Alonso, L. La Sociohermenéutica Como Programa de Investigación en Sociológía

download Alonso, L. La Sociohermenéutica Como Programa de Investigación en Sociológía

of 15

Transcript of Alonso, L. La Sociohermenéutica Como Programa de Investigación en Sociológía

  • 8/18/2019 Alonso, L. La Sociohermenéutica Como Programa de Investigación en Sociológía

    1/15

    ARBOR Ciencia, Pensamiento y Cultura

    Vol. 189-761, mayo-junio 2013, a035 | ISSN-L: 0210-1963

    doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

    LA SOCIOHERMENÉUTICACOMO PROGRAMA DE

    INVESTIGACIÓN ENSOCIOLOGÍA

    SOCIO-HERMENEUTICS AS

     A RESEARCH PROGRAM IN

    SOCIOLOGY 

    Luis Enrique AlonsoUniversidad Autónoma de Madrid

    [email protected]

    RESUMEN: En este arculo hemos tratado de argumentar quela sociohermenéuca es una tradición propia del conocimientosociológico desde el primer momento de formación de la so-ciología interpretava clásica. Tradición totalmente diferentede la actual deconstrucción postmoderna y de su idea sobre elpoder total del texto. Se revisan crícamente, a connuación,las aportaciones de Bourdieu al conocimiento de las práccaslingüíscas como práccas sociales de poder. Finalmente se de-ne la lógica del análisis sociológico de los discursos —comoanálisis comprehensivo e interpretavo— como un po detrabajo especíco que se separa tanto del análisis cuantavode contenido como del análisis estructural del texto de origenlingüísco.

    PALABRAS CLAVE:  Hermenéuca; sociología; análisis del dis-curso; texto; acción social; práccas; lenguaje.

    ABSTRACT: In this arcle we have tried to argue that socio-her-meneucs has been a tradion in itself in sociological knowled-ge since the incepon of classical interpretave sociology. Itstradion is totally dierent from current postmodernist decons-trucon and its ideas about the total power of text. Bourdieu’stheories about linguisc pracces such as social power prac-ces are subsequently crically reviewed. Finally, the logic of thesociological discourse analysis (comprehensive and interpre-tave) is dened as a specic type of work which is separatefrom both quantave analysis of content and structural textanalysis of linguisc origins.

    KEYWORDS: Hermeneucs; sociology; discourse analysis; text;social acon; pracces; language.

    Cómo citar este arculo/ Citaon: Alonso, L. E. (2013). “Lasociohermenéuca como programa de invesgación en socio-logía”.  Arbor , 189 (761): a035. doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

    Copyright: © 2013 CSIC. Este es un arculo de acceso abiertodistribuido bajo los términos de la licencia Creave CommonsAribuon-Non Commercial (by-nc) Spain 3.0.

    Recibido: 15 abril 2011. Aceptado: 25 octubre 2012.

    LA COMPRENSIÓN DE LO SOCIAL / UNDERSTANDING THE SOCIAL

    http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

  • 8/18/2019 Alonso, L. La Sociohermenéutica Como Programa de Investigación en Sociológía

    2/15

    ARBOR Vol. 189-761, mayo-junio 2013, a035. ISSN-L: 0210-1963 doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

    L  a s  o c  i   o h  e r  m e n é  u t  c  a c  o m o p r  o g r  a m a d  e i   n v  e s  t 

     g a c  i   ó  n e n s  o c  i   o l   o g í    a

    2

    a035

    El enfoque socioherméuco que vamos a tratar dedesarrollar en estas páginas, asociado al análisis delos discursos en sociología, lo concebimos no tantodentro del giro lingüísco del conocimiento contem-poráneo, ni siquiera en el más genérico del giro in-terpretavo de las ciencias sociales contemporáneas(Rabinow y Sullivan, 1987: 15), sino como una tradi-ción inscrita en la evolución de la sociología moder-na desde su propia formación frente a la insistencia

    actual de que la hermenéuca se integraría en la in-vesgación social en un momento postmoderno, desuperación del posivismo y de vuelco del estudio delo social en la deconstrucción de sus relatos y en eldibujo de sus cada vez más débiles idendades (Alves-son, 2002); en estas páginas se deende un encuen-tro temprano entre la sociología y la hermenéucacomo un auténco programa de invesgación en elsendo de Lakatos (1989), esto es, como un conjun-to de reglas metodológicas, heurísco posivas unasy heurísco negavas otras, que nos denen cuálesson los senderos a seguir y cuáles los errores a evitar

    para la elaboración de nuestras práccas y protocolosde invesgación. En este programa de invesgaciónnos encontramos con un conjunto de teorías interco-nectadas, ninguna de las cuales se puede considerarcomo totalmente autónoma sin hacer referencia alprograma de invesgación como un todo, lo que ayu-da a construir la visión de la realidad que circunscribeel objeto de invesgación y las reglas para operar conél. De esta forma, en este programa de invesgaciónsociohermenéuco se pueden encontrar a lo largo desu evolución elementos principales que se han idofortaleciendo y enriqueciendo desde su primera for-

    mación en el encuentro entre la sociología y la loso-a comprehensiva, así como un denso y creciente cin-turón protector de hipótesis interpretavas extraídasde tradiciones intelectuales próximas, pero diferentesy de un conjunto de saberes práccos acuñados en elcampo de la invesgación empírica.

    1. LA TRADICIÓN SOCIOHERMENÉUTICA

    El gran Georg Simmel, como es sabido, no encontra-ba para la sociología ningún nuevo objeto sustanvo,sino que la concebía como un “nuevo modo de ob-servación”, como un “punto de vista” o una mirada;una parcular disposición de perspecvas gracias a lacual podemos vislumbrar lo signicavo entre las, casiinnumerables, formas y contenidos que conguran eldenso mundo de lo social. La sociología apelaba, así,a las formas de conocimiento por las cuales el suje-to realiza la síntesis de los elementos que toma por“la sociedad”; pero, es más, si bien la síntesis descan-sa en el sujeto contemplador. Este es, a su vez, unasíntesis de elementos de la propia sociedad; no esextraño, pues, que el propio Simmel le conceda unpapel fundamental al proceso de socialización, comoproceso según el cual los individuos establecen unaunidad dentro de la que se realizan sus intereses, yque atribuya a la sociología el papel de la invesga-ción de esas acciones recíprocas. Frente a la tentaciónindividualista o psicologista, Simmel acaba otorgandoa la realidad social un carácter interacvo, interpreta-vo y recíproco que se realiza en el  proceso concretode socialización; y a la sociología, el papel de estudiar,en cada contexto temporal y geográco, el juego de

    “Los actores son actores: reexionan, actúan, nunca son totalmente adecuados para sus funciones y sus intereses, y la

    teoría debe poder explicar su acvidad, su reexividad, su críca cuando enen que resolver problemas”

    Francos Dubet (2011)

    “Podemos referirnos a los sendos y los signicados como si estuvieran en cierto modo integrados en las cosas, o como si

    fueran la naturaleza que cada una de ellas ene. Pero en la mayoría de los casos, los sendos inherentes son simplemente

    los pedazos de nuestro lenguaje que llegan a lo que hay, a lo que está ahí”

    Terry Eagleton (2007)

     

    “La sociología no es una ciencia del espíritu […] El hecho de que los fenómenos sociales estén mediados por el espíritu,

    por la conciencia de los hombres, no debe hacernos caer en el error de deducirlo sin más de un principio espiritual”

    Theodor W. Adorno (2001)

    http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

  • 8/18/2019 Alonso, L. La Sociohermenéutica Como Programa de Investigación en Sociológía

    3/15

    ARBOR Vol. 189-761, mayo-junio 2013, a035. ISSN-L: 0210-1963 doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

    L  u i   s E  n r  i   q u e A  l   o n s  o

    3

    a035

    posiciones y de relaciones sociales que se expresan yse despliegan a diferentes niveles, desde la concienciaindividual hasta las estructuras instucionales.

    Estos planteamientos se encuentran en el primercapítulo de la monumental monograa que Simmeldedicó a la sociología (Simmel, 1977: 14 y ss.). En elconocido ensayo: “El ámbito de la sociología”, com-plemento inseparable de su imprescindible “El indivi-duo y la libertad ”, Simmel se reere al punto de vistade la producción social   que estudia las “guras quese producen en el marco de la interacción entre loshombres, o en ocasiones también ellas son  tales in-teracciones, guras que, así pues, no cabe considerardel individuo considerado por sí” (Simmel, 1986: 237).La sociología es, así, un método genéco que se haceconsciente de los pos de producción social y estudia

    “la producción de fenómenos por medio de la vidasocial, y ciertamente en un doble sendo, por la co-existencia de individuos interactuantes que produceen cada uno lo que no es explicable a parr  de él solo,y por la sucesión de las generaciones, cuyas herenciasy tradiciones se amalgaman indisolublemente con laadquisición propia y hacen al hombre social” (ibídem).El propio Max Weber, contra todo naturalismo, habla-ba de comprehender  cómo captar la evidencia del sen-do de cada acvidad y relación —empleando, comobien ha recogido Julien Freund (1986: 85), el términode gura signicava—, e introducía, sobre la base de

    una subjevidad original, una racionalidad en lo realpara poder interpretarlo y comprenderlo; el sendoconsiderado subjevamente por los agentes ene,así, resultados objevos en el curso de toda acvidadconcreta. De este programa weberiano se pueden en-tresacar consecuencias permanentemente actualespara la sociología, tal como hace, por ejemplo, MiguelBeltrán: “El propósito de la sociología no es inventarel mundo social (lo es precisamente en el sendo la-no del término), sino descubrirlo: conseguir que lasrealidades sociales sean también categorías socioló-gicas, ya que descubrir algo es sobre todo conceptua-lizarlo. […] Construir conceptualmente la realidad estanto como elaborar un mapa de la misma, mapa queno es la realidad ni su reejo, pero que la representa,interpreta y hace inteligible. Y tal construcción existesiempre: o la hace la ciencia o la hace la ignorancia”(Beltrán, 1991: 60). Lo anterior nos liga, así, al enfo-que del objeto de conocimiento; un objeto que de-bido, precisamente, al enfoque que propugnamos, seconvierte y toma el papel de sujeto dentro de la inves-gación. La visión comprehensiva en sociología en-de, así, en primer lugar, a dar cuenta del horizonte delas formas simbólicas en donde se desenvuelven las

    acciones sociales; formas simbólicas que toman, con-vencionalmente, apariencia codicada —lenguajes—,pero de cuyo estudio, imprescindible, nos interesano su gramáca o estructura interna, sino su carác-

    ter comunicavo de mediador y formador de las ex-periencias y de las necesidades sociales (Lledó, 1996:221); y, en segundo lugar, a examinar las produccionessignicavas de los propios sujetos —discursos, imá-genes, relatos, representaciones, etc.—, generadas yconstruidas por los actores, o en el diálogo directo conellos, en sus propios contextos situacionales, socialese históricos; tratando, así, de evitar toda sobrecodi-cación o simplicación previa de los sendos de laacción de los sujetos, pica del supuesto “observadorobjevo externo”.

