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    LES.Ayer,Hoy,

    Maana.

    LA "ESCUELA" DELOS ANNALES.Ayer, Hoy, Maana.

    Carlos Antonio Aguirre Rojas

    A N MA LX S

    1 I RK . I C O N O W I Q U t

    C T S O C I A L

    ArmalesAnnalesANNALESANNALES

    D'HISTOIRE SOCIALE

    1945

    907 .2A2846e

    2005la otra mirada deClo

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    LA "ESCUELA" DELOS ANNALES.

    Ayer, Hoy, Maana.

    Carlos Antonio Aguirre Rojas

    L o s l i b r o s d e

    ^ontrahi^oria^

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    Primera edicin (en espaol): Editorial Montesinos, Barcelona, 1999.

    Segunda edicin (en francs): U histoire conqurante. Un regar sur l'historiographiefrangais e, Ed. L'Harmattan. Paris, 2000.

    Tercera edicin (en espaol): Ed. Universidad Jurez Autnoma de Tabasco,Villahermosa, 2000.

    Cuarta edicin (en portugus): Urna historia dos Annales (1921-2001), Editora daUniversidade Estadual do Maring, Maring, 2004.

    Quinta edicin (en alemn): Die "Schule" der Annales. Gestern, heute, morgen, Ed.Leipziger Uni ver sitts veri ag, Leipzig, 2004.

    Sexta edicin (en ruso): Para una historia crtica de la corrien te fran ces a de losA nnale s, Ed. Krugh, Mosc, 2005.

    Sptima edicin (en espaol): Editorial Contrahistorias, Mxico, agosto de 2005.

    isbn 970-94353-2-9

    C a r l o s A n t o n i o A g u r r e R o ja s

    Contrahistorias. La otra mirada de CIo

    Estamos por la difusin ms amplia posible de la cultura. Se permite la reproduccin total o parcial de esta obra por medios electrnicos, mecnicos, qumicos, pticos, de grabacin o fotocopia, con el simple permiso escrito del editor.

    Diseo grfico y formacin: A l fr e d o Q u i ro z A r a n a

    Impreso en Mxico / Printed in Mxico

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    In t r o d u c c i n

    Contra el trmino "Escuela" de los Annales

    C a p i tu l o 1

    Los Annales en singular. Los Annales en plural

    CArlTULO 2

    Los A nn ales antes de los An nales: 1921-1929

    C a p i t u l o 3

    Los primeros Annales (1929-1941): una revolucin en la teora de lahistoria

    C a p t u l o 4

    De los An na les de transicin (1941-1956) a los An nales braud elianos(1956496 8): culm inacin de una hegemona historiogrfica

    C a p t u l o 5

    Los A nn ales de las 'men talidades' y de la 'antropologa histrica':los aos de 19684989

    C a p t u l o 6

    Otra vez la coyuntura 1968 -1989: Annales marxistas o marxistasannalistas?

    C a p t u l o 7

    Despus de 1989: cuartos Annales o nuevos Annales detransicin?

    N o t a B ib l io g r f ic a

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    CON TRA EL TERMINO 'ESCUELA' DE LOS AN NA LES

    Hablar hoy, en el ao de 2005, de la clebre corriente francesa de historiadores conocida bajo el equvoco y errneo trmino de 'Escuela de losAnnales', equivale a hablar de la ms importante tendencia historiogrfica francesa desarrollada durante el 'breve siglo veinte' histrico que seha desplegado entre 1914-17 y 1989, a la vez que de aquella perspectivaque, dentro de los estudios histricos de la ltima centuria, ha jugadoduran te m s de tres dcadas, el rol de perspectiva y tende ncia hegemnicasdentro de ese mism o h orizonte de la ciencia histrica contem pornea.

    Porque a prcticamente setenta y seis aos de su fecha oficial denacimiento -datada el 15 de enero de 1929, con la publicacin de laprimera entrega de los A nna l es d'H i st oi re conom i qne et Socia l e-, los

    Annales se han convertido, sin duda alguna, en una referencia obligadapara los historiadores de todo el mundo, a la vez que en uno de los principales interlocutores que todava hoy, definen los rumbos esenciales porlos que transita la innovacin historiogrfica y la elaboracin en curso delas formas vigentes de ejercer el oficio de historiador.

    Con lo cual, resulta claro que es imposible pretender, en estos inicioshistricos del tercer milenio que hemos comenzado a vivir en 1989, elhonroso ttulo de historiador, sin imponerse previamente en el cono

    cimiento directo y en la lectura sistemtica del hoy ya considerableacervo de obras y de contribuciones tericas, metodolgicas, p roblem ticas e historiogrficas de todo el vasto conjunto de protagonistas de estacorriente historiogrfica annalista. E igualmente, y complementando loanterior, sin haber recuperado previamente las principales lecciones, deteora, de mtodo, de prctica y de oficio, que nos ha legado esta historiografa del siglo veinte que nos antecede en el pasado ms reciente, ydentro de la cual, nuevamente, encontramos a la corriente de los Annalescomo uno de sus principales protagonistas.

    Hablar entonces de historia en la actualidad, o referirse directamentea la historia de la historiografa del siglo veinte, resulta imposible sinreferirse tambin a la corriente de los Annales. Lo que tal vez explicala importante proliferacin de notas de pie de pgina en mltiplesensayos, pero tambin de estudios y artculos completos, e incluso hasta

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    la escritura de unos cuantos libros, que en el mundo entero y durantelas ltimas tres dcadas, van a tomar como su referencia y objeto deestudio central a esa misma tendencia historiogrfica annalista. Y as,lo mismo en Argentina que en Canad, en Rusia o en Espaa, en Japny en Turqua, igual que en Mxico y en Holanda, o en China y enVenezuela, podremos encontrar ahora historiadores que intentan recuperar los aportes principales de esos mismos Annales, adentrndosesistem ticamen te en el estudio y examen de sus ms imp ortantes trabajos.

    Lo que entonces ha terminado por consagrar, como un trmino mu ndialmente clebre y como una referencia amplisimmente difundida, al

    equvoco nombre de 'Escuel a de los A nnal es'. Trmino cmodo y que haconquistado un enorme consenso planetario, que es sin embargo criticado, recusado, rechazado y descalificado por prcticamente todos losprincipales protagonistas de esta misma corriente de los Annales. Puesdesde el propio Lucien Febvre hasta Bernard Lepetit y Jean-Yves Grenier, y pasando por Fernand Braudel, Marc Ferro, Jacques Le Goff o

    Ja cq ues Reve l, entr e otros vario s, van a m ult ip licarse consta nte m ente lasdeclaraciones explcitas y las reiteradas negaciones en torno a la validezy legitimidad de esta clebre connotacin, seguidas siempre de la explicacin de que no se trata, en trminos estrictos, de 'una' 'escuela' -loque implcitam ente supon e la esencial unidadde un slo proyecto intelectual y de un horizonte terico y metodolgico tambin unificado, quese habra mantenido adems sin cambios fundamentales a lo largo deya cuatro generaciones de historiadores-, sino ms bien de un simplecalificativo cmodo, que vinculado al hecho de que la revista inicialmente bautizada como los Annal es de Hi st ori a Econmica y Social, se hapublicado casi ininterrumpidamente por prcticamente setenta y seisaos (1929-2005), habra terminado por crear esa falsa impresin de continuidad y de profunda unida d de las sucesivas fases y etapas de vida de

    la corriente.Pero, como es evidente, dicha unidad no existe ni ha existido en

    el pasado, siendo entonces carente de sentido continuar hablando deuna 'Escuela7 de los Ann ales. Pues lo que esta designacin con nota esen realidad una historia mltiple y compleja, de sucesivos y a vecesmuy d iferentes proyectos intelectuales, que cobijndose y organizn dosem aterialm ente siempre en torno de la publicacin re gular y perm anentede una revista de historia -la revista que casi todo el tiempo, y salvoen un corto periodo de tres aos, durante la segunda guerra mundial,

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    ha incluido dentro de su ttulo el trmino de 'Annales'~, han sufrido elimpacto de las transformaciones y de los cambios principales del contexto intelectual francs y europeo en el que se han desarrollado, refle

    ja ndo a su vez, en la m odificaci n y susti tu ci n m is m a de unos pro yecto sintelectuales por otros, esas mismas mutaciones de las coyunturas sociales y culturales que constituyen la historia misma de Francia, de Europay del mun do entero durante las ltimas siete u ocho dcadas vividas.

    Entonces, mas que hablar genricamente de Escuela de los Annales,es necesario entrar a analizar con detalle las principales continuidades

    y discontinuidades que jalonan su ya considerable periplo, vinculandoa esos diferentes proyectos intelectuales que conforman a sus diversasfases de vida, con los tambin distintos perodos y contextos generalesque los enmarcan. Con lo cual, el propio trmino de 'Escuela de losAnnales' podr ser redimensionado y redefinido, como un trmino queentonces designe solamente al conjunto completo de esos heterogneos ym ltiples p royectos intelectuales, lo mismo que a la sntesis global de esasm uchas h istorias paralelas, que en la dialctica compleja de sus con fluencias y de sus divergencias especificas, han term inado por cons truir finalmente a la curva global del itinerario singular de la corriente annalista.

    Y es este justamente un primer objetivo del presente libro: intentarreconstruir, en toda su diversidad y complejidad, al mapa global de losautores, de las lneas de fuerza, de las perspectivas metodolgicas, loscampos problemticos de investigacin, los modelos tericos y las obrasfundamentales que es posible reconocer dentro de esta curva evolutivageneral, de ese fenm eno intelectual que han sido los Ann ales.

    Y ello, desde una perspectiva que al mismo tiempo recupere y se

    beneficie de las mismas enseanzas de los Annales. Pues si queremosdar cuen ta adecu ada del aporte global que ha representado ese itinerariocompleto de los Annales, para los estudios histricos del siglo veinte,estamos obligados a resituar dicho recorrido annalista dentro de esa curva ms universal de la propia historiografa cont empo rnea, de esa historiografa cuyo ciclo vital arranca, claramente, dentro del espacio europe ocon la fecha de la revoluciones europeas de 1848, para desplegarse activamente hasta el da de hoy. Y entonces, debemos mirar a los Annalesdesde la perspecti v a de la hist ori a gl obal que ellos mismos han defendido

    y desarrollado, perspectiva que nos permitir insertarlos dentro de lassucesivas coyunturas de la historia de Francia, de Europa y del mundo,que se han desplegado en estos ltimos ciento cincuenta aos que abarcaese ciclo de vida de la historiografa contem pornea tod ava vigente.

