África, la gran olvidada de los medios españoles (Cuadernos de Periodistas, Abril 2009)

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MARÍA ÁNGELES FERNÁNDEZ J. MARCOS N os separa una puta valla”. Y eso lo cambia todo. El reportero de El País Ra- món Lobo recuerda lo que distancia un país, España, de un con- tinente, África. Sus palabras mani- fiestan que los kilómetros son sólo eso, kilómetros. Y que las fronteras son obstáculos infranqueables, so- bre todo, vistas desde el flanco em- pobrecido. Vallas, fronteras y obstá- culos que los medios españoles tam- poco traspasan. “Si escribir en España es llorar, informar de lo que pasa más allá de nuestras fronteras es una batalla continua contra la ignorancia, la de- jadez, el egoísmo o la ceguera”. El periodista Felipe Sahagún tiene cla- ro que la información internacional en los medios españoles es escasa. Así lo apuntaba en las páginas del Informe Anual de la Profesión Periodísti- ca 2005, editado por la Asociación de la Prensa de Madrid: “De los aproxi- madamente 160 diarios que se edi- tan hoy en España –incluidos los di- gitales, los económicos y los gratui- CUADERNOS DE PERIODISTAS,ABRIL DE 200989 África, la gran olvidada de los medios españoles* África, pese a sus 1.000 millones de habitantes, es el continente olvidado. Quizá porque su PIB supone alrededor del 5% del mundial, con lo que carece de peso económico en el comercio internacional. Este desinterés generalizado se agudiza en el caso de España como parece confirmar la atención periodística que se le presta: un solo corresponsal para todo la zona subsahariana, dos en el Magreb (Marruecos y Túnez), una delegación en Sudáfrica, todos ellos de Efe, y una colaboradora de El País. María Ángeles Fernández es periodista; J. Marcos, fotoperiodista.

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MARÍA ÁNGELES FERNÁNDEZJ. MARCOS

Nos separa una puta valla”.Y eso lo cambia todo. Elreportero de El País Ra-món Lobo recuerda lo que

distancia un país, España, de un con-tinente, África. Sus palabras mani-fiestan que los kilómetros son sóloeso, kilómetros. Y que las fronterasson obstáculos infranqueables, so-bre todo, vistas desde el flanco em-pobrecido. Vallas, fronteras y obstá-culos que los medios españoles tam-poco traspasan.

“Si escribir en España es llorar,

informar de lo que pasa más allá denuestras fronteras es una batallacontinua contra la ignorancia, la de-jadez, el egoísmo o la ceguera”. Elperiodista Felipe Sahagún tiene cla-ro que la información internacionalen los medios españoles es escasa.Así lo apuntaba en las páginas delInforme Anual de la Profesión Periodísti-ca 2005, editado por la Asociación dela Prensa de Madrid: “De los aproxi-madamente 160 diarios que se edi-tan hoy en España –incluidos los di-gitales, los económicos y los gratui-

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África, la gran olvidadade los medios españoles*África, pese a sus 1.000 millones de habitantes, es elcontinente olvidado. Quizá porque su PIB supone alrededordel 5% del mundial, con lo que carece de peso económicoen el comercio internacional. Este desinterés generalizado seagudiza en el caso de España como parece confirmar laatención periodística que se le presta: un solo corresponsalpara todo la zona subsahariana, dos en el Magreb(Marruecos y Túnez), una delegación en Sudáfrica, todosellos de Efe, y una colaboradora de El País.

María Ángeles Fernández es periodista; J. Marcos, fotoperiodista.

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tos más importantes–, los que tie-nen una sección de Internacionaldigna de tal nombre se cuentan conlos dedos de una mano”. La base so-bre la que se sustenta la informa-ción sobre África es frágil.

“La política internacional no ven-de”, dijo Rupert Murdoch, directory principal accionista de News Cor-poration. Esta lapidaria frase ofreceuno de los primeros porqués y, qui-zás, uno de los principales. El hechode que la información internacionalsea cara añade un extra negativo alobjetivo comercial apuntado por elmagnate de los medios de comuni-cación y deja claro que estas noti-cias no acarrean beneficios econó-micos a priori. Y en una época enque los medios son empresas, el ob-jetivo último es, por encima de to-do, maximizar beneficios. Ganar di-nero.

