Dicen los entendidos que lo "Cósmico" es lo dicho del orto o del ocaso de un astro. Es decir, que coincide con la salida del Sol. Mientras, el "Alfajor" es una golosina compuesta por dos rodajas de masa adheridas con dulce y, a veces, con chocolate. Nosotros, los Carlos, con nuestra poca comprensión de la informática, hemos intentado adherir el ocaso del astro a una chorreante masa de dulce de leche en un homenaje a Montevideo, la ciudad de los árbo-les.Ahora tengo enchufada a mi lado una aspiradora de los años 50 que no me deja pensar. En realidad la adoro, igual que a la chica que la maneja con destr-eza. Me da miedo preguntarle pero seguro querría colaborar en este primer y, probablemente, único número del fanzine. Porque aquí cabe todo. Es un pupurri, una mezcolanza. No esperamos que lo disfrutéis, ni que lo critiquéis. Al que le llegue, que se lo coma, que por eso lo hacemos así, goloso. No hace mucho que vivimos aquí pero puede que vol-vamos. La experiencia gratifi cante nos obliga a vomitar esto. El dolor de la Pilsen es jodidamente agudo, os lo aseguro.En estos tiempos de realidades virtuales, de redes sociales donde perversos algoritmos te hacen creer que tienes 435 amigos,de putas palabras escritas con la ligereza de un click y enviadas a alguíen que la recibirá con igual desdén, parece un acto prehistórico componer un objeto físico, voluptuoso,fi nalmente real, como es esta revista.Y lo és, un baúl repleto de historias, delirios, imágenes de una ciudad cuyos tesoros de intensa vida se esconden celosos bajo una pátina de una aparente calma. Sólo aquellos que exploran y saben mirar, alcanzan a degustarla. Y así, sin pretensiones,como la propia Montevideo sale este Fanzine.Ala, a tragar !!

5:30 am. Me piro

Mon

tevi

deo

Dic

iem

bre

2009

LA ESQUINA DEL DOLOR

En mi naturaleza ,tres es un número mágico.Tres compuestos radioactivos contactan en un instante y desecan-denan una masacre nuclear. Tres son los acordes del Blitzkrieg pop, y hacer un trío es mi sueño recurrente.En esta historía, la cifra se repite, tres boliches , casualmente abrazan celosos una esquina del barrio sur de Montevideo. Como una pérfi da medusa, este depravado vórtice con-vierte en piedra a aquellos que osan mirarla. Si, una vez tus pies traspasan su frontera..chico, estás perdido. Para aquellos que bajan con sus tremen-dos carros depués de visitar el solís, aparece como una simple esquina at-estada. Sin embargo, es algo más, un habitat donde sus moradores no toman soma, sino pilsen, no cazan insectos para sobrevivir, sino que atrapan sueños y descargan carcajadas. Este fascinante inframundo, se artic-

ula alrededor de tres focos de irreme-diable perdición :La ronda, El santa catalina y el Bluzz. Vichando de cerca esto es lo que ve-mos:

De La ronda, el apéndice ramblero de esta esquina, se puede decir que es un espacio agradable, con una gran mesa de madera donde el sol ,a veces, te masturba sin pudor. Asimismo,en oca-siones, ponen buena música, con agu-ja y vinilo, como debe ser. Los martes está reservado a las minas con ínfulas de DJ. Sin embargo, a pesar de estas cualida-des, siempre me asalta la misma pre-gunta trás traguear en este boliche:

Sueñan las camareras de la ronda con ovejas eléctricas?