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    "En cuanto a los Annales, nunca, ni Bloch ni yo, hemos pretendido crear o construir una escuela... Una escuela esalgo cerrado, con un Pontfice, o dos, en la cumbre, y con discpulos, atentos en acom pasar su m archa con la del M aestro.Todos adoptando los gestos, mentales y verbales, y a veceshasta fsicos, y el tono del M aestro. Som etindose tod os paracomenzar a una disciplina comn, asumiendo una estrictanocin de la ortodoxia o de la heterodoxia, plegnd ose even tualmente a las censuras y a los llamados al orden, queellos mismos infligen a su turno a los "separatistas". En estesentido, una escuela supone tambin la existencia de uncredo... Pero eso no dura nunca. El credo se desmorona ylos temperamentos libres lo superan rpidamente. Y entonces, sobre ciertos puntos esenciales, los jefes de la escuelaen su segunda generacin llegan, treinta aos ms tarde,

    a defender casi exactamente lo contrario de aquello quehaban predicado al principio."

    Lucien F e bv r e

    "Pro parva nostrn domo'' enAnnales. E. S. C. ao 8, nm. 4, oct-dic de 1953

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    Una perspectiva de historia global que es adems, tambin y necesariamente, una perspectiva comparatista, una recuperacin del mtodocomparativodentro de la historia. Pues es slo comparando las diferentesetapas de vida de Annales, que podremos esbozar el balance general desus continuidades y discontinuidades, estableciendo tanto sus aportesms universales, como aquellos que son especficos y caractersticos deslo uno, o alguno de sus autores o de alguno de sus perodos singulares. E igualmente, es slo comparando a la perspectiva de Annales con

    las otras tendencias que han tenido vida dentro de esta historiografacontempornea del ltimo siglo y medio, que se destacaran ms ntidamente tanto sus perfiles individuales como sus deudas, intercambios,prstamos y contaminaciones con esas otras corrientes historiogrficas.

    Y, entonces, aparecer ms claro ese dilogo fundamental, aunquecasi nunca abordado en los estudios sobre los Annales, de estos ltimoscon los diversos marxismos con los que ha convivido a lo largo de sutrayectoria, pero tambin sus mltiples relaciones, del ms diverso tipoy carcter, con el positivismo alemn y francs, con las corrientes de la

    historia acadmica crtica de distintos pases europeos, con los proyectos ms nuevos de la microhistoria italiana, de las nuevas corrientes dela historia norteamericana y anglosajona, con la renovada historiografaespaola po stfranquista, o con las historiografas rusa o latinoam ericanade los ltimos cinco o seis lustros, por mencionar slo algunos posiblesejemplos.

    Un anlisis desde el ejercicio sistemtico de la comparacin histricay siempre situado en el horizonte de la historia totalizante o globali-

    zante, que tambin nos permitir volver a trazar el desigual y para nadafortuito mapa de la difusin de los Annales en el mundo. Una difusinque se acompasa claramente con las distintas coyunturas de la historiageneral del siglo veinte, a la vez que se despliega por los caminos de lasdistintas sensibi l i dades cul t ural es de l arga duracin que se hacen presentesen la historia profu nda , tanto de Eu ropa com o del m undo en su co njunto.

    Resituando entonces a los Annales, desde esta doble perspectiva deuna historia global y comparatista, podremos superar, tal vez, algunasde las limitaciones de las que han adolecido la gran mayora de los

    trabajos consagrados anteriormente al estudio de esta misma corriente:en su conjunto, y salvo alguna rara excepcin, las historias de mslargo aliento dedicadas a reconstruir la curva del itinerario annalista, sehan encasillado siempre en perspectivas muy acotadamente nacionales,

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    dndonos entonces, en un caso, una visin demasiado exclusivamente

    francesa de este itinerario, y en otro, un pu nto de vista muy e strictame nteanglosajn -en una variante ingls, y en otra norteamericano- de estamism a problemtica.

    E igualmente, intentaremos ir ms all de otro punto de vista queha marcado tambin, reiteradamente, varios artculos o ensayos sobrenuestro tema, y que es el de una parte importante de varios de los protagonistas mismos de esa historia de la corriente, que han escrito sobreella interpretndola: u n pu nto de vista a veces testimo nial y a veces m sanaltico, que, sin embargo, termina casi siempre 'privilegiando' a unosAnnales sobre los restantes, reconstruyendo en funcin de tal o cualproyecto intelectual, y en consecuencia, de tal o cual perodo de vida delos A nn ales, al conjun to de los otros proyectos y periodos diversos.

    Nosotros, en cambio, quisiram os observar y exam inar a esos An nales,simultneamente y todo el tiempo, desde los observatorios cruzados dela historia de Francia, de Europa, del Occidente y del mun do, insertan doas el despliegue de su curva de vida, en el horizonte ms global de susreperc usion es y efectos den tro de estos cuatro m bitos. Y ello, adems, enel marco de una perspectiva ubicada desde la larga dur acin hist ri ca, querebasando la sola franja temporal correspondiente a la existencia misma

    de los An nales, los resitue den tro de ese map a m s vasto de las lneas dela historiografa contempornea de los ltimos quince decenios. Con locual podremos no slo preguntarnos acerca del aporte real de Annales,ya concretado en el interior de esa historiografa contempornea, sinotambin en torno a las posibles encrucijadas y perspectivas futuras de lacorriente, den tro de la historiografa inm ediata por venir.

    Una perspectiva de larga duracin, que al mismo tiempo que ubicaa los Annales como uno de los varios caminos intentados dentro delproyecto moderno de construccin de una verdadera ciencia de la historia, nos aporta tambin nuevos elementos para la comprensin del rol

    que, durante una cierta coyuntura social e intelectual, han podido jugaresos Annales, en tanto que corriente y perspectiva hegemni cas y dominantes, no slo dentro del espacio del hexgono, sino incluso en la dobleescala del entero continente europeo y tambin de toda la historiografadel mundo occidental.

    Y finalmen te, y siempre acorde con estas lecciones prin cipales delos mismos Annales, quisiramos analizar su trayectoria intelectualdesde un punt o de vi sta crt i co, es decir desde un emplazamiento que,

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    desconfiando sistemticamente de las 'opiniones consagradas' y de algunos de los lugares comunes' construidos, y tradicionalmente aceptadosen las interpretaciones ms usuales de la historia de la corriente, sometadichas opiniones y explicaciones comunes al examen riguroso de su realveracidad, y a la prueba constante de su verdadera capacidad exp licativa.Y entonces, y desde todo el conjunto ya sealado de perspectivas glo-balizantes, comparatistas y de larga duracin, que sea capaz de fundamentar una i nt erpr et acin nueva y di ferent e,pero igualmente slida y bien

    establecida, del entero arco de vida de los Annales, y de sus perodos yencrucijadas m s importantes.Con lo cual habr que distanciarse tanto de las 'leyendas doradas'

    como de las diversas 'leyend as negras' de tal o cual perodo de Ann ales,intentando ms bien explicar los giros radicales, que sin duda algunaha conocido la tendencia annalista, a partir de los cambios ms globalesde las coyunturas culturales en que dicha tendencia se ha desplegado.De este modo, ser posible desplazarse desde las explicaciones fcilesque atribuyen a los individuos la completa responsabilidad de un viraje

    intelectual de toda una corriente historiogrfica, hacia nuevas interpretaciones ms equilibradas, que combinen tanto la parte que en esasprofundas mutaciones de los proyectos intelectuales le corresponde alos contextos intelectuales y globales, como la que tambin y sin dudaalguna, es el fruto de las actividades y de las elecciones concretas de losindividuo s y de los grupos.

    De este modo, y apoyados en la aplicacin de las mismas conquistasann alistas, hem os tratado de abordar la historia de los An nales desde un

    enfoq ue crtico y prcticam ente hasta hoy inexplorado, lo que de m anerainm ed iata nos ha llevado ya a una nueva interpretacin de nu estro tema:a una visin suficientemente distanciada del problema -e n la medida enque se em plaza y se construye desde el observatorio de Am rica La tina -,que nos permite entrelazar, constantemente, la historia 'interna' con lahistoria 'externa' de los Annales, trascendiendo los distintos contextos ovisiones pu ram ente 'nacionales' o 'regionales' -la visin puram ente 'francesa', o 'inglesa ' o 'nortea m ericana' de la aventura an n alis ta - y arribandoa una perspectiva global, crtica, comparatista y desde la larga duracin

    histrica, que nos lleva todo el tiempo desde los personajes hacia lasobras, de las obras al proyecto colectivo, del proyecto hacia los contextoscultura les y sociales, y de estos hasta el panoram a m s globa l de la curvade los estudios histricos de la etapa contempornea, para volver luego,

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    en sentido inverso y a lo largo de toda esta cadena de eslabones explicati

    vos, a la explicacin de la historia concreta y especfica de la corriente delos Annales durante sus setenta u ochenta aos de vida. Historia cuyasparticularidades y singularidades son entonces justificadas y ensambladas de manera lgica y coherente, desde esos niveles ms esenciales de lahistoria larga, profunda y estructural.

    As, y como fruto de esta visin singular, llegamos entonces a todauna serie de problemas poco o nada abordados anteriormente, a la vezque se hace posible detectar m s ntidam ente varias aparentes paradojas,hasta hoy no explicadas, que marcan en distintos momentos o encruci

    ja das a la corr iente de A nnale s. Y al mismo tiem po, y en esta m ism a lnea,

    van a disolverse fcilmente varios de esos 'lugares comunes' o Visionesconsagradas' y aceptadas acrticamente, que a partir de su amplio consenso y difusin, constituyen la imagen ms universalmente aceptada delo que ha sido y es actualmen te esa clebre "escu ela" de los An nales.

    Por ejemplo, el hecho singular y slo a primera vista paradjico, deque es exactamente el mismo perodo de vida de los Annales, el de sutercera generacin que se afirma entre 1968 y 1989, el perodo en el cualla corriente va a alcanzar su ms vasta y enorme difusin planetaria,implantando de manera importante su presencia en una buena parte delas historiografas de todo el mundo, al mismo tiempo en que dentrode Francia empieza a ser ms contestada y criticada que nunca antes,desde m ltiples pun tos de vista y tradiciones intelectuales, y simu ltneamente al proceso en el que en Europa comienza a declinar claramentesu hegemona como polo dominante de la innovacin historiogrfica ydel descubrim iento de las nuevas lneas tericas y metodolg icas y de losnuevos cam pos p roblem ticos de la investigacin histrica. Un a paradojaslo aparente, que nos recuerda a esas estrellas cuyo brillo nos llega anosotros ms intensamente, en el mismo momento en que dicho brillocomienza a apagarse en su punto de origen, y que intentaremos explicaren el captulo correspondiente.

