ALCAZABA (1)

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LA TÉCNICA DEL TAPIAL EN ANDALUCÍA OCCIDENTAL AMPARO GRACIANI GARCÍA Universidad de Sevilla

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La técnica deL tapiaL en andaLucía OccidentaL

AmpAro GrAciAni GArcíA

Universidad de Sevilla

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ResumenEn estas páginas se ofrece una síntesis de la metodología de trabajo para realizar estudios paramentales de fábricas de tapial, desde un triple punto de vista: constructivo, material y métrico. Esta síntesis se acompaña de una aplicación de dicha metodología a las fábricas históricas de tapial en Sevilla (España).

AbstrActThese pages provide a summary of the work methodology for studies walls executed in rammed earth (tapial). This methodology is stablished from a triple point of view: cons-tructive, material and metric. This synthesis is accompanied by an application of this me-thodology to historical tapia walls in Seville (Spain).

PAlAbrAs clAve

Tapial, tapia, técnica constructiva, caracterización material, Sevilla.

KeywordsTapial (rammed earth), tapia wall (rammed earth wall), building technique, material characterization, Seville.

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La proliferación de intervenciones arqueológicas en Andalucía desde 1985 ha confirmado la importancia reconocida de la técnica del tapial en la construcción andalusí con la aparición de numerosas estructuras de tapia. A pesar de puntuales avances historiográficos sobre dicha téc-nica y sobre su uso en el periodo hispanomusulmán,1 las lecturas para-mentales realizadas sobre estos restos han carecido, en general, de una metodología de análisis previo, más allá de unos primeros planteamien-tos al respecto para el caso sevillano desarrollados por Tabales,� en su Tesis Doctoral (1998), su Sistema de análisis Arqueológico de Edificios (�00�) y, más ampliamente, por Graciani (�001 y �006)3 y Graciani y Tabales (�003 y �008).� Ante la abundancia de restos arqueológicos en tapial, y las necesidades planteadas por investigadores, administra-ciones y sector de la construcción, desde la Universidad de Sevilla, y bajo la dirección de Amparo Graciani García como Investigador Princi-pal, un grupo interdisciplinar ha desarrollado el Proyecto de Investiga-ción I+D+I biA�00�-109�, denominado Propuestas de Mantenimiento, Evaluación y Restauración de Edificios e Infraestructuras Urbanas en fábricas de tapial en la Provincia de Sevilla. Financiado por el Ministe-rio de Ciencia y Tecnología, perseguía, entre otros objetivos, ofrecer una metodología de intervención adaptada a las necesidades de cada fábrica.5

1 Desde el punto de vista técnico, destaca el trabajo de LóPez MArtínez, y en relación al tapial hispa-nomusulmán, las páginas de PAvón: LóPez, F.J.; “Tapias y tapiales”, Loggia nº 8, Valencia, 1997, pp. 7�-89; PAvón, B.; Tratado de Arquitectura hispanomusulmana. ii. Fortalezas, Madrid, 1999.� TAbAles, M.á.; Arqueología de edificios históricos en Sevilla. Una propuesta de intervención, Tesis Doctoral inédita, Universidad de Sevilla, Departamento de Prehistoria y Arqueología, 1998; íd.; Sistema de Análisis Arqueológico de Edificios Históricos, Instituto Universitario de Ciencias de la Construcción, Universidad de Sevilla, �00�.3 GrAciAni, A.; “Fábricas islámicas en el Alcázar de Sevilla”, Memoria Arqueológica de la Segunda Campaña (2001) de Investigaciones en el Alcázar de Sevilla, �001, (inédita); íd.; “Notes about Tapia Walls in Seville (Spain) during the 16th Century in the Modern Age”, Proceedings of the Second International Congress on Construction History, Cambridge, �006, pp. 1011-10�1.� GrAciAni, A. y TAbAles, M.á.; “Typological Observations on Tapia Walls in the Area of Seville”, Proceedings of the First International Congress on Construction History, Madrid, Instituto Juan de Herrera (Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid), �003, 3, pp. 1093-1106; íd.; “El tapial en el área sevillana. Avance cronotipolólgico estructural”, Arqueología de la Arquitectura, 8, Madrid-Vitoria, csic, pp. 135-158.5 GrAciAni, A.; “El Proyecto de I+D (�00�-�007) biA�00�-0109�: Propuestas de Mantenimiento, Evaluación y Restauración para la Rehabilitación de Edificios e Infraestructuras Urbanas con Fábri-cas Históricas de Tapial en la Provincia de Sevilla”, i Jornadas de Investigación en Construcción, Instituto Eduardo Torroja, csic, Amiet, Madrid, �005, pp. 199-�11.

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La abundancia de restos inventariados y catalogados en la primera de las cuatro fases de trabajo del Proyecto (Previa, Analítica, Catalogación y Diseño de Propuestas) ha evidenciado la necesidad de racionalizar el estudio conforme a los parámetros estructurales, materiales y métricos establecidos por Graciani y Tabales en �0036 y de someter la metodología de trabajo a un continuo proceso de revisión crítica y retroalimentación. Éstas habrán de realizarse a partir del estudio de cada caso analizado al objeto de establecer unas pautas de inspección visual conforme a una correcta terminología constructiva, adecuada a la tradición historiográ-fica7 para una mejor comprensión de las publicaciones sobre la técnica. Entendemos que los criterios de estudio que se establecen superan no sólo el ámbito andalusí, por ser realmente aplicables a la totalidad de los periodos históricos, sino también el entorno local, pudiendo ser utiliza-dos como guía de interpretación tipológica, constructiva y material para realizar estudios particulares en otros entornos, que sin duda redunda-rían en beneficio de un mejor conocimiento global de la técnica. Se ofrece, pues, en estas páginas una síntesis, en primer lugar de los fundamentos metodológicos establecidos y, en segundo término, de sus aplicaciones para el caso sevillano.

