Amazonía: desafíos étnicos, ambientales e interculturales. Una mirada desde Sudamérica

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Ana María Rocchietti, Graciana Pérez Zavala y Jovino Pizzi Compiladores Amazonía: desafíos étnicos, ambientales e interculturales. Una mirada desde Sudamérica Centro de Investigaciones Precolombinas

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Este libro, entonces, problematiza sobre cómo se socializan hombres y mujeresen esas tierras sudamericanas, en tiempos de globalización y crisis económica en el mundo desarrollado.

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  • El Centro de Investigaciones

    Precolombinas es una

    asociacin sin fines de lucro,

    que tiene sede en el Instituto

    Superior del Profesorado Dr.

    Joaqun V. Gonzlez. Tiene por

    finalidad desarrollar estudios e

    investigaciones sobre las

    culturas andinas y amaznicas

    en los campos de la historia, la

    antropologa y la arqueologa.

    Dicta el Seminario Los Andes

    antes de los Inka entre mayo y

    noviembres de cada ao y,

    mediante convenios celebrados

    con la Direccin

    Desconcentrada de La Libertad

    y con la Universidad Nacional

    de la Amazona Peruana, ambas

    instituciones de la Repblica del

    Per, lleva a cabo un seminario

    itinerante, el cual se lleva a cabo

    en la costa norte en el mbito de

    las que fueran las sociedades

    Moche y Chim y en la selva

    peruana de los ros Amazonas,

    Napo y Nanay. Publica la revista

    Anti anualmente, la cual rene

    trabajos originales sobre estas

    temticas sudamericanas y un

    Boletn con noticias y

    contribuciones acadmicas.

    Integra la Red Estudios

    integrados sobre Paisajes

    Sudamericanos.

    Este libro problematiza sobre cmo se socializan hombres y mujeres que viven las tierras

    sudamericanas, en tiempos de globalizacin y crisis econmica en el mundo desarrolla-

    do. Los procesos histricos y las estructuras sociales en la Amazona ofrecen una oportu-

    nidad para llevar a cabo anlisis sobre su realidad y destino. El simposio Amazona:

    desafos tnicos, ambientales e interculturales. Una mirada desde Sudamrica, efectua-

    do en el marco del III Congreso Ciencias, Tecnologas y Culturas. Dilogo entre las

    disciplinas del conocimiento. Mirando al futuro de Amrica Latina y el Caribe (IDEA,

    Universidad de Santiago de Chile, 2013) debati, entre otras cuestiones, en torno a las

    narraciones, herencias sociales y problemticas tnicas que trae consigo el devenir

    amaznico.

    Otros ttulos del

    Centro de Investigaciones

    Precolombinas

    Ciencias Sociales aplicadas al

    desarrollo. Amrica Latina en

    perspectiva

    Alicia Campos, Ana Mara

    Rocchietti y Andrea Runcio,

    editores

    Estudios sociales sobre la

    Amazona Peruana. Vida social y

    poltica de la varzea

    Ana Mara Rocchietti

    Perspectivas de la educacin

    intercultural desde la antropologa

    y la arqueologa

    Alicia Campos, Mara Teresita de

    Haro, Ana Mara Rocchietti,

    Andrea Runcio y Odlanyer

    Hernndez de Lara, editores

    Interculturalidad y ciencias:

    experiencia desde Amrica Latina

    Mara Teresita de Haro, Ana Mara

    Rocchietti, Andrea Runcio,

    Odlanyer Hernndez de Lara y

    Mara Victoria Fernndez, editores

    Arqueologa y Antropologa en la

    encrucijada: desafos actuales en la

    Investigacin social

    Mara Teresita de Haro, Ana Mara

    Rocchietti, Andrea Runcio,

    Odlanyer Hernndez de Lara y

    Mara Victoria Fernndez, editores

    Las bases histrico-polticas de la

    interculturalidad

    Ana Mara Rocchietti, Graciana

    Prez Zavala y Jovino Pizzi,

    editores

    Formaciones sociales de Amrica

    Latina: aproximaciones desde el

    pasado y el presente

    Mara Teresita de Haro, Ana Mara

    Rocchietti, Andrea Runcio,

    Odlanyer Hernndez de Lara y

    Mara Victoria Fernndez, editores

    Ana Mara Rocchietti, Graciana Prez Zavala y Jovino Pizzi

    Compiladores

    Amazona:desafos tnicos, ambientales e interculturales.

    Una mirada desde Sudamrica

    Centro de Investigaciones Precolombinaswww.anti-cip.org

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    I

  • Ana Mara Rocchietti, Graciana Prez Zavala y Jovino Pizzi Compiladores

    Amazona: desafos tnicos, ambientales e interculturales.

    Una mirada desde Sudamrica

  • III Ciencias, Tecnologas y Humanidades. Dialogo entre las disciplinas del conocimiento. Mirando al futuro de Amrica Latina y el Caribe.

    Hacia una Internacional del Conocimiento

  • Ana Mara Rocchietti, Graciana Prez Zavala y Jovino Pizzi Compiladores

    Amazona: desafos tnicos, ambientales e interculturales.

    Una mirada desde Sudamrica

    Centro de Investigaciones Precolombinas Instituto Superior del Profesorado Dr. Joaqun V. Gonzlez

    Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile

  • Primera edicin, 2014

    Rocchietti, Ana Mara Amazona: desafos tnicos, ambientales e interculturales: una mirada desde Sudamrica / Ana Mara Rocchietti; Graciana Prez Zavala; Jovino Pizzi. - 1a ed. - Ciudad Autnoma de Buenos Aires: Instituto Superior del Profesorado Dr. Joaqun V. Gonzlez, 2014. 162 p. : il. ; 24x17 cm. ISBN 978-987-26855-8-4 1. Antropologa. I. Prez Zavala, Graciana II. Pizzi, Jovino III. Ttulo CDD 306

    Diseo y diagramacin: Odlanyer Hernndez de Lara Fotografa tomada en el ro Napo, provincia de Maynas, Per. Foto: Graciana Prez Zavala, febrero de 2010. Centro de Investigaciones Precolombinas. Instituto Superior del Profesorado Dr. Joaqun V. Gonzlez. Ayacucho 632. Ciudad Autnoma de Buenos Aires, Argentina. Telf. (54 11) 4305-5282. E-mail: [email protected] Web: www.anti-cip.org Impreso en Argentina / Printed in Argentina Hecho el depsito que marca la ley 11.723.

  • 7

    PRLOGO

    a historia amaznica posee varias marcas de fundacin como gran re-gin sudamericana. Su historia, resumida, tiene estos perodos que son los que habitualmente demarcan los historiadores de la selva peruana:

    descubrimiento del Amazonas por Francisco de Orellana, bajando por el ro Napo, en 1542, penetracin misionera catlica para evangelizar, especialmente franciscanos y jesuitas, explotacin del caucho de la selva (a partir de 1880), gran depresin en la regin por derrumbe de la economa del caucho (a partir de 1914), apertura de la selva con la construccin de carreteras desde mediados del siglo XX e intensificacin de la explotacin petrolera, metalfera y maderera en toda su extensin. Sobre esa base se constituy una especie de continente amaznico dentro del mayor sudamericano. La atencin del capital productivo y financiero sobre l promueve cambios de alta conflictividad no solamente por su capacidad destructiva de las modalidades tradicionales de vida sino por la disputa internacionales por sus bienes naturales (tierras, aguas, vivientes). Se combinan as una historia social extraordinaria y un futuro incierto pero es-tratgico.

    Los territorios acogen la vida social, econmica y poltica y se asientan como un sistema activo y siempre en evolucin. Las culturas constituyen una dimen-sin crtica y profunda del territorio, cuestin que es ampliamente reconocida aunque no necesariamente atendida en la prctica de los intentos de planifica-cin del desarrollo. Ellas resultan ms all de las intenciones manifestadas en las cartas de acuerdo arrasadas por el sostenido cambio econmico. La selva tambin est acosada por la permanente migracin desde el campo a la ciudad y por la tecnificacin utilizada por las empresas de extraccin.

    Los pueblos nativos, los ribereos de los ros (mestizos y criollos), los mi-grantes, los colonos madereros, las empresas que explotan el petrleo, el oro y los bosques, los Estados son los actores de la Amazona contempornea des-

    L

  • AMAZONA: DESAFO TNICOS, AMBIENTALES E INTERCULTURALES

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    plegando una configuracin conflictiva que ha tenido como comn denomina-dor la construccin de una sociedad compleja independientemente de las na-cionalidades y la diversidad ambiental. Su dimensin ms dolorosa es la pobre-za y el saqueo de los bienes naturales.

    Los procesos histricos y las estructuras sociales en la Amazona continan ofreciendo una oportunidad para llevar a cabo anlisis y predicciones sobre su realidad y destino. As, el simposio Amazona: desafos tnicos, ambientales e intercul-turales. Una mirada desde Sudamrica, efectuado en el marco del III Congreso Ciencias, Tecnologas y Culturas. Dilogo entre las disciplinas del cono-cimiento. Mirando al futuro de Amrica Latina y el Caribe, entre el 7 y 10 de enero de 2014, bajo el auspicio de IDEA Universidad de Santiago de Chi-le, tuvo por finalidad: contribuir al dilogo e intercambio entre las diversas disciplinas; fomentar la discusin sobre la tarea intelectual en una rezagada Amrica Latina en el marco del Bicentenario; y generar un gran movimiento de coordinacin que comprenda a personas e instituciones que producen y difun-den el conocimiento para desarrollar las fuerzas productivas intelectuales. Es-pecficamente se debatieron ejes ligados a: Amazona y desarrollo histrico y social; Amazona y cultura/s; Amazona y ambiente; Amazona e Intercultura-lidad y Amazona y tica.

    Este libro, entonces, problematiza sobre cmo se socializan hombres y mu-jeres en esas tierras sudamericanas, en tiempos de globalizacin y crisis econ-mica en el mundo desarrollado.

    Ana Mara Rocchietti Graciana Prez Zavala

    Jovino Pizzi

  • CAPTULO 1

    AMAZONA Y SUS NARRACIONES

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    I

    PARA UNA GEOPOTICA DE LA FRONTERA AMAZNICA

    Camila Bari El concepto de frontera

    e ha llamado a la Amazona la ltima frontera porque todava sigue viva en ella una dinmica interaccin de nacionalidades y etnicidades distintas, de tiempos y espacios disyuntos, de culturas y ambiciones diversas, de

    donde surge una produccin literaria que expresa esa situacin. El hecho de que la Amazona sea una regin que abarca parte de los territorios de nueve pases y nueve estados brasileos casi completos la convierte en frontera inter-nacional y al mismo tiempo interna. El enorme espacio geogrfico de la Ama-zona pone adems en evidencia la importancia de la dimensin espacial para caracterizar una determinada frontera. No se da la misma intensidad de interac-cin en la inmensidad de los territorios americanos que en el reducido espacio de una ciudad como Jerusaln, por ejemplo. Por ese motivo, la Amazona, co-mo muchos otros territorios americanos, produce la impresin de un incon-mensurable espacio desierto, donde la humanidad no domina el paisaje. La selva amaznica, por otra parte, es un espacio cerrado a la percepcin de su horizonte y slo puede medirse su vastedad por el tiempo que transcurre mien-tras se la recorre sin percibir ningn cambio, ningn resquicio en su muro ver-de. Euclides da Cunha defini el espacio amaznico como algo que [...] se esconde en s mismo. Anula su propia amplitud [...] al eludir las miradas curiosas con la uniformidad traicionera de sus aspectos inmutables (Cunha 1976:288)1. En relacin con ese espacio y su literatura ensayamos este esbozo de una geopotica de la frontera amaznica.

