Alba y lunas rojas

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ALBA Y LUNAS ROJAS Teresa M. Bazaldúa Arizpe los cuadernos del colección austeritud No.1

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ALBA Y LUNAS ROJAS

Teresa M. Bazaldúa Arizpe

los cuadernos del

colección austeritud No.1

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Teresa M. Bazaldúa Arizpe

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Primera Edición 2009

Diseño de Colección Gabriela Borunda

DR ® 2009 Teresa M. Bazaldúa Arizpe

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Teresa M. Bazaldúa Arizpe

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Prólogo

La Poesía de Tere Bazaldúa nos transporta a los paisajes inventados por Bradbury: desiertos y

sabanas; noches coronadas por lunas fascinantes, que bañan de plata, sombras y cenizas;

amaneceres dorados y sombras rojas, escenarios ideales para percibir, con todos los sentidos,

el silencio y la música del viento; el frío y el calor; la luz y la sombra; la amargura y la dulzura;

el perfume y el hedor.

Despierta en el lector, sensaciones de angustia, rebeldía, desaliento, determinación y desahogo,

que nos dejan el amor, el desamor, la vida y la muerte, expresadas en imágenes surrealistas

que evocan los lienzos de Remedios Varo y algunos cuentos de García Márquez.

Amelia Valdez Aguirre

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Disolución

Aletargada

Como un grano de arena en el reloj de Dalí mi alma se desliza

Trato de adherirme para alcanzarte y no puedo

paso de la esperanza al fondo de la angustia más oscura

Desgarro mis vestiduras

desnuda de la mortaja del orgullo

como último recurso me arrojo al precipicio de tus ojos,

Cuchillos de obsidiana

que cortan de tajo mi alma y mi epidermis

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Alba y lunas rojas

Voy a colgarte una sonrisa como luna de cuarto creciente

Y haré que las nubes se disuelvan y tu cielo

Se tiña en azules-sonrosados

Te daré sentidos nuevos y sabores desconocidos

Alejaré de tu mirada con mis besos el aire de nostalgias Acurrucando tus manos con las mías

Acunaré el amor como un conjuro

Creceremos libres con el viento como columnas de fuego

Promesas de albas y lunas rojas

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Como un gato, lamo suavemente mi deseo

despacio lo digiero

y lo convierto en imagen

Nace tu presencia en un haz iridiscente

arrebatas el verde de mis ojos

Por ti me visto de gaviota remontando a cielos tan delgados

nunca visitados por el hombre

Y cuando tus manos inventan los senderos de mis venas

me vuelvo enredadera frágil

blanca maravilla

No sólo te he dado esta pálida metáfora de cuerpo

a cada encuentro me desprendo un poco de mi esencia

No sé si este amor tenga conciencia de la dimensión que está tomando

pues corre el riesgo de inundarlo todo

Solo espero con los dedos cruzados

que de la luna sea éste

el suspiro más largo...

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Entre los murmullos de pájaros adormilados

se ha hundido de nuevo el sol en el pozo del oriente

tu mirada me atrapa en la encrucijada de las estrellas

Sueño de garza anocheciendo.

Hoy, la lengua de la noche tiene otro sabor

uno que no muestra indiferencia al roce de los labios

se despliega un sendero en donde el placer habita

se vuelve mar que castiga a las suaves arenas

con el látigo constante de las olas

mordida ya por el calor

me vuelvo cera

una luna deshilándose entre nimbos

las almas de los amantes son vino dulce

derramado en la comisura de los días.

¿Qué marea es ésta que nos arrastra en plenilunio,

mientras los dedos rosas de la aurora tocan el horizonte ?

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“Por vos muero “

A Nacho Duatto Cuerpos de gacelas agitadas

Música, movimiento, danza al ritmo de las sensaciones

Cinturas, espirales contorsionadas

Pasiones

quebrantos

sueños

Manos

torsos

piernas que se envuelven para pronunciar suspiros

Giros voluptuosos revelan la turbación de símbolos adheridos a sus brazos

Palabras

Risas

Llantos brotan en cascadas de gráciles manos

Hipnotizados los espíritus danzan el sueño anhelado

Con cadencia embruja un zahorí a los ojos

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Llevo entre mis días la promesa de un regreso

Deserté de aquella costa de tus profundos ojos avellana

Mi sombra se queda allá

para velar tu sueño

Aquí estoy solo

Clavado en el piso de tu recuerdo

Entre tanto, el tiempo se recoge

La soledad se extiende como sábana neblinosa de un invierno

Y oculta en la transparencia de la retina

Se vislumbra tu presencia

Vives como un sueño azul en mis pupilas

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La superstición

La superstición enmaraña mis pensamientos

viene silenciosa en la noche a posar sus dedos

sobre la herida de mis labios cerrados

desea el alborozo de los sueños enclaustrados

Es una colonia de avispas enloquecidas saturando la mente

Intoxica a los parásitos lastres de mi pasado que deposito en el frío ataúd del

abandono

Me transformo en él triangulo de luz que juega libre con la noche.

