Ambrosio es un monje al que todo el mundo en Madrid … · 2017-07-20 · público congregado en la...

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AmbrosioesunmonjealquetodoelmundoenMadridvenera.ElsesientemuyagustoconuncompañerollamadoRosario,peroéstetieneunsecretoque,unavezconfiese,haráquelavidadeAmbrosiotomeungirode180º.Yno sin razón, porque a partir de esemomento Ambrosio conocerá aquelloquesuvidadedicadaalareligiónnolepermitióconocer:elgozosexualylabrujería. Paralelamente el joven conde Raimundo le cuenta a su amigoLorenzodeMedinaqueeselenamoradodesuhermana, InésdeMedina,entregadaalareligiónparaconvertirseenmonja.AlmismotiempolajovenAntonia,debellezasinigual,eslamujerqueadorandoshombres,unoquenotienederechoporeloficioqueprofesa,yLorenzodeMedina.Todas estas historias principales (y otras secundarias pero no menosimportantesyalucinantes)confluyenenunaen laque losprotagonistasserelacionan íntimamente. Vivirán aventuras, sacrificios, tormentos,experiencias paranormales y conocerán la granmentira de la religiónmásrígida.

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MatthewG.Lewis

ElmonjeePUBv1.1

rosmar7106.06.12

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Títulooriginal:ThemonkMatthewG.Lewis,1796.

Editororiginal:rosmar71(v1.0y1.1)ePubbasev2.0

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VOLUMENPRIMERO

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Capítuloprimero

—LordAngeloisprecise;Standsataguardwithenvy;

ScarceconfessesThathisbloodflows,orthathisappetiteIsmoretobreadthanstone.

SHAKESPEARE,Medidapormedida

Apenas llevaba sonando la campana del convento cinco minutos, y ya seencontraba la iglesia de los capuchinos abarrotada de oyentes. No creáis que lamultitud acudíamovida por la devoción o el deseo de instruirse.Amuypocos lesimpulsaban talesmotivos; enunaciudadcomoMadrid,donde reina la supersticióncon tandespóticapujanza,buscar ladevociónsincerahabríasidoempresavana.Elpúblico congregado en la iglesia capuchina acudía por causas diversas, todas ellasajenasalmotivoostensible.Lasmujeresveníanaexhibirse,yloshombresaveralasmujeres;aalgunoslesatraíalacuriosidaddeescucharaunoradorafamado;aotroselno tener otro medio de matar el tiempo hasta que empezase el teatro; a otros, elhabérseles asegurado que era imposible encontrar sitio en la iglesia; y lamitad deMadrid acudía allí esperando encontrarse con la otra mitad. Las únicas personasverdaderamentedeseosasdeoíralpredicadoreranunascuantasviejasbeatasymediadocenadeoradoresrivales,dispuestosaencontrardefectosyaridiculizareldiscurso.Encuantoalrestodelauditorio,dehabersesuprimidototalmenteelsermón,nadiesehabríasentidodefraudado,ymuyprobablementenihabríannotadolaomisión.

Fueracomofuese,lociertoesquelaiglesiacapuchinajamássehabíavistoconunaasistenciatannumerosa.Estabanllenostodoslosrinconesyocupadostodoslosasientos.Inclusolasimágenesqueadornabanlaslargasnaveshabíansidoutilizadas.Loschicossehabíanencaramadoenlasalasdelosquerubines;SanFranciscoySanMarcos cargaban un espectador sobre los hombros; y Santa Águeda se vio en lanecesidaddellevardos.Elresultadofueque,apesardetodasudiligenciaypremura,nuestras dos recién llegadas miraron inútilmente, al entrar en la iglesia, buscandoalgúnsitiovacío.

Con todo, lamás vieja siguió avanzando.En vano se elevaban de todas partesexclamacionescontraella;envanoseledecía:«Osaseguro,señora,queaquínohaysitio».«¡Porfavor,señora,nomeempujéisdemaneratandesconsiderada!»«¡Señora,no podéis pasar por aquí! ¡Válgame Dios! ¡Qué pesada es la gente!»; la vieja,testaruda, seguía adelante. A fuerza de persistencia y de brazos robustos, se abriópasoatravésdelamultitudylogróhacersesitioenelmismocentrodelaiglesia,anomucha distancia del púlpito. Su acompañante la había seguido con timidez y ensilencio,alamparodelosesfuerzosdesuguía.

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—¡VirgenSanta!—exclamó la vieja en tono de contrariedad,mientras lanzabaunamirada interrogativaa sualrededor—. ¡VirgenSanta! ¡Quécalor! ¡Quégentío!Mepreguntoaquésedeberá todoesto.Creoquedebemos regresar:nohayniunasilla,ynoparecequehayaningunapersonaamabledispuestaacedernoslasuya.

Estadescaradaindirectaatrajolaatencióndedoscaballerosqueocupabansendostaburetesa laderechayapoyabanlaespaldacontra laséptimacolumnaapartirdelpúlpito.Losdos eran jóvenes e iban ricamentevestidos.Aloír esta apelacióna sucortesíahechaporunavozfemenina,interrumpieronsuconversaciónparamiraralaque había hablado. Esta se había apartado el velo para otearmejor en torno suyo.Teníaelpelorojizoyerabizca.Loscaballerossevolvieronotravezyreanudaronlacharla.

—¡Por favor! —exclamó la compañera de la vieja—; ¡por favor, Leonela,regresemosacasainmediatamente;hacedemasiadocalor,ymehorrorizatantagente!

Estas palabras fueron pronunciadas en un tono de inmensa dulzura. Loscaballeros interrumpieron de nuevo su charla, pero esta vez no se contentaron conmirar: se enderezaron ostensiblemente en sus asientos y se volvieron hacia la quehabíahablado.

La voz provenía de una dama cuya figura delicada y elegante inspiró a losjóveneslamásvivacuriosidadporverquérostrotenía.Nopudieronsatisfacerla.Untupidoveloocultaba su semblante.Pero la pugna con lamuchedumbre se lohabíaladeado lobastantecomoparadejar aldescubiertouncuelloquepor su simetríaybellezapodía rivalizar con el de laVenusdeMédicis.Era de lamásdeslumbranteblancura,realzadaporelencantoadicionaldelasondasdelargoyrubiocabelloquedescendíasinuosohastalacintura.Deestaturamásbienpordebajodelamedia,sufigura era grácil y etérea como la de una ninfa. Tenía el pecho cuidadosamentevelado. Su vestido era blanco, sujeto por un ceñidor azul, y permitía asomar unpiececillodelasmásdelicadasproporciones.Unrosariodegruesascuentascolgabade subrazo,yocultaba su rostrobajounvelode tupidoynegrocendal.Tal era ladama,aquienelmásjovendeloscaballerosofrecióalpuntosuasiento,mientraselotrocreyónecesariobrindarlamismaatenciónalaacompañante.

La vieja dama, con grandes muestras de gratitud, pero sin ningún embarazo,aceptó el ofrecimiento y se sentó; la joven siguió su ejemplo, aunque sin otrocumplidoqueunasencillaygraciosareverencia.DonLorenzo(queasísellamabaelcaballero cuyo asientohabía aceptado ella) se colocó a su lado; pero antes susurróunas palabras a su amigo al oído, quien inmediatamente captó la intención y sedispusoadistraerlaatencióndelaviejadesuhermosacustodia.

—Sin duda hace poco que habéis llegado aMadrid—dijo Lorenzo a su bellavecina—;es imposiblequetalesprendashayanpasadoinadvertidas tantotiempo;yde no ser ésta vuestra primera aparición en público, la envidia de lasmujeres y la

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adoracióndeloshombresoshabríanhechoyasuficientementenotable.Guardósilencioesperandounarespuesta.Comosuspalabrasno larequerían, la

damanodespególoslabios.Trasunosmomentos,reanudósudiscurso:—¿MeequivocoalsuponerquenosoisdeMadrid?La dama vaciló; finalmente, en una voz tan queda que apenas era audible,

consiguiódecir:—No,señor.—¿Pensáisquedarosbastantetiempo?—Sí,señor.—Me consideraría afortunado si pudiese contribuir a hacer agradable vuestra

estancia. Soymuy conocido enMadrid, ymi familia posee cierta influencia en lacorte.Sipuedo serosdealgún servicio,nopodríaishonrarmeni complacermemásquepermitiéndomeserviros.

«Sin duda —se dijo para sus adentros—, no podrá ya contestarme con unmonosílabo;ahoratendráquedeciralgo.»

Lorenzo se equivocó, pues la dama contestó tan sólo con un asentimiento decabeza.

Hastaahora,habíadescubiertoquesuvecinanoeramuycomunicativa;peronosabíasisumutismosedebíaaorgullo,discreción,timidezoestupidez.

Trasunapausadeunosminutos,dijo:—Sin duda se debe a que sois forastera, y no estáis familiarizada con nuestras

costumbres,elquesigáisllevandoesevelo.Permitidmequeosloretire.Al mismo tiempo, avanzó la mano hacia el velo: la dama alzó la suya para

impedírselo.—Nuncamequitoelveloenpúblico,señor.—¿Quémalhayenello,dime?—terciósuacompañanteconciertaaspereza—;

¿no ves que las otras damas se han quitado todas el velo, sin duda para honrar elsantolugarenelqueestamos?¡Yomehequitadoyaelmío;ysiexpongomirostroala observación general, no tienes motivo tú para sentirte tan prodigiosamentealarmada! ¡VirgenMaría! ¡Cuánto embarazo y tribulación por una carita! ¡Vamos,vamos,criatura!Descúbrela;teaseguroquenadietelarobará.

—Queridatía,ésanoeslacostumbreenMurcia.—¡EnMurcia,no!¡SantaBárbarabendita!¿Peroesoquésignifica?Nohacesmás

querecordarmeesadetestableprovincia.LoúnicoquenosimportaessiescostumbreenMadrid,asíqueesmideseoquetequiteselveloinmediatamente.Obedécemealpunto,Antonia,puessabesquenosoportoquemecontradigan.

La sobrina se quedó callada, pero no opuso resistencia a los esfuerzos de donLorenzo,quienalentadoporlasancióndelatíaseapresuróaretirarleelvelo.¡Quécabezade serafín se ofreció a su admiración!Másquehermosa era arrobadora; su

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encanto residía no tanto en la perfección de sus rasgos como en la dulzura ysensibilidaddesugesto.Consideradaslasdiversasfaccionesporseparado,distabanmuchodeserhermosas;perocontempladasensuconjunto,eranadorables.Supiel,aunqueblanca,noestabaenteramentelimpiadepecas,susojosnoeranmuygrandes,ni sus pestañas especialmente largas. Pero sus labios eran de la más sonrosadafrescura,sucabello rubioyondulante,sujetoconunasimplecinta,descendíahastamásabajodesutallecongranprofusiónderizos;sucuelloerallenoyhermosoenextremo; sus manos y brazos estaban formados con la más perfecta simetría; sustiernosojosteníanladulzuradeloscielos,yelcristalconquesemovíancentelleabacontodoelesplendordelosdiamantes.Parecíatenerescasamentequinceaños;unasonrisatraviesa,jugandoensuboca,delatabaunavivacidadqueelexcesodetimidezreprimía demomento.Miró a su alrededor con ojos vergonzosos, y al encontrarseaccidentalmente con los de Lorenzo, los bajó en seguida ruborizada y empezó adesgranarsuscuentas,sibiensuactitudmostrabaevidentementequenosabíaloquesehacía.

Lorenzo la contempló con una mezcla de sorpresa y admiración; pero la tíaconsideróoportunoexcusarlamauvaisehontedeAntonia.

—Esunaniña—dijo—queignoratotalmenteelmundo.SehacriadoenunviejocastillodeMurcia,sinotracompañíaqueladesumadre,lacual,¡Dioslaperdone!,notieneotrojuicioqueelnecesarioparallevarselasopaalaboca.Sinembargo,esmipropiahermana,depadreymadre.

—¿Tan poco juicio tiene? —dijo don Cristóbal con fingido asombro—; ¡quéextraordinario!

—Muy cierto, señor, ¿verdad que es extraño? Sin embargo, así es; ¡ymirad lasuerte de algunas personas! A un joven noble, de condición muy principal, se leantojó que Elvira no carecía de cierta belleza: bueno, pretensiones, ha tenidobastantes;¡perobelleza...!¡Ojalámehubiesetomadoyolamitaddesustrabajosenacicalarme...!Pero estono tienenadaquever.Como ibadiciendo, señor, un jovennobleseprendóysecasóconellasinquelosupiesesupadre.Mantuvieronsuuniónen secreto casi tres años, hasta que llegó a oídos del marqués, a quien, como yapodéis suponer, no agradó mucho la noticia. Partió a toda prisa para Córdoba,decididoacogeraElviraymandarlaaalgúnlejanolugar,deformaquenosesupiesedeellanuncamás. ¡SanPablobendito! ¡Cómoseenfurecióal encontrarseconquehabíaescapadoconsuesposo,yquehabíanembarcadolosdosparalasIndias!Nosmaldijo a todos como si estuviera poseído por el demonio; arrojó a mi padre, elzapateromáshonradoytrabajadordetodaCórdoba,alcalabozo;yalmarcharse,tuvolacrueldaddequitarnoselniñodemihermana,deapenasdosañosentonces,alquesehabíavistoellaobligadaadejarconlaprecipitacióndelahuida.Ladesventuradacriaturita debió de recibir de él un trato despiadado, pues unos meses después

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recibimoslanoticiadesumuerte.—¡VálgameDios,quéviejomásterrible,señora!—¡Oh,espantoso!¡Yademástotalmentecarentedegusto!¿Creeréis,señor,que

cuando intenté apaciguarleme llamóbruja, ydeseóque, para castigar al conde, sevolviesemihermanatanfeacomoyo?¡Fea!¿Osdaiscuenta?

—¡Ridículo! —exclamó don Cristóbal—. Evidentemente, el conde se habríaconsideradoafortunadodehaberpodidocambiarunahermanaporlaotra.

—¡Oh,Jesús!Señor, soisdemasiadogalante.Sinembargo,mealegrodequeelcondepensaradeotromodo.¡ConlomalquelohadebidodepasarlapobreElvira!¡DespuésdepelearysudarenlasIndiasdurantetrecelargosaños,mueresuesposoyregresaaEspañasinunacasaqueledécobijo,nidineroparaprocurárselo!Antoniaeraentoncesmuypequeñita,ylaúnicahijitaquelequedaba.Seencontróconquesusuegro se había vuelto a casar, que seguía irreconciliable con el conde, y que susegundaesposalehabíadadounhijo,delcualsedicequeesunjovenmuygallardo.Elviejomarquéssenegóaveramihermanayasuhijita,peroleenviósupalabradeque,acondicióndenooírhablardeellanuncamás,leasignaríaunamodestapensiónypodríavivirenunviejocastilloqueposeíaenMurcia,yallíhapermanecidohastahaceunmes.

—¿YquélatraeahoraaMadrid?—inquiriódonLorenzo,aquienlaadmiraciónporlajovenAntonialeinspirabaunvivointerésporlahistoriadelaviejacharlatana.

—¡Ay, señor!; al morir su suegro recientemente, el administrador de suspropiedadesmurcianassehanegadoaseguirpasándolelapensión.AhorahavenidoaMadridconelpropósitodesuplicarleasuhijoquese la renueve. ¡Perocreoquepodía haberse ahorrado lamolestia!Los jóvenesnobles tienen siempredemasiadascosasquehacerconsudinero,ynoestándispuestosmuyamenudoasacrificarloalasviejas.YoaconsejéamihermanaqueenviaseaAntoniaconsupetición;peronoha querido hacerme caso. ¡Lamuy terca! ¡Bueno!Ya sentirá no haber seguidomiconsejo:laniñatieneunacaritapreciosa,ypodíahaberconseguidomuchomás.

—¡Ah,señora!—interrumpiódonCristóbalsimulandounaireapasionado—;siloqueconvieneesunacarabonita,¿porquénoharecurridoavosvuestrahermana?

—¡Oh!¡Jesús!¡Miseñor,osjuroquemeabrumáisconvuestragalantería!¡Peroosaseguroquesémuybienelpeligrodetalesmisionesparaponermeamerceddeunjovennoble!No,no;hastaahoraheconservadomireputaciónsintachanireproche,ysiemprehesabidomanteneradistanciaaloshombres.

—De eso, señora, no tengo lamenor duda. Pero permitidme una pregunta: ¿esquetenéisaversiónalmatrimonio?

—Esaesunapreguntamuyatinada.Nopuedopormenosdeconfesarquesisepresentaseunamablecaballero...

Aquí intentólanzaradonCristóbalunamiradatiernaysignificativa;perodado

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que bizqueaba de lamaneramás abominable, lamirada cayó sobre su compañero:Lorenzo creyó que el cumplido iba dirigido a él, y respondió con una profundareverencia.

—¿Puedopreguntar—dijo—elnombredeesemarqués?—EselmarquésdelasCisternas.—Leconozcobastante.NoestáenestemomentoenMadrid,peroseleesperade

undíaparaotro.Esunodeloshombresmásbuenos;ysilaencantadoraAntoniamedapermisopara ser su abogadoante él, nodudoquepodrépresentarleun informefavorabledesucausa.

Antoniaalzósusojosazules,yagradecióelofrecimientoconunasonrisainefablededulzura.LasatisfaccióndeLeonela fuemuchomássonorayaudible:enefecto,mientras su sobrina se mostraba callada en compañía, ella se consideraba en laobligacióndehablarpor lasdos;cosaquehacíasindificultad,yaqueraramentesequedabasinpalabras.

—¡Oh, señor!—exclamó—. ¡Toda nuestra familia quedará en la mayor deudaconvos!Aceptovuestroofrecimientocontodamigratitud,yosdoymilgraciasporla generosidad de vuestra proposición. Antonia, ¿por qué no dices nada, criatura?¡Mientrasestecaballerodicetodaclasedecosasamables,túsiguescalladacomounaestatua,sinunapalabradeagradecimiento,buena,malaoindiferente!

—Miqueridatía,comprendomuybienque...—¡Vaya, sobrina! ¿Cuántas veces te he dicho que no debes interrumpir a una

personacuandoestáhablando?¿Sonéstos losmodalesdeMurcia?¡VálgameDios!Jamáspodréhacerdeestaniñaunapersonabieneducada.Peroosloruego,señor—prosiguió,dirigiéndoseadonCristóbal—,decidme,¿porquésehacongregadohoytantagenteenestacatedral?

—¿EsposiblequeignoréisqueAmbrosio,abaddeestemonasterio,pronunciaunsermónenesta iglesia todoslos jueves?TodoMadridpregonasusalabanzas.Hastaahora sólo ha predicado tres veces; pero todos los que le han oído se sienten tanembargadosporsuelocuencia,queestandifícilcogersitioenlaiglesiacomoenlaprimerarepresentacióndeunacomedia.Desdeluego,sufamadeberíahaberllegadoaoídosvuestros...

—¡Ay!Señor,hastaayer,notuvelasuertedeverMadrid;yenCórdobaestamostan poco informados de lo que ocurre en el resto del mundo, que el nombre deAmbrosiojamássehamencionadoallí.

—Pues enMadrid lo encontraréis en boca de todos. Parece tener fascinados atodossushabitantes,yaunqueyomismonoheasistidoasussermones,measombrael entusiasmo que ha despertado. La adoración que le tributan los jóvenes y losviejos,loshombresylasmujeres,essinigual.Losgrandeslecolmanderegalos;susesposas se niegan a tener otro confesor, y en toda la ciudad se le conoce con el

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nombrede«Hombresanto».—Sinduda,señor,serádenobleorigen...—Esacuestiónaúnpermanececonfusa.Eldifuntosuperiordeloscapuchinosle

encontróenlapuertadelaabadíacuandoeraaúnmuypequeño.Todoslosintentospordescubrirquiénlehabíadejadoallíresultaroninfructuosos,yelpropioniñofueincapazdeinformarsobresuspadres.Seeducóenelmonasterio,dondeharesididodesde entonces. Muy pronto manifestó una fuerte inclinación por el estudio y elrecogimiento, y tan pronto como alcanzó la edad pronunció los votos. Nadie havenido a reclamarle, ni a disipar el misterio que envuelve su nacimiento; y losmonjes,conscientesdelfavorquereportaasuinstituciónelrespetohaciaél,nohandudadoenproclamarque esun regaloque lesha enviado laVirgen.Enverdad, lasingularausteridaddesuvidadaciertofundamentoalahistoria.Ahoratienetreintaaños y cada hora de su vida la ha pasado en estudio, completo aislamiento ymortificacióndelacarne.Hastahacetressemanas,enquefueelegidosuperiordelacomunidadalaquepertenece,nuncahabíatraspasadolosmurosdelaabadía:inclusoahoranolostrasponemásquelosjueves,parapronunciarsusermónenestacatedral,a la que Madrid entero acude a escucharle. Dicen que su sabiduría es de lo másprofunda,ysuelocuenciadelomáspersuasiva.Enelcursodetodasuvida,jamáshainfringidounasolaregladesuorden,nisehadescubiertolamáslevemanchaensupersona;ysedicequeestanestrictoobservadordelacastidadquedesconoceenquéconsisteladiferenciaentreelhombreylamujer.Asíquelasgentesletienenporunsanto.

—¿Unsantoporeso?—preguntóAntonia—.¡VálgameDios!Entonces,¿losoyyotambién?

—¡SantaBárbarabendita!—exclamóLeonela—.¡Quépregunta!¡Calla,criatura,calla!Esos temasnosonapropiadospara las jóvenes.Seríacomopretenderquenorecuerdasqueenelmundoexistenloshombres,eimaginarquetodossondelmismosexoquetú.Prefieroquedesaentenderalaspersonasquesabesqueunhombrenotienepechos,nicaderas,ni...

Afortunadamente para la ignorancia de Antonia, que la conferencia de su tíahabría tardadomuy poco en disipar, unmurmullo general en la iglesia anunció lallegada del predicador.Doña Leonela se levantó de su asiento para verlemejor, yAntoniasiguiósuejemplo.

Eraunhombredenobleademánypresenciaimponente.Eradeestaturaelevada,y tenía las facciones singularmente hermosas. Tenía la nariz aguileña; los ojosgrandes,negrosycentelleantes,ylascejasoscurasycasijuntas.Sutezeramorena,aunqueelestudioylavigiliahabíanprivadoasusmejillasenteramentedecolor.Ensufrentetersaysinarrugasimperabalaserenidad;yelcontentoquedenotabacadarasgo parecía revelar a un hombre igualmente ajeno a las tribulaciones y a los

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crímenes.Saludóconhumildadalauditorio:sinembargo,habíaciertaseveridadensu mirada y continente que inspiraba un temor universal, y pocos se atrevieron asostenerlamiradainflamadaypenetrantedesusojos.ÉsteeraAmbrosio,abaddeloscapuchinos,yapodado«elHombresanto».

Antonia,mientraslemirabaansiosa,sintióensupechoelestremecimientodeunplacerhasta ahoradesconocidopara ella, y al que envano se esforzó en encontrarexplicación.Esperóconimpacienciaaqueempezaseelsermón;ycuandofinalmentehabló el fraile, el sonido de su voz pareció penetrar hasta el fondo de su alma.AunqueningunodelosoyentessentíalasviolentassensacionesdelajovenAntonia,todos escucharon con interés y emoción. Aun aquellos que eran insensibles a losméritosdelareligiónsesintieronencantadosconlaelocuenciadeAmbrosio.Todosse hallaban irresistiblemente atraídosmientras él hablaba, y en las naves atestadasreinabaelmásprofundo silencio.ElpropioLorenzo sucumbió tambiénal encanto:olvidóqueAntonia estaba junto a él, y escuchóal predicador con toda la atenciónpuestaensuspalabras.

Conlenguajenervioso,claroysimple,elmonjeseextendióenlasbellezasdelareligión. Explicó algunos pasajes oscuros de los textos sagrados en un estilo quelogrólaconviccióngeneral.Suvozalavezclarayprofundaestabacargadadetodoslosterroresdelatempestad,alarremetercontralosviciosdelahumanidadydescribirloscastigosaellos reservadosenunestado futuro.Cadaoyente reflexionabasobresuspasadasculpas,ytemblaba:parecíadesatareltruenocuyorayoestabadestinadoaaplastarleyaabrirelabismodeeternadestrucciónasuspies.PerocuandoAmbrosio,alcambiardetema,hablódelaexcelenciadeunaconcienciainmaculada,delagloriafuturaquelaeternidadofrecíaalalmaexentadereprocheydelarecompensaqueleaguardaba en las regiones de gloria eterna, los oyentes sintieron que les volvía elánimoinsensiblemente.Suplicaronconfiadoslaclemenciadesujuezyseacogieronalas palabras consoladoras del predicador; y mientras su voz llena se henchía demelodía, se sintieron todos transportados a aquellas regiones dichosas que éldescribíaconcolorestanbrillantesyesplendorosos.

El discurso fue de considerable longitud; no obstante, al concluir, el auditoriolamentóquenohubieseduradomás.Aunqueelmonjehabíadejadodehablar, aúnreinó un silencio entusiasta en la iglesia; por último, el encanto se disipógradualmenteycomenzóaexpresarselageneraladmiraciónentérminosaudibles.AldescenderAmbrosiodelpúlpito,susoyentesseagolparonasualrededor,lecolmaronde bendiciones, se arrojaron a sus pies y besaron el borde de su hábito. Avanzólentamenteconlasmanosdevotamentecruzadassobresupecho,hastalapuertaquedabaalaabadía,enlacualaguardabansusmonjesparaacogerle.Subiólospeldañosyluego,volviéndosehacialosqueleseguían,lesdirigióunaspalabrasdegratitudyexhortación. Mientras hablaba, su rosario, hecho de gruesas cuentas de ámbar,

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resbaló de su mano y cayó entre la multitud que le rodeaba. Los espectadores seapoderaronansiosamentedeélyselorepartieroninmediatamente.Todoelquelogrócoger una cuenta se la guardó como si fueseuna sagrada reliquia; dehaber estadobendecido tres veces por el propio San Francisco, no se lo habrían disputado conmayorviveza.Elabad,sonriendoanteestaavidez,lesbendijoyabandonólaiglesiaconlahumildadreflejadaencadagesto.¿Reinabaéstatambiénensucorazón?

Los ojos deAntonia le siguieron con ansiedad.Al cerrarse la puerta tras él, leparecióhaberperdidoaalguienesencialparasudicha.Unalágrimarodóensilencioporsumejilla.

«¡Estáseparadodelmundo!—dijoparasusadentros—.¡Puedequenovuelvaaverlemás!»

Alenjugarselalágrima,Lorenzoobservósugesto.—¿Os ha satisfecho nuestro orador? —preguntó—. ¿O creéis que Madrid

sobrevalorasutalento?ElcorazóndeAntoniaestabatanllenodeadmiraciónporelmonjequealpunto

aprovechó la ocasión para hablar de él: además, puesto que ya no consideraba aLorenzouncompletoextraño,sesintiómenosconfundidaporsuextrematimidez.

—¡Oh! Sobrepasa conmucho lo que yome esperaba—contestó—; hasta estemomentonoteníaideadelpoderdelaelocuencia.Perocuandosehapuestoahablar,suvozmehainspiradotalinterés,talestima,casipuedodecirquetalafectoporél,queyomismameasombrodelahondurademisentimiento.

Lorenzosonrióantelavehemenciadesuspalabras.—Soisjovenyacabáisdeentrarenlavida—dijo—;vuestrocorazóntiernopara

elmundoy,llenodecalorysensibilidad,recibesusprimerasimpresionesconanhelo.En vuestra sencillez, no sospecháis engaño alguno de nadie; y al contemplar elmundo a través devuestra propia sinceridad e inocencia, consideráis que todos losqueestánavuestroalrededormerecenvuestraconfianzayestima.¡Quélástimaqueestas visiones alegres se tengan que ver tan pronto disipadas! ¡Qué lástima quetengáisquedescubrirtanprontolabajezadelahumanidad,yguardarosdevuestrossemejantescomodevuestrosenemigos!

—¡Ay,señor!—replicóAntonia—.¡Lasdesgraciasdemispadresmehantraídoyademasiadosejemplosdelaperfidiadelmundo!Sinembargo,enelpresentecasoelcalordelasimpatíanopuedehabermeengañado.

—En el presente caso, reconozco que no. La reputación de Ambrosio estotalmenteirreprochable;yunhombrequehapasadotodasuvidaentrelosmurosdeun convento no puede haber tenido ocasión de caer en culpa alguna, aun cuandoposeyera tal inclinación.Peroahoraque,obligadopor losdeberesdesucondición,debe entrar en elmundo y caminar por la vía de la tentación, ahora es cuando lecorresponde demostrar el esplendor de su virtud. La prueba es peligrosa; se le

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presenta precisamente en esa etapa de la vida en que las pasiones son másvehementes, indomables y despóticas; su reconocida fama le convertirá en unavíctima ilustre para la seducción; la novedad le prestará un encanto más de loshalagosdelplacer;yelmismotalentoconquelanaturalezalehadotadocontribuiráasu ruina, facilitando los medios de conseguir su objeto. Muy pocos vuelvenvictoriososdeunacontiendatangrave.

—¡Ah!,sindudaAmbrosioseráunodeellos.—Deesonotengoningunaduda:Entodoslosrespectos,esunaexcepciónenla

humanidad,yenvanotratarálaenvidiademancharsureputación.—¡Señor,me tranquilizáisconestaseguridad!Esomeanimaaconfirmarmeen

miopiniónensufavor;¡ynosabéisconcuántovalorhabríatenidoquereprimirestesentimiento!¡Ah!,tíaquerida,convencedamimadreparaqueleelijacomonuestroconfesor.

—¿Convencerla yo? —replicó Leonela—; te prometo que no haré semejantecosa.NomegustaeltalAmbrosiolomásmínimo;hayunairedeseveridadentodoél queme hace temblar de pies a cabeza: si fuerami confesor, no sería capaz derevelarlenilamitaddemispecadillos,yentonces,¡bonitasituación!Enmividahevistounhombredeaspectomásaustero,niesperoverlo.¡Quédescripcióndeldiablo!¡Dios nos bendiga! Casi me vuelvo loca de miedo; y cuando hablaba de lospecadores,parecíaqueselosibaacomer...

—Tenéisrazón,señora—contestódonCristóbal—;laexcesivaseveridadsediceque es el único defecto de Ambrosio. Como él está exento de las debilidadeshumanas, no es bastante indulgente con los demás; y aunque estrictamente justo ydesinteresadoensusdecisiones,sugobiernodelosmonjeshadadoyaalgunapruebade su inflexibilidad. Pero la multitud casi se ha dispersado: ¿Permitís que osacompañemosavuestracasa?

—¡Oh, Jesús! ¡Señor! —exclamó Leonela fingiendo ruborizarse—, ¡no lopermitiríapornadadelmundo!Siyoregresaseacasaacompañadadeuncaballerotangalante,mihermanaestanescrupulosaquemeecharíaunsermóndeunahora,yno pararía de oírla. Además, desearía no considerar vuestras proposiciones demomento.

—¿Misproposiciones?Osaseguro,señora...—¡Oh! Señor, creo que vuestras manifestaciones de impaciencia son muy

sinceras;perorealmentenecesitoalgúntiempo.Noseríamuydelicadopormiparteaceptarvuestramanoalprimerdía.

—¿Aceptarmimano?Comoesperoviviryrespirarque...—¡Oh,miqueridoseñor,simeamáis,nomepresionéismás!Considerarévuestra

obedienciacomopruebadevuestroafecto;mañanaosenviarénoticiasmías,demodoqueadiós.Perodecidme,caballeros,¿puedopreguntarosvuestrosnombres?

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Mamigo—replicóLorenzo—,eselcondedeOssorio,yyoLorenzodeMedina.—Es suficiente. Bien, don Lorenzo, comunicaré a mi hermana vuestro gentil

ofrecimiento,yosharéconocerladecisióncontodapremura.¿Adóndeoslapuedoenviar?

—SemeencontrarásiempreenelpalaciodeMedina.—Podéisconfiarenquerecibiréisnoticiasmías.Adiós,caballeros.Señorconde,

permitidme suplicaros que moderéis el excesivo ardor de vuestra pasión; sinembargo, para probaros que no me desagradáis y evitar que os abandonéis a ladesesperación, recibidestamuestrademiafecto,ydedicadalgúnpensamientoa laausenteLeonela.

Diciendoesto,tendiósumanoflacayarrugada,quesusupuestoadmiradorbesócontanpocagraciayaprensióntanevidentequeLorenzotuvoquehaceresfuerzospara no echarse a reír. Leonela entonces se apresuró a abandonar la iglesia; laencantadora Antonia la siguió en silencio; pero cuando llegó al atrio, se volvióinvoluntariamente y dirigió unamirada haciaLorenzo.Éste hizo una inclinación amododeadiós;ellaledevolvióelsaludoysalióapresuradamente.

—¡Bueno, Lorenzo!—dijo don Cristóbal tan pronto como estuvieron solos—.¡Bonitaintrigamehabéisprocurado!ParafavorecervuestrosplanesconAntonia,lehagocortésmenteunoscumplidossinimportanciaalatía,yalcabodeunahora¡meencuentroalbordedelmatrimonio!¿Cómovaisarecompensarmeporhabersufridodeestemodoporvos?¿Quépuederetribuirmeelhaberbesadolazarpacorreosadeesamalditabruja?¡Diablos!Mehadejadotalperfumeenloslabiosquevoyaoleraajodurantetodoestemesqueviene.¡CuandovayaapasearalPrado,mevanatomarporunatortillaambulanteounaenormecebollapasada!

—Reconozco,mi pobre conde—replicóLorenzo—,que vuestro servicio se havistoacompañadodepeligro;peroestoytanlejosdeconsiderarlosuperioravuestrasfuerzas,queprobablementeospediréquellevéisvuestrosamoresaúnmásadelante.

—DeestapeticióninfieroquelapequeñaAntoniahacausadoalgunaimpresiónenvos.

—Nopuedoexpresaroslohechizadoquemetiene.Desdelamuertedemipadre,mitíoelduquedeMedinamehamanifestadosudeseodevermecasado;hastaahorahesoslayadosusinsinuaciones,ynohequeridodarmeporenterado.Peroloquehevistoestatarde...

—¿Ybien?¿Quéesloquehabéisvistoestatarde?¡Vaya,donLorenzo,nopodéisestartanlococomoparapensarenconvertirenvuestraesposaalanietadelzapateromáshonradoytrabajadordeCórdoba!

—Olvidáis que es también nieta del difuntomarqués de lasCisternas; pero sinentraradiscutircunasnitítulos,osaseguroquejamáshevistomujermásinteresantequeAntonia.

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—Esmuyposible;peronopretenderéiscasarosconella.—¿Porquéno,miqueridoconde?Poseoriquezasuficienteparalosdos,ysabéis

quemitíotieneideasmuyliberalesaeserespecto.PorloquesédeRaimundodelasCisternas,estoysegurodequeestarádispuestoaacogeraAntoniacomosobrina.Sucuna,por tanto,noseráobstáculoparaquepidayosumano.Meportaríacomounmiserable si pensase enotra cosaqueno fuese elmatrimonio; y enverdad, parecedotadade todas lascualidadesqueparamídebe tenerunaesposa. Joven,adorable,dulce,juiciosa...

—¿Juiciosa?¡Perosinohadichomásque«sí»y«no»!—Nohadichomuchomás,loreconozco;perosiemprehadicho«sí»y«no»enel

momentoadecuado.—¿De veras? ¡Oh! ¡Os pido mil perdones! Eso es emplear un argumento de

enamorado, y no seré yo quien discuta con tan profundo casuista. ¿Y si nosdirigiéramosalteatro?

—Yonopuedo.LleguéanocheaMadrid,yaúnnohetenidoocasióndeveramihermana; como sabéis, su convento está en esta calle, yme dirigía allí cuando lamultitudqueviagolparseenestaiglesiaexcitómicuriosidadporsaberquéocurría.Ahoradeseoproseguirhaciadondeibaalprincipio,yprobablementepasarélatardeconmihermanaenellocutorio.

—¿Vuestra hermana en un convento, decís? ¡Oh, claro!, lo había olvidado. ¿YcómoestádoñaInés?¡Mesorprende,donLorenzo,cómoseospudoocurrirencerraraunajoventanencantadoraentrelosmurosdeunclaustro!

—¿Que se me ocurrió, don Cristóbal? ¿Cómo podéis considerarme capaz desemejante barbaridad? Sabed que tomó los hábitos por propio deseo y quedeterminadas circunstancias la indujeron a retirarse del mundo. Empleé todos losmedios a mi alcance para hacerla cambiar de decisión.Mi esfuerzo fue inútil. ¡Yperdíamihermana!

—Encambio,vostuvisteismássuerte.Creo,Lorenzo,queganasteisbastanteconesapérdida.Sino recuerdomal, doña Inés teníaunadotedediezmil doblones, lamitaddeloscualeshabránidoapararavos.¡PorSantiago!Quisieratenercincuentahermanas de esa misma categoría. Me resignaría a perderlas todas sin demasiadopesar.

—¡Cómo,conde!—exclamóLorenzoconvozirritada—.¿Mesuponéistanbajocomo para haber influido en el retiro demi hermana? ¿Creéis que el despreciabledeseodeconvertirmeendueñodesufortunahapodido...?

—¡Admirable! ¡Valor, don Lorenzo! Ya se ha puesto como una furia. ¡QuieraDiosqueAntoniatemplevuestrofogosocarácter,oacabaremoscortándonoselcuelloantesdequetermineelmes!Peroparaevitartantrágicacatástrofedemomento,mevoy y os dejo dueño del terreno. ¡Adiós, mi caballero del Etna!Moderad vuestro

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carácterinflamable,yrecordadquecuantasvecesseanecesariohacerlelacorteaesaviejaarpía,podéiscontarconmisservicios.

Ydichoestosalióprecipitadamentedelacatedral.«¡Quéatolondrado!—dijodonLorenzoparasí—.Conuncorazóntanexcelente,

¡quélástimaquetengatanpocojuicio!»La noche avanzaba rápidamente. Sin embargo, aún no habían encendido las

lámparas.Losdébilesdestellosdelalunaascendenteapenasconseguíantraspasarlagótica oscuridad de la iglesia. Don Lorenzo no se sintió capaz para abandonar ellugar.ElvacíoquelaausenciadeAntoniahabíadejadoensucorazón,yelsacrificiodesuhermana,quedonCristóbalacababaderecordarle,hicieronnacerensuespírituunamelancolíamuy acorde con la religiosa oscuridad que le envolvía.Aún estabaapoyadocontralaséptimacolumnadelpúlpito.Unabrisasuaveyfrescarecorriólasnaves solitarias. La claridad de la luna, penetrando en la iglesia a través de laspintadasvidrieras, tenía lasbóvedas labradasy losgruesospilares conmilmaticesdiversosdeluzycolor:unsilenciouniversalreinabaasualrededor,turbadosóloporelcerrardealgunapuertaenlaabadíacontigua.

Lacalmadelahoraylasoledaddellugarcontribuyeronafomentarladisposiciónde Lorenzo a la melancolía. Se dejó caer en el asiento que había junto a él y seabandonó a las ilusiones de su fantasía. Pensó en su unión conAntonia, y en losobstáculosquepodíanoponerseasusdeseos;ymilvisionescambiantesflotaronantesuimaginación,tristes,escierto,aunquenodesagradables.Insensiblemente,elsueñose fue adueñando de él, y la tranquila solemnidad que embargaba su espíritumomentosantes,siguióinfluyendoensussueñosduranteunrato.

Soñó que aún se encontraba en la iglesia de los capuchinos; pero ya no estabaoscuray solitaria.Multitudde lámparasdeplataderramabansuesplendordesdeelabovedadotecho.Acompañadaporelcánticolejanodelcoro,lamelodíadelórganoinundó la iglesia. El altar parecía adornado como para una fiesta señalada: estabarodeadodeunespléndidogrupodepersonas;yenelcentroseencontrabaAntonia,vestidadeblanco,ruborizadacontodoslosencantosdesuvirginalmodestia.

Esperanzado y temeroso, Lorenzo contemplaba la escena que tenía ante sí. Desúbito,seabriólapuertaqueconducíaalaabadía,yvioavanzar,escoltadoporunalargafilademonjes,alpredicadorqueacababadeescucharcontantaadmiración.SeacercóaAntonia.

—¿Dóndeestáelnovio?—preguntóelimaginariofraile.Antonia pareció mirar con ansiedad por la iglesia. Involuntariamente, el joven

avanzó unos pasos. Ella le vio. Un rubor de alegría afloró a susmejillas. Con ungraciosomovimientodemano, lehizoseñadequeseacercase.Nosehizoesperar:corrióhaciaellaysearrojóasuspies.

Ellaretrocedióuninstante.Luego,mirándoleconungozoinefable,exclamó:

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—¡Sí!¡Soismiesposo!¡Miesposoprometido!Y se arrojó a sus brazos. Pero antes de que él tuviese tiempo de recibirla, un

desconocidoseinterpusoentrelosdos.Sufiguraeragigantesca.Supiel,atezada;susojos,terriblesyfieros;subocaexhalaballamaradasdefuego;ysufrenteteníaescritoencaractereslegibles:«¡Orgullo!¡Lujuria!¡Crueldad!».

Antoniaprofirióungrito.Elmonstruolacogióensusbrazos,ysaltandoconellasobreelaltar,latorturóconsusodiosascaricias.Ellaluchóenvanoporescapardesuabrazo.Lorenzocorrióensusocorro,peroantesdellegarhastaella,seoyóuntruenoespantoso.Instantáneamentelacatedralpareciódesmoronarse.Losmonjesecharonacorrer,gritandodeterror.Seapagaronlaslámparas,sehundióelaltar,yensulugarse abrió un abismo que vomitaba bocanadas de humo y de fuego. El monstruoprofirióungritoespantosoyterrible,yseprecipitóenelabismo,tratandodearrastraraAntoniaconél.Forcejeóenvano.Animadadeunospoderessobrenaturales,ellasezafó de su abrazo; pero su blanco vestido quedó en su poder.Al punto, un ala debrillante esplendor se desplegó de cada brazo de Antonia. Se elevó, y mientrasascendíagritóaLorenzo:

—¡Amigomío!¡Arribanosreuniremos!Enelmismo instante, seabrió labóvedade lacatedral;unasvocesarmoniosas

resonaronenloalto,yelresplandorqueacogióaAntoniaestabaformadoporunaluztandeslumbrante,queLorenzonofuecapazdesostenerlamirada.Lefallólavisiónysederrumbóenelsuelo.

Cuando despertó, se encontró tendido en el pavimento de la iglesia: estabailuminada,yloscánticossonabanalolejos.Duranteunrato,Lorenzonoconsiguióconvencersedequeloquehabíapresenciadoeraunsueño,tanfuerteimpresiónhabíadejado en su mente. Una breve reflexión le convenció de su engaño. Durante susueñohabíanencendidolaslámparas,ylamúsicaqueoíasedebíaalosmonjes,quecelebrabanvísperasenlacapilladelaabadía.

Se levantó Lorenzo, y se dispuso a dirigir sus pasos hacia el convento de suhermana. Había llegado ya cerca del atrio, con la mente ocupada en este sueñosingular,cuandolellamólaatenciónunasombraaldeslizarseporelmuroopuesto.Miróconcuriosidad,ydescubrióaunhombreembozadoensucapa,elcualpareciócomprobarcautelosamentesieranobservadossusmovimientos.Muypocaspersonasestabanexentasdecuriosidad.Eldesconocidoparecíadeseosodeocultarsuentradaen la catedral, y fue esta misma circunstancia la que hizo que Lorenzo deseaseaveriguarquéhacía.

Nuestro héroe sabía que no tenía derecho a espiar los secretos de aqueldesconocidocaballero.

«Meiré»,sedijoLorenzo.Perosequedódondeestaba.La sombra que proyectaba la columna le ocultaba del desconocido, que siguió

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avanzandoconcautela.Finalmente,sacóunacartadedebajodesucapaylacolocóapresuradamentebajounacolosalestatuadeSanFrancisco.Luego,retirándoseatodaprisa,seocultóenunrincóndelaiglesia,aconsiderabledistanciadedichaimagen.

«¡Vaya!—sedijoLorenzo—;creoquesetratadeunvulgarasuntoamoroso.Serámejorquemevaya,puestoquenadatengoquever.»

Lo cierto es que hasta ese momento no se le había ocurrido ni de lejos quepudieseteneralgoqueverconél.Perocreyónecesariodarseunapequeñaexcusaporhabersepermitidoestacuriosidad.Ahorahizounsegundo intentode retirarsede laiglesia: esta vez llegó al atrio sin ningún impedimento. Pero estaba destinado aencontrarseconotravisitaesanoche.Albajarlaescalinataqueconducíaalacalle,chocóconéluncaballerocontalviolenciaqueapuntoestuvierondecaersealsuelolosdos.Lorenzoechómanoasuespada.

—¿Quésignificaeso,señor?—exclamó—.¿Aquévieneestainsolencia?—¡Ah,soisvos,Medina!—replicóelreciénllegado,enquienLorenzoreconoció

adonCristóbalpor lavoz—. ¡Soiselhombremásafortunadodeluniverso,pornohaber abandonado la iglesia hasta mi regreso! ¡Entrad, entrad! ¡Mi queridomuchacho!¡Estaránaquíinmediatamente!

—¿Quiénesestaránaquí?—Laviejagallinaysuspreciosospollitos.¡Vayamosdentro,luegosabréistodala

historia!Lorenzolesiguióalinteriordelacatedral,yseocultarondetrásdelaestatuade

SanFrancisco.—Yahora—dijonuestrohéroe—,¿puedotomarmelalibertaddepreguntarqué

significatodaestaprisayarrebato?—¡Oh,Lorenzo!¡Vamosatenerunagloriosaaparición!LaprioradeSantaClara

y todo su séquito demonjas van a venir aquí. Debéis saber que el piadoso padreAmbrosio (¡Dios le bendiga por ello!), no quiere salir bajo ningún concepto de surecinto; y dado que a todo convento de actualidad le es absolutamente necesariotenerlede confesor, lasmonjas sevenobligadas avisitarle en la abadía.Yaque lamontañanovaaMahoma,Mahomairáalamontaña.YlaprioradeSantaClara,paraevitar mejor miradas impuras como las de vuestros ojos y las de este humildeservidor, considera conveniente traer a confesar a su santa grey al anochecer; va aaccederalacapilladelaabadíaporaquellapuertaprivada.Lahermanaportera,queesunalmabendita,ymuyamigamía,meacabadeasegurarqueestaránaquídentrodeunosmomentos.¡Haynoticiasparavos,bribón!¡VamosaveraunadelascarasmáspreciosasdeMadrid!

—En verdad,Cristóbal, que no haremos tal cosa. Lasmonjas van siempre convelo.

—¡No,no!Losémejorquevos.Alentrarenunlugarsagrado,sequitansiempre

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elveloporrespetoalsantoalqueestádedicado.¡Peromirad!¡Yallegan!¡Silencio,silencio!Observadyosconvenceréis.

«¡Bien!—sedijoLorenzo—;¡talvezaverigüeaquiénvandirigidaslaspromesasdeesemisteriosodesconocido!»

ApenashubodejadodehablardonCristóbal,cuandoapareciólaprioradeSantaClara,seguidadeunalargaprocesióndemonjas.Cadauna,alentrar,selevantabaelvelo.Lapriorasecruzólasmanossobreelpechoehizounaprofundareverenciaalpasar frente a la imagen de San Francisco, el patrono de la catedral. Las monjassiguieronsuejemplo,yvariaspasaronsinhabersatisfecholacuriosidaddeLorenzo.Casi había empezado a desesperar de ver aclarado elmisterio, cuando, tras rendirhomenaje a San Francisco, una de lasmonjas dejó caer el rosario.Al inclinarse arecogerlo ledio la luzde llenoen lacara.Almismotiempo, recogióhábilmente lacartadedebajodelaimagen,selametióenelpechoycorrióaocuparsupuestoenlaprocesión.

—¡Ajá! —dijo Cristóbal en voz baja—; aquí hay alguna pequeña intriga, sinduda.

—¡SantoDios,Inés!—exclamóLorenzo.—¡Cómo! ¿Vuestra hermana? ¡Diablos! Entonces supongo que alguien purgará

nuestracuriosidad.—Ylapurgarásindemora—aseguróelenfurecidohermano.Lapiadosaprocesiónhabíaentradoenlaabadía.Lapuertasehabíacerradoya,

trasella.Eldesconocidoabandonóinmediatamentesuesconditeysedispusoasalirde la iglesia. Antes de conseguirlo, descubrió a Medina cerrándole el paso. Eldesconocidoretrocedióyseechóelsombrerosobrelosojos.

—Nointentéishuirdemí—exclamóLorenzo—;sabréquiénsoisyquéconteníaesacarta.

—¿Qué carta?—replicó el desconocido—, ¿y con qué derecho me preguntáiseso?

—Con un derecho por el que ahora me siento avergonzado; pero no oscorresponde a vos preguntarme amí. O respondéis con detalle amis preguntas, otendréisquerespondermeconlaespada.

—Ese último modo será el más breve —replicó el otro, sacando su arma—.¡Vamos,señorbravucón!¡Estoypreparado!

Furiosoderabia,Lorenzose lanzóalataque:habíancruzadoya losadversariosvarias estocadas cuando Cristóbal, que en ese momento tenía más sensatez queningunodelosotrosdos,seinterpusoentresusarmas.

—¡Deteneos!¡Deteneos!¡Medina!—exclamó—.¡Recordadlasconsecuenciasdeunderramamientodesangreensuelosagrado!

Eldesconocidosoltóinmediatamentelaespada.

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—¿Medina? —exclamó—. ¿Dios mío, es posible? Lorenzo, ¿habéis olvidadocompletamenteaRaimundodelasCisternas?

El asombro deLorenzo aumentaba a cada instante.Raimundo avanzó hacia él,pero con una expresión de sorpresa retiró sumano, que el otro estaba dispuesto aestrechar.

—¿Vos aquí, marqués? ¿Qué significa todo esto? Vos envuelto en unacorrespondenciaclandestinaconmihermana,cuyoafecto...

—Siempre ha sido mía, y aún lo es. Pero no es éste lugar apropiado paraexplicaciones. Acompañadme a mi palacio y os lo contaré todo. ¿Quién osacompaña?

—Alguienaquiencreoquehabéisvistoantes—replicódonCristóbal—,aunquenoprobablementeenunaiglesia.

—¿ElcondedeOssorio?—Elmismo,marqués.—Notengoningunaobjeciónenconfiarosmisecreto,puesestoysegurodeque

puedofiarenvuestrosilencio.—Entonces laopiniónque tenéisdemíesmejorque lamíapropia,por loque

debo rogaros que os abstengáis de tal confianza. Seguid vuestro camino, que yoseguiréelmío.Marqués,¿dóndepuedoencontraros?

—Como siempre, en el palacio de las Cisternas; pero recordad que estoy deincógnito,yquesideseáisverme,debéispreguntarporAlfonsodeAlvarada.

—¡Bien! ¡Bien! ¡Adiós, caballeros! —dijo don Cristóbal, y se marchóinmediatamente.

—¿Cómo, marqués?—dijo Lorenzo con voz de sorpresa—. ¿Vos Alfonso deAlvarada?

—Elmismo,Lorenzo.Pero, amenos que vuestra hermana os haya contadomihistoria,tengoquereferiroscosasqueosasombrarán.Asíqueseguidmeamipalaciosinmásdilación.

Enesemomentoelporterodeloscapuchinosentróenlacatedralparacerrarlaspuertas. Los dos nobles se retiraron al punto y se dirigieron apresuradamente alpalaciodelasCisternas.

—¡Bueno, Antonia!—dijo la tía, tan pronto como salió de la iglesia—, ¿quépiensasdenuestrosgalanes?DonLorenzopareceunjovenrealmentecortés:Teníalaatención puesta en ti, y nadie sabe qué puede resultar de ello. En cuanto a donCristóbal, declaro que es el mismísimo Fénix de la cortesía. ¡Tan galante! ¡Taneducado! ¡Tan sensible y tan tierno! ¡Bueno! Si hay un hombre capaz de hacermerenunciaramivotodenocasarme,éseesdonCristóbal.Yaves,sobrina,que todosaleexactamentecomoyotedecía:queenelmismomomentoenquemepresentaseenMadrid,meveríarodeadadeadmiradores.¿Hasvisto,Antonia,elefectoqueha

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causadoenelcondeelhabermequitadoelvelo?Ycuandolehepresentadomimano,¿has observado con qué pasión la ha besado? ¡Si alguna vez he visto un amor deverdad,hasidoenelsemblantededonCristóbal!

AntoniahabíaobservadoelgestodedonCristóbalalbesarlelamano;perocomohabía sacado una conclusión muy distinta de la de su tía, creyó prudente guardarsilencio,cosaquevalelapenadeciraquí,yaqueeselúnicocasoconocido.

Laviejadamasiguiósudiscursoporestemismoderroterohastaquellegaronalacalledonde estaba su alojamiento.Allí, unamultitud congregada ante lapuerta lesobstruía el paso; de modo que se situaron al otro lado de la calle y trataron deaveriguarquéhabíaatraídoatantagente.Unosminutosdespués,lamuchedumbreseabrió en círculo, y Antonia descubrió en el centro a una mujer de extraordinariaestatura,lacualgirabarepetidamente,unayotravez,haciendotodaclasedegestosextravagantes. Su vestido estaba formado de trozos de sedas multicolores y linofantásticamentecombinados,aunquenosingusto.Llevabalacabezacubiertaconunaespeciedeturbante,adornadoconpámpanosyfloressilvestres.Parecíamuytostadaporelsol,ydepielaceitunada;teníaunosojosllameantesyextraños,yllevabaenlamanounavaralargaynegraconlaquedecuandoencuandotrazabaextrañasfigurasenelsuelo,alrededordelascualesdanzabacontodaslasexcéntricasactitudesdelalocurayeldesvarío.Derepente,dejódedanzar,girótresvecessobresíconrápidomovimiento,ytrasdetenerseuninstante,cantólasiguientebalada:

LACANCIÓNDELAGITANA

¡Venid,dadmelamano!MiartesuperaCuantohaconocidomortalalguno.

¡Venid,doncellas,venid!MismágicosespejosOsmostraránavuestroesposofuturo:

PuessemehaconcedidoelpoderDeleerenellibrodeldestino;

LeerlosdesigniosqueelcielodecretaYsumergirmeenelporvenir.

Guíoelcarroplateadodelaluna,Sujetolosvientosconmágicasligazones,

HagodormiraldragónrojoQuevigilasobreelorosepultado:

Protegidaconhechizos,indemnemeaventuroHastaelaquelarreextrañodelasbrujas;

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SinmiedoentroenelcírculodelhechiceroYsindañocaminosobreserpientesdormidas.

¡Mirad!AquíestánloshechizospoderososQueaseguranlafidelidaddelmarido,Yéste,compuestoamedianoche,

Despertaráelamordeljovenmásfrío:

Siunajovensehaentregadodemasiado,Estefiltropuederepararloqueperdió,

RemozaelrubordelamejillaYéstevuelveblancoeloscurocolor.

Escuchadensilencio,mientrasdescubroQuéveoenmiespejodelafortuna;Ycadauna,altérminodelaño,

Verácumplidaslaspalabrasdelagitana.

—Tía—dijoAntoniacuandolaextranjerahuboterminado—,¿acasoestáloca?—¿Loca? No, criatura; únicamente es malvada. Es una gitana, una especie de

vagabunda, cuya sola ocupación consiste en recorrer el país diciendo mentiras ysacándoleeldineroaquienseleacercahonradamente.¡Aléjatedeesebicho!SiyofueseelreydeEspaña,mandaríaalahogueraatodaslasquenohubiesensalidodemisdominiosenunplazodetressemanas.

Pronuncióestaspalabrastanalto,quellegaronaoídosdelagitana.Éstaseabriópasoinmediatamenteatravésdelamultitudyseacercóalasdamas.Lassaludótresvecesalamaneraoriental,yluegosedirigióaAntonia.

LAGITANA

¡Señora!¡Gentilseñora!SabedQuepuedoadivinaroselfuturo.Dadmevuestramano,ynotemáis;¡Señora!¡Gentilseñora!¡Escuchad!

—¡Tíaquerida—rogóAntonia—,permitídmeloestavez!¡Dejadquemediganlabuenaventura!

—¡Tonterías,criatura!Notedirámásquementiras.—¡Noimporta;dejadmealmenosoírloquetengaquedecir!¡Vamos,queridatía!

¡Complacedme,osloruego!—¡Bueno, bueno!Antonia, ya que tanto empeño tienes...Vamos, buenamujer,

nosleeráslamanoalasdos.Tomaestedinero;ahora,dimelabuenaventura.Diciendo esto, se quitó un guante y le presentó lamano; la gitana lamiró un

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instante,yluegoledioestarespuesta:

LAGITANA

¿Labuenaventura?Soistanvieja,Buenaseñora,queyaestádicha:Sinembargo,acambiodeldinero,Oscompensaréconunconsejo.

Asombradosdevuestrainfantilvanidad,Vuestrosamigosostachandeloca,YsientenverosemplearvuestrasartesEncazarelcorazóndealgúnjoven.Creedme,señora,quetodohapasado

Cuandohabéisllegadoaloscincuentayuno;LoshombresraravezquerránsaberDelamordedosojosquebizquean.Seguidentoncesmiconsejo:dejad

Losafeitesylunares,lalujuriayelorgullo,EntregadalospobresesassumasQuetaninútilmentemalgastáis.

PensadenelSeñor,noenlosgalanes;Envuestrasfaltaspasadas,noenelfuturo;YenquelaguadañadeltiemposegaráElrojocabelloquecoronavuestrafrente.

Elauditorioestallabaenrisasduranteeldiscursodelagitana;ydebocaenbocacorrían «los cincuenta y uno», «ojos bizcos», «cabello rojo», «afeites y lunares»,etcétera.Leonelasesentíacasisofocadaderabia,ycubrióa lamaliciosaconsejeraconlosmáscruelesreproches.Lacurtidaprofetisalaescuchóconsonrisadesdeñosa:finalmente,trasunabreverespuesta,sevolvióhaciaAntonia:

LAGITANA

¡Idenpaz,señora!Loqueosdigoescierto;Yahora,vos,mijovenyamableseñora;Dadmevuestramano,dejadmever

Vuestrofuturo,ylosdesigniosdelcielo.

AligualqueLeonela,Antoniasequitóelguanteypresentósublancamanoalagitana,quientrasestudiarlaunmomento,conunaexpresiónalavezdecompasiónydeasombro,pronunciósuoráculoconlassiguientespalabras:

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LAGITANA

¡Jesús!¡Quépalmatenéis!Castayamable,jovenypura,Deespírituycuerpoperfectos,

Seríaislabendicióndeunhombrebueno.Pero,¡ay!,estarayarevela

Quelamuerteseciernesobrevos;Unhombresensualyundemoniotaimado

Seuniránparalabrarvuestromal;Ydelatierra,arrebatadaporeldolor,Notardarávuestraalmaeniralcielo.Peroparadiferirlossufrimientos,

Recordadloqueosdigo.Cuandoveáisaalguienmuyvirtuoso

YésteresulteserhombreCuyaalmanoacosaningúncrimenNiseapiadadelasflaquezasdelotro,Recordadloqueosdicelagitana:Porbuenoyamablequeparezca,

¡LasobrasbuenasocultanamenudoCorazonesrepletosdelujuriayorgullo!¡Hermosadoncella,conlágrimasosdejo!

Noosapenemipredicción,Sinosometeosresignada,

Aguardadserenaladesdichainminente,YesperadladichaeternaEnotromundomejor.

Dichoesto,lagitanagirósobresítresveces,yluegoechóacorrerporlacallecongesto frenético. La multitud la siguió; y despejada ya la puerta de Elvira, entróLeonelaenlacasa,irritadaconlagitana,consusobrinayconlagente;ensuma,contodosmenos consigomisma y con el caballero encantador. Las predicciones de lagitana habían afectado considerablemente a Antonia, también; pero no tardó endisiparse esta impresión, y unas horas después había olvidado la aventura tancompletamentecomosinuncahubieratenidolugar.

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CapítuloII

FórsesétugustassiunasólvoltaLamillésimapartedéllegióje,Chégustauncóramatoriamando,

Direstiripentitasospirando,PerdutoétuttoeltempoChéinamarnonsispéndeTASSO

Después de escoltar los monjes a su prior hasta la puerta de su celda, fuerondespedidosporésteconungestodeconscientesuperioridad,enelquelaaparienciadehumildadluchabaconlarealidaddelorgullo.

Tan pronto como se quedó solo, dio rienda suelta a su vanidad.Al recordar elentusiasmo que había despertado su discurso, su corazón se infló de éxtasis, y suimaginación le presentó espléndidas visiones de engrandecimiento. Miró en tornosuyo lleno de alborozo, y el orgullo le cantó que era superior al resto de sussemejantes.

«¿Quién—pensó—,quién,apartedemí,hasuperadolaordalíadelajuventudsinunamanchaensuconciencia?¿Quéotrohavencidolaviolenciadelaspasionesydeuntemperamentoimpetuoso,ysehasometidoaundesdeelamanecerdelavidaaunretiro voluntario? En vano busco a ese hombre. Nadie más que yo posee talresolución. ¡La religiónnopuedeenorgullecersedeotroAmbrosio! ¡Quépoderosoefecto ha producido mi discurso entre los oyentes! ¡Cómo se han apiñado a mialrededor! ¡Cómome han colmado de bendiciones yme han proclamado el únicopilar incorrupto de la iglesia! ¿Quéme queda ahora por hacer?Nada, sino vigilarsolícitamente la conducta de mis hermanos como he vigilado la mía hasta ahora.¡Pero alto!, ¿no me sentiré tentado a apartarme del sendero que hasta ahora heseguidosinunmomentodevacilación?¿Nosoyhombre,ypor tantodenaturalezafrágilypropensaalerror?Ahoradeboabandonarlasoledaddemiretiro;lasdamasmáspurasynoblesdeMadridsepresentancontinuamenteenlaabadía,ynoquierenningún otro confesor. Debo acostumbrar mis ojos a los objetos tentadores, yexponermealaseduccióndelaconcupiscenciayeldeseo.¿Ysiencontrase,enesemundoenelquemeveoobligadoaadentrarme,unamujeradorable,adorable...comovos,VirgenMaría...?»

Diciendoesto,clavólosojosenunretratodelaVirgenqueteníacolgadofrenteaél:desdehacíadosaños,ésteeraelobjetodesucadavezmáscrecienteadoración.Guardósilencio,ylocontemplóextasiado.

«¡Qué belleza la de ese semblante! —prosiguió tras unos minutos—. ¡Quégraciosaeslaformadeesacabeza!¡Quédulzuraymajestadhayensusdivinosojos!¡Québlandamenteapoyalamejillaensumano!¿Puedelarosacompetirconelruborde esa mejilla? ¿Puede rivalizar el lirio con la blancura de esa mano? ¡Oh! ¡Si

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existieraunacriaturasemejante,existiríasóloparamí!¡Ojalámefueradadoenroscarentremisdedosesosdoradosrizos,y rozarconmis labios los tesorosdeeseníveopecho!¡Diosmisericordioso!,¿resistiríaentonceslatentación?¿Nocambiaríaporunsimple abrazo la recompensa de treinta años de sufrimiento? ¿No abandonaría...?¡Qué insensato soy! ¿Adóndemearrastra la admiraciónquemecausaeste retrato?¡Atrás, pensamientos impuros! Debo recordar que la mujer ya no existe para mí.Jamás ha nacido un sermortal tan perfecto como el de ese cuadro. Si existiese, laprueba sería demasiado dura para una virtud ordinaria; pero la de Ambrosio esinquebrantablefrenteatodatentación.¿Tentaciónhedicho?Paramíniexistiría.Laque me extasía, cuando la idealizo y la considero como un ser superior, merepugnaría verla convertida en mujer manchada con todas las flaquezas de lamortalidad.Noeslabellezadelamujerloquesuscitaenmíesteentusiasmo;¡eslahabilidaddelpintor loque admiro, es ladivinidad loqueyo adoro!Pues, ¿nohanmuertolaspasionesenmipecho?¿Nomeheliberadodelahumanafragilidad?¡Notemas,Ambrosio!Tenconfianzaen la fuerzade tuvirtud.Entracondecisiónenelmundo,puestoqueestáspor encimade susdebilidades.Piensaqueahora tehallasexentodelosdefectosdelahumanidad;ydesafíatodaslasartesdelosEspíritusdelasTinieblas.¡Vanasaberquiéneres!»

Aquí, sus desvaríos se vieron interrumpidos por tres suaves golpecitos en lapuerta de su celda. El abad despertó dificultosamente de su delirio. Se repitió lallamada.

—¿Quiénes?—preguntóAmbrosioporfin.—SoyRosario—respondióunavozsuave.—¡Entra!¡Entra,hijomío!Seabriólapuertainmediatamente,yaparecióRosarioconunapequeñacestaen

lamano.Rosarioeraunjovennoviciodelmonasterio,quequeríahacerlosvotosdentrode

tresmeses.Unaespeciedemisterioenvolvíasujuventudquelehacíaalavezobjetode interés y curiosidad. Su odio a la sociedad, su profunda melancolía, su rígidaobservanciadelasreglasdesuorden,ysuretirovoluntariodelmundoaunaedadtanexcepcional, llamaban la atenciónde la comunidadentera.Parecía temerosode serreconocido,ynadielehabíavistojamáselrostro.Llevabalacabezacontinuamentecubierta con la cogulla. Sin embargo, a juzgar por las facciones accidentalmentevislumbradas,parecíaserdelomáshermosoynoble.EnelmonasteriotansóloseleconocíaconelnombredeRosario.Nadiesabíadedóndehabíavenido,ycuandoselepreguntaba al respecto, guardaba un profundo silencio.Un desconocido, cuyo ricoatuendoymagníficocarruajeleproclamabandedistinguidolinaje,habíapedidoalosmonjes que recibiesen al novicio y había depositado las sumas necesarias. Al díasiguientevolvióconRosario,ydesdeentoncesnovolvióasabersenadamásdeél.

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El jovenhabíaevitadocuidadosamente lacompañíade losmonjes: respondíaasus atenciones con dulzura, aunque con reserva, y evidentemente mostraba suinclinaciónalasoledad.Elsuperioreralasolaexcepciónaestareglageneral.Aéllemirabaconunrespetopróximoalaidolatría:buscabasucompañíaconlamásatentaasiduidad, y aprovechaba ansioso cualquier medio para granjearse su favor. Encompañíadelabad,sucorazónparecíasentirseextraordinariamenteagusto,yporsuparte, no se sentíamenos atraído hacia el joven; sólo ante él olvidaba su habitualseveridad.Cuando le hablaba, adoptaba insensiblemente un tonomás suave que elque era habitual en él; y ninguna voz le resultaba tan dulce como la de Rosario.Recompensabalasatencionesdeljoveninstruyéndoleenlasmásvariadasciencias;elnovicioacogíasusleccionescondocilidad;Ambrosioestabacadadíamásencantadoconlavivacidaddesugenio,lasencillezdesusmodalesylarectituddesucorazón;ensuma, leamabacon todoelafectodeunpadre.Avecesnopodíapormenosdeexperimentar un secreto deseo de verle la cara a su discípulo; pero su norma derenunciación abarcaba incluso la curiosidad, y le impedía comunicar sus deseos aljoven.

—Perdonadmi intrusión,padre—dijoRosario,mientrasponía lacestasobre lamesa—;acudoavosconunruego.Alsaberqueunqueridohermanoestágravementeenfermo, vengo a suplicaros que recéis por su restablecimiento. Si alguna plegariapuedeintercederporélenelcielo,lavuestradebedeserlamáseficaz.

—Sabesquepuedespedirme,hijomío,cuantodependademí.¿Cómosellamatuamigo?

—VincentiodellaRonda.—Es suficiente. No le olvidaré en mis plegarias, ¡y ojalá nuestro tres veces

bendito San Francisco se digne escuchar mi intercesión! ¿Qué llevas en la cesta,Rosario?

—Unas cuantas flores, reverendo padre, que he observado os son muy gratas.¿Mepermitísordenarlasenvuestroaposento?

—Tusatencionesmeencantan,hijomío.Mientras Rosario distribuía el contenido de la cesta en pequeños jarrones,

colocadosaestepropósitoendiversoslugaresdelahabitación,elabadprosiguiódeestemodolaconversación:

—Notehevistoenlaiglesiaestatarde,Rosario.—Sin embargo, estaba presente, padre. Os estoy demasiado agradecido por

vuestraprotección,paraperdermelaoportunidaddepresenciarvuestrotriunfo.—¡Ay,Rosario!Tengopocosmotivosparatriunfar:elSantohablabapormiboca;

aélcorrespondetodoelmérito.Entonces,¿tehasatisfechomidiscurso?—¿Satisfecho,decís?¡Oh,oshabéissuperado!jamáshabíaoídounaelocuencia

así...¡salvounavez!

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Aquíelnoviciodejóescaparinvoluntariamenteunsuspiro.—¿Cuándofueesavez?—preguntóelabad.—Cuandoostocópredicareldíadelasúbitaindisposicióndeldifuntosuperior.—Lo recuerdo. De eso hace más de dos años. ¿Y estabas presente? Yo no te

conocíaentonces,Rosario.—Escierto,padre. ¡PluguieraaDiosquehubiesemuertoyo,paranoveraquel

día!¡Cuántossufrimientos,cuántostrabajosmehabríaahorrado!—¿Sufrimientosatusaños,Rosario?—Sí,padre.Sufrimientosque,sivoslosconocierais,¡despertaríanvuestracólera

yvuestracompasión!¡Sufrimientosquerepresentanalavezeltormentoyelplacerdemiexistencia!Peroenesteretiro,mipechoestaríasosegado,sinofueseporlastorturas de la aprensión. ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Qué cruel es vivir sumido en elmiedo! ¡Padre!He renunciadoa todo,heabandonadoelmundoy susdeliciasparasiempre: nadame queda, nada tiene encanto paramí, salvo vuestra amistad, salvovuestroafecto.¡Siyoperdieraeso,padre!¡Oh!,siyoperdieraeso,¡tembladantelosefectosdemidesesperación!

—¿Temes perder mi amistad? ¿Cómo puede mi conducta justificar tu temor?Deberíasconocermemejor,Rosario,yconsiderarmedignodetuconfianza.¿Cuálesson tus sufrimientos? Revélamelos, y ten la seguridad de que si está enmi poderaliviarlos...

—¡Ah!, nadie podríamás que vos. Sin embargo, no os los puedo revelar. ¡Meodiaríais por esta revelación! ¡Me arrojaríais de vuestra presencia con desprecio eignominia!

—¡Hijomío!¡Telosuplico!¡Teloruego!—¡Porpiedad,nome insistáismás!Nodebo...Nomeatrevo... ¡Escuchad! ¡La

campanallamaavísperas!¡Padre,dadmevuestrabendición,yosdejaré!Ydiciendoesto,sedejócaerderodillasyrecibiólabendiciónquehabíapedido.

Luego,posandoloslabiossobrelamanodelabad,selevantódelsueloyabandonóapresuradamente el aposento. Poco después, Ambrosio bajó a vísperas [que secelebrabanenunapequeñacapillapertenecientealaabadía]llenodesorpresaantelasingularconductadeljoven.

Terminadoeloficiodevísperas,losmonjesseretiraronasusrespectivasceldas.Sólo se quedó el abad en la capilla para recibir a las monjas de Santa Clara. Nollevabamuchotiemposentadoenelconfesionario,cuandohizosuapariciónlapriora.Escuchóacadaunadelasmonjasporturno,mientraslasdemásaguardabanconlaprioraenlasacristíaadyacente.Ambrosioescuchólasconfesionesconatención,hizomuchasexhortaciones,impusolaspenitenciasdeacuerdoconcadafalta,yduranteunratotodotranscurriócomodecostumbre:hastaquedepronto,aunadelasmonjas,que destacaba por la nobleza de su aire y la elegancia de su figura, se le cayó

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inadvertidamenteunacartadelpecho.Seibaaretirarsindarsecuentadelapérdida.Ambrosio creyó que sería de algún pariente, y la recogió con intención dedevolvérsela.

—Aguardad,hija—dijo—;seoshacaído...En ese instante, como el papel estaba ya abierto, sus ojos leyeron

involuntariamente lasprimeraspalabras. ¡Diounpasoatrás,sorprendido!Lamonjasehabíavuelto al oírque la llamaban;vio la carta en susmanos,yprofiriendoungritodeterror,corrióarecuperarlaenseguida.

—¡Deteneos!—dijo el fraile, en un tono de severidad—: hija, debo leer estacarta.

—¡Entonces,estoyperdida!—exclamó,cogiéndoselasmanosviolentamente.Su rostro perdió inmediatamente todo su color, comenzó a temblar con tal

agitación,quesevioobligadaaabrazarseaunacolumnadelacapillaparanocaeralsuelo.Entretanto,elabadleyólassiguienteslíneas:

Todoestápreparadoparavuestrafuga,miqueridísimaInés.Mañanaalasdocedelanoche,esperoencontrarosenlapuertadeljardín.Heconseguidolallave,yenpocas horas estaréis en lugar seguro. No dejéis que equívocos escrúpulos osinduzcanarechazarestemediodesalvarosvosylainocentecriaturaquealimentáisenvuestro seno.Recordadqueprometisteis sermíamuchoantesde ingresar en laiglesia;quevuestroestadoseharámuyprontoevidenteante losojosobservadoresdevuestrascompañeras,yquelahuidaeselúnicomediodeevitarlosefectosdesumalévolo resentimiento. ¡Adiós, Inés mía!, ¡mi querida y destinada esposa! ¡Nodejéisdeestarenlapuertadeljardínalasdoce!

Tanprontocomohuboterminado,Ambrosiodirigióunamiradaseveraeirritadaalaimprudentemonja.

—¡Estacartatienequeverlalamadrepriora!—dijo,ysedispusoasalir.Suspalabrassonaroncomounestampidoenlosoídosdelamonja,quedespertó

desuembotamientosóloparadarsecuentadelospeligrosdesusituación.Corriótrasél,yleretuvoporelhábito.

—¡Aguardad!¡Oh,aguardad!—gritóconacentodesesperado,arrojándosea lospies del fraile, y bañándoselos con sus lágrimas—. ¡Padre, compadeceos de mijuventud! ¡Mirad con indulgencia la debilidad de unamujer, y dignaos ocultarmifragilidad! ¡Pasaré el resto de mi vida expiando esta única falta, y vuestrabenevolenciallevaráunalmaalcielo!

—¡Asombrosoatrevimiento! ¡Puesqué!¿VaaconvertirseelconventodeSantaClaraenunasilodeprostitutas?¿DeboconsentirquelaiglesiadeCristoalimenteensupecho el libertinajey la vergüenza? ¡Indignadesdichada!Semejante lenidadmeharíavuestrocómplice.Laclemenciaaquíseríacriminal.Oshabéisabandonadoala

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lujuriadeunseductor;habéismancilladoloshábitossagradosconvuestraimpureza¿yaúnosatrevéisaconsiderarosdignademicompasión?¡Vamos,nomedetengáismás!¿Dóndeestálamadrepriora?—añadió,alzandolavoz.

—¡Deteneos! ¡Padre,deteneos! ¡Escuchadmesólounmomento!Nomeacuséisde impureza,nicreáisquemehadescarriadoelardordemi temperamento.Muchoantesdequetomaseloshábitos,Raimundoeradueñodemicorazón:élmeinspirólamás pura e irreprochable pasión, y estaba a punto de convertirse en mi legítimoesposo.Unahorribleaventura,ylatraicióndeunapariente,nossepararonalunodelotro:creíquelehabíaperdidoparasiempre,yentréenelconventoimpulsadaporladesesperación.El azar nosunióotra vez; no fui capazde renunciar almelancólicoplacerdelmezclarmislágrimasconlassuyas:noscitamosdenocheenlosjardinesdeSantaClara,yenunmomentodeofuscamientoviolémivotodecastidad.Prontoserémadre:ReverendoAmbrosio, tenedcompasióndemí; tenedcompasióndelserinocente cuya existencia está atada a la mía. Si descubrís mi imprudencia a lasuperiora, estaremos perdidos los dos: los castigos que asignan las reglas deSantaClaraalasdesventuradascomoyosonlosmásseverosycrueles.¡Digno,dignísimopadre! ¡Quevuestra conciencia inmaculadanoosvuelva insensible ante losmenoscapacesde resistir la tentación! ¡Queno sea lamisericordia laúnicavirtudquenoconmuevevuestrocorazón!¡Apiadaosdemí,reverendísimopadre!¡Devolvedmelacartaynomecondenéisaunamuerteinexorable!

—¡Vuestro atrevimiento me confunde! ¿Ocultar vuestro crimen, yo, a quienacabáis de engañar con vuestra fingida confesión? ¡No, hija, no!Os haré un favormásesencial.Osrescatarédelaperdiciónapesardevosmisma.Lapenitenciaylamortificaciónexpiaránvuestraculpa,yelrigorosobligaráavolveralasendadelasantidad.¡Eh!¡MadreSantaÁgueda!

—¡Padre!¡Portodoloqueessagrado,porcuantoesmáscaroparavos,osruego,ossuplico...!

—¡Soltadme! No quiero escucharos. ¿Dónde está la superiora? Madre SantaÁgueda,¿dóndeestáis?

Seabrió lapuertade la sacristía, y lapriora entró en la capilla, seguidade susmonjas.

—¡Cruel!¡Cruel!—exclamóInés,soltandoelhábitodelmonje.Trastornada y desesperada, se arrojó al suelo, golpeándose el pecho y

desgarrándose el velo con todo el frenesí de la desesperación. Las monjas sequedaronasombradasanteestaescena.Elfrailetendióelfatídicopapelalapriora,lecontó cómo lo había encontrado, y añadió que a ella correspondía decidir lapenitenciaquemerecíalaculpable.

Mientras leía lacarta,elsemblantede lasuperiorase iba inflamandodecólera.¡Cómo!¡Uncrimensemejantecometidoensuconvento,yconocidoporAmbrosio,el

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ídolo de Madrid, el hombre a quien más deseaba ella dar impresión del rigor yregularidadde su casa!Nohabíapalabraspara expresar su ira.Sequedócalladaylanzóunamiradadeamenazaymalignidadalamonjatendida.

—¡Llevadlaalconvento!—dijoporfinaalgunasdesusacompañantes.DosdelasmonjasmásviejasseacercaronahoraaInés,lalevantarondelsueloa

lafuerzaysedispusieronallevárseladelacapilla.—¡Cómo! —exclamó Inés de repente, zafándose con gesto perturbado de las

manos que la sujetaban—. ¿No hay ninguna esperanza paramí? ¿Yame lleváis acastigarme? ¿Dónde estáis, Raimundo? ¡Oh! ¡Salvadme! ¡Salvadme! —Luego,lanzando una mirada frenética al abad, prosiguió—: ¡Escuchadme, hombre sincorazón! ¡Escuchadme, orgulloso, duro y cruel! ¡Podíais haberme salvado, podíaishabermedevueltolafelicidadylavirtud,peronohabéisquerido!Soiseldestructordemialma.¡Soismiasesino,ysobrevoscaerálamaldicióndemimuerteylademihijononato!¡Altivoenvuestravirtudhastaahorainconmovible,habéisdespreciadolas súplicas de una penitente; pero Dios tendrá piedad, aunque vos no tengáisninguna!¿Dóndeestáelméritodevuestracacareadavirtud?¿Quétentacioneshabéisvencido? ¡Cobarde! ¡Vos habéis huido de la seducción, no os habéis enfrentado aella!¡Peroyaosllegaráeldíaenquetendréisqueponerosaprueba!¡Oh!¡Entonces,cuandosucumbáisalaspasionesimpetuosas!¡Cuandosintáisqueelhombreesdébil,y ha nacido para el error! ¡Cuando, temblando, volváis los ojos hacia vuestroscrímenes,ysupliquéisconterrorlamisericordiadeDios,eneseespantosomomento,pensadenmí!¡Pensadenvuestracrueldad!¡PensadenInés,yperdedtodaesperanzadeperdón!

Y tras proferir estas últimas palabras, la abandonaron todas sus fuerzas y cayóexánime sobre el pecho de una monja que había junto a ella. Inmediatamente lasacarondelacapilla,ysuscompañerassalierondetrás.

Ambrosionohabíaescuchado sus reproches sinemoción.Una secretaopresiónenelcorazónlehacíacomprenderquehabíatratadoaladesventuradaconexcesivaseveridad.Asíquedetuvoalapriora,yseaventuróadecirleunaspalabrasenfavordelaculpable.

—Laviolenciadeladesesperación—dijo—pruebaalmenosqueelvicionoleesfamiliar. Quizá tratándola con algo menos de rigor de lo que es preceptivo, ymitigandounpocolaacostumbradapenitencia...

—¿Mitigarla,padre?—interrumpiólamadrepriora—;no,creedme.Lasreglasdenuestra orden son estrictas y severas; han caído en desuso últimamente. Pero elcrimen de Inés me hace ver la necesidad de restaurarlas. Voy a manifestar miintención al convento, e Inés será la primera en sentir el rigor de esas reglas, queseránobservadasalpiedelaletra.¡Adiós,padre!

Y,dichoesto,abandonóapresuradamentelacapilla.«Hecumplidoconmideber»,

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sedijoAmbrosioasímismo.Sin embargo, esta reflexión no le dejó totalmente satisfecho. Para disipar las

desagradablesideasqueestaescenahabíasuscitadoenél,alabandonarlacapillabajóaljardíndelaabadía.NohabíaentodoMadridlugarmáshermosonimásordenado.Estaba trazado con el gustomás exquisito. Las floresmás escogidas lo adornabanhastalaprofusión,yaunquehábilmentedistribuidas,parecíanplantadastansóloporla mano de la naturaleza: las fuentes, brotando de tazas de blanco mármol,refrescaban el aire con una lluvia constante. Y los muros estaban enteramentecubiertosdejazmines,parrasymadreselvas.Ylahoraañadíabellezaalescenario.Laluna llena, surcando un cielo azul y sin nubes, derramaba sobre los árboles unresplandor tembloroso,yel aguade las fuentescentelleababajo los rayosdeplata.Unabrisamansaesparcía la fraganciadelazaharpor los senderos,y los ruiseñoreselevaban su melodioso murmullo desde la protección de una floresta artificial. Elabaddirigiósuspasoshaciaeselugar.

Enelsenodeesepequeñobosquecilloseabríaunagrutarústicaqueimitabaunaermita. Las paredes estaban construidas con raíces de árboles, y los intersticiosrellenos de musgo y de hiedra. A uno y otro lado había trozos de césped, y unacascadanaturalcaíadelarocaquehabíaencima.Ensimismado,elmonjeseacercóaeste lugar.Unacalmauniversal inundósupecho,yunatranquilidadvoluptuosafuesumiendosuespírituenunaespeciedelanguidez.

Llegó a la ermita; e iba a entrar para descansar un poco, cuando se detuvo, aldescubrirqueyaestabaocupada.Inclinadoenunodelosbancos,habíaunhombreenmelancólicapostura.Tenía la cabeza apoyada sobreunbrazo, yparecía sumidoenhonda meditación. El monje se acercó y reconoció a Rosario: lo contempló ensilencio,peronoentróenlaermita.Unosminutosdespués,el jovenalzólosojosylosfijócontristezaenlapareddeenfrente.

—¡Sí!—dijo,conunsuspiroprofundoyquejumbroso—.¡Sientotodaladichadetusituación,ytodaladesventuradelamía!¡Quéfelizseríayosipudiesepensarigualque tú! ¡Si pudiese, como tú, mirar con aversión al género humano y pudieraenterrarmeparasiempreenalgunaimpenetrablesoledad,yolvidarqueenelmundohayseresquemerecenseramados! ¡Oh,Dios! ¡Québendiciónsería lamisantropíaparamí!

—Ese es un pensamientomuy extraño, Rosario—dijo el abad, entrando en lagruta.

—¿Vosaquí,reverendopadre?—exclamóelnovicio.Al tiempo que se levantaba confundido de su sitio, se echó la cogulla

apresuradamente sobre la cara.Ambrosio se sentóenelbanco,yobligóal jovenasentarsejuntoaél.

—Nodebesalentarestadisposicióna lamelancolía—dijo—;¿quées loque te

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hace mirar con ojos tan deseosos la misantropía, el más odioso de todos lossentimientos?

—La lectura de estos versos, padre mío, que hasta hoy habían escapado a miobservación.Laexcepcionalclaridaddelalunamehapermitidoleerlos;y,¡oh,cómoenvidiolossentimientosdesuautor!

Diciendoesto, señalóuna tabletademármol fijadaen laparedopuesta: enellaestabangrabadoslossiguientesversos.

INSCRIPCIÓNENUNAERMITA

Quienquieraqueleaahoraestosversos,Nocreaquesi,retiradodelmundo,

Gozolosdíassolitariosquepasoenestelúgubredesierto,Queunremordimientodeconcienciaheridamearrojóaeste

[lugar.Ningúnpensamientodeculpaamargamipecho,

Librementehuídelasgalantesmoradas;Puesviqueenlospalaciosytorres,lalujuriayelorgullo,Potenciasmáscarasynegrasdeldemonio,condignidad

[presiden.Vialahumanidadencostradadevicio,Viherrumbrosalaespadadelhonor,

Queanadieconmuevesinolalocalascivia,Queeraengañadoaquelqueconfiabaenelamoroelamigo,Yaquívine,disgustadoconelhombre,aacabarmisdías.

Enestacuevasolitaria,vestidodeharapos,Comounenemigodelabulliciosalocura

Ysumidamifrenteenlamelancolía,transcurremividaYmeentregoaloficiodivino,yasíconsumoeldía.

MáscontentoyalegríaencuentroyoEnestacueva,queentiempospasados

Enelpalacio;yelevandoelpensamientoalDiosdeloscielos,Cadanocheymañanaconvozimploranteestedeseoelevoyo:

«Déjame,¡oh,Señor!,salirdeestavidaSinconocerelfuegodelaculpamundana,

Niellatidocompungido,nieldeseodesatado,Ycuandomuera,

Queexpireconestacreencia:"¡VuelohaciaDios!"».Extranjero,sillenodejuventudydeexceso,

Aúnnoharotoelpesartusosiego,

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Aúnmirarás,conojodesdeñosoLaoracióndelermitaño;

Perositienesmotivoparasuspirarportuculpaotucuidado,Sihasconocidoelenojodeunamorfalso,

Ovivesdesterradodetunación,Oculpable,teasustaunaculpayporelladesfalleces,

¡Oh!¡Cuántodebeslamentartucondición,yenvidiarlamía!

—Silefueraposiblealhombre—dijoelfraile—sumergirseensímismohastaelpunto de vivir absolutamente de espaldas a la humana naturaleza, y no obstantepudiese conocer la serena tranquilidad que reflejan estos versos, admitiría que talestado seríamás deseable que vivir en unmundo tan plagado de vicios y locuras.Perojamássedaestecaso.Estainscripciónfuecolocadaahícomomeroornamentodelagruta,ylossentimientosyelermitañosonigualmenteimaginarios.Elhombreha nacido para la sociedad. Por poco que se sienta vinculado al mundo, jamás lopuedeolvidardeltodo,nisoportarserolvidadoenteramenteporél.

Disgustadoporlaculpaylaabsurdidaddelgénerohumano,elmisántropohuyedeél.Decidehacerseermitaño,yseentierraenlacavernadealgunatenebrosaroca.Mientras el odio inflama su pecho, posiblemente se sienta a gusto en su situación.Perocuandosuspasionescomiencenaenfriarse,cuandoeltiempohayaaliviadosusdoloresysanenaquellasheridasquesellevóconsigoasuretiro,¿creesqueelgozoserásucompañero?¡Ah,no,Rosario!Alnosentirseyasostenidoporlaviolenciadesus pasiones, siente toda lamonotonía de su forma de vida, y su corazón se hacepresadel tedioy el cansancio.Mira a su alrededor, y descubreque está solo en eluniverso:elamoralasociedadrenaceensupecho,yanhelaregresaralmundoqueha abandonado. La naturaleza pierde todo encanto ante sus ojos.No tiene a nadiejuntoaélqueleseñalesusbellezas,ocompartasuadmiraciónantesuexcelenciayvariedad.Apoyadoenelfragmentodealgunaroca,contemplalacaídadelacascadaconojosausentes,mirasinemociónelesplendordelocaso,yregresalentamenteasuceldaenelcrepúsculo,puesnadieestáansiosoporsullegada.Nosienteplacerensucomida solitaria e insulsa. Se deja caer desalentado e insatisfecho en su lecho demusgo,ydespiertasóloparapasarundíatantristeytanmonótonocomoelanterior.

—¡Me asombráis, padre! Suponiendo que las circunstancias os hubierancondenadoalasoledad,¿nohabríancomunicadoesaserenidadavuestrocorazónlosdeberesdelareligiónylaconcienciadeunavidabienempleada...?

—Meengañaríaamímismo, si loconsideraseposible.Estoyconvencidode locontrario, y de que todami fortaleza no evitaría que cayese en lamelancolía y eltedio.Despuésdepasareldíadedicadoalestudio, ¡nosabesconcuántoplacermereúno con mis hermanos por la tarde! Después de pasar largas horas en soledad,¡cómoexplicartelaalegríaqueexperimentoalverotravezamissemejantes!Esen

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esteaspectoendondeyositúoelprincipalméritodeunainstituciónmonástica.Alejaalhombredelastentacionesdelvicio;leconcedeelreposonecesarioparaelserviciodelSerSupremo;leahorralamortificacióndepresenciarloscrímenesdelmundoy,sin embargo, le permite gozar de las bendiciones de la sociedad. ¿Y tú, Rosario,envidias la vida del ermitaño? ¿Puedes estar tan ciego a la dicha de tu situación?Reflexionaunmomento.Estaabadíasehaconvertidoenturefugio:turegularidad,tumansedumbre, tu talento, te han convertido en objeto de la estima de todos. Estásapartado delmundo al que declaras odiar; sin embargo, sigues en posesión de losbeneficios de la sociedad, de una sociedad compuesta por los hombres másapreciables.

—¡Padre!¡Padre!¡Esaeslacausademitormento!¡Felizhabríasidomividasilahubiesepasadoentrelosviciososylosdisolutos!¡Ojalánohubieseoídopronunciarjamáselnombredelavirtud!¡Esmiadoraciónilimitadadelareligión,eslaintensasensibilidad demi alma para la belleza de la pureza y el bien, lo queme llena devergüenza!¡Loquemeempujaalaperdición!¡Oh!¡Ojalánohubiesevistojamáslosmurosdeestaabadía!

—¡Cómo, Rosario! La última vez que estuvimos juntos hablabas en un tonodiferente. ¿En tan poca cosa se ha convertido mi amistad? De no haber visto losmurosdeestaabadía,jamásmehabríasconocidoamí.¿Eséserealmentetudeseo?

—¿No os habría visto jamás?—repitió el novicio, levantándose del banco, ycogiendolamanodelfrailefrenéticamente—.¿Vos?¿Vos?¡OjaláhubierahechoDiosqueunrayocegaramisojos,antesdellegaraveros!¡OjaláhubieraqueridoDiosquenooshubiesevueltoaver,yquepudieraolvidarhaberosvistojamás!

Con estas palabras, salió corriendo de la gruta. Ambrosio permaneció dondeestaba,reflexionandosobrelainexplicableconductadeljoven.Leparecióquehabíaperdidoel juicio;sinembargo,suactitudgeneral, lacoordinacióndesus ideasy laserenidad de su comportamiento hasta el momento de abandonar la gruta, parecíadesmentir esta hipótesis. Unos minutos después, regresó Rosario. Se sentónuevamenteenelbanco.Apoyóunamejillasobreunamanoyconlaotraseenjugólaslágrimasqueleresbalabandecuandoencuandodelosojos.

Elmonje lemiróconcompasióny seabstuvode interrumpir susmeditaciones.Duranteunrato,losdosguardaronunprofundosilencio.Elruiseñorsehabíaposadoahoraenunnaranjoquehabíaenfrentedelaermitayderramabauntrinodelomástristeymelodioso.Rosarioalzólacabezayescuchóconatención.

—Así—dijo, dejando escapar un profundo suspiro—; así es como, durante elúltimo y desventurado mes de su vida, solía sentarse mi hermana a escuchar losruiseñores.¡PobreMatilde!Ahoraduermeensutumba,ysurotocorazónnolateyadepasión.

—¿Teníasunahermana?

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—Decís bien: tenía. ¡Ay! Ahora ya no la tengo. Pereció bajo el peso de susdesventurasenlamismaprimaveradelavida.

—¿Cuáleseranesasdesventuras?—No sonde las que conmuevenvuestra piedad.No conocéis el poder de esos

irresistibles, esos fatales sentimientos de los que es presa el corazón. Padre, ellaamabadesventuradamente.Supasiónporunhombredotadodetodaslasvirtudes,omás bien diría de la divinidad, resultó fatal para su existencia. Su noble figura, sucarácterinmaculado,susdiversostalentos,susólida,maravillosaygloriosasabiduría,podíanhaber inflamadoelpechomás insensible.Mihermana levio,y seatrevióaamarle,aunquejamásosóesperarnada.

—Si tan bien había encauzado su amor, ¿qué le impedía a ella abrigar laesperanzadesercorrespondida?

—¡Padre, antes de conocerla él, Julián ya había dado promesa a lamujermáspuraymáscelestial!Sinembargo,mihermanaaúnleamaba,yporamoralesposo,amócon locuraa laesposa también.Unamañanaencontróelmediodeescapardecasa de nuestro padre. Vestida con ropas humildes, se ofreció como sirvienta a laesposadelamado,yéstalaaceptó.Entoncesestuvocontinuamenteensupresencia:se esforzó por granjearse su favor, y lo consiguió. Sus atenciones despertaron elinterésdeJulián.Losvirtuosossonsiempreagradecidos,demodoquedistinguióaMatildeporencimadelrestodesuscompañeras.

—¿Ytuspadres,nolabuscaron?¿Aceptarondócilmentesupérdida,sinintentarrecobraralahijaextraviada?

—Antesdequelapudieranencontrar,ellamismasedescubrió.Suamorsevolviódemasiado violento para poder ocultarlo. Sin embargo, no deseaba la persona deJulián} ella sólo ambicionaba una parte de su corazón. En un momento deimpremeditación,ellaleconfesósuafecto.¿Cuálfuelarecompensa?Enamoradodesu esposa, y convencido de que unamirada de compasión a otra era como robarlealgoaella,echóaMatildedesupresencia.Leprohibióvolverapresentarsemásanteél.Suseveridadledestrozóelcorazón:regresóacasadenuestropadre,yalospocosmeseslallevabanalatumba.

—¡Desventuradamuchacha!Evidentemente,eldestinofuedemasiadoseveroconella,yJuliándemasiadocruel.

—¿Locreéisasí,padre?—exclamóelnovicioconvivacidad—.¿Consideráisquefuedemasiadocruel?

—Desdeluego,ylacompadezcomuysinceramente.—¿La compadecéis? ¿La compadecéis? ¡Oh! ¡Padre! ¡Padre! ¡Entonces

compadecedmeamí!Elfrailediounrespingo; luego, trasunmomentodepausa,Rosarioañadiócon

vozinsegura:

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—Puesmissufrimientossonaúnmayores.Mihermanateníaunamigo,unamigodeverdad,queseapiadabadelaagudezadesussentimientos,ynolecensurabasuincapacidad para reprimirlos.Yo... ¡Yo no tengo ningún amigo! ¡En todo el anchomundonohayunsolocorazónquequieracompartirlossufrimientosdelmío!

Al pronunciar estas palabras, sollozó audiblemente. El fraile se conmovió. Lecogiólamano,yselaapretóconternura.

—¿Notienesamigo,dices?¿Entoncesquésoyyo?¿Porquénoconfíasenmí,aqué tienes miedo? ¿A mi severidad? ¿La he empleado alguna vez contigo? ¿Ladignidad de mi hábito? Rosario, deja a un lado al monje, y te ruego que no meconsideresmás que como tu amigo, tu padre. Bien puedo adoptar ese título, puesjamás ha velado un padre por su hijo con el afecto que velo yo por ti. Desde elmomentoenque teviporprimeravez, sentíqueenmipechosedespertabanunossentimientosquehasta entoncesdesconocía;notéque tu compañíameproducíaungozoquenomeproporcionabaladeningúnotro;yalcomprobarlamagnituddetugenioytusaber,mecongratulécomounpadreantelasperfeccionesdesuhijo.Asíque desecha tus temores; háblame con franqueza. Háblame, Rosario, y dime queconfíasenmí.Simiayudaymipiedadpuedenaliviartudesventura...

—¡Síquepueden!¡Sólolasvuestraspueden!¡Ah!¡Padre,cómodesearíapoderdesvelarosmicorazón! ¡Cómodesearíaconfesarosel secretoquemeagobia! ¡Perotengomiedo!¡Tengomiedo!

—¿Dequé,hijomío?—Dequemeodiéispormidebilidad;dequelarecompensaamiconfianzaseala

pérdidadevuestraestima.—¿Cómo podría yo tranquilizarte? Piensa en toda mi conducta pasada, en la

paternal ternura que hemostrado siempre contigo. ¿Odiarte,Rosario?Nome seríaposible.Perder tucompañíasignificaríaprivarmedelmayorplacerdemivida.Asíquecuéntamequéteaflige,ycréemesijurosolemnemente...

—¡Deteneos!—interrumpió el novicio—; juradme que, cualquiera que sea misecreto, no me obligaréis a abandonar el monasterio hasta haber concluido minoviciado.

—Os lo prometo sinceramente, y comomantengo yo la promesa que te hago,mantengaCristolaquehizoalhombre.Ahoraexplícameestemisterioyconfíaenmiindulgencia.

—Os obedezco. Sabed pues... ¡Oh! ¡Cómo tiemblo a la hora de decirlo!Escuchadme con compasión, veneradoAmbrosio. ¡Apelad a toda chispa latente dehumana debilidad que pueda ayudaros a compadecer la mía! ¡Padre!—prosiguió,arrojándose a los pies del fraile y besándole la mano con ansiedad, mientras laagitación ahogaba momentáneamente su voz—. ¡Padre! —continuó, con acentovacilante—,¡soymujer!

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Elabadseestremecióanteestainesperadaconfesión.Prosternadoenelsuelo,elfalsoRosarioparecíaaguardarensilencioladecisióndesujuez.Elestupordeluno,yel temor del otro, les tuvieron encadenados en las mismas actitudes durante unosminutos, como tocados por la varita de un mago. Por último, recobrándose de suconfusión,elmonjeabandonólagrutayseencaminóapresuradamentealaabadía.Suacción no pasó inadvertida a la suplicante. Se levantó inmediatamente del suelo ycorrió tras él, le alcanzó, se arrojó a sus pies y se abrazó a sus rodillas.Ambrosioforcejeóenvanoparalibrarsedeesteabrazo.

—¡No huyáis de mí! —exclamó—. ¡No me abandonéis al impulso de ladesesperación!¡Dejadquejustifiquemiimprudencia!¡Confiesoquelahistoriademihermanaeslamíapropia!SoyMatilde;yvossoissuamado.

SilasorpresadeAmbrosiofuegrandealprincipio,estasegundaconfesiónrebasótodosloslímites.Atónito,confundidoeindeciso,sesintióincapazdepronunciarunasílaba, y se quedó mirando en silencio a Matilde; esto le dio a ella ocasión deproseguirsuexplicacióndeestemodo:

—Nopenséis,Ambrosio,quehevenidoarobarosalaesposadevuestrosafectos.No,creedme,sólolareligiónesdignadevos;estámuylejosdelosdeseosdeMatildeapartarosdelasendadelavirtud.Loquesientoporvosesamor,noconcupiscencia.Aspiro a poseer vuestro corazón, no ambiciono gozar de vuestra persona.Dignaosescucharmi justificación: en unosmomentos os convenceréis de que este sagradoretiro no queda manchado por mi presencia, y que podéis concederme vuestracompasiónsintransgredirningunodevuestrosvotos—sesentó;yAmbrosio,casisinsaberloquehacía,siguiósuejemplo.

Luegoellaprosiguiósudiscurso:—Yoprocedodeunadistinguida familia:mipadreeraprimogénitode lanoble

casa de Villanegas. Murió siendo yo niña, y me nombró heredera única de susinmensas posesiones. Joven y rica, me pretendieron los jóvenes más nobles deMadrid.Peroningunoconsiguióconquistarmisafectos.Yomehabíaeducadobajolacustodia de un tío, dotado del más sólido juicio y la más vasta erudición. Leencantaba transmitirmealgodesusabiduría.Bajosu instrucción,mientendimientoadquiriómásfuerzayprecisióndelasquesuelensernormalesenmisexo.Ayudadala habilidad demi preceptor pormi natural curiosidad, no sólo hice considerablesprogresosenlascienciasuniversalmenteestudiadas,sinoenotrasasequiblesamuypocos,yrechazadasporlacensuraenlacegueradesusuperstición.Peroalavezquemi guardián se esforzaba en ensanchar la esfera de mis conocimientos, me fueinculcando todos los preceptosmorales.Me hizo ver la belleza de la religión;meenseñóamirarconveneraciónalospurosyvirtuosos,y,¡aydemí!¡Leheobedecidodemasiadobien!

»Entalesdisposiciones,juzgadsipodríayoobservarconotrosentimientoqueel

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deaversiónelvicio,ladisipaciónylaignorancia,quedeshonrananuestrosjóvenesespañoles.Rechacé todos los ofrecimientos con desprecio.Mi corazón permaneciósindueño,hastaqueel azarmecondujoa la catedralde loscapuchinos. ¡Oh! ¡Sinduda aquel día mi ángel de la guarda se durmió, dejando abandonado su puesto!Entonces os vi por primera vez; ocupabais el lugar del superior, ausente porenfermedad. No podéis dejar de recordar el vivo entusiasmo que despertó vuestrosermón. ¡Oh! ¡Cómo bebía yo vuestras palabras! ¡Cómo parecía transportarmevuestraelocuencia!Apenasmeatrevíaarespirar,portemoraperdermeunasílaba;ymientras hablabais, parecía que una aureola de radiante gloria rodeaba vuestracabeza,yquedevuestrosemblanteemanabalamajestaddeundios.Meretirédelaiglesia inflamadadeadmiración.Desdeaquelmomento,osconvertisteisenel ídolodemicorazón,enelperpetuoobjetodemismeditaciones.Hiceaveriguacionessobrevos. Las informaciones que me llegaron de vuestro modo de vida, de vuestrasabiduría,piedadyabnegaciónreforzaronlascadenasquemehabíaimpuestovuestraelocuencia.Comprendíquemicorazónyanoestabavacío;quehabíaencontradoalhombrealquehastaentonceshabíabuscadoenvano.Conelanhelodevolverosaoír,visitétodoslosdíasvuestracatedral:vospermanecíaisrecluidoentrelosmurosdelaabadía,ymeveíaobligadaaretirarmesiempredecepcionadaydesdichada.Lanochese mostraba más benévola conmigo, pues entonces me visitabais en sueños. Meprometíaiseternaamistad.Mellevabaisporlossenderosdelavirtud,ymeayudabaisasoportarlasvejacionesdelavida.Lamadrugadadisipabaestasgratasvisiones;aldespertar, me hallaba separada de vos por barreras que parecían insuperables. Eltiempoparecíaaumentarlafuerzademipasión:mefuisumiendoenunamelancolíayabatimientoaúnmayores.Finalmente,nopudiendovivirenesteestadodetortura,decidíadoptareldisfrazenqueahorameveis.Miartificiofueafortunado,puesfuirecibidaenelmonasterioyconseguíganarmevuestraestima.

»Ahorahubierapodidosentirmecompletamentefeliz,denohabervenidoaturbarmipazeltemordeserdescubierta.Elplacerquedisfrutabaconvuestracompañíaloagriaba el pensamiento de que quizá no tardaría en verme privada de ella; y elcorazón me latía con tanta intensidad cuando obtenía alguna prueba de vuestraamistad,quemeconvencídequenopodríasobrevivirasupérdida.Asíquedecidínodejarningunaposibilidaddeque sedescubriese casualmentemi sexo, confesároslotodo a vos y entregarme enteramente a vuestra compasión y misericordia. ¡Ah,Ambrosio!¿Acasomeheequivocado?¿Vaisasermenosgenerosode loqueyooscreía? No quiero suponerlo. No arrastraréis a una desdichada a la desesperación.¡Aúnmepermitiréisveros,conversarconvos,adoraros!Vuestrasvirtudesseránparamí un ejemplo a lo largo de todami vida. Y cuando expiremos, nuestros cuerposdescansaránenlamismasepultura.

Guardó silencio. Mientras estuvo hablando, mil sentimientos contrapuestos se

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debatían en el pecho de Ambrosio. La sorpresa ante su inesperada revelación, elresentimiento ante su osadía al ingresar en el monasterio, la conciencia de laseveridad con que le correspondía contestar, eran sentimientos de los que se dabacuenta. Pero había otros también, de los que no se percataba. No percibía que suvanidad se sentía halagada ante las alabanzas a su elocuencia y su virtud; de quesentía un secreto placer al ver que una mujer joven, y hermosa al parecer, habíaabandonadoelmundoporél,yhabíasacrificadotodaotrapasiónalaqueéllehabíainspirado; y aún se dabamenos cuenta de que su corazón latía de deseomientrassentíaensumanoladulcepresióndelosdelicadosdedosdeMatilde.