    O tambin la percepcin, que desde esta visin globalizante resultamuy clara, pero que es poco abordada en los ensayos anteriores, de queen el proyecto fundacional de los Annales se encontraba ya inscrita, deuna man era mu y consciente, la vocacin de lo que ellos van a rep resentardentro de la larga curva de la historiografa del siglo veinte: el reemplazode una hegemona entonces declinante dentro de los estudios histricosde Europa y del mundo occidental, detentada por el espacio germano

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    parlante entre 1870 y 1930, por parte de una nueva hegemona, ahoralocalizada dentro del hexgono francs, y que ser subyacente a toda lahistoria concreta de las primeras etapas del impulso y del desarrollo delos Annales.

    Gnesis de una nueva hegemona historiogrfica, que nos permitirintroducirnos con nuevas luces a ciertos problemas hoy ya 'clsicos' de lahistoriografa sobre Annales, como el de la difcil y radical disputa entreMarc Bloch y Lucien Febvre en la primavera de 1941, disputa que se pre

    senta entonces, slo como el ltimo eslabn de un conflicto profundo ymucho ms largo en el que se confrontan dos diferent es ori ent aciones, radicalmente distintas y completamente alternativas, del rol hi stor i ogrfi co ysocial que debe jugar la revista, y del sentido global que debe animar aesa nueva hegemona en construccin. O en otro caso, el problema delconsiderable 'poder institucional' que ha detentado en una cierta pocaFernand Braudel, poder que en esta lnea de explicacin es ms la simpleexpresin y el resultado lgico de la afirmacin y el xito de ese procesoglobal de conquista de esa hegemona en los estudios histricos, que el

    fruto de una habilidad o vocacin, realmente inexistentes, del gran autorde El M edi t errneo y el mundo medi t er rneo en l a poca de Fel i pe n.

    E igualmente, la pregunta acuciante y fundamental respecto del destino fu turo de estos mism os A nnales. Pues dado que los estudios de mslargo aliento sobre la corriente slo abarcan hasta los aos ochentas, hanomitido entonces la evaluacin de lo que representan, en la perspectivalarga de la histor ia entera de la tendencia an nalista, esos posibles 'cuartosAnnales' que se esbozan claramente desde 1989 con el clebre texto del

    nmero de noviembre-diciembre de 1989 titulado 'Tentons l'experience'.Y se trata de un problema fundamental, pues del destino especfico deestos posibles cuartos Annales, depende en buena medida el rol que lahistoriografa francesa pueda jugar dentro de la renovacin historiogrfica del siglo veintiuno hoy en curso. Y aunque Annales es hoy, slo unoentre varios de los protagonistas decisivos de esa historiog rafa nacientedel tercer milenio, no deja de ser uno de sus protagonistas principales, ysin duda a lgun a, todava de la primera lnea.

    Finalmente, y slo para cerrar esta rpida ejemplificacin, cuyos casos

    retomaremos ms adelante con cuidado, es tambin interesante comprobar como desde este juego de mltiples ejercicios de comparacinhistrica, aparece como fundamenta l el dilogo persistentemente retomado, y resuelto siempre de distintas maneras, entre estos mltiples

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    An nales y los igualm ente diversos marxismos con los que ha convivido,y respecto de los cuales se ha definido tanto en relaciones de semifusino en otro caso de clara alianza, como de abierta separacin y distancia,pasando tambin por una receptividad firme pero matizada, o por unescepticismo no obstante atento de sus principales aportes. Un dilogofundam ental en la historia de los An nales, que sin em bargo ha sido perm anen teme nte soslayado por los distintos estudiosos de la corriente, apareciendo slo de man era tangen cial o perifrica en sus ensayos, a rtculosy libros.

    Al revisar, entonces, la historia de los Annales desde estas distintasperspectivas cruzadas, este libro trata de resolver entre otros varios, lospuntos, problemas y aparentes paradojas arriba enlistados, Pero tambin,y directam ente conectado s con ellos, otros problemas que s han sido msabordados en la literatura consagrada a esta tendencia historiogrficafrancesa, y que se preg un tan acerca de en que con siste la verda dera originalidad del aporte annalista, lo mismo que examinan las implicacionesque para la propia corriente ha tenido su paso desde un statusm arginaly claramente hertico, hasta su insercin clara como parte del establish-ment reconocido y de las instituciones aceptadas y hasta promovidas

    por la propia cultura dominante del hexgono. O tambin, el balancede lo que se pierde y se abandon a con el paso de los An nales brau delianos a los Annales de la historia de las mentalidades, as como la significacin ms profunda que puede tener y tendr en el futuro el clebre' tournant cr i t i que' que funda a la etapa en curso correspondiente a lacuarta generacin de historiadores an nalistas.

    Al retomar, entonces, estos 'debates habituales' entre los estudiososde Annales, desde el enfoque particular antes esbozado, creemos queser posible tambin replantearlos en trminos nuevos, resolvindolos

    igualmente de una manera distinta a las que hasta hoy han sido ensayadas. Y todo ello para contribuir, activamente, a este urgente proceso dedefinicin de los nuevos Annales post-89, frente a las encrucijadas deldestino inm ediato po r venir.

    Porque este breve estudio sobre la historia y sobre la contribucinde Annales a la historiografa del siglo veinte, no intenta ser slo unbalance pasivo de una historia transcurrida y ya terminada, sino por elcontrario, una evaluacin crtica y bien definida, que desde la toma deposicin que elabora en torno de los problemas an en debate sobre la

    explicacin de este mism o itinerario ann alista, pretende interve nir activa

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    y enrgicamente en el ejercicio prospectivo de la bsqueda y de la discusin en torno a la urgente renovacin historiogrfica a la que asistimos actualmente. Pues es slo al precio de esta participacin directaen el movimiento que hoy se dibuja dentro de los estudios histricosmundiales, que los historiadores de todo el mundo -incluidos entoncestanto los Annales como aquellos que nos ocupamos de estudiar e investigar su historia y su situacin actual- podrn coadyuvar a perfilar losrumbos futuros de una historia que, en estas circunstancias, slo puedeser crtica, profunda y radicalmente activa dentro de su propio presente.

    Es decir, profundamente inscrita en las mejores tradiciones y herenciasde estos mismos Annales.Al lector toca aportar, con su juicio crtico sobre esta misma obra y

    sobre los problem as m s generales que aborda, su correspond iente granode arena a este proceso de transformacin de la historiografa actual.

    * * *

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    LOS ANNALES EN SINGULAR. LOS ANNALES EN PLURAL

    Una vez reconocido el equvoco que implica el trmino de 'escuela' delos Annales, y a partir de la reubicacin de todo el complejo mundo de

    problemas que se encierran detrs de esta clebre y aparentemente inocente connotacin, es posible ahora preguntarnos, no obstante, acercade los posibles trazos caractersticos y de los posibles perfiles que, enuna visin global y de conjunto de esos mltiples Annales que abarca elitinerario de ms de medio siglo de la corriente, pueden ser detectadoscomo los elementos comunes que tipifican a esta misma tendencia historiogrfica del siglo veinte.

    Elementos comunes qe han estado presentes en todos los distintosproyectos intelectuales que conforman a los diferentes perodos de vidade los Annales, y que por encima de las divergencias fundamentalesentre esos diversos y mltiples

    Annales, singularizan, en algn caso, a la propia corriente francesafrente a las otras tendencias historiogrficas desarrolladas en los cientocincuenta ltimos aos dentro del panorama de los estudios histricosmundiales, y en otro caso, nos presentan simplemente el modo de despliegue particular de ciertos trazos compartidos con otras corrientes dela historiografa contempornea, en la modalidad que adquieren al ser

    reproducidos tambin por los Annales, pero que en cualquiera de lasdos variantes, se presentan claramente como los perfiles constantes ycaract erst i cos de la entera curva de la perspectiva annalista, vista en sutotalidad.

    En primer lugar, el hecho de que los Annales son una historiografade clara matriz cultural francesa, en un primer momento, y de matrizcultural medi t er rnea en una segunda instancia. Es decir, que al desplegarse en las distintas coyunturas culturales del siglo veinte que les han

    correspondido, todos los diferentes proyectos de Annales han reproducido, sistemticamente y en sucesivos momentos, a la sensi bi l i dad cultural medi t errnea de l arga duracin, sensibilidad que es correspondienteal espacio francs, pero que es igualmente detectable, con sus variantesespecificas, en todo el universo de la Europa Occidental mediterrneaque abarca a parte de Suiza, a Italia, a Espaa y a Portugal.

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    Ya que, como Fernand Braudel ha explicado reiteradamente, la civili

    zacin europea ha sido, a lo largo de toda su historia y desde su mismoorigen, no una sino dos civilizaciones, subsumidas dentro de un mismoproyecto civilizatorio, pero siempre diferenciadas y coexistentes en elseno del mismo territorio europeo.

    Dos civilizaciones europeas dentro de 'la' civilizacin europea, cuyosrasgos distintivos se hallan presentes en la geografa, en la tecnologa,en la economa, en la sociedad y tambin en la cultura, dndonos a lolargo de la curva de la historia de esa civilizacin europea, a la Europade la 'Germania' de Tcito frente a la del Imperio Romano, a la Europade Carlomagno junto a la Europa de las conquistas y de los espacios ase

    diados po r los mu sulm anes , a la Europa p rotestante y prod uctivista de laReforma frente a aquella de la Contrareforma que se consume en el dispendio lujoso y qu e perm anec e fiel a Roma, a la Europa del barro co dbilo inexistente frente a la del barroco floreciente y cuasiomnipresente, yfinalme nte a la Europa del norte que crea, acoge y prom ueve al marx ism ofrente a la Europa meridional ms bien proudhonista, bakuninista yanarquista.

