15 de Noviembre de 2017, No. 7 agendasettingmx@gmail.comPresidente y Director General: Carlos Ramírez

PRI: crisis terminal

u otros 24 años más

PRI: crisis terminal

u otros 24 años másRESUMEN EJECUTIVO:

A partir de las evidencias de que ha perdido cuando menos dos terceras partes del poder político, institucional y territorial, el PRI asistirá a las elecciones presidenciales, legislativas y estatales de junio del 2018 no sólo con la certeza de la victoria, sino con la confianza de que la fractura opositora

1.- Escenarios sobre el fin del PRI.A partir de 1968, cada sexenio crece, baja y vuelve a crecer el fin histórico del PRI. Pero, a pesar de todos los augurios, el PRI sigue vigente. En el sexenio de Peña Nieto (2012-2018), el PRI ha encabezado hazañas reformadoras con acuerdos con toda la oposición y al mismo tiempo se ha hundido más en el despresti-

Agenda SettingCentro de Estudios Económicos, Políticos y Seguridad, S.A. de C.V.

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gio y la incompetencia. Eso sí, como personaje de Lewis Carroll, el PRI tiene que correr cada vez más aprisa para mantenerse en el mismo lugar.Las cifras electorales han demostrado que el PRI no gana ni pierde elecciones como efecto del voto de repudio ciudadano, sino que ha disminuido apoyos por el crecimiento de la oposición:—Después del significado político, histórico y social del 2 de oc-tubre de 1968, el PRI ganó las elecciones presidenciales de 1970 —con el secretario de Gobernación diazordacista Luis Echeverría Álvarez— con el 84.8% de los votos.—Luego de la crisis social y económica de 1973-1976, el candi-dato priísta José López Portillo —secretario de Hacienda de la

crisis echeverrista— ganó las elecciones con el 92% de los votos, sin candidato panista.—Luego del colapso económico de 1981 y 1982, las devalua-ciones y la inflación, el candidato priísta Miguel de la Madrid —responsable de la política económica colapsada— ganó las elecciones de 1982 con el 71% de los votos.—Con la carga negativa de haber sido el responsable de la políti-ca económica que mantuvo una tasa de 0% de PIB anual prome-dio, Carlos Salinas de Gortari fue el candidato ganador en 1988. Y si perdió veinte puntos respecto a De la Madrid seis años antes, la culpa no fue de la crisis sino de la ruptura de Cuauhtémoc Cárdenas.

—Con el alzamiento zapatista, la crisis económi-ca y los asesinatos, al final el candidato priísta Ernesto Zedillo Ponce de León ganó la presiden-cia con el 48.6% de los votos.—Luego de haber tocado fondo con el tercer sitio electoral en 2006 con apenas el 22.2% de votos, Enrique Peña Nieto recuperó la presiden-cia del PRI con el 38% de los votos, la segunda más baja votación para el ganador porque Fe-lipe Calderón Hinojosa acumuló el 35.9% en el 2006.—Las encuestas del 2018 colocan al PRI en el tercer sitio de preferencias, pero anotando el hecho de que PAN, PRD y PRI aún no tienen candidatos formales y que López Obrador apa-

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recer en el primer sitio de tendencias porque es candidato sin discusión por Morena y porque viene haciendo campaña desde el 2000.En términos generales, el PRI ha tenido cinco etapas electorales:- En las elecciones de 1929, 1934 y 1940, el promedio de votos fue de 95%.- En las elecciones de 1946, 1952, 1958, 1964 y 1970 —el peri-odo largo de estabilidad—, el promedio de votos fue de 83%.- Las elecciones de 1976 fueron atípicas porque el PAN —única oposición real— no presentó candidato y el PRI compitió aliado con el Partido Popular Socialista y el Partido Auténtico de la Rev-olución Mexicana.- Las elecciones de 1982 le dieron al PRI 71% de los votos.- Y el periodo de la crisis 1988, 1994, 2000, 2006 y 2012, el promedio de votos para el PRI fue de 39%, con las derrotas del 2000 y del 2006.El PRI bajó votaciones en 1988 por la candidatura del expriísta Cuauhtémoc Cárdenas, la crisis de 1994, la alternancia en 2000 y 2006 y el regreso del 2012 con un PAN en tercer sitio y López Obrador estancado en un tercio de los votos.

