Agustin Garcia Calvo, LALIA. ENSAYOS DE ESTUDIO LINGÜÍSTICO DE LA SOCIEDAD

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Lalia Ensayos de estudio lingüístico de la Sociedad

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El libro reúne una serie de quince ataques a la idea que el mundo se hace acerca de sí mismo, por caminos variados, pero tratando de desmontar la pretendida relación entre el lenguaje y aquello de que el lenguaje habla, yendo desde un análisis de las afirmaciones estalinianas sobre el lenguaje o un examen del fenómeno de la traducción hasta un estudio estilístico de textos de propaganda o de los modos de salirse de la Tierra a la Luna, pasando, entre otros, por algunas disquisiciones sobre las nociones de causa y fin, los grados de realidad de los colores o los sintagmas prohibidos nos amo, me amamos. En cuanto a Agustín García, fue antaño, entre otras cosas, catedrático de lenguas antiguas en las Universidades de Sevilla y de Madrid, hasta el año 1965; había previamente nacido en Zamora y estudiado en Salamanca. Actualmente tiene, al parecer, presentada solicitud para la venta de su alma, a la que no ha recibido respuesta definitiva. Entretanto, y a falta de mejor oficio, sigue dedicándose en París a escribir y a dar en la Universidad de Lille algunos cursos para hispanistas. De las publicaciones a su nombre más o menos relacionadas con los temas del presente libro, citaremos, entre las filológicas, los artículos sobre interpretación del Carmen Arval, sobre el texto de Hesíodo o sobre la Carta a Heródoto de Epicuro, la traducción de las obras socráticas de Jenofonte, la de algunos diálogos socráticos de Platón y la versión rítmica del Pseudolus de Plauto; y entre las lingüísticas, un estudio sobre funciones del lenguaje y una introducción a la prosodia latina, una preparación al estudio de los modos verbales, así como unas “Tentativas” sobre el uso de los términos significación, sentido y otros, y una “Ley de ordenación jerárquica de la procesión sintáctica” (en prensa); amén del Sermón de Ser y No Ser, en trance de reedición.

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  • LaliaEnsayos de estudio lingstico de la Sociedad

  • siglo veintiuno editores, saG A B RIEL M AN CEH A , 6 9 M X IC O 12, D . F .

    siglo veintiuno de espaa editores, saI W ] EM ILIO RUBN, 7

    M A D R ID -33 ESPAA

    sigb veintiuno argentina editores, sa| \3 0 1 T A C U A n r i2 7 1

    BUENO S AIRES, ARGENTINA

    Primera edicin, 1973

    Agustn Garca Calvo SIGLO X X I DE ESPAA EDITORES, S . A.

    Emilio Rubn, 7. Madrid - 33DERECHOS RESERVADOS CONFORME A LA LEY

    Dise la cubierta: Diego Lara Printed and made in SpainI. S. B . N. 84-323-0090-X Depsito legal: M. 7.421 -1973 Impreso en Ediciones Castilla, S. A. Maestro Alonso, 21. Madrid-28

  • Brindo este libro a ty al pblico

  • Indice

    Presentacin ............................................................................................................ 1I. Estaln acerca del lenguaje ...................................................................... 23

    II . Apuntes para una historia de la traduccin ....................................... 39II I . El fonema y el soplo .............................................................................. 77IV. De la gnesis del Fin y de la Causa ..................................................... 91V. Enfasis de la racionalidad en un texto econmico ............................ 107

    V I. De la Totalitariedad .................................................................................. 135

    VII. Sobre la Realidad, o de las dificultades de ser ateo ........................... 157V III. De la confusin entre mtodo y objeto, a propsito de los grados

    de realidad de los colores ...................................................................... 187IX. Cosas y palabras, palabras y cosas ......................................................... 225X. *Nos amo, *me amamos .......................................................................... 269

    X I. T y yo ........................................................................................................ 303X II. De la cerveza, la poesa y la manipulacin del alma ........................... 313

    X III . Estar en la luna, o sobre las funciones de la mstica y la magia ... 347Addenda ................................................................................................................... 385

    IX

  • El epigrama que se pone a modo de lema en la pgina de enfrente estaba en su primera redaccin escrito sobre la puerta del centro de estudio libre de filologa que funcion algunos aos en la Facultad de Letras de Sevilla y viene a decir tugo como esto:

    Las palabras, pues, camarada, cojmoslas y vayamos descuartizndolas una a una con amor, eso s, ya que tenemos nombre de amigos-de-Ia-palabra ;

    pues ellas no tienen por cierto parte alguna en los males en que penamos da tras da, y luego por las noches nos revolvemos en sueos,

    sino que son los hombres, malamente hombres, los que, esclavizadosa las cosas o dinero, tambin como esclavas tienen en uso a las palabras.

    Pero ellas, con todo, incorruptas y benignas: s, es cierto que por ellas este orden o cosmos est tejido, engaos variopintos todo l;

    pero si, analizndolas y soltndolas, las deja uno obrar como libres alguna vez, en sentido inverso van destejiendo sus propios engaos ellas,

    tal como Penlope por el da apacentaba a los seorescon esperanzas, pero a su vez de noche se tomaba hacia lo verdadero.

  • A E 2 / N T A f V I a * T E * - A M A *x *< S i> tt N fK A fT H M ,

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  • P R E S E N T A C IO N

    1. Parece ser que las ciencias eran en principio una modalidad del lenguaje humano que versaba acerca de las cosas, as la Biologa, por ejemplo, un discurrir acerca del fenmeno llamado substantivamente vida; la Fsica, uno acerca de los seres y procesos naturales; la Psicologa, otro sobre el alma, humana principalmente, y otro la Historia o la Sociologa sobre los hechos y comportamientos o pblicos o tpicos de los hombres; dejada aparte la Gramtica, que no pretenda tener por objeto otra cosa, sino tomar como objeto el lenguaje mismo, as como las Matemticas, cuyos objetos eran sin ms y exactamente los significados de sus formulaciones, sin colocarlos, salvo por veleidades de las mentes platnicas, como objeto exterior a ellas. Pero va hacindose evidente que lo que domina en las formas de ciencia ms avanzadas entre nosotros es una cierta conversin de esa situacin tradicional, en el sentido de que no sea ya la ciencia lenguaje acerca de un objeto, sino que objeto de ella sea la relacin entre su objeto y su lenguaje (el de la ciencia y el del objeto mismo, segn como se mire), y ella, por lo tanto, al no versar ya sobre cosas o fenmenos, o fuerzas o ideas, o ni siquiera causas, sino ms bien sobre relaciones ehtre lenguaje y cosas, venga a ser una especie de metalenguaje. Es como si la mala conciencia de la ciencia hubiera venido a hacer que apenas pueda interrogar a su objeto sin interrogarse a s misma al mismo tiempo, y aquello que en la situacin tradicional poda recluirse a un prlogo, a ttulo de observaciones metodolgicas o filosofa de la ciencia, parece que va invadiendo todo el cuerpo de la ciencia misma. Y dicho de otro modo: que la cuestin del significado, apenas en otro tiempo seccin de las disciplinas gra

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    maticales, descuidada, por otra parte, prudentemente, est viniendo a ser la cuestin por excelencia de las ciencias todas: la pregunta de qu hay o qu sucede, en vez de glosarse con las de dnde, cundo y hasta por qu, va configurndose en un qu quiere decir, qu significa; y esto en su doble cara de preguntarse por el significado de los conceptos y aseveraciones establecidos por la ciencia previa y de preguntarse por el significado de los hechos, los sociales y aun los fsicos, que as de algn modo se trasmutan de hechos mudos, objeto inerte del saber, en cosas elocuentes, en dichos factuales, en todo caso interpretables para la ciencia como si fueran una especie de lenguaje.

    2. Por ejemplo, en los estudios biolgicos las investigaciones parecen ante todo venir a dar en un cuestionamiento de la anttesis orgnico/ inorgnico, y las teoras que trataban de describir la vida en trminos de absorcin de entropa negativa y revelaban, de hecho, una contradiccin entre la vida misma y el ser vivo parecan a veces no ser sino una glosa de la dialctica heraclitana, que denunciaba la oposicin de muerto'/'vivo en el sentido de que la vida de los muertos es la muerte de los vivos y viceversa; o qu cosa ms en candelero en esas ciencias que los estudios de Gentica (donde por cierto no dejar de ponerse odo al empleo de una expresin como cdigo gentico, venida de los mbitos jurdicos y semiol- gicos), objeto de los cuales estudios apenas es otro ms que el anlisis de la oposicin entre los conceptos de herencia y de influencia (cuestin, por otra parte, debatida paralelamente en los estudios de lingstica histrica en el intento de explicacin de la diversidad y semejanzas mutuas de las lenguas), anlisis se en que es el concepto mismo de causa el que arrostra su subversin. Y en cuanto a la Fsica, el proceso de que hablamos se nos antoja ms avanzado todava: topamos aqu tal vez con la piedra clave de la cuestin en el momento en que se dice que la Matemtica es el lenguaje de la Fsica, o que, inversamente, el lenguaje de la Fsica es la Matematica: pues parece que de lo que se trata cuando se piensa en la Matemtica hablando de la Realidad es de si una realidad de naturaleza numrica (en la que habra literalmente nmeros, esto es, cuantas cualificadas, a la manera de la constante de Planck) desarrolla como expresin suya la Matemtica, o si es, por el contrario, la Matemtica la que configura una realidad que sin ella no sera nada, en el sentido de que no se dara como tal objeto de la ciencia, o si de tan apretado dilema cabe hallar un tertium o salida, en cuya bsqueda justamente estara deba

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    tindose la ciencia; ya que, si no, en el primer caso la verdad de la formulacin fsica se obtendra a costa de su reduccin a tautologa, y en el segundo se estara renunciando a la pretensin misma de verdad, a favor de una funcin meramente prctica y esttica de la ciencia; o sea, siguiendo aproximadamente una formulacin del propio Ein- stein, que una proposicin terica es verdadera en la medida que no se refiere a la realidad, y en la medida que se refiere a la realidad no es verdadera; y las teoras mismas de la relatividad (prescindiendo de su elemento digamos conservador o reaccionario, que es el mantenimiento de la entidad en s, llamada velocidad de la luz ) tienen ms que nada su fascinacin en la manera en que practican la reduccin de las cosas y medidas absolutas al carcter de convenciones, dependientes del sistema de referencia; lo cual en algn modo las confunde con los signos lingsticos, con aqullos mismos, por ejemplo, con que la teora estaba acerca de ellas discurriendo.

