Agatha Christie: Los Relojes (SPANISH)

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    LOS RELOJES

    Agatha Christie

    Traduccin: Ramn Margalef Llambrich

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    GUIA DEL LECTOR

    En un orden alfabtico convencional relacionamos a continuacin losprincipales personajes que intervienen en esta obra:

    BECK (Coronel) Jefe de Colin Lamb.

    BLAND (Josaiah): Maestro de obras.BLAND (Seora): Esposa del anterior.

    BRENT (Edna): Compaera de Sheila Webb.

    CRAY (Sargento): Uno de los suboficiales del detective inspectorHardcastle.

    CURRY (R. H.): Supuesto nombre del individuo asesinado.

    CURTIN (Seora): Empleada de limpieza de la seorita Pebmarsh.CURTIN (Ernie): Hijo de la anterior.

    GEORGE: Servidor de Hrcules Poirot.

    GERALDINE: Nia de diez aos de edad.

    GRETEL: Servidora de los McNaugthon.

    HARDCASTLE (Richard): Detective inspector.

    HEAD (Seora): Servidora de los Waterhouse.

    HEMMING (Seora): Una de las vecinas de Wilbraham Crescent.

    INGRID: Servidora de Geraldine.

    JANET: Compaera de Sheila Webb.

    LAMB (Colin): Agente del Servicio Secreto y especialista en biologamartima.

    LAWTON (Ann): Madre de Sheila Webb.LAWTON (Seora): Ta de Sheila Webb.

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    MARTINDALE (K.): Directora del Cavendish Secretarial Bureau.

    MCNAUGHTON (Seora): Una de las vecinas de WilbrahamCrescent.MCNAUGHTON (Angus): Esposo de la anterior.

    PEBMARSH (Millicent): Habitante de la casa nmero 19 deWilbraham Crescent, ciega, profesora de una entidad dedicada a laenseanza de nios invidentes.

    PIERCE (Agente): Uno de los subordinados del detective inspectorHardcastle.

    POIROT (Hrcules): Famoso detective belga.

    RAMSAY (Seora): Una de las vecinas de Wilbraham Crescent.RAMSAY (Bill): Hijo de la anterior.RAMSAY (Ted): Hermano del anterior e hijo de la seora Ramsay.

    RIGG (Doctor): Mdico de la Polica.

    RIVAL (Merlina): Ex actriz.

    SOLOMAN (Seor): Librero de viejo.

    WATERHOUSE (Edith): Una de las vecinas de WilbrahamCrescent.WATERHOUSE (James): Hermano de la anterior.

    WEBB (Sheila): Sobrina de la seora Lawton, empleada deCavendish Secretarial Bureau.

    WEST (Maureen): Una de las compaeras de Sheila Webb.

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    PROLOGO

    La tarde del da 9 de septiembre fue como tantas otras. Ningunade las personas afectadas por los acontecimientos de aquel da

    pudo alegar haber abrigado algn presentimiento anunciador deuna inminente desgracia. (Con la excepcin de la seora Packer,domiciliada en Wilbraham Crescent, nmero 47, quienespecializada en toda clase de presagios, describi con muchaposterioridad a los acontecimientos, las inquietudes ypreocupaciones que habanla asaltado. Ahora bien, la seoraPacker, ocupante, quedaba tan apartada del 19, y se hallaba tanescasamente ligada al suceso ocurrido en esta ltima casa, que notena por qu haberse sentido asaltada por presentimiento deningn tipo.)

    En el Cavendish Secretarial & Typewriting Bureau, cuya directoraera la seorita K. Martindale, el da 9 haba ido desarrollndose alritmo de tantos otros, resultando una rutinaria jornada ms. Sonabade vez en cuando el telfono, trabajaban las chicas en susmquinas respectivas y la labor, en general, vena siendo sostenida,sin excesos, ni por encima ni por debajo de otros muchos dasanteriores. Ninguna de las tareas que se llevaban entre manos eratampoco particularmente interesante; hasta las dos y treinta y cincominutos de la tarde del da 9 de septiembre hubiera podido juzgarseuna jornada ms que iba a pasar sin pena ni gloria.

    A las dos y treinta y cinco minutos son el zumbido delintercomunicador. Llamaba la seorita Martindale y Edna Brent, enla oficina exterior, se apresur a contestar. Su voz sonabaligeramente nasal y un tanto confusa porque al mismo tiempo sepaseaba un caramelo a lo largo de la mandbula.Diga, seorita Martindale...Edna... Eso no es lo que te he enseado. Cuando hables portelfono, o por el intercomunicador, acostmbrate a pronunciar contoda claridad las palabras, procurando que tu respiracin no resulteruidosa.

    Lo siento, seorita Martindale.En cuanto te lo propongas, logrars lo que te he dicho. Dile aSheila Webb que venga a verme.Sali a comer y no ha regresado todava, seorita Martindale.Ah!Frente a la mesa de trabajo de la seorita Martindale haba un reloj.Esta levant la vista hasta l. Eran las dos y treinta y seis minutos.Seis minutos, exactamente, de retraso. Ultimamente, Sheila Webb

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    haba estado descuidando su trabajo.Dile que venga a verme en cuanto llegue.S, seorita.Edna traslad el caramelo al centro de la lengua, chupndolo confruicin. Luego se dispuso a continuar su interrumpida labor. Estaba

    pasando a mquina una novela de Armand Levine que se titulabaAmor al desnudo. Pese al forzado carcter ertico de suspginas, la joven segua el texto con un inters relativo. Lo mismo,en definitiva, les ocurrira a los lectores del seor Levine, pese a losdesvelos de ste. La obra vena a ser una clara demostracin deque no hay nada que sea tan aburrido como la insulsa pornografa.A pesar del seuelo de las sugestivas cubiertas y de losprovocativos ttulos, las ventas de aquel escritor bajaban ao trasao y la ltima factura, correspondiente a diversos trabajos demecanografa, le haba sido enviada por tres veces, sin que el

    cobrador lograra nada positivo.Abrise la puerta, entrando en el local Sheila Webb, respirando algoagitadamente.Sandy Cat1 ha preguntado por ti le notific Edna.Sheila Webb hizo una mueca.Qu suerte la ma! Un da que llego tarde! La joven se alis loscabellos, cogi un bloc y un lpiz y llam al despacho de ladirectora.La seorita Martindale levant la vista. Era una mujer de cuarenta ytantos aos de edad, de aire seguro y vivos modales. Por sus

    rojizos cabellos y el hecho de ser Katherine su nombre de pila, laschicas que tena a sus rdenes la designaban, secretamente entreellas, desde luego, con el apodo de Sandy Cat.Se ha retrasado usted, seorita Webb.Lo siento, seorita Martindale. Se ha producido unembotellamiento en el trfico cuando regresaba.A esta hora del da esa clase de incidentes se repiten con muchafrecuencia la seorita Martindale seal con un movimiento decabeza un bloc que tena sobre la mesa. Ha telefoneado una talseorita Pebmarsh. Necesita una taqugrafa a las tres. Se ha

    interesado por usted especialmente. Ha trabajado con ella enalguna otra ocasin?No recuerdo, seorita Martindale. Ultimamente, no, desde luego.Las seas son: Wilbraham Crescent, nmero 19. La seoritaMartindale hizo ahora un gesto de interrogacin. Sheila Webb movila cabeza, denegando.No me acuerdo de haber estado ah...

    1Sandy, bermejo, rojizo. Cat, gata, abreviatura y deformacin de Katherine. (N. del T.)

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    Su interlocutora consult el reloj.A las tres. No le ser difcil atender esa llamada. Tena ustedalguna cita esta tarde? Ah, s! la seorita Martindale ech unvistazo a su bloc de apuntes. La del profesor Purdy, en elCurlew Hotel. A las cinco. Antes de esta hora usted habr vuelto.

    De no ser as enviar a Janet.La directora hizo un gesto de despedida y Sheila regres a laoficina.Algo de inters, Sheila?Bah! Lo de todos los das. Una vieja que ha llamado desdeWilbraham Crescent... Y a las cinco el profesor Purdy. Ya me figurolo que me espera, con sus interminables series de nombresrelativos a la Arqueologa. Uf! Qu ganas tengo ya de que mesuceda algo emocionante, que me saque de la rutina cotidiana!Abrise la puerta del despacho de la seorita Martindale.

    Olvidaba las instrucciones que me dieron al llamar, Sheila. Lashaba anotado aqu. Si al llegar usted a la casa comprueba que laseorita Pebmarsh no ha regresado an, entre. Ver que la puertano est cerrada con llave. Espere en la habitacin situada a laderecha del vestbulo. Se acordar de todo o quiere que se loescriba?No lo olvidar, seorita.La directora volvi a penetrar en su despacho. Edna Brentrebusc bajo su silla, de donde extrajo un zapato de un colorbastante chilln y el afilado tacn que se haba desprendido del

    mismo.Cmo voy a regresar ahora a casa? gimi la joven.Oh, Edna! Deja ya de quejarte, por favor... Ya pensaremos enalgo dijo una de las chicas reanudando su trabajo.Edna suspir, poniendo en la mquina otra hoja del papel: Eldeseo le dominaba... Con dedos temblorosos desgarr la frgil telaque cubra sus senos, forzndola a...Maldita sea! Ya me he equivocado murmur Edna, buscandoencima de la mesa su goma de borrar.Sheila cogi su bolso y sali.

    Wilbraham Crescent era una fantasa en piedra, obra de unconstructor victoriano, del 1880 y pico. Y adoptaba la forma de unamedia luna, hallndose constituida por casas dobles con susjardines respectivos, orientadas en sentido contrario. Tal disposicinsupona para las gentes ajenas a la localidad una fuente deconsiderables dificultades. Aquellos que llegaban por la parteexterior eran incapaces de localizar los nmeros bajos y los que

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    visitaban primero el lado opuesto se quedaban desconcertados alintentar hallar los altos. Las viviendas ofrecan un aspectoimpecable, digno, contando las fachadas con artsticos adornos. Lamodernizacin apenas las haba afectado, esto es, por lo queafectaba a lo que se vea desde la calle. Las cocinas y los cuartos

    de bao haban sido las primeras piezas de aquellas casas queconocieran los fuertes aires el vendaval, mejor dicho, delcambio.Nada de particular presentaba la vivienda que ostentaba encima dela entrada el nmero 19. Las cortinas de las ventanas veanse muylimpias; el tirador de latn de la puerta brillaba; el sendero queconduca a la entrada principal hallbase bordeado de rosales.Sheila Webb abri la primera puerta y despus de cubrir la pequeadistancia que le separaba de la otra, oprimi el botn del timbre.Nadie contest a su llamada y tras aguardar prudentemente un

    minuto o dos, se decidi a obrar de acuerdo con las instruccionesque le haban dado. La puerta qued abierta y ella penetr en lacasa. La correspondiente a la derecha del vestbulo estabaentornada. Llam con los nudillos y esper un momento,penetrando seguidamente en la habitacin. Encontrse con unagradable cuarto de estar, excesivamente recargado de muebles,quiz, para el gusto moderno. Lo que ms le llam la atencin fue elnmero de relojes que descubri all... Oy el tictac de un reloj decaja en un rincn; sobre la repisa de la chimenea haba otro deporcelana de Dresden; un pupitre contaba con uno de plata; en un

    juguetero admir un ejemplar menudo, de gran fantasa, dorado;sobre una mesa vio otro en su estuche de cuero, de matiz algodesvado, una pieza de utilidad para el viaje. En uno de sus ladosaparecan unas desgastadas letras doradas, componiendo unnombre: Rosemary.Sheila Webb consult el reloj del pupitre, no pudiendo evitar ungesto de sorpresa. Marcaba las cuatro y diez minutos,aproximadamente. Su mirada se pos en el ejemplar de la repisa dela chimenea. Sus manecillas sealaban la misma hora.La joven experiment un enorme sobresalto al or por encima de su

    cabeza un levsimo susurro metlico seguido de un golpe seco. Porla puertecilla de la caja, artsticamente labrada, de un reloj decuclillo, abierta de pronto, sali el clsico pajarito... Cuc! Cuc!Cuc! En estas notas pareca haber un acento de amenaza. Elanimalito desapareci, cerrndose la portezuela bruscamente.Sheila Webb sonri dbilmente y mir a su alrededor, fijando luegola vista de un modo distrado en un extremo del sof que quedabano muy lejos de ella. Y fue entonces cuando, repentinamente, se