Gradualmente, se recobró de su ofuscamiento. Sus ideas se hicieron menosperplejas; se dio cuenta inmediatamente de la extremada insensatez que suponía elconsentir queMatilde permaneciese en la abadía, después de revelar su sexo. Demodoqueadoptóunairedeseveridadyretirólamano.

—¡Vamos,señora!—dijo—;¿acasoesperáis realmentequeosconcedapermisoparapermanecer entre nosotros?Yaun cuandoyo accediese a ello, ¿québeneficiopodríaderivarsedeello?¿Creéisqueyopodríacorresponderaunafectoque...?

—¡No,padre,no!Yonoesperoinspirarosunamorcomoelmío.Yosólodeseolalibertaddeestarcercadevos,pasaralgunashorasaldíaenvuestracompañía;obtenervuestracompasión,vuestraamistadyestima.Creoquemipeticiónnoesdesorbitada.

—¡Pero reflexionad, señora!Reflexionadunmomento cuán impropio sería queyodiesecobijoaunamujerenlaabadía;aunamujer,además,queconfiesaquemeama.Nopuedeser.Elriesgodequeosdescubranesdemasiadogrande,ynoquieroexponermeatanpeligrosatentación.

—¿Tentación,decís?Olvidad,padre,quesoymujer,ynoexistirá.Consideradmesólocomounamigo, comoundesventuradocuya felicidad, cuyavida,dependedevuestraprotección.Notemáisquevayaarecordarosqueelamormásimpetuoso,elmás desatado, me ha impulsado a disfrazar mi sexo; o que, instigada por deseosofensivosparavuestrosvotosyparamipropiohonor,intenteapartarosdelsenderodela rectitud. No, Ambrosio; aprended a conocerme mejor. Yo os amo por vuestrasvirtudes: perdedlas, y con ellas perderéis mi afecto. Os miro como a un santo.Probadme que no sois más que un hombre, y os dejaré con repugnancia. ¿Vaisentoncesatemerdemílatentación?¿Demí,enquienlosdeslumbrantesplaceresdelmundonodespertaronotrosentimientoqueeldedesprecio?¿Demí,cuyoafectosebasaenvuestracarenciadetodadebilidadhumana?¡Oh!¡Desechadtalesaprensionesperniciosas!Pensadmásnoblementedemí;pensadmásnoblementedevos.Yosoyincapazde inducirosalpecado;y sindudavuestravirtudestácimentadasobreunabase demasiado firme para que la hagan tambalearse unos deseos injustificables.¡Ambrosio, queridísimoAmbrosio! ¡Nome arrojéis de vuestra presencia; recordadvuestrapromesayautorizadmeaquemequede!

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—Imposible, Matilde; es vuestro interés el que me obliga a rechazar vuestrasúplica,yaquetiembloporvos,nopormí.Despuésdevencerlasebullicionesdelajuventud;despuésdepasartreintaañosdemortificaciónypenitencia,podríapermitirque os quedarais sin peligro, y sin temor a que me inspiraseis sentimientos máscálidosqueeldelameracompasión.Perovuestrapermanenciaenlaabadíanopuedetraerosmásque fatales consecuencias. Interpretaríaismal todasmispalabrasymisacciones.Aprovecharíais conavidez todas lasocasionesqueos alentasena esperaruna correspondencia a vuestro afecto. Insensiblemente, vuestras pasionespredominarían sobre vuestra razón; y lejos de reprimirlas mi presencia, cadamomento que pasáramos juntos no serviría más que para irritarlas y excitarlas.¡Creedme,desventuradamujer!Tenéismi sincera compasión.Estoy convencidodequehastaaquíhabéisactuadoconlosmáspurosmotivos.Peroauncuandosoisciegaalaimprudenciadevuestraconducta,seríaculpableenmíelnoabriroslosojos.Medoycuentadeque el debermeobliga a trataros con rudeza: debo rechazarvuestrasúplicaydisipartodasombradeesperanzaquecontribuyaaalentarsentimientostanperniciososparavuestrapaz:Matilde,tendréisqueirosdeaquímañana.

—¿Mañana, Ambrosio? ¿Mañana? ¡Oh! ¡Sin duda no lo decís en serio! ¡Nopodéisdecidirarrojarmealadesesperación!¡Nopodéistenerlacrueldad...!

—Habéis oído mi decisión, y debéis obedecer. Las reglas de nuestra ordenprohíbenquepermanezcáisaquí.Seríaperjurioocultarelhechodequehayunamujerentre estos muros, y mis votos me obligarían a declarar vuestra historia a lacomunidad.¡Debéismarcharosdeaquí!¡Oscompadezco,peronopuedohacernadamás!

Pronuncióestaspalabrasconvozdébilytemblorosa.Luego,levantándosedesuasiento, se dispuso a regresar apresuradamente al monasterio. Matilde profirió ungrito,echóacorrertrasélyledetuvo.

—¡Esperaduninstante,Ambrosio!¡Permitidqueosdigaunacosa!—¡Noquieroescucharos!¡Soltadme!¡Yasabéismidecisión!—¡Sólo una palabra! ¡Una sola, y habré terminado!—¡Dejadme! ¡Son inútiles

vuestrassúplicas!¡Deberéismarcharosmañana!—¡Id, pues, bárbaro! Pero aún me queda este recurso. Diciendo esto, sacó de

prontounpuñal:sedesgarróelhábitoyapoyólapuntadelarmacontrasupecho.—¡Padre,nosaldrévivadeestosmuros!

—¡Deteneos!¡Deteneos,Matilde!¿Quévaisahacer?—Vosestáisdecidido,yyotambién.Enelinstanteenquemedejéismehundiréesteaceroenelcorazón.

—¡SanFranciscobendito!¡Matilde,habéisperdidoeljuicio!¿Osdaiscuentadelas consecuencias de vuestra acción? ¿De que el suicidio es elmás grande de loscrímenes?¿Dequedestruiréisvuestraalma?¿Dequeperderéisvuestraposibilidaddesalvación?¿Dequeosenviaráalacondenacióneterna?

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—¡Nome importa! ¡Nome importa!—replicó ella apasionadamente—. ¡Omeconduce vuestra mano al paraíso, o me arroja la mía a la perdición! ¡Hablad,Ambrosio! ¡Decid que ocultaréis mi historia, que seguiré siendo vuestro amigo ycompañero,oestepuñalbeberámisangre!

Altiempoquepronuncióestaspalabras,alzóelbrazoehizoelmovimientocomopara clavárselo. Los ojos del fraile siguieron espantados la trayectoria de la daga.Matildesehabíarasgadoelhábitoysupechoquedabamedioalaire.Apoyólapuntadelarmasobreel seno izquierdo.Y ¡oh,quéseno!La luna, iluminándolode lleno,permitióalmonjeobservarsudeslumbranteblancura.Susojossedemoraronávidosen la hermosa redondez. Una sensación hasta entonces desconocida inundó sucorazón,conunamezcladeansiedadyplacer.Unfuegoabrasadorlerecorriótodoslosmiembros.Lasangrehirvióensusvenas,ymildeseos insensatosaturdieronsuimaginación.

—¡Deteneos! —exclamó con voz entrecortada—. ¡No puedo resistirlo más!¡Quedaospues,hechicera!¡Quedaosparamiperdición!

Y abandonando precipitadamente el lugar, se retiró al monasterio. Llegó a suceldaysearrojósobreellechotrastornado,indecisoyconfundido.

Duranteun rato fue incapazdeordenarsus ideas.Laescenaenqueacababadeverse envuelto había suscitado tal diversidad de sentimientos en su pecho que fueincapazdedeterminarcuálpredominaba.Nosabíaquéactituddebíaadoptarfrenteaesta perturbadora de su paz. Era consciente de que la prudencia, la religión y eldecoroexigíanobligarlaaabandonarlaabadía.Peroporotraparte,habíarazonestanpoderosas que la autorizaban a quedarse, que se sentía demasiado inclinado apermitirle que lo hiciera. No podía evitar sentirse halagado por la declaración deMatilde,ypor el hechodehaber conquistado impremeditadamenteuncorazónquehabíaresistidolosasediosdelosmásnoblescaballerosdeEspaña.Elmodoenquehabíaganadosuafectoeratambiéndelomássatisfactorioparasuvanidad:recordabalasmuchashorasdichosasquehabíapasadoencompañíadeRosario,ysentíamiedoalvacíoquesumarchadejaríaensucorazón.Peroademás,reflexionó,comoMatildeerarica,sufavorpodíaserdegranbeneficioparalaabadía.

«¿Yquériesgocorroyo—sedijo—dejándolaquesequede?¿Nopuedofiarsinpeligroensusafirmaciones?¿Acasonopuedoolvidarconfacilidadsusexo,yseguirconsiderándolamiamigoydiscípulo?Sindudasuamorestanpurocomolodescribe.Dehabersidofrutodelameralicencia,¿lohabríaocultadodurantetantotiempoensupecho?¿Nohabríaempleadoalgúnmediodeprocurarlesatisfacción?Encambio,hahechotodolocontrario.Sehaesforzadoenocultarmesupropiosexo;ynada,denoserporeltemoraquemisinsistenciasladescubriesen,lahabríaobligadoarevelarelsecreto.Hacumplidoconlosdeberesdelareligióntanestrictamentecomoyo.Nohahechointentoalgunodeexcitarmispasionesdormidas,nihaconversadoconmigo

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hastaestanocheacercadelamor.Dehaberestadodeseosadeganarsemiafectoynomi estima, no me habría ocultado sus encantos tan cuidadosamente. Hasta estemismísimomomentonolehevistolacara;aunqueciertamentedebendeserunrostropreciosoyuncuerpohermosolossuyos,ajuzgarporsu...porloquehevisto.»

Alcruzarleestaúltimaideaporlaimaginación,unruborleencendiólasmejillas.Alarmado por los sentimientos a los que acababa de abandonarse, se entregó a laoración; se levantó de su lecho, se arrodilló ante la hermosa Virgen e imploró suayudaparasofocartanculpablesemociones.Luegoregresóalacamayseabandonóalsueño.

Sedespertóenfebrecidoycansado.Duranteelsueño,su inflamadaimaginaciónnohabíacesadodegirarentornoaescenasvoluptuosas.HabíasoñadoqueMatildeestabaanteél,yquevolvíaademorarsusojosensusenodesnudo.Ellalerepetíasusprotestasdeamoreterno,learrojabalosbrazosalrededordesucuelloylecubríadebesos. El se los devolvía: la estrechaba apasionadamente contra su pecho y... sedisipaba la escena. A veces, sus sueños le presentaban la imagen de su Virgenpredilecta, e imaginaba que estaba de rodillas ante ella.Al ofrecerle sus votos, losojosdelaimagenparecíanmirarleconinefabledulzura.Posabasuslabiosenlosdelretrato, y los encontraba cálidos: la animada figura del cuadro salía de la tela, leabrazabaafectuosamente,ysussentidoseranincapacesdesoportarlaintensidaddetanto placer.Tales eran las escenas que ocuparon su cerebro durante el sueño. Susdeseos insatisfechos lepresentaronlas imágenesmássensualesyprovocativas,y lesumergieronengocesquehastaentonceshabíaignorado.

Se levantó de su lecho lleno de confusión ante el recuerdo de esos sueños.Asimismo, se sentía avergonzado al pensar en las razones que la noche anterior leindujeronaautorizaraMatildeaquedarse.Ahora sehabíadisipado lanubeque lehabía ofuscado el juicio. Se estremeció al contemplar los argumentos en susverdaderoscolores,yvioquehabíasucumbidoalaadulación,alaavaricia,alamorpropio.SienunahoradeconversaciónMatildehabíaproducidoenéluncambiotanconsiderabledesentimientos,¿quénopodíaesperar,sipermanecíamástiempoenlaabadía?Conscientedelpeligroqueleacechaba,despertódesusueñodeconfianza,ydecidióinsistirenquesemarchasesindemora.Empezabaacomprenderquenoerataninvulnerablealatentación,yquepormuchoqueMatildesemantuviesedentrodeloslímitesdelamodestia,élsesentíaincapazdeenfrentarseconestaspasiones,delasqueequivocadamentesecreíaexento.

—¡Inés!¡Inés!—exclamó,enmediodesustribulaciones—.¡Yaempiezoasentirtumaldición!

Abandonó su celda, dispuesto a expulsar al fingido Rosario. Asistió a losmaitines,perosuspensamientosestabanausentes,yprestóaloficioescasaatención.Su corazóny su cerebro estaban llenos de objetosmundanos, y rezó sin devoción.

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Terminadoeloficio,bajóaljardín,dirigiósuspasoshaciaelmismolugarenelquetan embarazoso descubrimiento había hecho la noche anterior. No dudaba queMatildeiríaabuscarleallí:ynoseequivocó.Pocodespuésentróellaenlaermita,yseacercóalmonjecontimidez.Trasunosminutos,duranteloscualespermanecieronensilencio,parecióellacomoapuntodehablar.Peroelabad,quehabíaestadohastaahora haciendo acopio de toda su resolución, la interrumpió apresuradamente.Aunque ignoraba aún cuán vasto era el influjo de su voz, temía su melodiosaseducción.

—Sentaosamilado,Matilde—dijo,adoptandounaexpresióndefirmeza,aunqueevitando cuidadosamente el más mínimo asomo de severidad—; escuchadme conpaciencia, y creed que lo que voy a deciros no estámotivado tanto pormi propiointeréscomoporelvuestro.Creedquesientoporvoslamáscálidaamistad,lamássinceracompasión,yquenopodéissentirosmásapenadadeloquemesientoyoaltenerosquedecirquenodebemosvolveravernos.

—¡Ambrosio!—exclamó ella con una voz que expresaba a la vez sorpresa ydolor.

—¡Serenaos, amigo mío, mi buen Rosario! ¡Dejadme que os llame por estenombre tan querido para mí! Nuestra separación es inevitable; me avergüenzaconfesar cuán sensiblemente me afecta... Pero así debe ser. Me siento incapaz detrataros con indiferencia, y esa misma convicción me obliga a insistir en vuestramarcha.Matilde,nodebéispermanecermástiempoaquí.

—¡Oh!,¿dóndebuscaréahorasinceridad?Hastiadadeunmundo insincero,¿enqué región dichosa se oculta la verdad? Padre, yo esperaba que imperase aquí; yocreíaquevuestropechoerasualtarpredilecto.¿Asíquetambiénvosdemostráisserfalso?¡Oh,Dios!¿Tambiénvospodéistraicionarme?

—¡Matilde!—¡Sí, padre, sí! Os reprocho, con toda justicia. ¡Oh!, ¿dónde están vuestras

promesas?Minoviciadonohaexpirado,y,sinembargo,meobligáisaabandonarelmonasterio.¿Podéistenervalorparaarrojarmedevuestrapresencia?¿Nomehabéishechosolemnejuramentodelocontrario?

—Yonoosobligoaqueabandonéiselmonasterio;habéis recibidomisolemnejuramento de lo contrario. Pero si apelo a vuestra generosidad al declararos lasturbacionesenquemesumevuestrapresencia,¿nomerelevaréisdeesejuramento?Pensad en lo peligroso que sería si esto se descubriese, en el oprobio en que mehundiría semejante contingencia. Considerad que están en juego mi honor y mireputación,yquemipazespiritualdependedevuestroconsentimiento.Hastaahoramicorazónhasidolibre.Mesepararédevosconpesar,aunquenocondesesperación.Quedaos,yenpocassemanashabréissacrificadomifelicidadenelaltardevuestrosencantos.¡Soisdemasiadoatractiva,demasiadoafectuosa!¡Osamaría!¡Mevolvería

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locoporvos!¡Mipechoacabaríasiendopresadedeseosqueelhonorymiprofesiónmeprohíbensatisfacer!Silosreprimiera,laimpetuosidaddemisdeseosinsatisfechosmearrastraríaa la locura;y si cedieraa la tentación, sacrificaríaaunmomentodeplacerculpablemireputaciónenestemundoymisalvaciónenelotro.Asíqueapeloavosparaquemedefendáisdemímismo.¡Preservadmedeconvertirmeenvíctimade los remordimientos! Vuestro corazón ha sentido ya las angustias del amor sinesperanza.¡Oh,sideverasmeamáis,ahorradalmíoesasangustias!Libradmedeesapromesa;huidde estosmuros.Si osmarcháis, os acompañaránmismás fervientesplegariasenfavordevuestrafelicidad,asícomomiamistad,estimayadmiración.Sios quedáis, os convertiréis para mí en fuente de peligros, de sufrimiento, ¡y dedesesperación! Respondedme, Matilde: ¿cuál es vuestra decisión? —Ella siguiócallada—.¿Nodecísnada,Matilde?¿Noqueréisdarmeaconocervuestradecisión?

—¡Cruel!¡Cruel!—exclamóMatilde,retorciéndoselasmanosconagonía—.¡Desobrasabéisquenomedaisaelegir!¡Desobrasabéisquenotengootravoluntadquelavuestra!

—¡Entoncesnomehabíaequivocado!LagenerosidaddeMatildeestaninmensacomoyoesperaba.

—Sí;demostrarélasinceridaddemiafectosometiéndomealasentenciaquemedestroza el corazón. Os devuelvo vuestra promesa. Hoy mismo abandonaré elmonasterio.Tengounapariente,laabadesadeunconventodeExtremadura:acudiréaella,yabandonaréelmundopara siempre.Perodecidme,padre, ¿meacompañaránvuestros parabienes enmi soledad? ¿Apartaréis alguna vez vuestra atención de losobjetosdivinosparadedicarmeunpensamientoamí?

—¡Ah, Matilde, me temo que pensaré en vos demasiadas veces para miserenidad!

—Entonces,nodeseonadamás,salvoquepodamosreunirnosenelcielo.¡Adiós,amigomío!¡Ambrosiomío!¡Peroantes,desearíacontodaelalmallevarmealgunaprendaenseñaldevuestroafecto!

—¿Quépodríadaros?—Algo...cualquiercosa.Unadeesasfloresserásuficiente.—Yseñalóunrosal

que había plantado en la puerta de la gruta—.La ocultaré enmi pecho; y cuandomueralasmonjasladescubriránmarchitasobremicorazón.

El fraile fue incapaz de hablar: con el paso lento y el alma agobiada por laaflicción,saliódelaermita.Seacercóalarbusto,seinclinóacogerunadelasrosas.De pronto, profirió un grito penetrante, retrocedió apresuradamente y dejó caer laflor,queyahabíacortado.Matilde,aloírelgrito,corrióansiosahaciaél.

—¿Qué ocurre? —preguntó—. ¡Contestadme, por el amor de Dios! ¿Qué hasucedido?

—¡Acabode recibir lamuerte!—contestóconvozdesfallecida—.Oculta entre

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lasrosas...,unaserpiente...Aquísehizo tan intensoeldolorde laherida,quesunaturalezafue incapazde

soportarlo. Le abandonaron los sentidos y se desplomó exánime en los brazos deMatilde.

Laangustiadeéstafueindescriptible.Semesóloscabellos,segolpeóelpecho,ynoatreviéndoseaabandonaraAmbrosio,comenzóallamarcongrandesvocesalosmonjesparaqueacudiesenensuauxilio.Loconsiguiófinalmente.Alarmadosporsusgritos,acudieronpresurososvarioshermanosallugar,ytransportaronalsuperiordela abadía. Le acostaron inmediatamente, y el monje que ejercía las funciones decirujanoenlacomunidadsededicóaexaminar laherida.LamanodeAmbrosiosehabía hinchado considerablemente. Los remedios que le habían administrado, escierto, le devolvieron la vida, pero no los sentidos; desvariaba, presa de todos loshorrores del delirio, echaba espumarajos por la boca, y cuatro de los monjesmásfornidosapenaspodíantenerlesujetoenlacama.

El padrePablos, que así se llamaba el cirujano, examinó rápidamente lamano.Losmonjesrodeabanellecho,aguardandoansiosamenteelveredicto.Entreéstos,elfingidoRosarionoparecíaelmenosafectadopor lacalamidaddelfraile.Mirabaalpacientecon indecibleangustia;y losgemidosqueacada instanteescapabandesupechobastabanparadelatarlaviolenciadesuaflicción.

El padre Pablos sajó la herida.Al retirar su lanceta, vio la punta teñida de unhumorverdoso.Moviólacabezapesarosamente,yseapartódelacama.

—Esloquemetemía—dijo—.Nohayesperanza.—¿No hay esperanza? —exclamaron los monjes al unísono—. ¿Que no hay

esperanza,decís?—Porlosefectostaninmediatos,sospechabaquelehapicadouncientipedoro:el

venenoqueveisenlalancetaconfirmamiidea.Novivirámásdetresdías.—¿Ynopuedehaberremedioposible?—preguntóRosario.—Sinoseleextraeelveneno,notienesalvación;yparamíaúnsiguesiendoun

secretoelmododeextraerlo.Todoloquepuedohaceresaplicarlehierbasalaheridaparaaliviarleeldolor.Elpacienterecobrarálossentidos.Peroelvenenocorromperátodalamasadesusangre,yalostresdíasdejarádeexistir.

Excesiva fue launiversalaflicciónaloíresta sentencia.VendóPablos laheridacomohabíaprometido,yluegoseretiró,seguidodesuscompañeros;sólosequedóRosario en la celda al habérsele asignado, a instancias suyas, el cuidado del abad.Ambrosio, sin fuerzas después de la violencia de sus esfuerzos, había caído en unprofundo sopor. Tan completamente agotado estaba por el cansancio que apenasmanifestabasignosdevida.Yaúnseencontrabaenesteestadocuandoregresaronlosmonjesparaversisehabíaoperadoalgúncambio.RetiróPabloslavendaquecubríala herida, movido más por la curiosidad que por la esperanza de descubrir algún

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síntomafavorable.¡Ycuálnofuesuasombro,cuandodescubrióquelainflamaciónhabía desaparecido completamente! Pinchó la mano: su lanceta salió limpia y sinmancha.Noseveíaseñalalgunadeveneno.Ydenoapreciarsedemaneravisibleelorificio, aún habría puesto en duda Pablos que hubiese existido herida de ningunaclase.

Comunicólanoticiaaloshermanos:laalegríasólofuecomparablealasorpresa.Este último sentimiento, sin embargo, lo disipó al explicar la circunstancia deacuerdoconsuspropiasideas.Estabanconvencidosdequesusuperioreraunsanto,ypensabanquenadamásnaturalqueelqueSanFranciscohubierahechounmilagroen su favor. Esta opinión fue acogida unánimemente. Y la declararon tanruidosamente,yvociferaron«¡Milagro! ¡Milagro!»con tanto fervorqueno tardaronenturbarlossueñosdeAmbrosio.

Inmediatamente,losmonjesseagruparonalrededordesucama,yleexpresaronsu alegría ante la prodigiosa recuperación. Había recobrado completamente sussentidosynosentíanada,salvounaciertalanguidezydebilidad.Pablosleadministróunamedicinatonificanteyleaconsejóqueguardasecamadosdías.Luegoseretiró,recomendandoalpacientequenohablasedemasiado,sinoqueprocurasedescansar.Losdemásmonjessiguieronsuejemplo,yelabadyRosariosequedaronsintestigos.

Duranteunosminutos,Ambrosiocontemplóasuacompañanteconunamezcladeplacer y aprensión. Ella estaba sentada en el borde de la cama, con la cabezainclinadaycubiertacomosiempreconlacogulladelhábito.

—¿Aúnestáisaquí,Matilde?—dijoel fraileal fin—.¿Noestáissatisfechaconhaberme puesto en ocasión tan próxima a la muerte que nada sino unmilagro hapodido salvarme de la tumba? ¡Ah!, sin duda ha sido el cielo quien ha enviado laserpienteparacastigarme...

Matildeleinterrumpióponiéndoleunamanoenloslabioscongestoalegre.—¡Chist,padre!¡Chist!¡Nodebéishablar!—Quienhadadoesaordenignoralasurgentescuestionesquetengoquedecir.—Pero yo sí, y sin embargo, os doy la misma orden terminante. Me han

encargadoqueoscuide,asíquenodebéisdesobedecerme.—¡Estáisdehumor,Matilde!—Puedequesí:acabodetenerunplacercomojamáshabíatenidoenlavida.—¿Quéplacer?—Tengoqueocultarloatodos,perosobretodoavos.—¿Sobretodoamí?Porfavor,osloruego,Matilde...—¡Chist, padre! ¡Chist! No debéis hablar. Pero puesto que no parecéis tener

deseosdedormir,¿permitísqueprocureentretenerosconmiarpa?—¡Cómo!Noteníaideadequesupieraismúsica.—¡Oh,soymuymalatañedora!Peropuestoqueoshanprescritosilenciodurante

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cuarentayochohoras,procurarédistraeroscuandoestéiscansadodevuestraspropiasreflexiones.Voyatraerelarpa.

Notardóenregresarconella.—Bueno, padre; ¿qué queréis que cante? ¿Queréis oír la balada que trata del

valerosoDurandarte,quemurióenlafamosabatalladeRoncesvalles?—Comoqueráis,Matilde.—¡Oh! ¡No me llaméis Matilde! ¡Llamadme Rosario, llamadme amigo! Son

nombresquemegustaoírdevuestroslabios.¡Ahoraescuchad!Templóelarpa,ydespuésejecutóunpreludiocontanexquisitogustoquereveló

unperfectodominiodelinstrumento.Tocóunatonadamelodiosaysentida.Aloírla,Ambrosio sintió que le desaparecía el desasosiego, y que una plácida melancolíainundaba supecho.Súbitamente,Matildecambiódeaire: conmano firmey rápidaarrancóunosacordesmarciales,yluegocantólasiguientebaladaenuntonoalavezsencilloymelodioso:

DURANDARTEYBELERMA

TristeyterribleeslahistoriaDelabatalladeRoncesvalles,

EnaquellosfatalescamposdegloriaDondeperecieronmuyesforzadoscaballeros,

AllícayóDurandarte;jamásVersoalgunocantóamásnoblecapitán.

AntesquesuslabiossecerrasenParasiempre,asíexclamó:

«¡Oh,Belerma!¡Oh,amadamía!¡Paramidolorydichanacida!Sietelargosañosteheservido,

Sietelargosañosganétusdesdenes.

»YahoraquetucorazónharespondidoAmisdeseos,yardecomoelmío,

Eldestinocruel,negándomeladicha,Memandarenunciaralaesperanza.

»¡Ah!Aunquemuerojoven,créeme,Nomearrancalamuerteestaqueja;

¡Esperderte,esdejarte,Loquemehaceduromorir!

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»¡Oh,primomíoMontesinos!Porlafirmeyqueridaamistad

Quehuboentrenosotrosdesdejóvenes,¡Escuchadmisúplicapostrera!

»Cuandomialma,olvidandoestecuerpo,Busqueansiosaunaatmósferamáspura,ArrancaddemipechoelcorazónfríoYentregadloalcuidadodeBelerma.

»DecidlequeeldueñodemistierrasLanombróensuúltimosuspiro.

DecidlequemislabioslabendijeronAntesquelamuertelossellara.

»Decidle,primo,cuánsinceramenteDosvecesporsemanalaadoraba.Dosvecesporsemana,pedidle,

Quereceporquienlaamódeestamanera.

»Montesinos,yaestácerca,ahora,Elinstantequeseñalamidestino.

¡Mirad!¡Mibrazohaperdidosufuerza!¡Mirad!¡Semecaemifielespada!

»¡Ojosquemevisteispartir,Nomeveréisyamásregresar!

¡Primo,contenedesaslágrimasvuestras,Ydejadquemuerasobrevuestropecho!

»Alcerrarmisojosvuestramanogenerosa,Unfavormásquieroimploraros:RezadporeldescansodemialmaCuandoelcorazónmedejedelatir;

»QueJesús,atendiendoaún,Generoso,alasúplicadeuncristiano,

SedigneaceptarmiespírituYleconcedaunlugarenelcielo.»

AsíhablóelvalerosoDurandarte

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Ysugrancorazónpartióseendos.Grandefuelaalegríadelosmoros

Conlamuertedelesforzadocaballero.

Llorandoamargamente,MontesinosQuitóleelyelmoylaespada;

Llorandoamargamente,Montesinos,Cavólasepulturadesuprimo.

ParacumplirsupromesaLesacódelpechoelcorazón

AfindequeBelerma,¡desdichada!,Recibiesesuúltimolegado.

TristeestabaelcorazóndeMontesinos,Sentíaelpechodesgarrado.«¡Oh,primomíoDurandarte,

Quédesdichalamía,vertumuerte!

»Dedulcedonaire,depuramerced,Carácteramableyfierovalor,

¡Guerreromásnoble,másdulce,másbravo,Jamásverálaluz!

»¡Ayprimomío!¡Misojostebañan!¡Cómotepodrésobrevivir!

Durandarte,aquelquetemató¿Porquémedejaamívivir?»

MientrasMatildecantaba,Ambrosioescuchabacondeleite:jamáshabíaoídovozmásarmoniosa,ysepreguntabacómosonestancelestialespodíanserproducidosporcriaturasquenoeranángeles.Peroaunquesepermitióelgocedeloído,unasimplemiradaleconvenciódequenodebíafiarsedeldelavista.Lacantoraestabasentadaaciertadistanciadesulecho.Laactitudconqueseinclinabasobresuarpaeranaturalygraciosa.Lacogullaselehabíadeslizadohaciaatrásunpocomásdelohabitual,dejando ver unos labios de coral,maduros, frescos y cálidos, y una barbilla cuyoshoyuelosparecíanocultarmilcupidos.Laanchamangadesuhábitohabría rozadolas cuerdas del instrumento, pero ella había evitado la molestia subiéndosela porencima del codo; y de este modo vio Ambrosio que el brazo descubierto estabadotado de la más perfecta simetría, y que la delicadeza de su piel podía habercompetidoenblancuraconlanieve.Ambrosionoseatrevióamirarmás.Unaojeada

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lehabíabastadoparaconvencersedelopeligrosaqueeralapresenciadeestacriaturaseductora.Cerrólosojos,peroluchóenvanoporborrarladesupensamiento.Siguióviéndola allí, adornada con todas las prendas que su enfebrecida imaginación eracapazdeforjar.Cadaunodelosencantosquehabíavistoselopresentabaaúnmáshermoso,ylosquehabíanpermanecidoocultos,suimaginaciónlosrepresentabaconespléndidoscolores.Sinembargo,aúnestabanpresentesensumemoriasusvotos,asícomo lanecesidaddemantenerlos.Luchócontraeldeseo,yseestremecióaldarsecuentadeloprofundoqueeraelabismoqueteníaantesí.

Matilde había dejado de cantar. Temiendo la influencia de sus encantos,AmbrosiosiguióconlosojoscerradosyelevósusplegariasaSanFranciscoparaquelesocorrieseentanpeligrosotrance.Matildecreyóquesehabíadormido.Selevantó,seacercóalacamasigilosamente,yleobservóconatenciónduranteunosminutos.

—¡Se ha dormido! —dijo por fin en voz baja, aunque el abad la oyóperfectamente—.¡Ahorapuedomirarlesinofenderle!¡Puedomezclarmialientoconel suyo; puedo extasiarme en su semblante sin que piense él que pueda haberimpurezaniengaño!¡Temequeleseduzcayleinduzcaaviolarsusvotos!¡Oh!¡Quéinjusto! De querer yo excitar su deseo, ¿le ocultaría tan cuidadosamente misemblante?Estesemblante,delqueleoigoadiario...

Secalló,ysesumióensuspropiospensamientos.—¡Ayermismo—prosiguió—,haceunashorasincluso,eraqueridaporél!¡Me

estimaba, y mi corazón se sentía con ello satisfecho! ¡Ahora! ¡Oh, ahora, quécruelmente ha cambiadomi situación! ¡Memira con recelo! ¡Me pide que le dejeparasiempre!¡Oh,tú,santomío!¡Ídolomío!¡Tú,queocupaselsegundolugarenmipecho, juntoaDios!Dentrodedosdías,micorazónquedarádesveladoante ti. ¡Sihubieras conocido mis sentimientos cuando presenciaba tu agonía! ¡Si hubierassabido lomuchoque tus sufrimientoshanhechoaumentarmiamorpor ti!Peroyallegaráelmomentoenque te convenzasdequemipasiónespuraydesinteresada.¡Entoncestecompadecerásdemí,ysentiráselpesoenterodeestasamarguras!

Aldeciresto,suvozseahogóenunsollozo.Alinclinarsesobreél,lecayóunalágrimaensumejilla.

—¡Ah!¡Lehemolestado!—exclamóMatilde,yseretiróapresuradamente.Sualarma fue infundada.Nohaysueñomásprofundoqueeldeaquelqueestá

decididoanodespertar.Elfrailesehallabaenestadisposicióndeánimo:aúnparecíasumidoenundescansoquecadaminutosevolvíamásdifícildedisfrutar.Laardientelágrimahabíainfundidocalorasucorazón.

«¡Cuánto afecto! ¡Cuánta pureza! —se dijo para sus adentros—. ¡Ah!, si mipecho se conmueve de estemodo por la compasión, ¿qué ocurriría si lo agitara elamor?»

AbandonóMatildeotravezsuasiento,yse retiróaciertadistanciade lacama.

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Ambrosio se aventuró a abrir los ojos, y a lanzarle unamirada temerosa.Vio quetenía la cara vuelta hacia el otro lado; su cabeza descansaba sobre el arpa enmelancólicapostura,ycontemplabaelcuadroquecolgabafrenteallecho.

—¡Feliz,felizimagen!—exclamó,dirigiéndosealahermosaVirgen—.¡Atiesaquienélofrecesusoraciones!¡Atiaquienvuelvelosojosconadmiración!Yocreíaquealiviaríasmispesares,peronohashechosinoaumentarsupeso.Mehashechocomprenderquedehaberleconocidoantesdepronunciar susvotos,Ambrosioy lafelicidad habrían sido míos. ¡Con qué placer contempla él este cuadro! ¡Con quéfervordirigesuplegariaaestaimageninsensible!¡Ah!¿Nopodríanestarinspiradosestossentimientossuyosporalgúngenioamableysecreto,partidariodemiafecto?¿No podría ser el instinto natural del hombre el que le instruye...? ¡Callad, vanasesperanzas!NoalentéisunaideaqueempañaelesplendordelavirtuddeAmbrosio.Es la religiónyno labelleza laqueatrae suadmiración.Noesante lamujer, sinoanteladeidad,antequienélsearrodilla.¡OjaládijesetansóloquedenohaberestadoprometidoyaalaiglesianohabríadespreciadoaMatilde!¡Oh!¡Dejadmealmenosabrigarestaideaadorable!Quizáaccedaareconocerquesientepormíalgomásquepiedad, y que un afecto como el mío puede merecer reciprocidad. ¡Quizá loreconozcaasícuandoyomeencuentreenellechodelamuerte!Entoncesnotendráquetemerquebrantarsusvotos,ylaconfesióndesuafectomealiviarálosdoloresdelaagonía. ¡Siyoestuviese seguradeeso! ¡Oh! ¡Conquévehemencia suspiraríayoporquellegaseelinstantedemidisolución!

El abad no perdió una sola sílaba de este discurso; y el tono con queMatildepronunció las últimas palabras le traspasó el corazón. Involuntariamente, alzó lacabezadelaalmohada.

—¡Matilde!—dijoconvozturbada—.¡Oh,Matildemía!Aloírestaspalabras,Matildesesobresaltóysevolviósúbitamentehaciaél.La

rapidezdelmovimientohizoquelecayesedeltodolacogulla.Susemblantequedócompletamentealdescubierto ante losojos inquisitivosdelmonje. ¡Cuálno fue suestupor al contemplar la réplica exacta de su admirada imagen de la Virgen! ¡Lamismaexquisitaproporciónderasgos,lamismaabundanciadedoradoscabellos,losmismos labios sonrosados, ojos celestiales y majestuosidad de gesto adornaban aMatilde! Profiriendo una exclamación de sorpresa,Ambrosio cayó de nuevo en laalmohada,sinsabersilacriaturaqueteníadelanteeramortalodivina.

Matilde pareció sentirse confundida. Se quedó inmóvil, y se apoyó en suinstrumento.Teníalosojosfijosenelsuelo,ysusblancasmejillassehabíanteñidoderubor.Alrecobrarse,suprimermovimientofueocultarsusemblante.Luego,convozturbadaeinsegura,seaventuróadecirestaspalabrasalfraile:

—Elazarhahechoquedescubráisunsecretoquesólohabríareveladoyoenmilechodemuerte.Sí,Ambrosio:enMatildedeVillanegastenéiseloriginaldevuestra

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amadaimagendelaVirgen.Pocodespuésdeconcebirmidesventuradapasión,semeocurrió la idea de enviaros mi retrato: una multitud de admiradores me habíanconvencido de que yo poseía alguna belleza, y estaba deseosa de saber qué efectopodría producir en vos. Mandé pintar mi retrato aMartín Galuppi, célebre pintorvenecianoqueporentoncesresidíaenMadrid.Elparecidoquesacófueasombroso.Lo envié a la abadía de capuchinos como para venderlo, y el judío a quien se locomprasteis era uno de mis emisarios. Porque lo comprasteis vos. Juzgad mientusiasmocuandomeinformaronquelohabíaiscontempladoconadmiración,omásbien con adoración; que lo habíais colgado en vuestra celda, y que no dirigíaisvuestrassúplicasaningúnotrosanto.¿Meharáestedescubrimiento,aúnmás,objetodesospecha?Sinembargo,deberíaconvencerosdelapurezademiafecto,ymoverosa concederme vuestra compañía y estima. Os he oído diariamente entonar lasalabanzas de mi retrato, he sido testigo ocular de los transportes que su bellezaproduceenvos;sinembargo,nohequeridoemplearesasarmas,quevosmismomehabéis proporcionado, contra vuestra virtud.Oculté a vuestros ojos aquellos rasgosquevosamabaisinconscientemente.Procurénoexcitardeseoalgunomostrandomisencantos,yhaciéndomedueñadevuestrocorazónpormediodevuestrossentidos.Miúnico objetivo era atraer vuestra atención atendiendo asiduamente a los deberesreligiosos,ganarvuestraestimaconvenciéndoosdequemipropósitoeravirtuosoymi devoción sincera. Lo conseguí: me convertí en vuestro compañero y vuestroamigo.Ocultémisexoavuestroconocimiento,ydenohabermeasaltadoeltemordeser descubierta, jamásme habríais conocidomás que comoRosario. ¿Y aún estáisdecididoaecharmedevuestrolado?¿Nomepermitísquepaseenvuestracompañíalas pocas horas que me quedan? ¡Oh, hablad, Ambrosio, y decidme que puedoquedarme!

Estediscursodioocasiónalabadpara recobrarse.Sedabacuentadeque,en lapresente disposición de ánimo, la única escapatoria frente al poder de aquellaencantadoramujereraevitarsucompañía.

—Vuestradeclaraciónmehadejadotanasombrado—dijo—,queenesteinstantemesiento incapazdecontestaros.No insistáisenqueosdéunarespuesta,Matilde;dejadmeahora.Necesitoestarsolo.

—Osobedezco;peroantesde irme,prometedmeno insistirenqueabandone laabadíainmediatamente.

—Matilde, pensad en vuestra situación; pensad en las consecuencias si osquedáis.Nuestraseparaciónesindispensable,yasíhadeser.

—¡Perohoyno,padre!¡Oh!¡Porcompasión,hoyno!—Me presionáis demasiado, pero no puedo resistirme a ese tono de súplica:

accedo a que os quedéis aquí el tiempo suficiente para preparar de algún modovuestramarchaanteloshermanos.Osquedaréisdosdías;peroaltercero...—suspiró

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involuntariamente—.Recordadquealtercerodeberéismarcharosparasiempre.Matildelecogiólamanoconvehemenciayposóenellasuslabios.—¿Al tercero?—exclamó con aire de extraviada solemnidad—. ¡Tenéis razón,

padre!¡Tenéisrazón!¡Altercerdíatendremosquesepararnosparasiempre!Unaespantosaexpresión relampagueóensusojos,alpronunciarestaspalabras,

quellenódehorrorelalmadelfraile.Besóellasumanootravezysaliórápidamentedelacámara.

Deseoso de autorizar la presencia de tan peligrosa huésped, y consciente noobstante de que su permanencia infringía las reglas de su orden, el pecho deAmbrosio se convirtió en escenario de batalla de mil encontradas pasiones. Porúltimo,suafectoporelfingidoRosario,ayudadoporelardornaturaldesucarácter,pareció inclinar la victoria de su parte. El éxito estuvo asegurado cuando lapresunciónqueconstituíaelfundamentodesucarácteracudióenauxiliodeMatilde.Elmonjeconsideróquevencer la tentación suponíaunmérito infinitamentemayorqueevitarla.Pensóquemásbiendebíaalegrarsedelaocasiónqueselebrindabadeprobarlafirmezadesuvirtud.SanAntoniohabíaresistidoatodaslasseduccionesdela concupiscencia; ¿por qué no podía él?Además, SanAntonio fue tentado por eldiablo,quepusoenprácticatodassusartesparaexcitarsuspasiones,mientrasqueelpeligrodeAmbrosioproveníadeunameramujermortal,temerosaymodesta,cuyotemoralacaídaeranomenosviolentoqueelsuyopropio.

«Sí—se dijo—; la desventurada se quedará. No tengo nada que temer de supresencia. Aun cuando resultase ser yo demasiado débil para resistir la tentación,estoyasalvodelpeligro,mercedalainocenciadeMatilde.»

Ambrosio debería haber sabido que, para un corazón inexperto, el vicio essiempremáspeligrosocuandoseocultatraslamáscaradelavirtud.

SesintiótanperfectamenterecuperadoquecuandoelpadrePabloslevisitóotravezporlanoche,lepidiópermisoparaabandonarsuaposentoaldíasiguiente.Lefueconcedidasupetición.Matildenovolvióaaparecermásesatarde,salvoencompañíade los monjes, cuando entraron todos juntos a interesarse por la salud del abad.Parecía temer conversar con él en privado, y sólo permaneció unosminutos en lahabitación.Elfrailedurmióbien.Peroserepitieronlossueñosdelanocheanterior,ysus sensaciones de voluptuosidad se hicieron aún más agudas e intensas. Ante élflotaron las mismas visiones voluptuosas: Matilde, con todo el esplendor de subelleza, se abrazaba a su pecho y le prodigaba las más ardientes caricias. El lecorrespondía con lamisma ansiedad, y ya estaba a punto de satisfacer sus deseos,cuando la pérfida figuradesapareció, dejándole sumido en todos los horrores de lavergüenzayladecepción.

Despuntóeldía.Cansado, abrumadoyexhaustoporestos sueñosprovocativos,nosesintióconánimosdeabandonarlacama.Seexcusódeasistiralosmaitines.Era

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laprimeravezensuvidaquefaltaba.Selevantótarde.EntodoeldíanotuvoocasióndehablarconMatildesin testigos.Suceldaestabaconstantemente llenademonjesdeseosos de expresarle su preocupación por su salud; y aún andaba ocupado enrecibir sus congratulaciones por su recuperación, cuando la campana los llamó atodosalrefectorio.

Después de comer, los monjes se separaron y se dispersaron por el jardín,buscando un sitio donde la sombra de los árboles o el retiro de alguna gruta lesofreciese elmás agradablemedio de dormir la siesta. El abad encaminó sus pasoshacialaermita,invitandoaMatildeconunamiradaaqueleacompañase.Obedecióella,y lesiguióensilencio.Entraronen lagrutaysesentaron.Ningunode losdosparecíadeseosodeiniciarlaconversación,ysedebatíanbajolainfluenciadelmutuoembarazo. Por último, habló el abad: se limitó a comentar cosas indiferentes, yMatilde le contestó en el mismo tono. Parecía deseosa de hacerle olvidar que lapersona que estaba sentada a su lado era otra queRosario.Ninguno de los dos seatrevía ni deseaba tampoco hacer alusión al tema quemás presente estaba en suscorazones.

Los esfuerzos de Matilde por parecer alegre eran evidentemente dificultosos.Tenía el ánimooprimidopor el peso de la ansiedad, y cuandohablaba, su voz eradesmayadaydébil.Parecíadeseosade terminarunaconversaciónque laaturdía;yquejándose de que no se sentía bien, pidió permiso aAmbrosio para regresar a laabadía.Éste laacompañóhasta lapuertade lacelda;ycuando llegaron,el abad ladetuvo para comunicarle que le daba permiso para que siguiese compartiendo susoledadeltiempoqueellagustase.

Peroellanodiomuestraalgunadealegríaanteestanoticia,apesardequeeldíaanteriorhabíaestadotandeseosadeconseguirtalpermiso.

—¡Ay, padre!—dijo,moviendo la cabeza tristemente—. ¡Vuestra bondad llegademasiado tarde!Mi última hora está señalada.Debemos separarnos para siempre.¡Sin embargo, creed que agradezco vuestra generosidad, y vuestra compasión, porunadesventuradaquetanpocolamerece!

Sellevóelpañueloalosojos.Teníalacogullasólomedioechadasobrelacara.Ambrosioobservóqueestabapálida,yconlosojoscargadosyhundidos.

—¡Válgame Dios! —exclamó—. ¡Estáis muy enferma, Matilde! Voy a llamarinmediatamentealpadrePablos.

—No; no lo hagáis. Estoy enferma, es cierto. Pero él no puede curar mienfermedad.¡Adiós,padre!Recordadmeenvuestrasoracionesmañana;mientras,¡yoosrecordaréenelcielo!

Entróenlaceldaycerrólapuerta.El abad le envió el médico sin perder un instante, y aguardó impaciente el

diagnóstico. Pero el padre Pablos regresó en seguida y declaró que había sido en

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balde.Rosariosenegabaadejarleentraryrechazabasusofrecimientosdeayuda.Nofue pequeña la desazón que esta información produjo a Ambrosio. Sin embargo,decidió dejar queMatilde pasase la noche como deseaba; aunque, si su estado nohabíamejoradoporlamañana,insistiríaenquelareconocieseelpadrePablos.

Nosentíadeseosdedormir.Abriólaventanaysepusoacontemplarlosrayosdela lunaque jugabansobreelpequeñoriachuelocuyasaguasbañaban losmurosdelmonasterio.Elfrescordelabrisaylatranquilidaddelahorainfundieronenelánimodelfraileunavagatristeza.PensóenlabellezayelafectodeMatilde,enlosplaceresquepodíahabercompartidoconella,denohaberseencontradosujetoporlosgrillosmonásticos.Pensóquealcarecerdeesperanza,elamordeellaacabaríaporsucumbir;quesinduda lograríaapagarsupasiónybuscaría la felicidaden losbrazosdeotromásafortunado.SeestremecióanteelvacíoquelaausenciadeMatildedejaríaensucorazón.Considerócondisgusto lamonotoníadelconvento,yexhalóunsuspiroalpensar en elmundo, del que se hallaba separado para siempre.Una llamada en lapuertaleinterrumpiótodasestasreflexiones.Lacampanadelaiglesiahabíadadoyalas dos.El abad corrió a averiguar la causa de esta intromisión.Abrió la puerta, yentróunhermanolego,cuyosemblantedenotabaagitaciónypremura.

—¡Apresuraos, reverendopadre!—dijo—.Correda laceldadel jovenRosario.Noparadeinsistirenquequiereveros.Estáapuntodemorir.

—¡Diosmisericordioso!¿DóndeestáelpadrePablos?¿Porquénoestáconél?¡Oh,tengomiedo!¡Tengomiedo!

—El padre Pablos le ha visto ya, pero su arte no puede hacer nada. Dice quesospechaqueeljovenestáenvenenado.

—¿Envenenado?¡Oh!¡Eldesventurado!¡Entoncesesloqueyomesospechaba!Peronoperdamosuninstante.¡Quizáaúnhayatiempodesalvarle!

Echóacorrerhacialaceldadelnovicio.Habíayavariosmonjesensucámara.ElpadrePabloseraunodeellos,ysosteníaunamedicinaenlamano,lacualtratabandepersuadiraRosarioquesetomase;losdemásestabanocupadosenadmirareldivinosemblante del paciente, que ahora veían por primera vez. Su expresión era másencantadora que nunca. Ya no estaba pálido ni lánguido. Un vivo rubor se habíaextendido por sus mejillas; sus ojos brillaban con una alegría serena, y su gestoexpresabaconfianzayresignación.

—¡Oh, no me atormentéis más! —estaba diciendo a Pablos, cuando entró elaterrado abad en la celda—; mi enfermedad está mucho más allá del alcance devuestra habilidad, y no deseo queme curéis de ella.—Luego, al ver aAmbrosio,exclamó—: ¡Ah! ¡Aquíestá! ¡Por fin leveootravez,antesdepartirpara siempre!Dejadme, hermanos; esmucho lo que tengo que contar en privado a este hombresanto.

Losmonjesseretiraroninmediatamente,yMatildeyelabadsequedaronsolos.

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—¿Qué habéis hecho, imprudentemujer?—exclamó éste, tan pronto como sehubieronmarchadotodos—.Decidme,¿sonciertasmissospechas?¿Voyaperderosefectivamente?¿Hasidovuestramanoelinstrumentodevuestradestrucción?

Ellasonrióylecogiólamano.—¿Enquéhesidoimprudente,padre?Hesacrificadounguijarroparasalvarun

diamante.Mimuertepreservaunavidavaliosaparaelmundo,ymásqueridaparamíquelamíapropia.Sí,padre:meheenvenenado.Perosabedqueestevenenocirculóantesporvuestrasvenas.

—¡Matilde!—Comoosdigo,estabadispuestaanorevelároslomásqueenellechodemuerte.

Ahora,hallegadoesemomento.Nopodéishaberolvidadoeldíaenqueosmordióelcientipedoro.Elmédicoosdesahució,declarándoseimpotenteparaextraerelveneno.Yosabíaunmedio,ynovaciléun instanteenemplearlo.Medejaronsolaconvos:vosdormíais.Osquitélavendadelamano;besélaherida,yextrajelaponzoñaconmislabios.Elefectohasidomásrápidodeloqueyoesperaba.Sientolamuerteenmicorazón.Antesdeunahora,habrépasadoaunmundomejor.

—¡Dios todopoderoso!—exclamó el abad, y se dejó caer casi exánime en lacama.

Unosminutosdespués,se levantódepronto,ysequedómirandoaMatildecontodoelextravíodeladesesperación.

—¡Os habéis sacrificado por mí! ¡Vais a morir, a morir por haber salvado aAmbrosio! ¿Pero no existe un remedio, Matilde? ¿No existe ninguna esperanza?¡Decidme!¡Oh!¡Decídmelo!¡Decidmequeaúnhayunmediodesalvaros!

—¡Consolaos,miúnicoamigo!Sí,aúntengoenmipoderunmediodesalvarme.Pero es un medio que no me atrevo a emplear. ¡Es peligroso! ¡Es terrible! Seríacomprarmividaaunpreciodemasiadocaro...,amenosquesemepermitiesevivirparavos.

—¡Entonces,vividparamí,Matilde,paramíymigratitud!—Lecogiólamano,y se la llevó arrebatadamente a los labios—. Recordad nuestras últimasconversaciones; pues bien, ahora accedo a todo.Recordad conquévívidos coloresmedescribisteislaunióndelasalmas;queseanlasnuestraslasquerealicenesaidea.Olvidemos las distinciones de los sexos, despreciemos los prejuicios delmundo, yconsiderémonos el uno al otro tan sólo como hermanos y amigos. ¡Vivid, pues,Matilde!¡Oh!¡Vividparamí!

—¡Ambrosio, eso no puede ser! Cuando yo pensaba así, os engañaba y meengañaba a mí misma. O muero ahora mismo, o me matarán los interminablestormentos del deseo insatisfecho. ¡Oh!, desde nuestra última conversación, se harasgadoelveloespantosoqueteníadelantedelosojos.Noosamoyaconladevociónquese tributaaunsanto;yanoosapreciopor lasvirtudesdevuestraalma: loque

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anhelo es el goce de vuestra persona. En mi pecho domina la mujer, y me heconvertidoenpresadelasmásviolentaspasiones.¡Fueralaamistad,queespalabrafríaeinsensible!Mipechoardedeamor,deincontenibleamor,ysóloelamorpuedeaplacarlo. ¡Temblad,pues,Ambrosio, temblad, si sonescuchadasvuestrassúplicas!Si vivo, vuestra fidelidad, vuestra reputación, la recompensa por vuestra vida desufrimientos, todocuantoestimáis, sehabráperdido irremediablemente.Yano serécapazdecombatirmispasiones,aprovecharécualquierocasiónparaexcitarvuestrosdeseos,ymeesforzaréenlabrarvuestradeshonraylamía.¡No,no,Ambrosio!¡Yano puedo vivir! Estoy cada vez más convencida de que no tengo más que unaalternativa;sientoconcadalatidoquedebogozardevos,omorir.

—¡Medejáisestupefacto!¡Matilde!¿Soisvoslaquemehabláisasí?Hizo un movimiento como para levantarse. Ella profirió un grito, y medio

incorporándose de la cama, echó los brazos en torno al cuello del fraile paradetenerle.

—¡Oh! ¡Nome dejéis! ¡Escuchadmis errores con compasión! Dentro de unashoras,noexistiré;unpocomás,ymehabrélibradodeestapasiónvergonzosa.

—¡Desdichada! ¿Qué puedo deciros? Yo no puedo... No debo... ¡Pero vivid,Matilde!¡Oh!¡Vivid!

—No os dais cuenta de lo que pedís. ¿Pues qué? ¿Viviré para hundirme en lainfamia?¿Paraconvertirmeenagentedelmal?¿Paralabrarladestruccióndelosdos,lavuestraylamía?¡Sentidestecorazón,padre!

Lecogiólamano.Confundido,turbadoyfascinado,nolaretiró,ysintiódebajodeellapalpitarsucorazón.

—¡Sentidestecorazón,padre!Aúnlohabitanelhonor,laverdadylacastidad.Simañanasiguelatiendo,serápresadelosmásnegroscrímenes.¡Oh!¡Dejad,pues,quemuera hoy! ¡Dejad que muera, mientras aún merezco las lágrimas del virtuoso!¡Quieroexpirarasí!—reclinólacabezasobreelhombrodeél,ysudoradocabellosederramó sobre su pecho—. Cobijada en vuestros brazos, me sumiré en el sueño,vuestramano cerrarámis ojos para siempre, y vuestros labios recibiránmi últimoaliento.¿Pensaréisalgunavezenmí?¿Noderramaréisalgunavezunalágrimasobremitumba?¡Oh!¡Sí!¡Sí!¡Sí!¡Estebesoesmigarantía!

Eraunahoraavanzada.El silencio reinabaalrededor.La luzdesmayadadeunalámpara solitaria iluminaba la figura de Matilde y difundía por la cámara unresplandorconfusoymisterioso.Ningúnojoindiscreto,ningúnoídocuriosovigilabaalosamantes.Noseoíanada,sinolosmelodiososacentosdeMatilde.Ambrosiosehallaba en pleno vigor de la virilidad. Vio ante sí a una mujer joven y hermosa,salvadoradesuvida,adoradoradesupersona,ycuyoafectolahabíallevadohastaelborde de la tumba. Estaba sentado junto a la cama, su mano descansaba sobre elpechodeella,queasuvezapoyabalacabezasobresupecho.¿Quétienedeextraño

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quecayeraenlatentación?Ebriodedeseo,apretóloslabiossobreloslabiosquelebuscaban.SusbesoscompitieronconlosdeMatildeenardorypasión.Laestrechóarrebatadamenteentresusbrazos.Olvidósusvotos,susantidadysufama.Notuvoencuentaotracosaqueelplacerylaocasión.

—¡Ambrosio!¡Oh!¡Ambrosiomío!—suspiróMatilde.—¡Tuyo,tuyoparasiempre!—murmuróelfraile,ysederrumbósobreelpecho

deella.

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CapítuloIII

—ThessearetheVillainsWhomalltheTravellersdofearsomuch—

SomeofthemareGentlemen,SuchasthefuryofungovernedYouthThrustfromthecompanyofawfulMen

SHAKESPEARE,DosgentileshombresdeVerona

El marqués y Lorenzo prosiguieron en silencio hacia el palacio. El primero,entregadoaevocar todas lascircunstanciasque recordabaquepudiesenproducir laopiniónmás favorable enLorenzo, sobre sus relaciones con Inés.En tanto el otro,justamente alarmado por el honor de su familia, se sentía desconcertado por lapresenciadelmarqués.Ellancequeacababadepresenciarleimpedíatratarlecomoamigo;yhabiéndoseconfiadolos interesesdeAntoniaasumediación,considerabapoco oportuno tratarle como enemigo. De estas reflexiones concluyó que lo másprudente era guardar silencio, y esperar con impaciencia la explicación de donRaimundo.

LlegaronalpalaciodelasCisternas.Elmarquéslecondujoinmediatamenteasuaposento,ycomenzóaexpresarlesusatisfacciónporhaberleencontradoenMadrid.Lorenzoleinterrumpió:

—Excusadme,señor—dijoentonodistante—,sirespondoconalgunafrialdadavuestras expresiones de estima. En este asunto está implicado el honor de mihermana:hastaquequedeestablecidoyaclaradoelobjetodevuestracorrespondenciacon Inés no puedo consideraros como amigo.Estoy deseando oír el significado devuestraconducta,yesperoquenodemoréislaprometidaexplicación.

—Primero,dadmevuestrapalabradequelaoiréisconpacienciaeindulgencia.—Quiero a mi hermana demasiado para juzgarla con dureza; y hasta este

momento,noteníaunamigoalquequisieramásqueavos.Quieroconfesartambién,que estando en vuestro poder darme satisfacción en un asunto que me afecta tanhondo,mesientomuydeseosodeencontrarosaúnmerecedordetodamiestima.

—¡Lorenzo,meconmovéis!NopodríabrindársememayorplacerquelaocasióndeserviralhermanodeInés.

—Convencedmedequepuedoaceptarvuestrosfavoressindeshonor,ynohabráhombreenelmundoaquientengaenmásaltoaprecio.

—Probablemente, vuestra hermana os habrá mencionado ya el nombre deAlfonsodeAlvarada.

—Nunca. Aunque siento por Inés un afecto verdaderamente fraternal, lascircunstanciasnoshanimpedidoestarjuntosmuchotiempo.Deniñafueconfiadaal

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cuidadodesutía,queestabacasadaconunnoblealemán.Permanecióenelcastillodeéstehastahacedosaños,enqueregresóaEspaña,decididaaretirarsedelmundo.

—¡SantoDios!¿Conocíaisvossuintención,ynohicisteisnadapordisuadirla?—Marqués, me ofendéis. La noticia, que me llegó estando en Nápoles, me

consternóprofundamente,ymeapresuréaregresaraMadridconelexpresopropósitodeevitarestesacrificio.Encuantollegué,corríalconventodeSantaClara,enelqueInéshabíaescogidohacersunoviciado.Pedíveramihermana.Imaginadmisorpresacuandomeenvióunanegativa.Declarócategóricamenteque,temiendomiinfluenciasobreella,noqueríaaventurarseahablarconmigohastalavísperadepronunciarlosvotos. Supliqué a las monjas; insistí en ver a Inés, y no vacilé enmanifestar misrecelos de que se impedía que la viese en contra de su propia inclinación. Paralibrarse demis acusaciones de violencia, la priora trajo unas líneas escritas con laletrademihermana,queyoconocíatanbien,enlasquerepetíaelmensajequeyamehabíadado.Todoslosintentosquedespuéshiceporconseguirunaentrevistaconellaresultaron tan infructuosos como el primero. Se mantuvo inflexible, y no se mepermitióverlahasta lavísperadeldíaenque ingresóenelclaustroparanodejarlomás.Estaentrevistatuvolugarenpresenciadenuestrosprincipalesparientes.Eralaprimeravezquelaveíadesdequeeraniña,ylaescenafuedelomásconmovedora.Se arrojó sobre mi pecho, me besó, y lloró desconsoladamente. Traté de hacerlarenunciarcontodoslosargumentosposibles,llorando,suplicandoyponiéndomederodillas. Le expliqué todos los rigores de la vida religiosa; pinté a su imaginacióntodoslosplaceresalosqueibaarenunciar,ylesupliquéquemerevelasequéeraloque la hacía rechazar elmundo.Ante esta pregunta se puso pálida, y sus lágrimasbrotaronconmayorabundancia.Mepidióquenoinsistieraenestacuestión.Quemebastasesaberquesuresoluciónestabatomada,yqueelúnicolugardondeellapodíaencontrarlapazeraelconvento.Persistióensupropósitoypronunciólosvotos.Lavisité frecuentemente en las rejas, y cadamomento que pasaba con ellame hacíasentirmásaflicciónporsupérdida.PocodespuésmemarchédeMadrid;regreséayermismoporlatarde;ydesdeentonces,aúnnohetenidotiempodeiralconventodeSantaClara.

—Entonces,hastaqueyonooslohemencionado,¿nohabíaisoídoelnombredeAlfonsodeAlvarada?

—Perdonadme: mi tía me escribió que un aventurero así llamado habíaencontradoelmediodeintroducirseenelcastillodeLindenberg;quehabíalogradoganarse lassimpatíasdemihermana,que inclusohabíaaccedidoahuirconél.Sinembargo, antes de que pudiesen poner en práctica dicho plan, este caballerodescubrió que las propiedades que él creía que poseía Inés en la Española mepertenecían en realidad a mí. Esta información le hizo cambiar los planes.Desaparecióeldíaquehabíanconcertadohuir;eInés,desesperadaanteestaperfidia

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ybajeza,habíadecididoretirarseaunconvento.Añadióquecomoesteaventurerosehabíahechopasarporunamigomío,deseabasabersiyoleconocía.Lecontestéqueno.NoteníaideadequeAlfonsodeAlvaradayelmarquésdelasCisternasfuesenlamismapersona.Ladescripciónquemehabíadadodelprimeronoencajabadeningúnmodoconlaqueyoconocíadelsegundo.

—En esto reconozco fácilmente el pérfido carácter de doña Rodolfa. Cadapalabra de esta relación está marcada con el sello de su malicia, su falsía y suhabilidad para confundir a quienes quiere hacer daño. Perdonadme, Medina, porhablaroscontantadesenvolturadevuestrapariente;eldañoquemehahechoautorizamiresentimiento,ycuandohayáisoídomihistoriaquedaréisconvencidodequemisexpresionesnosondemasiadoseveras.

Acontinuación,comenzósurelatodelasiguientemanera...

HISTORIADEDONRAIMUNDO,MARQUÉSDELASCISTERNAS

Milargaexperiencia,miqueridoLorenzo,mehaconvencidodecuángenerosaesvuestranaturaleza:nohe esperadovuestradeclaraciónde ignorancia respecto a lasaventurasdevuestrahermanaparacomprenderqueoshan sidoocultadascon todaintención. De haber llegado a vuestro conocimiento, ¡cuántas desventuras noshabríamosahorradoInésyyo!¡Peroeldestinohabíadeterminadolocontrario!Vosestabais de viaje cuando conocí a vuestra hermana; y como nuestros enemigoscuidaron de ocultarle a ella vuestra dirección, le fue imposible imploraros vuestraprotecciónyconsejo.

Al marcharme de Salamanca, en cuya Universidad, según he sabido después,habéispermanecidounañodespuésdeirmeyo,emprendíinmediatamenteunaseriedeviajes.Mipadremesuministródineroliberalmente;peroinsistióenqueocultasemilinajeynomedieseaconocersinocomouncaballeroparticular.Estapeticiónsedebíaalosconsejosdeunamigo,elduquedeVillaHermosa,unnoblecuyotalentoyconocimientodelmundomehancausadosiemprelamásprofundaveneración.

—Creedme—medijo—,miqueridoRaimundo;despuésosdaréiscuentadelosbeneficiosdeestatemporaldegradación.EsciertoquecomocondedelasCisternasseríaisrecibidoconlosbrazosabiertosyvuestrajuvenilvanidadsesentiríahalagadapor las atenciones que os lloverían de todos lados. De este otro modo, casi tododependerádevos: tenéisexcelentes recomendaciones,perodebeserasuntovuestroutilizarlas.Deberéis esforzaros en ganar la aprobaciónde aquellos a quienes seréispresentado. Quienes hubiesen buscado con solicitud la amistad del conde de lasCisternas,nohabríantenidointerésenaveriguarvuestrosméritos,niensoportarconpaciencialosdefectosdeAlfonsodeAlvarada.Portanto,cuandoosveáisrealmenteaceptado,podréisatribuirloconseguridadavuestrasbuenascualidades,noavuestro

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linaje, y la distinción que se os haga os resultará infinitamente más satisfactoria.Además,vuestrainsignecunanoospermitiríamezclarosconlasclasesinferioresdela sociedad, cosa que ahora estará en vuestro poder, y de lo cual, en mi opinión,sacaréis considerable beneficio. No limitéis vuestro contacto a los ilustres de lospaísesquevayáisavisitar.Examinadloshábitosycostumbresdelamultitud.Entraden las cabañas, y observad cómo son tratados los vasallos de los extranjeros;aprendedadisminuirlascargasyaaumentarelbienestardelosvuestros.Amimodode ver, entre las ventajas que un joven destinado a la posesión de poder y riquezapuedeobtenerdeunviaje,nodebíatenerpormenosesenciallaocasióndemezclarseconlasclasesquesoninferioresalasuya,yhacersetestigooculardelossufrimientosdelpueblo.

Perdonadme,Lorenzo, siospareceaburridomi relato.Laestrecha relaciónqueahoraexisteentrenosotrosmehaceestardeseosodequeconozcáiscadadetallesobremí; y enmi temor de omitir lamínima circunstancia que pueda induciros a juzgarfavorablementeavuestrahermanayamí,puedequeoscuentemuchascosasqueospareceránsininterés.

Seguíelconsejodelduque;notardéenconvencermedeloatinadoqueera.SalídeEspaña,conel supuesto títulodedonAlfonsodeAlvarada,asistidoporunsolocriado de probada fidelidad. París fue el destino demi primera etapa. Durante untiempomesentíencantado,comoefectivamentesedebedesentirtodohombrequeesjoven,ricoyamantedelosplaceres.Sinembargo,entretodaslasalegrías,sentíaquefaltaba algo a mi corazón. Acabó por hastiarme la disipación: descubría que lasgentesentrelasquevivíaycuyoexterioreratancortésyseductor,eranfrívolasenelfondo,insensiblesehipócritas.MeapartédeloshabitantesdeParísconrepugnancia,yabandonéelteatrodellujosinunsuspirodepesar.

Entonces enderecémi rumbohaciaAlemania con intencióndevisitar lamayorpartedelascortesprincipales.Antesdeestaexpedición,quiseestaralgúntiempoenEstrasburgo. Al descender de mi coche en Luneville para tomar algún refrigerio,observé un espléndido carruaje, escoltado por cuatro criados de rica librea, el cualestabadetenidoalapuertadelLeóndePlata.Pocodespués,estandoyoasomadoalaventana,viaunadamadenoblepresencia,seguidadedosacompañantes,quesubíaenelcarruaje,poniéndoseésteenmarchainmediatamente.

Preguntéalposaderoquiéneraladamaqueacababadepartir.—Una baronesa alemana, monsieur, de gran alcurnia y fortuna. Ha venido a

visitar a laduquesadeLongueville, segúnmehan informado suscriados; ahora sedirigeaEstrasburgo,dondesereuniráconsuesposoyregresaránjuntosasucastillodeAlemania.

Reanudé mi viaje con la intención de llegar a Estrasburgo esa noche. Miesperanza,empero,seviofrustradaalestropearsemicoche.Elaccidenteocurrióen

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medio de un tupido bosque, y nome sentí poco desconcertado sobre qué decisióntomar. Estábamos en pleno invierno. La noche cerraba ya en torno nuestro, yEstrasburgo,queera laciudadmáspróxima,aúndistabadenosotrosvarias leguas.Meparecióquemiúnica alternativa, si noquería pasar la noche en el bosque, eratomarelcaballodelcriadoydirigirmeaEstrasburgo,empresaqueenaquellaépocadelañoestabamuylejosdeseragradable.Sinembargo,noviendootrorecurso,tuvequedecidirmeporhacerloasí.Demodoquecomuniquéloquehabíadeterminadoalpostillón,diciéndoleque leenviaríaaalguienparaque leayudase tanprontocomollegaraaEstrasburgo.Noconfiabademasiadoensuhonradez.PerodadoquedejabaaStephanobienarmado,ysiendoelcocherodeedadavanzada,consideréquenohabíapeligrodeperdermiequipaje.

Afortunadamente,segúnentoncesmepareció,seme:presentólaocasióndepasarla noche más agradablemente de lo que yo esperaba. Al mencionar mi deseo decontinuarsolohastaEstrasburgo,elpostillónmoviólacabezacondesaprobación.

—Es demasiada distancia—dijo—; os será difícil llegar sin un guía. Además,monsieur no parece acostumbrado a los rigores de esta época, y es posible que nopuedasoportarelfríoexcesivo...

—¿Porquémeponéistodasesasobjeciones?—dije,interrumpiéndoleimpaciente—;notengootrasolución:aúnseríamayorelriesgodeperecerdefríosipasamoslanocheenelbosque.

—¿Pasarlanocheenelbosque?—replicó—.¡Uh,porSaintDenis!Noestamosenuntrancetanapurado,porahora.Sinomeequivoco,nosencontramosamenosdecincominutosde lacabañademiviejoamigoBaptiste.Es leñador,ypersonamuyhonrada.Nodudoqueoscobijaráporestanocheconmuchogusto.Entretanto,puedocoger el caballo ensillado e ir aEstrasburgo y volver con gente que pueda repararvuestrocarruajealamanecer.

—¡En nombre deDios!—dije yo—, ¿cómome habéis tenido tanto tiempo ensuspenso?¿Porquénomehabéishabladoantesdeesacabaña?¡Quéestupidez!

—Creíquequizámonsieurnosedignaríaaceptar...—¡Absurdo!¡Vamos,vamos!Nohablemosmás;conducidnossindemoraacasa

deeseleñador.Obedeció, y emprendimos el camino: los caballos tiraban con dificultad del

estropeadovehículo,detrásdenosotros.Micriadosehabíaquedadocasisinhabla,yyoempecéasentir losefectosdel fríoantesde llegara ladeseadacabaña.Eraunaconstrucciónpequeñaaunqueaseada.Alacercarnos,mealegróobservaratravésdelasventanasunfuegoreconfortante.Nuestroconductorllamóalapuerta.Transcurrióunratoantesdeobtenerrespuesta.Lagentedelinteriorpareciódudarsiadmitirnosono.

—¡Vamos! ¡Vamos, amigo Baptiste! —gritó el conductor con impaciencia—.

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¿Quéospasa?¿Estáisdormido?¿Oesquequeréisnegarlecobijoporunanocheauncaballerocuyococheacabadeaveriarseenelbosque?

—¡Ah!¿Soisvos,mibuenClaude?—replicóunavozdehombreenelinterior—.Aguardadunmomento,yosabrirélapuerta.

Poco después descorrieron los cerrojos. Se abrió la puerta y apareció antenosotros un hombre con una lámpara en la mano. Dio al conductor una efusivaacogida,yluegosedirigióamí.

—Entrad, señor; entrad y sed bien venido. Excusadme por no haberos abiertoantes. Pero hay tantos salteadores por estos lugares, que de no ser por vuestroaspecto,oshabríapodidotomarporunodeellos.

Diciendo esto, me condujo a la habitación donde yo había visto el fuego.Inmediatamente, me acomodé en una silla que había cerca de la chimenea. Unamujer,quesupuseseríaesposademianfitrión,selevantódesuasientoalentraryoymeacogióconunaleveyfríareverencia.Nocontestóamisaludo,sinoquevolvióasentarseinmediatamenteyprosiguiólalaborenlaqueestabaocupada.Laactituddesumaridoeraamistosaenlamismamedidaqueladeellaerasecaydesabrida.

—Desearíapoderofrecerosunalojamientomáscómodo,monsieur—dijo—;peronopodernospresumirdetenerdemasiadoespacioenestachoza.Sinembargo,creoque podré cederos un aposento a vos, y otro a vuestro criado. Tendréis queconformarosconunamodestacena;perocuantotenemos,creedme,osloofrecemosdecorazón.—Luego,volviéndoseasumujer—:¡Cómo,cómoesquesiguessentadaahí,Marguerite,contodatranquilidad,comosinohubiesenadaquehacer!¡Muévete,mujer!¡Muévete!Hazalgodecenar;ponsábanaslimpias.Vamos,vamos;echaunostroncosalfuego.Elcaballeroparecemuertodefrío.

Lamujer arrojó su labor sobre lamesayprocedió a ejecutar lasórdenesde suesposoconmanifiestadesgana.Susemblantemehabíadesagradadodesdeelprimermomento. Sin embargo, en conjunto, sus facciones eran incuestionablementehermosas;peroteníalapielcetrinayelcuerpoflacoyendeble.Unaexpresiónceñuday sombría contraía su rostro, confiriéndole tan elocuentes huellas de rencor ymalquerencia,quenopodíanpasarinadvertidasnialobservadormásdistraído.Cadamiradaogestosuyomanifestabadisgustoeimpaciencia,ylacontestaciónqueledioaBaptistecuandoéste le reprochóque replicaraconmalhumora suscortesías, fueáspera,breveycortante.Ensuma,desdeelprincipioconcebítantaantipatíaporellacomo predisposición en favor del marido, cuyo semblante inspiraba estima yconfianza. Tenía una cara franca, sincera y amistosa; susmodales poseían toda lahonradezdelcampesino,sinserrudos.Susmejillaserananchas,llenasycoloradas,yla solidez de su persona parecía ofrecer una amplia defensa de la endeblez de sumujer. Por las arrugas de su frente, juzgué que había rebasado los sesenta. Perosobrellevababienlaedad,yparecíamantenerseaúnfuerteyvigoroso.Laesposano

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podíatenermásdetreintaaños,aunquesuvivacidadysuánimohabíanenvejecidomuchomásquelosdelesposo.

No obstante, a pesar de su desgana, Marguerite empezó a preparar la cena,mientraselleñadorconversabaalegrementesobretemasdiversos.Elpostillón,quealasazónsehabíaprovistodeunabotelladelicor,estabadispuestoyaparasalirhaciaEstrasburgo,ymepreguntósideseabadarlealgunaotraorden.

—¿AEstrasburgo?—interrumpióBaptiste—;nopensaréisiralláestanoche.—Perdonad: si no traigo obreros que arreglen el coche, ¿cómo va a proseguir

monsieursuviajemañana?—Esoesverdad,habíaolvidadoelcoche.Bien,peroClaude,podríaiscomerun

poco,¿no?Totalosharáperdermuypocotiempo,ymonsieuressindudademasiadobueno para enviar allá a alguien con el estómago vacío, y en una noche tantremendamentefríacomoésta.

Asentí con mucho gusto, diciéndole al postillón que no tendría ningunaimportanciaquellegaseyoaEstrasburgoaldíasiguienteunahoraodosmástarde.Mediolasgracias,ysaliendoluegodelacabañaconStephano,entróloscaballosenel establo del leñador. Baptiste les siguió hasta la puerta y se asomó conpreocupación.

—¡Soplaunvientocortante!—dijo—. ¡Mepreguntoqué será loqueentretienetantoaloschicos!Monsieur,lepresentaréadosdelosmuchachosmásapuestosquevisten y calzan. Elmayor tiene veintitrés años, y el otro es un añomás joven.Ensensatez, valor y disposición para el trabajo no hay otros en cincuentamillas a laredonda.¡Ojaláestuvieranyadevuelta!Empiezoapreocuparme.

Margueriteestabaponiendoelmantel.—¿Y vos, no estáis también preocupada por el regreso de vuestros hijos?—le

preguntéaella.—¡Yono!—replicódemalhumor—.Nosonhijosmíos.—¡Vamos,vamos,Marguerite!—dijoelmarido—;noteenfadesconelcaballero

por haberte hecho una simple pregunta. Si no pusieras esa cara de enfado, no tehabríacreídoéltanviejacomoparatenerunhijodeveintitrés.¡Peroyavesloquetebeneficia elmal humor!Excusad la rudeza demi esposa,monsieur. Se enfada pornada; la ha incomodado que no os dierais cuenta de que aún no ha cumplido lostreinta.Hasidoeso,¿verdad,Marguerite?Yasabéis,monsieur, loquisquillosasquesonlasmujeresconlaedad.¡Vamos!¡Vamos,Marguerite!;sonríeunpoco.Aunquenotieneshijostanmayores,lostendrásdentrodeveinteaños,yesperoquevivamoslobastanteparaverlostansanoscomoJacquesyRobert.

Margueritejuntólasmanosconapasionamiento.—¡No lo permita Dios! —dijo—. ¡No lo permita Dios! ¡Si los tuviera, los

estrangularíaconmispropiasmanos!

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Semarchóapresuradamentedelahabitación,ysubióalosaposentos.No pude por menos de manifestar al leñador cuánto le compadecía por verle

encadenadoparasiempreaunacompañeratanhosca.—¡Ah, Señor!Monsieur, a cada uno le toca su parte de calvario, y el mío es

Marguerite. Sin embargo, en el fondo no es mala, sino que está siempremalhumorada.Lopeor es que su afecto por los dos hijos que tuvo con su anteriormarido la hace portarse como una madrastra con los míos. No puede soportar supresencia,ysifueraporella,novolveríanaponerlospiesenestacasa.Peroenesono estoy dispuesto a transigir, y jamás consentiré en abandonar a los pobresmuchachosasusuerteporelmundo,comotantasvecesmehapedidoellaquehaga.Entodolodemás, ladejoquemandeloquequiera;y lociertoesquellevalacasaexcelentemente,esohayquedecirloensufavor.

Estábamos conversando de esta manera, cuando vimos nuestro discursointerrumpidoporunavozquellamóalolejos,desdeelbosque...

—¡Mishijos,espero!—exclamóelleñador,ycorrióaabrirlapuerta.Serepitiólavoz.Ahoradistinguimoselcabalgardecaballos,ypocodespuésse

deteníaantelapuertadelacabañauncarruajeescoltadoporvarioscaballeros.Unode los jinetes preguntó cuánto faltaba para llegar a Estrasburgo. Como se habíadirigidoamí,ledijeelnúmerodemillasqueClaudemehabíadichoantes;alocualdescargóuna andanadademaldiciones contra los cocheros por haber extraviado elcamino.Informóacontinuaciónalaspersonasdelinteriordelcochedeladistanciaquefaltaba,asícomoqueloscaballosestabantancansadosquenopodíanproseguir.Una dama, que parecía ser la dueña, se mostró muy contrariada ante estainformación.Perocomonoteníaremedio,unodelosqueledabanescoltapreguntóalleñadorsipodíaproporcionarlesalojamientoporunanoche.

Este pareció desconcertado, y contestó que no, añadiendo que un caballeroespañolysucriadoocupabanlosúnicosaposentoslibresquehabíaenlacasa.Aloíresto,lagalanteríademinaciónnomepermitióretenerdichosacomodos,delosqueteníanecesidadunamujer.Inmediatamente,indiquéalleñadorquecedíamiderechoaladama;élpusoalgunasobjeciones,peroselasrebatí,ycorriendoalcarruaje,abrílapuertayayudéaladamaadescender.InmediatamentereconocíenellaalapersonaquehabíavistoenlaposadadeLuneville.Aprovechélaocasiónparapreguntaraunodesusacompañantescómosellamaba.

—LabaronesadeLindenberg—mecontestó.No pude por menos de observar cuán diferente fue la acogida que nuestro

anfitrión dispensó a los recién llegados y a mí. Su renuencia a admitirles se hizopatente en su semblante, y tuvo que hacer esfuerzos para darle a la dama labienvenida.Lacondujoalacasaylaacomodóenlabutacaqueyoacababadedejar.Ellamediolasgraciasmuycortésmente,ypidiómilperdonesporhabermecausado

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talincomodidad.Súbitamente,elsemblantedelleñadorseiluminó.—¡Por fin lohearreglado!—dijo, interrumpiendo lasexcusasdeella—;puedo

alojarosavosyvuestroséquito,señora,ynotendréisnecesidaddehacersufriraestecaballero la incomodidad a que le obliga su cortesía. Tenemos dos aposentos, unopara la dama, y el otro,monsieur, para vos. Mi esposa cederá el suyo a las dosdoncellasquelaacompañan;encuantoaloscriados,deberánconformarseconpasarlanocheenelgranero,queestáaunasyardasdelacasa.Tendránfuego,ylamejorcenaquelespodamospreparar.

Trasvariasexpresionesdeagradecimientoporpartede ladama,ydeoposiciónporlamíaaqueMargueritecediesesucama,quedóacordadoestearreglo.Comolaestanciaerapequeña,labaronesadespidióinmediatamentealoscriados.YestabaapuntoBaptistedeconducirlesalgraneroquehabíamencionado,cuandoaparecierondosjóvenesenlapuertadelacabaña.

—¡IradeSatanás!—exclamóelprimerovolviéndosealotro—.¡Robert, lacasaestállenadeextranjeros!

—¡Ah! ¡Aquí están mis hijos! —exclamó nuestro anfitrión—. ¡Eh, Jacques!¡Robert! ¿Adónde vais tan corriendo, muchachos? Aquí hay sitio de sobra paravosotros.

Ante esta afirmación, los jóvenes regresaron. El padre nos los presentó a labaronesay amí; tras lo cual, el leñador salió connuestros criados,mientrasque apeticióndelasdosdoncellas,Margueritelascondujoalahabitacióndesuseñora.

Los dos jóvenes recién llegados eran altos, fornidos, bien formados y muytostadosporel sol.Nospresentaronsus respetosconpocaspalabras,y saludaronaClaude, que entraba en esemomento en la habitación, como a un viejo conocido.Luego se quitaron las capas en las que venían envueltos, se despojaron de loscinturonesdecuero,delosquecolgabandoslargosmachetes,ysacándosecadaunounpardepistolasdelacintura,lasdejaronsobreunestante.

—Viajanbienarmados—observé.—Cierto,monsieur —convino Robert—. Hemos salido de Estrasburgo ya de

noche, y es preciso tomar precauciones para atravesar el bosque después deoscurecer.Nogozadebuenafama,osloaseguro.

—¿Cómo?—dijolabaronesa—.¿Haysalteadoresporaquí?—Eso dicen,madame; por mi parte, he cruzado este bosque a todas horas, y

jamáshetopadoconninguno.Margueriteregresóenesemomento.Sushijastroslacondujeronalotroextremo

delahabitaciónyconferenciaronconellaenvozbajaduranteunosminutos.Porlasmiradas que echaban a intervalos, deduje que le preguntaban qué hacíamos en lacabaña.

Entretanto,labaronesamanifestóeltemordequesuespososeinquietaseporella.

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Habíapensadoenviaraunodesuscriados,parainformaralbaróndelmotivodesudemora. Pero la noticia que los jóvenes habían dado del bosque hacía el planirrealizable. Claude la sacó de este apuro. Le comunicó que él tenía necesidad dellegaraEstrasburgoesanoche,yquesielladeseabaconfiarleunacarta,podíaestarseguradequeseríaentregadadebidamente.

—¿Ycómoes—pregunté—quevosno tenéisningúnmiedode tropezarosconlossalteadores?

—¡Ay!Monsieur,unpobrecargadodehijosnodebedesperdiciarlaoportunidaddesacaralgúnprovecho,sóloporquesuponealgúnpeligro,yquizámiseñorelbarónrecompensedealgúnmodomistrabajos.Además,notengonadaqueperder,salvolavida,quedenadalesvaldríaalosbandidosquitármela.

Susargumentosnomeparecieronconvincentesyleaconsejéqueesperasehastala mañana siguiente. Pero como la baronesa no me secundó, me vi obligado arenunciaraladiscusión.LabaronesadeLindenberg,comoaverigüémástarde,estabaacostumbrada a sacrificar los intereses de los demás al suyopropio, y sudeseodeenviaraClaudeaEstrasburgoleimpedíaverelpeligrodelaempresa.Demodoquesedecidióqueéstesaldríasindemora.Labaronesaescribióunacartaasuesposo,yyoenviéunaslíneasamibanquero,notificándolequenoestaríaenEstrasburgohastaeldíasiguiente.Claudecogiónuestrascartasyabandonólacabaña.

Ladamamanifestóqueestabamuycansadadelviaje: ademásdevenirdemuylejos, los cocheros habían contribuido a perderse en el bosque. A continuación sedirigió aMarguerite, pidiéndole que lemostrase su aposento y la dejase descansarmediahora.Fuellamadainmediatamenteunadelasdoncellas;aparecióéstaconunaluz,y labaronesa la siguióescalera arriba.Sepusoelmantel en la estanciadondeestaba yo, y Marguerite me dio a entender en seguida que yo estaba de más. Sualusiónfuedemasiadodirectaparanocomprenderlaclaramente.Asíquepedíaunode los jóvenes que me condujese a la alcoba donde debía dormir, y pudiesepermanecerhastaquelacenaestuvieradispuesta.

—¿Quéalcobaes,madre?—preguntóRobert.—La de cortinas verdes —respondió ella—; acabo de tomarme el trabajo de

prepararlayponersábanaslimpiasenlacama.Sielcaballerodeseaecharse,quelahagadespuéspormí.

—Estáisdemalhumor,madre;aunquenoesningunanovedad.Tenedlabondaddeseguirme,monsieur.

Abriólapuertaysedirigióhaciaunaestrechaescalera.—¡Nollevasningunaluz!—dijoMarguerite—.¿Quieresromperteelcuellotú,o

seloquieresromperalcaballero?PasódelantedemíylepusoaRobertunavelaenlamano;despuésdelocual,

comenzóésteasubir.Jacquesestabaponiendoelmanteldeespaldasamí.Marguerite

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aprovechó la ocasión de que no nos veían. Me cogió la mano y me la apretófuertemente.

—¡Mirad las sábanas!—dijoalpasar juntoamí, e inmediatamente reanudó suanteriorocupación.

Sorprendido ante lo inesperado de su acción,me quedé petrificado. La voz deRobert, pidiéndome que le siguiera, me devolvió a la realidad. Subí. Mi guía meintrodujoenunacámaraencuyohogarardíaunexcelentefuego.Colocólaluzsobrelamesa,mepreguntósideseabaalgunacosamás;yalcontestarlequeno,medejóasolas.PodéisestarsegurodequeenelinstanteenquemeencontrésolofuiacumplirlapeticióndeMarguerite.Cogílavela,meacerquéapresuradamentealacamaylaabrí.¡Cuálnoseríamiestupor,mihorror,alverlassábanasmanchadasdesangre!

En aquel momento, me pasaron mil confusas ideas por la imaginación: lossalteadoresque infestabanelbosque, laexclamacióndeMargueritesobresushijos,lasarmasylaaparicióndelosjóvenes,ylasdiversasanécdotasquehabíaoídorelatarsobre lasecretacorrespondenciaquefrecuentementeexisteentre losbandidosy lospostillones;todasestascircunstanciasmecruzaronporlamente,inspirándomereceloy aprensión. Me puse a meditar de qué medio podría valerme para comprobar laverdad demis conjeturas.De pronto, oí que alguien andaba abajo paseando de unlado a otro, impaciente. Ahora, todo me resultaba sospechoso. Me acerqué conprecaución a la ventana, la cual, como la habitación había estado cerrada muchotiempo,habíaquedadoabiertaapesardelfrío.Meaventuréaasomarme.Losrayosdela lunamepermitierondistinguiraunhombre,enquienreconocíamianfitrión.Observésusmovimientos.Avanzórápidamente,luegosedetuvoyparecióescuchar:pateabaelsueloysegolpeabaelestómagoconlosbrazoscomoparaentrarencalor.Almenorruido,sioíaalgunavozenlaparteinferiordelacasa,osiunmurciélagolerozaba al pasar, o el viento hacía susurrar las ramas desnudas, se sobresaltaba ymirabaentornosuyoconinquietud.

—¡Lapesteselolleve!—dijoporfinconimpaciencia—.¡Quélepasará!Lodijoenvozbaja;perocomoestabajustamentedebajodemiventana,distinguí

suspalabrasconclaridad.Acontinuaciónoípasosdealguienqueseacercaba.Baptistesedirigióhaciael

lugar de donde provenía el ruido. Se le unió un hombre, cuya baja estatura, y elcuernoquellevabacolgandodelcuello,indicabaquenoeraotroquemifielClaude,aquien suponía ya camino de Estrasburgo. Esperando que su conversación arrojasealgunaluzsobremisituación,meapresuréatomarunaposiciónquemepermitieseescucharsinquemeviesen.Paraello,apaguélaluzqueteníaenlamesitadenoche,lasllamasdelfuegonoeranlobastantegrandescomoparadelatarme.Seguidamentevolvíamipuestoenlaventana.

Losdosindividuosquedespertabanmicuriosidadsehabíandetenidojustamente

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debajodeella.Supongoquedurantemibreveausencia,elleñadorhabíareprochadoaClaudesutardanza,yaquecuandomeapostédenuevoenlaventanaéstetratabadejustificarsufalta.

—Sinembargo—añadió—,midiligenciacompensaráahoramianteriorretraso.—En ese caso—contestóBaptiste—, os perdono. Pero ya que vamos a partes

iguales en las presas, vuestro propio interés debería estimularos para actuar con lamayor diligencia. ¡Sería una vergüenza que dejásemos escapar tan noble botín!¿Decísqueelespañolesrico?

—Sucriadosejactabaenlaposadadequelosefectosdeesecochevalenmásdedosmildoblones.

¡Oh!¡CómomaldijelaimprudentevanidaddeStephano!—Ymehan dicho—prosiguió el postillón—que la baronesa lleva consigo un

cofrecillodejoyasdeinmensovalor.—Puede ser, pero habría preferido que se hubiese quedado en otra parte. El

españolerapresasegura.Loschicosyyopodíamoshaberlesreducidoconfacilidadaél y a su criado, y luego nos habríamos repartido los dos mil doblones entre loscuatro.Ahoranostocadejarqueentrelabandaenelreparto,yquizásenosvayadelasmanoslanidadaentera.Sinuestrosamigoshanacudidoasusdiferentespuestosantesdequelleguestúalacaverna,todosehabráperdido.Losacompañantesdeladama son demasiado numerosos para que los dominemos nosotros solos.Amenosque nuestros compinches lleguen a tiempo, tendremos que dejar que estos viajerosprosiganmañanasuviajesindañoalguno.

—¡Hasidounacondenadadesgraciaquemiscamaradasqueconducíanelcocheestuvieranalmargendenuestraalianza!Peronotemáis,amigoBaptiste.Enunahoraestaréenlacaverna.Ahoranosonmásquelasdiez,demodoquepodéisesperarlallegadadelabandaparalasdoce.Apropósito,tenedcuidadoconvuestraesposa.Yasabéis cómo aborrece ella nuestromodo de vida; puede encontrar algúnmedio deinformaraloscriadosdeladamasobrenuestrospropósitos.

—¡Oh! Estoy seguro de su silencio; me tiene demasiado miedo, y quieredemasiado a sus hijos para atreverse a traicionar mi secreto. Además, Jacques yRobert la vigilan estrechamente, y no le permitirán salir de la cabaña.Los criadosestánbienalojadosenelgranero;procuraréquetodoestétranquilohastalallegadadenuestrosamigos.Siyotuvieralaseguridaddequeibaisaencontraralosbandidos,despacharíamosalosextranjerosenuninstante.Perocomoesposiblequeno,temoquevenganloscriadosaverles.

—¿Ysiunodelosviajerosdescubrevuestroplan?—Entonces deberemos apuñalar a los que estén en nuestro poder, y hacer lo

posible por reducir a los demás. Sin embargo, para evitar ese riesgo, corred a lacueva:losbandidosnosemarcharándeallíhastalasonce,ysisoisdiligente,podéis

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llegaratiempo.—DecidaRobertquecojosucaballo.Elmíoharoto labridayhaescapadoal

bosque.¿Cuáleselsantoyseña?—Larecompensadelvalor.—Essuficiente.Corroalacueva.—Yyovoyareunirmeconmisinvitados,novayaaserquemiausenciadespierte

sospechas.Adiós,yseddiligente.Sesepararonestosdignosasociados.Unoseencaminóhaciaelestablo,mientras

queelotroregresóalacasa.Podéisimaginarcuálesfueronmissentimientosduranteestaconversación,dela

quenoperdíunasolasílaba.Nomeatrevíaaabandonarmeamispropiasreflexiones,niveíamediode escapar a lospeligrosquemeamenazaban.Sabíaque sería inútiltoda resistencia; estabadesarmado,y eraun solohombrecontra tres.Sinembargo,estaba dispuesto al menos a vender mi vida lo más cara posible. Temiendo queBaptistesedieracuentademiausenciaysospechasequehabíaoídosuentrevistaconClaude,meapresuréaencenderdenuevomivelayaabandonarlaalcoba.Albajar,encontré lamesa puesta para seis personas. La baronesa estaba sentada junto a lachimenea.Margueritealiñabalaensalada,ysushijastrosdeliberabanenvozbajaenelotroextremodelaestancia.Baptiste,quehabíaidoaefectuarunarondaalrededordelacabañaantesdeentrar,aúnnohabíallegado.Mesentétranquilamenteenfrentedelabaronesa.

Con unamirada aMarguerite, le indiqué que había captado su alusión. ¡Cuándiferente me pareció ahora! Lo que antes había tomado por enfado y mal humor,ahoraviqueeradisgustoporsuscompañeros,ycompasiónpormipeligro.Lamirécomomi único recurso. Sin embargo, sabiendo que su esposo la vigilaba con ojosrecelosos,pocaera la confianzaquepodíadepositar en lasdiligenciasde subuenavoluntad.

Pese a todos mis esfuerzos por ocultarla, mi semblante reflejaba demasiadovisiblementelaagitaciónquemedominaba.Estabapálido,ytantomispalabrascomomis acciones eran nerviosas y atropelladas. Los jóvenes se dieron cuenta y mepreguntaron la causa.Yo lo atribuí al excesodecansancioy alviolento efectoqueproducía enmí el rigorde la estación.Simecreyeronono, es cosaquenopuedodecir.Almenos,dejarondeagobiarmeconsuspreguntas.Meesforcéenapartar laatencióndelospeligrosquemerodeaban,conversandosobretemasdiversosconlabaronesa.HablédeAlemania,declarandomi intencióndevisitarla inmediatamente.¡BiensabeDioslopocoquepensabaenaquelmomentoquelaveríaalgunavez!Ellame contestó con gran naturalidad y cortesía, manifestó que el placer de habermeconocidocompensabaampliamentelademoraensuviaje,ymeinvitócálidamenteapasar unos días en el castillo de Lindenberg. Mientras hablaba de este modo, los

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jóvenesintercambiaronunasonrisamaliciosa,lacualindicabaqueseríaafortunadasilograba llegar al castillo.No seme escapó este gesto; pero oculté la emoción quesuscitó en mi pecho. Seguí conversando con la dama. Pero mi discurso era tanfrecuentemente incoherente que, como después me contó, empezó a dudar queestuvieseenmi juicio.Laverdadesquemientrasmiconversacióngiraba sobreuntemamispensamientosestabanenteramenteocupadosenotro.Pensabaenelmediodesalirdelacabaña,llegaralgraneroeinformaraloscriadosdelospropósitosdenuestroanfitrión.Notardéencomprobarloirrealizablequeeraesteplan.JacquesyRobert vigilaban cada movimiento mío con ojos atentos, y me vi obligado aabandonar la idea.Ahora, todasmis esperanzas estaban puestas en queClaude noencontrasealosbandidos:entalcaso,segúnloquehabíaoído,nosdejaríanmarcharlibremente.

Al entrar Baptiste en la estancia, me estremecí involuntariamente. Pidió milperdones por su larga ausencia, pero «le habían entretenido asuntos imposibles deposponer».Luegonospidiópermisoparaque su familia cenase en lamismamesaquenosotros,sinelcual,elrespetonolepermitiríatomarsetallibertad.¡Oh!¡Cómomaldijeenmicorazónalhipócrita! ¡Cómoodié lapresenciadeaquelqueestabaapuntodeprivarmede laexistenciaenese tiempo tancaraparamí!Tenía todos losmotivos para estar satisfecho de la vida. Poseía juventud, riqueza, alcurnia yeducación, y ante mí tenía las más hermosas expectativas. Pero veía que estasexpectativasestabanapuntodederrumbarsedelamaneramáshorrible.Sinembargo,meviobligadoadisimularyaacogerconexpresionesdeagradecimientolasfalsascortesíasdelqueteníaladagapuestasobremipecho.

Nuestroanfitriónrecibióelpermisoquesolicitaba.Nossentamosa lamesa.Labaronesa y yo ocupamos un lado. Los hijos se sentaron enfrente de nosotros, deespaldasalapuerta.Baptisteocupósuasientoenunextremodelamesa,juntoalabaronesa,ylaotraplazasedejóparasuesposa.Entróéstaenseguidaenlahabitacióny nos colocó delante una sencilla pero reconfortante comida campesina. Nuestroanfitrión consideró necesario excusar la modestia de la cena: le había cogidodesprevenidonuestra llegada,asíquesólopodíaofrecernoscompartir loqueestabadestinadoasupropiafamilia.

—Pero—añadió—,sialgúnaccidenteretuvieseamisnoblesinvitadosmásdeloqueessupropósito,esperoquepodríabrindarlesuntratamientomejor.

¡Elmuyvillano!Desobrasabíayoaquéaccidenteserefería;¡meestremecíanteeltratamientoquenosqueríadispensar!

Micompañeradepeligroparecíahaberolvidadolapesadumbredelretraso.Reíay conversaba con la familia con infinita alegría. Yo me esforzaba inútilmente enseguir su ejemplo.Mi buen humor resultaba evidentemente forzado, y esta actitudqueyomismomeimponíanoescapóalaobservacióndeBaptiste.

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—¡Vamos, vamos, monsieur, animaos! —dijo—. No parece que os hayáisrecobrado del todo de vuestra fatiga. Para levantar el ánimo, ¿qué os parece sitomamosunvasodeunexcelentevinoañejoquemedejómipadre?¡Diosletengaensuseno,ahoraestáenunmundomejor!Rarasvecessacoyovinodeése.Perocomonotodoslosdíasmesientohonradoconinvitadosdevuestracategoría,estaocasiónbienmereceunabotella.

Dioasuesposaunallaveyleindicódóndehallaríaelvinodelquehablaba.Nopareció ella complacida con tal comisión, ni mucho menos. Cogió la llave conembarazoyvacilóantesdeabandonarlamesa.

Margueritelelanzóunamiradadeiraytemor,ysaliódelahabitación.Losojosdelesposolasiguieronrecelosamente,hastaquecerrólapuerta.

Pocodespuésregresóconunabotellaselladaconceraamarilla.Lacolocósobrelamesaydevolviólallaveasuesposo.Sospechéquenosenosofrecíaestelicorsinuna intención, y observé losmovimientos deMarguerite con inquietud. Se puso aenjuagarunaspequeñascopasdeasta.AlcolocarlasanteBaptiste,sediocuentadequemisojosestabanfijosenella,yenelinstanteenquecreyóquelosbandidosnolamiraban,mehizounaseñaconlacabezaparaquenoprobaralabebida,yvolvióaocuparsusitio.

Entretanto,nuestroanfitriónhabíaquitadoeltapón,yllenandodosdelascopas,nos las ofreció a la damay amí.Al principio, ella puso algunos reparos, pero lasinsistencias deBaptiste fueron tan apremiantes que se vio obligada a complacerle.Temiendodespertarsospechas,cogíelvasoquemeofrecíasinvacilar.Poreloloryelcolorsupusequeerachampaña;perolasmotasdepolvoqueflotabanensusuperficieme convencieron de que le habían añadido algo. Sin embargo, no me atreví amanifestarmi repugnanciaabeberlo.Me lo llevéa los labiosy fingíbebérmelo.Ylevantándome súbitamente de la sillamedirigí lomejor que pude a una cubeta deagua donde Marguerite había estado lavando las copas. Fingí tragar el vino condesagrado,yaprovechélaocasiónparavaciarlacopainadvertidamenteenlacubeta.

Losbandidosparecieronalarmarseantemiacción.Jacquesmedioseincorporódesusilla,semetiólamanoenelpecho,dondedescubríelpuñodeunadaga.Volvíamiasientocontranquilidadyfingínohabernotadosuconfusión.

—No habéis acertado con mi gusto, mi buen amigo —dije, dirigiéndome aBaptiste—.Nopuedoprobarelchampañasinquemeproduzcaunviolentotrastorno.Creo que he tragado demasiado antes de saber qué era, y me temo que miimprudenciamevaacausarmolestias.

BaptisteyJacquesintercambiaronunamiradadedesconfianza.—Talvezosresultedesagradablesuolor—dijoRobert.Selevantódesusillaycogiólacopa.Observéquecomprobabasiefectivamente

estabavacía.

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—Debedehaberbebidosuficiente—ledijoasuhermanoenvozbaja,mientrassesentabaotravez.

Marguerite pareció temer que hubiese probado el licor: la tranquilicé con unamirada.

Aguardéconansiedad losefectosqueelbrebaje ibaaproduciren ladama.Nodudabaque el polvoquehabía observado era ponzoñoso, y lamentabanohabermesido posible advertirla del peligro. Pero transcurrieron varios minutos, antes deobservarqueselecerrabanlosojos.Seledoblólacabezahaciaunlado,ysesumióenprofundosueño.Fingínoenterarmedetalcircunstancia,yseguímiconversacióncon Baptiste, con toda la alegría que era capaz de aparentar. El me miraba condesconfianzayasombro,yviquelosbandidoscuchicheabanfrecuentementeentresí.Mi situaciónsevolvíamásdifícil acada instante:mantenía laactituddeconfianzacadavezconmenosgracia.Temerosoalavezdequellegasensuscómplicesydequesospechasenqueestabaenteradodesuspropósitos,nosabíacómodisiparel receloconquelosbandidosmevigilaban.LaservicialMargueritemeayudóunavezmásenestenuevodilema.Pasópordetrásdesushijastros,sedetuvounmomentofrenteamí, cerró los ojos e inclinó la cabeza sobre el hombro. Esta alusión disipóinmediatamentemi incertidumbre.Medecíaquedebía imitara labaronesayfingirqueellicorhabíahechoplenoefectoenmí.Asílohice,yalospocosminutossimuléqueelsueñomehabíavencidocompletamente.

—¡Vaya!—exclamóBaptiste,alcaeryoenmisilla—. ¡Por fin sehadormido!Empezabaapensarquesehabíaolidonuestroplanyquenostocaríadespacharlodetodasmaneras.

—¿Y por qué no lo despachamos de todas maneras?—preguntó Jacques conferocidad—.¿Paraquévamosadarlelaposibilidaddequetraicionenuestrosecreto?Marguerite,dadmeunademispistolas.Total,puedoacabarconélconsóloapretarelgatillo.

—Supón—replicóelpadre—,supónquenollegannuestrosamigosestanoche,¡vayaunpapel queharíamos cuando los criados preguntasenpor élmañanapor lamañana!No,no,Jacques;hayqueesperaranuestrossocios.Siseunenanosotros,seremoslobastantefuertescomoparaacabarconloscriadosylosamos,yelbotínseránuestro.SiClaudenoencuentraa labanda,deberemos tenerpacienciaydejarquelapresasenosvayadeentrelosdedos.¡Ah!¡Muchachos,muchachos!Dehaberllegadovosotroscincominutosantes,habríamos terminadoconelespañol,yahoraseríamos dueños de dosmil doblones. Pero nunca estáis cuando os necesito. ¡Soisunosladronesdelomásinoportunos!

—¡Bueno, bueno, padre! —contestó Jacques—; si pensarais como yo, yahabríamosterminadocontodos.Vos,Robert,Claudeyyo,habríamosreducidoalosextranjeros,aunqueseaneldoble.Sinembargo,Claudenoestá;esdemasiadotarde

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para pensar en eso ahora. Tendremos que esperar pacientemente a que llegue labanda; y si los viajeros se nos escapan esta noche, tendremos que ocuparnos deasaltarlesmañana.

—¡Cierto! ¡Cierto!—dijoBaptiste—.Marguerite, ¿has dado el somnífero a lasdoncellas?

Margueritedijoquesí.—Entonces todomarcha.Vamos,vamos,muchachos.Pase loquepase,nohay

razón para quejarse de esta aventura.No corremos ningún peligro, podemos ganarmucho,ynohaynadaqueperder.

En esemomento, oí cascosde caballos. ¡Oh, qué espantoso resultó ese ruido amis oídos! Un sudor fríome corrió por la frente, y sentí todos los horrores de lamuerteinminente.Nofuetranquilizador,nimuchomenos,oírexclamaraMarguerite,conacentodesesperado:

—¡Diostodopoderoso!¡Estánperdidos!Afortunadamente,elleñadorysushijosestabandemasiadoatentosalallegadade

sussociosparaocuparsedemí;deotromodo,laviolenciademiagitaciónleshabríaconvencidodequemisueñoerafingido.

