ÁLVAREZ CINEIRA D Pablo y el Imperio Romano_NEW

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BIBLIOTECA DE ESTUDIOS BÍBLICOS MINOR 15 Colección dirigida Por Santiago Guijarro OPorto DAVID ÁTVANEZ CINEIRA PABLOY EL IMPERIO ROMANO EDICIONES SÍGUEME SALAMANCA 2009 pqu s''l---\ ' ü lnx-lmrus ).í s r------J ¡_. (\/7

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BIBLIOTECA DE ESTUDIOS BÍBLICOS MINOR

15

Colección dirigida PorSantiago Guijarro OPorto

DAVID ÁTVANEZ CINEIRA

PABLOY EL IMPERIOROMANO

EDICIONES SÍGUEMESALAMANCA

2009

pqus''l---\ c¡ '

ü lnx-lmrus ).ís r------J ¡_.(\/7

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20 Introducción

to romano y representaban a las autoridades romanas a ni-

vel local, independientemente que su origen fuera roma-

no o griego.

nádo el objetivo de esta colección, evitaremos, en 1a

medida de lo posible, tanto las discusiones técnicas en-

tre estudiosos como una acumulación de argumentos,

buscando la claridad y la sencillez.

I

EL IMPERIO ROMANOCoNrnxro socrAl, poI,ÍTrco y REI.rcroso

Pablo es un personaje importante dentro del mundoromano; de hecho,

z,tia4ismo_primitivo. El mismo se presenta como cristianojudeo-helenista y el libro de los Hechos de los apóstoleslo describe como ciudadano romano originario de unaciudadgriega. :

crg,4g€!o€I999:I9nre!% judío y cristialg. Lag:glpgio-nes que de ahí qg deq gg{r{ltuyen el muq4o pauliry.Los escritos salidos de su pluma han conseryado partede esas interacciones, las cuales jugaron un papel rele-vante en la autocomprensión específica del movimientocristiano. Si deseamos obtener un cuadro satisfactorio de

las interacciones complejas y tensas de Pablo con los po-

deres políticos de su época, resulta de vital importancia lalectura de sus cartas y la interpretación de esas relacio-nes en su propio contexto social, político y religioso. Pa-

ra ello se precisa conocer el mundo romano, imperial yprovincial, que modeló las relaciones y el pensamientopaulino, configuró el ámbito de expansión del cristianis-mo y determinó la situación de las comunidades judías

de los territorios bajo influencia romana, comunidadesque representaron la matnz principal del movimiento de

seguidores de Jesús.

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22 Pablo Y el imPerio romano

1. Et- ¡uevo (oes)onorN rntn.'olAI- EN TIEMPos DE AUGUSTo

Las presentaciones más recientes del mundo social del

apóstol Pablo han perpetuado la visión común de que la

pax romanaproporcionó un contexto positivo para el na-

cimiento del cristianismo y la expansión de la misión pau-

lina: viajes relativamente seguros a través de adecuadas

vías de comunicación, mares libres de piratas y adecuados

puertos. Además' la generalización de la cultura y la len--n

ra sriesas facilitó la difusión del evangelio y la comu-

/ ii"uáOn.ntre las distintas comunidades a lo largo de la

[ .uencu -"diterránea. El buen gobierno de Augusto habría

n \ creado un clima general de estabilidad y seguridad'

\- Tal es el cuadro idílico que nos presentan las fuentes

epigráficas y literarias, producto lógicamente de la cla-

sef rivilegiada.Lagi!p¡-f9$qpp-r,o.pqn4!de-.instqu1q1Y

-unt.n., lu conformidad de los pueblos conquistados

eran el miedo a la espada y el arte delaretodca' Por es-

, te motivo, resultaba lógico que el tema fundamental en

I la oratoria de los inicios del Principado versara sobre la

{ paz, establecida y conservada por el emperador' con el

1 teneficio de la seguridad y el bienestar para los habitan-I tes del imperi o. l-¿:e!sds a-pubtisa*e¡¡g-lzqbe lagt.blen

las relaciones d9 poder en el imperior' Como testimonio

de esta teología imperial destacan los autores2 que ensal-

1. R. A. Ramsaran, Resisting Imperial Domination and Influence"pouti iioootyptic Rheiáric ¡n I ioriithians'en R' A' Horslev (ed')' Paul

and the Roman Imperiál Order, 89-101, donde.se recuerda que la retó-

ti"á .. p.iiii."; tu-tié.t la retórica de Pablo debe ser leída en este con-

te*to iápdat io-*o' Pablo usa modelos retóricos de su época' Su ar-

g"Á""óiO" t. entiende;ica-ente en e1 contexto de la resistencia al

ioder imoerial romano dentro de la tradición apocalíptica judíu'.Vtt:T?'

