Análisis del discurso social y político

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ANALISIS DEL DISCURSO SOCIAL Y POLITICO

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ANALISIS DELDISCURSO SOCIAL Y

POLITICO

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Teun A. van Dijk,Iván Rodrigo Mendizábal

ANALISIS DELDISCURSO SOCIAL Y

POLITICO

SeriePluriminorABYA-YALA

1999

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ANALISIS DEL DISCURSO SOCIAL Y POLITICOTeun A. van DijkIván Rodrigo Mendizábal

Co-edición: Ediciones ABYA-YALA12 de octubre 14-30 y WilsonCasilla: 17-12-719Teléfonos: 562633 - 506247Fax: (593-2) 506 [email protected]://www.abyayala.orgQuito-Ecuador

Escuela de Comunicación SocialUniversidad Politécnica Salesiana

Serie: Pluriminor

Traducción: Iván Rodrigo Mendizábal

Autoedición: David JiménezAbya-Yala editingQuito, Ecuador

Impresión: DocuTechQuito, Ecuador

ISBN: 9978-04-454-X

Impreso en Ecuador, 1999

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INDICE

Presentación.................................................. 7

¿Que es análisis del discurso político?Teun A. van Dijk............................................. 9

Del análisis del contenido al análisis del discurso:aspectos metodológicos en relación a la etnometodologíaIván F. Rodrigo Mendizábal.......................... 103

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Presentación

Los dos textos que presentamos en este nue-vo libro son aportes en un campo todavía nuevoen las ciencias sociales y la comunicación social:el análisis del discurso. El primer trabajo es unacontribución que el lingüista y semiólogo holan-dés, Teun van Dijk hiciera en el marco del Semi-nario de Lingüística Política realizado en la Uni-versidad de Amberes, en diciembre de 1995 yque fue autorizado para su publicación en nues-tra colección por el autor. Le agradecemos gen-tilmente su colaboración y el entusiasmo conque entregó su obra. El segundo, es un materialelaborado expresamente para el módulo de Aná-lisis Cualitativo del Discurso (1996) para la Uni-versidad Andina Simón Bolívar, sede Quito, bajomi dirección. Posteriormente, fue empleado enel ámbito de la misma materia en otras universi-dades incluida la UPSQ.

Nos alegra presentar este nuevo volúmen conla esperanza que sirva tanto metodológica comoepistemológicamente a la discusión y la reflexióndel análisis discursivo en Ecuador y Latinoaméri-ca; materia, método, estrategia y propuesta que,imaginamos debe ser más investigada. El análisisdel discurso es un campo apasionante sobre to-do porque va más allá de lo manifiesto intentan-do explorar el problema de las representaciones,de los imaginarios, en definitiva, la ideología co-

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mo factor constituyente o articulador de la cultu-ra y la sociedad contemporánea.

La obra de van Dijk es ampliamente conoci-da a nivel mundial y él, sabiendo de nuestro in-terés de motivar mayores discusiones sobre eldiscurso nos ha propuesto la publicación de unnuevo volúmen con material inédito, libro queestamos ya preparando. Con todo, estos dos tra-bajos que presentamos a continuación planteanacercamientos al discurso tanto social como po-lítico. Para los investigadores sociales creemosque será un material muy rico.

Lic. Iván Rodrigo MendizábalDirector Escuela de Comunicación Social

UPSQ

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¿Qué es análisis del discurso político?*

Teun A. van Dijk

Introducción

Este trabajo explorará algunas respuestas a lapregunta aparentemente simple: “¿Qué es análi-sis del discurso político?” En lugar de normativo,en el sentido de querer prescribir lo que debe serel análisis del discurso político, este ensayoapunta a ser programático y analítico e intentade dar algunas respuestas sobre lo que puede seruna manera adecuada de “hacer” el análisis deldiscurso político.

Obviamente, la noción misma de análisis deldiscurso político (de aquí en adelante ADP), esambigua. La interpretación más común es que elADP se enfoca al estudio del “discurso político”,lo que plantea la necesidad de determinar qué esdiscurso político y qué no lo es. Por otra parte,hay una lectura más crítica de este denominati-vo, como el enfoque político que sirve para ex-poner el análisis del discurso, en el mismo senti-do que el análisis crítico del discurso (ACD) con-temporáneo.

Sin querer trasponer el ADP con el análisiscrítico del discurso, quisiéramos retener ambos

* Conferencia sobre Lingüística Política,Universidad de Amberes, Diciembre 7-9, 1995

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aspectos de la ambigua designación: el ADP tratatanto sobre el discurso político a la vez que esuna empresa crítica. En el espíritu de los enfo-ques contemporáneos respecto del ACD esto sig-nificaría que el análisis de discurso crítico-políti-co consiste especialmente en el estudio de lasformas de reproducción del poder político, ladominación o el abuso de poder mediante el dis-curso político, incluyendo las diversas formas deresistencia o las muestras-de-poder contra talesformas de predominio discursivo. En particular,este tipo análisis tiene que ver con las condicio-nes discursivas y las consecuencias de la desi-gualdad política y social que resulta de esta do-minación (Fairclough, 1995; van Dijk, 1993b).

Habiendo localizado el análisis del discursopolítico en un amplio enfoque crítico discursivo,el principal fin de este ensayo está en describirqué queremos decir por discurso político y cómopuede estudiarse éste de forma más interesante,es decir, críticamente. Un punto importante ennuestro argumento es que tal análisis no deberíaser meramente una contribución para los estu-dios del discurso, sino también para la cienciapolítica y para las ciencias sociales en su genera-lidad. Esto significa, entre otras cosas, que elADP debería ser capaz de contestar preguntaspolíticas genuinas y relevantes y tratar sobre te-mas que se discuten en la ciencia política.

Para que el análisis del discurso político searelevante en los nuevos estudios inter-discipli-narios del discurso, este ha necesitado de variosargumentos adicionales. En este sentido, la ma-

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yoría de los eruditos que hacen el análisis deldiscurso político son analistas y al mismo tiem-po lingüistas (ver por ejemplo, Chilton, 1985,1988; Geis, 1987; Wilson, 1990; Wodak & Menz,1990). Sin embargo, cuando nosotros considera-mos el uso o aplicación de los enfoques sobre eldiscurso en la ciencia política, encontramos quees una de las pocas ciencias sociales que, apenaslejanamente, ha sido infectada por los modernosvirus del estudio del texto y del habla. Como ve-remos, lo que encontramos en la ciencia políticason estudios sobre la retórica y la comunicaciónpolítica (Bitzer, 1981; Chaffee, 1975; Graber,1981; Swanson & Nimmo, 1990). Sólo algunos deestos enfoques se han orientado, recientemente,al modo analítico del discurso (Gamson, 1992;Thompson, 1987c).

Al respecto, este ensayo formula un argu-mento que aboga por un uso más amplio delanálisis del discurso en la ciencia política. Porsupuesto esto puede hacer impacto sólo si noso-tros tenemos algo que vender para aquellos cien-tistas políticos que están deseosos de comprarlo.Si presentamos nuestro argumento de que lamayoría de los fenómenos en la política tienenque ver con las formas del texto y el habla, estopuede ser obvio, especialmente para quien haceanálisis del discurso; pero no es del todo desca-bellado para los politólogos que quieren cambiarsu enfoque actual del discurso a uno más analíti-co: pocos eruditos están dispuestos a “reducir”su campo, o sus métodos, a los de otro campo.De aquí en adelante, nosotros debemos demos-

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trar que los problemas en la ciencia política pue-den, en principio, ser mejor estudiados comple-tamente, y a veces más adecuadamente, cuandocaemos en cuenta que los temas tienen una di-mensión discursiva importante.

Definiendo el discurso político

Hemos visto que el análisis del discurso polí-tico, ante todo, debería ser capaz de definir suobjeto apropiado de estudio. ¿Qué es exacta-mente “el discurso político?” La más fácil, y nocompletamente descabellada, respuesta es queel discurso político es aquello que es dicho porsus actores o autores, los políticos. Desde luego,hay un extenso volumen de estudios sobre el dis-curso político centrado en el texto y el habla delos políticos profesionales o instituciones políti-cas, como presidentes y primeros ministros yotros miembros del gobierno, del parlamento ode los partidos políticos, tanto en los niveles in-ternacionales, nacionales y locales. Algunos delos estudios que hacen los politólogos toman in-cluso un enfoque analítico del discurso (Carbo,1992; Dillon, et al. , 1990; Harris, 1991; Holly,1990; Maynard, 1994; Seidel, 1988b). Especial-mente, en los Estados Unidos, los estudios sobrela retórica presidencial son numerosos (Camp-bell & Jamieson, 1990; Hart, 1984; Snyder & Hig-gins, 1990; Stuckey, 1989; Thompson, 1987d;Windt, 1983, 1990).

Los políticos, en este sentido, son pagadospara que hagan sus actividades (políticas), y son

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elegidos o nombrados (o autonombrados) comolos jugadores centrales en la política. Este modode definir el discurso político es apenas diferentede la denominación del discurso educativo, legalo médico con los participantes respectivos en losdominios de la medicina, las leyes o la educa-ción.

Esta es la parte relativamente fácil (si noso-tros estamos de acuerdo sobre lo que significa“política”). Sin embargo, aunque es crucial en laciencia política y en el ADP los quehaceres de ac-tores y autores del discurso político y otras prác-ticas políticas, los políticos no son los únicosparticipantes en el terreno de la política. Desdeel punto de vista interaccional del análisis de dis-curso, deberíamos incluir también a los diversosreceptores de sucesos comunicativos políticos,tales como la gente, el pueblo, los ciudadanos,las “masas” y otros grupos o categorías. Una vezque ubicamos la política y sus discursos en la es-fera pública, muchos otros participantes en lacomunicación política aparecen sobre el escena-rio. Obviamente, lo mismo se da para la defini-ción sobre el campo del discurso mediático, quetambién necesita enfocarse respecto de sus audi-torios. También en el discurso educativo, legal omédico, nosotros no solamente pensamos enparticipantes tales como doctores, abogados oprofesores, sino también en pacientes, deman-dados y estudiantes. De aquí en adelante, la deli-mitación del discurso político por sus principa-les “autores” es insuficiente y necesita extender-se a un cuadro más complejo que incluya a todos

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sus participantes pertinentes, estén o no involu-crados activamente en el discurso político, osean meramente receptores unidireccionales dela comunicación.

Hay otra complicación, que se asocia con eldelimitado campo de la política. Ciertamente, noson solamente el político oficial o profesional ylos políticos los que están involucrados en la po-lítica. La actividad política y el proceso políticotambién involucran a la gente como ciudadanosy votantes, miembros de grupos de presión ygrupos emergentes, activistas y disidentes, y asísucesivamente (Verba, et al., 1993). Todos estosgrupos e individuos, así como también sus orga-nizaciones e instituciones, pueden formar partedel proceso político, y muchos de ellos se involu-cran activamente en el discurso político. Así, unadefinición amplia de política implica una vastaextensión de la cobertura del término “discursopolítico” si nosotros identificamos tales prácticascon relación a todos sus participantes en el pro-ceso político.

Otra, superpuesta manera de delimitar el ob-jeto de estudio, es enfocándolo en la naturalezade las acciones o prácticas que son efectuadaspor el texto político y el habla antes que sólo enla naturaleza de sus participantes, es decir, aúncuando los políticos no estén siempre involucra-dos en el discurso político, y del mismo modoque la mayoría de otros participantes, como elpúblico o ciudadanos en general, e inclusomiembros de movimientos sociales o grupos ac-tivistas. Esto también significa que la categoriza-

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ción de la gente y los grupos debería, por lo me-nos, ser estricta en el sentido de que sus miem-bros son los participantes del discurso políticoúnicamente cuando actúan como actores políti-cos, y por lo tanto, como participantes en accio-nes políticas como gobernar, ser ciudadanos, le-gislar, protestar, estar disconformes, o votar. Esespecíficamente interesante para el ADP, enton-ces, el que muchas de éstas prácticas o accionespolíticas sean a la vez prácticas discursivas. Enotras palabras, casos de formas de texto y hablatienen implicaciones y funciones políticas.

Aunque hay muchas otras maneras que po-dríamos emplear para hablar de los problemasde definición y delimitación, deberíamos tomar,finalmente, el contexto entero como decisivo pa-ra la categorización del discurso como “político”o no. Los participantes y las acciones son el nú-cleo de tales contextos, pero podríamos ir máslejos analizando los contextos ampliamente des-de el punto de vista de los sucesos políticos y co-municativos, con sus escenarios propios (tiem-po, lugar, circunstancias), ocasiones, intencio-nes, funciones, metas, e implicaciones políticaso legales. Es decir, los políticos hablan política-mente también (o únicamente) si ellos y su hablaestán contextualizados en sucesos comunicati-vos, como reuniones de gabinete, jornadas par-lamentarias, campañas eleccionarias, proselitis-mo, entrevistas con los medios, prácticas buro-cráticas, demostraciones de protesta, etc. Nue-vamente, texto y contexto mutuamente se defi-nen el uno con el otro, en el sentido que una jor-

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nada de parlamento es precisamente aquello enque los políticos elegidos debaten (hablando, ar-gumentando, etc.) en el edificio del parlamentoen un tiempo oficial (como las tardes), y durantela sesión (oficialmente abierta) ordinaria del par-lamento.

Esta integración de los contextos y los textospolíticos con los eventos políticos puede ser ca-racterizada en términos más abstractos comocumplir metas y fines políticos específicos, talescomo elaborar o influir decisiones políticas quelas decisiones pertenezcan a la acción conjunta,la distribución de recursos sociales, el estableci-miento o cambio de normas, regulaciones y le-yes oficiales, etc. Este campo esencialmente pe-liagudo, apenas necesita ser enfatizado. Lo quepuede ser claro en términos de la decisión políti-ca oficial que es hecha por políticos en todos losniveles, o aún por diversos sectores de disidentesy activistas políticos, es menos claro respecto delas decisiones y el discurso de, digamos, geren-tes, profesores o doctores corporativos en otro,pero sobrepuesto, ámbito de la vida social. Lasúltimas decisiones y las prácticas afectan al pú-blico en general o a segmentos grandes de dichomedio, donde sus acciones y discursos llegan aser más o menos “políticos”.

A fin de evitar la extensión de los conceptospolítica y de discurso político a un dominio quecoincidiría con el estudio del discurso público engeneral, nosotros no trataremos tales formas dediscurso-con-posibles-efectos-políticos comodiscurso político. El discurso educativo, médico

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o corporativo, aún cuando sea público y afecte lavida de (muchos) ciudadanos, aquí no se le in-cluirá como formas de discurso político. Aunquepodamos suscribirnos fácilmente a la muy cono-cida consigna feminista que lo personal es políti-ca, igualmente no tomaremos necesariamentetodo el habla interpersonal (ni siquiera de géne-ro) como discurso político.

Esto es semejante, en los discursos que perte-necen a las regiones sociales como “raza” o cla-se. En tanto que la gente y sus prácticas puedencategorizarse de muchas maneras. La mayoríade los grupos y sus miembros ocasionalmente(también) “actuarán políticamente”, y podemosproponer que el “actuar político” y el discurso,en consecuencia también político, se definen enesencia contextualmente, desde el punto de vistade las prácticas o sucesos especiales donde fines,metas o funciones son quizá, no exclusivamentepero por lo menos, primariamente políticas. Estoexcluye el habla de los políticos fuera de los con-textos políticos, mientras que incluye el discursode todos los otros grupos, instituciones o ciuda-danos tan pronto como ellos participan en suce-sos políticos. Desde nuestro punto de vista analí-tico del discurso, tal definición contextual a lavez sugiere que el estudio del discurso políticono debe limitarse a las propiedades estructuralesdel texto o el habla en sí mismo, también incluyeuna cuenta sistemática del contexto y sus rela-ciones con las estructuras discursivas.

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El dominio de la política

Definitivamente podemos constatar que elconcepto de discurso político puede ir más alláde la definición de la noción de “política” en símisma. Este ensayo no puede hacer un trabajotan complejo porque no hay una sola definiciónclara de lo que es “política”. Desde luego, la dis-ciplina entera de la ciencia política es la respues-ta a tal pregunta. Y dependiendo de los estudiosen ciencias políticas, la política puede, no sola-mente, incluir todos los actores políticos oficia-les o no oficiales, sucesos, encuentros, escena-rios, acciones y discursos, del mismo modo, ymás abstractamente, procesos políticos (como la“perestroika”), sistemas políticos (como la de-mocracia y el comunismo), ideologías políticas(como el liberalismo), y las relaciones políticas(grupales) (tales como el poder, la desigualdad,la hegemonía, y la opresión). En todos estos ca-sos, no solamente se involucra actores políticos,sucesos, relaciones, prácticas o propiedades, si-no también lo social, lo económico y lo cultural.

A fin de enunciar las consecuencias de tal ca-racterización sobre el dominio de la política res-pecto del discurso político, debemos brevemen-te especificar algunas de sus propiedades. Vere-mos luego que estos aparecerán como las pro-piedades más relevantes de los contextos políti-cos que hemos seleccionado, como los conjun-tos mayores de criterios, para distinguir lo políti-co de otras formas (u órdenes, o campos de) dis-cursivas. Comenzaremos con las categorías más

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generales y abstractas y finalizaremos con laspropiedades más específicas de los contextospolíticos. Nuestra caracterización de cada cate-goría dada será mínima, puesto que cada una delas nociones involucradas requeriría (y podríaresultar en) un tratamiento en un extenso librodentro de la ciencia política. Nuestra meta esúnicamente la de seleccionar algunas categoríascongruentes para la definición del texto políticoy su contexto.

- Campo o dominio societal:

El ámbito de la Política es la más alta, lamás inclusiva categoría que comprende to-dos los diversos aspectos de la política que seespecifican más adelante. Los dominios ma-yormente denominados, como la educación,la salud, la ley, los negocios, las artes, etc.,juegan un papel importante en la definiciónmás común de las acciones políticas y el dis-curso. Puede también usarse negativamentepara juzgar ilegítimas prácticas en otros cam-pos, por ejemplo, cuando la investigación esprohibida o problematizada porque no estámás en el dominio de la Ciencia sino en el te-rreno de la política. Se presume que los acto-res sociales generalmente saben en qué“campo” actualmente ellos actúan. Tales ca-tegorizaciones pueden aún ser más generalesque los ámbitos mencionados anteriormente,es decir, aquellos que tienen que ver con lo

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privado vs. la esfera pública, el negocio vs. elplacer, lo personal vs. lo social.

- Sistemas políticos:

Estos sistemas están entre las categoríasmás obvias del campo político: el comunis-mo, la dictadura, la democracia, el fascismo,o la democracia social, entre otros, son vistoscomo “políticas” típicamente, por ejemplo,cuando se trata de describir países, naciones-estado, partidos políticos, políticos o actospolíticos. Estos sistemas se entienden co-múnmente como referentes en la organiza-ción y la distribución del poder y los princi-pios de la toma de decisiones.

- Valores políticos:

A un nivel más general y abstracto, los va-lores culturales compartidos pueden decla-rarse como típicos para los sistemas políticos.Así, la libertad no es solamente una relaciónpolítica (ver más adelante), sino también unvalor político básico que organiza más las ac-titudes e ideologías políticas específicas. Lomismo se puede decir de los valores como lasolidaridad, la igualdad y la tolerancia. Losgrupos ideológicos y sus categorías tambiénse definirán, especialmente, a sí mismos (ysus metas) desde el punto de vista de sus máspreciados (y preferenciales) valores. Para gru-pos dominados, la libertad política, la justi-

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cia, la igualdad o la independencia puedenser valores más importantes que, por ejem-plo, los valores sociales como armonía, sumi-sión, o simpatía.

- Ideologías políticas:

Mientras los sistemas políticos están en elnivel de la organización económica y socialdel poder, las ideologías políticas definen lacontraparte socio-cognitiva de tales sistemas.Estos son los sistemas básicos de creenciaque subyacen y organizan las representacio-nes sociales compartidas de los grupos y susmiembros. A este respecto, el comunismo ola democracia pueden verse, como un siste-ma y un complejo conjunto de representacio-nes sociales básicas, que involucran valorespertinentes y mantienen actitudes específicasacerca de las propiedades (como el poder, laigualdad, etc.) que caracterizan al sistema.

- Instituciones políticas:

El dominio de la política se analiza típica-mente como la consistencia de un número deinstituciones que desde la base organizan elterreno, los actores y las acciones políticas,como el Estado, gobiernos, parlamento ocongreso (la Legislación), consejos ciudada-nos, agencias estatales, y así sucesivamente.

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- Organizaciones políticas:

Menos (legal, constitucionalmente) oficiales el gran número de organizaciones políticasque estructuran la acción política, tales comolos partidos políticos, clubes políticos, ONGs,etc.

- Grupos políticos:

Independientemente de su constituciónen organizaciones políticas, congregacionesde actores políticos pueden constituirse, enasociaciones permanentes, cohesivas o for-males, tales como grupos adversarios, disi-dentes, activistas, pandillas, coaliciones, mu-chedumbres, y movimientos, en general, so-cio-políticos.

- Actores políticos:

Además de ser los representantes (“políti-cos”) eligidos y pagados, esta clase de actoreses comúnmente definida como todos los queestán “comprometidos en la política” y reali-zan acciones políticas donde se incluyentambién a los activistas, negociadores y loshuelguistas.

- Relaciones políticas:

Las diversas unidades estructurales iden-tificadas arriba están emparentadas por rela-

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ciones múltiples, algunas de ellas típicas en elcampo de la política: el poder, el abuso depoder, la hegemonía, la opresión, la toleran-cia, la igualdad y la desigualdad, entre mu-chas otras que definen especialmente cómoel Estado relaciona a sus ciudadanos, o cómociertos grupos políticos se ubican en relaciónde otros. Probablemente el más profundo deestos términos políticos de relación es el de lalibertad.

