Alberto Insúa Memorias

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  • Alberto InsaMEMORIAS

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    C O L E C C I N O B R A F U N D A M E N T A LC O L E C C I N O B R A F U N D A M E N T A L C O L E C C I N O B R A F U N D A M E N T A LC O L E C C I N O B R A F U N D A M E N T A L

    La Fundacin Santander Central Hispano, fiel a su

    objetivo de promover y fomentar las actividades culturales

    y cientficas mediante el apoyo al desarrollo artstico, hu-

    manstico y a la investigacin cientfica, tiene inters en es-

    tar presente en el mbito literario difundiendo, a travs de

    la Coleccin Obra Fundamental, a escritores contempo-

    rneos de lengua espaola, dando a conocer sus obras dis-

    persas, no suficientemente divulgadas, agotadas o difciles

    de encontrar en la actualidad.

    La Coleccin Obra Fundamental tiene por finali-

    dad recuperar para el pblico en general, y sobre todo pa-

    ra los aficionados ms jvenes, las creaciones de estos es-

    critores, agrupadas por gneros literarios, y sin pretender

    contener las obras completas de cada uno de ellos sino el

    ncleo esencial de su produccin literaria, aquello que les

    caracteriza y distingue frente a los restantes autores de su

    tiempo.

    TTULOS PUBLICADOS EN LA COLECCIN

    PoesaGastn Baquero

    EnsayoGastn Baquero

    PoesaJos Garca Nieto

    Relatos infantiles y juvenilesJos Mara Snchez-Silva

    Cuentos adultosJos Mara Snchez-Silva

    Artculos periodsticosJos Mara Snchez-Silva

    Races de Espaa (2 volmenes)Eugenio Noel

    Obra literaria (2 volmenes)Jos Gutirrez-Solana

    Novela (2 volmenes)Silverio Lanza

    NovelaNicasio Pajares

    Poesa completaAntonio Espina

    Prosa escogidaAntonio Espina

    Poetas del novecientos (2 volmenes)Edicin de Jos Luis Garca Martn

    Poesa (2 volmenes)Ramn de Basterra

    Cuentos completosMerc Rodoreda

    AntologaSamuel Ros

    Ensayos literariosAntonio Marichalar

    MemoriasAlberto Insa

    Las MEMORIAS de Alberto Insa, cuya antologa edita la Fundacin Santander CentralHispano, recogen las vivencias personales de su autor enmarcadas en un tiempo, a caballoentre dos siglos, denso de acontecimientos histricos, sociales, artsticos y de amplia reso-nancia en Espaa, Europa y en el mundo.

    Federico C. Sainz de Robles, principal difusor de la promocin de El Cuento Semanal,escriba en La Estafeta Literaria el da 1 de noviembre de 1969: En cualquier otro pasmenos subdesarrollado literariamente que el nuestro, bastaran los tres nutridsimos tomosde sus Memorias: mi tiempo y yo (1952, 1953, 1959) para asegurar a Insa un puesto perma-nente en las ms ceidas historias de la literatura espaola. Tantas son la verdad, la ameni-dad, los agudsimos juicios, las noticias literarias de primera mano que hay en ellos. Yaada: Pues si fuera preciso sealar las dos novelas espaolas ms veces reimpresas entre

    1900 y 1936, sera de justicia proclamar que La casa de la Troya: estudiantina, del madrileoAlejandro Prez Lugn, y El negro que tena el alma blanca, de Insa. Novelas que an hoyse reimprimen con frecuencia. Pese a ello, seis aos antes (9-xi-1963), una escueta nota enel peridico Madrid aluda al fallecimiento del novelista de su promocin ms veces tradu-cido y a ms idiomas: Ha muerto Alberto Insa. Durante muchos aos fue uno de losnovelistas ms ledos en Espaa.

    Santiago Fortuo Llorens, profesor de Literatura Espaola de la Universidad Jaume Ide Castelln, ha realizado el estudio preliminar, la recopilacin bibliogrfica y la antologade estas Memorias de Alberto Insa. Es autor, asimismo, del estudio Primera generacin po-tica de postguerra y de ediciones de diferentes pocas literarias (Fernando de Herrera, JosCadalso, Conde de Noroa, Amalia Fenollosa y Benito Prez Galds), entre las que desta-can las de El negro que tena el alma blanca (1998) y Humo, dolor, placer (1999) de Insa.

    cubierta Alberto Insua 9/10/03 13:25 Pgina 1

  • M E M O R I A S

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina III

  • ALBERTO INSA EN 1914.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina IV

  • ALBERTO INSA

    MEMORIAS[Antologa]

    Seleccin e introduccin de

    Santiago Fortuo Llorens

    C O L E C C I N O B R A F U N D A M E N T A L

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina V

  • Fundacin Santander Central Hispano, 2003 De la introduccin y de la seleccin: Santiago Fortuo Llorens Sucesores de Alberto Insa

    Reservados todos los derechos. De conformidad con lo dispuesto en el artculo 534-bis del Cdigo Penal vigente,podrn ser castigados con penas de multa y privacin de libertad quienes reprodujeren o plagiaren, en todo o enparte, una obra literaria, artstica o cientfica fijada en cualquier tipo de soporte sin la preceptiva autorizacin.

    ISBN: 84-89913-43-9Depsito legal: M. 18713-2003

    Maqueta: Gonzalo ArmeroImpresin: Grficas Jomagar, S. L. Mstoles (Madrid)

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina VI

  • N D I C E

    Introduccin, por Santiago Fortuo Llorens [ XI ]

    Bibliografa [ XL ]

    I . MI TIEMPO Y YO

    [1]. Cuba y Espaa en la mente de un nio [ 3 ]

    [2]. Primera revelacin de Espaa [ 9 ]

    [3]. Campus Stellae [ 15 ]

    [4]. Ms espaolito que antes [ 25 ]

    [5]. Esperando a Weyler [ 33 ]

    [6]. Mi nueva imagen de la guerra [ 41 ]

    [7]. Segunda presencia de Murgua [ 47 ]

    [8]. Las puertas de oro del Quijote [ 55 ]

    [9]. Y lleg el Maine [ 59 ]

    [10]. Y vol el Maine [ 63 ]

    [11]. Horas de angustia [ 71 ]

    [12]. La tarde del 21 de abril [ 75 ]

    [13]. El bloqueo, las tinieblas [ 85 ]

    [14]. La ltima hora de Espaa en Cuba [ 89 ]

    [15]. Electra desde el paraso del Espaol [ 93 ]

    [16]. Aparicin del amigo Valle [ 99 ]

    [17]. Canalejas, Unamuno, Blasco Ibez [ 105 ]

    [18]. El palacio de la literatura [ 111 ]

    [19]. De don Benito a doa Emilia [ 117 ]

    [20]. Escaramuzas del Ateneo y combates del Parlamento [ 123 ]

    [21]. El epitalamio de Alfonso XIII [ 129 ]

    [22]. El len de Graus [ 135 ]

    [23]. Un rbol de hojas de papel [ 141 ]

    [24]. La generacin de El Cuento Semanal [ 145 ]

    [25]. Sagitario. El saln de Antonio de Hoyos y varias ancdotas [ 147 ]

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina VII

  • [26]. Los personajes de En tierra de santos y tres salas de armas [ 153 ]

    [27]. El Madrid de La hora trgica [ 159 ]

    [28]. Un libro escandaloso y una revolucin editorial [ 163 ]

    II . HORAS FELICES. TIEMPOS CRUELES

    Advertencia al lector [ 171 ]

    [1]. La feria literaria de Pars [ 173 ]

    [2]. Clar, Casas, Rusiol. Semblanza de Juan Gris [ 179 ]

    [3]. Me araan en la pea del Napolitain [ 185 ]

    [4]. El rey del arroz [ 189 ]

    [5]. Temporada en Madrid. Oigo los tiros que mataron a Canalejas [ 193 ]

    [6]. Mis dos grandes atracciones de Londres: Mrs. Pankhurst y la Venus herida [ 199 ]

    [7]. En la casa de Shakespeare. La espada de Hamlet [ 203 ]

    [8]. Primera visita a Barrs. Sus dos mentores en Toledo [ 207 ]

    [9]. Se inicia la aventura teatral. Al empresario le gust la comedia [ 211 ]

    [10]. El caso de En familia. El banquete en la Legacin de Cuba [ 217 ]

    [11]. El pateo de La consulesa. Reflexiones amargas sobre el teatro [ 221 ]

    [12]. El Blasco Ibez de la Rue Davioud en el Pars panglossiano de la primavera

    del 14 [ 227 ]

    [13]. La guerra: aliadfilos, germanfilos y neutrales [ 231 ]

    [14]. Clemenceau o el genio de la terquedad. Los gases. Encuentro con Salaverra [ 237 ]

    [15]. Bajo el cielo sin luna de Pars [ 243 ]

    [16]. Mi primer artculo para Abc. Primeras nieves sobre Pars [ 247 ]

    [17]. Las bellas secretarias y los escritores de la Maison de la Presse. Encuentro con

    Julio Camba [ 253 ]

    [18]. El sabio helenista deseaba un dictador [ 259 ]

    [19]. En el ddalo de las trincheras [ 263 ]

    [20]. Adis a Alfredo Vicenti. Diversas visitas y encuentros en Madrid [ 271 ]

    [21]. El teatro de la guerra en 1917 [ 283 ]

    [22]. El ltimo disparo. Quines le convena a Espaa que ganasen la guerra? Un

    respiro para continuar [ 289 ]

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina VIII

  • III . AMOR, VIAJES Y LITERATURA

    [1]. [En la Sala del Reloj del Quai dOrsay] [ 299 ]

    [2]. [Yo nunca estuve sin Espaa en Pars] [ 305 ]

    [3]. [El rey y Ptain evocan la batalla] [ 313 ]

    [4]. [Aquel transente solitario] [ 317 ]

    [5]. [Entrevista con Masaryk] [ 323 ]

    [6]. [En Madrid, octubre de 1919] [ 327 ]

    [7]. [La muerte de Galds] [ 331 ]

    [8]. [De cmo tuve noticia de la muerte de la condesa de Pardo Bazn] [ 337 ]

    [9]. [La primera idea de El negro que tena el alma blanca] [ 345 ]

    [10]. [Un novelista en busca de un ttulo] [ 347 ]

    [11]. [Evocacin de don Jos Ortega Munilla] [ 355 ]

    [12]. [El panorama de la novela espaola en 1922] [ 361 ]

    [13]. [La muerte de un genio de la pintura] [ 367 ]

    [14]. [La Repblica de los lobos] [ 371 ]

    [15]. [Octubre de 1922, con Unamuno en Salamanca] [ 377 ]

    [16]. [El nudo gordiano de Marruecos] [ 383 ]

    [17]. [Los primeros meses del Directorio Militar] [ 389 ]

    [18]. [Episodios memorables en la corte de Alfonso XIII] [ 395 ]

    [19]. [Mi amistad con Azorn] [ 399 ]

    [20]. [Cuando muri Anatole France] [ 403 ]

    [21]. [De cmo me convert en un aficionado a los toros] [ 409 ]

    [22]. [Entre marzo y abril de 1925] [ 415 ]

    [23]. [A Pars en busca de un negro] [ 421 ]

    [24]. [Acerca de los estilos literarios] [ 425 ]

    [25]. [Por qu cambi de editor] [ 431 ]

    [26]. [El carnaval agonizaba en Madrid] [ 435 ]

    [27]. [El Arma de Artillera plantea un conflicto a Primo de Rivera] [ 439 ]

    [28]. [Los centros espaoles de Cuba] [ 443 ]

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina IX

  • Santiago Fortuo Llorens

    INTRODUCCIN

    Alberto Insa (1883-1963) es el seudnimo de Alberto Galt y Escobar, nacido en La

    Habana (Cuba). Su padre era pontevedrs, de San Paio de Figueroa (A Estrada), y su

    madre, perteneciente a una familia aristocrtica, oriunda de Camagey (Cuba). La

    abuela materna, Dolores de Cisneros, fue descendiente del cardenal impulsor de la Uni-

    versidad de Alcal de Henares, el espaol ms espaol de Espaa1. Tras la liquidacin

    colonial de Cuba en 1898, Alberto Insa se traslada, con su familia, a La Corua y, pos-

    teriormente, a Madrid, donde cursa los estudios de Derecho, y comienza a alternar el

    trabajo de periodista con su tarea literaria. Entre 1905 y 1948 escribi centenares de ar-

    tculos periodsticos y literarios en Espaa, Francia y Buenos Aires. Su numerosa obra

    narrativa ms de medio centenar de novelas, que se extiende entre 1907 y 1955, co-

    noci el xito popular. Considerado mayoritariamente, por la crtica, de la promocin

    de El Cuento Semanal 2, Jos Luis Abelln lo sita en la generacin del 14 por su ac-

    tuacin intelectual y periodstica3. Algunas de sus novelas, como La mujer fcil (1910)4,

    1 As lo define Alberto Insa en sus Memorias I, Madrid, Tesoro, 1952, pg. 74.

    2 Carlos Sainz de Robles, F., La novela corta espaola. Promocin de El Cuento Semanal (1901-1920), Madrid,

    Aguilar, 1959, y La promocin de El Cuento Semanal 1907-1925. (Un interesante e imprescindible captulo de la histo-

    ria de la novela espaola), Madrid, Espasa-Calpe, 1975.

