Agonías del federalismo. El sometimiento de la provincia de Buenos Aires al poder central. ca....

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Mediante la sanción de las leyes-contrato de 1880, votadas por el Congreso Nacional y la Legislatura provincial, el municipio de Buenos Aires fue declarado capital de la república, abriéndose así una nueva etapa del conflicto que desde antiguo enfrentaba a los estados central y bonaerense. Julio A. Roca, a cargo del PEN desde octubre de ese año, y Dardo Rocha, ungido gobernador con apoyo de ese presidente que él mismo había sostenido en la reciente campaña electoral, son, a partir de entonces y durante un lustro, las más visibles figuras dirigentes de los intereses en pugna.El estado nacional, fortalecido por su triunfo militar en la reciente guerra civil, bajo la conducción de Roca se entrega a la tarea de destruir las instituciones económicas provinciales, cuya supervivencia juzga incompatible con el orden que se propone establecer, y emplea al servicio de ese fin sus mejores recursos para impedir la renovada fortaleza bonaerense, de otro modo inevi¬table. A su vez, la provincia intenta, con Rocha y su ambicioso «plan La Plata», evitar la pérdida de lo que juzga es su legítima autonomía, y su reducción al papel de «colonia» gobernada desde la antigua sede de sus autoridades. Las cuestiones monetarias, bancarias y financieras y la estructuración de un sistema ferroviario y portuario son los campos de confrontación en los que nación y provincia dirimen su pleito en un entramado que incorpora otros actores llamados a participar en el desarrollo de la disputa e inevitablemente presentes también en el nuevo escenario que creará su desenlace. Cuando éste tiene lugar, esos años de la década de 1880 han permitido la revisión de hecho del «lugar constitucional» establecido en 1860 para la provincia de Buenos Aires, bajo cuyo amparo sus instituciones económicas habían sido, a la vez que un símbolo de su pujanza, su sostén real más firme.Agonías del federalismo estudia ese tramo decisivo de la vieja lucha entre poder central y provincial, que –inversamente a lo que suele creerse– la federalización de Buenos Aires no alcanza a resolver, y que desde entonces prolonga los pasados conflictos armados valiéndose de instrumentos fundamentalmente económicos, aunque conservando siempre un fondo político-institucional.

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Garcfa Basalo, Javier F.Agonías del federalismo. Apectos económicos en elproceso de sometimiento de la provincia de Buenos Airesal poder central (ca. 1881-1886).la ed. - Buenos Aires: Universidad del Salvador, 2009.640 p. 16x23 cm.

ISBN 978-987-02-4199~7

l. Historia Argentina.CDD 982

Portada: Augusto Bal1erini, Fresco en el Salón dorado de la

Casa de Gobierno de la provincia de Buenos Aires.

En la alegada, al amparo de la Nación Argentina, la tradición

provincial se encuentra y renueva con su nueva capital, La Plata.

10 Javier F. Garcla Basalo, 2007

e Javier F. Garcla Basalo, 2009

Impreso por Editorial Dunken

Ayacucho 357 (C1025AAG) - Capital Federal

TeUfax: 4954-7700/4954-7300

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Hecho el depósito que prevé [a ley 11.723

Impreso en la Argentina

J

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Índice

Introducción 9

Primera ParteRAÍCES y CONTEXTOS

L Situación institucional de Buenos Aires en la Constitución Nacionalrefurmada en 1860 25

n. Rocha y el '80 37

III Relectura política de un lustro: 1881-1886 65

Segunda ParteEL BANCO DE LA PROVINCIA Y LA QUIEBRA

DEL FEDERALISMO BONAERENSE

Aspectos de po/itica monetaria y bancaria en el sometimiento de /0provincia de Buenos Aires al gobierno central (ca. 1881-1886)

I. Las leyes y el contrato de 1876 123

II. Metalismo yantimetalismo: entre la doctrina y la polftica 147

I1I. Fracaso del arreglo Romero-Rocha 165

IV. El affaire de las sucursales del Banco Hipotecario 193

V. La nacionalización del Banco de la Provrncia 207

VI. El Convenio de 1882 225

VII. «Nacionalización» del Banco Nacional 235

VIll. Dieciocho meses de conversión metálica 253

IX. Enero de 1885 285

X. La ofensiva unitarizante de 1885/1886 303

Xl. Excursus. Después de Roca 339

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Tercera ParteEL FERROCARRIL DEL OESTE y LA CRISIS BONAERENSE

La pugna por el control de ferrocarriles y puertos en el sometimientode la provincia de Buenos Aires al gobierno central (c.1881-1886)

1. Los antecedentes del conflicto 353

n. El plan ferroviario de Rocha .409

1II. La pugna por el control del corredor santafesino 423

IV. La expropiación del Ferrocarril del Sud 445

V. El Ferrocarril al Pacífico y el empalme Haedo 461

VI. La articulación del ferrocarril con los puertos 471

VII. El Ferrocarril del Sud y el «plan La Plata» 497

VIII. Agonías del «plan La Plata~) 503

IX. Logros y limites del Ferrocarril del Oeste 521

X. La crisis final del Ferrocarril del Oeste 545

XI. Tres cuestiones disputadas 567

XII. Deudas nacionales y colapso provincial 597

Conclusiones 621

Post Scriptum 633

Índice de cuadros, gráficos y esquemas cartográficos 635

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-'.

índice de cuadros, gráficos y esquemas cartográficos

CUADROS

1. Origen y composición de la deuda nacional con el Bancode la Provincia de Buenos Aires 145

2. Títulos de deuda externa nacional. 1880-1884 ,.. 271

3. Lineas estudiadas en el informe Ringuelet (abril de 1881) .410

4. Cálculo de recursos para un empréstito destinado al Feoy expropiación del FCS 446

5. Empréstito ley 14 de noviembre de 1884 529

6. Estimación de los intereses pagados por el FeOsobre disponibilidades liquidas 530

7. Empréstito ley 28 de mayo de 1888 : 531

8. Servicio de la deuda externa del FCO 531

9. Proyectos y construcciones. FCO 1882-1888 533

10. Gastos en construcciones del FCO (1885) 535

11. Extensión media explotada. FCO. 1886-1888 536

12. Uso de ramales del FeO 596

13. Recursos para erigir la capital bonaerense 604

14. Recursos y gastos de la Provincia de Buenos Aires. 1884-1887 605

15. Provincia de Buenos Aires. Recursos extraordinarios. 1884-1887 606

16. Deuda pública provincial al31 de marzo de 1887 607

17. Producto lfquido eventual de los fondos nacionales al 78.18% 607

18. Cálculo de disponibilidades liquidas transferidas por la Nacióna la provincia 608

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636 lAVIIlR F. GARCIA BASALO

GRÁFICOS

1. Cotización del oro 1881~1882 186

2. Dividendos del Banco Nacional 250

3. Emisión del Banco Nacional. 266

4. Cuenta Corriente del FCO 363

5. FE ce públicos/privados ".374

6. FCCA. Ganancias por km de lfnea 381

7. Origen del déficit total de la Provincia de Buenos Aires. 1884-1887 606

ESQUEMAS CARTOGRÁFICOS

l. Ideas-proyectos sobre el FCO durante el gobierno de Adolfo Alsina 357

2. El {(enrejado)~-las lineas en competencia 383

3. Proyectos discutidos en 1867-72 385

4. Contexto de las leyes nacionales n. 583-584 395

5. Concesión Clark 398

6. Competencia FCS-FeO 400

7. Ferrocarril a Campana. Concesión Matti .404

8. Concesión M. Billinghurst & ca 407

9. Campana-Rosario (1878) , 407

10. Líneas estudiadas en abril de 1881 411

11. Leyes provinciales de 4 y 13 de julio. de 1882 415

12. Detenninación del punto de arranque de la Concesión Clark (7.XI.1881) 418

13. Conexión de La Plata con las vías férreas según Ortiz de Rozas 421

14. Solicitud Guillermo Rodríguez (1880-83) 425

15. Alternativas de enlace FCO-FCCA 425

16. Solicitud Etchegaray (1882) 434

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II,

II

I,

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AGONlAS DI!LI'EDERAUllMO 637

17. Fe Oeste Santafesino (1882) 434

18. Solicitud Shaw (1882) 437

19. Fe Buenos Aires·Rosario (1883) 437

_20. -Red ferroviaria ideal de Rocha (1881) 463

21. Concesión otorgada por decreto del PEN e122 de mayo de 1885 .464

22. La Estación Marítima del Feo en el Riachuelo y sus accesos 492

23. El Ferrocarril del Sud y el plan La Plata 504

24. Propuesta Honoré & Bowen 508

25. Gran Central Buenos Aires (Honoré & Bowen) 510

26. Propuesta Bemberg & Ca 513

27. Proyecto Emilio Mitre y Vedia 547

28. Venta de la línea a Magdalena. R. A. Wi1kinson & Ca 552

29. Concesión Jorge Gianolla 554

30. Concesión Olivier y Ca. 555

32. Solicitud de líneas del FCS (1888) y concesión ortorgada 557

33. Concesión de líneas al FCO 561

34. Acuerdo Parish - Neild (1893). Zonas de influenciaFCO-FCS S65

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Introducción

l. Van a considerarse aquí las relaciones entre la provincia de Buenos Aires y elEstado nacional en el período de máxima figuración de Dardo Rocha, que se extien­de desde su elevación al gobierno bonaerense en mayo de 1881 hasta que NicolásAchával, su candidato en la renovación gubernamental de diciembre de 1886, resultaderrotado por otro que sostiene Roca.! Ese lapso coincide, aproximadamente, con elde la primera presidencia del general tucumano (octubre de 1880-octubre de 1886)con la cual, más allá de la mera simultaneidad cronológica, aquél se vincula sus­tancialmente. El marco general en el que se establecen esas relaciones surge de lasleyes-contrato sancionadas por el Congreso Nacional y la Legislatura provincial enseptiembre-noviembre de 1880, por las cuales y bajo ciertas condiciones, la provin­cia entrega el municipio de Buenos Aires -un espacio reducido, considerablementemenor que la actual ciudad federaP- para que sirva de capital de la república. Laaplicación de esas leyes, instrumentada en primera instancia a través de una serie deacuerdos entre ambos gobiernos, diferia la concreta realización de algunos puntosnegociados y comprometfa al gobierno nacional a verificar pagos compensatorios porlos bienes que recibía. Aparte la cuestión de esos pagos, otros puntos contenidos enlos arreglos demandaron un tiempo considerable y suscitaron fricciones, por lo gene­ral resueltas en beneficio de la Nación. Así, los trámites para llevar a cabo la entregade archivos judiciales o históricos, piezas de museo, etc., se extenderán por afios; yen otro orden,lajurisdicci6n transitoria que ejercen los Juzgados y Tribunales pro­vinciales en la nueva capital se prolongará hasta fines de 1881.

Este estudio de las relaciones entre provincia y Nación dentro del marco de lasleyes de capitalización no atiende todas esas cuestiones. Centra la atención en unospocos y fundamentales asuntos vinculados con dos artículos de la ley nacional decapitalización, sin perjuicio de la eventual mención de algunos otros. En ellos selegisla sobre Bancos y Montepío bonaerenses (art. 3°) Ysobre ferrocarriles y telégra­fos (art 4"). Entre esas instituciones y empresas involucradas, se tratará de los dosBancos provinciales y del Ferrocarril del Oeste. El Banco de la Provincia de Buenos

1El texto es versión abreviada y aligerada en su aparato critico y apéndice!> de la tesis Agonia del fede­ralUmo. Aspectos económicos en el proceso de sometimiento de la pro~incla de Buenos Aires al podercentral (ca. 1881-1886) (Bs. As., 2007) defendida ante un tnbunal integrado por lO!! doctores DaisyRípodas ArdallllZ, José María Mariluz Urquijo, Alberto S. J. de Paula, Pablo Gabriel Varela. Al doctorAbelardo Levaggi, director de te!>is, expreso mi gratitud por su paciente y sabia orientación. Ese texto secitará aqui con la sigla AdF. V. al1l detalles de las fuente!> consultadas., Poco más de 4 mil booláreas; la regularización de los límites cedidos en 1887 permitió wperar las 18 milhectáreas. Desde entonces, entre IIIS capitales de Europa sólo el condado de Londres wbrepasa a BuenosAires, más ell:tellllaque Parls. Berilo o Viena (cf. Adrián Gorelik. La grilfa y el parque. E9pOcio públicoy cultura urbana en Buenos Aires, 1887-1936. Buenos Aires, 2004, 456 pp; p. 13).

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Aires es, en cierta forma, la institución-madre de las dos restantes. El Banco Hipo­tecario surge como una sección suya, mientras que el Ferrocarril estatal nace de unadecisión de los poderes públicos provinciales que asumen su control, recurriendo alfinanciamiento que pueden ofrecerle a través del Banco. Con su más larga trayectoriay el impacto de su presencia fisica, imponente e identificada con el ideal de progre­so, el Ferrocarril logra rápidamente proyectar una imagen propia como instituciónprovincial, que el Banco Hipotecario no alcanza sino más tarde, en menor grado ypor poco tiempo.

La atención conferida al Banco de la Provincia y al Ferrocarril del Oeste sejustifica por varias razones, dada la natural centralidad que ocupan en el entramadoinstitucional del que furman parte:

a) El Banco y el Ferrocarril, desde sus respectivos orígenes, tendieron a sim­bolizar la singularidad y la pujanza bonaerense. Junto a los poderes constituidosdel Estado, Banco y Ferrocarril fueron estructuras vertebrales de la organizaciónprovincial, conducidas por cuerpos colegiados cuyos miembros permanentemente sereclutaron entre las figuras principales de la política o fueron influyentes represen­tantes de circulas económicos. En la carrera de los honores bonaerense el ejerciciodel poder ejecutivo y el cumplimiento de un mandato legislativo estuvieron asocia­dos con frecuencia al desempeño del cargo de director del Banco de la Provincia odel Ferrocarril del Oeste, ya antes, ya después de alcanzar las cumbres más altas delpoder.

b) Al iniciarse la década de los ochenta ambas instituciones, Banco y Ferroca­rril, parecen destinadas a alcanzar una nueva fase de desarrollo, favorecidas por lascircunstancias derivadas de la federalización en lo que se refiere a la consolidaciónde la paz interior y el ingreso del país en un período de progresivo aumento de la pro­ducción y el comercio, actividades con las que estaban íntimamente relacionadas.

c) Tanto el Banco como el Ferrocarril, con funciones específicas y concurrentesy asociados a otros factores, forman parte de un concertado plan de gobierno queRocha se propone cumplir en esos años. Ese plan de desarrollo provincial topará ensu ejecución con las políticas nacionales, y de ese conflicto surge una parte sustancialde las relaciones que van a estudiarse entre provincia y Nación.

d) Por último, al final del ciclo, el Banco y el Ferrocarril se precipitan en la ruinacasi al mismo tiempo. Muy razonablemente la institución-madre pierde primero susfrutos hasta caer ella mismajunto con la propia provincia de la que había sido a la vezque un símbolo, su sostén real más firme.

2. Las relaciones entre la provincia de Buenos Aires y el gobierno nacional, o entreaquélla y el resto de las provincias argentinas, han reclamado tradicionalmente laatención de los estudiosos, en especial en lo que se refiere al período comprendidoentre la revolución de 1810 ---con menor frecuencia desde la creación del virreinatodel Río de la Plata o el descubrimiento~y la federalización de Buenos Aires. Aunqueno siempre con la expresión «(Buenos Aires) se alude también al territorio provincial

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AGONÍASDHLI'IlDIlkALJSMO 11

luego separado de la ciudad del mismo nombre, algunos identifican con el término«porteñQ)~ esas dos realidades --ciudad y campafia- que otros juzgan convenienteseparar. Es frecuente, además, que el estudio de este tema aparezca asociado al delfederalismo argentino, sin duda concomitante, y, más recientemente, enfocado desdela perspectiva de la construcción y consolidación del Estado nacional.

Autores de diferente formación y época abordaron, con motivaciones, puntos devista y penetración diversa, el estudio de esas materias, como es el caso de Alberdi,Matienzo, Rivarola, Alvarez, Zorraqufn Becú, Del Carril, Tau Anzoátegui, Scobie,Grandona, Luna, Diaz, Barba, Oszlak:, Chiaramonte o Rey Balmaceda, entre mu­chos otros.] Pero la relación entre la provincia de Buenos Aires y la Nación en losafias inmediatamente posteriores a la federalización no ha merecido un tratamientoespecial4 , y son frecuentes las generalizaciones que describen la nueva etapa sin dis­criminar significativamente sus fases cuya caracterización se intentará aquí. Únicaexcepción, según parece, son las páginas que dedica al tema María Teresa Terzaghi.Sin embargo, su estudio no sólo funde en un mismo asunto la relación entre Estadosy estadistas, sino que limita la materia de la primera a unos pocos episodios inco­nexos y, en general, secundarios, que, precisamente, se explican exclusivamente a laluz de los vínculos personales.s

'En cuanto a Alberdi, toda su actividad de publicista está en cierta forma consagrada a este problema.El primer análisis sistemático después de las Bases es la segunda parte de Derecho público provincial.Para los otros autores citados v. José N. Matienzo, El régimen republicrmo-federal [1910], Buenos Aires,1994,314 pp; Rodolfo Rivarola. Del régimen/ederativo al unitorlo, incluido en la recopilación Efl/Ja)lO$histOricos, Buenos Aires, 1941, 495 pp; Juan Alvarez, El problema de Buenos Áire.'l en la República[1918], incluido en Las guerra:; civiles argeminas y Elproblema de Buenos Áires en la RepUblica, Bue­nos Aires, 2001, 242 pp; Ricardo Zorraquln Becú, El/ederalismo argentino, Buenos Airell, 19532, 197pp; Boniracio del Carril, Buenos Aires/rentealpais, Buenos Aires, 1944, 350 pp; VlctorTau Anzoátegui,Formación del Estado Federal Argentino (1820-1852). La intervem:ión del gobiemo de BuellOS Á/res enlos osuntos nacionales, Buenos Aires, 1965, 230 PP', James R. Scobie,La lucha por /aconsolidacwn dela nacionalidad argentina. 1852-1862, Buenos Aires, 19642; 429 pp; Mariano Grondona, Los dos pode­res, Buenos Aires, 1973; 294 pp., en especia1la segunda parte, «El poder de Buenos Aires»; Félix Lnna,Buenos Áiresy elpois, Buenos Aires, 19881, 227 pp; Benito Dlaz,/Wsaa, BUf!flOS Áireay UJ organizaCiónnacional, Buenos Aires, 1975. 292 pp; de Enrique M. Barba en espedal Unitarismo,federalismo. rosl8­mo, Buenos Aires, 19822, 110 pp; Oscar Oszlak, La/ormación del Estado argentiflO. Orden, progreso yorganjZQción nacional, Buenos Aires, 19972, 337 pp; José Carlos Chiaramonte, Ciudades, proviflCias,eatados: Orlgeneade laNaciónÁrgtmtina (1800-1846), Buenos Aires. 2007, 261 pp; Raúl C. Rey Balma­ceda, Buenos Airea: una capital cueatiofltlda. Buenos Aires, 1982, 318 pp; en relación con el avance delpoder centraL oobre las provincias en materias judiciales cE Abelardo Levaggi, Judicatura y politica. Lajusticia/ederal en las provincias argentinas (1863-1883), Buenos Aires, 1997; 652 pp; Héctor J. Tanzi,«Historia ideológica de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (1862-1892)>> en Rl!Vista de Historiadel Derecho "Ricardo Levene", n. 33, Buenos Aires, 1997, pp. 411_454.• En opinión de Barba, la carencia de estudios sobre la polltica provincial posterior al '80, convierte alas décadas siguientes en «tiempos perdidos» para la historiografIa; cr. Fernando E. Barba, Los tiemposperdidos. La politica de BueflOs Álrea entre 1880y la lntervem:iónjederai de 1917, La Plata, 2004, 194pp. Sobre la década que aquí se considera, sin embargo, no registra nuevos aportes (cr. pp. 33-45).5 cr. Maria Teresa Terzagbi, «Las relaciones entre el Gobierno Nacional y el de la Provincia de BuenosAires (1881-1884)>>, en [Andrés Allende (oomp.)], Aapectos de la geatión cumplidaporDardo Rocha en elGobierno de la Provinciade BUe1W9 Aires (l881-1884), La Plata, Instituto de Historia Ar~ntinaRicardo

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12 JAVIl!RF.GARdABASALO

3. Un pacifico acuerdo asigna al afio 1880 -como a 1810 o 1930- carácter fronterizoentre épocas. McGann, que inicia su trabajo fechando con precisión el mojón divi­sorio ~<EI 20 de septiembre de 1880, en el tranquilo pueblo de Be1grano, llegabana su fin siete décadas agitadas de la historia argentina»-, evoca expresiones termi~

nantes referidas a la ~<profunda brecha cronológica que separa la vieja y la nuevaArgentina>~:para Alberdi, renacimiento de la república y nacimiento de su estructurapolltica; nuevo ciclo intelectual para Rojas; afio de la muerte del gaucho para Marti~

nez Estrada; término de la Argentina criolla para Romero. 6 La lista podría sin dudaacrecentarse considerablemente, Aunque la cuestión resuelta ese afio no sea unifor­memente definida, el común denominador es que, sea cual fuere conforme al criteriode cada estudioso, ella se resuelve en 1880. Fueron, por otra parte, los contemporá­neos de aquellos sucesos los primeros en sefialar el giro histórico que se registraba,celebrando el comienzo de una época de progreso -idea por cierto difundida comopropaganda por la prensa partidaria del nuevo presidente7 pero también fuertementeinstalada en la conciencia de todos con independencia de esa prédica- o denunciandoel peligroso poder que se reconcentraba con el triunfO del Ejército. La importancia deesa fecha queda fuera de duda y aquí no será discutida.

Es muy frecuente, sin embargo, identificar la evidente derrota provincial de eseafio con la última manifestación del federalismo bonaerense. El propio Alberdi, cu­yos escritos de publicista tan honda huella dejaron en buena parte de la historiograflade la segunda mitad del siglo xx, anuncia en los hechos consumados el final de lasituación que tenazmente combatió a lo largo de décadas. Luego son muchos los queven esa fecha como ocasión última. Así J. V. González, al evaluar la trayectoria patriaen su primer siglo, explica que «los tradicionales sentimientos de la hegemonía deBuenos Aires» quedan derrotados en «las grandes jornadas definitivas de 1880~).8yRivarola, en Ciclo de ideas-fuerza en la historia argentina, cuando traza sus cortestreintenales ubica en 1880~81 uno de ellos, por razones que en otro de sus estudioshistóricos explica con mayor detenimiento: la fecha sefiala el «Fin del localismo fe­deralista porteiio)~.9 Idea muy conocida y reiterada en autores posteriores: 1880 es

Levene, 1982 (multicopiado), pp. [7]-[32]. Para un perlodo posterior v. Richard J. Waiter, La provinciade Buenos Aires en la polftiea Argentina. 1911-1943, Buenos Aires, 1987, 302 pp; Tomás Luciani, «Elgobierno de Buenos Aires y la Nación», en Todo es Historia, Nov. 1987, nO 245, pp. 6·36.6cf Thomas McOann, Argentina, Estados Unidos y elsis/ema interomericaoo. 1880-1914, Buenos Ai­res, 1960,485 pp; pp. 13 Y 23. En oposición v. las atinadas consideraciones en torno al afio 1880 comomojón fronterizo de Carlos A. Floria y César A. Gucla &Isunce, Historia poli/iea de la Argentinacontemp<lránea. 1880-1983. Buenos Aires-Madrid, 1988,275 pp; pp. 11-12.1 cE Paula Alonso, «"En la primavera de la Historia'~ El diBcurso polltico del roquismo de la década delochenta a través de su prensa», en Revista de/1nstituto de Historia Argentina y Americana Dr. EmilioRavigrnmi, 3m. serie, n. 15, BuenOll Aires, ler. semestre de 1997, pp. 35-70.I Joaquín V. González, E/juicio del siglo [1910], Buenos Aires, 1979, 197 pp; p. 157.• Rodolfu Rivarola, Ciclo de ideas-JUerza en la historia argentina incluido en la recopilación Ensayoshistóricos, Buenos Aires, 1941, 495 pp; pp. 427-457, YDel régimenjederatil'O... , pp. 20, 74, 153, 173.Retoman la idea de ciclos Germán Bidart Campos, Historia e ideologla de la Constitución Argentlrw,

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AGONÍASDBLFBDIlRALISMO 13

un corte que «marca nítidamente la inauguración de una fase histórica nacionah)a consecuencia del triunfo militar que «liquida la última tentativa de Buenos Airesde mantener un predominio formal sobre el resto del país~) (Florit)IO; la «provinciade Buenos Aires [u.] se presentaba por última vez, campeona de un federalismo de­fensivo~) (Botana)l1; ~<el enfrentamiento seria definitivo» (Luna)12; la «victoria habíacerrado para siempre» el debate «sobre el ordenamiento interno del pais>~, pues el«estado central acababa de obtener una victoria abrumadora». Roca es presidenteedras doblegar la suprema resistencia armada de Buenos Aires, que veía así perdidoel resto de su pasada supremacía entre las provincias argentinas)~ (H. Donghi).ll Aliniciar su mandato <das minorías dominantes dieron por terminadas sus rencillasinternas y aceptaron el plan que el presidente consignó en dos palabras: "Paz y admi­nistración". De acuerdo con él evitaron los conflictos politices mediante prudentesarreglos y se dedicaron a promover la riqueza pública y privada» (Romero).14 Seponía «punto final al antagonismo entre la nación y la provincia» (Puiggr6s).ls «Laderrota de Tejedor abatió la primada de los gobernadores de Buenos Aires que desdeentonces se subordinaron como los del interior al patronato presidencial» (SánchezSorondo)l6. «Los combates de Barracas, Puente Alsina y los Corrales fueron los ac­tos de violencia que culminarían con la subordinación de toda la provincia al poderpolítico nacionab); «se resolvió el casi secular enfrentamiento entre Buenos Aires yel Interioo> (Lobato)l7. «Buenos Aires se subordinaba al poder político central» ylos sucesos del ochenta «remataron el proceso de formación del Estado nacional»(Botana)IB. «La consolidación definitiva sobrevino, precisamente, cuando el Estadoconsiguió "desportefiizarse", purificando en el fuego de las armas el estigma de unatutela ya inadmisible» (OszlakY9.

Buenos Aires, 1969y Thüo E. Oruz, Los ciclos históricos argelltillos, Buenos Aires, 1977; ambos sel1a_lan el al'lo 1880 como punto inicial de un ciclo.,. Carlos A. Florit, El roquismo, Buenos Aires, 1979, 185 pp; p. 94.11 Natalio R. Botana, La tradición republicana. Alberdi, Sarmiento y las ideas politicas de su tiempo.Edición revisaday actualizada. Buenos Aires, 1997, 532 pp; p. 417.IlLuna" Buellos Airesy ..., p. 161."Thlio Halperin Donghi, «Un nuevo clima de ideas» en Gustavo Ferrari y Ezequiel Gallo (comps.), LaArgentina del ochenta al celltenario, Buenos Aires, 1980,927 pp; pp. 13-24; p. 20, y Una llaCiÓIl para eldesierto argentlllo, Buenos Aires. 1982, 151 pp; p. 138; en la versión argentina del estudio preliminar aProyecto y construcclóll de una nación (Argentina 1846-1880), Buenos Aires, 1995, 631 pp; p. lOO.1< José Luis Romero, Brellfl historia de la Argentina. Buenos Aires, 1978, 227 pp; pp. 123, 138.I'Rodolfo Puiggrós, Historia crftlca de los partidos po/iticos argentinos, Buenos Aires, 1956,486 pp;p. 77."Marcelo Sánchez SlJrondo, La Argentina pordemro, Buenos Aires, 19903, p. 251.II Mirla Zaida Lobato, «Estado, gobierno y polflica en el régimen conservador», en Lobato (dtora.), Eiprogreso, la modernización y sus limites (1880-1916), Buenos Aires, 2000; pp. 178-208; pp. 182, 184."Natalio R. Botana, Ei ordlm conservador. La polltlea argentina elltre 1880y 1916, Buenos Aires, 1977,349 pp; p. 3S y «Pensamiento y proyectos pollticos (1880-1914»>, en Academia NllCional de la Historia.NuellQ Historia de la Nación Argentina. Tomo V, Buenos Aires, 2000, pp. 47-75, p. 47."Oszlak, Laformo.cló".... pp. 274-275.

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14 IAYlI!R f. GAIlClA BASALO

La historiografla -las citas podrían multiplicarse- aporta, entonces, la imagende un Estado bonaerense inmediatamente sumiso y colaboracionista con el ascen­dente roquismo. Algunos textos refieren con mayor pormenor el fortalecimiento delEstado nacional a expensas de las provincias. Gallo, Cornblit y O'Connell toman deAlberdi la idea de los dos gobiernos anteriores a 1880 -gobierno nacional de nombre(el federal) y gobierno nacional de hecho (el bonaerense)~ viendo en la federaliza­ción de Buenos Aires y la derrota militar de aquel afto el fin de aquella dicotomía.Aunque advierten que «el programa,») de los hombres de la generación del 80 nun­ca fue enunciado, lo juzgan (uno de los [no] más coherentes que se llevaron a lapráctica en el transcurso de nuestra historia»), y distinguen en él (dos ''momentos'':politico y económico). El primero (federalizaciÓD, conquista del desierto y «(serie demedidas institucionales que tendieron a transferir poder de las regiones a la Nacióm)queda concluido «con la ascensión del general Roca a la presidencim¡o. Siguiendo aFerns dan por terminadas las disputas entre Nación y provincia con la federalización:(este acuerdo, más o menos dictado a la provincia por la fuerza, terminó con el con­flicto entre la provincia y la Nación [...] En adelante el Gobierno nacional fiscalizólos recursos financieros de toda la Repúblicm)...21 Es el fin del conflicto -junto a laconquista del desierto- lo que facilita la «tarea posteriol")) de «adecuar los restantesfactores institucionales») mediante una «legislación destinada a proveer el gobiernocentral de todos los atributos inherentes a su soberanim).12

Esta labor legislativa es posterior al término del conflicto entre Nación y pro­vincia, una tarea subsiguiente que aparece como corolario del '80, desprendido natu­ralmente y sin nuevas querellas. Este cuadro de inspiración alberdiana está presenteen estudios posteriores. En otros trabajos Ezequiel Gallo asocia la federalización yla supresión del poder militar de las provincias, y alude a la «(serie de medidas») conque luego de la federalización se procura «(consolidar y organizar el nuevo marcoinstitucional»), incluyendo entre ellas la organización municipal portefta, la ley detribunales de la capital, la de territorios nacionales, el código civil de procedimientosy la ley de unificación monetaria, remarcando la ((particular significación» de éstaúltima.2.3 Junto con Natalio Botana, insiste especialmente en la importancia del trip­tico federalización de Buenos Aires -supresión de ejércitos provinciales- unificaciónmonetaria.24 Subraya esta cuestión Cortés Conde: (Desde 1862 hasta 1880) -resu-

>OOSC81 E. CotIlblit, Ezequiel Gallo, y Alfredo A. O'Connell, "La generBCióu del 80 y su proyecto. An­tecedentes y consecuenciall», en Torcuato S. Di Tella, Gino Germani, Jorge Graciarena et al., Argentina,sociedadde "'asas. Buenos Aires, 1971, pp. 18-S8; pp. 36, 44.lllL S. Ferns, Gran Bretaila y la Argentina en el siglo XIX, Buenos Aires, 1966, 523 pp; p. 392; citan elpasaje con mayor amplitud Cornblit, Gallo, y O'Connell, «La generación del 80...», pp. 45-46.UComblit, Gallo, y O'Connell, «La generación del 80...», p. 46.1:1 E:Ilequiel Gallo, «La gran expansión económica y la consolidación del régimen conservador liberal.1875-18903, en E7.Ilquie1 Gallo y Ro~rto Cortés Conde, Argentina. La república conservadora. BuenosAires, 1972, 247 pp; pp. 41-42.:l4Natalio R Botana y Ezequiel Gallo, De la &púb/lca poaible a la República verdadera (1880-1910),Buenos Aires, 1997, 693 pp; p. 29.

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me- <das facultades monetarias habían residido en las manos del gobierno de la pro­vincia y sus Bancos. En 1880 la nueva coalición triunfante la colocó definitivamenteen manos del gobierno nacionab>.2s Tan decisivo es el momento y tan irrelevante loque de inmediato sigue, que al trazarse «El origen de la banca en la Argentina en elsiglo XIX» los afias 1881-1886 pueden omitirse.26

Esta manera de apreciar la década de los afias 80 proyecta su influencia, a suvez, sobre la siguiente. Alonso ve también en la primera «un período crucial enla historia argentina, que presenciaría la consolidación de las instituciones»; a lafederalización de Buenos Aires sigue «un marcado proceso de consolidación delEstado a través del cual se centralizó el poder en manos del gobierno nacionab>.27 La«consolidaci6n», una vez más, parece surgir de la potestad legislativa nacional quese limita a establecer el marco jurídico en el cual se despliegan luego, sin obstáculos,las decisiones ahora incontestadas del ejecutivo, y remite, nuevamente, al trIpticoya evocado: la federalización, el monopolio de la violencia por la supresión de lasmilicias provinciales y la ley de moneda (1881), a la que aftade la ley de Bancos ga­rantidos (1887), las políticas educativas y la organización de territorios nacionales yregistro civil. Entre otras razones que explican la «transformación de la Argentinaen la década de 1880» aparece una vez más la superación del «enfrentamiento entrela provincia de Buenos Aires y el gobierno naciona}», que se juzga crucial para laaparición de la DeR.28

En resumen, la referencia a la legislación complementaria posterior a 1880 hacedel episodio de la «consolidación y organización» un proceso que, sin embargo, noestaría ya marcado por la lucha con Buenos Aires o, en todo caso, ésta no seria re­levante, ni la fuerza bonaerense de tal entidad que pudiera considerarse un factorde influencia significativa en el curso de la evolución institucional.29 Más aún, si losdebates provinciales sobre la entrega de la ciudad de Buenos Aires ofrecen materiapara el análisis de las ideas sobre federalismo y autonomías, según Botana y Gallo<da cuestión no volvió a agitarse luego de aquel afio decisivo para la consolidacióndel poder presidencia}»; rebrotará únicamente «en los primeros aftas de la década del

"Roberto Cortés CQnde,Dinero, deuda y crisis. EWJlucwnfi$cal y monetaria en la Argentina, BuenosAircs, 257 pp. Yapéndices s.p.; p. 167."cí. Roberto Cortés Conde, La economia argentIna en el largo plazo. E/1$a)lOS de historia económIcaen 10& siglos xix y xx, Buenos Aires, 1997, 253 pp; cap. IV, «El origen de la banca en la Argentina en clsiglo xix».21Paula Alonso, Entre la revolución y las urnas. Los origenes de la Unión Civica Radical y fa politlcaargentina en 10$ of/OS noventa, Buenos Aires, 2000, 346 pp.; pp. 29-30; v. tb. p. 34.'3Alonso. Entre la revolución..., pp. 36-38." La evidencia documental en contrario suele integrarse a la interpretación recibida en términos de«chispas», o retornos extelllporáneos de un pasado superado (cf. p. e. Habc Judith Blasi, Danla Rocha.Un exponente de la generación de 1880, Buenos Aires, 2004, 271 pp; José Arce, Roca. 1843-1914. Suvida. Su obra, Buenos Aires, 1960,2 vol).

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noventa».J1l Una vez más desaparece entre 1881-1890 la tensión gobierno nacional- provincia de Buenos Aires.

4. La figura de Rocha no ha sido aún estudiada como sería deseable.31 Falta inclusouna biografla general de envergadura de este politico cuya trayectoria vital ha que·dado oscurecida tras la equivoca etiqueta de «colaborador de Roca» y fundador deLa Plata. Incluso en estudios especializados se deslizan errores de hecbo sobre suactuación pública, que no ha suscitado una detenida atención en el análisis de lossucesos en que tuvo tan decisiva participación. Isidoro J. Ruiz Moren032, por ejemplo,estudiando Lafederalización de Buenos Aires, poco dice sobre el peculiar papel quele cupo en aquellas jornadas, y refiere luego que <<tras un par de atlos de coexistencia--esta vez invertidos los términos- en que residieron los Poderes públicos de la Re­pública y de la Provincia en la ciudad de Buenos Aires, el nuevo Gobernador doctorDardo Rocha comenzó sus tareas en La Plata3], nueva población levantada para queallí funcionara la administración bonaerense).34

No se intentará aquí suplir aquella omisión. Sin embargo, precisar su partici­pación en los sucesos del '80 y, sobre todo, atender a los principales propósitos queintentó concretar durante su mandato gubernamental, tiene importancia primordialpara el estudio de las relaciones entre la provincia y la Nación. Respecto del «plan LaPlata», como acertadamente 10 define De Paula, se cuenta con su trabajo La Ciudadde La Plata, sus tierras y su arquitectura3S

, amplio análisis del emprendimiento;excluye, sin embargo, en razón de su tema, el estudio desde una perspectiva poli~

tico-institucional y, en relación con ella, de la geopolitica implicada en el sistema

lO Botana y GalIo, De la República pwible.... p. 56. Botana (en «(Pensamiento y proyectos...¡), cit.) de­dica un apartado a ((La consolidación del Estado Nacional: 1880-1889», en el que, más aUá del debateAlem_Hernández en la legislatura de 1880, desaparece tanto la teDllión entre provincia y Nación comolos debates sobre federalismo que el autor ve reaparecer sólo en el siguiente periodo (1889-1902); v. tb.Ezequiel Gallo ((La consolidación del Estado y la reforma polltica (1880-1914)>>, en Academia Nacionalde la Historia, Nueva HiYtoria de la Nación ArgenlilW. Tomo IV, Buenos Aires, 2000, pp. 511-541."Refll<ia esta realidad Manuel Urriza, Dardo Rocha,fundador y parlamentario. Buenos Aires, Circulode legisladores de la Nación Argentina, 1999, 9S pp. Tampoco supera la estereotipada versión canónicaelDartlo Rocha de la colección Grandes protagonistas de la Historia Argentina dirigida por Félix Luna(Buenos Aires, 2001, 152 pp). Avanzan sobre los anteriores dos recientes tTabajos: Blasi, Dardo Rocha...cit., y Jorge Troisi, Dardo Rocha. El último partdo. La Plata, 2006, 129 pp.n Isidoro J. Ruiz Moreno, La federalización de Buenos Aires. Debates y documentos, Buenos Aires,1980,335 pp.n Rocha no gobernó desde La Plata más que los ultimas quince djas de su mandato. La ((coexistencia»de los poderes nacionales y provinciales bajo jurisdicción federal se extendió desde el S.XIL1880 hastaeI15.IV.1884.:l4La asignación de funciones puramenie administrativas a La Plata supone ya una omisión en torno a susignificado histórico. Asl ocurre también ea Alejandro B. Rofman y Luis A. Romero, Sistema socioeco­namico y estructura regional en fa Argentina, Buenos Aires, 1972, 227 pp; p. 137.'l Alberto S. J. de Pauta, La Ciudad de La Plata. sus tierras y su arquitectura. colaboración Lic. GerllrdoM. Marti et al., Buenos Aires. 1987,423 pp.

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AUONlASDELFEDERAllSMO 17

ferroviario-portuario que servía de base al proyecto. Musman036, por su parte, ve

condensados los fines que persigue la provincia en la expresión que Rocha empleapara referirse a la futura capital bonaerense (<<la nueva Buenos Aires»). «Los legis­ladores bonaerenses de 1882») -dice- (<intentaron dotar a la provincia de un centrofloreciente sin tutelaje directo de la Nación», e indica el papel reservado al puerto dela Ensenada «(el mejor que tenga la República en muchos alios»), según expresión deRocha). Observa también que los ((grandes proyectos no se cumplieron». Sin embargoimputa la «quietud de las dársenas») a <da crisis de fin de sig10»), y concluye aludiendoal «absolutismo de la "Reina del Plata", un colosal vecino dificil de soslayar, [que]nunca dejó de echar sombra al suefio de los bonaerenses derrotados), sin más expli­caciones. En Rocha, Musmano ve un «decidido partidariO» y «uno de los principalescolaboradores de Roca», tanto como «un clásico exponente de la atareada y versátil"generación del 80", fundadora de la Argentina positivista, progresista, proeuropea yliberab). A pesar del estudio de Allende37 -yen parte tal vez por su causa en 10 que serefiere al planteo amistad/enemistad-la relación entre Roca y Rocha se propone confrecuencia en términos únicamente subjetivos, creyéndose en una ruptura abruptageneralmente fechada en 1883 y, sobre todo, dado que ella seria meramente personal,la «obrM de ambos políticos suele presentarse como unida en la mancomunada tareade construir el progreso argentino. Sobre la extensión de las líneas férreas, por ejem~plo, Luna hace decir a su Roca: <das hicimos por cuenta de la Nación y vimos conagrado que la provincia de Buenos Aires hacia 10 propio en su territorio»).38 Aunquepor el objeto de su obra no dedique atención preferente ni sistemática al tema de lasrelaciones entre provincia y Nación, en el manual de Historia económica de la Ar­gentina de Ricardo M. Ortiz se encuentran las más francas alusiones a un conjuntode asuntos que deberán considerarse: el fi n reivindicador de la fundación de La Plata,la articulación de puerto y vias férreas, su fracaso, y la concurrencia de intereses queacercaron al poder central y las empresas ferroviarias particulares.39

Una última observación debe hacerse sobre el estado de los conocimientosrespecto del desempefio y significación de la candidatura presidencial de Rocha en

'"Roberto C. Musmano, «Dardo Rocha y la fundación de La plata)), en Todo es Historio, Nov. 1975, n"102, pp. 6-19. Sobre la fundación véase th. Antonino Salvadores, Fundación de la Ciudad de la Plata,introducción de...; Puhlicaciones del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, La Plata, 1932;- «La federalización de Buenos Aires y la fundación de La Plata», en Ricardo Levene (Olor.) Historiade la Provincia de Buenos Aires y formación de sus pueblos, vol. l. Sintesis SQbre la historia de lo pro­vinda de Buenos Aires (desde los origenes hosta 1910), La Plata, 1940, pp. 469-484; Y Fernando Barba,La Plata. Orígenes y jundocMn. La cuestión Capital de lo Repúblicay lafimdación de la Copital de laProvincia de Buenos Aires, La Plata, 1995. Otros muchas publicaciones dedicadas al tema no difieren encuanto a la perspectiva que aquí interesa."Andrés R. Allende, «Julio A. Roca y Dardo Rocha. Una amistad y una enemistad históricas», en Bale­tin de la Academia Nocional de la Historio, Buenos Aires, 1971, n" 44, pp. 204-231.¡'Félix Luna, Soy Roca, Buenos Aires, t989, 499 pp; pp. 211-212.¡'Ricardo M. Ortiz, Historia económica de ia Argentina. Buenos Aires, 19785,715 pp; alusiones a estostemas en la Parte 111, cap. VI, «Desenvolvimiento de los transportes».

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1886. En general ha predominado la imagen construida a partir de las descalifica­doras afirmaciones de Mitre en su <<pastoral», las interesadas expresiones del ofi­cialismo sobre la irrelevancia del rochismo y los escritos en que D'Amico procuradefender su propia actuación en los hechos. Mariano de Vedia40, el mismo Luna conreiteración41 y otros muchos sostienen ese parece¡42 no compartido en algunos estu­dios de base como los de Melo·], Rato de Sambuccetti·4 o Vidaurreta4~. Tampoco estacuestión podrá ocupar el centro de atención en este estudio en el que, sin embargo, ylamentando la falta de trabajos monográficos suficientes, será inexcusable presentarla trama propiamente politica de esos afios.

5. La crisis de la provincia de Buenos Aires ha sido tradicionalmente atribuida a loserrores cometidos por sus autoridades en el manejo de los recursos públicos y losfondos de los Bancos bonaerenses. Esas fallas, en rigor, no habrfan sido puramentetécnicas, administrativas o de alta politica económica, sino también consecuencia deun uso indebido de los caudales públicos o confiados a las instituciones financierasestatales, malversados o desaprensivamente empleados con fines electorales, y enese contexto se inscribe la fundación de La Plata. Tal el parecer, destinado a sentarescuela, de Juan Balestra.46 Más escéptico sobre el papel determinante que le cupoa la corrupción, Ferns, apoyándose en otros casos históricos, se inclina a ver en LaPlata «una necesidad psicológica de comunidades jóvenes), injustificable desde elpunto de vista económico. «Si tal ciudad producia algo que pudiera venderse, desdeluego los gastos de la construcción se justificaban; pero no era ése el caso. La Plata

oIOMariano de Vedia, El general Roca y su época [1928], Buenos Aires. 1962,280 pp. Es tlpico el reco­nocimiento de tres candidalos principales (Rocha, Irigoyen y Julirez) y la posterior omisión del primeroen el reslo del análisis (v. pp. 96-102). En un trabajo posterior (Raca en el eSCeMrio po/{tlco, BuenosAires, 1939; 209 pp) de Vedia puede escribir los capítulos dedicados al 'SO y a la primera presidenciade Roca sin necesidad de nombrar a Rocha hasta las últimas Ifneas, en las que enumera lO/! candidatosa sueedcrlo.41 Luna, Soy Roca, en p. 212 indica el conflicto de carácter personal y limitado a la cuestión electoral:«Hubo que hacerle [a Rocha] la vida imposible; no nos faltaron elementos en la provincia que se de­dicaron a cortarle las alas y finalmente Rocha llegó exhausto al final de su mandato, sin partido y sinopinión», con lo que da por concluida su influencia en 1884. También: «Rocha [en 1884] estaba pol/ti­camente terminado» (p. 221); Yrefiriéndose a las renuncias de los candidatos en 1886: «también lo hizoRocha a quien no apoyaba nadie» (p. 224).41 La excepción parece ser Joaquin de Vedia, «América. República Argentina», tomo XXIV de la Histo­ria del mundo en la edad moderna publicada por la Universidad de Cambridge oonla colaboración...Edición española... de D. Eduardo lbarra y Rodríguez, Buenos Aires, 1913, 572 pp, YrecientementeDavid Rock, Lo construcción del Estado y los movimientospolíJicos en la Argentina, 1860-1916, BuenosAires, 2006, 369 pp.43CarIOll R. Mela, «La campafta presidencial de 1885-1886», incluido en Los parlfdos polfticos argenti·nos, Córdoba, 1970, pp. 197·259.«Susana Irene Ralo de Sambuccetli, «El fraude electoral en 1886», en Boletín del Instituto de HistoriaArgentmayAmerlcana Dr. Emilio Ravigtulni, núm. FFyL-UBA, 1978, pp. 415-482.45 Alicia Vidaurreta, Roca, el quebr=ho, el rel'és de la tramo., BuenO/! Aires, 1983, 246 pp."er. Juan Baiestra, El noventa. Uno ellOlución polftico argentina, 3ra. ell, BuenO/! Aires, 1959, pp. 48­51.

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era un rubro de gastos en el presupuesto y sin embargo su construcción se financiócalculando una productividad creciente [...] fue un ejemplo del extraordinario de­rroche público».47 Más abiertamente que Balestra, Yofrc asocia la ruina bonaerensecon el propósito político empeñado en la fundación de La Plata, que el ex ministrode Roca identifica con la pretensión de permutar capitales con el Estado nacional unavez que Rocha accediera a la presidencia. La obra era, en si misma, un elemento decampafia electoral y el propósito de nacionalizarla justificarla la hostilidad de Rocahacia el gobernador bonaerense. Nada en la construcción de Yofre sugiere otra cau­sa para la crisis provincial que no sea la inversión de cuantiosos caudales en obrasimproductivas:

«Eran en verdad fantásticas las obras que se hacfan en La Plata, cuyos gastos demillones de pesos diflcilmente podría sobrellevarlos el tesoro de la Provincia [...] tuvoque vender su gran Ferrocarril del Oeste [ ] y transferir a la Nación su puerto, el hatasde Santa Catalina, su Colegio Nacional [ ] y lo que no era enajenable, como la IglesiaMetropolitana de San Ponciano, aún permanece en construcción, después de cuarentaaños [...] En La Plata [...] corrian los millones por caudalosos corrientes, como el orode la California de 1848. Parecfa necesario deslumbrar la imaginación del pueblo paracaracterizar la candidatura de su fundador a la futura Presidencia. Todo esto acentuóaUn más las sospechas que no escaparon por cierto alojo penetrante y sagaz del generalRoca, llamado a consolidar la reciente creación de la Capital [...] Aquellas sospechas [...]10 distanciaron del doctor Rocha. Tal sucedió en verdad.»4t

Desde otros ángulos también ha merecido criticas la administración de Rocha.En materia de política ferroviaria, Scalabrini Ortiz cree que los empréstitos desti­nados a la expansión de la red del Ferrocarril del Oeste contratados por la provinciadurante su gestión, tenían en mira forzar un endeudamiento que posteriormente jus­tificase su enajenaci6n.49 Desde otra perspectiva, también L6pez censura las politi­cas bonaerenses. Atribuye el traslado de la cabecera de la empresa a La Plata Yeltrazado de lineas hacia ella al «concepto hispánico de "capital"», que «produjo undesajuste del cual aqUél [el FeO} no se recuperó)" y aunque censura el planteo deScalabrini Ortiz, admite, en un marco más amplio, la relaci6n entre endeudamientoy venta; tanto el Estado como el ferrocarril bonaerense habían superado su capacidadde pago. López retoma el planteo de Ricardo M. Ortiz sobre la rivalidad entre juris­dicciones provincial y nacional en materia de ferrocarriles, estudiándolo sin embargo

41Ferns, Gran Brewllay /aArgenIIM.... pp. 423-424. La crítica de Fems no se dirige a Rocha, pues creeeste autor que esa fundación es parte «de la solución que dio Roca» al tema capital.4, Felipe Yofre, El Congreso de Be1grano. Allo 1880 [1928], Buenos Aires, 1999. 171 pp; pp. 118-119.Williams recibe la influencia de IllIta opinión conSllgrada cuando visita la Argentina, recordando que«un bllllquerol> -probablemente Carlos Tomquist- «me descn"bió a La Plata como el elefante blancoargentino» (ef. Jobn H. Williams,E/ comercio internacional argentino y elpapel moneda inconvertible.1880-1900 [1920], Buenos Aires, [1004J, 290 pp; p. 61, n. 18). RelPecto de la permuta de capitales, enel contexto del '90, antes que Vofre, López Gómara sugirió en llUlI ''Cartas intimll5" que un triunfo deRocha en 1886 habrla oouducido a ese resultado."Raúl Scalabrini Ortiz, Historia de losferrocarriles argentinos, Bs. Aires, 19839, 399 pp; pp. 58-60.

