Africa. Barrado

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11 ÁFRICA Diego A. Barrado Timón La región mediterránea 11.1 Las Islas Canarias y Madeira 11.2 El Sáhara y el Sahel 11.3 África ecuatorial húmeda: la Costa Atlántica y la Cuenca del Congo 11.4 Del Índico al Gran Rif africano 11.5 África austral 11.6 Conclusiones 11.7

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11ÁFRICA

Diego A. Barrado Timón

La región mediterránea 11.1Las Islas Canarias y Madeira 11.2

El Sáhara y el Sahel 11.3África ecuatorial húmeda: la Costa Atlántica y la Cuenca del Congo 11.4

Del Índico al Gran Rif africano 11.5África austral 11.6Conclusiones 11.7

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Para describir la situación turística de África podríautilizarse la metáfora de un péndulo que oscilase entreel sueño y la pesadilla. Ningún continente presentalos rasgos de misterio y aventura que encerraba yencierra el africano, lo que influye enormemente ensu atractivo; pero ningún otro está sometido a las des-graciadas circunstancias que aún encontramos en granparte de estas tierras, y que convierten importanteszonas en un repelente para el turismo.

A pesar de su pertenencia al mundo antiguo, Áfri-ca tardó en ser explorada en su totalidad. Los desier-tos y las selvas tropicales, las fiebres y otras circuns-tancias hostiles supusieron durante mucho tiempoun obstáculo a la penetración de los europeos, quesólo a partir del siglo xix comenzaron a conocer concierta fiabilidad su interior. Así, y salvando las dis-tancias, mientras que los nobles y la alta burguesíaeuropea se iniciaban con el Grand Tour o comenza-ban a frecuentar las rivieras francesa e italiana, aven-tureros y exploradores encomendados por sus gobier-nos, sociedades geográficas, compañías comercialeso por su propia iniciativa, se embarcaban en arries-gados periplos que poco a poco fueron rellenandolos enormes huecos del mapa africano. Y esta aven-tura casi mítica sigue siendo hoy día una de las prin-cipales razones del turismo africano, trasladada aactividades y recursos como la caza y más reciente-mente la contemplación de los grandes mamíferos;los recorridos a través del desierto, las impenetrablesselvas tropicales y las igualmente inextricables ciu-dades árabes; o el contacto con grupos étnico/cultu-rales y sus costumbres.

Pero, como decíamos al principio, este mito afri-cano decimonónico que se acabó trasladando al turis-mo presenta igualmente un lado oscuro. La inesta-bilidad, guerras casi endémicas, fenómenos como elsubdesarrollo o riesgos ambientales transmiten unaimagen negativa del continente en general y demuchas zonas en particular. El resultado es que siya no hay espacios en blanco en el mapa de África,sí los hay aún en el mapa turístico, y que países conun sector consolidado, como por ejemplo Egipto,pueden ver amenazada su posición por alguno deestos problemas.

Así, si bien es cierto que África es una de las regio-nes en que divide el mundo la OMT que más ha cre-cido los últimos años, pasando de poco más del 2,5%de las llegadas mundiales en 1980 al 3,79% en 1997,la realidad es que este incremento porcentual hay querelativizarlo teniendo en cuenta las exiguas cifras de

partida. Esto es fácilmente perceptible si considera-mos que todo el continente está recibiendo a finalesde los noventa algo más de 23 millones de llegadasinternacionales, es decir, aproximadamente la mitadque España como destino individual. De hecho, tene-mos que descender hasta el puesto vigesimosextomundial para encontrar el principal destino turísti-co africano, la República Sudafricana, que precedióen 1997 a Túnez, Egipto y Marruecos.

Otra característica del turismo africano es la con-centración geográfica de los flujos. Como señala laWTO Commission for Africa (1999), de los 53 paí-ses del continente los veinte primeros se repartenmás del 90% de las llegadas, y los cuatro arriba cita-dos bastante más del 50%. Por tanto, encontramosuna serie de naciones en las que el turismo es unaactividad relativamente desarrollada, mientras queel resto podría considerarse un desierto para estesector.

