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Archivo General de la Nación

boletín

156a época • número extraordinario

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Boletín del AGN6ª época • número extraordinario, 15

Consejo editorial

Director GeneralJorge Ruiz DueñasDirectora del Archivo Histórico CentralDulce María Liahut BaldomarDirectora del Sistema Nacional de ArchivosAraceli Alday GarcíaDirectora de Investigación y Normatividad ArchivísticaYolia Tortolero CervantesDirector de Publicaciones y DifusiónMiguel Ángel QuemainJefe del Departamento de PublicacionesCarlos MirandaAsistencia EditorialAlberto Álvarez, Elizabeth Zamudio

Diseño y formaciónDiana Zacatzi Martínez

ISSN-0185-1926D.R. © Secretaría de GobernaciónAbraham González 48,Col. Juárez, Delegación Cuauhtémoc06699, México, D.F.

D.R. © Archivo General de la Nación-MéxicoEduardo Molina y Albañiles s/n,Col. Penitenciaría Ampliación,15350, México, D.F.

Boletín del Archivo General de la Nación, publicación trimestral,noviembre de 2006.Edición y difusión: 5133-9900 ext. 19325, 19330. Fax: 5789-5296.Correo electrónico: [email protected]; www.agn.gob.mx.Domicilio de la publicación: Palacio de Lecumberri, Av. Eduardo Molina y Albañiles s/n, colonia Penitenciaría Ampliación,Delegación Venustiano Carranza, C.P. 15350, México, D.F.

Reserva al título en derecho de autor, certifi cado de licitud de título y certifi cado de licitud de contenido, en trámite.Derechos reservados conforme a la Ley.Impreso en México.

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Índice

EDITORIAL

GALERIAS

La construcción de navíos para las exploraciones de la mar del sur, 1535

Presentación: Antonio A. De Paz Palacios, paleografía: Elena Vanessa

Cabal Macías y Antonio A. De Paz Palacios, captura: María de

Guadalupe Suárez Castro

Instituciones novohispanas primigenias, 1588

Presentación y paleografía: Elena Vanessa Cabal Macías

La Compañía de Jesús en la península de California, 1697

Presentación y paleografía: Ángeles Paredes

Dos partituras musicales de los siglos X V I I Y X V I I I , con dos tablaturas

para guitarra barroca

Presentación y paleografía: Jesús Alvarado Almanza y Luisa Hernández Cruz

Rebeliones indígenas en el siglo XVIII: sentencia criminal contra

los naturales del pueblo de Malinalco, 1725

Presentación y paleografía: Aidé Rivera Ruiz

Proyecto para el establecimiento en México de una academia de

las tres nobles artes: pintura, escultura y arquitectura, 1781

Presentación: María Elena Hernández Ortiz

7

10

34

75

86

99

109

6

El cabecilla Guadalupe Victoria resulta herido, 1817

Presentación y paleografía: Cora Naghely García Trejo

PANÓPTICO

Periplos del Acta de Independencia

CALEIDOSCOPIO

¡Otra incorporación!

Joyas del mes

Exposiciones

Página web

PUBLICACIONES

Pueblos en vilo

Alberto Álvarez Ferrusquía

ILUSTRACIONES

Imagenes pertenecientes al acervo del AGN.

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193

194

196

7

Editor ial

Con este número extraordinario del Boletín del AGN concluye el ciclo de cuatro entregas

dedicadas al proyecto que, durante más de un año, se ocupó de la descripción,

ordenación y clasifi cación del fondo Indiferente Virreinal, lo que se inició en noviembre

de 2004 con el apoyo del Ministerio de Cultura de España, y concluye ahora con amplios

recursos del gobierno federal.

El Indiferente tiene su origen a fi nales del siglo XVI I I en una frase del virrey conde de

Revillagigedo, quien en el año de 1792, en la Instrucción reservada del reino de Nueva

España para hacer la entrega a su sucesor, el marqués de Branciforte, refi rió que las reales

cédulas se encontraban en desorden, sin índices ni fechas. Explicó que algunas de dichas

cédulas estaban duplicadas y sirvieron para formar “libros de colección, relativos a la renta

del tabaco y provincias internas, continuándose las de todos los ramos de Real Hacienda

como navegación, guerra, tribunales, justicia, policía y asuntos comunes e indiferentes”, y

en el proyecto de Ordenanzas para el Archivo General, que habrá de establecerse en el Real

Palacio de Chapultepec, con arreglo a la real orden de 28 de abril de 1792 detalló la manera de

organizar la documentación desordenada y contempló el problema constante que hubo para

identifi car la procedencia del volumen total de papeles. Creemos que el término indiferente

se refería a los documentos que no atañían sólo a una dependencia o que tenían correlación

con más de una ofi cina de gobierno, de donde se debía entender por indiferente lo que no

está determinado por sí mismo y no como algo que no despierta interés.

Cuando se fundó el Archivo General y Público de la Nación en 1823, Lucas Alamán

propuso la reorganización y solicitó a las secretarías y ofi cinas del gobierno que regresaran

sus documentos para clasifi carlos. Esta mudanza de papeles originó pérdidas, mayor

desorden e inconsistencia que desbordaron la capacidad de trabajo del personal del archivo

y, en consecuencia, creció el Indiferente General y quedó sin organizar.

A principios de 2005 se expurgaron los documentos y se determinó que aproximadamente

780 metros correspondían al periodo virreinal y podrían ser consultados una vez descritos.

Un equipo de trabajo de 34 jóvenes historiadores que laboró entre septiembre de 2005 y

8

marzo de 2006 tuvo que crecer para cumplir con la meta fi jada. En abril, cuando concluyó el

apoyo del Ministerio de Cultura de España, la Secretaría de Gobernación asignó una partida

presupuestal al AGN y el equipo aumentó a 55 personas. Algunas cifras que dan idea de la

difi cultad del trabajo señalan que se calculó sobre un promedio de 3 cm por expediente, por

lo que se infi rió que el número de expedientes por identifi car y describir sería de 36,000. Pero

el número de referencias se multiplicó mucho más allá de lo previsto y el proyecto cerró

con una producción superior a un cuarto de millón de expedientes merced a la presencia de

muchos documentos sueltos. De ahí el mérito del proceso de descripción emprendido por

nuestros entusiastas historiadores. También, debido a los traslados de documentos a cajas

adecuadas, creció el número de metros lineales considerado originalmente.

A la conclusión del proyecto tenemos que se trabajaron 777 metros lineales exactos,

los cuales han dado lugar a 959 metros expandidos debido a la organización documental

en 6,743 cajas; los 253,879 expedientes se encuentran capturados y se seleccionaron

documentos relevantes para su digitalización, equivalentes a 8,030 imágenes, que darán

lugar a un DVD interactivo para muestra del contenido del Indiferente Virreinal.

Hay otra buena noticia: con estas imágenes se iniciará la primera publicación en Internet

de documentos digitalizados del AGN. El desarrollo del Sistema de Administración de Archivos

culmina con la liberación de los primeros archivos en línea. Esto constituye un logro relevante

y un salto cualitativo en materia de tecnologías de la información. La amplitud futura del

acervo disponible en línea dependerá de la capacidad de almacenamiento que nos otorgue

la Secretaría de Gobernación y, obviamente, de las imágenes disponibles que respecto de los

fondos coloniales suman ya varios millones de imágenes.

El módulo de consulta de acervos digitales que incluye digitalización e imágenes,

desarrollado con el talento del personal del AGN, nos pone a la vanguardia tecnológica en

los archivos latinoamericanos y alcanzamos el nivel de España sin costos especiales para el

erario público.

En este número presentamos varios de los documentos más valiosos detectados en el

proyecto.

Por otra parte, incluimos, además, un relato de las vicisitudes que han llevado y traído

afuera de México al único original que subsiste del Acta de Independencia, que resguarda

el AGN.

9

Galer ías

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LA CONSTRUCCIÓN DE NAVÍOS PARA LAS EXPLORACIONES DE LA MAR DEL SUR, 1535

Presentación: Antonio A. De Paz Palacios

Paleografía: Elena Vanessa Cabal Macías y Antonio A. De Paz Palacios

Captura: María de Guadalupe Suárez Castro

El presente trabajo no pretende ser

un estudio pormenorizado de las

exploraciones cortesianas en la mar del sur,

sólo busca dar a conocer un importante

documento localizado recientemente en el

Archivo General de la Nación.

El expediente se encuentra con la sig-

natura siguiente: AGN, Indiferente Virreinal,

caja 1719, exp. 13, Hospital de Jesús, 1535,

4 fs. En algunas partes es casi ilegible por

la acidez de la tinta con la cual fue escrito,

misma que al marcarse de uno al otro lado

de la foja difi culta su lectura, además de

contar con bastantes grafías cortesanas,

nexos y abreviaturas propios de la época

y que resultan por demás complicados, sin

embargo, se encuentra solamente un poco

maltratado de las orillas, lo que permite leer

en su totalidad las líneas escritas.

1 Peter Gerhard, Geografía histórica de la Nueva España, 1519-1821, México, UNAM, 2000, p. 274. El subrayado es mío.2 Miguel León-Portilla, Hernán Cortés y la mar del sur, Madrid, Cultura Hispánica, 1985, p. 93. El subrayado es mío.

El documento se encuentra elaborado

en el astillero El Carbón (cerca de lo que

actualmente es el puerto de Salina Cruz,

Oaxaca), en la villa de Tehuantepec. Peter

Gerhard menciona que “Cortés, […] hizo traer

equipos y provisiones a través del istmo para

su astillero de Santiago, ubicado primero

sobre la laguna superior y después (desde

c 1535) en El Carbón, en la desembocadura

del río Teguantepec”;1 Miguel León-Portilla

asienta: “En carta del 20 de junio de 1533

a su pariente y procurador, el licenciado

Francisco Núñez, suscrita en el puerto de

Santiago (Manzanillo), en la mar del sur

[…]”.2 No se deben confundir los lugares, aun

cuando ambos tienen el mismo nombre,

uno es el astillero de Oaxaca mientras que

el otro es un puerto en Manzanillo. Es de

señalar que Peter Gerhard asienta como

11

3 AGN, Indiferente Virreinal, caja 1719, exp. 13, Hospital de Jesús, 1535, 4 fs. f. 1v: los subrayados son míos. A menos que se indique lo contrario, todas las referencias entrecomilladas corresponden al documento presentado.4 “Carta a la emperatriz de la Audiencia de México, del 19 de abril de 1532”, en Epistolario de Nueva España,t. II, México, Antigua Librería Robredo de José Porrúa, 1939, p. 114.

fecha tentativa del traslado del astillero

de la laguna Superior a El Carbón 1535,

mismo año en que se encuentra elaborado

el documento (20 de mayo); contrario a

la opinión de este autor, el documento

dice claramente: “[…] se vea y virifi que la

demasía quel dicho Juan Martines fi zo en

dos navíos que por la dicha capitulación

era obligado de hacer enl dicho astillero el

uno de los cuales era el navío de su señoría

que Dios salve nonbrado San Tagueda”,3 de

lo cual se desprende que la traslación del

astillero se debió verifi car antes del citado

año. Así pues, dos son los navíos que se

construyeron en dicho astillero para esos

años: el Santa Águeda y el San Tiago, el

primero ya está acabado para la fecha de

elaboración del documento mientras que

el segundo: “el otro [navío] éste que está

acabando de hacer enl dicho astillero”.

Otro aspecto a destacar es la importancia

estratégica del sitio puesto que ofrecía

considerables ventajas para proveerse de los

materiales necesarios para la construcción

de navíos que, descontando la madera,

eran traídos de España, llegando al puerto

de Veracruz y de allí transportados a los

astilleros ubicados en las costas del Pacífi co,

así lo confi rma una información de la

Audiencia al emperador: “hízose relación

a esta dicha Abdiencia que la provisión

de aparejos de los dichos bergantines los

llevaba desde Coadnahuaca hasta el puerto

de Acapulco que está en la mar del sur, en

tatemes contra las ordenanzas que vuestra

majestad tiene dadas […]”.4 A diferencia

del puerto de Acapulco (que también

contaba con astillero) al de Tehuantepec

era más sencillo llevar los avíos necesarios

para la construcción de barcos pues desde

Veracruz se trasladaban por el istmo de

Tehuantepec y sólo se cargaban por tierra

ya casi al llegar a las costas de la mar del

sur, lo cual representaba la ventaja de ser

una ruta más viable, rápida y menos costosa

para proveerse de lo necesario para dichas

construcciones.

Propiamente, el documento habla de

la verifi cación (toma) que se hizo de las

medidas del navío San Tiago, mismo que

como se mencionó con anterioridad era

uno de los dos que Juan Martínez, maestro

12

mayor de los navíos de Hernán Cortés, tenía

contratado hacer para el marqués; el otro,

el Santa Águeda, ya estaba terminado y listo

-esta verifi cación de medidas se realizaba con

la fi nalidad de constatar el trabajo y pagar el

monto adeudado por tales construcciones.

Una cláusula del contrato celebrado

entre el marqués del Valle y Juan Martínez

especifi caba claramente que ambos navíos

tenían que ser más grandes que otro

construido con anterioridad, el San Lázaro:

“que cada uno dellos tenga el largor en

quilla que tenia el navío llamado San Lázaro

y que abra dos palmos más que el dicho

navío en el plan y tres palmos enl costado”.

El dicho navío San Lázaro:

“[…] tenía diez e nueve goas e un palmo

medidos por la medida de una goa por

donde se medió [sic por midió] el dicho

navío San Lázaro, la cual dicha goa tenía el

dicho Juan Martines e se la dio y entregó al

dicho Juan Suares.

“Ítem, tenía de manga el dicho navío San

Lázaro diez e nueve palmos e medio medido

por la dicha goa, tenía de puntal la cubierta

siete palmos y que tenía en la puente cinco

palmos y medio y que no tenía marcaje ni

castillo ni tolda ni guindaste […].”

El documento no lo menciona, pero

la primera medida debe corresponder a la

eslora, puesto que es la medida que falta,

ya que sí especifi ca, líneas adelante, la

distancia de la manga y el puntal que son las

tres medidas básicas para saber el tamaño

de un buque.

Desafortunadamente no he podido

encontrar el término goa, me inclino a

pensar que tal vez pueda tratarse de una

deformación de toesa, la cual equivalía a

aproximadamente 1.949 metros, resultando

que el ya mencionado San Lázaro media

casi 40 metros de largo y que los otros

dos debían ser más grandes que éste. Sin

embargo, lo anterior es difícil ya que el

término toesa no tuvo mucha propagación

entre los españoles, se encuentra casi

exclusivamente en los escritos franceses, de

ahí su poca divulgación en España.

Para tomar las medidas y hacer la certi-

fi cación de las mismas, Juan Suares, alcalde

mayor y juez de residencia en Tehuantepec,

tomó declaración de Fernán Díaz Portugués,

maestro mayor de un navío de Alonso de

Salas, Diego Hernández, tonelero, y Juan de

Minxuca, maestre del navío San Tiago, y así

los tres: “digan e declaren, miren e cotejen,

arqueen el dicho navío de su señoría que se

dice San Tiago e cotejado la memoria del

grandor de San Lázaro y el dicho capitulo

que fi zo su señoría con el dicho Juan

Martines para hacer el dicho navío visto e

cotexado todo lo susodicho digan e declaren

13

la demasía e mayoría que va del un navío al

otro de todos portes así de carpintería como

de calafatería”.

Las declaraciones de estos tres ofi ciales

se contienen en el documento presentado,

haciendo la comparación entre las medidas

expresadas en el contrato y las medidas

fi nales de la embarcación se hace evidente

que los dos nuevos navíos resultaron ser

más grandes de lo que se había contratado,

las medidas fi nales del San Tiago fueron:

“habiendo visto e mirado medido e

tanteado el dicho navío San Tiago [dijeron

que tiene] cinco pal- [f 2v] mos más que abre

en manga y en el plan que tiene conforme a

la capitulación y tiene demasiado de puntal

de cubierta e puente y marcaje siete palmos

de la mesma goa más que el dicho navío

San Lázaro ansimesmo tiene demasiado

de lo que tiene el dicho navío San Lázaro

castillo a proa y tolda a popa y ansimesmo

lleva de más de lo que llevaba el dicho navío

San Lázaro palmexares de popa a proa y

escoas y contraescoas y dos carreras de

dragas y veinte e cuatro corbatones de más

que el dicho navío San Lázaro y su guindaste

y escoteras que no tenía el dicho navío San

Lázaro otras obras menudas que convenían

a la grandeza del dicho navío que el dicho

navío San Lázaro no tenía”.

Un dato curioso son las declaraciones

del maestre Fernán Díaz, quien afi rma que

las medidas contenidas en las capitulaciones

hechas por Cortés no pueden cumplirse ya

que no corresponden entre sí para elaborar

un barco, pues como se mencionó las

demasías que tienen los nuevos navíos

exceden las que en un principio se habían

contratado con el marqués; la conclusión

de Fernán Díaz habla por sí misma: “que a

la cuenta e razón que su señoría daba por

donde se habían de hacer los navíos no

era cuenta verdadera para hacer navío que

pudiese navegar”.

Para resolver la controversia surgida

de la diferencia de medidas, el mismo

Juan Suares mandó a Fernán Díaz, Juan

de Minxuca, maestre del San Tiago, y a

Diego Hernández que declararen cuánto les

correspondía a los ofi ciales que realizaron los

navíos (carpinteros, calafateros y maestros

mayores) por toda la demasía realizada

en dichos barcos, aquí parece claro que

al mismo alcalde mayor le convence el

argumento de que se han realizado bajo

esas medidas las embarcaciones porque

así lo requerían y es por ello que pide que

se avalúen las obras realizadas para realizar

el correspondiente pago. Una vez hecha la

inspección del trabajo realizado en el San

Tiago y el Santa Águeda los encargados de

actuarla, estando juramentados, declaran

14

que “so cargo del dicho juramento que

merecen trescientos pesos de minas por

la demasía del dicho navío” la aparente

aceptación del alcalde mayor se vea ahora

contradicha, puesto que arguye que en la

capitulación que se celebró con el marqués

no se especifi caba la altura que los navíos

habían de tener, así que discutiendo con los

mismos que han hecho el cálculo de lo que

corresponde pagar, y “por evitar que no se

debatiese más en ello”, ofrece pagar sólo

200 pesos por las demasías de cada navío

(el San Tiago y el Santa Águeda), puesto

que “la demasía y obras dellos que llevan

demás de lo que eran obligados conforme a

la capitulación”.

Una vez expresada la cantidad que

parece justa pagar por el trabajo y la

postura del alcalde mayor sobre la misma, le

es demandado por Hernán Díaz que los 200

pesos que se pretenden descontar a la paga

del trabajo sean repartidos entre ambos, es

decir, que Juan Martines exhiba 100 pesos

y Hernán Díaz los otros 100 pesos; este

arreglo parece convencer al alcalde ya que

“el mismo Juan Martines, maestro mayor,

prestó consentimiento a ello e lo obo por

bien; lo cual así se mandó a consentimiento

de partes”, con lo cual quedó zanjada la

disputa por el precio de los navíos.

El documento fi naliza con la declaración

del alcalde mayor acerca del arreglo en

cuanto al precio y que él tenga que cubrir

la mitad de lo descontado al precio inicial,

así, en el documento se asienta: “el dicho

Juan Martines que presente estaba dixo que

consentía en todo ello aunque va contra él

la dicha tasa e mando e que lo hace por

servir a su señoría [Hernán Cortés] e por

acabar de presto la dicha obra del dicho

navío e porque tiene necesidad de dineros

para acabar para acabar [sic] de hacer la

obra”.

LAS EXPEDICIONES DE CORTÉS EN LA MAR DEL SUR

La primera expedición que envió Cortés

a la mar del sur con el propósito expreso

de descubrir nuevos territorios se realizó

en 1527. La fl ota para esta expedición se

conformaba con el navío de la fl ota de Jofre

de Loaiza y dos carabelas que tenía Cortés

en la mar del sur, su capitán era Alvarado de

Saavedra Cerón, primo de Cortés. Esta fl ota

zarpó de Zihuatanejo el 31 de octubre de

1527; la empresa parecía exitosa, ya que sí

llegó a las Molucas, mas como no se conocía

aún la ruta de regreso el capitán Saavedra

Cerón murió durante el intento y la fl ota

tuvo que regresar a España por la ruta de

Elcano, es decir, por la India.

No se debe olvidar que entre esta ex-

15

5 Véase Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de Nueva España, Herrera, López de Gómara.

pedición y la siguiente Hernán Cortés se

trasladó a España para atender sus negocios

y con la pretensión de obtener del rey varias

prebendas, si bien no consiguió todo lo

que esperaba; sí pudo obtener el título de

marqués del Valle y la merced de 23,000

vasallos. Habiendo dejado en construcción

cuatro buques al tiempo de su partida,

se encontró a su regreso que la Primer

Audiencia había ordenado la suspensión

de los trabajos y de aquellos cuatro navíos

sólo pudo rescatar dos; mientras éstos se

terminaban, los bajeles que había mandado

construir en Acapulco estaban listos, con

ellos envió la siguiente expedición en mayo

o junio de 1532, siendo el capitán Diego

Hurtado de Mendoza. Dos fueron los navíos

que zarparon para tal fi n desde el puerto

de Acapulco: el San Marcos, que era la nao

capitán, en la cual iba el dicho Hurtado de

Mendoza, y el San Miguel, del cual iba por

capitán Juan de Mazuela. El último regresó

a la Nueva España, mas no por ello con

buena suerte; del otro, el San Marcos, no

se volvió a saber nada. Era la segunda vez

que el marqués invertía su hacienda en la

exploración de la mar del sur y, al igual que

la anterior, le había reportado una gran

pérdida. De esta expedición contamos con

bibliografía sufi ciente.5

Como ya se mencionó, no por haber

resultado infructuosas y en una pérdida

casi total las expediciones anteriores Cortés

cejó en su empeño de explorar la mar del

sur; para el año siguiente, 1533, preparó

y mandó una nueva expedición que, igual

que la anterior, contaba con dos barcos

que zarparon del puerto de Santiago, en la

bahía de Manzanillo, el 30 de octubre. Esta

vez, la nao capitana de la cual era capitán

Diego Becerra se llamaba La Concepción,

mientras que la otra, al mando de Hernando

de Grijalva, se llamaba San Lázaro. Al igual

que la anterior expedición estos dos navíos

se separaron, la nao capitana llegó a la bahía

que ahora se conoce como La Paz, en Baja

California, mas su capitán fue asesinado

durante un motín a bordo; los sobrevivientes

regresaron a costas de Nueva España en

Colima y desembarcaron en jurisdicción de

Nuño de Guzmán, quien tomó el buque para

él. Gracias a los sobrevivientes Cortés se

enteró del descubrimiento de una “isla” en

la cual habían sacado muestras de perlas -la

pretendida isla no era otra que la península

de Baja California-. La segunda nave

16

6 “Real provisión sobre descubrimientos en el mar del sur y respuesta de Cortés a la notifi cación que se le hizo a ella”, en Colección de documentos para la historia de México, t. II, Joaquín García Icazbalceta (ed.), p. 34.7 León-Portilla, op. cit.

descubrió el archipiélago que en la actua-

lidad se conoce como islas Revillagigedo y

regresó con noticias desalentadoras para

Cortés: la costa parecía pobre.