- Proceso político:

Pasando del análisis “estructural” de lossistemas, organizaciones y relaciones políti-cas a una conceptualización más “dinámica”del campo de las políticas, el proceso políticoes el término total que categoriza, complejasy largo-plazistas, secuencias de acciones polí-ticas. El gobierno, la legislación, la oposición,la solidaridad, los temas-de-la-agenda, y laspolíticas están entre los aspectos prototípicosde tales procesos políticos.

- Acciones políticas:

En el nivel medio y micro del campo polí-tico, finalmente tratamos con las interaccio-nes y los actos concretos que son típicos en eldominio político, tales como las jornadas yreuniones de instituciones, organizaciones ygrupos políticos, leyes transitorias, votacio-nes, demostraciones, campañas, revolucio-

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nes, etc. En este nivel está más directamentevisible y experimentado el “compromiso enla política” como tipo de interacción cotidia-na. Estas acciones se definen también desdeel punto de vista de sus intenciones, propósi-tos, metas y funciones dentro del proceso po-lítico más complejo. De esta manera una jor-nada de parlamento es funcional dentro deun proceso de legislación y una reunión deun grupo de disidentes es parte del procesode oposición o resistencia.

- Discurso político:

Obviamente como un ejemplo específicode interacción y acción política, el discursopolítico (y sus muchos géneros), puede aquíser resaltado como un destacado modo de“hacer política”. Desde luego, la mayoría delas acciones políticas (leyes transitorias, to-mas de decisión, reuniones, campañas, etc.)se pueden considerar principalmente discur-sivas. Así, aparte de las discusiones parla-mentarias, de los informes económicos, le-yes, regulaciones gubernamentales o minis-teriales y otras formas institucionales de textoy habla, encontramos que los géneros de dis-curso político como la propaganda, la publi-cidad política, los discursos políticos, las en-trevistas en medios, los espectáculos políticosde conversación en la TV, los programas departido, boletas, etc. deben estudiarse.

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- Conocimiento político:

Del mismo modo que las ideologías son lacontraparte cognitiva de los sistemas, organi-zaciones o grupos en los términos más am-plios, societales y políticos, los actores, susacciones y su discurso son orientados local-mente e interpretados y evaluados por for-mas diversas de cognición política, como elconocimiento social compartido y actitudespolíticas y también por comprensiones másespecíficas (modelos) de eventos políticosconcretos. La noción más difundida y de sen-tido común de esta categoría es probable-mente la de “opinión pública”.

Esta breve categorización de las estructuras yde los procesos del dominio político, nos proveede una tentativa ubicación del discurso políticoentre otras propiedades del proceso y del siste-ma político. Definido como un caso especial deacción política y como una parte estratégica ofuncional del proceso político, tenemos así, unprimer, y todavía ampliamente informal, acerca-miento de sus condiciones y consecuencias, porlo tanto, de metas y funciones que son típicaspara su realización y contextualización. Una dis-cusión parlamentaria, un folleto de propaganda,un discurso de campaña o una consigna revolu-cionaria están entre la variedad de géneros dediscurso por los cuales podemos ahora signifi-car, por lo menos tentativamente, el campo so-cietal total, así como también el tipo o naturale-

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za del sistema político, instituciones, grupos, re-laciones grupales, actores y la totalidad de cate-gorías de interacción que hacen a tales géneros.Para el debate parlamentario (o el parlamento),esta caracterización puede ser la siguiente:

- Dominio: la política. - Sistema: la democracia. - Institución: el parlamento. - Valores e ideologías: la democracia, grupo e

ideologías de partido. - Organizaciones: los partidos políticos, nego-

ciadores. - Actores políticos: los miembros del parla-

mento, ministros de gabinete. - Relaciones políticas: el poder legislativo. - Proceso político: la legislación. - Acción política: la toma de decisiones políti-

cas. - Cogniciones políticas: las actitudes sobre el

punto pertinente (el aborto, la acción afirmativao la energía nuclear).

Para una primera definición de política y unacontextualización, las consignas y folletos políti-cos tendrían otros actores como participantes.Otros grupos estarían envueltos, así como dife-rentes tipos de procesos políticos (la disidencia)(ver: Reboul, 1975). Esta breve caracterización ala vez sugiere que las prácticas políticas puedentambién necesitar fomentar la definición de lascaracterísticas de los contextos políticos, como eltiempo, la ubicación (espacio), los edificios, los

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objetos, etc. Desde luego, las discusiones parla-mentarias comúnmente tienen lugar “en” losedificios del parlamento y en salas formales dereunión, con muebles, objetos (como el mazodel Secretario del Hemiciclo), etc. El tiempo y ladistribución del turno del parlamentario deberáser estrictamente regulada por el secretario. Pa-ralelamente, los escenarios de demostración se-rán típicamente las calles, involucrando a los ca-minantes o marchantes, griterío, gente que portaestandartes o que gritan las consignas, etc. (paraalgunos detalles, ver: Boynton, 1991; Carbo,1984, 1992; Tetlock, 1984; van Dijk, 1993a,1993c).

Vemos, nuevamente, que la caracterizaciónmás rica de los géneros de discurso político no sepuede dar meramente basándose en las propie-dades discursivas per se, también se necesita deuna definición contextual sistemática desde elpunto de vista de sistemas pertinentes, organiza-ciones, actores, escenarios y conocimientos, en-tre otros. Desde luego, algunos discursos puedenser, en lo formal, virtualmente idénticos, pero sedebe considerar que uno puede ser legal o edu-cativo, mientras que el otro puede ser político,dados los papeles o condiciones de los partici-pantes, las metas de los actores o las funcionesde la interacción. Desde luego, las interrogantespueden tener lugar en las audiencias del congre-so, en las salas del tribunal y las aulas o comisa-rías, y en la mayoría de los casos los hablantesoficiales requerirán las preguntas oficiales (legal-mente comprometidas), pero los roles de los ha-

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blantes y de los receptores y los fines de la inte-racción serán siempre diferentes.

El discurso político como acción política

Después de esta ubicación inicial del discur-so en el reino de la política, podemos realizaruna mirada más cercana al discurso político ensí mismo. Se ha enfatizado que tanto en la políti-ca y en la ciencia política, el discurso es visto pri-mariamente como un tipo de acción política ycomo parte del proceso político. Tal percepciónes perfectamente compatible con el paradigmadominante en la mayoría de los enfoques socia-les respecto del habla. El discurso es un tipo deinteracción y acción social (Atkinson & Heritage,1984; Boden & Zimmerman, 1991; van Dijk,1985). Aunque esto se ha sostenido, especial-mente, para explicar la interacción hablada o eldiálogo, es obvio que los textos escritos - hechospor escritura- son un tipo de acción política y so-cial. La comunicación textual (escrita, impresa,por computadora) no puede hacerse cara-a-cara,por esto no podemos considerarla un tipo de ac-ción e interacción.

Realizar acción política, o simplemente “ha-cer política” por medio del texto y del habla, vamás allá de la producción o la percepción deldiscurso en contextos políticos y por actores po-líticos. Una parte de una secuencia conversacio-nal o una conversación no-temática (sobre untema personal o quizá sobre un tópico no-políti-co; ver Jefferson, 1972) de parlamentarios en el

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parlamento no necesita ser discurso político deltodo, aunque otras condiciones contextuales es-tén satisfechas. En este sentido, ejemplos simila-res pueden mencionarse para la mayoría de loscontextos políticos. Esta secuencia no “cuenta”como ejemplo del discurso político-parlamenta-rio. No se registrará en las actas (Registros, etc.)del parlamento, no solamente porque es una in-tervención personal sino porque no es pública,además que también puede ser irrelevante res-pecto de lo que se negocia, tal como está en laagenda, y el propósito total de la jornada parla-mentaria. Desde luego, como sucede típicamen-te en el caso de un aula, o las salas de tribunal yotros escenarios institucionales, tales partes desecuencias “irrelevantes” pueden ser prohibidaspor el secretario, dirigente u otros que controlanel discurso en estos escenarios.

Por consiguiente, el discurso en el parlamen-to es político, únicamente, cuando es pública-mente parte de, y funcional dentro de la discu-sión parlamentaria, así como “para ser registra-do” y si los parlamentarios se predisponen y seescuchan para contribuir a la negociación parla-mentaria del momento, como discutir sobre elpresupuesto. Aparte de hablar públicamente ypara el registro, ellos esperan hablar comomiembros del parlamento y miembros o repre-sentantes de sus partidos. Técnicamente, se re-quiere, un número de condiciones adicionalescomo hablar en voz alta cuando cada uno tienedestinado un turno para su discurso (excepto encasos especiales, como en las interrupciones,

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donde están permitidos -ver Carbo, 1992), cuan-do se dirige la asamblea y cuando se habla de as-pectos relevantes, es decir, “sobre el tema”.

Para que estos casos de conversaciones insti-tucionales se den, deben estar satisfechas variascondiciones precisas. Lo mismo se puede afir-mar para las consecuencias institucionales (lega-les, políticas o constitucionales): una vez que seha hablado el discurso se registrará, será corregi-do, impreso y posiblemente publicado o de otramanera hecho público y se “considerará como”la intervención y posición de un miembro delparlamento o de un partido “sobre” el punto otema en discusión. En algunos casos (por ejem-plo, en el congreso norteamericano) “las en-miendas” pueden hacerse y existe una fórmulaque cabalmente sugiere las posibles revisiones,que pueden verse como una forma política (de-morada) de reparación de la conversación. Lasenmiendas-reparaciones similares pueden obte-nerse cuando los políticos requieren o “autori-zan” el texto de entrevistas dadas a los medios.

El punto de este (parcial) análisis es especial-mente que el texto y la conversación política -por lo menos en casos similares- son parte cons-titutiva de los procesos políticos de gobernabili-dad, legislación, campañas eleccionarias, propa-ganda partidista y así sucesivamente. Como su-cede con muchos otros grupos y narradores deélite, los actores políticos también hablarán fre-cuentemente, pero “fuera del registro”. Apartede ciertos problemas de atribución, identifica-ción y privacidad, la consecuencia institucional

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implica que tales conversaciones no “cuentan”como discursos políticos públicos. No se publi-carán ni registrarán y sus emisores no podránconsiderarse políticamente responsables. Lapregunta aquí, por lo tanto, es si el habla-fuera-de-registro de los políticos es un tipo de discursopolítico, como lo hemos definido aquí. Desdeluego, “las comunicaciones privilegiadas” conperiodistas conforman un género especial y bas-tante común que tiene importantes funcionespolíticas (y mediáticas): puede ser una estrategiaque permite la oposición o la crítica no oficialcontra (los líderes de) la institución, organiza-ción o el propio partido, que cuando se hace pú-blico permite que los medios, las contribucionespopulares a las decisiones políticas, se realicen ocambien. Dadas estas consecuencias y las condi-ciones políticas del habla-fuera-de-registro, de-bemos asumir nuevamente que tales formas dehabla o conversaciones son, obviamente, “políti-cas” en un sentido más amplio de la palabra, esdecir, pueden ser definidas por sus consecuen-cias y funciones inmediatas, así el discurso polí-tico, cuando es publicado, no necesita ser atri-buido a políticos específicos. Pero se debe pen-sar que parte (por ejemplo, las citas) del discursomediático, como las consecuencias textuales dela conversación fuera-de-registro a la vez tienenuna función política.

Lo que es directamente relativo para los tex-tos y contextos políticos institucionales y oficia-les puede ser cada vez más denso para todas lassituaciones menos oficiales del texto y habla po-

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lítico, hechos por políticos. En realidad, las par-tes de secuencias de conversación informales enel parlamento pueden bien referirse sobre un te-ma político e incluso sobre el punto de la agenday tener un papel funcional en la preparación delos expositores, en el cambio de la información ola persuasión mutua de los miembros del parla-mento. Lo mismo se puede decir respecto de lascharlas de congresistas afuera del escenario ofi-cial, en los pasillos, en las oficinas o en cualquierotra parte, con otros parlamentarios, con nego-ciadores, representantes de organizaciones polí-ticas o sociales o simplemente con ciudadanos.Nuevamente, la categorización y el análisis detales conversaciones como discursos políticosdeben ser sobre la base de un número de crite-rios estructurales respecto de textos y contextos:estos son, los roles y metas de los emisores, lostemas principales, las circunstancias y las condi-ciones especiales y especialmente la funcionali-dad de tales discursos, por ejemplo, en la pers-pectiva de influir la posición política de algunoslíderes o miembros del congreso, y que por lotanto, deben ser entendidos como parte del pro-ceso político de decisión y de hacer política.

Aunque estos criterios abstractos puedenmás bien ser claros para muchos, existen ejem-plos actuales de conversaciones que no siemprepueden ser fácilmente categorizables y reconoci-bles como políticas. Por ejemplo, ¿es discursopolítico todo lo que dice un político o un candi-dato para una posición política durante unacampaña “política”, charla informal incluso con

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ciudadanos, representantes, compañeros decampaña? Muchas conversaciones pueden tenerintrincadas metas, complejas o múltiples, dondelo público y lo privado, las metas formales e in-formales, y como tales, las propiedades del dis-curso de diferentes géneros pueden mezclarse.De acuerdo a nuestro análisis, sin embargo, no-sotros nos sostenemos en especificar que tanpronto como un discurso o parte de un discursoes directamente o indirectamente funcional alproceso político (por ejemplo, de campaña, deescrutinio, o de otra manera de influenciar o serinfluido en la perspectiva de las elecciones), estediscurso debería categorizarse y analizarse como(y también, principalmente) político. Así, proble-mas de categorización y delimitación de génerotambién sugieren que los contextos comunicati-vos deben caracterizar no simplemente las cate-gorías respecto de las metas, sino también unajerarquía de ellas.

Esto no es meramente un problema defini-cional para un análisis del discurso (político) so-fisticado y explícito, sino también es esencial pa-ra la comprensión del proceso político en sí mis-mo: no solamente la “administración” oficial(gobernante, legisladora, la burocracia, etc.)esun amplio proceso político-discursivo, sino tam-bién el campo más amplio de la política, inclu-yendo la propaganda, la campaña, el escrutinio,las entrevistas con los medios de comunicacióny la influencia o el ser influidos por los ciudada-nos o la “opinión pública”.

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Fuera de la política oficial o semi-oficial, porejemplo, cuando se está al pie de un gran con-junto de ciudadanos, grupos de presión, movi-mientos sociales, medios de comunicación, or-ganizaciones sociales, etc., la incidencia del “dis-curso político” es menos directa. Si (los miem-bros de) cualquier grupo, pública o secretamen-te, actúan como para influir el proceso político(las elecciones) entonces nuevamente el criteriocontextual, de condicionalidad y de funcionali-dad, debería categorizar tal discurso como políti-co. Aunque sean relativamente públicos, o traten“sobre la política”, se dan muchos tipos de dis-curso que tienen una función o un efecto (comolas noticias y los editoriales o los programas deTV en los medios). Por ejemplo, un editorial quecomenta acerca de una decisión de gobierno,una discusión parlamentaria o las acciones o lastravesuras de ciertos políticos, obviamente tieneuna condición política y consecuencias. Sin em-bargo, no vamos tratar al editorial, las noticias, ola mayoría de los programas de TV como discur-sos “políticos” de la manera como se ha definidoaquí, sino, particularmente, como discursos me-diáticos, aún cuando también estén dirigidos alos políticos. Si no, gran parte de las noticias(siempre y cuando sean sobre la política) necesi-tarían también de ser categorizadas como dis-cursos políticos si ignoramos la jerarquía contex-tual de las metas respecto del discurso mediáticoque no necesariamente tienen una meta políticamás allá de la información del público en gene-ral.

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En la vida cotidiana de (los miembros de)grupos de presión, partidos, ONGs, movimientossociales, u otras organizaciones, podemos tenerdiscursos múltiples que han mezclado papelessocio-políticos. Tan pronto como los contextoscomunicativos se definen claramente (desde elpunto de vista de las condiciones usuales de unareunión, una discusión sobre las estrategias deelección, o la preparación de la propaganda),también la funcionalidad y, por lo tanto, el tipode subgénero político no será difícil ubicar. Lomismo para el habla personal cotidiana (respec-to de la comprensión personal en la acción polí-tica) o las declaraciones oficiales de los medios ode las corporaciones o de los otros actores insti-tucionales, las funciones principales no puedenser políticas aún cuando sean indirectas, implíci-tas o de otro modo no contengan condicionespolíticas destacadas o consecuencias.

En la práctica, en tanto todo texto y habla in-directamente tienen consecuencias y condicio-nes socio-políticas, nuevamente requerimos deun condicional, conjunto arbitrario de criteriospara decir qué discurso puede categorizarse co-mo (principalmente) político, cuando tiene unpapel funcional directo dentro de un tipo de ac-ción política en el proceso político.

Estructuras del discurso

Habiendo enfatizado así la crucial dimensióncontextual en la definición del discurso político yvarios de sus subgéneros, podemos ahora enfo-

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carnos en las estructuras y las estrategias del tex-to político y del habla en sí mismos. Enfrenta-mos aquí los mismos problemas y preguntasque, cuando tratamos de establecer dónde estánlas propiedades, distinguen al discurso políticodel discurso dado en otros dominios sociales(como la educación, los negocios, la religión), odiferenciar los subgéneros del habla y del textopolítico. Entonces, ¿en qué aspecto se distingueun discurso parlamentario en sí mismo del dis-curso de campaña de un político, exceptuando elescenario y los participantes? Anteriormente yaencontramos algunas condiciones textuales deldiscurso político: debe ser hablado audiblemen-te, el enunciador se debe dirigir a un auditorio yrespetar una organización local (semántica) quees compatible con el tema (político) puesto en laagenda de discusión.

Una pregunta que hay que hacerse, es deter-minar si hay estructuras de texto o habla que sonexclusiva o prototípicamente “políticas” poraparecer primariamente en el discurso político ycabalmente señalizan o constituyen la naturale-za política del discurso. Aunque definitivamenteesta es una pregunta empírica, hay razones teó-ricas para que esto se considere bastante invero-símil. La mayoría -aunque no todas- las estructu-ras de discurso pueden tener muchas funcionesen varios contextos diferentes y en diversos gé-neros. Excepto el obvio caso de la jerga léxica(palabras típicamente políticas), se puede ape-nas esperar que las estructuras que tienen tantas

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funciones podrían reservarse únicamente paralos géneros políticos y sus contextos.

En otras palabras, una vez que nosotros he-mos analizado las propiedades particulares delos contextos políticos, el análisis del discursopolítico, en muchos aspectos, será como el decualquier otro tipo. Lo específico del análisis deldiscurso político, por lo tanto, debería buscarseen las relaciones entre las estructuras de discur-so y las estructuras contextuales políticas. Así,considerando que las metáforas en el discursode un aula pueden tener una función educativa,las metáforas en la política funcionarán en uncontexto político, por ejemplo en el ataque a losadversarios políticos, la presentación de políticaso la legitimación del poder político. Un recuentode las estructuras y estrategias de la fonología,las gráficas, la sintaxis, el significado, los actos dediscurso, el estilo o la retórica, las interaccionesconversacionales, entre otras propiedades deltexto y el habla es, por lo tanto, necesariamenteparte del análisis del discurso político si sólo ta-les propiedades pueden ser políticamente con-textualizadas.

A pesar de haber estas condiciones más biendirectas sobre el análisis del discurso político,podemos preguntarnos, si las estructuras especí-ficas del discurso son parcialmente típicas yaproximadamente efectivas para las funcionespolíticas que ellas puedan tener, o aún más con-cretamente, en los contextos políticos específi-cos en que ellas podrían usarse. De esta manera,sabremos que la “lengua oficial” de las decisio-

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nes de gobierno, o de la jerga legal de los presu-puestos, leyes y regulaciones, es un tanto discur-siva, política y legalmente mandataria. Igual-mente, se debe esperar que las discusiones par-lamentarias tengan lugar en el estilo relativa-mente formal de la dirección y el diálogo. Por lomenos para las formas públicas oficiales de textopolítico y habla, parece que podemos tener unnúmero de limitaciones estilísticas, las cuales nopueden ser excluyentes, en tanto el discurso po-lítico comparta con otras formas de hablas y tex-tos oficiales y públicos. Algunas de las expresio-nes más formuleicas, formas de direccionamien-to, convenciones textuales y dialógicas son espe-cíficas inclusive para presupuestos, leyes, regula-ciones, discusiones parlamentarias, o discursospolíticos.

Aparte de esta normatividad del discurso ofi-cial, sus estructuras pueden también satisfacercriterios de eficacia y persuasión. Los ítems léxi-cos no solamente pueden seleccionarse por cri-terios oficiales de decoro, sino también porque,efectivamente, enfatizan o no las opiniones y ac-titudes políticas, acopian apoyos, manipulan laopinión pública, fabrican el consenso político, olegitiman el poder político. Lo mismo se puededecir respecto de la selección de temas, sobre eluso de figuras retóricas, la gestión pragmática deactos de discurso, la auto-presentación interna-cional, etc. En otros términos, quizá las estructu-ras de discurso político son en sí mismas exclu-yentes, pero el discurso efectivo y típico en con-textos políticos bien puede haber preferido es-

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tructuras y estrategias que son funcionales res-pecto de la realización adecuada de acciones po-líticas en contextos, también, políticos. Examine-mos, entonces, los diversos niveles y dimensio-nes de la estructura de discurso y veamos qué es-trategias y estructuras típicas parecen tener estacondición preferencial de “métodos discursivosde hacer política”.