La escasa diversidad de fuentes esotro problema que sufre la informa-ción internacional en España. Confrecuencia, los medios nacionales senutren de las noticias ofrecidas porlas grandes agencias internaciona-les (Reuters, AP y AFP), además dela española Efe. Es decir, la visióndel mundo procede de un númerolimitado de fuentes.

Problemas o deficiencias que semultiplican al considerar como ele-mento influyente en la informacióninternacional el número de corres-ponsales o enviados especiales delos medios: sin duda, escaso, muy

escaso. El reportero de La Vanguar-dia Bru Rovira añade la falta de tra-bajo de campo, de contacto con lasfuentes: “Somos gente muy pocopreparada. El periodista se tiene queplantear su trabajo de campo. Y enEspaña, el trabajo de terreno, saltar-se las agencias y hablar con la gen-te, se hace muy poco. Así es muy di-fícil hacer periodismo”.

Si el panorama se plantea pesi-mista sobre la información interna-cional, no mejora con África al otrolado de la valla.

La información sobre Áfricaen España“África representa una gran metáfo-ra de lo mal que va este mundo: Soncasi 1.000 millones de personas conun montón de historias, que cantan,que bailan, que hacen música, queescriben libros… y no nos interesanpara nada. Hay un tremendo vacíoinformativo que no me resulta com-prensible. Porque a la gente lo quele interesa es la realidad. Y África loque te ofrece es realidad”, introdu-ce Ramón Lobo. “En España apenasse informa de nada y mucho menossobre África subsahariana”, apunta,por su parte, el escritor Javier Rever-te. ¿Por qué?

La escasa tradición histórica y delazos comunes, el peso de África enla economía mundial, la escasez decorresponsales en este continente,la rentabilidad económica o el inte-

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rés del público receptor son los por-qués de una opinión compartida. Lade un ostracismo mediático casi ab-soluto para con todo un continen-te; 53 países que parecen tener ve-tada su entrada en las páginas y enlos informativos de los medios de co-municación más populosos.

Francia o Inglaterra ejemplificanel agravio informativo español al res-pecto. Dado el pasado colonial de es-tos dos países en el continente ne-gro, existen más vínculos y, por lotanto, ofrecen más noticias. “Laprensa británica y la francesa danmucha información de África por-que tradicionalmente han tenidouna vinculación colonial. España noha tenido casi nada. Siempre hemosestado de espaldas a África”, indicaManuel Mediavilla, periodista delgrupo Vocento.

Pero la intensidad de los intere-ses parece cambiar. La llegada de in-migrantes en cayucos desde la cos-ta Oeste de África a España ha pro-vocado que los medios realicen al-gún esfuerzo por ofrecer informaciónsobre los países de origen de los in-migrantes, principalmente Senegaly Mauritania. Esta moda informativala vive en primera persona Luis deVega. El corresponsal de Abc ha te-nido que desplazarse en varias oca-siones desde Marruecos, donde tra-baja habitualmente, hasta la zona oc-cidental de África.

El encargado del departamento deComunicación de la Fundación Sur,

Rafael Sánchez, ve positivo este in-terés, al que pronostica futuro, e in-troduce una nueva clave de actuali-dad: el interés del Ejecutivo actualen el continente. “Este Gobierno,aunque las políticas puedan ser o noacertadas, se ha dado cuenta de laimportancia de África. Hay un inte-rés y tiene que ser creciente porqueÁfrica tiene una situación en la quesólo puede ir para arriba. Acabaráinfluyendo en la permeabilidad delos medios para informar sobre Áfri-ca. África tiene que estar cada vezmás presente porque es obvio; vaspor la calle y cada vez ves más afri-canos. Simplemente la aparición decolor en tu vida es lo que te dice queÁfrica está en España”. Es Bru Rovi-ra quien sentencia: “Algún día lo ten-dremos que explicar”.