No poseo más información para sus-

tentar mi argumento, mas parece posible

que este navío San Lázaro, al mando de

Grijalva, sea el mismo del cual se habla en el

documento presentado, ya que la expedición

zarpa en 1533 y el documento se elaboró

solamente dos años después; además,

en 1534 el rey mandó por real cédula a

la Audiencia de México que notifi cara a

Cortés que se prohibía mandar cualquier

expedición a la mar del sur y para 1535 el

propio Cortés se encontraba en el puerto y

bahía de Santa Cruz (hoy La Paz), como lo

atestigua una carta que envió a Cristóbal

de Oñate desde ese lugar fechada el 14 de

mayo de dicho año.

En opinión de Woodrow Borah, entre

1534 y 1535 Cortés tenía terminado un

navío en Tehuantepec y otro casi por acabar;

esta opinión parece estar confi rmada por la

misma real cédula mencionada, ya que en

respuesta a ella el extremeño respondió:

“e que después, habiendo perdido la dicha

armada en la forma susodicha, había fecho

otra en el puerto de Tehuantepec”.6

Para 1535, Cortés se encontraba en

Santa Cruz en esta expedición. Él mismo

supervisó la construcción de los navíos

en Tehuantepec y capitaneó la nueva

empresa. León-Portilla menciona que tres

de sus navíos ya estaban en Chametla:

San Lázaro, Santa Águeda y Santo Tomás.7

Es conveniente recordar lo señalado

por Woodrow Borah acerca de que para

1535 se terminaba un segundo navío en

Tehuantepec, lo cual se correspondería con

el documento presentado; aceptando esta

idea, se hace forzoso desechar la hipótesis

de León-Portilla ya que la expedición salió

para el norte a principios de dicho año

(como se confi rma por una carta escrita

por Cortés al Consejo de Indias fechada en

el puerto de Calagua de la mar del sur el 8

de febrero de 1535) y si los dos navíos que

supone Borah son los mencionados en el

documento, el Santa Águeda no pudo haber

participado en dicha expedición.

Resulta más factible que los dos

navíos que menciona Borah sean los que

fi guran en el documento; ahora bien, es

17

8 Peter Gerhard, op. cit., p. 272.

interesante el hecho de que cuando Pizarro

se encuentra sitiado en Lima y manda

pedir auxilio a Pedro de Alvarado, Hernán

Cortés y a quien más rápidamente pudiera

brindárselo, el extremeño manda con toda

diligencia dos navíos en su auxilio, los cuales,

tentativamente, bien podrían ser de los que

se habla en el documento presentado. La

expedición a Perú salió bajo el mando de

Hernando de Grijalva y llegaron con buen

tiempo, cuando ya Pizarro no necesitaba

ayuda. A su regreso a la Nueva España,

el buque de Grijalva exploraba la mar del

sur cuando se suscitó un motín en el cual

fue muerto el capitán; después de varios

meses de encontrarse perdida, la tripulación

llegó al Extremo Oriente en donde fueron

apresados y esclavizados por los naturales

de las Molucas, siendo rescatados más tarde

por el gobernador portugués de Ternate.

Sería muy importante saber si este navío era

uno de los que se habla en el documento

aquí presentado.

Concluyendo, y de acuerdo con lo que

expresaba Peter Gerhard: “El astillero de

Tehuantepec fue desde fi nes de la década

de 1520 la clave de los proyectos marítimos

de Cortés en el Pacífi co, […] en 1560 se llegó

a un arreglo con el segundo marqués por el

cual la encomienda pasó a la corona”.8

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[f 1] En el astillero El Carbón término e juridicion de la villa de Tecuantepeque del muy ilustre

señor el marqués del valle en [?] veinte días del mes de mayo año del nacimiento de nuestro

salvador Iesuchristo de mil e quinientos e treinta e cinco años antel muy noble señor Juan

Suárez alcalde mayor e juez de residencia ensta dicha villa por su señoría y en presencia de

mí Francisco de Medina scribano público ensta dicha villa por el dicho señor marqués e de

los testigos de yuso escritos estando en el dicho astillero de su señoría el dicho señor Juan

Suáres tomó e recibió juramento en forma de derecho a Juan Martines maestro mayor de

los navíos de su señoría e a Pascualín de Pierro carpintero e a Juan de Minxuca maestro del

navío de su señoría que Dios salve nombrado Santiago que se está haziendo e acabando de

hacer enl dicho astillero para que digan e declaren las medidas del navío de su señoría que

Dios salve nombrado San Lázaro los cuales e cada uno dellos que presentes estaban juraron e

prometieron de decir verdad de lo que su merced les pide e demanda por cuanto ellos saben

lo susodicho diciendo a la asolucion del dicho juramento si juro e 1amen e lo que dixeron e

declararon es lo siguiente:

Que tenía el dicho navío nonbrado San Lázaro que Dios salve diez e nueve goas2 e un

palmo medidos por la medida de una goa por donde se medió [sic] el dicho navío San Lázaro

la cual dicha goa tenía el dicho Juan Martines e se la dio y entregó al dicho Juan Suares.

Ítem tenía de manga el dicho navío San Lázaro diez e nueve palmos e medio medido por

la dicha goa tenía de puntal la cubierta siete palmos y que tenía en la puente cinco palmos

y medio y que no tenía marcaje ni castillo ni tolda ni guindaste e questa es la verdad para el

juramento que

1 Al margen: navíos San Lázaro y San Tiago.2 En el documento, todas la veces el escribano consigna: “goa”, sin embargo, en la cartelera que aparece en el folio 4v (escrita tiempo después de elaborado el documento) se lee “toa”.

20

21

[f 1v] fecho tienen testigos Diego de Cuadros e Fernán Días, maestro mayor del navío [?]

Alonso de Salas [?] ensta costa del sur.

E luego el dicho señor Juan Suares mandó a mí el dicho scribano trasladase aquí un

capitulo ques el primer capítulo de la capitulación e concierto que fi zo su señoría con el dicho

Juan Martines maestro mayor de los navíos de su señoría para que más claramente por ello

se vea y virifi que la demasía quel dicho Juan Martines fi zo en dos navíos que por la dicha

capitulación era obligado de hacer enl dicho astillero el uno de los cuales era el navío de su

señoría que Dios salve nonbrado San Tagueda y el otro éste que está acabando de hacer enl

dicho astillero nonbrado San Tiago para que vista la demasía que tiene de lo quel dicho Juan

Martines era obligado de hacer cotejado con la dicha capitulación la tal demasía su señoría

manda que se le pague el tenor del qual dicho capítulo que habla acerca de lo susodicho

trasladado al pie de la letra de verbo ad bervum3 es este que se sigue:

Primeramente quel dicho Juan Martines de [?] se obliga de hacer e dar fechos a su

señoría dos navíos en la lengua del agua enl astillero que llaman El Carbón que cada uno

dellos tenga el largor en quilla que tenia el navío llamado San Lázaro y que abra dos palmos

más que el dicho navío en el plan y tres palmos enl costado y todo lo demás fecho a sus

medidas conforme a esto y que tenga su cubierta y otra puente encima de cuarteles e sus

alcazares y que los dé fechos y acabados en perfi cion de carpintería e calafatería e labrados

los árboles e antenas y bonbas y todo lo demás necesario a punto para efreles [?] la [?] y que

pesque la menos agua que ser pudiere a lo menos que en seis palmos pesque y también para

sus bateles

3 De principio a fi n.

22

23

[f 2] e remos de tamaño que sean conformes a los dichos navíos.

E después de lo susodicho así trasladado el dicho capitulo de la dicha capitulación

segund dicho es, el dicho señor Juan Suares para virifi cacion e deretención de de las dichas

demasías de los dichos navíos que el dicho Juan Martines ha fecho en los dichos dos navíos

de su señoría tomó e recibió juramento segund forma de derecho del dicho Fernán Días

Portugués, maestro mayor del dicho navío de Alonso de Salas el cual dicho maestro fue traído

al dicho astillero para lo susodicho e para lo de yuso contenido e a Diego Hernandes tonelero

e a Juan de Minxuca maestre del dicho navío que se está acabando nonbrado San Tiago para

que so cargo del dicho juramento digan e declaren, miren e cotejen, arqueen el dicho navío

de su señoría que se dice San Tiago e cotejado la memoria del grandor de San Lázaro y el

dicho capitulo que fi zo su señoría con el dicho Juan Martines para hacer el dicho navío visto

e cotexado todo lo susodicho digan e declaren la demasía e mayoría que va del un navío

al otro de todos portes así de carpintería como de calafatería que lo digan e declaren todo

ello so cargo del juramento que fecho tienen los cuales dichos Fernán Díaz maestro mayor

e Diego Hernandes, tonelero e Juan de Minxuca, maestre del dicho navío Santiago, juraron

e prometieron de así lo hacer e cumplir diciendo a la asolución del dicho juramento sí juro e

amen e lo que dixeron e declararon acerca de lo susodicho es lo siguiente:

Declararon e dixeron que tiene el dicho navío nonbrado Santiago más quel dicho navío

San Lázaro conformándose con las medidas del dicho navío San Lázaro e habiendo visto e

mirado medido e tanteado el dicho navío Santiago cinco pal

24

25

[f 2v] mos más que abre en manga y en el plan que tiene conforme a la capitulación y tiene

demasiado de puntal de cubierta e puente y marcaje siete palmos de la mesma goa más que

el dicho navío San Lázaro ansimesmo tiene demasiado de lo que tiene el dicho navío San

Lázaro castillo a proa y tolda a popa y ansimesmo lleva de más de lo que llevaba el dicho

navío San Lázaro palmexares de popa a proa y escoas y contraescoas y dos carreras de dragas

y veinte e cuatro corbatones de más que el dicho navío San Lázaro y su guindaste y escoteras

que no tenía el dicho navío San Lázaro otras obras menudas que convenían a la grandeza del

dicho navío que el dicho navío San Lázaro no tenía.

Ansimismo dixo e declaró el dicho maestre Fernán Díaz que so cargo del juramento

que tiene fecho que visto el capítulo que el dicho Juan Martines tiene en las capitulaciones

de concierto de los dichos navíos de las medidas e reglas que su señoría dio por donde se

hiciesen los dichos navíos que había de hacer el dicho Juan Martines que no era cuenta ni

regla derecha para poderse hacer navío sino le acrecentaran en quilla lo que acrecentaron

a este dicho navío Santiago y lo demás que dicho tiene que el dicho navío Santiago lleva de

puntales e marcaje e castillo e toldo e todo lo demás que llevaba e que so cargo del dicho

juramento que fecho tiene que el dicho navío Santiago lleva su cuenta e razón segund el arte

de carpintería e que a la cuenta e razón que su señoría daba por donde se habían de hacer los

navíos no era cuenta verdadera para hacer navío que pudiese navegar e questa es la verdad

para el juramento que fi zo la cual dicha declaración fi zo en presencia de los dichos testigos.

26

27

[f 3] Otrosí el dicho Fernán Díaz maestro mayor e el dicho Diego Hernandes tonelero e el

dicho Juan de Minxuca maestre del navío Santiago juramentados para lo de yusocontenido

juraron e dixeron que habían arqueado e medido el dicho navío de debaxo de la primera

cubierta e fallaron que tenía por la medida de las botas de la marca de Sevilla noventa e

cinco botas e ansimismo arquearon encima de la cubierta entre la cubierta e la puente que

se dice dos cubiertas los cuales arquearon los susodichos ciento e veinte e ocho pipas de la

mesma marca que dicho tienen lo qual midieron e arquearon en presencia del dicho Juan

suares que dixo había visto medir e arquear todo lo susodicho e questa era la verdad de lo

que midieron e fallaron que tenía el dicho navío arqueado segund dicho es para el juramento

que hicieron y fi rmaronlo de sus nombres testigos Diego de Cuadros e el dicho Juan Martines

maestro mayor de los navíos de su señoría e Juan de Bilbao e Pasqualin de Pierro estantes

enl dicho astillero.

Otrosí el dicho señor Juan Suárez mandó al dicho maestro Fernán Díaz que so cargo del

juramento que tiene fecho diga e declare juntamente con el dicho Juan de Minxuca maestro

del dicho navío Santiago e al dicho Diego Hernández que presente estaba que todos ellos

so cargo del dicho juramento que tienen fecho digan e declaren ante su merced qué tanto

pueden merecer los ofi ciales que hicieron el dicho navío maestro carpinteros e calafates

por toda la dicha demasía que lleva el dicho navío San Lázaro por razón de la demasía de

grandeza calefeteria

28

29

[3 v] e obras e carpintería del dicho navío conformándose con la dicha memoria e capitulación

de su señoría los cuales dixeron e declararon que so cargo del dicho juramento que merecen

trescientos pesos de minas por la demasía del dicho navío e declarado lo susodicho debatido

sobre cierta deferencia por el dicho señor Juan Suares que no está claramente declarado en

la capitulación que su señoría había fecho con el dicho Juan Martines acerca de la hechura de

los dichos navíos que había de hacer en que no está declarado el altura que los dichos navíos

habían de llevar debatido todo ello por el dicho señor Juan Suares con el dicho Fernán Díaz

maestre e con los dichos Juan de Minxuca e Diego Hernández por evitar que no se debatiese

más en ello e dudando en ello corte e buen medio a consentimiento de todos los susodichos y

del dicho señor Juan Suares e del dicho Juan Martines que presente estaba tornaron a poner

de nuevo la dicha demasía de cada uno de los dichos navíos en doscientos pesos de minas

cada uno de ellos que son por las demasías del dicho navío Santiago e del navío San Tagueda

que son informados ser del grandor y obras que el dicho navío Santiago por entrambos y dos

navíos cuatrocientos pesos de minas por la demasía y obras dellos que llevan demás de lo que

eran obligados conforme a la capitulación y esto declarando el dicho Hernán Díaz que para

el juramento que fecho tiene que va con-

30

31

[f 4] tra el dicho Juan Martines en cien pesos de minas lo cual mandó e juzgó que se

perdiesen otros cien pesos por parte del dicho Juan Martines porque el mismo Juan Martines

maestro mayor prestó consentimiento a ello e lo obo por bien lo cual así se mandó a

consentimiento de partes e questa es la verdad para el juramento que hicieron e fi rmáronlo

de sus nombres testigos los dichos y el dicho Juan Martines que presente estaba dixo que

consentía en todo ello aunque va contra él la dicha tasa e mando e que lo hace por servir

a su señoría e por acabar de presto la dicha obra del dicho navío e porque tiene necesidad

de dineros para acabar para acabar [sic] de hacer la obra. Testigos los dichos e fi rmáronlo

en el registro desta carta de sus nombres; Juan de Minxuca, Hernán Díaz, Diego Hernández.

Va escrito entre renglones o diz: se. Va enmendado o diz: tomo; e o diz: cuarteles; e o diz:

dragas; e o diz: los; e o diz: mas; Vala. E va testado o decía: ar; no le enpezca. Yo Francisco de

Medina, escribano público ensta villa de Tecoantepeque que presente fui a lo que dicho es,

lo fi ze escrebir segund que ante mí pasó en fe de lo cual fi ce aquí este mi signo [signo] a tal

en testimonio de verdad.

Francisco de Medina, escribano público.

32

33

[f 4v] Toca al legajo no. 38. ACI.4

[Crismón]

Medidas del navío santiago [Rúbrica].

Dice el rotulo de arriba medidas de el navío Santiago.

En este papel al parecer se trata de las medidas de dicho navío y otro nombrado San Lázaro

que tenia 12 toas y un palmo medidos por la medida de una toa y de manga 19 ½ palmo

medidas por la misma toa.

4 De todo este folio, lo único que aparece con la misma grafía y estilo del resto del documento es el crismón y la cartelera que dice: “medidas del navío Santiago”, el texto restante está escrito con una grafía y un estilo distintos; probablemente la inscripción se hizo en la Secretaría del Marquesado, ya que repite la inscripción original y acota que trata de las medidas de dos barcos, es decir, elabora una cartelera más extensa que la anterior.

34

INSTITUCIONES NOVOHISPANAS PRIMIGENIAS, 1588

Presentación y paleografía: Elena Vanessa Cabal Macías

La llegada de los españoles al nuevo

continente signifi có para ellos el

descubrimiento de una nueva tierra y de

sus habitantes, que eran susceptibles de

ser enseñados en la “verdadera religión”,

a la par de ensanchar los dominios de su

majestad con todo lo que ello implicaba.

Hernán Cortés acompañó a Diego

Velázquez en 1511 en la conquista de Cuba,

más tarde fue su secretario y fi nalmente

alcalde de Baracoa; así mismo, en su

matrimonio con Catalina Juárez Marcaida, el

propio Velázquez fue su padrino. Fuera por

su relación de amistad con el gobernador

de Cuba, por sus capacidades personales

o por ambas, Diego de Velázquez le confi ó

la organización de la tercera expedición

hacia lo que actualmente es el territorio

mexicano.

Conocida es la historia de la expedición

de Cortés: zarpó el 18 de febrero de 1519

llevando once navíos, más de 500 soldados,

100 marineros, 16 caballos, 14 cañones, 32

ballestas y 13 escopetas. El Viernes Santo

de 1519 fundó la Villa Rica de la Vera Cruz,

donde creó un cabildo que lo nombró

capitán general y justicia mayor; dispuso

una embajada que debía zarpar con rumbo a

España para informar a su majestad Carlos V

de su nombramiento.

Para el caso que aquí nos ocupa, es

de señalar la pretensión de Cortés (misma

que se hace evidente desde el nombre que

elige para la recién conquistada ciudad:

Nueva España) de trasladar a los territorios

recién descubiertos y conquistados no

sólo patrones e instituciones españolas

sino, en una palabra, toda su cultura,

pues al concebir a los indígenas como

idólatras, paganos y bárbaros era imperioso

“enseñarles a vivir en policía”, tanto como

adoctrinarlos; de allí que la nueva traza de

la ciudad se conciba al modo renacentista,

destinando solares extensos para edifi car

conventos, iglesias y hospitales.

Son precisamente los hospitales, en

particular uno, de lo que aquí me interesa

hablar: el hospital de Nuestra Señora de la

Concepción, llamado más tarde hospital de

Jesús Nazareno, de la ciudad de México. En

35

un principio, como era costumbre en aquel

tiempo, la construcción albergaría el hospital,

la iglesia y un colegio; precisamente las casas

destinadas al colegio (que pertenecían

a Cortés) ocupaban la parte alta de la

edifi cación, mismas que se arrendarían a la

Universidad hacia 1581.

La importancia del documento que aquí se

estudia radica en que nos brinda información

de una de las varias reparaciones efectuadas a

la edifi cación, la cual dañó un temblor, y que

costearon a partes iguales el administrador

general del Estado y el mayordomo de las

obras del hospital. Hay que señalar que

el terreno destinado a la construcción del

hospital y colegio se basaba en la técnica de

chinampas, lo que representaba la ventaja de

ganar terreno al lago, si bien hacía que el

terreno se hundiera al no estar consolidado

para soportar estructuras de gran volumen y

peso y propiciaba las inundaciones de la ciudad.

Se debe recordar que la ciudad de México

está situada sobre la falla de San Andrés

(que nace en las Californias y atraviesa toda

la República), la cual corre justamente en

medio de ella, por lo que la actividad telúrica

es alta; ambas características obligaron a

que las construcciones de la nueva ciudad

tuvieran que reforzarse o remodelarse,

según el caso, constantemente.

El documento trata de las obras de

remodelación (no fue la única) que se

hicieron en el hospital de Nuestra Señora de

la Concepción en 1588, a cargo de Cristóbal

de Ribaguda Montoya, mayordomo de las

obras. Como se dijo, un temblor de tierra

echó por tierra una parte de las casas del

marqués del Valle, sitas en la parte superior.

No se tiene evidencia documental o material

de construcciones especializadas para

alojar enfermos en el México prehispánico.

Basándose en una afi rmación sin sustento

documental, el doctor Francisco Flores nos dice

en su Historia de la Medicina en México1 que

los aztecas tuvieron algo semejante a nues-

tros hospitales, sin embargo, Miguel León-

Portilla muestra su desacuerdo pues aunque

Alonso de Molina asienta en su Vocabulario el

término cocoxcalli, “casa de enfermos”, como

correspondencia de “enfermería, hospital”, no

ha podido documentarse, hasta donde sé, el

empleo de esta palabra designando un lugar

que cumpliera con esta función antes de la

llegada de los españoles.

En apoyo del argumento anterior, las

crónicas indígenas hablan de la elección

de Cuitláhuac como sucesor de Moctezuma

Xocoyotzin y de la epidemia de viruela en

la que murió el primero. En dichas crónicas

no se consignan lugares a la manera de los

1 Trabajo presentado en el V Congreso Nacional de la Sociedad Mexicana de Historia y Filosofía de la Medicina, Querétaro, noviembre de 1998.

36

hospitales europeos. Fue uno de los pasajes

más tristes de la conquista de América, ya

que más de 70% de la población indígena

se extinguió por las epidemias que azotaron

en los primeros años a la población nativa.

Es importante indicar que la fi nalidad de

los hospitales era la de aposentar a los

enfermos y heridos, así que se crearon

hospitales de benefi cencia pública para los

españoles y, sobre todo, para el ejército.

La primera orden eclesiástica que llegó

al nuevo mundo fue la de los franciscanos

en 1523, cuando desembarcaron en tierras

americanas Pedro de Gante, Juan de Tecto

y Juan de Ayora, quienes colaboraron en

la construcción de la nueva ciudad; de

manera paralela se edifi caron los templos,

conventos, y hospitales. Dice Miguel León-

Portilla: “las realidades naturales del país

conquistado y las sociales y culturales de

sus habitantes nativos, obligaron en muchos

casos a modifi car y adaptar las instituciones

que se pretendían implementar y aún a

veces, a diseñar otras, en las que se tomaban

ampliamente en cuenta el elemento indígena

y las nuevas circunstancias”.2

2 Miguel León-Portilla, “Las comunidades mesoamericanas ante la institución de los hospitales para indios”, en Gonzalo Aguirre Beltrán y Roberto Moreno de los Arcos (coords.), Medicina novohispana, siglo XVI. Historia general de la Medicina en México, t. I I , 1a. ed., México, UNAM-Academia Nacional de Medicina, 1990, p. 220.3 Lucas Alamán, Disertaciones sobre la historia de la Republica Megicana, v. II, México, Jus, 1942, 3 vols., p. 73.4 Cristian Duverger, La conversión de los indios de la Nueva España, México, FCE, 1996, pp. 15-16.5 Josefi na Muriel, Hospitales de la Nueva España, t. I: Fundaciones del siglo XVI, México, Jus, 1956, p. 38.