—¡Abrid!¡Abrid!—exclamaronvariasvoces,enelexterior.—¡Sí! ¡Sí!—gritóBaptiste alegremente—. ¡Son ellos! ¡Ahora nuestro botín es

seguro!¡Id,muchachos!Llevadlesalgranero;yasabéisloquehayquehacerallí.Robertcorrióaabrirlapuerta.—Pero primero —dijo Jacques, cogiendo sus armas—, primero dejadme

despacharaestosdosdormidos.—¡No,no,no!—replicóelpadre—;vealgranero,dondehacesfalta.Dejaque

meencargueyodeéstosydelasmujeresdearriba.Jacquesobedecióy siguió a suhermano.Parecieron conferenciar unosminutos

con los recién llegados. Después de lo cual oí desmontar a los forajidos y, segúnsupuse,dirigirsealgranero.

—¡Bueno! ¡A eso se llama obrar juiciosamente! —murmuró Baptiste—; handejado los caballos, y van a caer sobre los extranjeros por sorpresa. ¡Bien! ¡Bien!,ahoraalomío.

Le oí acercarse a una pequeña alacena situada en el fondo de la habitación yabrirla.Enesemomento,sentíquemesacudíansuavemente.

—¡Ahora!¡Ahora!—susurróMarguerite.Abrílosojos.Baptisteestabadeespaldasamí.Nohabíanadiemásenlaestancia,

salvoMargueriteyladamadormida.Elvillanohabíacogidounadagadelaalacena,y parecía comprobar si estaba lo bastante afilada. Yo no me había cuidado deproveerme de armas; pero comprendí que ésta era la única ocasión de escapar, ydecidí no desaprovecharla.Me levanté de un salto, me abalancé sobre Baptiste, y

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cogiéndole por el cuello, le apreté con fuerza para que no pudiese gritar. QuizárecordéislafamaqueteníaenSalamancalafuerzademibrazo.Ahoraestafuerzameprestóunservicioesencial.Sorprendido,aterradoysinrespiración,elvillanonofueadversario peligroso. Le arrojé al suelo, le agarré aún más fuerte, y mientras leinmovilizaba,Margueritelearrancóladagadelamanoyselahundiórepetidamenteenelcorazón,hastaqueexpiró.

Nobienhuboperpetradoesteactohorribleperonecesario,Margueritemeordenóquelasiguiese.

—¡Nuestraúnicasalvacióneshuir!—dijo—.¡Vamos!¡Vamos!¡Deprisa!Obedecísinvacilar.Peronoqueriendodejaralabaronesaparaquefuesevíctima

de la venganza de los ladrones, la cogí en brazos, aún dormida, y corrí trasMarguerite. Los caballos de los bandidos estaban atados junto a la puerta. Miconductorasaltósobreunodeellos.Seguísuejemplo,coloquéalabaronesadelantedemí, y espoleémi caballo.Nuestraúnica esperanza era llegar aEstrasburgo, queestabamuchomáscercadeloqueelpérfidoClaudemehabíaasegurado.Margueriteconocíael caminobastantebien,ygalopabadelantedemí.Tuvimosquepasarpordelante del granero, donde los ladrones estaban asesinando a nuestros criados. Lapuertaestabaabierta.¡Oímoslosalaridosdelosmoribundosylasimprecacionesdelosasesinos!¡Meesimposibledescribirloquesentíenaquelmomento!

Jacquesoyóloscascosdenuestroscaballos.Corrióalapuertaconunaantorchaenlamanoynosreconocióenseguida.

—¡Traición!¡Traición!—gritóasuscompañeros.Inmediatamente dejaron su sangrienta tarea y corrieron a sus caballos. No les

oímosmás.Clavélasespuelasenlosflancosdemicorcel,yMargueriteaguijoneóalsuyo con el puñal que tan buen servicio le había prestado ya. Corríamos comocentellas,ysalimosacampoabierto.TeníamoslatorredelacatedraldeEstrasburgoala vista, cuando oímos a los ladrones detrás de nosotros. Marguerite se volvió ydivisóalosladronesquedescendíanporunapequeñacolina,anomuchadistancia.Envanohostigábamosanuestroscaballos;elruidoseaproximabacadavezmás.

—¡Estamosperdidos!—exclamó—.¡Losvillanosnosestánalcanzando!—¡Seguid!¡Seguid!—repliqué—.Oigocaballosquevienendelaciudad.Redoblamosnuestrosesfuerzos,ynotardamosendivisarunnumerosogrupode

caballerosqueveníanhacianosotrosatodavelocidad.Estabanapuntodepasarnos.—¡Deteneos! ¡Deteneos! —gritó Marguerite—. ¡Salvadnos! ¡Por Dios,

salvadnos!—¡Es ella! ¡Es ella!—exclamó, saltando al suelo—. ¡Parad, mi señor, parad!

¡Estánasalvo!¡Esmimadre!Almismotiempo,Margueritesaltódesucaballo,seabrazóaél,y lecubrióde

besos.Losdemáscaballerossedetuvieronantetalesexclamaciones.

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—¿Labaronesa deLindenberg?—gritó otro de los desconocidos ansiosamente—.¿Dóndeestá?¿Novieneconvos?

Sedetuvoaldescubrirlasinsentidoenmisbrazos.Melacogióapresuradamente.Elprofundosueñoenquehabíacaídolehizotemerporsuvida;peroellatidodesucorazónletranquilizóenseguida.

—¡AlabadoseaDios!—dijo—.Haescapadosindaño.Interrumpísueuforiaseñalándolealosforajidos,queseguíanaproximándose.No

bienlosmencioné,lamayorpartedelacompañía,queparecíaestarcompuestacasitodadesoldados,salió inmediatamenteasuencuentro.Losvillanosnoesperaronarecibir el ataque: al darse cuenta del peligro, volvieron grupas y huyeron hacia elbosque, adonde los siguieron susperseguidores.Entretanto, eldesconocido, el cualsupuse que era el barón de Lindenberg, después de darme las gracias por habercuidado de su dama, sugirió que regresáramos inmediatamente a la ciudad. Labaronesa,queseguíabajolosefectosdelopio,fuecolocadadelantedeél;Margueriteysuhijovolvieronamontarensuscaballos;loscriadosdelbarónnosdieronescolta,ynotardamosenllegaralaposadadondeyahabíatomadoélaposento.

Se trataba del Águila Austriaca, donde mi banquero, a quien había informadoantes de salir de París de mi intención de visitar Estrasburgo, había reservado yaaposentoparamí.Mealegréde esta circunstancia.Estomedabaocasiónde trabaramistadconelbarón,loquepreveíaquemeseríadegranutilidadenAlemania.Tanpronto como llegamos, la dama fue conducida a la cama. Llamaron a un,médico;prescribióésteunamedicinaquecontrarrestase losefectosde lapoción letárgica,ytrasderramarleunpocoenlaboca,labaronesafueencomendadaaloscuidadosdelaposadera.Elbarónsedirigióamíentonces,ymerogóquelecontaselosdetallesdenuestra aventura. Satisfice al punto sus deseos, pues apenado por el destino deStephano,aquienmehabíavistoobligadoaabandonaralacrueldaddelosbandidos,meparecíaimposibleencontrardescansohastatantonotuvieraalgunanoticiadeél.Muyprontomeenterédequemifielcriadohabíaperecido.Lossoldadosquehabíanperseguidoalosforajidosregresaroncuandotodavíaestabayorelatandomiaventuraal barón. Dijeron que los habían alcanzado: el crimen y el auténtico valor sonincompatibles.Searrojaronalospiesdesusperseguidores,serindieronsincruzarunsologolpeyrevelaronsurefugiosecreto,dándolesademáslacontraseñaconlaquepodrían coger al resto de la banda. Y, maniatados, los habían conducido aEstrasburgo.Algunosdelossoldadoscorrieronalacabaña,utilizandodeguíaaunodelosbandidos.Loprimeroqueinspeccionaronfueelgranerofatal,dondetuvieronla fortuna de hallar con vida aún a dos de los criados del barón, aunquedesesperadamentemalheridos.Elrestohabíamuertobajolasespadasdelosladrones,yunodeéstoseraeldesventuradoStephano.

Alarmados por nuestra huida, y en su prisa por alcanzarnos, los ladrones no

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habíanvisitadolacabaña.Porconsiguiente,lossoldadosencontraronilesasalasdosdoncellas,ysumidasenelmismosueñoprofundoquehabíavencidoasuseñora.Noencontraronanadiemásenlacabaña,salvoaunniñoquenotendríamásdecuatroaños,aquienlossoldadossetrajeronconellos.Estábamoshaciendomilconjeturassobre los padres del infortunado pequeño, cuando irrumpió Marguerite en lahabitación con el niño en brazos. Cayó a los pies del oficial que nos estabainformando,ylebendijomilvecesporhabersalvadoasuhijo.

Cuandohubopasadoestaprimeraefusióndeternuramaternal, leroguéquenosexplicasecómoeraquehabíaestadounidaaunhombrecuyosprincipiosparecíantanendesacuerdoconlossuyos.Bajólosojosyselimpióunaslágrimasdelamejilla.

—Caballeros—dijo tras un silencio de unosminutos—, desearía suplicaros unfavor.Tenéisderechoasaberconquiénhabéiscontraídounaobligación.Asíquenovoyaocultarosunaconfesiónquemecubredevergüenza.Peropermitidmeque lohagaconelmenornúmerodepalabrasposible.

»Nací en Estrasburgo, de padres respetables. De momento debo ocultar susnombres: mi padre vive aún, y no merece que le mezcle en mi infamia; si meconcedéisesto,osinformarédelnombredemifamilia.Unvillanoseadueñódemisafectos, y abandoné la casa de mi padre para seguirle. Sin embargo, aunque mispasionespredominaban sobremivirtud,nomehundí en ladegeneracióndelvicio,como tan frecuentemente ocurre a las mujeres que dan un primer paso en falso.Amabaamiseductor;¡leamabatiernamente!Lefuifielhastaelfinal.Esteniño,yeljoven que os advirtió, mi señor barón, del peligro de vuestra dama, son fruto denuestroafecto.Aúneneste instante lamentosupérdida,aunqueaéldebotodas lasdesventurasdemiexistencia.

»Eradenoblecuna,perohabíadilapidadosuherenciapaterna.Susparientes leconsideraban un baldón para su nombre y le echaron completamente. Sus excesosatrajeronsobreéllaindignacióndelapolicía.SevioobligadoahuirdeEstrasburgo,ynoencontróotromediodeevitarlamendicidadqueuniéndosealosbandidosqueinfestaban el bosque vecino, y cuya banda estaba compuesta principalmente porjóvenesdebuena familia, y en lamisma situaciónque él.Yo estabadecidida a noabandonarlo.Loacompañéalacuevadelosforajidosycompartíconéllasmiseriasinseparablesdeunavidadepillaje.Puesaunqueyosabíaquenuestraexistencia sesustentabaabasederobos,ignorabalashorriblescircunstanciasrelacionadasconlasactividadesdemiamante.Élmelasocultabaconelmayorcuidado.Sedabacuentade que mis sentimientos no eran lo bastante depravados como para pensar en elasesinato sin estremecerme. Suponía, y con justicia, que huiría horrorizada de losabrazosdeunasesino.Losochoañosquemeposeyónoahogaronsuamorpormí;yevitabacontodocuidadoquemeenterasedeningúndetallequepudiesellevarmeasospechar los crímenes en los que participaba amenudo. Lo conseguíamuy bien;

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hastalamuertedemiseductor,nodescubríquesusmanoshabíanestadomanchadasdesangreinocente.

»Unanochefatallotrajeronalacuevacubiertodeheridas.Lasrecibióalatacaraun viajero inglés, a quien sus compañeros mataron inmediatamente, en venganza.Sólo tuvo tiempo de suplicarme perdón por todas las desdichas que me habíaocasionado;me besó lamano con sus labios enfebrecidos, y expiró.Mi dolor fueindecible.Tanprontocomocedió,decidíregresaraEstrasburgoyarrojarmealospiesde mi padre, con mis dos hijos, y suplicar su perdón; aunque poco esperabaconseguirlo. ¡Cuál no fue mi consternación, al enterarme de que no se permitíaabandonar la cuadrilla anadiequeconociese el refugiode losbandidos, quedebíarenunciar a toda esperanza de volver a la sociedad y resignarme a aceptarinmediatamenteaunode labandaporesposo!Fueron inútiles todasmissúplicasyprotestas.Echaronasuertesparadecidirquiénmeibaaposeerenadelante,ypaséaserpropiedaddel infameBaptiste.Un ladrónqueenotro tiempohabía sidomonjenosuniómedianteunaceremoniamásburlescaquereligiosa.Mishijosyyopasamosamanosdeminuevomarido,quenosllevóinmediatamenteasucasa.

»Measeguróquehacíatiempoquesentíapormílamásardienteestima;perolaamistadpormifallecidoamantelehabíaobligadoareprimirsusdeseos.Seesforzóen reconciliarme con mi destino, y durante algún tiempo me trató con respeto ydulzura. Finalmente, viendo que mi aversión, lejos de disminuir, iba en aumento,obtuvoconviolencialosfavoresqueyomeresistíaaconcederle.Nomequedóotrorecursoquesoportarmissufrimientosconpaciencia.Medabacuentadequemelosmerecía sobradamente. Me era imposible huir: mis hijos estaban en poder deBaptiste,yéstehabíajuradoquesiintentabaescaparlopagaríanellosconsusvidas.Tuvedemasiadas ocasiones de comprobar la ferocidadde su naturaleza para dudarquecumpliríasupalabraalpiedelaletra.Latristeexperienciamehabíaconvencidode los horrores de mi situación; mi primer amante me los había ocultadoescrupulosamente:Baptiste,encambio,gozabaabriéndomelosojosalascrueldadesdesuprofesión,yseesforzabaenfamiliarizarmeconlasangreylasmatanzas.

»Minaturalezaeraardientey licenciosa,peronocruel;miconductahabía sidoimprudente,peromicorazónnoeramalvado.¡Juzgad,pues,loqueyosentíaaltenerque ser constante testigo de los crímenes más horrendos y abominables! ¡Juzgadcuántodebodehabersufridoalvermeunidaaunhombrequerecibíaalosinvitadosfingiendo sinceridad y hospitalidad, al tiempo que maquinaba su destrucción! Ladesazónyelpesarseadueñarondemiser:semarchitaronlospocosencantosconquela naturaleza me había dotado, y la melancolía de mi semblante reflejó lossufrimientosdemicorazón.Milvecesmesentítentadadeponerfinamiexistencia.Peroelrecuerdodemishijoscontuvomimano.Meestremecíapensarendejaramisqueridosniñosenpoderdeltirano,ymásqueporsusvidas,temíaporsuvirtud.El

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segundoaúnerademasiadopequeñoparaqueleaprovechasenmisenseñanzas;perome esforzaba incansablemente en inculcar en el corazón del mayor aquellosprincipiosque lecapacitasenparaevitar loscrímenesdesuspadres.Meescuchabacondocilidad, omásbien con avidez.Auncon sus escasos años,mostrabaquenoestabahechoparavivirenunasociedaddevillanos;yelúnicoconsueloqueyoteníaen medio de mis desdichas, era ver las virtudes que empezaban a apuntar en miTheodore.

»Taleramisituación,cuandoelpérfidopostillóndedonAlfonsocondujoaéstealacabaña.Su juventud,aspectoymodaleshicieroninteresarmeenormementeensufavor.Laausenciadeloshijosdemimaridomeproporcionólaocasiónqueyotantohabíadeseado,ydecidíarriesgarlotodoparaprotegeralextranjero.LavigilanciadeBaptistemeimpedíapreveniradonAlfonsodelpeligroquecorría:sabíaquesiyolesdelataba me matarían inmediatamente; y a pesar de lo amargada que estaba miexistenciapor lascalamidades,mefaltabavalorparasacrificarlaprotegiendoaotrapersona.MiúnicaesperanzaestabaenpedirsocorrodeEstrasburgo.Asíquedecidíintentarlo;ysisemepresentabaunaocasióndeadvertiradonAlfonsosinquemeviesen, estaba dispuesta a aprovecharla con presteza. Subí por orden deBaptiste aarreglarlelacamaalextranjero.Lepuselassábanassobrelasquehabíanmatadoaunviajerolanocheanterior,queaúnestabanmanchadasdesangre.Confiabaenquenoescaparíanestasseñalesalaobservacióndenuestroinvitado,yquedeellasinferiríalas intenciones de mi pérfido esposo. Pero no fue éste el único paso que di parapreservar al extranjero. Theodore estaba en la cama enfermo. Me deslicé en suhabitaciónsinquemevieramitirano,lecontémiplan,ymeapoyóconinterés.Selevantóapesardesufiebreysevistióatodavelocidad.Leatéunasábanapordebajodelosbrazosylobajéporlaventana.Corrióalestablo,cogióelcaballodeClaudeysedirigióaEstrasburgoatodogalope.Si leabordabanlosbandidos,debíadeclararquellevabaunmensajeaBaptiste;peroafortunadamentellegóalaciudadsinningúnobstáculo.Tanprontocomollegó,pidióayudaalamagistratura.Suhistoriacorriódebocaenboca,yfinalmentellegóaoídosdelseñorbarón.Inquietoporlaseguridaddesudama,lacualsabíaquepasaríaporesecaminoesamismatarde,pensóquepodíahabercaídoenpoderdelosladrones;asíqueacompañóaTheodore,quienguióalossoldadosalacabaña,yllegóatiempodeevitarquecayésemosunavezmásenmanosdenuestrosenemigos.

AquíinterrumpíaMargueriteparapreguntarleporquémehabíandadolapociónsomnífera.DijoqueBaptistecreíaqueyoibaarmado,yqueríaimpedirqueopusieraresistencia:eraunaprecauciónquetomabasiempre,dadoque,comolosviajerosnotenían esperanzas de escapar, la desesperación podía incitarles a vender caras susvidas.

Acontinuación,elbarónquisosabercuáleseranahoralosplanesdeMarguerite.

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Meuní a él, declarando que estaba dispuesto amostrarlemi gratitud por habermesalvadolavida.

—Hastiada de un mundo—respondió— en el que no he encontrado más quedesventuras,miúnicodeseoesretirarmeaunconvento.Peroprimerodeboproveerparamishijos.Hesabidoquemimadrehamuerto,quizáprematuramente, ¡pormihuida de casa!Mi padre vive aún.No es hombre inflexible. Tal vez, caballeros, apesar de mi ingratitud e imprudencia, vuestras intercesiones puedan inducirle aperdonarmeytomarasucargoasusdosdesventuradosnietos.¡Simeconseguísesadiligencia,mehabréisdevueltocentuplicadosmisservicios!

El barón y yo aseguramos a Marguerite que no ahorraríamos esfuerzos paraobtenersuperdón;yqueauncuandosupadresemostraseinflexible,noteníaporquéangustiarseporeldestinode losniños.YomismomecomprometíaencargarmedeTheodore,yelbarónprometiótomarbajosuprotecciónalmásjoven.Lareconocidamadrenosdiolasgraciasconlágrimasenlosojosporloqueellallamógenerosidad,peroque en realidadno era sinoun justo sentidode nuestro agradecimiento.Salióentoncesdelaestanciaparameterenlacamaasupequeño,alqueelcansancioyelsueñohabíanvencidocompletamente.

Labaronesa,alrecobrarseyserinformadadelospeligrosdelosqueyolahabíarescatado, se deshizo en expresiones de gratitud. Y su esposo se le unió tanafectuosamente, insistiéndomeenque lesacompañasea sucastillodeBaviera,queme fue imposible rehusar. Durante la semana que pasamos en Estrasburgo noquedaronolvidadoslosinteresesdeMarguerite.Nuestraentrevistaconsupadrefuetanfructíferacomopodíamosdesear.Elbuenancianohabíaperdidoasuesposa:noteníamásdescendenciaqueestadesventuradahija,dequiennohabíatenidonoticiasdurante casi catorce años.Estaba rodeadodeparientes lejanos, quienes aguardabanconimpacienciaaquesemurieseparaentrarenposesióndesudinero.DemodoquecuandoMargueritereapareciótaninesperadamente,laacogiócomoundondelcielo.La recibió a ella y a sus hijos con los brazos abiertos, e insistió en que fuesen ainstalarse en su casa sin demora. Los decepcionados primos se vieron obligados acederleelsitio.Elancianonoquisosabernadadelosplanesdesuhijasobreretirarseaunconvento.Dijoqueleerademasiadonecesariaparasufelicidad,ylaconvenciófácilmenteparaquerenunciaseasuproyecto.PeroningunarazónpudopersuadiraTheodore de que desistiese del plan que al principio había trazado yo para él.Mecobró elmás sincero afecto durantemi estancia enEstrasburgo, y cuando estaba apunto de marcharme, me suplicó con lágrimas en los ojos que le tomase a miservicio:Describiótodassuspequeñashabilidadesconloscoloresmásfavorables,ytrató de convencerme de que en él encontraría una ayuda inmensa, a la hora deponernos en camino. Yo no tenía ganas de cargar con un chico que apenas habíacumplido los trece años, sabiendo que sólo sería una responsabilidad paramí. Sin

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embargo, no pude resistirme a las súplicas de este afectuoso joven, que de hechoposeíamil cualidades estimables. Con alguna dificultad, convencí a sus familiarespara que le permitiesen acompañarme, y una vez conseguido tal permiso, le di eltítulodepaje.DespuésdepasarunasemanaenEstrasburgo,TheodoreyyosalimosparaBaviera en compañía del barón y su esposa. Estos y yo habíamos obligado aMargueriteaaceptarvariosregalosdevalor,paraellayparasuhijomás joven.Almarcharnos, prometí firmemente a la madre que le devolvería a Theodore en eltérminodeunaño.

Osherelatadoestaaventuracondetalle,Lorenzo,paraquecomprendáisporquémedio«seintrodujoelaventureroAlfonsodeAlvaradaenelcastillodeLindenberg».¡Juzgadporestamuestraelcréditoquemerecenlasafirmacionesdevuestratía!

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VOLUMENSEGUNDO

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Capítuloprimero

Avauntandquitmysight!LettheEarthhidethee!Thybonesaremarrowless;thybloodiscold;Thouhastnospeculationinthoseeyes

WhichThoudostglarewith!Hence,horribleshadow!Unrealmockeryhence!SHAKESPEARE,Macbeth

CONTINUACIÓNDELAHISTORIADEDONRAIMUNDOMiviaje fueextraordinariamenteagradable;elbarón resultóserunhombrecon

sentido, aunque sabía poco del mundo. Había pasado gran parte de su vida sintrasponer los límites de sus dominios, y consiguientemente sus modales distabanmuchode ser losmás urbanos; pero era cordial, alegre y amistoso.Sus atencionesconmigo fueron todo lo buenas que yo podía desear, por lo que tuve todos losmotivosparaestarsatisfechodesuhospitalidad.Supasiónpredominanteeralacaza,que había llegado a considerar una ocupación seria, y cuando hablaba de algunacacería,tratabaeltemaconlamismagravedadquesihubiesesidounabatalladelaquedependieraeldestinodedosreinos.Ycomoyosoyundeportistapasable,pocodespuésdemi llegadaaLindenbergdialgunamuestrademidestreza.Elbarónmetuvoalpuntoporunhombregenial,ymejuróeternaamistad.

Dicha amistad no me resultó ni mucho menos indiferente. En el castillo deLindenbergviporprimeravezavuestrahermana,laencantadoraInés.Paramí,queteníaelcorazónvacanteymeapesadumbrabaestevacío,verlayamarlafuetodouno.Apenas contaba entonces dieciséis años; su figura delgada y elegante estaba yaformada.Dominabadiversashabilidadesartísticasalaperfección,particularmentelamúsicayeldibujo.Sucaráctereraalegre,abiertoyjovial;ylagraciosasencillezdesuvestidoymodalesproducíanunventajosocontrasteconelartificioylaestudiadacoqueteríadelasdamasparisinasqueacababadedejar.Desdeelinstanteenquelavi,sentí el más vivo interés por su destino. Hice muchas preguntas sobre ella a labaronesa.

—Esmisobrina—meexplicóladama—.Ignoráistodavía,donAlfonso,quesoycompatriota vuestra. Soy hermana del duque de Medinaceli. Inés es hija de misegundohermano,donGastón.Estádestinadaal conventodesde sucuna,yprontotomaráloshábitosenMadrid.

[AquíLorenzointerrumpióalmarquésconunaexclamacióndesorpresa:—¿Destinada al convento desde su cuna?—dijo—. ¡SantoDios, es la primera

vezqueoigosemejanteidea!—Lo creo, mi querido Lorenzo —contestó don Raimundo—; pero debéis

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escucharme con paciencia. No quedaréis menos sorprendido cuando os cuentealgunosdetallesdevuestrafamiliaqueaúndesconocéis,yqueyoséporbocadelapropiaInés.

Yacontinuaciónreanudósurelatodeestemodo]:

No podéis por menos de saber que vuestros padres eran, desgraciadamente,esclavosde lamásgroserade las supersticiones: cuandomediabanéstas, todos susotrossentimientos,todassusotraspasiones,cedíanantesufuerzairresistible.Cuandoestuvo encinta de Inés, vuestra madre contrajo una peligrosa enfermedad y fuedesahuciadaporsusmédicos.Enestasituación,doñaMesillahizoelvotodequesiserecobrabadesuenfermedad,ylacriaturaquellevabaensusentrañaseraniña,seríaconsagrada a Santa Clara; y si era niño, a San Benito. Fueron escuchadas susoraciones. Se libró de su mal, Inés nació viva, e inmediatamente se dispuso queingresaríaalserviciodeSantaClara.

DonGastónapoyódebuengrado losdeseosdesuesposa.Peroconociendo lossentimientosdelduque, suhermano, respecto a lavidamonástica, acordóocultarlecuidadosamenteeldestinodevuestrahermana.Paraguardarmejoraúnelsecreto,sedecidió que Inés acompañase a vuestra tía doña Rodolfa a Alemania, adonde estadamaestabaapuntodemarcharseconsuflamanteesposo,elbaróndeLindenberg.Asu llegada, encerraron a la joven Inés en un convento, situado a unas millas delcastillo.Lasmonjas,alasqueseconfiósueducación,desempeñaronsucomisiónconexactitud. Hicieron de ella una dueña perfecta con muchos conocimientos, y seesforzaroneninculcarleungustoporelretiroylosplacerestranquilosdelconvento.Pero un secreto instinto hizo comprender a la joven que no había nacido para lasoledad.Contodalalibertadylaalegríadelajuventud,notemíatratarderidículasmuchasceremoniasquelasmonjasobservabancontemor,ynuncaeramásfelizquecuando su viva imaginación le inspiraba algún plan para importunar a la rígidaabadesaolafea,malhumoradayviejaportera.Contemplabacondesagradoelfuturoqueteníaantesí.Sinembargo,noseleofrecíaotraalternativa,ydebíasometersealavoluntaddesuspadres,aunquenosinunsecretopesar.

Perono tuvo lahabilidadsuficienteparaocultar su repugnanciadurantemuchotiempo:donGastónfueinformadodeello.Temeroso,Lorenzo,dequevuestroafectopor ella se opusiera a sus proyectos, y de que os resistieseis positivamente alinfortuniodevuestrahermana,decidióocultarostodoelasuntoavos,lomismoquealduque,hastaqueel sacrificio sehubiese consumado.Seconcertó la fechade sutomadelveloparacuandovosestuvieseisdeviaje;entretanto,nosehizo lamenoralusión a la fatal promesa de doñaMesilla. No consintieron que vuestra hermanaconociesevuestradirección.Todasvuestrascartaseranleídasantesderecibirlasellayborradosaquellospárrafosquepudiesenalentarsu inclinaciónporelmundo.SuscontestacioneserandictadasporvuestratíaobienpordoñaCunegunda,suinstitutriz.

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EstosdetalleslosconocíenparteporInés,yenparteporlapropiabaronesa.Alpuntodecidírescataraaquellaadorablejovendeundestinotanopuestoasus

inclinaciones y tan poco de acuerdo con susméritos.Me esforcé en abogar en sufavor.Adujemi amistad e intimidad convos.Ellame escuchó con avidez; parecíadevorarmispalabrascuandocantévuestrasalabanzas,ysusojosmeagradecieronmicariñoporsuhermano.Miconstanteyperpetuaatenciónconquistóalfinsucorazón,ycontrabajolaobliguéaconfesarquemeamaba.Sinembargo,cuandolepropuseabandonarelcastillodeLindenberg,rechazólaideaenérgicamente.

—Sedgeneroso,Alfonso—dijo—; sois dueñodemi corazón, peronoutilicéisesedon innoblemente.Noempleéis vuestro ascendiente sobremípara inducirme adarunpasodelqueenadelantedebaavergonzarme.Soy jovenyno tengoamparoalguno. Mi hermano, mi único amigo, está lejos; y mis otros parientes son misenemigos. Tened piedad de mi desamparada situación. En vez de inducirme acometerunaacciónquemecubriríadevergüenza,esforzaosenganarlosafectosdelosquemegobiernan.Elbarónosestima.Mitía,tandesdeñosayaltivasiempreconlosdemás,noolvidaquelarescatasteisdemanosdeunosasesinos,ysóloantevosadopta una apariencia de afabilidad y dulzura. Procurad, pues, influir sobre misguardianes.Siellosconsientenennuestraunión,mimanoesvuestra.Porloquemehabéis contado de mi hermano, no dudo que obtendréis su aprobación. Y cuandodescubran que es imposible llevar a cabo sus designios, confío en quemis padresexcusaránmidesobedienciayexpiaránporalgúnotrosacrificiolafatalpromesademimadre.

DesdeelprimermomentoenqueviaInés,meesforcéporgranjearmeelfavordesus parientes.Avalado por la confesión de su afecto, redoblémis esfuerzos.Dirigímisprincipalesdisparoscontralabaronesa;fuefácildescubrirquesupalabraeraleyenelcastillo.Suesposoletributabalamásabsolutasumisiónylaconsiderabaunsersuperior. Frisaba los cuarenta. En su juventud había sido una belleza. Pero susencantos fueron mayormente lo que peor soportaron el desgaste de los años. Sinembargo,aúnposeíaalgunosvestigios.Sujuicioerasólidoycoherentecuandonolooscurecían los prejuicios, lo quepor desgracia noocurría casi nunca.Suspasioneseran violentas: no ahorraba ningún trabajo por satisfacerlas, y perseguía conimplacable venganza a quienes se oponían a sus deseos. La más ardiente de lasamigasylamásdespiadadadelasenemigas:taleralabaronesadeLindenberg.

Me afané incansablemente en complacerla; y por desgracia, lo conseguídemasiado bien.Ella pareció sentirse halagada conmis atenciones, yme trató conuna distinción que no otorgaba a ningún otro.Una demis ocupaciones diarias eraleerleenvozaltadurantevariashoras;horasquepodíahaberpasadoconInés.Perocomopensabaqueagradandoasutíahacíamáspróximanuestraunión,mesometíade buen grado a la penitencia que seme imponía. La biblioteca de doña Rodolfa

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estaba formada principalmente por viejas novelas españolas: constituían su temapredilectodemeditación,yunavezaldíasemeponíaenlasmanosregularmenteunodeesosdespiadadosvolúmenes.Leí las tediosasaventurasdePerséfone,TiranteelBlanco,PalmeríndeInglaterrayElCaballerodelSol,hastaquesemecaíaellibrodelasmanosdeaburrimiento.Sinembargo,elcrecienteplacerconquelabaronesaparecíaacogermicompañíameanimabaaperseverar;yporúltimo,manifestóunaafición tanmarcada,queInésmeaconsejóqueaprovechase laprimeraoportunidadparamanifestarnuestramutuapasiónasutía.

Unatarde,meencontrabaasolascondoñaRodolfaensupropioaposento.Comonuestras lecturas tratabangeneralmente de temasde amor, a Inés no se le permitíaasistir. Justamente me estaba congratulando de haber terminado Los amores deTristánylareinaIsolda.

—¡Ah!¡Losdesventurados!—exclamólabaronesa—.¿Quépensáisvos,señor?¿Creéisqueunhombrepuedesentirunafectotandesinteresadoysincero?

—Sindudaalguna—repliqué—.Mipropiocorazónmeproporcionalapruebadeesacerteza.¡Ah,doñaRodolfa!

¡Siyopudieralograrvuestraaprobacióndemiamor!¡Siyopudieraconfesaroselnombredeladueñademissentimientossinprovocarvuestroresentimiento!

DoñaRodolfameinterrumpió:—¿Y si os ahorrara yo esa confesión? ¿Y si yo admitiese que el objeto de

vuestros deseos no me es desconocido? ¿Y si os dijese que ella corresponde avuestrosafectosylamentaconigualsinceridadladesdichadapromesaquelaseparadevos?

—¡Ah,doñaRodolfa!—exclamé,arrojándomederodillasanteella,besandosumanoconvehemencia—.¡Habéisdescubiertomisecreto!¿Cuálesvuestradecisión?¿Deboperdermiesperanzaocontarconvuestrofavor?

Noretirólamanoqueyolecogía;perosecubrióelrostroconlaotra.—¿Cómovoyanegároslo?—respondió—.¡Ah,donAlfonso!Hacetiempoque

sé a quién van dirigidas vuestras atenciones, pero hasta ahora no me había dadocuentadelefectoquehabíanproducidoenmicorazón.Ahoranopuedoocultaryamidebilidad,niantemíniantevos.¡Merindoa laviolenciademipasión,yconfiesoqueosadoro!Durantetreslargosmeseshereprimidomisdeseos.Peroahoraquesehanhechomásfuertesconsuresistencia,mesometoasuimpetuosidad.Elorgullo,eltemor y el honor, el respeto a mí misma y mi unión con el barón, todo ha sidovencido. Lo sacrifico al amor por vos, y aún me parece miserable el precio porvuestraposesión.

Guardósilencio,esperandounarespuesta.Juzgad,Lorenzo,cuáltuvoquesermiconfusiónanteestedescubrimiento.Inmediatamentemedicuentadelamagnituddeesteobstáculo,queyomismohabía levantadoantemi felicidad.Labaronesahabía

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juzgado que era ella quien había motivado las deferencias que yo le tributabameramenteenatencióna Inés.Y la fuerzadesusexpresiones, lasmiradasconqueiban acompañadas y la conciencia de que poseía un carácter vengativo,me hacíantemblar pormímismoypormi amada.Seguí calladounosminutos.No sabía quécontestarasudeclaración.Nomequedabamásremedioqueaclararelmalentendidosindemorayocultardemomentoelnombredemidueña.Nobienhabíaconfesadoella su pasión, cuando los transportes que antes habían sido tan claros en misemblante,dieronpasoalaconsternaciónylaalarma.Soltésumanoymeincorporé.Elcambiodemiactitudnoescapóasuobservación.

—¿Qué significa este silencio?—dijo con voz temblorosa—. ¿Dónde está esegozoquemehabéisinducidoaesperar?

—Perdonadme,señora—contesté—,si lanecesidadmeobligaaparecerrudoeingrato. Alentaros en un error que, aunque puede halagarme amí, podría suponerparavosunafuentededesencanto,meharíaparecercomouncriminalantelosojosde todos. El honor me obliga a informaros que habéis tomado por requerimientoamoroso lo que sólo era testimonio de amistad. Era éste el sentimiento que yo hedeseado suscitar en vuestro pecho. El respeto que os debo y la gratitud por elgeneroso tratodelbarón,me impidenalimentarporvosunsentimientomáscálido.Quizáestasrazonesnohabríanbastadoparaprotegermedevuestrosatractivos,denoser porque mis afectos estaban puestos ya en otra persona. Vos tenéis encantos,señora,quepodríancautivaralmás insensible.Ningúncorazónvacanteseríacapazderesistirlos.Porventura,yoyanosoydueñodelmío;delocontrario,habríatenidoquereprocharmetodalavidahabervioladolasleyesdelahospitalidad.Recobraos,nobleseñora.Recordad loquedebéisavuestrohonor,yyoalbarón,y reemplazadporestimayamistadesossentimientosalosqueyonopuedocorresponder.

Labaronesasequedópálidaanteestainesperadayenérgicadeclaración.Nosabíasi soñaba o estaba despierta. Finalmente, recobrándose de su sorpresa, laconsternacióndiopasoalarabia,ylasangrelevolvióalasmejillasconviolencia.

—¡Villano!—gritó—.¡Monstruodefalsedad!¿Asíescomorecibeslaconfesiónde mi amor? ¿Así es como...? ¡Pero no, no! ¡No puede, no debe ser! ¡Alfonso,miradmeavuestrospies!¡Sedtestigodemidesesperación!¡Miradconcompasiónaunamujerqueos amaconafecto sincero! ¿Cómohamerecido semejante tesoro laqueposeevuestrocorazón?¿Quésacrificiooshahecho?¿QuéesloquelaponeporencimadeRodolfa?

Meesforcéenlevantarla.—¡PorDios,señora,reprimidestostransportes:osafrentanavosyamí!Alguien

puede oír vuestras exclamaciones y divulgar el secreto entre vuestra servidumbre.Veoquemipresenciaosirrita:permitidmequemeretire.

Medispuse a abandonar el aposento.Labaronesame cogió súbitamentepor el

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brazo.—¿Y quién es la feliz rival? —dijo en tono amenazador—. ¡Quiero saber su

nombre,ycuando losepa...! ¡Esalguienqueestábajomipoder,puestoquehabéispedido mi favor, mi protección! ¡Dejad que la descubra, dejad que sepa quién seatrevearobarmevuestrocorazón,yharéquesufratodoslostormentosqueloscelosy el desencanto pueden infligir! ¿Quién es? Contestadme al punto. ¡No esperéispoderla sustraer a mi venganza! Pondré espías que os acechen; os vigilarán cadapaso,cadamirada.Vuestrosojosdelataránami rival. ¡Sabréquiénes,ycuando ladescubra,temblad,Alfonso,porellayporvos!

Mientras profería estas últimas palabras, su cólera creció hasta el punto decortársele la respiración. Jadeó, gimió, y por último se desmayó.Al ver que iba acaerse,lacogíenbrazosyladepositéenelsofá.Luegocorríalapuertayllaméasusdoncellasparaquelaasistiesen.Ladejéalcuidadodeellas,yaprovechélaocasiónparaescapar.

Indeciblementeagitadoyconfundido,medirigíal jardín.Ladulzuraconquelabaronesamehabíaescuchadoalprincipiomehabíahechoconcebirlasmáselevadasesperanzas: me pareció que había percibido mi afecto por su sobrina y que loaprobaba. ¡Qué enorme desencanto, al darme cuenta del verdadero sentido de sudiscurso!Yonosabíaquédeterminacióntomar.LasupersticióndelospadresdeInés,ayudada por la infortunada pasión de su tía, parecía oponer a nuestra uniónobstáculoscasiinsuperables.

Alpasarjuntoalsalóndeabajo,cuyasventanasdabanaljardín,viporlapuertaentreabiertaa Inés sentadaanteunamesa.Estabadibujando,y teníavariosbocetosesparcidosasualrededor.Entréaúnsinsabersidebíacontarleonoladeclaracióndelabaronesa.

—¡Oh, sois vos!—dijo, alzando la cabeza—. Puesto que no sois un extraño,proseguirémiocupaciónsinceremonias.Cogedunasillaysentaosamilado.

Obedecí, y me senté junto a la mesa. Sin saber qué hacía, y completamenteembargadoporlaescenaqueacababadetenerlugar,cogíalgunosdibujosylesechéunamirada.Unodelosmotivosmesorprendióporsusingularidad.Representabaelgran salón del castillo de Lindenberg. Una puerta que conducía a una estrechaescalera estaba entreabierta. En el primer plano aparecía un grupo de figuras,colocadas en las más grotescas actitudes. Cada semblante reflejaba terror. Una deellasestabaderodillas,conlosojosdirigidoshaciaelcielo,yrezabafervorosamente.Otrasearrastrabaagatas.Algunasocultabansurostroensucapaoenelregazodesuscompañeras;otrasseocultabanbajolamesa,sobrelaqueseveíanlosrestosdeun banquete, mientras que otras, con la boca abierta y los ojos desencajados,señalabanaunafiguraquesesuponíaeralacausadelespanto:unamujerdeestaturamásquehumana,vestidaconelhábitodealgunaordenreligiosa.Teníalacaraoculta

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porunvelo.Delbrazolecolgabaunrosario,enelhábitoseveíanvariasmanchasdesangre,lacuallebrotabadeunaheridaqueteníaenelpecho.Conunamanososteníaunalámpara,yconlaotraungrancuchillo.Parecíaavanzarhacialapuertadehierrodelsalón.

—¿Quérepresentaesto,Inés?—pregunté—.¿Esinvenciónvuestra?Echóunamiradaaldibujo.—¡Oh,no!—respondió—.Esinvencióndecabezasmássabiasquelamía.Pero

¿cómoesposiblequellevéisviviendoenLindenbergtresmesessinhaberoídohablardelaMonjaSangrienta?

—Soislaprimerapersonaquememencionaesenombre.Decidme,¿quiénesesadama?

—Esoesmásdeloqueyopodríadeciros.Loúnicoquesédesuhistoriaprocedede una vieja tradición de esta familia, transmitida de padres a hijos, y firmementecreída en todos los dominios del barón. Es más, el propio barón cree en ella; encuantoamitía,quetieneunaespecialpredilecciónporlomaravilloso,antesdudaríade laveracidadde laBibliaquede laMonjaSangrienta.¿Queréisqueoscuente lahistoria?

Le contesté queme complaceríamuchísimo escucharla; prosiguió su dibujo, yempezóenuntonodeburlonagravedad:

—Essorprendentequeentodaslascrónicasdetiempospasadosnosehayacitadoniunasolavezaestenotablepersonaje.Debuenaganaoscontaríayosuvida.Perodesgraciadamente,hastadespuésdesumuertenadiesabíadesuexistencia.Entoncesfue cuando consideró ella necesario armar algún ruido en el mundo, y con esaintención se atrevió a tomar posesión del castillo deLindenberg.Como tenía buengusto, se adjudicóelmejor aposentode la casa,yunavez instaladaallí, empezóadivertirsegolpeandolasmesasylassillasenplenanoche.Quizáesquedormíamal,aunque no he podido comprobar este detalle. Según la tradición, dichoentretenimiento comenzó hará un siglo. Lo acompañaba de alaridos, aullidos,gemidos,juramentosyotrosruidosagradablesdelamismanaturaleza.Pero,sibienhonrabaconsusvisitasmásespecialmenteunahabitaciónparticular,noselimitabaaella por entero. De cuando en cuando, se aventuraba por las viejas galerías,deambulaba por los salones espaciosos, o se detenía a veces en la puerta de lascámaras y lloraba y gemía para universal terror de sus habitantes. En estasexcursionesnocturnas, laveíandistintaspersonas,y todas ladescribían talcomolaveisaquí,dibujadaporlamanodeestaindignailustradora.

Lasingularidaddeesterelatocautivóinsensiblementemiatención.—¿Nuncahablóalaspersonasconlasqueseencontraba?—pregunté.—No. Las manifestaciones nocturnas a que se entregaba, a modo de

conversación,noeraninvitadorasnimuchomenos.Aveceselcastilloretumbabacon

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sus juramentos y execraciones. A continuación, entonaba el padrenuestro; luegodescargaba lasmás horribles blasfemias, para cantar seguidamente elDeprofundiscon la misma corrección que si estuviese en el coro. En suma, parecía un serenormemente versátil. Pero ya rezase o maldijese, ya se mostrase irreverente opiadosa,procurabasiempreaterraracuantoslaoían.Elcastillosevolviódifícilmentehabitable,yasuseñorleteníantanasustadoestosalborotos,queunabuenamañanale encontraron muerto en la cama. Este éxito pareció agradar enormemente a lamonja,puesapartirdeentoncesarmómásruidoquenunca.Peroelsiguientebarónresultóserdemasiadoastutoparaella.Aparecióconunafamadoexorcista,elcualnotuvo miedo de permanecer encerrado toda una noche en la cámara encantada. Alparecer,sostuvoallíunaenconadabatallaconelfantasma,antesdeprometeréstequesemantendríatranquilo.Lamonjaeraterca,peroéllofuemás,yalfinalaccedióadejar descansar por la noche a los habitantes. Durante algún tiempo, no volvió asabersenadadeella.Peroaloscincoañosmurióelexorcista,yentonceslamonjaseatrevióadejarseverotravez.Sinembargo,sehabíavueltomáseducadaytratable.Caminabaensilencio,ynuncaseaparecíamásdeunavezcadacincoaños.Sihayquecreeralbarón,aúnconservaesacostumbre.Estáconvencidodequeelcincodemayo, cada cinco años, tan pronto como el reloj da la una, se abre la puerta de lacámaraencantada[observadqueestahabitaciónllevacerradacasiunsiglo].Entoncessalelamonjaespectralconsulámparaysudaga.Desciendelaescaleradelatorredeleste;¡ycruzaelgransalón!Esanocheelporterodejasiempreabiertaslaspuertasdelcastilloporrespetoalaaparición.Noesqueloconsiderenecesarioenabsoluto,yaque ella podría filtrarse por el ojo de una cerradura si así lo desea, sino pormeracortesía, y para evitar que haga una aparición demasiado impropia de su espectraldignidad.

—¿Yadóndeva,alabandonarelcastillo?—Al cielo, espero.Aunque si es así, el lugar no es de su gusto, pues siempre

regresaalcabodeunahoradeausencia.Entoncesladamaseretiraasucámara,ynovuelveaaparecerduranteotroscincoaños.

—¿Yvoscreéiseso,Inés?—¿Cómopodéispreguntarmeunacosaasí?¡No,no,Alfonso!Tengodemasiados

motivosparaconsiderarmevíctimadelainfluenciadelasuperstición.Sinembargo,debo callarmi incredulidad ante la baronesa: ella no abriga ninguna duda sobre laveracidaddeestahistoria.EncuantoadoñaCunegunda,mi institutriz,declaraquehace quince años vio el espectro con sus propios ojos.Me ha contado cómo unanochesequedaronaterrados,ellayvarioscriadosmás,cuandoestabancenando,antela aparición de la Monja Sangrienta, como llaman al fantasma en el castillo.Precisamente he trazado este boceto de acuerdo con su relato, y podéis tener porseguroquenoheomitidoalapropiaCunegunda.¡Aquíestá!¡Jamássemeolvidará

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loenojadaquesepuso,nisufeaexpresión,cuandomereprendióporhaberlasacadotanparecida!

Yseñalólafiguraburlescadeunaviejaenactitudaterrada.Apesardelamelancolíaquemeoprimía,nopudepormenosdesonreírantela

traviesa imaginación de Inés: había plasmado perfectamente el parecido de doñaCunegunda, aunque había exagerado tanto cada uno de sus defectos, haciendo tanirresistiblemente risiblessus rasgos,quenomefuedifícil imaginarelenfadodesudueña.

—¡La figura es admirable, mi querida Inés! No sabía que poseyerais estahabilidadparacaptarloridículo.

—¡Aguardad un instante! —replicó—. Os voy a enseñar una figura aún másridículaqueladedoñaCunegunda;siosgustapodéisquedárosla,dadoqueesmáspropioquelaposeáisvos.

Selevantóyfueaunmueblevecino.Abrióuncajón,sacóunpequeñoestuche,loabrióymelopresentó.

—¿Conocéisesterostro?—dijosonriendo.Eraelsuyo.Conmovidoporelregalo,beséelretratoconapasionamiento;mearrojéasuspies

y le declaré mi gratitud en los términos más cálidos y afectuosos. Me escuchócomplacidaymeaseguróquecompartíamissentimientos.Ydepronto,profirióungrito,retirólamanoqueyolehabíacogidoyhuyódelahabitaciónporlapuertaquedaba al jardín. Asombrado ante esta súbita huida, me incorporé del suelaapresuradamente. Entonces vi a la baronesa a mi lado, ardiendo de celos y casisofocada de rabia. Al recobrarse de su desvanecimiento, se había torturado laimaginación por descubrir quién era su oculta rival. Nadie pareció merecer sussospechas más que Inés. Inmediatamente, corrió en busca de su sobrina, a fin decensurarla por animarmis galanteos y comprobar si eran fundadas sus conjeturas.Desgraciadamente,habíavistodemasiadoparanecesitarningunaotraconfirmación.Había llegadoa lapuertaenelpreciso instanteenqueInésmedabasuretrato.Meoyó profesar amor eterno a su rival y arrodillarme a sus pies. Entró a separarnos.Nosotrosestábamosdemasiadopendienteselunodelotroparaverla,ynonosdimoscuentahastaqueInésladescubriódepie,juntoamí.

La rabia por parte de doña Rodolfa, y la confusión por la mía, nos mantuvocalladosalosdosduranteunosminutos.Ladamaserecobróprimero.

—Asíquemissospechaseranfundadas—dijo—.Hatriunfadolacoqueteríademisobrina,yesporellaporquienmehabéissacrificado.Enunaspecto,sinembargo,soyafortunada:no seré laúnica en lamentar la frustracióndemipasión. ¡Tambiénvossabréisloqueesvivirsinesperanzas!Deundíaparaotro,esperorecibirórdenesde devolver a Inés a sus padres. Inmediatamente después de su llegada a España,

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profesará,loquepondráunabarrerainfranqueableenvuestraunión.Podéisahorrarosvuestrassúplicas—prosiguió,alvermeapuntodehablar—.Midecisiónesfirmeeinconmovible.Vuestraamadapermaneceráencerradaensucámarahastaquecambieestecastilloporelclaustro.

Quizá la soledad le devuelva el sentido del deber. Pero para evitar que osopongáis a tandeseadoacontecimiento,debo informaros,donAlfonso,quevuestrapresenciaaquínoesgratayanialbarónniamí.Noesparadecirle tonteríasamisobrinaparaloquevuestrosfamiliaresoshanenviadoaAlemania;vuestramisiónesviajar, y lamentaría impedir más tiempo tan excelente propósito. Adiós, señor.Recordadquemañanahabremosdevernosporúltimavez.

Dichoesto,medirigióunamiradaorgullosa,despectivaymalévola,yabandonóelaposento.Yomeretirétambiénalmío,ymepasélanocheplaneandoelmedioderescataraInésdelpoderdesutiránicatía.

Traslatajantedeclaracióndesudueña,meeraimposiblepermanecermástiempoenelcastillodeLindenberg.Asíquealdíasiguienteanunciémiinmediatapartida.Elbarón declaró que esto le apenaba sinceramente, y se mostró en mi favor contérminos tan fervientes que traté de ganarle parami causa.Apenas lemencioné elnombredeInés,mequitólapalabra,ydijoqueestabamásalládesusposibilidadesinterferireneseasunto.Viqueerainútildiscutir:labaronesadominabaasuesposodemanera tandespóticaquecomprendíque lehabíapredispuestocontra talunión.Inés no apareció: pedí permiso para despedirme de ella, pero mi petición fuerechazada.Notuvemásremedioquemarcharmesinverla.

Aldespedirmedelbarón,meestrechólamanoafectuosamente,ymeaseguróquetan pronto como se marchase su sobrina, podía considerar su casa como la míapropia.

—¡Adiós,donAlfonso!—dijolabaronesa,ymetendiólamano.Se la tomé, e hice ademán de llevármela a los labios. Ella me lo impidió. Su

esposoestabaalotroextremodelaestancia,ynopodíaoírnos.—¡Cuidaos!—prosiguióella—.Miamorsehaconvertidoenodio,ymiorgullo

heridonoquedarásinsatisfacción.Idadondequeráis:¡mivenganzaosseguirá!Acompañóestaspalabrasconunamiradaquebastabaparahacermetemblar.No

contesté,sinoquemeapresuréaabandonarelcastillo.En el momento en que mi coche salía del patio, miré hacia las ventanas del

aposento de vuestra hermana. No vi a nadie; volví a meterme desalentado en micarruaje.NomeacompañabanmáscriadosqueunfrancésaquienhabíacontratadoenEstrasburgo,enlugardeStephano,yelpequeñopajedelqueyaoshehablado.Lafidelidad,inteligenciaybuencarácterdeTheodoreyahabíanconquistadomiafecto.Pero ahora se dispuso a prestarme un servicio queme haría considerarle comomigenio guardián. Apenas nos alejamos media milla del castillo, cuando acercó su

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caballoalaportezueladelcoche.—¡Animaos, señor! —dijo en español, que ya había aprendido a hablar con

fluidezycorrección—.Mientrasvosestabaisconelbarón,yoaguardéelmomentoenquedoñaCunegundaseencontraseabajoparasubirasucámara,queestáencimadeladedoña Inés.Canté lomás altoquepudeunapequeña tonada alemanaque ellaconoce,conlaesperanzadequereconociesemivoz.Nomeequivoqué,puesnotardéen oír abrirse la ventana y dejé caer la cuerda de que me había provisto. Al oírcerrarse la ventana otra vez recogí la cuerda, y atada a ella encontré este trozo depapel.

Seguidamente me tendió una nota dirigida a mí. La abrí con impaciencia.Conteníalassiguientespalabrasescritasalápiz:

Ocultaosduranteestasdossemanasenalgúnpueblovecino.MitíacreeráqueoshabéisidodeLindenbergymedevolveránlalibertad.Estaréenestepabellóneldíatreintaalasdocedelanoche.Nofaltéis,ytendremosocasióndeconcertarnuestrosplanesfuturos.Adiós.

Inés

Al leer estas líneas,miemoción rebasó todos los límites,yno sédecir cuántasexpresiones de gratitud derramé sobre Theodore. La verdad es que su habilidad yatención merecían mi más cálida alabanza. Comprenderéis que yo no le habíaconfiadomipasiónporInés;peroeljovencitoerademasiadolistoparanodescubrirmisecreto,ydemasiadodiscretoparanoocultarquelosabía.Observóensilencioloquepasaba,ynointervinoenelasuntocomoagentemíohastaquemisintereseslorequirieron.Admiréasimismosusensatez,superspicacia,suhabilidadysufidelidad.Noeralaprimeravezquemeresultabadeinfinitautilidad,ycadadíamesentíamásconvencidodesuvivezaycapacidad.DurantemibreveestanciaenEstrasburgo,sehabía dedicado con interés a aprender los rudimentos del español; siguióestudiándolo,ycon tantoéxito,que lohablabacon lamismasolturaquesu lenguanatal.Sepasabacasitodoeltiempoleyendo.Habíaadquiridomuchosconocimientospara su edad, y unía a las ventajas de un rostro vivo y una figura atractiva unexcelenteentendimientoyelmejordeloscorazones.Ahoracuentaquinceaños.Aúnestáamiservicio,ycuandoleveáis,estoysegurodequeosagradará.Peroperdonadestadigresión.Vuelvoaltemaquehabíadejado.

Obedecí las instrucciones de Inés. Me dirigí a Munich. Allí dejé mi coche alcuidadodeLucas,micriadofrancés,yluegovolvíacaballoaunpueblecitosituadoaunas cuatro millas del castillo de Lindenberg. Al llegar allí, conté una historia alposadero en cuya posadame hospedé, a fin de evitar que le causara extrañezamilargaestanciaen sucasa.Afortunadamente, elviejoeracréduloypococurioso: secreyó todo lo que le dije, y no quiso saber nada más que lo que yo consideré

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conveniente contarle. Conmigo no venía más que Theodore; íbamos los dosdisfrazados, y comonosmanteníamos retirados, nadie sospechó que fuésemos otracosaqueloqueparecíamos.Yasítranscurrieroncincodías.Duranteesetiempo,tuvelaagradablepruebadequeInésestabaunavezmásen libertad:pasóporelpueblocondoñaCunegunda.Parecíaanimada,yhablabaconsuacompañantesinelmenorindiciodeestarhaciendounesfuerzo.

—¿Quiénessonesasdamas?—preguntéalposadero,alpasarelcoche.—La sobrina del barón de Lindenberg con su institutriz —contestó él—. Va

regularmente todos los viernes al convento de Santa Catalina, en el que se haeducado,queseencuentraaunamilladeaquí.

Podéistenerlaseguridaddequeesperéconimpacienciaaquellegaraelviernessiguiente. Otra vez vi a mi adorable, amada. Me lanzó una mirada al cruzar pordelante de la posada. El rubor que inundó su rostro me demostró que me habíareconocido.Me incliné profundamente. Ellame devolvió el cumplido con un levegestodecabeza,comoelqueselehaceauninferior,ymiróhaciaotrolado,hastaqueelcarruajeseperdiódevista.

Llególanochelargamenteesperadaydeseada.Reinabaunagranquietudyhabíalunallena.Tanprontocomoelrelojdiolasonce,medirigíapresuradamenteallugardelacita,deseosodenollegartarde.Theodorehabíadispuestounaescaladecuerda.Salvéelmurodeljardínsindificultad.Elpajemesiguióyretirólaescaladespués.Me aposté en el cenador deponiente, y esperé con impaciencia la llegadade Inés.Cadabrisaquesusurraba,cadahojaquecaía,creíaqueeransuspasosycorríaasuencuentro.Asímevi obligado apasar unahora entera, cadaminutode la cualmeparecióunsiglo.Porfin,lacampanadelcastillodiolasdoce,yapenaspudecreerquelanochenoestuviesemásavanzada.Transcurrióotrocuartodehora,yoíloscalladospasosdemiamadaqueseacercabancautelososalcenador.Corríasuencuentroylallevéaunbanco.Mearrojéasuspies,yhabíaempezadoaexpresarmigozo,cuandomeinterrumpiódeestemodo:

—No tenemos tiempo que perder, Alfonso. Los instantes son preciosos, puesaunqueyanoestoyprisionera,Cunegundamevigilacadapaso.Hallegadouncorreodemipadre.Debopartir inmediatamenteparaMadrid,yheconseguidoconmuchadificultadaplazarelviajeunasemana.Lasupersticióndemispadres,alentadaporlasdeclaraciones de mi cruel tía, no me dejan abrigar la esperanza de mover sucompasión.Enestedilema,hedecididoencomendarmeavuestrohonor:¡Diosquieraquenodeisjamásmotivoparaarrepentirmedemiresolución!Miúnicorecursoparaeludir los horrores de un convento es huir, y mi imprudencia se justifica por lainminencia del peligro.Ahora escuchad el planpor el que espero llevar a cabomifuga.

»Hoyestreintadeabril.Dentrodecincodíasseesperaqueaparezcaelespectro

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de la monja. En mi última visita al convento conseguí ropa apropiada para esepersonaje:unaamigaquetengoallí,alaqueheconfiadosintemoralgunomisecreto,accediódebuengradoaproporcionarmeunhábitodereligiosa.Conseguiduncochey estad cerca de la puerta grande del castillo. Tan pronto como el reloj dé la una,saldré de mi aposento vestida con el mismo atuendo que se supone que lleva elfantasma.Quienquieraquemeveasequedarádemasiadoaterradoparainterponerseenmicamino.Llegaréfácilmentea lapuerta,ymepondrébajovuestraprotección.De este modo, el éxito será seguro. Pero, ¡oh, Alfonso, si me engañarais! Sidespreciaraismiimprudenciaylarecompensaraisconlaingratitud,¡enelmundonohabráunsermásdesdichadoqueyo!Séaquépeligrosmevoyaexponer.Séquevoyadaroselderechoatratarmeconliviandad.¡Peroconfíoenvuestroamor,envuestrohonor!Elpasoqueestoyapuntodedar levantaráamisparientescontramí:simeabandonáis,sitraicionáislaconfianzaquedepositoenvos,notendréaningúnamigoque castigue vuestra afrenta ni defienda mi causa. Sólo en vos descansa toda miesperanza;sivuestrocorazónnosaleenmifavor,¡mehabréperdidoparasiempre!

El tonoenquepronuncióestaspalabrasfuetanconmovedor,queapesardemigozoalescucharsupromesadeseguirme,nopudepormenosdesentirmeafectado.Lamentabaensecretonohabertomadolaprecaucióndetraeruncochealpueblo,encuyo caso podía haberme llevado a Inés esamisma noche. Tal decisión era ahorairrealizable: el cochey los caballos estaban enMunich, quedistabadeLindenbergdosdíaslargosdeviaje.Asíquemeviobligadoaaceptarsuplan,queendefinitivameparecíabastantebueno.Sudisfrazimpediríaqueladetuviesenenelmomentodesalirdelcastillo,ylepermitiríasubirenelcocheenlamismapuertadelcastillosindificultadesnipérdidasdetiempo.

Inés apoyó tristemente la cabeza enmihombro,y a la luzde la lunavi que lecorríanlaslágrimasporlasmejillas.Meesforcéendisiparsumelancolíaylaaniméapensar en' nuestra felicidad futura. Prometí con losmás solemnes términos que suvirtudeinocenciaestaríanasalvobajomicustodia,yquehastatantolaiglesianolahiciese mi esposa legítima, su honor sería para mí tan sagrado como el de unahermana.Ledijequemiprimercuidadoseríabuscaros,Lorenzo,paraqueaprobaseisnuestra unión; y seguí hablando en estosmismos términos, cuandome alarmó unruidodelexterior.DeprontoseabriólapuertadelcenadorysurgióCunegundaantenosotros.HabíaoídosaliraInéssigilosamentedesuaposento;lasiguióaljardínylavioentrarenelcenador.Protegidapor losárboles,pasósinservistaporTheodore,que me esperaba a cierta distancia, se acercó en silencio y oyó toda nuestraconversación.

—¡Admirable!—exclamó Cunegunda con voz destemplada por la ira—: ¡PorSantaBárbara,señora,excelente invención lavuestra! ¡Hacerospasarpor laMonjaSangrienta!¡Quéimpiedad!¡Quédescreimiento!Hacedlo;tengointencióndedejaros

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llevar a cabo vuestro plan: ¡cuando os enfrentéis con el fantasma de verdad, osaseguro que vais a encontraros en bonita situación! Don Alfonso, deberíaisavergonzarondehaberseducidoaunacriaturajoveneignorante,yhaberlainducidoa abandonar a su familia y sus amigos. Sin embargo, por esta vez al menos hemalogradovuestrosmalvadosproyectos. Informaréde todoestoa lanobledama,eInés tendrá que esperar una ocasión más propicia para representar el papel deespectro. Adiós, señor. Doña Inés, hacedme el honor de conducir vuestraespectralidaddenuevoavuestroaposento.

Seacercóalsofáenelquelatemblorosadiscípulaestabasentada,lacogiódelamanoysedispusoasacarladelcenador.

Ladetuve,ytraté,consúplicas,promesas,halagosydulzura,deganarlaparamicausa.Peroviendoqueerainútilcuantodecía,renunciéaseguirintentándolo.

—Vuestra terquedadserávuestropropiocastigo—dije—.MequedaunrecursoparasalvarnosInésyyo,ynovacilaréenemplearlo.

Aterradaanteestaamenaza,pugnóotravezporabandonarelcenador.Peroyolacogíporlamuñecaylaretuvealafuerza.Enesemismoinstante,Theodore,quelahabíaseguido,cerrólapuerta,impidiendoqueescapara.CogíelvelodeInésyseloatéaladueñaalrededordelacabeza,yaqueproferíatanpenetranteschillidosque,apesar de lo distantes que estábamos del castillo, temí que la oyeran. Finalmente,conseguí amordazarla tan completamente que no pudo emitir un solo grito. EntreTheodore y yo conseguimos atarle las manos y los pies con alguna dificultad,valiéndonosdenuestrospañuelos,yaconsejamosaInésquevolvieseasuaposentoatodaprisa.LeprometíqueCunegundanosufriríaningúndaño,lepedíquerecordaseque el cinco demayo la esperaba a la entrada principal del castillo, yme despedícariñosamente de ella. Temblorosa y desasosegada, apenas tuvo fuerzas paramanifestar su conformidad con el plan, y huyó a su aposento trastornada yconfundida.

Entretanto,Theodoremeayudóa llevarmeamianticuadapresa.Laizamosporencimadelmuro,lacoloquésobreelcaballo,delantedemí,comounsacodeviaje,yme alejé al galope del castillo de Lindenberg. Jamás había hecho la desventuradadueñaunviajemásdesagradableensuvida.Recibiótantosgolpesysacudidasquealfinalpareciópocomásanimadaqueunamomia.Ynohablemosdelmiedoquepasócuandovadeamosun riachuelo, el cual tuvimosquecruzarpara regresaralpueblo.Antes de llegar a la posada, ya había decidido yo qué hacer con la engorrosaCunegunda.Entramosenlacalledondeseencontrabalaposada,ymientrasllamabaelpajealapuerta,yoesperéaciertadistancia.Abrióelposaderoconunalámparaenlamano.

—¡Dadmelaluz!—dijoTheodore—.Miseñorvieneahora.Lecogiólalámparaprecipitadamenteyladejócaeralsueloadrede.Elposadero

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regresóalacocinaparaencenderlaotravez,dejandolapuertaabierta.Aprovechandolaoscuridad, salídedetrásdelcaballoconCunegundaenbrazos, subícorriendo laescalera, entré en mi aposento sin sed, visto, y abriendo la puerta de un armarioespacioso, lametí allí; luego cerré con llave. El posadero y Theodore aparecieronpocodespuésconluces.Elprimerosemostróalgosorprendidodemitardíoregreso,pero no me hizo preguntas indiscretas. Se marchó poco después de la habitación,dejandoquedisfrutaraamisanchasdeléxitodemiempresa.

Actoseguido,hiceunavisitaamiprisionera.Meesforcéenpersuadirlaparaquese sometiese con paciencia a su encierro transitorio. Fueron inútiles todos misintentos. Imposibilitada para hablar nimoverse, expresaba su furia conmiradas; ysalvo en las comidas, nome atreví a desatarla ni librarla de lamordaza. En talesocasiones, la teníaconunaespadasobreella,declarándolequecomodieseunsologrito se la hundiría en el pecho. Tan pronto como terminaba de comer, volvía aponerle lamordaza.Yomedabacuentadequeesteprocedimientoeracruel,ysólopuede justificarse por la urgencia de las circunstancias. En cuanto a Theodore, noteníaelmenorescrúpuloaesterespecto.LacautividaddeCunegundaledivertía loindecible.Durantesuestanciaenelcastillo,habíahabidounacontinuaguerraentreélyladueña,yahoraqueteníaasuenemigatanabsolutamentebajosupodergozabadesu triunfo sin misericordia. Parecía no pensar en otra cosa que en la forma deatormentarla.Unasvecesfingíacompadecersedesudesventura,luegosereíadeella,lainjuriabaylaremedaba;lehacíamildiabluras,cadaunamásmolestaquelasotras,ysedivertíadiciéndolequesusecuestrodebiódecausarhondasorpresaencasadelbarón.Enrealidad,asíera.NadieexceptoInéspodíaimaginarquélehabíasucedidoa doña Cunegunda. La buscaron por todos los rincones. Dragaron los estanques yefectuaron un completo registro del bosque. Sin embargo, doña Cunegunda noapareció.Inésguardósilencio,yyoguardéaladueña.Asíquelabaronesaestuvoencompletaignoranciarespectoaldestinodelavieja,aunquesospechabaquesehabíasuicidado.Asítranscurrieroncincodías,duranteloscualespreparétodolonecesarioparamiempresa.AldespedirmedeInés,habíahechomiprimeradiligenciaenviandoauncampesinoaMunichconunacartaparaLucas,enlaqueleordenabaquecuidasedeteneruncocheycuatrocaballos,alasdiezenpuntodelanochedel5demayo,enelpueblodeRosenwald.Obedeciómisinstruccionespuntualmente.Elcarruajellegóa la hora señalada.Amedida que se acercaba elmomento del rapto de su ama, larabiadeCunegundaaumentaba.Sinceramentecreoque la irayel enojo lahabríanmatado, de no descubrir yo felizmente su predilección por el licor de cerezas. Lesuministramosenabundanciaestabebidafavorita;ycomoTheodoreestabasiemprevigilándola, se le pudo quitar la mordaza de cuando en cuando. El licor parecíaproducirelmaravillosoefectodesuavizarlaacrituddesunaturaleza;ydadoquesucautiverio no le permitía ningún otro entretenimiento, se embriagaba regularmente

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unavezaldía,amododepasatiempo.¡Llegóel5demayo,fechaquenoolvidaréjamás!Antesdequeelrelojdieselas

doce,acudíalescenariodelaacción.Theodoremesiguióacaballo.Ocultéelcocheenunaespaciosacavernadelmonte,encuyacimasealzabaelcastillo.Dichacavernaera de considerable profundidad, y los del lugar la conocían con el nombre de laCuevadeLindenberg.Lanocheera serenayhermosa.La lunabañaba lasantiguastorresdelcastilloyderramabasuluzplateadasobresuscoronamientos.Todoestabacalladoamialrededor.Noseoíamásque labrisade lanochesuspirandoentre lashojas,elladridolejanodelosperrosdelpueblo,oelbúhoquesehabíainstaladoenun rincón de la deshabitada torre oriental.Oí su chillidomelancólico ymiré haciaarriba.Estabaposadoenelantepechodeunaventana,queyoreconocícomoladelahabitaciónembrujada.EstomerecordólahistoriadelaMonjaSangrienta,ysuspiré,alpensar en la influenciade la supersticióny ladebilidadde la razónhumana.Depronto,oíelevarseundébilcoroenelsilenciodelanoche.

—¿Cuálpuedeserlacausadeesossonidos,Theodore?—Undistinguidoextranjero—replicóél—hapasadohoyporelpueblo,camino

delcastillo:sedicequeeselpadrededoñaInés.Sindudaelbarónhadadounafiestaparacelebrarsullegada.

Lacampanadelcastilloanunciólahoradelamedianoche.Estaeraseñalhabitualparaquelafamiliaseretiraseadescansar.Pocodespués,vi lucesenelcastilloqueibandeunladoaotroendistintasdirecciones.Supusequecadaunoseretirabaasuhabitación.Pudeoírelchirridodelaspesadaspuertasalabrirsecondificultad;yalcerrarseotravez, retemblar laspodridascontraventanasensusmarcos.Elaposentode Inés estaba en el otro extremo del castillo. Temblé al pensar si habría podidoconseguir la llave de la habitación embrujada: era preciso quepasara por ella parallegar a la estrecha escalera por la que se suponía que bajaría el fantasma al gransalón. Angustiado por este temor, mantuve los ojos constantemente fijos en laventana, donde esperaba vislumbrar el amistoso resplandor de la lámpara de Inés.Ahoraoídescorrerlaspesadaspuertasdelcastillo.Mercedalavelaquellevabaenlamano,reconocíalviejoConrad,elportero.Abriólaspuertasdeparenparyseretiró.Laslucesdelcastillodesaparecierongradualmente,yfinalmenteeledificioenterosesumióentinieblas.

Sentado en la quebrada cima de la colina, la quietud del escenariome inspirómelancólicasideas,nodeltododesagradables.Elcastillo,queahorateníaplenamentealavista,constituíaunobjetoalavezpintorescoytremendo.Susgruesasmurallas,que la luna teñía con solemne brillantez, sus viejas y medio ruinosas torreselevándoseenlasnubesydominandoceñudaslasllanurasquelasrodeaban,susaltasalmenas cubiertas de hiedra y el puente levadizo tendido en honor a la espectralmoradora, me producían un miedo fúnebre y reverencial. Sin embargo, no me

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absorbíanestassensacioneshastaelpuntodenodarmecuentacon impacienciadellentoprogresodeltiempo.Meacerquéalcastilloymeaventuréarodearlo.Todavíabrillaban unos rayos de luz en el aposento de Inés. Los observé con alegría. Ymientrasmiraba,unafiguraseacercóalaventanaycorriócuidadosamentelacortinapara ocultar la lámpara que ardía allí. Convencido por este detalle de que Inés nohabíaabandonadonuestroplan,regreséanimadoamipuesto.

¡Sonó la media! ¡Los tres cuartos! Mi pecho latía de prisa con esperanza yexpectación.Finalmente,sonólahoradeseada.Lacampanadiolauna,ylamansiónreprodujo su sonido con eco grave y solemne. Miré la ventana de la habitaciónencantada.Apenas habían transcurrido cincominutos, cuando apareció la esperadaluz.Mehallabaahoracercadelatorre.Laventananoestabaexcesivamentealta,peromepareciópercibirunafigurafemenina,conuna lámparaen lamano,querecorríalentamente el aposento. No tardó en desvanecerse la luz, quedando todo oscuro ytenebroso otra vez. De las ventanas de la escalera brotaban ocasionales destellosluminosos,amedidaqueeladorablefantasmapasabapordelantedeellas.Seguí laluzatravésdelsalón:llegóalaentrada,yporfinviaInéscruzarelpuentelevadizo.Ibavestidaexactamentecomomehabíadescritoalespectro.Desubrazocolgabaunrosario,llevabalacabezaocultaenunlargoveloblanco;suhábitodemonjaestabamanchadode sangre,yhabía tenidoel cuidadodeproveersedeuna lámparayunadaga.Avanzóhaciaellugardondeyoestaba.Corríasuencuentroylaestrechéentremisbrazos.

—¡Inés!—dijemientraslaapretabacontramipecho,¡Inés!¡Inés!¡Yaeresmía!¡Inés!¡Inés!¡Yasoytuyo!¡MientrascorrasangrepormisvenasSerásmía!¡Serétuyo!¡Tuyomicuerpo!¡Tuyamivida!Aterradaysinaliento,fueincapazdedecirnada:soltólalámparayladaga,yse

desplomóensilenciosobremipecho.Laalcéenbrazosylallevéalcoche.TheodoresequedóparaliberaradoñaCunegunda.Tambiénlediuna,cartaparalabaronesa,explicándoletodoelasunto,ysuplicándolelaayudadesusbuenosoficiosparaquedonGastónaccedieseamiuniónconsuhija.Ledescubríamiverdaderonombre.Ledemostrabaquemicunayexpectativasjustificabanmisaspiracionesalamanodesusobrina,y leasegurabaque,aunquenomeeraposiblecorrespondera suamor,meesforzaríaincansablementeenconseguirsuestimayamistad.

Subíalcoche,enelqueyasehabíaacomodadoInés.Theodorecerrólapuerta,ylos postillones emprendieron la marcha. Al principio me alegró la velocidad denuestra marcha. Pero tan pronto como desapareció el peligro de que fuéramosperseguidos,llaméaloscocherosylespedíquemoderaranelpaso.Trataronenvano

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de obedecerme. Los caballos se negaban a responder a las riendas, y siguieroncorriendo a asombrosa velocidad. Los postillones redoblaron sus esfuerzos pordetenerlos, pero coceandoy saltando, las bestias se libraronde sus frenos.Conuntremendoalarido,losconductoressalierondespedidosdelpescante.Inmediatamente,unasnubesespesasoscurecieronelcielo.Losvientosaullaronanuestroalrededor,losrelámpagos fulguraron y los truenos estallaron de manera enloquecedora. ¡Jamáshabía presenciado una tempestad más espantosa! Aterrados, los caballos parecíanaumentaracadainstantesuvelocidad.Nadapodíainterrumpirsucarrera.Arrastrabanel carruaje a través de setos y zanjas, saltaban los más peligrosos precipicios, yparecíancompetirenvelocidadconlarapidezdelosvientos.

Durante todo este tiempo, mi compañera permaneció inmóvil en mis brazos.Sinceramente alarmado por la magnitud del peligro, trataba en vano de hacerlerecobrar el sentido, cuando el sonoro estrépito de un choque anunció que nuestracarrerahabíafinalizadodelamaneramásdesagradable.Elcarruajesedestrozó.Enlacaída me golpeé una sien contra una roca. El dolor de la herida, la violencia delchoqueylaangustiaporlaseguridaddeInésmedominarontanporcompletoquemeabandonaronlossentidosymederrumbéexánimeenelsuelo.

Probablementepermanecíbastantetiempoeneseestado,yaquecuandoabrílosojos era totalmente de día. A mi alrededor había varios campesinos y parecíandiscutir sobre si me recobraría o no. Yo hablaba el alemán aceptablemente. Tanprontocomologréarticularunsonido,preguntéporInés.¡Cuálnofuemisorpresayangustia,cuandomeaseguraronaquelloslugareñosquenohabíanvistoanadiequerespondiesealadescripciónqueyolesdaba!Medijeronquecuandosedirigíanasutrabajodiario,descubrieronconalarmalosfragmentosdemicarruaje,yoyeronlosgemidosdeuncaballo,elúnicode loscuatroquehabíasobrevivido.Losotros tresyacíanmuertos junto amí. No vieron a nadiemás cuando se acercaron, y habíanempleado mucho tiempo, hasta que consiguieron hacerme recobrar los sentidos.Indeciblementepreocupadoporlasuertedemicompañera,supliquéaloscampesinosquesedispersasenyfuesenensubusca.Lesdescribícómoibavestida,yprometíunainmensarecompensaparaelquemetrajesealgunanoticia...Encuantoamí,meeraimposibleunirmealabúsqueda.Mehabíarotodoscostillasenlacaída,ymibrazodislocado me colgaba inútil; además tenía la pierna izquierda tan terriblementemagulladaquenocreíquepudierarecobrarsuuso.

Los campesinos cumplieron mi petición: me dejaron todos menos cuatro, queconfeccionaronunaliteraconramasysedispusieronatrasladarmealpueblovecino.Preguntécuálera.ResultóserRatisbona.Nopodíacreerquehubieserecorridounadistanciatanconsiderableenunasolanoche.Lesdijealoscampesinosquealaunade esamismamadrugada había cruzadopor el pueblo deRosenwald.Menearon lacabezacontristezaysehicieronseñasunosaotrosdequedebíadeestardelirando.

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Mellevaronaunaposadadecenteymemetieronenseguidaenlacama.Llamaronaunmédico,que logróencajarmeelbrazo.Luegoexaminómisotrasheridas,ydijoque no debía temer consecuencias de ninguna de ellas; pero me ordenó quepermanecieseinmóvilymesresignaseaunacurapenosayaburrida.Lecontestéquesiesperabatenermeinmovilizado,seesforzaseprimeroenprocurarmealgunanoticiadeunadamaquehabíaabandonadoRosenwaldlanocheanteriorenmicompañía,yqueestabaconmigoenel instanteenqueseestrellóelcoche.Sonrió,yse limitóaaconsejarme que me tranquilizase, a fin de que pudiese cuidar de mí de maneraapropiada.Almarcharse,laposaderaseencontróconélenlapuertadelahabitación.

—El caballero no está en su sano juicio—oí que le decía en voz baja—. Esconsecuencianaturaldelacaídaquehasufrido,peroprontoserepondrá...

Loscampesinosregresaronunotrasotroalaposada,ymeinformarondequenohabíandescubiertoningúnrastrodemiinfortunadadama.Miinquietudseconvirtióahoraendesesperación.Lessupliquéquevolvieranabuscarlaen los términosmásinsistentes, doblando las promesas que les había hecho. Mi actitud frenética yatropellada confirmó a los presentes la idea de que deliraba. Dado que no habíaaparecidoindicioalgunodeladama,creyeronquesetratabadeunacriaturafabricadapor mi cerebro enfebrecido, y no hicieron caso de mis súplicas. Sin embargo, laposaderameaseguróqueseharíaunanuevainvestigación.Peromástardedescubríquemehizoesapromesaúnicamenteparatranquilizarme.Nosediounsolopasomásenesesentido.

AunquemiequipajesehabíaquedadoenMunichbajo lacustodiademicriadofrancés,comomedisponíaaemprenderunlargoviaje,mibolsaestababienprovista:además,misropasdenotabandistinción,porloqueenlaposadasemedispensarontodaslasatenciones.TranscurrióeldíasinquemellegaseningunanoticiadeInés.Laansiedaddel temordiopaso ahora al desaliento.Dejé dehablar insistentementedeella, y me sumí en un mar de melancólicas reflexiones. Al verme silencioso ytranquilo,miscuidadorescreyeronquehabíacedidomidelirioyquemienfermedadhabíaadquiridounsesgofavorable.Deacuerdoconlasórdenesdelmédico,toméunpreparadomedicinal;ytanprontocomocayólanoche,seretiraronmiscuidadoresymedejarondescansar.

Pero en vano pretendí conciliar ese descanso. La agitación de mi pechoahuyentaba el sueño.Mimente inquieta, a pesar de la fatiga demi cuerpo, siguióatormentándomehastaqueel relojdeuncampanariovecinodio launa.Tanprontocomo escuché el sonido lúgubre y profundo y lo oí desvanecerse en el viento, unsúbito escalofríome recorrió todoel cuerpo.Meestremecí sin saberporqué;unasgotasfríasseformaronenmifrenteysemeerizaronloscabellos.Depronto,oíunospasos lentos,pesados,quesubíanpor laescalera.Me incorporéen lacamamovidoporunimpulsoinvoluntarioyretirélacortina.Unasimplevela,sobrelachimenea,

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difundíaundesmayadoresplandorporelaposentodeparedescubiertascontapices.Seabriólapuertaconviolencia.Entróunafigura,yseacercóamicamaconpasossolemnes y medidos. Con temblorosa aprensión, examiné a la nocturna visitante.¡Dios todopoderoso! ¡Era la Monja Sangrienta! ¡Era mi perdida compañera! Aúntenía el rostro velado, aunque no llevaba la lámpara y la daga. Se levantó el velolentamente. ¡Ah, qué visión descubrieronmis ojos sobrecogidos!Antemí tenía uncadáver animado. Su semblante era largo ymacilento, exangües susmejillas y suslabios,ytodassusfaccionesposeíanlapalidezdelamuerte;losglobosdesusojos,clavadosenmí,estabanapagadosyvacíos.

Lavisióndelespectromeprodujounhorrorimposiblededescribir;lasangresemehelóenlasvenas.Quisepedirauxilio,perolavozsemeahogóantesdesalirmede los labios. Mis nervios permanecieron impotentes, y mi cuerpo quedó en lainanimadaactituddeunaestatua.

La quimérica monja me miró durante unos minutos en silencio: había algopetrificante en sumirada. Por último, con una voz baja y sepulcral, pronunció lassiguientespalabras:

¡Raimundo! ¡Raimundo! ¡Ya eres mío! ¡Raimundo! ¡Raimundo! ¡Ya soy tuya!¡MientraslasangrecorraportusvenasSerétuya!

¡Serásmío!¡Míotucuerpo!¡Míatuvida!...Con el aliento cortado por el miedo, la oí repetir mis propias palabras. La

apariciónsesentófrenteamí,a lospiesdelacama,yguardósilencio.Susojossequedaron gravemente clavados en los míos; parecían dotados del poder de laserpiente cascabel, ya que en vano me esforzaba en apartar la mirada. Estabafascinado,ynoteníafuerzasparadesviarlavistadelosojosdelespectro.

En esta actitud permaneció durante una hora larga sin hablar ni moverse; yotampoco fui capaz de hacer nada. Finalmente, el reloj dio las dos.La aparición selevantóyseacercóalbordedelacama.Mecogióconsusdedosheladoslamanoqueme colgaba exánime sobre el cobertor, y posando sus labios fríos sobre losmíos,repitióotravez:

¡Raimundo! ¡Raimundo! ¡Ya eres mío! ¡Raimundo! ¡Raimundo! ¡Ya soy tuya!Etc.

Luegomesoltólamano,saliódelaposentodespacio,ylapuertasecerrótrasella.Hastaeseinstante,lasfacultadesdemicuerpohabíanestadoensuspenso:sólolasdemiespírituhabíanpermanecidolúcidas.Ahora,elencantoserompió.Lasangrequesemehabía helado en las venas se agolpó en el corazón conviolencia.Proferí unhondogemido,ymedesploméexánimeenlaalmohada.

Lahabitacióncontiguaestabaseparadadelamíatansóloporundelgadotabique:laocupabanelposaderoysumujer;elhombresedespertóantemigemidoyentró

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precipitadamente en mi aposento. La posadera entró poco después. Con algunadificultad, consiguieron devolverme el conocimiento, e inmediatamente mandaronllamar almédico, que llegó con toda diligencia.Declaró queme había aumentadomuchísimo la fiebre, y que si seguía sufriendo una agitación tan violenta, norespondía de mi vida. Me administró una medicina que me tranquilizó un poco.Cuando ya despuntaba el día caí en una especie de sopor. Pero unas pesadillasespantosas impidieron que el sueño fuera realmente reparador. Inés y la MonjaSangrienta se alternaban en mi imaginación, y se combinaban para hostigarme yatormentarme. Me desperté calenturiento y cansado. Mi fiebre parecía haberaumentadomuchísimo,envezdedisminuir;laagitacióndemiespírituimpedíaquemishuesos fracturados se soldasen; tuve frecuentesdesvanecimientos, y en todoeldía,elmédiconojuzgóprudentequemequedaseasolasdurantedoshorasseguidas.

Lasingularidaddemiaventuramedecidióaocultarladetodos,yaquenopodíaesperar que tan extraña circunstancia fuese creída.Me sentí enormemente inquietoporInés.Nosabíaquéhabríapensadoellaalnoencontrarmeennuestracita,ytemíaquerecelasedemifidelidad.Sinembargo,confiabaenladiscrecióndeTheodore,yquemi carta a la baronesa la convenciese de la rectitud demis intenciones. Estasconsideracionesaliviaronalgomipreocupaciónporella.Perolaimpresiónquehabíadejadoenmiespírituminocturnavisitantesehacíamásfuerteacadamomento.Seaproximaba la noche y me asustaba su llegada. Sin embargo, me esforcé enconvencermedequeel fantasmanoapareceríamás; aunquepor si acaso,pedíquevinieseuncriadoavelarenmiaposento.

Elcansanciodemicuerpo,alnohaberdescansadolanocheanterior,cooperóconlos fuertes somníferos que me administraron, y me procuró el reposo que tantonecesitaba.Mesumíenunsueñoprofundoytranquilo,yyallevabadurmiendohoras,cuandoelrelojvecinomedespertóaldarnuevamentelauna.Susonidometrajoalamemoria todos los horrores de la noche anterior. Me sobrevino el mismo fríoestremecimiento.Meincorporéenlacama,yvialcriadocompletamentedormidoenuna butaca cerca de mí. Le llamé por su nombre, pero no contestó. Le sacudífuertemente el brazo, y traté en vano de despertarle: permaneció insensible a misesfuerzos.Entonces,oílospasospesadosquesubíanlaescalera;seabriólapuertadegolpe,ylaMonjaSangrientaapareciódenuevoantemí.Unavezmás,mismiembrosquedaronparalizados.Unavezmás,laoírepetiraquellasfatalespalabras:

¡Raimundo! ¡Raimundo! ¡Ya eres mío! ¡Raimundo! ¡Raimundo! ¡Ya soy tuya!Etc.

Ynuevamentesedesarrollólaescenaquetantomehabíasobrecogidolavíspera.Otravezapretóelespectrosuslabioscontralosmíos,otravezmetocóconsusdedosputrefactos;ycomoensuprimeraaparición,abandonóelaposentotanprontocomodieronlasdos.

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Estoserepitiótodaslasnoches.Lejosdeacostumbrarmealfantasma,cadanuevavisitameinspirabaunhorrormásgrande.Suimagenmeperseguíadecontinuo,ymeconvertí en presa de una habitualmelancolía. La agitación constante demimenteretrasónaturalmentemi restablecimiento.Transcurrieronvariosmesesantesdequeyopudieraabandonarlacama;ycuandoporfinmetrasladaronaunsofá,mesentíatan débil, abatido y extenuado, que no pude cruzar la habitación sin ayuda. Lasmiradasdemiscuidadoresreflejabanbienevidentementelasescasasesperanzasqueabrigabandequemerecuperase.Laprofundatristezaquemeoprimíahacíapensaralmédicoqueerahipocondríaco.Pormiparte,ocultélacausademienfermedadenlomáshondodemipecho,yaquesabíaquenadiepodíaaliviármela:elfantasmanoeravisibleaotrosojosquelosmíos.Pedíamenudoamiscuidadoresquevelasenenmihabitación,peroenel instante enqueel relojdaba launa,un sueño irresistible lesvencía,ynolosuperabanhastaqueelfantasmasemarchaba.

Puedequeossorprendaqueduranteestetiemponohicieraaveriguacionessobrevuestrahermana.Theodore,quehabíadescubiertocondificultadmiparadero,habíatranquilizadomis inquietudesporsuseguridad:almismo tiempo,meconvenciódeque todos los intentos de liberarla serían infructuosos mientras no estuviera encondiciones de regresar a España. Los detalles de su aventura, que ahora voy arelataros,llegaronamiconocimientoenparteporTheodore,yenparteporlapropiaInés.

La noche fatal en que debía llevar a cabo su rapto, un accidente le impidióabandonar su aposento a la hora acordada. Finalmente, se aventuró a salir de lahabitación embrujada, descendió la escalera que conducía al salón, encontró laspuertas abiertas como esperaba, y salió del castillo sin ser notada. ¡Cuál no fue susorpresa al no encontrarme preparado para acogerla! Registró la caverna, recorriótodoslossenderosdelbosquevecinoypasódoshoraseninfructuosabúsqueda.Noconsiguiódescubrirrastroalguno,nimíonidelcarruaje.Alarmadaydecepcionada,suúnicorecursofueregresaralcastilloantesdequelabaronesalaechasedemenos.Peroaquíseencontróconunanuevadificultad.Lacampanahabíadadoyalasdos:lahora del fantasma había pasado y el meticuloso portero había cerrado las puertas.Despuésdemuchasvacilaciones, seaventuróa llamar suavemente.Por suerteparaella, Conrad aún estaba despierto: oyó el ruido y se levantó, renegando de que lellamasenporsegundavez.Nobienhuboabiertounadelashojasyvioalasupuestaapariciónaguardandoaqueladejasenentrar,profirióungritoycayóderodillas.Inésaprovechósuterror,sedeslizóanteél,corrióasupropioapartamentoy,quitándoseelatuendo del espectro, semetió en la cama esforzándose en vano por explicarsemidesaparición.

Atodoesto,Theodore,quehabíavistoalejarsemicocheconlafalsaInés,regresógozoso al pueblo. A la mañana siguiente liberó a Cunegunda y la acompañó al

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castillo.Allíencontróalbarón,suesposaydonGastóndiscutiendosobreelrelatodelportero.Todoselloscoincidíanencreeren laexistenciade losespectros.Peroesteúltimo proclamaba que era un comportamiento inaudito hasta entonces en unfantasma, eso de llamar a la puerta para que le dejasen entrar, y totalmenteincompatibleconlanaturaleza in*materialdeunespíritu.Aúnestabandiscutiendosobreestacuestión,cuandoaparecióelpajeconCunegundayaclaróelmisterio.Aloírsuexposición,estuvieronunánimementedeacuerdoenquelaInésqueTheodorehabíavistosubirenmicochedebíadeserlaMonjaSangrienta,yqueelfantasmaquehabíaaterrorizadoaConradnoeraotroquelahijadedonGastón.

Pasada la primera sorpresa producida por este descubrimiento, la baronesaresolvió aprovechar la ocasión para persuadir a su sobrina para que tomase loshábitos.TemiendoquetanventajosoacuerdomatrimonialparasuhijaindujeseadonGastónarenunciarasudecisiónprimera,destruyómicartaysiguiópresentándomecomo un aventurero desconocido y menesteroso. Una vanidad infantil me habíallevadoaocultarmiverdaderonombreinclusoamiamada;queríaseramadopormímismo,noporserelhijoyherederodelmarquésde lasCisternas.Elresultadofuequenadieseenteródemialcurniaenelcastillo,salvolabaronesa,quesetomótodosloscuidadosparaocultartalnoticiaenlomáshondodesupecho.Despuésdeaprobarlosdesigniosdesuhermana,donGastónmandóllamaraInés.Selaacusódehabermaquinado su fuga, se la obligó a hacer una completa confesión, y se quedómaravilladaantelasuavidadconquefueacogida.¡Perocuálnofuesuaflicción,alinformárseledequeel fracasodesuproyectodebíaatribuírsemeamí!Cunegunda,instruida por la baronesa, le dijo que cuando yo la liberé, había pedido quecomunicaseasuseñoraquenuestrocompromisohabíaterminado;quetodoellancesedebíaaunafalsainformación,yquenoconveníaenabsolutoamiscircunstanciascasarmeconunamujersinesperanzasdeherencia.

Misúbitadesaparicióndabaaestaexplicacióndemasiadosvisosdeverosimilitud.Theodore,quepodíahaberdesmentidolahistoria,fueapartadodeellaporordendedoñaRodolfa.Loqueconfirmóaúnmásqueyoeraunimpostorfuelallegadadeunacarta de vos mismo, en la que declarabais que no teníais ningún amigo llamadoAlfonsodeAlvarada.Estaspruebas aparentesdemiperfidia, acompañadaspor lashábilesinsinuacionesdevuestratía,loshalagosdeCunegundaylasamenazasylairadevuestropadre,vencieronenteramentelarepugnanciadevuestrahermanaaentraren el convento. Indignada por mi comportamiento y disgustada con el mundo engeneral, accedió a tomar los hábitos. Pasó otro mes en el castillo de Lindenberg,durante el cualmi silencio la confirmó en su resolución, y luego acompañó a donGastón a España. Theodore fue puesto entonces en libertad. Se dirigióapresuradamenteaMunich,dondeyolehabíaprometidodejarlenoticiasmías.Peroal saber por Lucas que yo no había llegado, prosiguió sus averiguaciones con

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incansableperseverancia,yfinalmenteconsiguiólocalizarmeenRatisbona.Meencontrabatandesmejoradoquelecostótrabajoreconocermisemblante.El

visible dolor de su rostro atestiguaba suficientemente cuán vivo era el interés quesentía pormí.La compañía de este amable joven, a quien siempre he consideradomásuncompañeroqueuncriado,fueahoramiúnicoconsuelo.Suconversacióneraalegreaunquediscreta,ysusobservacionesagudasydivertidas.Sabíamuchasmáscosasdelasquesueleserhabitualasuedad;peroloquelehacíamásagradableparamíerasudeliciosavozysuaptitudparalamúsica.Habíaadquiridociertogustoenlapoesía, e incluso se atrevía algunas veces a escribir versos.De cuando en cuando,componíapequeñasbaladasenespañol,aunquedeboconfesarquesuscomposicioneseranregularesnadamás;detodosmodos,meresultabanagradablesporsunovedad,yoírselas cantar con su guitarra era la única distracción que me estaba permitida.Theodore se daba perfecta cuenta de que algo me obsesionaba. Pero dado queocultabamipreocupaciónanteél,elrespetoleimpedíaentrometerseenmisasuntos.

Una tarde, me encontraba tendido en el sofá sumido en reflexiones nadaagradables.Theodore sedistraíaobservandodesde laventanaunabatalla entredospostillones,quesepeleabanenelpatiodelaposada.

—¡Ja!¡Ja!—prorrumpióderepente—.¡AllávaelGranMogol!—¿Quién?—dijeyo.—No,unhombrequemedijoalgomuyextrañoenMunich.—¿Apropósitodequé?—Ahora que me hacéis pensar en ello, señor, se trataba de una especie de

mensaje para vos; pero en realidad nomerecía la pena. Paramí que el sujeto estáloco.CuandofuiaMunichenbuscadevos,leencontréenlaposadaElReydelosRomanos,yelposaderomedijocosasmuyextrañassobreél.Porsuacentopareceque es extranjero, pero nadie sabe de qué país. Parecía no conocer a nadie en laciudad;hablabamuyraravez,ynadie lehabíavistosonreír.No teníanicriadosniequipaje,perosubolsaparecíabienprovista,ehizomuchobienenlaciudad.Unossuponían que se trataba de un astrólogo árabe; otros, de un cómico ambulante, ymuchos declaraban que era el doctor Fausto, a quien el diablo había devuelto aAlemania.Elposaderomedijoamí,sinembargo,quesetratabadelGranMogol,queibadeincógnito.

—¿Ylasextrañaspalabras,Theodore?—Cierto, casi seme olvidan otra vez: aunque no se habría perdido gran cosa.

Debéissaber,señor,quecuandoleestabapreguntandoalposaderosobrevos,pasóelextranjero.Separóymemirógravemente: «¡Joven!—dijo convoz solemne—, elhombre que buscáis ha encontrado lo que le habría gustado perder. Sólomimanopuedesacarlasangre:decidavuestroamoquemebusquecuandoelrelojdélauna».

—¿Cómo? —exclamé, saltando del sofá (las palabras que Theodore había

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repetidoparecíandaraentenderqueelextranjeroestabaenmisecreto)—.¡Correabuscarlo,muchacho!¡Pídelequemeconcedaunosminutos!

Theodoresequedósorprendidoante lavivezademi reacción.Sinembargo,nohizo ninguna pregunta, sino que se apresuró a obedecerme. Esperé su regreso conimpaciencia. Pero había transcurrido un breve espacio de tiempo tan sólo, cuandoaparecióotravezehizopasaralesperadodesconocidoamiaposento.Eraunhombredepresenciamajestuosa:susfaccionesestabanfuertementeacusadas,ysusojoserangrandes, negros, centelleantes. Sin embargo, había algo en su mirada que en elmomentoenque levime inspiróunsecreto temor,pornodecirpavor. Ibavestidosencillamente, con el pelo sin empolvar, y una banda de terciopelo negro que lerodeaba la frentehacíaaúnmássombríassus facciones.Suexpresiónreflejabaunaprofundamelancolía;supasoeralento,suademángrave,majestuoso,solemne.

Mesaludóconcortesía,ytrascontestaralosusualescumplidosdepresentación,pidióaTheodorequeabandonaraelaposento.Elpaje,inmediatamente,seretiró.

—Estoyenteradodevuestro caso—dijo, sindarme tiempodehablar—.Tengopoderes para libraros de vuestra visitante nocturna; pero no podrá ser hasta eldomingo.Alahoraenqueseiniciaeldíadeldescanso,losespíritusdelastinieblastienenmuyescasainfluenciasobrelosmortales.Despuésdelsábado,lamonjanoosvolveráavisitar.

—¿Puedopreguntaros—dije—porquémedioshabéisentradoenposesióndeunsecretoqueyoheocultadocuidadosamenteatodoelmundo?

—¿Cómopuedo ignorarvuestra aflicción, cuando la causa está eneste instantejuntoavos?

Mesobresalté.Elextranjeroprosiguió:—Aunque sólo se hace visible a vos una hora de cada veinticuatro, no os

abandonanidedíanidenoche.Niosabandonaráhastaquelehayáisconcedidoloquepide.

—¿Yquéesloquepide?—Esodebeexplicárosloella:yoloignoro.Aguardadconpacienciaalanochedel

sábado;entonces,todoquedaráaclarado.Nomeatrevía insistirmás.Seguidamente,cambiódeconversación,yhablóde

diversas cuestiones.Habló de gentes quehabíandejadode existir hacía siglos, y aquienesnoobstanteparecíahaberconocidopersonalmente.Nopodíayocitarunpaís,por distante que fuese, que él no hubiera visitado, ni podía admirar yosuficientemente la inmensidad y variedad de sus conocimientos. Le comenté quehaberviajado,visto,yconocidotanto,tuvoqueproducirleinfinitoplacer.Peronegóconlacabezatristemente.

—¡Nadie —replicó— sería capaz de comprender la miseria de mi suerte! Eldestinomeobligaaestarenconstantemovimiento:nosemepermitepasarmásde

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quincedíasenelmismolugar.Notengoaningúnamigoenelmundo,ydesdequeempezómi vida errabunda no he podido hacer ninguno.Ya desearía yo dejar estaexistenciamiserable,puesenvidioalosquegozandelapazdelasepultura.Perolamuertemeesquivayhuyedemiabrazo.Envanomearrojoalcaminodelpeligroyme sumerjo en el océano; las olas me devuelven con repugnancia a la playa.Meprecipitoenelfuego,ylasllamasretrocedenantemí.Meenfrentoalafuriadelosbandidos,ysusespadasseembotanysepartensobremipecho.Eltigrehambrientoseestremecealacercárseme,yelaligatorhuyedeunmonstruomáshorriblequeélmismo.¡Diosmehamarcadoconunsello,ytodassuscriaturasrespetanestamarcafatal!

Se llevó la mano al terciopelo que ceñía su frente. Había en sus ojos unaexpresióndefuria,desesperaciónymalevolenciaquemellenódealarmaydeterror.Unaconvulsióninvoluntariamehizoestremecer.Elextranjerosediocuenta.

—Ésta es la maldición que pesa sobre mí —continuó—. Estoy condenado ainspirarelhorrorylarepugnanciaatodoelquememira.Vossentísyaelinflujodeese encanto, y cada instante que pase lo sentiréis más. No aumentaré vuestrossufrimientosconmipresencia.Adiós,hastaelsábado.Encuantoelrelojdélasdoce,esperadmeenlapuertadevuestroaposento.

Dichoesto,semarchó,dejándomesumidoenelasombro,anteelmisteriosogirodesuactitudyconversación.

Sus seguridades de que pronto me vería libre de las visitas de la aparición,produjeronenmiconstituciónunefectobeneficioso.Theodore,aquientratabamásbien comoaunhijo adoptivoque comoaun criado, se sorprendió a su regreso alobservarelcambiodemiaspecto.Secongratulódeestesíntomaderecuperación,ydeclaróquesealegrabadequehubiesesacadotantobeneficiodemiconferenciaconaquelpersonaje.Alhaceraveriguaciones,meenterédequeelextranjerollevabaochodíasenRatisbona;segúnsuspropiaspalabras,pues,sólopermaneceríaseisdíasmás.Aún faltaban tres para el sábado. ¡Oh! ¡Con qué impaciencia esperé su llegada!Entretanto, la Monja Sangrienta siguió con sus visitas nocturnas. Pero esperandovermeliberadodeella totalmente, losefectosqueejercíanenmísehicieronmenosviolentosqueantes.

Llegó la noche deseada. Para evitar sospechas, me retiré a la cama a mi horahabitual.Perotanprontocomomiscuidadoresmehubierondejado,mevestíotravezymedispusearecibiralextranjero.Entróenmihabitaciónalfilodelamedianoche.Traíaenlamanouncofrecilloquecolocócercadelaestufa.Mesaludósinhablar.Yoledevolvíelsaludo,observandoelmismosilencio.Seguidamenteabrióelcofrecillo.Loprimeroquesacófueunpequeñocrucifijodemadera:searrodilló,locontemplótristemente,yalzólosojoshaciaelcielo.Pareciórezarconfervor.Porúltimo,inclinóla cabeza respetuosamente, besó el crucifijo tres veces y se incorporó otra vez. A

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continuación,sacódelcofrecillounacopacontapadera.Conellicorquecontenía,yqueparecía sangre, asperjóel suelo;y sumergiendoenélunextremodel crucifijo,trazóuncírculoenmediodelahabitación.Asualrededorcolocódiversasreliquias,cráneos, huesos, etc.Observé que las disponía todas en formade cruz. FinalmentesacóunagruesaBibliaymeindicóconunamiradaqueentraseconélenelcírculo.Obedecí.

—¡Cuidaddenopronunciarunapalabra!—susurróelextranjero—.¡Nosalgáisdelcírculo,ysienalgoosestimáis,noosatreváisamirarmealacara!

Con el crucifijo en unamano y laBiblia en la otra, pareció leer con profundaatención.Elrelojdiolauna.Comosiempre,oílospasosdelespectroenlaescalera.Peronoexperimentéelacostumbradoestremecimiento.Esperéconconfianzaaqueseacercase.Entróenlahabitación,seaproximóalcírculoysedetuvo.Elextranjeromurmuróunaspalabras ininteligiblesparamí.Luego,alzando lacabezadel libroyextendiendoelcrucifijohaciaelfantasma,exclamóconvozclaraysolemne:

—¡Beatriz!¡Beatriz!¡Beatriz!—¿Quéquierestú?—contestólaapariciónenuntonoprofundoyvacilante.—¿Quéturbatusueño?¿Porquéafligesytorturasaestejoven?¿Cómopodemos

devolvereldescansoatuespíritudesasosegado?—¡Nomeatrevoadecirlo!¡Nodebodecirlo!¡Desearíadescansarenmitumba,

peroseverasórdenesmeobliganaprolongarmipenitencia!—¿Conoces túestasangre?¿Sabesenquévenascorrió?¡Beatriz!¡Beatriz! ¡En

sunombre,teordenoquemerespondas!—Nopuedodesobedeceramisseñores.—¿Teatrevesadesobedecermeamí?Hablóenuntonoimperiosoysequitólabandanegradelafrente.Apesardesu

advertencia,micuriosidadnomedejómantenerlosojosapartadosdesurostro.Alcélavistayviunacruzdefuegoimpresaensufrente.Nopuedodescribirelhorrorquemeinspiró,¡perojamáshesentidootroigual!Lossentidosmeabandonaronduranteunosmomentos,unmisteriosotemordominómiánimo,ydenocogermelamanoelexorcista,mehabríadesplomadofueradelcírculo.

Cuandomerecobré,viquelacruzardientehabíaproducidounefectonomenosviolento en el espectro. Su actitud denotaba reverencia y horror, y sus quiméricosmiembrostemblabandemiedo.

—¡Sí!—dijoellaalfin—.¡Tiembloanteesamarca!¡Larespeto!¡Osobedezco!Sabed, entonces, que mis huesos permanecen aún sin sepultura. Se pudren en laoscuridaddelaCuevadeLindenberg.Nadiemásqueestejoventieneelderechodedevolverlosa la tierra.Sus labiosmehanentregadosucuerpoy sualma. Jamás ledevolverésupromesa,jamásleconcederéunanochesinterror,amenosqueprometarecogermis huesos deshechos y los deposite en la cripta familiar de su castillo de

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Andalucía.Entoncestendráqueofrecertreintamisasporeldescansodemiespíritu;hechoeso,novolveréa turbarestemundo.¡Ahora,dejadmemarchar! ¡Esas llamasmeabrasan!

