Alicia en El Pais de Las Maravi - Lewis Carroll 2

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Alicia en el país de las maravillas de lewis Carroll

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Undíaaburridocomotantosotros,AliciaseduermeydeestemodoentraenelPaísdelasMaravillas de la mano del Conejo Blanco. Allí conocerá a la Falsa Tortuga, la Reina deCorazones, el Gato de Chester, la Duquesa, el Sombrerero Loco o la Liebre de Marzo,entre muchos otros personajes fantásticos con los que vivirá aventuras de lo másvariopintas.

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LewisCarroll

AliciaenelPaísdelasMaravillas(il.RébeccaDautremer)

ePubr1.0AlfredBorden18.06.15

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Títulooriginal:Alice’sAdventuresinWonderlandLewisCarroll,1865Traducción:ElenaGalloKraheIlustraciones:RébeccaDautremer

Editordigital:AlfredBordenePubbaser1.2

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A liciaempezabaahartarsedeestarsentadaenlahierbasinhacernada.Asulado,suhermanaleíaunaburridolibrosindibujosnidiálogos.

«¡Vaya una cosa!—pensaba Alicia—. ¿Qué tiene de divertido leer un libro en el que no haydibujosnidiálogos?».

Estaba considerando—con gran lentitud y sopor, a causa del calor del día— si el placer detrenzar una guirnalda demargaritas le daría el impulso suficiente para levantarse a recolectar lasflorescuando,depronto,unbonitoConejoBlancodeojosrosadospasócorriendoasulado.Aquellono teníanadade excesivamenteparticular; al finy al cabo, ¿quéhabíade raro enver correr a unConejoBlanco?TampocolepareciómuyextrañooírqueelConejosusurrabaparasímismo:

¡Diosmío!¡Diosmío!¡Llegotarde!

(Al recordarlo,másadelante,pensóque tendríaquehabersesorprendidomucho,peroenaquelmomentoencontróelhechodelomásnormal).SolocuandoelConejoBlancoextrajodelchalecounreloj debolsillo,miró la horay apretó el paso todavíamás,Alicia se levantódeun salto. ¡Nuncahabíavistounconejovestidoconchalecoyconsultandounreloj!

Lepicótantolacuriosidadquesaliócorriendotraselanimalcampoatravés;porsuerte,lodivisójusto cuando se metía como una flecha en la boca de una madriguera oculta bajo un seto. Unmomentodespués,Aliciatambiénentróenlamadriguera,sinsiquierapreguntarsecómoharíaparasalirdeallí.

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Alprincipio, lamadriguera tenía formade túnelyseextendíaen línearecta.Perodeprontoelsuelo desapareció bruscamente,Alicia no pudo sujetarse y comenzó a caer por lo que parecía unpozo.Debíadeserunpozomuyprofundo,obienesqueAliciacaíamuydespacio,porquemientrascaía tuvo tiempoparamirardetenidamente loquehabía a su alrededorypreguntarse loque iba aocurrir. Primero miró hacia abajo, para averiguar dónde iba a aterrizar, pero estaba demasiadooscuro y no se veía nada. Luego, se puso a examinar las paredes del pozo. Estaban cubiertas dearmariosyestanterías,yenalgunossitioshabíagrabadosymapascolgados.Alpasar,Aliciacogióunbotedemermeladadeunodelosestantes.Enlaetiquetaponía:

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peroestabavacío.Aliciasellevóunadesilusiónypensóquéhacerconél;comonoqueríaquenadieresultaraheridosilodejabacaer,locolocósobreunadelasalacenasqueibandesfilandoasulado.

«¡Vaya!—pensó—.Después de una caída así, cuando vuelva a casame parecerá una nimiedadrodarporlasescaleras.¡Vanadecirquesoyunavaliente!¡Yaunqueundíamecayeradeltejado,noselocontaríaanadie!».(Unaafirmaciónque,desdeluego,teníamuchasprobabilidadesdesercierta).

Alicia siguió cayendo y cayendo, cada vez más profundamente. ¿Acaso no acabaría nunca decaer?

—Me pregunto cuántos kilómetros habré recorrido —dijo en voz alta—. A lo mejor estoyllegandoalcentrodelaTierra.Aver…,tendríaqueserunacaídadeseismilosietemilkilómetros…—EsqueAliciahabíaaprendidomuchascosasenelcolegioy,aunqueaquelnoeraprecisamenteelmejormomentoparademostrarsusconocimientos,puesnohabíapúblicoparaescucharla,leparecióqueeraunbuenejercicioderepaso—.Sí,esaesladistancia,peromepreguntoaquélatitudyaquélongitudmeencuentro.

(Alicia no tenía ni la menor idea de lo que eran la latitud y la longitud, pero le encantabapronunciaresaspalabrastanbonitaseimpresionantes).

—¿EstarécruzandolaTierradeunextremoalotro?—siguiódiciendo—.¡Vaasermuydivertidollegaralpaísenelquevivelagentequeandabocaabajo!Losantípatas,meparecequesellaman.¿Oeranlosantipáticos?—Estavez,Aliciasealegrómuchodequenohubieranadieescuchando,puesningunadeesaspalabraslesonabadeltodobien—.Tendréquepreguntarlescómosellamasupaís,claro:«Perdone,Señora, ¿estoyenAustraliaoenNuevaZelanda?».—Yaldecirlo intentabahacerunareverencia.Imaginadlaescena:¡unaniñahaciendoreverenciasmientrascaealvacío!¿Creéisquepodríaishacerlovosotros?—.¡Perolaseñorapensaráquesoyunaignorante!No,mejornopreguntarnada.Talvezpuedaleerelnombredelpaísenalgúncartel.

Alicia seguía cayendo y cayendo.Y, puesto que no tenía otra cosamejor que hacer, se puso ahablarotravez.

—¡Dinamevaaecharmuchodemenosestanoche!—Dinaerasugatita—.Esperoquealguienseacuerdededarlesucuencodelechealascuatro.MiqueridaDina,¡cómomegustaríaqueestuvierasaquíconmigo!Nocreoquehayaratonesenestepozo,peroalomejorpodríascazarunmurciélago.Los murciélagos se parecen mucho a los ratones. Aunque me pregunto si los gatos comenmurciélagos,nosé…

Aliciasesintiódeprontomuycansadaydijocomoensueños:—¿Comenmurciélagoslosgatos?—yluego—:¿Comengatoslosmurciélagos?

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Era incapaz de responder a estas dos preguntas, y se dio cuenta de que se estaba quedandodormida.EmpezabaasoñarqueestabapaseandoconDinayqueibanlasdoscogidasdelamano,odelapata,yquelepreguntabacontonograve:

—Vamos,Dina,dimelaverdad:¿algunaveztehascomidounmurciélago?Depronto,«¡cataplum!»,aterrizóenunmontónderamasyhojassecas,ylacaídallegóasufin.

Alicia,quenosehabíahechoniunrasguño,sepusodepie.Miróhaciaarriba:porencimadesucabezatodoestabaoscuro;peroanteellaseabríaunlargopasadizoy,alfondo,elConejoBlancosealejabaatodaprisa.Nohabíaunminutoqueperder:Aliciasaliócorriendotrasélatodavelocidad.Antesdeperderlodevistaalavueltadeunrecodo,oyócómodecía:

—¡Pormisorejasymisbigotes,seestáhaciendotardísimo!Uninstantedespués,ellatambiéndoblólaesquinayfueapararaunasalitaampliaconuntecho

muybajo,delquecolgabaunahileradelámparas.¡ElConejohabíadesaparecido!Habíapuertasalrededordetodalasalita.Aliciaintentóabrirlasunaauna,perotodasellasestaban

cerradas con llave. Con gran decepción, volvió al centro de la estancia. Estaba dándole vueltas acómosalirdeallí,cuandosetopóconunamesitapequeñadetrespatas,todaelladecristalmacizo,sobrelaquehabíaunadiminutallavedeoro.Inmediatamente,Aliciapensóqueaquellallaveabriríaalgunadelaspuertas,peropordesgracianofueasí.Olascerraduraserandemasiadograndesolallaveerademasiadopequeña,elcasoesquenoseabrióningúncerrojo.Derepente,Aliciadescubrióuna cortina que no había visto antes y que ocultaba otra puerta.Una puerta pequeñísima, de unoscuarenta centímetros de alto con una cerraduraminúscula.Aliciametió la llave: para su sorpresa,

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encajóalaperfección¡ylapuertaseabrió!La niña se puso de rodillas para ver mejor. Había un corto pasillo, no más ancho que una

ratonera,quedabaaunjardín,eljardínmásbonitoqueospodáisimaginar.—¡Ah,estabadeseandosalirdeesahabitaciónparapasearseentreaquellosparterresde floresdevivoscoloresy sentarsejuntoaaquellasfuentesdeaguafresca!PeroAlicianopodíaniasomarlacabezaporelquiciodelapuerta…

«Y aunque pudiera sacar la cabeza —pensaba—, ¿de qué me serviría? No podría pasar loshombros. ¡Oh, cómo me gustaría encogerme en mí misma como un catalejo! Creo que podríalograrlosisupieracómoempezar…».

Comoveis, habían sucedido cosas tan extraordinarias queAlicia empezó a pensar que nada, ocasinada,eraimposible.

No tenía ningún sentido quedarse esperando detrás de la puerta. Alicia volvió a cerrarla y seacercóalamesadecristal,esperandodescubriralgunaotracosa,talvezotrallave,oalgúnlibroqueleexplicaraelmododemenguarcomouncatalejo.Peroestavezloqueencontrófueunfrasco.

—Haceunmomentonoestabaahí,¡estoysegura!—exclamóAlicia.Teníaunaetiquetadepapelconlassiguientespalabrasimpresasenletrasmayúsculas:

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Puessí,estabamuybienquedijese«Bébeme»,peronuestraprudenteAlicianoibaaobedecersinmás. «Antes voy a comprobar que no ponga “veneno” por algún lado…», pensó, recordando quehabíaleídovarioscuentosencantadoressobreniñosquesehabíanquemadovivos,oquehabíansidodevoradosporanimalessalvajesovíctimasdeinnumerablesdesgracias,ytodoporhaberolvidadocumplirunascuantasnormas importantesque leshabíanenseñadosusamigos,comoporejemplo,que el fuego quema o que si te cortas el dedo con un cuchillo te sale sangre. Alicia sabíaperfectamentequesibebesdeunabotellaquellevaunaetiquetaenlaquepone«veneno»teacarreará,antesodespués,irremediablemente,unsinfíndeproblemas.

Perolapalabra«veneno»noseleíaporningúnlado,porloqueAliciaseatrevióaprobarloy,comoestabadelicioso(enrealidad,sabíaaunamezcladetartadecerezas,natillasypiña,pavoasado,carameloytostadasconmantequilla),sebebióhastalaúltimagota.

«¡Qué sensación más extraña! —pensó sorprendida—. Debo de estar encogiendo como uncatalejo».

Yeratotalmentecierto:ahoramedíaapenasveinticincocentímetros.Seleiluminóelrostroantelaideadequetendríaeltamañonecesarioparapasarporlapuertayentrarenaquelpreciosojardín.Algo nerviosa, esperó unosminutos para estar segura de que no seguíamenguando, «pues, quiénsabe—pensaba Alicia—, a lo mejor acabo extinguiéndome por completo, como una vela, y mepreguntoquéaspectotendríasiesoocurriera».

Alcabodeunmomento,comonosucedíanadaextraño, sedirigió rápidamenteal jardín.Pero¡ay,pobreAlicia!Encuantollegóalapuerta,sediocuentadequehabíaolvidadolallavecitadoradasobre la mesa, y cuando volvió a buscarla, vio que le resultaba totalmente imposible alcanzarla,aunqueladistinguíaperfectamenteencimadelcristal.Intentótreparporunadelaspatasdelamesa,pero era terriblemente resbaladiza y, tras varios intentos, acabó sentándose, exhausta, y rompió allorar.

«¡Vamos,vamos,denadasirvegimoteardeestamanera!—seincrepóasímismaconseveridad—.Teaconsejoquedejesdellorarinmediatamente».

Alicia tenía la costumbre de darsemuy buenos consejos (aunque raras veces los seguía) y enocasionesseregañabaasímismacontantadurezaqueseleinundabanlosojosdelágrimas.Hastarecordabaqueunavezsehabíadadouncacheteporhaberhechotrampasjugandoalcroquetmientrasjugabacontraellamisma(porqueanuestracuriosaniña leencantabafingirqueeradospersonas).«¡Peroahoradenadasirve fingirquesoydospersonas—pensó lapobreAlicia—,cuandoapenas

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quedaalgodemíparaserunapersonaentera!».Enesemomento, se fijóenunacajitaquehabíabajo lamesa.Cuando laabrió,viodentrouna

galletitadiminutaenlaqueseleíalasiguienteinscripción,escritaconpasasdeCorinto:

«Desdeluegoquemelavoyacomer—pensóAlicia—.Simehacecrecer,podréllegarhastalallave.Simehacemenguar,podrépasarpordebajodelapuerta.Encualquieradelosdoscasos,iréaljardín,yluegoyaveremos».

Mordióuntrozodegalletayluegopensóangustiada:«¿Haciaarribaohaciaabajo?»,ysepusolamano en la cabeza para tratar de adivinar si iba a subir o a bajar. Quedó muy decepcionada alconstatarquenocambiabadetamaño,algoque,porotraparte,noocurrecuandosecomengalletas.Peroestabatanacostumbradaavivirsucesos increíblesqueahora loshechosnormales leparecíanaburridosyestúpidos.Asípues,condecisión,secomiólagalletasindejarniunamiga.

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—¡Cadavezpeorymáspeor!—exclamóAlicia;estaba tansorprendidaque,depronto, seolvidóporcompletodehablarcorrectamente—.¡Ahorameestirocomosifueraelcatalejomásgrandedelmundo!¡Adiós,pies!—Pues,almirarlos,lospiesestabantanlejosqueleparecíandiminutos—.¡Oh,mis pobrecitos pies…! ¿Y ahora quién va a poneros lasmedias y los zapatos,mis pies queridos?Porqueyoyanopodréhacerlo.Estarédemasiado lejos comoparaocuparmedevosotros, asíquetendréisquearreglároslassinmí.

«Perotengoqueseramableconellos—pensódeprontoAlicia—,odelocontrarionoquerránllevarmeadondequierair.Vamosaver:¡yasé!TodaslasNavidadeslesregalaréunpardezapatosnuevos».

Entonces se puso a reflexionar sobre cómo iba a arreglárselas para que los zapatos nuevosllegaranasusdestinatarios.

—Se los enviaré por correo —se le ocurrió—. ¡Qué divertido será enviar un regalo a mispropiospies!Yladirecciónserárarísima:

AlSeñorDonPieDerechodeAlicia:Delantedelachimenea,juntoalparachispas.Afectuosamente,Alicia.

»¡Oh,peroquésartadedisparatesestoydiciendo!

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Eneseprecisomomento,sucabezachocócontraeltechodelasalitapues,efectivamente,¡ahoramedíamásdedosmetrossetentaycinco!Rápidamentecogiólallavedeoroyfuecorriendohacialapuertecilla.

¡PobreAlicia!¡Cómointentabatumbarsedeladoparaverconunojoelmaravillosojardín!Peroahorasíqueresultabaimposiblesalir,inclusomásqueantes,yalfinalsesentóysepusoallorar.

—Debería darte vergüenza—se reprochaba—. ¡Una niña tan grande como tú—ahora sí quepodíadecirtalcosa—llorandodeesemodo!Dejadellorarinmediatamente,¡teloordeno!

Perosiguióderramandolitrosymáslitrosdelágrimas,hastaqueenseguidaseviorodeadaporunverdaderocharcodeunosdiezcentímetrosdeprofundidadqueseextendíaportodalahabitación.Al cabo de un rato, oyó a lo lejos el ruido de unos pasitos acelerados, y se enjugó las lágrimasrápidamenteparaverquéestabapasando.

Eradenuevo elConejoBlanco, que se había vestidodegala; enunamano sujetabaunpar deguantesblancosdecabritillayenlaotrallevabaunhermosoabanico.Cruzólasalaconpasoligero,sindejardemurmuraramediavoz:

—¡Oh,laDuquesa,laDuquesa!¡Sevaaponerfuriosasilahagoesperar!Aliciaestaba tandesesperadaqueestabadispuestaapedirayudaalprimeroqueapareciera.Así

pues,esperóaqueelConejoseacercaraydijocontimidez:—¡Señor,porfavor!Alinstante,elConejosedetuvo.Luegoalzólosojosysepegótalsustoalverlaqueselecayeron

al suelo los guantes y el abanico y salió corriendo, pies para qué os quiero. Con calma, Aliciarecogiólosobjetosy,comohacíamuchocalorenlaestancia,empezóaabanicarsemientrashablabaconsigomisma.

—Laverdadesquehoytodoesmuyraro.Encambio,ayereldíatranscurrióconnormalidad…¿Mehabráncambiadodurantelanoche?Vamosaver,pensemos:¿erayolamismaAliciacuandomedespertéestamañana?Ahoraquelopienso,meparecequeenrealidadmeheencontradoalgodistintadeayer…Pero,siyanosoyyo,¿quiénseré?¡Ah,estosíqueesunmisterio!

Alicia hizo un repaso mental de todas las niñas que conocía para comprobar si se habíaconvertidoenalgunadeellas.

—No soyAda, porque ella tiene el pelo largo y rizado,mientras que elmío no es rizado enabsoluto.TambiénestoyseguradequenosoyMabel,porqueyoséunmontóndecosas,mientrasqueellanosabeprácticamentenadadenada.Además,ellaesellayyosoyyo,y…¡Oh,quélío!Detodosmodos,voyacomprobarquehoysé todo loquesabíaayer.Vamosaver:cuatroporcinco,doce;cuatroporseis, treceycuatroporsiete,catorce…¡No,asínoes!¡Aesteritmonuncallegaréhastaveinte! Bueno, quémás da, en realidad la tabla demultiplicar tampoco sirve demucho. Vamos aprobarconGeografía:LondreseslacapitaldeFrancia,yRomaeslacapitaldeInglaterra,yParís…¡Vaya!¡Todomal,estoysegura!¡HandebidodeconvertirmeenMabel!Bueno,voyatratarderecitarVedcómolalaboriosaabeja.

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Cruzólasmanossobrelasrodillasyempezóarecitarelpoema,peroleparecióquelesalíalavozroncayextraña,ylaspalabrasquepronunciabanoeranlasqueesperaba:

¡Vedcuánlaboriosoelcocodrilo!¡Cómoasucolalesacalustre,derramandolasaguasdelNilosobresusescamasilustres!

¡Conquéastuciaseparalasgarras,

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fingiendoquebebealegremente,mientrasatraealasalimañasypececilloshaciasusdientes!

—¡Estoyseguradequenoeraasí!—suspirólapobreAlicia,ydenuevoseleinundaronlosojosdelágrimasmientraspensaba:

«SeguroquemeheconvertidoenMabel,yvoyatenerquevivirensumiserablecasucha,dondetendré tanpocos juguetesy, ¡oh, tantísimas leccionesqueaprender! ¡Puesnoquiero,nihablar!Hetomadounadecisión: si deverdad soyMabel, nopiensomovermede aquí.Yapueden asomar suscabezas y suplicarme: “¡Sube, cielo!”. Me limitaré a mirar hacia arriba y responder: “¡Primerodecidmequiénsoy!Ysimegustaserlapersonaquemedigáis,subiré.Perosino,mequedaréaquíhastaqueseaotrapersona”».

—¡Ay!—exclamóAliciadepronto,llorandoalágrimaviva—.¡Ojaláalguienasomaralacabezaymeviera!Estoycansadísimadeestarsolaenestasalita.

Entonces Alicia se miró las manos y descubrió con sorpresa que se había puesto uno de losguantesdelConejo.«¿Cómomehabrépuestoelguante?—pensó—.Debodeestarmenguandootravez…».

Se levantó y se dirigió a la mesa para medirse. Según sus cálculos, medía unos sesentacentímetros de alto, y seguía menguando. Cuando comprendió que aquel fenómeno se debía al

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abanico que estaba sujetando, lo tiró al suelo. ¡Y menos mal, porque había llegado a los ochocentímetros!

