Altamira en el arte Anexo IV - DIGITAL.CSIC:...

PROGRAMA DE INVESTIGACIÓN PARA LA CONSERVACIÓN PREVENTIVA Y RÉGIMEN DE ACCESO DE LA CUEVA DE ALTAMIRA (2012-2014)II

Grupo 5. Valor social. Informe 07. Altamira en el Arte. Anexo IV. 08/08/2014 Página 1

ANEXO IV. Selección de las principales referencias a Altamira en la historia del arte

Tradicionalmente la disciplina que se ha ocupado del estudio de Altamira ha sido la arqueología prehistórica desde la especialidad del arte rupestre. Pero habida cuenta de que nos encontramos con una obra maestra del primer Arte de la humanidad, hemos decidido realizar un simple ejercicio complementario al estudio del Altamira en el Arte. Se trata de revisar cómo ha sido incluida Altamira en diez libros de Historias del Arte de la humanidad. Para la selección de las obras se ha elegido tanto obras colectivas como individuales, de autores españoles y extranjeros. Se incluye también la imagen que le acompañara.

PROGRAMA DE INVESTIGACIÓN PARA LA CONSERVACIÓN PREVENTIVA Y RÉGIMEN DE ACCESO DE LA CUEVA DE ALTAMIRA (2012-2014)


o José Pijoan. Summa Artis. Historia general del arte. Vol. 1. Descubrimiento y cronología del arte de la época paleolítica. 1927.

“Las pinturas paleolíticas fueron primeramente reconocidas en España por Sautuola en 1879. Pero se negó su antigüedad, y hasta su autenticidad, por casi un cuarto de siglo. El primero en reconocer su carácter cuaternario fue el profesor español D. Juan Vilanova, en 1880. El francés Harlé reconoció la antigüedad de Altamira en 1882, y Piette se creyó convencido en 1887. Cartailhac no confesó su error en el artículo Mea culpa hasta 1895, y aún como resultado del descubrimiento de pinturas análogas a las de Altamira en la cueva de La Mouthe, en la Dordoña….

Ilustrado con esta imagen y pie de foto “Bisonte de la cueva de Altamira, Santillana del Mar” – se trata de la reedición de 2004 por esto está en color -

o E.H. Gombrich: Historia del Arte. 1950 (Edición española de 2003)

“La historia de los primeros descubrimientos de las pinturas rupestres prehistóricas a finales del siglo XIX es todavía más emocionante, porque cuando las de Altamira se dieron a conocer en 1880, únicamente una pequeña minoría de estudiosos estaban dispuestos a admitir que la historia del arte tenía que retroceder forzosamente muchos miles de años.”

Este texto aparece ilustrado con la siguiente imagen, (en color por ser la edición de 2003 la consultada), con pie de foto: “Bisonte, h. 15000-10000 aC. Pintura rupestre. Altamira. España”



o Germain Bazin. Historia del Arte, de la Prehistoria a nuestros días. 1956

“… Si hay en las estatuillas auriñacienses un sentido tan potente de las formas, si las figuras de animales pintadas en las paredes de las cuevas de Dordoña y Altamira son obras maestras de naturalismo que ninguna civilización superará, es porque al ejecutarlas, el hombre primitivo estaba animado por la convicción profunda de que creaba….”

“En la costa cantábrica se halla la obra maestra de dicho estilo: la cueva de Altamira.”