1. metodologíA de Análisis.La lectura paramental de una fábrica de tapial debe realizarse desde un triple punto de vista, constructivo (ejecución), material (composición) y métrico (módulo). Aunque de la inspección visual y del estudio de gabinete posterior pueden obtenerse la mayor parte de las conclusiones, el análisis de la composición material debe avalarse mediante estudios de caracterización.

1.1. Proceso de ejecución.El tipo estructural, las agujas o mechinales, los contactos (entre cajones e hilos), las improntas en la argamasa y, en su caso, los elementos de 6 Ver n.5.7 GrAciAni, A.; “Análisis crítico de la terminología sobre la técnica del tapial en la tratadística. Aportaciones a la comprensión de los estudios documentales de la Arquitectura Sevillana”, Actas del i Congreso Internacional del Centenario del Laboratorio de Arte de la Universidad de Sevilla, Sevilla, �007, e.p.

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fábricas asociadas, son indicios que una fábrica de tapial puede pro-porcionar sobre su proceso de ejecución que pueden informar sobre su adscripción temporal, su proceso constructivo y la calidad de la construcción. 1.1.1. Estructura. Según su estructura, siguiendo la clasificación publicada por Graciani y Tabales en �003, pueden distinguirse tapia-les simples o monolíticos y tapiales mixtos, que combinan superficies encofradas con fábricas trabadas, presentándose estos últimos como encadenados o, en su caso, verdugados (fig. 1). De los tres tiPos estructurAles, los menos evolucionados son los tapiales simples, en los que los hilos de tapias (cajones monolíticos) se superponen sin articulación vertical de refuerzo y de forma directa, incorporando ocasionalmente hiladas de ladrillo (que no verdugadas). A partir de época almohade, éstos coexisten con soluciones más evolu-cionadas, primero la encadenada y, tras la segunda mitad del siglo xvi, la verdugada, si bien tras el siglo xv quedan relegados a la construcción popular y a obras de envergadura menor. Por el contrario, las tapias de las fábricas encadenadas se articulan verticalmente por refuerzos contrapeados, las cadenas, (también deno-minadas en la tratadística machón, macho de mayor y menor, adente-llado, contrapeado, y ocasionalmente rafas, término realmente limitado a los cascote y yeso o pedernal). Tales refuerzos presentan la sección cajeada para facilitar el encastre de los tramos apisonados. Con encade-nados latericios y más excepcionalmente pétreos (Torre del Oro), esta tipología estructural apareció en época almohade, aunque no en tramos continuos de fábrica sino como refuerzo y protección de ángulos en torres; por sus ventajas mecánicas, constructivas, lumínicas y de trán-sito, perduraría en épocas mudéjar y moderna, cuando se incorpora-ron otros elementos asociados, de apoyo y aislamiento (pie de aguja) o de zunchado (fajas), mientras en época moderna (tras el siglo xvi) se impondría su variante verdugada. En ésta, los hilos de tapia descansan sobre una o varias verdugadas (verdugos, verduguillos o marlotas) que nivelan y traban la fábrica en todo su espesor, de modo que diferentes fragas o superficies encofra-das se disponen entre los verdugos y cadenas que la refuerzan y evitan

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o moderan los asientos diferenciales. En caso de mayor economía de medios, de escasez de piezas cerámicas o de existencia de piedra, las verdugadas de ladrillo –las más comunes– se sustituyen por piezas de mampostería, en principio menos apropiadas para la regularización de la fábrica. Entendemos que la evolución cronológica detectada hacia el incremento del número de verdugadas de ladrillo (uno, dos o tres) pudo estar condicionada por la mayor facilidad y agilización del pro-ceso constructivo de la fábrica de verdugada doble sobre la simple y la triple sobre aquella. 1.1.�. Agujas y mechinales. La inspección visual de la tipología (según sección y longitud) y la posición de las agujas de los tapiales que, una vez desprendidos los enlucidos (fig. �), con frecuencia, con su testa enrasada al haz de paramento, pueden observarse embutidas en las fábricas, y, o en su defecto, de haberse éstas podrido, la simple presen-cia de los mechinales, ofrecen una interesantísima información cons-tructiva, por no obedecer, en ningún caso, a cuestiones formales, sino a variaciones en el proceso de ejecución en beneficio de su agilización. El deterioro del material, tanto la pudrición de la madera, y en su caso, de las cuerdas, como las pérdidas de argamasa, por causas ambientales y la acción animal (anidamiento y deposiciones), exigen al investigador un especial cuidado en su observación (fig. 3). Un espesor más reducido del muro condicionará la utilización de agujas pasantes, atravesando el grueso del paramento y enlazando directamente los tableros, o, en su defecto (por ejemplo, en recintos amurallados), desde época almohade, medias agujas (de aproximada-mente �5 cm) (fig. �) que exigirían de elementos auxiliares para resol-ver diversos problemas de sujeción antes de comenzar el vertido de la argamasa al objeto de evitar cualquier desplazamiento de los tableros, los costales y las agujas del encofrado. Así, clavos de madera –tallados a partir de los extremos seccionados de las agujas–, atravesándolas (fig. 5c) o bien apoyadas en su lado mayor (figs. 5a y 5b), las anclarían a la cara de tabla del cajón inferior; cuñas de madera en los aros o cárceles o bien cuerdas (fig.5a) arriostrando parejas de aros opuestos evitarían el desplazamiento lateral del costal que, junto a la aguja, compone el aro y, finalmente, para evitar el vuelco exterior del tablero y la apertura del