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    qued inmvil, irguindose poco a poco despus, estremecida.Tendido en el suelo, acababa de distinguir el cuerpo de un hombre.Tenia ste los ojos entreabiertos, unos ojos que, evidentemente,miraban sin ver. Frente a aqul, que vesta un traje gris oscuro,divis una hmeda mancha negruzca. Mecnicamente, Sheila se

    agach, acercndose al cadver para tocar sus mejillas, fras, unade sus manos... A continuacin roz con las yemas de los dedos lamisma mancha, retirando apresuradamente el brazo, sin apartar unmomento la vista del cuerpo innime, horrorizada...En aquel preciso instante oy el ruido de una puerta fuera,volviendo la cabeza rpidamente hacia la ventana. Vio la figura deuna mujer caminando por el sendero, con cierta prisa. Sheila tragsaliva... Tena la garganta completamente seca. Permaneci quieta,como enraizada al suelo, incapaz de moverse, de gritar, mirandohacia delante.

    Abrise la puerta y entr en la casa una mujer alta de algunos aosya, portadora de un gran bolso, del tipo de los que se usanhabitualmente para ir de compras. Sus ondulados cabellos tenanmuchas hebras grises. La recin llegada los llevaba recogidos haciaatrs. Sus ojos eran grandes, hermosamente azules. La mirada dela mujer pas sobre Sheila, sin ver la duea de aqullos a la joven.De la boca de sta sali un inarticulado sonido. Aquellos ojos azulesse volvieron en direccin a Sheila, buscndola. La mujer inquiricon brusquedad:Quin anda por ah?

    Yo... Es que...La joven se interrumpi, asustada, al ver que la otra se dispona aacercarse a ella pasando por detrs del sof. Y entonces lanz ungrito.No... no se mueva... Tropezar con... Y l... l est muerto...

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    CAPITULO I

    Relato de Colin Lamb

    Para decirlo en trminos policacos: a las dos y cincuenta y nueveminutos, el da 9 de septiembre, yo me deslizaba a lo largo deWilbraham Crescent, encaminndome al Oeste. Era la primera vezque visitaba aquel lugar, y francamente, Wilbraham Crescentconsigui desconcertarme.Me haba estado dejando gobernar por una corazonada, tanto mspersistente cuanto menos probables oportunidades me ofrecaaqulla, al correr de los das, de conducirme a resultados prcticos.No lo puedo remediar. Yo soy as.

    El nmero que deseaba yo hallar era el 61. Dara con l al fin? No.Me sera imposible. Habiendo seguido aplicadamente los nmerosque iban del 1 al 28 no logr otra cosa que alcanzar el otro extremode Wilbraham Crescent. Una va bautizada con el nombre deAlbany Road obstaculizaba mi camino. Volv sobre mis pasos. Porla parte norte no haba ninguna casa; un muro tan slo. Al otro ladode ste se elevaban varios bloques de modernos pisos, a los cualesse entraba, bien claro se vea, por otra carretera. Nada haba quehacer por all.Levant la vista hacia los nmeros de las casas frente a las cuales

    estaba pasando en aquellos momentos: 24, 23, 22, 21, DianaLodge (presumiblemente el 20, con un gato color naranjapasndose las manos por el hocico, en la parte de la valla), el 19...La puerta de la casa que tena este nmero se abriinopinadamente y por ella sali corriendo, en direccin al sendero,una muchacha que daba la impresin de ser impulsada por uncohete. Su semejanza con ste apareca realzada por el prolongadochillido que acompaaba su avance. Era un alarido agudo,ensordecedor, singularmente inhumano. A la altura de la puertaexterior la joven se me ech encima, con tal violencia que

    estuvimos a punto de rodar los dos por el suelo. Pero no fue slo eltropezn... La chica se aferr desesperadamente a mis brazos,poseda de un loco frenes.Quieta le dije cuando consegu recuperar el equilibrio.sacudindola ligeramente. Vamos, sernese.La joven obedeci. Continuaba agarrada a m, pero haba cesadode gritar. Abra la boca angustiada, sollozando ahogadamente.No puedo decir que mi reaccin fue muy brillante. Le pregunt si le

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    ocurra algo. Reconociendo que mi pregunta era obvia, quiseenmendarla.Qu le ocurre?La muchacha hizo una profunda inspiracin.All! All! exclam sealando hacia la casa.

    Siga, siga...Hay un hombre tendido en el suelo... muerto... La mujer iba atropezar con l.Quin era? Por qu iba a tropezar con l?Creo, creo que es ciega. Y ese hombre tiene las ropasmanchadas de sangre.La joven fij la mirada en su vestido, soltando uno de mis brazos.Tambin hay manchas de sangre en mi vestido aadi.En efecto yo mismo acababa de advertir algo raro en una delas mangas de mi chaqueta. Ahora yo me encuentro en ese caso.

    Fjese... suspir, procurando considerar la situacin con frialdadSer mejor que me lleve ah dentro, que me ensee...Pero ella comenz a temblar de nuevo.No puedo, no puedo... No volver a entrar ah.Tal vez ese proceder sea el ms sensato.Mir a mi alrededor. No descubr ningn sitio adecuado para dejar auna chica que estaba a punto de desmayarse. La depositsuavemente en el suelo, colocndola con la espalda apoyada en loshierros de la pequea cerca.Qudese ah hasta que yo vuelva. No tardar mucho. No se

    mueva. No le pasar nada. Inclnese hacia delante. Descanse lacabeza sobre las rodillas si siente algo raro.Creo... creo que me encuentro mejor ya.No pareca muy convencida, sin embargo. Yo no quise prolongarms tiempo aquella conversacin. Procur tranquilizarla dndoleunas palmaditas de consuelo en un hombro y me dirig hacia laentrada de la casa. Cruc el umbral, vacilando un momento al llegaral vestbulo. Me asom a una habitacin que quedaba a la izquierday result ser el comedor, vaco en aquellos instantes, pasandoluego al cuarto opuesto... .

    Lo primero que vi fue una mujer ya entrada en aos, de grisescabellos, quien se encontraba sentada en una silla. Aqulla volvi lacabeza con rapidez al entrar yo.Quin es?Me di cuenta inmediatamente de que la mujer era ciega. Sus ojos,que parecan mirarme a m, se hallaban en realidad orientadoshacia mi oreja izquierda.No anduve con rodeos.

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    De esta casa sali hace unos minutos una joven gritando. Measegur que haba visto el cadver de un hombre.Mis palabras, not, parecan absurdas... No era posible que all, enaquella aseada habitacin, donde se encontraba una mujer, serena,tranquilamente sentada en una silla, hubiera ningn cadver.

    Contempl la figura de la desconocida, con las manos plegadassobre el regazo, poseda de una extraa calma. Pero su respuestano se hizo esperar.Detrs del sof manifest.Me desplac unos centmetros en aquella direccin. Y entonces vial hombre... Tena los brazos extendidos. Sus vidriosos ojos dabanla impresin de estar contemplando el charco de sangre...Cmo ha pasado esto?Lo ignoro.Pero, seguramente... De quin se trata?

    No tengo la menor idea.Debemos llamar a la polica ech un vistazo en torno a m.Dnde para el telfono?No tengo telfono.Me acerqu a mi lacnica interlocutora.Vive usted aqu? Es sta su casa?-S.Quiere referirme lo sucedido?Desde luego. Regresaba de hacer unas compras... fij la vistaenel gran bolso que haba sobre una de las sillas situadas junto a lapuerta. Entr en la casa... Me di cuenta de que haba alguienaqu. Los ciegos advertimos fcilmente estas cosas. Hice unapregunta en voz alta... No o otra cosa que la agitada respiracin deuna persona. Me dirig hacia ella... Luego percib un grito. Alguienme habl de un cadver, de que iba a tropezar con l... Acontinuacin el grito de antes se perdi ms all de estas paredes.Asent. Los relatos de las dos mujeres coincidan.Qu hizo usted despus?Avanc cuidadosamente, hasta que mis pies hallaron unobstculo.

    Y luego?Me arrodill. Mi mano entr en contacto con otra, perteneciente aun hombre. Estaba fra... Tante intilmente sus muecas, en buscadel pulso... Me levant, sentndome en esta silla, esperando.Alguien se acercara a la casa. La joven, quienquiera que fuese,dara la voz de alarma, pens. Me dije que sera mejor que noabandonara la casa.Me dej profundamente impresionado la extraordinaria calma de

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    aquella mujer. No haba gritado a impulsos del miedo, ni echado acorrer por la casa, presa del pnico, un pnico muy explicableadems. Haba decidido esperar, sencillamente. Era esto tambin loms sensato, pero de todos modos tena que haberse esforzadomucho para contenerse.

    Quin es usted? me pregunt.Me llamo Colin Lamb. Pasaba por aqu casualmente.Dnde se encuentra la joven?La dej junto a la puerta exterior. Se halla an bajo los efectos dela tremenda impresin sufrida. Cul es el telfono ms prximo aesta casa?Hay una cabina pblica a unos cincuenta metros de la entrada, alvolver la esquina de la calle, justamente.Es cierto. Recuerdo haber pasado ante ella. Ir all. He de llamara la polica. Se...

    Vacil. Iba a preguntarle: Se queda usted aqu, entretanto?, oNo le importa continuar esperando en esta habitacin?La mujer se relev de la obligacin de pronunciar una de esas dosfrases.Sera mejor que hiciera entrar a esa chica opin, decidida.No s s querr.No hay por qu hacerla pasar a esta habitacin. Instlela en elcomedor, al otro lado del vestbulo. Dgale que voy a hacer un pocode t.La mujer se levant acercndose a m.

    Pero..., podr usted...?Una dbil sonrisa flot unos segundos en aquel rostro.Mi querido joven: llevo haciendo mis comidas catorce aos,desde que me traslad a esta casa. El ciego no tiene por qu ser undesvalido.Lo siento. Dije una estupidez. Tal vez fuera conveniente que mediera a conocer su nombre...Millicent Pebmarsh... Seorita...Sal de la casa. Junto a la ltima puerta la joven levant la vista a millegada, haciendo un esfuerzo para ponerse en pie.