—¡Porlospelos!Yahora,¡aljardín!—exclamó,ysepusoacorrerhacialapuerta.Pordesgracia,estabadenuevocerraday,comolavezanterior, la llavecitaestabaencimade la

mesa.«Todovademalenpeor—pensó lapobreAlicia—.¡Ahorasoymáspequeñaquenunca!¡Que

nunca!¡Laverdadesquetengomuymalasuerte!».

Entonces,supieresbalóy,«¡plof!»,seviohundidahastaelcuelloenaguasalada.Loprimeroquepensó fuequehabíacaídoalmar.«Enesecaso,podrévolveracasaen tren»,pensó. (Aliciahabíavistoelmarsolounavez,yhabía llegadoa lacuriosaconclusióndeque todas lasplayas inglesasdisponíandecabinasdebaño,quesiemprehabíaniñoshaciendohoyosenlaarenaconpalas,yquetodasesasplayas,rodeadasinevitablementedehotelitosdealquiler,seencontrabansituadasjustoalladodeunaestacióndeferrocarril).Peroprontosediocuentadequeeraimposiblequeestuvieraenelmar, puesto que se encontraba bajo tierra, y por fin se dio cuenta de que se trataba del charcoformadoporlaslágrimasquehabíavertidounratoantes,cuandomedíadosmetrossetentaycincodealtura.

—¡Ojalánohubieralloradodeesemodo!—exclamómientrasnadabaparallegarhastalaorilla—.Supongoqueahogarmeenmispropiaslágrimasserámicastigo.¡Seráunaccidentemuyextraño!Perotodoestanextrañoúltimamente…

Depronto,vioquealgochapoteabacercadedondeellaestaba.Alprincipiocreyóqueseríaunamorsaounhipopótamo.Peroluegorecordólodiminutaqueera,asíqueseacercóydescubrióqueelanimalencuestióneraunratónque,igualqueella,habíacaídoalagua.

«¿Servirá de algo que me dirija a ese ratón? —pensó Alicia—. Todo está siendo tanextraordinario en este lugar que probablemente también sepa hablar. No pierdo nada porintentarlo…».

Yempezóahablardeestemodo:—Oh,Ratón,¿sabríaustedcómosalirdeestecharco?¡Estoytancansadadenadar,oh,Ratón!—

Alicia estaba totalmente convencidadeque ese era elmodocorrectodehablar conun ratón, puesrecordabaquehabíaleídoenellibrodelatíndesuhermanolaspalabras:«Unratón,deunratón,aunratón,porunratón,¡oh,ratón!».

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El Ratón volvió la cabeza, la miró con curiosidad, le guiñó el ojo un par de veces, pero norespondió.«Alomejornohablainglés—pensóAlicia—.¡PuedequeseaunratónfrancésquellegóaquíconGuillermoelConquistador!».(Pesea todossusconocimientosdehistoria,Alicianoteníaunaideamuyclaradelacronologíadelosacontecimientos).Asípues,dijoenfrancés:«Oùestmachatte?»,queeralaprimerafrasedesulibrodefrancésyquequeríadecir«¿Dóndeestámigata?».ElRatónsaltóbruscamentedelagua;todoelcuerpoletemblabadeespanto.

—¡Oh, disculpe, se lo ruego!—se apresuró a decir Alicia, temiendo haber ofendido al pobreanimal—.¡Semehabíaolvidadoporcompletoquealosratonesnolesgustanlosgatos!

—¡Quenomegustanlosgatos!—exclamóelRatónconungritotensoyagudo—.¿Ati,enmilugar,tegustaríanlosgatos?

—Seguroqueno—respondióAliciacontonoconciliador—.¡Noseenfade,porfavor!PeromeencantaríapresentarleanuestragataDina,aunquefuerasolounavez,porquecreoquelaibaaadorar.MiDinaesmuytranquila—siguióhablandomientrasnadabaperezosamenteenelcharco—.Ycómoronroneacuandosetumbacercadelachimeneaparalamerselaspatitasylavarselacara…Además,¡estansuavecuandolaacaricias!Enfin,ytambiénesunaexpertaencazarratones…¡Oh,perdón!—volvióaexclamarAliciaalverquealRatónseleerizabaelpelo—.Yanohablaremosmásdeestetema,seloprometo.¡Lamentomuchísimohaberheridosussentimientos!

—¿Missentimientos,dices?—contestóelRatón,queestabatemblandoderabiaydemiedodesde

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lasorejashastaelfinaldelacola—.Ennuestrafamiliaodiamosalosgatosdesdequeelmundoesmundo. ¡Son criaturas repugnantes,malvadas y vulgares! ¡No, no vuelvas a pronunciar la palabragato!

—¡Nuncamás!—repitióAlicia, que estaba deseando cambiar de tema—.Ejem…¿Le gustan austedlos…losperros?

ElRatónnorespondió,yAliciaprosiguióalegremente:—Cerca demi casa vive un perrito queme gustaría presentarle, porque esmaravilloso.Es un

terrierdemiradaaguda,conelpelolargoyrizado.Tetraetodoslosobjetosquelelanzas,tedalapatitaparaganarselacenaysesabetantostrucosquenomeacuerdonidelamitad.Sudueñoesungranjero que nos ha dichoque el perro le resulta tan útil que vale una fortuna.Por ejemplo, cazaratas,y…¡Oh,perdón!—exclamóAliciaarrepentida—,¡meparecequehevueltoaofenderlo!

Yasíera.ElRatónsealejabadeellanadandocon todassus fuerzas,yprovocabaasupasounverdaderotorbellinodeaguaenlasuperficiedelcharco.Alicialollamócontonocariñoso:

—¡QueridoRatoncito!¡Vuelva,porfavor!¡Leprometoquenohablaremosmásdeperrosnidegatos,puestoquenolegustannadadenada!

Aloír esaspalabras, elRatóndiomediavueltay lentamente se acercó aAlicia.Conel hocicopálido(deira,pensóAlicia)ylosmiembrostemblorosos,dijoconunadébilvocecilla:

—Tenemosquellegarhastalaorilla:tecontarémihistoria,yasícomprenderásporquéodioalosperrosyalosgatos.

Yaibasiendohoradesalirdeallí,pueselcharcoseencontrabasaturadodeanimalesquehabíancaídoenél.Habíaunpatoyundodo,unloroyunaguilucho,yotrasmuchascriaturascuriosas.Todoelgruposepusoanadarhaciatierrafirme,detrásdeAlicia.

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¡Sí que fue una asamblea extraña la que se celebró en la orilla! Las aves arrastraban el plumajeempapado y los otros animales tenían el pelo planchado contra el cuerpo, y todos chorreaban,incómodosydemalhumor.

Elprimerproblemaera,desdeluego,pensarcómoibanasecarse.Cadaquienexpresósuopinión,y al cabodeunosminutos aAlicia leparecióque era lomásnaturaldelmundomantener aquellaconversacióncomosiseconocierandetodalavida.SobretodosostuvounprolongadodebateconelLoro,queacabópordeclarar,enfurruñado:

—¡Soymás viejo que tú, y por lo tanto sémejor lo que hay que hacer!—Cosa queAlicia noestabadispuestaaadmitirsinconocersuedad.PerocomoelLorosenegócategóricamenteadecirlosañosquetenía,eldebateconcluyóahí.

Porfin,elRatón,queparecíaejercerciertaautoridadsobreelrestodesuscompañeros,ordenó:—¡Sentaostodosyescuchadme!¡Yaveréiscomoosdejosecosrápidamente!Ante estas palabras, todos formaron un círculo a su alrededor.Alicia lomiraba fijamente con

algodeansiedad,puesestabaseguradequeibaaagarrarunbuenresfriadosinosesecabapronto.—¡Ejem!—empezóelRatón,dándoseairesdeimportancia—.¿Estáistodospreparados?Osvoy

acontarlahistoriamásresecaqueconozco.Silencio,porfavor,queempiezo:«PuestoqueelPapasemostrabafavorablealacausadeGuillermoelConquistador,esterecibióenseguidalasumisióndelosingleses,quienes,alestaracostumbradosalasconquistasyalasusurpaciones,estabanbuscandounosnuevosdirigentes.EdwinyMorcar,loscondesdeMerciaydeNorthumbria…».

—¡Brrr!—dijoelLoroconunescalofrío.—Disculpa,¿decías?—preguntóelRatóncortésmente.—¡Nada,nada!—seapresuróaresponderelLoro.

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—Ah,mehabíaparecido—murmuróelRatón—.Sigo:«EdwinyMorcar,condesdeMerciaydeNorthumbria, sedeclararona favor;yhastaStigand,elarzobispodeCanterbury,cuyopatriotismoeraportodosconocido,encontrolooportuno…».

—¿Encontróqué?—preguntóelPato.—Encontró«lo»—respondióelRatón—.Imaginoquesabrásloquesignifica«lo».—Séperfectamenteloquesignifica«lo»cuandosoyyomismoelqueloencuentra—contestóel

Pato—.Y,porlogeneral,«lo»sueleserungusanoounarana.Lacosaesquéencontróelarzobispo.Sinhacercasodelaobservación,elRatónprosiguiósurelato:—«Encontrolo oportuno y acompañó a Edgard Atheling en su búsqueda de Guillermo para

ofrecerlelacorona.Alprincipio,laconductadeGuillermofuemoderada.Perolainsolenciadelos

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normandos…». Bueno, querida, ¿qué tal te encuentras ahora? —interrumpió la narración paradirigirseaAlicia.

—¡Sigoigualdeempapada!—selamentólaniña—.Estahistorianomeestásecandoenabsoluto.—En ese caso —declaró solemnemente el Dodo—, propongo que se aplace la sesión y que

adoptemossindilaciónmedidasenérgicasdestinadasa…

—¡Habla en cristiano! —se quejó el Aguilucho—. No entiendo la mitad de esas cosas tangrandilocuentesquedices,ytampococreoquetúmismolasentiendas.

Bajólacabezaparaocultarunasonrisaburlona,peroalgunosanimalesserieronsindisimulo.—Loquequeríadecir—prosiguióelDodoalgomolesto—esquelamejorformadesecarnos

seríaorganizarunacarreraelectoral.—¿Quéesunacarreraelectoral?—preguntóAlicia,noporquetuvieraespecialinterésensaberlo,

sinoporqueelDodoguardabasilencioynoparecíaquenadiequisieratomarlapalabra.—Puesverás,lamejorformadeexplicarenquéconsisteesorganizaruna—respondió.(Y como a vosotros también podría apeteceros organizar una, en un día de invierno, voy a

contarosloquehizoelDodo).Primero,dibujóenelsueloloslímitesdeunapistamásomenosredonda:—Laformaexactanotienedemasiadaimportancia—aclaró.A continuación, todos losmiembros del grupo se colocaron aquí y allá dentro de la pista.No

hubo ningún «¡preparados, listos, ya!», sino que cada cual se ponía a correr por dondemejor le

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parecíayseparabacuandoloestimabaconveniente,detalmodoqueresultabadifícildecidircuándoterminaba la carrera. No obstante, al cabo de una media hora de tumulto, todos quedaroncompletamentesecos,yelDododeclaróacabadalacarrera.Entoncestodosseagruparonentornoaél,jadeandoypreguntandoquiénhabíaganado.

Pararesponderaesapregunta,elDodonecesitabamadurarlarespuestalargoytendido,demodoquepermaneciósentadoreflexionando,conundedoenlafrente(queeslamismaposturaqueadoptaShakespeare en casi todos sus retratos), mientras el grupo guardaba silencio, expectante. Por fin,declaró:

—Todoshemosganadoytodosdebemosrecibirunpremio.—Pero¿quiénvaahacerlaentrega?—preguntaronlosotrosalunísono.—¡Puesella,porsupuesto!—decidióelDodoseñalandoaAlicia.Todoslosparticipantesrodearonalaniña,reclamandoavozengrito:—¡Lospremios!¡Lospremios!Alicianosabíaquéhacery,desesperada,rebuscóensusbolsillosyencontróunacajadegrageas

(que, por fortuna, no se habían disuelto en el agua salada), y las repartió entre el corro. Habíaexactamenteunaparacadauno.

—Peroellatambiéntendráquerecibirunpremio—observóelRatón.—Desdeluego—asintióelDodomuyserioy,dirigiéndoseaAlicia,preguntó—:¿Quémástienes

enlosbolsillos?—Soloundedal…—respondióellacondesilusión.—Averlo—ordenóelDodo.Una vez más, se apelotonaron todos a su alrededor, mientras el Dodo le ofrecía el dedal,

declarandosolemnemente:—Terogamosqueaceptesesteelegantededal.Cuando concluyó aquel brevediscurso, todos aplaudieron.Aliciapensóque aquella ceremonia

eratotalmenteabsurda,perolosanimalesparecíantanseriosquenoseatrevióareírse.Y,comonosabíaquéresponder,selimitóahacerunaligerareverenciayaaceptareldedalcongransolemnidad.

Losiguienteeracomerse lasgrageas, cosaque se llevóacaboenmediodeun totalbarulloyconfusión,pueslospájarosgrandessequejabandequelasgrageasnosabíananada,mientrasquelospequeñosseatragantabanconellas,yhuboquedarlespalmaditasenlaespalda.Noobstante,cuandohubieron terminado, se sentaron de nuevo en círculo y suplicaron al Ratón que les contara otrahistoria.

—Silorecuerda,mehabíaprometidoquemecontaríaporquéodiaalosg…yalosp…—dijoAlicia,sinpronunciarlaspalabrasquepodríanofenderalRatón.

—Es que mi historia trae cola, una cola bien larga y bien triste… —respondió el Ratón,volviéndosehaciaella.

—¿Larga y triste?—preguntóAlicia—. Pues sí, es verdad que es larga—reconociómientrascontemplaba la cola del Ratón—. Pero ¿por qué triste? —y siguió pensando en aquel curiosoproblemamientraselRatónhablaba,demodoqueelrelatoquecontóadoptóenla imaginacióndeAlicialasiguienteforma:

ElperroFuriaamenazóaunratónqueensucasaseencontró:«¡Vamosajuicio!Ven,queteacuso,aunqueseaunabuso.

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Teabrounacausa,¡teperseguirésinpausa!».ElRatóncontestó:«Unpleitodeesaguisa,sinjuezysinjurado,sinjurado,señorestimado,esunjuicioderisa».«Yoseréeljuezyeljura-do»,dijoFuria,elperrotai-mado.«Vere-dictoemi-tiré,amuer-teteconde-na-ré».

—Noestásatendiendo—lereprochóelRatónaAliciaconseveridad—.¿Enquéestaspensando?—Porfavor,perdóneme—dijoAliciahumildemente—.Habíallegadoustedalaquintacurva,si

nomeequivoco.—¡Esolodudo!—gruñóelRatón,furioso.—¿Cómoqueunnudo?—Aliciaoyómal,yexaminabaalRatónconpreocupación—:Sitieneun

nudo,dejequeloayudeadeshacerlo—seofreció,comosiempre,dispuestaaserútil.—¡Nihablar!—exclamóelRatón,queselevantóysealejódelgrupo—.¡Esinsultanteescuchar

tamañosdisparates!—¡Hasidosinquerer!—decíaensudefensalapobreAlicia—.¡Peroesqueustedseenfadapor

cualquiercosa,laverdad!PortodarespuestaelRatónemitióungruñido.—Porfavor,¡vuelvayterminesurelato!—lesuplicóAlicia.—¡Sí,porfavor!—imploraronacorolosdemásanimales.PeroelRatón,sacudiendolacabezaindignado,sealejóconpasoligero.—¡Quélástimaquesehayaido!—suspiróelLoro.

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UnamamáCangrejoaprovechóparadecirleasuhija:—Hijamía,¡asíaprenderásanoperderlacalmanuncamás!—¡Calla,mamá!—contestóirritadalajovenCangrejita—.PorDios,¡acabaríasconlapaciencia

deunaostra!—¡Cómo me gustaría que estuviera aquí Dina! —exclamó Alicia sin dirigirse a nadie en

particular—.¡NostraeríaalRatóndevueltaenmenosquecantaungallo!—¿YquiénesDina,sinoesindiscreción?—preguntóelLoro.Alicia, que siempre estaba encantada de hablar de su mascota preferida, respondió con gran

entusiasmo:—Dinaesnuestragata.Tendríaisquevercómocazaratones,¡nooslopodéisimaginar!¡Ysila

vieraispersiguiendoalospájaros!Encuantoveuno,¡selocomedeunbocado!

Aquellaspalabrasprovocaronunareacciónimprevistaenlaasamblea.Algunospájarossalieronvolandodeinmediato;unaviejaUrracaahuecólasplumasconcienzudamenteydijo:

—Creoquemevoyacasaya;elfríodelanochenoesnadabuenoparamigarganta.YunCanariollamóasushijosconvoztemblorosa:—¡Niños,nosvamos!Yaeshoradeirsealacama.Conmilpretextos,todossedespidieron,yenseguidaAliciasequedósola.—NotendríaquehaberhabladodeDina—selamentó—.Anadieporaquíparecegustarle,yeso

queeslamejorgatitadelmundo.¡MiDinaquerida!¡Mepreguntosivolveréavertealgunavez!YenestolapobreAliciaseechóallorar,puessesentíamuysolaydesconsolada.Peroalpoco

oyóa lo lejosun leve rumordepasosy levantó losojos, con la ligeraesperanzadequeelRatón

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hubieracambiadodeopiniónyhubieradecididovolverparaterminardecontarsuhistoria.

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EraelConejoBlanco,quebrincabamirandoasualrededormuypreocupado.Parecíaquehubieraperdidoalgo,yAliciaoyóquemurmuraba:

—¡La Duquesa! ¡La Duquesa! ¡Ay, mis pobres patitas! ¡Ay, mi piel y mis bigotes! ¡Me va aejecutar,esolosabenhastaloshurones!¿Dóndedemoniosloshabrémetido?

Aliciaadivinóalinstantequeestababuscandoelabanicoylosguantes.Comoeraunaniñamuydispuesta,sepusoabuscarlostambién,peronosirviódenada:despuésdelcharcodelágrimas,todohabíacambiado,ylagransalita,lamesadecristalylapuertecillahabíandesaparecidoporcompleto.

Pocodespués,elConejodescubrióaAliciaysedirigióaellamuyenfadado:—PeroMaryAnn,¿quéestáshaciendoahí?¡Vecorriendoacasaytráemeunpardeguantesyun

abanico!¡Deprisa!Aliciatuvotantomiedoquesefueenladirecciónindicadasinintentarsacarlodesuerror.«¡Mehatomadoporsucriada!—pensómientrascorría—.Menudasorpresasevaallevarcuando

le diga quién soy. Peromás vale que primero le lleve el abanico y los guantes…, ¡si es que losencuentro!».

Pensando esto, llegó a una hermosa casita. En la puerta había una placa de cobre que teníagrabadalasiguienteinscripción:

«C.BLANCO»

Aliciaentrósinllamarysubiócorriendolasescaleras,aterrorizadaconlaideadetoparseconlaverdaderaMaryAnnydequelaecharandeallísinhaberencontradoelabanicoylosguantes.

«¡Quéextrañoesestodehacerrecadosparaunconejo!—pensó—.Despuésdeesto,supongoqueseráDinalaquememandeabuscarloquenecesite».

Ysepusoaimaginarcómosería:

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—SeñoritaAlicia,vístaseyprepáreseparasaliradarsupaseo—diríalaniñera.—¡Voyenseguida!¡PeroesqueDinamehaencargadoquevigileestaratonerahastaquevuelva

paraquenoseescapeningúnratón!—responderíaAlicia.Y luego pensó: «En realidad, no creo que Dina durara mucho tiempo en casa si le diera por

impartirórdenesdeesaforma».

Enesemomento,entróenunpequeñodormitorioqueestabamuyordenado.Talycomoesperabaviosobreunamesa,delantedelaventana,unabanicoyvariosparesdediminutosguantesblancosdecabritilla.Cogióelabanicoyunpardeguantesy,cuandosedisponíaasalir,observóunfrasquitoquehabíaalladodeunespejo.Estaveznoseveíaningunaetiquetaquedijera:«BÉBEME»,perodetodosmodosllegóbastaélylodestapó.

«Enestelugarsiempresucedealgointeresantecuandobeboocuandocomo—pensó—.Vamosaverquéocurresimetomoestebrebaje.Esperoquemehagacrecer,porqueyaestoyhartadetenerestetamañotanridículo».