Los temas

En principio el discurso político debe ser so-bre cualquier tema. Sin embargo, dadas las limi-taciones del contexto político discutidas arriba,podemos asumir que el discurso político tam-bién expone temas preferidos. Ante todo, el dis-curso político será primariamente sobre política,como ha sido definido líneas atrás. Debemos es-perar manifestaciones típicas, relacionadas conlos sistemas políticos, ideologías, instituciones,procesos y actores políticos y eventos políticos.En pocas palabras, mucho del discurso políticoes reflexivo. Esto no es bastante trivial, porqueesta reflexividad no es típica para el discurso le-gal, erudito, o educativo. Así, en la campaña, elpolítico hablará sobre sí mismo como candidato,sobre las elecciones, sobre cómo votar para ellos,y las políticas que prometen apoyar cuando seanelegidos. Ellos hablan sobre los adversarios yenemigos políticos y sobre las políticas y las ma-las gestiones de presidentes, gobiernos o parla-mentos previos. Lo mismo se da, mutatis mutan-dis, en expositores de la oposición, en disidentes

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y todos aquellos quienes desafían el poder políti-co. Oficialmente, los gobiernos o los parlamen-tos también se refieren a sus propias políticas ylos discursos de acciones políticas que implicantomas de decisión. En suma, temáticamente, eldiscurso político es, por lo menos, parcial sobrela política en sí misma.

Esta no es la historia completa, ya sea queellos se refieren o no a elementos diversos deldominio político, el discurso político común-mente combina sus temas con los provenientesde otros campos sociales. Así una discusión so-bre políticas de inmigración no es solamente so-bre las políticas de gobierno, sino también sobrela inmigración o las minorías, y lo mismo se pue-de afirmar respecto de las reuniones políticas,las discusiones, debates, discursos o propagandasobre la educación, salud pública, drogas, el cri-men, la economía, el (des)empleo, o asuntos ex-tranjeros. Esto abre una caja de pandora de te-mas posibles y sugiere lo inútil que es formular-nos limitaciones locales en el discurso político.Sin embargo, aún cuando existe este amplio aba-nico de temas, se debe pensar que efectivamenteexisten tales limitaciones. (Incidentalmente, unode los importantes campos que se carece en elanálisis de discurso es la sub-disciplina de los“Temas” (la Tópica) o la “topología”, que estu-dia, entre otras cosas, qué tipos de discursos y enqué situaciones pueden ser “referirse a”).

Ante todo, si nosotros tomamos los temas co-mo macroproposiciones semánticas (van Dijk,1980), podemos observar que los participantes

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(semánticos) pertinentes en tales proposicionesusualmente están limitados a las organizacionese instituciones políticas, por un lado (ver arriba),a las organizaciones públicas, poderes u otrosactores y grupos de élite, por el otro, como lascorporaciones empresariales, sindicatos, ONGs,organizaciones profesionales, sus líderes. Desdeluego, dadas las limitaciones contextuales sobreel discurso político definidas como acciones po-líticas funcionales en el proceso político, no de-beríamos contar con nada más: los participantestemáticos son todos aquellos actores que son ca-paces de contribuir al proceso político por ejem-plo, organizaciones y grupos de élite por un lado,y el “público” (ciudadanos, el pueblo, etc.) por elotro. Generalmente, los participantes temáticoso tópicos son los actores públicos. Esto tambiénsignifica que típicamente a las personas indivi-duales, quienes no son ni políticos ni poderososo que no influencian a otras élites, no se las pue-de considerar en el discurso político como agen-tes temáticos.

A veces los individuos no-elitarios puedenaparecer como víctimas, y ocasionalmente comocelebridades, pero tales aspectos son bastanteexcepcionales. O pueden tener un efecto retóricoespecial, por ejemplo, en discursos persuasivos“con un toque personal”, típicamente sobre unafamilia (valiente o miserable), madre o niño. Loscasos del último tipo de discurso político se re-fieren a las historias de “la expulsión” en el dis-curso político sobre inmigrantes individuales enla Europa Occidental, en cuyos casos un político

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o el partido toma el caso de una persona o de lafamilia a fin de mostrar su buena-voluntad hu-manitaria, como una estrategia de presentaciónde personalidad-positiva que enmascara políti-cas de inmigración que se perfila igualmente du-ra e incluye prácticas policiales (van Dijk, 1993c).

Los predicados de las macroproposicionessemánticas también muestran algunas preferen-cias: el destacado rol de los actores políticos, ca-paces de esperar sucesos políticos y especial-mente acciones: lo que los políticos han hecho oharán, lo que ellos decidirán o qué opiniones tie-nen sobre temas políticos. Nuevamente, tales ac-ciones, decisiones u opiniones tienen una natu-raleza general, pública, institucional, oficial y,generalmente, pertenecen al reino de la gestiónpública, la puesta en práctica de políticas, la to-ma de decisiones, la regulación, el control o suscontrapartes políticas: la protesta, la demostra-ción, la oposición, el desafío, etc. Por la mismarazón, estos predicados raramente son en sí mis-mos, personales, privados, no-elitarios, actos co-tidianos o triviales, como gustar el levantarse enla mañana, ir al baño, tomar el desayuno, ir a tra-bajar, regresar a casa del trabajo, beber una cer-veza, cocinar la cena o ver la TV. A menos que ta-les actividades tengan consecuencias amplias,públicas o morales o implicaciones (típicamentetodo lo que se relacione con la salud, la comida,el fumar, el sexo, las drogas, el crimen, lo mismoque el trabajo y el desempleo). En tales casos porlo tanto, serán discutidos en general o en térmi-nos genéricos, y no como la descripción de ac-

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ciones únicas de individuos. Cuando parte deldiscurso político, por ejemplo, en los escándalossexuales políticos, estos predicados al mismotiempo expresarán la manera cómo los políticoshan violado las normas de la aceptable acciónpolítica.

Los predicados de las macroestructuras deldiscurso político tienden a estar orientados-al-futuro. Situado el rol del discurso en el procesopolítico, podemos esperar típicamente referen-cias a amenazas sobre futuros desarrollos, anun-cios o promesas acerca de futuras acciones y asísucesivamente. Es muy común en muchos de losdiscursos políticos el hecho que las referencias alpresente tienden a ser negativas y los que se re-fieren al futuro, positivas. Desde luego, su “razónde ser” está en el diseño de políticas que “hacenla vida mejor”, o por lo menos previenen el dete-rioro o catástrofe (que viene). El discurso políticode la oposición o de los disidentes no es diferen-te. También se refiere negativamente al presentey positivamente al futuro; pero sólo los actoresresponsables de este tipo de asuntos se revier-ten. Las referencias del pasado son ambiguas.Generalmente los conservadores pueden aludir alos “buenos tiempos pasados”, del mismo modopueden volverse ambientalistas progresivos quese refieren a la naturaleza “no depredada”, comolos aún socialistas se ocupan de la solidaridad, lalucha de clases y el beneficio del bienestar queahora puede estar siendo destruida.

Las macroproposiciones (temas) del discursopolítico pueden ser típicamente modelizadas

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(semánticamente, con la modalidad “operadora”que cambia propuestas; Lycan, 1994): los suce-sos y las acciones pueden darse necesaria, pro-bable o posiblemente, en pasado, presente o fu-turo; las acciones pueden permitirse o ser obli-gatorias, deseadas o lamentadas, etc. (Coates,1990; Maynard, 1993). Siguiendo los principiosbásicos de muchos aspectos del proceso político,podemos esperar así, actores políticos que tema-tizar, especialmente sabiendo cuál es ahora elcaso y qué debe hacerse sobre ello. Obviamente,las elecciones de modalidad no solamente tienenuna función política como parte de varios actosde discurso político pertinentes (promesas, ame-nazas o recomendaciones), sino también unafunción persuasiva más general (Chaiken &Eagly, 1976).

Los temas pueden caracterizarse por ser eva-luaciones. Las descripciones y referencias a polí-ticos, figuras públicas y organizaciones, y sus ac-ciones son, por supuesto, una función de las opi-niones y actitudes basadas en la política y laideología. Las evaluaciones son característica-mente polarizadas: mientras NOSOTROS somosdemocráticos, ELLOS no lo son y en tanto NUES-TROS soldados, o aquellos quienes compartennuestra causa, son combatientes de la libertad,los de los OTROS son obviamente terroristas(Chomsky, 1985; 1987; van Dijk, 1995a). Lo mis-mo se puede afirmar respecto a nuestras políti-cas y decisiones políticas, que invariablementebeneficiarán al país y a todos los ciudadanos,mientras los de los otros no. Esta polarización

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ideológica y semántica es conocida. Volveremossobre otros aspectos más adelante. Para la carac-terización de temas en el discurso político, sinembargo, también se predispondrá de la semán-tica, mediante evaluaciones positivas de NOSO-TROS y evaluaciones negativas de ELLOS, enotras palabras, de nuestros competidores ideoló-gicos y políticos, adversarios, o inclusive enemi-gos. Esta polarización semántica tiene sus com-plementos en la minimización de temas (o lades-tematización) de NUESTRAS malas propie-dades o acciones, con relación a las buenas deELLOS y viceversa.

Obtenemos así, el conocido principio estraté-gico general de todo discurso político e ideológi-co, un cuadrado político e ideológico, que gene-ralmente limita al habla y al texto político y suevaluación: énfasis/minimización de nuestras-/sus buenas/acciones malas (van Dijk, 1995a).Como es el caso del discurso político, tambiénesta polarización semántica de la dimensiónevaluativa de macroproposiciones semánticas esfuncional y efectiva en el proceso político, lacompetencia por los votos, el apoyo, y la pugnapor la supervivencia política y la legitimación.

Aunque esta caracterización no es completa,sugiere un estudio más sistemático de temaspreferidos en el discurso político. Dar a conocerlos límites característicos respecto de los partici-pantes y los predicados de las macroproposicio-nes semánticas. Estos, obviamente, reflejan elpapel del discurso político en el proceso político.De aquí en adelante se puede esperar también a

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que éste sea reflexivo: los temas políticos seránprincipalmente sobre actores políticos (políticos,élites, figuras públicas y organizaciones e institu-ciones sociales) y sus acciones típicas, pasadas,actuales y especialmente futuras. Además, dadala naturaleza de la polarización política en elproceso político, podemos determinar la evalua-ción típica de NOSOTROS y NUESTRAS accionesen términos positivos y las de ELLOS y SUS ac-ciones en términos negativos.

Superestructuras y “esquematización” textual

Los géneros de discurso pueden ser organiza-dos sintéticamente, por formas esquemáticas,consistentes en categorías convencionales quedefinen su naturaleza y la estructura total del“contenido” (temas) semántico de cada uno. Losejemplos típicos son las categorías convenciona-les que organizan argumentaciones (premisas,conclusiones), historias (complicaciones y reso-luciones) y reportes de noticias (resúmenes, su-cesos recientes, antecedentes, etc.). ¿Cuál es lafunción posible del esquema de texto para el tex-to y el habla en contextos políticos?

La primera propiedad general de estas es-tructuras esquemáticas (como también es el ca-so para la sintaxis proverbial, ver más adelante)es que pueden lograr significados (globales) par-cialmente destacados para razones obvias parti-darias. En tanto alguna información sea realzadao no en un titular, un resumen o una conclusiónaquello depende de la manera que los significa-

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dos se distribuyan en el discurso. Del mismomodo, los detalles insignificantes relativamentepueden hacer que se ponga énfasis extra hacien-do ver de manera destacada las (primeras, im-portantes) categorías esquemáticas, y viceversa,a fin de ocultar alguna información importante,podemos degradarle poniendo a éste en meno-res categorías textuales. Los estudios clásicos dela persuasión sobre el papel de los efectos prima-rios y secundarios del discurso son teóricamentealgo menos que implementaciones explícitas deestos principios (Hovland, et al. , 1957). A veces,las categorías relevantes se borran enteramentesi la información en esa categoría no es preferidapor razones políticas, por ejemplo, en la infor-mación de antecedentes en las entrevistas políti-cas para noticias, la propaganda, y la publicidad(ver los análisis de la propaganda política extran-jera norteamericana hechos por Herman &Chomsky, 1988; ver igualmente Thompson,1987b).

Segundo, cada género de discurso políticopuede exponer su propia estructura esquemáticacanónica, como es el caso de las discusiones par-lamentarias, discursos políticos, programas departido, consignas o folletos de propaganda enlas demostraciones callejeras. Algunas de estascategorías son obligatorias (como se da legal-mente en las aperturas y los cierres de las jorna-das oficiales del parlamento), mientras los otrosson meramente convencionales o estratégicos,como en el caso de la propaganda o los discursospolíticos.

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Quizá lo más determinante en el habla y eltexto político son las estructuras y las estrategiasde argumentación, donde tanto las premisas im-plícitas y explícitas, los diversos pasos de esta,como las conclusiones pueden, en general, orga-nizar una disputa política, donde los puntos devista opuestos de los otros políticos se contrapo-nen sistemáticamente y aquéllos que se refierenal grupo político en sí son defendidos. Desdeluego, la persuasión por argumentación tiene aveces que ser descrita como lo distintivo de lademocracia (ver también Condit, 1987; Dryzek,1990; Windisch, 1995). Por normas estandariza-das, tal argumentación tenderá, por supuesto, aemplear falacias argumentativas de muchos ti-pos, en tanto ellos son políticamente expeditos.Las buenas políticas de los adversarios puedenser así, desacreditadas por el anuncio de que elhombre ataca a sus adversarios, y viceversa. Lasmalas políticas pueden ser escondidas enfocan-do la atención sobre cualidades buenas o las in-tenciones de aquellos quienes los defienden (ver., Agar, 1987; Billig, 1988, 1991; Fischer & Forester,1993; Kaid, Downs & Ragan, 1990; Maas, 1984;Schaffner, Shreve, & Wiesemann, 1987; Smit,1989; Strauber, 1986).

El nacionalista o el populista apela a argu-mentaciones políticas y son clásicos ejemplos dela persuasión de la oposición haciendo referen-cia a los beneficios para la nación o el pueblo.Dado el proceso y el contexto político pertinen-te, es esencial argumentar sobre los principiosfundamentales democráticos de uno (tolerancia,

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etc.) y atacar los de los otros que, supuestamen-te, desatienden la voluntad (o la voz) del pueblo(como el argumento del Vox Populi del discursodemocrático). Mi análisis de las discusiones par-lamentarias sobre las políticas de inmigración yminorías han mostrado la pertinencia de los ar-gumentos populistas que presuponen el resenti-miento popular contra los “extranjeros”. Tam-bién los principios democráticos pueden ser ar-gumentativamente subvertidos (van Dijk,1993c). De la misma manera, las políticas o lospuntos de vista del grupo de uno se representancomo altruistas y los del adversario político co-mo egoístas. Cada movimiento argumentativoseguirá el principio total del cuadrado ideológicode auto-presentación-positiva y será negativa laotra-presentación. Manejamos aquí, significadosde argumentos (ver más adelante), estos recur-sos han llegado a ser políticamente estandariza-dos a tal punto que ellos parecen recursos for-males obligatorios en las estrategias argumenta-tivas de la discusión política. Los debates políti-cos y parlamentarios sobre la inmigración co-menzarán rutinariamente con la auto-presenta-ción positiva nacionalista y los lugares comunesargumentativos sobre la “larga tradición de tole-rancia” de nuestro país (Billig, 1995; van Dijk,1993c).

La semántica local

Considerando que los temas totales puedenser bastante distintos para el discurso político,

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también las estructuras locales pueden ser cadavez menos discriminatorias. En el ámbito localpodemos primero predecir que los significadosreflejan a los contextos políticos. Denotarán pre-ferentemente a los políticos, así como también alas instituciones políticas, organizaciones, acto-res y acciones, decisiones, políticas, etc. Como esel caso para las macroproposiciones. Los partici-pantes semánticos (agentes, pacientes, escena-rios) y los predicados en las proposiciones loca-les tienden a ser reflexivas en el texto político y elhabla. En un espectro más amplio, lo mismo escierto para todos los asuntos públicos y socialesque es el objeto de atención, intereses y pugnapolítica, como políticas nacionales e internacio-nales, la guerra y la paz, la seguridad nacional ylas controversias y discusiones públicas sobre lasacciones afirmativas contra el crimen, las drogas,el logro del estado de bienestar, la salud pública,y así sucesivamente (Gamson, 1992). Mucho delanálisis de contenido tradicional capturará signi-ficados prototípicos del discurso político. Estono significa que estos análisis son inútiles. Alcontrario, éstos establecen la dimensión princi-pal de cualquier tipo de texto por ejemplo, lossignificados explícitos, lo que la gente habla y es-cribe respecto de algo, etc.(Rosengren, 1981; pa-ra una explicación interesante, ver, Tetlock &Boettger, 1989).

Sin embargo, son más interesantes, mientrasmás sutiles e indirectas, todas las propiedades dela semántica local que necesitan de un análisismás profundo, como las condiciones de cohe-

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rencia local, presuposiciones y entallamiento, lafalta de direccionalidad y la ausencia de implica-ciones, las estrategias de descripción y de repre-sentación, etc. (Boynton & Deissenberg, 1987;van Dijk, 1995a). Careciendo de los datos empíri-cos sistemáticos sobre estas propiedades en eldiscurso político, somos incapaces de predecircuáles de estos tienden a ser prototípicos en eldiscurso político propiamente dicho.

No obstante, dadas las estrategias ideológicas(y políticas) del cuadrado introducido arriba, po-demos formular algunas hipótesis tentativas.Puestas la naturaleza del proceso y del sistemapolítico, se puede esperar, ante todo, la polariza-ción usual del partidario, en este nivel de análi-sis. Nuestro grupo (partido, ideología, etc.) ten-derá a ser descrito en términos más positivosque su grupo (partido, ideología, etc.), una pola-rización que en general resultará en significadoscontrastativos. Otra estrategia semántica, princi-pal para hacer esto, está en hacer proposicionescon predicados positivos sobre nuestro propiogrupo de manera más bien explícita que implíci-ta, dirigida que indirecta, y afirmativa más quepresupuesta. Igualmente, dada la posibilidad pa-ra variar el nivel de generalidad y especificidad yel grado de entereza (en cada uno de estos nive-les) en descripciones de gente, sucesos y accio-nes, podemos esperar idealmente que nuestrosbuenos actos se describirán con una abundanciade detalles. El oponente servirá como real y ver-dadero para la descripción de nuestros malos ac-tos, el cual tenderá a conseguir que se acorte

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nuestra economía, permanezca implícito o se re-fiera a uno indirectamente o vagamente (Gruber,1993). El lado opuesto será verdadero para ladescripción de los otros. A este respecto, el dis-curso político es parecido al etnocéntrico mayo-ritario respecto de las minorías.

Principios similares operan en las relacionesinterproposicionales, por ejemplo, en las relacio-nes locales de coherencia discursiva. Esta cohe-rencia es de dos tipos, condicional y funcional, yse da sobre la base de las relaciones entre hechosen los modelos subjetivos de los sucesos del emi-sor y sobre las relaciones semánticas entre pro-posiciones en sí mismas, respectivamente. Lasrelaciones condicionales son frecuentemente detipo causal o temporal, y cruciales en diversos ti-pos de explicación.

Puesto que las explicaciones pueden ser ba-sándose en nuestra concepción ideológica delmundo en general, y en nuestro caso, del mundode la política, en particular, es fácil ver cómo lacondición de coherencia local puede ser unafunción de las explicaciones políticamente ses-gadas sobre los hechos políticos y sociales. Si laspercepciones políticas y las políticas ven el altodesempleo minoritario como que es ocasionadoprincipalmente por el fracaso del desempeño ola competencia de las minorías, y no primaria-mente por la discriminación de los patrones, no-sotros podemos esperar una organización muydiferente de relaciones locales entre las proposi-ciones (van Dijk, 1993c; para explicaciones res-

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pecto de la legitimación de prejuicios étnicos,ver también Schuman, Steeh & Bobo, 1985).

Así, las relaciones funcionales de generaliza-ción y especificación, de contraste y ejemplo,también permiten la expresión de modelos men-tales sesgados de modelos de sucesos políticos yestados de asuntos. Si al interior del grupo políti-co (NOSOTROS) se ha hecho algo malo, pode-mos esperar que esto se trate como una excep-ción y como un incidente, de modo que las des-cripciones (ya minimalizadas en el tipo y el nú-mero de proposiciones) apenas serán seguidaspor las Generalizaciones. De otro modo será ver-dadero para la descripción de acciones negativasdel grupo político exterior (DE ELLOS). Como sa-bemos de sobre-generalizaciones con el prejui-cio, los malos actos tienden a ser vistos como tí-picos y por lo tanto, se describirán en forma de-tallada y serán generalizados. O viceversa, unadeclaración general se hará sobre ellos, “respal-dados desde arriba” con especificaciones deta-lladas (detalles) o ejemplos (historias). De estamanera, se da otra relación funcional entre lasproposiciones. El contraste, que también tieneuna naturaleza retórica, será útil cabalmente pa-ra hacer funcionar el énfasis de la polarizaciónentre nosotros y ellos (Entman, 1991).

Observamos, por otro lado, que las estrate-gias totales discursivas de auto-presentación po-sitiva y la presentación-negativa del otro puedenafectar la semántica local del texto y el habla demodos diversos. Un movimiento conocido es elde la abstención, cuyo fin es el de evitar una ma-

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la impresión cuando las cosas negativas son di-chas sobre los otros. En el discurso racista, estasabstenciones son conocidas, como es el caso dela negación aparente (“Yo no tengo nada contralos Negros, pero...”) o la concesión aparente(“también hay Negros sabios, pero...”). Movi-mientos similares pueden darse en el discursopolítico respecto de los adversarios políticos y lasagrupaciones políticas no legales (Comunistas,fundamentalistas, terroristas, etc. en el discursopolítico dominante norteamericano) (van Dijk,1991, 1993c).

Podemos concluir estas reflexiones teóricassobre la semántica local del discurso político in-dicando que los políticos tenderán a enfatizar to-dos los significados positivos sobre sí mismos ysu propio grupo (nación, partido, ideología, etc.)y negativos cuando se refiera a los otros, mien-tras ellos oculten, mitiguen, jueguen bajo, man-tengan implícita, etc. la información esta dandouna mala impresión en tanto sus adversariostengan una buena impresión. La semántica deldiscurso tiene una amplia variedad de mediospara realizar estrategias complementarias a es-cala local.