    Me parece que estoy ya casi bien...La ayud, contestndole animoso:Casi?Haba... haba un hombre muerto ah dentro, verdad?Asent.Desde luego. Me dirijo a la cabina telefnica para dar cuenta delhecho a la polica. En su lugar yo preferira esperar dentro de lacasa levant la voz para atajar su protesta. Entre en el

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    comedor... Queda a la izquierda del vestbulo. La seoritaPebmarsh le est haciendo una taza de t.As pues, sa era la seorita Pebmarsh, no? Es ciega, verdad?S. La cosa le ha producido tambin a ella una impresin enorme.Pero es una mujer extraordinariamente sensata. Vamos. La

    acompaar. Mientras aguardamos la llegada de la polica, una tazade t le sentar magnficamenteLe pas uno de mis brazos por los hombros, incitndola a queechara a andar por el sendero. Unos segundos despus se hallabaconfortablemente acomodada en el comedor de la casa y yo ech acorrer en busca del telfono.

    * * * *

    Una voz impersonal dijo:

    Seccin de Polica de Crowdean.Podra hablar con el Detective Inspector Hardcastle?La voz respondi, cautelosamente:Ignoro si se encuentra aqu. Quin est al aparato?Dgale que soy Colin Lamb.Un momento, por favor.Esper. En seguida lleg a mis odos la voz de Dick Hardcastle.Colin? No te esperaba an... Dnde ests?En Crowdean. Concretamente en Wilbraham Crescent. En elnmero 19 hay un hombre muerto tendido en el suelo. Creo que ha

    sido apualado. Debi morir hace una media hora,aproximadamente.Quin encontr el cadver? T?No. Yo slo era en aquellos instantes un inocente transente.Una muchacha que sala de una de las casas de por aqu con lavelocidad de un rayo se me ech encima. Estuvo a punto dederribarme. Muy nerviosa, casi sin poder hablar, me comunic quehaba visto el cadver de un hombre y que una mujer ciega iba atropezar con l.Bueno, Colin, no querrs tomarme el pelo, verdad?

    La voz de Dick era ahora de desconfianza.Admito que la cosa suena a fantasa, Dick; pero lo cierto es quetodo ocurri tal como acabo de explicrtelo. La mujer ciega es laseorita Millicent Pebmarsh, la duea de la casa.E iba a tropezar con el cadver... Cmo pudo ser eso?Por el hecho de ser ciega parece ser que no se haba dadocuenta, que no saba que el cadver estaba all. Pondr la maquinaria policaca en funcionamiento. Esprame

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    ah. Quhas hecho con la chica?La seorita Pebmarsh le est preparando una taza de t.El comentario de Dick fue que todo pareca all muy tranquilo, muysereno y hasta hogareo... .

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    CAPITULO II

    En el nmero 19 de Wilbraham Crescent la maquinaria de la leyhaba comenzado a funcionar. Encontrbanse all un mdico, un

    fotgrafo, el especialista en huellas digitales... Todos se movaneficientemente de un lado para otro, concentrados en sus tareasrespectivas.Finalmente lleg el Detective Inspector Hardcastle, un hombre alto,de rostro severo, sobre cuyos ojos campeaban unas expresivascejas. Deseaba comprobar si cada una de las piezas delcomplicado mecanismo funcionaba bien, si todo se iba haciendoadecuadamente. Ech un ltimo vistazo al cadver, intercambiunas breves palabras con el mdico, un forense del serviciopolicaco, y pas al comedor, donde se hallaban reunidas tres

    personas ante sendas tazas de t ya vacas: la seorita Pebmarsh,Colin Lamb y una joven de espigada figura y rizados cabelloscastaos, de ojos inmensamente grandes y atemorizados. Muylinda, pens el inspector entra parntesis. Se present a laseorita Pebmarsh.Soy el Detective Inspector Hardcastle.Algo saba acerca de la seorita Pebmarsh, si bien en el terrenoprofesional sus caminos no se haban cruzado nunca. Habala vistoalgunas veces. Tratbase de una maestra de escuela quien habaconseguido un empleo relacionado con la enseanza del sistema

    Braille en el Aaronberg Institute, que acoga a muchas criaturasprivadas del sentido de la vista. Quedaba absolutamente fuera de lonormal que su impecable casa hubiese sido escenario de uncrimen... Ahora bien, las cosas improbables se dan en la vida conms frecuencia de la que uno deseara.Esto, seorita Pebmarsh, debe haber constituido una experienciaterrible para usted dijo Hardcastle. Tiene que haberle causadouna impresin tremenda, forzosamente. Lo que yo necesito ahoraes un relato escueto de los hechos, por el orden en que sucedieronstos. Tengo entendido que fue la seorita... Hardcastle ech una

    rpida mirada a su bloc de notas, Sheila Webb quien realmentedescubri el cadver. Si usted me lo permite, seorita Pebmarsh,me ir con esta joven a la cocina. As podr charlar con ellatranquilamente.El inspector abri la puerta que pona en comunicacin el comedorcon la cocina, aguardando a que la chica pasara ante l. Dentro deaquella pequea dependencia se encontraba ya un agente, quienescriba apoyado en una mesita cuyo tablero era de frmica.

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    Esta silla parece bastante cmoda dijo Hardcastle, ofreciendo aSheila Webb una versin moderna de una silla estilo Windsor.La chica, todava muy nerviosa, tom asiento, observando al policacon sus grandes y asustados ojos.Hardcastle estuvo a punto de decirle. No tengas miedo, hijita, que

    no voy a comerte. Pero, naturalmente, se contuvo, concentrndosede un modo exclusivo en el interrogatorio oficial.No tiene usted por qu estar preocupada. Ye he dicho que lonico que deseo es hacerme con un relato claro de lo sucedido.Veamos... Se llama usted Sheila Webb. Vive en...?Palmerston Road, nmero 14... Detrs de la fbrica de gas.S, ya s. Supongo que trabaja usted en algn sitio,En efecto. Soy taquimecangrafa. Trabajo en el SecretarialBureau, de la seorita Martindale.La razn social completa es Cavendish Secretarial & Typewriting

    Bureau, verdad?As es.Y cunto tiempo hace que trabaja usted para esa firma?Estoy all desde hace un ao aproximadamente. Bueno, unosdiez meses, para concretar ms.Entendido. Ahora explqueme cmo el venir aqu, al nmerodiecinueve de Wilbraham Crescent, hoy.Se lo dir en seguida, s, seor Sheila Webb parecaexpresarse en aquellos instantes con menos nerviosismo. Laseorita Pebmarsh llam al Bureau por telfono, solicitando los

    servicios de una taqugrafa para las tres. Al regresar a la oficina,despus de la comida de medioda, la seorita Martindale mecomunic el recado.Esa vena a ser una de tantas cosas como se presentan duranteel da, verdad? Quiero decir que era lo normal... Le dieron elrecado porque era usted la siguiente en una supuesta lista...?Bueno, es que yo ignoro su forma habitual de distribuirse eltrabajo...Fui la designada yo porque la seorita Pebmarsh pregunt porm, sealando que deba ser Sheila Webb quien fuera a su casa.

    La seorita Pebmarsh pidi que la enviaran a usted? ---las cejasde Hardcastle subrayaron aquella circunstancia. Ah, bien! Yacomprendo. Haba trabajado usted para ella en otra ocasinanterior, verdad?No respondi Sheila, rpidamente,Que no? Est segura de lo que dice?S que lo estoy. La seorita Pebmarsh no es una de esaspersonas de las cuales una se olvida fcilmente. Eso s que resulta

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    extrao, no le parece?Y tanto! Bueno, dejemos tal hecho a un lado, de momento. Aqu hora lleg usted aqu?Tuvo que ser antes de las tres porque el reloj de cuclillo... Sheila se interrumpi de pronto. Qu raro! De veras que es

    rarsimo sus hermosos ojos se haban dilatado. No llegu adarme cuenta de ello en el momento preciso...De qu no se dio usted cuenta, seorita Webb? Pues... de los relojes. Fjese: el cuclillo dio las tres cuando debaser esta hora. En cambio los otros marchaban adelantados en msde sesenta minutos. No le parece extrao?Lo es convino el inspector. Dgame: en qu momentodescubri el cadver?En el instante en que me dispona a pasar por detrs del sof..S... all estaba... l... Fue terrible, terrible.

    La comprendo perfectamente. Reconoci usted al hombre? Lehaba visto con anterioridad?Oh, no!Est segura de lo que dice? Tenga presente que su aspectopoda diferir bastante del habitual en l. Piense, piense... Estsegura de no haber visto antes a ese hombre?Completamente segura.Est bien. No hablemos ms de eso. Qu hizo usted luego?Qu hice luego?S.

    Pues... nada, nada en absoluto. No hubiera podido...No toc el cadver?S... s... Para ver... slo para ver... s... Pero aquel cuerpo estabafro... y yo... me manch la mano de sangre. Oh! Fue espantoso...Tenia los dedos cubiertos de una sustancia espesa y pegajosa.Sheila Webb comenz a temblar.Vamos, vamos, clmese dijo Hardcastle, cortsmente. Todopas ya. Olvdese de esa sangre. Vayamos a lo siguiente. Qusucedi despus?No s... Ah, s! Ella entr en la casa.

    Se refiere a la seorita Pebmarsh?En efecto. Claro que yo no pens entonces que pudiera tratarsede la misma. Entr con su gran cestoen una mano.La joven haba aludido a aqul recalcando mucho las palabras,como si fuese un elemento incongruente, fuera de lugar, en elcuadro que estaba intentando reconstruir de la mano del inspector.Y qu dijo usted entonces?No s si llegu a hablar... Intent hacerlo, pero me fue imposible.

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    Senta un ahogo tremendo.Sheila se llev una mano a la garganta y el inspector asinti:Y luego... ella pregunt: Quin anda por ah? Nada mspronunciar esta frase fue a deslizarse por detrs del sof y yopens... pens... que iba a tropezarse con aquello. Y grit... Y

    despus no pude dejar de continuar gritando. No s por qu salcorriendo de la habitacin, de la casa...Igual que un cohete apunt el inspector, recordando ladescripcin de Colin.Sheila Webb le mir pensativa, diciendo un tanto inesperadamente:Lo siento, inspector.No tiene usted que preocuparse. Ha compuesto un relato muycompleto de los hechos que con su persona guardan relacin. Dejede pensar en todo esto ahora. Ah! Se me ocurre una pregunta.Por qu se encontraba usted en el cuarto de estar?

    Por qu...? inquiri la joven, perpleja.S. Usted lleg aqu posiblemente con unos minutos deanticipacin a la hora sealada. Me imagino que pulsara el botndel timbre. No habindole contestado nadie, por qu entr?Oh! Porque sas fueron las instrucciones que me dieron.Dictadas, por quin?Por la seorita Pebmarsh.Pero... Yo cre que entre ustedes dos no se haba cruzado unasola palabra.Y no est equivocado. Ella habl con la seorita Martindale... Yo

    debera entrar en la casa y esperar en el cuarto de estar, que sehalla en la parte derecha del vestbulo.Hardcastle se qued pensativo. Sheila Webb le pregunttmidamente.Es... eso todo, inspector?Me parece que s. Le agradecera que aguardara aqu diezminutos ms por si surge algo nuevo y tengo necesidad deformularle varias preguntas ms. Despus la enviar a su casa enun coche de la polica. Vive usted con sus familiares?Mis padres murieron ya. Yo vivo con una ta.

