ANALES ASOCIACION ARGENTINA DE ECONOMIA POLITICA … · 2 Resumen A casi un siglo de la primera...
Transcript of ANALES ASOCIACION ARGENTINA DE ECONOMIA POLITICA … · 2 Resumen A casi un siglo de la primera...
XLIV Reunión AnualNoviembre de 2009
ISSN 1852-0022ISBN ISBN 978-987-99570-7-3
EL EMPRENDEDOR SCHUMPETERIANO. APORTES A LA TEORÍA ECONÓMICA MODERNA
Alonso, CristianFracchia, Eduardo Luis
ANALES | ASOCIACION ARGENTINA DE ECONOMIA POLITICA
EL EMPRENDEDOR SCHUMPETERIANO
APORTES A LA TEORÍA ECONÓMICA MODERNA
CRISTIAN ALONSO1
EDUARDO FRACCHIA2
Agosto de 2009
1 IAE – Universidad Austral, Universidad Nacional de Cuyo. E-mail: [email protected]
2 IAE – Universidad Austral. E-mail: [email protected]
2
Resumen
A casi un siglo de la primera edición de la Teoría del Desenvolvimiento Económico, las
ideas de Schumpeter conservan una vigencia notable que sorprendería al propio autor.
En este artículo se propone releer en particular el segundo capítulo de su obra a la luz
del contexto actual y analizar en qué modo sus enseñanzas siguen siendo válidas y
cuán consistente fue a lo largo de su vida académica. Se ensaya también un rápido
análisis de su influencia sobre las corrientes de pensamiento actuales y las teorías
modernas de innovación y entrepreneurship.
Abstract
Almost one century after the first edition of the Theory of the Economic Development,
Schumpeter’s ideas remain so current that Schumpeter himself would be surprised. In
this paper we propose to perform a new reading especially over the second chapter of
the Theory in order to check the validity of his teachings and his consistency over time.
A quick review of Shumpeter’s influence over current economic research and over
modern theory of innovation and entrepreneurship is also included.
Clasificación JEL: B20, O30
3
I. INTRODUCCIÓN
Schumpeter es un autor imposible de encasillar. Admira a Walras
fervientemente pero comparte con los austríacos el rechazo al estado estacionario.
Cree inevitable el avance de las economías hacia el socialismo pero no por el fracaso
del capitalismo como señalara Marx, sino por su éxito. Schumpeter no forma parte de
ninguna de las grandes escuelas teóricas y, sin embargo (o quizás por eso mismo), es
que puede percibirse su influencia en economistas sumamente disímiles. Este trabajo
no es una síntesis de la obra schumpeteriana ni una exposición detallada de cómo ha
influido en la teoría económica. El objetivo de este trabajo es simplemente releer a
Schumpeter hoy y apreciar qué tan vigentes son sus ideas. Una propuesta que puede
sonar atractiva si se considera que pronto se cumplirán cien años de la primera edición
de su “Teoría del Desenvolvimiento Económico” 3.
La sección II ofrece una breve introducción biográfica, necesaria dada la
importancia que se le atribuye a ciertos eventos de su vida personal sobre su trabajo.
En la tercera parte se discuten los conceptos que constituyen el núcleo de su teoría; el
emprendedor schumpeteriano que, mediante la introducción de innovaciones, motoriza
el proceso de desarrollo no lineal de la sociedad. En este punto se propone una
explicación gráfica de la noción de nuevas combinaciones para mostrar que se trata de
un concepto superador al de mero cambio tecnológico del ideario neoclásico. En la
sección IV se discute la tesis de obsolescencia del emprendedor. Y en la sección V se
presentan algunas ideas del pensamiento neo-schumpeteriano. No es la intención de
ese apartado presentar una discusión formal de las distintas ramas, sino simplemente
evidenciar que los conceptos de Schumpeter se encuentran presentes en la actualidad
en dos corrientes de pensamiento opuestas que emplean metodologías distintas para
formalizar las mismas nociones. Por último, la sección VI retoma el tema de la
innovación para mostrar la vigencia de las ideas del autor en este tópico.
II. VIDA Y OBRA DE JOSEPH SCHUMPETER
Joseph Alois Schumpeter nació el 8 de febrero de 1883 en el pequeño pueblo
de Triesch, en Moravia (posteriormente parte del Imperio Austrohúngaro y, en la
actualidad, de la República Checa). En el seno de una familia acomodada, propietaria
de una fábrica textil, Schumpeter creció observando la cotidianeidad del manejo de los
negocios. Inició sus estudios de abogacía en la Universidad de Viena, aunque pronto
mostró interés por la economía. En particular, fue alumno de Friedrich von Wieser y de
Eugen von Boehm-Bawerk, entre otros eminentes miembros de la escuela austríaca,
cuya influencia resultará notable durante toda su carrera. En 1906 obtuvo su doctorado
y en 1909 se inició en la labor docente en la Universidad de Czernowitz como profesor
de economía y gobierno.
3 A lo largo de este trabajo se empleará la palabra desenvolvimiento como sinónimo de desarrollo en
sintonía con la primera traducción al castellano del libro “Theory of the Economic Develpoment”, aun
cuando desarrollo sea el vocablo más usual.
4
Con sólo veintiocho años, en 1911 publicó su célebre “Teoría del
Desenvolvimiento Económico”. En este libro desarrolló el concepto de emprendedor
como un agente irracional que permite, gracias a sus innovaciones en los procesos
productivos, el avance de la sociedad. Comulga además con sus colegas austríacos al
negar la existencia de un estado estacionario señalando que el sistema económico
justamente avanza gracias a los desequilibrios permanentes generados de forma
endógena. Pero, como gran admirador de Walras que era (el mayor economista de
todos los tiempos, según expresa en su “Historia del Análisis Económico”), presentó su
teoría de cambio económico como un complemento a la teoría del equilibrio estático
walrasiano. Más allá de las correcciones que fuera desarrollando a lo largo del tiempo,
el núcleo de las ideas plasmadas en esa primera versión de la “Teoría del
Desenvolvimiento Económico” estaría presente en el resto de su obra.
En 1911 comenzó a dar clases en la Universidad de Graz. En 1919 se
desempeñó como ministro de finanzas de Austria durante poco más de medio año. Y
entre 1920 y 1924 presidió un pequeño banco privado, el prestigioso banco
Biedermann. Aunque su labor allí era bastante acotada, por lo que aprovechó ese
tiempo para probar suerte como inversor privado amasando una pequeña fortuna que
se evaporó con la crisis de 1924, junto con su trabajo. Afortunadamente en 1925
recibió un ofrecimiento de la Universidad de Bonn, con el cual inicia su retorno
definitivo a la vida académica. En 1926 aparece la segunda edición de su “Teoría del
Desenvolvimiento Económico” en alemán, una versión reducida y corregida de la
anterior sobre la cual se editaría la primera traducción inglesa en 1934. Pero en 1926
sufre la pérdida de su segunda esposa, de su hijo recién nacido y de su madre y cae
en una profunda depresión. Continúa enseñando en la Universidad de Bonn hasta
que, con el ascenso del nazismo en Europa Central, decide mudarse a Estados
Unidos en 1932.
En Estados Unidos fue nombrado profesor en la Universidad de Harvard, cargo
qua mantendría hasta su muerte. En este período logró la publicación de otras dos de
sus grandes obras; “Ciclos Económicos” en 1939 y “Capitalismo, Socialismo y
Democracia” en 1942, además de infinidad de trabajos menores. También fue
presidente de la Econometric Society entre 1940 y 1941 y de la American Economic
Association en 1948. Luego de su muerte, ocurrida el 8 de enero de 1950, Elisabeth,
su tercera esposa, se ocupó de editar el último gran trabajo de Schumpeter, “Historia
del Análisis Económico”, que fue publicado en 1954.