Yasífue,aunquecreciómuchomásrápidodeloquehabríadeseado.Antesdeingerirlamitaddelcontenido,yatocabaeltechoconlacabeza,loquelaobligóaagacharseparanoromperseelcuello.Rápidamentesoltóelfrascoyexclamó:

—¡Hecrecidodemasiado!Ahoranopuedosalirporlapuerta.¿Porquéhabrébebidotanto?Pordesgracia,denadasirviólamentarse:Aliciaseguíacreciendosinparar,yenseguidatuvoque

ponersederodillasenelsuelo.Unminutodespués,comoyanoquedabasitiosuficiente,setumbó,apoyóuncodocontralapuertaypasóelotrobrazopordebajodelacabeza.Acontinuación,comoseguía creciendo, tuvo que sacar el brazo por la ventana, metió un pie en la chimenea y pensó:«¡Ahoranopuedomoverme!¿Quévaaserdemí?».

Por suerte, el frascomágicoyahabía surtido todo suefecto,yAliciadejódecrecer.De todosmodos,seencontrabaenunaposiciónmuyincómoday,alnopodersalirdelpequeñodormitorio,sesintiómuydesgraciada.

«La vida es mucho más agradable en casa —pensó—. Allí al menos no nos pasamos el díacreciendoymenguandode repente,y los ratonesy losconejosno tedanórdenes.Casiempiezoaarrepentirmedehaberentradoenlamadriguera.Aunque…,peseatodo,¡estaaventuraesdelomásextraordinario!Me pregunto qué es lo que ha podido sucederme…Cuando leía cuentos de hadas,creíaquetodasesascosaseranimposibles,¡yahoraestoyviviendounadeellas!Deberíanescribirunlibrosobremí,¡esoes!Dehecho,cuandocrezca,yomismaescribiréuno…Aunqueenrealidadyahecrecido—observócontristeza—.Encualquiercaso,¡nosécómopodríacrecermásaúndentrodeestahabitación!».

Yleseguíanasaltandopensamientos:«Perosiyanopuedoseguircreciendo,¿mequedaréparasiempreconlaedadquetengohoy?Lobuenoesquenuncallegaríaaservieja,aunqueporotrolado,¡tendríaqueaprenderleccionesdurantetodalavida!¡Quéfastidio!MipobreAlicia,¡peroquétontapuedesllegaraser!—serebatíaasímisma—.¿Cómovasaaprenderte las leccionesaquí?¿Cómovasameterlibroalgunoenunahabitaciónenlaqueapenascabestú?».Yduranteunbuenratosiguiócharlandodeesaguisaconsigomisma,haciéndosepreguntasyrespondiéndolas.Porfin,oyóunavozfueradelacasayguardósilencioparaprestaratención.

—¡MaryAnn!¡MaryAnn!—decíalavoz—.¡Tráemelosguantesinmediatamente!

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A continuación, se oyó en la escalera un ruido de pasos apresurados. Alicia supo que era elConejo,quevolvíaparaverquéestabahaciendo,ysepusoatemblardetalmodoquelacasaenteraempezóadarsacudidas.Sehabíaolvidadodequeahoraeramilvecesmásgrandequeelanimalyque,portanto,nohabíamotivoalgunoparatenerlemiedo.

Enseguida el Conejo llegó al rellano y giró el picaporte. Pero como la puerta se abría haciadentroyelcododeAliciasehabíaquedadoapoyadocontraelbatiente,resultabaimposibleentrar.

—¡Conqueesastenemos!¡Puesdarélavueltayentraréporlaventana!—rezongóelConejoenvozalta.

«¡De eso nada!», pensó Alicia. Cuando calculó que el Conejo estaba colocado debajo de laventana,abrióbruscamentelamanoylaagitócomosiquisieraatraparalgunacosa.Noapresónada,pero oyó un gritito, un ruido de caída y un estrépito de cristales rotos, por lo que dedujo que elConejohabíadebidodecaerenunsemillerodepepinosoalgoparecido.

Entonces,elConejo,congranirritaciónenlavoz,gritó:—¡Pat!¡Pat!¿Dóndeestás?—yalguienqueAlicianoconocíarespondió:—¡Aquí,señoría,cavandoenbuscademanzanas!—¡Cavandoenbuscademanzanas!—repitióelConejoconcrispación—.¡Puesdejaesoyvena

sacarmedeaquí!—Nuevoruidodecristalesrotos—.Yahoradime,¿quéesesoquesobresalepormiventana?

—¿Eso?Puesunbrazo—pronunció«braso»—,claroestá,señoría.—¡Sedicebrazo,no«braso»,animal!¿Hasvistoalgunavezunbrazodesemejantetamaño?¡Si

ocupatodalaventana!—Claroestá,peronodejadeserunbrazo…—Bueno,puesaquínoloquieroparanada,asíqueveaquitarlodeahí.Luegohuboun largosilencio,yAliciaoyócuchicheos intermitentesdeeste tipo:«¡Esonome

gustanada,señoría,claroqueno!»y«¡Obedece,mendrugo!».Porfin,volvióaabrirlamano,movióelbrazo,yalinstanteseoyerondosgritosseguidosdeunnuevoestrépito.

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«¿Perocuántossemillerosdepepinotienenaquí?—sepreguntóAlicia—.¿Yahoraquépiensanhacer? Porque si creen que me van a sacar por la ventana, no sé cómo lo van a conseguir. Sinembargo,mevendríadeperlas,porquepodríairmedeaquí».

Esperóotrorato,peronovolvióaoírnadamás.Entonces, reconoció el sonido de las ruedas de una carretilla, y llegó hasta ella un barullo de

vocesmezcladas.Distinguiólasiguienteconversación:—¿Dóndeestálaotraescalera?—¡Oye,quesolohepodidotraeruna!Billsehallevadolaotra…—¡Bill,tráela,muchacho!Ahí,ponedlasenlaesquina.—No,¡primerohayqueunirlas!Inclusounidasnollegannialamitaddelaaltura…—Oh,asíestábien,¡noseasgruñón!—¡Toma,Bill,sujetaestacuerda!—¿Creéisqueeltechoaguantará?

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—¡Cuidado,sehasoltadounateja!¡Cuidadoabajo!—Ruidodelatejacontraelsuelo.—¿Quiénhasido?—MeparecequehasidoBill.—¿Quiénvaabajarporlachimenea?—Yono,¡bajatú!—Nihablar,¡yotampocobajo!—LetocabajaraBill.—¿Looyes,Bill?¡Elamohadichoquetetocabajaratiporlachimenea!«Conquesí,¿eh?ConqueBillvaabajarporlachimenea—pensóAlicia—.Noesjusto,medala

impresión de que le toca a él hacerlo todo. No me gustaría nada estar en su lugar: tal vez estachimeneaseamuyestrecha,peroseguroquepuedodarleunapatada».

Adentró la pierna todo lo que pudo y esperó hasta que el bichejo (cuya especie no logróadivinar),reptandoatientasyaferrándosealasparedes,bajóhastaelhogar.Entoncespensó:«¡EsteesBill!»,diounpuntapiésecoyaguzóeloídoparaescucharloquepasabaacontinuación.Primeroseoyóuncorodeexclamaciones:

—¡Mirad,Billhasalidoporlosaires!

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LuegoelConejoexclamó:—¡Idabuscarlojuntoalavalla!Luegoseprodujounsilencioseguidodeunaalgarabíadevoces:—¡Levantadlelacabeza!—¡Dadle aguardiente! ¡Y no lo zarandeéis! Vamos, muchacho, ¿qué ha pasado? ¿Qué te ha

ocurrido?¡Cuenta!Porfinseoyóunavocecilladébilyaguda.«¡EseesBill!»,pensóAlicia.—Lo cierto es que no lo sé muy bien… No, gracias, ya no quiero más aguardiente, ya me

encuentromejor… Todo está todavía demasiado borroso enmi mente para que os lo cuente. Loúnicoqueséesquesemehaacercadounacosacomosifueraunmuñecoresortedisparadodelacajayque,actoseguido,mehevistovolandoporlosairescomouncohete.

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—Yalocreoqueibasporlosaires—exclamaronsusamigos.—¡Tendremosquequemarlacasa!—decidióelConejo.—¡Ah,no,nihablar!¡Silohacéis,osenvíoaDina!—gritóAliciacontodassusfuerzas.Alinstantesehizounsilenciomortal,yAliciapensó:«¿Yahoraquévanasacarsedelamanga?

Sifueranunpocomásastutos,levantaríaneltejado».Alcabodeunoodosminutos,elgrupovolvióaagitarse,yAliciaoyó:—Unacarretilladabastarádemomento—decíaelConejo.«¿Una carretillada de qué?», se preguntó Alicia. Pronto lo supo: al segundo, un granizo de

guijarrosentróporlaventana,yalgunosledieronenlacara.«¡Yaestábiendetantastonterías!»,pensó,yexclamó:—¡Niseosocurravolverahacerlo!—Ysuspalabrasprovocaronunnuevosilencio.

EntoncesAliciaviosorprendidaquelosguijarrossetransformabanengalletitasalcaeralsuelo.Seleocurrióunabrillanteidea.

«Simecomouna,estoyconvencidadequecambiarédetamaño;y,comomepareceimpensablecreceraúnmás,digoyoquemenguaré».

Secomióunagalletay,encantada,vioqueempezóaencogerenelacto.Encuantofuelobastantepequeñacomoparapasarporlapuerta,saliócorriendodelacasa.Un

tropel de animales y aves la estaban esperando.Bill, el pobre lagarto, se encontraba enmediodelgrupo,sostenidopordosConejillosdeIndiasqueloobligabanabeberdeunabotella.CuandovieronaAlicia,seabalanzaronsobreella,perolaniñaseescapóatodocorreryseadentróenunfrondosobosque.

«Loprimeroquetengoquehacer—pensómientrasandabasinrumbo—esrecuperarmitamañonormal.Ylosegundoesencontrarelcaminoquemellevealpreciosojardín.Mepareceunexcelenteplan».

Aquelplan,sencilloyprecisoalmismotiempo,parecía,enefecto,excelente.ElproblemaeraqueAlicia no tenía ni la menor idea de cómo llevarlo a cabo. De pronto, mientras exploraba losalrededoresconinquietud,seoyóunladridojustoencimadesucabeza.Rápidamentelevantólanariz.Unenormeperrolamirabadesdeloaltoyleacercabasusojosgrandesyredondos.Tímidamente,tendiólapataparatocarla.

—¡Pobreanimalito!—exclamóAliciaconuntonomuycariñoso,haciendoungranesfuerzoporemitirunsilbidodellamada.

Enrealidad,esperabaqueelanimalnotuvierademasiadahambre.Delocontrario,apesardesusmimosycaricias,¡podríaacabarentresusfauces!

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Sinpensardemasiadoloquehacía,recogióunaramasecayselaacercóalcachorro.Enelacto,elperritosepusoapegarsaltosyaladrardealegría,yluegoseabalanzósobrelavarafingiendounataque.Paraquenolapisoteara,Aliciaserefugiódetrásdeunagrancardo,pero,encuantovolvióaasomarse,elcachorrosaltócontantoímpetuquediounavoltereta.Alicia,queteníalaimpresióndeque estaba jugando conun caballo percheróny temía sin cesar que el perro la aplastara, volvió aesconderse rápidamente. El cachorro, por su parte, fingía que atacaba la vara, y avanzaba yretrocedía, sin dejar de ladrar. Por fin, exhausto, se alejó un poco y se sentó a descansar, con lalenguacolgandoylosojosmediocerrados.

Sepresentólaocasióndeescapar.Aliciasepusoacorrerlomásrápidoquelepermitieronsuspiernas,y solocuando los ladridosdel cachorro seconvirtieronenun sonidomuy lejanodejódecorrer,sinaliento.«¡Quécachorrillomásadorable!—pensó,mientrasseapoyabaenunbotóndeoroyseabanicabaconunadesushojas—.Mehabríaencantadoenseñarlealgunostrucos,si…,bueno,sihubiera recuperado mi tamaño normal. ¡Dios mío! Tengo que volver a crecer, ¡casi lo habíaolvidado!Veamos…¿Quépuedohacer?Supongoque tengoquecomerobeberalgunacosa,pero¿qué?».

Esequéeralacuestiónquehabíaqueresolver.Concalma,Aliciaexaminólasfloresylahierba,sinsaberquéeraloque,entalescircunstancias,podríaserlacomidaolabebidaadecuada.Luegoseacercóaunasetadeaproximadamentesumismotamaño.Lainspeccionópordebajo,porlosladosypordetrásy,depronto,seleocurriótratardeverloquehabíaporencima.Sepusodepuntillasparaecharunaojeada,entoncessumiradasecruzóconunaenormeorugaazulqueestabasentadaconlos

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brazoscruzadosenelcentrode laseta, fumando tranquilamenteunnarguile, sindemostrarelmásmínimointeréspornadadeloquesucedieraasualrededor.

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Trasobservarsemutuamenteduranteunbuenrato,laOrugasesacóelnarguiledelabocay,convozadormilada,preguntó:

—¿Ytúquiéneres?Noesquefueraunaformamuyalentadoradeentablarconversación.—Yo…Esquenolotengomuyclaro,señora,almenosporahora—respondióAliciaunpoco

cohibida—.En realidad, cuandome he levantado estamañana sí que sabía exactamente quién era,perometemoquedesdeentonceshesufridovariastransformaciones.

—¿Aquéterefieres?—preguntólaOrugaconaspereza—.¡Explícate!—Creoquenovoyasercapaz,señora,dadoqueyoyanosoyyo,¿comprende?—Puesno,nocomprendonada—gruñólaOruga.—Metemoquenovoyapodersermásclara—respondióAliciaamablemente—;nisiquierayo

mismacomprendoloquemepasa.Cuandounacambiadetamañotantasvecescomoyo,yenunsolodía,sequeda,cuandomenos,algoturbada.Escomprensible,¿noleparece?

—¡Puesno!—exclamólaOruga.—Usted, lógicamente, todavía no lo sabe—prosiguióAlicia—, pero cuando se transforme en

crisálida(cosaque,sinduda,leocurriráantesodespués)yluegoenmariposa,sindudaleparecerábastanteextraño.

—¡Enabsoluto!—replicólaOruga.—Bueno,talvezaustedledéigual—dijoAlicia—,peroamí,desdeluego,meresultaríadelo

másextraño…—¡Ati!¿Peroquiénerestú?—dijolaOrugacondesprecio.Yasívolvieronalpuntodepartida.Unpocomolestaporeltonotansecoconelquesedirigíaa

ella,Aliciaseenderezótodoloquepudoydeclarómuydignamente:

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—Creoqueesustedlaquedeberíadecirmequiénes,enprimerlugar.—¿Yesoporqué?—replicóextrañadalaOruga.

Eraunapreguntamuyembarazosa.Comonoencontrabaunarespuestaconvincente,ylaOrugasemostrabarealmenteantipática,Aliciasegirósobresustalonesysealejó.

—¡Vuelveaquí!—legritólaOruga—.¡Tengounacosaimportantequedecirte!Esperanzada,laniñasediolavuelta.—¡Debesaprenderamantenerlacalma!—leprevinolaOruga.—¿Esoestodo?—preguntóAliciaaplacandosucóleralomejorquepudo.—No.

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Comonoteníanadamejorquehacer,Aliciadecidióesperar.Alfinyalcabo,talvezlaOrugaletransmitieraunaenseñanzainteresante.

Duranteunosminutos,laOrugafumóensilencioy,porfin,descruzandolosbrazos,sesacóelnarguiledelabocaypreguntó:

—Demodoque,entuopinión,tehancambiado,¿esasí?—Esometemo,señora.Yanorecuerdolascosascomoantes…Ymeresultaimposiblemantener

lamismaestaturadurantediezminutosseguidos.—¿Yquécosasnorecuerdas?—Verá,he intentadorecitarVedcómola laboriosaabeja—respondióAliciaconmelancolía—,

peromeveníanalacabezaunosversoscompletamentedistintos.—RecítameSoisyaviejo,padreWilliam—leordenólaOruga.Aliciajuntólasmanosyempezóarecitar:

—Soisyaviejo,padreWilliam,pero,peseavuestrascanas,vaisporahíhaciendoelpino,yesonoescosamuysana.

Lediceelpadreasuhijo:—Alcontrarioquehaceaños,nocreoquelagimnasiaamicococausedaño.

—Estáisgordo,padreWilliam,mas,contodovuestropeso,entráisdandovolteretas,¿propioesesodeunobeso?

Lediceelpadreasuhijo:—Másflexiblesoyqueantes,graciasaestebebedizo.¿Quieresprobarlo,tunante?

—Dientesyanoosquedan,padre,enlaquijaday,encambio,¡unaoca,consushuesos,enterahabéisdevorado!

—Hablétantoantelosjuecesenmisdíasdeletrado

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quelaquijadaylosdientesintactossehanconservado.

—Lavistatenéiscansada,conquedecidme,mipadre,¿cómohacéiselequilibrioconestaanguilatangrande?

—¡Hijo,porDios,yaesbastante!Hoyestoymuyocupado.Dejadehacermepreguntas¡yveteafreírespárragos!

—¡Lohasrecitadofatal!—observólaOruga.—Sí, me temo que no muy bien —reconoció Alicia humildemente—. He cambiado algunas

palabras…—¡Estámaldeprincipioafin!—sentenciólaOrugacontonocategórico.Alcabodeunosminutos,volvióahablar:—¿Quéestaturadesearíastener?—Laverdadesquemedaunpocoigual—seapresuróaresponderAlicia—.Loquenomegusta

nadaesandarcambiandotodoeltiempo,¿sabe?—No,nosénada—respondiólaOruga.Aliciaguardósilencio.Nuncahastaesemomentolehabíanllevadotantolacontraria,yempezaba

aperderlacalma.—¿Tegustaeltamañoquetienesahora?—preguntólaOruga.—Bueno, nome importaría ser un pocomás alta, si no esmolestia.Ocho centímetros es una

estaturarealmenteridícula.—¡A mí me parece estupenda! —replicó la Oruga irguiéndose (medía exactamente ocho

centímetros).—Ya,peroyonoestoyacostumbrada—explicóAliciacondesesperación.Ypensó:«¡Ojaláestascriaturasnosesintieranofendidasalaprimeradecambio!».—Coneltiempoacabarásacostumbrándote—dijolaOruga.Ysepusoadarcaladasotravez.Estavez,AliciaesperópacientementeaquelaOrugadecidiera

volveradirigirlelapalabra.Alcabodeunpardeminutos,estasesacóelnarguiledelaboca,diounpar de bostezos y se estiró. Luego bajó de la seta y se alejó reptando por la hierba. Amodo dedespedida,selimitóadecir:

—Unodelosladosteharácrecer,yelotroteharámenguar.«¿Unodelosladosdequé?¿Elotroladodedónde?»,sepreguntóAlicia.—¡De la seta!—respondió laOruga, como siAlicia hubiera hecho la pregunta en voz alta, y

luegodesapareció.

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Aliciapasóunratocontemplandolaseta,tratandodeadivinardóndetendríalosdoslados.Comoeraperfectamenteredonda, lasoluciónnoeranadafácil;peroal finalrodeóelhongoconlosdosbrazosylasdosmanosyarrancóuntrozodecadaextremo.

«Yahora,¿cuálseráelbueno?»,sepreguntó,dandounmordisquitoaltrozoqueteníaenlamanoderecha.Almomento,notóquelabarbillachocababruscamenteconlospies.

Sellevóunsustodemuerteporaquelrepentinoresultado,ycomprendióqueestabamenguandomuy rápidamente; así pues, sin un segundo que perder, decidió probar el otro trozo. La barbillaestaba tan aplastada contra los pies que apenas pudo abrir la boca, pero al final logrómorder elpedazodelamanoizquierda.

—¡Por fin tengo lacabeza libre!—dijoaliviada,perocasi al instante, el alivio seconvirtióenpreocupación: ¡le habían desaparecido los hombros! Todo lo que alcanzaba a ver era un cuellodesmesuradamentelargoqueparecíabrotarcomoeltallodeunaplantadescomunaldelbosquequeseextendíaasuspies.

«¿Dónde se habrán metido mis hombros?—se preguntó Alicia—. ¡Oh, pobres manitas mías!¿Cómo es que ya no las veo?». Las agitó mientras hablaba, pero no notó nada, salvo un ligerotemblorentrelashojasdelosárboles.