    Su nombre?La seora Lawton.El inspector se puso en pie, tendiendo su mano a la chica.Muchas gracias, seorita Webb dijo. Intente descansar estanoche. Lo necesita despus de las emociones sufridas hoy.La joven sonri dbilmente en el momento de deslizarse dentro delcomedor.Cuida de la seorita Webb, Colin dijo el inspector. Ahora,

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    seorita Pebmarsh, tendra usted inconveniente en pasar aqu?Hardcastle haba alargado una mano para guiar a la seoritaPebmarsh, pero sta avanz resueltamente ante l, busc a tientasuna silla que haba arrimada a la pared, la separ unos centmetrosde sta y se sent. El inspector cerr la puerta. Antes de que llegara

    a pronunciar una palabra, Millicent Pebmarsh inquiri bruscamente:Quin es ese joven?Colin Lamb es su nombre.Eso me dijo, pero, quin es? Por qu se encuentra aqu enesta casa?Hardcastle contempl unos instantes a la ciega, un tantosorprendido.Pasaba casualmente por la calle cuando la seorita Webb salicorriendo, dando gritos... Despus de entrar aqu y ver lo que habasucedido nos telefone. Yo mismo le ped que no se marchara.

    Se ha dirigido a l llamndole, simplemente, Colin.Es usted una buena observadora, seorita Pebmarsh. Observadora? Qu difcilmente encajaba en aquel caso talpalabra! Y, sin embargo, al mismo tiempo, no haba ninguna otraque cuadrara mejor. Colin Lamb es amigo mo. He de aadir quehacia tiempo que no le vea. Hardcastle aadi: Se trata de unespecialista en biologa marina.Ah, s?Bueno, seorita Pebmarsh, me sentira muy satisfecho si ustedpudiera referirme algo con relacin a este sorprendente asunto.

    Lo har de buena gana. No obstante, poco es lo que puedocontarle.Creo que hace ya tiempo que reside usted aqu, no?Desde el ao mil novecientos cincuenta. Yo soy... era... maestra.Cuando mi mdico me comunic que todo cuanto probara a hacerpor salvarme la vista, cada vez ms dbil, resultara en balde, meafan por especializarme en el sistema Braille y en diversastcnicas ms proyectadas para ayudar a los ciegos. Actualmentetrabajo en el Aaronberg Institute, que acoge a los nios ciegos ocon taras de otra ndole.

    Gracias por su informacin. Pasemos a examinar losacontecimientos de esta tarde. Esperaba usted alguna visita hoy?No.Le leer una descripcin del hombre muerto. Quiz le sugiera laimagen de alguna persona conocida. Altura: 1,73 a 1,75; edad: 60aos, aproximadamente; cabellos: oscuros tirando a grises; ojoscastaos, rostro completamente afeitado, de rasgos regulares,mandbula firme... Bien constituido, sin exceso de grasas. Traje gris

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    oscuro, manos perfectamente conservadas. Podra ser unempleado de banca, un contable, un abogado o un individuo queejerciera una profesin liberal, de un tipo u otro. Puede ustedlocalizar con los datos anteriores a un hombre por el estilo entre susamistades?

    Millicent Pebmarsh reflexion detenidamente antes de contestar.Es difcil pronunciarse en un sentido u otro. Por supuesto, esadescripcin fija unos lmites muy amplios. Se adaptara a un sinfnde personas. Tal vez haya visto a ese hombre en alguna ocasin,pero jams podra estar segura de ello.No ha recibido usted ltimamente ninguna carta, anuncindoleuna visita?Con toda certeza que no.Perfectamente. Usted telefone al Cavendish SecretarialBureau solicitando los servicios de una taqugrafa y...

    Millicent Pebmarsh interrumpi al inspector.Perdone. Yo no hice nada de eso.Que usted notelefone al Cavendish Secretarial Bureau parapedir...?Hardcastle escrut atentamente la faz de la seorita Pebmarsh.No hay telfono en la casa.Al final de la calle hay una cabina de servicio pblico seapresur a puntualizar el inspector Hardcastle.S, ya lo s. Mire... Puedo asegurarle, inspector, que en ningninstante he tenido necesidad de disponer de una taqugrafa y que,

    por tanto, no, se lo repito,no

    telefone a esa firma que acaba ustedde mencionar.No se interes usted especialmente por la seorita SheilaWebb?Jams o tal nombre antes de hoy.Hardcastle, asombrado, mir atentamente a su interlocutora.No cerr usted la puerta principal de la casa con llave...Es una cosa que hago con gran frecuencia durante el da.Cualquiera podra entrar.Eso es precisamente lo que parece haber ocurrido en el presente

    caso manifest la seorita Pebmarsh secamente.Seorita Pebmarsh, ese hombre, de acuerdo con el testimonio delforense, muri aproximadamente, entre la 1:30 y las 2:45. Dndese encontraba usted entonces?Millicent Pebmarsh reflexion.A la 1:30 deba estar disponindome a abandonar la casa si esque no me haba ido ya. Tena que comprar algunas cosas.Puede decirme exactamente a dnde fue?

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    Djeme pensar... Fui a la oficina de Correos, en Albany Road hayuna, para depositar un paquete y adquirir algunos sellos... Despusme march de compras, s... En Field & Wren, un establecimientode mercera, compr unos alfileres e imperdibles que necesitaba. Acontinuacin emprend el regreso. Puedo decirle exactamente qu

    hora era al llegar aqu. Mi reloj de cuclillo son por tres vecescuando yo avanzaba por el sendero que conduce a la entrada.Y de los otros relojes, qu me dice?Cmo?Al parecer, sus otros relojes marchaban una hora adelantados.Adelantados? Me est usted hablando del reloj de caja quehay en un rincn del cuarto de estar?No se trata de se solamente... A los otros relojes de esahabitacin les ocurre lo mismo.No le entiendo. En el cuarto de estar no hay ms relojes que los

    que yo he mencionado.

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    CAPITULO III

    Hardcastle se qued con la vista fija en la seorita Pebmarsh,

    absorto.Vamos, vamos, seorita Pebmarsh. Qu me dice de ese bonitoreloj de porcelana de Dresden que se encuentra sobre la repisa desu chimenea? Y el otro, el francs de dorados metales? Hay quemencionar, adems el de plata y... Oh, s!, aquel que lleva lainscripcin Rosemary en uno de sus cantos.En la faz de la ciega se reflej el ms profundo asombro.-Uno de los dos debe estar loco, inspector. Le aseguro que noposeo ningn reloj de porcelana, que no s absolutamente nadaacerca del de la inscripcin, ni del francs, ni... Cul era el otro?

    El de plata respondi Hardcastle mecnicamente.No. Tampoco ste me dice nada. Si no me cree pregunte a lamujer que viene a casa a limpiar, la seora Curtin.El detective inspector Hardcastle se hallaba en verdaddesconcertado. Haba en las palabras de su interlocutora unaseguridad positiva, una viveza que invitaba al convencimiento. Hubouna pausa en la conversacin. Hardcastle reflexionaba. Finalmentese puso en pie.Quiere usted acompaarme a la otra habitacin, seoritaPebmarsh?

    No tengo inconveniente, desde luego. Con franqueza, megustara ver esos relojes.Ver?Hardcastle se haba apresurado a subrayar la palabra.Hablara con ms propiedad si dijera examinarseal MillicentPebmarsh. Tenga en cuenta, inspector que hasta los ciegos seexpresan a veces de un modo convencional, no adaptndosesiempre sus frases a sus especiales facultades. Al decir que megustara ver esos relojes quiero especificar que desearaexaminarlos, pasear mis dedos por ellos, reconocerlos por medio

    del tacto.Seguido por la seorita Pebmarsh, Hardcastle abandon la cocina.Cruz el pequeo vestbulo y penetr en el cuarto de estar. Elespecialista en huellas dactilares que trabajaba all le mir.Estoy a punto de terminar, seor manifest. Puede tocar loque le parezca.El inspector asinti, cogiendo el menudo reloj de viaje queostentaba la inscripcin mencionada por l antes en uno de sus

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    bordes, colocndolo despus en las manos de la duea de la casa.Esta pase las yemas de sus dedos por l cuidadosamente.Se trata, sin duda, de un reloj de viaje corriente manifest laseorita Pebmarsh, de los que se acomodan en un estuche decuero, una simple caja que se cierra y que cuando est abierta le

    sirve de pie. No es mo, inspector, y no se encontraba en estecuarto cuando sal de la casa a la una y media. Estoyabsolutamente segura de ello.Gracias.El inspector recogi el reloj de sus manos. Despus le entreg el deporcelana de Dresden que presida la habitacin desde la repisa dela chimenea.Cuidado con ste... Podra romperse fcilmente.Millicent Pebmarsh repiti la operacin de minutos antes.Delicadamente, sus finos dedos fueron recorriendo todos los

    contornos de aquella linda pieza. Despus hizo un movimientodenegatorio con la cabeza.El reloj debe ser precioso declar, pero tampoco es mo.Dnde lo encontraron?Hacia la derecha de la repisa de la chimenea.Ah habra uno de los dos candelabros de porcelana que poseo.S, en efecto, y aqu sigue, slo que unos centmetros ms cercadel final de la repisa.Me dijo usted que an haba otro reloj.Dos ms.

    Despus de colocar el de porcelana en su sitio, el inspector puso enmanos de la ciega el modelo francs. La seorita Pebmarsh lotante rpidamente, devolvindoselo.No. Tampoco es mo.Su reaccin ante el de plata fue similar.Los nicos relojes que ha habido siempre en esta habitacin hansido el de la caja, en el rincn...De acuerdo....y el de cuclillo, que se encuentra colgado en la pared y cerca dela puerta.

    Hardcastle ya no supo qu decir despus. Una vez ms escrut elrostro de la mujer que tena delante, con la serenidad del que sesabe no observado por nadie. La arruga de su frente denotaba superplejidad. Limitse luego a manifestar:Simplemente: no acierto a comprenderlo.La seorita Pebmarsh extendi una mano. Su gesto denotaba quesaba exactamente en qu parte del cuarto de estar se hallaba enaquellos instantes. Cogi una silla y se sent. El inspector mir al

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    especialista en huellas digitales, que se haba quedado junto a lapuerta.Ha terminado con esos relojes, no? inquiri.Y con todo lo dems, seor. En ese reloj de dorados metales nohe descubierto absolutamente nada. Sus finas superficies no son

    las ms idneas desde el punto de vista de mi trabajo. Lo mismoocurre con el de porcelana y los restantes... Ahora bien, esto no esnormal. En el de plata y en el del estuche de cuero debiera haberciertas seales. A propsito: a ninguno de ellos se les ha dadocuerda y todos marcan la misma hora: las cuatro y trece minutos.Tiene algo que decirme con respecto a las otras cosas de lahabitacin?He descubierto tres o cuatro juegos de huellas dactilares endistintos sitios, yo creo que todas pertenecientes a dedosfemeninos. Sobre la mesa ver los efectos que contenan los

    bolsillos de la vctima.El hombre hizo un expresivo movimiento de cabeza. Hardcastle seacerc a la mesa. Encima de sta haba un billetero con siete librasy algunas monedas pequeas, un pauelo de seda sin marcar, unacajita de pldoras digestivas y una tarjeta. El inspector se inclin, afin de poder leer el texto.

