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LAS A'L'ES DE L-4 AALBI!FER:I DE 1'-A1,ENCIA Y DEL IIE1,'I'A DEL ERRO, EN L.4 BTI'~1,IOGRAFIA ANTIGUA .T.n clcccii;ii de! r<-iii;i (te1 piraciiic i.i~;il~ajo. tleeiiii~do :i 1111 iiiin~sro esprci:tl dt .4rdcola <Ictiic:ido :ii l'roksor- Ceiiiis. iiriic iiiia tril)lr jiisrific:ición. Uii Iirinicr lugar, trnln clc iiiia :ivi(nuc!s -1:i niniisiiicfiii- ~IIC OCU~):I 1111 lugiir tlcstncailn cii el ii,tcrts y rii 13 produccioci I>il~liogialica de iiiicstro Secretniio C;riici;il; trnihiln se 11:i pa<litlo .ol~sci.c;ir Iii :4~cricibii LIIIT i~tic.+ir<) :iiiiign, ;ilioia fiiii jusr:i- mciire lromcniijcado, Iia prcsmdo n I:ts riicstioncs I:ist5i.ica?; ciilaradiis coii, 1.i ori~itologír, coiiio puecle coiiiprol):ic.sc eli iiiíiltiplrs tral~ajos -qiic eri ii1giiii caso conriciieii relcrcnc.iíis, prccisaiiiciiic dc I;i .4ll1iifciíi tlt \'nlciicin- y eii estu- dios cspccíficos de rstn c.ipccialidntl (1'1, ::parte clc los qiie 1ia ~iropiciado para su pitblícaci0.n cii Ardeol~; y, fiiialmeiilc, clel>c scii:ilai.se rliic iiii csamen dc la biblio- gralia Iiistrjrica obliga :i piofui~dirar e11 los imiiibics viilg::;ii.cs tic In!: ares, tanto ñiirigitos conio ;icrunles, lo qirc L.OIIRI~HI~C n1i.n objeto de ~~1~~dilecci611 para Prnncisca Bcriiis. 1.a erudicióii aplicada n la oi.liitoIo,qia, aparte (le sti interés es- trictamente histórico y aúii de mera curiosi.dad, se justifica prin- .cipalmente por sri aportación 31 nieior coiiocirniento de 13 reali- dad fai1.11ística presente, en la metlidn que perinita cotiocer sil pro- ceso evolutivo. Este fue, por ejeni])lo, el objetivo qiie coi1 Fztlerico Tra1.6 tratamos de alcaiizar en iiuestro estiidio sobre la presencia y .extinción del Frailcolin en la PeiiínsitIa Ibérica e islas B;ile;tres (2). En el caso de una avifaiiiia conio la marisiyeiia, tan stijeta a la .acción huinana -cata, rotiiracióii y desecncióii tlc terreiios, etc.-. los viejos testns pc~edeti ciei;ir ti.;isliicir el paiioraiiln nriiitológico de las áreas en cueetióii. criniitlo la iiicidencia pei-tiir.lrador:i del hombre en la iiattir,ileza era iniiy iiiferior a In nctiial. oritiit5rido- nos re.specta de las trarisfoiiníiciniier: esperiinetitada: (1) Citenios : Dos facciiis nriiitologic:is del I>otiiiico Cnvaiiillc~. ci, .4isleola, 1. núm. 1, pRgs. 147-174, 3055; y El Yot~ie-nclitororiiiiológico de Rojas Clc- mente, en Ardeola. 2. iiUm. 1. pigs. 757-174. l9X. (2) Eii Ariicoln. 7. plpz. I-I*15II. l9III.

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LAS A'L'ES DE L-4 AALBI!FER:I DE 1'-A1,ENCIA Y DEL IIE1,'I'A DEL ERRO, EN L.4 BTI'~1,IOGRAFIA A N T I G U A

.T..n clcccii;ii de! r<-iii ; i (te1 piraciiic i.i~;il~ajo. tleeiiii~do :i 1111 iiiin~sro esprci:tl dt .4rdcola <Ictiic:ido :ii l'roksor- Ceiiiis. iiriic iiiia tril)lr jiisrific:ición. Uii Iirinicr lugar, trnln clc iiiia :ivi(nuc!s -1:i niniisiiicfiii- ~ I I C OCU~):I 1111 lugiir tlcstncailn cii el ii,tcrts y rii 13 produccioci I>il~liogialica de iiiicstro Secretniio C;riici;il; trnihiln se 11:i pa<litlo .ol~sci.c;ir Iii :4~cricibii LI I IT i~tic.+ir<) :iiiiign, ;ilioia f i i i i jusr:i- mciire lromcniijcado, Iia prcsmdo n I:ts riicstioncs I:ist5i.ica?; ciilaradiis coii, 1.i ori~itologír , coiiio puecle coiiiprol):ic.sc eli iiiíiltiplrs t ra l~a jos -qiic eri ii1giiii caso conriciieii relcrcnc.iíis, prccisaiiiciiic dc I;i .4ll1iifciíi t l t \'nlciicin- y eii estu- dios cspccíficos de rstn c.ipccialidntl (1'1, ::parte clc los qiie 1ia ~iropiciado para su pitblícaci0.n cii A r d e o l ~ ; y , fiiialmeiilc, clel>c scii:ilai.se rliic i i i i csamen dc la biblio- gralia Iiistrjrica obliga : i piofui~dirar e11 los imiiibics viilg::;ii.cs tic In!: ares , tanto ñiirigitos conio ;icrunles, lo qirc L . O I I R I ~ H I ~ C n1i.n objeto de ~ ~ 1 ~ ~ d i l e c c i 6 1 1 para Prnncisca Bcriiis.

1.a erudicióii aplicada n la oi.liitoIo,qia, aparte (le sti interés es- trictamente histórico y aúii de mera curiosi.dad, se justifica prin- .cipalmente por sri aportación 31 nieior coiiocirniento de 13 reali- dad fai1.11ística presente, en la metlidn que perinita cotiocer sil pro- ceso evolutivo. Este fue, por ejeni])lo, el objetivo qiie coi1 Fztlerico Tra1.6 tratamos de alcaiizar en iiuestro estiidio sobre la presencia y .extinción del Frailcolin en la PeiiínsitIa Ibérica e islas B;ile;tres (2).

En el caso de una avifaiiiia conio la marisiyeiia, tan stijeta a la .acción huinana -cata, rotiiracióii y desecncióii tlc terreiios, etc.-. los viejos testns pc~edeti ciei;ir ti.;isliicir el paiioraiiln nriiitológico de las áreas en cueetióii. criniitlo la iiicidencia pei-tiir.lrador:i del hombre en la iiattir,ileza era iniiy iiiferior a In nctiial. oritiit5rido- nos re.specta de las trarisfoiiníiciniier: esperiinetitada:

(1) Citenios : Dos facciiis nriiitologic:is del I>otiiiico Cnvaiiillc~. ci, .4isleola, 1. núm. 1, pRgs. 147-174, 3055; y El Yot~ie-nclitor oriiiiológico de Rojas Clc- mente, en Ardeola. 2 . iiUm. 1. pigs. 757-174. l9X.

(2) Eii Ariicoln. 7. plpz. I-I*15II. l9III.

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386 ARDEOLA, ~ O L . ESPECIAL (1971)

La Albufera de Valencia es, sin duda, entre los biotopos ibéricos importantes para aves acuáticas, el que Iia resultado más modifi- cado en el curso de los tres o cuatro Últimos siglos.

El Delta del Ebro, por su parte, y pese a los progresos del cul- tivo del arroz, se conserva relativamente más intacto. Seiialemos, finalmente, que en la Península, y tras las marismas béticas, el Delta y la Albufera se sitúan cn r-epinido y tercer lugar respecti- vamente. como zonas acreedoras de protección, con carácter de prioridad urgente, para la conservación de la avifauna acuática (3).

El Iieclio de estudiar conjuntamente la Albufera y la zona de1 Delta, obedece a una razón de oportunidad, plenamente justifi- cada a nuestro entender. En contraste con los datos relativamente abundantes de Valencia, de Tortosa y su comarca solamente tene- mos noticia de unas breves pero interesantes referencias conteni- das en un texto de Crist6fol Despuig, que se remonta al siglo xvx, y que luego comentaremos. Las citas de aves del Delta de este au- tor no parecen suficientemente extensas para servir de base a un trabajo esclusivo, pero al mismo tiempo merecen algo más que una simple nota.

Así. ai tratar de la Albufera de Valencia liemos incluido la mencionada referencia al Delta del Ebro, lo qiie viene lógicamente facilitado por la proximidad geográfica y las similitudes faiinis- ticas entre ambas zonai. Asimismo, el comentario conjunto podrf ayudarnos a identificar especies de acuerdo con sus nombres popu- lares, atendida la gran similitud entre las hablas locales, valenciana y tortosina, dentro de la lengua catalana.

-41 basarse el presente estudio en las fuentes existentes, se hace preciso su comentario antes de entrar en las consideraciones máv propiamente oriiitológicas.

Señalenios, mte todo, una colecció~i de 103 dibujos - c a s i todos correspondientes n aves de la Albufera- que al parecer perteneció a Felipe IT. y que se conserra actualmente en la Biblioteca de El l'rcorial (carpeta : 28-11-3).

Respecto a la bihlio,rrrafia, rlel)eiiios distiiigiiir la histórica pro-

(3) YCasc cl coinzt~ixio al pr<i?cria lT\r*n (prognirni dc c.;tudio ? conserva- ción de marismas europeas). rn Ardrola. S. 1002.

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piamente dicha, que suministra el contenido a este t.rabajo, de aquella del siglo s~x, o plenamente sctrial qiie utilizamos para el coiticutítrio e i.ilterprettlción de la ai~teiior y qrre ya citaremos en los lugares que correspoiicla.

Congidarntnos coino bibliografía hist6kida In anterior al si- glo srs cjlie, eci este c¿ico, coinprenderá las obras escritas ent,re los siglos s \ - r y scrrr, ernbos inclrisive. Coincide con esta divisibn el hecho de quc, anteriores al sig-lo pasado, no hallalnos textos que trate11 de las aves y qiir puedan calificarse de científicos.

Existe, no obstante, iin importante est~idio qiie, en cierto rnodo, se Iialln en tina posicibn iilterniedia entre la bibliografía histórica y la que liemos considerado como actual. Es el conocido cccatálo- g o de las aves (le la A1bufcra)i (4), de Ignacio Vitlñl, ,fecliado en VaTeiicia el 10 de novienibre de 3P61, y qiie al objeto de este trabajo presenta tin interés extremo. El catálogo de Vidal debe incluirse, sin vacilación, entre las publicaciones modernas dedicadas a nues- tra ornitofogía, pero al mismo tiempo constituye pa,ra nosotros un iitiI,isimo eslabón entre la bibliografía y la literatiira ornitológica del presente siglo.

Por orden croiiolÓgico, los textos Iiistóricos referentes a la -4lbiifera iitilizndos en este estridio son los siguientes.:

1. La Apología de Joan Baptista Jeroni Agnés, escrita en latín e impresa eil Valencia el año 1543. contiene tina parte dedi- cada a las aves y a los cazadores, titulada ((Pro n\.ihiis. jn venato- res» (folios 37 a 48 en la citada edición dé 133), compiiesta de unos versos latinos en honor del Conde de Oliva, n los qiie siguen una descripción de las aves conocidas -directamente o de refcrencia- por el autor, en la que se contienen alusiones 3 nilmerosas especies, algunas observadas en la localidad, así como nombres populares valencianos.

El defecto fundamental -para nosotros- de la obra cle Agnés es el fárrago erudito, con más citas de Aristóteles, Plinio y otros aiitores clásicos qiie observacionen propias, y el consigiiiente afán

( 4 En Ilemorias de la Real ,4coder»in d e Cieiicias E ~ o r i n s . Físicas y No- lurafes, tomo X.O, segnnda parte. Madrid, 1854.

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-que Iiallamos en otros autores de la época- de inferir los ca- racteres de las especies comentadas de la etimología de sus nom- bres griego o latino. Con estos antecedentes no ha de resultar sorprendente que abunden los errores, confusiones y repeticiones, siendo muchas de las especies citadas de identificación dudosa o imposible.

2. La Coro~rico Ge?~ernl de toda Bsforín y esprciolnz@nte del Reyno de Vole?icia, del Doctor Pero Anton Beuter, Valeii~ia, I5T,G.

1.a citada crónica contiene una breve cita de Ia Albufera - e n la que menciona tres especies -y respecto de la cual scstiene la peregrina teoría de que fue obra de Escipióii: .Labrada la ciudad -dice -1iizo un estanque para niejor provisión de la tierra. que los moros después Ilaniaron Albufera» (fol. $2 \eo).

3. El Libro tercrro de la C1iron)m de ln íiicliln y iororwda ciirdad de T'illencio a d t ~ S I L r q l i o , cntiipiloda por Mnvliii de V i c p na, Valencia, 1564.

En esta obra, reeditada en IYRY, Iiallamos una breve mención de la Albufera y una referencia al Francolín en la plorza de Castellón.

4. El primer aBeccrlnrio de lo Escala Philosofica, del liuma- nista 1,oren~o Palmyreno, cuya primera parte trata de las aves, editado en 139.

Se trata de un largo repertorio de nombres latinos y griegos de aves, con las correspondencias en las lenguas vulgares. sin- gularmente en castellano y, en muchas ocasiones, da, asimismo. el nombre popular valenciano. Palmireno, en efecto, era profesor de humanidades en Valencia y la obra de referencia se destinaba, sin duda, a facilitar a sus alumnos el aprendizaje de las lenguas clásicas. Ailn cuando predomina la preocupación gramática y lin- güística, contiene algunas breves descripciones de los caracteres y costumbres de las especies a que alude, lo que, juntamente con la preocupación del autor por la nomenclatora, puede coadyuvar a la identificación de las aves a las que corresponden los nom- bres populares empleadps por el propio Palmireno y otros autores.

El «abecedario» que comentamos describe y designa, además, las distintas partes del cuerpo de las aves y luego las agrupa según su régimen de alimentación especifico. Finalmente, dedica sendos apartados a los huevos y al Pavo Real.

5. Dérados de lo Aistorio de lo hsigrte 31 coronada Chdad y Rei?to de Volertcio, de Gaspar de Escolano. Valencia, 1611 6).

(5) Vtiliminos la edición de Juan B. Perales. I'alencia-Madrid. 1&79.

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Coiicretaiiiente Ii:ill:~nios referciici:is a 1:i Allwfera p a sii :ivi[niiiia en cl . lAro .Sc.rlo de la Décnrln Pritririir, y en los cnpitrilos: XS17II («Que trata de In famosa Albufcra de Valencia y cosa? iiotalAes dellnn) ; X W X ( sDr la variedad de aves de rapiiía que sc 1i:illan en t .%lhulern de Valencia, y de 1:is ninclias especies de ánades, con SIIL ~Irtncles - cnalicladcs»): y SXS («En qiie se concliiye la relscii~ii de 1 ; s cosas notablcs <le 1;i ;\ll~iifer:i de Valencia: y se trata de c61iio las aves della sc van b otras proviiici:ia ~ i i c l v e ~ i ~ ) .

L:r tlescripción (le las aves de 1:i :\Ihiifern. así como rl rcsto de la ohrn de Escolmio, adolecr del que es grave defecto p:irn un liistoriiidor : iiieaclar rl:itos y ohservacioiics (le primera nimio con referencias v:ig:.nr. diidnsas y aíiii Ic:cn(larin. snzoii:indo todo rllo con las itirvital~lcs citas c~tl~erai ina~ tau cnrncteristicas dc los es- critores del R:irroco. Es preciso., por coiisigi~ieiite. leer :i Escolano con cl ni:i!nr ;entido critico, para aprovcclinr así la parte válida que siii d i~d :~ cont i~nr SII extensa 011rn.