    D os Europas, una m editerrnea y otra nrdica, cuyos m apas contiguo spero bien diferenciados es posible trazar, al ir estableciendo, por men

    cionar solo algunos ejemplos posibles, a la Europa ms clida de climamediterrneo que se viste de lino y de la seda importada, frente a laEuropa mas fra y lluviosa del norte que se cubre de lana y de pieles, ala Europa de suelos menos duros y por lo tanto propicios para el uso delarado ligero, frente a la de suelos arcillosos slo cultivables con el aradopesado con vertedera y ruedas, a la Europa del vino, el aceite de olivo y eltrigo abu nd ante junto al ganado escaso, frente a la Europa de la cerveza,de la m anteq uilla y la leche, del trigo meno s abu ndan te y del centeno m spresente y en la que el ganado es por el contrario un bien bastante frecuente. Dos universos que conviven permanentemente dentro del suelo

    europeo, y que desde estas bases geohistricas delimitadamente diversas, han construido tambin distintas estrategias de configuracin territorial, tecnolgica, econmica, social, e incluso cultural, en una historiamas que milenaria y de larga duracin.

    Europas diferentes en sus estructuras civilizatorias fundamentalesque, sin embargo, han coexistido y se han complementado tambin demodo permanente para dar vida a la civilizacin europea como totalidad, y en consecuencia, a una civilizacin conformada desde su origen

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    por ese dilogo constante entre sus dos matrices o universos originalesconstitutivos. Un dilogo que en el plano de la cultura, nos ubica entonces frente a la dualidad especifica de sensibilidades culturales de largaduracin que cohabitan tambin en Europa occidental.

    Por un lado, una sensibilidad cultural de matriz germnica, carolin-gia, protestante, poco barroca y nordeuropea, que se singulariza por unaaproximacin intelectual hacia los temas y problemas que aborda quees una aproximacin muy terica, reflexiva y filosfica. Una visin que

    construyendo un tipo de argumentacin austero y econmico en el uso: del lenguaje, se d efine como un discurso elaborado de m anera m s bien

    individual y autoreflexiva, y que se apoya en una estru ctura cu ltural p redominantemente escrita y difundida de manera ms annima e impersonal. Una cultura y un discurso que, desde estos elementos, van acaracterizarse por una estructuracin m s rigurosa y acotada, de carctermas abstracto y filosfico y con un modo de formalizacin sobrio y pocoliterario, ms analtico y ms denso.

    Y ello frente a una segu nd a forma de sensibilidad cultural, distinta ya veces opu esta a la prim era, que deriva en cambio de una m atriz rom anao helnica, merovingia, contrareformista, barroca y mediterrnea, quese caracteriza en cambio por un acercamiento intelectual hacia los objetos que estudia que es de orden ms bien empirista y experimental,elaborando una reflexin que argumenta de manera reiterativa y florida,volviendo una y otra vez sobre un mismo punto de la reflexin, y queconstruye el discurso siempre de modo ms comunitario o colectivo, apartir de una estructura mucho ms oral y hablada de comunicacindirecta. Y con ello, un tipo de cultura y de discurso que resultan sermucho m s libres e inventivos, menos rigurosos y siempre m s vincu lados al ejemplo y al caso concreto, siendo ms literarios y ms colmadosde representaciones plsticas y de imgenes que encarnan la idea o tesisque intenta demostrarse o ilustrarse.

    Dos formas muy distintas de concebir y de crear los productos culturales y las estructuras discursivas, que nos permiten comprendertambin a este primer trazo general y recurrente de la perspectiva histo

    riogrfica de los Annales.Pues como hemos ya sealado, los distintos Annales que conforman

    a la historia de la corriente, reproducen todos a este segundo tipo dediscurso o de sensibilidad cultural mediterrneos. Y entonces, se tratarsiempre de textos, obras y autores, mas bien reacios a explicitar los

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    presupuestos filosficos de sus propias cosmovisiones histricas, a lavez que reticentes frente a los debates demasiado tericos o abstractos.Y aunque, como veremos ms adelante, esto no les impedir debatir yreflexionar en torno a los paradigmas metodolgicos y a los modelostericos que animan sus distintos proyectos intelectuales, si implicarno obstante el hecho de que en ocasiones, sus modelos y conceptos tericos se hallen mas implcitos que explcitos dentro de sus obras, o quela formulacin de estos paradigmas metodolgicos o lecciones epistemolgicas derivados de su prctica historiogrfica, se limiten a brevesdesarrollos, a referencias muy puntuales e incluso a veces a una simpleenunciacin.

    Al mismo tiempo, y a tono con ese estilo mediterrneo que ellosrepresentan de manera muy acabada, la gran mayora de los autoresde Annales sern autores clebres por su prosa florida y cuidada, porsu buen dominio del lenguaje y por sus habilidades literarias, que hanfacilitado la ms amplia y gil difusin de sus obras entre los ms diversos pblicos de Francia, de Europa y del mundo entero.

    Obras, artculos, textos y ensayos que como es bien sabido, sonmuchas veces la condensacin de un largo trabajo previo en los Semi

    narios y en los Cursos del Co l lge de Fr ance, de la Escuela de Altos Estudios o de las d istintas Un iversidades francesas, igual que el resultado y elreflejo de intensos y permanentes debates acadmicos entre los mismoshistoriadores franceses, y entre estos ltimos y sus colegas de las restantes ciencias sociales o humanas.

    Conjunto entonces de resultados intelectuales annalistas, que pordebajo de sus claras diferencias, van a compartir sin duda esta pertenencia a la sensibilidad cultural mediterrnea de larga duracin, a laque ellos van a materializar o encarnar ya dentro de los particulares

    cdigos y variantes franceses, es decir cartesianos, racionalistas e ilustrados. Lo que adems, com o veremo s ms adelante, explica en parte la muydesigual difusin de los Annales tanto dentro de Europa como dentrodel mundo occidental. Pues si los Annales sern ms o menos rpidamente conocidos, debatidos, traducidos e incorporados dentro delas historiografas y las ciencias sociales de Italia, Suiza, Espaa, Portugal y luego Amrica Latina -es decir, en todo ese universo de pasesy zonas regionales que comparten y reproducen esta misma sensibilidad mediterrnea en el plano cultural-, su difusin y recepcin ms

    generalizadas en pases como Alem ania, Inglaterra, A ustria, Holanda, el

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    Canad ingls o Estados Unidos, ser en cambio m ucho m s accidentada,difcil, tarda y mucho ms tamizada por los filtros culturales de estesegundo subconjunto cultural que es justam ente el de la sensibilidad cultural nordeuropea.

    Un segundo perfil caracterstico, que estar tambin presente entodos los sucesivos y distintos proyectos annalistas, es el del dilogopermanente que la historia que ellos reivind icarn y con struirn, tendrcon las restantes ciencias sociales que componen el abanico de disciplinas que se ocupan de investigar acerca de lo social-humano en el tiempo.

    Y ello, hasta el punto de que el entero periplo de la corriente historiogrfica que aq u an alizam os puede ser justam ente explicado, en una de susdimensiones fundamentales, como el juego de sucesivos acercamientos,vinculaciones, alianzas, y hasta intentos de fusin de la historia con esasdiferentes disciplinas que investigan los diversos aspectos del complejoser social de las organiza ciones hum anas.

    Y si bien es cierto que este dilogo entablado con las otras ciencia ssociales, no es exclusivo de la historiogra fa de los An nales , s se hace p resente como una nota distintiva que ha sido asumida y conscientemente

    reivindicada en todas las etapas de vida de la corriente, con una radi-calidad, intensidad y permanencia que desembocan en la idea de unahistoria siempre abierta y hasta urgida del proceso que la fecunda conlos aportes y desarrollos venidos de otros horizontes disciplinares, yen consecuencia de una historia que apunta siempre, ms o menosconscientem ente, y con m s o menos xito como verem os despus, haciala disolucin mi sma del fun dam ent o de la propia divisin del estudio de losocial en d iferentes disciplinas, campos, o ciencias pa rticulares.

    Con lo cual, y en contra de lo que frecuentem ente se ha afirma do, no se

    trata aqu de un a d efensa por parte de Annales, de una visin 'interd isciplinaria' o 'multidisciplinaria' o 'transdisciplinaria' o 'pluridisciplinaria'-lo que en el fondo presupone que se acepta como legtima la divisinentre las disciplinas, y que lo que se busca es entonces 'inter'conectarlas,'multi'combinarlas, 'trans'relacionarlas o 'pluri'vincularlas, acercndolasy hacindolas dialogar de mltiples modos-, sino de una intencinmucho ms radical que apunta hacia el cuestionamiento y luego hacia ladeslegitimacin y superacin total de esa m isma d ivisin en disciplinas ociencias sociales diversas, autnomas y separadas, como estrategia epistemolgica de conocim iento y aproximacin intelectual hacia la realidadde lo social.

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    "La escuela de los Annales no es una escuela en el sentidoestricto del trmino, o en todo caso solo lo sera al modode una escuela literaria o artstica. No se entra en ellapara hacer carrera o para encerrarse en ciertos dogmas. Loslmites son bastante elsticos. El principio est con MarcBloch y Lucien Febvre, que fueron grandes personajes y a

    quienes yo debo enormem ente.Ellos son mis pre decesores y, aunque yo me con sidero de

    la misma generacin cultural de Lucien Febvre, l tena detodos modos veinticuatro aos ms que yo. Su desaparicinen 1956 hizo de m su heredero. Despus, yo segu micamino personal. De la misma forma, aquellos que vinierondespus de m -L e Roy Ladurie, Duby, Chaunu, F err o- hantenido su propia trayectoria persona l."