    R. H. CURRY

    Metrpolis & Provincial Insurance Co. Ltd.

    7, Denvers Street Londres, W. 2

    Hardcastle se aproxim a la seorita Pebmarsh.Esperaba usted acaso la visita de algn agente de unaCompaa de Seguros?La visita de...? No, desde luego que no.Metrpolis & Provincial Insurance Company... No le dice nadaesta razn social?La seorita Pebmarsh hizo un gesto de negacin.Nunca o hablar de esa firma.

    No proyect nunca hacerse un seguro de una clase u otra?No. Tengo una pliza de incendio y robo suscrita con la JoveInsurance Company, una de cuyas sucursales se encuentra eneste distrito. No he contratado con nadie ningn seguro personal.Carezco de familia, de parientes cercanos incluso, de manera que,qu lograra contratando, por ejemplo, una pliza de vida?Comprendido. Le dice algo el apellido Curry? El nombrecompleto es R. H. Curry.

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    Hardcastle no perda ni uno solo de los gestos de MillicentPebmarsh pero no observ la menor reaccin en su faz.Curry, Curry... repiti la ciega. Despus movi la cabeza. Eseapellido es poco corriente, no le parece? No creo haberlo odonunca antes... Se trata del nombre de la vctima?

    Es posible.La seorita Pebmarsh vacil un momento. Luego pregunt:Quiere usted que... toque...?El inspector entendi en seguida sus palabras.Lo desea usted, seorita Pebmarsh? Por mi parte no hayinconveniente, si bien se me figura que es pedirle mucho. Noentiendo mucho de estas cosas, pero es lo ms probable que susdedos le hablen del aspecto de la vctima con mayor elocuencia quela ms detallada de las descripciones.Exacto. Eso para m supone una experiencia verdaderamente

    desagradable, pero lo har si estima que tal cosa puede servirle deayuda. Muyagradecido contest Hardcastle. Si me permite la guiarehasta..El inspector coloc a la seorita Pebmarsh tras el sof, sealndolecuando deba arrodillarse. A continuacin puso sus manos sobre elrostro del cadver. Ella se encontraba muy tranquila, no revelandola menor emocin. Sus dedos recorrieron los cabellos, las orejas dela vctima, detenindose un instante tras la izquierda, la lnea de lanariz, de la boca y la barbilla... Despus hizo un movimiento de

    cabezay se incorpor.He adquirido una clara idea sobre su aspecto y ahora puedoafirmar an con ms seguridad que antes que no he conocido nivisto jams a este hombre.Entre tanto el agente encargado de las huellas dactilares habaseguardado su equipo, abandonando la habitacin. Unos minutosdespus asomaba la cabeza...Han venido a por l dijo, indicando el cadver. puedenllevrselo ya?Si. Me hace el favor, seorita Pebmarsh? Quiere sentarse

    aqu?El inspector la acomod en una silla que haba en un rincn. Doshombres penetraron en el cuarto. En un santiamn, merced a ladestreza profesional que slo da una dilatada experiencia, sellevaron al seor Curry. Hardcastle sali a la puerta un momento,regresando a continuacin al cuarto de estar. Sentse al lado de laciega.Nos encontramos ante un asunto autnticamente extraordinario,

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    seorita Pebmarsh. Me agradara volver sobre los principalespuntos de aqul en su compaa, para comprobar si lo heinterpretado todo bien. Corrjame si ve que me equivoco. Usted hoyno esperaba a nadie, no ha hecho ninguna consulta relativa aseguros de una clase u otra y no ha recibido ningn aviso

    anuncindole la visita de un agente... Es as?En todos sus extremos.Usted no necesit los servicios de una taqugrafa o mecangrafay no llam al Cavendish Bureau por telfono para solicitar lapresencia de una empleada a las tres de la tarde.Tambin es correcto.Cuando usted abandon esta casa, a la una y media,aproximadamente, no haba en esta habitacin ms que dos relojes,el de cuclillo y el de caja.La seorita Pebmarsh medit su respuesta.

    Yo no podra declarar eso que acaba de decir bajo juramento. Pormi estado no me es posible afirmar la presencia o la falta deelementos ajenos a este cuarto, as, de buenas a primeras. Hubo unmomento del da en que supe con plena certeza, sin la ms levevacilacin, cules eran exactamente las cosas que esta habitacincontena: esta maana, a primera hora, cuando yo limpiaba lamisma, todo se hallaba en su sitio. Suelo ocuparme yo del aseodeeste cuartito. Las mujeres que ayudan a las amas de casa son, casisiempre, descuidadas con los objetos de adorno.Sali de su casa esta maana?

    S. A las diez fui como de costumbre, al Aaronberg Institute.Aqu doy clases hasta las doce y cuarto. Regres a la una menoscuarto quizs. Entr en la cocina y me hice unos huevos revueltos yuna taza de t tornando a salir, como ya le notifiqu antes, paracomprar unas cosas, a la una y media. A propsito, com en lacocina, no entrando para nada en esta habitacin.As pues, aun cuando usted puede afirmar categricamente que alas diez de la maana de hoy no se encontraban aqu esos relojes,existe la posibilidad de que los mismos fuesen introducidos a partirde dicha hora y la de su regreso.

    Con relacin a tal extremo debiera usted interrogar a la mujer queviene a limpiar aqu, la seora Curtin. Suele llegar a las diez y semarcha alrededor de las doce. Vive en el nmero diecisiete deDipper Street.Gracias, seorita Pebmarsh. Ocupmonos de ciertos hechosacerca de los cuales le agradecera me diese a conocer sus ideas osugerencias, las que se le ocurran. Esta maana, a una hora quetodava desconocemos, fueron introducidos aqu cuatro relojes. Las

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    manecillas de stos marcan las cuatro y trece minutos. Le sugierealgo dicha hora a usted?Las cuatro y trece minutos... repiti Millicent Pebmarsh,moviendo la cabeza. No, no me dice nada, en absoluto.Pasemos ahora de los relojes al cadver, al hombre que fue

    hallado aqu dentro. Parece improbable que la seora Curtin leabriera la puerta, dejndole entrar en la casa. Para eso hubieratenido usted que decirle que le esperaba. Bueno, ya veremos lo quenos cuenta aqulla. Ese individuo vino a verla por alguna razn decarcter privado u oficial. Entre la una y media y las dos menoscuarto fue apualado. Hay que pensar que estaba relacionado conel negocio de los seguros... Sin embargo, de qu nos puede servirtal dato? La puerta no haba sido cerrada con llave. Pudo, por tanto,haber entrado, esperndola a usted... Ahora bien, por qu? Conqu fin?

    Aqu no hay nada que tenga sentido, al parecer dijo Millicentcon un gesto de impaciencia. De manera que usted cree que estehombre... como se llame... Curry... fue quien trajo los relojes...No ha sido descubierto ningn embalaje en el interior de la casamanifest Hardcastle. No cabe pensar que Ilevara aqullosdistribuidos por los bolsillos. Ahora, seorita Pebmarsh, le ruegoque reflexione antes de contestar... Podra relacionar de algnmodo esos relojes con algo, con cualquier cosa? Le dice a ustedalgo la hora que marcan sus manecillas, esto es, las cuatro y treceminutos?

    Millicent Pebmarsh hizo un movimiento denegatorio de cabeza.He estado pensando que todo esto pudiera ser obra de un loco ode una persona que se hubiese equivocado de casa. Pero ni esosiquiera explica lo ocurrido. No, inspector, no me es posible serletil.Entr un joven agente. Hardcastle le sali al encuentro y los dospasaron al vestbulo y de aqu a la puerta exterior. El inspectorhabl durante unos instantes con sus hombres.Ya puede usted llevarse a esa chica le dijo a uno ladireccines la siguiente: Palmerston Road, nmero catorce.

    Hardcastle regres al comedor. La puerta que daba a la cocina sehallaba abierta y la seorita Pebmarsh se mova afanosa frente alfregadero. El inspector se qued plantado en el umbral.He de llevarme esos relojes, seorita. Le entregar elcorrespondiente recibo.Perfectamente, inspector... No son mos...Hardcastle mir a Sheila Webb. Ya puede irse, seorita Webb. Uno de nuestros coches la llevar

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    a su casa.Sheila y Colin se pusieron en pie.Acompala hasta el coche, quieres, Colin? dijo Hardcastle almismo tiempo que acercaba una silla a la mesa, comenzando aextender un recibo.

    Colin y Sheila salieron del comedor, Unos segundos despusavanzaban por el sendero de la entrada. La joven, de pronto, sedetuvo.Mis guantes... Los dej...Yo ir a por ellos.No... S dnde los puse. No me importa volver a entrar en esacasa. Ya se lo han llevado...La chica se alej de Colin Lamb a toda prisa, regresando pocodespus.Siento haberme dejado llevar de los nervios antes...

    A cualquiera le hubiera pasado lo mismo seal ColinHardcastle se uni a la pareja en el instante en que Sheilapenetraba en el coche. Al alejarse ste, el inspector se volvi haciael joven agente.Quiero que embale usted esos relojes del cuarto de estarcuidadosamente. Todos ellos excepto el de cuclillo y el de caja quehay en un rincn.Dio algunas instrucciones a sus subordinados y luego mir a suamigo.Voy a ir de visiteo. Quieres acompaarme?

    No hay inconveniente repuso Colin.

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    CAPITULO IV

    Narracin de Colin Lamb

    A dnde vamos? le pregunt a Dick Hardcastle.Este se dirigi al chfer del vehculo.Llvenos al Cavendish Secretarial Bureau. Este se encuentraen Palace Street. Suba la explanada que queda a la derecha.S, seor.El coche arranc. Por los alrededores de la casa haba algunaspersonas que estudiaban con inters aqulla. El gato color naranjase hallaba sentado todava a la entrada de la vivienda vecina, la deDiana Lodge. Ya no se pasaba las manos por los hocicos sino que

    permaneca muy erguido, haciendo oscilar su cola con ligereza. Porsu elevada posicin quedaba al nivel de las cabezas de loscuriosos, a los que contemplaba con ese absoluto desdn que porlos humanos sienten, ms que ningn otro animal, los gatos y loscamellos.El Secretarial Bureau y luego la mujer de la limpieza, por eseorden manifest Hardcastle. El tiempo pasa... El inspectorconsult su reloj de pulsera. Hace un rato que dieron las cuatrohizo una pausa antes de aadir: Una chica atractiva, verdad?Muy atractiva respond.