2.- La redistribución del poder.La paradoja que vive el PRI pareciera un desafío al sentido común: a una caída de los votos a su favor de 1976 al 2015, el PRI ha aumentado su capacidad de dominación de la estructura de toma de decisiones. Con el 32% de votos para el PRI en el 2012 —sub-ió a 38% con 6 puntos aportados por su alianza con el Partido

Verde Ecologista de México—, con el 40.6% de bancada en el Senado, el 42.4% de bancada en la Cámara de Diputados y 20 gobernadores (62.5%), el gobierno de Peña Nieto logró el Pacto por México en 2012 y la aprobación de reformas constitucionales que exigieron una mayoría calificada de 67%.Rumbo a las elecciones presidenciales, legislativas federales y nueve gubernaturas, el PRI asiste con posiciones electorales dis-minuidas:- La presidencia con el 32% de los votos.- Catorce de 32 gubernaturas (el 43.7%).- 41% de diputados.- 40.6% de senadores.La caída en la participación del PRI en el poder ha sido constan-te, desde su fundación como Partido Nacional Revolucionario en 1929:- En el periodo populista 1946-1976, la bancada del PRI fue en promedio de 81.7%.- En el periodo neoliberal 1982-1994, la bancada del PRI fue en promedio de 58%.- Y en el periodo de presencia opositora panista y perredista, la bancada del PRI fue de 32.8%.El PRI nació como PNR en 1929, se transformó en Partido de la Revolución Mexicana en 1938 como consecuencia de la re-definición de régimen provocado por la expropiación petrolera y arrancó como PRI en 1946. A lo largo de ochenta y nueve años que se cumplen en marzo de 2018, el PRI ha tenido varias etapas vis a vis la oposición:

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- De 1929 a 1952, el partido del gobierno compitió contra sí mismo: los candidatos opositores fueron miembros de la élite rev-olucionaria: Francisco Serrano y Arnulfo R. Gómez en 1927, José Vasconcelos en 1929, Antonio I. Villarreal en 1934, Juan Andreu Almazán en 1940, Ezequiel Padilla en 1946 y Miguel Henríquez Guzmán en 1952.- De 1958 a 2000 el principal adversario fue el PAN en tránsito de oposición leal (1958-1982) a oposición de alternancia (1988-2018). El PAN ganó las elecciones presidenciales del 2000 y del 2006 y perdió la continuidad en el 2012.- La oposición perredista 1988-2018 (el Frente Democrático de 1988 fue el núcleo del PRD y Morena separado ya del PRD en el 2018) ha estado configurada por expriístas de la Corriente Democrática cardenista que se formó en 1987 y en 1988 se de-sprendió del PRI. El PRD, así, nació en 1989 del registro cedido por el Partido Comunista Mexicano (PCM- Partido Socialista Unificado de México- Partido Mexicano Socialista), pero con la formación expriísta como la más importante.El PRI ha definido su grupo dirigente en función de las fases en el control de su dirección política:- Los revolucionarios de Plutarco Elías Calles a Manuel Ávila Cayascho.- Los políticos de Miguel Alemán (1946) a Luis Echeverría (1976).- Los tecnócratas de Miguel de la Madrid (1982) a Ernesto Ze-dillo (2000).- El PRI en la oposición tuvo tres liderazgos: el de Elba Esther Gordillo como líder del SNTE como la organización obrera más poderosa del 2000 al 2003, el de Roberto Madrazo Pintado del