Incluye una foto con pie de foto “Bisonte saltador”, copia de Fauconnet.



o Valeriano Bozal. Historia del Arte en España. Desde los orígenes hasta la ilustración. 1972

“Entre las obras más notables de la zona cantábrica nos encontramos con las de la cueva de San Román de Candamo…y ante todo, Altamira, conocida popularmente con el nombre de la capilla Sixtina del arte cuaternario (nombre un tanto pretencioso que se debe a la retórica de Salomón Reinach). Raoul –Jean Moulin la describe de la siguiente manera: En número de un centenar, caballos, ciervos, cabras montesas y jabalíes se extienden a lo largo del techo mientras que una veintena de bisontes de tamaño natural insertan sus masas brutales en ese hormigueo de formas, colores y parecen petrificarlo.... Con un contorno firmemente inciso los cuerno, ojos, narices y pezuñas frecuentemente vaciados, la mayor parte de estas figuraciones animales llegan a una policromía jamás alcanzada en el arte rupestre paleolítico, reforzada por la presencia de tintas planas muy contrastadas. Principalmente las grandes figuras, sin conceder nada al naturalismo, logran definir un poderoso modelado por una aplicación diferenciada del rojo, el amarillo, el pardo y un trazado extremadamente ágil y matizado en el ritmo de su escritura. Además, para dar mayor realce a la modulación de las superficies, los pintores de Altamira practicaron una explotación expresiva de los accidentes de la roca, lo que provoca una integración del color en su soporte y confiere a sus obras una intensidad natural. Los animales no están incrustados y coloreados en la piedra, sino que parecen nacer de ella y vivir de su materia. Resulta evidente qué tal iniciativa creadora supone, en sus orígenes, un estudio profundo de la morfología de los lugares, un plan de distribución de los diferentes grupos de figuras y un ordenamiento general de la composición. Pero esto último implica también imperativos relacionados con el contenido de las representaciones, a juzgar por la frecuencia ciertas asociaciones, como la muy característica del bisonte y el jabalí. Finalmente, todo este conjunto animal evoluciona en un contexto de puntuaciones y de signos femeninos y masculinos interpretaron durante mucho tiempo como mazas y escalas, huellas de manos, pinturas sin terminar y animales cercados, así como figuras grabadas con cuerpo humano y cabeza de pájaro. También preside claridad en el orden de la composición, que irradia a partir de los grandes bisontes, amplifica ando y sus resonancias cromáticas. (Jean Moulin. Fuentes de la pintura (1968)”

El texto viene ilustrado con una imagen en blanco y negro de un bisonte de pie, con el título “Bisonte de Altamira. (Santander)”

o J.J. Martín González. Historia del Arte. Madrid: Editorial Gredos. 1974

El arte prehistórico. Paleolítico superior.

El arte pictórico tiene una importancia excepcional y, a pesar de ello, su conocimiento es reciente. Cuando no hace mucho d. Marcelino de Sautuola comunicó al mundo sus descubrimientos en Altamira (1879) una oleada de escepticismo surgió. Fue preciso que otros hallazgos aparecieran en Francia para que a nadie pareciera una impostura la existencia de pinturas prehistóricas…



….Las pinturas de la cueva de Altamira son verdaderas obras maestras del arte. Se emplean las primeras normas de composición artística, como la simetría…

… Francia y España poseen las principales estaciones de la pintura magdaleniense. En España las cuevas magdalenienses principales son San Román de Candamo (Asturias) y Altamira (Santander)… Altamira, la capilla Sixtina del arte cuaternario, tiene un espacioso salón, cuya bóveda está cubierta de pinturas, pese a que el techo está siempre húmedo y goteante. Las desigualdades de la roca están diestramente aprovechadas para acusar el bulto de los animales. La policromía más variada enriquece a estas figuras: negro, ocre, amarillo, rojo, violado… estando excluidos el azul y el verde. El animal típico de Altamira es el bisonte, el cual aparece en todas las posturas, pero preferentemente echado. También hay caballos, jabalíes, gamos, etc.

Acompaña el texto esta ilustración con el siguiente pie de foto: “Bisonte de Altamira. Santander. El empleo de la policromía y el aprovechamiento de las protuberancias naturales prestan a las pinturas altamirenses un sorprendente verismo, máximamente valorable por el hecho de que el hombre procedía utilizando su memoria.

o VVAA. Historia mundial del Arte. 1982. Edición española: Madrid: Editorial Akal (2004)

Cuando se descubrieron los primeros ejemplos de pinturas prehistóricas en 1879 – en Altamira en el norte de España – la mayoría de los arqueólogos las rechazaron considerándolas falsificaciones realizadas por algún artista amigo del propietario de las cuevas. Pocos podían creer que unas descripciones de animales tan vívidas fueran prehistóricas, y hasta principios del siglo XX no se reconoció de forma generalizada que eran paleolíticas.