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I

Tras la máscara van deslizándose los verdaderos sentimientos

Amores – odios en filial abrazo

Atropellados ímpetus van dejando tras de sí las heridas del destino

Contraído en serpenteantes brazos el poder de elevar plegarias por el deseo frustrado

Vuela como ala de mariposa endosada al cuello de la esperanza

Expresa en llamas de furia enloquecida la necesidad de un beso

II

Resbalan las ansias sin sosiego

son suaves líneas ondulantes del horizonte

¡Y esta maldita luna, rompe la negra bóveda

la embebe de ambrosía, de lujuria !

En estío una gata se desliza lentamente

a la conquista del beso, la caricia

en mágicos senderos desemboca el rasante paseo de los labios

Lascivos al embate de los tiempos

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Una pálida lechuza

monta un cielo de tormenta

acariciada por eléctricos murmullos

y en unos ojos naranjas se queman dilatadas las pupilas

como en las lámparas arden las horas

como en la noche la posesión del recuerdo

Deseo, solo deseo

III

Brilla en mi rostro la media luna del espejo

y como en un rezo tu voz es atrapada en el hueco de mis manos

El viento

suave anhelo transpira tu presencia

sedienta mariposa es tu boca en mi cuello

allí impaciente libas al deseo

entremezclado con savias y latidos desbocados como el tejido de las ramas en los nidos

Una vía a la ansiedad

Él es escalofrío

En la húmeda piel se incrusta fragmentado

Mi cuerpo cálida brisa aguamarina

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hincha tus velas y te arrastra al austral desconocido

encallas en costa de olas espumosas

allí donde el mar te viste en éxtasis salobres

y unos labios de sal tan primitiva

circundan en espasmos tus alientos

Y cuando el resplandor se vuelca en tu mirada

acabo de un tajo con tu vida:

Es la noche de la mantis religiosa

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Noche salpicada de nostalgia

“ En mi vive un grito por la noche aletea

buscando con sus garras, Un objeto de amor..”

Sylvia Plath

Aquí habita la lunática que aúlla en silencios su tristeza

La que arranca sus vestiduras y resquebraja la cordura con un gesto

Ánima manchada al desencanto

Ahora sorbo a pausas tu recuerdo:

Sabor a óxido,

a trasnochado

Encuentro al borde de la locura los deseos

Tus negros cabellos

Tus ojos taciturnos

Tus serpentinos besos

se deslizan por mi cuerpo

El tacto de tus manos

las mil formas de tu ternura

El amor duele más

en una noche salpicada de nostalgia

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Agridulce

En fríos azules se burla el cielo de mi rostro

es un agridulce transcurrir la espera

miro a las nubes tornarse de níveas a grises preocupantes

sigue presente tu perfume

Plasmo bocetos de tu cuerpo por el aire

mientras en la bóveda celeste

el paso diáfano de aves migratorias

me hace ansiar sus alas

- Realidad incolora

Estoy anclada en la nostalgia

Al acecho impaciente maniatada.

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Cuchillo de obsidiana

No me hagas esperar más

que el llanto amenaza con estallar en un latido

saca de la funda la filosa lengua

asesta las palabras de cicuta

Prefiero una muerte rápida

a vivir encerrada entre cristales

ahogándome en vahos de incertidumbre

Corta ya, cuchillo de obsidiana

a la mortaja mi corazón está listo

preparado al adiós de tu presencia

a la soledad de siempre mi morada.