más adelánte. por ejemplo. que en la primera Carta a los conntlos raolo

emplea formai g.eóo-rá-attus ¡unto á la retórica apocalíptica i\dia' ^-- "' i. C¡. V' P íschl, V i rgi I un á Au gu s r u s, en ANRW II' 3 1' 2 (1981) 7-07-

727; E. iioblhofet'noioZ undAugistus,enANRW II'31'3 (1981) 1922-

Contexto socíal, político y religioso 23

zaron la figura de Augusto y de la pax augusta median-te una poesía propagandística, así como los testimoniosmudos, pero más influyentes en la sociedad" de las mo-nedas, el arte y la arquitectura3.

Los emperadores utilizaron hábilmente los cargos, loshonores y la administración para producir cohesión me-dianteunarqd-4e¡frt9-lcS4gb:g..dgJglggionelpglgglesba-sada en e_l-,s_istemp d.el p-411q{r.a?go, el cual partía de ellosmismos y alcanzaba todos los ámbitos de la vida política,social y religiosa. Se trataba de un elaborado sistema de

relaciones, que estaba vinculado especialmente al valordel honor. Estas relaciones de patronazgo personal entreel emperador y la elite local constituían las líneas más im- ¡

portantes y efectivas a través de las cuales fluía el poder I

entre el centro (Roma) y las autoridades regionales y lo- I

cales. Dicho sistema de poder jerarquizado representaba

otra forma más de mantener el orden público y ejercer elcontrol sobre los súbditos. Además, gracias a la estrecha

relación entre religión y Estado, esta situación estaba san-

cionada por los poderes divinos. Por t¿l raz6n, el sistemapolítico, económico y social del patronazgo interacciona-ba constantemente con el sistema político-religioso de lossacrificios y el culto al emperador.

El sometimiento de las provincias a la dominaciónromana fue una construcción ideológica. Su realizacióndependía de que muchas personas compartieran un con-junto de creencias que sancionaban una noción romanapeculiar de orden social. La misma Roma aportó la arti-culación inicial de los valores a los que los súbditos orien-

1986; G. Townend,Literature and Society, enA. K. Bowman - E. Cham-plin - A. Lintott (eds.), The Cambrídge Ancíent History: X. The Augus-tan Empire, 43 B.C=4D.69, Cambridge University Press, Cambridge2004,,905-929.

3. Sobre este tema,P. Zanker, The Power of Images in theAge ofAu-gusfzs, University of Michigan Press, Ann Arbor 1988.

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24 Pablo Y el imPerio romano

taban su vida como miembros de la comunidad, y fue la

creencia de que otros compafrían esos mismos valores lo

que legitimó el orden social establecido por Roma' Dicho

sistema social, basado en relaciones piramidales entre el

imperio, el emperador, las provincias, las ciudades y los

individuos, proporcionaba a sus miembros una idea colec-

tiva de pertenencia a un ente superior que, al mismo tiem-

po, requería compromisos de los súbditos: asentimiento,

aceptación y lealtad a Roma'

La concesión de la ciudadanía, las fiestas, la unidad

monetaria, las imágenes imperiales, así como los rituales

políticos, jugaron un papel importante a la hora de aglu-

tinar el mosaico de culturas y razas que componían el

imperio. Las pretensiones romanas para legitimar el po-

der no se limitaban a la autoridad carismática del empe-

rador, sino que Roma universalizó los beneficios de sus

logros, es decir, presentó acuerdos institucionales que

rc*íun a los intereses de algunos individuos como si sir-

vieran a los intereses de toda la población. Asimismo, la

ideoloeía subyacente idealizó el imlerio qomo Pna co-

leeliviáád que incluía a todos. minimizando las dif9ren-

clas Cg qulturl y cl-a.99,-ry9131!gggll'13{ttuqd" h'."iM-9UP9IeÉg{' Roma se Pre-

sentaba, en este sentido, como gapnte de la estabilidad

política y económica.