    Sobre esto, Norbert Elias se pronunció, con la bri-

    llantez y riqueza de maces que le caracteriza, cuan-do se rerió al “carácter doble del mundo de nuestraexperiencia como un mundo independiente de noso-tros, pero que nos incluye y como un mundo del quehace de intermediario para nuestro entendimientouna red de representaciones simbólicas hechas por elhombre, predeterminadas por su constución natu-ral, que solo se materializa con ayudas de procesos deaprendizaje social” (Elias, 1994: 195). Elias traza, deesta manera, un vínculo indisoluble que une lo social,lo simbólico, lo individual y hasta lo biológico, tratan-do de superar, así, cualquier intento de segregación

    radical de ámbitos; lo que sí parece posible es estudiarla contribución de cada ámbito, en su autonomía re-lava, a la producción y a la reproducción de ese todoque consideramos realidad y que, a su vez, ene tantouna dimensión fácca, como una naturaleza simbóli-ca construida. Los símbolos son, por tanto, esquemasde clasicación que las sociedades ulizan para cons-truir un universo inteligible; de ahí que los símbolosvayan más allá de conceptos representacionales quese mueven bien en un horizonte exclusivamente lin-güísco —el signo— o informáco —la señal—, puesrompe el código cerrado de la lengua o de la conven-ción prejada para entrar en el mundo humano delsendo. Lo simbólico es una “apertura de mundo” y,por tanto, otorga igual que recibe el signicado de lasacciones sociales.

    Por esto, coincidiendo con Paul Ricoeur, considera-mos que la semánca del discurso envuelve y deter-mina a la semióca del signo; tomando el hecho mis-mo de comprender el carácter de una narración quesitúa al sujeto en un empo, y relacionándolo con elpasado y con el futuro (Ricoeur, 1991). Lo que nos in-teresa es, pues, la praxis intersubjeva de los actores

    http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

  • 8/18/2019 Alonso, L. La Sociohermenéutica Como Programa de Investigación en Sociológía

    4/15

    ARBOR Vol. 189-761, mayo-junio 2013, a035. ISSN-L: 0210-1963 doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

    L  a s  o c  i   o h  e r  m e n é  u t  c  a c  o m o p r  o g r  a m a d  e i   n v  e s  t 

     g a c  i   ó  n e n s  o c  i   o l   o g í    a

    4

    a035

    y no el sistema de la lengua como sistema abstracto;el habla concreta cobra sendo solo cuando se reerea un contexto y a un juego de acontecimientos que re-gulan la polisemia de los símbolos y los arculan con

    acciones situadas. El discurso es, por lo tanto, algomás que una actualización o concreción de un sistemade signos, es una representación dinámica de la reali-dad realizada por su sujeto social.

    Todo la anterior nos lleva, pues, a una visión socio-hermenéuca de la sociología donde la interpretaciónno se plantea como un sistema hipotéco deducvoque permite la vericación o falsación de un conjun-to de categorías predeterminadas y codicables, (ex-cluyendo como “ruido” todo lo que no se adapta almodelo de validación), sino como un proceso de cap-tación de productos discursivos reales para tratar de

    determinar, en ellos, el sendo efecvo de la acciónde los sujetos como sujetos sociales. La percepción,tanto de los actores como del invesgador, son, así,elementos fundamentales de la interpretación, y el“ruido”, lejos de ser excluido, es una parte de lo realque puede ser fundamental —como síntoma— parael análisis, al ser algo que entra en el campo connuode lo analógico y que, sin embargo, queda literalmen-te fuera de las oposiciones binarias (verdadero/falso)de lo digital. Frente a la orientación fuertemente sub- jevista que ha tenido la hermenéuca tradicional, lasociohermenéuca que aquí defendemos no busca

    tanto intuir o reconstruir el sendo auténco y úl-mo que otorga un sujeto sublimado a sus enunciadossimbólicos, sino los efectos reales que los discursosproducen. Jean Phillipe Bouilloud (1997: 247), denela sociología como una hermenéuca de lo real , “entanto que real social  y este real social procede en símismo de la interpretación del mundo por los indivi-duos” por ello, considera que la categoría básica deinterpretación no es el sendo, sino el efecto del sen-do; pues no es únicamente la voluntad de sendolo que formalmente opera y lo que ene relevanciaen la comprensión, sino su percepción, recepción yretroacción en las interacciones de los públicos con-cretos. Berger y Kellner (1985: 59), por otra vía, llegana una conclusión muy similar cuando aseguran: “nopuedo interpretar el signicado de otro sin cambiar,siquiera sea de modo mínimo, mi propio sistema designicado”. Lo que en el eslo de hermenéuca pre-conizado por Charles Taylor viene a eliminar cualquierinación de subjevismo individualista, manejando laidea de que todo sendo es interpretable poniendoen relación los signicados comunes que involucra enla colecvidad (vid. Taylor, 1985: 47).

    Apartándose, así, de cualquier dimensión ontoló-gico-existencial, el encuentro entre hermenéuca yciencias sociales se realiza sobre la idea de que el he-cho de comprender no es nunca el comportamiento

    de un sujeto con un objeto dado, sino el acontecerde una acción histórica. El horizonte signicavo, enel que hay que situar algo que se trata de interpretaren cuanto realidad cultural, no se puede nunca comu-nicar totalmente, ni agotar en todas sus dimensionesexplicables; asimismo, lo interpretado está marcadopor su acción en la historia; acción histórica que, a suvez, determina la conciencia del intérprete. En socio-logía, por tanto, el círculo hermenéuco toma la formade un movimiento que comienza por un conocimientoinicial holísco de los sistemas de acción social, quees usado por el invesgador, como base para inter-

    pretar las situaciones parculares, para luego volvera revisar los planteamientos generales en un procesode permanente ajuste y diálogo entre las condicionesconcretas de producción del sendo, y del sendo ge-neral que atribuye el intérprete (Herman, 1983: 58).Solo podemos interpretar un discurso si ancipamossu sendo en lo social, y esta ancipación será suce-sivamente corregida cuando vayamos interpretandoy analizando sus condiciones concretas de produc-ción. La conversación entre los productos textualesy el intérprete es un intercambio de consciencias dis-cursivas y de práccas que converge en el trabajo delas ciencias sociales. Como indica Anthony Giddens(1984: 284; 1991: 201-221)), los teóricos sociales de-ben realizar interpretaciones con sendo de accionesque enen sendo, pero estas, a su vez, modican,en diferentes planos, la comprensión que los actoressociales enen de su realidad social.

    La interpretación hermenéuca ende a la cap-tación de los sendos latentes y maniestos de losprocesos de interacción social, más allá de sus decla-raciones convencionales. En principio, tales sendosson la concreción de un proyecto de denición de lasestrategias de los actores involucrados en el hecho ainvesgar, realizado por el propio sujeto invesgador,mediador por su cultura, información, situación y per-cepción del campo social; proyecto de denición queserá progresivamente objevada por su contextuali-zación en el conjunto de fuerzas sociales que enmar-can a los sujetos de la invesgación, al invesgador ya la invesgación. Las estrategias de los actores, ensuma, son inseparables de lo simbólico —un univer-so preconsciente de signicados compardos—; pueslas acciones sociales en una parte sustancial estánconstuidas comunicavamente y solo comunicava-mente pueden analizarse en su complejidad. Frente

    http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

  • 8/18/2019 Alonso, L. La Sociohermenéutica Como Programa de Investigación en Sociológía

    5/15

    ARBOR Vol. 189-761, mayo-junio 2013, a035. ISSN-L: 0210-1963 doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

    L  u i   s E  n r  i   q u e A  l   o n s  o

    5

    a035

    a cualquier naturalismo que presupone que las cate-gorías de estudio se derivan del propio objeto de co-nocimiento, el carácter comunicavo de la interacciónsocial obliga a la construcción concreta y estratégica

    de categorías que, desde la subjevidad del inves-gador, sean capaces de captar la subjevidad de losproductos comunicavos de los actores, subjevidadque se constuye, nalmente, en intersubjevidadpor el hecho mismo de que todo discurso se produceen sociedad y vuelve a ella (Le Moigne, 1995).

    2. SOCIOHERMENÉUTICA, MOTIVOS DE LA ACCIÓN YRAZONES PRÁCTICAS

    El programa sociohermenéuco aspira a una recons-trucción de los movos que operan en la conducta sig-nicavas de los agentes sociales. Pero eliminando, de

    entrada, cualquier connotación hipersubjevista delconcepto de movación, así como cualquier tentación—tan al uso y abuso— de reducirlo solamente a lassobredeterminaciones inconscientes o biogenécasde un individuo aislado, lo que acaba haciendo siem-pre, por un camino u otro, caer a este concepto en lasignotas esferas de la personalidad oculta o de la es-tructura biológica. Por el contrario planteamos, comoes evidente, el concepto de movación como un con- junto arculado de movos concretos de acción y, en-tonces, como ha indicado pernentemente el lósofoespañol Manuel Cruz, se produce un acercamiento

    importante entre la semánca situacional de la acción—pica de posiciones analícas o postanalícas— y latradición hermenéuca de la Verstehen: “El nexo quese está proponiendo, en efecto, no es explicavo. Losmovos alegados constuyen una forma de interpre-tar la acción” (Cruz, 1995: 61).