III. EL EMPRENDEDOR SCHUMPETERIANO Y EL FENÓMENO DEL
DESARROLLO
La teoría del desarrollo económico según la óptica de Schumpeter no se basa
en la especialización y la división del trabajo como indica Adam Smith o en el cambio
tecnológico exógeno como señalan las primeras versiones del modelo de crecimiento
neoclásico. Schumpeter delinea en cambio la figura del emprendedor como agente
motor de un proceso de transformaciones continuas en la organización de la
producción que configuran un avance no lineal de la sociedad. De hecho, en
5
Schumpeter y, en particular, en el capítulo dos de su Teoría, titulado El Fenómeno
Fundamental del Desenvolvimiento Económico, los conceptos de emprendedor y
desarrollo económico se encuentran tan íntimamente ligados que resulta imposible
exponer una idea sin simultáneamente expresar la otra.
Schumpeter inicia ese capítulo diferenciando dos fenómenos casi antagónicos
en lo que refiere al avance de la sociedad, la adaptación y el desenvolvimiento o
desarrollo. Considera adaptación a todos aquellos cambios que se producen en el
sistema económico en respuesta a alteraciones en el medio externo. El equilibrio
walrasiano de una economía puede variar, por ejemplo, por un incremento de la
población; pero este no constituye un cambio cualitativo del cual la teoría deba
ocuparse desde que, para determinar sus consecuencias económicas, basta incluir los
nuevos números en el modelo. En contraposición, el fenómeno de desarrollo es el que
encierra toda la riqueza del análisis de la evolución de los sistemas. En sus propias
palabras,
“Por tanto, entendemos por “desenvolvimiento” solamente a los cambios de la
vida económica que no hayan sido impuestos a ella desde el exterior, sino que
tengan un origen interno.”4
El desenvolvimiento es entonces un cambio endógenamente gestado,
espontáneo y discontinuo y es en la concepción de esta mutación que emerge la figura
del emprendedor. Es importante notar que para Schumpeter no es necesario que
existan más factores productivos para el desarrollo (en efecto, eso constituye una
simple adaptación); lo que importa es que se hagan cosas nuevas con los factores
existentes, que se los combine de formas más eficientes, que se creen nuevos
productos. El emprendedor es el agente que genera esas innovaciones.
Asimismo Schumpeter tampoco pensaba que el ahorro fuera la clave para
entender el avance de las sociedades ya que, en cuanto a mera formación de capital,
no genera cambios cualitativos en la economía,
“El aumento lento, pero continuo en el tiempo, de la oferta nacional de medios
productivos y de ahorro, es indudablemente un factor importante en la
explicación del curso de la historia económica a través de los siglos, pero se
oculta completamente por el hecho de que el desenvolvimiento consiste
primariamente en el empleo en forma distinta de los recursos existentes, en
hacer cosas nuevas con ellos, sin que importe si aumentan o no dichos
recursos. Y esto es cierto en forma más tangible en el tratamiento de períodos
más reducidos. Los distintos métodos de empleo, y no de ahorro, o de
aumentos de la cantidad de trabajo, han cambiado la faz del mundo económico
en los últimos cincuenta años.”5
4Schumpeter (1957), pág. 74.
5Schumpeter (1957), pág. 79.
6
Schumpeter se ocupa entonces de delimitar el concepto de emprendedor o
empresario. No todo aquel que tiene a su cargo una empresa es un emprendedor. Al
contrario, sólo una porción muy reducida lo es, mientras el resto constituye lo que él
denomina meros gerentes de empresa. En la distinción no importa si el individuo es el
dueño o es sólo un dependiente de la empresa. Lo que importa es cómo desarrolle su
trabajo. El gerente de empresa actúa rutinariamente; el emprendedor actúa innovando,
ve con facilidad la existencia de nuevas combinaciones de factores y las implementa.
En este sentido, el gerente de empresa es la expresión típica del homo economicus
neoclásico, un agente racional que contrapesa ingresos y costos y determina el curso
óptimo de acción para su negocio. El emprendedor es, en cambio, un individuo
irracional como subraya Schumpeter promediando el final del capítulo,
“Pues a no ser que asumamos que los individuos que nos interesan se hallen
impulsados por un deseo insaciable de satisfacción hedonista, el
funcionamiento de la ley de Gossen haría cesar todo esfuerzo posterior por
parte de los jefes de negocios. Pero la experiencia nos muestra que los
empresarios típicos sólo se retiran de la arena cuando se ha agotado su
fortaleza y no se sienten a la altura de su función. Esto no parece comprobar la
representación del hombre económico, que compara resultados probables con
la desutilidad del esfuerzo y alcanza a su debido tiempo un punto de equilibrio
más allá del cual no desea pasar.”6
Es irracional porque las motivaciones de su accionar no se limitan a la
maximización de beneficios con un fin hedonista como el de incrementar su consumo
factible. El emprendedor schumpeteriano persigue, en palabras del autor, una posición
social poderosa, el placer de sentirse independiente y superior a los demás, el impulso
de lucha y conquista constante y la satisfacción de crear. Y es irracional también
porque las innovaciones que incorpora no surgen de un proceso de estudio riguroso,
sino de su propia intuición.
Su comportamiento transgresor no es gratuito en una sociedad más bien regida
por la inercia. Como lo sintetiza Swedberg (2007), los agentes enfrentan dos
fenómenos de resistencia al cambio originados en el instinto de supervivencia de las
sociedades y los individuos. Uno es de naturaleza sociológica, la sociedad reacciona
negativamente si alguien abandona la forma tradicional, conocida y segura de obrar. El
otro, de naturaleza psicológica, proviene del propio individuo, es la resistencia al
cambio interna. Cambiar implica riesgos y los individuos, en general, rehúyen al riesgo.
Es más fácil permanecer actuando en la forma conocida antes que embarcarse en
nuevas alternativas, donde no existe un plan de acción acabado para todas las
posibles vicisitudes con probabilidad de ocurrencia. El emprendedor, al decidir aplicar
una innovación supera esas resistencias exponiéndose a la desaprobación general, a
la negación de financiamiento o aceptación de su producto o, incluso a la agresión
física.
6 Schumpeter (1957), pág. 101.
7
El emprendedor en Schumpeter es un líder nato. En la edición de 1911 se
refiere a él como un “Man of Action”, expresión que curiosamente no está presente en
la reedición de 1926, como lo nota Swedberg (2007). No acepta la realidad tal como
es, sino que busca cambiarla y para ello necesita convencer a otras personas para
que lo sigan. Necesita impresionar al banquero para que financie sus proyectos. Si
está introduciendo un nuevo producto, necesita crear demanda. Conduce los factores
productivos y los combina de formas no tradicionales. Y lidera también al mercado en
su conjunto, en cuanto sus competidores lo seguirán e imitarán en la implementación
de innovaciones.
Por supuesto, el autor reconoce que el emprendedor no está innovando
diariamente y que desarrolla ciertas actividades en forma rutinaria. Muchas veces el
emprendedor debe ocuparse de tareas administrativas o técnicas, del manejo de
personal, la liquidación de impuestos, entre muchas otras. Pero lo que lo define como
emprendedor es su vocación por la realización de nuevas combinaciones. Es
irrelevante por tanto el tamaño de la empresa que maneja, como así también la clase
social a la cual pertenezca. Lo único que importa es que cumpla esa función especial.
