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    Agua y adobeRelatos sobre el pasado de enfermedades presentes

    Rosana Errasti Eduardo Wolovelsky

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    Presidenta de la Nacin

    Dra. Cristina Fernndez de Kirchner

    Jefe de Gabinete de Ministros

    Dr. Juan Manuel Abal Medina

    Ministro de Educacin

    Prof. Alberto E. Sileoni

    Secretario de Educacin

    Lic. Jaime Perczyk

    Jefe de Gabinete

    A.S. Pablo Urquiza

    Subsecretario de Equidad y Calidad Educativa

    Lic. Gabriel Brener

    Directora Nacional de Gestin Educativa

    Lic. Delia Mndez

    Rector de la Universidad de Buenos Aires

    Dr. Ruben Hallu

    Secretario de Extensin Universitaria y Bienestar Estudiantil

    Lic. Oscar Garca

    Coordinadora General de Cultura

    Lic. Cecilia Vzquez

    Programa de Comunicacin y Reflexin Pblica Sobre la Ciencia

    Lic. Eduardo Wolovelsky

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    DIRECTORA DE EDUCACIN PRIMARIA

    Lic. Silvia Storino

    COORDINACIN DE MATERIALES EDUCATIVOS

    Gustavo Bombini

    RESPONSABLE DE PUBLICACIONES

    Gonzalo Blanco

    AUTOR

    Rosana Errasti y Eduardo Wolovelsky

    DISEO

    Rafael Medel Lpez

    Errasti, Rosana Agua y adobe / Rosana Errasti y Eduardo Wolovelsky. - 1a ed. - BuenosAires : Ministerio de Educacin de la Nacin, 2013. 64 p. : il. ; 21x15 cm.

    ISBN 978-950-00-0981-2

    1. Ciencias para Nios. I. Wolovelsky, Eduardo II. Ttulo CDD 507.054

    Fecha de catalogacin: 15/02/2013

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    El Ministerio de Educacin de la Nacin pone hoy en sus manos y en las desus maestros una coleccin de libros y de revistas muy particular. Su contenido

    nos ayuda a comprender los fenmenos naturales segn los explican los cien-

    tcos, cmo se forjaron esas explicaciones y su importancia en la transforma-

    cin de la cultura y del mundo en que vivimos.

    Una coleccin cuyos textos nos hablan de las Ciencias Naturales en dife-

    rentes momentos de la historia, nos cuentan sobre sus descubrimientos, sobre

    sus aciertos y errores. Sus pginas estn llenas de historias poco conocidas u

    olvidadas. Algunas de ellas nos hablan sobre hombres y sociedades que pre-

    tendieron utilizar o utilizaron los conocimientos cientcos para daar a otros

    hombres, muchas otras en cambio, nos muestran el esfuerzo y la imaginacin

    de personas que con sus conocimientos y actitudes hicieron grandes aportes

    para que podamos vivir un poco mejor. Esto es as porque la actividad cient-

    ca es una actividad humana y por lo tanto est atravesada por contradiccio-

    nes, intereses, sueos y desafos.

    Es por eso importante que en la escuela podamos estudiar esta activi-

    dad para comprenderla, para valorar sus logros o ponerlos en cuestin. Segu-

    ramente algunos de estos relatos los podrn leer solos o entre compaeros,

    otros textos necesitarn de la ayuda de sus maestros. Aunque aprender cien-

    cias pueda parecer complicado, lo cierto es que todos ustedes, chicos y chicas

    son capaces de hacerlo y la escuela los ayudar todos los das a lograrlo.

    Finalmente, queremos que sepan que esta coleccin del Programa de Co-

    municacin y Reexin Pblica sobre la Ciencia es el resultado del trabajo y

    esfuerzo realizado durante mucho tiempo por docentes e investigadores delCentro Cultural Ricardo Rojas de la Universidad de Buenos Aires. Ellos se han

    preocupado por difundir y brindar el derecho a cada ciudadano de que la cien-

    cia pueda ser valorada crticamente. Les agradecemos mucho este aporte des-

    interesado que ha permitido que Nautilus llegue a cada uno de ustedes.

    Esperamos que estudien mucho y que puedan compartir con sus familias

    todo lo aprendido en la escuela.

    Con afecto,

    Alberto Sileoni

    Ministro de Educacin de la Nacin

    Queridas chicas y queridos chicos:

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    Los microbios de la conquista

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    speraban llegar a Cypango, pero no podan tener lacerteza de que as fuera. Aquella era una ruta que na-

    die haba recorrido con anterioridad. Sin embargo, los

    peligros, aquellos que eran capaces de imaginar y esos

    otros que sus mentes no podan siquiera concebir, no

    iban a frenar a aquellos hombres empujados a tal

    aventura por la gloria, por las tierras y por el oro.

    Hacia el Oeste

    E

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    El 3 de agosto de 1492, dos carabelas, la Pinta y la

    Nia, y una nao, la Santa Mara, partieron del puerto

    de Palos con la proa hacia el poniente.

    Fue a mediados del mes de octubre cuando losdesesperanzados marinos pudieron ver las anheladas

    costas. Pero aquellas tierras no eran Cypango, tam-

    poco el reino del Gran Khan. Tiempo despus, los eu-

    ropeos sabran que haban arribado a un continente

    hasta entonces desconocido para ellos. Un continente

    habitado por pueblos que ignoraban el estruendo de

    las armas de fuego y los extraordinarios animales en

    los que aquellos hombres vendran montados.