    3 Cito por Claire-Nicolle Robin, Alberto Insa, periodista aliadfilo durante la Primera Guerra Mundial,

    Actas X Congreso de Hispanistas, Barcelona, 1992, pg. 216, nota 2.

    4 Libro controvertido del que Insa escribe diez aos ms tarde: Un mal paso, porque hizo y con razn

    que durante algunos aos se me confundiese con los autores pornogrficos. [] Es un libro dbil y un libro frvolo.

    [] Una conversacin de tenorios madrileos en un rincn de Fornos, del antiguo Fornos. Y nada ms, desgracia-

    damente, Post-Scriptum a La mujer fcil, Madrid, Renacimiento, 1920.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XI

  • Las flechas del amor (1912) y El negro que tena el alma blanca (1922), llegaron a ser las

    obras ms ledas de estas dos dcadas y se tradujeron al francs, italiano, alemn, sueco

    y portugus5. En los relatos de Insa se trenzan los elementos costumbristas, de realis-

    mo social y la descripcin naturalista con una destacada dosis de ingredientes folleti-

    nescos6. Concretamente, en El negro que tena el alma blanca, en Humo, dolor, placer, en

    Las neurticas, en Las flechas del amor y en El peligro presenta el conflicto cubano como

    marco de sus vivencias infantiles7. Alberto Insa es un espaol de Cuba. Y esto, tal vez,

    le ha dado desde nio un sentido de universalidad []. Y vio cmo Espaa acababa de

    quedarse sola, replegada en los viejos lmites peninsulares, vencida por haberse queda-

    do rezagada8.

    Sobre la novela El negro que tena el alma blanca, Jos Ortega Munilla escribi una

    resea elogiosa en el peridico madrileo Abc en la que, entre otras cosas, deca:

    Esta novela es una invencin singularsima, en la que se unen dos elementos his-

    pnicos: la antigua isla de Cuba, bajo el dominio de Espaa, y Espaa, en su propio

    territorio, en la actualidad9.

    [XII] INTRODUCCIN

    5 Maurice Hemingway, Alberto Insa (1883-1963). Ensayo bibliogrfico, Revista de Literatura, lvi, nm. 112,

    1994, pgs. 510-512. Este artculo constituye una recopilacin amplia de la obra de A. Insa. De maestro de nove-

    listas califica Jos Luis Sampedro a A. Insa en El amante lesbiano, Barcelona, Aret, 2000, pg. 16.

    6 El estudio de este tipo de novelas ha merecido recientemente la atencin crtica. A ttulo de ejemplo, el libro

    de Magnien, Brigitte y otros, Ideologa y texto en El Cuento Semanal (1907-1912), Madrid, Ediciones de la Torre,

    1986, y el de Mogin-Martin, Roselyne, La novela corta, Madrid, csic, 2000.

    7 Vanse mis ediciones de El negro que tena el alma blanca, Madrid, Clsicos Castalia, 1998, y Humo, dolor, pla-

    cer, ms concretamente la introduccin, Cuba y el conflicto del 98 en Humo, dolor, placer, Madrid, Castalia-Co-

    munidad de Madrid, 1999, pgs. 28-35, y mi artculo El conflicto del 98 en la novela del hispano-cubano Alberto

    Insa, Actas del Simposio Internacional La crisis espaola de fin del siglo y la generacin del 98, Universitat de Barce-

    lona, 1999, pgs. 343-354.

    8 Valentn de Pedro, Semblanza, en Alberto Insa, Dos francesas y un espaol, Madrid, Renacimiento, 1931, 2.

    ed., pg. 18.

    9 Abc, 6 de julio de 1922, pgs. 3-4. Lo recuerda, asimismo, en sus Memorias III, Madrid, Tesoro, 1959, pg. 227.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XII

  • A pocas fechas de la publicacin de Humo, dolor, placer, el tambin escritor y fa-

    moso orador Federico Garca Sanchiz adverta la intencin patritica de Insa en es-

    ta novela:

    Novela cubana y cubanizante. [] La devocin filial y la intencin patritica

    animan la ltima obra de Insa []. La Habana recobr su conciencia en Humo, do-

    lor, placer, [] molde en el que lograron forma definitiva todos los sentimientos

    cubanizantes en fusin10.

    Fue Alberto Insa, adems de un escritor prolfico y periodista verstil, una per-

    sona involucrada en la vida social y cultural del Madrid de su tiempo (fundador de

    la editorial Prez Villavicencio11, miembro del Ateneo y de la Sociedad de Cursos y

    Conferencias de la Residencia de Estudiantes, asiduo contertulio de cafs), que de-

    sempe, en el seno del partido de Alejandro Lerroux, el cargo de gobernador civil

    en Mlaga y Vitoria12. Tras una estancia larga en Buenos Aires de 1937 a 1949, muri

    en Madrid el 8 de noviembre de 1963.

    Tres aspectos destacan, de manera especial, en las Memorias de Alberto Insa: el

    conflicto de Espaa y Estados Unidos por la colonia espaola de Cuba13, a la que des-

    cribe con grandes dosis de colorido y sensualidad (i, cap. ii); la visin de la primera

    guerra mundial desde una perspectiva excepcional, por su calidad de periodista y en-

    viado especial a Francia, y, singularmente, las referencias a su trayectoria literaria.

    Los tres volmenes de las Memorias fueron publicados en 1952, 1956 y 1959 res-

    pectivamente, redactados cuando Alberto Insa ya era sexagenario. Las reflexiones se

    imbrican con las evocaciones, habida cuenta de la evidente dificultad de separar el

    SANTIAGO FORTUO LLORENS [XIII]

    10 Al margen de Humo, dolor, placer. La Habana y sus enamorados, El Imparcial, Suplemento Literario, 29-vii-

    1928, pg. 14.

    11 Su experiencia como editor la cuenta en Un rbol de hojas de papel (i, cap. lxxx).

    12 En concreto, desde el 23 de diciembre de 1933 al 30 de noviembre de 1935 en Mlaga y del 5 de diciembre de

    1935 al 23 del mismo mes y ao en la capital de lava.

    13 Mi actitud ante los episodios blicos y polticos que constituyen el tema y la sustancia de esta primera parte

    de mis Memorias (i, cap. xiii).

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XIII

  • tiempo narrado desde el presente de la narracin (i, cap. iv). Ocupan, en su primera

    edicin, una extensin de mil setecientas setenta pginas. Mi tiempo y yo es el sub-

    ttulo del primer volumen, Horas felices. Tiempos crueles el del segundo y Amor,

    viajes y literatura el del tercero14. Con anterioridad, ya haban sido dadas a conocer

    en el semanario Domingo de Madrid15. En estas Memorias su autor mezcla la ancdo-

    ta con la historia (la ancdota es la sal de la Historia, dijo Plutarco y menciona In-

    sa), su propia vida con el hecho trascendental de la historia europea: Me propuse

    rememorar mi vida conciliando sus episodios ntimos con los nacionales y universa-

    les que tuve la ocasin de presenciar de cerca. Creo que, en mi propsito, lo histri-

    co y lo anecdtico, lo trascendente y lo fugitivo, se dan la mano y se fortifican entre

    s16. Son las Memorias de un hombre que se autodefine como epicreo, perezoso,

    cosmopolita, locuaz, individualista, conservador y anticomunista. Insa es un testigo

    excepcional del desmoronamiento colonial de La Habana y de la influencia nortea-

    mericana posterior. Como periodista vive, conoce y relata desde Pars, en las pginas

    de Abc y La Correspondencia de Espaa, el desarrollo de la primera conflagracin

    mundial del siglo xx. Ya haba recopilado sus crnicas de guerra en los libros Pginas

    de la guerra. Por Francia y por la libertad (1917) y Nuevas pginas de la guerra (1917),

    muchas de cuyas pginas encuentran nuevo acomodo en estas Memorias, que resul-

    tan fundamentales para conocer, con su anlisis y reflexin, ambos hechos histricos,

    a caballo entre dos siglos, vividos intensamente por nuestro autor y comentados por

    l mismo con detalle: la prdida de Cuba por Espaa (1898) y la primera guerra mun-

    dial (1914-1919)17, ante la que toma una postura firme y explcita a favor de los alia-

    dos: En estos artculos [el autor] defendi la causa de la libertad de los pueblos, que

    es la misma que defiende Francia, escribi, desde Pars, en diciembre de 1916, en el

    prlogo a Por Francia y por la libertad.

    [XIV] INTRODUCCIN

    14 Dedica este ltimo tomo A Melchor Fernndez Almagro, que tanto me anim a proseguir estas Memorias.

    Al crtico, el historiador, el ensayista ilustre, y al amigo de siempre.

    15 Memorias II, Madrid, Tesoro, 1953, pg. 386.

    16 Advertencia al lector, tomo ii, pg. 5.

    17 Claire-Nicolle Robin, Alberto Insa, periodista aliadfilo durante la Primera Guerra Mundial, cit., pgs.

    215-222.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XIV

  • Alberto Insa, al inicio de sus Memorias, describe con sencillez y claridad cul es

    la situacin de algunas nacionalidades europeas, que intervendrn activamente en la

    Primera Guerra Mundial:

    La Espaa del 98, para todo espaol consciente y honrado, era una patria dolo-

    rida, desmembrada, exhausta de energas al parecer. No poda pensar ese espaol sino

    en salvarla, en renovarla; alguno dira en europeizarla. En cambio, el ingls viva

    an en el eplogo glorioso de la era victoriana; el francs sentase content de lui-m-

    me, no obstante sus temores de una nueva agresin teutona, y el alemn disponase

    alegremente a conquistar el mundo18.

    El conflicto cubano en las MEMORIAS

    La guerra e independencia cubanas ocupan lugar preferente en el primer volumen

    de las Memorias de Alberto Insa. Es un tema tratado con patriotismo y fervor ro-

    mntico, al que no deja de aludir en los otros volmenes. Su postura a favor de la de-

    pendencia cubana de Espaa es clara y rotunda en cualquiera de estas pginas. Ap-

    yala una obligacin histrica y tambin cultural:

    [] esta parte de mis Memorias, en que he tratado de historiar, a mi manera, los

    trances diversos de la campaa de Cuba hasta la hora en que la fatalidad oblig a Es-

    paa a retirarse de una tierra que haba descubierto, fecundado y evangelizado, he-

    cho, en fin, a su imagen y semejanza, y a aceptar el vae victis que sealaba el ocaso

    definitivo de su imperio en Amrica y su archipilago de Oceana. Nos los arrebata-

    ron todo, o casi todo Menos el honor y la esperanza19.