—Don Raimundo, habéis oído las condiciones para vuestro descanso. Cosavuestra es cumplirlas al pie de la letra. En cuanto a mí, no me queda más queaclararoslaoscuridadqueaúnenvuelvelahistoriadelespectro,einformarosdeque,envida,BeatrizllevabaelapellidodelasCisternas.Fuetíaabueladevuestroabuelo.Atendiendo a vuestro parentesco, sus cenizas exigen respeto de vos, aunque laenormidad de sus crímenes provoquen vuestra aversión. Nadiemás que yo podríaexplicaroslanaturalezadeesoscrímenes.ConocíperfectamentealhombresantoqueacabóconsusalborotosnocturnosenelcastillodeLindenberg,yoíesterelatodesuspropioslabios.

»Beatrizde lasCisternasprofesóa tempranaedad,noporpropiadecisión, sinoporexpresodeseodesuspadres.Entonceserademasiadojovenparaechardemenoslos placeres de los que le privaba su profesión. Pero tan pronto como empezó amanifestarse su temperamento ardiente y voluptuoso, se abandonó plenamente alimpulsodesuspasiones,dispuestaaaprovecharlaprimeraocasiónparasatisfacerlas.Finalmentesepresentóestaoportunidad,trasmuchosobstáculosquesóloañadieronrenovadafuerzaasusdeseos.ConsiguiófugarsedelconventoyhuiraAlemaniaconel barón de Lindenberg. Vivió en este castillo varios meses como su concubinareconocida.TodaBavieraestabaescandalizadaporsuconductaimpúdicaydisipada.Sus festines competían en lujo con los deCleopatra, yLindenberg se convirtió enescenario de los más desenfrenados libertinajes. No satisfecha con ostentar laincontinenciadeunaprostituta,seproclamóatea:aprovechótodaslasocasionesqueselepresentaronparaburlarsedesusvotosmonásticos,yridiculizólasmássagradasceremoniasdelareligión.

»Poseedora de un temperamento tan depravado, no limitó sus afectos durantemucho tiempoaunsoloobjeto.Pocodespuésde su llegadaal castillo, elhermanomenordelbarónatrajosuatenciónporsusrasgosacusados,sugigantescaestaturaymiembroshercúleos.Noeraellapersonaqueguardasemuchotiempoensecretosusinclinaciones.PeroencontróenOttovonLindenbergasuigualendepravación.Éstecorrespondió a su pasión lo bastante como para aumentarla; y cuando alcanzó elgrado deseado, le puso como precio a su amor la muerte de su hermano. Ladesdichadaaccedióaestehorribleacuerdo.Acordaronperpetrarlaacciónunanoche.Otto,queresidíaenunapequeñapropiedadaescasasmillasdedistanciadelcastillo,prometió esperarla a la una de la madrugada en la Cueva de Lindenberg, traeríaconsigoaungrupodeamigosescogidos,concuyaayudanodudabapoderadueñarsedelcastillo;yqueelsiguientepasoseríaunir lasmanosdeambos.Fueestaúltimapromesa laquevenció todos losescrúpulosdeBeatriz,yaqueapesardesuafecto

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haciaella,elbarónhabíadeclaradotajantementequejamáslaharíasuesposa.»Llególanochefatídica.Elbaróndormíaenbrazosdesupérfidaamante,cuando

lacampanadelcastillodiolauna.Inmediatamente,Beatrizsacóunadagadedebajodelaalmohadaylahundióenelcorazóndesuamante.Elbarónprofirióungemidosimpleyespantoso,yexpiró.Lahomicidaabandonóellechoinmediatamente,cogióla lámpara con unamano, y con la daga ensangrentada en la otra, se dirigió a lacaverna.Elporteronoseatrevióanegarseaabrir laspuertasaquien temíanenelcastillo más que al amo. Beatriz llegó a la Cueva de Lindenberg sin encontrarresistencia,dondedeacuerdoconlapromesaencontróaOttoesperándola.Larecibióy escuchó su relato con arrobamiento. Poco antes de que ella tuviese tiempo depreguntarporquénohabíanvenidosusamigos,laconvenciódequenodeseabatenertestigosenestaentrevista.Deseosodeocultar suparticipaciónenel asesinatoydelibrarsedeunamujercuyotemperamentoviolentoyatrozlehacía temerconrazónporsupropiaseguridad,habíadecididohacerlaenmudecer.Abalanzándosesobreellasúbitamente, le arrancó la daga de la mano; la enterró, todavía manchada con lasangredelhermanoenelpecho,poniendofinasuvidaconrepetidosgolpes.

»EntoncesobtuvoOttolasucesióndelabaroníadeLindenberg.Elasesinatofueatribuido tansóloa lamonjafugitiva,ynadiesospechóquefueraélquien lahabíainducido a cometer tal acción. Pero aunque su crimen quedó impune ante loshombres, la justicia de Dios no consintió que gozase en paz de sus sangrientoshorrores.ComoloshuesosdeBeatrizpermanecíaninsepultosenlacueva,sualmasindescansosiguióhabitandoenelcastillo.Vestidaconsuhábitoreligiosoenmemoriade sus quebrantados votos al cielo, provista de la daga que vertió la sangre de suamanteysosteniendolalámparaquehabíaguiadosuspasosensuhuida,cadanocheaparecíaanteellechodeOtto.Enelcastilloreinabalamásespantosaconfusión,enlasabovedadascámarasresonabanalaridosygemidos;yelespectro,recorriendolosantiguospasadizos,proferíaunamezclaincoherentedeplegariasyblasfemias.Ottofue incapaz de resistir los sobresaltos a que le sometía esta espantosa visión. Suhorror aumentaba en cada una de estas apariciones. Finalmente, sus terrores sehicierontaninsoportablesquelefallóelcorazón,yunamañanafueencontradoensucama totalmente frío y sin vida. Su muerte no supuso el fin de los, alborotosnocturnos. Los huesos de Beatriz seguían sin recibir sepultura, y su fantasmacontinuabavagandoporelcastillo.

»Los dominios de Lindenberg recayeron entonces en un pariente lejano. Peroaterrado ante los relatos que le hicieron sobre laMonja Sangrienta (así llamaba lagentealespectro),elnuevobarónpidióayudaaunafamadoexorcista.Estehombresanto consiguió obligarla a descansar temporalmente. Pero aunque ella le reveló lahistoria,noleconsintióqueladivulgasenisepultarsuesqueletoentierrasagrada.Talmisión quedó reservada para vos; y hasta vuestra llegada, el fantasma estaría

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condenadoavagarporelcastilloya lamentarelcrimenquehabíacometidoenél.Sinembargo,elexorcistalaredujoalsilenciodurantesuvida.Mientrasélexistió,lacámara encantada estuvo cerrada, y el espectro permaneció invisible.A sumuerte,queocurriócincoañosmástarde,comenzóaaparecerotravez,perosólocadacincoaños,elmismodíayalamismahoraenquehundióelcuchilloenelcorazóndesuamante dormido. Entonces, visitaba la caverna que guardaba su polvorientoesqueleto, regresabaalcastillocuandoel relojdaba lasdos,ynose lavolvíaaverhastatranscurridosotroscincoaños.

»Estabacondenadaasufrirdeestemododuranteelespaciodeunsiglo.Yasehacumplido ese período. Ahora no queda sino devolver las cenizas de Beatriz a latumba. Yo he sido el medio que ha permitido libraros de vuestra visiónatormentadora;yenmediode todos losdoloresquemeoprimen,pensarqueoshesido útil supone un consuelo para mí. ¡Joven, adiós! ¡Que el fantasma de vuestraparientepuedagozardeesedescansodelatumbaquelavenganzadelTodopoderosomehanegadoamíparasiempre!

Aquíelextranjerosedispusoaabandonarelaposento.—¡Aguardad un momento! —dije—. Habéis satisfecho mi curiosidad con

respectoalespectro,peromehabéissumidoenotramayorencuantoavosmismo.Dignaos informarme a quién debo tan grandes favores. Mencionáis circunstanciasocurridas hace tiempo, y personas largo tiempo desaparecidas. Vos conocíaispersonalmentealexorcista,quesegúnvuestraspropiaspalabrasmurióhacecasiunsiglo. ¿Cómo puede explicarse eso? ¿Qué significa esa cruz de fuegomarcada envuestrafrente,yporquésuvisiónhaprovocadotantohorrorenmialma?

Duranteunratosenegóasatisfacermispreguntas.Finalmente,vencidopormissúplicas,accedióaaclarármelotodo,acondicióndeaplazardichaexplicaciónhastaeldíasiguiente.Tuvequeaccederaesteruego,ymedejó.Porlamañana,miprimercuidadofuepreguntarporelmisteriosoextranjero. Imaginadmidesencantocuandome informaron que se había marchado ya de Ratisbona. Despaché mensajeros enpersecuciónsuya;perofueinútil.Nadiedescubriórastroalgunodelfugitivo.Desdeentonces,nohevueltoatenernoticiasdeél,niesprobablequellegueatenerlas.

[Lorenzointerrumpióaquíelrelatodesuamigo:—¡Cómo! —dijo—. ¿No lograsteis averiguar quién era, ni tuvisteis sospecha

algunadesuidentidad?—Perdonadme—replicó elmarqués—.Cuando conté esta aventura ami tío el

duque–cardenal,medijoquenoteníaningunadudadequeestehombresingulareraelfamosopersonajeconocidouniversalmentecomoeljudíoerrante.Elhechodequeno se lepermitiesepasarmásde catorcedías enunmismo lugar, la cruzde fuegoimpresa en su frente, el efecto que dicha cruz producía en quien la contemplaba ymuchas otras circunstancias, daban a esta suposición visos de verosimilitud. El

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cardenalestáplenamenteconvencidodeello;pormiparte,meinclinoporadoptarlaúnicasoluciónqueparecehaberdeesteenigma.Yvuelvoalhilodelrelato,delquemehedesviado.]

Apartirdeentonces,recobrémisaludtanrápidamentequedejéasombradosamismédicos.LaMonjaSangrientanovolvióaaparecer,ynotardéensentirmecapazdeemprender el viaje a Lindenberg. El barónme acogió con los brazos abiertos. Leconfié lacontinuacióndemiaventura,yno se sintiópococomplacidoaldescubrirquesumansiónnovolveríaaser turbadaporlasquinquenalesvisitasdelfantasma.Sentícomprobarquemiausencianohabíadebilitadola imprudentepasióndedoñaRodolfa.Enlasecretaconversaciónquesostuveconelladurantemibreveestanciaenelcastillo,renovósusintentosdepersuadirmeparaquecorrespondieseasusafectos.Puestoqueyolaconsiderabacausaprimariadetodosmissufrimientos,noabrigabaporellaotrosentimientoqueeldeaversión.Elesqueleto,deBeatrizfuedescubiertoenel lugarqueellahabíadicho.Ycomoestoera loúnicoquemehabía llevadoaLindenberg,me apresuré a abandonar los dominios del barón, deseoso a la vez demandarquesecelebrasenlasexequiasdelamonjaasesinadayescapardelosasediosde una mujer a la que detestaba. Me marché seguido de las amenazas de doñaRodolfadequenotardaríamuchoensercastigadomidesdén.

AhoraemprendíelcaminodeEspañacontodadiligencia.Lucassehabíareunidoconmigoconelequipaje,durantemiestanciaúltimaenLindenberg.Lleguéamipaísnatal sin ningún percance, y me dirigí directamente al castillo de mi padre enAndalucía. Los restos de Beatriz fueron depositados en la cripta familiar, secelebraron las debidas ceremonias, y se dijo el número de misas que ella habíaexigido. Nadame impedía ahora dedicarmis esfuerzos a descubrir el paradero deInés.Labaronesamehabíaaseguradoquesusobrinahabíaprofesadoya.Sospechéquehabíatramadoestanoticiamovidaporloscelos,yesperabaencontraramiamadaaúnenlibertadparaaceptarmimano.Preguntéporellaasufamilia,supequeantesde que su hija llegase aMadrid, doña Inesilla había fallecido.De vos,mi queridoLorenzo, supe que estabais en el extranjero, aunque no logré averiguar dónde.Vuestropadresehallabaenunaprovincialejana,visitandoalduquedeMedina,yencuanto a Inés, nadie fue capaz de informarme qué había sido de ella. Theodoreregresó a Estrasburgo según había prometido, donde se encontró con que habíamuerto su abuelo yMarguerite había entrado en posesión de su fortuna.Todas lassúplicasdequesequedaseconellaresultaronvanas.Ladejóporsegundavez,ymesiguió a Madrid. Se esforzó al máximo para llevar a cabo mis pesquisas. Peronuestros esfuerzos unidos no se vieron recompensados por el éxito. El retiro queocultaba a Inés seguía siendo un misterio impenetrable, y empecé a perder lasesperanzasderecuperarla.

Haceunosochomeses,regresabaamipalacioconmelancólicohumor,después

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depasarlatardeenelteatro.Lanocheeraoscura,ycaminabasolo.Sumidoenmisreflexiones,quedistabanmuchodeseragradables,nomedicuentadequedesdeelteatromehabíanvenidosiguiendotreshombres;hastaque,almetermeporunacallepoco transitada,me atacaron almismo tiempo con lamayor furia. Retrocedí unospasos, saqué la espadaymeenrollé la capa al brazo izquierdo.Laoscuridadde lanocheestabaamifavor,pueslamayoríadelosgolpesdelosasesinoserandadosalazar, y no llegaron a tocarme. Finalmente, tuve la suerte de tumbar a uno demisadversarios.Peroantesyahabía recibidoyo tantasheridasymehabíavistoen tandifícil trance quemimuerte habría sido inevitable, de no atraer el estrépito de lasespadasauncaballeroenmiauxilio.Corrióhaciamíespadaenmano.Le seguíanvarios criados con antorchas. Su llegada equilibró el combate. Sin embargo, noabandonaronlosmatonessupropósitohastaquenovieronaloscriadosdispuestosaunírsenos.Entoncesecharonacorreryseperdieronenlaoscuridad.

El desconocido se dirigió entonces a mí con cortesía y me preguntó si estabaherido.Debilitado por la pérdida de sangre, le agradecí a duras penas su oportunaayuda, rogándole que accediese a que me trasladasen algunos de sus criados alpalacio de lasCisternas.Tan pronto como cité el nombre, se declaró amigo demipadreyaseguróquenopermitiríaquemellevasentanlejos,sinoeranexaminadasantes mis heridas. Añadió que su casa estaba muy cerca y me pidió que leacompañase.Suactituderatangravequenopuderehusarsuofrecimiento;meapoyéensubrazoyenpocosminutosmellevóalaentradadeunmagníficopalacio.

Al entrar en la casa, un viejo criado de cabello gris salió a recibir a mi guía.Preguntócuándopensabaabandonarelpaíselduque,suseñor,yselerespondióquesequedaríaunosmeses.Misalvadorpidióquellamasensintardanzaalcirujanodelafamilia.Seobedecieronsusórdenes.Mesentéenelsofádeunnobleaposento;yalser examinadas mis; heridas, declararon que eran muy ligeras. El cirujano, sinembargo,me aconsejó que nome expusiese al aire de la noche; y el desconocidoinsistiótantoenquedurmieseensucasa,queaccedíasusruegosdemomento.

Alquedarmeasolasconmilibertador,aprovechélaocasiónparadarlelasgraciasmásefusivamentedeloquehabíahechohastaaquí.Peroélmerogóquenohablasemásdelasunto.

—Me considero dichoso —dijo— al haber tenido ocasión de prestaros estepequeñoservicio;yestaréeternamenteagradecidoamihijodequemehayaretenidohasta tan tarde en el convento de Santa Clara. La alta estima en que he tenido almarquésdelasCisternas,peseaqueelazarnopermitióqueintimáramostodoloqueyo hubiera deseado, me hace sentirme dichoso de aprovechar la oportunidad deconocerasuhijo.Estoysegurodequemihermano,encuyacasaestáisahora,sentiránohaberseencontradoenMadridparaacogerospersonalmente.Peroenausenciadelduque,soyyoeldueñodelafamilia,ypuedoasegurarosensunombrequetodoenel

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palaciodeMedinaestáperfectamenteavuestradisposición.Imaginadmisorpresa,Lorenzo,aldescubrirenlapersonademisalvadoradon

GastóndeMedina:sólolaigualómisecretaalegríadeaveriguarqueInéssehallabaen el convento de Santa Clara. Sin embargo, no se me apagó poco el optimismocuandoenrespuestaamispreguntassupuestamenteindiferentes,medijoquesuhijahabíaprofesadorealmente.Noconsentíquemidoloranteestegolpeechaseraícesenmiespíritu:meconsoléantelaideadequelainfluenciademitíoenlacortedeRomasalvaríaelobstáculo,yqueconseguiríaparamiamada,sindificultad,ladispensadesus votos. Alentado por esta esperanza, se apaciguó la inquietud de mi pecho; yredoblémisesfuerzospormostrarmeagradecidoantedonGastón,yencantadodesucompañía.

Entróentoncesuncriadoenlaestancia,ymeinformódequeelbravucónaquienyohabíaheridodabaseñalesdevida.Pedíquelotrasladasenalpalaciodemipadre,quetanprontocomorecobraseelhablale interrogaríayosobrelosmotivosporlosquehabíaatentadocontramivida.Mecontestaronqueyaestabaencondicionesdehablar,aunqueconalgunadificultad.DonGastón,movidoporlacuriosidad,insistióenque le interrogaseensupresencia;peroyonoestabadispuestoa satisfacerleenestesentido.Larazóneraque,sospechandodedóndeproveníaelgolpe,nodeseabaexponerante losojosdedonGastónlaculpabilidaddesuhermana.Además, temíaser reconocido como Alfonso de Alvarada, y que por consiguiente se tomasenmedidasparaevitarquepudiesellegarhastaInés.Confesarlemipasiónporsuhijaytratar de ganarle para mi causa, según lo que yo sabía del temperamento de donGastón,habríasidounaimprudencia;yconsiderandoesencialquenomeconociesedeotromodoquecomocondedelasCisternas,estabadispuestoanoconsentirqueoyese la confesión delmatón.Le insinué que sospechaba que había implicada unadamaenelasunto,cuyonombrepodíaescapárseleaccidentalmentealasesino,yquepor ello consideraba necesario interrogar al hombre en privado. La delicadezaimpidióadonGastóninsistirmás,porloqueelbravucónfuetrasladadoapalacio.

A la mañana siguiente me despedí de mi anfitrión, que debía regresar con elduqueelmismodía.Misheridashabíansido tan ligerasque, salvo lanecesidaddellevarelbrazoencabestrillodurantealgúntiempo,norepresentógrancontratiempolaaventuradelanoche.Elcirujanoqueexaminólaheridadelmatóndeclaróqueeramortal. Tuvo tiempo de confesar que había sido la vengativa doña Rodolfa quienhabíamaquinadomimuerte,yexpiróalospocosminutos.

Todosmis pensamientos estabanpuestos ahora en conseguir una entrevista conmi amada monja. Theodore se puso manos a la obra, y esta vez con más éxito.Abordó al jardinero de Santa Clara con tal insistencia, a base de sobornos ypromesas, que ganó enteramente al anciano parami causa, conviniendo en que yoentraría en el convento como ayudante suyo. Pusimos el plan en ejecución sin

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demora.Disfrazado con un hábito corriente, y con un parche negro en un ojo,mepresentó a lamadre priora, que accedió a aprobar la elección del jardinero. Toméinmediatamenteposesióndemiempleo.Dadoquelabotánicahabíasidounademismateriasfavoritas,medesenvolvíenmitrabajoalaperfección.Durantealgunosdías,continué trabajandoenel jardíndelconvento sinencontrarmeconelmotivodemidisfraz.Alcuartodía tuvemássuerte.Oí lavozde Inésyechéacorrerhaciaallí;perolavisióndelasuperioramedetuvo.Retrocedíprecavidamenteymeocultétrasunespesogrupodeárboles.

Laprioraavanzóyse sentócon Inésenunbanco,anomuchadistancia.Laoícensurarlaconstantemelancolíadesucompañeraentonoenojado.Ledijoquellorarlapérdidadecualquieramante,ensusituación,erauncrimen.Peroquellorarladeundescreídoeraelsumogradodelalocurayelabsurdo.Inésreplicóenvoztanbajaque no pude distinguir sus palabras, aunque comprendí que lo hacía en términosdulcesy sumisos. Interrumpió la conversación la llegadadeuna jovenpensionista,queinformóalasuperioradequelaesperabanenel locutorio.Laancianadamaselevantó,besóaInésenlamejillayseretiró.Lareciénllegadasequedó.Inéshablóelogiando a alguien cuyo nombre no pude averiguar, pero su compañera parecíaencantada,ymuyinteresadaenlaconversación.Lamonjaleenseñóvariascartas;laotralasleyóconevidenteplacer,pidióqueselasdejasecopiaryseretiróahacerlo,paragransatisfacciónmía.

Tanprontocomosehubomarchado,abandonémiescondite.Temiendoalarmaramiamada,meacerquéaellaconpasomoderado,afindedescubrirmepocoapoco.Pero¿quiénpuedeengañaralosojosdelamorunsoloinstante?Alzóellalacabezaalacercarmeymereconoció,apesardemidisfraz,conunasimplemirada.Selevantóprofiriendo una exclamación de sorpresa y trató de retirarse. Pero yo la seguí, ladetuvey le roguéquemeescuchase.Convencidademi falsedad, senegóaprestaroídosymeordenóquemefuesedeljardín.Ahorametocóamídecirqueno.Protestéqueporpeligrosasquefueranlasconsecuencias,noladejaríahastaquehubieseoídomi justificación. Le aseguré que ella había sido engañada por los artificios de susparientes;queyopodíaconvencerla,másalládetodaduda,dequemipasiónhabíasido pura y desinteresada; y le pregunté qué podía inducirme a buscarla en unconvento, si obraba impulsado por los motivos egoístas que me atribuían misenemigos.

Mis ruegos,mis argumentos ymi declaración firme de no dejarla ir hasta quehubiese prometido escucharme, junto con el temor de que las demás monjas mevieranconella,sunaturalcuriosidadyelafectoqueaúnsentíapormíapesardemisupuesta deserción, prevalecieron al fin.Me dijo que era imposible concederme loqueyolepedíaenesemomento.Peroprometióestarenelmismolugaresanochealasonce,yhablarconmigoporúltimavez.Conseguidaestapromesa,lesoltélamano

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yhuyórápidamentealconvento.Comuniquémiéxitoamialiado,elviejojardinero.Éstemeindicóunescondite,

dondepodríapermanecerhastalanochesintemoraserdescubierto.Medirigíallíalahoraenqueteníaquehabermeretiradoconmisupuestojefe,yesperéimpacienteelmomentode lacita.Elfríode lanocheestabaamifavor,yaquemanteníaa lasdemásmonjasencerradasensusceldas.SóloInésera insensibleal rigordelaire,yantesdelasoncesereunióconmigoenellugardenuestraentrevistaanterior.Libredetodainterrupción,lerelatélaverdaderacausademidesapariciónlanochefataldelcinco de mayo. Dio muestras evidentes de haberle afectado mi relato. Cuandoconcluí, confesó la injusticia de sus recelos y se reprochó haber profesado pordesesperación,antemiingratitud.

—¡Pero ahora es demasiado tarde para lamentarme!—añadió—; la suerte estáechada:hepronunciadolosvotosymeheconsagradoalserviciodelcielo.Sélomalpreparadaqueestoyparaelconvento.Mirepugnanciaporlavidamonásticaaumentadedíaendía:elaburrimientoyeldescontentosonmisconstantescompañeros;ynoosocultaréquelapasiónquesentíporelquetancercaestuvodesermicompañeroaúnnosehaapagadodeltodoenmipecho.¡Perodebemossepararnos!¡Unabarrerainsalvablenossepara,yenesteladodelatumbanodebemosencontrarnosotravez!

Ahorameesforcéenprobarlequenuestrauniónnoeratanimposiblecomoellacreía.Mejactédelainfluenciadelduque–cardenaldeLermaenlacortedeRoma:leaseguréqueconseguiríafácilmente laanulacióndesusvotos;ynodudabaquedonGastón coincidiría conmigo cuando le informase de mi verdadero nombre y miafecto.Inésreplicóquesialimentabayotalesperanza,esqueconocíamuypocoasupadre. Liberal y amable en todos los demás respectos, la superstición constituía laúnicamanchaqueensombrecíasucarácter.Enestecapítuloerainflexible:sacrificabasusmáscarosinteresesasusescrúpulos,yconsideraríaunaofensasuponerlecapazdeautorizaraquequebrantasesusvotoshechosalcielo.

—Pero en caso... —dije, interrumpiéndola—, en caso de que él desaprobasenuestraunión,dejadlequeignoremiplanhastaqueoshayarescatadodelaprisiónenla que estáis confinada ahora. En cuanto seáis mi esposa, estaréis libre de suautoridad.Yononecesitoayudaeconómicaninguna;ycuandoveaquesuirritaciónnosirvedenada,sindudaosdevolverásufavor.Perosuponiendoqueocurralopeor,quedonGastónsemuestreirreconciliable,misprogenitorescompetiránentresíporhacerosolvidarsupérdida,yencontraréisenmipadreelsustitutodeaqueldelqueoshabréprivado.

—DonRaimundo—replicóInésconfirmeydecididavoz—,amoamipadre:élmeha tratadocondurezaeneste caso,perohe recibidodeél tantaspruebasde suamorque su afecto se havuelto necesario parami existencia.Si yo abandonase elconvento,élnomeloperdonaríajamás;ynopuedopensarsinestremecermequeme

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maldijera en su lecho de muerte. Además, soy consciente de que mis votos sonobligatorios:hecontraídovoluntariamenteestecompromisoconelcielo,ynopuedoquebrantarlo sin cometerun crimen.Asíquedesterraddevuestramente la ideadeunirnos alguna vez. Estoy consagrada a la religión; y aunque yo pueda lamentarnuestraseparación,meopondríaaloquesientoquemevolveríaculpable.

Meesforcé en refutar estos escrúpulos infundados.Aúnestábamosdiscutiendo,cuando la campanadel convento llamó a lasmonjas amaitines. Inés no teníamásremedio que asistir; pero yo no la dejé hasta que no me prometió que la nochesiguienteestaríaenelmismolugaralamismahora.Estosencuentrosseprolongaronininterrumpidamente varias semanas; y aquí, Lorenzo, es donde debo suplicarosvuestraindulgencia.Pensadennuestrasituación,ennuestrajuventudynuestrogranafecto: sopesad todas las circunstancias que concurrían en nuestras citas, yreconoceréis que la tentación debió de ser irresistible; me perdonaréis cuando osconfiesequeenunmomentodeimpremeditación,Inéssacrificósuhonoramipasión.

[LosojosdeLorenzocentellearondefuria:un intensorubor inundósucara.Selevantódesuasientoytratódesacarlaespada.Elmarquéslevioelmovimientoylecogiólamano.Selaapretóafectuosamente.

—¡Amigomío!¡Hermano!¡Escuchadmehastaelfinal!Contenedvuestrapasiónhastaentonces,yconvenceosalmenosdequesiloque

oshecontadoescriminal,laculpadebecaersobremí,ynosobrevuestrahermana.LorenzosedejóconvencerporlassúplicasdedonRaimundo.Recobrósuasiento

y escuchó el resto de la historia con expresión sombría e impaciente. El marquésprosiguió.]

Apenashabíapasadomiprimerestallidodepasión,cuandoInés,recobrándose,seapartó demis brazos conhorror.Me llamó seductor infame,me cubrióde losmásamargos reproches y se golpeó el pecho con toda la violencia del delirio.Avergonzadodemi imprudencia,me fuedifícil encontrarpalabrasparaexcusarme.Traté de consolarla; me arrojé a sus pies, y supliqué queme perdonase. Retiró lamanoqueyolehabíacogidoydeseababesar.

—¡Nometoquéis!—gritóconunaviolenciaquemedejóaterrado—.¡Monstruode perfidia e ingratitud, cómo me he equivocado con vos! Yo os consideraba miamigo y protector: me puse en vuestras manos con confianza, y fiada en vuestrohonor,creíqueelmíonocorríaningúnriesgo.¡Ysoisvos,aquienyoadoraba,quienme ha cubierto de infamia! ¡Vos quien me ha seducido para que quebrantase misvotosaDios,ymehareducidoalmásbajoniveldemisexo!¡Avergonzaos,villano,puesnovolveréisavermemás!

Se levantó del banco en el que estaba sentada. Traté de detenerla; pero ella sedesasióconviolenciayserefugióenelconvento.

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Meretiréllenodeconfusióneinquietud.Alamañanasiguiente,acudícomodecostumbreal jardín;peronovi a Inés.Por lanoche, fui a esperarla al lugardondesolíamosvernos.Notuvemáséxito.Transcurrieronvariosdíasdelamismamanera.Finalmente, vi cruzar el paseo a mi ofendida amada, en cuyo borde estaba yotrabajando. Iba acompañada de la misma joven pensionista, en cuyo brazo seapoyaba,obligadaalparecerporladebilidad.Memiróuninstante,einmediatamentevolvió la cabeza. Esperé su regreso; pero pasó hacia el convento sin prestarmeningunaatenciónamí,nialasmiradascompungidasconqueleimplorabaperdón.

Tanprontocomolasmonjasse retiraron,elviejo jardinerosemeacercóconelsemblantepesaroso.

—Señor—dijo—,meapenadecirosquenopuedoseguirsirviéndoos.Ladamaaquiensolíaisveracabadeasegurarmequesivuelvoadejarospasaraljardínrevelarátodoelasuntoalamadresuperiora.Mehadichotambiénquevuestrapresenciaesuninsulto,yquesiaúnposeéiselmásmínimorespetoporella,nointentaréisverlamás.Excusadme,pues,porinformarosquenopuedoprotegermástiempovuestrodisfraz.Deenterarselapriorademiconducta,puedequenosecontentecondespedirmedesu servicio.Envenganza,podríaacusarmedehaberprofanadoel conventoyhacerquemearrojenalasprisionesdelaInquisición.

Inútiles fueron mis intentos por disuadirle de su resolución. Me denegó todofuturoaccesoaljardín,eInéspersistióennovermenihacermellegarnoticiassuyas.Tras dos semanas de violenta enfermedad demi padreme vi obligado a salir paraAndalucía.Fuiapresuradamente,ycomoimaginaba,encontréalmarquésalbordedelamuerte.Aunqueaprimeravista suafección fueconsideradamortal, seprolongóvarios meses; mis cuidados durante este tiempo y mi ocupación en ordenar susnegocios después de su fallecimiento, nome permitieron salir deAndalucía.HacecuatrodíasqueheregresadoaMadrid,yalllegaramipalacio,encontréesperándomeestacarta.

[Aquí elmarqués abrió un cajón de un escritorio. Sacó un papel doblado, quetendió a su interlocutor. Lorenzo lo abrió y reconoció la letra de su hermana. Sucontenidoeraelsiguiente:

“¡Enquéabismodemiseriamehabéishundido!Raimundo,meobligáisasertancriminalcomovos.Yohabíadecididonovolverosavernuncamás,yolvidarosdeserposible;ysino,arecordarosconodio.Unserporquienyasientoternurademadresolicita de mí que perdone a mi seductor y suplique su amor para que me salve.Raimundo,vuestrohijoviveenmiseno.Meestremecepensarenlavenganzadelapriora; tiemblo por mí misma, pero más por la inocente criatura cuya existenciadependede lamía.Estamosperdidos losdos, si se llegaadescubrirmi situación.Aconsejadme,pues,quédecisióndebotomar,peronotratéisdeverme.Eljardinero,

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queseencargarádeentregaroséstahasidodespedido,ynopodemosyacontarconél.Elhombrequesehacontratadoensulugaresdeunafidelidadincorruptible.ElmejormediodehacermellegarvuestrarespuestaesocultándolabajolagranestatuadeSanFranciscoquehayenlacatedraldeloscapuchinos.Voyallíaconfesartodoslos jueves,ypuedo tenerocasiónderecoger fácilmentevuestracarta.HeoídoqueahoraestáisausentedeMadrid.¿Debosuplicarosquemeescribáistanprontocomoregreséis?Creoqueno.¡Ah!¡Raimundo!¡Quésituacióntancruellamía!Engañadapor los parientes, obligada a abrazar una profesión para cuyos deberes estoymalpreparada,aunconscientedesusantidad,einducidaaviolarlosporaqueldequienmenos sospechaba que tuviera perfidia, ahora me veo obligada por lascircunstanciasa escoger entre lamuerte y el perjurio.La timidezde lamujer y elafectomaternalnomepermitenvacilarlaelección.Sientotodalaculpaenlaquemehe hundido, al acceder al plan que antes me habíais propuesto. Lamuerte de mipobre padre, ocurrida después de nuestra entrevista, ha eliminado uno de losobstáculos. Ahora descansa en su tumba, y ya no temo su ira. Pero ¿quién meprotegerá, oh, Raimundo, de la ira de Dios? ¿Quién puede protegerme de miconciencia, demímisma?Nome atrevo a demorarme en estos pensamientos.Meharán enloquecer. He tomado una determinación: procurad una dispensa de misvotos; estoy dispuesta a huir con vos. ¡Escribidme, esposo mío! Decidme que laausencianohamatadovuestroamor,decidmequerescataréisdelamuerteavuestrohijononatoyasudesventuradamadre.Vivosufriendotodaslasagoníasdelterror.Todoslosojosquesefijanenmímeparecequeleenmisecretoymivergüenza.¡Yvossoiselcausantedeestasagonías!¡Ah!¡Cuandomicorazónosamóporprimeravez,quépocosospechabaqueibaisahacerlesufrirestosdolores!”

Inés

Trasleerlacarta,Lorenzoladevolvióensilencio.Elmarquéslavolvióaguardarenelescritorio,yluegoprosiguió.]

Mialegríafueindecibleal leerestasnoticiastanfervientementedeseadas,ytanpoco esperadas. En seguida puse en marcha mi plan. Cuando don Gastón medescubrió el paradero de su hija, no dudé un momento que estaría dispuesta aabandonarelconvento,asíquehabíaconfiadoelasuntoalduque–cardenaldeLerma,queinmediatamenteseocupódeconseguirlabulanecesaria.Afortunadamente,yonole había pedido después que abandonase sus gestiones. Poco después recibí cartasuya,notificándomequeesperabadeundíaparaotrounaordendelacortedeRoma.Yomehabría conformado con esto simplemente; pero el cardenalme escribió quedebíabuscarelmediodesacaraInésdelconventosinquelaprioraseenterase.Nodudaba que ésta se irritaríamuchísimo ante la pérdida de una persona de tan altacategoría social y consideraría la renuncia de Inés como una ofensa a su casa. La

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conceptuabacomounamujerdecarácterviolentoyvengativo,capazdellegaralosmayores extremos. Era de temer, por tanto, que intentase frustrar mis esperanzasencerrandoaInésenelconventoeinvalidandoelmandatodelPapa.Movidoporestaconsideración,decidí llevarmeamiamadayocultarlahastaquellegaselaesperadabulaalosdominiosdelduque–cardenal.Aprobóélmidesignio,ydeclaróqueestabadispuestoadarprotecciónalafugitiva.AcontinuaciónhicedetenersecretamentealnuevojardinerodeSantaClarayencerrarloenmipalacio.Porestemedio,meadueñédela llavede lapuertadel jardín,yyanotuveotracosaquehacerqueprepararelraptodeInés.Estoes loquehehechoenlacartaquevosmehabéisvistoentregarestatarde.Enellaledigoqueyoestarépreparadopararecogerlamañanaalasdocedelanoche,queheconseguidolallavedeljardínyquepuedeconfiarenunaprontaliberación.

Ahora,Lorenzo,yahabéisoídotodomilargorelato.Notengonadaquedecirenmidescargo,salvoquemis intencionesparaconvuestrahermanahansidosiemprelasmás honestas; que siempre ha sidomi deseo, y aún sigue siéndolo, hacerlamiesposa, y que confío, cuando consideréis estas circunstancias, nuestra juventud ynuestroafecto,enquenosóloperdonaréisnuestroimpremeditadodesliz,sinoquemeayudaréisarepararmifaltaconInésyasegurarmeunlegítimotítuloasupersonaysucorazón.

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CapítuloII

OYou!whomVanity'slightbarkconveysOnFame'smadvoyagebythewindofpraise,Whithwhatashiftinggaleyourcourseyouply,Foreversunktoolow,orbornetoohigh!Whopantsforgloryfindsbutshort

repose,Abreathreviveshim,andabreatho'er–throws

POPE

Aquí concluyó el marqués el relato de sus aventuras. Lorenzo, antes de poderdecidirsurespuesta,reflexionóunosmomentos.Porúltimo,rompióelsilencio.

—Raimundo—dijo,tomándolelamano—,elestrictohonormeobligaríaalavarcon vuestra sangre la mancha que habéis arrojado sobre mi familia. Pero lascircunstanciasdevuestrocasomeimpidenconsiderarosunenemigo.Latentaciónerademasiadograndepararesistirla.Eslasupersticióndemifamilialoquehacausadoestasdesventuras,ysonmásculpablesquevosyqueInés.Nosepuedeanularloquehapasadoentre losdos,peropodéis repararlouniéndoosconmihermana.Siemprehabéissido,yaúnseguíssiendo,mimásqueridoyhastaúnicoamigo.SientoporInéselmássinceroafecto;ynohaynadieaquienyopodríaentregaramihermanamásgustosamentequeavos.Proseguidvuestroplan,Raimundoosacompañarémañanaporlanoche,yyomismolallevaréacasadelcardenal.Mipresenciasancionarásuconductayevitaráqueincurraenculpaporhuirdelconvento.

Elmarqués le dio las gracias en términosnopoco efusivos.Luego,Lorenzo leinformó que no tenía por qué esperar nadamás de la enemistad de doñaRodolfa.Hacíayacincomesesque,enunexcesodepasión,habíasufridounaemboliayhabíaexpiradoenelcursodeunashoras.LuegopasóacontarlelosinteresesdeAntonia.Elmarquéssequedóenormementesorprendidoaloírhablardeestosnuevosparientes.SupadrehabíaalimentadosuodioaElvirahastalatumba,ynollegóahacerlamásmínimaalusiónalaviudadesuhijomayor.DonRaimundoaseguróasuamigoquenoseequivocabaal suponerledispuestoa reconocera sucuñaday suamablehija.Los preparativos para el rapto le impedirían visitarlas al día siguiente. Pero,entretanto,pidióaLorenzoquelesasegurasesuamistadyproporcionaseaElvira,ensunombre,cualquiersumaquenecesitase.Prometióhacerloasíeljoven,tanprontocomoconocieseellugardesuresidencia.LuegosedespidiódesufuturohermanoyregresóalpalaciodeMedina.

Estabayaapuntode rompereldía, cuandoelmarqués se retiróa suaposento.Consciente de que su relato le iba a llevar varias horas, y deseando evitarinterrupciones, había ordenado a sus asistentes, al llegar al palacio, que no leesperasenlevantados.Porconsiguiente,sequedóalgosorprendidocuandoentróensu

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antecámara,alencontraraTheodoreinstaladoallí.Elpajeestabasentadojuntoaunamesa,conunaplumaenlamano,tantotalmenteocupadoensutrabajoquenosediocuenta de la entrada de su señor. El marqués se detuvo a observarle. Theodoreescribió unas líneas, se paró y tachó parte de lo escrito. Luego siguió escribiendo,sonrió.Porúltimo,dejólapluma,saltódelasilla,yjuntólasmanosconalegría.

—¡Esoes!—exclamó—.¡Ahoraquedaprecioso!Sus efusiones fueron interrumpidas por una carcajada del marqués, que

sospechabalanaturalezadesutrabajo.—¿Quéesloquequedatanprecioso,Theodore?Eljovensesobresaltóymiróasualrededor.Seruborizó,corrióalamesa,cogió

elpapelyloocultó.—¡Oh,miseñor!Nosabíaqueestabaistancercademí.¿Deboservirosenalgo?

Lucasyasehaidoalacama.—Yoseguirésuejemplocuandotehayadadomiopiniónsobretusversos.—¿Misversos,señor?—Por supuesto, estoy seguro de que has estado escribiendo algunos, pues

ningunaotracosapodíahabertetenidodespiertohastalamadrugada.¿Dóndeestán,Theodore?Megustaríavertucomposición.

LasmejillasdeTheodoreseencendieronaúnmás:deseabaardientementeenseñarsupoesía,peroanteslegustabaqueleinsistieran.

—Adecirverdad,señor,nosondignosdevuestraatención.—¿No lo son, cuando acabas de declarar que son preciosos? Vamos, vamos,

Theodore,déjameversicoincidennuestrasopiniones.Prometoqueencontrarásenmíuncríticoindulgente.

Eljovensacóelpapelconaparentedesgana,perolasatisfacciónquebrillabaensusojosnegrosyexpresivosdelatabanlavanidaddesupequeñopecho.Elmarquéssonrió al observar las emociones de un corazón hasta ahora poco adiestrado enocultarsussentimientos.Sesentóenunsofá.Theodore,conlaesperanzayeltemorluchando en su rostro anhelante, aguardó con inquietud la decisión de su señor,mientraselmarquésleíaconatenciónlossiguientesversos:

ELAMORYLAVEJEZ

Lanocheeraoscura;elviento,frío;Anacreonte,malhumoradoyviejo,

Juntoalfuego,alimentabalaalegrellama;Deprontoseabrelapuertadesuchoza

YheaquíaCupidoanteél,Quelemirabenévolo,ylesaludaporsunombre.

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«Vaya,¿erestú?—exclamó,entonoadustoelhombretemeroso,mientraslairaEnrojecíasusarrugadasypálidasmejillas—.

¿Querríasotravez,deamorosafuriaInflamarmipecho?Endurecidoporlosaños,

Jovenvanidoso,tusflechassondébilesparatraspasarloya.

»¿Québuscasenestedesiertolúgubre?Aquínohayyasonrisasnialegrías.Nuncaestosvallespresenciaronladulcediversión,

Eleternoinviernoimperaenlallanura,Lavejez,enmicasa,despóticamentereina,Mijardínestásinflores,mipechosincalor.

»Vete,buscalafloridamoradaDondealgunavirgenensazóntesolicite,

Oenvíasueñosincitantesarondarjuntoasulecho.DescansasobreelamorosopechodeDamon,

JuegaenloslabiosrosadosdeCloe,Ohazdesumejillaruborosaunaalmohadaparati.

»¡Buscaesasmoradas;evitaestasfríasRegiones!Nopiensesque,prudenteyvieja,

Establancacabezapodrávolverasoportartuyugo.Recordandoquemisañosmáspuros

Losmarcastetúconsuspirosylágrimas,Tengoporfalsatuamistad,yevitolainsidiosatrampa.

»AúnnoheolvidadolosdoloresQuesentí,entrelascadenasdeJulia,

Ylasardientesllamasqueenmipechoardían;Lasnochesquepasé,privadodedescanso,Elcelosodolorquetorturómipecho;

Miesperanzaperdida,ymipasióndesdeñada.

»¡Huye,pues,ynomaldigasmásmisojos!¡Huyedelumbraldemiapaciblecabaña!

Notequierounsolodía,niuninstante,niunahora.Conozcotufalsedad,despreciotusartes,Desconfíodetusonrisaytemotusdardos.

¡Ve,traidor,ybuscaaotroaquientraicionar!»

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«¿Acasolaedad,anciano,confundetuingenio?—Replicóelofendidodios,yarrugóelceño.

(¡Suceñodulcecomounasonrisadevirgen!)—.¿Amímedirigesesaspalabras?¿Amí,queteamotanto,aunque

Despreciasmiamistad,einjuriaspasadosplaceres?

»Sidisteconunaninfaorgullosa,Otrascienfueronamables;

BienpudieroncompensarsussonrisaselceñodeJulia.¡Asíeselhombre!SumanoparcialEscribelosinnumerablesfavoresenlaarena,

Yestampaenpiedralapequeñafalta.

»¡Ingrato!¿Quiéntellevóalaonda,Amediodía,dondeLesbiagustababañarse?

¿QuiéntedijoelretirodondeDafnedescansaba?¿YquiéncuandoCeliapidióayuda,Ypidióquelaacallasescontusbesos?

¿Di,ohfalsoAnacreonte,nofueelAmor?

»Entoncesmellamabas:¡Dulcejoven!¡Misoladicha!¡Mialegría!

¡Entoncesmeestimabasmásqueatualma!Podíasbesarmeytenermeentusrodillas,

¡YjurarquenielvinotegustabaSiantesnotocóloslabiosdelAmorlacopa!

»Novolverányaesosdulcesdías.¿Debollorarparasiempretupérdida,

Desterradodetucorazónysintusfavores?¡Ah,no!Esasonrisadisipamistemores;Esepechopalpitante,esosbrillantesojos

Proclamabanquequieresyperdonasmisdefectos.

»Otravezquerido,estimado,deseado,EntusbrazosestaráprontoCupido,

Retozaráentusrodillas,entupechodormirá.Miardorcalentarátucorazónmarchito,Mimanodesarmaráalpálidoinvierno,

Laprimaveraylajuventudvolveránacelebrarsusfiestas.»

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Unaplumadedoradomatiz,Sonriendo,searrancadelala;

Eljovenlaentregaalamanodelpoeta,Yalpunto,antelosojosdeAnacreonte,

Surgenlossueñosmáspurosdelafantasía.Yentornoasucabezaunaindómitainspiraciónrevolotea.

Supechoardeconamorosofuego;Ansiosocogelamágicalira;

Veloz,sobrelascuerdastempladas,muevelosdedos:LaplumaarrancadadelaladeCupido

Sedeslizaporelarcoolvidadotantotiempo,

YAnacreontecantalafuerzaylaalabanzadelAmor.Tanprontoseoyóesenombre,losbosquesSacudieronsusnieves;lasderretidasaguasRompieronlafríacadena,yelinviernosefue.

Elblandocéfirosoplóentrelosretiros,

Yelsolgloriosoascendió,yderramólaluzdeldía.Atraídosporlossonesarmoniosos,

Lossátirosyfaunosrodearonlachoza,Seagruparondeseososdeveraltrovador.

Lasninfasdelbosque,acomprobarsuencantoAnsiosascorren;escuchan,aman,Yaloírsumelodía,olvidanqueesanciano.

Cupido,queanadaconstanteatiende,Inclinadosobreelarpaescucha,

Oahogaconunbesolasnotasmásdulces,Odescansaenelpechodelpoeta,

OprenderosasensusblancoscabellosOsuspendidoendoradasalas,giraencaprichososcírculos.

YexclamaAnacreonte:«NuncamásEnotroaltarderramarémisvotos,

YaqueCupidosedignainspirarmisnúmeros:DeFebonideladoncelladeojosazules

Pediréayudaparamisversos,PuessóloelAmorseráinspiradordemilira.

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»Enorgullosocanto,entonabayolasalabanzasDelreyoelhéroedeotrostiempos,

Ygolpeabalacuerdamarcialconépicofuego.¡Peroadiós,héroes!¡Adiós,reyes!

Yanocontaránmislabiosvuestrahazaña,oPuessóloelAmorseráelmotivodemilira».

Elmarquésledevolvióelpapelconunasonrisadealiento.—Megustamuchotupequeñopoema—dijo—.Sinembargo,nodebesteneren

cuenta mi opinión. No soy crítico de poesía, y por lo que a mí se refiere, no hellegadoacomponermásdeseisversosentodamivida,yprodujerontanmalefecto,que estoy absolutamente decidido a no escribir ninguno más. Pero me estoyapartandode loquequería. Ibaadecirtequenopuedesempleardepeormanera tutiempoquehaciendoversos.Unautor,seabuenoomalo,oinclusolasdoscosas,esunanimalaquientodoelmundosesienteconderechoaatacar.Puesaunquenotodosson capacesde escribir libros, todos se consideran capacitadospara juzgarlos.Unamala composición lleva en símismo el castigo, elmenosprecio y el ridículo.Unabuenasuscitalaenvidia,yatraesobresuautormilmortificaciones.Sevehostigadoporunacríticaparcialymalhumorada:elunoencuentradefectosenlatrama,elotroen el estilo, un tercero en el ordenque se esfuerzapor inculcar, y aquellosquenoconsiguenencontrarundefectoallibro,sededicanaestigmatizarasuautor.Sacanalaluz,maliciosamente,todapequeñacircunstanciaquepuederidiculizarsucarácterpersonalosuconducta,ytratandeheriralhombre,sinopuedenheriralescritor.Ensuma,entrarenelmundodelosliteratosesexponersevoluntariamentealosdardosdeladesatención,elridículo,laenvidiayeldesengaño.Yaescribasbienomal,tenlaseguridad de que no escaparás a la censura; pero en realidad, hay en ello un granconsueloparaelautorjoven:recuerdaqueLopedeVegayCalderónfueronvíctimasdecríticasinjustasyenvidiosas,yseconsideramodestamenteensumismasituación.Perocomprendoquetodasestassabiasobservacionesnovalenparati.Escribiresunamanía frente a la cual ninguna razón es suficientemente sólida; tan fácil seríaconvencermeamídequenoame,comoatidequenoescribas.Sinembargo,sinopuedes evitar que de cuando en cuando te dé el ataque poético, toma almenos laprecaucióndenocomunicartusversosmásqueaaquelloscuyaparcialidadrespectoatiteaseguresuaprobación.

—Entonces,miseñor,¿no juzgáisestosversos tolerables?—dijoTheodoreconairehumildeyabatido.

—Nomehasentendido.Comohedichoantes,mehangustadomucho.Peromiafectoportimehaceserparcial,yotrospodríanjuzgarlosmenosfavorablemente.Sinembargo, debo decir que aun mi predisposición en tu favor no me ciega hasta el

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punto de impedirme observar varios defectos. Por ejemplo, tienes una terribleconfusión de metáforas; tiendes demasiado a poner la fuerza de tus versos en laspalabrasenvezdeenelsentido.Algunosdelosversosparecenintroducidossóloconelfindehacerlosrimarconotros,ylamayorpartedelasmejoresideasestántomadasdeotrospoetas,aunqueposiblementenisiquieratúmismotehayasdadocuenta.Esosdefectos pueden excusarse ocasionalmente en unaobra larga; pero unpoema cortodebesercorrectoyperfecto.

—Todo eso es cierto, señor; pero deberíais considerar que yo sólo escribo porplacer.

—Vuestrosdefectossonlosmenosexcusables.Sepuedeperdonarlaincorreccióndequienesescribenpordinero,quedebencompletarunatareadadayselespagadeacuerdoconlacantidad,noconelvalor(lesusproducciones.Peroenaquellosalosque la necesidad no les empuja a ser autor, que escribenmeramente por alcanzarfama y tienen todo el tiempo para pulir sus composiciones, los defectos sonimperdonables,ymerecenlosdardosmásafiladosdelacrítica.

Elmarquésselevantódelsofá.Elpajepareciódesanimadoymelancólico,cosaquenoescapóalaobservacióndesuseñor.

—Sinembargo—añadiósonriendo—,creoqueestosversosno tedesacreditan.Tuversificación es tolerablemente fácil y tuoídoparece ajustado.La lecturade tupequeñopoemamehagustadobastanteendefinitiva,y sinoespedirtedemasiadofavor,teagradeceríamuchoquemediesesunacopia.

Elsemblantedeljovenseiluminóinmediatamente.Nopercibiólasonrisamediodeaprobación,medio irónica,queacompañóa estapetición,yprometió encantadohacerlelacopiaconlamayorprontitud.Elmarquésseretiróasuaposento,divertidoanteelinstantáneoefectoquehabíaproducidoenlavanidaddeTheodore,despuésdesucrítica.Seechóenlacama.Elcansancioseadueñóenseguidadeél,ysussueñoslepresentaronlasmáshalagüeñasescenasdefelicidadconInés.

Al llegar al palacio deMedina, el primer cuidado de Lorenzo fue preguntar sihabíacartas.Habíaalgunasesperándole,perolaqueélbuscabanoestaba.ALeonelale había sido imposible escribir esa noche. Sin embargo, su impaciencia porasegurarseelcorazóndedonCristóbal,enquiensepreciabadehaberhechonopocaimpresión,nolepermitiópasarotrodíasininformarlededóndepodríaencontrarla.Asuregresodela iglesiade loscapuchinos,relató jubilosaasuhermanacómohabíaestadoconellauncaballeroatentoydistinguido;ytambiénquesucompañerohabíaprometidoocuparsedelacausadeAntoniaanteelmarquésdelasCisternas.Elviraacogiólanoticiaconmuydistintotalantequeeldequienselacomunicaba.Censuróla imprudencia de su hermana por haber confiado su historia a un completodesconocido, y expresó su temor de que este desconsiderado paso predispusiera almarquésensucontra.Sumayoraprensiónlaguardóensupecho.Habíaobservado

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coninquietudque,antelamencióndeLorenzo,unruborhabíainvadidolasmejillasdesuhija.LatímidaAntonianoseatrevióapronunciarsunombre:sinsaberporqué,sesintióconfundidacuandosurgióélenlaconversación,yseesforzópordesviareltema hacia Ambrosio. Elvira notó las emociones de aquel pecho juvenil. Así queinsistió en que Leonela rompiera la promesa que había hecho a los caballeros. ElsuspiroqueseleescapóaAntoniaaloírtalordenconfirmóalacautelosamadreensuresolución.

Leonela,sinembargo,estabadispuestaasaltarsedichaorden.Consideróquesedebíaalaenvidia,yquesuhermanateníamiedodeverlaexaltadaporencimadeella.Sin confiar su intención a nadie, aprovechó una ocasión que se le presentó paradespacharlasiguientenotaaLorenzo,quelefueentregadatanprontocomodespertó:

“Sinduda,señordonLorenzo,mehabréisacusadomásdeunavezdeingratayolvidadiza.Peropalabraosdoydevirgendequenoestabaenmípodercumplirayermi promesa. No sé con qué palabras informaros de la extraña acogida que mihermanahadadoavuestroamabledeseodevisitarla.Esunamujermuyrara,conmuchas virtudes buenas; pero los celos que me tiene la hacen concebir ideascompletamente extrañas. Al oír que vuestro amigo me había dedicado algunaatención,sehaalarmadoinmediatamente.Mehareprochadomiconducta,ymehaprohibidoabsolutamentequeosdéaconocernuestrodomicilio.Migransentidodelagradecimientoporvuestroamableofrecimiento,y...¿osloconfesaré?,mideseodeverunavezmásalamabledonCristóbal,nomepermitenobedecersurequerimiento.AsíqueaprovechoesteinstantedeinadvertenciaparainformarosquevivoenlacalledeSantiago,acuatroportalesdelpalaciodeAlbornoz,ycasienfrentedelacasadelbarberoMiguelCoello.PreguntadpordoñaElviraDalfa,dadoqueencumplimientode la orden de su suegro,mi hermana sigue utilizando el nombre de soltera. Estanoche a las ocho podréis encontrarnos con seguridad, pero no digáis una solapalabra que haga sospechar que os he escrito esta carta. Si vierais al conde deOssorio, decidle..., me ruboriza confesarlo..., decidle que su presencia será muygrataalaafectuosa,”

Leonela

Lasúltimaspalabrasfueronescritasentintaroja,paraexpresarlosruboresdesusmejillas,aunquecometíaunaafrentaasuvirginalrecato.

Tan pronto como Lorenzo leyó esta nota, salió en busca de don Cristóbal. Nopudiendo encontrarle a lo largoM día, se dirigió solo a casa de doña Elvira parainfinitodesencantodeLeonela.Comoelcriadoporquienmandóanunciarsunombrehabíadichoyaquesuseñoraestabaencasa,notuvoexcusapararechazarsuvisita.Sin embargo, consintió en recibirle conmucha renuencia. Esta renuencia aumentó

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antelaalteraciónquesullegadaprodujoenelsemblantedeAntonia,lacualaumentóalaparecerdichojoven.Lasimetríadesupersona,laanimacióndesusemblanteylanatural elegancia de sus modales y palabras, convencieron a Elvira de que aquelinvitadodebíadeserpeligrosoparasuhija.Decidiótratarleconfríacortesía,declinarsus servicios con gratitud por ofrecérselos, y hacerle ver, sin ofenderle, que susfuturasvisitasestaríanlejosdeserbienacogidas.

Asuentrada,pues,seencontróconqueElvirasehallaba indispuesta, recostadaen un sofá. Antonia estaba sentada junto a su bordado, y Leonela, vestida con unatuendopastoril,leíalaDianadeMontemayor.ApesardequeeramadredeAntonia,LorenzonopodíaevitarhaberesperadoverenElviraalahermanadeLeonela,yla«hija del zapateromás honradoy trabajador de todaCórdoba».Una simple ojeadabastóparadesengañarle.Antesíteníaaunamujercuyasfacciones,aunquemarchitasporeltiempoyelsufrimiento,aúnconservabanlosrasgosdeunabellezadistinguida.Unagravedignidademanabadesupersona,atemperadaporunagraciaydulzuraquela hacían realmente encantadora. Lorenzo pensó que en su juventud debió deparecerseasuhija,yjustificóplenamentealdifuntocondedelasCisternas.Elviraleindicóquepodíasentarse,yvolvióaocuparsusitioenelsofá.

Antonia le acogió con una sencilla reverencia, y continuó su labor. Se learrebolaron lasmejillas, y se esforzó en ocultar su emoción inclinándose sobre subastidor. Su tía decidió también adoptar un aire de modestia, fingió ruborizarse ytemblar, y aguardó, con la mirada baja, a recibir los cumplidos de don Cristóbal.Viendo, un rato después, que no ocurría la esperada aproximación, se aventuró amirarpor toda lahabitación,descubriendocondisgustoqueMedinavenía solo.Laimpacienciano lepermitióesperarunaexplicación: interrumpiendoaLorenzo,queen esemomento comunicaba elmensaje deRaimundo, preguntó qué había pasadoconsuamigo.

Como Lorenzo creía necesario mantenerse en buenos términos con ella, seesforzóporconsolarladesudesencanto,violentandoenciertomodolaverdad.

—¡Ah,señora!—contestóconmelancólicavoz—.¡Cuánpesarosodebedeestaralperderestaocasióndepresentarossusrespetos!Laenfermedaddeunparientelehaobligado a salir de Madrid apresuradamente. ¡No obstante, estad segura de queaprovecharácondeliriolaprimeraocasiónparaarrojarseavuestrospies!

Aldeciresto,susojosseencontraronconlosdeElvira,quelecastigósufalsedadsuficientemente lanzándoleunaexpresivamiradadedesaprobacióny reproche.Porotro lado, el engaño tampoco respondía a su intención. Molesta y decepcionada,Leonelaselevantódesuasientoyseretiróenojadaasuaposento.

Lorenzoseapresuróarepararsufalta,quelehabíaperjudicadoantelosojosdeElvira.Relató su conversación con elmarqués a propósito de ella.Le aseguróqueRaimundoestabadispuestoareconocerlacomolaviudadesuhermano,yquehasta

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tanto pudiese venir a presentarle sus cumplidos personalmente, Lorenzo estabaencargadode representarle.EstanoticiaalivióaElviradeunaagobiante inquietud:ahora encontraba a un protector para la huérfana Antonia, por cuyo futuro habíasufridolasmayorestribulaciones.Nofueparcaenagradecimientosaaquelquehabíaintercedidotangenerosamenteensufavor;peronoleinvitóaquerepitiesesuvisita.Sinembargo,cuandoallevantarseparamarcharse,pidiópermisoparapreguntarporsusaludalgunavez,lagravecortesíadesuactitud,lagratitudporsusserviciosyelrespeto hacia el amigo delmarqués, no le permitieron negárselo.Accedió demalaganaarecibirle.Elprometiónoabusardesubondad,yabandonóla,casa.

Antoniasequedóentoncesasolasconsumadre.Duranteunratopermanecieronensilencio.Lasdosestabandeseosasdecomentarelmismotema,peroningunadelasdossabíacómoabordarlo.Launasentíaunavergüenzaquenoacertabaaexplicar,que le sellaba los labios.La otra teníamiedo de que fuesen ciertos sus temores, oinspirar a su hija ideas a las que aún era ajena. Finalmente, empezó Elvira laconversación.

—Ese jovenesencantador,Antonia;mehagustadomucho.¿Estuvocercade tiayerenlacatedral?

—Noseapartóniunmomento,mientrasestuveenlaiglesia,mecediósuasiento,yestuvomuyatentoyservicial.

—¿Deveras?Entonces,¿porquénomehashabladodeél?Tutíasehadeshechoenalabanzasdeunamigo,ytúhaselogiadolaelocuenciadeAmbrosio.PeroningunadelasdoshadichounasolapalabradelapersonayvirtudesdedonLorenzo.DenohablarLeoneladesudisposiciónparaocuparsedenuestracausa,yonohabríasabidoniqueexistía.

Calló.Antoniasepusocolorada,peronodijonada.—Quizátúlejuzguesmenosfavorablementequeyo.Enmiopinión,sufiguraes

agradable,suconversaciónprudenteysusmodalesatractivos.Peropuedequeatitehayacausadounaimpresióndistinta.Talvezlecreasdesagradable,y...

—¿Desagradable?¡Oh!Queridamadre,¿cómopodríapensardeélunacosaasí?Seríamuydesagradecidasinofuesesensibleasuamablecomportamientodeayer,ymuyciegasisemehubiesenescapadosusméritos.¡Sufiguraestanairosa,tannoble!¡Y sus modales tan dulces, tan varoniles! Hasta ahora, nunca había visto tantascualidadesjuntasenunapersona,ydudoqueenMadridexistaotroigual.

—Entonces, ¿por qué eres tan reservada a la hora de alabar a este fénix deMadrid?¿Porquémehasocultadoelplacerquetehabíaproducidosucompañía?

—A decir verdad, no lo sé.Me preguntáis una cosa a la que yomisma no hepodidocontestarme.Heestadoapuntodehablarosdeéluncentenardeveces.Hetenidosunombreconstantementeenloslabios,perocuandoibaapronunciarlo,mehafaltadovalor.Sinembargo,sinooshehabladodeél,nohasidopornopensaren

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donLorenzo.—Lo creo. Pero ¿quieres que te diga por qué te ha faltado el valor? Porque

acostumbrada a confiarme tusmás secretos pensamientos, no has sabido ocultar, ytemías reconocer, que tu corazón abriga un sentimiento que sabes que yodesaprobaría.Venaquí,criatura.

Antoniadejóelbastidor,cayóderodillas juntoalsofáysepultósurostroenelregazodesumadre.

—¡Notengasmiedo,niñapreciosa!Considérametantotuamigacomotumadre,y no temas ningún reproche por mi parte. He leído las emociones de tu pecho.Todavíanohasaprendidoadisimularlas,demodoquenopodíanescaparamisojosatentos.EsteLorenzoespeligrosoparatusosiego;yahacausadohondaimpresiónentu corazón. Ciertamente me doy cuenta de que es fácil que tu afecto seacorrespondido. Pero ¿cuáles pueden ser las consecuencias de este afecto? Tú erespobreynotienesamigos,Antonia.LorenzoeselherederodelduquedeMedina.Auncuandoélfueraunhombredeintencioneshonestas,sutíojamásconsentiríavuestraunión.Ysinelconsentimientodesutío,yotampocoquiero.Séportristeexperiencialossufrimientosqueletocapadeceralaquesecasaconalguiencuyafamilianoestádispuestaaacogerla.Demodoquesofocatuafecto;seancualesseanlosdoloresquetecuesten, tratadedominarlos.Tucorazónes tiernoysensible.Yaharecibidounafuerteimpresión.Perounavezconvencidadequenodebesalentartalessentimientos,confíoenquetendráslasuficientefortalezaparaexpulsarlosdetupecho.

Antoniabesósumanoyprometióabsolutaobediencia.Elviraprosiguió:—Para evitar que tu pasión aumente, será necesario impedirlas visitas de

Lorenzo. El servicio que me ha prestado no me permite prohibirlas tajantemente.Peroamenos;quejuzgueyosucaráctermuyfavorablemente,dejarádehacerlassinofendersecuando leconfiesemis razonesymepongaenteramenteenmanosdesugenerosidad.Lapróximavezquelevea,leconfesaréhonestamenteelembarazoquesupresenciaocasiona.¿Túquédices,hijamía?¿Nocreesestamedidanecesaria?

Antonia losuscribió todosinvacilación,aunquenosinpesar.Sumadre labesócariñosamente,yseretiróadormir.Antoniasiguiósuejemplo,yseprometiótantasvecesnovolverapensarmásenLorenzoque,hastaqueelsueñolecerrólosojos,nopensóenotracosa.

MientrasestoocurríaencasadeElvira,Lorenzocorrióareunirseconelmarqués.TodoestabapreparadoparaelsegundoraptodeInés;yalasdoce,losdosamigossehallabanjuntoalatapiadeljardíndelconvento,conuncocheycuatrocaballos.DonRaimundo sacó la llave y abrió la puerta. Entraron, y durante unos minutosaguardaronconexpectaciónaqueInéssereunieraconellos.Finalmente,elmarquéscomenzó a impacientarse. Temiendo que este segundo intento fracasara como elprimero,propusoinspeccionarelconvento.Losdosamigosseacercaron.Todoestaba

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tranquiloyaoscuras.Laprioradeseabamantenerensecretolahistoria,temiendoqueelcrimendeunadesusmonjasatrajeseladeshonradelacomunidadentera,oquelaintervención de algún pariente poderoso le impidiese vengarse de su inminentevíctima.Demodoque tomóelcuidadodenodaralamantedeInésningúnmotivoparasuponerquehabíasidodescubiertosuplan,yquesuamadaestabaapuntodesufrir el castigo que su faltamerecía. Lamisma razón le hizo rechazar la idea demandararrestaraldesconocidoseductorenel jardín.Talmedidahabríaocasionadogranalboroto,y ladeshonradelconventosehabríapropagadopor todoMadrid.SeconformóconencerraraInés.Encuantoalamante, ledejóquesiguieselibrementesus planes. El resultado fue el que ella había esperado. El marqués y Lorenzoestuvieronesperando inútilmentehastaque rompióeldía.Entonces se retiraronsinruido,alarmadosanteelfracasodesuplan,ysinsabercuálhabríasidolacausa.

A lamañana siguiente, Lorenzo fue al convento y pidió ver a su hermana. Laprioraacudióalarejaconelsemblanteentristecido.LeinformóquehacíavariosdíasqueInéssesentíamuyagitada;quevariasmonjaslehabíaninsistidoenvanoquelesrevelaselacausayrecurrieseasuternuraparapedirleconsejoyconsolación;queellahabíapersistidoobstinadamenteenocultarlacausadesuaflicción;peroqueeljuevesporlanochehabíaproducidounefectotanviolentosobresuconstituciónquehabíacaído enferma, viéndoseobligada aquedarse en la cama.Lorenzono se creyóunasolapalabradeestahistoria.Insistióenverasuhermana.Sinopodíaellabajaralareja, deseaba que le dejasen pasar hasta su celda. ¡La priora se santiguó! Seescandalizóantelaideadequelosojosprofanosdeunhombrepenetrasenelinteriordesusagradamansión,ymanifestóqueseasombrabadequeaLorenzoselepudieseocurrirsemejanteidea.Ledijoquenopodíaaccederatalpetición,peroquesivolvíaaldía siguiente, esperabaque suamadahijaestuviera lobastante recuperadacomoparaverleenlarejadellocutorio.Trasestarespuesta,Lorenzonotuvomásremedioqueretirarseinsatisfechoytemblandoporlaseguridaddelahermana.

Volvióaldíasiguienteatempranahora.«Inésestápeor.Elmédicohadeclaradoque corre grave peligro; le ha ordenado que permanezca en reposo, y le escompletamente imposible recibiros.»Lorenzo estalló ante semejante respuesta, peronopodía hacer nada.Se enfureció, suplicó, amenazó.Nodejó por intentar un solorecursoparaconseguirveraInés.Susesfuerzosfuerontaninútilescomolosdeldíaanterior,yregresódesesperadoaveralmarqués.Porsuparte,éstenohabíaahorradoesfuerzospordescubrircuálhabíasidolacausadelfracasodesuplan.DonCristóbal,a quien confió ahora el asunto, trató de sonsacar algo a la vieja portera de SantaClara, con la que había llegado a trabar amistad; pero ésta estaba demasiadoprevenida,ynoconsiguiónada.ElmarquéssehallabacasitrastornadoyLorenzosesentía casi tan inquieto como él. Los dos estaban convencidos de que habíandescubierto el proyectado secuestro. No dudaban que la enfermedad de Inés era

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fingida,aunquenosabíancómorescatarladelasmanosdelapriora.Lorenzo visitó el convento puntualmente todos los días. Con la misma

regularidad, era informado de que su hermana estaba peor. Convencido de que laenfermedadera fingida,estasnoticiasno lealarmaban.Peroelnosaberquéeradeella, ni los motivos que habían impulsado a la priora a no dejar que la viera, leproducían la más grave inquietud. Aún no sabía bien qué determinación tomar,cuando el marqués recibió una carta del duque–cardenal de Lerma. Incluía laesperadabuladelPapa,ordenandoqueInésfuesedispensadadesusvotosyrestituidaa sus parientes. Este documento vital decidió inmediatamente a los amigos.ResolvieronqueLorenzolollevasealasuperiorasintardanzayexigieselainmediataentrega de su hermana. No podrían alegar la enfermedad contra esta orden queconferíaalhermanoelpoderdellevárselainstantáneamentealpalaciodeMedina,ydecidióutilizaresepoderaldíasiguiente.

Estepensamientolealiviódelainquietudrespectodesuhermana,yseanimóconlaesperanzadequepronto ledevolvería la libertad.Ahora tenía tiempodededicaralgunosmomentosalamoryaAntonia.Alamismahoraquelaprimeravez,fueavisitar a doñaElvira. Ésta había dado orden de que se le recibiese. En cuanto fueanunciado,suhijaseretiróconLeonela,ycuandoentróenelaposento,encontrósolaaladueñadelacasa.Éstaleacogióconmenosfrialdadqueantes,ylepidióquesesentase en el sofá, junto a ella. Luego, sin ninguna clase de preámbulo, abordó eltemasegúnhabíanacordadoellayAntonia.

—Noquieroquemetengáispordesagradecida,donLorenzo,niolvidadizadeloesencialesque son los serviciosquemehabéis prestado ante elmarqués.Siento elpesodemisobligaciones.Nadabajoelsolmeimpulsaríaadarelpasoaqueahorameveoobligada,salvoelinterésdemihija,demiqueridísimaAntonia.Misaludestácada vez peor. Sólo Dios sabe lo pronto que seré llamada ante su trono. Mi hijaquedará sin padres, y si perdiera la protección de la familia de las Cisternas, sinamigos. Es joven e inocente, y no está preparada contra la perfidia del mundo, yposeeencantosquelaconviertenenobjetodeseducción.¡Juzgad,pues,cómodebotemblarantelaperspectivaqueseabreanteella!Juzgadloansiosaquedeboestarporpreservarladelasociedaddequienespuedenexcitarpasioneshastaahoradormidasen su pecho. Vos sois amable, don Lorenzo: Antonia tiene un corazón sensible yamoroso,y agradece los favoresque senos tributanporvuestra intercesiónanteelmarqués.Vuestrapresenciamehacetemblar.Temoqueleinspiréissentimientosquepuedan amargar el resto de su vida, o alentarla a abrigar esperanzas que, por sucondición, son injustificables e inútiles. Perdonadme si os confiesomis terrores, ypermitidquemifranquezaabogueenmidisculpa.Nopuedocerraroslaspuertasdemicasa,pueslagratitudmeloimpide;sólomecabeponermeenmanosdevuestragenerosidad,ysuplicarosqueahorréislossentimientosdeunamadreangustiada,que

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se desvive por su hija. Creedme cuando os aseguro que lamento la necesidad derechazarvuestraamistad.Peronohayotroremedio,yelinterésdeAntoniameobligaapedirosqueosabstengáisdevisitarnos.Siaccedéisamiruego,haréisaumentarlaestimaqueyasientoporvos,ydelacualtodomeconvencedequesoismerecedor.

—Vuestra franqueza me encanta —replicó Lorenzo—. Veréis cómo no osdefraudoenlaopiniónfavorablequeoshabéisformadodemí.Peroesperoquelasrazones que ahora puedo aducir os decidan a retirar una petición que no puedoobedecersinoconinfinitarenuncia.Yoamoavuestrahija,laamomuysinceramente.No deseo otra felicidad que la de inspirarle los mismos sentimientos y recibir sumanoenelaltarcomoespososuyo.Esciertoquenosoyrico.Lamuertedemipadremehadejadopoco.PeromisesperanzasdefuturojustificanmipretensióndeobtenerlamanodelahijadelcondedelasCisternas.

Ibaaproseguir,peroElviraleinterrumpió:—¡Ah, don Lorenzo!, olvidáis en ese título pomposo la bajeza de mi origen.

OlvidáisquellevocatorceañosenEspaña,repudiadaporlafamiliademiesposo,yviviendoconunapensiónescasamentesuficienteparaelsustentoylaeducacióndemihija.Esmás, inclusohe sidoolvidadaporcasi todosmisparientes,quienesporenvidiafingendudardelarealidaddemimatrimonio.Alcesarmiasignaciónconlamuerte demi suegro,me he visto reducida almismo borde de lamiseria. En estasituación me encontró mi hermana, quien pese a todas sus debilidades, posee uncorazóncálido,generosoyafectivo.Meayudóconlapequeñafortunaquemipadreledejó,meconvencióparaquevinieraaMadrid,ynoshasostenidoamihijayamídesde que salimos de Murcia. Así que no consideréis a Antonia como unadescendientedelcondedelasCisternas.Consideradlacomounahuérfanapobreysinprotección,comolanietadelmercaderToribioDalfa,comounvástagomenesterosodelahijadeesemercader.Pensadenladiferenciaentretalsituaciónyladelsobrinoy heredero del poderoso duque de Medina. Creo que vuestras intenciones sonhonestas.Perocomonohayesperanzasdequevuestrotíoapruebelaunión,preveoquelasconsecuenciasdevuestroafectoseríanfatalesparamihija.

—Perdonadme,señora.EstáisequivocadasisuponéisqueelduquedeMedinaseparece a la generalidad de los hombres. Sus sentimientos son liberales ydesinteresados.Élme quieremucho, y yo no tengo ningúnmotivo para temer queprohíba el matrimonio, cuando vea que mi felicidad depende de Antonia. Perosuponiendo que se niegue a dar su aprobación, ¿qué puedo temer?Mis padres novivenya;estoyenposesióndemipequeñafortuna,queserásuficienteparasosteneraAntonia;yyocambiaríaporsumanoelducadodeMedinasinunsuspirodepesar.

—Sois joven e impetuoso. Es natural que abriguéis tales ideas. Pero laexperiencia me ha enseñado que las uniones desiguales van acompañadas demaldiciones. Yo me casé con el conde de las Cisternas con la oposición de sus

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parientes. Son muchos los sufrimientos que me han castigado por este pasoimprudente.Allíhaciadondedirigíamosnuestrorumbo,nosperseguía lamaldicióndel padre Gonzalo. La pobreza nos asediaba, y no teníamos cerca de nosotros aningúnamigoquenosaliviaraennuestrasnecesidades.Sinembargo,existíanuestromutuo amor; aunque, ¡ay!, no sin interrupciones. Acostumbrado a la riqueza y laabundancia,malpodíamiespososoportarelpasoalaescasezylaindigencia.Volvíala mirada con añoranza hacia las comodidades de que en otro tiempo habíadisfrutado. Lamentaba la situación que había perdido por mi causa; y en losmomentosenqueledominabaladesesperación,¡mereprochabahaberhechodeéluncompañerodemiseriasydesdichas!¡Mellegóadecirqueyoerasuperdición!¡Lafuentedesusdesdichasylacausadesuruina!¡Ah,Diosmío!¡Pocosabíaélquelosreprochesdemicorazóneranmuchomayores!¡Ignorabaqueyosufríaterriblemente,pormí, pormis hijos y por él!Es cierto que su enojo duraba rara vez. Su sinceroafectopormírenacíaenseguidaensucorazón,yentoncessuarrepentimientoporlaslágrimasquemehabíahechoderramarmetorturabaaúnmásquesusreproches.Searrojabaalsuelo,implorabamiperdónenlostérminosmásfrenéticosysecubríademaldicionesporhabermatadomiserenidad.Comoséporexperienciaque launióncontraída contra las indicacionesde las familiasdeunayotraparte esdesdichada,quierosalvaramihijadelasdesventurasquehesufridoyo.Sinelconsentimientodevuestro tío,mientrasyoviva, ellano serávuestra.Sindudaél desaprobarávuestraunión.Supoderesinmenso,yAntonianoseexpondráasuiraypersecución.

—¿Su persecución? ¡Qué fácilmente puede evitarse una cosa así! Aun cuandoocurriese tal cosa, se trataría tan sólo de abandonar España. Mi economía nos lopermitiría con la mayor facilidad. Las Indias Occidentales pueden ofrecernos unrefugio seguro. Tengo una propiedad, aunque no muy valiosa, en la Española.Huiríamosallí,ylaconsideraríamitierranatal,siellosignificaselaserenaposesióndeAntonia.

—¡Ah,joven!Esaesunavisiónenamoradayromántica.Gonzalopensabaigual.ImaginabaquepodíaabandonarEspañasinpesar.Peroelmomentode lapartida ledesengañó.Vosnosabéisaúnloqueesabandonarvuestratierranatal;¡abandonarla,paranoverlanuncamás!¡Nosabéis loqueescambiar losescenariosdondehabéispasadovuestrainfanciaporregionesdesconocidasyclimasbárbaros!¡Serolvidado,absoluta y eternamente olvidado, por los compañeros de vuestra juventud! ¡Ver avuestrosamigosmásqueridos,a losquehabéis tenidomásafecto,perecervíctimasde enfermedades accidentales de los aires indios, y descubrir que no podéisprocurarleslanecesariaasistencia!¡Yohesentidotodoeso!¡Enterréamiesposoyados hijitos en Cuba! Nada podía haber salvado a mi hija Antonia más que elinmediatoregresoaEspaña.¡Ah,donLorenzo,sisupieraisloquesufríduranteestaausencia! ¡Si supierais cuán dolorosamente añoré lo que había dejado atrás, y qué

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caro seme hizo elmismo nombre deEspaña!Llegué a envidiar a los vientos quesoplaban hacia aquí; y cuando algún marinero español cantaba alguna canciónconocidaalpasarjuntoamiventana,losojossemellenabandelágrimaspensandoenmitierranatal.AGonzalotambién...Miesposo...

Elviracalló.Leflaqueólavoz,yseocultóelrostroconelpañuelo.Trasunbrevesilencio,selevantódelsofáyprosiguió:

—Perdonad que os deje unmomento; el recuerdo de lo que he sufridome haturbadomucho y necesito estar sola.Mientrasme ausento, leed estos versos.A lamuerte de mi esposo, los encontré entre sus papeles. De haber sabido antes queabrigaba esos sentimientos,me habríamatado el dolor. Los escribió en el viaje deCuba, cuando tenía el espíritu nublado por el pesar y olvidaba que tenía esposa ehijos.Loquevamosaperder siemprenosparecequees lomásprecioso.GonzalodejabaEspañaparasiempre,asíqueEspañaeramáscaraasusojosquetodocuantoelmundocontenía.Leedlos,Lorenzo.¡Ellososdaránideadelossentimientosdeunhombredesterrado!

Elvirapusounpapelen lamanodeLorenzo,yse retiródelaposento.El jovenexaminóelcontenido,encontrandolosiguiente:

ELEXILIO

¡Adiós,ohEspañanatal!¡Adiósparasiempre!Estosojosdesterradosyanoverántuscostas;

UnfúnebrepresagiodiceamicorazónquenuncamásLospasosdeGonzalohollarántuarena.

Losvientoshancallado,ymientrasblandamentelanaveSedeslizaysurcaeltersomar,

Sientoquedesfalleceelánimoenmipecho,YmaldigolasolasquemealejandeEspaña.

¡Aúnlaveo!BajoelclarocieloazulAúnsevenloscampanariosbienamados;

Desdeaquelpuntoescarpado,elvientodelatardeAúntraenatalesairesamioído.

Apoyadoenalgunarocamusgosa,cantandoalegrementeAlsol,elpescadorsecasusredes.

Amenudooílabaladaquejumbrosa,quetraeEscenasdepasadasalegríasamisojosdoloridos.

¡Ah!¡Zagaldichoso!¡Élaguardalahoraacostumbrada,

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Enqueelcrepúsculooscureceelhorizonte;Entonces,alegrementebuscaelemparradopaterno

Ycomparteelfestínquedansuscamposnatales!

Laamistadyelamor,moradoresdesuchoza,Honestamenteleacogen,consonrisasincera,Sintristezasqueamenacenborrarla

alegría,Sinsuspirosenelpechonilágrimaenelojo.

¡Ah!¡Felizzagal!Tudichamehasidonegada.Lafortunamehaceverconenvidiatudestino.

Yoque,huyendodeEspañaydelhogar,voyaldestierro,Digoadiósacuantoestimoycuantoamo.

NuncamásmioídoescucharálosairesconocidosQuecantalaserranaquecuidadesuscabras,Delzagalqueimploraalgúnamor,

Oelcantodelpastorqueentonatoscasnotas.Yanoabrazaránmisbrazosamipadrebienamado,

Yanoconocerámicorazónlapazdecasa;Lejosdeestosgozos,consuspirosderecuerdos,

Acielossofocantesyclimaslejanosvoy.

Dondesolesindiosengendranmalesnuevos.Dondeviventigresysierpes,orientomicamino,

Adesafiarlasedfebrilquenadasacia,Yalafiebreamarilla,yalfuegoenloquecedor:

Asentirdoloresqueconsumiránmihígado,Amorirpocoapocoenlaflordemiedad,Bebiéndoseinsaciablelafiebremisangre

ardiente,Deliranteelcerebrobajolafuriadelsol,

¿QuépuededarmetantodolorcomosepararmeContanamargossuspiros,amadatierra,deti?¡Sentirqueestecorazónteañorará

parasiempreYverarrancadasdemítodastusalegrías!

¡Aydemí!Cuánamenudolaimaginación,ensueños,Meevocaráenelespíritumipaísnatal.

¡CuánamenudolanostalgiarecordarácontristezaLosplaceresyamigosquehedejado!

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AgrestesvallesdeMurcia,emparradosrománticos,Ríoencuyaorillahejugadodepequeño,Salonesdemicastillo,adustastorres,Lloradosbosques,cañadasentrañables;

Sueñosdelatierraenqueconfluyenmisanhelos,Tuspaisajes,quenuncamásveré,

Llenaránamenudomimemoria,atormentadorademialma,Yvolveránendolorpresentetodadichapasada.

¡Peromira!Elsolbajolasaguasseretira,Lanocheseapresuraaimponersudominio,

Lanubeoscureceelcampanariodelospueblos,Loveodébilmente,yyadesaparece.

¡Oh,nosopléis,vientos!¡Aquietadelmovimientodelasaguas!

¡Duerme,duerme,barcamía,enelocéano!Yasí,cuandomañanaelsoldorelasaguas,MisojosveránunavezmástierradeEspaña.

¡Vanodeseo!Despreciandomiúltimaplegaria,Denuevosoplaelviento,hinchalasolas.Lejosestaremosantesquerompaeldía.¡Hastanunca,pues,natalEspaña,adiós!

ApenashabíatenidotiempoLorenzodeleerestaslíneas,cuandoregresóElvira.Elhaberdadolibrecursoasuslágrimaslahabíaaliviado,ysuánimohabíarecobradosuserenidadhabitual.

—Notengonadamásquedecir,señor—dijo—.Habéisoídomistemores,ymismotivos para rogaros que no repitáis vuestras visitas. He depositado toda miconfianzaenvuestrohonor.Estoyseguradequenomeharéisverquemiopiniónhasidoenexcesofavorable.

—Una pregunta más, señora, y os dejaré. Si el duque de Medina aprueba miamor,¿seguiríansiendomisrequerimientosinaceptablesparavosyparaAntonia?

—Quiero ser sincera con vos, don Lorenzo: a pesar dé que hay muy pocasprobabilidadesdequeesaunióntengalugar,metemoquemihijaladeseademasiadoardientemente.Habéiscausadotalimpresiónensujovencorazón,quemeproducelamásseriaalarma.Paraevitarqueestaimpresiónsehagamásfuerte,meveoobligadaa declinar vuestro trato. En cuanto a mí, podéis estar seguro de que me alegraríapoder situar a mi hija tan ventajosamente. Consciente de que mi constitución,

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desgastadaporlaspenasylasenfermedades,meimpideabrigarlaesperanzadevivirmucho tiempo, tiembloante la ideadedejarlabajo laproteccióndeunextraño.ElmarquésdelasCisternasesuncompletodesconocidoparamí.Secasará.Suesposapuedemirar a Antonia con desagrado, y privarla de su único amigo. Si el duque,vuestrotío,diesesuconsentimiento,nodudéisqueobtendríaistambiénelmíoyeldemihija;perosinelsuyo,noesperéiselnuestro.Entodocaso,cualesquieraqueseanlospasosquedeis,cualquieraquesealadecisióndelduque,hastaquenolasepáis,permitidqueosrueguequenofortalezcáisconvuestrapresencialapredisposicióndeAntonia. Si la sangre de vuestros parientes autoriza que la pidáis por esposa, mispuertas se os abrirán de par en par. Si la sanción os es adversa, conformaos conposeermiestimaymigratitud,perorecordadquenodebemosvernosmás.

Lorenzoprometiódemalaganaconformarseconestadecisión.Peroañadióqueesperabano tardar enobtener el consentimientoque ledaría elderechode renovarsusvisitas.Luegoleexplicóporquéelmarquésnohabíaidoenpersona,ynotuvotemoralgunoenconfiarlelahistoriadesuhermana.ConcluyódiciendoqueesperabaponerenlibertadaInésaldíasiguiente;yquetanprontocomolostemoresdedonRaimundo a este respecto se apaciguasen, no perdería tiempo en ir a darle a doñaElviraseguridadessobresuamistadyprotección.

Ladamanegóconlacabeza.—Tiemblo por vuestra hermana—dijo—. He oído contar muchos detalles del

carácter de la superiora de SantaClara a una amiga que fue educada en elmismoconventoqueella.Segúnmedijo,esorgullosa,inflexible,supersticiosayvengativa.Despuésheoídoqueestáobcecadacon la ideadeconvertir suconventoenelmásregulardeMadridynoperdonarjamásaquellasimprudenciasquepuedansignificarla más ligera mancha para su prestigio. Aunque naturalmente violenta y severa,cuandosusintereseslorequieren,sabemuybienadoptarunairebondadoso.Nodejadeprobartodoslosmediosdepersuadiralasjóvenesdealcurniaparaquesehaganmiembrosdesucomunidad.Esimplacablecuandoseirrita,ytienedemasiadaosadíapara retroceder ante las medidas más rigurosas para castigar a quien la ofende.Indudablemente, el hecho de que vuestra hermana abandone el convento loconsideraráunadeshonraparaél.Echarámanodetodoslosrecursos,contaldeevitarobedecerelmandatodeSuSantidad,ymeestremezcoalpensarquedoñaInésestáenmanosdeunamujertanpeligrosa.

Lorenzoselevantóahoraparamarcharse.Elviralediolamanoaldespedirse,yélselabesórespetuosamente;ydiciéndolequeesperabaobtenerprontoelpermisoparabesar ladeAntonia, regresó a supalacio.Ladamaquedóperfectamente satisfechacon la conversación sostenida. Veía con alegría la perspectiva de que Lorenzo seconvirtiese en su yerno. Pero la prudencia le aconsejaba ocultarle a su hija lashalagüeñasesperanzasqueellaseatrevíaahoraaalbergar.

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Apenassehizodedía,seencaminóLorenzoalconventodeSantaClaraprovistodel requerido mandato. Las monjas estaban en maitines. Aguardó impaciente laconclusióndeloficio,yalfinallaprioraaparecióenlarejadellocutorio.PidióaInés.Laancianadamareplicóconairetristequeelestadodelapobrecriaturasehacíamásgrave de hora en hora; que los médicos la habían desahuciado. Pero que habíandeclarado que la única posibilidad de recobrarse estaba en guardar reposo y nopermitir la proximidad de aquellos cuya presencia pudiera inquietarla. Lorenzo nocreyóuna sola palabrade todo esto, como tampoco las ex—;presionesdepesar yafecto por Inés con que empedró su discurso. Al final, puso la bula del Papa enmanosde lasuperiorae insistióenque, sanaoenferma,habíaquedejarla libresindemora.

Laprioraacogióeldocumentoconairedehumildad.Peronobienhuboechadouna ojeada a su contenido, su resentimiento barrió todos los esfuerzos de lahipocresía.Una roja coloración se extendió por su rostro, al tiempo que lanzaba aLorenzounamiradaderabiaydeamenaza.

—Estaordenescategórica—dijoconunavozenojadaqueseesforzabaenvanopor disfrazar—. Bien quisiera obedecerla; pero, por desgracia, está fuera de mialcance.

Lorenzolainterrumpióconunaexclamacióndesorpresa.—Os lo repito, señor; está totalmente fuera demis posibilidades obedecer esta

orden.Porrespetoalostiernossentimientosdeunhermano,oshabríacomunicadolatriste noticia poco a poco, y os habría preparado para oírla con entereza. Peromiproyectosehavenidoabajo.EstaordenmemandaentregarosalahermanaInéssindemora; por tanto,me veo obligada a informaros sin rodeos que expiró el viernespasado.

Lorenzoretrocedióconhorrorypalideció.Uninstantedereflexiónleconvenciódequeestaafirmacióndebíadeserfalsa,yseserenó.

—¡Me estáis engañando! —dijo impetuosamente—; hace cinco minutos, measegurabaisque,aunqueenferma,aúnvivía.¡Mostrádmelaalinstante!Deboyquieroverla,ydenadavaldráqueintentéisocultármela.

—Ospropasáis, señor;debéisun respeto tantoamiedadcomoamiprofesión.Vuestrahermanahafallecido.Siosocultésumuertealprincipio,fueportemoraqueunsucesotaninesperadoprodujeseenvosunefectodemasiadoviolento.Enverdadquesemeagradecemuymalmiatención.¿Quéinteréspodríateneryoenretenerla?El saber que ella desea abandonar nuestra comunidad es motivo suficiente paradesearquesemarcheyconsiderarlaunadeshonraparalashermanasdeSantaClara.Peroellahaperdidomiafectodeunamaneraaúnmásculpable.Suscrímenesfuerongrandes, y cuando conozcáis la causa de su muerte, sin duda os alegraréis, donLorenzo, de que haya expirado la desdichada. Cayó enferma el jueves pasado al

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regreso de nuestra confesión en la capilla de los capuchinos. Su dolencia estuvoacompañadadeextrañascircunstancias.Peroinsistióenocultarsucausa.¡GraciasalaVirgen,nosotrasestuvimosmuylejosdesospecharquéera!Juzgad,pues,cuálnofuenuestraconsternación,nuestrohorror,cuandoaldíasiguientedioa luzunniñomuerto, al que siguió inmediatamente a la tumba. ¡Cómo, señor! ¿Es posible quevuestrosemblantenoexpresesorpresaniindignación?Enesecaso,nonecesitáisdemi compasión. No puedo deciros nada más, salvo repetir mi imposibilidad deobedecerlasórdenesdeSuSantidad.Inéshafallecido,yparaconvencerosdequeesciertoloquedigo,osjuropornuestroSalvadorquehacetresdíasfueenterrada.

Aquíbesóunpequeñocrucifijoquecolgabadesucíngulo.Luegoselevantódelasilla y abandonó el locutorio. Al retirarse, le dirigió a Lorenzo una sonrisa dedesprecio.

—Adiós,señor—dijo—.Noencuentroremedioaesteaccidente.MetemoquenisiquieraunasegundabuladelPapalograríalaresurreccióndevuestrahermana.

Lorenzo se retiró también, traspasado de dolor. Pero don Raimundo, al tenernoticia de este suceso, pareció volverse loco. No quiso convencerse de que Inésestaba realmente muerta, y siguió insistiendo en que la tenían encerrada entre losmuros de Santa Clara. Ningún argumento le hacía abandonar sus esperanzas derecobrarla. Día tras día, inventaba un nuevo plan para conseguir noticias de ella,todosconelmismoresultado.

Por su parte, Medina abandonó toda idea de volver a ver a su hermana. Sinembargo,creíaquehabíamuertodemanerapococlara.Convencidodeesto,alentabalasaveriguacionesdedonRaimundo,dispuesto,sidescubríaéllamenorsombradesospecha,atomarseveravenganzadelainsensiblepriora.Lapérdidadesuhermanaleafectósinceramente.Ynofuepequeñomotivodedolorelqueeldecoroleobligasea aplazar durante un tiempo hablar al duque deAntonia. Entretanto, sus emisariossitiabanconstantementelapuertadeElvira.Teníainformacióndelosmovimientosdesu amada. Como no dejaba de acudir todos los jueves al sermón de la catedralcapuchina,estabasegurodeverlaunavezalasemana,aunque,encumplimientodesupromesa,seocultabaparaqueellanoleviese.Asítranscurrierondosmeses.AúnnohabíanlogradonoticiasdeInés.Todosmenoselmarquéscreíanquehabíamuerto.Y fue entonces cuandodecidióLorenzo revelar sus sentimientos a su tío.Yahabíahechoalgunas alusiones aquequería casarse, las cualeshabían tenido la favorableacogidaqueélpodíaesperar,ynoabrigabadudaalgunasobreeléxitodesupetición.

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CapítuloIII

Whileineachother'sarmsentrancedTheylay,Theyblessedthenight,andcrustthecomingday.

LEE

Habíapasado elmomentode transporte: la concupiscencia deAmbrosio estabasatisfecha.Huyóelplacer,ylavergüenzaocupósupuestoensupecho.Confundidoyaterradoporsudebilidad,seapartódelosbrazosdeMatilde.Antesíveíasupropioperjurio.Pensóen laescenaqueacababadedesarrollarse,y temblóal imaginar lasconsecuenciassisedescubriese.Miróelfuturoconhorror.Sucorazón,colmadodesaciedad y de hastío, se sentía desalentado. Evitó los ojos de su compañera defragilidad.Reinóunmelancólicosilencioduranteelcuallosdosparecieronsumirseendesagradablessentimientos.

Matildefuelaprimeraenromperlo.Lecogiólamanodulcemente,yselallevóasuslabiosardientes.

—¡Ambrosio!—murmuróconvozsuaveytemblorosa.Elabadsesobresaltóaloírla.Volvió losojoshaciaMatilde: los tenía llenosde

lágrimas. Sus mejillas estaban cubiertas de rubor, y su mirada suplicante parecíasolicitarsucompasión.

—¡Mujerpeligrosa!—dijo—.¡Enquéabismodemiseriamehabéishundido!¡Sisellegaseadescubrirvuestrosexo,mihonor,inclusomivida,pagaríanelplacerdeunosmomentos! ¡Qué locohe sido al fiarmedevuestras seducciones! ¿Quépuedehacerse ahora? ¿Cómo podré expiar mi culpa? ¿Qué reparación puede obtener elperdóndemicrimen?¡DesdichadaMatilde,habéisdestruidomipazparasiempre!

—¿Amímehacéisesosreproches,Ambrosio?¿Amí,quehesacrificadoporvoslosplaceresdelmundo,ellujodelariqueza,ladelicadezadelsexo,amisamigos,mifortuna y mi fama? ¿Qué habéis perdido vos, que yo haya conservado? ¿No hecompartido yo vuestra culpa? ¿No habéis participado vos demi placer? ¿Y digoculpa?¿Enquéconsiste,sinoesenlaopinióndeunmundomalintencionado?¡Dejadqueelmundoloignore,ynuestrogocesevolverádivinoeintachable!Loantinaturalsonvuestrosvotosdecelibato.ElHombrenohasidocreadoparaunestadoasí.¡Sifueseelamoruncrimen,Diosnolohabríahechotandulce,tanirresistible!¡Asíquedisipad esas nubes de vuestra frente, Ambrosio mío! Gozad de estos placereslibremente,sinloscualeslavidaesundonsinvalor.¡Dejaddereprocharmehaberosenseñado lo que es la dicha, y sentid losmismos transportes que lamujer que osadora!

Mientras hablaba, los ojos de ella se llenaron de una deliciosa languidez. Supechoseagitaba.Enlazólosbrazosvoluptuosamentealrededordeél,loatrajohacia

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sí ypegó sus labios a losdeAmbrosio.Éste sintióotravez el ardordel deseo.Lasuerteestabaechada.Yahabíaquebrantadosusvotos;yahabíacometidoelcrimen;¿qué podía impedirle gozar de su recompensa? La apretó contra su pecho conredoblado ardor. Libre ya de la sensación de vergüenza, se entregó de lleno a lasatisfacción de sus apetitos desenfrenados,mientras la hermosa cortesana ponía enpráctica todas las invenciones de la lascivia, todos los refinamientos del arte delplacer que podían elevar el goce de su posesión y hacer aún más exquisitos lostransportes de su amante. Ambrosio paladeó delicias hasta entonces desconocidaspara él. La noche huyó veloz, y la madrugada se ruborizó al sorprenderle aún enbrazosdeMatilde.

Embriagadodeplacer,elmonjeselevantódellujuriosolechodelasirena.Yanosintióvergüenzadesuincontinencia,nitemiólavenganzadeloscielosofendidos.Suúnicotemorfuequelamuertelerobaselosgocescuyaapetencianohabíahechosinoacrecentar su largo ayuno. Matilde estaba aún bajo la influencia del veneno, y elvoluptuoso monje temió menos por la vida de su salvadora que por la de suconcubina.Sinella,noseríafácilencontrarotraamanteconlaquepoderentregarsetan plenamente y sin peligro a sus pasiones. Así que la instó seriamente a queutilizaselosmediosdesalvarsequeellahabíadeclaradoposeer.

—¡Sí! —dijo Matilde—. Puesto que me habéis hecho sentir que la vida esvaliosa,rescatarélamíaatodacosta.Ningúnpeligromearredrará.Quieroconsiderarlasconsecuenciasdemiacciónfríamente,ynomeestremeceréanteloshorroresquepuedanpresentar.Quieropensarquemisacrificioesunprecioescasoparacomprarvuestra posesión, y recordar que un momento pasado en vuestros brazos en estemundo compensa un siglo de castigos en el otro. Pero antes de dar este paso,Ambrosio,juradmesolemnementequejamásindagaréisporquémediosvoyasalvarmivida.

Ambrosiolohizodelamaneramássolemne.—Gracias,mibienamado.Estaprecauciónesnecesaria,puesaunquenolosabéis,

estáisbajoelinflujodevulgaresprejuicios.Losasuntosdelosquemedeboocuparesta noche podrían asustaros por su singularidad y rebajarme ante vuestra opinión.Decidme:¿tenéislallavedelapuertadeponientedeljardín?

—¿La puerta que da acceso al cementerio que tenemos en común con lashermanasdeSantaClara?Notengolallave,peropuedoconseguirlafácilmente.

—Notenéisquehacermásqueeso:dejarmepasaralcementerioamedianoche.VigiladmientrasyodesciendoalacriptadeSantaClara,noseaquealguienobservemis actos. Dejadme allí sola durante una hora, y salvarémi vida para dedicarla avuestrosplaceres.Paraevitartodasospecha,nomevisitéisduranteeldía.Recordadla llave, y que os espero antes de las doce. ¡Chist! ¡Oigo pasos que se acercan!Marchaos;fingirédormir.

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Obedecióelfraile,yabandonólacelda.Alabrirlapuerta,elpadrePabloshizosuaparición.

—Vengo—dijoéste—apreguntarporlasaluddeljovenpaciente.—¡Chist!—replicóAmbrosio, llevándose un dedo a los labios—, hablad bajo.

Acabodeverle.Hacaídoenunprofundosueño,quesindudalevendrámuybien.Nolemolestéisahora,puesdeseadescansar.

Obedeció el padre Pablos, y al oír la campana, acompañó al abad a maitines.Ambrosio se sintió confundido al entrar en la capilla. La culpa era nueva en él, eimaginabaquetodoslosojospodíanleerlasaccionesdeesanocheensusemblante.Se esforzó en rezar. Su pecho ya no resplandecía de devoción. Sus pensamientosvolaban insensiblemente hacia los encantos de Matilde. Pero lo que le faltaba enpureza de corazón lo suplió en santidad externa. Para cubrirmejor su trasgresión,redobló su afectación de aparente virtud, y nunca pareciómás devoto al cielo quedespués de haber infringido sus votos.De estemodo, añadió inconscientemente lahipocresíaalperjurioylaincontinencia.Habíacaídoenesteúltimoerroralsucumbiraunaseduccióncasiirresistible.Peroahorafueculpabledeunpecadovoluntarioalocultaraquellosenlosqueotrolehabíahechocaer.

Concluidos los maitines, Ambrosio se retiró a su celda. Su mente aún estabaimpresionadapor losplaceresqueacababadesaborearporvezprimera.Sucerebroofuscadoerauncaosderemordimientos,voluptuosidad,inquietudytemor.Recordócon pesar aquella paz del alma, aquella seguridad de la virtud, de las que hastaentonces había gozado. Se había permitido excesos ante cuyo solo pensamientohabríaretrocedidoconhorrortansóloveinticuatrohorasantes.Leestremecíapensarquelamástrivial indiscreciónporpartesuyaodeMatildederrumbaríaeseedificiode reputación que le había costado treinta años erigir, y le granjearía la repulsa depersonasparaquienesahoraeraunídolo.Laconciencialepintóconvivoscoloressuperjurioysuflaqueza.Eltemorlehizoveraumentadosloshorroresdelcastigo,yseimaginó ya en las prisiones de la Inquisición. A estas ideas atormentadoras lessucediólabellezadeMatilde,yaquellasdeliciosasleccionesqueunavezaprendidasnopuedenolvidarse jamás.Estasimpleconsideración le reconcilióconsigomismo.Consideróquehabía comprado los placeres de la noche anterior al bajo precio delsacrificiodelainocenciayelhonor.Sumismorecuerdolellenóelalmadeéxtasis.Maldijosuestúpidavanidad,quelehabíainducidoamalgastarenlaoscuridadlaflordesuvida, ignorantedelosencantosdelamorydelamujer.Decidióseguira todacostasucomercioconMatilde,yapelóatodoslosargumentosparaafianzarseensuresolución.Sepreguntaba,sisufaltapermanecíaignorada,enquépodíaconsistir,yquéconsecuenciaspodíaacarrearle.Observandoestrictamentetodaslasreglasdelaordensalvolacastidad,nodudabaenconservarlaestimadeloshombres,einclusolaproteccióndeLcielo.Confiabaenqueseleperdonasefácilmenteunatrasgresióntan

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ligeraynaturaldesusvotos.Peroolvidabaquealhaberpronunciadoesosvotos,laincontinencia,enlosseglareselmásvenialdetodoslospecados,seconvertíaensupersonaenelmáshorribledeloscrímenes.

Una vez decidida su conducta futura, su espíritu se sintiómás apaciguado. Seechóenlacamaytratódedormirpararecobrarlasfuerzasgastadasensusexcesosnocturnos. Despertó recobrado y ansioso de repetir sus placeres. Obediente a lasórdenesdeMatilde,novisitósuceldaduranteeldía.ElpadrePablosmencionóenelrefectorioqueRosariohabíaconsentidoalfinenseguirsuprescripción;peroquelamedicinanohabíaproducidoelmásligeroefecto,yquecreíaqueningunahabilidadmortalpodríasalvarledelatumba.Elabadconvinoenestaopinión,yfingiólamentarelprematurodestinodeunjovencuyotalentohabíaparecidotanprometedor.

Llegó la noche.Ambrosio había tenido la precaución de obtener del portero lallavedelapuertabajaquedabaaccesoalcementerio;abandonósuceldaycorrióaladeMatilde.Éstasehabíalevantadoyestabayavestida.

—Osesperabacon impaciencia—dijo—.Mividadependedeestosmomentos.¿Tenéislallave?

—Latengo.—Vamos,pues,aljardín.Nohaytiempoqueperder.¡Seguidme!Cogióunacestitatapadadeencimadelamesa.Conellaenlamano,ylalámpara

queardíasobrelachimeneaenlaotra,salióapresuradamentedelacelda.Ambrosiola siguió.Los dos guardaron un profundo silencio.Ella avanzaba con paso rápido,pero cauteloso; cruzaron el claustro y llegaron al lado oeste del jardín. Sus ojosrefulgíancontalfuegoysalvajismoqueelmonjesesintióinvadidoporelmiedoyelhorror.Un valor decidido y desesperado imperaba en su frente. Pasó la lámpara aAmbrosio;luego,tomandolallave,abriólapuertayentróenelcementerio.Eraunrectánguloespacioso,plantadodetejos.LamitadpertenecíaalashermanasdeSantaClara,yestabaprotegidoporuntejadodepiedra.Ladivisiónestabamarcadaporunaverjadehierro,cuyoportillopermanecíahabitualmentesintenerechadalallave.