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como asunto separado del desarrollo de las líneas férreas, su trazado, financiamientou otros aspectos. También atribuye a ambos gobiernos el defecto de haber carecidosiempre de planificación en materia ferroviaria.50

6. En conclusión, el estado de los conocimientos sobre la materia que va a estudiarsepuede resumirse del siguiente modo. La federalización de Buenos Aires puso fin alos conflictos entre la provincia y el Estado nacional. En los afios inmediatamenteposteriores el proceso legislativo que conforma progresivamente los atributos del po­der central se desprende como corolario de los sucesos de 1880, como resultado de laafirmación de ese poder en aquellas jornadas, sin que nuevas fricciones significativascondicionen esta labor parlamentaria ni contribuyan a determinar sus características.La capacidad de la provincia de Buenos Aires de influir decisivamente en el curso delproceso histórico concluyó en 1880, y durante la década crucial que siguió a aquelafio fue sólo la más importante entre las provincias enteramente subordinadas a unpoder central ya completamente «formado» y omnipotente. Dada esa subordinación,la cuestión de la vigencia del federalismo habría dejado de discutirse en esos afios.

En este escenario, Rocha aparece compartiendo tareas con la figura rectora deRoca, del que 10 separará únicamente su ambición presidencial. Ésta no pasó de unanhelo inviable al que faltaban apoyos reales. Por último, en el balance de la décadadedicado a explicar la crisis en que caen envueltas las instituciones bonaerenses, suprimer lustro es visto como preparatorio de esa ruina, pues entonces se contrajeroncompromisos externos que luego no pudieron cubrirse a causa de una equivocadapolítica de inversión y también por el dispendio asociado a la corrupción. Esa crisis,además, se explica fundamentalmente como parte de un proceso más amplio queinvolucra a toda la república.

7. El presente trabajo cuestiona parcialmente -o más exactamente procura preci­sar- la atribución de significado que reciben el afio 1880 y la primera presidenciadel general Roca, a partir de la reconstrucción y ponderación de las tensiones quese registran en el periodo entre la provincia bonaerense y el Estado nacional. Esareconstrucción, al tiempo que introduce una visión más matizada sobre la celeridade influencia del proceso de sometimiento de la provincia de Buenos Aires al podercentral, confirma por 10 demás el núcleo de saberes transmitidos por la literatura es­pecializada y en particular por autores que describen los rasgos del obrar politico dela época. Se trata aquí de indagar la consistencia de las relaciones entre la provinciade Buenos Aires y el Estado nacional luego de la sanción de las leyes-contrato de fe~

deralización, y considerar qué curso siguió la aplicación de esas leyes en los aspectosreferidos a las condiciones o garantías bajo las cuales la provincia se desprendió de suhistórica ciudad. La formulación afirmativa de estos interrogantes puede resumirseen una hipótesis desagregada en tres postulados:

"Mario Justo López. Historio de losferrocarriles de la provincia de Buenos Aires, 1857-1886, BuenosAires, 1991, 281 pp; pp. 67; 75; 245.

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1) Luego de la federalizaci6n de la ciudad de Buenos Aires la lucha entre elpoder central y la provincia bonaerense no finaliza; ingresa en una nueva fase carac­terizada por el recurso a otros escenarios de confrontaci6n adecuados al momento,y por los sucesivos reveses que sufre la posición provincial al vioIarse las garantiasestablecidas no sólo en las leyes-contrato de 1880 sino también en la ConstituciónNacional refonnada de 1860.

2) Sin fuerzas para sostener su posición a consecuencia de la situación creadapor la derrota militar de 1880, la provincia, sin embargo, conserva en esos afios su­ficiente capacidad de acción como para tomar o compartir la iniciativa en materiassensibles (moneda, finanzas, trazado de vias férreas, construcciones portuarias), asícomo para forzar al gobierno nacional a actuar por reacción o en prevención de laspoUticas bonaerenses. De aquí se desprende que el curso del proceso histórico enesas cuestiones sigue siendo la resultante del enfrentamiento entre poder central ygobierno provincial. Más allá de la supremacía del primero, sus acciones son fre·cuentemente determinadas en función del sometimiento bonaerense, no concluidoen 1880. Sin duda es éste un afio decisivo, como lo es la labor legislativa subsiguienteque concentra progresivamente el poder en el Estado nacional. Pero su curso es me­nos lineal, está menos libre de peligros, y es en sí mismo más decisivo que lo usual­mente admitido. Más aun, parece preferible reconocer en el escenario que surge de lacrisis de 1890 los rasgos politico-institucionales de aquel Estado cuya ~(consolidación

definitiva» prematuramente se presupone ya fijada una década antes.

3) Sin perjuicio de los casos de corrupción, del empleo de dineros públicos oconfiados a instituciones de crédito públicas para fines políticos que cubren un am­plio espectro -desde la compra clandestina de armas basta el crédito bancario otor­gado por razones partidarias a un insolvente, hasta la «movilización de electores))a jornal y las remuneraciones a la prensa-, o de la errónea administración, la crisisfinal de las instituciones económicas bonaerenses aparece estrechamente vinculadaal resultado de aquel enfrentamiento entre provincia y Nación.

El estudio de las relaciones entre la provincia de Buenos Aires y el Estado na­cional en el quinquenio 1881-1886 ofrece numerosos ejemplos de la supervivencia deuna rivalidad que, si recurre a nuevas armas, no renuncia a la guerra antigua. Preci­sar esta subsistencia durante más de un lustro no tiene relevancia meramente fonnal.Por el contrario, se trata de advertir en el curso de esos atlas, juzgados en opiniónunánime decisivos en la historia argentina, la influencia que ella tuvo en su concretaconfiguración. Así, por ejemplo, reconocer la aparición de un Estado nacional concapacidad para imponer una política monetaria propia y excluyente en 1881, a rafzde la sanción de la ley de la materia, o en 1885·86, con la liquidación de la capacidadbonaerense para co-actuar en ese terreno, es más que una puntualización cronológi­ca: el proceso que conduce desde la pretensión polftica expresada en el texto legal de1881 hasta su verificación un lustro más tarde, revela que el resultado obtenido no sealcanza sin una lucha intermedia que contribuye decisivamente a determinar sus for­mas, alcances y características. La misma confrontación que condiciona y modifica

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el curso de la acción del poder central en materia monetaria se registra con idénticoefecto en las cuestiones bancarias y financieras y en la crucial politica de comunica­ciones -ferrocarriles y puertos- a lo largo de esos afios. Resulta así que los actos queconfiguran factores relevantes de la política económica nacional durante esos deci­sivos afios para la estructuración de la ((Argentina moderna», no tienen como sujetoun «(Estado nacional» omnipotente, absolutamente consolidado, libre por entero dela antigua influencia provincial. Ese Estado aparece sin duda preeminente, pero to­davía entregado a la tarea de destruir las instituciones económicas bonaerenses cuyasupervivencia juzga incompatible con el orden que se propone establecer. Más aun,ese Estado no sólo debe emplear al servicio de ese fin sus mejores recursos: tambiéndebe esterilizar los esfuerzos de aquel poder rival. y desde que la lucha se verificacon instrumentos esencialmente económico-financieros, y éstos a su vez remiten adecisiones de terceros, ella podrá contribuir a explicar el ciclo que, iniciándose bajotan halagüetlos augurios en 1880, se cierra de manera tan decepcionante una déca~

da después, no sin dejar en herencia algunas características del sistema económicoregional destinadas a gravitar por décadas. Entretanto, Bancos oficiales, polfticasfinancieras, puertos, redes ferroviarias, han sido instrumentos de una lucha, si acasomenos cruenta que antaflo, no por eso menos onerosa en términos de gasto y, sobretodo, de planeamiento estratégico.

8. La expresión «federalismo bonaerense», empleada más arriba y repetida en oca­siones a lo largo de estas páginas, alude a la política provincial que apela a las ideasdel federalismo doctrinario en un país anisómero, y hace con ellas, a juicio de losrestantes Estados, la defensa de su preponderancia. No tiene aquí más que un valordescriptivo; no se propone para identificar un cuerpo doctrinario rigurosamente de­finido ni un partido o facción militante, sino más bien una práctica poUtica y discur­siva. Su uso no pretende prejuzgar sobre la ortodoxia de esas ideas desde el punto devista de la teoria constitucional, ni sobre la justicia o la conveniencia de las posicio­nes que con ellas se asumen o defienden -posiciones cuyos limites, por otraparte,seria dificil trazar con precisión fuera de cada circunstancia concreta. Se asume, sinembargo, que a partir de 1860, el texto constitucional refOrmado constituye el lugarcomún de argumentación más frecuente y eficazmente recurrido por los eventualesdefensores de esa singularidad bonaerense que se piensa y legitima a s[ misma comoúnico contrapeso posible a un unitarismo legal o de mcto.

9. La unidad del objeto de estudio de este trabajo -las relaciones entre la provinciade Buenos Aires y el Estado nacional durante el período setlalado, entendidas ensu realidad bifronte como agonías del federalismo bonaerense (esto es, lucha por elmantenimiento del «lugar constitucional» creado en 1860) y como sometimiento deesa misma provincia al poder central, podría parecer a primera vista desmentida porla estructura y la extensión del texto. Sin duda el tema es complejo, pero constituyeuna unidad sobre cuyos Hmites conviene ahora formular alguna precisión mediantela descripción de su contenido.

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El trabajo se estructura en dos partes centrales precedidas de otra introducto­ria. Ésta -Rafees y contextos- se refiere al marco histórico en el que debe situarsela materia a considerar en las siguientes secciones que constituyen la investigaciónpropiamente dicha. Dado que por hipótesis en los afios que siguen a 1880 se asiste ala revisión de hecho del (dugar constitucionab> establecido en 1860 para la provinciade Buenos Aires -un caso de Veifassungswandlung'H-, el primer capítulo recuerdael origen, las características y los mojones simbólicos de la progresiva pérdida delconsenso que fundaba esa situación (cap. 1). Se trata luego (cap. 11) de la actuación deRocha en el proceso electoral de 1880 y en la federalización de Buenos Aires. Ambascuestiones, cuyo estudio especial no es propio de esta indagación, son revisadas fun~

damentalmente a partir de la literatura especializada y documentación édita, con elfin de precisar el punto a partir del cual presidente y gobernador, Nación y provincia,establecen sus tratos y contratos desde entonces. Sigue una ligera descripción de losvaivenes politicos de esos afios (cap. 111), necesaria en la medida en que tales fluctua­ciones contribuyen no poco a iluminar el argumento al que se refiere este estudio.

La segunda parte -El Banco de la Provincia y la quiebra del federalismo bo­naerense- se refiere a los aspectos de política monetaria y bancaria involucrados enel sometimiento de la provincia de Buenos Aires al gobierno central. Sus dos prime­ros capítulos son, a su vez, introductorios de esta materia. En ellos se consideran losacuerdos monetarios de 1876 vigentes en 1880-81, su origen e importancia (cap. 1);y las doctrinas monetarias dominantes, tal como son expuestas por los actores, y enrelación con sus implicancias políticas (cap. 11). En el siguiente capítulo se inicia elestudio propiamente dicho de las relaciones entre Nación y provincia bajo la presi­dencia del general Roca y la gobernación del doctor Rocha: los primeros ensayos deacuerdo, su fracaso y la acción unilateral del Congreso (cap. I1I); y luego la lucha entomo a las instituciones bancarias: el bloqueo de la acción del Banco Hipotecario dela Provincia de Buenos Aires fuera de los limites bonaerenses (cap. IV); los intentosdel gobierno nacional por apropiarse el Banco de la Provincia de Buenos Aires (cap.V); y la búsqueda de un sucedáneo para ese fallido designio con el avance del controlestatal sobre el Banco Nacional, sin quitarle a esta institución su carácter mixto (cap.VII). Se consideran también los acuerdos entre Nación y provincia para ingresar enlo que será un breve periodo de conversión metálica, atendiendo a las condiciones deproducción de esos compromisos (caps. VI y VIII); y, en fin, los usos pollti.co-insti­tucionales que el gobierno de Roca da a la crisis económica de 1885 en relación conel tema que se estudia (cap. IX). Se cierra esta parte con la exposición de la politicacentralizadora que aquella crisis y la derrota politica de Rocha permiten desplegar

"En la terminologla de Laband., que GarcJa-Pelayo traduce como mutación constituciono/, califica lastransfunnllciones constitucionales que transcurren al margen del método de refunna (VerfasSllngslltlde­rung). Este CIlliO argentino comparte rasgos de los tipos tercero y cuarto de la clasificación de Hsü-Dau~Lin: la mulllCi6n Be produce 11 través de la interpretación de los ténninos de la cOIlBtitución (cuarto tipo),~ la que precede una práctica en oposición de los preceptos (tercer tipo), o al menos, en oposición alalnterpretllCión vigente de hecho de esos preceptos. eL Manuel Garcla.Pelayo, Derecho constitucionalcomparado, Madrid, 19641, 636 pp; pp. 137-138.

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con mayor contundencia en los últimos tramos de la primera presidencia del generaltucumano (cap. X) y con una referencia al periodo posterior al que aquí se estudia,con fin de presentar los rasgos principales de la situación que éste deja en herencia(""p. XI).

La tercera parte -El Ferrocarril del Oeste y la crisis bonaerense- examina lapugna entre Nación y provincia en torno a la estructuración del capital social fijo másrelevante en la época: el complejo ferroviario-portuario. Tanto en el ámbito geográfi­co bonaerense como en su enlace con el sistema de comunicaciones férreas del restodel territorio nacional, el poder central, inhibido por razones tanto económicas comopoliticas para obrar en forma más franca, actúa indirectamente a través de concesio­nes a terceros. Así, de un modo que a primera vista puede parecer sorprendente, elestudio de las relaciones del gobierno federal con la provincia de Buenos Aires obligaa considerar otros actores llamados a participar en el desarrollo de la disputa e inevi­tablemente presentes también en el nuevo escenario que creará su desenlace.

Al igual que la parte anterior, comienza la tercera con un punto introductorioque describe los antecedentes del conflicto que va a estudiarse (cap. 1). Sigue la ex­posición del plan ferroviario de Rocha (cap. 11) y la consideración detallada de suscuatro pilares principales: el enlace ferroviario hacia el Interior (cap. ID), el controldel sistema propiamente bonaerense en la región meridional (cap. IV) Y Oeste (cap.V), y la conexión de las lineas con las instalaciones portuarias (cap. VI): si en todosellos se muestran los obstáculos que el plan enfrenta y los ajustes que intentan confirM

marlo, los dos siguientes se dedican en especial a la conformación de un sistema rjvalque las concesiones nacionales hacen posible (cap. VII) y a los esfuerzos, al cabo faMllidos, para evitar el fracaso de los proyectos bonaerenses (cap. VIII). A continuaciónse exponen los logros y los limites del Ferrocarril provincial en esos afios (cap. IX) yel tramo final de su tmyectoria, y se discuten los motivos que impulsaron la compraM

venta que clausura su existencia como empresa estatal (cap. X). Las razones de esecolapso se revisan en el cap. XI en relación con algunas cuestiones sobre las que laliteratura especializada ha insistido con un criterio, según parece, parcial o erróneo;cuestiones cuyo mejor conocimiento revela de modo elocuente el lugar central quela disputa entre Nación y provincia ocupa a lo largo del periodo estudiado. Cierrala sección un capitulo dedicado a examinar las causas del agotamiento bonaerensey su relación, precisamente, con el trato de que fue objeto Buenos Aires por partedel gobierno central en el cumplimiento de los compromisos debidos, de naturalezaconstitucional, legal y contractual.

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POST SCRIPTUM

Durante el prolongado lapso transcurrido entre la redacción de este trabajo ysu publicación, la bibliografía sobre el período de la historia argentina consideradose ha enriquecido con nuevos aportes que, hasta donde sabemos, no modifican elcuadro de situación respecto de los problemas centrales revisados, con excepcióndel estudio realizado por un grupo de investigadores dirigido por tres reconocidosespecialistas (Pablo Gerchunoff, Fernando Rocchi y Gastón Rossi, Desorden y pro­greso. Las crisis económicas argentinas. 1870-1905, Buenos Aires, Edhasa, 2008;391 pp), que motiva estas líneas. En efecto, algunas de las observaciones indicadasen la «Introducción» sobre del estado de la cuestión respecto de los temas que se ex.­ponen en la segunda parte y, en general, sobre las relaciones entre el gobierno centraly la provincia de Buenos Aires, no deben aplicarse a Desorden y progreso, obra queasume la centralidad del renovado conflicto entre ambos estados luego de 1880, estavez sostenido con instrumentos de politica económica, y la consecuente ausenciaen esos años de un orden en el cual el poder nacional puede juzgarse consolidadoen ese campo. Fundamentalmente centrado en el estudio de la crisis económica queestalla a fines del trunco mandato presidencial de Juárez Celman, al reconstruir latrama que a ella conduce, este texto transita en parte un camino semejante al tra­zado aquí para referir los avatares del Banco de la Provincia durante la presidenciade Roca, y atiende después al desarrollo mismo de la crisis y al largo período quetomó su superación. En Desorden y progreso, objeto de estudio y alcance tempo­ra! difieren de los que hemos estudiado y, en consecuencia, no este el lugar de uncomentario sobre su íntegro contenido. Inversamente, tienen interés las referenciasal enfrentamiento entre gobierno nacional y provincia de Buenos Aires en los aftosde la primera presidencia de Roca, sus antecedentes, y las conclusiones que de élse derivan. En particular, éstas últimas, pues luego de descubrir el lugar central deesas disputas, aquellas resultan menos innovadoras de lo que cabia esperar de estehallazgo. En efecto, Desorden y progreso vuelve a situar en la ambición presidencialde Rocha el desencadenante del conflicto en su tiempo; a censurar esa <<paliti<:a deprogreso febril y de derroche» que puso «en peligro la estabilidad de la lIlOIlfJlia oel cumplimiento de sus obligaciones financieras» y, en fin, a encontrar las «ó1t:ima&causas del colapso» provincial «en el endeudamiento de la década del ochenta>t-'Yofre o Balestra no opinaron de otro modo. Las razones de este retorno al~consagrado por la tradición sobre el desempefio bonaerense en esos ailos son vanas.Faltan en él algunas piezas que completan un cuadro complejo (el hiato que abreentre 1876 y 1881; la ausencia de toda referencia al Convenio de agosto de 1882; laomisión de las tensiones que recorren el año previo a la crisis de enero de 1885, etc).Otras se recogen de modo no enteramente acertado, como ocurre, para ilustrar con

'Desorden y progreso... , pp. 44, 64 Y 197.

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un ejemplo, con las propuestas de fusión de los Bancos en 1881 y de nacionalizacióndel Banco de la Provincia en 1882. Si a las primeras, que reservan un lugar esencialpara la provincia en la conducción del nuevo Banco, se las juzga funcionales a losobjetivos de Roca (error que parece inducido por juzgarse roquista al Pellegrini demayo de 1881), el intento de Romero, que en rigor propone el traspaso liso y llanodel Banco a la esfera nacional sin otra contraparte que indemnizaciones, es evocadocomo un «arreglo cooperativo». Más importantes aun resultan los límites del marcoen que se inscribe la reconstrucción de aquella lucha. Esto, naturalmente, no puedeimputarse como demérito a una obra que, navegando en la confluencia de las aguasen que se funden política y economía, procura explicar las crisis sin proponerse comotema central el enfrentamiento, esencialmente politico-institucional, aunque media­do por armas económicas, que desde esta perspectiva queda expuesto en las páginasdemasiado numerosas y con frecuencia áridas que el lector ha debido vencer paraencontrarse en este punto. En ellas se ha sefialado con reiteración la importanciadel Pacto de Unión de 1859 y de la Constitución de 1860 para la comprensión de lanaturaleza del conflicto. Ese lugar oonstitucional que la provincia adquiere entoncesy que constituye el quicio desde el cual puede entenderse la singularidad bonaerense,pasa desapercibido en Desorden y progreso, que atribuye a la trama de ese últimoafio el haber consagrado apenas «una prolongación defacto de su predominio mone­tario». En rigor, ese conflicto radica, finalmente, en el reclamo de aquello que es iusy no factum para el federalismo bonaerense, y es preciso hacerse cargo de los datosdel problema según sus protagonistas (aún si se prefiere deplorarlos) para compren­derlo. Una última observación sobre el período posterior al valimiento de Rocha.Desorden y progreso señala con razón la influencia que las decisiones provincialesconservan bajo el gobierno de Máximo Paz en la marcha económica del país, subra­yando en particular el caso de las cédulas hipotecarias y el peso financiero de losdemorados pagos que finalmente recibe Buenos Aires. En la perspectiva del conflictoestudiado aquí ello no minimiza los triunfos de Roca: es la subordinación politicabonaerense su condición de posibilidad. Cualquiera sea la influencia del gobierno depaz en el curso económico de los últimos años de la década, la vigencia de la antiguapretensión provincial, que también expresó el rochismo, era asunto del pasado. Sinperjuicio de estos rápidos e incompletos apuntes, Desorden y progreso indica, comoqueda dicho, la centralidad de un tema hasta ahora desatendido. Si la redacción deeste estudio no ha podido considerar sus aportes, entonces inéditos, a la hora de supublicación es preci'lo señalarlos al lector por la indudable contribución que suponenpara la comprensión de la época.

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RAíCES Y CONTEXTOS

l. SITUACIÓN INSTITUCIONAL DE BUENOS AIRES EN LACONSTITUCIÓN NACIONAL REFORMADA EN 1860

«en el articulo 104 se dijo; "cada provincia conservará su sobera.­nla no delegada y la que expresameule se hubiese reservado al

tiempo de la incorporación". AsI pues, el tratado de Noviembre[de 1859] se convirtió en materia constituyente».

R. E/iza/de (1862)

«Qué derecho alega {el Banoo de la Provincia]? [no] ¿Los desgracia­dos pactos del afto 18591 Esos no son derechos. [...] todavía es­

toy oyendo los ecos de ese pacto, que ya deben de;¡aparet:crn

N. Calvo (1886)

1. Constitución y papel moneda

Aun cuando no faltan estudios dedicados a la reforma constitucional de 1860,la historiografia apenas le concede en las grandes sintesis un lugar marginal. Encaso extremo, 108 cambios introducidos se juzgan «correcciones sin importancia»I,aunque lo frecuente es rápidamente pasar por ella como si de eso en efecto se tra­tara2, o atender s6lo algunos aspectos.} Incluso Dardo Pérez Guilhou, estudiandovestigios de originalidad en la historia constitucional argentina, no los encuentra en

lcf. Vicente Sierra, Historia de las ideas pollticas argentinas. Buenos Aires, p. 506; en su Historia de faArgentina el mi8lllo Sierra afirma que «las modificaciones constituyen un testimonio inexcusable de quela refunna fUe un pretexto y no un hecho que justifique que pueda haber sido considerada condición sinequa non para la unidad nacional» (t. X, Buenos Aires, 1980, p. 459)., cf. por tndos José Luis Romero, Las ideas pollticas en la Argentlna. Buenos Aires, 1975; 306 pp. o ThlioHa1perin Donghi, Una noción para el desierlo argentino, Buenos Aires, 1982; 151 pp. Con frecuencia elresumen de las reformas excluye la materia monetaria y bancaria (p. e. Alberto R. Lettieri, La repúblicade la opinión. Polltica y opinión pública en Buenos Aires entre 18S2 y 1862, Buenos Aires, 1993, 166pp; pp. 95-96; Miguel Angel De Marco, Bart%mé Mitre...; p. 219) o la mencionan en forma suscita (p.e. Ricardo Zorraquln Becú. Marcelino Ugarte. 1822-1872. Un jurista en la época de la organizaciónnacional, Buenos Aires, 1954,342 pp; p. 114). Al contrario, los estudios de naturalezajurldica sobreBancos no pueden eludir un telDa aún crucial en la jurisprudencia bonaerense y nacional; p. e. RodolfuHoracio Lavigne, «La legislación sobre el Banco de la Provincia de Buenos Aires y su preeminenciaconstitucional», en La Ley. t. 138, Buenos Aires, 1970, pp. 1125_1134; Héctor Ángel Benélbaz,La Bancaen el derecho público provlncia/, Buenos Aires, 1975, ]72 pp; pp. 89-100.'En general se privilegian, en lo polltico, las disposiciones sobre capital de la república e intervenciónen las provincias; en lo económico, la garantía temporal del presupuesto portello. V. p.e., Natalio Botana,«El federalismo liberal en Argentina: 1852-1930», en Marcello Carmagnani (comp.), Federalismos latl­'loamericanos: Mb:ico, Brasil. Argentina, México, 1993,417 pp; pp. 224-259.

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esta reforma, a la que considera fruto de una «exagerada actitud mental imitativa»,4Pérez Guilhou presta atención a discursos destinados a justificar no sólo el talantevigente durante una década en la facción que Alberdi llama «circulo parásito) sinotambién las alteraciones que entonces se introducen al texto de 1853 en razón de unaopción táctica de ese mismo partido. Asf, con razón ocupan el centro de su atenciónMitre y Sarmiento. Pasan en cambio también aquí desapercibidas las reformas quehacen del texto constitucional argentino uno ciertamente original en la medida enque institucionalizan prácticas arraigadas y abrazadas como opción estratégica porlo que el mismo tucumano llama el ~<partido locab)s. Se trata, sin duda, de una origi­nalidad que la teoría constitucional puede considerar aberrante, pero no por eso dejade estar en el centro de los acuerdos que conducen a la reintegración nacional. Nues­tra Constitución, escribe Alcorta todavfa en 1880, <iDO ha sido el resultado de unacombinación uniforme teniendo sólo en cuenta los verdaderos principios que debíanlógicamente presidir su formación: elaboración de muchos afios de hechos civiles, yfruto de concesiones recíprocas reclamadas por circunstancias especiales, y teniendosiempre en vista al hacerlo la gran aspiración de la unidad de la patria, ella quizá seresiente de algunos inconvenientes, pero que no está en el poder de las autoridadesnacionales el hacerlos desaparecer sin producir un grave conflicto».6

El proceso de reintegración del Estado de Buenos Aires y la Confederación Ar­gentina registra tres instancias principales: la firma del Pacto de San José de Flores,elll de noviembre de 1859, seguida del convenio complementario de unión del 6 dejunio de 1860; los trabajos de la Convención del Estado de Buenos Aires, reunidaen enero de 1860, cuya Comisión examinadora de la Constitución Federal sesionaentre febrero y abril, discutiéndose su informe en abril y mayo; y las deliberacionesde la Convención Nacional ad hoc congregada en Santa Fe, en septiembre siguiente,para examinar las reformas propuestas por Buenos Aires? A lo largo de ese afio, ymuy especialmente en los debates de la Convención del Estado de Buenos Aires, seadvierte la importancia principal atribuida en la reforma constitucional a la cuestiónbancaria y monetaria y la previsión con que, desde distintas ópticas, se anticipan

•Dardo Pérez Guilhou, HI~toriade la orlgJnalidadconstitucional argentina. Polémicas y debates. 18/0­1880. Mendoza, 1994, pp. 68-76; lo citado en p. 76.5 cí. Juan B. Atberdi.De la lntegridadrulciorull argentina considerada en lfUS relaciones con los ¡ntere­ses extra'l!eros de navegación, de comercio)1 de seguridad en Jos paises del Río de la Plata [Londres.agosto de 1855]. incluido en Obras completas. Tomo V, Buenos Aires, 18&6, 528 pp; pp. 392-420; ladescripción de los partidos en p. 404.•Amancio Alcorta, Estudio sobre el cursofot'ZOSQ, Buenos Aires, 1880; 252 pp + apéndices; p. 135.'V. estos antecedentes en Emilio Ravignani, Asambleas Constituyentes Argentinas ~eguidaspor los tex­tos constitucionales, legislativos y pactos interprovinciales que organizaron poUticomente Ja Nación.Fuentes seJecclonada!. coordinadas y anotadas en cumplimiento de la ley 11.857 por.... BuenOll Aires.1937-1939, 7 vol.. (en adelante ACA), L IV, pp. 705-1060 Yt. VI. pp. 550-580. V. lb. Benjamín Victorica.La campaRa de la integridadrulclonal [1860}, con estudio preliminarde Isidoro J. Ruiz Moreno y NdstorTomÚ8 Allza, Buenos Aires. 1979; 229 pp. Lo que se refiere a la negociación del pacto de San José deFlores también en Antecedentes relativos al pacto de Unión Nacional del 11 de noviembre 1859, BuenosAires, 1940.269 pp.

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situaciones que el tiempo, en efecto, trae. El Pacto de Unión de San José de Floreshace expresa referencia al Banco provincial en su articulo 7°; «Todas las propiedadesde la Provincia que le dan sus leyes particulares, como sus establecimientos públicosde cualquier clase y género que sean, seguirán correspondiendo a la Provincia deBuenos Aires y serán gobernados y legislados por la autoridad de la Provincia). Estaredacción precisa las instrucciones que desde un primer momento reciben los comi­sionados bonaerenses para la negociación del Pacto,8 En el curso de las tratativas queconducen a su finna la expresión «serán gobernados y legislados» reemplaza a otramás débil, «gobernados y vigilados».

La Convención de Buenos Aires reunida en mérito a lo dispuesto por ese Pactode Unión con el propósito de revisar la Constitución Federal y presentar las reformasque juzgase oportunas, procede a incorporar al texto de 1853 los acuerdos estableci­dos en San José de Flores. El medio encontrado es la conocida adición que se introdu­ce en el articulo 101 (que las refonnas convertirán en 104). Donde el texto dice «LasProvincias conservan todo el Poder no delegado por esta Constitución al Gobiernofederal» se agrega «(y el que expresamente se hayan reservado por pactos especialesal tiempo de su incorporación». Se tiene conciencia plena de que esa inclusión delPacto de Unión en la reserva de poderes que fonnaliza la provincia de Buenos Airesviene a modificar disposiciones constitucionales, haciéndolas ineficaces para ella.El infonne de la Comisión examinadora que sirve de base a las discusiones de laConvención bonaerense -cuya redacción se atribuye sin contradicción BartoloméMitre- asl lo expresa:

a) la adición «(es otra consecuencia lógica del PactQ);

b) ella está (concebida en ténninos genéricos, tiene por objeto salvar inmensasdificultades y resolver multitud de cuestiones prácticas de la actualidad, poniendo elPacto de 11 de Noviembre bajo la salvaguardia de la ConstitucióD). Esta expresiónadvierte que no sólo el problema de la Capital Federal sino (multitud de cuestiones»se tienen en vista (los debates revelan que entre ellas están el Banco y la moneda).

c) modifica lo dispuesto para las otras provincias; Mitre subraya en el informe:«Habiéndose reservado Buenos Aires por ese Pacto poderes que la Constitución atri­bufa en algunos casos al Gobierno NacionaL habiendo éste por su parte consentidoen ello, siendo ese Pacto la base sobre la cual nos confederamos con la Confedera­ción Argentina, constituyendo asl ambas partes reunidas la Nación Argentina, talreserva es perfectamente arreglada al orden de una Nación de pueblos confederados

I Las instruccioocs dicen al respecto: «Que todos los establecimientos públiCOli existentes en Buenos Ai­res, sin distinción alguna,. como el Banco, Universidad, Colegio, etc., seguirán siempre correspondiendoal Estado de BuenOll Aires, y serán únicamente gobernados y vigilados por la autoridad del Estado, conexcepción de la Aduanm).

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y conforme al derecho público argentino, por lo que respecta a la teoría de los pactospre_existentes»).9

d) «ese [el Pacto de Unión] y no otro es el pacto preexistente que se refiere aBuenos Aires y por lo tanto debe quedar garantido en la Constitución misma, fijandoa la vez una regla general para todos los casos, por no ser propio de la ley común seestablezcan articulos especiales, en favor de una provincia respecto de otra, no obs­tante que se salven virtualmente aquellos poderes reservados por cada una de ellas,que sin perjudicar a la comunidad hubiesen sido expresamente garantidos, como su­cede en este caso»). El principio es general, pero cobija casos particulares que esta­blecen concretas diferencias.10

En el curso de los debates Rufino de Elizalde sefíala expresamente la cuestióndel Banco entre aquéllas que introducen modificaciones a la Constitución sancionadaen 1853: «Quedó establecido [en el Pacto de Unión] que el Banco, el Crédito Públi­co, las Escuelas, serran de su exclusiva competencia y legislados por su legislatura.Por este artículo han venido a introducirse modificaciones muy importantes en laConstitución»), Precisamente es Elizalde quien plantea como una consecuencia de lasgarantías obtenidas en el Pacto de noviembre la necesidad de fijar que la provincia deBuenos Aires pagará «forzosamente en papel moneda) los impuestos nacionales enlas Aduanas. Más tarde Riestra propone al respecto la solución finalmente aceptada:que los derechos de exportación e importación se pagarán en la moneda corriente enlas respectivas provincias. Asi, una vez más, se emplea una forma genérica destinadaa cobijar el concreto caso bonaerense,u Piensa Elizalde que sobrevendrá un grave per·juicio (cel dfa en que nuestro papel moneda pierda el uso» que se le da al recibirse enla Aduana. Traza al respecto una prospectiva que anticipa las luchas por llegar:

«se ha de establecer un Banco Nacional, se ha de mandar recibir la moneda a la par,y después se ha de mandar hacer el pago mitad en la moneda emitida y mitad en plata.

Esto es lo que yo quiero evitar. Con dos monedas variables no puede menos BuenosAires que exponerse a grandes peligros, y ha sido muy sabio el Gobierno cuando dijo: elBanco ha de ser legislado por mis legitimas autoridades [oo.} no ha de venir el Congreso alegislado; aunque por la Constitución tiene esa facultad. Nadie legisla sobre el Banco [...]si es una necesidad de que esto sea asf, que nuestro papel moneda quede garantido, hoyes la oportunidad de hacerlo de un modo efectivo; que no nos vengan a decir maftana:tenemos derecho de establecer tarifas y las establezcan en metálico, perdiéndose asl lagarantia del papel moneda. [1] No seflor, consignémoslo ya que más tarde no se han de

• Al respecto dice Sarmiento: «quedan salvados los deroohos de Buenos Aires por el articulo que haindicado un Sr. Convencional [futuro art. 104], por el cual esos derechos quedan vigentes, no obstante lodispuesto por la Constitución [en otros artículos]».'·ci. ACA. t. IV, pp. 786-787. Firman etinfurD1e Bmolomé Mitre, Dalmacio Vélez Sarsfield, José Mármol,Antonio Cruz Obligado y Domingo F. Sarmiento.n cí. ACA, t. IV,pp. 820-21; 861; 913. También sealudeal papel moneda correntino. En la parte pertinenteel ioc. 1 del art. 67 dice, refiriéndose a los derechos de aduana: «bien entendido que ésta, lIlIí como Illlidemb contribuciones nacionales, podrán ser satisfecbas en la moneda que fuese corriente en lasprovin­cias respectivas, por su justo equivalente».

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,

AGONÍAs DEL P1!DI!RJUJSMO 29

admitir los bonos Buschental, o la moneda del Banco Nacional. De otro modo vamosa tener que en Buenos Aires se van a pagar los derechos de Aduana con la moneda delBanco Nacionab12

Con igual precisión anticipa Vélez Sarsfield los problemas que implicará la ideade Riestra: «el principio sería malísimo, porque nos quedaríamos con tantas mone­das nacionales cuantas fuesen las monedas provinciales... ¡Y todo esto, todas estastrabas a la Nación, al gobierno nacional por un pequefiísimo interés eventual delpapel moneda de Buenos Aires! Esto sólo explica la poca voluntad de que se reúna lanación y el ningún sacrificio que estamos dispuestos a hacer por un objeto tan gran­de.»13 Contestando las posiciones de Vélez le enrostra José María Gutiérrez: «Sieteaftos ha estado atacando el sefior Convencional el orden de cosas que hoy sostiene.La situación que buscamos con la unión no es ciertamente aquella contra la cual noshemos defendido»,14 Riestra sostiene la identidad entre autonomía y papel moneda, yrecuerda que Buenos Aires ha probado en

((más de una ocasión, que una de las armas más poderosas que ha tenido y tiene paradefenderse de sus enemigos, ha sido el crédito. Nada puede ostentarse con más orgulloen favor de ese crédito, que su papel moneda [...] el golpe mortal es 10 que yo temo, dedecir a un Estado que ha tenido vida y salvación por el papel moneda, -yo no 10 admitoen las oficinas públicas. Lo que yo quiero evitar es ese golpe fatal que puede recibir elpapel moneda, cuando se diga que no se admite en las oficinas públicas».l~

De hecho, cuando en junio de 1860 el gobierno nacional y Buenos Aires acuer­den los pasos a seguir para la reunión de la Convención ad-hoc y establezcan un con­junto de medidas transitorias en espera de la futura incorporación de los representan­tes bonaerenses al poder legislativo nacional, incluirán entre ellas la entrega de roSc1,5m. a la autoridad central. En contrapartida ésta «ofrece dictar [..•] reglamentos ydisposiciones» a fin de «admitir el papel moneda de Buenos Aires en las Aduanas dela ConfederaciÓn».16

"ACA, t. IV, p. 824; v. tb. p. 881, COlltra laopiniólI de Elizalde se prolluncia Mitre (dejos de serulI incon­velliellte el que las tarifllS fuesen ell metálioo, ha sido siempre el bello ideal de lIuestros eCOllOmistas»).Como «idellS puramente especulativaS) juzgó la posible creación de un Banco Nacional Sanniellto, b~ocuya presidencia será en efecto fundado tal establecimiento."ACA. t. IV, p. 884; v. tb. p. 903.,.ACA, t. IV, p. 903."ACA, t. N, p. 907."cf. ACA, t. VI, pp. 578-579. Negoció el acuerdo Vélez Sarsfield,

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30 JAVlBRf.oAllC1ABASALO

2. Alcances del articulo 104

A principios de 1860 Mitre defiende, en polémica con Juan Francisco Seguí, lasmismas ideas expuestas en el Informe. Distingue «una Nación preexistente a todaConstitución y cuyo pacto social es la declaración de Independencia», Nación que«hasta el presente no se ha constituido nunca», que no se identifica con (da ConfedeM

ración Argentina que surgió del Congreso de Santa Fe». La incorporación de BuenosAires a esa confederación es obra del Pacto de San José de Flores: «Es en virtuddel Pacto del!! de Noviembre que nosotros nos confederamos a la Confederación,asociación politica a la que jamás perteneció Buenos Aires. [...] El vínculo legal quenos une es el tratado del 11 de Noviembre. Al pactar incorporarnos [no] vamos, pues,a confederarnos con las demás Provincias cuya ley hemos aceptado, con excepcio­nes que hemos salvado por el mismo tratadO),!7 Esas excepciones, más allá de otrasmodificaciones que puedan introducirse a la Constitución de 1853 de común acuerdo,vuelven impostergable su reforma. Aunque el centro de la discusión lo ocupa enton­ces con preferencia la «(cuestión capital», Mitre subraya expresamente que el Pactodel 11 de Noviembre ha reconocido a Buenos Aires «d poder de legislar sobre esta­blecimientos que por Constitución son de resorte del Congreso». lB Dada la incompa·tibilidad entre la Constitución de 1853 Y lo acordado en San José de Flores, aceptaraquélla sin reformas «compromete [...] el porvenir de sus instituciones [las de BuenosAires] [...] porque sin la reforma de la Constitución son de todo punto insolubles lascuestiones prácticas [...] que surgen del pacto del 11 de noviembre».'9

Más tarde, luego de Pavón, en ocasión de discutirse en la Legislatura portefiael proyecto de ley que autoriza al ejecutivo local a invitar al resto de las provincias areunirse en Congreso y tomar otras medidas tendentes a reorganizar los poderes na·cionales, coinciden los principales oradores en el carácter irrevocable y constitucio­nal que han adquirido las reservas y garantias consagradas por el Pacto de Unión de1859. Así lo expresa el senador José Mármol. quien se opone al proyecto en discusióntemiendo que abra la puerta a la residencia definitiva del Congreso en la ciudad deBuenos Aires y prepare su federalización:

17Bartolomé Mitre «Cuestiones previllll de actualidad» [mlll"Zo de 1860], en Juan Fr8IIcisco Segul- Bar­tolom6 Mitre, Polhnica sobre la Constitución. Con estudio preliminar de NÜtor Toma., Auza, BuenosAires, 1982; pp. 17S-1S5; p. 178.I'Bartolomé Mitre, «La Constitución debe e:u.mlnarse y refunnarse» [enero-febrero de IS60], en Segul­Mitre, Polé11lica sobre...; pp. 95-145; p. 127. Las cuestiones bancaria y monetlltia están intimamenterelacionadas con la capital. La Ley respectiva de la Confederación, sancionada por el Congreso Gene­ral Constituyente eIIS.N.lS5l, establece entre otr811 providencillll: «Art. 4~ Todos los establecimientospúbliCOll de la CapitalllOn federales. [1] Art. 5~ La Confederación se sustituye en todas IlIlI acciones, nomenos que en todos los deberes y empell.os contnúdos por la Provincia de Buenos Aires, y garante sumedio circulante.» (.4.CA. t. VI, segunda parte, pp. 790-791)."Bartolomé Mitre. «La Constitución debe. ..» p. 105.

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AGONÍAS DEL I'IIDI!IlAUSMO 31

«El articulo 7G del pacto del 1l de noviembre, acta inviolable de nuestra incorpo­ración, consagra la individualidad de la Provincia, su ser po!ltico y el ejercicio de susleyes propias en lo relativo a los objetos de provincia que alH se explican; nadie tendrlael derecho de violar la condición de la Unión, sin dejar rota desde ese momento, la uniónmisma, ni otro cuerpo politico que aquel que sancionó el convenio, tendrfa el derecho devolver sobre él para modificarlo o anu1arlo.)¡2°

Elizalde -aun cuando sostiene como miembro informante el despacho de lascomisiones que estudian la iniciativa en el Senado- coincide en sefialar el carácterinalterable de aquellas disposiciones. Evoca la posición que Buenos Aires sostuvoen 1859: aceptar la Constitución «con dos condiciones: que se han de admitir ciertasreformas que no someto al juicio de la mayoría y que me han de dar el derecho deestudiar la Constitución y después someter mis ideas al juicio de la mayoría». Estasúltimas propuestas fueron las aprobadas por la convención ad hoc; las primeras que­daron consagradas en el Pacto de Unión; la convención no pudo pronunciarse sobreellas:

«Por éstas Buenos Aires quiso ponerse a cubierto de ciertos peligros y por eso noquiso aceptar el juicio de la mayorfa. Dijo: la provincia no podrá ser dividida, la provin­cia conservará todo su ser politico, se le garantirá su presupuesto y continuará con todossus establecimientos públicos. Pero este pacto se convirtió en materia constituyente,es decir, nosotros a pesar de que nos declan que el pacto garantla perfectamente losderechos de la provincia, y que no era necesario más que el pacto, no nos crefmos coneso suficientemente garantidos y exigimos que se introdujesen en la Constitución todasesas reformas y en el articulo 104 se dijo: "cada provincia conservará su soberanía nodelegada y la que expresamente se hubiese reservado al tiempo de la incorporación". Asípues, el tratado de Noviembre se convirtió en materia constituyente.>rl

'"ACA. t. IV, p. 1342 (sesión deI15.1I.1862). Mármol presenta un proyecto de minuta que hace saber alPoder Ejecutivo (Mitre) la triple autorización que la Asamblea Legislativa de Buenos Aires le confiere;convocar al Congreso Nacional, al que concurrirá la provincia con sus diputados; ejercer el Ej1lcutivoNacional para aquel fin y con las facultades que le deleguen las provincias; y sufragar los gastos quedemande la instalación del Congreso. Por el contrario, no se permitirá reunir el Congreso en el territorioprovincial eo razón de «altas consideraciones de politica, autorizadas por antecedentes históricos nadaequivoco8». Mármol insiste en que traer el Congreso a Buenos Aires llevará a la capitalización de laintegra provincia, poniéndose asl «en peligro las libertades de la República», o a lJII división, con lo ques~ creará «una nueva provincia débil y sin antecedentes; aniquilando de ese modo el único poder provin­CIal capaz de contrabalancear y conservar en quicio al poder Nacional».llACA, t.IV, p. 1354 (sesión del 17.11.1862). Los alcances del 3rt. 104 no ofrecen dudas a los contempo­ráneos. Cuando el diputado Je!!Ús del Campo, en 1877, propone su reforma-Pizarro en 1880 impulsa suderogación lisa y llana-, fundamenta: «El articulo 104 eocierra con su preámbulo una gran contradicciónque a menudo nos pone frente a frente dos soberanlas en pugna, la del pueblo que ordenó y sancionóesta Constitución y la de las provincias que se reservan la sobenu:úa no delegada» (ACA,IY, P. 666). Lacapacidad de las provincias para delegar o reservar atn"buciones, es decir, elproblema de la preexisteocia?e. l~ provincias o del Estado nacional --euyos precedentes pueden remontarlle al cabildo abierto quellUCUl la revolución de Mayo (y más atrás si se VIl en los cabildos el antecedente de las provincias, pue8aquéllos retenían, según el parecer de Hevia Batafios, parte de la soberanía no delegada en el monarca}-,es objeto de reiterada disputa en relación con los derechos del Banco de la Provincia también en el siglopasado; v.la bibliografIa citada enAdF, p. 27.

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32 JAVIllkF.oARcIABASALO

3. La «doctrina Mitre» sobre el Pacto de Unióny elprogresivo deterioro del consenso

Después de Pavón22, Mitre, en febrero de 1862, manifiesta a la Legislatura deBuenos Aires el propósito de «proceder desde luego a la organización de los Poderespúblicos de la Nación, con arreglo a la Constitución Nacional reformada y a los pac­tos preexistentes);). Sin embargo, cuando en junio se dirige al Congreso Nacionalreunido en Buenos Aires desde el 25 de mayo, su tono es otro. Ahora encarece a loslegisladores que determinen (<10 que corresponde con relación a los tratados de 11 denoviembre de 1859 y 6 de junio de 1860» agregando un periodo ambiguo y polémico:(con arreglo a las facultades que esos mismos tratados dieron al Congreso, una vezintegrado con los DD. de la Provincia de Buenos Aires». Mientras no se resuelva esteasunto, dice el mensaje, (es imposible el establecimiento de un gobierno verdadera­mente regular»; es preciso definir (do que debe corresponderle y pertenecerle en todoel territorio argentino, y la jurisdicción que ha de ejercer en toda la extensión sobrelas cosas que por su naturaleza pertenezcan a la Nación, incluso en el de Buenos Ai­res». No obstante, Mitre no toca el extremo que alcanzará más adelante su doctrinasobre el Pacto de Unión: aunque espera ver a la provincia renunciando a sus privile­gios, no niega que existan. La solución puede alcanzarse con la federalización de laintegra provincia (O bien poniendo desde luego a disposición del Gobierno Nacionaltodas aquellas cosas que por su naturaleza le correspondan en el territorio de la Pro­vincia de Buenos Aires, aun renunciando voluntariamente (si fuese necesario) en elinterés propio y de la comunidad, y hasta donde fuese compatible con su vida propia,la posición especial que le han hecho los pactos existentes».24 Tal pretensión dividelas aguas poHticas porte6as. En el debate la insinuada idea que interpreta al Pacto deUnión como un acto cumplido ya y superado, resulta derrotada:

«El setlor Senador [Rufino de Elizalde] ha declarado que no podemos invocar el pac­to de 1I de Noviembre, después de jurada la Constitución. Esta es otranovedad, sedares.Es verdad que las reservas del pacto se consignaron en las reformas de la Constitución,pero no fue para anular el pacto, sino para vigorizarlo más [no] para armonizar el con­trato político con el acta de incorporación de la Provincia, pues que tal cs la verdaderacalificación del pacto de Noviembre. El contiene las condiciones con que nos incorporá­bamos, y por consiguiente, el está más arriba de las decisiones de todo Congreso. Asi loentendimos todos [...] Por primera vez aparece hoy la idea de que solo a la Constituciónpodemos atenemos; y yo a mi vez declaro que ningún Congreso podrá atentar a la vali-

11 Sobre la situación y alternativas que enfrenta Mitre en aquellas circunstancias cruciales cf. AbeLarrloLevaggi, La opinión liberal después de Pavón, apartado de la Revisto del Instituto de Historia del Dere­cho, núm. 5 (1964), Buenos Aires, 1965, 24 pp; Carlos Floria, «La crisis 00161 y el nuevo orden liberal1852-1864», en Equipos de Investigación Histórica, Pavón y fa crisis de la Confederoción, Buenos Aires,1965, 634 pp, pp. 9-4S Y César A. Garc/a Belsunce, «Mitre y la pol/dca de Buenos Aires. 1859-1862»,loe. cit" pp. 119-166.:l3 ACA, IV. pp. 1327-1329, mensa,je deI6.II.1862 a la Legislatura de Buenos Aires...ACA, V. pp. 173_\75, mensaje deI6.YI.1862 al Congreso Nacinua1.