2002 al 2006 y el de Enrique Peña Nieto desde el gobierno del Estado de México de 2006 al 2018.El PRI ha cambiado de presidente nacional en función de los intereses del presidente en turno de la república:- Plutarco Elías Calles tuvo once presidentes del PRI.- Cárdenas cuatro.- Ávila Camacho uno.- Alemán dos.- Ruiz Cortines dos.- López Mateos uno- Díaz Ordaz tres.- Echeverría también tres.- López Portillo cuatro.- De la Madrid dos.- Salinas de Gortari cinco.- Zedillo seis.- En la oposición hubo seis.- Y Peña Nieto cinco.A pesar del dominio presidencialista, ha habido periodos de re-beldía priísta que llevaron a duras confrontaciones PRI-presiden-te de la república:- Cárdenas mantuvo tres presidentes del PRI callistas y cambió cuando transformó al PNR en PRM.- Díaz Ordaz designó líder del PRI a Carlos A. Madrazo, pero lo relevó duramente en 1965.- Echeverría usó al PRI para la sucesión y provocó la irritación de Jesús Reyes Heroles.- A partir de 1975 el PRI quedó subordinado al presidente de la república.

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En el largo periodo de 1929-2017 —tres fases: PNR, PORM, PRI—, el PRI ha tenido 54 presidentes nacionales, contando con los interinos que cumplieron el requisito de relevos estatutarios; cada presidente del PRI duró poco más de año y medio en el cargo.

3.- “Todos somos priístas…, hasta demostrar lo contrario”.El PRI fue anunciado desde el poder por el presidente Plutarco Elías Calles en la lectura de su IV informe de gobierno. El asesinato del presidente electo Álvaro Obregón había fracturado la precaria unidad entre los jefes revolucionarios por las sospechas entre los generales. Para mantener la unidad en los grupos revolucionarios, el presidente Elías Calles realizó tres jugadas estratégicas:- Anunció que no extendería su periodo presidencial ni se presentaría a la reelección.- Anunció la fundación de un partido que unificara a todos los liderazgos revolucionarios.- Y consolidó el poder binario a través del presidente de la república como el jefe de los revolucionarios y el Partido como su aparato de poder. El 5 de septiembre se reunió con todos los generales, les propuso que ningún militar fuera interino ni constitucional y les pidió el voto de confianza para que él como presidente fuera el operador de la tran-sición de la crisis.El segundo paso constructor del poder superior del partido lo dio Lázaro Cárdenas después de la expropiación petr-olera: transformó el PNR de líderes y jefes de grupos en un partido corporativista sostenido por las cuatro corpo-raciones dominantes del poder: los trabajadores, los cam-pesinos, las organizaciones populares y los militares. Por

obligación, esas clases como grupos de poder pasaron a formar parte del partido. Ahí nació el partido del gobierno como la caja negra del sistema político priísta.Esta organización corporativista —muy parecida a los partidos fascistas de Europa— fue la esencia del poder del PRI como aparato de poder del presidente de la república. En 1970 ocur-rió un inusitado debate en la Universidad de Texas en Austin: a invitación académica, el expresidente Miguel Alemán dialogó con politólogos de México y los EE.UU. Durante el debate re-spetuoso pero sin límites, Alemán tuvo una discusión formal sobre la militancia del PRI —por cierto, Alemán como candi-dato presidencial transformó el PRM cardenista en el PRI en

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enero de 1946— nada menos que con el historiador Daniel Cosío Villegas, que había participado en el ciclo de conferencias sobre el sistema político mexicano, cuyo texto fue el venero que después sería su libro El sistema político mexicano.Cosío Villegas le preguntó a Alemán sobre “uno de los pequeños secretos, de los muchos pequeños y grandes secretos del PRI”: su militancia. Alemán le explicó sobre los sectores y la afiliación en masa. Cosío Villegas le dijo: “usando las cifras que usted da, se llegaría a unos doce millones”. Alemán respondió: “tal vez a quince millones”. Cosío Villegas replicó: “un poco menos; pon-gamos nueve millones”. El debate giró en torno a la militancia del PRI —9-15 millones, sobre 23 millones de electores— en la definición del candidato presidencial del PRI. El dato debe consolidarse: 9 millones era el 39% de lista nominal de electores o 23 millones como el 65%.Eso era antes. Peña Nieto ganó las elecciones con 16 millones de votos de priístas, el 20.5% de la lista nominal y el 13.3% del total de la población mexicana en el 2012. El dato refiere otro detalle: en el Instituto Nacional Electoral el PRI registró en el 2017 nada menos que 5 millones de militantes identificados, apenas el 5.8% de la lista nominal de electores para el 2018,