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tapial, se entibarían con cuerdas (figs. 5b y 5c), los extremos de los cos-tales de los aros enfrentados, bien con un vástago el interior del cajón (fig. 5b) o bien con el clavo de la aguja opuesta (fig. 5c). La sección de la aguja (circular, rectangular o cuadrada) determina el cuidado en la ejecución, ligado, en consecuencia, al tiempo y los medios a disposición. La sustitución por las agujas de tabla plana de los rollizos, más simples y menos evolucionados, y que, en cualquier caso perduraron en fábricas de tapiales menos cuidados, se produjo con los almohades, exigiendo su talla y su perforación para el encastre del costal (fig. 6), pero, en paralelo, agilizando el proceso constructivo al reducir el cajeado exigido en el espesor de la tapia para la colocación de la aguja. El tránsito a la aguja de sección cuadrada coincide con el desa-rrollo de la carpintería mudéjar y, entendemos, se vincula al esplendor de los tapiales verdugados (fig. 1c), por evitar el referido rebaje. Es igualmente importante considerar la posición de la aguja y sus elementos asociados (por ejemplo, ladrillos), tanto la separación entre contiguas como su posición relativa no sólo al contacto entre hilos, sino también a la junta vertical de encuentro de cajones. Así, el incremento de la separación entre agujas, de los 50 cm de los tapiales más tempra-nos a los 85 cm que, en la actualidad, facilitan al tapiador el apisonado, empieza a evidenciarse en época almohade, coincidiendo con otros importantes avances de la técnica. El estudio de la posición de la aguja con relación al contacto entre hilos nos ha permitido establecer una tipología de soluciones (fig. 7 a-e), que, en general, avanzan cronológicamente en beneficio de la agili-zación del proceso, siempre –insistimos–, pudiendo coexistir con solu-ciones previas. Así, la solución más básica, el mechinal rebajado y enrasado en la tabla de asiento del cajón superior (fig. 7a), evolucionaría, ya en época almohade, a una solución derivada de la anterior, con remate latericio y tongada de cal (fig. 7b), con el doble objeto de establecer una super-ficie de asiento continua, que además facilitaría el apisonado, y de per-mitir cambios sustanciales en el encofrado (agujas de mayor sección, incremento de la separación entre agujas y de las dimensiones de los tapiales); solución, la del remate, que, al perdurar tras la Reconquista

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con agujas de sección cuadrada, obligó a incrementar los rebajes, dando paso, en consecuencia a un nuevo tipo de tapial, el verdugado, que los evitaba y que hacía uso de la tercera de las posibles soluciones que plan-teamos en este estudio, la del mechinal inserto entre verdugadas (fig. 7 c,d,e), y con remate latericio. Además de incorporar las ventajas de las soluciones precedentes, ésta permite resolver el problema del diferente asentamiento y la retracción de los tramos de tierra apisonada respecto a las cadenas, mejorando, en paralelo, la resistencia de la fábrica. El proceso constructivo se agilizaría con la evolución en tres fases corres-pondientes a las variantes que de esta última solución hemos detectado, desde una primera (entre verdugada simple y con remate latericio (fig. 7c) de origen almohade y perduración posterior, a la segunda, entre témpano de dos verdugadas y con remate latericio, (fig. 7d) que, como refiere por Fray Lorenzo de San Nicolás, es la más común en la segunda mitad del siglo xvi y primera del xvii, y que se acopla al cajeado de la aguja de sección cuadrada, a la última solución, entre témpano de tri-ple verdugada, (fig. 7e), propia ya de mediados del xvii, que facilita la acción del tapiador y la distribución homogénea de las cargas. Por último, debe también considerarse la posición de la aguja respecto a la junta vertical de encuentro entre cajones, ya que los remates late-ricios contiguos a una junta vertical de encuentro de dos cajones conti-nuos del hilo superior permitirán deducir el sentido de la construcción. Sin embargo, el cómputo del número de agujas, que depende de la longitud del molde de encofrado, no interesa especialmente, puesto que el mechinal de extremo de un cajón puedo haber sido compartido por el contiguo, solapándose ambos. Tampoco la regularidad de la trama de mechinales, mayor en general, en los tapiales simples, evidencia un mayor cuidado en la ejecución, ya que en encadenados y verdugados se presupone un replanteamiento de la fábrica obligado por la necesidad de compatibilizar el desplazamiento de las cadenas y los recercados con la exigencia de mantener el contra-peado de las juntas de cajones de hilos superpuestos para asegurar la no coincidencia de juntas verticales, una de las más fundamentales leyes de la albañilería.

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1.1.3. Contactos. Para el contacto entre bAncAdAs o hilos la solu-ción más simple, la superposición directa, da pronto paso a la tongada de cal (vertida tras el picado de la superficie de contacto) que, además de nivelar los asientos, contribuirá a impermeabilizar interiormente la fábrica, sellando la superficie y evitando el ascenso de agua por capila-ridad, mejorará la adherencia entre los hilos y facilitará la fijación de la aguja. La tercera posibilidad, las marlotas o verdugos, corresponden a los tapiales verdugados. La posible visualización del contacto entre cAjones contiguos, en cualquier caso contrapeado, es decir, a juntas encontradas, está condi-cionada por la pérdida del habitual revestimiento de la fábrica, y por la calidad de la ejecución pues el correcto picado (roce de alcotana) de la superficie ya ejecutada puede hacerlo pasar desapercibido. La inspec-ción exige pues de una especial cautela al respecto, debiéndose evitar la presunción de que se emplearon tapiales de continuos o bien de longitud excesiva; igualmente, el seccionado de las fábricas permitirá apreciar si el contacto entre cajones prevé cajeados de encastre. Aunque la junta común es en ángulo recto como consecuencia de la correcta disposición de la frontera, ocasionalmente –desde época almo-hade- se aprecian juntas ataluzadas u oblicuas (de 50 a 60º) al objeto de mejorar su eficacia en aquellas fábricas que, ejecutadas con tapiales continuos (con moldes de encofrado yuxtapuestos) hubiera de ser inte-rrumpidas por finalizar la jornada o por agotarse el material acopiado; las orientaciones de las juntas, que en hilos superpuestos deberían ser opuestas, informan sobre el sentido del proceso constructivo. (fig. 8). 1.1.�. Improntas del encofrado. Circunstancialmente, pueden perci-birse huellas de encofrado en el haz de paramento, las tablas de los tableros (tapialeras o puertas de tapiar), los barzones, (barrotes o costillas) en que se clavan los tableros o los propios clavos e incluso restos de las cuerdas que aseguran los aros o cárceles, o en caso de pudrición, las oquedades generadas que en fábricas de haz disgregado pueden apreciarse a ambos lados y sobre el mechinal. También pueden encontrarse improntas en fábricas seccionadas que, en su caso, ofrecen información sobre las referidas soluciones y elementos asociados a las medias agujas, como las cuerdas o las cuñas (fig. 9).