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Una gran lágrima roja

Una sombra total yace en su mente

Vacía se desintegra

Persiste la tristeza

Un latir de llantos

- una gran lágrima roja –

pesados eslabones de mercurio atados a la espalda

los ojos ya no viven en las cuencas

al frío de un adiós se descolgaron

el alma

es un gemido que se arrastra por la habitación vacía

Hoy, él se denomina ausencia

y como costra se adhiere sólo a un nombre

escozor de sal en una herida

toda su memoria se fue tras esos pasos

y ahora lo único que entiende

es que esas manos

están tan lejos como la luna de sus labios

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“Cuando no estás cierro mis párpados porque habitas en las raíces de mis ojos...”

Atropelladas en alocados tránsitos un par de bocas se flagelan

para los atormentados besos un sepulcro

tu palabra raptora se lleva los tabúes

los cuelga en los ojos de Selene

Las manos queman la ofrenda

inicias ardiente el ejercicio de los cuerpos

se cruzan sensaciones rodantes

Invasión dominio huída

Vibras en la mágica cuerda que late al fondo de mi noche

inmanente a tu sustancia, el cielo se adelgaza

Silencio

la luna se deshila tras los cerros como la soledad en un augurio

remanso donde se filtra el apacible viento

Miran frías y mudas las polvorientas calles

Un beso

Un abrazo

Un adiós con alas rotas

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... sólo es aire

¿Qué hace de mí este melancólico licántropo?

Que sigue aferrado al triste amor a la luna

Tan sin manos

... sólo es aire

El aullido sobrecogedor asusta hasta a la muerte

no se acerca alrededor de mi soledad

Mustias las ramas del frondoso sentimiento

Se vuelven látigos que me sofocan

Y yo, todo tristeza siguió absorto cantándole a mi noche

la infeliz esperanza me sentencia

A ser un rehén entre siglos de arena

A esperar la turbia versión de lo improbable

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La luna roja te raptó

La luna roja te raptó y te llevó a su lado oscuro

ahora vives en un mundo álgido como tus emociones

cuerpo que carga el yugo de la dicha proscrita

alma que transpira desengaño

ante un torrente de cristal : una exiliada

Buscando una respuesta por tu piel de amatista deambulé

¿En qué charca dejaste las sandalias de los sueños?

De tu voz desvanecida engarcé perennemente las espinas

Un médano siguiendo al viento

piel de arena que se diseminó en tu mar de espejos

sólo un puñado de sal

El ayer ya estipuló del hoy la triste suerte

Tú nunca pudiste ver en mis ojos como el dolor abrió sus puertas.

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Aullando su tristeza se decolora el tiempo Agitado en cascadas de lamento se muere el silencio Un recuerdo despierta alientos vivos, ardientes. Sacudo del cuerpo el negro polvo de todos los ayeres Ato mi sombra No más amores muertos ni perfumes que se desvanecen No más blancas lágrimas candentes que evaporen al espíritu No más.

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Reflejo

En la sabana nocturna la soledad se agranda

es muro donde se vuelven sombras los rostros del ayer

En lo alto sólo queda el silencio...

Se refleja la imagen de un ser que esta tan sólo

tan definitivamente sólo

Que el espejo se enjuga una de primitivo mercurio

compadeciéndose de sí mismo

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“La golondrina no regresa este otoño se perdió en un cielo de búsquedas y sueños

algo que tú no tenías para ella...”

En cenizas cae la tarde

se hace cieno

en humo se troca

se vuelve desdichado el hombre al llegar la noche

al delgado manto del alcohol le pide lo adormezca.

Tiembla en el polvo de sus pasos

busca con afán una esperanza

encuentra bajo la farola una figura desgastada...

Suave una voz que invita

a morir en un respirar vació, a vivir en su leve morada

toca su piel seca

prueba el ajenjo de sus labios

crece la angustia por romper los eslabones

búsqueda fallida, no se liberó el dolor

se ciñeron mas los demonios a sus simas.

al partir, en el umbral escupe el arrepentimiento.

Vuelve a la cueva del recuerdo

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mira como sangran las horas de su vida amargas y lentas

falacias de un sueño que abraza día a día:

Aquella golondrina no tuvo punto de regreso

se perdió en la espejo de un octubre,

El fuego del amanecer desmorona a la luna en un abrazo

Marchito, impenetrable como un viento de espinas

el hombre se esconde en los brazos del día

y bajo sus grandes ojos,

espera con temor el fragmento del canto que es su vida.