Lo que está claro es que Áfricaha dado un pequeño paso hacia ade-lante (pero paso, al fin y al cabo) enlos medios españoles. Una situacióncoyuntural (también podría calificar-se como estructural), que puede ser-vir de puerta de embarque hacia unfuturo de más y mejor contexto, demás espacio, de más historia e in-trahistoria.

“África no tiene peso económicoen el comercio mundial”. Ésta esotra de las causas que explican, se-gún Lobo, la cobertura africana. Al-gunos datos macroeconómicosejemplifican su reflexión: el Produc-to Interior Bruto (PIB) de todos lospaíses africanos juntos supone alre-

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dedor del 5% del PIB mundial (unporcentaje inferior al de Alemania).En el libro África, pecado de Europa,Luis de Sebastián explica estas ci-fras, cargándolas de simbolismo: “Sitoda África se hundiera en el mar(cosa que Dios no quiera), la econo-mía mundial sufriría una pérdida(…) como si hubiera habido unas ex-tensas inundaciones en Estados Uni-dos, o un terremoto en Japón”.

La insignificancia económica deÁfrica a escala mundial es el resul-tado del expolio, del desgaste, delabandono y de la marginación a laque ha estado sometido este conti-nente a lo largo de los siglos. Perosi la riqueza económica (en este ca-so, su ausencia) explica el escaso in-terés periodístico en África, es de ri-gor señalar que en el continente síexisten materias primas y recursosnaturales que no son aprovechadosy disfrutados por sus ciudadanos, si-no por las economías de los paísesricos. “Si analizas la cantidad de ri-quezas africanas que están movién-dose en la economía mundial, en-contrarás que hay petróleo, bausita,manganeso, coltán… hay bastantemás de lo que se dice”, afirma Ra-món Lobo.

Las palabras de Bru Rovira pue-den servir como última reflexión delo paradójico de la situación: “EnÁfrica se decide todo lo que es el te-ma del comercio en este mundo glo-bal: el papel de China, cómo somosmoral y éticamente como sociedad,

qué hacemos con los perdedores, lasleyes internacionales, el papel de laONU… se decide todo ¡y nosotros nohablamos de África!”.

En la zona subsahariana se mul-tiplica el problema de la falta de co-rresponsales o enviados especialesque padece la información interna-cional. El único medio español quetiene un corresponsal para todo elsubcontinente es la Agencia Efe (quetiene corresponsales en Egipto, Ma-rruecos y Túnez), con una delegaciónen Sudáfrica; en este destino, El Pa-ís también cuenta con una colabora-dora. ¿Y el resto? Nada. En los mejo-res casos, como Abc y La Vanguardia,aprovechan sus corresponsales en

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“En África se decide todo loque es el tema del comercioen este mundo global: elpapel de China, cómo somosmoral y éticamente comosociedad, qué hacemos conlos perdedores, las leyesinternacionales, el papel dela ONU… se decide todo ¡ynosotros no hablamos deÁfrica!”, dice Rovira

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Marruecos (más habituales dada lacercanía y un pasado de relaciones)para utilizarlos como enviados espe-ciales en caso de necesidad.

¿Qué nos queda entonces? Puesla opción de un puñado de periodis-tas enamorados de África que inten-tan nadar a contracorriente e infor-mar sobre el continente. Un esfuer-zo que mantienen vivo gracias, enmuchos casos, a la llama que les unea África. “Nunca había pensado endedicarme a África ni que me iba aenganchar de esa manera. Viajé aRuanda y al final fue una especie deenamoramiento inevitable. Porqueestoy enamorado de África”, expli-ca el periodista de Abc Alfonso Ar-mada. Rovira comparte sentimien-to: “Cuando pisas una vez África, lapisas una y otra vez porque es uncontinente que te fascina. Si no teengancha aquello, tienes que ir almédico. Desde el punto de vista dela curiosidad periodística está todo:el conflicto, la desmembración, sonsociedades que viven de una mane-ra muy distinta a la nuestra, el te-ma del animismo, la relación con lanaturaleza… es una pasada”. Otro ab-ducido por el continente es el cáma-ra de TVE Evaristo Canete: “Llegasy te engancha (…). Es el paraíso pa-ra la vista”, añade a una letanía desensaciones que podría prolongarsepor entre los 21 entrevistados. Peroel gran inconveniente a esta suertede solución individual es la continui-dad informativa.