Matildesedirigióhaciaallí.Abrióelportilloybuscólapuertaqueconducíaalacripta subterránea donde descansaban los restos polvorientos de las monjasconsagradasaSantaClara.Lanocheeracompletamenteoscura.Noseveíalalunanilas estrellas.Afortunadamente, no soplaba lamás leve brisa, y el fraile sostenía lalámpara sin un solo temblor. Con la ayuda de su luz, descubrieron en seguida lapuertadelsepulcro.Estabametidaenunhuecodelmuro,ycasiocultaporfestonesde hiedra que colgaban sobre ella. Tres peldaños de piedra toscamente talladaconducíanaella.Matildeestabaapuntodebajarlos,cuandoretrocediósúbitamente.

—¡Hayalguienenlacripta!—susurróalmonje—.Ocultaoshastaquesehayanmarchado.

Ella se refugió detrás de un sepulcro alto ymagnífico, erigido en honor de la

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fundadora del convento. Ambrosio siguió su ejemplo, tapando cuidadosamente lalámparaparaquesuluznolesdelatase.Perohabíantranscurridosólounossegundos,cuando se abrió la puerta que conducía a las cavernas subterráneas.De la escalerabrotaron rayos de luz que permitieron a los ocultos espectadores descubrir a dosmujeresvestidasconhábitosreligiosos,enfrascadasalparecerengraveconversación.ElabadnotuvodificultadenreconoceralaprioradeSantaClara,acompañadaporunadelasmonjasmásviejas.

—Todoestápreparado—dijo lapriora—.Mañanasedecidirásudestino.Seráninútilestodassuslágrimasysuspiros.¡No!¡Enlosveinticincoañosquehacequesoysuperioradeesteconvento,jamáshepresenciadocomerciomásinfame!

—Debéis esperarmucha oposición a vuestros deseos—replicó la otra con vozsuave—.Inéstienemuchasamigasenelconvento,yparticularmentelamadreSantaÚrsula defenderá su causa con todas sus fuerzas.A decir verdad, Inésme— ' receteneramigas;yyodesearíapoderconvencerosparaqueconsideraseissujuventudysupeculiarsituación.Ellaparececonscientedesuculpa.Elexcesodesusufrimientodemuestra su penitencia, y estoy convencida de que sus lágrimas brotan más porcontrición que por miedo al castigo. Reverenda madre, si quisierais mitigar laseveridad de vuestra sentencia, si os dignarais pasar por alto esta primeratransgresión,meofreceríacomogarantíadesufuturaconducta.

—¿Pasársela por alto, decís? ¡Madre Camila, me asombráis! ¿Después dehaberme deshonrado en presencia del ídolo de Madrid, del mismísimo hombre aquienmáshedeseadodarideadelapuntualidaddemidisciplina?¡Quédespreciabledebodehaberparecidoalosojosdelreverendoabad!¡No,madre,no!Jamáspodréolvidaresteinsulto.NopodríaconvenceraAmbrosiodeloquedetestotalescrímenesmásquecastigandoeldeInéscontodoelrigorquepermitennuestrasseverasleyes.Dejad, pues, vuestras súplicas. No servirán de nada. Mi decisión está tomada.Mañana,Inésseráunejemploterribledemijusticiayenojo.

La madre Camila no pareció abandonar su porfía, pero esta vez las monjasestabanmuy lejos.La priora abrió la puerta que daba acceso a la capilla deSantaClara,entróconsucompañera,ycerródespués.

Matilde preguntó entonces quién era esta Inés con la que la priora estaba tanirritada,yquérelaciónpodíatenerconAmbrosio.Éstelecontósuaventura;yañadióquedesdeentoncessusideashabíansufridounacompletarevolución,ysentíamuchacompasiónporlainfortunadamonja.

—Tengointención—dijo—depediraudienciaalasuperioramañana,yutilizartodoslosmediosparaconseguirunamitigacióndesusentencia.

—¡Tened cuidado con lo que hacéis! —le interrumpió Matilde—. Vuestrorepentino cambio de sentimientos puede causar sorpresa naturalmente, y despertarsospechas, cosa que nos interesa muchísimo evitar. Cuanto más redobléis vuestra

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austeridad exterior y descarguéis amenazas contra los errores de los demás,mejorocultaréislosvuestros.Abandonadalamonjaasudestino.Vuestraintercesiónpodríaser peligrosa, y su imprudencia merece ser castigada: No merece gozar de losplaceres del amor quien no tiene la suficiente habilidad para ocultarlos. Pero aldiscutir esta cuestión sin importancia estoy perdiendo un tiempo que puede serprecioso.Lanochehuyedeprisayhaymuchoquehacerantesdequeamanezca.Lasmonjas se han retirado.No hay peligro.Dadme la lámpara,Ambrosio.Debo bajarsolaaestascavernas.Aguardadaquí,ysiseaproximaalguien,dadmeunavoz.Perosiosestimáisenalgo,noseosocurraseguirme.Vuestravidapuedecaervíctimadevuestraimprudentecuriosidad.

Dichoesto,sedirigióalsepulcroconlalámparaenunamanoylapequeñacestaenlaotra.Empujólapuerta,quegirólentamentesobresusgozneschirriantesyvioante sí una estrecha escalera de mármol negro. Bajó por allí. Ambrosio se quedóarriba,viendocómoladébilluzdelalámparadescendíaporlaescalera.Desapareció,ysesumióentotaloscuridad.

Unavezasolas,nopudopensarsinsorpresaenelsúbitocambiodelcarácterysentimientosdeMatilde.Hacíapocosdíasparecía ser lamásdócil y amablede susexo, sumisa a suvoluntad, ymirarle comoun ser superior.Ahorahabía adoptadouna especie de valentía y decisión en su actitud y discurso que no le acababa decomplacer.Alhablar,yano insinuaba, sinoquemandaba.Encuantoaél, sesentíaincapaz de discutir sus argumentos, y se veía obligado a confesar demala gana lasuperioridad de su criterio.A cadamomento se convencíamás de los asombrosospoderesdesumente.Peroloqueellaganabaenlaopinióndelhombre,loperdíaenelafecto del amante. Echaba de menos al afectuoso, afable y obediente Rosario. LeapenabaqueMatildeprefirieselasvirtudesdelsexomasculinoalasdelsuyopropio;y al pensar en sus opiniones sobre la monja castigada, no pudo por menos deconsiderarlascruelesypocofemeninas.Lacompasiónesunsentimientotannatural,tanpropiodelcarácterfemeninoquenoesunméritoquelamujerlaposea,aunquesíun crimen que carezca de ella. Pero Ambrosio no podía olvidar fácilmente a suamanteporelhechodeserdeficienteenestaamablecualidad.Yaunquecensurabasuinsensibilidad,comprendíalaverdaddesusobservaciones;demodoque,apesardecompadecer sinceramente a la desventurada Inés, decidió renunciar a la idea deintervenirensufavor.

HabíatranscurridocasiunahoradesdequeMatildehabíabajadoalacripta,yaúnno había regresado. Ambrosio sentía curiosidad. Se acercó a la escalera. Escuchó.Todo permanecía en silencio, aunque a intervalos captaba el sonido de la voz deMatildeatravésdelospasadizossubterráneos,yelecoquedevolvíanlosabovedadostechosdelossepulcros.Estabademasiadolejosparadistinguir laspalabras,yantesdeque llegaranasusoídosseapagabanenunmurmulloconfuso.Sintiódeseosde

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penetrar en este misterio. Decidió desobedecer sus advertencias, y la siguió a lacripta. Se acercó a la escalera; cuando ya había descendido algunos escalones leflaqueóelvalor.RecordólasamenazasdeMatildesi infringíasusórdenes,ysintióqueuninexplicableysecretotemorinvadíasupecho.Volvióasubir,seapostóenellugardeantes,yesperóimpacientelaconclusióndeestaaventura.

De súbito, sintió una violenta sacudida: un terremoto estremeció el suelo. Lascolumnasquesosteníanlatechumbrebajolaqueseencontrabaoscilarondemaneratanalarmantequeamenazaronderrumbarse;yenelmismo instante,oyóun truenotremendo y espantoso.Cesó, y sus ojos, clavados en la escalera, vieron salir de lacripta un relámpago de cegadora luz. No duró más que un instante. No biendesapareció, quedó todo tan inmóvil y oscuro como antes. Una espesa negrura leenvolvió de nuevo, y el silencio de la noche lo quebró tan sólo el aleteo de unmurciélagoquepasócercadeél.

CadainstantequetranscurríaaumentabaelasombrodeAmbrosio.Pasóotrahora,alcabodelacualvolvióabrotarlaluzyadisiparsesúbitamente.Laacompañóunamelodíadulceysolemne,que tras recorrer labóvedadeabajo, inspiróenelmonjeunamezcladeplaceryterror.Nohacíamuchoquesehabíaapagado,cuandooyólospasosdeMatildeenlaescalera.Subiódelacaverna.Lamásvivaalegríaanimabasuhermososemblante.

—¿Habéisvistoalgo?—preguntó.—Hevistodosvecessalirunaintensaluzdelaescalera.—¿Nadamás?—Nadamás.—Estáapuntodeamanecer.Regresemosalaabadía,nonosdelatelaclaridaddel

alba.Salióconpasopresurosodelcementerio.Llegóasucelda,acompañadaaúnporel

curiosoabad.Cerrólapuerta,ydejólalámparaylacesta.—¡Lo he conseguido! —exclamó, arrojándose en brazos de él—. ¡Lo he

conseguidomásalládemismásremotasesperanzas!¡Viviré,Ambrosio,viviréparavos!Elpaso,cuyosolopensamientomehacíatemblar,vaaserparamíunafuentedegozoindecible.¡Oh!¡Ojalásemepermitieracompartirconvosmipoder,yelevarosporencimadelniveldevuestrosexo,talcomomiintrépidaacciónmehaexaltadoamíporencimadelmío!

—¿Y qué os lo impide, Matilde? —interrumpió el fraile—. ¿Por qué es tansecreto lo que habéis hecho en la cripta? ¿No me creéis merecedor de vuestraconfianza?Matilde, dudaré de vuestro afecto en tanto tengáis goces queme esténprohibidocompartir.

—Sois injusto envuestros reproches.Me aflige sinceramentevermeobligada aocultarosmidicha.Peronosemepuedeculpar.¡Laculpanoestáenmí,sinoenvos,

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Ambrosiomío!Todavíasoisdemasiadoelmonje.Vuestramenteestáesclavizadaporlosprejuiciosdelaeducación;ylasupersticiónpodríahacerosestremecerantelaideade lo que la experienciame ha enseñado a apreciar y valorar. Por ahora no estáispreparadoparaqueosconfíeunsecretodetalenvergadura.Perolafuerzadevuestrojuicio, y la curiosidad queme complace ver en vuestros ojos brillantes,me hacenconcebir la esperanzadeque llegará eldía enquepuedaconfiar envos.Hasta esemomento, contened vuestra impaciencia. Recordad que me habéis hecho solemnejuramento de no hacer preguntas sobre esta nocturna aventura. Insisto en que lomantengáis.Pues—añadió sonriendo,mientras sellaba los labiosdeAmbrosioconunbesolascivo—,aunqueosperdonoelhaberquebrantadovuestrosvotosparaconelcielo,esperoqueguardéislosquemedebéisamí.

Elfraileledevolviólacaricia,quelehabíaenardecidolasangre.Renovaronlosexcesoslujuriososydesenfrenadosdelaprimeranoche,ynosesepararonhastaquelacampanallamóamaitines.

Repitieron estos mismos placeres con frecuencia. Los monjes se alegraron alobservar en el fingidoRosario una inesperada recuperación, y nadie sospechó cuálera suverdadero sexo.El abadposeyóa su amante con tranquilidad,yviendoquenadierecelabadesuflaqueza,seabandonóconenteraimpunidadasuspasiones.Yanoleatormentaronlavergüenzayelarrepentimiento.Lasfrecuentesrepeticioneslefamiliarizaron con el pecado, y su pecho se hizo resistente a los alfileres de laconciencia.Matilde lealentabaenestos sentimientos;peropronto sediocuentadequehabíasaciadoasuamantecon la ilimitada libertaddesuscaricias.Habiéndoseacostumbradoasusencantos,dejódeexcitarlelosmismosdeseosquealprincipioleinspirara.Pasadoeldeliriodelapasión, tuvotiempodeobservar losmáspequeñosdefectos.Dondenodebíahaberencontradoninguno, lasaciedadloshacíaaparecer.Elmonjeestabahartoconlaabundanciadelplacer.Yapenashabíatranscurridounasemana, cuando ya se sintió cansado de su amante. Su naturaleza ardiente aún lehacía buscar en sus brazos la satisfacción de su lujuria. Pero cuando pasaba elmomentodelapasión,ladejabacondisgusto;ysuhumor,naturalmenteinconstante,lehacíaanhelarimpacientealgunavariedad.

Laposesión,queproducehartazgoenelhombre, en lamujernohacemásqueaumentarsuafecto.Matilde,cadadíaquepasaba,sesentíamásunidaalfraile.Desdequeélgozabadesusfavores,sehabíavueltomáscaroquenuncaparaella,ysesentíaagradecidaporlosplaceresquecompartíaigualmente.Desafortunadamente,amedidaqueaumentabalapasióndeella,ladeAmbrosioseenfriaba.Susmismasmuestrasdeafectoprovocabandisgusto en él, y su excesonohacía sinomatar la llamaqueyalanguidecíaen supecho.Matildenopudopormenosdeobservarque supresenciaresultaba cada díamenos agradable aAmbrosio.No la atendía cuandohablaba; sutalentomusical,queellaposeíaalaperfección,habíaperdidoelpoderdedistraerle.

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Ysiélsedignabaalabarlo,suscumplidoseranevidentementeforzadosydistantes.Yanolamirabaconafecto,niaplaudíalossentimientosconparcialidaddeamante.Matilde se dio cuenta de esto muy bien, y redobló sus esfuerzos por reavivar lossentimientosqueenotro tiempohabíasentido.Peroestabancondenadosal fracaso,puestoqueél considerabacomo impertinencias los trabajosqueella se tomabaporagradarle,ylecontrariabanlosmismosmediosquelamujerutilizabaparaatraeralerrabundo.No obstante, aún continuaba con su comercio ilícito. Pero era evidentequeloque le llevabaa losbrazosdeMatildenoeraelamorsinolaseddelapetitobrutal.Su temperamento lehacíanecesitaraunamujer,yMatildeera laúnicaconquien podía entregarse a sus pasiones sin peligro.A pesar de su belleza,miraba atodaslasdemásmujeresconmásdeseo;perotemiendoqueacabasedivulgándosesuhipocresía,nopermitíaquesusinclinacionessalierandesupecho.

No era tímido, ni mucho menos, por naturaleza. Pero su educación le habíainfundidodetalmaneraeltemorenelespírituquelaaprensiónpasóahoraaformarparte de su carácter. De haber pasado su juventud en el mundo, habría mostradomuchas y muy espléndidas cualidades varoniles. Era naturalmente emprendedor,firme y atrevido. Tenía un corazón de guerrero, y podía haber brilladoespléndidamentealacabezadeunejército.Nolefaltabagenerosidadasunaturaleza:los desdichados jamás habían dejado de encontrar en él un alma compasiva. Sutalento era despierto y brillante, y su juicio inmenso, sólido y decidido. Con talescualidades, podía haber sido un orgullo para su país.Desde sumás tierna infanciahabíadadopruebasdeposeerlas,ysuspadreshabíanvistoapuntarestasvirtudesconlamásafectuosacomplacenciayadmiración.Desventuradamente,sevioprivadodesufamiliasiendomuyniñoaún.Cayóenmanosdeunparientecuyoúnicodeseofuenovolverasabermásdeél.Paracuyofin,lopusoenmanosdeunamigo,elanteriorsuperiordeloscapuchinos.Elabad,auténticomonje,recurrióatodoslosmediosparapersuadir al muchacho de que no existía la felicidad fuera de los muros de unconvento.Loconsiguióplenamente.LamayorambicióndeAmbrosio fueentoncesingresar en la orden de San Francisco. Sus instructores sofocaron cuidadosamenteaquellas virtudes cuya grandeza y desinterés se acomodaban mal a la vida delclaustro.Enlugardelabenevolenciauniversal,adoptóunaparcialidadegoístaporsupropiacondiciónparticular.Seleenseñóaconsiderarlacompasiónporloserroresdelos demás como un crimen de la peor índole. La noble franqueza de su genio setransformó en servil humildad; y a fin de romper su ardor natural, los monjesaterraron su joven mentalidad colocándole delante todos los horrores que lasupersticiónpudoproporcionarles.Lepintaronlostormentosdeloscondenadosconloscoloresmástenebrosos,terriblesyfantásticos,yleamenazaronantelamásligerafalta con la condenación eterna. Evidentemente, su imaginación, constantementeobsesionadaenestostemastremendos,volviótímidoyaprensivosucarácter.Además

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deesto,sulargaausenciadelgranmundo,yeltotaldesconocimientodeloscomunespeligrosdelavida,ledieronunaideamuchísimomássombríadelarealidad.Yasícomo los monjes se ocuparon de extirpar sus virtudes y reducir sus sentimientos,dejaronquesusviciosnaturalesalcanzasen laplenaperfección.Se leconsintióquefuese orgulloso, engreído, ambicioso y altanero. Tenía celos de sus iguales ydespreciaba todomérito que no fuera suyo. Era implacable cuando le ofendían, ycruel en su venganza. Sin embargo, a pesar de los trabajos que se tomaban parapervertirlas, sus cualidades naturalmente buenas traspasaban la negrura arrojadasobreellascontantocuidado.Entalesocasiones,lapugnaporlasupremacíaentresucarácter verdadero y el adquirido era sorprendente e inexplicable para quienesignoraban su disposición natural. Lanzaba las más graves sentencias contra susofensores,queunmomentodespuéslacompasiónleimpulsabaamitigar;sometíalasmásatrevidasempresasqueeltemorasusconsecuenciasleobligabaaabandonarenseguida.Sugenioinnatoarrojabaunaluzespléndidasobrelostemasmásoscuros,ycasiinstantáneamente,susupersticiónlosvolvíaasumergirenunastinieblasaúnmásprofundasqueaquelladelacualhabíansidorescatados.Susmonjeshermanos,queletenían por un ser superior, no percibían contradicción alguna en la conducta de suídolo.Estabanconvencidosdequeloqueélhacíadebíaser locorrecto,ysuponíanque tenían sólidas razonesparacambiardedecisión.Elhechoeraqueen supechocontendían los distintos sentimientos que la educación y la naturaleza le habíaninspirado:yeranlaspasionesquehastaentoncesnohabíantenidoocasióndeentrarenjuegolasquedecidíanlavictoria.Desgraciadamente,suspasioneseranlospeoresjueces a los que podía haber acudido. Su reclusión monástica había obrado hastaahoraensufavor,yaquenolehabíadadoocasióndedescubrirsusmalascualidades.Lasuperioridaddesutalentoleelevómuyporencimadesuscompañerosparasentircelosdeellos.Supiedadejemplar,supersuasivaelocuenciaysusmodalesagradablesle habían granjeado la estima universal, y consiguientemente no tenía ofensas quevengar.Suambiciónsejustificabaporelreconocimientodesumérito,yconsiderabasuorgullosimplementecomoconfianzaensímismo.Jamáshabíavistopersonasdelotro sexo, ymuchomenoshabía conversado con ellas. Ignoraba losplaceres r queunamujerpuedeconceder;ysienelcursodesusestudiosleíaquealoshombreslesgustaba,sonreía,ysepreguntabacómo.

Merced a las flacas dietas, frecuentes vigilias y severas penitencias, enfrió ysofocó el ardor natural de su temperamento. Pero tan pronto como se presentó laocasión,tanprontocomovislumbrólosgocesalosqueaúneraextraño,lasbarrerasdelareligiónsevolvierondemasiadofrágilespararesistireltorrenteincontenibledesusdeseos.

Todos los impedimentos cedieron ante la fuerza de su temperamento ardiente,sanguíneo y voluptuoso en exceso. Hasta ahora, sus pasiones habían permanecido

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dormidas. Pero sólo necesitaron despertar una vez paramanifestarse violentamentegrandeseirresistibles.

Siguió siendo la admiración de Madrid. El entusiasmo suscitado por suelocuencia parecía aumentar, en vez de disminuir. Cada jueves, único día en queaparecíaenpúblico,lacatedraldeloscapuchinossellenabadeoyentes,ysudiscursoeraacogidosiempreconlamismaaprobación.Eraelconfesorfavoritodetodas lasprincipalesfamiliasdeMadrid,ynadiequeseconsideraseenlavanguardiasoportabaunapenitenciaimpuestaporotroquenofueraAmbrosio.

Había perseverado siempre en su resolución de no salir jamás de su convento.Estacircunstancia lereportóunamáselevadaopinióndesusantidadyabnegación.Las mujeres cantaban sus alabanzas por encima de todos, movidas menos por ladevociónqueporelnoblesemblante,elairemajestuosoyladonosafigura.Lapuertadelaabadíaseveíaabarrotadadecarruajesdesdelamañanaalanoche,ylasdamasmás nobles y hermosas de Madrid confesaban al abad sus menudos y secretospecados.Ylosojosdellujuriosofrailedevorabansusencantos:dehaberconsultadosuspenitentesaesosintérpretes,nohabríanecesitadoéldeotromedioparaexpresarsus deseos. Para su desgracia, estaban todas tan sólidamente convencidas de sucontinenciaquelaposibilidaddequeabrigasepensamientosindecentesjamásselespasó por la mente. El calor del clima, es bien sabido, actúa no poco sobre eltemperamentodelasdamasespañolas.PerolamásabandonadahabríaconcebidomásfácilinflamarlaspasionesdelaestatuademármoldeSanFranciscoquelasdelfríoyrígidocorazóndelinmaculadoAmbrosio.

Porsuparte,elfraileestabapocofamiliarizadoconladepravacióndelmundo.Nosospechaba que muy pocas de sus penitentes habrían rechazado sus galanteos.Aunque,dehaberestadomejorinstruidosobreestecapítulo,elpeligrodesemejanteintentohabríaselladosuslabiosabsolutamente.Sabíaqueaunamujerleeradifícilguardarunsecretotanextrañoytanimportantecomoeraeldesufragilidad;yhastatemíaqueMatildepudiesetraicionarle.Deseosodeconservarunareputaciónqueleera sumamente querida, comprendía el riesgo que suponía ponerla en manos dealgunamujervanidosayvoluble;ycomolasbellezasdeMadridafectabansólosussentimientossintocarsucorazón,lasolvidabatanprontocomolasperdíadevista.Elpeligrodeserdescubierto,eltemordeserrecusado,lapérdidadelareputación,todasestasconsideraciones leaconsejabansofocarsusdeseos.YaunqueahorasentíaporMatildelamáscompletaindiferencia,seveíaobligadoalimitarseasupersona.

Unamañana,laafluenciadepenitentesfuemayordelahabitual.Sevioretenidoenel confesionariohastahora tardía.Porúltimo,despachóa toda lamultitud;y sedisponía a abandonar la capilla, cuando entraron dos mujeres y se acercaron conhumildad. Se levantaron el velo, y la más joven le pidió que las escuchase unosmomentos. La melodía de su voz, de una voz que jamás podía escuchar hombre

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algunoconindiferencia,atrajoinmediatamentelaatencióndeAmbrosio.Sedetuvo.Laqueselopedíaparecióinclinarseconaflicción.Susmejillasestabanpálidas,susojosempañadosdelágrimas,ysucabellocaíaendesordensobrasurostroysupecho.Sinembargo,susemblanteeratandulce,taninocente,tancelestial,quepodíahaberfascinadoauncorazónmenossensiblequeelquepalpitabaenelpechodelabad.Conmássuavidaddeloacostumbradoenél,lepidióqueprosiguiese,ylaoyódecir,conunaemociónqueaumentabaacadainstante:

—¡Reverendopadre,antevosestáunadesventurada,amenazadaconperderasumásqueridaycasiúnicaamiga!Mimadre,miexcelentemadreyaceenfermaenlacama.Unmalrepentinoyespantosohizopresaenellaanoche,ytanrápidohasidosuprogresoquelosmédicosdesesperandepodersalvarla.Estoysinayudahumana;nome queda otro recurso que el de implorar la misericordia del Cielo. Padre, todoMadridsehaceecodevuestrapiedadyvuestravirtud.Dignaosrecordaramimadreenvuestrasoraciones.Talvezpuedan lograrqueelTodopoderoso lasalve;ysiasífuera,mecomprometoailuminarcadajueves,ydurantetresmeses,elaltardeSanFranciscoensuhonor.

«¡Vaya!—pensóelmonje—;aquítenemosaunsegundoVincentiodellaRonda.LaaventuradeRosarioempezó igual»,ydeseósecretamenteque tuviese lamismaconclusión.

Accedió a lapetición.La suplicante ledio lasgracias congrandesmuestrasdegratitud,yluegoprosiguió:

—Aún tengo otro favor que pediros. Somos forasteras en Madrid. Mi madrenecesitaunconfesor,ynosabeaquiéndirigirse.Nosotrassabemosquejamássalísdela abadía, y ¡ay,mi pobremadre es incapaz de venir aquí! Si tuvierais la bondad,reverendo padre, de designar a una persona apropiada, cuyos sabios y piadososconsejos pudiesen aliviar las agonías demimadremoribunda, proporcionaríais unfavorinolvidableaunoscorazonesquesabránagradecerlo.

Elmonjeaccediótambiénaestapetición.Enrealidad,¿aquépeticiónsehabríanegado, pidiéndoselo con tan encantadores acentos? ¡Qué interesante era lasuplicante! ¡Quévoz tandulce, tan armoniosa!Hasta las lágrimasy las afliccionesparecían añadir atractivo a sus encantos. Prometió enviarle un confesor esamismatarde,ylerogóquedejasesudirección.Laacompañantele tendióunatarjetaenlaque iba escrita, y seguidamente se retiró con la suplicante, que derramó antes demarcharsemil bendiciones sobre la bondaddel abad.Losojosde éste la siguieronhastaquesaliódelacapilla.Cuandohubodesaparecido,examinólatarjeta,enlaqueleyólassiguientespalabras:

DoñaElviraDalfa,calledeSantiago,acuatroportalesdelpalaciodeAlbornoz.La suplicante no era otra que Antonia, y su acompañante Leonela. Ésta había

accedido,nosindificultad,aacompañarasusobrinaalaabadía:Ambrosiolehabía

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inspiradotalmiedoquetemblabaantesusolapresencia.Sutemorsehabíaimpuestosobre su natural locuacidad, y en su presencia no fue capaz de pronunciar unapalabra.

Elmonjese retiróasucelda,adonde lepersiguió la imagendeAntonia.Sentíanacerensupechomilnuevasemociones,ytemblóalexaminarlacausadesuorigen.ErantotalmentedistintasdelasquelehabíainspiradoMatilde,cuandoleconfesóporprimera vez su sexo y su afecto. No sentía la provocación de la lujuria. Ningúnvoluptuosodeseosesoliviantabaensupecho,ni lepintaba la imaginaciónardientelosencantosqueelrecatohabíaocultadoasusojos.Alcontrario,loqueahorasentíaeraunamezcladesentimientosde ternura,admiraciónyrespeto. Inundabasualmauna suave y deliciosa melancolía que no habría cambiado por los más vivostransportesdelplacer.Ahoraledesagradabalacompañía.Leatraíalasoledadquelepermitía entregarse a las visiones de la fantasía. Sus pensamientos eran todosamables,tristesysosegados,ytodoelanchomundonolepresentabaotroobjetoqueAntonia.

—¡Felizelhombre—exclamó,ensurománticoentusiasmo—queestédestinadoa poseer el corazón de esa joven adorable! ¡Qué delicadeza de facciones! ¡Quéeleganciadecuerpo!¡Quéencantadoralatímidainocenciadesusojos,yquédistintadelaexpresiónlasciva,delfuegosalvajeylujuriosoquecentelleaenlosdeMatilde!¡Oh!¡Cuántomásdulcedebedeserunbesorobadoalosrosadoslabiosdelaprimeraquetodosloslujuriososfavoresqueprodigalasegunda!Matildemesaciadegoceshastaelhastío,me fuerzaaestar en susbrazos, imita a la ramera,ydisfrutaen suprostitución.¡Repugnante!¡Sisupieseellacuánirresistiblementecautivaelencantodelpudoralcorazóndeunhombre,ylofirmementequeloencadenaaltronodelabelleza,jamáshabríarenunciadoaél!¿Cuálseríaelinmensopreciodelosafectosdeesta joven adorable? ¿Qué me negaría yo a sacrificar, si pudiese librarme de misvotosysemepermitiesedeclararlemiamoranteloscielosylatierra?Ymientrasmeesforzara en inspirarle ternura, amistad y estima, ¡qué tranquilas y serenastranscurriríanlashoras!¡Diosmío!¡Versusojosrecatadosyazulesmirandolosmíoscon tímida ternura! ¡Sentarme a escuchar durante días y años su dulce voz!¡Conseguir el derecho a servirla, y oír sus ingenuas expresiones de gratitud!¡Contemplar las emociones de su corazón inmaculado! ¡Alentar cada virtudincipiente! ¡Compartir sugozocuandoes feliz,besarsus lágrimasdedesventura,yverlacorreramisbrazosenbuscadeconsueloydesostén!Sí;siexisteunaperfectadichaenlatierra,essóloladelqueseconviertaenesposodeeseángel.

Mientrassufantasíaforjabaestasideas,paseabaporsuceldaconairetrastornado.Sus ojos se quedaron fijos en el vacío; reclinó la cabeza sobre el hombro, y unalágrimalerecorriólamejillaalcomprenderqueesavisióndefelicidadjamáspodríarealizarse.

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—¡Esinalcanzableparamí!—continuó—;nopuedesermíaporelmatrimonio;yseducirsemejanteinocencia,utilizarlaconfianzapuestaenmíparalabrarsuruina...¡Oh, sería el crimenmás negro que haya podido presenciar elmundo hasta ahora!¡Notemáis,adorablemuchacha!¡Vuestravirtudnocorreningúnpeligropormiparte!¡Ni por las Indias dejaría que ese pecho amable conociese las torturas delremordimiento!

Nuevamentesepusoapasearnerviosoporsuaposento.Luego,deteniéndose,susojos se fijaronenel cuadrode suenotro tiempoadmiradaVirgen.Loarrancóconindignacióndelapared.Loarrojóalsueloylediounpuntapié.

—¡Prostituta!¡DesventuradaMatilde!Suamanteolvidabaqueporélúnicamentehabíaperdido

todapretensióndevirtud,ysuúnicarazónparadespreciarlaeraquelehabíaamadodemasiado.

Se dejó caer en su silla, que estaba cerca de la mesa. Vio la tarjeta con ladireccióndeElvira.La cogió y recordó supromesa con respecto al confesor. Pasóunosminutosdudando.Peroel imperiodeAntoniasobreélerayademasiadoclaroparapermitirleresistirsealaideaqueselehabíaocurrido.Decidióserélmismoelconfesor.Podíasalirdelaabadíafácilmentesinserobservado.Cubriéndoselacabezacon la cogulla, esperaba recorrer las calles sin que le reconociesen. Con estasprecauciones,yrecomendandodiscreciónalafamiliadeElvira,nodudabaenteneraMadrid en la ignorancia de que había roto sus promesas de no trasponer jamás elumbral de la abadía. La única vigilancia que temía era la de Matilde. Peroinformándolaenelrefectoriodequedurantetodoesedíaletendríanocupadoensuceldasusasuntos,pensabasustraerseasuscelosvigilantes.Asíque,enlashorasquelos españoles están generalmente durmiendo la siesta, se aventuró a abandonar laabadíaporunapuertasecretacuyallaveposeía.Seechósobrelacaralacogulladelhábito. Las calles estaban casi totalmente desiertas debido al calor de la época. Elmonje se encontró conmuy poca gente, entró en la calle de Santiago, y llegó sinnovedad a la puerta de doña Elvira. Llamó; le abrieron, e inmediatamente lecondujeronaunpisosuperior.

Aquí fue donde corrió el mayor riesgo de ser descubierto. De haber estadoLeonelaencasa,lehabríareconocidoalinstante.SudisposicióncomunicativanolahabríadejadodescansarhastaquetodoMadridsehubieseenteradodequeAmbrosiosehabíaatrevidoasalirde laabadíayhabíavisitadoasuhermana.Aquí la suerteestuvo de parte delmonje.Al regresar a casa,Leonela había encontrado una cartacomunicándolequeacababadefallecerunprimosuyo,elcualleshabíadejadoaellayaElviralopocoqueposeía.Paratomarposesióndeestelegado,sevioobligadaasalirparaCórdobasinperderunmomento.Enmediodetodassusdebilidades,poseíauncorazónverdaderamentecálidoyafectuoso,ynoqueríadejarasuhermanaentan

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grave estado. Pero Elvira insistió en que hiciese el viaje, consciente de que en ladesamparadasituacióndesuhijanopodíadesecharseningúnincrementodefortunaporpequeñoquefuera.AsíqueLeonelasemarchódeMadrid,sinceramenteapenadapor la enfermedad de su hermana, y dedicando algunos suspiros a lamemoria delamable pero inconstante don Cristóbal. Estaba plenamente convencida de que alprincipiohabíacausadohondahuellaensucorazón.Peroalnosabernadamásdeél,supusoquehabíaabandonadosuinterésporellaacausadelahumildaddesuorigen,yconscientedequeningunapretensiónquenofueraelmatrimonioteníaesperanzadeprosperarconestedragóndevirtud,comoellaseproclamaba.Obien,quesiendonaturalmente caprichoso y mudable, se había borrado del corazón del conde elrecuerdode susencantosal encontrarseconunanuevabelleza.Fueracual fuese lacausadehaberleperdido,lolamentabaprofundamente.Envanoseesforzaba,comocontaba ella a todo el que se dignaba escucharla, por arrancar su imagen de susensiblecorazón.Yasí,afectabaunairedevirgenenamoradaylollevabahastalosexcesosmás ridículos.Dejaba escapar suspiros lastimosos, paseaba con los brazoscruzados, soltaba largos soliloquios, ¡y su discurso giraba generalmente en torno aciertadoncellaabandonadaqueagonizabaconelcorazóndestrozado!Susencendidosrizosestabansiempreadornadosconguirnaldasdesauce.Todaslasnochesselaveíadeambular por las orillas de un arroyo a la luz de la luna, y se declaraba violentaadmiradoradelascorrientesrumorosasydelosruiseñores.

Delosparajessolitarios,ylosboscajessombríos,¡Lugaresquelapálidapasiónama!

Tal era el estado de ánimo de Leonela cuando se vio obligada a abandonarMadrid.Elviraseimpacientabacontodasestasestupideces,ytratabadepersuadirlapara que se comportase como una mujer razonable. Pero sus consejos eranrechazados:LeonelaleaseguróalmarcharsequenadaleharíaolvidaralpérfidodonCristóbal.Porsuerte,enesteaspectoseequivocaba.UnhonorablejovendeCórdoba,ayudante de boticario, consideró que su fortuna era suficiente para instalar unestablecimiento por su cuenta. Como resultado de esta reflexión, se declaróadmirador suyo. Leonela no semostró inflexible. El ardor de los suspiros de estejoven ablandaron su corazón, y no tardó en acceder a hacerle el más feliz de loshombres.Escribióasuhermananotificándolesumatrimonio.Pero,porrazonesquemástardeseexplicarán,Elviranollegóacontestaraestacarta.

AmbrosiofueconducidoalaantecámaradelaposentodondedescansabaElvira.Lacriadaque lehabíaguiado ledejó soloy fue a anunciar su llegadaa la señora.Antonia,queestabajuntoalacamadesumadre,acudióinmediatamente.

—Perdonadme,padre—dijo,acercándoseaél;yalreconocerdeprontosucara,profirióungritodealegría—:¡Esposible!—prosiguió—;¿nomeengañanmisojos?¿HarenunciadoeldignoAmbrosioasudeterminaciónparaveniraaliviarlasagonías

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delamejordelasmujeres?¡Quéplacervaasuponerestavisitaparamimadre!Nodemoréis un solo instante el consuelo que vuestra piedad y sabiduría le puedenproporcionar.

Diciendo esto, abrió la puerta del aposento, presentó a sumadre al distinguidovisitante,ytrascolocarunabutacajuntoalacama,seretiróaotroaposento.

Elvirasesintióinmediatamentecomplacidaconestavisita:susesperanzashabíanaumentado al oír la noticiade suhija, pero ahora las viomultiplicadas.Ambrosio,dotadopornaturalezadeldondeagradar,loutilizóalmáximomientrasconversóconla madre de Antonia. Con persuasiva elocuencia, calmó todo temor y disipó todoescrúpulo:lepidióquereflexionasesobrelainfinitamisericordiadesujuez,despojóalamuertedesusdardosyterrores,yleenseñóamirarsinestremecerseelabismodelaeternidad,encuyobordeseencontrabaahora.Elviraestabaabsortayencantada;mientrasescuchabasusexhortaciones,fuevolviendoinsensiblementelaconfianzayelconsueloa suespíritu.Descargósupechosinvacilar,contándolesuscuidadosyaprensiones.Estasúltimas,sobrelavidafutura,yaselashabíaapaciguado:ahoraleaquietólosprimeros,queellasentíaacausadesupreocupaciónporAntonia.Teníamiedoporella.Noteníaanadieacuyocuidadorecomendarla,salvoalmarquésdelasCisternasyasuhermanaLeonela.Laproteccióndelprimeroeramuyinsegura;encuantoaladelasegunda,aunquequeríaasusobrina,Leonelaeratanatolondradayvanaqueseconvertíaenlapersonamásinadecuadaparaasumirladirecciónúnicadeunajoventanniñaeignorantedelmundotodavía.Nobienoyóelfrailelacausadesus alarmas, le suplicó que se tranquilizase a ese respecto. No dudaba en poderasegurarleaAntoniaunrefugioseguroencasadeunadesuspenitentes,lamarquesadeVilla–Franca: ésta era una dama de reconocida virtud, notable por sus estrictosprincipios y dilatada caridad. Y si algún accidente la privase de este recurso, secomprometióaprocurarcobijoaAntoniaenalgúnconventorespetable;esdecir,encalidad de pupila; pues Elvira había declarado que no era partidaria de la vidamonástica, y el monje se mostró lo bastante cándido o complaciente como parareconocerquesudesaprobaciónnoerainfundada.

EstaspruebasdelinterésquemanifestóporellaganaronporcompletoelcorazóndeElvira.Echómanodetodaexpresiónquelagratitudfuecapazdeinspirarleparadarle las gracias, y declaró que ahora se resignaba tranquila a bajar a la tumba.Ambrosio se levantó paramarcharse. Prometió volver al día siguiente a lamismahora,peropidióqueseguardasesecretosobresusvisitas.

—Nodeseo—dijo—quesesepaporahíqueherotounanormaimpuestaporlanecesidad. Si no hubiese decidido no abandonar nunca el convento, salvo encircunstanciastanurgentescomolasquemehanconducidohastavuestrapuerta,meestarían llamando constantemente por cuestiones triviales; los curiosos, losdesocupados y los caprichosos me acapararían el tiempo que ahora paso junto al

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lechodeunaenferma,confortandoalaqueagonizaylimpiandodeespinassucaminohacialaeternidad.

Elvira alabó su prudencia y compasión, y prometió ocultar cuidadosamente elhonordesusvisitas.Elmonjeledioentonceslabendición,yseretiródelaposento.

EnlaantecámaraencontróaAntonia.Nopudosustraersealplacerdepasarunosmomentosensucompañía.Lepidióquetuvieseánimo,dadoquesumadreparecíasosegada y tranquila, y le expresó su esperanza en que se recobrase. Le preguntóquiénlaatendía,ysecomprometióaenviaralmédicodelconvento,unodelosmáshábilesdeMadrid,paraquelaviese.LuegoselanzóacantarlasalabanzasdeElvira.Elogió su pureza y fortaleza de espíritu, y declaró que le había inspirado la máselevadaestimayrespeto.ElinocentecorazóndeAntoniaselotragócongratitud:elgozobailabaensusojos,enlosquetodavíacentelleabaunalágrima.Lasesperanzasqueledabadequesumadreserecuperase,elvivointerésqueparecíasentirporella,ylahalagadoraformaenquealudíaaella,unidoalafamadesudiscreciónyvirtud,ya la impresiónqueenellahabíacausadosuelocuencia,confirmaron la favorableopiniónquehabía inspiradoaAntonia laprimeravezque leviera.Ella lecontestócon timidez aunque sin cortedad. No tuvo reparo en contarle todas sus pequeñasangustias, todos sus pequeños temores y ansiedades; y le agradeció la bondad contodoelsincerocalorquelosfavoresenciendenenloscorazones;jóveneseinocentes.Sóloéstossabenestimarlosbeneficios'ensuplenovalor.Losquesonconscientesdelaperfidiayelegoísmodelahumanidadacogensiempreuncumplidoconaprensiónydesconfianza.Sospechanquedetrásseocultaalgúnsecretomotivo.Manifiestansuagradecimiento con cautela y prevención, y temen alabar plenamente una accióngenerosa,sabedoresdequealgúndíase lespuedepedirunaretribución.NoeraasíAntonia;pensabaqueelmundoestabaformadosóloporserescomoella,yelvicioreinanteeraparaellaaúnunsecreto.Elmonje lehabíaprestadounservicio,habíadicho que lo hacía por su bien; de modo que se sentía agradecida por subenevolencia,yconsiderabaquenohabíatérminosbastanteelocuentesparaexpresarsuagradecimiento. ¡Conquégusto escuchóAmbrosio ladeclaraciónde su sencillagratitud! La gracia natural de sus modales, la inigualable dulzura de su voz, sumodesta vivacidad, su espontánea elegancia, su expresivo semblante y sus ojosinteligentes, todounido le inspirabaplacery admiración,mientrasque la solidezycorreccióndesusobservacionesgozabande laadicionalbellezaque lesconfería lasencilleznaturaldelaspalabrasqueutilizaba.

Ambrosio se vio obligado finalmente a desprenderse de esta conversación, a laquetantosencantosencontraba.RepitióaAntoniasusdeseosdequenosedivulgasensusvisitas,deseoqueellaprometiócumplir.Abandonóentonceslacasa,mientrassuencantadora admirada corrió a ver a su madre, ignorante del daño que su bellezahabía ocasionado.Estabadeseosade conocer la opinióndeElvira sobre el hombre

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queellahabíaalabadoentusiásticamente,ysesintiócomplacidaaldescubrirqueeraigualdefavorable,sinomás,quelasuyapropia.

—Aun antes de hablar —dijo Elvira—, estaba predispuesta en su favor: lavehemencia de sus exhortaciones, la dignidad de su actitud y la cohesión de sudiscursomehanconfirmadomuymuchoenmiopinión.Suvozagradableysonoramehasorprendidodemaneraespecial.Peroseguramente,Antonia, lehedebidodeoír antes.Meha resultado totalmente familiar.Obienhe conocido al abad enotrotiempo,osuvozguardaunasombrosoparecidocon ladealguienalqueheoídoamenudo.Hay ciertos tonos quemehan llegadomuyhondamente, ymehanhechoexperimentar una sensación tan singular que no paro de esforzarme en vano porexplicarlo.

—Miqueridísimamadre, amímehaproducidoelmismoefecto.Sinembargo,ninguna de las dos habíamos oído su voz hasta que hemos llegado a Madrid.Sospechoqueloquenosotrasatribuimosasuvoz,enrealidadsedebeasusmodalesagradables,queimpidenconsiderarlecomounextraño.Noséporqué,peromesientomás a gusto conversando con él de lo que normalmente me sucede con losdesconocidos.Nomehadadotemorcontarletodosmispensamientospueriles;ydealgúnmodomehesentidoaliviadadequeescuchasemisdisparatesconindulgencia:¡Oh!¡Nomehadefraudado!¡Conquéamabilidadyatenciónmehaescuchado!¡Conquédulzuraycondescendenciamehacontestado!Nomehatomadoporunaniñanimehatratadocondesdén,comosolíahacerenelcastillonuestroviejoconfesor.¡DeverascreoqueaunquehubiesevividoyomilañosenMurcia,jamáshabríallegadoagustarmeesegordoyviejopadredominico!

—Confiesoqueaqueldominiconoteníalosmejoresmodalesdelmundo;peroerahonrado,simpáticoybienintencionado.

_¡Ah,miqueridamadre,esascualidadessonmuycorrientes!—¡Quiera Dios, criatura, que no te enseñe la experiencia a juzgarlas raras y

preciosas!¡Amímelohanparecidodemasiadasveces!Perodime,Antonia,¿porquéesimposiblequeyohayavistoantesalabad?

—Porquedesdeelmomentoqueentróenlaabadía,nohabíavueltoasalirdesusmuros.Élmismomeacabadedecirque,debidoasudesconocimientodelascalles,hatenidoalgunadificultadenencontrarlanuestraapesardelocercaqueestádelaabadía.

—Todoestoesposible;sinembargo, talvez levieraantesdequeentraraen laabadía.Parapodersalir,antesfuenecesarioqueentrase.

—¡VirgenSanta!¡Comodecís,esmuyciertotodoesto!¡Oh!;pero¿ysihaestadoenlaabadíadesdequenació?

Elvirasonrió.—Esonomepareceprobable.

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—¡Espera,espera!Ahorarecuerdoloquepasó.Lometieronenlaabadíasiendopequeño.Lagentedicequecayódelcielo,yqueloenviólaVirgenaloscapuchinosamaneraderegalo.

—Fuemuyamableporsuparte.¿Asíquecayódelcielo,Antonia?Debiódedarseungolpeterrible.

—Muchosnocreeneneso,ymeparece,madre,queyodebodeserunadescreídatambién. A decir verdad, como nuestra ama de llaves le dijo a la tía, la creenciageneralesquesuspadres,humildeseincapacesdesustentarle,loabandonaronenlapuerta de la abadía al nacer. El difunto superior le crió en el convento por puracaridad;luegodemostróserunmodelodevirtudydepiedad,ydesaber,ynosédequémás.Asíquefueelegidoabad.Sinembargo,tantosiestahistoriaesciertacomosino,almenosestántodosdeacuerdoenquecuandolosmonjeslerecogieron,aúnnosabíahablar.Demaneraquenohabéispodidooírsuvozantesdequeentraseenelmonasterio,puestoqueaúnnoteníaningunaclasedevoz.

—¡Palabra,Antonia,que razonasconmuchacoherencia! ¡Tusconclusionessoninfalibles!¡Nosabíayolobienquedominabaslalógica!

—¡Ah, os estáis burlando de mí! Pero tanto mejor. Me gusta veros de buenhumor.Además,parecéistranquilaysosegada;yesperoquenoosdenmásataques.¡Oh!¡Estabaseguradequelavisitadelabadosharíabien!

—Verdaderamente,mehahechomuchobien,miniña.Mehasosegadoelespírituenlascuestionesquemeatribulaban,yyasientolosefectosdesuatención.Notomisojospesados,ycreoquevoyadormirunpoco.Correlascortinas,Antonia.Ysinomedespiertoantesdelamedianoche,novelespormí,teloruego.

Antonia prometió obedecerla, y después de recibir su bendición, corrió lascortinasdelacama.Luegosesentóensilenciodelantedesubastidor,yentretuvolashoras haciendo castillos en el aire. Se sentía reanimada por la evidentemejoría deElvira, y su imaginación le presentó visiones espléndidas y placenteras. En estossueños Ambrosio no ocupaba un lugar despreciable. Pensó en él con alegría ygratitud.Perodecadaideaquededicabaalfraile,habíadosqueconcedíaaLorenzo.Y así transcurrió el tiempo, hasta que la campana del vecino campanario de lacatedralcapuchinaanunciólamedianoche.Antoniarecordólaordendesumadreyobedeció, aunque de mala gana. Corrió las cortinas con sigilo. Elvira se hallabasumida en un sueño profundo y sosegado. Susmejillas habían recobrado un colorsaludable.Unasonrisaproclamabaquesussueñoserangratos;yalinclinarseAntoniasobreella, leparecióquepronunciabasunombre.Besósuavemente la frentedesumadre,yseretiróasuaposento.Allí,searrodillóantelaestatuadeSantaRosalía,supatrona;encomendóaellasuintercesiónenelcielo,ycomohabíahechodepequeña,concluyósusdevocionescantandolassiguientesestrofas:

HIMNODEMEDIANOCHE

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Ahoratodoestácallado;elsolemnetañidoYanohinchaelvientonocturno:

Tuespantosapresencia,horasublime,Conelcorazónsinmanchaunavezmássaludo.

Ésteeselmomentosilenciosoytremendo,Enquelosbrujosempleansusiniestropoder;Enquelastumbasarrojanasusmuertos

Alprovechodelahoraseñalada.

Exentadeculpasyculpablespensamientos,Fielaldeberyaladevoción,

Conelpecholigeroylaconcienciapura,Descanso:tuamableayudainvoco.

Ángelesbuenos,graciasosdoyporqueAúnmirocondespreciolosengañosdelvicio;Graciasporqueestanocheduermolibredemal,

Igualquevoyadespertarmañana.

Pero¿nopodríaacaso,inconsciente,mipechoAbrigaralgunaculpapormídesconocida?¿Algúndeseoimpuroque,sinrepresentarme,

Osruborizáisdever,yyodeposeer?

Siasífuese,endulcesueñoInstruidamispiesparaevitarlatrampa.Hacedqueluzcalaverdadsobremierror,

Ydignaostenermeaúnbajovuestracustodia.

ArrojadlejosdemilechoapacibleElhechizodebruja,enemigodeldescanso,Eltrasgonocturno,traviesoeimpío,

Elespectrodeldoloryeldemoniocondenado.

NodejéisqueelgeniomalvadoenmioídoViertaleccionesdegocesimpíos;

Nodejéisquelapesadilla,rondandoPormilecho,destruyalacalmadeldescanso.Nodejéisqueamedrenteelsueñohorrendo

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Conextrañas,fantásticasformas,misojos,Sino,conalgunaesplendorosavisión,

Mostradmeladichadeloscielosfuturos.

Enseñadmelascúpulascristalinasdelcielo,Losmundosdeluzdondemoranlosángeles.Mostradmelasuertequedeparaalosmortales

Quevivensinculpa,ysinculpamueren.

EnseñadmeluegocómoseganaunlugarEnesasbenditasregionesetéreas.

Enseñadmeaevitartodamanchadeculpa,Yguiadmehaciaelbienylapureza.

Así,cadamañana,cadanoche,mivozAlcieloseelevaráencánticodegracias,

Envosotros,poderososguardianes,secentrará,Ángelesbuenos,ycantarávuestrasalabanzas.

AsímeesforzaréencelosoardorPorevitarelvicio,corregirlafalta,

Amarélasleccionesquevosotrosinspiráis,Yapreciarélasvirtudesquevosotrosprotegéis.

Luego,cuandoalfinporaltodesignioMicuerpobusqueeldescansodelatumba,çCuandolamuerteestéapuntodecerrarConmanoamigamisojosdeperegrino;

Complacidadeverelalmaasalvodelnaufragio,Sintristezamividaentregaré,

YaDiosrendirémiespíritudenuevo,TanpurocomoÉlmelodio.

Terminadas sus devociones habituales, Antonia se retiró a dormir. No tardó elsueñoenvencersussentidos;ydurantevariashorasgozódeeseserenodescansoquesólolainocenciaconoce,yporelquemuchosmonarcasdaríancongustosucorona.

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CapítuloIV

—Ah!howdarkTheselong–extendedrealmsandruefulwastes;

Wherenoughtbutsilencereigns,andnight,darknight,DarkaswasChaoseretheInfantSunWasrolledtogether,orhadtrieditsbeams

Athwartthegloomprofound!ThesicklyTaperByglimmeringthroughthylow–browedmistyvaults,Furredroundwithmouldy

damps,andropysume,LetsfallasupernumeraryhorrorAndonlyservestomakeThynightmoreirksome!

BLAIR

Unavezderegresoinadvertidoenlaabadía,lamentedeAmbrosiosellenódelasimágenes más placenteras. Cerró obstinadamente los ojos al peligro que suponíaexponerse a los encantos deAntonia.Sólo recordaba el placer que su compañía lehabíaproducido,ysecongratulabaantelaperspectivaderepetirlo.Asíquenodejóde aprovechar la enfermedad deElvira para poder ver a su hija todos los días.Alprincipio limitósus interesesa inspirarenAntoniaunsentimientodeamistad.Perotanprontocomoseconvenciódequeellaexperimentabaesesentimientoplenamente,su objetivo se volvió más decidido, y sus atenciones adoptaron un matiz másencendido. La inocente familiaridad con que ella le trataba alentó sus deseos.Habituadoalamodestiadeella,yanoquisoexigirelmismorespetoytemor.Aúnlaadmiraba,peroesosólolehacíaaumentarlosdeseosdeprivarladeaquellacualidadque constituía su principal encanto. El ardor de la pasión y sus naturales dotespersuasivas, cosas de las que desafortunadamente para él y para ella poseía enabundancia, le proporcionaban un conocimiento de las artes de la seducción.Distinguía fácilmente las emociones que eran favorables a sus designios, yaprovechabaconavideztodoslosmediosparainfundirlacorrupciónenelpechodeAntonia.Noencontrófácilestatarea.AAntonia,suextremaingenuidadleimpedíadarse cuenta del objetivo al que tendían las insinuaciones del monje. Pero laexcelentemoralquedebíaalcuidadodeElvira,lasolidezycorreccióndesujuicioyunfuertesentidodeloqueestababien,quelanaturalezainculcabaensucorazón,lahacíansentirquesuspreceptosdebíandeserimperfectos.Conunascuantaspalabras,Antonia derribaba frecuentemente todo el edificio de sofísticos argumentos, y lehacíaverlodébilesqueerancuandoseoponíanalavirtudylaverdad.Entoncesélserefugiabaensuelocuencia,laabrumabaconuntorrentedeparadojasfilosóficasalasque,pornoentenderlas,leeraimposiblecontestar.Yasí,aunquenolaconvencíadequesurazonamientoerajusto,almenosevitabaquedescubriesequeerafalso.ÉlsedabacuentadequeelrespetoqueAntoniasentíaporsujuicioaumentabadedíaen

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día,ynodudabaqueconeltiempolallevaríaalpuntodeseado.No se le pasaba por alto que sus manejos eran altamente criminales: veía

claramente laruindadquesuponíaseducirauna joven inocente.Perosupasiónerademasiado violenta para permitirle abandonar sus propósitos. Resolvió seguiradelante,pasaraloquepasase.ConfiabaensorprenderaAntoniaenalgúnmomentodesprevenido;yviendoquenoseadmitíaaningúnotrohombreensucompañía,nilaoíaaellaniaElviramencionar tampocoaninguno, imaginóquesu jovencorazónaún estaba vacante.Mientras aguardaba la ocasión para satisfacer su injustificablesensualidad,aumentabadedíaendíasufrialdadconMatilde.Estafrialdadsedebíaennoescasamedidaalaconcienciadesuspropiasfaltasconella:nolograbatenerelsuficiente dominio de sí para ocultárselas. Sin embargo, teníamiedo de que en unarrebatodecelostraicionasesusecreto,delquedependíansufamaeinclusosuvida.Matildenopodíapormenosdeobservarestaindiferencia.Élsedabacuentadequelanotaba,ytemerosodesusreproches,laevitabaconstantemente.Sinembargo,cuandono la podía eludir, su dulzura le convencía de que no tenía nada que temer de suresentimiento.HabíarecobradolapersonalidaddelamableeinteresanteRosario.Noleacusódeingratitud;perosusojossellenabandelágrimasinvoluntarias,ylamansamelancolíadesusemblanteydesuvozexpresabanquejasmuchomásconmovedorasde loque laspalabrashubieranpodidocontener.Ambrosionoera insensibleaestaaflicción;peroincapazdeeliminarlacausa,evitabamanifestarqueleafectaba.ComolaconductadeMatildeleconvenciódequenohabíatemordequesevengase,siguió,desdeñándolayevitandocuidadosamentesucompañía.Matildeveíaqueeranvanossus esfuerzos por recobrar sus afectos. Sin embargo, sofocaba todo impulso deresentimiento, y seguía tratando a su veleidoso amante con su primitivo afecto yatención.

LanaturalezadeElviraseibarecuperandogradualmente.Yanoleacometíanlasconvulsiones,yAntoniadejódetemblarporsumadre.Ambrosioveíacondesagradoeste restablecimiento.ComprendíaqueelconocimientoqueElvira teníadelmundono se dejaría embaucar por su actitud de santificación, y que se daría cuenta enseguida de lo que buscaba en su hija. De modo que decidió probar hasta dóndellegabasuinfluenciasobreAntoniaantesdequesumadreabandonaselacama.

UnatardeenqueencontróaElviracasideltodorestablecida,ladejóantesdelahoraacostumbrada.AlnoencontraraAntoniaen laantecámara, seaventuróa ir abuscarlaasupropiahabitación,lacualestabaseparadadeladesumadretansóloporelcuartodondegeneralmentedormíaFlora,ladoncella.Antoniaestabasentadaenelsofá, de espaldas a la puerta, y leía atentamente.No le oyó acercarse hasta que sesentó junto a ella. Antonia se sobresaltó, aunque le acogió con una mirada decomplacencia. Luego se levantó y quiso conducirle al salón. Pero Ambrosio,cogiéndolelamano,laobligóconsuaveviolenciaasentarseotravez.Ellaobedeció

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sindificultad.Nosabíaquefuesemásimpropioconversarconélenunahabitaciónqueenotra.Seconsiderabaigualmenteseguradelosprincipiosdeélydelossuyospropios;ytrasvolverarecobrarsusitioenelsofá,comenzóadepartirconélconsuhabitualdesembarazoyvivacidad.

Ambrosioexaminóel libroquehabíaestado leyendo,yqueahorahabíadejadosobrelamesa.EralaBiblia.

«¡Cómo! —se dijo el fraile—. ¿Antonia lee la Biblia y sigue aún en laignorancia?»

Pero almirar nuevamente, descubrió queElvira había caído exactamente en lamismacuenta.Aquellaprudentemujer, aunqueadmiraba labellezade las sagradasescrituras,teníaelconvencimientodeque,siestabaníntegras,nopodíadejarseaunajoven lecturamás indecorosaqueésta.Muchosde los relatos sólopueden tenderaexcitarlasideaspeorcalculadasparaunpechofemenino.Todoesdesignadoclarayrotundamente por su nombre, y los anales de un burdel no podrían proporcionarmayorseleccióndeexpresionesindecentes.Sinembargo,esellibrocuyoestudioserecomienda a las jóvenes; el que se pone en manos de los niños, capaces decomprender poco más que los pasajes que sería mejor que ignorasen, y quedemasiado amenudo inculca los primeros rudimentos del vicio, y hace la primerallamada a las pasiones aún dormidas. Tan convencida estaba Elvira de esto quehubiera preferido poner en manos de su hija el Amadís de Gaula, o El valientecaballero Tirante el Blanco, y antes la habría autorizado a estudiar las impúdicashazañasdeDonGalaorolasgraciaslascivasdelaDamiselaPlazerdemivida.Enconsecuencia, tenía dos alternativas con respecto a la Biblia. La primera era queAntonia no la leyese hasta que tuviera edad para comprender sus bellezas yaprovecharsumoral.Lasegunda,copiarlaellaamano,yalterarosuprimirtodoslospasajesindecentes.Habíaadoptadoestaúltimaopción,ytaleralaBibliaqueAntoniaestaba leyendo.Se lahabíaentregadorecientemente,yAntoniasehabíasumergidoenellaconunaavidezyunplacerindecibles.Ambrosiosediocuentadesuerror,yvolvióacolocarellibrosobrelamesa.

Antonia hablabade la saludde sumadre con toda la entusiástica alegría deuncorazónjuvenil.

—Admirovuestroafectofilial—dijoelabad—;esunapruebadelaexcelenciaysensibilidaddevuestrocarácter.Prometeun tesoroaaquelaquienelcielodesignecomoposeedor de vuestro amor.Un pecho que siente tanto cariño por unamadre,¿quénosentiráporunamado?Omejor,¿quésiente,quizá,porélahora?Decidme,miqueridahija;¿sabéisyaloqueeselamor?Contestadmeconsinceridad,olvidadmihábito,yconsideradmesólocomounamigo.

—¿Qué es el amor? —dijo ella, repitiendo la pregunta—, ¡Oh, sí,indudablemente!Heamadoamuchas,amuchaspersonas.

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—Nomerefieroaeso.Elamorquedigosólopuedesentirseporuna.¿Nohabéisvistonuncaaunhombrealquedesearíaiscomoesposo?

—¡Oh,no,desdeluego!Estoeraunamentira,peroladijoinconscientemente:noconocíalanaturalezade

sussentimientosporLorenzo;ycomonolehabíavueltoaverdesdelaprimeravisitaque éste hiciera a Elvira, cada día su imagen se volvía más débil en su pecho.Además, pensaba en un esposo con todo el terror de una virgen, y respondiónegativamentealapreguntadelfrailesinuninstantedevacilación.

—¿Ynodeseáis encontrar a ese hombre,Antonia? ¿No sentís ningúnvacío envuestro corazón que anhelaríais poder llenar? ¿No suspiráis por la ausencia dealguienqueridoporvos,aunquenosabéisquiénes?¿Nopercibísque loqueantespodíaagradarosyanotieneencantoparavos?¿Quehannacidoenvuestropechomilnuevos deseos, mil nuevas ideas, mil nuevas sensaciones jamás descritas? ¿O esposible que mientras inflamáis de pasión a todos los demás corazones, el vuestropermanece insensible y frío? ¡No puede ser! Esos ojos dulces, esas ruborosasmejillas, esa melancolía encantadora y voluptuosa que a veces inunda vuestrosemblante,todosesossíntomasdesmientenvuestraspalabras.Vosamáis,Antonia,yesinútilquemeloocultéis.

—¡Padre,measombráis! ¿Dequéamormehabláis?Noconozco sunaturaleza,perosilosintiera,¿porquélohabríadeocultar?

—¿Nohabéisvistoaningúnhombre,Antonia,alque,aunquenolohayáisvistonunca anteriormente, os pareció que hacía tiempo que lo buscabais? ¿Cuya forma,aunque extraña, era ya familiar a vuestros ojos? ¿Cuya voz os sosiega, os agrada,penetrahastaelfondodevuestraalma?¿Encuyapresenciaossentísagusto,ycuyaausencialamentáis?¿Conquienvuestrocorazónpareceensancharse,yencuyopechodepositáis con ilimitada confianza vuestros mismos cuidados? ¿No habéis sentidotodoesto,Antonia?

—Escierto,sí;laprimeravezqueosvi,sentíesomismo.Ambrosiosesobresaltó.Apenasseatrevíaadarcréditoaloqueoía.—¿Pormí,Antonia?—exclamó,conojoscentelleantesdeplacereimpaciencia,

mientras le cogía lamano y se la besaba arrebatadoramente—. ¿Pormí, Antonia?¿Habéisexperimentadopormíestossentimientos?

—Yconmásfuerzaaúndelaquemehabéisdescrito.Enelmismísimoinstanteque os vi,me sentímuy contenta, ¡muy interesada!Esperé con anhelo escuchar elsonido de vuestra voz, y cuando la oí, ¡qué dulce me pareció! ¡Me habló en unlenguaje hasta entoncesdesconocido! ¡Creoquemedijomil cosas queyodeseabaoír!Mepareciócomosiosconocieradesdehacíamuchotiempo;comosiyotuvieraderechoavuestraamistad,avuestroconsejo,avuestraprotección.Llorécuandoosmarchasteis, y deseé fervientemente que transcurriese el tiempo que faltaba para

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verosotravez.—¡Antonia!¡MiencantadoraAntonia!—exclamóelmonje,ylaapretócontrasu

pecho—. ¿Puedo creer en mis sentidos? ¡Repetídmelo, mi dulce muchacha!¡Decidmeotravezquemeamáissinceraytiernamente!

—Desdeluegoquesí;quitandoamimadre,¡nohayenelmundonadieaquienquieramás!

Ante esta franca confesión, Ambrosio ya no fue dueño de sí; loco de deseo,estrechóensusbrazosalaruborizadajoven.Apretósuslabiosávidosenlosdeella,sorbiósualientopuroydelicioso,violóconsumanoatrevidalostesorosdesupecho,y ciñó en torno suyo sus suaves y rendidos brazos. Sobresaltada, alarmada yconfundida ante esta reacción, la sorpresa la privó al principio del poder deresistencia.Porúltimo,recobrándose,luchóporlibrarsedesuabrazo.

—¡Padre...!¡Ambrosio!—gritó—.¡Soltadme,poramordeDios!Peroellicenciosomonjenohizocasodesussúplicas:persistióensupropósito,y

siguió tomándose aúnmayores libertades. Antonia suplicaba, lloraba y forcejeaba.Aterrada en extremo, aunque no sabía por qué, recurrió a todas sus fuerzas pararechazar al fraile, y estaba a punto de gritar pidiendo auxilio, cuando se abrió lapuerta de golpe. Ambrosio tuvo a tiempo la justa presencia de ánimo paracomprendersupeligro.Soltóasupresayse levantórápidamentedelsofá.Antoniaprofirióungritodealegría,corrióhacialapuertayseencontróconlosbrazosdesumadre,quelaestrecharon.

Alarmada por algunas frases del abad que Antonia le había repetidoinocentemente,Elvirahabíadecididocomprobarlaverdaddesussospechas.Conocíademasiadoalgénerohumanoparadejarseembaucarporlasupuestavirtuddelmonje.Había pensado en algunos detalles que, aunque triviales, considerados en conjuntoparecíandarunfundamentoasustemores.Susfrecuentesvisitas,queporloqueellasabía se limitaban a su familia, su evidente emoción cada vez que le hablaba deAntonia,elhechomismodeencontrarseenplenovigordesuvirilidad,ysobretodo,superniciosafilosofía,quelehabíallegadoatravésdeAntonia,lacualconcordabatanmalconsuconversacióncuandoellaestabapresente,todasestascircunstanciasleinspiraron serias dudas respecto a la pureza de la amistad de Ambrosio. Enconsecuencia,habíadecidido,lapróximavezqueseencontraseasolasconAntonia,procurar sorprenderle. Y su plan había resultado. Cierto que, cuando entró en lahabitación,élyahabíaabandonadoasupresa.Peroeldesordendelvestidodesuhijay la vergüenza y confusión reflejadas en el semblante del fraile probabansuficientemente que sus sospechas eran demasiado fundadas. Sin embargo fue lobastante prudente para nomanifestar sus recelos. Consideró que desenmascarar alimpostornoseríacosafácil,conelpúblicotanpredispuestoensufavor.Ydadoquecontabaconpocosamigos,juzgópeligrosogranjearsetanpoderosoenemigo.Asíque

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fingiónodarsecuentadesuagitación,sesentó tranquilamenteenelsofá,alegóunpretexto cualquiera por haber abandonado su habitación tan inesperadamente yconversósobrediversostemasconaparenteserenidadyconfianza.

Tranquilizado por su comportamiento, el monje empezó a recobrarse. ProcurócontestaraElvirasinquenotarasuembarazo.Peroaúnerademasiadonovicioenelarte del disimulo, y le daba la impresión de que debía de parecer confundido yatropellado. Así que no tardó en interrumpir la conversación, y se levantó paramarcharse.¡Cuálnofuesuvejacióncuando,aldespedirle,Elviraledijo,entérminoscorteses,quepuestoquesesentíarestablecida,considerabaunainjusticiaprivardesucompañía a otros que podían necesitarlamás!Le aseguró su eterna gratitud por elbeneficio que durante su enfermedad había recibido ella de su compañía yexhortaciones, y lamentó que sus quehaceres domésticos, así como lamultitud deasuntosqueélnecesariamentedebíaatender,laprivasenenadelantedelplacerdesusvisitas. Aunque expresada con el más amable de los lenguajes, la alusión erademasiadoclaraparanocaptarla.Aúnestabapreparándoseaoponeralgunaobjeción,cuandounaelocuentemiradadeElviralecortólapalabra.Noseatrevióapedirlequele recibiese,puessuactitud leconvenciódequehabíasidodescubierto.Seresignósinreplicar,sedespidióapresuradamenteysemarchóalaabadíaconelcorazónllenoderabiaydevergüenza,deamarguraydesencanto.

ElespíritudeAntoniasesintióaliviadoconsumarcha.Sinembargo,nopudopormenosdelamentarnovolveraverlemás.Elvirasentíatambiénunsecretopesar;lehabíaproducidodemasiadoplacerconsiderarlecomounamigoparano lamentar lanecesidaddecambiardeopinión.Perosuespírituestabademasiadoacostumbradoalengaño de las amistades mundanas para permitir que su presente desencanto laapesadumbrasedemasiado.Ahoraprocuróponerasuhijaalcorrientedelpeligroquehabíacorrido.Perosevioobligadaa tratarel temaconprecaución,nofueraquealquitar la venda de la ignorancia le arrancase también el velo de la inocencia. DemodoqueseconformóconadvertiraAntoniaqueestuvieseenguardia,yleordenóquesielabadpersistíaensusvisitas,nolerecibiesemásqueencompañíadeella.Antoniaprometiócumpliresterequerimiento.

Ambrosioentróapresuradamenteensucelda.Cerró lapuerta trasélysearrojódesesperado en la cama. El impulso del deseo, el aguijón del desencanto, lavergüenzadeversedescubiertopúblicamenteconvirtieronsupechoenescenariodelamásespantosaconfusión.Nosabíaquécaminotomar.PrivadodelapresenciadeAntonia,no teníaesperanzasde satisfaceraquellapasiónqueahorahabíapasadoaformarpartedesuexistencia.Pensóquesusecretoestabaenmanosdeunamujer:temblódeaprensiónalcontemplarelprecipicioqueteníaantesí,yderabiaalverquedenohaber sidoporElvira, ahora habría poseídoya el objeto de sus deseos. Juróvengarse de ella con lasmás contundentes imprecaciones: juró que, costara lo que

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costase,poseeríaaAntonia.Saltódelacamaysepusoapasearporsuaposentoconpasos agitados, a gruñir de furia impotente, golpear violentamente los muros yentregarseatodoslosaccesosderabiaydelocura.

Aúnseencontrababajoel influjodeesta tormentadepasiones, cuandooyóungolpesuaveenlapuertadesucelda.Conscientedequedebíandehaberoídosuvoz,no se atrevió a negar la entrada al importuno. Procuró sosegarse y ocultar suagitación. Tras conseguirlo en cierta medida, retiró el cerrojo. Abrió la puerta, yaparecióMatilde.

Eneste instanteprecisonohabíanadieaquienhubiesedeseadoevitarmás.Noteníaelsuficientedominiodesíparaocultarsuenfado.Retrocedióyfruncióelceño.

—Estoyocupado—dijoentonoseveroyapremiante—.¡Dejadme!Matildenolehizocaso:cerrónuevamentelapuertayluegoavanzóhaciaélcon

gestodulceysuplicante.—Perdonadme, Ambrosio —dijo—. Por vuestro propio bien, debo

desobedeceros. No temáis ninguna queja de mí. No vengo a reprocharos vuestraingratitud.Osperdonodecorazón,ydadoquevuestroamoryanopuedesermío,ospidoaquelloquesehallaensegundolugar,vuestraconfianzayamistad.Nopodemosforzarnuestras inclinaciones.Lapocabellezaqueundíavisteis enmíhaperecidoconlanovedad,ysiyanopuedodespertarvuestrodeseo,míaeslaculpa,novuestra.Pero¿porquépersistísenevitarme?¿Porquéesaansiedadporhuirdemipresencia?Tenéis aflicciones, pero no me dejáis compartirlas; tenéis decepciones, pero noaceptáis mi consuelo; tenéis deseos, pero impedís que os ayude en vuestrospropósitos. Es de esto de lo que me quejo, no de vuestra indiferencia hacia mipersona.He renunciado a todos los derechosde la amante, peronadamehará querenunciealosdelaamiga.

SudulzuratuvounefectoinstantáneosobrelossentimientosdeAmbrosio.—¡GenerosaMatilde!—exclamó, tomándole la mano—. ¡Cuán por encima os

eleváis de las flaquezas de vuestro sexo! Sí, acepto vuestro ofrecimiento. Tengonecesidad de un consejero y un confidente. En vos encuentro todas las cualidadesnecesariasreunidas.Peroayudarmeenmispropósitos...¡Ah,Matilde!¡Esonoestáenvuestropoder!

—Noestá en el poder de nadiemás que elmío,Ambrosio.Vuestro secreto noexisteparamí,cadapasoquedais,ycadaacto,esobservadopormisojosatentos.Amáis.

—¡Matilde!—¿Porquémeloocultáis?Notemáislospequeñoscelosquemanchanalcomún

de las mujeres. Mi alma desprecia pasión tan baja. Amáis, Ambrosio; y AntoniaDalfa es el objeto de vuestros ardores. Conozco todos los detalles sobre vuestrapasión.Mehanrepetidodecadaunadevuestrasconversaciones.Mehaninformado

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de vuestro intento de gozar de la persona de Antonia, vuestra decepción, y cómohabéis sido despedidode la casa deElvira.Ahora desesperáis de llegar a poseer avuestraamada.Peroyovoyareavivarvuestrasesperanzas,yseñalaroselcaminoaseguirparalograrlo.

—¿Paralograrlo?¡Oh,esoesimposible!—Paralosquenoseatreven,esimposible.Confiadenmí,ypuedequeaúnseáis

feliz.Hallegadoelmomento,Ambrosio,enqueelinterésporvuestrasatisfacciónytranquilidad me obliga a revelaros parte de mi historia, que vos aún desconocéis.Escuchad, y no me interrumpáis. Si mi confesión os desagrada, recordad que alhacerlo mi único propósito es satisfacer vuestros deseos y restablecer la paz devuestrocorazón,quedemomentohaperdido.Yaosdijeanteriormentequemitutorera un hombre de conocimientos excepcionales. El se preocupó de inculcar esosconocimientos en mi infantil mentalidad. Entre las diversas ciencias que sucuriosidadleimpulsóaexplorar,nofaltóaquellaquelamayoríajuzgacomoimpía,ynopocoscomoquimérica.Hablodelasartesqueserelacionanconelmundodelosespíritus.Susprofundasinvestigacionessobrelascausasylosefectos,suincansablededicaciónalestudiodelafilosofíanatural,suprofundoeilimitadoconocimientodelaspropiedadesyvirtudesdecadapiedrapreciosaqueenriquecelassimas,decadahierba que la tierra produce, le procuró finalmente la distinción a la que él aspiródurantetantotiempoycontantoempeño.Viosucuriosidadplenamentesaciadaysuambiciónampliamentegratificada.Dictó leyes a los elementos; llegóa subvertir elorden de la naturaleza. Sus ojos leyeron los mandatos del futuro, y los espíritusinfernales estuvieron sometidos a su voluntad. ¿Por qué os apartáis de mí?Comprendo esa mirada interrogante. Vuestras sospechas son correctas, aunquevuestrosterroresinfundados.Mitutornomeocultósumáspreciosaadquisición.Sinembargo,siyonooshubieravisto, jamáshabríaejercidomipoder.Comoavos,elsolopensamientodelamagiamehacíaestremecer;comovos,mehabíaformadounaideaterribledelasconsecuenciasdeinvocaraundemonio.Parapreservaresavidaquevuestroamormehaenseñadoaapreciar,hetenidoquerecurriramediosquemeestremecía utilizar. ¿Recordáis la noche que pasé en la cripta de Santa Clara?Entonces fue cuando, rodeada de cadáveres consumidos,me atreví a ejecutar esosritosmísticosqueinvocabanenmiayudaalángelcaído.Juzgadcuálfuemigozoaldescubrirquemisterroreseranimaginarios.Vialdemonioobedienteamisórdenes;levitemblarantemigesto,ydescubríque,envezdevendermialmaaunseñor,mivalorhabíacompradoaunesclavo.

—¡ImprudenteMatilde! ¿Qué habéis hecho? ¡Os habéis condenado a la eternaperdición,habéismalbaratadovuestraeternafelicidadporunpodermomentáneo!Sila satisfacción de mis deseos depende de la brujería, renuncio a vuestra ayudaabsolutamente.Lasconsecuenciassondemasiadohorribles:adoroaAntonia,perono

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meciegalalujuriaalextremodesacrificarporsugocemiexistenciaenestemundoyenelotro.

—¡Ridículos prejuicios! ¡Oh, avergonzaos, Ambrosio, avergonzaos de vivirsujeto a ellos! ¿Qué riesgo corréis aceptando mis proposiciones? ¿Qué puedeimpulsarmeapersuadirosparaquedeisestepaso,sinoeseldeseodedevolveroslafelicidadyelsosiego?Sihayalgúnpeligro,serápormiparte:soyyoquieninvocaalministrode losespíritus.Mío,pues, seráelcrimen,yvuestroelprovecho.Peronohay peligro ninguno. El enemigo del hombre esmi esclavo, nomi soberano. ¿Noexiste diferencia entre dar y recibir leyes, entre servir y ordenar? ¡Despertad devuestrossueñosinútiles,Ambrosio!Desechadesosterrores,tanimpropiosdeunalmacomo la vuestra. ¡Dejadlos para los hombres ordinarios, y decidíos a ser feliz!Acompañadme esta noche al sepulcro de Santa Clara, presenciad mis conjuros, yAntonia será vuestra. —Ni puedo, ni quiero conseguirla por ese medio. Dejad,entoncesdepersuadirme,puesnomeatrevoautilizaralosagentesdelInfierno.

—¿Noosatrevéis?¡Cómomehabéisengañado!Eseespírituqueyoestimabatangrande y valeroso resulta ser débil, pusilánime y servil, esclavo de los vulgareserrores,ymásendeblequeeldeunamujer.

—¿Cómo?Siendo consciente del peligro, ¿voy a exponerme voluntariamente alasartesdelseductor?¿Renunciaré,parasiempreamiderechoalasalvación?¿Vanmisojosabuscarunavisiónque,estoyseguro,losabrasará?No,no,Matilde;nomealiaréconelEnemigodeDios.

—¿Sois, entonces, amigo de Dios en este instante? ¿No habéis quebrantadovuestros compromisos con él, no habéis renunciado a su servicio y os habéisabandonadoalimpulsodevuestraspasiones?¿Noestáistramandoladestruccióndelainocencia,laruinadeunacriaturaaquienformóélconelmoldedelosángeles?Sinoes lade losdemonios,¿dequiénes laayudaque invocáisparaejecutarvuestroloablepropósito?¿Loprotegeránlosserafines,empujaránellosaAntoniaavuestrosbrazos,ysancionaránconsuministeriovuestrosplaceresilícitos?¡Absurdo!¡Peronome engañáis, Ambrosio! No es la virtud lo que os impulsa a rechazar miofrecimiento: querríais aceptarlo, pero no os atrevéis. No es el crimen lo que ossujeta lamano, sinoelcastigo;noesel respetoaDios loqueoscontiene, ¡sinoelterrorasuvenganza!Congustoleofenderíaisensecreto,perotembláisconfesarossuadversario.¡Vergüenzaparaelalmacobardequecarecedelvalordeserfirmeenlaamistadyfrancoenlaenemistad!

—Considerar la culpa con horror,Matilde, es en sí mismo unmérito. En estesentidomealegrodedeclararmecobarde.Aunquemispasionesmehandesviadodesusleyes,aúnsientoenmicorazónunamorinnatoporlavirtud.Peronotenéisrazónalecharmeencaramiperjurio,vos,quemesedujisteisparaqueviolasemisvotos;vosquesoliviantasteismisviciosdormidos,mehicisteissentirelpesodelascadenas

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de la religiónymeconvencisteisdeque la culpa tenía susplaceres. ¡Sinembargo,aunquemisprincipiossehanrendidoalafuerzademitemperamento,aúnposeolagracia suficiente para estremecerme ante la hechicería y evitar un crimen tanmonstruoso,tanimperdonable!

—¿Imperdonable,decís?¿Dóndeestáentoncesvuestraconstantealabanzade lainfinitamisericordiadelTodopoderoso?¿Acaso lehapuesto límites recientemente?¿Ya no acoge al pecador con alegría? Le ofendéis, Ambrosio; siempre tendréistiempo de arrepentiros, y El bondad para perdonar. Proporcionadle una gloriosaocasiónparaejercersubenevolencia:cuantomásgrandeseavuestrocrimen,mayorseráelméritodeperdonar.Desechad,pues,esosescrúpulosinfantiles:convenceosdequeesporvuestrobien,yacompañadmealsepulcro.

—¡Oh, basta, Matilde! Ese tono de burla, ese lenguaje impío y atrevido eshorrible en boca de cualquiera, pero más aún en la de una mujer. Dejemos unaconversaciónquenosuscitamássentimientosquelosdehorroryrepugnancia.Noosseguiré al sepulcro, ni aceptaré los oficios de vuestros agentes infernales. Antoniaserámía,peromíapormedioshumanos.

—¡Entonces no lo será nunca!Os han echadode su presencia. Sumadre le haabiertolosojossobrevuestrospropósitos,yahoraestáenguardiaenesesentido.Esmás,alguienposeesucorazón,yamenosqueintervengáis,dentrodepocosdíaslahará su esposa. Esta noticia me la han traído mis servidores invisibles, a quienesrecurrí al principio de observar vuestra indiferencia. Vigilaron cada movimientovuestro,mecontarontodoloqueocurríaencasadeElvira,ymeinspiraronlaideadefavorecervuestrospropósitos.Susinformeshansidomiúnicoconsuelo.Aunquevoseludáis mi presencia, yo tenía conocimiento de todos vuestros actos: ¡es más, yoestabaconstantementeconvosenciertomodo,graciasaestepreciosodon!

Conestaspalabrassacódedebajodelhábitounespejodeacerobruñido,cuyosbordesestabanmarcadoscondiversoscaracteresextrañosydesconocidos.

—Enmediodetodasmisaflicciones,enmediodemispenasporvuestrafrialdad,he podido evitar la desesperación gracias a las virtudes de este talismán. Alpronunciar determinadas palabras, aparece en él la persona en quien el observadorconcentrasuspensamientos;así,aunqueyoestabalejosdevos,Ambrosio,voshabéisestadosiempredelantedemí.

Lacuriosidaddelfraileseexcitóvivamente.—¡Lo que me contáis es increíble! Matilde, ¿no estáis jugando con mi

credulidad?—Juzgadvosmismo.Le puso el espejo en lamano. La curiosidad le indujo a cogerlo, y el amor a

desear que apareciese Antonia. Matilde pronunció las palabras mágicas.Inmediatamente,unhumoespesobrotódeloscaracterestrazadosensusbordesyse

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extendió por la superficie. Luego, se disipó gradualmente.Ante los ojos del frailesurgió una mezcla de colores y de imágenes, que finalmente se ordenaron en suslugaresapropiadosyvioenminiaturalaadorableformadeAntonia.

Se hallaba en un pequeño cuarto de su vivienda. Se estaba desvistiendo parabañarse.Teníayarecogidaslaslargastrenzasdesuscabellos.Elamorosomonjetuvoocasióndeobservarloscontornosvoluptuososylaadmirablesimetríadesupersona.Sequitólaúltimaropa,yacercándosealbañosedispusoabañarse,metiendounpieen el agua. Le pareció fría, y lo retiró otra vez. Aunque ignorante de que eraobservada,unsentido innatodelpudor la impulsóavelarsusencantos;ysequedóvacilando en el borde, en la actitud de la Venus de Médicis. En ese instante, unjilguerodomesticadovoló a ella, cobijó la cabecita entre sus pechos, y los picoteópicarescamente.Sonriendo,Antoniatratóenvanodeapartaralpajarillo,yfinalmentealzólasmanosparaquitarlodesudeliciosorefugio.Ambrosionopudoresistirmás:susdeseosalcanzaronungradofrenético.

—¡Me rindo! —exclamó, arrojando el espejo al suelo—. ¡Matilde, os sigo!¡Haceddemíloquequeráis!

Ella no esperó a oír su consentimiento por segunda vez. Era ya medianoche.Corrióasuceldayregresóenseguidaconsupequeñacestaylallavedelcementerio,quehabía estadoenposesión suyadesde laprimeravisita a la cripta.Noconcediótiempoalmonjeparareflexionar.

—¡Vamos!—dijo,ylecogiódelamano—.¡Seguidme,ypresenciadlosefectosdevuestradecisión!

Dicho esto, tiró de él apresuradamente. Entraron en el cementerio sin serobservados,abriólapuertadelsepulcroyseencontraronenlaentradadelaescalerasubterránea.Hastaesemomentolaluzdelalunallenahabíaguiadosuspasos,peroapartirdeahoracarecierondeesterecurso.AMatildeselehabíaolvidadoproveersede una lámpara. Sujetando aún la mano de Ambrosio, descendió los peldaños demármol. Pero la profunda oscuridad que les envolvía les obligó a avanzar lenta yprecavidamente.

—¡Tembláis! —dijo Matilde a su compañero—. No tengáis miedo; el sitioadondevamosestácerca.

Llegaron al pie de la escalera, y siguieron, tanteando el terreno a lo largo delmuro.Aldar súbitamente lavueltaaunaesquina,divisaronundébil resplandordelucesqueparecíanardera lo lejos.Sedirigieronhaciaallí.Los rayosprocedíandeunalamparitasepulcralquealumbrabaincesantementeantelaestatuadeSantaClara.Susrayosdesmayadosylóbregosiluminabanlasgruesascolumnasquesosteníaneltecho,aunqueerandemasiadodébilesparadisiparladensaoscuridadquereinabaenlacripta.

Matildecogiólalámpara.

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—Esperadme—ledijoalfraile—;volveréenuninstante.Con estas palabras, desapareció apresuradamente por uno de los pasadizos que

salían en varias direcciones desde este lugar y formaban una especie de laberinto.Ambrosiosequedóasolas.Leenvolvíanlastinieblasmásprofundas,quealentaronlas dudas que empezaban a renacer en su pecho. Se había dejado arrastrar por eldeliriodelmomento.

LavergüenzadedelatarsusterroresenpresenciadeMatildelehabíainducidoareprimirlos; pero ahora que estaba abandonado a sí mismo recobraron su anteriorpreponderancia.Temblabapensandoen la escenaqueestabaapuntodepresenciar.No sabíahastadóndepodían actuar losdeliriosde lamagia en su espíritu, aunqueposiblemente le forzarían a cometer algún acto cuya comisión provocaría unairreparablerupturaentreélyelCielo.Enesteespantosodilema,habríaimploradolaayudadeDios,perosedabacuentadequehabíaperdidoelderechoatalprotección.Debuenaganahabría regresadoa la abadía;perohabiendo recorrido innumerablescavernasypasadizos,laempresadeencontrarlaescaleraleparecíadesesperada.Sudestinoestabadecidido.Noveíaposibilidadalgunadeescapar.Asíqueresistiósusaprensiones e invocó todo argumento en su socorro que le permitiese soportar ladifícilescenaconentereza.PensóqueAntoniaseríalarecompensaasuatrevimiento:enardeció su imaginación enumerando sus encantos. Se persuadió de que (comoMatildehabíaobservado)siempretendríatiempodearrepentirse,yque,alutilizarlaayuda de ella, no la de los demonios, no se le podría inculpar del crimen dehechicería.Habíaleídomuchosobrebrujería.Entendíaquemientrasnomediaseunpacto formal firmado,enelque renunciaraa suderechoa la salvación,Satanásnotendríaningúnpodersobreél.Estabaplenamentedecididoanofirmardichopacto,fuerancualesfuesenlasamenazasquelehiciesenolasventajasquelebrindasen.

Tales eran sus meditaciones mientras esperaba a Matilde. Le interrumpió unmurmullo, nomuy lejano al parecer.Se sobresaltó.Prestó atención.Transcurrieronunosminutosdesilencio,yluegoserepitióelmurmullo.Parecíaungemido.Enotrascircunstancias, este detalle sólo habría despertado su atención y curiosidad; en elpresente,susensaciónpredominanteeraladeterror.Teníalaimaginacióntotalmenteimbuidade ideas sobrehechiceríayespíritus,y se figuróquehabíaalgúnespectroquevagabaasualrededor,oqueMatildehabíasucumbidovíctimadesupresunción,yagonizababajo lasgarrascruelesde losdemonios.Avecessehacíamásaudible,sindudaen losmomentosenque lapersonaque losproferíasufríademaneramásagudaeinsoportable.Ambrosiopensaba,devezencuando,poderdiscerniralgo;unadelasvecesconcretamente,estuvocasiconvencidodequehabíaoídoexclamar:

—¡Dios!¡Oh,Dios!¡Nohayesperanza!¡Nisocorro!Unos gemidos aún más hondos siguieron a estas palabras. Se extinguieron

gradualmente,yunsilenciouniversalseimpusounvezmás.

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«¿Quépodrásignificar?»,pensóeldesconcertadomonje.Enesemomentolevinoa lacabezaunaideaquecasi lepetrificódehorror.Se

estremeció,ysintióescalofríosdesímismo.—¡Seráposible!—gimióinvoluntariamente—.¡Seráposible!¡Oh,quémonstruo

soy!Decidióaclarar susdudasy reparar su falta, sinoerayademasiado tarde:pero

estos sentimientos generosos y compasivos se volatilizaron inmediatamente con lallegadadeMatilde.Seolvidóde los lamentos, yno tuvopresenteotra cosaque elpeligroyladificultaddesupropiasituación.Laluzdelalámparaqueregresabadorólasparedesyunos instantesdespués estabaMatilde a su lado.Sehabíaquitado suhábito religioso: ahora llevaba un largo vestido negro, con multitud de caracteresdesconocidosbordadosenoro.Seloajustabaconunceñidordepiedraspreciosas,elcualsujetabaunpuñal.Llevabaelcuelloylosbrazosdescubiertos.Sumanososteníauna varita dorada. Su cabello suelto se derramaba sobre los hombros; sus ojosrefulgían con terrible expresión, y todo su ademán estaba calculado para inspirartemoryadmiraciónenelquelaveía.

—¡Seguidme! —le dijo al monje con voz baja y solemne—. ¡Todo estápreparado!

A Ambrosio le temblaron las piernas. La obedeció. Ella le guió por diversospasadizosestrechos,yaunoyotrolado,alpasar,laluzdelalámparafuerevelandolos más repugnantes objetos: cráneos, huesos, sepulturas e imágenes cuyos ojosparecíanmirarleconsorpresayhorror.Finalmente,llegaronaunaespaciosacavernacuyoaltísimotechoenvanoseesforzabaelojoenalcanzar.Unaprofundaoscuridadflotabaenaquelvacío.Losfríosyhúmedosvaporeshelaronalfrailehastaelcorazón,yescuchócontristezalaráfagadeairequeaullóenlascriptassolitarias.Matildesedetuvo aquí. Se volvió Ambrosio, que tenía las mejillas y los labios pálidos deaprensión.Lereprochósupusilanimidadconunamiradaburlonayenfadada,peronop dijo nada. Depositó la lámpara en el suelo, junto a la cesta. Hizo una seña aAmbrosioparaqueguardasesilencio,ycomenzóelritomisterioso.Trazóuncírculoalrededordeél,otroalrededorsuyo,ysacandoluegounapequeñaredomadelacesta,derramóunascuantasgotasanteella.Seinclinósobreeselugar,murmuróunasfrasesconfusas,einmediatamentebrotódelsuelounapálidallamaradasulfurosa.Aumentógradualmente,hastaquesu fuegoseextendiópor toda la superficie, respetando loscírculos donde estabanMatilde y el monje. Entonces vieron elevarse las enormescolumnas de tosca piedra hasta el techo, y surgir la caverna como una inmensacámara totalmente inundada de un fuego tembloroso y azul. No irradiaba caloralguno.Al contrario, el extremado frío del lugar parecía aumentar a cada instante.Matildeprosiguiósusencantamientos;devezencuando,sacabaalgúnobjetode lacesta,cuyonombreynaturalezadesconocíaelfraileensumayorparte.Peroentrelos

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pocos que logró identificar, le llamaron la atención particularmente tres dedoshumanos, y un agnusdéi que rompió en pedazos. Los arrojó todos a las llamas;ardieronanteella,yseconsumieroninstantáneamente.

El monje la observaba con curiosidad. De súbito, Matilde profirió un chillidopenetrante.Pareciópresadeunataquededelirio;semesóloscabellos,segolpeóelpecho,gesticulódemanerafrenéticaysacandoelpuñaldesuceñidor,seloclavóenelbrazoizquierdo.Lasangrebrotóaborbotones,ycomosehallabaenelbordedelcírculo, procuró que cayese fuera. Las llamas se retiraron del lugar donde caía lasangre.Una voluta de oscura nube se elevó lentamente del suelo ensangrentado, yascendióhastallegaralabóvedadelacaverna.Almismotiempo,seoyóelestallidodeuntrueno.Elecoretumbótremendoenlospasadizossubterráneos,yelsueloseestremecióbajolospiesdelahechicera.

Entonces fue cuando Ambrosio se arrepintió de su imprudencia. La solemnesingularidad del conjuro le predispuso para presenciar algo extraño y horrible.Aguardó atemorizado la aparición del espíritu cuya llegada habían anunciado eltrueno y el estremecimiento de la tierra.Miró espantado en torno suyo, esperandodescubrir alguna tremenda aparición cuya visión le haría enloquecer. Un violentoescalofríosacudiósucuerpo,ycayóderodillas,incapazdesostenerse.

—¡Yaviene!—exclamóMatildeentonogozoso.Ambrosio se estremeció, y esperó alDemonio con terror.Cuál fue su sorpresa

cuando, al cesar el trueno, se llenó el aire de una música melodiosa. Al mismotiempo, se disipó la nube, y vio una figuramás hermosa de lo que el lápiz puedadibujarjamás.Eraunjovendeapenasdieciochoaños,alparecer,conunaperfecciónde cuerpo y de rostro sin rival. Estaba totalmente desnudo: una estrella radiantecentelleaba en su frente; de sushombros se extendíandos alas rojas, y llevaba susbuclessedosossujetosconunacintadefuegomulticolorquellameabaalrededordesu cabeza, formaba las más diversas figuras, e irradiaba un resplandor quesobrepasabaconmuchoalaspiedraspreciosas.Susbrazosytobillosestabanceñidospor ajorcas de diamantes, y en su mano derecha llevaba una rama de plata queimitabaelmirto.Sucuerporesplandecíaconunauradeslumbrante.Estabarodeadode nubes de luz rosácea, y en el momento de aparecer, un aire impregnado deperfumes recorrió la caverna. Encantado ante una visión tan opuesta a la queesperaba, Ambrosio se quedó contemplando al espíritu con arrobamiento. Sinembargo,peseasuhermosafigura,nopudopormenosdeobservarciertafierezaenlos ojos del Demonio, y una misteriosa melancolía impregnaba su semblante quedelatabaalángelcaído,einspirabaalosquemirabaunsecretotemor.

Cesó la música. Matilde se dirigió al espíritu, le habló en un lenguajeincomprensibleparaelmonje,yélcontestódelamismamanera.Ellaparecíainsistiren algo, que el Demonio se negaba a conceder. Dirigía frecuentemente miradas

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furiosasaAmbrosio,queleencogíanaésteelcorazón.Matildeparecíacadavezmásirritada.Hablabaentonosonoroyautoritario,ysusgestosdenotabanqueamenazabaal espíritu con su venganza. Sus amenazas surtieron el efecto deseado: el espíritucayóderodillas,yconairesumisoleofreciólaramademirto.TanprontocomolatuvoMatilde en sus manos, se oyó la música otra vez; una nube se extendió porencimadelaaparición.Sedisiparonlasllamasazules,ylacavernasesumióentotaloscuridad.Elabadnosemoviódesusitio.Teníatodassusfacultadesparalizadasporel placer, la ansiedad y la sorpresa. Por último, disipándose las tinieblas, vio aMatilde de pie junto a él, con su hábito religiosoy elmirto en lamano.Nohabíavestigioalgunodesuencantamiento,ylascriptasestabaniluminadastansóloporlosdébilesrayosdelalámparasepulcral.

—Lo he conseguido —dijo Matilde—, aunque con más dificultad de la queesperaba.Lucifer,aquienheinvocadoenmiayuda,senegabaalprincipioaobedecermismandatos.Para reducirlea laobediencia,mehevistoobligadaa recurriramismás poderosos conjuros. Han producido el efecto deseado, pero he prometido noinvocarnuncamássuconcursoenvuestrofavor.Tenedcuidado,pues,decómousáisdeunaoportunidadquejamássevolveráarepetir.Misartesmágicasnoosserándeningunautilidad.Enelfuturo,sólopodéisesperarayudasobrenaturalinvocandovosmismoa los demoniosy aceptando las condicionesde su servicio.Pero estono loharéisnunca.Osfaltafuerzaespiritualparaobligarlesalaobediencia,yamenosquepaguéiselprecioestipulado,noseránvuestrosservidoresvoluntarios.Enesteúnicocaso consienten enobedeceros; osofrezco elmediodedisfrutardevuestra amada;procuradnodesperdiciarestaoportunidad.Recibidestemirtoconstelado:mientraslotengáis en vuestra mano, se os abrirán todas las puertas. Os procurará el acceso,mañanapor la noche, a la alcoba deAntonia. Soplad entonces tres veces sobre él,pronunciadelnombredeAntonia,ycolocadlosobresualmohada.Unsueñomortalse apoderará de ella inmediatamente y la privará del poder de resistirse a vuestrosintentos. En este estado, podréis satisfacer vuestros deseos sin peligro de serdescubierto; cuando la luzdel día disipe los efectos del encantamiento,Antonia sedará cuenta de su deshonra, aunque no sabrá quién ha sido el violador. Sed feliz,pues, Ambrosio, y que este servicio os convenza de que mi amistad es pura ydesinteresada.Lanochedebedeestarapuntodeexpirar.Regresemosalaabadía,noseaquesedescubranuestraausencia.

El abad recibióel talismánconmudagratitud.Sus ideas estabanmuyconfusaspor las aventuras de la noche, para poder expresar su agradecimiento de maneraaudible, ni comprender todo el valor del regalo que ella le hacía.Matilde cogió lalámparaylacesta,yguióasucompañeroatravésdelamisteriosacaverna.Volvióadejarlalámparaensulugar,yprosiguiósucaminoaoscuras,hastaquellegóalpiede la escalera.Los primeros rayos de sol facilitaron su ascenso.Matilde y el abad

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salieron apresuradamente del sepulcro, cerraron la puerta tras ellos, y llegaron enseguida al claustro de la abadía. No se tropezaron con nadie, y se retiraron a susrespectivasceldassinservistos.

LaconfusióndelespíritudeAmbrosioempezóasosegarseahora.Sealegrabadelafortunado final de su aventura, y al reflexionar sobre las virtudes del mirto,consideróaAntoniayaensupoder.Suimaginaciónevocóaquellossecretosencantosque el espejomágico le había revelado, y esperó con impaciencia la llegada de lamedianoche.

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VOLUMENTERCERO

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Capítuloprimero

Thecricketssing,andManso'er–labouredsenseRepairsitselfbyrest:OurTarquinthusDidsoftlypresstherushes,ereHewakened

ThechastityHewounded—Cytherea,Howbravelythoubecom'stthybed!FreshUy!Andwhiterthanthesheets!

SHAKESPEARE,Cimbelino

Todas las indagaciones del marqués de las Cisternas resultaron vanas: habíaperdidoa Inéspara siempre.Ladesesperaciónprodujounefecto tanviolentoenélque contrajo una larga y grave enfermedad. Ésta le impidió visitar a Elvira, comohabía sido su intención; e ignorando ella por qué causa había dejadode ir a verla,sentía no poca inquietud. La muerte de su hermana había impedido a Lorenzocomunicar a su tío sus propósitos respecto a Antonia: el ruego de su madre leprohibía presentarse ante ella sin el consentimiento del duque; y como Elvira novolvióasaberdesusproposiciones,dedujoque,obienhabíaencontradounpartidomejor,o lehabíanordenado renunciara toda idea sobre suhija.Cadadía se sentíamásinquietaporelfuturodeAntonia.Mientrastuvolaproteccióndelabad,soportóconfortalezaeldesencantodesusesperanzasrespectoaLorenzoyalmarqués.Peroese recurso le había fallado ahora.Estaba convencidadequeAmbrosio tramaba laruinadesuhija.YcuandopensabaquesumuertedejaríaaAntoniasinamigosysinprotecciónenunmundotanbajo,tanpérfidoydepravado,selellenabaelcorazóndeamargura y temor. En tales ocasiones permanecía sentada horas y horascontemplandoalaadorablejoven,comosiescuchasesucharlainocente,aunqueenrealidadsupensamientoestabaenlasafliccionesquelahundiríantanprontocomosepresentasen.Luegolaestrechabaensusbrazossúbitamente,apoyadalacabezasobreelpechodesuhija,yloregabaconsuslágrimas.

Ocurrióunhechoque,dehaberlosabidoella, lehabríaaliviado toda inquietud.Lorenzoesperabaahoratansólounaocasiónfavorableparainformaralduquedesuproyectadomatrimonio.Sinembargo,unacircunstanciaocurridaenesosmomentosleobligóaposponersusexplicacionesunosdíasmás.

LaenfermedaddedonRaimundoparecíaganarterreno.Lorenzoestabasiemprejuntoaél,yletratabaconunaternuraverdaderamentefraterna.Tantolacausacomoel efecto de susmales eran enormemente dolorosos para el hermano de Inés.Y laafliccióndeTheodoreeraigualdesincera.Elamablejovennoabandonabaasuseñoruninstante,yapelabaatodoslosrecursosparaconsolarleyaliviarsussufrimientos.Elmarquéshabíasentidounamortanhondoporsudifuntaamadaquetodoelmundoveíaclaramentequenopodríasobrevivirasupérdida.Nadapodíahaberevitadoquesehundieseeneldolor,másquelaconviccióndequeaúnestabavivaynecesitadade

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ayuda.Aunqueconscientesdequenoera cierto, sus acompañantes le alentabanenesta creencia, que constituía su único consuelo. Le aseguraban diariamente que sehabían iniciado nuevas averiguaciones respecto a lo ocurrido a Inés; inventabanhistorias acerca de diversos intentos para entrar en el convento, y le relatabancircunstancias que, aunque no garantizaban su absoluta recuperación, bastaban almenosparaabrigarlaesperanzadequeviviera.Elmarquéscaíaconstantementeenelmás terrible acceso de pasión, cada vez que le informaban del fracaso de estossupuestosintentos.Yaunqueestabaconvencidodequetodaslasdiligenciastendríanelmismoresultado,sehacíalailusióndequelasiguienteseríamásafortunada.

Theodoreeraelúnicoqueseesforzabaenllevaraefectolasquimerasdesuamo.Estabasiempreocupadoenidearplanesparaentrarenelconvento,oalmenosparaconseguir de lasmonjas alguna noticia de Inés. Ejecutar estos planes era el únicomotivoquepodíamoverleasepararsededonRaimundo.SeconvirtióenunauténticoProteo, cambiando de aspecto cada día; pero todas estasmetamorfosis dabanmuypoco resultado: regresaba siempre al palacio de las Cisternas sin noticias queconfirmasenlasesperanzasdesuamo.Undía,selemetióenlacabezadisfrazarsedemendigo.Sepusounparcheenelojo izquierdo,yconunaguitarraen lamano,seapostójuntoalaentradadelconvento.

«SitienenaInésverdaderamenteencerradaenelconvento—pensó—,yoyemivoz,larecordará;posiblementeencontraráelmediodehacérmelosaber,siestáaquí.»

Conestaideasemezclóconlamultituddemendigosqué'secongregabaadiarioa las puertas de Santa Clara para recibir la sopa que las monjas acostumbrabandistribuiralasdoce.Todosibanprovistosdetazonesoescudillasparallevársela,perocomoTheodorenoteníaningúnutensiliodeestaclase,pidióqueseladejasentomaren la puerta del convento. Consiguió el permiso sin dificultad. Su dulce voz y suatractivosemblante, apesardelparcheenelojo, seganaronelcorazónde laviejaportera,lacual,ayudadaporunahermana,seencargabadedaracadaunosuración.Pidió aTheodoreque esperase a que sehubiesenmarchado losdemás, yprometióqueentoncesleserviría.Eljovennodeseabaotracosa,yaquenoeralasopaloquelehabíatraídoalconvento.Diolasgraciasa laporteraporsupermiso,seretiródelapuertay,sentándoseenelpoyo,seentretuvotocandolaguitarramientrasservíanalosmendigos.

Tan pronto como se hubo marchado la multitud, la portera hizo una seña aTheodore para que entrase. Obedeció él con infinita presteza, pero fingió un granrespeto al cruzar el sagrado umbral, y sentirse cohibido ante la presencia de lasreverendas damas. Su infinita timidez halagó la vanidad de las monjas, queprocurarontranquilizarle.Laporteralecondujoasupequeñolocutorio.Entretanto,lahermanalegafuealacocinayregresóconunaracióndobledesopa,demejorcalidadque la repartidaa losmendigos.Suanfitrionaañadióalgunas frutasydulcesde su

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propia reserva, y las dos le animaron a que comiese cuantoquisiera.A todas estasatencionesrespondióélconmuchagratitud,yderramóabundantesbendicionessobresus benefactoras. Mientras comía, las monjas admiraron la delicadeza de susemblante,labellezadesupeloyladulzuraylagraciaqueacompañabanatodossusgestos.Selamentaronenvozbajadequeunjoventanencantadorestuvieseexpuestoalasseduccionesdelmundo,ycoincidieronenquepodríaserunvaliosopilarparalaIglesiacatólica.Concluyeronsuconferenciadecidiendoqueseleharíaunauténticoservicio al Cielo si pedían a la priora que intercediese ante Ambrosio para queadmitiesealmendigoenlaordendeloscapuchinos.