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AOONÍAS DEL FIlDEllAUs"fO 33

dez de los pactos sin cometer una arbitrariedad y sin legitimar doblemente la resistenciade Buenos Aires.)Y;5

En efecto, la provincia no regresa de las estratégicas posiciones adquiridas en1860. El «partido local» -en términos de Alberdi- resiste el abandono que, por juz­garlas soluciones meramente tácticas, propone el «(circulo parásito)). En adelante to­dos los presidentes procuran, de una u otra manera, resolver el problema capital, na­cionalizar el Banco de la Provincia, y disputar con Buenos Aires en un conjunto dematerias -infraestructura, finanzas, moneda- en que la pujanza bonaerense tiende atomar la iniciativa. Con razón Mármol prevé en 1860 que se asiste al «principio deun debate que habrá de durar muchos afios en la República, tomando cada día mayo­res proporciones y mayor empefto. El debate [u.] es entre la mayor centralización depoder en el Gobierno general, y el mayor poder y derecho de los Estados. Esa será lacuestión que nos dividirá en lo futuro, y cuya primera palabra se pronuncia en estemomento.))26

La posición de Mitre, atenuada por su rol opositor durante la presidencia de Sar­miento -por ejemplo, en la cuestión portuaria es partidario de confiar las obras a laprovincia- y por su falta de gravitación en los afias posteriores a la fallida revoluciónde 1874, retoma vigor con la polltica de conciliación. Al discutirse en septiembre de1878 el proyecto de ley sobre establecimiento de la línea de fronteras, le cabe unaintervención decisiva en fuvor de su aprobación, cuando median objeciones de ca~

rácter constitucional.l7 El gobernador bonaerense Carlos Tejedor se dirige al cuerpolegislativo; sin objetar el fondo del proyecto en discusión, pide que los procedimien­tos respeten los derechos que la provincia conserva en virtud del Pacto de Unión yel arto 104 de la Constitución Nacional, antecedentes también invocados durante eldebate por el diputado Vicente G. Quesada. Entonces la autoridad de Mitre pesa enla discusión, defendiendo un conjunto de afirmaciones que rebajan el Pacto de Unióna un mínimo significado. Esa «doctrina Mitre sobre el Pacto de UnióM de 1878,que resignifica la obra institucional de 1860 de la que habia sido principal artífice,sostiene estas ideas: ningún pacto fuera de la Constitución puede limitar la autori­dad suprema del Congreso para dictar leyeg2s; el pacto de Unión no dio a BuenosAires derecho alguno ni privilegios que no tengan las otras provincias29; Buenos

"ACA./V, pp. 1363-1364."Convención del Estado de Buenos Aires 9° sesión nrdinaria (9.V.l860) enACA, IV, p. 908.¡'Cf. Andrés R. Allende. «El Congreso Nacional de 1878 frente al Pacto de Il de noviembre de 1859»,en Academia Nacional de la Historia (en adelante ANH), VI Congreso lnternaclorulf de Historia deAm<!rica, t. IV, pp. 297-]13.¡'.La opinión contraria coincide en ello, pero recuerda que el Pacto de Unión no está. fuera de la Constitu­CIón .de 1860, sino incorporado en su art. 104; los limites que aquél impone no son, pues, externos, &iDO

PtopJamente constitucionales.:lO No hay derechos ni privilegios si Sil atiende a que todas las provincias declararon libremente confede_lltrse mediante pactos que impusieron limites s la constituyente eL e. que la constitución fuese federal);as! Buenos Aires mediante su pacto de Unión también impuso los suyos. Esta igualdad consagra dife-

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34 JAV!ERI'.OARCÍABASALO

Aires no se incorporó a la Nación por medio del pacto de Unión pues la Nación esanterior y preexistente al pacto y «a todO>fo; mediante el pacto lo que Buenos Aireshizo fue ejercer su derecho a revisar la Constitución; el pacto caducó de hecho y dederecho; del pacto surgen modificaciones consignadas en la Constitución que favo­recen a Buenos Aires pero que se incluyeron no como privilegios ni preferenciassino haciéndose extensivas a todas las provincias. Los beneficios que Buenos Airesobtuvo en virtud del pacto se hicieron regla general para todas las provincias3l ; lospactos preexistentes a que se refiere el preámbulo (los históricos de la época de lafederación, el más importante el pacto litoral) también invo1ncran a Buenos Aires ypor más antiguos valddan más32; el pacto obligaba a Buenos Aires a obedecer lo queresolviera la Convención Nacional con la condición de que ella respetase su integri­dad territorial en la solución del problema «capital)).33

Illncias de hecho: «hemos querido que se diga en la C01L'ltitución que Buel108 Aires no cede los poderesque se reservó por el pactO)), dijo Sarmiento informando este artículo en la convención provincial En ese«no ceder» radican SUll derechOll y privilegios. El Mitre de 1878 insiste en la «regla general)) y reduce lospoderes reservadOlJ a preservar la integridad territorial30 El Informe de la comisión partía del mismo principio: «Antes de la declaración de la independenciade las Provinciall Unidas del RJo de la Plata, la nacionalidad fue un hecho tradicional., que continuabael sistema coloniah)j «la nacionalidad argentina ha sido un hecho que ha sobrevivido, aunque perdiendoalgunos de SWI miembros, a las guerras intestinas, a la tiranía y al antagonismo de intereses creados porla desunión y el aislamientml pero «de ese hecho ha nacido un derecho que ha consagrado las sobera­nías provinciales». El infurme., sin embargo, completa esas ideas con expresiones tales como «las dospon:ioDe& en que se halla la República dividida»; «nos confederamos con la Confederación Argentina,coustituyendo así ambu partes reunidas la Nación Argentinll»; e insistla en que tal reunión por partede Buenos Aires se hacia «siendo ese Pacto [de Unión] la base sobre la cual nos confederamos)); v. tb.Segul-Mitre, Polémica sobre..., cito31 Este es el punto más débil de la argumentación de Mitre. La situación «especial» del Banco de laProvincia radica en quedar exento de la jurisdicción del Congreso Nacional, concesión que de ningúnmodo alcanza a los demás establecimientos bancarios provinciales existentes o que pudieran existir enel futuro en el marco de la Constitución de 1860."En esto también se aparta de lo que sostuvo en el informe de la comisión de 1860 (bajo el título (NI.Reformas de! pacto»): «ese [el Pacto de Unión] yno otro es el pacto preexistente que se refiere a BuenosAires y por lo tanto debe quedar garantido en la Constitución misma».>lEn elInforme final de la com.i8ión examinadora de la Constitución Federal redactado por Mitre (ACA,t. IV, pp. 766-787), el punto «VI. Reformas del PactO)), las clasifica en tres tipos: «1° Reformas queimportan reservas de los derechos propios, o de los derechos naturales intransmisibles, que BuenosAires propone como condiciones para federarse y respecto de los cuales la Convención adhoc no puedeestatuir nada en contrario, a menos que la Confederación pretendiese bacer violencia a Bueuos Aires.(!] ZO Refurmas puramente COUlltitucionales que tienen por objeto perfeccionar la ley fundamental [...]tI} 3" Reformas que son Ulla consecuencia forzosa del Pacto, o que expresamente están COUllignadas enél., y respecto de las cuales la Convención Nacional DO puede hacer otra cosa que aceptarlas, porque elPacto del 11 de Noviembre limita en esta parte sus poderes». En el acta final de la Convención provincial,del lZ.V.I860 (ACA, t. IV, pp. 941.945), que se reproduce también en las actas del Senado Nacional de23.vI.1860 (ACA, t. IV, pp. 101\-1015) Yde la Cámara Nacional de Diputados delZ3.VJ.1860 (ACA, t. IV,pp. 1018-1022), el «Cuadro General de Reformasl) las agrupa eD dos partes.: «Primera parte: Proyecto deReformas)) y «Segunda parte: Reformas consignadas a consecuencia del pacto)), en la que se incluyen lasmodificaciones introducidas en los artlculos 3, 31, 34 Y101 [104].

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AGONÍAS DEL FIlDBRALISMO 35

Es significativa la critica que en 1878 reciben quienes, como Quesada, recuer~dan los alcances del art. 104 de la Constitución. denunciando en sus opositores elrecurso fácil de agitar la bandera de la nacionalidad y tachar de «arranque de provin­cialismo» a la defensa de legItimos derechos. En un paralelo notable con la situaciónque se vivirá en 1886 respecto de los debates de 1880, Quesada no comprende cómolo que se juzgó en un momento doctrina constitucional verdadem ahom se ve como«elemento de desquicio», «causa de odiosos privilegios», «estipulación ominosa»,(<Jl1onstruo capaz de producir anarqufa>~. Cuando denuncia la actitud de Mitre conmeditadas palabras -<da voluntad es impotente para variar los hechos de la historia[...] cambian los intereses, las pasiones y los móviles de los partidos polfticoS; perolos hechos quedan ina1terables)~-, el patricio se limita a admitir que si <da voluntadno puede hacer que los hechos que han tenido lugar dejen de haber sucedidO)~puedeen cambio «hacer variar el curso de las leyes, y darles distinto significado»...

La opinión de Mitre pronto es blasonada por Victorino de la Plaza, ministro deAvellaneda. El 15 de febrero de 1879 Plaza dirige al gobernador Tejedor una extensa«exposicióm~ sobre la cuestión monetaria. Se advierte en ella que el propósito delgobierno nacional es avanzar progresivamente hacia una situación en la que puedanrevisarse las garantfas establecidas en resguardo de Buenos Aires por el Pacto deUnión. Plaza se extiende en indicaciones sobre cómo deben administrarse los Bancosbonaerenses, y sobre el Pacto escribe:

«Y. E. DO extrañará que formule esta indicación a pesar de lo que prescribe el arto yndel Pacto de 11 de Noviembre de 1859, desde que, como he dicho y todos lo comprenden,las operaciones del Banco están íntimamente ligadas con la moneda circulante, y desdeque la Nación garantiza e impone la circulación de esa moneda en la República.

Por otra parte, el articulo precitado tan solamente [sic] declara que "todas las pro­piedades del Estado (Buenos Aires) que le dan sus leyes particulares, como sus esta·blecimiento públicos de cualquier clase y género que sean, seguirán correspondiendoa la Provincia de Buenos Aires, y serán gobernados y legislados por la autoridad de laProvincia".

Pues bien, un publicista tan respetable como es el Sr. Brigadier General D. Barto­lomé Mitre, actor importante en los sucesos politicos de aquel tiempo, expresando suopinión en laH. C. de D. D. de la Nación sobre la inteligencia y autoridad de aquel Pacto,manifestó con patriótica convicción, que jamás fue la mente de sus autores, entre losque figura Y. E., levantar una excepción al derecho común de los pueblos de la Repú_blica, ni menos colocarlo sobre la Constitución Nacional, y como V. E. lo sabe, por ellacorresponde al Gobierno Federal, legislar y hacer la moneda y reglar el comercio de lasprovincias; de modo que aún cuando el Banco como tal establecimiento pertenece y estábajo la autoridad del Gobierno de Y. E., esa dependencia no se extiende hasta lo relativoa la moneda, sino pura y simplemente a las operaciones bancarias.~

,. Victorino de la Plaza, Cuestión económIca. Monedoy circulación. Valorización de la monedo de cursolegal. JUposlción del Ministro de Hacienda de la Nación Dr. Don JI: de la Plaza algoberflOdorde lo Pro­vincia Dr. Don Carfos Tejedor, Buenos Aires, 1879; 74 pp, pp. 51·52. Contra la opinión de Plaza, de losdebates de la Convención provincia1aurge, como se ha visto, que la principal preocupación dellegi&lador

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36 JAVmRF.(IAJlclAlIASALO

La crisis financiera del gobierno nacional en 1876, que el auxilio bonaerensesoluciona, sefl.ala el cenit de la preponderancia portefl.a. Después de 1877 un nuevoclima politico comienza a gestarse, resultado de diversas causas. Es una de ellas sinduda el recambio generacional de lideres politicos que advierte Carlos Mel035

, y queasimismo se siente en los nuevos cuadros de esa estructura consolidada en la guerradel Paraguay y profesionalmente forzada a pensar en términos (macionales>Y6; loson además las sefl.ales amenazantes que se perciben desde el Este y el Oeste, quesugieren la conveniencia de hacer cesar las disputas internas; y también la reiteradaprédica sobre la necesidad de crear un marco apropiado para los capitales que desdeEuropa están a la espera para producir el progreso argentino. Roca parece haberadvertido el «espiritu» de la época, identificando con él su figura.J7 Si en 1877 aúnconsidera que el circulo que orienta podrá aumentar su influencia apoyando la can­

-didatura de Carlos Tejedor, el mejor conocimiento de la situación y las personas leconducen a definir en ese gobernador, que tan admirablemente va a prestarse a jugarsu papel, un enemigo antitético y espectral del progreso (cuya representación Rocava a atribuirse enfáticamente): el localismo portefl.o. Es ése el marco en que se instalala (doctrina Mitre» sobre el Pacto de Unión, y en él la voz tradicional para aludir a lapresencia de los poderes nacionales en la ciudad de Buenos Aires -«huésped»- cobraresonancias insurreccionales.3s

es precisamente salvaguardar la moneda de Buenos Aires. Se verá más adelante que Wenceslao Pacheco,como ministro de Roca, asimismo invoca la «doctrina Mitre» contra los derechos de Buenos Aires.lScf. Carlos Melo, «El afto 1877 y los destinos pollticos argentinos», en Boletlll de la A.cademiaNacionalde la Hi$taria, 33, 1962, pp. 549-564."cf. Alfredo Terzaga, Hi$toria de Roca. De soldadofederal a Presidente de la República, Buenos Aires,1976,2 vol., esp. cap. 18. En sentido parecido Florit, El roquismo, ciL"cf. las entrevistas reproducidas en Bartolome Gallndez, Historia politica argentina. La revoluci6nde/80. Buenos Aires, 1945, 387 pp; pp. 151-153; YNatalio Botans, «1880. La federalización de BuenosAires», en Ferrari y Gallo, La A.rgentina del ochellta...; pp. 107-128."El uso del término «huésped» que los gobernadores de Buenos Aires dan al presidente de la república,por ejemplo en el mensaje de Emilio Castro a la Legislatura, en E. M., Admln/$tración Castro. 1869­1870. Das aRos de gobierno, BuenO$ Aires. 1871,55 pp; p. 18.

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n. ROCHA y EL '80

«La provincia de Buenos Aires quedó sepultada en Belgrano, en t880»M D. Pizarra (1890)

1. En la cuestión electoral y la guerra

Hacia 1876 Roca y Rocha -cuyo mutuo conocimiento, sin consecuencias polí­ticas, remonta a 1871 y se debe a los oficios de Eduardo Wilde, correligionario delsegundo y condiscípulo del primero- comienzan a cultivar una relación más estre­cha en el fértil terreno político del enemigo común,! Aun cuando al morir Alsinaambos acarician íntimas esperanzas presidenciables, actúan juntos en la renovaciónde 1880. En 1879, año de definición de candidaturas, Rocha acepta lo prematuro desu intento y trabaja decididamente por Roca, sin duda persuadido de poner así losfundamentos de una posible sucesión.

Después de los comicios presidenciales del 11 de abril de 1880 comienza la fasefinal de un proceso que Roca -pero no Rocha- desde mucho antes cree que resolverála guerra,2 A fines de ese mes anticipa con precisión, en carta a Rocha, lo que a lapostre ocurre: Tejedor se hará cada vez más fuerte en Buenos Aires como él en elinterior; pero el resultado dependerá del control de las fuerzas nacionales. Así «sella~

remos con sangre y fundiremos con el sable de una vez y para siempre esta naciona­lidad argentina), Roca tiene presente lo azaroso de la guerra, e indica la posibilidaddc un revés: «si sucumbimos habremos retrocedido veinte años con el triunfo de lainjusticiID); en cualquier caso, «los contemporáneos aplaudirán a los que venzan enlos campos de batalla)}. Esta última convicción sumada a su fe en la superioridad delejército nacional, funda su conducta a lo largo de ese afio,) Así, cuando se procuraalejar la guerra por medio de transacciones -Rocha también alienta esta posibili­dad- reafirma aquellas ideas: «Es tan tentadora mi posición como General}) -vuelvea escribir a Rocha- «teniendo la razón, la legalidad, el número y una confianza ciegaen la victoria, que no sin esfuerzo he de hacer el sacrificio, no por la Presidencia, sinopor perder la oportunidad de salvar, con las armas, esta nuestra efimera nacionali­dad, que hasta un atolondrado puede ponerla en peligro}). y al considerar un eventualcompromiso sobre la base de la federalización de la ciudad de Rosario y la elección

l Sobre la relación Roca-Rocha cf. Allende, «Julio A. Roca y Dardo Rocha.. ,l) cit. MienulIll se hacen pú­blicas las diferencias entre Roca y Alsina en relación con la estrategia a seguir en el desierto, Del Valle,Rocha y otros fracturan el autonomismo dando origen al partido republicano.lcE Rnca a Juárez Ce/man, 3.IX.l879, ap. Agustin Rivero Astengo,Juárez Cefman. 1844-1909. Estudiohistórico y documento! de una época argentina. Buenos Aires, 1944 (en adelante RA-JC), p. 140.'Roca a Rocha, 28.IY.1880, ap. RA-JC, pp. 176_177.

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de Sarmiento como presidente, supone como condición que Avellaneda (ponga enmis manos el poder militar de la República»).4

Durante los meses que preceden a la guerra civil Rocha ocupa un lugar cen~

tral entre los referentes politicos del general tucumano en Buenos Aires. El puntofundamental de discusión entre las elecciones de abril y la guerra de junio gira entomo a la composición de los miembros y las autoridades de la cámara de Diputados.La estrategia roquista en relación con el segundo problema -aceptar que no puedenimponer un presidente y apoyar al adversario más cercano para que les deba su nom­bramiento- es ideada por Rocha. ~ Él mismo interviene activamente en el más arduoasunto que Roca maneja a la distancia, cuya materia es la aceptación de los diplo­mas de los diputados electos en los comicios del}" de febrero. Las negociaciones enBuenos Aires son confiadas a Victorino de la Plaza y se llevan a cabo ante Mitre.6

Sea por presiones de Avellaneda y Sarmiento --como cree Sanucci-, por la habilidaddel jefe porte:llo, o porque el propio Plaza personalmente asume que es mejor lograruna transacción que haga presidente a Sarmiento y no insistir con la candidatura deRoca, lo cierto es que acepta un resultado -contra el que Rocha realizó (esfuerzossobrehumanos»7- que deja al roquismo sin control del escrutinio de las eleccionespresidenciales.s Por un momento, apenas, Roca dice vacilaeY. De inmediato, sin em­bargo, se repone. Ante las presiones de una Comisión de comercio, hace saber que

• Roca a Rocha, 6.V.1880, ap. Sanucd. La renovación presidmciol de 1880. La Plata, 1959, 22Op; pp.139-140; con fceba 5, ap. RA-JC, pp. 184·185.lcf. Sanucci, La renovación.... pp. 131·132.6Luego de la célebre sesión del 7.V, suspendida cuando. según algunos testimonios, parcela precipitarseen un bailo de sangre, roquistas y mitristas designaron delegados para negociar. A instancias de Mitre,sin embargo, las tratativas se confiaron a un delegado por parte (Plaza y el mismo Mitre); el acuerdo lo­grado se aprobó en la elimara el1S.Y. Para entonces habla fracasado el encuentro Tejedor·Roca, n:alizadobajo pl'llsión de la opinión pública e110.V en la cafl.onera Pllcomayo fondeada en Tigre.7 cf. tanto en GaUndez como en Sanucci abundante reproducción documental que revela la planificaciónconjunta de Roca y Rocha a lo largo del mes de mayo de las operaciones polfticas roquistas en BuenosAires. La expresión «esfuerzos sobrehumanos» en Rocha a Roca. 18.V.l880, ap. Gallndez, Historia po­Utica.... pp. 249-250.'cf. Gallndez, Historia política... , pp. 213-232; Sanueci, La renovación..., pp. 131·136; tb. la versión deuu¡m¡tagonista de los hechos, Yofre, El Congreso de Belgrano...• pp. 55-70.'er. Roca a Rocha, 20.Y.1880, en la que sugiere que piensa retirllrse a Europa a fines de mes; fragmentosen Galindez, Historia politiea..., pp. 252-253; YSanueci, La renovación.." pp. 147-148. ¿Se trata de lasdudas que acompaflan la vlspera del jefe militar que se laW'.a a la guerra, o de una táctica para smci­tar respuestas de partidarios? Para Galíndez fue Rocha quien «modificó la actitud del generab). SegúnÁngel Costa son éstas palabras de Rocha: «yo fui uno de los más infatigables obreros de la presidenciadel general Roca a punto de que cuando él desmayaba y pcrdla la fe en su candidatura yo redoblaba misesfuerzos para sacarla triunfante" (Ángel Floro Costa. La crisis polltico-flnanclero de la RepúblleaÁr­gentinfl. Carta politiea alPresidente Rocapor... abogado. Montevideo, 1885, 47 pp; p. 31). En el mismosentido el autor anónimo de La presidenciafutura y los candidatos actua/n. Estudio politlco e/ectorol(República Argentina [sic]. 1885; 56 pp): «después de haber llegado éste [Rocha] hasta la abnegación detodos los sacrificios en favor de aquel [Roca]; después de haber sido su amigo y su apoyo en las horasde tribulación; su consejero y su guia en los dlas de los primeros ensayos gubernativos, hoy está roto elencanto» (p. 31).

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contia su destino político a las decisiones que adopte un consejo partidario, al quepor cuerda reservada instruye sobre el modo en que debe rechazar terminantementetoda posible renuncia a su candidatura. Una vez más, en el centro de esta maniobra-destinada a que «los amigos de Buenos Aires y los del Congreso [m] compartan consu candidato las glorias y las responsabilidades~)-, está Rocha.1O La ruptura precisaun casus hel/i, que ocurre el 2 de junio cuando fuerzas nacionales intentan infruc­tuosamente impedir un desembarco de armas compradas por el gobierno de BuenosAires, que se efectúa en el Riachuelo. Una parte de los poderes públicos abandonala ciudad de Buenos Aires (Rocha está entre los legisladores que la dejan a bordodel Vi/larino). Esto y la movilización de fuerzas conduce -a pesar de las renovadasmisiones de paz ante Roca, entre las que se destacan las gestiones de la Corte Supre­ma de Justicia- a la ruptura de hostilidades, que demora sin embargo para dar lugara la reunión de los Colegíos electorales, prevista para el 13 de junio. Cumplido estepaso que deja pendiente sólo la última y decisiva instancia del proceso electoral-elescrutinio y proclamación en la Asamblea Legislativa-, se inician, el 16, las opera­ciones militares destinadas a asegurar su resultado.l1 La idea de Roca consiste en unavance masivo de fuerzas dispuestas a entrar en la ciudad sin negociar (<<sitiando ala "criolla" [la] guerra prolongaráse indefinidamente~), dice): «Desde el momentoque sospechen que hay resolución de atacarlos y tomarlos a viva fuerza, ya no hande resistir; es necesario quitarles toda esperanza de transacción», opina después deltriunfo de Racedo el día 17, mientras continúa acumulando tropas para el sitio, quellegarán a 40.000/50.000 según algunas fuentes. Y aún después del definitivo triunfode Barracas asegura que la «procesión de multitudes armadas hacia Belgrano segui­rá como hasta ahora. Tendrán todos los batallones que quieran. Yo no me ocupo deotra COSID>.12

"cf, Sanucci, La renovación•••, pp. 149-150; Oallndez, Hjl/tQria poUtica..., pp. 253-262 (Gallndez omitemencionar la instmcción reservada). SOOre ello cf. tb. Roea a Juárez Ce/mem, 2.VI.l880, ¡¡p. RA·IC, pp.194-195). Ya antes Roca habia prometido someter la continuidad de su candidatura a la opinión de suspartidarios poniendo como condición la instalación del Congreso. Como ésta se verificó en términospara él desfavorables, no lo hizo. Esta primera promesa habla sido elaborada conjuntamente por Roca yRocha, an una carta-manifiesto posterior al encuantro con Tejedor, de la que fue portador el ministro deGuerra Pellegrini (cf: Sanucci, La renovación..., p. 145).11 Según Sanucci con la reunión de los colegios electorales el «proceso electoral se ha cerrado». Sin em­bargo, éste sólo concluye cuatro meses más tarde, con la proclamación de Roca en la Asamblea Legisla­tiva deI9.X. y la guerra civil es sin duda una de sus inBtancias dedsivas."cf.los telegramas y notas del Archivo Rocha que tranacribe Gallndez, Hll/fOrja politlca..., pp. 296·304.Es también elocuente la nota que Roca había remitido a José Posse eI4.IV, comparando su situación conla de Urquiza quien, en las guerras con Buenos Aires, «en plata, sólo le oponía las Provincias de EntreRlos y Santa Fe. Ahora todos los pueblos aproximados por los telégrafos y los ferrocarriles pueden con­currir a la cita» (ap. Ruiz Moreno, Lafederalizaclón...;p. 46). Además del ejército de linea Roca organi­<:ó, a través de Juárez Cebnan, batallones de «voluntarios» Cívicos y Patricios, y coordinó esfuerzos deguerra con otros parientes como Rudecindo y Ataliva Roca y Marcos Juárez. Cuando la guerra se inicialo comunica a Juárez Celman como un deseo cumplido que atribuye a del Vi50: «Viso tiene ya, queridoJUárez, lo que deseaba: la guerra» (cl. RA-IC, pp. 200 Y 197).

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La centralidad de Rocha en la preparación de la guerra es subrayada por losvencidos, que lo juzgan traidor a la causa de Buenos Aires. Concluida la sesión legis­lativa del 7 de mayo -después de la cual algunos diputados intimidados por la exal­tación de ánimos reinante declinaron votar contra la provincia en la cuestión de losdiplomas-, Rocha queda expuesto al salir del Congreso a la agresión de la turba quegrita juzgando felonía su conducta.J3 En el cronicón que más tarde publica EduardoGutiérrez en La Patria Argentina, recuerda que entre «los que decidieron la guerrasin cuartel a Buenos Aires, formaron seis porteños, a cuya cabeza se hallaba el doc­tor Rocha. [1] ¡Eran los hijos que ofrecían en venta a la madre patria!», y afirma queniientras Avellaneda daba su discurso ante el mitin de la paz, «Rocha iba en misióncerca de Roca para transmitirle sus últimas órdenes de guerra».14

Una vez comenzada la breve pero muy cruenta instancia militar, Rocha pareceatender preferentemente a la situación bonaerense, en particular desde que la de­fensa se concentra en la ciudad. Para el gobierno de la campaña Avellaneda designacomisionado, el 17 de junio, al general José Maria Bustillo. 15 Luego de las decisivasbatallas de los días 20 y 21 de junio, el 22 el gobierno nacional decreta la intervenciónde la provincia y el estado de sitio en su territorio. Simultáneamente, el gobierno deTejedor convoca a Mitre para asumir la defensa de la ciudad, mientras las accionesprácticamente cesan merced a las gestiones del cuerpo diplomático. En rigor, Mitreacepta «los poderes de la guerra para hacer la paz»i6: se trata ahora de buscar unacuerdo sin que la provincia pase a poder de los aliados porteños de Roca. Éste nopierde de vista lo fundamental, que aún es asegurar su elección mediante el con­trol del Congreso. Mientras el día 23 se abren las conversaciones entre el gobiernonacional y un enviado bonaerense -Félix Frías, quien hasta entonces ha trabajadoinútilmente por la paz-, Roca apura por el telégrafo a Rocha para que los diputadosresidentes en Belgrano declaren cesantes a sus miembros «rebeldes» -es decir a lamayoría de la cámara que permanece en Buenos Aires- e incorporen a los electospor la provincia de Córdoba en los comicios pasadosP Al día siguiente se cumple la

"Según las crónicas: ,<a éste, éste es Rocha, mátenlo!» (La Prensa, 8.Y.l800) y «maten al DI. Rocha,mátenlo» (Tribuna, 7 y 8.Y.1880); apógrafos en Archivo General de la Nación (en adelante AGN) Fondoy Colección Dardo Rocha (en adelante DR) 293."Eduardo Gutiérrez,La muerte de Buenos Aires. [Epopeya de 1880], Bueno~ Aires, [1882]1959;423 pP;pp. 175 Y 183.IScf. Carlos D'Amico, Siete alias en el gobierno de Buenos Aires, tomo 1 [único publicado] Buenos Ai~

res, 1895; 282 pp; pp. 199-200. Según infonna más tarde del Viso a Roca, el partido autonomista «estálIpoderlldo de la campaña por medio del Interventor Bustillo, a quien maneja Rocha» (Del Viso a Roca.22.VII.I880, ap. Arce, Roca, 1, pp. 362-365). Cf. un ejemplo de la participación de Rocha, cercano a Bus­tillo, en la designación de autoridades municipales durante el periodo del Congreso de Belgrano en laevocación de AGN-DR 39, Augusto Jansen a Rocha, Morón, 3.IV.18g2.J6Expresión de Mitre durante las negociaciones, según testimonio de Peliegrini; cf. Galíndez, Historia!jfI,lftica..., p. 31!. ,, ,El telegrama del 23.VI de RDca a Rocha en Galíndez, Historia pallUca..., p. 304;....v. tb. Roca a Rocha,1tel.) 24.VI.1880, op. AlIende, «Julio A. Roca y Dardo Rocha...», p. 218: «es necesario que los grandes

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primera de esas órdenes --que de hecho significa que Roca será presidente-, aunqueel manifiesto que la cámara dirige al pueblo será publicado sólo el 30.18 Para enton­ces culminan las conversaciones que desde el 25 celebran primero Mitre con losministros del ejecutivo nacional y luego José Maria Moreno con Avellaneda. Esasnegociaciones comienzan, por parte de Avellaneda, exigiendo la renuncia de Tejedor.El gobierno nacional sólo puede negociar con una autoridad no comprometida con larebelión, para lo cual se acepta la asunción del mando provincial por el vicegober­nador José María Moreno. Será éste una reliquia transitoria de la anterior situación,pues las exigencias del presidente incluyen además la desaparición de los poderespúblicos de la provincia y su nueva organización bajo control de la intervención;y la conservación de las autoridades designadas por el interventor en la campaila.Estas propuestas significan, en resumen, el traspaso de la situación provincial a losautonomistas aliados de Roca, mediante una renovación de los poderes bonaerensesen elecciones «hechas~) en la campafia por las autoridades impuestas por Bustillo.Naturalmente, el mitrismo no puede convenir en esta solución. Más allá de la sinceray tenaz negociación en torno a las furmas del desarme provincial,juzgadas decisivaspor cuestión de honor, las contrapropuestas apuntan a mantener la Legislatura -enla cual el autonomismo ha quedado en minoría después de las elecciones del 28 demarzo de 1880 controladas por Tejedor- y dar por concluida la intervención inme­diatamente después que Moreno declare el acatamiento bonaerense a las autoridadesnacionales. Así el mitrismo conservará el control de la provincia. Acerca de 10 final­mente acordado entre Avellaneda y Moreno y del carácter mismo del acuerdo -(~pac­

tO)} o no- se dan diversas, interesadas y parcialmente contradictorias versiones. En

esfuen:os que ha hecho el país no se esterilicen dejando en pie elementos aDárquicns [...] Es Ilecesarioque la idea de un asalto sea una resolución y se tomen todas las medidas paTa daTlo. Una vez que los dela plaza se convenzan que esto puede suceder se hau de rendir a discrecióu». Allende fecha en e80lI díasla primera tirantez entre ambos a causa del trato que debe daTse a los vencidos.l! La cámara de diputados sesionando en minoTÚI viene ocupándose de la mayoría del cuerpo (mayoríano parlamentaria, insuficiente para lograr qUQrum) que ha quedado en Buenos Aires desde el 9;\11. Unacomisión especial redacta una nota de citación que se aprueba el!l; el 14 se desigua otra comisión quedebe estudiar el procedimiento a seguir ante la respuesta negativa recibida. El 23 -se deduce del actadel 24, pues la deiiberación no queda registrada-la cámaTa seliiona en comisión «de una manera reser­vada», discutiendo un proyecto diferente al presentado al día siguiente, que siguiendo la orden de Rocadeclara vacantes los puestos de 40 diputados (24 de Buenos Aires y 16 del interior), dejando a mitristas,conciliados, etc. sin representación. Cuando SaTavia hace notar que el proyecto estudiado en [a jornadaanterior es otro, es llamado rápidamente a silencio por SeTÚ, que argumenta la reserva acordada: «DOP?dj~ ,en consecuencia hacer uso de IlllI opiniones al1l manifestadas». Teófilo García propone ulla nuevaCltaclon antes de declararla cesanUa, que no se acepta. Sólo se accede a otra propuesta suya: la redacciónde un manifiesto que explique la conducta de la minoda de la cámara. Es encomendada a una comisiónque presenta su texto el día 30. En cuanto a los diputados por Córdoba el primer paso se da ya el I?VIcuall~ apenas 16 diputados autorizan al presidente de la cámara a integrar la comisión de poderes paraque esta estudie los cOTTellpondientes a aquéllos. V. las actas del DSCDN, 1880, reproducidllll enACA, t.VI, primera parte, pp. 16-25.

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cuanto al punto que aquí interesa, luego de la renuncia de Tejedor no se disuelve laLegislatura ni cesa la intervención.

Sin embargo la cuestión poUtica no puede detenerse allí. En tiempos ordinariosel Congreso habría ratificado lo actuado por un presidente argentino. No es ése, porcierto, el caso. Conviene de todos modos no sobrestimar la retórica de los discursospronunciados en el Senado sobre la independencia del poder legislativo, el celo porsus atribuciones y el repudio a los avances del ejecutivo. En rigor, el Congreso -másallá de la sinceridad de alguno de sus miembros destinado a desengailarse en el futu·ro próximo- es fiel al ejecutivo «electo)), quien detenta de hecho el poder real desdeque lo militar domina la escena. Al respecto Zeballos recordará más tarde esta confi­dencia de Avellaneda en Belgrano: «soy como un sol a las cinco de la tarde)),19

2. En la cuestión capital

Con la renuncia de Tejedor, el compromiso porteño de entregar las armas, laexpulsión de los adversarios de la candidatura de Roca en la cámara de diputadosy la incorporación de los electos por Córdoba, concluye la guerra que da soluciónal conflicto suscitado. Naturalmente ese triunfo militar, como todos, altera profun·damente las relaciones de poder anteriores al movimiento de armas y, en la medidaen que los objetivos de guerra son alcanzados, permite que los diferentes actores setracen otros, para cuya consecución no necesariamente los aliados o enemigos dela vispera siguen siendo tales.20 Mitrismo y autonomismo portefio pasan a disputarahora el control de la provincia. Si la adversidad abroquela al primero, la falta de unliderazgo unificado que amaga al segundo desde antes de la muerte de Alsina, impidesu acción concertada y hace posible que un factor externo y dominante determine sucurso. Los seguidores de Roca, a su vez, pueden ahora explicitar sus expresiones deabrll-(sellarernos con sangre y fundiremos con el sable de una vez y para siempreesta nacionalidad argentina»)-- de un modo que incluye la federalización de BuenosAires. La discusión sobre las intenciones de Roca al respecto parece superflua. Sinduda, gobernar con jurisdicción exclusiva en la histórica ciudad es para él una alter·nativa óptima; y solucionar el problema capital federalizando Rosario, una opcióneventualmente aceptable, en un contexto cuyo eje no cruza ese meridiano institu·cional sino la más urgente cuestión de mantener posiciones de poder con vistas al

"Trae este testimonio, originalmente publicado en laRevl...ta de Derecho, Historlay Letras, Carios Páe.zde la Torre (h), Nicolás Avellaneda. Una biografla, Buenos Aires, 2001; 423 pp; p. 328.¡'De inmediato 10 hace notar Roca a Juárez Celman: «El someti..miento [de Buenos Aires] bajo las basesque se ha hecho [el «pacto» con AvellllIleda] nunca nos puede ser desfavorable. Los enemigos con quevamos a tener que lucbar en adelante 110 saldTán de las filas tejedoristllS, sino de entre los vencedores dela Chacarita» (Roca a Juarez Ce/mano 9.VIl.1880, ap. RA-JC, p. 202). Sin embargo, como se verá, porentonces el acuerdo con el milrismo fraca~a al no aceptar éste la cesantla de los diputados declarados«rebeldes»,

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futuro. La más funnal referencia de Roca a la solución de la cuestión capital anterioral ti n de la guerra se encuentra en un memorándum redactado por el candidato y porRocha luego de la entrevista Roca-Tejedor, en el que acuerdan el curso a seguir. Laprioridad es procurar la incorporación de los diputados electos al Congreso median­te un compromiso con Mitre, para asegurar la elección de Roca. Si esto no resultaposible, Rocha debe conversar con otros operadores roquistas para «indicarles lanecesidad de Sarmientm>. A éste se ofrecerá la candidatura «si promete cumplir laley que de el Congreso resolviendo definitivamente la cuestión Capitab>. De estaforma -explica Roca a Juárez-, retienen la mayoría del Senado, el poder militar, lassituaciones amigas y la posibilidad de «pasar el Rubicón en mejor oportunidad».21Este memorándum, que lleva las iniciales de Roca y que autoriza a Rocha a negociardiscrecionalmente, no permite conocer más que eljuego del candidato respecto de unaliado, en un momento particular. Horas antes dice a Tejedor que la opción de Sar­miento es inviable y no hay en el escenario más candidatos que ellos mismos. y díasdespués escribe al mismo Rocha haciéndole saber que algunos electores partidariosdeclaran que votarán antes por Tejedor que por el polémico sanjuanino.22 Menos queinconsecuencia, hay en ello adaptación a reacciones de terceros y a las cambiantescircunstancias, en orden al logro y mantenimiento de posiciones de poder. En esecontexto es preciso interpretar las declaraciones de Roca -sean dichas a la prensan oen un epistolario político cargado de coníratretag24- y también sus silencios.2S

"«El loco [Sarmiento] se nos entregará en cuerpo y alma y nos dará todo 10 que le pidamos, inclusive laCapital de la República en el Rosario, porque está poseído de la ambición JrnÍ!T desenfrenada. Cn:o quecon él no evitaremos la guerra civil, pero no la haremos en mi nombre, y asi seria más seguro que loselementos militares de la nación cayeran en nuestras manos, quitando asi hasta la sombra de complici­dad conmigo. [...] Aunque 10 de Sarmiento no sea una resolución, conviene ir preparando ht\bilmente elterreno. Cuando nos veamos muy arrinconados, le clavaremos este agudo arpón en medio del lomo alos seBores mitris!as, autores de todo esto, y seguiremos preparándonos en silencio y con disimulo parapasar el Rubicón en mejor oportunidad» (Roca a Juárez Ce/man, mayo de 1880, ap. RA-IC, p. 179).uTranscribe esos documentos Sanucci, La renovación presidencia/..., pp. 141-142, 146.23 «.Reporter: ¿No teme V. las cuestiones que van a surgir con motivo de la cuestión capital? [Avellanedahabla manifestado su propósito de resolver esa materia en las sesiones legislativas de 1880] [1] Roca:Absolutamente. El tiempo ha hecho su obra, y la unidad nacional es un hecho consumado. No está enpoder de ningún argentino el romperla. La Capital puede, pues, ser mudada sin peligro. Buenos Airesno consentirá en ser federalizado; es inútil pensar en ello. [1] La Capital será designada por el Congreso,y según las opiniones que he oido emitir, se escogerá entre San NicolálT y el Rosario, dos puntos que mepare¡;:en igualmente convenientes. [1] La voluntad del Congreso será ejecutada sin dificultad, no lo dudeV. No eIltamos en los tiempos en que el geueral Mitre se cre:la obligado a establecer el gobierno naciOllllIen Buenos Aires, para vigilar a los separatistas.» (El IndeperuJienJe [Rosario], 19.XII.1979, ap. Botana,«1880. La federalización...» pp. 126_127). Antes, con ligeras modificaciones, tomado de Le Courrier deLa Plata, en GaUndez, Historiapo/ftica...• p. 152.~.En carta fechada el 17.111.1880, Roca se habla manifestado partidario de resolver la cuestión capitalfi;ándola fuera de Buenos Aires; Diego de Alvear le contesta aplaudiendo la idea, pero advirtiéndole que,por la resistencia que generará en Buenos Aires, «la ley y traslación de la Capital tiene que llevarse a~,abo, breve y enérgicamente» (cf. Arce,Roca. t. J, pp. 340-350).1 cf. p. e. Alfredo DIaz de Molina, La oligarqu(a argentina. SufiJlación y régimen (1840-1898), tomo,Buenos Aires, 1972; 345 pp; p. 287. Si la prueba empiricajustifica descartar la cuestión capital corno

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Más allá de conjeturas, una vez asegurada la presidencia, los voceros de Rocaplantean la necesidad de federalizar Buenos Aires. Pizarro -quien en relación conel nuevo objetivo mantiene con aquél un vinculo equivalente al qUe le cupo a Rochamientras el proceso electoral fue la preocupación central- presenta el problema re­significando de un modo preciso los recientes sucesos:

«Se trata de averiguar las causas que han producido este gran trastorno nacional,creando la actual situación de guerra, y se pretende encerrarla en una cuestión me­ramente electoral. [IJ No obstante, si se estudia con madurez los sucesos que se hanproducido durante afio y medio, ha de comprenderse que hay una causa latente de mayorimportancia [...] luchan los pueblos en este instante para dar al Gobierno General unaresidencia propia que haga efectiva su autoridad, y lo convierta en un gobierno fuerte(u.] Preciso es no engallarnos; Buenos Aires es la Capital de hecho y de derecho de laRepública).26

El camino hacia la discusión de la cuestión capital en el Congreso comienza elmismo 3 de julio, cuando Pizarra denuncia que el presidente Avellaneda ha «pactadocon los rebeldes»). Una larga requisitoria de doce puntos es enviada por el Senado alPE. Los dos últimos se refieren a la cuestión capital. Se quiere saber cuándo y bajoqué seguridades volverá a Buenos Aires (11"); y qué jurisdicción ejercerá en esa ciu­dad y sobre qué bases de coexistencia entre Nación y provincia «en semejante caso ymientras no se dicta la Ley de capital definitiva de la Nacióm). El6 Pizarra presentaa la cámara tres proyectos. Uno de ellos autoriza al PE a gestionar ante las autorida­des constitucionales de la provincia de Buenos Aires la cesión de la ciudad de esenombre para Capital Federal. Asumiendo que una solución permanente tomará algúntiempo, otro proyecto autoriza al PE a fijar la capital provisoria en cualquier puntodel territorio nacional, con jurisdicción exclusiva. Si opta por una ciudad capital deprovincia, deberá firmar acuerdos de coexistencia de poderes previa aprobación desus términos por el Congreso. Entretanto la capital provisoria seguirá siendo Belgra­no. Un último proyecto declara el estado de sitio en todo el pafs «para evitar que laguerra se produzca más tarde en algunas otras partes, a medida que se desarrollen lossucesos con ocasión de la gran cuestión nacional y de los intereses transitorios que se

causa determinante de la guerra civil, el silencio de Roca no arguye posición personal tomada respectode la eventual solución de ese problema.~ACA, lo VI, primera parte, pp. 25·26 (sesión del6.VIl.l880). V.las terminantes expresiones de AbsalónRojas sobre el momento en que la federalización pasa de posibilidad eventual a objetivo politico, infrop. 334. Al respecto se lee en un elogio de Pizarro que atribuye a «su iniciativa, su tenaz labor» el haber«fundado el asiento estable y duradero de los Poderes Públicos de la República»: «La cuestión Capitalno fue el agente exclusivo de los últimos acontecimientos que trajeron la convulsión y el desorden a laRepública. [1] CauS1ls de otro orden presidieron su elaboración; y la cuestión capital habrá solamentepodido prestar un pequeflo concurso. [1] Si a la tenninaciÓD de aquellos acontecimientos, ella fue llevadaal Congreso y resuelta como una exigencia poderosa. como una imprescindible necesidad, esto solosignifica que con una habilidad illDegable se aprovechó ese cuarto de ho\'ll); d. Un Argentino [BenjamínBasualdo], Rasgos biográficos del dDctor D. Manuel D. Plzarro, Ministro de Jusl/cia, Culto e Instruc­ción Pública. por.... Buenos Aires, 1881, 89 pp; pp. 78-79.

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pretenden tal vez vincular a ella en la fijación de Capital permanente~).27Las respues­tas, dadas al fin por el PE ellO de julio, respecto a «qué pensaba hacer sobre esto [lacuestión capital] para no dejar esterilizar la situación creada por los últimos sucesos[la derrota militar de Buenos Aires]» le parecen a pizarro insuficientes, aun cuandole consuela saber que el ejército se mantendrá sobre Buenos Aires, según la respuestadel ejecutivo, mientras no complete la pacificación, afirmación «que importa decir,según yo lo comprendo, "hasta tanto que esta gran cuestión no haya sido resuelta",porque sin esto no puede haber completa pacificacióm).28

En rigor, el PE no se niega a atender la cuestión capital pero, en lo inmediato,le preocupa más la rápida desaparición de su poder para influir en el curso de loshechos y en la conformación del escenario polftico posbélico. El mes de julio pruebaque en él su espacio tiende a reducirse aceleradamente. La iniciativa se traslada alCongreso, expresión política del ejército triunfante. Para afirmarse en ese contexto,Avellaneda intenta sostener la contraparte mitrista. De a1li provienen esos acuerdosque los roquistas repudian: el mantenimiento de un gobernador bonaerense mitrista,la subsistencia de la administración y la Legislatura <<rebeldeS»; la inocua acción dela intervención nacional más allá de la campafia. Sin embargo, los lideres roquistasdel Congreso actúan con recia determinación. Cuando la cámara de diputados comu­nica su reinstalación al PEN Yal Senado, en la cámara alta Luis Vélez pone en dudala legalidad de su constituciÓn.2'\I Vista la vacilación del ejecutivo, que de hecho noacusa recibo de la nota remitida p~r los diputados, el grupo de senadores roquistas semueve con rapidez para advertir a Avellaneda «que eligiese entre ellos y nosotros»,amenazando con dar un manifiesto y retirarse, senadores y diputados roquistas.lo Otroenfrentamiento tiene lugar con motivo de la discusión de la ley que aprueba los decre­tos expedidos por Avellaneda en los dias en que el Congreso deja de sesionarpor faltade quorum en diputados. Esos decretos se refieren al estado de sitio y la intervención aBuenos Aires y Corrientes, y al estado de sitio en Entre Ríos y Santa Fe. Los roquistasintentan ya entonces forzar la supresión de la Legislatura de Buenos Aires, pues ellano puede «servir al propósito de resolver la gran cuestión de la Capital». Esto suponedesautorizar las decisiones del presidente. Finalmente, votan en ambas cámaras elproyecto que no indica expresamente como objetivo de la intervención en Buenos Ai­res la disolución de su Legislatura. Para ello reinterpretan el decreto de intervenciónde Avellaneda que se refiere a la «completa supresión de la rebelióu», declarando quesu cumplimiento obliga a disolver aquel cuerpo y convocar a nuevas elecciones para

"or" . ACA, t. VI. primera parte, pp. 25-27; la cita eu p. 27."" ..tCA. t. VI, primera parte. pp. 47 y 53.d Como.se dijo, el grupo roquista retirado a Belgrano, reunido en minoría, dllClaro vaCBIltes los pue8tos;: lo~ diputados que permanecieron en Buenos Aires junto a la Corte Suprema Justicia, y aceptó luego.. s dlploma.s presentados por los repn:senlantes electos en Córdoba.

ef. Ab"alón Roja" a Roca, 7.VII.l880, ap. Arce, Roca. t. l. pp. 360-361.

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«[...] me retiré apresuradamente a casa, donde me esperaba una reunión de Senado­res., para oír al Dr. Rocha y entendemos con nuestros amigos autonomistas que, asusta­dos de los trabajos del partido mitrista (hoy en el poder en la ciudad) tratan de reorgani~

zarse y no abandonar la presa.De la reunión que hubo de producir desagrados por la vehemencia de Pizarra, decla­

rando que él no buscaba sino la solución de las cuestiones nacionales y ante todo la de laCapital de la República, para lo que aceptaba el concurso de cualquiera de los partidosde Buenos Aires, como diera resultado [...] Febre y yo cahnamos a Rocha, que se mostróherido en lo más vivo diciendo a Pizarro: "Yo no he buscado jamas, sino los grandesintereses nacionales; pero he servido para ello a mi partido, en todas las Provincias paradarle influencia y poder. [...] Tengo el derecho de reclamar el apoyo de mis amigos poli­ticos, para nuestro partido en Buenos Aires y de que crean más en él, que en el enemigo,para sus grandes aspiraciones nacionales"».l'

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46 JAVffiR F. QAlletA BASALO

reintegrarlo. 31 Asociada as! la subsistencia de la Legislatura por una parte a la de unpartido y por otra a la sanción de la ley de capital, la semana siguiente se convierte enuna febril carrera de negociaciones llevadas adelante tanto por el gobierno nacionalcomo por los referentes roquistas con interlocutores mitristas y autonomistas, quecompiten por retener el control de la provincia a cambio de entregar la ciudad pararesolver el problema capital.31 Avellaneda se inclina a negociar con Mitre a través deMoreno para dar al futuro presidente, dice, una base porteila sin la cual no podría sos~

tenerse; base que los autonomistas no pueden garantizar por sus divisiones internas.De hecho, con motivo de tales reyertas, en esos dias se reclama a Roca su presenciaen Belgmno: «Ud. debe venir para evitar que la cuestión gobernador de Buenos Airesproduzca la anarqufa de nuestro partido, pues son muchos los aspirantes».n Si algunosamigos de Roca acompailan a Avellaneda en sus intentos, otros, como del Viso, prefie­ren la alianza con los autonomistas, y entre ellos con Rocha, a quien se juzga «mejor,por cuanto está más comprometido y necesita ganarse al fin bajo la sombra de ustero).A éste del Viso le advierte que en sus trabajos para reconstruir el partido debe «formar 'l'.'

su Comité autonomista roquista, si quiere contar con el apoyo del Congreso».34 En la ,noche del jueves 22 de julio las dos tendencias chocan en una reunión de partidariosroquistas en casa de propio del Viso: I

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"cf. ACA, t. VI, primera parte, pp. 54-107. El acuerdo se logra fuera del recinto entre las sesiones delSenado de los días 13 y 14.Vll. La sanción en diputados se vota el sábado 17. Durante este perlodoRocbainasiste a las sesiones, justificado a raíz del fallecimiento de su padre. Sin lmIbargo hay también una~n poUtica, que subraya la simultánea ausencia de del Valle. L..~ Ia'~

«Unos y olros reconocen ya que la cuestión nacional esté. resuelta, y todos juntos han de """Cal .sombra de la nueva presidencia. [/] Son todos grandes pescadores de posición personal» Del Piso a Roca, l22.VII.l880, ap. Arce, RDca. tomo 1, pp. 362-365. El 19 el gobemadorde Buenos Aires, Moreno, escribea Avellaneda pidiéndole un encuentro para conversar sobre «la cuestión Capital» Moreno a Avellaneda,19.VII.1880, facsimilar en Julio Avellaneda, El baúl de Avellaneda. Correspondencia y dOCllmll1lt08.1861-1885. Compilados y comentados por..., Buenos Aires, 1977, 802 pp; pp. 448-456.»Dollovan a Roca, 2I.VII.1880. ap. RA-JC, pp. 203-204."Del Fuo a RDca, 22.VII.1880, ap. Arce, RDca, tomo 1, pp. 362-365."Del Viso a Roca, 23-24.VII.1880 ap. Arce, Roca, tomo 1, pp. 365-368.