Uno de los elementos que menciona

León-Portilla son los solares que tenían

una gran área para construir en el mismo

conjunto capilla, convento y hospital.

Respecto al sitio donde se construyó el

hospital, pertenecía a don Alonso de Grado,

uno de los primeros conquistadores, el

primer dueño del solar en la que para esas

fechas era la calle principal de la ciudad, y

“pues es la primera que consta en el libro

del ayuntamiento del 8 de marzo de 1524”,3

a pesar de que Lucas Alamán menciona

que “para el año de 1524 ya se hablaba del

hospital”. Podemos concluir que la edifi cación

se realizó entre 1523 y 1526, y que desde

los primeros años se pusieron las primeras

cruces y altares a los pies del santuario.4

Por bula del “16 de Abril de 1526 otorgada

por S.S. Clemente VII que se le otorgue la

[fundación y sostenimiento]”,5 Cortés tuvo el

patronato de manera perpetua:

“venciendo innumerables pueblos y con-

virtiéndolos a la fé de Cristo […] asistamos a

tus deseos principalmente a los que tiran a

la fundación y manutención de iglesias y

hospitales y a la consolación de tu alma

37

6 Lucas Alamán, op. cit., vol. 2, p. 274.7 Lucas Alamán, op. cit., vol. 2, p. 90.

[…] las que se erijan y consagren por el

obispo del lugar […] o por el más cercano

y pedir y percibir los diezmos y primicias

de los habitadores de las mismas tierras y

convertirlas para la fabrica y dotes de dichas

iglesias y hospitales y hacer que se pidan,

perciban y conviertan”.6

La bula concedía la legitimidad a los

hijos naturales del conquistador, Martín

Cortés, Luis de Altamirano y Catalina

Pizarro, a los cuales se les encomienda

que realicen la labor de administradores

amorosos y honestos. Un apartado de la

cédula habla de los hijos ilegítimos que

llevando una educación y conducta sana

estarán libres del pecado de nacimiento -

claro, no se menciona nada sobre que ellos

puedan tener acceso a las administraciones

de las iglesias y hospitales fundados por

su padre; Cortés invirtió las rentas de sus

casas de Chapultepec y Coyoacán, pagos

de tributos de las encomiendas, pago por

concepto de obras pías e incluso se tenían

indulgencias para pedir limosna pública,

con el fi n de hacer crecer su obra que desde

un principio se planteó majestuosa-. La

iglesia y el hospital de Nuestra Señora de

la Concepción se construyeron siguiendo

la tradición arquitectónica; “esta iglesia será

la primera que se construyó en la Nueva

España”7 (un dato curioso es que de esta

iglesia se tomaron los ornamentos para que

fray Juan de Zumárraga ofi ciara misa a su

llegada), y también la primera que desde su

fundación contó con un patronato.

UBICACIÓN

“Cortés empleó para su patronato la

manzana que hoy ocupan la iglesia, el

hospital y otros edifi cios pertenecientes a

este, la cual comprende un área de once

mil novecientos y cuatro varas cuadradas,

noventa y tres las que tiene de extensión el

frente de norte a sur y ciento veintiocho el

costado de oriente a poniente. En la fachada

estaba la plazuela de la paja, que es una

ampliación de la calle del rastro: por el

costado del sur se termina con la calle por

donde antiguamente corría una acequia,

que por la calle de la puerta falsa de la

Merced, venia atravesando dos manzanas á

salir a la esquina del Puente de San Dimas,

y desde aquí sesgado por entre las casas,

pasaba por la calle del puente de la Aduana

Vieja y terminaba tres de Regina, en la del

puente de Monzón por la cual iba a reunirse

con otras. Por el poniente y norte limitan el

cuadro, la calle cerrada de Jesús y la plazuela

en la que está el mercado que es propiedad

38

8 Lucas Alamán, op. cit., vol. 2, pp. 73-74.9 Tanto en el presente escrito como en la trascripción paleográfi ca se consigna el apellido del personaje como Ribaguda, mas en la bibliografía consultada aparece de diferente forma: Ribagoda, siendo el mismo.

del hospital”.8 Esto se encuentra en las

calles que ahora conocemos: al oriente,

Pino Suárez; al poniente, 20 de Noviembre;

al norte, Republica del Salvador, y al sur

Izazaga (no son los únicos nombres que

han tenido dichas calles desde la formación

de la Nueva España, en diferentes épocas

de la historia se han modifi cado las calles

del actual primer cuadro de la ciudad de

México.

El recinto tiene patios y jardines

centrales limitados con arquería de cantera

en ambos niveles la entrada de la iglesia

mira hacia una pequeña plaza y se ubica a

un costado de la actual calle República del

Salvador.

EL DOCUMENTO

Se encuentra como Indiferente Virreinal,

caja 1719, expediente 10, Hospital de Jesús,

1589, y consta de varias peticiones, cartas

y traslados; sus fojas están cosidas, las

primeras están rotas y muy sucias, le faltan

folios, contienen inscripciones posteriores

con la cartelera en papel blanco y no tienen

un orden cronológico.

La primera foja es una petición del

mayordomo de las obras del hospital,

Cristóbal de Ribaguda9 Montoya, dirigida

al rey, para que mande fi niquitar un pleito

con la Universidad de la Ciudad de México

puesto que el término que se había fi jado

para que ella alegara en su favor había

concluido; la petición fue leída en la Real

Audiencia en 1588.

Resulta signifi cativo que esta petición

aparezca como cabeza del expediente, pues

da la impresión de que el mismo se elaboró

para solicitar que la Universidad cumpliera

con los compromisos adquiridos por el

arrendamiento de las casas que ocupaba; sin

embargo, como se anotó líneas arriba, estas

cartas y peticiones ya habían sido objeto de

una primera organización (prueba de ello es

la cartelera) tal vez por parte de la Secretaría

del Marquesado o por el archivo del hospital

o del colegio, lo cual explicaría por qué

encabeza esta petición el expediente.

La segunda foja es otra carta del mismo

mayordomo, dirigida al rey, fechada siete

días antes que la anterior, es decir, ésta

tiene fecha del 12 de julio de 1588 mientras

que la del folio anterior está fechada el

día 19. En esta carta Ribaguda pide que

la Universidad desocupe las casas puesto

que una de las cláusulas del contrato de

arrendamiento estipulaba particularmente:

“Ítem, es condición que si dentro de los

dichos cuatro años del dicho arrendamiento

se determinare de edifi car el dicho Colegio

que en las dichas casas se ha de hacer

39

10 AGN, Indiferente Virreinal, caja 1719, exp. 10, Hospital de Jesús, 1588, 16 fs. Folio 5v.11Ibid., f. 3.

luego que la dicha obra se comience e

prosiga las dichas casas queden libres y

desembarazadas para la hacer e proseguir

sin poner impedimento alguno pagando lo

corrido”.10 Esta petición se leyó en la Real

Audiencia y en el verso del folio se incluyen

las notifi caciones a los diputados hechas

por el secretario con las respuestas de los

mismos.

La tercera foja y las siguientes contienen

la actuación de Francisco de Quintana

Dueñas, administrador general del Estado y

marquesado del Valle, para que Ribaguda

comenzara a hacer las obras del colegio;

fechada el 20 de junio de 1588, en ésta

se inserta un capítulo de instrucción del

marqués del Valle, dado en Sevilla en

1580, por el cual consta que: “vista esta mi

instrucción, vais luego al señor visorey y al

señor arzobispo […] diciéndoles cómo quiero

que […] se comience la obra del Colegio […]

haréis que se comience luego a acomodar

de manera que con mucha brevedad puedan

entrar colegiales en ella y comenzase a ver

el fruto de una tan provechosa obra para esa

República”.11 Se menciona la aprobación del

virrey y del arzobispo para dicha obra y se

incluye la notifi cación a Ribaguda Montoya.

Este tercer documento concluye con la

constancia de haberse reunido Francisco de

Quintana, Cristóbal de Ribaguda y Claudio

de Arciniega, maestro mayor de arquitectura

y cantería, para medir y trazar la obra; sobre

el parecer de Claudio de Arciniega de cómo

se ha de edifi car la misma, el documento

asienta:

“[…] como tal maestro mayor con una

vara de medir anduvo trazando y midió

el ancho y largo del patio principal de las

dichas casas y por lo bajo y alto de ella la

anduvo mirando y [f 4] considerando en

la parte y lugar a donde se podría hacer

la capilla y aulas y general que se ha de

hacer en [e]l dicho Colegio y lo demás a él

conviniente y habiéndolo visto y trazado y

conferido con los dichos administrador y

mayordomo y con las demás personas que

desto les pareció entendían, que estaban

presentes, quedó resumido que ante todas

cosas se debían hacer arquería de piedra de

cantería en lo baxo del dicho patio y en los

corredores altos todo a la redonda del dicho

patio y corredores y que fecho lo susodicho

se prosigueria [sic] en la dicha obra en la

mejor forma y orden que conviniese […]”

De las fojas 5 a 9 se encuentra el

traslado de la escritura de arrendamiento

entre el mayordomo y la Universidad repre-

sentada por su rector, el doctor Francisco de

Sande, fechada en 1586, que incluye estas

cláusulas: se arriendan por cuatro años

desde el 1 de enero de 1587; se arrienda

40

en el interin que se construye el colegio;

el costo del arrendamiento será de 160

pesos anuales; si durante el tiempo del

contrato la Universidad deja las casas, éstas

no se puedan volver a arrendar pagando

la Universidad lo que importare el espacio

de tiempo que las ocupó; si las obras

comienzan durante los cuatro años del

contrato, desocupen las casas para dejar

hacer las obras; las reparaciones corren por

cuenta de la Universidad y si se negaren a

ello, Ribaguda las pueda hacer con cargo

a la misma sin más probanza que sólo su

palabra; los 160 pesos se han de pagar

por tercios del año. El contrato se celebró

entre el propio Ribaguda y Francisco de

Sande, Juan de Salcedo y Alonso Alemán,

catedráticos de la dicha Universidad y

diputados por todo el claustro.

Es curioso que en esta parte del texto

se inserte la petición de pago de Ribaguda

a la Universidad, alegando el primero que

desde hace más de seis años no pagan

el arrendamiento (aproximadamente desde

1581); se menciona que ha habido ya un

juicio y una sentencia ejecutiva al respecto

(al parecer hace referencia a lo asentado en

la primera foja), y que se mandó rematar

algunos bienes de la Universidad; así

mismo, que dicho remate se suspendió

por el virrey diciendo que él les obligaría a

pagar. La respuesta a tal petición de pago

fue la reunión del Claustro Pleno de la

Universidad, quedando como diputados

el dicho Sande, Alemán y Salcedo para

celebrar el arrendamiento y poder aceptar

la escritura en nombre del mismo Claustro;

en esta parte del texto aparece en sí la carta

de arrendamiento, fechada en 1586. Es

de importancia destacar que aparecen los

nombres y cargos de todos y cada uno de

los catedráticos que conforman el Claustro;

el documento fi naliza en la foja 9.

De la foja 10 a la 14 aparecen las

cuentas de los gastos de peones, albañiles,

carpinteros y cal. Esta parte del texto

resulta de gran interés, ya que contiene

información de cuánto ganaba un peón

por una jornada de trabajo, cuánto le

correspondía al alguacil que llevaba a los

peones, el salario de los albañiles, el precio

de una carreta de cal, el precio de las vigas

y tablas, lo que cobraban los carpinteros;

además, un dato signifi cativo es que el

documento hace explícita la fi liación étnica

de los carpinteros: “A veinte y siete días de

abril pagué a dos carpinteros mexicanos12

los cuales enpesaron a apuntalar todo lo

que quedó por caer arriba y debajo de las

casas diez tomines”.

Por último, el expediente termina con

tres certifi caciones que otorga Juan Ramírez

por haber recibido la paga correspondiente

a su trabajo. Se debe recordar que los

12 El subrayado es mío.

41

gastos de las reparaciones de las casas

eran divididos entre las obras del hospital

y las obras de las casas del marqués.

Desafortunadamente, esta certifi cación está

incompleta -supongo que aquí comenzaba

un pequeño litigio puesto que en las fojas

siguientes se deja constancia de que

Francisco de Quintana manda a Claudio

Arciniega para que verifi que los costos de las

obras y se asegure de que tanto el hospital

como el marqués están pagando lo mismo

porque lo que se desprende de las cuentas

es que Ribaguda gastó 92 pesos 4 tomines

en cal, peones y ofi ciales que trabajaron en

dicha obra, mientras que el marqués 265

pesos 1 tomín y 6 granos.

El último folio, el 16, es la tasación de

Claudio de Arciniega de los gastos de la

obra, quien dice que la parte del marqués

dio 265 pesos 1 tomín y 6 granos porque:

“sesenta pesos y cuatro tomines que

gastó más en su obra en tres ventanas

con sus marcos de madera y en cinco vigas

grandes labradas y asentadas con treinta

tablas juntadas y en hacer una chimenea

grande de ladrillo en la dicha pieza y un

horno y en echar un suelo de cal y tezontal

a la dicha pieza y de cortar los canes que

salían fuera de la pared para descargalle

del peso que tenía y en estas demasías se

gastaron los dichos sesenta pesos y cuatro

tomines del dicho oro”. Esto demuestra que

en realidad el marqués gastó más que el

hospital porque hizo construir más obras

(como la chimenea y el horno) y no porque

el hospital lo estuviera defraudando.

Como se anotó en párrafos anteriores,

es una lástima que falte la conclusión del

folio mencionado, ya que en esta foja 15

está la certifi cación de Juan Ramírez de

haber recibido de Ribaguda 56 pesos 9

granos más, para completar la mitad de

los 357 pesos 5 tomines y 6 granos que se

gastaron en total por toda la obra; éstos,

aunados a los 92 pesos 4 tomines que había

dado con anterioridad, hacen un total de

148 pesos 4 tomines y 9 granos que es la

mitad del importe total de la obra, quedando

así ambas partes satisfechas.

BIBLIOGRAFÍA ADICIONAL

León-Portilla, Miguel, Hernán Cortés y la Mar del Sur, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica,

1985.

Martínez, José Luis, Hernán Cortés, México, UNAM-FCE, 1990-1992.

42

43

1[f 1] [Crismón]

Muy poderoso señor A [roto]

Ynt [roto]

Cristóval Ribaguda Montoya administrador de las obras del Hospital de Nuestra Señora de

la Conceción de esta ciudad en lo que tengo pedido al rector y diputados de la Universidad

de esta ciudad sobre que me desembaracen las casas en que al presente esta la dicha

Universidad que son de las dichas obras para proseguir la obras de el Colegio digo que las

partes contrarias llevaron termino para venir diciendo acerca de lo por mí pedido sobre

lo susodicho notifi cóseles no han dicho cosa alguna el término es pasado yo les acuso la

rebeldía

A vuestra alteza pido y suplico haya esta causa por conclusa sobre este artículo y mande

que se trayan los autos y pido justicia.

Cristóbal de Ribaguda.

En la ciudad de México a diez y nueve días del mes de julio de mil y quinientos y ochenta

y ocho años estando el presidente e oidores de la Audiencia Real de la Nueva España en

audiencia pública se leyó esta petición y vista mandaron traer los autos a la Sala.

1 Con la fi nalidad de hacer más ágil y rápida la lectura del documento, he decidido hacer la transcripción paleográfi ca a renglón seguido. De la misma forma he corregido parcialmente la ortografía, respetando en todos los casos los nombres propios, mismos que se han puesto con todas las variantes que el original consigna, la única modifi cación hecha en ellos son las mayúsculas. En cuanto a la puntuación sólo he puesto puntos o comas ahí donde eran muy claros (por ejemplo: punto fi nal, enumeración de personas o cosas). Las abreviaturas se han desatado sin poner corchetes, he utilizado los corchetes sólo en los casos en que falta una palabra o para hacer reconstrucciones del texto (las menos de las veces) donde era clara la idea y el original estaba roto. Finalmente, las contracciones y arcaísmos se consignan igual que en el original.

44

45

[f 1v] Cristóbal de Ribaguda Montoya para [las] obras del Hospital de Nuestra Señora

En XX de julio de 80

[?]

En XXIII de julio 1588 años, que se lleve al Acuerdo.

En primero de agosto 1588, acuda a su excelencia.

46

47

[f 2] [Crismón]

Muy poderoso señor léase toda2

XII de julio de 1588 [tachado: 1588]

No 1o 1588

No 3

Cristóval de Ribaguda Montoya, administrador de las obras del Hospital de Nuestra Señora

desta ciudad, digo que por parte del marqués del valle patrón del dicho Hospital y del Colegio

que mandó hacer don Fernando Cortés, marqués del valle, su padre en su testamento debaxo

de cuya disposición murió se me mandó y notifi có que luego acudiese a hacer la obra del

dicho Colegio en las casas que para este efeto el dicho marqués tiene vendidas que son en

las que al presente están las escuelas desta ciudad e yo luego con un alarife3 lo empecé a

trazar y ver lo que era necesario que se hiciese en las dichas casas como consta por este

testimonio que presento y aunque yo como tal administrador las di en arrendamiento al

retor y diputados de las dichas escuelas por tiempo de cuatro años fue con calidad que cada

y cuando que se hubiese de hacer el dicho Colegio habían de dexar las dichas casas libres y

desembarazadas como parece por esta escritura del dicho arrendamiento que [aquí] presento

y porque para poder empezar la dicha obra conforme al parecer de los dichos alarifes es

necesario que le desenbarasen y deso[cupen] [las] dichas casas.

Por tanto [a] [vuestr]a al[teza] [pido] y suplico mande al retor y diputados [de las] dichas

escuelas luego hagan desocupar las dichas casas y las dejen libres e desenbarazadas para que

libremente y sin impedimento se pueda hacer la dicha obra y se cumpla la voluntad del dicho

testador y pido justicia y costas y en lo necesario.

Cristóbal de Ribaguda. [Rúbrica]

En la ciudad de México a doce días del mes de julio de mil y quinientos e ochenta e ocho años

estando el presidente e oidores de la Audiencia Real de la Nueva España en audiencia pública

se leyó esta petición e por los dichos presidente e oidores vista, mandaron dar traslado a los

señores a quien toca.

Pedro Sánchez Moreno. [Rúbrica]

2 Pegada sobre el papel original se encuentra una cartelera que dice: “Partida 7a leg. N 12 [?]3 Alarife: albañil.

48

49

[f 2v] En la ciudad de México a quince días del mes de julio de mil e quinientos y ochenta

y ocho años yo el scribano yusoscripto leí e notifi qué el es[sic] auto desta otra parte con

lo proveído a él por esta Real Audiencia al doctor Sadierna oidor della como a retor de la

Universidad desta ciudad el cual dixo que notifi cado a los diputados y consiliarios della se

le dé treslado de todo para responder. Testigo el licenciado Salgado. Va testado: rre. No vala

Francisco Sánchez, scribano real. [Rúbrica]

En la ciudad de México el dicho día quince de julio del dicho año de mil e quinientos y ochenta

y ocho años yo el scribano yusoscripto leí e notifi qué el dicho scrito con lo proveído a él por

la Real Audiencia al dotor don Gerónimo de Carcomo como a diputado de las escuelas desta

ciudad en su persona el cual dixo que lo oye. Testigo: Pedro de Valero.

Francisco Sánchez, scribano real. [Rúbrica]

E después de lo susodicho el dicho día, mes e año susodicho yo el dicho scrivano notifi qué la

dicha petición con lo a ella proveído por la Real Audiencia a el doctor Luis de Villanueva como

a diputado de las escuelas e Universidad desta ciudad en su persona el cual dixo que protesta

no le perjudique e[sta] notifi cación a la Universidad porque se ha de h[acer] [roto] claustro

pleno a quien toca responder a este y no a los disputados [sic] que no es este su ofi cio y

esto dio por su respuesta. Testigos el señor Juan de Cuenca [y] A[lonso] de [Villa]nueva. Va

enmen[dado] e un. Vala

Francisco Sánchez, scribano real. [Rúbrica]

En la ciudad de México a diez y seis días del mes de julio de mil e quinientos y ochenta y ocho

años yo el scribano yusoscripto notifi qué el dicho escrito con lo a él proveído por la Real

Audiencia a Cristoval de la Placa, secretario de la Universidad desta ciudad, en su persona el

cual dixo que se notifi que al retor y diputados de la dicha Universidad y notifi cado se le dé

treslado para responder y dello doy fe.