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Al pasar otro septiembre Oyes el eco de mi voz murmurar un canto de caracola. Enclavado en el acantilado se perpetúa el sentimiento Hiciste un día que mi marea se fundiera en el menguante de tu luna

ni el tiempo

ni las miles de brazas de distancia

romperán en mí el cable de tu ancla

créelo, no me perderás al pasar otro septiembre

aunque navegues en el gris de ese frío mar del norte

recuerda que la corriente del océano siempre retorna a pesar de las tormentas

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Sentir

Diáfana la tristeza trasluce por el rostro del ángel

en sus grandes ojos cafés se alimenta una lágrima

que pesada cae por la mejilla

hasta que la detiene la blanquísima mano

Él la mira como quien mira aun ser amado

sabe que en lugar de sal

están los trozos de un recuerdo

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Ayer...

Ayer palpé en tu cuerpo el peso del dolor

Y era tanto...

Se derramaba entre mis dedos

Como arena de un reloj en horas rancias

Como cóleras de llantos secuestrados

Anidado en una historia como despojo frío

Un corazón dolorido

Desconfiado

En tus ojos un destello de tristeza

Quise entonces tornarme en primaveral alisio

Y esgrimir como canto liberador en tus adentros, la esperanza

Siente el terror al desafío

Cuelga tus sueños en el tendedero

Y déjales secar las alas

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Estoy sentada a la orilla de mi pueblo

Miro languidecer sus torres vestidas de otoños viejos

Siempre camina el tiempo

Cada huella es el crujir de los recuerdos

la nostalgia de otros instantes ,

me lleno de herrumbre

me debilito

la voluntad se doblega

exhausto metal

voz dúctil

rama que mece el agresivo viento

Empieza la lluvia de entretiempo en la mirada gris del cielo

se hilvanan con la sal de mis ayeres

dando un sabor de óxido a mi boca.

Siempre camina el tiempo y por sus pasos

cuánta amargura acumula el alma dentro del hueco de mis carnes

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Un difícil jeroglífico

Un escalofrío recorre el camino de mis vértebras lumbares

y se aposenta en la nuca

carámbano incrustado en el cerebro

entre rezos y letanías la fe es ya un difícil jeroglífico.

Avanza una sombra que busca lo que yo persigo

muestra las palmas de sus manos abiertas como una noche de anhelos

mi voz busca la llave del cerrojo pero está roto

alzo la mirada y miro a sus ojos

le pido que me muestre como se puede reconstruir el alba

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Hay días en que oyes cánticos de sirenas

como el de aquel que emite su voz con fuerza

y en el púlpito se erige

que forja caminos imaginarios en nuestras mentes,

donde como ovejas deseosas de amparo y amor

perseguimos a un pastor incorpóreo.

La realidad es otra cuando el relámpago del dolor

se hunde entre las carnes

cómo es posible adorar a un ser de madera

tallado con las mismas flaquezas que las mías

La desesperanza se torna piedra en nuestros cuellos

y te hundes con la mirada fija ante la nada

No hay manos que te salven

Ni voces que aminoren la angustia.

Estas ahí en medio de la nada, como lo has estado siempre…

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Hoy pasé…

Hoy pasé sin detenerme por tu templo

en el altar sigue aferrado tu cuerpo pálido, frío, inconmovible.

Ayer el rosario de acerinas se desgasto entre mis manos

eran esferas colmadas de plegarias

me quedé en la santa oscuridad con los ojos llenos de una ignorancia todopoderosa

tiré la llave del cerrojo de mis sentidos.

En una noche de luna muriente y lluvia en la mirada

se apareció el súcubo verdoso de la rebeldía

las palabras reprimidas brotaron de mi boca y así empecé a desatar el nudo de tus credos.

me agoté de cruzar tantos atrios

me agoté de esperar las respuestas

me agoté de caminar entre guijarros y migajas

y paso a paso fui desnudándome del cárdeno traje de la devoción.

La fe resucita lo mismo que sepulta.

Del velo impenetrable de tus palabras.

sólo queda un misal

y entre sus hojas los restos secos de un clavel abandonado.

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¿Y Dios ?