    En 1895, al estallar la guerra, Alberto Insa tiene doce aos. Los nombres de Jos

    Mart, Maceo, Mximo Gmez el Chino Viejo, entre otros insurrectos independentistas,

    SANTIAGO FORTUO LLORENS [XV]

    18 Memorias I, cit., pg. 8.

    19 Ibidem, pgs. 253-254.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XV

  • se unen en su imaginacin al de Martnez Campos, el general espaol encargado de

    meter en cintura a los mambises. Desde pequeo y pese a la diversa opinin entre sus

    familiares, alineados a favor y en contra del separatismo, adopta, como su padre, una

    postura radicalmente espaolista, que Cuba no dejase de ser espaola, que contina

    mostrando a travs de sus Memorias. Admira de los espaoles su propensin al mestiza-

    je ya que no ha habido, que yo sepa, hombres en el mundo que resolvieran ms fcil y

    humanamente los conflictos planteados por la diversidad de las razas20. En La Corua,

    donde se establece con su familia en 1895, observa cmo al Muelle de Hierro llegan de

    su isla natal juventudes tronchadas, cuerpos rotos, lgrimas, angustias, muertes21.

    En estas Memorias se expone pormenorizadamente la evolucin del conflicto cu-

    bano desde 1895 hasta su desenlace, tres aos despus. Se desgranan los hechos y

    acontecimientos: el cambio de generales en la isla (Martnez Campos, Weyler), la

    postura oficial del Gobierno de Madrid y la de los Estados Unidos, la fiesta previa a

    la explosin del Maine, pretexto de la definitiva intervencin estadounidense, a todas

    luces inimputable a un complot espaol, segn el autor de las mismas. Se narra la his-

    toria desde la inmediatez de los propios personajes intervinientes, con toda la crude-

    za y apasionamiento, sin la imparcialidad del historiador:

    Don Pancho Recamn [] habl nicamente, y con laconismo, de la explosin,

    porque haba estado alrededor del barco hundido y entre las llamas prestando socorro,

    salvando gente, como era su deber. Tena una de las manos envuelta en una gasa. []

    Al preguntarle mi padre por la causa de la explosin:

    Interna dijo, despidindose. []

    Los despojos de las vctimas del Maine menos de ochenta fueron conducidos al

    Ayuntamiento, en cuya sala capitular estuvieron tendidos hasta que llegaron los atades22.

    Una de las ideas constantes de las Memorias de Alberto Insa es la creencia en que

    el desmembramiento de Cuba habra podido ser evitado si las reformas concretas del

    [XVI] INTRODUCCIN

    20 Ibidem, pg. 24.

    21 Ibidem, pg. 79.

    22 Ibidem, pg. 162.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XVI

  • presidente Antonio Maura se hubieran llevado a cabo, sin la oposicin de Romero

    Robledo y sus afines al joven poltico, quien suscitaba grandes envidias en el Con-

    greso:

    La admiracin de mi padre por don Antonio Maura databa como l deca

    de los tiempos de Cuba, cuando aquel poltico previsor expuso sus famosas reformas

    que hubiesen frustrado la guerra que concluy con el desastre de Santiago y liquid

    el funesto Tratado de Pars. [] Maura haba tardado seis meses en elaborar su pro-

    yecto, que descentralizaba en gran parte la administracin de Cuba de la de Espaa,

    rebajando la cuota contributiva impuesta para figurar en el censo electoral, y aumen-

    taba en alta proporcin el nmero de electores cubanos23.

    A la muerte de Antonio Maura, el da 13 de diciembre de 1925, Alberto Insa in-

    siste en el recuerdo de las palabras de su padre Waldo:

    Si sus reformas hubiesen prosperado djome no estaramos t y yo ahora ha-

    blando en Madrid, sino en La Habana. Pero, en fin, se opuso el ciego Destino a que

    as fuese. Y a esa ceguera fatal contribuyeron todos los espaoles, que no acertaron a

    ver al ms patriota e inteligente de nuestros polticos, despus de Cnovas, en este

    grande hombre que acaba de morir. Es un da de luto para m. Las reformas de Mau-

    ra no slo hubiesen evitado la segunda guerra de Cuba y retardado la emancipacin

    de la isla, sino tambin resuelto los problemas ms agudos y dolorosos de Espaa24.

    Los separatistas cubanos se negaban a todo pacto y rechazaban el rgimen auto-

    nmico, aunque lo aprobasen los Estados Unidos. Tambin las gestiones del papa

    Len XIII fueron rechazadas por McKinley, quien haba solicitado a las dos Cmaras

    de su pas emplear las armas al intervenir en Cuba con el propsito de crear en ella

    un Gobierno independiente y fuerte25.

    SANTIAGO FORTUO LLORENS [XVII]

    23 Memorias III, cit., pg. 464.

    24 Ibidem, pg. 465.

    25 Memorias I, cit., pg. 170.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XVII

  • Insa extraaba que Benito Prez Galds, uno de los novelistas ms reconocidos

    de la poca, no hubiera escrito el Episodio Nacional de la guerra de Cuba:

    Por qu entre los Episodios nacionales no figuran los de la rota de Cavite y San-

    tiago de Cuba y el de la magnfica epopeya de El Caney y San Juan? Bien pudo Gal-

    ds escribir ese episodio, como escribiera los de Trafalgar y Zaragoza, sin haberlos

    presenciado, pero s pensado y soado sin otra levadura y sal de realidad que las que

    hall en las gacetas y memorias de la poca26.

    A los sesenta aos de estos hechos, cuando Insa escribe estas Memorias, el amor

    patritico brota de entre sus recuerdos y reconoce que los espaoles supieron perder:

    Esta otra Cuba que surga de la guerra, de una guerra que, en definitiva, haban

    ganado hombres de una raza distinta de la nuestra, unos hombres que hablaban in-

    gls, no era la Cuba de mis amores y mis sueos27.

    El 31 de diciembre de 1898, la vspera del da nefasto para los espaoles en que

    nuestra bandera sera sustituida en el mstil del Morro por el pabelln, cuajado de es-

    trellas, de los Estados Unidos, y no por el de Cuba, con su estrellita solitaria en el

    tringulo rojo28, Alberto Insa, con su familia, zarpaba, en el barco La Navarre, del

    puerto de La Habana rumbo a La Corua espaola. Lo que a continuacin sucedi,

    lo oficial y protocolario de la entrega de poderes por el ltimo gobernador general en

    Cuba, el general Jimnez Castellanos, nos lo narra tambin desde una perspectiva l-

    rica y a travs de la emocionada nostalgia del vencido. Insa basa su texto en los tes-

    timonios y cartas conservados por su padre. As rememorara estos acontecimientos:

    A uno de los balcones se asom una mujer joven y muy bien parecida, la cual, agi-

    tando frenticamente una bandera espaola, grit con voz vibrante: Viva Espaa!

    [XVIII] INTRODUCCIN

    26 Ibidem, pg. 220.

    27 Ibidem, pg. 234.

    28 Ibidem, pg. 243.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XVIII

  • Viva!. A m se me saltaron las lgrimas. [] Esa mujer me hizo pensar en Mara Pi-

    ta, en Agustina de Zaragoza; me pareci Espaa misma que gritaba: No me he

    muerto y parte de mi alma permanece aqu!29.

    Por el contrario, en Espaa se asista con indiferencia a los nuevos rumbos de la

    ex colonia espaola, segregada por el Tratado de Pars. Como tambin hiciera cons-

    tar Po Baroja, Insa extraa y anota el nulo inters mostrado por la mayora de la

    gente ante el problema del desastre nacional, a menos de un ao de la consumacin

    de los hechos, en octubre de 1899, cuando se dispone a iniciar los estudios de la li-

    cenciatura de Derecho en la Universidad de Madrid. A sus diecisis aos, con todo

    el bagaje personal acumulado, se considera un adulto respecto a sus condiscpulos:

    Pero el tema ms importante de sus conversaciones, en el que solan detenerse,

    bien para mirarse de un modo melanclico, bien para emitir conceptos en que se re-

    flejaba su desencanto o su patritica indignacin era, segn decan, el silencio

    casi absoluto, la indiferencia general que se observaba en Espaa frente al hecho, ms

    que doloroso, terrible, de la prdida de las Colonias. [] Por aquello que equi-

    vala al ocaso de un imperio, a la liquidacin de una Espaa todava poderosa, a un

    vuelco espantoso en nuestra historia30.

    Como hombre que particip de las inquietudes de la generacin del 98, Insa se

    hace eco de las preocupaciones del momento entre los polticos e intelectuales. Su pa-

    dre, Waldo lvarez Insa, fundador de El Eco de Galicia. Revista Semanal de Ciencias,

    Artes y Literatura en La Habana, que escribiera en 1896 El problema cubano, con es-

    caso xito31, fue un hombre obsesionado en toda su vida por el problema de Espaa,

    motivado, segn l mismo, por la fuerte individualidad de los espaoles, que se re-

    sisten a obedecer, aquella locura de creerse cada uno, dentro de s, un rey32. Waldo

    SANTIAGO FORTUO LLORENS [XIX]

    29 Ibidem, pg. 256.

    30 Ibidem, pgs. 288 y 290.

    31 Ibidem, captulo Palitos de pasa, pgs. 326-329.

    32 Ibidem, pg. 305.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XIX

  • lvarez Insa particip asimismo en el resurgimiento del regionalismo gallego33 y se

    relacion con las primeras figuras polticas de su tiempo. Su hijo nos lo presenta en

    sus Memorias como persona inquieta por intervenir, en primera fila, en la poltica y

    a quien le cupo al menos la suerte de haber influido, con su palabra y sus artculos,

    en el escenario poltico cubano y espaol de entresiglos. Como caminante histrico

    [], l se haba detenido en su 98, que no era, ciertamente, el de los intelectuales

    que dudaban del vigor de Espaa para reponerse de sus descalabros y resurgir gracias

    a las portentosas reservas de su espritu34. He aqu el sumario poltico del siglo xix,

    a juicio del padre de Alberto Insa:

    Desde el punto de vista de los progresos materiales, no ha sido el xix un mal si-

    glo. Desde el punto de vista poltico, no s qu decirte O s s qu decirte y me lo

    callo, porque no quiero disminuir tus ilusiones. Para m, este siglo que se va, que se

    retira por el foro, ha sido un siglo funesto, porque ha significado para Espaa lo que

    t no ignoras. Durante l fuimos perdiendo, una a una, nuestras posesiones de ultra-

    mar, y aqu, en casa, tuvimos que rechazar una invasin francesa, sostener varias gue-

    rras dinsticas y aun saltar a frica para sentarles la mano a los rifeos Vaya con

    Dios o con el diablo el siglo xix! Y de lo que haya de suceder en el xx, qu podra yo

    decirte? Ni yo ni nadie puede saberlo. A m lo nico que me importa es Espaa35.

    Por su cercana cronolgica, resulta de inters la valoracin de Alberto Insa de los

    escritores agrupados por Ortega y Gasset y Azorn en 1913 con la denominacin de

    generacin del 98. Sus componentes, segn nuestro escritor, no vivieron de cerca el

    problema de Cuba ni les aglutin motivo alguno ms que la mera cronologa:

    Que publicaban (Ganivet, Unamuno, Azorn, Maeztu) ensayos, versos y no-

    velas y escriban comedias sin que pudiese nadie adivinar que, andando el tiempo, se

    [XX] INTRODUCCIN

    33 Alberto Snchez lvarez-Insa, Aproximacin a un galleguista insigne: Ideologa y texto de la obra literaria

    de Waldo lvarez Insa, El Museo de Pontevedra, tomo lii, 1998, pgs. 481-496.

    34 Memorias II, cit., pg. 512.

    35 Memorias I, cit., pgs. 308-309.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XX

  • les agrupara bajo el ttulo de la generacin del 98, como si hubiesen constituido

    una plyade, con sus estrellas de un fulgor semejante, cuando en realidad no existi

    entre ellos armona, ni siquiera simpata, sino una circunstancia que les hizo mani-

    festarse como escritores alrededor de la fecha del 98. [] Y no insisto como

    considerndose parte de un todo intelectual destinado a dirigir los nuevos rumbos

    de la patria. [] Pero cada cual vea a Espaa a su manera y ninguno de ellos haba

    estado en Cuba o Filipinas manejando su fusil36.