El léxico

Lo que es cierto para los significados locales yglobales es obviamente verdadero para los signi-ficados de palabras, y por lo tanto, el nivel de lavariación y elección léxica. Desde luego, la ma-yoría de los estudios de la “lengua política” se

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enfocan en las palabras especiales que son em-pleadas en la política (Edelman, 1977, 1985; Her-man, 1992).

Los mismos principios partidarios del cua-drado ideológico se aplican aquí: los adversarioso los enemigos se describirán en términos nega-tivos, como el clásico par de terroristas vs. loscombates de los luchadores por la libertad, porejemplo en la retórica del ex-Presidente de losEE.UU., Ronald Reagan sobre Nicaragua (Hal-mari, 1993; Johannesen, 1985; Stuckey, 1989,1990). Considerando que podemos tener princi-pios morales, los otros son los fundamentalistas,y en tanto nosotros podemos ser persistentes, losotros son los radicales (para un diccionario depalabras diferentes con tales significados políti-cos, ver Herman, 1992).

Al contrario, nuestros malos hábitos, propie-dades, productos o acciones tenderán común-mente a ser descritos (por lo menos en todo) poreufemismos, como cuando nuestras bombas sellaman “pacificadoras” y las matanzas de civilesque se dan entre los otros como “daños colatera-les”. Podemos componer así un léxico del habla-informativa, del habla- heroica, del habla-de-do-ble sentido, o del habla-política, simplementegrabando las palabras que nos describen (y denuestros aliados) y las de ellos (y sus defensores).Puesto que estos principios de discurso políticoson conocidos, no necesitamos ningún examenadicional (Herman, 1992; Chilton, 1985, 1988;Schaffner, 1985; Schaffner & Wenden, 1995).

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La sintaxis

Algo menos obvio y más sutil que el estilo le-xical es la manipulación política de estilo sintác-tico. Se da con el uso de pronombres, variacio-nes de orden de palabra, uso de categorías espe-cíficas sintácticas, construcciones pasivas y acti-vas, nominaciones, cláusulas cerradas, senten-cias complejas y otras maneras de expresar sig-nificados subyacentes en estructuras de oración.

Mejor conocido, en los lindes de la sintaxis, lasemántica y la pragmática, es el uso partidariode los pronombres deícticos, como se ve clara-mente en el par paradigmático que denota la po-larización política: nosotros vs. ellos (Maitland &Wilson, 1987; Wilson, 1990; Zupnik, 1994). El usopolítico del plural nosotros (o de los posesivosnuestros) tiene muchas implicaciones para laposición política, las alianzas, la solidaridad, y laotra posición socio-política del hablante, depen-diendo de la pertinente cohesión del grupo in-terno que puede estar siendo construido en elcontexto actual: nosotros en occidente, nosotrosel pueblo, nosotros los ciudadanos americanos,nosotros demócratas, nosotros que estamos enel gobierno, o desde luego nosotros el presiden-te. A este respecto, los pronombres políticos sontípicos deícticos para contextos políticos y suscategorías. A lo largo del mismo discurso políti-co, estos auto-referencias pronominales pueden,por supuesto, variar, dependiendo de qué refe-rencia grupal es la más pertinente para cada ar-gumento. Los principios de exclusión e inclusión

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están en juego aquí y reflejan las estrategias par-tidarias de poder en el proceso político.

La otra variación sintáctica, como el orden delas palabras, comúnmente tiene dos tipos defunciones políticas, el de énfasis o mitigaciónmediante la más o menos colocación destacadade palabras y frases, y donde los medios subya-cen en papeles semánticos se enfocan en. La te-matización sintáctica para enfrentar una palabrapuede llevar nuestra especial atención a tal pala-bra y -siguiendo el cuadrado ideológico- puedeser el caso nuevamente a fin de enfatizar nues-tras cosas buenas y malas de ellos. Las oracionesactivas serán asociativamente responsables deintermediar con los temas (locales) sintácticos,considerando que las oraciones pasivas se enfo-carán a objetos (por ejemplo, las víctimas) de ta-les acciones y desenfocarán responsablemente laintermediación poniendo últimos agentes en lasfrases preposicionales, o dejándolos implícitos,como se da en los conocidos titulares que se re-fieren a los policías que mataron a activistas vs.activistas muertos por policías vs. activistas quemataron. Es verdadero para las estructuras se-mánticas (las estructuras sintácticas son capacesde poner, aproximadamente, énfasis), enfocar ohacer prominentes ciertas palabras, frases ocláusulas específicas, e indirectamente contri-buir a la tensión semántica correspondiente so-bre los significados específicos, como una fun-ción de los intereses políticos y lealtades del ha-blante o escritor (Fowler, et al. , 1979; Kress &Hodge, 1993).

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La retórica

Sugerimos que mucho del trabajo sobre eldiscurso político tradicionalmente fue hecho ba-jo la amplia etiqueta de la “retórica”. Esto no es,claro, sorprendente cuando nos damos cuentaque la retórica clásica, aparte de sus usos en lassalas de los tribunales, se desarrolló primaria-mente como un “arte” para persuadir a la genteen el marco de una asamblea política. Los argu-mentos especiales, las figuras y las formas singu-lares de estilo se asociaron tradicionalmente conel texto político y el habla. Desde luego, las no-ciones de sentido común respecto del discursopolítico tan típicas como la verborrea, el hiper-bolismo, la deshonestidad y lo inmoral a vecessimplemente fueron resumidas con la negativaetiqueta de “retórica”.

Si limitamos el análisis de la retórica aquí aluso de operaciones retóricas específicas tradi-cionalmente estudiadas en clásicas elocucionescomo las figuras de estilo, generalmente encon-traremos los mismos modelos como los señala-dos anteriormente. Una diferencia teórica, sinembargo, es que siendo diferentes las estructu-ras estilísticas, sintácticas y semánticas, estasoperaciones retóricas son generalmente optati-vas. Esto significa que su presencia comúnmentetiene funciones persuasivas, y por lo tanto im-portancia política en un contexto político de co-municación. No es sorprendente, por lo tanto,que el análisis de la comunicación política se re-dujera frecuentemente al estudio de la “retóricapolítica” (entre un gran número de estudios, ver

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por ejemplo, Billig, 1991; 1995; Bitzer, 1981;Campbell & Jamieson, 1990; Clinton, 1988; Do-lan & Dumm, 1993; Hirschman, 1991; Kiewe,1994; McGee, 1985; Tetlock, 1993; Windt & In-gold, 1987).

Podemos esperar operaciones de repeticiónen el nivel de los sonidos (aliteraciones y rimas),formas de oración (los paralelismos) y significan-do (repetición semántica), como una de las es-trategias importantes que merecen atención res-pecto de significados preferidos y para mejorarla construcción de significados en modelos men-tales y su memorización en intentos de procesosde persuasión o luego de recordación (Allen,1991; Cacioppo & Petty, 1979; Frederic, 1985;Johnstone, 1994).

Del mismo modo, podemos interpretar, sim-plemente, al discurso haciendo (irrelevantes)adiciones de muchos tipos, como se describetradicionalmente “estilo verborrea”, y como he-mos visto en la semántica al nivel de descripcióny en un grado de acabado. Los expositores políti-cos elaborarán así, en forma detallada, sus accio-nes beneficiosas propias o las de su propio grupoe historias de horror sobre sus enemigos. Los eu-femismos, lítotes e hipérboles son figuras clási-cas que describen informaciones relacionadas“en demasía” o “son insuficientes”, y tambiénreflejan las desviaciones estratégicas del princi-pio de Gricés respecto de la cantidad en el dis-curso. Las adiciones irrelevantes pueden tam-bién ser encontradas en el discurso racista, tantoen la política y los medios, de esta forma los ac-tores de un crimen son inoportunamente descri-

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tos como si pertenecieran a un grupo minorita-rio (van Dijk, 1991, 1993c).

Por el contrario, lo mismo se puede decir pa-ra todas las operaciones de eliminación, dondela información debería esperarse en un contextodeterminado pero es borrado por razones parti-darias similares, como también lo hemos vistoen el uso de las indirectas y no implícitas en to-das las proposiciones arriba descritas.

Finalmente, y quizás muy sutiles e importan-tes son las operaciones semánticas que parecenobedecer a un principio de sustitución, para usary expresar un concepto diferente de lo que unoesperaría en el contexto actual, como es el casode la ironía, la metonimia y la metáfora. El usode tropos en la lengua política se ha estudiadodesde hace mucho, pero no se ha necesitadoatender aquí (ver, por ejemplo, Akioye, 1994;Blommaert, 1993; Chilton, 1985, 1987, 1995;Chilton & Ilyin, 1993; Howe, 1988; Mumby &Spitzack, 1983; Read, et al., 1990; Zashin & Chap-man, 1974).

Los principios de su uso siguen todas las me-tas de la auto-presentación positiva y la presen-tación del otro negativa que encontramos en elcuadrado ideológico. Nosotros, nuestra gente,nuestras acciones y sus propiedades tenderán aser descritas en significados metafóricos que de-rivan de campos conceptuales cruzados con aso-ciaciones positivas, sabiendo que el oponente esverdadero para la descripción de nuestros ene-migos o adversarios políticos. Así, considerandoque nuestros políticos o soldados son caracteri-zados como “buenos” (fuertes, valientes, bravos,

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persistentes) animales comparándolos con losleones, tigres u osos, los otros serán preferente-mente representados como astutos (zorros) o su-cios (hienas, ratas, perros, cucarachas). Igual-mente, sus mentes tienden a ser representadoscon conceptos derivados del campo de las enfer-medades mentales, como se da en el caso de labritánica designación conservadora del laboris-mo en los términos de los “Solitarios de Izquier-da” (van Dijk, 1991).

Estructuras de expresión

Más allá de las estructuras sintácticas que ha-cen a las oraciones, las estructuras de expresiónde los sonidos y de los gráficos, también jueganuna función indirecta en el énfasis o no de lossignificados parciales. El tono de volumen (degritos y cuchicheos), y la entonación de los ha-blantes puede influir en el modo de atención ycomprensión de lo que podrían estar diciendo siconsideramos los principios del cuadrado ideo-lógico. Lo mismo se puede decir respecto de laexhibición gráfica mediante titulares, tipografías,uso de colores o fotografías. Los significados pre-feridos se enfatizan así, gritando, haciendo dia-pasón alto, levantando la entonación, o por titu-lares, con tipografía grande, golpeando con elcolor o con fotos impactantes, lo opuesto, sepuede decir, para aquellos significados no prefe-ridos.

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Actos del habla e interacción

En los lindes del texto y del contexto ya enfa-tizamos la naturaleza interaccional del discursopolítico. Un análisis pragmático puede examinarqué tipos de actos de discurso se dan en ciertossubgéneros como el habla y el texto político(Blommaert & Verschueren, 1991; Eelen, 1993;Holly, 1990; Trognon & Larrue, 1994; Verschue-ren, 1994; Volmert, 1989; Wilson, 1991). Si consi-deramos que las declaraciones de gobierno pue-den, principalmente, darse como afirmaciones ylas regulaciones y leyes oficiales tienen la mismafuerza ilocutiva como directivas (órdenes, co-mandos, consejos), las discusiones parlamenta-rias pueden variar más en afirmaciones típicasde aspecto, preguntas, acusaciones o apologías(Abadi, 1990). La inconformidad política caracte-rísticamente viene como formas de acusacióndirigidas contra las élites dominantes dando lu-gar a que puedan o no defenderse (disculpar,etc.) a sí mismos contra tales ataques. Uno de losactos políticos más destacados en todos los ca-sos sin duda está en la legitimación. Este no es,un acto de discurso en el sentido estricto de lapalabra, sino un proceso o acto social complejoque puede ser acompañado por otros actos delhabla, como las afirmaciones, las negativas, lasacusaciones-expositivas, etc.

El diálogo político, finalmente, destaca todaslas estrategias y movimientos usuales de interac-ción verbal, desde lo que son las apropiaciones ydistribuciones de turno en las jornadas oficiales(incluyendo las interrupciones en el parlamen-

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to), el cierre y la apertura institucional de discu-siones, hasta las secuencias inconexas en los es-cenarios oficiales brevemente descritos anterior-mente. Algunas de las categorías conversaciona-les y movimientos involucrados aquí pueden serconvencionales o formulismos, como las mane-ras que el secretario del parlamento y otros re-presentantes “honorables” se dirigen en el con-greso norteamericano y la cámara de los comu-nes en el Reino Unido, y cómo los turnos y tiem-pos de discurso son programados y redistribui-dos por los miembros del parlamento y el con-greso. Paralelamente, la retórica política puedeacompañarse, interactivamente, por el aplauso ysu estratégica admiración (Atkinson, 1984; Heri-tage & Greatbatch, 1986). Fairclough (1994) ob-serva que el discurso público actual, incluyendoel político, generalmente, experimenta un proce-so de “conversacionalización” (ver tambiénStuckey, 1992).

El análisis de discurso y el análisis político

Luego de este breve análisis teórico que algu-nas de las maneras sistemáticas del discurso po-lítico pueden encarar, permítanme brevementeregresar a nuestro análisis político. Como se hasugerido arriba, realizar el análisis de discursodel discurso político no es lo mismo que hacer elanálisis político. El ADP únicamente puede seraceptado por los cientistas políticos si tiene algopara ofrecer, preferiblemente si es algo queaquéllos no podrían (conseguir) saber -por lomenos no del todo- mediante otros métodos, co-

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mo las encuestas de opinión, la observación par-ticipante o el análisis de contenido. Y es un mo-do amplio que va desde observar el análisis dediscurso no meramente como un “método”, co-mo el análisis de contenido, sino como una nue-va (también teórica) disciplina interrelacionadacon su propia perspectiva, una disciplina dondela ciencia política también está involucrada.

El reconocimiento de la pertinencia del análi-sis de discurso presupone darse cuenta del he-cho, quizás trivial, de que muchas maneras de“hacer política” frecuentemente involucran elcompromiso en prácticas discursivas. Basándo-nos en algunas reflexiones, puesto que los cien-tistas políticos no trabajan en la comunicaciónpolítica o la retórica política, las aceptan aúncuando la mayoría de los sucesos y actos políti-cos consisten en textos y conversaciones. Losejemplos se han mencionado arriba, y van desdereuniones de gabinete y discusiones parlamenta-rias, hasta “cintas rojas” burocráticas (documen-tos de muchos tipos) y formas de resistencia ver-bal, como las que se dan en consignas y folletosrevolucionarios que se muestran en las manifes-taciones.

Ahora, la pregunta que prevalece es: ¿quépuede ofrecer el análisis de discurso de tales su-cesos político-comunicativos para mejorar nues-tra comprensión de aquéllos, de manera que no-sotros tengamos un más detallado, y por lo tan-to, un “más rico” conocimiento del proceso polí-tico? Después de todo, podríamos dar, un análi-sis detallado de la manera de tomar-turnos en elparlamento, pero las reglas y estrategias pueden

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bien ser marginales políticamente o aún no te-ner sentido, siendo lo mismo si nos referimos alestudio estilístico de las consignas o volantes po-líticos. El estudio de estas y otras estructuras de-be mostrar, por lo demás, que ellas, juegan unpapel en el suceso político y en el proceso políti-co de los que forman parte. En otros términos,para evaluar la pertinencia política del análisisde discurso nosotros necesitamos examinar conmás detalle algunas de las funciones contextua-les de las diversas estrategias y estructuras deltexto y el habla. Algunas de estas funciones sehan indicado brevemente arriba, pero necesitanser más explícitas y sistemáticas.

Inmigración y racismo

Un ejemplo puede aclarar este punto. Asu-mamos que un miembro del ala derechista delparlamento (y esto mismo puede aplicarse res-pecto de otros congresitas o de élites que estánfuera del parlamento, en los medios, dentro deesta materia) sostiene un discurso sobre las mi-norías o la inmigración (ver van Dijk, 1993a). Elcontenido manifiesto de ese discurso segura-mente no descarta ninguna predisposición con-tra el inmigrante, pero nosotros (y ciertos con-gresistas) “sentimos” que hay algo dudoso con elmodo que el tema está siendo tratado. Intuitiva-mente, sabemos que las propiedades secretasdel discurso tienen la función de expresar unpunto de vista racista o xenofóbico. En este pun-to, sugerimos, que el análisis de discurso puededar a conocer cuáles son estas formas de “racis-

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mo encubierto”, y exactamente cómo estas fun-cionan en un contexto particular (y cómo a suvez éstas pueden influir en la opinión pública).Este es un problema político conocido en Euro-pa occidental, donde el ala derechista o los parti-dos racistas llegan a ser cada vez más audaces yfrecuentemente (intentan) estar “dentro de laley”. Aparte de identificar las estrategias y estruc-turas racistas encubiertas del discurso, otro pro-blema político (y legal) es cómo combatir estetexto y habla más efectivamente. Nuevamente,debemos recurrir a un análisis de discurso multi-disciplinario el cual puede dar algunas sugeren-cias para tal caso (para una discusión adicionaldel papel del análisis de discurso en el estudiopolítico de la inmigración y el racismo ver tam-bién Jager, 1988, 1992; Knowles, 1992; Silverman,1991; Smitherman-Donaldson & van Dijk, 1988;van Dijk, 1991, 1993c; Verschueren & Blom-maert, 1990, 1992; Windisch, 1978, 1982, 1985,1990; Whillock & Slayden, 1995; Wodak, 1991;Wodak, et al., 1990).

Respecto de lo anterior es menester citar, unhistórico caso ocurrido en los Países Bajos, don-de el ministerio responsable para la inmigraciónde refugiados, decidió introducir el neologismode “refugiado económico” en 1985 cuando se diola “invasión Tamil”, para distinguir entre los re-fugiados “verdaderos” de los meramente “eco-nómicos” (van Dijk, 1988b). La función de estainnovación conceptual y léxica era clara, e igual-mente pertinente para cualquier otra parte deEuropa, servía para mantener excluidos a estos“falsos” refugiados. A pesar de no hablar de “fal-

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sos” o “farsantes”, aquello significaba realmenteeso y era entendido por la gente como tal. El artí-culo léxico aparentemente técnico era empleadocomo medio para sub-categorizar, y por lo tanto,marginar y expulsar a un grupo de refugiados.Las funciones políticas de este truco discursivoson obvias, como lo fue el uso difundido, tantoen la política y como en los medios, de metáforasamenazadoras, como el de la invasión, y particu-larmente metáforas “corrientes”, como inunda-ciones, corrientes o mareas de refugiados paradiferenciar a los “invasores extranjeros” comoenemigos y en el supuesto de haber una mareaamenazadora, era necesario construir parapetoso diques para mantenerlos afuera del sistema(esta es una poderosa metáfora que se da espe-cialmente en los Países Bajos).

El punto de estos ejemplos no es sólo mostrarcómo los políticos o los periodistas usan diversosrecursos directos y menos directos para decir co-sas negativas sobre las minorías, inmigrantes orefugiados, contribuyendo a la reproducción delracismo en la sociedad. Obviamente, este es uncaso, y las investigaciones han mostrado que lapresentación negativa del otro, también entre lasélites, es profunda en la Europa Occidental ymás recientemente también en los Estados Uni-dos, como ha llegado a ser especialmente claracon la adopción de la Propuesta 187 en Califor-nia, donde se excluye a los “extranjeros ilegales”del servicio público como los hospitales y escue-las. El discurso racista elitario, sutilmente a ve-ces, puede afectar a la opinión pública, princi-palmente si se emplea a los medios masivos,

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cuando los intereses de grandes segmentos de lapoblación (blanca) en general son uniformes conlas implicaciones de tales mensajes, es decir,cuando se trata de mantener a los inmigrantesafuera. Las contribuciones discursivas a la repro-ducción del racismo en la sociedad (y lo mismose puede decir del sexismo) son obvias, aunquerutinariamente negadas, a la función política deldiscurso político. Como tal, entonces, ellas noson meramente una manera discursiva de “hacerpolítica”, y al contrario, van más allá, cuando lospolíticos deciden ser “duros” con la inmigracióny aguzan las leyes de inmigración. Estas a su vez,contribuyen a la agenda pública, y por lo tanto ala opinión pública, administrada de tal maneraque provee la legitimación necesaria de las deci-siones políticas en ocasiones, legalmente y mo-ralmente dudosas mientras violan la ley interna-cional y los principios de los derechos humanos.

La complejidad de los “hechos” políticos in-volucrados aquí va más allá de un mero análisisde discurso. A más de una descripción adecuada,necesitan de la explicación política. En este sen-tido, ¿por qué el Secretario de Justicia no hablade “falsos refugiados” (como él o ella podría de-cir en una reunión íntima en su departamento)en vez de usar la sonora descripción más técnicay neutra de “refugiados económicos?” ¿Y por quéel ala derechista o la representación racista noexpresan sus sentimientos racistas de una mane-ra más manifiesta? ¿O por qué rutinariamente losmedios hacen uso de las metáforas de amenazade “invasión” o de “corriente” cuando se trata dela simple llegada de refugiados?

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Para contestar estas preguntas necesitamosque se fomente el análisis del contexto políticode las prácticas discursivas y entre otras cosasexaminar las normas predominantes, ideologíasy actitudes oficiales sobre (o las que se refieren) alas minorías. Necesitamos saber que las expre-siones públicas y manifiestas de opiniones nega-tivas pueden ser “oídas como” racistas, por lotanto necesitan ser evitadas, del mismo modoque las expresiones como: “nosotros no tenemosnada contra los negros (refugiados, etc.), pero...”.A la vez, tal análisis contextual de la situaciónpolítica también necesita especificar lo que lospolíticos presumen cómo los grandes segmentosde la población que concuerdan con el mensajeimplícito, se oponen a la inmigración, y si es úni-camente por (percibidas) razones “económicas”de competencias “injustas” en los mercados devivienda o de trabajo. De algún modo, la econo-mía política de las decisiones sobre la inmigra-ción (de refugiados) debe manifestarse -se digaquién comercia o pierde con la inmigración(desde luego, la presencia de muchos refugiadosilegales, y por lo tanto, mal-pagados, puede serbuena para cualquier negocio) (para un detalle,ver Solomos & Wrench, 1993)-.