    8

    Padal

    Tosc(139Coln en la Rabida. Lienzo de Eduardo Cano de la Pea(1823-1897). En primer plano, a la izquierda, fray Juan Prez deMarchena escucha a Coln a la vez que tiene su mano posadasobre el hombro de Diego, hijo del navegante genovs.

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    loozzo

    nelli

    1482)

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    Paolo dal Pozzo Toscanelli (1397-1482). Se le atribuye la elaboracin,en 1474, de una carta natica segn la cual, por las distancias queall propona, era posible llegar a Cypango (Japn) o a las tierras delGran Khan (China) navegando hacia el oeste. Segn Fray Bartolom delas Casas, clrigo del siglo XVI, aquella carta natica habra influidoentre muchas otras consideraciones sobre la decisin de CristbalColn de realizar la travesa para llegar al continente de las especias

    surcando el ocano hacia el Oeste.

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    Coln realiz otros tres viajes hacia este mundo

    que se llamara Amrica. A diferencia de la primera

    de aquellas travesas, la que la sigui fue importante.

    Constaba de una ota de diecisiete barcos, de muchoms hombres deseosos de cumplir con sus sueos de

    riqueza y, segn sabemos hoy, de letales microbios.

    Croquis de mapa (circa 1503), segn BartolomColn, hermano menor del almirante, conservadoen el Cdice Albericoen Florencia. En el croquisse destaca la continuidad del nuevo mundo (novomondo) y las tierras del continente asitico.

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    No es posible saber con certeza cuntos eran los ha-bitanes originarios de la isla de La Espaola al momen-

    to de la llegada de Coln. Hay quines sostienen que la

    poblacin era de varios millones. Otros suponen que el

    nmero de habitantes de la isla no superaba unos cuan-

    tos cientos de miles. Lo que s sabemos es que unos cin-

    cuenta aos despus de que las naves espaolas llega-

    sen a las costas de esta isla americana, slo sobrevivan

    all unas dos mil personas entre hombres, mujeres y

    nios. Fueron las espadas de acero empuadas por los

    conquistadores las responsables de tantas muertes?

    Fue el maltrato lo que diezm a los indgenas?

    La Espaola

    La llegada de Coln a La Espaola, segn un grabado deThodore de Bry (1528-1598).

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    La Malinche, tambinconocida como DoaMarina, amantede Corts y smboloactual del despreciopor lo propio, oficia detraductora entre los

    espaoles y los aztecas.

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    Aunque fueron grandes civilizaciones, los aztecas y

    los incas tuvieron una suerte parecida a la de los habi-

    tantes de La Espaola. Como ellos, sufrieron una gran

    mortandad que no se debi tanto a las armas comos a los microorganismos que no eran propios de sus

    tierras y que los espaoles, sin saberlo, trajeron en

    sus propios cuerpos. Pero, por qu los pueblos ame-

    ricanos sufrieron enfermedades tan severas como la

    viruela, el sarampin o la gripe, en tanto que los hom-

    bres llegados desde Europa no fueron afectados gra-

    vemente por enfermedades similares americanas?

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    Templo azteca

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    Parece extrao que herbvoros hoy tan comunescomo las vacas no fuesen en aquel momento parte

    del paisaje local. Tampoco lo eran cerdos ni caballos.

    Estos animales haban sido domesticados en Eurasia

    miles de aos antes y ms tarde fueron trados a estas

    tierras por los conquistadores europeos. Durante todo

    ese extenso tiempo, vacas y cerdos convivieron con los

    habitantes del ms grande de los continentes y, por su-

    puesto, tambin lo hicieron los microorganismos que

    los infectan, que al mutar dieron origen a nuevas for-

    mas y variedades que pudieron saltar de esos animales

    domesticados hacia los seres humanos.

    La viruela era una enfermedad muy temida. El virus

    humano que la produce est relacionado con una va-

    riante similar que afecta al ganado bovino. Como otros

    europeos, muchos espaoles haban sufrido la viruela

    de pequeos y haban sobrevivido. De esta forma, que-

    daban inmunes y por ello no podan volver a padecer

    de esta dolencia. Cuando el virus lleg a Amrica, con

    alguno de los tripulantes de los barcos europeos, se

    propag sin freno entre las poblaciones americanas.

    En 1518 la viruela lleg a La Espaola y dos aos

    ms tarde cercaba el dominio de los aztecas. En Te-

    nochtitln, la capital del imperio, la mortandad fuetan grande que facilit la conquista de aquella cultu-

    ra por Hernn Corts. Algo similar ocurri en el Cuz-

    co. La ebre y las pstulas en el cuerpo de los incas

    fueron la marca de una imposible resistencia frente

    al espaol Francisco Pizarro.

    La viruela

    HerCor

    (1485-

    FrancPiza(1478-

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    En 1519, Hernn Corts (1485-1547) desembarc en las costasdel continente con unos pocoscentenares de hombres y laintencin de conquistar elImperio Azteca. March rumbo aTenochtitln, donde fue recibido

    por el emperador Moctezuma.Tras una serie de eventos, entrelos que se incluye la toma comorehn del propio emperadorazteca en el centro de su imperio,los espaoles son atacados yms de la mitad perece. Quientambin muere es Moctezuma.Lo sucede Cuitlhuac. Tiempodespus Corts, aliado con losTlaxcatelcas, vuelve para atacarTenochtitln. Pero los espaoles

    no slo tendrn como aliados alos pueblos indgenas enemigosde los aztecas, tambin lo ser laviruela que se present en 1520matando al emperador y, tal vez,a la mitad de la poblacin.