Decididoesto, laportera,queerapersonadegran influenciaenelconvento, seencaminóatodaprisaalaceldadelasuperiora.HizoaquíunrelatotanardorosodelosméritosdeTheodorequelaviejadamasintiócuriosidadporverle.Demodoqueencargó a la portera que le condujese a la reja del locutorio.Entretanto, el fingidomendigo preguntó a la hermana qué había pasado con Inés; pero sus palabras nohicieronmás que corroborar las afirmaciones de la superiora: dijo que Inés habíacaídoenfermaalregresardelaconfesión,quedesdeaquelmomentonoabandonóyalacama,yqueellamismahabíaestadopresenteenelfuneral.Inclusodeclaróhabervistosucuerpomuerto,yayudadoconsuspropiasmanosameterlaenelataúd.Esteinforme desalentó a Theodore. Sin embargo, dado que ya estaba tanmetido en laaventuradecidióesperaravercómoterminaba.

Regresó,pues,laportera,yleordenóquelasiguiese.Obedecióyfueconducidoallocutorio,dondelamadrepriorasehallabayaenlasrejas.Larodeabantodaslasmonjas,deseosasdepresenciarunaescenaqueprometíaalgunadiversión.Theodorelas saludó con profundo respeto, y su presencia tuvo el poder de suavizar por unmomento el ceño adusto de la superiora. Le hizo varias preguntas acerca de suspadres,sureligión,yquélehabíareducidoalestadodemendicidad.Lasrespuestasaestaspreguntasfueronperfectamentesatisfactoriasyperfectamentefalsas.Entoncesselepreguntóquéopinabasobrelavidamonástica.Elcontestóentérminosdegranestimayrespetoporella.Traslocual,laprioraledijoquenoeraimposibleconseguirsuingresoenunaordenreligiosa;quesurecomendaciónsalvaríaelobstáculodesupobreza,yquesiellaveíaquelomerecía,podíacontarconsuprotecciónenelfuturo.Theodore le aseguró que su mayor ambición sería merecer su favor. Así que lasuperioraleordenóquevolviesealdíasiguiente,paraseguirhablandodeesteasunto,yabandonóellocutorio.

Lasmonjas, aquienesel respetoa la superiora lashabíamantenidoen silenciohasta entonces, se apiñaron todas en la reja y asaltaron al joven con multitud depreguntas. Él ya las había estudiado una por una con atención. Pero ¡ay!, Inés noestaba entre ellas. Lasmonjas le acosaron con tantas cuestiones que apenas le eraposiblecontestar.Unaqueríasaberdóndehabíanacido,dadoquesuacentodenotaba

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queeraextranjero;otra,porquéllevabaunparcheenelojo izquierdo.LahermanaElena preguntó si tenía una hermana como él, ya que le gustaría tener a unacompañeraasí;y lahermanaRaquelsemostróconvencidadequeelhermanoseríamejor compañero aún. Theodore se divirtió relatando a las crédulas monjas comoverdades todas lasextrañashistoriasquesu imaginaciónfuecapazde inventar.Lescontó sus supuestas aventuras, y llenó de asombro a sus oyentes, hablándoles degigantes,salvajes,naufragios,eislashabitadas

Porantropófagos,yhombrescuyascabezasCrecenbajoloshombrosconmuchasotras circunstancias excepcionales por demás. Dijo que había nacido en TerraIncognita,quesehabíaeducadoenunauniversidadhotentote,yquehabíapasadodosañosentrelosamericanosdeSilesia.

—Encuanto a lapérdidadelojo—dijo—, fue en justo castigopormi faltaderespetoalaVirgen,cuandohicemisegundaperegrinaciónaLoreto.Estabacercadelaltar de la milagrosa capilla. Los monjes adornaban la imagen con sus mejoresatavíos.Seordenóalosperegrinosquecerrasenlosojosduranteestaceremonia.Peroaunque soy por naturaleza extremadamente religioso,mi curiosidad fue demasiadofuerte.Enelmomento...¡Oscausaréhorror,reverendasmadres,cuandoosrevelemicrimen...!Enelmomentoenquelosmonjeslecambiabanlaenagua,meatrevíaabrirelojoizquierdoyecharunamiradita.¡Esafuelaúltima!LagloriaqueenvolvióalaVirgenerademasiadointensaparasoportarla.¡Meapresuréacerrarmiojosacrílego,ydesdeentoncesyanofuicapazdeabrirlomás!

Ante la relación de este milagro, las monjas se santiguaron, y prometieronintercederantelaVirgenparaquerecobraselavista.Expresaronsuasombroantelodilatado de sus viajes y las extrañas aventuras que había corrido a tan corta edad.Luego repararon en su guitarra, y le preguntaron si era aficionado a lamúsica. Élcontestó con modestia que no era él quien debía juzgar sus habilidades, aunquesolicitabapermisoparaquejuzgasenellas.Seloconcedieronsindificultad.

—Pero—dijolaportera—tenedcuidadodenocantarnadaprofano.—Confiadenmidiscreción—replicóTheodore—:oiréiscuánpeligrosoespara

las jóvenes abandonarse a sus pasiones, por la aventura deuna jovendamaque seenamorósúbitamentedeuncaballerodesconocido.

—Pero¿esciertalaaventura?—preguntólaportera.—Palabra por palabra.Ocurrió enDinamarca, y se dice que la heroína era tan

bellaquenoselaconocíaporotronombrequeelde«lahermosadoncella».—¿EnDinamarcadecís?—murmuróunamonjavieja—.¿No sonnegros todos

losdeDinamarca?—Deningúnmodo,reverendamadre;sondeundelicadoverdeguisante,conel

peloylaspatillasrojizascomoelfuego.—¡Madre de Dios! ¿Verde guisante?—exclamó la hermana Elena—. ¡Oh, es

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imposible!—¿Imposible?—dijo la portera con unamirada de desprecio y regocijo—De

ningúnmodo:cuandoyoerajoven,recuerdoqueviavariaspersonasasí.Theodoresepusoatemplarsuinstrumento.Habíaleídolahistoriadeunreyde

Inglaterra cuyo encarcelamiento fue descubierto por un trovador, y esperaba queaquelmismoardidlepermitieradescubrireldeInés,siesqueestabaenelconvento.Eligió una balada que ella le había enseñado en el castillo deLindenberg.Tal vezllegase a ella la música, y le oyese contestar algunas estrofas. Templada ya suguitarra,sedispusoacantar.

—Pero antes de empezar —dijo—, es necesario informaros, madres, de queDinamarcaestáterriblementeinfestadadehechiceras,brujasymalosespíritus.Todosloselementosposeensusdemoniosapropiados.Losbosquessonfrecuentadosporunpodermaligno llamadoelReyde losRoblesode losEnanos.Esélquienseca losárboles,estropealascosechasymandasobrelostrasgosylosduendes.Seapareceenformadeunancianodemajestuosafigura,conunacoronadoradayunalargabarbablanca.Suprincipaldiversiónconsisteenatraeralosniñosyquitárselosalospadres,y en cuanto los mete en su cueva, los destroza en mil pedazos. Los ríos songobernadosporotrodemonio, llamadoelReyde lasAguas.Sumisiónesagitarelpiélago,provocarnaufragiosyhundiralosmarinerosbajolasolas.Adoptaelaspectodeunguerrero,ysededicaaatraeralasjóvenesvírgeneshaciaalgunatrampa.Dejoqueimaginéis,reverendasmadres,loquehaceconellascuandolascogeenelagua.El Rey de las Aguas, al parecer, es un hombre formado de llamas: provoca losmeteoros y las luces erráticas que extravían a los viajeros hacia las charcas y lasciénagas, y dirige el rayo hacia dondemás daño puede causar. El último de estosdemonioselementalessellamaelRey–Nube.Tienelafiguradeunjovenhermoso,ysedistingueporsusdosgrandesalasnegras.Aunqueexteriormenteesencantador,notiene mejor disposición que los demás. Está constantemente dedicado a provocartormentas, arrancar bosques, derrumbar castillos y conventos y sepultar a sushabitantes.Elprimerotieneunahijaqueesreinadeloselfosylashadas.Elsegundotieneunamadrequeesunapoderosahechicera.Ningunadeestasdosdamasvalemásquelosseñores.Norecuerdohaberoídoqueselesatribuyafamiliaalgunaalosotrosdosdemonios,perohastaahorano tengonadaqueverconningunodeellos, salvoconeldelasaguas,queeselhéroedemibalada;perohecreídonecesario,antesdeempezar,darosalgunaideadesusactuaciones...

Theodore tocó a continuación una breve tonada, después de la cual, alzando lavozlomásposibleparallegaraoídosdeInés,cantólassiguientesestrofas:

ELREYDELASAGUAS(Baladadanesa)

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ConblandomurmullocorríaelríoYporsufloridayfraganteribera,

Lahermosadoncella,cantandoalegre,AlaiglesiadeMaríacaminaba.

ElojomalignodeldemoniodelasaguasLavioandarpresurosaporlaorilla.Corrióentoncesasumadre–brujaYconacentosuplicanteasílepidió:

«¡Oh,madre!¡Madre!Aconsejadme,Cómopuedosorprenderaesadoncella.¡Oh,madre!¡Madre!Explicadmealpunto

Cómolapuedoconseguir».

Labrujalediounaarmadurablanca;Lovistiódeairosocaballero;

DelaguaclarasumanoformóluegoUncorcel,conjaecesdearena.

ElReydelasAguasfueraudoentonces,AlaiglesiadeMaríaencaminósuspasos.

AtóelcorcelalapuertaYpaseótresvecescuatroporelatrio.

Alapuertaatóelcorcel,Paseótresvecesporcuatroporelatriodelaiglesia;

Luegoentróenlanave,dondetodosEstabancongregados,losgrandesylospequeños.

Dijoelsacerdote,alacercarseelcaballero:«¿Porquévieneaquíelblancocapitán?».Lahermosadoncellasonrió,ysedijo:

«¡Oh,cómoquisieraserlaesposadelblancocapitán!».

Elcaballeroavanzóhacialosbancosunoydos.«¡Oh,hermosadoncella,mueroporvos!»

Llegóalosbancosdosytres,«¡Oh,hermosadoncella,conmigovendréis!».

Luegosonriólahermosadoncella;

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Ydijo,dándolelamano,«Paramigozo,paramidesgracia,

Porelmonte,porelvalle,convosiré».

Elsacerdotesusmanosjunta.Danzanmientrasclarabrillaarribalaluna.

PocosabelaradiantedoncellaQuesuesposoeselduendedelasaguas.

¡Oh!,sialgúnespírituhubiesecantado«¡VuestroesposoeselReydelasAguas!».Ladoncellahabríatemidoyodiado,Ymaldecidolamanoqueapretaba.

PeronadapudohacerlesospecharLocercaqueestabadelpeligro,

Asíquesiguióy,lamanoenlamano,Losamantesllegaronalaarena.

«Subidconmigoaestecorcel,amadamía;Debemoscruzarlasaguasdeeserío.Saltadcondecisión,quenoesprofundo.Losvientosestánquietos,laoladuerme.»

AsíhablóelReydelasAguas.LadoncellaObedecióeldeseodelesposotraidorYenseguidavioalcorcelmojarseEncantadoenlasaguasdesumadre.

«¡Parad!¡Parad,miamor!¡QueyamispiesSehundenenestasaguasazules!»

«¡Oh,desechadvuestrostemores,midulceamor,Queyahemosllegadoalomásprofundo!»

«¡Parad!¡Parad!¡Miamor!¡PuesahoraveoSubirlasaguasporencimademisrodillas!»

«¡Oh,desechadvuestrostemores,midulceamor,Queyahemosllegadoalomásprofundo!»

«¡Parad!¡Parad!¡PorDios,parad!¡Pues,oh,Lasaguascorrenyasobremipecho!»

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Apenasdijoestaspalabras,cuandoelcaballeroYelcorceldesaparecierondesuvista.

Gritaentonces,perogritaenvano;Losvientoslocosalzansugritoterrible.

Elespírituríe,lasolassubenYcubrenalavíctimadesventurada.

Tresveces,mientrasluchabaconlacorriente,Seoyógritaralahermosadoncella;

Perocuandolafuriosatempestadhuboacabado,Alahermosadoncellanoselavolvióavermás.¡Advertidporestahistoria,muchachasinocentes,

Aquiéndaisvuestroamor!¡Nocreáisacualquierapuestocaballero,YnodancéisconelDuendedelasAguas!

Eljovendejódecantar.Lasmonjasestabanfascinadasconladulzuradesuvozysumagistralformadetocarelinstrumento.Peropormuyaceptablequehubierasidoeste aplauso en cualquier otra ocasión, ahora dejaba indiferente a Theodore. Suestratagemanohabíadadoresultado.Envanoguardópausasentreunaestrofayotra:ninguna voz contestó a la suya; de modo que perdió toda esperanza de emular aBlondel.

La campana del convento advirtió a las monjas de que era hora de acudir alrefectorio. Tenían que marcharse de la reja; dieron las gracias al joven por ladistracciónqueleshabíaproporcionadosumúsica,ylepidieronquevolviesealdíasiguiente, cosa que prometió.Lasmonjas, para favorecer aúnmás su inclinación amantener su palabra, le dijeron que podía confiar siempre en el convento para suscomidas, y cada una de ellas le hizo un pequeño regalo. Una le dio una caja dedulces; otra, un agnusdei; unas le trajeron reliquias de santos, imágenes de cera ycrucifijosconsagrados;yotrasleofrecieronpiezasdelaboresenlasquedestacanlasreligiosas, como bordados, flores artificiales, encajes y trabajos de punto. Leaconsejaronquevendiesetodasestascosasafindeprocurarsealivioasuestado;yleaseguraronqueleseríafácilenajenarlas,yaquelosespañolesestimabanmucholostrabajos de las monjas. Tras recibir todos estos regalos con aparente respeto ygratitud,contestóque,no teniendoningunacesta,nosabíacómollevárselas.Variasdelasmonjasseapresuraronabuscarleuna,perosedetuvieronalhacersuapariciónunadamamayor,alaqueTheodorenohabíavistohastaahora:susemblanteapacibleyrespetableactitudlepredispusieroninmediatamenteasufavor.

—¡Ah!—dijolaportera—;ahívienelamadreSantaÚrsulaconunacesta.Lamonja se acercó a la reja y le ofreció la cesta aTheodore: estaba hecha de

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mimbre, forrada de raso azul, y en los cuatro lados tenía pintadas escenas de laleyendadeSantaGenoveva.

—Aquíestámiregalo—dijo,altiempoqueselatendía—.Nolodespreciéis,mibuenmancebo.Aunquesuvalorpareceinsignificante,poseemuchasvirtudesocultas.

Yacompañósuspalabrasconunamiradasignificativa.NopasódesapercibidaaTheodore:seacercólomásposiblealarejapararecibirelregalo.

—¡Inés!—susurróellaenvozapenasperceptible.Theodore,sinembargo,locaptó.Supusoquelacestaocultabaalgúnmisterio,y

su corazón latió de impaciencia y de gozo. En esemomento regresó la superiora.Teníaunaexpresiónsombríayadusta,yparecía,siesoeraposible,másseveraquenunca.

—MadreSantaÚrsula,desearíahablarconvosenprivado.Alamonjaselemudóelcolor,ysequedóvisiblementedesconcertada.—¿Conmigo?—repitióconvozvacilante.Lasuperiora lehizoseñadeque lasiguiera,yseretiró.LamadreSantaÚrsula

obedeció;pocodespués,lacampanadelaiglesiallamóalrefectorioporsegundavez;las monjas abandonaron la reja, y Theodore quedó en libertad para llevarse surecompensa.Encantadodehaber conseguido al fin algunanoticiapara elmarqués,voló,másquecorrió,hastaquellegóalpalaciodelasCisternas.Alospocosminutosseencontrabaenelaposento,tratandodereconciliarasuamigoconunadesventuraque él mismo juzgaba demasiado severa. Theodore contó su aventura, y lasesperanzas que el regalo de la madre Santa Úrsula había hecho renacer en él. Elmarquésse incorporócatapultadodesualmohada:aquel fuegoqueparecíahaberseapagadodesdelamuertedeInéssereavivóensupecho,ysusojoscentellearonconla ansiedad de la expectación. No parecieronmenos inflamadas las emociones delsemblantedeLorenzo,elcualaguardóconindecibleimpaciencialaexplicacióndelmisterio.Raimundocogiólacestademanosdesupaje.Vacióelcontenidosobrelacamayloexaminódetenidamente.Esperabaencontrarunacartaenelfondo,peronovionadasemejante.Reanudólabúsqueda,perosinmejorresultado.Finalmente,donRaimundoobservóqueunodelosángulosdelforroderasoazulestabadescosido;lodesgarró apresuradamente, y extrajo un trozo de papel, sin doblar ni sellar. IbadirigidoalmarquésdelasCisternas,ydecíalosiguiente:

“Habiendoreconocidoavuestropaje,meatrevoaenviarosestaslíneas.Obtenedunaordendelduque–cardenalparadeteneramipersonayaladelasuperiora.Peroprocuradquenoselleveaefectohastaelviernesporlanoche.EslafestividaddeSantaClara:habráunaprocesióndemonjasconantorchas,yyoestaréentreellas.Cuidad de no dar a conocer a nadie vuestra intención. Si una sola palabradespertase las sospechas de la superiora, no volveríais a saber más de mí. Sedprecavido,siapreciáislamemoriadeInésydeseáiscastigarasusasesinos.Loque

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tengoquedeciroshelarálasangredehorror.”SantaÚrsula

Tanprontocomoelmarquésleyólanota,sederrumbódenuevoenlaalmohada,sinsentido.Habíaperdidolaesperanzaquehastaahorahabíasostenidosuexistencia;estas líneas le convencieron de manera concluyente de que Inés ya no existía.Lorenzoencontróestacircunstanciamenosrigurosa,yaquesiemprehabíatenidolaconviccióndequesuhermanahabíamuertodemanerapococlara.CuandovioporlacartadelamadreSantaÚrsulaquesussospechaseranciertas,dichaconfirmaciónnosuscitóensupechootrosentimientoqueeldeseodecastigaralosasesinoscomosemerecían. No fue empresa fácil hacer volver en sí al marqués. Tan pronto comorecobró la palabra, prorrumpió en execraciones contra los que habíanmatado a suamada,yjurótomarsecumplidavenganza.Siguiódesvariandoyatormentándoseconimpotentepasión,hastaquesuorganismo,debilitadoporlaaflicciónylaenfermedadnopudo soportarmás, yvolvió a caer sin sentido.Sumelancólica situación afectósinceramente a Lorenzo, que de buena gana se habría quedado más tiempo en elaposento de su amigo. Pero otros cuidados requerían ahora su presencia. EranecesarioconseguirlaordenparadeteneralaprioradeSantaClara.Aestepropósito,despuésdedejaraRaimundobajo loscuidadosde losmejoresmédicosdeMadrid,abandonó el palacio de las Cisternas y se encaminó hacia el palacio del duque–cardenal.

Su desencanto fue enorme cuando averiguó que asuntos de estado habíanobligado al cardenal a desplazarse a una provincia lejana. Faltaban sólo cinco díaspara el viernes. Sin embargo, viajando día y noche, esperaba estar de regreso atiempoparalaprocesióndeSantaClara.Yloconsiguió:encontróalduque–cardenal,ypresentóanteél lasupuestaculpabilidaddelapriora,comotambiénlosviolentosefectosquehabíaocasionadoendonRaimundo.Nopodíahaberaducidoargumentodemáspesoqueesteúltimo.De todossussobrinos,elmarquéseraelúnicoporelqueelcardenalsentíaunsinceroafecto.Estabacompletamenteencariñadoconél,ylaprioranopodíahabercometidomayorcrimenantesusojosqueelhaberpuestoenpeligro la vida del marqués. Por consiguiente, concedió la orden de arresto sindificultad.TambiénentregóaLorenzounacartaparaunoficialmuyprincipaldelaInquisición,expresándolesudeseodequeseejecutasesumandato.Provistodeestosdocumentos, Medina regresó apresuradamente a Madrid, adonde llegó el viernes,unashorasantesdeanochecer.Encontróalmarquésalgomás recuperado,pero tandébilyagotadoquenopodíahablarsinocongrandificultadyesfuerzo.Despuésdepasarunahorajuntoasulecho,Lorenzoledejóiracomunicarsupropósitoasutío,y también a entregar la carta del cardenal a donRamírez deMello.Éste se quedópetrificado de horror al enterarse del fin de su desventurada sobrina. Animó aLorenzo a castigar a sus asesinos y se comprometió a acompañarle esa noche al

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convento de Santa Clara. Don Ramírez prometió sumás firme apoyo, y eligió ungrupodearquerosdeconfianzaparaevitartodaoposiciónporpartedelpopulacho.

PeromientrasLorenzoestabadeseosodedesenmascararaunareligiosahipócrita,ignorabaeldolorqueotro lepreparabaaél.Ayudadopor los infernalesagentesdeMatilde,AmbrosiohabíadecididolaruinadelainocenteAntonia.Lehabíallegadoaéstaelmomentofatal.Habíaidoadespedirsedesumadre,antesderetirarseadormir.Albesarla,uninusitadodesalientoinundósupecho.Semarchó,peroluegoregresóinmediatamente,searrojóasusbrazosybañósusmejillasconsuslágrimas.Sesentíadesasosegada;unsecretopresentimientoledecíaquenovolveríanaversemás.Elviraloobservó,y tratódequitarle,bromeando, sus infantiles aprensiones.La reprendiócondulzuraporabrigartaninfundadospresagios,ylaadvirtiódelopeligrosoqueeraalentartalesideas.

Portodarespuestaaestasreconvenciones,exclamóAntonia:—¡Madre!¡Miqueridamadre!¡Oh,pluguieraaDiosquefueseyaporlamañana!Elvira, cuya preocupación por su hija era un gran obstáculo para su total

restablecimiento, se hallaba aún bajo los efectos de su reciente enfermedad. Estanochesesentíamásindispuestadelohabitual,ysehabíaacostadoantesdelahoraacostumbrada. Antonia se retiró de la alcoba de su madre con pesar; y hasta elinstantedecerrarlapuerta,mantuvolosojosfijosenellaconexpresiónmelancólica.Se encerró en supropio aposento.Sentía el corazón llenode amargura.Leparecíaquehabíannaufragado todassusesperanzasde futuro,yqueelmundonoconteníanadaporloquevalieselapenavivir.Sedejócaerenunasilla,reclinólacabezasobreelbrazo,ysequedócontemplandoelsueloconmiradavacía,mientraslasimágenesmás sombrías flotaban ante su imaginación. Se encontraba aún en este estado deinsensibilidad, cuando la volvió en sí una dulce melodía que sonó debajo de suventana.Selevantó,seacercóylaabrióparaoírlaconmásclaridad.Trascolocarseelvelosobreelrostro,seaventuróaasomarse.Alaluzdelalunavioavarioshombrescon laúdes y guitarras.A cierta distancia de ellos había otra figura envuelta en sucapa, cuya estatura y aspecto guardaban gran parecido con las de Lorenzo. No seequivocaba.Enefecto,eraelpropioLorenzo,elcual,obligadoporsupalabraanopresentarse delante de Antonia sin el consentimiento de su tío, le brindaba estaserenataparaconvencerasuamadadequeaúnsentíaelmismoafectoporella.Suestratagemanoobtuvo el efectodeseado.Antonia estaba lejos de suponer que estamúsica nocturna tuviera por objeto agasajarla: era demasiado modesta paraconsiderarse merecedora de tales atenciones, y creyendo que debía ir dirigida aalgunadamavecina,sesintióapenadadeverqueeraLorenzoquienlaofrecía.

La tonadaque cantaron era doliente ymelodiosa.Concordaba con el estadodeánimodeAntonia,quelaescuchóconplacer.Trasunpreludiomásomenoslargo,seelevaronlasvoces,yAntoniadistinguiólassiguientespalabras:

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SERENATA

Coro

¡Oh!¡Prorrumpeendulceacorde,milira!¡Esaquídondedescansalabelleza:DescribeeldolordelprofundoanheloQuedesgarraelpechodelamantefiel!

Canción

Entodocorazónhallarunesclavo,Entodaalmaasentarsureino,

Enatadurasllevaralsabioyalbravo,Yhacerbesaralcautivosucadena.Taleselpoderdelamor,y,¡oh,Cuántodeseoconocersufuerza!

Pasarlavidaensuspiros,Porhabergustadounsueñofragmentarioybreve.

Porunobjetoremoto,inalcanzable,Despreciarlotodo,velar,llorar,Taleslapenadelamor,y,¡oh,

Cuántodeseoconocereldolordelamor!Leerelsíenunosojosvirginales,Besarloslabiosjamásbesados,

Oírcómoseelevaelsuspirodetransporte,Ybesarybesar,ybesardenuevo.Talessontusplaceres,amor;

Pero,¡oh!,¿Cuándomicorazónconocerátugozo?

Coro

¡Ahoracalla,liramía!¡Bajemivoz!

¡Duerme,dulcedoncella!Yqueelanhelo

Tusvisionesllenedepensamientosamorosos,Aunquebajemivoz,ymiliracalle.

Cesólamúsica.Sealejaronloscantores,yvolvióareinarelsilencioentodala

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calle. Antonia abandonó la ventana con pesar. Como era su costumbre, invocó laproteccióndeSantaRosalía, rezósushabitualesoracionesyseacostó.Notardóenvencerlaelsueño,ysupresenciaselibródelosterroresdelainquietud.

Erancasilasdos,cuandoellujuriosomonjedirigiósuspasoshacialamoradadeAntonia.Ya se ha dicho que la abadía estaba a nomucha distancia de la calle deSantiago.Llegóalportalsinservisto.Sedetuvoaquí,yvacilóunmomento.Pensóenla enormidad de su crimen; las consecuencias, en caso de ser descubierto, y laprobabilidad,después,dequeElvirasospechasequehabíasidoélelvioladordesuhija. Sin embargo, pensó, no podría pasar de la mera sospecha, no podría aportarninguna prueba de su culpabilidad, y le sería imposible alegar que se hubiesecometidoviolaciónsinqueAntoniasupiesecuándo,dóndeyporquién;finalmente,juzgaba su fama demasiado sólidamente cimentada para que la sacudiesen lasinfundadas acusaciones de dos desconocidos. Este último argumento eracompletamentefalso:ignorabaloinseguroqueeselairedelaplausopopular,yquebastaun instanteparaque seganeelodiodelmundodelqueayerera su ídolo.Elresultado de las deliberaciones del monje fue proseguir en su empresa. Subió laescaleraqueconducíaalacasa.Tanprontocomotocólapuertaconelmirtodeplata,seabriódeparenparyleofreciólibreacceso.Entró,ylapuertasecerrótrasélporsímisma.

Guiadopor la luzde la luna, siguióescaleraarribaconpaso lentoyprecavido.Mirabaen torno suyoa cadamomentoconaprensióny ansiedad.Veíaunespía encadasombrayoíaunavozencadamurmullodelabrisa.Laconcienciadelculpablenegocioqueletraíaleparalizabaelcorazónyselovolvíamástímidoqueeldeunamujer. Sin embargo, siguió adelante. Llegó a la cámara de Antonia. Se detuvo, yescuchó. Todo estaba tranquilo en el interior. El silencio le convenció de que supresuntavíctimasehabíaretiradoadescansar,demodoqueseaventuróalevantarelpestillo.Estabaechadoelcerrojo,ylapuertaresistió.Perotanprontocomolatocóconeltalismán,sedescorrióelcerrojo.Elvioladorcruzóelumbral,yseencontróenla cámara donde dormía la inocente muchacha, ignorante de que un peligrosovisitanteseacercabaasulecho.Secerrólapuertatrasél,ylacerraduravolvióasuposiciónanterior.

Ambrosio avanzó con precaución. Procuró que no crujiese la madera bajo suspasos,ycontuvoelalientoalacercarsealacama.SuprimeraatenciónseconcentróenejecutarlaceremoniamágicatalcomoMatildelehabíainstruido.Soplótresvecessobreelmirtodeplata,pronunciósobreélelnombredeAntonia,ylodepositósobresualmohada.Losefectosqueyahabíaproducidonolepermitíandudardesuéxitoenprolongar el sueño de su adorada. No bien hubo ejecutado el encantamiento, laconsideróabsolutamenteen supoder,y susojosbrillaronde impacienciay lujuria.Ahoraseaventuróaecharunamiradaalabellezadormida.Unasimplelámparaque

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ardíaante la imagendeSantaRosalíadifundíaunadébil luzpor lahabitación,y lepermitíacontemplarlosencantosdelaadorablecriaturaqueteníaantesí.Elcalordela época la había obligado a apartar parcialmente la sábana. Lamano insolente deAmbrosio seapresuróa retirarladel todo.Dormíacon lamejilla apoyada sobreunbrazo de marfil. El otro descansaba sobre el borde de la cama con encantadorabandono.Unoscuantosbuclesdesuscabellossehabíanescapadodedebajode lamuselina que sujetaba los demás, y caían descuidadamente sobre su pecho, que sealzabaconsulentayregularrespiración.Elcalordelambientehabíaencendidosusmejillasmás de lo corriente.Una sonrisa de inefable dulzura jugaba en sus labiosperfectosy coralinos, de losque escapabadevez en cuandoalgúndulce suspirooalguna frase pronunciada a medias. Un aire de encantadora inocencia y candorirradiabadetodasuforma;yhabíaunaespeciedepudorensumismadesnudezqueañadíaunincentivomásalosdeseosdellujuriosomonje.

Permaneció unos momentos devorando con los ojos aquellos encantos que notardarían en quedar sometidos a sus desordenadas pasiones. Su boca entreabiertaparecía solicitarunbeso.Se inclinósobreella,pegósus labiosa losdeAntonia,yaspiró extasiado la fragancia de su aliento. Este placer momentáneo aumentó susansiasfrenéticas,porlasquesemuevenlosbrutos.Decidiónodemoraruninstantemás el cumplimiento de sus deseos, y procedió a arrancarle aquellas ropas queimpedíanlasatisfaccióndesulujuria.

—¡Diosmisericordioso!—exclamóunavozdetrásdeél—.¿Meengañaránmissentidos?¿Noesestounailusión?

Elterror, laconfusiónyeldesencantoacompañaronaestaspalabrasalherirlosoídosdeAmbrosio.Sesobresaltóéste,ysevolvióinstantáneamente.Elviraestabaenlapuertadelacámara,ymirabaalmonjeconexpresióndeestuporyabominación.

Una espantosa pesadilla le había representado a Antonia al borde de unprecipicio.Laviotemblarenelmismísimoángulo:acadainstanteparecíaqueibaaprecipitarse,ylaoíallamarlaagritos:«¡Salvadme,madre!¡Salvadme...!¡Dentrodeun instante será demasiado tarde!». Elvira se despertó aterrada. La visión le habíacausadotalimpresiónquenopodríadescansarhastaasegurarsedequesuhijaestabaa salvo. Se levantó apresuradamente, se echó encima un salto de cama, cruzó elcuarto donde dormía la criada, y entró en la alcoba deAntonia justo a tiempo derescatarladelasgarrasdelviolador.

Lavergüenzadeésteyelasombrodeellaparecieronconvertirlesenestatuasalosdos:Elvirayelmonjesequedaronmirándoseelunoalotroensilencio.Ladamafuelaprimeraenrecobrarse.

—¡Noesunsueño!—exclamó—.¡EsrealmenteAmbrosioaquientengodelantedemí!¡EselhombreaquienMadridestimacomounsantoalquedescubroaestashoras de la noche junto al lecho de mi desventurada criatura! ¡Monstruo de

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hipocresía!Ya sospechaba yo vuestros propósitos, aunqueme abstuve de acusarospor compasión a la fragilidad humana. El silencio ahora sería criminal: la ciudadenteraconocerávuestraincontinencia.Osdesenmascararé,villano,yconvenceréalaiglesiadequéclasedevíboracobijaensupecho.

Pálido y demudado, el culpable temblaba ante ella. Con toda el alma habríadeseado atenuar su delito, pero no encontraba disculpa a su comportamiento. Noconsiguió pronunciarmás que frases incoherentes y excusas contradictorias. Elviraestaba demasiado furiosa para concederle el perdón que él solicitaba. Declaró quellamaríaalvecindario,y lemostraríacomoejemplode todos los futuroshipócritas.Luego,corriendoalacama,tratódedespertaraAntonia;yviendoquesusvocesnotenían respuesta, la cogió del brazo y la levantó de la almohada. El hechizo erademasiadopoderoso.Antoniasiguióinsensible,yalsoltarlasumadre,cayódenuevoenlaalmohada.

—¡Este sueño no puede ser natural! —exclamó la asombrada Elvira, cuyaindignaciónaumentabapormomentos—.

Aquí seocultaalgúnmisterio. ¡Pero temblad,hipócrita; todasvuestrasvillaníasserándesveladasmuypronto!¡Socorro!¡Socorro!—gritó—.¡Aquí!¡Flora!¡Flora!

—¡Escuchadmeunmomento,señora!—exclamóelmonje,recobrándoseantelainminenciadelpeligro—.¡Portodocuantoessantoysagrado,osjuroqueelhonordevuestrahijanohasidoviolado!¡Perdonadmi trasgresión!Ahorradmelavergüenzadeserdescubierto,ypermitidmequeregresealaabadíasinproblemas.¡Ospidoporcompasiónquemeconcedáisloqueossuplico!OsprometonosóloqueAntoniaseverálibredemíenelfuturo,sinoqueelresto,demividademostrará...

Elviraleinterrumpióbruscamente:—¿QueAntoniaseverá libredevos?¡Yoseré laquela libere!¡Novolveréisa

traicionar laconfianzade lospadres!¡Vuestra iniquidadquedarádesveladaante losojosdelagente!TodoMadridseestremeceráantevuestraperfidia,vuestrahipocresíaeincontinencia.¡Eh!¡Aquí!¡Flora!¡Flora!¡Venid!

Mientras ella gritaba de estemodo, el recuerdo de Inés le vino de repente a lamemoria. Así le había suplicado ella misericordia, ¡y del mismo modo habíarechazado él sus ruegos! Ahora le tocaba sufrir a él, y no podía por menos dereconocerqueelcastigoera justo.Entretanto,Elviraseguía llamandoaFloraensuauxilio;perolesalíalavoztanestranguladaporlapasiónquelacriada,sumidaenunprofundosueño,seguía insensibleasus llamadas.Elviranoseatrevíaa iralcuartodondeFloradormía,nofuesequeelmonjeaprovechaselaocasiónparaescapar.Éstaera,efectivamente,suintención.Élconfiabaenque,silograballegaralaabadíasinservistopornadiemásqueporElvira, el solo testimoniodeésta sería insuficientepara arruinar su reputación, dado el prestigio que tenía enMadrid. Con esta idearecogiótodaslasropasqueyasehabíaquitadoycorrióhacialapuerta.Elvirasedio

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cuentadesuintención.Lesiguió,yantesdequepudiesedescorrerelcerrojo,lecogióporelbrazoyledetuvo.

—¡No intentéis huir! —dijo—. No saldréis de esta habitación sin testigos devuestrodelito.

Ambrosiopugnóenvanopordesasirse.Elviranosoltósupresa,sinoqueredoblósusgritosdesocorro.Elpeligrodelfrailesehacíacadavezmásinminente.Esperabaoíracudiralagentedeunmomentoaotro;asíque,enloquecidoantelaproximidadde su ruina, adoptó una resolución desesperada y salvaje. Se volvió súbitamente,agarróaElviraporelcuelloconunamano,afindeevitarquecontinuasegritando,ycon laotra, arrojándolaviolentamenteal suelo, la arrastróhacia la cama.Ofuscadaanteesteinesperadoataque,notuvofuerzasparalibrarsedesumano.Entretanto,elmonjecogiólaalmohadadedebajodelacabezadelahija,cubrióconellalacaradeElvira,yapretándoleelestómagoconlarodillacontodassusfuerzas,tratódeacabarcon su vida.Y lo consiguió plenamente.Con su fuerza aumentada por la angustiaexcesiva,lavíctimaforcejeócuantopudoporlibrarse,peroenvano.Elmonjesiguiócon la rodilla sobre su pecho, y presenció sin misericordia los convulsivosestremecimientosdelosmiembrosqueteníadebajoysoportóconfirmezainhumanaelespectáculodesuagonía,cuandoelcuerpoyelalmaestabanapuntodesepararse.Finalmente, concluyó toda resistencia.Elvira dejó de luchar por su vida.Elmonjesoltólaalmohadaysequedómirándola.Vioquesucarahabíaadquiridounanegruraespantosa.Susmiembroshabíandejadodeagitarse.Lasangreseenfriabayaensusvenas,elcorazónhabíaolvidadosuslatidos,ysusmanosestabanrígidasysinvida.Ambrosio contempló ante sí aquella forma, antes noble y majestuosa, convertidaahoraenuncadáverfrío,insensibleyrepugnante.

Nobienhuboperpetradoestaacciónhorrible,sediocuentadelaenormidaddesucrimen. Un frío sudor le bañó todos los miembros. Cerró los ojos; se dirigiótambaleantehaciaunasillaysedejócaerenellacasisinfuerzas,comoladesdichadaqueyacíaasuspies.LanecesidaddehuiryelpeligrodequeledescubriesenenelaposentodeAntonialesacarondeesteestado.Nosintiódeseosdesacarprovechodeestecrimen.Antonialeparecíaahoraunobjetodesagradable.Unfríomortalocupabaellugardeaquelardorquehabíainflamadosupecho.Ensuespíritunobullíanotrasideas que las de la muerte y la culpa, la vergüenza presente y el futuro castigo.Acuciado por el remordimiento y el miedo, se dispuso a huir. Sin embargo, susterroresnoledominarontancompletamentecomoparadejardetomarlasnecesariasprecaucionesparasuseguridad.Volvióacolocarlaalmohadaenlacama,recogiósusropas, y con el fatídico talismán en lamano, se dirigió conpaso insegurohacia lapuerta.Trastornadoporelmiedo,imaginóqueunalegióndefantasmasseoponíaasuhuida.Allíhaciadondesevolvía,eldesfiguradocadáverparecíacortarleelcamino,ytardóbastanteenllegaralapuerta.Elmirtoencantadoprodujosuanteriorefecto:se

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abriólapuerta,yechóacorrerescaleraabajo.Llegóalaabadíasinservisto;ytrasencerrarseensucelda,abandonósualmaalastorturasdelosvanosremordimientosyalterrordequeledescubriesen.

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CapítuloII

Tellus,yeDead,willnoneofyouinpityTothoseyouleftbehinddisclosethesecret?

O!ThatsornecourteousGhostwouldblabitout,What'tisyouare,andwemustshortlybe.I'veheard,thatSoulsdepartedhavesometimesFore–warnedMenoftheir

deaths:TwaskindlydoneToknock,andgivethealarum.

BLAIR

Ambrosioseestremeciódesímismocuandoconsiderósusrápidosprogresosenla iniquidad. El enorme crimen que acababa de cometer le llenaba de verdaderohorror. La imagen de Elvira asesinada estaba constantemente ante sus ojos, y yapagabasuculpacon lasagoníasdesuconciencia.El tiempo, sinembargo,debilitóestas impresiones.Pasóundía,yotro,sinquelassospechasrecayesensobreél.Laimpunidadlereconcilióconsuculpa;empezóarecobrarelánimo.Yamedidaquesedisipabaeltemordequeledescubriesen,prestabamenosatenciónalosreprochesdelremordimiento.Matilde se esforzóenapaciguar sus inquietudes.Al enterarsede lamuertedeElvira,parecióafectarseprofundamenteylamentó,juntoconelmonje,ladesdichadacatástrofede su aventura.Pero en cuantovioque su agitación sehabíaapaciguadoalgo,yquesehallabamásdispuestoaescucharsusargumentos,pasóahablarledesudelitoenlostérminosmássuaves,yaconvencerledequenoeratanculpablecomoélparecíaconsiderarse.Leexplicóqueloúnicoquehabíahechoerahacer valer los derechos que la naturaleza otorga a cada uno, que son los de laautoconservación. Que podía haber perecido tanto Elvira como él, y que lainflexibilidaddeellay sudecisióndearruinarle lahabían señaladomerecidamentecomovíctima.Despuésdeclaróque,comoantessehabíahechosospechosoantelosojosdeElvira,eraunasuertequelamuertelehubieraselladoloslabios,puestoquesin este último desenlace, sus sospechas se habrían divulgado, produciendoconsecuenciasmuydesagradables.Demodoquesehabíalibradodeunenemigoparaquienloserroresdesuconductasehabíanhechotanmanifiestoscomoparahacerlepeligroso, y el cual era el más grande obstáculo en sus designios sobre Antonia.DesigniosqueMatildeleanimóanoabandonar.Puesleaseguróquesinlaprotecciónde lamirada vigilante de sumadre, la hija sería una conquista fácil; y alabando yenumerando los encantos deAntonia, se esforzó en reavivar los deseos delmonje;esfuerzoqueconsiguiósobradamente.

Comosiloscrímenesaquesupasiónlehabíaempujadohubiesenaumentadosuviolencia,anhelóconmásavidezquenuncagozardeAntonia.Delmismomodoquehabía logrado ocultar su presente culpabilidad, esperaba ocultar la próxima. Se

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mantuvo sordo a los susurros de la conciencia, y decidió satisfacer sus deseos acualquierprecio.Sóloesperaba laocasiónderepetirsuanterior intento.Peroahoraera imposiblequeelmismomedio leproporcionasedichaocasión.Enlosprimerosarrebatosdedesesperaciónhabíarotoenmilpedazoselmirtoencantado.Matildeledijo con toda claridad que no esperase nueva ayuda de los poderes infernales, amenosqueestuviesedispuestoa suscribir lascondicionesestipuladas.Ambrosio semostrabadecidido a nodar semejante paso.Estaba convencidodeque, por grandequefuerasu iniquidad,mientrasconservasesuderechoa lasalvación,no teníaporqué desesperar de conseguir el perdón. Así que se negó decididamente a adquirirningunaclasedecompromisoopactoconlosespíritusmalignos;yMatilde,viéndoletanporfiadoenesteaspecto,seabstuvodeinsistirlemásysepusoadarlevueltasasuimaginaciónparadescubriralgúnmediodeponeraAntoniaenmanosdelabad.Ynotranscurriómuchotiempo,cuandosepresentódichomedio.

Mientras se maquinaba de este modo su ruina, la desventurada joven sufríadolorosamentelapérdidadesumadre.Cadamañana,aldespertar,suprimercuidadohabía sido acudir a la cámara de Elvira. La mañana siguiente a la fatal visita deAmbrosio,sedespertómástardedeloacostumbrado.Sediocuentadeestoaloírlascampanasdelaabadía.Selevantódelacama,seechóencimaalgúnvestido,eibaacorrerapresuradamenteapreguntarleasumadrecómohabíapasadolanoche,cuandosupie tropezóconalgoque leobstruíaelpaso.Lomiró. ¡Cuálno fuesuhorroralreconocer el lívido cadáver de Elvira! Profirió un grito desgarrado, y se arrojó alsuelo.Estrechólaformainanimadacontrasupecho,lasintiófría,yconunimpulso,de repugnancia que no consiguió reprimir, la dejó caer nuevamente.El grito habíaalarmadoaFlora,queacudióensuayuda.Elespectáculoquepresenciólatraspasódehorror;perosusgritosdeauxiliofueronmásaudiblesquelosdeAntonia.Hizovibrarlacasaconsuslamentos,entantosuama,casiahogadaporeldolor,nomanifestabasu desventura más que con sollozos y gemidos. Los alaridos de Flora llegaroninmediatamenteaoídosdeladueña,cuyoterrorysorpresafueronindescriptiblesalsaberlacausadelalboroto.Fuemandadollamarinmediatamenteunmédico;peroencuanto vio el cadáver declaró que la recuperación deElvira estabamás allá de lasposibilidadesdesuarte.AsíqueprocedióaprestarasistenciaaAntonia, lacualenese momento estaba verdaderamente necesitada de ella. La trasladaron a la cama,mientras que la propietaria se ocupaba de impartir las órdenes necesarias para elentierrodeElvira.DoñaJacintaeraunamujerafable,caritativa,generosaydevota,aunque de pocas luces, y esclava miserable del miedo y la superstición. Lehorrorizabalaideadepasarlanocheenlacasaconuncadáver.Estabaseguradequese le aparecería el espectro de Elvira, y nomenos convencida de que tal visita lamataríadelsusto.Talconvicciónladecidióapasarlanocheencasadeunavecinaeinsistir en que se celebrase el funeral al día siguiente. Como el cementerio más

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cercano era el de Santa Clara, se decidió que Elvira fuese enterrada en él. DoñaJacinta se comprometió a sufragar todos los gastos del entierro. No sabía en quésituaciónquedabaAntonia,pero según laeconomíaenquehabíavivido la familia,considerabaquenolevendríamal.Porconsiguiente,abrigabamuypocaesperanzaderecobrar dicho dinero alguna vez. Esta consideración, sin embargo, no le impidiócuidar de que el entierro se llevase a efecto con decencia, y mostrar por ladesventuradaAntoniatodoelrespetoposible.

Nadiemueredepesar.EjemplodeestofueAntonia.Ayudadaporsuorganismojovenysano,eliminó lapostraciónenque lamuertedesumadre lahabíasumido.Pero no fue tan fácil eliminar la postración del espíritu. Sus ojos estabanconstantementellenosdelágrimas.Cualquierpequeñezlaafectabay,evidentemente,alimentabaensupechounaprofundayarraigadamelancolía.LamáslevemencióndeElvira,lamástrivialcircunstanciaquelerecordaseasuadoradamadre,bastabanparaprovocarleunagraveagitación.¡Cuántomáshabríasufrido,dehabersabidolasagonías con que terminó su existencia! Pero de esto nadie tenía la más ligerasospecha.Elvirasufríafuertesconvulsiones.Supusieronque,alsentirque le ibanaacometer otra vez, se había esforzado en llegar a la cámara de su hija con laesperanzadequelaasistiese;quesufrióunsúbitoataque,demasiadoviolentoparasuyadebilitadasalud,yquehabíaexpiradoantesdedarletiempoatomarlamedicinaque generalmente la aliviaba, y que se hallaba en un anaquel de la habitación deAntonia. Tal explicación fue firmemente creída por las pocas personas que seinteresaban porElvira. Sumuerte se consideró un hecho natural, y no tardaron enolvidarlo todos, salvo la persona que tenía demasiados motivos para lamentar supérdida.

Verdaderamente,lasituacióndeAntoniaerabastanteembarazosaydesagradable.Seencontrabasolaenmediodeunaciudadcaraydisipada.Estabamalprovistadedinero,ypeordeamigos.SutíaLeonelaseencontrabatodavíaenCórdobaynosabíasu dirección.No había tenido noticias delmarqués de lasCisternas; por lo que sereferíaa

Lorenzo, hacía tiempo que había abandonado la idea de que poseyera ningúninterésporella.Nosabíaaquiéndirigirseensupresentedilema.QueríaconsultaraAmbrosio. Pero recordaba las instrucciones de su madre de evitar su trato en loposible, y la última conversación que tuvieron las dos sobre este tema le dio aentendersuficientementesusintenciones,afindequeestuvieseenguardiacontraélen el futuro. Sin embargo, todas las advertencias de su madre no podían hacerlecambiar su buena opinión del fraile. Seguía pensando que esta amistad y relacióneranimprescindiblesparasudicha.Considerabasusflaquezasconojos,imparciales,ynopodíaconvencersedequehubiese intentado realmente su ruina.Sinembargo,Elviralehabíaordenadoenérgicamentequedejasedetratarle,yellateníademasiado

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respetoporsumadreparadesobedecerla.Porúltimo,resolviódirigirsealmarquésde lasCisternasparapedirleconsejoy

amparo, dado que era su pariente más próximo. Le escribió, informándolebrevemente de su desolada situación; le suplicaba que se apiadase de la hija de suhermano, que le siguiese pasando a ella la pensión de Elvira y le autorizase pararetirarsealviejocastilloqueélposeíaenMurcia,elcualhabíasidosurefugiohastaahora.Despuésdelacrarlacarta,seladioalafielFlora,queinmediatamentesalióaejecutar lacomisión.PeroAntoniahabíanacidobajoel signodeunamalaestrella.Dehaberrecurridoalmarquéstansóloundíaantes,acogidacomosobrinaycolocadaa la cabeza de su familia, habría escapado a todas las desventuras que ahora laamenazaban.Raimundosiemprehabíatenidoideadehacerloasí,perosuesperanza,primero,dehacerlelaproposiciónaElviraatravésdeloslabiosdeInés,ydespués,sudesencantoantelapérdidadelaprometidaesposa,asícomolagraveenfermedadquedurantealgúntiempolehabíatenidoconfinadoenlacama,leobligaronadiferirdedía endía el dar asilo en su casa a la viudade suhermano.Había encargado aLorenzo que la proveyese de dinero en abundancia. Pero Elvira, poco deseosa decontraerobligacionesconestenoble,lehabíaaseguradoqueellanoteníanecesidadinmediatadeayudapecuniaria.Portanto,elmarquésnoimaginabaqueunapequeñademoraporsupartepudieseoriginarningunadificultad;yelpesarylaagitacióndesuespíritupodíanmuybienexcusarsudescuido.

De haber sido informado de que la muerte de Elvira había dejado a su hijadesamparadaysinamigos,habría tomadomedidas,evidentemente,que lahubiesenprotegidocontratodopeligro.PeronoestabadestinadaAntoniaatenertantasuerte.El día que ella envió su carta al palacio de las Cisternas, fue el día siguiente demarcharseLorenzodeMadrid.Elmarquésseencontrabaenlosprimerosparoxismosdeladesesperación,convencidodeque,efectivamente,Inésnoexistíaya.Deliraba,ydadoquesuvidacorríapeligro,nopermitíanqueseleacercasenadie.AFloraselenotificóqueeraincapazdeatenderacartaninguna,yqueprobablementesedecidiríasudestinoencuestióndehoras.Contanpocosatisfactoriarespuesta,sevioobligadaaregresarconsuseñora,queahorasehallabasumidaenmásgrandesdificultadesquenunca.

FloraydoñaJacinta seesforzaronenconsolarla.La segunda le rogóquenosepreocupara,quepodíaseguirviviendoensucasacuantodesease,queellalatrataríacomo a su propia hija. Antonia, viendo que la buena mujer le había cobradoverdaderoafecto,sesintióalgomástranquilizada,pensandoquealmenosteníaaunaamigaenelmundo.Recibióentoncesunacarta,dirigidaaElvira.ReconociólaletradeLeonela;yalabrirlagozosa,encontróladetalladarelacióndelasaventurasdesutía en Córdoba. Informaba a su hermana que había recobrado su legado, habíaperdidosucorazón,yhabía recibidoacambioeldelmásamablede losboticarios,

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pasados,presentesyfuturos.AñadióqueestaríaenMadridelmartesporlanoche,yqueteníaintencióndepresentarasucaroesposoenpersona.Aunquesumatrimonioestaba lejos de complacer a Antonia, el pronto regreso de Leonela produjo granalegríaensusobrina.Seanimóalpensarqueunavezmásestaríabajoelcuidadodeunapariente.Nopodíapormenosdepensarqueeraenormementeimpropioqueunajovenvivieseentreabsolutosdesconocidos,sinnadiequeregulasesuconductaolaprotegiese de las ofensas a las que su desamparada condición la exponía.Así queesperóconimpacienciaelmartesporlanoche.

Yllegóeldía.Antoniaescuchabaansiosaloscarruajesquepasabanporlacalle.Ninguno se detenía, y comenzaba a hacerse tarde sin que apareciese Leonela. Noobstante,Antoniadecidióseguirlevantadahastaquellegasesutía,yapesardetodaslas protestas de doña Jacinta y de Flora, insistió en velar. Las horas transcurrieronlentasy tediosas.:LamarchadeLorenzohabíapuesto fin a sus serenatas.Antoniaesperóenvanooírelhabitualsonidodelasguitarrasbajosuventana.Cogiólasuya,ytocóalgunosacordes.Perolamúsica,esanoche,habíaperdidotodoencantoparaella, y no tardó en volver a dejar el instrumento en su estuche. Se sentó ante elbastidor,peronadalesalíabien.Lefaltabansedas,serompíaelhiloacadamomento,y las agujas eran tan hábiles en equivocarse, que parecían tener vida propia. Porúltimo,cayóunagotadeceradelcirioqueteníacercasobresuguirnaldadevioletasfavorita. Esto la desalentó completamente. Dejó la aguja y abandonó el bordado.Estabavistoquenadaeracapazdedistraerla.Sesentíapresadelaburrimiento,ysededicóahacervotosporquellegasesutía.

Estabapaseandoarribayabajoconindiferenciaporlahabitación,cuandosusojossefijaroncasualmenteenlapuertaquedabaaccesoalahabitaciónquehabíasidodesumadre.RecordóquelapequeñabibliotecadeElviraseguíaallí,ypensóquetalvezpodríaencontraralgúnlibroqueladistrajesehastaquellegaraLeonela.Asíquecogiólapalmatoriade lamesa,cruzóelcuartopequeñoyentróalaposentocontiguo.Almirar en torno suyo, los objetos de la habitación le evocaron mil pensamientosdolorosos.Elsilenciototalquereinabaentodalacámara,lacamadespojadadesussábanas,lafríachimeneaenlaquehabíaunalámparaapagadayunascuantasplantasmediosecasenlaventana,olvidadasdesdelamuertedeElvira,inspiraronaAntoniaunmelancólico temor.Laoscuridadde la nochedabamás fuerza a esta sensación.Colocólaluzsobrelamesaysehundióenunagranbutaca,enlaquehabíavistoasumadresentadamilesdeveces.¡Yanolaveríaallíotravez!Sinquererlo,laslágrimasinundaron sus mejillas, y se abandonó a una tristeza que se fue haciendo másprofundaacadainstante.

Avergonzada de su debilidad, se levantó por último de su asiento. Se puso abuscarloquelahabíatraídoaesteescenariomelancólico.Lapequeñacoleccióndelibros estaba ordenada en varios estantes. Antonia los examinó sin encontrar nada

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interesante.Echómanoaunvolumendeviejospoemasespañoles.Leyóunascuantasestrofasquedespertaronsucuriosidad.Cogióellibro,ysesentóahojearloconmásdetenimiento.Despabilóel cirio,que seestabacasi terminando,y leyó la siguientebalada:

ALONSOELBRAVOYLAHERMOSAIMOGINA

UnaguerridosoldadoyunaradiantedoncellaConversabansentadosenlahierba.

Contiernogozosemiraban;AlonsoelBravosellamabaelcaballero;

Ladoncella,lahermosaImogina.

«¡Ay!—diceeljoven—,mañanapartiréAlucharenlejanastierras;

Prontoacabaránvuestrosllantospormiausencia,Otrooscortejará,yvosconcederéis

Amásricopretendientevuestramano.»

«¡Oh,dejadesosrecelos—dijolahermosaImogina—,Queofendenalamoryamí!Puesyaestéisvivoomuerto,

OsjuroporlaVirgenquenadieenvuestrolugarSeráesposodeImogina.

»¡Sialgunavez,movidaporelplacerolariqueza,OlvidaseamiAlonsoelBravo,

QuieraDiosqueparacastigarmiorgullo,Vuestroespectroenmisnupciassepresente

Ymeacusedeperjurio,mereclamecomoesposa,Ymearrastreconélasutumba!»

APalestinamarchóelhéroeesforzado;Suamorlloróladoncellaamargamente;Peroapenastranscurridosdocemeses,SevioaunbaróncubiertodeoroyjoyasLlegaralapuertadelahermosaImogina.

Sutesoro,susregalos,sudilatadodominioNotardaronenhacerlaquebrantarsusvotos;Ledeslumbrólosojos,leofuscóelcerebro;

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Yconquistósuligeroyvanoafecto,Ylallevóasucasacomoesposa.

Bendecidoelmatrimonioporlaiglesia,Ahoraempezabaelfestín.

Lasmesasgemíanconelpesodelosmanjares,Aúnnohabíacesadoladiversiónylarisa,Cuandolacampanadelcastillodiolauna.

EntoncesviolahermosaImoginaconasombroAunextrañojuntoaella;

Sugestoeraterrible;nohizoruido,Nihabló,nisemovió,nisevolvióentornosuyo,

Sinoquemirógravementealaesposa.

Teníalaviserabajada,yeragigantesco;Ysuarmaduraparecíanegra;

Todarisayplacerseacallóconsupresencia,Losperrosretrocedieronalverle;¡Laslucessevolvieronazules!

Supresenciaparecióparalizartodoslospechos.Losinvitadosenmudecierondeterror.Porúltimohablólaesposa,temblando:

«¡Señorcaballero,quitaosyavuestroyelmo,Ydignaoscompartirnuestraalegría!».

Ladamaguardasilencio;elextrañoobedece,Ylevantalentamentesuvisera.

¡Oh,Dios!¡QuévisiónpresenciólahermosaImogina!¡Cómoexpresarsuestuporydesmayo,Aldescubrirelcráneodeunesqueleto!

Todoslospresentesgritaronaterrados.Todoshuyerondeallídespavoridos.Losgusanosentrabanysalían,

Yseagitabanenlascuencasylassienes,MientrasestodecíaelespectroaImogina:

«¡Mírame,perjura!¡Mírame!—exclamó—,¡RecuerdaaAlonsoelBravo!

Diospermitecastigartufalsedad,

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Miespectrovieneatientuboda,Teacusadeperjurio,tereclamacomoesposa,

¡Yvaallevartealasepultura!».

Dichoesto,rodeóaladamaconsusbrazos,Queprofirióungritoaldesmayarse,

Ysehundióconsupresaenelsueloabierto.NuncavolvieronaveralahermosaImogina,

Nialespectroqueporellavino.

Noviviómuchoelbarón,quedesdeentoncesNoquisohabitarmáselcastillo.

Puescuentanlascrónicasque,porordensublime,ImoginasufreeldolordesucrimenYlamentasudestinodeplorable.

Amedianoche,cuatrovecesalaño,suespectro,Cuandoduermenlosmortales,

AtaviadaconsublancovestidodeesposaApareceenelcastilloconelcaballero–esqueleto

Ygritamientraséllaacosa.

Mientras,bebiendoenloscráneossacadosdelastumbas,Sevendanzarespectrosentornoaellos.Sangreessubebida,yestehorriblecanto

Entonantodos:«¡AlasaluddeAlonsoelBravo,YsuesposalafalsaImogina!».

La lecturadeestahistorianodisipóprecisamente la tristezadeAntonia.Poseíaunafuerteinclinaciónhacialomaravilloso;ysunodriza,quecreíafirmementeenlasapariciones, le había contado de pequeña tantas y tan horribles aventuras de estanaturaleza que todos los intentos de Elvira por extirpar del espíritu de su hija susimpresiones habían resultado inútiles. Antonia aún abrigaba un prejuiciosupersticiosoensupecho:amenudosufría terroresque,cuandodescubríasucausanatural e insignificante, la hacían ruborizarse por su propia debilidad. Con taldisposición de ánimo, la aventura que acababa de leer bastó para alarmar susaprensiones.Aellocontribuíantambiénlahoraylaatmósferadelaposento.Eraunahoraavanzadade lanoche;estabasolaen lacámaraqueundíaocuparasudifuntamadre.El tiempo era frío y tormentoso: el viento aullaba alrededor de la casa, laspuertasretemblabanensusmarcos,y lapesadalluviagolpeabalasventanas.Noseoía ningún otro ruido.La vela, que ahora se había derretido hasta el agujero de la

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palmatoria, elevaba a veces una llama inusitada que iluminaba toda la habitación,paramenguar seguidamentecasihastaextinguirse.El corazóndeAntonia latíaconviolencia. Sus ojos vagaron temerosos entre los objetos que la rodeaban cuando lallamalosiluminabademaneraintermitente.Tratódelevantarsedesuasiento,peroletemblabanlaspiernascontantaviolenciaquefue incapazdeenderezarse.EntoncesllamóaFlora,queestabaenunahabitaciónvecina;peroelnerviosismoleahogólavoz,ysugritoseconvirtióenunmurmullocavernoso.

Pasó unos minutos en esta situación, después de los cuales comenzaron adisipársele los terrores. Se esforzó en recuperarse y hacer el suficiente acopio defuerzaparaabandonar lahabitación.Desúbito, leparecióoírcomounlevesuspirocerca de ella. Esta impresión le hizo volver a su anterior flojedad. Ya se habíalevantado de la butaca, y estaba a punto de coger la palmatoria de la mesa. Elimaginarioruido ladetuvo.Retiró lamano,yseapoyóenel respaldode labutaca.Escuchóconansiedad,peronooyónadamás.

«¡Diosmío!—sedijoa símisma—.¿Quéhapodidoserese ruido?¿Mehabréequivocado,olohabréoídoenrealidad?»

Susreflexionesfueroninterrumpidasporotroruidoenlapuerta,apenasaudible.Parecía como si alguien susurrara. La alarma de Antonia aumentó. Sin embargo,sabíaqueestabapasadoelcerrojo,yestaidealatranquilizóenciertomodo.Luego,selevantóelpestillosuavemente,ylapuertasemoviódespacioadelanteyatrás.ElexcesivoterrorconfirióahoraaAntoniaesafuerzadelaquehastaahorahabíaestadoprivada. Echó a correr, y se dirigió hacia la puerta del cuarto pequeño, de dondellegaría fácilmente a la cámara donde esperaba encontrar a Flora y a doña Jacinta.Apenas hubo llegado al centro de la estancia, cuando se levantó el pestillo porsegunda vez. Un impulso involuntario la obligó a volver la cabeza. Lenta,gradualmente,lapuertagirósobresusgoznes,ydepie,enelumbral,descubrióunafiguraaltayflaca,envueltaenunblancosudarioquelacubríadelacabezaalospies.

Estavisiónleparalizólaspiernas.Sequedópetrificadaenelcentrodelaposento.Ladesconocidafigura,conpasomedidoysolemne,seacercóalamesa.Alacercarse,lavelamedioapagadaelevóuna llamamelancólicayazul.Sobre lamesahabíaunpequeño reloj; alzó su brazo derecho, y señaló la hora, al tiempo que mirabagravemente a Antonia, que aguardaba inmóvil y en silencio la conclusión de estaescena.

La figura permaneció en esta actitud unos segundos. El reloj dio la hora. Ycuandohubocesadoelruido,diounospasoshaciaAntonia.

—Dentrodetresdías—dijounavozdébil,cavernosa,sepulcral—,dentrodetresdíasnosveremosotravez.

Antoniaseestremecióanteestaspalabras.—¿Nos veremos otra vez? —profirió al fin, con dificultad—. ¿Dónde nos

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veremos?¿Aquiénveréotravez?Lafiguraseñalóelsueloconunamano,yconlaotra,alzóellienzoquecubríasu

rostro.—¡Diostodopoderoso!¡Mimadre!—gritóAntonia,ysederrumbóenelsuelosin

sentido.DoñaJacinta,quesehallabatrabajandoenunahabitaciónvecina,sealarmóaloír

elgrito.Floraacababadebajaratraeraceiteparalalámparajuntoalacualestabansentadaslasdos.AsíqueJacintaechóacorrersolaenauxiliodeAntonia,ynofuepequeñosuasombroalencontrarlasinsentido.Luegoprocedióamojarlelassienes,calentarlelasmanos,yrecurrióatodoslosmediosposiblesparaquevolvieseensí.Lo consiguió con algunadificultad.Antonia se recobró, ymiró a su alrededor conojosextraviados.

—¿Dóndeestá?—exclamóconvoz temblorosa—.¿Seha ido?¿Estoya salvo?¡Habladme!¡Ayudadme!¡Oh,habladme,poramordeDios!

—¿Asalvodequién,criatura?—replicóasombradaJacinta—.¿Quéosalarma?¿Dequiéntenéismiedo?

—¡Dentrodetresdías!¡Mehadichoquenosveremosdentrodetresdías!¡Seloheoídodecir!¡Ylohevisto,Jacinta,lohevistohaceunmomento!

SearrojósobreelpechodeJacinta.—¿Quelohabéisvisto?¿Aquién?—¡Alfantasmademimadre!—¡Jesucristo!—exclamóJacintay,poniéndosedepie,dejócaeraAntoniaenla

almohadaysalióconsternadadelahabitación.Cuandobajabaprecipitadamente,seencontróconFloraquesubía.—Idaveravuestraama,Flora—dijo—.¡Aquíocurrencosasraras!¡Oh!¡Soyla

mujermásdesgraciadadeestemundo!Tengolacasallenadefantasmas,cadáveresysabe Dios qué más. Sin embargo, estoy segura de que a nadie le gustan talescompañíasmenosqueamí.PeroidaveradoñaAntonia,Flora,yotengocosasquehacer.

Dichoesto,siguiócaminodelapuertadelacalle,laabrióy,sinentretenerseencolocarse el velo, se dirigió a la abadía de los capuchinos. Entretanto, Flora subiócorriendo a la cámara de su señora, igualmente sorprendida y alarmada ante laconsternacióndeJacinta.EncontróaAntoniatendidaenlacama,sinconocimiento.UtilizólosmismosmediosqueJacintaparahacerlavolverensí.Peroviendoquesuamasóloserecuperabadeundesvanecimientoparacaerenotro,mandóllamaratodaprisaunmédico.Mientrasesperabasullegada,desvistióaAntoniay lametióenlacama.

Sinhacer casode la tormenta, aterrada casi hasta la pérdidadel dominiode sí,Jacintacorrióporlascalles,ynosedetuvohastaquellegóalaentradadelaabadía.

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Tocó sonoramente la campanilla, y tan pronto como apareció el portero, pidiópermisoparahablarconelprior.AmbrosioestabaenesemomentodeliberandoconMatilde sobre losmedios de lograr el acceso a Antonia. Dado que la causa de lamuerte de Elvira había quedado en el anonimato, estaba convencido de que loscrímenesnoeranseguidosinmediatamenteporsucorrespondientecastigo,comosusinstructoreslehabíanenseñado,ycomohastaentonceshabíacreídoélmismo.EstaconvicciónlehizodecidirseporlaruinadeAntonia,pueslospeligrosydificultadesdelgocedesupersonaparecíanhaberincrementadosupasión.Elmonjehabíahechoyaunintentodequeseleadmitieseasupresencia.PeroFloralehabíadenegadolapeticiónentalestérminosqueleconvenciódequetodossusesfuerzosfuturosseríaninútiles.Elvirahabíaconfiadosussospechasaestafielcriada.Lehabíapedidoqueno dejase nunca a Ambrosio a solas con su hija, y de ser posible evitara que lavolvieseaver.Floraprometióobedecerla,yhabíacumplidosusórdenescasialpiedela letra.Aquellamañana,había rechazado lavisitadeAmbrosioaunqueAntonia loignoraba. Y el monje comprendió que conseguir ver a su amada abiertamente eraimposible;asíqueélyMatildesehabíanpasadolanocheesforzándoseenidearalgúnplancuyoresultadofuesemásfructífero.Yenelloestaban,cuandounhermanolegoentró en la celda del abad y le informó de que unamujer llamada Jacinta Zúñigasolicitaba,unosminutosdeaudiencia.

Ambrosio no estaba dispuesto ni mucho menos a conceder tal petición a lasolicitante. Se negó categóricamente, y pidió al hermano lego que dijese a ladesconocidaquevolvieraaldíasiguiente.Matildeleinterrumpió:

—Idaveraesamujer—dijoenvozbaja—.Tengomismotivos.El abad obedeció, y dijo que iría al locutorio en seguida. Con este recado, el

hermano lego se retiró. Tan pronto como se quedaron solos,Ambrosio preguntó aMatildeporquédeseabaqueviesealatalJacinta.

—EslaquetieneensucasaaAntonia—explicóMatilde—,puedequeseaútil.Perointerroguémosla,ysabremosquélatraeaquí.

Sedirigieronjuntosal locutorio,dondeJacintaaguardabayaalabad.Ésta teníaunaaltaopinióndesupiedadyvirtud;yconsiderandoquedebíadeposeergranpodersobre el diablo, creyó que le resultaría sencillo expulsar el espectro de Elvira.Fundada en esta convicción, había corrido a la abadía. Y tan pronto como vio almonje entrar en el locutorio, cayóde rodillas y comenzó a contar el asunto que latraíaenestostérminos:

—¡Oh, reverendo padre! ¡Qué accidente! ¡Qué aventura! No sé quédeterminacióntomar,yamenosquemeayudéis,mevolveré loca.¡Osaseguroquejamáshahabidomujermásdesdichadaqueyo!Hehechocuantoestabademipartepor mantenerme alejada de semejante abominación, y sin embargo ha resultadodemasiado insuficiente. ¿De qué me sirve rezar el rosario cuatro veces al día y

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cumplirtodoslosayunosprescritosporelcalendario?¿DequémesirvehaberhechotresperegrinacionesaSantiagodeCompostela,ycomprartantasindulgenciaspapalescomolasquehabríanecesitadoelcastigodeCaín?¡Nadadeesomevale!¡Todomesalemal,ysóloDiossabecuándomeirábien!Porqueahora,juzguevuestrasantidad.Mi inquilina muere entre convulsiones. Por pura consideración, la entierro a mipropiacosta(noporqueseaparientemíaniporquehayarecibidoyounsolodoblónasumuerte.Nohe recibidonadadeella, asíque tanto suvidacomosumuerteeranexactamenteigualesparamí.Peroestonotienenadaqueverconmiobjeto.Volveréalo que estaba diciendo), me ocupé de su funeral y de que se cumpliese todo demaneradecenteyapropiada,loquefuebastante,¡bienlosabeDios!¿Ycómocreéisque paga la damami amabilidad? Pues negándose a dormir tranquila en su ataúd,comodebehacertodoespíritupacíficoybenévolo,yviniendoaacosarmeamí,quenodeseovolveraponerlosojosenellaotravez.¡Yasí,vieneaalborotarmicasaamedia noche, metiéndose en la habitación de su hija por el ojo de la cerradura ytrastornandoalapobrecriatura!Aunqueseaunfantasma,podíasermáseducadaynoentrar de sopetón en casa de las personas que tan poco desean su compañía. Encuanto amí, reverendo padre, la situación es ésta: si ella entra enmi casa, yomemarcho, pues no aguanto esa clase de visitas, ¡no, señor! Demodo que, como vevuestrasantidad,sinvuestraayudamesientoarruinadayperdidaparasiempre.Meveréobligadaaabandonarmicasa;nadiequerráveniraella,cuandosesepaquesuespectrolavisita,¡yenbonitasituaciónmeencontraré!¡Quédesdichadasoy!¿Quépuedohacer?¿Quévaaserdemí?

Y se echóa llorar amargamente, retorciéndose lasmanos, y suplicandoal abadqueledijesequéopinabadesucaso.

—Enverdad,buenamujer—respondióél—,quemeesdifícilaliviarossinsaberquéesloqueosocurre.Habéisolvidadocontarmequéhasucedido,yquéesloquequeréis.

—¡Válgame Dios!—exclamó Jacinta—. ¡Vuestra santidad tiene razón!Mirad;brevemente,estoesloquehapasado:unahuéspedmíahamuertorecientemente;eraunamujermuy buena, tengo que decir en su favor, según lo que yo sabía de ella,aunque nomucho, ya que guardabamuy bien las distancias y solía darsemuchosaires,ycadavezquemeatrevíaadirigirlelapalabraadoptabaungestoquemehacíasentirmecomoextraña;queDiosmeperdonepordecir,eso.Sinembargo,aunquesemostrabamásarrogantedelonecesarioysimulabamirarmeconaltivez(aunque,simehaninformadobien,tengotanbuenospadrescomopudotenerlosella,yaquesupadre fue zapatero en Córdoba, y el mío sombrerero enMadrid, sí señor, y muyconocidoademás,debodecir).Sinembargo,apesardetodosuorgullo,erapersonamuyeducada,ynodeseohuéspedmejor.Poresomeextrañaquenodescanseenpazen su tumba; ¡pero no se puede fiar una de la gente de estemundo!Pormi parte,

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jamás la vi hacer nadamalo, salvo el viernes anterior a sumuerte.En efecto, ¡meescandalizó verla comerse un ala de pollo! «¡Cómo, doña Flora!—dije yo (Flora,reverencia, es la doncella)—. ¡Cómo, doña Flora! —dije—, ¿come carne vuestraseñoralosviernes?¡Vaya,vaya!¡Tenedloencuenta,yrecordadquedoñaJacintaosha advertido de ello!»Estas fueron mis palabras, pero, ¡ay! ¡Ya podía habermemordido la lengua! Nadie me lo tuvo en cuenta; y Flora, que es algo brusca yrespondona(peorparaella,digoyo),medijoquetantodabacomerseunpolloqueelhuevodelquehabíasalido.Esmás,inclusollegóadecirmequesisuseñoraañadíaunalonchadetocino,nosehabríaaproximadoniunapulgadamásasucondenación.¡Dios nos proteja! ¡Es una pobre ignorante!Le aseguro a vuestra santidad quemeestremecí al oír semejantes blasfemias, y a cada momento esperaba ver abrirse latierra para tragársela; ¡comer pollo! Pues debéis saber, excelentísimo padre, quemientrashablábamosdeesto,sosteníaellaunabandejaenlaquehabíatambiénpolloasado.¡Ymuybuenaspectoquetenía,todohayquedecirlo!Hechoenasador,puesyomismameproponíaguisarlo:eraunpollitogallegoquehabíacriadoyo,santidad,conunacarneblancacomo lacáscaradehuevo, talcomodoñaElvirameconfesó.«DoñaJacinta»,dijodebuenhumor,porqueadecirverdad,siempresehamostradomuycortésconmigo...

AquílapacienciadeAmbrosioseagotó.AnsiosoporsaberelasuntoquetraíaaJacinta,enelqueparecíaestarimplicadaAntonia,casiperdiólosnerviosescuchandolas divagaciones de aquella vieja pesada. La interrumpió, y declaró que si no lecontaba inmediatamente lo que tuviera que decirle, abandonaría inmediatamente ellocutorioyladejaríaqueresolviesesusdificultadesporsísola.Jacintarelatósucasocon la brevedaddeque fue capaz; pero su relato siguió siendo tan circunstanciadoqueAmbrosionecesitórecurriratodasupacienciaparaaguantarhastasuconclusión.

—Así,reverencia—dijodespuésdecontarlamuerteyelentierrodeElviracontodos sus detalles—; así, reverencia, después de oír el grito, dejémi labor y acudícorriendoalaposentodeAntonia.Alnoencontraranadieallí,fuialsiguiente.Perodeboconfesarquesentíunpocodetemoralentrar,pueseralamismahabitaciónenquedoñaElvirasolíadormir.Sinembargo,entré;yefectivamente,allíestabalajovendama,tendidacuanlargaeraenelsuelo,fríacomoelmármolyblancacomoelpapel.Mequedésorprendida,comobienpuedesuponervuestrasantidad.Pero, ¡oh,cómome estremecí al ver una figura alta junto ami codo, cuya cabeza tocaba al techo!Tenía la cara de doña Elvira, debo confesar. Pero de su boca salían llamaradas defuego, tenía losbrazoscargadosdecadenasquechirriabanespantosamente,¡ycadacabello suyo era una serpiente tan gruesa como mi brazo! Al verla me asusté, yempecé a rezar el avemaría. Pero el fantasma, interrumpiéndome, profirió tressonorosgemidos,yrugióconvozterrible:«¡Oh,aquellaaladepollo!¡Mipobrealmasufre ahorapor ella!».Y tanpronto comodijo esto, se abrió la tierray se tragóal

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espectro;oíelestallidodeuntrueno,ylahabitaciónsellenódeoloraazufre.Cuandomerecobrédel sustoy logréhacervolverensíadoñaAntonia,quienmedijoquehabíagritadoalveralfantasmadesumadre(¡Ycontodalarazón,pobrecriatura!Dehaber estadoyo en su lugar, habría gritadodiez vecesmás que ella),mevino a lacabeza inmediatamente la idea de que si había alguien capaz de apaciguar a esteespectrodebíadeservuestrareverencia.Demodoqueaquíhevenidoatodaprisa,asuplicarosqueasperjéismicasaconaguabenditayexpulséisalaaparición.

Ambrosiosequedóperplejoanteestaextrañahistoria,alaquenodabacrédito.—¿ViodoñaAntoniatambiénelfantasma?—preguntó.—¡Tanclaramentecomoosveoyoavos,reverendopadre!Ambrosioguardósilenciounmomento.Aquíselebrindabaunaocasióndetener

accesoaAntonia,perovacilabaenutilizarla.AúnleeraqueridalareputacióndequegozabaenMadrid;ypuestoquehabíaperdidolarealidaddelavirtud,parecíacomosi su simulación se hubiese vuelto más valiosa. Era consciente de que quebrantarpúblicamentelanormadenosalirjamásdelrecintodelaabadíaanularíagranpartedesusupuestaausteridad.AlvisitaraElvira,habíatomadosiemprelaprecaucióndeocultar su rostroante la servidumbre.Salvo ladama, suhijay la fielFlora,noeraconocidoen la familiamásquepor el nombredepadre Jerónimo.Deacceder a lapetición de Jacinta y acompañarla a su casa, sabía que la violación de su normadejaría de ser un secreto. Sin embargo, su ansiedad por ver a Antonia obtuvo lavictoria.EsperabaquelasingularidaddeestaaventuralejustificaríaantelosojosdeMadrid.Perofueranlasconsecuenciasquefuesen,decidióaprovecharlaoportunidadque el azar le brindaba. Una mirada expresiva de Matilde le confirmó en suresolución.

—Buenamujer—dijo a Jacinta—, lo queme contáis es tan extraordinario queapenas puedodar crédito a vuestras afirmaciones.Sin embargo, accederé a vuestrapetición. Mañana, después de los maitines, podéis esperarme en vuestra casa.Entoncesveré loquepuedohacerporvos; y si está enmipoder, os libraréde tanimportunavisitante.Ahoraregresadavuestracasa,yquedadenpaz.

—¿Acasa?—exclamóJacinta—.¿Irmeyoacasa?¡Pornadadelmundo!¡Sinoesconvuestraprotección,notraspondráestaservidoraelumbral!¡LíbremeDios,lomismopuedesalirmeelfantasmaenlaescalerayllevarmeconsigoalinfierno!¡Oh,sihubieseaceptadoelofrecimientodeljovenMelchorBasco!Ahoratendríaaalguienquemeprotegiese.¡Perosoyunamujersolaquenosetropiezamásqueconcrucesydesventuras!¡GraciasalCielo,aúnnoestardeparaelarrepentimiento!AceptarélasproposicionesdeSimónGonzálezundíadeéstos;yesmás,sisigoconvidacuandorompaeldía,mecasaréconél sinotrademora: tendrémarido;estádecidido,puesahoraquetengoenmicasaaesefantasma,mevoyamorirdemiedosiduermosola.Pero,poramordeDios,reverendopadre,venidconmigoahora.Nopodrédescansar

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hastaquehayasidopurificadamicasa,ylapobrejoven...¡Pobrecitamuchacha!Seencuentra en una situación lastimosa. La he dejado en medio de violentasconvulsiones,ydudoqueserecobrefácilmentedelsusto.

Elfrailesealarmó,ylainterrumpióansioso:—¿Presa de convulsiones, decís? ¿Antonia presa de convulsiones? ¡Guiadme,

buenamujer!¡Ossigoahoramismo!Jacinta insistió en que llevase el recipiente del agua bendita. Accedió a esta

petición. Creyéndose a salvo bajo su protección aunque la atacase una legión defantasmas, lavieja sedeshizoenexpresionesdeagradecimiento,ypartieron juntoshacialacalledeSantiago.

TanfuerteeralaimpresiónqueelespectrohabíacausadoenAntonia,quedurantelas primeras dos o tres horas el médico declaró que su vida corría peligro.Finalmente,alhacerselosataquesmenosfrecuentes,modificósuopinión.Dijoqueloúniconecesarioeraprocurarqueestuviesetranquila.Ymandóprepararunamedicinaque sosegara sus nervios y le procurara el descanso que demomento tanta falta lehacía. La visión de Ambrosio, que ahora apareció con Jacinta junto a su cama,contribuyó esencialmente a apaciguar sus alterados ánimos. Elvira no le habíaexplicadosuficientementelanaturalezadesuspropósitos,paradejaradvertidaaunajoventanignorantedelmundodelopeligrosoqueresultabaeltratoconelmonje.Eneste instante, transidadehorrorante laescenaqueacababadepasar,y temerosadecontemplarlaprediccióndelfantasma,suespíritunecesitabadetodoslosauxiliosdela amistad y la religión; así quemiró al abad con ojos doblemente parciales.Aúnabrigabalaacusadapredisposiciónensufavorquehabíasentidoporélalprincipio.Sefiguraba,aunquenosabíaporqué,quesupresenciaeraunasalvaguardiafrenteatodaclasedepeligro,ofensaodesventura.Leagradeciócálidamentesuvisita,y lecontólaaventuraquetangravementelahabíaalarmado.

El abad se esforzó en tranquilizarla y convencerla de que todo había sido unengañodesuenfebrecidaimaginación.Lasoledadenquehabíapasadolanoche,ellibro que había estado leyendo y la habitación donde se había sentado, habíancontribuidoacolocarlaante talvisión.Tachóderidícula la ideade losespectros,yadujosólidosargumentosparaprobarlafalaciadesemejanteteoría.Suconversaciónla tranquilizóy la conformó,perono la convenció.Nopodía creerque el espectrohabíasidounameracriaturadesuimaginación.Cadadetallehabíaquedadoimpresoensumentecondemasiadafuerzaparaaceptartalidea.Persistióenafirmarquehabíavisto realmente el espectro de sumadre y que había oído anunciar el plazo de sumuerte,ydeclaróquejamásabandonaríaellechoconvida.Ambrosioleaconsejóquenoabrigasetalessentimientos,yluegoabandonósucámara,despuésdeprometerquerepetiría su visita al día siguiente. Antonia acogió esta confirmación con grandesmuestrasdealegría.Peroelmonjesediocuentaenseguidadequenoeraaceptado

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conelmismoentusiasmopor lacriada.Floraobedecía lasórdenesdeElviraconlamás escrupulosa puntualidad. Examinaba con todo detalle y preocupación aquelloquepudieseperjudicar lomásmínimoasu jovenama,a laquehacíamuchosañosque se sentía unida. Era natural de Cuba, había seguido a Elvira en su regreso aEspaña, y quería a la joven Antonia con afecto maternal. Flora no abandonó lahabitación un solo instante mientras el abad estuvo allí: vigiló cada palabra suya,cadamiradaycadagesto.Ambrosiosediocuentadequesusojosrecelososestabansiemprefijosenél,ycomprendióquesusdesigniosnosalvaríanunainspeccióntanminuciosa.Sesintiófrecuentementeconfundidoydesconcertado.Sedabacuentadequedudabadelapurezadesusintenciones;ycomonoledejóniuninstanteasolasconAntonia,yprotegíaasuamacontanestrechavigilancia,desesperódeencontrarlosmediosdesatisfacersuspasiones.

Al abandonar la casa, Jacinta se encontró con él y le suplicó que se cantasenalgunasmisasporeldescansodelalmadeElvira,quenodudabasehallaríasufriendoenelpurgatorio.Elprometiónoolvidarestapetición;peroseganóperfectamenteelcorazóndelavieja,asegurándolequevigilaríatodalanochesiguienteenlacámaraencantada.Jacintanoencontrópalabrassuficientementeelocuentesparaexpresarsugratitud,yelmonjesemarchócolmadodebendiciones.

Erayacompletamentededíacuandoregresóalaabadía.Suprimercuidadofuecomunicar a su confidente cuanto había sucedido. Sentía una pasión demasiadosinceraporAntoniaparaoírconindiferencialaprediccióndesumuerteinminente,yse estremeció ante la idea de perder un objeto tan querido para él. Matilde letranquilizóaesterespecto.Confirmólosargumentosqueélmismohabíautilizadoya:declaróqueAntoniahabíasufridouna ilusióndesucerebrodebidoa lamelancolíaque la oprimía en ese momento y por la natural propensión de su espíritu a lasupersticiónylomaravilloso.EncuantoalahistoriadeJacinta,sumismoabsurdolainvalidaba. El abad no dudó en creer que había fabricado la historia entera, bienofuscadaporelmiedo,bienconlaesperanzadeinducirleaaccederconmásinterésasupetición.Ytrasdisiparlasaprensionesdelmonje,Matildeprosiguióasí:

—Tantolaprediccióncomoelfantasmasonigualmentefalsos.Perodebéistenercuidado,Ambrosio,yverificarlaprimera.Dentrodetresdías,Antoniadeberáestarefectivamentemuertaparaelmundo,aunquevivaparavos.Supresenteenfermedad,yestafiguraciónqueselehametidoenlacabeza,haránmásrealunplanquehacetiempotengomadurado,aunqueeraimposiblellevaralaprácticasinoteníaisaccesoaAntonia.Serávuestra,noporunanoche,sinoparasiempre.Denadavaldrátodalavigilanciadesudueña:gozaréissinrestriccionesdelosencantosdevuestraamada.Yhoymismohayqueponerenmarchaeseplan,puesnotenéistiempoqueperder.ElsobrinodelduquedeMedinacelisedisponeapediraAntoniaenmatrimonio.Dentrodeunosdías,éstatrasladarásudomicilioalpalaciodesupariente,elmarquésdelas

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Cisternas,yallíestaráasalvodevuestrosasedios.Puesdurantevuestraausenciahesidoinformadapormisespías,quesededicanconstantementeatraermenoticiasenserviciovuestro.Asíqueescuchadme.Hayunjugo,extraídodeciertashierbasmuypoco conocidas, que confiere a la persona que lo toma la exacta apariencia de lamuerte. Administrádselo a Antonia; encontraréis fácilmente el medio de derramarunasgotasensumedicina.Elefectoseráquesufriráfuertesconvulsionesduranteunahora,transcurridalacualsusangredejarádefluirgradualmente,yelcorazóndelatir.Unapalidezmortalseextenderáportodosusemblante,ypareceráuncadáveralosojosdetodoelmundo.Notieneamigosasualrededor.PodéisencargarosvosmismodelasupervisióndesufuneralyhacerqueselaentierreenlascriptasdeSantaClara.La soledadde este recintoy el fácil accesoa él hacende ese subterráneoun lugarfavorableparavuestrosdesignios.DadleaAntoniaestanoche lapociónsomnífera.Cuarenta y ocho horas después de haberla tomado, la vida volverá a reanimar supecho.Entoncesestaráabsolutamenteenvuestropoder:comprenderálainutilidaddetodaresistencia,ylanecesidadlaempujaráarecibirosensusbrazos.

—¡Antoniacaeráenmipoder!—exclamóelmonje—.¡Matilde,meemocionáis!Por fin serámía la dicha, y esa dicha será un regalo deMatilde, ¡un regalo de laamistad!EstrecharéaAntoniaentremisbrazos,lejosdetodamiradaindiscreta,¡detodomolesto entrometido! ¡Mi alma alentará sobre su pecho, enseñará a su jovencorazónlosprimerosrudimentosdelplacer,ygozarásinfrenodelainfinitavariedaddesusencantos!¿Seráefectivamentemíaesadicha?¿Podrédarriendasueltaamisdeseos, y satisfaré mis ansias locas y tumultuosas? Oh, Matilde, ¿cómo podréexpresarosmigratitud?

—Aprovechando mis consejos. Ambrosio, sólo vivo para serviros. Vuestrosinteresesyvuestrafelicidadsonmíosigualmente.AccedoaquevuestrapersonaseadeAntonia;sinembargo,aúnpuedoreclamarmisderechossobrevuestraamistadyvuestrocorazón.Contribuiravuestrosplacereseselúnicoparamí.Simisesfuerzoslograsen la satisfacción de vuestros anhelos, considerarémis trabajos ampliamentecompensados.Peronoperdamos tiempo.El licordelqueoshehabladosólopuedeencontrarseenellaboratoriodeSantaClara.Idinmediatamentealaabadesa;pedidlepermisoparaentrarenellaboratorio,yellanooslonegará.Allíhayunarmarioenelfondodelagranestancia,llenodelíquidosdediferentescoloresyvirtudes.Elfrascoencuestiónestáeneltercerestantealaizquierda.Contieneunlicorverdoso:llenadunapequeñaredomacuandonoosvean,yAntoniaserávuestra.

El monje no vaciló en adoptar este plan infame. Sus deseos, antes violentos,habíanadquiridorenovadovigoralhabervistoaAntonia.Mientrasestuvosentadoenelbordedesucama,elaccidentelehabíadescubiertoalgunosdeaquellosencantosque hasta entonces habían permanecido ocultos a sus ojos: los encontró aún másperfectosdeloquesuardienteimaginaciónseloshabíarepresentado.Aveces,surgía

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su brazo blanco y terso, al ordenar su almohada; otras, un súbito movimientodescubría parte de su pecho. Y cada vez que afloraba un nuevo encanto, allí seclavaban los ojos codiciosos del fraile. Apenas podía ocultar suficientemente susdeseosenpresenciadeAntoniaydesuvigilantedueña.Inflamadoporelrecuerdodeestasbellezas,acogióelplandeMatildesinvacilación.

Tan pronto como concluyeron losmaitines, se encaminó al convento de SantaClara.Sullegadacausóentrelasmonjaselmayorasombro.Lapriora,conscientedelhonorque suponíapara suconventoestavisita, se esforzópor expresar sugratitudcontodaslasatencionesposibles.Fueconducir,doal jardín, lemostraron todas lasreliquiasdelossantosymártires,yfueagasajadocontantorespetoydistincióncomosi se tratara del mismo papa. Por su parte, Ambrosio acogió las cortesías de lasuperioramuy afablemente, y procuró disipar su sorpresa ante la infracción de sunorma.Declaróquelaenfermedadimpedíaquemuchosdesuspenitentessaliesendesuscasas.Eranéstosexactamentelosquemásnecesitabanelconsejoyaliviodelareligión.Eranmuchos loscasosquesehallabanen tal situación,yaunqueestoeramuy contrario a sus propios deseos, había comprendido que era absolutamentenecesarioparaelserviciodelcielocambiarsudecisiónyabandonarsuamadoretiro.Laprioraaplaudióelcelopuestoensuprofesiónysucaridadparaconloshombres.DeclaróqueMadrideradichosoalposeeraunhombretanperfectoeirreprochable.Yhablandoenestostérminos,elfrailellegóalfinallaboratorio.Encontróelarmario.La botella estaba en el lugar queMatilde había descrito, y elmonje aprovechó laocasiónpara llenar su redomaconel licor somnífero.Luego,despuésdecompartiruna colación en el refectorio, se retiró del convento satisfecho con el éxito de suvisita,dejandoalasmonjasencantadasporelhonorqueleshabíaconcedido.

Esperóaquefuesedenoche,antesdedirigirsealdomiciliodeAntonia.Jacintalerecibió emocionada, y le rogó que no olvidase su promesa de velar en la cámaraencantada.Ambrosiorepitiódichapromesa.EncontróaAntoniarelativamentebien,aunqueobsesionadaaúnporlaprediccióndelespectro.Floranoseseparabadellechodesuama,yconmuestrasaúnmásclarasquelanocheanteriorevidenciósudisgustoantelapresenciadelabad.Noobstante,Ambrosiofingiónorepararenello.MientrasconversabaélconAntoniallegóelmédico.Yahabíaoscurecido.Sepidieronluces,yFlora se vio obligada a bajar a traerlas. Sin embargo, como quedaba una tercerapersonaenlahabitaciónyesperabaausentarsetansólounosminutos,consideróqueno había ningún peligro en abandonar su puesto. Tan pronto como salió de lahabitación, Ambrosio se acercó a la mesa donde se encontraba la medicina deAntonia:estabasituadaenunrincóndelaventana.Elmédicosehabíasentadoenunabutacay, ocupadoen interrogar a supaciente, noprestó atención a loquehacía elmonje.Ambrosioaprovechólaocasión:sacólaredomafatalyvertióunasgotasenlamedicina.Luegoseapartóapresuradamentedelamesayregresóalasientoquehabía

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dejado.CuandoFloraaparecióconlasluces,todoparecíaseguirigualqueantes.ElmédicodeclaróqueAntoniapodíaabandonarlahabitaciónaldíasiguientesin

ningún peligro. Le recomendó que siguiese la misma prescripción que la nocheanteriorlehabíaprocuradounsueñoreparador.Floraseñalóquelabebidaestabayapreparadasobrelamesa.Elmédicoaconsejóalapacientequeselatomaseya,ysefue.Florasirviólamedicinaenunacopayselatendióasuama.Eneseinstante,aAmbrosioleflaqueóelvalor.¿NopodíahaberleengañadoMatilde?¿Nopodíanlosceloshaberlamovidoadestruirasurival,ydarleunvenenoenlugardeunsedante?Dicha idea parecía tan razonable que estuvo a punto de impedir que se tomase lapoción.Adoptósuresolucióndemasiadotarde.Lacopayaestabavacía,yAntonialahabíapuestodenuevoenmanosdeFlora.Yanohabíaremedio.AmbrosionoteníamásqueesperarimpacienteelmomentodestinadoadecidirsobrelavidaolamuertedeAntonia,ysobresupropiadichaodesesperación.

Temiendo despertar sospechas permaneciendo allí, o delatarse con sunerviosismo,sedespidiódesuvíctimayseretiródelahabitación.Antoniasemostrómenoscordialquelanocheanterior.Florahabíahechoverasuamaqueadmitirsusvisitaseradesobedecer lasórdenesde sumadre: ledescribió laemociónquehabíaobservadoenélalentrarenlahabitaciónyelmodocomolebrillabanlosojoscuandolacontemplaba.EstedetallehabíaescapadoalaobservacióndeAntonia,peronoalade su criada, la cual, al explicar los designios del monje y sus probablesconsecuencias en términosmuchomás claros queElvira, aunque no tan delicados,había logradoalarmara la jovendama,persuadiéndolaparaque le trataseconmásdistanciadeloquehabíahechohastaentonces.Laideadeobedecerlavoluntaddesumadre decidió a Antonia inmediatamente. Aunque lamentaba la pérdida de sucompañía, se dominó lo bastante como para recibir al monje con cierta reserva yfrialdad.Leagradecióconrespetoygratitudsusanterioresvisitas,peronoleinvitóaque lasrepitieseenel futuro.Noeraahora interésdel frailesolicitaradmisiónasupresencia,asíquesedespidiócomosinopensasevolver.Completamenteconvencidade que la amistad que temía había terminado, Flora se sintiómuy conmovida anteeste fácildesenlace,ycomenzóadudarde la justiciadesus recelos.Alalumbrarleparabajarlaescalera,lediolasgraciasporhaberhecholoposiblepordisipardelamentedeAntoniasusterroressupersticiososalaprediccióndelespectro.Añadióque,dadoqueélseinteresabaporlasaluddeAntonia,deaconteceralgúncambioensuestado,tendríaelcuidadodehacérselosaber.Elmonje,alcontestarle,procuróalzarlavoz,conlaesperanzadequeleoyeraJacinta,cosaqueconsiguió.Alllegaralpiedelaescaleraconsuacompañante,nodejóladueñadehacersuaparición.

—¿Es que os marcháis, reverendo padre? —exclamó—. ¿No me habéisprometidopasarlanocheenlacámaraencantada?¡Jesús!¡Mequedaréasolasconelfantasma,yenbonitoestadomevoyaencontrarporlamañana!Pormuchoquehe

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hecho,pormuchoquehedicho,eltercodeSimónGonzálezsehanegadoacasarseconmigo hoy. ¡Y antes de que amanezca, supongo que me habrán destrozado losfantasmas, losduendes, losdemoniosyquéséyo!¡PoramordeDios,santidad,nome abandonéis en esta lamentable situación! Os pido de rodillas que mantengáisvuestrapromesa.¡Veladestanocheenlacámaraencantada!Echadalaaparición,yJacintaosrecordaráensusoracioneshastaelúltimodíadesuvida.

Ambrosioesperabaydeseabaestapetición;sinembargo,fingióponerobjecionesysemostrórenuenteacumplirsupalabra.DijoaJacintaqueelespectronoexistíamásqueensupropiocerebro,yquesuinsistenciaenquesequedasetodalanocheenla casa era ridículo e inútil. Jacinta era obstinada: no quiso dejarse convencer,insistiéndole incansablemente que no la dejase a merced del diablo, hasta quefinalmente accedió él a su petición. Toda esta ostentación de resistencia noimpresionó a Flora, que era de temperamento receloso. Sospechó que el monjerepresentabaunpapelmuycontrarioasusinclinaciones,yquenodeseabaotracosaquequedarsedondeestaba.InclusollegóacreerqueJacintaestabaenconnivencia;yla pobre vieja fue calificada de alcahueta. Al tiempo que se felicitaba de haberdescubierto la conspiración contra el honor de su señora, decidió neutralizarla ensecreto.

—Asíque—dijo al abad con expresiónmedio satírica,medio indignada—, asíqueosproponéisquedarosaquíestanoche,¿no?¡Hacedlo,ennombredeDios!Nadieosloimpedirá.Sentaosaesperaralfantasma;yovelarétambién,¡ypidoaDiosnovernadapeorqueunfantasma!¡NomesepararédellechodedoñaAntoniadurantetoda la bendita noche! ¡Aver quién se atreve a entrar en la habitación, queya seamortal o inmortal, hombre o fantasma o diablo, le haré arrepentirse de habertraspasadolapuerta!

La indirecta fue suficientemente elocuente y, por supuesto, Ambrosio captó susentido.Peroenvezdemanifestarquesehabíadadocuentadesussospechas,dijosuavemente que aprobaba las precauciones de la dueña, y le aconsejó que así lohiciese.Ellalereplicóquepodíaestarsegurodequeloharía.Acontinuación,Jacintalecondujoalacámaradondesehabíaaparecidoelfantasma,yFloraregresóalladodesuama.

Jacinta abrió la puerta de la habitación embrujada con mano temblorosa. Seaventuróaasomarseaella.PeronitodoslostesorosdelasIndiaslahabríaninducidoa trasponerelumbral.Ledio lavelaalmonje, ledeseósuerteen laaventura,y sealejóapresuradamente.EntróAmbrosio.Pasóelcerrojo,dejólavelasobrelamesa,yse sentó en la butaca que la noche anterior había ocupadoAntonia.Apesar de lasafirmacionesdeMatildedequeelespectroerameroproductodelaimaginación,suespírituexperimentabaciertomisteriosohorror.Envanotratódedisiparlo.Elsilenciodelanoche,lahistoriadelaaparición,lacámararecubiertadeoscurosentrepañosde

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roble,elrecuerdodelasesinatodeElviraylaincertidumbrerespectoalanaturalezade las gotas que había administrado a Antonia, le hacían sentirse inquieto. Peropensabamuchomenosenelespectroqueenelveneno.Dehaberdestruidoalúnicoobjeto que le hacía la vida digna de vivirla, de resultar cierta la predicción delfantasma,demorirAntoniaenelplazodetresdíasyserélladesdichadacausadesumuerte...Lasuposiciónerademasiadohorribleparapensarlasiquiera.Desechóestasespantosas imágenes, pero inmediatamente se volvieron a alzar ante él.Matilde lehabía asegurado que los efectos de la poción serían rápidos. Escuchó con temor,aunqueansioso,esperandooíralgúnalborotoenlacámaracontigua.Todoestabaensilencio.Concluyóquelasgotasaúnnohabíanempezadoahacersuefecto.Grandeeralapruebaalaqueseenfrentaba.Bastaríaunmomentoparadecidirsesudesdichaosu felicidad.Matilde lehabíaenseñadoelmediodecomprobarque lavidanosehabíaextinguidodefinitivamente.Deestapruebadependíantodassusesperanzas.Suimpacienciasedoblabaacadainstante.Susterroressehacíanmásvivos,suansiedadmásalerta.Incapazdesoportar talestadodeincertidumbre,seesforzóendistraerlodirigiendo la atenciónhacia otra cosa.Los libros, como se ha dicho antes, estabanordenadosenestantespróximosalamesa.Éstasehallabaexactamenteenfrentedelacama,queocupabaunaalcobacontiguaalapuertadelarmario.Ambrosiocogióunvolumen y se sentó junto a la mesa. Pero su atención vagó indiferente por suspáginas.La imagen deAntonia y la de la asesinadaElvira insistían en presentarseantesuimaginación.Sinembargo,siguióleyendo,aunquesusojosrecorríanlasletrassinquesumentetuvieseconcienciadesusignificado.

Talerasuocupación,cuandoleparecióoírruidodepasos.Volviólacabeza,peronovio anadie.Retornóa su libro.Perounosminutosdespués se repitió elmismoruido, seguido de un susurro detrás de él. Se levantó sobresaltado de su asiento, ymirandoasualrededor,vioquelapuertadelcuartopequeñoestabaentreabierta.Alquererentrarenlahabitación—habíaintentadoabrirla—,vioquelapuertateníaelcerrojopasadopordentro.

«¿Cómoes—sedijoasímismo—quesehaabiertoestapuerta?»Seacercó,laabrió,yseasomó:nohabíanadieenelinterior.Mientraspermanecía

indeciso,lepareciódistinguirungemidoenelaposentocontiguo.EradeAntonia,ysupusoque lasgotas empezabana surtir efecto.Pero al escucharmás atentamente,vioqueelruidolocausabaJacinta,quesehabíaquedadodormidajuntoallechodelajoven y roncaba de lamaneramás ruidosa. Ambrosio se retiró, y volvió a la otrahabitación,pensandoenlaformasúbitaenquesehabíaabiertolapuertadelcuartopequeño,cosaalaquenoencontrabaexplicación.

Sepaseóporelaposentoensilencio.Porúltimo,sedetuvo,ylacamalellamólaatención.Lacortinaestabamediodescorrida.Involuntariamente,suspiró.

—Esacama—murmuróenvozbaja—,¡esacamaeraladeElvira!Ahíhapasado

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ellamuchasnochestranquilas,pueserabuenaeinocente.¡Quéprofundodebiódesersu sueño! ¡Sin embargo, ahora duerme aúnmás profundamente! Pero ¿dormirá deveras?¡Oh,Diosquieraquesí!¿Quépasaríasiselevantasedesutumbaenestahoratriste y silenciosa? ¿Qué pasaría si rompiera las ataduras de la tumba, y se alzasefuriosaantemisojospetrificados?¡Oh,nopodríasoportarsuvisión!¡Verotravezsucuerpo retorcido por las agonías de la muerte, sus venas hinchadas, su semblantelívido y sus ojos desorbitados por el dolor! Oírla hablar de los castigos futuros,amenazándome con la venganza del Cielo, culpándome de los crímenes que hecometido,delosquevoyacometer...¡GranDios!¿Quéeseso?

Aldecirestaspalabras,susojosseclavaronenlacama,viosacudirselevementeel cortinaje hacia delante y hacia atrás. A su mente, concentrada en la idea delfantasmacasi lepareciódistinguir la forma imaginariadeElvira reclinada sobreellecho.Unosmomentosdereflexiónbastaronparatranquilizarse.

—Sóloeraelviento—dijo,recobrándose.Sepusoapaseardenuevoporlacámara,perounimpulsoinvoluntariodetemore

inquietud le hacía dirigir los ojos de cuando en cuando hacia la alcoba. Se acercóindeciso.Sedetuvoantesdesubirlospocospeldañosqueconducíanaella.Alargólamanotresvecesparadescorrerlacortinayotrastantaslaretiró.

—¡Absurdosterrores!—exclamóporúltimo,avergonzadodesupropiadebilidad.Subió apresuradamente los escalones; entonces surgió de la alcoba una figura

vestidadeblanco,pasójuntoaélysedirigióapresuradamentealcuartopequeño.Lalocuray ladesesperacióndieronalmonjeelvalorquehastaahora lehabíafaltado.Corrió,persiguióalaaparición,ytratódecogerla.

—¡Fantasmaodemonio, yo te detendré!—exclamó, y cogió al espectropor elbrazo.

—¡Oh, Jesucristo! —gritó una voz penetrante—. ¡Santo padre, por qué mecogéis!¡Osaseguroquenoosdeseoningúnmal!

Estaspalabras,asícomoelbrazoqueélsujetaba,convencieronalabaddequeelsupuestofantasmaeradecarneyhueso.Arrastróalaintrusahacialamesa,yalzandolaluz,descubrióelsemblantede...¡doñaFlora!

Irritadoporhaberdadomuestras,conestaestupidez,detemorestanridículos,lepreguntó severamente qué era lo que la había traído a esta cámara. Flora,avergonzadadehabersidodescubierta,yaterradaantelaseveramiradadeAmbrosio,cayóderodillas,yprometióconfesarlotodo.