Aunque este es un primer análisis superficialdel contexto político de la legislación y de las dis-cusiones sobre la inmigración, las estructurasdetalladas de ciertos discursos se confrontan conestos contextos. Desde luego, un análisis de mu-chas formas implícitas y sutiles de racismo en eldiscurso, da a conocer muchas cosas sobre elcontexto político (la naturaleza las normas ac-

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tuales y prevalecientes, actitudes y conocimien-tos predominantes entre los políticos o la genteen general), sobre las funciones y razones verda-deras “que están detrás” de las frases de los son-deos, frecuentemente maravillosos, de la retóri-ca “tolerante” nacionalista. Cabalmente para es-tas limitaciones políticas y sociales de contexto,el discurso y sus hablantes, pueden querer ocul-tar o mitigar las razones, intenciones, funcionesu otras cogniciones políticas. Pero un análisiscrítico y sutil debería ser capaz de hacer explíci-to, y viceversa, contribuir a nuestro conocimien-to del contexto político en primer lugar, bajo lasuposición que muchas propiedades del discur-so son función de las propiedades de su contex-to. Desde luego, a veces el discurso es la únicaevidencia que nosotros tenemos de conocimien-tos “ocultos”, procesos y estructuras.

En suma, un análisis de discurso político de-tallado y sofisticado ante todo provee de un co-nocimiento directo de las prácticas discursivaspolíticas como las reuniones de gabinete, discu-siones, sesiones parlamentarias de presupuestosy leyes, documentos burocráticos, propagandade partido, entrevistas de medios, o protestas deorganizaciones y partidos de oposición. Estos ac-tos, sucesos y procesos políticos necesitan deuna descripción y análisis en sí mismos. Necesi-tamos que se sepa cómo se organizan, estructu-ran y expresan, y qué tipos de influencia posibleo efectos pueden tener sobre los conocimientospolíticos de la gente en general.

En segundo lugar, y quizás aún más intere-sante, la funcionalidad contextual del texto y el

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habla también permiten inferencias confiablessobre aspectos políticos del contexto (las relacio-nes de poder, el racismo, los intereses de grupo)que pueden tomarse para dados, ocultos, nega-dos o de otra manera que no estén explícitamen-te conocidos o formulados. Las reacciones a ve-ces altamente agresivas a análisis críticos (me-dios de comunicación de masas) muestran que“nosotros debemos hacer algo correcto” cuandoexponemos las subyacentes, y a veces, conscien-tes actitudes políticas y principios políticos xe-nofóbicos o eurocentristas. En este sentido, estaes una importante contribución del análisis dediscurso si los otros enfoques (como los datos decensos, votaciones, entrevistas u observaciónparticipante) son incapaces de proveer estas su-tiles formas de evidencia.

No podemos afirmar que toda la política esdiscurso, ni que todo el análisis político deberíareducirse al análisis de discurso. Especialmenteen niveles más altos para descripción; por ejem-plo, en sistemas políticos, organizaciones, insti-tuciones, procesos y complejos eventos implica-dos, en un análisis político es crucial, y en sí mis-mo es una condición para el análisis adecuadodel discurso. Pero si vamos “abajo”, a la inesta-ble arena donde la política realmente se “hace”en la vida cotidiana, comúnmente acabaremospor estudiar qué es lo que algunos actores políti-cos dijeron o estuvieron escribiendo. Un análisisdetallado del discurso de prácticas políticas coti-dianas no solamente contribuyen a nuestra com-prensión de estas prácticas (discursivas) per se,sino también a observar sus relaciones con el

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contexto político y social y sus propiedades deta-lladas, incluyendo las limitaciones sobre el dis-curso así como sus posibles efectos sobre lamentalidad del público en general. Cabalmente,este análisis integral también ofrece un conoci-miento más adecuado sobre la complejidad delos procesos, las instituciones y los sistemas polí-ticos, el tipo de objetos que los cientistas delanálisis político se interesan.

En todo caso, para permanecer con el mismoejemplo, los cientistas políticos pueden querersaber las relaciones precisas entre macro-fenó-menos como la inmigración, el resentimiento,cada vez más popular contra los “extranjeros”,las políticas de gobierno respecto de la inmigra-ción e integración, la propaganda partidista y lasposiciones políticas, la influencia de la extremaderecha sobre el punto de vista más preponde-rante del partido, y la cobertura y discusión enlos medios masivos sobre los asuntos étnicos.Estos temas políticos de actualidad relevantes(ver los casos de Bosnia y Rwanda) son, desde ya,vastamente complejos. Debemos darnos cuentaque mucho de lo que aquí se da no son mera-mente “hechos” socio-económicos respecto dela inmigración (y a veces relativamente menores)de los grupos de los otros. También, desde elpunto de vista “simbólico”, lo que ocurre aquí eslo que los políticos, los periodistas y la gente engeneral piensa, habla y escribe sobre estos te-mas. Cabe saber cuánto de tal discurso, y su co-nocimiento, influye en la acción política y por lotanto, la estructura política. Es ahí donde esteanálisis puede ser capaz de proveer conocimien-

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tos y explicaciones que de otra manera perma-necerían carentes.

Otros temas políticos

La inmigración, el multiculturalismo y el ra-cismo son, en realidad, un conjunto de temas enla política contemporánea que han levantado in-terés entre los cientistas políticos. La frase másderogatoria y la discusión más destacada sobreel multiculturalismo y “la ética política”, espe-cialmente en los EEUU, muestran la pertinenciapública y política de este asunto, así como tam-bién sus formas discursivas y sus implicaciones(Aufderheide, 1992; Berman, 1992; Fish, 1994;Williams, 1995).

Pero hay otros temas, problemas y asuntosen la ciencia política donde un acercamientocon el análisis de discurso sería útil. Nuevamen-te en los EEUU, como en Europa, la discusiónsobre la inmigración, el multiculturalismo y laética política se relacionan estrechamente con ladefunción del comunismo estatal en la EuropaOriental; la llegada y la preponderancia del con-servador nuevo derecho, con sus extremismospolíticos y formas diversas de fundamentalismosreligiosos y nacionalismos, el desafío crecientedel liberalismo, los ataques a la cuestión del bie-nestar y el triunfo del “mercado” (Bennett, 1990;Dorrien, 1993; Himmelstein, 1990; Rozell & Pon-tuso, 1990; Sunic, 1990).

Estos temas candentes de política actual, enel ámbito de la ciencia política, han comenzadoapenas a ser estudiados desde el punto de vista

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analítico del discurso, aunque es obvio que losterraplenes ideológicos involucrados tambiéntienen una destacada dimensión discursiva, porlo menos desde el papel retórico jugado por al-guien con dotes de gran comunicador (el ex-pre-sidente Ronald Reagan, con su modo de esparcirpersuasivamente su “Reaganomía”). Semejantescomentarios se pueden dar respecto del That-cherismo en el Reino Unido, de las impugnacio-nes conservadoras y el creciente nacionalismoen la Europa Occidental durante el pasado dece-nio (para algunos análisis de discurso y estudiosrelacionados sobre estos puntos, Allcock, 1989;Billig, 1995; Blommaert & Verschueren, 1992;Bruce, 1982; Billig, 1986, 1989, 1991, 1995; Clark,1979; Detrez & Blommaert, 1994; Hall, 1988;Hirschman, 1991; Maddox & Hagan, 1987; Meeu-wis, 1993; Seidel, 1987, 1988b; van Dijk, 1995b;Williams, 1994).

Estos puntos relacionan a la vez la política ylas políticas sobre asuntos internacionales, pre-juicios anti-arábicos, y las relaciones entre Nortey Sur (Billig, 1995b; Derian & Shapiro, 1989;Gamson, 1992; Thompson, 1987a). El aumentodel conservadurismo, la xenofobia, las políticasanti-inmigrantes y el racismo en el Nor-Oeste seenlazan así con el conflicto religioso y étnico enmuchas otras partes del mundo; y las reaccionesde los políticos y los medios de comunicación aestos conflictos se relacionan nuevamente con lapolítica “simbólica” del discurso y el conoci-miento social que hemos analizado brevementearriba (ver también, Fox & Miller, 1995; Lau &Sears, 1986; Sears, 1993; Sidanius & Liu, 1992).

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Las negociaciones internacionales sobre lapaz en Bosnia o el Medio. El Este no se sustentasolamente con los intereses socio-económicos,la tierra, y los derechos, sino también con per-cepciones mutuas, en representaciones, prejui-cios, relaciones interculturales y de comunica-ción; por lo tanto, en los símbolos y formas dehabla y texto (Korzenny & Ting-Toomey, 1990). Yuna conflagración como la Guerra del Golfo notrata meramente sobre la invasión de Iraq a Ku-wait o la respuesta tecnológica aliada de Bush dehacer una línea en el desierto. Es también un su-ceso de medios de comunicación y una cons-trucción discursiva: su legitimación fue princi-palmente administrada discursivamente (para elanálisis de medios y la gestión pública de la opi-nión sobre la Guerra del Golfo, ver: Bennett &Paletz, 1994; Greenberg & Gantz, 1993; Iyengar &Simon, 1993; Jeffords & Rabinovitz, 1994; Kell-ner, 1992; Pan & Kosicki, 1994; y para ver los pri-meros análisis de discurso de la Guerra del Golfoy sus consecuencias: Cheney, 1993; Hackett &Zhao, 1994; Martin Rojo, 1995; Shakir & Farghal,1992; Wallace, Suedfeld & Thachuk, 1993).

Implícitamente todos los temas y asuntos re-levantes en la ciencia política actual parecen te-ner una destacada dimensión discursiva. Lo quees cierto para el racismo y el multiculturalismo,es cierto para la igualdad de género y el sexismo,mientras que la posición de las mujeres, no essimplemente un tema político social. Los dere-chos políticos y socio-económicos de las muje-res, y sus intereses (igual retribución, libre elec-ción de abortos, entre muchos otros) nuevamen-

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te no están limitados a las decisiones políticassobre el acceso privilegiado a recursos sociales,sino relacionados con las maneras de cómo loshombres representan a las mujeres en el conoci-miento y el discurso, ya sea en discursos políti-cos, en los medios de comunicación, en el dis-curso médico o los libros de texto, o cómo lasmujeres acceden al discurso público (para algu-nos estudios de análisis de discurso respecto degénero y política, ver: Brown, 1988; Castañeda,1992; Fraser, 1989; Hennessy, 1993; Kaplan, 1989;Houston & Kramarae, 1991; Lazar, 1993; Seidel,1988c; Skjeie, 1991; Villiers, 1987; Winter, 1993;Yeganeh, 1993; Zerilli, 1991).

Comentarios semejantes se pueden sostenersobre las clases, y por lo tanto, sobre la pobreza,el desempleo y la destrucción actual del estadode bienestar en favor del mercado, así como lacreciente globalización de la economía (Fair-clough, 1995; Lemke, 1995). El análisis de discur-so permite un conocimiento más detallado delos procesos discursivos de la agenda de discu-sión, las relaciones entre la política, los medios yla opinión pública. En este sentido, las políticassociales no son solamente propiedades abstrac-tas del conocimiento o la acción política, princi-palmente son expresadas en el texto y el habla, ypolíticamente son actuadas, por ejemplo, en laformulación de los presupuestos, leyes o regula-ciones, las que nuevamente se constituyen engéneros de discurso político y legal. (Schram,1993; Zarefsky, 1986).

El poder político, económico y social puedebasarse en accesos especiales como el control

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sobre los escasos recursos sociales, pero estos noson meramente materiales, también simbólicos,como el conocimiento, la educación y especial-mente el acceso a y el control del discurso públi-co, particularmente en los medios masivos (vanDijk, 1996). Desde luego, mucho del poder políti-co puede ser operacionalizado los medios y mo-delos de acceso y de control de los políticos, delos partidos o de los movimientos políticos sobreel discurso público. Quien controla el discursopúblico, por lo menos parcialmente, controla lamente pública, de modo que el análisis de dis-curso de tal control es a la vez inherentementeun tipo de análisis político.

En otras palabras, no hablamos directamentede la economía política y social, sino de la “eco-nomía simbólica” del lenguaje y el discurso quecontrola las mentes de los actores políticos, y porlo tanto, sus acciones (ver también Bourdieu,1988). En un nivel general, esta exposición puedeser interesante pero no permite mucha descrip-ción y explicación. Una vez, que tenemos traza-do el camino a un análisis de discurso más sofis-ticado y detallado, seremos capaces de obtenerlas relaciones entre las propiedades escondidasdel texto y el habla y las dimensiones diversas delcontexto político, el proceso político y el sistemapolítico en general.

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Del análisis de contenido al análisisdel discurso:

Aspectos metodológicos en relación a laEtnometodología*

Iván F. Rodrigo Mendizábal

El presente trabajo tiene como objetivo el in-troducir a la estrategia del análisis de discurso.Sin embargo, se parte de una explicación de loque es el análisis de contenido como recurso deestudio cuantitativo. Aunque hay muchos auto-res que identifican el análisis de discurso con eldel contenido, nosotros preferimos diferenciar-los en la medida que el primero introduce nue-vas categorías que el análisis de contenido no lasconsidera. Para ubicar el análisis de discursopartimos de las conceptualizaciones de la etno-metodología ubicándonos en dicha práctica co-mo marco de nuestro análisis y recogemos tam-bién muchas de las propuestas del estructuralis-mo en relación al análisis de relatos. La propues-ta finalmente es un modelo de análisis de discur-so aplicado a la comunicación social y políticaque contiene desde el relato pasando por el esti-

*Documento introductorio al curso de Análisis cualita-tivo del discurso que el autor dicta en la UniversidadAndina Simón Bolívar y Pontificia UniversidadCatólica del Ecuador , escrito en 1977. Este fue recien-temente introducido en la materia de Semiología en laUniversidad Politécnica Salesiana.

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lo hasta introducirse al nivel de lo ideológico. Elpropósito entonces, es ver que el discurso comouna producción social forma parte de un proce-so a través del cual los grupos sociales intercam-bian/confrontan sus realidades y consolidan susconcepciones de hacer la realidad de la vida coti-diana.

Análisis de contenido como estrategia cuantitativa

El análisis de contenido es una estrategia queinicialmente ha sido comprendida de naturalezacuantitativa. Una definición clásica es la plantea-da por Berelson (1952), quien señaló que “el aná-lisis de contenido es una técnica de investigaciónpara la descripción objetiva, sistemática y cuan-titativa del contenido manifiesto de la comuni-cación”, definición que luego fue ampliada porotros cientistas.

El análisis de contenido tiene sus orígenesentre los años 20 y 30 con las propuestas teóricasde Walter Lippman referentes a los estereotipossociales y la opinión pública en base a la psicolo-gía. Sin embargo, las primeras aplicaciones másconcretas fueron llevadas a cabo por HaroldLasswell y sus colaboradores quienes habían rea-lizado un análisis sistemático de la propagandade guerra durante la II Guerra Mundial final-mente publicados en 1959. El trabajo de Lasswelly las aportaciones teóricas de Berelson se consi-deran como las fundantes de esta técnica. A és-tas se sumaron luego, entre los años 50 y 60, It-

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hiel Pool y Ole R. Holsti y otros cientistas. Es aHolsti (1969) a quien se le debe mayores preci-siones a la definición del análisis de contenido:“cualquier técnica de investigación que sirva pa-ra hacer inferencias mediante la identificaciónsistemática y cuantitativa del contenido mani-fiesto de la comunicación”. Recogiendo algunasde las definiciones, autores contemporáneos co-mo Muriel y Rotha asumen que el análisis decontenido “es una técnica que permite la des-cripción objetiva y sistemática del material quese obtiene por medio de la comunicación verbalo escrita. Su finalidad es la de permitir que elmaterial procedente de diversas fuentes puedeser analizado, interpretado y comparado en tér-minos de algún denominador común” (1980:136). Y más recientemente, Krippendorf precisaque el análisis de contenido permite la descrip-ción, análisis, comprensión e inferencia de men-sajes.

Nótese que en las dos primeras definiciones,los autores hacen hincapié en la necesidad dedescribir sistemáticamente el contenido mani-fiesto de la comunicación además de la obliga-ción de hacer inferencias. En primer lugar, cuan-do se refieren al contenido manifiesto, evidente-mente se sitúan en el plano del objeto visible ytranscrito (ya sea documento, texto, film, etc.), esdecir el mensaje mismo tal como está sustenta-do. En segundo lugar, el requerimiento de unadescripción sistemática ha llevado a que los teó-ricos del análisis de contenido elaboren variosinstrumentos de organización del contenido ma-

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nifiesto que llevan al campo semiológico, especí-ficamente a la clasificación de categorías de sig-nos lingüísticos y su concordancia en el conjun-to del contenido manifiesto. En tercer lugar, lainferencia siempre estaría dada en relación a lashipótesis o variables que maneje el investigador.Para ello, el analista se plantea una base teóricadesde la cual explica al contenido manifiesto. Lainferencia entonces se da en el sentido de validarlas conexiones internas de lo que se analiza con,finalmente, el objetivo de la investigación (Janis,1965).

Todos estos aspectos han hecho del análisisde contenido, en parte, un instrumento más cer-cano a la lingüística. Desde esta perspectiva suaplicación tiene que ver con la clasificación delas palabras según su significado, sus designacio-nes, frecuencias de atribuciones y que llevan adeterminar el aspecto pragmático del contenidomanifiesto, es decir, qué causas o efectos puedeproducir o produce.

Las aportaciones socio-lingüísticas al análisisde contenido

Si bien la retórica aristotélica plantea las ba-ses de la estructura de algo que se dice y se sus-tenta, recién en los años 60 y gracias a los previosaportes de la lingüística, los estudios literarios yla antropología es que recién se direcciona elanálisis de contenido a aspectos de la vida socialcotidiana y no solamente a los textos escritos. Esla corriente estructuralista antropológica la que

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determina nuevas directrices en relación al aná-lisis de mitos con el trabajo de Lèvi-Strauss. Sinembargo, muchos de los enfoques estructuralis-tas se basaron en las propuestas teóricas de losformalistas rusos como Jakobson, Eijenbaum,etc., y sobre todo en el estudio fundador de Fer-dinand de Saussure publicado en 1917, que ade-más introdujo el tema de la fonología en el cam-po de la lingüística.

La reorientación al análisis de contenido pro-puesta por el estructuralismo -que estableceademás la semiótica como el campo que englobael análisis- fue el de hacer un mayor trabajo en elcampo de la narración en lugar de detenersesimplemente en unidades, frecuencias, etc., quelos teóricos norteamericanos propugnaban. Vla-dimir Propp es considerado, en este sentido, unode los más importantes propulsores de este pen-samiento. Con Greimas (1966) se amplió la rela-ción del significado de la oración con el rol delemisor, es decir del enunciado con el actantevinculado, esta vez, a la propia naturaleza deltexto. Barthes (1972), Todorov y otros estructura-listas terminaron ampliando las aportacionescon sus análisis de los relatos, ahora no sólo de-dicados a observar los contenidos manifiestos,los mensajes, su estructura narrativa, sino tam-bién el contexto de su producción.

La misma antropología también da paso aldesarrollo de la socio-lingüística. Dell Hymes in-troduce desde lo que él llama la etnografía de lacomunicación, el análisis de textos y de la propiaconversación. Con Harold Garfinkel y A. V. Ci-

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courel, fundantes de lo que ellos denominan laetnometodología, el análisis se abre a las cues-tiones de la interacción cotidiana y los métodospropios de los actores sociales. Las mismas pro-puestas de J. L. Austin acerca del lenguaje de laacción relacionan el acto del habla que él señalacomo semiótico no sólo con respecto a su signi-ficación sino también a la performatividad socialque ella contiene. Los itinerarios seguidos por elestructuralismo y la socio-lingüística hace que elanálisis de contenido al final enfrente a los men-sajes como objetos simbólicos que tienen uncontenido manifiesto pero también un conteni-do latente. Como técnica, tiene diversos procedi-mientos que permiten sistematizar, representarobjetiva y sistemáticamente y tratar los datosque están contenidos en las comunicacionessimbólicas. En este sentido, por medio del análi-sis de contenido obtenemos nuevos conoci-mientos con el fin de compararlos con el contex-to propio o con otros objetos simbólicos. De ellose deduce, que el análisis de contenido pasa deuna dimensión puramente descriptiva, cuantita-tiva a una cualitativa.

Los objetos o comunicaciones simbólicas y elanálisis de contenido contemporáneo

Básicamente la investigación científica enprimera instancia tiene que ver con el análisis decontenido, tanto porque el investigador se rela-ciona con documentos o textos, en definitiva con

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construcciones simbólicas como el lenguaje co-dificado para comunicar ideas.

De esta manera, entendemos como comuni-caciones u objetos simbólicos a todos aquellossistemas que tienen una forma codificada por lacual se encaminan ideas, actitudes, comporta-mientos o mensajes.

Si consideramos que toda la realidad es unsistema comunicativo estaremos comprendien-do por lo tanto que ella misma y la complejidadde signos que la pueblan son desde ya comuni-caciones y objetos simbólicos. Estos tienen quever, entonces con el lenguaje, las acciones, lo vi-sual, lo audible, etc.

El análisis de contenido como técnica nosayuda a conocer, analizar e interpretar y con-frontar las dimensiones (lo manifiesto, lo latente,etc.) de los contenidos dentro de un mensaje ode los comportamientos sociales.