Como ya se señaló, la principal limitación aldesarrollo del turismo africano está en la percep-ción de inseguridad que transmiten gran parte delos países para el consumidor medio. Pero tambiénen la propia debilidad del turismo como actividadproductiva, con una oferta limitada y concentradaen puntos muy concretos como claro reflejo de lahasta ahora crónica escasez de proyectos y recursoshumanos y financieros, lo que condiciona y dificul-ta el despegue de las zonas y productos más pro-metedores.

Sin embargo, en los últimos tiempos están empe-zando a aparecer elementos esperanzadores que posi-blemente permitan sostener o incluso incrementar losavances señalados. Debe destacarse en este sentido laestabilidad sociopolítica y el mantenimiento de lastasas de crecimiento económico que están consi-guiendo determinadas zonas del continente, princi-palmente los países del sur impulsados en gran medi-da por el fin del apartheid en Sudáfrica.

En cuanto a la procedencia de los flujos turísticosinternacionales, el principal en 1997 era el de los pro-pios africanos con el 41,5%, a pesar de que el conti-nente se ve perjudicado por la inexistencia de gran-des emisores regionales dado el escaso nivel de vidaen la mayor parte de los países (de nuevo con Sudá-frica a la cabeza en total de gasto, seguida de Nige-ria, el país más poblado). Esto supone una grandependencia del turismo intercontinental, que impli-ca mayores costes y requiere tiempos más largos dedesplazamiento (figura 11.1).

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FIGURA11.1. Llegad

a de turistas a África según m

ercados de origen

. Fu

ente

: OMT (1997).

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FIGURA 11.2. Regiones geográfica y turísticamente homogéneas.

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El segundo flujo en importancia es el de los euro-peos con más del 40% en 1997, como no podía sermenos dada la cercanía física, los lazos políticos quehasta hace poco existían entre ambos continentes (prin-cipalmente con Francia y Reino Unido como metró-polis coloniales) y el peso de Europa como región emi-sora. No hay que olvidar que el reciente pasado decolonización protagonizado por los dos países arribacitados (junto con Bélgica, Portugal, italia, Alemaniay, en menor medida, España) han convertido el fran-cés y el inglés casi en lenguas francas de la mayor par-te del continente, lo que facilita el contacto con losturistas. De todos modos, el europeo es un turismobastante concentrado, ya que más de la mitad se redu-ce a los países del norte, los más cercanos a Europa,porcentaje que llega al 75% si le sumamos África delEste (figura 11.2).

11.1. La región mediterránea

En este conjunto se incluye el litoral atlánticomarroquí y todo el mediterráneo, desde la costa deMarruecos en el límite con la antigua colonia espa-ñola del Sáhara Occidental hasta la península egipciadel Sinaí, en el contacto con Asia. El límite meridio-nal lo marca el desierto del Sáhara, que en el Magreb(Marruecos, Argelia y Túnez) se encuentra separadodel mar por el importante conjunto montañoso de ori-gen alpino del Atlas, mientras que en el caso de Libiay Egipto prácticamente llega hasta la costa. Un climacálido de tipo mediterráneo junto con un extenso lito-ral define, por tanto, una parte sustancial del mode-lo turístico de esta zona, que se adscribe en gran medi-da al sol y la playa, principalmente en el caso deTúnez.

Pero, como no podía ser menos, esta franja cos-tera fértil y de clima favorable frente a la aridez delinmenso desierto del Sáhara ha sido un importan-te foco de civilización, y aún hoy la mayor parte dela población de estos países (exceptuando el casode Egipto en el que la arteria fluvial del Nilo ha sidoel impulsor demográfico hacia el sur) se concentraen ella. Fenicios, romanos, bereberes o europeos endiferentes épocas, pero sobre todo el sustrato ára-be y musulmán que hoy dota de homogeneidad aeste conjunto, han ido dejando su impronta monu-mental y cultural, cuyo resultado es un importan-tísimo patrimonio de desigual aprovechamientoturístico.