    Y continuaba:

    Mi padre sola decir que l era un verdadero hombre del 98, pero no de la gene-

    racin de escritores a la que se asignaba tal fecha, sino de la que haba vivido y sufrido

    sobre el terreno la ltima guerra de Cuba, con su triste final para nosotros, y que esa he-

    rida no acababa de cicatrizarse en su alma. Esto era verdad. Segua dolindole su 9837.

    No pertenezco en la vida literaria a la promocin del 98, pero viv y sufr el 98

    en la propia Cuba, cordialmente, no intelectualmente como aquellos ilustres literatos

    en Madrid38.

    Para Alberto Insa lo acaecido en Cuba marca un antes y un despus en la histo-

    ria espaola. Segn l, este desastre del 98 es comparable a la derrota de la Invenci-

    ble frente a los ingleses en el siglo xvi. Transcurrieron muchos aos hasta que los es-

    paoles se percataron de los graves riesgos a que estaba sometida la patria: el discurso

    de alerta, en el Congreso, de Antonio Maura, a finales de 1907, sobre la reconstruc-

    cin de la Marina de guerra de un pas rodeado por tres mares, con la interrupcin

    de los Pirineos, y sin ninguna defensa naval39, el contubernio de republicanos, de-

    mcratas y liberales, el separatismo cataln y las manifestaciones en contra de Mau-

    SANTIAGO FORTUO LLORENS [XXI]

    36 Ibidem, pg. 401.

    37 Memorias III, cit., pg. 311.

    38 Ibidem, pg. 562.

    39 Memorias I, cit., pg. 565.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XXI

  • ra en las principales ciudades del pas en 1909, que hacan exclamar a ms de uno:

    Despus de lo de Cuba, esto!40.

    La guerra de frica librada por Espaa frente a los rebeldes marroques, en este

    mismo ao, le hace evocar y revivir la guerra que yo haba vivido: la de Cuba, tan

    prxima en el panorama de la Historia, tan presente y vvida en mi corazn [], y

    estos soldados, que cayendo a racimos expugnaban el diablico Gurug, eran, con

    nombres y cuerpos diferentes, los mismos, por el alma, que los de Cascorro y El Ca-

    ney41. Aos despus, cuando Alberto Insa se encuentra en Pars, en los prolegme-

    nos de la Primera Guerra Mundial, aade:

    Toda guerra es un dolor. Y no me lo preguntes a m, que todava me sangra por

    dentro la que perdimos en el 98, ante, no lo olvides, una Europa indiferente u hos-

    til. Qu hicieron en aquella ocasin por Espaa las grandes potencias europeas? Sa-

    bes de algn voluntario francs en las guerrillas espaolas del campo cubano? Y qu

    hizo Inglaterra por moderar el vae victis de los norteamericanos sobre nosotros?42.

    Una guerra, la de Cuba, sin los adelantos de los que la tcnica militar hizo gala en

    la primera mundial:

    Yo recordaba mi guerra, la de Cuba, vivida y sufrida moralmente en La Haba-

    na, pero sin ningn peligro material inmediato, pues los acorazados yanquis del blo-

    queo no llegaron a bombardearnos43.

    En 1927, Alberto Insa regresa a la isla. Al ao siguiente, en su novela Humo,

    dolor, placer recrea literariamente este retorno a su pas natal. La figura del protago-

    nista, Antonio, reemplaza al propio autor, quien son sus palabras a los cuaren-

    [XXII] INTRODUCCIN

    40 Ibidem, pgs. 572-573.

    41 Ibidem, pg. 581.

    42 Memorias II, cit., pg. 233.

    43 Ibidem, pg. 479.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XXII

  • ta y tres aos de edad, en el mejor momento de mi vida literaria, que mis novelas se

    lean en todos los pases de nuestro idioma y que si mi fama de escritor se extenda

    por toda la Amrica espaola, se acrecentaba en Cuba por el hecho de ser yo uno de

    sus hijos44:

    Con todo, segua preguntndome cules seran las reacciones de mi espritu en

    Cuba libre, es decir, al observar el contraste entre la que haba dejado en octubre del

    98 y la que iba a encontrar despus de un cuarto de siglo de su independencia45.

    En 1927 no iba yo a Santiago de Cuba en plan de turista, ni de conferencian-

    te aunque me vi obligado a hacer algn discurso, sino con el propsito de cum-

    plir la que he llamado peregrinacin patritica, en contraste con la familiar de Ca-

    magey, visitando los lugares en que nuestras tropas se batieron con las yanquis La

    Loma de San Juan y el Caney y asomarme a ese espacio de mar donde la dbil es-

    cuadra del almirante Cervera consum su heroico sacrificio46.

    En el captulo xciii del tercer volumen de sus Memorias, Alberto Insa se expla-

    ya en referirnos los cambios que observa en La Habana: una ciudad moderna, con

    fuerte influencia del imperio yanqui, en la que se imponen el capitalismo y la socie-

    dad de consumo con toda su fuerza e intensidad mercantiles:

    Neoyorquina me pareci La Habana con sus rascacielos y un palacetitanic [].

    Pero era una Habana tan ruidosa, tan lumnica, tan cinematogrfica. [] Son

    [] las habaneras de ahora finas, deportistas, continentales, no del Viejo, sino del

    Nuevo continente, pues cuanto hay de extico en sus maneras proviene de los Esta-

    dos Unidos y no de la lejana Europa. [] Los yanquis han importado sus aparatos

    de higiene y su msica en conserva, todos los productos standard desde el Ford

    que ha vencido a la guagua, hasta la Gillette y el ventilador elctrico. Hay en San

    SANTIAGO FORTUO LLORENS [XXIII]

    44 Memorias III, cit., pg. 508.

    45 Ibidem, pg. 495.

    46 Ibidem, pg. 562.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XXIII

  • Rafael y Obispo unos bazares donde cada objeto cuesta diez o veinte centavos. Me

    recuerdan los Todo a 0,65 de Madrid, pero en grande, en fuerte, en colosal [].

    Siempre estn llenos de compradores de frusleras e inutilidades los famosos Ten

    Cents47.

    Este recelo de Alberto Insa frente al pas que arruin al suyo le hace reflexionar so-

    bre el papel de protagonistas mundiales que estn asumiendo, por estos aos, los Esta-

    dos Unidos e Inglaterra. En las Memorias muestra un patente desamor hacia los

    Estados Unidos cuya vocacin imperialista alter su vida y la de su pas:

    Si el partido imperialista norteamericano, cuya bandera enarbolaba McKinley,

    no hubiese ayudado a los separatistas cubanos, provocando una guerra que Espaa

    no poda ganar, Cuba habra seguido siendo espaola aun despus de haber adqui-

    rido gradualmente la extensin de un rgimen autnomo que la conduca a la inde-

    pendencia absoluta sin romper los lazos familiares con la Madre Patria48.

    La posesin y el saqueo de las minas de oro y de diamantes, que provocaron la

    guerra de Transvaal entre los ingleses y los bers campesinos de Holanda, casi

    coetnea (1899) a la de los espaoles contra los norteamericanos en Cuba, provoca

    asimismo la indignacin de Alberto Insa frente a los imperialismos, causa para ste

    de ambas guerras las de Cuba y Transvaal. Estados Unidos e Inglaterra se en-

    frentan a dos pases y culturas que haban aportado su civilizacin y el Evangelio a

    dos zonas atrasadas del mundo. Si Cnovas cay desplomado por los tiros del anar-

    quista Angiolillo, otro tanto le ocurri a McKinley con Czolgose. El estadista espa-

    ol y el presidente norteamericano representaban a dos potencias. El surgimiento de

    una comport la desaparicin de la otra:

    Los Estados Unidos, protectores de Cuba y dueos de Puerto Rico y Filipinas, se

    encontraban, al recibir McKinley en Buffalo dos tiros de revlver, ms poderosos que

    [XXIV] INTRODUCCIN

    47 Ibidem, pgs. 517-520.

    48 Memorias I, cit., pg. 346.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XXIV

  • antes. Su fcil victoria sobre Espaa obra del nmero, no del valor; del dlar con-

    tra la peseta les colocaban en el tablero de la poltica internacional en situacin de

    gran potencia y en camino de sustituir a Inglaterra en su podero internacional, en su

    talasocracia y en su papel de rbitro de los destinos del mundo49.

    Insa atribuye a Inglaterra ser un pas depredador de los frutos del esfuerzo ajeno

    como Estados Unidos lo fue al saquear toda la labor cultural y confraternizadora de

    Espaa en Cuba.

    Sus Memorias constituyen un documento ineludible para conocer y comprender

    algunos de los hechos ms importantes y significativos de la reciente historia espao-

    la y tambin europea. Estn escritas con amenidad, sinceridad y apasionamiento. En

    sus pginas, la historia se impregna de cordialidad, las fechas encuadran a personajes

    representativos de la poltica, la literatura y el arte, descritos en su ms honda coti-

    dianidad humana. Y sobre todo, lo que Insa quiere mostrar es la relacin del hom-

    bre con todo aquello que le envuelve y le ha antecedido, en sintona con el filsofo

    Jos Ortega y Gasset, coetneo suyo:

    Todos dependemos, todos somos hijos por decirlo as de las guerras, de las

    revoluciones, de las grandes luchas humanas. La etopeya sigue a la epopeya como una

    nia dbil y medrosa a una madre impvida y robusta50.

    Alberto Insa, cronista de la Primera Guerra Mundial

    En el segundo volumen de sus Memorias, Horas felices. Tiempos crueles, Alberto

    Insa, viajero incansable, redacta la crnica de la Gran Guerra. Pginas de la guerra.

    Por Francia y por la libertad y Nuevas pginas de la guerra son sendos libros que es-

    cribe en 1916 y 1917, respectivamente, en donde recoge el desarrollo blico, las im-

    presiones, algunas en tono lrico, y las valoraciones de esta primera guerra mundial

    SANTIAGO FORTUO LLORENS [XXV]

    49 Ibidem, pg. 350.

    50 Ibidem, pg. 7.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XXV

  • del siglo xx. Ya en Dos francesas y un espaol (1925) haba novelado algunas de estas

    experiencias. En la rivalidad entre Francia e Inglaterra, su postura es claramente

    francfila.

    Entre 1911 y 1913 trabaja, en Pars, de agente de la editorial Renacimiento, cuan-

    do en Francia caldebanse los nimos, se establecan las relaciones con los ingleses y

    rusos y comenzaban los conflictos con Alemania. En este ltimo ao viaja a Londres,

    la capital [] del imperio ms poderoso del mundo. Visita, en Stratford-on-Avon,

    la casa natal de Shakespeare, y el teatro de ste y, ms tarde, se traslada a Blgica, don-

    de se empapa de arte, cultura e historia en Gante y Brujas.

    Ante la declaracin de guerra y la resuelta neutralidad espaola, Alberto Insa re-

    clama, en sus artculos periodsticos, un alineamiento de Espaa con Inglaterra y

    Francia, lo que propiciara una poltica euroamericana:

    Pero no, Espaa no cedera bases navales, ni sacrificara uno solo de sus hombres

    en una guerra que no le afectaba directamente y en la que figuraban pases que all,

    en el fondo ms o menos lejano de la Historia, haban sido rivales suyos. [] Yo

    debo declararlo con sinceridad me senta intervencionista. Hubiese querido que

    Espaa se alistase al lado de Francia e Inglaterra (ii, cap. liii).