Bajo esta perspectiva, se puede afirmar queen el análisis de contenido importan más las sig-nificaciones de los mensajes o comportamientosque los mensajes mismos. Si con las técnicascuantitativas y algunas de las cualitativas nos in-teresaba conocer o medir elementos o variablesrespecto de una realidad (el hecho o mensaje talcomo es), con el análisis de contenido nos inte-resa conocer y medir sus fundamentos estructu-rales (el hecho o mensaje en su dimensión sim-bólica) porque:

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- Los mensajes no emiten un significado úni-co y dependen también de su asimilación opercepción.- Si bien expresan contenidos concretos, en-cierran así mismo otros contenidos lo que ha-ce que no son mensajes únicos.

Una vez aclarado lo anterior, el análisis decontenido se caracteriza porque:

- Permite tanto al análisis cuantitativo comoel cualitativo de acuerdo al tipo de diseño deinvestigación.- A diferencia de otras técnicas de investiga-ción no es intromisiva ni tampoco empleaprocedimientos reactivos (encuestas, etc.).- Se puede trabajar sobre diversos tipos deelementos: materiales estructurados y no es-tructurados. Sin embargo, el investigadorpuede estructurar todo un proceso para obte-ner materiales analizables.

Elementos para el diseño de la estrategia

Existen diversas maneras de encarar el análi-sis de contenido. En este sentido, no hay unaúnica técnica sino varias maneras de acercarse yanalizar un objeto.

Sin embargo, el diseño de un procedimientodebe tener claro algunos elementos como losque plantea Krippendorf (1990):

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- Qué datos se analizan, cómo se definen y aqué muestra se refieren: la base fundamentaldel análisis de contenido son los datos queestán contenidos y se extraen de un mensajeu objeto simbólico. Estos tienen su propiasintaxis y estructura y se describen en fun-ción de unidades, categorías y variables, oson codificados de acuerdo a determinadascondiciones.- El contexto de producción de un mensajedebe hacerse manifiesto cuando se analizanlos datos: éstos están disponibles de maneradirecta pero el contexto debe ser construido oreconstruido por el investigador para de estamanera comprender las condiciones de pro-ducción del mensaje.- Interesa definir claramente la finalidad uobjetivo de las inferencias: es decir, a dóndese quiere llegar o qué se quiere descubrir.- La formulación de inferencias deviene delcruzamiento de datos y del contexto de pro-ducción: esto permite hacer explicacionesconcretas sobre el objeto o mensaje analiza-do.- El análisis de contenido se soporta concre-tamente si existe un esquema previo de estu-dio: es necesario elaborar anticipadamenteun instrumento que permita la recolección yanálisis de datos.

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Diseño del instrumento para el análisis

Esencialmente el instrumento del análisis decontenido tiene que ver con la delimitación deunidades. Estas son:

a) Unidades de muestreo: en referencia a ununiverso, las unidades de muestreo sonaquellas porciones con características parti-culares de dicho universo a los que se aplica-rá el análisis de contenido. Los criterios deelección de tales unidades de muestreo de-penden de los objetivos de la investigacióncomo tal.b) Unidades de registro: son aquellas partesde una unidad de muestreo que deberán ais-larse y analizarse. Las unidades de registrovarían también en relación al tipo de mensajeu objeto simbólico.c) Unidades de contexto: son aquellas infor-maciones que se recogen paralelamente enrelación al objeto o mensaje estudiado y queayudan a caracterizarlo.

El análisis de discurso como estrategiacualitativa

El análisis de contenido se centra en la natu-raleza formal del mensaje de todo objeto simbó-lico. Muchos cientistas encontraron que, a pesarde los avances teóricos y prácticos en la materia,el análisis de contenido era limitante. La pro-puesta, entonces fue la de ubicar no sólo el aná-

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lisis en el ámbito mismo de la producción textualsino en el de su práctica en la acción cotidiana.La rama se denomina análisis de discurso plan-teada a comienzos de los años 60 por el nortea-mericano Zellig Harnis y retomada por algunoscientistas franceses, en especial Michel Pêcheux(1969) quien ligó particularmente la referenciaideológica a la cuestión misma de la enunciacióndiscursiva.

El análisis de discurso, como señala van Dijk(1990, 1995a), es un campo relativamente nuevoy que supera en parte las propias limitacionesdel análisis de contenido: es decir, de su dedica-ción al objeto textual-narrativo. Al igual que elanálisis de contenido se alimenta de muchas delas aportaciones de las disciplinas sociales y dealgunas escuelas que las sustentan. Nuestra con-cepción se ubica expresamente en el ámbito dela etnometodología y en parte, también en lo quealgunos autores denominan la semiótica textual.

Una primera definición acerca de esta estra-tegia nos la ofrece Stubbs quien señala que “elanálisis de discurso …se refiere al intento de es-tudiar la organización del lenguaje por encimade la oración o la frase y, en consecuencia, de es-tudiar unidades lingüísticas mayores, como laconversación o el texto escrito. De ello se deduceque el análisis de discurso también se relacionacon el uso del lenguaje en contextos sociales y,concretamente, con la interacción o el diálogoentre los hablantes” (1987: 17). Lozano, Peña-Marín y Abril apuntan, por su parte, que “el lla-mado análisis de discurso se desarrolla funda-

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mentalmente a partir de los estudios sobre laenunciación, es decir, la puesta en discurso de lalengua por un sujeto: sistema y proceso” (1989:90). De tales concepciones rescatamos algunosaspectos:

a) que el análisis de discurso se refiere al es-tudio de las producciones simbólicas, ya seaescritas o habladas, que tienen un orden yuna coherencia y que son producidas en elmarco de una interacción en el que el emisorlegitima “su” mundo. Aunque se parte de laconsideración que el objeto simbólico essiempre lingüístico, nosotros delimitamos sucampo al hecho que más bien tal objetosiempre es codificado y no necesariamentelingüístico dándonos la posibilidad de ence-rrar en el análisis de discurso expresiones co-mo los audiovisuales o la misma interacciónhumana sobre la que sustenta sus definicio-nes la etnometodología (cf.: Cicourel másadelante).b) tal análisis no se detiene en unidades con-cretas, como ser la palabra o su propia sinta-xis, sino en las mayores, es decir, la oración,la frase, con el objeto de observar la estructu-ra de una enunciación, su organización, queen última instancia es la expresión por mediode determinados códigos del hacer humano ysocial.c) la expresión de un objeto simbólico que noes solamente el mensaje manifiesto sino co-municaciones latentes y comunicaciones es-

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condidas conlleva el modo de producción, uncontexto que le determina y co-texto desde elcual el discurso opera estableciéndose un“frame” o marco: “con el concepto de marco,Bateson señaló la existencia de ‘mensajesmetacomunicativos’ que sitúan la comunica-ción entre varios sujetos …Dicho concepto loidentifica Goffman con el instrumento queutilizamos cotidianamente para definir la si-tuación de interacción entre los actores so-ciales y para asignar significado al flujo deacontecimientos que se desarrollan en la in-teracción …De todo ello Eco concluye que unmarco es siempre un texto virtual” (Lozano,Peña-Marín, y Abril, 1989: 27-28), o como se-ñala Stubbs, es la estrategia de control deltexto y de su recepción por parte del emisorque para nuestro caso es un enunciador.d) sistema y proceso nos refieren a las ante-riores consideraciones. Más concretamente,al sistema como el componente que encierrala estructura del objeto simbólico. En prime-ra instancia el sistema es el texto: van Dijk se-ñala que éste es un constructo teórico y abs-tracto que se actualiza en el discurso (1995b:24). Su proceso, es donde el texto finalmentese determina, se desconstruye en el conjuntode las interacciones que logra.

Antes de plantear una propia definición res-pecto del análisis de discurso, es menester haceralgunas precisiones respecto a algunos tópicosque competen al mismo: desde el texto al discur-so.

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1. El texto

Detengámonos en la cuestión del texto parahacer algunas consideraciones respecto de éste.Tradicionalmente se considera como texto a to-do tipo de estructura de sentido que está sopor-tado mediante el manejo de un tipo de lenguaje.Es evidente que sobre esta base se entiende quehay un texto, es decir, algo visible y manejable:en definitiva, la sedimentación del lenguaje arti-culado.

Nosotros entendemos que el texto se soportaen varios niveles que a su vez operan como pro-ducciones discursivas. Verón al respecto, entien-de como texto a todos los “paquetes de lenguajeque uno encuentra circulando en la sociedad, endistintas formas: ya sea escrita, oral o en combi-nación con otros modos que no pertenecen allenguaje (1995: 70):

a) Los textos literarios: el término de lo litera-rio lo empleamos acá del modo más amplioposible para implicar a los textos que tienenuna coherencia y una organización interna yson producidos bajo las regulaciones especí-ficas del lenguaje. En este sentido, son textosliterarios desde las obras narrativas, los poe-mas hasta las noticias escritas. Sin embargo,pueden a su vez implicar la lectura y por lotanto la sonorización del sistema.b) Los textos no literarios cotidianos: sonfundamentalmente aquél tipo de textos quese producen con cierta coherencia textual pe-

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ro en algunos casos no obedecen a regulacio-nes sintagmáticas. Por ejemplo, las cartas, losinformes, las relatorías hasta los diarios per-sonales o los diarios de campo.c) Los textos sociales: son los productos delhabla cotidiana, o si se quiere, los productosdel intercambio social: funcionan en el marcode sus coherencias que pueden ser diferentespara el enunciador y el perceptor, es decir,“las proposiciones pueden ser coherentes pa-ra el hablante pero no para el oyente …ha-blando empíricamente, el discurso, no tienecoherencia sino que la coherencia le es asig-nada por los usuarios del lenguaje” (van Dijk,1990: 95-96) o como dice Stubbs, en el actodel habla cotidiano, si bien aparecen lógicasdistintas, “lo que está mal construido desdeun punto de vista lógico” (1987: 19) aparececomo normal en el intercambio y desde yaimplica marcos de creencias y suposicionesdistintos. Ahora bien, los textos sociales paraun análisis en detalle, desde el punto meto-dológico del análisis del discurso debe sertransferido a otro soporte y por lo tanto a sutranscripción. Pero esto no quiere decir queen el mismo hecho de su performatividad, nosea analizable en el mismo momento de surealización, acción que es frecuentementehecha por quienes intercambian, interac-túan, por medio del cual se confrontan acti-tudes, comportamientos, roles. Esto lleva a suvez que el análisis también es empírico, en

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una primera instancia, por parte de los per-ceptores de todo tipo de mensajes.d) Los textos audio-visuales: que son produc-ciones específicamente no lingüísticas peroque al igual que el lenguaje poseen un siste-ma propio: su base es la codificación o si sequiere la acumulación sistemática de signospara la expresión de algo. En el caso de lo vi-sual (como puede ser la pintura o la fotogra-fía) o textual está eminentemente todo el sis-tema kinésico, etc. mientras que en lo sono-ro, todo lo que implica lo audible, etc. Peroen ambos casos, como puede ser el de la tele-visión o el cine, encierran a su vez los textossociales o la lectura de textos como los de loscasos a) y b).e) Los textos transcritos: que son productode las transformaciones de los textos en nue-vos formatos como ser conversaciones o en-trevistas grabadas o registradas, lecturas detextos literarios en formatos audiovisuales o,descripciones de audiovisuales e inclusive hi-pertextos que entre unos y otros remiten a di-versas comunicaciones. Para el caso del aná-lisis de discurso, la transcripción es desde yauna estrategia (van Dijk, 1990: 55).

Todos los textos funcionan dentro de unacompetencia textual. Lozano, Peña-Marín y Abrilindican que tales textos pueden ser aparente-mente contradictorios pero son textualmentecoherentes, o son textos aparentemente incohe-rentes en el nivel de su manifestación pero no lo

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son en otros niveles. “De hecho -dicen ellos-, enlos actores sociales, en los interlocutores de unaconversación, o en el lector de un texto, [que ] seda una competencia textual que les hace capacesde recibir como coherente un texto que pudieraen principio no serlo. Una primera consecuenciaque podemos inferir de la existencia de unacompetencia textual es la capacidad de captar (oatribuir) la coherencia de los textos indepen-dientemente de su forma lingüística. Así vista, lacompetencia textual se puede concebir comouna especie de mecanismo de generación de co-herencia, allí donde aparentemente no la hay”(1989: 20).

2. El discurso

Una segunda consideración es la que con-cierne al discurso como tal. M.M. Barktin defineal discurso como la realización de un texto enuna situación comunicativa determinada (cit.Benavides, 1996: 136). Greimas y Courtés por suparte indican que “a través del discurso el sujetoconstruye el mundo como objeto y se construyea sí mismo” (cit. Lozano, Peña-Marín y Abril,1989: 89). Sánchez Parga dice que “el discurso esalgo más que representación; es decir, si reba-sando los efectos reflejos de la estructura socialcomo simple ideología, se presenta también co-mo una exponente de la constitución de los ac-tores sociales y de sus prácticas” (1988: 19). Estáclaro, en las definiciones que:

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a) un texto se realiza siempre y cuando hayauna situación de intercambio en el marco delo que Habermas (1994) llama la acción co-municativa. Esto nos remite al hecho de queel texto mismo está sustentado en un hechosocial que es el evento que determina su in-tercambio. Esto lleva a la ubicación de una“situación” comunicativa que también puedeleerse como el hecho social dinámico y queBenavides califica a éste como el “escenario”en el mismo sentido que N. Luhman cuandoseñala que este es el espacio “donde se orga-nizan determinados elementos de una com-plejidad” (cit. Benavides, 1996: 138) o, si sequiere, es el lugar de organización del senti-do. El primer escenario de un texto sería elcontexto de su propia producción lo que noslleva a preguntarnos ¿qué esconde una co-municación más allá de su simple enuncia-ción? Pero asimismo, se deben considerarotros escenarios que a la vez son parte deldiscurso mismo: fuera del escenario primariode su producción, que funciona como refe-rente, está el de su señalización, que funcionacomo marco referencial (esto en más adelan-te lo denominaremos marco o frame); el desu circulación que a su vez implica el lugar desu colocación; y, el de su consumo que es pa-ralelo al anterior escenario donde el discursoes aprehendido y descompuesto además derelanzado). Martín-Barbero dice que el dis-curso “en su hacer se hace y se deshace enuna determinada socialidad” (1978: 137). Tal

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afirmación además de ser una constataciónde que el discurso se hace, es decir, es un ob-jeto dinámico en el marco de la interacción,nos abre la interrogante de su ubicación den-tro de uno o varios escenarios, pero tambiéna la constatación, como él señala de que elmismo discurso en su planteamiento no esúnico ni independiente sino que siempre esatravesado por otros discursos. De ahí que elaspecto realizativo del relato como discursoes siempre una forma de construcción o re-creación constante del mismo en función delescenario dado y de los actores dados. Esta si-tuación de alguna manera también nos lleva-ría a la cuestión del poder como lo analizare-mos más adelante.b) la construcción del mundo como objetopor parte del sujeto (que para nuestro caso esel actor social) lo que nos remite a la idea deque por medio de la producción textual-dis-cursiva, ya hay una representación que, enprimera instancia enmascararía al actor y, ensegunda, lo haría visible en el mundo real és-ta vez mediado por “su” sistema simbólicoque le representa. Esto implica a su vez, larealización del mismo sujeto que se “transmi-te” a sí mismo mediante un objeto simbólico.Para aclarar la cuestión de las representacio-nes estaríamos entendiendo en el mismosentido de Baudrillard (1978) que éstas sonsimulaciones y mediaciones (una suplanta-ción y el planteamiento de una realidad co-mo si fuera cierta). Si el actor social se en-

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mascara (se sitúa dentro de determinados ro-les) es que transmite un mundo sensible co-mo verdad. Y ello siempre está condicionadopor una intencionalidad concreta. En los tér-minos de la etnometodología, ese plantear“su” mundo, “su” verdad, es el método empí-rico que se investiga.c) las prácticas sociales nos remiten a otra di-mensión. No es que solamente hay un inter-cambio simbólico en el marco de un escena-rio, ni tampoco que el actor social articula unmundo y lo hace sensible mediante un siste-ma simbólico, sino también que el texto estáubicado dentro de un contexto que le explicay le determina. Pero esa determinación tra-sunta, si se quiere, un metalenguaje y unametacomunicación que en una instancia másgeneral, vendría a ser la ideología. Entende-mos a las metacomunicaciones a aquellaspremisas que circulan alrededor del discurso,le atraviezan y le condicionan. Los metalen-guajes a su vez vendrían a ser las cosas quehacen que el discurso se codifique y se enun-cie de determinada manera. En general, elquehacer del discurso está marcado por loideológico, es decir por los mundos posiblesque se prefiguran. Foucault indica que “eldiscurso no es simplemente aquello que tra-duce las luchas o los sistemas de dominación,sino aquello por lo que, y por medio de locual se lucha, aquel poder del que quiere unoadueñarse” (s. f.). De esta manera, no es quehay solamente algo oculto o enmascarado en

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el sustrato de un discurso, sino más allá, lavehiculación de la propia acción que hace ala naturaleza de la comunicación ligada a lopolítico.

En todo caso, está claro, como apunta Bart-hes, que es en el texto donde se articula y se rea-liza el sentido. Y el intercambio de textos en granmedida se considera como el mecanismo demantenimiento y legitimación de universos sim-bólicos que se adaptan o se aprehenden. Pero eldiscurso trasciende al texto aunque su base ini-cial es éste mismo: “cuando Cicourel dice: ‘pordiscurso entiendo el habla, la entonación, gestosde la cara, manos y brazos, movimientos delcuerpo y vocalización no verbal que forman unacompleja interacción social entre dos o más per-sonas’ “(Discourse and text: “cognitive and lin-guistic processes in studies of social structures”,Versus # 12, 1975: 34), no cabe duda de que ele-mentos (con-)textuales, tales como movimientosdel cuerpo, etc., son pertinentes en cuanto pre-tende analizar …un texto situado en el marco deuna interacción cara a cara” (Lozano, Peña-Ma-rín y Abril, 1989: 46-47). Aunque esta última defi-nición nos amplía más el marco del discurso fue-ra de los textos escritos, a las propias accionescon las cuales se transmiten, es menester obser-var que no obstante aquéllo, el análisis de dis-curso resitúa al texto en la acción y lo vuelve tex-to mismo (lo que es válido por ejemplo, en elmismo hecho de grabar una situación de comu-nicación expresa, es decir el intercambio). Pero

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más allá, nos determina qué cosas se dicen, có-mo se las dicen y en qué marco se las dicen loque conlleva a su vez al porqué, y a su intencio-nalidad. Ricoeur precisa, finalmente, que en“…los discursos …el hombre dice su hacer… Es-te decir del hacer puede ser aprehendido en va-rios niveles: nivel de los conceptos puestos enjuego en la descripción de la acción; nivel de lasproposiciones donde la propia acción llega aenunciarse; nivel de los argumentos en el que searticula una estrategia de la acción”.(1988: 11).

3. Relato, discurso y análisis de discurso

Vamos a englobar el término texto para espe-cificar también sus niveles o las produccionesdiscursivas, así como su intención-acción en elconcepto relato. En consecuencia, diremos queel relato como prefiguradora de la acción es labase del discurso, es su componente más impor-tante. Aguirre (1993a) señala que el relato es unadimensión discursiva proporcional a la dimen-sión temporal de la vida. Lyotard asume que losrelatos son “las narraciones que tienen funciónlegitimante o legitimadora” (1987: 31), califican odenominan, indican o precisan las acciones delactor social. Al hacer la consideración sobre elrelato en lugar del texto cuando nos referimoscomo el componente principal del discurso, es-tamos planteando que la lógica del texto es la ló-gica de su propia sintaxis, mientras que la lógicadel relato es la de su articulación denotativo-connotativa. Contiene:

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- una configuración narrativa (Aguirre,1993b): que es la enunciación desarrolladacon determinadas estrategias,- al narratario: que es el mismo perceptor in-cluido, o si se quiere, es el narratario quienhabla, comunica por detrás del narrador, delenunciador, pero a su vez es el destinatario fi-nal del mensaje,- una lógica del discurso: que, siguiendo aHabermas (1994), tiene que ver con el argu-mento de la representación o si se quiere, laretórica del discurso que permite que ésteproponga la acción.- el sustrato que le condiciona: o si se quiere,las unidades referenciales (Aguirre, 1993b)sobre las cuales finalmente se articula un dis-curso. En términos generales, son el contextoy el co-texto.

En otras palabras, cada persona, escribe, ha-bla, produce un sistema de sentido, un objetosimbólico, en definitiva articula su propio relatoque es, en gran medida, su forma de representar-se en el mundo anteponiendo su propia versióndel mismo mundo del cual forma parte. Con estoestamos indicando que el discurso no es monolí-tico ni es reproductivo: no es simplemente untexto que se mantiene uniforme. Nuevamente,retomando a Habermas y asumiendo que el dis-curso es esencialmente la ideación de la acciónsocial, con él “intentamos restablecer o sustituirel acuerdo que se había dado en la acción comu-nicativa” (1994: 108), de esta manera, en ésta,

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“los participantes no se orientan primariamenteal propio éxito; antes persiguen sus fines indivi-duales bajo la condición de que sus respectivosplanes de acción puedan armonizarse entre sísobre la base de la definición de una situación”(idem, 367).

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Bajo las anteriores premisas, el análisis dediscurso, analiza la articulación y coherencia delrelato que deviene de o está en un proceso dedesconstrucción y se sostiene como discurso so-cial. El analista investiga al relato en su modo deenunciar, de comunicar, en las metacomunica-ciones y en los metalenguajes que están implíci-tos. El fin último será entonces el ver qué es loque traduce realmente un relato como parte deuna representación social (ideología) del enun-ciador, o como apunta Martín-Barbero (1978),observar cómo la práctica social discursiva (eldiscurso mismo) atraviesa la producción y la cir-culación del poder. Nuestra definición se com-pleta con lo dicho por van Dijk en el sentido queel análisis del discurso se interesa “…por el aná-lisis de los diferentes contextos del discurso, esdecir, por los procesos cognitivos de la produc-ción y la recepción, y por las dimensiones socio-culturales del uso del lenguaje y de la comunica-ción” (1990: 14).