Como,porloqueseveía,noibaapodersubirlasmanosalacabeza,intentóbajarlacabezahastalasmanos, y descubrió encantada que podía retorcer el cuello en todas las direcciones, comounaserpiente.Acababadecurvarlohaciaabajoenunelegantezigzag,ysedisponíaahundirlacabezaen

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la hojarasca, cuando un silbido agudo la hizo retroceder. Una gran paloma, batiendo las alas, seabalanzóbrutalmentecontrasurostro.

—¡Serpientedeldemonio!—gritó.—¡Nosoyningunaserpiente!—protestóAliciaconindignación—.¡Hagaelfavordedejarmeen

paz!—¡Serpiente,serpientedeldemonio!—insistiólaPaloma,yluegoañadiógimoteando—:¡Oh,lo

heintentadotodo,peronada!—Deverdadquenoentiendoloquequieredecir—dijoAlicia.—Heprobadoenlasraícesdelosárboles,enlasorillasdelosríosyenlossetos—prosiguióla

Palomasinprestarleatención—.¡Peroesimposiblequitárselasdeencima!Alicia, cada vez más intrigada, decidió que era mejor esperar a que la Paloma terminara su

monólogo.—¡Comosinofuesebastantecontenerqueincubarhuevos!—continuó—.¡Encimametocahacer

guardianocheydíaporculpadelasdichosasserpientes!Lojuro,¡llevotressemanassinpegarojo!

—¡Losientomucho!—dijoAlicia,queempezabaacomprender.—Yjustocuandoporfinmeinstaloenlacopamásalta—siguiólamentándoselaPalomaconun

quebrantoenlavoz—,cuandoporfincreíaquemehabíalibradodeellas,¡seponenabajardelcielozigzagueando!¡Bu!¡Serpiente!¡Serpiente!

—¡Peroleaseguroquenosoyunaserpiente!—afirmóAlicia—.Soyuna…una…

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—¿Unaqué,aver?—seimpacientólaPaloma—.Senotaqueestásinventándoteuncuento.—Soy… una niña pequeña —dijo Alicia, sin demasiada convicción, al recordar todos los

cambiosquehabíasufridoaqueldía.—¡Saltaalavista!—gritólaPalomacondesprecio—.Hevistomuchasniñaspequeñasyninguna

teníauncuellocomoeltuyo.¡Queno,queno!¡Quetúeresunaserpiente,pormuchoqueloniegues!Yluegomedirásquenohascomidohuevosentuvida,¿verdad?

—Pues claro que he comido huevos—confesó Alicia, que no sabía mentir—. Pero las niñastambiéncomenhuevos.

—¡Nomecreounapalabradeloquedices!Perosiloquedicesesverdad,significaquelasniñassonunaclasedeserpientes,¡ypunto!

EraunaideatannuevaparaAliciaquesequedósinpalabras,ylaPalomaaprovechóparaañadir:—Séperfectamentequeestásbuscandohuevos,portanto,¿quémeimportaqueseasunaserpiente

ounaniña?—Puesamísímeimporta,ymucho—contestóAlicia—.Perodemomentonoestoybuscando

ningúnhuevo.Yaunqueasífuera,noquerríalossuyos:¡nomegustanloshuevoscrudos!—Bueno,puesentoncesfueradeaquí—gruñólaPalomavolviendoasunido.Aliciabajóalsuelocomopudo;elcuelloseleenganchabaenlasramasdelosárbolesytuvoque

detenersevariasvecesparadesenredarlo.Luegorecordóquetodavíaconservabalostrocitosdeseta,y se puso amordisquearlos conmucho cuidado, primero uno, luego el otro, y crecía unas veces,menguabaotras,hastaqueconsiguiórecuperarsuestaturanormal.

La había perdido hacía tanto tiempo que al principio le costó adaptarse. Pero enseguida seacostumbróyvolvióacharlarconsigomisma.

—¡Ya está! ¡He cumplido la mitad de mi plan! Realmente estas transformaciones sonextraordinarias:nuncaséloquevaaserdemídeunminutoaotro.Perobueno,yatengomitamañodesiempre.Ahorasolomequedaentrareneljardínmaravilloso…¿Cómoloconseguiré?

Diciendoesto,llegóaunclarodelbosqueenelquesealzabaunacasitadeaproximadamenteunmetroyveintecentímetrosdealto.

«Mepreguntoquiénviviráaquí—pensóAlicia—,peronopuedopresentarmeconestaestatura.Semoriríandelsusto,seguro».

Así pues, volvió amorder el trozo que tenía en lamano derecha, y hasta que no llegó a losveinticincocentímetrosdealturanoseacercóalacasa.

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A liciapermanecióinmóvilunosminutosdelantedelacasa,sinsabermuybienquéhacer.Depronto,del bosque surgió un lacayo corriendo (la niña pensó que era un lacayo porque vestía una librea,pero,a juzgarporsucara,parecíamásbienunpez).Conenérgicosgolpes,el lacayo llamóaunapuertaqueabrióotro lacayoconlibrea.Este tenía lacararedondaylosojossaltonescomolosdeuna rana.Alicia observó que los dos llevaban una espesa peluca de rizos empolvada. Sintió tantacuriosidadquesealejóunpocodelosárbolesparaescucharloquedecían.

El lacayo-pez llevaba bajo el brazo un carta casi tan grande como él y se la entregó al otro,diciendocongransolemnidad:

—ParalaDuquesa.UnainvitacióndelaReinaalpartidodecroquet.Conlamismaceremonia,ellacayo-ranarepitiólafrase,peroalterandoligeramenteelordende

laspalabras:—DelaReina.UnainvitaciónalpartidodecroquetparalaDuquesa.Luegolosdoshicieronunaprofundareverencia,inclinándosetanabajoqueselesenredaronlos

rizos.

Ante aquella escena, Alicia lanzó una carcajada tan sonora que tuvo que volver corriendo albosque por miedo a que la oyeran. Cuando se atrevió a mirar de nuevo, el lacayo-pez habíadesaparecidoyelotroestabasentadoenelsuelo,cercadelaentrada,mirandoalcieloconcaradetonto.Aliciaseacercóalapuertatímidamente.

—Notemolestesenllamar—dijoellacayo—,pordosmotivos:primero,porquemeencuentroenelmismoladoquetú.Y,segundo,porqueseestáarmandotaljaleoahídentroquenadievaaoírte.

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Y era verdad. Del interior de la casa salía un ruido escandaloso, gritos y una sucesiónininterrumpida de estornudos, a veces ahogados por un enorme estrépito, como si de repente sehicieraañicosalgúnplatooalgunatetera.

—Ya—dijoAlicia—.Enesecaso,¿podríaindicarmecómoentrar?—Talveztendríasentidollamaralapuerta—siguiódiciendoellacayosinescucharaAlicia—,si

estaseencontrarasituadaentretúyyo.Porejemplo,sitúestuvierasenelinterioryyoaquífuera;en

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esecaso,túllamarías,yoabriría,yasípodríassalir.Hablabasindejardemiraralcielo, locual leparecióunacompletadescortesíaaAlicia.«Alo

mejor es que no puede evitarlo —pensó—. Como tiene los ojos tan arriba… Con todo, podríaresponderalmenosalaspreguntasquelehacen».

—¿Cómopuedoentrar?—volvióapreguntar.—Meparecequemevoyaquedaraquísentadohastamañana…—dijoellacayo.Enesemomento,lapuertadelacasaseabriódeprontoysalióunplatovolandoendirecciónal

lacayo,lerozólanarizyfueaestrellarsecontraunárbol.—O tal vez hasta pasadomañana—siguió diciendo el lacayo con elmismo tono, como si tal

cosa.—¿Cómopuedoentrar?—preguntódenuevoAlicia,alzandounpocolavoz.—¿Acasotienesqueentrar?¡Heahílacuestión!—dijoellacayo.Teníatodalarazón,peroaAlicianolegustabaquelellevaranlacontraria.—¡Hayqueverloinsolentesquesontodasestascriaturas!—murmuró—.¡Escomoparavolverse

loca!Ellacayoconsideróquehabíallegadoelmomentoderetomarsumonólogo.—Mequedaréaquísentadodurantedíasenteros.—¿Yyoquétengoquehacer?—insistióAlicia.—¡Hazloqueteapetezca!—respondióellacayo,yactoseguidosepusoasilbar.—¡Estotalmenteinútilhablarconél!¡Menudopasmarote!—exclamólaniñaconexasperación.Asípues,abriólapuerta,entróenlacasayfueadaraunagrancocinallenadehumo.LaDuquesa

estaba sentada en un taburete ymecía a un niño,mientras una cocinera, inclinada sobre el fogón,removíaunenormecalderollenodesopa.

—¡Es evidente que esta sopa tiene demasiada pimienta!—dijoAlicia dando varios estornudosseguidos.

Yeraverdad.Flotabamuchapimientaenelambiente;laDuquesasepusotambiénaestornudar,seguidadelniño,queestornudóentredosestridenteschillidos.Losúnicoshabitantesquenoparecíaninmutarselomásmínimoporaquelloeranlacocinerayungatoenormequedescansabaasuladoyqueesbozabaunasonrisadeorejaaoreja.

—Disculpe, señora—preguntóAlicia con timidez, puesno estabamuy seguradeque fuera debuenaeducaciónserlaprimeraenhablar—,¿podríadecirmeporquésonríeelgatodeesamanera?

—PorqueesungatodeChester,poreso.¡Cerdo!LaDuquesapronuncióestoúltimocontalviolenciaqueAliciaseasustó,peroluegocomprendió

quesedirigíaalbebé;entoncesrecobróalgodevalor:—NosabíaquelosgatosdeChestersonrieran.Laverdadesquenisiquierasabíaquelosgatos

pudieransonreír.—Todospueden,ylamayoríalohace.—Nuncahabíavistoningunohastaquelleguéaquí—dijoAlicia,felizdepoderporfinentablar

conversación.—Estáclaroquenohasvistomuchascosas.Ante aquella desagradable observación, Alicia prefirió cambiar de tema. Pero mientras ella

intentaba encontrar algo de que hablar, la cocinera retiró el caldero del fuego y se puso a lanzarcontra laDuquesa todo lo que tenía amano: una pala, unas pinzas y un atizador, seguidos de una

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avalancha de cacerolas, platos y fuentes diversas. LaDuquesa no hacía elmenor caso, ni siquieracuandoalgúnproyectil laalcanzaba.Elbebé,porsuparte,gritaba tanfuertequeeraprácticamenteimposiblesabersillorabadedolorono.

Aliciaestabaaterrorizadaydabasaltosdeunladoaotro:—¡Porfavor,tengacuidado!¡Oh!¡Yahorasupobrenaricita!—selamentabaalverunaenorme

cacerolaestamparsecontralacaradelniño.—¡Si cada quien se ocupara de sus propios asuntos, laTierra giraríamás deprisa!—gruñó la

Duquesa.—Peroesonoserviríadegrancosa—observóAlicia,encantadadeaprovecharlaocasiónpara

exhibirsusconocimientos—.Pienseenelcaosqueesoprovocaríaconeldíaylanoche.PuesyasesabequelaTierradavueltassincesarduranteveinticuatrohorasparaejecutarunarotacióny…

—¿Hadichoejecutar?—interrumpiólaDuquesa—.¡Quelecortenlacabeza!Aliciamiróconhorrora lacocinera,peroestaestaba tanocupada removiendo la sopaqueno

parecíahaberoídolaorden.

—Esocreo,veinticuatrohoras…—volvióahablarAlicia—.¿Oerandoce?Yo…—¡Yabastadecifras!—gritólaDuquesa—.Siempreheodiadolosnúmeros.Volvióameceralniñoyacantarle;alfinaldecadaversoledabaunasacudida:

«Manoduraconelniñito

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siledaporestornudar,pueslohaceconunsoloafán:incordiarysacardequicio».

CORO(formadoporlacocinerayelniño):«¡Uo!¡Uo!¡Uo!».

Durantelasegundaestrofa,laDuquesasacudíaalniñodearribaabajo,yelbebégritabatanfuertequeAliciacasinodistinguíalaletradelacanción.

«Manoduraconestenene,uncachete,siestornuda,pues¿nosoportacuandoquierelapimientaquemáslegusta?».

CORO:«¡Uo!¡Uo!¡Uo!».

—¡Ven,puedesacunarlounrato,siquieres!—ledijolaDuquesaaAlicia,ylelanzóelniñoporlos aires como si fuera unpaquete—.Tengoque ir a prepararmepara el partidodecroquet de laReina.

LaDuquesasalióatodaprisadelahabitación,sorteandoporlospelosunasarténquelearrojólacocinera.AAlicialecostócogeralniñoenbrazos,pueselbebé,queteníaunaformamuyextraña,meneabalosbrazosylaspiernashaciatodoslados,«comounaestrellademar»,pensóAlicia.

Elpobreniñosorbíayresoplabacomounalocomotora,ynoparabadeforcejearyretorcerse,contalímpetuquedurantelosdosprimerosminutosAliciatuvoquehacerverdaderosesfuerzosparaquenoseleescurriera.

En cuanto averiguó cómo mantenerlo tranquilo (lo cual logró inmovilizándolo mediante unaespeciede llaveconsistenteensujetarloaun tiempopor laorejayporelpiederecho),salióde lacasa.

—Si no me llevo al niño conmigo—pensaba—, van a terminar matándolo; sería un crimendejarloaquíabandonado.

Habíapronunciadoestasúltimaspalabrasenvozalta,alasqueelniñorespondióconungruñido(porfinhabíadejadodeestornudar).

—Nogruñas—dijoAlicia—.Noesunmodomuycorrectodeexpresarse.ElbebéemitióotrogruñidoyAlicialomirópreocupada.Teníaunanarizmuyrespingona,quese

parecíamásaunhocicoqueaunanariz,yunosojosdiminutos.AAlicialeparecíaqueelconjuntoerabastantedesagradable.

«Alomejoresporculpadelossollozos»,pensó.

Examinólosojosdelniñoparaversiderramabalágrimas,peronovioninguna.—Si te transformas en cerdo, querido niñito —declaró con un tono muy serio—, dejaré de

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cuidarte.Asíquemuchocuidado.Amodo de respuesta, el pobre niño se puso a llorar (o tal vez a gruñir, resultaba imposible

distinguirlo), y los dos emprendieron lamarcha.Alicia estaba preguntándose lo que haría cuandoestuvieradevueltaencasa,cuandoelniñosoltóunnuevogruñido,yestavezfuetanfuertequesequedómirándoloestupefacta.Yanocabíaningunaduda:elniñoeradefinitivamenteuncerdito.

Noteníaningúnsentidoseguirllevándoloenbrazos,asíquelodejóenelsueloysesintiómuy

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aliviadadevercómoseibatrotandohaciaelbosque.«Demayor—pensóAlicia—,habríasidounniñomuyfeo,perocomocerdomeparecequees

bastante bonito». Recordó a otros niños que conocía y que también serían unos lindos cerditos.«Ojalásupiéramoscómotransformarlos…»,pensaba,cuando,depronto,sepegóunsustoalveralGatodeChesterposadoenunaramadeárbol.

El animal sonrió,y aAlicia lepareciómuyagradable;pero como teníaunasgarrasmuymuylargasygrancantidaddedientes,decidióqueeramejordirigirseaélrespetuosamente.

—Minino de Chester…—empezó diciendo con prudencia, sin saber si al animal le pareceríacorrectoeseapelativo.

ElGatoalargóaúnmáslasonrisa.«Bueno,parecequelegusta»,pensóAlicia,yvolvióahablar:—¿Podríadecirme,porfavor,quécaminodebotomarparasalirdeaquí?—Esodependesobretododellugaradondequierasir—respondióelGato.—Medaunpocoigual—dijoAlicia.—Entonceselcaminotambiéndaigual.—…siemprequellegueaalgunaparte—explicóAlicia.—Oh,seguroquellegasaalgunaparte,sicaminaslosuficiente.Esoerainnegable,porloqueAliciatratódehacerleotrapregunta:—¿Cómosonloshabitantesdeporaquí?—PorestecaminoviveelSombrerero—contestóelGatohaciendoungestoconlapataderecha

—.Yporeseotro—levantólapataizquierda—vivelaLiebredeMarzo.Puedesiravisitarlos,tantoalunocomoalaotra:losdosestánlocos.

—¡Peroyonoquierovisitaragenteloca!—protestóAlicia.—Pueslotienesmuydifícil—dijoelGato—.Enestelugarestamostodoslocos.Yoestoylocoy

túestásloca.—¿Ycómosabequeestoyloca?—preguntóAliciaconasombro.—Debesestarlo,pues,delocontrario,nohabríasvenidoaquí…—dijoelGato.Laniñaconsideróqueaquelrazonamientonoeramuyconvincente.—Yusted,entonces,¿cómosabequeestáloco?—preguntó.—Para empezar —dijo el Gato—, convendrás conmigo en que los perros no están locos,

¿verdad?—Supongoquetienerazón…—Pues bien—siguió diciendo el Gato—, habrás observado que un perro gruñe cuando está

enfadadoymueve la cola cuandoestá contento.Yomuevo la cola cuandoestoyenfadadoygruñocuandoestoycontento.Conclusión:estoyloco.

—Yoaesolollamoronronear,nogruñir—observóAlicia.—Llámalocomomásteguste.¿VasaasistiralpartidodecroquetdelaReina,estatarde?—Meencantaría,peronadiemehainvitado…—¡Meverásallí!—aseguróelGato.Ydesapareció.Alicianosesorprendiómucho,puesempezabaaacostumbrarseatodasaquellas

extravagancias.PerocuandotodavíaestabamirandoellugardesdeelqueelGatohabíahablado,estevolvióaaparecer.

—Porcierto,¿quéhasidodelbebé?—lepreguntó.—Sehaconvertidoencerdito—respondióAlicia,comosisetrataradelacosamásnormaldel

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mundo.—Nomeextraña…—murmuróelGato,ydenuevosevolvióinvisible.Aliciaesperóunratoporsireaparecía,peronoocurriónaday,alcabodeunosminutos,sefueen

direcciónallugardondevivíalaLiebredeMarzo.«Sombrereros ya he visto—pensó—. La Liebre deMarzo será más interesante y, puesto que

estamos enmayo, tal vez no esté completamente loca…Almenos, no tan loca como enmarzo».Mientrasandabaenestospensamientos,alzólosojosyviootravezalGato,sentadosobreunarama.

—¿Hasdichocerdoocardo?—preguntó.—Hedichocerdo—respondióAlicia—.Y,porfavor,noandeapareciendoydesapareciendode

esaformatanbrusca.—Deacuerdo—asintióelGato.

Yestavezsedesvaneciómuydespacio,empezandoporel finalde lacolay terminandopor lasonrisa,quesiguióflotandoenelaireduranteunbuenrato.

«¡Diosmío!—pensóAlicia—.Hevistomuchosgatos sin sonrisa, ¡peronuncauna sonrisa singato!¡Estosíqueesincreíble!».

NotuvoquecaminarmuchoparallegarhastalacasadelaLiebredeMarzo.Supusoqueerasucasaporquelaschimeneasteníanformadeorejasdeliebre,yeltejadoestabacubiertodepiel.Perolamoradaeratangrandeque,antesdeacercarse,Aliciamordisqueóuntrocitodesetaqueteníaenlamanoizquierda.Cuandomidióunossesentacentímetros,siguióandando,aunquealgotemerosa:«¿Ysialfinalresultaqueestálocaderemate?—pensaba—.CasimearrepientodenohaberidoacasadelSombrerero».

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Bajounárbol,delantedelacasa,habíaunamesapuesta,ylaLiebredeMarzoestabatomandoeltécon elSombrerero.Sentado entre los dos había un lirónprofundamente dormidoy los otros dos,hablandoporencimadesucabeza,seapoyabanenélcomosifueraunalmohadón.

«Debe de ser muy incómodo para el Lirón —pensó Alicia—. Pero como está durmiendo,supongoquenolemolestará».