    Francisco Pizarro (1478-1541)desembarc en la costa delactual Per, en 1531, conla intencin de sojuzgar alImperio Inca. Contaba enese momento con el exiguonmero de ciento sesenta yocho hombres. Sin embargo,lograra su objetivo. Aquella

    cultura indgena, cuyo centroera la ciudad de Cuzco, aunquepoderosa, estaba gravementeherida. En 1526 haba llegado alos dominios incaicos la temidaviruela, llevndose la vida delemperador Huayna Capac. Susdos hijos, Atahualpa y Huscar,se hundieron en una guerra civilpor la sucesin del trono. Pizarrosupo aprovechar esta divisinpara conquistarlos.

    ns

    547)

    scoro541)

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    En Amrica, en esos tiempos, el principal animal do-

    mstico era la llama. En estado salvaje vive en peque-

    os grupos muy distanciados entre s. Este comporta-

    miento poco gregario hizo difcil que se desarrollasenagentes infecciosos que de manera continua y persis-

    tente los pudiesen afectar. Tal vez por ello tampoco

    hubo extraordinarias formas virales y bacterianas que

    pudiesen actuar sobre los seres humanos. Esta puede

    ser una buena explicacin acerca de porqu en Amri-

    ca no existan enfermedades letales como la viruela, el

    sarampin o la gripe.

    Aztecas afectados por la viruela. Dibujo transcripto por frayBernardino de Sahagn. Cdice Florentino.

    Llama

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    Lo que acabamos de narrar parece ser simplemen-te un relato ms sobre alguna cuestin del pasado.

    Por qu preocuparse por un hecho que, aunque car-

    gado de dramatismo, pertenece a tiempos idos sobre

    los cuales nada podemos hacer? No hemos acaso

    erradicado la viruela gracias a la antivarilica? De la

    misma forma, gracias a la vacunacin, hemos contro-

    lado el sarampin. Con la gripe parece ocurrir algo

    parecido. Cada ao se producen nuevas variedades

    de vacunas contra las diferentes formas de virus de

    la inuenza. Incluso, cuando la vacuna tarda, las me-

    didas de prevencin y los tratamientos mdicos deri-

    vados de la moderna investigacin cientca parecen

    bastantes efectivos.

    Sin embargo, la historia de la conquista de Amrica

    nos advierte sobre las complejas relaciones que se

    dan entre los seres humanos, los animales, los vege-

    tales y los microorganismos, y nos obliga a conside-

    rar lo difcil, sino imposible, que resulta predecir el

    desarrollo de nuevas variedades de virus, bacterias

    patgenas y parsitos.

    Desafos

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    En cierto momento de nuestra historia moderna,

    dados los logros de Edward Jenner y ms tarde los de

    Louis Pasteur, Robert Koch y Paul Ehrlrich, cremos

    poder controlar denitivamente a las enfermedadesinfecciosas.

    Entusiasmados por el descubrimiento de los an-

    tibiticos imaginamos que era posible vencer cada

    una de las dolencias producidas por los ms variados

    microorganismos.

    Detalle de la obra El barn Jean Louis Albert practicando lavacunacin contra la viruela en el castillo Liancourt. Pinturade Constant-Joseph Desbordes (1761-1827).

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    Este sueo fue una quimera porque las sociedades

    humanas cambian y los agentes infecciosos evolucio-

    nan. Algunas viejas enfermedades regresan y otras

    nuevas irrumpen desandonos. Pero a diferenciadel pasado, hoy contamos con enormes posibilidades

    para conocer las formas de tratar o prevenir estos ma-

    les. Sin embargo, no debemos olvidar otra cuestin

    igual de importante: seremos capaces de aprovechar

    ese saber cuando la prevencin de estas enfermeda-

    des nos exige actuar contra viejas tradiciones o contra

    la injusticia que condena a millones a la pobreza?

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    Fiebre amarilla en Buenos Aires

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    s 27 de enero de 1871. Desde los primeros das delao, el calor y la humedad no dan respiro a los ha -

    bitantes de Buenos Aires. Al agobio provocado por

    el clima sofocante, se suman ahora copiosas lluvias

    que tornan intransitables las calles de la ciudad,

    convertidas en verdaderos ros de basura y lodo. Ni

    siquiera la noche trae un poco de alivio a los apesa-

    dumbrados porteos; porque si bien la temperatura

    baja unos grados al nal de la jornada, con la penum-

    bra llegan los implacables mosquitos.

    La Gran Epidemia

    E

    Ciudad de Buenos Aires

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    Tres personas mueren ese da, presumiblemente

    de ebre amarilla. Las autoridades municipales por-

    teas no dan a conocer la noticia. Temen que un esta-

    do de pnico gane el nimo de la poblacin. Preerenesperar a que el desarrollo de los acontecimientos

    ofrezca un panorama ms claro sobre un posible bro-

    te epidmico.

    Como ecos de la Guerra del Paraguay, desde las

    ciudades de Asuncin y de Corrientes llegan noticias

    sobre cuantiosas muertes, ya no provocadas por los

    feroces combates entre las tropas paraguayas y de la

    Triple Alianza, sino por una epidemia de ebre amari-

    lla. Algunos porteos temen que, como el clera que

    tantas muertes provocara tres aos atrs, la ebre

    amarilla contine ro abajo por el Paran y llegue

    hasta el puerto de Buenos Aires. Otros, en cambio,

    preeren suponer que se trata de una falsa alarma.

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    En el ambiente mdico de Buenos Aires tienen lu-

    gar discusiones, conjeturas y fuertes polmicas: es-

    tn aquellos que piden tomar medidas urgentes y es-

    tn quienes niegan la existencia de ebre amarilla enel ambiente. Desde las pginas de los diarios algunos

    periodistas se hacen eco de este ltimo diagnstico y

    restan importancia al asunto. Mientras tanto, la vida

    contidiana de los porteos sigue su curso. La propa-

    gacin de la ebre amarilla... tambin.