No hay riesgo al afirmar que nor-malmente son informaciones even-tuales, sin contexto y, además, ame-nazadas por el olvido. El fotógrafoJuan Echeverría recuerda una de susvivencias: “Hay noticias que dejande ser noticias en dos o tres días por-que ha surgido otro conflicto o hayotra catástrofe. No se sigue hablan-do, no hay continuidad. Por ejem-plo, yo he llevado temas a vender yme dicen ‘¡otra vez!’. Otra vez no,esta gente sigue viviendo en cam-pos de refugiados, siguen teniendoel mismo problema. La prensa fun-ciona un poco como sopla el vien-to”. Manuel Leguineche también ti-ra de memoria: “En una ocasión hu-bo una crisis de refugiados y no en-contrabas ni sitio para dormir: esta-ban todas las televisiones. Nunca sa-bes bien por qué, pero un día se vany ya tienes sitio para dormir”.

Las razones o explicaciones con-tinúan. “África es cara”, señala de laforma más simple posible Lobo. Es-ta afirmación se tiñe de un coloraún más negro si añadimos la cono-cida y seguida frase de Murdoch. Ar-mada lo explica: “Existen pocas lí-neas aéreas, hay muy mala comuni-cación entre los países y los siste-mas de transporte están basados enlos vínculos coloniales porque no seha potenciado el comercio inter-afri-cano. Una vez que estás allí, o ha-ces como Kapuscinski y te muevesen pequeñas pensiones de malamuerte o haces como en general los

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periodistas europeos, que van a ho-teles de cinco estrellas que cuestanuna burrada”.

Es el fotoperiodista Gervasio Sán-chez quien aporta un punto de vis-ta más crítico al debate: “Me he en-contrado situaciones en las que seha puesto en entredicho mi viaje aÁfrica y, al mismo tiempo, el subdi-rector del diario se ha ido a París enbusiness class, pagando tres veces másde lo que valía mi viaje en avión. Ouna persona de un diario se ha gas-tado en una suculenta cena en Lon-dres un dinero que luego se está ra-caneando cuando hay que cubrir si-tuaciones de este tipo”. Bru Roviraañade más ejemplos que sirven con-textualizar el coste real: “Para La Van-guardia es más caro ir a cubrir unaselecciones a Bilbao que cubrir Áfri-ca. Un hotel en Bilbao es carísimo.En comparación, África es barato,muy barato”. Comparaciones al mar-gen, Juan Carlos Tomasi, fotógrafode la ONG Médicos sin Fronteras ycolaborador de varios medios, insis-te en que, en África, la logística “esmuy cara”. De nuevo es Bru Roviraquien responde a su compañero yamigo: “Sí, pero la robamos de laONG, no la pagamos nosotros”.

Esta respuesta del periodista ca-talán introduce un nuevo punto deanálisis: la labor de las ONG en lacobertura informativa sobre África.Porque son muchos los periodistasque viajan al terreno gracias a la in-vitación de estas organizaciones.

“Salvo alguna excepción, el periódi-co nunca te va a pagar un viaje aÁfrica”, explica Manuel Mediavilla,que siempre que ha pisado tierrasubsahariana ha sido invitado poruna ONG. En la misma situación seencuentra Yasmina Jiménez, perio-dista de la sección Solidaridad de lapágina web de El Mundo: “Cuandoviajamos fuera, siempre vamos in-vitadas por la ONG”. Ni siquiera to-dos los periódicos nacionales son aje-nos a este fenómeno. Le ocurre a Al-fonso Armada en Abc, aunque tam-bién lo experimentó en El País. “Enel caso español, casi todas las filma-ciones y los trabajos sobre África es-tán vinculados a una ONG”, señalaTomasi.