    Las razones de este intervencionismo junto a los aliados encontraban su justifica-

    cin en razones culturales, tnicas y en el deseo de compartir una misma situacin

    econmica (ii, cap. lxxvii):

    El de nuestra posicin geogrfica, que nos aconsejaba una buena amistad con In-

    glaterra y nuestros vecinos los franceses, con los cuales deberamos compartir los pro-

    tectorados de frica. [] Inglaterra nos devolvera el pen, por gratitud. Y yo re-

    machaba mi argumento pensando que si habamos luchado algunas veces contra

    Inglaterra, al lado de Francia y contra Francia codo a codo con Inglaterra, cuando

    una y otra se unan para defender la civilizacin occidental, la herencia de la Hlade,

    de Roma y del Renacimiento, el deber de Espaa [] consista en combatir junto a

    los aliados (ii, cap. lvii).

    [XXVI] INTRODUCCIN

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XXVI

  • Esta firme y radical postura aliadfila, que surge, por doquier, en las Memorias, se

    muestra enfrentada ante sus adversarios, al representar Prusia la raz y el origen del

    militarismo alemn51:

    Francia estaba luchando por los motivos de la libertad y la justicia comunes a to-

    das las patrias. Los aliados decame yo entonces defienden a todo el mundo.

    Los alemanes quieren dominar al mundo (ii, cap. lx).

    Yo, por mi parte, deseaba con vehemencia el triunfo de los aliados y que en este

    triunfo la palma y corona correspondieran a Francia (ii, cap. lxvii).

    Pero, por encima de estas reflexiones, de estas hiptesis y conjeturas, se elevaba

    mi alegra [] por la palpitante y tangible victoria de los pueblos que representaban

    mi historia y mi cultura de hombre latino. La germanizacin del mundo pen-

    saba me hubiese resultado irrespirable [].

    Yo [] era un latino, nada ms que un latino, y Francia, tanto como Espaa, pa-

    recame uno de los baluartes de la latinidad (ii, cap. ciii).

    A mediados de noviembre de 1915 escribe, como corresponsal en Pars, su primer

    artculo, en el diario Abc. Esta dedicacin periodstica supuso una salida profesional

    para muchos escritores, pues al empezar la guerra, salieron para Francia casi todos los

    escritores de ms fama como corresponsales52. Insa supo construirse un personaje

    de periodista poltico a la moderna, con un proyecto ms amplio que el de relatar los

    hechos cotidianos53 al analizarlos y mostrarlos como testimonio. Se mantendr en es-

    ta actividad hasta 1920, dejando aparcada su faceta novelstica, aunque continuaba

    escribiendo cuentos para el Paris Journal y Lcho de Paris. Cuando, por su orientacin

    germanfila, el peridico de don Torcuato Luca de Tena fue incluido en las listas ne-

    SANTIAGO FORTUO LLORENS [XXVII]

    51 Abc, 18-vi-1916.

    52 Claire-Nicolle Robin, Alberto Insa, periodista aliadfilo durante la primera guerra mundial, cit., pg. 222,

    nota 46.

    53 Ibidem, pg. 222.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XXVII

  • gras por la Maison de la Presse, en los primeros meses de 1917, Alberto Insa ocup

    en la capital de Francia el cargo de enviado especial, a partir de mayo de este mismo

    ao, de La Correspondencia de Espaa. El Gobierno francs, en 1919, lo recompens

    con la medalla de la Legin de Honor, que recibi junto a Fabin Vidal y lvaro Alcal

    Galiano. En 1922, concluye esta etapa importante y decisiva de su vida con su trasla-

    do a Madrid, tras una guerra vivida con intensidad y redactada da a da:

    Si me he detenido en el tema de este captulo de mis Memorias es porque per-

    mite observar cmo las guerras del mundo civilizado se van haciendo cada vez ms

    inhumanas, ms brbaras. Los campos de concentracin de la segunda han sido

    peores que ergstulas. Se tenda a la supresin del prisionero, a veces sobre el mismo

    campo de batalla. Como en los tiempos de Gengis Khan

    De la guerra del 14 al 18, por contraste con las posteriores, puede decirse que fue

    todava una guerra humanitaria y caballeresca (ii, cap. lxxxviii).

    La trayectoria literaria de Insa a travs de sus MEMORIAS

    Las Memorias de Alberto Insa, que comprenden desde su infancia cubana hasta el

    ao 1927, cuando regresa, en visita, a su isla natal, recogen tambin la evolucin, el

    anlisis, la potica y la recepcin de su obra literaria. Describen el ambiente cultural

    de su tiempo, las amistades y enemistades, los triunfos y rivalidades de quienes com-

    ponan la Repblica de las letras, que no pasa de ser una feria de gitanos y chalanes,

    como la definiera Unamuno en los albores del mismo siglo54, y que ha estado consti-

    tuida siempre por grupos, cenculos o individuos que se aplauden, se ignoran o se des-

    precian entre s55. Son, asimismo, un testimonio de sociologa literaria por las valora-

    ciones que Insa emite de los escritores y artistas contemporneos. Alberto Insa

    alternaba la novela y los relatos breves, principalmente en las colecciones El Cuento

    [XXVIII] INTRODUCCIN

    54 Salamanca, marzo de 1907. Cito por Ibsen y Kierkegaard, Mi religin y otros ensayos breves, Madrid, Colec-

    cin Austral, Espasa-Calpe, 1973, pg. 55.

    55 Memorias III, cit., pg. 438.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XXVIII

  • Semanal, Los Contemporneos y La Novela Mundial, con sus colaboraciones pe-

    riodsticas. Aparecer en El Cuento Semanal era para los escritores noveles poner una

    pica en Flandes y recibir, durante seis das, el soplo de la Fama (i, cap. lxxxi)56.

    La publicacin de su primer libro, Don Quijote en los Alpes (1907), coincidi casi

    con el nacimiento de su primognito y con la direccin de una pequea editorial,

    Prez Villavicencio, en la que Insa publica esta recopilacin de ensayos, mi primer

    retrato espiritual desde Ginebra, y sus dos primeras novelas. La primera de stas

    (1907) la comenta as: Con estos dos personajes en la imaginacin me instal en vi-

    la, por dos meses de aquel verano, y escrib En tierra de santos, mi primera novela, que

    fue como la primera tabla del trptico de mi Historia de un escptico. [] Dir, s,

    que su parte descriptiva sigue parecindome admisible. No as las reflexiones de mis

    hroes, que reflejaban, en cierto modo, una situacin de mi nimo que hoy conside-

    ro lamentable. Sufra yo entonces el influjo de los pensadores materialistas, un exceso

    de sensualidad juvenil y una crisis de descreimiento que fue, por fortuna, efmera (i,

    cap. lxxxiii, pg. 541). Tanto Prez Galds como la condesa Pardo Bazn, la impe-

    tuosa novelista (i, cap. iv), estimularon la incipiente vocacin novelstica de Insa

    (iii, cap. xxxi). La segunda, La hora trgica (1908), era un cuadro de la vida del Ma-

    drid que trasnocha, que copea, que baila y canta, o que ve bailar y oye cantar. El

    Madrid de los noctmbulos, los nocharniegos y los noctvagos. Y de las noctifloras, o

    sea de esas flores del vicio que slo se abren de noche y exhalan un perfume mu-

    chas veces letal (i, cap. lxxxviii, pg. 566). El triunfo (1909), novela de tono noven-

    SANTIAGO FORTUO LLORENS [XXIX]

    56 La valoracin que Juan Manuel de Prada hace de esta coleccin literaria resulta parcial e injusta si nos atene-

    mos a que la literatura de alcance popular, por s misma, ya no es desdeable. He aqu de este novelista slo un pe-

    queo fragmento de su texto: El Cuento Semanal se convirti en un xito ruidossimo que llegara a desbancar a las

    restantes publicaciones peridicas. [] Un pblico abigarrado, compuesto de artesanos, modistillas, soldados tulli-

    dos, oficinistas y solteronas con sarpullido [] manifestaba as su sed de lectura. [] Eduardo Zamacois encabez

    una promocin muy homognea en su estilo e intenciones, en la que destacaban Alberto Insa, Alfonso Hernndez

    Cat, Antonio de Hoyos y Vinent, Felipe Trigo, Pedro Mata, Joaqun Belda y otros muchos cortados por el mismo

    patrn, cultivadores de un naturalismo decadente y cursi, nombres que en los primeros veinte aos del siglo eran si-

    nnimo de popularidad y que hoy ya slo sirven para amueblar un museo de espectros, Las mscaras del hroe, Ma-

    drid, Valdemar, 1996, pgs. 125-126.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XXIX

  • tayochista, cierra la triloga: Lo mejor de El triunfo no resida en la accin de la no-

    vela, sino en su parte descriptiva, en sus anotaciones e interpretacin del paisaje atln-

    tico de Galicia (i, cap. xci, pg. 588).

    En octubre de 1909 publiqu un libro de cuyo ttulo no quiero acordarme. [] Y

    todava hay quienes, en carta annima o en articulejos insidiosos, me echan en cara ese

    pecado de la juventud (i, cap. xcii, pg. 590). Se refiere a La mujer fcil. Es un libro,

    folletinesco y naturalista, que narra las aventuras amorosas de un personaje libertino, y

    que fue recibido con xito y tildado de inmoral, en una poca dominada literariamente

    por Blasco Ibez57, Prez Galds, Valle-Incln y Unamuno (i, cap. lxxiv, pg. 497).

    A instancias de su cuado, Alfonso Hernndez-Cat, cnsul de Espaa en diver-

    sas capitales europeas, Alberto Insa inicia su andadura de dramaturgo, pese a las re-

    ticencias que siempre mostr hacia el arte de Tala.

    En 1912 escribe: En mi departamentito de la calle Molire [de Pars] recib los

    primeros ejemplares de mi novela Las flechas del amor, traducida por Rene y prologa-

    da por Maurice Barrs (i, cap. lxxxviii), poltico nacionalista y de derechas, autor de

    Sangre, placer y muerte (1894), de quien, a su vez, Insa traduce el ensayo El Greco o el

    secreto de Toledo (1914), que acompaa con un ponderado prlogo en el que recuerda

    la atencin mostrada por Ortega y Gasset y Azorn hacia el escritor francs.

    Entre 1907 y 1913 mantiene Insa una intensa actividad novelstica que no impi-

    de sus artculos en El Liberal, Los Lunes de El Imparcial, y sus crnicas y cuentos en

    Nuevo Mundo y Blanco y Negro: En octubre [de 1913] publiqu una novela llamada

    a tener gran divulgacin: Los hombres, en dos tomos: Mary los descubre y Mary los per-

    dona. No colaboraba con asiduidad en ningn diario, pero s en las revistas del tipo

    de El Cuento Semanal, para las cuales escrib durante varios aos un gran nmero de

    novelas cortas, gnero que entonces se venda en Espaa como pan, y an ms

    barato que el pan, pues por treinta cntimos, menos del costo de una libra de ste,

    [XXX] INTRODUCCIN

    57 Quien no reconoca entre los literatos de la poca a ningn maestro. Del propio Galds se mofaba con sus

    Miquis y Tiquis Miquis y con sus barrios bajos, sus curas, sus menestrales y sus braseros. Le faltaba a don Benito

    universalidad. [] Emilia? []. La verdad era que escribiendo pareca un hombre, un seor con toda la bar-

    ba. [] Pereda, magnfico pero tan clerical [] y Valle-Incln con sus Sonatas delicuescentes y el alicantino

    Martnez Ruiz con su paraguas rojo y su Montaigne. Bah! No haba nadie, no haba nada (i, cap. lxviii).

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XXX

  • ofrecan los editores de aquellos semanarios literatura novelesca indita de los auto-

    res ms ilustres o populares de entonces (ii, cap. xlviii).

    Mientras el pblico de la escena aplauda a Prez Galds, a Benavente, a los her-

    manos lvarez Quintero, a Marquina y a Martnez Sierra, Alberto Insa estrena, en

    la noche del 23 de enero de 1914, en el teatro Lara de Madrid, en coautora con Al-

    fonso Hernndez-Cat, En familia, cuya accin se sita en Galicia. Una obra que no

    poda ser ms trivial, y que obtuvo un xito de clamor, como entonces se deca.