    Soldado paraguayoante el cadver desu hijo. leo de josIgnacio Garmendia(1841-1925).

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    En los meses siguientes Buenos Aires vivir la peor

    tragedia de su historia. La ebre amarilla asolar con

    violencia a sus desprotegidos pobladores, provocan-

    do la muerte de muchas personas y la huida de otras.Frente a los dramticos resultados se hizo evi-

    dente el error de aquellos que desestimaron la gra-

    vedad de la enfermedad cuando los afectados eran

    slo unos pocos. Sin embargo, no actuaron as por

    descuido. En ese primer momento la decisin esta-

    ba lejos de ser sencilla: la alternativa era dar la voz

    de alarma, arriesgndose a una estampida general,

    o esperar a tener ms elementos de anlisis para ha-

    cer un diagnstico aproximado. Era posible con los

    conocimientos mdicos de la poca saber cun gra-

    ve podra ser la situacin?

    Mosquito Anopheles

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    La ebre amarilla es una enfermedad viral trans-mitida por el mosquitoAedes aegypti, un insecto pe-

    queo, comparado con otros mosquitos, de cuerpo

    esbelto y alargado, color oscuro y con lneas blan-

    quecinas en el dorso. La temperatura ptima para su

    desarrollo hace que se lo encuentre en zonas tropi-

    cales y templadas. Si bien Buenos Aires estn en el

    lmite sur de su rea de dispersin, es un habitante

    corriente de esta ciudad.

    A diferencia del mosquitoAnophelestransmisor de

    la malaria, elAedes aegyptivive lejos de los pantanos,

    en el interior de las casas, oculto en recovecos de los

    que sale en las noches para alimentarse. Unos pocos

    centmetros cbicos de agua alcanzan para mantener

    vivas sus larvas, por eso suele encontrrselas en bal-

    des, latas o botellas prximos a las viviendas. Es pre-

    cisamente su hbito casero y nocturno el que le per-

    miti sobrevivir e infectar a tantas personas en 1871, a

    pesar de las bajas temperaturas externas.

    Aedes aegypti

    Mosquito Aedes aegypti

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    Nada de esto se saba cuando la ebre amarilla

    estall en Buenos Aires. Por entonces era frecuente

    que las enfermedades infecciosas fueran atribuidas

    a miasmas, es decir, a los euvios o emanacionesnocivas que se supona desprendan los cuerpos

    enfermos, las materias orgnicas en estado de pu-

    trefaccin o las aguas estancadas. La ebre amarilla

    estaba dentro de las enfermedades consideradas

    epidmicas y miasmticas, y la medicina tena muy

    poco para hacer frente a ella.

    Es 27 de enero de 1871. Tres casos fatales de vmi-

    to negro tienen lugar en el Barrio de San Telmo. En

    reunin secreta, la Comisin Municipal convoca a un

    grupo de mdicos que conrman el inicio de un bro-

    te de ebre amarilla. Creyendo que pueden contro-

    larlo, las autoridades no dan la noticia. Sin embargo,

    no pueden evitar que la novedad tome estado pbli-

    co. No tardan en darse los debates en el ambiente

    mdico de Buenos Aires entre los que piden medi-

    das urgentes y los que le restan toda importancia. El

    asunto se dilata entre pujas y dudas sobre el diag -

    nstico. Mientras tanto, la epidemia se extiende delos conventillos de San Telmo a otros barrios.

    El estadillo

    Conventillo deSan Telmo en laprimera mitaddel siglo XX

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    Llega marzo y el titubeo de las autoridades conti-

    na. Mientras el gobernador Emilio Castro cierra los

    saladeros, la comisin Municipal permite el festejo

    de los carnavales, pero suspende las clases y ordenala formacin de cordones sanitarios en las manzanas

    afectadas. Finalmente el Consejo de Higiene Pbli-

    ca, dependiente del municipio, emite instrucciones

    sanitarias a la poblacin, designando comisionados

    por manzanas. Dispone adems la desinfeccin de

    las letrinas y el encalado de las paredes. Aconseja no

    consumir leche y agua sin hervir y sugiere quemar los

    objetos, las ropas y las camas de personas fallecidas.

    Adems propone marcar las casas donde hubiera e-

    bre amarilla, quemar alquitrn en las esquinas y reco-

    lectar la basura para limpiar las calles.

    Con el correr de los das, los lazaretos y hospita-

    les no dan abasto y el cementerio tambin colapsa.

    Desde 1867 funcionaba, en lo que es hoy el Parque

    Ameghino de la ciudad de Buenos Aires, el Cemente-

    rio del Sud. Creado como enterratorio para las vcti-

    mas del clera, en poco tiempo rebas su lmite y las

    autoridades debieron buscar un nuevo lugar.

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    La fiebre amarilla no detuvo al carnaval. Algunos pensaron que lasuspensin de las fiestas era una medida impopular que perjudicarasus aspiraciones polticas cerca de las elecciones y no hicieron nada porevitar las aglomeraciones. La Comisin Municipal portea autoriz losfestejos y, como todos los aos, un caonazo al medioda fue la seal de

    inicio al juego con agua. La diversin inclua baldazos y huevos rellenoscon agua sucia o perfume. Por las noches la gente se agolpaba en losteatros para bailar y lucir sus mscaras. Mientras muchos se divertanen las calles, los mdicos corran de un lado a otro para socorrer a losenfermos, cuyo nmero iba en aumento.

