Análisis Literario de Jane Eyre

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ANÁLISIS LITERARIO DE LA NOVELA “JANE EYRE”

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un análisis.

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ANÁLISIS LITERARIO DE LA NOVELA “JANE EYRE”

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1. EXPLICACIÓN DEL TÍTULO

La obra se titula Jane Eyre porque la historia que se cuenta es la de una mujer que se llama “Jane” y apellida “Eyre”. Es la historia de su vida, además ella es la que narra y nos muestra también sus pensamientos y sus anhelos. Primero narra su niñez, que se ve marcada por los maltratos que se le infligen en Gateshead Hall y de su personalidad introvertida y rebelde, lo que en ese contexto era indeseable en la actitud de una niña. Luego su historia se ve marcada por su llegada a Lowood en donde realmente se siente acogida y además aprende a ser prudente y a dominar su personalidad rebelde. Después en el inicio de su adultez en el que empieza a sentir el deseo de vivir una vida independiente a diferencia de los estereotipos de la época, y luego su conflicto interior cuando se enamora de su empleador. En todo momento la historia gira en torno a ella, según lo que ella ve y lo que va descubriendo y aprendiendo. Podemos hacernos una imagen del mundo en el que se desarrolla la historia a través de la forma en la que ella lo ve y lo describe. Por esto la obra lleva su nombre.

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2. TEMAS QUE DESARROLLA LA OBRA

A) PRINCIPALES

Moralidad

Durante toda la historia, Jane se deja guiar la mayoría de veces por su conciencia, siendo prudente y decorosa por esto Jane rechaza ser la amante de Rochester, por sus fuertes convicciones morales. También reprocha a John Rivers su puritanismo tanto como a Rochester su libertinaje, ya que ella, al contrario que John, cree en una moralidad expresada en el amor y la independencia. Por ejemplo, perdona a su cruel tía y ama a su marido, pero nunca sujeta su independencia a él, incluso después de casarse. Él es ciego, y depende más él de ella que ella de él.

B) SECUNDARIOS

Clase social

Jane es una huérfana sin fortuna adoptada por una familia acaudalada. Y aunque es educada, de buenos modales, y relativamente sofisticada, ella es una institutriz, una empleada de baja clase social y, por esta misma razón, sin poder. Además, se puede ver que a pesar de lo que ella puede hacer y de su talento no puede escalar en las clases sociales.

Género

Un tema particularmente resaltante en la novela es el esfuerzo de Jane por mantener su propia identidad en una sociedad machista. A través de Jane, la autora rechaza los estereotipos victorianos acerca de las mujeres, las cuales no tenían los mismos privilegios que los hombres y eran poco más que objetos, articulando lo que era para su tiempo una filosofía feminista radical.

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3. IDEA CENTRAL

La superación del ser humano ante las dificultades de la vida, sobre todo la superación de la mujer, aún más en una época en la que una mujer de ninguna manera podía tener los mismos privilegios de un hombre. Jane Eyre, huérfana, sobrevivirá en casa de una malvada tía, luego en un lúgubre internado y más tarde como institutriz en una gran mansión donde tendrá que enfrentarse a un verdadero problema, que hace enfrentar a sus deseos personales y sus convicciones morales. El problema que más tarde se solucionará y con eso no habrá obstáculo para su felicidad.

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4. ORGANIZACIÓN DEL CONTENIDO

La novela literaria está dividida en tres partes; la primera parte consta de quince capítulos; la segunda parte, de once capítulos y la tercera parte, de 11 capítulos más una conclusión. En la primera parte, es narrada la vida de Jane desde su infancia hasta sus primeros días en Thornfield. La segunda parte cuenta a partir de que Jane se da cuenta de sus sentimientos a su jefe, hasta que Jane conoce el secreto del señor Rochester y decide irse de Thornfield. La tercera parte narra cuando Jane se fue de Thornfield hasta que vuelve con el señor Rochester. Y por último la conclusión, en la que Jane termina felizmente casada y cuenta un poco sobre el destino algunos de los demás personajes.

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5. PERSONAJES

A) PRINCIPALES

Jane Eyre: La protagonista y personaje que le da título al libro, huérfana desde pequeña. No es bonita y es introvertida, pero tiene mucho talento, es trabajadora, honesta y apasionada. Buena en el estudio, el dibujo y la enseñanza, trabaja como institutriz y se enamora de su empleador, Edward Rochester. Pero su elevado grado de conciencia no le permite convertirse en su esposa, y no volverá a él hasta que su primera mujer se muera y ella consiga una herencia con la que vivir.

B) SECUNDARIOS

Señora Sarah Reed: La tía política de Jane. Luego de la muerte de su marido, adopta a Jane, sin embargo la maltrata. Cuando Jane tenía diez años la envía a una escuela de caridad. Años después, Jane se intenta reconciliar con su tía, pero la rechaza, todavía resentida. Poco más tarde, muere.

John Reed: El hijo de la señora Reed y primo de Jane. Su madre le mima y le consiente mucho, pero él la trata muy mal. Se va del colegio y arruina a toda su familia por el juego. Se acaba suicidando.

Eliza Reed: La hija mayor de la señora Reed. Amargada por no ser tan bonita como su hermana Georgiana, se convierte al catolicismo, siendo muy devota y rigurosa. Después de la muerte de su madre, se va a un convento de Francia, adonde llegará a ser Madre Superiora.

Georgiana Reed: La hija menor de la señora Reed. Aunque mimada e insolente, todo el mundo la disculpa por su belleza. En Londres, conoce a un muchacho. Deciden huir juntos, pero Eliza lo descubre. Georgiana vuelve a Gateshead, donde crece superficial. Después de la muerte de Mrs. Reed, se casa con un hombre rico.

Señor Reed: El tío materno de Jane. La adopta cuando mueren sus padres. Antes de su propia muerte, hace prometer a su esposa que cuidará de Jane.

Bessie Lee: La niñera de Gateshead. A veces trata a Jane amablemente, explicándole historias y cantándole canciones. Más adelante se casa con Robert Leaven.

Robert Leaven: El cochero de Gateshead, quien de vez en cuando deja dar a Jane una vuelta en el pony de Georgiana. Es quien lleva a Jane a Lowood. Es también quien le lleva la noticia de la muerte de John Reed.

Señor Brocklehurst: El arrogante e hipócrita clérigo que sirve como director y tesorero de Lowood. Usa los fondos de la escuela para pagar su estilo de vida. Predica austeridad y autosacrificio a todos. Cuando sale a la luz su deshonestidad, es obligado a compartir su oficio de inspector y tesorero con personas más buenas.

Maria Temple: La joven amable y atractiva superintendente del colegio Lowood. Reconoce que el señor Brocklehurst es cruel e hipócrita y trata a Jane y a Helen con respeto y compasión.

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Señorita Scartched: Una amargada y viciosa profesora de Lowood. Se comporta con especial crueldad con Helen, castigándola por cualquier cosa

Helen Burns: Una angelical estudiante y mejor amiga de Jane en Lowood. Algunos años mayor que Jane, serenamente acepta todas las crueldades de los profesores y las deficiencias de la escuela. Jane la admira por ello, aunque no está de acuerdo. Helen, sin quejarse, muere de tuberculosis en los brazos de Jane.

Edward Fairfax Rochester: El propietario de Thornfield, el amor de Jane y su esposo. Posee un fuerte físico y gran fortuna, pero no es muy guapo y sus modales cambian. Impetuoso, se enamora locamente de Jane. Pero su infortunado matrimonio con Bertha Mason pospone su unión con Jane, y pierde una mano y la visión cuando trata de rescatar a su loca esposa del incendio que ella misma provocó.

Bertha Mason: la violenta y loca esposa secreta de Rochester. Rochester no conocía acerca de su locura hasta después de la boda. Su marido la encerró en el ático de Thornfield. Escapa cuatro veces de su prisión durante la novela; en la última fallece.

Adèle Varens: Una infantil, vivaz y espontánea niña francesa a la cual Jane cuida en Thornfield. Es la protegida de Rochester porque su madre, Cèline Varens, una cantante de ópera francesa, fue amante de Rochester.

Alice Fairfax: Una viuda ya mayor y ama de llaves de Thornfield. Trata a Jane amablemente y con respeto, pero desaprueba su compromiso con Rochester.

Blanche Ingram: Una atractiva pero egoísta mujer, cruel y superficial, corteja a Rochester. Blanche desprecia a Jane porque es una empleada. Más adelante Jane descubre que Blanche solo quería la fortuna de Rochester.

Richard Mason: Un señor extraño, inglés venido de las Indias Occidentales para la boda de Jane con Rochester, y que proclama que Rochester está todavía casado con Bertha Mason, su hermana.

Reverendo John Eyre Rivers: Clérigo que es primo de Jane por parte de padre. Él es un devoto, casi demasiado. Estaba enamorado de Rosamond Oliver, pero no le propone matrimonio porque siente que no sería una esposa adecuada. Jane lo quiere, como hermano, y rechaza su proposición de matrimonio porque él no la ama y es incapaz de ser realmente amable.

Diana y Mary Rivers: Son las hermanas de John Rivers. Son muy amables e intelectuales, viven una vida independiente mientras cultivan su inteligencia. Diana aconseja a Jane que no se case con su frío hermano.

Grace Poole: Guardián de Bertha Mason. Bebe mucha ginebra, cosa que le da a Bertha las oportunidades que tiene de escapar.

Rosamond Oliver: La coqueta y superficial, pero preciosa y de buen corazón, hija del hombre más rico de Morton. Dona los fondos para dotar una escuela en el pueblo. Aunque está enamorada de John Rivers, al sentirse rechazada, se promete con el rico señor Granby.