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AOONtAsDELFHDI!RAUSMO 47

Al día siguiente, en casa de Madero, comienzan las gestiones de «jefes de cir­culitos» ---califica Viso a lrigoyen, Sáenz Peña, Del Valle, Alvear y otros- «partiendode la base de que es preciso resolver la cuestión Capital en el Congreso y prepararse aentregar Buenos Aires»).l6 Mientras los autonomistas porteiios buscan una adecuadareorganización que les ponga a cubierto de la posible reanimación del partido mitris­UL, Pizarro realiza gestiones cerca del patricio. Ese mismo día 23 tiene con él tres en­trevistas sucesivas, intercaladas con varios encuentros que celebra con el presidenteAvellaneda -quien se traslada a Buenos Aire¡¡31- y otra con el gobernador Moreno.311

Un día después, sábado 24, Rocha presenta en el Senado -y logra que se trate sobretablas- un proyecto de minuta por el cual se solicita al PE adopte medidas oportunaspara que la provincia de Buenos Aires esté debidamente representada en el Congresocuando tenga lugar la discusión sobre capital definitiva de la república. Durante lasesión Pizarro hace públicas sus gestiones ante Mitre, Moreno y Avellaneda, e in­siste, creyendo ver en la minuta de Rocha una posible dilación: «Vo comprendo [...}que en las actuales circunstancias los partidos militantes de la Provincia de BuenosAires puedan agitarse para establecer su predominio en el gobierno de ella; pero nocomprendo que puedan prescindir y mucho menos que crean poder obstaculizar ydificultar la realizacióJ;l. de este propósitm).39 Hacia mediados de semana -el 27-laposición de Avellaneda se ve nuevamente jaqueada: la comisión de negocios consti-

36De/ Piso a Roca, 23-24.VILl880 ap. Arce,Roca, tomo 1, pp. 365-368. Sigue el corresponsal cordobés:«han empezado por nombrar una Comisión que de nuevo nombre al Partido, pues con el de "Autonomis­ta" mal podia hacer aquello (cambiando de bandera es otra cosa... estos hombres flexibles son capaces decambiar de cualquier cosa).)) Sin embargo la ssamblea que celebra e115.IX.1878 el partido autonomista,con asistencia de dirigentes del dilIuelto partido republicano, redacta un manifiesto que, en el contexto deuna defensa del sistema federal de ideas muy próximas a las que se apegará el discurso rochiSIll, anuncia_llegado el momento [...] de reorganizar el gran Partido Autonomista Nacional» (d. Fernando R Barba,Los autonomistas del 70. Auge)' frustración de un movimiento provinciano con \lOcación IUIcionaI.Buenos Aires entre lM8)' 1878, Buenos Aires, 1976, 158 pp; pp. 29-31).11Avellaneda, sin embargo, envla al ministro Pellegrini a la reunión con los autonomistas «a que declare~ el Gobierno está resuelto a dar cima a la cuestión Capital, con cualquiera de los partidos de BuenosAires o con todos, y a que agregue, de su cosecha, que él (Pellegrini) se felicitarla de resolver la cuestióncon su partido». Según del Viso, el prllllidente «acepta a unos u otros, o los confunde a todos, para su~to y juega con ambos partidos». Del Viso a Roca, 23-24.VII.1880 ap. Arce, Roca, tomo 1, p. 368.JtPizarro Q Roca, 23.VII.l880, ap. Arce, Roca, tomo 1, pp. 368-369.~: t VI, primera parte, pp. l07_t14. Con el de esta sesión comienza Ravignani la casi total rejn-

mn de los discursos de Rocha relativos a la federalizaci.ón de Buenos Aires, que éste retuvo en:rmllOdet impidiendo su inclusión en el diario de sesiones respectivo. Ravlgnani obtuvo las versionesen ~liellll, q~ el senador conservó en su archivo, de manos de su hijo, Carlos D. Rocha, circunstanciade~nes olvidada (p. e. Blasi, Dardo Rocha..., pp. 89 Y92 da por perdidos esos textos). El discursoIlbros o:k111.!X fue publicado por La Nación del día, edición a la que remite su autor siempre que leIltlA¿:n mtenclO~a!idaden el extravlo de sus papeles. De ese periódico lo toman, antllll de su inclusiónr.zto

aJ, Ou~da Milich y Mollino (cí Recopilación de /os debatea de leyes orgánicas municipales)' sus

4.cM"t niJ1VW• F~entes se~eccionadas, CQ(}rdinaclas y compIernentadiJs en cumplimiento de ID Reso­ItHlch 1H. Concejo de Julio 29 de 1938. Qjicina de Informadón Municipa/ Q cargo de F. N. Outeda~Ju~nPablo Molfini. Tomo VI. 1880-1884-/887 (Federa/lzDdón de /0 ciudad de Buenos Airea e

ración de las partidos de Florea y BeJgrano), Buenos Aires, 1938, 51l+XVII pp; p. 9, n. 1)

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48 JAVll!Il F. GARCÍABASALO

tucionales se expide sobre uno de los proyecto del día 6, aconsejando solicitar al PEN

que gestione ante las autoridades provinciales la cesión de la ciudad de Buenos Aires

~<en la inteligencia de que se esperará el término de 30 días, pasados los cuales la H.

Cámara considerará que esta cesión es negada». El propósito de la minuta es «fijar

un término perentorio a los trabajos que, es notorio, hace el PE con el objeto de fede­

ralizar la ciudad de Buenos Aires), dado que ~<la cuestión Capital de la República se

encuentra ya en su período de crisis». Si algunos, como Pizarro, dicen creer que una

negativa porteña debe ser seguida de la federalización de Rosario, otros, como Civi!,

proponen un curso menos pacífico: a falta de la aquiescencia bonaerense, convocar

una Convención Nacional que imponga la capital en Buenos Aires mediante una re·

furma constitucional Civit, además, propone y consigue que los treinta días de plazo

sean reducidos a sólo quince...40 No acaban allf las limitaciones con que el Congreso

jaquea al presidente. Acto seguido sanciona otro de los proyectos presentados el día

6, que fija la residencia de las autoridades nacionales en Belgrano mientras no se

apruebe la ley de capital permanente. El propósito en este caso es evitar que Avella­

neda regrese a Buenos Aires bajo condiciones no aprobadas por el bando triunfante

en la guerra.41 Concluyendo las agitaciones iniciadas siete d[as antes, el jueves 29,

una vez más en casa de Madero, una larga lista de autonomistas portefios firma a

titulo de simpies ciudadanos un manifiesto que hace público su apoyo a la solución

de las cuestiones pendientes de la organización nacional, entre ellas <da designación

de la capital de la República».42 El sábado 31 se cierra el círculo, cuando las gestiones

de Avellaneda tocan el limite de sus posibilidades. Moreno, en reunión con el presi­

dente y con Zorrilla, Pellegrini, Plaza, Achával, Serú y Rojas, insiste en no recono­

cer vacantes los puestos de los diputados declarados ~<rebeldes». Esa cuestión no es

negociable para los vencedores. Tampoco para los mitristas, pues su derrota en los

eventuales comicios para renovar esa representación es segura en toda la campafia.43

"cf. ACA, t. VI, primera parte, pp. 114-120. De inmediato Moreno se queja a Avellaneda ({Cuando se

habló de la cue¡¡tión capital, comprendiendo, sin duda, toda su gravedad y las condiciones en que debla

ventilarse, el Dr. Pellegrini expresó claramente, que como oondiciones primeras, debla levanlaIge la

intervención y el estado de sitio, al mismo tiempo que conseguirse la reintegración del Congreso a su

forma legal [JI La minuta del Senado, excluye esas tres condiciones; sobre todo la última, sin la cual

es perfectamente imposible que Buenos Aires se ocupe de la cuestión capital» (Moreno a Avellaneda.

28.VII.1880, facsimil en Avellaneda, El baÍ/f..., pp. 289-295). '

41 ACA, 1. VI, primera parte, pp. 120-125. La reactivación del proyecto del 6 era ya comunicada por del

Viso a RrnJa el 23, como prevención ante las gestiones que encara Avellaneda (Del Pi·so a Roca, 23~

24.VII.1880 ap. Arce, Roca. tomo 1, p. 368).41Reprodueido en Gallndez, Historia política..., pp. 345·347.

'" Durante la sesión del Senado del día 18.IX también Pellegrini relató las negociaciones con los lldeleS

mitristas: «Fui encargado de tratar hace algún tiempo de la cesión de la ciudad de Buenos Aires para

capital con el Gobernador de la Provincia [Moreno] y el partido dominanle de su Legislatura. Con e.stemotivo, los principales hombres públicos, los jefes de ese partido se reunieron y discutieron la cuestión

-y lodos ellos declararon que respecto a la cesión del municipio de Buenos AireIl, no habla divergencia­

[JI Desgraciadamente en esta ocasión, oomo en otra, ese partido no supo colocarse a la altura de IIlS

cil'CUlllltanciBs ni supo oomprender la magnitud de la idea que discutimos, y trajo a esta cuestión otras

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AGONíAsD.l!LFEDERAUSMO 49

Avellaneda procura aún, apelando a Roca, que la federalización se realice «con todos1 s partidos;) e intenta, sin éxito, que Moreno telegrafie al respecto al presidente~ecto.44 Entretanto las reuniones de los autonomistas se prolongan en conciliábulos~on hombres del interior; se discute el nombre del partido que servirá de sustento

la presidencia de Roca. Este llega por fin a Belgrano el 7 de agosto y asume elaontrol de la situación. El lunes 9 conversa con el presidente y ministros, acordando~ encuentro al día siguiente con Moreno. Más allá del significado que éste pudoatribuir a la reunión que se celebra ~II04s, lo cierto es que el miércoles el Congresotoma decisiones que no es fácil creer sean ajenas al recién llegado. Rocha presentaun proyecto de ley ordenando al interventor de Buenos Aires que disuelva la Legis~latura.46 Aprobado sobre tablas, pasa a diputados donde sigue idéntico trámite. Seinicia asila secuencia de hechos que conduce a la (~solución»del problema provincialcon la elección de Rocha.47 A fines de mes puede escribir un partidario: «Roca es, sepuede decir, presidente de la República. Rocha será gobernador de Buenos Aires¡).48Más adelante el presidente dirá que sólo su decisión salvó entonces a Rocha: «Si nohubiera sido yo que me paré de frente y di a entender que desharía todo lo que sehiciese en contra dc Rocha inmediatamente que me recibiese del gobierno, Rocha nohubiera sido mi gobernador. Ya le tenían preparada la cama perfectamente. No crefa

acddentales que se llamaron conexas; y desgraciadamente ese partido y hombres públicos sacrificaronlIlS antecedentes como partido y sacrificaron la gloria de realizar esta idea, porque no pOOla conseguir elpequel10 precio que por su realización quedan [reincorporar a loo diputadoo cuyos puestos se declararonvacantes en el Congreso y mantener el control de la provincia de Buenos Aires]. [...] En ese momento elpulido que combatió la federalización de Buenos Aires hace diez y ocho aftos [...] se presentó ofreciendoa la Nación todo el concurso de su opini6n para realizarla.» (ACA. t. VI, primera parte, pp. 262-263)."cl: Moreno a Avellaneda, 4.vIII [de 1880), facsimil en Avellaneda, El baúl..., pp. 174-177."'cf. Moreno aAve/laneda. 1l.VIII.1880, ap. Sanucci.La renovación presidencial.... pp. 211-212. PorunaPIU1e Moreno se manifiesta satisfecho con la actitud de Roca, a quien entrega las bases de un acuerdopara la federalización con enmiendas del propio Avellaneda; y, por otra, insiste en rechazar el caminoqqe dias después se adopta; «¿Qué elección libre podria hacerse en la situación actual de la Provincia,durante el presente mes? Ni qué legalidad reconocida tendrla un Congreso, en el que el menor número,~a al mayor, sin qlwrom legal, y sin forma ninguna constitucional?».~arando ~s~ mt?ida, el. lO legisladores provinciales rochistas, que han sufrido ultrajes en laLegis­""n fa por su di.S1denclll polltlCa, presentan sus agravioo al Senado.trUl12 renuncia Avellaneda; el 13 se le rechaza (su aceptaci6n hubiese llevado a la presidencia al mi­~Acosta). El 16 Avellaneda veta la ley de disoluciÓD de la Legislatura bonaerense; el 19 el Congresola ~.el veto. El 20 el ministro del Interior, ZorriUa, la comunica al gobernador Moreno. El 21, vistaBI.~asIVlda? del gobernador al respecto, el ejército Dllcional ocupa y cierra el edificio de la Legislatura.cI.~ 20mUa ordena a Bustillo. Q,ue convoque a elecciones de legisladores provinciales; el 31 éste fijauae¡¿IX coIl?o fecha de los comiCIOS. Sólo entonces, ellO, renuncia Moreno, y Bustillo asume la gober­"Ya n terminando esa situación bicéfala de Buenos Aires. Para entonces la ley de federalización tiene"';:lado parlamentario. BustiUo convocará a elecciones de diputados nacionales por el distrito Buenos~~para e1.1~.?,. La nw::va Legislatura se instaló el 9.X yelll el vicepresidente del Senado, luan losé... C

Qro, s~ recibió del mando de la provincia, cesando la intervención.

mbaceres a E. Madero, (tel.) 29.vlIl.1880 ap. Galíndez, Historia política. ., p. 379.

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50 JAVIER F. aAll.C!ABAsALO

justo que lo sacrificaran de ese modo y yo le debía consecuencia».4!J Hay que ubicarestas gestiones en esos días -7 al 11 de agosto- posteriores a su llegada a Belgrano.De hecho, con ocasión de la renuncia de Avellaneda, Roca toma el mando efectivo,comenzando por el poder militar que le responde directamente, con prescindenciatanto del presidente como del ministro de Guerra, Pellegrini.so

3. En la sanción de las leyes-contrato de federalización

La disolución de la Legislaturaportefta significa, a un mismo tiempo, la decisiónde resolver la ((cuestión capitab> -y resolverla fijando la capital definitiva en Buel108Aires, sin nuevas leyes de convivencia n otras equivalentes- y la consolidación dela alianza entre Roca y Rocha, ungido por aquél como referente privilegiado entrelos aliados autonomistas de Buenos Aires.SI En contrapartida, el mitrismo quedatransitoriamente marginado de las decisiones que se toman. Pero, determinada lafederalización de Buenos Aires, quedan por acordar sus términos. Desde siempre elproblema capital está asociado con otras cuestiones tales como la aduana, el puerto.,el Banco. Resuelta definitivamente la primera de ellas después de Pavón, la segundlha dado lugar a tensiones en el pasadoS2 , al igual que el más complejo asunto delBanco. Estas materias se han discutido en las tratativas impulsadas por Avellanedl

;49 RA-JC, p. 253. SegUn Ramos Mexia, Eulogio Enciso fue el autor del «admirable trabi!io de 0f'glIIliaIliciÓD partidista» que comprometió «uno por uno a lodoo los caudillos locales)) en favor de Rocha.ye a I'tlllegrini -cuya. «candidatura estaba en todos loo esplritus» y contaba «con el decidido apoyo doValle»-- una espontánea renuncia a esa aspiración. De acuerdo con esta versión al desistir Pcllegrini.Valle quiso aspirar al mando, pero viendo «que la candidatura de Rocha estaba hecha)), en agradec' •to por el apoyo recibido tres aflos antes, se abstuvo, y apoyó la elección de Rocha y su acción~~~"i(CL Ezequiel R.amos Meda, MIs memorias. 1853-1935, Buenos Aires, 1936, 525 pp; pp. 58-59).Mexia, republicano del sectoe que más tarde se enfrentó con Rocha, y devoto de De( Valle y'."~~no concede ningún crédito al primero en la federalización de Buenos Aires, obra debida «altriunvirato de Avellaneda, Pellegrini, del Valle». .. (p. 65). ,~$(1 «La poUtica del general Roca se bahecho sentir. A estas horas, 7 de lanocbe, todo está encalma.todoslosjefes de (os bataUones que están en la capital (ell~, e15~, ellO" yelll") todos ellos a lasde Roca; los de la Chacarita a las órdenes del coronel Manuel Csmpos y los Guardias Nacionales enIsidro, a las del coronel Racedo, tenían la consigna de no obedecer más órdenes que las del geueralpara el caso que el presidente y el ministro de la Guerra quisieran jugarles una mala partida». (J;Galfndez aJuilrez Celman. 13.VIII.1880, ap. RA-JC, p. 206). I'tlllegeini era el beneficiario de laque deshace Roca."Entre los dirigentes autonomistas, Pellegrini habla actuado cerea de Avellaneda en las reciente8gociaciones; Del Valle, apoyó a Sarmiento como candidato de tTanSllCción. En clcculos roquistas so:atribuyó luego el propósito de llegar a la presidencia., en su carácter de presidente del Senado. porde proclamación de electo y poe decisión de la Corte Suprema (que con esa intenciÓD~Buenos Aires), a causa de no sesionar el Congreso por inconslitución de la cáDlllI'll de Diputadoll.dirigentes del autonomismo, como Alvear o Call1:baceces, cercanos a Roca, no contaban con po . .de fuerza suficicllte. AmbQs obtendrán la venia del nuevo presidente paca ser elegidos senadores por,nuevo distrito capital... cí in/ro pp. 47lss.

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rAGONÍAS DBL I'BDl!kAllSMO 51

SUS ministros..!] El «sector duro)~ del roquismo, en el que por sus posiciones extre­y as termina sólo Pizarro, propone una federalización impuesta, que descanse en los;::chOS de armas. A esta solución está refiriéndose el senador en un largo discurso,124 de agosto, cuando tiene entrada el proyecto de capital definitiva remitido por el

;E. opuesto a cuanto amenguase la determinación de esa capital por la sola voluntaddel Congreso, Pizarro juzga la idea de convocar una Constituyente con ese propósitoCOIDO «un acto de debilidad para alejar la responsabilidad que pudiera imponer alCongreso la resolución directa de la Cuestiófi».~ Para defender su posición recurrea una inédita interpretación del arto 3" de la Constitución Nacional, cuya conclusióndescarta la necesidad de la (~cesión previa» alli establecida..!.! También se opone, unosdías más tarde, al proyecto de ley sobre residencia de las autoridades nacionales enla ciudad de Buenos Aires, mientras no se fije la capital definitiva.'6 Teme Pizarroque se cierre el ailo legislativo sin definiciones, y juzga que, alejada la guerra, otravez el Congreso (es un instrumento que sigue las influencias de los partidos localesde Buenos Aires».S7 En rigor es el propio presidente «electo» quien abraza como op­ción estratégica asegurar la capitalización de Buenos Aires dejando para después lascuestiones conexas. Muy gráficamente 10 comunica del Viso a Juárez Celman: «Roca

"'BI23.VII por la noche «el ministro Pellegrini llamó a UlIareunión a varios diputados provincianos paradecirnos que el Presidente estaba resuelto a resolver la cuestión de la capital pennanente de laRepública'J que queria sllber si la CAmara le autoriZllrla para hacer a laB situaciones de Buenos Aires todas laaconoosiones que el Gabinete estimlllle convenientes, en vista del gran sacrificio que ese partido hadacediendo la capital de la Provincia para capital de la República. Le contestamos que no conociendo lllllllIigencias, no podíamos contraer tales compromisos. Entre las concesiones que el Presidente queríahacer se enumeraron el BlUlCO de la Provincia, el Ferrocarril del Oeste, el pago, por parte de la nación,de diez millones de pesos fuertes a que asciende, según el ministro. la deuda de la provincia; y la recon­llidetación de la Cámara sobre laB cuarenta vacantetl. Estoúltimo fue rechazado rotundamente». (IsmaelGvIbuiez aJuárez Ce/man, 2ó.vILI8SO, ap. RA-JC, pp. 20S-20ó). Como se advierte entre lllll condiciones::gocian mitristas y rochistas sólo difiere la cuestión de los diputados. En una carta de abril de 1881[tllllm aala cuestión del Banco de la Provincia Rl.Jcba anotó años después: «Desde julio del allo lUllerior-J me habla preocupado por salvar al Banco y pedía Roca su ayuda, no la necesité. Diez aflos des­~,Paz y Pellegrini 10 hundieron, éste último con alevosía, sacándole el encaje metálico» (AGN-DRf4cr.U!cluy;- está nota Blasi, Dardo Rocha..., p. 113).lIJa Il8Ia Intervención de Pizarro enACA, 1. VI, primera parte, pp. 188-209; la cita en p. 190.~. 3",d~ la Constitución Nacional de 18ÓO establece: «Las autoridades que ejel'Zlln el Gobierno0IIt6n l'esldirlin en la ciudad que se declare Capital de la República por una ley del Congreso, previaol debahecha po-r una o más Legislaturas Provinciales del territorio que haya de fe<ieralizarse». Durante~ te de la ley de federalización Pizarro presentó UlI proyecto por el cual el Congreso fijaba impera­-n. 3":'6 en Buenos Aires «la capital permanente de la república, en confurmidad alo dispuesto por el!la la Constitución Nacional» (cf. ACA, t. VI, primeIR parte, p. 225).~Io recibirá sanción eI20.IX; reem.plLlZllala ley del 28.Vn que fija en BelgIRno la residenciatnBel hasta la sanción de la capital definitiVll. Para entonces, aunque los papeles PÚblicos se fechan~grano, hace tiempo que, en violación de lo dispuesto, los actos de gobierno lienen lugar en Buenos'<CA

, t VI, primera parte, p. 20ó.

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52 JAVIERf.OAR.C1ABASALO

piensa que todo debe cederse y no deja de tener razón, porque al fin vamos poco apoco desplumando a este dorado pavo real en favor de la nacionalidad»).s5

La definición permite fijar el carácter que Roca da a la ley de federalizaciónque acepta: se trata de un paso primero y fundamental de una labor que entoncescomienza. Sin duda, sabe que (se pueden ganar elecciones sin Buenos Aires pero nogobernar sin ella». Ser aceptado en esa ciudad es un objetivo arduo de su primerapresidencia, que confia, sin embargo, alcanzar: el poder del vencedor no necesaria­mente oprime; también seduce. La obra, entonces, pide tiempo, y es mejor avanzarpor grados sucesivos, evitando en lo posible las disputas de principios que contribu_yen a endurecer y radicalizar posiciones. '

En el debate que tiene lugar en el Senado las opciones de Roca permiten que"Rocha vuelva a ocupar el centro de la escena, mientras toca ahora a Pizarro caer:derrotado. Las fricciones entre ambos, como se verá, continúan en un lugar central'de la escena politica durante muchos meses más cuando el cordobés desempefta ~cartera de Justicia, Culto e Instrucción Pública y aquél el gobierno de BuenosA~Como miembro informante de la comisión especial de la cámara que estudia la leY.:de federalización ---que integran también Juan Martin Leguizamón, RafaelIg6Antonio del Viso y Benjamin Paz-, Rocha funda la necesidad de resolver sindemora la cuestión capital a la luz de la amenaza que pesa sobre la unidad e . ...dad territorial de la república, dados los procesos de consolidación y expansión 'Chile y del Brasil.~9 Justifica la elección de Buenos Aires «por nuestra historia».resume procurando demostrar que la anterior oposición del autonomismo a esa solción nació del temor a que ella trajese con Mitre una tiranía análoga a la de Rosas.cuanto a las formas concretas de la cesión, subraya:

"Del Viso a Juárez Celmall, 9.IX.l880 ap. Susana Irene Rato de Sambuccetti, (Avellaneda, Roca Ycapitalización de Buenos Aires», en Boletln del Instituto Histórico de la ciudad de Buenos Áiru, ..núm 3, Buenos Aires, 1980. pp. 7-55; p. 44... Argumento retomado con mayor franqueza en la cWnftra de diputados por Olmedo: «Tal vez_.tiempo, cuando el Paraguay era una potencia militar de alta importancia, cuando el Elltado Orientaluna nación feliz y floreciente, podíamos haber ensayado capitales [u.] Habiendo desaparecido la •tanda política de esos dos paises, nuestros aliados naturales. nos encontramos solos [...] De un ladole, estrechado por 1M salobres ondas del Pacifico, del otro el Brasil, sofucado por su zona tócrida.con tendencias anexionistas, ambos con necesidad de extenderse». Asimismo se oyó en la Legiprovincial. en boca del diputado presbltero Patricio DiUon: «Tenemos un Imperio poderoso, Brasil,..lado, y una República ambiciosa y guerrera, Chile. al otro lado, y es menester hacernos fuertes paraquier eventualidad» (ÁCA. 1. VI, primera parte,pp. 287 y 612). En el Senado de 1890 sejustificaeá"Yo habla sido autonomista [...] crelaque esa solución [la federalización] venía a perturbarnuestJUnacional; crela más: que encamaba graves peligros para el porvenir. Pero cuando el 80 vi exp~nacionalidad argentina a disolverse, me dije: todos los OÍros peligros, todos los otros inconvenJtodos los otros sentimientos deben desaparecer ante la integridad nacional. Sollé para mi patria elde la antigua Roma. [...] Y si hoy no es posible sollar en el predominio universal, es posible po~ losoñar en una de esas grandes naciones en que las decisiones de sus Congresos y el voto de sus eldispone de la paz, de la guerra y de la felicidad de gran parte del género humano".

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r,AOONI"SDELFEDERALTSMQ 53

«Tratándose de este punto, la comisión hubiese dilseado entrar en prolijos detalles;pero comprendió que en una cuestión de esta naturaleza los detalles podrían complicarlay traer grandes inconvenientes para la resolución de la cuestión principal, y fue por esoque se decidió a consignar simplemente los 5 Ó 6 artlculos que contiene el proyecto, enlos cuales se resuelven únicamente los puntos más importantes, dejando para después,resolver tranquilamente, con el tiempo, las dificultades que pudieran sobrevenir en elejercicio de esta atrihuci6n.»)60

La decisión de postergar para más adelante los «prolijos- detalles» -que en elcírculo de Roca esconde el propósito callado de ir (desplumando poco a pOCO» a laprovincia- dará origen a tensiones y conflictos durante un lustro. Acaso previéndo­los enseguida Rocha subraya el carácter de ley~contrato del proyecto que se discute-«~i esta ley fuese aceptada por la legislatura de Buenos Aires, a la que tiene que sersometida dc acuerdo con la constitución»- y sugiere la necesidad de encontrar nue~vos consensos en los períodos de gobierno que pronto se iniciarán tanto en la Nacióncomo eu la provincia. Sigue la mención de «los detalles» que se dejan por resolver--casi todos destinados a producir crisis políticas en el futuro inmediato-, comenzan~do por el establecimiento del régimen municipal en la nueva capital, garantía de lapervivencia de <<nuestras instituciones federativas». «Habríamos evitado de una ma~neraeficaz este peligro con una organización municipal libre, que entregara al pueblode la capital el gobierno propio». Sin duda se presentan en torno a este punto disiden~cias entre Rocha y Roca, y las palabras del miembro informante, aunque mesuradas,no dejan de indicar cuáles son sus preferencias. Roca impuso más tarde un sistemade organización municipal que sustrajo de la elección popular la designación del jefede gobierno, argumentando ante sus propios partidarios que era ese un camino for­%0110 para evitar que la ciudad quedase bajo control de Rocha. También permanecen

,pendientes la organización de la educación común bajo las mismas bases en que se. encuentra establecida en la provincia -sobre ello se espera una «preferente atención':.fOr parte ~el Congreso»- y la continuidad de la «vida propia» de la Universidad de,'8uenos Aires asegurando su autonomía mediante «un acuerdo entre la Nación y la.'~cia, a fin de constituirle un capital propio en fondos públicos [para] darle la.:Vida completamente independiente que necesita para su mayor desenvolvimiento»,

,'- ?tro aspecto que Rocha procura establecer es el carácter mismo de la federa~,},,:::ón, insistiendo en que nace del acuerdo y la concordia, del convencimiento de'0'>teauJ. sobre su necesidad y no, absolutamente, de un acto de violencia o imposiciónt· 9Iien.~ de la guerra. Responde así a la tendencia cuya cabeza visible es Pizarro," tadl I~ten.ta hacer de la capitalización un acto enteramente dependiente de la volun­.' eon:~l8l~t,lva del Co.ngres?, .s,ea.po~ vía de una i,ns6lita interpretación del arto 3° de laclerecbtuelOn; por.la LmpostClon ¡ndtrecta a traves de una Convención, o como simple;.: o de VictOria. Se trata de un principio que resultará fundamental en las futuras

loa textos que se citan del disCtlrso de Rocha en ACA, t. VI, primera parte, pp. 216-218.

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controversias. Muchos puntos quedan por definir, y cuando deba volverse sobre ellos,los derechos de la provincia serán sostenidos o negados en función del carácter qmlas partes atribuyan a los sucesos del '80. Los articulos establecidos en el proyectede ley que se discute, dice Rocha, buscan «ponemos a cubierto de los inconveniente,¡¡que se han manifestado de un lado y otro», y que el senador clasifica de modo elo.cuente como opiniones expresadas «unas en la forma de temor y otras en la forma dedeseo». ~(Los unos, querían que Buenos Aires fuese la capital de la República COI1llJ

el resultado de una lucha, de una guerra y de una derrota, considerándola como elgaje de la victoria; y no faltaba alguien que creyese que íbamos a resolver la cueSÜÓllcapital como se resuelven las cuestiones sobre el botín de las guerras)~. 61 Una impo.sición seria un error, pues de eIta no surgiría «una obra duradera»; por el cont~debe procederse «con esplritu sereno, sin tener en cuenta la guerra que se habla pro.ducidO)~. Negada la imposición, afirma el carácter contractual de la federalización¡de acuerdo con los preceptos constitucionales vigentes.62 A fin de resolver la cuestióJIprincipal sin ~(complicarla con cuestiones de otra naturaleza» -esto es, a fin de evitalque la provincia niegue la cesión por causa de ellas- se propone no una imposiciÓlde guerra sino un acuerdo fundado en el respeto a los derechos de todos:

...((al tomlU" la ciudad de Buenos Aires para capital de la República Solicit~acuerdo de la Legislatura, hemos procurado darle a la Provincia de Buenos Aireslas garantlas que necesita para conservar aquellos establecimientos en que tengai'ses; y en cambio de las ventajas que la Nación sacará toma sobre si el pago de la4externa de la Provincia, representada por las obras que van a quedar a beneficio de ..capital».63,

Sienta también su personal disidencia con la única modificación que u"""0<11ce la comisión especial respecto del proyecto remitido por el PE, que se refieresensible asunto de las instituciones financieras de la provincia. En el proyecto ­federalización de Buenos Aires que Avellaneda envfa al Congreso64 el art. 2"que todos los establecimientos y edificios públicos situados en el municipio qbajo jurisdicción de la Nación. El 3" dispone: ~~Exceptúanse el Banco de lacia, el Banco Hipotecario y el Monte~Pío, que permanecerán bajo la propiedady

61 En la cámara de Diputados Olmedo asoció guerra yfederalizacióo: «La historia nos:'~_::'~"'~1espada como los mares, como los ríos, lejos de servir para dividir los pueblos, sirve a comun·como un cinturón de acero que los liga, y que la guerra es el crisol en que se funden las .[...] al resplandor del fuego de las batallas de los puentes Alsina y Barracas, hemos visto alzarse soly majestuosa por sobre todas las preocupaciones, la imagen querida de la patria. imponiéndo8Cuna nectlsidad suprema a los espiritus y dejando oír en el fondo de nuestras conciencias la VOZ dll1que impone las nQcionalldades como condición de vida independiente». (ACA, t. VI, primera286; sub. en el original).61 ACA. l VI, primera parte, p. 217.'" Rocha hace notar que el aumento de los ingresos nacionales en concepto de impuestos será sla carga que toma sobre sL¡<Mensaje y proyecto de Avellaneda/B. Zooilla enACA. t. VI, primera parte, pp. 200-201.

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AOON!AS DIlL FEDERALli'lMO 55

dirección de la Provincia, sin alteración en su constitución actual.» La Comisión questUdia el proyecto en el Senado juzga inconveniente esa expresión, eliminándola.~'j~ll disposición queda redactada en esta forma: «El Banco de la Provincia, el Hipo­tecario y el Monte-Pio permanecerán bajo la dirección y propiedad de la Provincia,in alteración en los derechos que a esta correspondan.» Al fundar el despacho de la~oroisión,Rocha -miembro informante- se refiere a la redacción del PE afirmando~ela .

~~hubiera preterido a la que la Comisión propone. Manifesté a mis distinguidos com~pañeros que yo baria presente esta disidencia en que estamos por rozones que puedenser oportunas más adelante, pero que en este momento no las encuentro aparentes. [1]En el fondo no hay sin embargo una diterencia capital, porque todos convenimos eneste resultado final: El Banco de la Provincia, el Banco Hipotecario, el Monte de Piedadcontinúan como hasta ahora.».

'"",¡f~J!'Icho de la comisión especial en ACA, t. VI, primera parte, pp. 209-210.• 1. VI, primera parte, pp. 248-249.

Durante el debate en particular, Pizarro insiste en preguntar a Rocha: «¿elBanco queda sujeto a la Legislatura de la provincia o a la legislación exclusiva delCongreso? ¿Conserva sus privilegios?». Recibe esta respuesta: «El Banco queda enla misma situación actual [...] Sobre el Banco [...] nada se ha innovado.» En conse~cuencia Pizarra -que vota contra la ley de federalización por considerar inadecuadaslas formas que establece- se extiende sobre los inconvenientes constitucionales yeconómicos que esa situación supone.

«Cuando el Congreso, en virtud de las facultades que le están conferidas por laConstitución, trate de legislar sobre estas materias podrán oponérsele los inconvenientesde esta misma ley, que viene a reconocer cierta jurisdicción a laprovincia sobre sus ban­cos, sobre sus instituciones de crédito, según su constitución actual con sus privilegios,sin que pueda en tal caso, el Congreso proveer al establecimiento de un Banco Nacio~na}, a las modificaciones del mismo Banco de la Provincia dado que haya de continuarestablecido en la Capital [m] Yo estoy decididamente en contra de este Ilrticulo, Se quehoy no prevalecerán mis observaciones, pero quiero dejar huellas de estas opiniones enlas actas [...] lo que se trata de establecer aquí por medio de este artículo es reconocer yautorizar un convenio, que tal es esta ley, por el cual se acepte el ejercicio de lajurisdic­ción de la Provincia en el territorio de la Capital sobre las instituciones bancarias que laProvincia tiene al presente en la ciudad de Buenos Aires».6/i

~l igual que en su interpretación del articulo 30 de la Constitución de 1860,. o raZona a partir de un supuesto implícito: que las leyes del Congreso pueden~Ificar las reformas constitucionales de aquel afio. En este sentido su prédica es

187~labónque une los antecedentes que vienen acumulándose especialmente desde~n los actos de gobierno que impulsará Roca. Con ellos, sin mediar una nueva-esto constitucional, el texto vigente de 1860 pierde sus notas más características

es, los alcances del Pacto de Unión de 1859 en estas materias: «18» constitu-

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ción será en adelante cada vez más el texto de 1853. La respuesta que recibe Pizarroanticipa la forma principal que revestirá ese proceso: los fallos de la Corte Suprema.En efecto, contesta Benjamín Paz -también miembro de la comisión especial67- yexplica por qué ella propone suprimir en este artículo el término «exceptúase». ElPE coincide en su pensamiento con la comisión; no desea más que mantener la pro·piedad de los bancos y el Monte-Pío «con todos los derechos que le correspondensegún nuestras propias instituciones [...] desde que no se trata de crear un derecho[...] sino tan solo del reconocimiento de un derecho preexistente, declarándose quelo conserva la Provincia, se declara cuanto justa y constitucionalmente se puedeapetecer.) Paz recuerda, como era de esperarse, el art 104 de la Constitución y SUorigen histórico:

«La Provincia de Buenos Aires [...] se incorporó a la Nación bajo un pacto que leasegura el ejercicio de ciertos derechos, y la Constitución Nacional, en el artículo 104,dice que las provincias, no solo conservan el poder no delegado, sino también el queexpresamente se hubiese reservado por pactos especiales al tiempo de su incorporación.[1] El Congreso en virtud de sus facultades meramente legislativas, limitadas por su.carta de personería, no puede por sí alterar las facultades constitucionales de que debeGestar investidos los poderes nacionales o provinciales, y la Comisión, obedeciendo a eBIlteorla, y desde que no se babia de pedir a Buenos Aires la cesión de sus instituciOtlelde crédito, creyó que era conveniente dejar a estas en la miSma situación en que están;reconociendo simplemente el derecho existente.

¿Hasta dónde van las facultades de la Provincia de Buenos Aires respecto a esatinstituciones? pregunta el selior Senador por Santa Fe. Es precisamente la cuestión queno ha querido abordar la Comisióm).68

Tocará a la Corte Suprema, dice Paz, «encargada de pronunciarse sobre el pu'ticular, según nuestra Constitucióm), decidir si el Banco de la Provincia está O Delregido por el derecho común.

La estrecha relación que se establece entre el proceso de fijación de la capitildefinitiva y el desconocimiento del Pacto de Uni6n de 1859, que se hará evide~~los afios siguientes, pudo haberse manifestado mucho antes y bajo formas jurldiclleventualmente más apropiadas, a raíz de la ley sancionada conjuntamente con dfederalización de Buenos Aires. Ella dispone la reunión de una Convenci6n Co~tituyente en enero de 1881 si hasta el 30 de noviembre de 1880 la cesión no~aprobada por la Legislatura provincial. La misma comisión especial que se ocupa..1la federalizaci6n estudia en el Senado el proyecto de esta ley, expidiéndose en~caso con despacho dividido: todos sus miembros, excepto Rocha, coinciden en sc:ftllllar como materia de la reforma los articulas 3" y 104 en su segunda parte; el senadctportefio sólo admite el 3". Rocha puede así apoyar el proyecto basándose en UJiI

1

·"Se verá más abajo que tocó al mismo Paz, siendo miembrO de la Corte Suprema, faliar contra la~ción de la provincia en este asunto; infra pp. 351-352. 'j..ACA, t. VI. primera parte. pp. 250-251.

1

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AGONÍASDBLFEPERALISMO 57

ficción política: dar por cierto que se busca a través de la Convención solucionar la«cuestión capital» de otra forma que no sea apropiarse de la ciudad de Buenos Airescontra la voluntad de la provincia. Puede así considerar la refurma del arto 104 como«innecesaria, extraffa a esta cuestión y peligrosa».69 Por el contrario, Leguizamónsubraya esa decisión: la comisión «ha conservado en el proyecto el art 104 porquelo ha creido íntimamente ligado al art. 3" de la Constitución. [...] para federalizarsela ciudad de Buenos Aires [...] necesariamente tiene que incluirse ese artículo». Conla misma franqueza sefiala el carácter extorsivo de una convocatoria así planteada:(Si existe realmente [...] la voluntad decidida de ceder el municipio de la ciudad deBuenos Aires [...] quedará la Constitución como ha sido hasta aquí».70 Un senadorpor Buenos Aires no puede dejar de ver que esta propuesta involucra problemas yprincipios de máxima importancia pata su provincia. Es evidente que Rocha no juzgaoportuna la ocasión para abrir un debate al respecto. El artículo 104 en la parte quese quiere reformar había incorporado el Pacto de Unión convirtiéndolo en materiaconstitucional. En la medida en que ese pacto garantiza a la provincia su integridadterritorial es necesario, en efecto, que la Convención se ocupe de aquella reformapara poder restablecer el antiguo articulo 3" de 1853, o para conceder al Congresouna facultad incondicionada que le permita mediante una ley designar a la ciudadde Buenos Aires como capital permanente. Pero una reforma Constitucional queconsistiese en eliminar completamente esa segunda parte del articulo 104 haría caersimultáneamente todas las reservas ~no sólo la referida a la cuestión capital- conlas que Buenos Aires se incorporó a la Nación. La cuestión del Banco, por ejemplo,tendría alH su más sencilla solución. Los problemas que suscitaría la Convención,como se advierte, no son menores. La convocatoria para reformar el arto 104 implicacuestiones de principios que en el clima de 1880 dificilmente pueden salvarse paraBuenos Aires. Rocha bace al respecto una rápida y velada alusión, hija sin duda de latensión entre el deber de sentar posiciones y el temor de agriar el debate, refiriéndoseal origen de aquel artlculo:

«-la refonna [se dijo entonces] está hecha [por el Pacto de Unión]; no se le podráimponer nada a Buenos Aires; pero es necesario dllJ" a la Convención [de 1860] la fórMmula en que esta cláusula se establecerá y, entonces, la fórmula en que esta cláusula seestableció es el artfculo [104} de la Constitución tal cual hoy existe. [1] La Convención[de 1860] sólo fue a resolver sobre la forma, no sobre el fondo; sobre el fondo habfanresuelto ya los que establecieron el pacto de II de Noviembre))?l

Dicho en términos más transparentes: el articulo 104 no puede ser refOrmadoPor una Convención nacional constituyente. Él incorpora como materia constitucio­""fui un pacto. Ese pacto, condición de la incorporación de Buenos Aires a la Nación,, s .

UScnto por dos actores. No es susceptible de ser alterado sólo por la voluntad

·<CA"A. ' t. VI, primel'll parte, p. 266."-4.~. t. VI, primera parte, p. 268.

A, t. VI, primera parte, p. 234.

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58 JAVII!Il F. GAAclA 6ASALO

de una de las partes. Para escuchar el parecer del otro actor es necesaria la reuniónde una Convención provincial En este punto y desde su perspectiva, se comprendeque Roca sintiese la tentación de «sellar con sangre y fundir con el sable de una vezy para siempre la nacionalidad argentina». En otro plano subyace la faz teórica sobreel carácter del federalismo argentino. Para Leguizamón convocar una Convenciónconstituyente significa «apelar a la fuente originaria de la soberania popular para queresolviera la cuestióm~ capital.T.I Pizarro expone así sus convicciones en materia dederecho federal:

«Todo esto [m] es una paradoja, una quimera para los que creen que la existencia delas Provincias como entidades pollticas es anterior a la Nación, y hacen derivar de ellasla Nación unida; pero deja de serlo para los que consideran a las Provincias como merasdemarcaciones domésticas para el gobierno interior de la República, y piensan que laNación es anterior a ellas, y que las Provincias solo existen por la Constitución comodependencias suyas, con los limites que les designe el CongresO.»73

Pizarro es consciente de predicar un fe nueva, que tardará todavia en impo­nerse: «estamos educados en la vieja escuela que considera a las Provincias comoel elemento de que se forma la nación por un convenio o pacto de que derivan lasatribuciones del Gobierno General, en virtud del cual subsiste la nación misma~)?"

Esa «vieja escuela» es la que impide a sus colegas advertir la razonabilidad de suinterpretación del arto 3" del texto constitucional. Pero «la doctrina constitucÍonalistamoderna~) -que el senador ensefia a la cámara recurriendo a una larga lectura deTiffany~ funda el poder soberano del pueblo considerado como un todo o nación:«Fue el pueblo argentino quien se constituyó como nación, y no el pueblo de las pro­vincias quien hizo la nación. Es de la soberanía nacional que derivan las soberaniasde provincias, creadas por la nación misma, y no anteriores a ella. Fue la soberaníanacional quien instituyó las soberanías locales, y no fueron las soberanias localesquienes crearon la nación.»75

Tl. ACA, t. VI, primera parte, p. 253."ACA, L VI, primera pllIte, p. 194. Eco de las doctrinllll que cita, la voz de Pizarro reverbera en otroslegisladores. El fervor retórico induce al diputado MaUea a ir incluso más alié.: «¿De qué manera ella [lacapital fijada en Buenos Aires] desharla el sistema federal, es decir, es!1lS simples divisiones o seccionesadministrativllS que el pueblo soberano de la Nación ha querido dejar subsistentes pl1I8 manejllI sus inte­reses, y que puede cambillI cuando le plazca?» (ACÁ, 1. VI, primera parte, p. 284).1< ACA. L VI, primera parte, p. 194."ACÁ, t. VI, primera parte, p. 199. Un panegírico de época que atribuye a Plzarro el papel decisivo enla federaliZllción de Buenos Aires y a ésta un factor de estabilidad política, e!!!ablece «11lS principalescauSllS de nuestros sacudimientos politices [...] en este sistema de gobierno que se l!ama federaciÓn», yconcluye: «¿Seria la centralización un correctivo a esta enfermedad constitucional? Quién sabe!» (UnArgentino, Rasgos biográficos... , pp. 79-80). Como se advierte, no parece posible atribuir al Pizarro delos debates de 1880, las «convicciones federalistwI» que Bolll.na y Gallo advierten en un discurso suyo de1891 en el que, pllIadójicamente, echa mano de los llIgumentos que usan sus adversarios, Luis VélllZ enparticular, en el Congreso de Belgrll.Do. Su Carta sobre la muerte de lafederaclón argentina se refiere aun proCCllO cuyos orígenes contribuye muy conscientemente a cimentar. (eC. Bolll.na-Gallo. De la Repú­b/icaposlble..., pp. 56-62; 329-337; 352-354).

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AGOl'tlAsDELFEDBRALlSMO 59

En todo caso la amenaza de la Convención resulta eficaz. Juan Manuel Qrtiz deRozas, miembro de la comisión especial del Senado provincial que estudia el proyec­to de ley por el cual la Legislatura de Buenos Aires cede el municipio de la ciudad alos efectos del articulo 3° de la Constitución Nacional, dice el 23 de octubre de 1880,durante la discusión en particular:

«La Comisión [on] babrfa deseado consignar en este proyecto una serie de disposi­ciones relativas a las varias y complicadas cuestiones que nacen de la ley de capital [...]pero desistió, porque toda alteración o agregado que se hiciese ala ley del Congreso,baria indispensable [hacer] saber el asunto a ese cuerpo para que lo tomase en conside­mción, dando lugar, entretanto, a que el Poder Ejecutivo, en cumplimiento de otra leydel Congreso, se viese en la necesidad de convocar la Convención Nacional [...] lo que, ami juicio, pudiera ser de flltales consecuencias para la Repúblicll»).

y más adelante:

~(El articulo 30 de la ley resuelve indudablemente la cuestión más grave Ion] salvandoileso el derecoo de la Provincia y sin afectar en lo más mlnimo las prescripciones de laConstitución Nacional: el Banco de la Provincia, en su régimen interno y en sus relado­nes de derecho, como tercero, continúo en el territorio federalizado regido por las leyesvigentes de la provincia».76

Concluido el análisis de la totalidad del articulado de la ley nacional de federali­zación, Ortiz de Rozas pide furmalmente a los ministros del poder ejecutivo, presen­tes en el recinto, «se sirvan [Oo.} rectificar o ratificar la exposición que acabo de hacer,dejando así consignada en esta discusión la interpretación auténtica que esta ley llevaconsigo», Responde Mariano Demaria (padre), ministro de Hacienda: «debo mani­festar, a nombre del PE, que él da la misma exacta interpretación a la ley» y él mismo«está :facultado para manifestar al Senado que el PE de la Nación entiende la ley dela misma manera que la entiende el Gobierno de la Provincia; y por consiguiente,como la entiende también la Comisión de este Honorable cuerpo.)n En Diputados,respondiendo a dudas planteadas por Pascual Beracochea sobre el futuro de las insti­tuciones bancarias provinciales, Santiago Luro dice refiriéndose al arto 3°:

(~Qué significa esto: sin alteración de los derechos que a esta corresponden {sic]? ¿Esquitarle al Banco de la Provincia los privilegios que actualmente tiene? ¿Es quitarle laaplicación de una ley especial? ¿Podr:la quitársele nunca los privilegios que el pacto de11 de Noviembre le acordó? ¿PodrIa desmonetizarse su moneda? {...] creo que con estaley está perfectamente salvada la institución del Banco de la Provincia, lo mismo queestá salvado el Banco Hipotecario y el Monte de Piedad.)¡7J

14ACA, t. VI, primera parte, pp. 401-402. Una declaración semejante formuló sobre ladiree<:ión de ferro­carriles y telégrafos (p. 402).." ACA. t. VI, primera parte, p. 403.1.ACA, t. VI, primera parte, p. 590.

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60 JAVIER r. GARclA BASAlO

Como Beracochea insistiera en que el arto 3" de la ley nacional se refiere a losderechos de la provincia sobre el Banco pero no a sus privilegios, Luro muestra lainconsistencia del razonamiento señalando que es el arto 4" de la ley el que se refierea propiedades de la provincia. Más adelante Luro suscita el siguiente diálogo con laintención -poco acompaftada por la oposición- de establecer firmemente la interpre­tación de ley, al igual que en el Senado:

«Sr. Loro. [...] [¿] Entiende la Comisión, como yo he ex.plicado a la Cámara hace unrato, lo referente a los derechos del Banco de la Provincia, que importa conceder a esteBanco todos los privilegios que por leyes especiales y por el pacto del 11 de Noviembrede 1859 se reservaron al anexarse a la Nación?

Sr. Lársen del Castallo. Asilo entendemos y as! está establecido en la ley del Con­greso.

Sr. Alem. Como el Congreso es el que ha dictado la ley, él sabrá lo que ha hecho,pero no nosotros.

Sr. Lársen del Castallo. Pero como la leyes auténtica.Sr. Alem. El Congreso sabe lo que ha querido con esta ley, y no el seilor Diputado

niyo.Sr. Luro. Quiere decir que los miembros de la Comisión y la Cámara entienden que

una de las condiciones bajo las cuales se somete la cesi6n del Municipio, es reservándo·se el Banco de la Provincia todos los privilegios y todos los derechos que por la ley delpacto [sic] de 11 de Noviembre le estaban reservados?