    Nexo de unión que hace ya más de cincuenta años,dejó apuntado C. Whrigt Mills en uno de sus tempra-nos y esclarecedores arculos sobre lenguaje, conoci-miento y sociedad. Arculos un tanto olvidados, pero,hoy, afortunadamente rescatados por su ancipacióna temas que la semánca de la acción está desarro-

    llando en estos mismos momentos. De este modo,Ch. W. Mills (1981) proponía considerar los movos,antes que como elementos jados individualmentecomo términos socialmente preestablecidos con losque los actores sociales proceden a la interpretaciónde sus conductas. Abordando con ello la imputacióny la declaración de movos como fenómenos socia-les a explicar, y no como el origen interno de ningunaacción externa. Se disnguirían, así, dos vías alterna-vas de acometer el tema de la movación; una, lamás convencional, que consiste en explicar las con-

    ductas en referencia a las movaciones —considera-das como resortes subjevos de la acción—, la otra, lamás sociológica, que consiste en analizar los procesoslingüíscos observables de atribución y reconstruc-

    ción de movos en cuanto que fenómenos socialesque deben interpretarse poniendo de maniesto larelación de los vocabularios de movos con los siste-mas de acción social.

    Aparece, por tanto, una concepción social de losmovos. Concepción que parte de la idea misma deque la explicación ordinaria de los movos en el mar-co de las acciones situadas de los sujetos; y ello noes propiamente realizar una descripción de la expe-riencia personal de la acción, ni interpretar la accióny el discurso como manifestaciones externas de ele-mentos subjevos, sino buscar la forma en que los

    movos socialmente construidos y las acciones enensu origen en la situación en que los individuos par-culares se encuentran. El elemento fundamental deeste po de análisis es encontrar cómo se relacionansituaciones tópicas con repertorios de movos apro-piados a las conductas que en tal situación se pro-ducen. Los vocabularios de movos, entonces, sonrepertorios lingüíscos diferentes, usados en situa-ciones diferentes, que varían históricamente y se en-cuadran en marcos sociales, siendo sus efectos naleshacer juscables las acciones ante los demás y anteel individuo mismo. La movación deja así de tener un

    horizonte interno e individual, para converrse en unespacio relacional que conecta con el lenguaje —ma-terializado en repertorios y usos sociales concretos—,la subjevidad personal, la objevidad social y la in-tersubjevidad situacional.

    De todas formas, interpretación, movación y socio-logía cualitava han sido, lógicamente, una constanteen la tradición sociológica, fundamentalmente en sudesarrollo comprehensivo; es el propio Max Weber elque contundentemente aseguraba, ya a principios delsiglo veinte: “En el análisis del comportamiento huma-no, nuestra exigencia de explicación puede sasfacerse

    de modos cualitavamente diversos, es decir, de mo-dos que dan una entonación cualitavamente disntaal concepto de irracionalidad. Para los nes de su inter-pretación podemos proponernos, al menos en princi-pio, no solo ‘concebirlo’ como ‘posible’, en el sendode hacerlo coherente con nuestro saber nomológico,sino también comprenderlo, es decir, reconstruir un‘movo’ o un complejo de movos concretos ‘reprodu-cibles en la experiencia interior’ y a parr de ello impu-tarlo con grados de precisión diversos según el materialque dispongamos”(Weber, 1992: 80).

    http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

  • 8/18/2019 Alonso, L. La Sociohermenéutica Como Programa de Investigación en Sociológía

    6/15

    ARBOR Vol. 189-761, mayo-junio 2013, a035. ISSN-L: 0210-1963 doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

    L  a s  o c  i   o h  e r  m e n é  u t  c  a c  o m o p r  o g r  a m a d  e i   n v  e s  t 

     g a c  i   ó  n e n s  o c  i   o l   o g í    a

    6

    a035

    Se trata, pues, de reconstruir en la invesgación so-cial cualitava la intención de los sujetos implicadosen la invesgación; no se pretende, de esta manera,tomar las conductas como respuestas individualiza-

    das de carácter acumulavo y externo, sino de com-prenderlas en su sendo dinámico, como movimientodesde fuera hacia dentro, como interiorización o sub- jevización de esquemas que, al estar determinadospor las relaciones sociales, están fuera de los indivi-duos o, cuando menos, no pertenecen solo al ámbitode lo individual. Como dice Pierre Bourdieu, desmar-cándose tanto del objevismo mecanicista como delsubjevismo espontaneísta, las movaciones operan“como la interiorización de la exterioridad, permitena las fuerzas exteriores ejercerse, pero según la lógicade los organismos en los que están incorporadas; es

    decir de manera duradera, sistemáca y no mecánica:sistema adquirido de principios generadores” (Bour-dieu, 1991: 95-96).

    De esta manera, la sociología interpretava/cualita-va busca y acepta las deniciones y signicados delmundo social como dados —y reconstruye la realidada través de la revelación de lo asumido como válidopor los individuos y grupos del lugar—, pero solo aparr de su contextualización en otra dimensión. Ladimensión que se preocupa de la idencación de lossignicados, no a parr de la descripción fácca o dela aceptación del sendo común codiano, sino en la

    construcción del sendo de aquello que se observadesde el sistema de relaciones, esto es, entre accio-nes, palabras e imágenes como fuentes de signica-dos. La movación, así, no es un elemento psicológicoo interno, sino el sendo de la acción situada en elcampo relacional de los comportamientos humanos ypor ello converda en guía de la interpretación.

    La interpretación de la movación reclama, pues, laidea de un campo que ya desde sus versiones teóri-cas más anguas —empezando por la de Kurt Lewin(1971), sintezada allá por los años treinta, arran-cando de la tradición gestalt —, supone el paso de

    un pensamiento en términos de sustancias a un pen-samiento en términos de relaciones, lo que implicaintegrar el hecho de la movación en el conjunto delas situaciones ambientales vividas por el individuo,así como su encaje en la dinámica de los grupos enlos que interactúa (Feertchak, 1996: 104-115). La mo-vación, entonces, es más un resultado que un ori-gen, y queda determinada por las relaciones con laestructura de fuerzas de la que forma parte, estandovinculados los cambios que experimenta a las modi-caciones que sufren los demás componentes del cam-

    po en un espacio-empo determinado. Por su parte,Pierre Bourdieu le ha dado al concepto de campo unadimensión explícitamente sociológica, con mayorespropiedades de estructuración objeva de la acción,

    hasta converrlo en campo de producción simbólica,es decir, un sistema de puestos, relaciones y compe-tencias construido por un conjunto de agentes queunican y legiman las actuaciones individuales, en-cerrándolas en una frontera delimitada por la propiaprácca de los agentes de ese dominio. El campo ins-tucionaliza un punto de vista de las cosas y delimitael espacio de la movación: “el proceso de diferen-ciación del mundo social, que conduce a la existenciade campos autónomos concierne, a la vez, al ser y alconocer: diferenciándose, el mundo social producela diferenciación de los modos de conocimiento del

    mundo; a cada uno de los campos le corresponde unpunto de vista fundamental sobre el mundo que creasu objeto propio y que encuentra en él mismo el prin-cipio de comprensión y explicación conveniente a esteobjeto”(Bourdieu, 1997: 119).

    Hablar de movación, pues, implica la posibilidadde aceptar la falta de conciencia explícita y presupo-ner que la conducta de los actores está determinada,o cuando menos inuida, por fuentes no directamen-te accesibles de la conciencia (Giddens, 1987: 87); loque nos lleva a la necesidad de ulizar práccas o téc-nicas de invesgación más abiertas que posibiliten al

    invesgador considerar y evaluar lo no consciente delos sujetos a parr de lo que, con mayor o menor gra-do de libertad, conscientemente manenen como susobjevos e intenciones. Es decir, mediante el empleode los métodos y técnicas cualitavas es posible ac-ceder a las formaciones discursivas vivas, concretas yespontáneas, lo que, en úlmo término, implica tam-bién entender que las declaraciones de los sujetos noexpresan una idendad entre intenciones y acciones,sino que los discursos son una compleja expresión deniveles de la conciencia, donde la interpretación so-ciológica ene que encontrar las relaciones entre loconsciente y lo preconsciente, entre lo declaravo y lointencional, entre las racionalizaciones y las movacio-nes, y, en suma, entre lo individual/instrumental y losocial expresivo. Nos encontramos ante una racionali-dad interrogava e interpretava —toda proposiciónene más sendos que su sendo declaravo— queno hace otra cosa que recoger el carácter problemácoy problemazador de la realidad social como situaciónplural y múlple (Meyer, 1995: 123 y ss.).