Francisco Sánchez, scribano real. [Rúbrica]

50

51

[f 3] En la ciudad de México de la Nueva España a veinte días del mes de junio de mil y

quinientos y ochenta y ocho años Francisco de Quintana Dueñas, administrador general del

estado de don Martín Cortés, marqués del valle, patrón perpetuo de las obras del Hospital de

la Concepción de Nuestra Señora desta ciudad de México, colegio y monasterio que mandó

hacer don Fernando Cortés, marqués del valle, su padre de gloriosísima memoria y por virtud

del poder que tiene de su señoría de que yo el presente escribano doy fe dijo que por cuanto

su señoría tiene ordenado y mandado que el dicho Colegio se haga con la mayor brevedad

que fuere posible en las casas que para ello tiene vendidas a las dichas obras que son en esta

dicha ciudad a donde al presente están las escuelas y Universidad della como se declara en

un capitulo de instrucción que su señoría envió para el dicho efeto dado en Sevilla a veinte

y siete días del mes de otubre del año pasado de mil y quinientos y ochenta que es el que

se sigue: Primeramente mando a vos el dicho Guillen Peraza o a la persona a cuyo cargo

la dicha administración fuere, que vista esta mi instrucción vais luego al señor visorey y al

señor arzobispo a los cuales yo escribo sobre ello y a cada uno de ellos daréis cuenta desta mi

determinada voluntad diciéndoles cómo quiero que a la hora se comience la obra del Colegio

el cual quiero que se haga en esa ciudad en las casas que para este efecto le tengo vendidas

las cuales con parecer de esos señores haréis que se comience luego a acomodar de manera

que con mucha brevedad puedan entrar colegiales en ella y comenzase a ver el fruto de una

tan provechosa obra para esa República. Y porque en cumplimiento de lo que su señoría por

el dicho capítulo manda, él lo ha tratado y comunicado con el excelentísimo visorey marqués

de Villa Manrique y con fray Pedro de Pravia de la Orden de Santo Domingo, gobernador

de este arzobispado, los cuales y cada uno de por sí dijo que agradecían y estimaban en

mucho una obra tan insigne como la de suso referida y que para este efecto en lo que

fuese necesario acudirían con su ayuda y favor y para que la voluntad del dicho marqués de

gloriosísima memoria se haga e guarde y se cumpla lo que su señoría por el dicho capitulo

de instrucción ordena y manda pidió a mí el presente escribano que notifi que a Cristobal de

Ribaguda Montoya mayordomo de las obras del dicho Hospital que luego que este auto le

sea notifi cado ponga en execucion con efecto lo contenido enl dicho capitulo de instrución

de susoincorporado y mande hacer

52

53

[f 3v] y haga sin ninguna dilación la obra del dicho Colegio en la parte y lugar de suso referida

como su señoría lo manda y pide a mí el presente escribano que así de este auto como de la

notifi cación que se hiciere al dicho Cristóbal de Ribaguda Montoya como de todo lo demás

que en execución dello se hiciere el testimonio en pública forma para lo embiar al dicho don

Martín Cortés, marqués del valle, para que conste a su señoría de cómo se hace y cumple lo

que por su señoría se le manda y así lo proveyó y mandó Francisco de Quintana Dueñas ante

mí Diego de Mercado.4En la ciudad de México en este dicho día mes y año susodicho yo el escribano yusoescripto

notifi qué el auto del dicho Francisco de Quintana Dueñas, desta otra parte escripto, a Cristóbal

de Ribaguda Montoya, mayordomo de las obras del Hospital de la Concepción de Nuestra

Señora de esta ciudad, el cual dijo que está presto de hacer y cumplir lo que por el dicho auto

se le manda y lo fi rmó de lo cual doy fe. Cristoval de Ribaguda. Diego de Mercado.

En la ciudad de México a veinte y siete días del mes de junio de mil y quinientos y ochenta

y ocho años en presencia de mí el escribano y testigos Francisco de Quintana Dueñas,

administrador general del estado de don Martín Cortés, marqués del valle y Cristóbal de

Ribaguda Montoya, mayordomo de las obras del Hospital de la Concepción de Nuestra

Señora de esta ciudad, colegio y monasterio y Claudio de Arziniega maestro mayor de

cantería y arquitectura desta Nueva España se juntaron en las casas de las escuelas y

Universidad desta ciudad para dar traza en la forma y orden que se ha de tener para hacer

en las dichas casas el Colegio que mando hacer don Fernando Cortés, marqués del valle,

padre de su señoría, de gloriosísima memoria que esté en el cielo, en execucion de lo cual en

mi presencia y de los dichos testigos y de otra mucha gente que a ello se halló presente el

dicho Claudio de Arziniega como tal maestro mayor con una vara de medir anduvo trazando

y midió el ancho y largo del patio principal de las dichas casas y por lo bajo y alto de ella la

anduvo mirando y

4 Al margen: notifi cación.

54

55

[f 4] considerando en la parte y lugar a donde se podría hacer la capilla y aulas y general que

se ha de hacer enl dicho Colegio y lo demás a él conviniente y habiéndolo visto y trazado y

conferido con los dichos administrador y mayordomo y con las demás personas que desto

les pareció entendían que estaban presentes quedo resumido que ante todas cosas se debían

hacer arquería de piedra de cantería en lo baxo del dicho patio y en los corredores altos todo

a la redonda del dicho patio y corredores y que fecho lo susodicho se prosigueria [sic] en

la dicha obra en la mejor forma y orden que conviniese para lo cual el dicho Francisco de

Quintana Dueñas como tal administrador general encargó al dicho Cristoval de Ribaguda

Montoya que luego sin ninguna dilación ponga en execucion con efecto lo tratado y

concertado y en su cumplimiento haga traer y traiga a las dichas casas toda la piedra de

cantería y los demás materiales que para lo susodicho fuere necesarios y ofi ciales indios y

españoles que para el dicho ministerio fueren menester los cuales luego hagan y prosigan la

dicha obra como más convenga al servicio de su señoría el cual dicho Cristoval de Ribaguda

Montoya como tal mayordomo de las dichas obras dixo que en cuanto a él fuere posible hará

y cumplirá lo que para este efecto le ha sido y esta encargado y todos tres lo fi rmaron de

sus nombres siendo testigos Joan de Montemayor y Esteban Mexía y Diego Bauptista Bravo

y otra mucha gente vecinos [y] estantes en México. Francisco de Quintana Dueñas. Cristoval

de Ribaguda. Claudio de Arciniega. Ante mí: Diego de Mercado.

Yo, Diego de Mercado, scribano del rey nuestro señor, fui presente e fi ze mi signo en

testimonio de verdad. [signo]

Diego de mercado. [Rúbrica]

Gratis.

56

57

5[f 5] Este es un treslado bien e fi elmente sacado de una escriptura de arrendamiento que

parece haberse otorgado entre el mayordomo e administrador de las obras del Hospital de

Nuestra Señora de la Concepcion desta ciudad de México con la Universidad y escuelas desta

dicha ciudad que parece estar signada de Juan Arias De Paz, escribano, que su tenor de la

cual es como se sigue:

Sepan cuantos esta carta de arrendamiento vieren como yo Cristoval de Ribaguda Montoya

mayordomo de las obras del Hospital de Nuestra Señora por virtud del poder que tengo del

muy ilustre señor marqués del valle como patrón del dicho Hospital y del Colegio que se ha

de hacer en las casas en que al presente está la Universidad desta ciudad que son en la calle

que llaman de los Oidores linde casas en que vive el señor doctor Sande de la una parte e de la

otra casas en que vive Gerónimo Leardo mercader otorgo e conozco que en el dicho nombre

arriendo al muy ilustre señor doctor Francisco de Sande retor desta Universidad y a la dicha

Universidad en su nombre las casas susodichas y deslindadas en que al presente la dicha

Universidad está las cuales son e se instituyeron para hacer un colegio las cuales arriendo a

la dicha Universidad en el interin que se hace por tiempo y espacio de cuatro años

5 Folio 4v en blanco

58

59

[f 5v] primeros siguientes que corran e se cuenten desde primero día del mes de enero

del año que viene principio del año de mil e quinientos e ochenta e siete años hasta ser

cumplidos por precio e cuantía de ciento e sesenta pesos de minas en cada un año y con las

condiciones siguientes:

Primeramente que si durante los dichos cuatro años la dicha Universidad se pasase a otras

casas desde aquel mesmo día estas dichas casas que así arriendo queden por las dichas obras

y colegio libres y desenbarazadas sin poderlas arrendar ni trespasar a otra persona ni obra

pública pagando los alquileres que obieren corrido hasta el dicho día que las dexaren.6Ítem, es condición que si dentro de los dichos cuatro años del dicho arrendamiento se

determinare de edifi car el dicho Colegio que en las dichas casas se ha de hacer luego que la

dicha obra se comience e prosiga las dichas casas queden libres y desembarazadas para la

hacer e proseguir sin poner impedimento alguno pagando lo corrido.

Ítem, es condición que todos los reparos necesarios que fueren menester hacerse en las

dichas casas se hagan e reparen y requerido que los haga no los haciendo lo pueda el

mayordomo de las escuelas hacer a costa de los alquileres y con su juramento sin otra más

averiguación ni pro

6 Al margen: ojo.

60

61

[f 6] vanza sea creído de lo que costare.

Ítem, que los dichos ciento e sesenta pesos de oro de minas se han de pagar por los tercios de

cada un año según e como se pagan los catredaticos [sic] de la dicha Universidad cada cuatro

meses un tercio sin costa alguna en reales y en la forma susodicha con las dichas condiciones

arriendo las dichas casas al dicho señor doctor e a la Universidad en su nombre para que las

vivan e moren por el dicho tiempo e precio e me obligo de no las quitar a la dicha Universidad

por más ni por menos ni por el tanto ni darlas a otra persona so pena de dar otras tales e tan

buenas y en tan buen sitio y lugar e para cumplir lo que dicho es obligo los bienes e rentas

de las dichas obras casas e rentas que tienen según e como a mí me están obligadas para el

saneamiento e fuerza de los arrendamientos y administración que del dicho señor marqués

tengo y estando presente el dicho señor rector y los señores doctor Juan de Zalcedo e Alonso

Alemán catredaticos de la dicha Universidad diputados por todo el claustro para otorgar esta

escriptura y lo en ella contenido en virtud de la dicha comisión e poder que se le dio ante mí

el presente scribano y secretario su tenor es el que se sigue:

Muy ilustre señor Cristoval de Ribaguda Montoya administrador de

62

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[f 6v] las obras de el Hospital de Nuestra Señora de la Concecion desta ciudad digo que

ha más de seis años que esta Universidad no nos paga el alquiler destas escuelas ni nos

hace arrendamiento dellas y sobre esto a habido pleito en la Real Audiencia y en revista

esta condenada esta Universidad a que nos pague y se hizo remate de ciertos bienes por

vía ejecutiva y vuestra señoría suspendió el apremio dellos para el primer claustro diciendo

que haría pagar y se haría el arrendamiento por el valor dellas con seguridad y pues esta es

hacienda de los pobres de donde han de comer y de las obras de la iglesia y casa y no nos

pagando se hará todo esto.

A vuestra señoría pido y suplico mande que luego nos paguen todo lo que se deviere de lo

corrido del dicho arrendamiento e para lo de adelante se haga el dicho arrendamiento en lo

cual recibiré bien e merced. Cristoval de Ribaguda.

En la ciudad de México nueve días del mes de diciembre de mil e quinientos e ochenta e siete

años estando en la Universidad desta ciudad los muy ilustres señores retor, maestrescuela,

doctores y consiliarios de la dicha Universidad nonbrada e señaladamente el doctor Francisco

de Sande, rector, el doctor Murion, maestrescuela, el doctor Saldierna de Mariala, el doctor

Valderrama, el doctor Santiago

64

65

[f 7] del Riego, oidores y alcaldes desta Real Audiencia, el doctor Zurnero, el doctor

Bustamante, el doctor Cadena, el doctor Salcedo, el maestro Adriano, el maestro Agurto, el

maestro fray Melchior de los Reyes, el maestro Osorio, el doctor Ortiz, el doctor Alemán, el

doctor Loya, el dotor Salvador, el doctor Prado, el doctor Salamanca, el doctor Ribera, el dotor

de la Fuente, el dotor Pero López, el doctor Balpuesta, el doctor Herrera, el doctor Diosdado,

el doctor Urieta, el maestro Martínez, el maestro José Phelipez, el maestro Francisco Gómez,

doctores e maestros de la dicha Universidad el bachiller Francisco Dávila, el bachiller García

de Caravajal, consiliarios; estando en claustro pleno para cuyo efecto han sido juntos e

congregados por cedula e llamamiento del dicho señor rector de cuyo testimonio los veo e les

certifi caron se leyó en el dicho claustro esta petición desta otra parte la cual vista y entendida

por el ilustre claustro dijeron que cometían e cometieron al muy ilustre señor doctor Sande

rector y a los ilustres señores dotores Juan de Zalcedo y Alonso Alemán diputados desta

Universidad el hacer arrendamiento de las casas en que la dicha Universidad está a la persona

cuyas son por el precio, tiempo, condiciones y pusturas

66

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[f 7v] que bien visto les sea para cuyo efecto puedan los dichos señores hacer e hagan las

escripturas de arrendamiento y otras que convengan y sean necesarias de se hacer obligando

a la paga e seguridad del dicho arrendamiento tiempo e precio los bienes e rentas de la

dicha Universidad con las fuerzas, vínculos, fi rmezas, hipotecas y renunciaciones de leyes y

sumisiones que les pareciere que convengan para que el dicho arrendamiento haya efecto

que para todo lo que dicho es y lo a ello anexo y dependiente dijeron les daban e dieron

tan bastante y cumplido poder como este ilustre claustro le ha e tiene e valgan las dichas

escripturas como si en dicho claustro pleno se hicieran e otorgaran e lo otorgaron en forma

siendo testigos los unos de los otros y lo fi rmaron el señor rector y el señor masescuela [sic]

en la forma acostumbrada. El doctor Francisco de Sande. Doctor Sancho Sánchez de Menion.

Pasó ante mí: juan arias de paz, secretario escribano de su majestad.

Otorgamos e conocemos por esta presente carta que en la mejor manera que de derecho

podemos e debemos en nombre de la dicha Universidad aceptamos la escriptura de

arrendamiento susodicha e nos obligamos que guardaremos e cumpliremos las condiciones

e posturas en ella contenidas

68

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[f 8] las cuales habemos oído y entendido e que la dicha Universidad dará e pagará los dichos

ciento e sesenta pesos de oro de minas a la persona que los obiere de haber en cada un año de

los dichos cuatro años por los dichos tercios del año según dicho es e no los dando e pagando

por ellos la dicha Universidad pueda ser ejecutada e sus bienes e rentas como por deuda

liquida y los pague con las costas que sobrello se siguieren e recrecieren las cuales terná bien

paradas e reparadas sin las dejar caer ni maltratar acudiendo cuando fuere necesario al dicho

mayordomo para que las repare conforme a la dicha condición e para cumplir e pagar lo que

dicho es obligamos los bienes e rentas de la dicha Universidad habidos e por haber e yo el

dicho Cristoval de Ribaguda los bienes e rentas de las dichas obras e cada uno de nos por lo

que le toca al cumplimiento desta escriptura damos poder a las justicias de su majestad e que

sean conpetentes a cuya juridicion e fuero sometemos los dichos bienes e rentas para que

hagan cumplir e guardar lo contenido en esta escriptura como de sentencia pasada en cosa

juzgada por cada uno e cualquier de nos consentida e no apelada renunciación de nuestro

favor e ayuda todas e cualesquier leyes e privilegios, libertades, esencio-

70

71

[f 8v] nes e la que defi ende la general renunciación en testimonio de lo cual otorgamos

en la forma que dicha es ante el presente scribano de su majestad e testigos que es fecho

en la ciudad de México a doce días del mes de diciembre de mil e quinientos e ochenta e

seis años siendo testigos a lo que dicho es Graviel de Bargas Juan de Caravajal e Francisco

Nuñez e Pedro Rodríguez vecinos y estantes en México e lo fi rmaron los otorgantes que yo

el escribano conozco el doctor Francisco de Sande Juan de Salcedo Cristoval de Ribaguda

el doctor Alemán paso ante mí Juan Arias De Paz, scrivano secretario. yo Juan Arias De Paz

secretario de la real Universidad de México por merced de su majestad su escribano real fui

presente al dicho otorgamiento y lo signe en testimonio de verdad Juan Arias De Paz scrivano

real

Fecho y sacado, corregido y concertado fue este treslado con el original de donde se sacó

y va cierto e verdadero conforme a él el cual dicho treslado saqué a pedimiento de Juan de

Montemayor cobrador de las rentas del Hospital de Nuestra Señora de la Concecion desta

dicha ciudad a quien se volvió el dicho original el cual lo recibió y fi rmó de su nonbre siendo

testigos Cristoval Gentil e Domingo de Acosta vecinos de México que

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73

[f 9] es fecho en la ciudad de México a o[cho días] del mes de julio de mil e q[uinientos]

y ochenta e ocho años va enl marg[en] [ojo] Juan de Montemayor [Rúbrica]

E yo Álvaro de Grado presente fui a lo que dicho es y por e[nde fi ze aquí mi signo] en

testimonio de verdad [signo]

Álvaro de Grado, escribano de su majestad [Rúbrica]

Derechos VI reales [Rúbrica]

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75

LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN LA PENÍNSULA DE CALIFORNIA, 1697

Presentación y paleografía: Ángeles Paredes Díez de Sollano

Hacia fi nales del siglo XVIII, la península de

Baja California fue escenario de una de

las empresas más ambiciosas de la Compañía

de Jesús para implantar un modelo político

religioso moderno, entendido éste como

un proyecto civilizatorio específi co de la

historia europea de larga duración.1

El territorio californiano, agreste en su

geografía, presentó serias difi cultades para

los religiosos. El suelo desértico, cubierto

de tierras arenosas y estériles y con escasas

fuentes de agua dulce, resultaba inapropiado

para la introducción de cultivos. La fauna

local no ofrecía gran variedad, además

de algunos reptiles y coyotes. La misma

geografía determinó las características

culturales de sus pobladores.

Al quedar aislados durante varios siglos

del contacto con otras sociedades, los indios

californios mantuvieron un cierto estatismo y

uniformidad cultural en comparación con los

pueblos mesoamericanos. Con una economía

precaria, dedicada a la recolección, la caza

y la pesca, desarrollaron una organización

social y política poco compleja, refl ejo de ello

es el reducido número de palabras existentes

en su lengua.

Los contactos iniciales entre españoles e

indígenas tuvieron lugar en la primera mitad

del siglo XVI cuando Hernán Cortés, movido

por el afán de encontrar mantos perlíferos,

organizó cinco expediciones. Resultado de

ellas fue el establecimiento de una efímera

colonia de españoles; de mayor relevancia

es el hecho de que a partir de ellas se amplió

el conocimiento sobre las características del

territorio y de su condición de península.

Siguieron a este primer interés numerosos

intentos fallidos de colonización, muchos de

ellos promovidos por las mismas autoridades

virreinales que veían en la península un sitio

estratégico para proveer un lugar seguro

a las naves que regresaban de Filipinas,

y sobre todo para extender los dominios

coloniales.2

Fue hasta mediados del siglo XVII que

1 Bolívar Echeverría, La modernidad de lo barroco, México, Biblioteca Era, 1998, p. 58.2 José Luis Aguilar, Misiones en la península de Baja California, México, INAH, 1991, p. 40.

76

la Corona decidió encomendarle la misión

de poblar y evangelizar a la Compañía de

Jesús, dándole facultad para gobernar civil

y eclesiásticamente las tierras descubiertas,

así como de seleccionar y remover a los

ofi ciales que considerasen aptos. A cambio,

el Real Tesoro no debía pagar los gastos

de ejecución y posesión de las tierras, sin

embargo, dicha posesión debía ser hecha en

nombre del rey español.

Los padres Eusebio Francisco Kino y

Juan María de Salvatierra recibieron la

autorización de pasar a la península en

1697, tomando posesión de ella el 15 de

octubre del mismo año. El padre Kino,

después de una intensa actividad por

conseguir la licencia Real, tuvo que ceder

su lugar al padre Francisco Piccolo, quien

se unió a la expedición después de asegurar

fondos y provisiones para el sustento de la

misma.

Dadas las difi cultades para establecer

asentamientos permanentes y más aún de

introducir una economía autosufi ciente, la

compañía buscó los medios de abastecer

a sus huestes religiosas y militares. El

Fondo Piadoso de California, establecido en

1697, funcionó en ese sentido. Mediante

donaciones de particulares, los jesuitas pronto

vieron la manera de invertir el dinero a

manera de hacerlo producir rentas que

proporcionaran lo necesario para mantener a

los misioneros en las labores de pacifi cación,

sedentarización y cristianización de los indios

californios.

Esto no era nuevo para los religiosos de

la Compañía de Jesús. Es conocido que esta

orden religiosa tuvo la impronta de haber

innovado en el manejo de sus fi nanzas,

pues mientras otras órdenes dependían

de constantes hipotecas y donativos, la

Compañía de Jesús echó a andar un proyecto

de autosufi ciencia económica basada en

la inversión en tierras administradas por

ellos mismos, lo cual les permitía obtener

ganancias destinadas a llevar a cabo su

labor, que ellos consideraban su misión

propia: la educación.

En el caso de la California, la fi nalidad

era fundar misiones que reunieran por

igual a pericúes, guaycuras y cochimíes,

comunidades basadas en la producción

agrícola y con un modelo de vida cristiano.

“El procedimiento seguido generalmente

para erigir una misión consistía en loca-

lizar primero un paraje que contara con

agua y algunas tierras cultivables, en el

que hubiera además una proporcionada

población indígena.”3 Usualmente se entraba

en contacto con los indígenas mediante

3 Ignacio del Río, Conquista y aculturación en la California Jesuítica 1697-1768, México, UNAM, I IH , 1998, p. 56.

77

regalos e intercambio de alimentos que

no consumían, a partir de ese momento el

religioso procuraba mantener una relación

de familiaridad que le permitiera aprender

la lengua local para establecer una comu-

nicación adecuada.

El primer establecimiento colonial que

logró afi anzarse en el territorio californiano

fue la misión de Nuestra Señora de Loreto

Conchó y, a partir de ella, se procuró la

fundación de nuevas misiones que perma-

necieran comunicadas y que formaran una

especie de cadena que permitiera la expansión

interna y la consolidación de la actividad

misional.

El 27 de febrero de 1767, el rey Carlos III

decretó la aprehensión de los miembros de

la Compañía de Jesús en todos sus territorios

para ser desterrados de ellos. Los jesuitas

habían logrado que en la península de

California subsistieran 14 misiones de las 18

que fundaron en total. El 3 de febrero del año

siguiente salieron expulsados de la península

15 padres y un novicio para ser enviados a

México y de ahí a su destino extranjero.

Las misiones dejaron de funcionar y se

desarticularon las redes de socialización

creadas en torno a ellas después de la salida

de los jesuitas, pues aunque dichas misiones

fueron encomendadas a religiosos de otras

órdenes -franciscanos en su mayoría-, al ser

ajenos al sistema no consiguieron continuar

la labor misional iniciada un siglo antes por

la Compañía de Jesús.

Cabe destacar que, como han señalado

diversos autores, el hecho de que aquellos

territorios -igual que los del norte del país-

se hayan incorporado a las posesiones de la

Corona española se debe más a las actividades

de los religiosos que a conquistas militares.

El expediente que se presenta a con-

tinuación se inserta en la historia de la Com-

pañía de Jesús y su experiencia novo-hispana.

En él se registra una suma de noticias consi-

deradas relevantes y que nos permiten saber el

sinfín de peripecias a las que se enfrentaron

para lograr su cometido, pero también se

denota un interés por preservarlas para un

mejor conocimiento de su propia historia.

BIBL IOGRAF ÍA ADIC IONAL

Manríquez, Jorge Luis, Mineros, misioneros y rancheros de la antigua California, México, Plaza y Valdés-INAH, 1997.

Nolasco, Margarita, Conquista y dominación del noreste de México: El papel de los jesuitas,México, INAH, 1998 (colección científi ca, serie Historia).