Con todo, los nuevos estudios históricos reflejan que

. esta situación idílica del imperio romano únicamente be-

f neficiaba a las clases privilegiadas. Los romanos y las fa-

milias dirigentes de los pueblos y ciudades conquistados,

cuyo dominio y poder fue ratificado e incrementado por

Roma, perpetuaron un orden político y económico que

4. Sobre la ideología en el imperio romano' C' Ando, The Imperial

Ideology tn the Roman"Empire, University of California Press' Berkeley'

CA 2000, l9-48, aqui 40.

Contexto social, político y religioso

aseguraba su propio poder y sus privilegios. Por desgra-cia, la inmensa mayoría de la población sufría sus conse-

cuencias opresorass. No es de extrañar que los pueblos

sometidos no aceptaran amablemente el nuevo orden im-perial, y que algunas de las disposiciones impuestas porlos romanos exacerbaran aún más los conflictos locales.Las epístolas paulinas, los escritos del historiadorjudíoFlavio Josefo y del filósofo Filón de Alejandría muestranquegJg,r¡4:¡4o_o¡d9tlql4dlel¿_tq1puqglogolleg¡alsrusdeqdeAgglsjp.e14.sufr idocomg,qql<d_e-s_-o,¡den>¡po-¡qur-

chal pglqnq! e,q la.q pror13.gias. Esta situación opresivano se menciona normalmente en la historia romana, talvez porque las &g lounto de vista de los onresores.

Basta con reparar en la historia de Palestina durantelos dos primeros siglos de nuestra erapara afirmar que

la pax romana constituía una pesadilla de la que no re-sultaba posible librarse. Los movimientos de resistenciafueron reprimidos por los gobernantes con mano durapor amenazar el orden imperial y su propio status.Tan-to los intentos fanáticos por conservar las formas tradi-cionales de religiosidad, como los intentos oficiales portomar medidas drásticas contra la resistencia, conduje-ron a conflictos sangrientos: dos guerras de liberacióncontra los romanos que terminaron en represión y des-

trucción. A dichas circunstancias de explotación, agita-ción, subversión y represión aluden Pablo (Gal 1, 13; Flp3, 4-6) y el libro de Hechos (4-5; 7 , 54-8, 3) al presentar

el movimiento de los seguidores de Jesús en Jerusalén ymás allá de ias fronteras judías. También se encuentranduras críticas contra la dominación romana dentro de las

5. K. Wengst, <Pax romana>¡. Anspruch und llirHichkeit. Erfahrungund Warhnehmungen des Friedens bei Jesus und im Urchristentum,Kal-ser Verlag, Miinchen 1986.

25

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26 Pablo Y el imPerio romano

corrientes apocalípticas judías, como puede verse en el

comentario de Habacuc6.

La estabilidad política reinaba en otras ciudades en

las que actuó Pablo, pero tal estabilidad impuesta por el

poder imperial romano significaba inseguridad para la

mayor parte de los habitantes, como testimonian las de-

portaciones de pueblos conquistados y colonizados, que

experimentaron el yugo de la dominación y ocupación

romana. A ese yugo hay que añadir la esclavitud' uno de

los pilares sobre los que se basaba el orden socioeconó-

mico romano. Dicha situación sociopolítica contaba, ade-

más, con el beneplácito de los dioses.

2. L¡ porÍrlcA RELIGIosA RoMANA EN TIEMPoS DE AUGUSTo

Para entender el mundo religioso del imperio, es ne-

cesario repensar el concepto de religión existente en la

Antigüedád. De hecho, tq-gl99Agle-q-b-&-4S-lp-l-i4lri-duqlqoqg-qsqf lguraa-pert1r{g*lqrylgpiÓggefs-gqp!gpnlq divinidad sino fundamentalmente dq +anerq!-9c.1-?1,

d@ció¡ "9$!rs sqli!-c-e v 1gl-ls'-o-l'

I-a retigiOn desarrolla un complejo entramado y un con-

junto sutil de relaciones e interacciones que estructura la

sociedad.El velo que distorsiona y encubre las duras realidades

del imperialismo se tejió mediante una ideología centra'

da en ia paz y la seguridad la cual se instauró involu-

crando a los dioses en y a través de Roma' Si la paz y la

seguridad deben ser considerados logros de Augusto, el

imperio los alcanza gracias a las victorias militares y los

6. lQpHab (cf . eL Pesher Habacuc enE' García Marquez ' Textos de

OuirAi.irotta. Madrid 1gg2' 248-253, donde la justicia de Dios se

8pon. u la de Roma)l también Sa/mos de Salonón 17 '