    3. Pero volvmonos hacia los estudios llamados, segn la boga, histricos, humanos o sociales, aunque sea con la advertencia de que si aqu a ellos nos volvemos y mayormente nos reducimos, ello no ser ms que por malhumorada cesin a la injusta ley del non omnia possumus omnes, y en modo alguno porque respetemos ni reconozcamos a su vez legitimidad a esa distincin entre lo natural y lo social, sobre la que algn esfuerzo de denuncia se hace en varios de los ensayos que en el presente volumen incluimos. Pues bien, en los estudios sobre la Sociedad o las sociedades humanas es notorio cmo en los ltimos decenios la preocupacin por las interrelaciones entre los hechos lingsticos y los sociales est en el primer plano del inters, as entre los lingistas como entre los antroplogos y socilogos (de modo anlogo se daba en los decenios anteriores el entrecruce de intereses entre la Lingstica y la Psicologa, del que fueron el ms maduro fruto las teoras de K. Bhler), y esa funcin de los intereses sobre el punto de lo socio-lingstico o lo lingstico-social se refleja en una cierta tendencia al oscurecimiento de la diferenciacin entre ambos tipos de especialistas: as, en las universidades norteamericanas, aparte de las escuelas de puros gramticos o de gramticos-lgicos, llamados tambin semnticos, una gran parte de los estudios lingsticos florecen dentro de las secciones de Antropologa, y a su vez en estos centros ninguna disciplina suele imponrseles a los aprendices de antroplogo con ms rigor y claridad

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    que la de los estudios de lingstica (considrese, como buen ejemplo de compendio de textos para preparacin de antroplogos-lingistas, el volumen Language in Culture and Society, a Reader in Linguistics and Anthropology, editado por Dell Hymes y publicado en Nueva York, Londres y Tokio en 1966), como si tambin en el plano pragmtico de las instituciones pedaggicas quisiera venirse a una especie de componenda, en que el inters exterior por el Hombre como objeto, venido a la Antropologa y a la Sociologa por tradicin de las ciencias histricas o culturales, se armonizara de diversos modos con el inters interno por el Hombre como sujeto, esto es, como palabra, propio de los estudios gramaticales, una visin conjunta en que el gramtico aportara la precisin y la objetividad que su arte recibe de su identificacin con su objeto mismo, y se encontrara con el inters palpitante que las ciencias sociales y la Antropologa sacan del hecho de que en ellas el hombre se ocupa del hombre como de un animal, esto es, de un ser entre los seres.

    4. Pero, por supuesto, la raz de esa tendencia a la fusin est en un plano ms profundo, en la condicin de los estudios mismos, y precisamente en la percepcin de la ambigedad esencial con que el lenguaje se presenta, el cual, prestndose por un lado a ser examinado como hecho social o parte de la cultura, por otro lado, en el hecho de ser l el instrumento que practica dicha examinacin, se demuestra prcticamente como anterior, superior', exterior o en algn otro modo discoincidente con los hechos culturales o sociales. Y as tambin las ciencias sociolgicas, al ir alcanzando su punto de madurez y decadencia, por as decirlo, no han podido menos de desarrollar aquella rama que en Norteamrica se llama Sociologa del Conocimiento, en que el ms avanzado de los expertos en saber lo que los hombres saben tiene que incluir ese saber de lo que saben los hombres en el objeto de su saber, al mismo tiempo que no puede incluirlo sino a costa de que su Sociologa pierda la condicin de ciencia: To include epistemological questions concerning the validity of sociological knowledge in the sociology of knowledge is somewhat like trying to push a bus in which one is riding; de lo cual slo cabe una salida jurisdiccional: all we would contend here is that these questions are not themselves part of the empirical discipline of sociology. They properly belong to the methodology of the social sciences, an enterprise that belongs to philosophy and

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    is by definition other than sociology; esto es, una remisin a ph'tlosophiam, que es como una remisin ad Kalendas Graecas: pues o bien filosofa significa tambin alguna especie de ciencia, metodolgica por ejemplo, caso en el cual aquella implicacin va a presentrsele lo mismo que a la Sociologa del Conocimiento (y que el hombre, fiando todava en el esquema de la divisin del trabajo, se ponga el hbito de filsofo o el de socilogo, qu poco le va a servir para escapar de un contrasentido que no como a socilogo ni a filsofo sino como a hombre le amenaza) o bien no es ciencia, y no siendo tampoco, por supuesto, ninguna otra forma de religin, no es propiamente nada, esto es, que no forma parte alguna ni de la estructura de la realidad ni de sus instancias supraestructurales sustentadoras de s misma, y entonces malamente va a poder ninguna ciencia confiar en ella para la colaboracion y la reparticin de los problemas. De todos modos, quiero hacer notar de paso que, por ejemplo, el libro de cuya pgina 13 estn tomadas las dos citas que preceden, el de P. L. Berger y Th. Luckmann, The Social Cons- truction of Reality, a Treatise in the Sociology of Knowledge, Nueva York, 1967, que se declara inspirado sobre todo por las teoras de G. H. Mead y de A. Schutz, y que nosotros por cierto slo hemos ledo despus de escritas las especulaciones del presente, resulta que efectivamente toca casi todos los asuntos principales que se tocan en nuestras especulaciones, coincidencia sin embargo que apenas el lector desprevenido quiz percibira; hasta tal punto la diferencia del modo de anlisis o de visin parece convertir en otros los mismos temas; all, en efecto, se trata todava de un discurso cientfico acerca de objetos, mientras aqu lo que ms probablemente se da es un intento multifariamente renovado de quebrar la ilusin de que haya tales objetos dados ni, por tanto, se pueda discurrir cientficamente acerca de ellos.

    5. Pero, volviendo todava a nuestro examen somero de la situacin de las ciencias actuales, observamos que aquel entrecruce o confusin de la sociedad y de la lengua como objeto de estudio se presenta con diversas manifestaciones: en una de ellas se trata de usar las expresiones lingsticas de un pueblo como medio para el conocimiento de las formas de la cultura correspondiente (de un modo anlogo a como el psicoanlisis puede usar de las peculiaridades de la expresin lingstica del paciente para el estudio de sus

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    estructuras psquicas); en otra, se reconoce por el contrario que el lingista que pretenda conocer la lengua de una nacin india, por ejemplo, de Norteamrica apenas podr avanzar un paso cierto sin estudiar simultneamente las costumbres, instituciones y formas culturales de la misma (como que el lxico es, en un sentido, inseparable de la gramtica, y el estudio semntico a su vez no podra hacerse sin apelacin al denotandum o realidad de los semantemas); en otro aspecto, se investiga hasta qu punto los conceptos o concepciones dominantes en un tipo de cultura determinada, por ejemplo la occidental, hoy en trance de conversin en Cultura por antonomasia, dependen de las estructuras de una lengua determinada, as, en ese ejemplo, el griego de los tiempos de Aristteles; en otro ms, son las nuevas sedicentes necesidades prcticas las que obligan a plantear los problemas del lenguaje con un desconocido modo de insercin en la prctica misma de las ciencias y actividades culturales, ello principalmente con motivos como la telecomunicacin (las nuevas operaciones semiolgicas y sintcticas que gustan de designarse con el nombre de Informtica), la traduccin y los intentos de mecanizacin de la traduccin'entre lenguas relativamente diversas (de lo cual apenas puede declararse independiente el desarrollo de las gramticas generativas) y las utilizaciones impresivas del lenguaje en la industria publicitaria (que vienen a producir tratados de Estilstica o Retrica de nuevo cuo), situaciones todas que se caracterizan por que el movimiento terico en ellas, abandonando toda pretensin de investigacin causal, se reduce simultneamente a una pura descripcin y a una operacin prctica; en otro aspecto, en fin, sucede que el socilogo-antroplogo trata de aplicar los mtodos desarrollados por la Gramtica (y en especial la Fonologa) para el estudio de la gramtica de las lenguas a la consideracin de otros fenmenos y estructuras de las instituciones sociales (as, por ejemplo, reglas de vestimenta, organizacin de los cultos y los mitos, estructuras familiares), nirados por tanto como sistemas de signos, es decir, lenguas, terreno ste en que Lvi-Strauss alcanzara tan brillantes resultados, especialmente en algunos planos de la organizacin social ms asequibles a tales mtodos; mientras por otra parte, sin embargo, la persistencia de la divisin entre ciencias gramaticales y ciencias, por as decir, socio-lingsticas (y tambin psico- lingsticas) parece que sigue imponindonos una especie de criterio tcito, segn el cual la lengua propiamente dicha, en el sentido so-

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    siriano, o ms precisamente lo que en el sistema de la lengua hay de regularidad sera un ente en s, en tanto que las irregularidades seran el reflejo (y por ende, la va para el estudio) de la sociedad en el lenguaje, o ms distintamente todava, segn ya ms o menos formulaba A. Meillet, que las anomalas en el sistema indicaran la sociedad en la lengua, as como las infracciones en la realizacin de la lengua en el habla indicaran el hablante individual.

    6. Ahora bien, toda consideracin de relaciones entre lenguaje y sociedad parece que habr de extraviarse necesariamente, no por lo demasiado heterogneo de sus dos objetos, sino por la dudosa forma de su dualidad; o dicho de otro modo: que la perpetua insatisfaccin de los estudios de la interrelacin entre lenguaje y sociedad estriba en la forma misma del planteamiento del problema, que, al preguntarse por la relacin entre ambos hechos, respeta y ratifica con ello mismo la existencia como realidades del uno y del otro, siendo as que acaso los dos existen solamente, como hechos independientes, en cuanto estn constituidos como objeto de dos modos de lenguaje cientfico, que son por cierto y pese a todos los esfuerzos incompatibles entre s. Una vez ms, la analoga de la situacin en el plano individual nos ayudar tal vez a entender mejor: estudia la Psicologa el Yo (o alma individual humana o personalidad uel sim ilia) como una realidad en s, esto es, independiente de las normas y prcticas de uso del pronombre personal Yo (y del sistema de los pronombres) en las diversas lenguas y en la lengua humana en general, sobre el supuesto de que ese vocablo sea el designador de la realidad que le corresponde estudiar a la Psicologa; por otro lado, estudia la Gramtica los pronombres personales y las normas de su uso en una o en las varias lenguas, aludiendo como punto de partida para su exposicin (pero dejndolas fuera de cuestin enteramente) a unas realidades extragramaticales a cuya designacin los pronombres sirven; es entonces como si la Gramtica y la Psicologa se hubieran rigurosamente repartido el estudio del vocablo Yo, dedicndose la primera a su significante y la segunda a su significado (dejando aqu de lado que en este caso hablar de significado del elemento dectico yo ni siquiera tiene sentido, por lo cual se hace forzoso, para hablar de su significado, sustantivarlo previamente en la forma el yo), y as la divisin del trabajo, inherente a la nocin misma de trabajo, mantiene la separacin

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    de significado y significante, en cuya inseparabilidad insista desesperadamente la crtica sosiriana, que en el hecho mismo de insistir en que en verdad no haba ms que uno reconoca que en realidad ese uno estaba obligado a presentarse como dos. Pues de modo anlogo en lo que respecta a las relaciones entre lenguaje y sociedad: hay por un lado un lenguaje cientfico metalingstico, la Gramtica, que se ocupa del lenguaje mismo (de una lengua o, lo que es lo mismo para el caso, de la comparacin entre varias, ya coexistentes, ya temporalmente ordenadas) como si fuera una cosa en s, como si el algo que las palabras de ste mencionan o del que sus frases hablan quedara para el estudio abstrado al mismo tiempo que continuamente dado por supuesto; y hay por otro lado un lenguaje cientfico (no metalingstico esta vez, sino en el mismo plano del lenguaje habitual o prctico), el de la Historia, la Sociologa o la Antropologa, que versa sobre la Sociedad o sobre una sociedad como sobre una realidad objetiva, esto es, muda (o, lo que es igual, expresin de s misma), de modo que sea el propio lenguaje de la ciencia el que tenga que hablar por ella (interpretarla o manifestarla), haciendo una abstraccin inversa a la de la Gramtica, tan completa que no slo las instituciones o los sucesos dejan de ser hechos lingsticos (significativos, referenciales), sino que el lenguaje en sentido estricto de la tribu o de la Humanidad, mirado, por as decir, desde fuera, pasa a agruparse como una institucin ms entre los rasgos descriptibles de la sociedad objetivizada. Todo ello referido a la situacin tradicional entre las ciencias gramaticales y no gramaticales, contra la que justamente, como arriba sealbamos, parece estarse rebelando la reflexin cientfica ms viva: esto es, contra aquella forma de la especializacin cientfica consistente no en atender a parcelas, por as decir, espacialmente delimitadas del objeto, sino en repartirse la atencin a su significado y a su significante.

