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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ME DI C INA baJl>" de la poblac 1ón a tra, és de la acrcdllaclon cduc ati\ a. De modo 'e al1rma que c.-. la es tru c tura de cla- la 4uc determi na el gu: 11 t1 la cduc ac1ó n y marca la dlná- del :.1.-. tc ma educati\ 'O co mo un todo. a)o.í . lu e ducac1ó n no seria la ult ltlla tu en t de.: d 11 e re ncwc1 ó n 1, co mo )C cree co múnm ente. 1n o un eleme nto lcgll1mador de aqu élla. r n la pan e del li br o se emprende el anáh s1s uc es tu- di o' llobre educació n) en el pa b. en do nde seleccio nan esen- Cial mente a4u e ll os que manej an un marco de socio lóg1ca y que han hech o co nt rastaciones empí ricas al re dedor d e lm aspr ct () s t rabaJado s. De tal manera . el au tor pr etende el e)o. t ado ac tual de la SOCI O- logia de la e duca ció n a través de e pecil1 cos de co nocimient o. a la ve1 que de ta ca la imp o rtan c ia de este tipo de balan ces para el de sa rr o- ll o y sisternutiLación de una disci- pl i na . La incidcnc1a de la s ociología de la cducac1ón en los ám bit os aca - y específica mente en los 1 os de especial ización. se ab o rda el últ1mo cn:-.ayo. al hacer la cva- lua c lon de un en inve t iga- ct ó n soctoeducauva que funcio en la P ed a gógica Nacio n al en tre 1 9 75 y 19 de 1 e u a 1 e 1 aut or fue un o de sus ma s en tusias ta s im pul- so res. Allí. al mismo t iempo que pre- típ icos de l os p ol>g r ados en el paí s, ha ce seve ra s crí- ti cas a lo:-. p osg r ad os en educación s ur gtd os a part ir de la ca da del set en ta . y específicam ente a la mo da- lidad m e nc 1o nada . Se bu sca que el analt sis de es ta expen enc 1a redunde en la c ualt ficac1ó n y reo rga niza ción de los de Cl> peci alización, para que , a l log ra r dife rencia rse de pr cg rad os, s ignifiquén ve r dade- ra ll o pc 1o nes de fo rrna c1ó n avanzada pa ra docen tes e inves tigad o res. En las páginas introdu cto rias. Cata- ño es boza la 1nquiet ud que le pro- du ce el 'ratamie n to del fenó meno e duca tivo, al q ue ca lifica de evas i vo v s iempre t orna d iLO. al m ismo t iempo qu e i ndi ca la e casa valo ra c1ó n qu e el medt o int electual as igna a eS té t ipo de publica cio nes. per o. pese a es ta s afir ma cio nes, d libro mue st ra qu e el te ma educativ o pued e er tr abajado 94 con so ltde1. y altu ra ac ad é m 1ca. He aqu í un te. l(tO obligado. no lo para !>OCió l ogos qu e se p reoc upan por l os p rogre sos de su discipli na , sino tam - bié n p ara t odos aq ue ll os q ue se int e- res an por los disti nt os avan ces inves- tigativos en el te rreno de la e du cac ión, quie nes podrá n en co ntrar en él una ma nera equilib rada de ab or dar deter- m tn ad os temas. en do nde se co njuga un e nfoque analít ico co n as p ec t os de!> c rip tivos y e mp íric os de gran relevancia. M AR 1 H A CEC ILI A H ER RERA C. Amolando los cuchillos Bolh· ar a los médico s y la medicina A nt om(.l Reales Or ozco Ter cer M und o Editores. Bo-gotá. 1988. 