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[f 1]Summa de las noticias que contiene la relacion de D. EstevanRodriguez Lorenzo Capitan del presidio de Californias, y su primer soldado.Ponense aqui por su orden las notas marginales con sus numeros, co-mo estan sacados al margen de su relacion: para tenerlas en breve re-cogidas, y poderlas mejor ordenar en la historia. Para hallar estas no-tas en sus propias paginas vease el numero, que va puesto a la margen si-niestra, donde empieza el reglon: el qual num[er]o va puesto entre rayay raya, para denotar q[ue] todas las notas que estan entre una y otra rayase hallan en una plana. El numero de los años va puesto en me-dio, para tener separadas en cada año las noticias que le tocan. Año de 1697Pág. 1 [al margen]

1. Alcanza el P. Juan Maria licencia para entrar en Californias.2. Primer soldado de Californias, D. Estevan Rodríguez Lorenzo.3. A 7 de Febrero sale el P. de México, y va a Sta. Lucia.4. Passa a Tepotzotlan, y luego, a queretaro.5. Passa a Guadalaxara, y despues al Rosario.6. Pierdese el Padre en el camino yendo para cinaloa.

Pág. 2 [al margen]7. Llega a la mission de Mocorito a 31 de Marzo8. Passa a la mission de Conicarí, y sube a la sierra.9. Buelvese otra vez a Conicarí por Mayo.10. Alzamiento de los Taraumares11. Sube otra vez a la sierra, y se vuelve a Conicarí.12. Recibe cartas con noticia de las embarcaciones

Pág. 3 [al margen]13. Llega a Hiaqui, y celebra alli la fi esta de N. Señora de Loreto.14. Admite otro soldado llamado Bartholome de Robles.15. Va a la playa, y se rebuelve por los atolladeros

Pág. 4 [al margen]16. Sale del puerto a 9 de Octubre con gran peligro17. Llega en cinco dias a las Californias18. Saltan algunos en tierra, y le traen al P. Flores y19. Dice missa en la baia de la Concepcion20. Previene alli 2 canoas de leña para californias

Pág. 5 [al margen]21. Sale de la baia de la Concepcion, y llega a S. Bruno22. Van algunos a reconoscer el aguage, y lo hallan salado23. Encuentra Estevan Rodríguez 5 indios, y los lleva a la playa

Pág. 6 [al margen]24. Va a tierra el P. Ju[a]n Maria, y los agazaja25. Va el P. con ellos, y algunos soldados a la rancheria de S. Bruno26. Visitando los indios, y luego se huyen

Pág. 7 [al margen]27. Incomodidades de este parage28. quedanse alli aquella noche, y la passan muy mal29. Buelvense a la playa al dia siguiente30. Tiene noticia el P. de otro mejor parage

Pág. 8 [al margen]31. Echa suertes entre S. Bruno, y S. Dionysio32. llega a S. Dionysio, y salta en tierra33. Recibenlo de paz los indios34. Buscan mejor parage, y no lo hallan: y buelvense al primero

Pág. 9 [al margen]35. Saltan en tierra, y desembarcan, y sucede un caso gracioso36. Prosiguese el desembarque, y trasporte hasta el Real37. quedanse por soldados dos marineros

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[f 1v]Pág. 10 [al margen]38. Ajustanse cinco soldados y dos indios de Sonora39. Disposición del Real de Loreto40. Vigilancia en que estaban los soldados41. Hurtan los ladrones un caballo, y van 2 soldados con indios a quitárseloPág. 11 [al margen]42. Hallanlo ya muerto, y parten la carne entre los indios43. va un indio al Real y por no entenderlo se asustan44. Vuelven los 2 soldados, y los reciben con salvaPág. 12 [al margen]45. vienen los indios armados y dan assalto al Real de los Españoles46. Disparan un pedrero, y rebienta sin hacer daño47. Solo 2 soldados recibieron heridas leves de los indios48. Las mas fl echas fueron a dar al pavellon de la virgenPág. 13 [al margen]49. Retiranse los indios con algunos heridos y muertos50. Vienen a pedir paz [...]51. Viene un viejo enfermo, y da noticia de la passada coperacion52. Se convocaron las rancherias circunvecinas para este assaltoPág. 14 [al margen]53. Refugianse en el Real los indios por temor de los mongues y54. Nombra el P. Ju[a]n M[ari]a cabo para el presidio55. llega la galeota con bastimentos, y en ella vino el P. Piccolo56. Tambien llego la lancha que se avia perdidoPág. 15 [al margen]57. Despacha el P. la galeota a Acapulco con cartas a los bienechores58. N. P[edr]o Gil de la Sierpe fue bienechor de las Californias59. Quedase un marinero de la galeota por soldadoPág. 16 [al margen]60. Va el P. a veer a un indio herido en la pelea, y lo baptiza61. Muere el nuevo criptiano en aquella nochePág. 17 [al margen]62. Pide el P. al cap[ita]n de la galeota 2 pedreros y se los dexa63. Ensanchan el Real y fabrican una capilla y 3 aposentosAño de 1698Pág. 18 [al margen]64. Va la lancha a Hiaqui por bastimentos65. Buelve por Febrero y trae bastimentos y soldados66. Junta el P. a los soldados lee sus despachos, y nombra cabosPág. 19 [al margen]67. Acabase el presidio con su trinchera68. Hurtan los indios una canoa, y se la llevan69. Siguelos el capitan con soldados, y los alcanza lexosPág. 20 [al margen]70. Quiebran los indios la canoa, y pelean con los soldados71. Retiranse al monte los indios y despues huyen vencidos72. Buelvese el capitan al presidioPág. 21 [al margen]73. Quiere el cap[ita]n castigar a los indios, y por el P. Ju[a]n M[ari]a los perdona74. Va la lancha a Hiaqui a traer bastimentos75. Aplicanse los PP. a catequizar uno los adultos, y otro los niños76. Padescen alguna necessidad en el presidioPág. 22 [al margen]77. Noticia q[ue] da un indio de una embarcación q[ue] venia78. llega la embarcación en 20 de Junio79. Nuevo socorro de soldados, q[ue] vino en el barcoPág. 23 [al margen]80. vinieron 5 soldados, y luego se les dio plaza81. Recibe cartas el P. de q[ue] venia un barco grande y una lancha82. Otro barco de un vecino de compostela q[ue] es el de arriva n. 7883. Engaño con q[ue] procedio el dicho dueñoPág. 24 [al margen]84. llegan las dos embarcaciones85. concierta el P. la compra del barco86. Va este a Hiaqui por bastimentos87. van las otras dos embarcaciones a traer ganados

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[f 2]88. Primeros baptismos vease la nota siguientePág. 25 [al margen]89. Primeros baptismos, que hizo el P. en Californias90. Dividense los padres en dos misiones91. Entrada, que hizo el P. Juan Maria a S. Juan Londó92. No hallaron indios, y se volvieronPág. 26 93. Segunda entrada a S Juan Londo yAño de 169994. Tercera entrada a S. Fran[cis]co Xavier Braundo95. Aspereza del camino96. Hallan en la rancheria algunos parvulitos criptianos97. Baptiza otros el P. Piccolo98. Aqui se fundó la mission de s. xavierPág. 27 [al margen]99. Renuncia del cap[ita]n D. Luis Tortolero por aver enfermado100. Abren camino para la mission de S. Francisco Xavier101. Abriose este camino en 7 dias desde sabado a viernes102. Por Junio se hizieron algunos baptismos en S. Xavier103. Hace el P. otra entrada a S. xavier por octubrePág. 28 [al margen]104. hace el P. Piccolo capilla, y casa de adoves105. Van a descubrir la contracosta, y despues la rancheria de S. Rosalia106. llegan a la contracosta, y hallan unas conchas azules mui hermosasPág. 29 [al margen]107. Baptismo de parvulos en Sta. Rosalia 108. Bendicion y estrena de la capilla de S. XavierAño de 1700Pág. 29 [al margen]109. Passa el P. Juan María al puerto de Home a componer los barcos110. va el P. Ju[a]n Maria a las misiones de SonoraPág. 30 [al margen]111. va el P. Juan de Ugarte a Guimaraes, y luego a Cinaloa a veer al P. Ju[a]n Maria112. Embarcación que se mandó hacer a costa de D. Juan Caballero113. Passa el P. Ugarte a Guimaraesi y a Cinaloa yPág. 31 [al margen]114. Passa al puerto de Home, y trata de despachar la lancha115. Passa de alli al puerto de HiaquiAño de 1701116. Remite el P. Piccolo una lanchita vieja a Hiaqui117. llega al puerto estando alli el P. UgartePág. 32[al margen]118. Passa el P. Ugarte a Californias a despedirse de los PP.119. Buscan al P. Ugarte, y teniendolo por muerto; le dicen missasPág. 33 [al margen]120. Desbaratase por si misma la lanchita en el puerto121. llega el barco, que esperaban, y lo buelven a emviar a Hiaqui122. Buelve a Californias el P. Ju[a]n Maria con socorroPág. 34 [al margen]123. Va el Piccolo en el barco para componerlo124. Hace dos arrivadas, y se detiene hasta passar las aguas125. Renuncia Mendoza el offi cio126. Nombran por Teniente a Pedro de Figueroa127. va Estevan Rodriguez a Hiaqui128. Recoge algun bastimento, y buelve prestoPág. 35 [al margen]129. Alborotanse los indios, y van los soldados aquietarlos 130. Piden los soldados otro Teniente131. Nombran a Diego Carrasco132. Buelve el barco y sossieganse los indios

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[f 2v]Pág. 35 [al margen]133. Renuncia el Teniente134. Convoca el P. Ju[a]n M[ari] a los soldados y dexa a su elección el nombramiento de cap[ita]n y Alférez Pág. 36 [al margen]135. Elección de Estevan Rodríguez por cabo136. Sossieganse con su elección los indios137 Alborotanse los indios por un astigoPág. 37 [al margen]138. Huyense los malhechares 139. Sale el cap[ita]n de noche, y sigue a los culpados140. Dales alcanze, y ellos se huyes141. Buelve a seguirlos, y poneles cercoPág. 38 [al margen]142. Matan a un indio y huyen los demas143. Buelve el cap[ita]n al presidio y al dia siguiente embia a llamara los culpados 144. vienen 20, y uno solo se confi essa culpado145. Perdonales y los despide contentosPág. 39 [al margen]146. va el cap[ita]n con 2 PP. a la isla de S. J[ose]ph en bus ca de una canoa, y a pacifi car a sus moradores147. por falta de interprete nada se consiguió148. Algo se inquietaron los indiosPág. 40 [al margen]149. Va el P. Piccolo a Mexico a solicitarsocorros Año de 1702 150. Pobreza en que quedaron en Californias151. No les faltó carne y frijol 152. llega el P. Piccolo a Mazatlán, y vasepor tierra a Guadalaxara 153. Remite el barco a Acapulco p[ar]a aderezarlo154. Da informe a la Audiencia de Guada-laxara, y passa a Mexico Pág. 41 [al margen]155. Solicita la cobranza de 6 mil pezosque el Rey señalo156. Recaba del Marquez Puente la funda-cion de tres misiones157. Fundan otra mission D. Nicolas de Ar-teaga, y su esposa158. Compra con limosnas otro barco159. El barco remitido a Acapulco, se fue a pique180. Buelve el P. a Californias con dos misionerosNota: desde el n. 180 (q avia de ser 160) pro-sigue errada la numeracion, q[ue] puse en los qua-dernos: y así es forzoso ponerla aquí de lamesma maneraPág. 42 [al margen]181. Embarcase el P. Minutili, y llega a Matonches182. Embarcanse alli los otros dos PP. y pades-cen tormenta183. llegan a Californias en sabado 28 de oct[ubr]e184. Trabajos, q[ue] antes se padecieron en Californ[ias]y tambien despuesPág. 42 [al margen]Año de 1703185. llega algun soccorro, y se consume presto186. va el P. Ugarte a buscar mezcales

187. casanse dos soldados con dos indias y huyese la una188. va el marido a buscarla, y no la al-canza189. vase el soldado sin licencia del capitan a buscarla otra vezPág. 44190. Riñe el soldado con un indio, y lo mata191. Siguen sus parientes al soldado, y lo matan y192. va el cap[ita]n con soldados a castigarlos, y a dar sepultura al difuntoPág. 95No alcanza a los indios y passaa Sta. Rosalia, y de alli a S. Ju[a]n Londó194. Buelve la lancha a Hiaqui; y trae 7 soldados, y algun socorro195. Alborotos q[ue] huvo en los indios196. Dispone el cap[ita]n una entrada, y previenenle los indios tres emboscadas197. cogen una espia, y confi essa la verdadPág. 96 [al margen] 198. Descubren la emboscada, matan dos indios, y huyense los demas199. Matan al indio criptiano q[ue] era espia200. sigue el cap[ita]n a losfugitivos hasta S. [...] y de alli huyen a Sta. Rosalia201. Despacha soldados en defensa de dos indios de la otra vandaPág. 47 202. vienen algunos indios de Sta. Rosalia dissimulando el hecho203. Prende dos, y va con ellos en buscade los matadores 204. un soldado mata a un indiopresso fugitivo205. Reprehendelo el capitan 206. llega el P. Piccolo a Californias, ysossieganse los indiosNota: Esta llegada es la misma que esta en el num. 183 y todo lo siguiente hasta aqui sucedio antes.Pág. 98 207. Distribucion de los dos misioneros y208. confi eren los PP. sobre el modo de administrar Año de 1704209. Va el P. Ju[a]n de Ugarte a Hiaqui a procurar ganados, y bastimentosPág. 49 210. Hace el cap[ita]n una entrada a la contra costa con los PP. Piccolo, y Bazaldua211. Auyentase al veerlos alg[una]s indias al monte212. Embian [...] a otra rancheria avisando q[ue] los iban a visitarPág. 50213. Hacen los PP. algunos baptismos214. No hallaron agua corriente en esta expedicionPág. 61215. Tienese noticia de un rio, que entraba en la mar, y determinan ir a descubrirlo

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DOS PARTITURAS MUSICALES DE LOS SIGLOS XVII Y XVIII,CON DOS TABLATURAS PARA GUITARRA BARROCA

Presentación y paleografía: Jesús Alvarado Almanza y Luisa Hernández Cruz

Oíd, oíd mis suspiros

Mirad, mirad mi dolor

Y el corazón os publique el semblante

Y penas del alma os pronuncie la voz

(Estribillo del solo humano “Oíd, oíd

mis suspiros”, de Juan de Vado)

El documento que presentamos consta de

dos piezas musicales que corresponden al

género de tono o tonada que estuvo en boga

durante los siglos XVII y XVIII, con la estructura

de los villancicos hispanos alternándose

estribillo y coplas, con la particularidad de

que están escritas para una sola voz (de

ahí la designación de “Solo humano”, en

contraparte de los “Tonos humanos”, que

son piezas musicales polifónicas, o sea, de

varias voces a la vez) y de que se sostienen

sobre un bajo continuo, el cual es un

elemento del estilo de la música barroca del

siglo XVII que consiste en el diálogo entre el

bajo y la melodía.

El contenido de las piezas privilegia la

voz asociada a la poesía de alto contenido

lírico, ya sea amorosa o alegórica, expresada

en imágenes y metáforas y que en ciertas

ocasiones contiene tintes eróticos o sen-

suales.

El documento (Indiferente Virreinal,

caja 2821, exp. 10, título Ayuntamientos)

consta de dos piezas musicales en ocho

fojas, cada una con su portada y ambas

llevan el título de “Solo humano”, el nombre

de la pieza (que en realidad son las palabras

con las que comienzan la primera copla o el

estribillo) y el nombre del autor; dentro del

mismo documento se incluyen dos fojas con

tablatura para guitarra barroca.

Existe un estudio previo del mismo

documento realizado por el musicólogo

Vicente T. Mendoza en el suplemento al

número 4, tomo XVI, del Boletín del AGN, pri-

mera época, 1945, que solamente presenta

87

una breve descripción del documento (el

cual ubica dentro de los legajos sueltos

publicados por el Boletín) y la semblanza de

los autores, así como una reproducción del

documento. Los autores Manuel de Villafl or

y Antonio Literes, eran compositores

conocidos a fi nes del siglo XVII y principios

del XVIII, tanto de música sacra como de

música popular o profana.

La importancia del documento radica en

que se trata de un manuscrito de la clase

que no se encuentra mucho en el AGN, el

de las partituras musicales que además

no abordan temas religiosos sino, como

habíamos mencionado, es uno amoroso;

para que la presentación no se agote en

la descripción, proponemos un modelo

de análisis de la producción musical en

la cultura novohispana y de los siglos

en cuestión, para poder establecer un

contexto basado en las propuestas teórico

metodológicas de la semiótica1 de la cultura

y de la teoría musical.

Damos por entendido que cualquier

manifestación humana como el lenguaje,

la escritura, la literatura o la música,

son actos culturales susceptibles de ser

entendidos desde el entorno en el cual

fueron producidos; para esto partimos

de una defi nición de cultura análoga a la

biosfera que propone Yuri Lotman, en el que

cualquier sistema sígnico y de comunicación

no puede existir de manera aislada, es decir,

que todas las estructuras de un sistema

semiótico están vinculadas, en constante

interacción y apoyándose entre sí.

Cuando hablamos de semiosfera

debemos entender que se trata de una

cultura, y para que ésta exista se necesita

de la coexistencia de una no cultura;

esto se entiende de manera clara con el

fenómeno del mestizaje novohispano, desde

lo biológico hasta lo cultural. Por ejemplo,

la cultura que existía antes de la conquista

(la cultura mesoamericana) y la no cultura

europea o viceversa, la semiosis sería lo que

se produce en los espacios semióticos y las

relaciones dialécticas entre ambas culturas,

creándose así una identidad colonial. “Desde

la perspectiva de la semiótica de la cultura,

defi nimos la identidad colonial, como un

modelo cultural periférico que se abreva

de la cultura hegemónica de la corona

española, en el que convergen distintos

sistemas semióticos como el de la lengua,

del vestido, de la alimentación, de los

objetos mobiliarios, medios de transporte,

herramientas de trabajo, etc., el de la música

1 Una defi nición simple de semiótica sería el estudio de los signos no verbales.

88

y el de los símbolos.”2 Esta es una primera

propuesta analítica para llegar a entender

las condiciones de producción, circulación

y recepción de los procesos culturales

novohispanos.

La novena foja del documento corres-

ponde a un diapasón de guitarra con la

leyenda “Cuerdas de la guitarra y puntos

de música a que corresponden”, y debajo

dice “trastes”; el diapasón es de 12 trastes

y tiene letras de abajo hacia arriba que

corresponden a las cuerdas de la guitarra

y el tono en el cual se afi nan, y en cada

cuerda la progresión de la escala cromática

en función de cada tono y traste. Después se

encuentra una pequeña pieza en tablatura

de 16 compases en el tono de La menor

con indicaciones sobre la tablatura para el

tiempo, la cual ubicaremos en el género de

“Fantasía” (que era la que más se utilizaba

para la guitarra). Al fi nal de la misma foja

se encuentra otra tablatura que muestra

los intervalos de tercera mayor y menor en

su respectivo tono de la escala cromática,

pero que no corresponde al primer modelo

de diapasón, pues está afi nada de diferente

forma para que coincida con los tonos

anotados en la última tablatura.

En la décima foja hay otro diapasón

con 12 trastes en diferente afi nación y

otra tablatura que muestra (además de

las terceras menores y mayores en escala

cromática) el intervalo de quinta justa y

que además se puede tocar a dos guitarras.

Durante el siglo XVI I , con la eventual desa-

parición de la vihuela y de la guitarra de

cuatro cuerdas, la guitarra de cinco cuerdas

se convierte en el instrumento dominante y

por la atribución que se le da a España de ser

la cuna de la guitarra, recibe el nombre de

guitarra española: “toda la música conocida

para instrumentos de la familia de la

guitarra que se produce antes de 1776, está

escrita en un sistema llamado tablatura.

Este sistema era privativo de instrumentos

de cuerda y de tecla, y no puede ser leído

más que en el instrumento al que está

dirigido y no tiene puntos de contacto

con la notación común de aquella época,

excepto en lo que toca a la notación de las

fi guras y silencios, el compás y el metro. Tan

sólo cuando el autor no necesitaba imprimir

junto a la tablatura de vihuela o guitarra

una parte vocal o instrumental que no podía

escribirse en tablatura, recurre a la notación

mensural, en particular durante el siglo XVI ;

2 Graciela Sánchez, “La retórica visual novohispana: Elemento fundamental para la construcción de la identidad nacional ofi cial”, en La arquitectura del sentido: la producción en las prácticas semiótico-discursivas, México, CONACULTA, 2005, pp. 299.

89

en los siglos XVI I y XVI I I se solía recurrir a

métodos muy simplifi cados”.3

Las partituras de música de esta época

no son muy comunes dentro del AGN,

así que poder trabajar con este tipo de

documentos es una gran oportunidad para

conocer y mostrar el contexto novohispano

a través de un aspecto cultural como es

la producción de música profana que se

hacía en el periodo del cual nos ocupamos,

así como el rescate de un documento que

se encontraba perdido entre los “legajos

sueltos” que componían la mayor parte del

Indiferente Virreinal.

3 Eloy Cruz, La casa de los once muertos: historia y repertorio de la guitarra, México, UNAM, ENM, 1993, p. 60.

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Solo humano

HUYENDO

Villafl or

Coplas

Huyendo del verde margenel placentero bulliciobireno su habitación

mudó al horror de los riscos

El eco en brazos del airealguna vez a su oído

traía en confusas vocesdel valle los regocijos

Era tormenta sus ansiasaquel limitado indiciode que vivían gustososviviendo sin su martirio

Cansado de aquel remotoalborozo mal distinto

desea una soledaddonde sobren los sentidos

Estribillo

Y a su infelice ser restituidopendiendo en las prisiones de viviente

el momentáneo gusto de abstraídodice ay triste vida

cadena con que oprime infi el destinoen materiales lazos

la dulce unión del alma al cielo mira

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Solo humano

DEIDAD QUE POSTRADA

Literes

Estribillo

Deidad que postradaal susto y pavor

te ves del horror ser luz eclipsadaporque su airada

traición más violentami pecho la sienta

alienta, alientapues si tu faltas

muere la luzfallece el día

y el sol desmaya

Coplas

Cobra tu perdido alientobella enigma pues sin hablael tiempo que no respires

harás infeliz al aura

Despierten de tus dos soleslas luces en sus pestañas

pues podrán si no madruganfi ngir perezosa al alba

Vuelve del desmayo ninfaporque viva quien te ama

pues zozobra con tu riesgomuchas vidas en un alma

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Tablaturas para guitarra barroca

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REBELIONES INDÍGENAS EN EL SIGLO XVIII: SENTENCIA CRIMINAL CONTRA LOS

NATURALES DEL PUEBLO DE MALINALCO, 1725

Presentación y paleografía: Aidé Elena Rivera Ruiz

Los casos de rebeliones e insurrecciones

de las clases bajas durante la época

colonial tanto en México como en América

Latina, son una constante a través de los

300 años de este periodo y van más allá del

siglo XIX, hasta nuestros días. El estudio del

conjunto de estos casos permite conocer

que no es acertada la imagen del indígena

pasivo ante toda forma de abuso, ni la

actitud de resignación ante su suerte. Si

generalizamos, la actuación de los indígenas

en la mayoría de estos movimientos se carac-

teriza por la violencia de sus participantes, así

como la colectividad de los pueblos, pues la

intervención era tanto de hombres como de

mujeres y niños.