    7. Pero me atrever a recordar que, en cuanto a haber, no hay tales dos cosas como significante y significado, sino slo el signo, del que el significante se separa justamente slo cuando se le trata como cosa, esto es, no como significante, sino como significado, y que, en cuanto a ser, preguntarse qu es la cosa a la que el signo alude, sin el signo, es contradecirse en la formulacin de la pregunta misma? Ello es que no parece que haya tales dos cosas como

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    Sociedad y Lengua, sino solamente un Todo de carcter social, en el sentido de lingstico, esto es, significativo; y que por tanto, as el lenguaje sociolgico como el metalenguaje gramatical no pueden menos de ser errneos, en cuanto que versan sobre meras abstracciones parciales de ese Todo, pero que ocupan el puesto de verdaderas realidades por el mismo hecho de ser objeto de esas dos formas de lenguaje. Podra describirse la situacin general del siguiente modo: hay 1) Personas que hablan y se entienden; 2) Cosas acerca de las que hablan; 3) una Sociedad que resulta de ese trato lingstico entre las Personas a propsito de las Cosas, y 4) el instrumento por el que ese trato se practica y la Sociedad se constituye, el Lenguaje, comprendiendo en l la actividad lingstica y el sistema o cdigo que la rige; y hasta podra la situacin as pensada representarse por un esquema relativamente simple (donde P y P indican las Personas, como hablante y como oyente, O el Objeto de su trato, S el vnculo mismo de ese trato o Sociedad, y L el instrumento lingstico, dibujado con doble trazo, uno que representa la realizacin actual del habla, y otro la convencin permanente que entre los hablantes rige):

    Pues bien, se equivoca de raz quien imagina de este modo, como cuatro zonas separadas y relacionadas sobre el mismo plano, las relaciones entre los cuatro supuestos elementos del esquema: basta con considerar que, abandonando el plano y adoptando en cambio cuatro puntos de vista sucesivos, o sea cuatro modos diferentes, pero los cuatro recomendables para el sentido comn y la legitimidad cientfica, de concebir las cosas, resulta que los cuatro elementos

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    estn, por as decir, contenidos en cada uno de los cuatro, a saber:

    P

    desde el punto de vista egocntrico, que la necesidad general impone a cada cual como

    realista: en la Persona est la Lengua, que ella maneja, las Cosas, que concibe y de las que trata, y la Sociedad entera, que slo internalizada, esto es, sub sp e c ie personae puede a la Persona presentrsele;

    S

    desde el punto de vista pblico o socialmente vigente, que es tambin el de cualquier concepcin histrica o sociolgica riguro

    sa:en la Sociedad est la Persona, en su manifestacin plural como personas, la Lengua, que ella ha creado como vnculo y expresin suya, y las Cosas, que slo en su inters y construccin social tienen su realidad;

    L

    desde el punto de vista de la Lengua misma, la visin que podra llamarse idealista o platnica, pero que es la vulgar, para la que las palabras tienen

    un significado: en la Lengua est la Persona, en forma de los pronombres personales y sus normas de uso, la Sociedad toda, que slo como lenguaje est constituida y se manifiesta, y las Cosas, de las que las palabras son la nica faz visible;

    O

    desde el punto de vista de la Naturaleza misma, que es el que pretendera una visin materialista rigu

    rosa: en la Cosa estn, por supuesto, Sociedad, Personas y Lenguaje, ya que todos ellos son modalidades o evoluciones de la Naturaleza, presocial, extralingstica, impersonal.

    De manera que con este mltiple salto de la visin (salto a su vez que P lo da el que esto escribe y su benvolo lector, S es una operacin social supraestructural que las condiciones econmicas del momento permiten y hasta exigen, L es una pura combinacin lingstica, y O es un esquema impreso aqu con tinta en estos frgiles papeles) basta para que la concepcin terica plana se desintegre y se suma en la duda toda visin o social o lingstica del Todo, convicta de no menos parcialidad que las otras dos visiones, ms en descrdito hoy en da, la egocntrica o la naturalista.

    8. Pero tratemos todava de entender mejor, por medio de un ejemplo tpico, cmo la realidad lingstico-social, por designarla de algn modo, resulta un todo indisoluble y cmo practicar en l una abstraccin para estudiarla separadamente, como si fuera un objeto, supone perder el objeto mismo del estudio. Tomemos para el ejemplo una abstraccin realizada de frecuente uso en casi cualquier tipo de sociedad y que se halle en un estadio intermedio de materiali

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    zacin, por as decir; sea, por ejemplo, el Honor. A nuestra pri- \ mera pregunta acerca del fenmeno que designamos como honor, a

    saber, a. cul de las dos instancias que llamamos Lenguaje o Sociedad debemos referirlo, o mejor a cul de las cuatro distinguidas en el 7, Persona, Objeto, Lenguaje o Sociedad, no podremos obtener una respuesta, sino cuatro, igualmente afirmativas: en efecto, pertenece a la Persona, puesto que el Honor / es patrimonio del alma y, como cualquier experimento tico mostrara, esencialmente constitutivo de ella; pertenece igualmente a la Sociedad, tan necesaria para darle al Honor una entidad real como necesario el Honor para la subsistencia de la Sociedad misma; es asimismo del Lenguaje, en el doble aspecto de que es el ejercicio lingstico lo que le da al Honor el ser y lo sustenta (ved cmo vive y se alimenta al pasar por las lenguas de los poblados norteafricanos el monstruo en que Virgilio personific la infamia de Did en Eneida, IV, 173- 194), y en el de que el ser mismo de la cosa parece consistir en la acuacin del concepto honor en la convencin del sistema socio-lin- gstico establecido; para la demostracin, en fin, de que se trata realmente de una Cosa, basta con la consideracin de que es algo que figura en el mercado y admite enajenacin por dinero, que es el representante de las cosas todas. Pero el punto decisivo est en nuestra segunda pregunta, cuando inquirimos en cul de los cuatro sitios nace el Honor, en cul es una realidad primaria, de la que su aparicin en los dems no fuera sino reflejo o consecuencia: pues en la imposibilidad de contestar a esa pregunta (o mejor dicho en la posibilidad de darle cuatro respuestas verdaderas desde los cuatro puntos de vista respectivos) descubrimos el pecado original de la investigacin, el de tomar como objeto unos puros aspectos, pero que quedan equivocados con realidades en s al ser tomados como objeto (ni redime para nada aquel pecado el que despus se hable de la relacin, dialctica aunque sea, entre los aspectos separados: pues no hay ms relacin dialctica entre los trminos de un esquema que la anulacin real de la oposicin entre los trminos y por ende del esquema mismo), al tiempo que quiz barruntamos en lo posible el modo de realidad del Todo socio- lingstico a travs del modo de realidad de uno de sus elementos, el Honor.

    9. Ni se piense que, porque el caso del Honor resulta especialmente manejable y elocuente, sea menos representativo y hayamos

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    de l sacado en el anlisis algo especfico suyo y no propio del Todo al que pertenece. Nos parece, por el contraro, un buen representante de la Realidad socio-lingstica en general. Se trataba de una abstraccin relativamente materializada: estamos sugiriendo pus que la Realidad toda tiene ese carcter de abstraccin relativamente materializada, y que al caso del Honor se dejan reducir los dems elementos de la Realidad, en primer lugar las realidades en estadio semejante de abstraccin y materializacin; entre las cuales, por cierto, tenemos que destacar en estos prolegmenos las de Lenguaje y Sociedad, a que precisamente venamos refirindonos, as como tambin en un plano distinto las de Persona y Cosa, que tambin secundariamente manejbamos ms arriba: tenga a bien el lector volver a someter los hechos Lenguaje y Sociedad al mismo experimento a que en el 8 sometamos el de Honor'; pero tambin al caso tpico del Honor se reducen otras realidades ms abstractas o ms materiales: como ejemplos extremos de lo primero, las de Velocidad, Presente de Indicativo, uno cualquiera de los Dones del Espritu Santo, Cantidad, Realidad, Relatividad, Abstraccin; como extremos de lo segundo, las de organo, tortuga, sol, 9 de junio, y ms all todava (o ms ac) las de este guisante, aquel susto, Aquiles, Mar de las Tinieblas. Claro est que cada uno de los casos de realidad enumerados requerira operaciones diversas y ms o menos complicadas para la evidencia de su reduccin al caso medio y tpico del Honor (operaciones, por cierto, tan empricas como gramaticales); pero su cuidadosa realizacin no hara sino confirmar no slo tericamente, sino de hecho la naturaleza abstracta y material de la Realidad en cualesquiera de sus elementos; o, dinmicamente hablando (que no es, por cierto, lo mismo que dialcticamente, como parecen creer los que presumen hablar en dialctica de ordinario), se evidenciaran los varios grados de abstraccin o materialidad alcanzados por cada uno de esos elementos: ya que la ley de la dinmica social, una especie de tendencia al centro de equilibrio, impone una progresiva reduccin a abstractos de las cosas que se suponen nacidas como materiales, mediante, por ejemplo, el proceso de la compra-venta, especialmente dineraria, y una progresiva materializacin de los que se suponen originariamente abstractos, as la Velocidad, al principio no ms que relacin entre abstractos previamente materializados, y que hoy, a fuerza de computarla y casi verla con los ojos, est en trance de poderse confundir, como la locucin vulgar anuncia, con el tocino, o bien el abstracto