Contexto social, político y religioso 27

impone a los pueblos sometidos. Asi,la pax romana se

Uasa-sda€uerra¡¿enlasenqSriglg-pggteL4-o-p"g,qlgd-ql:me@Igdg. El mensaje de!_(evan-

Be_lio>deAqgusloeJ?qlpfo. jqs!_cj?yJ%,ey9_!q!_t9=491ne.s dg.loq dioses, se han pqifgqtadg 9obry !a t!_errq_gAgl

or4en¿lg."9egqtdqd impuestos p.o: Bg!.q4. Los súbditosestán invitados a responder con gratitud, temor y lealtad.Esta propaganda de Augusto úiliz6los distintos mediosa su alcance -poesía, escultura, cultura en general...-,con el fin derealizaruna reforma religiosa, política y so-

cial que impregnara los diversos ámbitos de la existenciahumana. De hecho, hasta el mismo Augusto fue incor-porado a una compleja red de ritos, instituciones y, even-tualmente, deidades.

Este emperador renovó la moral y los valores roma-nos tradicionales, las virtudes y los idealesT. De formadeliberada s.e propuso a qi 4icmp-s"_omop¿ta{igma En elcentro de toda la reestructuración dgl Ci$tq!,nelglgiSto

"rtut-u Áüguiió, rn o.u.iónór pi..s:"tu¿ó-io*o

"t n"""o

Rómulo8. Se convirtió en miembro de todos los sacerdo-ffijVo1atitia (<<cofradias>>), proceso que culminó en el 1

año 12 a.C. cuando asumió el cargo de pontifex maxinus, Ifusionando en su persona los poderes políticos y religio- /sos. Pronto se consideró la época de Augusto como la rea-

lización de la edad de oro o edad de Saturno. Los poetas

ensalzaron su <piedad> (pietas, especialmente Horacio),lo que conllevaba un cierto paternalismo, así como una

7. J. H. V¿ G. Liebeschuetz, Continuíty and Change in Roman Reli-gion, Clarendon P¡ess, Oxford 'z1996, 55-100; M. Bea¡d - J. North - S.Price (eds.), Rellgrons of Rome:1. History, Cambridge University Press,Cambridge 1998, 313-363: <Roman Religion and Roman Empire>.

8. Cf. S. R. E, Price, The Place of Religion: Rome in the Early Empi-re, en A. K. Bowman - E. Champlin - A. Lintott (eds.), The CambridgeAncient History: X. The Augustan Empire, 43 B.C.-A.D. 69, Cambrid-ge University Press, Cambridge 22004, 820-847 , donde dedica especialatención a los cargos sacerdotales, a los templos y a 1os juegos seculares.

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28 Pablo Y el imPerio romano

vinculación especial de su persona a los dioses 'La pietas

I adquirió connotaciones del patronazgo imperial, a la queI correspondía la lealtad (fides) de los súbditos'

Además, como parte de est¿ nueva visión religiosa, el

mismo Augusto ocupará un lugar central en la vida polí-

tica, religiosay social romana. @seconviftióenparadigrlga4 ry-199!3¡1-19j.9!gp-99!ores sucesivo.s, especialmente para Tiberio y Claudio' Inau-

g*o "nu

dinastía y un nuevo sistema político (el Princi-

pado), por lo que fue ampliamente venerado'AUngugg

is!qq!9_%t$i"_!g_9ut!9-4reito ?!-e+pqra4o -

to -ie4q4. rtirría,-slg-q4bargo, su nut,en o pode -

.o riqgel".ú!o-!g9l9tfq[I9g. El culto al emperador

r.itt'otttt no fue impuesto, ya que e&-e$raño-g-b ÍIen-

te!!ddr9!q94q e4qrgt¿ u! -e-ryp 9-&49l-vly9 Jglgq jlgFe'

po. "so,

en la capital del imperio, los emperadores y los

miembros de su familia sólo recibieron oficialmente ho-

\ nores divinos después de la muerte y tras el reconoci-

miento de sus méritos por el senado.