203 págs. La pat og r afia de pe rso najes fam osos ha s ido uno de los t er ren os predilec- to s de los cu lto res de la historia de la me dic in a. en es pecial de aque ll os que eje rcen como di cos . El número de es ta clase d e t ra bajos es a mpl io. ta nt o en el país co mo en el mund o. De ntr o de la r egión bol iva r ia n a. co mo es o b v10, la figura de Simó n B olíva r ha si d o objeto privil egia do de es ta cla se de lit erat u ra y. recie nt em en te, tam - bién de la gran litera tur a. Al l ee r un t rabajo médico so br e las d ole nc ia s y la mu e rt e del Líbe rt ador, inev itable - RESEÑAS me nt e v iene a la mente la última obra de García Márqu ez, El ge neral en su la berinto . A veces la literatura , la buena literatura , permite entrar con m ay or pr ofund i dad que algun os es tu - dio s his tóri co-médicos en c ie rtos dra - mas humano s, y ello no es raro en la lite ratura mund ia l. Según el do ctor René Tissot - des ta c ad o ps iquiatra fran cés- la mejo r descrip ció n de la muerte no se debe a un méd ico si no a un narr ador: Ln Tolstói ( La muerte de lv án 1/ich). El libr o que no s o cupa . aun cuan- do co nstitu ye un es fuerz o mu y meri - tori o des de el punt o de vis ta de la do c um e ntac ión secundari a y del aná - lisis par a ac ercarse a la enfermedad y a la ac titud d e Bo lív ar fr e nt e a la med icina y los di cos, deja, a l os le ctores qu e qui e ren formar se una visió n i ntegra l so bre el tema abor- dad o. a mitad de c am ino. Por una razón qu e es exten s ible a no pocas de es ta s de patogr a as hi stóri cas. Se trata d e lo que po dría c alificar se de " unilat e ralidad iatr oce ntr is ta ". Los análi sis es tán dom i nados por l os pun - t os de vista y los pr ej u icios c aracterí s- ti cos de los médicos y, en este ca so, tamb ié n de la ps iquiatría . Por es ta razón , qu i, es ta c lase de e studios tie nd ep a q ued a rse re ducidos al ámbi- to de los pr of esio nale s de la medi - c ina . Pi e rd en al c ance expli c ativo y, en co n sec uenc ia , p oco les di c en a J os lec tor es fo rmad os en otras d is ciplina s. Est a actitud se puede ilus trar toman - do d os de los vari os temas que incluye la ob ra co me nt a da . Uno de ellos es el de la rel a ció n médico- paciente . En el cas o de Sim ón Bo var es ta relación fu e, por de ci r lo menos, co mpleja . Y en cua nto relación, es nece sa rio, para su anál isis, ten er en c uenta no sólo al e nfermo s ino tambi én al mé dico. Des- de el primer cap i tulo el aut or plantea el pr o bl e ma en los s iguient es térmi - nos: " En honor a la verdad , aquellos cri ter ios del Libe rtador que se rela - cio nan co n su apatía por la me dicina hipocrática, no repre s entan una salu- dable p os tura digna de imitar se. ¿Pode- mos c ons iderar su actitud de rechazo a la medi c ina clásica como un com- portamiento inadaptado por influen- cias externas ? ¿O debemos clasificarlo , más bi en , c omo un comportamiento de tipo de s adaptado en rela c ión con Bolctln Cultural y B•blío ¡rifi co V ol . 27. núm. 22. 1990 brought to you by CORE View metadata, citation and similar papers at core.ac.uk provided by Banco de la República