—Os aseguro, padre —dijo—, que estoy completamente pesarosa de haberosmolestado:nadaestabamáslejosdemiintención.Meproponíasalirdelahabitaciónconelmismosigiloqueheentrado;ydehaberignoradovosqueosvigilaba,habríasidocomosinooshubieravigilado.Desdeluego,hehechomuymalespiándoos,nolopuedonegar.¡Pero,Señor!¿Cómopodríaresistirlacuriosidaddeunadébilmujer

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eldeseodeobservaravuestrareverencia?Deseabatantoverquéhacíais,quenohepodidopormenosdemirarossinquenadieseenterase.AsíquehedejadoalaviejadoñaJacintasentadajuntoalacabecerademiama,ymehedeslizadoenelcuarto.Comonodeseabainterrumpiros,meheconformadoalprincipioconmirarporelojodelacerradura.Perocomonopodíavernadadeestemodo,heretiradoelcerrojo,ymientrasestabaisdeespaldaalaalcoba,mehedeslizadoenellasigilosamente.Yahíhe estado oculta, hasta que vuestra reverenciame ha descubierto yme ha cogido,antesdequemedieratiempoallegaralapuertadelcuarto.Éstaestodalaverdad,osloaseguro,santopadre,yospidoperdónmilvecespormiimpertinencia.

Duranteestediscurso,elabadtuvotiempoderecobrarse.Serecreóleyéndolealaespíapenitenteuntextosobrelospeligrosdelacuriosidadylabajezadelaacciónenla que acababade ser sorprendida.Flora se declaróplenamente convencidadequehabía hecho mal. Prometió no volver a cometer jamás esta falta, y ya se retirabasumisaycompungidaalahabitacióndeAntonia,cuandolapuertadelcuartoseabriósúbitamente,yaparecióJacinta,pálidaysinaliento.

—¡Oh,padre,padre!—exclamóconvozcasiahogadaporelterror—.¿Quévoyahacer ahora? ¿Qué voy a hacer? ¡Vaya una situación! ¡No me caen más quedesgracias! ¡No tengomás quemuertos ymoribundos! ¡Oh, voy a volverme loca!¡Voyavolvermeloca!

—¡Hablad! ¡Hablad!—gritaronFlora y elmonje almismo tiempo—. ¿Qué hasucedido?¿Quéocurre?

—¡Oh,tengootrocadáverenmicasa!¡Sindudaalgunabrujahaechadoalgunamaldiciónsobreella,sobremíysobretodoloquemerodea!¡PobredoñaAntonia!¡Le acabande acometer losmismos ataques quemataron a sumadre! ¡El espectrodijolaverdad!

Floracorrió,omásbienvoló,hacialahabitacióndesuama.Ambrosiolasiguió,conelpechotemblándoledeesperanzaytemor.EncontraronaAntoniacomoJacintala había descrito, contraída por las torturantes convulsiones, que en vano seesforzaronenaliviar.ElmonjeenvióaJacintaalaabadíaatodaprisa,conelencargodetraersealpadrePablossinperderuninstante.

—Iréporél—replicóJacinta—,y lediréquevenga;encuantoa traerleyo,noharétalcosa.Estoyseguradequelacasaestáembrujada,yquemeaspensivuelvoaponerlospiesenella.

Con esta resolución, salió en dirección al monasterio y trasmitió el recado alpadre Pablos. A continuación, se dirigió a casa del viejo Simón González, al quedecidiónoabandonarjamás,hastaquefuesesumaridoysemarchaseavivirconella.

TanprontocomoelpadrePablosvioaAntoniadeclaróquesumaleraincurable.Las convulsiones continuaronduranteunahora.En ese tiempo, sus agonías fueronmuchomásdulcesque lasquesusgemidoscausabanenelcorazóndelabad.Cada

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gestodedolorparecíaclavarunadagaensupecho,ysemaldecíamilvecesporhaberaceptadotanbárbaroplan.Pasadalahora,losataquessehicieronmenosfrecuentes,yAntoniapareciómenosagitada.Sentíaqueseaproximabasudesenlace,yquenadalapodíasalvar.

—DignísimoAmbrosio—dijoconvozdesfallecidamientras lebesaba lamano—;me sientoahoraen libertadparamanifestaros cuánagradecidoestámi corazónporvuestraatenciónyafecto.Meencuentroenellechodelamuerte;dentrodeunahora,habrédejadodeexistir.Asíquepuedoconfesarossinreparos lodolorosoquefueparamírenunciaravuestracompañía.Peroésafuelavoluntaddemimadre,ynome atreví a desobedecerla. Muero sin temor. Son muy pocos los que lamentaránhaberme perdido, ymuy pocos a los que siento perder. Entre ellos, a nadie sientoperdermásqueavos. ¡Peronosvolveremosaencontrar,Ambrosio!Algúndíanosvolveremosaverenelcielo.¡Allírenovaremosnuestraamistad,ymimadrelaveráconcomplacencia!

Guardó silencio. El abad se estremeció al oír el nombre de Elvira. Antoniaatribuyósuemociónasupiedadyafectoporella.

—Estáisapenadopormí,padre—prosiguió—.¡Ah,nosuspiréispormipérdida!No tengoningún crimende qué arrepentirme; almenos, ningunodel queyo tengaconciencia,alahoradedevolverelalmaaAqueldequienlaherecibido.Sólotengoque haceros alguna petición: os suplico que me la concedáis. Ordenad una misasolemneporeldescansodemialma,yotraporeldemibienamadamadre.Noesquedude que ella descanse en su tumba: ahora estoy convencida de que mi razóndesvariaba; la falsedad de la predicción del espectro basta por sí mismo parademostrarmemi error. Pero todos tenemos nuestras flaquezas.Mimadre tenía lassuyas, aunque yo no las conocía. Por tanto, deseo que se celebre unamisa por sudescanso,yquelosgastossecubranconelpequeñopeculioqueposeo.Luego,quedelo que quede, lo dejo ami tía Leonela. Cuando yo hayamuerto, hacedle saber almarquésdelasCisternasqueladesventuradafamiliadesuhermanonolevolveráaimportunar más. Pero el desengaño me hace ser injusta. Me han dicho que estáenfermo; quizá, si hubiese estado en supoder,mehabría dadoprotección.Decidlepues, padre, tan sólo que he muerto, y que si me hubiese hecho algún daño, leperdonaría de todo corazón. Después de esto, no tengo otra cosa que pediros quevuestrasoraciones.Prometedmenoolvidarosdemispeticiones,yentregarémialmasindolornipesar.

Ambrosio prometió cumplir sus deseos. Cada momento hacía presentir laproximidad del desenlace de Antonia. Su vida vacilaba; su corazón latíadesmayadamente; sus dedos se agarrotaban y estaban fríos, y a las dos de lamadrugada, expiró sin un gemido.Tan pronto como el último aliento abandonó sucuerpo,elpadrePablosseretirósinceramenteafectadoantelatristezadelaescena.

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Por su parte, Flora dio rienda suelta a su más desaforado dolor. Muy distintosintereses tenían preocupado a Ambrosio. Buscó el pulso que, según le habíaaseguradoMatilde,probaríaque lamuertedeAntoniaera temporal.Presionósobreél;lonotópalpitarbajosumano,ysucorazónsesintióembargadodeemoción.Sinembargo,ocultócuidadosamentesusatisfacciónporeléxitodesuplan.Adoptóungestomelancólico y, dirigiéndose a Flora, le aconsejó que no se abandonase a undolor inútil. Las lágrimas de lamujer eran demasiado sinceras para escuchar estosconsejos, y siguió llorando inconteniblemente. Se retiró el fraile, prometiendoprimerodarinstruccionessobreelfuneral,que,porconsideraciónaJacinta,comoélexplicó, se efectuaría con todadiligencia. Inmersa en el dolorpor la pérdidade suqueridadueña,apenasescuchóloqueAmbrosiodecía.Ésteseapresuróaordenarelentierro; obtuvo permiso de la priora para que el cadáver se llevase a la cripta deSanta Clara. Y el viernes por la mañana, ejecutada cada una de las ceremoniaspertinentes,elcuerpodeAntoniafuedepositadoenlatumba.

Elmismodía,Leonela llegóaMadridconelpropósitodepresentar a su jovenesposo a Elvira. Diversas circunstancias la habían obligado a aplazar el viaje delmartes al viernes, y no tuvo ocasión de dar a conocer el cambio de planes a suhermana.Comoteníauncorazónverdaderamenteafectuoso,ysiemprehabíasentidounsinceroafectoporElviraysuhija,susorpresaalenterarsedelsúbitoylamentablefindeambasfuetangrandecomosudolorydesencanto.Ambrosioleenviónoticiastal como Antonia le había suplicado: a petición de ésta, había prometido que tanprontosezanjasenlaspequeñasdeudasdeElvira,seleentregaríaelresto.Arregladaesta cuestión, no retuvo a Leonela ya ningún otro asunto, demodo que regresó aCórdobacontodapremura.

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CapítuloIII

Oh!couldIworshipaughtbeneaththeskies,Thatearthhathseenorfancycoulddevise,Thinealtar,sacredLiberty,shouldstand,

Builtbynomercenaryvulgarhand,Withfragantturf,andflowersaswildandfair,Aseverdressedabank,orscentedsummerair.

COWPER

Contodasuatenciónpuestaenentregaralajusticiaalosasesinosdesuhermana,poco podía imaginar Lorenzo cuán gravemente estaban sufriendo sus intereses porotrolado.Comosehadichoya,noregresóaMadridhastaeldíaenqueAntoniafueenterrada. Dado que tuvo que trasmitir al Inquisidor General la orden del duque–cardenal [requisito imprescindible cuando un miembro de la Iglesia debía serarrestadopúblicamente],comunicarsusintencionesasutíoyadonRamírez,yreuniruna tropa de escolta suficientemente numerosa para evitar toda resistencia, estuvoocupadodurantelaspocashoraspreviasalamedianoche.Portanto,notuvoocasióndepreguntarporsuamada,ynoseenteródelamuertedeellaydesumadre.

Elmarquésnosehallabafueradepeligroenabsoluto.Habíapasadoyasudelirio,pero se había quedado tan extenuado que los médicos no se decidían a dar unpronósticoseguro.EncuantoalpropioRaimundo,nodeseabanadamejorqueunirsecon Inésen la tumba.Laexistencia le resultabaodiosa.Noveíanadaenelmundoquemerecierasuinterés,ysóloesperabaoírqueInéshabíasidovengada,paramorir.

Acompañadopor lasardientesoracionesdeRaimundoporsuéxito,Lorenzosepresentó ante la puerta de SantaClara una hora antes de la indicada por lamadreSantaÚrsula.Ibaacompañadodesutío,dedonRamírezdeMelloydeungrupodearquerosescogidos.Aunqueconsiderablesennúmero,nocausaronsorpresa:unagranmultitudsearremolinabayaantelaspuertasdelconventoconobjetodepresenciarlaprocesión.Sesupuso,naturalmente,queLorenzoysusacompañantesacudíanconelmismopropósito.Al ser reconocidoelduquedeMedina, lagente se retiróy abriópasoalgrupo.Lorenzosesituódelantedelaentradaprincipal,porlaquedebíapasarel cortejo. Convencido de que la priora no podría escapar, aguardó paciente suaparición,quedebíaocurrirexactamentealasdocedelanoche.

LasmonjasestabandedicadasasusdeberesreligiososenhonordeSantaClara,alos que ningún profano era admitido jamás. Los ventanales de la capilla estabaniluminados. En el exterior, la multitud oyó las notas prolongadas del órgano,acompañadasdeuncorodevocesfemeninasqueseelevóenelsilenciodelanoche.Callóelcoro,yfueseguidoporunasimplemelodía:eralavozdelaquehabíasido

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designadaparahacerdeSantaClaraenlaprocesión.Paraestaceremonia,seelegíasiemprea lavirgenmáshermosadeMadrid,yaquellaenquien recaía tal elecciónconsideraba su papel como uno de los más altos honores. Mientras escuchaba lamúsica, cuya distancia parecía hacer aún más dulce, el auditorio se sumió enprofundaatención.Unsilenciouniversalseextendióportodalamultitud,ytodosloscorazones se sintieron embargados de respeto y de religión. Todos menos el deLorenzo. Consciente de que entre las que cantaban las alabanzas de Dios tandulcementehabíaalgunasquecubríanconladevociónlospecadosmásimpuros, lahipocresíadesuscánticosleinspirabarepugnancia.HacíatiempoqueobservabacondesaprobaciónydespreciolasupersticiónquedominabaaloshabitantesdeMadrid.Su sentido común le había hecho ver los engaños de las monjas y el vergonzosoabsurdo de susmilagros,maravillas y supuestas reliquias. Le ruborizaba ver a suscompatriotas embaucados con engaños tan ridículos, y sólo deseaba tener unaoportunidadpara librarlesde susgrillosmonjiles.Estaoportunidad, tan largamentedeseada en vano, se le había presentado al fin. Decidió no desperdiciarla, sinodesvelar ante los ojos del pueblo, con todos sus colores, lo enormes que eran losabusos que tan frecuentemente se practicaban en losmonasterios y cuán injusta eindiscriminadamente se concedía la estima pública a cuantos vestían hábitosreligiosos. Ansiaba que llegara el momento de desenmascarar a los hipócritas yconvencerasuscompatriotasdequeunafachadadesantidadnoescondesiempreuncorazónvirtuoso.

Eloficioduróhastaquelacampanadelconventodiolasdocedelanoche.Enesemomento cesó lamúsica, las voces disminuyeron suavemente, y poco después laslucesdesaparecierondelosventanalesdelacapilla.ElcorazóndeLorenzocomenzóa latir con violencia al ver que estaba tan cerca elmomento de la ejecución de suplan.Preveíaalgunaresistenciaporpartedelanaturalsupersticióndelpueblo.Peroconfiaba en que lamadre SantaÚrsula adujese sólidas razones que justificasen supropia conducta. Traía fuerzas consigo que rechazarían la primera embestida delpopulacho,hastaqueseoyesensusargumentos.Suúnicotemoreraquelasuperiora,enteradadesuplan,hubieseencerradosecretamentealamonjadecuyadeclaracióndependía todo.Amenos que lamadre SantaÚrsula estuviera presente, sólo podíaacusaralasuperioradesospechosa;yestepensamientolehacíatemerporeléxitodesuempresa.Latranquilidadquereinabaentodoelconventolecalmóenciertomodo.Aúnesperabaelmomentoansiosamente,cuando laaparicióndesualiada ledisipótodaduda.

La abadía de los capuchinos estaba separada del convento por el jardín y elcementerio.Losmonjeshabíansidoinvitadosaasistiralaprocesión.Llegabanahora,ymarchabandedosendosconuncirioencendidoenlamano,entonandocánticosenhonor de Santa Clara. El padre Pablos iba a la cabeza, ya que el abad se había

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excusadodeasistir.Lagenteabriópasoalsantocortejo,ylosfrailessecolocaronenfilaaunoyotroladodelapuerta.Enunosminutosseordenólaprocesión.Unavezdispuesta,seabrieronlaspuertasdelconventodeparenpar,ynuevamenteseelevóelcorodevocesfemeninasenplenamelodía.Primeroaparecióelgrupodelcoro.Tanprontocomopasaronéstas,losmonjesarrancarondedosendos,ylassiguieronconpasolentoymedido.Acontinuaciónsalieronlasnovicias.Llevabanvelas,comolasprofesas,perocaminabanconlosojosbajos,yparecíanocupadasenrezarelrosario.TrasellasveníaunajovenhermosaquerepresentabaelpapeldeSantaLucía.Portabaunplatillodeoroenelquehabíadosojos.Lossuyoslosllevabacubiertosconunavendade terciopelo,yeraconducidaporotramonjadisfrazadadeángel.Detrás, laseguíaSantaCatalinaconunapalmaenunamanoyunaespadallameanteenlaotra:iba vestida de blanco y su frente estaba adornada con una diadema centelleante.Después apareció SantaGenoveva rodeada de numerosos diablillos que adoptabanactitudesgrotescas,letirabandelaropaylehacíangestosextraños,esforzándosepordesviarsuatencióndellibroenelcualibaconstantementeconcentrada.Estosdiablosalegres fueronmuy celebrados por los espectadores, quemanifestaban su regocijoconrepetidascarcajadas.Lapriorahabíaelegidocuidadosamenteaunamonjacuyotemperamento natural era grave y solemne. Tuvo todos los motivos para quedarsatisfechaconestaelección:lasbufonadasdelosduendesresultabanabsolutamenteinfructuosas,ySantaGenovevaseguíaandandosindescomponerunsolomúsculo.

Cadaunade estas santas iba separadade la otra por un coroque entonaba susalabanzas con cánticos, aunque proclamaban que era muy inferior a Santa Clara,patronadelconvento.Despuésdepasaréstas,aparecióunalargafilademonjas,cadauna con su vela, igual que las que formaban el coro. A continuación venían lasreliquias de Santa Clara, guardadas en receptáculos igualmente preciosos por elmaterialylaobradeorfebrería.PeronoatrajeronlaatencióndeLorenzo.Lamonjaque portaba el corazón era la que acaparaba su interés enteramente. Según ladescripciónde

Theodore, nopodía ser otra que lamadreSantaÚrsula.Parecíamirar en tornosuyo con ansiedad. Como él se encontraba en primera fila por donde pasaba laprocesión, susojos seencontraroncon losdeLorenzo.Un rubordealegría inundósushastaahorapálidasmejillas.Sevolvióhaciasuanhelantecompañera.

—¡Estamossalvadas!—laoyósusurrar—.¡Essuhermano!Sintiendoaliviadosucorazón,Lorenzomiróahoracon tranquilidadel restodel

espectáculo. Surgió de pronto su más brillante ornamento. Era una máquinaconstruidaamododetrono,conricas joyasy lucesdeslumbrantes.Avanzabasobreunasruedasocultas,yloguiabanvariosniñosencantadoresvestidosdeserafines.Laparte superior estaba cubierta de nubes plateadas, sobre las que descansaba lamáshermosa forma que los ojos presenciaron jamás. Era la joven que representaba el

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papeldeSantaClara.Suvestidoeradeunvalorinestimable,yceñíasucabezaunadiademade diamantes que formaba un halo artificial. Pero todos estos ornamentospalidecíananteelesplendordesusencantospersonales.Alavanzar,unmurmullodeadmiraciónrecorriólamultitud.ElpropioLorenzoreconociósecretamentequejamáshabíacontempladobellezamásperfecta,ydenopertenecersucorazónyaaAntonia,habríacaídovíctimadeaquellaencantadoramuchacha.Así,encambio,laconsiderótansólocomounadelicadaescultura,notributándoleotracosaquesuadmiración.Yunavezhubopasado,dejódepensarenella.

—¿Quiénes?—preguntóunmirónqueestabacercadeLorenzo.—Alguien cuya belleza habréis oído elogiar a menudo. Se llama Virginia de

Villa–Franca.EspensionistadelconventodeSantaClara,parientedelapriora;yhasidoelegidacontodajusticiacomoelornamentodelaprocesión.

El trono siguió adelante. A continuación iba la propia priora: marchaba a lacabeza del resto de las monjas con expresión devota y santificada, cerrando laprocesión. Caminaba despacio, con los ojos elevados hacia el cielo; su semblanteserenoytranquiloparecíaajenoatodaslascosasdeestemundosublunar,yningúnrasgodelatabaelsecretoorgulloqueexperimentabaostentandolapompayopulenciade su convento. Pasó, acompañada de las plegarias y bendiciones del populacho.¡Perocuángrandefue lageneralconfusiónysorpresa,cuandodonRamírez,dandounpasoadelante,legritóquequedabadetenida!

Duranteunmomento, el asombrodejó a la superioramudae inmóvil.Pero tanprontocomoserecobró,gritóqueeraunsacrilegioyunaimpiedad,ygritóalpuebloque rescatase a una hija de la Iglesia. Inmediatamente se dispusieron todos aobedecerla,cuandodonRamírez,protegidodesufuriapor losarqueros, lesordenóque se abstuviesen, amenazándoles con lamás severa venganza de la Inquisición.Anteestatremendaamenaza,cayerontodaslasarmasytodaslasespadasregresarona sus vainas. La propia priora palideció y se estremeció. El silencio general laconvenciódequenopodíaesperarnada,sinoeraporsupropiainocencia;ypidióadonRamírez,convozdesfallecida,queleinformasedequécrimenselaacusaba.

—Losabréistodoasudebidotiempo—replicóéste—.PrimerodebodeteneralamadreSantaÚrsula.

—¿LamadreSantaÚrsula?—repitiólasuperioradébilmente.Enesemomento,susojos,vagandoasualrededorvieronaLorenzoyalduque,

quehabíanacompañadoadonRamírez.—¡Ah,Diosmío!—exclamó,cogiéndoselasmanoscongestofrenético—.¡Me

hantraicionado!—¿Traicionado?—replicóSantaÚrsulaquellegabaahoraconducidaporalgunos

arqueros, y seguida por su compañera en la procesión—. Traicionada, no,descubierta.Enmí reconocéisavuestraacusadora: ¡Nosabéis lobienqueconozco

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vuestro delito! ¡Señor!—prosiguió, volviéndose a donRamírez—;me pongo bajovuestracustodia.Acusoa laprioradeSantaClaradeasesinato,y respondoconmividadelajusticiadelaacusación.

Un grito general de sorpresa se elevó de todos los presentes, que exigieron avocesunaexplicación.Lastemblorosasmonjas,aterradasanteelgriteríoyconfusióngeneral,sehabíandispersadoyhuidoendistintasdirecciones.Algunasregresaronalconvento;otrasbuscaron refugioen las casasde sus familiares;ymuchasdeellas,conscientes únicamente de su peligro momentáneo y ansiosas por escapar deltumulto, habían echado a correr por las calles, y vagaban sin saber adónde ir. LaencantadoraVirginiafueunadelasprimerasenhuir.Yafindequeselapudieseveryoírmejor,lagentepidióquehablaseSantaÚrsuladesdeeltronovacío.Lamonjaaccedió;subióaladeslumbrantemaquinaria,yseguidamentedirigióalamultitudlassiguientespalabras:

—Porextrañaeimpropiaquepuedaparecermiconducta,teniendoencuentaquesoymujerymonja, lanecesidadme justificaráplenamente.Unsecreto,unhorriblesecreto,pesa sobremialma.Nopodréalcanzarningúndescansohastaque lohayarevelado al mundo y haya dado satisfacción a esa sangre inocente que clamavenganzadesde la tumba.Amuchomehe atrevidopara conseguir esta ocasióndealigerarmiconciencia.Dehaberfracasadoenmipropósitoderevelarelcrimen,dehabersospechadolasuperioraquenoeraningúnmisterioparamí,mimuertehabríasidoinevitable.Losángeles,quevelanconstantementeporaquellosquemerecensufavor, han permitido que escape de ser descubierta. Ahora estoy en libertad paracontar una historia cuyas circunstancias harán estremecer de horror a toda personahonrada. Mía es la misión de arrancar el velo de la hipocresía, y mostrar a losextraviadospadres a quépeligros está expuesta lamujer que caebajo el poder deldespotismomonástico.

»EntrelasmonjasdeSantaClara,ningunaeramásamable,másdulce,queInésdeMedina.Yo laconocíabien.Meconfió todos los secretosde sucorazón;era suamigayconfidente,ysentíaporellaunsinceroafecto.Peronoera laúnicaque laquería. Su piedad auténtica, su deseo de agradar y su angelical disposición, legranjearon el cariñode todas las quevivimos en el convento.Lapropia superiora,orgullosa, rigurosa y antipática, no pudonegarle ese tributo de aprobación, que nootorgabaanadie.Todostenemosnuestrasflaquezas.¡Ah,Inésteníalassuyas!Violólasreglasdenuestraorden,yseganóelodioinveteradodelaimplacablesuperiora.LasreglasdeSantaClarasonrigurosas.Perosehanvueltoanticuadasyhancaídoendesuso;muchasdeellashansidoolvidadasúltimamente,ohansidomodificadasporacuerdouniversal,haciendomássuavessuscastigos.LapenaasignadaalcrimendeInéseradelomáscrueleinhumana.Lareglahacetiempoqueestabadesacreditada.¡Ah!, pero aún existía, y la vengativapriora decidió aplicarla.Esta regla decretaba

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que se enterrase a la pecadora en unamazmorra secreta, expresamente destinada aocultar para siempre del mundo a la víctima de la crueldad y de la tiránicasuperstición.Enesta espantosamoradadebíavivir en soledadperpetua,privadadetodacompañía,ytenidapormuertaporaquelloscuyoafectoleshabríaimpulsadoatratarderescatarla.Asíseconsumiría,sinotroalimentoquepanyagua,ysinotroconsueloqueeldelaslágrimas.

Laindignaciónquedespertóestadeclaraciónfuetanviolenta,queinterrumpióelrelatodeSantaÚrsula.Cuandoseaplacóelrumor,yreinónuevamenteelsilencioenla asamblea, prosiguió su discurso, mientras, a cada palabra, el semblante de lasuperioradelatabaterrorescadavezmayores.

—Seconvocóaconsejoalasdocemonjasdemásedad;yoestabaentreellas.LaprioradescribióconcoloresexageradoselpecadodeInésynotuvoreparoalgunoenproponer la puesta en vigor de esta regla casi olvidada. Para vergüenza de nuestrosexohayquedecirque,yafueraporqueeratanabsolutalavoluntaddelasuperioradelconvento,oporquelosdesengaños, lasoledadyelsacrificiohabíanendurecidohasta ese punto sus corazones y les había agriado el carácter, el caso fue que laproposiciónseaprobópornuevevotos,dedoce.Yonoestabaentreesasnueve.Tuvemuchas ocasiones para convencerme de las virtudes de Inés, y la amaba ycompadecíadelamaneramássincera.LasmadresBertayCorneliaseunieronamí.Opusimoslamayorresistenciaposible,ylasuperiorasevioobligadaamodificarsuproyecto.A pesar de que lamayoría estaba a su favor, temió romper con nosotrasabiertamente.Ellasabíaque,apoyadasporlafamiliaMedina,nuestrasfuerzasseríandemasiadopoderosasparaenfrentarseaellas.Sabíatambiénque,unavezencarceladaydadapormuertaInés,sieradescubierta,suruinaseríainevitable.Asíquerenuncióasuplan,aunquedemuymalagana.Pidióunosdíasparameditarlaclasedecastigoquepudiera ser satisfactorioa toda lacomunidad,yprometióque tanprontocomotomase una resolución volvería a convocar el mismo consejo. Transcurrieron dosdías.LanochedeltercerdíaseanuncióquealsiguienteseinterrogaríaaInés,yquede acuerdo con su comportamiento en esa ocasión, se aumentaría o suavizaría sucastigo.

»Lanocheanterior aeste interrogatorio, fui en secretoa la celdade Inésaunahoraenquesuponíaque lasdemásmonjasestabansumidasenprofundosueño.Laconsolélomejorquepude:lepedíquetuviesevalor,ledijequeconfiaraenlaayudadesusamigas,yleenseñédeterminadasseñas,porlasqueyopudieradecirlesidebíacontestarsíonoalaspreguntasdelasuperiora.Conscientedequenuestraenemigatrataríadeconfundirla,atribularlaeintimidarla,temíquecayeseenalgunaconfesiónqueperjudicasesus intereses.Deseosademantenerensecretomivisita,abreviémientrevista con Inés. Le rogué que no dejase que su ánimo decayese. Mezclé mislágrimas con lasque le corrían a ellapor susmejillas, la abracé afectuosamente, y

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estabaapuntoderetirarme,cuandooíunrumordepasosqueseacercabanalacelda.Retrocedí.Habíauncortinajequevelabaungrancrucifijo,ymerefugié trasél.Seabriólapuerta.Entrólaprioraseguidadeotrascuatromonjas.Seacercaronallechode Inés.Lapriora le reprochó sus errores con los términosmás agrios: le dijoqueestabadecididaalibraralmundoyaellamismadesemejantemonstruo,yleordenóque se bebiese el contenido de una copa que le presentó una de las monjas.Conscientedelasfatalespropiedadesdellicor,ytemblandodeencontrarsealbordedelaeternidad,ladesventuradajovenseesforzóendespertarlossentimientosdelasuperioraconlassúplicasmásconmovedoras.Imploróqueleperdonaselavidaconunos términos que podían haber ablandado el corazón de un demonio. Prometiósometerse pacientemente a cualquier clase de castigo, a la vergüenza, elencarcelamientoylatortura,¡contalqueselepermitiesevivir!¡Oh,queseladejasevivir un mes más, o una semana, o un día! Su despiadada enemiga escuchóinconmovible sus lamentos: le dijo que al principio había tenido intención deperdonarlelavida,yquesiahorahabíacambiadodeidea,teníaqueagradecérseloalaoposicióndesusamigos.Siguióinsistiendoenquesebebieseelveneno,yledijoquerecurriesea lamisericordiadelTodopoderoso,noaladeella,y leaseguróquedentrodeunahoraseencontraríaentrelosmuertos.Viendoqueerainútilsuplicaraaquella mujer insensible, trató de saltar de su lecho y pedir auxilio: esperaba, almenos,sinopodíaescaparalasuertequeleanunciaban,tenertestigosdelaviolenciaquesecometíaenella.Laprioraadivinósusintenciones,lacogióvigorosamenteporelbrazoylaechónuevamentesobrelaalmohada.Almismotiemposacóunadagay,colocándolasobreelpechodelainfortunadaInés,declaróquesidabaunsologritoovacilabaunsoloinstanteenbeberelveneno,letraspasaríaelcorazóneneseinstante.Yamediomuerta demiedo, no fue capaz de ofrecermás resistencia. Lamonja seacercóconlacopafatal.Lasuperioralaobligóacogerlaybeberseelcontenido.Setomóellicor,yquedóconsumadalahorribleacción.Entonceslasmonjassesentaronalrededorde lacama:contestaronasusgemidosconreproches; interrumpieronconsarcasmos sus plegarias, en las que encomendaban su alma a la misericordia; laamenazaban con la venganza del Cielo y la condenación eterna; le dijeron quedesesperase de conseguir el perdón, y sembraron de espinas aún más agudas eldoloroso lecho de su muerte. Tales fueron los sufrimientos de esta jovendesventurada,hastaqueeldestinolalibródelamalevolenciadesusatormentadoras.Expiróhorrorizadadelpasadoyasustadadel futuro;ysusagoníasfueron talesquedebierondesatisfacerampliamenteelodioyeldeseodevenganzadesusenemigas.Tanprontocomosuvíctimaexpiró,seretirólasuperiora,seguidadesuscómplices.

»Fue entonces cuando salí de mi escondite. No me atreví a asistir a midesventurada amiga, consciente de que, de haber intentado alguna cosa, habríacorridolamismasuerte.Estupefactayaterradamásalládetodaexpresiónanteesta

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escenaespantosa,apenastuvefuerzasparallegaramicelda.AltrasponerlapuertadeladeInés,meaventuréamirarellechoenelqueyacíaelcuerposinvida,¡antestandulceyadorable!Murmuréunajaculatoriaporsuespíritu,yprometívengarsusuerteconlavergüenzayelcastigodesusasesinos.Hemantenidomipromesaconpeligroydificultad.EnelfuneraldeInés,embargadaporeldolorexcesivo,semeescaparonunaspalabrasquealarmaronlaculpableconcienciadelapriora.Vigilaroncadaunademisaccionesyespiaroncadaunodemispasos.Constantementemevirodeadadeespías.Transcurriómuchotiempoantesdepoderencontrarelmediodeenviaralosparientesde ladesdichada jovenunaadvertenciademisecreto.SehabíadichoqueInéshabíaexpiradosúbitamente.EstaexplicaciónfuecreídanosóloporsusamigosdeMadrid,sinoinclusoporaquellaspersonasquelaamabandentrodelconvento.Elveneno no había dejado ninguna huella en su cuerpo; nadie sospechó la verdaderacausadesumuerte,quepermanecióignoradaportodos,salvoporsusasesinosypormí.

»Nomequedanadamásquedecir.Decuantohedicho,responderéconmivida.Repitoquelapriorahacometidoasesinato;quehaeliminadodeestemundo,ypuedequedelCielo,aunadesventuradacuyodelitoeraleveyvenial;quehaabusadodelpoder confiado a sus manos, y que ha sido déspota, bárbara e hipócrita. Tambiénacuso a las cuatro monjas, Violante, Camila, Alix y Mariana, de ser cómplices eigualmentecriminales.

Así terminó Santa Úrsula su relato, ante el horror y la sorpresa de todos lospresentes;sibiencuandocontóel inhumanoasesinatodeInés, la indignaciónde lachusmasepatentizódeformatanaudiblequeapenasfueposibleoírsuconclusión.Estetumultoaumentabapormomentos.Porúltimo,unamultituddevocesgritóquela superiora debía ser entregada a su furia. Don Ramírez se negó a elloenérgicamente. Incluso Lorenzo pidió al pueblo que recordase que no había sidosometidaaningúnjuicio,yaconsejóatodosquedejasensucastigoenmanosdelaInquisición.Todaslasprotestasfueroninútiles:eltumultosefuevolviendocadavezmásviolento,yelpopulachomásexasperado.Envano tratóRamírezdesacarasuprisionera de la muchedumbre. Allí hacia donde se volvía, una banda dealborotadoreslecortabaelpasoyreclamabaqueselaentregasenconmásinsistencia.Ramírez ordenó a su escolta que abriese paso entre la multitud: oprimidos por elgentío,leseraimposiblesacarlaespadas.Amenazóalachusmaconlavenganzadela Inquisición; pero en ese momento de frenesí popular, incluso este nombreespantosohabíaperdidosuefecto.Aunqueeldolorporsuhermanalehacíamirarconrepugnancia a la abadesa, Lorenzo no podía evitar compadecer a una mujer ensituacióntanterrible;peroapesarde todossusesfuerzos,de losdelduque,dedonRamírezydelosarqueros,lagentesiguiópresionando,seabriópasoatravésdelosguardianes que custodiaban a la víctima, la arrancaron de su protección, y

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procedieron a aplicarle la más sumaria y cruel venganza. Enloquecida de terror yapenassinsaberloquedecía,ladesdichadapidióagritosmisericordia.DeclaróqueerainocentedelamuertedeInés,yquepodíaexculparsedelasospechamásalládetodaduda.Losalborotadoresnoqueríanotracosaquesaciarsubárbaravenganza.Senegaron a escucharla, le lanzaron toda clase de insultos, la cubrieron de barro einmundicia, y la llamaron con losmás denigrantes calificativos. Se la arrebatabanunosaotros,ycadanuevoatormentadoreramássalvajequeelotro.Laahogabanconsus aullidos y execraciones sin atender a sus gritos estremecidos de piedad; y laarrastraronpor lascalles,golpeándolaymaltratándola,yhaciéndolaobjetode todasuertedecrueldadesqueelodioylafuriavengativapodíainventar.Porúltimo,unapiedralanzadaconmanocerteralediodellenoenlasien.Cayóalsuelocubiertadesangre, y unos minutos después terminaba su miserable existencia. Sin embargo,aunqueyanosentíalosinsultosdelosalborotadores,éstossiguierondescargandosurabiaimpotentesobresucuerposinvida.Logolpearon,lopatearonyloarrastraron,hastaquenofueyamásqueunamasadecarneinforme,repugnanteeimposibledeidentificar.

Incapaces de evitar la espantosa acción, Lorenzo y sus amigos la habíanpresenciadopresosdeunhorrorindecible.PeroabandonaronsuforzadapasividadaloírquelachusmaibaaatacarelconventodeSantaClara.Elenardecidopopulacho,confundiendoalosinocentesconlosculpables,habíadecididosacrificaratodaslasmonjasdeesaordenparasaciarsufuria,ynodejarpiedrasobrepiedra.Alarmadosanteestadecisión,echaronacorrerhaciaelconvento,dispuestosadefenderloenloposible, o al menos a rescatar a sus moradoras de la ira de los alborotadores. Lamayoríadelasmonjashabíahuido,peroaúnquedabanunascuantas.Susituacióneraverdaderamente peligrosa. Sin embargo, como habían tomado la precaución deatrancar las puertas interiores, con ayuda de Lorenzo esperaban rechazar alpopulacho,hastaquedonRamírezregresaseconrefuerzossuficientes.

Desplazadounascallesmásalládelconventoporelprimer tumulto,no llegóasuspuertasinmediatamente.Seabriópaso,perolamultitudleimpedíaacercarsealaentrada.Entretanto,elpopulachoasediabaeledificioconfuriainsistente:tratabandeabrirbrechaenlasparedes,arrojabanantorchasencendidasalasventanas,yjurabanquecuandorompieseeldíanoquedaríavivaunasolamonjadeSanta

Clara.Lorenzohabíalogradoavanzaratravésdelamultitud,cuandocedióunadelas puertas. Los alborotadores entraron en riada en el edificio, y empezaron adescargarsuvenganzasobrecuantoencontrabanasupaso.Destrozabanlosmuebles,desgarraban los cuadros, destruían las reliquias, y en su odio a la sierva olvidabantodorespetoalasanta.Algunossededicaronabuscaralasmonjas,otrosaderribarpartes del convento, y otros a prender fuego a los cuadros ymuebles valiosos quecontenía. Estos últimos fueron los que provocaron la desolación más decisiva: en

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efecto, las consecuencias de su acción fueron más inmediatas que lo que ellosmismoshubieranesperadoodeseado.Las llamasque seelevabande losmontonesardiendoprendieroneneledificio,queeraviejoyseco,yelincendiosepropagóconrapidezdeaposentoaaposento.Losmurosseestremecieronbajoelefectodevoradorde las llamas. Las columnas cedieron; los techos se derrumbaron sobre losalborotadores,aplastandoamuchosdeellosbajosupeso.Noseoíanmásquegritosygemidos. Pronto quedó el convento envuelto en llamas, presentando todo unespectáculodedevastaciónydehorror.

Lorenzo estaba anonadado por haber sido la causa, aunque inocente, de tanespantoso desastre. Se esforzó en reparar su falta protegiendo a las desamparadashabitantesdelconvento.Entróconlamultitud,ysededicóareprimirlafuria,hastaqueelsúbitoyalarmanteprogresodelasllamasleobligaronaprotegerse.Lagenteahora salía precipitadamente con la misma ansiedad con que antes había entrado.Peroagolpadosenlaentrada,sequedaronmuchossinpoderpasar,pereciendoanteelrápidoavancedelfuego.LabuenafortunadeLorenzoledirigióhaciaunapequeñapuertadelfondodelacapilla.Elcerrojoestabadescorrido.Loabrió,yseencontróenlaentradadelsepulcrodeSantaClara.

Sedetuvoarecobraraliento.Elduqueyalgunosdesuescoltalehabíanseguido,por lo que, de momento, estaban a salvo. Se pusieron a deliberar qué direccióntomarían para escapar de este lugar caótico. Pero sus deliberaciones se vieroninterrumpidas ante el espectáculo de las enormes llamas que se elevaron de losespesosarcosalderrumbarseylosalaridosdelasmonjasylosalborotadores,quesepisoteaban en la huida, y perecían en las llamas o aplastados bajo el peso de lamansiónquesedesmoronaba.

Lorenzopreguntóadóndeconducía laverja.Lecontestaronqueal jardínde loscapuchinos,ydecidieronbuscarunasalidaporallí.Asíquealzóelduquelaaldabaypasó al cementerio contiguo.Los acompañantes le siguieron sin dilación.Lorenzo,que iba el último, y estaba a puntode abandonar el claustro, vioque la puerta delsepulcro se abría suavemente. Alguien se asomó, pero al ver a los desconocidos,profirióungrito,retrocedió,yhuyóescaleraabajootravez.

—¿Qué significa esto? —exclamó Lorenzo—. Aquí se oculta algún misterio.¡Seguidmesindilación!

Dichoesto,entróapresuradamenteenel sepulcro,enpersecuciónde lapersonaquehuía.Elduquenosabíaporquéhabíadichoestaspalabras,perosuponiendoqueteníasus razonesparaello, le siguiósinvacilar; losdemáshicieron lomismo,yelgrupoenteronotardóenllegaralpiedelaescalera.Comolapuertadearribahabíaquedadoabierta,lasllamasvecinasarrojabansuficienteluzparapermitirleaLorenzoveralfugitivocorriendoporlospasadizosdelasbóvedaslejanas.Perocuandodiolavuelta a un recodo, se quedó sin luz, sumiéndose en total oscuridad, y sólo pudo

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situar a quien huía por el eco de sus pasos. Los perseguidores se vieron ahoraobligadosaavanzarconprecaución.Segúnpodían juzgar,el fugitivoparecíahaberaminorado también su paso, pues oían las pisadas más lentas. Finalmente, sedesorientaron en un laberinto de pasadizos, y se dispersaron en varias direcciones.Movidoporsudeseodeaclararestemisterio,ypenetrarenélporunimpulsosecretoe inexplicable, Lorenzo no hizo caso de esta circunstancia hasta que se encontrócompletamente solo. El ruido de pasos había cesado. Todo estaba en silencio a sualrededor, y no oía nada que le orientase en qué dirección había huido aquellapersona. Se detuvo a reflexionar sobre qué medio valerse para proseguir supersecución. Estaba convencido de que ningún motivo normal había llevado alfugitivoabuscarun lugar tan tétricoaunahora tanpocousual.Elgritoquehabíaproferido parecía de terror, y estaba convencido de que aquello entrañaba algúnhechomisterioso. Tras unosminutos de vacilación, decidió proseguir, buscando elcaminoa tientaspor lasparedesdelpasadizo.Llevabayaalgúntiempoandandodeestamanera, cuando divisó a lo lejos un tenue resplandor.Guiado por él y con laespada desenvainada, dirigió sus pasos hacia el lugar de donde parecía proveniraquellaluz.

Se trataba de una lámpara que había encendida delante de la imagen de SantaClara.Anteellahabíavariasmujeres,susblancosvestidostremolabanenlacorrientedeairequecorríaporlosabovedadospasadizos.Deseosodesaberquéeraloquelashabía congregado en este lugar melancólico, Lorenzo se acercó con sigilo. Lasdesconocidas parecían sumidas en grave conversación. No oyeron los pasos deLorenzo,yésteseacercósinseradvertido,hastaquepudooírconclaridadsusvoces.

—Osdigo—dijolaqueestabahablandocuandoélllegó,yalaqueescuchabanlas demás con gran atención—, os digo que les he visto conmis propios ojos; hehuido escalera abajo; me han perseguido, y he escapado de sus manos por puromilagro.Denoserporlalámpara,nooshabríaencontrado.

—¿Yquépuedehaberlestraídoaquí?—dijootraconvoztemblorosa—.¿Creéisquenosbuscan?

—QuieraDiosqueseaninfundadostodosmisrecelos—respondiólaprimera—.¡Perometemoquesonasesinos!¡Sinosdescubren,estamosperdidas!Encuantoamí, mi muerte es segura: mi parentesco con la priora será suficiente crimen paracondenarme;yaunqueestascriptasmehanprotegidohastaahora...

Aquí, al alzar la vista, sus ojos descubrieron a Lorenzo, que se había idoaproximandolentamente.

—¡Losasesinos!—gritó.Seincorporódeunsaltodelpedestaldelaimagendondehabíaestadosentada,y

trató de huir corriendo. Sus compañeras, almismo tiempo, profirieron un grito deterror,mientrasLorenzodeteníaa la fugitivaporelbrazo.Asustadaydesesperada,

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cayóderodillasanteél.—¡Piedad!—exclamó—.¡PorJesucristo,piedad!¡Soyinocente,soyinocente!La voz,mientras hablaba, casi se le estrangulaba de terror. El resplandor de la

lámpara le dio de lleno en la cara, que tenía desvelada, y Lorenzo reconoció a lahermosaVirginiadeVilla–Franca.Seapresuróa levantarladelsuelo,y lerogóquetuviese ánimo. Prometió protegerla de los alborotadores, le aseguró que el refugioaúnerasecreto,yquepodíaconfiarensuintencióndedefenderlahastalaúltimagotade su sangre.Duranteestaconversación, lasmonjas sehabíanarrojadoendiversasactitudes:unasehabíaarrodilladoysuplicabaalCielo;otrahabíaocultadoelrostroenelregazodesuvecina,algunasescuchabaninmóvilesytemerosaseldiscursodelsupuesto asesino, mientras otras se abrazaban a la imagen de Santa Clara eimploraban su protección con gritos frenéticos. Al darse cuenta de su error, secongregaronalrededordeLorenzoylecolmarondebendiciones.Esteaveriguóque,al oír las amenazas de la chusma, y aterradas por las crueldades que habían vistoinfligiralasuperioradesdelastorresdelconvento,muchaspensionistasymonjassehabíanrefugiadoenlacripta.EntrelasprimerasreconocióalaencantadoraVirginia.Parientedelapriora,teníamásmotivosquelasotrasparatemeralosalborotadores,yahora suplicó a Lorenzo fervientemente que no la abandonase a su furia. Suscompañeras,lamayoríamujeresdenoblefamilia,lehicieronlasmismassúplicas,alasqueaccediódebuengrado.Prometiónoabandonarlashastaverlasatodasasalvoy en brazos de sus familias. Pero les aconsejó que esperasen y no saliesen delsepulcrohastaquesehubiesecalmadoalgolafuriapopularylallegadadelafuerzamilitarhubieradispersadoalamultitud.

—¡Ojalá—exclamóVirginia—meencontrarayaasalvoenbrazosdemimadre!¿Quédecís,señor, tardaremosmuchoenpoderabandonarestesitio?¡Cada instantequepasoaquí,sufrounatortura!

—Confíoenquenomucho—dijo—;perohastaquepodáissalirsinpeligro,estesepulcro os será un refugio impenetrable. Aquí no corréis ningún riesgo de serdescubierta,yosaconsejoquepermanezcáistranquiladosotreshoras.

—¿Doso treshoras?—exclamósorElena—. ¡Sipermanezcounahoramásenesta criptamemoriré demiedo!Ni todos los tesoros delmundome convenceríanparasoportardenuevoloquehesufridodesdequeheentradoenestelugar.¡Virgenbendita!Estar en este sitiomelancólico en plena noche, rodeada por los cadáverespolvorientosdemisdifuntascompañeras,yesperaracadainstanteserdestrozadaporsusespectrosquevaganamialrededor,ylloran,ygimen,yselamentanconacentosquemehielanlasangre...¡Jesucristo!¡Meharánenloquecer!

—Excusadme —replicó Lorenzo— si me sorprendo de que mientras estáisamenazada por peligros reales seáis capaz de rendiros ante peligros imaginarios.Estos terrores son pueriles y sin fundamento. Desechadlos, santa hermana. He

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prometidodefenderosdelosalborotadores,perocontralosataquesdelasupersticióndebéisvalerosporvosmisma.Laideadelosespectrosesridículaenextremo.Ysiseguísdejándoosllevarporquiméricosterrores...

—¿Quiméricos?—exclamaronlasmonjasalunísono—.¡Perosinosotrasmismaslohemosoído,señor!¡Todaslohemosoído!Eraalgoqueserepetía,ysonabacadavezmáslastimeroyprofundo.Jamásnosconvenceréisdequenoshemosequivocadotodas.No,deningúnmodo.Dehabersidosólorumorescreadosporlafantasía...

—¡Escuchad! ¡Escuchad!—interrumpióVirginia convoz aterrada—. ¡ElSeñornosproteja!¡Yaseoyeotravez!

Lasmonjasjuntaronlasmanos,ycayeronderodillas.Lorenzomiróentornosuyocon ansiedad, a punto de rendirse a losmiedos que ya habían hecho presa en lasmujeres.Reinabaunsilenciouniversal.Examinólacripta,peronopudovernada.Sedispusoa interpelara lasmonjasyreprocharlessuspuerilesaprensiones,cuandolellamólaatenciónungemidoprofundo,prolongado.

—¿Quéeseso?—inquirió,sobresaltado.—¡Ved,señor!—dijoElvira—.¡Ahorapodréisconvenceros!¡Vosmismohabéis

oído ese lamento! Juzgad ahora si son imaginarios nuestros terrores. Desde queestamos aquí, esos gemidos se vienen repitiendo casi cada cinco minutos.Indudablementeprocedendealgúnalmaenpenaquedeseaquesereceporellaparaquesalgadelpurgatorio.Peroningunadelasqueestamosaquíseatreveapreguntarlenada. En cuanto amí, si viese una aparición, estoy segura de quememoriría delsusto.

Acababa de decir esto, cuando se oyó un segundo gemido aúnmás claro. Lasmonjas se santiguaron y se apresuraron a repetir sus jaculatorias contra losmalosespíritus. Lorenzo escuchó con atención. Le pareció incluso que podía distinguirsonidoscomosihablasenentre lamentos.Pero ladistancia losvolvía ininteligibles.El rumorparecíaprovenir del centrode la cripta en laque se encontraban él y lasmonjas,ydelaquesalíanmultituddepasadizosendistintasdirecciones,amododeunaestrella.LacuriosidaddeLorenzo,siempredespierta,leespoleóadesentrañarelmisterio.Pidióqueguardasensilencio.Lasmonjasobedecieron.Callarontodas,hastaque la quietud volvió a ser turbada por el lamento, que se repitió varias vecessucesivamente.Notóquesehacíamásaudible,amedidaqueavanzabasiguiendoelrumor,hastaquellegóalaltardeSantaClara.

—Elsonidovienedeaquí—dijoLorenzo—.¿Dequiénesestaimagen?Elena,aquienhabíasidodirigidalapregunta,callóunmomento.Depronto,juntó

lasmanos.—¡Sí! —exclamó—. Eso debe de ser. He descubierto el significado de esos

gemidos.Las monjas la rodearon, y le pidieron ansiosamente que se explicase. Ella

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contestógravementeque,desdetiempoinmemorial,laimagenhabíatenidofamadehacermilagros.Deaquíinferíaellaquelasantasesentíaafectadaporelincendiodelconvento que ella protegía, y expresaba su pesar con audibles lamentaciones.Lorenzo, que no tenía la misma fe en la milagrosa santa, no consideró tansatisfactoria la solución del misterio como las monjas, que la suscribieron sinvacilación. En un punto, es cierto, sí coincidía con Elena. Sospechaba que losgemidosproveníande la imagen:cuantomásescuchaba,másse reafirmabaenestaidea. Se acercó a la imagen con el fin de examinarlamás de cerca. Pero al ver suintención,lasmonjaslesuplicaronporelamordeDiosquenolohiciese,yaquesitocabalaestatuasumuerteseríainevitable.

—¿Yenquéconsisteelpeligro?—inquirió.—¡MadredeDios!¿Enqué?—replicóElena,deseosasiempredecontaralguna

milagrosa aventura—. ¡Si hubieseis oído la centésima parte de las maravillosashistorias concernientes a esta imagen, que la superiora solía contar!Nos asegurabaunayotravezquecomonosatreviéramosaponerenellaundedotansólo,podíamosesperarlasmásfatalesconsecuencias.Entreotrascosas,nosdijoqueunanocheentróen esta cripta un ladrón, el cual reparó en un rubí de inestimable valor. ¿Lo veis,señor?Lebrillaeneltercerdedodelamanoquesostienelacoronadeespinas.Estajoyaexcitónaturalmentelacodiciadelvillano.Decidióapoderarsedeella.Conesefinsubióalpedestal.Secogióalbrazoderechodelasantaparasostenerse,yalargólamanohaciaelanillo.¡Cuálnoseríasusorpresa,cuandovioquelaestatuaalzabalamano en actitud de amenaza, y oyó de sus labios pronunciar su eterna perdición!Sobrecogido de miedo y consternación, desistió de su intento y se dispuso aabandonarelsepulcro.Peroenestotambiénfracasó.Nopudohuir.Lefueimposiblesepararlamanoconquesujetabaalbrazoderechodelaestatua.Envanoforcejeó.Sequedóprendidoalaimagen,hastaqueunaangustiainsoportableyfebrillerecorriólasvenasyleimpulsóagritarpidiendoauxilio.Elsepulcrosellenódeespectadores.Elvillanoconfesósusacrilegio,ysólofueposiblelibrarlecortándolelamano.Desdeentonces, esa mano ha permanecido pegada a la imagen. El ladrón se volvióermitaño,yapartirdeentoncesllevóunavidaejemplar.Perosecumplióeldecretodelasanta,ydicelatradiciónqueaúnsigueesehombrerondandoporestesepulcroeimplorando el perdón de Santa Clara con gemidos y lamentaciones. Y ahora quepiensoenello,losgemidosquehemosoídobienpuedenhabersidoproferidosporelespíritudelpecador.Peronoestoymuysegura.Todoloquepuedodeciresquedesdeentoncesnadie sehaatrevidoa tocar la imagen. ¡Demodoquenoseáis temerario,buenseñor!Porelamordelcielo,desistiddevuestropropósito,ynoosexpongáisinnecesariamenteaunamuertecierta.

Poco convencido de que fuese tan cierta su muerte como Elena parecía creer,Lorenzo persistió en su resolución. Las monjas le suplicaron que renunciase en

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términos lastimeros, e incluso le señalaron lamano del ladrón, que efectivamente,aún se veía sobre el brazo de la imagen. Esta prueba, imaginaban, le convencería.Muy lejos de suceder así, se escandalizaron enormemente cuando él manifestó susospechadequeaquellosdedossecosyarrugadoshabíansidopuestosporordendelapriora.Apesardesussúplicasyamenazas, seacercóa laestatua, saltó laverjadehierro que la protegía y sometió a la santa a un detenido reconocimiento. Alprincipio, la imagen parecía de piedra, pero tras una atenta inspección, resultó noestarhechadeotromaterialquemaderapolicromada.Laempujóytratódemoverla.Peroparecía formaruna solapiezacon labase sobre laque se asentaba.La siguióestudiandounayotravez.Sinembargo,noencontrabaclavealgunaquelellevaseala solución de este misterio, por el que las monjas se sentían ahora igualmentecuriosas,alverquetocabalaestatuaconimpunidad.Lorenzosedetuvoyescuchó:losgemidosserepetíanaintervalos,yseconvenciódequesehallabaenellugarmáspróximoaellos.Meditósobreestehechosingular,yvolvióaestudiarlaestatuaconojos inquisitivos. De repente, se fijó en lamano arrugada. Le sorprendió que unaadvertenciatanparticularnoobedecieseaunarazónparaquenotocasenelbrazodelaimagen.Volvióasubiralpedestal;examinóelobjetodesuatención,ydescubrióunpequeñobotóndehierroocultoenelhombrodelasanta,yquesesuponíahabíasidolamanodelladrón.Estedescubrimientoleanimó.Aplicósusdedosenelbotón,yapretóconfuerza.Inmediatamenteseoyóunruidoenelinteriordelaestatua,comosisesoltaseunacadenatensa.Sobresaltadasanteelruido, lasatemorizadasmonjasretrocedieron, dispuestas a huir de la cripta al primer asomo de peligro. Alpermanecer todo quieto y tranquilo, se agruparon de nuevo en torno a Lorenzo, yobservaronconcuriosidad.

Viendoquenoocurríanadatrasestedescubrimientovolvióabajar.Alquitar lamanode la santa, ésta tembló, loqueprovocónuevos terrores en las espectadoras,quecreyeronquelaestatuacobrabavida.LaideadeLorenzosobreelparticularfuemuy distinta. En seguida comprendió que el ruido que había oído había sidoocasionadoalsoltarseunacadenaquesujetabalaimagenasupedestal.Tratóunavezmásdemoverla,ylologrósindemasiadoesfuerzo.Lacolocóenelsuelo,yluegovioqueelpedestalestabahueco,ysuaberturacerradaporunapesadarejadehierro.

Estoexcitótalcuriosidadgeneral,quelashermanasolvidaronsuspeligrosrealese imaginarios.Lorenzoprocedióa levantar la reja,a loque leayudaron lasmonjascontodassusfuerzas.Loconsiguieronsinmuchadificultad.Unprofundoabismoseabrióahoraanteellos,cuyadensaoscuridadseesforzóelojoenpenetrarinútilmente.Los rayos de la lámpara eran demasiadodébiles para que sirviesen de algo.No sedistinguíanada,salvountramodetoscosescalonesquesehundíanenelabismoyseperdíaninmediatamenteenlanegrura.Yanoseoíanlosgemidos.Perotodosestabanconvencidosdequeprocedíandeestacaverna.Alinclinarsesobreella,aLorenzole

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pareciódistinguirunapagadoresplandorenlanegrura.Miróatentamentehaciaaquelpunto, y tuvo la certeza de que era una luz que unas veces aumentaba y otrasdisminuía.Comunicóestedetallealasmonjas.Estascaptarontambiénelresplandor.Perocuandolesdijosuintencióndedescenderalacaverna,todasseopusieronatalidea. Sin embargo, sus protestas no lograron disuadirle. Ninguna tuvo el valor deacompañarle; por otra parte no consintió él en privarlas de la lámpara.Así que sedispuso a llevar a cabo su propósito solo y completamente a oscuras,mientras lasmonjassecontentabanconofrecerplegariasporeléxitoyseguridaddeLorenzo.

Lospeldañoserantanestrechoseirregularesquebajarloseracomodescenderporun precipicio. La oscuridad; que le envolvía hacía sus pasos inseguros. Se vioobligadoaavanzarcongranprecauciónparanoponerunpieen falsoycaerenelabismoqueseabríadebajodeél.Apuntoestuvodeocurrirleestovariasveces.Sinembargo, llegó a suelo firme antes de lo quehabía creído.Descubrióque la densaoscuridadylasimpenetrablesbrumasquereinabanenlacavernalehabíaninducidoacreerlamuchomásprofundadeloqueeraenrealidad.Llegóalpiedelaescalerasinpercance.Sedetuvo,ymiróentornosuyo,enbuscadelresplandorqueanteslehabíallamadolaatención.Peronovionada.Todoeracompletatiniebla.Escuchó,porsioíagemidos. Pero su oído no captó ruido alguno, salvo el murmullo distante de lasmonjas, arriba, que rezaban en voz baja. Estaba indeciso, sin saber hacia qué ladodirigirsuspasos.Finalmente,decidióproseguir,perodespacio,temiendoalejarsedellugarquebuscaba,envezdeaproximarse.Losgemidosparecían indicarquehabíaalguienquesufría,oquealmenossehallabaenapuros,yesperabapoderaliviarlesusmiserias.Unavozquejumbrosasonóalfin,anomuchadistanciadedondeestabaél.Se dirigió hacia allí animado. Se hacíamás audible amedida que avanzaba; y notardóendescubrirnuevamenteelresplandor,queunmurosalientelehabíaocultadohastaahora.

Provenía de una pequeña lámpara colocada sobre unmontón de piedras, cuyosdébiles y melancólicos rayos, más que disipar, subrayaban los horrores de unaestrechaytenebrosamazmorraabiertaaunladodelacaverna;revelabatambiénotrasceldasparecidas,perocuyaprofundidadsehundíaenlastinieblas.Laluzjugabafríasobre los muros mojados, cuya superficie devolvía débiles reflejos. Una nieblapestilente nublaba las alturas de la abovedadamazmorra. Amedida que avanzabaLorenzosentíaqueunfríoafiladolepenetrabalasvenas.Losfrecuentesgemidosleimpulsaban a seguir adelante. Se dirigió hacia ellos, y a la luz parpadeante de lalámpara,vioenunrincóndeesterecintoabominableaunacriaturaacurrucadasobreun lecho de paja, tan desdichada, tan delgada, tan pálida, que dudó que fuese unamujer.Estabamediodesnuda:sucabelleralargaydesgreñadacaíaendesordensobresurostroocultándolocasiporentero.Unbrazodescarnadocolgabadescuidadamentesobreunaandrajosamanta,quecubríasusmiembroscrispadosytemblorosos.Elotro

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rodeabaunpequeñobulto,quemanteníasujetocontrasupecho.Juntoaellayacíaungranrosario.Enfrentehabíauncrucifijo,enelqueellateníalosojosclavados,yasuladohabíaunacestayunapequeñajarradebarro.

Lorenzo se detuvo: se quedó petrificado de horror. Contempló a aquelladesventuradaconrepugnanciaypiedad.Seestremecióanteelespectáculo.Sintióunaangustia insoportable.Le flaquearon las fuerzas,ysuspiernasparecieronnegarseasostenerle.Sevioobligadoaapoyarsecontraelmuroqueteníaasulado,incapazdeavanzarnidehablarlealadesventurada.Éstadirigióunamiradahacialaescalera.ElmuroocultabaaLorenzo,yellanolevio.

—¡Novienenadie!—murmuróalfin.Suvozeracavernosaeinsegura.Suspiróamargamente.—¡Novienenadie!—repitió—.¡No!¡Mehanolvidado!¡Novolveránmás!Callóunmomento;luego,continuólastimera:—¡Dos días! ¡Dos largos, interminables días, sin comer! ¡Y sin esperanza ni

consuelo!¡Estúpida!¡Cómopuedodesearprolongarunavidatandesdichada!¡Pero,qué muerte! ¡Oh, Dios! ¡Acabar con una muerte así! ¡Prolongar los días en estatortura! ¡Hasta ahora, no sabía qué era el hambre! ¡Ay, no! ¡No viene nadie! ¡Novolverányamás!

Guardósilencio.Seestremeció,yseechólamantasobresushombrosdesnudos.—¡Tengo mucho frío! ¡Aún no estoy acostumbrada a las humedades de esta

mazmorra!Esextraño.Perono importa.Cuantomásheladaesté,menos lo sentiré.¡Mequedaréfría,fríacomotú!

Miróelbulto,queteníapegadoasupecho.Seinclinósobreél,ylobesó.Luegoloapartóimpulsivamente,yseestremecióconrepugnancia.

—¡Quédulce era antes! ¡Quéhermosohabría sido,quéparecidoa él! ¡Y loheperdidoparasiempre!¡Cómohacambiadoenpocosdías!¡Nodeberíavolverloavermás!¡Sinembargo,cuántoloquiero!¡Dios!¡Cuánto!Olvidaréloquees.Recordarésóloloqueera,yloquerréigual,¡comocuandoeratandulce,tanparecidoaél!Yocreíaquesemehabíansecadoyatodaslaslágrimas,peroaúnmequedauna.

Seenjugólosojosconunmechóndesuscabellos.Alargólamanohacialajarra,y la alcanzó con dificultad. Lanzó una mirada inquisitiva y desesperanzada a suinterior.Suspiró,yvolvióadejarlaenelsuelo.

—¡Completamentevacía!¡Niunagota!¡Nohayunasolagotaconquerefrescarmipaladarreseco!¡Daríaloquefueseporunsorbodeagua!¡YsonsiervasdeDioslas queme hacen sufrir así! ¡Se consideran santas, yme torturan comodemonios!Crueleseinsensibles,ysonellaslasquemepidenquemearrepienta.¡Ysonellaslasquemeamenazanconlacondenacióneterna!¡Señor,Señor!¡Túnopiensaseso!

Fijónuevamente losojosenelcrucifijo,cogióel rosario,ymientraspasaba lascuentas,el rápidomovimientodesus labios revelóque rezabaconfervor.Mientras

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escuchaba sus tristes lamentos, la sensibilidad de Lorenzo se iba sintiendo másviolentamente afectada. La primera visión de semejante miseria había causado unprofundo estupor. Pero pasado éste, avanzó hacia la cautiva.Ella oyó sus pasos, yprofiriendoungritodealegría,dejócaerelrosario.

—¡Sí!¡Sí!¡Sí!—exclamó—.¡Alguienviene!Trató de levantarse, pero el esfuerzo no fue suficiente. Cayó hacia atrás, y se

hundiónuevamenteenellechodepaja.Lorenzooyóunruidodepesadascadenas.Seacercóaúnmás,mientrasproseguíalaprisionera.

—¿SoisCamila?¡Porfinhabéisvenido!¡Oh,yaerahora!Creíaquemehabíaisolvidado; queme habíais dejadomorir de hambre. ¡Dadme de beber, Camila, porpiedad! Me siento desfallecer con este largo ayuno, y estoy tan débil que no mepuedo levantar del suelo. ¡Mi buenaCamila, dadme de beber, antes de que expiredelantedevos!

Temerosodequelasorpresa,ensuenfebrecidoestado,pudieraserfatal,Lorenzonosabíacómohablarle.

—NosoyCamila—dijoalfin,hablandoconvozlentaysuave.—¿Quiénsoisentonces?—replicó laprisionera—.¿Alix,quizá,oViolante?La

vista se me ha vuelto tan borrosa y débil que no distingo vuestro rostro. Peroquienquieraqueseáis,sivuestropechoessensiblealamáslevecompasión,sinosoismáscruelqueloslobosylostigres,apiadaosdemissufrimientos.Sabéisqueestoymuriendopor falta de alimento.Éste es el tercer día quemis labios handejadoderecibir comida alguna. ¿Me traéis algo? ¿O venís a anunciarme mi muerte, y eltiempoquemequedadeagonía?

—Osequivocáis—replicóLorenzo—;no soyningúnemisariodevuestra cruelpriora.Sientopiedaddevuestrossufrimientos,yvengoalibrarosdeellos.

—¿Alibrarmedeellos?—repitiólacautiva—.¿Habéisdichoalibrarmedeellos?Levantándosealmismotiempodelsuelo,ysosteniéndoseconlasmanos,miróal

desconocidoconatención.—¡GranDios!¡Noesunailusión!¡Unhombre!¡Hablad!¿Quiénsois?¿Quéos

traeaquí?¿Venísasalvarme,adevolvermelalibertad,lavidaylaluz?¡Oh,hablad,habladrápidamente,novayaaalentaryounaesperanzacuyodesencantomemataría!

—¡Tranquilizaos!—replicóLorenzoconvozdulceycompasiva—.Lasuperioradecuyacrueldadosquejáishapagadoyasuscrímenes.Nadatenéisquetemerdeellaen adelante. Dentro de unos minutos estaréis en libertad, y en brazos de vuestrosamigos,dequieneshabéissidoarrancada.Confiadenmiprotección.Dadmevuestramano,ynotemáis.Dejadqueosguíeadonderecibiréis lasatencionesquevuestrodébilestadorequiere.

—¡Oh!¡Sí!¡Sí!¡Sí!—exclamólaprisioneraconalborozo—.¡EntonceshayunDios,unDiosjusto!¡Aleluya,aleluya!¡Respiraréunavezmásairefresco,yveréla

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luzgloriosadelsol!¡Iréconvos!¡Desconocido,iréconvos!¡Oh,elCieloosbendigaporapiadarosdeestadesventurada!Peroestodebevenirconmigotambién—añadió,señalando el pequeño envoltorio que aún apretaba contra el pecho—. No puedosepararme de él. Lo llevaré: convenceré al mundo de lo espantosas que son lasmoradasfalsamentellamadasreligiosas.Mibuendesconocido,dadmevuestramano.Estoy desfallecida de hambre, sufrimiento y de enfermedad, y mis fuerzas meabandonanporcompleto.¡Así,estábien!

Al inclinarse Lorenzo para levantarla, la luz de la lámpara dio de lleno en surostro.

—¡DiosTodopoderoso!—exclamóella—.¿Esposible?¡Esacara!¡Esosrasgos!¡Oh!¡Sí,es...es...!

Extendió los brazos para abrazarle. Pero su cuerpo debilitado fue incapaz desoportar las emociones que agitaban su pecho. Se desmayó, y una vez más sederrumbóenellechodepaja.

Lorenzosequedósorprendidoantesuúltimaexclamación.Leparecióquehabíaoídoantesesaspalabras,talcomolasacababadepronunciaraquellavozcavernosa,peronopudo recordardónde.Vioqueen supeligrosa situación, eraabsolutamentenecesario prestarle auxilios médicos, y se apresuró a sacarla de la mazmorra. Alprincipioseloimpidióunasólidacadenaqueceñíaelcuerpodelaprisionerayestabafijaenlaparedvecina.Sinembargo,ayudadasufuerzanaturalporelfervientedeseodeliberaraladesventurada,notardóenarrancarlaargollaalaqueestabaunidalacadenaporelotroextremo.Luegocogióalacautivaenbrazosysedirigióhacialaescalera. Los rayos de la lámpara de arriba, así como el murmullo de vocesfemeninas,guiaronsuspasos.Subiólaescalera,ypocosminutosdespuésalcanzabalarejadehierro.

Lasmonjas,durantesuausencia,habíanestadoansiosasdecuriosidadytemor;yse sintieron igualmente sorprendidasy encantadas al verle surgir súbitamentede lacaverna.Todasseconmovieronhondamentealveralamiserablecriaturaquetraíaenbrazos.Mientraslasmonjas,yVirginiaenparticular,sededicabanahacerlavolverensí,Lorenzorelatóenpocaspalabrascómolahabíaencontrado.Luegolesexplicóqueeltumultodebíadehaberseapaciguado,yqueahorapodíallevarlasconsusamigossin peligro. Todas estaban deseosas de abandonar el sepulcro. Sin embargo, paraevitar cualquier posibilidad de que las asaltasen, pidieron aLorenzo que saliese élsoloprimero,yvierasinohabíanadie.Accedióaestapetición.Elenaseofrecióaguiarlealaescalera,yestabanapuntodesepararse,cuandounafuerteluzsurgiódevariospasadizosdelosmurosadyacentes.Almismotiempooyeronpasosdegentesque se acercaban apresuradamente, y cuyo número parecía ser considerable. Lasmonjassesintieronaterradas.Creyeronquehabíasidodescubiertosurefugio,yquelos alborotadores habían entrado en su persecución.Dejando precipitadamente a la

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prisionera que permanecía insensible, rodearon a Lorenzo y suplicaron que lasprotegiera. Sólo Virginia olvidó su propio peligro, y se esforzaba en aliviar lossufrimientosdeotra.Sosteníalacabezadelacautivasobresusrodillas,mojabasussienesconaguaderosas, lecalentabalasmanosfrías,ysalpicabasurostroconlaslágrimas que la compasión le hacía derramar. Al aproximarse los desconocidos,Lorenzo disipó los temores de las suplicantes. Su nombre, pronunciado pornumerosasvoces,entrelasquedistinguióladelduque,resonóporlasbóvedas,yellole convenció de que le buscaban. Lo comunicó así a lasmonjas, que sintieron uninmensoalivio.Unosinstantesdespuésseconfirmabansuspalabras.AparecierondonRamírezyelduque,seguidosdenumerososacompañantesconantorchas.Lehabíanestadobuscandoporlacriptaparacomunicarlequelachusmasehabíadispersadoyque el tumulto había sido sofocado. Lorenzo contó una vez más, brevemente, suaventura en la caverna, y explicó la perentoria necesidad de asistenciamédica queteníaladesconocida.Pidióalduquequeseencargasedeella,asícomodelasmonjasypensionistas.

—Encuantoamí—dijo—,otroscuidadosreclamanmiatención.Mientraslleváisaestasdamasconmediadocena,dearquerosasusrespectivascasas,quieroquemedejéisamíotramediadocena.Deseoexaminarlacavernadeabajoeinspeccionarlosrecintos más secretos del sepulcro. No descansaré hasta comprobar que esadesdichada víctima era la única que la superstición tenía encerrada en estossubterráneos.

Elduqueaprobósudecisión.DonRamírezseofrecióaayudarleensuinspección,y Lorenzo aceptó agradecido su proposición. Tras dar las gracias a Lorenzo, lasmonjas se pusieron bajo el cuidado de su tío, que las sacó del sepulcro. Virginiasolicitó quedejasen a su cargo a la desventuradadesconocida, y prometió avisar aLorenzocuandoestuvieselobastanterecobradaparaaceptarsusvisitas.Enverdad,hizoestapromesamásporpropiointerésqueporeldeLorenzoolacautiva.Habíacontempladolacortesíadeél,sunoblezaeintrepidez,consensibleemoción.Deseabasinceramente cultivar su amistad; y además de los sentimientos de piedad que laprisionera le inspiraba, esperaba que sus atenciones para con la infortunada lahiciesenmerecedoradelaestimadeLorenzo.Notuvoocasióndepreocuparseaesterespecto. La bondad de que había dado muestras y el tierno interés que habíamanifestado por la cautiva le habían ganado un elevado lugar ante los ojos de él.Mientrassehabíaocupadodealiviarlossufrimientosdelaprisionera, lanaturalezadesusatenciones lahabíanadornadoconnuevosencantos,haciendosubellezamilvecesmásinteresante.Lorenzolacontemplóconadmiraciónygozo:laveíacomounángeltutelarquehabíadescendidoenayudadelainocenciaafligida;ysucorazónnopodría haber resistido sus atractivos, de no haber tenido presente el recuerdo deAntonia.

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Elduquellevóalasmonjassinpercancealasmoradasdesusrespectivosamigos.Laprisionerarescatadaestabaaúnsinconocimiento,ynodabaotrasseñalesdevidaquealgúnocasionalgemido.Fuetrasladadaenunaespeciedecamilla;Virginia,queestuvoconstantementeasulado,temíaqueelagotamientoporelprolongadoayuno,yelchoquequesuponíaelrepentinocambiodelcautiverioylastinieblasalalibertadyalaluz,fueranexcesivosparasucuerpo.LorenzoydonRamírezsequedaronenelsepulcro.Trasdeliberarsobreelplanaseguir,decidieronque,paraevitarpérdidasdetiempo,debíandividiralosarquerosendosgrupos:conunoregistraríadonRamírezla caverna, mientras que Lorenzo inspeccionaría con el otro los subterráneos másalejados. Acordado esto, y provistos de antorchas los seguidores, don Ramírezdescendióalacaverna.Yhabíabajadoyaalgunospeldaños,cuandooyóquealguienseacercabacorriendodesdeelinteriordelsepulcro.Sorprendido,saliódelacavernaotravez,precipitadamente.

—¿Oíspisadas?—dijoLorenzo—.Vayamoshaciaallá,dedondeparecenvenir.Enesemomento,ungritodesgarradoypenetranteleshizoapresurarelpaso.—¡Auxilio!¡Auxilio,porDios!—gritóunavoz,cuyomelodiosotonotraspasóde

terrorelcorazóndeLorenzo.Corrióhaciaelgritocomounacentella,seguidodedonRamírezconigualceleridad.

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CapítuloIV

GreatHaven!HowfrailthycreatureManismade!Howbyhimselfinsensiblybetrayed!Inourownstrengthunhappilysecure,Toolittlecautiousoftheadverse

power,Onpleasure'sflowerybrinkweidlystray,Mastersasyetofourreturningway:

Tillthestronggustsofragingpassionrise,TillthedireTempestminglesearthanskiesAndswiftintotheboundlessOceanborne,Ourfoolishconfidencetoolatewe

mourn:Roundourdevotedheadsthebillowsbeat

Andfromourtroubledviewthelesseninglandsretreat.PRIOR

Durante todo este tiempoAmbrosio ignoró los espantosos sucesos que estabanocurriendotancerca.LaejecucióndesusplanesrespectoaAntoniateníaacaparadostodos sus pensamientos. Hasta ahora se sentía satisfecho por el éxito que estabateniendo. Antonia había tomado el narcótico, había sido enterrada en la cripta deSantaClara,y la teníaenteramenteasumerced.Matilde,muyfamiliarizadacon lanaturalezayefectosdelaadormecedoramedicina,habíacalculadoquesuacciónnocesaríahasta lamadrugadasiguiente.Ambrosioesperabaesahoraconimpaciencia.LaconmemoracióndeSantaClaraleofrecíaunaocasiónpropiciaparaconsumarsucrimen.Estabasegurodequelosfrailesylasmonjastomaríanparteenlaprocesión,no había temor de que le interrumpiesen, y esperaba que se le excusase de salirpersonalmentealacabezadelosmonjes.Nodudabaque,alencontrarselejosdetodaayuda, separada del mundo y totalmente en su poder, Antonia accedería a darcumplimiento a sus deseos.El afecto que ella habíamanifestado siempre por él leconfirmabaenestaconvicción;perodecidióque,sisemostrabaobstinada,notendríaen cuenta ninguna consideración que le impidiese gozar de ella. Seguro de no serdescubierto,notemíarecurriralempleodelafuerza;ysisentíaalgunarepugnancia,nosedebíaaun impulsodevergüenzaocompasión,sinoaqueexperimentabaporAntoniaelmássinceroyardienteafecto,ydeseabanodebersusfavoresmásqueaellamisma.

Losmonjesabandonaronlaabadíaalasdocedelanoche.Matildeibaentrelosqueformabanelcoro,ydirigía loscánticos.Ambrosiosequedósoloyenabsolutalibertadparaseguirsusinclinaciones.Convencidodequenoquedabanadieatrásqueespiasesusmovimientosoturbasesusplaceres,seencaminóapresuradamentehaciala parte oeste del convento. Su corazón latía con una esperanza no desprovista deansiedad; cruzóel jardín, abrió la cerraduraquedabaaccesoal cementerio,yunosminutosdespuéssehallabaante lacripta.Aquí sedetuvo.Miróa sualrededorcon

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recelo, consciente de que su negocio no era apto para otros ojos que los suyos.Mientras vacilaba, oyó el chillido melancólico del mochuelo. El viento hacíaretemblarsonoramentelasventanasdelvecinoconventoy,alllegaraél,letraíalasdébilesnotasdelcánticode loscoros.Abrió lapuertacautelosamente, temerosodequeleoyeran:entró,ycerrótrasdesí.Guiadoporlaluzdelalámpararecorrióloslargos pasadizos, cuyas vueltas y revueltas le había enseñadoMatilde, y llegó a labóvedasecretadondesehallabadormidasuamada.

Noera fácil, nimuchomenos, descubrir la entrada.Pero estono fueobstáculoparaAmbrosio, que durante el funeral deAntonia había tomado notamentalmentecon todo cuidado para no equivocarse. Encontró la puerta, que tenía abierta lacerradura, laabrió,ydescendióa lamazmorra.Seacercóa lahumilde tumbaenlaquedescansabaAntonia.Sehabíaprovistodeunapalancadehierroyunapiqueta,peroestaprecauciónresultó innecesaria.Larejaestaba ligeramente levantadahaciaarriba.Laabrió,colocólalámparaenelborde,yseasomóensilencioalatumba.Alladodetrespútridoscadáveressemidescompuestos,dormíalabelleza.Unvivorubor,anuncio de la inminente reanimación, se había extendido ya por sus mejillas; yenvuelta en sumortaja, tendida en su féretro, parecía sonreír a las imágenes de lamuerte que la rodeaban. Mientras contemplaba los huesos putrefactos y lasrepugnantes figuras que quizá fueron en otro tiempo dulces y amables, AmbrosiopensóenElvira,reducidaporélaesemismoestado.Yalsurgirensumemoriaestaacciónhorrenda,sesintióinvadidoporunhorrortenebroso.Sinembargo,estomismolealentóensuresolucióndedestruirelhonordeAntonia.

—¡Por ti, belleza fatal! —murmuró el monje, mientras contemplaba a sudesventurada presa—. Por ti, he cometido este homicidio, me he vendido a lastorturaseternas.Ahoraestásenmipoder:elproductodemicrimenserá,almenos,mío.Noesperesquetussúplicasformuladasconmelodíasinpar,tusluminososojosarrasados en lágrimas, y tus manos elevadas en gesto de súplica, como cuandoimploras en penitencia el perdón de la Virgen; no esperes que tu conmovedorainocencia,tuhermosopesar,nitodastusartesdeprecatorias,telibrendemisabrazos.Antesdequedespunteeldía,míahabrásdeser,¡yloserás!

La sacó de la tumba, exánime todavía. Se sentó en un banco de piedra y,sosteniéndolaenbrazos, laobservóimpaciente,deseosodedescubriralgúnsíntomade recuperación. Apenas podía dominar sus pasiones lo bastante como paraabstenerse de gozar de ella aunque estuviese insensible. Su natural lujuria habíaaumentadoenfogosidadconlasdificultadesquehabíanimpedidosusatisfacción,asícomopor laprolongadaabstinenciademujer,yaquedesdeelmomentoenquenoquiso escuchar las protestas de amor de Matilde, ésta le había rechazado de susbrazosparasiempre.

—Nosoyunaprostituta,Ambrosio—lehabíadichocuando,enlaplenituddesu

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lujuria, lepidiósus favoresconmásvehemenciade lohabitual—;ahorayanosoymásquevuestraamiga,noquieroservuestraamante.Dejad,pues,depedirmequesatisfagavuestrosdeseos,yaqueestomeofende.Cuandovuestrocorazóneramío,yomesentíadichosaconvuestrosabrazos.Esostiemposhanpasado:mipersonaosresultaahoraindiferente;ynoesamor,sinonecesidad,loquehacequebusquéismigoce.Nopuedoaccederaunapeticióntanhumillanteparamiorgullo.

Súbitamenteprivadodelosplacerescuyohábitoloshabíavueltotannecesarios,el monje sintió esta abstinencia de manera rigurosa. Naturalmente inclinado a lasatisfaccióndelossentidos,enelplenovigordesuvirilidadyelardordesusangre,habíadejadoque su temperamentoalcanzase talpreponderanciaque su lujuriacasirayabaenlalocura.DesuafectoporAntonianoquedabayamásquelapartículamásgrosera.Anhelaba la posesiónde supersona; y aun la tenebrosidadde la cripta, elsilencio reinante y la resistencia que esperaba de ella parecían conferir un nuevoincentivoasusfierasydesatadasansias.

Gradualmente,sintiócómoenelpechoquedescansabacontraelsuyovolvíaelcalordelavida.ElcorazóndeAntoniaempezabaalatirotravez.Susangrecirculabamás deprisa, y sus labios temblaron. Finalmente, abrió los ojos, pero vencida yaturdida por los efectos de la fuerte droga, los volvió a cerrar inmediatamente.Ambrosio la vigilaba con atención, sin que se le escapase un solomovimiento.Alcomprobar que había vuelto totalmente a la vida, la estrechó embargado contra supecho y la besó con fuerza en los labios. Este gesto súbito bastó para disipar losvapores que ofuscaban la razón deAntonia. Se incorporó apresuradamente ymirócon ojos extraviados a su alrededor. Las extrañas imágenes que percibió en tornosuyo contribuyeron a confundirlamás. Se llevó unamano a la cabeza, como parasosegarsuimaginacióndesordenada.Porúltimo,labajó,yrecorrióporsegundavezlamazmorraconlamirada.Luegosusojossefijaronenelrostrodelabad.

—¿Dóndeestoy?—preguntódepronto—.¿Cómohellegadoaquí?¿Dóndeestámimadre?¡Meparecióhaberlavisto!¡Oh,unsueño,unsueñoespantosomehabló...!Pero¿dóndeestoy?¡Dejadme!¡Nopuedopermaneceraquí!

Tratódelevantarse,peroelmonjeseloimpidió.—¡Calmaos, hermosa Antonia! —replicó—. No os amenaza ningún peligro:

confiad en mi protección. ¿Por qué me miráis tan seria? ¿No me conocéis? ¿Noconocéisavuestroamigo?¿AAmbrosio?

—¿Ambrosio? ¿Mi amigo? ¡Ah, sí, sí! Recuerdo... Pero ¿por qué estoy aquí?¿Quiénmehatraídoaquí?¿Porquéestáisconmigo?¡Oh!¡Floramedijoquetuviesecuidado...!Aquínohaymásquetumbas,¡yesqueletos!¡Estelugarmedamiedo!¡MibuenAmbrosio,sacadmedeaquí,puesmerecuerdamiespantososueño!Meparecióqueestabamuerta,yqueyacíaenmitumba.¡BuenAmbrosio,sacadmedeaquí!¿Esque no queréis? ¡Oh! ¿Es que no queréis? ¡No me miréis así! ¡Vuestros ojos

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llameantesmeaterran!¡Perdonadme,padre!¡Oh,porDios,perdonadme!—¿Porquéestosterrores,Antonia?—replicóelabad,rodeándolaconsusbrazos,

ycubriéndoleelpechodebesosqueenvanoluchabaellaporevitar—.¿Quéteméisdemí,delquetantoosadora?¿Quéimportadondeestéis?Estesepulcromepareceeljardíndelamor,ysulobreguez,laprotectoranochedemisterioqueélextiendesobrenuestrosgoces.¡Sí,midulcemuchacha!¡Sí!Vuestrasvenasarderánconelfuegoquerecorrelasmías,ymistransportessedoblaráncuandoloscompartáisvos.

Mientras hablaba así, repetía sus abrazos y se entregaba a las libertades másindecentes.NiaunlaignoranciadeAntoniapodíaestarciegaaladesenvolturadesuconducta.Conscientedesupeligro,logrózafarsedesusbrazos,ysiendolamortajasuúnicovestido,selaenvolvióestrechamentealrededordesucuerpo.

—¡Quitadmelasmanos,padre!—gritó,consuhonestaindignacióntempladaporlaalarmaantesusituaciónindefensa—.¿Porquémehabéistraídoaestelugar?¡Suaspectomehaceestremecerdehorror!¡Sacadmedeaquí,sitenéisalgúnsentidodelacompasión y la humanidad! Dejadme que regrese a la casa que no sé cómo heabandonado,puesniquieronidebopermaneceraquíuninstantemás.

Aunque el monje se sintió algo indeciso ante el tono en que pronunció estaspalabras,noprodujoenélotroefectoqueeldesorpresa.Lecogiólamano,laobligóasentarsesobresusrodillas,ymirándolaconojoslujuriosos,lereplicóasí:

—Serenaos,Antonia.Denadavale la resistencia,yno reprimirémás tiempo lapasión que siento por vos. Se os tiene pormuerta: la sociedad os ha perdido parasiempre.Aquíosposeosóloyo.Estáisabsolutamenteenmipoder,yardoendeseosquesatisfagoahoramismo,omuero.Perosóloavosquisieradebermifelicidad.¡Mihermosamuchacha!¡MiadorableAntonia!¡Dejadqueosinstruyaengocesqueaúndesconocéis,yosenseñeasentirenmisbrazosplaceresqueprontovoyadisfrutaryoen losvuestros!Vamos,espueril este forcejeo—añadió,viendoque rechazabasuscaricias y luchaba por escapar de sus manos—. No contáis con ninguna ayudacercana.Nielcielonilatierraossalvarándemisbrazos.Asíque,¿porquérechazáisplaceres tan dulces y tan sublimes? Nadie nos ve. Nuestros amores pueden sersecretosparatodoelmundo:elamorylaocasiónosinvitanaqueosabandonéisavuestras pasiones. ¡Ceded a ellas, Antonia mía! ¡Ceded a ellas, mi adorablemuchacha!¡Rodeadmeardientementeconvuestrosbrazos,juntadvuestroslabiosconlos míos! Entre todos sus dones, ¿os ha negado la naturaleza el más precioso, lasensibilidaddelplacer?¡Oh!¡Imposible!¡Cadarasgo,gestoymovimientoproclamaque estáis hechaparagozary ser gozada!Noapartéis demí esosojos suplicantes.Consultadvuestrospropiosencantos.Ellososdemostraránquesoy insensiblea lassúplicas.¿Puedorenunciaraestosmiembrostanblancos,tansuaves,tandelicados;aestospechosabundantes, redondos, llenosyelásticos;aestos labiosrepletosde taninagotable dulzura? ¿Puedo renunciar a estos tesoros, y dejarlos para que los goce

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otro?No,Antonia;¡jamás,jamás!¡Oslojuroporestebeso,yéste!¡Yéste!Lapasióndel fraile sevolvíamásardientepor instantes,yel terrordeAntonia

másintenso.

Luchabaporlibrarsedesusbrazos,perosusesfuerzoseranvanos;yviendoquelaconducta deAmbrosio se volvía cadavezmás libertina, pidió auxilio gritando contodas sus fuerzas. El aspecto de la cripta, el pálido resplandor de la lámpara, laoscuridadreinante,lavisióndelatumbaylosrestosmortalesquesusojosdescubríanen todas partes, eran poco apropiados para que le inspirasen las emociones queagitaban al fraile. Incluso las caricias de éste la aterraban por su furia, y no leproducían otro sentimiento que el de miedo. Y al contrario, la alarma de ella, suevidenteaversióny su incesante resistencia,noparecían sino inflamaraúnmás losdeseos delmonje y añadir fuerza a su brutalidad.Los alaridos deAntonia no eranoídos. Sin embargo, siguió gritando sin dejar de hacer todos los esfuerzos porescapar,hastaque,extenuadaysinaliento,sedesprendiódelosbrazosdelmonjeycayóderodillas,dondeapelóunavezmásalosruegosylassúplicas.Esterecursonotuvomás éxito que el anterior.Al contrario, aprovechando la ocasión, el raptor sedejócaerasulado: laestrechócontrasupecho,casimuertadeterror,ydemasiado

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desfallecidapara luchar.Sofocó losgritosdeAntoniaconsusbesos, la tratócon larudezadeunbárbarosinescrúpulos,siguiótomándosecadavezmáslibertades,yenlaviolenciadesulujuriosodelirio,hirióymagullósustiernosmiembros.Insensibleasuslágrimasygritosysúplicas,sefueposesionandogradualmentedesupersona,ynodesistiódesupresahastaquehuboconsumadosucrimenydeshonradoaAntonia.

Nobienhubodadocumplimientoasusdesignios,seestremecióantelosmediosconlosqueloshabíallevadoaefecto.ElmismoexcesodesuanterioransiedadporposeeraAntoniacontribuyóahoraaaumentarsurepugnancia,yunsecretoimpulsole hizo comprender cuán ruin e innoble era el crimen que acababa de cometer. Selevantódeunsaltodesusbrazos.Laquehastaesemomentohabíasidoobjetodesuadoración,ahoranodespertabaensucorazónotrosentimientoqueeldeaversiónydeira.Seapartódeella;ysisusojosseposabaninvoluntariamenteensufigura,erasólopara lanzarle miradas de odio. La desdichada se había desmayado antes de laconsumación de su deshonra, y sólo recobró la vida para darse cuenta de sudesventura.Permaneciótendidaenelsuelo,enmudadesesperación.Laslágrimasleresbalaban lentamentepor lasmejillas,ysupechoseestremecíacon losconstantessollozos. Oprimida de dolor, siguió un rato en este estado de embotamiento. Porúltimo,selevantócondificultadydiounospasosvacilanteshacialapuerta,dispuestaaabandonarlamazmorra.

El ruido de sus pasos sacó al monje de su tenebrosa apatía. Se levantórápidamentedelatumbaenlaquesehabíaapoyado,mientrassusojosvagabanporlasimágenesdecorrupciónquelesrodeaban;persiguióasuvíctimaconbrutalidad,ynotardóenalcanzarla.Lacogióporelbrazo,ylaobligóviolentamentearegresaralamazmorra.

—¿Adóndevais?—exclamócondureza—.¡Regresadalinstante!Antoniatemblóantelafuriadesusemblante.—¿Quémásqueréis?—dijoellacontimidez—.¿Nohabéisconsumadomiruina?

¿Nomehabéisarruinado,arruinadoparasiempre?¿Nohaquedadosaciadavuestracrueldad,oaúndebo sufrirmás? ¡Dejadme ir! ¡Dejadme regresar amicasa,yquelloreallímivergüenzaymiaflicción!

—¿Regresar a vuestra casa? —repitió el monje, con un gesto de burla y dedesprecio.Luego,conlosojosllameantesdepasión,exclamó—:Puesqué,¿mevaisa denunciar ante el mundo? ¿Me vais a acusar de hipócrita, violador, traidor,monstruodecrueldad,lujuriosoeingrato?¡No,no,no!¡Sémuybienelpesodemisdelitos;vuestrasquejasseríandemasiadojustas,ymiscrímenesdemasiadoevidentes!NosaldréisdeaquíparadeciraMadridquesoyunvillano,quemiconcienciaestácargada de pecados y que no puedo esperar el perdón del cielo. ¡Desdichadamuchacha,tendréisquequedarosaquíconmigo!¡Aquí,entreestastumbasdesoladas,estasimágenesdelamuerte,estoscadáverescorrompidosynauseabundos!¡Aquíos

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quedaréisapresenciarmissufrimientos,apresenciarloqueesmorirenloshorroresde ladesesperaciónyexhalarelúltimogemidoentreblasfemiasymaldiciones!¿Yquiénsoyyoparaagradeceresto?¿Quémesedujoparacometerestoscrímenes,cuyosolo recuerdome hace estremecer? ¡Bruja fatal! ¿No ha sido vuestra belleza? ¿Nohabéis hundidomi alma en la infamia? ¿Nome habéis convertido en un hipócritaperjuro,unviolador,unasesino?Esmás,enestemomento,¿nomehaceesamiradaangélicadesesperardealcanzarelperdóndeDios?¡Oh!¡Cuandoestéanteel tronode su justicia, esamirada bastará para condenarme! ¡Le diréis ami Juez que eraisfelizhastaqueyoosvi;queerais inocentehastaqueyoosmanché!¡Iréisconesosojosllenosdelágrimas,esasmejillaspálidasydemacradas,esasmanosalzadasenungestode súplica, comocuandomepedisteis esa compasiónqueyonoos hedado!¡Entoncessepresentaráelespectrodevuestramadreymearrojaráalosinfiernos,alas llamas, a las furias, a los tormentos eternos! ¡Y seréis vos quien me acusará!¡Seréisvoslacausademieternaagonía!¡Vos,desdichadamuchacha!¡Vos!

Ymientrastronabadeestamanera,agarróaAntoniaviolentamenteporelbrazoypateóelsueloconfuriadelirante.

Creyendoquehabíaperdidoeljuicio,Antoniacayóderodillas,aterrada.Alzólasmanos,ysuvozdesfalleció,antesdepoderexclamar:

—¡Piedad!¡Piedad!—congranesfuerzo.—¡Silencio!—exclamóelfraileenloquecido,arrojándolaalsuelo.Ladejó, y sepuso apasearpor lamazmorra conaire enajenadoy salvaje.Sus

ojosgirabanextraviados.Antoniatemblabacadavezquesumiradaseencontrabaconellos.Parecíameditaralgohorrible,yAntoniaperdiótodaesperanzadeescaparconvida del sepulcro. Aunque al concebir tal idea, cometía con él una injusticia. Enmediodelhorrorylarepugnanciadequeerapresa,aúnsentíaalgunapiedadporsuvíctima. Una vez pasada la tormenta de pasión, habría dado el mundo entero porpoderle devolver la inocencia que su lujuria desbocada le había arrebatado. Noquedaba en su pecho ninguno de aquellos deseos que le instaban al crimen: lasriquezasdelaIndianolehabríantentadoaprobarelgocedesupersonaunasegundavez.Sunaturalezaparecíarebelarseanteelmeropensamiento,yconquégustohabríaborradodesumemorialaescenaqueacababadetenerlugar.Amedidaquesurabiatenebrosa disminuía, aumentaba su compasión por Antonia. Se detuvo, y quisodecirleunaspalabrasdealivio;peronosupodedóndesacarlas,ysequedómirándolacon lúgubreextravío.Su situaciónparecía tandesesperada, tan infortunada,quenohabíafuerzahumanaquepudieraconsolarla.¿Quépodíahacerporella?Ahorahabíaperdidolapazdelespíritu,ysuhonorestabairreparablementearruinado.Habíasidoapartadaparasiempredelasociedad,ynoseatrevíaadevolverla.Comprendíaquesiaparecíaenelmundootravezsedescubriríasuculpa,ysucastigosería inevitable.Para el que está cargado de crímenes, la muerte se halla doblemente armada de

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terrores.Sinembargo,aunquedevolvieseaAntoniaalaluzyafrontaselaposibilidaddequeletraicionase,¡quémiserableperspectivaselepresentaría!Nopodríaviviryade manera honorable; estaría marcada por la infamia y condenada al dolor y lasoledadparaelrestodesuexistencia.¿Cuáleralaalternativa?Unasoluciónmuchomás terrible paraAntonia, pero que almenos garantizaría la seguridad delmonje.Decidiódejarqueelmundosiguieseconvencidodesumuerte,y tenerlacautivaenaquellatenebrosaprisión:allíseproponíavisitarlatodaslasnoches,llevarlealimento,confesarle su penitencia y mezclar sus lágrimas con las de ella. El abad se dabacuentadequeesta resoluciónera injustaycruel;peroeraelúnicomediodeevitarqueAntoniapublicasesuculpaysupropiainfamia.Silaliberaba,nopodríaconfiarensusilencio:laofensaquelehabíainfligidoerademasiadograndeparaesperarsuperdón.Además,sureaparicióndespertaríalanaturalcuriosidad,ylaviolenciadesuaflicción le impediría ocultar la causa. Así que decidió que Antonia siguieseprisioneraenlamazmorra.

Seacercóaellaconlaconfusiónpintadaensusemblante.Lalevantódelsuelo.Tembló lamano de él al cogérselaAntonia, yAmbrosio la soltó como si hubiesetocado una serpiente. Su naturaleza parecía retroceder ante el mero contacto. Sesentíaalavezrechazadoyatraídohaciaella,aunquenopodíaexplicarseningunodeestosdossentimientos.Habíaalgoen laexpresióndeAntoniaque le traspasabadehorror;yaunquesuentendimientoloignorabatodavía,suconciencialeseñalabatodaladimensióndesucrimen.Conpalabrasatropelladas,aunqueeneltonomássuavede que fue capaz y con voz apenas audible,mientrasmantenía los ojos apartados,trató de consolarla de una des—' ventura que era ya irreparable. Se declarósinceramentearrepentido,ydijoquecongustoderramaríaunagotadesusangreporcadalágrimaquesubarbarielehabíaarrancadoaella.Desdichadaysinesperanza,Antonialeescuchóconmuchodolor.Perocuandoélleanunciósudecisióndetenerlaencerrada en el sepulcro, condenarla a un espantoso destino ante el cual lamuerteparecíapreferible,despertódesuinsensibilidad.Elpensamientodearrastrarunavidamiserableenunaceldarepugnante,ignoradadetodoserhumanosalvodeaquelquelahabíaviolado,rodeadadecadáveresputrefactos,respirandoelairepestilentedelacorrupción,ydenovermáslaluznibeberlabrisapuradeloscielos,fuemásterriblede lo que ella podía soportar. Superó incluso el horror que sentía por el fraile.Nuevamentecayóderodillas:suplicósucompasiónenlostérminosmáspatéticoseinsistentes. Prometió, si le devolvía la libertad, ocultar sus agravios al mundo,explicarsu reapariciónde lamaneraqueél juzgasemásoportuna;ya findeevitarque recayese sobre él la menor sospecha, se ofreció a abandonar Madridinmediatamente.Sussúplicasfuerontaninsistentesquecausaronhondaimpresiónenelmonje.Consideróésteque,puestoquesupersonanoexcitabaya susdeseos,notenía interés en mantenerla oculta como había sido su primera intención; que eso

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añadíanuevosagraviosalosqueyahabíasufrido;yquesierafielasuspromesas,estaría él seguro, tanto si la dejaba encerrada o en libertad. Por otro lado, le dabamiedoque,ensuaflicción,Antoniarompiesesupromesaimpensadamente,oquesuexcesivasimplicidadeignoranciadelaastuciadiesepieaquealguienmásarteroysolapado sorprendiese su secreto. Sin embargo, pese a lo fundadas que eran estasaprensiones,lacompasiónyunsincerodeseoderepararsucrimenlomásposibleleinclinabanaaccederalosruegosdelasuplicante.Ladificultaddehacerplausibleelinesperado retorno de Antonia a la vida, tras su supuesta muerte y públicoenterramiento,eraelúnicopuntoqueleteníaindeciso.Aúnestabameditandosobrelosmediosdeeliminartalobstáculo,cuandooyóunruidodepasosqueseacercabancon precipitación. Se abrió la puerta de la cripta, y entró corriendo Matilde,manifiestamenteconfundidayaterrada.

Al ver entrar a una persona desconocida, Antonia profirió un grito de alegría.Pero su esperanza de recibir auxilio de su parte se disipó en seguida. El supuestonovicio, sinmanifestar la menor sorpresa al encontrar a unamujer a solas con elmonje,entanextrañolugaryahoratantardía,sedirigióaélsinunasolavacilación.

—¿Quépodemoshacer,Ambrosio?Estamosperdidos, amenos que encuentrenalgúnmedio de dispersar a los amotinados.Ambrosio, el convento de SantaClaraestáenllamas,lapriorahacaídovíctimadelafuriadelaturba.Laabadíaamenazacorrer lamisma suerte.Alarmados ante la iradelpopulacho, losmonjesosbuscanportodaspartes.Creenquevuestrasolaautoridadbastaráparacalmaresosdesmanes.Nadie sabe qué ha sido de vos, y vuestra ausencia ha creado universal asombro ydesesperación.Yoheaprovechadolaconfusiónparavenircorriendoaadvertirosdelpeligro.

—Enseguidaloremediaremos—contestóelabad—;regresaréinmediatamenteamicelda.Cualquierexcusajustificarámiausencia.

—Imposible—replicóMatilde—.Elsepulcroestállenodearqueros.LorenzodeMedinaestáregistrandolascriptas,yrecorretodoslospasadizosconvariosoficialesde la Inquisición.Os cortarán la huida.Os preguntarán losmotivos por los que osencontráis a estas horas en el sepulcro.Descubrirán aAntonia, ¡y estaréis perdidoparasiempre!

—¿LorenzodeMedina?¿OficialesdelaInquisición?¿Quélestraeaestelugar?¿Mebuscan?¿Entoncessoyunsospechoso?¡Oh,hablad,Matilde!¡Contestadme,porpiedad!

—Hastaahoranosospechannadadevos,perometemoquenotardarán.Vuestraúnicaposibilidaddeescaparestáen lo improbabledequeexplorenestamazmorra.La puerta está hábilmente disimulada. Tal vez no reparen en ella y; podamospermanecerocultoshastaquesemarchen.

—PeroAntonia...SiseacercanlosInquisidoresyoyensusgritos...

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—¡Yoeliminaréeseriesgo!—interrumpióMatilde.Diciendoesto,sacóunpuñalyseabalanzósobresupresa.—¡Deteneos!¡Deteneos!—exclamóAmbrosio,cogiéndolelamanoyquitándole

el arma que ya tenía en alto—. ¿Qué vais a hacer, mujer cruel? ¡Ya ha sufridodemasiado la desdichada, gracias a vuestros consejos perniciosos! ¡Ojalá no loshubieraescuchadojamás!¡Ojalánohubiesevistonuncavuestrorostro!

Matildelelanzóunamiradadedesprecio.—¡Absurdo!—exclamó,conungestodepasiónydesoberbiaqueatemorizóal

monje—.Despuésdedespojarladecuantolahacíavaliosa,¿teméisprivarladeunavidamiserable?¡Peroestábien!Dejadlavivir,yosconvenceréisdevuestra locura.¡Osdejoavuestropropiodestino!¡Renuncioavuestraalianza!Quientiemblaantelaideadecometeruncrimen tan insignificante,nomerecemiprotección. ¡Escuchad!¡Escuchad!Ambrosio,¿nooísalosarqueros?Yavienen;¡vuestraruinaesinevitable!

Enesemomento,elabadoyóelrumordeunasvocesdistantes.Corrióacerrarlapuerta,decuyosecretodependíasuseguridad,lacualhabíaolvidadoMatildecerrar.Antesdequepudiera llegar,viocorreraAntoniadelantedeél,yhuirhaciadondesonaban las voces, con la rapidez de una flecha. Había estado escuchandoatentamenteaMatilde.OyómencionarelnombredeLorenzo,ydecidióarriesgarlotodoparaponersebajosuprotección.Lapuertaestabaabierta.Losrumoresdevoceslaconvencierondequelosarquerosnosehallabandemasiadolejos.Hizoacopiodelas pocas fuerzas que le quedaban y echó a correr, antes de que elmonje se diesecuenta de sus intenciones, y se dirigió rápidamente hacia aquel lugar. Tan prontocomo se recobró de su primera sorpresa, el abad salió tras ella. En vano redoblóAntoniasuvelocidadyforzóalmáximosusnervios.Suenemigoganabaterrenopormomentos,ysintióelcalordesualientoensucuello.Elmonjelaalcanzó;alargólamano, la agarró por los bucles agitados de su pelo y trató de arrastrarla de nuevohacia la mazmorra. Antonia se resistió con todas sus fuerzas. Se abrazó a unacolumna que sostenía el techo, y gritó pidiendo socorro. En vano la amenazó elmonjesinocallaba.

—¡Socorro!—siguiógritando—.¡Socorro!¡Socorro,porelamordeDios!Espoleados por estos gritos, el ruido de pasos pareció acercarsemás aprisa. El

abadesperabaacada instantever llegara los Inquisidores.Antoniaaúnresistía;enconsecuencia, la redujo al silencio con los medios más horribles e inhumanos.Todavía empuñaba la daga deMatilde. Sin permitirse un segundo de reflexión, lalevantó,¡ylahundiódosvecesenelpechodeAntonia!Ellaprofirióunalarido,ysederrumbóenelsuelo.Elmonjetratódellevársela,peroaúnseabrazabafirmementeenlacolumna.Eneseinstante,lasparedesseiluminaronconlaluzdelasantorchasque se acercaban. Temeroso de que le descubriesen, Ambrosio se vio obligado aabandonarasuvíctimayhuyóatodaprisahacialamazmorradondehabíadejadoa

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Matilde.Nopasó inadvertido.DonRamírez,que ibaa la cabeza,descubrióaunamujer

ensangrentada en el suelo y vio huir a un hombre del lugar, cuya confusión ledelataba como el homicida. Inmediatamente persiguió al fugitivo con algunosarqueros,mientras losdemássequedabanconLorenzoparaauxiliara lamalheridadesconocida.La levantaron y la sostuvieron en brazos. Se había desmayadopor elexcesodedolor,peroprontodiosignosderecobrarlossentidos.Abriólosojosy,alalzarlacabeza,losrubioscabellosqueocultabansusemblante,cayeronhaciaatrás.