    [] La piececita, en un Madrid que andaba bastante lejos del milln de habitantes,

    se mantuvo en el cartel hasta el Sbado de Gloria y pas muy pronto a las compaas

    que actuaban en provincias y en Hispanoamrica (ii, cap. xlix). Suceden a sta Nun-

    ca es tarde (1914), mnima comedia de la que, desde las primeras frases entre Leo-

    cadia y Joaquina, se dibuj su xito (ii, cap. l); Cabecita loca, del mismo ao, con

    desigual fortuna en el teatro Espaol de Madrid, y El bandido, estrenada en La Ha-

    bana en 1915 (iii, cap. xcvi).

    A principios de 1915, se traslada a Pars. A pocos kilmetros del frente de la gue-

    rra, que era demasiado fuerte y tremendo para permitirme pensar en lo que no fue-

    se eso mismo, le inspira De un mundo a otro (1916), proyectada, en un primer mo-

    mento, como una serie de episodios galdosianos, e interrumpida por sus artculos, en

    francs, en Paris Journal y Lcho de Paris.

    En Las fronteras de la pasin (1920) recrear el paisaje de Mallorca tras una estan-

    cia, cinco aos antes, en esta isla con Rene Lafont, su traductora al francs de distin-

    tos libros en la editorial Tallandier y de sus colaboraciones en revistas francesas, con la

    que mantuvo una larga relacin literaria y tambin sentimental (ii, cap. xlvii).

    Entre 1915 y 1920, escribe en Francia algunos artculos periodsticos para el Abc y

    otros diarios. No echaba yo de menos la vida literaria de Madrid, ni lamentaba ha-

    ber interrumpido mi labor de novelista con una docena de obras en circulacin

    y de dramaturgo en cierne, para dedicar mi pluma al periodismo (ii, cap. lxx). El

    peligro (1915) que apareci en Madrid fue una de mis novelas mejor acogidas por la

    crtica. [] Haban quedado en poder de Alfonso tres obras teatrales, segunda y l-

    tima parte de nuestra colaboracin, que estrenaron Margarita Xirgu y Ricardo Puga,

    Mara Guerrero y Fernando Daz de Mendoza y Ernesto Vilches. [] Ninguna lle-

    g al gran xito. [] Yo daba, sin amargura, por terminada mi carrera de drama-

    SANTIAGO FORTUO LLORENS [XXXI]

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XXXI

  • turgo (ii, cap. lxx). A la vuelta de Pars, entrega al comedigrafo Gregorio Martnez

    Sierra La madrilea (1917), una comedia que conceb y plasm como un tema muy

    universal localizado en el Madrid contemporneo (ii, cap. xciv).

    Si Felipe Trigo, Prez Galds, Blasco Ibez, Armando Palacio Valds y Ricardo

    Len eran, en esta dcada, los escritores ms solicitados por el pblico, obtenan el

    aplauso popular los actores Manuel Gonzlez, Pedro Zorrilla, Ernesto Vilches, Juan

    Bonaf, Mariano Asquerino, Antonio Riquelme y Pepe Santiago.

    Insa ve impresa, en la conocida editorial francesa Flammarion, su novela El peligro,

    con el ttulo de Le got du danger, y una edicin de Las flechas del amor con el de Les fl-

    ches de lamour. Murs madrilnes, prologada por M. Barrs y traducidas ambas por Rene

    Lafont (iii, cap. vii). Ausente, durante un lustro, de Espaa, relee a los clsicos franceses,

    romnticos, naturalistas, simbolistas y parnasianos y tambin a los moralistas y filsofos.

    Frecuenta la escena francesa cuando en Espaa triunfaban Valle-Incln y Ricardo Len y

    despuntaban W. Fernndez Flrez y Prez de Ayala (iii, cap. xiv), aunque sus preferencias

    se dirigen ms hacia los autores del siglo xix que a los de su propio siglo (iii, cap. x).

    Insa publica, entre 1918 y 1921, Maravilla, novela recibida con elogios por la

    condesa Pardo Bazn (iii, cap. xlii), Las fronteras de la pasin, Un corazn burlado y

    La batalla sentimental, estudios psicolgicos en torno al sentimiento amoroso y cua-

    dros de costumbres espaolas (iii, cap. xxxviii), que no fueron bien acogidos por el

    pblico espaol, pues se apartaban de su trayectoria general.

    En 1921, veraneando con su segunda mujer, Gabriela Sag, en Equy, en la Breta-

    a francesa, escribe su novela ms popular, El negro que tena el alma blanca, cuyo ar-

    gumento surge al hilo de una ancdota, ocurrida junto a su hermano Manuel (iii,

    cap. xxxix), comentada detalladamente en sus Memorias (iii, caps. xxxix, xl, xli y

    xli), y que lo apa a la vanguardia de los escritores contemporneos ms ledos. Des-

    tacan en esta novela el anlisis de la pasin amorosa y la descripcin de ambientes vi-

    vidos por su autor: Cuba, Madrid, Pars y ese aire que llaman de entre bastidores,

    o de la farndula. Jos Ortega Munilla, en el peridico Abc, le dedic a esta novela

    un generoso y apasionado artculo. El teatro y el cine colaboraron a la celebridad

    del libro, que conoci tres versiones cinematogrficas58 en 1927, 1934, bajo la direc-

    [XXXII] INTRODUCCIN

    58 Ver El negro que tena el alma blanca, ed. de Santiago Fortuo, Madrid, Clsicos Castalia, 1998, pgs. 42-43.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XXXII

  • cin de Benito Perojo, y 1948. Juan de Ordua ya se haba inspirado en una novela

    corta de Alberto Insa para realizar su guin cinematogrfico Los vencedores de la

    muerte59. De vuelta a Madrid, sigue con sus colaboraciones en diversos peridicos: La

    Correspondencia, La Voz, El Sol

    El pblico espaol, en el comienzo de la dcada de los aos veinte, celebra a los

    ya clsicos: Galds, recientemente fallecido, Blasco Ibez, Palacio Valds, Unamu-

    no, Po Baroja, Ricardo Len, Valle-Incln, W. Fernndez Flrez, Pedro Mata, Ale-

    jandro Prez Lugn, Prez de Ayala, Gmez de la Serna, Gabriel Mir, Francisco

    Camba, Augusto Martnez Olmedilla, Juan Pujol, Rafael Lpez de Haro, Jos Fran-

    cs, Eduardo Zamacois, Ramrez ngel, Antonio de Hoyos y Jos Mara Carretero

    (iii, caps. xxxviii y xlii). Otro tanto sucede en la escena con Benavente, los herma-

    nos Quintero, Federico Oliver, Carlos Arniches, Linares Rivas, Martnez Sierra,

    Eduardo Marquina y Francisco Villaespesa, los autores de primera fila (iii, cap. lvii).

    Comenzaban, por su parte, a sobresalir los jvenes Garca Lorca, Juan Ignacio Luca

    de Tena, Felipe Sassone (iii, cap. lxv) y muchos actores y actrices de la talla de En-

    rique Borrs, Jos Isbert, Fernando Daz de Mendoza, Mara Guerrero, Aurora Re-

    dondo y Fernanda Ladrn de Guevara

    La aficin a los toros y toreros ms aplaudidos de la poca buena muestra fue

    su prlogo documentado a El toro, ese genio de combate (1955) de la francesa Marie

    Mauron, el primer libro que leemos, acerca del toro y los toros, escrito por una mu-

    jer motiva su novela La mujer, el torero y el toro (1926), que alterna con las nove-

    las cortas, pues sigue escribiendo cuatro o cinco al ao. Fue, en verdad, un tiempo

    prspero para la literatura espaola por ese auge de las novelas breves que incitaba al

    pblico a pasar del quiosco a la librera para adquirir las grandes (iii, cap. lxxxv).

    Destacaban, de entre muchas60, La Novela de Hoy de Artemio Precioso y La No-

    vela Mundial de Luis Montiel, que pagaban con esplendidez a sus colaboradores.

    SANTIAGO FORTUO LLORENS [XXXIII]

    59 Memorias III, cap. lxxxv, pg. 475. Los vencedores de la muerte (1927), film cuyo director fue Antonio Calva-

    che, su protagonista Juan de Ordua y su productora Films Numancia. Adaptacin de una novela de Insa sobre te-

    mtica automovilstica. Carlos Aguilar, Gua del vdeo-cine, Madrid, Cteda, 1997. En la bibliografa de Alberto In-

    sa no aparece ninguna novela publicada con este ttulo.

    60 A. Snchez lvarez-Insa, Bibliografa e historia de las colecciones literarias en Espaa (1907-1957), Madrid, Libris, 1996.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XXXIII

  • La recepcin de la obra literaria y la potica de Alberto Insa

    Alberto Insa fue proclive a desvelar las claves de su escritura. En las Memorias nos

    ofrece, junto a sus reflexiones en torno a los acontecimientos vividos (pormenores

    de mi vida amatoria, de la que hay tantos reflejos en mi obra novelesca, recono-

    cer61), el mundillo literario del que forma parte y tambin su potica, los principios

    estticos que informan su obra, de qu lecturas se nutre sta, los objetivos que se pro-

    pone con la misma y la tradicin literaria en la que se inscribe o, dado el caso, de la

    que marca distancias.

    Insa fue un lector voraz. No posea, segn manifiesta en sus Memorias, una faci-

    lidad natural para escribir. Como escritor, se inclinaba ms hacia la novela, predomi-

    nantemente la de tema amoroso, que al teatro del que ofreci no escasas muestras:

    Estas inquietudes se manifestaban en tres formas []. La lectura vida de nove-

    las, de ensayos ms o menos filosficos, de artculos de peridicos. [] Porque mi

    pluma no era fcil, sino premiosa, y en muy raras ocasiones corra a rienda suelta

    sobre el papel. [] Lo que ocurra era, sencillamente, que la novela me apasionaba,

    y el teatro, en cambio, slo me atraa como espectador y lector (i, cap. liii).

    Yo no me siento libre cuando escribo para el teatro. Ser cuestin de temperamen-

    to o falta de habilidad. En la atmsfera de la novela respiro a mis anchas (iii, cap. xiv).

    Insa suscribe, junto a otros escritores, en 1908, el Manifiesto del Teatro de Arte

    en el que se hace una llamada a abrir nuevos caminos al arte escnico con el defini-

    tivo derrumbamiento de las frmulas viejas que lo oprimen y anquilosan.

    Prefera nuestro novelista la lectura de los autores clsicos a los contemporneos,

    que no han recibido an la criba del tiempo:

    Yo no pona ni quitaba autores, pero ayudaba a los mos, entre los cuales no

    predominaban los modernos ni los ms recientes, pues gusto de esperar a que ma-

    [XXXIV] INTRODUCCIN

    61 I, cap. lxxvi.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XXXIV

  • duren para mi paladar de lector, y algunos se me quedan siempre en agraz. [] Mis

    lecturas eran sobre todo espaolas y ms de autores clsicos que contemporneos,

    si bien, entre estos ltimos, figurase en primer trmino mi amado Galds (iii, cap.

    xxxiv).

    Reiteradamente declara que en su quehacer literario busca la claridad, la sencillez,

    evitando los excesos formalistas. Cree, al tiempo que surga la teora de la deshuma-

    nizacin del arte, que la literatura debe reproducir la vida y el lenguaje vivo y expre-

    sivo de sus personajes, que plasme en sus obras no slo las pasiones humanas sino

    tambin su variada expresin verbal:

    No me alejaba de los clsicos ni destrua mi conviccin de que la mejor prosa era

    la ms difana y la ms directa, y la mejor lrica la que se expresara con menos ador-

    nos (i, cap. lxi).

    Una disposicin ingnita en mi espritu [] me alejaba de lo enftico y decla-

    matorio en el dilogo de los personajes, para preferir, precisamente, eso que llamaban

    naturalidad (i, cap. liii).

    Yo, mirndome siempre en el lmpido espejo de Cervantes (iii, cap. xliii).