FTecli:is l:is aiiterioirs salve(lades. (Irhe siil~i.:iv:ir~c <pie las I)6- i . d r s coii4t:iycii ini ilociiiiicnfo iiisiil~stitiiil~le p:ir:i el cniiociiniento de la Alhiitern y de sil nvilniina en la 6poc:i cn rpie r.wril>iii $11 autor, conio así lo Iiari entendido y aproreclindo lo ornití>lo:os moder- n o ~ . desde 1gii;icio Vidal (6) n Frniicisco Beriiis (7).

Para Vida1 6 1 . «J~~scolrino cita una larga lista de ases. cuyos nonihres están las más veces eqi~it-ocndos. Entretiénese. á fner de er~idito. en dar In etimología y In sinonimia griega Ó latina de mu- clios de ellos. aiiment:indo así la confnsión en vez de disipnrla. Casi todos loa qne señala este Iiistorinclor son nomhrcs valencia- nos qne Iin casteilanizado : y las aves 6 qot- corresponden se Iiallan tan mal descritas. qiie con dificiiltad puede averifiiisrse In verdad de lo que quiso decir». 1.11ego de este juicio crítico. áspero pero no injiisto. prosigue Vidal : rrConsigiiada esta censiir:i de iin es- critor taii bien repntado entre los Iiistoriadorer valeiici;!nos. me complazco en coiifesnr que ha recojido inny hitenos datos solire las costnml~res de ctertas aves, y 1ia descrito con esartitiid el es- tado rn qne In !\Iliiilern s r 1inllali:i eii .w tiempo».

(O En sii ci1:idn Cnfdlo,~o de br arrs (Ir 10 .414ic/r>ii. (i) En IttJor,»aridrr rrpn?iol<r rohrc avdli.lor ? .rlin.< (Fpora i iwcrt~on. Pie-

hlieacinncs de Ir. Snrirclnd Frpníiola de Orniiriln~ia. ~ Q c s . i,i y RR. ilmlrid. IWX Y en Algunas capturns interesantrs <Id delta dcl Ebro y Vnliniin. :lrrl~olo. 3. niim. 1. n6.z. 1Sn. crnfiemhrc <Ic 19X.

(8) Criiilngo <iinBo. p i p . 170 y 171.

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340 ARDEOLA, VOL. ESECI& (1m)

Bernis ($1) comenta el uso que hace Escolano para distinguir las anátidas de ((nombres valencianos pedantescamente castelianiza- dos ..., precedente lingliístico que nos dice también cuán arraigados y antiguos son estos vernáculos en la comarca valencianan, obser- vación que podemos extender a todas las restantes aves. Sin em- bargo, y para decirlo en palabras de Vidal (lo), «esta falta de pu- rismo en el lenguaje e n que incurre Escolano- merece ahora nuestro agradecimiento, porque nos facilita la concordancia de las especies que cita con las que trae Orcllana, y conocen todos los aficionados a la caza de la Albufera)).

Señalemos, iinalinente, que Gaspar de lko lano aparte de citar sin tasa los inevitables Plinio, Aristóteles y demás clásicos, men- ciona repetidamente la ApoIogia de Agnés (ó Agnesio en pluma de Escolano), en general para reforzar sus propios asertos pero no vacila, si es preciso, en enmendarle algún pasaje.

6. La Historia ge$i.cral de aves, y a&irales de Diego de Funes y Mendga, publicada en Valencia el ano 1621, se cita en el opúscu- lo de Orellana, al que nos referiremos a continuación, así como en el trabajo de Ignacio Vidal. De acuerdo con este Último autor (ll), la obra de Fones proporciona <(algunas noticias sueltas sobre nom- bres latinos y vulgares de aves de la Albufera)) y reconoce luego aque ofrece muy escaso interés)), opinión que. referida al objeto del presente estndio, compartiinos plensimente tras detenido examen de la Historia ge~irrol de aves, y arirnnlrs.

7. Posee iin interés muy particular dentro de la antigua biblio- grafía referente a las aves de la Albufern, el sucinto C~tá logo y descripció d'rls pnrdals de I'illbrrfera de l'nleneio, que, juntamente con los datos contenidos en la obra de Escolano, constituyen las dos principales fuentes históricas del tema que nos ocupa. Se trata de un folleto en 4." de 16 páginas numeradas, sin nombre de autor ni de impresor y está fechado en Valencia y octubre de 1796. Su autor, perfectamente identificado, es Marc Antoni Orellana, que según Mariano Aguiló (U), nació en Valencia el 24 de abril de 1731 y murió a los ochenta y dos años, el 10 de mayo de lSl3, dejando manuscritas niiiclins obras llenas de erudicióii.

(O) Iiilor»iacik esparíola sobre nnótidw y for l~ns (Ipoco iurwrimi). citada. pag. NI.

(10) Catálogo citado, pág. 1M. (U) Catálogo citado, pig. liO. (12) Catdlogo dc Obrar e,' Lcirgnim Cntolow, 1$'?~-186F. págs. 4 W i .

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LIS AVE5 DE LO\ A L P I S E R A UE \“\I.ESCIA S DEL DELTA DEL EURO 341

Aparte del citado C ~ i f ~ i l o ~ o . y siguiriido a ;\giiilt, s;ibciiios qiie Orellana publicó en 180.2 el Cniálogo d'els Prisos qidcs c h r , e pei.rqwo c u lo dliir dr I~'nleirci(t, dentro de la pauta de sil catálogo d e las aves de la Alhfcra.

El Cnlálogo y dcscripció rl'els paidds (13) dc I'rllDf'joa dc Va- lemia se compone de 1111 prólogo, erudito y proporcioiialmciite iiiuy extenso, y del repertorio, con algunas descripcioiies breves y su- perficiales de uiias ciiicneiita especies. El motivo que impdsa a Ore. llana a escribir sii catálogo lo declara eii el referido prtlogo: por una parte acoiiiplnurc á iio poclis sutgectes eriidits, qu'apeteixen esta noticia de iliistració iio desprecialAen y, asimicnio, «peque no faltan Iorasters qiie desitgeii saber In leiigii;~ Valeiiciniia, é no seiis foiiament Iian stra11v:lt qii'es trobc tan pocli scrit en iiostra lengua antiga Leiiiosiiin. per lo qual s'lia ol)iciirit, é casi cl'el tot s'lia an- tiquati) (1A). El v:ileiiciaiii~mo propio de Orellana, y que se advierte en las anteriores palaljras, justifica la iitiiización del catalán dicién- do de su ntractiidetn que «eseiicialiiieiit esigis, t demsiia concebirse, y scriturarse en iiostre idioma. per ser iioins propis. técliniclis y peciiliars d ' a ~ i el': dels par<l:ils qii'es referisrii» (15).

A más de citar iitiiiierosou autores clásico^, estraiijeros y níin propios pero ajenos :i1 tenia de so Cn/~ilo,~o, Orellaiia iitiliza refe- rencias de Agwis. Pnlniireiio y de niego de Fuiies. Del referido opúsculo ,señala Vidal (16): «Es 1111 iiidice oriiitológico de esta lo- calidad: iiiás coino formado por persona estraiín á las ciencias na- turales, si bici1 iiiiiy aficioiiada á ellas, carece de las condiciones que piidierati tlnrle ti11 valor verdnderaiiieiite cieiitificon. 1- luego

(1% El nonihrc de apmdnl.. en Ieiigiin catalana. se aplica concretamente al gorrióii. niir.que en algunas zonas su liso sc I i n cx t~ndido para p a s m a 4esigmr ni general a los p5jnros dc peqiiciio inniaíio. Y en el Paiz Valcncittno Ile~a a aplicarse ronio sinbniino <Ir. are. romo es el raro ds 01.ellnni~ Dehe seílalñrse que en e! Pais Valcncia~io e! ncnihrc popular rlc ~ o r r i 6 n CL cl de *teuladin. que alude a su costunihre d,- posarsc y corrcicnr por los tejados o cteuladcs..

(10 ~eomplacer :i iio poros sujetos crii~litos. que apetecen esta noticia de ilustraciOn no <Icsprecinlh ... nporqw iio 1;ilimi forastcror que dessin snher la lengua valencinila. y 110 sin ~ i l l i ~ l i lmen l~ llnn rstriüin~lo qiie se eiicuenlre tan poco rrcrilo en n u e S h Ir.iipa aiiiipiin Iriri<iiirl.i. por lo cicsl Sr Iln o.rciireci<lo. y casi totalmenle :ii~tiraodor.

1 ~ese~~cialn~rntc miar'. y pide coiicebirsr. y csci.il>ii.sc cri nuestro idioma. por ser iionilii.cs propios. r+ciiicos y peciili:~i.eo dc aqui los <Ir las ares a qire se refieren,.

(10) C:itilogo r irxln, p8g. 171.

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842 ARDEOLA, VOL. ESPECIAL (1011)

añade que sus udescripciones, siempre incompletas y las niás veces oscuras. no tienen otro mérito que el de sekilar con bastante exac- titud las tpocas de entrada y salida ó de residencia de todas las especiess, lo cual er muy cierto, y conclt~ye: «Es pnes un trabajo proveclioso y exelente para ilustrar el anterior dc Escolano».

EL trabajo de Orellana se reimprimió en los Aiznles del h t i t t ~ t o General y Técnico de T*.aleacia, como aPublicación del Laborato- rio de Hidrobiologíaa, iií~m. 11, correspoiidiente posibleineiite al aíio 1978. Dicho opiisculo ya se Iiabía traducido al castellano (17) y publicado en Valencia e! año 1827 bajo el título de Catálogo y descripCiÓ?~ . w c i h de los pájaros de la. Albafera de Valerzcia, ha- biéndose reimpreso igualmente en ((Trabajos del Labor:itorio de Hidrobiología Espaiiolan, núm. U, Valencia, 1926.

S. llemos examinado (15) la obra fundamental para conocer el País Valenciano en el siglo x v ~ ~ i , las Obscmnn'o?~.cs sobre la Histo- ria Xntwal, Geografía, Agriorlt~cra, poblacid~h y frutos de! Reylto de l7nIei~ria, de Antonio Josepli Cavanilles, pol)licada en Madrid en los aiios 1795-1797. En contraste con la riquisimn inform.xiÓn bo- tánica qne suministra -aparte de la geográfica, agricola, etc.- esta obra. de carácter y rigor modernos, pricticamente iio contiene datos de interés ornitológico. exceptii:i~icIo una referencia a la caza en la Albufera que reproduciremos eii su lugar, y la noticia de las bandadas de paloinas qrir: viven en iiiia cnew niariiin del cabo Martin, comarca de Denia (19). Vidal ya comentó la ausencia de referencias a la avifauna en la obra de Cavanilles (20).

O. Y. finalmente, completamos brevemente los conientarios bihliográffcos aIudiendo al trabajo, tan citado, de Ignacio Vidal, Catálogo de las nvrs de la Albrrfcra de V ~ l e s c i a , cuya referencia bibliográfica completa ya se lia indicado anteriormente.

El Catálogo constituve, sin duda alguna, el primer estudio mo- derno dedicado a la avifauna de la Albufera, tanto por la utiliza-

(í7) El traductor l i m a col) las iniciales dc L. \'. de M.. que segiin Lui, Pardo (La Albiifera de C'alr~icia, pig. .l%l, nota S), q«e cuidó de la citada re- impreoión, correspoiidian a Luis Vilar, oriundo de Malta.

(18) En la segunda edicii>n prcpar;ida por José Uanuel Casas Torres. Za- ragoza, 1.9%.

(18) Obra riiarln. pig . !!3l de In primera ediciln : p i ~ . 281 de lii ?.a edición de 395% Se ir:il;i. pozil~lr.mciilc. <b I:i Cohrniha l i ; h Cm., :itcndida su localira- ci6n en los :mntilñ<los niaritinios.

(20) C:itiloao ritxlo. p8g. 170.

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LAS AVES DE L.\ .\LDCBtRA DE Vil-liSil.\ T DEL DC1.T.A DEL EBRO 343

cii~ii de I:i ~ionieiiclattira cientifica --riii perjiiicio de anotar cuida- dosnnientc los iioiiibres popiilares locales-, coiiio por el iiiCtodo ilc observación direcla seguido para rclacioiiar las ayes nlbiifereñas. Pese a ello y n l hecho de qtie einplceriios el C d l o g o corno olira de coiisiiltn, su &poca de redaccibii -iii'diatlos dcl siglo SIS- Iincen del misnio -so1110 ya 1ieii:os indicndo- 1111 valioso enlacc eiitrc la literatiira' proplanlente Iiistóricn y la científica inls reciente; y, fiiidmeiite. el coineiltnrio y resefin de las o l m s aiitcrioi.cn que se ociip:iron del teinn, aparte (le dcshromr el terreno para r l presente tr:ihjo. proporciona noticias sobre al,qíni autor qtie no iioi Iia sido ascqiiible. merced n lo ciid li:illaiiios eii cl eitiidio (le l'idnl rin coiiiplernento al prccenfc examen liisti>rico.

El Cntrílogo de Vidal se coiiiponc <le iinn iiitrodiiccióii y de la relación de las nws propiaiiiente diclia. La iiitrodiiccióii se Iialla detlicnda en sti casi totnlidatl nl aiiilisis y comentario de Ins obras qiie hasta CII~OIICS be Iiahínn escrito sobre la fniinn oriiitol6,qicn del laso, y constiti~ye iiti aniliris iiiiico de los iionil>res iitilizndos por loi ariti~iios. eii iiii iiitrntn de coiicordñrlos e identilicar Inr espe- c i e a los qiie se aplic;ihaii. A estc respecto. cstnl>lecc iiii utilísimo ciiatlro coinpar:itiro de los rioiiilircs ile nvee qiie figiiraii en las obras de Escol:iiio, Orellana y Villaiio~n (aiitor. este iiltiiiin, al que Iialirenios de rcifcririios a roiitiiiiiacióii).

La hiblioarnfin iitilizadn por Vidal (21) nos es c:isi totalmente conocjda. C h . en efecto. como iiiiportantes las obras de Escolano y de Orellana. aparte del mencionado Villniiova: y en segundo térinino. nuna inenioria sobre In i\lbnfcrn de Valeiicia. puhlicaiia por D. Antonio Vives en 1%20 con el ohjeto de demostrar el estado ecotióinico de aquel sitio y In niejora del ciiltivo de siis arrozales», y las lioticins sticltas «sobre iioinhres latinos y viilgares dc: aves de la Alliiifera en las ohras de Juan Rnritista Apiesio y (1' D. n iego de Finies. ó sobre datos relativos al mismo la,qo ?- i FIIS nlrededores eii Ins de D. ..\iitoiiin Cnvnriilles p D. Gtiillernio Romlesx

Asi pues. el iinico trahajo importante qiie no Iienios podido consultar directnineiite es el Iildirr dr Ins w r r qlre jorittn>i la ro- lrrrióii. roiiiplrtn dc Ins rsprcirs propios dc In Albirfcra dc J.'olertrin. dirccno'os por D. Toiiiiís de Villnitorv y rlnsificodns scgiía cl .&e- m7 dr sir obrn pcwevnl de Oriiito/o,~ín ordol alfobi:liro. piibli- cntio cii el tonlo 11 de las ~.iemorins de In Real Sociedad económica

(21) Catálopo citado. pQg. 1W.

