la Universidad Nacional de Mxico, bajo la direccin de don Lucio Mendieta y Nez a partir de 1939, cuando funda la Revista Mexicana de Sociologa, y el Instituto Indigenista Interamericano (III) organizado por acuerdo de los pases participantes en el Primer Congreso Indigenista Interamericano, celebrado en abril de 1940 en Ptzcuaro, Michoacn, cuya sede es la Ciudad de Mxico, y tiene tambin sus publicaciones, el Boletn Indigenista y la revista, Amrica Indgena, espacio importante a lo largo de los aos cuarenta para diversas discusiones relacionadas con la poltica indigenista y con problemas relacionados con la cultura y las condiciones sociales de los pueblos indios. La formacin de la comunidad antropolgica en el contexto del nacionalismo revolucionario, vigente en el sexenio del presidente Lzaro Crdenas, y su estrecha relacin tanto con la poltica indigenista como con las tareas de la proteccin y conservacin del patrimonio histrico nacional, crea una compleja interrelacin con la ideologa nacionalista de la Revolucin Mexicana. Tal vez uno de los ms fuertes impulsos para establecer tales nexos es la concepcin de Miguel Othn de Mendizbal, uno de los ms importantes antrop-

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logos del periodo cardenista, de formar profesionales, procedentes de los sectores obrero y campesino, que atendieran los grandes problemas nacionales, contribuyendo a la construccin de la soberana nacional, en un espritu plasmado en el proyecto educativo que se representa en el Politcnico (IPN ). Con este propsito se funda el perfil del antroplogo profesional como un trabajador de campo que, al realizar investigaciones antropolgicas en el medio indgena, tiene la capacidad de reconocer los problemas bsicos de las comunidades y de disear los programas por medio de los cuales el gobierno mexicano canaliza su apoyo (vase un reflexin sobre el papel de Mendizbal en este sentido, en Medina 1996). La definicin de la poltica indigenista como espacio privilegiado para la actividad profesional del antroplogo tiene muy diversas implicaciones; una de ellas, relacionada con la condiciones del sexenio cardenista, es la importancia que tiene el discurso y la poltica indigenista en este periodo, sobre todo en violento contraste con el pragmatismo etnocida de la Dinasta Nortea. Se da entonces una intensa discusin sobre el estatuto poltico de los pueblos indios, en un ambiente internacional dominado por los movimientos socialistas y particularmente por la poltica de las nacionalidades desarrollada en la Unin Sovitica. La cuestin que se plantea es otorgar la categora de minoras nacionales a los pueblos indios, con base en lo cual se definira su autonoma poltica. La solucin que se impone es la de mexicanizar a la poblacin india, es decir desconocer sus derechos polticos a partir de sus diferencias culturales (una amplia discusin al respecto est en Medina 1988). De ah arranca la poltica indigenista que, con la fundacin del Instituto Nacional Indigenista (INI), se propone la integracin de la poblacin india a la nacionalidad mexicana. El espritu con el que se crea el Departamento de Antropologa sufre un profundo cambio con su traslado al INAH y su conversin en Escuela Nacional de Antropologa; ahora se da una orientacin ms acadmica y tcnica a los profesionales que egresan, en el sentido de las tareas relacionadas con el patrimonio histrico. Se establece entonces un plan de estudios de orientacin boasiana y culturalista, pues se define la antropologa a partir del concepto de cultura y, de manera semejante a como se formaba a antroplogos en las universidades de Columbia, Chicago y California, en los Estados Unidos,

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con la organizacin en cuatro especialidades, Antropologa Fsica, Arqueologa, Etnologa y Lingstica, a las que se llega luego de formarse conjuntamente, durante dos aos, en un tronco comn. Sin embargo, el Museo Nacional era la sede de una antigua tradicin de estudios histricos y antropolgicos que habra de incidir en la naciente comunidad antropolgica; dicha tradicin arraiga en el nacionalismo de los criollos novohispanos que encuentran en el estudio del pasado de los pueblos indios un instrumento poltico muy eficaz, tanto para distinguirse de los espaoles, parte del aparato colonial, como para sentar las bases de sus pretensiones de independencia. La caracterstica fundamental que define a la comunidad antropolgica mexicana es la asuncin de un paradigma propio, el que tiene como punto de partida la propuesta de Paul Kirchhoff sobre la definicin de Mesoamrica. El breve ensayo en el que establece los rasgos de Mesoamrica, publicado en 1943, como una superrea cultural, marcadamente difusionista en su presentacin, tiene sin embargo un potencial terico que impacta profundamente a los estudios mexicanistas y se convierte en un poderoso campo de investigacin que requiere el tratamiento conjunto de las cuatro especialidades de la antropologa. Si bien los primeros efectos de este paradigma se hacen sentir en la arqueologa, en el campo de la etnografa tambin se reconoce un viraje, el cual tiene como antecedente la orientacin estructural funcionalista que adoptan los estudiantes de etnologa. La diferencia se reconoce fcilmente cuando comparamos los trabajos etnogrficos de los aos veinte y treinta, realizados con una fuerte influencia tanto del evolucionismo de races decimonnicas como del difusionismo de la escuela de Frans Boas en Estados Unidos. En los aos cuarenta aparece en el campo de la arqueologa un nuevo evolucionismo de inspiracin marxista, bajo la influencia de Karl Wittfogel y de Julian Steward; a la etnografa mexicana llegan las influencias del funcionalismo britnico y de un culturalismo acentuadamente empirista. En los aos sesenta se publican trabajos de sntesis que tienen en el paradigma mesoamericanista un referente fundamental. Pero, si queremos entender la significacin de esta primera poca de la antropologa mexicana, en la que se consolida como una de las comunidades cientficas ms grandes del continente americano, resulta necesario que nos deslindemos de las propuestas que ubican el origen de la antropologa profesional en pocas anteriores.