3. EICUTTOALEMPERADOR

Los estudios del Nuevo Testamento han considerado

el culto alpl4l,e-radsf-como una de las,- l es

@L!g!tlgll!4910. Dichas investigaciones se centraban,

coFrecu.tt"ia, en el objeto de la fe, especialmente si el

emperador era considerado un dios o si el culto expresa-

9. Cf. la carta que el emperador Claudio dirigió a los alejandrinos

el a¡o ¿f d.C.,PLoná, 1912,11n.50-51; Dión Casio,Hist'LX'5'4'-'*lO. Lu liíeratura sobre este punto es inmensa; cf., por ejem,plo, D'

Aluarázcinetra, Die Religionspolitik des Kaisers Claudiul und die p.au-'ñ¡1"ít"

Uitt¡oi, Herdeq Freiburg 1999' 55-97, y especialmente el libro

á"'é. n. i. p¡*, Rituals and Powér The Roman Imper¡al -Cult

in Asia Mi-

iií,' €Áir¡aeé universitv Press, cambridge 1984; F' Gtaf, Kaiserkult,

Contexto social, políticoy religioso 29

ba una relación personal. Segun la interpretación cristia-na dominante, las palabras y formulas usadas en el cultoal emperador pronto se convirtieron en expresiones mani-das y frases estereotipadas, sin verdadero contenido. Noobstante, los estudios modernos consideran que los hono-res y las fiestas dedicadas al emperador no sólo estaban

ampliamente extendidos, sino que dominaban la vida pú-blica de las ciudades de Grecia yAsia Menor.

El culto imperial, en sus múltiples manifestaciones,era un elemento religioso y político constitutivo del am-biente donde Pablo desempeñó su misión. Sin perder de

vista la piedad personal que también produjo, fue sobretodo un medio usado por las naciones dominadas pararelacionarse con los poderes gobernantes. Religión im-perial y política, rituales y poderes eran totalmente inse-parables. Además, el variado y dinámico culto imperialdel siglo I supo adaptarse a las sociedades más diversas,dependiendo de las tradiciones y situaciones locales, yaque se incorporaba frecuentemente a los cultos tradicio-nales de las comunidades provinciales. En este sentido,su amplia implantación se convirtió en uno de los ele-mentos integradores del imperio.

Aunque el culto al <hombre divino> no fue una ca-\racterística exclusiva ni originaria del imperio romano, )

Augusto realizl su propia contribución, pues lo convir- |tió en el contrapeso ideológico a la amplia presencia mi-

{litar de control y gobierno del extenso territorio impe- |

rial. Este culto pronto alcanzó importantes dimensiones J

religiosas, tanto en su terminología como en sus formas

en DNP VI (1999) 143-145; M. Clauss, Kaiser und Gott. Herrscherkultím rómischen Reich,B. G. Teubner, Stuttgart - Leipzig 1999, 54-'75; A.Brent, The Imperíal Cult and the Development ofChurch Order: Con-cepts and Images ofAuthoríty in Paganism and early Christianity beforethe Age of Cypria¿, Brill, Leiden 1999, ll-16; 73-130.

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30 Pablo Y el imPerio romano

de expresiónrr. Los templos, las imágenes imperiales' los

saceáotes y los sacrificios fueron organizados y erigi-

dos de u".r".do con los modelos de los dioses tradiciona-

les. A¡rnqge lgs rrnpttq4gre¡¡qluqe!ry$9-Qrg4lu-y-4o¿A.f¡g"*-U9¿o-tl'lqqq¡449[9l:l9=qtp!led-o!¿!cullq*4p-r@. Los espacios públicos de las

"i"¿ffi * transformaron virtualmente en templos' ya

que las estatuas y santuarios imperiales, con sus inscrip-

"ionm públicas ixaltando las grandezas del emperador'

dominaban el ágorar3. Un súbdito dificilmente podía sus-

traerse al influjo de la ideología imperial; la efigie del

emperador acuñada en las monedas recordaba perfecta-

*rnt. quién era el señor del mundo (cf' Mt 22' 15-21)'

I tu i-us"n del emperador se convirtió en omnipresente'

I Se instltoveron festivales y juegos imperiales; además'

I tas fiestas con motivo de su nacimiento subrayaban el

Iini"io de una nueva erara. De esta forma, el culto impe-\rial estrucruró el tiempo y la vida urbana'

La elite local y provincial estaba interesada en patrocl-

nar el culto imperial en las provincias y en estrechar las re-

laciones con el emperador o la familia imperial median-

te el patronazgo' Con ello conseguía consolidar su propio

poder tanto en la capital como en la provincia' Las ciuda-

ies, agradecidas, recompensaban el <altruismo> de esta

11. I. Gradel, Emperor Worship and Roman-Religion' Clarendon

p.ess -'O*for¿ Uáiro"tiity Press, Oiford - New York-2002' presenta-un

.rtráio á"i."ito entre loí mismós romanos' tanto en Roma como en Ita-

i;Ci ñ.t";"mo, Religion del poder' El culto imperíal en Atenas en'iioi ñ 'lusutto y losámperadires Julio-Claudlos' J' and E' Hedges -