3.8% del total de la población y el 31% del total de los mil-itantes registrados en el INE por los nueve partidos legales. En el 2012 Peña Nieto fue declarado vencedor con el 38.1% de los votos con el 5.5% de sufragios que le agregó su aliado Partido Verde.Los tiempos en que ser priísta era casi obligatorio ya ter-minaron. Hacia los noventa, se le acredita al politólogo Luis Javier Garrido la frase de que “en México todos somos priístas hasta demostrar lo contrario”, tenía que ver con el hecho de que el modelo educativo oficial era un aparato ideológico del sistema porque educaba para la conciencia priísta. El PRI ganó elecciones en sus tres ciclos —PNR, PRM, PRI— con un promedio de 90%. Francisco Labasti-da perdió las elecciones presidenciales en el 2000 con 36% de los votos y Roberto Madrazo Pintado hundió al PRI en el sótano con 22%.

4.- El PRI modelo Similares, lo mismo pero más barato.El PRI fue, en el pasado, un estado de ánimo, una cultura, una convicción y un pensamiento histórico. El punto de inflexión de la base electoral-política del PRI tuvo que ver con la cancel-

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ación de su función como partido surgido del poder. Cosío Villegas definió en 1972 los tres objetivos del PRI: evitar el desgajamiento de los grupos políticos, establecer un reparto negociado del pod-er y mantener las metas de la Revolución Mexicana. Ese PRI fue liquidado como proyecto histórico en el periodo 1980-1987: la centralización de la designación del candidato presidencial im-puso de manera autoritaria las sucesiones de 1982 y 1988 en la élite tecnocrática, en 1987 Cuauhtémoc Cárdenas y la Corriente Democrática fueron expulsados del PRI y en 1980 el Plan Global de Desarrollo de Miguel de la Madrid-Carlos Salinas de Gortari dieron por terminado el ciclo del proyecto social de la Revolución Mexicana, arrancaron el modelo del mercado por encima del Esta-do y en 1992 Salinas de Gortari fue al PRI a anunciar la exclusión del concepto de Revolución Mexicana de los documentos básicos del PRI y la incorporación de una nueva ideología: el “liberalis-mo social”, un neoliberalismo de mercado con asistencialismo sólo para los más pobres.El corrimiento del PRI del nacionalismo revolucionario al neo-liberalismo salinista implicó una reformulación de objetivos, proyectos e ideas. La privatización del Estado no ocurrió sólo con la venta del sector económico estatal, sino con el final del prin-cipio económico de la equidad social como función del Estado y el traslado del bienestar al mercado, aunque ya no como objetivo sino como efecto secundario y hasta terciario. Si la tasa promedio del PIB con objetivos de distribución de la riqueza fue de 6% promedio anual de 1934 a 1982, en el ciclo tecnocrático salinista esa cifra bajó a 2.2% en 1983-2018. El bienestar social que fue el objetivo central del PRI social 1929-1982 pasó a efecto indirecto