    De esta manera, la sociohermenéuca se aparta,como programa de conocimiento social, del concepto

    http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

  • 8/18/2019 Alonso, L. La Sociohermenéutica Como Programa de Investigación en Sociológía

    7/15

    ARBOR Vol. 189-761, mayo-junio 2013, a035. ISSN-L: 0210-1963 doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

    L  u i   s E  n r  i   q u e A  l   o n s  o

    7

    a035

    de texto que maneja la deconstrucción postmodernapor resultar práccamente inmanejable en las inves-gaciones sociales concretas. El texto omnipotentey separado de cualquier anclaje empírico o de refe-

    rencia social operante, se convierte en el postmoder-nismo deconstrucvista en una endad inasible que,además se postula, por su capacidad de diseminacióny el diferimiento de la signicación, como una especiede an-realidad absoluta y opresora (Eagleton, 2005).Sin embargo, el discurso, solo ene sendo en la in-vesgación hermenéuca concreta como una práccasimbólica que se construye en —y construye a— losactores sociales en el juego de representaciones desus conictos, intereses y formas de historicidad con-cretas. Todo ello nos lleva a las razones práccas ya los nichos de la vida intersubjevamente creados,

    frente a un concepto de texto o incluso metatexto delque nada puede salir y que se convierte —a pesar delradicalismo inicial de la propuesta deconstrucvista yde la ironía contra las verdades de la interpretación—en un concepto de ntes autoritarios. No tanto porsus posibles repercusiones polícas —que las puedetener— como por su incapacidad de dejar cualquierlibertad de acción-reacción, interpretación y críca alos sujetos en sus realidades concretas. Cargar los n-tes como hace la deconstrucción en una lectura que,por ser innitamente arriesgada, de hecho no eneel más mínimo riesgo, al poder decir y desdecir todoen un canto a la arbitrariedad absoluta y autocompla-ciente, cuyo valor para la invesgación social es prác-camente nulo. Los discursos no son solo palabras, sonformas de prácca social que nos remiten a luchas y jerarquías polícas, a contextos pragmácos, a nichosinstucionales, a condiciones materiales y a práccasno discursivas en un sendo estricto. Los discursos—y su interpretación— nos remiten, pues, a «razonespráccas», en el sendo que le da a este conceptoPierre Bourdieu (1994 y 1997), es decir, al conjunto derelaciones entre la posición y la toma de posición. Enconsecuencia, en sociedad, existen límites de posibili-dad de los discursos y límites de sus interpretaciones

    —límites históricos, polícos, económicos, situaciona-les, etc.—, de manera que la mayor o menor plausi-bilidad de los discursos y sus interpretaciones vienendel mayor y mejor reconocimiento contextual de esoslímites, aunque sea para superarlos o subverrlos.

    Es evidente que la aportación de Pierre Bourdieual acercamiento entre la sociología y la lingüísca hasido enorme. Además, como desde muchos puntos devista se ha argumentado, la disciplina tradicional dela sociolingüísca como marchamo académico regu-larizado se había venido dedicando más a problemas

    estrictamente lingüíscos (cambio o variación lingüís-ca, ideolectos y sociolectos, nacionalismo y lenguaje,hipercorrección, habla común, cualquier otro tema dela inuencia de lo social sobre el lenguaje) que a te-

    mas de corte realmente sociológico. En este sendoel trabajo de Bourdieu por romper los principios deinmanencia lingüísca que se arrastran desde Saussu-re y que ha lanzado al estudio del lenguaje por unaespecie de “lingüísca del cerebro” (realizada sobresistemas de oposición y de transformación lógica) hasido contundente y hasta fascinante, sobrepasandocon mucho las posiciones más avanzadas de la etno-lingüísca y la sociolingüísca norteamericanas, fuer-temente inuidas por el interaccionismo simbólico y,por tanto, mucho más centradas en los procesos deconstrucción lingüísca de la microsituación social

    que en demostrar, como pretende Bourdieu, que loscódigos lingüíscos son parte de un capital simbólicoque, a su vez, valoriza, produce y reproduce lo socialgenérico.

    3. PIERRE BOURDIEU Y SU CRÍTICA A LA HERMENÉU-TICA: POSIBILIDADES Y LIMITACIONES

    Bourdieu, como se sabe, se opone nominalmente ala tradición hermenéuca por su supuesta resistenciaa la objevación, el canto desbocado del punto de vis-ta —que deprecia los constreñimientos del campo—,su ambivalencia humanísca que puede acabar en

    peligrosas maniobras losócas como el caso Heide-gger, su aciensmo románco y literario o su fechi-zación de la lengua (Bourdieu, 1988). Y frente a estarepresentación de la tradición hermenéuca un tantoprejuicial y deformada, el sociólogo francés se sitúaen la tradición práccamente opuesta del hecho socialdurkheimiano —objevo, externo, que se impone so-bre los sujetos—, que tanta importancia ha tenido enla propia formación del paradigma estructuralista enla lingüísca, aunque Bourdieu haga su teoría en di-recta oposición a tal visón estructural. La concepciónque presenta Bourdieu del lenguaje (Bourdieu, 1985;Bourdieu y Boltanski, 1975) como mercado lingüís-co, o sea, como un sistema de diferencias y valoreslingüíscos ordenados en (y por) el campo social dereferencia en que los actores plantean sus jugadasde sendo, no deja de funcionar como una especiede capitalismo lingüísco (no hay otra cosa detrás desu noción de mercado lingüísco) con diferencias yvalores expresivos ordenados y reproducidos por elsistema de dominación social (Bourdieu y Wacquant,2005: 211-219); cargándose de una especie de funcio-nalismo de la dominación y con escasas —por no decirnulas— aperturas a la praxis o al dialogismo.

    http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

  • 8/18/2019 Alonso, L. La Sociohermenéutica Como Programa de Investigación en Sociológía

    8/15

    ARBOR Vol. 189-761, mayo-junio 2013, a035. ISSN-L: 0210-1963 doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

    L  a s  o c  i   o h  e r  m e n é  u t  c  a c  o m o p r  o g r  a m a d  e i   n v  e s  t 

     g a c  i   ó  n e n s  o c  i   o l   o g í    a

    8

    a035

    La inteligente maniobra de Bourdieu, muchas vecesmás terminológica que real, de atribuir al habitus  yfundamentalmente al habitus  lingüísco el carácter,no solo de estructura estructurada, sino el de estruc-

    tura estructurante (es decir, formadora de práccas),no deja de seguir otorgando un carácter excesivamen-te reproducvista al plan de análisis social propuestopor el propio Bourdieu (Marn Criado, 2010; Lahire,2002). Centrar, como hace nuestro autor, el análisisdel discurso casi exclusivamente en la violencia simbó-lica, planteado como una reconstrucción necesitante,frente a la comprensión parcipante de, por ejemplo,la hermenéuca contemporánea, nos lleva peligrosa-mente hacia el monologismo: un monologismo crícoy denunciador de la dominación, pero monologis-mo al n y al cabo. Esta es una críca habitual que

    se despliega desde diferentes círculos de orientaciónhermenéuca; de este modo, nos encontramos conla pica argumentación, entre heideggeriana y liberal,de Luc Ferry y Alain Renaut (1988: 34), donde armanque Bourdieu corre el riesgo de caer en una caricaturaque le incitó a reducir, sin otra forma de proceso, elsendo de toda diferencia comunicava de una vo-luntad social de disnción, acabando con cualquierposibilidad de libertad o creación posiva de sen-do, hasta el argumento que el propio Gadamer ulizaen respuesta directa a Bourdieu, de que su críca ala hermenéuca acaba por reducir cualquier diálogohumano, losóco o existencial a la expresión de unavoluntad social de legimación de la desigualdad o deeufemiszación de las estrategias de dominación en elcampo cultural (Gadamer, 2002: 341-355).

    En la idea de la reconstrucción necesitante  (Bour-dieu, 1995: 442-443) hay una pretensión de obje-vismo y descripción (denuncia) del campo de fuerzasque ha producido las expresiones lingüíscas —losdiscursos son necesarios en un campo conicvo—,que deja fuera las capacidades de interpretación delos actores —empezando, como pretende Gadamer(1998: 11-27), por interpretarse a sí mismos en diá-logo con sus propios enunciados— o las posibilidadesde acción comunicava del lenguaje de los sujetossociales, donde no solo se pone en juego un interésinstrumental, sino también un interés hermenéuco oincluso un interés emancipatorio. Abrir el mundo dellenguaje al dialogismo es, sin obviar el marco de ladominación social, apreciar también las capacidadesde autoorganización y autorreexión de los sujetos,de construcción y atribución del sendo por parte delos propios actores y no solo la descripción de cómolos sendos de los poderosos se imponen a los domi-nados (Habermas, 1991). Es evidente que el desao

    hermenéuco en las ciencias sociales está planteadoy, como dice Zygmunt Bauman (2002: 226), “la verdadde la sociología debe ser negociada, de igual maneraque lo es el consenso corriente; y las más de las veces

    no son los sociólogos quienes establecen las reglas dela negociación”.

    Y es que, aunque se haya pretendido lo contrario—ver por ejemplo Burki (1998)—, es este bloqueode Bourdieu para pensar lo dialógico en todas sus ver-siones el que genera la imposibilidad estructural denuestro autor para acercarse, desde sus planteamien-tos epistemológicos y metodológicos, a conceptosimprescindibles en el análisis sociológico de los dis-cursos como es el de la polifonía o el mundo de la vidacodiana (Alonso, 1998; Alonso, 2009). Así, en con-secuencia con estos planteamientos, que se arrastran

    en la obra de Bourdieu desde la época de libros comoEl ocio del sociólogo (en el que se plantea el conoci-miento como una conquista contra el sendo común,una doxa con la que hay que cortar y separase en lacríca (Bourdieu, Chamboredon y Passeron, 1989),todo lenguaje “ popular ” es considerado como una au-sencia de poder, esto es, entendiéndolo por el poderque no ene, porque en la homología con la econo-mía que aquí se despliega, enen escaso capital sim-bólico o lingüísco. Todo lo contrario al planteamientode Mijail Bajn (1982) donde todo acto lingüísco esun acto que necesita al otro, como otro concreto, que

    implica ideología, pero por eso mismo implica acción,creación y reacción, praxis social que se produce des-de todos los espacios de la estructura social.