Noche sin luna de un septiembre

cinco años de inocencia se filtraron entre viejos adoquines

los santos habitantes del templo de cantera

y las almas de las preocupadas beatas

mil credos se tragaban

un rezo en aquella mente infantil

“Ángel de mi guarda mi dulce compañía, no me desampares...”

pero fue un sordo el ángel pérfido

¿Y Dios? Ese día no estaba en casa

Cubierta la perversión humana

pequeños ojos azules

escala las paredes

que le caigan encimas

que la tierra se la trague

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A sus pequeñas manos

Llegaron los disformes habitantes rojizos y crispados

la Ira, la náusea y el odio

en lugar de su alma

descendió de largas garras Megere saboreando la venganza

el momento de acercarse al infeliz esbozo de hombre

Tanto tiempo en la oscuridad vivió ofuscada

Una maraña de áspides

Ciega, dolorida sólo veía rojas sombras

Hasta que un buen día

Otro despistado dios la tomó en cuenta

La tocó dejando una pequeña semilla

Diminuta luz disuelve la telaraña de rencores

Bendito cirio que derritió a la arpía.

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Suave y negra la pluma de la muerte

Escribe en mi frente de la vida el epitafio

El desaliento insiste es fría telaraña

me retiene,

me carcome

me transforma en la voz de un muerto

inyecta su ponzoña en mis pupilas día con día la maldita arácnida

una lenta agonía fluye por mis venas

A tu lado tuve un asomo a la luz

Pero la oscuridad es la que ahora emerge entre mis brazos

Sólo se oyen los lamentos en el eco de esta noche

El aire peina despacio mis cabellos, mientras desciendo hacia el limbo

Hueca y caduca carcasa de un capullo de satúrnida

La niebla cubre el pedregal de mis tristezas

Soterrando así mi funesta vida

La naturaleza es perfecta

Todas mis huellas se han borrado,

Sólo queda el límpido sendero donde la vida continúa sin mi presencia.

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Al abrigo de la noche la sombra del hombre

parece una nube que se desliza sobre la arquitectura persa

sus pasos rompen la línea del silencio

no se hunden sus huellas en la ciénega de la muerte

permanece bajo su planta la resurrección

Pisotea y desgarra auroras y noches de luna

Clama y reclama al dios

que le ha negado el descanso

cargándole de espinas los párpados

haciéndolo deambular una y mil veces por un mismo camino

Solitario transeúnte en su propio ataúd

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“la muerte está en mis ojos como un cielo despejado

como cuando un hombre llega allí, donde no sabia .” Anónimo egipcio

Nos conciben con el germen de la muerte

se cierra cada vez más el silencioso nudo

Como el hilo que resiste a la luna en el cielo

ten certeza, sí se rompe, de la parca y su negrura.

Ese ángel de largos y delgadísimos dedos

dejo olvidadas sus alas de limbo en la penumbra

ni siquiera de su acogimiento te rescata la locura.

La muerte es como un sol renovado

siempre atenta a cualquier vicisitud

se oponga la medicina, la magia o el mismo dios.

sólo con abrir la boca y despedir su aliento

del último telón te cubre la mortaja

esta fría verdad siempre te acecha

desde las profundas simas de tus ojos

Es el fin del universo

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Amado Thánatos

A Nayelli Ángel que abrazó las sombras

Buscaré el filo de la navaja No habrá dolor

Sólo adormecimiento

Rasgaré en la diáfana piel la suma de ríos encarnados

Amputaré el embalaje de mi desesperación Que me cubra así la sombra del ansiado

No, así no,

Acariciaré las heladas formas del revólver Probaré el sabor del ardiente aliento Porque yo misma soy hielo y fuego

Y después... Explosión calor luz

Excitante seria llegar así al amor vaticinado

Lanzarme al hondo precipicio con los brazos abiertos Muy abiertos Tan abiertos

Que al abrazarte me vuelva grillete y nunca soltarme

Dime hijo de Nyx pródigo en ausencias

¿Cómo hago para que tu oscuridad se entreteja con la mía?

Malamente la vida aún me posee

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En abisales mares

Surca con sus alas el vasto horizonte

la luz siempre su amiga

sonríe al amanecer y al atardecer la besa

En abisales mares

donde la claridad del rayo jamás ha penetrado

se hunde en un espacio negro y frío

Esos largos tentáculos le abrazan

y él, sin deseos de luchar, le da lo mismo

sólo mira hacia abajo

Le sacude una sirena de cabellos de mercurio

ella descubre la mirada transparente, vana

Más pequeña es la llama que ilumina al cielo

Todo su cuerpo se aletarga

se queda regando el agua de sus ojos

solo con tanta agua

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Cacofonía de lamentables ecos

sabe que en su cuerpo ya no hay alma

pero sí una gran herida

Una amapola roja que nació el día que menguo la luna

Pensar que siempre quiso partir en un atardecer de ámbar

y el cínico destino lo fustiga

dándole un lugar donde no necesita ojos

Penumbra tenebrosa

Este es su adiós a la luz, a la vida

ahora absorbido por lo vacuo

una esperanza que nunca nada espera

una ave más que el mar se traga.