    Hardcastle me mir, divertido.Nos cont una notable historia, querido. Ser mejor queprocedamos a comprobarla cuanto antes...No pensars que...?Hardcastle me ataj.Siempre he sentido un gran inters por las personas queencuentran por casualidad un cadver...Pero, si esa muchacha estuvo a punto de enloquecer a causa delpnico! Debieras haberla odo gritar...Dick me mir burlonamente una vez ms, repitiendo que se trataba

    de una joven sumamente atractiva.Bueno, y cmo fue que te encontraras vagando por WilbrahamCrescent, Colin? Qu hacas por all? Admirar nuestra hermosaarquitectura victoriana? O te plantaste en aquel distrito con un finconcreto?Tena un propsito, desde luego. Buscaba el nmero sesenta yuno... y no logr dar con l. Es que no existe?Naturalmente que existe. Lanumeracin llega al ochenta y ocho,

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    segn creo.Pero... Fjate, Dick: al alcanzar el nmero veintiocho vi el final deWilbraham Crescent.La gente que no conoce bien el lugar sufre siempre esasconfusiones. Si giras hacia la derecha por Albany Road arriba y das

    otra media vuelta poco ms adelante te encontrars en la otra mitadde Wilbraham Crescent. Las viviendas se hallan unidas por suspartes posteriores, esto es, jardn contra jardn...Ya comprendo respond despus de haber escuchadoatentamente su explicacin. Pasa una cosa semejante conmuchas plazas y parques de Londres. Ah tienes la plaza Onslow. Osi no, Cadogan. Echas a andar por un lado y de repente teencuentras en una plaza o en unos jardines. Hasta los taxistassuelen desorientarse. Pero, sea como sea, ese nmero sesenta yuno existe. Tienes alguna idea sobre la identidad de las personas

    que viven all?En el sesenta y uno? Veamos... S. En esa casa habita,seguramente, Bland, el maestro de obras.Oh! Mal asunto.Qu pasa?No haba pensado precisamente en un maestro de obras. Amenos... Vive all desde hace tiempo? Ha comenzado a trabajarahora como tal maestro?Bland naci all, creo. Se trata, pues, de un vecino, Quin conms derecho que l a ostentar ese ttulo? Trabaja en su profesin

    desde hace aos.Desconcertante.En su profesin es de lo peor que existe. Acostumbra utilizar enlas obras que le encomiendan materiales de nula calidad. Levantaese tipo de casas que producen una excelente impresin a primeravista, dentro de las cuales todo se cae o funciona mal cuandoalguien se decide a habitarlas. El hombre se bandea bien. Secomprende: la mucha prctica. Por ahora va escapando...No est bien que me tientes, Dick. El hombre que yo quierohabra de ser una criatura de inquebrantables virtudes.

    Bland se hizo de un puado de dinero hace un ao... Mejor dicho,fue su esposa quien lo consigui. Ella es canadiense; lleg aqudurante la guerra y conoci a nuestro hombre. Su familia se opuso asu matrimonio con Bland y en cierto modo rompi con ellos cuandose casaron. Hace unos meses muri un to abuelo de la seora.Haba perdido aqul a su nico hijo en un accidente areo. Esto,unido a las bajas habidas en la familia en los distintos frentes enque luchaban las fuerzas armadas y otras circunstancias dejaba a la

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    seora Bland como heredera nica. En consecuencia, el abuelo leleg su dinero. Tengo entendido que gracias a esto se libr Blandde la ruina. Por entonces iba a declararse en quiebra.Parece ser que sabes muchas cosas acerca de ese buenmaestro.

    Oh! Ya sabes lo que pasa... Los organismos de la Haciendanacional se interesan siempre por aquellos hombres que se hacenricos de la noche a la maana. Sus jefes se preguntan si habrnllevado o no a la prctica determinadas triquiuelas y al final optanpor llevar a cabo a su vez las comprobaciones precisas. Asprocedieron en este caso y todo resulto bien.De todas maneras, un hombre que se ha vuelto ricorepentinamente no me interesa. No encaja en lo que yo busco.No?Inclin la cabeza.

    Y terminaste con ello?Se trata de una historia que resultara un poco larga de tenerlaque contar respond evasivamente Quieres que cenemosjuntos esta noche, tal como habamos planeado, o supone unobstculo tu trabajo...?Nada de eso. De momento slo hay que preocuparse de ponernuestra maquinaria en funcionamiento. Nos proponemos averiguarcuanto sea posible acerca del seor Curry. Una vez sepamos quinera y a qu se dedicaba es muy probable que entremos enposesin de ciertos datos que nos permitan dar con la persona o

    personas interesadas ms o menos directamente en quitarlo de enmedio.Hardcastle fij su mirada en los edificios cercanos a la calzada.Hemos llegado.El Cavendish Secretarial & Typewriting Bureau se encontrabasituado en la principal va comercial, denominada, un tantograndilocuentemente, Palace Street. Al igual que muchos otroslocales del distrito, ofreca el aspecto de una casa de estilovictoriano debidamente adaptada al gusto moderno. A la derecha deella, en una construccin similar, se lea el siguiente rtulo: Edwin

    Glen, Fotgrafo Artista. Especialidad en retratos infantiles, gruposde bodas, etc. Para realzar tal anuncio el escaparate se hallaballeno de ampliaciones en todos los tamaos imaginables, en las queaparecan efigies de nios hasta la edad de seis aos. Esto,evidentemente, haba sido proyectado para atraer a las mams.Veanse tambin algunas parejas y hombres de aire tmidoacompaados por sonrientes nias. Al otro lado del CavendishSecretarial Bureau, estaban las oficinas de una anticuada firma

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    dedicada al comercio de carbones. Ms all surga un modernoedificio de tres pisos, en brusco contraste con las casascircundantes, proclamndose a s mismo el Oriente, caf yrestaurante.Hardcastle y yo penetramos en el edificio que habamos estado

    buscando, utilizando luego las escaleras. En el piso correspondienteencontramos una puerta abierta, que cruzamos siguiendo laindicacin de un rtulo, que haba a la derecha, el cual rezaba:Entre, por favor. Vimos una sala espaciosa en la que tres jvenesescriban a mquina. Dos de ellas continuaron absortas en su tareapese a nuestra llegada. La tercera, acomodada ante una mesasobre la cual haba un intercomunicador, hizo un alto en su labormirndonos con un gesto de interrogacin. Pareca tener uncaramelo en la boca. Habindoselo colocado dentro de sta en unaposicin conveniente nos pregunt con voz un poco gangosa:

    En qu puedo servirles?La seorita Martindale? inquiri Hardcastle.Me parece que en este momento se encuentra ocupadatelefoneando...La chica manipul en el intercomunicador diciendo por fin ante elmismo:Dos caballeros desean verla, seorita Martindale. La jovenlevant la vista, preguntndonos: Sus nombres, por favor?Hardcastle repuso Dick.El seor Hardcastle, seorita Martindale. Seguidamente la

    muchacha interrumpi la comunicacin, ponindose en pie,agregando Por aqu, hagan el favor.La joven nos condujo ante una puerta en la que en letras doradasapareca el apellido de la directora del establecimiento. Abiertaaqulla se hizo a un lado para dejarnos pasar.El seor Hardcastle --anunci al tiempo que cerraba la puerta anuestras espaldas.La seorita Martindale estaba sentada tras una gran mesa. Al entrarnosotros nos mir atentamente. Era una mujer de aspecto vivaz querondara los cincuenta aos. Llevaba sus rojizos cabellos peinados

    a lo pompadour. Tena unos ojos brillantes que daban laimpresin de mantenerse siempre alerta.Su mirada se detuvo en Dick, fijndose luego en m.El seor Hardcastle?Dick sac de su cartera una de sus tarjetas oficiales,entregndosela. Yo procur quedar en segundo plano ocupandouna silla junto a la entrada del despacho.La seorita Martindale enarc las cejas, denotando su sorpresa y su

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    disgusto.El detective inspector Hardcastle? En qu puedo serle til,inspector?He venido para solicitar de usted una pequea informacin,seorita. Creo que est en condiciones de poder ayudarme.

    Guindome por el tono de su voz pens que Dick haba decididoandarse con ciertos rodeos antes de abordar la cuestin que lehaba llevado all, mostrndose lo ms amable posible. Yo dudabade que la seorita Martindale respondiera adecuadamente a su sutilmaniobra. Perteneca a ese tipo humano que los francesesdenominan con la frase une femme formidable.Yo estaba estudiando el escenario de la entrevista. En la pared, porencima de la cabeza de la directora de la firma, descubr toda unacoleccin de fotografas dedicadas. Una de ellas era de AriadneOliver, escritora de novelas policacas, a la que conoca

    superficialmente. Afectuosamente suya, Ariadne Oliver, rezaba sudedicatoria, estampada a travs del retrato. Muy agradecido, GarryGregson, eran las palabras que se lea en otro. Garry Gregson.escritor de obras de misterio, haba muerto diecisis aos atrs.Suya siempre, Miriam, era la dedicatoria que figuraba en otrafotografa de Miriam Hogg, escritora especializada en la novela detipo romntico. La literatura atrevida quedaba representada all porArmand Levine, cuyo rostro tmido, coronado por una gran calva, seasomaba al despacho desde su retrato, en el que el escritor habadejado correr la pluma brevemente, poniendo en letra muy menuda:

    Reconocido, palabra que iba seguida de su nombre completo.Exista cierta similitud en los trofeos ostentados por cada una deaquellas personas. Los hombres, en su mayora, vestan trajes degruesa lana y las mujeres, muy serias, tendan a perderse entre unamasa de pieles. Mientras yo repasaba todo aquello, no dandodescanso a los ojos, Hardcastle comenz a disparar sus preguntas.Trabaja aqu una chica llamada Sheila Webb, verdad?En efecto. Me parece que no se encuentra en este instante en laoficina... Al menos...La seorita Martindale oprimi uno de los botones de su

    intercomunicador, diciendo.Edna: ha vuelto ya Sheila Webb?No, seorita Martindale, todava no.Aqulla cort la comunicacin.Sali a primera hora de la tarde para atender a un cliente explic. Debe estar de regreso ya. Tambin es posible que luegose fuera al Curlew Hotel, al final de la Explanada, donde tenaque presentarse a las cinco.

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    Muy bien. Qu podra contarme usted en relacin con la seoritaSheila Webb?Poca cosa replic la seorita Martindale. Trabaja conmigodesde... veamos, s, desde hace un ao, aproximadamente. Comoempleada no puedo reprocharle nada.

    Sabe usted dnde estuvo trabajando anteriormente?No me sera difcil averiguarlo si le interesa conocer tal dato,inspector Hardcastle. Debemos tener en nuestro archivo susreferencias. De memoria puedo adelantarle que figur en la nminade otra firma londinense y que sus antiguos patronos dieron de ellaunas referencias excelentes. Creo, aunque no estoy segura, que setrataba de una entidad dedicada a la compra-venta de inmuebles...Ha dicho usted que es eficiente en su cometido?Muy eficiente seal la seorita Martindale, quien no daba laimpresin de ser una de esas personas que prodigan los elogios.