Sr. Centeno. Si, seilor, todo es hipotético. [...]Sr. Alem. Es el Congreso el que la ha dictado [a la ley del 21 de septiembre], es el

PE Nacional el que la va a esplicar [sic: ¿explicar? ¿aplicar?] a la ciudad cedida; y seráen vano que digamos: el Banco tiene estos privilegios, o el Banco está sobre esta Legis­laci6n; y es en vano tamhién que andemos después haciendo pleitos [on] no se me ocultalo que va a suceder: tanto el Banco de la Provincia como la ciudad federalizada van a latumba de distinto modo.»19

Beracochea expresa el mismo temor: «cuando un Congreso empieza por decre·tar una Convención Nacional para quitar su ciudad a Buenos Aires... ¿quién nos diceque ese Congreso mafiana no irá hasta quitarnos los Bancos de la Provincia? ¿Hayalgo que nos garanta?).110

El 26 de noviembre concluye el trámite parlamentario provincial. Sólo el lunes 4de diciembre -dlas después dc vencido el plazo fijado por el Congreso para procedera la convocatoria de la Convención Nacional refurmadora- el gobernador interino deBuenos Aires, Juan José Romero, se dirige al PEN a través del ministerio del Interiorpara comunicar oficialmente la ley-contrato de cesiónB1 ; manifiesta también su dis-

19ACA, t. VI, primera parte, p. 600...ACA, t. VI, primera parte, p. 567.1I Reproduce el mensaje Ruiz Mareaa, Lafederalización..., pp. 162-164; la promulgación de la ley enRegistro Oficial de la Provlnda de Buenos Aires (en adelante RO), 1880, pp. 727-728. Es significativa laatribución hiatoriográfica de la federalización de Buenos Aires ala presidencia de Avellaneda, en base ala ley nacional deI21.IX.!S80.

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AGONiASDBLI'EDERALISMO 61

posición a iniciar cuanto antes los arreglos correspondientes al traspaso. El siguientelunes, al pie del texto de la ley provincial, Roca tira un decreto que ordena ejecutarlas disposiciones de la ley nacional respectiva. También mediante una proclama in­vita a celebrar con regocijos públicos y en los templos el día en que «empezarla aregir la Autoridad de la Nación en esta ciudad», para lo cual señala el 8 de diciembre,festividad de la Inmaculada Concepción.82

Concluye así el ciclo de la federalización en coincidencia cronológica con la proMclamación de Rocha como candidato a gobernador provincial -este acto tiene lugarel domingo 28 de noviembre en el Teatro Variedades- y con los inmediatos comiciospara nominar electores, celebrados en la provincia una semana más tarde, el domingo5 de diciembre. Cuando en febrero de 1881 el colegio electoral proclama la fórmulaRocha-González Chavez, el contexto es otro. Los antiguos vínculos con dirigentesdel interior han llevado a Rocha en el último bienio a apoyar una campaiia presidenM

cial por la que concluye, imprevÚ.tamente83, convirtiéndose en la figura portetla líder

de la cesión de la ciudad Capital. La aceptación de ese rollo ubica en el centro de unproceso de cualquier modo inevitable después de la aplastante conjunción de podermilitar y decisión poHtica que Roca revela. También 10 hace gobernador bonaerense.Más aún, desde los días iniciales de la nueva presidencia, al tiempo que se confir­ma el apoyo que recibe para acceder al mando provincial, ya se le sefiala sucesordel general tucumano y se auguran fricciones entre ambos. A la capital definitivadebe seguir -dirá el presidente un afio después de instalarse en Buenos Aires- <danacionalización de la República, que aún no está completada, faltándole todavía mu­chos retoques y pulimentos».84 Para Rocha, al contrario, la federalización de BuenosAires representa un último desprendimiento más allá del cual nada puede pedirse ala provincia. Más aún, esa entrega se verifica bajo las condiciones que la han hechoposible. Queda así delimitada la «marca fronteriza», escenario de los enfrentamien­tos en los siguientes afias: condiciones permanentes, para unos; «plumas») que aúndeben arrancarse al «dorado pavo real», para otros. En esos «asuntos accesorioS) pordilucidar radican en adelante las nuevas cuestiones disputadas. El choque será tantomás inevitable desde que Rocha se propone a un tiempo desplegar toda la potencia~

lidad de que es capaz el «primer Estado argentino» y asegurar con ello su acceso ala futura presidencia. Las piezas sobre las que espera montar el desarrollo provincial-articuladas en tomo a la <unagna idea;) de La Plata- son precisamente aquéllas quequiere apropiarse el gobierno nacional.

"cf. Ruiz MoreDO, Lafederalización.... pp. 62; 162-166."ReCQrdará Rucha en 11t1t6 que (<nadie soñaba [enl elltO que estáhlllllos en VISperlUl de perturbacionestan graves como llUl que convulsionaron al país» (DSSN, 1886, p. 571)."Roca u Juárez, 3.XH.l1t1t1, cit. en RA-IC. p. 260.

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4. El plan La Plata

La respuesta que una parte del autonomismo portefio reagrupado en torno ala figura de Rocha elabora para enfrentar el imprevisto problema de gobernar unaprovincia «viuda de su capital» -según la ironía de Roca&l- puede cifrarse en laexpresión «plan La PlatID).86 Su punto de partida es un diagnóstico fundado en dossupuestos: que la coyuntura es excepcionalmente favorable para el desarrollo eco­nómico del territorio bonaerense; y que la irrelevancia política espera a la provinciasi no logra reemplazar la antigua sede de sus autoridades con otra ciudad capital derango semejante: (Sin ella, la Capital de la República continuará en su antiguo rol,respecto de la provincia [m] La Provincia será una especie de colonia buena paraexplotar sus tierras [...] pero su verdadero centro dirigente estará en la ciudad de Bue­nos Aires)~. 87 De la articulación de los dos supuestos nace precisamente el plan: si elfomento del desarrollo económico se orienta esencialmente hacia un nuevo centro depoder provincial, éste podrá consolidarse, «independizando~) la campaiia bonaerensede su antigua capital. Los elementos fundamentales de la prosperidad económica quese busca no son objeto de disputa: al menos desde tiempos virreinales los arbitristasrepiten que «brazos~) y mejoras en el sistema de comunicaciones harán próspera laferacidad del territorio, y el transcurso del siglo ha aportado innovaciones técnicasy cambios sociales crecientemente favorables en ese sentido.ss Los primeros afi08'so se presentan excepcionalmente propicios: los mercados financieros de Europaatraviesan un momento de singular sensibilidad para las inversiones en la pampaargentina. El plan La Plata cuenta con ello en orden a la emisión de deuda pública,y también con las muy significativas disponibilidades liquidas que debe producir laentrega del municipio de Buenos Aires al Estado nacional. Súmase, además, la libe­ración de una parte importante del servicio de la deuda externa provincial anterior,transferida junto con las obras que le dieron origen, al gobierno central. Todo ello,según se cree, permitirá disponer de fuertes sumas a invertir en un corto plazo. El sa·neamiento de la cartera del Banco de la Provincia mediante la liquidación de las deu-

"La expresión cn carta a Ju4rez Celman, ap. RA-JC. p. 255.86 Tomo la expresión de De Paula (De Paula, La Ciudad de La Plata.... p. 9) pero emplc4ndola en unsentido lato, que incluye no sólo el proyecto uroanfslico, sino principalmente el plan de desarrollo inte­gral de la provincia en bll8e a la lU1iculación de polüicll8 pública8 cuyo éxito debla traducirse simbólicay IIllIlerialmente en el surgimiento de aquella nueva gran ciudad. La exposición que sigue en el textotraza un plIDorama sobre diversos asuntos que debenin considerarse con m4s detenimiento en las plU1essegunda y tercera."' Mensaje de Rocha a la Legislatura proponiendo la capitalización del municipio de la Ensenada, enDSCDBA, 1881, pA8!. El texto continúa: «como se comprende esto puedetraer complicaciones de todogénero [...] La masa de intereses que se creará en torno de este grllIl centro [la nueva capital provincial],serán nuevas fuerzas que dar4n consistencia a ls 80lución de la capital de la República».11 cí Osvaldo Barsky y Julio Djenderedjian, La expans/6n ganadera haata 1895, Buenos Aires, 2003,535 pp; Carmen Sesto, La wl1lguardia KU"adera banaere1lSe (1856-1900), Bueno:s Aires, 2005, 384 pp;Roy Hurll, Ltn terratenientes de lapampa argentina. Una historia soeial y palttiea. 1860-1945, BuenOllAires, 2002, 403 pp.

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AocMASDELJ!EDElWJSMO 63das que mantienen con él los gobiernos permitirá sostener tanto la moneda, medianteprudentes intervenciones directas o indirectas en el mercado del oro, como la políticade créditos de la institución, en parte reorientada a la producción agrícola a travésdel Banco Hipotecario, cuyo capital depende en buena medida de la habilitación querecibe de aquél. Gestión pública fundada en el estudio estadistico de la realidad; 80­porte cientifico a las tareas rurales; nuevas y más realistas iniciativas orientadas a lasubdivisión de la tierra; trabajos públicos que permitanponer en eficiente producciónamplios sectores del territorio afectados por cíclicos problemas climáticos; fumentode la inmigración; y mejoras en la seguridad de la eampafia y en su red caminera,formaD parte de las medidas orientadas al aprovechamiento de aquella coyuntura.Pero lo esencial del plan consiste en articular, bajo control provincial, una amplia redferroviaria con un sistema portuario estructurado esencialmente en tomo al que sejuzga ~según una larga tradición que la posteridad insistirá en confirmar- el mejorpuerto rioplatense: la Ensenada. Por esta razón ése será el municipio a capitalizar,para establecer allí la «gran ciudaID> sucedánea de Buenos Aires.

El plan La Plata implicaba una significativa toma de riesgo. Como en toda in­versión, las cosas podían resultar de un modo inesperado. Sin embargo, los cálculosdescansaban en bases razonables y en una coherente prospectiva de conjunto. Loscapitales tomados en préstamo se invertirían en obras reproductivas y los gastos deconstrucción de la nueva ciudad preveían como contrapartida ingresos genuinos. Espreciso subrayar este punto: los elementos del plan estaban destinados a retroalimen­tarse, de modo que el éxito económico de uno fundaba la prosperidad o la consisten­cia de otro. Si el fomento de las actividades agrícolas, incluida la expansión de la redferroviaria, conducía a la rentabilidad de ésta, el empleo de los puertos provincialesy el aumento de los ingresos fiscales a causa del incremento general de la riquezapennitirían atender los compromisos contraídos y recuperar los créditos otorgadospor los Bancos públicos. La alternativa era un colapso: «una crisis de fatales conse­cuencias en tiempo no lejano».89

Desde un primer momento, el plan -de hecho una completa vindicación de laderrota en la reciente guerra civil- será objetado por aquellos que lo creen inacep­table, precisamente, para los vencedores en esa lucha. Algunos vaticinios resultaronexactos -que Buenos Aires se defendería acelerando las obras de su propio puerto;que el gobierno nacional no honraría sus deudas con la provincia-, otras fueron ame­nazas más o menos tangibles -la nacionalización del Banco de la Provincia, la expro­Piación del Ferrocarril del Oeste, la federalización de toda la provincia o su divisiónen dos nuevos Estados, etc. En rigor, las respuestas nacionales al plan La Plata nopodlan ser anticipadas en sus detalles, pero en general resultó atinada la predicciónde una actitud sumamente hostil. Por otra parte, los planes ferroviarios bonaerenses,esenciales para el plan La Plata, otorgaban una centralidad decisiva a las lineas esta-

19DSCDBA, 1882, p. 152.

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tales, afectando así de un modo muy directo los intereses de la comunidad británicade inversores en el Río de la Plata. Esto vale no sólo en relación con la frustrada ex­propiación del Ferrocarril del Sud, sino al general deseo de ésa y otras empresas deaumentar la inversión directa en la pampa húmeda -incluso comprando las lineas delEstado-, para lo cnallas políticas activas de los gobiernos bonaerenses resultan unestorbo: con sus vias, la provincia ocupa espacios flsicos ambicionados por el sectorprivado y, además, funge como un molesto caso testigo en cuanto a la administracióny prestación de servicios. La estrecha relación entre estos círculos y los que comprandeuda pública argentina en Londres -que considerando los actores con capacidad dedecisión casi puede describirse como identidad- facilitará su influencia creciente enmedidas que afectarán al desarrollo del plan La Plata, en el que la conducción bonae­rense se verá forzada a introducir cambios esenciales. También deberá contemplarimpotente la injerencia del Estado nacional en el territorio provincial mediante laconcesión de obras ferroviarias y portuarias que arruinan su plan. Antes que todoesto sea abiertamente manifiesto, las primeras «cuestiones accesorias» postergadasen la sanción de la ley de fuderalización comenzarán a resolverse mediante acuerdosentre los gobiernos, alcanzados bajo fuertes presiones o veladas amenazas, sin que laprovincia recurra a la Justicia en defensa de sus derechos. Roca avanza porun tortuo­so camino que, de hecho, revierte progresivamente y nulifica el lugar constitucionalque Buenos Aires había adquirido en 1860. Para fines de 1886 el «verdadero centrodirigente» bonaerense, también en lo político, está en su antigua capitaL Pocos aftasmás tarde, cuando «económicamente exhausta» --conforme a una profecía de Ortizde Rozas-la provincia venda o liquide sus instituciones económicas, se buscará jus­tificar o explicar esas ruinas sefialando como causa aquel grandioso plan La Plata.

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III. RELECruRA POLÍTICA DE UN LUSTRO, 1881-1886.

«Falta saber si un gobernador de Buenos Aires [u.] podría abdicar y de­volver sus elementos económicos de poder al presidente, aunque lo de·seara [...) [P]odrla abdicar de su poder de gobernador para recuperarlo

como presidente, si un compromiso le asegurase esa catIJ!idatur&j pero laevolución es ardua y arriesgada, porque con el poder electoral abdicaría

de la seguridad de ser electo presidente, y el verdadero elector,como po-seedor de ese poder, vendrla a ser el presidente saliente...»

J. B. Alberdi (1879)

La crisis de los dos «partidos portefios», en desarrollo hacia mediados de ladé­cada anterior, acelerada en el autonomismo por el fallecimiento de AIsina y en amboscon la polftica de conciliación, la aparición del roquismo y la guerra civil, hizo posi­ble a comienzos de los 'so un amplio juego de ajuste de lealtades de «círculos) en elcontexto tradicional de relaciones cívicas contractuales y clientelares. En el unificadotablero político «porteño-bonaerense» -tal sigue siendo la base de acción de Rocha yel talón de Aquiles de Roca- el autonomismo de Buenos Aires, bajo la aparente co­munión en el seno del P. A. N .• se mantiene segmentado por liderazgos definidos diezaftas antes: Bernardo de Irigoyen, Leandro N. Alem. Arist6bulo Del Valle, CarlosPellegrini, Antonino Cambaceres, Rocha.! El primero integra ahora el gobierno deRoca. Alem, luego de sus célebres intervenciones en la Legislatura bonaerese de no­viembre de 1880 se aleja del ejercicio del poder público para operar desde otra esfera.En cuanto a Pellegrini y Cambaceres, su derrotero político los situaba a distancia deRocha. El primero, al que sus adversarios enrostran una militancia algo volátiF, dejael ministerio de Guerra de la presidencia de Avellaneda contrariado en su deseo deejercer el gobierno de Buenos Aires y rechaza de modo algo destemplado la vicego­bernación que se le ofrece a cambio. Prefiere la senadurfa, que desde mayo de 1881ejerce en reemplazo de Rocha hasta concluir su periodo (1881-1882). Su circulo másintimo 10 componen sus concuñados Luis Lagos García y Delfln Gallo (diputado~ional por Buenos Aires y vicepresidente de la cámara en 1882-1883). En la Le­gtslatura provincial representan al grupo el propio hermano de Carlos -ErneSto- yEzequiel Ramos Meda. El resentimiento y la hostilidad a Rocha -que muchos afiosdespués continúa alentando en las páginas póstumas de Ramos Mexía- da a este

¡<Idos ellos representados en la lisia para diputados nacionales que se impone sin rivales en los comi·PIt que convoca al efecto el interventor Bustillo. Alem declinó integrar esta lista pues deseaba partid­~~ la Legislatura provincial que diIlcutiese la cesión de la ciudad de Buenos Aires. Pellegrini, todavfaISte~tro, ~er~ luego senador. V. la bibliografia sobre los dirigentes autonomisUls en AdF.1Ieg¡:~ ~e dibUJa como un camaleón vestido de Arlequín; según su venal sátira ésta es la trayecioria de Pe·18&0Uu.: 18.13, mitrismo; 1874, autonomismo; 1877, conciliación; 1878, tejedorismo; 1879. sarmientismo;

, raqulSmo. (El Mosquito, 16.vII.1882, pp. 2-3).

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264 JAVIER F. GARclABASALO

jurisdicción provincial sobre el Banco, sino también su consecuencia: el surgimientode un poder demasiado fuerte para no ser opresivo.

2. Los «asignados» del Banco Nacional

Así, en julio de 1883 las lineas maestras de la situación monetaria y bancariarecuerdan el cuadro vigente diez afios antes. El Banco de la Provincia procura re­traerse buscando defender su encaje metálico, mientras el Banco Nacional expandesu emisión (v. gráfico 3), que ingresa al mercado por vía del crédito tanto públicocomo privado. Esa circulación se dirige en parte a las cajas bonaerenses donde deberecibirse a la par -teóricamente vale oro- a cambio de giros. La principal diferenciarespecto de lo ocurrido una década atrás es de grado y refuerza la nueva concienciade su debilidad que experimenta el Banco provincial. Los «problemas de trascenden­tal importancia» -recordará su Memoria- incluyen (~el violento tránsito del cursoforzoso a la conversión» y la cuestión esencial: «haber sido dueño exclusivo de lacirculación, único Banco de emisión, regulador de los cambios internacionales, ymodificar esta situación para que el [Banco] Nacional operase su rápido y grande de­sarrollo».:J6 Rápido y grande, sin duda, y también frágil. El antiguo reclamo del inte­rior -ferrocarriles y créditos de fumento para las industrias-, presente ya en tiemposde Urquiza y reiterado con. creciente insistencia durante la presidencias de Sarmientoy Avellaneda, quiere ser atendido por Roca a un ritmo y una escala mayor que enel pasado. Una red ferroviaria que los conecte con Buenos Aires -el «embudo~~quemás tarde será denunciado como ajeno al interés de ese mismo interior- y créditos«blandos» configuran, de hecho, una politica de redistribución regional de ingresos.El gobierno nacional, para cumplir con las acuerdos contractuales que lo llevaron alpoder y también por una íntima convicción que debe mucho a las prácticas políticasvigentes, quiere no sólo garantizar sino realizar por sí mimlo ambas tareas. Le espreciso, entonces, endeudarse de un modo u otro. Nicolás Calvo dice con ironía, perosin faltar a la verdad, que ha «oído en esta Cámara [de diputados] que los millonesse creamf7, aludiendo a la ligereza con que los representantes de la coalición vence­dora están dispuestos a seguir también en este terreno -el de las relaciones entre elpoder y las deudas de un Estado-- demasiado literalmente las ensefianzas de Alberdi.Cuando el producto de las emisiones de deuda pública !>e agota o no se obtiene pordificultades de mercado, el Banco Nacional, ahora convertido en tesorería nacional,lanza las nuevas emisiones autorizadas por la reforma de su carta, sin respaldo real,a cuenta de la futura colocación de nuevos títulos. El encaje exigido por la ley paraconcretar tales emisiones consiste en esos títulos que expresan un capital nominalen oro que debe aún realizarse. Al abrirse la conversión el producto del empréstito

JO Memoria del Banco de la Provincia. ., 1883, p. 11."DSCDN, 1881, p. 737.

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AGONíAS DEL l'EDERALlSMO 265

nacional de Ferrocarriles de 1881 está agotado, pero los trabajos deben continuar. Sepresentan, además, dificultades por una deficiente gestión en la compra de equipo en1881-1882, y por la imperfecta construcción de algunas obras, situación que sale a laluz en 1883.38 A pesar de todo, y aun sin contar con fondos genuinos, esos trabajos nose detienen. Simultáneamente, la venta de las nuevas acciones del Banco Nacionalfracasa El Congreso procede entonces, como paliativo, a declarar deuda externade la Nación los fondos emitidos para el pago de las nuevas acciones del gobierno,cuya compra por un sindicato francés se tramita de inmediato. La realización deesos fondos se estima indispensable para que el Banco Nacional pueda mantenerla conversión de sus billetes. Sin embargo, aun cuando su venta deba esperar hastamarzo de 1884, la emisión se triplica con exceso a lo largo de 1883. En rigor, desdeun comienzo la opinión antimetalista observa que para la institución se trata de unobjetivo insostenible: la única alternativa a la permanente contratación de nuevosempréstitos que permitan equilibrar la balanza de pagos -que más tarde o más tem~prano cesará- es la restricción del circulante, cuyo aumento, sin embargo, anuncia lareforma de la Carta orgánica del Banco Nacional:

«que el curso forzoso con papel inconvertible no es sino cuestión de tiempo parael Banco Nacional y el estado nonnal para la República Argentina, cualquiera puedeconvencerse si ref!eJl:iona que el equilibrio del balance comercial del dla es en su mayorparte ilusorio, a causa de las deudas fuertes al exterior, contraidas por la Nación, Pro­vincia y particulares; la exportación deberla aventajara la ímportación por lo menos condiez millones de pesos fuertes para realizar el equilibrio deseado.

El estado presente también del papel a la par y del cambio favorable, no es más queun estado pasajero, anormal, que durará hasta tanto que se consumen los depósitos deoro adquiridos por los últimos préstamos, los que saldan abora cada allo el déficit delpais; agotadas estas fuentes, si no se hacen otros empréstitos, la convertibilidad que im­plica un numerario exportable, queda convertida en una ilusión. [1] Por consiguiente, nose puede esperar juiciosamente que el Banco Nacional pueda sostener la convertibilidada lo largo, excepto el caso si limita fuertemente la emisiÓD».19

Apenas cuatro meses después de abierta la conversión se manifiestan temorespor la amenaza a la estabilidad que representan esas emisiones del Banco Nacional.Bajo el elocuente titulo «Cifras que deben asustan) un periódico analiza su balan­ce de octubre de 1883. El establecimiento «marcha a la de Dios que es grande» y«todo lo espera y para todo descansa en la confianza de que un decreto del GobiernoNacional autorizándole a no pagar, le salvará de una mala situaci6ID), El articulistarecuerda cómo esa misma politica emisora fue ensayada por el Banco en el pasado

"cf. 1. García Basalo, «La pllrticipación estadounidense en el negocio ferroviario de la provincia deBuenos Aires (1882~1887»>,en I Jormulas sobre Identidad Cultural y Po/ftica Exterior en la HistoriaArgentina y Americana, Buenos Aires, 2004 (CD-Rom), 17 pp; pp. 4-5. Ambas situaciones tuvieronamplia repercusión en el Congreso y en la prensa."Recorte periodístico s.d ap. AGN-DR 195, con la anotación "Nbre. 12182».

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266 JAYIllR F. DARCÍABASALO

[1873-76] ---{mna de estas bromas de mal tono le tuvo sumido en la miseria) [1876~

80]- Ysospecha la reiteración de aquellos episodios:

«Nosotros que tenemos miedo de las complicaciones que van a traer al mercado losabusos de ese Banco y de los daños, irreparables por mucho tiempo, que han de traer lasmedidas violentas que el Gobierno Nacional tendrá que adoptar para salvarlo de lamina,si se apodera de él alguna mala situación, tenemos pánico, cuando tomamos y reunimosestas cifras de lo que debe el Banco Nacional hoy: de lo que forma su pasivo.»«I

ÜRÁFICO 3. EMISIÓN DEL BANCO NACIONAL (EN MILLONES DE $N)

30 - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -;<6;8--

" ,,.,,

1881 1883 1884

Fle.; El Banco de la Nación.... f. 136. Datos al31.XIl (conversión a $n para los afios 111111-82),

Para entonces ese pasivo ~algo superior a los $n 28m.- se integra fundamental­mente con depósitos (casi $n 12,4m.) y emisión (casi $n 13,2m.). Para responder a esadeuda el Banco tiene «fondos públicos, que para tomar prestado sobre ellos, tiene queperder un millón de fuertes» y «su cartera, que responde a la ansiedad para entrarviolentamente sus billetes a la circulaci6m). Esta última censura critica un procederque el Banco ya habia seguido en la década anterior, cuando el deseo de ocupar ellespacio que el Banco provincial dejaba al contraer cautelosamente su emisión, le '.'~llevó a prestar a firmas poco confiables.41 Frente a este panorama, sin embargo, (e1JDirectorio sigue emitiendo, sigue contrayendo nueva deuda y pretende agregar otrosl26 millones de deuda en forma de billetes, es decir 650 millones más de pesos mone·da corriente».42 Una de las prácticas más constantes es la concesión de adelantos en

...La Pampa, «Cifras que deben asustar», 21.XI.1883, p. 1, C. 1.41 Refiriéndose a 1873 dice Prebisch que el «nuevo Banco Nacional [...] supo sacar partido de la restriceiÓDdel crédito del Banco de la Provincia, emitiendo billetes en abundancia y aumentando rápidamente elmonto de su Cartera» (Raúl Prebisch, «Anotaciones sobre nuestro medio circulante», en Obras l. 1919­1948, Buenos Aires, 1991, p. 123; v. lb. p. 128). Sobre la necesidad del Banco Nacional «de prestar SUdinero no a las mejores firmas sino a las que tal vez han desechado otros Bancos», CL Rato, Avellaneda...•p.41.41LaPampa,2I.XI.lIl1l3,p.l,c.1.

ij

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AGONlASDELFEDllRAUSMO 267

cuenta corriente que para fines de afio superaban los $n 15m, mientras los descuentosde letras superan los $n 16m.43

En los primeros meses de 1884 la opinión antimetalista puede pasar de la pro­fecía a la constatación de sus predicciones. Respondiendo a la prensa oficialista quecritica la cautelosa restricción de la circulación provincial como cálculo intencio­nado, El Nacional censura la polltica emisionista del Banco Nacional y setlala susconsecuencias. Cuando la circulación supera las necesidades del mercado, explica,se produce el alza de los precios y aparecen los negocios de agio que distraen lasfuerzas productivas. Los beneficios que éste genera junto a las facilidades del crédi~

to, promueven gastos improductivos, provocan i<el desequilibrio desfavorable en elcomercio internacional, y la salida de metálico». Definida esta conducta del mercado,explaya las razones de alarma: la circulación fiduciaria del país, que en los últimosaños aumentaba a un ritmo ya superior al crecimiento real de la economía, i<creció enel año anterior [1883] en cerca de un 50 por ciento», y en ese porcentaje debió crecer«para que no haya exceso en las emisiones bancarias [..•] en un solo año, la producciónnacional». Si esta demasía i<no se hace sentir aún en vasta escala, esto se explica porla gran masa de negocios irregulares o inconvenientes y los precios aleatorios que sehan provocado y que entretienen mucha moneda». Sin embargo (ihemos tenido ya latendencia de exportación de oro (...] evitada hasta ahora por las operaciones y gran­des recursos del Banco de la ProvincW). De modo tal que el aplauso a las medidasdel Banco provincial -que por entonces restringe su circulación y enfrenta aisladola venta de giros- es al mismo tiempo la censura del Banco Nacional; ambas institu­ciones llevan adelante politicas no sólo disímiles sino contrapuestas: «Es necesarioevitar a todo trance el exceso de emisión, causa bastante para las crisis comerciales ymonetarias, y continuar el camino de restricciones adoptado por el Banco de la Pro­vincia, que esperamos seguirá el Banco Nacional. [1] Muy bueno es el papel monedalimitado como antes teníamos, pero los asignados serán pésimos».44

En efecto, a comienzos de 1884 el Banco de la Provincia recibe una desusadademanda de giros. «Ese movimiento desconocido hasta ahora en este Banco, denotauna seria perturbación en nuestro orden financiero»; se explica por «la exageradaimportación, el aumento rápido de las obligaciones de nuestros gobiernos con el ex­tranjero y el temor que muchos tenlan de la insubsistencia del régimen metálico enque hemos entrado».45 En la sesión del 6 de febrero los ex ministros de Hacienda de

"cí sobre el particular las observaciones de Belisario Hueyo a Rncha en AGN-DR 195, Hueyo a ROCM.s/f, adjuntas a un recorte con el balance del Banco Nacional aI30.XI.1883."En enero de 1885 Andrés Lamllll compone un legajo de pequefias dimensiones con recortes periodiBti­cos sobre la crisis, cuyo rótulo esEl Banco de la Provinciay el Gobierno Nacional (en adelante BPGN).Con este titulo citamos estos papeles que se conservan en AGN-AL 79. Lllll citas transcriptllll publicadasen marzo de 1884 son reimpresas por ElNacional en enero siguiente atnlmyéndoias a «WIO de loo redac­tores», tal ve>: el propio Lamas; cf. BPGN. ff: 32v-33v.., Memoria del Banco..., 1883. p. 11.

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268 J¡\.VIEIl-P.OARC!ABi\.Si\.LO

la Nación y de la provincia exponen la amenazante situación que se enfrenta. Romero

pide <~que el Directorio tratara de limitar el descuento en vista de la situación por que

pasaba actualmente el Banco~) poniéndolo «en condición de responder a las eventua­

lidades del futuro». Hay que lamentar la parquedadcon que el acta resume la patética

exposición de Uriburu, quien da «algunas explicaciones relativas al estado actual de

este Establecimiento, e hizo presente las medidas que habia adoptado de acuerdo

con el Superior Gobierno de la Provincia en defensa de los intereses que le estaban

confiados [m] para contrarrestar los peligros que se puedan presentar.»46

Un mes después, las cruciales operaciones de cambio a través de las cuales el

Banco interviene en el mercado del oro producen la crisis interna del directorio.

Los miembros «po1íticos~) de la comisión de cambios -Antonio Carboni, Uriburu

y Hueyo- discrepan con Ernesto Tornquist -él y Roberto Heimendhal, el miembro

restante, son banqueros- quien se opone a esas intervenciones y pide «decididamen~

te) que baje su tipo. El 3 de marzo Tornquist denuncia que el presidente, violando el

reglamento, «había tomado cambios de lo que él no tenia conocimiento como miem­

bro de la ComisiÓn». Al justificar su actitud, Urihuru afirma que así debió hacerlo

pues «era voz pública que este Sefior había hecho fuertes operaciones de compra de

cambio en plaza». Romero defiende la incómoda situación en que queda su colega:

en el pasado había dado muestras de compatibilizar funciones públicas y negocios

privados, y «muchas pruebas de su rectitud y honorabilidad»). Ambos -Tornquist y

Romero- renuncian sus puestos en el directorio del Banco.47 Heimendhal se aparta

de la comisión de cambios, acaso buscando no le alcancen en el futuro las sospechas

que despierta su colega.48

A medida que transcurre el afio y aumentan las complicaciones, toda medida de

prudencia en el ámbito bonaerense es leída como deliberada hostilidad en el ámbito

nacional. Sin embargo, el Banco está lejos de poder llevar adelante las sugerencias

~ AMHBPBA, 001-1-23, f. 24; 001-1-24. A fines de febrero Rocha hace saber al ministro Plaza que

«desea que no se hostilicen los Bancos y que su;l.nimo es marchar de acuerdo con él en esas materias»;

Plaza afirma que «el asunto es urgente y reclama un pronto arreglo para evitar dificultades», quejándose

porque a pesar de lo anunciado por Llambl, «hasta este momento ese seflor [Uriburu]» no lo ha visitado

(AGN·DR 196, Llambf a Rocha, Belgnmo, 28.n.l884; Púna a Llambí, s/f).

41 La relación entre Tornquisl y Romero se mantiene hasta la muerte deL primero, en cuya inhumación

el segundo evoca los «cuarenta al10ll de amistaID> que hablan compartido. Junio a Manuel Ocampo y su

cufl.ado Rodolfo Heimendh31, proporcionan en 1890 los dineros necesarios para la revolución, cuya junta

diteclivaintegra al ex ministro. E1juicio que en 1894 emite Tornquist sobre el Banco provincial después

de su a1l<iamie:nto es categórico: ({desde 1882 estaba ya podrido, repodrido por la injerencia directa del

gobierno». En carta a Terry, Tomquist se muestra ahom enemigo de los Banco.s de Estado y llWlque aliom

el paliado de la institución bonaerense -{{si fUera posible, seria yo el primero en verlo restablecido»-cree

que «no pueden resucitar los muertos»: la moral de «un paí.s criollo» no se equipara con «la civilización

moderna y la corropción inherente» (Institución Tornquist, Ernesto Tornquist. 1842-1942, Buenos Ai­

res, [1942], p. 61 [Tornquist a Terry. Mar deL Plata, 24.11.1894]; en apéndice. pp. 143_146, el discurao de

Romero en el sepelio de Tornquist)."'cf. AMHBPBA, 001_1_23, f. 37.

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A.GON1As DEL Fi!DBRALISMO 269

que sus técnicos elaboran para fortalecer su posición en las nuevas circunstancias.As! se advierte, por ejemplo, en el memorándum que Enrique Nelson dirige a finesde julio a un flamante miembro del directorio: Dardo Rocha.'" Nelson analiza lasituación del Banco y propone ideas destinadas a rodearlo, dice, (~de las garantiasnecesarias para alejar los temores sobre el porvenir que, con motivo de la situaciónindefinida por que atraviesa, pueden fundarse~). Sincerar la cuenta capital, negociarlos fondos públicos e invertir su producto en titulas de Deuda Nacional Inglesa o si­milares, que ofrezcan seguridad y rápida dÜ.ponibilidad, aceptando esa disminuciónde la renta porque «(ha llegado el momento de reconstruir esta institución sobre basesmás sólidas e imposibilitar las asechanzas de los que la codician»; y, en fin. convertirel papel moneda provincial en billete bancario y mantener en circulación los Sf 10m.de la emisión de 1876, para lo cual sugiere la sanción (~de una ley que deje subsistentela facultad de emitir esos 10.000.000 o más, si se cree conveniente, haciendo uso dela facultad acordada en el arto 8° (sic: 7°] del pacto de Noviembre [de 1859]». Con es­tos arbitrios se alcanzará una emisión máxima superior a los $38m. con un respaldometálico cercano a los $n 30,3m. Los consejos de Nelson no llegan siquiera a debatir­se en el seno del directorio, y son ciertamente de dificil ejecución. Su memorándumtiene otro interés, en cuanto revela no sólo el carácter de las operaciones que el temorinspira a los funcionarios del establecimiento sino también que es precisamente esetemor el condicionante de las acciones bonaerenses.

3. Pródromos de enero: cese y reapertura de los giros sobre Europa

Dificultades de acceso al crédito internacional

Las finanzas del gobierno nacional, en cuya marcha tienen tan grande incidencialos créditos externos, tropieza con serias dificultades a lo largo de 1884. A la deudaacumulada por anteriores administraciones nacionales -aligerada con motivo de lafederalización de Buenos Aires, que transfiere recursos fiscales del ámbito provincialal nacional proporcionalmente superiores a la carga supuesta en la deuda externa has­ta entonces bonaerense, que cambia de jurisdicción~o-, el gobierno de Roca agrega yplanifica otras mucho más abultadas con distintos fines (v. el cuadro 2). La favorablesituación para las inversiones de ultramar que atraviesan los mercados financieroseuropeos en los primeros años de la década estimulan la actividad de numerosos pro­motores de empréstitos y negocios que asedian a la clase politica, despiertan en losmás incautos o interesados la sensación de invulnerabilidad -que la prensa roquistay el mismo presidente no deja de alentar con su propaganda politica- y la inclinación

.. AGN-DR 195. Enrique Ne/sOl' <1 Rnch<l. lO.VII.1884, memorándum sin titulo."Artículo 5" de la ley nacional de 21.IX.1880. Se trata de los empréstitos Bllring de 1870 YMurriela de1873. Sólo por ley delll.I.l882 el Congrew autoriza al PE a atender el servicio de esas deudas que Migenanualmente $f 1,06m. (RN, t. IX. p. 11, C. 1).

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270 JAVIHRF.GARCiABASALO

al gasto. Sin embargo no falta en algunas de las principales figuras dirigentes unaclara conciencia de lo frágil y coyuntural que hay en la situación. En 1881, cuandoel maratón de leyes destinadas a multiplicar los compromisos externos está aún ensus comienzos, Estanislao Zeballos advierte que el país vive «Una especie de deliriode grandezas, que no reposa, en verdad, sobre fundamentos sólidos» sino -de modocaracterístico- en (<una prosperidad que gozaremos en el porvenin>. El camino delrápido incremento de los compromisos externos conduce a (<una crisis que presientoy que se incubará rápidamente».~l

A mediados de 1883 -mientras se inicia la convertibilidad- el ministro Romeroprocura fortalecer la posición negociadora del país en la colocación de su deuda.Presenta un proyecto de ley que unifica las operaciones de crédito de 5% de interés y1% de amortización ya aprobadas por sanciones anteriores y otras nuevas destinadasa financiar más inversión en obras públicas y otros compromisos.~ El fracaso deesa iniciativa -una operación que involucra $n 8Om.- se suma decisivamente a lasrazones que explican su renuncia. Meses después -ocupa entonces la cartera de laPlaza- el Congreso despacha el proyecto rehusando la unificación. De los $n 8Om.previstos por Romero separa Sn 34m. correspondientes a los titulos de las Obras deSalubridad de la ciudad de Buenos Aires, puerto del Riachuelo y puerto de BuenosAires (puerto Madero), ya autorizados por otras leyes. Descarta, también, algunospartidas -la mb importante de ellas $n 5m. destinados a la provincia de BuenosAires como anticipo a cuenta de lo adeudado por los bienes transferidos a la Naciónjunto con su capital- y reduce otras. La nueva emisión de titulos -conocida comoEmpréstito de Obras Públicas- se hará por $n 30m.53

En consecuencia, hacia 1883-84 se intentan colocar en los mercados europeosfondos nacionales por más de $n 50m. valor nominal correspondientes a las emi.siones para el pago de acciones al Banco Nacional, Obras de Salubridad, Puerto delRiachuelo y Obras Públicas -la operación de $n 20m. para el futuro puerto Maderoqueda postergada. Los tomadores de títulos argentinos habían asimilado en 1881­1882 fondos públicos nacionales por un valor nominal superior a $16m. (para ferro­carriles, emitido en mayo de 1881; y Bonos de Tesorería, emitido en noviembre de1882), y títulos de la provincia de Buenos Aires por un valor nominal superior a $n20m. Sobre un mismo mercado cuya capacidad e interés tiene lfmites, atizando lacompetencia entre las distintas Casas, las administraciones nacional y bonaerense

"cf. DSCDN, 1881. p. 711. Achával Rodrlgue:/:, Calvo, Rojas, entre otros, reflejan en sus intervencionelluna clara conciencia sobre 10B límites de la coyuntura."IngreSÓ en el Senado el 31.VII.1883 (DSSN, 1883. p. 305)."El Senado vota en primera instancia $0 32m., reducidos en Diputados a $u 30, en pRrte por nuevas de­ducciones en los cálculos de gastos, y en parte por una estimación superior del precio al que se venderán1011 titulos (superior al 82%); cf. DSSN, 1883, pp. 778Bs (sesión deI6.X) y 1191-1192 (sesión del 23.X);D~CDN, 1883, t. 11, pp. 1242-1255 (sesión del 23.X). Los $n 5m. de anticipo R la provincia de BuenosAl~S se Votan como deuda interna.

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,

AGON1AsDIlLFEDER.ALISMO 271

buscan colocar sus deudas para obtener recursos que permitan realizar sus «obrasde gobiernQ)~ y sostener sus respectivos encajes bancarios. Cerca de ellos, un grupode agentes de negocios operan en Buenos Aires y en Europa, tejiendo los contactosque darán por resultado acuerdos con casas o sindicatos bancarios para concretar lasemisiones. Hayaquf unjuego de competencias cruzadas de dificil solución a nivel delos gobiernos, los agentes, los grupos o casas bancarias.

cuADRO 2. TíTULOS DE DEUDA EXTERNA NACIONAL.

EMISIONES AUTORIZADAS EN 1880-1884. SITUACIóN A DICIEMBRE DE 1884

Empréstito L<yConlrotode

Emisiónemisión

Ferrocarriles.2.rx.80 llL81 V.81

$fl2.60/0+10/.

2Exprop. y ampliación Riachuelo

28.x.81 VID.83 refundida$f4m.5%+I% en (8)

3Obras de Salubridad

14.1.82refimdida

$n8m.5%+I% en (8)

4Billetes de Tesorería. 3.1'1.81

JC82 XI.S2$n 4m. 60/0+20/. 5.IX.82

5Puerto de Buenos Aires

27.X.82 sin contrato ni emisión$n 20m. 60/0+1%

6Aumento capital Boo Nacional I2.x.82

vrn.83 m84$08,57.5%+1% 28.VI.83

Pago al Bco. de la Pcia. Bs. As.25.JX81

7 27.JX83$0. 17,6. ($0 16,53 + $0 1,07) 50/0+1%

18.X.83Incumplida por el PEN

8Unificación de (3) + (4)

20.VI.84 VIII.83Sn 12m. 5%+1%

9Obras Públicas

25.x.83 \(84$n 30m. 50/0+1%

10Sección Hipotecaria Bco. NI.

31.x.84 sin oontrato ni emisión$n 20m. 50/0+1%

11Boulevar de la capital

1884 sin contrato ni emisión$n 10m. fondos municipales

En cursjva las fechas autorizando emisiones internas, luego extemalizadas.Fte. Regístro Nacional; Memorias def Ministerio de Hacienda; Anuario Pillado

de la deuda pública...; AGOTE, Informe del presidente del crédito público...

Al recibirse de la cartera de Hacienda en mayo de 1881, Romero encuentra yaestablecido el vínculo entre el gobierno nacional y un sindicato de banqueros fran-

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272 JAVIEIl~. QAh.clA aASALO

ceses reunido en tomo a Caben D'Anvers54 , que se hizo cargo del empréstito de

ferrocarriles emitido en marzo de ese afio, luego de fracasar un intento de Roca

para convertir a Baring Bros. -la Casa londinense más influyente para los negocios

en el Rio de la Plata y todavia una de las principales del mundo financiero- en los

banqueros de la República Argentina. En 1879-80 Baring se babia negado a facilitar

adelantos sobre letras de tesoreria y luego a entregar fundos destinados a financiar la

guerra contra Buenos Aires, como reclamaba el ministro de Hacienda, Victorino de

la Plaza. Desde entonces, y al calor de una coyuntura favorable, los titulas nacionales

comienzan a llegar a Londres a través de casas que operan desde Francia, contando

en la capital británica con agentes encargados de la emisión.55 Esos servicios son

imprescindibles dadas las habituales maniobras con que mutuamente se hostilizaban

los emisores. As~ por ejemplo, «los del empréstito Nacional [de Ferrocarriles de

1881] tuvieron que dar participación en Londres a Murrieta y en ésta a Erlangery sus

aliados, habiendo ya anterionnente comprado el Conde Cabn d'Anvers todos los tí­

tulos Argentinos que Ibáfiez Vega tenia en caja, para evitar asi que Ibát'iez les hiciese

una mala jugada»).S6 También se entorpecen los lanzamientos de otras casas interpo·

mendo objeciones legales pata impedir la inscripción de los titulos en la Bolsa.57 A lo

largo de su gestión, Romero mantiene el vinculo con el grupo de Caben D'Anvers. En

1883 el ministro procura unifunnar el lanzamiento de dos emisiones: las referidas al

>4Regalsky identifica a este grupo con las siglas de uno de sus miembros (BPPB),la Banque de París et de

Pays Bas (Andrés M. Regalsky, Mercados, in"'ersores y élites. Las inversionesfrance.sas en la Argenti­

na. 1880-1914, [Caseros], 2002, 478 pp). Seguimos aqu{ el testílnonio de Ricardo Napp: «el Conde Calm

d'Anvers (...] fue y es el verdadero directO!' del grupo de banqueros que tomó el empréstito Nacional {de

Fenocam\es de 1881]» (AGN-OR 177, Ricarda Napp a José Gregario Lezarna, Parls, 10.VI.1881, f. 4).

Junto a la BPPB integJllll furmalmente el sindicato L. y R. CabenO'Anven y Ca. y Comptoir O'Escompte

de Pads, dando participación en sus negocios a otros banqueros. Son agentes en Buenos Aires Bemberg.

Helmendahl y ca. Rodolfo Heimendahl es por entarn:es miembro del directorio del Banco de la PrOV"incia

de Buenos Aires (1881-1887) Yantes director deL Banco Hipotecario (1875-1876) y Consejero Municipal

de Buenos Aires (1880).

>5 cf. Fel"Dl!, «The Baring Crisis...¡l, pp. 147-148 Y los trabajos de Andrés M. Regalsky, Las inversiones

extranjeras en la Argentina (186Q-1914), Buenos Aires, CEAL, 1986, 130 pp, p. 78-83; YMercados. in­

...ersoresy élite.s..., pp. 189-192. Ferns cita palabras de Bouwer a Baring según las cuales Roca. desea que

ellos sean «the banlren oíthe Argentine Republic». Un eco de este propósito se escucha en el Congreso.

AIll se sostiene que la Argentina debe encontrar en Baring aquello que sus enemigos, Chile y el Brasil,

tienen en la banca Rothschild. En la guerra civil de 1880, la casa Baring habla apostado al triunfo de

Te.iedoc, y sus pJÍmeros tratos con el gobierno del general vencedor no fueron cordiales (cí Gallo, «La

consolidación del Estado...», p. 512; Regaisky, Las in...erslones extranjeras..., pp. 78ss).

'"AGN-DR 177, RicardoNapp aJosé Gregario Lezama, París, 10.VI.1881, f. 7. Lahostilidad que se teme

es tal que para facilitar la emisión en Londres el sindicato francés propone al gobierno que en los títulos

sólo figure el nombre de Murrieta (cí. Regalsky, Las inversiones extra,geras..., p. 82). Con lbánez Vega

de París el gobierno naciona1rea1iza operaciones en 1880. Más detalles sobre las prácticas del mercado

de Londres i»fra pp. 450-451; 526-527.

"Asi, p. e., el FC Argentino del Este en 1881 aduce retrasos en el pago de su cuenta de garantlas enocs­

sión del empréstito de FFCC Nacionales y del empréstito Baringpara la pro...incia; la casa Baring objeta

elempréstito de Morton Rose para el FC del Oeste en 1882 en base a clAusulas de empréstitos bODaeren·

ses que han pasado a ser deuda nacional en ...irtud de la ley de federaliza.ción; etc.

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AGONlAS DEL FBDERAUSMO 273

puerto del Riachuelo y a las Obras de Salubridad. EI30 de julio se ordena al ministroargentino en París la firma del bono general de ambas operaciones.58 Los banqueros,que a principios de ese mes contratan la emisión de los fondos entregados al BancoNacionalS9 en pago de las nuevas acciones del gobierno nacional, se proponen lanzaral mercado las tres operaciones conjuntamente. Tropiezan entonces con la hostilidaddel mercado de Londres: @e tocaron ciertas dificultades originadas por los banque·ros que habían negociado con el gobierno de la Provincia de Buenos Aires, en el afio1881, un empréstito para la continuación de las Obras del Riachuelo».60 Cuando ~dos

abogados del Stock Exchange declararon que no sería posible» la emisión en razón de(das diferencias establecidas por ciertos artículos de las leyes» el gobierno manifiestaen un acuerdo geneml de ministros cómo deben interpretarse los puntos cuestiona­dos, pero resulta inútil, según explica el ministro Plaza: «el modo de entender lasleyes en Inglaterra es muy estricto».61 En consecuencia, debe el gobierno esperar laoportunidad en que el Congreso pueda modificar las leyes en cuestión. Entretanto, laoperación del Banco Nacional sigue adelante. El sindicato francés evita otros sobre­saltos en Londres: «después de haber pasado por dos o tres manos»61, la emisión eslanzada en marzo de 1884 -«con sorpresa de todos», informa a Rocha el agente de laprovincia en Londres que lo mantiene al tanto de la situación en aquella plaza- porintermedio de Baring Bros. Un rumor afirma que la Casa recibe «la seguridad de queningún otro negocio Nacional podrá. ser presentado en el mercado durante todo elcorriente afiO»63. Baring lanza la emisión al 84,5%, y el público se suscribe por ochoveces. EI30 de abril siguiente, el sindicato francés hace uso de la opción que le da elcontrato celebrado con el Banco Nacional para pagar al contado con 6% de descuentoanual sobre los plazos que deben cumplirse a lo largo de doce trimestres, con lo cualla operación cae muy por debajo del 800/0.64 A pesar de las fuertes críticas que se

'8 RN, 1882-1884. pp. 418 c. 2_419 d. Por errore1 decreto se refiere a Sf8m. para obras de salubrificacIDn(y no Sn 8m.).'?cf. supra pp. 249-251.'" Memoria del Departamento de Hacienda correspondiente al afio 1883presentada al Honorable 0:m­greso Nacional en 1884, [fecbada en octubre de 1884], tomo 1, Buenos Aires, 1884; 125 pp; pp. 70-71; lafirma que objeta la emisión de las titulas del Riacbuelo es Stern Bros. pues bajo la mismagarantiahablaemitido en 1881 títulos de la provincia; lo hace una vez fracasadas sus gestiones para ocuparse de esoslanzamientos (eL Regalsky, Mercados, i!lllersore;r y él/tes..., p. 196). Según el mensaje del PEN al Con­greso deben además uniformarse otras condiciones de la emisión para realizarlas conjuntamente."' DSCDN, 1884, t. 1, p. 221; explicaciones coincidentes en el Mensaje del PEN del20.v.l884, pp. 103­lOS,'lDSCDN, 1884. 1. 1, p. 220."AGN-DR 194, Gabriel Martínez a Rocha, Londres, 27.III.1884~ Martlnez remite el prospecto de laOperar_Ión lanl3da al 84% %. Sobre el rumor que afirma la seguridad obtenidapor Baring en relación conotros empréstitos nacionales, agrega: «con eso o sin eso, quedan siempre subsistentes las inconvenientesque anuncié a Vd. haber sobrevenido para los negocios del Riachuelo y Salubridad» (se refiere a los yasellalados en el texto)... Según la Memoria de Hacienda de 1884 el30,lV la emisión es comprada en Parls al tipo 85%, en lo quellama la mejor operación de titulas argentinos de 5% de interés. Para el Bam;:o Nacional no resulta tan

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274 JAV1ERF,GARCiABASAW

hacen sobre el uso de esta opción6S las autoridades del Banco Nacional la reciben sin

duda con agrado, pues permite frenar por algunas semanas la demanda de oro que

genera su creciente circulante.