Á,rchaeopress. Oxford 2002'12. P. Zanker. The poier of Images, en R' A' Horsley (ed')' Paul

and Empire,72-86." -- ij.'Cf.'S. R. F. Price, Rituals and Power;P' Zanket, The Power of

Imases, l0l-166.'"'""ü. b; "i

;;.reto del Consejo provincial de Asia el año 9 a C" en U'

fum, L"-ii,r)i"¡oní relative all'íntroduz¡one nel 9 a'C' del nuovo calen-

Tlii ¿itt"pi"r¡rcia d'Asia: Studi classici e orientali 16 (1967) 5-98'

Contexto social, político y relígioso 31

elite provincial o local con la entrega de los oficios públi-cos más prestigiosos. De este modo, el culto al emperadorfavoreció una vida cívica urbana basada en la lealtad alemperador y al imperio, pero que generaba beneficios po-líticos y económicos, y reconocimiento social y honor en

el ámbito local.nes,r9!9ryft ió jq¡ltqs!¡¡nr9!19_pnr149eg4.gp_qre-p--$e:blecerlasrelacionescoAglpg4g_t-i4p_e_Ual,y:g_leSIpte-slg!Jg3g4lÍ? g4q -ispg4@&ls-9úe'ps. sqst4 A'í,la vinculación entre el gobernante y los súbditos no sóloadquirió formas religiosas, sino que reclamó la participa-ción de los súbditos en dicho culto como qysstr"_de_lgAl:t44_4 impeno.

Como es de suponeq no todos los súbditos participa-ban en ese culto. Los judíos, a pesar del rechazo de las

imágenes y de la devoción exclusiva a su dios, lograronminimizar el conflicto con el culto imperialt5. Ello se de-

bió a que los emperadores generalmente no les exigieronel culto a su persona y les permitieron vivir conforme a

sus costumbres ancestrales. Es en este contexto político-religioso donde tenemos que situar la actividad paulina.

4. Er ruleÍsvro ¡s re orÁspoRA BAJo EL DoMrNro RoMANo

Los emperadores Augusto, Tiberio y Claudio se es-forzaron por proteger la antigua religión romana. Loscultos extranjeros estaban sometidos a Roma y a la ideo-

15. J. S. McLaren,Jews and the Imperial Cult: FromAugustus to Do-mitían: JSNT 27.3 (2005) 257-278, examina seis casos de interacciónju-día con Roma y el culto imperial: <La ausencia de muchos ejemplos pu-diera ser una cla¡a indicación del limitado impacto del culto al emperadorcn las relaciones entre judíos y romanos)) (p. 27$. Cf. S. Krauter, .Brlr-gerrecht und Krltteilnahme. Politishe und kultische Rechte und Pflichtenin griechíschen Poleis, Rom und antikem Judentum,Walter de Gruyter,Ilcrlin - NewYork 2004,224.

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)z Pablo y el imperio romano

logía imperial; se trataba de conjugar la religión y el Es-tado, la paz qlure los dioses conferían Qtax deorum) y laseguridad que Roma imponía Qtax romana). No obstan-fe, alahora de incorporar nuevos pueblos al imperio tras

haberlos conquistado, la costumbre romana solía reco-nocer el statu quo, los usos, estructuras y derechos esta-

blecidos por los soberanos, siempre y cuando no fueranpueblos demasiado confl ictivos. En cuestiones religiosas,

I la fuena de la tradición de los antepasados (auctoritas

I maiorum) y el respeto a las prácticas atávicas (longa con-

\ suetudo)constituyeron la actitud romana hacia los cultos

\ extranjeros con tradiciones ancestrales. Por tanto, la po-'lítica religiosa, fruto dglpluralismo étnico y cultural, se

c ar actenzó por I a trl-eran c!.Pero esta <magnlnrirñídad>> romana no era absoluta ni

incondicional. La permisividad tenía su límite. Cuandoestas religiones extranjeras promovían el libertinaje, cau-saban desordenes públicos, ponían en peligro la seguridaddel Estado o constituían una enfermedadpara el imperio,entonces los romanos eran implacablesr6. Conocidas son

las medidas adoptadas contra algunos cultos extranjeros:la supresión de las bacanales en Roma en el año 186 a.C.(Tito Livio, XXXIX, 8-19), la prohibición del culto de