Aunquelamesaeramuygrande,lostresestabanapiñadosenunaesquina.—¡Noquedasitio!¡Noquedasitio!—gritaroncuandovieronllegaraAlicia.—¡Perosihaysitioparadarytomar!—respondióindignada,ysesentóenunbutacón.—Sírveteunvasodevino—lepropusolaLiebredeMarzoamablemente.Aliciamirólamesa,peroallísolohabíaté.—Noveovinoporningúnlado—señaló.—Esquenolohay—reconociólaLiebredeMarzo.—Puesenesecasonoesmuycortésporsuparteofrecérmelo—replicóAliciaconfastidio.—Ytampocoesmuycortésquetesientesamimesasinquetehayainvitado—replicólaLiebre

deMarzo.—Nosabíaquefuerasumesa:tienecubiertosparamásdetrespersonas—dijoAlicia.—Necesitasuncortedepelo—declaróelSombrerero,quienllevabaunbuenratoobservandoa

Aliciayabríalabocaporprimeravez.—Noesdebuenaeducacióncriticaralaspersonas—respondióAliciacontonosevero—.Esuna

grandísimafaltadeeducación.ElSombrereroabriólosojoscomoplatos,perotodoloqueacertóaresponderfueesto:—¿Enquésepareceuncuervoaunpupitre?«¡Estupendo!Vamosadivertirnos—pensóAlicia—.Mealegrodequenospongamosa jugara

lasadivinanzas».

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—¡Seguroqueloadivino!—exclamóenvozalta.—¿Quieresdecirqueconoceslarespuesta?—preguntólaLiebredeMarzoasombrada.—Desdeluego.—Entoncesdiloquepiensas.—Siempredigo loquepienso—seapresuróa responderAlicia—.Esdecir, siemprepienso lo

quedigo.Eslomismo,¿no?—Nimuchomenos—replicóelSombrerero—.Escomosidijerasque«veoloquecomo»eslo

mismoque«comoloqueveo».—Ocomosidijerasque«megustaloquetengo»eslomismoque«tengoloquemegusta»—

apuntólaLiebredeMarzo.

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—Ocomosidijerasque«respirocuandoduermo»eslomismoque«duermocuandorespiro»—añadióelLirón,quealparecerhablabamientrasdormía.

—Ah,peroentucasosíqueeslomismo—observóelSombrerero.Y, diciendo esto, los cuatro se quedaron callados durante unminuto,mientrasAlicia intentaba

recordartodocuantosabíasobreloscuervosylospupitres,esdecir,pocacosa.ElSombrererofueelprimeroquerompióelsilencio:

—¿Aquédíaestamoshoy?—preguntódirigiéndoseaAlicia.Se había sacado el reloj del bolsillo y lo consultaba con desazón, dándole sacudidas y

llevándoseloaloído.Aliciapensóunpocoantesderesponder.—Estamosacuatro.—¡Va dos días atrasado! —murmuró el Sombrerero, en un suspiro—. ¡Te advertí que esa

mantequillanoeralamásadecuadaparaengrasarlamaquinaria!—gruñó,fulminandoalaLiebredeMarzoconlamirada.

—Perosieramantequillablanda…—sedisculpólaLiebremuyapenada.—Talvez, pero sehabrán atascadounasmiguitas—refunfuñó elSombrerero—.Nohabíaque

untarlaconelcuchillodelpan.LaLiebredeMarzocogióelreloj,loobservócontristeza,lohundióensutazadetéyvolvióa

mirarlo.Perosolopudorepetirlafrasedelprincipio:—Eramantequillablanda,teloaseguro.Alicia, que había observado el reloj con curiosidad por encima del hombro de la Liebre,

exclamó:—¡Quérelojtanextraño!Indicaeldíadelmes,peronolahora.—¿Yporquéhabríadeindicarlahora?—murmuróelSombrerero—.¿Acasoturelojindicael

añoenqueestamos?—¡Desde luego que no!—contestó inmediatamente Alicia—. Pero eso es porque un año dura

muchotiempo.—Pueslomismoocurreconmireloj—concluyóelSombrerero.Aquellafrase,queaparentementenoteníaningúnsentido,dejóaAliciabastantedesconcertada.—Noloentiendodeltodo—dijotratandodeponereltonomáseducadoposible.—Mira,elLirónsehavueltoaquedardormido…—observóelSombrerero.Lederramóunpocodetécalienteenelhocico.ElLirónmeneólacabezaconfastidioyluego,sin

abrirlosojos,farfulló:—Claro,claro,esoesloqueestabaapuntodedeciryotambién.

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—¿Has encontrado la solución de la adivinanza?—preguntó el Sombrerero volviéndose haciaAlicia.

—No,laverdadesqueno…¿Cuáles?—Notengonilamenoridea—dijoelSombrerero.—Niyo—dijolaLiebredeMarzo.Alicialanzóunsuspiro.—Mepareceque tendríanquedejardeperderel tiempoplanteandoadivinanzassinosaben las

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soluciones—declaró.—SiconocierasalTiempotanbiencomoyo—dijoelSombrerero—,nohablaríasdeperderlo

comosifueraunobjeto.ElTiempoesunapersona.—Noséaloqueserefiere—titubeóAlicia.—¡Porsupuestoqueno!—exclamóelSombrereromeneandolacabezacongestodedesprecio—.

SeguroquenuncahashabladoconelTiempo,¿aqueno?—Seguramente no—respondió Alicia con prudencia—. Solo sé que en mis clases de música

tengoquemarcarlo.—¡Esoloexplicatodo!ElTiempoodiaquelomarquen.Sitellevarasbienconél,haríatodolo

que tú quisieras. Por ejemplo, imagínate que fueran las nueve de la mañana y que tuvieras queempezaraestudiartuslecciones:puesbastaríaconqueledijerasunapalabray,¡hop!,lasagujasdelosrelojesgiraríanatodavelocidad,ydeprontoseríalaunaymedia,osea,lahoradelalmuerzo.

—¡Ojalálofuera!—suspirólaLiebredeMarzo.—Esoseríamaravilloso,desdeluego—dijoAliciaconvozsoñadora—.Peroentoncesnotendría

hambre…—Al principio probablemente no —reconoció el Sombrerero—. Pero podrías hacer que las

agujasdelrelojdeparedsedetuvieranenlaunaymediadurantetodoeltiempoquequisieras.—¿Esesoloquehacenustedes?ElSombrereronegótristementeconlacabeza.—¡Ay,pordesgracia,no!—respondió—.ElTiempoyyonospeleamoselpasadomesdemarzo,

justoantesdequeesta(yseñalóalaLiebredeMarzoconsucucharadeté)sevolvieraloca.SucedióenelgranconciertoquediolaReinadeCorazones,enelqueyoteníaquecantar:

Brilla,murcielaguito,brilla.Mepreguntoquéesdetuvida.

»Supongoqueconocesestacanción.—Mesuenadealgo—afirmóAlicia.—Yluegosigue:

Volando,elcielovassurcandoyeltéenbandejavasllevando,brilla,brilla…

ElLirónsesacudióy,mientrasdormía,empezóacantar:«Brilla,brilla,brilla…»,ycomosiguiócantandounbuenrato,huboquepellizcarloparaquesecallara.

—Bueno, pues apenas había terminado la primera estrofa—siguió diciendo el Sombrerero—,cuandolaReinaselevantódeunsaltoygritó:«¡NorespetalaMedida,estámatandoelTiempo!¡Quelecortenlacabeza!».

—¡Quéhorror!—exclamóAlicia.—Desdeesedía,elTiemposeniegaahacerloquelepido;poresoahorasonsiemprelasseisde

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latarde.Aliciadeprontoviolaluzypreguntó:—¿Poresohaytantastazasdetéenestamesa?—Sí—respondióelSombrererolanzandounsuspiro—.Paranosotrossiempreeslahoradelté.

Poresarazónnuncapodemoslavarlavajilla.—Entonces,¿sepasantodoeldíadandovueltasalrededordeestamesa?—Esoes.Avanzamosamedidaquelastazassevanensuciando.—¿Yquéocurrecuandovuelvenalsitiodepartida?—seleocurriópreguntaraAlicia.—¿Ysihablamosdeotracosa?—intervino laLiebredeMarzodandounbostezo—.Yamehe

cansadodeestetemadeconversación.Propongoqueestaniñanoscuenteuncuento.—Me temo que no me sé ninguno —respondió rápidamente Alicia, algo agobiada ante la

sugerencia.—Bueno,entalcaso,elLirónvaacontarnosuno—exclamaronlosotrosdos.Ycadaunoporsu

ladolediounpellizco:—¡Eh,Lirón,despierta!ElLirónabriólosojoscongranesfuerzo.—¡Noestabadurmiendo!—murmurócarraspeando—.Estabaescuchandotodoloquedecíais.—¡Cuéntanosuncuento!—lepidiólaLiebredeMarzo.—¡Oh,sí,porfavor!—suplicóAlicia.—Perorapidito—añadióelSombrerero—,noseaquetequedesdormidoantesdelfinal.—Habíaunaveztreshermanitas—elLirónempezóelcuentomuydeprisa—.SellamabanElsie,

LacieyTillie,yvivíanenelfondodeunpozo…—¿Y qué comían? —preguntó Alicia, que siempre demostraba un gran interés por todo lo

referentealacomida.

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—Comíanmelaza—respondióelLirón,trasmeditarlarespuestaunossegundos.—Esoesimposible—observóAliciaamablemente—.Sehabríanpuestoenfermas…—Peroesqueestabanenfermas.Inclusomuyenfermas.Aliciatratódeimaginarcómosepodríavivirdeaquellamanera.Leparecíaunpococomplicado,

porloquevolvióaformularunapregunta:—¿Ycómoesquevivíanenelfondodeunpozo?—Tomamásté—dijolaLiebredeMarzocongravedad.—Demomento nohe bebidonada—respondióAlicia ofendida—,por lo que no puedo tomar

másdealgoqueantesnohetomado.—Terefieresaquenopuedestomarmenosdealgoquenohastomado—aclaróelSombrerero

—.Porqueesmuyfáciltomarmásquenada…—¡Nadielehapedidosuopinión!—replicóAlicia.—¿Quiéneslaquecriticaahora?—lehizoverelSombrererotriunfalmente.Alicia no supo qué responder, por lo que se sirvió una taza de té y cogió una tostada con

mantequilla.LuegosevolvióhaciaelLirónyvolvióaformularsupregunta:—¿Porquévivíanenelfondodeunpozo?Trasunosminutosdereflexión,elLiróndeclaró:—Eraunpozodemelaza.—¡Esonoexiste!—exclamóAliciaindignada.ElSombrereroylaLiebredeMarzodijeron:—¡Shhh!¡Shhh!

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YelLirónrezongódemalhumor:—Sinotecomportasconeducación,terminatúmismadecontarlo.—¡No, por favor, no se calle! —imploró Alicia humildemente—. No volveré a interrumpir.

Ahoraquelodice,talvezexistanpozosdeestetipo,aunquesoloseauno.—¡Desdeluegoqueexisteuno!—gruñóelLirón,indignado.Sinembargo,aceptóseguirnarrandosuhistoria.—Bueno,puesdecíaquelastreshermanitasaprendíanaextraer…—¿A extraer el qué?—interrumpió Alicia, que había olvidado por completo la promesa que

acababadehacer.—¡Puesmelaza!—seapresuróaresponderelLirón.—¡Necesitounatazalimpia!—intervinoelSombrerero—.Vamosacorrernostodosunsitio.Secambiódesitiomientrashablaba,seguidodelLirón,ylaLiebredeMarzoocupóellugarque

acababadedejarlibreelLirón.Alicialosimitódemalagana.ElSombrereroeraelúnicoquesalíaganandoconelcambio;Aliciafueaocuparunaplazamuchopeorquelaanterior,pueslaLiebredeMarzoacababadederramarunajarradelechedentrodesuplato.

ComonoqueríaofenderalLirónotravez,volvióahablarconmuchaprudencia:—Peronoloentiendo:¿dedóndeextraíanlashermanaslamelaza?—¡Sisepuedesacaraguadeunpozodeagua,noveoporquénoibaapodersacarsemelazade

unpozodemelaza,estúpida!—exclamóelSombrerero.—¡Pero si estaban en el fondo del pozo! —insistió Alicia, fingiendo que no había oído el

desagradablecomentariodelSombrerero.—Por supuesto que estaban en el fondo del pozo—replicó el Lirón—. Pero muy muy en el

fondo.AquellarespuestadejóaAliciatandesconcertadaqueporunmomentodejóqueelLirónsiguiera

contandosuhistoria.—También aprendían a dibujar—siguió relatando el Lirón bostezando y frotándose los ojos,

puesteníamuchosueño—.YdibujabanmilesdecosasqueempezabanporM…—¿YporquéporM?—preguntóAlicia.—¿Yporquéno?—replicólaLiebredeMarzo.Aliciasecalló.ElLirónhabíacerradolosojosyempezóadarcabezadas,peroalpellizcarleel

Sombrerero,sedespertópegandoungrititoyrespondió:—…MilesdecosasqueempezabanporM,comomonedas,mentes,memoriaomismo;¿sabías

que existen expresiones como«lomismomedaquemeda lomismo»? ¿Hasvisto algunavezundibujodeunmismo?

—Ahoraquelodice—respondióAlicia,sumidaenunatotalconfusión—,creoqueno…—Puesentonces,chitón—dijoelSombrerero.

AquellasalidadetonotandesagradableeramásdeloqueAliciapodíasoportar.Indignadísima,sepusoenpieysefue.ElLirónsequedódormidoylosotrosdosniseinmutaron,apesardequeAlicialosmirabadereojoesperandoquevinieranabuscarla.PerolaúltimavezquesediolavueltaviocómointentabanmeteralLirónenlatetera.

—¡Tardarán mucho en volver a verme por este lugar!—declaró mientras se dirigía hacia elbosque—.Eslameriendamásabsurdaalaqueheasistido.

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Diciendoesto,observóunapuertaqueseabríaalpiedeunárbol.«¡Quécurioso!—pensó—.Perohoytodoesdelomásraro,asíquevoyaentrar,¿porquéno?».Yentró.Porsegundavez,seencontróenelgranvestíbulo,depie,cercadelamesadecristal.—Estavezvoyaorganizarmemejor—dijocondecisión.Primero,cogiólallaveyabriólapuertaquedabaaljardín.Luego,sepusoamordisquearlaseta

(aún conservaba algunos trozos en los bolsillos), hasta que menguó a la mitad de su tamaño.Entonces,cruzóelpasilloy,porfin,entróenelmaravillosojardíndefloresmulticoloresyfuentesdeaguafresca.

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Juntoa laentradadel jardíncrecíaungran rosal.Estabaplagadodenumerosas rosasblancasquetresjardinerosseafanabanenteñirderojo.Alicia,muyextrañada,seacercóyoyóqueunodeellosdecía:

—¡Tencuidado,Cinco!¡Meestássalpicandodepintura!—Nolohehechoaposta—respondiósucompañeroásperamente—.¡EsculpadeSiete,quemeha

dadouncodazo!Sietelomiróyreplicóindignado:—¡Ah,muybien,Cinco!¡Paratisiempreesculpadelosdemás!—Mejorcierraelpico—replicóCinco—.AyermismooíquelaReinadecíaquemerecíasquete

cortaranlacabeza.—¿Yporqué?—preguntóelprimerjardineroquehabíahablado.—Esonoesdetuincumbencia,Dos—respondióSiete.—Porsupuestoqueloes—objetóCinco—.Yolevoyadecirporqué:porquelehasllevadoala

cocinerabulbosdetulipánenvezdecebollasnormales.

Sietearrojóalsuelosubrocha.Habíaempezadoacontestar:—¡Vaya!Detodaslasinjusticiasdelmundo…—CuandosumiradasecruzóconladeAlicia,se

quedó callado en el acto. Los otros dos se dieron la vuelta, y los tres hicieron una profundareverencia.

—¿Podríandecirmeporquépintanlasrosasderojo?—preguntóAliciacontimidez.CincoySietenodijeronunapalabra,peromiraronaDos,quebalbuceó:—Pues verá, señorita, para decirle la pura verdad, este rosal tenía que haber sido rojo.Ahora

bien,porerrorplantamosunrosalblanco,ysilaReinaseenteranoscortaráatodoslacabeza.Poresohacemostodoloposibleantesdequellegue,para…

Enesemomento,Cinco,quevigilabaelfondodeljardín,gritócongranangustia:—¡LaReina!¡LaReina!

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Instantáneamente, los tres jardinerossearrojaronal suelobocabajo.Seoyóunruidodepasos;Aliciasediolavuelta,encantadaconlaideadeveralaReina.

Abrían lamarchadiezsoldadosportandobastos.Eranmuyparecidosa los jardineros, igualdeplanosyrectangularesqueellos,conmanosypiesencadaesquinadesucuerpo.Luego,desfilandoporparejas,aparecierondiezcortesanos,vestidosconropajesbordadosdediamantes.

Acontinuaciónllegarondiezadorablesinfantesreales,quedesfilabanalegrementecogidosdelamanoydandobrincos.Llevabancorazonesdearribaabajoycaminabandelantedelosinvitados,queeran en su mayoría reyes y reinas. Entre ellos, Alicia reconoció al Conejo Blanco. Parecía muynerviosoeinquieto,hablabaatropelladamenteysonreíaatodoloqueledecían.PasócercadeAliciasinrepararenella.

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Detrásdeél,laSotadeCorazonesllevabalacoronarealsobreuncojíndeterciopeloy,cerrandoelsuntuosocortejo,aparecieronporfinelReyylaReinadeCorazones.

Aliciadudabasinodeberíatambiénellatumbarsebocaabajo,comolostresjardineros,peronorecordóquefueraeseelprotocolocuandopasabaundesfile.

«Enrealidad—pensó—,¿paraquéserviríauncortejositodoelmundosetumbarabocaabajoynadiepudieraverlopasar?».

Asíqueesperósinmoversedesusitio.

CuandotodoslospersonajesllegaronalaalturadeAlicia,sedetuvieronparamirarlay,conuntonoadusto,laReinapreguntóalaSotadeCorazones:

—¿Quiénesesa?Sinresponder,laSotadeCorazonesseinclinóesbozandounasonrisa.—¡Imbécil!—gritólaReinalevantandolabarbillaconimpaciencia.LuegosevolvióhaciaAlicia

ylepreguntó:—¿Cómotellamas,niña?—Me llamo Alicia, Majestad —respondió Alicia con mucha educación, y añadió para sus

adentros:«Bueno,enrealidadsonsolounabarajadenaipes,nodebotenermiedo».—¿Y esos quiénes son? —preguntó la Reina señalando a los tres jardineros, que seguían

postradosbocaabajojuntoalrosal.Comoestabanacostadosconlacaracontraelsueloyeldibujodesuespaldaeraelmismoqueel

delasotrascartasde labaraja, lógicamenteresultabaimposiblesabersieranjardineros,soldados,cortesanosoinclusoinfantesreales.

—¿Ycómovoyasaberlo?—respondióAlicia,sorprendidadesupropioatrevimiento—.Noesasuntomío…

LaReinaenrojeciódeira.EchóaAliciaunamiradaatrozyempezóagritar:—¡Quelecortenlacabeza!—¡Esoesridículo!—exclamórápidamenteAliciacontonodecidido.LaReinasequedósinpalabras.—Piénsalo bien, querida —murmuró el Rey amedrentado, mientras posaba una mano en el

hombrodesuesposa—.¡Perosinoesmásqueunaniña!LaReina,frenética,loapartóyordenóalaSotaquedieralavueltaalosjardineros;concuidado,

laSotalesdiolavueltaconelpie.—¡Arriba!—ordenólaReinadeungrito.En un santiamén, los tres jardineros se levantaron de un salto y ejecutaron una serie de

reverenciasantelosmiembrosdelcortejo,losinfantesreales,elReyylaReina.—¡Parad!Meestáismareando—ordenólaReinay,señalandoelrosal,dijo—:¿Sepuedesaber

quéestabaishaciendo?—ConpermisodeVuestraMajestad—empezóaexplicarDoshumildemente—,estábamos…—¡Yaloveo!—leinterrumpiólaReinacuandoexaminólasrosas—.¡Quelescortenlacabeza!Ylaprocesióncontinuósumarcha,dejandotrasdesíatressoldadosencargadosdeejecutaralos

desgraciados jardineros.Estos tres,muertosdeangustia, seprecipitaronhaciaAlicia implorándolequelosprotegiera.