de la actividad económica.La relación bienestar-votación estuvo determinada por el pro-grama social del PRI en el gobierno: de 1929 a 1976 el prome-dio electoral del PRI fue de 90%, contra el 51% en el periodo 1982-2018 y con el dato de que en 2000 y 2006 el PRI perdió las elecciones presidenciales. La menor votación del PRI fue atenuada un poco porque desde 1988 ha habido tres candidatos competitivos —PRI, PAN y PRD—. En todo caso, la oposición PAN o PRD no pudieron capitalizar los votos perdidos por el PRI porque carecieron de una propuesta de bienestar social: el PAN en 2000 y el 2006 enarboló el solidarismo, una bandera social asistencialista que Salinas de Gortari les había arrebatado en 1988 y oficializado como Programa Nacional de Solidaridad. Y el PRD con López Obrador se agotó en programas asisten-cialistas dirigidos a sectores específicos y de alto deterioro social, sin capacidad para ofertarla como política social.Desde una perspectiva práctica, el PRI de deslindó de los secto-res conservadores con los que tenía que negociar y que se pasa-ron al PAN y con los sectores populares que costaban más que los votos que aportaba y que se pasaron al PRD. Desde 1982, el PRI neoliberal con su dirigencia tecnocrática en el gobier-no se ha dedicado a mantener la estabilidad macroeconómica: controlar la inflación a la baja por el lado del salario, del PIB bajo y el recorte del gasto social, sacando de sus prioridades el bienestar social, la justicia y la igualdad. Rumbo al 2018, el país vive una desigualdad reconocida por el Coneval: sólo el 20% de los mexicanos vive en condiciones de no-pobreza y no-margin-ación y el 80% tiene restricciones que afectan su nivel de vida. Y

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los datos de la distribución del ingreso reconfirman la desigualdad social estructural: el 10% de los mexicanos más ricos acapara el 35.4% de los ingresos, en tanto que el 70% de los más pobres tiene el 37.7% de los ingresos; es decir, una minoría de 10% de ricos tiene lo que le toca al 70% de los no-ricos.Al dejar el PRI de representar la bandera de la justicia social, sus votos se redujeron a un tercio.

5.- “PRI no es inmortal sino inmorible”.En 1985 se publicaron dos textos que cantaron el final del PRI: “Hora cumplida”, de Octavio Paz, y “Escenarios sobre el fin del PRI”, de Gabriel Zaid. En ese contexto se ubicó la maldición que lanzó el todopoderoso jefe del sector obrero del PRI, Fidel Velázquez: “a balazos ganamos el poder; a balazos nos lo tienen que quitar”.La capacidad de sobrevivencia del PRI depende de su basa dura —15% de los votos y su base adicional leal de 5%—, pero sobre todo de la fragmentación de la oposición: PRD y PAN de 1989 a 2015 y ahora con Morena como tercera fuerza opositora. Asimis-mo, el PRI tiene garantizados votos de sectores que dependen de programas sociales que el PAN y el PRD no han sabido capitalizar y que el PRD ha comenzado a absorber porque su funcionamiento es igual que el del PRI.La derrota del PRI en la presidencia se logró absorber con su papel

clave como primera minoría legislativa en el 2000 y el 2003; pero el PAN no supo dar el zarpazo final en el 2006 cuando hundió al PRI en el 22.2% del voto presidencial y 24% de ban-cada legislativa —121 legisladores de 500—, permitiendo una sorprendente recuperación legislativa en el 2009 cuando subió a 241 legisladores —48.2%—; en las elecciones de diputados de 2012 y 2015 el PRI mantuvo un promedio de 32%, pero como primera minoría.De ahí la frase de que el PRI no es inmortal porque llegará el momento en que tenga que desaparecer, pero mientras llega esa hora conservará su condición de inmorible.A lo largo de ochenta y ocho años de vida activa —doce de ellos como oposición presidencial—, el PRI ha mantenido su fuerza porque es parte de la estructura del sistema políti-co/régimen de gobierno/Estado constitucional; el PAN en la presidencia, el PRD en la jefatura de gobierno del DF-Ciu-dad de México no han sabido sustituir la estructura priísta de poder ni han cumplido con la tarea de construir nuevas organizaciones corporativas no priístas, y al final de cuentas los dos encontraron el camino fácil de usar esas estructuras priístas para sus propios objetivos, toda vez que en térmi-nos estrictos el PAN y el PRD-Morena han sido alternancia de gobierno pero no alternativa de proyecto de desarrollo y estructura de poder.