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ALGUNOS ANTECEDENTES Uno de los ms extendidos mitos de origen de la antropologa mexicana, y particularmente de la prctica etnogrfica, es el que reconoce el punto de partida en los trabajos de los frailes franciscanos del siglo XVI, cuyo mayor representante es fray Bernardino de Sahagn. El historiador Alfonso Toro (1924) ya haba sealado el carcter fundacional de los estudios lingsticos y etnogrficos de Sahagn; posteriormente tanto Wigberto Jimnez Moreno (1938) como ngel Palerm mantienen esta propuesta que contina vigente hasta nuestros das. Con la intencin de reconocer la metodologa seguida por Sahagn en sus investigaciones etnogrficas, Alfredo Lpez Austin (1976) realiza un cuidadoso anlisis de las investigaciones etnogrficas y lingsticas del franciscano, en las que reconoce tres propsitos: el conocimiento de la religin de los antiguos mexicanos, la obtencin de abundantes textos en lengua nhuatl para fines lingsticos y el registro de los logros culturales de los pueblos nahuas. Reconoce Lpez Austin la intencin poltico-religiosa de los franciscanos: la creacin de una nueva sociedad cristiana dirigida por los religiosos y cuya lengua sera precisamente el nhuatl. Aunque la finalidad declarada no era sta, sino la que se refera a los propsitos de predicacin y cristianizacin de los indios. Para la recoleccin de sus datos Sahagn prepara una minuta con la cual inicia su trabajo entre los acolhuas de Tepepulco, para luego, con su ayuda, disear un cuestionario que precisa los grandes temas de sus libros. Tenemos un investigador que rene a un conocimiento profundo de la lengua el carcter idneo para entrar en contacto con los informantes[...] un pueblo de importancia cultural, regido por un yerno del famoso Ixtlixchitl el segundo, seor de Texcoco, diez o doce ancianos cultos, dispuestos a servir de informantes, y cuatro jvenes que haban bebido de ambas culturas, dispuestos a servir de intermediarios en la informacin. Falta enunciar un elemento ms, los cdices pictogrficos que sirvieron de base a la informacin (Lpez Austin 1976: 17). Hay que tener en consideracin, desde luego, la situacin colonial en la que se desarrolla el trabajo de investigacin, el cual tiene

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como una de sus ms poderosas expresiones la extirpacin de las prcticas y las creencias religiosas de los pueblos conquistados as como la imposicin de una religin que legitima la conquista y la dominacin espaola. El trabajo de Sahagn es uno de los ms importantes acervos de datos para el estudio de los antiguos mexicanos, sin embargo no es el nico ni el primero en desplegar una investigacin que ahora reconocemos como etnogrfica; como lo apunta Georges Baudot: Si fray Bernardino lleva a la madurez un modo de investigar y luego de organizar los resultados de una indagacin delicada, si por encima de todo su obra es la nica en abarcar decisivamente y de una manera sinptica la civilizacin de los Mexicah, los esfuerzos ms tempranos por lograr un acercamiento sistemtico a las culturas aborgenes de Mxico, eran, de hecho, anteriores. Algunos de sus correligionarios tambin dedicados a la evangelizacin del Anhuac haban as inaugurado, casi quince aos antes de las primersimas cosechas sahagunianas, los senderos que haban de desembocar en la fundacin, alcanzada por Sahagn, de la antropologa americana. Son, pues, obligadas referencias obras y nombres como los de un fray Andrs de Olmos, de un fray Toribio de Benavente Motolina, de un fray Martn de la Corua o de un fray Francisco de Las Navas que haban laborado en este terreno unos cuarenta aos antes, a veces al mismo tiempo en que principiaban los esfuerzos de Sahagn, y que de algn modo haban trazado la ruta a seguir. E incluso, sobre todo en lo que toca a fray Andrs de Olmos, que prcticamente haban inventado los mtodos y las tcnicas del proceso investigador (Baudot 1997: 275). Este mismo autor menciona antecedentes en las labores etnogrficas de los franciscanos antes de la colonizacin de Amrica, tales como los textos de fray Francisco Eiximenis, que vivi en el siglo XVI y de fray Juan de Guadalupe ya en el siglo siguiente, quien tiene una cercana relacin con fray Martn de Valencia, que encabeza a los Doce que llegan a Mxico en 1524. Aade Baudot que precisamente fray Martn de Valencia es quien encarga la tarea de investigacin al padre Olmos, con el resultado de producir el conjunto de obras etnogrficas ms importantes de su tiempo, un Arte para aprender la

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lengua mexicana, realizada en 1547, y particularmente su Tratado de antigedades mexicanas, de la que por cierto haba una sntesis o Suma; desafortunadamente estas obras estn perdidas y slo conocemos de su existencia y de los temas tratados por los trabajos de otros religiosos de su orden. Para Baudot los Vocabularios y Artes preparados por los franciscanos son tambin trabajos etnogrficos pues en su elaboracin se dependa de la investigacin emprica y del reconocimiento de metforas que expresaran las particularidades de la cultura de los pueblos mesomericanos. Incluso reconoce en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco la mejor escuela de etnografa y lingstica mexicanas que pudiera soarse (Baudot 1997: 289). En el proceso de formacin de la sociedad novohispana el proyecto milenarista de los franciscanos es desechado, y de ello da cuenta la accidentada historia de los manuscritos de Sahagn, para dar paso a una estructura socioeconmica y poltica de un marcado medievalismo, en el que el clero tena un papel dominante. Definidas las dos Repblicas, la de los Espaoles y la de los Indios, el control de la fuerza de trabajo y de los recursos de los indios estaba mediado por el clero, principalmente las rdenes religiosas, lo que le da una posicin estratgica, la cual tena como razn de ser el bloquear los intentos de los criollos por independizarse. Si bien es cierto que la Repblica de los Espaoles se compona de una minora blanca con la posicin dominante, en ella se daba una escisin que marcara profundamente la configuracin nacional, pues desde los primeros tiempos del rgimen colonial se establece una distincin tajante entre los espaoles nacidos en Europa y sus descendientes nacidos en Amrica, los que se llamaban espaoles americanos, ms conocidos como criollos. Los puestos ms importantes en la estructura de gobierno y los mayores privilegios en las concesiones del comercio de ultramar eran para los espaoles peninsulares; en la organizacin administrativa del clero el conflicto se resuelve por un sistema de alternancia entre criollos y peninsulares. Sin embargo el conflicto llega a ser tan fuerte que en el seno de la sociedad criolla comienza a formarse un patriotismo que busca diferentes caminos para establecer el contraste con los espaoles; uno de sus ms eficientes recursos es apelar al pasado de los pueblos indios.