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1.1.5. Elementos y fábricas asociadas. La caracterización de los ele-mentos de las fábricas pétreas o latericias asociadas, en su caso, a los tapiales encadenados y verdugados, (dimensiones, aparejos y llagas) puede ayudar en la adscripción cronológica de las fábricas de tapial; para el caso sevillano, los encadenados pétreos (sillares de acarreo romanos) se restringen a época almohade, imponiéndose el ladrillo en pies de agujas, cadenas y fajas, con las características comunes a cada periodo. Asimismo, deben observarse la anchura de las cadenas, en relación directa con la potencia de las cargas transversales, y su entrante o diferencia dimensional de los témpanos de las cadenas, que se incre-menta hasta alcanzar los 30 cm en la Edad Moderna para optimizar el encastre de los cajones.

1.�. comPosición mAteriAl.La inspección visual sobre aspectos relativos a la composición material de una fábrica de tapial ofrece una interesante información con relación a la adscripción cronológica de la fábrica, la calidad de la construcción y la cualificación de los obreros, aportaciones que, en cualquier caso, deben contrastarse y completarse con un estudio de caracterización material para conocer sus particularidades, patología y soluciones de intervención. Para ello el Equipo de Trabajo del área de Caracteriza-ción de Materiales del Grupo I+D+I BIA 109�-�00� propone un Proto-colo de Actuación que incluye análisis químicos, mineralógico, textural, determinación de propiedades hídricas y de propiedades mecánicas8. 1.�.1. Los componentes materiales de la fábrica. La insPección visuAl permite definir en el tapial el componente prin-cipal, el árido dominante, y el modo de revestimiento, aspectos que indican un mayor o menor índice de calidad de la argamasa y, por tanto, cuidado en el proceso de ejecución; cuestiones que podrán contrastarse a partir del estudio de caracterización material. Así, la apreciación de la dureza y consistencia de la argamasa, la presencia en ella de nódulos o tongadas de cal o su coloración blanquecina indicarán que se trata de 8 GrAciAni, A.; TAbAles, M.á.; AlejAndre, F.J.; BArrios, á.; Rodríguez, M.R.; Ponce, M.; “Revi-sión crítica de las analíticas sobre las fábricas de tapial en la muralla islámica de Sevilla”, Actas de las i Jornadas de Investigación en Construcción, Amiet, Instituto Eduardo Torroja, Madrid, �005, pp. �13-���.

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una tapia mejorada con cal, en vez de un tapial ordinario (tapia o tapial de tierra), justificándose la adición de este conglomerante por la con-veniencia de mejorar su durabilidad y su comportamiento ante el agua. Así mismo, la observación directa podrá evidenciar si la mejora de la fábrica se ha realizado con cerámica machada, lo que pondrá de mani-fiesto el deseo de mejorar la resistencia a tracción de la argamasa y de hacerla menos vulnerable a la retracción y a los cambios de volumen. Los Análisis de cArActerizAción mAteriAl permitirán conocer, a través de la dosificación de la cal, en qué medida ésta está presente, pudiendo determinar si se trata de una tapia acerada o real, como se denomina a la que presenta una alta dosificación de cal, si el análisis químico concluye un alto porcentaje de carbonato cálcico (aunque parcialmente éste puede deberse a otros factores); de este modo, podrá contrastarse la información obtenida a partir de la primera aproximación dada por el análisis directo. De hecho, la relación entre dos parámetros que pueden obtenerse a partir de los análisis de caracterización material, de una parte los índices porcentuales de carbonato cálcico (expresados como CaCO3) obtenidos mediante el calcímetro de Bernard y, de otro, el con-tenido de fracción soluble en ácido clorhídrico de tapial, permitirá iden-tificar, en su caso, las fábricas aceradas o reales, ya que, sin olvidar que una parte del porcentaje de carbonato cálcico puede deberse a fraccio-nes de naturaleza carbonatada presentes de forma natural en la arena empleada en la elaboración de la mezcla, se entiende que mayoritaria-mente éste se vincula al proceso de carbonatación que, con el tiempo, experimenta la cal adicionada voluntariamente a la mezcla. Ha de considerarse que el carácter acerado o real de una tapial es pro-pio de obras que, funcional o mecánicamente, lo exigen; así, para el caso sevillano, aunque las primeras fábricas mejoradas son pre-almohades, la cal en mayores proporciones se incentivó en la construcción militar e hidráulica almohade, perdurando en grandes obras civiles o religiosas de la etapa moderna (como conjuntos conventuales), por la envergadura de sus paramentos y cubiertas, sujetas a importantes cargas. El análisis de caracterización material pondrá de manifiesto si, tam-bién para mejorarla, se incorporaron a la mezcla otros aditivos como fibras y cenizas (para hacerla más resistente a tracción, a retracción y a