Por eso Schumpeter señala,
“(…) y es en consecuencia tan raro que una persona conserve durante toda su
vida el carácter de empresario, como lo es para un hombre de negocios no ser
empresario, ni aun siquiera un momento y en forma modesta, durante todo el
curso de su vida.”7
Es decir, es bastante improbable que el directivo de empresa nunca
implemente un cambio en la forma de producción, comercialización o competencia,
aunque más no sea uno de reducida importancia. Como también resulta improbable
pensar que alguien pueda generar innovaciones en forma continua durante toda su
gestión. Lo más razonable es pensar que, en ciertos períodos o en ciertas áreas, el
emprendedor tenderá a apegarse a la rutina.
Pero no es función típica del emprendedor la invención, sino sólo su aplicación.
Es así como el empresario protagoniza el fenómeno de desarrollo en Schumpeter
mediante la implementación de innovaciones que benefician a algunos sectores y
perjudican a otros en un proceso que dio en llamar destrucción creativa, término que
acuñó en “Capitalismo, Socialismo y Democracia”. De todos modos, vale destacar que
este proceso no es lineal o progresivo, como el propio autor lo advierte. El empresario
es el responsable, con su accionar, tanto de las expansiones como de las depresiones
debido a los efectos desequilibrantes que genera la incorporación de nuevos bienes o
procesos productivos en la economía.
Schumpeter da una concepción holística a la innovación, y establece la
distinción entre tres fases interconectadas que forman el proceso: invención,
innovación y difusión. La invención según Schumpeter es aquel producto o proceso
7 Schumpeter (1957), pág. 88.
8
que se genera en la esfera científico-técnica, es decir, el descubrimiento propiamente
dicho. Ahora bien, la socialización o comercialización de la invención es el paso
decisivo para que se convierta en una innovación. La ciencia debe incorporarse a
productos, procesos y/o métodos organizativos para poder difundirse en el tejido
social; siendo el empresario innovador quien hace de nexo entre ciencia y mercado.
Es el que, en busca de ganancias independientes al crecimiento de los factores de la
producción, está dispuesto a arriesgarse a incorporar una innovación. Esto le
permitiría acceder a beneficios (un lugar monopólico en el mercado, excedente
organizacional, u otros) que harán que otros empresarios se sumen y así se animará
la competencia entre empresas. Una vez difundida la innovación, el ciclo vuelve a
empezar, el empresario buscará nuevas innovaciones para aumentar su beneficio y
prestigio personal.
Schumpeter define las innovaciones en general como el hallazgo de nuevas
combinaciones, la incorporación al sistema de conocimiento que es cualitativamente
nuevo, no incluído en la configuración económica anterior. En particular, establece
cinco tipos de innovación:
La creación de nuevos productos o nuevas variantes a productos
existentes
El desarrollo de nuevos métodos de producción o comercialización
El ingreso o apertura de nuevos mercados
La obtención de nuevas fuentes de materias primas o insumos
La modificación de la estructura de mercado (típicamente, la creación
de un monopolio)
Para ejemplificar gráficamente estas ideas se propone comparar la teoría de la
firma neoclásica con la schumpeteriana en una variante de la alternativa propuesta por
Winter (1967). El análisis que sigue es un modelo deliberadamente simplificado de
equilibrio parcial con el sólo efecto de conseguir una rápida exposición.
Considérese un conjunto de firmas en una industria competitiva que producen
el bien Y empleando un único insumo, trabajo, L a través de una función Y = F(L).
Asumiendo que la función de producción presenta rendimientos marginales
decrecientes, admitiría una representación como la del Gráfico 1. En la concepción
neoclásica esta función separa las combinaciones factibles de las que no lo son. Todo
punto por debajo de la frontera es técnicamente posible, aunque sólo aquellos
situados en la curva son eficientes. Mientras que todas las combinaciones por encima
de la función de producción son inalcanzables, sería deseable poder obtener más
producto empleando una cierta cantidad de factor pero, en el estado actual de la
tecnología, eso no es posible.
La firma neoclásica en competencia observa la relación de precios insumo-
producto vigente en el mercado y determina el nivel de producción dentro del conjunto
de alternativas perfectamente conocidas que maximiza sus beneficios. En el gráfico
que precede, la firma compraría L0 unidades de factor para elaborar Y0 unidades de
9
producto. Si los precios cambiaran la firma sólo tendría que ajustar las cantidades para
conseguir una nueva igualación de los precios relativos al producto marginal y así
seguiría maximizando beneficios.
Gráfico 1. Función de producción. Interpretación Neoclásica
En Schumpeter, sin embargo, más que la diferencia entre planes de producción
factibles y no factibles, lo que interesa es distinguir los planes que son empíricamente
conocidos de los que no lo son. El Gráfico 2 es útil para presentar esta idea. Por
ejemplo podría pensarse que, aún bajo la misma función de producción que en el caso
neoclásico, no todo el espacio de alternativas alcanzables es conocido por las firmas.
Al contrario, las firmas podrían conocer empíricamente sólo el área sombreada
simplemente porque esos son los planes que eventualmente han implementado con
anterioridad y no tienen un conocimiento perfecto de la función de producción.
En este caso, si el precio relativo del insumo disminuyera por el simple
incremento poblacional, por ejemplo, el grueso de las firmas maximizaría sus
beneficios de acuerdo a su conocimiento histórico de la función de producción y se
situaría en el punto (L1, Y1). Este ajuste, un incremento en el nivel de producto y
empleo, constituiría lo que Schumpeter denomina una adaptación de los agentes a
nuevas condiciones y no desenvolvimiento.
Gráfico 2. Función de producción. Interpretación Schumpeteriana
L
Y Y = F(L) PL /PY
L0
Y0
L
Y Y = F(L)
L0
Y0
(PL /PY)1
L1 L2
PL /PY Y2
Y1
10
Pero si alguna de las firmas estuviera dirigida por un emprendedor, un individuo
no apegado a la rutina y a lo conocido, podría exhibir un comportamiento distinto. El
individuo podría notar que es posible incrementar la producción más allá de los niveles
reconocidos por el conocimiento histórico y podría animarse a explorar planes
productivos por encima de la frontera conocida. Al hacerlo descubriría que obtiene
mayores beneficios si elige producir en el punto (L2, Y2), generando un mayor nivel de
empleo y producto. De este modo el emprendedor habría introducido una innovación al
identificar nuevas combinaciones de factores para la obtención del bien final. En el
corto plazo su firma se beneficiaría por mayores ganancias respecto al resto de sus
competidores. Mientras que en el largo plazo el beneficio se derramaría sobre el resto
de la sociedad también ya que, cuando el resto de las empresas note que este agente
encontró una forma más eficiente de producir, tenderían a imitarlo. Las que así no lo
hicieran serían eliminadas del mercado. En definitiva, el aporte de este emprendedor
al desarrollo de la sociedad vendría dado por el empleo de los recursos en la forma
óptima al descubrir la verdadera frontera de posibilidades.
Otro ejemplo que puede plantearse en este mismo escenario es el del
tradicional cambio tecnológico. En este sentido, el emprendedor podría observar la
existencia de herramientas nuevas o, simplemente distintas, que incrementarían la
productividad de sus operarios. Al introducirlas a su proceso de elaboración, su
frontera de posibilidades se expandiría hasta G(L), lo que le permitiría producir mucho
más para cada nivel de empleo de insumos. Si esta ganancia extraordinaria superara
los costos de incorporar las herramientas, con el tiempo el resto de las firmas lo
imitaría; pero mientras tanto disfrutaría de beneficios por encima de los competitivos.