Como está visto, entonces nos enfrentamos adatos cualitativos más que cuantitativos, es de-cir, nos enfrentamos a datos que no tienen unorden cuantificable si consideramos que aqué-llos son específicamente enunciados, es decirunidades mayores.

Componentes del análisis discursivo

Aclarados los conceptos generales es menes-ter, ahora desglosar el análisis de discurso. Pararealizar un detallado análisis de un objeto sim-bólico cualquiera (desde los relatos literarios, so-

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ciales y políticos), prevemos los siguientes nive-les:

a) Nivel del relato: que comprende el cono-cer el objeto de estudio y la interiorizaciónhacia su estructura.b) Nivel del contexto: que se alimenta delanálisis del primer nivel pero también de lasinformaciones y del análisis socio-cultural dela realidad a la cual se refiere o la refleja.c) Nivel ideológico: que fundamentalmenteobserva los aspectos de representación y efi-cacia del discurso como tal

El análisis de discurso implica ir desde la basedel relato a la lógica del discurso, es decir, desdela descripción hasta su comprensión: como seve, si bien el relato nos sitúa la enunciación deun actor social, el discurso formulado y que locomprende, está determinado por el complejoaspecto de las representaciones. Si se quiere, eldiscurso, designa un modo de ocuparse del rela-to (Verón, 1995: 70) y de legitimar en la acciónsocial cotidiana la dimensión de lo político.

1. Nivel del relato

En este primer nivel consideraremos los si-guientes subniveles:

- Ubicación general del relato- Estructura narrativa del relato- Estructura conceptual del relato- Estructura retórica del discurso

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1.1) Ubicación general del relato: Importa en es-ta parte situar al discurso dentro de un contexto,así como ubicar al enunciador/narrador. Cuan-do estamos hablando de la primera condición, elcontexto, nos estamos refiriendo específicamen-te a determinar las condiciones de produccióndel relato como tal. Dichas condiciones, “sonaquellas relaciones entre discursos por los cualesdistintas formaciones discursivas se interpelanentre sí; en una lucha por la hegemonía en la quecada discurso toma su punto de partida y a lacual reenvía a partir de sí mismo” (Viscardi,1986: 11). Nótese que se introduce en esta defini-ción el término “formación discursiva” el cualanalizaremos más adelante. Ahora bien, si se hanubicado las condiciones de la producción, la si-tuación del enunciador/narrador será tambiéndeterminante.

1.2) Estructura narrativa del relato: Partimos dela consideración que el discurso debe cumplircon dos condiciones: “a) una condición de desa-rrollo: que nos indica que cada enunciado debeintroducir una información nueva, de lo contra-rio resultará reiterativo; b) una condición de co-herencia: que indica no sólo ausencia de contra-dicción lógica sino también la obligación respec-to de los enunciados de situarse en un marco in-telectual relativamente constante, sin lo cual eldiscurso no tendría sentido” (Díaz y López, 1986:36). En tal sentido, el relato se somete a elaboraruna lógica narrativa que implica, en los términosclásicos, de un comienzo, un desarrollo y un fi-nal, considerando en cualquiera de sus partes

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que habrá siempre un salto cualitativo que esprecisamente el punto nuevo de informaciónque requiere que el mismo no sea repetitivo. Co-mo dice Labov, la narración es una secuencia dedos frases que están ordenadas en un tiempodonde el cambio en una secuencia se traduce enun cambio en la secuencia de los hechos narrati-vos (cit. Stubbs, 1987: 45).

La estructura narrativa, por esta razón se sos-tiene por las oraciones que son secuencias deenunciación o proposiciones y a su vez éstasagrupadas forman los párrafos que a su vez sonenunciaciones complejas que completan lasenunciaciones iniciales; el resultado son losasuntos (A) que son agrupaciones como unida-des parciales o núcleos de las ideas manifiestasque el relato lleva. Tales ideas manifiestas serándenominadas ideas parciales que nuevamenteagrupadas darán como resultado los ejes narrati-vos los cuales ayudarán a realizar un resumendel relato. Tal resumen actúa como un primerboceto general del estado del relato en funciónde su estructura y conlleva una enunciación ge-neral y por lo tanto el tema del relato como tal.Esquematizando, tenemos:

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1.3) Estructura conceptual del relato: En estaparte interesa captar el sentido de las enuncia-ciones en relación a su performatividad y a su es-tilo. Recogiendo los planteamientos de Ricoeur(1988), esta parte se propone analizar las nocio-

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nes que hacen que el discurso sea también per-formativo, es decir, que manifieste acción y quelleve a acciones. Si bien el discurso, como hemosindicado no es monolítico ni estático, es mani-festado con el fin de llevar a su enunciador a va-lidar “su” mundo, y esto desde ya explica una ac-ción que está por detrás: el mismo hecho de lan-zar el discurso como elemento de intercambio,de transacción, hace que éste mismo venga deuna acción e internalice tal acción en el relato.

Si bien, en la primera parte habíamos com-prendido la estructura narrativa, es decir, la for-ma explícita de la enunciación, con la estructuraconceptual empezamos a discernir las primerassignificaciones parciales. De esta manera, reto-mamos los ejes narrativos y nuevamente los liga-mos a sus enunciados generales y conceptualiza-mos las intenciones, los motivos, las preferenciasy las reiteraciones del relato. Cuando nos referi-mos a las intenciones, motivos y preferencias da-mos cuenta de las acciones que mueven a mani-festar un relato de la naturaleza que se analiza,su origen y también sobré qué se sostiene de me-jor manera. Cuando hablamos de las reiteracio-nes, hacemos referencia a los pasajes que se re-piten como medidas de autocontrol del relato:“es pues necesario que ciertos contenidos apa-rezcan regularmente a lo largo del discurso, enotras palabras, que el discurso ponga de mani-fiesto una especie de redundancia” (Díaz y Ló-pez, 1986: 36). Esta consideración es válida pues-to que se ligará más adelante con el aspecto retó-rico del discurso.

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Cuando hemos definido intenciones, moti-vos, preferencias y reiteraciones habremos nota-do que se han extraído las acciones que proponeel discurso, al tipo de narratario que está detrásdel discurso (que es su referencia) y también alcontexto que refleja (que no necesariamente esel contexto de su producción).

Finalmente será importante analizar el estilode las enunciaciones. Cuando hablamos de esti-lo, nos referimos concretamente a las estrategiasde enunciación: “el estilo es el resultado de laselecciones que el [narrador] realiza entre las va-riaciones opcionales del discurso que puedenutilizarse para expresar más o menos el mismosignificado (o denotar el mismo referente)” (vanDijk, 1990: 49). Para decir una cosa de la maneraque lo dijo, el enunciador habrá empleado unaforma de expresión concreta. Pero si sabemosquién es el narrador, su narratario, su contexto,etc. nos daremos cuenta que aunque la enuncia-ción en el discurso analizado es una, ésta es unaelección, una estrategia para enfrentar “su” ver-sión con la de los otros, o mejor dicho, para legi-timar “su” historia, su relato frente a la ocasiónque le permitió enunciar. La determinación de laestrategia de las enunciaciones en un relato pue-de ser haciendo énfasis en ciertos aspectos o enciertas palabras o en ciertas maneras de decir lascosas; ligando éstas con otras enunciaciones detal manera que parece prevalecer una estructurarelacional y, mostrando o demostrando actitu-des o emociones. Sintetizando se obtiene:

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La cuestión de las acciones en los discursosmerece una ampliación, puesto que con estemarco se podrá también completar la parte de loideológico como paso final del análisis de discur-so. Díaz y López distinguen tres tipos de enun-ciados basándose en Austin: los enunciados lo-

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cutivos, ilocutivos y los actos perlocutivos. Ellasanotan: “el aspecto locutivo es lo que se dice, esel contenido del enunciado, el pensamiento o la‘proposición’ que él expresa, en otras palabras,el acto de decir algo …El aspecto ilocutivo no esel contenido del enunciado, sino lo que el enun-ciado es en tanto acto. Es el hecho de decir loque se dice en la medida en que decir es realizarun acto ilocutivo, por ejemplo, la promesa, or-den, pregunta, advertencia, amenaza, etc. Paradeterminar qué acto ilocutivo estamos realizan-do, tenemos que determinar de qué manera es-tamos usando la ilocución …El acto perlocutivoes el acto de producir consecuencias o efectossobre los sentimientos, pensamientos o accionesdel auditorio o de quien emite la expresión, o deotras personas” (1986: 32-33). Nótese que los ac-tos locutivo e ilocutivo son manifiestos del dis-curso mientras que el perlocutivo es ya su efecto:de esta manera, con un discurso, el enunciador,no sólo ofrece “su” versión, sino que da las pau-tas para obrar y pensar de determinada manera.En esta parte se funda la competencia textual y laperformancia que hacíamos referencia anterior-mente y sobre la cual finalmente recaerá la efica-cia del relato. Barthes (1983) y otros estructura-listas asumen, en el mismo sentido, que un tex-to, una obra, un objeto simbólico finalmente sellena, se completa cuando el destinatario/per-ceptor ha asumido aquél y lo ha llenado de suspropias significaciones. En parte, esto tambiénes el problema de las desconstrucciones.

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1.4) Estructura del discurso: La parte de lo retó-rico se refiere fundamentalmente a la forma deargumentación del discurso, su modo de organi-zación para connotar, esto es, su significación aun nivel superior. Lo retórico está en relación ala capacidad de un discurso de convencer y per-suadir y esto implica a su vez una determinadacoherencia interna del relato. Pero también hayque tomar en cuenta lo dicho por van Dijk en elsentido de que “un relato bien construido no esnecesariamente un relato persuasivamente efec-tivo” (1990: 51) y ello nos remite al hecho de quemuchas veces los discursos o no tienen una pla-nificación argumentativa (que puede ser el casode las conversaciones ligeras como los saludoscallejeros o las entrevistas a quemarropa) o latienen (como los textos literarios) o su planifica-ción se construye a medida que se sostiene la in-teracción (caso de las entrevistas, grupos focalesy otro tipo de interacciones) y depende del tipode relación que el enunciador va sosteniendocon su interlocutor o el perceptor.

Para determinar la estructura retórica del dis-curso retomamos nuevamente los núcleos oasuntos y los ejes narrativos de la parte I y partirde ellos determinamos los ejes temáticos (T). Pa-ra nosotros, los ejes temáticos ya son las unida-des concretas al nivel de las primeras significa-ciones (el qué quiere decir). Tales ejes temáticosa su vez son relacionados con las acciones pro-puestas obtenidas en la parte II nos dan los ver-bos estructurales (V) que son, en la práctica lasarticulaciones que determinan a las acciones deldiscurso.

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Antes de ingresar a obtener las ideas parcialesy la idea central del relato, es menester analizarlo que se denomina el sub-texto donde están da-das las metacomunicaciones. Si observamos condetenimiento, el sub-texto tiene a su vez relacióncon el estilo, es decir las estrategias para decir al-go y de determinada manera (nivel manifiesto),su referencia y contexto (nivel latente) y final-mente las actitudes y modos de ver la realidad(nivel inadvertido). De lo que se trata, entonces,es percatarse de las ideas latentes que ocultan lascomunicaciones manifiestas. Se llaman mani-fiestas mientras están dichas, visibles y compro-bables; latentes, mientras no están manifiestaspero se perciben ya sea con el acto de enunciar,ya sea con la manera de escribir, ya sea con lamanera de entonar, etc. El nivel más subjetivo,por otro lado, de acometer es el de lo inadverti-do. Una comunicación es inadvertida cuando enlo manifiesto no está dicho como intención, peroremite a su vez a las construcciones imaginarias,a las presuposiciones mantenidas del enuncia-dor (por ejemplo, en una situación entre un due-ño de casa y un albañil, ambos casi de la mismaedad, pero de condiciones sociales totalmentediferentes y opuestas, el primero le contrata parahacer su casa, y casi siempre le ordena o le indi-ca cómo hacer las cosas empleando al final desus enunciaciones la palabra “hijo”. Si bien paraambos parece normal la relación y para el prime-ro, como para su medio ambiente la palabra notiene significado alguno, reproduce desde ya yde forma inadvertida una actitud hegemónica declase y de desconocimiento del otro). Como dice

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Stubbs, la metacomunicación es también unaestrategia de control de la situación por parte delenunciador e indicación de éste para seguir o nola comunicación. Esto remite a la idea de que“las personas controlan constantemente la con-ducta de los demás, las interpretan, leen entre lí-nea, etc.” (1987: 59). En todo caso, a un nivel másgeneral, se plantea el paradigma del método em-pírico cotidiano de acción del actor o metodolo-gía (“razonamiento sociológico práctico” segúnla etnometodología): no es que el investigador, elcientista recoge la información de la realidad y larecoge según su método, sino que no se ha dadocuenta que el método ya está dado en la realidady es construido por el actor social para actuar einteractuar: “las personas adaptan el habla se-gún el interlocutor y el propósito de la conversa-ción” (ídem, 57) lo que es ya su restricción social.

Una vez aclarado el sub-texto, reunidos losejes temáticos (T) y los verbos (V), recién se pro-cede a determinar las ideas parciales y sus con-notaciones o si se quiere, las ideas parciales te-máticas a nivel universal. Si pensamos que unrelato es extenso, las ideas parciales y las signifi-caciones serán apenas unas dos o tres. Y de ellasobtendremos la idea central del relato. Cuandohablamos de idea central del relato, estamos re-firiéndonos al sistema de comunicaciones que eldiscurso nos ha dado desde su parte narrativahasta su parte retórica. El dato obtenido, si sequiere, es una parte de la dimensión del pensa-miento del enunciador. Resumiendo se tiene:

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2. Nivel del contexto

El nivel del contexto tiene que ver con los si-guientes aspectos:

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- qué contexto es reflejado en el discurso yque tipo de discurso refleja a un contexto- el estilo en relación a otros estilos

Partimos de la consideración que todo relatopor sus condiciones de enunciación debe seranalizado en relación con su situación (Coulon,1988). En tal sentido, el contexto es lo que llenade significación al discurso: si se ha generado és-te, responde a la situación de su generación ypor lo tanto a las particularidades de esta mismasituación. En términos generales, si se ha dadouna relación de interacción, los actores socialeshan definido la situación de su interacción me-diante el intercambio simbólico, pero esa defini-ción además trae todas las condiciones de signi-ficación para entablar la comunicación. A estonos referimos cuando decimos qué contexto esreflejado en el relato: a qué determina que el dis-curso sea enunciado. Por el contrario, cuandohablamos de qué tipo de relato refleja al contex-to, hacemos hincapié, asimismo en la cuestióndel “frame”. Mediante éste se cataloga y se vivela experiencia cotidiana del actor social, o si sequiere son las instrucciones para dar sentido alos acontecimientos, como nos dice Wolf (1982).Este mismo autor ejemplifica el concepto de fra-me: “si una elegante señora, en una sala de arte,observa de cerca el marco de un espejo en venta,y luego retrocede un poco para ver cómo reflejala imagen, todo es normal y apropiado a la situa-ción. Pero si la señora mira el espejo para colo-carse bien el sombrero, los presentes puedendarse cuenta de que solamente un cierto modo

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de mirar al espejo es el apropiado en aquella si-tuación, porque el objeto colgado en la pared noes sólo un espejo, sino un espejo en venta”(ídem, 40). Este es un caso de discurso, si nosatenemos a los discursos literarios, por ejemplo,el frame manifiesta su ligazón a un tipo de ten-dencia de la realidad y que se vive cotidianamen-te (el caso del propietario con el albañil). Para es-bozar de mejor manera el análisis que se hace enesta parte, es menester tomar en cuenta:

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De acuerdo a lo anterior, conviene tambiénrelacionar los resultados con las estrategias u es-tilos del enunciador en otros contextos. Esto per-mite comprender de mejor manera las mismasestrategias y también algunas de los enunciadoso secuencias narrativas y por lo mismo secuen-cias retóricas.

3. Nivel de la ideología

Quizá la parte más compleja y aventurada delanálisis de discurso sea el de este nivel. Cuandonos referimos al nivel de la ideología, decimosque ésta se “referiría a una teoría de la ideología,en cuanto ésta desarrollaría el análisis de las for-mas de representación subjetiva que adquierenlos actores, según las condiciones propias a estosprocesos” (Viscardi, 1986: 17). Bajo esta premisaestaríamos entendiendo a la ideología como un“estado de cohesión que mantiene la primacíade ciertas significaciones para una conformaciónhistórica de la comunicación [o las] reglas quecohesionan las condiciones de producción inter-discursivas” (ídem, 11). Lo ideológico, en todocaso, como dice Verón no se refiere ni es el modode aplicación a un discurso para considerarlo“discurso ideológico” porque esta condición noes real sino una falsedad ideológica de cierto tipode escuelas filosóficas, y en todo caso es “una di-mensión susceptible de indicarse en todo tipo dediscurso marcado por sus condiciones socialesde producción, cualquiera que sea el ‘tipo’”(1995: 27).

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Siguiendo a Verón para el análisis, es impor-tante notar que “una ideología no puede …resul-tar definida a nivel de los ‘contenidos’. Una ideo-logía puede (siempre de manera fragmentaria)manifestarse también bajo la forma de conteni-dos (tal como aparece acaso en lo que corriente-mente se llama ‘discurso político’). …[Pero] apartir de una ideología se puede hablar de unatotalidad del universo ‘real’, e ‘imaginario’, ypueden utilizarse todas las materias significan-tes” (ídem, 28). Ahora bien, es necesario deter-minar que la cuestión ideológica en el análisis dediscurso implica necesariamente el analizar, elinferir el mundo del narrador que se mantienecomo real y no hacer la lectura desde la ideologíadel investigador o del destinatario, lo que a suvez implicaría la recuperación de un discursodesencajándolo de su complejidad social.

Las condiciones de producción nos remitenal contexto mismo de la producción del discurso,a su carácter socio-histórico o si se quiere socio-político, al marco institucional, a la coyuntura,etc. Tales condiciones, a nuestro juicio estaríandadas en el análisis con la señalización de las re-presentaciones desde lo subjetivo del narrador yel sometimiento de este a la situación. Esto nosllevaría al imaginario como cosmovisión y el có-mo éste está reconocido en el relato como tal (ode qué manera se perfila) y finalmente la eficaciamisma del discurso. En un primer nivel de análi-sis, el de las representaciones nos adecuamosmás al tipo de funcionamiento que tiene lo ideo-lógico en el discurso. Viscardi señala, evaluando

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los conceptos de Althusser que tal funciona-miento está dado por dos acepciones: “a) desig-na una subjetividad libre, responsable y autorade sus actos, b) designa un ser sometido a unavoluntad superior, ante la cual toda su libertadconsiste en aceptar libremente su sumisión…[por lo tanto, el] efecto de representación esproducto de la interpelación ideológica, la cualdetermina la transformación del individuo ensujeto” (1986: 18). Al hacer el análisis lo que inte-resa, en todo caso es observar cómo se ha consti-tuido el sujeto enunciador y cómo establece, odefine la situación de su interrelación. Esto llevaa reconocerse y a su reconocimiento. En el reco-nocerse, la cuestión del imaginario juega un pa-pel importante, porque no solamente se asumeel tipo de identidad que está dado en el enuncia-dor sino el tipo de mundo ideal que hace quesostenga, en definitiva, su verdad: “quien es re-conocido define a quien reconoce” (ídem, 19).Esta es la paradoja, por ejemplo del caso del pro-pietario y el albañil, el primero sabe que es reco-nocido como sujeto determinador por el segun-do y éste finalmente reconoce que el tipo de dis-curso que plantea el primero no le afecta pues surelación ahora está dada por su necesidad de tra-bajo: “el individuo realiza esta instancia imagi-naria como presencia de un sujeto a sus objetos,imperiosa necesidad de totalización que no hacesino subrayar su dependencia de un orden sim-bólico, inscripto en el deseo propio a otro indivi-duo” (ídem, 27). Tanto la representación como el

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imaginario son definidores del sentido del dis-curso.

Pêcheux (cit. Díaz y López, 1986: 41) asumeque el análisis de discurso debe estar en referen-cia a las relaciones de sentido que produce, esdecir, ver cómo un discurso remite a otro, res-pecto al cual es una respuesta directa o indirec-ta. Y allá radica la eficacia misma del discursopor el cual se desarticula la formación discursivaadversaria y absorbe las argumentaciones de és-ta en otra problemática diferente a la planteadaen forma inicial (O. Landi, cit. ídem). Acá se pue-de traer a colación la afirmación de Verón sobrela diferencia de los “efectos” del discurso: “la di-ferencia entre el efecto de sentido discursivo lla-mado ‘conocimiento’ y el ‘efecto ideológico’concierne al poder de los discursos” (1995: 29).La eficacia del discurso a un nivel de ubicacióndel análisis está en relación con la determina-ción de los tipos de acciones dadas en la estruc-tura conceptual del relato.