    En algunos pases americanos, la dicotoma entre civilizacin y barbarie, en-tre el elemento europeo y el indgena, ha dado origen a los diferentes nombres con que se ha denominado la accin invasiva europea sobre el territorio ameri-cano. El denominador comn est dado por la palabra conquista ya sea de

    S

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    Amrica, del oeste o del desierto. La idea de la barbarie como obstculo opues-to a la civilizacin predomina en estas concepciones. La ignorancia de la idio-sincrasia del as llamado obstculo lo hace describir como un fenmeno exclu-sivamente geogrfico, como si la humanidad que lo habita no fuera tal por el hecho de tener lenguas y costumbres extraas e incomprensibles para el recin llegado. De ah esas denominaciones vacas de contenido: la tierra libre, el de-sierto, el interior.

    En 1845, en su ensayo Facundo. Civilizacin y barbarie, Sarmiento dio nombre a la dicotoma por la que se define gran parte del mundo americano. Sarmiento concibi la problemtica de Argentina como el resultado del gran desierto in-terior que impide la sociabilidad necesaria para la organizacin poltica, aunque ese desierto haya estado poblado por miles de indgenas que tenan su organi-zacin social. Muy de acuerdo con esta interpretacin, en 1870, Julio A. Roca comand la Conquista del Desierto destinada a someter o exterminar a la

    poblacin indgena. Similares acciones se llevaron a cabo a lo largo del territo-rio americano. En 1893, el norteamericano Frederick Jackson Turner lanz su teora sobre la significacin de la frontera en la historia americana, cuya favora-ble visin de la conquista del oeste se apoya sobre el mito de la frontera como un lugar que se convirti en un espacio productivo gracias a la iniciativa y es-fuerzo de las familias pioneras. En Brasil, a pesar de la oposicin generalizada de los historiadores a la tesis de Turner, por implicar la superioridad de la cul-tura anglosajona y su inevitable expansin sobre Iberoamrica, Srgio Buarque de Holanda, dejando de lado sus posturas arielistas de juventud, se interes por esta tesis pero la adapt a la realidad del Brasil. Para Srgio Buarque de Holan-da, durante el rpido proceso de conquista del oeste norteamericano que Tur-ner comenta en su libro, la influencia del indio sobre el europeo se dio sola-mente en pocos y transitorios casos aislados. En Iberoamrica, en cambio, la influencia del indgena sobre el europeo se dio solamente en pocos y transito-rios casos aislados. En Iberoamrica, en cambio, la influencia del nativo sobre el conquistador se generaliz con un grado mucho mayor de intensidad y de frecuencia por lo que, a lo menos en parte, esos casos pudieron ser casi la regla (Holanda 1975:183). En sus artculos sobre los bandeirantes y en su obra Mon-oes (1990) explica Buarque de Holanda la historia de Brasil, no como el resul-tado de un espacio virgen en que las influencias europeas forman la nacin a su imagen, sino como una forma de sociedad de frontera intercultural que influye y transforma al europeo que llega a ella, especialmente si ese europeo tiene la necesaria plasticidad para asimilarse a la cultura nativa (Wegner 2000:92). Si bien la plasticidad de los bandeirantes del siglo XVII en adelante les

    permiti adoptar algunas costumbres de los nativos que respondan con efica-cia a los desafos del ambiente, los que penetraron la Amazona para la explota-cin extractiva no siguieron el mismo modelo de contacto flexible con el ind-gena ni con su entorno. Destruccin y muerte fueron las huellas que iban de-

  • Para una geopotica de la frontera amaznica C. BARI

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    jando tras de s los caucheros y los buscadores de oro o de maderas preciosas. La promocin de proyectos ganaderos y agrcolas por parte de gobiernos pro-gresistas en el siglo XX increment an ms esta tendencia. Sin embargo, ya desde comienzos de ese siglo, los intelectuales y agentes de cambio social de Brasil, entre ellos el Servicio de Proteccin a los Indios organizado por Cndi-do Rondn (Ribeiro 1992:121-147), promovieron una poltica indigenista in-cluyente, aunque no necesariamente intercultural ya que propiciaron la integra-cin del indgena a la sociedad dominante antes que un dilogo entre culturas.

    Los procesos de conquista y colonizacin trajeron el trfico de esclavos con lo que el elemento africano contribuy tambin en proporciones diferentes en cada regin americana a la diversidad tnica y cultural del continente. Refirin-dose a esta realidad, el poeta caribeo de Martinica, Edouard Glissant, habl en 1979 ante las Naciones Unidas marcando la diferencia entre el transplante (por exilio o dispersin) de personas que siguen sobreviviendo en otro lugar y la transferencia a otro lugar (por medio del trfico de esclavos) de una poblacin que se transforma en algo diferente a travs de un proceso continuo de creoli-zacin, una mezcla de experiencias que puede resultar, dice Glissant, en una desacralizacin de las antiguas creencias para adoptar las del dominador, anu-lando cualquier posibilidad de encontrar su propia y eficaz estrategia de rebe-lin (Glissant 1989:14-15). Glissant fue un rebelde y un creativo que desestruc-tur los esquemas colonizadores que paralizaban a los descendientes de escla-vos y de franceses. La toma de consciencia de su identidad antillana y mestiza lleva a Glissant a formular los tres conceptos principales de su pensamiento: la antillanidad basada en la creolizacin o mestizaje cultural que no se funda en una raz gentica nica sino en un rizoma que enlaza diversas etnias y culturas; el pensamiento archipilago o de temblor que acepta lo imprevisible y se opone al pensamiento sistemtico; y, por ltimo, el concepto de un Todo-el-Mundo lleno de diversidad que se opone a la mundializacin o globalizacin indiferen-ciadora. Glissant rechaza la racionalidad occidental por inapropiada para acer-carse a una realidad que se oculta a la vista, una realidad imperceptible cuando se trata de comunidades condenadas como tales a un penoso olvido. Reclama, en cambio, la necesidad de estudiar la oscura y secreta creatividad de los pue-blos marginalizados y postula la literatura como uno de los medios de expre-sin de ese mundo simblico acallado. La primera novela de Glissant, La Lzarde (1958), es un ejemplo de su potica de la relacin, una reversin del individualista cogito cartesiano, donde los personajes abandonan su soledad para formar parte de un grupo poltico y para recobrar su identidad tnica abrindo-se a la fuerza vitalizante del mar y de la tierra (Dash 1989:xii). La tierra nativa, el paisaje indito de la Martinica, es el punto de partida de una percepcin y una reflexin originales en la obra de Glissant. En La cohe du Lamentin. Potique V, la imagen del ro Lezarde que se abre y extiende sus brazos como un delta en su desembocadura tiene su reflejo en el pensamiento archipilago, en la

  • AMAZONA: DESAFO TNICOS, AMBIENTALES E INTERCULTURALES

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    imagen del mundo como un vasto entramado de hilos entrelazados. El senti-miento de la tierra sin divisiones polticas, la vivencia del paisaje, es esencial al pensamiento de Glissant:

    Comenzamos a frecuentar los paisajes no ya solamente como las puras decoraciones com-placientes, propicias o no, sino como verdaderas mquinas de inferir, muy complejas y de alguna manera inextrincables. Nos llevan ms all de nosotros mismos y nos hacen conocer lo que est dentro de nosotros. Son solidarios con nuestras fatalidades. Viven y mueren en noso-tros y con nosotros (Glissant 2005:92).

    Por su rescate de los lazos simblicos que conforman una etnicidad en rela-cin profunda con su tierra, se puede describir la potica de Glissant como una geopotica.

    Otro escritor migrante de la India al Reino Unido, Homi Bhabha, describe cmo las olas migratorias de las ltimas dcadas han convertido al mundo en una frontera de encuentros multitnicos, donde los migrantes globales generan una forma de adaptacin que les permite moverse entre tradiciones culturales, revelando formas hbridas de vida y arte que no existan previamente dentro del mundo dis-creto de una cultura o de un lenguaje particular (Bhabha 2004:xiii). Homi Bhabha marca la diferencia entre dos tipos de cosmopolitismo: el progresista y el vernculo. El cosmopolitismo progresista, provocado por la globalizacin del libre mercado y los gobiernos neo-liberales, acepta la subsecuente diversidad multicultural dentro y fuera de las metrpolis sin un anlisis crtico de su costo humano. El cosmopolitismo vernculo, por otra parte, es el de las minoras internas discriminadas, tanto porque su identidad queda clasificada dentro de un grupo en un estereotipo esencialista, como porque se la homogeniza en una neutra identidad universal, ignorando su derecho a la diferencia en igualdad (Bhabha 2004: xiv-xvii).

    La situacin del indio amaznico que entra a vivir en una comunidad civili-zada ya sea como esclavo de facto o como desocupado, es similar a la problem-tica planteada por Glissant para el caso de los caribeos descendientes de afri-canos. Sin embargo, el indio amaznico es un migrante que entra a las ciudades europeizadas del Brasil sin perder del todo su cultura amaznica. Darcy Ribeiro ha definido las posibles formas de identificacin que experimenta el indio en Brasil y ha destacado la discriminacin que sufre por parte de la cultura domi-nante por su resistencia a la asimilacin completa. Tanto si conserva su iden-tidad tribal, como si la pierde y se convierte en indio genrico, el indio no llega a participar del ser nacional brasileo porque, aunque se incorpore a la capa social ms baja de los desocupados o semiocupados pobres, es excluido y rechazado no por su diferencia tnica, pues otras razas son aceptadas, sino porque tanto l como los dems perciben su persistente lealtad a una cultura diferente, la cual le impide integrarse al resto de la sociedad (Ribeiro 1971: 322-3 y 1996: 477-8). Esa lealtad cultural es lo que los antroplogos contempor-neos llaman etnicidad, o sea, los procesos por los cuales los modelos simbli-

  • Para una geopotica de la frontera amaznica C. BARI

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    cos de conducta implcitos en el estilo de vida o sub-cultura de un grupo se desarrollan para articular funciones organizativas que no pueden institucionali-zarse formalmente (Cohen 1974: xxi).