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de amigos del país de Valencia, impreso en ISOS. De acuerdo con la reseña de Ignacio Vidal, el «Indice» contiene los nombres cas- tellanos de 76 aves, por orden alfabético y sin ninguna sinonimia latina. Por otra parte, Villanova no publicó el tratado de ornito- logia a que alude el titulo del dndiceu, lo que dificulta o impo- sibilita identificar las especies; finalmente, observa Vidal que Vi- Ilanova no tuvo en cuenta los trabajos de Escolano ni de Orellana. Señalemos, por nuestra parte, que aparte del interés que pueda presentar, el i(Indice» de Villanova se halla, de hecho, piiblicado de nuevo en extracto y comentado, en el Catálogo de Vidai, obrián- dose así las dificultades que presenta sil consulta y comentario.

B ) Bibliogrnfia del Delta del Ebro

La antigua bibliografía referente a la avifauna del Delta del Ebro, se resume en la interesante noticia que de la misma hallamos en los conocidos Col.loqrtis de la insigne ccitttnt de Tortosa (29 , escrita en catalSn en 1537 por el «cavaller moss6n Cristbfol Des- puign, e impresa por primera vez en 1887.

Dicha o l m se llalla estructurada en forma de diálogo simula- do entre un caballero tortosino y otro valeiiciano sobre las par- ticularidades de Tortosa y su extensa comarca. Los datos ornito. lógicos se contienen en el «Col.loqui sisen, esto es, sexto, «En lo que se mostra la varietat de friiits y altres excelencias que dins los termens de Tortosa se troben. ..n. Así, pues, se describen las pro- ducciones naturales de la comarca como son los peces y su pesca, la minería, etc., entre las que Iiallamos detallada referencia de las especies de caza tanto mayor como menor, y entre esta Última las aves de la comarca tortosina.

Despuig, con su enfoque cinegético, sitúa las aves en tres bio- topos correctamente diferenciados: los «estanys» y la «ribera», esto es, la zona lacustre y fluvial; la (imarinan, término que en catalán designa el terreno bajo próximo al mar, más o menos marismeiio, y en tercer lugar, las especies de las elevadas y abrup- tas sierras tortosinas (23). Para nuestro objeto nos limitaremos,

2 Ya uiilizamos y comentanios la obra de referencia en el trabajo: =PIS sencin estincibn del Francolin en la peninsuln Ibérica e islas Ealearesm. es- crito jimtnmrnie con Federico Travé Alfonso. en Ardrola, 7, diciembre de 1961..

(23) Aun cuando las especies que Despnig. sitila en los montes de Tortosa

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LAS AVES DE LA ,ALBUFERA DE YALCZCI,I Y DEL DELTI\ DEL EBRO 346

como es evidente, a l a s especies c i t adas en l o s dos p r i m e r o s I>io- topos.

Las reIereiicias de Despnig presen tan u n a notable diferencia

coi1 las obras c o e t i r m s relat ivas a Valenc ia qite y a l iemos comen- tado . En 121 pnr te d e los Col.loqai.~ dedicarlos n cstas prii1iari:is

descripciones zoológica, bot i t i ica y niineralógicn tlc 'l 'ortosa y su té rmino , n o 1iall:iiiios n i r a s u o d;: I;i farr:igosa criidiciim qiic re- bosan Agiiés, I'almireno y Escolano. Despuig se liiiiita :i u n a s

sitciiitas referencias de l a s ares que conoce -prict icamente redu- c idas a unas listas, exceptnai ido dos in te resan tes not icias que co- tiientaren~os-, indicando los nombres populares d e aquella zona. En el aspecto qiie nos atafie, d i g a m o s que se trata de un escritor menos intelectualizado que los an te r io res y, por consiguiente , pa- rece menos propenso a las confusiones de iiomeiiclatura y a l a s

fa l sas ntr i l~t ic iones de especies que son t a n frecuentes en aquellos. ..

queden :i! ~n:~rgcn de cstc lwbnjo, nlereee aproi.ecl~ar'se I:I opoi'timi<lnd de estn revisión omitológica de los Col.loyriis para cilarlas eoineiiiarhs, auuque sea miiy brevemente: rcrieiisc lamlié en sqiiclla inonisña con1 jo Iie di1 nioltes sal- ratjines ... r (sigue une ciiumeraciáti de csliccies de caza mayor y iuenor) ; riambEi crien alli niolls gdncros de ocells de rapiiia com son águiles caudals. águiles eslorenjes, iguiler nieliores. Qguiles cerpnicrrs, lalrons. ;istors. micles, alzo- lans, csparvers, ni tampoc Iii f;iltn allí pequen...>. i%dcinoi arenlnriir la si- guiente identilicación <le las especics citndni por Despuig: .águila caudali. se refiere mil! piobal>lcincntc a Aqniln rli,lisoi'los (Linn.>. Agtiilo darri'nda y Agtíi- lo Rcnl de :iciicrdo con los nomlirer cataliii y r:,stcllaiio de lar respectivas listas patrones: h dr.iiomiix~ción de ableoiisn se :iplirn gen6ricaniente ;i los Falroni- k e sin distinguir especies; mastors., es el t t o n t h inequivaco catalán de Acci- titer geitfili., (Linn.), o Asor; d r o t a i i s ~ por analogia coi1 el nombre cmtellano de Falro rsbbi~lra Linn.. podemos considcrnr Ia hipátesis de qoc sc reliere al Alcold~c: los iesparvers* no ofrcren du(la. liiies se trata del nonibre vivo e in- cqiiivoco catrl511 de Acripilcr riirur (Linn.). o sea, el Cndifii. Dos de las es- pecies designadas presentan cicrto intei.&, si la identificación qiic efectuamos es correcta: I:is rjguiles meliorcsi podriaii ser Pcrnir opi:~oi.iir (Liiin.). Falr6 verper o Ilelcóii Abejrro, S; es admisible qiie el que parece ser adjetivo m e - lioresm derive del cntalin uinel», esto es. niiel. con lo qoc el nombrc dado por Despuig podrir traducirse por aápiiih meleras ; las denominadas &ui lcs cer- pateres~ sólo pueden asimilarse n Circni'ltis pallinis (Cm.). piies h trndiieeión literal del riqio nomlre popular tor!osino es In de ráguiln serpentaria., que equivale a 1. dcnominaciiln inequivocn nctiisl de Agrrila C~drl>rera cnyo nombre catalán actual es e! de A~iiiln mwrrtrco.

Quedan. finalmente. dos nombres que por e! nmnicnto parcrrn inidentilica- bles y respectc de los eiiales ni tan s61o Iiodemos arcniurar Iiipiite~is: las lla- madas ~igiiiles estorcnyer. y. rncnor to<lnria. los. para nosotros. cni,rrmáticos aniclesr.

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Sin einbargo, al limitarse :L coiisjgiiar los iioinbres \:¡\!os de su epoil;~, siii dar iiiiigúii sinbiiiino, ya sea catalán de otras coinar- cas, castellano O latino, imposibilita prácticnmeiite ln idriitificacióii de las aves ciiyas denominaciones populares, :c;iii o iio locales y del .siglo ii\*r, lin!:;iii caído eii desriso. '

EL PA?jORAMA QL'E 0 1 : R ~ ~ i . t ~ 1.A :\LBcI:EI.(:\ l>E \~:\I.EXCI;\ Y EL DELTA

DEL EBRO Y Su E\'OLI'CI~)N

-.lii:es de etitrar rii cl detallc ,le las especies citntlas pold los aii- tores CIIY:LS obras ;icabamos de coiiientar, eslioznremos el pano- rama ornitológico general qiie ofreciari eii los siglos xvr a xvrII las zonas objeto de estii<lio, así coi~io sil posterior evolucióii, cte ncuerrlo con las refereiicias de los autores eii cltie nos basamos,

Eiitendril~os qiie e1 examen detallado de las variaciones que eti el tienipo han oíperiinent.ado tanto la .4lbufern como el delta del Ebro, exigiría iin espacio superior al del lireseiite trabajo, así coino una aportación en el domjnio de la geografía Iiistorica que no es del caso. Por ello, 110s limitaremos a tinas indicaciones to- pográficas muy geliericas de Ias áreas meiicioiiadas, en su función de h;il)itats de aves aciiáticas.

EI célebre lago \.alenci;ino lía esperimentado tiiia contiii«ada. reduccióii coino coi~seciiencia de los aluviones y de las desecacio- nes y nterrñiiiieiitoc efcctiiados para gaiiar tierras de cultivo a los marjales.

Ira Albiifern ociipaba origi~iaria~netite casi toda la estensión existente entre el Turia y el Xúcar, y coniuiiical>a coti este último. Eii el nctiial término cle Siieca, la cciniintanyeta dels Saiitsr) que hoy 1-emos rodeada de arroz;tlec, einergía eii el extremo sur de Ia Al- bufera. A principios del siglo SVII! Escolnno (24) indica que la All>iifera distaba tina legiia de la ciiidad (le Valencia y media le- gira de Ciillera. ((De largo se estiende á ciiatro legiras y por lo mas anclio rio llega i closri. Segt'iii opiiiiiin de este mismo autor,

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basada e n la descripción de Estrabón, la Albufera conservaba e n su tiempo la misma extensión que en la Antigüedad, esto es, diez leguas de circuito.

De acuerdo con Luis Pardo (26), en el primer cuarto del siglo XVIII, l a Albufera tenía unos 17 kilómetros de largo por O de urclio, ociipaiido el espacio comprendido entre la K r e u d e Concan del término de Valencia, y la citada «muntanyeta dels Santsa e n cl de Sueca. El progreso del cnltiro del arroz en los siglos XYIII

y xrx merma extraordinariamente la superficie del lago : cii I í M era sil extensión de 13.!iT2 I iect i rea~, que se reductii a S.190 cii 1YG3, para del;coider rápidamente a 5.09.1 ha. e11 18!IS: 3.:(!)J 11a. eli 1!10S; S.S9G Iia. en 1912, y menos d e 2.000 Iia. en i!V2'2, cifra esta iiltima qne parece relativamente estabilizada.

Seí ia le i i io~~ linaltnente, la iinportaiicia oriiitol6gic:i de la De- I i e s -que r.; l:; Ieiigiin de tierra qne separa la Albufera del niar-, antigno verl:itlo re:il que cii ricinpor <le Escolaiio (26) era iiii res- peso j:ir:ilv.

Rernis (5). rc4iriéntlo.;e o 121 pro:reiiva di~iniiiuci01i de la su- perficie albt~ferefia. comelita : aSiis c;~rrirales o "nint:icV ' 5 ) aíin p r r s i~ tcn . pero cirenion sean colo iiiiser:tl,les restos de las esplén- didas forinaciones pnliistres de otros tiempos. Alrededor d e l a .1\11>ii- fcra se cstciidíoii antaíio exteusísimas inarismns de almajo, com- parables a las del Ciuadalqtiivir, en las qne criaban inill:iri,s y mi- llares de ~ V C S i~ct~át icns de variadas especies. En aqnrllas antiguas marismas \aleiiiiiiiiar pastabaii nnmerosas cabezas de ganado va-

( ) Lo A l 6 r r j r ~ ~ de 1~'dcitriu. Insiiiuro Forestal <Ir. Tnwriigacioa~s y 12%- periencias. Madrid, 1942, plgs. 39-40,

(3) 01). rir.. p6g. 95. (5) F. D ~ n m y colaboradores, InJor~iiacilri espniiola sobre ortdlidos y fo-

rlios (é)ora i>rwrwl) . Puhlie;iciones de la Soricdad Espafioln de Ornitologia. BIadrid, 1 W , pig. G í . Brnsis se basa en la descripción de Esroinxo. a la que 1ueg.o nos referiremos ion detalle.

(29 n i 3 la r2lliuler:i. como cniisecuencia dt In existmcia del escaso fondo que ofrece en algunos p:~rajes aguas adentro, se origbinn carrirnlcs internos (matcs). verdaderos islotcs vegetales que brindan el mis prapicio lugar. por roinridir todas las cirrunstancias Iavorablcs para la nidificación de las nws acuá- tic:is que con eariirer sedentario moran en el lago.. Pnnno, ob. cit. .pár. 76. Las amates. p5iicipalcs -según el citado autor- son: la mata de San1 Roc.. la de l Irang.. ~Autiiiaa. .Redonar y 11 .de Torre en Torre*. Menos importantes o xmatetesx: ide Baix~, 112 Seqiiietar, iEsclafidors.. .del Rei.. de l Sinyori, .del Reict~. ~Brorar., aI.larga.. y las mates* en tierra firme: 4Petilleti y aPunts de Pttcliolil.

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cuno acompafiado por Garcillas Bueyeras. Estoi espectáculos hace tiempo que desaparecieron. Hoy todo son cultivos, con gran do- minio del arrozal)).

Describe Escolano (B9) las «mates» con su lenguaje pintoresco : «De cuando en cuando, a trechos, se levantan dentro della (la Albu- fera), unas como islas de cañaverales Ó carrizales, que sirven de boiqciei y fortalezas para guarecerse las infinitas aves, de quien hablaremos luego)).

1. Eii la @poca del tan referido Escolano (30), y en «esta arca de Noé de nuestra Albufera», los «gansos ó ansáres y ánades)) eran tan abundantes «que cubren el sol». Esta misma impresión de extraordinaria cantidad de aves aparece al escribir: «Es cosa de pasmo el derramar la vista por este espacioso estaño, y ver por todo él á trechos, cerrados escuadrones de innumerables ána- des y fojas, que marcliando unos por acá y por allá otros, pa- recen tercios diferentes de soldados: y cuando azorados de los tiradores levantan el vuelo, quitan la vista del sol, pues no hay bandada que al ojo no pase de dos mil».

Tantas aves daban lugar a cacerías, algunas memorables como la ofrecida en honor del nínclito rey don Felipe 111)) en ocasión de sus bodas celebradas en Valencia. Para la caza de anátidas y fochas, al decir de Escolano: niiay de ordinario infinitos bar- cos en el puerto de la Albufera, y sus dueños en ellos: que son tan grandes flecheros y punteros, que con sus arcos hodoque- ros (sí), por remontada que vuele el ave le dan donde quieren, a1 vuelo)) (32). Describe el tan citado cronista la estrategia cinegética entonces empleada, idéntica por cierto a la que, con el nombre de «barreja», todavía se utiliza para cazar fochas, y que consiste en perseguir y acorralar a las aves con embarcaciones. tirándoles cuando sobrevuelan las bancas al tratar de escapar al cerco. De la cantidad de aves que en aquel entonces poblaban la Albufera y eran objeto de estas cacerías, nos da fe nuestro autor (33) al refe- rir que «la carga de bodocazos que les dan los barqueros, que es

(29) Ob. cit., pag. SS. (30) Ob. cit., págs. 97, $3 y 102. (31) .Bodoque*: *Bola de barro endurecida que se emplea como bala para

tirar con ballestas. Brcvc D i c r i o ~ r i o Elimol6pko de la Lmgw Castch~a, de Joan Corominar. 2.n edición revisada. Madrid, 1W.

(32) B s c o i ~ ~ o : Ob. cit.. p5g. YO?. (33) Ob. cit., p á ~ . 102.

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LAS *ES DE LI .\LBCWRA DE YI\I.CSCI~\ Y DEL DELTA DEL EDRO 349

tan espesa y tanta, quc gasta uno dellos en menos de cuatro cre- dos, ciento y Uoscientos bodoquesr.