  • Presentacin 13

    aristotlico Materia, que hoy tiende, con la creacin de las materias plsticas, a alcanzar una especie de realizacin palpable. En todo caso, la diferencia entre unos y otros casos de realidad se revelara meramente cuantitativa o gradual, ya en el sentido de la materialidad, ya en el de la abstraccin. Este diferente grado de realidad (tanto social como lingstica), ms bajo cuanto ms puramente abstractos o puramente materiales los elementos, puede comprobarse por diversas observaciones desde los cuatro puntos de vista utilizados en 7-8 (por ejemplo, por estadsticas de frecuencia de su aparicin como nombres sustantivos en textos de varios estratos sociales de una lengua), pero tal vez de la manera ms breve por la consideracin de los valores de esos elementos de la Realidad en el Mercado: se comprobara aqu (a la vez que se precisaba el carcter reversible o tautolgico de la comprobacin) de qu manera cosas como la transformacin de Lorentz o la longanimidad, por un lado, o como, por otro, este guisante, el sol o don Jos-Luis Iturbe quedaban reducidos a bajsimas cotizaciones (en algunos de estos casos la costumbre es decir, con una hipocresa y ambigedad muy reveladora, que son inestimables, queriendo compensar en el Empreo la falta casi total de precio en el Mercado), y cmo, en general, tanto valen menos los elementos de la Realidad en el Mercado cuanto ms se alejan hacia los polos de la abstraccin o la materialidad. El lmite al que esa escala gradual de las realidades tiende est representado por los elementos puramente decticos o mostra- tivos (el Esto, el Eso, el Aquello) y especialmente por el que es como ncleo de todos ellos, el Yo; ntese pus cmo los dos polos de la abstraccin y la materialidad, hasta este punto aparentemente opuestos, en ese lmite se confunden en uno mismo, y aquello que es caso lmite de la Realidad (por tanto, en cierto modo, exterior a ella) es al mismo tiempo lo ms material y lo ms abstracto.

    10. Trato pus de sugerir, ms con la manera de hablar que con lo que digo, cmo, no siendo el objeto del estudio ni lingstico ni social, sino ambas cosas (pero no en cuanto dos caras de lo mismo, sino en cuanto la oposicin entre lingstico y social se pierde), ni el tratamiento metalingstico o gramatical ni el lingstico o sociolgico pueden menos de ser falsificaciones de nuestro tema. Mas puede que convenga todava intentar alcanzar ms evidencias en el planteamiento de la dificultad por medio de un ataque diverso de la cuestin, en cierto modo complementario del anterior, en

  • 14 Agustn Garca Calvo

    cuanto que parte de una consideracin espacial, por as decir, ms bien que lgica de la relacin entre lenguaje y sociedad. Surgi con especial acuidad semejante consideracin con ocasin de que, hace unos tres aos, en reunin con algunos amigos, que por entonces intentbamos vanamente entender en comn las relaciones entre los hechos lingsticos y sociales, se plante la cuestin del papel, en la interpretacin del mensaje lingstico, del contexto extralingstico, del ambiente de la comunicacin; percibamos entonces cmo a lo largo del examen las fronteras entre contexto lingstico y extralingstico, y por ende entre 'lenguaje' y realidad, entre el decir y el tema del decir se difuminaban. Las observaciones son por cierto bien triviales: que en una predicacin como Trabajaba en el auto la situacin en que se produce supuesto que est al alcance del conocimiento de los interlocutores contribuye a su cabal entendimiento exactamente lo mismo que elementos lingsticos que la suplemen- taran (de procesamiento, sacramental -mvil), y ello no slo para el significado de la palabra auto, sino para el sentido de la relacin indicada por en, y en fin para el significado a su vez de trabajaba; que en el Vixerunt con que anunciara Marco Tulio la ejecucin de los conjurados tan slo la situacin informaba a sus oyentes as del sujeto de la predicacin como del valor aspectual que el Perfecto tena en ese caso; que el letrero Gambas a la plancha en una vidriera, la frase H a llovido que uno dice al entrar en casa, la nota Lluvioso sealada por la aguja de un barmetro, la eufemstica indicacin Aqu con que algn propietario sustitua la de W .C. nos presentan otros tantos casos en que el ambiente supuestamente real, organizado en convenciones lo bastante rigurosas, suplementa la informacin: del semantema verbal y el complemento locativo en el primer caso; la del sujeto (identificable con un localizador, segn la visin de Bhler) en el segundo, juntamente con la del valor temporal-aspectual (como sucede en la enunciacin de todo Perfecto castellano); la del sujeto y la indicacin temporal- modal en el tercero; la del sujeto y la del predicado salvo que admitamos la deixis como una forma de predicacin en el ltimo; y ntese que el ambiente pus, al igual que el resto del lenguaje, aporta indicaciones tanto decticas como semnticas como gramaticales. Pues bien, todo ello parece evidenciar una continuidad indisoluble, en cuanto al carcter de formalizado, estructurado, convencional, que abarca indiferentemente al lenguaje en sentido estricto y a la realidad social (por hablar redundantemente) en que se produce; indiferen

  • Presentacin 15

    temente: pues con qu criterios, ni social- ni gramaticalmente vlidos, distinguir un dectico del tipo aqu de la manilla del barmetro?; es algo ni siquiera metafrico decir que se lee en el traje, por ejemplo, del hablante algo como un determinante de la palabra auto?; la luz encendida o la puerta abierta, no son una especie de verbos del tipo se trabaja o est abierto (para la venta) o pueden pasar los clientes? No es pus que la Realidad (e. e. el significado de las palabras) yazga detrs ni debajo de la lengua, sino en el mismo plano y colaboracin con ella, ni la lengua dentro de esa Realidad, como no fuera, por as hablar, como uno de los ncleos de ella de mxima concentracin de rasgos de estructuracin y con- vencionalidad; de manera que la exfoliacin de ese nico plano en dos sera a su vez una mera convencin para el uso prctico de los mecanismos sociales y gramaticales y para la divisin del trabajo de la teora; y un poco al revs que en la situacin metalingstica, en que la lengua se hace significado de s misma, resulta que el ambiente se nos vuelve significante de s mismo.

    11. Pero puede que an convenga, para ms evidencia de la dificultad, afrontarla por otro ngulo, utilizando, como en el prrafo anterior, no el camino del Qu es, sino el del Dnde est, que es la forma de cuestin definitoria ms elemental, en cuanto la ms cercana a la pura deixis localizadora, pero esta vez no refirindola a manifestaciones actuales de la informacin, sino al sistema mismo de la lengua establecida. Si preguntamos pus que dnde est la Lengua o que dnde la Sociedad (y ello lo mismo si nos referimos a una sociedad determinada y a su lengua correspondiente que si, haciendo abstraccin de las diferencias tnicas o idiomticas, preguntamos por la sociedad humana en total y por el fenmeno nico de la lengua), parece que los intentos de respuesta en ambos casos habrn de seguir por rutas anlogas al mismo tiempo que contrapuestas: pues, una vez descartado, como es fcil hacer desde que la ciencia del ltimo siglo lo ha venido haciendo cumplidamente, que la Lengua pueda estar, residir o consistir en la Persona o individuo ni que pueda estar en la Naturaleza, en la voz humana como hecho pretendidamente natural, se vendr a caer en la idea de que la Lengua est en la Sociedad, en el sentido de que sea sta la depositara de las palabras y otros elementos y de las normas del sistema convencional, y ella la que dictamine sobre lo admisible o no de los sucesivos usos que lo vayan alterando; pero paralelamente, la pre

  • 16 Agustn Garca Calvo

    gunta por la ubicacin de la Sociedad o de una sociedad, una vez que se eliminen la concepcin de que pueda residir en la pluralidad de los individuos y cada uno de stos posea su parte congrua de sociedad, as como aqulla otra que la hiciera consistir en la condicin natural, esto es, en cosas tales como la adscripcin geogrfica o los caracteres raciales y biolgicos, habr de venir a dar en la sospecha de que firmemente asentada no puede estar la sociedad en otro sitio sino en la lengua. Y las dos contestaciones complementarias, tomadas en serio simultneamente, implican, al parecer, la identificacin del objeto con su localizacin misma. Pero esto no vuelve intiles nuestras preguntas, sino, antes bien, reveladoras. E l objeto de nuestro estudio parece columbrarse ahora como una especie de senado o mejor dicho asamblea, que poseyera las leyes y decidiera de su aplicacin, pero cuya constitucin a su vez y funcionamiento residiera en esas leyes y se determinara en cada momento por la aplicacin que se hiciera de ellas. Es justamente esa asamblea la que entre otras disposiciones ha dispuesto que distingamos entre cosas y palabras; pero la asamblea que tal dispone ni es palabra ni es cosa, y la investigacin acerca de ella misma requiere una infraccin a esa disposicin que tiene establecida; requiere esto es la invencin de un modo de tratamiento que no fuera ni lingstico ni metalingstico, que al mismo tiempo que tratara como un hecho social la lengua, tratara como un mecanismo gramatical la sociedad. Que tal invencin sea o no realizable, es decir, si es perfectamente infrangibie o no la ley que impone la diferencia y oposicin entre el mundo de su lenguaje y el lenguaje de su mundo, es una preocupacin que no tiene por qu apagar la impenitente fiebre de conocimiento que lengua y sociedad padece acerca de sus falsedades.

    12. En cambio, consideraciones como las expuestas se comprende que habrn de habernos desanimado para cualquier estudio que se planteara a la manera habitual, como investigacin de las relaciones entre lenguaje y sociedad; y gran desencanto sufrira el lector que en los ensayos que aqu siguen buscara teoras sobre dichas relaciones; cierto que tampoco querramos colaborar aqu al encanto de los lectores, sino tal vez a su desencantamiento. Ello es que, por el contrario, puede quiz decirse que, si algo hay que d una cierta continuidad y congruencia a esta serie de especulaciones, heterogneas y descabaladas, as por lo dispar de sus temas

  • Presentacin 17

    como por la diferencia de ocasiones y nimos en que se concibieron (y pese a que los ltimos diecisiete meses se han dedicado a escribirlas o reescribirlas una tras otra con notable continuidad), ello no ser otra cosa que la pertinacia con que todas ellas tratan de poner en evidencia, con motivo de muy varios incidentes, la falsedad real de las concepciones de la dualidad de lo social y lo lingstico. Si me pregunto y es difcil borrar del todo tal pregunta para qu puede servir un libro como ste, repasando los ensayos en la memoria uno tras otro, me parece ahora que todos ellos ms o menos estn realizando una faena doble: una de carcter negativo, con lo que dicen, en cuanto intentan sembrar la duda sobre varios aspectos de esas relaciones entre este mundo con su lenguaje y este lenguaje con su mundo; otra de carcter positivo, con la manera de decirlo, en cuanto representan una bsqueda de esa manera de hablar, por inventar an, que no fuera ni lenguaje ni metalenguaje, nuevo modo de discurso del que acaso algunos de sus pasajes ms afortunados pudieran ser un balbuceo. Tendra que explicar aqu, para mejor manejo de tal libro, algo sobre ciertos procedimientos retricos y trucos lgicos, sobre las ocasionales repeticiones desde ngulos diversos, sobre algunas minucias, como el empleo que se hace de las maysculas honorficas... Pero qu estoy haciendo, entretenindome aqu en hablar sobre este libro? Es que ya desde aqu, desde dentro del libro mismo, va a empezar a colaborar el propio libro, con esto de hablar de s mismo como objeto, en el proceso inevitable de su reduccin a objeto, a mero producto cultural, que ya no habla, sino que se habla de l? Demasiado ya su propia condicin de libro lo condena a tal destino. No insisto pus en intentar salvar al libro de su destino, y me limito a una somera descripcin argumental de los sucesivos componentes de la serie.