    El concepto de geopotica

    A la vuelta del siglo XXI, los estudios literarios estn estableciendo cada vez

    ms conexiones de la potica, el lenguaje y la traduccin cultural con la percep-cin del paisaje, del espacio y del lugar, incluyendo todas sus implicancias histricas, sociales y polticas. Los procesos de colonizacin, descolonizacin y neo colonizacin estimulan la reflexin acerca de los espacios invadidos por los colonizadores en relacin con su problemtica histrico-social. A nivel de la creacin artstica misma, y en la teorizacin sobre la mimesis elaborada por de-constructivistas, se ha sealado que el concepto de mimesis implica una disyun-cin o separacin originaria que hace imposible la identificacin y la presencia (Brandt 1997:108). Lo mismo pasara con la traduccin no meramente lings-tica sino cultural. En relacin con su vivencia de Brasil, Silvano Santiago, preo-cupado por la problemtica de la originalidad o imitacin en la literatura ibe-roamericana, ha creado desde la deconstruccin el concepto de entrelugar como intersticio propicio a la creacin, en el que la mmesis permite encontrar en su imposible identidad un espacio donde la literatura iberoamericana puede liberarse de la odiosa dialctica del modelo original colonizador y la imitacin subalterna, para poder crear as una expresin ms autntica por medio de un ritual antropfago que es asimilacin y expresin al mismo tiempo (Santiago 2000:77). La teora de la relacin de Glissant busca hallar el lugar para la crea-cin latinoamericana en relacin con el mundo pero sin caer en la imitacin que marca la distancia con el modelo. En su novela La Lzard (1958), Glissant hace del ro Lzarde un verdadero smbolo de su teora de la relacin. Lezar-de significa grieta en francs y efectivamente el ro divide a la isla de la Marti-nica en dos pero al mismo tiempo une toda la isla, desde la montaa donde se origina hasta los marismas de la costa, donde se abre como en un delta que enlaza la isla con el mar (Dash 1989:xv).

    Territorio de numerosas tribus amaznicas, la Amazona fue invadida prin-cipalmente por espaoles, portugueses, ingleses, franceses y holandeses y to-dava, como desde el siglo XVI, experimenta la presencia e influencia conflicti-va tanto de extranjeros como de migrantes internos, cuyos desplazamientos producen formas culturales nuevas y cambiantes. Frente a ello surge, coinci-diendo con la intencin de la obra de Glissant respecto al Caribe, la necesidad de los pueblos dispersos de relacionarse entre s, con la tierra en que viven y con los dems pueblos del mundo, con un imaginario potico que los defina sin separarlos (Glissant 1989:4). Los habitantes nmades de la Amazona bus-can una relacin profunda con la tierra en que viven para hacerla su hogar y el

  • AMAZONA: DESAFO TNICOS, AMBIENTALES E INTERCULTURALES

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    venero de sus mitos y su historia, y lo hacen a travs de la creatividad artstica, una potica que los relaciona con su medio, una geopotica que puede ser tan-to escrita como oral.

    En 2009, Ronaldes de Melo e Souza publica A Geopotica de Euclides da Cunha donde analiza Os sertes y Um paraso perdido como obras geopoticas en que el narrador establece una correlacin entre la formacin de la tierra y la del hom-bre en un devenir constante (Souza 2009: 121). Souza seala en da Cunha su rechazo tanto del objetivismo cientfico como del subjetivismo esttico, frente a los que propone un amplio dilogo interdisciplinar entre arte, filosofa y cien-cia. En da Cunha, el multiperspectivismo interdiscursivo corresponde a la irreductible complejidad de los fenmenos observados (Souza 2009:8). Souza fundamenta su tesis que define la potica de da Cunha como una potica de la tierra por la correla-cin que se establece entre la diversidad de la tierra y la heterogeneidad del narrador y ana-liza en su estudio seis diferentes mscaras narrativas presentes en Os sertes, con las que da Cunha logra unir no slo la observacin cientfica con la imagina-cin potica, sino tambin posturas polticas opuestas respecto a los campesi-nos rebeldes cuyo exterminio le toc reportar (Souza 2009:8-9). En sus des-cripciones de la Amazona, da Cunha demuestra ser el geopoeta por excelencia porque, por medio de abundantes imgenes y figuras, expresivas ironas, antte-sis, smiles y metforas visionarias, es capaz de congregar los fenmenos ob-servados en una sntesis potica, en una impresin dominante para que no se sometan al orden material a tal extremo que extingan en nosotros el sentimiento profundo de la naturaleza, empequeecindonos en un raso realismo (Souza 2009:145).

    De modo semejante, el ensayista uruguayo/espaol Fernando Ansa propo-ne una geopotica en que el espacio se hace propio:

    El lenguaje, el pensamiento y el arte se funden en esa conquista interior abierta al

    mundo, espacio mental [...] que propicia un espacio vivencial, intuitivo, sensible, ntimo, espacio vivido, espacio que se tiene, espacio que se es, espacio de la experiencia y de la crea-cin (Ansa 2006:11).

    Hacia una geopotica de la frontera

    Proponemos unir el concepto de frontera con el de geopotica para com-

    prender los encuentros multiculturales que hacen de la Amazona una regin nica por la fuerza de su naturaleza y por la abismal disyuncin temporal y espacial que separa a sus etnicidades nativas de las europeas. Por otra parte, dada la capacidad de sntesis imaginativa que ofrece la literatura, proponemos encarar el estudio de la Amazona a travs de su creacin potica o narrativa, oral o escrita, y de la produccin ensaystica con bases histricas o cientficas que denuncien la desarmona destructiva del ser humano con los otros y con la naturaleza, buscando crear una geopotica de un espacio vivible. Este enfoque implica una revisin de la categora cnones nacionales para pensar en la

  • Para una geopotica de la frontera amaznica C. BARI

    17

    posibilidad de modificarlos o fusionarlos en un canon regional, en este caso, amaznico.

    Los abundantes discursos sobre la Amazona documentan las caractersticas de su inmenso territorio y las etapas y consecuencias de su ocupacin y explo-tacin. Esa produccin escrita tanto en espaol como en portugus y otras lenguas comparte un carcter documental inclusive en las ficciones, las cuales se acercan muchas veces al testimonio (Maligo 1998:12). Aunque en este estu-dio nos circunscribimos en general a la literatura, incluiremos tambin escritos documentales en lenguas europeas y haremos presente adems la geopotica de los indgenas amaznicos a travs de los trabajos de numerosos estudiosos de la literatura y la antropologa donde se han recolectado mitos y leyendas origi-nales de esas culturas. Algunos autores iberoamericanos han podido tambin traducir al logos europeo algo de esa cosmovisin indgena y su percepcin es-pacial y temporal tan diferente de la europea en obras como los Cantos de 1856 de Gonalves Dias (2000) o Macunaima de 1928 de Mario de Andrade (1996).

    La propuesta de una geopotica latinoamericana que ha lanzado Fernando Ansa es un buen punto de partida para organizar los textos amaznicos dentro de lo que l denomina el topo de la selva. Sin embargo, tendremos que des-glosar dentro de ese todo, diversos ncleos geopoticos que la literatura amaznica registra. Ansa analiza cinco novelas amaznicas en espaol sin abarcar en su estudio la literatura brasilea. En nuestra bsqueda de la geopo-tica de la frontera amaznica que sobrepasa lmites nacionales, lingsticos y tnicos, intentamos completar la iniciativa de Ansa con el estudio de otras obras hispanoamericanas y brasileas y europeas que dan testimonio de la dis-yuncin cultural en las distintas reas, a veces multinacionales, distinguibles en la Amazona. Proponemos seleccionar no solamente novelas sino tambin cuentos, poesa y algunas crnicas e informes cientficos e histricos, especial-mente aquellos que han sido la fuente de informacin para la narrativa alta-mente documental sobre la Amazona que combina la ficcin y el testimonio con conocimientos etnogrficos e histricos.

    Siguiendo el concepto de geopotica, daremos primaca a la coordenada es-pacial ntimamente imbuida de temporalidad, sin insistir demasiado en detectar la sucesin de movimientos literarios que han influido en la forma de los textos a estudiar. De esta manera nuestra investigacin ser como un viaje de explora-cin que en cada uno de los sitios significativos a los que arribe mostrar la intervencin de la palabra para nombrarlo y describirlo junto a sus habitantes. En cuanto a la delimitacin de los ncleos geopoticos amaznicos, seguire-mos la conformacin geolgica de la Amazona y los movimientos de explora-cin de los colonizadores europeos y sus encuentros con grupos indgenas muy detallados en Frontera Amaznica de John Hemming (2009, 1.ed. ingls 1978). Estudios antropolgicos como Os ndios e a civilizao de Darcy Ribeiro (1996) y el Mapa etno-histrico de Curt Nimuendaj publicado por el IBGE (1981) nos ayu-

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    darn a identificar a los pueblos originarios de la Amazona y sus hbitats, ge-neralmente cercanos a alguno de los numerosos ros que les proveen alimenta-cin y vas de transporte naturales. En nuestra aventura geopotica seguiremos as las rutas lquidas del ro Amazonas y sus afluentes como hicieron los prime-ros descubridores, o los primeros bandeirantes y campesinos, los caucheros, mineros, ganaderos y los constructores de caminos y represas.

    Susana Hecht, investigadora y profesora de geografa y urbanismo en la Universidad de California en Los Angeles y promotora de estudios interdisci-plinarios sobre ecologa poltica, public un famoso libro junto con el periodis-ta Alexander Cockburn, en el cual describe la regin amaznica a travs de una imagen que recuerda la grandiosidad de las de Euclides da Cunha aunque sin su vuelo imaginativo. Su imagen de la Amazona nos ayuda reconocer las reas geopoticas dentro de ella:

    Tomemos la regin amaznica como unidad y tratemos de distinguir los distintos ritmos

    geolgicos y biolgicos de la regin. La regin es una especie de embudo que riega seis millones de kilmetros cuadrados, con el extremo ancho en los Andes, que se expande desde Colombia al noroeste y luego se curva hacia abajo en un enorme semicrculo a travs de Ecuador, Per y Bolivia. Este embudo se estrecha gradualmente a medida que los grandes afluentes llegan a la planicie amaznica y alimentan el ro-mar en su travesa hacia el Atlntico a travs del extremo angosto del embudo en Belm. [...] Los contornos del Amazonas se pueden expresar en unas pocas formas geolgicas: la elevacin de los Andes fuente de la mayor parte de los sedimentos de la cuenca y los cristalinos escudos precmbricos que rodean la enorme cuenca de sedimentacin. La cuenca en s est compuesta por dos formas geolgicas: la terra firme, tierras altas que datan de la era terciaria o del pleistoceno, y la vrzea, llanuras que se inun-dan. La tierra de la cuenca est conformada por mesetas bajas y colinas redondeadas (Hecht 1989:37-38).