    Reconozco las bellezas del preciosismo, mas prefiero a las piedras preciosas las

    del simple cristal, y aun las de vidrio, que tambin brillan a la luz del sol. Leo a

    los arcaizantes y a los que se enamoran de los vocablos que yacan en los panteo-

    nes de la Lengua y desdean los que viven en el habla vulgar de su poca, como

    si de ese vulgo, con sus familiarismos, no brotase una de las corrientes renova-

    doras del idioma. [] Puesto a preferir un estilo, opto por el que llamo desnu-

    do, que no vale por su ropaje y sus galas, sino por su movimiento y su euritmia

    (iii, cap. lxxix).

    Y da su propia interpretacin de cmo deben respetarse la gramtica y las reglas

    de la buena literatura:

    SANTIAGO FORTUO LLORENS [XXXV]

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XXXV

  • Esto de escribir correctamente se estima hoy, entre algunos escritores, innece-

    sario, como si el primer deber del literato no consistiera, sencillamente, en escribir

    bien, en respetar las normas del lenguaje, que no son, por cierto, rgidas, pues se

    adaptan a todos los temperamentos y gustos (iii, cap. xxxvi).

    Cultiv los distintos gneros literarios evitando tener muy cercano e inmediato el

    hecho que suscita el argumento novelstico. En otras ocasiones, las Memorias de Al-

    berto Insa componen un manual de estilo y un conjunto de reflexiones en torno al

    arte de escribir:

    Siempre ser para los escritores esto de escribir un libro ajeno a las circunstancias

    que los rodean, una frmula magnfica de evasin (ii, cap. xciii).

    Y algo, que me parece importante en la vida de un escritor cualquiera, pude com-

    probar entonces: que la discontinuidad y alternacin de sus trabajos no perjudican,

    sino ms bien favorecen, el mejor desarrollo y ajuste de sus obras (ii, cap. xciv),

    pues

    escribir tambin era pintar, que el pintor presentaba visibles los colores y el es-

    critor los sugera a la mente y la sensibilidad de sus lectores (iii, cap. lvi),

    y

    Los personajes de mi libro proceden unos de la realidad y otros de mi fantasa, si

    bien en estos ltimos pueda advertirse cierto parecido con personas verdaderas. A to-

    dos los desfiguro, o mejor transfiguro, adaptndolos a una accin imaginaria.

    A ninguno de ellos les pas en la vida, en sus vidas, lo que les ocurre en mi novela. Yo

    les prest, les impuse otras. El don del novelista supongo que consiste en lograr que sus

    existencias inventadas interesen y conmuevan al lector como si fueran reales. [] Si se

    arguye que no puede negarse en el poema, en el teatro y en la novela un puesto a la

    fantasa, cabe redargir que la propia vida es fantstica, que el sueo y el ensueo son

    tan elementos suyos como los actos cotidianos, visibles, palpables (iii, cap. lxxvi),

    [XXXVI] INTRODUCCIN

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XXXVI

  • siempre en busca de la amenidad, que no encontraba, de manera alguna, en la prosa

    de los discursos polticos, en boga en su poca:

    Procuraba yo, ante todo, que mis artculos no pareciesen ensayos, que resultasen

    amenos y que reflejasen episodios de la actualidad (iii, cap. lxxx).

    Las diversas orientaciones literarias del siglo xx no han impedido que la novela de

    Alberto Insa haya dejado de ser objeto de lectura y estudio. Con el exilio del escri-

    tor, tras la guerra civil de 1936, fue relegado a un segundo lugar. En estos ltimos

    aos, como se desprende de la bibliografa sobre su obra, la atencin hacia sta se ha

    incrementado, aun por parte de hispanistas franceses, ingleses y norteamericanos.

    Si bien es cierto que la obra literaria de Alberto Insa consigui un pblico po-

    pular fervoroso, fiel y amplio, tambin algunas figuras coetneas de la intelectualidad

    y de renombre literario (Maurice Barrs, de la Academia Francesa, Jos Ortega Mu-

    nilla, Federico Garca Sanchiz, Jos de Armas, Valentn de Pedro) reconocieron su

    vala:

    Mis artculos gustaban, y no slo a los lectores desconocidos del montn, sino

    a personas de tanta sabidura y cultura como don Santiago Ramn y Cajal, que me

    hablaba de ellos con elogio, y a un periodista tan mundano, en el mejor sentido de

    la palabra, como el marqus de Valdeiglesias (iii, cap. lxxx).

    Recibi asimismo elogios de Joaqun Costa, asiduo del Ateneo de Madrid y lec-

    tor de los artculos de Insa en El Liberal y El Imparcial, de quien recordaba este bre-

    ve juicio que resume toda una marca de estilo:

    Y le considero a usted un escritor de veras, porque sabe aplicar el adjetivo al

    nombre de tal modo que el lector queda conforme y no siente ganas de operar nin-

    gn cambio (i, cap. lxxix).

    Alberto Insa integra en estas Memorias los aos centrales de su vida en el pano-

    rama de su tiempo, al que valora y describe con entusiasmo, mi anhelo de ser en es-

    SANTIAGO FORTUO LLORENS [XXXVII]

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XXXVII

  • tas pginas nada ms que un hombre que da testimonio de los grandes hechos de su

    poca62, y en el que particip activamente. Sus Memorias tambin nos facilitan las

    claves interpretativas de su obra, una de las ms populares en la primera mitad del

    siglo xx.

    S. F. LL.

    [XXXVIII] INTRODUCCIN

    62 Memorias I, cit., pg. 10.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XXXVIII

  • NOTA SOBRE ESTA EDICIN

    La presente antologa de las Memorias de Alberto Insa recoge un considerable

    nmero de textos de los tres volmenes de stas, publicados, en primera y nica edi-

    cin, los aos 1952, 1956 y 1959, respectivamente, en la editorial madrilea Tesoro.

    Esta seleccin abarca tres mbitos, el social, el histrico y el cultural-literario,

    principalmente, relacionados con la biografa de Alberto Insa: sus vivencias perso-

    nales de la guerra de Cuba, sus viajes por la Europa de las dos primeras dcadas del

    siglo xx como corresponsal de guerra en Pars, la trayectoria literaria y las relaciones

    sociales del novelista con los escritores contemporneos.

    Seguimos, y lo sealamos en esta edicin, el orden de los volmenes y de los ca-

    ptulos de las Memorias. Dada su relevancia y, en ocasiones, su extensin, stos se pre-

    sentan en su integridad o fragmentariamente.

    En todo caso, hemos intentado justificar la seleccin de los textos por su alcance

    significativo, aun a sabiendas de la inherente parcialidad de cualquier antologa, sus

    inevitables omisiones y saltos cronolgicos. Se ha actualizado la ortografa y, en su ca-

    so, respetado los peculiares rasgos de estilo por la espontaneidad de su escritura.

    Quiero agradecer a Alberto Snchez lvarez-Insa, quien siempre me ha ofrecido

    generosamente cualquier informacin acerca de la vida y obra de su abuelo, Alberto

    Insa. A los profesores Richard Hitchcock de la University of Exeter, a Roselyne Mo-

    gin de la Universit dAngers, a Jean-Claude Rabat de la Universit de Paris III-Sor-

    bonne por su informacin bibliogrfica y a Mara Isabel Cazenave Quero por la ayu-

    da ofrecida en el Archivo de la Subdelegacin de Gobierno de Mlaga.

    SANTIAGO FORTUO LLORENS [XXXIX]

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XXXIX

  • BIBLIOGRAFA

    De Alberto Insa

    Novelas

    Historia de un escptico. En tierra de santos, 1907.

    Historia de un escptico. La hora trgica, 1908.

    Historia de un escptico. El triunfo, 1909.

    La mujer fcil, 1909.

    Las neurticas, 1910.

    La mujer desconocida, 1911.

    El demonio de la voluptuosidad, 1911.

    Las flechas del amor, 1912.

    Los hombres. Mary los descubre, 1913; Mary los perdona, 1913.

    El peligro, 1915.

    De un mundo a otro. Novela de la guerra, 1916.

    Las fronteras de la pasin, 1920.

    La batalla sentimental, 1921.

    Un corazn burlado, 1921.

    El negro que tena el alma blanca, 1922.

    La mujer que necesita amar, 1923.

    La mujer que agot el amor, 1924.

    Un enemigo del matrimonio, 1925.

    Dos francesas y un espaol, 1925.

    La mujer, el torero y el toro, 1926.

    La virgen y la fiera, 1927.

    El secreto de Cristina, 1928.

    Marte interrumpe el amor, 1928.

    [XL] INTRODUCCIN

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XL

  • La dama misteriosa, 1928.

    Humo, dolor, placer, 1928.

    El barco embrujado, 1929.

    El amante invisible, 1930.

    El amor en dos tiempos, 1931.

    Ha llegado el da, 1932.

    La diosa nmero 2 (en colaboracin con Alfonso Hernndez-Cat, Jos Francs y Concha Espina. Cada uno de estos

    autores escribi uno de sus cuatro captulos), 1931.

    El complejo de Edipo, 1933.

    La sombra de Peter Wald. Segunda parte de El negro que tena el alma blanca, 1938.

    Nieves en Buenos Aires, 1955.

    Novelas breves

    Las seoritas, 1907.

    Amor prohibido, 1909.

    Cmo cambia el amor, 1909.

    El crimen de la calle de, 1909.

    La camarera del Bar Ingls, 1910.

    Amores primaverales, 1911.

    El padre y el hijo, 1911.

    El alma y el cuerpo de Don Juan, 1912.

    Aguas termales, 1912.

    Tres lneas de Matin, 1913.

    En memoria de Vctor Bruzn, 1913.

    El rival, 1914.

    El cordero-lobo, 1915.

    Juventina, 1915.

    SANTIAGO FORTUO LLORENS [XLI]

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XLI

  • Marichu, 1915.

    Espejismo, 1916.

    La madrina. Tragicomedia, 1916.

    Los hombres (Mary los descubre), versin abreviada, 1916.

    Los hombres (Mary los perdona), versin abreviada, 1916.

    La agona de Don Juan, 1919.

    Maravilla, 1920.

    Las alas rotas, 1920.

    Los filntropos, 1920.

    Las cigarras, 1921.

    La hiel, 1921.

    Memorias de un asesino genial, 1921.

    Hebes del arroyo, 1921.

    Una aventura termal, 1922.

    El hijo golfo, 1922.

    La mujer y la mueca, 1922.

    Mi ta Manolita, 1922.

    El manuscrito del Padre Clarencio, 1922.

    Un idilio de quince das, 1922.

    El regalo de la muerte, 1923.

    El mejor de los tres, 1923.

    Un asesino impecable, 1924.

    La caricia de los brillantes, 1924.

    La sangre triunfante, 1924.

    Felicidad, 1924.

    La locura del Rolls, 1924.

    Las doce aventuras del ao, 1924.

    [XLII] INTRODUCCIN

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XLII

  • Las dos manos del amor, 1925.

    El hijo postizo, 1925.

    Una historia francamente inmoral, 1926.

    El reflejo de Can, 1926.

    Olga, la revolucionaria, 1926.

    La liga, 1926.

    En el alegre Madrid de 1905, 1926.

    La seorita y el obrero o un flirt en la verbena de San Antonio, 1926.

    Mademoiselle Simone en Madrid, 1926.

    La casa de los solteros, 1927.

    El galn supersticioso o el matrimonio imposible, 1927.

    El vicio y la virtud en el Atlntico, 1927.

    Todo acab bien, 1928.

    Germana y su fox, 1928.

    La amante vieja y el poeta, 1928.

    El capitn Malacentella, 1929.

    Pasin de artista, novela escnica en tres cuadros, 1929.

    Aquel hombre, 1930.

    La encantadora seorita Irma, 1931.

    Las flechas del amor, 1932.

    El secreto de la abuela, 1936.

    La batalla sentimental, 1936.

    La curiosa impertinente, 1941.

    Dos muecas de Pars, 1941.

    El tercer ladrn, 1952.