    Ya frontalmente contra Bourdieu, Michel de Cer-teau (1990, 82-97) se pronuncia contra la imagende radical pasividad para la creación de sendo queene el concepto de prácca en Bourdieu, prisionerodel habitus y reducido a usos lingüíscos planteadoscomo supuestas estrategias para ganar poder que,por variados que se presenten, son eternamentereproducvos, calculadores, estratégicos. Pero deCerteau —y otros autores— nos recuerdan también

    el carácter gratuito y de don que enen muchos denuestros actos culturales y lingüíscos: la comuni-cación es estrategia, pero también es cooperación ydonación; es reproducción, pero también es recons-trucción, reelaboración e incluso invención a parrde materiales preexistentes. En la condición de sujetoestá la condición de productor de narraciones, narra-ción que unica sustancialmente a práccas cultura-les, lingüíscas, sociales, etc. Cada producción, diríade Certeau, es una reelaboración, una redenicióndesde la experiencia, que implica no solo aceptación

    http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

  • 8/18/2019 Alonso, L. La Sociohermenéutica Como Programa de Investigación en Sociológía

    9/15

    ARBOR Vol. 189-761, mayo-junio 2013, a035. ISSN-L: 0210-1963 doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

    L  u i   s E  n r  i   q u e A  l   o n s  o

    9

    a035

    sumisa, sino resistencia creava. Bourdieu, por tanto,había planteado muy bien la dimensión dominaciónsimbólica del lenguaje, pero se despreocuparía de ladimensión donación y cooperación o de incluso de la

    dimensión reconstrucción y resistencia, algo que no sepuede dejar fuera en los juegos pragmácos que todaprácca comunicava comporta. Michel de Certeauindica, además, que estas operaciones de ulizacióno reulización simbólica corresponden al anguo artedel “hacer ”: son usos, designando con ello accionesque enen sus propias lógicas y sendos, y que orga-nizan callada y codianamente el trabajo del consumode producción cultural. Con Bourdieu hemos sabidoque el análisis sociológico de los discursos no solomostrando las relaciones que se manenen con unsistema o un orden no solo lingüísco, sino también

    social delimitando las relaciones de fuerza lenguaje yla comunicación, pero también debemos dar cuentadel encaje de sendos y poderes que no se derivansolo del sistema de dominación sino de la capacidadde los sujetos de acvarse e interpretarse, quizás asípodamos dar sendo a ese proyecto de democraza-ción de la postura hermenéuca que Bourdieu (1999:542) quería reivindicar frente a la tradición conven-cional e hipersubjeva de interpretar descontextuali-zadamente los textos literarios o los grandes produc-tos culturales de héroes o anhéroes de la creaciónformal, sino una lectura comprehensiva de los relatoscorrientes de las gentes corrientes.

    4. SOCIOHERMENÉUTICA, TEXTO Y DISCURSO

    El mismo concepto de texto, incluso emológica-mente —trama de hilos—, remite a mulplicidad, aun entramado o urdimbre. Texto es un entramado depalabras entrelazadas, unidas en una disposición re-gularizada que le proporciona su consistencia comu-nicava que representa la materialización social dediscursos como líneas de enunciación simbólica quenos remiten a posiciones sociales. En efecto, en su en-frentamiento con el formalismo lingüísco, Bajn de-

    nió el carácter dialógico e intertextual de todo enun-ciado: “los enunciados no son indiferentes uno a otro,ni son autosucientes, sino que saben uno de otro yse reejan mutuamente. Estos reejos recíprocos sonlos que determinan el carácter del enunciado. Cadaenunciado está lleno de ecos y reejos de otros enun-ciados con los cuales se relaciona por la comunidadde la esfera de la comunicación discursiva” (Bajn,1982: 264). El problema, entonces, no es la estructu-ra subyacente de la lengua, sino la signicación socialdel habla, y esta signicación es producto siempre deun diálogo, o de un proyecto de diálogo que, desde

    la propia formación de la mente como proceso psico-lógico superior —operando en el aspecto simbólicoy no solo sobre el sistema de señales—, construye lohumano como social y, por lo tanto, como una conver-

    sación o un diálogo de múlples voces.

    En el enfoque sociohermenéuco, por tanto, el len-guaje aparece no como el agente de la creación ex-clusiva de la realidad social, creación que se derivaríade la potencia constuva de sus códigos, sino comoel medio de construcción signicava del mundo enuna situación concreta, a parr de las experiencia delos actores sociales. Esta constución ayuda a crearsignicados libres, a parr de la interacción de biogra-as próximas que soportan en su actuación la visióndel mundo de biograas remotas, pero encuadradasen el mismo grupo de pertenencia. Una construcción

    que se realiza por negociación (Cicourel, 1981, 1982)desde la posición social (de poder) de los sujetos de laenunciación, y no solo por la imposición de códigos.

    El trabajo de la sociohermenéuca, entonces, no esun análisis de textos, ni lingüísco, ni psicoanalíco, nisemiológico; no se busca en él la estructura subyacen-te de la enunciación, ni la sintaxis combinatoria de lasunidades signicantes, sino es la reconstrucción  delsendo de los discursos en su situación —micro y ma-cro— de enunciación. Más que un análisis formalista,se trata en este enfoque sociohermenéuco —tancercano a la fenomenología como a la teoría críca—en el que la reconstrucción de los intereses de los ac-tores nos aparece como modelo de comprensión deltexto grupal, en su contexto social y en la historicidadde sus planteamientos. La tarea interpretava consis-te, pues, en incorporar a la propia interpretación la in-terpretación del otro; la hermenéuca se hace doblehermenéuca en cuanto que es la reexión del ana-lizador sobre el actor y del actor sobre el analizador(Giddens, 1984, 1991).

    El análisis sociohermenéuco no es, por tanto, eldesmigajamiento de un corpus buscando sus unida-des de signicación elementales; lo que no quiere de-cir que el corpus no tenga que ser minuciosamenteleído y releído, seleccionado y ordenado realizandoun recorte en sus sendos posibles, según los obje-vos de la invesgación, sino que es la sistemazaciónde ese corpus, por un modelo concreto de represen-tación, lo que le otorga signicación a los enunciados.Modelo que, como Piaget sugirió en su estudio de lasestructuras cognivas (Piaget, 1986), opera por un do-ble proceso; por una parte de asimilación —integra-ción de los enunciados en el modelo—, y por otra, deadaptación —transformación del esquema en función

    http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

  • 8/18/2019 Alonso, L. La Sociohermenéutica Como Programa de Investigación en Sociológía

    10/15

    ARBOR Vol. 189-761, mayo-junio 2013, a035. ISSN-L: 0210-1963 doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

    L  a s  o c  i   o h  e r  m e n é  u t  c  a c  o m o p r  o g r  a m a d  e i   n v  e s  t 

     g a c  i   ó  n e n s  o c  i   o l   o g í    a

    10

    a035

    de los resultados enunciavos—; construcvismo con-creto que marca la metodología ad hoc de la inves-gación social cualitava, cuando esta es realizada ensu dimensión más creava (Conde, 2010; Or, 2000).

    Por lo tanto, más que con “el texto”, en el análisissociohermenéuco, trabajamos con nuestras textua-les empíricas, que se producen no sobre la hipótesisde aleatoriedad, individualidad e independencia, sinosobre la idea de que el campo discursivo donde losdiscursos son coherentes con su contexto, a la vez queson, o pueden ser, interdependientes, estracados,compevos y conicvos entre sí. La labor del inves-gador social, en este po de prácca cualitava, noes, por tanto, un análisis sintácco o lingüísco de tex-tos, sino el análisis pragmáco centrado en los usosy los efectos y, por ello, de reconstrucción críca de

    los procesos ideológicos generadores de esos textosproducidos en los contextos sociales de enunciación.El análisis de los textos producidos en condicionessociales es siempre sociohermenéuco, puesto no esuna simple ulización mecánica de la amplia caja deherramientas heredadas de la metodología lingüís-ca o semióca, sino el uso estratégico y orientado ensu sendo de esas herramientas en el marco siempreconcreto, completo y complejo del contexto temá-co de la invesgación social. El proceso ideológico seasocia, así, al análisis de los productos discursivos pro-piamente dichos, el análisis no es, por tanto, un aná-

    lisis “interno” —tal como se ha pretendido desde lasemióca formal—, sino un análisis de arculación demensajes explícitos, con unas reglas de comprensióny de adecuación que son antes sociales que lingüís-cas. La ideología no se encuentra en la descomposi-ción de la frase — trabajo que Roland Barthes (1981)le atribuía al lingüista—, ni es una función especícadel lenguaje, sino que se combina y entremezcla entodas sus funciones para encontrar (o simplementebuscar), un poder social (Rossi-Landi, 1980).

    Toda lectura de un enunciado es una interpretacióny, por tanto, al igual que cualquier proceso de inter-

    pretación es innito, como se han encargado de recor-darnos repedamente, desde posiciones cercanas a lahermenéuca fenomenológica, autores como Hans-Georg Gadamer o Paul Ricoeur. El trabajo de lecturay análisis de un grupo de discusión no es un análisisde contenido —un recuento de frecuencias de los tér-minos aparecidos, o bien de los trenes o diferencialessemáncos como modelo externo de asociación y co-rrelación de palabras (Bardin, 1986)—, ni un análisisde texto en el que se busca un modelo abstracto delque se genera, o deduce, la enunciación concreta.

    Antes, habría que conceptualizarlo como un análisisestratégico, modulado por los objevos de la inves-gación, en el que hay un proyecto de reconstruir, ensu contexto concreto, las práccas signicantes de los

    sujetos de la enunciación. Proceso que, siguiendo alcríco norteamericano Frederic Jameson (1989: 48),podemos conceptualizar como una reescitura fuertedel texto; pues no es tanto una decodicación comouna transcodicicación lo que se hace en la interpreta-ción, ya que lo que se busca con ella no es encontrarla coherencia del texto, sino el lugar que lo comunica-vo ocupa en la creación y recreacción de la realidadsocial de los discursos.