Este conjunto incluye a algunos de los países másdesarrollados del continente, y desde luego a los des-tinos turísticos más maduros, principalmente Túnez,Marruecos y Egipto. Este nivel económico permite asu vez la existencia de movimientos internos e intra-rregionales relativamente importantes, como lodemuestra el caso de Túnez en donde los proceden-tes de Libia, Argelia y Marruecos superan el millón ycuarto de visitantes (figura 11.3) de un total de algomás de 4 millones.

De todos modos, como queda claramente de mani-fiesto, el turismo europeo es predominante, aspectoaún más evidente en Marruecos (figura 11.4). Dehecho, dada la cercanía, facilidad y rapidez de las cone-xiones marítimas (sobre todo entre España y Marrue-cos, pero también de Francia a Argelia o de italia aTúnez) es posible incluso trasladarse con un vehícu-lo particular desde Europa, lo que hace aumentar elnúmero de viajes organizados individualmente.

En este contexto mediterráneo se sitúan las ciu-dades españolas de Ceuta y Melilla. En ellas el turis-mo es principalmente nacional, aun cuando registrantambién una intensa entrada de marroquíes por moti-

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Otros 19%

Francia 15%

Libia 16%Italia

8%

Alemania 21%

Argelia 15%

Reino Unido 6%

FIGURA 11.3. Llegada de turistas a Túnez según mercados deorigen. Fuente: OMT (1997).

Otros 53%

Francia 21%

España 8%

Italia 4%

Alemania 8%Reino Unido

3%

Estados Unidos 3%

FIGURA 11.4. Llegada de turistas a Marruecos según mercadosde origen. Fuente: OMT (1997).

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vos comerciales. Ceuta, además, es una de las puer-tas a África desde la península ibérica dada su rápi-da conexión marítima con Algeciras, así como unimportante centro de turismo de compras por su con-dición de puerto franco (cuadro 11.1 y figura 11.5).

11.1.1. Marruecos

Aun cuando la principal evocación que despiertaMarruecos sea el desierto, lo cierto es que sólo unaparte pequeña de él puede calificarse como tal. Dehecho, ha sido descrito como un gran anfiteatro abier-to sobre el Atlántico y el Mediterráneo (Mutin yDuran-Dastès, 1995), con una serie de montañas enforma de graderíos cada vez más alejados del mar.Un país, por tanto, muy variado en cuanto a recursosnaturales, que van desde playas de clima mediterrá-neo al Sáhara, pasando por las altas cimas del Atlas.

El turismo litoral tiene su máxima representaciónen el Atlántico, caracterizado por las enormes exten-siones de costa baja y arenosa con más de 300 días desol al año. Aquí se dirige la mayor parte del turismointernacional de litoral y gran parte del nacional, conAgadir como principal centro. Esta ciudad, destruidacompletamente por un terremoto en 1960, fue recons-truida ofreciendo hoy día una imagen más cercana a lade cualquier municipio turístico de Europa que a unapoblación marroquí. En contrapartida, también es eldestino mejor dotado para el turismo de sol y playa,con una importante oferta complementaria que inclu-ye modernos alojamientos, restaurantes, deportes náu-ticos, golf, etc. No hay ningún otro núcleo turístico en

el litoral atlántico marroquí comparable a Agadir, auncuando sí existe un gran número de centros balneariosde atractivo nacional por la cercana presencia de Casa-blanca (ciudad más grande del país y principal centroeconómico) y Rabat (capital administrativa).