Por tanto, el papel de las ONG enla información que recibimos sobreÁfrica es tal que, si no fuera por suexistencia e interés en promocionar-se, se informaría aún menos de loque se hace actualmente. Una situa-ción que, indudablemente, planteaventajas e inconvenientes. El fotope-riodista Pep Bonet resume así estadicotomía: “El problema, que másbien es una limitación, es que lasONG son responsables de tu seguri-dad; entonces, tienes que estar a susórdenes. Pero también he estado enotras situaciones, como por ejemploen Somalia, donde es imposible ir sinuna ONG; puedes ir, pero a lo mejorte pegan un tiro al bajar del avión.La logística que tienen de hombresarmados, su seguridad y la informa-

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ción fresca que proporcionan no sepuede obtener fácilmente”.

Después de buscar y desgranarvarios porqués, la cuestión que estádetrás de todo es ver a quién inte-resa o deja de interesar África. “Allector le interesa lo que conoce; loque no conoce no le puede intere-sar”, responde el veterano reporte-ro de TVE Vicente Romero. El escri-tor Javier Reverte también divideresponsabilidades; por un lado, sitúael punto de mira en el lector, al se-ñalar que “le interesan más los sa-faris y las puestas de sol que la po-lítica y las sociedades africanas”; y,por otro, denuncia que “a las em-presas no les parece un negocio pro-mover el interés”. “El problema hayque repartirlo al 50%”, sentencia.

África no vende. Esta manida fra-se, que es la excusa perfecta paraexplicar las deficiencias informati-vas de los medios en temas interna-cionales, no tiene ningún sentidopara Gerardo González, quien ha si-do redactor jefe de la revista MundoNegro durante más de 40 años: “Laprensa diaria no vendería más nimenos si incluyera noticias sobreÁfrica. No se vende más o menosprensa si en la sección de Interna-cional le das media página a lo queestá ocurriendo en África”.

“Eso de que África no vende esfalso. Cuando un director dice queÁfrica no interesa es que no tieneni idea de África; no le interesa a élporque lo desconoce. Se quedaría

fascinado si le meto en un avión yle llevo a Darfur para ver lo que es-tá pasando. ¿África no interesa? Siquieres te cuento cien historias deÁfrica que vas a alucinar. Y si el di-rector es listo, las mete en portada”,afirma Rovira.

África como sinónimode sufrimiento“A África siempre se ha ido por pe-nas, por catástrofes, por guerras. Só-lo interesa cuando hay matanzas oalguien se subleva”, explica el cáma-ra Evaristo Canete. “En los mediosexiste atracción por las imágenes pe-ro no por los contenidos”, añade enforma de explicación el jefe de Inter-nacional de los servicios informati-vos de TVE, José Antonio Guardiola.

“¿Cuántos miles de familias tie-nen que perecer a la vez en Áfricapara que podamos darle la centési-ma parte del espacio que le daría-mos a la muerte de una sola fami-lia que falleciera de hambre en Es-paña? Ésa es la misma relación quese establece entre el valor de la vi-da de esa familia que muere hipo-téticamente de hambre en Españacon el de la familia en África. ¿Quévale; una diezmillonésima parte?”,se cuestiona enfadado Vicente Ro-mero. Es Luis de Vega el encargadode apuntalar la cuestión: “En estecontinente pasan cosas a diario que,si ocurrieran en Europa, serían por-tadas de diarios y revistas”.

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Un ejemplo: 30 de diciembre de2008. Todos los diarios nacionales einternacionales, todas la televisio-nes, todas las emisoras ofrecían ex-tensas crónicas, informaciones y re-portajes de los bombardeos de Israelsobre la franja de Gaza; es más, erala información de portada, la que abríalos informativos. Más de 300 muer-tos justificaban la cobertura junto alos países implicados y la ubicación.El País, un ejemplo que puede servirpara ver la tendencia general, ofre-ció aquel día la portada y cuatro pá-ginas, además de varios artículos deopinión, al nuevo enfrentamientoentre palestinos e israelíes. En cam-bio, una columna, firmada por‘Agencias’, ocupó la noticia que te-nía este titular “El LRA ugandés ase-sina a 189 personas civiles en el es-te del Congo”. Sólo una columna.