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Jame Eyre: Tío paterno de Jane, a quien deja su vasta fortuna. Su personaje nunca aparece. Sus relaciones distantes con los Rivers, hace que les de muy poco dinero a cada uno de los hermanos. Jane divide su herencia entre los cuatro equitativamente.

6. RESUMEN POR CAPÍTULOS

CAPÍTULO I

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Jane Eyre comienza describiendo su vida en Gateshead Hall. Ese día no salieron a pasear porque estaba lloviendo, y su tía la señora Reed estaba en la chimenea rodeada de sus hijos. Jane estaba excluida pues su tía le prohibió acercarse si Bessie, la niñera, no le decía que era una niña ejemplar. Era una muchacha de diez años, que vivía con su tía, la señora Reed, sus primos Eliza, John y Georgiana. Era debilucha y fea y además al morir sus padres, quedar huérfana y sin ningún dinero tuvo que ser adoptada por la familia Reed. Estos eran los principales motivos por la que era maltratada y humillada especialmente por su primo John.

Jane se fue al comedor de desayunar. Escogió un libro con ilustraciones y comenzó a leerlo detrás de una cortina, entre el espacio que había entre ésta y el marco de la ventana. Poco después su primo entró a la salita y comenzó a gritar su nombre. Tuvo que salir de su escondite con temor. John le quitó el libro, empezó a insultarla como siempre, y luego le lanzó el libro en la cabeza, haciéndola tropezar con la puerta. Jane sintió la sangre que salió del corte y ella por primera vez se rebeló. Sus primas avisaron a la señora Reed y como Jane esperaba fue castigada al “cuarto rojo” aun habiendo sido herida y maltratada por su primo, cuatro años mayor.

Fue llevada a esta sala cogida por Bessie y Abbot, y sentada en un pequeño banquillo. Intentó ponerse en pie, pero tras la amenaza de ser atada desistió. Las dos doncellas salieron cerrando la puerta con llave. Jane humillada comenzó a observar y describir la habitación. Se acordó de los objetos de valor que su tía guardaba en un cajón junto a una miniatura de su difunto marido, y eso provocó que se pusiera a pensar en su tío y en el deseo de que pudiera observar la injusticia que estaba cometiendo la familia Reed. El señor Reed era la única persona de esa familia que la había querido como una hija, y había sido justo con ella. Pero había fallecido. Jane pensó en el odio a su primo y en lo injusto que era que la tratasen mal. Volvió a pensar en su tío y en que quizás podría reaparecerse como fantasma. De repente, apareció una luz por la ventana que se movía y Jane aterrorizada corrió hacia la puerta pidiendo que por el amor de Dios la sacasen de ese cuarto.

CAPÍTULO II

Lo que provocó que vinieran las dos criadas, quienes creyeron que hacía eso solo por llamar la atención. Jane siguió gritando y suplicando hasta que apareció su tía y sin

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hacer caso de los ruegos de Jane y de lo aterrorizada que estaba ordenó que la encerrasen de nuevo por una hora más. Fue encerrada de nuevo y se desmayó. Al despertar se encontraba en su cama, junto a Bessie, y en la cabecera estaba sentado el señor Lloyd, un boticario. Le saludó, le animó a recuperarse y dijo que volvería al día siguiente. Bessie muy amable se despidió de Jane y se fue con Abbot a dormir. Estuvieron hablando cerca de media hora mientras ella intentaba comprender la conversación.

Al día siguiente cuando se despertó no había ningún miembro de la familia Reed. Bessie regresó a la habitación de Jane y la trató con una amabilidad que nunca antes le había mostrado. Pero en su situación, no se le apetecía nada y no paraba de llorar, incluso cuando Bessie se ofreció para traerle su libro favorito. Lo hojeó, pero le pareció horrendo. Poco después llegó de nuevo el señor Lloyd y le pregunta el porqué de su desmayo. Jane dijo que lo que causó su desmayo fueron los malos tratos y trató de explicarle al señor Lloyd que se sentía desgraciada no sólo porque la habían encerrado, sino que también por los malos tratos que sufría en la casa de su tía, Gateshead Hall.

Bessie tuvo que ir a comer. Mientras, el señor Lloyd se quedó hablando con Jane sobre la crueldad de su tía y le preguntó, si desearía ir con otros parientes aunque fueran pobres y si le gustaría ir a la escuela. Jane creía que no podría soportar la pobreza, pero la idea del colegio le encantaba, pues había oído hablar a Bessie sobre lo que se hacía en un colegio. Volvió Bessie y la señora Reed estaba llegando en coche. El señor Lloyd fue a hablar con la señora y un rato después oyó una conversación entre Bessie y Abbot. Primero escuchó la historia de cómo era su familia, su padre era un párroco y su madre era de una familia adinerada, y después la muerte de sus padres, con un mes de separación, a causa de una enfermedad llamada tifus.

CAPÍTULO III

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De la conversación que tuvo con el señor Lloyd, Jane dedujo que se aproximaba un gran cambio en su vida. Pasaron los días, sus primos no se le acercaban, y John sólo la insultaba cuando la veía, hasta que Jane se hartó y le dio un golpe en la nariz. John se quejó con su madre y ésta sólo le dijo que ignoraran a Jane y ella le contestó que ellos eran indignos para tratarla. La señora Reed la llevó al cuarto y Jane le dijo que ojalá su tío viera la injusticia que estaba cometiendo en los últimos años. Se llevó dos bofetadas y siguieron transcurriendo los meses hasta mitad de enero. Un día, mientras Jane estaba tratando de darle de comer a un gorrión cuando Bessie se la llevó y la arregló, la envió al comedorcito a que se presentase, y al entrar vio a un hombre muy alto, con el que su tía estaba hablando. Este señor, Brocklehurst, comenzó a hablar con Jane y la señora Reed interrumpió para llamarle mentirosa. Ella resignada y por no dar mal impresión se mantuvo callada. El señor Brocklehurst se fue y Jane con un ataque de rabia le contestó a su tía que no era una mentirosa. La señora Reed trató de suavizar su trato con Jane pero no consiguió convencerla y Jane se sintió triunfante, aunque poco después sintió remordimientos.

Jane trató de volver a sus labores pero no pudo. Salió al jardín y estuvo pensando un rato, hasta que Bessie la llamó. Salió y comenzó a hablar con ella. Jane se dio cuenta de que Bessie era la persona que más quería en esa casa y además la que más la quería a pesar de que la regañaba. A manera de despedida le hizo prometer a Bessie que no le reñiría y luego le dio un beso en la mejilla. Esa tarde se fueron sus primos y su tía, y fue una de las mejores tardes de su vida, donde Bessie le contó sus cuentos preferidos y le cantó varias canciones. Era una de las pocas tardes que se fue a dormir muy feliz. Eran las 5.30 de la mañana y Jane ya estaba preparada para marchar al internado. Se despidió de Bessie y se montó en la diligencia que había llegado para llevarla al colegio. Tardan bastantes horas en llegar al colegio, y hacen una parada para comer. Jane, llegó de noche a su destino. La llevaron a una sala donde esperó y entraron dos señoras. Una de ellas, era la señorita Miller, la auxiliar.

CAPÍTULO IV

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La profesora que no era auxiliar dijo que la llevaran a cenar. Al entrar al comedor Jane se fijó que había muchas alumnas, aunque en realidad no pasaban de ochenta. Estaban estudiando y la señorita Miller ordenó a las instructoras que trajeran la cena. Jane tomó agua pero no comió y una vez acabaron se distribuyeron por las habitaciones. Eran largas y en cada cama dormían dos niñas. Rápidamente se durmió porque estaba muy cansada. Por la mañana se enteró de que había dormido con la señorita Miller.

Antes de que amaneciese escuchó una campana. Comenzó a vestirse y bajaron a rezar. Una hora después desayunaron, pero la gran mayoría no comió puesto que sabía horrible y era imposible comerlo. Después de desayunar se permitía hablar más fuerte hasta las nueve. Jane observaba las costumbres que tenían las alumnas y trataba de adaptarse. Se formó un gran silencio y las diferentes clases se pusieron a estudiar hasta las doce, cuando la señora que había ido a recogerla, que Jane notaba que era mucho más inteligente que las demás, repartió pan con queso a todas las alumnas por no haber podido comer en el desayuno, que pagaría ella. Después de esto salieron al patio donde había muchos huertos, y Jane al estar sola se dirigió a una chica que estaba leyendo apartada de las demás. Le preguntó varias cosas y sonó el timbre de ir a comer. Después de esto Jane ve como castigan a la chica con la que había hablado en el receso, le impresionó que soportara los castigos serenamente y sin mostrar ninguna emoción.

El día siguiente amaneció como el anterior, y tras hora y media de oraciones con un frío inaguantable Jane se puso a coser en el aula asignada. La señorita Scartched castigó severa e injustamente a su reciente amiga, Helen Burns. En cuanto pudo fue a ver a su amiga que estaba leyendo, y se pusieron a hablar. Jane pregunto por el carácter de las profesoras y asimiló las diferencias entre ellas. Poco después vino la jefa de clase y mandó a Helen a ordenar sus cajones. Durante esos tres meses la pasaron muy mal, por el invierno.

CAPÍTULO V

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El señor Brocklehurst hizo una visita a Lowood, Jane se encontraba resolviendo ejercicios en su pizarra y vio su llegada. Le temía por las cosas que le había dicho su tía sobre ella. Pero se dedicó a quejarse con la señorita Temple, sobre las raciones de comida y sobre la cabellera de las estudiantes. Entraron tres mujeres vestidas lujosamente, era la familia del señor Brocklehurst. Jane trató de ocultar su rostro con la pizarra, cuando se le deslizó y cayó al suelo estruendosamente. El señor Brocklehurst se fijó en ella y la hizo ir hasta él. La sentaron en una silla muy alta e hizo que todos la vieran y prestaran atención a lo que iba decir. Les dejó en claro a todos que Jane era una embustera, indigna de confianza y digna de malos tratos. Jane se sentía muy mal, le ordenó que se quedara allí media hora más.