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Un mundo de maraña gira.

Marchito muere en la penumbra el hombre.

El miedo se multiplica,

y mengua la cama de sueños construidos.

Amanece mudo y muerto mil veces mil.

Masacrado como el tiempo mismo.

Lamento reclamando la prometida voz de campanas sin memoria

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La vida vive de la muerte

Se lleva la tarde en su red los vestigios de un sol ardiente

Por el horizonte despliega la noche-buitre sus alas.

En su mohoso vestido la serpiente se agita

se pasea a modo de hilo por los quebrajos del campo

interrumpe el sinuoso paso al encontrar una cárcava,

llaga donde el día guardó su último eco,

el silencio se desliza bajo sus escamas ,

en lo profundo igual que Endimión duerme una bella liebre

en tinieblas como un condenado a muerte solo abre más sus ojos

mientras el áspid cual postrer hebra lo envuelve

y en un beso muy lento la devora

cuadro de un irremediable destino

la vida vive de la muerte

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Entre las neblinosas ramas de invierno se vuelve ronco el viento

miro de pronto un árbol negro

sus ramas semejantes a venas que se incrustan

son dolorosas grietas en el cielo

La hiedra esconde en sus entrañas todos mis recuerdos

los vuelve vaho

busco la resonancia de mi canto

ya no habitan frases en mi garganta

se perdieron por la senda que camino a diario

Todo es un hueco lleno de silencios

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Se abren los balcones del caserío

donde el insomnio y la soledad

que ya me saben presa de sus redes

me nombran con sus bocas.

El silencio ya no es capaz de estremecerme

tembloroso se pierde en la orilla de un estanque

¿Para qué atosigar a esta alma impura ?

Luz de ayer

ángel de mármol que arrastra las horas de un tiempo jamás asido

plegaria que equivoca la senda

y se extravía entre la falsedad de los humanos

Cada vez me vuelvo más solitaria

un ser lleno de reminiscencias

una tortuga que carga el recuerdo de lo que no ha sido.

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La dolorosa armonía del ser y del no ser

La noche entona el salmo del silencio

un viento gélido abraza la blancura de mis huesos

dejando al descubierto la locura que bajo este cuerpo habita

La realidad es solo un sueño

un mal sueño que te cansa de amontonar hojas caducas

y deja incrustada en tus manos como astillas de vidrio

La dolorosa armonía del ser y del no ser…

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“ Se reúnen los poderosos Anunakos y con Mamitu, la diosa del destino

fijan la suerte del hombre, establecen los días de la vida,

pero no revelan los de la muerte...” Poema a Gilgamès, 3000 a. C

Al pintar su rostro en herrumbre el aire

con su canto pregona el llanto rojo

Unos ojos oscuros descubren la próxima tormenta

y aprieta en el puño con fuerza al bendito masbaa

Vienen del occidente tantos pájaros de mal agüero

con miras a fornicar, a matar a Babilonia, la gran prostituta

Aletean voces de metal y trueno

en las alas cargan distintas muertes

murciélagos ansiosos de espesa y negra sangre.

El león alado invoca a los antiguos dioses

y se abren en par las puertas de Aralu

En-lil, Anu, Ea, Nergal, Irra,

hasta la impulsiva Istar olvida los placeres

se viste con traje de guerrera

todos despiertan a los nuevos aires de la guerra

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Mientras el hombre del turbante

mira en el horizonte como una negra lengua lame al cielo

la hora de la gran Humareda manda su sombra sobre todos los hombres

El Dajjal machacador de vida lanza sus huestes

la Legión extiende su poder desgarrando la tierra

penetrando con la carcomida piel las doradas arenas

avanzan ondulantes serpientes empapadas de deseo

de poseer la viscosa entraña del desierto

Dajjal siempre su “ Yo ante todo...” fiel al “seréis como dioses “de Lucifer

Tiembla el corazón del iraquí, busca con la mirada a El-Mandi

y en el almenar, llama a plegaria el almuecín

un canto a no quedarse con los brazos cruzados

a iniciar la yijad contra el infiel,

a matar a los cerdos y hacer pedazos las cruces falsas.