    Sobre la imagen creada por Hecht, iremos describiendo las reas geopoti-cas a medida que fueron siendo exploradas y ocupadas por los colonizadores europeos, en movimientos de penetracin desde Los Andes primero por parte de los espaoles, y aos ms tarde por los portugueses en lucha con holande-ses, ingleses y franceses desde la costa atlntica nororiental, pero siempre si-guiendo el eje central de la regin dibujado por el ro Amazonas para ms tarde expandirse hacia las tierra interiores, y finalmente desde los establecimientos en las costas del noreste y centro-sur hacia el occidente amaznico.

    reas geopoticas

    Distinguimos as en nuestro estudio cinco reas geopoticas: I. Geopotica de las mrgenes del Amazonas y de sus tributarios andinos II. Geopotica de las tierras altas y del interior en la Amazona noroccidental III. Geopotica del rea al norte del Amazonas IV. Geopotica de las tierras altas y del interior en la Amazona suroccidental

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    V. Geopotica de las tierras altas y del interior en la Amazona suroriental Dentro de cada una de stas reas, dada la abundancia de material y las res-

    tricciones de este trabajo, slo podremos enumerar y brevemente comentar unos pocos textos que servirn de ejemplo para esta propuesta geopotica. I. Geopotica de las mrgenes del Amazonas y de sus tributarios andinos:

    Pases actuales: Per. Ecuador, Colombia, Brasil Ros: Huallaga, Maran, Napo, Putumayo, Caquet El proceso de formacin de fronteras en la regin del alto Amazonas se ini-

    cia en el siglo XVI con la exploracin por los espaoles de la vertiente oriental de los Andes a travs de los tributarios del Amazonas. Sobre las fronteras in-tertnicas de los Ticuna, Yagua, Mayoruna y Culina establecidos en la regin en distintas pocas, se impone la frontera colonial de los espaoles en el siglo XVII, que ms tarde devendr en conflictiva frontera hispano-lusitana que afectar tambin a los habitantes originales. Por ltimo, despus de la indepen-dencia, se convertir en frontera entre estados nacionales que pugnarn por la dominacin de los territorios y de los indgenas de la regin. La expansin co-lonial espaola comenz desde Per a travs de los ros andinos Huallaga y Maran y desde Quito por el Napo, ros que desembocan en el Solimes co-mo llaman en Brasil al alto Amazonas. Esta rea geopotica origin una pro-duccin de crnicas, relatos, noticias y novelas histricas casi tan caudalosa como el gran ro. En el siglo XVI, la exploracin del Amazonas estuvo marca-da por la bsqueda de las riquezas fabulosas de El Dorado, el Lago Paitit, la Gran Omagua o el Pas de las Esmeraldas (Porro 1993:11; 81). Tras el espejis-mo de imgenes mticas, los contactos con las numerosas poblaciones indge-nas no pasaron de los que ocurran a las mrgenes de los ros. Los exploradores pedan noticias del Dorado y no perdan tiempo en adentrarse por las tierras interiores. Pero los espaoles no eran los nicos en avanzar a lo largo del Ama-zonas. Millares de indios Tup lo hicieron en direccin contraria a mediados del siglo XVI en una de sus ms grandes e importantes migraciones desde Per-nambuco hasta llegar a Cachapoyas, Per, en 1549. Claro que lo hacan a pie y no en barcos. Su desplazamiento obedeca tambin a un sueo, en este caso el de la tierra sin mal, donde alcanzaran inmortalidad y descanso perpetuo. A su llegada al Per dieron ms aire a la ya encendida fantasa de los espaoles con sus relatos sobre el oro y las riquezas de la Aparia Grande la tierra de los Omagua, en las riberas, las playas y las islas del alto Amazonas (Grisales 2008:24). Si bien los espaoles nunca encontraron El Dorado, tampoco los Tup pudieron hallar su tierra sin mal. La abundante literatura que se ocupa de las primeras exploraciones y contactos con los indios de esta regin ha recor-dado frecuentemente a estos indgenas que buscaban no el oro sino la felicidad. Todava hoy persiste entre los Tup-Guaran que habitan las mrgenes de los

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    afluentes del ro Paran esta vieja tendencia a aliviar su desesperacin a travs de movimientos migratorios de fundamento mstico en busca de la tierra sin mal rumbo al litoral atlntico (Ribeiro 1996:107-8).

    Contrario a lo que generalmente se ha dicho, el primer relato sobre el Ama-zonas no fue escrito en espaol sino en portugus por un simple soldado que acompaaba a los espaoles provenientes del Per en una expedicin enviada por Francisco Pizarro en 1538 para reconocer a los indios de la vertiente orien-tal de los Andes. El temor de los soldados ante los pocos recursos de la expe-dicin impide al jefe, Alonso de Mercadillo, continuar su viaje por el Maran, pero una avanzada contina hasta ms all de la desembocadura del Putumayo y llega a la provincia de Machifaro. Diego Nez, un mestizo indo-portugus (mameluco) nacido en Brasil y que iba en el grupo, escribi una carta al rey Joo III describiendo favorablemente el aspecto de la tierra y de los indios y ofrecindose a conquistarla (Porro 1993:30-35). Lo ms notable de su carta, sin embargo, es el relato del encuentro con los indios Tup que vienen avanzando hacia el Per tras el mito de la tierra sin mal. Otros cronistas dieron cuenta de la llegada de los Tup al Per, entre ellos, Pedro de Gasca, Pedro Cieza de Len y Diego de Aguilar y Crdova (Porro 1993:74-80).

    El as llamado primer descubrimiento del ro Amazonas por los espaoles ocurri en 1541. Mientras Gonzalo Pizarro, gobernador de las provincias de Quito, se demoraba en esa regin buscando rboles de la canela, Francisco de Orellana, su lugar-teniente, decidi arriesgar sin l el descenso al Amazonas y ya no quiso o no pudo volver atrs a reunirse con el gobernador. Sus hombres y su cronista, Gaspar de Carvajal, no llegaron al soado El Dorado pero avista-ron y describieron una decena de tribus a lo largo de su navegacin, entre ellas la de los Omaguas, los indios pacficos, de lejana ascendencia Tup. En la re-gin a ambos lados del Amazonas, entre el Trombetas y el Tapajs los expedi-cionarios creyeron ver a las amazonas. En la tercera parte de su Historia General, Gonzalo Fernndez de Oviedo y Valds incluye el texto de Carvajal junto con los testimonios de Orellana y de los otros integrantes de la expedicin. Antonio Porro la considera la mejor crnica y la reproduce junto con las otras en su antologa selecta (Porro 1993: 36-73).

    Otras dos expediciones espaolas no tuvieron xito hasta que en 1560 Pe-dro de Ursa inicia la Jornada de Omagua y el Dorado navegando por los ros Huallaga, Maran y el Solimes o alto Amazonas. No sigue ms porque es traicionado y asesinado por Lope de Aguirre que se declara rebelde al rey y se apodera de la expedicin para abandonar la bsqueda de El Dorado en el que no cree. Contina el viaje con una serie de crmenes que horrorizan a sus hom-bres que lo llaman. Despus de recorrer el Amazonas o desvindose acaso por el ro Negro, el Casiquiari y el Orinoco sin contactar a ninguna de las tribus, el Tirano Aguirre llega al Atlntico y de ah a la Isla Margarita y de vuelta a tierra firme con la intencin de volver al Per para dominarlo. Aterra-

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    dos por su paranoia y crueldad sus hombres lo asesinan en tierra firme, cerca de Barquisimeto. Varios integrantes de la expedicin (Francisco Vsquez, Ca-pitn Altamirano, Gonzalo de Ziga, Pedro de Mongua) escriben relatos inmediatamente despus del viaje. Fray Pedro Simn escribi siete Noticias so-bre las conquistas en las Indias, una de las cuales, la sexta, es una copia casi ntegra de la relacin de Vsquez sobre la expedicin de Ursa y Lope de Agui-rre (Porro 1993:81-114).

    La aventura de Lope de Aguirre y sus Maraones, como l llamaba a sus hombres, ha generado en el siglo XX un ciclo de novelas histricas que ha re-visado la figura del antihroe desde distintos puntos de vista. Entre las novelas relacionadas con ese ciclo se encuentran las de los espaoles Ciro Bayo Los Maraones (Leyenda urea del nuevo mundo) (1913) y Ramn J. Snder, La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (1947) que inspirara el film de Werner Herzog Agui-rre, la clera de Dios; las de los venezolanos Arturo Uslar Pietri, El camino del Do-rado (1947) y Miguel Otero Silva, Lope de Aguirre, prncipe de la libertad (1979); la del argentino Abel Posse, Daimon (1978); la triloga del colombiano William Ospina, Ursa (2005), El pas de la Canela, (2008) y La serpiente sin ojos (2012), entre las ms notables.

    II. Geopotica de las tierras altas y del interior en la Amazona norocci-dental:

    Pases actuales: Per, Ecuador, Colombia y Brasil Ros: Putumayo, Maran, Javari, Negro-Vaups, Guaina, Izana, Curicuriar, Yuru-bax. Puertos caucheros: Blem, Manaos, Iquitos Recin en el siglo XVII comienzan los espaoles a internarse en la Amazo-

    na ms all de las mrgenes de los ros con el avance de los misioneros desde Colombia, Per y Ecuador (Porro 1993:115) mientras los carmelitas portugue-ses inician tareas evangelizadoras en el alto Ro Negro. Los militares lusitanos, por su parte, comienzan a atacar los establecimientos que los ingleses, irlande-ses y holandeses haban creado en el bajo Amazonas y en su avance hacia occi-dente remontan el gran ro hasta Quito por primera vez. Dentro del mbito de estas nuevas fronteras hispano-lusitano-indgenas, se inicia un segundo ciclo de exploraciones y de noticias etnogrficas sobre la cuenca del Amazonas (Porro 1993:115). En esta rea geopotica distinguimos textos documentales y litera-rios. En la primera categora existen textos de carcter misionero con datos etnogrficos y textos de estudios cientficos escritos por naturalistas desde el siglo XVIII en adelante. A partir del romanticismo la produccin literaria com-prende novelas, poesa y ensayos. Tanto los portugueses como los ingleses, holandeses y franceses estaban interesados en la mano de obra indgena para sus plantaciones costeras. Pero su objetivo era adems territorial: ocupar el

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    territorio y sus riquezas disputndoselas a los espaoles. Los misioneros espa-oles defendieron palmo a palmo la posesin de las tierras amaznicas y el dominio de los pueblos originarios de esa regin. La expulsin de los jesuitas en 1759 por la corona portuguesa dispers a los indgenas que ellos haban agrupado en misiones y los dej desprotegidos frente a los cazadores de escla-vos.

    Varios textos registran las expediciones de los misioneros espaoles y de los exploradores portugueses a la Amazona en el siglo XVII. Una seleccin de las partes ms significativas de estos textos traducidos al portugus es de fcil ac-ceso en la erudita antologa de Antonio Porro de donde los citamos. En 1636, el portugus Francisco Fernndes, dos frailes espaoles, Domingo de Brieva y Andrs de Toledo, y seis soldados, descienden por el Amazonas. Son recibidos amistosamente por los Omagua y los Tapaj y a los tres meses llegan a Belem. Su llegada sin contrariedades incita al ao siguiente al portugus Pedro Teixeira a remontar por primera vez el Amazonas y el Napo hasta Quito, llevando co-mo guas a los frailes viajeros. Llegaron exitosamente al cabo de diez meses y despus de homenajearlos por su hazaa, los sorprendidos espaoles de Quito los despachan prontamente de vuelta a Par en compaa de dos observadores jesuitas espaoles, Cristbal de Acua y Andrs de Artieda. El mismo Pedro Teixeira debe dejar en Quito una relacin en espaol de su viaje describiendo el paisaje amaznico y la cultura de los Omagua y otros indios de la regin. En 1639, probablemente en Quito y de forma annima el jesuita espaol Alonso de Rojas escribi un tratado que hoy se le atribuye. En l narra el viaje de Teixeira incluyendo unos pocos rasgos culturales de los Omagua, Yoriman y Tapaj, mientras la desconfianza hacia los portugueses lo lleva a demorarse en la descripcin de las fortificaciones de stos en la boca del Amazonas, para lo cual se apoya en la autoridad del primer mapa aproximado del ro Amazonas dibujado por Bento da Costa durante la expedicin de Teixeira. El cronista Cristbal de Acua copi y parafrase captulos enteros del texto de Rojas en su Nuevo descubrimiento del Gran Ro de las Amazonas (1641) (Porro 1993:115).