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    El 10 de marzo se decidi por la Chacarita de los Co-

    legiales, campo de recreo de los alumnos del Colegio

    Nacional Buenos Aires, ubicado en lo que hoy es Par-

    que Los Andes, frente al actual Cementerio de la Cha-carita. Hasta all se extendieron las vas del ferrocarril

    del oeste para que la locomotora La Portea arrastrara

    hasta el nuevo cementerio los vagones fnebres.

    Como ocurriera con otras pestes, en otros tiempos

    y en otros lugares, la ausencia de un culpable visible

    llev a buscar un chivo expiatorio, y como en esos

    otros lugares y tiempos se termin por acusar fal-

    samente a un determinado grupo humano. Esta vez

    los sealados fueron los inmigrantes italianos. In-

    sistentemente se hizo hincapi en su forma de vivir,

    hacinados y con poca higiene, como la causa de la

    epidemia, sin considerar que esas condiciones eran

    el producto de la pobreza y la miseria a la que haban

    sido arrojados por quienes, luego de convocarlos a

    poblar la Argentina, los haban abandonado a su

    suerte, negndoles toda ayuda ocial. La Comisin

    Municipal y la propia Comisin Popular, con el apoyo

    de la policia, llevaron adelante el desalojo de los con-

    ventillos, quemando la ropa y escasas pertenencias

    de sus inquilinos y lanzndolos a la calle sin alimen-

    tos ni atencin mdica.

    Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires . leodel pintor uruguayo Juan Manuel Blanes (1830-1901).

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    Pero ninguna medida parece detener la epidemia

    que se extiende por todos los barrios de la ciudad sin

    distincin de clases sociales ni origen. Mdicos, enfer-

    meros, sepulteros, personas ilustres, hasta el vicepre-sidente, caen vctimas de la enfermedad. En el mes de

    abril el nmero de muertos crece dramticamente, se

    pasa de doscientas cincuenta vctimas fatales por jor-

    nada a un mximo de quinientos tres en el da ms tr-

    gico de toda la epidemia. La Comisin de Higiene y los

    diarios recomiendan el abandono de la ciudad. Ms

    de la mitad de los habitantes huyen de Buenos Aires.

    Al xodo iniciado por los sectores sociales altos a los

    barrios de Flores y Belgrano, ahora se suman familias

    menos adineradas que escapan a Moreno, Merlo y San

    Martn para instalarse en carpas y vagones de ferroca-

    rril dispuestos por el gobierno provincial.

    Pero no todos dejaron la ciudad, los pobres, ya fue-

    ran inmigrantes o porteos, y entre estos ltimos los

    afroamericanos, no pueden escapar de su infortunio.

    Tampoco se fueron muchos mdicos, enfermeros, far-

    macuticos, integrantes de las comisiones o vecinos

    annimos que decidieron quedarse y ayudar al prji-

    mo, aunque en eso les fuera la vida.

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    Locomotora La Portea. Fuerza motora del llamadotren de la muerteque transport, durante laepidemia de fiebre amarilla, los atades desde laestacin Bermejo, ubicada en Corrientes y JeanJaures, hasta la Av. Dorrego (actual Parque LosAndes, lindero con el Cementerio de La Chacarita).

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    En mayo el brote de ebre amarilla comenz a ce-

    der y el 2 de junio fue el primer da sin que se regis-

    traran defunciones por la enfermedad. La ciudad no

    volvi a ser la misma. Luego de ese doloroso apren-dizaje, las autoridades iniciaron las obras de sanea-

    miento y de infraestructura necesarias para acondi-

    cionar Buenos Aires a los nuevos requerimientos de

    los porteos en el nuevo siglo.

    Aunque es mucho el tiempo que transcurri desde

    aquella epidemia de ebre amarilla, el Aedes aegypti

    nos sigue desaando con su presencia, pero esta vez

    con la enfermedad del dengue. Sin embargo, a diferen-

    cia de lo que ocurriera en aquel difcil ao de 1871, hoy

    contamos con mucho conocimiento sobre el mosqui-

    to transmisor, sabremos aprovecharlo?

    Mosquito Aedes aegypti

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    Hacia 1870 el antiguo casco urbano de la ciudadde Buenos Aires haba crecido hasta ocupar aproxi-

    madamente 600 manzanas que se extendan desde

    el ro (hoy Av. Paseo Coln) hasta la actual plaza Mi-

    serere. Templos y conventos, teatros, salas de con-

    cierto, hospitales, asilos, establecimientos militares

    y pblicos, edicios sociales, bancos, usinas de gas,

    mercados, plazas, jardines pblicos, hoteles, clubes,

    cafs, calles adoquinadas, 3 lneas de ferrocarril que

    transportaban carga y pasajeros, tranvas a caballo

    y carretas dan cuenta del gran impulso de la ciudad;

    sin embargo mientras el desarrollo urbano se dio en

    la supercie con una poblacin que creca a un ritmo

    acelerado, la infraestructura y los servicios seguan

    siendo prcticamente los mismos que los de la ciu-

    dad fundada por Juan de Garay en 1580, resultando

    absolutamente decientes para las necesidades de

    los porteos.

    ANEXO 1Una ciudad en colapso

    En 1871, Buenos Aires ocupaba el espacio demarcadopor el Ro de la Plata, al este, y por el arroyoMaldonado, que la separaba del partido de Belgrano,al norte. La Lnea formada por las actuales callesRivera, Medrano y Boedo marcaban el lmite oeste yel Riachuelo lo haca con relacin al sur.Fuente: USITSSP, GCBA.