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En la boca de la guitarra del cielo se rasga el clamor de una noche nueva;

innumerables los astros en el acuoso espejo se reflejan;

El mar blanca espuma extendida en liquida cabellera

deposita la suma de los murmullos en las finas arenillas;

La luna inmóvil

llama vigilante

se desconcierta al ver volar anémonas marinas,

actinias aleteando latigazos de luz

irrumpen también a la cavidad nocturna seres ciliados y madréporas

En la oscuridad del lecho submarino un ermitaño cangrejo lanza un suspiro

que emerge desde la profundidad como una diáfana esfera e irrumpe hasta el firmamento

Selene toca su plectro

sacrifica la plegaria

la vuelve joya ardiente que se diluye con la brisa de este mar de septiembre

Mientras... Peri sueña con el ojo del alba.

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Teresa M. Bazaldúa Arizpe

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La ladera de noviembre

Entre la oscuridad de los rincones lentamente la tarde se despide, peinan los últimos rayos las

ramas de los abedules, de pronto se oye el canto del grillo, antiguo guardián de la espesura. El

pausado estribillo inunda la memoria del bosque.

La dura piedra es la costra de la tierra que encierra la mágica historia de un valle antiguo.

Murmuran los pájaros nocturnos de aquellos antiguos caballos oscuros, que nacieron del

cristal de un hechizo de un druida mendicante, que los regalo a unos pobres campesinos.

En ese entonces existían palomas verdes que al lanzarse al vuelo, de su aletear brotaba un

denso perfume de laureles.

Platican también las salamandras esos seres antiquísimos, que las amanitas de la muerte,

poseían piecesillos y descendían al bajar la bruma por la ladera y al llegar al claro, se

congregaban en círculo para esperar la llegada de Onya, la sacerdotisa de nívea piel y ojos de

color helecho. En ese lugar se disponía cada otoño el ritual de la cosecha.

Siglo a siglo los vientos también contaron estas historias a los antiguos. Hoy el musgo se cubre

de silencio, se torna amarillento y la ladera de noviembre sólo es un soplo de penumbra que se

pudre en el olvido de los hombres.

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Noctívaga

La noche pertenece al misterio del ensueño

El manto nocturno en seres alados se desprende

Son duendes y ondinas que habitan en la noche

Formas fantásticas y sorprendentes colores

Dominan los aires Sàturnidas cecopias de grandes ojos rojos

Asaltan la pureza de azucenas

Y desde las sombras, naranjas colibríes

Todo es mágico

Seres con tantos pares de patas

Luciérnagas que juegan a ser soles

Y el canto hechicero de la escuálida lechuza

Incita al murciélago a volar bajo la luna

La noche sonríe

Se siente tan amada

Agradece al universo que en su vientre

Pulsen más de mil estrellas de alas aterciopeladas

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Late el oleaje de los árboles

Late el oleaje de los árboles como si la vida se desmoronara

Bajo el último manto del silencio aúlla un viento de soledad y muerte

Lacerantes heridas en las frondas

cubiertas de manchas de lepra púrpura

los troncos lisiados con fuentes de pus naranja

agonizan, junto a las sombras augustas cercenadas

No habita más el olor a musgo

Ni el canto del gorrión

No hay alas que pinten más el azur

las mariposas acabaron por los suelos

Ausencias: de frágiles pisadas de venados

y de saltos acróbatas de ardillas

Imperceptible el chapoteo de castores

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se acabaron las joyas submarinas

pececillos y bichos de alba y plata

Y ahora vive roto el espejo telaraña

triste bandera abandonada

Fría y espesa la capa de neblina

anuncia:

El bosque se ha cansado, se nos ha muerto

el hombre asesinó al guardián

en aras de techos y pisos de cemento

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Cacería

Ondulante la sensación de la muerte

como una oscura sierpe se desliza.