El texto viene ilustrado con la siguiente imagen con el pie de foto: “Bisonte c. 14000-10000 aC. Pigmento sobre roca caliza. 1’95 m de longitud, Altamira, España”

o VVAA. Historia Universal del Arte. Editorial Everest. 1988

Aldo Vigliardi: El arte prehistórico. En el texto no alude a Altamira ni a otras cuevas con arte, pero aparece una foto de un bisonte con el siguiente pie de foto: “Uno de los bisontes polícromos pintados en el techo de la cueva de Altamira (Santander). Antes de pintarla, la figura ha sido sutilmente incisa. Pertenece a la fase culminante “magdaleniense evolucionado” del arte franco cantábrico”



o H W Janson. Historia general del Arte. 1986. Edición española: Madrid: Editorial Alianza (1990)

Altamira y Lascaux: Las obras más impresionantes del arte paleolítico son las reproducciones de animales, grabadas, pintadas o talladas en las rocas de las cavernas, tales como el maravilloso bisonte herido de la cueva de Altamira, en el norte de España. El animal moribundo se ha desplomado, yace sobre el suelo; sus patas ya no pueden sostener el peso del cuerpo y con todo, desvalido, tiene la cabeza gacha para defenderse. ¡Qué imagen más viva y natural! Nos sorprende también la aguda observación, los trazos seguros y vigorosos, el sombreado finamente equilibrado que da bulto y relieve a las formas; pero tal vez nos asombre aún más la expresión de fuerza y dignidad del animal en su agonía.

(…) Así pues, en Altamira y Lascaux, el objetivo principal no era ya matar, sino producir animales –para aumentar así el suministro- acaso mediante rituales periódicos que se repetían año tras año.

Acompañado de la siguiente imagen con pie de foto “Bisonte herido (pintura rupestre), hacia 15000-10000 a de JC. Cuevas de Altamira, España”

o VVAA. Historia Universal del Arte. Editorial Planeta: Sureda, Joan: Las primeras civilizaciones. 1994

“… Sin embargo, pocos meses después de este descubrimiento, se produjo otro de capital importancia: el de los “toros pintados” en el techo de Altamira, en Santillana del Mar (Santander). Sólo Marcelino Sanz de Sautuola, que, con su hija María, fue el autor del hallazgo, y el erudito Juan Vilanova y Piera defendieron contra viento y marea la antigüedad de las pinturas. Ninguno de los asistentes al Congreso Internacional de Arqueología y Antropología prehistóricas, celebrado en Lisboa en 1880, creyó en la autenticidad de las pinturas. Los posteriores descubrimientos del arte parietal de La Mouthe, Font-de-Gaume y Les Combarelles, en Dordogne (Francia), dieron la razón a Sanz de Sautuola, hasta el punto de que, en 1902, uno de los más acérrimos adversarios de Altamira, E. Cartailhac, escribió un Mea culpa de un escéptico y visitó, junto al abate H. Breuil, el que sería considerado



santuario más importante de la pintura prehistórica hasta que, en 1940, fuese descubierta la cueva de Lascaux (Dordogne)…” (pgs. 16-17)

Aparece adjunto un dibujo de la gran sala de los policromos, donde destacan dos bisontes por estar en color. Pie de foto: “Esquema del techo de la gran sala de Altamira. (Adaptado de H. Breuil)”.