Antes de hablar de los móviles impli-

cados en estos movimientos, es conveniente

conocer la diferencia que existe entre

rebelión e insurrección. De acuerdo con

William B. Taylor, en ambos casos se trata

de actos políticos violentos, sin embargo, las

rebeliones son movimientos locales que no

pretenden crear un cambio sustancial en su

sociedad sino que, por el contrario, tienen la

fi nalidad de que regrese el orden perdido que

los llevó a rebelarse. Las insurrecciones, por

otro lado, son movimientos que engloban

una región, es decir, puede o no participar

gente de diferentes pueblos pertenecientes

a una misma región, y también pueden

incluir a varios estratos sociales buscando

un replanteamiento de las relaciones de

poder.1 Aunque existe una diferencia entre

ambos conceptos, en la realidad la forma

de desarrollarse estos movimientos sociales

impide muchas veces hacer una distinción

entre ambos.

Desde este punto de vista, la mayoría

de los movimientos armados ocurridos

en los primeros años de la colonización

responde al tipo de insurrección, ya que

es frecuente que el motivo que guiara a

una población a levantarse fuera quitar el

dominio a los españoles para recuperar la

hegemonía indígena, lo cual incluye tanto

1 William B. Taylor, Embriaguez, homicidio y rebelión en las poblaciones coloniales mexicanas, México, FCE,1978, p. 173.

100

el sistema político como el económico y,

especialmente, el sistema religioso.2 Por otra

parte, esta misma actitud de insurrección se

sigue observando más allá del siglo XVI en los

grupos indígenas del norte del país, en los

que los levantamientos contra el dominio

español fueron constantes.

Conforme las nuevas formas de vida

se fueron asimilando y fusionando con los

modos indígenas, los motivos de insurrección

por hegemonía dejaron de ser frecuentes

para dar paso a otras motivaciones. La

mayoría de los autores toman como causas

principales las obvias de todo movimiento:

el maltrato por parte de los grupos

dominantes de los grupos sometidos, los

malos gobiernos y los malos gobernantes,

el abuso, la explotación, etc.; si bien todos

estos motivos forman parte inherente de

las sublevaciones, debemos recordar que

también es un ambiente constante en la

vida habitual de los grupos sociales, por lo

tanto, si sólo estas fueran las motivaciones

principales, tendríamos casos de rebeliones

e insurrecciones todos los días. Es un hecho

que parte importante de un movimiento

violento masivo es la catarsis que se crea a

partir de rencores acumulados pero, como

en todo hecho social, las mecánicas que los

mueven van mucho más lejos.

Para entenderlo mejor, podemos decir

a grandes rasgos que existen dos tipos

de causas por las cuales las poblaciones

campesinas (en este caso indígenas) se rebe-

lan o insurreccionan: económicas y políticas.

En la primera es común encontrar que la

aplicación de nuevos impuestos, así como

su recaudación cuando éstos son excesivos

y, en algunos casos, cuando existía un

problema económico de fondo como las

pestes o las sequías que impidieran una

economía regular, se convirtiera en una

provocación que derivara en la violencia

de la población.3 También incluye los pleitos

por posesión de tierras, ya sean casos de

invasiones o de propiedad con otros pueblos

o con particulares como los hacendados, y

la obligación de trabajar para funcionarios,

curas o los mismos hacendados,4 aun

cuando esto estuviera prohibido.

Dentro de los problemas políticos se

encuentra la violación a la hegemonía de

un pueblo, es decir, cuando las autoridades

-con frecuencia los curas- trataban de

cambiar el estilo de vida de los habitantes,

por ejemplo, impidiendo que hablaran

2 Silvia Soriano Hernández, Lucha y resistencia indígena en el México colonial, México, UNAM, 1994, pp. 256-258.3 Taylor, op. cit., p. 201.4 Ibid., pp. 202-203.

101

su propio idioma o el intento de algunos

pueblos de separarse de su cabecera, y

también cuando se pretendía transferir a un

poblado de un lugar a otro.5

Estos son sólo algunos casos, pues

dentro de ambas categorías existe mayor

número de causas.

Como ya había mencionado, a partir

del siglo XVII dichas manifestaciones tenían

menos la intención de derrocar al gobierno

español que de protestar por inconfor-

midades. La forma en que se llevaban a

cabo estas sublevaciones difi ere de la

zona norte del país a las zonas centro y

sur. Algunos estudios demuestran que en

estas últimas dos las mujeres encabezaban

mayoritariamente estos movimientos y eran

las más agresivas durante la rebelión, mientras

que en el norte la participación masculina

era predominante.6 Cuando un pueblo

decidía utilizar la violencia, ésta solía

empezar con la convocatoria al pueblo a

través del repique de campanas, o el toque

de tambor o trompetas. Los pobladores

acudían armados con todo lo que estuviera

a su alcance: palos, piedras, machetes,

zapapicos, bastones, garrotes, etc.7 Entonces

se lanzaban contra lo que fuera símbolo de

su descontento, podían ser el cura del lugar,

el alcalde, los funcionarios o representantes

del Estado y en algunas ocasiones los

edifi cios como la cárcel o las casas reales.8

Una vez que la efervescencia pasaba,

los instigadores o incluso el pueblo entero

huían hacia las montañas tratando de

eludir el castigo. Las autoridades españolas

presentaron una frecuente preocupación

por estas muestras de inconformidad social;

sus reacciones en general eran represoras y

punitivas, aunque lo cierto es que también

se preocupaban de llegar a acuerdos que les

permitieran recuperar el control del pueblo

a la vez que imponían castigos ejemplares a

los responsables.

En 1721 sucedió un caso que ejemplifi ca

de forma efectiva este tipo de situaciones

en la Nueva España. El documento trata

la sentencia criminal aplicada al caso de

rebelión ocurrido en el pueblo de Malinalco a

causa de la inconformidad de sus habitantes

ante la resolución de la Real Audiencia de

amparar a los jesuitas del colegio de San

Pedro y San Pablo en la posesión de un

ojo de agua.9 La resolución fue presentada

ante la gente del pueblo en 1721, pero la

sentencia contra los naturales sublevados

5 Ibid., pp. 205-207.6 Ibid., pp. 176-177.7 Ibid., p. 175.8 Ibid., p. 180.

102

fue dada hasta 1725. Como era costumbre,

la Real Audiencia había mandado comunicar

su resolución por medio del receptor y su

teniente, y al conocer el resultado del litigio

los indios trataron de evitar la posesión del

ojo de agua por medio de palos, piedras,

cuchillos y otras armas no especifi cadas,

luego de haber sido convocados a son de

campana. Aquí podemos ver los elementos

comunes en estas situaciones, desde la

forma de convocar a los habitantes hasta

las armas utilizadas; como era frecuente,

los indios atacaron a aquellos que personifi -

caban la injusticia cometida en su contra, es

decir, agredieron al receptor y al teniente que

comunicaron la resolución y, no conformes

con esto, atacaron también al padre admi-

nistrador del ingenio que disputaba el ojo

de agua, junto con sirvientes y esclavos, al

punto que todos tuvieron que huir.

De acuerdo con el análisis de William B.

Taylor, pocos son los casos de sublevaciones

que incluyeron saqueo e incendios.10 Ambas

cosas suceden en el caso que se aborda, ya

que los naturales acudieron al ingenio con

tambor y bandera, quemaron la casa del

padre administrador, tomaron y destruyeron

tanto sus alhajas como las cosas de uso

común e intentaron quemar las casas reales

-al parecer no concretaron esto, pero sí

agredieron al alcalde mayor.

Desafortunadamente, no se encuentra

el expediente del seguimiento del caso como

para conocer los testimonios de los naturales

y lo que argumentaron a su favor. Lo cierto

es que en la sentencia se trasluce que la

naturaleza de la sublevación no es terminar

con el régimen hispanizado de gobierno,

sino continuar en el mismo a través de lo

que los habitantes del pueblo consideraban

justo; los indígenas desconocieron la

autoridad del gobernador electo poniendo

en su lugar a uno elegido por ellos mismos:

Francisco Pablo, alias Palachi.

En la sentencia no se aclara si la gente

implicada trató de huir o si en efecto escapó

del pueblo para esconderse; esto es probable

ya que uno de los procesados se encontraba

ausente: en total eran doce reos los

sentenciados, incluyendo dos mujeres y un

menor de edad.

Como era costumbre, las autoridades

españolas aplicaron las leyes de forma

que sirviera de ejemplo a los demás y, al

parecer, tratando de no salir de los mismos

lineamientos de la legalidad. Se identifi ca

como cabecilla de la sublevación a Francisco

Palachi -su supuesto gobernador- y es

9 Indiferente Virreinal, Criminal, caja 2572, expediente 008, 3 fs.10 Taylor, op. cit., p. 180.

103

el único al que se le condena a pena de

muerte; luego de ser sacado en bestia de

alabarda debía ser ahorcado en la plaza

principal, para luego cortarle la cabeza y

dejarla expuesta en el mismo sitio a manera

de ejemplo para los demás. La condena

para los otros reos oscilaba entre doce y

200 azotes, penas de trabajos forzosos

en obrajes por diferente número de años,

destierro, embargo y venta de bienes y, claro,

la exhibición pública. Un detalle curioso es

que dentro de la condena se consideraba el

tiempo que estos reos llevaban encerrados

en la cárcel, y que se les debía “computar”,

según el término de la época, para disminuir

el tiempo de pena determinado.

Era frecuente que las autoridades

españolas insistieran en que este tipo de

sublevaciones nacía de una o varias personas

y no de forma espontánea y colectiva, lo cual

les obligaba muchas veces a inventarse

líderes a quienes castigar pues era imposible

castigar a todo el pueblo.11 En este caso,

la elección hecha por los rebeldes de un

gobernador propio les ayudó a identifi car

al cabecilla, además de los que dirigían a

la gente con tambor y bandera (no fueron

condenados a muerte pero sus sentencias

eran las más severas), pero existe la

posibilidad de que Francisco Palachi haya

sido elegido sin ser el iniciador de todo.

Dada la falta del expediente completo, no

podemos saberlo.

Aunque lo usual era aplicar todo el peso

de la ley en estos casos, las autoridades

decidieron aminorar el castigo de la gente de

Malinalco. Luego de la apelación interpuesta,

a Francisco Palachi se le conmutó la pena de

muerte por 200 azotes y diez años de trabajo

en obraje, considerándosele los años pasados

en prisión; al menor de edad se le perdonaron

los doce azotes a que fue condenado, a

cambio de no poder entrar al pueblo por

dos años y sin que esto signifi cara destierro,

pues si desobedecía su castigo entonces sí

sería desterrado.

Quizás lo más interesante de este docu-

mento es que tiene la información sufi ciente

como para conocer algunos de los mó-

viles de las insurrecciones, así como los

procedimientos legales que se llevaban a

cabo. Aunque no exista ya el procedimiento

completo, los elementos que se conservan

dentro de la sentencia nos dejan entrever casi

en su totalidad algo de los procesos judiciales

de principios de siglo XVIII.

11 Ibid., pp. 177-178.

104

105

Se han dado tres mandamientos de suelta el uno para

Matheo Clemente = Otro para Thomas de Escobar quien

exhivio veinte y sinco pesos que paran en el ofi cio, y el

otro para Juan de Morales, que son los tres menciona-

dos que han salido de la prision. 1725

Joseph Manuel de Paz escribano.

106

107

108

[Mitad izquierda de foja frente]

En los autos y causa criminal, que de ofi cio dePablo, alias Palachi = Joan Andres, reo ausente = Miguel

tuerto = Pedro Antonio, el Herrero = Balthazar dequez, alias la Quajinzola = Andres Tecayegua,

zinos de los varrios del pueblo de Malinalco; pordies y siete = veinte y veinteydos de el mes de marzo

para impedir la execucion de un despacho manvil, que ante nos pende, en q se mando amparar á

pañia en la posesion, que se hallaba de unos ojos de agua,pidieron, perdiendo el respecto al Receptor que paso atros excesos, que constan de los autos, y lo demas: Joa

tambien se han seguido con el fi scal de esta Re

Fallamos atentos a los meritos de el proceso, a q nos remitimos, y á [la]en vista de la sentencia pronunciada por el licenciado don Nicolas Chirino

uno de abril de dicho año de mil setecientos veinte y uno, cuyo tenorcomision de los señores Presidente y Oidores de la Real Audiencia y

Palachi = don Thomas de Escobar = Joan Andres = Miguel Nuñez = Pedro AnPetronila Belasquez, alias la Quaguinzola = Balthazar de los Rey

carsel publica de este pueblo y otros ausentes, principales motores [y]Pueblo de Malinalco en los dias dies y siete = veinte = y veinteydos de el mes

Presidente y Oidores de dicha Real Audiencia en que se mando amparar a la parte dede unos ojos de agua, q nacen en un varrio de este dicho pueblo; impidiendo

con piedras, palos, cuchillos, y otras armas, acaudillados de dichos reos; maltraclavos y sirvientes, que los acompañaban, hiriendo a muchos de estos; obliga

en esta ocasion, y en otras dos después bajaron a dicho ingenio en tropas, a son dequebraron las puertas y ventanas de las casas principales de la habitacion de dichojaron por las ventanas; executando estos, y otros estragos, sin atencion a el alcaldepedrada, antes bien, atropellando su respecto, intentaron quemarle las casas reales

govierno, y pusieron en su lugar a dicho Francisco Palachi; escrivieron carta a losauxiliarse á los referidos excesos, y lo demas visto etcétera= Fallo, atento a los autos, y denar y condeno a dicho Francisco Palachi en la pena ordinaria de muerte, para lo cualde esparto al pescueso, y a voz de pregonero, que manifi este su delicto, sea llevado por

por el pescueso, hasta que naturalmente muera; y ejecutado lo referido, le seana persona sea osado de quitarla, pena de la vida.= Ya dichos Joan Andres,

asotes, y dies años de un obraje a cada uno.= A Joan de Morales, Matheo Clementeen un obraje a cada uno; y para execucion de lo referido sean sacados en bestias de albar

hasta que se execute la pena de muerte, impuesta a dicho Francisco Palachi.= A dichos Tholena en destierro de este dicho pueblo y su jurisdicción por tiempo de dies años.=

cevido sea suelto.= Y dicho Pedro Antonio Calteña, se mantenga sirviendo en ely lo que ganare sea para si.= Y los bienes embargados a dichos reos; y el monto de

109

[Mitad derecha de foja frente]

Real Justicia se ha seguido contra FranciscoNuñez = Joan de Morales = Matheo Clemente, ellos Reyes, = Thomas de Escobar = Petrona Belastambien reo ausente = y Lorenzo el Pintor, todos veel tumulto, y sublevacion, que ejecutaron en los diasdel año pasado de mil setecientos veinte y uno,dado librar por esta Real Audiencia sobre el punto cila parte del colegio de San Pedro y San Pablo de la sagrada comque nacen en uno de dichos varrios y que con efecto im-la diligencia, y al teniente, que le acompañaba, con ochin Miguel Anjures, procurador de dichos reos, queal Audiencia =

larga prision, en que dichos reos se han mantenido en la Real carsel de corte, queSandoval, alcalde que fue de corte en la Real Sala del crimen, a los veinte yes el siguiente = En la causa criminal, que de ofi cio de la Real Justicia, en virtud dechancillería de esta Nueva España se ha seguido contra Francisco Pablo, aliastonio el Herrero = Pedro Antonio Tecalteña = Joan de Morales = Matheo Clemente el tuerto=es = y Marcos de la Cruz, sus hijos, = y Maria Magdalena, indios presos en lacavezillas en el tumulto, sublevación y asonada, que ejecutaron los indios de estede marzo, proximo pasado, para impedir la execucion de el despacho de los señoresel colegio de San Pedro y San Pablo de la ciudad de Mexico en la posesion que se hallaba,la con efecto, con fuerza de armas, congregandose a son de campana, y saliendotando al receptor, ejecutor de dicho despacho, al padre administrador de dicho ingenio, es=ndolos á retirarse, huyendo de dichos indios a dicho ingenio, hasta donde los persiguieron, ytambor y con vandera, quemaron las casas de dichos sirvientes, y esclavos, cañaberales, y prensa,Padre, le sacaron las alajas de su uso, y cosas de el servicio de dicho ingenio, las rompieron, y arromayor de este dicho pueblo, y su teniente, que los procuraba contener, dandole á este unaen que habita; depusieron al governador legítimamente electo, y aprobado por el superiorindios de el pueblo de Sumpaguacan, conmoviendole, y convocandole, para que lesmeritos de el proceso, á que me remito, que por la culpa, que resulta contra dichos reos, los debo con=sea sacado de la carsel, en que se halla en forma de justicia, sobre una bestia de alabarda, con sogalas calles publicas á la horca, que esta en la plaza de este dicho Pueblo, donde sea ahorcadocortada la caveza, y puesta en dicha horca, para que sirva de ejemplo, y escarmiento; y ningu-Miguel Nuñes, que en dichas asonadas llebaban la vandera, y tambor, los condeno en doscientosel tuerto –Pedro Antonio el Herrero-, y Balthazar de los Reyes en cien azotes, y cuatro años de servicioda, desnudos de la cintura arriba, á voz de Pregonero por las calles publicas; y estén al pie de la horca,mas de Escobar,- y Petronila Belasquez, alias la Guaguinsola, indios principales, y a Maria MagdaMarcos Francisco Guaguison, menor de catorce años se le den dose asotes en la carsel, y a per=trapiche de Joan de Morales, (donde dice sirve) por tiempo de seis meses, sin entrar en este pueblolas cantidades en que fueren vendidos en los obrajes, aplico para en parte de pago de lo que importaren

110

111

112

[Mitad izquierda de foja vuelta]

las cosas de esta comision, según la tasacion, y regulacion que se hilo quebranten pena de la vida; y cumplido el tiempo referido, den

derecho a salvo a la parte de dicho colegio de San Pedro y San Pablo por locontra quien le convenga. Y por esta mi sentencia, difi nitivamente jusgarro cuenta con los autos á los señores Presidente y Oidores de dicha Real

go que sean aprehendidos. = Don Nicolas Chirino Sandoval = De que porpara ante nos apelado, -atentos, como dicho es, á la dilatada prision

para lo cual sea sacado en forma de justicia por las calles publicas en besmismo le condenamos en dies años de un obraje, computandosele en [esa]

da ser avido) en ocho años de un obraje, computandoseles asi mismodicho Joan de Morales, a quien por via de providencia mandamos se le

branta, será desterrado de él y de la jurisdicción por cuatro años. = Y así mismorisdiccion por tiempo de tres años, que no quebrante, pena de cumplirlos do

tarseles el tiempo de su prision = Y debemos mandar y mandamos, quetida de dies años de destierro de el Pueblo de Malinalco, y su jurisdicción,cada uno, en que les condenamos, para ayuda de costas y salarios; y exhi

guen = Y por lo que mira á la reserva que en la sentencia de esta Realde el año proximo pasado de mil setecientos y veinte y quatro, se haze sob

condenamos a dicho Lorenzo el pintor en cuatro años de un obraje,se dice averse mandado llamar á edictos y pregones, mandamos

lo que mira a dicho Pedro Antonio Castañeda, que en dicha sentencia appelada sese suelte luego, pagandosele todo el tiempo, que hubiere estado. = Y

la venta de el servicio personal de los condenados a obraje, lo aplcolegio de San Pedro y San Pablo, (contenida en dicha sentencia incerta

su uso como, y contra quien le convenga; y en lo que es conformeen lo que fuere contraria, y por esta asi difi nitivamente juzgando,

Marques de Villa Hermosa de Alfaro

Joseph Gutierrezde la Peña

113

[Mitad derecha de foja vuelta]

ziere; y los reos, condenados en destierro de este dicho Pueblo; y su jurisdicción, nocuenta á los señores Presidente, y Oidores de la Real Audiencia: y reservo suque importaren los daños causados en dicho ingenio, para que use de él como, ylo y asi lo pronuncio y mando. La cual se execute, dandose primeAudiencia en su Real Acuerdo; y reservo proveer para con los ausentes, lueparte de dicho Franciso Palachi, y demas reos condenados en la pena de asotes, fueque han padecido, debemos condenar y condenamos al dicho Francisco Palachi, en doscientos asotes,tia de albarda, desnudo de cintura para arriba, y a voz de pregonero, que manifi este sus delictos; y asiel tiempo que ha estado preso. = A los dichos Miguel Nuñes, y a Joan Andres, reo ausente, (luego que pueel tiempo que han estado presos = Y debemos absolver, y absolvemos de la instancia de este juicio ánotifi que, no entre por tiempo de dos años en el Pueblo de Malinalco, con apercemiento de que si lo que-debemos condenar y condenamos á dicho Matheo Clemente el tuerto en destierro de el Pueblo y su jublados = A los dichos Pedro Antonio el Herrero y Balthazar de los Reyes en dos años de obraje, sin compulos dichos Thomas de Ejubar, y Petrona Belasquez, cumplan la referida sentencia, que tienen consencomputandoseles para el de destierro el tiempo, que han estado presos; y pagando á veinte y sinco pesosbiendolos, mandamos se les desembarguen sus bienes, si tienen algunos embargados, y se les entreAudiencia pronunciada en la causa de otros reos complices en las inquietudes) á los dies y siete de marzore las resultas contra Andres Tecayegua, reo ausente, y Lorenso el pintor; debemos condenar, yque se le compute el tiempo que ha estado preso. = Y por lo que toca a dicho Andres Tecayegua, queque si no estubiese, se llame y se redusga a la prision, para la substanciacion de su causa. = Y pormando mantener seis meses en el trapiche de Joan de Morales, si se mantuviere todavía en ella importancia de los bienes, que hubiere embargados, y no estan mandados entregar, y lo que montareicamos para en parte de gastos de costas y salarios de esta causa, con la reserva á la parte de dichoy de los derecho que tubiere, por los intereses, y daños causados, y que se han recrecido, paraesta sentencia á la apelada que va incerta, la confi rmamos, revocandola como la revocamoslo pronunciamos, mandamos y fi rmamos.=

Juan Prieto Pacheco

En la ciudad de Mexico a veinte

Licenciado don Joseph Franciscode Aguirre

114

115

y nueve de octubre de mill setesientos y veinte

y sinco los señores Presidente y Oidores de esta Audiencia

Real de la Nueva España dieron y pronunciaron

la sentencia de la foja antecedente

Joseph Manuel de Paz escribano.