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La explicación radica en el hecho de que el PRI es partido político y funciona como tal, pero también tiene tres estructuras adicio-nales: de gobierno, de organización social y de proyecto consti-tucional. En 1969 el priísta Mario Ezcurdia hizo un experimento politológico interesante en su libro Análisis teórico del PRI (Cos-ta-Amic Editores): analizó al PRI con el instrumental de la te-oría de los partidos —Duverger, sobre todo— y no pudo llegar a conclusiones reales porque el PRI en realidad no es un partido político sino un movimiento social, un canal de satisfacciones y un eficaz redistribuidor del poder.Y sobre todo porque el PRI es una cultura, una configuración del inconsciente colectivo y una expresión del pensamiento históri-co de la nación. Mientras no se modifique el modelo educativo histórico, el PRI seguirá forjando conciencias en la educación primaria y secundaria.

6.- Y sin embargo se mueve.El control social, la organización corporativa de las masas, la experiencia de gobierno y su extensión territorial nacional po-drían explicar la permanencia del PRI en el poder. Sin embar-go, el punto central que explica que el PRI siga gobernando en la titularidad del poder y como oposición radica en un hecho central: la ausencia de una oposición alternativa en México, pues el PAN, el PRD y Morena funcionan sobre las estructu-ras priístas del Estado, el Gobierno y la sociedad y se confor-man con la alternancia en niveles de gobierno. El PAN nació

como la oferta ética al PNR de Elías Calles y la corrupción del poder, el PRD y Morena salieron de la Corriente Democrática del PRI. La única oposición real en el México en el periodo 1917-1988 fue el Partido Comunista Mexicano y su oferta socialista-marxista, pero en 1989 le cedió su registro legal al PRD de los priístas cardenistas.Sin una oposición real, el PRI seguirá inmorible y quizá ya con condición de inmortal.

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L a confusión es la característica que marca los actuales procesos internos en los partidos políticos mexicanos. Esto en momentos en que se continua con pugnas inter-

nas para alcanzar la nominación para el 2018.En el caso del Frente Ciudadano por México, la falta de una definición clara en torno al proyecto que enarbolaría dicha alianza, así como la ausencia de precisión respecto a cómo ele-girá a su candidato presidencial ha empezado a provocar enfren-tamientos entre los aspirantes y los dirigentes partidistas.

Tanto Miguel Ángel Mancera como Rafael Moreno Valle han pedido no sólo la definición, sino que ésta sea mediante una elección abierta a la ciudadanía, lo que no conviene a quien tampoco ha definido hasta este momento si participará o no en la contienda interna: Ricardo Anaya Cortés.

Si bien esta circunstancia se ha querido disculpar con el pre-texto de que aún no son los “tiempos”, es precisamente este factor el que podría afectar las posibilidades del Frente en virtud de que conforme pasen los días y no se ofrezcan a la opinión pública certezas en torno al proyecto, a la manera de llevar una verdadera transición, así como la manera de elegir a su abander-ado, los votantes podrían empezar a trasladar sus preferencias a otras opciones políticas.

En lo que respecta al PRI, si bien la disciplina de sus mil-itantes permite que no haya sobresaltos, las distintas versiones que señalan fechas diferentes para el destape de quien será su candidato presidencial, no hacen sino abonar a un escenario en el que faltan certezas y abundan las dudas.

Incluso en la prensa escrita sobresalen las especulaciones no

sólo acerca de la fecha en que se dará a conocer al abander-ado tricolor —el 27 de noviembre, día que coincide con el anuncio de la candidatura de Enrique Peña Nieto o el 12 de diciembre en el marco del inicio de la gira por la Cumbre del Cambio Climático en Europa—, sino también en torno del nombre de quien resultará elegido, pues la baraja –al pare-cer– se ha reducido a sólo cuatro cartas: Aurelio Nuño, José Narro, Miguel Ángel Osorio Chong y José Antonio Meade.

Morena también mantiene un nivel de incertidumbre, no porque no se sepa que López Obrador será el candidato pres-idencial, sino por la manera en que empieza a distanciarse de antiguos aliados, como el caso de Ricardo Monreal, así como los enfrentamientos que se han generado en entidades como Puebla por el nombramiento de los coordinadores —más ad-elante candidatos—, y el efecto que todo esto tendrá en la votación para dicho partido en 2018.

Completa el cuadro lo que sucede en el ámbito de los aspirantes independientes, quienes a poco más de un mes del inicio de la etapa de recolección de firmas, no han logrado reunir las suficientes como para generar confianza en que aparecerán en la boleta electoral.