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A lo largo de los tres siglos de dominacin colonial surge un conjunto de argumentos polticos que adquieren una coherencia discursiva en los albores de la independencia y ejercen una poderosa influencia en el nacionalismo de los liberales decimonnicos. Una de las ms importantes fuentes de tales argumentos es precisamente el clero; ya en la obra del franciscano Juan de Torquemada, Monarqua Indiana, escrita en el siglo XVII se interpreta el pasado azteca como semejante a la antigedad romana, incluso describe a los aztecas con una sabidura similar a la de la civilizacin egipcia. Pero uno de los argumentos ms fuertes es la atribucin a los frailes que llegan en 1524 del papel de fundadores autnticos de la Nueva Espaa, y no a los conquistadores de 1519 (Brading 1995: 22). La leyenda de la presencia de Santo Toms en Amrica bajo la figura de Quetzalcatl, que es muy importante en el discurso independentista de fray Servando Teresa de Mier y en sus concepciones acerca de la nacin mexicana, es mencionada por el sabio criollo Carlos de Sigenza y Gngora, contemporneo de sor Juana Ins de la Cruz. Con este argumento se neutraliza la pretensin misma de los frailes de ser los autores de la conquista espiritual. El movimiento del discurso del patriotismo criollo alcanza su plenitud en el siglo XVIII, cuando frente a las opiniones despectivas de los cientficos europeos de la Ilustracin sobre la naturaleza y los pueblos americanos, los intelectuales criollos, miembros del clero, responden con vehemencia reafirmando los dones de su patria. Para ese entonces [...] el criollo mexicano ya posea suficiente seguridad en sus logros intelectuales como para desechar los continuos insultos de los metropolitanos. Una parte esencial de su confianza resida en la creencia de que los estudiosos mexicanos conservaban la clave de las antigedades indgenas. Ms an, Boturini abri el camino a una aceptacin total del pasado indio como parte de la antigedad mexicana (ibidem: 29). El trabajo ms importante en el que se responde polmicamente a las imputaciones de los cientficos europeos es el del jesuita criollo Francisco Xavier Clavijero, que al ser expulsado, junto con sus hermanos de orden, en 1767, se instala en Bolonia, Italia, desde donde

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redacta su Historia Antigua de Mxico. Aqu encontramos diversos elementos del patriotismo criollo, entre los cuales destaca el rescate del pasado azteca, pueblo al que mira con los criterios de la Ilustracin, bsicamente con las mismas premisas del pensamiento de Buffon, el sabio con el que polemiza; es decir la concepcin de la uniformidad de la naturaleza humana combinada con la aceptacin de la antigedad europea como norma de civilizacin. Esta perspectiva hizo de los aztecas nobles romanos (Brading 1995: 37). Clavijero expresa tambin las contradicciones de la identidad de los criollos, pues asumindose como espaoles americanos son rechazados por los peninsulares; por otro lado los propios criollos rechazan cualquier vnculo con los pueblos indios, por los que tienen un desprecio acentuadamente racista. Como lo seala Marchetti (1986), para el jesuita su nacin es Espaa, pero su patria es Mxico. La posicin definida en el libro de Clavijero es: [...]ante todo la emblemtica proyeccin del atormentado proceso a travs del cual el criollo toma conciencia de su condicin de desarraigado: con respecto a una patria en la que sigue sintindose parcialmente intruso; con respecto a una nacin ya cada vez ms lejana y huyente (Marchetti 1986: 137). Este mismo autor seala una caracterstica notable de la obra de Clavijero, su defensa de la iglesia novohispana; es cierto que su posicin es de una constante actualizacin con respecto a las expresiones avanzadas de los filsofos ilustrados, su propia respuesta a Buffon as lo muestra claramente, pero de ninguna manera hace una crtica a la tradicin religiosa ni a la iglesia catlicas. Tal vez el rasgo ms notable del pensamiento de Clavijero, en congruencia con las posiciones de los criollos novohispanos, es la proyeccin que hace de sus reclamos de universalidad y trascendencia al pasado indio. Clavijero proyecta sobre el pasado indgena su propia capacidad de trascendencia; ve en l sus propias posibilidades realizadas hasta su plenitud. Es su hazaa posible la que est ah en el hroe, es su capacidad propia de accin la que se realiza en cada acto grandioso. El indio revive, pero como simple presentacin de posibilidades ajenas:

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las del criollo. Es un haz de posibilidades ajenas proyectadas fuera de su propio sujeto. El indio real proporciona la materia opaca y en bruto; el criollo se encarga de revestir e informar esa materia con la proyeccin de sus propias posibilidades. As le presta vida y sentido al pasado muerto; lo revive al hacerle don de su propia trascendencia (Villoro 1987: 133). El paso siguiente lo dan fray Servando Teresa de Mier y Carlos Mara de Bustamante, y es el supuesto de que la nacin mexicana ya exista antes de la llegada de los espaoles; lo que convierte a los insurgentes en herederos de Cuauhtmoc que libran una lucha de liberacin nacional contra la opresin impuesta por la invasin espaola. Para unir a los criollos con las castas y los indios contra Espaa, Mier y Bustamante proclamaron lo que era esencialmente una ficcin, el mito de una nacin mexicana, heredera directa de los aztecas. Sin embargo, en la prctica, los insurgentes luchaban bajo el estandarte de Nuestra Seora de Guadalupe. Ambos smbolos surgieron a travs del desarrollo del patriotismo criollo. Ahora utilizados para justificar la independencia, confluyeron para formar una ideologa nacionalista que evocaba una mezcla idiosincrsica de la devocin mariana, de antiespaolismo y neoaztequismo. Con un arma tan poderosa no haba necesidad de preocuparse por los principios liberales. El clero mexicano era de los principales responsables de la formulacin de estos temas; eran ellos mismos quienes los haban convertido en manifiestos revolucionarios (Brading 1995: 82). La fuerza de estas concepciones ha penetrado profundamente en la cultura mexicana contempornea, como lo muestra elocuentemente y con magnificencia el Museo Nacional de Antropologa inaugurado en 1964, cuyo centro de las exhibiciones lo ocupa la Sala Mexica, con una escenografa de tonos grandilocuentes; en tanto que las salas de etnografa estn en la parte superior del museo, en un lugar secundario, con una concepcin que hace de cada cultura india contempornea una totalidad sin referencia al carcter de su articulacin con la sociedad nacional. Este mismo proceso de continuidad se manifiesta en el reconocimiento de las fechas en las que se encuentran diversos monolitos

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aztecas en el centro de la ciudad, a finales del siglo XVIII, mismas que son estudiadas e interpretadas por los sabios criollos, como el inicio de la arqueologa mexicana; acontecimiento celebrado oficialmente en aos recientes para conmemorar los dos siglos de existencia. En efecto, el 13 de agosto de 1790 se descubren en la Plaza Mayor de la ciudad de Mxico varias esculturas mexicas, la de Coatlicue y la conocida como Piedra del sol (que por cierto ahora ocupan el centro de la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropologa); las cuales son conservadas en uno de los patios de la Universidad y estudiadas por el sabio criollo Antonio de Len y Gama, quien redacta su Descripcin histrica y cronolgica de las dos piedras (1972). Como lo apunta Ignacio Bernal a propsito de la escultura de Coatlicue: El 6 de septiembre el virrey, a instancia del corregidor Bernardo Bonavia, firma un acuerdo para que la estatua sea llevada a la Universidad, asegurando as su conservacin. Con gran trabajo la mueven hasta ponerla frente a la segunda puerta del palacio virreinal, y despus en la Universidad, como el lugar ms apropiado para custodiar este curioso ejemplo de la antigedad americana. Resulta el primer acto oficial que, sin saberlo, inicia un museo de antigedades. All la dibujo Gama (1979: 77). Los cien aos que van del Grito de Dolores, en 1810, al inicio de la Revolucin Mexicana, en 1910, constituyen el siglo ms negro para los pueblos indios en la historia nacional, pues sus relaciones con el Estado nacional estn marcadas por la consigna de su exterminio por todos los medios posibles. En tanto que en continuidad con el patriotismo criollo se exaltaba el pasado indio, rescatndose y publicndose documentos ahora clsicos de la historia antigua, incluso levantndose monumentos como el dedicado a Cuauhtmoc en el porfirismo, por otro lado se reconoce en la mayora de la poblacin nacional, integrada por los pueblos indios, un obstculo para la conversin del pas en una nacin moderna. Aparece entonces el problema indgena. Como lo sealan con abundancia de datos Moiss Gonzlez Navarro (1973), Jean Meyer (1973) y Leticia Reina (1980), el siglo XIX est lleno de movilizaciones y levantamientos de los pueblos

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indios que luchan contra las medidas liberales que amenazaban su misma integridad; es cuando el ejrcito nacional se mantiene ocupado constantemente en la represin de los pueblos indios. Se definen entonces las fronteras de la federacin en las batallas del ejrcito contra los indios, fenmeno que atraviesa todo el continente americano en el siglo XIX, como lo apunta dramticamente David Vias (1982) en un texto impresionante por el paralelismo de las polticas genocidas llevadas a cabo por los nuevos estados formados por los criollos, en nombre del progreso y la civilizacin; es la poca en que Argentina y Uruguay consiguen blanquearse. No as otros pases, y mucho menos los Pueblos Testimonio, que constituidos por una mayora de pueblos indios y poseedores de una densa tradicin histrica, ofrecen una feroz resistencia, manteniendo un estado de tensin que subsiste hasta nuestros das, como lo muestran las noticias actuales sobre Guatemala, Per, Ecuador, Bolivia y Mxico. Si queremos hacer referencia a la etnografa en estos cien aos tenemos que acudir al trabajo de los extranjeros, ya sea viajeros ilustres que describen sus experiencias en diversas regiones del pas y reflexionan en torno a cuestiones planteadas por la antropologa europea de la poca, o bien a cientficos de diferentes pases que desarrollan en Mxico sus investigaciones de campo, lo que sucede ms bien hacia el final de este periodo, como lo atestiguan las expediciones organizadas por el sueco Carl Luhmoltz, el francs Len Diguet, el estadunidense Frederick Starr y los alemanes Eduard Seler y Konrad Preuss. Como no es mi intencin repasar la historia de la antropologa, por dems interesante y necesaria como trasfondo de lo que constituye la etnografa como prctica cientfica, mi inters es ms bien aportar algunos datos que me parecen significativos para la adecuada comprensin de las investigaciones etnogrficas contemporneas, en trminos de sus tendencias y su proyeccin al futuro. El espacio ms importante para el desarrollo de los estudios antropolgicos, antes de su consolidacin como una ciencia formal e institucionalizada, es el Museo Nacional, cuyos orgenes se sitan en el punto de arranque mismo de la construccin del Estado nacional. En efecto, como lo consigna Catalina Rodrguez (1987), Lucas Alamn, uno de los ms notables polticos e intelectuales criollos, promovi, primero, la reactivacin de la Junta de Antigedades,