El lado más canalla de esta esquina lo ocupa el BLUZZ, tremendo espa-cio caleidoscópico, el antro más roc-kero con la decoración más sofi sti-cada. Nació hace año y medio atrás cuando unos botijas agarraron un aceitoso boliche, el Barcelona, y tras derribar al imperio de cucarachas que lo dominaba, lo convirtieron en

nuestra más dulce perdición a este lado del oceáno. Me explico, este lu-gar, justo donde se levanta el Bluzz, debió ser en el pasado colonial un centro de rituales de la Umbanda. Antes de que playa Ramirez fuera si-quiera una lengua de arena,acá ya se celebraba la yemanjá. No hay prue-bas ,pero estoy convencido. De ese pasado han permanecido latentes, intensas energías y ritmicas pulsiones que irradian toda la ciudad. De otra manera no me lo explico. Ya puedes estar con tu novia correteando por el prado,luciendo torta frita en la rambla, oliendo a viejo en la cinemateca; pensando, hoy no salgo, hoy no me arrimo...pa!! no hay manera, los Orixas rockeros te agarran de la cintura, y te conducen di-recto hasta la puerta del Bluzz. Ala, a mamar !! Como en un gustoso bucle, la escena ya está montada.En la barra; Rodrigo haciendo caras.La música agitando tus visceras.Caminas.Mueves la cabeza al ritmo. Sumergido ya en la vorágine, la boca se seca y el cuerpo se humedece. La atmósfera, mezcla de euforia y complicidad, derriba convenciones, genera contacto. Aunque los dueños no lo diseñaron ,en los alrededores del baño se forma otro paisaje humano; allá el ritmo lo marca el tintineo de los llaveros, los diálogos apresurados y el fuego de una intimidad recién nacida. Ya se sabe, la noche y el rocanrol son una página en blanco donde escribir tus sueños. En el Bluzz te dan la pluma y el tintero, el resto depende de tí.

Siempre dispuesto. Amabilidad in-cuestionable. El Marqués es amigo de todos y sonrisas no le faltan,a pesar de ser algo indolente al requerirle un plato de manis. Cuando abandona la esquina algunos le sitúan amasando sus tesoros hasta altas horas de la madrugada.

EL MARQUÉS

Esta mujer ejerce, con mano de hierro y un cuchillo de dos metros de fi lo, el poder en su reino de muzzas y pilsen.Su ojo de saurón no pierde detalle.Le acompaña su implacable escudero,el cual, dispone de diabólicos po-deres que emanan de su brillante peluquín.Entre ambos se forma una aterradora simbio-sis

LA BRUJA GALLEGA

SUPER MARIO

El Jimmy hendrix de la barra.Catorce horas diarias laburando y como si nada.Se cuenta que su simpatía y energía demoledora está propor-cionalmente infl uida por la cantidad de cafés que sirve en el Bluzz.En realidad, según fuentes de poca confi anza, los cafés son sólo un astuto ardid para aprovechar y clavarse un vaso de grapa, lejos de la mirada de la Sauron gallega. Así mantiene su proverbial hiperactividad, lo cual nos hace muy felices a todos.

El Santacatalina ocupa el centro de esta diabólica trinidad,superpotencia hostelera,despliega sin pudor su armada de mesas y sillas, poniendo en peligro la paz con sus vecinos esquineros.

ALTA TENSI ON !!

A pesar de la relativa paz que parece reinar en el mundo de la esquina, nuestros reporteros siempre alerta han podido inmortalizar el preciso instante en el que Mario disfruta de su vaso de Grappa, engullido sin demora, bajo la furiosa reacción de Rodrigo Bluzz. Rojo de ira por un café que no había pedido......

Texto : Carlos / txoloTexto : Carlos / txoloFotos : txoloFotos : txolo

....ROCKABILLY A T

A TODO GASUna Thunderbird 650 del ‘54 recorriendo las calles de Monte-video y a lomos de ella un Mar-lon Brando que tiene un taller de motos inglesas en la calle Paul-lier. En ese peculiar refugio se suceden montones de referen-cias al rockabilly, a la adicción a rock y al más grande Elvis, que se contonea en las paredes engrasadas de piezas Triumph. Tornillos, tubos de escape, bu-jías, carburadores, bielas y pas-tillas de freno ordenadas por el devenir de la rutina entre vinilos, instrumentos de música y recu-erdos varios.En la esquina unos gurises at-omizan sus cerebros con cum-bia enlatada, un taxi con la radio prendida deja un rastro de nove-dades y ultimos lanzamientos.Mientras en la penumbra del tall-er del chucho, el tiempo se de-tiene.Universo paralelo, pasión genuina, un estilo de vida que sólo pueden entender los que aman la música.“I wish I could be as carefree and wild,but I got cat class and I got cat style “