Fallas en la aplicación del INE, desconfianza de los propios ciudadanos, evidencias de que se carece de estruc-turas, falta de capacitación de los promotores, son parte de la problemática que afecta a los aspirantes a convertirse en candidatos independientes.

Y eso que no hemos llegado al momento de los registros de los precandidatos y el arranque de las precampañas.

LOS PINOS 2018

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La indefinición de AnayaEn medio de este panorama, llama la atención la in-definición del presidente nacional del PAN, Ricardo Anaya, sobre si será o no participante en el proceso interno de su partido —y más tarde, quizá, del Frente Ciudadano—, o si seguirá al frente del blanquiazul para conducir el proceso y la campaña electoral.

En la historia del PAN, ningún presidente en funciones ha buscado —desde dicha posición— con-vertirse en candidato presidencial. A lo más que han llegado los dirigentes azules, ha sido a autonombrarse coordinadores de la bancada en la Cámara de Diputa-dos, como fue el caso de Adolfo Christlieb o Abel Vicencio Tovar, una práctica que se dejó de efectuar desde la década de los años 80. Es por eso que el símil que se usa para tratar de analizar lo que hace Anaya sea lo del PRI de Roberto Madrazo, previo a las elecciones presidenciales de 2006.

Hay varios factores que permiten afirmar que el queretano busca convertirse en el abanderado panista para la contienda de 2018: la continua presentación del dirigente con escenografías en las que resaltan dos palabras: “Ricardo Pres-idente”; la constante aparición en los spots que le corresponden al partido, mismos que han permitido que se dé a conocer entre la ciudadanía y, gracias a esto, aparezca en las encuestas compit-iendo con otros aspirantes, incluso en sondeos en los que aparece en primer lugar de las preferencias; además el hecho de que él es quien controla la estructura del partido, factor fundamental para una elección interna en la que únicamente participen los militantes panistas.

Pero Anaya se esconde detrás del calendario electoral y pospone un anuncio que sólo admite dos posibilidades: admitir que partic-ipará en el proceso interno buscando convertirse en el candidato presidencial del PAN y del Frente —si las negociaciones concretan esta alianza—, o informar que se mantiene al frente de su respons-abilidad como dirigente nacional para coordinar los esfuerzos de su partido en el proceso electoral 2018.

La primera posibilidad ofrece riesgos en el horizonte pani-sta, pues puede ser un factor de división, además de que sería una candidatura débil por los escándalos en los que se ha vis-to envuelto —y los que se presentarán en plena campaña—, además de que le daría la razón a los opositores internos acerca del uso que ha hecho de la estructura partidista en su beneficio.

La segunda podría ayudarle a modificar la percepción que se tiene de él y mejorar su imagen, además de que le permitiría construir a futuro otra posibilidad en su carrera política.

Pero la respuesta a esta interrogante está en la mente del propio Anaya, quien deberá hacer gala de esa inteligencia que se dice posee y demostrar que sus discursos no son parte de un montaje para esconder sus verdaderas ambiciones.

(*) Reporte del Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad. Mtro. Carlos Ramírez, presidente y director general; Lic. Armando Reyes-Vigueras, director de Estudios.

Mtro. Carlos RamírezPresidente y Director General

Centro de Estudios Políticos y de Seguridad Nacional

carlosramirezh@hotmail.com

Lic. José Luis RojasCoordinador General Editorial

joselrojasr@hotmail.com

Lic. Armando Reyes -ViguerasDirector de Estudiosarmando.reyesvigueras@gmail.com

Dr. Rafael Abascal y Macías,Consejo de investigadoresrabascal51@hotmail.com

Lic. Alejandra Sánchez Aragón Diseño

Agenda Setting es una publicación especializada en análisis estratégico editada por el Centro Estudios Económicos, Políticos y Seguridad, S. A. Editor responsable: Carlos Javier Ramírez Hernández. Todos los artículos son de responsabilidad de sus autores. Derechos reservados,

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