Gráfico 3. Función de producción. Cambio tecnológico
A modo de síntesis, en la teoría original del emprendedor schumpeteriano, este
individuo se constituye en el motor de los saltos cualitativos en el orden económico
mediante la introducción de innovaciones en la producción, comercialización o
estructura del mercado. Para ello se vale de su intuición más que del cálculo acabado
de costos y beneficios a la hora de detectar posibles nuevas combinaciones. Del
mismo modo que su motivación no se acaba en la persecución hedonista de la
L
Y Y = G(L) PL /PY
L1
Y1
Y = F(L)
11
maximización del beneficios, sino que encuentra placer en la actividad creadora y en
una posición social poderosa.
IV. LA TESIS DE OBSOLESCENCIA DEL EMPRENDEDOR
Hacia el final de su vida algunos autores consideran que Schumpeter perdió la
fe en su emprendedor. En “Capitalismo, Socialismo y Democracia”, predice la
evolución pacífica del capitalismo hacia un estadio superior, el socialismo, como
consecuencia de la constante y creciente concentración económica en grandes firmas
que desplazan al emprendedor.
“This social function is already losing importance and is bound to lose it at an
accelerating rate in the future even if the economic process itself of which
entrepreneurship was the prime mover went on unabated. (…) The romance of
earlier commercial adventure is rapidly wearing away, because so many more
things can be strictly calculated that had of old to be visualized in a flash of
genius.
(…) Thus, economic progress tends to become depersonalized and
automatized. Bureau and committee work tends to replace individual action.”8
Schumpeter señala que esta obsolescencia del emprendedor se explica
básicamente por dos fenómenos. Por un lado, la concentración y burocratización de
los procesos de investigación y desarrollo en el seno de las grandes corporaciones. La
búsqueda de nuevas combinaciones y los medios para ponerlas en práctica se
convierten en la tarea cotidiana de un grupo de técnicos preparados. La innovación se
torna de este modo una actividad rutinaria. Por otra parte, tampoco es necesaria ya la
voluntad del emprendedor para superar las resistencias, sociológicas y psicológicas, al
cambio porque, tras tantas y tan frenéticas mutaciones económicas (durante la primera
mitad del siglo XX, en particular), sociedades e individuos simplemente se
acostumbraron a los cambios.
La predicción de Schumpeter era que las grandes firmas reemplazarían a los
emprendedores y a la burguesía industrial, en general. Perdida su función
característica y con ingresos limitados a un salario por desempeñar una actividad
rutinaria, esta clase social tendería a desaparecer. La semilla para el paso al
socialismo quedaría así sembrada.
Un importante debate se ha producido en la literatura en torno a este cambio
en el pensamiento schumpeteriano o, como se le denomina usualmente, la tesis de
obsolescencia del emprendedor. La corriente principal señala que el cambio en
Schumpeter se produjo cuando abandonó Austria y se instaló en Estados Unidos. Allí
fue cuando comprendió la naturaleza del capitalismo tardío al observar las grandes
8 Schumpeter (1976), pág. 133.
12
empresas norteamericanas en las cuales la figura de su emprendedor, bastante
realista en el escenario austríaco de principios de siglo, no tenía cabida.
Trabajos clásicos en esta línea son los de Phillips (1971), Nelson (1977), Klein
(1977) y Freeman (1982). Todos ellos sugieren que se produjo un cambio sustancial
en la comprensión y descripción schumpeteriana de la economía a tal punto que bien
podría considerarse que se trata de dos autores totalmente distintos, un Schumpeter
temprano y uno tardío. De hecho, Klein expresa esta hipótesis de un modo bastante
sugestivo:
“Schumpeter expressed very different views in his later writings than in his
earlier works, so much so that one has the impression there were two
Schumpeters: Schumpeter the revolter against determinism, and Schumpeter
the determinist.”9
Estos autores destacan el cambio producido especialmente en su concepción
de las innovaciones. En el Schumpeter inicial, las invenciones eran un fenómeno más
o menos exógeno, que se convertían en innovaciones comerciales cuando un
emprendedor las aplicaba obteniendo ganancias extraordinarias que motivaban al
resto del empresariado a seguirlo. En el tardío, sin embargo, el proceso exógeno de
invención es endogeneizado en el interior de titánicas corporaciones que requieren de
la innovación continua, de la destrucción creativa constante, para mantener su
posición competitiva en el mercado. La intuición del emprendedor se vuelve un don
irrelevante en instituciones burocráticas donde todo se ha racionalizado.
Sin embargo, existe otra línea de investigación que niega que Schumpeter
haya modificado su teoría al mudarse a Estados Unidos. Destaca en este sentido el
trabajo de Langlois (2002). Langlois intenta demostrar que la teoría del emprendedor
schumpeteriano mantuvo consistencia, al menos, desde 1926 en adelante, seis años
antes que abandonara Europa. En efecto, en la última versión de la “Teoría del
Desenvolvimiento Económico”, basada en la segunda edición alemana de 1926 puede
leerse:
“Sin embargo, cuanto más exactamente lleguemos a conocer el mundo natural
y social, tanto más perfecto será nuestro control de los hechos; y cuanto mayor
sea la perfección con que puedan calcularse las cosas, con tiempo y
racionalización progresiva, y en forma rápida y segura, tanto más decrece la
importancia de dicha función. Deberá disminuir, por tanto, la importancia del
empresario, lo mismo que ha disminuido ya la del jefe militar.”10
La similitud entre este pasaje del Schumpeter temprano y el previamente citado
del Schumpeter tardío es innegable. La idea detrás de esta consistencia implicaría
que, en situaciones de marcada incertidumbre o ignorancia, la intuición del
9 Klein (1977), pág. 133.
10 Schumpeter (1957), pág. 95.
13
emprendedor constituye un don muy valioso. Pero, en la medida que el conocimiento
acerca del ambiente externo se acrecienta, es más fácil calcular costos, beneficios y
riesgos; y determinar, sobre la base del análisis racional de estos cálculos, el mejor
curso de acción. De esta forma, la intuición del emprendedor queda relegada a un
segundo plano.
Langlois cita además el aporte de Becker y Knudsen quienes, al traducir el
ensayo “Emprendedor” de 1928, indican que efectivamente aprecian un cambio en la
teoría del emprendedorismo pero entre 1911 y 1926, y no entre 1926 y 1942. En su
interpretación, de constituir una característica psicológica de un pequeño grupo
poblacional en la primera versión de la “Teoría del Desenvolvimiento Económico”, la
noción de emprendedor pasaría a intentar conceptualizar una forma de
comportamiento más bien despersonalizada, un ideal de individuo o, quizás incluso, de
organización. Estos autores leen entonces una versión institucionalizada del
emprendedor ya en los escritos de 1926. Para Becker y Knudsen este cambio se debió
a un conjunto de eventos y tragedias en la vida personal de Schumpeter. Para
Langlois, se explica más bien por una intención de compatibilizar su teoría con las
ideas burocráticas de Max Weber, que gozaban de notable reconocimiento en la
Europa Central de la década del veinte.