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cambios de volumen) o otros componentes que, además de la cal, per-mitirían mejorar su durabilidad y comportamiento ante el agua, aglo-merantes, grasas, ceras, resinas o yeso, que, como la cal, es un con-glomerante. Hay que indicar que, en general, los tapiales de la zona no suelen emplear yeso, ya que sólo presentan un bajo contenido de SO3 (0,01%-0,05%), porcentaje que, en cualquier caso, puede proceder de la tierra empleada para la ejecución de los tapiales y/o la cal utilizada. La inspección visual –y en su caso–, los análisis de caracterización material, permitirán determinar la tipología del árido empleado; el que haya sido, fino (arena) o grueso (grava o trozos cerámicos) dependerá de la disponibilidad material y la funcionalidad del edificio, siendo en construcciones más vulnerables (como las defensivas) preferentemente grava y en zonas reedificadas fragmentos de demolición. 1.�.�. Ejecución (amasado y compactación) del tapial. Aunque la dureza de la argamasa se vincula, además de a su compo-sición, al cuidado en la puesta en obra, en función a su mayor o menor grado de compactación, los análisis materiales de una fábrica pueden ofrecer más información sobre el proceso de ejecución; así, el análisis de las propiedades físicas (densidad real, densidad aparente y porosidad accesible al agua) de las muestras obtenidas, evidenciará la cantidad de agua de amasado y el cuidado en la ejecución vinculado al proceso de compactación. En general, las fábricas de tapial presentarán unos altos índices de porosidad abierta, como consecuencia de la necesidad de incorporar grandes cantidades de agua para hacer la argamasa más tra-bajable; no obstante, hay que tener en cuenta que la presencia de áridos finos en los tapiales genera, tras el fraguado, estructuras muy porosas, por la gran capacidad de este tipo de árido a la hora de absorber agua. Una mayor compacidad y una menor cantidad de agua de amasado evi-dencian un mayor cuidado en la puesta en obra. Unos valores más altos de porosidad abierta en los tramos de almenado se justificarían por la necesidad de incorporar más agua para favorecer el proceso de apiso-nado dada la escasa superficie de la que dispone el apisonador, y por el tipo de árido, más fino por la necesidad de perfilar los ángulos y por el escaso espesor de los merlones, ya que, como se ha indicado, los áridos finos absorben más cantidad de agua.

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1.�.3. Revestimiento del tapial. Aunque las fábricas de tapial pueden quedar sin revestir, mejoran considerablemente su durabilidad ante los agentes atmosféricos y, en general ante su deterioro, si se completan con un motero de revesti-miento. En tal caso, aunque también puede ejecutarse con mortero de yeso (jaharrado), se suele recurrir al mortero de cal, el calicastrado, calicostrado o acerado, por el que, por extensión, se denomina a tales fábrica calicastradas, de costra o aceradas; éste suele ejecutarse en paralelo a la fábrica, arrimando cal a los tableros antes del vertido de la argamasa, pero también puede aplicarse una vez completamente seca la argamasa y tras picar los paramentos e introducir fragmentos cerá-micos, clavos (fig. �), para mejorar la adherencia, como se haría en los remozados de paramentos. Desde época islámica, es habitual la repre-sentación de falsos despieces de sillería, analizados ampliamente por Azuar y otros.9

De forma puntual, se recurre a otras soluciones, como los enlosados pétreos y, en los pie de aguja latericios, los zócalos cerámicos.

1.3. métricA.La revisión métrica de una fábrica de tapial debe partir de la disparidad dimensional entre el encofrado (tapial) y la unidad encofrada (tapia), por las posibles variaciones del nivel de enrase de la argamasa y, espe-cialmente, por la propia versatilidad del tapial mediante el desplaza-miento de la frontera. Por ello, mientras las dimensiones del encofrado podrían relacio-narse con las unidades de medida vigentes en cada época, las de las tapias vienen marcadas por la eficacia del proceso constructivo y por las condiciones impuestas por el tapiador; para ser operativo, el peso del tapial no debe superar los �5 kg por obrero y su altura, para facilitar el apisonado, los 85-90 cm de altura.10 No obstante, parece existir una 9 AzuAr, R.; LozAno, F.J.; LloPis, T.M.; Méndez, J.L.; “El falso despiece de sillería en las fortifica-ciones de tapial de época almohade en Al-Andalus”, en Revista Estudios de Historia y Arqueología Medievales, Universidad de Cádiz, 1996, 11, pp. ��5-�78.10 Algorri, E. y Vázquez, M. “Errores comunes sobre el tapial”. Actas del Primer Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Instituto Juan de Herrera, etsA, uPm, cedex, cehoPu, Madrid, 1996, pp. 19-�3; Cuchí, A.; “La técnica tradicional del tapial”, Actas del Primer Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Instituto Juan de Herrera, etsA, uPm, cedex, cehoPu, Madrid, 1996, pp. 159-165.

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relación altura-longitud de 1/� a 1/3, oscilando sus medidas entre los 80 y 100 cm la altura y los �00 a �50 cm la longitud; se cumple pues la referencia de Ibn Jaldun, al indicar el tawab utilizaba tablas de longitud y anchura variables según los usos locales, aunque las dimensiones más comunes eran de cuatro codos de longitud por dos de altura. Conocer las tres dimensiones de las tapias de una fábrica nos ayuda a interpretar su tipología y proceso constructivo, pues ambos condicionan estas medidas. Así, la longitud del cajón evidenciará si la construcción se ha realizado con tapiales simples (una unidad encofrada por una uni-dad de encofrado) o de forma continua (montando tableros conjunta-mente, sin más fronteras que las de los extremos), lo que dependerá de la disponibilidad de medios auxiliares, de mano de obra y la previsión y planificación temporal; la construcción de recintos amurallados con tapiales continuos ha de valorarse como especialmente ardua, pues una excesiva longitud complica los elementos del encofrado y su montaje y que un incremento del espesor aumentaría el peso de éste. La diversidad de longitudes, en su caso, en una misma fábrica depen-derá, así mismo, del tipo de tapial (siendo mayor en encadenados y verdugados, condicionados por las cadenas); no puede olvidarse que, en fábricas bien ejecutadas, la junta entre cajones contiguos puede incluso pasar desapercibida. La altura del cajón, como módulo de referencia, puede considerarse baja hasta los 85 cm y alta hasta los 95 cm Si bien algunos autores han justificado el paso del módulo bajo al alto como consecuencia de la evo-lución en el uso del codo rassasí, propiamente omeya, de 75 y 85 cm, al mammuní (de �7,1� cm), no debe olvidarse que el codo se aplicaría al molde de encofrado, no a la altura de argamasa, por los enrases, menor a la del tapial. Para tapiales encadenados y verdugados, debe estimarse como referente la altura de la pieza que articula la cadena y, en su caso, el espesor de la junta; en tapiales verdugados, debe constatarse la altura de la superficie encofrada y la altura del témpano de mayor y de menor de las cadenas. Sin olvidar las posibles variaciones –ocasionales–, entre hilos, la altura de los cajones ha de referenciarse en varios de ellos.