    El texto, como producto cultural, cobra relieve cuan-do se lee en su materialidad social; esto es, cuando seinscribe en los determinantes que están en su géne-

    sis, en las relaciones de poderes que lo enmarcan y enlos efectos innovadores o reproductores que origina(Wiliams, 1994). La invesgación social siempre y entodo lugar exige un paso hermenéuco, por cuantoque el proceso de entendimiento interpretador quelo anima implica la consideración, tanto de los inves-gadores como de los invesgados como sujetos.Sujetos, además, en el mismo plano de lo social a lolargo de toda la invesgación. El análisis del discursono es una técnica objevo-explicava, puesto que hayintersubjevidad desde la misma selección del texto,sino una prácca relacional-reexiva. El conocimiento

    aparece como proceso no como resultado. El inves-gador se convierte así en instrumento metodológicofundamental. Es aquí donde la perspecva cualitavase encuentra con el uso del concepto de “verstehen”de Dilthey y Weber, como intento del invesgador delograr un conocimiento del sendo de la acción del ac-tor en orden a reconstruir el fenómeno social. De estemodo, esta mirada desde la “verstehen” solo puedetener sendo de interpretación reexiva; por una par-te porque conecta la acción de cada individuo a la delos demás miembros de la sociedad en un doble sen-do —en cuanto que los individuos son capaces deparcipar por la vía de ciertos roles y reejarlos en elproducto de esa parcipación, pero a la vez quedarreejados por ellos—; por otra parte porque los inves-gadores quedan denidos en la misma invesgaciónal puntualizar el sendo de las acciones de los sujetos,desde su propio sendo de la acción. La interpreta-ción se convierte en necesaria, y por esto no se puedepercibir el fenómeno social como un valor inmediatoy supercial sino en su interpretación desde su pro-fundización críca. El mismo José Ortega y Gasset loexpresaba con rotundidad en su conocido prólogo a“Introducción a las ciencias del espíritu”, la “opera

    http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

  • 8/18/2019 Alonso, L. La Sociohermenéutica Como Programa de Investigación en Sociológía

    11/15

    ARBOR Vol. 189-761, mayo-junio 2013, a035. ISSN-L: 0210-1963 doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

    L  u i   s E  n r  i   q u e A  l   o n s  o

    11

    a035

    magna” de Wilhem Dilthey (1980:24): “La ciencia esel descubrimiento de las conexiones entre los hechos.En la conexión el hecho desparece como puro hecho yse transforma como miembro de un ‘sendo’. Enton-

    ces se le enende. El sendo es la materia inteligible”.El conocimiento se transforma por la prácca, tantocomo la prácca se ve transformada por el conoci-miento.

    Esta visión nos introduce directamente en un en-foque críco-racional de la invesgación, donde laaproximación a la realidad social debe llevarse a cabomediante la introducción, consciente y crícamenteorientada, de la esfera de los valores y de los nes so-ciales en el proceso de invesgación; cuesonando,de forma permanente mediante un proceso “auto-rreexivo”, la aparente neutralidad e inmediatez de

    los discursos (Habermas 1982: 197 y ss.). El análisissociológico de los discursos es imposible que trabajecon un criterio analíco-sistémico; por su propia natu-raleza de herramienta metodológica pretecnológica,concreta, intensiva y no estadísca ene una seguravinculación de base con un criterio críco de inves-gación en las ciencias sociales. Esto es fácil de verclaramente, siguiendo a Jürgen Habermas (1973: 117-180), cuando opone los rasgos denitorios de ambascorrientes en lo que se reere a su concepción delproceso de invesgación social. Frente a la primacíade la determinación y contrastación técnica de hipó-

    tesis parculares  mediante deniciones operavas(formalizables y medibles por instrumentos técnicos)que propone el método analíco (lo que supone, dehecho, la primacía del método sobre el objeto de co-nocimiento), el método críco, contempla la primacíade la comprensión y explicación teórica global de los procesos sociales en movimiento  mediante totalida-des concretas  y representaciones globales tomadascomo procesos discursivos; aquí es siempre el objetoparcular el que determina y ene primacía sobre elmétodo. Los acontecimientos son situados en su lugarhistórico, pero no como simple producto derivado,sino a través de la experiencia vivida de sus actores.La interpretación, a la vez, es cercanía —ponerse en ellugar del sujeto— y es distancia —ponerse en el con-texto de enunciación—; no hay modelo objevo deinterpretación, hay siempre subjevidad objevada yobjevidad subjevada (Gadamer, 1993):

    La sociohermenéuca circunscribe el espacio propiopara el análisis sociológico de los discursos, separán-dolo del análisis lingüísco de los textos, o de la sis-temazación analíca de los mismos, por cuanto quedeben de plantearse con lógicas diferentes. Ignorar

    estas diferencias lógicas, mezclándolas o queriendoreducirlas todas a una —en el análisis del discurso lohabitual ha sido reducir lo social a lo lingüísco— creaerrores de todo po; básicamente errores de interpre-

    tación, pero errores, al n y al cabo, que provienende no asentar de manera correcta los fundamentosepistemológicos del análisis de discurso en sociología.El lenguaje, desde aquí, toma un sendo polimorfo,acvo y convencional, fruto de múlples acciones hu-manas, y sus usuarios son los que actúan en el len-guaje, de forma que el signicado de un término essencillamente su uso en un determinado juego dellenguaje que se corresponde con una forma concretade vida; por eso, en el contexto que jusca el uso, esdonde se encuentra la posibilidad de la comprensión,y no en los fundamentos lógicos de las palabras o de

    las reglas donde se sitúa la producción del sendo enel lenguaje (Wigenstein, 1988: 33 y ss).

    El estudio de los discursos, tal como aquí se plan-tea, se pregunta lo que hace y busca la gente cuandouliza el lenguaje —de ahí su dimensión fundamen-talmente pragmáca—; invesga regularidades socia-les y no “leyes” formales; se centra en la temazaciónmás que en la sintaxis signicante; encuentra referen-cias a contextos, más que universales, lingüíscos oantropológicos; opera por analogía e interpretacioneslocales y no por digitalización y protocolos genéricos;y, nalmente, el “corpus”, lejos de ser la prueba tex-

    tual o el hecho posivo de la interpretación, es la víapara la comprensión de la función interacva y comu-nicava de los discursos: “el analista del discurso tra-ta su “corpus” como el registro (texto) de un procesodinámico en el cual el hablante/escritor uliza el len-guaje como instrumento de comunicación en un con-texto para expresar signicados y hacer efecvas susintenciones (discurso). Trabajando sobre estos datos,el analista intenta describir las regularidades encon-tradas en las realizaciones lingüíscas que emplea lagente para comunicar esos signicados e intenciones”(Brown y Yule, 1993: 47).

    Nos encontramos, por tanto, no en el espacio delanálisis formal, sino en el de la interpretación; en esasituación mezcla de “sospecha y escucha” que trata depenetrar en el signicado para los sujetos de los enun-ciados, sin subordinar los enunciados a las leyes, seanestas estadíscas o lingüíscas (Ricoeur, 1986:151). Elanálisis del discurso como análisis sociohermenéucoes un análisis pragmáco del texto y de la situaciónsocial —micro y macro— que lo ha generado. El traba- jo sociohermenéuco parte, así, de que no buscamoscódigos universales, sino el signicado de las acciones

    http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

  • 8/18/2019 Alonso, L. La Sociohermenéutica Como Programa de Investigación en Sociológía

    12/15

    ARBOR Vol. 189-761, mayo-junio 2013, a035. ISSN-L: 0210-1963 doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

    L  a s  o c  i   o h  e r  m e n é  u t  c  a c  o m o p r  o g r  a m a d  e i   n v  e s  t 

     g a c  i   ó  n e n s  o c  i   o l   o g í    a

    12

    a035

    de los sujetos sociales. Vamos del texto a la acción,del enunciado al sendo de lo vivido por los sujetos. Siel modelo lingüísco se uliza en el plano de la cons-tución de los enunciados, el modelo hermenéuco

    fenomenológico, que estamos diseñando, se colocaen el plano de la fundamentación de los enunciados:intención, movación, sendo, etc. (Ricoeur, 1988:133-154). Fundamentar las acciones conlleva averi-guar qué signican para los que las realizan y, con ello,tratar de situarse en el lugar de los sujetos, en estecaso de los actores sociales. Ponerse en el lugar de losactores no signica, por un lado, usurpar el papel deesos actores, ni, por otro, adoptar la posición única deuno de los actores en juego, sino entrar en un campode fuerzas que no es armonioso sino conicvo; es uncampo comunicavo y, por ello, es un juego de pode-

    res y un juego de lenguajes.La interpretación sociológica de los discursos, no

    es, por tanto, un análisis de contenido —tomado estecomo suma de los signicados pregurados de las pa-labras que componen el texto—, ni un análisis formal—se realice en el plano sintácco, morfológico, es-lísco, fónico, o semánco—, sino un análisis contex-tual , donde los argumentos toman sendo en relacióncon los actores que los enuncian, enmarcados en unconjunto de fuerzas sociales en conicto que los origi-nan. El hacer interpretavo, es un querer saber sobreel hacer de los discursos, esto es, una prácca de atri-

    bución de sendo de los discursos centrada sobre loque los discursos hacen en sociedad. Esto representa, justamente, lo contrario de una lectura analíca de lostextos —que trata de encontrar un perl estructuraldividiendo su texto en partes y subpartes—; es unalectura acva, en la que las preguntas que se le hacenal texto se realizan desde una polifonía de las diferen-tes posiciones sociales que entran en el campo socialde referencia. Toda interpretación se efectúa en unconicto de interpretaciones, porque toda interpre-tación se hace en la encrucijada de la pluralidad desendos de lo social (Ricoeur, 1995). Si siguiendo alinolvidable Maurice Merleau-Ponty (1993: 191 y ss.),podemos disnguir la palabra hablada  —productolingüísco sistemazado y cristalizado— de la palabrahablante —manifestación de un lenguaje en su sen-do creador— la interpretación sociológica se mueveen este úlmo plano, por cuanto la labor del lenguajeno se estudia como producto nal, sino en tanto quevehículo de captación y comunicación de los sendosreferidos al marco social de los mensajes. La interpre-tación, por tanto, es el descubrimiento del sendo,pero no de una manera arbitraria, de imposición delyo sobre cualquier realidad —como pretendería cual-

    quier proposición solipsista o nihilista del hacer inter-pretavo—, sino de encuentro intersubjevo entre elsujeto como generador de sendo y el mundo de lavida en que se encuentra como límite de los signi-

    cados: “Esto equivale a decir que nosotros damos susendo a la historia, pero no sin que ella nos lo pro-ponga” (Merleau-Ponty, 1993: 457).