“…Cuando la obra estaba casi terminada, se acentuaban los contornos, grabando en ellos algunos detalles particulares, como los ojos, los cuernos, el morro y las pezuñas. A veces, como en Altamira, las pinturas eran también lavadas y raspadas en algunos puntos para suavizar los contornos y lograr efectos de color más armoniosos y suaves…” (pag. 40)

“…Los uros son quizá animales más esbeltos, con grandes cuernos curvados hacia fuera y hacia la parte delantera. En algunos conjuntos, como en Lascaux, predomina el uro sobre el bisonte, al que cuadruplica en número, mientras que en otras cuevas (Font-de-Gaume, Altamira, Les Combarelles) el dominio del bisonte es absoluto…” (pag. 42)

“…Cabe distinguir estos antropomorfos de las representaciones masculinas con el sexo marcadamente señalado y, por lo común, en erección (Lascaux, Le Portel, Les Combarelles, Altamira)…” (pag. 44)

“…Se supone que este tipo de asociaciones también pudieron inducir al hombre a intentar aprovechar ciertos accidentes naturales como parte integrante de sus figuraciones. Son conocidos los bisontes de Altamira, pintados en salientes naturales…” (pag. 46)

“…La superposición absoluta es, por lo común, consecuencia de la voluntad de reforzar plásticamente el contorno de una determinada representación; así, en Altamira y en



Lascaux, algunos de los perfiles de los animales (bisontes y caballos), tras haber sido grabados en la roca, fueron acentuados para remarcar la valoración expresiva de la línea….” (pag. 50)

Aparece la imagen de la gran cierva de la sala de los policromos con el siguiente pie de foto: “Gran cierva. Pintura polícroma (2,20 m). Techo de la sala grande. Altamira (Cantabria), España.” (pag. 60)

Aparece una imagen de uno de los bisontes de la sala de los policromos con el siguiente pie de foto: “Gran bisonte del rabo tieso. Pintura polícroma (2,05 cm). Techo de la sala grande. Altamira (Cantabria), España.” (pag. 64)

“…Breuil consideraba un extenso período que abarca desde el 40.000 al 10.000, estructurado en dos ciclos: a) el auriñaco-perigordiense, que se inicia con las primeras manifestaciones casi involuntarias o de “capricho estético” de las primeras huellas de las manos sobre arcilla y que, tras una evolución desde lo más simple hasta lo más complejo, culminaría en el gran arte parietal (cueva de Lascaux); b) el solutreo-magdaleniense, que se iniciaría con dibujos negros lineales y con esculturas en bajorrelieve, que ganarían progresivamente en complejidad hasta alcanzar un alto grado de realismo (Altamira)…” (pag. 66)

“…De la treintena de cuevas de Cantabria, la primera en ser descubierta fue la de Altamira, en Santillana del Mar, una de las más apreciadas muestras del arte paleolítico. Dividida entre dos zonas, muestra cerca de 300 representaciones entre grabados y pinturas. En el primero de los espacios, no lejos de la entrada, se dispone el “gran techo” de las figuras policromas, que se extienden en una zona de unos 18 por 9 m. Entre éstas destacan un gran bisonte separado por signos claviformes de una cierva, resuelta con un trazo en extremo armónico, así como, en la parte opuesta, la gran cabeza de caballo; todas estas figuras parecen ordenar la disposición de las demás representaciones (un jabalí, un caballo,



un antropomorfo y 15 bisontes en diferentes actitudes, algunos de los cuales, siguiendo el relieve del techo, parecen revolcarse en el suelo). La segunda estancia, de acceso más difícil, está decorada con grabados y figuras negras: bisontes, bóvidos, caballos, cabras, jabalíes, aparte de un mamut, un alce, un felino, un lobo y algunas figuras indeterminadas. Estas serían seguramente las representaciones más antiguas del auriñaco-perigordiense, según Breuil, y del magdaleniense inferior, según Leroi-Gourhan, pudiéndose centrar las policromas, al igual que los grabados, en el magdaleniense medio…” (pag. 74)