El fi scal de su Magestad se da por notifi cado

Mexico y octubre 31 de 1725 años y lo rubrico

En la ciudad de Mexico a treinta y un dias del mes de

octubre de mill settecientos y veinte y cinco años yo el escribano estando

en la Real carsel de esta Corte y mediante don Juan Garcia Cortes

Moctesuma ynterprete de esta Real Audiencia notifi que la sentensia de las

fojas antecedentes dada y pronunciada por los señores

Presidente y Oidores de esta Real Audiencia para los efectos conte

nidos en ella a Francisco Palachi don Matheo Clemente

Don Thomas de Escobar Pedro Antonio Baltasar

de los Reyes: Juan de Morales Juan Miguel Lo

renso de la Cruz y doña Petrona Velásquez todos

naturales del partido de Malinalco y sin embargo

116

117

de hablasen castellano haviendosela leido mediante

dicho interprete dixeron que lo oian y que la obedecian

con el respecto y beneracion devida y no fi rman

Porque dijeron no saber escrevir fi rmolo dicho in

terprete de que doy fe =

Don Juan Garcia Cortes Moctesuma

[Al margen] Notifi cación a Joachin Miguel de Ansures

En la ciudad de Mexico en dicho dia mes y año dichos

Yo el escribano notifi qué e hize notoria la sentensia de las

fojas antecedentes dada y pronunciada por los

señores Presidentes y Oidores de esta Real Audiencia a Joa

chin Miguel de Ansures Procurador en nombre de sus par

tes quien entendido de todo su contesto dixo la

oye de ello doy fe =

Joseph Manuel de Paz escribano

En la ciudad de Mexico dicho dia treinta y uno del mes de

Octubre de mill setecientos y veinte y sinco años yo el escribano

hize noticia e notifi que la sentencia dada y pronun

ciada por los señores Presidente y Oidores de la Audiencia

Real de la Nueva España, a Antonio, Joseph Vidaurre

Procurador de esta Real Audiencia en su persona que conosco

y entendido de todo su contesto dijo lo oye y esto res

pondio de ello doy fe

Joseph Manuel de Paz escribano

118

119

PROYECTO PARA EL ESTABLECIMIENTO EN MÉXICO DE UNA ACADEMIA DE LAS TRES NOBLES

ARTES: PINTURA, ESCULTURA Y ARQUITECTURA, 17811

Presentación: María Elena Hernández Ortiz

CONTEXTO HISTÓRICO

La historia de la Academia de San Carlos

tuvo sus inicios en 1778, con la llegada

a Nueva España de un hombre destinado a

ser su primer director: Gerónimo Antonio

Gil,2 enviado a la ciudad de México para

supervisar las normas del arte y vigilar

el trabajo de fundición y vaciado de la

Casa de Moneda. Habiendo llegado a la

ciudad virreinal en un tiempo en el que las

escuelas públicas de arte eran virtualmente

inexistentes, no sólo demostró la necesidad

de dichas instituciones, sino que también

concibió la idea de una real academia de

arte que llenara este vacío. En cinco años,

la Academia de San Carlos llegó a ser una

realidad para Nueva España.

La última mitad del siglo XVIII, la edad

ilustrada, fue una época propicia para la

educación en Nueva España, especialmente

para aquellas academias especializadas

cuyas actividades venían del exterior pero

que eran sostenidas dentro de los límites

tradicionales de la enseñanza universitaria.

Hacia 1753 se hizo el primer intento de

establecer una academia de arte. Un grupo

de pintores empezó a reunirse dos veces por

semana, denominando su propia actividad

como “crítica e instrucción mutua” y se

propusieron censurar las obras de arte mal

ejecutadas. Eligiendo a José de Ibarra como

su presidente, redactaron una constitución

que excluía a estudiantes de “color quebrado”.3

Su meta era el exclusivismo y el prestigio

antes que el servicio público. La muerte de

1 Documento presentado: AGN, Indiferente Virreinal, Real Hacienda, caja 1670, exp. 16, fs. 1v y 2.2 Gerónimo Antonio Gil nació en 1732 en Zamora (capital de la provincia del norte central de España), fue uno de los primeros estudiantes de la recién establecida Academia de San Fernando, bajo la tutela de Tomás Prieto. Alcanzó con sorprendente velocidad los grados más altos en grabado y pintura. En 1760 grabó tres medallas para conmemorar la toma de posesión de Carlos III. 3 Thomas A. Brown, La Academia de San Carlos de la Nueva España. Fundación y organización, México, SEP,1976 (Sep-Setentas), p. 175.

120

su presidente, en 1756, marcó el fi n del

proyecto.

En esa época existía la creencia de que la

producción artística era un termómetro de la

grandeza nacional. La estabilidad económica

de un país podía ser fi elmente juzgada por

la magnifi cencia de sus monumentos,

pinturas y estatuas, y se podía determinar

la inteligencia colectiva de sus ciudadanos

por el nivel general del gusto artístico.

Era tanto un deber patriótico de todo

ciudadano interesado en la prosperidad del

Estado estimular y promover las artes, que

las organizaciones más “patrióticas” de la

Ilustración catalogaron el fomento de las

artes como uno de sus propósitos.

La Iglesia en Nueva España patrocinó las

bellas artes por su tradición renacentista de

magnifi cencia y su fervor para glorifi car a

Dios a través del esplendor de las catedrales;

incluso se puede decir que existía una

relación simbiótica de las artes con la

Iglesia.

Las circunstancias exactas que trajeron

a Gerónimo Gil a la capital del virreinato

no son claras. La razón inmediata del

nombramiento de Gil como grabador mayor

fue el retiro de su antecesor, Alejo Madero.

Una idea práctica sería que existía escasez

de grabadores preparados en los dominios

de España. De hecho, el superintendente

de la Casa de Moneda se quejaba de una

“escasez crítica” de grabadores preparados.4

Humboldt decía que la Casa de Moneda

acuñaba un promedio de 12 a 13 mil marcos

de plata diarios y que tenía solamente dos

aprendices pensionados en las artes de

vaciado, fundido y grabado. En 1772, Carlos

III pensó que esto era un problema y ordenó

que aumentara de dos a tres el número de

aprendices de la Casa de Moneda y que su

pensión subiera de 300 a 400 pesos. Por

consiguiente, se tomó la decisión de elegir

y mandar a la Nueva España un maestro

grabador que estableciera una escuela de

grabado. Gerónimo Gil llegó a la capital el

21 de diciembre de 1776 y tres días después

remplazó a Alejo Madero. Es poco lo que

revelan los documentos de la Real Casa de

Moneda acerca de los esfuerzos de Gil para

establecer un programa de estudio o sobre la

vida diaria de la Escuela de Grabado. Como

académico de la Real Academia de San

Fernando, cabe suponer que los modelos

impuestos se basaban en motivos clásicos y

religiosos, pues eran los más socorridos.

4 AGN, Casa de Moneda, vol. 189, exp. 1. Informe de Antonio Velásquez, catedrático de Arquitectura de la Academia de San Carlos, sobre las obras a su cargo en la Casa de Moneda, 1794-1797.

121

El superintendente de la Casa de

Moneda, Fernando Joseph Mangino, hizo

saber que quien deseara podía asistir

gratuitamente a la Escuela de Grabado

que Gil había planeado. Del éxito de la

Escuela de Grabado surgieron los primeros

movimientos para la fundación de un

estudio público de bellas artes que enseñara

algo más que dibujo y grabado. En 1781 Gil

apresuraba al superintendente de la Casa

de Moneda a la formación de un proyecto

para la fundación de un estudio. El proyecto

fue redactado por Mangino el 21 de agosto

de 1781, junto con una carta para el virrey

Martín de Mayorga que contenía la primera

propuesta de un gobierno ofi cial para una

escuela de arte en la ciudad de México.5

Mangino empleó los términos “Escuela de

Bellas Artes” o “Academia de las Artes”

para anunciar lo que tenía en mente para

el futuro inmediato de la escuela; evitó

usar la palabra “Real” en el nombre de la

institución proyectada, debido a que no

contaba con el consentimiento del monarca.

La aprobación real no era automática, pues

Mangino consideraba que la escuela debía

primero establecerse, después probar que

era fi nancieramente sólida y ofrecerse a

los designios de su majestad. Dentro de

esta carta, subrayó el plan de acción que

sería idéntico al que llevaban las academias

españolas hasta su condición real. En el

documento podemos observar que revive

la historia de la Academia de San Fernando

para mostrar el paralelismo entre su

pasado y el de la Escuela de Grabado, con

la intención de que el proyecto hablara por

sí mismo. Su plan estipulaba la formación

de una junta preparatoria autorizada por

el virrey y que constaba de un gran ofi cial,

cuatro consejeros, un secretario y el director

general de la Escuela de Bellas Artes. Una

vez abierta la escuela, la junta se reuniría

dos veces por semana en sesión formal

para dirigir sus actividades. Esto quería decir

que la escuela no estaría subordinada a la

Casa de Moneda; el hecho de liberarse de

dicha institución trajo como consecuencia

un éxito y un fracaso, el primero consistió

en una menor injerencia de los ofi ciales

de la Moneda, y el segundo la privación

de los fondos de dicha institución.6

Para cubrir los gastos extraordinarios

de la fundación, Mangino sugirió que se

solicitaran donaciones a los tribunales reales

de Comercio y Minería, los cuales habían

5 AGN, Casa de Moneda, vol. 189, exp. 1.6 AGN, Bienes de Comunidad, vol. 2, exp. 160. El intendente Bruno Díaz informa al virrey sobre que se envíen jóvenes con aptitudes a la Academia de San Carlos, S.L.P., 1790.

122

demostrado cierta voluntad de cooperar. El

arzobispo, los obispos, el consejo eclesiástico

y los ciudadanos adinerados podían también

hacer sus donaciones. Con una donación

provisional se demostraba la buena

voluntad de Nueva España para sostener

una academia de arte, y se preparaba para

el momento oportuno de la solicitud de la

aprobación real.

Así, la propuesta se llevó al virrey

Mayorga y durante días el futuro de la

Escuela quedó en sus manos. Fernando

Joseph Mangino parecía confi ado en que

el plan ganaría la aprobación, pues en su

proyecto aducía las ventajas de una escuela

de arte, pero ni tan extensa ni tan largamente

como la habría hecho alguien que dudara

de una respuesta favorable. Sostenía que

“México tenía las mejores disposiciones

del mundo para establecer una escuela de

bellas artes”. Lo había demostrado la Escuela

de Grabado. Mangino escribió:

“…las favorables disposiciones, y rara

capacidad de los hijos del país para aprender

quanto quiera enseñarseles, lo ha suplido

todo, y es de esperar con mucha certeza, que

formalizada de una vez, y aviada con otra

comodidad la Escuela, se sigan á proporcion

los mejores efectos de aprovechamiento, y

se formen aquí Gravadores muy hábiles, no

solo para esta Real Casa, sino para las demás

de Indias, que fue, sin duda, la idea y objeto

del Ministerio, y la voluntad expresa del Rey,

en esta fundacion”.

También hacía notar el fl orecimiento

de la cultura que produjeron en España las

academias de arte.

En un tiempo en que los asuntos ofi ciales

se movían muy lento, la pronta y favorable

respuesta del virrey Mayorga a la propuesta

de la fundación de una escuela de artes debe

haber complacido a sus propugnadores. Sólo

pasaron doce días para que se redactara un

edicto ofi cial anunciando la aprobación

inmediata del proyecto de Fernando Joseph

Mangino. En nombre del rey, Mayorga se

declaró protector nato, poniendo detrás el

prestigio de su cargo y persona. Nombró

viceprotector al mismo superintendente y

prometió hacer un llamado para donativos

que cubrieran el costo de la fundación.7

El 30 de septiembre de 1781, Mayorga

cumplió la promesa con un bando que

convocaba a las ciudades, tribunales, obispos

y ciudadanos del reino a demostrar

gene-rosamente su amor por las artes. El

7 AGN, Bandos, año 1781, vol. 12, exp. 52, Ciudad de México, “Banco Nacional. Bando insertando Real Cédula que contiene las reglas con que ha de erigirse el de San Carlos”.

123

16 de noviembre, el Tribunal de Comercio

ofreció 3,000 pesos anuales a partir del 1 de

enero de 1782. El Tribunal de Minería res-

pondió el 22 de diciembre prometiendo

5,000 pesos anuales (3,000 concedidos

incondicionalmente, los otros 2,000 con

la condición de que la Academia mandase

dos de sus expertos a dar una conferencia

semanal en el Colegio de Metales). Se sumaron

ofrecimientos provenientes de fuera de la

capital. Las ciudades de Veracruz y Guanajuato

prometieron 200 pesos anuales; Querétaro,

100; San Miguel el Grande, 50, y los pueblos

de Córdova y Orizaba 15 pesos anuales cada

uno. Para 1783, las contribuciones privadas

con destino a la Escuela de las Bellas Artes

se elevaron a 13,524 pesos, entregados por

52 donantes.

Cuando Mangino vio que los fondos

ascendían a tal magnitud, emprendió la

formación de una junta preparatoria que

gobernara la propuesta Escuela de Bellas

Artes y administrara la dotación que crecía

rápidamente. El 6 de abril de 1782 envió

al virrey Mayorga una lista de personas

recomendadas. La recién creada Junta se

reunió informalmente el 21 de junio del

mismo año para decidir la jerarquía de los

puestos. El virrey ordenó que cada hombre

se sentara como lo hacía en las funciones

formales de la ciudad, sin “distinciones

personales”. Desde entonces la Junta se reunió

cada jueves en la Real Casa de Moneda,

presidiendo la mesa Fernando Joseph Mangino.

Mientras la Junta deliberaba, una escuela de

artes surgía a la vida de la Casa de Moneda

bajo la dirección de Gerónimo Gil. Con el

título de Escuela Provisional de Dibujo, el 1

de noviembre de 1781 celebró sus primeras

clases. En un principio sólo se impartía el

curso de diseño y dibujo, pero la lista de

estudiantes premiados entre 1782 y 1783

da idea de la rapidez con que se extendía el

grupo de materias.

En 1782, Gil solicitó al gobierno que le

suministrara papel, carbón y arcilla preparada

para los jóvenes de “notoria pobreza”. Con

esta recomendación añadió 300 pesos al

presupuesto. Además se imponía la necesidad

de comprar un terreno y construir un nuevo

edifi cio para acomodar al creciente número

de estudiantes. Solamente una donación real

podría satisfacer la demanda del ingreso de

25 a 30 mil pesos para cubrir la necesidad

del terreno y del envío de maestros de la

Península a la Nueva España.

En estos momentos la junta prepara-

toria estaba fi rmemente convencida de la

permanencia de la escuela provisional y

no dudaba de que su progreso era el mejor

argumento para su aprobación y la de los

fondos reales. La Junta se reunió seis veces

124

antes de hacer una demanda formal para

dotación y aprobación el 1 de agosto de

1782. Solicitaban la aprobación real y una

asignación de 12,500 pesos anuales y tres

profesores de la mayor capacidad y reputación

para que asumieran la primera dirección en

escultura, pintura y arquitectura. Esta solicitud

salió de México a fi nales del verano de 1782.

El Tribunal de Minería, el contribuyente

más grande, tenía interés específi co en

la formación de una academia de arte.

Se decía que los estudiantes de minería e

ingeniería deberían recibir clases de dibujo

y arquitectura, “especialmente los aspectos

de labra de las piedras, necesarios para la

fortifi cación interior de las minas”. El tribunal

esperaba que la Academia les proporcionara

dos conferencistas que hablaran sobre esos

temas para acceder así a la cuota que, como

ya se había dicho, ponía esta condición.

El Tribunal de Comercio dio una ex-

posición elocuente de los motivos reli-

giosos para apoyar una escuela de arte.

Escribía el Tribunal que eran bien sabidas

las conversiones que se pueden atribuir

al esplendor y excelencia de pinturas y

esculturas de imágenes sagradas. Alababa a

la arquitectura, que era “arte augusto, tratado

de grandeza, propiedad y autoridad”.

Según los precursores de la Academia,

la ciudad de México también saldría bene-

fi ciada. En primer lugar estaba el orgullo

cívico de ser los primeros, pues el cabildo

pensaba que la “gloria más grande de

esta noble ciudad consistiría en tener la

primera Academia de América”. Pero la

exposición más sensata de las razones

para mantener una academia de arte

vino de la junta preparatoria en una carta

para el virrey Mayorga. A causa de la

inestabilidad del suelo, la ciudad tenía una

gran necesidad de arquitectos preparados;

además, la población crecía y llegaría el

momento en que necesitaría casas; así

mismo, se estaba acondicionando un número

considerable de edifi cios públicos y privados.

Si estos edifi cios eran bien construidos no

necesitarían después numerosas y costosas

reparaciones.8

Otra de las razones que la junta exponía

no sólo eran estéticas, sino inherentes a

la vida civil. Eran de extrema necesidad

los conocimientos de arquitectura para la

construcción de casas de hacienda, puentes,

diques y carreteras carentes de planeación

inteligente; además, la enseñanza de la

arquitectura subterránea mejoraría la indus-

tria minera.

8 AGN, Colegios, vol. 10, exp. 6. Pedimento del fi scal de Real Hacienda sobre que los intendentes remitan a la Real Academia de San Carlos algunos jóvenes que aprendan arquitectura, 1787.

125

La demanda de aprobación real de

la junta preparatoria llegó ante el rey a

fi nales de 1782. Carlos III también sabía lo

que traería consigo el establecimiento de

una academia de arte. Se fundaron bajo

su protección las de Sevilla, Barcelona y

Valencia. Pero la cautela prevaleció respecto

a Nueva España, el rey estaba interesado

pero se mostraba evasivo. No actuaría

hasta recibir un informe completo del virrey.

También quería saber cuáles profesores

querían y qué material necesitaban. Solicitó

la información en una real orden del 12 de

enero de 1783. El virrey Matías de Gálvez

respondió que una academia de arte era la

institución mejor dotada para proporcionar

la preparación necesaria a los escultores,

pintores y arquitectos. Si se fundaba una

academia real, las perspectivas serían

excelentes para el crecimiento de una sólida

clase de artesanos en la ciudad de México,

capacitados para enriquecerse por su propio

mérito y para una expansión económica.9

El 25 de diciembre de 1783, Carlos III

aprobó la fundación de una academia real

titulada San Carlos de la Nueva España.

La contribución real por año era de 13 mil

pesos, 500 más de lo que había solicitado la

Junta, y se recibiría a partir del 1 de enero

de 1784; 9,000 saldrían del tesoro real

y 4,000 de las propiedades de la extinta

sociedad jesuita. Si estas fuentes dejaban de

producir sufi ciente impuesto se conseguiría

la diferencia en las ofi cinas y benefi cios

vacantes.

La aprobación real cambió el estado

legal de la escuela, dándole mayor pres-

tigio, estabilidad fi nanciera y una base

para desarrollarse. Signifi có la concesión

del derecho para usar el sello real, que

aprovechó la Academia para imprimir su

propio escudo de armas.

9 AGN, Bienes de Comunidad, vol. 2, exp. 143. Bruno Díaz informa a Fernando Joseph Mangino que los intendentes elijan a jóvenes que tengan las cualidades necesarias para pasar a instruirse en arquitectura en la Real Academia de San Carlos, S.L.P., 1767.

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138

El verdadero nombre de Guadalupe Vic-

toria era José Miguel Fernández y Félix.1

Adoptó su sobrenombre por la virgen de

Guadalupe (patrona de los mexicanos) y

por la victoria que lograrían en su lucha

independentista. Nació en Tamazula, antigua

provincia de Nueva Galicia, hoy estado

de Durango.2 Fueron sus padres Manuel

Fernández y Alejandra Félix y fue bautizado

por su tío paterno, Agustín Fernández, en

aquel entonces cura de Tamazula, quien

cuidó de su educación, ya que muy niño

perdió a sus padres.

A los 19 años se trasladó a Durango para

estudiar en el seminario y, posteriormente,

se inscribió en el colegio de San Ildefonso

de México para cursar la carrera de Juris-

prudencia.

Por iniciativa propia se enroló en las fi las

insurgentes, abandonando sus estudios. Fue

miembro del ejército de José María Morelos

EL CABECILLA GUADALUPE VICTORIA RESULTA HERIDO, 1817

Presentación y paleografía: Cora Naghely García Trejo

y Pavón, donde ascendió a general en 1814;

combatió al ejército realista en lugares como

Oaxaca, Nautla y el puerto de Veracruz.

En 1821, Agustín de Iturbide declaró

en el Plan de Iguala que era necesaria

para pacifi car al país la unión de todos

los habitantes, la cual se basaría en la

religión católica, el ejército y un gobierno

monárquico regido por Fernando VII, pero

Guadalupe Victoria propuso modifi car dicho

Plan para llamar al gobierno mexicano a

un ex combatiente insurgente y no a un

extranjero. Victoria manifestó sus ideas

republicanas y en Veracruz fi rmó el Acta

de Casa Mata (1823), en que se pedía la

reinstalación del Congreso Constituyente de

1822, que había sido disuelto por Iturbide.

Esta acta fue fi rmada por Vicente Guerrero

y Santa Anna.

Guadalupe Victoria fue miembro del

Triunvirato ejecutivo (1823-1824), con Pedro

1 En cuanto al nombre verdadero de Guadalupe Victoria existen varias controversias, en algunas fuentes encontré que se llamaba José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, en otras Manuel Félix Fernández, Miguel Fernández Félix y en otras sólo Félix Fernández, lo más común que encontré fue José Miguel Fernández y Félix, razón por la cual decidí anotar este nombre.2 Referente a la fecha de nacimiento encontré dos fechas, una de 1779 y la otra de 1786.

139

Celestino Negrete y Nicolás Bravo. En 1824

el Congreso lo nombró primer presidente

de la República. Decretó la abolición de la

esclavitud, la expulsión de los españoles,

centralizó la hacienda pública y estableció

relaciones diplomáticas con Gran Bretaña,

Estados Unidos, América Central y Colombia.

Al término de su mandato, en 1829, dejó

la presidencia a Vicente Guerrero, designado

por el Congreso tras el triunfo del Plan de

Perote.

Murió el 21 de marzo de 1843 en el hos-

pital del Castillo de Perote.