2. A iiltimos del siglo XVIJI, el panorama que ofrecia la Al- bufera no difiere del que describió el viejo Escolano, si no es en la utilización de la escopeta para dar cam a las ares albiifereñas.

El destacadisimo hot51iico Cavanilles, en sus citadas Obsewn- c io im s o b e k1. Historin Snlrrrnl, Gcogrnfin, A ~ , i c d t w a y frfltos d ~ l Rcyuo da V n l e d a (:<-l.), anota: «Es tan grande el nitmero de aves, que llega11 a cubrir el sol como una espesa nube, quando los cazadores las fuerzan á levantarse. I'ara esto siieleii jiintarse hasta 300 barcos, que dispuestos en línea forman su ataque contra aque- llas aves quando descansan sobre las aguas y maleza: se retiran huyendo 1iáci;r la tierra para evitar los tiros; los cazadores las persiguen hasta forzarlas a levantar el vuelo, y al pasar las aves sohre los barcos empieza el fuego graneado, qne mata ó hiere un nitrnero colisidewble de Qnades, fojas, pollas y otras especies: caen las piezas y flotan sobre el agua, de donde las recogen 10s qiie creyéron Iiaber acertado el tiro. Disponen después otras ba- tidas dirigiendo el rumbo hacia los sitios que escogiéron nueva- mente las aves para quedar al abrigo del enemigo; pero éste más Iiábil las bnsca, persigue, fuerza y mata» (35).

3. En épocas más recientes, la Albufera Iia ofrecido al obser- vador la misma impresión de abundancia de aves acniticas que destacaban !os autores de antaño.

Así, Ignacio Vidal (:iB), a mediados del siglo x~x, cuando la extensión del lago ya había experimentado cina notable rednc- ción, parece repetir antiguas palabras: ~Aiinque la Albufera es de patrimonio Real y de administración particular, está abierta al piiblico para cazar dimmte el invierno mediante licencia, y aún sin ella en dos días determinados del mes de noviembre, en los cua- les hay inia asombrosa concurrencia de cazadores, ... que matan un inmenso iiínnero de ánades, fochas y otros pájaros de inviernon.

Un autor conteniporáneo, I A s Pardo, gran conocedor de la Albnfera. expresa la riqueza de su avilnuna con uri énfasis digno del iiiismisiino Escolano: «El Ia&o valenciano es tina tierra de pro-

íR4) Aiimiio Iosepli Cavanilles : obra pulilic:i<ln eii Iliidrirl 1í!l%l797 y cuya seguiida e d i c i h -en qiir nos hasamos-. sc dche :i JorG Unnuel Ceras Torres. Zaragoza. 1W.9

(.S) CAVAN~LLES. oh. cit.. pág. 187 (pigr. %%&í. 2.' rdicii>n). (36) Catálogo de las ares de la Albufera. citado. p d ~ . 1B.

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misión para la muchedumbre de ayes que iiecesitaii satisfacer los más prin~arios instintos ; sus recursos alimenticios so11 inagotables, y en busca t!e medio tan Óptimo acuden en tropel millares y inilla- res de pahnípedas y zancudas, si bien no pocas de esas miles pagan con la vida su instalaciún, eu lo qiie para ellas seria un paraíso si no estnvieran :i1 acecho las pirfidas escopetas de los certeros ca- zadores valencinnosr (3i).

Puede colcgirse lo que en tiempos pudo ser esta zona si al leer la descripción nnterior tenemos presente qnc la Albufera tan pro- metedora de Pardo -con las dos mil hectáreas, aproximadamente, de superficie üctiial- es el Último retazo de la espléndida marisma que antaño se cxtendía entre el Tnria y el Xúcar, y que en la se- gnnda mitad del siglo m111 ocupaba unas catorce mil hectáreas.

4. La situación presente de la Albufera, desde el enfoque or- nitológico que nos interesa, la sintetiza Bernis en su Infomzación española sobrr niiátirlas 31 fockas (35).

«Pero aunque fue mucho lo que el viento agrícola civilizador se ha llevado de la avifauna valenciana, también es cierto que mu-

'

cho es lo que aún se conserva. 1.0s valencianos tienen el enorme mérito de Iiaber sabido y podido compatibilizar la caza de aves acuáticas con la agricultura del arroz)). Se refiere. claro está, a los famosos vedados, de ianto interés sociológico y jiiridico.

La Albufera -siempre de acuerdo con Bernis- ha perdido muclia iniportaiicia como área de reproducción. «Hoy, como cria- dero de ánades, la Albufera y sus contornos dan cobijo quizá a no más de 500 parejas de Alros flatgrhp~iclin y 3.000 parejas de A'etta mfiiia, especie esta última que parece haber sufrido un paii- latino incremento durante las Últimas décadas. La reducción de biotopos adecuados tuvo forzosamente que disminuir también mit- chisimo la población de fochas indígenas, la cual en estos Últimos años ha debido oscilar entre las 500 y 1.000 parejas)).

Así, pues, el interés ornitológico de la Albufera se basa, ac- tualmente, en su función que Bernis describe de ((colector posnup- cial de ánades y fochas, y, sobre todo, como refugio de aves in- vernantesn y advierte que en los períodos -de septiembre y oc- tubre, por una parte, y febrero y marzo por otra- en que se dese-

(313 Lvrs Pnnno: La Albwfrra de V d r n c L . Estudio IimnogrAfieo, biológi- co . econóniico y antropoliigico. Instituto Forestal de Investigaciones y Expc riencias. hladrid. 1012, pie. 138.

(88) PAgs. 67 SS.

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LAS *\'ES DE LA .ALBU~EXA DE VALENCIA Y DEL DELTA DEL EBRO 351

can los extensos arrozales que rodean el lago y que constituyen los más célebres vedados valencianos (de Sneca, Cullera y Solla- tia), la Albufera constituye un refugio de la mayor importancia para las anátidas invernantes así como para otras aves acuáticas.

B ) El Dclto dcl Ebro

Al igual que en el caso de la Albufera, las variaciones que lia -experimentado la extensa zona deltaica en los filtimos siglos, re- querirían un estudio particular.

Desde el punto de vista que aquí nos interesa de SII valor como «habitat>r ornitológico, ,entendenios que el Delta del Ebro pre- senta evidentes ventajas respecto de la Albufera, la primera y prin- cipal de las cuales deriva de la distinta configuracióii geográfica de ambas r o n m El Delta, a diferencia del lago valenciano, se ha .beneficiado de un continuado proceso de transformación y amplia- .ción, por obra del ininterrumpido acarreo de tierras de alu\.ión que efectúa la corriente del río. Así, pese a los progresos de la colonización, relativamente recientes por otra parte, de las zonas pantanosas del Delta, se han ido constituyendo en su frente mari- timo nuevas tierras ganadas a las aguas, que no pueden dedicarse a1 cultivo hasta que hayan transcurridos los años necesarios para que las sucesivas aportaciones de tierra eleven su nivel. De este modo. el Delta posee una reserva de marismas en su franja más próxima al mar, con extensos carrizales, y zonas arenosas y salo- breñas; citcmos entre las lagunas y marismas niás destacadas: el Fangal, el Canal Vell, las existentes en la isla de Buda. La Alfa- cada, la Platjola, La Tancada, La Encanyissada, la B a n y y la Iiahía «deis Alfacs)).

Por otra parte, y en orden a la conoervación de su fainia, el Delta supera a la Albufera en el hecho de su mayor exteiisión -27 kms. en línea recta desde Amposta hasta el mar-, mayor diversidad de hiotopos, y el no tener próxima ningnna gran ciii- dad que ejerza tina mayor presión cinegética y aún de mero trán- sito como sucede en Valencia.

Finalmente, el Delta del Ebro aventaja a la Albufera coino .zona de reproducción dc anátidas y otras mnchas aves marisnieñas.

J-a importaiicia ornitológica actual del Delta como zona re- prodiictoi-n !. dc iiircrn;idn, puede colrgirse de l o (Into~ qiic SII -

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362 ARDEOLI, VOL, ESPECIAL (1Bn)

ministran Salvador Maluquer (39), Bernis (40) y otros autores. hs. interesante el censo de aves acuáticas efecttiado el invierno de 1966- O i , por Siegfried Schuster (41). de acuerdo con el cual se hallaban. en el área unas 18.000 anátidas y 12.000 fíilicas, destacando como especies más abundantes Alaas crecca (6.000 ejemplares); Ayt l~ya . fer i~ ia y A~ras s t repern (con 3.000 ejemplares cada especie) y N e t l a

rwfi~ra (5.000 ejemplares).

Referencias antiguas sobre la avifauna del Delta del Ebro sólo. conocemos las que Cristbfol Despuig (42) nos proporciona en sus comentados Col. loquis d e In insigne ciutat d e Tortosa. A la pre- gunta de su interlocutor valenciano: «La n h ó es clara: digaume- Señor en aqueixes lagunes, ó estanys, y en aqueixa Ribera, y prats crienihy ocells com en la nostra Albufera, pera poder tirar ab- escopeta, 6 ab arc?n, responde el tortosino: «Infinitissims. Es cosa pera no poderse creurer, y també es una altra lletania no me- nor que la passada (se refiere a la relación de los peces que pre- cede la enumeración de las aves) la dels noms que tenenn, y sigue una lista que ya detallaremos, con un total de M nombres, a los que debemos añadir 14 especies más (5 en las tierras bajas no la- custre~ y O rapaces propias de las sierras tortosinas).

Pese a la brevedad de la noticia que nos proporciona Despuig y salvada la típica tendencia a la hipérbole que dominaba el estilo- de la época, no cabe duda de que el panorama ornitológico del Del-. ta rivalizaba en abundancia y variedad con la Albufera intacta del siglo xn.

(3) La :icilaunn primaveral de la isla de Buda. Ardeoh, 0, (año 1900) :- S. JIALCQCER . \ l a ~ ! m m y J. R. Poss 0 r i v í . n ~ ~ : La ariifauna de la isla de Buda en primarera-verano de 1W. y Primcras notas sobre la avifauna del Canal Vd. ambos trabajos conjuntos publicados en Ardeola, 7 (año 1m). Señalemos. II- nalmente, el importante estudio de ampliación y sintesis de sus anteriores tra- bajos, sobre 1s ivifauna del delta del Ebro en primavera y en verano, publicado en este volumen por S. M A L U Q ~ .

(10) Informacidii española sobre a~6tida.t y fechar, citada, pág. a6 y 5s. (U ) Ornitlrologiscbe l3eohaclitungen im Ebro delta im Winter 1966/6¡, en-

Bdwfte der Vogekwelt, Hf. 2: FarinLiik trnd Okologie: 73-il. referencia ci-- tada en Ardeoio. l.? (2.'' Insciculo). lelirero de lW)!I.

(42) 01). cit.. ?&gr. 151 y SS.

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L;\S h1TS DE LA ALDOFERI DE VE\LE?<CIA Y DEL DELTA\ DEL EBRO 36%

LAS AVES DE LA ALBUFERA Y DEI, DELTA DEL EBRO

Como ya se ha aplintado aiiteriormente, el primer problema q u e se plantea al comentar los datos de las aves del Delta y de la Albufera, consiste en la identificación d r las especies sobre la base de los nombres con qiie los designan las antigtios aiitores qiie estiidiamos. A este respecto, podemos anticipar la disparidaii de restiltados obtenidos, ya qiie junto a denominaciones del si- glo xsr hoy totalmente vivas encontramos otras qiie se aplicar? ahora n especies distintas de aiitaño y, finalmet~te, rio faltan, por desgracia, aquellas que nos resiilta imposible referir a aves cori- cretas. Este iiltirno caso iio solrziiiente siicede -como parece iior- mal -con especies descritas o niencio~iñclns por Agnés. Despiiig y 'E:scol;ino, sino que incluso se da en Orellana y eii relacióii con Vidal, al no consegtiir éste últiiiio identificar nlg~iiias aves albii- ferefias nombradas por el primero, pese a que scilo medio siglo separa !as obras de ambos autores.

Ot ro problema de nomenclatura, qiie se suma a los apuntados anteriormente, es la vagiredad de bs denominaciones populares -aplicadas o aplicables en n~uclios casos a generos más que a es- pecies- y Iíis. cotifusiones eii qtie incrirren los propios autores, más eruditos qlre obcer\*adores de la natiiraleza. Y así vemos c6mo el propio Escolano ya señala errores en el libro de Agnés. En con- clusión, parece evidente que la fiabilidad de los datos qrie puedair suministrarnos los autores antigiros se limita a las aves caracteríc-

..,ticas y tradicionalmente bien diferericiadas, como puedeti .ser mi!- clias anátidas, flamencos, etc.

Al tratar de la avifarina de la Albiifera. se advierte11 dos teir- dencias. La que pudiera denomjiiarse restrictiva, persoiiificada poi- Orellana, qtie se limita a las especies acti6ticas (anátidas, láridas . Jirn3colas, etc.) y el criterio inrís nniplio strsteiitndo por Escolano,. que menciona por igiial a los pásseres. rapaces, etc.. qiic 1i:il)itaii. los cnrrizole$ del lag-o y la Deliesa.

Para el esameii y cc'tnei~tario de Iac esl~ecies. qiie efecttiarnos a conti.niiación. los agriipainos de izcoerdo coi1 las formas estalde- citl;is en el P t . < : ~ i f t t n ~ j o de ln nr.ifnwtrn tsfniinln (43.1). y rcspec-to d e !os nombres científicos t é i i ~ ~ i i o ~ preseiitcs liis pooil~les rectifica-

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cionts introducidas con ocasion de la segunda edición de la tra- ducción al castellano de la obra de R. T. Peterson, G. Mountfort y P. A. D. llollom (44).

Advirtamos, finalmente, que para evitar un exceso de citas, no reiteraremos Ias referencias a las abras de los autores que men- cionaremos al tratar de las especies.

Podiccps cr-isbatus (T,inii.).-La presencia de esta especie, tanto en el Delta del Ebro como en la Albufera, no ofrece duda, ya que Despuig cita a las «cabreIles)) entre las aves del Delta y EscoIano a las cccabrillasu, patente castelIanización del nombre catalán co- mún en amhas zonas, cuyo uso se conserva plenamente en la ac- tualidad, como advierte Salvador Maluquer (45).

Escolano nos dice: ((Otras aves que tiran a ánades de color pardisco, tienen por nombre en nuestra lengua cabrillas, porque caminan por ella a saltos, zabulléndose y sacando el cuerpo, y volviéndose a tabuiiir á poco trecho)).

Merece mencionarse que en la lagtina del Hondo, en Elche (M), el nombre local de esta especie es ugall)), que trahicionalmente se utilizaba en Valencia para designar al Calamón. Y se reserva e1 de acabran a Pnoii:ceps ~atgricollis. La conservación de iin nombre po- pular, pero aplicado a especie distinta de la que había designado originariamente, es un hecho observado en otros casos en que esta última clesaparece o escasea mucho.

Podice;ps r~r,ficoll& (Pall.) Tanto Escolano como Oreiiana men- cionan en la Albufera ctcapuzones» y ctscabusons» respectivamen- te, añadiendo el segundo de ellos que hay de dos especies, uuns mes grans, que son bons rostits: altres mes gichs que puden». Esco- 'lano, q t ie opina exactamente igual a este respecto, escribe: «Así los tinos como los otros jamis caminan solos, sino en bandas amon- tonados: y son tan bt~lliciosos y trn\~iesos que sintiendo pasar el

(44) Gda de colii.)o. rlt. las aycs de Es$afia .v de~iids po,íscs d c Eiwopa. Bar- celona. l ~ , Omega.