    Fernand B r a u d e l

    "La derniere interview du maitre de l'histoire lente" en Le Nouvel Observateur, nm. 1100, 6-12 die, 1985

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    Lo que nos explica la constante acusacin, por lo dems pertinente,que han sufrido Bloch, Febvre y Braudel, entre otros, de reivindicary promover una historia 'imperialista', que intentara englobar bajo suterritorio y com o simp les ciencias auxiliares, al conjunto de las otras ciencias sociales: en realidad, hacia donde apunta esta pretensin ecumnicade asimilarse y hasta de 'devorar' a las otras disciplinas sociales, es justamente hacia la idea de eliminar el fundamento de las divisiones disciplinares, recuperando para la historia el vasto y universal campo de la

    totalidad de lo social-hum ano en el tiempo.Y si este es otro de los horizon tes gene rales que sub yacen a todos los

    proyectos annalistas, siendo sin embargo un horizonte que no siempreha sido asumido con la plena conciencia de sus implicaciones ltimas,eso no elimina el hecho de que cada perodo del itinerario de la tendencia de Annales haya privilegiado, en su momento, la recuperacin y eldilogo con tal o cual disciplina o grupo de disciplinas sociales especficas. Y entonces, no podremos entender los Annales de Bloch y Febvre

    sin la apertura de la historia hacia la economa, la sociologa y la psicologa, mientras que los Annales braudelianos seran incomprensiblessin considerar la mutua fecundacin entre geografa e historia, y luegoentre historia, demografa y economa. O tambin, veremos que la tercera generacin de Annales pondr en el centro de su proyecto el vnculo con la antropologa, mientras que los Annales post-89 vuelven a unesquema mucho ms abierto de dilogo y de interpenetracin con casitodo el abanico de las ciencias sociales, e inclusive, lo que constituye una

    de sus novedades especficas, tambin con la propia filosofa.Forzando sistem ticam ente, y como una perspec tiva de principio, este

    dilogo y mutua fecundacin de la historia con las restantes ciencias quese ocupan de lo social, los Annales han podido entonces proyectarse,progresivamente y a lo largo de su curva de vida, no slo como unacorriente profundamente innovadora dentro de la historiografa, sinotambin y cada vez mas como un revolucionario proyecto dentro de l ascienci as socia l es en genera l , en cuyo seno han ido ganando cada vez ms

    espacio y reconocimiento.Un tercer rasgo caracterstico, que ser igualmente compartido porlos distintos representantes de los diferentes proyectos intelectualesde los Annales, es el que corresponde a la reproduccin de ciertostrazos que caracterizan, en general, a t odas las nuevas hi sto ri ografasdesarrolladas durante el siglo veinte histrico, trazos que contraponen a

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    esas historiografas con casi todos los modelos desarrollados dentro del

    siglo diecinueve, a la vez que los vinculan con ese proyecto pionero yexcepcional que, en los estudios histricos, ha representado el proyectotorico-crtico de Marx.

    Pues ms all de su datacin cronolgica inmediata, que lo ubicarafalsamente entre las distintas vertientes decimonnicas de la historiografa, es claro que ha sido el marxismo original, es decir el contenidoen la obra de Marx y Engels, el que ha colocado los cimientos fundamentales de lo que en sentido riguroso podemos llamar la hi stor i ografacont empornea, del moderno proyecto de construccin de una verdadera

    ciencia de la historia, que todava hoy contina vigente y en marcha.Empresa marxista originaria, que habindose desarrollado dentro de lasegunda mitad del siglo xix, va a anticipar entonces, en ms de mediosiglo, al conjunto de descubrimientos, conquistas y elementos que vana tipificar a prcticamente toda la historiografa innovadora del sigloveinte, incluso hasta nuestra propia poca actual. Pues al edificarse esemarxismo como propuesta crt i ca y al t ernat i va a las lneas dominantesy entonces en boga de la historiografa europea decimonnica, y alconstituirse tambin en la expresin intelectual superadora de la entrada

    de la curva de la modernidad burguesa en su fase descendente delarga duracin -una fase que comienza aproximadamente con la coyuntura histrica de 1848-1870, para prolongarse hasta el da de hoy- estaperspectiva creada por Carlos Marx ha podido desarrollar, de manerainicial y genuinamente anticipatoria de lo que habra de desplegarse enlos siguientes ciento cincuenta aos, un nuevo tipo de historia profundamen te social, firme m ente anclad a en el esfuerzo de hacer de la historia un aciencia, y que va a concentrarse de manera privilegiada en todo el con

    ju nto de dim ensio nes in te rpre ta tivas de ese m ismo oficio de histo riador.Una historia radicalmente social, cientfica e interpretativa que tam

    bin ser desarrollada y reivindicada por las sucesivas generaciones deAnnales, en la medida en que ellas encarnan, y luego asumen comoheren cia o legado fund am ental, el de haber sido parte de los protagonistasprincipales que en el siglo veinte cronolgico han escenificado ese profundo viraje desde la historiografa 'estilo siglo diecinueve' hasta lanueva historiografa construida ahora slo con los 'moldes tpicos delsiglo veinte'. De este modo, y entroncando en esa historia ms estructural y de registros profundos de la construccin moderna de una ciencia de la historia, con ese antecedente esencial y fundador que ha sido el

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    marxism o origina l, los diversos A nna les van a reproducir, como su tercerarista comn, a esa historia de carcter social, cientfico e interpretativo.Porque al revisar la historia de la corriente, en sus distintos perodos,

    resulta claro que el tipo de historia que ella ha siempre defendido,construido y prom ovido, se construye siempre a pa rtir del desplazamientorecurrente de la perspectiva de anlisis desde los procesos individuales,de lite, singulares y ms superficiales, hacia los procesos colectivos, delos grandes grupos y clases sociales, procesos reiterados y difundidosde manera social amplia y que corresponden siempre en general a las

    estructuras bsicas de la historia profunda. As, lo mismo en el estudiode la historia de las tcnicas sociales y de la construccin de los paisajesagrarios, o del utillaje mental de una poca y de las creencias colectivasde una sociedad, que en el examen de las formas de la civilizacin material de los hombres y de su civilizacin econmica, o en el estudio de las'mentalidades colectivas' y de las prcticas que definen las 'convencion es'dentro de las que se org anizan los actores y la accin social, enco ntram ossiempre, como dato repetido y constante, el claro abordaje de una historiasocial,en tendida adem s como la historia de los grandes p rocesos, estru c

    turas, grupos, realidades y fenm enos col ecti vos, de masa,y en consecuencia radicalmente sociales.

    Y si bie n ha sido el propio Lucien Febv re el que ha den un ciado la; am bige dad y vag ued ad de ese trm ino de historia 'social', es claro qu e elmismo es utilizable p ara caracterizar a la propia historiografa ann alista,

    si lo redefinimos ms rigurosamente como ese estudio de los grandesfenmenos colectivos de la historia, de los procesos que afectan a las

    ; grandes m asas y a los grupos sociales principales de un entram ado socialVcualqu iera. Y po r lo tanto, com o esas h istorias, tan tpicas de A nn ales,

    que son la historia econm ica y social, la historia de la civilizacin m aterial y de la base geohistrica de las civilizaciones, la historia de las

    ; eco nom as-m un do y de las civilizacion es del planeta, la histo ria de lasi: m enta lidades y la an tropolo ga histrica, o la historia u rban a, de las prac

    ticas culturales, de la economa del Antiguo Rgimen, o las historiascuantitativa y serial o antropolg ica ms recientes, entre otras.

    Historia profundamente social, opuesta a las tradicionales historiasbiogrficas, de las ideas, polticas, de hroes, batallas y tratados, que seral mismo tiempo una historia inscrita conscientemente en el camino de

    edificar una verdadera ciencia de la historia. Y que m s all de las viejasdiscusiones, otra vez decimonnicas, sobre el estatuto de la historia como

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    arte o como ciencia, va a intentar constituir a esta ltima, como afirma

    M arc Bloch, en una real 'empresa razonada de anlisis', en una verdaderaempresa cientfica.Lo qu e nuevam ente estar presente en todas la etapas de la corriente:

    en todas ellas se reivindica el objetivo de establecer las verdades histricas como verdades cientficas, concibiendo el descubrimiento y la conquista de nuevas tcnicas, nuevos paradigmas, nuevos procedimientosde interpretacin, nuevos mtodos, nuevos modelos tericos y nuevostemas de investigacin, como otros tantos pasos adelante en ese procesode con struccin de la verdadera ciencia histrica.

    Y puesto que ha sido a los An nales ha quienes ha correspondido,en este breve siglo veinte histrico ya concluido, el pro tagon izar la m simportante revo l uci n en la t eora de la hist ori adesarrollada en los ltimoscien aos -revo lucin que, a su manera, reeditaen condiciones y en espacios distintos a la revolucin en la teora de la historia f u ndan t e de losestudios histricos contemporneos, que ha sido el propio marxismooriginal- ser tambin a ellos a quienes les corresponder, entre otros,el reivind icar este carc ter cientfico de la historiografa contempornea,abonado sucesivamente por los anlisis blochianos de la estructurasocial, los modelos de investigacin del pensamiento de una poca deLucien Febvre o las teoras braudelianas de la geoh istoria, la civilizacinmaterial o las 'economas-mundo', pero tambin por los paradigmas dela historia global, comparatista, interpretativa, problemtica o de largaduracin que veremos ms adelante.

    Una historia que se separa entonces tanto del mito, la leyenda y laficcin, como tambin de la construccin a priori, de la especulacin yde la falsa e infundada generalizacin, para establecer en su lugar unaexplicacin analtica, coh erente y razonada, pero igualme nte dem ostradaa travs de los hechos empricos, de los procesos sociales concretos queconstituyen a la historia. Y en consecuencia, una historia que, al estarcomprometida en la bsqueda de las regularidades y de los determinis-mos sociales, y al intentar encontrar las causas y las razones profundas

    de los hechos, fenmenos y procesos histricos que aborda, va a distanciarse lo mismo del mero ejercicio narrativo-descriptivo de la historiatradicional, como de la bsqueda exclusiva de los hechos nicos, singulares e irrepetibles del acontecer histrico, pero tambin de las visionesdesencantadas, posmodernas e irracionalistas, que tanto han proliferadoen los ltimos treinta aos.

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    Proyecto de historia social y cientfica que har florecer y multiplicarse tambin a todo el conjunto de dimensiones interpretativas delmismo oficio de historiador. Pues frente a la historia pred om inan tem entedescriptiva del siglo anterior, que pretende alcanzar una ingenua objetividad y neutralidad total del historiador, y que teme separarse aunquesea un instante de los hechos puros y duros, los distintos Annales vanen cambio a ser prdigos en la construccin de variados y muy diferentes modelos explicativos, que apoyndose sin duda en la erudicinrigurosa y en la investigacin de todo tipo de fuentes y de datos, nodudarn sin embargo en introducir todos los nuevos procedimientos, tcnicas, mtodos o paradigmas de interpretacin posibles. Lo cual va aexpresarse doblemente, tanto en la multiplicacin ilimitada de las fuentes, como en la invencin permanente de nuevos paradigmas y modelosde explicacin.