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    El estado de la higiene en la ciudad era decitario. El

    conjunto de los porteos compraba el agua al aguate-

    ro, que la extraa del ro cerca de donde las lavanderas

    limpiaban la ropa. Los ms adinerados la obtenan desus aljibes, donde almacenaban agua de lluvia. Otros

    la sacaban de pozos, situacin peligrosa porque era

    agua de la primera napa, frecuentemente contami-

    nada por ltraciones de pozos negros. Existan unos

    pocos baos pblicos donde higienizarse y sofocar

    el calor, utilizados slo por aquellos que podan pa-

    garlos; el resto de la poblacin se baaba en el ro. La

    ciudad no contaba con desages para la lluvia ni para

    las aguas servidas, que iban a parar a la calle donde se

    reunan con todo tipo de residuos. A esta situacin se

    sumaban los saladeros y mataderos ubicados en la

    zona sur. All se sacricaban miles de vacas y ovejas

    por ao, arrojando los desperdicios a las aguas del Ria-

    chuelo o en terrenos al aire libre.

    La epidemia de ebre amarilla, paradjicamente, fue

    el motor que impuls la expansin de la ciudad ya que

    las familias ms adineradas abandonaron antiguos

    caserones de los barrios del sur de la ciudad para tras-

    ladarse a lugares ms altos y considerados ms sanos.

    As fue como se desarrollaron los barrios de Flores,

    Belgrano, Barrio Norte, Recoleta y Palermo. Fue preci-

    samente despus de la epidemia que se concretaron

    las tan postergadas obras de saneamiento urbano,materializadas en infraestructura para los desages y

    la provisin de agua potable para la ciudad.

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    Harry Grant Olds. Conventillo. Coleccin Mateo EnriqueGiordano, Buenos Aires 1910: Memoria del Porvenir,1999, GCBA, FADU-UBA, IIED-Amrica Latina. Pg. 101.

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    La Guerra del Paraguay, tambin llamada de la Tri-ple Alianza, fue el acontecimiento blico ms trgi-

    co de Amrica del Sur ocurrido durante el siglo XIX.

    Entre 1865 y 1870 la Repblica Argentina, el Imperio

    del Brasil y la Repblica Oriental del Uruguay se en-

    frentaron contra su vecina Paraguay, gobernada por

    Francisco Solano Lpez.

    El ataque al puerto de Corrientes por parte de las

    tropas paraguayas, el jueves 13 de abril de 1865, fue

    el detonante para la intervencin argentina en el

    conicto. Dado que el gobierno de Bartolom Mitre

    se haba opuesto al paso por territorio argentino de

    las tropas del ejrcito paraguayo, en conicto con

    Brasil, Solano Lpez tom la decisin de atacar dos

    vapores de guerra argentinos, en aquella primera

    jornada de Semana Santa, e invadir la ciudad de Co-

    rrientes con unos tres mil hombres. Dieciocho das

    despus, la Argentina, que hasta ese momento se

    haba manifestado neutral frente a las controversias

    entre Brasil, Uruguay y Paraguay, rm una alianza

    ofensiva y defensiva con los dos primeros en contra

    de este ltimo. Desde haca unos aos, los conic-

    tos internos del Uruguay entre los partidos Blanco

    ANEXO 2La Guerra del Paraguay

    La paraguaya. leo de Juan Manuel Blanes.

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    y Colorado dividan las adhesiones y conveniencias

    de los pases en la regin. Mientras Brasil y Argen -

    tina apoyaron, en 1863, al General Venancio Flores

    en el intento de derrocar al presidente del UruguayBernardo Prudencia Berro del partido Blanco; los

    blancos solicitaron la intervenccin del gobierno

    paraguayo para solucionar el conicto entre Brasil y

    Uruguay, a la vez que denunciaron un tratado secre-

    to entre brasileos y argentinos para repartirse los

    territorios de Paraguay y Uruguay.

    A lo largo de cinco aos, la guerra no slo se cobr

    la vida de miles de hombres en ambos bandos, sino

    que adems hundi a Paraguay en la peor catstrofe

    humanitaria de su historia. El pas, que haba llega-

    do a ser el ms prspero y desarrollado de Amrcia

    del Sur, qued totalmente devastado luego de este

    enfrentamiento blico. El hambre y la miseria en la

    que quedaron sumidos los habitantes del Paraguay

    fue caldo de cultivo para la propagacin de enfer-

    medades, entre ellas, la ebre amarilla. Llevada por

    prisioneros paraguayos repatriados desde Brasil, la

    epidemia se esparci rpidamente entre los habitan-

    tes de Asuncin y luego pas a territorio argentino

    por la ciudad de Corrientes, centro de comunicacin

    y abastecimiento de los ejrcitos aliados.

    El escritor Esteban Ierardo expresa con conmove-

    dora lucidez las dramticas consecuencias de estaguerra:

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    El conicto blico del Paraguay no fue una guerra

    ms. Fue una gran matanza cercana a la condicin

    del genocidio en el caso del pueblo paraguayo. El

    Brasil sufri 168.000 bajas y un gasto de 56 millonesde libras esterlinas. La Argentina tuvo 25.000 muer-

    tos y un gasto de 9 millones de libras esterlinas. El

    Uruguay padeci de 3.000 muertos y experiment

    una deuda de 248.000 libras esterlinas. Pero Para-

    guay fue la gran vctima. Antes del inicio de la guerra,

    su poblacin era de 1.300.000 personas. Al nal del

    conicto, slo sobrevivan unas 200.000 personas. De

    stas, nicamente 28.000 eran hombres; la mayora

    de las cuales eran nios, ancianos y extranjeros. Del

    poderoso ejrcito paraguayo de 100.000 soldados,

    en los ltimos das slo quedaban cuatrocientos. Al

    expirar la guerra, luego de la infructuosa defensa de

    Asuncin en Lomas Valentinas, ms de diez mil para-

    guayos protagonizaron una caravana de la que slo

    unos pocos sobrevivieron. (...) Antes de la conagra-

    cin asesina, el Paraguay prometa un notable de-

    sarrollo industrial. Fue el primer pas sudamericano

    en poseer ferrocarril. Luego del exterminio de buena

    parte de su poblacin, la nacin paraguaya nunca

    pudo recuperar su antiguo esplendor.1

    Ierardo, Esteban. La Guerra del Paraguay [Consulta: 9de julio de 2010]

    1.