    El franciscano Laureano de la Cruz es el primer europeo que tiene una permanen-cia prolongada (1647-50) entre los indios del alto Amazonas y su relacin de 1653 es uno de los ms importantes documentos etnogrficos de la Amazona del siglo XVII en el que hace importantes observaciones sobre las aldeas Omagua y sus costum-bres (Porro 1993:25). Al fracasar su misin, desciende hasta Belm y en su ca-mino puede observar tribus ya devastadas por las tropas portuguesas.

    Recin en 1686 otro misionero, el jesuita alemn Samuel Fritz, es enviado por los espales a catequizar a los indgenas del alto Amazonas. Fritz pasa casi cuarenta aos de su vida fundando misiones y reducciones donde rene a nati-vos de distintas tribus para predicarles el evangelio y las costumbres cristianas. A pesar de que este tipo de misiones ayud a preparar a los indgenas para en-frentarse con ms recursos al mundo europeo, no dej de alterar sus culturas y

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    el equilibrio que estas tribus haban logrado tener entre s y con el medio en que vivan. Al cabo de tres aos Fritz enferma y recurre a los portugueses de Belem para curarse. Estos lo retienen ms de un ao por sospechar que Fritz era un espa de los espaoles. Al respecto dice Antonio Porro:

    [Este episodio] seala el primer enfrentamiento luso-espaol por la posesin del Amazonas: los espaoles insistiendo en la vigencia del Tratado de Tordesillas [. . .]; los portugueses invocando la toma de posesin de Pedro Teixeira en la aldea del oro, en el alto Japur, autorizada por cdula de la Real Audiencia de Quito pero no ratificada por el rey (Porro 1993:160).

    Los portugueses que acompaaron a Fritz de vuelta hasta su misin en la boca del ro Juru, en el alto Amazonas, quisieron tomar posesin de la tierra de los Omagua y lo intimaron a retirarse pero el decidido apoyo de los indge-nas al jesuita, a quien veneraban e identificaban con una de sus deidades, los desanim. Pronto estuvieron de vuelta y Fritz tuvo que incitar a los indgenas a buscar refugio en las misiones del Maran donde podan protegerse mejor de los planes esclavistas de los portugueses. Su diario (1738) intercala la crnica de este conflicto con importantes descripciones del modo de vida de los Omagua, Yurimgua, Aisuari e Ybanoma y la localizacin de sus aldeas (Porro 1993:25).

    Desde el siglo XVIII, comenzaron a adentrarse en la Amazona los explora-dores cientficos. Entre 1736 y 1744, principalmente en Ecuador y luego en el Amazonas, realiz investigaciones geodsicas y de historia natural el francs Charles Marie de la Condamine, quien envi la primera muestra de caucho a Europa y estudi y clasific la quinina, el ltex y el curare. Sus notas y sus na-rraciones sobre exticos indios y extraos animales y plantas despertaron in-ters en toda Europa.

    El inters de Europa y Estados Unidos por el caucho va a dar inicio al lla-mado ciclo del caucho y con l a un nuevo proceso de formacin de fronteras de encuentros y desencuentros entre los recin formados estados nacin (fron-teras internacionales) y de los indgenas entre s y con los descendientes de europeos (fronteras intertnicas). Aunque desde muy antiguo los indgenas extraan el caucho para usos cotidianos y los portugueses haban aprendido el proceso de su recoleccin, comercializacin y exportacin clandestina de obje-tos corrientes de fabricacin artesanal, recin en las ltimas dcadas del siglo XIX, despus que Charles Goodyear descubriera y perfeccionara el proceso de vulcanizacin entre 1839 y 1844, aument notablemente la demanda de caucho en el mercado internacional. Se lo usaba para diversos productos y en la ltima dcada del siglo XIX comenz a usarse para ruedas de bicicletas y despus de 1900 para los cada vez ms populares automviles. Debido a la extraccin del caucho en cantidades industriales, la Amazona entr en un perodo muy prspero aunque con graves consecuencias para la poblacin indgena despla-zada y para los que trabajaban cautivos a perpetuidad en la selva por un sistema de esclavitud por deuda. Por cierto que quienes ms se beneficiaron fueron las

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    grandes casas exportadoras en los florecientes puertos caucheros de Iquitos, Manaos y Belm (Weinstein 1983:8-9).

    En el noroeste amaznico, a comienzos del siglo XX, caucheros peruanos y colombianos iniciaron la extraccin del caucho en un rea siempre mvil que fueron trasladando desde el alto Putumayo hacia su confluencia con el alto Amazonas, utilizando mano de obra indgena que desarraigaron de sus tierras ancestrales en busca de nuevos rboles, ya que el tipo de rbol all existente, la castilloa elstica, se derriba para extraerle el guayule (del nhuatl ulli/olli goma) un producto alternativo similar al caucho, y luego se lo deja atrs. Pronto los pe-ruanos pasaron a la explotacin de la hevea brasiliensis cuya corteza se saja para extraerle el ltex por muchos aos. El monopolio del negocio lo consigui la compaa peruana de Julio Csar Arana y Hermanos, fundada en 1903, que domin el llamado Tringulo Amaznico y, con la anuencia de su gobierno, desaloj a los colonos colombianos de ese territorio por largo tiempo disputa-do por ambos pases. Segn inform el cnsul britnico en Brasil, Roger Ca-sement, en 1911, pandillas armadas al servicio de los Arana [...] dieron principio a violentos ataques en contra de los colonos [colombianos] aislados, saqueando, quemando y violando a la ventura (Casement 1985:10). A su vez, los indgenas eran cazados y vendidos como animales para trabajar en la recoleccin del caucho y reciban malos tratos tales como flagelaciones, quemaduras y mutilaciones, alimentacin a base de alcohol y desproteccin contra enfermedades, todo lo cual los estrag en pocos aos. Las uniones sexuales interraciales y la colaboracin de algunos capitanes indgenas en el castigo de sus propios hermanos de raza fueron otros elementos destructivos del orden social nativo. El negocio de la compaa Arana no slo extermin a miles de Huitotos, Boras, Andoques, Muinanes, Nonuyas y Rezigaros, sino tambin a doscientos millones de rboles caucheros del tipo castilloa elastica en una descomunal deforestacin. La mano de obra barata y la explotacin sin regulaciones de sustentabilidad permitieron a la compaa hacer enormes ganancias. Ya en 1907, se haba convertido, con la participacin de importantes accionistas ingleses, en la Peruvian Amazon Com-pany con sede en Londres. El puerto de Iquitos sobre el alto Amazonas se convirti en el centro de la comercializacin y exportacin del caucho.

    A principios de 1910, el canciller ingls llam al cnsul britnico en Ro de Janeiro, el irlands Roger Casement, el mismo que haba investigado los crme-nes de los caucheros del Congo y cuyo relato personal haba inspirado a Con-rad en 1902 su novela El corazn de las tinieblas (2011), y lo comision para in-vestigar los sucesos en el Putumayo. La tarea de Casement no era fcil. El mismo cnsul britnico en Iquitos, estaba al tanto de los hechos pero se senta forzado a callarlos por los enormes intereses peruanos e ingleses que se benefi-ciaban con la venta del caucho y con los rditos que producan los ferrocarriles del Per, en manos de la misma compaa, y los barcos ingleses con concesin exclusiva para el transporte del caucho. En 1911, Casement volvi del Putuma-

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    yo y entreg su informe denunciando la cruel violencia ejercida contra los ind-genas. El Parlamento valor el reconocimiento internacional como humanista que recibi Casement y le concedi el ttulo de Sir. Sin embargo, las activida-des nacionalistas de Casement en pro de la independencia de Irlanda lo lleva-ron a la crcel y al desprestigio. Se lo juzg por traicin y fue condenado y eje-cutado en 1916 bajo acusaciones de perversin sexual durante sus estadas en los trpicos.

    La produccin geopotica de esta frontera amaznica tiene carcter docu-mental y de denuncia. La compleja y controvertida figura de Casement es anali-zada por Mario Vargas Llosa en su novela El sueo del celta, de 2010. En 1924, La vorgine del colombiano Jos Eustasio Rivera (1976), se inspira en las atroci-dades cometidas, en este caso, en las caucheras de la Amazona colombiana. Ya haban sido denunciadas en 1910 por el etnlogo alemn Theodore Koch-Grnberg en su relacin de los dos aos que pas viviendo con los indgenas en la regin del ro Vaups. El mismo Rivera, en julio de 1923, despus de re-correr el Orinoco y el Amazonas, haba enviado desde Manaos al Ministerio de Relaciones Exteriores en Bogot su informe sobre la tarea de la Comisin de Lmites Colombo-Venezolana donde denuncia la esclavizacin de colombianos e indgenas en Venezuela y Brasil por parte de los caucheros colombianos. Se refiere en especial a Julio Barrera que en La vorgine aparece caracterizado como Narciso Barrera destacando lo chocante de su pulida apariencia junto a su ac-cionar criminal. La novela de Rivera y el libro del venezolano Alberto Rangel que Rivera ley, retoman el tema tradicional del descenso a los infiernos(o al Corazn de las tinieblas como lo llam Conrad), en este caso un Infierno verde (2004) como titul Rangel su coleccin de cuentos de 1908. Sin embargo, en la novela de Rivera la motivacin que permanece hasta la ltima lnea fatdica, Los devor la selva!, es la lealtad del narrador hacia sus connacionales y el afn de denunciar los atropellos que sufren en las caucheras. Para hacer ms completa esta novela denuncia, el narrador cede la palabra por muchas pginas a Clemente Silva, personaje basado en un cauchero real con su mismo nombre, quien testimonia los desmanes de los Arana en las caucheras del Putumayo donde trabaj.

    Otras obras que tratan del tema de la selva devoradora y la explotacin humana en las caucheras son: en 1879 Cumand del ecuatoriano Juan Len Me-ra (1998); en 1904 Mansiones verdes del argentino-britnico William Henry Hud-son (1938); en 1908 O Inferno Verde de Euclides da Cunha (2001), prefacio al libro de Alberto Rangel ya mencionado, y del mismo da Cunha, en 1909, algunos captulos de Margem da Histria (2012).