    As, los annalistas van a recuperar, sin problemas y siemprecreativamente, la fotografa area y el anlisis del polen, los testimonios

    involuntarios y la lectura 'involuntaria' de los testimonios voluntarios: e involuntarios, las tcnicas cuantitativas y el mtodo serial, la dendro-cronologa y el anlisis iconogrfico, la cartografa y el procedimiento

    ; m icroh istrico del cambio de esca la en el an lisis, entre m uch os otros.Y junto a ello, y complem entndo lo, van a elaborar esos noved osos para-

    ; d igma s que ya hem os men cionado antes, y que son las visiones desd e lalarga du racin h istrica, el anlisis de los fenm enos histrico s d esde los

    : ob servatorios cruza do s del acontecimiento, la coyu ntu ra y la estru ctura ,

    la aplicacin del mtodo comparativo para establecer las generalidadesy las especificidades de las realidades estudiadas, el uso de la 'historia-problema' que saca a luz el cuestionario explcito o implcito presente

    : en toda investigacin, o la perspectiva de la historia global que ensancha los territorios de anlisis del historiador y que recrea el vnculo deltema analizado con la totalidad o totalidades que le son correspondientes, entre otros.

    Elaborando, de esta manera, una historia que pone en el centro el

    estatuto interpretativo del conocimiento histrico, y que reivindica sucarcter cientfico y su clara orientacin social, los Annales de las variasgeneraciones de la corriente van a definir un tercer elemento comn atodo el enfoque, un elemento que no ser exclusivo de la corriente francesa, sino ms bien una lnea compartida tanto con el marxismo original y con los varios marxismos historiogrficos genuinamente crticos

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    desarrollados en el siglo veinte -como por ejemplo, con la Escuela de

    Frankfurt, o tambin con ciertas tendencias de la historia marxistabritnica de la segunda posguerra-, como tambin con los proyectosm s innovado res dentro de toda la historiografa de la ltima centuria,desde las lneas de la Kulturgeschichte alemana hasta las varias ramas dela microstor iaitaliana, y pasando p or la antropolog a histrica crtica rusa,la nueva historia radical norteamericana o la reciente historia regionallatinoamericana, entre muchas otras.

    Finalm ente, y com o un cua rto y ltimo perfil general, com n a todo elitinerario annalista, est el gusto y la promocin permanente de la i nno

    vacin probl emt i caen la historia, es decir la apertura consta nte de nuevascanteras de trabajo para los historiadores, as como la conq uista y colo nizacin de n uevos territorios para la investigacin histrica.

    Un rasgo que si bien no es tampoco exclusivo de Annales, si se presenta dentro de la corriente en todas y cada una de sus etapas de vida.Y entonces, y ms all de las evidentes discontinuidades que an alizaremos a continuacin, en trminos del abandono de ciertos paradigmasmetodolgicos, de la renuncia a una posicin esencialmente crtica yhertica, o de la construccin de ciertos modelos generales de pretensiones ms universales, ms all de estas evidentes discontinuidades

    se muestra claramente ese trazo de continuidad entre todos los sucesivos Annales que es el permanente proceso de apertura y exploracin denuevos temas, nuevos sujetos y nuevos campos del saber histrico.

    Con tinuidad que es posible ilustrar, por ejemplo, en el trayecto que vadesde la historia del paisaje agrario y de los planos parcelarios, hasta larenovada historiografa de las ciudades y la historia regional m s recientes, pasando por la historizacin de la influencia del medio ambiente obase geohistrica sobre la historia de las civilizaciones y por la historiadel clima y de sus impactos sobre los ciclos agrarios de larga duracin.

    O tambin en el camino que transita desde la historia de las creenciascolectivas y de su vnculo con los mecanismos sociales del funcionamiento del poder poltico hasta la historia social de las practicas culturales, en un recorrido cuyas estaciones principales son la historia delutillaje mental de una poca, la historia de la cultura vista desde susacontecimientos, sus coyunturas y sus estructuras, y los mltiples y muydesiguales modelos de la historia de las mentalidades y del imaginariosocial. E igualmente la lnea que arranca con el intento de reconstruiry explicar, en su globalidad, a la estructura social general del mundo

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    feudal, para desembocar en la reivindicacin de la recuperacin delanlisis especfico de las estrategias de comportamiento de los actoressociales y de la construccin progresiva y dinmica de sus 'convencio-nes', normas y relaciones sociales, pasando por los intentos de elaborarun nuev o tipo de biogra fas sociales, y por los estud ios sob re las historiasde la civilizacin mediterrnea, de la civilizacin capitalista y de las civilizacione s en general.

    Todo un vasto universo de nuevos campos problemticos, y de inditas lneas de investigacin que tambin van a caracterizar a los mltiples

    : Ann ales, a lo largo de toda su curv a vital y hasta la actu alida d.Cuatro rasgos o trazos presentes en t odos los proy ectos i nt el ectual es de

    los distintos empeos annalistas, que entonces nos permitirn tipificara la tendencia historiogrfica de los Annales como una realidad singular, en su globalidad y con claros perfiles frente a las otras tendencias ocorrientes de la historiografa contempornea de los ltimos ciento cincuenta aos. Y que entonces, nos darn este retrato posible, que dibuja aesos Ann ales com o una clara variante francesa, de una ms u niversal sen sibilidad cultural mediterrnea y latina de larga duracin, variante quepor la va del dilogo recurrente con d istintas y cam biantes ciencias sociales, ha apuntado siempre al cuestionamiento radical y a la superacindel fundamento mismo del actual horizonte disciplinar de estudio de losocial, elaborando un a historia que siendo radicalmente social, cientficae interpretativa, ha desplegado siempre esa vocacin o ap etito insaciablerespecto de los nuevos campos problemticos y las nuevas zonas antesinexploradas del saber histrico.

    A nn ales d efinidos por estos perfiles o aristas com unes, que al mismo

    tiemp o se disgreg an en muy d iferentes entidades, y en proyectos intelectuales incluso contrapuestos, cuando los observamos desde su interior, yen torno del problema, igua lmen te crucial, de la necesaria p eriodizaciny especificacin m s riguro sa de sus distintos m om entos vitales.

    * * *

    Si analizam os a hora de man era ms p articular el itinerario de la corriente

    annalista, y desde la perspectiva de su consideracin global, nos desplazamos hacia el observatorio del examen de las distintas etapas operodos que la misma ha recorrido, veremos aparecer, por encima de

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    esos perfiles generales que ya hemos referido, toda una serie de rasgos

    especficos, que en las sucesivas coyunturas culturales que los Annaleshan atravesado, van singularizando y tipificando a los diversos proyectos intelectuales, y en consecuencia, a los distintos perodos reconociblesdentro de la historia de esta misma tendencia historiogrfica annalista.

    Una visin distinta de los mismos Annales, y al mismo tiempo complementaria de la anterior, que al concentrar ahora la atencin en lasespecificidades de cada uno de esos sucesivos Annales, apoyados en losdiversos proyectos intelectuales que la corriente ha cobijado dentro desu seno, nos conduce directamente al problema, ampliamente debatidoentre los estudiosos y especialistas de esta tendencia historiogrfica, de

    las continuidades y discontinuidades registrables a lo largo del enteroperiplo de los Annales.

    Continuidades y discontinuidades que, ms all de los perfilescomunes que antes hemos resumido, hara referencia mas bien a larelacin particular que se establece entre las distintas etapas y proyectosde Annales, interconectando o distinguiendo ntidamente a unos deotros. Una dialctica de lo continuo y lo discontinuo que, como veremosahora, nos da tanto relaciones de superacin dentro de la continuidad,que verdaderos giros o rupturas que representan de hecho una clara discontinuidad y un evidente aband ono del cam ino anteriorm ente recorrido,pasando tambin por ciertas etapas de transicin de perfiles menos ntidos, y por otros v irajes que junto a la ruptu ra con la gen eracin anterior,significan al m ismo tiempo u n cierto intento de retorno a los 'orgen es' dela corriente.

    Un periplo que no tiene en tonces nada de lineal o simple, y que re pro duce en su propia complejidad, la equivalente densidad de los cambiosms generales que los estudios histricos han venido sufriendo durantelos ltimos setenta u ochenta aos.

    Con lo cual, no habr de sorprendernos el hecho, claramente registra-

    ble en la historia de los Annales, de que sus mutaciones fundamentales,y en consecuencia la periodizacin de su itinerario global, se acerque engrandes l ineas a la propia periodizacin general de la historia de Europa,cuyos cambios de coyuntura global o de momento social general, van air ritmand o tam bin a las transformaciones internas del proyecto intelectual vigente en cada etapa de la corriente annalista.

    Reproduzcamos entonces, en una primera aproximacin, estaperiodizacin del periplo de Annales, la que a diferencia del argumento

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    que antes hemos desarrollado, nos permitir observar a los diversosAnnales, a los Annales en plural, mostrndonos el lado complementarioy al mismo tiempo alternativo a aquellos trazos comunes de ios Annalesen singular que hemos definido anteriormente. Una periodizacin quenos haga posible marcar en trminos muy generales, las grandes etapasdel recorrido annalista, a las que estudiaremos con ms detalle en losprximos captulos.

    Como es bien sabido ahora, luego de la reciente publicacin de la

    correspondencia entre Marc Bloch y Lucien Febvre con Henri Pirenne,aunque el primer nmero de los A nna l es d'Hi st oi re Econom i que et Social eha visto la luz solo el 15 de enero de 1929, el proyecto de fundar estarevista remonta en realidad, en su primera conceptualizacin como iniciativa intelectual, al fin mismo de la primera guerra mundial. Es decirque coincide prcticamente con el origen de esa coyuntura, en muchossentidos excepcional, que ha sido la coyuntura de la historia de Europaentre las dos guerras mundiales del siglo veinte.

    As, el inicio de la dcada de los aos veintes, que abren esta coyuntura caracterizada por la crisis de la razn europea, y por la rupturadefinitiva de la secular ecuacin que pretenda equiparar justificatoria-mente a la civilizacin europea con 'el progreso humano", es tambin lafecha de origen de la primera elaboracin del proyecto de fundar lo queun decenio despus va a configurarse como los 'primeros Annales'. Y esmuy claro, al revisar esa correspon denc ia dirigida p or Bloch y por Febvrea Pirenne desde 1921, que el proyecto inicial de la revista se constituye,clara y conscientemente, para llenar el vaco dejado dentro de los estu

    dios histricos, por la interrupcin -que luego se revelar como una suspensin solo transitoria- de la revista alemana Viert el jahrschr i f t fu r Sozialund Wirtschaftsgeschichte, sustitucin o reemplazo que se realiza dentrode una explcita lgica de contrabalancear y luego incluso superar, a laclara hegemona que el mundo germano parlante haba ejercido dentrode la historio grafa europea y occidental, desde aprox imad am ente 1870 yhasta la llegada de esos golpes sucesivos que sern justa m ente la primeraguerra mundial, el ascenso del nazismo y la segunda guerra mundial.