Una muchacha se le acercó, era Helen Burns y le sonrió. Jane se sintió confortada y adoptó una actitud firme. A las cinco de la tarde se acabó la media hora, todas se habían ido al refectorio, Jane se sentó en el suelo a llorar. Se había esforzado mucho para sobresalir y ganarse un lugar, pero el señor Brocklehurst la había hecho quedar como el ser más malvado del mundo. Pensaba en la muerte cuando llegó Helen Burns con pan y café. La tranquilizó diciéndole que si era inocente, los ángeles se darán cuenta y cuando le llegue su hora Dios la reconfortará por todo lo que ha sufrido. Jane se sintió mejor. Se abrazaron y llegó la señorita temple, las invitó a su cuarto. La chimenea estaba encendida, por lo que era muy agradable. Primero le preguntó a Jane sobre las palabras del señor Brocklehurst y Jane se defendió. La señorita Temple le creyó y le dijo que escribiría al señor Lloyd para confirmar su relato, si era así, la reivindicaría públicamente, pero que por ahora ella sí le creía. Luego se dirigió a Helen y le preguntó por su tos, le tomó el pulso y su rostro se veía preocupado. Mandó a que le trajeran el té y compartió con sus dos alumnas, Jane se asombró de la conversación que mantenían la señorita Temple y Helen, sobre todo Helen pues todas sus virtudes parecían salir a flote. Se acabó la cena y fueron al dormitorio. La señorita Scartched regañó a Helen por tener su cajón desordenado y al día siguiente le colgó un cartel en la frente que decía “descuidada”. Cuando la señorita salió del salón, Jane quemó el cartel.

CAPÍTULO VI

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Luego de una semana, llegó la contestación del señor Lloyd, que afirmaba lo que jane había dicho. La señorita Temple se encargó de rectificarla ante todas las alumnas y maestras. Jane se sintió aliviada y luego de un tiempo, empezó a sobresalir y pronto empezó a estudiar francés y dibujo. Jane pensó que no cambiaría su vida Lowood por su vida en Gateshead. Llegaba la primavera, el frío disminuía y ya podían salir afuera en los recreos. Los jardines de Lowood estaban verdes y frondosos, pero las condiciones sanitarias eran pésimas y el pantano del bosque era un foco de infecciones, eso acompañado de las penurias que pasaron las alumnas en invierno, ocasionó que el tifus atacara a cincuenta de las ochenta alumnas de Lowood. Las que no estaban enfermas como Jane, podían andar a sus anchas pues todas las maestras o estaban cuidando a las enfermas o enviando a alumnas a sus casas cuando la enfermedad ya estaba muy avanzada. Algunas morían apenas llegaban a sus casas y otras fallecían en Lowood. Por dentro todo era muy deprimente, pero afuera era muy alegre. A Jane le gustaba estar sobre una gran roca que compartía con Mary Ann Wilson, una niña algo mayor de la que se había hecho amiga. Jane ya no pasaba tiempo con Helen pues ella estaba enferma de tuberculosis. Un día cuando Jane y Mary Ann volvieron del bosque muy tarde vieron un carruaje que pertenecía al doctor Bates. Alguien debía estar muy enferma para que el doctor las visitara tan tarde.

Jane se quedó plantando unas flores en su parcela y vio como el doctor se iba, le preguntó a la celadora por Helen y le respondió que Helen estaba muy enferma y que pronto iba a morir. Jane se fue a dormir, pero luego de dos horas se vistió y fue a buscar a Helen, sabía que estaba en el cuarto de la señorita Temple y fue hasta allí. Silenciosamente se acercó a la camita en la que estaba Helen y sin apartar las cortinas le habló pues temía que ya estuviese muerta. Helen la reconoció y le dijo que no estaba triste por su propia muerte, Jane la abrazó y se quedó dormida allí. Al día siguiente sintió como la cargaban hasta su habitación.

CAPÍTULO VII

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La tumba de Helen está en el cementerio de Brocklebridge, y en la lápida está escrita la palabra “Resurgam”. La fiebre tífica desapareció de Lowood, pero causó polémica en los alrededores, así todos se dieron cuenta del pésimo estado en que se encontraba Lowood. El señor Brocklehurst quedó como tesorero y una comisión se encargaría de todo lo demás. Jane pasó allí seis años como alumna y dos como profesora, y en ese tiempo puede dar testimonio de la gran mejora que presentaba Lowood. Jane se sentía muy feliz en Lowood, pero cuando la señorita Temple se casó y tuvo que irse, Jane se dio cuenta de que Lowood era apenas un pedacito de todo el mundo, y que ansiaba salir de allí. No podía ser completamente libre porque no tenía los medios, pero podía conseguir un empleo. Pero ¿cómo conseguiría empleo? Estuvo pensando, y cuando ya estaba agotada se le ocurrió que debía anunciarse en el periódico. Tomó su decisión y al día siguiente cuando fue al pueblo dejó su recado. Esperó una semana para poder ver los resultados. Había sólo una respuesta, algo decepcionada, volvió a Lowood. Leyó la carta y notó que quien la había escrito parecía una anciana, y se contentó pues no quería tener enredos.

Después de un mes de trámites obtuvo el certificado de su desempeño en Lowood, lo envió a la señora Fairfax, que era la que enviaba la nota, y recibió la respuesta, que dentro de quince días podía tener posesión de su cargo. Luego de los quince días Jane estaba preparada para irse. La noche anterior al viaje, recibió una vista, era Bessie. La puso al tanto de lo que pasaba en Gateshead, Eliza y Georgiana se llevaban mal y John le daba muchos disgustos a su madre. Bessie le preguntó si sabía tocar el piano, pintar, hablar francés y bordar, Jane respondió que sí a todo y Bessie quedó encantada. También le dijo que un tal señor Eyre había ido a Gateshead a preguntar por ella, pero que su tía lo había ahuyentado y el señor se fue muy disgustado. Parecía ser un exportador de vinos. Se despidieron y al día siguiente Jane subió al carruaje que la llevaría a su nueva vida.

CAPÍTULO VIII

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El viaje duró dieciséis horas, Jane creyó que la buscarían apenas llegase, pero no había nadie, así que buscó posada. Un camarero le dijo que alguien la esperaba afuera. Era un cochero que la llevaría a Thornfield. Tardaría hora y media para llegar y en el camino Jane fue analizando su situación, al parecer la señora Fairfax, la que le había contestado el anuncio, era una anciana que vivía sola con la niña. Ya estaban cerca, pasaron por una iglesia y por un pueblo y el conductor abrió una reja. Llegaron a una casa y una sirvienta hizo pasar a Jane. La llevó hasta un cuarto muy iluminado donde estaba la señora Fairfax tejiendo y con un gato a sus pies. La señora era tal como se la imaginó solo que más amble y humilde. La llenó de atenciones y hasta fue a verificar que hubiesen llevado su equipaje a su habitación. Cuando volvió Jane le preguntó por la niña a la que iba a enseñar, era la señorita Varèns, que no era familiar de la señora Fairfax. Jane no hizo más preguntas y la señora la condujo a su habitación, que era sencilla y moderna, Jane agradeció a Dios y se quedó dormida. Al día siguiente su habitación le pareció muy bonita y alegre. Se arregló lo más sencilla que podía pero cuidando su aspecto, ya que no se consideraba una mujer hermosa.

Contempló la casa por primera vez. Apareció la señora Fairfax y hablando con ella Jane supo que el verdadero propietario de la mansión era el señor Rochester, pero que venía muy poco. De la casa salió Adèle, seguida por su niñera, Jane se dio cuenta de que ambas eran extranjeras pues hablaban en francés, la señora Fairfax le dijo que Adèle mezclaba el inglés y el francés. En el desayuno Adèle estudió a Jane y luego empezó a decirle rápidamente que estaba feliz de que Jane supiera hablar francés tan fluidamente, y la señora Fairfax le pidió que le preguntara por su familia. Adèle antes vivía con su madre pero murió y fue a vivir con otra dama hasta que el señor Rochester le ofreció vivir en Inglaterra. Además sabía cantar, recitar poesía y bailar. Jane decidió empezar suavemente con los estudios y cuando terminó la señora Fairfax le dio un recorrido por la mansión, Jane oyó una carcajada siniestra y se espantó la señora Fairfax le dijo que era Grace Poole, una sirvienta que ayuda a Leah, la otra sirvienta. Después de eso fueron a comer.

CAPÍTULO IX

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Jane seguía pasando sus días en Thornfield, sin más novedad y se iba decepcionando, pues a pesar de que en un principio sólo quería tranquilidad, ahora pensaba diferente. Un día Jane le dio día libre a Adèle y la señora Fairfax le entregó una carta para que la vaya a dejar en Hay, Jane tomó esa tarea como un paseo pues Hay quedaba a dos millas. Se abrigó y se dedicó a disfrutar el paisaje. Casi a medio camino se sentó y contempló la mansión de Thornfield hasta que se ocultó el sol entre los árboles, luego volteó la vista hacia el lado opuesto para ver la luna y oyó sonido característico del correr de un caballo interrumpió su ensoñación. Jane al principio pensó que podía ser uno de esos espíritus que en forma de caballo o de perro gigantesco asaltaba a las personas. Vio a un enorme perro de manchas blancas y negras, y tras de él iba un jinete montado en su caballo, ella no le prestó atención hasta que un poco más lejos escuchó una maldición y un golpe. El perro empezó a ladrar y a dar vueltas alrededor de su amo, miró hacia Jane y fue hacia ella como pidiendo ayuda. Jane le hizo caso y trató de ayudar al señor, al principio no quiso aceptar su ayuda, pero después cedió. Luego de eso el jinete se fue un poco adolorido y Jane también, aunque en dirección opuesta. El hombre era de complexión gruesa y los rasgos de su rostro eran también fuertes. Dejó la carta y caminó de regreso a Thornfield.