Isis (19 d.C. con Tiberio, en Tácito, Ann. 2,85, y Sueto-nio, Tib.36). Del mismo modo, astrólogos, druidas, filó-sofos y todo tipo de charlatanes fueron periódicamente

expulsados de Roma bajo la acusación de prácticas sub-versivas o actividades abominables (flagitia). Augustoinstituyó la lex lulia, por la que cada asociación volunta-na(collegium) debía ser reconocida por el emperador o elsenado. Por su parte, Tiberio adoptó medidas contra los ri-tos egipcios y judíos. Igualmente, Claudio (41-54 d.C.) li-

16. Cf. la ya citada carta del empe¡ador Claudio a los judíos de Ale-jandna, PLond.1912.

Contexto socíal, político y relígioso 33

mitó los cultos no romanos en Italia como parte de su pro-grama imperial, aunque las medidas romanas contra lossimpatizantes de los cultos prohibidos fueron esporádicasy de corta duración.

5. <Srurus> cÍvrco DEL ruDAÍsMo DE LA uÁspoRe

El status cívico del judaísmo de la diáspora no fueuniforme y su posición constitucional no siguió un mo-delo homogéneo, sino que varió dependiendo de regio-nes y épocas. En el periodo romano, las comunidades ju-días de la diáspora funcionaron con cierta autonomía anivel social y religioso, de tal forma que pudieron con-servar su identidad. La aquiescencia concedida a losju-díos para que pudieran vivir conforme a su propia ley ycostumbres se encuentra ampliamente reconocida, tantogeográfica como cronológicamentetT. Esta tolerancia porparte del poder romano podría dar la impresión de quelos privilegios y derechos judíos tenían una fuerza legaly de que el judaísmo era considerado an collegium lici-tum. Sin embargo, la conservación de los privilegios de-pendía, en gran medida, de la capacidad de mantenerbue-nas relaciones con las autoridades imperiales, provincialesy locales, ya que no existía vnacartamagna judia dentrodel imperio que definiera formal y legalmente el status ju-rídico de losjudíos en la diáspora. Por eso, losjudíos tu-vieron que luchar constantemente en el ámbito local parahacer valer la tradición.

Precisamente por ello, las relaciones de los judíoscon Roma no estuvieron exentas de conflictos y tensio-nes en el siglo I d.C. El judaísmo de la diáspora tenía un

17 . Cf ., para los privilegios de los judios en el imperio, D. AlvarezCineira, Relígionspolitík, 1 60-17 0.

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34 Pablo Y el imPerio romano

I status precario y wlnerable. Durante los reinados de Ti-

I b"tio, Calígula y Claudio, las relaciones fueron frecuente-

\ -"nt" tensas. Flavio Josefo, Tácito' Suetonio y Dión Ca-

sio recogen medidas impuestas contra los judíos de Roma

en el año 19 d.C. En tiempos de Calígula (36-41d'C'), las

relaciones fueron mucho más tensas por la pretensión de

erigir su estatua en el templo de Jerusalén' La enemistad

deiemperador hacia los judíos fue aprovechada por los

griegos alejandrinos para recluir a los judíos de esa ciu-

áa¿ e" el primer gueto del que se tiene noticia en la his-

toria (Filón, Leg. 120-161; In Flacc.53-83; Josefo, AJ'

XVn, 261-304),aunque gracias anna carta escrita por el

emperador Claudio el año 41 d.C.,la pazfirc restableci-

da en dicha ciudad. La misiva explícitamente conminaba

a los judíos a no crear más problemas (CPJ' II, 153'98-

100: PLond. lglz).El emperador tuvo que amonestar a

los judíos de Roma ese mismo año (Dión Casio, Hist'LX'6, 6), decretando poco después la expulsión de los albo-

rotadores judíos de la ciudad de Roma (el año 49 d'C, cf '

Suetonio, Claud. 25, 4; Hch 18, 2).