    Constituyendo entonces una clara iniciativa, francesa pero al mismotiempo ms internacional, para reconf i gurar la organizacin general de losest udi os hi stri cos en escal a europea, dentro de una orientacin y un modode funcionamiento distintos al que haban desplegado entre 1870 y 1914,el proyecto originario de fundar lo que ms adelante sern los Annales

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    de H i stor i a Econmi ca y Social , se conforma desde su prim era elaboracin

    como un proyecto que intenta asumir las lecciones de los resultados dela primera con flagracin m undial, reestructurando tam bin en el campode la historiog rafa eu ropea y occidental al entero paisa je de sus lneas deevolucin principales.

    Y aunque el proyecto original tardar casi una dcada enmaterializarse, modificndose de manera importante durante este lapsode tiempo , tam bin es claro que al concretarse, ese proye cto se constituiren una de las varias expresiones de los profundos cambios que vive elpaisaje cultural de esa Europa de entre las dos guerras mundiales. Pues

    resulta imposible entender los rasgos de esos 'primeros Annales' delperodo 1929-1941, sin considerar que los mismos forman parte del msvasto m ovim iento de transformacin que afecta a toda la cultura europeade los aos veintes y treintas, movimiento que al marchar en el sentidode la desconst r uccin de t odos los fu nd am ent os de esa mi sma cul t ur a eur opeafva a engendrar a toda la mltiple familia de perspectivas, proyectos,obras, escuelas y aproximaciones culturales de evidente signo crt i co, ydeclaro emplazamiento a contracorriente de las formas antes dominantesde ese m ismo u niverso cultural.

    Porque la fuerza crtica y polmica que va a caracterizar a esos

    prim eros An nales, fuerza que ha sido sealada por una gran parte de losestudiosos de la corriente, se alimenta espont neament e de la poca y delmedio en que ellos prosperan, reproduciendo dentro de Francia y en elnivel de la historiografa, el mismo espritu y los mismos trazos generales que van a sostener al psicoanlisis freudiano en Viena, a la antropologa crtica inglesa, al marxismo de Gramsci y del O rd ine N uovo enItalia, a la Escuela de F ran kfu rty al teatro de Bertold B recht en Alem ania,lo mismo que al movimiento surrealista en Francia o a ciertas variantesdel mod ernismo espaol, entre otros.

    Y es justam ente esta conexin entre toda esta fam ilia de movim ientoscrticos y la crisis global d l a civilizacin y la razn europe as que se despliega entre las dos guerras mundiales, la que va a permitir su radicali-dad terica y su profundo impacto dentro de la cultura, lo que para elcaso de esos 'primeros Annales' va a desembocar en la verdadera revolucin en l a t eora de la hi stor i a que ellos van a representar y a encarnar deuna manera paradigmtica y ejemplar.

    Tendramos entonces, en esta perspectiva, un primer momento devida de los Annales, cuya periodizacin se aproxim ara muy de cerca a la

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    :periodizacin general de la historia europea, que configura a esa coyuntura social g eneral de 1919-1939, como u na coy un tura de crisis de la so ciedad y de la cultura de esa pequea Europa, dentro de la cual se enmarcay se despliega correlativam ente dicha ruptura terica fund acional que danacimiento oficial a la corriente francesa en 1929.

    Ad em s, es claro que ese primer mom ento de vida an nalista va a sub-dividirse en dos claras etapas. Una primera, que abarca desde 1921 hasta1928, y que p od ram os calificar de etapa gentico-form ativa del proyectode los primeros Annales, etapa en la cual estos ltimos se ubican, como

    proyecto intelectu al, frente al vastsimo y com plejo u niverso de sus d iversos antecedentes, tanto en la cultura y la historiografa europeas, comodentro de las ciencias sociales francesas y dentro de los estudios histricos del hexgono. Un periodo de lo que podramos considerar la 'prehistoria' originaria de los Annales, en el cual ellos habrn de dibujarsu singularidad a travs de un complicado mapa de rupturas, alianzas,recuperaciones crticas y deslindes que estudiarem os m s adelante.

    Ulteriormente, y como fruto directo de esta etapa germinativa de la

    ; corriente, tendremos el perodo de los 'primeros Annales' los Annalesyfundadores de toda la corriente que van a desplegarse entre 1929 -nocasualmente el mismo ao de la gran crisis de toda la economa occidenta l- y 1941, fecha en que el proceso de la segun da guerra m und ial alcanzaen el corazn a ese mismo proyecto de los Annales iniciales, para cerrarlo

    : trgica m en te co n la difcil disputa y luego real ru pt ura i ntelect ual entreMarc Bloch y Lucien Febvre.

    Proyecto originario de los primeros Annales, que se definir explcitamente por su claro carcter crtico, combativo y polmico, que a la

    vez que alumbra a esa revolucin terica dentro de la historia a la queya hemos aludido, va tambin a encarnar el claro descentramiento de lahegemona dentro de los estudios histricos europeos, que tal y comolo haban proyectado Bloch y Febvre desde 1921, va a moverse entoncesprogresivamente desde el espacio germano parlante hacia los territoriosdel hexgo no francs.

    El estallido de la segunda guerra y sus efectos subsecuentes, cierranentonces tanto la coyuntura global de entre las dos guerras mundiales,como ese proyecto revolucionario de la historiografa y fu ndad or de unanueva hegemona historiogrfica que han sido los Annales primeros, elprimer perodo de la corriente que va de 1929 a 1941.

    Y del m ismo m odo que a esos 'primeros An nales', tam bin a los'segundos Annales' o Annales braudelianos va a servirles de marco y

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    a acotar su temporalidad especfica la coyuntura social general de la

    segun da posgu erra, que va a tener vida entre 1945 y el simblico y fun damental ao de 1968, un a coyu ntura m arcada por la expan sin econm ica,la reconstruccin de todas la economas europeas, la movilidad socialascendente y el crecimiento de la industrializacin y de los movimientosobreros en toda Europa occidental, que va tambin a impregnar a estesegundo momento vital, y a ese segundo proyecto intelectual annalistade lo que se conoce cann icam ente como los 'aos Braud el' de la historiade la corriente.

    'Aos Braudel' que van tambin a reflejar esa segunda coyunturageneral de la historia de Europa en el siglo veinte, caracteriz nd ose como

    una consolidacin y estabilizacin del proyecto crtico de los primerosAnnales. Consolidacin que al mismo tiempo que pierde un poco el tonocombativo y polmico de la etapa fundadora, afirma y hasta comienzaa darle cuerpo y estructura institucionalizada a la corriente, a la vezque realiza, en el plano terico, metodolgico e historiogrfico una verdadera superacin dentro de la continuidad del proyecto de los primerosAnnales.

    Un movimiento de 'superacin' o de aufhebung en el ms hegelianosentido del trmino, que al mismo tiempo que profundiza y radicalizalos aportes de esos prim eros Ann ales, conservndolos, los supera al rein

    tegrarlos dentro de un nuevo y di ferent e proyecto intelectual, que dentrode una lnea de evidente continuidad con sus antecesores, reconfiguraa esos mismos aportes dentro de una radicalmente nueva estructura operspec tiva intelectual, esta s com pletamente original.

    Porque al revisar con cuidado lo que ha significado el proyecto intelectual de esos Annales braudelianos, resulta claro que esta etapa va aculminar, completndola, y replantendola en nuevos trminos, a larevolucin en la teora de la historia que haba sido implem entada por losprimero s A nna les. Y entonces, si esta revolucin se hace presen te a travs

    de la defensa de una historia interpretativa y problemtica, de la aplicacin sistemtica del mtodo comparativo a los temas de historia europea que abordan Bloch y Febvre, de la defensa de una historia global entanto abierta a la recuperacin de los aportes de las otras ciencias sociales, y de una historia nueva y en construccin que comienza a descubririnditos objetos de investigacin, la historia de los aos Braudel de larevista va a radicali zar, pro fun di zndo l os hast a el fi nal , a estos mismos paradigm as, los que recon figurad os desde la nueva y original visin de los

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    procesos vistos desde la larga duracin histrica, van a presen tarse ahoracomo una historia de problemas nu nca antes explorados, y por tanto queimponen novedossimos modelos interpretativos, que extiende la comparacin a la escala planetaria y en el registro temporal justamente dela larga duracin, redefiniendo a la historia global como superacin delepisteme disciplinar y multiplicando los nuevos objetos, mtodos, tcnicas y parad igm as de esa historia abierta o en con struccin.

    Y al m ismo tiempo que supera de este modo a los prim eros An nales,

    el proyecto braudeliano asimila y reproduce, nuevamente, los elementosde su contexto: este proyecto de los segundos Annales va a darle carta deciudadana a la ram a de la historia econm ica en Francia, en un m om entoen que la economa crece y prospera, siendo promovida y fomentadainstitucionalmente. Y al mismo ritmo que la economa se vuelve pro-tagnica en esta coyuntura, apoyada por el Estado, investigada porlos nuevos Institutos de Economa, Demografa y Estadstica, los segundos Annales rescatan y difunden ampliamente la historia cuant i ta t iva,

    inventando incluso la historia seri al y abriendo los nuevos territorios deinvestigacin de la historia de la vida o civilizacin m aterial.Al mismo tiempo, los Annales de la poca Braudel van a confrontarse

    completamente con la ola mltiple del estructural ismo, que se difundetambin ampliamente en una sociedad en donde, en el perodo de los'treinta gloriosos', se afirma la solidez y vigencia de las 'estructuras'sociales y econmicas, por encima de sus elementos de cambio y su historia. Y entonces, tomando como referente polmico esencial al estruc-tralismo de Claude Levi-Strauss desarrollado en la antropologa, perooponindose tambin ms en general a ese mismo estructuralismo enla lingstica, en la filosofa, en la economa, en el psicoanlisis y hastaen el marxismo, los Annales de esta segunda generacin van a tratar dedefender a la historia y a la visin gentica y procesual de los hechossociales, evacuada precisamente en todo este abanico de presenciasintelectuales estructuralistas. Un combate que los llevar a retomar, his-torizndolos, algunos de los temas clsicos de esa antropologa comolos de la alimentacin, el vestido, la organizacin territorial o la vida

    cotidiana, en sus mltiples dimensiones y elementos.E igualmente, estos segundos Annales van a dialogar y a colaborar

    estrecham ente con los mltiples m arxistas y m arxismos europe os y occidentales entonces tambin en boga, marxismos que apoyados en el crecimiento de la clase obrera y en la radicalizacin de ciertos sectores

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    medios intelectuales, van a compartir con los Annales el estudio y losprogresos de la historia econmica, llegando en el plano metodolgicohasta un a conv ergencia que segn el propio Braudel se establece en tornoa la defensa de las persp ectivas de una historia profun dam ente social, dehorizontes glob alizantes y con struida desde la larga duracin.

