Alejandro de magno
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ALEJANDRO MAGNO
El rey macedonio Alejandro Magno, muerto a los treinta y tres años,
conquistó vastísimos territorios (todo Oriente hasta la India), con la
particularidad de que intentó impulsar la fusión de los pueblos y de sus
culturas, siempre bajo la hegemonía griega. A su muerte, la unidad cultural y económica se mantuvo, a pesar de la fragmentación política que se dio tras
la división de su reino.
Hijo del rey Filipo II de Macedonia y de Olimpia, una de sus esposas, Alejandro recibió de los trece a los dieciséis años
una educación por parte de Aristóteles, unido por lazos familiares
a la corte macedonia.
Como hijo de una aristocracia guerrera recibió también, formación militar, y desde joven destacó por su fuerza,
destreza y valor.
Desde un principio Filipo deseó que su hijo Alejandro tuviera una educación
enmarcada dentro de la tradición griega, alejándose de esta forma del
modelo de educación tradicional existente entre los monarcas
macedonios.
La profunda crisis de las ciudades griegas durante el siglo IV a.C. había
hecho posible que el padre de Alejandro, Filipo de Macedonia,
impusiera su dominio sobre el mundo griego tras vencer en la batalla de
Queronea (338 a.C.)
En el año 334 a.C., Alejandro cruzó el Helesponto y derrotó a los persas en
su primer encuentro: la batalla de Gránico.
Su segundo enfrentamiento con Darío III tuvo lugar en Issos (333 a.C.). Esta segunda batalla supuso además una importante victoria moral: los persas estaban dirigidos por el propio Darío,
que huyó del campo de batalla.
Se dio otra circunstancia humillante para Darío: el campamento en que se encontraba su familia cayó en manos
de los hombres de Alejandro. Para recuperarla, el rey persa se vio
obligado a ofrecer un tratado de paz muy ventajoso para los macedonios.
Alejandro rechazó todas sus propuestas, pero liberó a la familia de
Darío
La situación estaba lo suficientemente madura para llegar hasta el corazón del Imperio persa. Darío III intentó detener la ofensiva de Alejandro y
forzó el encuentro en Gaugamela (331 a.C.), en la que sería la tercera y última
batalla decisiva. Una vez más, Darío fue derrotado
Persiguiendo a Darío, llegó hasta Ecbatana y, enterado de que Darío había sido asesinado, Alejandro se consideró el sucesor de la dinastía
irania (330 a.C.)
El viaje de regreso fue realmente épico para los expedicionarios. Alejandro
dividió su fuerza en tres cuerpos, uno de ellos naval, que debía volver
siguiendo la costa del Índico.
Los griegos se vieron atenazados por la sed, al no encontrar fuentes de agua potable, y una gran riada destruyó su
campamento; sólo la ayuda de la expedición naval les permitió reponer
fuerzas para continuar el viaje. Una vez en Babilonia,
Alejandro trató de organizar su imperio. Para tal fin quiso servirse
tanto de la aristocracia griega como de la persa; nombró a persas para ocupar altos cargos de la administración y los
admitió en su ejército. Pero muy pronto, cuando sólo contaba treinta y
tres años, enfermó de fiebres y falleció en la misma ciudad el 10 de junio de
323 a.C.