Considerando todo lo anterior, el cuadro deanálisis sería entonces el siguiente:

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Finalmente definamos la cuestión de la for-mación discursiva. Para esto seguimos de cercael trabajo de Goldman (1989) y su análisis de laspropuestas de Foucault en relación al discurso.Inicialmente hay que decir o recalcar que se ana-liza al discurso en cuanto práctica social (de ahíque al inicio lo liguemos con el campo de lasdesconstrucciones) sabiendo que el discurso esya un tipo de práctica. En este marco está lacuestión de la formación discursiva planteada

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por Foucault: “en lugar de reconstruir cadenasde inferencia (como se hace a menudo en la his-toria de las ciencias o la filosofía), en lugar de es-tablecer tablas de diferencias (como hacen loslingüistas), describiría sistemas de dispersión. Enel caso que se pudiera describir, entre cierto nú-mero de enunciados, semejante sistema de dis-persión, en el caso de que entre los objetos, lostipos de enunciación, los conceptos, las eleccio-nes temáticas, se pudiera definir una regularidad(un orden, correlaciones, posiciones en funcio-namiento, transformaciones), se dirá, por con-vención, que se trata de una formación discursi-va” (1988: 62). Tal regularidad es sólo posible dever si prevalece confrontada con otras fuerzasgeneradoras de discurso lo que determina segúnPêcheux (basado en Althusser) que la formaciónse remita directamente a posiciones de clases enconflicto. Dicha relación determina a que en laformación discursiva se diga lo que puede ser di-cho y lo que debe ser dicho. Los operadores detal situación serían a) la paráfrasis que es un es-pacio de reformulación y b) la preconstitución ola determinación por el cual el sujeto dice aque-llo que puede y debe ser dicho frente a su posibleinterpelación. Todo ello nos lleva al espacio in-ter-discursivo donde están las dimensiones de lodiscursivo y lo ideológico donde se “desarrollanlas formaciones discursivas en función de rela-ciones de dominación, subordinación y contra-dicción” (Goldman, 1989: 28). El análisis de dis-curso ubica las condiciones mismas del discurso,que esta autora denomina el intradiscurso, pero

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al llegar al nivel de lo ideológico, el análisis noslanza al espacio de las confrontaciones del mis-mo discurso y al ver la formación discursiva senos antepone qué efecto tiene la institución so-cial en la enunciación y performatividad del dis-curso. En consecuencia, en este nivel estamoshablando de proceso.

Como conclusión diremos que, si por mediodel análisis de discurso precisamos al discursodesde su enunciado hasta su efecto y determina-mos la formación discursiva, entonces veremoscómo el discurso es y forma parte de un procesosocial. El proceso, desde el punto de vista de laetnometodología no será otro que el medio porel cual los rasgos de aparente estabilidad de laorganización social, de la institución, “se estáncreando continuamente” (Pollner, cit. Coulon,1988: 33).

Aspectos metodológicos

Una vez explicado el modelo de análisis dediscurso, son necesarias algunas aclaracionesmetodológicas.

El modelo desarrollado y propuesto anterior-mente parte del hecho que el análisis tiene lugarbajo ciertas condiciones:

- que hay un objeto material o virtual (en lostérminos del hipertexto) sobre el cual se tra-baja y,

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- que no hay objeto material sino accionesconcretas que nos determinan llegar al len-guaje de la acción.

En cualquiera de los dos casos, la estrategia,como se ha dicho en párrafos anteriores es la dela transcripción (si es que hay una recogida dedatos) o el relato original (tal como es presenta-do en un determinado formato). Ahora bien, enel segundo caso, incluso será interesante obser-var las interacciones dadas y en las cuales se in-tercambia el relato.

1. Las variables de la investigación

Consideramos que el análisis forma parte deun proceso de investigación. Está claro que par-timos siempre de un tema y también definimosobjetivos y además de preguntas hipotéticas enreferencia al problema que nos mueve. Pero seráimposible determinar variables concretas por elmismo hecho que nos situamos ante una situa-ción de intercambio, el objeto intercambiado ysobre todo las variaciones, readecuaciones queel enunciador irá dando para controlar la situa-ción de su enunciación. El discurso que se anali-za contiene sus propias variables, sus propiascondiciones a las que es necesario sistematizar yestudiar. Allá justamente radica la posibilidad deestudiar las metodologías cotidianas y el análisisde discurso es un instrumento para confrontar-las.

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2. La muestra y los datos

Primeramente hay que recordar que estamosfrente a un tipo de investigación cualitativa locual indica que el énfasis está en el tipo de datosque se obtienen. Sin embargo, los datos están endirecta relación con la muestra de la cual se ob-tiene la información. Ahora bien, sabiendo quelos datos son la base principal para las elabora-ciones teóricas posteriores, está claro que no in-teresa tanto el tamaño de la muestra para obte-ner una calidad de datos adecuada para la inves-tigación: el análisis de datos no depende directa-mente de la cantidad de datos sino de su calidady con todo, se hace un análisis en profundidadcuando se emplean fragmentos de discursos(Chomsky, cit. Stubbs, 1987: 217). Esto nos llevaa la cuestión de que la muestra ni se sostiene ne-cesariamente porque ella nos ayudará a acumu-lar datos, ni éstos serán mejores si tenemos unagran cantidad de fuentes. El citado Stubbs sugie-re que la mejor manera de solventar esta situa-ción es recurriendo a la muestra teórica: consisteen “escoger deliberada y explícitamente unamuestra que pueda proporcionarnos datos espe-ciales sobre lo que deseamos estudiar …Suponela búsqueda de personas y situaciones [o relatosya conocidos] que puedan ser especialmente re-levantes …[y] es una forma de recoger datos ri-cos y sugerentes del modo más puro y con la mí-nima pérdida de tiempo posible” (ídem, 224). Elconcepto de muestra teórica fue inicialmenteplanteado por Glaser y Strauss en 1967 bajo el

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criterio de que “cualquiera puede ofrecer unmontón de datos, pero sólo los científicos danuna teoría para interpretarlos” (cit. ídem). De es-ta manera, los datos que se obtienen utilizadosde manera específica pueden ayudar a desarro-llar conceptos que luego pueden ser aplicados ocomprobados en situaciones normales; así, losdatos que se emplean desde ya están sesgados(ídem, 225).

3. La transcripción

El aspecto clave de la metodología del análi-sis discursivo, sin embargo está en la transcrip-ción de los relatos (conversaciones, entrevistas,etc.) o el acercamiento más fiel a aquellos que yaestán dados (libros, etc.). La transcripción nosremite a dos aspectos concretos metodológicos:

- al registro lo que desde ya también indica desu calidad- la manera de transcribir

Por principio sabemos que la transcripciónes, necesariamente, la transformación de un re-lato a un formato determinado que en este casoes el escrito o si se quiere, el paso de un formatoa otro. Pero, para transcribir es necesario hacerel registro concreto del relato como tal. Com-prenderemos que son aquellos tipos de relatoscomo conversaciones, entrevistas, historias devida, biografías, los que se registran mediantesistemas magnetofónicos y electrónicos (cassette

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de audio y video-cassette). El registro es la graba-ción que se hace de tales formas de expresión enuna situación determinada. Desde el punto devista de la etnometodología, es siempre mejorhacer el registro no con el concepto de laborato-rio y siempre mejor en el medio ambiente de lacotidianidad. Pero ya en los casos descritos en-tendemos que el registro se hace en ambientesconcretos predeterminados tanto por el enun-ciador como por el investigador. En todo caso,cuando se manifiesta la intención de registro ysobre todo la intención de la investigación, hayque tener claro como limitación lo que ya hemosexplicado respecto al rol del enunciador, quienadopta una manera de situarse en el hecho delintercambio y por consiguiente también una es-trategia o estilo de enunciación. Las grabacionesmanifiestas muchas veces determinan que elenunciador nos haga oír la versión que nosotroslos investigadores queremos oír, mientras en elsentido opuesto, la grabación clandestina, tieneel peligro de mostrar facetas nunca expuestas delenunciador y que resultarían problemáticas en elmomento de ser explicadas públicamente. En elprimer caso, el enunciador actúa ante la presióncomunicativa mientras que en el segundo, lapresión comunicativa se vuelca contra el investi-gador mientras éste no haya obtenido la autori-zación de “publicar” los aspectos registrados.Stubbs dice que en este segundo caso prevalecela paradoja del observador: “no se puede obser-var a los demás cuando no se les observa” (ídem,220). Una opción consiste en colocar desde un

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principio de la investigación la grabadora o la vi-deo-grabadora de forma manifiesta y hacerlaaparecer como normal en la situación que se de-sarrolla y someterse directamente al intercambiosin atender más a la grabación. Esto es el modelodel juzgado.

La segunda consideración respecto del regis-tro es la calidad misma. Si se pretende obtenerdatos claros es necesario contar con cierta tec-nología que permita el registro limpio de laenunciación. Para el caso de entrevistas es obviodecir que una minigrabadora sirve para el efectosiempre y cuando ésta esté a unos 5 a 10 cms. delenunciador. Mejor si se emplea micrófono. Hoyen día la tecnología permite emplear minimicró-fonos denominados “corbateros” de alta fideli-dad y que pueden ser acoplados a las minigraba-doras. En todo caso el principio es grabar con unmicrófono onmidireccional. Por otro lado, hayque evitar los ruidos ya sea del viento, como delmedio ambiente. Por ello, una entrevista essiempre mejor en una habitación que en la calleo en el pasillo de una oficina. De igual manera,las cintas deben ser mínimamente resistentes ala humedad y al calor y ser de buena calidad (lasde mala calidad, entre otras cosas, permiten ape-nas una grabación y cuando se las oye repetida-mente terminan deteriorándose rápidamentehasta el punto de hacer imperceptible el sonido).

Una vez que se ha planificado todo el modode registro la otra cuestión a tomar en cuenta esla transcripción misma del registro. Hay dos ma-neras de hacer tal transcripción: a) haciendo de

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manera muy general lo que implica que quientranscribe pasa de largo las pausas, las dubita-ciones, las palabras entrecortadas y, en generalva adecuando ligeramente el texto del relato y b)logrando fidelidad completa de lo recogido, estoquiere decir, que el transcriptor se ciñe expresa-mente a todo lo que vea y oiga (si el registro hasido hecho en video) u oiga (si el registro ha sidohecho en audio simplemente).

En cualquiera de los casos, es evidente quecuando hacemos transcripción nos damos cuen-ta que “la conversación no es tan coherente co-mo creíamos y que se llega a la coherencia a tra-vés de la interpretación” (ídem, 221). Por otro la-do, “al cambiar el medio de auditivo [registro] avisual [texto transcrito] también se cambia loque se percibe” (ídem, 222). Igualmente hay quesaber que no siempre se percibe bien frases o pa-labras por entonaciones. El problema se agudizacuando los hablantes son varios y algunas vecesse entrecruzan (por ejemplo, un registro de ungrupo focal).

En parte, un medio de apoyo son las notas decampo. Stubbs indica que, aunque las notas decampo ayudan a situar algunos aspectos del re-gistro de la transcripción, sin embargo tambiénestán determinados por los mismos problemasque puede acarrear la transcripción en el mo-mento que sus datos se abren al estudio: “el aná-lisis no comienza cuando el investigador escribesobre las notas que ha tomado. Al tomarlas, yaestá interpretando, analizando y seleccionandolo que va a registrar y lo que va a excluir” (ídem).

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4. El uso de la computadora

Hoy en día, la computadora ha facilitado mu-chos de los procesos que envuelven al trabajometodológico de la investigación cualitativa. Enprincipio, se puede hacer simultáneamentetranscripción de información mientras el narra-dor va diciendo algo: esto depende de la veloci-dad de “tipeado” de la persona que maneja lacomputadora. Para trabajo de campo, algunosetnólogos recomiendan las computadoras perso-nales tipo laptop (PC) o powerbook (Mac).

Independientemente que se emplee la com-putadora como instrumento de registro o diariode campo, para la transcripción, se disponen deuna variedad impresionante de programas pro-cesadores de palabras. Los más comunes son losde tipo comercial como Microsoft Word™,WordPerfect™, etc. que tienen una infinita can-tidad de prestaciones. Si es que no se disponende estos paquetes comerciales, hay otros catalo-gados bajo el denominativo de “shareware” o“freeware” y que circulan a bajo o ningún costomediante revistas, redes y el propio internet. Es-tos programas no tienen las mismas prestacio-nes de los paquetes comerciales pero ayudan aprocesar texto eficientemente. Ligada a la cues-tión del registro, y gracias al avance de la tecno-logía electrónica, hoy en día es posible hacer re-gistros de voz e imagen directos a la computado-ra ayudados de dispositivos pequeños y periféri-cos como micrófonos y cámaras de tipo balón(por ej.: QuickCam™).

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Para la investigación cualitativa propiamentehay también una variedad de programas, algu-nos de ellos comerciales pero que no son de fácilacceso y sólo son posibles de conseguir remi-tiéndose a casas especializadas que las produceno en su caso a determinados centros de investi-gación de universidades que las ofrecen a un de-terminado costo. Si uno quiere saber más acercade las ofertas y perfiles de los programas puederecorrer algunos “sites” de internet sobre investi-gación cualitativa.

Para ayudar a procesar la información trans-crita de una entrevista, de una conversación, deun documento, etc. entre los más especializadosprogramas se cuentan a The Ethnograph™ en suversión para PC e HyperQual™ en su versión pa-ra Mac. Cabe indicar que el primero ya tiene unalarga tradición de por lo menos unos 10 años enmercado y es frecuentemente usado por cientis-tas sociales pero su desventaja es que todavía noes amigable como el segundo que está basado entodo el discurso del interfase humano que hastahoy sostiene el mundo que rodea a la Macintosh.

En cualquiera de los dos casos, el procesa-miento, numeración y codificación de los textosse facilita enormemente. Y en el cruce de los da-tos son valiosísimos instrumentos que ayudan aacelerar el proceso de interpretación que final-mente es el trabajo mayor y más dedicado delanálisis de discurso. Para facilitar el trabajo enlos niveles I y II del modelo presentado de análi-sis de discurso, empleamos The Ethnograph™ oHyperQual™.

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5. El proceso de análisis

El análisis de discurso tiene como base prin-cipal la interrelación de las partes del discurso.Hay que tener claro que una parte no siemprelleva a la otra y en general todas las partes fun-cionan de modo interrelacionado ya sea de for-ma alterna como lógica. Entonces el propósitodel análisis es saber articular todas las partes detal manera que los resultados no devienen mecá-nicamente sino de un proceso de comparacio-nes, deducciones, y sobre todo de un sentido crí-tico en el momento de hacer el propio trabajo. Elanálisis comprende al todo y no simplemente seubica en determinada parte: por ello se ha hechoénfasis en que el análisis de discurso va más alláde la propia semántica. En parte, se puede decir,que a través del análisis de discurso vemos losprocesos sociales que están detrás. Esto másbien nos marca quizá una dimensión más socio-lógica en el proceso de análisis que eminente-mente lingüística.

La primera parte del análisis es sobre tododescriptivo. En esta parte el uso de la computa-dora como instrumento es importante en la me-dida que agiliza muchos de los procesos de cru-zamiento. De lo descriptivo se pasa a la parteconnotativa, al significado de lo que se expresa.Estos dos pilares nos ayudan a situar el contextodel discurso y partir de ellos, la propia dimen-sión discursiva del objeto analizado. El proceso,entonces es un constante retorno a lo descripti-vo y una ida constante a lo connotativo: mientras

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se describe a su vez se está comenzando a hacerinferencias; mientras se están procesando algu-nos aspectos del discurso en el sentido de su sig-nificado, se debe volver a lo descriptivo para ob-servar la naturaleza del objeto como discurso. Elobjeto de estudio muchas veces se presenta co-mo aparente, como cristalino, pero con el análi-sis que se haga sabiendo de este proceso de ida-vuelta, de describir-analizar-deducir, muchasveces se descubre que hay más comunicacionesque hacen justamente el sentido final del discur-so.

El sentido crítico viene a colación con algoque al final de este trabajo explicaremos, el de ladesconstrucción. Implica una forma de pensarde manera que no se quede simplemente en loque se describe y analiza, y más allá, que ese actode pensar del investigador es a su vez sospecho-so. El analista entonces no se enfrenta, ajeno auna realidad, no la toma como con “pinzas” loque analiza, ni tampoco toma distancia por símismo. En parte el análisis, el acto mismo depensar y deducir, implica saber que también seinvolucra un conocimiento como un procesodiscursivo ya aprehendido y sospechar de aque-llo frente a lo que se analiza es un acto verdade-ramente crítico: en definitiva, es una especie decomprometerse con los signos del otro, de lo al-terativo. La comprensión del discurso del otrohace que el discurso propio muchas veces semodifique y quizá de lo que se trata con el análi-sis de discurso estudiar un objeto simbólico para

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comprender cómo nos fuerzan a modificar nues-tras acciones.

Síntesis del proceso del análisis de discurso

El análisis de discurso es un proceso analíticoque implica siempre una revisión constante detodos los niveles en el mismo momento que sehace el análisis. Si establecemos una analogía(Seidel, 1995), se puede afirmar que el proceso esuna manera de afrontar y construir un rompeca-bezas de un objeto dado. Esto es, el objeto dadose desestructura en sus partes más importantes ya partir de ellos, se lo vuelve a articular. Pero alarmar el rompecabezas, en el análisis cualitativodel discurso, se va más allá: se trata de hallar lalógica que hacen a sus partes (no propiamente alas piezas que harían el rompecabezas), sino alos componentes internos que hacen al mismoobjeto. De alguna manera, fijándonos en la ana-logía del rompecabezas, lo que encontramos esel por qué el objeto tiene una calidad, una forma,un contenido, una textura, etc. y no otra y quétiene que ver todo ello como conjunto en la rea-lidad. El proceso, entonces implica:

Bajo esta perspectiva, el análisis de discursose desarrolla con el siguiente esquema:

Describir Deducir Interpretar Analizar

Criticar Valorar Comparar

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1. NIVEL DEL RELATO1.1.) Ubicación general del relatoDefinición del enunciador/contexto general de laenunciación

1.2.) Estructura narrativa del relatoOraciones/secuencias proposicionesenunciación (A1)

Secuencias/ asuntospárrafos (núcleos o unidades) (A2)

Nucleación ejes narrativos ideas parciales (A3)

resumen (proposición y tema)

1.3.) Estructura conceptual del relatoen base a ejes narrativos (A3), asuntos/enunciados

(A2) y proposiciones (A1):

intenciones/motivos/preferencias/reiteraciones

qué acción propone

(referencia) qué tipo de narratario

qué contexto refleja y cómo lo refleja

estilo (estrategias de enunciación)

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1.4.) Estructura retórica del relatoen base a prooposiciones (A1), núcleos/asuntos (A2) yejes narrativos (A3)

ejes temáticos (T)

relación con acciones verbos estructurales (V)

análisis sub-texto: metacomunicaciones latentes,metacomunicaciones inadvertidas

(T+V=) ideas parciales a nivel universal

idea central

2. NIVEL DEL CONTEXTOsituación definida por el narrador(qué tipo de comunicación se da)

contexto reflejado en el discurso

relación con otros estilos (estrategias)

tipo de discurso que refleja a un contexto(en qué tipo de comunicación se sostiene)

frame

3. NIVEL DE LA IDEOLOGIAcondiciones de producción del discurso contexto

representación subjetividad/sometimiento

constitución del sujeto/actor

imaginario/reconocimiento

eficacia del discurso actos

formación discursiva

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Conclusión

El análisis de discurso propuesto es una ma-nera de acercarse a la naturaleza misma del dis-curso o como dice Goldman abre “la posibilidadde una reflexión sobre los regímenes de materia-lidad del imaginario” (1989: 23). Como se ha vis-to, hemos ido más allá de la simple descripcióndel relato e incluso su significado, nos hemosabierto a reflexionar sobre el contexto pero tam-bién nos hemos internado a las complejas pro-fundidades de lo ideológico. Nuestro marco hasido la etnometodología como método socio-lin-güístico, pero en parte hemos recogido las apor-taciones del estructuralismo. Consideramos queéste último ha contribuido bastante a superar elperfil funcional-cuantitativo impuesto al análisisde contenido por la escuela norteamericana demediados de este siglo mientras que sus aporta-ciones han sido rescatadas por la etnometodolo-gía. Esta, hasta recientes años no había sido con-siderada sabiendo de la hegemonía de otras es-cuelas y tendencias filosóficas. Pero el giro intro-ducido por la etnometodología en la sociología,hacia entender los métodos propios de los acto-res sociales y en parte, la forma empírica de lasteorías propias de la cotidianidad sostenidas portales actores, hace cambiar la atención de lasciencias sociales: si bien hay un paso de lo cuan-titativo hasta lo cualitativo, también se debeconsiderar que ni el uno ni el otro son excluyen-tes y en parte muchas veces puede resultar enri-quecedor a la hora de hacer investigación cientí-

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fica. Por contradictorio que sea, el análisis dediscurso nos remite a los datos de tales métodos,pero, si nos damos cuenta de la dimensión queimplica el observar los etnométodos, estaremosviendo que no solamente hay datos o cosas sinoun proceso donde la institución u organizaciónsocial se modifica, gracias precisamente a los ac-tores. La premisa es, entonces, que todo hechosocial, incluido el relato, “no es un objeto esta-ble, sino el producto de la actividad continuadade los hombres que ponen en práctica su savoir-faire, sus procedimientos, reglas de conducta”(Garfinkel, cit. Coulon, 1988: 27). De ahí queconsideramos al análisis de discurso como unaestrategia para ver el discurso que deviene o estáen un proceso constante de desconstrucción.Por desconstrucción estamos comprendiendo,finalmente, en el sentido que plantea Foucault(cit. Gabilondo, 1990: 21) que es un acto de sos-pecha de las representaciones: de esta manera,ya hay una operación de diferenciación que tie-ne lugar tanto por quien se enfrenta con el dis-curso cuanto por quien lo enuncia. En el caso delanalista, tal diferenciación, tal sospecha, tam-bién debe ser analizada, integrada al corpus dereflexión, es decir, cómo se da el acto de crea-ción-recreación por parte del enunciador en re-lación a su narratario. Asimismo, la sospecha,como decíamos líneas atrás también debe ser in-tegrada al mismo acto de analizar. La descons-trucción podría decirse, entonces que es un actocotidiano de creación-recreación-creación cons-tante. De ahí que el discurso como objeto simbó-

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lico no sea estático ni el análisis de discurso seaun acto mecánico.

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