Rocanrol a todo gasEl Chucho lleva cuarenta años haciéndose un lugar en ese es-pacio. Consiguiendo una clientela fi ja que ya le conoce. Así, se ha convertido en un experto de estos caballos de dos ruedas. De esos animales metálicos, la mayoría son reliquias que le traen de todos lados del país para que las haga andar, “sobre todo en verano”, época en que la gente adora sacar las gafas de sol y los cascos de guerra para lucirse con sus “burras” en los mejores balnearios.

“Una vez tuve un batería que tocaba también en un grupo reggae y apareció en un concierto nuestro con una camiseta de los colores de la bandera rasta”, recuerda con resignación el Chucho, siempre de rig-uroso negro y que dice estar muy conforme con la forrmación ac tual. A pesar de ello, no oculta que querría más implicación por parte de todos. Lo de la música le viene de lejos.Desde que nació tuvo una batería re-tumbando en su casa, la de su padre.

Una pasión motera que combina con el rock and roll de su grupo, los Rock Adictos, el rock and roll oriental más puro. El contrabajo del Sapo, la batería del Gualo y la viola Bigsby y el micrófono retro del Chucho.

Ya de joven el viejo le llevaba a los ambientes sórdidos de “lo bajo”, como se conocía a la Ciudad Vieja. Japoneses marineros pidiendo versiones del “My way” de Frank Sinatra completamente entumecidos en grapa miel. Experiencias que a uno le curten y le sum-ergen en lo mágico y bizarro

de este arte de los compases. Prostitución , alcohol y rock and roll es lo que aprendían esos asiáticos en el “nuevo continente”. Un Montevideo que les recibía con las mejores melodías.

Muchos recuerdos guarda el Chucho, transitando al principio entre ga-rajes que le obligaban a arreglar motos “cualquiera” y grupos de ado-lescentes que no entendían del todo ese espíritu cien por cien rock-anrolero. Quizás esa pulsión guerrillera y contestaria se fi ltró entre la paredes de su casa,ya que junto a ésta, los tupas mantenían una “cárcel del pueblo”.Recuerdos de tiempos agitados, de miedo y represión.Ya se sabe, a los tiranos nunca les gustó el rock ´n´roll.

Los años pasan, pero la esencia se mantiene.Los hierros de las motos y las cuerdas de la guitarra, siempre así. “Lo que gano con las motos me lo gasto en rock”, confi esa sin contempla-ciones.

Luchando no me acuerdo de olvidar

Existe una caracteristica en el ser humano que me parece fascinante. Se da sólo en aquellos pueblos que todavía no han sido devorados totalmente por la indiferencia y la estupidez consumista. Y está no es sino la capaci-dad de unirse entre ellos y luchar por una causa justa .No se trata sólo de justicia emanada de algún pesado libro de leyes ni dictada por un señor con papada,va más allá, un sentimiento primitivo, universal,instalado en el tuétano de cada ser humano que al nacer, descubre con su primer ber-rido que es libre.En mi opinión el Uruguay es uno de esos pueblos.En este país sigue en vigor la Ley de Caducidad que impide investigar los crimenes de Estado que cometieron los militares y dirigentes de la dictadura durante el régimen que duró del año 1973 al 1985. La pre-gunta es obvia ¿Por qué cuando cualquier persona comete una violación, secuestro o asesinato, se le persigue y cuando lo comete el Estado se le defi ende? ¿Qué diferencia un caso de otro? ¿Acaso hay vidas que valen más que otras? Si un niño desaparece o es secuestrado la justicia ayuda a encontrarlo, pero cuando lo roba el estado...