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�. FábricAs de tAPiAl.El estudio de las publicaciones generadas por los trabajos arqueológicos acometidos en Sevilla, en especial los recogidos en los Anuarios Arqueo-lógicos de Andalucía, como síntesis de las respectivas memorias, ha evidenciado un alto número de restos de construcciones en tapial, unos del recinto amurallado y, otros de edificaciones diversas (fig. 10),11 si bien, salvo excepciones, como las de Pozo1� y Tabales,13 la información adolece de una clara falta de sistematización y concreción. Pese al desarrollo que en otros ámbitos geográficos había alcanzado la técnica del tapial en época emiral, en el sevillano no se han consta-tado restos previos al periodo taifa, al que se adscriben, quizás los de los muros Norte y Este del Patio del Yeso del Alcázar de Sevilla y, con certeza, los de su recinto ii localizados en la parte inferior del muro Este (excavado en La Alcubilla y la Muralla del Agua-Tabales), y en un tramo de la ampliación Sur del Recinto, bajo el Palacio alfonsí. Con tan escasos restos, sólo puede afirmarse provisionalmente que no se emplea aún la tipología encadenada, tratándose de tapiales simples, que son de módulo bajo (75 y 85 cm, en el Patio del Yeso y en la muralla Este, respectiva-mente), con dimensiones que derivan de la aplicación del codo rassasí, el propiamente omeya.

11 La fig. 10 recoge los restos de fábrica de tapial islámicos arqueológicamente documentados en Sevilla entre 1986 y �003 a partir de los Anuarios Arqueológicos de Andalucía, marcándose tanto los restos de muralla como de otras construcciones.1� Ver, entre otras, las siguientes publicaciones de Pozo, F., “Control arqueológico de obras en Ca-lle María Auxiliadora nº 37 (Sevilla)”, Anuario Arqueológico de Andalucía, �000, pp. 1109-1117; Pozo, F., “Control arqueológico de los movimientos de tierra en solar de C/ Torneo �0-�1 (Sevi-lla)”, Anuario Arqueológico de Andalucía, �000, pp. 110�-1108; Pozo, F. y Somé, P., “Intervención arqueológica en solar de C/ Moratín �5-�7 (Sevilla)”, Anuario Arqueológico de Andalucía, 1997, pp. 51�-5��.; Pozo, F., “Seguimiento arqueológico de obras en solar de C/ Torneo �7 (Sevilla)”, Anuario Arqueológico de Andalucía, 1998, pp. 7�9-733; Pozo, F., “Seguimiento arqueológico de obras en solar de C/ Torneo �8-�9 (Sevilla)”, Anuario Arqueológico de Andalucía, 1998, pp. 73�-736; Pozo, F. y Somé, P., “Intervención arqueológica en solar de C/ Aguiar 5-7 (Sevilla)”, Anuario Arqueológico de Andalucía, 1999, pp. 790-806. 13 Al respecto, nos remitimos a las referencias bibliográficas recogidas en GrAciAni, A. y TAbAles, M.á., o.c., �003. Entre otras, señalamos las siguientes: TAbAles, M.á., “Las murallas del Alcázar de Sevilla. Investigaciones Arqueológicas en los recintos islámicos”, Apuntes del Alcázar, �, Sevilla, �001, pp. 7-35; TAbAles, M. á., “El antemuro de la muralla islámica de Sevilla. Intervención ar-queológica en C/ Menéndez y Pelayo núm.19”, Anuario Arqueológico de Andalucía 1996, pp. �75-�85; TAbAles, M.á., “Contribución al estudio de la muralla islámica de Sevilla. Investigación en C/ Menéndez y Pelayo �3-�5”, Anuario Arqueológico de Andalucía 1999, pp. 716-73�.

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Aunque se observa una diversidad en la tipología de árido (cascote cerámico en el Patio del Yeso y grava en la muralla Este), en ambos casos son tapiales mejorados, el de la Muralla Este con cal y los del Patio del Yeso también con cenizas, resultantes no sólo de las impure-zas generadas por el proceso de cocción de la cal, sino también de las incorporadas con fines desgrasantes y para favorecer el secado, otor-gando así una mayor porosidad y esponjosidad a la fábrica, que por ello pierde calidad, lo que no resulta extraño por su finalidad doméstica, que no defensiva. Así mismo, los restos de calicastrado de la muralla Este documentan ya este procedimiento de revestimiento. La mayoría de las fábricas de tapial andalusíes de Sevilla correspon-den al período africano, especialmente al almohade, fechándose de un modo genérico entre la segunda mitad del siglo xii y el siglo xiii. A par-tir de la etapa almohade prolifera la construcción de fábricas de tapial a todos los niveles, doméstico, religioso, público y, sobre todo militar, de modo que esta técnica llega a desbancar a la construcción pétrea; en paralelo, se genera una mayor diversidad tipológica de fábricas de tapial y una auténtica renovación técnica. A lo largo del siglo monu-mental hasta época mudéjar, por ejemplo en la Muralla de la Judería, las soluciones estructurales se diversifican, apareciendo los primeros tapiales encadenados y, muy excepcionales, unos primitivos verduga-dos. Aunque los machos de los encadenados solían realizarse en ladrillo árabe de un pie (�8x1�x�/5) en aparejo a soga y tizón, existen ejem-plos puntuales y tardíos, ya en la primera mitad del siglo xiii, –Torre del Oro– en sillería isódoma en aparejo irregular, que se proyectan en alguna construcción cristiana, inmediata a la Reconquista, como la Torre Mocha de Albaida del Aljarafe, que debió realizarse con operarios islá-micos y en obras ejecutadas durante la Guerra Civil Castellana (Castillo de Luna, en Mairena del Alcor). Las cadenas de estas fábricas presentan tres particularidades: no interrumpen los paramentos, al corresponder a refuerzos de ángulo en torres y recintos, presentan finas llagas de cal y, en tercer lugar, una escasa intrusión en la argamasa encofrada, es decir, una corta diferencia de anchura entre los témpanos mayor y menor, en torno a quince centímetros, por lo que la consistencia del muro se apoya en la calidad del tapial. La solución encadenada perdura en la Edad Moderna