Sin embargo, en repetidos pasajes de la segunda versión de su libro,
Schumpeter reitera la definición explícita del emprendedor como una persona y no
como una institución, poniendo especial énfasis en la importancia de su intuición. A
favor de estos autores podría pensarse que, el propio Schumpeter señala en el
prefacio a la versión inglesa de 1934 que, en la edición de 1926 que sirvió de base
para la traducción, intentó mantener la obra original de 1911 aplicando sólo
alteraciones menores; lo que justificaría la persistencia de la figura del emprendedor
como individuo. Pero esas alteraciones menores no impidieron que eliminara un
capítulo completo y reescribiera el segundo y el sexto intentando excluir los términos
estático y dinámico que, a su juicio, habían motivado ciertas confusiones entre sus
lectores. En consecuencia, no parece tan irracional inferir que, si Schumpeter hubiera
estado convencido que el emprendedor ya no era un individuo sino una institución,
habría introducido algunos cambios en este sentido.
En nuestra opinión, la teoría schumpeteriana del emprendedorismo mantuvo
una consistencia notable durante toda la obra de este autor. Incluso Langlois (2002)
reconoce esta posibilidad al señalar:
“A more detailed study might well discover that the continuity really goes back
to 1912 or earlier, not merely to 1926.”11
El emprendedor de 1911 es el mismo que el de 1926 y de 1934; lo que cambió
es el medio ambiente en el que se desarrolla y las herramientas que utiliza en la toma
de decisiones. La resistencia al cambio fue desvaneciéndose y el desarrollo de nuevas
11
Langlois (2002), pág. 11.
14
técnicas de gestión y análisis de mercados proveyeron de mayor información al
individuo para manejar la incertidumbre. En este sentido, el emprendedor se ha
racionalizado. Y fue el propio autor el primero en llamar la atención en este sentido,
contrario a lo que afirma Berumen (2007), por ejemplo. Sin embargo, ningún individuo
toma decisiones bajo información perfecta. En ocasiones, ni siquiera puede emplear
toda la información que podría conseguirse por no disponer del tiempo o los recursos
para obtenerla, como también ya lo notaba Schumpeter. De modo que, la intuición, el
talento individual, aún cuando reducida en su importancia, sigue siendo una parte no
despreciable del comportamiento emprendedor.
Es cierto que la teoría de 1911 fue diseñada especialmente a medida del
capitalismo temprano. Pero también es verdad que el autor entrevió pronto que el paso
a la nueva etapa estaría relacionada con un detrimento de la intuición en pos de la
racionalidad. Y es largamente reconocido que no esperaba elaborar una teoría
económica universal válida para toda época y lugar. En sus propias palabras, en su
prólogo a la edición española de 1944,
“Se me ha dicho con frecuencia que mi esquema analítico se refiere
únicamente a una época histórica que está rápidamente llegando a su fin. Y en
eso estoy de acuerdo. En mi opinión la teoría económica no podrá ser nunca,
en este sentido, más que la teoría de una cierta época histórica.”12
Probablemente lo que ha motivado este nivel de discusión es el énfasis
particular que Schumpeter otorgó a las grandes corporaciones en “Capitalismo,
Socialismo y Democracia”. Al señalar que, en el límite, estas empresas desplazarían
totalmente a los emprendedores en cuanto a la endogeneización de la generación de
innovaciones posiblemente estaba considerando que las firmas crecerían y avanzarían
en forma perpetua gracias a su posición privilegiada en el mercado, constituyendo una
suerte de oligopolio de cíclopes industriales. Pero la evidencia demuestra que ese no
es el caso. Muchas grandes corporaciones con centros integrados de investigación y
desarrollo han sucumbido por su propio peso. Mientras que proyectos surgidos en un
garaje han revolucionado el mundo tecnológico.
Es evidente que el emprendedor de la actualidad no es idéntico al arquetipo
schumpeteriano. Pero no es menos cierto que comparte varios de los atributos más
importantes. Es un agente más racional, pero no desprecia la intuición. Ve
oportunidades donde otros sólo ven rutina e implementa innovaciones que
revolucionan el mercado. Afirmar que, como en el pensamiento de Schumpeter, este
emprendedor es la base del desarrollo puede sonar un poco arriesgado. Pero que
juega un papel importante en el proceso es innegable.
12
Schumpeter (1957), pág. 10.
15
V. EL PENSAMIENTO SCHUMPETERIANO EN LAS CORRIENTES ACTUALES
Tras la muerte de Schumpeter, sus contribuciones en materia de crecimiento
fueron soslayadas. El mainstream se hallaba abocado a la formalización matemática
de las teorías tras la aparición de los celebrados modelos de Harrod-Domar (1946) y
de Solow (1956). Las ideas de Schumpeter eran difíciles de expresar en relaciones
matemáticas. Él mismo durante su vida había intentado hacerlo a sabiendas que el
resto de los economistas teóricos no tomaría en serio su teoría del desarrollo hasta
que pudiera formalizarla, según lo afirma Klein. Pero los esfuerzos de Schumpeter y
de algunos de sus seguidores inmediatos no lograron los resultados deseados.
Probablemente porque todavía no estaban disponibles las herramientas matemáticas y
computacionales necesarias para hacerlo.
No es la intención de esta sección realizar un análisis detallado de la amplia
gama de autores influenciados por el pensamiento de Schumpeter. Al contrario, a
sabiendas de que se comete la imperdonable omisión de autores notables, esta
sección simplemente intenta proveer una breve identificación de las dos principales
corrientes que fundamentan sus trabajos en los conceptos de emprendedor,
innovación y destrucción creativa, entre otros. A grandes rasgos se clasifica a estos
autores en dos ramas. Por un lado, los neo-schumpeterianos que persiguen la
formalización de las ideas de la “Teoría del Desenvolvimiento Económico” a través de
modelos de simulación. Por el otro, economistas neoclásicos que desarrollan modelos
de crecimiento endógeno utilizando versiones simplificadas de tales conceptos. A
continuación, una rápida descripción de cada grupo.
De acuerdo a Kwasnicki (2003) fueron el desarrollo de la informática en los
años cincuenta y sesenta y del enfoque de simulación los que permitieron comenzar a
estudiar problemas no lineales. El primer modelo neo-schumpeteriano en emplear
simulaciones para emular el comportamiento evolucionista fue el de Winter en 1964,
“Economic Natural Selection and the Theory of the Firm”. Los esfuerzos en esta línea
se intensificaron durante las décadas siguientes hasta consolidarse en el libro de
referencia de la economía evolucionista “An Evolutionary Theory of Economic Change”
publicado por Nelson y Winter en 1982. Desde entonces, han proliferado modelos de
simulación inspirados en las ideas del crecimiento schumpeteriano basado en la
destrucción creativa.
Estos modelos desplazan totalmente la idea de equilibrio general a favor la
modelización evolucionaria. Esto les permite incorporar supuestos mucho más
realistas respecto a los modelos neoclásicos tradicionales. Se consideran, por
ejemplo, heterogeneidad de agentes, racionalidad acotada, mecanismos alternativos
de innovación y apropiación, estructuras de mercado alternativas, aprendizaje en la
producción, rendimientos no decrecientes, etc. Pero un punto particularmente
interesante entre estos autores es que complementan su modelo de simulación con el
análisis de la experiencia histórica, contrastando sus resultados con la evidencia
empírica. Un claro compromiso metodológico con la visión de Schumpeter para quien
la teoría económica, la estadística y la historia debían interactuar en la explicación de
16
los fenómenos. Aunque tal compromiso no implica que los neo-schumpeterianos
hayan adoptado los trabajos del maestro como dogma. Al contrario, como lo señala
Freeman (1998) es sorprendente la variedad de enfoques que ha proliferado en el
marco de esta corriente, muchos de ellos incluso criticando al propio Schumpeter.