Desde el suelo africano:condiciones para informar“África es una pesadilla logística”. Elexperimentado Manuel Leguinecheseñala así lo complicado que es paraun periodista trabajar en el continen-te. Para realizar un completo repasoa la labor de los informadores que lu-chan por sacar a África en los medios,es necesario explicar cómo se traba-ja en el terreno. ¿Cuáles son las ma-yores dificultades para cubrir África?

Leguineche lo resume así: “Yo, nitraductores, ni seguro, ni hoteles decinco estrellas, ni nada de eso. Con

el francés y el inglés te ibas apañan-do. Iba por libre y no me llegaba eldinero. Y eso me permitió abrirmecamino”. El inglés y el francés pue-den ser idiomas suficientes para ma-nejarte en la zona, pero si quiereshablar con la gente de la calle, conlos ciudadanos de a pie hay que co-municarse en sus lenguas, porque“solamente los grandes líderes yquienes han estudiado hablan la len-gua del colonizador”, señala la vete-rana Isabel Martínez Reverte. Y esque, al contrario de lo que podríapensarse, el idioma no suele ser unproblema insalvable. Como explicaJuan Echeverría, “muchas veces nose trata de hablar un idioma, sinode la actitud que tengas hacia el lu-gar y hacia la gente”.

Además, “hay muchos curas quehablan la lengua local y hacen detraductores”, señala Armada, quientambién hace referencia a la nece-sidad de tener un chófer local “por-que conoce los sitios peligrosos. Losconflictos en África son más confu-sos y las líneas más dudosas. No sesabe dónde está el frente o quiénesson amigos o enemigos”. Al hilo deesta peligrosidad, Leguineche re-cuerda la muerte del cámara espa-ñol Miguel Gil en Sierra Leona, acausa de una emboscada. El tema dela peligrosidad, evidentemente, de-pende de los lugares y de los mo-mentos.

Por ejemplo, Somalia. El pasado26 de noviembre, el fotógrafo espa-

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ñol José Cendón fue secuestrado enel Estado fallido del Cuerno de Áfri-ca junto con el periodista británicoColin Freeman, cuando realizabanun trabajo sobre piratería para eldiario británico The Daily Telegraph.Tras 38 días de cautiverio, muchasnegociaciones y posiblemente el pa-go de un rescate, fueron liberados.

Cendón ganó el prestigioso pre-mio World Press Photo en 2007 porsus imágenes de los centros de sa-lud mental de la región de los Gran-des Lagos. “Con mi trabajo en loshospitales buscaba algo diferente delo que hacen la mayoría de los foto-periodistas que trabajan aquí. Deci-dí seguir un camino lo más directoposible hacia el espectador. Buscabaherirlo porque me parece increíbleque se le preste tan poca atenciónal lugar donde han sucedido y suce-den las cosas más terribles del pla-neta”, explicó entonces el fotógrafoal diario El País.

En esta entrevista, Cendón hablótambién sobre las dificultades de tra-bajar en África, más concretamen-te en el caso de la República Demo-crática del Congo: “Es un país casidel tamaño de Europa Occidentaldonde hay menos de 500 kilómetrosde carreteras asfaltadas. Es muycomplicado acceder a los lugaresmás calientes a tiempo porque de-pendes de la ineficacia de las Nacio-nes Unidas. Normalmente utilizo susaviones y helicópteros”.

El tiempo del que se dispone pa-

ra recabar la información in situ esotra cuestión determinante. RamónLobo, Pep Bonet y los periodistas deprogramas de reportajes de TVE sonla excepción que confirma la regla.Lo más frecuente es la premura. Lasprisas y la falta de tiempo son, pa-ra Isabel Martínez Reverte, un pro-blema: “Es muy difícil irte tres díasy hacer una buena información”.

Por último, es imprescindible es-tar documentados, conocer la histo-ria y las peculiaridades de cada lu-gar. ¿Qué hacer entonces para docu-mentarse antes de viajar? ¿Cómo seinforman nuestros informadores? Li-bros (Ryszard Kapuscinski es un clá-sico para todos los entrevistados), in-formes y algún medio internacionalcomo Le Monde, The Economist, NewYorker y Jeune Afrique.