    13. Con Estln acerca del lenguaje se trata de examinar lo que sucede al querer encajar en el esquema de la dialctica histrica el hecho del lenguaje, y contraponiendo las anttesis de lenguaje/so- ciedad y base/supraestructura, se sugiere algo sobre los modos en que se ensancha y multiplica la concepcin del lenguaje como mediacin. En Apuntes para una historia de la traduccin, al paso que se derruye, por un intento de anlisis ahistrico o metafsico de la historia, una dualidad como la de Grecia/Roma, se muestra cmo la doble aparicin de la traduccin en el s. III a. J . C. implica la aparicin de la Cultura, como objetivacin de los productos de

  • 18 Agustn Garca Calvo

    la conciencia, y del concepto de una lengua, o sea la posibilidad de existencia de lo mismo en lo otro y de lo otro en lo mismo, pero sobre todo cmo en el establecimiento de la traductibilidad entre lenguas est el nacimiento de hechos como la idea o los conceptos, sustancia de la falsa realidad de nuestro mundo. E l fonema y el soplo, despus de quejarse de cmo le est negada la experimentacin cientfica al estudio que toma como objeto a los sujetos o que trata como sujeto a sus objetos, aprovecha un incidente en la fase de aprendizaje lingstico de una nia para sembrar nuevas dudas sobre la relacin gentica o jerrquica entre la tcnica y la gramtica y por ende entre lo histrico y lo natural. De la gnesis del Fin y de la Causa propone un esquema para el establecimiento de esos dos hechos o relaciones en nuestro mundo, esquema en que juegan las tres instancias de los nexos sintcticos, los ncleos semnticos y las necesidades prcticas. El ensayo siguiente, Enfasis de la racionalidad en un texto econmico, tomando como muestra trivial de discurso pblico un artculo-entrevista del peridico ABC, trata de precisar el sentido de la falsificacin de la realidad por medio de la logicidad de su lenguaje: se fija en la diferencia entre los elementos cuantitativos del lenguaje y los de significado definido, y al paso que expresa la duda sobre los mtodos de investigacin de la verdad y falsedad, ahonda en la oposicin entre poder evocador y significacin, y empieza a concebir la mentira, aparentemente lgica, como una accin; en tanto que un Apndice al ensayo, partiendo del intento de distinguir entre la funcin de los elementos meta- lingsticos del discurso y la de los otros, constatando el fracaso de ese intento, propone una divisin de los elementos racionalizantes en absolutizadores, semantemas tcnico-cientficos y nexos ordenadores, y especula sobre el ser del mundo como un hacerse, sugiriendo cmo el lenguaje lgico puede surgir del prctico o evocativo y qu relacin paralela a la del dinero con las cosas se establece entre uno y otro. El De la Totalitariedad insiste todava en considerar los elementos absolutizadores del discurso, primero en s mismos y luego (aprovechando un segundo artculo del mismo cotidiano) aplicados a la Guerra, para pasar a preguntarse por las funciones que la retrica de la guerra total o totalitaria cumple, a cuyo propsito se establece la analoga con la idea de la Muerte, de la que el Armagedn se presenta como no suprfluo desarrollo, y se ganan as algunas observaciones sobre la anttesis guerra/paz. Desarrollo escrito de una conferencia, Sobre la Realidad, o de las difi

  • Presentacin 19

    cultades de ser ateo expone el ms probable origen del concepto realidad, confundido naturalmente con la Realidad misma, aduce despus algunas pruebas del carcter moral y teolgico de la Realidad y el realismo, trata luego de evitar que la realidad llamada natural se escape de la crtica referida a la social o propiamente dicha, ejemplificando a continuacin con el fenmeno del Tiempo, y termina con alguna alusin a cmo los trminos razn y vida apelan a dos modos de no ser, en comn enfrentamiento con el Ser vigente. De la confusin entre mtodo y objeto, a propsito de los grados de realidad de los colores, al tratar de describir la operacin de la dialctica, se encuentra con que la pregunta por el ser, Qu es x ? , y la pregunta por el haber, Hay x?, compiten en jerarqua, en ser la ltima (o primera), y que en esa competencia se da el momento en que el objeto del mtodo dialctico surge como dialctico l mismo, e. e. que el mtodo muestra su condicin de objeto, lo cual lleva a examinar en los colores (despus de razonar cmo los colores, donde el ser cualitativo rechaza el haber cuantificable, pero, por la nocin de matiz, coesencial con la de color, el haber invade el ser mismo, constituyen la aparicin por excelencia del objeto) la relacin entre la organizacin de sus anttesis y su ms o menos haber o grado de realidad, para terminar volviendo a ejercitar el mismo mtodo (con el uso de la oposicin fundamental bueno/malo como criterio) sobre los hechos o nociones del ser y el haber mismos, y observando cmo el haber de las cosas se determina por la solidez o resistencia a la aplicacin del mtodo. Las pginas del ensayo siguiente, Cosas y palabras, palabras y cosas, aparte de un prefacio y un final, en que se presentan las dificultades de hacer una descripcin y se alaba, con sus limitaciones, la nueva forma geomtrica que aqu se usa, constituyen una especie de recortable y deben pegarse una tras otra hasta formar una cinta de Moebius, a lo largo de cuya nica cara se desarrolla una descripcin de los elementos y la dinmica del mundo y sucesivamente de la lengua, en tanto que en las dos aparentes caras de la cinta se contraponen punto por punto las descripciones de lo referente a la lengua y lo referente al mundo, sugirindose pues que esta ambigedad o contradiccin en la ordenacin de las descripciones reproduce en algn modo la de su objeto. Los dos ensayos siguientes se dedican al campo de los pronombres personales: el de *N os amo, *m e amamos descubre con sorpresa la prohibicin, hasta aqu desapercibida, de esos dos sintagmas (y sus transposiciones a las Segundas Personas),

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    examinando los cuales comprueba que no se trata de una prohibicin propiamente gramatical (ni desde luego impedimento real de las situaciones a las que aludiran), y sometiendo a crtica las nociones de Primera de Singular y Primera de Plural, con utilizacin del caso de la Primera Persona Coral, tras un estudio del hecho lingstico-real de la reflexividad, observa cmo dicha interdiccin debe de consistir en la imposicin necesaria de dos convenciones de la Persona contradictorias entre s, juntamente con la imposibilidad del uso simultneo de ambas, no sin que esta consideracin de la simultaneidad, lingstica y real, lleve a ver asimismo que reina una relacin profunda entre aquella imposicin de la clave YO y la clave NOS, incompatibles, y la imposicin de las nociones, mutuamente necesarias y contradictorias, del tiempo y la mismidad. El de Tu y Yo est dirigido en segunda persona a la Segunda Persona, intenta con ella la sustantivacin o proceso anlogo al realizado con el Yo, y en vista de la imposibilidad, examina la anttesis Sujeto/Objeto (parndose a hacer la historia del Sujeto mismo), y al ver cmo esa anttesis excluye de la Realidad la otra, la de Primera/Segunda Persona, apela inversamente a la presencia negativa de esta Segunda Persona contra la subsistencia de aquella anttesis y su sntesis en el YO. Sigue el ensayo De la cerveza, la poesa y la manipulacin del alma, el cual, despus de observar la distincin que en los procedimientos de transformacin de la comunicacin en accin suele hacerse entre los que operan por debajo de las instancias lgicas o informativas y los que operan a travs de la informacin, estudia sobre una serie de anuncios murales de una cerveza la actuacin de algunos procedimientos estilsticos o retricos (hiprbole, irona, personificacin, confabulacin), y no sin utilizar la propia cerveza para algunas consideraciones sobre la Masa a que los mass-media se aplican, pasa a investigar las instancias subracionales' del alma, en que los mecanismos retricos funcionan y se da la transformacin del lenguaje en actividad, para descubrir una identidad entre el ncleo ms ntimo del alma individual, la Voluntad, y el ncleo de la Masa misma, que, como principio de su organizacin, es tambin racional al fin y al cabo, de modo que tambin el corazn miente, aunque por otra parte tambin la disuasin de las ideas establecidas no pueda practicarse sino en el mismo sitio en que se practica la persuasin. En fin, en el ensayo que cierra la coleccin, Estar en la luna, o sobre las funciones de la mstica y la magia, se hacen repetidas tentativas de atacar las manifestaciones de la irra

  • Presentacin 21

    cionalidad que en el mundo, racional, se presenta y vende como tal irracionalidad, primero tomando la locucin Estar en la luna como ejemplo de frase hecha o idea fija de la Sociedad y al mismo tiempo como referencia a la luna misma, lo cual lleva a una breve historia del proceso de alunizacin de la locura y de cmo el enloquecimiento de la normalidad implica la normalizacin de la locura y viceversa, despus examinando sucesivamente los fenmenos que pudieran significar una situacin, ajena o exterior al orden establecido, de xtasis o, inversamente, de ensimismamiento, a saber, los ensueos, la locura, el amor, bajo un triple aspecto, la muerte misma, para pasar finalmente a los procedimientos msticos y mgicos de salirse de esto, con atencin especial a su condicin de interioridad o exterioridad (que trata a su vez de ser examinada no slo exteriormente, sino tambin desde el interior de esos procedimientos mismos), de manera que al fin es la misma relacin de den tro/fuer a lo que se convierte en objeto del discurso, y se advierte el mecanismo paradjico por el que la pretensin de estar fuera de esto viene a ser el procedimiento de integracin en ello, viendo que, si lo anmalo misterioso, al proclamarse inefable o inasequible al lenguaje o la razn vulgar, se condena a su racionalizacin como irracionalidad, ello es seguramente en pago de que tal actitud implica el reconocimiento de que la realidad vulgar en cambio es efectivamente racional y debidamente representada por las palabras de su lenguaje.