(45) La avifauna primaveral de la isla de Buda, cn Ardeolo, 6, I W . (40) Véase: Nota sobre la :ivilauiia de la lagtina del Hondo. cii Elc l ie . por

?ir. %I.~T~RELL. Ar,ico)a. 11 (2." fasciciilo). 1M5.

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LAS AVES DE LA ~ L B U F E R A DE YALMCIA Y DEL DELTA DEL EBRO 356

barco, salen de improviso debajo del agita y le cercaii a cente- nares».

Parece indudabIe que la ,especie nleiior ha de ser Po(l?:ceps rrc- ficol1.i.x; la mayor pudiera ser Podireps nigricollis, aún cuanido es patente el signifi'cado genérico de los nombres poprililres eii qiie nos. basamos.

S ~ d n bnssoan (Liriii.).-Cabe aventurar la hipótesis de que las aves denomiiiadas prccisnnlente ((basanas)) por Escolano -y rio se trata aqiii de iin nombre poplilar- descritas como ((halcones blan- cos», qiie ((bebeti clel agua salada)), piiedan corresponder a esta especie, aún cuniido Escolaiio las inclliya entre los cuervos mari- nos. Refiere, eii efecto, nuestro aiitor :«Y cuando con la vejez se les eiiflaquece 1;i vista qlie e:: la sola red de su pesca, se abaten con furia A los peñascos pensando ser peces, y se estrellan y ma- t an ; y andan sieinpre tan hainbrieiitos dellos, qiie para hacerles caer en los lazos ó varas, les porieii tablas piiitadns coi1 peces)). Y prosigue luego ((atraviesan las aguas aabullidos, distancias de dos tiros de escopeta de un aliento,,.

No obstante, es indiscutible que el cronista confunde y mezcla aquí distintas especies, ya qiie indica como nombre griego de las aves así descritas el de «cataratas» (que correspondería a Sterco- roriidne), y el latino (turinatrices)).

Pkalncrocorax sp.-Despuig mencioiia cccorps mariasn en Tor- tosa. Escolano dice los ((cuervos marinosn qiie son ((del tamaño de

. un ganso o gallina de las Indias, y de color negro como de nu- trias ; y vuelan ratero 5 cuatro palmos del agua v.iviendo de rapiña de pecesv. Fi~ialmente, Orellana sitúa la cccorva marina)) en la Albufera. Señalemos que el Ph.nlncrocora.z carbo sinemis (Shaw y Nod.) es «abiindantisimo eli invierno» (47) en la isla ¿le Buda y esta misma especie es la íinica que menciona Pardo (48) moder- namente en la Albufera, por lo que las referencias antigttas bien pudieran corresponder al Cormorán Graiide.

(47) S A L V ~ O R ~ ~ A L U ~ I E R MALDQUER. cn L;I avifauna primtvcral de la isla de Euda. Ardeola. 6. 1961).

(46) Luis PARDO: 1.0 Alb~tfera de Valu>rriu. ob. cit. . p5g. 141.

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ARDEOLA, VOL. ESPECTAL (1971)

Las ardéidas -iuntamente con las anátidas- se cuentan entre las aves a las que dedican mayor atención los autores antiguos, tanto por tratarse de especies muy vistosas y ostensibles, como por ser su caza un capítulo apasionante de la cetrería, pues armados como están de iin largo y robusto pico no se hallan inermes frente a las acometidas de los halcoiies. Siri embargo, y en cuanto a su identificación se refiere, lian de señalarse confusiones y reitera- ciones en tos viejos testos, que dificultan niiestra labor.

~ ~ d f ' r i chitrea Lb.-Despujg anota en dos pasajes de su obra la existencia de ccgarces reals)) y icgarces pardes)), que interpreta- mos coino sinónimos popiilares, pese a que dicho escritor las men- ciona por separaclo como s i fuesen especies distintas.

Escolano, erudito a diferericia. de Despuig, incurre en mayores confusioiies aiiii que el niitor tortosino, ya que para él la ((garza real)) es ctb1:iiica de pluma, mayor que todas las otras y de niejor presencia)) -téngase en ccienta qile también habla de ((garzas blan- ,case -.y acto segiiido menciona las ((garzas pardiccas)) que «tira .en SLI color a cenicienta)) y ((cuenta delta Aiistoteles iin secreto 110-

lable, que cuando Ilega 5 cubrirla el rnaclio, siente tanto dolor en el ayuntamiento, que grita y llora lágrimas de sangre por los ojos». Tales explicaciones no facilitan ciertamente nuestra tarea clasificadora, paro si admitimos como válido eI nombre popular va- lenciano -posiblemente compiiesto- de ((gaqa real parda», que Liiis Pardo (49) atribuye a Ardca djteren., fantasías aparte parece clara la identificacióii de la especie en los. autores citados.

Orellana trata de esta especie, a la que denomina ((garz-a hla- va» (50); este autor seíiala su carácter de invernante al indicar que Ilega a la Albiifer?, en septiembre para marchar en abril.

Ardeo purp.twea Linn.-Mencionada en Tortosa por Despilig también en dos pasajes de sits col:loqisis y, como en el caso ante- rior, la desigiiá con dos nombres populares utilizados separada- mente. como si se tratara de dos especies : ((garces rtibiec. y

(49) Ob. cit . . pjg. 144. (S) Segiiii Icx~cro VIDAL (ob. cit. . pig. ]M), los nombres populares locales

de A.rdea rinerea I.inn., son d g ¿ I t S Z blavas o cigarsa parda,.

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-nagronsn. Este Último es nombre común en toda el área linguis- tica catalana.

Agnés y Escolano incurren en confusión y parecen atribuir la ,denominación de ngarza rubia)) a Botawtcs stellaris (Linn.).

Bubicfcxs ibis (Linn.).-Esta ardeida tan característica de la avi- fauna ibérica se halla bien identificada en los textos por su cono-

-cida costtimbre de comer entre el ganado que pasta, de donde pro- ceden sns nombres populares.

Despuig menciona los aesplugabousu en dos ocasiones. Agnés lo denomina «spliigabou» y lo considera frecuentisimo. Según Escolano, nen las alniarjales y Iagunazos de Sueca y sus

contornos, se cría infinito ganado vacuno, y con él, el ave que en latín llamaron ~ r o x , p nosotros Espulga Buey, por andar revuelto con las vacadas con tanta familiaridad, que llega á sentarse en el lomo de los toros y picar en ellos. Es ave blanca y de largas pier- nas y que no se aparta de la vecindad de las lagiiiiasa.

La transformación de los biotopos marismeños eii campos de arroz, provoca la desaparición de los ganados y. con ellos. de la Garcilla Bueyera. Y sucede entonces -como es frecuente en estos casos- que se mantiene 14vo el nombre, pero aplicado iiidebida- mente a otra especie, en este caso a Ixobrycl~zts mimrtils (Linn.). Así le ocurre a Orellana, que asimila el «spluga-boiw al «gomet». nombre válido, en realidad, para e1 Avetorillo Común. Ignacio Vi- da1 (51) y Luis Pardo (52) inciden en este mismo error.

Ardcola ralloides (Stop.).-Orellana cita en la Albufera el «oro- .val», que es el nombre común valenciano de la especie 63) . consi- derándolo sinónimo de ggarceta blanca)) (Egretta gorzetta). espe- cie csta última a la que parece corresponder por su descripción. Escolano menciona, de pasada, los «orovales», siguiendo su in1-e- .terada costumbre de castellanizar los nombres locales.

Egretta alba (Linn.).-Escolano, dentro de su conFusión al tra- tar de las ardeidas, pudiera referirse a esta especie, al escribir: aLa que llaman blanca (garza) es más graciosa y de mejor talle .que la real».

(61) Ob. cit., p6g. 190. (52) Ob. cit., pig. 144. (58) Segiln LUIS PA~DO: Ob. cit., p6g. 144

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388 ARDEOLA, VOL. ESPECIAL (1m)

Egretta garzetta (Linn.).-Puede corresponder a esta especie -común en la Albufera- la ((garzotan de Escolano, que ues gran- de y de gentil aspecto, con un erizo de plumas altas en la cabeza, á modo de pavo real». El penacho, salvada la exageración, es, en efecto, rasgo caracteristico de los adultos en estío. Por otra par- te, según Vidal (5.9, ngarzota)) es nombre castellano propio de la especie; y M. Martorell ha recogido el popular ugarsotet)) en la laguna del Hondo (55).

Orellana dice de la agarceta blancan, cuyo sinónimo equivoca- do es «oroval», que anida en la Albufera, a la que llega en abril para emigrar por Todos los Santos.

Pudiera ser que las agarsotes» que por su parte menciona Des- puig en Tortosa, correspondieran a esta especie.

A'ycticorax ~ycticorax (Linn.).-Despuig cita los «doralsn err Tortosa, y éste resulta ser todavía el nombre típico que en la zona deltaica se aplica al Martinete (56).

Orellana describe el cmartinetn -al que da un nombre idéntico. al castellano-, como nidificante en la Albufera, en la que penna- nece de abril a septiembre.

Para Vidal (57), el ((martinete de plumas blancas)) que sitúa Es- colano entre los rapaces, correspondería a la especie ahora estu- diada.

Ixobryckus ntinutzcs (Linn.).-Es, sin duda, el ((gometn de Ore llana, al que alude como especie nidificante. Es curioso destacar que en Valencia llaman ccgometx al Avetorillo adulto, y ((toretn al' joven, posiblemente por su similitud con el Avetoro, que precisa- mente en el Delta se denomina «toro» en la actualidad (58).

Botaums stelloris (Lin.).-Despaig menciona la existencia d e «toros», añadiendo, entre paréntesis, en el texto: «y aquestos es- pantaren lo exércit del rey D. Joan en Amposta)). La referencia --

(U) Oh. cit., pág. 1W).

( 5 Xoti sobre 1.i wifaun.1 de 1.i lagune del Hondo en Elche. en Ardrola. 11 (?.O f~scícuIo). 196.

(56) SALVADOR MALUQUER M&LUQUER: La avifauna primaveral de la isla de Buda. en Ardeolo, 6. 1DBO.

(57) Oh. cit., pág. 176. (%) SALVADO^ J~~LUQUER ~ ~ A L U Q U E R : Articulo citado.

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LAS AVES DE LA ALICFERA DE VALEXCIA Y DEL DELTA DEL EBRO 359

a la potente voz, tan característica de la especie, nos confirma sin duda alguna la identidad de los cbitores)) de Escolano, pese a que el cronista divaga sobre la naturaleza del ave, que «da tan espan- tosos gritos de noche de cuando en cuando, que á los caminantes les pone grima)).

Orellann trata del a~itoln -que junto con rtvitorn son nombres comunes aplicados en Valencia a la especie-, del que escribe: «es ros com l'orn --esto es, rubio como el oro- y «es dels pardals de carn mes regalada y sabrosa pera menjarn, indicando así sus po- sibilidades comestibles que, por desgracia, se aprovechan en la práctica en el delta del Ebro con evidente detrimento de la espe- cie. Orellana, de acuerdo con su costumbre, indica finalmente que el Avetoro llega a la Albufera en septiembre y marcha en marzo.

Cicoltia c i c o ~ i n (Linn.).-Escolano la menciona de pasada, sin añadir ningún detalle.

Pkoenicoptertrs ruber Liiin.-El Flameiico es una de las espe- cies mejor documentadas que hallamos en los textos antiguos en que se basa el presente estudio. En efecto, su tamaño y las singii- laridades de su figura y costumbres la hacen inconfundible y nos ahorran las dudas que aparecen en otros casos al tratar de enca- jar loa viejos nombres popiilares a la nomenclatura científica.

MOSS& Cristbfol Despuig nos proporciona la primera noticia que conocemos sobre la nidificación del Flamenco en el Delta del Ebro. Dice el tortosino: «Encara vull contarvos una cosa sohre la abundancia nb que crien los ocells en aquella ribera, y es tan Fstranya que tinch por la cregan, mas ella passa aixi ab veritat, perque jo la he volguda saber de alguns pescadors fidedignes. y tots me han certificat ser aixin. Tras este preámbulo, en cl que Despnig resalta el carácter poco usual de lo que va a narrar y las precauciones adoptadas para garantizar la autenticidad de su rela- to, prosigue: r<y es que en estos anys prop passats alguns dels pescadors á dicha trobaren un agre ahont criaven un género de aquestos ocells que son los flamenchs poch menors que grues, y foren tants los ous que allí troharen, que sen podia carregar la barca qne sol portar lo peix ordinariament assi á Tortosa, y pot portar la barca cent cinquanta quintars)). Realmente, el hallazgo de una colonia de Flamencos cuya puesta se estima en ciento cin- cuenta quintales, parece muy considerable. Y Despuig remacha siv

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360 raoEoLb, vos. ESPECIAL (1871)

.explicación: «Assó es ab tota veritat, aixi los pescadors ne pren-

.gueren vuit, ó deu paneres, que mes no'n vulgueren, y los altres ,que deixaren allí». La prueba aportada por los pescadores - o c h o o diez cestas de huevos de Flamenco que desembarcaron en Tor- tosa- parece irrefutable, Por otra parte, es evidente lo inusitado .del caso, que mereció una narración tan circunstanciada.

Escolano refiere que: «Las aves llamadas flamencos, toman puerto en nuestra Albufera á postreros de Setiembre, y se des- piden á entrada de primavera para irse á hacer sus crías. Y es her- mosa vista el verlos pasar volando en forma de una herradura, con un guión en la vanguardia)). Está muy claro en este autor el ca- rácter invernante de los Flamencos en la Albufera, en el que tam- bién insiste Orellana.

Beuter, en su Cororzicn Generol, también menciona en la Al- bufera a los «flamencos, que son unas aves grandes blanquísimas, con algunas plumas encarnadas de un color ardiente, que hazen muy lindo pareseen).

Así, la nidificación de Flamencos en el Delta del Ebro conser- va su carácter excepcional, pese a qiie ((determinadas zonas del Delta pueden parecer a primera vista adecuadas para la nidifica- ción», como había advertido sagazmente Salvador Maluquer (59). antes de que conociéramos el pasaje de Despuig reproducido.

En los antiguos textos que ahora analizamos, los anseriformes superan en importancia a todos los restantes grupos, incluido el muy importante de los Ciconiiformes que acabamos de examinar.

C y g w s sp.-La primera cita de Despuig en el Delta son los (tcygnesn. Escolano tambien los menciona, sin más detalles, en la Albufera, y en ningún caso se insinúa la diferenciación en dos y,

.menos aún, en las tres especies propias de la avifauna paleártica

.y que en ciertas ocasiones llegan a nuestras latitudes. Orellana, al describir el cisne, menciona su pico negro, que en

autor tan sucinto bien pudiera referirse a la protuberancia negra propia de C y g m s olor o al color negro que ostenta el pico de

(59) Artículo citado.

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. C y p x s c y p r w . exceptuando si1 base amarilla. Dice, asimismo, este autor que el cisne es «pardal desengaiiyat -qne aquí significa des- confiado-, que no es deixa matar facilment)). Y con su habitual exactitud en anotar las épocas en que se presentan las especies, advierte muy justamente qne: «ve eii I'Ivern, y quant hia tempo- ral, y en I'hora que pasa el temporal, y s'asosega el temps, en lo mateis Ivern s1envá».

En Despuig y Escolano -muy anteriores a Orellana como re- cordaremos- los cisnes parecen bien conocidos. Aun cuando de- bamos contar con la belleza y fama de la especie. que pudiera com- pensar así el carácter irregiilar y excepcional de stis apariciones, también cabe dentro de lo posible que en los siglos XVI y XVII fue- ra más frecuente que a partir de fines del siglo xvrIr.