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a través de la tradición mudéjar, en la que, presente en zócalos y cimien-tos, con zapatas cada vez mayores, el ladrillo cobra un mayor papel, detectándose por ejemplo en el Palacio del Rey Don Pedro y en el Salón de la Justicia del Alcázar de Sevilla, en iglesias mudéjares (San Marcos, Santa Lucía, el Carmen, San Agustín), y en la edificación doméstica. Los más primitivos verdugados corresponden a este periodo, en el que se han detectado dos soluciones distintas. La primera, muy puntual, que, correspondiendo a la fábrica almohade localizada por Tabales en c/ Imperial (ss.xii-xiii) consiste en la alternancia de separación de los cajones por témpanos de ladrillo y mampuesto, se vería superada en expansión y trascendencia por la solución, que en la Baja Andalucía prosperaría en la Edad Moderna: fábricas encadenadas de ladrillo, con hiladas también latericias, en apariencia meramente ornamentales, y por tanto no verdugadas, se detectan en diversos puntos de la Muralla de Sevilla, (como el antemuro oriental y la Muralla del Agua, s.xiii), en la Muralla del Castillo de Lebrija, dando paso ya en época mudéjar, como se constata en las iglesias de San Marcos y Santa Lucía (h. 1356), a auténticos verdugados que se consolidarán en la etapa moderna como la solución óptima, por las cuestiones referidas en las páginas previas. Junto a estas novedades estructurales, se detectan también otras con relación al proceso de ejecución que se aprecian en fábricas defensivas como consecuencia de su espesor que, alcanzando incluso los dos metros, plantean otras necesidades técnicas que los domésticos, de aproximada-mente de cincuenta centímetros de espesor. En diferentes recintos amu-rallados almohades del entorno (Sanlúcar la Mayor, Sevilla, Marchena,1� Alcalá de Guadaira, Écija, entre otros), se ha evidenciado el empleo de medias agujas en sustitución de agujas pasantes y en consecuencia, de los elementos asociados a ellas (clavos y cuerdas), para evitar los proble-mas de inestabilidad del encofrado, presuponiéndose, por tanto, el uso de cuñas en aros que no puede evidenciarse a partir de los restos. La diversidad de mechinales pone de manifiesto cómo, pese a la apari-ción de la aguja de tabla plana en momentos en que la construcción puede ser más cuidada, por evidentes ventajas constructivas y ornamentales que

1� GrAciAni, A.; “Fábricas islámicas del Mirador Almohade de la Muralla de Marchena (Sevilla). Tramos de la Alcazaba y El Parque”, Laboratorio de Arte, �1, Universidad de Sevilla, �008, 11-33.

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implican la reducción del rebaje, ésta solución se impondría lentamente en la construcción almohade, coexistiendo con agujas de rollizo en tra-mos menos trabajados o más rápidamente ejecutados. En murallas como la de San Juan de Aznalfarache, la de Marchena, o el Castillo de Lebrija, se aprecia la utilización de tapiales continuos con bancadas oblicuas que proliferan en época cristiana (Castillo de Luna en Mairena del Alcor,15 Castillo de Alcalá de Guadaira), que indican mayor envergadura y coste de ejecución del impulso constructivo ante el avance cristiano y un incremento en la distancia entre agujas, que pasa de +50 a +70 cm, lo que puede interpretarse como resultado de la necesidad de mejorar el trabajo del tapiador, acercándose a los 85 cm óptimos. Los cambios afectan también al módulo. Aunque perduran los de módulo bajo (de altura inferior a 85 cm), en general a partir de la segunda mitad del s. xii, éste tiende a aumentar, aproximándose a los 95 cm. Son ejemplos de fábrica que mantienen la tendencia previa: la parte baja de la muralla del Patio del Príncipe, de la Galera y de la Cruz del Alcázar de Sevilla, la altura oscila entre 75 y 80 cm de altura y la longitud de 1,10 m de largo y � m. Este incremento de altura comienza a detectarse en la fase almorávide o almohade temprana, observándose en el Alcázar de Sevilla, en los restos del Recinto iii (de mediados del s. xii) del Patio del Príncipe y bajo el Palacio de Pedro i, siendo ya de módulo alto, en el pala-cio almohade de la Montería, de fin del xii. El módulo alto, interpretado como consecuencia de la transición al codo mammuní (de �7,1� cm), se impondrá en época mudéjar, alcanzando los 95 cm de altura los tapiales encadenados en ladrillo del Palacio del Rey Don Pedro del Alcázar de Sevilla y diversas iglesias mudéjares (S. Marcos, Sta. Lucía, el Carmen). La mejora de la composición material de las fábricas almohades con-lleva un incremento en la cantidad de cal que suele apreciarse puede visualmente en la coloración grisácea de la argamasa (Patio del Prín-cipe) o por la presencia de nódulos o incluso tongadas de cal (Muralla de Marchena). La dosificación de cal será, precisamente, el principal aspecto diferenciador entre los tapiales almohades y tapiales mudéjares,

15 GrAciAni, A., BArrios, á. , BArrios, J. y Núñez, L.A.; “Researches in tapia walls in Luna´s Cas-tle (Mairena del Alcor, Seville, Spain)”, World Heritage and Sustainable Development (Heritage 2008), Portugal, vol. �, pp. 689-696.