—¡Nadieosvaadecapitar!—exclamómientraslosescondíaenungrantiestodefloresquehabía

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allícerca.Durante unos instantes, los soldados los buscaron por todas partes, y luego se reunieron

tranquilamenteconsuscompañeros.—¿Leshabéiscortadolascabezas?—gritólaReina.—¡Handesaparecidoporcompleto,Majestad!—respondieronlossoldados.—Perfecto.¿Sabesjugaralcroquet?—vociferólaReina.LossoldadosmiraronaAlicia,pueseraobvioquelapreguntaibadirigidaaella.—¡Sí!—contestóAliciadesgañitándose.—¡Entoncesvenconmigo!—gritólaReina.Aliciasintiógrancuriosidadporloqueibaasucederysesumócorriendoalcortejo.—Hacemuybuenohoy,¿verdad?—susurróunatímidavocecillamuycerca.EraelConejoBlanco,quecaminabaasuladoobservándolaconpreocupación.—Sí,muybueno—respondióAlicia—.¿DóndeestálaDuquesa?—¡Shhh!¡Shhh!—chistóelConejodándoselavueltacongranapuro.LuegosepusodepuntillasyacercólabocaaloídodeAlicia:—Lahancondenadoyvanacortarlelacabeza—leexplicóenunsusurro.—¿Porquéserá?—Disculpa,¿hasdicho«quépenameda»?—No,no,nohedicho«quépenameda»,pueslaDuquesanomeinspiraningunapena.Hedicho

«porquéserá».¿Quéhahecho?—HaabofeteadoalaReina…—empezóaexplicarelConejo.Aliciasoltóunacarcajada,porloqueelConejomurmuróconvoztemblorosa:—¡Shhh! ¡Por favor, te va a oír laReina!Verás, laDuquesa ha llegado tarde y laReina le ha

dicho…—¡Todosavuestrospuestos!—exclamólaReinaconunavozatronadora.Enelacto,todoelmundosepusoacorreradiestroysiniestro,ysechocabanunoscontraotros,

peroalcabodeunosinstantestodosocuparonsusitioyempezóelpartido.

Alicianuncahabíavistouncampodecroquettanrarocomoaquel:elsueloestabaabollado;laspelotas eran erizos vivos, los mazos eran flamencos y los arcos los formaban soldados que sedoblabanhaciendoelpuente.

La primera dificultad que tuvo que sortear Alicia fue aprender a sujetar su flamenco. No lecostabademasiado inmovilizarlobajoelbrazo,con laspatascolgando,yhasta lograbaponerleelcuellotieso,perocasisiempre,cuandosedisponíaagolpearalerizo,elflamencosedabalavueltaparamirarlaconunaexpresióntanestúpidaquenopodíacontener larisa.Luego,cuandoloponíaboca abajo y volvía a intentarlo, veía con desesperación que el erizo se había desenroscado y sealejabasigilosamente.Porúltimo,siemprehabíaunhoyoounmontículojustoenellugarenelquequeríameteralerizo,yencimalossoldados-arconoparabandecambiardesitio,asíqueAliciallegóalaconclusióndequeeraunjuegosumamentedifícil.

Los participantes jugaban todos a la vez, se peleaban sin cesar y se birlaban los erizos unos aotros.ProntolaReinamontóencólerayrecorrióelcampodandopatadasygritando:

—¡Quelecortenlacabeza!¡Quelecortenlacabeza!—Arazóndeunacabezaporminuto.

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Alicia empezaba a preocuparse. Era verdad que todavía no había discutido con la Reina, peropresentíaqueibaaocurrirdeunmomentoaotro.«Yenesecaso—pensaba—,¿quévaaserdemí?Esta manía suya de ir cortando cabezas es terrorífica. Me parece increíble que queden tantossupervivientesporaquí».

Estaba tratandode inspeccionar el lugar para ver qué posibilidades tenía de escapar sin que lavieran,cuando,depronto,observóunaextrañaapariciónenelaire.Alprincipionosupodequésetrataba, pero después de observar unos minutos comprendió que era una sonrisa que se estabadibujandopocoapoco,yseacordódelGatodeChester.

—Porfinvoyateneralguienconquienhablar—dijoencantada.—¿Quétalestás?—preguntóelGatocuandosubocaterminódeformarsedeltodo.Aliciaesperóaqueaparecieranlosojosparasaludarloconunmovimientodecabeza.«Paraqué

voyahablarconélsinoaparecealmenosunadesusdosorejas»—pensó.Al cabo de un minuto, se materializó toda la cabeza. Sin duda, el Gato consideró que ya era

suficiente, y no dejó ver el resto del cuerpo. Alicia soltó el flamenco y,muy contenta de tener aalguienquelaescuchara,empezóacontarelpartido.

—Enmi opinión no están jugando como es debido—protestó—.Y se pelean tanto que no seentiende loquedicen.Además,noparecequehaya reglaseneste juego,o, si lashay,desde luegonadielasrespeta…Ynoseimaginalodifícilqueresultajugarconinstrumentosvivos.Porejemplo,enestemomento,elarcoporelquetengoquemeterlabolaseestáyendohaciaelotroextremodelcampo, y estoy segura de que podría haberle dado un buen golpe al erizo de la Reina si este nohubieseechadoacorreralverelmío.

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—¿TecaebienlaReina?—susurróelGato.—¡En absoluto! Es tan sumamente…—En ese momento, Alicia vio que la Reina estaba muy

cerca, escuchando laconversación,y siguiódiciendo—:…diestraeneste juego,quenomerece lapenaseguirelpartido.

LaReinasealejóconunasonrisa.—¿Conquiénhablas?—preguntóelRey,queseacercóaAliciamirandoconinteréslacabezadel

Gato.—ConmiamigoelGatodeChester.Permitidmequeoslopresente.—Nomegustanada suexpresión—declaróelRey—.Peropuedehacermeelbesamanos si lo

desea.—Preferiríaabstenerme—replicóelGato.—No seas impertinente —dijo el Rey—. ¡Y no me mires de ese modo! —añadió, y fue a

escondersedetrásdeAlicia.—Un Gato tiene derecho a mirar a un rey —recordó Alicia—. Lo leí una vez, pero ya no

recuerdoenquélibro…—Talvez,peroesteGato tienequemarcharse—decidió elRey,y llamóa su real esposa,que

pasabaporallí—:Querida,megustaríaquehicierasdesapareceraesteGato.LaReinasolosabíaresolverlosproblemasdeunamanera.—¡Quelecortenlacabeza!—exclamó,sinsiquieradarselavuelta.—Voyabuscaralverdugo—dijoelRey,ysealejóatodocorrer.Aliciapensóquemáslevalíavolverajugar,puesalolejosoíaquelaReinavociferabafuerade

sí.Ya había condenado a tres jugadores por haberse saltado su turno, yAlicia estaba preocupada,pueselpartidoerataldesbarajustequeleresultabaimposibleadivinarcuándoletocabajugaraella.Asípues,fueabuscarasuerizo.

Este estaba luchando contra otro erizo, yAlicia pensó que era una excelente oportunidad parahacerunacarambola.Elproblemaeraquesuflamencosehabíaescapadoalfondodeljardín,ydesdeallíintentabainútilmentesalirvolandoparaposarseenunarama.

Cuando lo recuperó y lo llevó a su sitio, la batalla había terminado y los dos erizos habíandesaparecido.

—Nopasanada—pensóAlicia—,puesyasoloquedaunarcoenesteladodelcampo.Entonces,atenazandoalflamencobajosubrazoparaquenovolvieraaescaparse,seacercóasu

amigoelGatoparacharlarconél.Cuandollegóallugardondeélestaba,sesorprendióalverlacantidaddepúblicoquelorodeaba:

elverdugo,elReyylaReinamanteníanunaacaloradadiscusión,mientrasqueelrestodeasistentes,queparecíanmuyincómodos,nodecíanipío.

EncuantoAliciaseunióalgrupo,lostreslepidieronayudapararesolverunacuestiónquelostraíadecabeza.Cadaunodeellossosteníaunaopinión,pero,comohablabantodosalavez,laniñaapenascomprendíaloquedecían.

El verdugo repetía que era imposible cortar una cabeza si no estabaunida a un cuerpo, que élnuncahabíahechonadaparecidoyquenoestabadispuestoaempezarahacerloasuedad.

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El Rey repetía que toda cabeza podía ser cercenada, con o sin cuerpo, y que lo que decía elverdugoeraunainsensatez.

La Reina mantenía que, si no se encontraba de inmediato una solución, todo el mundo seríaejecutadoenelacto(yestaúltimaobservaciónexplicabalaexpresióndegravedadydesasosiegodelaconcurrencia).

Alicia,porfin,declaró:—EsteGatopertenecealaDuquesa.Esaellaaquiendebeconsultarse.—Estádetenida.¡Tráemela!—ordenólaReinaalverdugo.Estedesapareciócomoelrayo.La cabeza del Gato, que había empezado a borrarse cuando el verdugo se marchó, había

desaparecido por completo cuando este volvió, escoltando a la prisionera. Entonces, el Rey y elverdugoempezaronabuscarlofrenéticamente,mientraselrestodelaaudienciavolvíaaljuego.

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—¡Querida! ¡Nosabescuántomealegrodevolveraverte!—dijo laDuquesa,agarrandoaAliciacariñosamentedelbrazoparapasearunratoconella.

Laniñasequedógratamentesorprendidaalverladetanbuenhumorypensóque,sinduda,elmalgenioquehabíademostradocuandolaconociósedebíaalapimienta.

«CuandoyoseaDuquesa—soñaba—,nohabrápimientaenmicocina.Alfinyalcabo,lasopaestámuyricasinpimientay,además,seguroqueeslapimientaloqueponealagentedemalhumor—siguiópensando,contentadeexplorarunnuevorazonamiento—.Yelvinagrelesagriaelcarácter,ylacamomilaseloamarga…Yelregalizylasgolosinasvuelvenalosniñosdulcesyobedientes.Todoelmundodeberíasaberlo.Lospadresseríanmuchomenosroñososconlosdulces…».

SehabíaolvidadoporcompletodelaDuquesa,ydiounrespingocuandoestalesusurróaloído:—Querida, se te ha ido el santo al cielo yme dejas sin conversación.Demomento no puedo

extraerningunamoralejadeestahistoria,peroprontodaréconuna.—Alomejoresquenolahay—seaventuróadecirAlicia.—¡Peroquéinsensatez!—exclamólaDuquesa—.Todotienesumoraleja.Elcasoesencontrarla.Yestrechóaúnmás fuerteelbrazodeAlicia.A laniñaaquellono lehacíamuchagracia,para

empezarporquelaDuquesaerafeísimay,además,porqueeratanbajitaqueapoyabasupuntiagudabarbillaenelhombrodelaniña.

PeroAlicia,poreducación,hizotodoloposibleporaguantarsufastidio.—Parecequeelpartidovaalgomejor—comentó,pordeciralgo.—Asíes—respondiólaDuquesa—.Ylamoralejadeestoes…es…¡queelamorysoloelamor

esloquehacequeelmundogire!—Puesalguiendijounavezqueelmundogirabacuandocadaquienseocupabadesuspropios

asuntos—murmuróAlicia.

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—Bueno,vieneaserlomismo—convinolaDuquesa,queclavóaúnmáslaafiladabarbillaenelhombrodeAlicia—.Ylamoralejadeestoes:«Ocupaosdelsentido,quelaspalabrasseocuparándesímismas».

«¡Ydaleconsacarleunamoralejaatodo!»,pensóAlicia.—Seguroqueteestaráspreguntandoporquénotepasoelbrazoporlacintura—dijolaDuquesa

—.Esporquenomefíodelcarácterdetuflamenco.¿Esmanso?—Alomejorledaunpicotazo—respondióAlicia,quenoteníaningunaganadeaquellamuestra

deafecto.—Esverdad.Losflamencossoncomolamostaza:losdospican.Ylamoralejadeesoes:«Bien

estáelpájaroensunido».

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—¡Perosilamostazanoesunpájaro!—exclamóAlicia.—Tienesrazón,comosiempre.Laverdadesquetienesunapercepciónmuyclaradelascosas.—Creoqueesunmineral—siguióexplicandoAlicia.—Exacto,esunmineral—asintiólaDuquesa,queparecíaempeñadaennollevarlelacontraria—.

Hay cercade aquí unagranminademostazaque esmía.Y lamoraleja de esto es: «Minamíanopuedesertuya».

—¡Ah, no, ya sé!—gritóAlicia, que no había prestado atención a esta última reflexión—. ¡Lamostazaesunaplanta!

—Estoy totalmente de acuerdo—asintió la Duquesa—. Y la moraleja de esto es: «Sé lo queaparentaso,dichodeunmodomássencillo:noimaginesjamásquepuedesserotracosadistintadeloqueaparentas,puestoqueloqueeresoloquepodríashabersidonoesmásdeloquehabríassidoalosojosdelosdemás,inclusosihubierassidootrapersonadistintadelaquecreíanqueeras».

—Esto… tendría que escribirlo, pues la verdad es que creo que no he seguido muy bien surazonamiento—señalóAliciaconextremaeducación.

—Huy,puesestonoesnadaencomparaciónconcómopodríadecírtelosiquisiera—sepavoneólaDuquesa,halagada.

—¡Porfavor,nosemolesteendecirloconmáspalabras!—respondióAlicia.—Perosinoesningunamolestia—afirmólaDuquesa—.Dehecho,mira,teregalotodoloquete

hedichohastaahora.«Puesvayaunregalobarato—pensóAlicia—.Menosmalquenadiemehaceregalosasípormi

cumpleaños».—¿Yaestásotravezembebidaentuspensamientos?—preguntólaDuquesa,clavandodenuevosu

puntiagudabarbillaenelhombrodeAlicia.—¡Tengoderechoapensar!—replicóAlicia,queempezabaaperderlapaciencia.—Másomenoselmismoderechoqueelquetienenloscerdosavolar—dijolaDuquesa—.Yla

mora…ParagransorpresadeAlicia,interrumpiólafraseamitaddesupalabrafavorita,«moraleja»,al

mismo tiempoqueempezabaa temblarleelbrazoconelquesujetabaaAlicia.Laniñamiróhaciadelante.LaReinaestabaplantadadelantedeellas,conlosbrazoscruzadosyechandoculebrasporlosojos.

—Québuendía,Majestad—farfullólaDuquesaconvoztemblorosa.—Duquesa, te lo advierto con toda claridad—gruñó la Reina dando golpecitos con el pie—.

Quieroquetucabezadesaparezcademivistayamismo.Otelacortanotevas,túeliges.LaDuquesahizosuelecciónysefuecorriendo.—Volvamosaljuego—ordenólaReina.Aliciaestabademasiadoasustadacomopararechistar,yfuetrasellaalcampodecroquet.Los demás invitados, que se habían puesto a descansar a la sombra, se levantaron corriendo a

ocupar sus sitios,mientras que la Reina anunciaba indolentemente que elmásmínimo retraso lescostaría lavida.Duranteel restodelpartido,berreósincesara losotros jugadoresyvociferabaacadapaso:

—¡Quelecortenlacabeza!¡Quelecortenlacabeza!Enelacto,loscondenadoseranapresadosporlossoldados,quienes,poresemotivo,dejabande

formarlosarcosdeljuego,yenseguida,aexcepcióndelaReina,elReyyAlicia,noquedónadieen

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elcampo,puestodoslosjugadoresseencontrabanalaesperadequeseejecutarasusentencia.Entonces,laReinaabandonóeljuego,casisinaliento,ypreguntóaAlicia:—¿HasconocidoyaalaFalsaTortuga?—No—dijoAlicia—,nisiquieraséloqueeseso…—EsloqueseusaparahacerlasopadeFalsaTortuga—explicólaReina.—Nuncaheoídohablardeella.—Puesven—dijolaReina—.Tevaacontarsuhistoria.Mientrassealejaban,AliciaoyóqueelReymurmurabaaloscondenados:—¡Indultoparatodos!«¡Qué buen monarca!», pensó Alicia con gran alivio, pues todas aquellas sentencias le daban

muchapena.Pocodespués,llegaronjuntoaunGrifoqueestabatumbadoalsolydormíaprofundamente.—¡Arriba,gandul!—gritólaReina—.LlevaaestaniñaconlaFalsaTortugaparaqueconozcasu

historia.Yotengoqueregresarparaencargarmedelasejecucionesqueacabodedecretar.AliciasequedósolaconelGrifo.Noleagradabademasiadosuaspecto,perosucompañíaera

mejorqueladelabrutalReina,queyasealejaba.—¡Puroteatro!—murmuróelGrifo.—¿Quéespuroteatro?—preguntóAlicia.—PueslaReina,queseloimaginatodo.Aquínuncalecortanlacabezaanadie,sabes.Anda,ven

conmigo.«Definitivamente, todo el mundo me da órdenes, —pensó Alicia—. Jamás en mi vida había

recibidotantasórdenes.¡Jamás!».

Tras unosminutos demarcha, vieron a la FalsaTortuga, que estaba sentada en una roca,muytristeysolitaria,yllorabaylanzabasuspiroscomosiselepartieraelcorazón.

—¿Porquéestátanafligida?—preguntóAliciaafectada.—Todosonfantasíassuyas—respondióelGrifoconelmismotonoquehabíaempleadoconla

Reina—.Enrealidad,noesmásdesgraciadaqueyo,¿sabes?Bueno,ven.Se acercaron a la Falsa Tortuga, y esta, sin decir palabra, los miró con sus grandes ojos

inundadosdelágrimas.—Estaseñoritahavenidoparaescuchartuhistoria—explicóelGrifo.—Muybien—dijolaFalsaTortuga—.Sentaosynoabráislabocahastaqueyoterminedehablar.Sesentaronyesperaronunosminutos.«No sé cómo pretende terminar su historia si ni siquiera la empieza», pensó Alicia, que sin

embargoesperópacientemente.—Hubo un tiempo en que yo era una tortuga auténtica—dijo de pronto la FalsaTortuga, tras

lanzarunprofundosuspiro.Siguióaesaspalabrasunlargosilencio,rotoúnicamenteporlos«¡Hrrrrrr!»queemitíaelGrifo

devezencuando,yporlosconstantessollozosdelaTortuga.Aliciaestuvoapuntodelevantarseydecir:«Graciasporsuinteresantehistoria,señora»,perosuponíaqueelrelatoteníaporfuerzaquecontinuar,porloquesequedósentadasindecirunapalabra.

—Cuando éramos pequeñas—siguió contando por fin la Falsa Tortugamás tranquila, aunqueprofiriendo ligeros quebrantos aquí y allá—, mis hermanas y yo íbamos al colegio en el mar.

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NuestromaestroeraunaviejatortugaalquellamábamosSeñordeCarey.—¿Porquélollamabanasí?—preguntóAlicia.—¡Porquenoparabadeexclamar«caray»!—explicó laTortugaairadamente—.¡Miraqueeres

boba!—¡Deberíadartevergüenzapreguntaralgotansumamenteestúpido!—añadióelGrifo.Los dos lamiraron en silencio, tan intensamente que la pobreAlicia habría deseado que se la

tragaralatierra.Porfin,elGrifoanimóalaTortugaparaquesiguieracontandosuhistoria:—Continúa,querida.Notenemostodoeldía.—Sí.Íbamosalaescuelaenelmar—prosiguiólaTortuga—,aunquenotelocreas…—¡Nohedichoquenomelocrea!—exclamóAlicia.—¡Síquelohasdicho!—replicólaTortuga.—¡Cierraelpico!—añadióelGrifoantesdequeAliciapudieraresponder.—Recibíamos una excelente educación—siguió contando la Falsa Tortuga—. Teníamos clase

todoslosdías…—¡Yotambiénvoyalcolegio!—dijoAlicia—.¡Tampocoescomoparairpresumiendoporahí!—¿Tienesclasesespeciales?—preguntólaTortugaconansiedad.—Sí—dijoAlicia—.FrancésyMúsica.—¿YLavado?—preguntólaFalsaTortuga.—¡Desdeluegoqueno!—exclamóAliciaconindignación.—¿Ah, no? Entonces tu colegio no es tan especial—declaró la Tortuga aliviada—. Verás, en

nuestrocolegio,teníamosFrancés,MúsicayLavadocomoasignaturasoptativas.—Perosivivíanbajoelagua,¿paraquéaprendíanLavado?—observóAlicia.—Detodosmodos,yonoeratanadineradacomoparaapuntarmealasoptativas—respondióla

Tortugalanzandoungransuspiro—.Soloasistíalasclasesnormales.