    Extraordinaria?No, yo no llegara a afirmar eso. Trabaja con bastante rapidez yes una chica bien educada. Como mecangrafa resulta cuidadosa yexacta.Existe entre ustedes alguna relacin de carcter privado?No. Sheila Webb vive con una ta suya. Al tocar este punto laseorita Martindale dio seales de desasosiego. Podra saber,inspector Hardcastle, por qu me hace todas esas preguntas Esque se ha metido en algn lo esta chica?Yo no dira tanto... Conoce usted a una tal seorita Millicent

    Pebmarsh?Pebmarsh... repiti la seorita Martindale enarcando lascejas. Pues... s. Ahora lo recuerdo, por supuesto. Sheila fue a sucasa esta tarde. La cita qued fijada para las tres.Cmo se concert aqulla?Por telfono. La seorita Pebmarsh requiri los servicios de unataquimecangrafa y yo le envi a esa joven.Se interes ella especialmente por Sheila Webb?S.A qu hora se produjo la llamada telefnica?

    La seorita Martindale reflexion unos segundos.Fui yo quien habl con ella. Esto quiere decir que la chica estaracomiendo. Seran las dos menos diez... Antes de las dos, de todosmodos. Ah! Aqu veo un apunte, en mi bloc de notas. Era la una ycuarenta y nueve minutos, exactamente.Le habl la misma seorita Pebmarsh?La seorita Martindale no pudo evitar un gesto de sorpresa.Eso supongo.

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    No reconoci usted su voz? No la conoce personalmente?No. No la conozco. Me dijo que se llamaba Millicent Pebmarsh,dndome a continuacin sus seas, un nmero de WilbrahamCrescent. Luego, como ya he dicho, pregunt por Sheila Webb.Quiso saber si estaba libre y si podra presentarse en su casa a las

    tres.La declaracin era clara, terminante. Me dije que la seoritaMartindale sera en determinadas circunstancias una excelentetestigo.Le quedara muy reconocida si tuviera la amabilidad deexplicarme a qu viene todo esto solicit la directora delBureau dando muestras de impaciencia.Pues ver, seorita Martindale. Millicent Pebmarsh niega haberhecho tal llamada.Los ojos de su interlocutora se dilataron a causa del asombro...

    De veras? Qu cosa tan extraordinaria!Usted, por otra parte, afirma que la llamada telefnica se produjo,si bien no se halla en condiciones de asegurar que fue la propiaMillicent quien se encontraba al otro extremo del hilo.No, por supuesto. No puedo hacer afirmaciones categricas enese aspecto. No conozco a esa mujer. Claro que no se me alcanzaqu fin... Ha habido una suplantacin de personalidad o algo por elestilo?Peor que eso repuso Hardcastle secamente. Expuso laseora Pebmarsh, o la persona que fuese, alguna razn para

    justificar sus preferencias por Sheila Webb?La seorita Martindale reflexion un segundo.Creo recordar que aleg que la joven haba trabajado ya en unaocasin anterior para ella.Y era cierto eso?Sheila dijo que no recordaba haber hecho nada con destino a laseorita Pebmarsh. Sin embargo, inspector, no hay que tomar suspalabras al pie de la letra. Las chicas visitan puntos muy diferentesy variados de la ciudad y es imposible que se acuerden de si hanestado o no en un sitio u otro al cabo de unos meses. Sheila no

    estaba muy segura... Simplemente: no recordaba haber visitado eldomicilio de esa cliente. Bueno, pero aun suponiendo que huboaqu una suplantacin no acierto a ver, inspector, qu puedemotivar en este asunto su inters.Iba a ocuparme precisamente de eso. Cuando la seorita Webblleg al nmero diecinueve de Wilbraham Crescent entr en la casay luego en el cuarto de estar. La joven me dijo que sas eran lasinstrucciones que le haban dado. Est usted de acuerdo?

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    De acuerdo por completo contest la seorita Martindale.Nuestra cliente manifest que poda ser que llegara a la casa conalgn retraso. Sheila, de no ser atendida por nadie, debera entraren la vivienda y aguardar all a la duea.Cuando la seorita Webb penetr en el cuarto de estar

    prosigui diciendo Hardcastle, encontr el cadver de un hombretendido en el suelo.La seorita Martindale contempl absorta al inspector. Por unossegundos no acert a pronunciar una palabra.Un cadver, ha dicho usted?El cadver de un hombre que haba muerto asesinado. Precisarms: el hombre en cuestin muri apualado.Oh, Dios mo! Qu impresin tan terrible debi experimentar esachica!Era de esperar un comentario de este tipo en una mujer como la

    seorita Martindale.Le dice a usted algo el apellido Curry? El nombre completo de lavctima era R. H. Curry.No, no me sugiere nada.Perteneca a la Metropolis & Provincial Insurance Company...La seorita Martindale continu moviendo la cabeza, denegando.Ya ve usted cmo queda planteada la situacin, seorita. Me hadicho antes que la seorita Pebmarsh le telefone solicitando lapresencia de Sheila Webb en su casa a las tres de la tarde. Por otrolado aqulla niega a haberla llamado. No obstante, Sheila fue all,

    descubriendo el cadver de un hombre...El inspector esper la respuesta de la seorita Martindalepacientemente.Ella le dirigi una inexpresiva mirada.Todo esto se me antoja tremendamente extrao coment conun gesto de desaprobacin.Dick Hardcastle suspir, ponindose en pie.Tiene usted un bonito despacho opin cortsmente. Estenegocio cuenta ya con algunos aos de existencia, verdad?Quince, exactamente. Nos ha ido muy bien. Iniciado en pequea

    escala hemos ido amplindolo hasta llegar, quizs, a abarcar msde lo que podemos... En la actualidad empleo ocho chicas, lascuales no paran de trabajar un momento a lo largo de la jornada.Ya veo que hacen ustedes una gran cantidad de trabajosliterarios declar Hardcastle fijndose en las fotografas de lasparedes.En efecto. Al comenzar todo esto me especialic con losescritores. Durante muchos aos trabaj con el famoso Garry

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    Gregson, autor de novelas de misterio. Financi este Bureau conun legado suyo, precisamente. Conoca a algunos de sus amigos ycompaeros de profesin y stos me fueron recomendando a otros.Saba lo que cada uno deseaba y ello supuso una gran ayuda param en la primera etapa del desenvolvimiento del negocio. En el

    terreno de la investigacin presto servicios sumamente tiles,facilitando fechas y citas, aclarando puntos legales y sealando lostrmites policacos en determinadas circunstancias, suministrandodetalles referentes a ciertas substancias qumicas y sus efectos...Hacemos lo que se presenta en tal aspecto, seor inspector.Tambin facilitamos a nuestros clientes nombres extranjeros depersonas o establecimientos pblicos, con sus seas respectivas,para las novelas cuya accin transcurre fuera de Inglaterra.Antiguamente, los lectores no exigan de sus escritores favoritostanta precisin, pero en la actualidad hay muchos que nada ms

    advertir un fallo en ese sentido se apresuran a subrayarlo mediantela oportuna carta...La seorita Martindale hizo una pausa. Hardcastle dijo cortsmente:Estoy seguro de que tiene usted muchos motivos para felicitarsea s misma.El inspector fue hacia la puerta. Yo la abr en el acto.En la oficina, las tres chicas se preparaban para salir. Las mquinasde escribir estaban ya enfundadas. Edna, la recepcionista, no pudohacer un gesto ms expresivo de desconsuelo en aquellosinstantes. Estaba de pie y en una mano tena uno de sus zapatos y

    en la otra el tacn correspondiente al mismo.An no ha transcurrido un mes desde el da que me los comprdeclar, quejosa. Y me costaron bastante caros. La culpa es deese enrejado de la esquina, uno de los respiraderos del Metro.Sabis a cul me refiero? Al de enfrente de la pastelera... Met elpie en aqul y el tacn salt. Como no poda andar me descalc,regresando aqu con un par de bollos y los zapatos en las manos.An no s cmo podr coger ahora el autobs...Al llegar a este punto de su discurso Edna advirti nuestrapresencia, apresurndose a esconder el zapato motivador de su

    disgusto, al tiempo que miraba de un modo especial a la seoritaMartindale, que no me pareci una mujer inclinada a aprobar elcalzado femenino de altsimos tacones. Ella misma usaba unoszapatos planos sumamente sensatos...Gracias por su atencin, seorita Martindale dijo Hardcastle.Lamento haberla entretenido tanto tiempo. Si repara usted en algoque...Naturalmente contest la seorita Martindale, interrumpiendo a

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    su interlocutor con franca brusquedad.En el momento de acomodarnos en el coche dije yo:De manera que la historia de Sheila Webb, pese a tus sospechas,resulta ahora ser completamente cierta.Est bien, est bien -manifest Dick. T ganas.

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    CAPITULO V

    Mam grit Ernie Curtin, desistiendo por un momento de su

    entretenimiento, que en aquellos instantes consista en hacer correrpor el cristal de la ventana un pequeo juguete, acompandolo deun gimiente zumbido. El chico pretenda imitar el de un coheteespacial al lanzarse al infinito, rumbo a Venus. Mam! Qu teparece?La seora Curtin, una mujer de severa faz, que se hallabatrabajando, muy ocupada, con la limpieza de la vajilla, no contest.Ah, enfrente de la casa, hay un coche de la polica, mam.No empieces con tus mentiras de costumbre, Ernie dijo laseora Curtin mientras iba colocando platos y tazas en el

    escurridero. Ya sabes lo que te tengo dicho con respecto a eso.No miento, mam insisti Ernie, muy formal. Es un coche dela polica y en este momento se apean dos hombres de l.Qu habis estado haciendo? pregunt su madre,volvindose rpidamente hacia el chico. Algn da traeris ladesgracia a esta casa...Yo no he hecho nada protest Ernie.Habr sido cosa de Alf entonces. De l y de su pandilla.Menudas pandillas las que formis! Tanto vuestro padre como yoos hemos dicho en infinidad de ocasiones que esas cosas no

    pueden traer nada bueno. Ms o menos tarde surge el conflicto...Primero es el Tribunal de Menores y luego, como lo ms seguro, elreformatorio y la crcel, y yo no quiero vivir nada que se parezca aeso, has odo?Se acercan a la puerta principal anunci Ernie.La madre de ste abandon el fregadero, unindose a su hijo antela ventana.Vaya! suspir.En este preciso instante oy el ruido del picaporte. Alguien llamaba.La seora Curtin se sec rpidamente las manos en la primera

    toalla que encontr a mano, saliendo despus al pasillo para abrir lapuerta. Se qued mirando con expresin de reto y de duda a untiempo a los dos hombres que tena delante.La seora Curtin? pregunt el ms alto de los dos, adoptandouna actitud de extraa cortesa.Soy yo, s.Me permite que entre un momento? Soy el detective inspectorHardcastle.

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    La seora Curtin dio un paso atrs de muy mala gana. Abri lapuerta de una habitacin e invit a pasar al inspector. La pieza sevea limpia y ordenada, dando la impresin de ser ocupada rarasveces, lo cual era lo que en realidad ocurra.Ernie, curioso, apareci junto a la entrada del cuarto, procedente de

    la cocina.Su hijo? pregunt HardcastleS repuso la seora Curtin sin abandonar su agresiva actitud.Es un buen chico pese a lo que usted pueda decir.Estoy convencido de que lo es contest el inspector, muyafable.La faz de la madre de Ernie pareci tornarse menos grave.He venido a verla para hacerle unas cuantas preguntasrelacionadas con la casa nmero diecinueve de WilbrahamCrescent. Tengo encendido que trabaja usted all.