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creada ya en los finales del gobierno virreinal y la fundacin de un Conservatorio de Antigedades en la Universidad, donde estaban los monolitos encontrados en 1790; despus, el establecimiento, en 1825, del Museo de Antigedades e Historia Natural en un saln del edificio de la Universidad. En la prctica, el museo funcion como una bodega de colecciones de objetos a los cuales el pblico tena poco acceso (Rodrguez 1987: 281). Como contraste con las preocupaciones por la conservacin de los testimonios del pasado de los pueblos indios encontramos el racismo y la abierta declaracin de exterminio tanto de los liberales como de los conservadores, unidos en su identidad tnico-racial europea. Para Jos Mara Luis Mora, uno de los ms importantes liberales de la primera mitad del siglo XIX, el ciudadano mexicano era de raza blanca, pues el indio era inferior y no tena esperanzas de mejorar su situacin de envilecimiento, de tal suerte que la solucin que propona era la creacin de un programa de colonizacin europea, con lo cual desapareceran los indios y hasta las castas (Hale 1972: 229). Mora slo poda descubrir en las aldeas mexicanas los restos de una raza deprimida, ignorante y aun extraa. El concepto criollo de nacionalidad predomin entre los reformadores de la dcada de 1830 y repudiaron a inconformes como Vicente Guerrero y Juan Rodrguez Puebla. No slo se hizo caso omiso del indio, sino que las esperanzas para el futuro se cifraron en una nueva clase de propietarios burgueses, fortificada por europeos inmigrantes. Inclusive un radical como Zavala dud en 1833 de la factibilidad de una democracia que incluyese a los indios. Las Guerras de Castas trajeron consigo confusin, pues tendieron a minar an ms la fe liberal de las actitudes legalistas y doctrinarias respecto a los indios. Esta confusin liberal fue eficazmente aprovechada por los conservadores polticos que compartan el concepto criollo de nacionalidad, pero que abogaban por una poltica paternalista con los indios, compatible con ese concepto (ibidem: 253). El violento golpe contra las comunidades indias que constituye la Ley Lerdo de 1856, con la que se sita en la ilegalidad la propiedad comunal y la representacin poltica de las autoridades tradicionales,

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sent las bases de un lento y creciente proceso de despojo y de represin sistemtica. La respuesta de los pueblos fue la movilizacin en todos los planos, sin embargo, la tendencia se acentu a lo largo del siglo y condujo a una lenta agona a las comunidades indias, la cual se detuvo con el movimiento armado que instaur los regmenes de la Revolucin Mexicana. En estas condiciones sociales y polticas la preocupacin por los indios se refugi en el estudio del pasado y en el Museo Nacional. Dos son los momentos que se expresan en la vida del Museo Nacional, luego de tener una existencia virtual en el saln de la Universidad que se le destin; el primero corresponde a los cambios realizados en el Segundo Imperio, cuando se le traslada al Palacio de Moneda y se reorganiza para convertirlo en un centro de difusin cultural, con una evidente influencia de la cultura francesa y europea. El segundo momento es el auge de las actividades de difusin y de investigacin del Museo Nacional bajo la dictadura porfirista. Veamos algunos datos someros. El rgimen de Maximiliano de Habsburgo despleg una actividad de simpata hacia los pueblos indios, expresada en diferentes decretos que restituan algunos de los derechos perdidos bajo los regmenes liberales. En diferentes regiones del pas se establecieron alianzas entre los pueblos indios y las fuerzas del ejrcito francs, como con los yaquis y mayos, algunas regiones de Oaxaca, o la que respaldaba las luchas de los pueblos nayaritas encabezadas por Manuel Lozada (Meyer 1973 y Snchez Valds y Reissner 1987). No olvidemos que cuando Maximiliano es fusilado en el Cerro de las Campanas, en 1867, le acompaan un dirigente otom, Toms Meja, y Miguel Miramn, miembro de la lite criolla y conservadora; ambos generales del ejrcito imperial. De acuerdo con un decreto de 1865 el Museo Nacional se reorganiza y se convierte en el Museo Pblico de Historia Natural, Arqueologa e Historia y es inaugurado por el propio emperador el 6 de julio de 1866 (Snchez y Reissner op. cit. ). Acompaa a este acontecimiento un programa de actividades cientficas y culturales desarrollado por dos instituciones creadas para tal efecto: la Comisin Cientfica, Literaria y Artstica de Mxico, compuesta por diez secciones, a la que se integran miembros del ejrcito francs y algunos intelectuales mexicanos, y la Comisin Cientfica de Mxico con sede en Pars.