En la tierra de donde vengo, sucedió algo similar.Un golpe de estado de rabia uniformada y aliento almidonado.La guerra y tras ella, no la paz, sino la victoria. Miles de fusilados, encarcelados, torturados, niños roba-dos a sus madres ó de los hospicios.Prohibido pensar.Muerte a la inteli-gencia. Ahora, tras años de supuesta democracia, la herida sigue abierta, la memoria amordazada.El terror termina cuando se le ponen nombre a las cosas.Y lo peor, a nadie parece importarle.Una sociedad adormecida, un rebaño sin caracter ungido con el soma de una felicidad plastifi cada.

Sonrio de sana envidia, cuando veo que acá mucha gente sigue viva, inquieta, que se revuelve cuando se irrita, que se organiza. Tres años de lucha: reunir fi rmas, conseguir un plebiscito, apartar la rutina, ocupar la calle, pintar de sentido común los muros de la ciudad, subirse a los bon-dis tratando de convencer al indeciso.En defi nitiva, sacrifi car tiempo y esfuerzo, para derribar una ley injusta.Empeñarse en no olvidar. Supongo que se lo deben; a los muertos que no han podido enterrar, que

están ahí enfrente, en el fondo del rio de la plata, a los niños con una infancia trucha, a los torturados, a los humillados por pensar. Pero sobre todo , se lo deben a ellos mismos, como personas. Para que nadie olvide.Para que no vuelva a suceder.Para que el próximo hijo de puta que quiera arrebatarles la libertad, se lo piense dos veces.Finalmente, se perdió el plebiscito, una pequeña mayoría no voto por el sí. Algún desgraciado debe estar celebrándolo.Para mí, el resultado no importa, de lo vivido acá aprendí que un puebloque lucha siempre tiene esperanza.

Texto: txolo-lina Fotos:txoloTexto: txolo-lina Fotos:txolo

Diario de un seductor

No es tu sexo lo que en tu sexo buscosino ensuciar tu alma: desfl orarcon todo el barro de la vidalo que aún no ha vivido.

“El que no ve” 1980

El lamento del vampiro

Vosotros, todos vosotros, todaesa carne que en la callese apila, soispara mí alimento,todos esos ojoscubiertos de legañas, como de quien no acabajamás de despertar, comomirando sin ver o bien sólo por sedde la absurda sanción de otra mirada,todos vosotrossois para mí alimento, y el espantoprofundo de tener como espejoúnico esos ojos de vidrio, esa nieblaen que se cruzan los muertos, esees el precio que pago por mis alimentos.

"Last night together" 1980

Poemas - Leopoldo María Panero

Necrofi lia

El acto del amor es lo más parecidoa un asesinato.En la cama, en su terror gozoso, se trata de borrarel alma del que está,hombre o mujer,debajo.Por eso no miramos.Eyacular es ensuciar el cuerpoy penetrar es humillar con laverga laerección de otro yo.

Borrar o ser borrados, tando da, peroen un instante, irsedejarlouna vez másentre sus labios.

“Poesía” 1970 - 1985

La boca de Alicia no tenía contención, no le alcanzaba el lugar que le había sido designado ni le apetecía conformarse con permanecer en un rostro. De repente sonó el timbre y aquellos labios cortaron el pensamiento bucal para gritar “¿quien?” mientras permitía el paso presionando el botón verde de “abrir”, solo quería abrir.En cuestión de segundos un hombre, “su” hombre, Camilo, golpeaba la puerta de su departamento. No era un golpe tradicional, empezaba con un silbido, patada y nudillos, creía que esta manera encerraba un código de pareja. Ella estaba aturdida.

¿Cómo estas, cómo te fue en el reparto?(pregunto Martina conociendo de antemano la respuesta)

CamiloBien, al principio pensé que iba a ser un día duro, pero ya al mediodía me puse como objetivo terminar rápido para verte y besarte y, bueno, lo que me permitas

hacerte.Martina

Quiero que hablemos Camilo.Camilo¿Ahora?