    El colombiano, Csar Uribe Piedrahita (1979), presenta en To: narraciones de caucheras de 1933 la explotacin a que eran sometidos indios y colonos por inescrupulosos caucheros y comerciantes peruanos y brasileos en una espe-cie de congelado horror cinematogrfico con un estilo que es un intento por

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    romper los esquemas de una narrativa convencional (CoboBorda 1979, cita-do por Escobar Mesa 1993:16).

    Entre los estudios y antologas de mitos y narraciones folclricas del noro-este amaznico podemos citar, sin intencin de ser exhaustivos, algunos cen-trados en la Amazona peruana como Mitos e historias aguarunas y huambisas de la selva del alto Maran de Jos Luis Jordana Laguna (1974), El universo sagrado: versin literaria de mitos y leyendas de la tradicin oral Shipibo-Coniba de Luis Urteaga Cabrera (1991), y La verdadera biblia de los Cashinahua: mitos, leyendas y tradiciones de la Selva peruana de Andre-Marcel dAns (1975). Por su parte, el escritor y perio-dista peruano de Iquitos, Csar Calvo Soriano (1981), da voz a la cultura amaznica en su novela Las tres mitades de Ino Moxo y otros brujos de la Amazona as como en su poesa de preocupacin social.

    III. Geopotica del rea al norte del Amazonas

    Pases actuales: Brasil, Venezuela, Guayana, Colombia Ros: Japur-Caquet, Negro-Vaups, Blanco, Caciquiare, Orinoco, Cuyuni Puerto cauchero: Manaos El proceso de formacin de fronteras en la Amazona del norte se inici

    con exploraciones cientficas europeas que suscitaron resquemores geopolticos en los colonizadores portugueses. Fue una frontera multitnica. En 1799, los naturalistas Alexander von Humboldt y Aim Bonpland probaron la conexin del ro Orinoco con el Negro a travs del canal de Casiquiare pero se les neg el permiso para entrar en territorio portugus. Muchos otros les siguieron, y sus herbarios y colecciones de especmenes exticos despertaron la curiosidad y la ambicin de los europeos. A fines del siglo XIX, el brasileo Joo Barbosa Rodrigues (1885, 1890 y 1985), bilogo, viajero y dibujante experto en botni-ca, se quej de la falta de inters de los brasileos por el estudio de su propio territorio, recorri la Amazona y dej dibujos y observaciones sobre las pal-mas, las orqudeas y cientos de especies nuevas desconocidas hasta entonces. Escribi un estudio del valle del Amazonas en que informa sobre la riqueza mineral en el ro Capim en Cear. Otras obras tratan sobre la etnografa y len-guas de los indgenas Crichan, Ipurucot y Macusi y sobre la arqueologa y geografa de la prstina selva amaznica en la regin de los ros Jauaperi y Blan-co. Fue director del Museo Botnico de Manaos (1883-1889) y del Jardn Bot-nico de Ro de Janeiro (1889-1909).

    El etnlogo Theodor Koch-Grnberg viaj varias veces por la Amazona. En la primera de ellas en 1896, buscaba llegar a la fuente del ro Xing. Entre 1903 y 1905 explor el ro Japur y el ro Negro, llegando hasta la frontera de Venezuela. Su segunda expedicin importante comenz en 1911, partiendo de Manaos hasta el ro Blanco y de all para Venezuela. En 1913 lleg al ro Ori-noco y despus de explorar, a pie y en canoa, varias regiones hasta hoy de dif-

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    cil acceso, al volver a Manaos escribi su libro ms importante, Del Roraima al Orinoco (1923, 1953), publicado en 1917 en alemn. Su contribucin es funda-mental para el estudio de los pueblos indgenas de la Amazona del norte, sus mitos y sus leyendas. Sus observaciones y relatos de viaje constituyen una im-portante fuente para la antropologa, la etnologa y la historia indgena. Tradu-cido al portugus, el volumen segundo sobre mitos y leyendas Taulipang y Arekun inspir obras creativas como Macunaima de Mario de Andrade (1996) de 1928.

    La independencia del Brasil en 1822 coincidi con la entrada del romanti-cismo lo que dio pie a un nativismo agresivo que proclam la independencia literaria y cultural del nuevo pas. El indianismo literario y el pintoresquismo tuvieron su exponente ms realizado en Antonio Gonalves Dias, autor de uno de los ms bellos poemas de nuestras letras, el I-Juca Pirama, frase en lengua tup que signi-fica el que va a morir (Candido 1968:28). El indianismo de Gonalves Dias, hijo de mestiza y portugus, convierte a un indgena ednico, heroico y de gran pureza de sentimientos, en el smbolo nacional por excelencia, con lo que des-pert polmicas etnocentristas. Las novelas de Jos de Alenar, de contenido legendario e histrico, conflictuadas por uniones intertnicas, como O Guarani (1983) o Iracema (1965), impulsan la toma de conciencia del ser nacional. En la novela histrica romntica Sim del bahiense Loureno da Silva Arajo Ama-zonas (2003), el personajes principal es un indgena Manao quien debe separar-se de su tribu al sufrir el robo de sus bienes y de la honra de su hija a manos de un comerciante portugus. Junto a Sim, su nieta nacida de la violacin de su hija que muere despus de dar a luz, recibe la proteccin de un misionero. La voz narradora menciona al gran catequizador y crtico de la expansin portu-guesa, Samuel Fritz (1922), y explica la influencia que los jesuitas tuvieron en los movimientos independentistas de los indgenas en contra de los portugue-ses que los esclavizaban.

    De 1835 a 1840, anticipada por varias revueltas populares, se desat la Ca-banagem, una violenta rebelin de los empobrecidos negros, mestizos e indios destribalizados cabanos del Gran Par contra el nuevo Gobierno provincial. Despus de la independencia, el gobierno mantena las prcticas explotadoras de la clase dirigente portuguesa o blanca, indiferente a la pobreza de la regin. La Cabanagem se extendi desde Belm hasta las tierras al sur del ro Amazo-nas donde los indgenas Maw y los Mura se adhirieron a la insurreccin, en-grosando sus fuerzas y dando refugio a los revoltosos en su territorio (Ribeiro 1996:57-8). La Cabanagem, constituye el teln de fondo de la novela Os Selva-gens, publicada en 1875 por Francisco Gomes de Amorim (2004). La violencia de la Cabanagem fue registrada tambin en la obra del paraense Ingls de Sou-za, quien en sus novelas naturalistas observa las realidades de la vida, la historia y los temas sociales amaznicos como la lucha entre portugueses y nativos, la agitacin poltica por el cambio del reinado a la Regencia y la mezcla de razas y

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    de lenguas en una regin que atrae inmigrantes de todo el mundo. Despus de publicar bajo seudnimo y con poco xito O Cacaulista (2004) en 1876, de Sou-za se da a conocer con su serie de escenas de la vida amaznica en sus novelas Histria de um Pescador: (cenas da vida do Amazonas) (2007) de 1876 y O Coronel Sangrado: (cenas da vida do Amazonas) (2003) de 1877. Bajo el mismo seudnimo de Luiz Dolzani publica en 1888 O Missionrio (1946), que lo consagra cuando lo publica un poco ms tarde bajo su verdadero nombre. Entre los novelistas actuales que se ocupan de esta regin se destaca Mrcio Souza que adems del teatro ha cultivado la narrativa en varias obras, entre ellas su an incompleta tetraloga Crnicas do Gran Par e Rio Negro que incluye Lealdade (1997), Desordem (2001) y Revolta (2005), novelas sobre la violenta integracin del norte de la Amazona y del Gran Par al resto de Brasil despus de la independencia de Portugal.

    En cuanto a la literatura inspirada en la tradicin oral popular que represen-ta los mitos sobre la relacin del hombre con la naturaleza, Ingls de Souza describe, en Contos amaznicos (1988) de 1893, infinidad de aves amaznicas y otros animales fabulosos como el Boto, el sucuriju y otros que conllevan augu-rios temibles. Los mitos y leyendas de los indios Taulipng y Arekun recopila-dos por el fillogo alemn Theodor Koch-Grnberg fueron traducidos al es-paol en 1923 y utilizados por Mario de Andrade en su novela de tpica creati-vidad modernista, Macunama: o heri sem nenhum carter (1996) de 1928, donde transcribe, a veces literalmente, los registros del etnlogo, pues se basa en las leyendas indgenas para crear una obra vanguardista pero entraablemente bra-silea y amaznica. Tambin dentro del modernismo, Ral Bopp, colaborador de la Revista de Antropofagia en las dcadas de 1920-30, uni su entusiasmo por las vanguardias europeas con su fascinacin por el folclore, las lenguas y la cultura de los indgenas del interior amaznico para crear la escuela Canibalsti-ca que propone no imitar sino canibalizar apropiar y asimilar el experi-mentalismo europeo. En 1931 public Cobra Norato, un largo poema imbuido de la superioridad del misticismo primitivo y de la energa del interior amazni-co en comparacin con la vida ciudadana. Su estilo de ritmo complejo, imge-nes impresionistas y espritu ldico y ertico exhibe, sin embargo, su crtica a la explotacin de la selva y la destruccin de las culturas indgenas en pro del de-sarrollo. Esta tendencia primitivista y anrquica instigada por los canbales

    literarios de esa poca se ha visto continuada ms tarde en las novelas Utopia selvagem (1982) de Darcy Ribeiro y A expedio Montaigne (1982) de 1969 de An-tonio Callado (Brookshaw 1988:195) y en el Teatro indgena do Amazonas (1979) de Mrcio Souza que incluye temas tomados de leyendas y mitos amaznicos.

    La novela Canaima (1991) de 1935 del venezolano Rmulo Gallegos gira al-rededor del motivo del irresistible llamado del mundo salvaje cuando en el mundo civilizado el poder de los terratenientes locales y los crmenes de sus matones cierran las puertas a las iniciativas juveniles. El personaje central de

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    caractersticas heroicas sufre una paulatina degradacin llevado por un impulso viril e incontenible hacia la violencia en respuesta a la violencia fsica y moral que otros ejercen contra l. Esto lo lleva finalmente a aislarse cada vez ms de la sociedad y a mezclarse con aventureros buscadores de oro en la selva de la Guayana venezolana. Su regresin hacia lo salvaje se completa con su entrada a una tribu aborigen y su unin con una indgena con quien tiene descendencia. No hay, sin embargo, idealizacin de la cultura indgena. El hroe degradado siente nostalgia por la vida civilizada que se le neg y al final de la novela enva a su hijo adolescente a la hacienda de su amigo ms generoso y honrado para que lo eduque dentro de las normas de la que an considera la verdadera civili-zacin.

