Altar de muertos

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ALTAS DE MUERTOS Cuenta la leyenda que en la década de los 50, en un pueblo muy pequeño, donde solo habitan como 5 familias distintas pero a la vez era una sola; todas convivían muy bien. Era el dia de muerto y los habitantes colocaban una mesita con una fotografía y veladoras acompañando a la fotografía de su ser amado y Gerardo; el hijo más pequeño de la familia Hernández se pregunta el porqué de la mesa con la foto de su abuelita. En una noche muy tranquila Gerardo escuchaba ruidos por toda la casa; comenzó a experimentar una gran curiosidad y se levanto de la cama tratando de no despertar a mamá, cerca de la mesa, donde habían puesto el retrato de su abuelita y las veladora, se escuchaba un susurro que decía: tengo sed, quiero agua. El se espanto, y corrió a decirle a su mama. La madre no le creyó y solo le dijo que se metiera a la cama a dormir. Lo mismo sucedió al día siguiente, pero en esta ocasión el no quiso decir nada a mama, y lo único que hizo fue ir a la cocina, tomar un vaso de vidrio con agua y dejarlo en la mesa. Al amanecer el vaso estaba vacío, la madre pregunta: -¿y ese vaso, que hace ahí?. Gerardo tuvo que explicarle lo que sucedía: -mamá, anoche escuche la voz de la noche anterior, me decía que tenia sed, y lo que hice fue servirle agua, casualmente pienso que era mi abuelita, ¿Acaso se te olvido su vaso de agua que siempre le ponías? ¡Cierto!- Exclamó la madre con tanta preocupación, juro no se me vuelve a olvidar.

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ALTAS DE MUERTOS

Cuenta la leyenda que en la década de los 50, en un pueblo muy pequeño, donde solo habitan como 5 familias distintas pero a la vez era una sola; todas convivían muy bien.

Era el dia de muerto y los habitantes colocaban una mesita con una fotografía y veladoras acompañando a la fotografía de su ser amado y Gerardo; el hijo más pequeño de la familia Hernández se pregunta el porqué de la mesa con la foto de su abuelita.

En una noche muy tranquila Gerardo escuchaba ruidos por toda la casa; comenzó a experimentar una gran curiosidad y se levanto de la cama tratando de no despertar a mamá, cerca de la mesa, donde habían puesto el retrato de su abuelita y las veladora, se escuchaba un susurro que decía: tengo sed, quiero agua. El se espanto, y corrió a decirle a su mama. La madre no le creyó y solo le dijo que se metiera a la cama a dormir.

Lo mismo sucedió al día siguiente, pero en esta ocasión el no quiso decir nada a mama, y lo único que hizo fue ir a la cocina, tomar un vaso de vidrio con agua y dejarlo en la mesa.

Al amanecer el vaso estaba vacío, la madre pregunta: -¿y ese vaso, que hace ahí?. Gerardo tuvo que explicarle lo que sucedía: -mamá, anoche escuche la voz de la noche anterior, me decía que tenia sed, y lo que hice fue servirle agua, casualmente pienso que era mi abuelita, ¿Acaso se te olvido su vaso de agua que siempre le ponías?

¡Cierto!- Exclamó la madre con tanta preocupación, juro no se me vuelve a olvidar.

Desde entonces Gerardo y su madre, le colocan todos los años en el día de muerto aparte del vaso de agua, su fotografía y el portarretrato con su fotografía, un plato de su comida favorita para que su abuelita esté siempre contenta.