Cuando llegó encontró a Piloto, el perro del señor al que ayudó, echado frente a la chimenea de una salita, lo saludó y preguntó a Leah. Ella le dijo que el señor Rochester había llegado con el tobillo dislocado y habían mandado llamar al médico. Luego llegó la señora Fairfax y le confirmó eso. Al día siguiente el señor Rochester se quedó durmiendo hasta tarde porque lo había dicho el médico y cuando se había levantado lo hizo para atender a todas las personas que llegaban a visitarle. La casa estaba llena de visitas, y a Jane le agradaba eso, aunque Adèle tratase de escabullirse para ver a las visitas del señor Rochester, en la tarde le permitió a Adèle descansar y el ama de llaves le transmitió la invitación del señor Rochester para que ella y Adèle tomasen el té con él.

CAPÍTULO X

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La señora Fairfax le dijo que tenía que ponerse elegante y Jane le hizo caso. Bajó al comedor y el señor Rochester hizo como que ellas no estaban ahí y luego llamó a Jane y la atiborró de preguntas. El señor Rochester era voluble y tosco al hablar, le ordenó que tocara el piano y que le trajese sus dibujos y cosas así. Luego ordenó que fuese a acostar a Adèle, cuando terminó habló con la señora Fairfax, que le contó que el señor Rochester antes no era dueño de esa propiedad debido a que su hermano mayor había muerto y la herencia de su padre se la dieron a él, estaba enemistado con su familia y que seguramente por los malos recuerdos no le gustaba ir a Thornfield. Jane no preguntó más. Durante los días siguientes Jane vio pocas veces al dueño de casa, sólo en encuentros casuales que se limitaban al saludo.

Una tarde mandó llamar a Adèle y a ella, arregló a la niña y fueron hacia el comedor. El señor Rochester le dio a Adèle una cajita, que ella empezó a desenvolver muy encantada y le dio la orden de que permaneciera lo más callada posible y hablara sólo con la señora Fairfax. Luego llamó a Jane a su lado y le dijo que se encontraba con ganas de charlar y que ella era la indicada para cumplir eso, pues no podía llevar una conversación con Piloto, ni con Adèle, ni con la señora Fairfax. El señor Rochester le pedía a jane que hable, pero ella no sabía qué decir pues él era muy voluble y no se sabía como reaccionaría. El señor Rochester hablaba de que era un pecado y que el remordimiento era el veneno de su existencia, Jane no le entendía, pero le decía que podía rectificarse. Así hasta que le dijo que Adèle seguramente se probaría el vestido que le había traído y volvería convertida en una miniatura de Celine Varens, y que después le explicaría sobre ese asunto en particular, las mandó a dormir de una manera un poco tosca. Más tarde se explicó, en otra oportunidad en la que llamó de nuevo a Adèle y a Jane. Mandó a Adèle que jugase con Piloto y llevó a pasear a Jane. Le explicó su situación con Celine Varens, la madre de Adèle, una bailarina francesa.

CAPÍTULO XI

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El señor Rochester le contó a Jane que Celine lo llenaba de halagos, y que él creía ser su ídolo. Tanto así que la llenaba de joyas y de regalos, la alojó en un hotel. Una noche, el señor Rochester llegó al hotel sin avisar y esperó a Celine en el balcón, se hallaba muy cegado por las palabras de Celine, que decía que lo prefería a él a pesar de su apariencia. Vio llegar el carruaje que le había comprado a Celine, y la vio bajar a ella, y estaba a punto de gritarle para que lo vea, cuando vio que un hombre más bajaba del carruaje, era un general que le causaba aversión. Sintió celos, y en este punto se desvió de la conversación, mirando hacia la mansión de Thornfield con profunda aversión y diciendo que adoraba estar allí, pero que al mismo tiempo la aborrecía. Luego continuó diciendo que se había quedado en el balcón y pudo escuchar todo lo que decían sobre él, se presentó ante ellos y desalojó a Celine dándole un poco de dinero para que se vaya. Luego de seis meses había nacido Adèle y le había dicho que era su hija, pero él tenía sus dudas. Tiempo después la había abandonado para fugarse con un amante. Y después se había traído a Adèle a Thornfield. Terminó la conversación y Jane se entretuvo jugando con Adèle y con Piloto, al fin le pareció que Adèle era una buena niña, aunque frívola no tenía malas inclinaciones.

Esa noche se quedó pensando en la conversación con el señor Rochester, y que en todo ese tiempo la había estado tratando bien, que ya no le parecía feo y parecía haber matado sus vicios. Oyó unos murmullos, se levantó y le echó cerrojo a su puerta. Después yoyó una risas siniestra y se la atribuyó a Grace Poole. Luego oyó la puerta del pasadizo cerrarse y salió a buscar a la señora Fairfax. Vio una bujía encendida y humo que salía del cuarto del señor Rochester, inmediatamente corrió hacia allí y con el agua de unas jarras pudo apagar el fuego, el señor Rochester se despertó maldiciendo pues le había caído buena cantidad de agua. Jane le contó todo y él se fue al tercer piso diciéndole que se quedara allí, luego volvió y le agradeció, le tomó la mano y a pesar de que se había despedido más de una vez no la soltaba, Jane se imaginó un pretexto y se fue a dormir.

CAPÍTULO XII

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Jane se levantó de la cama apenas amaneció, pues no podía dormir. Temía y ansiaba a la vez su encuentro con el señor Rochester, después de la noche anterior. Dio clases a Adèle y luego al pasar por el cuarto de Rochester vio a Grace Poole y trató de hacerle confesar que ella había querido quemar al señor Rochester, pero para su sorpresa Grace estaba muy serena. Pensó que quizás Grace era amada por Rochester para que no hubiese sido despedida después del episodio de la noche anterior, pero eso le parecía imposible y derivó sus pensamientos a que quizás ella misma podría ser el objeto del amor de Rochester, y se turbó. Luego de eso se le fue el temor y ahora tenía verdaderas ganas de ver al señor Rochester para conversar sobre la noche anterior y sobre Grace Poole, y lo siniestra que resultaba.

Pero el encuentro no se dio, en la noche Jane se enteró por la señora Fairfax de que el señor Rochester se había ido a casa de un tal señor Eshton, y que iba a pasar allí muchos días, pues se divierten mucho, además que Rochester era muy apreciado. Habló de una tal Blanche Ingram, una mujer muy hermosa y que incluso había mostrado sus dotes como cantante cuando había interpretado un dúo con el señor Rochester. Blanche Ingram aun no se había casado y Jane trataba de meter a la conversación el enlace entre Blanche y el señor Rochester, pero llegó a Adele y la conversación se desvió a otros temas. Esa misma noche, Jane se sentenció a sí misma por haberse ilusionado creyendo que Rochester la amaba y se ordenó a sí misma desaparecer esos sentimientos; mediante la comparación de dos dibujos que ella misma haría, uno suyo sin aligerar sus defectos, y otro de lo que imaginaba de una mujer hermosa como Blanche, Ambas imágenes surtieron el efecto que esperaba y cada vez que creía que el señor Rochester a amaba, comparaba ambas imágenes y se desengañaba, de esta manera podía ocultar lo que sentía también a los demás. Mientras tanto pasaban los días y no se oían noticias de Rochester, la señora Fairfax le decía que no se extrañara que se fuera de viaje y no volviera hasta el año siguiente. Al oír eso Jane se sintió malo, pero recordó que la ida del señor Rochester no tenía por que afectarle.

CAPÍTULO XIII

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Un día reciben una carta del señor Rochester, en la que anunciaba que volvía a Thornfield, pero con invitados. La señora Fairfax tendría que contratar más sirvientes para que la ayuden a atender la casa. Jane también tendría que ayudar y suspendió las enseñanzas de Adèle. Se encontraba de buen ánimo pues Rochester volvía y además toda la casa se arreglaba y limpiaba. El jueves por la tarde llegaría y Jane se encontraba con Adèle en el cuarto de estudio. Se estaban tardando así que la señora Fairfax mandó a John para que fuese a ver. Poco tiempo después volvió y detrás del venía el señor Rochester a caballo, acompañado por una señorita y otros dos jinetes más. La señorita era Blanche Ingram. Adèle quiso ir a ver como se cambiaban las señoras, pero Jane la retuvo. Se oía un gran bullicio y cuando cesó Adèle le dijo que era porque se estaban cambiando. Jane tenía hambre y bajó a la cocina para traer comida para ella y para Adèle. Luego de comer, a la niña empezaba a vencerle el sueño, así que la llevó a su habitación y la hizo dormir.