Del mismo modo, una actitud de sospecha y desdén I

fue compafida por la plebe y los escritores romanos' es- /

pecialminte motivada por el exclusivismo religioso judío' /

considerado por algunos una superstición bárbara (Cice-'

rón, Flac. 67,69). Petronio y Marcialt8 ridiculizaron las

costumbres judías, en concreto la observancia del sábado

y la circuncisión. Tras la guerra judía del año 70 d'C', fue-

ion acusados entre otras cosas de misántropos, deslealtad

a Roma y prácticade costumbres abominables'

La tolerancia y la confirmacióntácita de los privile-

gios de los judíos por parte romana fueron el resultado

áe consideraciones políticas pragmáticas con el objeto de

18. Petronio, Sa tir. |l2;Mrarcial, Epigram' 4,4;7,55'

Contexto social, político y religioso 35

mantener lapax romana. Asi,la situación legal de los ju-díos en tiempos de Pablo no fue estática, sino cambiantesegún lugares, gobernantes y circunstancias, sucediéndo-se periodos de tolerancia y oposición, de reconocimientoy persecución. Pero, como acontecía con otros grupos,mientras no constituyeran una arnenazapaÍalapax impe-rial, los romanos eran tolerantes. Ante esta situación, se

comprende que las comunidades judías de la diáspora es-

tuvieran interesadas en salvaguardar ese status jwídicoy social tácito, evitando las actividades que atrajeran lasreticencias y las medidas represivas de las autoridades. A ,

lavez, el judaísmo de la diáspora deseaba desma¡carse de

movimientos sociales o religiosos que a los ojos de los ro- I

manos pudieran ser considerados subversivos.

Por su parte, y dado el reconocimiento del judaísmopor el poder romano, se comprende que los seguidores de

Jesús El judaísmo

otorgaba un sentido de pertenencia e identidad, especial-mente para quienes se habían disociado de sus prácticasreligiosas tradicionales. Motivos y razones político-socia-les también habrían aconsejado permanecer dentro del ju-daísmo, pues mientras los seguidores de Jesús vivierancomo un grupo judío, no tendrían dificultades para man-tener su libertad religiosa y gozanan de los mismos privi-legios. Esta situación se mantuvo hast¿ el año 64 d.C.

Este es el contexto en que tuvo lugar la actividad mi- ¡sionera de Pablo: un ambiente precario y vulnerable des- ide el punto de vista político y religioso, donde las aso- )ciaciones voluntarias (collegia) y las comunidades judías

I

podían experimentar el poder opresor del Estado así co- \mo los castigos de parte de las autoridadesre. Las relacio- J

19. A. Baumgarten, Graeco-Roman Voluntary Associatíons and An-cient Jswish Secls, en M. Goodman (ed.), ./ews in a Graeco-Roman World,Clarendon Press, Oxford 1998, 93-1 I 1.

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36 Pablo Y el imPerio romano

nes entre los judíos y las comunidades gentiles de segui-

dores de Jesús no dependían exclusivamente de sus vo-

luntades, sino de la arbitrariedad del poder dominante'

Por eso, la expansión del cristianismo no obedece sólo a

las relaciones entre los grupos de discípulos de Jesús, o a

su relación con otros grupos judíos, sino a un conjunto de

circunstancias y fuerzas históricas ajenas a su voluntad,

cuyo control no estaba en sus manos. Vistas así las cosas,

el apóstol no puede ser presentado como el iniciador de

conflictos y divisiones internas, ni como el enemigo por

excelencia del judaísmo; al contrario, se le ha de contem-

\ plar dentro de un contexto más amplio, en el cual se vio\ obligado a reaccionar a las coacciones de las autoridades

civiles en el mundo greco-romano.

2

SAULO DE TARSO,CIUDADANO DEL IMPERIO

Según el relato lucano de Hechos, el movimiento cris-tiano primitivo actuó generalmente como un grupo judío.Pero en el transcurso de los acontecimientos, pronto loscristianos se sintieron presionados desde dos lados. Poruna parte, las comunidades judías no cristianas incremen-taron sus iniciativas hostiles contra esta facciónjtüa,tra-tando de que no se las identificara con un movimiento que

a los ojos de los romanos podía ser considerado subver-sivo, y con ello poner en peligro sus privilegios políticosy religiosos. Por otra, los propios romanos desconfiabande los movimientos religiosos advenedizos y de las or-ganizaciones potencialmente subversivas; así, cuando loscristianos de procedencia gentil se apartaron de los cul-tos locales tradicionales, amenazando lapax deorumy conellola pax romana,las comunidades cristianas de mayo-ría gentil se sintieron vulnerables. En tales circunstancias,habría sido aconsejable identificarse con las tradicionesy comunidades judías para evitar posibles conflictos conlas autoridades locales. Al confluir en la persona de Pabloambos mundos, el paso del tiempo posibilitó que en él

-un judío de la diáspora actuando en el imperio- se pu-dieran integrar ambas culturas.