En general, los autores neo-schumpeterianos comparten la visión del
capitalismo como un fenómeno evolutivo que muta en el tiempo a través de
innovaciones productivas, comerciales o estructurales. Partiendo de ese denominador
común, se ha sometido al análisis y formalización a la mayor parte de las ideas de
Schumpeter y se han explorado áreas sobre las que el autor no había trabajado como
es el caso del comercio internacional, subdesarrollo y desarrollo regional. Aunque
también es cierto que otras áreas relevantes han sido excluidas del análisis, por
ejemplo, teoría del consumidor. Para un excelente repaso de esta literatura se sugiere
Freeman (1998).
Una última característica notable de los modelos neo-schumpeterianos es que
centran su estudio en la innovación microeconómica a nivel de firmas o industria y no
a escala macroeconómica donde la teoría del desarrollo se encuentra estancada en un
callejón sin salida. Estudios notables se han llevado a cabo tomando las
características específicas de la industria sobre el avance técnico en agricultura,
minería y, especialmente, actividades manufacturares. Sin embargo, se ha dejado de
lado al sector más importante de la economía global y al más afectado por los avances
tecnológicos, el de los servicios. Por otra parte, las innovaciones estudiadas se han
concentrado en cambios tecnológicos en la producción pero escasas investigaciones
se han llevado a cabo sobre innovaciones en organización. Aunque justo es reconocer
el elevado grado de dificultad que la modelización de estos avances impone.
En otra línea de sucesión, ya sobre la década del noventa, las ideas de
Schumpeter encontraron cabida en el marco de los modelos de crecimiento endógeno.
Estos autores no son neo-schumpeterianos en el sentido que se le ha dado al término
en los párrafos anteriores desde que no emplean la metodología evolucionista de los
modelos de simulación. En cambio, emplean modelos de corte neoclásico para
formalizar las ideas de Schumpeter acerca de la endogeneización de las innovaciones,
la competencia como fenómeno evolutivo que expulsa a quienes no se ajustan a las
nuevas condiciones de mercado, la destrucción creativa, entre otros.
A partir de los trabajos fundacionales de Romer y Lucas, en 1992 llegó el
destacado aporte de Aghion y Howitt, quienes desarrollaron un modelo de crecimiento
endógeno basado en la idea schumpeteriana de la destrucción creativa. Propusieron
una economía constantemente sometida a innovaciones tecnológicas que benefician a
algunos sectores y perjudican a otros y donde la competencia se ocupa de eliminar a
los que no tienen éxito desarrollando o imitando innovaciones. En este sentido se
diferencian de la teoría AK convencional que considera al progreso tecnológico
simplemente como otro modo de acumulación de capital ignorando la posible
existencia de conflictos interpersonales. Este trabajo original fue continuado en la
17
misma tradición generalizando el modelo básico y desarrollando nuevas alternativas. A
continuación se propone un repaso breve de aquella versión.
Aghion y Howitt (1992) constituye una primera aproximación al crecimiento
endógeno bajo la concepción schumpeteriana en un contexto de incertidumbre. Para
ello modelizan las innovaciones como una secuencia aleatoria de mejoras únicamente
en la calidad de los productos, por lo que constituye un modelo de innovaciones
verticales ya que estas vuelven obsoleta la tecnología anterior. Así intentan formalizar
parcialmente el concepto de destrucción creativa. Adicionalmente suponen que las
investigaciones son llevadas a cabo por las firmas quienes gozarían de un monopolio
sobre las eventuales invenciones.
Para operacionalizar estos supuestos, Aghion y Howitt suponen que el trabajo
en una economía puede destinarse a investigación y desarrollo o a producir un insumo
del cual se obtiene un bien final. Cuando una empresa incorpora una innovación
monopoliza la producción del insumo y goza de beneficios extraordinarios hasta que
otra empresa desarrolle otra innovación y la desplace. Por último, las innovaciones se
suponen idénticamente distribuidas Poisson con parámetro .
Con esta estructura el monopolista (actual y potencial) maximiza beneficios
llegando a una ecuación de arbitraje. Aparece luego una relación negativa entre la
investigación corriente y la futura porque si se advierte que existirá mucha
investigación en los próximos períodos, las rentas creadas por la investigación actual
se ven amenazadas, desincentivándola. En virtud de esta relación negativa el modelo
puede tener una única solución de estado estacionario o varias originando posibles
senderos de crecimiento cíclicos e, incluso, una trampa de no crecimiento donde la
innovación se detiene. Aunque vale notar que esta relación negativa se da porque el
monopolista no endogeneiza la externalidad positiva de la investigación corriente
sobre la futura. Si se permite que sea un planificador de Pareto el que toma las
decisiones podría alcanzarse una tasa de crecimiento mayor que bajo
descentralización. Para que esto se produzca los efectos que generan mayores
incentivos sociales a la investigación por el lado de una menor tasa de descuento
social respecto a la privada (porque para el planificador el beneficio de la próxima
innovación será para siempre) y por el problema de la apropiabilidad (el monopolista
no puede endogeneizar los beneficios que producen sus innovaciones sobre las
futuras) deben superar al desincentivo social que resulta de la internalización por parte
del planificador de la destrucción del retorno social de la innovación anterior (que los
privados no interiorizan).
El aporte más significativo de esta línea de trabajo claramente resulta entonces
la modelización de intereses contrapuestos y su impacto sobre el crecimiento. En este
sentido el enfoque verdaderamente responde al ideal schumpeteriano aún cuando
constituye una simplificación notoria. En palabras de Howitt respecto a la superioridad
de este esquema de trabajo sobre los modelos AK,
“Our new theory treats innovation as a separate activity from saving, and it is
explicit about who gains from it, who loses, how the gains and losses depend
18
on social arrangements, and how such arrangements affect society’s
willingness and ability to progress.”13
Las generalizaciones a este modelo básico desarrolladas en los últimos
veinticinco años versan sobre distintas modificaciones a los supuestos. Pero las que
resultan más interesantes son las relacionadas a competencia, política de patentes,
diferencias de ingresos entre países y revoluciones tecnológicas. En términos de
competencia, por ejemplo, los modelos de crecimiento señalan que la competencia
reduce la tasa de crecimiento al contraer la tasa de retorno potencial de las
innovaciones. Sin embargo, la evidencia empírica parece afirmar lo contrario. Lo que
motivó a estos autores a buscar explicaciones alternativas en el marco del modelo de
1992. Así aparecen modelos incluyendo barreras de entrada, problemas de principal-
agente y maximizaciones sobre los beneficios incrementales y no sobre los absolutos.
Para más detalles acerca de las generalizaciones del modelo de 1992 se sugiere
Aghion y Howitt (1998).
VI. LA INNOVACIÓN EN LA TEORÍA MODERNA
Las ideas de Schumpeter acerca de las innovaciones también han evidenciado
una revitalización en los últimos años. Probablemente por la gravitación que ciertos
autores neo-schumpeterianos han ejercido sobre organizaciones como la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el Fondo
Monetario Internacional (FMI) en pos de la estandarización de las estadísticas sobre
investigación y desarrollo. En el Manual de Oslo (2005) de la OCDE puede apreciarse
una cierta influencia de Schumpeter cuando se señala que las innovaciones pueden
agruparse en cuatro categorías:
La innovación de producto implica cambios significativos en las
características de las mercancías o de los servicios. Se incluyen tanto
las mercancías totalmente nuevas como los servicios y las mejoras
significativas de los productos existentes.