Por otra parte, consta la existencia de cisnes en Catalnña, pro- bablemente en estado semi-doméstico. Así, Pere Gil, S. I., escri- bía: rrSignes se criaii en Cathaliinya en estanys, y safsreigs)) (60). esto es, en estanques y albercas: y Mateic Aymerich. S. T.. afir- maba «y en Cataluña sólo se crían en estanques ó lagos y los hay en gran copia en el Castelló de Emporias Ó Ampurias donde Iiay mncho junco y otras plantas en las riberasw (G1). De este modo. las antiguas citas podrían basarse no solamente en aves plenanien-

t e silvestres, sino también en ejemplares escapados de un estado de semi-cautividad y aún referirse a aves domésticas.

Amer sp.-Los escasos áiisares que todavía invernan en el Del- ta del Ebro y en fa Albufera, pueden considerarse como vestigios de poblaciones mucho más numerosas que existían en los si- glos xvr y XVII. Así, Despuig, refiriéndose a Tortosa, diferencia con certeza dos especies: «oqiiesa y luego «oques franceses)). Es- colano, en términos genéricos habla de xmiichos gansos, ó ánsa-

.res...» y cita nuevamente los gansos en otro pasaje de su obra. Orellana, a fines del siglo xsrrr nos da. por el contrario, una

visión muy actual de la presencia de esta especie: «Es pardal de

(M) !,libre pn'mrr dc la Iiktorio Ciitliahwa c. lo p a l se tracta dr Historia o'desrripcid traltiral, (o rr de coser waturals de Cothalirií.. manuperito datado ea el año 1600, publicado y comentado por J o w IGLES~ES en Q I I U ~ E I ~ I S de Geo- grofio. 1. Barcelona, 1949. pig. Xtl.

(61) Hisi0n.a Geogr6,fica g Aátttral dc CataIr~lia. manuscrito datado en el .-ano 1764. publicado p comentado por Josar Ic~~sies en Qaadrrnr de Gmgra- fin. 2, Bnrcclona, 1919. pip. ITi(i.

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S62 ARDEOLA, VOL. E S P E C I ~ (18fl)

pas, y envenen a$ molt poquesn. Muy pocos gansos -poquísi- mos, en efecto-, son los que ahora pueden observarse en la Al- bufera y en los vedados circundantes.

Si atendemos a las reliquias subsistentes de los antiguos ánsa- res invernantes, no cabe duda que tanto Anser fnbalis como Anser aizser deberían ser especies frecuentes en otros tiempos, pues te- nemos referencias modernas de los mismos en las localidades es- tudiadas (62).

Ignacio Vidal (63), menciona Únicamente Amer fabalis en la Albufera, diciendo que es «común y de paso en el otoño)), coinci- diendo con Orellana en que se presenta de paso, pero disintiendo respecto de su abundancia relativa.

Anas platyrlzynclta Linn.-Escolano traduce su nombre popu- lar valenciano por «cuellos verdes)), diferenciando claramente los. machos de las hembras.

Orellana lo describe correctamente denominándolo «anet» o ncollvertr, y señala que «cria molt en la mateixa Albufera, pero també envenen de fora en Setembre, y altres stacions d'el any en que fá mal temps O corre temporal*.

Anas querquedula Linn.-Lo cita Orellana -que de todos los. autores comentados es el más informado respecto de los patos-, con el tipico nombre popular valenciano de ~roncadelln.

,4ms crecca Linm-Las azarcetesn de Escolano -que indica. su pequeño tamaño- o asarcetn de Orellana, son otras de las aná- tidas citadas.

.4ñm ncuta Linn.-El «cua de juncb de Orellana, que llega a la Albufera en septiembre para marchar en marzo.

Escolano menciona el «coa o cola de junco» sin más detalle y en un pasaje de su obra distinto de aquel en que trata de los ánades..

(62) Los datos sobre inrares en el delta del Ebro y en la Albufera se sin- tetizan en la obra de FRANCISCO BERXIS. Informondn espoaolo sobre andtidos y. foclos, ya citada. págs. 4844 $7. Del mismo autor, dase tambiCn d fascicu- lo 2.0 de Aves migradoros ibéricas (publicación especial de la Sociedad Española de Ornitolopia). Madrid. julio de 113ütl (e) Ob. cit., pág. 180.

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LAS AVES DE LA ALBUFERA DE VALENCIA Y DEL DELTA DEL EBRO 369

Aaas angustlroslris Ménet.-Con el noinbre arosan lo mencio- na de pasada Escolano. Orellana, que lo denomina aroseta)), indi- ca su pequeño tamaño y su presencia - d e últimos de julio hasta por Todos los Santos-, lo que coincide con observaciones ac- tuales.

Afzas penelope Linn.-El «piulÓ» de los valencianos, que tam- bién menciona Escolano -«piulones» dice, siguiendo su mani~. cas- tellanizadora- y Orellana, que lo considera como el de peor sabor de entre todos los patos.

Anas strepera Linn.-Es el eascle)) de Escolano y de Orellana, que indica su carácter de especie de paso.

Afeas clypeatn Linn.-Las cbragadam de Escolano, o abragatn en Orellana, quien también recoge el adecuado nombre popular de «cullereta».

Netta rrcjina (Pall.).-Escolano lo describe Ixevemente con el nombre de usiberte)). Orellana señala, muy acertadamente, el «si- vertn como nidificador en la Albufera.

Aythya ferino (Linn.).-Parece referirse Escolano a esta espe- cie al mencionar los «bojetes». Orellana, siempre más completo en materia de ánades, lo denomina correctamente «boix». e indica que permanece en la Albufera de septiembre a abril.

Aythya fuligda (Linn.).-A los «morelles», según Escolano, «armó naturaleza de ciierpos tan acerados para resistirse de las escopetas. qiie si les d i el tirador con la haln de medio abajo ni caen ni mueren, si no es que las acierte por el tcrcio de la cabeza)). Más prosaicamente, Orellana indica el carácter comestible del «morelln.

Respecto de esta especie parecen advertirse ciertas confusio- nes. En primer lugar, Escolano inicia su descripción de los ánades con unos que denomina nnegritos» que «son negras con alguna variedad de plumas blancas en las alas». y que Ignacio Vida1 (83) no identifica con certeza pero aventnra la posibilidad de que pu- diera tratarse de Ftcllgtlla cristain Stepli. (nombre en desnso de Aytlryn f i t l igdnl Abunda en favor de la Iiipótesis de Vidal el

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364 ARDEOLA, VOL. ESPECIAL (1m)

hecho de que Bernis (64) haya recogido el nombre popular de. megretesn aplicado a la especie en Torreblanca (Castellón). Así,. pues, lo más probable es que Escolano describa Aytlcya fuiigula como dos especies distintas, inducido a error por las dos denomi- naciones populares de unegretesn y «morells» (que traduce respec-. tivamente por ((negritos)) y xmorelles»).

Pero no acaban aquí los equívocos con esta especie. Orellana, a continuación del xmorelln trata del morell capellutn como si' fuera otra especie, y que Únicamente distingue por el penacho que caracterizaría a los machos adultos de la segunda. Bernis (65) ob- serva que, en la actualidad, muchos cazadores inciden en esta mis- ma confusión, y así resulta que las hembras y los jóvenes reciben. el nombre de umorell)) y los machos el de «morell capellut)).

Aythya nyoca (Güld.).-Según Orellana -que es el único autor antiguo que lo menciona- el ((rotgetn es invernante en la Al- bufera.

Bucephala clangula (Linn.).-Orellana menciona la aperaigana dlaygua», invernante en la Albufera y cuyo rasgo distintivo es el abdomen blanco. Con las naturales reservas por tratarse de un. ánade poco común, podemos identificarla con la especie de refe- rencia, en base a su nombre popular que recoge Pardo (66), y q u e diferencia el macho, o «retar», de la hembra, que es, precisamen.. te, la ((perdigana d'aigtran.

Mergus serrutor Linn.-De la descripción que Orellana nos. facilita de la aserretan, podemos colegir que se refiere a la Media- na, pues dice que es un poco menor que el cboixn (Aythga ferina), con la espalda negra, y bajo las alas «bragat» (67) de blanco ; aña- de que es ave de paso.

En efecto, si la comparación con el Porrón Común -que peca por defecto- la interpretamos en el sentido de que la «serreta»

( id) I~dorii1ari6a rrpoiiola sobrr mdiidas y forlias, citada. pág. 153. (05) Algunas c:rpturas <le S M ~ I ~ ~ P en Valencia y delta del Ebro, en Ardco-

L. 3, núm. 1 .septiembre de 1958. (66) Oh. cit., pág. 140. (07) .Bragat. se dice de lar aves u otros animales que tienen el abdomen

de color distinto del pecho. Así. en Valencia, cl Pato Cuctiúra - e n el que este contraste es muy marcado- se denomina simplemente ehrngati.

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LAS AVES DE LA ALBUFEXA DE VIILENCIA Y DEL DELTA DEL EBRO 866,

es del tamaño de un ánade, el resto de la descripción se ajusta a la Serreta Mediana que, por otra parte, es el representante de sub género más común en nuestras latitudes.

-4parte de las aves rapaces que Despuig menciona como propias de hs sierras de Tortosa, en hahitat propiamente marismeño el autor que cita más aves de presa es Escolano, siguiendo en esto. si1 criterio de dar acogida en sa relato a todas las especies que pue- dan verse en In Albufera. Sin embargo, la determinación de los que brevemente describe resulta imposible en muchos casos, má- xime cuando se observan dudas y conliisioiies al tiempo de incluir determinadas aves en este grupo de los rapaces.

JIartiii de Vicyana o Viciana, en so Libro tercero de fa Glrro- qryca de la ísclita g coronnda ciitdad de Yale?rcia y su reyno, escri- be al describir el término de Sueca: ((Otrosi ay en este termino por causa de la Albufera e de las agiias de ella muclia c a p de hiielo, e se toman miichos halcones que passan desde Barberia)) (pág. 138 de la reedición de 1882).

La abundancia de aves acuáticas atraía, segiin Escolano,- toda la variedad inimaginable de aves rapaces, algunas de las cuales «se anidan por aquellos riscos del monte de Culleran.

En forma vaga e introduciendo farragosas referencias eruditas, menciona Escolano: «la especie de águila que Plinio llamó pere- nopterus, y nosotros avantol, 6 como hablan nuestras aldeanas, miloclian, de la que Únicamente se nos ocurre que pudiera tratarse del Alimoche (MeoPAro~ per~~topte?'~<s) ; «sacres» (Falco cltcrr?4g), especie de cetrería propia del Este europeo ; neblís, Falco peregri- mis, subespecie peregrirtss y afines, qiie denomina erróneamente en latin ~accipiter nisus)), que correspondería al gavilán ; cgirifal- tes», que es el nombre empleado en cetreria para designar a Falco rrtsticol~cs Linn., halcón nórdico que no imaginamos silvestre en la Albufera ; «alfaneques» o «borní» (Folco bia~inicits Temm.) ; «es- merejón)) (Folco colwnbnriits Linn.) ; y «otra especie de halcones, que se llaman ubahalisu y que serian la subespecie bvookei Sharpe, del Halcón Comiin (Falco peregrinas).

Venciona tamhibn. entre los rnpacec, a uniartinetes de plumas

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.blancas y martinetes de negras» que, como opina Vida1 (68), no

.corresponden a rapaces. Dice también Escolano: «El gavilán (en latín accipiter tercio-

lus), le tenemos en tres maneras en la Albufera; blanco, pardo y otro (que por parecer gran cosa á la vista, pero á la obra todo pluma y dos onzas de carne), le llaman por vilipendio, dos dine- ros)). No es posible, en efecto, acertar a descifrar las especies a las que aquí quiso referirse el cronista, en el caso bastante impro- hable de que realmente supiese de qué hablaba. Cabe que alguno de .estos «gavilanes», tal vez el pintoresco «dos dineros*, sea el Agui- lucho Lagunero u otro representante del género Circus.

Pandiola Baliai+tus (Linn.).-El único ave de rapiña que hemos hallado descrito de manera indubitable es el Aguila Pescadora.

Dice Despuig que las (cáguiles pescateres ... trahuen de bol lo peix devall l1aigua», lo que es una observación muy exacta.

Escolano, por su parte, refiere la caza de aves acuáticas que 'lleva a cabo el «águila pescadora)).

Aparte de las perdices que Despuig menciona en el término de 'Tortosa, Únicamente hallamos dos especies del grupo cuyo habitnt sean tierras bajas y húmedas.

Cotsmk coturnLz (Linn.).-En la Dehesa y alrededores de la Albufera las Codornices -«gualasn según la castellanización qiie hace Escolano del nombre catalán- de las que señala sil número y sus costumhres migratorias.

Francoli>~rts frmcoli?~us (Linn.), interesantísima ave de caza. que citan tanto Despuig en Tortosa como Escolano en la Alhufe- +a. El drancolín o ~Francolinn que consideramos (69) especie in-

(08) Ob. cit., pág. 176. ( 1 En rdación con los problemas suscitados por esta galliforme. vCnse el

trabajo de J o ~ ~ r n v MALUQUER S o s r ~ s y D DE RICO T R A ~ ALFONSO: Presencia y extinción del francolin m la peninsuia Ibérica e islas Baleares. en Amlrolo. 7, diciembre de 1981. Señalemos, por otra parte, que abundan las citas de esta especie en crónicas u obras literarias, muchas de las cuales hemos conocido .posteriormente n la pnblicaci6n d d relerido trabajo.

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traducida, dcbió estiiiguirse en nuestro país en al ciirso del priincr tercio del siglo x ~ x .

Abordanos otro grupo hiin rcpresciitado en las zona.: estu- diadas.

Megalor?ris gnts (Linn.).-Dcspuip nos habla de las «grues» en la «marina» de h comarca de Tortosa, como «caces de bol molt evelents pera falcons de altaiierian.

Escolano no cita esta especie en la Albufera. aun cuando la conocía al menos de nombre. conio se demnestra al nombrarla en una de sus hahitiiales digresioiiec eruditas. Orellana tanipoco la iiieiiciona.

Sin einliargo, del siglo s v r al svirr estas magníficas aves eran, sin duda alguna, mucho niás frecueiites que hoy en día en el Este peninsular, donde su pre~encia es ahora accidental. Basta recor- dar, a este respecto, la tajante afirmación del jesuita gerundense Mate11 Aymerich (1715-1709): «yo he vkto un exercito de grullas paradas en un llano delante de Geroimw (70).

Ralltrs trqrralici~s I.iiin.-De loi «rascloriesr dice Escolano, «bonísinios de comrr, son del ciirrpc de i i i i tordo aunque de pico y piernas mXs largasu y «iiiAta~ise abiiendo tina carrera por niedio del juticar. con un Iam de cerda* al rabo, y entrando los rasclones por ella á ver aquella novedad. entran taii arrojados que caen en el enredo)).

Orellana describe a su manera el «rascló» y confirma su nidi- ficación en la Albufera.

Crez c7e.r (Lini1.J.-E~colano lo n~~~ic io t i a conlo guión o rey de las codornices.

Porzana porzan~ (Linn.).-Orellana la describe bajo el nombre popular actual de «picardona», como del tamaiio de un tordo y de idéntico pico. y de color negro. Según este autor tambien se denominaría nnegretan; de ser así, pudiera corresponder a las me- grillasn qtte, sin más. Escolario iiieiicioiia lle painda.