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    La decisin de Salvador Mazza

    3captulo

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    S

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    a pregunta era inevitable: Por qu dedicarse a inves-

    tigar una cuestin que pareca molestar a tantas y tan

    inuyentes personas? No era mejor, o al menos ms ra-

    zonable, volver a Buenos Aires y comenzar a estudiar al-gunos temas diferentes, pero igualmente valiosos? Ade-

    ms, estos otros problemas mdicos, parecan tener la

    ventaja de no ser tan irritantes como aquel que lo des-

    velaba en el subyugante paisaje del noroeste argentino.

    Su colega brasileo Carlos Chagas se lo adverta, con

    una precisin difcil de igualar: si desea investigar esta

    enfermedad, tendr a todos los gobiernos en contra. A

    veces pienso que ms vale ocuparse de crustceos y ba-

    tracios que no despiertan la alarma de nadie.

    L

    lvador

    Mazza

    886-1946)

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    Hasta no hace tanto tiempo, el ferrocarril a vaporera la mejor forma de unir lejanas ciudades y co-

    nectar pequeos pueblos. En la imaginacin de los

    habitantes de aquellas poblaciones y poblados, el

    rtmico traqueteo de las ruedas contra las vas o las

    agudas bocinas de las pesadas locomotoras eran el

    anuncio de los benecios del progreso. Pero el ten-

    dido de los rieles a lo largo de cientos de Kilmetros

    exiga un gran esfuerzo, e incluso, en algunos luga-

    res, los trabajadores se arriesgaban a contraer gra-

    ves enfermedades.

    En 1907, Carlos Chagas fue enviado a la localidad

    de Lassance para estudiar los efectos del paludismo

    entre los obreros que construan el tren que deba

    unir Belo Horizonte con Pirapor en el estado de Mi-

    nas Gerais, en Brasil. Esta enfermedad, tambin co-

    nocida como malaria, es producida por un parsito

    microscpico transmitido a los seres humanos por la

    picadura de una clase particular de mosquito. Pero

    los mdicos de aquel tiempo no podan preocuparse

    slo por la malaria porque conocan muchas otras

    enfermedades transmitidas por insectos y donde se

    presentaba una, bien poda estar la otra.

    El ferrocarril

    Carl

    Justini

    Ribeir

    Cha

    (1879-

    Triatoma infestans.

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    Chagas no iba a ser la excepcin y por ello no deses-

    tim estudiar el barbeiro, un redvido que infestaba

    las casas y que, en gran nmero, picaba a los seres hu-

    manos por las noches. De esta forma, no nos sorpren-de encontrarlo doblado sobre su microscopio buscan-

    do en los tejidos de aquel insecto rastros de parsitos

    que pudiesen ser responsables de alguna enfermedad

    no muy bien conocida. Result que el barbeiro los au-

    mentos de las lentes permitan verlo con claridad era

    portador de un pequeo organismo, un protozoo, una

    nueva variedad de trypanosoma. El interrogante era

    inevitable: cuando el barbeiro pica, infecta a las per-

    sonas con esta clase de trypanosoma? Si es as, qu

    tipo de enfermedad produce?

    noass

    934)

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    Para responder a estas preguntas, Chagas le en-va muestras de barbeiros a Oswaldo Cruz, su jefe y

    director del Instituto Manginhos en Ro de Janeiro.

    Cruz hace lo esperado, inyecta muestras de parsi-

    tos en diferentes animales como monos, conejos y

    cobayos para luego extraer su sangre. Como le ocu-

    rriera a Chagas con su microscopio, a Oswaldo Cruz

    la gura de los parsitos se le dibuja con claridad

    bajo sus propias lentes mostrando, de esta forma,

    que los trypanosomas pueden infectar a diferentes

    mamferos. Si el parsito puede multiplicarse en la

    sangre de algunos monos, es casi seguro que tam-

    bin lo puede hacer en el hombre.

    Chagas an permaneca en Lassance cuando, tras re-

    cibir los resultados provenientes de Ro de Janeiro, en-

    cuentra parsitos en la sangre de personas enfermas.

    Haba ido a estudiar el paludismo pero encontr

    un nuevo microorganismo, llamado ahora Trypano-

    soma cruzi. Tambin haba descubierto una nueva

    enfermedad que se conocera como Mal de Chagas.

    Pero investigar sobre esta dolencia no era sencillo.

    Su relacin con la pobreza molestaba a ricos y po-

    derosos, y dicult el trabajo de Chagas, quien -

    nalmente le escribe a su colega argentino SalvadorMazza aquella advertencia sobre la oposicin de los

    gobiernos y la irnica conveniencia de dedicarse a

    temas menos importantes como el estudio de crus-

    tceos y batracios.