El litoral mediterráneo tiene un menor y másreciente desarrollo turístico, así como una configura-ción geográfica más compleja y accidentada por lapresencia de las montañas del Rif. Dos son los prin-cipales centros: Tánger, una de las grandes ciudadesde Marruecos y casi inevitable punto de entrada alpaís por barco; y Al Hoceima, la Alhucemas de lostiempos del protectorado español (no hay que olvi-dar que en su bahía hay tres islas que aún permane-cen bajo soberanía española), principal centro turís-tico del Mediterráneo con aeropuerto internacional yuna importante infraestructura hotelera que incluyeun resort del Club Mediterranée.

El otro recurso estrella del país es el cultural-monu-mental. Los centros que concitan más atención son,sin duda, las ciudades imperiales de Marrakech, Fezy Mekinez, todas ellas con atractivo suficiente comopara convertirse en destino único. Sin embargo, elmodo de aprovechamiento turístico más habitual sonlos circuitos, ya sean individuales u ofrecidos poragencias. Éstos incluyen, junto con las anteriores, otrasciudades como Tánger, Tetuán o Salé, y conjuntosarqueológicos como el romano de Volúbilis. Eso, sinolvidar Casablanca y Rabat, que a su patrimonio (aun-que menor que el de las tres citadas en primer lugar)unen el hecho de ser respectivamente la capital eco-nómica y política del país, lo que genera también turis-mo de negocios y profesional.

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CUADRO 11.1División funcional del África Mediterránea

Área geográfica

Marruecos

Túnez

Resto del litoral mediterráneo

Uso turístico del territorio

Repartido por todo el territorio. Significativo turis-mo internacional e incipiente nacional

Turismo consolidado de carácter masivo para laescala africana en el litoral, y enclavado en el res-to. Importante turismo internacional

Turismo escaso, enclavado y de carácter nacional

Tipología de la actividad

Turismo de sol y playaTurismo culturalTurismo de naturaleza y deportivo

Turismo de sol y playaTurismo cultural, de naturaleza y deportivo

Turismo de sol y playaTurismo cultural

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FIGURA11.5. E

l espacio turístico del África Med

iterránea.

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Pero no sólo la arquitectura monumental, sino tam-bién la popular con lo intrincado del urbanismo ára-be, es un atractivo en este país. Al norte, en las rela-tivamente húmedas montañas del Rif, pequeñasciudades blanqueadas como Chechaouen suponen ungran atractivo. Por el contrario, en las zonas monta-ñosas del Anti-Atlas o al sur del Alto Atlas son yapoblaciones de aspecto sahariano las que concitan laatención, como Tafraute o Ouarzazate, con la ciuda-dela fortificada de Taurit.

En cuanto al turismo deportivo y de aventuras,tiene su espacio fundamental en el Atlas. La granmontaña marroquí cuenta con significativos recursospara el senderismo y la escalada, con picos como elToubkal por encima de 4.000 m y varios que superanlos 3.000; así como estaciones de esquí que atraen prin-cipalmente al turismo nacional. Cimas nevadas yextensos bosques de cedros ofrecen un paisaje sor-prendente para el turista escasamente avisado, quese complementan con otros paisajes más esperadoscomo las encajadas gargantas (Dades) u oasis comolos de Zagora y Erfoud, antesala del gran desierto.

11.1.2. Túnez

Mientras que Marruecos muestra recursos muyvariados, Túnez, el segundo destino de África, esmucho más monotemático, ya que aproximadamen-te el 90% es turismo costero atraído por el sol y pla-ya (Burton, 1997). Así, si se comparan las figuras 11.3y 11.4, puede comprobarse que también es mucho másdiversificada la procedencia de los turistas en Marrue-cos que en Túnez, donde entre cuatro emisores (Ale-mania, Francia, Argelia y Libia) copan casi el 70% delas entradas.

Otra gran diferencia con su vecino marroquí estri-ba en el modo de organización de los turistas euro-peos, dado que un alto porcentaje (aproximadamen-te el 80%) llega a este país con un paquete turístico deun touroperador y en chárter vía Túnez o Monastir,un aeropuerto especialmente construido para acogereste tipo de vuelos. Túnez es, por tanto, el equivalenteafricano del turismo de masas estandarizado tan habi-tual en las riberas del Mediterráneo norte.