Al día siguiente hizo buen tiempo y los invitados salieron a dar una excursión. Jane notó que Blanche Ingram era la que más se apegaba a Rochester, y según veía el sentimiento parecía mutuo. La señora Fairfax le avisó a Jane que el señor Rochester la invitaba a que estuviese presente en el salón con todos sus invitados. Adèle se preparó para ser presentada y Jane se vistió con el traje gris que usó para la boda de la señorita Temple. Entró al salón con Adèle antes que los demás y se quedó en un rincón. Pudo ver a las señoras y a los caballeros, quedó impresionada por sus vestimentas y estuvo contemplándoles. Notó que Blanche era muy altiva y orgullosa, y hablaba pestes de la institutrices a pesar de saber que había una presente. Rochester cantó y Jane se fue en cuanto se acabó la melodía. Salió sin que nadie la notase, pero luego de recoger su zapato se encontró cara a cara con el señor Rochester. Él insinuó que debía quedarse en el salón un rato más, pero Jane parecía a punto de llorar y alegando cansancio se marchó a su habitación. Los días en Thornfield pasaban muy alegres y bulliciosos debido a que la casa estaba llena de vida.

CAPÍTULO XIV

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Empezó a llover y al no poder salir, los invitados jugaron a las adivinanzas. El señor Rochester quiso invitar a Jane a jugar, pero ella se negó. Blanche Ingram se dirigió despectivamente a ella, en cambio Jane sólo tenía ojos para Rochester y contemplándolo se dio cuenta de que era en vano que tratase de eliminar sus sentimientos hacia él, lo amaba e iba a seguir haciéndolo aunque sabía que no podía ni soñar en casarse con él. Además había descubierto que no tenía celos de Blanche, pues era demasiado orgullosa y prepotente, hablaba por hablar, y restregaba a los demás sus conocimientos y disfrutaba con ello. Jane sabía que Rochester también sabía eso, pero también sabía que si se casaba con Blanche, quedaría bien ante toda la sociedad y era lo más indicado, en cierta forma envidiaba a Blanche pues si se casaba con Rochester podría analizar profundamente su carácter tan complejo.

Había notado que Rocheste y Blanche eran la parte central de la reunión, aunque más el señor Rochester, pues un día tuvo que atender sus asuntos y ya que por la tarde llovía no habían podido ir a visitar un campamento gitano. Adèle dio aviso de que Rochester llegaba, pero en realidad era un tal Richard Mason, hombre atractivo pero con expresión vacía. Blanche reprendió a Adèle duram,ente por la falsa alarma, luego de un rato entró un criado a decir que había llegado una gitana que solicitaba decirles el destino. Luego de deliberar aceptaron, pero la gitana quería que la visitasen en la biblioteca y que sólo fuesen mujeres jóvenes. Blanche fue la primera y volvió disgustada, luego fueron todas juntas Mary Ingram, Amy y Louisa Eshton. Volvieron muy conmocionadas y el criado se acercó a Jane para decirle que la gitana sabía que había una muchacha más y que tenía que ir, Jane tenía curiosidad y aceptó gustosa. En la biblioteca encontró a la gitana sentada en un amplio sillón leyendo un librito negro, Era una anciana de de rostro muy oscuro, y las alas de sus sombrero y sus bucles ocultaban parte de él. Jane se sentía tranquila y se sentó en la alfombra, frente a la gitana.

CAPÍTULO XV

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La anciana la observó minuciosamente y le habló como si supiera que Jane no le iba a creer, Jane sospechaba de la anciana, pues no hablaba como gitana y además ocultaba su rostro, estuvo en guardia en todo momento. La gitana le insinuó que tenía a su alcance la felicidad, que bastaba con que actuara. También le insinuó que podría estar interesada en Rochester y en su futuro matrimonio con Blanche Ingram, y trató de hacerle hablar de sus verdaderos sentimientos, pero Jane ya se olía una trampa. Al final la gitana empezó a hablar de una forma diferente, le dijo que se marchara, pero Jane no lo hizo y vio como la anciana se convertía en el señor Rochester luego de sacarse el disfraz. Él le preguntó como habían tomado lo de la gitana sus invitados y Jane le respondió que las señoras habían sido las más afectadas. Le contó que Richard Mason lo buscaba y Rochester palideció, y le pidió que le trajera vino y observara lo que hacía Mason con los invitados. Jane así lo hizo, y Blanche la miró irritada cuando se acercó al vino, Mason charlaba alegremente con los invitados. Rochester se tranquilizó y mandó llamar a Mason. Después de esto Jane se fue a dormir.

Avanzada la noche Jane se despertó, y al cerrar su cortina oyó un grito espeluznante, que venía del tercer piso. Se vistió y salió al pasillo, todos los invitados también habían despertado preguntándose qué había pasado. El señor Rochester bajó del tercer piso algo alterado y explicó que había sido una de las sirvientas que era nerviosa y que había tenido una pesadilla. Mandó a todos a dormir, Jane obedeció, pero se quedó vestida y decidió acostarse así a modo de precaución. Llamaron a su puerta, era el señor Rochester que solicitaba su ayuda. Jane llevó una esponja y sales que le pidió Rochester. Subieron al tercer piso y entraron a una habitación que Jane antes había visto tapizada, Pero que ahora no lo estaba y mostraba una puerta oculta. Apoyado en una butaca estaba un, pálido y ensangrentado en el hombro y brazo, señor Mason. El señor Rochester le limpió la herida con la esponja y lo atendió un momento. Luego le dijo a Jane que lo hiciera y que no le hablara pues él volvería luego.

CAPÍTULO XVI

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Jane obedeció y atendió al señor Mason que se lamentaba, al parecer había entrado a hurtadillas a ese cuarto secreto, y quien estaba encerrada allí lo había mordido. Luego de dos horas Rochester volvió con un doctor y en quince minutos lo tuvieron listo para irse. Jane fue a avisar al cochero y luego de que el señor Mason y el doctor Carter se hubiesen ido, llamó a Jane a dar un paseo por el jardín. La hizo tomar asiento en un banquito y allí le empezó a pedir que se imaginara que era una muchacha engreída y que hubiese cometido un error por el que había tenido que hacerse cargo y luego huir, y después de vagar durante años volviese a su casa y encontrase a un ser como de otro mundo en el que halla todo lo que siempre ha buscado. Jane no lo entiende, y el señor Rochester parece callar algo que quería decir, y le pide que el día antes de su boda con Blanche Ingram, lo acompañe. Jane acepta muy a su pesar. Rochester ve que dos de sus invitados ya están levantados y corre a saludarlos.

Jane había estado soñando con un niño que a veces estaba triste y otras, alegre, algunas veces huía y otras, se sentaba en su regazo. Al día siguiente la mandaron a llamar pues alguien en el gabinete de la señora Fairfax la buscaba. Era Robert Leaven, cochero de Gateshead y esposo de Bessie. Le informó que John Reed se había suicidado y que la señora Reed había quedado casi paralítica. Había logrado decir que quería hablar con Jane. Jane aceptó ir, y de inmediato fue a pedirle permiso al señor Rochester, tuvo que irrumpir en el billar por lo que Blanche la había fulminado con la mirada, y el señor Rochester antes de acceder la había bombardeado de preguntas. Al final le dio un adelanto de su sueldo y la dejó ir. Jane partió en la mañana del día siguiente, primero fue a la portería, a visitar a Bessie, se entretuvo un buen rato conversando y luego Bessie la llevó a la mansión. Entró al cuarto de desayunar y encontró allí a dos muchachas, una, la que supuso que era Eliza, era alta y su vestimenta, acompañada de un rosario y un crucifijo, era ascética.; la otra, era una joven de rostro muy bello y de cabello rizado y dorado. Ambas la saludaron secamente y la estudiaron con la mirada.

CAPÍTULO XVII

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Jane preguntó por su tía, pero no querían darle respuesta, así que le pidió al ama de llaves que le preparase una habitación para una o dos semanas. Bessie le anunció que la señora Reed ya estaba despierta y se dirigió con ella al cuarto de su tía. Al verla no sintió la ira que le provocaba en su niñez, sino una especie de verdadera pena. Trató de mostrase afectuosa pero su tía la rechazó, Jane se contuvo y le preguntó el motivo por el que la había llamado. La señora Reed le dijo que necesitaba recordar bien, se veía muy desorientada, se le perdía la mirada y hablaba de Jane como si ella no estuviera en la habitación, así se enteró de que realmente le disgustaba y que la madre de Jane le parecía una antipática pues era la única hermana del señor Reed y él la quería mucho, cuando murió, el señor Reed quedó destrozado y se empeñó en criar a Jane, la señora Reed dijo que se encargaba más de ella que de sus propios hijos, y cuando murió el señor Reed le hizo prometer que la cuidaría, y la señora Reed se sentía indignada y por eso también la odiaba y quería que hubiese muerto en la epidemia que hubo en Lowood. Luego empezó hablar de John como si todavía estuviese vivo. En este punto Bessie tuvo que darle un sedante y abandonaron la habitación.

Pasaron diez días antes de que pudiese retomar su conversación con al señora Reed, en esos días trató de relacionarse con Georgiana y Eliza, y antes de lograrlo se dedicó a dibujar y pintar. Sin querer había hecho un retrato del señor Rochester, que había atraído la atención de sus primas, Jane les hizo un retrato a cada una y Georgiana se puso de buen humor, llevándola a caminar y narrándole su vida sentimental. Había estado a punto de fugarse románticamente con un tal Lord Edwin Vere, pero había sido frustrado, a Jane le dio la impresión de que Georgiana parecía ignorar alegremente la situación de su familia. También se dio cuenta de que Eliza parecía tener cada minuto de su tiempo dispuesto a alguna tarea importantísima, y asistía a misa cada vez que había una. Ambas hermanas no se hablaban, excepto una en la que Eliza sermoneó a Georgiana por su superficialidad y por andarse quejando, a lo que Georgiana respondió que seguramente era por envidia, pues había frustrado su romance actuando como espía. Luego cada una se había puesto hacer una cosa diferente y Jane se dirigió al cuarto de su tía.