Dónde informarse sobre ÁfricaTambién existen otras vías, otrosmedios, que otorgan a los interesa-dos la posibilidad de mantenerse aldía del, probablemente, continentemás olvidado; unas opciones que, almismo tiempo, desacreditan las ex-cusas y reparten responsabilidadestambién en el lado de los ciudada-nos. La información está ahí… perohay que remover con mayor esfuer-zo si cabe para encontrarla.

Bien es cierto que la alternativaes transitar por carreteras secunda-rias; un calificativo que, sin embar-go, hace referencia a la densidad en

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el tránsito de lectores/oyentes/espec-tadores, que no muchas veces a lacalidad de sus infraestructuras. Al-gunos preferirán referirse a ellos co-mo los medios alternativos pero, a lavista queda según lo demostrado,que el adjetivo pierde en este casosu grado de certeza para entrar enel terreno de lo cuestionable. Sirvanla Fundación Sur y Mundo Negro co-mo los ejemplos más representati-vos encontrados. No los únicos.

La revista Mundo Negro nació dela mano de los misioneros combo-nianos, en 1960. Es imprescindibleleer y analizar Mundo Negro tenien-do siempre claros sus ligaduras re-ligiosas. Sin embargo, no es menosrelevante que, salvo el director, laredacción está formada por seglares.Se trata de una publicación men-sual, con cerca de 90.000 suscripto-res. Además de la publicación en pa-pel, también tiene edición digital.

Creado en 1979 por los padresblancos como Centro de Informa-ción y Documentación Africanas, elCIDAF es otro de los recursos desta-cados. El departamento de África dela Fundación Sur es un centro convocación universitaria. Sus activida-des abarcan desde la organizaciónde conferencias, hasta la gestión dela biblioteca y el centro documen-tal (con cualquier tipo de soporte:audiovisuales, monografías, publica-ciones seriadas, cartografías…), pa-sando por publicaciones tanto im-presas como electrónicas (Cuadernos

y Africana Noticias), programas de ra-dio incluidos (Africanía y La otra carade África). Uno de sus últimos pro-yectos ha sido dar “un cambio radi-cal” a su presencia en Internet. Enla nueva página se pueden encon-trar noticias, un blog académico, laagenda de actos, crónicas, reporta-jes y una extensa bitácora con lostextos de colaboradores, entre otros.

Existen otras iniciativas con ob-jetivos similares a los anteriores: Porejemplo, Umoya, boletín trimestraleditado por la Federación de Comi-tés de Solidaridad con África Negra.Además, Carla Fibla se encarga, apropuesta suya, de un espacio sema-nal llamado Conocer África, de tres

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Muchos de los informadorescoinciden en esta imagendel continente: “África evocados sentimientos muyopuestos al mismo tiempo:alegría y sufrimiento”

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minutos dentro del programa Puntode Fuga de la Cadena Ser.

Por otro lado, en enero de 2007entró en funcionamiento Casa Áfri-ca, “como un espacio de encuentroy reflexión”, según se explica en supágina web. Este organismo ofreceuna agenda de diferentes actos quesobre África se realizan en España,además de convocar concursos, fun-cionar como base de datos y centrode documentación, y potenciar lasrelaciones de España con el conti-nente vecino.

En Internet es donde El Mundo haapostado por informar sobre Áfricay sobre el resto de países del sur, através de la sección Solidaridad, queha ganado la Medalla de Oro de laCruz Roja y la Media Luna Roja. Ade-más, cuenta con el blog Crónicas deÁfrica, en el que escriben seis coope-rantes españoles que trabajan en al-guno de los países africanos y el pe-riodista marroquí Ali Lmrabet, asi-duo colaborador de este diario.

Aproximación al concepto ‘África’Son ya varias páginas hablando so-bre África, sobre cómo se informasobre África, sobre el olvido del con-tinente, pero ¿qué es África? “El con-tinente es demasiado grande para serdescrito. Es un verdadero océano,un planeta separado, un cosmos va-riado e inmensamente rico. Sólo conla mayor de las simplificaciones, ypor razones de conveniencia, pode-

mos decir África. En realidad, excep-to como denominación geográfica,África no existe”, escribía Kapuscins-ki en Ébano.