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Gnlliirirla chloropirs (1,iiiii.). -Las r(pollitas habitan -según Escolano- los alniarjales y en las acequias de la Albufera)), son ((muy semejantes á nuestras pollas, ciiaiido son de dos meses)), y ntienen el cuerpo negro, la cara blanca y carecen de cresta».

Orellana seíiala las patas verdes de la «polleta», su cría y pre-. seiicia constante en la Alhiifera y el ser comestible.

Por su parte, Despuig menciona 103 ~polletsn refiriéndose vero- símilmente a las pollas de agua.

Porphyrio poi,l>kyrio (Idnii.).-Esta magnífica especie era muy abundante y conocida en tiempos de Escolano, que por la vistosi- dad de sil plumaje los empareja con los Flamencos. Los ((gallos marinosr, dice el cronista, cantan «de noche en los cañaverales d e la Albufera, donde crian y sacan sus pollitos», y prosigue: «Es su color azul reluciente ó mezclado de azul y negro, con cierto res- plandor que brilla á la vista y los pies colorados. Viielnn rateros y son bonisimos de comer. Tomados vivos se entretienen en nues- tras casas fuera del agua, como se acuda con diligencia á darles mantenimientor.

En el siglo XVI. el Calamón era, pues. muy común y casi domés- tico, a diferencia del carácter excepcional que Iioy tiene su captu- ra. Tal ver la zitiiacióii de la especie en las marismas del Lucus (Marruecos), tal y como la observó Valverde en 1955, nos pueda actualizar el recuerdo de aquella pretérita abundancia en el lago valenciano. Dice este autor: «... pero donde le encontramos real- mente abundante fue en Saj-Soj, en la gran laguna, de un metro de profundidad y con un denso espadaña1 ..., grandes corros d e neníifares y vegetación flotante. Allí le anotamos en unos ocho puntos, generalmente en grupitos de dos o tres individuos ..., que picoteaban en los claros o entre las enas , a las que trepaban con agilidad, cogiéndolas por mecliones con los larguísimos dedos» (71).

Una de las tres especies mencionaias por Beuter como propias de la Albufera es, precisamente, los «gallos marinos de muy lindo color aziil, y el pico y pies vermejos».

Orellana describe niuy correctamente el ~(gall», sin tratar de su abundancia relativa y sunrayando su carácter sedentario. A me-

(71) Jod A. V A L V ~ ~ E : Las aves de Mnrruecos espariol en julio, en Av- deoln, 2, n h . 2, abril de 1%.

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1.4s AVES UE LA ALBUFERA DE \'ALPSCl.\ Y DEL DELTA DEL EBRO S69

diiidos del siglo pasado, sin embargo, ya escase;iba, coino sefiala Vidal (72). Y en l'JIG, Antimo Boscá Seytre dice que se la consi- dera extingiiida (SS), lo que es evidentemeiite esagerado.

En el Delta del Ebro debió abundar en el siglo xn, y aún en épocas posteriores. Despuig, en efecto, mericioiia los cgalls ma- rins» eii III eni~meracióii de las ave? más comunes de la comarca tortosina.

Fulicn strla Liiim-En el panorama ornitológico que histórica- mente ofrecía la Albufera, y que hemos esbozado anteriormente, aparece la Foclia Comíin como la especie más abundante, al menos entre las ares de caza. Y aunque con una sensible disininucióii cuantitativa, ésta sigue siendo la situación actual.

Tras ponder;ir sil ahund;uicia y lucir su erudición, Escolano describe las ufojasn satisfactoriamente -con un;i notable excep- ción que comcntareinos-. y de sus costumbres señala: &on su mantenimiento ordinario pececitos y raíces de ciertas yerhas, que se crian en el cieno de la lagunan. Y prosigue nuestro hiperbólico historiador: «Para cortarlas y sacarlas se zabullen á menudo, y vie- nen a dejar sobre el agua tanta broza destas yerbas cortadas, que como montañiielas las v i arrojando el viento de acá para acullá, como hace de los arenales en el desierto de Libian.

De entre las aves de la Albufera que menciona Beuter, la pri- mera es esta especie. Dice, en efecto: uIIallnnse gallinas marinas, que acá dizeii íojasn.

Aparte de sus excesos eruditos, Orellana nos suministra datos muy exactos respecto a la dotjaa, que dice ser «el mes nomenat de ¡'Albufera, tal vegada per tan prolifich ... n, y es el ave a la que dedica mayor atención en S« obrita. Diferencia la pobIaci6n nidi- ficanle de los inmigranten de otoño que invernan en el lago va- lenciano. Pondera, asimismo, su capacidad reproductora -ponen, dice, 15, 16 ó 17 huevos y efectúan dos crías anuales-, por lo que se produce un rápido aumento de la especie.

Despuig, como es obvio, también eiinmera las «fotgesr en lu- gar preferente.

(72) Oh. cit.. pág. 194.

(73) Farrrra valenciana (en Geografía Griteral del Reittn dr Valencia). hhr- eelona, 1916. pág.. 106.

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370 nroeolA, VOL. ESPECIAL (m)

Fdicca cristata Gm.-Ceciamos que Escolano había incurrido en un error a1 tratar de la Focha Común, y éste consiste en creer que el escudete frontal «los machos las tienen coloradas, a modo de cresta de gallo, y las hembras blanca)). Es, pues, evidente que considera las Fochas Cornudas como si fuesen los machos de la especie común. De este curioso equivoco podemos aventurar, como consecuencia, la posible abundancia de IWica cristata en aquel entonces, ya que de otro modo dicha confusjón no se hubiera pro- ducido.

En siglos posteriores la especie disminuye. Orellana ni la men- ciona, y Vidal, hacia 1850, escribe sobre la nfotja de banyonsn: u... no Iie conseguido poseer mis de dos ejemplares en muchos años que llevo de obserración ); de encargo á los cazadores para adquirirlan (79.

En este numeroso y variado grupo, la identificaci6n de las es- pecies resulta difícil y dudosa, ya que los nombres populares y las someras descripciones que nos han legado los autores de que tra- tamos constituyen en muchos casos una base insuficiente para esta labor

Asi, pues, habremos de contentarnos más de lo que quisiéra- mos a determinar géneros, sin arriesgarnos a descender al nivel de las especies.

Hnemafrpus ostrnle.qas Linn.-Palmireno y Escolano mencio- nan un ave, que denominan apica~a marina)), y que, de correspon- der a alguna especie, habría de ser al Ostrero, conocido en cata- lin como uGar9a de mar» (esto es, urraca de mar o marina). que es una traslación literal del antiguo nombre. El propio Palmireno asigna a la especie el nombre culto de ((Phenicopterusn, que Esco- lano reputa equivocado; para evitar malentendidos, advirtamos que el referido humanista incluye el Flamenco en su obra ((Phala- ris. en Valencic Flamenchn.

Charadrius dubiw Scop. - Orellana lo denomina «corrioletet», descrihi6ndolo inequívocam~nte al asignarle el tamaño de un go- rrión y considerarlo presente todo el año en la Alhufera.

(74) Ion~no VIDAL: Ob. cit., páz. 194.

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LAS AVES DE LA ALBUFERA DE VALEKCIA Y DEL DELTA DEL EBRO 371

El «corriolaigues)r de Despuig puede corresponder a esta espe- cie, o bien a cualquier otro representante del género.

Nunieniras arqualtcs (Linii.).-Corresponde a los «sirlotes» de Escolano: «su pico es grande; y en la apariencia pasan por ga- viotas pardas; aventajándose á ellas rii ser buenas de comern. Orellana dice del «sislotn o itsirlotn, que tiene el pico largo y es invernante.

De acuerdo con los precedentes nombres valeacianos, podemos asimilar a la especie de referencia los ncirlots» que Despnig situa- ba en las marismas del Delta del Ebro.

Z,iinosa sp.-Con el nombre de «tétol» menciona correctanien- te el género Orellana, e indica su carácter migratorio. Aun cuan- do no sea posible identificar la especie, lo más prohable es que s2 trate de Limasa limosa.

Escolano trata tambié~i de los ~tetolesn. pero describe con este nomhre a unas aves que nada tienen en coniiin con las agijas. pues para el cronista son blancas. del taiiiaíío de las codornices y aiiidaii t.11 los carrizalcs.

T?i?r.~n sp.-No es posihle distingnir, en los antorcs antigiios, las especies de este &ero, niimerosas y relativamente poco dife- rencindns. Escolnno dice que dos tifortes, especie de l)equer<das, andan volando al rededor de la Albufera, como si fueran guardas puestos por las aves laguneras: pues tienen por oficio dado por la naturaleza, en viendo venir algíni Iiomhre. alborotar y dar vo- ces, como qnien toca al arma. y avisa á las aves y pájaros qiis se recaten...)). Los ((picarotes)) (75) que menciona este mismo au- tor, podrían pertenecer a este mismo género y referirse a Tvh.fa n~brrlarin !Giinn.). al que. por cierto, también podría relacionar- se, atendiendo a las sinonimias latinas. una «gallina marina)). Ila- mada «glotis» o nlingiilica)~, que Escolnno menciona a títnlo erudito.

La «sisseta>i de Orellana es. indiirlablenientr. ini representante del género T r h i ~ n (pico como la Agacliadiza Común, nos dice. par- tes iriferiore y cola blancas), pero imposible de atribuir a una es- pecie concreta. Por el contrario, el «tifortn de este mismo autor -

(75) Pan Lcrs PARDO, ipirarot. o .picaratar es ei nombre pnpulnr vnlcn- ciano del Archibehc Claro. Oh. cit.. pág. 14%

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572 ARDEOLA, VOL. es~eciu (lm)

corresponde verosímilmente ;i T r h g a totonw (Linn.), pues lo ca- racteriza por las patas de color rojo, por anidar en la Albufera y por so carácter migratorio.

Calidris sp.-Son PUS ((terretites)) y nterretitonesn de Escolano, denominaciones vigentes aún hoy en día.

Orellann describe el menudo ((terretitn, que anida fuera de las lagunas. Este íiltimo dato invalidaria la asimilación de esta ave al género Coliriris. ninguna de ciiyas especies cri:~ en la Península Ibérica.

Galliirogo gollii~opo (I.iiin.).-La «hequeruda», según Orellana, es del tamaiio y el color de la codorniz; tiene el pico largo como una mguja saqueran, llega en agosto y marcha en abril.

Liiitizocryptes mi~zi~iius (Brunn.).-Perfectamente identificable en Orellana: el «beq«et» -nombre vivo en la actualidad- es se- mejante en todo, dice, n la «heqiieruda», pero que sólo alcanza la mitad de m tamaño.

Hitnontopas kin~niztopzrs (Limi.).-Are tan caracterizada como ésta no podía pasar inadvertida y, en erecto, Escolano nos dice que das caiiiilongas se llaman así por ser de piernas largas, pero de gentil presencia y hlaiiciira : y no pierden de vista el mar, co- rriendo sólo el lado de la Albufera que le está vecino».

La «camillonga», según Orellana -que la describe a satisfac- ción--, lleqn en primavera, Iiace su única cría eii la Albufera y marcha en octuhre.

Burhinus ordicírc~tzlrs (Linn.).-Despuig, en su enumeración de aves de la comarca de Tortosa, menciona las ualcaravansn, nom- bre con el que se designa la especie en Valencia. En otro pasaje de su ohra se mencionan los «alcastivans». que tal vez puedan re- ferirse n la niiwia ave y explicándose eventualmente la diferencia con la forma :tnterior. ya sea por un error de lectura eti la trans- cripción del manuscrito original o, de ser correcta esta última, por recoger Despiiig una variante local del nomhre anterior.

AÍiadamos que, eu principio, resulta sorprendente que ni Esco- lano iii Orellana mencionen tan siquiera iina especie como ésta, bien cnrnrtcriradn y comíni en la Albufera.

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Glareola prutincolir (L.iiin.).-Escolano trata muy snciiitameii- t e de las acarregadasn o ucargacldas)~, que han conservado intacto .este nombre popular hasta nuestros días.

Slercm-nrircs sp.-1~s breves referencias de aves que I~allan~os en la obra de Moss&i Cristcifol Despuig, y respecto de Ins explica- ciones de los restantes :iutores qiie dlizamos eii este trabajo, sieinpre tienen 1;i ventaja de 1iall;irse exentos de eriidiciCii y p o - ceder de la observ;icióii propi:i o de Cuentes inny directas. Por ello, parece tan interesante la noticia de las :ictividades de los «carca- trassosn que, con el fuiidaiiiento que se verá n coiitini~ación, no vacilamos eri klentificar con representantes del genero .Slocora- rks, sin que, por otra parte, sc:iii posil~les ni tan s6lo simples suposiciones sobre I;I especie o especies concretas a que piicliernn corresponder.

Dice el sutor de los Col.logr~U tortosiiios: idos carcatrassos .persegiieixeii i les gavines. no pera niatarles á elles sino pera menjarse lo qnr pnrgiien del veiitri-, de esta maiicr:i, qiie corren tras elles les vrncn á estreiiycr en tanta manera Q les pol~retes que de pura palior qite teneii les f:in Iemetar en el ayre y el1 de bol preiien la femta, y de allb se seven)). Esto es, Despiiig confunde, como era y es Iiabiti~al, el regurgitar de las gaviotas acosa. das por los págalos, y qiie estos aproveclian. con las supuestas deyecciones de las primeras qiie servirían de aliniento a las aves parásitas.

El pasaje reproducido sngiere itii espectáculo no excesivanien- te desacosti~mbrado en las aguas litorales del Delta del Ebro, de donde es fácil concluir que en el siglo x v ~ los págalos eran rela- tivamente frecuentes eti dicho área, en contraste con el carácter excepcional que actualmente acordamos a sus apariciones.

Larus argn~falits Pont.-Esta eqpecie, abundante y sedentaria en la isla de Boda -en la que existe iina nriti~iia colonia de cria-, recibe el nomhre local de « g a v i h ~ o ~igal>ilb», que recoge Salva- dor Maluquer Maluqiier (76). lo que constituye otro caso de iio- table conservadiirbnio onoinástico, ya que Despciig menciona los agavilans~. prccedidos de las «gasinas», n las qiie nos rereriremos a contiiii~;icii>n. (Notciiios que la rapaz conocida conio bGavilán»

(76) La avifaunn primareral de la isla de Duda. artículo citado.

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374 ARDEOLA, VOL. ESPECIAL (1m)

en castellano, recibe el nombre tradicional de ((esparver)) en ca- talán).

Orellana. bajo el nombre de «gavinot» -que en catalán signi- fica gaviota grande o gavión- confunde y mezcla con toda pro- babilidad Laru.9 fuscits y Larw argentattts, piies describe iin ave de manto oscuro, como corresponde al primero, y luego afirma que cria en la Albufera, lo que iinicamente es admisible en el se- gundo.

Es evidente, en fin, que los nombres populares examinados s e utilizan en la práctica y en forma indistinta para designar cual- quier gaviota grande.

Lnrets ridibrindus Linn.-La abundancia de esta gaviota e s nuestro litoral, así como el hecho de su cria en el Delta del Ebro (m), donde se denomina simplemente ngavinaa, entendemos que autorizan a asimilar a esta especie las «gabinas» de Eseola- no -escri to en fonética catalana, por excepción-, así como las «gavines» de Despuig.

Orellana trata igualmente de la «gavina», nombre que parece considerar sinónimo de agavina blancan o ~gavineta blancan, y también de ((alcatrocn; Escolano, por sii parte, cita los ~alcatro- zos pescadores)) que ((tienen su guarida entre dichos cañaverales (de la Albufera), con alas hlancas, el ciierpo entre blanco y tizna- do y el pico de tifortesn. Conviene señalar, sin embargo, que para Vidal (?E) el nombre de «alcatrósn corresponde a la especie ante- rior (L.ar?ts nrg~ntotus).