CAPÍTULO XVIII

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Jane encontró a su tía sola, y fue a mirar por la ventana, su tía le habló y la reconoció, pero atribuyó su presencia a sus delirios, Jane le explicó que sí era ella, su tía lo entendió y le dijo que en dos veces había quebrantado la promesa que le hizo a su marido, la primera vez tratándola mal y la segunda, al no entregarle una carta que había llegado de un tío de Jane por parte de su padre. La carta expresaba el deseo de su tío por acoger a Jane Eyre, puesto que tenía dinero y no tenía más familia; la señora Reed le dijo que le había respondido a su tío que lamentablemente Jane había muerto en la epidemia que hubo en Lowood, la señora Reed tenía remordimiento y la conminó a escribirle en ese instante a su tío. Jane le dijo a su tía que la perdonaba de corazón y después de eso, se retiró. A medianoche falleció su tía, y al día siguiente Eliza entró con ella para ver a la señora Reed por última vez. Georgiana estaba llorando y no había querido ver a su madre.

Antes de volver a Thornfield, pasó un mes, pues después de los funerales Georgiana le pidió que por favor la acompañase hasta que se fuera a Londres con su tía Gibson, Jane había soportado a Georgiana hasta que se fue, pero Eliza le pidió que se quedara también, luego le dijo que se marchaba a convertirse a católica y que luego sería monja, a jane no le impresionó esto y se despidió de su prima. Georgiana se casó mucho después con un hombre rico y que Eliza era superiora de un convento. Su vuelta a Thornfield había sido muy aburrida, la señora Fairfax le había escrito a Gateshead diciendo que los invitados ya se habían ido y que el señor Rochester se había ido a Londres por asuntos de su matrimonio. Jane decidió caminar desde Millcote hasta Thornfield y dejó su equipaje encargado en la posada de Millcote. Cuando se acercaba a la mansión vio que Rochester estaba en la entrada escribiendo algo, él la vio y la llamó, le habló muy amablemente y le preguntaba si se había olvidado de él. Jane se esforzaba por controlarse y no mostrar su amor y luego de que la hiciese pasar, y sin evitarlo le dijo a Rochester que su hogar estaría siempre donde estuviera él, dicho esto entró corriendo a la casa y saludó a Adèle y a la señora Fairfax. Al tomar el té, rezó pues se hallaba muy a gusto con la anciana y la niña.

CAPÍTULO XIX

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Pasaron quince días de felicidad para Jane, se hallaba muy a gusto en Thornfield, sobretodo porque el señor Rochester se comportaba más amable que nunca y Jane sentía que lo amaba como nunca. Una tarde muy tranquila, en la que Adèle se había dormido antes porque estaba agotada, Jane salió a pasear al huerto. Estaba caminando y vio al señor Rochester, y creyendo que no la notaría trató de alejarse de allí, pero Rochester la vio y la llamó a su lado. Le preguntó si le gustaba Thornfield y si le había tomado cariño a la señora Fairfax y a Adèle. Jane asintió, se sentaron debajo de un castaño y luego la conversación derivó a su futuro matrimonio con Blanche y sobre que Rochester le ofrecía un trabajo a Jane en Irlanda, pues al casarse tendría que enviar a Adèle a un colegio, Jane ya estaba llorando silenciosamente pues en serio no quería alejarse de él. Rompió a llorar convulsivamente luego de unas palabras más y Rochester le dijo que la quería y que sentía que sus corazones estaban unidos; Jane no le creía y lo tomaba como una burla, así que se paró y le anunció que se iría a Irlanda, Rochester la estrechó en sus brazos y le dijo que no pensaba casarse con Blanche, Jane quería zafarse de él pero Rochester siguió hablando y diciéndole que la única mujer a la que quería era ella y que quería casarse con ella. Jane por fin le creyó y dejó de resistirse. Se inició una tormenta y Rochester la llevó hasta la puerta de la mansión, y al entrar la besó varias veces, no se percataron de la señora Fairfax que los veía pálida y asombrada. Jane subió corriendo a su habitación, y a pesar de la tormenta se sentía muy feliz. Al día siguiente Adèle le dijo que un rayo había destruido al castaño.

A la mañana siguiente creía que todo era un sueño, y hasta su semblante había cambiado. La señora Fairfax la llamó a desayunar fríamente y luego había subido a dar clases a Adèle, pero Edward la había enviado a jugar, entró a la habitación y él la saludó con un beso y un abrazo. Edward le anunció que en cuatro semanas se casarían, y que la cubriría de joyas. Jane lo hizo volver en razón y le pidió que por favor le responda porqué le había hecho creer que se casaría con Blanche, pareció tranquilizarse luego de esa pregunta, y él le dijo que era para que por los celos ella se enamorara tanto de él como él de ella. Jane le pidió que hable con la señora Fairfax.

CAPÍTULO XX

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El señor Rochester llevó a Jane a comprarle vestidos, pero Jane no quería lujos y lo contrariaba. Jane tomó la decisión de alejarse de él y no ceder, para mostrarle el lado más duro de su carácter, Edward hacía berrinche, pero Jane sabía que hacía lo correcto. En todo ese tiempo su prometido pasó a ser el centro de su vida.

Una noche, Jane esperaba a Edward, que se había ido a atender sus asuntos, porque deseaba contarle lo que la noche anterior le había sucedido. Jane estaba muy angustiada y a pesar de la lluvia decidió caminar hasta encontrarse con él. Rochester la alcanzó montado en su caballo y la hizo subirse con él. Jane le recibió cariñosamente, y en cuanto se instalaron frente al fuego, Jane comenzó a contarle todo lo que le había pasado. Sophie le había entregado un velo que Edward había encargado desde Londres y su vestido de bodas. Esa noche tuvo dos pesadillas, la primera era sobre que jane cargaba a un niñito desconocido en los brazos y que Edward estaba yéndose montado en su caballo, Jane trataba de alcanzarlo, pero su cuerpo no le respondía y él se alejaba cada vez más. La segunda era sobre Jane que se hallaba en las ruinas de Thornfield, cargando al niñito que desesperado la apretaba tanto el cuello que casi la estrangulaba, ella quería subir a un muro para ver cómo Edward se marchaba en su caballo, luego de mucho esfuerzo logró hacerlo pero el muro cayó abajo y se despertó. Cuando despertó encontró una luz prendida en su habitación y de su armario abierto salió una mujer que no conocía, la mujer se probó el velo y luego lo partió en dos, apagó la luz y se acercó a Jane, tanto que Jane se desmayó. Al día siguiente vio el velo destrozado y supo que la mujer no había sido un sueño. Rochester parecía preocupado y trató de tranquilizarla diciéndole que esa mujer era Grace Poole y que seguramente se había confundido, la mandó a dormir en el cuarto de Adèle y Jane no pudo dormir esa noche, veló el sueño de Adèle y en cuanto amaneció se separó de Adèle, sollozando en silencio. Sophie empezó a vestirla a las siete de la mañana, y tardó bastante, Edward estaba impaciente.

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CAPÍTULO XXI

Fueron corriendo hasta la iglesia y cuando el sacerdote preguntó si había algún impedimento, un hombre apareció y Richard Mason con él, Edward ya estaba casado, con la hermana de Richard, Bertha Mason. Edward pidió al sacerdote; a Briggs, que así se llamaba el hombre desconocido; y a Mason que lo acompañaran. Tomó a Jane del brazo y no la soltó hasta que todos estuvieron dentro del cuarto secreto en el tercer piso. Jane distinguió la figura de Grace Poole y luego a la mujer que había aparecido en su cuarto. La mujer se irguió y se abalanzó sobre Rochester, luego de forcejear, él le ató las manos la espalda y les explicó que esa era su esposa, que no lo juzguen si quería ocultarla y rehacer su vida con Jane, que era lo que siempre había buscado. Luego los tres hombres se fueron y Jane se encerró en su habitación, se sentía desamparada y tenía un amargo dolor. En todo ese día no había comido nada y salió de l habitación, se iba a caer pero Edward la sujetó y la llevó a la biblioteca, le dio vino y la alimentó. Cuando jane estuvo mejor le contó cómo es que se había casado con Bertha.

Él era joven y su padre había concertado su matrimonio con ella pues su dote era de treinta mil libras, cegado por su inocencia y casi sin conocerla se casó con ella y a lo largo de cuatro años la verdadera Bertha se fue revelando. Una noche resolvió volver a Inglaterra y dejar a la loca allí para darse una vida por todo le continente europeo. Lo hizo así y buscaba una mujer que fuese lo opuesto a Bertha pero no la hallaba, al final se consiguió amantes, como Cèline, pero cansado de ellas volvió a Inglaterra y encontró a Jane, que parecía un ser de otro mundo, la espiaba y luego de un tiempo se había enamorado perdidamente de ella, percibió que Jane lo correspondía y quiso casarse con ella, decidió que le diría la verdad cuando ya estuviesen casados, le pidió a Jane que se quedara con él a pesar de Bertha, pero Jane sabía que eso no era lo correcto, él ya estaba casado y tenía que cuidar de su decoro, así que le anunció que se iba de Thornfield, él se quedó desesperado y Jane se fue a dormir. Apenas empezó a amanecer, Jane cogió su equipaje y se fue. Tomó un coche que iba a un lugar que ella no conocía para alejarse del señor Rochester.