    El camino de la interpretación, de esta manera, nonos debe conducir a ninguna arbitrariedad del autorde dicha interpretación: como viene diciendo Umber-to Eco desde hace ya más de treinta años, el lector nopuede usar el texto como desee, sino como el textoquiera ser usado (Eco, 1993: 77-82). Es decir, la inter-pretación adquiere sendo cuando reconstruye, conrelevancia, el campo de fuerzas sociales que ha dadolugar a la invesgación, y cuando su clave interpreta-

    va es coherente con los propios objevos concretosde la invesgación; un doble enfoque pragmáco —pragmáca de los discursos sociales, pragmáca de laestrategia de la invesgación— que nos aleja deni-vamente de cualquier formalismo lingüísco o mate-máco, como de cualquier anhelo de sobreinterpre-tación.

    Teniendo en cuenta que cuando hablamos, aquí,de sobreinterpretación no estamos usando el concep-to en su acepción restringida o técnica, tal como loviene ulizando, por ejemplo, el psicoanálisis clásicofreudiano (Laplanche y Pontalis, 1984: 413), esto es,como una interpretación más profunda o derivadaque se desprende, de modo secundario, de una in-terpretación primera —coherente y completa ya ensí misma—, y que vendría determinada por la super-posición de estratos de signicación en los procesosy productos de la vida psíquica; procesos en los quela condensación de una sola imagen expresa variasseries inconscientes de desarrollo simbólico. Antes,al contrario, consideramos la sobreinterpretación ensu acepción de interpretación insostenible, descon-textualizada y excesiva, guiada más por la intenciónunívoca del receptor que por la postulación coherente

    de una intención del texto. De acuerdo con esto, po-demos decir, con Umberto Eco, que el mensaje puedeacoger una mulplicidad de signicados y referentes,pero no tenemos derecho a decir que puede signicarcualquier cosa, o mejor, efecvamente, “puede signi-car cualquier cosa, pero hay sendos que sería ridí-culo sugerir” (Eco, 1995: 47).

    Interpretación, entonces, que da prioridad a laprácca sobre el código; a la función sobre la estruc-tura; al contexto sobre el texto; a lo latente sobre loinconsciente; a la intencionalidad del mensaje sobre

    http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

  • 8/18/2019 Alonso, L. La Sociohermenéutica Como Programa de Investigación en Sociológía

    13/15

    ARBOR Vol. 189-761, mayo-junio 2013, a035. ISSN-L: 0210-1963 doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

    L  u i   s E  n r  i   q u e A  l   o n s  o

    13

    a035

    la arbitrariedad de los signos y, en suma, a la primacíade la comunidad o del contexto histórico social sobrela comprensión de un mensaje, teniendo en cuentael carácter problemáco y conicvo de ese contexto

    (Hymes, 1973:4-5). Todo análisis social en los textosempieza siendo un mapa de posiciones discursivas quetrata de representar un campo comunicavo que, a lavez, es un campo de fuerzas sociales. Las categoríasde análisis aparecen, así, no por un proceso de lógicacomposicional —de determinación de un modelo quese adapta a unas reglas universales—, sino de estruc-turación protopica, esto es, una organización globalde las propiedades picas de los discursos que sonreconocidas en, y por, los hablantes. Es una organiza-ción cogniva de categorías que trata de representarlas propiedades y atributos más importantes desde

    el punto de vista social de los enunciados, referidos auna situación real y concreta (Kleiber, 1995:67).

    CONCLUSIÓN

    El invesgador cualitavo, en tanto que analizador-interprete de discursos es un metodólogo pragmáco,despliega su  prácca de invesgación como si fueraun sistema de estrategias y de operaciones “ad hoc”;llamadas —en todo momento— para conseguir res-puestas a determinadas preguntas concretas sobre laagenda de temas que le interesan en su invesgaciónespecíca (Strauss, 1987: 17; Strauss y Corbin, 2005).

    La realidad se reconstruye, no se recoge; se describeo se reeja como si estuviera simplemente ahí fuera, yel invesgador la descubriese en su exterioridad abso-luta, como pretenden los posivistas o neoposivistasmás o menos feroces; ni tampoco se inventa desde lacreavidad arbitraria del texto o de la mirada abso-luta del observador, como pretenden las diversas co-rrientes postmodernos al uso y abuso; más bien, hayque decir que toda realidad se construye de manerasubjeva con materiales y con límites que son obje-vos. Esto quiere decir que toda interpretación, por elhecho de serlo, ni reeja, ni traduce “la realidad” —ni

    mucho menos, a nivel más parcular, la naturalezaobjeva del texto—, sino que trata de descubrir, de lamanera más completa posible, la trama de signica-dos que reconstruye una realidad a la que el invesga-dor, de manera coherente con su proyecto —objevosparculares, contextos de acción y posición social—encuentra sendo en cuanto intérprete. Como diceGadamer, el mundo de lo humano no es algo dado, noes un objeto explicado por categorías ciencas direc-tamente aplicables, sino que es una experiencia vividaen cuanto “horizonte”; mirada que trata de abrir —ytambién jar— los límites de la acción: “El mundo es

    en este sendo para nosotros un espacio sin límites,en medio del cual estamos y buscamos nuestra mo-desta orientación”(Gadamer, 1997:118) Esto nos llevaal tema del posible subjevismo de la labor socioher-

    menéuca, sin embargo, el subjevismo, antes deconsiderarlo como un obstáculo para la invesgación,hay que esmarlo como una de sus precondicionesnecesarias, pues es el sujeto quien atribuye sendoa los hechos y a los textos. Así, Z. Bauman (2002), ensu magníco texto sobre hermenéuca y sociología,observaba que los contenidos asociados a las prác-cas culturales solo se pueden entender en relación alos contenidos de la propia cultura —siempre hay tra-ducción—; lo que se puede entender más como unaventaja que como una desventaja. Hay que recalcar,de este modo, que la posición creava del analista es

    central, aunque esté raramente reconocida y siempreene un límite objevado y objevador en referenciaal campo y los contextos de acción. Podemos acordarcon Paul Ricoeur (1990), que el juicio que se reere ala interpretación es una conjetura, y que la validaciónde la interpretación es antes el fruto de su adaptacióna una praxis conicva, derivada del contexto de la in-terpretación, que el producto de una lógica universalde la vericación empírica tan asépca como irreal.

    Esta hegemonía del nivel de la interpretación esfundamental si concebimos el trabajo del invesgadorsocial no como un simple descriptor de fenómenos

    sociales puntuales asociados por relaciones exter-nas, sino como un sujeto en proceso que busca en lasconductas humanas acciones signicavas; accionescuyo sendo, para el conjunto de actores involucra-dos en ese campo, trata de extraer conceptualmen-te. Si la pretensión analíca es sustuir el estudio dela dinámica de la acción de los agentes por un más omenos minucioso proceso de acumulación de hechos,discretos, converdos en datos de sus productos, yel deseo estructuralista es el de reducir los aconte-cimiento a sus invariantes universales, lo importantede esta visión hermenéuca es hallar los mecanismosque vinculan las estructuras a los acontecimientos.La sociohermenéuca por tanto se ha demostra-do como un potente núcleo unicador en tanto queconjunto de teorías que tratan de dar cuenta de lacentral importancia del sendo, el sujeto, el símboloy el discurso en la dinámica de lo social —así comoen su invesgación sistemáca—, y que reúnen loslogros más notables en ese campo de conocimiento.Núcleo que ha ido produciendo un complejo cinturónprotector de hipótesis auxiliares que han estado reite-radamente somedas a un contraste permanente conlos hechos y las representaciones sociales. Todo esto

    http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

  • 8/18/2019 Alonso, L. La Sociohermenéutica Como Programa de Investigación en Sociológía

    14/15

    ARBOR Vol. 189-761, mayo-junio 2013, a035. ISSN-L: 0210-1963 doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

    L  a s  o c  i   o h  e r  m e n é  u t  c  a c  o m o p r  o g r  a m a d  e i   n v  e s  t 

     g a c  i   ó  n e n s  o c  i   o l   o g í    a

    14

    a035

    ha hecho de este encuentro entre la hermenéuca yla sociología un programa de invesgación ciencoprogresivo, gracias a las sucesivas reformulaciones desus aplicaciones, que han supuesto un aumento de su

    contenido empírico. Como cualquier programa de in-

    vesgación, la sociohermenéuca no ene una formaperpetua, sino que es provisional y cambiante, podráir tanto desembarazándose de hipótesis desgastadascomo añadiendo hallazgos heuríscos que lo hagan

    más ecaz para la invesgación social.

    BIBLIOGRAFÍA

    Adorno, Th. W. (2001). Epistemología yciencias sociales. Madrid: Cátedra.

    Alonso, L. E. (2005). La era del consumo. Madrid: Siglo XXI de España Editores.

    Alonso, L. E. (2009).  Práccas económicasy economía de las práccas. Críca del

     postmodernismo liberal.  Madrid: Librosde La Catarata, 262 pp.

    Alonso, L. E.; Marn Criado, E. y MorenoPestaña, J. L.  (2004). Pierre Bourdieu,Las herramientas del sociólogo. Madrid:Fundamentos, 398 pp.

    Alvesson, M. (2002). Postmodernism andSocial Research. Buckingham: OpenUniversity Press.

    Bajn, M. (1982). Estéca de la creaciónverbal . México: Siglo XXI.

    Bardin, L. (1986).  Análisis de contenido.Madrid: Akal.

    Barthes, R. (1981). «Introducon à l’ana-lyse structurale des récits». En AA. VV.,L’analyse structurale du récit . París:Seuil/Points, pp. 7-33.