(Dijo él mientras le metía la mano en el corpiño.)Te escucho.

MartinaAnoche no pude dormir, no estaba insomne, estaba fastidiada de tenerte en mi cama,

(se prende un cigarrillo)ya no quiero seguir. Lo hablamos hace un mes, te di todas las señales, me maneje

primero con sutilezas pero eso me acelero el hastío, te lo digo, lo ignoras, lo sabes…

La boca de Alicia no tenía contención.

CamiloMartina, sabes muy bien que no podemos estar separados.

Martina Dejame ir, mirame por ultima vez, abrí los placares encerrate con mi ropa adentro, llora, odiame y si queres pegame. Marcarme de alguna manera acá estoy. Sigo dispuesta a recibir tus castigos pero es la ultima, hoy no va a haber un minuto en el que estemos separados. Te vas a ahogar en mi cuerpo y, cuando den las doce todo se termina.

Camilo¿Estas negociando conmigo un ultimo día?(La calma era lo único a lo que se aferraba).

Sentémonos, no demos ultimátum. Hablemos de verdad, no matemos esto así.Martina

Tu verdad se extiende en el tiempo. Esto... No quiso terminar la frase, le parecía banal encerrar las últimas palabras de una sepa-

ración.Una música del departamento de al lado invadió el depto, el conjunto del vecino “Los Puerros”habían logrado posicionar bastante alto su ultima canción. “Desorientado”, no era una buena canción.Camilo estaba acurrucado en su sillón, sacudió la cabeza, se paro, la tomó a Martina por la espalda y la taquicardia lo llevo a hablar.

CamiloAcepto. Un último día.

Juan, (65), el portero del edifi cio, en ese momento se enteraba que su perro tenía que ser sacrifi cado. Lo que más le costaba era explicarle a su hija el porqué de esto, ella nunca iba a perdonárselo.

Juan sentado en el borde de su cama, la puerta del cuarto entreabierta, los ojos húme-dos. Lee en voz alta una carta, una y otra vez.“Mi amor, en mi habitación no entra nadie más, la entrega no fue lógica, primero me partí al medio y con los escombros salí a quererte. Hoy siento que la vida no me agarra, es el tratar de entenderlo todo la sensación de tiempo perdido.Y si hay que seguir sé que no es juntos, mañana por la mañana una sorda convic-ción me va a expulsar de acá, estoy contento, no sé, ahora tengo la sensación de estar sintiendo lo correcto, aunque eso sea una contradicción o lo que yo creo que es una contradicción”.

Juan le escribió esto a su primera novia, nunca se lo entregó, cada noche lo lee y a veces hasta lo corrige. Le parece otra persona el autor de la despedida.Yo también lo dudo, capaz estaba tratando de adjudicarse algo impropio de el. Buscaba búsquedas

PRESENTEMartina cerro los ojos, Camilo no podía, el fi n de su vida comenzaba a partir de las 08-00.

08:00 A.M.Martina – Camilo dormían, si increíblemente dormían. El sonoro despertador los arrancó del letargo y Camilo lo apago de un manotazo. El reloj cayó al piso y que-bró en llanto, se paro, fue al baño a limpiarse la cara, ignoró el espejo...Martina tenia la vista clavada en el techo, solo eso. Camilo prendió la ducha y revivió el primer encuentro con ella, presente el recuerdo.