    14. Tiene el lector con esto una gua para hojear a su sabor el resto del presente libro. Si la publicacin de este libro, en fin, resultare ser de algn placer y utilidad para alguien o para algo, quedara dar aqu las gracias a los que con su ayuda generosa han permitido los escasos y saltuarios ocios indispensables para redactarlo y componerlo y avivado un poco la escasa fe del escritor en las virtudes de la escritura, entre ellos a don Pablo Mart Zaro, que promovi su publicacin, a don Javier Pradera, que lo ha guiado por entre procelosos temporales, a los amigos de Siglo X X I y a los pacientes tipgrafos, cuya inteligencia ha contribuido a convertir un original nada fcil en un objeto, ya que objeto, por lo menos decente y esmerado; y luego, ms mediatamente, en atencin quiero decir a las relaciones que pueda haber entre un libro y su redactor, a don Joaqun Garca Gallego, que me ense a leer, a don Antonio Tovar, que me inici en los estudios gramaticales,

  • 22 Agustn Garca Calvo

    as como a los amigos que con el calor de la conversacin y la puridad de la crtica han ido ayudndolo a surgir y desmadejarse, sealadamente Rafael Snchez Ferlosio, de cuya compaa en la reflexin sobre cuestiones como stas he gozado a lo largo de ya trece o catorce aos. Y por lo dems, disculparme por el tono afirmativo que, a pesar de todo, puedan conservar todava muchos de los pasajes de este libro: slo tal vez de la consideracin de lo tortuoso de la serie de sus escritos y lo inconcluso de su conjunto pueda desprenderse alguna evidencia de ignorancia y de libertad que los redima de estos restos de fatuidad, condicin sta del hombre, por otra parte, quiz tan incurable como su miedo.

    Mayo de 1969-noviembre de 1970.

  • ESTALIN ACERCA DEL LENGUAJE

    1. Ahora que la figura de Jos Estaln, a fuerza de embates contrarios sobre sus costados, comienza en el olvido, segn piensan los que ponen su fe en la Historia, a cobrar sus contornos justos, a medida que se comprueba cun poco indispensable era su presencia en este mundo para que las cosas siguieran mal, ser ms hacedero volvernos sobre alguna de sus actitudes y opiniones. Volvamos pus a leer ahora aquellas decisiones dictatoriales suyas acerca de lo que el lenguaje sea; las cuales tal vez constituyan an la base de las creencias en materia de Lingstica para la parte ms seria y fiel de los que se apellidan de marxistas; y seguramente que no sin algunos buenos motivos para ello.

    2. Desde el 9 de mayo de 1950 dur en la Pravda, que le consagr dos pginas semanales, la discusin acerca del lenguaje, con intervencin de especialistas y profanos, hasta que el 20 de junio public su artculo el propio Estaln, poniendo el punto redondo a la discusin. Aquel artculo lo pusieron a nuestro alcance Les Editions de la Nouvelle Critique, A propos du marxisme en Lin- guistique, par Staline, Pars, 1951, 71 pginas; donde tras el trabajo que da ttulo al folleto se contienen cuatro cartas de Estaln a varios camaradas, resolviendo sus dudas sobre algunos puntos del problema.

    3. Se define all lo que es marxista y lo que no lo es en las cuestiones de lenguaje; lo cual no obstante, el trabajo se presenta primordialmente condenando el dogmatismo reinante hasta entonces

  • 24 Agustn Garca Calvo

    en los crculos lingsticos rusos, donde a causa de una actitud crtica frente a la ... doctrina de N. Marr, colaboradores e investigadores se vean relevados de sus puestos o degradados (pg. 37), y de paso manifestando que el marxismo no admite conclusiones y frmulas inmutables, obligatorias para todas las pocas. ... El marxismo es el enemigo de todo dogmatismo (pg. 64).

    4. Qu le pasaba pus a un marxista respecto del lenguaje? A primera vista, el de la lengua era un fenmeno social que haba quedado como olvidado o mal encajado en el esquema de la dialctica histrica. Ms an: en cuanto la dialctica sufre la conversin ella misma en objeto del pensamiento y como objeto se la contempla, la lengua queda efectivamente fuera. Justamente en la publicacin citada el esquema principal de la dialctica histrica se les vuelve a ofrecer para recordacin a los lectores en su forma ms vulgarizada, a saber, como la conocida dualidad: a) la base, constituida por las condiciones econmicas y relaciones de produccin, necesarias, independientes de la voluntad de los hombres (cita de Marx en la pgina 6); b) la supraestructura, constituida por las formas jurdicas, polticas, religiosas, artsticas o filosficas (ib .). E l cambio, necesario, de la base trastorna la supraestructura: cada nueva base origina una supraestructura que le corresponde; sta, sin embargo, una vez originada, se convierte en una gran fuerza destinada a hacer cristalizar su base y a defenderla; puede tambin quedar retrasada respecto a la evolucin de su base y entrar con ella en una especie de contradiccin, que dura hasta que la nueva base se establece firmemente y la vieja supraestructura queda liquidada.

    5. La discusin de la Pravda parece haber venido a mostrar a Estaln que la lengua quedaba fuera de ambos trminos de la anttesis dialctica. Que la lengua pertenezca a la base es una posibilidad que ni siquiera se molesta en discutir, tan evidente parece que la lengua no puede ser tomada como un hecho material, una cosa o un producto, factor econmico o fruto de la Necesidad. Y sin embargo, aquel rasgo de la base de ser algo impuesto a los hombres e independiente de su voluntad no puede menos para nosotros de despertar el eco de las observaciones anlogas formuladas por de Saussure a propsito de la lengua.

  • I . Estaln acerca del lenguaje 25

    6. Pero el anlisis de Estaln desconoce la abstraccin de la lengua a partir del lenguaje, esto es, la consideracin abstracta de lo que en el lenguaje es abstraccin. Y considerado el fenmeno del lenguaje en bloque, parece que el solo modo de incluirlo en la base sera el de apelar a la forma ms cruda y ms antigua del materialismo, aqulla quiero decir en la que los factores y necesidades econmicas se contemplan como una evolucin, como la aparicin histrica o humana, de la Necesidad natural; para la cual el lenguaje seguira siendo aquello en lo que se pone su origen, el grito del mono en la selva de Federico Engels, el rugido peculiar del hombre, tal como aparece en los versos de Lucrecio (libro V, 1028-1090). Mas a pesar de que en su trabajo encuentro una vez (pgs. 54-56) la sorprendente creencia de que lo fontico es indispensable al lenguaje, cuando dice que el lenguaje de gestos de los sordomudos no es un verdadero lenguaje, la evidencia de lo arbitrario o convencional de la lengua ha apartado a Estaln sin duda de la concepcin fsica del lenguaje, prohibindose as indirectamente su inclusin como elemento de la base.

    7. Por otro lado, que fuera algo de la supraestructura es la idea que a N. Marr se le haba ocurrido en la primera forma de sus teoras; al cual Estaln lo censura aqu duramente como funesto para la lingstica rusa, en una palabra, como idealista. Y sus reflexiones sobre la imposibilidad de catalogar la lengua como supraestructura son de lo ms sensato que pueda en materia de Lingstica escribirse: a) la lengua no es engendrada por una base: sirve igual al rgimen zarista que al socialista, lo mismo a la clase de los explotadores que a la de los explotados (pg. 14), y vive mucho ms que cualquier base: qu importa que algunos vocablos se introduzcan, se eliminen o cambien de sentido segn los cambios de la base?: el fondo esencial de vocabulario y el aparato gramatical persisten; b) es falso que, por ejemplo, determinadas jergas de saln o de germana, carentes de estructura gramatical propia, sean una lengua de clase: la cultura y la lengua son dos cosas diferentes. La cultura puede ser burguesa o socialista, mientras que la lengua, como medio de comunicacin entre los hombres, es siempre comn a todo el pueblo (pg. 26); c) adems, en tanto que la supraestructura (la cultura) suele estar enlazada con la produccin industrial por el intermedio de la economa, la lengua est directamente ligada a la actividad productiva del hombre, lo mismo que a todas

  • 26 Agustn Garca Calvo

    sus otras actividades (pg. 30), lo mismo en el dominio de la produccin que en el de las relaciones econmicas, en el de la poltica que en el de la cultura (pgs. 42 y s.).

    8. Pero entonces, no pudindose adscribir el lenguaje ni a la supraestructura ni a la base, la apora resulta verdaderamente grave para aquella concepcin rgidamente dualista; de lo cual Estaln manifiesta una conciencia perfectamente clara, cuando dice (pg. 43): tampoco se le puede situar en la categora de los fenmenos intermedios entre la base y la supraestructura, dado que no existen tales fenmenos intermedios.

    9. Y sin embargo, la respuesta que en el texto de Estaln aparece es insegura, o mejor dicho es en cierto modo contradictoria. A lo largo del escrito, al lado de la idea, rechazada por la necesidad misma del esquema dialctico, de fenmeno intermedio, aparece una y otra vez la idea de instrumento, que sin duda mantiene con la otra ciertas afinidades, que ms adelante trataremos de describir; pero ntese desde ahora que cualquier aparicin de algo como un instrumento, intermedio o mediacin representa en s misma un atentado lgico contra el rigor y claridad de todo esquema antittico, dualista: el medio es el enemigo del dos; la relacin misma entre los dos trminos de una anttesis es pasible a su vez de cosificacin; la relacin dialctica misma, en cuanto tomada como objeto de otro pensamiento, puede siempre aparecer como un tercero, que amenaza constantemente a la anttesis, no de sntesis, sino de disolucin; recurdese brevemente a tal propsito la aparicin del tercer hombre en el razonamiento socrtico-platnico, o bien en la Teologa el surgimiento entre Padre e Hijo de la relacin paterno-filial materializada como Tercera Persona.

    10. Lo cierto es que, a la lectura de ios ms de los pasajes del escrito, es evidente que se inclina Estaln a considerar el lenguaje como un instrumento de produccin, en un plano semejante, por ejemplo, al de las mquinas industriales. Lo cual no deja de ser ya en s mismo un tanto desconcertante, por cuanto los medios de produccin, a lo que se me alcanza, caen en el esquema dialctico del lado de la base, aunque con una manera sui generis ciertamente de pertenecer a ella.

  • I . Estaln acerca del lenguaje 27

    11. Peto, por otro lado, y acaso en parte por el motivo externo de que N. Marr haba venido a la misma idea, abandonando su concepcin primera del lenguaje como supraestructura, se apresura Estaln a hacer constar en su carta a la camarada Kracheninnikova (pgs. 43 y s.) que en modo alguno puede catalogarse la lengua entre los instrumentos de produccin. La gran diferencia que se le aparece es que los instrumentos de produccin producen bienes materiales, mientras que la lengua no produce nada en absoluto, o, si se quiere, no 'produce' ms que palabras.