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M EDICINA

baJl>" de la poblac1ó n a tra, és de la acrcdllaclon cducati\ a. De c.:~tc modo ' e al1rma que c.-. la estructura de cla­~c' la 4uc dete rmina el t~cce~o de~i­gu:11 t1 la cducac1ó n y marca la dlná­nl iC<~ del :.1.-. tc ma educati\'O co mo un tod o. a)o.í . lu educac1ó n no seria la ult ltlla tu en t ~..· de.: d 11 e re ncwc1 ó n ~oci a 1, como )C cree comúnmente. 1no un elemento lcgll1mador de aquélla.

r n la ~egunda pan e del libro se emprende el anáhs1s uc alguno~ estu­dio' llobre educación) ~ociedad en e l pab . en do nde ~e se lecc io nan esen­Cial me nte a4ue llos que manej an un marco de rclc rc ne~a socio lóg1ca y que han hecho cont rastaciones empí r icas al rededor de lm asprct ()s t rabaJados. De tal manera . el au to r p retende ~o ndear el e)o. tado actual de la SOCIO­

logia de la educación a t ra vés de campo~ e peci l1cos de conoci mient o. a la ve1 que de taca la impo rtancia de este t ipo de balances para el desa rro ­llo y s isternutiLación de una di sci­pl ina . La incidcnc1a de la sociología de la cducac1ó n en los á mbitos aca­dénuco~ . y específica mente en los e~tud 1os de especia lización. se abo rda ~n el últ1mo c n:-.ayo. al hacer la cva­luaclon de un po~grado en inve tiga­ct ó n soctoeducauva que funcio nó en la L' nl\er~tdad Pedagógica Nacional en tre 1 9 7 5 y 19 ~J. de 1 e u a 1 e 1 auto r f ue uno de sus mas en tus ias tas impul­so res. Allí . al mismo t iempo que pre­Cl~a alguno~ ra~gos típ icos de los pol>grados en el país, hace severas crí­ticas a lo:-. posgrados e n educación surgtdos a part ir de la década del se ten ta . y específica mente a la moda­lidad menc1o nada. Se busca que el analt sis de esta expene nc 1a redunde en la cualt ficac1ón y reorganizació n de los estudu 1~ de Cl> pecialización, pa ra que, a l log ra r d ife rencia rse de l o~ prcgrados, s ignifiquén ve rdade­ra ll o pc1o nes de fo rrnac1ón avanzada pa ra docen tes e inves tigado res.

En las páginas introducto rias . Cata­ño esboza la 1nquiet ud que le pro­duce el 'ratamien to de l fenó meno educat ivo, al q ue ca lifica de evasivo v

• s iempre tornad iLO. al m ismo t iempo que indica la e casa valo rac1ón que el medto in telectual as igna a eSté tipo de publicaciones. pero. pese a estas afi rmacio nes, d libro muest ra que el te ma educativo puede er trabajado

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con so ltde1. y altu ra académ 1ca. He aqu í un te.l(tO obligado. no só lo para !>OCiólogos que se p reocupan po r los p rogresos de su d isc ipl ina, s ino tam­bién para todos aq ue llos q ue se inte­resan po r los d ist intos avances inves­tigat ivos en el terreno de la educación, quie nes podrán encontrar e n él una manera equilibrada de a bordar de te r­mtnad os te mas. e n donde se conjuga un e nfoque analít ico con aspectos de!>c ript ivos y empír icos de gran relevancia .

M AR 1 H A CEC ILI A H ER R E RA C.

Amolando los cuchillos

Bolh·ar fr~nt~ a los médicos y la medicina A ntom(.l Reales Orozco Tercer Mundo Editores. Bo-gotá. 1988. 203 págs.

La pa tografia de pe rso najes fa mosos ha s ido u no de los terre nos p red ilec­tos de los cu ltores de la h isto r ia de la medic ina. e n especial de aq ue llos q ue eje rcen como médicos. El n úme ro de esta clase de t ra bajos es a mpl io. ta nto en el pa ís com o en el mundo. Dentro de la región bo livariana. como es o bv10, la figura de Simón Bolíva r ha sido objeto privilegiado de esta clase de literat ura y. recientemente , tam­bién de la gran lite ra tura. Al lee r un t rabajo médico sobre las dolencias y la muerte del Líbert ad o r , inevitable-

RESEÑAS

mente viene a la mente la última obra de García Márquez, El general en su laberinto. A veces la literatura, la buena literatura, permite entrar con mayor profund idad que algunos estu­dios histórico-méd icos en c ie rtos dra­mas humanos, y ello no es raro en la literatura mundia l. Según el d octor Re né T issot - des tacado ps iquiatra francés- la mejor descripción de la muerte no se debe a un méd ico sino a un narrad o r: León To lstói ( La muerte de l ván 1/ich).