Él trabajaba en una librería de Ciudad Vieja, “El lápiz azul”, ese día el local parecía estallar, gente que, en su hora de almuerzo, pedía a gritos un sacapuntas, Lorenzo su compañero no había ido a trabajar, estaba en el polonio, se lo había ganado con una promoción de yogures Cronaprole de la vuelta de su casa, al prin-cipio creyó que era mentira, son todos mafi osos, pero cuando lo confi rmo fue tal la alegría que hasta se animo a pedirle vacaciones a Roque, eso era mucho. O eso creía él.Alrededor de las tres de la tarde una lluvia torrencial arrasó la ciudad y en el medio de esa tormenta entró Martina al local. Llevaba el bretel de su vestido negro a la altura del codo y tenia la cara completamente cubierta de sangre, en estado de shock le pidió hielo a Camilo se apoyo en el mostrador y se desmayo, no sin antes guardarse un lápiz azul en el bolso.guardarse un lápiz azul en el bolso.

Cuando abrió los ojos tenia delante un vaso percudido con dos cepillos de dientes cada uno con su inscripción, el rojo “Lorenzo”, el naranja “Camilo”. Por pequeño o por que si ese baño la contenía, los baños de los locales tienen la calma necesaria que contrasta con la actividad bestial de un comercio agitado.Camilo asomó la mitad de su cara entornando la puerta y le pregunto

Camilo¿Estas bien, necesitas algo?

La timidez no dejaba actuar a su lucidez, le hubiese gustado besarla, hacer algo descontrolado, impulsivo, nada fuera de lo normal, pero si fuera de su normalidad.

MartinaAgua. (le contesto ella)

¿Quién sos? (Preguntó como si la respuesta fuese a tranquilizarla.)

Tenia las tetillas endurecidas por la sangre que se le había impregnado en la camisa cuando la cargo hasta el baño.

Pasaron dos horas hasta que ella pudo salir del baño, al pararse todo el local giró a observarla.

Martina se agarró con fuerza del brazo de Camilo, le dio una tarjeta con su direc-ción y le dijo

MartinaLlevame.

El cerro el local y obedeció.

1953 fue el año en el que Felipe Morrut había construido el edifi cio en el que hoy vivía Camilo. Lo había trabajado con la consigna de priorizar la funcionalidad al diseño, eran diez pisos, del primero al sexto convivían tres departamentos, a partir del séptimo sólo dos por piso. Felipe creía que los pisos altos, tenían que ser más cómodos por la proximidad al cielo. Él Eligio el 5 “b”, vivió ahí con Marta Guillen y allí dieron a luz a los papas de Luca, Rosario y Joaco.Felipe y Marta vivieron ahí hasta los 72 años, edad en la que Marta murió de can-cer. Él vivió tres días más y al cuarto una muerte súbita lo lleno de esperanza. Le dejaron todo a Luca, Rosario y Joaco.Ellos viven en Chile.Ya sabremos algo de ellos.

Al entrar al depto Martina repentinamente fue atravesada por un brusco cambio de humor, estaba feliz, había recuperado la conciencia y ese lugar la había transfor-mado. El accidente con su moto la había arrastrado hasta ahí.Colores verdes predominaban. En el living un largo sillón de cuero gris dividía el espacio en dos, recepción y sector de la televisión. Había un cuarto que tenía solo una antigua cama y un baño sorpresivamente amplio.Se sentó en el sillón, le sonrió a Camilo y le pidió que sentara a su lado.

MartinaTuve un accidente.

Camilo¿Estas bien?

Preguntó, tratando de ocultar el entusiasmo que le provocaba la incipiente conver-sación.Martina

Si, me estaba escapando.

CamiloMe llamo Camilo y ahí te traigo el agua.

Camilo¿Cómo, de qué?

Preguntas que su mente le dictaba pero que a él le parecían estúpidas.Martina

Estoy en pareja desde hace tres años y algo no estaba bien.No sé, me tenía que ir.

Y me fui.Camilo

¿Queres dormir acá un rato?Él sentía ganas de zamarrearla y sacarle toda la información, odiaba las pau-

sas, No entendía lo que estaba sintiendo, no entendía sentir.Martina

Si, pero antes quiero decirte que no te preocupes. No estoy loca.No soy la primera ni la ultima mujer que se da cuenta que su compañero dejó

de ser ese hombre, el que soñaste. El que te hacía reír. Sólo que … Estoy cansada...