    Se han realizado muchas obras de recopilacin y estudio de mitos y leyendas de la regin amaznica del noreste. Entre ellas seleccionamos solamente una, Amaznia: mito e literatura (2003), en la que Marcos Federico Krger estudia nuevas obras de la literatura brasilea (y regional) que se han generado a partir de narrati-vas indgenas (Krger 2003:12). El estudio se limita a los registros mitolgicos de las regiones donde se sitan los actuales estados de Amazonas y Roraima, con la intencin de circunscribirlo al mismo mbito geogrfico en que fue generado el ancestral Macunama (Krger 2003:12). Al analizar el paso del mito indgena al folclore y de ste a la literatura, el autor seala que en el caso particular de la Amazona las funciones propias del mito en las sociedades primitivas se trasfie-ren al folclore y de ste a la literatura, la cual, ya en direccin inversa, procura recuperar, a travs de varias obras, los valores contenidos en la mitologa (Kr-ger 2003:18). Dejando de lado las ya cannicas y muy estudiadas Macunama y Cobra Norato, Krger selecciona para su estudio los textos contenidos en las siguientes antologas: Poranduba amazoense de Joo Barbosa Rodrigues (1890),

    Lendas em nheengatu e em portugus de Antonio Brando de Amorim (1987) de 1928, Morongut: um Decameron indgena de Nunes Pereira (1967), y Antes o mun-do na o existia a mitologia hero ica dos i ndios Desa na de mu sin Panlo n Kumu y To-lama n enhi ri (1980). En 2009, Krger publica junto con Tenrio Telles una obra que completa el trabajo terico anterior: Antologa do conto do Amazonas que contiene una treintena de cuentos contemporneos de cuo mitolgico, folcl-rico y popular, expresivos del imaginario amaznico.

    Las enormes ganancias generadas por la explotacin y comercializacin del caucho dieron en el siglo XIX un auge extraordinario a Manaos, el floreciente puerto exportador del caucho en la ribera norte del curso medio del Amazonas. En los arrabales de Manaos, Milton Hatoum, descendiente de libaneses, convi-vi durante su infancia con inmigrantes rabes de Medio Oriente y judos del frica que competan con los portugueses en el negocio de la exportacin del caucho. All conoci sus costumbres y sus lenguas. Su primera novela, Relato de um Certo Oriente (1989), narra la vida en ese barrio de Manaos y liga sus recuer-

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    dos personales y familiares con la historia de Brasil. Otras novelas suyas, Dois Irmos (2000), Cinzas do Norte (2005) y Orfos do Eldorado (2008) unen tambin los problemas nacionales con la experiencia individual.

    IV. Geopotica de las tierras altas y del interior en la Amazona surocci-dental

    Pases actuales: Bolivia, Per y Brasil Ros: Ucayali, Purus Madeira-Mamor, Tapajs Centros caucheros: Acre, Fordlandia Casi simultneamente con el proceso de formacin de la frontera del noro-

    este amaznico, comenz tambin la invasin espaola de la Amazona suroc-cidental. Despus de la independencia, cuando los territorios indgenas inex-plorados son abiertos a la extraccin del caucho, esta regin fue terreno de disputas entre Bolivia, Per, Brasil y los indgenas refugiados en las densas sel-vas huyendo del contacto con los colonizadores.

    Durante los siglos XVII y XVIII la situacin de los indgenas que vivan en las mrgenes del Amazonas y a lo largo del Madeira y Tapajs fue similar a la presentada en el valle del Ro Negro. La tenaz resistencia contra los caucheros dur casi un siglo pero las sucesivas tribus que se enfrentaron a los invasores quedaron diezmadas, muchas veces por luchas entre las mismas tribus que huyendo de los colonizadores se desalojaban unas a otras (Ribeiro 1996:52-62). Los misioneros jesuitas sujetaban a los indios a las misiones para adiestrarlos en formas de vida sedentaria y protegerlos de los cazadores de esclavos portu-gueses. Tras su expulsin llegaron los misioneros lusitanos que no los salvaron de la esclavitud.

    Toda la regin se convirti en frontera de enfrentamiento entre los indge-nas y la expansin progresista. Cerca del Amazonas, entre el Tapajs y el Ma-deira, los caucheros destruyeron aldeas enteras de indios Maw para ocupar sus tierras ricas en rboles del caucho. Tambin asaltaron las aldeas del medio Ta-pajs ocupadas por los Munduruku y cuando invadieron el ro Madeira, sus mayores vctimas fueron los Tor, Matanaw y Pirah que ya haban entrado en una etapa de decadencia. Despus del asalto e incendio de sus aldeas, violacin y secuestro de sus mujeres y apresamiento de los hombres, los indgenas que lograban huir deambulaban en bandas por la selva, sin paradero fijo, huyendo de los caucheros. A lo largo de los grandes ros y sus afluentes, lagos e islas, avanz la ocupacin alistando a los indgenas como esclavos, sometiendo por la fuerza a los que descendan a las misiones o a los ncleos coloniales, o usan-do tcnicas ms arteras como la de acostumbrarlos al consumo de artculos mercantiles cuya provisin posterior era condicionada a su participacin en la actividades productivas como mano de obra. Las tribus de esta regin no fue-ron fciles de someter y durante ms de un siglo desde principios del 1700 es-

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    tuvieron en lucha con los colonizadores. Una tras otra las tribus de la regin se levantaron con el avance de la civilizacin, abriendo sucesivos frentes de lucha en una situa-cin de conquista jams consolidada (Ribeiro 1996:36).

    Por su gran combatividad, los Munduruku fueron alistados como mercena-rios por los dueos de caucheras para hacer frente a las tribus hostiles, Esto les permiti mantener cierta integridad y autonoma tribal y el poder poltico de sus jefes que se destacaban en la guerra. Finalmente, al ir desapareciendo las tribus hostiles y al irse diezmando la suya propia, los Munduruku cedieron a la influencia civilizatoria y a principios del siglo XX se pacificaron (Ribeiro 1996: passim). A mediados del siglo XIX, surge en la regin otra tribu, la de los Pa-rintintin (Kawahiwa) que de ah en adelante se dedicaron a atacar a indios y civilizados, terminando por ocupar el antiguo territorio de los Tor, Mura y Pirah y por constituir una nueva barrera a la expansin de los civilizados en el Madeira. El apogeo del dominio Parintintin se da ya en el siglo XX, coinci-diendo con el ciclo del caucho en su mximo esplendor. Asimismo los Parin-tintin se conservaron independientes y hostiles por mucho tiempo, soportando tanto las expediciones punitivas como el asedio de los caucheros y los ataques de los indios Munduruku alistados en el Tapajs para exterminarlos. Los Parin-tintin cobraban un alto precio por sus vidas, obligando a los trabajadores cau-cheros a internarse en las entradas siempre de a dos, uno para sajar los rboles, el otro para vigilar con el rifle pronto a tirar sobre cualquier sombra que se moviese (Ribeiro 1996: 56).

    La novela La selva de 1930 del portugus Ferreira de Castro (1985) presenta esta situacin en las caucheras del Madeira medio, donde los trabajadores que-daban sujetos para siempre al patrn y nico proveedor. Ferreira de Castro fue uno de los tantos inmigrantes europeos que venan a Amrica a mejorar su fortuna y vivi personalmente la experiencia de un trabajador cauchero desde los 12 a los 16 aos de edad. En sus novelas denuncia los horrores del sistema empeorado todava ms en su poca por la baja del precio del caucho y conse-cuentemente de los salarios de los caucheros que ven crecer su deuda sin poder cubrirla. Describe tambin el terror de la lucha diaria contra la selva y contra los Parintintin que rondan las caucheras buscando cazar y cortar las cabezas de los solitarios trabajadores.

    La selva de 1930 es similar a La Vorgine de 1924 de Jos Eustasio Rivera (1976) en cuanto a la denuncia de un sistema inhumano. Pero difiera de ella en la minuciosidad de las descripciones de aspectos bellos o imponentes de la selva, que se parecen a algunos pasajes de Euclides da Cunha. Difiere tambin en la actitud contemplativa y sensible del narrador cuyo lenguaje potico enno-blece todo lo que describe. La selva carece del dramatismo y grandilocuencia de La Vorgine. Se centra en las reacciones de un joven sensible y bondadoso ante un medio y una humanidad agresivos y crueles. El protagonista no se deja arrastrar por la situacin, no pierde la razn, ni el dominio de s mismo ni su

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    dignidad en medio de las situaciones ms bajas y criminales que le toca con-templar. A pesar del decaimiento y tristeza que le causan los crmenes que le llegan muy de cerca, no termina siendo devorado por la selva como el protago-nista de La Vorgine y sale del infierno verde inclume y como un hroe. Otro aspecto en el que difieren los dos autores, el colombiano y el portugus, es su tratamiento del tema del indgena. Aunque los considera inferiores a los civilizados, Rivera los defiende con indignacin, mientras Ferreira de Castro slo los ve como el terror de los trabajadores caucheros y capaces de una gran crueldad macabra que justifica la necesidad de matarlos en defensa propia. Un texto cientfico muy importante para el conocimiento de esta rea geopotica es el de Curt Nimuendaj, Os Indios Parintintin do Rio Madeira (1924).

    Desde aproximadamente 1862, los campesinos nordestinos, principalmente cearenses, desalojados por las sequas y la falta de tierras para trabajar, haban comenzado a invadir el suroeste amaznico, para dedicarse a la extraccin del caucho a lo largo de los afluentes del Amazonas. En 1905, Euclides da Cunha es comisionado por el gobierno para realizar estudios geolgicos y de lmites brasileo-peruanos en la cabecera del ro Purus, en el territorio del Acre que luego los brasileos disputarn y ganarn a Bolivia. El territorio del Acre est cinco mil kilmetros tierra adentro y tiene un suelo muy drenado en compara-cin con el usualmente pantanoso o inundado del plano bajo de la cuenca amaznica. Se dio all un caucho de muy superior calidad conocido como Acre fino. (Schultes 1993:online). En el captulo Los caucheros de su libro

    Margem da Histria, Euclides da Cunha explica que en esa regin desconocida hasta entonces se hace realidad tambin el sueo de la riqueza generada por el caucho, que ya haba producido grandes transformaciones urbanas en Belm y Manaos. Los que se hicieron dueos de caucheras explotaron cruelmente a los inmigrantes campesinos pobres y a los indgenas de esta regin. En el mismo captulo, da Cunha denuncia la crueldad inexorable de los caucheros a los que compara en desventaja con el espritu pionero de los bandeirantes (Cunha 1909:144).

    Entre la produccin geopotica de esta frontera, se destacan dos novelas si-tuadas en la Amazona peruana: Sangama de 1942 de Arturo D. Hernndez (1984) y El hablador de Mario Vargas Llosa (1987). El estilo sencillo de Her-nndez lo hace de lectura fcil y amena. Los personajes centrales de la novela son Sangama, un chamn indgena y su bella hija, quienes frente a la brutalidad de los civilizados explotadores de la selva rescatan los valores espirituales de la vida en armona con la naturaleza.

    La novela de Vargas Llosa, muy elaborada, indaga profundamente en el te-ma de la identidad del Otro, ya sea indgena o de cualquier etnicidad diferente de la hegemnica. El narrador-personaje-testigo es amigo del protagonista e investiga los motivos de su desaparicin, para finalmente escribir toda la histo-ria de la fuga de su amigo a la selva. El protagonista rene varias caractersticas

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    que lo excluyen de la sociedad a la que debiera normalmente integrarse: tiene una deformidad y es judo. Vargas Llosa pareciera estar retomando en su nove-la la tesis de Darcy Ribeiro sobre las causas de la exclusin del indgena del ser nacional porque su diferencia no est en un matiz ms o menos cercano a la norma tnica brasilea que incluye a los luso-brasileos, los euro-brasileos, los afro-brasileos y todos sus mestizos. El indgena es excluido porque su dife-rencia es tnico-cultural y, como dice Darcy Ribeiro: [...] toda entidad tnica es intrnsecamente excluyente de cualquier otra identificacin.