    Bauman, Z. (2002). La hermenéuca y lasciencias sociales. Buenos Aires: NuevaVisión.

    Beltrán, M. (1991). La realidad social . Ma-drid: Tecnos.

    Berger, P. L. y Kellner, H. (1985). La rein-terpretación de la sociología. Madrid:Espasa-Calpe.

    Bouillourd, J. Ph. (1997). Sociologie et so-ciété. Épistemologie de la récepon.París: Presses Universitaires de France.

    Bourdieu, P. (1985). ¿Qué signica hablar?Economía de los intercambios lingüís-cos. Madrid: Akal.

    Bourdieu, P. (1988). La ontologie poliquede Marn Heidegger. París: Minuit.

    Bourdieu, P. (1991). El sendo prácco. Ma-drid: Taurus.

    Bourdieu, P. (1994). Raisons praques. Sur lathéorie de l’acon. París: Seuil.

    Bourdieu, P. (1995). Las reglas del arte. Gé-nesis y estructuras del campo literario.Barcelona: Anagrama.

    Bourdieu, P. (1997). Méditaons pascalien-nes. París: Seuil.

    Bourdieu, P. (1999). “Comprender”. EnBourdieu, P. (dir.), La miseria del mundo.Madrid: Akal, pp. 527-543.

    Bourdieu, P. y Boltanski, L. (1975). Le fe-chisme de la lange.  Actes de la recher-che en sciences sociales, nº 4, pp. 2-35.

    Bourdieu, P. y Wacquant, L. (2005). Unainvitación a la sociología reexiva. Bue-nos Aires: Siglo XXI.

    Bourdieu, P.; Chamboredon, J. C. y Passe-ron, J. C. (1989). El ocio de sociólogo.Madrid: Siglo XXI.

    Brown, G. y Yule, G. (1993). Análisis del dis-curso. Madrid: Visor.

    Burki, I. (1998). “The Death and Rebirthof the Author: The Bakhn Circle andBourdieu on Individuality, Language andRevoluon”. En Gardiner, M. y Bell, M.M. (eds.), Bakhn and the Human Sci-ences. No last words. Londres: Sage, pp.198-219.

    Certeau, M. de (1990). L’invenon du quod-ian. Paris: Folio/Gallimard.

    Cicourel, A. (1981). “Notes on the Integra-on of Micro -and Macro- Levels ofAnalysis”. En Knorr-Cena, K. y Cicourel,A. (eds.), Advances in Social Theory and

    Methodology . Boston: Routlege and Ke-gan Paul, pp. 21-59.

    Cicourel, A. (1982). El método y la medida ensociología. Madrid: Editora Nacional.

    Conde, F. (2010).  Análisis sociológico delsistema de discursos. Madrid: Centro deInvesgaciones Sociológicas.

    Cruz, M. (1995). ¿A quién pertenece lo ocu-rrido? Acerca del sendo de la acción hu-mana. Madrid: Taurus.

    Dilthey, W. (1980). Introducción a las cienciasdel espíritu. Madrid: Alianza, con prólogode José Ortega y Gasset.

    Dubet. F. (2011). La experiencia sociológica.Barcelona: Gedisa.

    Eagleton, T. (2005). Después de la teoría. Bar-celona: Debate.

    Eagleton, T. (2007). The Meaning of life.Oxford: Oxford University Press.

    Eco, U. (1993). Lector in fábula. La coopera-ción interpretava en el texto narravo,Barcelona, Lumen, 3ª ed.

    Eco, U. (1995). “Interpretación e historia”. EnEco, U. y otros, Interpretación y sobre-interpretación. Cambridge: CambridgeUniversity Press, pp. 25-47.

    Elías, N. (1994). Teoría del símbolo. Un ensa-yo de antropología cultural . Barcelona:Península.

    Feertchak, H. (1996). Les movaons et lesvaleurs en psycho-sociologie. París: Ar-mand Colin.

    Ferry, L. y Renaut, A. (1988). Heidegger etles modernes. París: Grasset.

    Freund, J. (1986). Sociología de Max We-ber . Barcelona: Península.

    Gadamer, H. G. (1993). El problema de laconciencia histórica. Madrid: Tecnos.

    Gadamer, H. G. (1997). “La diversidad de laslenguas y la comprensión del mundo”.En Koselleck, R y Gadamer H., Historiay hermenéuca. Barcelona: Paidós Ibé-rica, Edición de José Luis Villacañas yFausno Oncina.

    Gadamer, H. G. (1998). El giro hermenéu-co. Madrid: Cátedra.

    Gadamer, H. G. (2002). Los caminos de Hei-degger. Barcelona: Herder.

    Giddens, A. (1991). “Structuraon theory,past, present and future”. En Bryant,Ch. y Jary, D. (eds.), Giddens’ theory ofstructuraon. A crical appreciaon.Londres: Routledge, pp. 201-221.

    Giddens, A. (1984). The Constuon of So-ciety. Outline of Theory of Structuraon.Berkeley: University of California Press.

    http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

  • 8/18/2019 Alonso, L. La Sociohermenéutica Como Programa de Investigación en Sociológía

    15/15

    ARBOR Vol. 189-761, mayo-junio 2013, a035. ISSN-L: 0210-1963 doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003

    L  u i   s E  n r  i   q u e A  l   o n s  o

    15

    a035

    Giddens, A. (1987). Las nuevas reglas delmétodo sociológico. Buenos Aires:Amorrortu.

    Habermas, J. (1973). “Teoría analíca de

    la ciencia y dialécca”. En Theodor W.Adorno y otros, La disputa del posivis-mo en la sociología alemana. Barcelo-na: Grijalbo, pp. 147-181.

    Habermas, J. (1982). Conocimiento e inte-rés. Madrid: Taurus.

    Habermas, J. (1988). La lógica de las Cien-cias Sociales. Madrid: Tecnos.

    Habermas, J. (1991). Conciencia moral y ac-ción comunicava. Barcelona: Península.

    Herman, J. (1983). Les langages de la so-ciologie. París: Presses Universitaires deFrance.

    Hymes, D. (1973). Foundaons in Sociolin-guiscs. Londres: Tavistock.

    Jameson, F. (1989). Documentos de cultura,documentos de barbarie. La narravacomo un acto socialmente simbólico.Madrid: Visor.

    Kleiber, G. (1995). La semánca de los pro-topos. Categoría y sendo léxico. Ma-drid: Visor.

    Lahire, B. (2004). El hombre plural. Los re-sortes de la acción. Barcelona: Bellaterra.

    Lakatos, I. (1989). La metodología de los programas de invesgación cienca.

    Madrid: Alianza.Laplanche, J. y Pontalis, J. B. (1984). Diccio-

    nario de psicoanálisis. Barcelona: Labor.

    Le Moigne, J. L. (1995). Les épistémologiesconstrucvistes. Presses Universitairesde France.

    Lewin, K. (1971). Field Theory in Social Sci-ence. Nueva York: Harper and Row.

    Lledó, E. (1996). Lenguaje e historia. Madrid:Taurus, ed. aumentada.

    Marn Criado, E. (2010). La escuela sin fun-ciones. Críca de la sociología de la edu-cación críca. Barcelona: Bellaterra.

    Merleau-Ponty, M. (1993). Fenomenologíade la percepción. Barcelona: Planeta/Agosni.

    Meyer, M. (1995). Of Problematology . Chi-cago: The University of Chicago Press.

    Mills, C. W. (1981). “Acciones situadas yvocabularios de movos”. En Poder, po-líca, pueblo. México: Fondo de CulturaEconómica, reimp., pp. 345-356.

    Or A. (2000). “La apertura y el enfoque

    cualitavo estructural: la entrevistaabierta semidirecva y la discusión degrupo”. En García Ferrando, M.; Ibá-ñez, J. y Alvira, F. (eds.), El análisis dela realidad social . Alianza: Madrid, pp.219-282.

    Piaget, J. (1986). Estudios sociológicos. Bar-celona: Planeta-Agosni.

    Rabinow, P. y Sullivan, W. M. (1987). “TheInterpreve Turn”. En Rabinow, Paul ySullivan William M. (eds.), InterpreveSocial Science. A Second Look . Berkeley:University of California Press.

    Rancière, J. y otros (1994). L’empire du so-

    ciologue. París: La Découverte.

    Ricoeur, P. (1988). El discurso de la acción.Madrid: Cátedra.

    Ricoeur, P. (1990). Soi-même comme un au-tre. París: Seuil.

    Ricoeur, P. (1991). Historia y verdad . Ma-drid: Encuentro.

    Ricoeur, P. (1995). Teoría de la interpreta-ción. Discurso y excedente de sendo.

    México: Siglo XXI/Universidad Ibero-americana.

    Rossi-Landi, F. (1980). Signicato, comuni-cazione, parlare comune. Padova: Mar-silio.

    Searle, J. R. (2001). Mente, lenguaje y socie-dad . Madrid: Alianza.

    Simmel, G. (1977). Sociología. Estudios so-bre las formas de socialización. Madrid:Revista de Occidente, 2 vols.

    Simmel, G. (1986). El individuo y la libertad.Ensayos de críca de la cultura. Barce-lona: Península.

    Strauss, A. L. y Corbin, J. (2005). GroundedTheory in Pracce. Thousand Oaks:Sage, 2ª ed.

    Strauss, A. L. (1987). Qualitave Analysis for Social Scienst . Nueva York: Cam-bridge University Press.

    Taylor, Ch. (1985). Human Agency and Lan-guage. Cambridge: Cambridge UniversityPress.

    Weber, M. (1992). El problema de la irracio-nalidad en las ciencias sociales.  Madrid:Tecnos, 2ªedición.

    Williams, R. (1994). Sociología de la cultura.

    Barcelona: Paidós.Wigenstein, L. (1988). Invesgaciones -

    losócas. México/Barcelona: UNAM/Críca.

    http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2013.761n3003