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—¿Ycuáleseran?—preguntóAlicia.—Primero aprendí a mecer y a esgrimir, claro está—respondió la Tortuga—; y también las

operacionesaritméticas:fumar,reptar,putrificarydimitir.—Nuncaheoídoesodeputrificar—dijoAlicia—.¿Enquéconsiste?ElGrifosequedóboquiabiertoy,echándoselaspatasalacabeza,exclamó:—¿Cómo?¿Nosabesloqueesputrificar?Perosabrásloqueesembellecer,¿no?—Sí—titubeóAlicia—.Significahacerquealgoseahermoso.—Entonces,sinocomprendesloqueesputrificar,esquedebesdesertontaderemate.Alicianoencontrórespuesta,asíquenoinsistióysevolvióhacialaTortuga:—¿Yquémásaprendió?—Pues Histeria, antigua y moderna, y Pescadografía; y también Influjo. Nuestro profesor de

Influjoeraunaviejaanguilaquenosdabaclaseunavezporsemanaynosenseñabalatécnicadelaacuaracolaydelatinturaalpoleo.

—¿Yesocómoes?—preguntóAlicia.—Pordesgracianopuedohacerteunademostración,porqueyanoestoyenforma—dijolaFalsa

Tortuga—.YelGrifonoaprendióatinturar.—No tuve tiempo —refunfuñó el Grifo—. Pero yo también fui al colegio. Mi profesor de

LenguasClásicaseraunviejocangrejo.—Yonoasistíasusclases—suspirólaTortuga—.CreoqueenseñabaPatínyRiego,¿verdad?—Esoes—afirmóelGrifo,lanzandotambiénunsuspiro.Ylosdosocultaronelrostroentrelaspatas.

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—¿Cuántashorasdeclasetenían?—seapresuróapreguntarAlicia.—Diez horas el primer día —respondió la Falsa Tortuga—, nueve al día siguiente, y así

sucesivamente.—¡Quéhorariomásraro!—dijoAliciaextrañada.—Poresosellamancursillos—explicóelGrifo—,porquecadadíasonmáspequeños.EraunaideatannuevaparaAliciaqueestuvomeditándolaunrato,yluegopreguntó:—Entonces,¿elundécimodíaeraundíadevacaciones?—Naturalmente—respondiólaFalsaTortuga.—¿Yelduodécimodíaquéhacían?—Yaestábiendecursillos—concluyódeprontoelGrifocontonodefastidio—.Ahoracuéntale

cómoeranlosjuegos.

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LaFalsaTortugalanzóunprolongadosuspiroysellevóunapataalosojos.LuegomiróaAliciaytratódehablar,peroduranteunosminutoslossollozosseloimpidieron.

—Parece como si tuvieras una espina en la garganta —explicó el Grifo, que consideróconvenientedarlegolpecitosen laespalda.Por fin, laTortugarecuperó lapalabray,con lágrimasbañándolelasmejillas,dijoaAlicia:

—Supongoquenohabrásvividomuchotiempoenelfondodelmar…—Puesno,laverdad—respondióAlicia.—Yesposiblequenuncatehayanpresentadoaunbogavante…—Una vez me dieron a probar… —empezó a decir Alicia, pero enseguida se interrumpió,

avergonzada,ycorrigió—:No,nunca.—Portanto,nopuedessaberloagradablequeresultalaContradanzadelosBogavantes…—Puesno,nolosé…¿Cómosebaila?—Verás—empezóexplicandoelGrifo—,primeroseformaunafilaenlaorilla…—Dosfilas—corrigiólaFalsaTortuga—.Focas, tortugas,salmones,etcétera.Yluego,cuando

seapartanlasmedusas…—Cosaqueporlogeneralrequierebastantetiempo—interrumpióelGrifo.—…Todosdanunpasoadelante…—¡Ycadaunotomadeparejaaunbogavante!—aclaróelGrifo.—¡Esoes!—siguiódiciendolaTortuga—.Entonces,sedandospasosadelantehacialapareja…—…Luegosecambiadebogavante,ysedandospasoshaciaatrás—terminóelGrifo.—Entoncesselanzanlos…—¡Losbogavantes!—exclamóelGrifodandounsalto.—…maradentro,lomáslejosquesepueda,yluego¡sedaunsaltomortalenelagua!—dijola

Tortuga,queestabadesaforada,dandotambiénellaunavoltereta.

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—¡Yaporellos!—vociferóelGrifo—.Yacontinuaciónsecambiadepareja…—… y se vuelve a la orilla, y así termina el primer movimiento del baile—dijo la Tortuga

bajandodeprontolavoz.

Las dos criaturas, que habían estado saltando como locas durante todo el tiempo que duró ladescripcióndelbaile,volvieronasentarsecongrancalmaytristeza,ymiraronaAlicia.

—Debedeserunbailemuybonito—dijotímidamente.—¿Tegustaríaverlo?—preguntólaFalsaTortuga.—¡Oh,sí!—respondióAlicia.—Vamos a ensayar el primer paso—propuso la Tortuga al Grifo—. Podemos perfectamente

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bailarsinbogavantes,pero¿quiéncanta?—¡Cantatú!Amísemehaolvidadolaletra.Y con gran ceremonia empezaron a bailar, dando vueltas alrededor de Alicia y pegándole

pisotones constantemente.Marcaban el ritmo con las patas delanteras,mientras laTortuga cantabaconvozmelancólica:

—Másdeprisa,Caracol—decíaunaPescadilla—,bailemosjuntosalsol,muycerquitadelaorilla.—Nopuedo,porqueunDelfínmevapisandolaaleta.¡Baila,grupodanzarín!¡Bailad,Crustáceos,Ballenas!

Danzamásycontradanza,¿aquetegustaestebaile?DanzamásycontradanzalaDanzadelBogavante.

—¡Nosabesquédivertidocuandovuelasporlosaires!¡Alagua,patos,amigos!¡Meneaoscondonaire!—¡Esoparamíesmuylejos!—respondíaelCaracol—.MequedoconlosCangrejos,pasodeestadiversión.Danzamásycontradanza,¿aquetegustaestebaile?DanzamásycontradanzalaDanzadelBogavante.

—¡QuéCaracolmásarisco!—replicólaPescadilla—.SihastalosviejosMariscosnadandeorillaenorilla.Vanalacostadeenfrentebailandoycruzandoelcharco,conquemuévete,valiente,nopongascaradeasco.

Danzamásycontradanza,¿aquetegustaestebaile?DanzamásycontradanzalaDanzadelBogavante.

—Gracias,esunbailemuybonito—declaróAlicia,felizdequehubieraterminado—.MegustamucholapartedelaPescadilla.

—Oh,esquelaspescadillasson…—dijolaFalsaTortuga—.¿Hasvistouna,algunavez?—Sí,enlacen…—Secallójustoatiempo.—¿EnLacén?—seextrañó laTortuga—.Noconozco esa ciudad, pero si hasvistopescadillas

algunavez,sabráscómoson.—Sí—respondióAliciapensativa—.Tienen lacolametidaen labocayestáncubiertasdepan

rallado.—Lodelpanno—corrigiólaTortuga—,pueselmarlodisolveríaenmenosquecantaungallo.

Perosíesverdadquetienenlacolametidaenlaboca,ytevoyaexplicarlarazón…—Bostezó,cerrólosojosysedirigióalGrifo—:Explícaselotúcondetalle.

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—Puesporque laspescadillas siempre se empeñabanenbailar con losbogavantes.Por eso laslanzaronalmar.Poresocayerontanlejos.Yporesosesujetaronlacolaconlabocacontantafuerzaque,desdeentonces,yanohubomaneradesacársela.Esaeslarazón.

—Gracias,esmuyinteresante—dijoAlicia—.Nuncaenmividahabíaoídotantascuriosidadessobrelaspescadillas.

—Si te gusta, puedo contarte más cosas —replicó el Grifo—. ¿Sabes para qué sirven laspescadillas?

—Puesno…—balbuceóAlicia.—Sirvenparasacarbrilloaloszapatosmarinos—leexplicóelGrifocongransolemnidad.—¿Parasacarbrilloaloszapatosmarinos?—repitióAlicia,totalmenteatónita.—¡Vamos!¿Yconquésacasbrillotúatuszapatos?—Conbetúnnegro,supongo…—Puesloszapatosylasbotasquellevamosbajoelmarselustranconpescadilla.—¿Yconquésefabricansuszapatos?—preguntóAliciaintrigada.—¡Con qué va a ser, con suelas de lenguado e hilo de ballena! —respondió el Grifo con

impaciencia—.Esolosabenhastalasgambas.—SiyohubierasidolaPescadilla—dijoAlicia,quenopodíaquitarsedelacabezalaestrofade

lacanción—,lehabríadichoalDelfín:«¡Aléjate,porfavor!¡Nonoshacesfaltaparanada!».—Ya, pero es que elDelfín no teníamás remedio que estar allí—explicó la Tortuga—. ¡Dos

pecesbieneducadosnuncasaldríansinelDelfín!—¿Ah,no?—preguntóAliciasorprendida.—¡Por supuesto que no! Si un pez me propusiera que me fuera de viaje, lo primero que le

preguntaríasería:«¿ConelDelfín?».—¿Quieredecirconeldelfin?—balbuceóAlicia.—Esoesexactamenteloqueacabodedecir—rezongólaTortugacongestoofendido.

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—¿Porquénonoscuentastuspropiasaventuras?—preguntóelGrifoaAlicia.—Puedocontarles lasquehevividodesdeestamañana—respondióAliciacontimidez—.Pero

nolasdeayer,porqueayeryoeraunapersonacompletamentediferente.—¿Cómoeseso?,¡explícanoslo!—No, no —intervino el Grifo con impaciencia—. ¡Primero las aventuras! Las explicaciones

resultansiemprelargasytediosas.Así,AlicialescontótodoloquelehabíasucedidodesdequehabíadecididoperseguiralConejo

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Blanco.Alprincipio, estaba algo turbada, pues losdos estaban sentados frente a ella y lamirabanfijamente, con losojos comoplatosy labocaabierta.Luego, amedidaqueavanzabaenel relato,empezóatomarconfianza.

Supúblicolaescuchabaensilencio,perocuandollegóalmomentodelencuentroconlaOrugayempezóarelatarleslaescenaenlaquerecitabaSoisyaviejo,padreWilliam,explicandocómohabíanbrotado laspalabrasde subocadeunamanera tandistintade loquedeberíanhaber sido, laFalsaTortugarespiróprofundamenteydijo:

—¡Esrealmentecurioso!—Muycurioso,sí—convinoelGrifo.—Todas las palabras estaban cambiadas —repitió pensativamente la Tortuga—. Y ahora me

gustaríaqueintentararecitarnosalgúnpoema.Pídeselo.SedirigióalGrifocomosiesteejercieraalgunaautoridadsobreAlicia.—LevántateyrecitaEslavozdelharagán—ordenóelGrifo.«Diosmío, cómo les gusta a estas criaturas dar órdenes ymandar recitar la lección—pensó

Alicia—.¡Silosémequedoenelcolegio!».Contodo,selevantóyempezóarecitar.PeronopodíaquitarsedelacabezalaContradanzadelos

Bogavantes,demodoqueempezóaconfundirlaspalabras,quesalíandesubocadeunmodomuyextraño:

EslavozdelBogavante,oigosudeclaración:—Mehetostadodemasiado,dadmeazúcar,porfavor.Conlapuntadelhocico,lasantenasseacicala,selavaylesacabrilloasucobrizacarcasa.

Cuandolaarenaestáseca,sesienteporfindichosoyretaalostiburonescontonomuyvaleroso.Mas,visubelamarea,losescualosporlatardealaorillitaseacercan,yelotrotiembla,cobarde.

—Nosepareceennadaacomolorecitabayocuandoerapequeño—murmuróelGrifo.—Yo nunca había oído una versión parecida —añadió la Falsa Tortuga—. ¡Qué sarta de

disparates!Aliciasesentósinresponderyocultóelrostroentresusmanos,preguntándosesialgúndíalas

cosasvolveríanalanormalidad.—Megustaríaquemeexplicaraloquesignificanestosversos—dijolaTortuga.—Nopuedeexplicarlo—seapresuróaresponderelGrifo—.Continúa,Alicia.—Pero¿cómopuedeacicalarselasantenasconelhocico?—preguntóinsistentelaTortuga.—Debedeserqueelbailelehadadomuchaflexibilidad—respondióAlicia,confundidaporlo

absurdodesupoema.—Bueno,pasaalasiguienteestrofa—ordenóelGrifo—,queempieza«Alentrareneljardín».Aunque Alicia estaba segura de que los versos le iban a salir trastocados, no se atrevió a

desobedeceryprosiguióconvocecillatemblorosa:

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Alentrareneljardín,videprontoconsorpresacómoelbúhoylapanteracompartíanunapresa.Muyextrañapareciomeaquelladistribución:elfelinosecomíalacazaentera,yalbúhonoledejómásqueelplato,quealpobreanadalesupo.

—¿Dequésirveseguirrecitándolo,sinoexplicasnada?—interrumpiólaTortuga—.Nuncaheoídounpoemamásdesconcertanteentodamivida…

—Sí,esmejorquelodejesya—convinoelGrifo.Aliciasintióungranaliviocuandovioquehabíaterminado.—¿QuieresquebailemosotropasodelaContradanzaoprefieresquelaTortuganoscanteotra

canción?—preguntóelGrifo.—¡Oh,canteunacanción,por favor, señoraTortuga!—Alicia respondiócon tantavehemencia

queelGrifo,ofendido,farfulló:—Hum…¡Sobregustosnohaynadaescrito!CántaleLasopadetortuga,anda,querida.

LaFalsaTortugasoltóunprofundosuspiroy,conlavozrotaporlaslágrimas,empezóacantar:

Oh,bellasopa,verdeycremosa,québienhumeas,tanolorosa,enelpucherohiervessabrosa.¡Sopasopera,estásmuybuena!¡Sopasopera,paralacena!¡Oh,bellasopa!¡Oh,sopahermosa!¡Sopajugosa,cuándeliciosa!

¿Quiénquierecarne,puréopescado?¿Quénodaríaporunbocadodesopaverdetodoslossábados?¡Sopasopera,estásmuybuena!¡Sopasopera,paralacena!¡Oh,bellasopa!¡Oh,sopahermosa!¡Sopajugosa,estásdeliciosa!

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—¡Repiteelestribillo!—exclamóelGrifo.LaTortugasedisponíaaobedecercuando,depronto,seoyóungritoalolejos:

—¡Eljuiciovaadarcomienzo!—¡Vamos!—decidióalinstanteelGrifo.CogiendoaAliciadelamano,arrancóatodavelocidadsinesperaraqueterminaralacanción.—¿Quéjuicioes?—preguntóAlicia,quecorríaasuladosinaliento.Pero elGrifo se limitó a responder «¡Vamos!»mientras aceleraba la carrera, al tiempoque la

brisatransportabaestasmelancólicaspalabras,cadavezmáslejanas:

¡Oh,bellasopa!¡Oh,sopahermosa!¡Sopajugosa,estásdeliciosa!¡Oh,bellasopa!¡Oh,sopahermosa!¡Sopajugosa,estásdeliciosa!¡Oh,bellasopa!¡Oh,sopahermosa!¡Sopajugosa,estásdeliciosa!

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CuandollegaronaljuicioAliciayelGrifo,elReyylaReinadeCorazonesestabansentadosensustronos.Unagranmultitud,compuestapor todaclasedeanimalillosyaves,asícomopor todos lospalos de la baraja, se había congregado a su alrededor. La Sota de Corazones comparecía comoacusada,encadenaday flanqueadapordosguardias.ElConejoBlancoestabadepiecercadelRey,conuna trompeta enunamanoyun rollodepergamino en la otra.En el centrode la salahabíanpuestounamesa,ysobreellaseveíaunaenormebandejarepletadetartas.

TodasteníanunaspectotandeliciosoqueaAliciadeprontoleentrómuchahambre.«Ojalá el juicio acabe pronto—pensó—, y pasemos a la merienda». Como no había ninguna

posibilidaddequesecumplierasudeseo,sepusoamirarasualrededorparadistraerseunpoco.Eralaprimeravezqueasistíaauntribunal,perohabíaleídoescenasdejuiciosenloslibros,y

constatóorgullosaqueeracapazdeponerlenombreatodoloquehabíaalrededor.«Esteeseljuez—pensó—,puestoquellevaunapeluca».

Debemosaclararqueel juezeraelRey;seveíaqueestabaalgoincómodo,y llevabalacoronaporencimadelapeluca,loquenoledabaunaspectodemasiadoagraciado.«Yeseeselestradodeljurado—pensóluegoAlicia—.Yesasdocecriaturas—usabalapalabra“criaturas”porquehabíaunamezclademamíferosyaves—debendeserlosmiembrosdeljurado».

Repitióvariasvecesparasíesaspalabras,muysatisfechaconsigomisma,puespensaba(yteníarazón)quepocasniñasdesuedadconocíansusignificado.

Sepreguntósinoseríamejorhablarde«escabinos»,queeraotrotérminomuyinteresante.Losdocemiembrosdeljuradoescribíanfrenéticamenteensuspizarras.

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—¿Quéhacen?—lepreguntóAliciaalGrifoenvozbaja—.¿Porquéestánescribiendosiaúnnohaempezadoeljuicio?

—Están poniendo sus nombres—explicó elGrifo en elmismo volumen—, no sea que se lesolvidenantesdequeterminelaaudiencia…

—¡Québichosmásignorantes!—exclamóAliciatotalmenteindignada.Perosecallóenelacto,pueselConejoordenó:—¡Silencioenlasala!ElReysepusolasgafasparaverquiénhabíaosadohablar.Aliciaseinclinóhacialosmiembros

deljuradoyvioquetodossehabíanpuestoaescribirlapalabra«ignorantes»ensuspizarras.Inclusovio que uno de ellos, que no sabía cómo se escribía «ignorantes», le pedía a su vecino que se la

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deletreara.«Menudogalimatíasvaahaberensuspizarrascuandotermineeljuicio»,pensó.Unode losmiembrosdel jurado teníauna tizaque chirriaba.Alicia, comoes lógico, nopudo

soportarlo, por lo que dio la vuelta a la sala, se coló detrás del culpable (que casualmente era ellagartoBill)ylebirlólatizacontantadestrezaqueelpobrenosediocuentadenada;labuscóportodaspartes,peroacabódándoseporvencidoytuvoqueescribirconeldedo,suesfuerzofueinútildetodosmodos,yaquenodejónirastroenlapizarra.

—¡Alguacil,leelaacusación!—ordenódeprontoelRey.ElConejoBlancotocótresveceslatrompeta,desenrollóelpergaminoyleyó:

«LaReinadeCorazones,unatardesoleada,congranarteymuchotiento,habíahechounastartas.EstaSotaquepasabaporellugardeloshechoslasrobó,yhoyseleimputauncrimendeescamoteo».

—¡Idadeliberar!—ordenóelReyalosmiembrosdeljurado.—¡Todavíano,Majestad!—protestóelConejo—.Antesquedanalgunostrámitesporcumplir.—¡Llamadalprimertestigo!ElConejotocótresveceslatrompetayexclamó:—¡Elprimertestigo!EraelSombrerero,queavanzóconunatazadetéenunamanoyunarebanadademantequillaen

laotra.—Disculpadquemepresentedeestaguisa,Majestad,peroaúnnohabíaterminadodetomarelté

cuandomehabéisconvocadoajuicio.—Tendríasquehaberterminado—leamonestóelRey—.¿Cuándoempezaste?ElSombrereromiróalaLiebredeMarzo,quelohabíaacompañadodelbrazodelLirónhastael

tribunal.—Creorecordarquefueelcatorcedemarzo—dijo.—Elquince—corrigiólaLiebredeMarzo.—Eldieciséis—rectificóelLirón.—¡Queconsteenacta!—dijoelReyaljurado.Los miembros del jurado escribieron las tres fechas en sus pizarras, las sumaron y las

convirtieronenlibrasesterlinasyenchelines.—¡Quítateelsombrero!—ordenóelReyalSombrerero.—Noesmío—protestóeste.—¡Unrobo!—exclamóelReydirigiéndosealjurado,queinmediatamenteloapuntótodo.—Ninguno de mis sombreros me pertenece —explicó el Sombrerero—. Mi oficio consiste

precisamenteenvenderlos.Anteaquellaspalabras,laReinaseajustólasgafasylomirótanseveramentequeelSombrerero

sepusolívidoyempezóatemblar.—Prosigue con tu declaración—ordenó elRey—, y deja de temblar o haré que te ejecuten al

instante.Aquella amenaza no infundió ningún ánimo en el Sombrerero, que semovía nerviosamente y

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mirabaconreceloalaReina.Estabatanalteradoquemordiólataza,creyendoqueeralarebanada.En esemomento,Alicia notó una extraña sensación que la dejó algo confusa, pero enseguida

comprendióqueestabacreciendo.Suprimerimpulsofueabandonareltribunal,perolopensómejorydecidióquedarse,almenosmientrastuvierasitiosuficiente.