    12. Anotar, sin embargo, que a cualquier marxista poda asimismo ocurrrsele otra diferencia, al leer, por ejemplo, lo que en la pgina 15 del escrito se dice respecto a que es la lengua semejante a los instrumentos de produccin en cuanto que unos y otra son indiferentes respecto a la clase de sus usuarios y lo mismo sirven al rgimen capitalista que al socialista. Pero ello es que no puede tampoco olvidarse la otra cara de los instrumentos, no en cuanto instrumentos, sino en cuanto parte de los bienes: esto es, que las mquinas son objeto de la relacin de propiedad; que sirven a todos, s, pero a condicin de ser adquiridas por trabajo, por cambio o por violencia; en tanto que la lengua tal vez sea lo nico que la sociedad les da a todos los hombres gratuitamente, si nos permitimos provisionalmente emplear una expresin a todas luces inexacta, pues que la idea metafrica de que la sociedad sea como la poseedora y donadora de la lengua, tomada seriamente, sera a su vez raz de muchas confusiones.

    13. Pero, sea como sea, creo que se puede decir, partiendo del escrito de Estaln, que para la creencia marxista recta a lo que ms ha de parecerse en todo caso el lenguaje es a un instrumento o medio de produccin. Y entonces, puede que sea conveniente a tal propsito recordar que la misma concepcin, y formulada con menos reservas todava, viene a ser la que encontramos una y otra vez entre socilogos y lingistas de lnea ms o menos declaradamente pragmatista o behaviorista en Occidente (por emplear la inepta manera de hablar que pretende dejar fuera de Occidente a Rusia o a la China) de comienzos de siglo o de nuestros aos. As S. Alexander en un artculo de 1911: La vida mental es prctica de cabo a rabo: comienza en la prctica y termina en la prctica; con la advertencia de que el autor est entre aquellos para quienes no ha entrado

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    todava la duda sobre la identificacin entre vida mental con inner speech. Y E. Buyssens en un coloquio celebrado en Amsterdam en 1954: lenguaje es un medio para actuar sobre los oyentes.

    14. Ahora bien, el carcter de medio de produccin que el lenguaje tiene es ciertamente tan innegable como cualquier otro producto de la observacin directa, cuando dos obreros situados a distancia coordinan a voces los momentos de sus acciones, cuando una serie de letreros en una mquina expendedora regulan los gestos y el orden de los gestos del posible consumidor (permtasenos que de pasada ampliemos la esfera de la produccin para incluir las funciones del consumo en ella), y en casi todos los momentos de la vida cotidiana.

    15. Ms an: si nos referimos a las tres funciones del lenguaje distinguidas por K. Bhler, la expresiva, la impresiva, la enunciativa o comunicativa (o las cuatro, si separamos, como algunos preferamos, la funcin ldicra o fruitiva), podramos a primera vista decir que aquellas descripciones del lenguaje como medio de produccin se refieren solamente a la segunda de las funciones distinguidas, de modo que resultaran unilaterales e insuficientes. Pero no hace falta mucho para ver con qu facilidad aquella triplicidad (o cuadruplicidad) de funciones se deja integrar en una sola de ellas, y precisamente en la impresiva, en cuanto se observe cmo, por un lado, no pueden darse de hecho probablemente frases puramente expresivas, en cuanto que incluso el grito del dolor en el desierto, apenas articulado en forma mnimamente lingstica, resulta inmediatamente evocador de un interlocutor ausente o creador de uno ficticio; y cmo, por otro lado, la comunicacin, en cuanto produce un cambio en la mentalidad de los receptores, viene a ser tambin un proceso de produccin, as como tambin la produccin directa del placer por medio del silabeo sin sentido o por la ordenacin rtmica del habla es un aspecto del lenguaje que permite su inclusin entre los medios de produccin, sobre todo si, como cada vez se nos impone con ms fuerte evidencia, es preciso integrar los procedimientos de consumo entre los medios de produccin.

    16. Pero es que todo lo referente a las funciones del lenguaje, contmplense ya distribuidas en cuadro, ya integradas en la impresiva, es algo que todava se refiere propiamente al lenguaje en cuanto

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    realizado en el habla, en cuanto realizacin (as cmo correspondientemente la frase, mnima unidad de empleo del instrumento lingstico, es un elemento propiamente de la realizacin de la lengua en habla). Pues bien, a tal propsito hay que hacer un par de observaciones: la primera que cada acto de hablar, cada frase pronunciada, no tiene solamente el efecto sobre oyentes (o ambientes) a que las concepciones de la funcin impresiva se referan, sino tambin, como B. Whorf y otros lingistas americanos hicieron justamente notar, un efecto llmesele secundario, si se quiere sobre la estructura del 6stema mismo de la lengua (en el sentido sosiriano: de la lengua como realidad abstracta, depositada y no realizada): en efecto, cada vez que alguien dice, por ejemplo, los dragones no vuelan o pide en la barra mediana, largo, no slo est produciendo actualmente la alteracin mental del mundo de los oyentes (y suyo propio) en el primer caso y la alteracin de la actividad real misma en el segundo, sino que al mismo tiempo la pronunciacin de esa frase, predicativa o yusiva, est alterando las fronteras semnticas en el tesoro lxico (en lo referente, por ejemplo, al concepto de dragn) o contribuyendo a la modificacin de las reglas sintcticas vigentes.

    17. Y la segunda observacin, que a su vez la lengua misma, no obstante la estaticidad con que tendemos a representrnosla, por oposicin a la actuacin del habla, resulta ser un instrumento de permanente actividad para la destruccin-construccin de la Realidad en el acto de su transmisin y adquisicin por los hablantes nuevos, en el nunca terminado proceso de asimilacin por parte de todos ellos. Es, en efecto, la lengua como sistema (as de elementos y normas gramaticales como tambin de vocabulario, aunque en este otro terreno la infinitud de los elementos no consiente la aplicacin del concepto de sistema en igual sentido), es la lengua no como actuacin, sino como estructura, la que, a medida que se configura y modifica, va arrastrando consigo las modificaciones y configuraciones correspondientes del mundo en la visin de sus depositarios o usuarios potenciales.

    18. O, dicho en lenguaje ontolgico, el ser se manifiesta en acto; este acto tiende a modificar el mbito del ser, pero a su vez repercute sobre el ser mismo, que sufre por ello modificacin; la modificacin del ser, en fin, resulta un segundo modo de actuacin sobre su mbito. O, representado por el siguiente esquema, en que L representa

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    la lengua, / su realizacin actual, la lnea quebrada la estructura de su sistema, la ondulada el supuesto objeto externo de su actuacin, los conglomerados de puntos los efectos de alteracin, la flecha de raya plena la actuacin por el acto de habla, la de raya interrumpida la repercusin de ste y la de raya punteada el efecto de L misma, en cuanto sistema establecido y en proceso de establecimiento:

    19. Una vez pus que tenemos as aclarada y enriquecida, en la medida que se me alcanza, la imaginacin de lo que puede entenderse por accin o actividad del lenguaje, su funcin impresiva, su operacin como instrumento o medio, tal vez podamos comprender un poco mejor qu quiere decir la descripcin del lenguaje como instrumento y medio y las consecuencias que de ello se derivan para el uso de la dialctica marxista.

    20. Por qu el lenguaje haba quedado efectivamente fuera del esquema de la dialctica marxista es una pregunta que se deja contestar de la manera ms inmediata con lo siguiente: porque en ese esquema el lenguaje no estaba en otro sitio que en la operacin del esquema mismo, en la propia actividad dialctica, y no poda, por tanto, entrar a formar parte del objeto de dicha actividad, como no fuera objetivndose a su vez, para hacerse parte o bien de la base, como mquina de produccin (de nada, por otra parte, o sea de palabras, como Estaln dice) y como producto de consumo, o bien de la supraestructura, como cultura y como ley, es decir dejando de ser lo que era como actividad dialctica, para identificarse con las condiciones o los resultados de su funcionamiento.

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    21. Pero todava: lo anterior est dicho como si se refiriera al esquema dialctico en cuanto este esquema tuviera una existencia lgica, terica, mental; mas es claro que la gracia d la dialctica est en que su actividad no es un proceso ni terico ni real, sino las dos cosas al tiempo, o mejor an real simplemente, a condicin de que la realidad no fuera mero objeto de la teora, sino que incluyera a la teora. Y entonces, en una actividad dialctica que, presentndose como teora (como marxismo), se mantenga consciente de que no est contemplando o representando la realidad externa, sino colaborando, por as decir, en la realidad como parte de ella, es evidente que el lenguaje no puede figurar de otra manera que como figura en el total proceso de la realidad: esto es, qu si en la teora marxista el lenguaje no tiene lugar alguno sino en el hecho de su propio funcionamiento terico, ello ser porque en la realidad total no tenga el lenguaje lugar alguno, como objeto se entiende , sino consistiendo l mismo en el proceso de creacin y transformacin de la realidad.

    22. Anotar de paso que, si en la teora de Hegel o de algunos posthegelianos el lenguaje de vez en cuando, en cuanto denominado espritu o razn, parece asomar como objeto de la teora, esto es, dejando de ser lo que acta tericamente para ser lo que es, aquello de que se habla, tal aberracin del proceso (rechazada justamente por la lnea marxista, por ms que las inculpaciones de idealismo empleadas para el rechazo sean de ordinario tan pragmticas y vanas) no puede ser meramente una aberracin terica: es de hecho una aberracin real: aqulla por la cual el lenguaje, al hacerse objeto de s mismo (aunque sea, no para su parcial estudio, como en la Gramtica, sino para su divinizacin) se anula a s mismo como medio de actuacin sobre la realidad.

    23. Qu es entonces lo que en el proceso de creacin o transformacin de la realidad hace el lenguaje? Tratemos de figurar en un esquema la operacin dialctica fundamental, tal como reseada en el folleto que comentamos y aqu recogida en el 4. Aqu el espacio sealado por la lnea ondulada representar la base (B); el rodeado (parcialmente) por la quebrada, la supraestructura; los punteados, los fenmenos, sucesos, alteraciones; en la una y en la otra, la flecha de lnea plena la accin creadora de la base en la supraestructura, y la de lnea punteada la accin de sta sobre la base, ya en cuanto ayu

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    dndola a cristalizarse, ya en cuanto entrando en conflicto con ella (podra, incluso, sin grave inexactitud, perfilarse el parecido con el esquema del 18, aadiendo una lnea de repercusin de la accin de la base sobre s misma, cuyo efecto estara representado por la formacin en ella de las estructuras pedaggicas y las otras estructuras de las industrias culturales; pero es seguramente ms sano no intentar forzar el paralelo):

    24. Este esquema pus de la dialctica nos presenta frente a frente dos aspectos o mejor dos modos de la realidad, supra- estructura y base, perfectamente visibles uno y otro y pasibles de anlisis y descripcin por dos especies de ciencia positiva, digamos grosso modo, para ejemplo, la Historia Econmica y la Historia de la Cultura; es tan evidente para nosotros como lo era para Estaln que el lenguaje no se deja situar en ninguno de los dos terrenos. Y decimos aqu provisionalmente que el lenguaje est situado precisamente en las flechas de relacin entre ambos que en el esquema hemos trazado. Que sea o no esencial del lenguaje el servir a la formacin de la supraestructura a partir de los fundamentos econmicos y a la actuacin de aqulla sobre la base, as confirmndola como contradi- cindola, o que haya o no otras actividades o procedimientos distintos del lenguaje para llevar a cabo esos procesos de interaccin entre supraestructura y base, son cuestiones meramente horsticas, que prefiero no desviarme a discutir, teniendo por ms oportuno ante ellas tirar por el camino del medio, comprometindome inversamente a ajustar la definicin del lenguaje de tal modo que comprenda todo lo que y slo lo que cumpla la condicin de realizar tales funciones de interaccin.