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As, en la Seccin de Etnologa, Lingstica, Arqueologa, Grabado y Msica estn: como presidente, el historiador Jos Fernando Ramrez y como vicepresidente Francisco Pimentel, conde de Heras, notable intelectual conservador, autor del Cuadro Comparativo de las lenguas indgenas de Mxico, publicado en 1862, y quien por encargo imperial realiza una investigacin sobre los pueblos indios de su tiempo, Memoria sobre las causas que han originado la situacin actual de la raza indgena de Mxico y medios para remediarla, publicada en 1864. Por su parte Manuel Orozco y Berra, uno de los ms importantes historiadores mexicanos decimonnicos, bajo los auspicios imperiales publica en 1864 su Geografa de las lenguas y carta etnogrfica de Mxico; una investigacin compuesta de tres partes: la primera, en la que realiza una clasificacin gentica de las lenguas; la segunda, en la que se estudian las migraciones para dilucidar el origen de los diferentes pueblos; y la ltima, en la que se expresa grficamente la distribucin de las lenguas indias. Esta es la primera vez, hasta donde s, en la que se seala con colores y lneas de demarcacin precisas la distribucin de las lenguas, habiendo adems la suposicin de un vnculo entre lengua y etnia (Snchez y Reissner 1987). Adems, se hace referencia a la etnografa, considerada como la ciencia que tiene por objeto la clasificacin de los pueblos; es decir, hay aqu una investigacin que conjuga los datos de la lingstica, de la historia y de la demografa para ofrecernos una visin de conjunto de los pueblos indios. Esta es, evidentemente, una propuesta que explcitamente se asume como etnogrfica. Sin embargo, la investigacin de Orozco y Berra tiene dos carencias, si la miramos desde el presente y en relacin con lo que nos interesa, la etnografa: por una parte, es un trabajo de biblioteca, sin experiencia alguna en los propios pueblos indios; por la otra, no parece haber una actitud de simpata, o de compromiso social, hacia los pueblos indios. Como lo seala Luis Villoro a propsito de la Historia antigua y de la conquista de Mxico (1880): El ser de lo indgena es ahora un ser muerto. Se ha petrificado, mineralizado en las manos del historiador. Como cosa entre las cosas, slo puede tener ahora un valor: el de la utilidad. El ser mineralizado del indio se alinear junto a otros enseres, su superficie slida y rugosa prestar firme asidero a la mano que lo prenda. Lo indgena se ha convertido, por su muerte, en manejable instrumento (Villoro 1987: 171).

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Entre los integrantes de la Comisin Cientfica de Mxico en Pars estaba el abate Brasseur de Bourbourg, estudioso mexicanista que era, tambin, miembro de la Socit dAnthropologie de Paris, la cual se hace presente en nuestra reflexin sobre la etnografa, pues en ella se elabora un guin para la recoleccin de datos etnogrficos y antropolgicos especialmente diseado para Mxico. En efecto, en 1862 el mdico Eduard Michaux, miembro del cuerpo expedicionario francs, solicita unas Instrucciones para viajar a Mxico. El documento es preparado por una comisin de tres miembros designada por la Socit dAnthropologie y sometido a la consideracin de Brasseur de Bourbourg, quien le hace aadidos y modificaciones. La gua es publicada y distribuida entre miembros de la expedicin a Mxico (Comas 1962). Las Instrucciones... forman parte de las guas y otros documentos preparados por las primeras sociedades cientficas de antropologa en Europa, para ayudar a la recoleccin de datos entogrficos y antropolgicos de los viajeros que visitaban diferentes partes del mundo, pues el antroplogo era todava un investigador de gabinete que recoga informaciones de todo tipo de publicaciones para hacer sus anlisis y construir sus propuestas tericas. Es uno de los ms importantes y antiguos instrumentos para la recoleccin de datos, antes de que emergiera el antroplogo como investigador de campo que funda Malinowski. Las ms conocidas guas, todava en uso, si bien ahora restringidas a los estudiantes de etnografa, son la Gua de Murdock y las Notes & Queries on Anthropology. sta ltima tiene como uno de sus orgenes el Cuestionario etnogrfico preparado por la Asociacin Britnica para el Progreso de la Ciencia en 1851; al cual sigue un Manual para la investigacin etnolgica, que finalmente es sustituido por la citada gua, cuya primera edicin es de 1874; posteriormente se han hecho otras ediciones, en las que han intervenido los antroplogos ms destacados de cada poca (ibidem). El Museo Nacional vive, en 1877, una nueva reorganizacin que seala el inicio de un crecimiento y de una relativa estabilidad que se mantiene a lo largo de la dictadura porfirista, adquiriendo al final de este lapso una actividad docente, pues es tambin un centro formador de investigadores, si bien en una escala discreta. El museo se organiza en dos departamentos, el de Arqueologa e Historia y el de Historia Natural; asimismo, se inicia la publicacin de la revista Ana-

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les del Museo, que ser uno de los ms importantes espacios para la difusin de las investigaciones antropolgicas, la cual cumple a lo largo de sus cien aos de existencia, pues en 1977 aparece por ltima vez. En el apoyo al Museo Nacional desmpea un papel decisivo Justo Sierra, quien en 1901 era Subsecretario de Instruccin Pblica y Bellas Artes, y ya para 1905 es el Secretario de dicha dependencia. En 1900 ingresa al museo el doctor Nicols Len, fundador del Museo Michoacano, en 1886, y de los Anales del Museo Michoacano, que aparecen de 1888 a 1892. Hacia 1903 el Dr. Len aparece como profesor de etnografa, aunque es un polgrafo con muy diversas actividades y campos de investigacin, as lo indican su Carta Lingstica de Mxico, publicada en 1901, y su investigacin Familias Lingsticas de Mxico, de 1903. Sin embargo, sus contribuciones ms importantes son en el campo de la antropologa fsica, lo cual es entendible por su formacin en Medicina. En cuanto a la etnografa, realiza las primeras investigaciones sobre el terreno y publica algunos de sus resultados, como los correspondientes a los tarascos y a los popolocas del sur de Puebla. En 1903, ya se impartan clases de antropologa y etnologa, y posteriormente, se impartieron cursos de arqueologa, historia e idioma mexicano. La institucin becaba estudiantes a quienes exiga presentar anualmente trabajos escritos, sobre puntos concretos de cada una de las materias impartidas, y realizaba expediciones cientficas a distintos lugares de la Repblica Mexicana (Surez 1987: 26). En el ao de 1909 se establece la separacin de los dos departamentos en que se haba reorganizado el Museo Nacional, para dar origen al Museo Nacional de Historia Natural y al Museo Nacional de Arqueologa, Historia y Etnologa; trasladndose el primero al edificio que sera conocido como el Museo del Chopo, en tanto que el segundo permanecera en el edificio de la Moneda. Para entonces se organiza en cuatro departamentos: Arqueologa, Historia, Etnografa y Arte Industrial retrospectivo (ibidem: 27). Tanto el Museo Nacional como la Inspeccin de Monumentos Arqueolgicos, creada en 1885 y bajo la direccin de Leopoldo Batres, se integraron a la Seccin de Ciencias Sociales, Polticas y Jurdicas de la Escuela Nacional de Altos Estudios, por instrucciones de Justo Sierra.