Pero lo que verdaderamente define el desarrollotunecino ha sido el impulso recibido vía guberna-mental a través del Ministerio de Economía y la Ofi-cina Nacional de Turismo, mediante una serie planesquinquenales que en los últimos tiempos están ten-

diendo hacia una mayor colaboración, en forma departenariado, entre la administración pública y el sec-tor privado. Al éxito de esta política voluntarista hacontribuido el hecho de que Túnez sea el país másestable de todo el norte de África, lo que permite satis-facer a los europeos su necesidad de exotismo con-trolado y seguro que antes buscaban en países de laribera norte del Mediterráneo.

Esta estrategia se inició a principios de los añossesenta, aunque es a partir de los setenta y durantelos ochenta cuando se construyen la mayor parte delos alojamientos y resorts; con enormes crecimientosque según el Ministerio de Turismo han llevado has-ta las 200.000 plazas a finales de los noventa. Duran-te la mayor parte del período casi todas las inversio-nes se dirigieron al turismo litoral, produciéndose undesarrollo importantísimo en tres zonas diferencia-das (Burton, 1997):

• Desde la frontera de Argelia hasta Cap Bon seextiende la denominada Costa de Coral. Es lazona menos desarrollada y con menor capaci-dad de alojamiento del litoral, eso a pesar deencontrarse en ella la capital.

• La Costa Oeste, desde Cap Bon hasta el golfode Gabes, es la más desarrollada turísticamen-te (más del 60% del alojamiento), pues en ellase encuentran los principales destinos del país(Hammamet, Susa, Monastir) y un importantenúmero de centros turísticos construidos en susalrededores, algunos de los cuales pueden con-siderarse modélicos en cuanto a su aspecto esté-tico y a la calidad y cantidad de su oferta com-plementaria y recreativa (Port El Kantaoui).

• La costa sur comprende desde el golfo deGabes hasta la frontera con Libia. Es la segun-da gran zona turística con aproximadamenteun 18% del alojamiento, y posiblemente la demayor calidad. La isla de Djerba, hoy conver-tida en península al contar con acceso viario,es el principal centro.

Los planes del gobierno tunecino a partir de losaños noventa están intentando difundir parte del turis-mo litoral hacia el interior, para así también repartir losbeneficios económicos que esta actividad comporta yconstruir productos más complejos. De este modo,núcleos históricos, monumentales y religiosos como laciudad de Kairouam o los restos romanos de Cartagose están incorporando en la modalidad de day-trip.

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El mismo proceso está experimentando el GranSur, ya plenamente desierto pero que incluimos jun-to con la zona mediterránea, pues, a diferencia de loque sucede en Marruecos, Argelia o Egipto, raramentees destino único sino que se visita siempre en circui-tos que tienen como base principal el litoral. Las prin-cipales atracciones del interior tunecino son, entreotras, el pueblo troglodita de Matmata, oasis comoNefta o Tozeur y el gran lago salado de Chott El Jerid,así como recorridos de aventura en 4 × 4 por las zonasde desierto de arena.

11.1.3. El litoral Mediterráneo de Argelia, Libia y Egipto

Hemos incluido en un conjunto el litoral medite-rráneo de estos tres países porque, a pesar de no habercontinuidad física entre ellos (Túnez se interpone entreArgelia y Libia), se trata de la franja costera al MareNostrum con menor uso turístico, y sobre todo conuna menor presencia de extranjeros. Sin embargo, lascausas que explican este reducido desarrollo turísti-co no son las mismas. Argelia y Libia son países congrandes reservas de combustibles fósiles, principal-mente gas y petróleo, de donde obtienen la mayorparte de sus divisas y a partir de los cuales han ini-ciado importantes procesos de industrialización. Estoha supuesto que el turismo quede en un segundolugar frente a sus vecinos marroquíes y tunecinos queno contaban con esos recursos energéticos; pero mien-tras que en Argelia se intentó desarrollar el turismoa principios de los ochenta, coincidiendo con la caí-da de los precios del petróleo, el estado libio, con unimportante peso islamista, ha rechazado siempre estaposibilidad. En cuanto a Egipto, es uno de los gigan-tes turísticos de África, pero la zona del Mediterrá-neo es la que menos peso tiene en este sector, aco-giendo principalmente un turismo nacional.