—¡DiosTodopoderoso!¡EsAntonia!Tal fue la exclamación de Lorenzo,mientras la arrancaba de los brazos de los

asistentesylaabrazabaconlossuyos.Aunqueguiadoconmanoinsegura,elpuñalhabíarespondidodemasiadobiena

lospropósitosdesudueño.Las,heridaseranmortales,yAntoniasedabacuentadeque no tenía salvación. Sin embargo, los pocos instantes que le quedaban, fueroninstantesdefelicidad.LaangustiaquereflejabaelsemblantedeLorenzo,lafrenéticapasión de sus lamentos y la ansiosa preocupación por sus heridas, la convencieronmásalládetodadudadequeerandeellasusafectos.Noquisoquelasacarandelacripta, temerosa de que elmovimiento acelerase sumuerte; no quería perder estosinstantesenquerecibíadeLorenzopruebasdesuamor,alasqueellacorrespondía.Ledijoque,denohabersidoviolada,habríasentidomorirahora;peroque,privadade su honor ymanchada por la vergüenza, lamuerte era una bendición: no podíahabersidosuesposay,privadadeestaesperanza,seresignabaabajaralasepulturasin un suspiro de pesar. Le pidió que tuviese valor, le alentó para que no seabandonaseaundolorinútil,yleconfesóquelamentabanotenerenestemundomásqueaél.Aunquecadadulceacento,másquealiviar,aumentabaeldolordeLorenzo,ella siguió hablando de este modo hasta el momento de su disolución. Su vozdesfalleció,sehizoapenasaudible.Unadensanubeemborronósuvista,sucorazónsevolviólentoeirregular,ycadainstanteparecióanunciareldesenlace.

Yacía con la cabeza apoyada en el pecho de Lorenzo, y sus labios aúnmurmurabanpalabrasdeconsuelo.Lainterrumpióeltañidolejanodelacampanadelconvento, que dio la hora. Súbitamente, los ojos de Antonia parpadearon convivacidad:sucuerpopareciódotadodenuevafuerzayanimación.Seenderezódelosbrazosdesuenamorado.

—¡Lastres!—exclamó—.¡Madre,voyati!Juntólasmanos,ycayósinvidaenelsuelo.Lorenzo,presadeindecibleagonía,

searrojójuntoaella;semesóloscabellos,segolpeóelpechoysenegóasepararsedel cadáver. Finalmente, sin fuerzas ya, consintió en que le sacasen de la cripta,siendo trasladado al palacio deMedina escasamentemás vivo que la desventuradaAntonia.

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Entretanto, aunque perseguido de cerca, Ambrosio había logrado llegar a latumba.LapuertaestabayacerradacuandodonRamírezllegó,y transcurriómuchotiempo antes de descubrir el refugio del fugitivo. Pero nada se resiste a laperseverancia.Aunquehábilmenteoculta,lapuertanoescapóalainspeccióndelosarqueros. La abrieron a la fuerza y entraron, con gran espanto de Ambrosio y sucompañera.Laconfusióndelmonje, su intentodeesconderse, su rápidahuiday lasangrequemanchabasus ropas,nodejaban lugaradudasdequeeraelasesinodeAntonia. Pero cuando le identificaron como el inmaculadoAmbrosio, «elHombreSanto», el ídolo deMadrid, los perseguidores se quedaron estupefactos, y apenaspodíanconvencersedequenoeraunaapariciónloqueteníanantesí.Elabadnoseesforzóen justificarse, sinoquemantuvounobstinadosilencio.Lodetuvierony lomaniataron.TomaronlamismaprecauciónrespectoaMatilde.Alquitarlelacapucha,laprofusiónybellezadesuscabellosdelataronsusexo,yesteaccidenteprodujounnuevoasombro.Encontraron,también,ladagaenlatumba,dondeelmonjelahabíaarrojado; y tras registrar completamente la mazmorra, los culpables fueronconducidosalasprisionesdelaInquisición.

DonRamírez tuvo cuidado de que el populacho permaneciese ignorante de loscrímenes e identidad de los cautivos.Temía que se repitiese el amotinamiento quehabíaseguidoaladetencióndelaprioradeSantaClara.Selimitóacomunicaraloscapuchinoseldelitodesusuperior.Paraevitarlavergüenzadeunaconfesiónpública,y temiendo la furia popular, de la que ya habían salvado la abadía con muchasdificultades,losmonjespermitierondebuengradoquelosinquisidoresregistraseneledificio sin ruido. No efectuaron ningún nuevo descubrimiento. Recogieron losefectos encontrados en las celdas del abad y de Matilde, y los llevaron a laInquisiciónparaserpresentadoscomopruebas.Todolodemásquedócomoestaba,yelordenylatranquilidadquedaronrestablecidosunavezmásenMadrid.

ElconventodeSantaClarahabíaquedadocompletamenteenruinastraselsaqueodelachusmayelincendio.Noquedabanenpiemásquelasparedesmaestras,cuyoespesor y solidez las habían salvado de las llamas. Las monjas que habíanpertenecido a él se vieron obligadas a dispersarse en otras comunidades. Pero elprejuiciocontraellaseramuyfuerte,ylassuperiorasnosemostrabanmuydispuestasa acogerlas. Sin embargo, dado que lamayoría estaban emparentadas con familiasmuy distinguidas por su cuna y riqueza, varios conventos se vieron obligados arecibirlas, aunque con desagrado. Tal prejuicio era extremadamente falso einjustificado.Trasminuciosainvestigación,semostróquetodalacomunidadestabaconvencidadelamuertedeInés,salvolascuatromonjasalasqueSantaÚrsulahabíadenunciado. Éstas habían caído víctimas de la furia popular, así como otrasperfectamenteinocenteseignorantesdetodoelasunto.Cegadaporelresentimiento,la turba sehabía ensañadocon todamonjaquehabía caídoen susmanos.Lasque

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escaparon,debieronsuvidaenteramentea laprudenciaymoderacióndelduquedeMedina. Se daban cuenta de ello, y sentían por este noble un cabal sentido degratitud.

Virginianofuelamásparcaenagradecimiento.Deseóigualmentedarlasgraciasporsusatenciones,yporlosbuenoscuidadosdeltíodeLorenzo,cosaqueconsiguiófácilmente.El duque contempló su belleza conmaravilla y admiración; ymientrassusojossesintieronencantadosconsuforma,ladulzuradesusmodalesyeltiernointeréspor lamonjadoliente,predispusieron sucorazónen su favor.Virginia teníasuficiente sensibilidad para darse cuenta de esto, y redobló sus atenciones en ella.Cuando ladejóen laspuertasdelpalaciodesupadre,elduquepidiópermisoparapreguntar de cuando en cuando por su salud. Le fue concedido gustosamente:Virginia le aseguró que el marqués de VillaFranca estaría orgulloso en darle lasgraciaspersonalmenteporlaprotecciónquehabíadispensadoasuhija.Sesepararon,élencantadocon labellezaydulzuradeVirginia,yellamuycomplacidaconél,ymásconsusobrino.

Alentrarenelpalacio,elprimercuidadodeVirginiafuellamaralmédicodelafamiliayatenderaladesconocida.Sumadreseapresuróacolaborarentancaritativotrabajo.Alarmadoporel tumulto,y temblandopor laseguridaddesuúnicahija,elmarqués había corrido al convento de Santa Clara, y aún la andaba buscando. Demodo que se enviaron ahora mensajes a todas partes para informarle de que laencontraríaasalvoensucasa,yquedebíaregresarallíinmediatamente.Suausenciadio a Virginia libertad para dedicar toda su atención a su paciente; y aunque sehallabamuytrastornadaporlossucesosdelanoche,nadapudopersuadirlaparaqueabandonase su puesto junto a la cama de la desventurada desconocida. Dada sudebilidad por el sufrimiento y las privaciones, ésta tardó bastante en recobrar lossentidos. Le costó mucho trabajo tragar las medicinas que le prescribieron. Perosalvadoesteobstáculo,venciófácilmentesuenfermedad,queresultónoserotracosaque debilitamiento. Las atenciones que recibió, los alimentos saludables que leadministraron,de losque tanto tiempohabíaestadoprivada,ysualegríaporhaberrecobrado la libertad, la sociedad y, como ella se atrevía esperar, el amor,contribuyeronalrápidorestablecimiento.Desdeelprimermomento,sumelancólicasituación, sus sufrimientos casi sin paralelo, se habían ganado los afectos de suamableanfitriona:Virginiasentíaporellaelmásvivointerés;pero¡cómosealegró,cuando su invitada se recobró lo suficiente como para relatarle su historia, yreconocióenlamonjacautivaalahermanadeLorenzo!

Esta víctima de la crueldad monástica, efectivamente, no era otra que ladesventuradaInés.Duranteeltiempoqueestuvoviviendoenelconvento,Virginialahabía llegado a conocer bastante bien. Pero su cuerpo extenuado, su semblanteconsumidoporlaaflicción,laconviccióngeneraldequehabíamuerto,ysucabello

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largoydesgreñadoqueleocultabalacarayelpechodesordenadamente,nolehabíanpermitido reconocerla al principio. La priora había intentado por todos losmediosqueVirginiaprofesase;puesnohabríasidopequeñosutriunfo,dehaberseganadoalaherederadeVilla–Franca.Sufingidabondadeincesanteatenciónhabíanllegadoaser tan eficaces que su joven pariente había comenzado a pensar seriamente encomplacersusdeseos.Másfamiliarizadaenelaburrimientoysinsaboresde lavidamonástica, Inés había adivinado las intenciones de la superiora. Tembló por lainocentejoven,yseesforzóenhacerlecomprendersuerror.Pintóconsusverdaderoscoloreslosnumerososinconvenientesdelavidaconventual,lacontinuasujeción,loscelosruines,lasintrigasmezquinas,laservilobsequiosidadygroseraadulaciónquela superiora esperaba recibir. Luego pidió a Virginia que pensase en el brillanteporvenir que se ofrecía ante ella: idolatrada por sus padres, admirada por todoMadrid, dotada por naturaleza y educación de todas las perfecciones corporales eintelectuales, podía soñar con la posición más afortunada. Sus riquezas leproporcionabanlosmediosdeejercerplenamentesucaridadybenevolencia,virtudestan caras en ella; y su permanencia en el siglo le permitiría descubrir objetosmerecedoresdesuprotección,cosaquenopodríahacerrecluidaenunconvento.

SusconviccionesindujeronaVirginiaadesechartodaideadeprofesar.Perootroargumento,noutilizadoporInés,tuvoparaellamáspesoquelosdemásjuntos.HabíavistoaLorenzocuandoéstevisitóasuhermanaenlarejadellocutorio.Leagradósupersona; y luego sus conversaciones con Inés generalmente abocaban en algunapreguntasobresuhermano.Ella,quequeríacon locuraaLorenzo,nodeseabaotracosa que tener una ocasión para entonar sus alabanzas.Hablaba de él en términosarrebatados;yparaconvencerasuinterlocutoradecuánjustoseranlossentimientosdesuhermano,cuáncultivadosuespírituyelegantessusexpresiones,leenseñabadecuando en cuando las cartas que recibía de él.No tardó en darse cuenta de que elcorazón de su joven amiga se empapaba, merced a estas confidencias, de unasimpresiones que estaba lejos de pretender despertar en ella, aunque se sentíaverdaderamente feliz de descubrir. No podía querer para su hermano unión másdeseable: heredera de Villa–Franca, virtuosa, tierna, hermosa y refinada, Virginiaparecíamuybiendotadaparahacerlefeliz.Sondeóasuhermanosobreelparticular,aunquesinmencionarnombresnicircunstancias.Élleaseguróensusrespuestasquesu corazón y sumano estaban totalmente vacantes; e Inés pensó que, en ese caso,podía proseguir sin peligro. En consecuencia, se esforzó en fortalecer la pasiónincipientedesuamiga.Lorenzoseconvirtióeneltemaconstantedesudiscurso;ylaavidezconquesuoyentelaescuchaba,lossuspirosquefrecuentementeescapabandesupecho,y laansiedadconque, trasalgunadigresión, retrotraíael temaadonde lohabíandejado,bastaronparaconvencerladequelasprendasdesuhermanoestabanlejos de resultar desagradables. Por último, se atrevió a mencionar sus deseos al

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duque. Aunque no conocía a la dama propiamente dicha, conocía su posición lobastantecomoparaconsiderarlamerecedoradelamanodesusobrino.Acordaron,élylasobrina,queseríaellaquieninsinuaríatalideaaLorenzo,yesperaríanelregresodeésteaMadridparaproponerlealaamigadeInéscomoesposa.Losdesdichadosacontecimientos que tuvieron lugar entretanto, le impidieron llevar a cabo supropósito.Virginiahabía lloradosumuerte sinceramente,comocompañeraycomoúnicapersonacon laquepodíahablardeLorenzo.Supasiónseguíadominandosucorazón en secreto, y casi había decidido confesar sus sentimientos a su madre,cuandoel azar alejóde ellaunavezmás a suobjeto.Ahora, al verle tan cerca, sucortesía,sucompasión,suintrepidez,habíancontribuidoaimprimirrenovadoardorasuafecto.Yalencontrardenuevoasuamigaydefensora,laconsideróunregalodelcielo:seatrevióaabrirlaesperanzadellegaraunirseconLorenzo,ydecidióutilizarsobreéllainfluenciadesuhermana.

CreyendoqueantesdesumuerteInéshabíapodidohablarledeestaproposición,elduquehabíacreídoquelasalusionesdesusobrinoasumatrimoniosereferíanaVirginia:porconsiguiente,lesdiolamásfavorableacogida.Alregresarasupalacio,larelaciónquelehicierondelamuertedeAntoniayelcomportamientodeLorenzole hicieron ver su error. Lamentó las circunstancias; pero, muerta la desventuradajoven,confióenqueaúnsecumplirían susdesignios.Esciertoque la situacióndeLorenzoenaquelmomentonoeralamáspropiciaparapensarenelmatrimonio.Susesperanzas se habían frustrado en el momento en que esperaba realizarlas, y laespantosa e inesperada muerte de su amada le había afectado profundamente. Elduqueleencontrópostradoenlacama.Suscuidadoresmanifestaronserios temorespor su vida. Pero el tío no compartía tales aprensiones. Era de la opinión, nadadesacertada,deque«loshombresmuereny se loscomen losgusanos, ¡peronodeamor!».Asíquesedijo,queporhondaquefueselaimpresióncausadaenelcorazóndesusobrino,eltiempoyVirginiaacabaríanborrándola.Seapresuróaacudirjuntoalafligidojovenyprocuróconsolarle:compadeciósudolor,perolealentóaresistirlosexcesos de la desesperación. Reconoció que no podía por menos de sentirsedestrozado ante un acontecimiento tan terrible, y no podía censurársele susensibilidad.Perolerogóquenoseatormentaseconvanospesares,sinoqueluchasemásbiencontralaaflicción,yconservaselavida,sinoporélmismo,almenosporlos que tanto afecto sentían por él.Mientras así razonaba para hacer que LorenzoolvidaselapérdidadeAntonia,elduquevisitóasiduamenteaVirginia,yaprovechótodaslasocasionesparasuscitarelinterésdesusobrinoenelcorazóndeella.

Como fácilmente se puede comprender, Inés no estuvo mucho tiempo sinpreguntarpordonRaimundo.Sesintiómuyapenadaalenterarsedeladesventuradasituación a la que el dolor le había reducido; sin embargo, no pudo pormenos dealegrarsesecretamente,alpensarquesuenfermedaddemostrabalasinceridaddesu

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amor.El duque tomó sobre sí lamisiónde anunciar al enfermo la felicidadque leaguardaba.Aunquenoahorróprecauciónningunaenprepararlepara talnoticia, lostransportesdeRaimundoanteelsúbitocambiodeladesesperaciónaladichafuerontan violentos, que a punto estuvieron de resultar fatales. Una vez pasados, latranquilidaddesuespíritu,laseguridaddesudicha,ysobretodo,lapresenciadeInés[quetanprontocomoserestableció,graciasaloscuidadosdeVirginiaylamarquesa,se apresuró a atender a su amado], le permitieron vencer los efectos de su últimaenfermedad.Laserenidaddesuespíritusecomunicóasucuerpo,yserecobrócontalrapidezquecausólasorpresageneral.

NoocurrióasíconLorenzo.LamuertedeAntonia,acompañadadecircunstanciastan espantosas, pesaba tremendamente en su espíritu. Se había quedado tanconsumido que parecía su propia sombra. Nada conseguía complacerle. Costabatrabajoconvencerleparaquetomasealimentosuficientequelesostuvieseconvida,ysequedóconsumido.Lacompañíade Inésconstituíasuúnicoconsuelo.Aunqueelazarnuncahabíapermitidoqueestuviesenmuchotiempojuntos,sentíaporellaunasincera amistad y afecto. Comprendiendo ésta cuán necesaria era para él, rara vezabandonaba su aposento. Escuchaba sus quejas con incansable atención, y leconsolabaconladulzuradesusgestosysimpatizandoconsudolor.AúnseguíaellaviviendoenelpalaciodeVilla–Franca,cuyosdueñoslatratabanconmarcadoafecto.ElduquehabíaconfiadoalmarquéssusdeseosconrespectoaVirginia.Laparejaeraintachable.Lorenzoeraherederode la inmensafortunadesu tío,yMadrid le teníaporpersonaafable,devastosconocimientosyconductaejemplar.Ademásdeesto,lamarquesa había descubierto lo fuertes que eran las inclinaciones de su hija en sufavor.

Enconsecuencia,lasproposicionesdelduquefueronaceptadassinvacilación:setomarontodaslasprovidenciasparainduciraLorenzoaconsideraraladamaconlossentimientosqueella tantomerecíadespertar.En lasvisitasa suhermano, Inés ibaacompañadafrecuentementedelamarquesa;ytanprontocomoélpudomoverseporlaantecámara,Virginia,bajolaproteccióndesumadre,recibiópermisoparaexpresarsu deseo de queLorenzo se recuperase; cosa que hizo ella congran delicadeza.YcuandoserefirióaAntonialohizodemaneratantiernayconsoladora,yallamentareltristedestinodesurivalbrillaronsusojosatravésdesuslágrimasdemaneratanhermosa, que Lorenzo no pudo contemplarla ni escucharla sin emoción. Susfamiliares,asícomoladama,sedieroncuentadequesucompañíaparecíaproducirleun nuevo placer cada día, y que él hablaba en términos admirativos cada vezmásfuertes.Sinembargo,guardabanparasusadentrossusobservaciones.Nosedeslizóuna sola palabra que pudiese inducirle a sospechar los designios de los demás.Observaron su anterior conducta y atenciones, y dejaron que el tiempo hiciesemadurar un sentimiento que ya estaba en germen en la amistad que sentía por

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Virginia.Entretanto, las visitas de ella se habíanhechomás frecuentes; y en los últimos

tiempos, apenas pasaba un día sin que pasase ella algún rato junto al lecho deLorenzo. Gradualmente, éste recobró sus fuerzas, si bien el progreso de surecuperación fue lento y dudoso. Una tarde, pareció sentirse más animado de lohabitual; Inés y su amado, el duque, Virginia y sus padres, estaban sentados a sualrededor.Ahora,porprimeravez,pidióasuhermanaqueleinformasecómohabíaescapadoalosefectosdelvenenoqueSantaÚrsulalehabíavistobeber.TemerosadeevocarensumenteelescenarioenelqueAntoniahabíaperecido,lehabíaocultadohastaelmomentolahistoriadesussufrimientos.Dadoqueahoraabordabaéleltema,ycreyendoquequizáelrelatodesusinfortuniospodíahacerleolvidaraquellosenlosqueélsehabíademoradodemasiado,accedióalpuntoasupetición.Elrestodelospresenteshabíaoídoyalahistoria;peroelinterésquesentíanporsuheroínaleshacíadesearoírlaunavezmás.SecundandotodoslosreunidoslosruegosdeLorenzo,Inésobedeció.Primerocontóeldescubrimientoquehabíatenidolugarenlacapilladelaabadía,elresentimientodelasuperioraylaescenademedianochequeSantaÚrsulahabíapresenciadooculta.Aunquelamonjayahabíadescritoestelance,Inéslorelatóahora más detalladamente. Después de lo cual prosiguió su relato de la manerasiguiente:

CONCLUSIÓNDELAHISTORIADEINÉSDEMEDINA

Mi fingida muerte estuvo acompañada de las mayores agonías. Aquellosmomentosqueyocreíqueeranlosúltimosmelosamargaronlasmanifestacionesdelaprioradequenoescaparíaamicondenación;yalcerrarlosojos,laoídesahogarsurabiaenmaldicionespormiofensa.Elhorrordeestasituación,enunlechodemuertedelquehabíandesterradotodaesperanza,conunsueñodelquesóloibaadespertarparaencontrarmepresadelasllamasylasfurias,fueindescriptiblementeespantoso.Cuando recobré el sentido,mi alma aún estaba bajo la terrible impresión de estasideas.Miré ami alrededor sobrecogida, esperandover a losministros de la divinavenganza. Durante la primera hora, mis sentidos estuvieron tan aturdidos, y micerebrotanofuscado,quemeesforcéenvanoenordenarlasextrañasimágenesqueflotaban en dislocada confusión ante mí. Si trataba de levantarme del suelo, elextravíodemicerebromeengañaba.Todocuantomerodeabapareciógirar,ycaíunavezmásenelsuelo.Misojosdébilesydeslumbradosfueronincapacesdesoportarlaproximidaddelaluzqueveíatemblarporencimademí.Tuvequecerrarlosotravez,ypermanecerinmóvilenlamismapostura.

Transcurrió una hora entera, antes de que me sintiera capaz de examinar losobjetosquemerodeaban.Cuandolohice,¡quéterrorinvadiómipechoaldescubrir

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que me hallaba tendida sobre una especie de lecho de mimbre! Tenía seisagarraderos,ysindudahabíaservidoalasmonjasparatransportarmeamisepultura.Yoestabacubiertaconunlienzoblanco.Habíafloresmarchitasderramadassobremí.Aunladodescubríuncrucifijodemadera;alotro,unrosariodegrandescuentas.Meencontrabaencerradaentrecuatroparedesestrechasybajas.Porarriba,eltechoteníaunapequeñatrampaenrejada,atravésdelacualentrabaelpocoairequecirculabaenaquelmiserable lugar.Undesmayadoresplandorquese filtrabaentre lasbarrasmepermitió distinguirmi espantoso entorno. Sentía la presión de un olor pestilente ysofocante;yaldarmecuentadequelarejanoteníapasadoelcerrojo,penséqueseríaposible escapar. Me levanté con esa intención, y mi mano se apoyó sobre algoblando:locogí,ylolevantéhacialaluz.¡DiosTodopoderoso!¡Quérepugnancia,quéconsternación! A pesar de su putrefacción, y de los gusanos que la devoraban,descubríunacabezahumana,yreconocíelsemblantedeunamonjaquehabíamuertomesesantes.Laarrojélejosdemí,ycaídesvanecidaenmilitera.

Cuandomevolvieronlasfuerzas,estacircunstancia,ylaconcienciadequeestabarodeadadeloscadáveresnauseabundosdemiscompañeras,aumentaronmideseodeescapardeaquellaprisión.Medirigídenuevohacialaluz.Larejaestabaalalcancedemimano.La levantésindificultad.Probablemente lahabíandejadoabiertaparafacilitarmelahuidadelamazmorra.Agarrándomealasirregularidadesdelosmuros,algunasdecuyaspiedrassobresalíanmásqueotras,meesforcéentreparporellosysalir de la prisión. Ahora me encontraba en una cripta relativamente amplia.Alineadas en fila, había varias tumbas similares a aquella de la que acababa deescapar, que parecían descender profundamente en la tierra.Una lámpara sepulcralestabasuspendidadeltechoconunacadenadehierro,ydifundíaunaluzmortecinaentodoelrecinto.Portodaspartesseveíansignosdelamuerte:cráneos,omóplatos,fémuresydemásrestosmortalesyacíanesparcidosporelhúmedosuelo.Cadatumbaestaba adornada con un gran crucifijo, y en un rincón se alzaba una imagen demaderadeSantaClara.Alprincipionoprestéatenciónaestosobjetos:lapuerta,queeralaúnicasalidadelrecinto,acaparótodamiatención.Corríhaciaella,envueltaenmisudario.Laempujéy,paramiindecibleterror,laencontrécerradaconllave.

Inmediatamentepenséquelapriora,equivocandolanaturalezadellicorquemehabía obligado a beber, en vez de veneno me había administrado un poderososomnífero.De aquí inferí que, habiendo dado todas lasmuestras demuerte, habíarecibido losritosdelentierro;yqueprivadade todaposibilidaddehacersaberquevivía,midestinoseríamorirdehambre.Estaideamesobrecogiódehorror,nosólopormí,sinoporlainocentecriaturaqueaúnvivíaenmiseno.Nuevamentetratédeabrirlapuerta,peroresistiótodosmisesfuerzos.Gritécontodasmisfuerzas,ypedíayuda.Estabamuylejosdeoíranadie.Ningunavozcontestóalamía.Unprofundoymelancólicosilencioreinabaenlacripta,yperdítodaesperanzadelibertad.Milargo

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ayunoempezabaaatormentarme.Las torturasqueelhambremeinfligíaerande lomás dolorosas e insoportables. Sin embargo, parecían aumentar cada hora quepasaba.Unas vecesme arrojaba al suelo yme retorcía enloquecida y desesperada;otras, me levantaba, regresaba a la puerta, pugnaba por abrirla, y repetía misinfructuosos gritos de auxilio. A menudo, me daban ganas de estrellar la cabezacontra laafiladaesquinadealgúnmonumento, saltarme lossesosy terminarasídeuna vez con mis desdichas. Pero el pensamiento de mi hijo me hizo vencer talesideas.Temblabaencometerunaacciónquepudieraponerenpeligrolaexistenciademi hijo y la mía propia. De modo que desahogué mi angustia con grandesexclamacionesyapasionadoslamentos,hastaquemequedésinfuerzasunavezmásymesenté,mudaydesesperada,alpiedelaimagendeSantaClara,conlosbrazoscruzados, abandonándome a la sombría desesperación. Así transcurrieron variashoras.Lamuerte avanzabahaciamí conpaso rápido,y esperabaque cada instantefueseeldemidisolución.Derepente,mellamólaatenciónunatumbavecina.Teníaencimaunacestaen laquenohabía reparadohastaahora.Me levantédeun salto.Corríhaciaallí todo lodeprisaquepermitíanmis fuerzas. ¡Conquéansiascogí lacesta,encontrandoenellaunpanresecoyunapequeñabotelladeagua!

Mearrojéconavidezsobreestoshumildesalimentos.Teníantodoelaspectodehabersidodejadosallíhacíavariosdías.Elpanestabaduro,yelaguacorrompida.Sinembargo,jamásprobéalimentosmásdelicados.Unavezaplacadoslostormentosdelhambre,empecéahacerconjeturassobreestanuevacircunstancia.Mepreguntésihabríancolocadoallíaquellacestapensandoenminecesidad.Miesperanzatendíaaresponder en sentido afirmativo. Sin embargo, ¿quién podía adivinar que yo iba atenernecesidaddetalesauxilios?Yencasodequesupiesenqueyoestabaconvida,¿por qué me retenían en esta cripta tenebrosa? Si me tenían prisionera, ¿quésignificabalaceremoniadeencerrarmeenunatumba?Ysiestabacondenadaamorirde hambre, ¿a la misericordia de quién debía yo encontrar a mi alcance aquellasprovisiones? Ningún amigo habría mantenido en secreto este espantoso castigo.Tampoco parecía probable que ningún enemigo se hubiese tomado la molestia deproporcionarmelosmediosdesubsistencia.Enresumen,mesentíainclinadaapensarquelosdesigniosdelasuperiorasobremividahabíansidodescubiertosporalgunademispartidariasdelconvento,yqueéstahabíaencontradoelmediodesustituirelveneno por un somnífero hasta que pudiese liberarme, y estaría ahora tratando deinformar a mis parientes de mi peligro, e indicar el modo de liberarme de micautividad. Sin embargo, ¿por qué era tan burda la naturaleza demis provisiones?¿Cómopodíamiamigahaberentradoenlacriptasinconocimientodelasuperiora?Ysi había entrado, ¿por qué estaba la puerta tan cuidadosamente cerrada? Estasreflexionesmeproducíanvértigo.Noobstante,estaideaeralamásfavorableamisesperanzas,yporlaquesentíamayorpreferencia.

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Mis meditaciones se vieron interrumpidas por un lejano ruido de pasos. Seacercaban,aunquemuydespacio.Unresplandorsefiltróporlasrendijasdelapuerta.Nosabiendosi laspersonasqueseaproximabanveníana liberarmeo les traíaotramisiónalacripta,empecéagritarparallamarsuatención.Siguieronacercándoselospasos.Laluzsehacíamásviva.Porfin,conindeciblefelicidad,oígirarlallaveenlacerradura.Convencidadequeestabanapuntodesoltarme,corríhacialapuertaconungritodegozo.Seabrió:perotodasmisesperanzasdeescaparsedesvanecieron,alaparecerlaprioraacompañadadelasmismascuatromonjasquehabíanpresenciadomi supuesta muerte. Traían antorchas en las manos, y me miraron con pavorososilencio.

Retrocedí aterrada. La priora bajó a la bóveda, igual que sus compañeras.Melanzó una mirada de resentimiento, pero no manifestó ninguna sorpresa alencontrarmeaúnconvida.Sesentóenelsitioqueyoacababadeabandonar:cerraronla puerta otra vez, y las monjas se colocaron detrás de la superiora, mientras elresplandor de sus antorchas, empañado por los vapores y humedad de la cripta,arrancaba fríos destellos de los monumentos que me rodeaban. Durante unosmomentosobservaronunsilenciosolemneymortal.Yomehallabadepie,aciertadistancia de la priora. Por último,me ordenó queme acercara. Temblando ante laseveridaddesuceño,apenastuvefuerzasparaobedecerla.Avancéunospasos,peromispiernaseranincapacesdesostenermipeso.Caíderodillas;juntélasmanosylaslevantéenungestodesúplica,aunquenotuvefuerzasparaarticularunasolapalabra.

Ellamemiróconojosiracundos.—¿Tengo delante a una penitente o a una criminal?—dijo al fin—. ¿Son ésas

manos de contrición por vuestros crímenes o de miedo a afrontar su castigo?¿Reconocen esas lágrimas la justicia de vuestro destino, o sólo solicitan que semitiguenvuestrossufrimientos?¡Metemoquelosegundo!

Calló,perosiguióconlosojosclavadosenmí.—Tened valor —prosiguió—: yo no deseo vuestra muerte, sino vuestro

arrepentimiento. El bebedizo que os he administrado no era veneno, sino sólo unsomnífero. Mi intención, al engañaros, era haceros sentir las agonías de unaconcienciaculpable,sioshubiesesobrevenidolamuertederepente,cuandoaúnnooshabíaisarrepentidodevuestroscrímenes.Habéissufridoesasagonías:ahoraoshetraído aquí para que os familiaricéis con los rigores de lamuerte, y confío en quevuestrasmomentáneasangustiasosreportenuneternobeneficio.Noesmiintencióndestruirvuestraalmainmortal,niquebajéisalasepulturaagobiadaconelpesodelospecados. No, hija; lejos de eso. Yo quiero purificaros con el castigo saludable, yproporcionaros el tiempo suficiente para la contrición y los remordimientos. Oíd,pues,misentencia;elceloequivocadodevuestrosamigoshademoradosuejecución,pero no podrá impedirla. Todo Madrid os cree muerta. Vuestros parientes están

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plenamenteconvencidosdequeyanoestáisenestemundo,ylasmonjaspartidariasde vos han asistido a vuestro funeral. Nadie sospecha que aún estáis con vida: hetomado tales precauciones que el misterio es prácticamente impenetrable. Así queabandonadtodopensamientodeintegrarosaunmundodelqueestáisapartadaparasiempre,yempleadlaspocashorasqueseosconcedenenprepararosparaelotro.

Este exordio me hizo esperar algo terrible. Me estremecí, y habría tratado deaplacar su ira; pero un gesto de la superiora me ordenó que guardase silencio. Yprosiguió:

—Aunquesehantenidoolvidadasdurantelosúltimosaños,yahoraseoponenaellas muchas de nuestras monjas descarriadas [¡el cielo las devuelva al rectosendero!],esmiintenciónrestablecerlasleyesdenuestraordenentodosuvigor.Laquesancionalaincontinenciaesrigurosa,peronomásmonstruosadeloquelaofensarequiere:someteosaella,hija,sinresistiros;hallaréiselbeneficiodelapacienciaylaresignaciónenunavidamejorqueésta.Escuchad,pues,lasentenciadeSantaClara.Bajo estas criptas existen prisiones destinadas a acoger a criminales como vos: elaccesoestáhábilmenteoculto,ylaqueentraenunadeellaspuederenunciaratodaesperanzadelibertad.Ahíesadondeahoradebéisserconducida.Seossuministraránalimentos, pero no los suficientes para satisfacer el apetito: tendréis bastante paraconservar unidos al alma y el cuerpo, y serán de lomás simples y rudimentarios.Llorad,hija,llorad,yhumedecedelpanconvuestraslágrimas:¡biensabeDiosquetenéismotivodesobrapara llorar!Encadenadaenunadeesasmazmorrassecretas,separadaparasiempredelmundoydelaluz,sinotroconsueloquelareligiónysinotracompañíaquevuestroarrepentimiento:asídebéisgemirelrestodevuestrosdías.TalessonlosmandatosdeSantaClara;someteosaellossinquejaros.¡Seguidme!

Fulminada ante esta bárbara sentencia, la escasa fuerza que me quedaba meabandonó. Por toda respuesta, caí a sus pies y se los bañé con mis lágrimas. Lasuperiora,inconmovibleantemiaflicción,selevantódesuasientocongestoaltivo.Repitió su mandato en tono terminante. Pero mi excesiva debilidad me impidióobedecerla.MarianayAlixmelevantarondelsueloymetransportaronenbrazos.Lapriora sepusoenmarcha, apoyándoseenViolante,yCamilanosprecedióconunaantorcha. Así avanzó nuestro cortejo por los corredores, en un silencio que sóloquebrabanmis sollozosygemidos.Nosdetuvimosanteel tronoprincipaldeSantaClara.Laimagenestabadesplazadadesupedestal,aunqueyonocomprendíacómo.Después, las monjas levantaron una reja de hierro hasta entonces oculta por laimagen, y la dejaron caer hacia el otro lado con un golpe sonoro. El espantosoestrépito,repetidoporlosabovedadostechosylascavernasquehabíadebajodemí,medespertaronde ladesalentadaapatíaenquemehabíasumido.Miréantemí:unabismo espantoso se abría ante mis ojos aterrados, en el que se sumergía unaempinadayangostaescalera,hacialacualmellevabanmisconductoras.Gritéyme

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retorcí.Implorécompasión,desgarréelaireconmischillidoseinvoquéelauxiliodelcielo y de la tierra. ¡Pero todo fue en vano! Me arrastraron escalera abajo y meobligaronaentrarenunadelasceldasqueseabríanalolargodelasparedesdelacaverna.

Semehelólasangrealvereltenebrosorecinto.Losfríosvaporesqueflotabanenelaire,losmurosverdesdehumedad,ellechodepajatanabandonadoeincómodo,lacadenadestinadaaretenermeparasiempreenmiprisión,ylosreptilesindescriptiblesque, al acercarse las antorchas,vi escabullirseprecipitadamentehacia susguaridas,me encogieron el corazón con tan intensos terrores que a duras penas los pudosoportarminaturaleza.Enloquecidadedesesperación,medesasísúbitamentedelasmonjasquemesujetaban:mearrojéderodillasantelaprioraysupliquéclemenciaenlostérminosmásapasionadosyfrenéticos.

—¡Sinoamí—dije—,miradalmenosconcompasiónalserinocentecuyavidase encuentra unida a lamía! ¡Grande esmi crimen, pero no permitáis quemi hijosufraporello!Mihijonohacometidoningúnpecado.¡Oh!Perdonadmeporesehijononato, al que antes de probar la existencia vuestra severidad condena ya a ladestrucción.

Laprioraseapartóconarrogancia.Tiródesuhábito,haciéndomesoltarlo,comosimicontactofuesecontagioso.

—¡Cómo!—exclamó con gesto exasperado—. ¿Os atrevéis a interceder por elfruto de vuestra vergüenza? ¿Hay que permitir que viva una criatura concebida enpecado tanmonstruoso? ¡Mujerdisipada,nomepidáismásporél!Seríapreferibleque el desdichado muriese. Engendrado en el perjurio, la incontinencia y lacorrupción no puede por menos de revelarse un prodigio de vicio. ¡Escúchame,pecadora!Noesperesmisericordianiparatiniparatuengendro,sinomásbienrezaparaquelamuertetesobrevengaantesdequenazca.¡Ysivelaluz,quesusojossecierreninmediatamenteparasiempre!Ningunaayudarecibirásentualumbramiento.Tráelotúsolaalmundo,aliméntalotú,críalotú,yentiérralotú:¡YDiosquieraqueesto último ocurra sin tardanza, no vayas a encontrar consuelo en el fruto de tuiniquidad!

Este discurso inhumano de la superiora, las amenazas que contenía, losespantosossufrimientosquemepredecían,ysusdeseosdequemuriesemihijo,porelqueyasentíayounprofundocariñoaunqueaúnnohabíanacido,eranmásdeloquemicuerpopodíasoportar.Profiriendounhondogemido,caíexánimealospiesdemiinexorableenemiga.Noséeltiempoquepermanecíentalestado;peroimaginoquedebiódetranscurriralgúntiempoantesderecobrarme,porquecuandolohicelaprioray susmonjashabían abandonadoya la caverna.Alvolver enmí, vi quemeencontraba en medio del silencio y la soledad. No oí siquiera retirarse a misperseguidoras.¡Todoestabacallado,ytodoeraespantoso!Mehabíanarrojadosobre

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lapaja; lapesadacadenaqueyohabíavistocon terrorme rodeaba lacintura,y suextremoestabafirmementesujetoalapared.Unalámparaalumbrabaconresplandormortecinoymelancólicolamazmorra,permitiéndomedistinguirtodossushorrores.Estaba separadadel subterráneoporunmurodepiedrabajo e irregular; una anchahendiduraconstituíalaentrada,yaquepuertanoteníaninguna.Habíauncrucifijodeplomodelantedemilechodepaja.Amiladoencontréunamantaandrajosa,asícomounrosario;ynolejos,viunajarraconaguayunacestademimbreconunpan,asícomounabotelladeaceiteparalalámpara.

Conojosdesalentados,examinéesteescenariodesufrimiento.Cuandopenséqueestaba condenada a pasar el resto demis días allí, sentí el corazón desgarrado deangustia. ¡En otro tiempo,me habían enseñado a pensar en el porvenir demanerabiendiferente!¡Québrillantesyhalagadorasparecíanmisperspectivas!Ahoratodosehabíaacabadoparamí.Amigos,comodidades,compañía,felicidad;¡enuninstantemehabíanprivadode todo!Muertapara elmundo,muertapara elplacer, novivíasino para sufrir lamiseria. ¡Cuán purome parecía elmundo del que ahora estabaexcluidaparasiempre!¡Cuántosobjetosamablesconteníaquenovolveríaaverotravez!Echéunamiradadeterrorpormiprisión;yestremecidaanteelvientocortanteque aullaba en mi subterránea morada, me pareció el cambio tan enorme, tanrepentino,quedudédesurealidad.ElhechodequelasobrinadelduquedeMedina,prometidadelmarquésde lasCisternas,nacidaen la abundancia, emparentadaconlasmásnoblesfamiliasdeEspañayricaenamigosafectuosos,seconvirtieseenuninstante en una cautiva separada del mundo para siempre, y se viese cargada decadenas y reducida a sostener su vida con losmás groseros alimentos, parecía uncambiotansúbitoeincreíblequesemeantojabaeljuegodealgunaespantosavisión.Su persistenciame convenció demi error demanera inequívoca. Cadamañana sedisipabanmisesperanzas.Finalmente,abandonétoda ideadeescapar:meresignéamidestino,ysóloesperéyalalibertadconlallegadadelamuerte.

Miangustiaespiritualylasespantosasescenasquehabíatenidoquesoportar,meadelantaron el período del parto. En soledad y miseria, abandonada de todos,desasistida del arte, sin el consuelo de la amistad, enmedio de unos sufrimientoscapaces de conmover los corazones más endurecidos, tuve mi desdichadoalumbramiento.Elniñovinovivoalmundo.Peroyonosabíacómocuidarlo,nidequémodoconservarsuexistencia.Sólopudebañarleconmislágrimas,calentarleenmi regazo y ofrecer oraciones por su seguridad. Pronto me vi privada de estoscuidados dolorosos: la falta de atenciones adecuadas, mi ignorancia sobre cómoatenderlo,elintensofríodelamazmorrayelairemalsanoqueinvadíasuspulmones,terminaron con la breve y desventurada existencia demi hijito.Expiró a las pocashorasdesunacimiento,ypresenciésumuerteenmediodeunasagoníasmásalládetodadescripción.

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Perodenadaservíaquemeafligiese.Mihijohabíadejadodeexistir,ytodosmissuspiros no podían insuflar a su pequeño y tierno cuerpo un instante de aliento.Rasguémisudario,yenvolvíconuntrozoalpobrecillo.Melopusecontramipecho,consublandobracitorodeándomeelcuelloysupálidayfríamejillapegadacontralamía. Así descansaron sus miembros, mientras yo le cubría de besos, le hablaba,llorabaygemíasindescansodíaynoche.Camilaentrabaenmiprisiónregularmente.Apesardesuendurecidanaturaleza,nopodíapresenciarimpasibleesteespectáculo.Temíaqueelexcesivosufrimientomehicieraperderfinalmentelarazón,ylociertoesquenosiempremesentíenmijuicio.Movidaporunimpulsodecompasión,meinsistió en que permitiese enterrar su cadáver. Pero no lo consentí. Prometí nosepararmedeélmientrasmequedaseunalientodevida;supresenciaeramiúnicoconsuelo, y ningún argumento logró convencerme para queme separase de él.Notardóenconvertirseenunamasadeputrefacción,ya losojosde todosnofueotracosaqueunobjetorepugnanteydesagradable:alosojosdetodos,menosalosdesumadre. En vano me impulsaban los humanos sentimientos a retroceder conrepugnanciaanteestesímbolodemortalidad:resistíyvencíesarepugnancia.Seguíconservando ami hijito enmi pecho, llorándole, queriéndole, ¡y adorándole!Horatrashorapasabaenmilechomiserable,contemplandoloqueanteshabíasidomihijo:me esforzaba en adivinar sus rasgos en aquella lívida corrupción que se habíaextendidoportodoél.Durantemiconfinamiento,estatristeocupaciónfuemiúnicaalegría, y en esosmomentos, nada en elmundomehabría convencidopara que leabandonase.Auncuandomeliberasendemiprisión,mellevaríaamihijoenbrazos.Lassúplicasdemisdosbondadosasamigas—aquícogiólasmanosdelamarquesaydeVirginia,y lasbesó—,meconvencieron finalmenteparaquedejasedescenderamidesventuradoniñitoalatumba.Sinembargo,meseparédeélcontrabajo.Perolarazón prevaleció al fin; accedí a que se lo llevasen, y ahora descansa en tierraconsagrada.

AnteshedichoqueCamilame traía alimento regularmente, unavez al día.Noamargónuncamisdesventurasconreproches:medecía,esosí,querenunciaseatodaesperanzadelibertadymundanafelicidad.Peromealentabaasoportarconpacienciamisdesdichastemporales,ymeaconsejabaquebuscaseelconsuelodelareligión.Misituación,evidentemente,laafectabamásdeloqueellaseatrevíaamanifestar.Perocreíaquesiatenuabamiculpameharíamenosansiosadearrepentimiento.Muchasveces,mientrassuslabiospintabanlaenormidaddemispecadosconvivoscolores,susojostraicionabancuánsensibleeraamissufrimientos.Dehecho,estoyseguradequelasquesededicabanaatormentarme(pueslasotrastresmonjasentrabanenmiprisióndecuandoencuando),actuabannotantomovidasporunespíritudeopresivacrueldadcomoporlaideadequeafligirmicuerpoeraelúnicomediode__salvarmialma.Esmás,auncuandonohubierasidoasí,estoyseguradequehabríanjuzgado

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micastigoexcesivo,denohabermantenidosofocadassusconcienciascon laciegaobedienciaalasuperiora.Peroéstaabrigabasuresentimientoentodosuvigor.Alserdescubiertomiproyectoderaptoporelabaddeloscapuchinos,seconsideróquemiinfamia la rebajabaante laopinióndeéste,por loqueelodioqueconcibió fuesinreservas.Dijoalasmonjasacuyacustodiafuiencomendadaquemiculpaeradelomás atroz, que ningún sufrimiento podía expiarla, y que no me salvaría de laperdicióneternasinocastigandomidelitoconlamayorseveridad.Laspalabrasdelasuperioraeranunoráculoparamuchasdelasquevivíanenelconvento.Lasmonjascreían lo que a la priora se le ocurría afirmar.Aunque contrarios a la razóny a lacaridad,nodudabanenadmitirlaverdaddesusargumentos.Seguíansusdecisionesalpiedelaletra,yestabanplenamenteconvencidasdequetratarmeamíconlenidad,o mostrar la menor compasión por mis sufrimientos, sería el medio directo deeliminartodaposibilidaddequemesalvase.

DadoqueCamilaeralaquemásmeatendía,aellafueaquienlaprioraencargóquemetratasecondureza.Yparacumplirestasórdenes,frecuentementeseesforzabaenconvencermedecuánjustoeraelcastigo,ycuánenormemicrimen.Mepedíaqueme considerasemuy dichosa si salvabami almamortificando el cuerpo, y aunmeamenazaba a veces con la condenación eterna. Sin embargo, como ya he dicho,siempre concluía con palabras de aliento y de consuelo. En cuanto a las frasesmortificantes,aunquepronunciadasporloslabiosdeCamila,fácilmentereconocíaenellaslasexpresionesdelasuperiora.Unavez,sólouna,vinolaprioraavisitarmealamazmorra.Metratóconlamásirreconciliablecrueldad:mecolmódereproches,seburló de mi fragilidad, y cuando le imploré compasión, me dijo que la pidiese alcielo, ya que en la tierra nomerecía ninguna.Miró incluso ami hijitomuerto sinemoción;ycuandosemarchó,oíqueencargabaaCamilaqueaumentaselosrigoresde mi cautiverio. ¡Era una mujer despiadada! Pero no quiero pensar enresentimientos:yahaexpiadosuserroresconsumuertetristeeinesperada.Descanseen paz; ¡y ojalá se le perdonen sus crímenes en el cielo, como yo le perdonomissufrimientosenlatierra!

Asíqueseguíarrastrandounaexistenciamiserable.Lejosdefamiliarizarmeconmi prisión, la contemplaba cada vez conmás horror.El frío parecíamás intenso ypenetrante; el aire, más denso y pestilente. Mi cuerpo se volvió débil, febril yconsumido.Noeracapazdelevantarmedellechodepajaparaejercitarmispiernasenlosestrechoslímitesquepermitíalalongituddelacadena.Aunqueagotada,débily sin fuerzas, me asustaba quedarme dormida: mi sueño se veía constantementeinterrumpido por algún detestable sapo hinchado, horrendo, impregnado con losvapores ponzoñosos de la mazmorra, que arrastraba su cuerpo abominable porencima demi pecho; o el frío y rápido lagarto, queme despertaba dejándome unrastroviscosoenelrostroyenredándoseentrelosmechonesdesgreñadosysuciosde

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miscabellos.Muchasveces, aldespertar, encontrabamisdedoscubiertosde largosgusanosquesealimentabanconlacarneputrefactademihijito.Entoncesgritabadeterroryrepugnancia,ymientrasmesacudíadeencimalosreptiles,temblabacontodamidebilidaddemujer.

Tal erami situación, cuando Camila cayó enferma súbitamente. Una peligrosafiebre, supuestamente infecciosa, la retuvo confinada en la cama. Todas, salvo lahermanaencargadadecuidarla,laevitaronconprecaución,temerosasdecontraerlaenfermedad. Era presa de delirios, y no podía atenderme de ningún modo. Lasuperioraylasmonjasqueestabanenelsecretomehabíanentregadocompletamentea los cuidados de Camila; así que no volvieron a ocuparse demí. Y atareadas enprepararlapróximafestividad,lomásprobableeraquenopensaranenmíunasolavez. La madre Santa Úrsula es la que me informó, después de mi liberación, delmotivopor elqueCamiladejódevenir averme.Entoncesestabayomuy lejosdesospecharla,causa.Alcontrario,alprincipioesperélaaparicióndemicarceleraconimpaciencia, y luego con desesperación. Transcurrió un día; luego, otro. Llegó eltercero.¡YCamilasinllegar!¡Yyosincomida!Podíamedirelpasodeltiempoporelconsumo de mi lámpara, para cuyo suministro me habían dejado aceite para unasemana.Supuseque,obien lasmonjasmehabíanolvidado,obien lasuperiora leshabíaordenadoquemedejasenmorir.Estaúltimaideaparecíalamásprobable.Sinembargo,estannaturalelamoralavida,quetembléalpensarquefueraeso.Aunqueatormentada por toda clase de miserias, aún sentía apego a mi existencia y teníamiedo de perderla. Cadaminuto que transcurría me probaba que debía abandonartoda esperanza de alivio. Yo no era más que un absoluto esqueleto: la vista meflaqueaba,ymismiembroscomenzabanaquedarserígidos.Sólopodíaexpresarmiangustiay losdoloresdelhambrequemearañaban las entrañascongemidoscuyoecomelancólicorepetíaelabovedadotecho.Meresignéamidestino;yesperabaelmomentodemidisolución, cuandomiángelguardián,mi amadohermano, llegóatiempodesalvarme.Mivistadebilitadayborrosasenegóalprincipioareconocerle;ycuandodistinguiósusemblante,lasúbitaemociónquemeembargófuedemasiadofuerte.Meinundólaalegríadeverunavezmásaunamigo,yaunamigotanqueridopara mí.Mi naturaleza no pudo soportar tantas emociones, y buscó refugio en lainsensibilidad.

YaconocéiscuálessonmisdeudasconlafamiliadeVillaFranca; pero lo que no sabéis es la magnitud de mi agradecimiento, que es

ilimitado como la excelencia de mis benefactores. ¡Lorenzo! ¡Raimundo! ¡Quénombrestanqueridosparamí!Enseñadmeasoportarconvalorestasúbitatransicióndelamiseriaaladicha.Hacemuypocotiempo,mehallabaagobiadaporlascadenas,moribunda de hambre, hostigada por todos los rigores del frío y la necesidad,desterrada de la luz, excluida de la sociedad, desesperanzada, abandonada y, como

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temía, olvidada. Ahora, restituida a la vida y la libertad, dotada de todas lascomodidades de la abundancia y el desahogo, rodeada de aquellos a quienes másquiero,yapuntodeconvertirmeenlaesposadelquehacetantotiempoesdueñodemicorazón,mifelicidades tan intensa, tancompleta,queapenaspuedemicerebrosoportar su peso. Sólo me queda un deseo por ver cumplido: que mi hermanorecuperesusalud,yqueelrecuerdodeAntoniaquedeenterradoconellaensutumba.Si seme concede esto, nadamásdesearé.Confío enquemispasados sufrimientoshayan ganado el perdón demimomentánea debilidad. Sé que he ofendido, que heofendidograveyseriamente.Peroquenodudemiesposo,porqueunavezconquistómi virtud, de la corrección demi conducta futura.He sido frágil y he caído en elerror.Peronohecedidoalaliviandaddelacarne.Raimundo,elafectoporvosesloquemehatraicionado.Confiédemasiadoenmifortaleza.Peroconfiabatantoenmihonorcomoenelvuestro.Habíaprometidonoverosmás.Denohabersidoporlasconsecuenciasdeaquelinstantedeimprudencia,habríamantenidomiresolución.Eldestino quiso que fuese de otromodo, y no puedo pormenos de alegrarme de sudecreto.No obstante,mi conducta ha sido altamente censurable, y aunque trate dejustificarme,me ruborizo al recordarmidesliz.Permitidme,pues, quedejeya estetemadesagradable.Peroantesosaseguro,Raimundo,queno tendréismotivosparaarrepentirosdenuestraunión,yquecuantomásculpableshayansidoloserroresdevuestraamada,másregularserálaconductadevuestraesposa.

AquíconcluyóInés,yelmarquésreplicóasuspalabrasentérminosigualmentesinceros y afectuosos. Lorenzo manifestó su satisfacción ante la perspectiva deemparentartanestrechamenteconunhombreporelquesiemprehabíasentidolamásaltaestima.LabuladelpapahabíadispensadoefectivamenteaInésdesusvínculosreligiosos;porconsiguiente,elmatrimoniosecelebrótanprontocomosehicieronlosnecesariospreparativos,pueselmarquésdeseabaquelaceremoniasecelebrasecontodo el esplendor y publicidadposibles.Cumplida ésta, y tras recibir la esposa losparabienes de todo Madrid, salió con su esposo hacia su castillo de Andalucía.Lorenzolesacompañó,asícomolamarquesadeVilla–Francaysuhermosahija.NoesnecesariodecirqueTheodoreformópartedelacomitiva,yquelaalegríaquelecausó la boda de su amo fue indescriptible. Antes de lamarcha, elmarqués, pararepararenciertamedidasupasadanegligencia,hizo indagacionesacercadeElvira.ViendoquetantoellacomosuhijahabíanrecibidomuchosserviciosdeLeonelaydeJacinta, mostró su respeto a la memoria de su cuñada haciendo a ambas mujeresvaliosospresentes.Lorenzosiguiósuejemplo.Leonelasesintiósumamentehalagadaconlasatencionesdenoblestandistinguidos,yJacintabendijolahoraenquesucasasepoblódeapariciones.

Por su parte, Inés no dejó de recompensar a sus compañeras de convento. LavalerosamadreSantaÚrsula,aquiendebíasulibertad,fuenombrada,apeticiónde

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Inés, superiora de las Damas de la Caridad, una de las mejores y más opulentassociedades de todaEspaña.Berta yCornelia, no queriendo abandonar a su amiga,fueron designadas para desempeñar cargos muy principales en el mismoestablecimiento. En cuanto a las monjas que habían ayudado a la superiora en lapersecucióndeInés,Camila,retenidaenlacamaporsuenfermedad,habíaperecidoen las llamas que habían arrasado el convento de Santa Clara. Mariana, Alix yViolante,asícomootrasdos,habíancaídovíctimasdelafuriapopular.Lasotrastresqueenelconventohabíandefendidolasentenciadelasuperiora,fueronseveramentereprendidas y desterradas a casas religiosas de oscuras y distantes provincias.Allílanguidecieron en espacio de unos años, avergonzadas de su anterior debilidad, yevitadasporsuscompañeras,quelasmiraronconaversiónydesdén.

Tampoco se consintió que la fidelidad de Flora quedase sin recompensa.Consultadossusdeseos,declaróqueestaba impacienteporvolveravisitarsu tierranatal.AsíqueseleprocuróunpasajeparaCuba,adondellegósinnovedad,cargadaderegalosdeRaimundoydeLorenzo.

Cumplidas lasdeudasdegratitud, Inésquedóen libertadparaproseguirsuplanfavorito. Alojados en la misma casa, Lorenzo y Virginia estaban juntosconstantemente.Cuantomáslaveíaél,másconvencidoestabadesusméritos.Porsuparte, ella se esforzaba en complacerle, lo que era imposible que no consiguiese.Lorenzocontemplabaconadmiraciónsuhermosapersona,suselegantesmodales,susinnumerablestalentosysudulcedisposición.Igualmente,sesentíamuyhalagadoalnotarsupredisposiciónenfavorsuyo,cosaqueellanoteníahabilidadsuficienteparaocultar. Sin embargo, los sentimientos de Lorenzo no participaban de ese carácterardiente que había distinguido su afecto por Antonia. La imagen de la amable ydesventurada joven aún vivía en su corazón, y neutralizaba todos los esfuerzos deVirginia por desplazarla. Sin embargo, cuando el duque propuso que se celebraseformalmenteelmatrimonioqueéldeseaba,el sobrino rechazóelofrecimiento.Lasinsistentessúplicasdesusamigosylosméritosdeladamavencieronlarepugnanciaaentablarunnuevocompromiso.HizolaproposiciónalmarquésdeVilla–Franca,yéste leaceptóconalegríaygratitud.Virginiaseconvirtióensuesposa,yno lediomotivoparaquesearrepintiesedelaelección.Suestimaporellaaumentódedíaendía. Sus incesantes esfuerzos por complacerle no pudieron por menos de darresultado.Suafectoadoptócoloresmásfuertesycálidos.LaimagendeAntoniasefueborrandogradualmentedesupecho;yVirginiaseconvirtióenlaúnicadueñadesucorazón,quebienmerecíaposeerdemaneraexclusiva.

El restode susvidas,Raimundoe InésyLorenzoyVirginia fueron tan felicescomopuedenserlolosmortalesnacidosparaeldoloryjuguetesdeldesencanto.Losintensossufrimientosquehabíansoportadoleshicieronjuzgarlivianoslosdelavidaordinaria. Habían sentido los dardos más afilados del carcaj de la desventura; los

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restantesparecíanembotadosencomparación.Despuésderesistirlastormentasmásrigurosas del destino, consideraron con serenidad, sus terrores. Y si alguna vezsufrieron algún viento casual, les pareció tan suave como el céfiro que soplablandamentesobreunmardeverano.

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CapítuloV

—HewasafelldespightfullFriend:Hellholdsnoneworseinbalefulbowerbelow;Bypride,andwit,andrage,andrancorkeened;

OfManalike,ifgoodorbadtheFoe.THOMSON

El día siguiente a la muerte de Antonia, todo Madrid fue escenario deconsternaciónyestupor.Unarqueroquehabíapresenciadolaaventuradelsepulcrohabía relatado indiscretamente las circunstancias del asesinato, y había contadotambién quién era el asesino. El alboroto que desencadenó esta noticia entre loscreyentes fue sin igual.Lamayoría no lo creyó, y fue enpersona a la abadía paraconfirmarelhecho.Ansiososporevitar lavergüenzaa laque lamalaconductadelsuperior exponía a toda la comunidad, los monjes aseguraron a los visitantes queAmbrosio no podía recibirles como siempre simplemente por enfermedad. Esterecursofueinfructuoso.Alrepetirdíatrasdíalamismaexcusa,lahistoriadelarquerofue adquiriendo verosimilitud poco a poco. Sus partidarios le abandonaron. Nadieabrigóyadudasdequeeraculpable;ylosqueanteslehabíanalabadoconmásardoreranahoralosquemásvociferabancondenándole.

Mientras sediscutía enMadrid con lamayor aspereza su inocenciao su culpa,Ambrosioerapresadelostormentosdesuconcienciacriminalydelosterroresdelcastigoque se cernían sobre él.Cuandopensaba enqué altura se encontrabahacíapoco, y lo universalmente respetado y honrado que había sido, en paz con todo elmundo y consigo mismo, apenas podía creer que fuese efectivamente el culpablecuyos crímenes y destino le hacían estremecer. Pero habían transcurrido algunassemanasdesdequefuerapuroyvirtuoso, respetadopor losmássabiosynoblesdeMadrid y venerado por el pueblo con un fervor que rayaba la idolatría.Ahora, seencontrabamanchadoconlospecadosmásabominablesymonstruosos,eraobjetodeuniversalexecración,prisionerodelSantoOficio,yprobablementeestabacondenadoaperecerbajo las torturasmásseveras.Nopodíaesperarengañara los jueces.Laspruebas de su culpa eran demasiado sólidas. El hecho de hallarse en el sepulcro ahoratardía,suconfusiónalserdescubierto,ladagaqueensuprimeraalarmahabíaconfesadohaberocultado,y la sangredeAntoniaquehabía salpicadosuhábito, leseñalaban suficientemente como el asesino. Aguardaba con angustia el día delinterrogatorio.No teníanadaque leconsolaseensudesdicha.Lareligiónnopodíainspirarle fortaleza.Si leía los librosdemoralquehabíanpuestoen susmanos,noveíaenellosotracosaquelaenormidaddesusdelitos;siintentabarezar,recordabaquenomerecíalaproteccióndelCielo,yjuzgabasuscrímenestanmonstruosos,que

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anulabaninclusolainfinitabondaddeDios.Pensabaqueparacualquierotropecadorpodíahaberesperanza,peroqueparaélnohabíaninguna.Estremeciéndoseantesupasado,angustiadoporelpresenteyasustadoporel futuro;asípasó lospocosdíaspreviosaldesignadoparasujuicio.

Y llegó ese día. A las nueve de la mañana, se abrió la puerta de su celda y,entrando su carcelero, le ordenó que le siguiese. Le obedeció tembloroso. Fueconducido a un recinto espacioso, tapizado con paños negros. Ante lamesa habíasentadostreshombresconexpresióngrave,tambiénvestidosdenegro.UnodeelloseraelInquisidorGeneral,aquienlaimportanciadelcasohabíainducidoaintervenirpersonalmente. En otramesamás pequeña, a poca distancia, se hallaba sentado elsecretario, provisto de todos los necesarios utensilios de escribir. Se le hizo seña aAmbrosio de que avanzase y tomase asiento en el extremo inferior de lamesa.Almirarhaciaabajodescubriódiversosinstrumentosdehierroesparcidosporelsuelo.Susformaseranextrañas,perosuaprensiónlehizoadivinarinmediatamentequesetratabadeingeniosdetortura.Sepusopálido,yconmuchadificultadevitócaersealsuelosinconocimiento.

Reinaba un profundo silencio, salvo cuando los inquisidores se susurrabanmisteriosamentealgunaspalabras.Transcurriócercadeunahora,yacadasegundolostemoresdeAmbrosiosehacíanmáspunzantes.Porúltimo,unapequeñapuerta,enelextremoopuestoalaentrada,chirriópesadamentesobresusgoznes.Aparecióunoficial,seguidoinmediatamentedelahermosaMatilde.Loscabellos lecaíanendesorden.Teníalasmejillaspálidasylosojoshundidos,yojerosos.DirigióunatristemiradaaAmbrosio.Élledevolvióotradeaversiónyreproche,Lacolocaronfrenteaél. Sonó tres veces una campanilla. Era la señal de apertura del juicio, y losinquisidoresiniciaronsutrabajo.

Enestosjuiciosnosemencionannilaacusaciónnielnombredelacusado.Alosacusadossóloselespreguntasiquierenconfesar;sicontestanquenotienenningúncrimendelquehacerconfesión,sonsometidosatorturasindemora.Estoserepiteaintervalos,tantosilossospechososseconfiesanculpablescomosisecansayagotalaperseveranciadelosinterrogadores.Perosinunreconocimientodirectodesuculpa,la Inquisición jamáspronuncia la sentencia final de sus prisioneros.Engeneral, sepermite que transcurra mucho tiempo antes de interrogarles. Pero el proceso deAmbrosiosehabíaaceleradodebidoaunsolemneAutodeFequeibaatenerlugaralospocosdías,yenelcuallosinquisidorespretendíanincluiralculpable,dandoasítestimoniopatentedesucelo.

Elabadnohabíasidoacusadosólodeviolaciónyhomicidio:seleimputóademáselcrimendebrujería,asícomoaMatilde.AéstalahabíandetenidocomocómplicedelasesinatodeAntonia.Alregistrarsucelda,seencontraronvariosinstrumentosylibros sospechosos que justificaban la acusación de que se le hacía objeto. Para

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incriminar al monje, se presentó el espejo brillante que Matilde había dejadoaccidentalmente en la habitación de él. Las extrañas figuras que tenía grabadasatrajeronlaatencióndedonRamírez,cuandoregistraronlaceldadelabad.Asíqueselollevóconsigo.SelomostróalInquisidorGeneral,elcual,trasexaminarlounrato,cogióunapequeñacrucecitadeoroquecolgabadesucínguloyladepositósobreelespejo.Instantáneamenteseoyóungranruidosemejantealestallidodeuntrueno,yelacerosequebróenmilpedazos.Estacircunstanciaconfirmólasospechadequeelmonje practicaba la magia. Incluso se supuso que su anterior influencia sobre losespíritusdelasgentessedebíaatribuirenteramentealabrujería.

Decididos a hacerle confesar no sólo los crímenes que había cometido, sinotambiénaquellosdelosqueerainocente,losinquisidoresiniciaronsuinterrogatorio.Aunque teníamiedo a las torturas, ymás aún a unamuerte que le arrojaría a lostormentos eternos, el abad proclamó su pureza con voz firme y decidida.Matildesiguió su ejemplo, aunque habló asustada y temblorosa. Tras haberle exhortado envano a que confesase, los inquisidores ordenaron que se le sometiese a tortura.Laordenfueejecutadainmediatamente,yAmbrosiosufriólosmásviolentosdoloresquejamáshaya inventado lahumanacrueldad; sinembargo,es tanespantosa lamuertecuando la acompaña la culpa que tuvo la suficiente entereza para persistir en sunegativa.Enconsecuencia,redoblaronsusagonías,ynoledejaronhastaque,vencidoporelexcesodedolor,eldesmayolerescatódelasmanosdesusatormentadores.

SeordenóquesesometieraatorturaaMatilde.Peroaterradaantelavisióndelossufrimientosdelfraile,seledesmoronótotalmenteelvalor.Cayóderodillas,confesósucomunicaciónconlosespíritusinfernales,yquehabíapresenciadoelasesinatodeAntoniaamanosdeAmbrosio.Encuantoalcrimendebrujería,sedeclarólaúnicaculpable, siendoAmbrosio perfectamente inocente. Esta última declaración no fuecreída.Elabadhabíarecobradoelconocimientoa tiempodeoír laconfesióndesucómplice.Peroestabamuydébilporloquehabíasoportadoparasercapazestavezderesistirnuevossuplicios.Selemandódenuevoasucelda,aunqueprimeroseleinformódeque,tanprontocomorecobraselafuerzasuficiente,debíaprepararseparauna segunda sesión. Los inquisidores esperaban encontrarle esta vez menosendurecido y obstinado.AMatilde se le anunció que debía expiar su crimen en lahoguera del próximoAuto deFe.Todas sus lágrimas y súplicas no pudieron valerparaquelefuesemitigadasusentencia,ylasacaronalafuerzadelasaladeltribunal.

Denuevoenelcalabozo,lossufrimientoscorporalesdeAmbrosiofueronmuchomássoportablesquelosdesuespíritu.Susmiembrosdislocados,susuñasarrancadasdelasmanosylospies,losdedosaplastadosyrotosporlapresióndelostornillos,eran sobrepasados con mucho por la angustia y la agitación de su alma y lavehemencia de sus terrores. Veía que, culpable o inocente, sus jueces estabandispuestosacondenarle.Recordandoloquesunegaciónlehabíacostado,leaterraba

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la ideadeque le sometiesen a suplicio otra vez, y casi se inclinaba a confesar suscrímenes.Peropensóen lasconsecuenciasdesuconfesión,ysesintiónuevamenteindeciso. Su muerte, una muerte de lo más espantosa, sería inevitable: habíaescuchado la sentencia de Matilde, y no dudaba que le esperaba algo similar. LeestremeciólaproximidaddelAutodeFe,laideademorirenlahoguera,conloqueescaparía sólo de los tormentos transitorios para caer en otros más sutiles yduraderos.Conlosojosdelamente,contempló,aterrado,losespaciosmásalládelatumba.NopodíaocultárselecuánjustamentedebíatemerlavenganzadelCielo.Eneste laberinto de terrores, bien le habría gustado refugiarse en las tinieblas delateísmo;bienlehabríagustadonegarlainmortalidaddelalmayhaberseconvencidodeque,unavezcerradossusojos,novolveríanaabrirsemás,aniquilándosealmismotiempo el cuerpo y el alma. Pero incluso este recurso le estaba vedado; susconocimientoserandemasiadoamplios,ysuentendimientodemasiadosólidoyjusto,para permitirle refugio en la falacia. No podía evitar sentir la existencia de Dios.Aquellasverdadesqueenotrotiempofueronsuconsuelo,ahorasepresentabananteélconlaslucesmásresplandecientes,perosóloparaarrastrarlealalocura.Destruíansus infundadas esperanzas de escapar al castigo; y disipados por el irresistibleresplandor de la verdad y la convicción, los vapores engañosos de la filosofía sedeshacíancomounsueño.

Conunaangustiacasidemasiadograndeparauncuerpomortal,esperólahoradequelesometieranasupliciootravez.Sededicóatrazarutópicosplanesparaescapardel castigo presente y futuro. Del primero no era posible; del segundo, ladesesperación le hacía olvidar el único camino. Mientras la razón le obligaba areconocer la existencia de Dios, la conciencia le hacía dudar de lo infinito de subondad.Nocreíaqueunpecadorcomoélpudieraencontrarmisericordia.Elnohabíasidoarrastradohaciaelerror:laignorancianolepodíaproporcionarningunaexcusa.Habíavistoelvicioensusverdaderoscolores.Antesdecometeraquelloscrímenes,habíamedidoescrupulosamentesupeso;ynoobstante,loshabíacometido.

—¿Perdón?—gritó,enunaccesodefrenesí—.¡Oh,nopuedehaberperdónparamí!

Convencido de esto, en vez de humillarse en penitencia, lamentar su culpa ydedicar laspocashorasquelequedabanaaplacar la iradelCielo,seabandonabaalos transportes de una rabia desesperada. Sentía el castigo de sus crímenes; no elhaberlos cometido. Y la angustia de su pecho se desahogaba en inútiles suspiros,vanaslamentaciones,blasfemiasydesesperación.Tanprontocomolosescasosrayosdeluzquepenetrabanentrelosbarrotesdesuventanadesaparecíangradualmente,yensulugarbrillabaelpálidoresplandordelalámpara,sentíaredoblarsesusterrores,ysusideassevolvíanmástenebrosas,mássolemnes,másdesalentadas.Leasustabala llegada del sueño: no bien cerraba los ojos, cansados de llorar y de velar,

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comenzaban a surgir ante ellos espantosas visiones en las que su mente se habíademorado durante el día. Se veía a sí mismo en regiones sulfurosas y ardientescavernas,rodeadodedemoniosdesignadosparaatormentarle,loscualeslesometíanadiversastorturas,cadaunadeellasmásespantosaquelaanterior.Enmediodeestoshorrendos escenarios, vagaban los espectros de Elvira y de su hija. Ambos leacusabandesusmuertes,contabanloscrímenesdeAmbrosioalosdemonios,ylesinstabanainfligirtormentosdecrueldadaúnmásrefinada.Taleseranloscuadrosqueflotabanantesusojosensueños,ynosedesvanecíanhastaqueeldescansoserompíaconlosexcesosdeldolor.Entoncesselevantabadelsueloenelquesehabíatendido,con la frente bañada de un sudor frío y los ojos desorbitados y frenéticos; y sólolograba cambiar la terrible certidumbre por conjeturas apenas más soportables.Paseabaporelcalabozoconpasosdesordenados.Mirabaconterrorlaoscuridadquelerodeaba,ygritabaamenudo:

—¡Oh,quéespantosaeslanocheparaelculpable!Estabaencierneseldíadesusegundointerrogatorio.Lehabíanobligadoabeber

cordiales, cuyas virtudes estaban calculadas para restituir las fuerzas corporales ypermitirlesoportarmástiempoelsuplicio.Lavísperadeltemidodía,losmiedosporloqueibaaocurrirmañananoledejarondormir.Susterroreserantanviolentosquecasileanularonlospoderesmentales.Permaneciósentadocomounestúpidojuntoalamesaenlaqueardíalúgubrementelalámpara.Ladesesperaciónleteníareducidaslasfacultadesalaidiotez,ydurantevariashorasfueincapazdehablar,demoverse,einclusodepensar.

—¡Alzadlosojos,Ambrosio!—dijounavozcuyoacentoleeramuyfamiliar.Elmonjesesobresaltó,yalzósusojosmelancólicos.Matildeestabaanteél.Se

había quitado el hábito religioso. Ahora llevaba un vestido femenino, a la vezeleganteyespléndido:unamultituddediamantescentelleabanensuatuendo,yteníael cabello ceñido por una corona de rosas. En su mano derecha llevaba un libropequeño. Una animada expresión de alegría resplandecía en su semblante. Peroincluso ésta contenía una especie de imperiosamajestadque inspiró almonjegrantemor,yreprimióenciertomodosustransportesalverla.

—¿Vosaquí,Matilde?—exclamóalfin—.¿Cómohabéislogradoentrar?¿Dóndeestán vuestras cadenas? ¿Qué significa esta magnificencia, y el gozo que irradianvuestrosojos? ¿Sehanablandadovuestros jueces? ¿Hayalgunaposibilidaddequeescapeyo?Contestadme,porcompasión,ydecidmequédeboesperarotemer.

—¡Ambrosio!—respondióconairedeautoritariadignidad—.Heburladolafuriade la Inquisición. Soy libre: en unos momentos habré puesto reinos entre esamazmorrayyo.Sinembargo,hecompradomilibertadaunaltoprecio;¡aunprecioespantoso!¿Osatrevéisapagarlomismo,Ambrosio?¿Osatrevéisasalvarsintemorloslímitesqueseparanaloshombresdelosángeles...?Calláis...Memiráisconojos

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dealarmayderecelo.Leovuestrospensamientos,yosconfiesoquesonjustos.Sí,Ambrosio:lohesacrificadotodoporlavidaylalibertad.¡YanosoyunaaspirantealCielo!He renunciado al servicio deDios;me he alistado bajo las banderas de susenemigos.Ya no puedo volverme atrás. Sin embargo, aunque pudiese, no lo haría.¡Oh,amigomío,enmediodequésupliciosibaaexpirar!¡Morirentremaldicionesyexecraciones!¡Sufrirlosinsultosdeunachusmaenfurecida!¡Vermeexpuestaatodaslasmortificacionesdelavergüenzaydelainfamia!¿Quiénpuedepensarsinhorrorensemejantedestino?Dejadentoncesquemealegredemicambio.Hevendidounafelicidadinciertaylejanaporotraseguraypresente.Hepreservadounavidaquedeotromodo habría perdido en la tortura. ¡Y he conseguido el poder de procurarmetodas las dichas que pueden hacer la vida deliciosa! Los espíritus infernales meobedecen como su soberana. Con su ayuda, pasaré mis días en todos losrefinamientosdellujoylavoluptuosidad.Gozarésinlimitacióndelosplaceresdelossentidos.Saciaré todapasiónhasta laplenitud, ¡y luegoordenaréamissiervosqueinventen otras nuevas que revivan y estimulen mis hastiados apetitos! Voy,impaciente, a ejercer mi recién ganado dominio. Anhelo encontrarme en libertad.Nadamedetendríauninstantemásenesterecintoabominable,sinolaesperanzadeconvencerosparaquesigáismiejemplo.Ambrosio,osamotodavía.Nuestramutuaculpaypeligrooshanhechoaúnmásqueridoamisojos,ymealegraríamuchísimosalvaros de vuestra inminente destrucción. Decidíos, pues, por vuestro bien, yrenunciad,acambiodeunosbeneficiosinmediatosyciertos,alasesperanzasdeunasalvacióndifícildeobtener,yquizácompletamenteerrónea.Desechadlosprejuiciosdelasalmasvulgares.¡AbandonadaDios,queoshaabandonado,yelevaosalplanodelosseressuperiores!

Calló, esperando la respuesta delmonje. Éste se estremeció en elmomento dehablar.

—¡Matilde!—dijo,trasunlargosilencio,convozbajaeinsegura—.¿Quépreciohabéispagadoporvuestralibertad?

Matildecontestóconfirmezaeintrepidez:—¡Ambrosio,hepagadomialma!—¡Desdichada,quéhabéishecho! ¡Dentrodepocosaños,quéespantososserán

vuestrossufrimientos!—¡Hombre débil, cuando pase esta noche, cuán espantosos serán los vuestros!

¿Recordáis los que habéis soportado ya? Mañana deberéis sufrir tormentosdoblemente intensos.¿Recordáis loshorroresde las llamas? ¡Pasadomañanaseréisuna víctima más de la hoguera! ¿Qué será entonces de vos? ¿Aún os atrevéis aesperarvuestroperdón?¿Aúnosdejáisseducirporesasfalsasvisionesdesalvación?¡Pensad en vuestros crímenes! ¡Pensad en vuestra lujuria, en vuestro perjurio,inhumanidadehipocresía!¡Pensadenlasangreinocentequeclamavenganzaanteel

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trono deDios; y luego, pensad en la esperanza que podéis esperar! ¡Soñáis con elCielo, suspiráis por la luz y los reinos de paz y placer! ¡Absurdo!Abrid los ojos,Ambrosio, y sed prudente. Vuestro destino es el Infierno. ¡Estáis destinado a lacondenación eterna! Nada os espera al otro lado de la tumba, sino un abismo dellamasdevoradoras.¿Acasoqueréisircuantoantesaeseabismo?¿Queréisestrecharesaperdiciónenvuestrosbrazosantesdelonecesario?¿Queréiszambullirosenesasllamas, cuando tenéis posibilidad de evitarlas todavía? Eso es una locura. No, no,Ambrosio.Dejaosaconsejarpormí.Comprad,conuninstantedevalor, ladichadeunosaños.Gozaddelpresente,yolvidadloqueelfuturoarrastradetrás.

—Matilde,vuestrosconsejos sonpeligrosos:nomeatrevo,noquiero seguirlos.Nopuedorenunciaramiderechoalasalvación.Miscrímenessonmonstruosos.PeroDiosesmisericordioso;asíquenoquierodesesperardelperdón.

—¿Ésaesvuestradecisión?Entoncesnotengonadamásquedecir.Corroalgoceylalibertad,yosdejoalamuerteylostormentoseternos.

—¡Aguardaduninstante,Matilde!Vosmandáisalosdemoniosinfernales;podéisobligarlos a abrir estas puertas. Podéis salvarmede estas cadenas queme agobian.¡Salvadme,oslosuplico,yalejadmedeestamoradaabominable!

—Mepedíslaúnicamercedquemipodernopuedeconceder.MeestáprohibidoayudaraunreligiosoypartidariodeDios:renunciadaesostítulos,yordenadme.

—Noquieroentregarmialmaalaperdición.—Persistís en vuestra obstinación; será hasta que os encontréis en la hoguera;

entonces os arrepentiréis de vuestro error, y desearéis escapar cuando no tengaremedio. Os dejo... Sin embargo, antes de que llegue la hora de la muerte, laprudenciadebería iluminaros,escuchadcómopodéis repararesta faltapresente.Osdejo este libro. Leed las cuatro primeras líneas a partir de la séptima página. Elespírituquehabéisvistoyaunavezsepresentará inmediatamenteantevos.Si soisprudente,nosveremosdenuevo.Sino,¡adiósparasiempre!

Dejócaer el libroenel suelo.Unanubede fuegoazul se enroscóalrededordeella. Alzó la mano para despedirse de Ambrosio, y desapareció. Al disiparsesúbitamenteelmomentáneo resplandorque las llamasdifundieronen lamazmorra,pareció aumentar su natural oscuridad. La lámpara solitaria apenas daba luzsuficienteparaguiaralmonjeaunasilla.Sedejócaerensuasiento,cruzólosbrazos,yapoyandolacabezasobrelamesa,sesumióenperplejaseinconexasreflexiones.

Aún se encontraba en esta actitud cuando se abrió la puerta sacándole de suestupor.LellamabanacompareceranteelInquisidorGeneral.Selevantó,ysiguióasucarceleroconpasosdoloridos.Lecondujerona lamismasala, lecolocaronantelos mismos interrogadores, y le fue preguntado de nuevo si deseaba confesar.Contestócomo lavezanterior,queno teniendoningúncrimen,nopodía reconocerninguno.Perocuandolosverdugossedisponíanasometerleasuplicio,yrecordólos

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que ya le habían infligido, su entereza flaqueó por completo. Olvidando lasconsecuencias,ydeseososólodeescapara los terroresdelmomentopresente,hizounaampliaconfesión.Revelótodaslascircunstanciasdesuculpayreconociónosóloloscrímenesqueseleimputaban,sinoaquellosdelosquenuncasellegóasospechar.AlinterrogárselesobrelahuidadeMatilde,quehabíacreadogranconfusión,confesóquesehabíavendidoaSatanás,yquesufugasedebíaaunactodebrujería.Inclusoaseguróasusjuecesqueporsupartejamáshabíaentradoenpactosconlosespíritusinfernales. Pero la amenaza de ser torturado le hizo declararse brujo y hereje, ycualquierotrotítuloquelosinquisidoresquisieranatribuirle.Comoresultadodeestaconfesión, su sentencia fue dictada inmediatamente. Se le ordenó que se preparaseparamorirenelAutodeFe,el cual secelebraríaa lasdocede lanoche.Sehabíaelegidoestahoraconideadequeelhorrordelasllamas,aumentadoporlaoscuridaddelanoche,produjeraunmayorefectoenelespíritudelagente.

DejaronaAmbrosio solo,másmuertoquevivo, en su calabozo.El instante enque pronunciaron esta terrible sentencia estuvo a punto de resultar el de sudisolución.Pensóeneldíasiguientecondesesperación,ysusterroresaumentaronamedidaqueseacercaba lamedianoche.Unasvecessesumíaen tenebrososilencio,otras,llevadodeunapasióndelirante,seretorcíalasmanosymaldecíalahoraenquevio la luz por primera vez. En uno de esos momentos, sus ojos cayeron sobre elmisteriosoregalodeMatilde.Instantáneamenteselecortaronlosarrebatosdefuror.Sequedómirandoellibrofijamente.Locogió,peroinmediatamenteloarrojólejosdesíconhorror.Sepusoapasearnerviosoporelcalabozo;luegosedetuvo,yclavólamiradaenellugardondehabíaidoapararellibro.Pensóqueaquí,almenos,habríaunremedioparaeldestinoquetantoleasustaba.Seinclinóylocogióporsegundavez. Durante un rato permaneció indeciso y tembloroso: deseaba fervientementeprobar el encantamiento, aunque temía sus consecuencias. El recuerdo de susentencialehizovenceralfinsuindecisión.Abrióelvolumen;perosuagitacióneratangrandequealprincipiobuscó inútilmente lapáginaqueMatilde lehabíadicho.Avergonzadodesímismo,apelóatodoelvalorquelequedaba.Abrióporlapáginaséptima.Empezóaleerenvozalta.Perosusojosseapartabandecuandoencuandodel libro y buscaban en torno suyo al espíritu que deseaba aunque temía ver. Noobstante, persistió en su propósito; y con voz insegura y repetidas interrupciones,consiguióterminarlascuatroprimeraslíneasdelapágina.

Estabanenunalenguacuyoconocimientoleeratotalmenteajeno.Apenashubopronunciado la última palabra, cuando los efectos del encantamiento se hicieronevidentes.Seoyóunsonoroestallido.Laprisiónseestremecióhastasuscimientos.Unrelámpagoinundódeluzlacelda;yuninstantedespués,envueltoenunremolinosulfúreo,seaparecióLuciferanteélporsegundavez.PeronofueigualquecuandoloinvocóMatilde.Enaquellaocasión,habíaadoptadolaformaseráficaparaengañara

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Ambrosio.Ahorasurgiócon toda lafealdadque lecorrespondíadesdesucaídadelcielo: sus miembros abrasados mostraban aún la huella de la fulminación delTodopoderoso;unaoscuridadchamuscadaseextendíaportodosucuerpogigantesco;susmanosysuspiesestabanarmadosdelargasgarras;lafuriarelampagueabaensusojos, capaces de paralizar el corazón más esforzado; sobre sus hombros secimbreabandosenormesalasnegras,yenlugardecabellosteníaserpientesvivasquese retorcían alrededor de su frente emitiendo silbidos espantosos. En una manollevaba un pergamino y en la otra una pluma de hierro. El relámpago seguíadestellandoa sualrededor,yel trueno,con repetidosestallidos,parecíaanunciar ladisolucióndelanaturaleza.

Aterradoanteestaaparición tandistintade laquehabíaesperado,Ambrosiosequedó mirando al Demonio, incapaz de proferir una palabra. Cesó el trueno: unsilenciouniversalreinabaenlamazmorra.

—¿Paraquésoyinvocadoaquí?—dijoelDemonio,conunavozquelasbrumassulfurosashabíanempañadohastalaronqueraI.

Lanaturalezaseestremecióanteesaspalabras:unviolentoterremotosacudióelsuelo,acompañadodenuevosestallidosdeltrueno,másfuertesyensordecedoresqueelprimero.

AmbrosioestuvounratosinpoderresponderalapreguntadelDemonio.—Estoycondenadoamorir—dijoalfin,convozdesfallecidaysinsangreenlas

venas,mientrasmirabaasuespantosovisitante—.¡Sálvame!¡Llévamedeaquí!—¿Semepagaránmisservicios?¿Teatrevesaabrazarmicausa?¿Serásmíoen

cuerpoyalma?¿Estásdispuestoa renunciaraAquelque tehahecho,aAquelquemurióporti?Contestasólo«sí»,yLuciferserátuesclavo.

—¿Notecontentarásconunpreciomenosalto?¿Nopuedesatisfacertenadasinomi eterna ruina? Espíritu, pides demasiado. Pero llévame de este calabozo: sé misiervoporunahora,yserétuyodurantemilaños.¿Notebastaestaoferta?

—No.Debesentregarmetualma:debesermía,míaparasiempre.—Demonioinsaciable,noquierocondenarmealostormentoseternos.Noquiero

renunciaramisesperanzasdeserperdonadoalgúndía.—¿No quieres? ¿En qué quimera cifras tus esperanzas? ¡Miope mortal!

¡Miserabledesdichado!¿Noeresculpable?¿Noeresinfamealosojosdeloshombresy de los ángeles? ¿Acaso pueden ser perdonados tus enormes pecados? ¿Esperasescapar a mi poder? Tu destino está ya sentenciado. El Eterno te ha abandonado.¡Paramíestásseñaladoenellibrodeldestino,ymíodebesytienesqueser!

—¡Espírituinfernal,esoesfalso!LamisericordiadelTodopoderosoesinfinita,yel penitente puede alcanzar su perdón. Mis crímenes son monstruosos, pero norenunciaréasuclemencia.Quizá,cuandohayanrecibidoladebidapenitencia...

—¿Penitencia? ¿Pretendes ir al Purgatorio con unos crímenes como los tuyos?

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¿Esperas que se te perdonen tus ofensas con oraciones de beatas supersticiosas ymonjesperezosos?¡Ambrosio,sésensato!Serásmío:estáscondenadoalas llamas,aunque puedes evitarlas demomento. Firma este pergamino. Te sacaré de aquí, ypodráspasar el restode tuvidaen ladichay la libertad.Disfrutade tuexistencia;saboreatodoslosplaceresalosqueteinclinaelapetito.Perodesdeelmomentoenqueabandones tucuerpo, recuerdaque tualmamepertenecerá,yquenodejarédereclamarmisderechos.

El monje guardó silencio. Pero sus miradas manifestaban que las palabras delTentador no habían caído en vacío. Pensaba con horror en las condiciones que leproponía. Por otro lado, se creía condenado ya, y que, al rechazar la ayuda delDemonio, no hacía más que acelerar las torturas de las que jamás escaparía. ElEnemigovioquesufirmezaflaqueaba.Renovósusinsistencias,ytratódesorprenderla indecisión del abad.Le describió las agonías de lamuerte con losmás terriblescolores,yexcitótanpoderosamenteladesesperaciónylosterroresdeAmbrosioquelepersuadióparaqueaceptaseelpergamino.Luegoclavólaplumadehierroenunavena de la mano izquierda del monje. Le penetró profundamente, y se llenóinstantáneamente de sangre. Sin embargo, Ambrosio no sintió dolor alguno en laherida.Lepusolaplumaensumanotemblorosa.Eldesdichadocolocóelpergaminosobrelamesaqueteníaantesí,ysedispusoafirmarlo.Derepente,contuvolamano;seechóatrás,yarrojólaplumasobrelamesa.

—¿Quéestoyhaciendo?—exclamó.Luego, volviéndose alDemonio congestodesesperado—.¡Déjame!¡Vete!Noquierofirmarelpergamino.

—¡Necio!—exclamóelDemoniodecepcionado, lanzándoleunamirada furiosaquetraspasódehorroralfraile—.¿Asíteburlasdemí?¡Quédate,entonces!¡Húndeteenlaagonía,expiraentretorturas,yluego,compruebaelalcancedelamisericordiadivina! ¡Pero ten cuidado de no hacerme otra vez objeto de tus burlas! ¡No mevuelvasallamarhastaquehayasresueltoaceptarmisofrecimientos!¡Invócameparaecharmeenbalde,yestasgarrastedestrozaránenmilpedazos!Habla,¿vasafirmarelpergamino?

—¡No!¡Déjame!¡Fuera!Instantáneamente se oyó el estampido espantoso del trueno. Una vez más, se

estremeciólatierraconviolencia.Lamazmorrasepoblódehorrísonosalaridos,yelDemoniohuyóentreblasfemiasymaldiciones.

Alprincipio,elmonjesealegródehaberresistidoalasartesdelSeductor,ydehaberobtenidountriunfosobreelEnemigodelahumanidad.Peroamedidaquelahora del castigo se acercaba, los terrores comenzaron a revivir en su corazón. Sumomentáneodescansoparecióconferirlesrenovadovigor.Cuantomásseacercabalahora,másmiedoteníadepresentarseanteeltronodeDios.Seestremecióalpensarenloprontoquesesumergiríaenlaeternidad,enloprontoquesehallaríaante los

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ojos del Creador, a quien tan gravemente había ofendido. La campana anunció lamedianoche: ¡era la señal para conducirle a la hoguera!Al oír el primer tañido, lasangredejódecircularenlasvenasdelabad:encadaruidooyómurmuraralamuertey la tortura.Esperabaver entrar en laprisión a los arqueros; y cuando la campanacesó, cogió el libro mágico en un arrebato de desesperación. Lo abrió, buscóatropelladamente la séptima página, y como si temiese concederse un solopensamiento, leyó a toda prisa las líneas fatales. Acompañado de sus anterioresterrores,Luciferseapareciódenuevoanteelcondenado.

—Me has llamado —dijo el Demonio—. ¿Estás dispuesto a mostrar mássensatez? ¿Quieres aceptar mis condiciones? Ya las conoces. Renuncia a tuspretensiones de salvación, entrégame tu alma, y yo te alejaré al instante de estecalabozo. Aún es tiempo. Decídete, antes de que sea demasiado tarde. ¿Quieresfirmarelpergamino?

—¡Debofirmarlo...!¡Eldestinomeobliga...!Aceptotuscondiciones.—¡Firmaelpergamino!—instóelDemonioentonoexultante.El contrato y la pluma ensangrentada aún estaban sobre lamesa.Ambrosio se

acercó.Sedispusoaestamparsunombre.Uninstantedereflexiónlehizovacilar.—¿Oyes?—gritóelTentador—.¡Yavienen!¡Rápido!Firmaelpergamino,yte

sacarédeaquíenesteinstante.Enefecto,seoíaaproximarsealosarquerosquedebíanconduciraAmbrosioala

hoguera.Elrumordepasosanimóalmonjeensuresolución.—¿Quédiceeseescrito?—preguntó.—Que tualmaserámíaparasiempre,y sin reserva.—¿Quévoya recibiryoa

cambio?—Mi protección, y la liberación de esta mazmorra. Fírmalo, y al instante te

sacaré.Ambrosiocogiólapluma.Lapusosobreelpergamino.Nuevamenteleflaqueóelvalor.Sintióunapunzadadeterrorenelcorazón,yuna

vezmásarrojólaplumasobrelamesa.—¡Pusilánime y pueril! —exclamó el Demonio exasperado—. ¡Desecha esa

insensatez!¡Firmaelescritoalinstante,osucumbirásamifuror!Enesemomentosedescorrióelcerrojodelapuerta.Elprisionerooyóelruidode

cadenas.Cayólapesadabarra.Losarquerosestabanapuntodeentrar.Enloquecidoantelaproximidaddelamuerte,aterradoporlasamenazasdelDemonio,ynoviendootro medio de escapar a la destrucción, el desdichado monje obedeció. Firmó elcontratofatalylopusoapresuradamenteenmanosdelEspírituInfernal,cuyosojos,alrecibirtalregalo,centellearonconmalévolaalegría.

—¡Tómalo!—dijoeldesertordeDios—.¡Ahorasálvame!¡Aléjamedeaquí!—¡Unmomento!¿RenunciaslibreyabsolutamenteatuCreadoryasuHijo?

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—¡Renuncio!¡Renuncio!—¿Meentregastualmaparasiempre?—¡Parasiempre!—¿Sinreservanisubterfugio?¿Sinapelarenelfuturoalamisericordiadivina?Se oyó caer la última cadena de la prisión. La llave giró en la cerradura. Los

goznesherrumbrososempezaronachirriarpesadamente.—¡Soytuyoparasiempreydemanerairrevocable!—exclamóelmonje,locode

terror—. ¡Renuncio a todo derecho de salvación! ¡No reconozco otro poder que eltuyo!¡Escucha!¡Escucha!¡Yavienen!¡Oh!¡Sálvame!¡Sácamedeaquí!

—¡Hetriunfado!Eresmíosinremisión,asíquecumplirémipromesa.Mientrashablaba,seabriólapuerta.InstantáneamenteelDemonioagarróunode

losbrazosdeAmbrosio,extendiósusanchasalasyseelevóconélenelaire.Seabrióel techo mientras ascendían, y volvió a cerrarse cuando hubieron abandonado lamazmorra.

Entretanto,elcarcelerosequedóestupefactoanteladesaparicióndelprisionero.Aunqueniélnilosarquerostuvierontiempodepresenciarladesaparicióndelmonje,el olor a azufre que reinaba en la prisión delató suficientemente de quémedio sehabíavalidoparaliberarse.CorrieronainformaralInquisidorGeneral.LahistoriadecómoelDemoniosehabíallevadoaunhechicerocorrióenseguidaportodoMadrid;ydurantealgunosdías,enlaciudadenteranosediscutiódeotracosa.Gradualmente,fue dejandode ser temade conversación.Otras aventuras surgieron, cuyanovedadatrajo la atención general; y Ambrosio no tardó en caer en el olvido tancompletamente como si jamás hubiese existido. Mientras esto ocurría, el monje,llevado por su guía infernal, cruzó los aires con la rapidez de una flecha, y unosinstantes después se hallaba en el borde de un precipicio, el más profundo yescarpadodeSierraMorena.

Aunque rescatado de la Inquisición, Ambrosio no sentía aún la dicha de lalibertad.Elcondenatoriocontratoagobiabapesadamentesuespíritu;ylasescenasenlasquehabíasidoélelprincipalactorhabíanimpresoensualmataleshuellasqueensucorazónno reinaba sino la anarquíay la confusión.Losobjetosqueahora teníaantesusojos,yquelalunaqueahoranavegabaentrenubespermitíacontemplar,noeranparainspirarleesaserenidadquetantonecesitaba.Eltrastornodesuimaginaciónaumentó ante la desolación del escenario que le rodeaba: tenebrosas cavernas,empinados peñascos que se alzaban unos encima de otros y desgarraban las nubespasajeras;arboledassolitariasyaisladas,entrecuyasramasretorcidasgemíaroncoylastimeroelvientodelanoche;elchillidoestridentedelaságuilasdelamontañaquehacíansusnidosenestosdesiertossolitarios;elrugidoensordecedordelostorrentes,hinchadosporlaslluviasrecientes,queseprecipitabanimpetuosasporlostremendosprecipicios; y las negras aguas de un río silencioso que reflejaba débilmente el

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resplandor de la luna y bañaba el pie del peñasco sobre el que se encontrabaAmbrosio.Elabadpaseóentornosuyounamiradadeterror.Suguíainfernalestabaaún a su lado, y le contemplaba con una expresión que era mezcla de malicia,exultaciónydesprecio.

—¿Adóndemehastraído?—dijoelmonjealfin,convozprofundaytemblorosa—. ¿Por qué me has puesto en este escenario melancólico? ¡Sácame de aquírápidamente!¡LlévameconMatilde!

ElDiablonocontestó,sinoquesiguiómirándoleensilencio.Ambrosionopudosostenersumirada.Apartólosojos,altiempoquedecíaelDemonio:

—¡Asíquetengoenmipoderaestemodelodepiedad!¡Aesteserirreprochable!¡Aestemortal que colocaba susmezquinas virtudes a la altura de los ángeles! ¡Esmío!¡Irrevocable,eternamentemío!¡Escompañerodemissufrimientos!¡MoradoresdelInfierno,cuántoagradeceréismiregalo!

Calló.Luegosedirigióalmonje:—¿Llevarte conMatilde?—prosiguió, repitiendo las palabras de Ambrosio—.

¡Desdichado! ¡Pronto estarás con ella! Te mereces un lugar junto a ella, pues elinfierno puede jactarse de albergar malvados más culpables que tú. ¡Escucha,Ambrosio;tevoyarevelartuscrímenes!Hasderramadolasangrededosinocentes:¡AntoniayElvirahanperecidoamanostuyas!¡Antonia,alaquehasviolado,eratuhermana!¡Elvira,alaquehasasesinado,tedioelser!¡Tiembla,hipócritadepravado!¡Parricidainhumano!¡Violadorincestuoso!¡Tiemblaantelamagnituddetusdelitos!¡Y eras tú quien se consideraba exento de toda tentación, libre de las humanasdebilidades,ylejosdelerrorydelvicio!¿Esacasoelorgullounavirtud?¿Noeslacrueldadunpecado?¡Sabe,hombrevanidoso,quehacíatiempoqueteteníaseñaladocomo mi presa: vigilé los movimientos de tu corazón; vi que eras virtuoso porvanidad,noporprincipios,yaprovechéelmomentooportunodeseducción!Observétuciega idolatríadel retratode laVirgen.Ordenéaunespíritusubordinadoyhábilqueadoptaseunaformasimilar,yansiosamenteterendistealoshalagosdeMatilde.Tuorgullosesintiósatisfechoantesuadulación; tu lujuriasólonecesitó laocasiónparamanifestarse:corristealatrampaciegamente,ynotuvisteescrúpulosencometerun crimen que censuraste a otros con despiadada severidad. Fui yo quien puso aMatildeentucamino;yoquienteabriópasoalaposentodeAntonia,yoquienhizoquellegaraatumanoladagaquesehundióenelpechodetuhermana,yyoquienadvirtióaElviraensueñosde tusdesigniossobresuhija,paraasí,evitandoque tebeneficiaras de su sueño, obligarte a añadir el rapto y el incesto a la lista de tuscrímenes. ¡Escucha,Ambrosio,escucha!Dehaber resistidounminutomás,habríassalvadotucuerpoy tualma.Losguardiasa losqueoísteen lapuertade tuprisiónibanatraerteelperdón.Perohetriunfado:misplaneshandadoresultado.Tanprontocomo te proponía un nuevo crimen, lo ejecutabas. Eresmío, y elmismoCielo no

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podrá rescatarte demi poder.No esperes que tu penitencia anule nuestro contrato.Aquíestátucompromisofirmadocontusangre.Hasrenunciadoalamisericordia,ynadapuederestituirtelosderechosalosqueinsensatamentehasrenunciado.¿Creesquesemeescapantusmásrecónditospensamientos?¡No,no,lospuedoleertodos!Tú confiabas en que aún tendrías tiempo de arrepentirte. Vi tu artificio, supe tufalsedad,¡ymealegrédeengañaralimpostor!Eresmíosinremisión:ardoendeseosdeposeermisderechos,ynosaldrásvivodeestasmontañas.

Durante el discurso delDemonio,Ambrosio había permanecido estupefacto deterrorysorpresa.Estaúltimadeclaraciónlehizovolverensí.

—¿No saldré vivo de estas montañas? —exclamó—. ¡Pérfido!, ¿qué quieresdecir?¿Hasolvidadonuestrocontrato?

ElDiablocontestóconunamalévolacarcajada:—¿Nuestrocontrato?¿Nohecumplidomiparte?¿Quéotracosaprometí,aparte

desacartedelaprisión?¿Ynolohehecho?¿NoestásasalvodelaInquisición...asalvodetodosmenosdemí?¡QuéinsensatofuistealfiartedelDiablo!¿Porquénoestipulaste que querías la vida, y el poder, y el placer?Yo te lo habría concedido.Ahora,tusreflexionesllegandemasiadotarde.Miserable,prepárateparamorir;¡notequedanmuchashorasdevida!

Al oír esta sentencia, ¡qué espantosos fueron los sentimientos del pobredesdichado! Cayó de rodillas y alzó las manos hacia el cielo. El Diablo leyó suintención,yselaimpidió.

—¡Cómo! —gritó, lanzándole una mirada furiosa—. ¿Te atreves todavía aimplorarlaeternamisericordia?¿Pretendesfingirotravezpenitenciayrepresentarunpapelhipócrita?¡Villano, renunciaa tusesperanzasdeperdón!¡Asímeaseguromipresa!

Diciendoesto,clavósusgarrasenlaafeitadacoronilladelmonje,yalzóelvuelocon él. Las cavernas y las montañas resonaban con los gritos de Ambrosio. ElDemoniosiguióelevándosehastaquealcanzóunaalturaenorme;entonces,soltóasuvíctima.Elmonjecayódecabezaenelaéreovacío.Lerecibióelafiladopicodeunaroca, y siguió rodando de precipicio en precipicio hasta que, magullado ydesfigurado,fueapararalaorilladeunrío.Aúnhabíavidaensucuerpomiserable.Tratóenvanodelevantarse;susmiembrosrotosydislocadossenegaronaresponder,y no fue capaz de alejarse del lugar dondehabía caído.El sol se alzaba ahora porencima del horizonte. Sus rayos abrasadores dieron de lleno en la cabeza delagonizante pecador.Miles de insectos salieron atraídos por el calor, y bebieron lasangrequegoteabadesusheridas.Ambrosiono tuvo fuerzaparaahuyentarlos; losvio agarrarse a sus llagas, clavar sus aguijones en su carne, cubrir en enjambre lasuperficie de su cuerpo e infligirle las torturas más intensas e insoportables. Laságuilasdelasrocaslearrancaronjironesdecarneylesacaronlosojosconsuspicos

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retorcidos.Unasedinsoportableleabrasaba.Oíaelmurmullodelríojuntoaélperoen vano luchaba por arrastrarse hacia la orilla. Ciego, mutilado, desamparado ydesesperado, desahogando su rabia con blasfemias y maldiciones, execrando suexistencia,aunqueaterradoante la llegadade lamuerteque lesumiríaensupliciosaúnmayores,elvillanoestuvoagonizandoseisdías.Alséptimo,sedesencadenóunaviolentatormenta.Losvientosdesgarraronfuriososlasrocasylosbosques.Elcieloestabaunasveces negrodenubarrones, y otras era rasgadopor el fuego.La lluviacaíatorrencialmente.Elríosedesbordó.Lasaguasbarrieronlasriberas,porencimadellugardondeyacíaAmbrosio;ycuandoseretiraron,arrastraronconellashaciaelríoelcadáverdelmonjedesesperado.

FINDE“ELMONJE”

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MatthewGregoryLewis. (Londres, 9 de julio de 1775—océanoAtlántico, 14 demayode1818).Escritor,dramaturgoypolíticobritánico.

Conocido porMonkLewis a raíz de su primera obra, ElMonje (1796), dondedenunciabalaInquisiciónespañolayquelehizopopularentrelosbritánicos.

SeeducóenOxfordyrecorriódejovenFrancia,Alemania,dondequedóatrapadoporlaobradeGoethe,yHolanda,concretamenteenLaHaya,dedondetuvoquesalirapresudaramenteyaquelaembajadainglesafueatacada.

ElMonje,debuenaacogidaentrelamayoríadelapoblación,fuemuycriticadoporobsceno entre los intelectualesbritánicos, loqueobligó al autor a dulcificar lasegundaediciónde1798,publicadacuandoyaeramiembrodelParlamento.Esunanovelagóticadondese ironizasobre lahipocresíareligiosa.Laescribióen tansolodiezsemanas.LordByronyelMarquésdeSadedieronsuvistobuenoalanovelaensuscorrespondientesescritos.

En1812, tras lamuertedesupadre, sehizocargode lasposesionesdeésteenJamaica. Volvió a Inglaterra, y estuvo también ocasionalmente en Suiza, dondecoincidióconsusamigosLordByron,JohnWilliamPolidori,MaryShelleyyPercyShelley,peronotardóenregresarasusposesiones.LuegoviajóaJamaicaydevueltaaEuropaen1818contrajolafiebreamarillaymurió.

Fruto de su larga estancia en América escribió Diario de un plantador de lasAntillas,publicadopóstumamenteen1833.

Otras obras destacadas del autor fueron Cuentos de terror, de 1799; Cuentosmaravillososde1801;ylasobrasteatralesElespectrodelcastillo,de1796;,Elindio,

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de1799yAlfonso,de1801.TradujoaSchiller(KabaleundLiebe,comoElministro)yaKotzebue,ademásdelromanceElbravodeVenecia(1804).

ElMonje fue reivindicada porAndréBreton yAntoninArtaud como lamejornovelagóticayunodelosmayoreslogrosdelRomanticismo.

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