Prefi ero dormir. Despertame si podes en dos horas, agarro mis cosas y me voy de tu vida

Ella sabia que esto último no era posible, su cuerpo se lo decía.Camilo

En dos horas vuelvo, y quien te dice que en vez de irte de mi vida, nos podem-os ir a cenar, y me terminas de contar.

(La locura por saberlo todo le había arrebatado la duda.)¿Sí?

MartinaHecho.

Texto:Clementine.

Cuando escuchamos o pensamos en el under montevideano lo primero que se nos viene a la mente son tachas, remeras negras, crestas y alguna que otra guitarra eléctrica. El bar del Javier no era eso. No, no lo era, pero si era under, o quizás bajo. Habría que lograr algún tipo de convención para establecer si estos dos términos son sinónimos. Yo creo que no. Y en el caso de que si lo fuesen, seguro que este bar es más representativo del underbajo montevideano que ciertos centros nocturnos. El bajo de una determinada sociedad está formado por características propias de esta. Más allá de que siempre y en cualquier lugar del mundo el bajo es lo que la gente no quiere ver, los últimos de la fi la, los desplazados, los que no logran mantener un cierto grado de relacionamiento normal con el resto de la sociedad modelo y a consecuencia terminan es este lugar relacionándose de forma “enferma” con sus pares. Más allá de todo esto, por la propia esencia de su signifi cado, de lo que representa, no es más que una fotografía de una parte de cierta comunidad, a la cual la otra porción mayoritaria de la comunidad no la acepta tal como es, la desplaza. El bar de Javier estaba en Guayabo y Roxlo, bien en la esquina, tenía entrada por las dos cuadras. Era un típico bar de Montevideo. El padre de Javier había llegado al Uruguay a fi nes de la década del 50 con una mano atrás y otra adelante, hastiado del franquismo. Laburaba como un burro. Según me contaba Javier, luego de que su padre se asentó en el país el negocio comenzó a funcionar muy bien. Hace como quince años el viejo falleció, y el bar pasó a manos del hijo. Javier detestaba el trabajo de bolichero. No tenía los cuidados que tenía el padre con el bar. Y así, de a poco el bar se fue convirtiendo en una suerte de taberna lúgubre. Vasos sucios por todos lados, mesas colocadas con una disposición azarosa, tierra en las botellas, libros tirados en los rincones. Por supuesto que este ambiente atrae a cierto público (que más adelante expondré) que no encuentra cabida en otros lugares, que se siente mal visto en la Pasiva, pero que allí si encuentra un espacio por más melancólico que sea, se encuentra con sus pares, con los que están en la misma, y por lo menos, por un rato se sienten parte de algo. El bar de Javier cerró a principios del 2007, después que falleció la madre. Ahora el local está vacío. Pero exhorto, que por favor a ningún empresario ni a nadie se le ocurra, como siempre sucede con estos lugares, ponerle onda. Nada de locos proyectos de transformarlo en un lugar de culto, ¡no por favor!, cada tanto preciso estos ambientes para escaparme un rato.Algunos Superhéroes del Bar:Juan Carlos_ Era peluquero, trabajaba por la Ciudad Vieja. Por más lluvia o tormenta que hubiera todos los días paraba allí. Imposible verlo sobrio después de las 20:00. Cuando le pegaba mal la merca o el alcohol empezaba a hablar de su vida en España.Sergio_ Estaba loco de remate. Piraba con los nazis. La verdad que encontraba neo-na-zis y los combatía, pero de diez que veía realmente existía uno. Inclusive en un tiempo logró algo de prensa porque conocía mucho del tema. No sé que fi n llevó.Gonzalo_ Trabajaba para una empresa de computación, creo que vendían insumos. Solo tomaba whisky. Era depresivo o bipolar, por momentos ganaba mucho dinero, después se venía a bajo y terminaba en una pensión. Gastón Baudean

montevideo undermontevideo under

a vueltas con mis bolsillos...