—Hazelfavordenoapretujarme—dijoelLirón,queestabasentadoasulado—.¡Casinopuedorespirar!

—Nopuedoevitarlo—contestóAlicia—,estoycreciendo.—¡Notienesningúnderecho,almenosaquí!—Nodigatonterías—replicóAlicia—.Sabeperfectamentequeustedtambiéncrece…—Sí,peroyocrezcoaunavelocidadrazonable,nodeestemodotanabsurdo—gruñóelLirón.

Yselevantófuriosoparabuscarunsitioalotroladodeltribunal.Durante todo ese tiempo, la Reina no le había quitado ojo al Sombrerero y, cuando el Lirón

cruzabalasala,ordenóaunodelosalguaciles:—Tráemelalistadeloscantantesqueactuaronenmiúltimoconcierto.EldesgraciadoSombrereroseechóatemblartanconvulsamentequeselesalieronloszapatos.—Siguecontudeclaración—repitióelReyfurioso—oharéqueteejecuten,tantositienesmiedo

comosino.—Solo soy un pobre hombre,Majestad—farfulló el Sombrerero con un hilo de voz—, y no

habíaempezadoatomarelté…,bueno,nodebíadehacernisiquieraunasemana…,ylasrebanadas

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demantequillaeransumamentefinas…,yeltintineodelté…—¿Eltintineodelqué?—dijoelRey.—Delté.Todoempezóporelté.Esporeso.—¡Pues claro que té empieza por T! —dijo el Rey con impaciencia—. ¿O crees que no sé

escribir?¡Sigue,venga!—Solo soy un pobre hombre —repitió el Sombrerero—, y después de eso todo empezó a

tintinear,perolaLiebredeMarzodijoque…—¿Quién,yo?¡Yonodijenadadenada!—seapresuróainterrumpirlaLiebredeMarzo.—Sí,síquedijiste—insistióelSombrerero.—¡Lomismoda!—exclamóelRey—.Seguidcontando.—Bueno,detodosmodos,elLiróntambiénlodijo—siguióexplicandoelSombrerero,mientras

echabaunamiradafurtivaalLirón.Esteestabaprofundamentedormidoynonegónada,porloqueelSombrerero,congranalivio,continuóconsudeclaración:

—Después,hicemásrebanadasdemantequilla…—Peroentonces¿quéesloquedijoexactamenteelLirón?—preguntóunodelosmiembrosdel

jurado.—Yanomeacuerdo—respondióelSombrerero.—Tienesquehacermemoriaotemandoejecutar—gritóelRey.ElpobreSombrererodejócaerlatazaylarebanada,ysepusoderodillas:—¡Solosoyunpobrehombre,Majestad!—Loqueeresesuntestigomuymediocre—rezongóelRey.Anteaquellaspalabras,unConejillodeIndiassepusoaaplaudir,perolosalguacilessofocaron

susaplausos.(Comoesode«sofocar»noesfácildecomprender,osexplicaréloquehicieron:teníanungransacode telacerradoconcordones;metieronalConejillodeIndiasdentro,decabeza,ysesentaronencima).

«Cuántomealegrodehabervistoesaescena—pensóAlicia—.Ladevecesquehabréleídoenlosperiódicos:“Duranteelveredicto,hubounatentativadeaplausosquefueronrápidamentesofocadosporlosalguaciles”,perohastahoynocomprendíaenabsolutoloquequeríadecir».

—Si eso es todo lo que sabes de este caso, puedes descender del estrado—gruñó el Rey alSombrerero.

—No puedo descender más, porque ya estoy de rodillas en el suelo, Majestad —dijo elSombrerero.

—Entoncespuedessentarte—respondióelRey.ElsegundoConejillodeIndiasintentóaplaudir,perotambiénfuesofocadoalinstante.«Bien,yanoshemosquitadodeencimaalosConejillosdeIndias—pensóAlicia—.Ahoratodo

irámejor».—Majestad, preferiría terminar el té—suplicó el Sombrerero mientras miraba de reojo a la

Reina,queestabaconsultandolalistadecantantes.—Puedesdisponer—concedióelRey.Sinsiquieradetenersearecogerloszapatos,elSombrererosaliódelasala.—Yque lecorten lacabeza—dijo laReinaaunode losalguaciles.PeroelSombrererohabía

desaparecidoinclusoantesdequeelalguacilllegaraalapuerta.—¡Elsiguientetestigo!—ordenóelRey.

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Compareció lacocinerade laDuquesa.Traíaconsigoelbotedepimientay,cuandoAliciaoyóestornudaralosasistentescercadelapuerta,adivinóenseguidaloqueibaasuceder.

—Haztudeclaración—dijoelRey.—Nomedalagana—respondiólacocinera.ElReymiróalConejoBlanco,yestelesusurróaloído:—VuestraMajestaddebesometeraltestigoauninterrogatorio.—Vamosallá,puestoquenohaymásremedio—dijoelReyconresignación.Cruzólosbrazosyfrunciótantoelceñoquecasinoseleveíanlosojos.Seguidamente,conuna

vozmuyprofunda,lepreguntó:—¿Conquésehacenlastartas?—Principalmenteconpimienta—respondiólacocinera.—¡Ymelaza!—añadiótrasellaunavozadormecida.—¡Prended a ese Lirón! —gritó la Reina—. ¡Que le corten la cabeza! ¡Echadlo de aquí!

¡Ahogadlo!¡Pellizcadlo!¡Quelecortenlosbigotes!Mientrassacabanalculpabledelasala,seprodujoungranbarullo.Cuandotodoelmundovolvió

asusitio,vieronquelacocinerahabíadesaparecido.—¡Bueno, no importa! —decidió el Rey, feliz de librarse del interrogatorio—. ¡Llamad al

siguientetestigo!Y,dirigiéndosealaReina,añadióenvozbaja:—Querida,deberíasencargartetúdelpróximointerrogatorio.¡Tengounajaquecaterrible!AliciavioqueelConejoBlancobuscabanerviosoelnombredelsiguientetestigo.Se preguntaba con gran curiosidad quién sería. «Hasta ahora, no han logrado reunir muchas

pruebascontralaSotadeCorazones»,pensaba.ImaginaossuestuporcuandoelConejoBlanco,conunchillidoagudo,gritó:

—¡Alicia!

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—¡Presente!—respondióAlicia.Conlaemoción,habíaolvidadolomuchoquehabíacrecido.Selevantótanbruscamentequedio

un barrido con el borde de la falda y arrastró el banco del jurado, cuyos ocupantes salieronproyectados de cabeza hacia el público que se encontraba debajo.Todos se agitaban y pataleaban,comolospecesrojosdelacuarioque,sinquerer,Aliciahabíavolcadolasemanaanterior.

—¡Oh,perdonen,porfavor!—exclamó,consternada.Se puso a recogerlos rápidamente, pues el accidente de los peces rojos la había dejado tan

traumatizadaqueseimaginabaqueeranecesariocolocarcuantoantesalosmiembrosdeljuradoensusitioparaquenomurieranahogados.

—¡Eljuicionopodrácontinuarmientrastodoslosmiembrosdeljuradonoesténcolocadosensusitio!—declaróelReycongravedad—.Todossinexcepción.

—Hizohincapiéenestaspalabras,mientrasclavabaenAliciaunaduramirada.Laniñamiróelbancoyobservóque,conlasprisas,habíacolocadoallagartoBillbocabajo.El

animal no lograba ponerse derecho, y agitaba la cola hacia todos lados. Rápidamente Alicia loenderezó,peropensó:«Nocreoqueimportedemasiado,puesdudoqueelpequeñoBillseadecisivoenestejuicio,nienunsentidonienotro…».

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Cuando hubieron recobrado la calma y encontrado sus pizarras y sus tizas, losmiembros deljurado redactaron su desventura con todo detalle. Todosmenos el Lagarto, que estaba demasiadoimpresionadoyselimitabaamirarfijamenteeltechoconlabocaabierta.

—¿Quésabesdeestecaso?—preguntóelReyaAlicia.—Nada.—¿Nada,nada?—insistióelRey.—Absolutamentenada.—Estoesalgodeunatotaltrascendencia—dijoelReydirigiéndosealjurado.LosmiembrosdeljuradosedisponíanaregistrarensuspizarraslarespuestadeAlicia,cuandoel

ConejoBlancointervino:—VuestraMajestadhaqueridodecir«intrascendencia»,porsupuesto—explicóhaciendoungesto

cómpliceconelceñofruncido.—Porsupuesto,hequeridodecirintrascendencia—seapresuróacorroborarelRey.A continuación, murmuró varias veces para sus adentros: «Intrascendencia, trascendencia,

intrascendencia,trascendencia»,comositrataradesabercuáldelasdospalabraslesonabamejor.Algunosmiembros del jurado apuntaron «trascendencia» y otros apuntaron «intrascendencia».

Alicia, que alcanzaba a leer loque escribían, sedio cuentadel errorperopensó:«En realidad,daexactamenteigual».

Depronto,elRey,queacababadegarabatearalgoensucuaderno,exclamó:—¡Silencio!—yempezóaleerenvozalta—:«Artículo42delReglamento.Todoaquelquemida

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másdeunkilómetrodealtodeberáabandonarlasala».TodosmiraronaAlicia.

—¡Perosiyonomidounkilómetrodealto!—protestó.—¡Yalocreoquesí!—replicóelRey.—¡Midescasidos!—añadiólaReina.—Encualquiercaso,nopiensoirme—decidióAlicia—.Además,eseartículonoformapartedel

Reglamento,¡osloacabáisdeinventar!—¡Eselartículomásantiguo!—insistióelRey.—Entonces,seríaelartículonúmero1—replicóAlicia.

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ElReysepusopálidoycerróelcuaderno.—¡Adeliberar!—ordenóconvoztemblorosaalosmiembrosdeljurado.—Con la venia deVuestraMajestad, todavía tenemosmuchas pruebas por examinar—dijo el

ConejoBlancomientrasselevantabadeunsalto—.Acabamosdeencontrarestacarta…—¿Quédiceesacarta?—preguntólaReina.—Todavíanolaheabierto,peroparecequeselahubieraescritoelprisioneroaalguien.—Eslógico—dijoelRey—.Loquenoseríanormalesqueselahubieraescritoanadie.—¿Aquiénvadirigida?—preguntóunodelosmiembrosdeljurado.—Anadie—respondióelConejoBlanco—.Bueno,enelsobrenofiguraningúndestinatario.—

Mientrashablaba,desplególahojadepapelyañadió—:Enrealidad,noesunacarta,sinounpoemaenverso…

—¿Estáescritoconlaletradelprisionero?—preguntóelRey.—No—respondióelConejoBlanco—.¡Yesoes lomásextrañodetodo!—Losmiembrosdel

juradosemiraronperplejos.—Hadebidodeimitarlaletradeotrapersona—sugirióelRey.Losrostrosdelosmiembrosdel

juradoreflejaronungranalivio.—Majestad,yonoheescritoesosversos—dijo laSotadeCorazonesensudefensa—.Ynadie

podrádemostrarlocontrario:elpoemanoestáfirmado.—Puestoquenolohasfirmado,lacosaesaúnmásgrave—dijoelRey—.Sinoalbergarasmalas

intenciones,lohabríasfirmado,comounapersonahonrada.Anteaquellaspalabras,todosaplaudieron.EralaprimerafraseinteligentequedecíaelReydesde

quehabíacomenzadoeljuicio.—¡Pruebairrefutabledesuculpabilidad!—exclamólaReina.—¡Noesunapruebadenada!—replicóAlicia—.¡PorDios!¡Sinisiquierasabenloquediceel

poema!—¡Léelo!—ordenóelRey.ElConejoBlancosepusolasgafas.—ConlaveniadeVuestraMajestad,¿pordóndeempiezo?—preguntó.—Empiezaporelprincipio, continúapor la continuacióny terminaporel final.Luegopodrás

dejardeleer.EstofueloqueleyóelConejoBlanco:

«Dijeronquefuisteaverla,yqueanteélmemencionaste:noleimportóquenohicieradelanataciónunarte.

Lesdijoquenoasistí(yesto,sinduda,esverdad):perosiesperainsistir,dime,¿detiquéserá?

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Lediuna,yellosdos,túnosdistetresomás;despuésselasdevolvió,perometrataronmal.

Sillegáramosavernoscómplicesenundelito,querráquetúseasbuenoynossaquesdeestelío.

Puesmetemoquetúfuiste(muchoantesdesuataque)entrenosotrosunquisteculpabledeestedislate.

Noledigaselrespetoenormequeellasentía.Debeserungransecretoentretúyyo,deporvida».

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—Esta es, hasta ahora, la prueba más importante que hemos recibido —dijo el Rey conentusiasmo,frotándoselasmanos—.Porconsiguiente,queeljuradose…

—Siunosolodelosmiembrosdeljuradopuedeexplicarmeloquesignificanlosversosdeestepoema —declaró Alicia. Había crecido tanto en los últimos minutos que ya no le daba miedointerrumpiralRey—,ledoydiezmonedas.Pues,enmiopinión,notienenningúnsentido.

Todos losmiembros del jurado escribieron en sus pizarras: «En su opinión, no tienen ningúnsentido»,peroningunotratódeexplicarlosversos.

—Si no tienen ningún sentido—dijo el Rey—, tanto mejor, pues no será necesario que nosmatemos para encontrárselo… Pero me pregunto si es verdad que carecen de sentido —siguió,mientrasextendíalacartasobresusrodillasyreleíaelpoema—.Amímedaqueestosversosquierendeciralgo.Nosabesnadar,¿no?—lepreguntóalaSotadeCorazones.

Estanegótristementeconlacabeza:—¿Acasotengopintadesabernadar?—preguntó.Yeraverdadquenosabía,puestoqueeradecartón.—Hastaaquítodoencaja—dijoelRey,quesiguiósusurrandolosversos—:Yesto,sinduda,es

verdad…Losmiembrosdeljuradoconocenlaverdad…Perosiesperainsistir…Perosiestáclaro:laqueesperaeslaReina.Dime,¿detiquéserá?¡Esaesunabuenapregunta!Lediuna,yellosdos…Esoesloquehizoelacusadoconlastartas,¿loveis?

—Peroluegodice:«despuésnoslasdevolvió…»—observóAlicia.—Por supuesto:nos se refiere a nosotros, ¡y ahí están las tartas!—exclamó el Rey con tono

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triunfal,señalandoalamesa—.Estáclarocomoelagua.Yencuantoaestafrase:«muchoantesdesuataque…»A tinunca tehadadounataquedenervios,¿verdad,querida?—dirigió lapreguntaa laReina.

—¡Jamás en todami vida!—exclamó fuera de sí,mientras arrojaba el tintero a la cabeza delLagarto.ElpobreBillhabíadejadodeescribirconeldedoenlapizarracuandosediocuentadequenodejabaningunahuella;perosepusodenuevomanosalaobrausandotintaqueleresbalabaporelhocico.

—Sinuncatehadadounodeesosataquesesporqueeresinexpugnable.Ysieresinexpugnableesporqueestosversos¡terepugnan!—dijoelRey.

Ymiróalaconcurrenciaconunasonrisadesatisfacción.(Hubounsilenciomortal).—Expugnar…Repugnar…Esunjuegodepalabras—explicóelReycontonoofendido.Alinstantehubounacarcajadageneral.—¡Adeliberar!—ordenóelReyaljurado,porenésimavez.—¡No!¡No!—vociferólaReina—.¡Primerolasentencia,yluegolasdeliberaciones!—¡Peroesoesabsurdo!—protestóAliciaconfirmeza—.¡Esunaideadelomásestúpida!—¡Calla!—ladrólaReina,rojaderabia.—¡Nomecallo!—replicóAlicia.—¡Quelecortenlacabeza!—ordenólaReinamoradadeira.Nadiesemovió.—¿Quiénvaaobedecer?—dijoAlicia—.¡Sinosoismásqueunabaraja!Anteaquellaspalabras,lascartassalieronvolandoycayeroncomounalluviasobrelaniña.Con

un gritito de cólera y de miedo, Alicia intentaba quitárselas de encima y de pronto se encontrótumbada en la hierba, con la cabeza apoyada en las rodillas de su hermana, que le retirabacuidadosamentedelacaraunashojassecas.

—Alicia,querida,¡despierta!¡Hasdormidounasiestalarguísima!—ledijosuavemente.—¡Oh!¡Quésueñomásrarohetenido!—exclamóAlicia.Lenarrósusaventuraslomejorquesupoy,cuandoterminóelrelato,suhermanalediounbesoy

ledijo:—Es verdad que ha sido un sueño de lomás extraño, querida. Pero es tarde: ahora tienes que

volveracasaamerendar.Aliciaselevantódeunsalto,aunquesentíalacabezatodavíainundadadesumaravillososueñoy

fuecorriendoacasa.Suhermanasequedóallísentada,muypensativa.Apoyólabarbillaenlamano,contemplandolapuestadesolypensandoenAliciayensusincreíblesaventuras.Alcabodeunrato,cerrólosojosyempezóasoñardespierta.

PrimerovioaAlicia,queteníalasmanoscruzadassobrelasrodillasylamirabaconsusgrandesojosbrillantes.Casipodíaoír el sonidode suvozy recordaresedivertidogestoquehacíacon lacabezacuandoqueríaretirarseelpelodelacara.Mientraslaescuchaba,leparecióqueveíaaparecertodaslascriaturasdelsueñodeAlicia.LashierbasaltascrujieronasuspiescuandopasócorriendoelConejo Blanco… El Ratón asustado se zambullía en el charco de al lado haciendo un ligero«¡pluf!»…Oyó el tintineo de las tazas de té de la Liebre deMarzo y sus amigos, sentados parasiemprealrededordesueternamerienda…

Luegooyóelvoceríode laReinacondenandoasuspobres invitados…Elniño-cerdovolvióaestornudarenelregazodelaDuquesa,mientrasplatosyfuentesseestrellabanenmilpedazosasu

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alrededor…LellegarontambiénelgraznidodelGrifo,elchirridodelatizadelpequeñoBillenlapizarra, los lánguidos suspirosde losConejillosde Indias en su saco, todoellomezcladocon loslejanossollozosdelapobreFalsaTortuga.

Duranteunbuenratopermaneciósentadasinmoverse,conlosojoscerrados,imaginandoelPaísdelasMaravillas.Sabíaperfectamentequelebastabaconabrirlosojosparavolveralarealidad.Silahierbasusurraba,erasoloporelsoplodelabrisa,yelchapoteodelestaquesedebíaúnicamentealosbalanceosdelosjuncos.Eltintineodelastazasdeténoeramásqueelrumordeloscencerrosdelasovejas,ylosgritosdelaReinanoeransinolasllamadasdelpastor.Losestornudosdelniño,losgraznidos delGrifo y todos los otros ruidos extraños se debían tan solo (y lo sabíamuybien) alrumordelcorral,mientrasquelosmugidoslejanosdelasvacassustituíanloslargossollozosdelaFalsaTortuga.

Finalmente,seimaginócómoseríademayorsuhermanapequeña,ysabíaqueAliciaconservaríapara siempre elmismo bondadoso y sencillo corazón.Un día congregaría a su alrededor a otrosniños,probablementesuspropioshijos,yentoncesharíabrillarsusojoscontándolescuentos,talvezincluso lamisma historia de su extraño viaje al País de lasMaravillas.Compartiría con ellos susalegríasysuspenas,ysiemprerecordaríasupropiainfanciaysusfelicesdíasdeverano.

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AliceLiddell,laniñaqueinspiróelpersonajedeAliciaenelPaísdelasMaravillas,fotografiadaporLewisCarroll.

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