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Tambin con el respaldo de Justo Sierra y como parte de sus propsitos de actualizar y mejorar la enseanza universitaria, en enero de 1911 se inaugura la Escuela Internacional de Arqueologa y Etnografa Americanas, con el patrocinio de varias universidades de Estados Unidos y del gobierno de Prusia. El proyecto fue elaborado por Ezequiel Chvez y Frans Boas. El primer director fue Eduard Seler, durante un ao; al siguiente fue el propio Boas, quien un ao antes, en 1910, haba firmado un contrato con la Secretara de Instruccin Pblica para trabajar: [...] como profesor de antropologa y etnologa en la Escuela Nacional de Altos Estudios. El doctor se comprometi a impartir tres cursos que daran comienzo en el mes de diciembre de ese mismo ao: etnografa general, estadstica antropomtrica y mtodos de estudio de las lenguas americanas[...] El curso de antropologa general se dara en castellano y tratara sobre los principales problemas de la antropologa, el desarrollo de las culturas y de las razas y las lneas fundamentales de los mtodos de investigacin usados en la antropologa (Surez 1987: 58). La presencia de Frans Boas en Mxico fue un acontecimiento muy importante por el papel que desempea como fundador de la antropologa estadunidense y como su principal terico hasta su muerte, en 1940; es el autor de la concepcin culturalista que respalda el plan de estudios de la ENAH a partir de 1942. Es tambin un activo investigador de campo que otorga una importancia capital a los datos empricos y que exige un rigor extremo en las generalizaciones. Su impacto en el medio mexicano es fundamentalmente en los campos de la arqueologa y de la lingstica; pareciera ser que las condiciones en las que trabaja, ya en pleno movimiento armado, aunque por esos das las batallas principales se libraban lejos de la capital, le conducen a plantear tres objetivos centrados en las dos citadas ciencias antropolgicas: el estudio del nhuatl y de sus relaciones con las lenguas del norte, la relacin de las lenguas indias entre s y la sucesin de civilizaciones en la Cuenca de Mxico (Rivermar 1987: 106). Luego de Boas, ocupa la direccin George Engerrand, quien segn parece introduce el mtodo estratigrfico en las investigaciones

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arqueolgicas, mismo que Gamio aplic para establecer la secuencia cultural de la Cuenca. Finalmente, el cuarto director es Alfred Tozzer, que tambin trabaja principalmente en el campo de la arqueologa. La Escuela sufre un receso con el inicio de la guerra, en 1914, en Europa y queda bajo la direccin de Manuel Gamio, que haba sido alumno de la misma y haba obtenido su maestra en la Universidad de Columbia, bajo la direccin de Boas. La Escuela Internacional de Arqueologa y Etnografa Americanas cerr sus puertas en 1920. Estos antecedentes muestran la influencia de las investigaciones antropolgicas de otros pases, de Europa, y de los Estados Unidos en el trabajo que se hace fundamentalmente en el espacio del Museo Nacional. La etnografa, sin embargo, tiene una presencia muy limitada; y no poda ser de otra manera, pues en todas partes todava se dependa de los datos reunidos por viajeros y de investigadores altamente preparados, los primeros antroplogos de campo apenas comenzaban su trabajo para principios de siglo, y no es sino hasta la aparicin del libro de Malinowski que se plantean explcitamente los mtodos y las tcnicas que han de usarse en el trabajo de campo. No hay todava para ese entonces una comunidad antropolgica que tenga una propuesta propia, una conciencia de su especificidad; el nmero de estudiosos es reducido y tampoco existe una escuela profesional; los especialistas que se forman en el Museo proceden de diversos campos, pero no hay un espacio laboral para investigadores. Por los datos de esa poca parece que los pocos alumnos que se profesionalizan lo hacen como maestros del propio Museo. Pesa demasiado la orientacin liberal y criolla que privilegia los estudios del pasado, sea por la va de la arqueologa, de la historia o de la lingstica histrica. Sin embargo, en Mxico se despliega un ambicioso programa de investigaciones bajo la direccin de Manuel Gamio que abre una primera etapa para la etnografa; en ello tiene que ver evidentemente la influencia de Frans Boas y la propia formacin profesional de Gamio en los Estados Unidos. Esto es ya materia del captulo que sigue. LA REVOLUCIN MEXICANA Luego de los diez aos que dura el conflicto armado, resuelto con la instauracin del nuevo rgimen, en 1920, se inicia la reorganizacin del aparato estatal con un discurso nacionalista que se legitima en las bases sociales populares del que emerge; como parte de ello se efecta