  • I. Estaln acerca del lenguaje 33

    25. Lo que importa aqu examinar es cmo los dos esquemas expuestos en los 18 y 23, que proviniendo de actitudes tericas tan dispares resultan tan semejantes, son en efecto incompatibles entre s. Pues ello es que en el primero la lengua se enfrenta a la realidad de tal modo que no se hace en sta distincin entre base econmica y supraestructura, que la lengua igualmente se opone a y acta sobre su mbito si a ste se lo imagina como un complejo industrial o como trfico rodado de una red de carreteras que si se pone como tal mbito un cdigo jurdico, una serie de producciones poticas nacionales y el sistema de reglas poticas que las rige y que de ellas se deduce; mientras por el contrario en el segundo esquema es la lengua la que est ausente, en la medida en que las lneas de las flechas no indican un tercer espacio del esquema, sino tan slo la relacin, no objetivada, entre los dos nicos espacios.

    26. Ahora bien, siendo ambos esquemas tan sumamente razonables, tan necesarios a la mente para la concepcin terica de las cosas, lo que de su incompatibilidad parece implcitamente deducirse es que si cada uno de ellos, en cuanto se tiene presente el otro, es incapaz de valer como verdadero (queriendo decir verdadero simplemente no falso, esto es, inasequible a la crtica en las condiciones econmicas actuales), cada uno de ellos en cambio es suficiente para destruir la pretensin de verdad del otro.

    27. En efecto, por lo que toca a la falsedad del primer esquema, la lengua no puede ser una de las dos partes de la realidad en tanto que pretende al mismo tiempo poder versar sobre la realidad toda, sobre cualquier tipo de realidad, esto es, en tanto que pretende no ser slo ideas, supraestructura, productos, por as decir, muertos de la propia operacin lgica o lingstica, sino al mismo tiempo la lengua viva, la lengua como instrumento activo de la creacin de aquellos productos mismos.

    28. Ante esa pretensin, la reflexin dialctica se encarara entonces con el dibujo del esquema (as como con el texto todo del presente ensayo), y con razn hara observar que, por un lado, tal dibujo, con sus dos parcelas, tmidamente enlazadas por las fiechas, no es todo l sino un ejemplo de especulacin terica, que, como tal, ntegramente pertenece a la supraestructura; y que integrada est en la supraestructura, como mera especulacin te

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    rica, la distincin, que en l quera sustanciarse, entre lengua y realidad. En tanto que, por el lado opuesto, esta misma reflexin dialctica que sobre el dibujo se est ejerciendo no era sino un caso de operacin lingstica, que, puesto que sobre el dibujo versa, no estaba incluida evidentemente dentro del dibujo; situacin que se repetira indefinidamente cada vez que un nuevo sistema terico dejara incluida aquella reflexin dialctica dentro de un esquema ms complejo.

    29. De manera que se descubre por un lado la vanidad, como puramente terica, de la distincin entre realidad y lengua, desde el momento que ambas se funden en un objeto solo al someter la teora a un tratamiento prctico; y por el otro, contradictoriamente, la perpetua imposibilidad de incluir el lenguaje dentro del objeto de s mismo, al menos en cuanto se recuerda que es tambin del lenguaje la propia operacin dialctica: la imposibilidad de especular tericamente sobre la actividad dialctica prctica.

    30. Mas a su vez por lo que toca a la falsedad del segundo esquema, encontramos que ste falla por el hecho de que separa arbitrariamente (e. e. lingsticamente, de palabra) supraestructura y base como dos campos o regiones de la realidad (separacin espacial que obliga igualmente a la separacin en el tiempo, esto es, a la reduccin a historia del movimiento dialctico marxista: vase lo que en el 4 se presenta como descripcin de las relaciones entre base y supraestructura), de tal manera que la mediacin entre ambos campos no puede menos de ser imaginada como corrientes de influencia del uno al otro.

    31. Pero que se trata de una sola realidad se hace evidente por la consideracin misma de que la lengua la trata como una sola: que ind iferentem ente habla de y nombra a las leyes, las abstracciones de la ciencia, los ferrocarriles, los parlamentos, los campos de guerra y de labranza. Y todo lo que no est dado por la lengua no es objeto visible para el anlisis dialctico: presentar pus as como estando sobre el mismo plano lo que es visible, lingsticamente elaborado (la supraestructura, que comprendera dentro de s a la base, como siendo su expresin visible) y lo que es invisible (la base, que comprendera dentro de s a la supraestructura de modo anlogo a como el caos comprenda al mundo) es la raz de la falsificacin real del esquema dialctico terico.

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    32. Parece pus que erraba diametralmente Estaln cuando al enfrentarse con el fenmeno del lenguaje, se senta inclinado a reconocer que hay fenmenos que no pertenecen ni a la supraestructurani a la base, quebrando con este reconocimiento bien se advierte__toda posible gracia y penetracin de la operacin dialctica, restituyndola esto es a la funcin de mera ciencia positiva, al campo de la polymathia, que, al representar la pluralidad tal como ella se ofrece (es decir, tal como la organizacin lingstica previa la presenta) colabora a la reproduccin del Estado todo que en esa organizacin plural est basado; y que, por el contrario, ese enfrentamiento del lenguaje consigo mismo no debe conducirnos a otra cosa sino justamente a algn modo de confusin de los trminos supra- estructura y base que pueda curar de su hereja maniquea, de su dualismo cientfico-positivo, al esquema terico de la operacin dialctica.

    33. Pero no se olvide que para curarse del dos tampoco el uno es un remedio. Pues, partiendo la proclamacin de la unidad de un mundo dividido y numrico, organizado en una red de anttesis, tampoco el uno podr presentarse ms que como un nmero, que en sus entraas, en el hecho mismo de ser mentado, encierra la dualidad y por ende la organizacin antittica toda, de la que la unidad no ser sino una trivial sntesis terica, una especie de suma de trminos infinitos, con la tpica hipocresa de la entidad matemtica del lmite, que se ofrece como concebible (en cuanto prcticamente manejable) al mismo tiempo que tericamente se proclama inasequible a toda concepcin.

    34. Para decir, como en el 31 se insinuaba, que este mundo no es ms que este mundo, que realidad no hay ms que una, base y supraestructura juntamente (ya que la oposicin entre supraestructura y base no es ms que una abstraccin que forma parte todava de la supraestructura, de la filosofa positiva), para decir cosas como sas habra de ser preciso mantener simultneamente la conciencia de que el uno, rectamente entendido, es ininteligible y de que se est, por tanto, hablando en el vaco.

    35. Dicho sea con esta prevencin lo que sigue ahora: que es que lo nico innegable es la contradiccin, esto es, la falsedad del ser. Que el ser, no siendo, como no es (pues, si fuera, todo esfuerzo

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    por ser estara excluido y el movimiento dialctico jams habra comenzado), se est continuamente proclamando como siendo, pretendindose ser; y que esa proclamacin del ser acerca de s mismo no es una pura falsificacin terica, sino el movimiento dialctico del ser mismo, que, no siendo, pretende ser. Y que esa falsedad, en fin, esa actividad dialctica positiva del ser es el nico objeto posible de la operacin dialctica negativa. Si no hubiera mentira, no habra lugar para el asalto negativo al ser y para la revolucin; pero ello sera porque no habra siquiera ser, teniendo ste en esa falsedad toda su esencia.

    36. Ahora puede que resulte ms claro de entender qu quiere decir un medio de produccin y en qu viene, por tanto, a consistir el lenguaje. Pues el lenguaje, en s, esto es, en su uso y su funcin analizable, lo identificamos con el medio de produccin; lo volvemos a definir ad hoc (cfr. 24) como medio de produccin, y as de paso insinuamos que todo medio de produccin es a su vez lingstico en tal sentido, que toda produccin artificial o humana constituye una reflexin lingstica, que el homo faher es idntico con el homo loquens; y que si algunas formas primitivas del marxismo insistan, con la ciencia positiva en general, en la originacin del hombre por la tcnica, al mismo tiempo que el fenmeno del lenguaje permaneca ausente, en apariencia, de la teora, ello poda ser porque afortunadamente se mantena clara (al menos en los escritos de Marx) la conciencia de que el acto fabril implicaba esa reflexin o reproduccin del ser en que fijamos la definicin del acto de lenguaje.

    37. Veamos pus bajo qu aspectos funciona el lenguaje como medio de produccin. A) En cuanto realizndose actualmente en el habla, como frmula impresiva, constituye literalmente la herramienta, el instrumento de produccin: al hacer de la supuesta naturaleza producto industrial, est dando su ser a lo que no lo tiene; ya que slo lo que es til para los hombres es un ser real, y la supuesta naturaleza previa no aparece ms que como la materia de la produccin industrial, es decir, una abstraccin extrada del producto elaborado.

    38. B) Como cdigo de comunicacin, como reglamento convencional o medio de trato comercial entre los hombres, da su ser a lo que no lo tiene, en cuanto que, fundando por la necesidad misma de la comunicacin convencional el proceso de la abstraccin, practica la

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    reduccin a entidades abstractas comparables (la catargiriosis o reduccin a dinero) de todas las cosas verdaderamente reales, en el sentido definido en el 37.

    39. C) Como lengua en el sentido sosiriano, como sistema de signos total, vigente, organiza y sistematiza todo, la sociedad usuaria del sistema y el mundo pretendidamente exterior, pero que en realidad le pertenece; y es as como igualmente da su ser a lo que no lo tiene, ya que el supuesto mundo exterior a la organizacin y al sistema no puede tener ms ser que el de mero flatus uocis, y en modo alguno se puede reconocer como siendo realmente algo aquello que se proclama al mismo tiempo incognoscible por definicin.

    40. D) En fin, en cuanto el medio de produccin es al mismo tiempo utilizable para y por ende en cierto modo poseble por el usuario, objeto de propiedad, el lenguaje asimismo hace ser al que no era, en el sentido de que transforma en ser humano, es decir, en ser, al pre-hombre u hombre-materia, que se impone tericamente a la humana necesidad de conceb