    Esto es lo que hace al indio ser visto y verse a s mismo como el otro. Lo mismo ocurre con el judo y con el gitano, que pueden tambin recorrer todo el camino de la aculturacin, pero son mantenidos al margen porque ellos mismos se apegan a una lealtad tnica particular. En el caso del indio civilizado, la situacin se complica debido a su rusticidad y desajuste que lo hacen frecuentemente todava ms pobre y atrasado que las camadas ms miserables de la poblacin con la que est en contacto (Ribeiro 1996:478).

    Sal, el personaje central de El hablador es un estudiante de etnologa judo-peruano que tiene un lunar rojo y deforme que le ocupa la mitad de la cara. La mancha es en realidad una metonimia del estigma de pertenecer a una etnicidad diferente en una comunidad dominada por el etnocentrismo. A medida que sus estudios lo han ido llevando a convivir con los indgenas del oriente peruano, la tribu de los machiguenga que viene huyendo desde hace aos de los caucheros, siente que slo entre ellos es aceptado y puede aceptarse a s mismo, porque los indgenas valoran su aspecto diferente como una cualidad casi divina. El nomadismo de los machiguengas es propio de su organizacin social y ecolgi-ca pero al hacerse compulsivo por la presin del avance cauchero, su relacin con el ambiente se desequilibra y pone en peligro la cohesin de la tribu dis-persa y hasta su existencia, porque se ven obligados a mudarse a lugares insalu-bres y sin suficiente sustento. Su situacin le recuerda a Sal la de los judos en la dispora y aunque l no es muy ortodoxo se siente identificado con los ma-chiguengas y poco a poco entiende su misin entre ellos. Comienza a sentir que es parte de esa comunidad y que su rol es vital para ellos: se convierte en el hablador una figura venerada y muy querida porque, como los trovadores medievales, entretiene y mantiene unidos entre s a los grupos dispersos de manera que no pierdan su nocin de pertenencia a una misma tribu. Entre lneas, la novela nos hace reflexionar tambin sobre la situacin del hombre contemporneo que vive en una dispora global tratando de conservar la co-nexin con su comunidad y luchando contra la exclusin de los que no aceptan su identidad tnico-cultural. El mismo Vargas Llosa pareciera identificarse con la figura de el hablador al escribir esta novela que ayuda a integrarnos en la diferencia.

    En conexin con esta rea geopotica podemos citar tambin algunos tex-tos de Euclides da Cunha: Frontera sul do Amazonas (1898), Entre o Ma-deira e o Javari (1904), O rio Purus e outros estudos (1905), Entre os se-

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    ringais (1906) todos ellos incluido en Um paradiso perdido (1976) y captu-los de su obra pstuma publicada en 1909, Margem da Histria (1975). Menos centrada en el ambiente amaznico, Mancha de aceite de 1935 del colombiano Csar Uribe Piedrahita (1935 y 1979) ataca el imperialismo de las compaas petroleras en Venezuela y la complaciente dictadura de Juan Vicente Gmez que enviaba a sus trabajadores a morir en la construccin del ferrocarril Madei-ra-Mamor en esa zona cauchera al suroeste de la Amazona. La novela del

    argentino Eduardo Sguiglia, ordlandia un oscuro parai so (2000) se basa en un hecho histrico: la creacin por Henry Ford en 1929 de una plantacin de rboles del caucho y de una ciudad modelo para sus trabajadores, junto al ro Tapajs, en el corazn de la selva amaznica. La ciudad se llam Fordlandia y fue fundada por Ford con el propsito de romper, con su propia plantacin en la Amazona, el monopolio de las plantaciones britnicas y holandesas en el sudeste asitico, especialmente en Malasia. La empresa fue un fracaso absoluto por la inadecuacin del plan a las condiciones del terreno: los trabajadores huyeron o se enfermaron y murieron a la par de los rboles plantados sin res-peto al ecosistema. Sguiglia crea unos personajes fascinantes que viven la lucha desigual entre la energa para la organizacin prctica y precisa que caracteriz a Henry Ford y el tempo inconmovible de los ciclos naturales de la selva. Do-mar la naturaleza sin conocerla demuestra ser un sueo irrealizable.

    Una nueva rama del indianismo llama David Brookshaw a la produccin na-rrativa contempornea que no se centra exclusivamente en los indgenas sino que se ubica en los lugares ms alejados del gran ro para revelar la casi esclavi-tud a que es sometida la mano de obra nativa, africana y de hambreados cam-pesinos nordestinos por caucheros despticos. En Mad Maria (1980), novela que transcurre a orillas del Madeira-Mamor, con irona, humor y un tono de-saprensivo, Mrcio Souza reproduce la atmsfera de vaudeville que cay sobre la regin por treinta aos (Souza 1992:42). En Glvez, Emperador del Acre (2009) de 1976 muestra el derroche de lujo y sensualidad que dominaba a los nuevos ricos del caucho en contraste con la miseria de los trabajadores a su servicio. Esta novela narra la burlesca toma de posesin del Acre en 1899 por un aventurero espaol, Luiz Galvez Rodrigues de Aria, quien, al frente de un ejrcito de bohemios y artistas de teatro, y apoyado por polticos y empresarios amaznicos, se declar emperador del Estado independiente de Acre, para demostrar a Bolivia y sus aliados estadounidenses que Brasil no estaba dispues-to a entregar ese territorio que sus caucheros haban hecho producir durante casi dos dcadas.

    Los grandes productores de caucho amaznico vieron extinguirse su apogeo cuando en 1910 las plantaciones inglesas en Ceiln rompieron su monopolio. Tuvieron un segundo momento de auge durante la Segunda Guerra Mundial con la operacin Batalla de la Goma que se inici en 1943 con la firma de

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    convenios Brasil-Estados Unidos para proveer caucho a los ejrcitos aliados despus que Japn cortara la provisin desde Malasia. Pero la euforia termin bruscamente con el fin de guerra dejando miles de trabajadores muertos en las caucheras.

    Por casi medio siglo se prolong el abandono de la Amazona en una ciega negacin de su decadencia. Para terminar con el sueo de la opulencia perdida, las dictaduras militares de los 60 y 70 pusieron en marcha un plan de desarrollo y modernizacin llamado Operacin Amazona por el cual abrieron la regin a los capitales multinacionales para su explotacin. En Complot contra el Amazonas Mrcio Souza (1992) revisa crticamente la historia de la Amazona relacionn-dola con la vida del dirigente sindical cauchero Chico Mndez asesinado en 1988 en el Acre por su resistencia exitosa a los planes de deforestacin que llevaban adelante los ms poderosos inversores dueos de las ms grandes industrias de carne del mundo, con el apoyo fiscal del estado, dentro del marco de los planes de gran desarrollo iniciado por los militares dos dcadas antes.

    V. Geopotica de las tierras altas y del interior en la Amazona surorien-tal

    Pas: Brasil Ros: Xing. Araguaia-Tocantins Polos de desarrollo: ganadera: Cear, Pernambuco, Mato Grosso; minera: Araguaia, Gois, Mato Grosso; explotacin forestal, servicios, industria, agricultura: Rondonia La frontera al sureste de la Amazona fue territorio de enfrentamientos in-

    tertnicos a lo largo de todo el proceso de colonizacin y hasta hoy. Darcy Ribeiro (1996) nos da datos precisos sobre las luchas e intentos de convivencia de indgenas y brasileos en la regin. Los indgenas que vivan en la selva tro-pical de la costa atlntica de Cear y Pernambuco fueron siendo desplazados por criadores de ganado para ocupar sus tierras. Las experiencias de aldeas indgenas junto a pueblos campesinos, as como la concesin de tierras de re-serva para indios fracasaron por prejuicios tnicos y vejmenes abusivos. Las tierras de reserva fueron usurpadas y bandas de indgenas desplazados deambu-laron por las haciendas buscando un lugar para establecerse y algunos queda-ron a orillas del ro San Francisco. A principios del siglo XX la mayora de es-tos indgenas ya haba desaparecido por desnutricin y epidemias de viruela que se extendieron hasta el oeste ms all del Tocantins. En el caso de los Timbira, la lucha con los ganaderos fue violenta. Hubo cautivos de ambos bandos lo que los llev finalmente a conocerse y a establecer algn intercam-bio. Pero ni siquiera los misioneros impidieron el despojo de las tierras de los indgenas. Los Timbira que sobrevivieron tuvieron que huir hacia el Tocantins donde hacia mediados del siglo XX se conservaban todava hostiles. Lo mismo sucedi con los Akw que habitaban la cuenca del Tocantins extendindose

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    desde el ro San Francisco hasta el Araguaia, con los agresivos Xavante que se establecieron en el ro de los Muertos y con los Kayap temidos y odiados por su belicosidad. Todos ellos se encontraron asediados primero por los buscado-res de oro y diamantes que avanzaban por los campos del Araguaia, luego por los caucheros y recolectores de castaas que invadieron sus territorios subien-do por el Xing y ms tarde por los ganaderos que avanzaban desde el este y el sur. El territorio de los Kayap septentrionales todava era, a fines del siglo XX, escenario de luchas violentas con los campesinos (Ribeiro 1996:87). Los Kayap meridionales de diversa cultura ocupaban hasta el siglo XX el territorio de Caiapnia que comprende el sur de Gois, el sudeste del Mato Grosso, el Tringulo Minero y el noroeste de San Pablo. Los buscadores de oro y diaman-tes lucharon con ellos para explotar las ricas minas en su territorio y abrirse paso hacia las minas de Gois. De los Kayap meridionales no queda hoy nin-guno (Ribeiro 1996:90). Los Karaj que vivan a orillas del ro Araguaia sufrie-ron un destino semejante. Al principio eran combatidos por los mineros, trafi-cantes y militares para liberar sus tierras a la minera. Durante el esplendor de la produccin minera, surgieron poblaciones y hasta escuelas para los nios ind-genas y hubo un principio de convivencia intertnica. Pero cuando las minas se agotaron y los mineros se retiraron: los Karaj volvieron a la vida salvaje.

    Un caso distinto fue el de los Bororo que vivan en la franja central del Ma-to Grosso extendindose desde los tributarios del Xing al norte hasta la proximidad del ro Miranda al sur, y desde el centro sur de Gois al este hasta casi el lmite con Bolivia al oeste. La invasin de los mineros de oro dividi la tribu de los Bororo en dos ramas: oriental y occidental. En el territorio occi-dental ocupado por buscadores de oro, labradores y criadores de ganado, los bororo fueron rpidamente exterminados por el contacto con la civilizacin y sus secuelas negativas como enfermedades venreas y alcoholismo.