    Yo no he negado eso nunca replic la seora Curtin, incapazde mostrarse ms cordial.La duea de la casa es la seorita Millicent Pebmarsh.S. Trabajo para la seorita Pebmarsh. Una verdadera dama, unamujer muy agradable.Ciega apunt el inspector.S, pobrecilla. Pero nadie lo dira. Es maravilloso... Qu biensabe orientarse, andar de un lado para otro! Lo mismo dentro quefuera de la casa. Ni siquiera los cruces en plena calzada le asustan.No es de esas personas que hacen un mundo de cualquier cosa,

    grande o pequea, una nadera a veces... No, no es como algunoshombres y mujeres que yo conozco.Suele usted ir a trabajar all por las maanas, no?Efectivamente. Acostumbro a llegar entre las nueve y media y lasdiez de la maana para marcharme a las doce o cuando termino milabor incisiva, la seora Curtin se interrumpi para preguntar, depronto: No me ir usted a decir que ha desaparecido... que lehan robado alguna cosa a la seorita Pebmarsh?Todo lo contrario, seora Curtin manifest Hardcastle con elpensamiento fijo en los cuatro relojes. La mujer hizo un gesto de

    extraeza.-Qu es lo que ocurre entonces? quiso saber.Esta tarde fue hallado el cadver de un hombre en el cuarto deestar de la casa nmero 19 de Wilbraham Crescent.La seora Curtin mir muy seria al inspector. Ernie, su hijo, abri laboca, quedndose como en xtasis, escapndosele un elocuenteOh! de franca admiracin. En seguida, considerando unaimprudencia atraer la atencin de los mayores sobre l, procur

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    hacerse a un lado, intentando pasar desapercibido.Un cadver? inquiri la seora Curtin, con un gesto deincredulidad. Luego aadi: En el cuarto de estar?S. El hombre muri apualado.Quiere usted decir que se trata de un crimen, no?

    Efectivamente.Y quin asesin a ese hombre?Lamento tener que decir que an no hemos llegado tan lejos ennuestras indagaciones manifest el inspector. Pensamos, demomento, que usted podra ayudarnos en nuestra labor.Nada s acerca de ese crimen contest la seora Curtin sin lamenor vacilacin.No, pero conviene examinar uno o dos puntos interesantes.Veamos. Visit alguien la casa esta maana?Que yo recuerde, no. Hoy no, desde luego. Cules son las

    seas de ese hombre?Puede fijarse su edad en los sesenta aos. Vesta un trajeoscuro, de elegante corte. Existe la posibilidad de que se presentaracomo agente de seguros.De haberse presentado all yo no le habra dejado entrar declar la seora Curtin. Nada de agentes de seguros, ni devendedores de aspiradoras de polvo o de ejemplares de laEnciclopedia Britnica... A la seorita Pebmarsh no le agradabanlos vendedores a domicilio y a m me ocurre lo mismo.Curry... Ese era el apellido de la vctima, de acuerdo con una

    tarjeta que hallamos en sus bolsillos. Le dice a usted algo aqul?Curry, Curry...? la seora Curtin movi la cabeza. Me suenaa indio ese apellido...Oh, no! exclam el inspector Hardcastle. El hombre encuestin no tena nada de tal.Quin encontr el cadver? La seorita Pebmarsh?Una joven taquimecangrafa, quien, debido a un probable error,fue enviada a casa de la seorita Pebmarsh para hacerle un trabajo.Ella fue quien descubri el cadver. En el instante en que sucediesto, aproximadamente, se produjo el regreso de Millicent

    Pebmarsh.La seora Curtin suspir.Qu lo, Seor, qu lo!Deseaba pedirle tambin que echara un vistazo al cadver parapoder decirnos si haba visto usted a ese hombre por WilbrahamCrescent o ante la casa de la seorita Pebmarsh alguna vez. Estaafirma no haberle visto jams. Quiero referirme ahora a otros puntosde importancia secundaria. Sera usted capaz de recordar cuntos

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    relojes hay en el cuarto de estar?La seora Curtin no vacil un momento. Dentro de esa pieza se encuentra el gran reloj del rincn, elde caja, le llaman, y tambin est el de cuclillo, en una de lasparedes. Al dar la hora salta un muelle que abre unas portezuelas

    por las que asoma un pajarito que canta: Cuc! A veces se llevauna unos sustos con l! la mujer agreg a toda prisa: No toquninguno de ellos. Nunca lo hago. Es la seorita Pebmarsh quien lesda cuerda siempre.He de advertirle que esos relojes que ha mencionado siguenmarchando sin novedad dijo Hardcastle para tranquilizar a suinterlocutora. Est usted segura de que esta maana no habaen el cuarto de estar ms relojes que aqullos?Desde luego Qu otros poda haber aparte de los indicados?Est segura, por ejemplo, de que no habla all un pequeo reloj

    cuadrado de plata, ni otro de metal dorado, ni uno de porcelana conadornos de flores, ni otro provisto de una funda de cuero, una caja,con la inscripcin Rosemary en uno de sus cantos?Naturalmente que no.De haber ocurrido lo contrario, se habra dado cuenta de supresencia all?Por supuesto.Las manecillas de esos relojes sealaban una hora querepresentaba un adelanto de sesenta minutos sobre la marcada porlas del reloj de caja y el de cuclillo.

    Porque sern extranjeros aleg la seora Curtin. Una vezhice con mi marido un viaje en coche a Suiza y a Italia. Loshabitantes de estos pases vivan con una hora de adelanto enrelacin con la nuestra. Puede que eso tenga que ver con elMercado Comn. A m, y tambin a mi esposo, aqul nos tiene sincuidado. Con Inglaterra me basta.El inspector Hardcastle no quiso meterse en honduras polticas.Puede usted decirme la hora exacta en que abandon la casade la seorita Pebmarsh esta maana?A las doce y cuarto, aproximadamente.

    Estaba ella all en aquellos instantes?No, no haba regresado todava. Habitualmente, lo hace entre lasdoce y doce y media, pero esto, desde luego, vara...Y abandon la casa, cundo?Antes de que yo llegara. Mi hora son las diez.Pues muchas gracias, seora Curtin.Parece una cosa extraa eso de los relojes manifest lamujer. Tal vez la seorita Pebmarsh estuviera en alguna

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    subasta... Quiz los descubriera en una tienda de antigedadesNo se dice as? Por lo que usted me ha contado deben procederde lugares como se u otros por el estilo.Asiste la seorita Pebmarsh a las subastas muy a menudo?Hace cuatro meses compr en una de ellas una alfombra de pelo.

    En muy buen estado, precisamente. Me dijo que muy barata,adems. Tambin adquiri varias cortinas de terciopelo. Necesitanciertas reformas para adaptarlas a sus ventanas, pero puedenconsiderarse nuevas prcticamente.Bueno, pero a ella no le agradan las curiosidades que suelenencontrarse en las salas de subastas, los cuadros, los objetos deporcelana, por ejemplo...La seora Curtin hizo un enrgico movimiento de cabeza.No es que la conozca muy bien, pero... Cuando una compra unartculo se expone siempre a que la engaen. Y muchas veces

    ocurre que cuando una llega a casa se pregunta: Y qu demoniosvoy a hacer ahora con esto? En una ocasin, creyndolo ventajoso,compr seis botes de mermelada. Despus, pensandodetenidamente en ello, me dije que hubiera podido obtenerlos amenos precio del que pagu. Cmo? Sencillamente,adquirindolos en el mercado de cualquier mircoles.Comprendiendo que de momento no podra conseguir nada ms dela seora Curtin, el inspector Hardcastle decidi marcharse.Entonces Ernie aport su colaboracin al asunto de que habanestado ocupndose el detective y su madre.

    Un crimen! exclam el chico, asombrado an.Momentneamente, la conquista del espacio fue desplazada por elterrible suceso, ms actual y prximo para Ernie.La seorita Pebmarsh no puede ser la autora de ese crimen,verdad, mam? sugiri el muchacho.No digas tonteras repuso la seora Curtin. Un pensamientocruz por su cabeza Ahora me pregunto si deb decirle...Qu, mam?Bueno, y a ti qu te importa? Nada, no era nada, en realidad.

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    CAPITULO VI

    Narracin de Colin Lamb

    Cuando hubimos dado buena cuenta de un par de excelentesbistecs, rociados con numerosos tragos de cerveza, Dick Hardcastlesuspir, satisfecho, anunciando que se senta mejor que nunca.Al diablo con los agentes de seguros, los relojes de fantasa y laschicas que dan alocados gritos en plena calle! Veamos qu es loque te cuentas t, Colin. Yo cre que habas terminado con estaparte del mundo. Y de pronto te localizamos vagando por las vasms retiradas de Crowdean. Un especialista en biologa martima nopuede encontrar nada en Crowdean, querido, te lo digo yo...

    No te ras de la biologa martima, Dick. Se trata de una rama dela Ciencia sumamente til. Pero sucede que con slo mencionarla lagente se pone en guardia, temiendo que vayas a explayarte enconsideraciones relativas al tema, no dejndote nunca, por tanto,que te expliques.Vamos, s, que no has encontrado ninguna oportunidad dedelatarte a ti mismo, verdad?Olvidas dije framente que me gradu en Cambridge. El ttulono ser de mucha categora, pero es un ttulo oficial al fin y al cabo.La especialidad es muy interesante y un da u otro pienso volver a

    ella.S en lo que has estado trabajando, por supuesto manifestHardcastle. Y no tengo ms remedio que felicitarte. El juicio deLarkin se celebrar el mes que viene, verdad?As es.Resulta desconcertante. Cmo pudo facilitar informaciones alexterior durante tanto tiempo? Alguien deba haber sospechado del...Pues no ocurri nada de eso. Cuando a uno se le mete en lacabeza que tal o cual individuo es una excelente persona ni por

    asomo se le pasa por aqulla lo contrario.Tiene que ser un tipo inteligente coment Dick.No, yo no creo que lo sea. Me parece que obr de acuerdo conlas instrucciones que reciba. Tena acceso a documentos muyimportantes. Se los llevaba y cuando esos papeles eranfotografiados los recoga de nuevo volvindolos a poner en su sitiodentro del mismo da. Una organizacin excelente. Adopt lacostumbre de comer cada da en un restaurante distinto. Creemos

  • 7/29/2019 Agatha Christie: Los Relojes (SPANISH)

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    que colgaba su gabn en aquellas perchas en que descubra unaprenda exactamente igual que la suya, si bien el dueo de estaltima no era siempre el mismo sujeto. Se produca un sencillo yrpido cambio de gabanes, pero el otro hombre jams cruz lapalabra con Larkin. Nos gustara averiguar otros pormenores sobre

    este asunto. Todo haba sido bien planeado. Los dientes de lasdistintas piezas engranaban perfectamente. Ah haba alguien quetena con qu pensar.Y es se el motivo de que an andes vagando por la Base Navalde Portlebury?S. Conocemos las derivaciones del caso en es