En el presente documento de 1817 (In-

diferente Virreinal, caja 3090, expediente

021, título Operaciones de Guerra), Diego

Garcia Conde, brigadier realista, avisa al

virrey Juan Ruiz de Apodaca que el cabecilla

Guadalupe Victoria resultó herido en la acción

que sostuvo el teniente coronel Manuel

Rincón con su columna de granaderos y

realistas contra las gavillas de Victoria y

Vergara, recomendando a Manuel Rincón

para un empleo veterano por su gran hazaña.

El documento contiene también el

informe fechado el 11 de octubre de 1817

que da el teniente coronel Manuel Rincón

al coronel don José Santa Marina, en el

que dice que habiéndose enterado de que

los rebeldes iban a atacar el correo que

venía de Veracruz se resolvió a salir con

una columna de granaderos y doce realistas

de caballería; relata la lucha entre los dos

grupos, recomienda al subteniente de la

columna don Joaquín Zarco por su valor

y serenidad, así como a toda la tropa que

ayudó a la gloria de las armas del soberano

y, fi nalmente, dice que si lo estimare justo

los recomiende con el virrey Juan Ruiz de

Apodaca.

BIBL IOGRAF ÍA

Cosío Villegas, Daniel, Ignacio Bernal et al., Historia general de México,1a. ed., México, El

Colegio de México, 2000, 1103 pp.

Riva Palacio, Vicente (coord.), México a través de los siglos, 23a. ed., t. V , México, Editorial

Cumbre, 1985, 392 pp.

Salas Rodríguez, Gonzalo, Guadalupe Victoria, México, Senado de la República, 1987.

140

141

Excelentisimo Señor

Referente a mi ofi cio numero 182

de 24 del corriente en que noticiaba

a Vuestra Excelencia hallarse herido el cabecilla

Guadalupe Victoria, de resultas

de la brillante accion que sostubo

el benemerito Teniente Coronel Don Ma-

nuel Rincón, con solos 50 granaderos

y 12 Realistas contra las Gavillas reuni-

das de Vergara y Victoria; dirijo

a Vuestra Excelencia el parte original que ya

anteriormente me había pasado aquél

jefe; por los interesantes resultados

de dicha Accion son dignos de que

llegando al superior consentimiento de

Vuestra Excelencia pueda dispensar a este buen

vasallo de nuestro Monarca, las gra-

cias a que le hacen acrehedor estos y

los buenos servicios con que se ha

distinguido anteriormente. No

142

143

cesando por mi parte de recomen-

dar a Vuestra Excelencia intimamente al acredita-

do merito de este brillante ofi cial, de

quien aseguro a Vuestra Excelencia se puede prome-

ter las mayores bentajas si colocan

dolo en la Milicia en algun em-

pleo beterano, se le fomentase dan-

dole bigor para quien desplegase sus

conocimientos y Energía, que su esta-

do actual tiene como sepultados;

para Vuestra Excelencia con su sabia penetración,

determinará lo que fuere de su

superior agrado.

Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años

Xalapa 25 de Noviembre de 817.

Excelentisimo Señor

Diego Garcia Conde

Excelentisimo Señor Virrey Don Juan

Ruiz de Apodaca

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145

Con el ofi cio de Vuestra Señoria numero 185 de 25 de

Noviembre

proximo pasado a que contesto he recivido, y visto con mu-

cho aprecio el parte que dirijo a Vuestra Señoría el Teniente

Coronel don Manuel Rincón de la acción que

sostubo con 50 soldados de la columna de Granaderos

y 12 realistas del presente del Rey contra las gabi-

llas reunidas, de los rebeldes Victoria y Vergara, el que para

su satisfacción y la de los demas que concurrieron he mandado

se muestre en la

gaceta, y Vuestra Señoria les repetirá las gracias en nombre

del Rey Nuestro Señor, por su fi rmesa y valor, ex -

citandolos a continuar con las propias virtudes

militares en destrucción de la canalla rebelde

De Diciembre 9 de 1817

Garcia Conde

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147

En virtud de aviso que recibí

a las dos de la mañana por el

comandante de las armas del

Pueblo de Actopan Teniente

Coronel Don Estevan Mimire-

ra, que Vergara estaba

reuniendose con la fuerza

de noventa hombres en

las inmediaciones de Juani-

conunco para atacar al correo

que debía venir de Veracruz;

y no obstante de suponer

que en este caso no lo haría

solo con su Gavilla, sino que

al efecto se reunirían las

de Victoria y Tostado, me

resolví a salir de este punto

a las cinco de la mañana

de hoy con cincuenta hom-

bres de la columna de Gra-

naderos, y doce Realistas

de Caballería, sobre el

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149

campo de la reunion enemi-

ga.

Asi es, que habiendo andado

una legua comenzé á

encontrarme con las aban-

zadas en corto numero, qu-

ales en proporcion de ir sobre

ellas, se iban engrosando

hasta llegar adelante de la

mata de maiz que me hallé

con mas de doscientos hombres

de caballería formados en ba-

talla con su infantería a reta-

guardia, que serían sobre

sesenta; en el instante tomé

las determinaciones que con-

venían al caso, y el enemigo

se dividio en tres grupos mar-

chando diferente sobre nosotros

creyendonos acobardados por la

desproporcion de nuestra fuer-

za hasta darnos el quien

vive a menos de medio tiro

de fusil que se contestó

con un fuego vivisimo,

habiendose enlazado la

accion de una y otra parte

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por el espacio de dos horas y

media, dejandonos el campo

y retirandose el enemigo por

el fl anco derecho del camino

Real

Tome posición después en dicho lu-

gar mas favorable hacia la

barranca de Lagartos para que-

darme en observación del co-

rreo, mas no pareciendo este

a la hora que debía pasar por

aquel sitio, habiendome que-

dado pocas municiones, tener

dos granaderos muertos, ocho

heridos con un contuso del

mismo cuerpo, y quatro

caballos heridos de los Realis-

tas deste punto, tube por

conveniente retirarme

para que se auxiliasen los sol-

dados heridos.

No me aventuro a decir

a Vuestra Señoria los muertos y heridos

enemigos, pero sí que la glo-

ria que se suponian hizo

el que casi se estrellasen en

nuestros fuegos por lo que

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deduzco que su perdida debe haber

sido grande.

Recomiendo a vuestra señoria muy parti-

cularmente al subteniente de la colum

na Don Joquin Zarco, quien en la

accion despues de liciado su caba-

llo, se portó con el valor y sere-

nidad que pedía el caso, ayu-

dandome mucho a la glo-

ria de las armas del soberano.

Ygual recomendacion hago

a vuestra señoria de toda la tropa, que se

condujo con el mayor entu-

siasmo, despreciando el fue-

go enemigo de un modo in-

creible, por lo que si vuestra señoria lo es-

timare justo y de algun

merito, espero se sirva re-

comendarlos al Excelentisimo Señor

Virrey.

Dios guarde a vuestra señoria muchos años

Puente del Rey 11 de octubre

de 1817 a las 3 de la tarde.

Manuel Rincon

Señor Coronel Don Jose Santa Marina

Comandante del Campamento Militar

154

155

Excelentísimo Señor

Dirijo a manos de Vuestra Excelencia

Con el informe que me há

parecido justo, la representa

cion que hace a su superio-

ridad el Teniente Coronel gra-

duado de Miliacias Urbanas Don

Manuel Rincon, en que solici-

ta el Empleo de Teniente Coro-

nel efectivo de Milicias Provin-

ciales, ó por lo menos el de Ur-

banas; a efecto de que Vuestra Excelencia se

sirva resolver lo que fuere

lo que fuere de su justifi cado

agrado.

Dios

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Guarde a Vuestra Excelencia muchos años.

Xalapa 14 de Mayo de 1818.

Excelentisimo Señor.

Excelentisimo Señor Virrey Don

Juan Ruiz de Apodaca

158

Panóptico

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160

El 28 de septiembre de 1821 se fi rmó

el Acta de Independencia del Imperio

Mexicano. De los fi rmantes, los de mayor

relevancia fueron Agustín de Iturbide y

Vicente Guerrero. Juan José Espinosa de

los Monteros escribió dos copias originales.

Una permaneció en la sala de sesiones de

la Cámara de Diputados hasta que fue

destruida en el incendió que consumió al

recinto en 1909.1

En su Historia de México, don Lucas

Alamán informa que ya en 1830 la segunda

copia del Acta “fue vendida por un empleado

infi el a un viajero curioso”. Alamán sabía de

la curiosidad del viajero pero no su nombre

ni a dónde fue a parar el Acta.

Escribe Alamán: “cuando el autor de

esta obra sirvió [en] el Ministerio de Rela-

ciones Exteriores e Interiores de 1830 a

1832, sabiendo que la copia extraviada

existía en Francia, solicitó recobrarla y no lo

pudo conseguir, aunque ofreció una suma

considerable por ella”.

De estas líneas se desprende lo siguiente:

1) que la fuente de Alamán para afi rmar

que el documento ya había desaparecido

en 1830 eran rumores que él recogió sin

poder citar una fuente precisa, 2) eso le

permitió saber que “existía” en Francia,

3) que no menciona cómo y a través de

quién esperaba recuperarla y 4) que estaba

dispuesto a sacrifi car parte de sus bienes

para recobrarla.

El siguiente dato se tiene por hecho

histórico: el Acta reaparece en la biblioteca

de Maximiliano de Habsburgo, pero se

desconoce si la obtuvo en Europa o en

México. Se sabe que tras su fusilamiento, el

confesor del emperador, un padre Fisher, la

sacó del país. Y se ignora a dónde fue a dar.

Años después se desconoce la fecha

precisa, el gran bibliófi lo Joaquín García

Icazbalceta dio con su paradero a partir del

contacto que mantenía con anticuarios de

diferentes capitales extranjeras; su corres-

ponsal en España, don Gabriel Sánchez, le

1 Tras el incendio de 1872, durante la exposición del cadáver de Benito Juárez en Palacio Nacional, un nuevo incendio despertó de su letargo a los legisladores en 1909, que volvieron a la actividad para trasladar sus cosas al viejo Palacio de Minería de las calles de Tacuba. En el célebre colegio permanecieron del 1 de abril de 1909 al 31 de diciembre de 1910, mientras se construía el recinto sobre los escombros del teatro Iturbide. Los diputados inauguraron su nuevo edifi cio en abril de 1911. Desde esa fecha y hasta 1981, el recinto de Donceles fue la sede permanente de la Cámara de Diputados.

PERIPLOS DEL ACTA DE INDEPENDENCIA

161

comunicó que el documento se encontró no

sé sabe cómo, dónde ni cuándo, así como la

forma en que se hizo de él Icazbalceta.

Una vez suya, el sabio la conservó y a

su muerte la heredó su nieto Luis García

Pimentel, quien, entrado ya el siglo XX, la

vendió a un hombre llamado Florencio

Gavito. Éste le pidió a su esposa, Mercedes

Jáuregui, que a su muerte entregara el Acta

al presidente de la República, Adolfo López

Mateos.

La Secretaría de la Presidencia debía

asegurarse de que el documento fuera

auténtico. Con tal efecto, el secretario Do-

nato Miranda Fonseca designó al Lic. Antonio

Arriaga, director del Instituto Nacional de

Antropología e Historia, responsable de cum-

plir el encargo. El Lic. Arriaga recurrió a dos

eminencias en el área: Guadalupe Pérez San

Vicente, catedrática de Paleografía de la

Facultad de Filosofía y Letras, investigadora

del Departamento de Historia de la Medicina

de la Facultad de Medicina de la UNAM, y Er-

nesto Lemoine Villicaña, a la sazón jefe de

la Sección de Investigaciones Históricas del

AGN.

Sus peritajes -reproducidos en este

número del Boletín- fueron positivos: la

autenticidad se resolvió con base en aná-

lisis técnicos -la caligrafía, la naturaleza

del papel, la comparación con la fotografía

de la copia quemada, etc- y las vicisitudes

históricas fueron tomadas como referen-

cias sufi cientes. Así, doña Mercedes pudo

cumplir la última voluntad de su esposo el

21 de noviembre de 1961.

Sin embargo, hoy podemos preguntar-

nos cuál fue el periplo posterior del Acta de

Independencia en el AGN luego de ser recibida

por el presidente López Mateos.

En la presente administración, el Depar-

tamento de Restauración reportó que en

su bóveda de seguridad se encontraba, al

menos desde el año 2000, una cartulina que

contenía un acta de independencia.

Se procedió entonces a revisar el docu-

mento resguardado en la bóveda de la Galería

4 y se encontraron grandes semejanzas.

Una vez ordenado el cotejo, la primera

resultó ser una copia. La segunda tenía las

características descritas en los dictámenes

mencionados.

El Acta, fugitiva a los ojos de los his-

toriadores, coincidía palmo a palmo con el

riguroso dictamen de la UNAM, coordinado por

Guadalupe Pérez San Vicente. Finalmente,

después de azarosas tribulaciones, está a

buen resguardo en la bóveda del AGN, al igual

que los estudios históricos y científi cos que

la acreditan.

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Nota: Para enfatizar la veracidad del peritage, reproducimos estos negativos pese a que no es

posible apreciar en esta impresión las imagenes que contienen.

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Nota: En la parte superior fi gura el sello del anticuario madrileño que tuvo en su poder el

Acta. No se distingue el ex libris de Maximiliano por ser un grabado.

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Caleidoscopio

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¡OTRA INCORPORACIÓN!

En el marco del Programa de Verifi cación y Resguardo de Documentos Fundamentales se registró

una nueva incorporación: con el auxilio de la SRE se recuperó un volumen de documentos de la

época colonial (1613-1802) que consta de 428 fojas, referido a varias haciendas y rescatado de la

Universidad Saint Mary’s de San Antonio, Texas. El volumen, descrito por Carolina Martínez, Diana

Méndez, Esmeralda Palacios e Iván Lara, fue integrado al grupo documental Tierras y registrado en

el Sistema de Descripción Documental. ¡Conoce la información!

“Títulos de labor y ranchos anexos en las jurisdicciones de Huejotzingo y Atlixco que pertene-

cieron a los padres agustinos del convento del Santísimo nombre de Jesús en Manila, Filipinas.”

Fechas: 1613-1802 Fojas: 428.

Alcance y contenido: Libro de traslado con títulos de las haciendas de labor y ranchos

de las jurisdicciones de Huexotzingo y Atlixco que pertenecieron a los padres agustinos del

convento del Santísimo Nombre de Jesús en la Ciudad de Manila, Filipinas. Las haciendas a

las que se hace referencia son Santa María Chiahuac y San Juan Bautista. Algunos de los

pueblos circundantes a dichas haciendas fueron: Santiago, San Simón Tlanicontlán, San Juan

Tepaltepeque y ranchos anexos.

El volumen contiene:

1.- Solicitud de fray Juan de Otero de la orden de San Agustín del hospicio de Santo

Thomas de Villanueva en la ciudad de México, de certifi cación de escritura para poder gozar

de los benefi cios de las haciendas mencionadas y ranchos anexos.

2.- Presentación del cumplimiento de la Real Cédula del 15 de octubre de1754 sobre

el valor de las haciendas que fue ejecutada por fray Antonio Valenzuela, procurador de la

provincia del nombre de Jesús en Filipinas.

3.- Se mencionan asuntos relacionados con el uso productivo de las haciendas de Santa

María Chiahuac que administró el general Juan Dávila Galindo.

4.- Pleitos y litigios por la propiedad de las tierras; presentación de títulos y benefi ciarios;

cuadernos de cancelación de escrituras; cuentas de la producción y distribución de maíz; bienes de

comunidad, disposiciones sobre el empleo de indios de la hacienda de Santa María Chiauac.

Notas: N-empastado. Tiene leve daño de polilla. Fojas en blanco.

Productores: Real Audiencia.

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JOYAS DEL MES 2007

Enero Leyes del Registro Civil (promulgación)

Febrero Constitución de 1917 (90 años de su promulgación)

Marzo

Abril

Octavio Paz (natalicio)

Emiliano Zapata (aniversario luctuoso)

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EXPOSICIONES

2007

Lugar Fecha Tema

Sala de Banderas

Sala David Alfaro Siqueiros

Cúpula

Noviembre-enero

Febrero-marzo

Abril-mayo

Noviembre-enero

Febrero-marzo

Abril-mayo

Noviembre-enero

Tradiciones mexicanas

Escuela Nacional Preparatoria

Emiliano Zapata y el movimientorevolucionario mexicano

Inquisición

Ignacio Avilés. Colección de vistas estereoscópicas

Escuela Nacional Preparatoria

El Indiferente Virreinal

194

PÁGI

NA

WEB

: w

ww

.agn

.gob

.mx

195

Publicaciones

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PUEBLOS EN VILO

Alberto Alvarez Ferrusquía*

En aquel imperio, el arte de la cartografía logró tal perfección que el mapa de una sola

provincia ocupaba toda una ciudad, y el mapa del imperio toda una provincia. Con el tiempo,

esos mapas desmesurados no satisfacieron y los colegios de cartografía levantaron un mapa

del imperio, que tenía el tamaño del imperio y coincidía puntualmente con él. Menos adictas

al estudio de la cartografía, las generaciones siguientes entendieron que ese dilatado mapa

era inútil y no sin impiedad lo entregaron a las inclemencias del sol y de los inviernos. En los

desiertos del oeste perduran despedazados ruinas del mapa, habitados por animales y por

mendigos, en todo el país no hay otra reliquia de las disciplinas geográfi cas.

Jorge Luis Borges, El hacedor, Buenos Aires, Emecé, 1960, p. 103.

197

Cuánto puede mostrar un mapa? En El hacedor, Borges imagina un mapa tan vasto

como el territorio mismo que representa. Tan inmenso como inútil, más espejo que

mapa y por tanto abominable, su destino es el olvido y la destrucción.

¿Cuánto debe mostrar un buen mapa? Tanto como de él exija la mirada del espectador. La

aguda visión de Dorothy Tanck permite que el Atlas ilustrado de los pueblos de indios. Nueva

España, 1800 ,1 muestre tanto el pasado como el presente de las unidades básicas de división

territorial y administrativa del México profundo, ayer coloniales, hoy republicanos, siempre

matria en palabras de Luis González: los pueblos de indios.

El libro consta de tres secciones: Historia, Mapas e Índice.

La Historia comienza con la defi nición del Pueblo de indios: “término legal que se refería

a un asentamiento humano con un gobierno de autoridades indígenas reconocido por el

virrey (...) era una entidad corporativa con personalidad jurídica que se encargaba de la

administración política, fi nanciera y judicial de las localidades de indios”. A diferencia de

lo sucedido en las colonias norteamericanas cuya población india fue desplazada de sus

territorios y confi nada a reservaciones, la Corona española, enfrentada a una demografía

mucho mayor, continuó en cierta medida la disposición política precolombina reconociendo

1 Dorothy Tanck de Estrada, Atlas ilustrado de los pueblos de indios. Nueva España, 1800, México, El Colegio de México-El Colegio Mexiquense-Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas-Fomento Cultural Banamex, 2005, 270 pp. + CD.

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como pueblos de indios a los antiguos señoríos llamados altepetl. Al original nombre indio

se añadió el de un santo patrono estableciéndose así, desde los albores de la Colonia, el

catolicismo como seña de identidad del pueblo. Facilitar la evangelización, hacer efi caz la

recolección de tributo y urbanizar de acuerdo al modelo peninsular fueron las principales

razones para establecer pueblos de indios cuyo consejo gubernativo, conocido como

república de indios y formado por gobernador, alcalde y regidores, se ocupaba de la

recolección de los tributos, la administración de las tierras comunales, la representación legal

frente al gobierno virreinal y la Iglesia, la administración de justicia, la vigilancia del mercado

y la organización de las festividades religiosas, especialmente la dedicada al santo patrón

del pueblo. Así, para el siglo XVIII, el pueblo de indios se defi nía como un lugar con tributarios

indios, con una iglesia consagrada, autoridades indias electas anualmente y una dotación de

tierra inalienable.

La segunda sección, la central del libro, tiene como propósito mostrar en detallados

mapas actuales los pueblos de indios que existían en Nueva España en 1800 cuando 90%

de la población india habitaba pueblos de indios y constituía 60% del total de la demografía

novohispana (cinco y medio millones de habitantes). A dichos mapas se ha sobrepuesto la

antigua división territorial colonial en intendencias y subdelegaciones; se añaden cuadros

estadísticos que establecen tanto el número de pueblos de indios como el número de

indios por cada subdelegación y los totales por intendencia, se muestra así un completo

panorama cartodemográfi co de los pueblos de indios en 1800. Para cada intendencia se

añaden, hasta totalizar decenas, mapas dieciochescos correspondientes a algunos de los

pueblos comprendidos en dicha unidad territorial. Provenientes en su mayoría del Centro

de Información Gráfi ca del Archivo General de la Nación, los mapas coloniales son más

que meras ilustraciones pues, además de su belleza plástica, muestran por sí mismos las

características básicas de los pueblos de indios: la traza cuadricular, la plaza principal, la

iglesia, la casa de comunidad, el hospital, la escuela, las casas, las tierras comunales, los

límites, los caminos.

El Índice lista alfabéticamente los 4,468 pueblos de indios mostrados en el Atlas; para

cada pueblo se presenta el nombre, el santo patrón, la intendencia y subdelegación, la

longitud, latitud y altitud, el número de indios y el número de página donde se encuentra. La

lista de nombres fue construida en su mayoría con información proveniente de once ramos

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coloniales del AGN de los cuales destaca sobre todo la Contaduría General de Propios, Arbitrios

y Bienes de Comunidad, institución establecida en 1766, encargada de vigilar las fi nanzas de las

ciudades y villas de españoles y de los pueblos de indios. La Contaduría se encargó de preparar

“Reglamentos de bienes de comunidad” de los pueblos, documentos que, además de consignar

ingresos y gastos, recabaron también el nombre, ubicación y número de tributarios de cada

pueblo.

Sobrevivientes a catástrofes naturales y humanas propias de nuestra accidentada

geografía e historia -sequías, inundaciones, terremotos, en el primer caso; epidemias, levas,

reformas liberales, litigios agrarios, migración en el segundo-, pueblos en vilo a lo largo de

los siglos, sorprende que la inmensa mayoría (96%) de los antiguos pueblos de indios perdure

en nuestros días, así sea, en algunos casos, como reliquias de lo que alguna vez fueron. De

una adecuada política de desarrollo social depende que las reliquias no se tornen ruinas,

de hacedores de mapas como Dorothy Tanck depende rescatar dichas reliquias del olvido

documental, labor que el Atlas, ejemplo acabado de geografía histórica, cumple a plenitud.

* Historiador

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El Boletín del Archivo General de la Nación, núm. 15,6a época, se terminó de imprimir en

noviembre de 2006 en Talleres Gráfi cos de México.Se tiraron 1000 ejemplares.