Entretanto, el gobierno nacional sigue sin obtener oro por las emisiones que

ha sancionado. Para conseguirlo, unos dlas después que Baring lanza con éxito los

títulos del Banco NacionaL Plaza negocia con la casa Mallmann y Ca. la venta del

empréstito de Obras Públicas de $n 30m. El gobierno presta su aprobación en Acuer­

do General de Ministros ell? de abril de 1884, un dia después que Mallmann con­

firma que junto a la Societé Générale de Parfs participará en el sindicato tomador la

casa J. S. Morgan y Ca. de Londres.66 Por otra parte, aceptando las indicaciones del

sindicato tomador, el ministro Plaza impulsa una nueva ley de unificación de los em­

préstitos del Riachuelo y Obras de salubridad que salve las dificultades presentadas

para su inscripción en la Bolsa de Londres. A pesar de las criticas de la oposición

-«esta refundición es hecha en ventaja y provecho exclusivo de los banqueros», (que

quieren tomar el empréstito solo para ganarse la comisión y entregarlo en seguida a

los capitalistas ingleses, para que ellos lo lancen a la bolsa de Londres»-la ley queda

promulgada el 20 de junio,67

Sea porque fuese veraz el rumor recogido por Mart[nez sobre la promesa reci­

bida por Baring Bros. respecto a DO emitir más titulos nacionales en el mercado de

exitosa la colocación como hace presumir el ministro; el producto liquido de los títulos por $n 8.571.000

es, según la misma Memoria, de f. 1.340.203,198. 85% era el precio estipulado a pllJZOs. Practicando las

conversiones resulta que lo obtenido ($0 8.571.000 ó f. 1.714.200) equivale al 78,18% ($n 6.701.015 ó !

1.34o.203} Es un recurso «publicitario» para poco advertidos disimular el precio que paga un sindicato

anunciando un porcentaje al que en rigor deben deducirse comisiones, gastos o descuentos. En febrero

de 1885 escribe Francisco Ortiz, ministro de relaciones exteriores, a Roca: «el empréstito de la Provincia

[de Buenos Aires] de 5% se ha lanzado al 91. Mal parado queda el nuestro» (AGN·JR 43, 10.II.1885).

65 DSCDN, 1884, t. 1, pp. 210; 223. El ministro Plaza no intenta defender el resultado obtenido por el Bao-­

co Nacional al negocillr los fondos -el PE «(D.O los conoce, ni son de su incumbencia»; resalta, en cambio,

lo que juzga «condiciones ventajosas» de la emisión hecha por Bariog, prueba del prestigio del crédito

argentino (loc. cit., pp. 220-221).

6Ii RN, 1882-1884, pp. 734 c.1-735 d. Los banqueros toman al firme un tercio del total a emitir ($n 10m.)

al84%, menos 2,5% en concepto de comilJión, reservándose optarpor el resto, en cuartas partes y al mis­

moprecio, durante los siguientes 10 meses. Vencido ese plazo, si el gobierno decide hacer por su cuenta

la emisión de los $n 2011L restantes, el valor que exceda al 84% lo dividirá por mitades con el sindicato.

Elpago se efectuara en giros a 90 dlas vistll, distribuidos en diez cuotas mensuales a partir de la firma del

bono general. El bono general se firma a principios dejulio (cf. La Nación, 5.YII, p. 1, c. 8).

~ cf. DSCDN, 1884, 1. 1, pp. 103-105 (sesión de121.V.t884, entrada del mensaje yproyecto); pp. 208-211 Y

219·227 (sesiónde16.VI); DSSN, 1884, pp. 76-78 (sesión deI17.VI); RN, 1882-1884, p. 363. Al firmarse el

Bono general de la nueva operación el ministro argentino en París, Mariano Baicarce, omite un articulo

presente en los antecedentes, que fija en seis meses el plazo durante el cual el sindicato puede emitir por

cuenta del gobierno los dos tercios del empréstitu no tomados al firme. En esa operación tendrá derecho

al 50"10 del precio que supere el 82%. Como se verá. luego, esta omisión trajo complicaciones en 1885 y

sin duda contribuye a explicar la conducta de los banqueros (cf. DSCDN, 1885, t. 11, p. 149). Regalsky

anota que &1can:e es incluido en el sindicato de garantla de esta operación (Mercados, inversores y

élltes... pp. 143-146).

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A.GoNÍAs DELFEDEIlA.USMO 275

Londres durante ese afto; o porque este rumor reflejara el propósito de la Casa deimpedir que esas emisiones tengan lugar, lo cierto es que, conforme a las explica­ciones que darán los miembros del PEN al Congreso, el grupo de Caben D'Anversprefiere no arriesgar, y conserva en su poder los títulos que ha suscrito al firme parano exponerse a un revés. Al contrario, la Casa J. S. Morgan en septiembre sigue ade­lante con el lanzamiento de los $n 10m., que resulta un. fracaso. Según la elocuenteexpresión que emplea un informante de Rocha «se ba dado el golpe al Sindicatofrancés» y debe esperarse que «pasará el ailo sin que sea posible intentar operaciónalguna Nacional».6lI Desde fines de junio, al menos, se habla de dudas en el mercadode Londres sobre el crédito argentino69, rumor que parece no despejarse hasta el afiosiguiente, cuando la negociación Pellegrini integra a los Baring junto a los sindica­tos de Caben D'Anvers y Morgan en la negociación global de los Sn 42m. ($u 30mde Obras Públicas y $n 12m, suma de $n 4m. del Riachuelo y $n 8m. de Obras deSalubridad) que ahora fracasa. En efecto, a la rivalidad entre esos grupos súmase laCasa Baring, que ve amenazada su posición en un mercado que considera suyo. Asílo explicará Pellegrini en 1885:

«se encontraron en los mercados europeos dos sindicatos distintos, hasta cierto pun­to rivales, que tenlan cada uno un empréstito argentino. [oo.] Era evidente que [...] paraobtener el favor del público, iban a hostilizarse; y asl fue [...] desgraciadamente babia,además de esos dos sindicatos, una tercera entidad cuya importancia por si es de primerorden, y tratándose de cuestiones argentinas, decisiva: me refiero a la casa de los sellaresBaring Brothers. [...] La casa de los sellares Baring [...] si bien no era hostil a las opera­ciones que querla realizar la República, tenía, sin embargo, motivos de resentimiento,pues reputaba que habiendo sido ella la que primero habia apoyado nuestro crédito,cuando esta República no tenia la importancia que hoy tiene, a laque había acompa1ladoy servido en muchas circunstancias diflciles, habla una especie de inconsecuencia, porparte del gobierno argentino, en haber ido a tomar, para la realización de las operacio­nes, otras casas y otros banqueros. [oO.] Y si bien es cierto que no hacia acto alguno-queno lo hará jamás- que importara hostilidad hacia nosotros, bastaba su indirerencia, sualejamiento, para producir en el mercado un efecto perjudicial para nuestras finanzas.

Este conjunto de dificultades, apreciado con exactitud por el primer sindicato, lesindujo ano ofrecer a suscripción el empréstito, ni aun la parte que habla tomado al firme.[/] Pero no sucedió lo mismo con el segundo sindicato, dirigido por la casa de los sedaresMargan. [/] Esa gran casa inglesa, que es sin duda de primera importancia, confió dema·siado en su poder [...] creyó que a pesar de la situación creada tenía elementos bastantes

'" AGN·DR 194, nota sin fe~ha con rúbri~a ilegible adjunta a la ~OITesponden~ia de Martinez."~f. El Nacional. 20 (p. 1, ~. 4) Y21.VI.1884 (p. 1, c. S); las dudas sobre la posibilidad de lanZIII el em­préstito de Sn 30m. surgen en coincidencia con la promulgación de la ley que concede la refundición deemisiones que pide el sindicato francés. El 26.VI Ch. Sandford comunica a Ro~ha novedades telegráficasde la noche anterior: (,avisándome que la crisiJ¡ en Argentina habría acentuado, parece que hay caullll5locales alll, pero al mismo tilmlpo hay gran desconfianza en la marcha de acá del gobierno nacional»(AGN_DR 194). ~f. «Revista menaua!>" La Nacion. 22.VI.

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276 JA-VlEIlF.GJ,IlC!A-¡¡¡,SM.O

para colocar el empréstito argentino [...] la suscripción dio por resultado un fracaso [oo.]esto importaba un verdadero golpe para la realización de nuestros empréstitos.»10

Más no podía decir un agente financiero encargado de reanudar la amistad conBaring Sros. Toda operación de fondos nacionales quedó desprestigiada y amenaza­da por la cantidad de títulos que pueden ofrecerse en daflo reciproco. En Buenos Ai­res, sin embargo, siguen votándose leyes de emisión de fondos públicos negociablesen Europa ahora para la creación de una sección hipotecaria en el Banco Nacional.Por cierto, mientras la Nación enfrenta dificultades para colocar sus títulos, se emi­ten en dos tramos -octubre de 1883 y abril de 1884 -los $f 11m. de la provincia deBuenos Aires para el Puerto de la Ensenada.'! Más aun, en los mismos meses en queLondres parece haber agotado sus posibilidades de tomar deuda argentina no faltanen la correspondencia de Rocha -ya no gobernador pero si jefe de partido, directordel Banco de la Provincia, Senador nacional por Buenos Aires y todavía el más firmecandidato a suceder a Roca- ofertas de préstamos para la provinciaP Varios motivosexplican este acceso bonaerense al crédito que contnbuye a despertar en el ámbitonacional sentimientos poco amables y sistemáticas sospechas de confubulaciones.En primer lugar, el Estado provincial sigue emitiendo títulos de renta mayor (6%).Además, los papeles bonaerenses todavía mantienen esa tradición de superioridadante los nacionales, que décadas atrás provocara la indignación de Alberdi. En re­lación con esto, se advierte una tercera y decisiva razón: la comunidad de interesesbritánicos en el Rio de la Plata, cuyos vinculos con la banca y el mundo de la políticay los negocios del Reino están lejos de ser nuevos, juega, por una singular relación decolaboración y hostilidad que será preciso considerar?), un rol decisivo a la hora deallanar el terreno para las gestiones provinciales en la City. ¿Usó la provincia de surea! o imaginaria influencia para perjudicar esas operaciones financieras cuyo éxitosuponía postergar una vez más el cumplimiento de la ley nacional del 18 de octubrede 1883 que permitiría al Banco bonaerense colocar en ese mismo mercado fundospor $n 17m? (era condición de los prestamistas que el gobierno nacional renunciasetemporalmente a lanzar nuevas emisiones). Paul Groussac --entonces una pluma alservicio de Pellegrini en el diario que él mismo define como creado para hostilizar

111 DSCDN, 1885. t. 11, pp. 667-668. Debe anotarse aquí la adVtlrtencia de Ferns, quien sefl.ala que en losarchivos Baring no se conservan evidencias que involucren a la Casa en el fracaso de la emisión delpuerto del Riachuelo -observación que cabe suponer es extensiva al más relevante asunto del empréstitoMorgan (cf. «The Baring Crisis Revisted», p. 249). El relato de Pellegrini puede armonizarse con la au­sencia detectada en aquellos papeles librados a la consulta pública. De becho Feros sefl.ala más adelanteque tampoco halló en ese repositorio documentos sobre un asunto mucho más directamente referido a laevolución de Baring (p. 264).11 Sobre IIlS operaciones financieras de la provincia v. la tercera parte; éste empréstito esp. ¡n/ro pp. 526­527. Stern Bros., la casa que bloquea el lanzamiento del gobierno nacional, participa en la operación dela Ensenada con el 25% del empréstito.nc( por eje~loAGN-DR 194, Gabriel Martina a Rocha, Londres, 22.IX.l884 y la pugtla por financiarla expansión de la red ferroviaria provincial en Garcta BlllIalo, «La participación estadounidense...», cit."'cf. ¡nfra en esp. pp. 451-455 Y558-559.

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AooNiAs DELFEDEllALiSMO 277

a Rocha-, todavía treinta y cinco afios después de ocurridos los sucesos que no sinconfusiones evoca con la parcialidad que le es característica, mantiene una convic­ción seguramente abrigada en la tertulia de la redacción de SudAmérica: el escepti­cismo que afecta «nuestro crédito» es «en parte atribuible a una propaganda nocivacuyo origen no era europeo».74

Jugando elporvenir del Banco de la Provincia

A medida que el afio transcurre, la situación del gobierno nacional, que conti­núa gastando, y del Banco Nacional, que continúa emitiendo, empeora -la ~(deuda

en favor del Banco Nacional procede del uso del crédito para atender el pago delas obras públicas, mientras llega la oportunidad de colocar los empréstitos», diráRoca?S La trama de los sucesos de aquel crítico afta generalmente se resume en basea la memoria correspondiente del Banco Nacional?6 Según ese relato -una versiónmás detallada de lo expuesto por el mismo Banco al solicitar el curso forzoso de susbilleteS en enero de 1885-, desde principios de 1884 el establecimiento se ve «acosa­do con el pedido de cambios sobre el exteriof) y trata de satisfacerlos. A dificultar susituación y luego a aliviarla contribuye el hecho de «que recién el 30 de Abril últimolos banqueros de París declararon que tomaban» los fondos de la emisión nacionaldestinada a aumentar su capital. Tampoco cesa la demanda cuando el mercado ab­sorbe esos recursos. En junio la posición del Nacional empeora, pues el Banco dela Provincia «cerró su oficina de giros». En el mes de agosto el estrangulamiento esya una «corrida» sobre la cual Pacheco no da mayores precisiones. Refiere que «elGobierno Nacional [h'] invitó al Gobernador de esa Provincia [de Buenos Aires] areabrir esa oficina [de giros]», y alude a los «acuerdos con el Banco de la Provincia,con intervención de V. E. [el ministro de Hacienda], a fin de dar uniformidad a los

140roussac, Los que pasaban, cit., p. 241. La prensa rochista se hará eco de columnllll que La Naciónreproduce tomándolas de la prensa inglesa; la roquista interpreta como antipatriótica una censura que,por hostilidad al presidente, perjudica al país. La campaBa es liderada por el periódico londinense Truth.Faustino M. Lexica, luego de indagar en la cuestión, satisface así la curiosidad de Dardo Rocha; «Hoypuedo darle informes. El "Trulh" es propiedad de un tal LaiJouchere, miembro del Parlamento, no sesi por Northampton o por Liverpool. Es un liberal, gran sostenedor de Gladstone. [IJ Este individuo esel antiguo propietario del "World" que vendió para adquirir el Truth. El artículo, no hay duda que es élquien lo ha hecho [...] Estos son informes recogidos de fuente que repulo buena. (AON_DR 194, FaustinoM Laica a Rocha, Buenos Aires, 19.VII.1884). De hecho, y sin perjuicio de to sellalado sobre oft1rtllll decrédito, en junio también los negocios bonaerenses sufren ellmpacto de esa prédica (cf. AGN-DR 194,Sandford a Rocha, 26.VI.l884)."Mensaje del ministro Roca al Congreso, 6.VIII.l885, en DSCDN, 1885, t. r. p. 388.7ti d. p. e. Cortés Conde, Dinero.... pp. 162-63, 171-72; Martf, «La Argentina...», pp. 532. La Memoriadel Departamento de Hacienda correspondiente 01 ailo de 1884 presentatÚl al Honorable CongresoNacional en J885, tomo 1, Buenos Aites, 1885, fechada a mediados de 1885, es redactada por Pacheco,presidente del Banco Nacional durante la crisis. Incluye la memoria del Banco Nacional: «Sección 111.Memorias diversas. Allo 1884. Parte 11. Memoria del Banco Nacional».

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medios empleados para combatir el agio). Como resultado del acuerdo. desde el messiguiente y hasta fin de afio el Banco Nacional contrata una larga serie de créditosen descubierto con Bancos europeos -la mayor parte de ellos gestionados por elex director provincial Ernesto Tomquist17- para atender los pedidos de giros sobreEuropa. Pero la demanda de oro, «por cualquier causa que sea), continúa, acentuán­dose los pedidos -1: 1,5m.- para «(el paquete del 8 del corriente» [enero de 1885],78Un dia después se declara el curso forzoso. Este relato omite precisiones que alterandrásticamente el escenario descripto. Falta una «versión oficial» del Banco de laProvincia79 que dé cuenta de las raras circunstancias que enfrentó el establecimientobonaerense en esos meses que pesarán decisivamente en su futuro. Cuando comen~

zaron las dificultades a comienzos de afio,

(el Banco de la Provincia satisfizo por si solo todas las necesidades de metálico,dando los giros que se le pedían, salvando por ese medio al Banco Nacional de las exi­gencias de conversión [...] haciendo posibles los empréstitos nacionales que se solicita­ban en Europa, y con los cuales ereia que se le evitarían al país los inconvenientes parael crédito general que desgraciadamente, no han podido dominarse. El Banco fue hastadonde se 10 permitla el deben); «llegó hasta elllmite [n.] en Junio, y dentro de él estabaseguro [...] podia esperar tranquilo la crisis, que se hacia inevitable, desde que el BancoNacional lejos de contraer su emisión la ensanchaba desacordadamente.))8o

En efecto, la evolución del mercado monetario, según anota quincenalmenteLa Nación en su Revista mensual para el exterior, coincide con ese cuadro. En fe­brero faltan giradores y es el Banco de la Provincia el que contiene la baja y llenalas necesidades del mercado. El oro provincial sale del establecimiento mientras seexpande la circulación del Banco Nacional a través de gastos y préstamos de la poU­tica nacional que, por un camino u otro, presiona sobre los cambios. Naturalmente,el directorio provincial no puede hallarse a gusto con esa situación que ha previstosin poder evitarla. Los vinculos entre la emisión del Banco Nacional, la restricciónde giros del Banco provincial y la salida de oro, esto es, el carácter de la lucha entreambos bancos, aparecen aquí resumidos:

TI cE Horacio J. Cuccorese, «La crisis financiera ollcial de 1885. Su estudio a través de los eIlllréstitosexternos y de la situación crediticia del Banco Nacional» en ANH, IVCongreso Nacional y Regional deHistorlaArgentina, t. 111, pp. 197-215, pp. 200-202. También se renuevancontrlltos con Samuel Montaguy Ca. para girar letras contra lacauciÓD de bonos de tesorerfa de 9% emitidos en 1876(of. RN. 1882·1884.p.794)."eí. «Memoria del Banco Nacional» en Memoria de Hacienda..., parte 1I, 1884, pp. 13 ss.19 Hueyo, eleva la Memoria correspondiente al afto 1884 el 31.V.188S; 8e extiende en consideracionessobre 1011 primeros meses de ese all.o. Sobre 1884 apenas anotll; «la marcha del Banco ha sido contrariadadurante ese all.o [1884] por el desequilibrio económico del país, el cual hizo necesaria la aplicación detodos 8US elementos a la conversión de SU8 billetes. [n.] Para contrarrestar la especulación inusitada enel mercado de los cambios, originada por la referida perturbación económica, empleó todas sus fuerzas,coWliguiendo dominarla durante un afio entero, a costa de grandes sacrillcios. No obstante, nunca se hizoi108iones este Directorio sobre el resultado final de la lucha, y después de tanto esfuerzos se produjo elcurso forzollo, que era inevitable desde que se abrió la conversión.»ltO BPGN, ff. 4v y 18v.

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AGONlAS llEL FEllERAUSMO 279

«Parece ya fuera de duda que el Banco de la Provincia limita notablemente susoperaciones de cambio sobre el extranjero para defenderse de la gran cantidad de papeldel Banco Nacional que se le llevaba, de modo que venía a ser un convertidor indirectopero real y positivo de ese papel pues se le tomaban gruesas cantidades de cambio y sele pagaba con billetes del Banco Nacional [...]

[En consecuencia ahora el público va a ese Banco] en busca de oro para exportarloen vez de giros. [1] Tenemos que empiezan ya a delinearse los graves conflictos a quetenía que traemos la colosal y desmedida emisión del Banco Nacional. [1] No podíanemitirse impunemente veintidós millones de pesos nacionales, como 10 ha hecho, con~tando con que Dios nos favorezca y nada más.

[m] una vez que la emisión del Banco Nacional se toma un medio de hacerle perdersu reserva metálica al Banco de la Provincia [...] es claro que hará bien en poner puntofinal al negocio de cambios ['00] esta irremediable resolución va a traer conflictos y Il pro­vocar la exportación del oro [...] si nos hubiéramos precavido [u.] limitando el empapela­miento que ha provocado el Banco Nacional estaría el mercado en actitud de defenderseventajosamente [...]».11

A principios de marzo se registran (incidentes ocurridos entre los Estableci­mientos de los Bancos de Estado»82 y la esperanza de una mejom se transfiere a larealización de empréstitos nacionales que traigan liquidez a la plaza, alivio transitorioque se anota a principios de abril y sobre todo en mayo, a raíz del pago efectivo delos fondos del Banco Nacional. Ese mes pasa con cierta calma, abundancia de des­cuentos y tipos altos para los giros. En junio se advierte que el Banco provincial «hatomado sus precauciones»83 y limita los giros; luego los suspende. La Nación criticauna política que se empefia en vender a tipos altos o no vender en absoluto. Desde elpunto de vista del establecimiento se trata de dominar el mercado frenando la salidade oro o retirarse si ello no es posible. Otra vez la esperanza se pone en acuerdos quepermitan al Banco Nacional girar por fes. SOm Para principios de agosto es evidente-pero no público- que el Banco Nacional no puede sostener los giros. A causa de unaintervención directa de Roca ante el gobernador D'Amico el Banco bonaerense sale desu posición. El 6 de agosto, reunido el directorio -con la ausencia tal vez significativade Rocha~ el presidente explica que «(la situación que iba tomando el Banco Nacionalera alannante».84 A pedido de Victorino de la Plaza tiene lugar una conferencia a laqUe también asiste Wenceslao Pacheco, presidente del Banco Nacional, acordándose«que uno de los medios más eficaces para salvar esa situación era la de restringir eldescuento}). Plaza y Pacheco (estaban dispuestos a hacer que aquel Banco pusiera enpráctica inmediatamente esta medoo); piden que el Banco de la Provincia preste su

"AGN-DR, 195; recorte r;/d. Cuando en agosto el gobierno nacional parece orientarse por caminos másprudentes -abandonados poco después de lograr la reapertura de la oficina de giros provincial-, El Na­cional recuerda que «se censlUó nuestra propaganda, poco simpática, en verdad, pero previsora, comolos hechos acaban de demostrarlo», y reitera que el desproporcionado aumento de la circulación enrelación con la producción torna inviable la política de convllndón (El NaciofUll. 25.VIII.l884. p. 1, c. 1)."La Nación, «Revista mensual» del 7.III.l884."La Nación, «Revista mensuab) del 7.vU884."Ésta y las citas que siguen sobre la reunión deI6.VIJI en AMHBPBA, 001-1-23, ff. 156-157.

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2S0 L\\lEkf_G.4-RClABASALO

cooperaeión,il También. se lee en la reunión una nota que dirige al directorio Fausti­

no Jorge, ministro de Hacienda de la provincia, indicando <dos deseos del PE de que

este Directorio ofreciera al Banco Nacional la suma de 30.000 Onzas de oro sellado

para ayudarlo en la corrida de conversión que sufre actualmeníe»). Los presentes re­

suelven \(por unanimidad que el Banco de la Provincia prestaría su apoyo al Nacional

restringiendo sus descuentos)) y entregando aquella cantidad de oro para restablecer

su encaje.36 Mientras El Nacional se esfuerza en presentar 10 que ocurre como una

prueba de la armonía reinante entre ambos gobiemos87, la prensa que responde al

gabinete insiste en atnbuir las dificultades de la situación económica a maniobras de

la provincia de Buenos Aires. El Mosquito, dos dias después que el Banco de Buenos

Aires !'>alva al Nacional entregándole aquellas 30.000 onzas de oro, construye a dos

páginasuna escena en la que presenta a la institución provincial empeilada en quitarle

el oro al Banco Nacional, pero tranquiliza a los lectores afirmando que «la plaza si­

tiada es invulnerable y las municiones sobraID), en alusión a las bolsas de oro que se

observan en la imagen y que, en rigor, no pueden ser sino las onzas que la provincia

acaba de darle.88

Una semana después de la transferencia de las 30.000 onzas -el 13 de agosto- se

produce la inflexión decisiva. Convocados por el presidente Roca, se reúnen con él en

la Casa Rosada su ministro de Hacienda, Plaza; el gobernador D'Amico y los presi­

dentes de los Bancos Nacional y de la Provincia, Pacheco y Uriburu. El ministro de

Haciendade la provincia, Faustino Jorge, no concurre; opta por presentar surenuncia.

La conferencia tiene por objeto «tratar la cuestión de giros sobre Europa»), y en ella se

acuerda este proceder: los Bancos alternativamente y sin limitación alguna girarán

por los vapores deIS, 17 Y24 de cada mes, empezando el Nacional el siguiente 17 de

aquel mes. El tipo uniforme, «hasta nueva resoluciófi), será de fr. 4,90 sobre Francia

y 46 3/4 peniques sobre Inglaterra, por peso nacional. El Banco Nacional tomará

pedidos de giros para el vapor del 17 «hasta hoya las 4 p.m.)) El peso del giro «sin

limitación alguna)) se descarga, en consecuencia, sobre el Banco de la Provincia,

que atenderá las ventas para el paquete de124 «en condiciones enteramente iguales a

"Tal YCZ ya en ese momento -o poco después-- Pacheco y Uriburu piden el curso forzoso, COI1lO éste

recumla muchos años después: (<DOS acercamos al sellor Ministro de Hacienda de la Nación [Victorino

de \aPlaza] y le expusimos nuestra opinión sobre el particular. El señor ministro nos contestó, después

de elCllChamos largamente, de un modo reacio y contundente; "Ustedes convertirán sus billetes por oro,

mienlIlS !engfln un peso oro en sus c~llS"». (DSCDN, 1899, pp.704-7Q5).

.. AMHBPBA, 001-1.23, f. 157. El préstllIDO se aCCTClIalos $n 500.000. Al dla siguiente el Banco Nacio­

nal debía girar una fuerte suma a Europa.

"ct El Nacional, 7.Y11L18S4, p. 1, c. 4, (\LagrllD novedad del día. 30.000 onzas. Banco de la Provincia

- B= Nacional»; el 8 editorializa sobre la «Marcha annóuiCll», celebrando \dl\ll nuevas prendas de

unifu entre la nación y 111 provincia de Buenos Aires, o más "bien entre sus gobiernos», y explica cómo

RoC!escnbi6 a D'Amico expresándole «la COnveniencia, la necesidad y el honor del reciproco apoyo de

los grandes 8IlDcos», etc. (El Nacional. 8.VIII.1884, p. 1, c. 1).

..EI.I/osquilo. 10.YUU884, pp. 2-3. Con frecuencia Stein ilustra en su hoja la linea editorial que Eduar­

do Vi'ade o el propio Roca bacenpubliclIr enLa Tribuna Naciana~ Figuro u otras publicaciones subven­

cionadas.

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AGONÍAS DEL I'IIDERALlSMO 281

las del Banco Naciona1.»g9 Más tarde escribirá D'Amico al presidente: ~<Accediendoa los deseos de V. E., convencido de que era un error, jugué el porvenir del Bancoen los giros».'IO En efecto, la histórica institución ingresa en un nuevo tramo de «lapendiente que 10 lleva al abismo» -según las advertencias de Andrés Lamas-, y cadavez más está su destino «en manos del gobierno nacional». En lo inmediato, pone fina la corrida, como lo anotan los observadores del mercado londinense:

«En el reporte del 23 de agosto Buenos Aires informa que, desde el embarco delpaquete del 7, se ha producido un cambio completo en la situación financiera. La corri­da bancaria había cesado al fin, y la confianza en la firmeza de la situación habia sidorestaumda por la política del Banco Nacional, y la oportuna iJ!Jistencia del Banco de laProvincia. El mercado del dinero, sin embargo, no estaba tranquilo, ya que todos losbancos habían restringido los descuentos y las tasas habian subido. La especulacióncontinuó activa en acciones del Banco Nacional, que se mantuvieron firmes con 60"10de premio.»91

En septiembre puede decirse que los «Bancos Nacional y Provincial son due­ños del mercado y llenan las necesidades del comercio a los tipos fijados por ellos[sfc] hace más de un mes». En octubre vuelve a sefia1arse la facilidad con que se dandescuentos y, paralelamente. reaparecen las dudas. Primero tímidas -la ~<amenaza

de curso furzoso se ha disipado por ahora»- y luego progresivamente más francas:<dos fuertes pedidos de cambio denotan fuertes necesidades de remitir fondos [...] laconversión corre riesgo». A fin de noviembre se restringe otra vez el descuento perola decisión llega demasiado tarde y contribuye a crear <<una situación precaria queentraña desconfianza». En rigor, desde octubre todo conduce a la «gran calamidad»;«La demanda de giros no se limita, y este hecho persistente acusa la existencia decausas graves que pueden ser o no fundadas. [1] La verdad es que todos tratan dereducir a efectivo su capital, por temor al curso furzoSO».92

"cf. La Nación, 14.VIII.l884, p. 1, c. 7; El Naci01w1, 13.VIlI.l884, p. 1, c. S y 8 da la noticia del sigilosotraslado de D'Amico a Buenos Aires y en «Última hora>; anticipa que se discute el arreglo de los giros;v. lb. el mismo, l4.VIII.1884, p. 1, c. 6, 7 y 8; y p. 2, c. 1.'"AGN-JR44, D'Amlco a Roca. 23.rv.1885. Al evocar estos hechos coincide Láinez en subrayar el papelde Roca: «gracias a la intervención personal del señor presidente de la República, se operó la reaperturade los cambios» (DSCDN, 1885, t. 11, p. 149). La versión del dla l4.VIII.1884 de El Nacional procurapresentar el episodio como un acuerdo y no como imposición. Para atender la demanda de giros el Bancodebe concretar poco felices operaciones de crédito, entre ellas la que condujo a la localización de céduiaBdel Banoo Hipotecario en Europa por .E400.000; sobre ello cf. Paulino Llambí Campbell, Vlndlcac16n delDr. Llambl CampheJl y su presidencia del Banco Hipotecarlo de /0 Provincia, Buenos Aires-La Plata,1888; 100 pp; pp. 33, 64-65, 82... The Financia} Newl, seplember 24, 1884; en el recorte que se conserva en AGN-DR 194 alguien basubrayado la frase indicada. El alza que nola el observador en la cotización de las acciones del BancoNacional-únicas que suben mientI'llll el resto baja, como informa a lo largo del año la «Revista>; de LaNacMn- es característica. A fines de diciembre estarán esas acciones a 205%. Este aumento se consi­dera índice de la proximidad del curso forzoso, al darse por cierto que éste beneficiará los negocios delestablecimiento mediando nuevas autorizaciooes de los poderes nacionales para extender aun mA.Il suemisión; cí. p. c. DSCDN, 1885, t. n, p. 168."La Nación. 7.X.18B4, p. 1, c. 1.

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La decisiva reunión del 13 de agosto en la Casa Rosada incluye otras dos impor­tantes cuestiones que también están ausentes en la literatura sobre el tema. En primerlugar, el presidente compromete, a cambio de la reapertura de giros sobre Europa,«el apoyo de la Nación para salvar al Banco de la Provincia de las dificultades enque habría de colocarlo el sacrificio». Si llegaba la inconversión, seria decretada paraambos Bancos. «Éste fue el pacto».93

«[n.] el Sr. Presidente de la República solicitó al Gobernador de la Provincia[D'Amico] que el Banco reabriese sus giros sobre Europa [...] El gobernador observó queel Banco no podía comprometer sus recursos en esa operación, sin tener la seguridad deque si llegaba el caso de recurrir al curso forzoso, le seria concedido. [1] El Sr. Presidentele dijo que sobre eSe punto no tuviera cuidado, que 10 tendrla. [1] Oidas estas palabras,el Gobernador accedió de pleno [...] vinculando en esta crisis el destino del Banco de laProvincia al del Banco de la Nación [sic]. [1] A consecuencia de este arreglo [...] el Mi­nistro de la provincia presentó su renuncia y le fue aceptada.»9<I

La ausencia de Faustino Jorge a la «reunión cumbre» del 13 anticipa su renun­cia, que presenta al día siguiente con carácter indeclinable y se acepta de inmediato.9s

El ministro se mostró dispuesto a llegar hasta el préstamo de oro al Banco Nacionalpero no a dar las reservas provinciales para sostener indirectamente la expansión delbillete del Banco Nacional. Jorge habia acompafiado a Rocha, primero como Pre­sidente del Ferrocarril del Oeste y enviado financiero a Europa, y más tarde comoministro de Gobierno. Conservó siempre una amistad inalterable con el fundador deLa Plata y tal vez su alejamiento del gobierno inaugurado apenas tres meses antes,pueda considerarse el punto de partida de la ruptura abierta entre D'Amico y Rocha,de tan hondas consecuencias politicas para la provincia.96

La segunda cuestión involucrada en la reunión del día 13 es, una vez más, elpago de la deuda al Banco de la Provincia. Roca promete ahora cumplir con la leyde octubre de 1883, Yentregar el Bono general correspondiente a los fundos públicosque cancelan aquellos compromisos. El 14 de agosto, mientras Jorge renuncia, Rocafirma el decreto nacional que dispone esa entrega97, que no obstante queda sujeta

91 BPGN, f.S.'I'oBPGN, (19.•scf. La Nación, lS.VIH.l884, p. 1, c. 8. Plll1l explicar la renuncia el periódico alude a un «desacuerdosuscitado con el gobierno, debido al acuerdo celebrado por éste con el Presidente de la República y de queya tienen conocimiento nuestros lectores». El mismo día de la «cumbre» también circula la versión de larenuncia de Uriburu a la presidencia del Banco de la Provincia: «Seguimos el rumor hasta sus orígenes yhal1llDlOll que no era infundado», según La Nac/Qn (14.vm, p. 1, c. 7-8). El Nacional dio la noticia de larenuncia de Jorge sin comentarios (IS.VIII.1884, p. 1, c. 5) y desmintió la de Uriburu (14.VDI, p. 1, c. 8)."Aceptada la renuncia de Jorge (RO 1884, pp. 647-648, 14YIlI) D'Amioo designó aEulogio Enciso (lb.,p. 661, 20.VIII)..... RN 1882-1884, p. 609, c. 1-2; aquí el decreto apllIeCe fechado eI4.VIII. El Nadonal informa sobre losacuerdos de giros asociando a ellos las promeslIS de pagos nacionales. El 13 afirma que se transfieronlos $f Sm. en ooncepto de adelanto por la deuda originada con la federaliz.neión, pendientes de entrega

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AGONíAS DEL FEDERALiSMO 283

al cumplimiento de condiciones no previstas en la ley. El ministerio de Hacienda«expedirá los poderes e instrucciones~) al ministro en Londres «para que extienday firme oportunamente» el bono general (art. 1"); por su parte el «gobierno de laProvincia de Buenos Aires queda obligado a no emitir ni vender, ni celebrar contratoalguno para la emisión o venta de los expresados titulos hasta después de transcu­rrido el término de diez y ocho meses a contar desde la fecha de este decreto)) (art.2"). El 1" de septiembre Plaza comunica al ministro argentino en Londres, ManuelR. García, que el gobierno de la provincia designó a Gabriel S. Martínez para quele sea entregado el consabido bono generaI,98 Martinez, al explicar las dificultadessobrevenidas, las atribuye en parte al propio D'Amico, que demora en enviar la do­cumentación necesaria.99 Cuando ésta se ha reunido y el representante bonaerensesólo espera que Garcla rubrique el documento -el· texto preparado lleva fecha del24 de diciembre- se le informa y reitera ante su insistencia que el ministro Plaza hadado orden de no entregarlo.lOo Aunque el Banco no vendiera los titulos basta el 14 defebrero de 1886, la posibilidad de entrar en curso forzoso, seguramente consideradaya inevitable a fines de diciembre, habrá decidido a Roca a retener una vez más elpago efectivo de la deuda que, en el nuevo escenario, podria favorecer al Banco de laProvincia pero ya no al gobierno nacional. En una de las reiteradas ocasiones en quevuelve a discutirse esta cuestión, Manuel Láinez compara la situación del Banco conla «de un individuo que tiene casa pero que no puede ocuparla [...] no tiene el títuloque le acredite poseedor de tal deuda»:

«ese bono general fue remitido de acá a Europa al ministro argentino en Londres,con esta curiosa condición: entregarlo con tal que no fuera ni caucionado ni vendido. [1]y como el Banco de la Provincia, después de una larga campafl.a con el Banco Nacio­nal sosteniendo los cambios internacionales, se habia comprometido por una suma nomenor de 40.000.000 de pesos en el servicio de los cambios, necesitaba de estos titulaspara ofrecerlos en garantia en el momento dificil en que se encontraba, se le ofreció elbono general en estas condiciones tan inútiles, para recibirlo como un simple papel deadorno. Aun pasando portados estos inconvenientes, se decidió a aceptarlo. ¡Pues ni aunen estas condiciones se le entregó el bono general!»

desde la sanción de ley de octubre de 1883 (p. 1, c. 8), y que ((hoy» el tesorero de Banco de la Provinciava a recibir el bono de la deuda con esa institución, y los «tltulos se entregarán en breve», asunto quehabrlan acordado dos enviados de Roca llegados a La Plata el dla 12 (p.!, c. S). Diez dlas después afirmaque la cuestión de [as deudas nacionales fue tratada por D'Amico con Gregorio Soler y Gregorio Torres;((llegó a asegurarse que el dinero lo verla pronto el Gobierno de la Provincia» (2S.v1Il.1884, p. 1,7', lb.28, p. 1, c. 7)."cf. AGN-DR 177, Plaza a Garc!a. 1".IX.l884, copia."cf. AGN-DR 177, Martínez a Rocha. 31.x1l.1884."" cf. AGN-DR 177. García a Marllnez. 28.XH.l884 (copia); Rodrigo Terrero a Martínez, 30.XII.l884(copia); y copias de Marlínez a Garda dándose por recibido del bono (no fue rubricada). con el dla de lafecha en blanCO". y del Bono General, fechado el 24.XJl.

"-

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284 lAVIERF.GAllcÍAaAsALO

Láinez pregunta entonces al ya designado ministro Pacheco, presente en la cá~

mara, si «había subsanado ese inconveniente, entregando, a quien tiene todo derecho

para recibirlo, el documento que le acredita verdadero propietario de esos títulos).

Pero el ministro se niega a contestar: se le piden infonnes ajenos a la cuestión que

motiva su presencia en el recinto. Ante la obstinación del diputado bonaerense, rei·

tera que <ctendrfa que consultar previamente con el sef10r presidente de la República

para después dar explicaciones»), dando pie a Láinez para sefialar el fondo extra eco~

nómico del asunto: «El presidente de la República no ensefiará nunca a su ministro

por qué una ley del Congreso no ha sido cumplida, ni le autorizará tampoco para

que revele los móviles en virtud de los cuales se ha negado a ejecutarla»). La rápida

y eficiente intervención de uno de los operadores de Roca en la cámara -José María

Olmedo- prueba de inmediato que la demanda de Láinez es extemporánea. 1m

,., cf. DSCDN, 1885,1. 1, pp. 450-451. En la Memoria cotrellJlondiente a 1884 escribe Hueyo al respecto:

«A pesar de esta ley [de 18.X.1883], el Bono General no ha sido aún extendido por el Gobierno Nacional.

['H] no es crelble que pueda uegarse un eleDlllnto poderoso que ha de ayudar a levantar el crédito deL pals.

El patriotismo del Gobierno de la Nación decidirá este punto.» (Memoria del Banco..., 1884, pp. 14-15).

Poco antes de concluir el mandato de Roca, en septiembre de 1886 tiene lugar esta discusión entre el

ministro Pacheco y los senadores boDllllrenses del Valle y Rocha: «Del Valle. [n.] Un dla de conflicto

para el crédito de la Nación Argentina, el Gobierno Nacional ocurrió al crédito de laprlJYincla de Buenos

Aires. [...] la provincia [d') salvó la situación con un contrato en el que se consultaban todos los intereses

legltimos. Pasaron unos cuantos aftos [...] yel Congreso Argentino creyó que la ley-contrato que se habla

celebrado ~..l no le obligaba, y la derogó cambiando los términos de las obligaciones y estableciendo el

pago de estos en una forma distinta de la estipulada. [1) La provincia de Buenos Aires aceptó esta situa­

ción y sus representantes en el Congreso Argentino, apenas si tuvieron una [d'] observación a esta falta

de cumplimil:nto a las obligaciones contraidas y de reconocimiento de los derechos adquiridos. [1] Debía

esperarse que este nuevo compromiso. en esta nueva forma sería cumplido. [1) Dictase una ley ordenando

que se pagase a la Provincia de Buenos Aires, esa y otras deudas [...] La ley se dictó y tuvo el cúmplase del

PE y han pasado cuatro aflos y la ley no se ha cumplido; y la provincia de Buenos Aires se encuentra en

la situación en que se encontraba -un poco peor- al dla siguiente de hacer el préstamo. [1) Entnnces tenia

la esperanza de que las obligaciones se eumplil:ran, y quizás tendrfa el derecho de pensar que podrlan no

cumplirlas, y digo que tendrla eL derecho de pensar que podrlan no cumplirlas, cuando no obstante la ley

del congreso que mandaba pagar a la provincia de Buenos Aires obligaciones sagradas por su origen y su

solemnidad; cuando no obstante esas obligaciones sagradas, a renglón seguido el PE se ha obligado con

comerciantes extranjeros [arreglo Pellegriml a no pagar a la provincia de Buenos Aires en un término

dado.» El ministro Pacheco intenta rectificarlo. Elogla la alteración del contrato de 1876 -«acto de gran

previsión polltica» sin el cual «no habría habido k:y de moneda, no habrla habido Banco Nacional»- e

indica que se hapagado al Banco y sólo queda pendiente la externalización de los fondos, 10 que no puede

hacerse en atención al crédito exterior de la Nación. Traza un paralelo entre esa situación y la cancelada

emisión de Sn 20m. en fondos destinados a la sección hipotecaria del Banco Nacional «¿Por qué, en­

tonces, no se le han heclUJ cargos al Poder Ejecutivo, cuando ha dicho que conviene derogar la ley que

creó estos veinte millones, mandados emitir para la sección hipotecaria?», pregunta, interrumpiéndolo

Rocha: «Porque esto no se debe y lo otro se debe y era un compromiso solemne, y hasta se habíamandado

la orden al Ministro argentino, diciéndolo que entregara el bono y en seguida se le retiró). Pacbeco trata

salir airoso con un juego de palabras y el incidente sigue asl: «Seftor Ministro de Hacienda.- Tratamos

de una ley y el cumplimiento de una ley siempre se debe. Rocha- ¡Ojalá fuera esa la regla del Gobierno

actuall» (DSSN, 1886, pp. 373-376).

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IX. ENERO DE 1885

1. Las v/speras

En el último bimestre de 1884 la preocupación por el aumento de los compro­misos externos y las dudas sobre el futuro de la convertibilidad se acentúan. E14 denoviembre Emilio Lamarca, profesor de Economía Politica en la Facultad de Dere­cho, publica un artículo periodlstico censurando la politica económica nacional y enespecial el descontrolado endeudamiento externo. Anuncia la proximidad del «cursoforzoso que asoma la cabeza y los hombros en el horizonte bancariO)). A pesar de lacruda reacción del gobierno -al dfa siguiente expulsa a Lamarca de la cátedra «porrazones de mejor servicio»)- aquellas dudas se acentúan. l Procurando aventadas,Roca escribe a Ernesto Tornquist, en carta destinada al conocimiento público:

«En el tiempo que me resta de Gobierno creo que no ha de haber conveniencia ninecesidad de autorizar nuevos empréstitos. Y yo por mi parte me he de oponer decidida­mente a toda idea que signifique aumento de nuestra deuda actual, que no es, sin embar­go, excesiva, dados nuestros recursos y los objetos reproductivos a que se han aplicadoy aplicarán durante mi administración, todos los empel'los contraldos.

El estado actual de cosas es pasajero porque es ficticio, como Vd. 10 reconoce, y migobierno está resuelto a usar de todos los elementos legítimos de la Nación para comba­tirlo, llenando así el programa de paz, administración y pagos en metálico, que se trazódesde el primer dfa.})2

Ante la persistente demanda de cambios, Plaza cita a los presidentes de ambosBancos para pedir el aumento de la tasa de interés, parecer que el directorio provin­cial encuentra inconveniente}; sólo aprueba semanas después, mientras el interés delos Bancos particulares trepa al 15%, un incremento del 1% (del 7 al 8%), «(para poder

1 cf. Auza, Católicos y liberales.... p. 350-351.'BPGN, f. 1; fechada el 20J(1.1884 y publicada junto con el decreto de inconversión con el titulo «Loque va de ayer a hoy». Meses después se leedélli. cámara de Diputados otros párrafos de Roca a «uno de '"los comerciantes de la Capital» fechados eI19.XI.l884: «Dejemos las aprensiones para los nerviosos ytimoratos. Por nuestra parte abrigamos la IIllÍs inquebrantable fe en el pals. [/] Antes de llegar al "cursoforzoso" yo babia de venderhallta la casa de gobierno. [...] ¿Dónde está., digo yo, el peligro de que se viene _bablando? [1] El capital en tierras nacionales de que dispOJle el gobierno es mil veces mayor que aqul'il queposela en el periodo dela última crisis, y con solo la venta de nuestra tierras podemos realizar 20.000.000sin tocar uno solo de nuestros ferro-carriles. [I} :&tamos camo el pobre diablo que habiéndOlle sacadola grande de la !oteda no podia dormir por el recelo de ser demasiado rico. [I} su afmo. Roca» (DSCDN,1885. t. n, pp. 149-150). En 1884 Roca habrfa ofrecido a su pariente Wenceslao Posse, el más fuerteempresario del azúcar y acaso el más rico hombre oriundo del noroeste, la venta de 200.000 bectáreasde tierras públicas. Si el dato fuese cierto podrlarelacionarse con las angustias ftnancierllll del momento(cf. Posse, Los POSSB..., pp. 82-83; no queda claro si la fuente citada remite a una tradición oral o a undocumento conservado en la familia).'AMHBPBA, 001-1-23, ff. 225-226.

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IV. LA EXPROPIACIÓN DEL FERROCARRIL DEL SUD

1. La expropiación del Sud en elplan Ringue/e!

En su memorándum de abril de 1881 Augusto Ringuelet incluye la posibilidadfinanciera de combinar la extensión del FCO con la expropiación del FCS. Calcula elcapital de este último en Sf 5 m., suma que se eleva a $f 18 m. considerando el 20%que la ley de concesión fija en concepto de indemnización para el caso previsto deexpropiación. Ringuelet cree en la posibilidad de colocar un empréstito al 88%, queimplica una emisión de casi Sf20,46 m y, para el servicio habitual de 6% de interésy 1% de amortización anual, Sf 1.432.200 durante 33 afios y 144 días. Reuniendo enuna sola operación las sumas necesarias para la prolongación de una línea y la ex­propiación de la otra,la provincia -cree el ingeniero- debe contraer una deuda por Sf33,6 m. de 6% + 1% obligándose a un servicio anual de Sf2.352.000. El compromisose cubrirá con el producto de ambas lineas, pero durante el primer afio de pagosdeberá tomarse de rentas generales algo más de Sf 200.000, y el segundo poco másde Sf 80.000 (v. cuadro 4). A partir de entonces, los ferrocarriles provinciales produ­cirán una suma superior al servicio anual, que desde el cuarto afio se estabilizará enun mínimo de Sf270.000. Sus estimaciones, insiste Ringuelet, «resultan de cálculoshechos sobre bases prudentes)). Los datos no parecen, en teorla, desacertados. Elprimer empréstito, de 6 + 1% que hace Buenos Aires bajo el gobierno de Rocha,será tomado al 90% firme, libre de toda comisión, y se lanzará al mercado al 92%,percibiendo la provincia un porcentaje de esa diferencia. El cálculo de las gananciasde ambos ferrocarriles parece ajustado. l Para Ringuelet la oportunidad no generadudas: «opino que en vista de las grandes ventajas que reportará al país la ejecuciónde estos proyectos, a pesar de la magnitud de las obras y del empréstito, no se debetrepidar en poner mano a la obra. El crédito de la Provincia autoriza a lanzarse entan grandiosa empresa».2 Tal el categórico consejo de quien fuera hasta entonces elmás autorizado funcionario bonaerense en la materia; al poco tiempo -unas semanasdespués de abandonarse el proyecto de expropiación- pondrá fin a una fructiferadécada de servicios en el FCo.

•Según Rebuelto 1115 ganancias líquidas en el año de la guerra civil, que afectó ambas llnellS, fue de Soro718.934 para el FCO y Soro 1.338.587 para el FCS (HhtDria def de~arrol1o.•. , pp. 124 Y134); es decir $í1.991.141., AGN_DR 185, A. R¡1Iguefet a Rocha, II.IV.l881.

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446 JAVIER F. üA1!.ClA BASALO

CUADRO 4. CÁLCULO DE RECURSOS DEL ING. RINGUELET PARA CONTRATAR UN EMPRÉSTITO

DESTINADO A LA PROLONGACiÓN DEL FCO y EXPROPIACiÓN DEL FCS

Empréstito

Primer afio.

Suma a tomar de rentas genernles

Segundo afio.

Suma a tomar de rentas generales

Tercer año.

Cuarto afio.