El libro que nos ocupa. aun cuan­d o const ituye un es fuerzo mu y meri­torio desde el punto de vista de la doc umentac ión secundaria y del aná­lisis para acercarse a la enfermedad y a la actitud de Bo lívar frente a la med icina y los médicos, deja, a los lecto res que quieren formarse una visión integral sobre el tema abor­dado. a mitad de camino . Por una razón que es extensible a no pocas de estas de patografí as histó r icas. Se trata de lo que podría calificarse de " unilate ralidad iatrocentrista". Los análisis están dominados por los pun­tos de vist a y los prej uicios caracterís­ticos de los méd icos y, en este caso, también de la ps iquiatría. Po r esta razón, qu izá, esta clase de estudios tiendep a q ueda rse reducidos al ámbi­to de los pro fesionales de la medi­cina. Pierden alcance explicativo y, en consecuencia , poco les dicen a Jos lectores fo rmados en otras d isciplinas.

Esta actitud se puede ilustrar toman­do dos de los varios temas que incluye la obra comentada. Uno de ellos es el de la relación méd ico -paciente. En el caso de Simó n Bo lívar es ta relación fue, po r decir lo menos, co mpleja. Y en cuanto relació n, es necesario , para su análisis, tener en cuenta no sólo al enfermo s ino también al médico. Des­de el primer capitulo el auto r plantea el pro blema en los siguientes térmi­nos: " En honor a la verdad , aquellos criterios del Libertador que se rela­cio nan con su apatía por la medicina hipocrática, no representan una salu­dable postura digna de imitarse. ¿Pode­mos considerar su actitud de rechazo a la medicina clásica como un com­portamiento inadaptado por influen­cias externas? ¿O debemos clasificarlo, más b ien, como un comportamiento de tipo desadaptado en relación con

Bolctln Cultural y B•blío¡rifico Vol. 27. núm. 22. 1990

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RESEllAS

las necesidades personales?"(pág. 14). La actitud del Libertado r frente a la med icina incluía, naturalmente, a sus "oficiantes", los médicos.

Frente a este planteamiento podrían esgrimiese algunos elementos que mues­tran que el as unto de la relación médico-paciente va más allá de las actitudes del enfe rmo. En primer lugar, en no pocas ocasiones algunos médi­cos adoptan frente a sus pacientes una act itud de poder. Para ello recurren a su "ciencia". Bolívar era Jo suficien­temente lúcido como para entende r esta clase de posturas. Las duras palabras del Libertador frente al doc­tor Moore, citadas po r Reales Orozco, son algo más que un asunto de poca s impatía: "La dignidad docto ral que se le ve algunas veces, es un vestigio ajeno de que se reviste y le sienta mal. Está engañando s i cree que tengo fe en la ciencia que profesa y en sus rece­tas. Se las pido para salvar su amor pro pio y no desairarlo " (pág. 50). ¿Por qué -cabría preguntarnos- no podría tener razón Bolívar, al menos parcialmente , al emitir ese juicio? ¿Cómo se acercaba este galeno - y en general Jos que tuvieron que ver con el Libertador- a su paciente? ¿Cómo podían influir en ese acercamiento las calidades del enfermo y la manera como éste vivía su d o lor, su concien­cia o su inconciencia sobre él mismo? Las preguntas podrían multiplicarse.

Es apenas obvio que la perspectiva vivencia! y de conocimiento del pacien­te sobre la enfermedad es diferente de la del médico. Los síntomas trasto­can no sólo el organismo del enfermo. Alteran también la percepció n de su propio cuerpo y de su ento rno social : familia, amigos, etc. Su medio cultu­ral, en el sentido etnológico , y su his­toria personal determinan una manera particular de "sentir" los procesos patológicos. Ya su cotidianidad, como diria René Leriche - el fund ador de la cirugía fisiológica- , no es "el silencio en la vida de los ó rganos": es el ruido telúrico del dolo r. Es te hecho puede generar actitudes de sumisió n o de rebeldía frente a diversas instan­cias, incluida la medicina. U na posi­ción negativa frente a los médicos y sus actos puede relacionarse con esa nueva forma de vivir La vida que es la enfermedad, y no necesariamente con

8olctln Cuhúrel y 8lbho11ilico Vol. 27, nllm, 22. 1990

presupues tos ca racterológicos inna­tos o adq uiridos en la infancia. Uno de los grandes méritos de "el Bo lívar" de García Márq uez es q ue nos deja penetrar en esa tempestad de la enfer­medad y de la muene.