Puede concluirse que «gavina» es de aplicación genérica -an- taño como ahora- a las especies pequeñas de gaviotas

CRIidonias sp.-En la obra de Escolano es menester discernir los datos interesantes que parecen proceder del conocimiento di- recto del cronista, de las noticias fabulosas o errbneas, que mez- cla sin discriminación con las solventes. Y un buen ejemplo de la parte positiva de S« obra lo constituye la descripción de los sfu- madelesn. cuya exactitiid es eiidente para qiiien los haya ohserw- do en la naturaleza. Escribe, en efecto, que «son llamados así. por ser de color entre blanco y ahumado: su cuerpo es del tama- ño de un vencejo ó poco más: mantiénense de pececitos que pes-

(57) SNSADOR A~.UUQWR \IALC@CER. ihidcm (18) Ob. cit., páe; 188.

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LAS AVES DE Lb ALBUFERA DE VALEXCrA P DEL DELTA DEL EBRO 875

can por la orilia de la Albufera; y si los tiradores matan alguno dellos, es cosa de pasmo lo que se amotinan y revuelven todos, y en mi montón confuso se arrojan sobre el compañero que cayó muerto, conio a querer saber el dnño qiie tiene y socorrerle; y sirve sil donoso socorro de dársele al cazador, p a n que inatc mu- chos de un tiro, l~allindolos amontonados».

Despiiig menciona también estas especies tan comunes en la comarca del Delta.

Del ufumadella Orellana dice, con un sentido rnciy utilitario: «Pardal molt ruinet, que no val pera mentjar, ni pera res», esto es, avecilla muy ruin que no rale para comer ni para nada; y di- ferencia los negros, los blancos y los pardos.

Es evidente que los mtores citados confunden !)ajo nn solo nombre las tres especies de fumareles existentes en nuestra avb fauna: singularineiite el Coiniin y el Cariblanco, que iiidificaii y son al~~inda~ites en Ins lagunas tortosinas y valencianas (El).

Pero no acnbnii aquí los equivocas: Escolano Iiabla también de las «iiegrillas~~ y de las «ciicliaretas», qne según dicho autor «son del tamaíio de las fumadeles; y entre si se diferencian mi que las cucliaretas tienen el color blanco, y las iiegrillas entre pardo y negro)). k' Orellana viene a aumentar el desconcierto al tratar, como especie aparte, la nmontgetn)), de In qtie hnicanierite dice: <(pardal mes ruin qii'el fumadell».

Ignacio Vidal resuelve el problema de asimilar los nonibres po- pulares citados a las distintas especies del género Clrlidoirins con la mayor sencillez: «En el dialecto del país se designan con nom- bres diferentes los cambios de pliima que trae consigo la edad y las estaciones, por creer que corresponde11 n distintas especies de aiiimalrs. Así. llamen "Negret" al ave que. lleva plumaje de vera- no, que empieza a verse en abril : "Fnniarcll" d In q i ~ e se presenta en ; i~os to 6 con cl restido de invierno. y "Monclirt:~" al joven

(79) Sohrc ~ircsrncia y nidilicnriúii de Chlnloiiias iii/ci. y Cltli<loitias Ii.vbr;- h r en el delta del Ebro. asi romo dc las rspriicr <Id p6nci.o .Tlrriiii. r&sc SAL- vmoa Yrrrncm ~ I A L U Q L ~ R en 1.2 nrifnuns prini:irci.:il de la irh de h r l a (nr- ticulo citado); La arif.~unn de 1.1 isla de Budn rii priniaren-rcr;tnn de 1 N . Ariiroln. 7 J!Xl ; y singiilnrmentc. Primeras notnñ sohrr la nviíaiina dcl %Canal \'rlln. tamhi6n en Ariirob. 7. 1%1.

Respecto dc In Alh~tfwa. el tral>njo de 1.~1s PECIIII~N: Sobre CLarmncs. FU- mareles y Ardeidos qiic nidiíiran en la Alhufera de Valencia. en Ardrolu, 30, 1964.

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376 ARDPOLA, VOL. ESPECIAL (1811)

de la primavera y segunda muda» (80). Aun cuando la explicación de Vidal nos parezca acertada en líneas generales, observamos que dicho autor Unicamente conocía Clrlido+iias wiger, lo que le facilitó, sin duda algnnn, adoptar el punto de vista expresado.

Pero se debe tener en cuenta que, si bien para Luis Pardo (81) las tres especies de Clrlidosias propias de nuestra avifauna son «fumarells», la einoncheta» correspondería a Sternu nlbifrons Pall. Para Antimo Eoscá Seytre, «fumarells» sería una designwión ge- nérica, en tanto que (inegretn se reservaría para Clrlidonii~s «igcr, y por otrp parte, nmongeta» correspondería úiiicaniente a Sleme albifroirs (82). Finalmente, indiquemos que en la !aguna del Hon- do (Elche). M. hfartorell registró el nombre de «monchetes» apli- cado a Clrliiloirins Iiybridn (83).

En síntesis, creemos que es válida la opiiiión de Viiial, pero matizada y ampliada como sigue: (megretn es muy apropiado a Chlidoi~ins ~ r i g w en plumaje estival; «fumarell» o «fumadelln - q u e interpretamos en catalán como un derivado de ((fiimatu, esto es, nahumadon -conviene igualmente a CltlidoiMm i ~ i p r cuando os- tenta el plumaje de transición, mezclado de blanco y negro, y amonclieta» o (imontgetan, que en correcta ortografía se escribe amongetm y sin duda significa nmonjitan por interpretacióii po- pular del capirote negro sobre plumaje más pálido o blanco, se ajusta a Clrlidonins itiger en invierno, a Clilido~tins hybrida, singu- larmente en verano, y a Sternn nlbifro~ts (Charrancito); respecto de Chlidoshis leuroflr~irs, entendemos que resulta excesivamente escaso para ser tenido en cuenta en este intento de hallar corres- pondencias entre la nomenclatura popular y la científica. Señale- mos, finalmente, la posibilidad de que el nombre de «moiigeta» se aplique, eventual o erróneamente, a cliarranes que presenten el píleo negro.

Quedan, pues, por identificar las citadas culleretasn o mucha- retas» de que nos habla Escolano, que parecerían corresponder mejor a Anns clypentn.

Frntcrczila orcticn (Linn.).-Despuig menciona los ~fraretsn en su lista.

(80) Catálogo de las aves de la Albufera de Valencia. citado, püg. 180. (81) la Albtrfrrn dr Volmcia, ob. cit.. pág. 141. (82) Taima v~leariaxa, citada. pág. #B. (83) Nota sobre la avifauna de la lnguns del Hondo en Elelie. en Ardeola,

íi (Po fascículo). 1805.

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Con una hita especie nicncioiiada.

Alcedo ntfliis (Linn.).-Son los winartinetes del rion, en !a no- nienclatura de Escolano. que aiiade unos datos vagos e insntisfac- torios. «a~,ecillas que andan salticando por las orillas de la Albu- fera». Orelleiia, por el contrario, describe la especie en forma ple- namente satisf:ictoria, denominándolo ~martiiiet de rins o ~blavetii, no~nhre, este íiltinio, qne e.5 el habitual en Cataliiiia. Adinite el dicho popular de que este ave preserva la ropa (le la polilla, para lo cual se Iia de colocar un ejemplar disecado donde estén las prendas qne quieran protegerse. Es ctirioso seiialar que esta creeii- cia snhsistí;~ en el norte de Cataluña a 611~s <IcI siglo pasado (%), donde el ave t;niil>i&i se conocc -o coiiocia- por sarriers, que literalineiite Te puede traducir por ~polilleron (rrariia» = rpolillar).

En los autores estii<liados li:illanios re[erenci:is de :ives no ideii- iificaílas, algiinas <le las cnales ya liemos iiitentndo clasificar. A continnación tratareinos las restantes. de las que ni taii sólo Iialiln- mos propuesto sti correspondencia a especies ~leterininadns iricqiii- vocamente eii la actnalidad.

o) Desp~rig niencioiia en la coniarca de Tortosa : «cardesqiies» : (iaiiedes carucesn ; (~cahirois iiiorells» (S;). «perisonsn, «esclaus», «niovietes». qpleres» y iieisadellesn. Yo podemos ni tan sólo sil- poner n qué especies de la iiomeuclatnra actiial corresponderían

(84) Bsr.vosi.~o \'.wiririn u \'ir..!: Fuuiin orriiiolr;,qiru ile la ,4i.o:.iitriu de C;ci.o>m. Geronn, 1W, p6g. 110.

(S) Hemos Iinll:ido un error de ~xnilu:icii>ii -p:ii:.i nosoiros iwJudalilc- en la cdic ih moderna de In obra de Derpuig solirc la que trnlmjainos, ignorando si l>rocc(le !id ni:inuacrito original o cs friilo de si, ti:in~cripciG~i. Dc suceder cn el caso de crprcier no identilicndas. podrin d:ir lugar a rridenicr crrnrcs. Asi. FS m,?\. :liriia!to leer ac.ahirois niorell.;~ ronio a o i i i l > ~ ~ compuesto de una especia que no ronse~iiiinos idcntilicnr. ipe ncnliirois. inorcllz. ... r . cn cuyo su- pueslo lii coiixi scl>nr:ii.in los ignorados ac:rl>iroi?;~ de l o cn i< id l* i . nonibre ti- pico vnlc~icianu de los Iiieti cnnoridos Porrnnes Moiiwlon ( r l , ~ l b p Jiili,qirlo~.

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las aves designadas con estos nombres populares de la Tortosa del siglo XVI. Sin doda se citan anátidas y limícolas, pero en tanto no dispongamos de nuevos datos no son posibles mayores precisio- nes. Unicamente puede presumirse que las «eixadelles» -nombre que parece clerivar de ((eixaladesn = desaladas- corresponden a especies poco voladoras (Alcn tordo, ánades mancones, etc.).

b) Escolano cita, sin referirla muy concretamente a la Albu- fera, a la ((otis, que es el mochuelo o cornichuela», que puede re- ferirse simplemente a AtAene noctuo.

Los ucuadriñolesn son para el autor a que nos referimos unos upajarillos blancos, que viven en los cañaveraleí». Orellana des- cribe In ~qiiadrinyolan de modo coincidente, aunque con mayor de- talle que el cronista. Son, dice, un poco mayores que el gorrión; las patas verdes y más largas que en el gorrión; de cola redon- deada ; sit color entre negro y pardo ; anida en la Albufera entre mayo y junio. haciendo una sola puesta, criando cuatro o cinco pollitos. Sin embargo, medio siglo mái tarde Vidal reconoce (86) que se ha perdido la memoria del nombre y, por tanto, del pájaro al que correspondía. Este hecho plantea la incógnita del por qué de la conservación y caída en desuso de nombres populares de aves ; hoy en día, por ejemplo, siguen vigentes en el Delta denomina- ciones de la época de Despuig, lo que representa un mínimo de cuatro siglos de siibsistencia ; por el contrario, los cincuenta y seis años que separan los trabajos de Orellana y de Vidal han bastado para relegar la «quadrinyolan al olvido. . Escolano menciona los aserranetesn y Orellana el userranetn,

ave de paso del tamaño de un tordo, que por su descripción no parece una limícola. Ignoramos a qué especie pneda corresponder, pues en la actualidad este nombre se aplica a agujas o zarapitos, esto es, limicolai de buen tamaño.

Los «bonietes», ((pajarillas blancos de los cañaverales de la Albufera, qne carecen de colan, son otra especie no identificada.

Sucede lo propio con el ((capgrósn. que para Vida1 pudiera ser una estrígida (S?), pero que atendida su descripción -algo mayor que un tordo, de cabeza grande y tinte parduzco- nos parecería más fácilniente asimilable a iin I.o~iiidae, tal vez al Alcaudón Real.

(m) Ob. cit., pig. liG. (87) Oh. cit., pág. in.

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LIS AVES DE LA ALBUPERA DI! VALEBCIA Y DEL DELTA DEL xnuo 379

Los cañaverales de la Albufera albergaban para Escolaiio los «boxos» o ubojetes)), qajarillos blaricos)), y las urosetasn, «de co- lor rosa alejandrinan ; desconocemos las correspondencias actuales de estas denominaciones, que resultan similares a las de ánades ya descritas.

Finalmente, Escolano habla de unas «gallinitas ciegas)), muy semejantes :i las pollas de agua que se crían en la Albufera y salen iinicamente de noche. Ko creemos que el cronista se refiera a la agachadiza -como aventura Vidal (88)- sino que parece más ve- rosímil incliiiarse por la Clioclia Perdiz, aunque es posible que mezcle caracteres de distintas aves (cliotacabras con una limícola o escolopácida, por ejemplo).

E ) Especies tratadas Únicame~ite por Orella~ia y que no acer- tamos a identificar.

El «alcorroch», que según Vidal corresponde a Lnrrts nrgcsta- tzts, es para Orellaiia un ave sedentaria de color blanquecino, del tamaño de un palomo, que cría tres veces al año y pone dos Iiue- vos cada vez, y que en caso de peligro traslada su puesta o su cría cogida entre sus garras.

Del ((cadeliotn, nombre que no hemos hallado en ningún otro autor, sólo puede decirse que su descripción conviene a una limi- cola. Conviene mencionar, no obstante, que A. Boscá Seytre (89) da el nomhre similar de «cadellotn o su sinónimo de mbrellot hlanch~ al Colimbo Chico, C ~ v i a sfellnln (Pontopp.).

Creemos que el análisis de los antiguos testos a que henios pro- cedido, deniuestra el interés que presentan para la Ortiitologia los estiirlios históricos, siiigularmente ilmtratit.os en los aspectos cuan- titativos de lar poblaciones aviares, presencia de determinadas es- pecies y rioineiiclatura popular.

Sin embargo. quisiéramos que el presente estudio superase sus aspectos ernditos y estrictamente científicos para ser tina incitación mis n la salvaguarda de la avifauna del Delta del Ebro y de la .i\lbufera de Yaleiicia (no), cuya urgencia es más evidente si con-

(88) Oh. cit., pig. 178. (69) Ob. cit., pág. M (901 Véase Awwn S m ~ 6 M ~ n ~ i r : Necesidad de le creacMn de una reserva

ornitológica en el delta del Ebro. cit Zoo, nhm. 3. Barcelona, 1M. Y En pro de la Albufera de Valencia, en Ardeola, 13 (2.O fasciculo). 1969.

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380 ARDEOLA, VOL. ESPECIAL (1971)

trastamos su estado actual de conservación con el panorama que nos revelan las descripciones de la riqueza ornitológica que antaño contenían, según el legado de los viejos escritores.

Entre las ayudas de toda índole que he recibido para la prepa- ración de este trabajo destacan particularmente, y así me compla- ce hacerlo constar, los datos eruditos que me ha remitido Joan Puster Ortells; natural y vecino cle un pueblo tan ligado a la Albu- fera como es Sueca. Y agradecer a Frederic Travé Alfonso que haya puesto a mi disposición su biblioteca ornitológica, la mejor entre las privadas existentes en el país; a Teresa Creus Goig, que ha recorrido archivos y bibliotecas en busca de los antiguos textos aquí utilizados, y a mi esposa María Rosa, que ha coadyuvado de- cisivamente en la preparación de la redacción final del presente estudio.

Folqfcer y Bnrcelonn, agost o-s.cpt:ienr bre de 1969.