Fuente: AGN-DR 185

valor nominal $f33.600.000servicio anual: $f2.352.000 (interés 6%; amortización 1%)

Productos del F. C. O. lf 937.880id"F.C.S. $f 1.200.000

lf 214.120Total lf 2352000

Productos del F. C. O. $f 1.069.880id"F.C.S. lf 1.200.000

$( 82.12QTotal $( 2352000

Productos del F. C. O. lf 1.201.880id"F.C.S. $f 1.200,000Total $f 2401 880Hay un sobrante de lf 49.880

Productos delF. C. O. lf 1.422.000id"F.C.S. lf 1.200,000Total $( 2622 000Hay un sobrante de lf 270.000

2. Misión Napp

«Teniendo presente los vivos deseos que vd. tiene -y que me ha manifestado enlas diversas ocasiones que me ha favorecido con su visita- de que durante el períodoque se halla vd. al frente del gobierno, se verifique la expropiación del ferrocarril delSud, pensamiento grandioso que será aplaudido por todo el pais, he resuelto enviar alseñor Napp a Europa a últimos de este mes, con el fin de poner en juego los mediosconducentes para reunir el capital necesario que de forma a este gran pensamiento».3Estas lineas de José Gregorio Lezama a Rocha, escritas a mediados de abril, resumenel origen y características de las gestiones que Ricardo Napp realiza en los mercadosfinancieros hacia el verano boreal de 1881. El objetivo ha sido trazado por el goberna­dor electo, pero el instrumento es, por el momento, extraoficial. Napp inicia su viajeel 25 de abril. Aparte de aquel objetivo principal, está encargado de muy diversas ta­reas, como contratar un ingeniero hidráulico (Rocha proyecta realizar grandes obrasde nivelación en la provincia), fomentar la inmigración o adquirir un conjunto deobras clásicas para la biblioteca del gobernador. Aunque el comisionado no empren~

'AGN-DR 185, José Gregorlo Lezama a Rocha, 14.lV.l881.

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AGONlAsDBLFBDERAUSMO 447

de regreso hasta fines de noviembre, las gestiones que aquí interesan tienen lugar enlos meses de junio y julio.

El prop6sito de Rocha respecto del FCS es un secreto a voces que la prensadis­ente. Incluso antes que Lezama formalice por escrito su decisión de enviar a Napp,Edward Mulhall publica en las columnas del Standard un conjunto de reflexionesdestinadas al futuro mandatario, para sefialarle la conveniencia de identificar su ad­ministración con la construcci6n de líneas férreas y no con la compra de las exis­tentes. Según Mulhall, nada mantiene el crédito del Río de la Plata en el mercadode Londres como el FCS -al que atribuye un capital invertido cercano a los E, 20m.Expropiarlo seria un grave error politico y económico. Por el contrario, dejada enlibertad, la línea se extenderá en dos o tres afias hasta Bahía Blanca, mientras que enmanos del gobierno no pueden esperarse más que insignificantes tramways o rama­les de trocha angosta, de importancia electoral antes que económica.4 El columnistatambién dirige sus reflexiones a la comunidad de sus lectores. Admite la voluntadvigente de llevar adelante la expropiación contrayendo un empréstito, pero interponeuna discreta y al mismo tiempo aguda acotación: «si el dinero puede obtenerse»... Elarticulo, que se inicia recordando la oposición que en esa comunidad enfrentó Ed­ward Lumb al buscar apoyo para una empresa sobre cuya viabilidad se dudaba, con­cluye exhortando a apoyar la conservación de un negocio que en la siguiente década,asegura, los directores del Sud extenderán con un beneficio superior all:zolo.s

La prédica del Standard tendente a demostrar el error implfcito en el principiode los ferrocarriles del Estado reverbera al otro lado del Océano, sin que se distingala voz del eco. El periódico especializado Herapath'$ Journal, que se publica enLondres6, comenta las notas del Standard sobre la materia: «parece que ha corrido elrumor que el Gobernador sellor Dr. Dardo Rocha pretende inaugurar su estipulación[sic] con una gran empresa, comprar esta floreciente empresa», y aunque sin «creerpor un momento que lo dicho sea verídicm>, la boja analiza la legislaci6n vigentevinculada a la cuestión y sus antecedentes: la concesión de 1862 y las modificacionesque, mediando la presión de George Drabble, se obtuvieron diez años después: laexpropiación debe hacerse, eventualmente, pagando su valor más el 20% en conceptode indemnizaci6n. Lo que sigue es el cálculo de la posibilidad financiera de Rochapara realizar la operación. El precio estimado por Herapath '$ trepa hasta alcanzarlos f 5m. redondos, pues parte de la cotización de las acciones ordinarias en LondresCE, 2m. a 158%) y los debentures (f 0,75m. a 128%). Un empréstito contratado porla provincia en los términos más mvorables -sigue el peri6dico- no podrá superarel 83% pagando un interés del 6%. Esto implica la emisi6n de E, 6m. en bonos que,

• Se alude a los tramways de cargas en la campafta propuestos por los hermanos Lacroze; cf. AGN.DR183, «Tranvías. 1881-18831J.'Standard. 6.IV.1881 (recorte en AGN-DR 185).• El articulo, en mala traducción al castellano. se encuentra en un manUllcrito en AGN_DR 185.

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sin la amortización correspondiente, requerirán ;( 360.000 al afio. Ahora bien, lasutilidades de la empresa en 1880 alcanzaron a :E 265.600, reducidas por pérdida enlos cambios a ;( 217.600. Aun cuando se sumen unas ;( 20.000 de ganancias por laexplotación de la prolongación a Ayacucho (improbable si la línea pasa al Estado),puede calcularse una «pérdida segura de ;( 125.000 al afio por los efectos de la com­pra de este ferrocarril», que aumentará si se disminuyen las tarifas de la línea. Encualquier caso, la compafifa nada debe temer pues «la ley tiene que ser respetada ysi los accionistas pierden su línea entrarán en un amplio "quidpro quo". ¿Pero cómopuede el Gobierno contemplar acto tan suicida?»

Hasta aquí la disparidad respecto del cálculo de Ringuelet -aparte los juiciosde valor- nace de los criterios adoptados para calcular el precio que debe pagarse: elcapital invertido o el valor de los titulas cotizados en bolsa. Éste será, en efecto, unpunto clave en la cuestión. Se sefialan también otros dos temas, Uno, muy trajinado:el Estado empresario, principio impopular y muy limitado en su práctica. Inglaterra,India, América [sic: Estados Unidos], Canadá, todos se oponen a ello». El segundotiene mayor interés, dado que reaparece en los papeles privados de los negociadores,se presenta asociado al anterior y es en cierto modo bivalente. El Estado empresarioes un error particularmente en este caso, pues «si hay un pafs más que otro, cuyo fu­turo depende sobre la introducción de capitales extranjeros para el desarrollo de susrecursos inmensos es la República Argentina», Se trata de una alternativa en la queuno de los términos anuncia ruina y el otro no sólo la evita: trae consigo la bonanza.El progreso y una etapa de inversiones queda excluido si se expropia el FCS; en este,""o

«el Gobierno puede pronunciar un adiós a las empresas individuales en esta materia[...] cometerá un estupendo disparate como un asunto de econornfa polltica, y arrojarádel pals un cuerpo de capitalistas quienes tienen los medios y la inclinación para proveertodas las facilidades de ferrocarriles que fuesen razonablemente requeridas por la Pro­vincia -yeso aún sin pedir al Gobierno auxilio de ningún género»).

He aquí un anticipo de la solución que tendrá el asunto mediando las gestionesde Parish. El problema que creará la expropiación, concluye Herapath 's, será mayorpara el gobierno que para los capitalistas, pues aunque aquél sea el «mejor pagadorde los ferrocarriles del mundo [m] la pérdida para el país será mucho más seria)),puesto que (<1os capitalistas que han dedicado sus esfuerzos hacia la República Ar­gentina encontrarán otros terrenos para emplear sus dineros y trabajos}) y no podránser reemplazados. y esto mismo, ¿no es un argumento suficiente para «desanimar losconcesionarios Británicos a la suscripción del empréstito) que el gobierno necesitapara la expropiación? Con ese interrogante -cuya respuesta el Herapath 's sin dudapodria dar- concluye el análisis. Agregado a él Rocha, conservó la carta de un lectordel Standard, cuya torturada traducción no impide alcanzar su sentido:

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AGONíAS DEL FEDI!RAUSMO 449

«La expropiación sin buenas razones y mayor confianza de la que existe en la Pru.dencia del gobernador [u.]. quitará el comj.e ~ l.os capitalistas ingleses. Presumo que.además del nuevo empréstito tomado al prlllClplo en París, aunque tuviese que venir aLondres al último, no participe al dolo de mi amigo del Rlo de la Plata y suponga que elviejo nuestro país está arrojado a los perros.

Aún no ha llegado el tiempo de arrojarnos al mar))?

Para el caso de la expropiación Napp lleva un borrador de contrato con blancospara completar durante la negociación. Prevé el lanzamiento de un empréstito conun producto efectivo que alcance los {5,92m., de los cuales f, 3,6m. se destinarán «alrescate de la línea del ferrocarril del 8mb). Otra alternativa estudiada por Lezama yRocha crea Bonos Hipotecarios sobre los FFCC del Oeste y del Sud, emitidos concarácter de empréstito exterior y vendidos al firme al grupo que resulte tomador, que,cn condiciones de igualdad, tendrá preferencia para efectuar en Londres el pago delas acciones del FCS.8

Instalado en París, Napp toma contacto con el Barón Emilio d'Erlanger, y co­mienza a gestionar un empréstito de f, 8m., considerando que «Rocha tiene grandesproyectos y sé que más tarde le sería dificil realizar otrO),9 Erlanger habia integradoel sindicato que, bajo liderazgo del Conde Caben D'Anvers -una de las casas de la«joven banca judía»Hl_, habíase formado en 1880 para tomar el empréstito nacionalde ferrocarriles, operando en Buenos Aires a través de su representante, Heimenthaly ca. Con esa operación la banca francesa ingresó en el negocio de los empréstitosargentinos. Abora Napp procura introducir a la provincia de Buenos Aires en la rutaabierta por el gobierno nacional, pues apenas da sus primeros pasos debe conven­cerse de la imposibilidad de contar con otro mercado financiero fuera de París: enAlemania la República Argentina es desconocida, mientras Londres -no en vano lohabían advertido el Standard y el Herapath 's- es «decididamente bostib), expresiónque se repite al paso de los informes: «estamos completamente a merced de París;Londres nos es decididamente hostil para la consabida operación [expropiación delFCS], y Alemania es aun indiferente». Por otra parte -conforme a la teoría del preciode expropiación determinado por la bolsa-, la amenaza de expropiación «produce»un alza de los títulos de la empresa, que llegan por entonces al 168%.

7 AGN-DR 184: como la anterior es traducción de León de Pineda y Ezcurra. Infortunadamente no estánadjuntos los originales en inglés.lcf. AGN-DR 184, el proyecto de empréstito en siete fojas sin título (<<Entre le Gouvernement de la Pro­vince...JI) y Bases para la negociación de los Bonos de Ferrocarriles.'El relato de la misión Napp se basa en AGN-DR 184, apógrafos de su correspondencia a Lezica desdeParís los días 10, 13, 15 y 18.YI; de aqul se tomaD las citas. Algunas referencias que da Napp sobre elmercado y los banqueros están confirmadas en el citado estudio de Regalsky a partir de fuentes france­sas; no refiere este autor hallazgos sobre el intento de expropiar el FCS.'"cf. en Regalsky, Mercados, inversores..., pp. 115-160 la descripción de «El mercado de París y los gru­pos inversores franceses en la Argentina»; de alH (p. 132) se loma la expresión del texto.

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450 JAVIl!RF.OARClABASALO

El empréstito nacional de 1881 había sido tomado al firme por el sindicato a unprecio bajo (82%) y lanzado al mercado a otro alto (92%); la cotización oficial es enaquel momento 96%. Según sus infurmales instrucciones, Napp no puede considerarofertas inferiores al 90% libre de comisiones para la provincia. Después de entre­vistar al «verdadero director del grupo de banqueros», como el enviado de Lezamallama a Caben, queda claro que no aceptarán ese tipo; sugieren en cambio 85%. Seargumenta insistentemente que, luego de la cesión de la ciudad de Buenos Aires, elcrédito de la provincia no iguala al nacional. Este «malhadado estribíllQ» viene ava­lado por la coincidente calda de los titulas provinciales en la bolsa de Londres. Mien­tras sigue en contacto con los banqueros, Napp procura que Lezama logre en BuenosAires la aceptación del 87% como punto de partida para una negociación formal. Sinconseguirlo, insiste durante el resto del mes de junio, advirtiendo sobre el carácterinestable del mercado financiero en Franciall e ilustra a sus corresponsales sobre losprocedimientos ordinarios para la colocación de tItulos argentinos, que tornan impo­sible un porcentaje tan alto como el deseado por el gobernador. Asimismo, Napp des­cubre y describe la subordinación del mercado financiero francés al británico. Losbanqueros toman los títulos al firme y al lanzarlos al mercado publicitan la operacióndándole una cotización alta y afirmando que las suscripciones cubren largamente laemisión «(Todas las cotizaciones de fondos Argentinos en Londres son nominales yla alza artificial», repite con frecuencia1l). Se ven obligados a retener, sin embargo,la mayor parte de los titulas, que van colocando paulatinamente. Para ello precisanmantener elevada la cotización no sólo del empréstito en cuestión sino, en general,de todos los titulos del pais (<<entrar en una especulación a la alza sobre los fondosArgentinos, para bacer[los] subir sin que el público apercibiese el móvil»). Esto exige«ganarse la buena voluntad» de <dos banqueros que negocian con nuestro pais, queson los tenedores de nuestros títulOS», dándoles, llegado el caso, participación en elnuevo negocio, «o bien alquilar esos titulos durante algún tiempo, para evitar que lostenedores se aprovechasen de la alza para realizarlos». En «nuestro caso», dice Napprefiriéndose a la expropiación, «hay aun que tener presente la hostilidad del mercadode Londres que constituye un verdadero peligro»... Otro argentino que se mueve enel ambiente financiero del viejo mundo coincide en que «habria que calcular por lobajo un seis por ciento para los banqueros [m] y que si el mercado no era muy favo­rable, en vez del 6% habrían de exigir el 8%, siempre sin la comisión de los agentes~ ..]Que además aqui estaba esa clase de negocios, es decir, empréstitos Argentinos,

11 La referencias de Napp armonizan con lo conocido sobre aqueL alio de especulaciones, que concluyecon la crisis de enero de 1882, desencadenada por la quiebra de la banca Unión Générale, cuya caída seatribuye a maniobras de Rosthchild (cf. Charles T. Kindleberger, Pánico en lasjinanzas. UrJa historia defas crisisjinancieras, Buenos Aires, 1981,219 PP. esp. pp. 60-63; 94-95; 143; 149).11 La impresión coincide con los informes que, también desde Pam, Otto Bemberg da al gobierno nacio­nal en 1884: «la colocación de estos tltulos es completamente nominal»; «en cuanto a 10 que diga algúndiario, se sabe que eso aqu1 se paga a tanto la llnea» (cf. AGN-DR 196, Copia decurIa de Bembergsobrecédulas hipotecarias / Notas maliciosas).

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AGONÍAS OBL FEOERALISMO 451

en manos de unos cuantos pocos banqueros, que harían pagarse bien su cooperaciónabsolutamente necesaria, lo que desgraciadamente es cierto».

Las tratativas de Napp siguen los humores de aquel inestable mercado. Durantela última semana de junio y los primeros días de julio el emisario viaja a Alemania~Francfort,Berlín, Bremen~ocupándose de distintos encargos. Por fin, hacia media­dos de mes parece que logrará su propósito. Erlanger 10 cita para ofrecerle tomar al89% firme la suma necesaria para la compra del FCS; el resto de la emisión se lanzará.sólo seis meses más tarde. Napp se muestra inclinado a presentar la proposición algobierno bonaerense y Erlanger telegrafia al encargado de la casa en Londres, citán­dolo a París. Cuando éste ~un tal Mr. Schiff- y Erlanger se encontraron con Napp elsábado 16, argumentando que el enviado de Lezama carecía de condiciones defini.tivas «manifestaron que juzgaban rotas las negociaciones, retirándose ellos definiti~

vamente del negocio! [u.] Era claro, dado lo hablado con el Barón en la tarde anteriory las disposiciones que él entonces manifestó, que el fracaso final se debía a la casade Londres}). La explicación de Napp apunta a la dependencia de la plaza de Parisrespecto de la inglesa. Los banqueros parisinos involucrados con la Argentina «hanadquirido la absoluta certeza de que en la Bolsa de aquí [París] nunca hallarfan com­pradores») para esos titulos: «(forzosamente tienen pues que dar salida de los bonosal mercado de Londres)), Alli la hostilidad es insuperable: «la colocación del nuevoempréstito del ferrocarril Provincial seria tanto más dudosa, cuanto la Empresa delSud parece dispuesta a oponerse judicialmente a la expropiación».

Pero Londres no se limita a un veto pasivo. A comienzos de la semana que con­cluye tan descorazonadamente para Napp, Frank Parish inicia un nuevo viaje al Ríode la Plata. Entre las gestiones que como representante de los FFCC Central Argen­tino y del Sud lleva encomendadas figura en primer término evitar la expropiaciónde este último.

3. Misión Jorge

La consistencia de los anuncios que los voceros del mercado de capitales ingléscirculaban desde principios de 1881 pronto puede ponerse a prueba. Poco más dedos meses después de su asunción, el 6 de julio, Rocha promulga la primera de lasleyes -serán tres a 10 largo de su mandato- que lo autorizan a contratar empréstitosexteriores. El destino principal de los $f20m. a emitir es en este caso el pago de ladeuda del gobierno al Banco de la Provincia, la institución clave de la autonomía bo­naerense, de la que pende todo lo demás. El gobernador encarga sondear el mercadofinanciero a Luis M. Ruiz para tratar la colocación en lo inmediato de $f 10m. al 90%libre de toda comisión, reservándose la provincia el derecho a emitir como deudainterna el resto, y los posibles contratistas la preferencia en caso contrario. Ruiz, pro­bablemente en contacto con la casa lbáñez Vega, mantiene una activa comunicación

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con Paris entre ello de julio y el 20 de agosto, instando a comprometer en el negocioa Mildred, Goyeneche y Ca., y advirtiendo que «Baring Brothers Ca. quiere negociopara evitarlo necesito propuesta». Los ruegos telegráficos de Ruiz aseguran la dispo­sición de Rocha para «trabajar con nosotros», sin obtener una respuesta positiva alrespectoP El momento en que se intenta la negociación coincide con uno de los tres«periodos de tensión» de 1881 que anticipan la crisis financiera francesa de enero de1882.14 A nombre de los Baring trata con el ministro Uriburu su representante local,Nicholas Bouwer. Aunque desde un primer momento Ruiz habla del interés de Ba­ring, los acuerdos no avanzan hasta la segunda mitad de agosto. Bouwer tiene tiempoaún para trasladarse a Rosario y atender otros asuntos. La cuestión se resuelve entreel 18 y el 19 de agosto. Las condiciones entonces propuestas por Bouwer a Uriburuy aceptadas por Rocha garantizan el 90% liquido como resultado minimo sobre lacolocación del 50% del monto del empréstito. Baring obtendrá ell% de comisi6n yla diferencia entre el 91% y el precio de colocación se repartirá por mitades. La Casapodrá colocar o enajenar el resto del empréstito en tiempo y forma a acordar con elgobiemo.15

EÍ 11 de agosto Ruiz todavia insiste a sus interlocutores: «dominamos la situa­ci6ID>; pero a un requerimiento de aquéllos contesta sin poder dar carácter oficial a lagestión mientras no haya una propuesta formal de los banqueros. El 20, naturalmen­te, debe telegrafiar: «Gobernador de la Provincia de Buenos Aires esperó respuestasobre empréstito ocho dias. Ya no puede hacerlm). ¿Son éstos los desesperados in­tentos de un intermediario que ve escapar su negocio, o en verdad Rocha busca hastaúltimo momento no depender de una banca tan vinculada a los intereses del FCS?Que el texto de los telegramas se conserve entre los documentos del gobernador su­giere que, en efecto, él controla la acción. Otro indicio sobre su esperanza de lograrsepararse de Baring es un conjunto de papeles relacionados con el enlace Lezama­Napp fechados en esos días.J~

El 27 de agosto, en ejecución del convenio firmado con Bouwer, Rocha designaa Faustino Jorge «agente» ante la casa Baring. Asimismo, el presidente del Banco

!lLas instrucciones a Ruiz en AGN·DR 195 (borrador sin fecha); alH también once telegramas en c1uveremitidos enjulio y agosto; en AON-DR 194 la descodificaciÓn. Otra propuesta para colocar el emprés­tito en AON-DR 177, White a Rocha, 1".VU881."Según parecer del estudioso de la quiebra de la «Unión Générale», Jean Bouvier, citado por Kindle­berger, Pánico... , p. 94.II AON-DR 194, Bouwer a Uriburu, 15, 18 (bases) y 19.VIII.l881, y un borrador de nota a Bouwer acep­tando la propuesta."cí. AGN-DR 184, notas y borradores de los días 16, 17 Y 18.VIII.l881; todavíu e117.VIIl Rocha estáinteresado en conocer qué banqueros est4n detrás de una propuesta que remite Napp el 16, pero enfu·rece cuando Lezama no guarda sus instrucciones de obrar extraoficialmente: «Le manifesté que por elmomento no podía recibir propuesta alguna. Esto se lo repeti con illllistencia ayer y hOY>I. La duda deRocha parece continnada por una consulta del ministro Romero, a quien la falta de noticias hace creerel18 que en el acuerdo habla «sobrevenido algún inconveníente gruVll» (AGN-DR 177, Romero a Rocha,18.VIII.l881). Rocha contestó a Bouwer el 19.

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AGONfAsDELFEoJ!kAusMo 453

de la Provincia, Carlos Casares, quien {XIr la ley de creación del empréstito edautorizado para caucionar o vender los tltulos, confiere a tal fin poder esp~ aJorge como agente con plenos poderes «en la órbita de sus instrucciones».17 El 1 ~gido ocupa entonces la presidencia del FCO. Podría pensarse que, dados los Pla::ferroviarios del gobernador, su elección se relaciona con el propósito de establee svínculos con las casas proveedoras, actualizar conocimientos, anudar convenios, ete:.Ciertamente, Jorge procurará hacer todo esto. Pero el punto principal que patece jus~tificar su elección para esta misión principalmente financiera radica aún en la Posibleadquisición del FCS. Esto se advierte en su libro de claves telegráficas, en el que me~nudean los términos vinculados a esa cuestión; así se advierte en este vocabulario:

«cofre. expropiación del Ferrocarril del SUW> [oO.] «coginete, que digan cuál es el ver­dadero costo de la lloea del Sud» [...] «cojo, ofréscales en pago de la Unea del Sud hastalibras...» [...J«c%rete, Directorio del Ferrocarril del Sud» [...] «collar, vea si puede tenerla compra del Ferrocarril del Sud tratando con la compallla y por qué precio, sin lleCeIIi~

dad de hacer efectiva la expropiacióIDI [...] «comarca, Ferrocarril del Sud»~..]ll'conmutar,ocúpese de negociar con el Directorio de la Compallfa del Ferrocarril del Sud el preciopara la expropiaciÓn» [.o.] «cordón, creo que accionistas del Sud dificultan colocación delempréstito [del 6 de julio] porque temen que se destine producto a expropiar su linea»[no] «lb/cuy, se hace muy mala atmósfem porque se afirma que mi objeto es buscar fundospara la expropiación del Ferrocarril del Sud» [...] «tren, pido autorización para declararpúblicamente en acto oficial que no tengo encargo ninguno respecto del Ferrocarril delSud», etc. l !

Sin demora viaja Jorge hacia Europa.19 Llega a Londres el 27 de septiembre; sedirige de inmediato a la casa Baring. S610 una semana después logra entrevistarsecon el Muro Lord Revelstoke (Edward Charles Baring). Percibe de inmediato que lainstrucción que le indica proceder rápidamente a la emisión de los titulos no podrácumplirse. El mercado no es propicio, se le dice. Logra, si, que la provincia pueda gi~

rar a 90 días hasta f. 500.000 (operación habitual aunque en este caso significativa porel monto) al accesible 5% de interés. Durante el siguiente mes, la correspondencia deJorge refleja la admiración y confianza que despierta en él el prestigio de los Baring-«como hombres honrados y como caballeros~)-y, paradójicamente, la reiteraciónde un mismo mensaje que recibe de éstos: sobre el empréstito nada puede hacersehasta fin de mes, hasta noviembre, hasta abril próximo... La tasa de interés del Bancode Londres, las dudas acerca de la ratificación del acuerdo de limites en el Congreso

n AGN-DR 194, Poder especial. Su Excia. el sr. Gobernaciorde la Provincia al Dr. D. FaustinoJorge yPoder especial, el Banco de la Provincia al Dr. D. Faustlnn Jarge.'8 AGN_DR 194, Cll7lle telegr4fica entre elExnw. Gobierno de la Provinciay el Cam/swnado Dr. D. Faus­lino Jorge. Palabras para la dirección por la Agencia HavlUl con el Exmo. Sr. Gobe7nadar=Sonrosear.Con el sr. Mmislro de Hacienda=Sondaleza.¡'cf. AGN-DR 194, los papeles reunidos bajo el rotulo ~(Misión del Dr. D. FaustinoJorgeJl, enespeciallucartas del enviado a Rocha de Londres, 28.IX y 9.X; Parls, 17 y 19.x; Le Creuzot, 26.X y Londres, J y9.XI.l881; en el mismo lugar nolas sobre telegramas, etc., referidOll 11 la gestión.

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454 JAVlERF. GARCIABASALO

chileno, los proyectos de obras sanitarias del ministro Romero, todo conspira, al pa­recer, para impedir la disponibilidad de fondos. Jorge viaja al continente. Visita porconsejo de los banqueros las industrias Cockerill. En Paris conoce el observatorioque dirige Monsieur Mouchez, de quien recibe el elogio dedicado a Rocha por susproyectos de medición del meridiano. Luego se detiene en el establecimiento de LeCreuzot. El 26 de octubre comunica desde allf que los Baring al acusar recibo de lanoticia que confirma la aprobación chilena de los pactos, <eme dicen: las obligacionesnacionales han subido un poquito pero las Provinciales quedan sin mudanza»; parael empréstito «será necesario esperar la primavera, es decir seis meses». Tres diasdespués, Rocha telegrafla a Jorge: «No expropiaremos ferrocarril del Sud. Todo bienarreglado».20 Antes de finalizar la semana Jorge puede concluir los acuerdos con lacasa bancaria. El mercado está mejor, y aunque Baring persiste en demorar el lanza­miento para mejorar el tipo de colocación el Banco de la Provincia puede de inmedia­to comenzar a girar hasta 1: 1m. Rocha aprueba el 12 del mes siguiente los términoscomunicados a Buenos Aires el 4, formalizándose de inmediato lo convenido.21

Aun cuando la cronologia y el paralelismo de los trámites es elocuente, el víncu·lo directo entre la renuncia a expropiar el FCS y la reapertura del mercado de créditopara la provincia de Buenos Aires, hipótesis sugerida en las terminantes afirmacionesprevias de la prensa inglesa en Londres y Buenos Aires, aparece confirmada en tes·timonios posteriores. Así, afios más tarde un intimo de los circulos de poder bonae­rense afirma en la Legislatura su conocimiento directo de la ayuda que el Directoriodel FCS en Londres prestó a la provincia «facilitándole las operaciones de crédito enaquel mercado».22 Más categórico es el testimonio de William H. Moores, apoderadode la empresa y protagonista de los acuerdos de 1881, que confirma un lazo directoentre la acción de la empresa y el acceso bonaerense al crédito en Londres. En otromomento de tensión entre Rocha y la línea inglesa, Moores le recuerda:

«Hasta ahom, y esto le consta a V. E., los hombres más influyentes de la Empresa enInglaterra han prestado su valiosa cooperación para ayudar al Pais, y al mismo Gobiernode V. E. en distintas veces que ha solicitado crédito en ese gran centro monetario, peromal podría esperarse la continuación de esta buena voluntad, si se adoptase una medida,que a mi juicio, será perjudicial a la Provincia y a la misma empresa del Ferro Carril delOeste y, un acto de verdadem hostilidad a la del Sud».23

'0AGN-DR 194, Rocha aJorge, te!eg. 29.X.188l, original y traducción. El mensaje cifrado debió decir:((No cofre. Alegria», pero se telegrafió: «No expropiaremos comarca. Alegria»; parece evidente el deseode facilitar la comprensión de la noticia remitida a través de la Agencia Havas."En Buenos Aires El Diario ya ello.XI anuncia que «ha circulado la noticia de que el Dr. Jorge habríafirmado en Londres» el acuerdo con los Baring (p. 1, c. 2). Cm firmación y detalles de la noticia (no todosexactos) en la edición del 12-13 (p. 1, c. 2 y 5), 14 Y 15 (p. 1, c. 2)."cf. DSCDBA. llJlJlJ, P. 425." AGN-DR 184, Moores a Rocha, 10.vU.1883. Opina Wright, refiriéndose al «tema de la expropiación»que se agita antes de la misión Parish, que «sólo se trataba de un rumo!». Afirma además que la actitud deRocha «(\os dirigentes argentinos») era reacia a tomar medidas enérgicas contra las empresas extranjerllll«por temor a cortar una fuente importante de capital» (cf. Winthrop R. Wright, Losferrocarriles ¡"gleses

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AGONÍAS DIl.L PllD...... _--..........o 455

La contrapartida de la amenaza no es la mera neutralidad sino el favor:me a las unánimes opiniones que levanta, la negociación concluida porJ~COnfor_tituye un espaldarazo para el gobierno provincial: el empréstito se lanza al 92~ns­Londres «después que el Gobierno Nacional enajenó el suyo a 82% nominal» ~Jorge. Desde entonces los títulos provinciales cotizarán arriba. «Un pueblo qU~haoperaciones como la que anunciamos» -publicita la prensa partidaria-, «es unpue~que merece la confianza de los demás, y que ha dejado de llamarse South America».2ATambién la prensa opositora se inclina -aun cuando el reconocimiento DO lleguehasta la persona del gobernador: «Desde antes de la llegada del Dr. Jorge de Europadimos la noticia de que el empréstito [...] había sido negociado en buenas condiciones,felicitando sinceramente de ello al ministro de Hacienda y al enviado especial que semandó a Londres [...] la Provincia de Buenos Aires hace en estos momentos un papelbrillante en Londres [".] Es la primera vez que un empréstito argentino se presenta enlos mercados europeos bajo tan favorables y honrosos auspicios [...] Creemos dar alpaís una noticia verdaderamente trascendentab>.2S Se comprende así que los círculosrochistas hayan procurado convertir el hecho en una ocasión solemne, celebrada,conforme a los hábitos de época, con un banquete de bienvenida al presidente delFeo.2~ «Si vd. no hubiera tratado con ellos [los Baring] el negocio hubiera fracasadocon ruido», habia escrito Faustino Jorge al gobernador, ya familiarizado con la City,tras el cierre del acuerdo.27

4. Misión Parish

Hacia julio de 1881 los circulas de decisión, desde el presidente de la Repúbli­ca2S hasta los argentinos residentes en Londres, están pendientes de la expropiacióndel Fes. Desde alH subrayan las dificultades: «le diré con la franqueza que convieneen estas cosas, que la opi;?ión aquí es generalmente adversa a esa operación~..]Creenque las razones que puede tener el gobierno para la expropiación pueden autorizarlopara pedir a la compaftfa la modificación de sus tarifas o de las causas que producenlas quejas del público. Es casi seguro que la compafiía accedería a los deseos del go-

en la Argentina. Su l'!fluencia en el nacionalismo económico. 1854-1948, Buenos Aires. 1980; 343 pp;pp. 59-60), Si lo expuesto muestra que la expropiación era algo mAs que un rumor, sugiere también queel «temor» se funda en el conocimiento cierto de una amenaza explicita.,. El Diario, 12·13X1.1881, p. 1, c. 5. También la prensa inglesa local modifica su actitud tras el acuerdo(cf. «El "Herald" y el Dr. Rocha», en El Diario, 17.1.1882, p. 2, c. 3).25 La Prensa, 24,IH.I882, p. 1, c. 5; el comentario se introduce con ocasión del lanzamiento al mereado,que los Baring concretan el 22.III.l882, siguiendo un procedimiento ordinario: pago anticipado en girosy retención de tltulos para colocarlos en el mercado en momentos oportunos. Tal operatoria tenia. ade­más de ventajas, sus riesgos, como comprobará la CillIa en 1890.'·cf. El Diario, 24 (p. 2, c. 2) y 30.XII (p. 1, c. 2) de 1881; 3.1.1882,·p. 2, c. 4."AGN·DR 194, FaustinoJorge a Rocha, LeCreuzot, 26.X.l88L"cf. AON-DR 38. Roca a Rocha, 4.VII [de 1881].

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456 JAVIBR F. GAltCÍABi\.SALO

biernO)~.:!'J Bien informado estaba Lucas González -de él se trata- al resper.,1o. CUan­do Rocha responde -«tenía conocimiento que la opinión en ésa era adversa»)- yaha recibido a Frank Parish, pidiéndole que exprese por escrito (das modificacionesde tarifa y otras reformas que se propone adoptar en el servicio del Ferrocarril delSud)~. Dos dias después del encuentro, Parish presenta su primer memorándum enel que anticipa muchos puntos al cabo acordados a fines de octubre. Respecto de lastarifas ofrece «(Una reducción muy considerable en el precio del transporte no sola­mente de los productos del país sino de los artículos de consumo y de los materialesnecesarios para la explotación de los establecimientos de campo». Al enunciar «lasotras mejoras» Parish confirma la deficiencia del servicio que presta su empresa, en­sayando como disculpa «las circunstancias del país» que no permitían «perfeccionarel sistema~), lo que ahora se hará «contando con la seguridad de nuestra propiedad)).Aun cuando se propone «estudiar personalmente la posición y las necesidades de lacompaflia» puede ya anticipar algunas «reformas generales~).

El caso del servicio de pasajeros es elocuente y permite comprender cómo bajola aparente «eficiencia>~ que eleva el coeficiente de explotación30 de la empresa seoculta una ganancia obtenida por la combinación de altas tarifas y malas prestacio­nes. Para mejorar este servicio -en el que se seflala como defecto saliente su lenti­tud- la empresa aceptará por fin reducir la circulación de formaciones mixtasll

• Enlo inmediato sólo será posible aumentar la velocidad «disminuyendo el número dewagones~),pero «más adelante cuando estemos provistos de los medios suficientes»podrá brindarse «un servicio separado para pasajeros). Respecto de las estaciones,Parish admite que «muchas de ellas, a 10 menos las principales, necesitan una ex­tensión grande o más bien una reconstruccióll), y en especial de la estación centralindica que «es no solamente insuficiente sino, según su distnbución actual, muyincÓmoda y ofrece obstáculos a las operaciones de los compradores de frutos, dandolugar a quejas y opiniones desfavorables contra la Empresa)). También promete revi­sar el sistema de cargas de modo que se garantice «la entrega según peso y medidarecibida sin pago excepcional). Talla poco feliz situación de la empresa, acaso mejorreconocida en el insospechable testimonio del enviado que en la idealizada visiónretrospectiva que en ocasiones se traza sobre ella. En relación con la prolongaciónde la línea, cuestión que sin duda Rocha ha subrayado en la entrevista, conviene en«que es de sumo interés para el paíS); es también «el deseo, la politica y el interés dela CompaiHa»; «he venido a estudiar la cuestión que con tal que pueda obtener porel intermedio de V. E. la exoneración del derecho de expropiación por el resto,deltérmino de nuestra concesión, estoy dispuesto a recomendan), La prolongación de

lO AGN_DR 184,1.. González a Rocha, Londres, 27.Vll.l881; Rocha a González. 29.VIII.l88l, indica queaún no hay resolución en la materia. González le había anticipado la partida de Parish, ((creo que lleva elencargo de evitar la expropiación del Ferrocarril del Sud» (8.VIl.l881)."Es la relación entre los productos y los gastos de una linea (ce= G x 100 + p).n Aquellas en las que se agregan vagones de carga y de pasajeros.

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AGO~SDELnm~MO 457

Azul a Bahia Blanca -promesa atenta a los tiempos políticos del gobernador_ seráconstruida en menos de tres afioS.l2

En coincidencia con el viaje oceánico de Jorge, los tratos quedan sin novedaddurante el mes de septiembre. Parish se ocupa de gestiones vinculadas a la otra com~pa.fHa que representa -el FCCA- y, debe presumirse, realiza los estudios directosprometidos. El sábado 15 de octubre Rocha, Parish y William H. Moores celebranuna larga conferencia de «cinco horas consecutivas», y el tono que emplea la Prensapartidaria anuncia ya la decisión de llegar a un acuerdo.ll Al dia siguiente, domingo,siguen las discusiones, incorporándose a ellas el gerente de la empresa, George Co~

oper, Augusto Ringuelet y el ministro de Hacienda, Uriburu. Del acuerdo polfticose ha pasado a la implementación práctica, anticipándose ya algunos de los compro­misos que contrae la empresa.lol Éstos son formalmente enunciados én una nota queParish dirige a Rocha el 18; al día siguiente, ante escribano público, celebra contra­to para la prolongación de la línea hasta Bahía Blanca y Tandil, que incluye en sumás breve e importante artículo el nudo de la cuestión: «El PE se compromete porsu parte a no expropiar las líneas de la empresa hasta el 21 de mayo de 1902». Otroartículo, siguiendo las lecciones de la historia, establece expresamente la sujeción dela empresa a la ley general de ferrocarriles y a toda disposición y reglamento que rijaen la materia. El ferrocarril deberá llegar a Bahía Blanca antes del 21 de abril de 1884Ya Tandil antes del 19 de octubre de ese afio. Se puntualizan, además, una cantidadde detalles técnicos sobre la construcción, a fin de garantizar la calidad de la obra yla seguridad de los servicios, quedando sujetos a la aprobación del PE incluso los pla­nos del tren rodante. Respecto de la cuestión clave de las tarifas, el gobierno tendráintervención en la fijación de su máximo, independientemente de las ganancias queobtuviese la empresa. En su nota el presidente confirma el propósito de introducirmejoras, enunck·nas en cinco concisos puntos: construir la doble via hasta Burzaco;establecer, «luego que llegue el tren rodante necesarim), un tren diario de pasajerosentre Buenos Aires, Azul y Ayacucho, incluyendo las paradas requeridas; introducirmejoras «para la conveniencia de los pasajeros y comodidad de la carga»; en lasestaciones; «garantir el peso y las cantidades de la carga que se transporte en suswagones)); sujetarse al máximum establecido en las tarifas «que se fijare entre el PEy el que suscribe». Insiste Parish, como lo había hecho en la más franca correspon­dencia privada de agosto, en que las mejoms «desde hace mucho tiempo las tenia enproyecto)) y, por otra parte, (<han sido materia de estudio durante mi residencia».l'

La correlación entre los sucesos de Londres y Buenos Aires tiene, entonces, otrodato sugerente. El acuerdo firmado ell~ sorprende a Jorge visitando industrias meta-

"AGN-DR 1984, Frank Parlah a Rocha, Buenos Aires, 27.VIII.l8IH."cc. El DlarJo, 16.X.l881, p. 1, c. 2 y 6; cf. CIl AGN-DR 184, Ringue/el a Rocha, 15.X.1881, informes deRinguelet que el gobernador habrá empleado en la reunión."CL El Dlarro, 17-18.x.l881.p. 1, c. 5; v. tb. 19.X, p. 1, c. 6."Carta y contmto se pubUcan de inmediato; p.e. EJ Diario, 20.X.l881, p. 1, c. 3-4.

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458 J....VIER F. GJ\Rc!l<BASALO

lúrgicas en el continente. Rocha demora su envio a las cámaras; fechará el mensaje el4 de noviembre, en coincidencia con el telegrama del enviado anunciando la decisiónde Baring de tomar el empréstito. En la cámara de Diputados. Torcuato B. Zuvirla nodeja de aludir veladamente al limite tocado por las aspiraciones bonaerenses -(Quie­ro suponer que la Provincia hubiera realizado fácilmente (lo que es dudoso) la ex­propiación; que hubiera obtenido en los mercados europeos los fundos necesarios»...•dice antes de ponderar los beneficios de la extensión de la red. Procura presentar elacuerdo como un sometimiento de la compafiia inglesa que «quedará bajo el imperiode todas las leyes de ferrocarriles»; «tuvo el sefior Parish que ceder. y de las confe­rencias de dicho sefior con el PE ha resultado el contrato»),36 En el Senado una mociónpropone aprobar el acuerdo por aclamación, entusiasmo que el realismo de Ortizde Rozas reduce a formas reglamentarias: al voto unánime se agrega un mensaje de«voto de aprobación» al PE.37 La ley es promulgada el 26 de noviembre.lB

Cada una de las partes contratantes queda entonces con su problema. ¿Cómologrará el FCS mantener sus altos beneficios a pesar de los compromisos contraidos?Por su parte. ¿cómo justificará el gobernador su nueva politica ferroviaria. opuesta ala que hasta entonces habia perseguido? Y -esto resultará más dificil- ¿cómo contro­lar su aplicación? Rocha se habia manifestado categórica y reiteradamente en favorde los ferrocarriles del Estado. Sin embargo, con el propósito de sumar voluntades,el argumento principal de la campafia pública que se habia agitado en favor de laexpropiación -llevada adelante. naturalmente. a través de los periódicos- se cen­tró en el mal servicio y las elevadas tarifas que percibía la empresa. Esto otorgabaconsistencia a la propaganda. pues respondía a datos objetivos y evitaba la discu­sión principista que. por más abstracta. podía dividir la opinión.39 Una definición másdoctrinaria quedó reservada para sus mensajes a la Legislatura. Al asumir el mandoRocha afirmó el opuesto de lo que ahora se ve obligado a defender: «Pienso que sóloen casos muy especiales en que la necesidad sea muy sentida y no podamos realizaruna línea determinada. debiera la Provincia acordar una concesión, pero siempre conla cláusula de expropiación clara. y explicitamente establecida en la forma menos

'" cf. DSCDBA, 1881, t. HI, pp. 301-312. Zuvirla comenzó recordando los antecedentes en un tono quemás parecía fundar un rechazo; se extendió en las «razones 8Obradll811 con que el público pedía la ex­propiación. Un colega le I1aroó a la realidad instándole a concretarse al tema de la prolongación a BabíaBlanca."cf. DSSBA., 1881, pp. 1038-1043."RO. 1881, pp. 873·878. El moroso trámite parlamentario obligó a Parish Il postergar su partidi.·en dosoportunidades; no querrla viajar sin ver la ley promulgada; CL El Diar/Q, 6 (p. 1., c. 5) y 23.XI.l881 (p.2, c. 5)."La propaganda partidaria presenta la expropiación como exigencia: ,(Es el gobierno el que está lla­mando a salvar los intereses del Sud de la Provincía contra los abusos de una empresa particular. [...]la campaila reclama urgentemente que se realice la expropiación de esa línea que en lugar de ayudar aldesenvolvimiento del progreso es la rémora que lo impide»; ce AGN-DR 184, recorte «Redacción [1] Laexpropiación de la linea [1] del Sud»

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AGONfA.'JDE1.~ 459

onerosa posible».40 Si el primer perIodo podría haberlo justificado, el segundo res hauna ironfa, pues en efecto, el contrato alude a la expropiación en una cláusulac~Quedaba en esto una ventaja relativa para el gobernador. Los planes trazados en b h.

a los cálculos de Ringuelet no eran oficialmente püblicos. Su único mens!\ie solicit:do una expropiación -aun cuando el caso del Sud era, como se ha visto, un secreto avoces- se refería al Fe Buenos Aires-Ensenada, en el tramo Boca-Ensenada.

La nueva posición oficial queda definida ya en el mensaje de remisión del con­trato a las cámaras legislativas. La derrota aparece presentada como triunfo. El textoes el resultado de un laborioso pulido del que dan testimonio los borradores que seconservan. Su tema es la importancia de la obra-a lo largo de las seis carillas se evitacuidadosamente nombrar a la empresa inglesa-, las ventajas que traerá en particularal pueblo de BahIa Blanca y, en general, todo cuanto puede decirse, con sobradarazón (se trata de la idea más pacfficamente aceptada en la segunda mitad del sigloXIX), de las ventajas de construir ferrocarriles a lo largo de tierras feraces. Un brevepárrafo alude al centro de la cuestión:

«Como veis por las bases acompafiadas la Provincia puede obtener la estensi6n {(delas lineas)] «de cerca de 400 ks.» de F. C. [ferrocarriles] [(del Sud)] sin qe. este progresole imponga sacrificio alguno, {y} «[(s610)J (sino) {únicamente} [(si)J la [(obli)] seguridadde no espropiar esas ¡¡neas en un perlado de veinte aflos proximamente».41

La preocupación del gobierno es ahora, más sencillamente, «el acrecentamientode nuestras Bneas). El acento se pone en «dotar a la provincia de una red completade ferrocarriles».<12 «La palanca del crédito y de la riqueza indefinida de la Provinciaha sido bien comprendida por el Dr. Rocha, y ha sabido aprovecharla ~ ..]el oro inglés,las empresas europeas, el [Fe del] Sud de Buenos Aires, la Provincia entera, estánhoy más que nunca interesados en el progreso, y obligados a iniciarle y a fomentar·le»).4l Por otra parte: el vínculo ferroviario que anuncia el progreso de BahIa Blancatrae también solución a la necesidad de contar con un puerto militar, astillero, basede policia marítima para las costas patagónicas y fueguinas; para emular, en fin, elTalcahuano chi1eno.~4

"" Reproduce el mensaje Salvadores. Fundación de la ciudad de La Plata..., el pasaje en p. 41.41 AGN-DR 184, Ferrocarril de Bahía Blanca. Borrador del mensaje aeompailando las bases conveni­das con los representantesf c. $. para prolongarlo a Bahia Blanca», fr. Iv-2. lo tachado entre [( )]; loagregado entre (); agregado pero omitido en la versión pública entre { l. Publicado p. e. enEI Diario,5.XI.1881, p. 1, c. 2-3.., El Diario, 16.X.l881, p. 1, c. 2 .., El D/ario, 25.X.l881, p. 1, c. 1: «Ferrocarril a Bahía Blanca. Faz provincial»."cf. El Diario, 26.X.1881. p. 1, c. 1: «Ferrocarril a Bahía Blanca. Faz nacional». En su mensaje al Con­greso en 1881 Roca ya había anticipado ese destino para Bahía Blanca.

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v. EL FERROCARRIL AL PAcíFICO y EL EMPALME HAEDO

1. «Perjuicios para todos, ventajas para nadie»

Mucho antes de iniciarse la construcción del Ferrocarril de Clark, la SociedadCientífica Argentina, en uno de los espacios que periódicamente consagra en susAna/es al planeamiento y la construcción ferroviaria argentina y general, publica un«Estudio sobre FerroMCarriles» dedicado a determinar el mejor disefio que podríadarse a la red 10caJ.! Su autor, Ignacio Firmat, acepta como un planteo teóricamenteimpugnable pero, al mismo tiempo, como realidad ya inevitable, lo construido hastaentonces -1876. Si los ferrocarriles de existencia fisica son el punto de partida nece­sario de sus reflexiones, los de mera existencia jurídica caen bajo el análisis crítico dela conveniencia. Ésta se define por cinco objetivos que enuncia para la red argentina:ligar las capitales de provincia; facilitB,r la distribución geográfica de la inmigración;contribuir, mediante el desarrollo de la producción, al equilibrio entre importacionesy exportaciones; acrecentar los ingresos del erario para darle solidez sin que recurraa medios ficticios.

Con buen criterio, Firmat pone en juego, entre las variables que sirven a suestudio, el tiempo, no sólo para indicar qué obras deben preceder a otras menos ur­gentes, sino también el momento en que una inversión determinada ha consolidadoel proceso de cambio económico-social que se espera de ella, posibilitando nuevospasos consistentes con el plan general que se persigue: «el progreso no se hace asaltos», reitera al fijar un criterio o regla primera del planeamiento ferroviario: «Parapoblar el país y facilitar I~s comunicaciones es preciso empezar por construir una víaférrea; pero para construir dos vías férreas paralelas es preciso poblar antes el país».y aun debe, si se procede conforme a razón, preferirse la doble vía de una mismacompaflía a la segunda vía paralela en manos de otra empresa. Estas consideracioneslas encuentra particularmente aplicables a la concesión de Clark, cuyo impacto sobrela red existente estudia con detenimiento. La valoración de esa obra, si se efectua­se en pocos afios, es contundente: «perjuicios para todos, ventajas para nadie»; ungasto -alude a la garantía dada por el gobierno- «para inutilizar todos los hechoshasta ahora». Acepta, sin embargo, que más adelante preste utilidad la sección entreVilla Mercedes (San Luis) y un punto de la linea del FCO, que sugiere sea Chivilcoy-entonces punta de rieles- u otro, pero rechaza de plano la llamada «primera sec­cióm): «Buenos Aires como punto de partida de esta linea no tiene razón de ser» puesl(existe ya la linea "Oeste" propiamente dicha» y no «cabe el pretexto de mejorarel servicio público porque el FCO es quizás el mejor organizado de la República».

j Ignacio Finnat, «Estudio ~obre Ferro-Carriles», en Anales de fa Sociedad Cient(/ico Argentino. tomo3, Buenos Aires, 1877, pp. 81-94.

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Sobre esta empresa y en general sobre la campafia bonaerense Firmat se abstiene deopinar. La «red argentina» a la que se refiere es, en rigor, el Interior y sus enlaces conla residencia de los poderes nacionales.

Fuesen propias o inspiradas por terceros, las ideas que Firmat expone están sinduda presentes en el planeamiento ferroviario argentino: asi, por ejemplo, la priori­dad en el enlace de las capitales; el vinculo de Buenos Aires con Rosario -herida porla que inocultablemente sangra este colaborador de Carlos Casado y Alisal- y no conel Central o el Andino en Córdoba; o la secuencia en la ejecución de las obras orde­nadas por el Congreso en 1872. En dos aspectos sus propuestas serán ampliamentedesatendidas: Firmat no prevé -su exposición sobre lo que hemos llamado tiempo ymomento es elocuente- nuevas concesiones; éstas, sin embargo, se produjeron. Tam­poco serán atendidas sus consideraciones sobre la concesión Clark en la provincia deBuenos Aires. No sólo la «segunda secci6n» se planificará potenciando la competen­cia con el enlace en Mercedes, corazónhist6rico del enrejado del FCO, sino que Rocase lanzará a construir aquella primera sección que Firmat desecha no transitoria sinodefinitivamente, porque -habla el ingeniero, no el político- «no tiene razón de ser».