Es sabido , como lo reco noce de paso el autor del libro comentado , que só lo hacia fi nales del siglo XIX comienza la medicina científica a ser realmente curativa. Este salto se debió al surgimiento de la "mentalidad etio­pato lógica ", al desarro llo de la quí­mica orgánica y de la farmacología , etc . Algunos histo riadores, como es el caso de C harles Liechtenhaele r (Histoire de la médecine. Fayard , París , 1978), señalan , incluso, q ue el "escepticismo terapéutico " dom inó la med icina hasta la llegada de los ant ibiót icos, en 1939. No es ext raño que una persona "info rmada", como lo era Bo lívar, manifestara también cierto escepticismo frente a los reme­dios de la primera m itad del s iglo XIX. Cosa d ist inta era el d iagnós­tico , pues desde la conso lidació n de la gran med icina hospitalaria - hacia los primeros decenios de dicho siglo­ya había arra ncado en serio, combi­nando los datos de la semiología moderna con los hallazgos de la ana­tomía pato lógica .

El o tro tema - de los dos q ue que­ríamos tocar- es el de la supuesta afección epiléptica del Libertado r. Y es destacable, po r cuanto deja traslu­cir una actitud prejuiciada de la enfer­medad , o en ciertas enfermedades. Tal actitud se encuentra en algunos méd i­cos y, de fo rma amplia, en la sociedad: la enfermedad como un estigma, como una vergüenza, como una ma ncha. Está compro bado q ue tal dolencia no existió. Pe ro , de haber ex istido , no hubiese sido algo "ofensivo" para el Libertado r. Ni se justifica la pregunta: "¿Qué sería de nosotros, de nuestra historia, de nuestra epo peya, de nues­tras glorias, de nuestra influencia en la libertad del Nuevo Mundo si llegára­mos a demostrar q ue el d irector de aquella magna revolución que con­movió todo el Cont inente desde Bcring hasta Magallanes, había sido la obra de un epiléptico mela ncólico y apá­tico?" (págs. 98-99). T odos los seres humanos, inclu idos los grandes hom­bres, estamos sujetos a sufri r todo tipo

MEDiCINA

de dolencias, y ninguna es m ;U digna o tnd tgna q ue o tra. Y así como la exts­tencta de algún tipo de estado mor­bo o no explica exhausti va mente las accio nes humanas. los hombres las cumplen acompañados de las me vita­ble deficiencias tran ito ria-; o perma­nentes de su organ ismo.

No obstante estas apreciaciones crí­ticas, hay tres aspectos q ue merecen rescatarse de "el Bolivar" de Reales Orozco. El pri mero, su intento de situa r la figura del"ilustre enfermo" en el contexto del acontecer histór ico de la época. En este sent ido. abre Hneas de trabajo q ue pod rian dar paso a nuevos estudios de profund izació n en este tema y en o tros de la h isto ria de la med icina. El segundo, la vinculación de las dolencias orgánicas de Bolivar co n aspectos de su personalidad y co n acontecimientos polít icos y humanos q ue fuero n debilitando su organismo. Este hecho , a menudo, es olvidado po r algunos méd icos, incluso en su prác­tica cotidiana.

El tercero, que es te tra bajo a bre la posibilidad de una seria dtscusió n en to rno a problemas metodológicos e inte rpretat ivos en la histo ria de la med icina y en la medtcma a ecas. Oja lá que el público de estud ian te de med icina y de pro fesionale!> de la misma sea amplio y se ~ensi b i lice

cada vez más a trabajo:-. como t:ste q ue, como algu ie n dijo. no co rt an pero am uelan los cuchillos. Y pod ría agregarse: contribuye n a c.¡uc bro te menos sangre.

, NBTOR M IRAI\Ot\ CAl'IAL

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