CAPÍTULO XXII

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Luego del viaje, se dio cuenta de que había olvidado su equipaje y desamparada y de noche se echó a dormir detrás de una saliente roca. Comió unos arándanos que encontró y al día siguiente caminó, cuando estaba a punto de rendirse encontró un aldea. Al ver una panadería quiso tener un pan intercambiándolo por sus guantes o su pañuelo, pero desistió y preguntó si había algún trabajo, la señora, disgustada, le dijo que no, las mujeres de allí se las arreglaban como podían. El hambre la estaba matando y al encontrar la casa del párroco, preguntó por ayuda, pero el párroco estaba de viaje. Luego de vagabundear durante cuatro días, y a punto de desfallecer, vio una luz a lo lejos y caminó hacia ella. Por la ventana vio que habitaban la casa dos señoritas y una señora, que parecía la doncella. Tocó la puerta y la doncella no confió en ella y le dio un pedazo de pan. Jane estaba a punto de desmayarse en la puerta de la casa cuando un joven le ofreció ayuda y la dejó pasar a la casa. La doncella era Hannah, y el hombre era el reverendo John. Luego de recuperarse Jane decidió usar un seudónimo, Jane Elliot, John le preguntó por su lugar de origen, pero Jane no quería hablar de su pasado, así que los tres hermanos discutieron para tomar una decisión acerca de Jane. Al día siguiente llevaron a Jane a un cuarto de huésped.

Pasaron los días y a Jane le agradaba conversar con Mary y Diana Rivers, que así se llamaban las señoritas, eran muy cultas y trabajaban de institutrices. Jane aprendía alemán y ella les enseñaba pintura. Le había pedido a John Rivers que le consiguiera trabajo, y él le consiguió uno de profesora, ella aceptó. Un día recibieron una carta que anunciaba la muerte de un tío con el que no tenían buenas relaciones, y que le había heredado toda su fortuna a otro pariente. Al día siguiente todos se habían ido y la casa quedó vacía. A Jane le habían dado una casita, ella se sentía muy cómoda, pero pensó en el señor Rochester y no pudo evitar llorar. Recibió la visita de John Rivers que vino a entregarle un regalo de sus hermanas, contemplaron la puesta de sol, hasta que la señorita Oliver apreció y después de invitar a John a ver a su padre y él negarse, ambos se fueron.

CAPÍTULO XXIII

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Jane disciplinó a sus alumnas y con mucho gusto observó que se esforzaban en aprender y mejorar. Rosamond Oliver la visitaba frecuentemente, en especial cuando John daba clases de catecismo. Jane notó que ambos estaban enamorados, pero John era el que se rehusaba. Una tarde Rosamond encontró las acuarelas y las pinturas de Jane y le pidió que le hiciera un retrato. Jane lo hizo, pero ya no había luz así que Rosamond volvió al día siguiente acompañada de su padre que también elogió el talento de Jane y ella pudo notar la preferencia que tenía Rosamond por John. Una tarde John visitó a Jane, y vio que ella estaba retocando el retrato de Rosamond, quedó perplejo. Jane lo hizo hablar acerca de sus sentimientos hacia Rosamond, y él le explicó que no podía casarse con ella porque tenía otros planes con su vida, que estaban dedicados completamente a Dios. Luego, cuando estaba a punto de irse, observó unas pruebas de color que Jane había hecho, recortó un trozo y se fue. Luego volvió, pero no dijo nada. Jane trató de entablar una conversación, y luego John le contó la historia de Jane Eyre, aunque no dijo su nombre, Jane lo sabía y le dijo su verdadero nombre. John le explicó que la buscaba un señor Briggs, pues su tío de Madeira había muerto y le dejaba su fortuna. Jane le preguntópor que sabía eso él, y él le dijo que se llamaba John Eyre Rivers y por tanto era su primo. A Jane eso la hizo feliz, pues ahora sabía que tenía tres primos con los que se llevaba bien, y decidió dividir su fortuna entre los cuatro, y dejaría de trabajar como profesora.

Luego junto a Hannah preparó la casa de sus primos para su llegada, John se mostró muy frío, pero Diana y Mary la saludaron cariñosamente. Pasaron los días y John le pidió a Jane que aprendiera indostaní en vez de alemán. Jane no pudo negarse y descubrió que Jane era un maestro exigente pero paciente. Ella aún seguía pensando en Edward y escribió cartas a Thornfield que no fueron respondidas. Diana le preguntó a John por Rosamond y éste le respondió que se había prometido con un joven rico apellidado Gransby. Más tarde, Jane y John salieron a dar un paseo, en el cual John le pide matrimonio a Jane, pues tenía los requisitos para acompañarla en su misión a la India. Jane sólo podía acompañarlo como su hermana, pero John no quería ceder; al final Jane se molestó. Parecía que John estuviese resentido, pero lo negó. John ya tenía que irse y seguía insistiendo con Jane, Diana se dio cuenta y Jane le contó lo que pasaba. Luego de una semana, John se fue a su misión.

CAPÍTULO XXIV

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La noche antes de que John se fuera, Jane oyó una voz que la llamaba, era Edward. Se sobresaltó y se preocupó mucho. Al día siguiente salió de su casa hacia Thornfield pues tenía un presentimiento. Cuando llegó a Thornfield, se dio con la sorpresa de que toda la casa estaba en ruinas, como en su pesadilla. Le preguntó a un posadero, que le explicó que hace un año, la loca había incendiado la habitación en la que estaba Jane; la señora Fairfax se había ido a vivir con otros parientes y Adèle estaba en un internado, el señor Rochester salvó a los criados y quiso salvar a su esposa, pero ella se lanzó desde el ático y murió, Edward quiso salvarse, pero tuvieron que amputarle una mano y quedó ciego; el posadero le dijo que ahora Rochester vivía en un caserío alejado. Jane le pidió que la llevara hasta allí y llegó al anochecer.

Tuvo que caminar y pensó que se había perdido hasta que halló la casa y vio a Edward, pero él no la veía. Entró y la recibió John, el cochero; Mary, su mujer, la hizo pasar y Jane llevó el agua que Edward le había pedido a Mary. Al entrar le entregó el vaso y cuando habló, Edward creyó que se trataba de una ilusión y estrechó su mano mientras no paraba de preguntarle si era real. A Jane le dolía ver a Rochester incapacitado, pero sabía que tenía que ser fuerte y alegrarlo. Lo mandó a dormir y al día siguiente, después del desayuno salieron a pasear al bosque. Él no paraba de hacerle preguntas y Jane le contó lo que había hecho después de que se había ido de Thornfield. Él se mostró particularmente interesado en John Rivers, pues estaba celoso, y le preguntaba a Jane sobre cómo era y qué hacía. Jane le contó que le había propuesto matrimonio y Rochester quiso que se fuera a casarse con Jane. Ella tuvo que explicarle que era feliz allí y que realmente lo había escogido a él, a pesar de que tendría que cuidarlo y guiarlo siempre. Él se convenció y le propuso matrimonio a Jane, ella aceptó, Edward empezó a hacer planes, aunque Jane trataba de distraerlo no lo logró. Luego él le contó que una noche había llamado a Jane muy fervorosamente y que había oído una respuesta. Jane sabía que eso era lo que había escuchado esa noche.

CAPÍTULO XXV

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Jane se casó con Edward, fue una ceremonia muy pequeña, apenas el sacristán, el párroco y los novios estaban presentes. Cuando llegó a su casa, se lo contó a John y Mary, ellos se sorprendieron y luego de asimilarlo se alegraron y Jane les dio cinco libras por encargo de Edward. En cuanto a Adèle, Jane la fue a visitar, y la encontró muy pálida y delgada, y además ella le dijo que no era feliz, pues eran muy estricots y muy exigentes; decidió llevársela a casa, pero no pudo enseñarle pues no tenía el tiempo suficiente, ya que se encargaba de Edward, así que la trasladó a un internado más cercano y no tan estricto, en el que podía llevársela a casa; cuando salió del internado, Jane se complació al verla convertida en una señorita muy correcta y dulce, y en la que encontró una agradable compañera. Envió cartas sus primas, Mary y Diana, que anunciaron que la visitarían en cuanto terminase su luna de miel. A John sólo le escribió una carta afectuosa, pero no mencionaba su boda con Edward.

Jane ya lleva diez años de casada, y en todos esos años sintió que había alcanzado la felicidad, no era un sacrificio el que su esposo dependiera de ella, le complacía poder ayudarlo y servirle. Luego de dos años de casados, Edward pudo recuperar la vista y cuando nació su primer hijo pudo distinguir el color de ojos de su hijo. Mary y Diana también estaban casadas, una con el capitán Fitz James y otra con el padre Wharton, que eran hombres nobles y amaban a sus esposas. John Rivers partió de Inglaterra hacia India, y allí cumplía incansable su labor, mantenía correspondencia con Jane, aunque no muy frecuente, y una de esas cartas la había conmovido muchísimo, pues mostraba cuán cerca de Dios estaba John y cuanto luchaba por su reino, además sentía que ya estaba cerca su muerte y se complacía al pensar que estaría cerca de su creador. Eso mismo quería Jane, y pensaba que ella también podría encontrar eso cuando llegara su muerte, después de una vida feliz.

7. MARCOS REFERENCIALES

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A) ASPECTO GEOGRÁFICO

Ambientada en la Inglaterra del siglo XIX. Consiste en la sexta parte de Gran Bretaña, al ser una isla tiene la mayoría de fronteras naturales ya que limita al norte con el mar del norte y con el Océano Atlántico, al noreste con el Canal de la Mancha.La geografía está prácticamente dividida de manera organizada en dos zonas, una montañosa en la zona norte y al oeste, mientras que las zonas bajas están el sur y al este.

B) ASPECTO SOCIAL

Destacan los movimientos democráticos, el feminismo, la unión de obreros, el socialismo y el marxismo, entre otros. Así, es una época caracterizada por el ascenso de la burguesía y la reafirmación de la mujer. Ésta se inserta en el mundo laboral debido a la industrialización, se independiza económicamente del marido, tiene acceso a la cultura y empieza a editar y a escribir. En el año 1866 empiezan a funcionar dos colegios universitarios de mujeres, y a partir del año 1880 la ley autoriza a las mujeres casadas a ser dueñas de sus propios bienes. Pero todavía se piensa que son inferiores al hombre y no son realmente libres, lo que sucederá más adelante, en la transición de la época victoriana al siglo XX.