La innovación de proceso representa cambios significativos en los
métodos de producción y de distribución.
La innovación de organización, referida a la puesta en práctica de
nuevos métodos de trabajo, tanto de la organización como del lugar de
trabajo y/o de las relaciones exteriores de la empresa.
La innovación de comercialización refleja la puesta en práctica de
nuevos métodos de comercialización; desde cambios en el diseño y el
empaquetado hasta la promoción del producto mediante nuevas
políticas de precios y de servicios.
13
Howitt (2002), pág. 1.
19
Además, el concepto de innovación ha cobrado particular vigor en el marco de
las teorías modernas de competitividad. Existen varias estrategias de competitividad,
pero no se puede negar que la innovación es el único medio para lograr que la
competitividad de una nación a nivel internacional sea genuina, sustentable y
acumulativa. La capacidad de innovar, de apropiarse de rentas tecnológicas y de
generar economías de escala dinámicas y sustentables explican las diferencias entre
países en cuanto a PBI per cápita y distribución de la riqueza; y explican también el
fenómeno de convergencia que se observa en la actualidad en cuanto la innovación ha
cobrado importancia dentro de las naciones emergentes como puede apreciarse en el
Gráfico 4. Los países emergentes han incrementado el gasto en investigación y
desarrollo en relación a su producto mucho más fuertemente que los países
industrializados intentando reducir la brecha tecnológica. Liderando esta tendencia
aparece China donde la participación se multiplicó por 2,5 entre 1996 y 2007.
Gráfico 4. Gasto en Investigación y Desarrollo en relación al PIB. Países
seleccionados
0,0%
0,5%
1,0%
1,5%
2,0%
2,5%
3,0%
3,5%1996 2007
Fuente: Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Argentina
Los niveles de crecimiento y renta de los estados en una economía globalizada
están determinados por su especialización internacional, y ésta a su vez depende de
las características de su estructura productiva, las decisiones empresarias y el
entorno. Un crecimiento genuino sólo se producirá si el entramado industrial es capaz
de absorber y generar tecnología en un proceso de diversificación de la actividad
industrial desde las tecnologías más simples a las más complejas, lo que no implica
necesariamente un tipo particular de distribución sectorial de la producción sino la
20
capacidad de mejorar la productividad y la complejidad tecnológica de cada uno de los
sectores industriales existentes.
El proceso de destrucción creativa lleva al desarrollo de nuevos productos y
procesos empujando al crecimiento de las naciones. Sin embargo, el impacto de la
innovación en el bienestar social de un país puede ser positivo o negativo. Según
Reinert, el progreso técnico puede conducir al desarrollo o puede acentuar el
subdesarrollo. El avance tecnológico puede impactar en la sociedad a través de
menores precios, menores salarios y, en consecuencia, un menor bienestar, asociado
a desempleo, exclusión y deterioro de la distribución del ingreso (derrame clásico de la
tecnología); o puede generar el efecto contrario (mayores precios y mayores salarios)
y el sector se beneficiará a través de un aumento en sus ingresos. El rumbo que
tomará el desarrollo vendrá dado no sólo las características de la firma sino también
por el entorno a nivel macro.
Desde una perspectiva micro, una primera aproximación a la idea de
innovación dentro de una empresa es el modelo lineal de innovación que se inicia con
la investigación básica y finaliza con la implementación del nuevo proceso o la
introducción al mercado del nuevo producto. Sin embargo, la realidad muestra que la
innovación no es lineal sino más bien un proceso con mucha retroalimentación y
repetitivo. Las decisiones de las firmas no vienen sólo de las invenciones científico
técnicas, sino que a estas se le agrega la información proveniente de la demanda y las
posibilidades reales de implementar el cambio. En otras palabras, ya que el proceso
innovador depende de la capacidad de la firma de generar nuevo conocimiento, la
firma deberá sumar a sus fuentes generadoras de conocimiento (internas y/o externas)
vinculaciones con sus clientes y proveedores, más allá de las relaciones comerciales
tradicionales. La innovación surge de la empresa, pero también se da en un contexto
histórico, geográfico y socioeconómico determinado que agregan aún más información
y conocimiento. De modo que también en este sentido valen las enseñanzas de
Schumpeter en cuanto es el emprendedor quien incorpora nuevas combinaciones que
son concebidas en su observación del medio en el cual su negocio se halla inmerso.
A todo este proceso de innovación hay que ubicarlo dentro de la estrategia
empresarial que determinará en qué momento del proceso de destrucción creativa
ingresará la firma al mercado. Según Porter (1990), se puede distinguir una estrategia
de líder o de diferenciación entre las empresas que entran al proceso en la etapa de
introducción del producto (proceso), la estrategia de seguidor combinada en parte con
una estrategia de diferenciación entre las que sigan con la imitación, y una estrategia
de liderazgo en costos entre las que avanzan en la estandarización del producto y
procesos. Dependiendo del objetivo que tenga y sus acciones, el derrame en el tejido
social variará así como lo harán la cantidad de esfuerzo que deba aportar y la
demanda de capacidad a la que esté exigida. La trayectoria que vaya tomando la firma
también tendrá consecuencia sobre los determinantes del cambio tecnológico, porque
la selección, desarrollo y adaptación de la estrategia tendrán un efecto directo sobre la
disponibilidad de la tecnología. Según Pavitt (1984), otra forma de explicar la dinámica
del cambio tecnológico es a partir de la pertenencia sectorial. En este enfoque la
estrategia innovadora de la firma depende de las características del sector y es
entonces a nivel de la industria donde deben buscarse los patrones de conducta
21
innovadora. Lall (1992) sigue esta línea y explica la dinámica de acuerdo al grado de
intensidad tecnológica de los sectores industriales medido a partir de los esfuerzos en
I+D. Lo que fallarían en explicar son los diferentes niveles de conocimiento
incorporado que se pueden encontrar en un mismo sector. Pero en todos estos
planteos está presente la idea schumpeteriana de que existen firmas emprendedoras
que toman la iniciativa en la implementación de cambios y firmas seguidoras que se
apresuran a imitarlas para no quedar excluidas del mercado.
Además, de la experiencia se sabe que las firmas innovadoras tienen menores
probabilidades de desaparecer ante crisis económicas, son menores expulsoras de
empleo cuando buscan sobrevivir y alcanzan mayores niveles de crecimiento de las
ventas e inserción exportadora. Más aún, presentan mejores indicadores de
desempeño y trayectoria que las firmas no innovadoras, e incrementos en la calidad y
cantidad de los recursos humanos. Punto a favor de la proposición de Schumpeter al
señalar que son los emprendedores quienes lideran el crecimiento de la economía.
Por último, y a modo de conclusión y aplicación de estos conceptos, una
mirada a la realidad argentina desde esta óptica. La historia económica argentina
reciente ha estado signada por la incertidumbre y vulnerabilidad causadas por los
recurrentes desequilibrios macroeconómicos. A la incertidumbre inherente al proceso
de innovación hay que agregarle entonces la del entorno, y esto impacta directamente
en los procesos de toma de decisiones de inversión. Los proyectos de innovación
suelen ser de corto plazo para ser capaces de sostener la competitividad en los
períodos de crecimiento y minimizar la exposición en caso de una nueva crisis.