Aparecen dos ilustraciones: el grabado de una cabeza de uro con el pie de foto: “Toro almizclado. Dibujo a partir de los contornos impresos en arcilla (Adaptado de S. Giedion) Techo bajo de la gran sala. Altamira (Cantabria), España” y un bisonte tumbado con el siguiente pie de foto: “Bisonte recostado. Pintura polícroma sobre saliente de la roca. Techo de la gran sala. Altamira (Cantabria)

o J. F. Rafols. Historia del Arte. Editorial Optima. 2000

En 1879 Marcelino de Sautuola hizo un gran descubrimiento, el de las pinturas de la cueva de Altamira, cuya autenticidad paleolítica defendió el profesor D. Juan Vilanova i Piera en el Congreso de Antropología y Arqueología Prehistórica celebrado en Lisboa el siguiente año.

La provincia de pinturas rupestres que llamamos franco cantábrica se caracteriza por sus grabados y pinturas de lugares generalmente muy recónditos de las cavernas, que representan casi siempre animales. Comprenden las estaciones francesas de Les Comballeres, Font de Gaume y La Mouthe, en la Francia Central, Niaux, Tuc d’Audoubert y



Trois Frères en la Francia del Mediodía; asimismo las de Altamira de Santillana y de San Román de Candamo en España...

La cueva de Altamira descubierta por Marcelino Sanz de Sautuola en 1879, y llamada por Dechelette “la capilla Sixtina del arte cuaternario”, tiene sus grandes figuras de animales pintadas de ocre rojo y amarillo y delimitadas en negro. Para el visitante son difíciles de ver, no consiguiéndolo hasta un rato después de haber entrado en la caverna, pues de pronto se distinguen tan sólo –al enfocar la lámpara – las rugosidades de la bóveda. Luego se comienza a percibir una policromía en la piedra, una baraúnda de colores que se van destacando más y más, hasta tomar formas conocidas, formas precisas que son muestras del gran arte del hombre primitivo antes de conocer el pulimento de la piedra. La primera forma que se va concretando es la figura de un bisonte que embiste, con las piernas recogidas dispuestas al ataque, con la cola levantada, dos vibrantes rayas para expresar sus cuernos, los músculos que siguen el relieve de la roca, y con la vista concentrada. Todo él se una gran masa roja, y lo mismo que ese otro bisonte parado y aquel que corre volviendo la cabeza hacia atrás, o el jabalí a la carrera y la cierva vigilante, son un misterioso portento de expresión animalista. Como ya hemos indicado, son pinturas fragmentariamente en relieve, pues el instinto estético innato de su autor (o autores) aprovechó la forma y sinuosidades de la piedra para sacar de ello un sentido escultórico. El artista, en plena facultad de visión creadora, debió vagar imaginativamente por la bóveda aún virgen, hasta ver bien precisada en la piedra cada una de las formas de los animales que aspiraba a representar. Así aparece la figura del bisonte con la cabeza vuelta: la cabeza es en relieve, como los músculos y la joroba dorsal. Todas las imágenes fueron previamente rayadas, al dibujarlas, constituyendo una verdadera incisión en la piedra, hecha sin duda con duros útiles de sílice, el buril del que pudo disponerse. Aún, entre figura y figura, se ven pequeños apuntes, que semejan hechos al carbón, de bisontes, toros y cabras, de una precisión extraordinaria. A pesar de las opiniones escépticas dadas por un tiempo por el arqueólogo Cartailhac respecto de la cueva de Altamira, hoy no se pone en duda la autenticidad de sus pinturas rupestres, máxime después de la retractación en 1895 del propio Cartailhac y de haberse conocido un cierto número de cuevas cuyas entradas también estaban completamente obstruidas, así como otras estuvieron abiertas, si bien aparecieron sus ornamentaciones rupestres bajo un nivel de escombros intactos y cuyas capas superiores son más recientes que las que ocultaban los documentos paleolíticos.

Está ilustrado con una imagen de cuatro de los dibujos de Breuil con el pie de foto: “Dibujos de algunos animales de Altamira”

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