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como los del Palacio del Rey Don Pedro y el Salón de la Justicia del Alcázar de Sevilla, las iglesias de la época (San Marcos, Santa Lucía, el Carmen) y edificaciones domésticas. Grava y cerámica machacada se emplean como árido: grava grande en la muralla de Marchena y, con calibrado diverso, en distintos tra-mos de la de Sevilla: el muro oriental que separa el Alcázar del Barrio de Santa Cruz (recinto i), el Muro del Agua superior, la muralla de la Macarena, los Jardines del Valle, el Cabildo y Menéndez y Pelayo. Cas-cote cerámico mayor aparece en el Patio del Príncipe, de la Galera y de la Cruz, en la muralla primitiva de ingreso al Palacio de la Montería (s. xii, en el muro Este del actual Patio del León), en los muros recientes del Palacio del Yeso (ss. xii-xiii) y en los muros del Palacio de Crucero (ss. xii-xiii) y en la muralla perimetral de la mezquita aljama (117�-117�); las murallas almohades posteriores a 117�, y por tanto la Torre del Oro, se ejecutaron con cascote menudo, con factura similar a la de la Muralla de la Judería de época mudéjar. Las fábricas almohades de tapial detectadas suelen estar revestidas con cal, como consecuencia de que la presencia de cal en su composi-ción obliga a ejecutar un revestimiento también en este material para asegurar su adherencia a la fábrica. En ocasiones son calicastradas, pero en otras se trata de simples enlucidos ejecutados a posteriori.

3. Conclusiones.Un estudio sistemático de las fábricas de tapial, desde una doble conside-ración, visual y analítica, permitirá al investigador avanzar en el conoci-miento de los procesos de ejecución, en cuanto a los medios (materiales y humanos) a disposición y, en consecuencia, a la envergadura de dicho proceso. La síntesis que se ofrece en estas páginas obedece a un primer intento de propuesta de estudio que, si bien surge a partir de la casuís-tica del entorno sevillano, puede ser susceptible de aplicación a otros ámbitos, con el convencimiento de que sólo el intercambio de informa-ción y experiencias procedentes de otras áreas zonales, permitirá perfilar esta propuesta y concretar si los trascendentales cambios que, para el caso andalusí, aplicado al entorno sevillano, se evidencian en el periodo almohade pueden ser consideradas novedades de este pueblo.

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Fig. 1. Esquema de un tapial simple, un tapial mixto encadenado y un tapial mixto verdugado (dib. de L.A. Núnez Arce).

Fig. 2. Restos de revestimiento sobre clavos en la Torre del Mirador Almohade de la muralla de Marchena (Sevilla) (fot. de la autora).

Fig. 3. Indicios y restos de agujas y elementos asociados en fábricas de tapial: a. Restos de una aguja plana de la muralla de Granada (fot. de J. Canivell); b. Mechinal circular, correspondiente a una aguja de rollizo, con impronta de cuerda asociada a la aguja desaparecida (Muralla de Sevilla, tramo de La Macarena) (fot. de J. Canivell); c. Restos de una aguja plana y de un clavo asociado a ella (Mirador Almohade de la Muralla de Marchena, Sevilla) (fot. de J. Canivell).

a

b

c

Fig. 4. Tipos de aguja en época almohade, según el espesor del paramento: a. Agujas pasantes en muro de corto espesor (doméstico); b. Media agujas en muro de amplio espesor (muralla) (dib. de L.A. Núnez Arce).

Fig. 5. Soluciones alternativas para anclaje de medias agujas a la argamasa y arriostramiento de costales: a) Clavos sujetando la aguja y cuerdas en la parte inferior del costal; b) Clavos sujetando la aguja, cuerdas de la parte superior del costal a un vástago interior y cuñas en los aros; c) Clavo atravesando la aguja, cuerda arriostrando la parte superior del costal con el clavo de sujeción de la aguja opuesta, y cuñas en los aros (dib. de L.A. Núnez Arce).

a b c

a b

Fig. 7. Posibles soluciones de contacto entre hilos, sin representar pie de aguja ni encadenados. a. Superposición directa entre hilos, con mechinal en rebaje; b. Superposición directa entre hilos, con mechinal en rebaje y remate latericio; c. Verdugada entre hilos con remate latericio sobre aguja; d. Dos verdugadas entre hilos y remate latericio; e. Tres verdugadas entre hilos (dib. de L.A. Núnez Arce).

Fig. 6. Solución almohade de aros con agujas planas pasantes: los costales, en reba-je por su parte inferior y convenientemente acuñados, penetran en las perforaciones de las agujas, y se arriostran por arriba a garrote (dib. de L.A. Núnez Arce).

a b

edc

Fig. 8. Tapiales continuos con bancadas oblicuas en el cerramiento de El Parque (Mirador Almohade) de la Muralla de Marchena (Sevilla) (fot. de la autora).

Fig. 9. Media aguja con huella de clavos de anclaje a la argamasa (Muralla de Sanlúcar la Mayor, Sevilla), (fot. de J. Canivell).

Fig. 10. Solares en Sevilla con detención arqueológica de fábrica de tapial correspondientes a la muralla y a construcciones urbanas (fuente: Anuarios Arqueológicos de Andalucía 1985-2003) (dib. de L.A. Núnez Arce).