C) ASPECTO ESPIRITUAL

Es una época de dudas. Dios no representa la respuesta a los problemas humanos. A pesar de ello, aún existen religiosos que se niegan al avance e intentan reprimir la formación del ser humano aplicando la censura.

8. ASPECTOS FORMALES FRENTE A RECURSOS ESTILÍSTICOS

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El lenguaje empleado es culto, está narrado en primera persona.

En cuanto a figuras literarias, las más comunes son:

Metáfora:

“De haber sido tú el David de Saúl habrías exorcizado el mal espíritu sin necesidad de arpa.”

“Era como si un águila real, encadenada, hubiese de depender de un gorrión para subsistir”

“¿Qué derecho tiene esta ruina a que una flor le perfume con su lozanía?”

Imagen:

“Pero sus trinos no me dicen nada, como nada me dicen los rayos del sol naciente.”

“Eso representaba una gota de miel en mis amarguras”

Hipérbole:

“Aunque hubiese de permanecer en un desierto toda mi vida”

Comparación:

“Estoy como el viejo castaño del huerto sobre el que cayó aquel rayo”

“Algo que debía disiparse en la nada coma aquella voz que oí resonar”

“Procurando mejorar su penoso camino, desbrozando, como un titán.”

Anáfora:

“Podrá ser duro, podrá ser intransigente, podrá ser ambicioso.”

9. VALORACIÓN PERSONAL

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Esta obra está llena de valores que resaltar y creo que lo más importante radica en el hecho de que Jane se esfuerza siempre por seguir sus convicciones, a pesar de las dificultades que se le presentan. Además me parece admirable que se haya aguantado las tantas injusticias que se cometieron contra ella, se calmaba y confiaba en que tarde o temprano se le recompensaría su paciencia, a pesar de su personalidad rebelde. Otro aspecto es que ella se rebeló contra los moldes de su época, porque no planeaba depender de alguien para subsistir como estaba en el protocolo de una mujer de la época, como cuando se va de Lowood para conocer otro panorama y hacerse independiente o como cuando no tolera la idea de ser mantenida económicamente por el señor Rochester; de cualquier forma ella busca que se la trate con los mismos derechos que tiene un hombre, como debe ser.

Por otro lado es interesante ver que en muchas partes de la novela, las convicciones morales de Jane y sus deseos más profundos se oponen y colocan a Jane en un conflicto interior en el que siempre opta por la moralidad y el hacer correctamente las cosas a pesar de sus intereses, siempre elige hacer lo correcto aunque sea a costa de su propia felicidad. Esta actitud está motivada porque cree vehementemente que será recompensada, según los designios del Dios en el que cree, y se encomienda a este. Creo que eso también es admirable, el encomendar nuestra vida y todo lo que hacemos a Dios, pues en él siempre podemos confiar y su amor va más allá de los suplicios que podamos vivir.

Creo que esta vida no es nuestra, le pertenece a Dios, lo que sí nos pertenece es la oportunidad de ser, de hacer algo. Por algo estamos aquí ¿no? No sólo para ser un nombre más en el registro de nacimiento, tenemos una valiosa oportunidad que no perdona al tiempo ni a nuestros miedos, no hay excusas para no hacer algo. Y no es fácil hacerlo pero es mejor que tener una vida fácil dejándose arrastrar, tenemos el derecho y el deber de ser libres, para poder hacer el bien libremente, pensando que de esta forma la vida sí vale la pena y que mientras haya vida hay esperanza.

10. ELEMENTOS EXTERNOS DE LA OBRA

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A) AUTOR Y OBRA

Nació el 21 de abril de 1816 en Yorkshire (Gran Bretaña). Hermana de las también novelistas Emily y Anne Brönte. Su padre, Patrick Brönte fue rector de Haworth, un pueblo de los páramos de Yorkshire al que desde entonces quedó ligada la familia. En 1824 se produce el fallecimiento de su madre, por lo que Charlotte y Emily son enviadas con sus hermanas mayoresal colegio de Clergy Daughters, en Cowan Bridge, donde cayeron enfermas de tuberculosis.María y Elizabeth fallecieron de tuberculosis en 1825. Por este motivo y por las pésimas condiciones del colegio la familia sacó a Charlotte y a Emily del internado. En 1835, regresó a Roe Head como maestra. Tras la publicación de sus novelas más conocidas, sus hermanas Anne y Emily Brönte fallecieron de tuberculosis. Charlotte finalmente accedió a casarse con Arthur Bell en 1854 pero murió un año más tarde, estando embarazada de Bell.

OBRA:

- Jane Eyre (1842)- Poemas por Currer, Ellis y Acton Bell (1846)- Shirley (1849)- Villete (1853)- El profesor (1857)

B) FUENTES

Esta novela está basada en las experiencias de la autoracomo por ejemplo la parte en la que Jane es enviada a Lowood, se deriva de la propia experiencia de la autora en el Clergy Daughters School. La muerte de Helen Burns de tuberculosis, alude a las muertes de sus hermanas mayores, Elizabeth y María. Helen Burns es como recordaba a su hermana María. De la misma manera, la caída de John Reed, está basada en Branwell, hermano de la autora, que era adicto al opio y al alcohol. Y, al igual que Jane, Charlotte era institutriz.

C) INFLUENCIA LITERARIA

Charlotte recibió influencia literaria desde pequeña, con sus hermanos. Debatían las obras que leían y de esta forma aprendían. Además en su niñez leyó a Lord Byron junto a sus hermanos, influencia que se hace notar con las características de la novela gótica que aparecen luego en su obra. Esta novela pertenece a la época victoriana, por lo que su obra está influenciada claramente por las novelas de la época. Como en la estructura y en los comentarios en los que el narrador se dirige al lector interrumpiendo la narración, a modo de comentarios.

11. VOCABULARIO

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1) Abotargados: Inflamarse un cuerpo o parte del mismo debido a una enfermedad.

2) Afluencia: Concurrencia en gran número a un lugar o sitio.

3) Afrenta: Vergüenza y deshonor que resulta de algún dicho, hecho o imposición de una pena.

4) Agarrotar: Dejar sin flexibilidad o movimiento, especialmente una parte del cuerpo.

5) Anguloso: Se aplica a la figura u objeto que tiene ángulos o esquinas.

6) Arrecife: Conjunto de rocas, extensiones de coral y otros materiales que está justo por encima o por debajo de la superficie del mar.

7) Bujía: Pieza de un motor de combustión interna que produce la chispa eléctrica que enciende el combustible.

8) Campánula: Planta de jardín con hojas vellosas y flores azules o blancas en forma de campanilla agrupadas en ramilletes.

9) Ciénaga: Lugar pantanoso.

10) Confituras: Conserva dulce hecha con frutas confitadas o en mermelada.

11) Curato: Territorio que está bajo la jurisdicción espiritual de un párroco.

12) Damasco: Tela fuerte de seda o lana, con dibujos formados con el tejido combinando hilos de distinto color y grosor.

13) Díscola: Se aplica a la persona que suele desobedecer y rebelarse contra las normas y órdenes.

14) Emular: Imitar algo hecho por otra persona, procurando igualarlo o superarlo.

15) Escarlata: Color rojo intenso, entre el carmesí y el grana.

16) Estropajo: Trozo de un tejido o de otro material generalmente ásperos que se usa para fregar.

17) Infligir: Causar o producir un daño o una ofensa.

18) Injuria: Insulto u ofensa contra la dignidad o el honor de una persona, especialmente mediante acusaciones injustas.

19) Insurrecto: Se aplica a la persona que se levanta o subleva contra la autoridad.

20) Inusitada: Que es muy particular o poco frecuente.

21) Lontananza: Estado o situación de una zona o lugar que está o se ve lejos.

22) Lumbre: Fuego encendido que proporciona luz y calor, para guisar, calentarse, etc.

23) Meridional: Relativo al Sur.

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24) Mozalbete: Chico joven o adolescente.

25) Muselina: Tejido de seda con ligamento de tafetán, hilos finos y muy torcidos.

26) Oscilar: Moverse alternativamente un cuerpo primero hacia un lado y luego hacia el contrario desde una posición de equilibrio determinada por un punto fijo o un eje.

27) Paralelismo: Igualdad de distancia entre todos los puntos de dos o más líneas o planos.

28) Patrañas: Mentira complicada que se explica a alguien.

29) Perspicaz: Se aplica a la inteligencia o ingenio que es agudo y rápido.

30) Precoz: Que se da, se hace o se desarrolla antes del tiempo habitual.

31) Promontorios: Elevación del terreno o monte de poca altura, especialmente si se mete dentro del mar.

32) Rapé: Tabaco en polvo que se aspira por la nariz para provocar el estornudo.

33) Repercutir: Causar un efecto o incidir una cosa en otra o en una persona, o causarlo indirectamente.

34) Reprimenda: Expresión muy severa de desaprobación que se le hace a una persona por su comportamiento.

35) Sondear: Sondar, indagar con cautela la intención de una persona o las circunstancias o estado de una cosa.

36) Suministrar: Dar o proporcionar a una persona o entidad una cosa que necesita.

37) Tabernáculo: Urna o mueble, generalmente sobre el altar mayor de una iglesia, donde se guardan las hostias consagradas.

38) Tangible: Que se puede percibir de manera clara y precisa.

39) Turbador: Que aturde, que confunde.

40) Ulterior: Que se dice, se hace o sucede después de otra cosa.