    En Ro de Janeiro

    OswCr

    (1872

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    Salvador Mazza se recibi de mdico en 1910, pocotiempo despus de que Carlos Chagas escribiera y

    publicara sus conclusiones sobre la enfermedad pro-

    ducida por el Trypanosoma cruzi y transmitida por

    un insecto, el barbeiro como se lo llama en Brasil o la

    vinchuca como se lo conoce en la Argentina.

    Mazza no era un hombre que se desanimase con

    facilidad y aquella carta de Chagas le serva de con-

    sejo pero no lo iba a desalentar respecto de la deter-

    minacin que haba tomado unos aos antes cuan-

    do en 1925, con el apoyo del mdico francs Charles

    Nicolle, haba resuelto dedicar sus esfuerzos a la

    creacin, en el noroeste argentino, de un instituto

    para investigar all, no desde Buenos Aires, las enfer-

    medades producidas por diferentes agentes infec-

    ciosos y parsitos, en particular el Chagas.

    La promesa del gobernador de Jujuy de donarle

    una casa para aquel centro de investigacin es un

    hecho alentador que deriva, en 1928, en la creacin

    de la Misin de Estudios de Patologa Regional Ar-

    gentina o MEPRA.

    La MEPRA

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    El tiempo transcurre. El trabajo es a la vez difcil e

    interesante. Haba que investigar y ensear, visitar

    a los pobladores, obtener muestras de sangre y es-

    tudiarlas bajo el microscopio. Pero Salvador Mazzasabe que no es suciente. Su convencimiento de que

    las enfermedades deben ser estudiadas all donde

    las personas sufren las infecciones y las parasitosis

    lo haba llevado al norte argentino, ahora deba lle-

    var la MEPRA fuera de la geografa de Jujuy. Era nece-

    sario llegar a otras provincias y otros paisajes.

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    Conocemos la historia. Aos atrs, en el estado deMinas Gerais, al tiempo que luchaban por colocar con

    justeza los pesados rieles, los obreros del ferrocarril sen-

    tan la amenaza de la ebre provocada por el paludismo.

    Nada podan hacer para evitarlo. La situacin era pre-

    ocupante y el gobierno envi a un joven mdico para

    que investigue, en el propio lugar donde los trabajado-

    res se enfermaban, las razones de estos padecimien-

    tos. Pero las inquietudes de Carlos Chagas lo llevaron a

    enfocar su mirada en un insecto que era muy diferente

    al mosquito Anopheles que transmite la malaria. De

    esta forma acab por descubrir una nueva enferme-

    dad. Ahora otras vas, que haban sido construidas por

    otros obreros en otro lugar, le iban a permitir a Salva-

    dor Mazza recorrer un pas para completar la historia y

    entender hasta donde se extiende la vinchuca y el ries-

    go de contraer aquella enfermedad que se describiera

    por primera vez en el sur de Brasil.

    Los viajes del vagn E600, equipado con un labora-

    torio y un consultorio mdico, diluyeron las dudas y

    le permitieron a Salvador Mazza y a quienes lo acom-

    paaban en esta aventura mdica, demostrar que la

    infeccin con el Trypanosoma cruziera capaz de pro-

    vocar, muchos aos despus de haberse producido,una afeccin en el corazn.

    Fueron muchos viajes y muchos aos de trabajo,

    de una labor mdica por momentos estimulante y a

    veces desesperanzadora, pero que estaba hecha con

    la conviccin de que el conocimiento poda ayudar

    a evitar la enfermedad transmitida por la vinchuca.

    E600

    El signo de Romaaes una manifestacincaracterstica, quese suele dar en lasprimeras semanas tras

    la infestacin provocadapor la vinchuca.(Imagen de la pelculaCasas de fuego).

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    En 1946 Salvador Mazza visita Mxico. Cuando mueredel corazn en la ciudad de Monterrey ya no quedan

    dudas de que el microscpico trypanosoma produce

    una enfermedad que afecta a las personas a lo largo de

    toda su vida. Pero su trabajo haba dejado otra certeza

    que muchos hubiesen preferido esconder: que las prin-

    cipales causas del Chagas son la miseria y los ranchos de

    adobe donde la vinchuca puede prosperar.

    Pocos aos despus se cierra la MEPRA y muchos de

    los materiales que los mdicos y bioqumicos haban re-

    colectado durante sus investigaciones, se pierden.

    Monterrey

    El actor Miguel ngel Sol como Salvador Mazza enCasas de fuego, pelcula dirigida por Juan BautistaStagnaro y estrenada en 1995.

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    ndice

    Captulo 1 6

    Captulo 2 23

    Captulo 3 49

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    En cierto momento de nuestra historia moderna, dados los logros de Edward

    Jenner y ms tarde los de Louis Pasteur, Robert Koch y Paul Ehrlrich, cremos po-der controlar denitivamente a las enfermedades infecciosas. Entusiasmados

    por el descubrimiento de los antibiticos imaginamos que era posible vencer

    cada una de las dolencias producidas por los ms variados microorganismos.

    Sin embargo este sueo fue una quimera, porque las sociedades humanas

    cambian y los agentes infecciosos evolucionan. Algunas viejas enfermedades

    regresan y otras nuevas irrumpen desandonos. Pero a diferencia del pasado,

    hoy contamos con enormes posibilidades para conocer las formas de tratar o

    prevenir estos males. Sin embargo, no debemos olvidar otra cuestin igual de

    importante: seremos capaces de aprovechar ese saber cuando la prevencin

    de estas enfermedades nos exige actuar contra viejas tradiciones o contra la

    injusticia que condena a millones a la pobreza?

    Para que los chicos piensen la ciencia