    Pero esos Annales de los aos Braudel, que van a continuar y almismo tiempo a superar a los primeros Annales, no se han desplegadoinmediatamente despus de estos ltimos, sino slo de manera un pocoretrasada y luego de todo un perodo intermedio de clara t ransicindentro de la corriente. Con lo cual, el segundo momento de vida de la

    tendencia annalista, correspondiente otra vez con la temporalidad de lacoyuntura social general de la segunda posguerra, va a subd ividirse tam bin en dos etapas, claramente diferenciadas, y que abarcan los perodosde 1941 a 1956, y de 1956 a 1968.

    As, despus de que se interrumpe abruptamente el proyecto intelectual de los primeros Annales, a raz de la ruptura de la primavera de1941 entre sus dos directores -ruptura que como veremos ms adelantees definitiva en trminos intelectuales, aunque no lo sea en trminos personales-, se inicia un claro momento de transicin que va a desplegarse

    desde este ao de 1941 y hasta la muerte de Lucien Febvre en septiembrede 1956. Y se trata de una etapa de t ransici n,y node un segu ndo y nuevoproyecto intelectua l, porque, como lo ha dicho el propio Fernan d Braudelen alguna ocasin, con la muerte de Marc Bloch se ha creado, dentro delos Annales, un vaco que Lucien Febvre no ha podido n un ca v ol ver a colmar.Y entonces, sin Marc Bloch y sin su aporte cotidiano a la construccin dela revista, se ha term inado el singu lar'tnde m ' que construy y mantuvovigente al proyecto intelectual de los primeros Annales, lo que implicaque Lucien Febvre, entre 1941 y 1956, se ha limitado a tratar de man

    tener y de reprod ucir el mismoproyecto intelectual del perodo 1929-1941,proyecto que sin embargo y en la ausencia de Bloch, se ha limitado asobrevivirse a s mismo, perdiendo cada vez ms su fuerza y su impulsooriginales, en una coyuntura que era ya diversa de la que le haba dadoorigen, y bajo condiciones que minaban progresivamente esa mismasobrevivencia intentada por Febvre.

    Etapa de verdadera transicin, que se expresa en el hecho de que almismo tiempo que este proyecto de los primeros Annales perda alientoy se com enzab a a apagar, se iba preparando el relevo gen eracional dentro

    de la corriente, a partir de la maduracin de un nuevo proyecto intelec

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    tual que dar vida a los segundos Annales braudelianos de los aos1956-1968 a los que ya hemos aludido. Ya que como en toda transicin,el fin del ciclo que se cierra va a coexistir con los grmenes del ciclo quehabr de sucederlo, y as los elementos sobrevivientes de los primerosAnnales concluidos en 1941, han convivido con los primeros esbozos delos Annales de la etapa posterior a 1956. Pues es justamente dentro de lavigencia de esos A nna les de transicin, que va a irse preparando la suc esin de Lucien Febv re a la cab eza de la revista, a la vez que se pu blica porejemplo, en 1949, la gra n obra de Fernand Braudel sob re El M edi t er rneo y

    el m undo medi t errneo en la poca de Fel i pe n.Con lo cual ser hasta 1956 -otra vez, una fecha importante de la his

    toria europea, que con la intervencin sovitica en Hungra ha provocado toda una crisis impo rtante en las filas de los partidos co m unistas deEuropa-, cuando se afirmen esos segundos Annales, dirigidos por Fernand Braud el y cuyos perfiles generales ya hemos esbozado.

    Y entonces, con el fin de estos An nales braudelianos, provocado unavez m s po r el cambio de la coyuntura social general que representa esaenorme revolucin cultural de 1968, van a concluir no solo el proyecto

    intelectual de esos aos Braudel de la revista, y ese segundo momentovital que incluye tambin a la larga etapa de los Annales febvrianos detransicin, sino en verdad todo el ciclo completo abierto en 1929, conel inicio de los primeros Annales, y caracterizado por la puesta en prctica de una autntica revolucin en la teora de la historia y por el despliegue de una nueva hegemona en los estudios histricos de Europa ydel occidente, hegemona y revolucin que tuvieron como su espacio de

    ; ubicacin al hexgono francs, entre 1929 y 1968, para construir, desple-f gar y luego cu lm ina r a ese revolucionario proyecto crtico dentro de la

    historiografa que se materializa en las obras de Bloch, Febvre y Braudel.Ciclo 1929-1968 de la historia de los Annales, marcado entonces por

    i el predom inio de la cont inuidad, que va a contrastar radicalmente conla posicin que tendrn los Annales de la tercera generacin respectode toda su historia previa. Pues como ya hemos indicado, estos tercerosAnnales son un fruto directo de la revolucin cultural de 1968 y de lanueva coyuntura global que ella inaugura. Y dado que esta revolucincultural de 1968, representa un corte radical con todas las formas de

    la cultura hasta entonces predominantes, as tambin los Annales delperodo 1968-1989 significarn un corte radical y evidente con los An nalesanteriores del ciclo 1929-1968.

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    Pero si en los primeros y en los segundos Annales, la coyuntura

    social global serva de marco abarcador de los mismos, sin coincidir perfectamen te con ellos, los terceros A nna les van en cam bio a corresp ond er ;exactamente a esta tercera y ltima coyuntura general del breve sigloveinte, comenzando igual que ella con el emblemtico ao de 1968 y ;terminando con el no menos importante ao de 1989. E igual que losAnnales que los precedieron, tambin estos sern claramente 'hijos de sucontexto' especfico. Porque es bien sabido que estos A nn ales 1968-1989 sehan concentrado, sobre todo, en la promocin de un cierto tipo de historia de las m entalidades, lo mismo que en el cultivo de u na cierta va riantede la entonces tambin en boga antropologa histrica.

    Donde la conexin con la coyuntura post-68 aparece evidente: es larevolucin de 1968, que ha transformado de raz todos los meca nism os dela reproduccin de las formas de la cultura en las sociedades modernas,la que ha puesto en el centro de la agenda de las discusiones a las tresinstitucione s que constituyen los espacios de afirm acin de esos me can ismos, es decir a la familia, a la escuela y a los medios de comunicacin.Y entonces, y proyectando en la historiografa esta transformacin profunda, los Annales han comenzado a cultivar la historia de la familia yde la vida cotidiana, el anlisis histrico del proceso de alfab etizacin enFrancia y la historia de la idea de la muerte y de la imagen del nio en

    el Antiguo Rgimen, las historias del miedo, de los olores y de la descristianizacin, igual que la gnesis de la idea del purgatorio, las historias dela vida privada y de la mujeres, el estudio de la mentalidad medieval omoderna, o las formas de vida y de conducta en una pequea aldea delsur de Francia.

    Retomando as, estos temas de la 'mentalidad' o de la 'antropologahistrica' de distintas pocas, mundos, sociedades y espacios, los ter- :ceros Annales han instaurado tambin una profunda r up tu ra tanto conlos segund os com o con los prime ros Ann ales, es decir con ese ciclo globalde toda su historia antecedente. Lo que tal vez explique su d eseo de au to-bautizarse como 'nueva historia', la nouvell e hist oir e, que ser el apelativobajo el cual habrn de popularizarse y difundirse en el mundo enterolos Annales, durante esas dcadas de los aos setentas y ochentas recinvividos.

    Porque al acercarn os al exam en de las principales obras de esta tercerageneracin annalista, y mas all de sus invocaciones a la historia de lasmentalidades practicada por Marc Bloch y por Lucien Febvre -y que es,

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    en verdad, en los dos casos, prof undam ent e dif erent e de la que ellos pondrn en prctica-, es claro que hay un cambio radical frente a los proyectos tanto de los segundos como de los primeros Annales, cambio queabarca lo mismo el abandono de la historia econmica y social antescultivada de manera central, que la renuncia clara y explcita al debatemetodolgico, al desarrollo de nuevos paradigmas historiogrficos yhasta a la defensa y aplicacin de los antiguos paradigmas. Pues, comoveremos ms adelante, no ser extraordinaria la declaracin, entre los

    autores de estos terceros Annales, de que la historia global es imposibley que hay qu e sus tituirla por la historia gen eral, a la vez que d eclara n noestar atados "a ninguna ortodoxia ideolgica" y reivindican el carcterms bien 'experimental' de su historiografa. Reconociendo explcitamente que ellos han renunciado a las perspectivas vastas y de largoaliento, y a los temas globales y abarcantes de sus predecesores, estatercera generacin annalista propone sustituir dichos temas y perspectivas por el ejercicio de investigaciones ms acotadas y puntuales, ms

    monogrficas y empricas, que "consolidaran los terrenos ya conquistados" en vez de continuar "expand iendo las fronteras" de la propia historia en el campo terico, metodolgico y paradigmtico.

    Y entonces, al m ismo tiemp o que instau ran frente a los distintosAnnales del perodo 1929-1968, una relacin de clara y radical discon-

    i t i nu i dad o rup t u ra , estos Annales de la historia de las mentalidades vanv cu lm ina r el pro ceso de institucion alizaci n de la corriente, integ rn dola de lleno al estabishment oficial de la cultura francesa reconocida

    ; y hasta e xp ortad a, y d ejndose llevar plcidam ente po r el pro ceso dedifusin prcticamente planetaria de los Annales dentro del panoramade los estud ios h istricos de todo el mu ndo.

    De este modo, la historia de los terceros Annales va a caracterizarsepor una serie de permanentes paradojas,que habrn de definir las tensiones especficas de todo su despliegue: los Annales del perodo 1968-1989sern los Annales ms difundidos en todo el mundo, a la vez que losAnnales ms criticados de toda la historia de la corriente, siendo ademslos Annales de l