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una transformacin en el campo de las instituciones relacionadas con la actividad antropolgica. Por una parte el Museo Nacional vive la crisis poltica con una situacin un tanto precaria, los cursos que imparta se trasladan a la Universidad Nacional, como lo haba ordenado Justo Sierra en los finales del antiguo rgimen; aunque slo sera temporalmente, pues para mediados de los aos veinte regresaran al Museo. Pero por la otra, aparecen nuevas instituciones que despliegan diversas actividades relacionadas con el quehacer antropolgico y generan las condiciones para la configuracin de la comunidad cientfica que surge en los comienzos de los aos cuarenta. La figura central de este periodo es la de Manuel Gamio, formado profesionalmente en el Museo Nacional y luego en la Universidad de Columbia, quien se hace cargo de la Escuela Internacional de Arqueologa y Etnologa Americanas, prcticamente en receso; por otro lado, inicia un ambicioso proyecto que repercute profundamente en la antropologa de su poca y contribuye a sentar las bases de lo que es la investigacin antropolgica de nuestros das. El proyecto de Gamio en sus lneas generales est contenido en su libro Forjando patria, publicado en 1916, en el que hace una crtica de las investigaciones antropolgicas anteriores sobre la poblacin india, sealando la absoluta ignorancia sobre las condiciones sociales y culturales en las que vive. Argumenta la necesidad urgente de estudiarla para resolver la fragmentacin social, poltica y cultural que impide al pas desarrollar cabalmente sus potencialidades, sobre todo por una exigencia que es declarada en diferentes momentos de la historia contempornea: la de la unidad nacional. Para estudiar las condiciones de vida y para proponer soluciones adecuadas, Gamio apunta la necesidad de los estudios antropolgicos. Esta propuesta, que es llevada como ponencia al Segundo Congreso Cientfico Panamericano, realizado en la ciudad de Washington en 1914, cristaliza en Mxico con la creacin de la Direccin de Antropologa, en la Secretara de Agricultura y Fomento, bajo la direccin del propio Gamio. La caracterstica fundamental en la orientacin de la antropologa mexicana, implicada en el planteamiento general de M. Gamio, es la exigencia de que las investigaciones se dirijan a conocer las condiciones de vida de la poblacin y a proponer soluciones posibles, lo cual slo se puede lograr si se constituye en un instrumento de gobierno. Es decir, se plantea como una actividad fundamental a un go-

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bierno que est en proceso de construccin, cuando todava se vive el conflicto armado y ya son evidentes las condiciones crticas del pas en todos los sentidos. De esta posicin se deriva otra, que permea las investigaciones antropolgicas, la del compromiso social y moral con las poblaciones estudiadas. Esta orientacin se expresa ms agudamente en el sexenio del Presidente Crdenas y conduce al perfil profesional del antroplogo implicado en el programa del Departamento de Antropologa en el IPN . Este compromiso contina siendo una parte importante de la antropologa mexicana contempornea. Gamio apunta la urgencia de conocer los datos ms elementales de la poblacin nacional por medio de las ciencias sociales, pues no slo involucra a la antropologa, lo hace tambin con la sociologa y la estadstica, as como con las ciencias naturales: No solamente necesitamos saber cuntos hombres, mujeres y nios hay en la Repblica, ni qu idiomas hablan, ni cmo se denominan sus agrupaciones tnicas. Hay que conocer muchos otros datos: geografa, geologa, meteorologa, fauna y flora: todo esto, no en detalle, sino slo en lo relativo a las condiciones de habitabilidad regional. Asimismo, idioma, religin, industria, arte, comercio, folklore, indumentaria, alimentacin, energa muscular, tipo fsico antropolgicamente determinado, etc., etc. Cuando poseamos esos datos, ya conoceremos nuestras necesidades, aspiraciones, deficiencias y cualidades y podr procurarse el mejoramiento de las diversas agrupaciones tnicas que forman la poblacin, obrando con conocimiento de causa (Gamio 1982: 30). Y luego hace una crtica a la Constitucin de 1857, que define como de carcter extranjero en origen, forma y fondo pues slo es apropiada para una minora, en tanto que para el resto de la poblacin, la mayoritaria, es extica e inapropiada (loc. cit. ). Dicha Constitucin era la vigente en los das en que escriba su libro, pero la crtica es vlida para la de 1917 que nos rige actualmente, en tanto no hay un reconocimiento de los derechos histricos de los pueblos indios; aqu tenemos que destacar la agudeza de la visin de Gamio, pues una reforma constitucional que atienda las diferencias tnicas y los derechos polticos de los pueblos indios, y no digamos la necesidad de una nueva Constitucin, contina siendo un planteamiento radical.

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El programa de la Direccin de Antropologa se propone estudiar todo el pas, para lo cual divide el territorio en diez regiones, de las cuales elige una de ellas para realizar la investigacin antropolgica integral ms importante de su tiempo, La poblacin del Valle de Teotihuacn, publicada en 1922; este es un trabajo notable en muchos sentidos, pues participa un grupo amplio de especialistas en diferentes ciencias, y abarca la poblacin regional en una perspectiva diacrnica y sincrnica. La investigacin de campo para reunir los datos etnogrficos la hace Carlos Noriega Hope, quien elabora un cuestionario que es aplicado indirectamente, es decir entreverado con plticas informales, y hace diversas anotaciones sobre las fiestas y la religin de los pueblos de la regin estudiada. Hay dos cuestiones que me parece importante destacar por su trascendencia para las investigaciones contemporneas. Por una parte, Gamio no usa el criterio lingstico para definir la especificidad tnica de las poblaciones estudiadas, se remite ms bien a las caractersticas de la cultura material. Esto lo lleva a estudiar a toda la poblacin regional, una parte de la cual habla todava el nhuatl, que es estudiado, por cierto, por Pablo Gonzlez Casanova padre, pero evidentemente los datos sobre las celebraciones religiosas, y los de la antropologa fsica, muestran la participacin de rasgos comunes en toda la regin. La segunda cuestin se refiere a