2. Una concesión por decreto

El plan general de ferrocarriles de Rocha (v. mapa 20) sufre una primera contra­dicción al fallar la expropiación del FCS. Resignado aquel propósito, un segundo fra­caso impide el empalme del FCO con el interior, el control del corredor santafesino.No acaban allí los contrastes. Se perderán también las cargas procedentes de Cuyoa través del FC al Pacifico e incluso parte de las transportadas por la propia linea -:provincial quedarán amenazadas por su competencia. Para alcanzar este objetivo,el PEN recurre una vez más a la concesión privada, diseñando una linea que actúacomo un by-pass ferroviario destinado a sortear el empalme proyectado pOf Rocha en.beneficio del puerto de La Plata (v. mapa 21). El procedimiento fue el siguiente.2

El 7 de agosto de 1884 Juan E. Clark se dirige al gobierno para exponer que laconstrucción del FC al Pacífico, ya iniciada, y la del Trasandino, que en breve esperacomenzar, se verán obstaculizadas por las transitorias dificultades que experimentael tráfico a través de las vías existentes. A fin de asegurar la provisión de materialespara sus obras, pide autorización para construir una lmea propia desde Mercedes(Bs. As.) hasta el puerto de Campana. Esta vía permitirá «al Excmo. Gobierno unaintervención directa en los trabajos de las vías desde la cumbre de los Andes hastael puerto de Campana y Buenos Aires, intervención benéfica a la que escapa el fe­rrocarrii provincial del Oeste, el cual puede hacer ineficaces las ventajas que aquellaconsulta)).3 La prosperidad de la zona a recorrer hace suponer que este corto trayecto

'Las iIlcidencias pueden seguirse en Ferrocarril de Buenos Aires a Mercedes..., cit.l Ferrocarril de Buenas Aires a Mercedes..., p. 6.

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-que establece en 70-75 km., Ycompara con los 98 km. existentes entre Mercedesy Once- ayudará a costear la garantia del resto de la linea al PacIfico. Luego de re­cordar que por decreto del 7 de Noviembre de 1881 se dispuso que el ferrocarril enconstrucción diera principio en Mercedes, solicita que ~<se designe a Campana comopunto de arranque definitivo».

La expresión de Clark sobre la jurisdicción nacional de esta linea -intervenciónbenéfica a la que escapa el ferrocarril provincial del Oeste. el cual puede hacerineficaces las ventajas que aquélla consulta- alude de un modo transparente al em­palme Haedo-La Plata. En efecto, <das ventajas que aquélla consulta» se refieren altransporte bajo jurisdicción nacional de las cargas procedentes de distintos puntos:de Cuyo; de la lfnea del Oeste más allá en Mercedes; y de la zona de competenciafisica entre las empresas desde Mercedes a General Rodriguez. El modo en que «elferrocarril provincial del Oeste (...] puede hacer ineficaces las ventajas» es, natural­mente, llevándolas desde Haedo a la Ensenada «con el riel y con la tarifa».4

Pocos días más tarde, el Directorio local del FC de Buenos Aires al Pacíficopide vista del expediente a través de una nota que finnan Lucas González y EduardoMadero. No es dificil imaginar la impresión que despierta en ellos esa propuesta, quealeja del futuro puerto Madero el destino final de la línea. Concedida, el Directorioreproduce en ella el infonne que sobre el particular pide a su abogado, doctor DelfinGallo. En resumen, afirma que por decisión del gobierno el punto de arranque dela linea es Mercedes, siendo la sección que desde allí sigue a Villa Mercedes (SanLuis) concesión adquirida por el FC Buenos Aires al Pacifico. Clark puede pedir«un ramal completamente independiente» pero no «invocar sus derechos de antiguoconcesionario». Tanto -concluye Gallo- que «el PE no podrá seguramente resolverla cuestión administrativ'¡Ullente y tendrá que remitir la solicitud al Congreso».s En­tretanto, Clark ha procurado oponerse a la vista del Directorio con un extenso escritoque no alcanza a presentar a tiempo, en el que intenta demostrar que, luego de vendersus derechos sobre el trayecto Mercedes-Villa Mercedes, mantiene aún los del tramoBuenos Aires-Mercedes. También dirige una protesta al Directorio local del FC Bue­nos Aires al Pacífico por su presentación al Gobierno, pero éste se limita a cootestarque actúa conforme al dictamen de su abogado.

Oidas las partes, corre el expediente por el Departamento de Ingenieros. Ró­mulo Ayerza, Inspector General de Ferrocarriles, infonna que al hacer cesión de susderechos Clark s610 se reservó «la parte comprendida entre Mendoza y la cumbre dela Cordillera)); que el punto de arranque ya ha sido «fijado por el Gobierno en decre­to de noviembre 7 de 188b) y que «00 debe por tanto accederse al pedido del señor

'La expresióo es de La Prensa. 15.VIII.1883, p. 1, c. 1, comentando el decreto de Rocha que fija la trazaHaedo-LaPlal.a; v. in/ro p. 589.sFerrocorril de Buenos Aires a Mercedes.... p. 11.

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Clarb.6 Más sugestiva es la observación de Guillermo White, Director del Departa·mento de Ingenieros, que pone de manifiesto el interés del gobierno nacional en estacuestión, sugerida ya por el propio Clark: evitar la Unea de jurisdicción provincial.White avanza aun más, para insinuar que esajurisdicción -dado que no es razonablesuponer que el destino final de los transportes sea Campana y no Buenos Aires- debeejercerse en términos más favorables:

...«debe tenerse en cuenta que aceptando sea la distancia de Mercedes a Campana de70 kilómetros, si se agrega a estos los 81 kilómetros que hay desde Campana a BuenosAires, resultará desde Mercedes (Buenos Aires) a la Capital, por Ca.mpana una distanciade 151 kilómetros, en vez de los 101 kilómetros que hay por el Ferrocarril del Oeste, demodo que habrá mayor ventaja en venir por el Oeste, porque se ahorrará 50 kilómetrosde camino.))1

El Director podría haber agregado que aquellos 151 kilómetros no serían com­petencia para el empalme de lineas que desviará el tráfico hacia el puerto de la En­senada, superior y mejor ubicado. Seis meses después -6 de mayo de 1885- Clarkreitera que por las leyes de concesión de 1874 y 1877 la línea de Buenos Aires a Meo­doza y San Juan debe partir de Buenos Aires, ailadiendo ahora «(que estoy preparadoa dar completa ejecución a la ley construyendo la linea desde la ciudad Capital de laRepública».8 La respuesta del gobierno -del que puede razonablemente presumirseque incitó la presentación anterior-, aunque insólita, no sorprende. Por decreto del22 de mayo, sin que medie tramitación de expediente9, Roca habilita a Clark para(construir y explotar la sección entre la Capital y la ciudad de Mercedes (Provinciade Buenos Aires) con sujeción a las condiciones de la ley y del contrato que autorizala construcción del ferrocarril a las provincias de Mendoza y San Juan» (art. 1").10 Elarto 2" establece que la cuenta garantfa de esta sección y de la que llega hasta Merce­des (San Luis) deben sumarse, y para ello la Empresa que tiene esta última concesióndebe ponerse de acuerdo con Clark (art. 3"). El arto 4" ordena dar cuenta de 10 resueltoal Congreso, siendo el 5" de forma.

El gobierno de Roca procede motivado por una nueva y firme decisión poH­tica sin importarle caer en abierta contradicción consigo mismo. La Memoria delministerio del Interior de 1881 había dejado en claro que el recorrido Buenos Ai-

•Ferrocarril de Buenos Aires Q Mercedes , p. 21., Ferrocarril de Buenos Aires a Mercedes , p. 22. López, Historia... Buenos Aires..., p. 199 atribuye aWhite una opinión que no tuvo: «que el puerto más apto para exportar los productos de Cuyo era Rosa~

rio, y no Buenos Aires». White desecha la posibilidad de llegar a Buenos Aires vla Campana o hacer deeste último el {{puerto de las Provincias de CuyO)) en lugar de Rosario. Es Campana, no Buenos Aires, laalternativa que Wb.ite descarta en beneficio de Rosario.i Ferrocarril de Buenos Aires a Mercedes..., p. 24.9 Cuando más tarde para informar sobre el reclamo interpuesto por el Directorio local del Fe al Pacíficoel Asesor Letrado del Consejo de Obras Públicas, Dr. J. N. Matienw, solicitó «el expediente en que reca­yó el decreto)), se le contestó que ({no existe constancia alguna del expediente que solicita».lO Ferrocarril de Buenas Aires a Mercedes..., pp. 25-26, reproduce el dooreto del 22.v.1885.

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res-Mercedes quedaba suprimido, estableciéndose un nuevo «punto de arranque» ydaba como razón evitar un perjuicio al ferrocarril bonaerense: «por llevar el Fe~o_carril del Oeste hasta ese punto [Buenos Aires] la misma dirección del proyecto deClarb.H Ahora, en cambio, la decisión no se funda en evitar la competencia sinoen producirla «<evitan) la línea del Oeste implica necesariamente competir con ella):«Que la concesión que se solicita podrá evitar al Ferrocarril de Buenos Aires al Pa­cífico el empalme con una linea que no está sometida a jurisdicción nacional» Laracionalidad técnica, que el ingeniero Firmat habría aplaudido, es reemplazada porla razón politica. De esta manera, más de un año antes de la inauguración del ramalHaedo-La Plata su suerte queda echada a raíz de esta decisión a todas luces destinadahostilizar, mediante una garantía al capital privado, el «plan La Plata», que entretan­to consume ingentes recursos de un espacio socio-económico unificado -quiéranlo ono los prohombres del '80- a la hora de saldar con sus rendimientos, amortizacionesy rentas de los empréstitos tomados. No hay aquf un «error técnico» de planeamientosino un antiguo enfrentamiento institucional reeditado bajo nuevas furmas.

La solución del problema político y geopolitico crea, como contrapartida, unconflicto entre Clark y los empresarios, al establecer que la cuenta garantía fueseunificada para la totalidad del trayecto Buenos Aires~Mercedes(San Luis). En febre­ro siguiente Lucas González, Eduardo Madero y Delfln Gallo, ante hechos produ­cidos por Clark tanto en Londres como en Buenos Aires, «que demuestran que estesefior no cree necesaria la aprobación del H. Congreso» al decreto de mayo anterior,hacen presente su oposición a la unificación de la cuenta garantía. Si se trata de unanueva línea nada justifica esa unificación. Si, al contrario, la línea es parte de la an­tigua concesión, ellos han adquirido todos los derechos. El texto parece sugerir unasolución al admitir que~n este último caso «vendría a quedar ~..]comprendida en elcontrato de construcción que el señor Clark tiene con la Compañía». En fin, pidenque se deje «sin efecto el decreto referido»).!2 El 7 de julio, luego de cuatro meses detramitación, el PEN resuelve «no hacer lugar a la reconsideración solicitada». En losdías previos, a requerimiento de la firma Clark y Cía., los legisladores Rafael Ruiz delos Llanos y Rafael Igarzábal responden una consulta sobre los alcances del decretonacional del 22 de mayo de 1885. Afirman que, a pesar del tenor de su art 4°, no esnecesaria la intervención del Congreso. Esa disposición ~<Dése cuenta de lo resueltoen este decreto al H. Congreso))- es sobreabundante ya que se refiere únicamente almensaje anual que el Ejecutivo presenta a las cámaras. Por entonces el Directorio lo­cal del FC Buenos Aires al Pacífico, siguiendo órdenes recibidas de Londres, solicitaal Congreso la concesión para construir la línea Buenos Aires-Mercedes sin garantia

II Memoria presentada al honorable Congreso de la República Argentina por el Ministro del Interiordoctor Bernardo de Irjgvyen correspondiente al afio 1881 [redactada ha. mayo de 1882], Buenos Aires.1882. LXIlI+149 pp; pp. XXVIII-XXIX). En la exposición del ministro todavía se presume la prioridadque Clark debe dar a la unión con Chile. proyecto para el que no se hallarAn inversores en Londres.Jl Ferrocarril de Buenos Aires a Mercedes.... pp 27-31.

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ninguna. La maniobra fuerza la negociación: Clark vende a la empresa Buenos Airesal Pacifico sus «derechos~) a ese tramo. La cuestión tiene tratamiento ulterior en lacámara de Diputados -donde ya a principios de julio de 1886 el diputado rochistaLáinez exige el envío del decreto de 22 de mayo de 1885 para su aprobación legislati­van_, cuando llega al recinto una nueva nota del Directorio local retirando la anteriorsolicitudl4. El debate pone al desnudo la irregularidad del trámite, la discrecionalidaddel presidente para resolver en la materia y el desdoroso papel que toca al Congreso-en cuyas bancas, al igual que en el ministerio, no faltan interesados directos en elnegocio.u Pero las mociones de la oposición -pasar el asunto a comisión para queproduzca despacho y llamar al ministro del Interior para que informe- son derro­tadas. La compra-venta de la concesión es finalmente aprobada por el gobierno deJuárez en enero siguiente.16

El FC al Pacífico cumple en relación con el FCQ dos funciones sucesivas. Aprincipios de la década, el relanzamiento del proyecto fue un factor concurrente en lasituación que frena el enlace de la linea provincial con otras más allá de las fronterasbonaerenses. A mediados de la misma década, la aprobación del trayecto Mercedes(Buenos Aires)-Buenos Aires reviste un carácter aun más franco de hostilidad alferrocarril provincial y, sobre todo, al puerto de la Ensenada.17 El concesionario men­ciona expresamente la conveniencia de sortear la jurisdicción provincial y el PENfunda en esa razón la aprobación de la nueva traza. Este criterio -quitara la provincialas corrientes comerciales que aquélla espera llevar a la Ensenada- se repite tanto enla salida hacia el Norte (con el FC Buenos Aires~Rosario) como en dirección a Cuyo(con el Buenos Aires al Pacífico). En ambos casos se asiste al desenlace de tensionestan antiguas como la historia ferroviaria local. La acción del gobierno nacional con­figura una política ferroviaria. Ante la imposibilidad de construir por cuenta propialas líneas rerreas que necesita para impedir la consolidación bonaerense, recurre aconcesiones privadas que aseguren los flujos para el puerto Madero que, en compe~

teucia con el provincial, ha mandado construir.ls No se advierte en esto la falta deun plan ferroviario sino la competencia entre planes antagónicos. Precisamente por

"cf. DSCDN, llJlJ6, 1. 1. pp. 394-396."Ferrocarril de Bue"os Aires a Mercedes..., pp. 61-62; firman la notaLucas González, Eduardo Madero,Delfin Gallo y H. Barker (secretario)."Entre las figuras polltiCllll de la época, tuvieron relación privada con la cuestión al menos los siguientes:Francisco B. Madero, fiador de la linea (vicepresidente de la República); Isaac Chav8lTÍa (ministro delInterior); Delfin Gallo, Rafael Ruiz de los Llanos, Rafael Igarzábal, Adolfo E. Dávila, José Miguel Olme­do (legisladores nacionales); Lucas González (el( ministro de Hacienda; empresario); Eduardo Madero(concesionario del puerto de Buenos Aires) y Lucio V. López (abogado), sin puestos oficiales durante latramitación del el(pediente."Ferrocarril de Buellas Aires a Mercede.s.... p. 90."Maschwitz resume las funciones de freno y competencia que cumplió esta Ilnes.: «El Ferro-Carril al Pa­cifico, buscando su comunicación propia con la Capital, vino a hacer competencia a la del Oeste. que solopor ser det Estado [bonaerense] no habla de pasar los Umites de la provincill» (Sobre tarifas..., p. 75)."v. ¡"/ra pp. 499-502 una conducta similar respecto del FeS.

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AGONíAS DEL PEDl!kAUsMo 469eso la línea de Clark no era «prescindible, superflua, que no merecía la promoci6nestatah>.19 En la lógica de la competencia la línea es fundamental y justifica no sólola promoción económica que el poder central le otorga, sino también el cúmulo dedesprolijidades administrativas y parlamentarias -en rigor, la violación de la ley vi­gente sobre concesiones ferroviarias- por las que pasa su tramitación. En la medidaen que el gobierno nacional no puede concretar por si mismo la construcción -a lafalta de recursos se agrega que todavía es dificil defender politicamente una intromi­sión nacional de ese tipo en la jurisdicción bonaerense que, en cambio, recurriendoa concesionarios, se presenta como estímulo a la iniciativa privada- debe entregar,para salvar el fin jurisdiccional que quiere afirmar, la propiedad y la administraciónde esa herramienta económica, En el ámbito bonaerense las protestas de quienesadvierten detrás de las concesiones la obstrucción al desarrollo autónomo local seráninútiles.20

"Es la opinión de López, Historia. . Prol'incia ., p. 199."l'. infrapp. 577-579.

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«Para traer a sus cauces naturales al localismo desbordado de Buenos Aires lo su·primimos completamente, substituyéndolo por la absorción nacional, abrumadora, quesuprime las provincias y falsea las instituciones federales, unitarismo de Jacto, cuyosfrutos son, por cierto, más alarmantes que los excesos y extravlos de aquel. [...] Desdeque la militarizada absorción nacional ha humillado los localismos argentinos, nuestrafederación ha desaparecido también de hecho. Es una hipocresía, es una mentira con·vencional hablar de gobierno federal en la República Argentina, unitaria en los hechos, yacaso en las aspiraciones públicas [m] La Provincia de Buenos Aires es, sino la primera,la más notable de las víctimas [oo.] La provincia no se gobierna. Su localismo no se agitaentre los ifmites de lo justo y lo necesario. Ha abdicado y la provincia está gobernada deafuera, a la distancia, desde la Capital de la República.»91

.. Estllnislao S. Zebllllos, «La crisis polltica de La Plata», en Revista de Derecho. Historia y Letras, tomo11, 1898, pp. 659 y 664.

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CONCLUSIONES

Los acuerdos del Pacto de Unión de 1859 quedaron incorporados, con la refur­ma de 1860, al nuevo texto constitucional. Esto supuso un privilegio para la provinciade Buenos Aires, y en particular para su Banco, que continuó sujeto a la legislaciónprovincial, exento de la jurisdicción del Congreso Nacional. Las evidentes ventajasque esa situación constitucional dio al Estado bonaerense -caracterizado en ocasio­nes como «provincia vascongarlll})-, sirvieron de base a la función político~institu­

cional que aquél debía cumplir, según la opinión de sus defensores, para garantizar lasubsistencia del sistema federal argentino: mantenerse como «único poderprovincialcapaz de contrabalancear y conservar en quicio al poder Nacionah~.La apelación alPacto de Unión como fuente de esos derechos, y al texto constitucional de 1860 comogarantía de su vigencia, se convirtió en el principal recurso argumental en defensade esa singularidad. En los aflos que siguieron a la reforma, los poderes nacionalesy provinciales se condujeron en sus tratos y acuerdos financieros aceptando esa si­tuación. El comentario de los juristas tematizó sus alcances, y la Suprema Corte bo­naerense reitero, en un fallo a propósito del Código Civil, que en virtud del Pacto deUnión incorporado a la Constitución Nacional, la legislación nacional no alcanzabaal Banco de la Provincia. A principios de los afios '70, esta aceptada pero incómodasituación para los poderes nacionales, alentó el prematuro intento de sustitución delagente financiero nacional, mediante la creación de un Banco mixto que, poco des­pués de iniciar actividades más bien modestas, quedó al borde de la liquidación. Lacrisis financiera del Estado nacional, en 1876, llevó al Banco bonaerense a ocuparun lugar más amplio que en el pasado, como agente financiero y regulador de laemisión. Para entonces, el billete provincial tenía circulación nacional de hecho entreparticulares, fomentada por su aceptación de derecho en las oficinas de recaudaciónde todo el pms. En ese afio, sin embargo, la doble operación de emisión garantida porel Estado nacional y préstamo al gobierno de Avellaneda, por una suma superior alas concedidas hasta entonces, reforzó la centralidad y exhibió el poder del Bancoprovincial como nunca antes.

Los términos del consenso de 1860, como es frecuente en soluciones pactadas,estuvieron lejos de satisfacer a todos los actores. Sin la presión de Urquiza en favorde su aceptación, la unanimidad lograda en la Convención de Santa Fe no habría sidoposible. Por otra parte, en Buenos Aires, Mitre, cuando alcanzó la presidencia, quisover en esos acuerdos no más que una transitoria maniobra táctica en las conflictivasrelaciones con la Confederación. Sin embargo, durante varios lustros, la convivenciaentre poderes nacionales y provinciales, siempre rica en episodios irritantes, pudofundarse en aquel consenso. Después de la crisis de 1876, al calor de una refurzadaconvicción sobre la necesidad de consolidar al Estado nacional liberándolo de latutela bonaerense, los alcances del Pacto de Unión fueron objeto de una crecientereinterpretación, que la «doctrina Mitre» de 1878 resume. En ese nuevo clima tiene

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lugar la guerra civil de 1880. Aun asi, en los debates parlamentarios sobre la cuestióncapital-que involucran no sólo la ley de federalización del municipio de Buenos Ai­res, sino también aquella que dispone la eventual reunión de una Convención ConstiM

tuyente-, al tiempo que el espíritu del consenso de 1860 se diluye definitivamente enlos combativos legisladores del interior que pertenecen a la facción triunfante en laguerra, algunos entre ellos advierten las dificultades que permanecerán subsistentesmientras no se altere el marco jurídico que habia expresado ese acuerdo dos décadasantes.

Roca y Rocha iniciaron en ese escenario su experiencia de cohabitación de 1881­1884, prolongada en cierta fonna, por el vigor del rochismo, hasta fines de 1886. Larelación entre ambos -que involucró intereses politicos, regionales, ecoDÓmicos- lle­vó las marcas, con frecuencia inescindibles, de la puja por la sucesión presidencial yde la reconfiguración institucional que la desaparición del consenso de 1860 desenca­denó. Rocha, sin embargo, no concedió, al menos públicamente, que los acuerdos delPacto de Unión hubieran sido deshechos en 1880. Apegándose a las funnas juridicasde la federalizaci6n del municipio, interpretó la guerra civil en los términos de sugestación -una lucha entre partidos, ambos igualmente sostenidos por hombres detodas las provincias- y no de su desenlace -la rendición de un Estado provincial porel Ejército nacional. De ese modo, la voluntaria cesión de la ciudad de Buenos Airesprobaba una vez más la vigencia del Pacto de Unión, en cuyo marco la provinciarealizaba un último sacrificio en favor de la nacionalidad argentina, conservando sustatus en todo lo demás.

Para el nuevo presidente, en cambio, el fin de la pasada guerra significó la aper­tura de un ciclo. Como Hércules, vencido el león, Roca se preparó a vestir con supiel al poder nacional que ejercia, para sujetar mejor otros monstruos. Procedió, sinembargo, con extrema cautela, «desplumando poco a poco al dorado pavo real»;alternando las benevolentes furmas negociadoras y las reiteradas promesas incumM

plidas, con drásticas decisiones. Por otra parte, el campo de enfrentamiento econó­mico entre Nación y provincia, que, dados los antecedentes, inevitablemente debíaincluir las cuestiones monetarias y bancarias, se multiplicó a raíz del «plan La Pla­ta» lanzarlo por Rocha. Ciertamente, la rivalidad entre ambos Estados en torno a laconstrucción de la red ferroviaria era anterior al Pacto de Unión, pero la pretensiónbonaerense de reorientar los flujos comerciales hacia su nueva capital, una vez queel Estado nacional se aseguraba el dominio del puerto de Buenos Aires, convirtió lapugna por el control de ferrocarriles y puertos en un capitulo decisivo del proceso desometimiento bonaerense.

Como resultado de todo lo anterior, en el periodo 1881·1886 no se asiste a unavoluntaria subordinación de Buenos Aires al Estado naciOl;181; no registran esos aftasprudentes arreglos políticos, en homenaje a la búsqueda mancomunada del enrique­cimiento nacional -al contrario, la falta de acuerdo que revela cada una de las ini­ciativas destinadas a promover la riqueza, contribuye a sentar las bases de la crisis

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AooNíAsoELJilIDEIW..lSMO 623posterior. Tampoco la victoria de 1880 resulta abrumadora al extremo de relegar enla agenda presidencial la preocupación sobre el ordenamiento interno del país. Alcontrario, las instituciones económicas, públicas y privadas, adquieren en la décadauna configuración determinada, en buena medida, por acciones que el poder nacio_nal necesita adoptar para impedir la renovada furtaleza bonaerense, de otro modoinevitable.

En principio parece evidente que, a lo largo de su primera presidencia, Rocano tuvo una política en materia económica.. En favor de esta opinión pueden adu­cirse, en primer lugar, los relevos ministeriales y, más específicamente, la situaciónque el propio presidente crea para ellos, apoyando polfticas paralelas. Así, Juan JoséRomero, para quien se reserva la cartera durante más de un afta, ve obstaculizadossus proyectos por Victorino de la Plaza. La hostilidad manífiesta que Plaza dedica aRomero, invoca el acuerdo presidencial; éste parece confirmado con la incorporacióndel diputado al gabinete y, más tarde, con su designación en reemplazo del propioRomero.

Una vez que Plaza ocupa el ministerio de Hacienda, su gestión viene a coin­cidir con una administración del Banco Nacional que contradice puntualmente susdoctrinas. Incluso admitiendo que la emisión de ese Banco crece para cubrir lo quese supone es un transitorio bloqueo de los flujos externos de oro, y que Plaza aceptaesa situación de malgrado y para no negar dineros a la acción de Roca, al llegar elmomento de los desenlaces el ministro es reemplazado por su andpoda, y la presi­dencia inaugurada bajo el lema «paz, administración y pagos en metá1icO)~, se lanzadecididamente a un largo periodo de inconversión, aun cuando en forma oficial sehable de un plazo de dos afios. En resumen, no parece, pues, haber una política deemisión monetaria en el gobierno de Roca.

Declamando en sus mensajes la superioridad del sistema de Bancos libres, Rocatuvo en su primer ministro un partidario de la nacionalización del Banco de la Pro­vincia, al que dejó obrar sólo bajo condiciones inaceptables en el ámbito bonaerense.El segundo, partidario del sistema estadounidense, retiene la cartera mientras se des­pliegan las consecuencias de la «nacionalización» del Banco Nacional. ConPacheco,ex-presidente de ese mismo Banco llevado por Roca al ministerio, la aparente para~doja (pues, de hecho, se estuvo lejos de perjudicar al Banco Nacional) se cierra, entiempos de Juárez, al aplicarse el sistema de Bancos garantidos. Parece, entonces, nohaber una política bancaria en el gobierno de Roca.

En cuanto a los vínculos financieros que el PE anuda con las casas bancarias deEuropa, también el rasgo saliente de la gestión roquista es la falta de continuidad.Hereda una situación cuyos antecedentes pueden rastrearse en la década de 1850:en el conflicto que divide en dos Estados a la antigua Confederación organizada enbase al Pacto Federal, la banca de los Baring se identifica con Buenos Aires. En laguerra civil de 1880 la Casa apostó al triunfo de Tejedor, y sus primeros tratos con

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el gobierno del general vencedor no fueron cordiales. Hasta la crisis de 1885, Rocagestiona en París sus contrataciones externas, recurriendo a consorcios de segundonivel. Las dificultades experimentadas a lo largo de 1884 conducen, luego de algunasvacilaciones, a «reanudar la amistad con Baring»: la «reconciliación» -que los ban­queros han fomentado al parecer con maneras algo drásticas- corrige el rumbo de lasdos partes. A esto pueden agregarse las cambiantes alternativas que rodean tanto alos proyectos que crean fondos públicos externos como aquellos otros que combinansu lanzamiento con intentos de unificar la deuda existente, y también la anunciaday efimera renuncia, en 1885, a los créditos externos. Parece, por tanto, no haber unapolítica de financiamiento en el gobierno de Roca.

En resumen: la política monetaria, bancaria y financiera del gobierno nacionalse presenta como un continuo de inconsecuencias: conversión forzosa, emisión sinrespaldo metálico y curso forzoso; propuesta de nacionalizar el Banco de la Provin­cia y «nacionalización» del Banco Nacional; endeudamiento externo y anuncio deuna política financiera puramente interna, seguido de un nuevo y mayor endeuda­miento externo. Sin embargo, más allá de un antológico esplritu de improvisación-poco acorde con la imagen que se atribuye a aquella década tantas veces asociadaa la idea de «proyecto»-, no falta un hilo conductor que una esas contrastantes me­didas de gobierno. La tarea que Roca se impone, y que realiza con tanta pacienciacomo tenacidad, se mantiene siempre fiel al propósito de desmontar la base de sus­tentación económica del federalismo bonaerense. Su punto de partida es la ley defederalización de Buenos Aires. No su aplicación; más bien se trata, en base al poderadquirido de hecho y de derecho mediante el dominio de los recursos de la ciudadque las leyes-contrato le aseguran, de avanzar más allá de 10 pactado, modificando dehecho y contra derecho la solución legal de 1880. Tal propósito, en última instancia,pone una vez más la disputa en el terreno de la fuerza; conforme a la expresión deWilde, la «solución no ha de obtenerse sin alguna violencia, o al menos una presióntan constante que equivalga a ella». Durante la primera presidencia de Roca, laracio­nalidad de la politica de los poderes nacionales se funda, en consecuencia, en cuatropremisas: evitar acciones propias que fortalezcan la posición provincial; neutralizariniciativas bonaerenses que, aun potencialmente, incrementen su poder relativo; ac­tuar, bajo condiciones políticas de posibilidad, desarticulando ese poder; y, en fin,apropiarse recursos hasta entonces bonaerenses.

1. En cuanto a la primera premisa -evitar toda acción que fortalezca la posiciónprovincial, aun cuando deba ejecutarse en cumplimiento de una ley-, en este génerode «veto cal1adm> o de hecho se destacan: a) La negativa a cumplir lo dispuesto enla ley de federalización respecto a los pagos resarcitorios que debieron verificarsecomo consecuencia de la entrega de la ciudad; b) La alteración unilateral del contratode 1876, seguida de la negativa a entregar el bono general que permita al Banco dela Provincia disponer del monto efectivo correspondiente al pago de la deuda del

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Gobierno Nacional; e) La negativa a pagar la indemnización correspondiente a laexpropiación del puerto del Riachuelo.

Wdaño cierto provocado a la provincia con cada una de estas retenciones inde­. bídaÚignifica un furtalecimiento relativo para el poder central, no sólo por privarlade recursos genuinos, sino también porque la negativa a cancelar esas deudas y apermitir la colocación de títulos externos en manos bonaerenses, habilita al gobiernonacional para gastar en otras cuentas y colocar deuda, con otros fines, en el merca­do internacional. Por cierto, ese daño aumentó, al juzgar la conducción bonaerenseque los compromisos serían guardados, y programar, en consecuencia, desembolsosbasados en entradas que no tendrán lugar. Los casos a) y c) (pagos ordenados por laley de federalización y expropiación de las obras del Riachuelo) son de este tipo: esossupuestos ingresos se cuentan en el cálculo de inversiones -por cierto verificadas- enla ciudad de La Plata. El caso b) (deuda con el Banco de la Provincia), en cambio, obs­taculiza el margen de maniobra, cada vez más reducido, que el Banco dispone paraaplicar la política de conversión que los poderes centrales imponen, argumentando,precisamente, que esa deuda ha sido pagada.

2. En segundo lugar, el gobierno nacional se esfuerza por neutralizar iniciativasprovinciales que puedan traducirse, incluso potencialmente, en un incremento de supoder relativo. Pertenecen a este caso: a) La negativa a considerar toda posibilidad deestablecer una institución de crédito nacional con alguna participación de la provin­cia de Buenos Aires; b) La paralización de los acuerdos interprovinciales promovidospor Buenos Aires (caso del Banco Hipotecario); c) El conjunto de medidas destinadasa contrariar el «plan La Plata>~.

3. Tercera y cuarta premisas -desarticulación propiamente dicha- son dos carasde una misma realidad; algunas acciones resultan bifrontes y pueden clasificarse enuna u otra categoría: producir actos políticamente viables que contribuyan a des­articular el poder provincial; y transferir al ámbito propio recursos hasta entoncesbonaerenses. Casos de aplicación de estas premisas son los siguientes: a) El estable­cimiento de unmaTCOjurídico sobre moneda, que anula las disposiciones constitucio­nales basadas en el Pacto de Unión y la ley-contrato de federalización del municipiode Buenos Aires; b) La incautación (bajo furma de expropiación que reconoce unaindemnización pero, de hecho, no la paga) del puerto del Riachuelo; e) La reorganiza­ción del Banco Nacional y la implementación, a través de su emisión, de una polfticade apropiación de reservas provinciales. Esa apropiación -inscripta en una poUticamás amplia de transferencia de recursos hacia el interior o a sus hombres- incluye, encaso extremo, la demanda de un préstamo interbancario en onzas de oro, y la presiónpara forzar la reapertura de la venta provincial de giros sobre Europa; d) Los intentosde ampliar la jurisdicción del distrito federal

Al primero de estos puntos (el marco jurídico) se refieren estos antecedentes:

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i) La doctrina sentada al sancionarse la ley del 25 de septiembre de 1881, quehace depender la circulación del billete bonaerense en la Capital Federal de una fa­cultad administrativa del PEN, negando que sea un derecho vigente.

ii) Los artículos de la ley de moneda del 8 de noviembre de 1881, que legislansobre el mismo billete; por ejemplo, el retiro de aquellos cuyo valor fuese inferior a$0 1, bajo el argumento de que, en adelante, esos valores serIan acuñados por la Casade Moneda. Subraya el costado politico de la operación, su sanción en el marco delingreso a un sistema metálico, contexto que acalla a la oposición, poniéndola en elcaso de aparecer retrógrada si resiste. Luego, sin embargo, las fracciones inferiores a$n 1 siguen siendo papel, y el monopolio de su emisión se otorga al Banco Nacional,mediando una «extorsión legislativa>} (la promesa de externalizar la deuda al Bancode la Provincia, destinada a padecer el periplo ya indicado).

üi) El acuerdo de agosto de 1882, que pone, de hecho, la conversión del billetebonaerense en la Capital Federal bajo decisión nacional (la doctrina indicada en elpunto i.)

iv) El decreto de 22 de diciembre de 1883, reglamentario de la ley de 4 de octu­bre de ese año, que modifica la de moneda de 8 de noviembre de 1881, que estableceel cargo de Director-Intendente de Bancos de Emisión.

v) En el marco de la crisis de enero de 1885: la negativa a conceder el cursoforzoso al Banco de la Provincia, sin el previo cumplimiento de requisitos impuestospor el PEN, y la oposición a la práctica y la doctrina jurídica aceptada hasta enton­ces, sobre el derecho de la provincia para decretado. Por el decreto de 15 de enerode 1885, el PEN interviene el Banco de la Provincia y dispone, además, diversasmedidas sobre su gobierno interno.

vi) La ley del 14 de octubre de 1885, que aprueba los decretos de enero de 1885.Ella ratifica la intervención nacional, y una vez más legisla sobre diversos aspectosde las actividades del Banco de la Provincia (tasas de interés, limitación de la circu­lación y creación de un impuesto sobre la misma).

vii) El decreto del 4 de noviembre de 1885, que reglamenta la ley del 14 de octu~

bre, extiende las facultades del interventor nacional en el Banco.

En todos estos casos se desconoce la autonomfa que la provincia se reserv6 enel Pacto de Unión, incorporado a la Constitución y no derogado por la ley de fede­ralizaci6n.

Atendiendo especificamente a la situación del billete de Buenos Aires, Rocaencuentra esta situaci6n: i) Aceptación en todas las oficinas de la Nación en base ala deuda contraida en 1876; ii) Aceptación del billete en las oficinas nacionales dela Capital Federal, en base a la ley de federalización (aparte la razón transitoria delpunto anterior): iii) Aceptación del billete en las oficinas nacionales de la provincia

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de J3.uenos Aires en base a la prescripción constitucional del art. 67, inc. 1; la circu·lación se rige por leyes provinciales.

CoIl~I~idQSU periodo de gobierno ésta es la nueva situación; queda: i) Suprimi­da la circulación del billete en toda la Nación en base a las leyes-contrato de 1876,sin efectuar el pago efectivo previo previsto en la ley de ese afio. La aceptación delbillete bonaerense depende de la decisión administrativa unilateral del PEN; ii) Im­puesta una interpretación restrictiva de la ley de federalizaci6n (el Banco no «quedael misma situación actua}»)); iii) Suprimida la moneda corriente y puesta la emisióndel Banco de la Provincia bajo legislación nacional.

Respecto de los puntos b) y d) (puerto del Riachuelo y ampliación del distritofederal), cabe decir que, más allá de la dimensión económica involucrada -en el casodel intento de ampliación de la jurisdicción de la Capital Federal hay en juego rentasde alguna magnitud-, hay también alli motivos políticos. El control nacional de lasobras del puerto del Riachuelo permite una administración atenta a los contemporá­neos proyectos de la Ensenada y puerto Madero. En el otro caso, alejar los términosde la demarcación provincial ampliando el distrito capital resulta conveniente, consi­derando los hábitos y prácticas propias de las jornadas electorales.

Finalmente, otras decisiones del gobierno central pueden ser entendidas comoaplicación de más de una de estas premisas. Por ejemplo, la negativa a vender fondospúblicos nacionales al Banco de la Provincia, aun cuando las condiciones ofrecidaseran ventajosas y permitían cumplir la anunciada nueva poHtica de endeudamientointerno. En definitiva, la poUtica contenida en estas premisas concibe la situaciónposterior a 1880 como un juego de suma cero entre poder central y poder provincialLa disputa no alcanza, como en el pasado, la instancia de la violencia tlsica, pero nodeja de fundarse en una relación de fuerza. Si el éxito, vista la espalda de la histo­ria, parece haber estado siempre asegurado para el poder central, es precisamenteporque el de 1880 fue ante todo -como sefialó Estrada en su momento- un triunfodel Ejército. El largo espectáculo de fintas que ofrecen el doctor Rocha y el generalRoca, se resuelve en base a una superioridad incontestable de fuerza pública. Pero sudesarrollo no es neutro. La inagotable actividad del primero pudo haber modificadoel escenario político, inhibiendo el uso de aquel predominio. Es mérito de Roca quesu triunfo se haya conservado en la memoria colectiva como natural y fácil. La tena­cidad con que el general-una de cuyas máximas es «no herir a los que no estorbany siempre puedeJ!.._h~cer algún daño»)- persigue a Rocha hasta destruirlo, revela el .....~ ~

peligro que ~lbió 'allí; peligro que, por bien conjurado, la posteridad parece no ./haber pérCi6ido en su justa dimensión.

En todo caso, la «organización nacional» no concluye en 1880; las cuestioneseconómicas -moneda, bancos, finanzas públicas- quedan indefinidas. Todas ellasremitían, de una u otra manera, a la Constitución Nacional reformada en 1860, en­tonces en vigor. Sin recurrir a los mecanismos de reforma, a lo largo de la década,

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y como resultado de la política desplegada por el poder central, caen en desuso susdisposiciones, contenidas por implicancia del arto 104, en beneficio del Banco de laProvincia de Buenos Aires. A esa nueva práctica, opuesta al marco jurídico vigenteo, al menos, a su interpretación dominante, seguirá luego la consagración de unanueva doctrina por parte de la Corte Suprema. Culmina, entonces, la mutación cons­titucional.

En el terreno de la rivalidad económico-financiera, el momento crítico puedefijarse en 1884-1885 y, más precisamente, en los meses que siguen al restablecimien­to del curso forzoso. Entonces, ante la nueva prueba de ineficiencia del Banco Na~

cional como agente financiero del gobierno, Roca debe buscar un nuevo apoyo parael poder central. La imposibilidad político-social de <<acostar» al Banco provincial,negándole indefinidamente la conversión, deja abierta una alternativa: o se busca,como en 1876, el apoyo bonaerense (aunque ahora no se trata ya de «quedar en susmanos», sino de una cooperación que reconozca de un modo u otro el derecho a co­existir de las instituciones provinciales); o se insiste en el propósito de anular esasinstituciones, aceptando a tal fin otros auxilios. Éste es el camino que Roca elige-no sin vacilaciones- al conciliar al gobierno nacional con la casa Baring. La cro­nologia de los hechos -recuérdense las cambiantes alternativas por las que pasa elacuerdo Pellegrini-, las figuras intervinientes, el valor que atribuyen al uso políticode los presupuestos y el proceso electoral en que se inscriben, todo sugiere la fuerteincidencia de la puja entre partidos en la adopción de esta alianza. Como quiera quefuese, entonces el gobierno argentino tuvo opciones y un margen de maniobra que novolverá a gozar en las próximas instancias de crisis.

¿Ha predominado en el ánimo de la conducción nacional el consejo que Alberdidaba en los ya lejanos tiempos de la lucha entre la Confederación urquicista y el Es­tado de Buenos Aires? Entonces el tucumano insistia en el valor político del endeu­damiento externo: el acreedor, en su deseo de cobrar, inclina su favor y su influenciade parte del gobierno deudor. Por cierto, las circunstancias son bien distintas, y nose trata ahora de una guerra, ni de la lucha por el reconocimiento internacional deun Estado. Pero el espiritu del consejo no desentona con las más cordiales relacionesque, luego de 1885, se afirman entre el poder central y un conjunto de principalesfiguras del mundo financiero anglo-rioplatense, que había comenzado su carrera enel espacio bonaerense. La nueva etapa permitirá una comunión en torno a un objetivocompartido: la limitación de la jurisdicción provincial sobre ámbitos tradicionalmen­te suyos antes de 1880, y crecientemente considerados, al promediar la década, deincuestionable monopolio nacional en cuanto a la jurisdicción, y de interés privadoen cuanto al usufructo o propiedad. En efecto, los poderes centrales priorizan la afir­mación de la jurisdicción nacional como objetivo de la política ferroviaria. Cuandono es posible la propiedad nacional de los ferrocarriles, debe preferirse la concesiónnacional otorgada a terceros, antes que -según la definición de Dávila-, (<un bienprivado de un Estado», en particular el bonaerense.

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En esta materia y, en general, en cuanto se relaciona con la oposición al «planLa Plata», también Son de aplicación las premisas mencionadas más arriba. Es unaguerra de movimientos, en la cual el gobierno federal procura que las lineas bonae­renses no empalmen con otras fuera del territorio provincial, y desalienta el uso delpuerto de la Ensenada. Esto último, de dos maneras: mediante la oferta de alternati­vas portuarias, y por acciones que, más o menos indirectamente, 10 perjudican. Enparticular, tiene especial importancia la anulación de los empalmes ferroviarios delplan bonaerense.

1. Para desalentar la salida del FCO fuera de los límites provinciales: a) El PENretiene la solicitud sobre la linea de empalme del FCO con el FCCA, remitida porRocha pat'l. ser presentada al Congreso Nacional; b) Fomenta la concreción del ferro­carril concedido a Clark. Para ello, tolera el incumplimiento sucesivo de los plazospactados por el contratista; prioriza la sección Mercedes (San Luis)-Buenos Aires,y establece para la misma, como punto de partida en el Este, el pueblo de Mercedes(Buenos Aires), en el corazón de las líneas bonaerenses y no en una punta de rieles; c)El Congreso concede la prolongación del Fe a Campana hasta Rosario, priorizándolasobre otros proyectos que, al menos parcialmente, daban (solicitudes Rodríguez yca.; Shaw) o podian dar (FC Oeste Santafesino) participación al FCO.

En conocimiento de los trabajos de reactivación del FC al Pacífico, anterior ala sanción legislativa de los proyectos ferroviarios de bonaerenses, la provincia se veforzada a refonnular sus planes de expansión ferroviaria: abandona la idea de llevaral FCO en dirección a Cuyo; y renuncia a construir la línea Chivilcoy-Chacabuco­Junln.

Por el contrario, la cuestión del empalme con el FCCA se mantiene indefinida,y la prolongación del Fe a Campana se concreta luego de la sanción legislativa delos proyectos ferroviarios provinciales de 1882. La corrección al plan ferroviario yano puede evitar disfuncionalidades: a) Se abandona de hecho el proyecto de vincu~

lar al FCO con el FCCA y, en consecuencia, decrece la expectativa de rentabilidaddel ramal a San Nicolás, cuya construcción se justificaba parcialmente como rutade abastecimiento para la línea Tortugas-línea principal; b) Se afecta la funciona­lidad del ramal Haedo-La Plata, proyectado para canalizar, entre otras, las cargasprocedentes de la linea a Tortugas y, mediante ella, del Norte del pals; c) Decrece larentabilidad potencial de la línea San Nicolás-Pergamino y Pergamino-linea princi­pal, cuyas tarifas deberán reducirse para competir con la habilitación del FerrocarrilBuenos Aires-Rosario.

2. Una vez determinados los empalmes a La Plata, construido totalmente unode ellos (Ferrari-La Plata) y parcialmente el otro (Haedo~La Plata), otras accionesdel gobierno central afectan la rentabilidad del sistema ferroviario-portuario, quea un elevado costo construye la provincia: a) Concesión por decreto nacional de la!fnea Mercedes (Buenos Aires)-Buenos Aires; b) Concesiones portuarias al FCS en

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el Riachuelo. Si en el primer caso podría hablarse de «defensa del puerto Madero»,en el segundo es evidente el perjuicio a La Plata.

Como consecuencia de estas acciones:

i) Se agrava la disfuncionalidad del ramal Haedo-La Plata. Los productos trans­portados desde Cuyo por el FC al Pacífico y, eventualmente, los de la línea principaldel FCO en el recorrido Mercedes-9 de Julio, pueden desviarse hacia puerto Made­ro.

ü) La disponibilidad de instalaciones en el Riachuelo facilita la independenciadel FCS respecto del puerto de La Plata. Se afecta as! la funcionalidad del ramalFerrari-La Plata, proyectado para las cargas procedentes de las linea del Sud de laprovincia, consideradas principales, por razones geográficas, para el puerto de LaPlata.

iii) Además, como consecuencia del arranque del FC al Pacífico en la ciudad deBuenos Aires, decrece la rentabilidad potencial de la linea Junin-Pergamino y Perga­mino-linea principal; sus tarifas deberán reducirse para competir con la habilitacióndel FC al Pacifico.

3. En relación directa con los puertos, las principales decisiones del gobiernocentral son: a) El intento de construir un puerto nacional en la Ensenada, anterior ala capitalización de ese municipio. Este ensayo, pronto abandonado, no parece haberproducido efectos negativos para la provincia; b) La expropiación de las obras delRiachuelo. El dafio sufrido por la provincia en el plano financiero se ha sefialado másarriba. Un segundo aspecto a tener en cuenta, también indicado, es el control de lasobras por parte del gobierno nacional, que le permitirá, de hecho, postergar su desa­rrollo integral; fumentar su uso por el FeS y trabar el acceso del FCO a la EstaciónMaritima; c) La obstrucción a la Estación Marítima del FCO en el Riachuelo signi­fica para la provincia inmovilizar cuantiosos recursos del Ferrocarril, que concluyensiendo pérdidas netas, y transformar la llnea Temperley~Cañuelas en un emprendi­miento trunco, sin funcionalidad, y deficitario; d) La construcción de puerto Madero,remate necesario de todo lo emprendido para esterilizar el plan La Plata.

Durante esos afios, la provincia enfrentó otras dificultades, procedentes del ám­bito privado, y en particular del FCS y su capacidad de incidir sobre las decisionesbonaerenses. Esta empresa resistió exitosamente la iniciativa de expropiación quealentó Rocha, y pudo conjurarla mediante la amenaza de bloquear el acceso bonae­rense al crédito internacional. Este arbitrio resultó también eficaz, hasta 1887, paraoponerse a la concesión de líneas que pudieran perjudicarla. Aunque falte una pruebadocumental equivalente a las que se dispone para los casos anteriores, es razonableconjeturar que el veto gubernamental al Gran Central de Buenos Aires, debió seralentado por los mismos intereses que, simultáneamente, ampliaban su influencia enlas operaciones de colocación de deuda del FCO en Londres. Al mismo tiempo, lasfalencias propias de la conducción bonaerense y de la administración de su empresa

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ferroviaria, contribuyeron a complicar su situación en los afios 1885-1888. En parti­cular, la politica de gastos, que se empefió extemporáneamente en el boato; la inade­cuada reforma de su organización; y el retraso tarifario que caracterizó su política deingresos. Sin embargo, el sombrío cuadro que ofrece la empresa en el tramo final desu existencia (;:!ltatal, derivado en buena medida de la depreciación del peso nacional,se explica -en el contexto más amplio del fracaso del plan La Plata. El FCO era unapieza clave de ese plan, combatido con éxito por el gobierno nacional.

...Concluida la guerra civil de 1880, la Argentina parece ingresar en una época

de sostenida prosperidad. Se disipan las condiciones de posibilidad de las rebelionesinternas, y el peligro de enfrentar conflictos internacionales, en particular despuésde 1881, disminuye; «veinte mil leguas), de nuevas tierras se ofrecen a la expansióneconómica; aumenta la afluencia de inmigrantes, y los capitales europeos se mues­tran dispuestos a invertir en el país, no sólo en el ámbito privado, sino también enla compra de deuda pública. Ciertamente, la década de 1880 registra una expansióneconómica inédita hasta entonces, y aun después de la crisis de 1890 el crecimientode la producción no se detiene. El sector público, en cambio, presenta otra historia.En la apertura de aquellos aftos dorados posee lo principal de los sistemas bancario yferroviario, y Roca puede atribuir a la iniciativa estatal el mérito del progreso alcan­zado hasta entonces, que en vano «se hubiese esperado de la acción individual o decorrientes espontáneas». Diez afios más tarde, los Bancos están en liquidación; losferrocarriles, vendidos.

En 1883, Estanislao Zeballos, cuya preocupación por el rumbo que tomaban lasdecisiones económico-financieras de la época se había manifestado ya en el Congre­so de 1881, escribió en uno de los volúmenes de su Descripción amena de la Repú­blica Argentina: «el secreto de la prosperidad argentina consiste en no desperdiciarfuerzas». No puede decine que este consejo haya sido abrazado por los dirigentes dela Nación y la provincia, obstinados en una carrera de competencias que duplicaba elendeudamiento y, simultáneamente, disminuia la rentabilidad de las inversiones, conmenguas recíprocas. Empefiados todavía en dirimir un pleito antiguo, las poUticasde los Estados central y bonaerense resultaron ser armas de una lucha táctica, antesque instrumentos de un mancomunado diseño estratégico, en aquella década que, enopinión de protagonistas y estudiosos, fue decisiva. Sólo con ella concluye el procesode sometimiento de la provincia de Buenos Aires. En adelante, el gobierno centralpodrá, al fin, afirmarse sin la ominosa sombra de un rival bonaerense.

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