A pesar de que África es un uni-verso variado que no se puede abar-car bajo ningún sustantivo, quizástampoco bajo ningún nombre, sí tie-ne algunos rasgos definitorios quediferencian al continente del restode lugares. La conjunción ofrecidapor Bru Rovira es quizá la más sig-nificativa: belleza y dolor.

Muchos de los informadores con-sultados coinciden en esta imagendel continente “África evoca dos sen-timientos muy opuestos al mismotiempo: alegría y sufrimiento; siem-pre se te queda un dolor amargo”,afirma Juan Carlos Tomasi. Y es que,como dice Canete, “en África hay bas-tantes áfricas”.

“Es el canto a la vida. El vivir. Laparadoja es que, en el continentede la vida, muera tanta gente”, re-flexiona Gerardo González. Una ex-presión similar elige Javier Revertepara su definición: “Un continentelleno de vida y de muerte, la metá-fora más exacta de todos nosotros”.Isabel Martínez Reverte seleccionaotra frase contundente: “África esel paraíso terrenal lleno de pesadi-llas”. Después de una reflexión ini-cial –“es el continente más fascinan-te por todas sus miserias; la esen-cia del ser humano en estado pu-ro”–, José Antonio Guardiola finali-za ofreciendo una inusual metáfo-

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��� África, la gran olvidada de los medios españoles

ra: “África es como un parto: la ex-presión máxima del sufrimiento hu-mano con la máxima felicidad”. Ra-món Lobo es mucho más directo:“África tiene la mala suerte de es-tar al otro lado de la valla de Meli-lla. Nos separa una puta valla”. Es-ta visión del continente como blan-co de la maldad extranjera tambiénes elegida por Vicente Romero, pa-ra quien África evoca “un escenariode enormes injusticias y de enormeculpa histórica nuestra”.

En estas definiciones se diferen-cian dos realidades: una es la aso-ciación de África con el drama ycon la pena; la otra, la que adjeti-va al continente como la alegría,la vida y la belleza. Una dicotomíaque, aunque bien parezca contro-versia, no lo es. Lo que pasa es queuna cara de la moneda, la más fea,no deja ver la parte más hermosa.Alfonso Armada lo explica de estemodo: “El problema es que Áfricaes víctima de los estereotipos. Lehan puesto un gran clavo encimacomo a las mariposas. Es una ma-riposa maravillosa dentro de unavitrina, congelada en el tiempo y,además, pudriéndose”.

Bru Rovira finaliza reflexionan-do de este modo: “África es el granreto moral del siglo XX. Nos poneen un espejo horrible”. “Sentimien-to y culpabilidad”, escribe Tomasien una libreta, sentado al lado desu compañero de viajes. “Sentimien-to y culpabilidad”, repite.

Resulta cuanto menos curiosoque los conocedores de África re-salten la belleza del lugar, mientrasque la gente de la calle considereque es el continente de la desgra-cia. ¿A qué se debe esta percepcióncontradictoria? Rovira toma comoreferencia las imágenes para expo-ner su punto de vista: “El periodis-ta es un narcisista al que le gustaque le quieran, que le amen, quele lean y le vean. Ante una foto deuno al que le pegan un tiro en lacabeza que sabes que la van a me-ter en portada, en lugar de no ha-cerla y respetar la dignidad de esapersona, ¿qué hace el periodista?Hacer esa foto. Los periodistas da-mos una imagen de África falsifica-da, que no es humana; es una ima-gen deshumanizada; y lo hacemospor narcisismo”.

Lo que está claro, y no podía serde otro modo cuando hablamos de53 países y casi 1.000 millones depersonas, es que África vive llena denoticias, de informaciones, de his-torias; como afirma Ramón Lobo,“África es una mina”. Una mina que,lo queramos o no, sigue todavía hoyal otro lado de la valla. �

* Este reportaje se ha redactado coninformación extraída de la investigación‘Así ven África nuestros informadores’.Fue elaborada por ambos autores en2007, con la pretensión de crear unavirtual mesa de debate que recogiera lostestimonios de más de una veintena deinformadores españoles sobre África.

100—CUADERNOS DE PERIODISTAS,—ABRIL DE 2009