Además, las empresas enfrentan el inconveniente adicional de un mercado
doméstico de reducido tamaño que limita las economías de escala que podrían
obtenerse, desincentivando los gastos en innovación y promoviendo el gasto en
tecnología incorporada (productos de tecnologías anteriores a las existentes pero que
ya fueron amortizadas en mercados desarrollados) sin esfuerzos endógenos de
generación y apropiación de conocimiento. Esto se combina con una baja inserción
internacional como muestra Porta (2007), de forma tal que los estándares de
competencia del grueso de las firmas locales son justamente los del mercado local:
gustos y preferencias de menor sofisticación relativa, baja demanda de conocimiento,
bajo-medio poder adquisitivo y escala reducida. Paralelamente, las interacciones entre
los entes públicos como el Sistema Nacional de Innovación (SNI), el Instituto Nacional
de Tecnología Industrial (INTI) y las universidades y las empresas están lejos de ser
las de los países desarrollados, y están más asociados a vínculos rutinarios asociados
al desarrollo de pruebas y ensayos y al cumplimiento de normas que a la búsqueda de
nuevos productos y procesos como lo expresa Suárez (2007).
22
VII. CONCLUSIONES
Schumpeter fue el primero en señalar que su teoría económica carecía de valor
universal, del mismo modo que todas las teorías económicas carecen ya que sólo
sirven para explicar un período histórico particular. Sin embargo, a casi un siglo de la
primera edición de la “Teoría del Desenvolvimiento Económico” sus ideas gozan de
una validez notable. Evidentemente el emprendedor que describe en el segundo
capítulo de su obra no es idéntico al emprendedor actual, pero tiene muchos puntos en
común. Se trata de un agente en búsqueda permanente de desafíos impulsado no sólo
por el beneficio económico, sino también por el reconocimiento de la sociedad y por
una sensación de superioridad y liderazgo. En cuanto al modo de incorporar las
nuevas combinaciones, seguramente en la actualidad a cada innovación le antecede
un estudio mucho más minucioso, racional y menos intuitivo que en la Austria de
principios del siglo XX. Sin embargo eso no implica que el talento natural para percibir
oportunidades de negocio constituya un don inútil.
Además en este trabajo se rescata la consistencia, en líneas generales, del
pensamiento schumpeteriano durante más de cuarenta años, contrario a la tesis de
obsolescencia que indica que existe un Schumpeter temprano europeo y un
Schumpeter tardío americano con posiciones irreconciliables. El autor claramente
vislumbró que el emprendedor tal y como lo había descripto en su teoría se
transformaría en un agente más racional en la medida que mayores herramientas
técnicas estuvieran a su alcance. De ese modo el proceso de desarrollo se tornaría
más burocrático y despersonalizado. Y esta apreciación aparece ya en la primera
edición de la Teoría en 1911, treinta años antes de “Capitalismo, Socialismo y
Democracia”, cuando la expone en profundidad.
Por último se intenta mostrar cómo sus principios se hallan presentes no sólo
en la escuela neo-schumpeteriana, sino también en el seno de la escuela neoclásica
donde ha cobrado especial valor como componente de sustancia de los modelos de
crecimiento endógeno, y en las teorías contemporáneas de innovación, competitividad
y emprendedorismo.
La principal conclusión de este trabajo es que Schumpeter estaba en lo
correcto sólo a medias. Parte de su teoría efectivamente cayó en el olvido como él
esperaba. Pero la mayor parte conserva una vigencia envidiable y se ha constituido en
inspiración de economistas tan disímiles que el propio Schumpeter se asombraría de
los efectos de su obra.
VIII. BIBLIOGRAFÍA
1. AGHION, P., HOWITT, P., “A Model of Growth Through Creative
Destruction”, Econometrica, Vol. 60, No. 2, 1992
2. BERUMEN, S., “El legado de Schumpeter al estudio de la administración de
empresas”, Cuaderno de Difusión 12 (22), Real Academia de Ciencias
Morales y Políticas, Madrid, 2007
23
3. BERUMEN, S., “Una Aproximación a la Construcción del Pensamiento
Neoschumpeteriano: Más allá del Debate entre Ortodoxos y Heterodoxos”,
ICE N° 845, España, 2008
4. DINOPOULOS, E., SENER, F., “New Directions in Schumpeterian Growth
Theory”, en “Edgar Companion to Neo-Schumpeterian Economics”, Editado
por HANUSCH, H. y PYKA, A., Edward Elgar, Capítulo 42, Gran Bretaña,
2007
5. FREEMAN, C., “The Economics of Industrial Innovation”, MIT Press,
Cambridge, 1982
6. FREEMAN, C., “The Economics of Technical Change”, en “Trade, Growth
and Economics”, Editado por ARCHIBUGI, D., MICHIE, J., Cambridge
University Press, 1998
7. HOWITT, P., “The Research Agenda: Peter Howitt on Schumpeterian
Growth Theory”, Economic Dynamics Newsletter, Vol. 3, No. 2, 2002
8. KLEIN, B., “Dynamic Economics”, Harvard University Press, Cambridge,
1977
9. KWASNICKI, W., “Schumpeterian modeling”, Wroclaw University, Poland,
2003
10. LALL, S., “Technological Capabilities and Industrialization”, World
Development, Vol. 20, N°2, 1992
11. LANGLOIS, R., “Schumpeter and the Obsolescence of the Entrepreneur”,
Working Paper 2002-19, University of Connecticut, 2002
12. NELSON, R., WINTER, S., “An Evolutionary Theory of Economic Change”,
Belknap Press, Cambridge, 1982
13. NELSON, R., “The Moon and the Ghetto”, Norton, New York, 1977
14. ORGANIZACIÓN PARA LA COOPERACIÓN Y EL DESARROLLO
ECONÓMICO, “Manual de Oslo. Guía para la Recogida e Interpretación de
Datos sobre Innovación”, Grupo Tragsa, España, 2005
15. PAVITT, K., “Sectorial Patterns of Technical Change: Towards a Taxonomy
and a Theory”, Research Policy N° 13, 1984
16. PORTA, F., “Especialización Productiva e Inserción Internacional.
Evidencias y Reflexiones sobre el Caso Argentino”, Documento presentado
al PNUD, Proyecto FO/ARG/05/012, 2007
17. PORTER, M., “The Competitive Advantage of Nations”, Free Press, New
York, 1990
24
18. PERELMAN, M., “Schumpeter, David Wells and Creative Destruction”, The
Journal of Economic Perspectives, Vol. 9, No. 3, 1995
19. PHILLIPS, A., “Technology and Market Structure: A study of the Aircraft
Industry”, D.C. Heath, Massachusetts, 1971
20. SCHUMPETER, J., “Capitalism, Socialism and Democracy”, Allen & Unwin,
Gran Bretaña, 1976
21. SCHUMPETER, J., “History of Economic Analysis”, Editado por
SCHUMPETER, E., Allen & Unwin, Gran Bretaña, 1954
22. SCHUMPETER, J., “Teoría del Desenvolvimiento Económico”, Traducido
por PRADOS ARRARTE, J., Fondo de Cultura Económica, México, 1957
23. SUÁREZ, D., “Dinámica Innovativa y Estructura de Vinculaciones en la
Industria Manufacturera Argentina”, Ponencia presentada en ALTEC 2007,
2007
24. SWEDBERG, R., “Rebuilding Schumpeter’s Theory of Entrepreneurship”,
Conference on Marshall, Schumpeter and Social Science, Hitotsubashi
University, Japan, 2007
25. WINTER, S., “Economic Natural Selection and the Theory of the Firm”, Yale
Economic Essays, 4, 1964
26. WINTER, S., “Toward a Neo-Schumpeterian Theory of the Firm”, Class at
California Institute of Technology, California, 1967