    Epicteto, 1952 (en la coleccin de novela breve La hiel).

    Sastre, 1952 (en la coleccin de novela breve La hiel).

    SANTIAGO FORTUO LLORENS [XLIII]

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XLIII

  • Colecciones de novelas breves

    Amores primaverales, 1911.

    El deseo, 1912.

    El alma y el cuerpo de Don Juan, 1915.

    Juventina la bella, 1921.

    Mi ta Manolita, 1926.

    Hombres y mujeres que aman, 1927.

    La segunda Salom, 1931.

    La hiel, 1952.

    La novela corta espaola. Promocin de El Cuento Semanal (1901-1920), 1959.

    Cuentos

    Espritu Santo, 1906.

    Remordimiento, 1908.

    Confesin, 1910.

    Historieta de las vestiduras trocadas, 1911.

    La sabia, 1916.

    Cuentos dramticos. 1910. Contiene El imperdible, El cmplice, Espritu Santo, El jorobadito, Pepino y

    Eplogo risueo.

    Dramas (fecha de su estreno)

    En familia, 1914.

    Nunca es tarde, 1914.

    Cabecita loca, 1914.

    El amor tardo, 1915.

    El bandido, 1915.

    [XLIV] INTRODUCCIN

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XLIV

  • La culpa ajena, 1916 (esta obra y las cinco anteriores fueron compuestas con la colaboracin de Alfonso Hernndez-

    Cat).

    La madrilea, 1917.

    Una mano suave (en colaboracin con Toms Borrs), 1928.

    Ensayos

    Sobre beneficencia social. Memoria, presentada para su discusin en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislacin

    durante el curso 1904-1905. Madrid, Imprenta de la sucesora de M. Minuesa de los Ros, 1905.

    Don Quijote en los Alpes, Madrid, Renacimiento, 1921 (edicin definitiva).

    Los das mejores, Madrid, Librera de los sucesores de Hernando, Biblioteca de Escritores Gallegos, 1910.

    Pginas de la guerra. Por Francia y por la libertad, Madrid, Renacimiento, 1917.

    Nuevas pginas de la guerra, Madrid, Renacimiento, 1917.

    Evocacin de Hernndez-Cat. Conferencia, Buenos Aires, 1943.

    Mujeres de papel, Santa Fe, Repblica Argentina, 1948.

    El problema del hambre. Juicios emitidos, en colaboracin para este libro, por D. Jacinto Benavente, D. A. Palacio

    Valds y Alberto Insa, Madrid, Minuesa, 1932.

    Memorias

    Memorias I. Mi tiempo y yo, Madrid, Tesoro, 1952.

    Memorias II. Horas felices, tiempos crueles, Madrid, Tesoro, 1953.

    Memorias III. Amor, viajes y literatura, Madrid, 1959.

    Artculos en revistas

    A travs de un libro, La Repblica de las Letras, ao i, nm. 5, 3 de junio de 1905, pgs. 2-3.

    Juventud discreta, La Repblica de la Letras, ao i, nm. 9, 1 de julio de 1905, pg. 5.

    De un colegio de jesuitas. Dulces memorias, La Repblica de las Letras, ao i, 2. poca, nm. 2, 21 de abril de 1907,

    pgs. 8-9.

    De un colegio de jesuitas. Dulces memorias (continuacin), La Repblica de las Letras, ao i, 2. poca, nm. 3, 28

    de abril de 1907, pgs. 8-9.

    SANTIAGO FORTUO LLORENS [XLV]

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XLV

  • De un colegio de jesuitas. En los claustros solitarios, La Repblica de las Letras, ao i, 2. poca, nm. 4, 5 de ma-

    yo de 1907, pgs. 8-9.

    De un colegio de jesuitas. Proyectos (conclusin), La Repblica de las Letras, ao i, 2. poca, nm. 5, 5 de mayo

    de 1907, pgs. 8-9.

    Reseas y artculos periodsticos

    Frivolidad, novela por Antonio Hoyos y Vinent. Madrid, 1905, Nuestro Tiempo, 6, 1906, pgs. 172-176.

    Enrique Federico Amiel. Ms all de Diario ntimo. Berta Vadier, Los Lunes de El Imparcial, ao xli, 4 de febrero

    de 1907, pgs. 3-4.

    Ecos de Pars. Una novela de Marcel Prevost, Blanco y Negro, ao 26, 7 de mayo de 1916.

    El cinematgrafo y Espaa. La revolucin de Musidora, La Esfera, ao viii, 30 de abril de 1921.

    Anormalidad espaola, La Voz, ao iv, 28 de abril de 1923.

    La ingenuidad de Loti, La Voz, ao iv, 18 de junio de 1923.

    Una carta de Alberto Insa, El Sol, ao iv, 10 de julio de 1923.

    Glosas. El arte y la libertad. Carta abierta a W. Fernndez Flrez, La Voz, 24 de octubre de 1924, pg. 2.

    Doa Perfecta. Es una realidad?, La Voz, ao vi, 21 de marzo de 1925.

    Doa Perfecta. Su ideal y el de Pepe Rey, La Voz, ao vi, 26 de marzo de 1925.

    Doa Perfecta. rbol y fruto, La Voz, ao vi, 27 de marzo de 1925.

    Perspectivas. El secreto de la novela, La Voz, ao vi, 21 de diciembre de 1925.

    Prlogos

    Fernando Mora, Nieve. Cuentos naturalistas, Madrid, Librera de Pueyo, 1910. Prlogo de Alberto Insa.

    Maurice Barrs, El Greco o el secreto de Toledo, Madrid, Renacimiento, 1914. Traduccin y prlogo de Alberto Insa.

    Georges Rodenbach, Brujas, la muerta, Madrid, Fortanet, 1918. Prlogo de Alberto Insa.

    Henry Ardel, Lecturas para mi hija. La hora decisiva. Novela. Madrid, Rivadeneyra, 1922. Prlogo de Alberto Insa.

    Elissa Rhais, Sada la marroqu, Madrid, Rivadeneyra, 1922. Nota de Alberto Insa.

    Jean de Foville, La sonata de Bach, Madrid, Rivadeneyra, 1923. Prlogo de Alberto Insa.

    Paul Morand, La Europa galante, Madrid, Siglo xxi, 1926. Prlogo de Alberto Insa.

    [XLVI] INTRODUCCIN

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XLVI

  • Louis Hemon, Mara Chapdelaine. Novela canadiense, Madrid, Rivadeneyra, 1932. Prlogo de Alberto Insa.

    Curros Enrquez, Aires da mia terra, Buenos Aires, Emec, 1940. Prlogo de Alberto Insa.

    Anselmo Gonzlez Climent, Andaluca en los toros, el cante y la danza, Madrid, Imprenta de E. Snchez Leal, 1953.

    Prlogo de Alberto Insa.

    Antonio Reyes, Caciques aborgenes venezolanos, Caracas, Imprenta Nacional, 1953. Prlogo de Alberto Insa.

    Marie Mauron, El toro, ese genio del combate, Madrid, Ediciones y Publicaciones, S. A., 1955. Traduccin de Gabrie-

    la Insa y prlogo de Alberto Insa.

    Teodoro Bardaj, La cocina de ellas y gastronoma elemental y superior, 2. ed., Madrid, Nuevas Grficas, 1955. Prlo-

    gos de Jos M. Pemn y Alberto Insa.

    Antonio Reyes, La humanidad de los mitos, Madrid, Afrodisio Aguado, 1955. Prlogo de Alberto Insa.

    Antonio Reyes, El libro de mi vida: memorias, Madrid, Cultura Clsica y Moderna, 1960-1961. Prlogo de Alberto

    Insa.

    Traducciones

    Maurice Barrs, El Greco o el secreto de Toledo, Madrid, Renacimiento, 1914.

    Edmond, Jaloux, Lo dems es silencio, Madrid, Estrella, 1921.

    Edmond Louis Antoine Huot y Jules de Goncourt, La mujer en el siglo XVIII (1862), Buenos Aires, Luis D. lvarez,

    1946. Nota preliminar de Pedro Massa. Prlogo de Edmundo y Julio de Goncourt, Pars, febrero de 1862.

    Laure Permon Abrantes, duquesa de, Portugal a principios del siglo XIX. Recuerdos de una embajadora, Pars, 1912; Ma-

    drid, Espasa-Calpe, 1945.

    Algunas traducciones de las obras de Alberto Insa

    Al francs

    Le dmon de la volupt. Murs espagnoles, 1913.

    Les flches de lamour. Murs madrilnes, 1914.

    Le got du danger, 1919.

    La femme, le torador et le taureau, 1920.

    La femme et la poupe. Nouvelle indite, 1921.

    SANTIAGO FORTUO LLORENS [XLVII]

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XLVII

  • Maravilla. Nouvelle indite, 1921.

    Le ngre qui avait lme blanche. Roman, 1930.

    Les nvroses.

    La femme et la poupe, nouvelle indite, 1934.

    Al portugus

    O preto que tinha a alma branca, 1926.

    O inimigo do matrimonio. Romance da actualidade, 1927.

    Um coraao ludibriado. Romance, 1927.

    A mulher que precisa de amor, 1927 y 1935.

    A mulher que esgotou o amor. Romance da actualidade, 1927.

    O prazer do perigo, 1927.

    Al alemn

    Die Pfeile des Liebe *.

    Weib, Torero und Stier, 1930.

    Al italiano**

    La donna, il torero e il toro.

    Le frecce dellamore.

    Il negro dallanima bianca.

    Un nemico del matrimonio.

    Al sueco

    Negern som hade en vit sjl, 1928.

    [XLVIII] INTRODUCCIN

    * No me ha sido posible localizar en las bibliotecas pblicas alemanas ejemplar alguno de esta novela.

    ** En ninguna biblioteca pblica de Italia se catalogan estas novelas traducidas de Alberto Insa.

    PRINCIPIOS 9/10/03 13:27 Pgina XLVIII

  • Sobre Alberto Insa

    Libros y ediciones

    Aub, Max, Manual de historia de la literatura espaola, Mxico, 1. D. F., Editorial Pormaca, s/a.

    Cansinos Assens, Rafael, La nueva literatura. iv. La evolucin de la novela (1917-1927), Coleccin de estudios crti-

    cos, Madrid, Editorial Pez, 1927, pgs. 160-169.

    , La novela de un literato, 1, 2, 3, Madrid, Alianza Editorial, 1966.

    Carmona Nenclares, Francisco, El amor y la muerte en las novelas de Alberto Insa, Madrid, Crtica, 1928.

    Cejador y Frauca, Julio, Historia de la lengua y literatura castellana, comprendidos los autores hispanoamericanos, to-

    mo xii, Madrid, Tipografa de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1920. Edicin facsmil, Madrid, Gredos,

    1972, pgs. 209-210.

    Entrambasaguas, Joaqun de, Las mejores novelas contemporneas, tomo vi, Barcelona, Planeta, 1960, pgs. xiii-xx y

    305-341.

    Fortuo Llorens, Santiago, (ed., introd. y notas), en Alberto Insa, El negro que tena el alma blanca, Madrid, Cl-

    sicos Castalia, 1998.

    (ed., introd. y notas), en Alberto Insa, Humo, dolor, placer, Madrid, Castalia-Clsicos Madrileos, 1999.

    Garca de Nora, Eugenio, La novela espaola contempornea (1898-1927) y (1927-1939), Madrid, Gredos, 1973.

    Landeira, Ricardo, The Modern Spanish Novel 1898-1936, Boston, Twayne Publisher, 1985.

    Litvak, Lily, Antologa de la novela corta ertica espaola de entreguerras 1918-1936, Madrid, Taurus, 1993.

    Magnien, Brigitte, y otros, Ideologa y texto en El Cuento Semanal (1907-1912), Madrid, Ediciones de la Torre,

    1986.

    Mainer, Jos-Carlos, Literatura y pequea burguesa en Espaa. Notas (1890-1950), Madrid, Cuadernos para el Di-

    logo, 1972.

    , Historia y