Entre los altos matorrales de la sabana

pace tranquilamente

el antílope, ángel inocente

se ciñe a su alrededor una sombra de ojos verdes

demonio de sangre sediento

el viento transporta un hedor a herrumbre, a plasma añejo

Percibe levemente la mirada del frío diamante

no escucha el mudo andar

acojinado el paso, con elegantes almohadillas de terciopelo

Asesino silencioso

Cruje la hierba, prefacio del dolor

la penumbra se proyecta sobre él, semejante a la luz de un disparo

atrapado está

sucumbe a las garras y a los dientes

la vida se le apagó en un parpadeo

refinado ritual del equilibrio

Ser muerte para seguir con vida

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Animal-ancla

Nació como Atenea del dolor de cabeza de su padre

arañando atajos entre incertidumbres

no ha sabido de los sueños su existencia

nunca le contaron de ellos

Es animal-ancla, atada a tierra

Parpadeos llenos de imágenes sin tiempo

de un camino sin colores es transeúnte

Vómito de los desengaños de sus padres

un hálito que enturbió sus vidas

un suspiro en la tormenta

un estilete cortando el aire

En la oscuridad se extingue

ahogándose en la cera, un pabilo desgastado

se mira como sombra en las paredes.

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I

Y Se perdió mi voz entre las líneas del silencio

un ave se la llevo en su vuelo

cubrí su ausencia con la hojarasca de tu octubre

¿Cómo nombrar con esta boca tu nombre?

si el sonido se volvió un errante

un indeciso médano

sólo aire

Torbellino de circunstancias

que envuelven a la seca piel

que se adhiere a esta tierra

no se conforma

te desea

II

El deseo es la antigua plegaria

que el viento recupera para el huésped de siempre.

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III Allí adentro sofocadas se sueltan las amarras del pesado párpado,

y en círculos, la voz en nuestro espacio se convierte en palabras púrpuras

Así sin guía navegamos hacia el estío

ese que brilla en el día más largo sobre la piedra roja

dedicada al sacrificio del fantasma que no muere…

IV

Mi cuerpo es una luna deshaciéndose

mi voz una plegaria .

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V

Tus ojos se incendian en la humedad de mi estío

por el calor mordida, me vuelvo cera

cabalgo en el aliento de tu cielo

y más allá de sus carnales muros

un rayo excitado lleno de delirios

sacude mis entrañas

aplicas como bálsamo tus benditos labios

y en mística eclosión brotarán versos

qué marea es esta que arrastra a todas las almas en plenilunio

membrilleros regados con agua de los ríos

por los dedos rosas de la aurora

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VI

Cuídate del amor porque brilla igual que lágrimas y espadas,

si lo abrazas jamás conocerás la paz,

es un golpe de dados.

un collar de ajenjo que se anuda al cuerpo

y la esperanza

tan sólo un destello gris de rostros desgastados

que musitan palabras de nostalgias

de besos no bebidos

de cuerpos no tocados

deseos…

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Teresa Martha Bazaldúa Arizpe nace un frío diciembre del 62 en una casa marcada con el

303 en la Calle de La Llave en Saltillo, Coahuila. Meses después sus padres la forzan a

cambiar la serranía por una zona llena de algodonales y llega a Delicias, en un día

lluvioso de mediados de abril.

En la ciudad de Gardea, a la edad de cinco años la abuela materna la inicia en un vicio

que hasta hoy no puede dejar: la Lectura. Descubre en secundaria para su mala suerte a

Neruda, Bécquer y Poe, ya que la inducirían a las oscuridades del romanticismo (escribe

en secreto poesía). Aunque en prepa le hace ojitos Ray Bradbury con sus Crónicas

marcianas, libro que aun posee y guarda celosamente.

Después de un hijo (el mejor regalo de su vida) y un divorcio contencioso (no firmen

hojas en blanco); vuelve a las faldas del Zapalinamé y se nutre de la cultura de su natal

Saltillo, el tiempo libre lo dedica a la lectura, la escritura y al dibujo.

En alguna vida anterior debió de ser mercader o nómada, el hecho es que después de 10

años regresa a Delicias (no muy convencida por cierto). Asiste a Casa de Cultura a el

Taller de pintura Remedios Varo de Alma Quiñónez quien la invita al taller Aurora Reyes

coordinado por José Luis Domínguez, quién le sentencia al año de permanecía a llevar

material escrito o no volver al taller y de ahí para el real escribe poesía y cuento.

Ha participado también en talleres con Edgar Trevizo, Gabriel Borunda y Francisco

Hinojosa.

Descubre también otra pasión: contagiar en los niños y jóvenes (y al que se

deje) el gusto por la literatura y por ende la lectura.

Se reúne con otros adictos a las letras cuando el tiempo y el trabajo lo permiten.

Todo esto bajo la aprobación de Raúl, su hijo (“Ni modo, no es una madre normal,

gracias a Dios…”)