El litoral mediterráneo argelino es una reducidafranja que, al igual que en sus vecinos del este y deloeste, queda separada del desierto por el Atlas. Así,a pesar de ser el segundo país en extensión de Áfricatras Sudán, tan sólo la estrecha banda del Atlas Tellien,el 9% de la superficie nacional pero la zona más húme-da y fértil, acoge al 90% de la población.

Como se comentó, en la década de los ochentase comenzaron programas para desarrollar el turis-mo, consistentes en la promoción de una serie deresorts aislados pero cerca de los principales nú cleos.

Desgraciadamente, los esfuerzos por desarrollar elsector se han visto seriamente empañados por el cre-cimiento del integrismo islámico a principios de losnoventa, que ha sumido al país en una guerra civilmás o menos encubierta con los intereses turísticoscomo uno de los principales objetivos de los terro-ristas. El resultado ha sido un continuo descenso delas cifras de visitantes desde finales de los ochenta,de tal modo que la mayoría de las entradas desdeel extranjero (86%) son de argelinos residentes enEuropa.

En cuanto a Egipto, su evocación turística máspoderosa se corresponde, sin duda, con los restos fa -raó nicos, y sólo recientemente se están incorporando,en un intento por diversificar su producto y atractivo,recursos y destinos litorales. Sin embargo, en este con-texto de promoción del turismo costero no ha sido elMediterráneo la zona más favorecida, sino el Mar Rojoy la península del Sinaí, quedando la costa norte egip-cia al servicio del turismo interno.

El principal núcleo turístico de esta zona es Ale-jandría, la gran ciudad del delta del Nilo pero queocupa una posición excéntrica dentro de él. Fundadapor Alejandro Magno, no comparte el pasado faraó-nico con el resto del país, lo que no quiere decir queesté exenta de atractivos. Además, es la segunda ciu-dad en población e importancia económica de Egip-to, con lo que atrae también turismo de negocios. Aun-que la propia ciudad dispone de playas turísticas yde algún centro costero muy cercano, los principalesse localizan hacia el oeste, fuera ya del delta.

En cuanto a la zona del delta, al este de Alejandríay hasta el Canal de Suez, pueden destacarse Rosetta,Damieta o Port Said, todas ellas para el turismo inter-no. De todos modos, no hay que olvidar que en estaúltima ciudad comienza el Canal de Suez, lo que con-lleva un importantísimo tráfico náutico y una grancantidad de visitas ligadas a él.

11.2. Las Islas Canarias y Madeira

Aunque africanas tanto por su localización comopor sus características físico-ecológicas y climáticas,lo cierto es que desde el punto de vista sociopolíticoy económico las Canarias y Madeira son claramenteun territorio europeo. En este contexto, su turismotiene muy poco que ver con el de África, acercándo-se mucho más a la modalidad litoral existente en elMediterráneo norte. Sin embargo, su clara especifici-

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dad geográfica imprime importantes diferencias a susector turístico frente al del resto de Europa en gene-ral y al de España y Portugal en particular (cuadro11.2 y figura 11.6).

En Canarias, su lejanía de los centros emisores deEuropa Occidental conllevó una más tardía incorpo-ración al turismo de masas litoral que el resto de loslitorales cálidos de la península ibérica. Además, lamayor carestía del desplazamiento y la obligatorie-dad de utilizar el transporte aéreo han ligado a estearchipiélago desde un principio a la modalidad depaquete turístico y de los vuelos chárter, penalizan-do los desplazamientos individuales.

En clara contrapartida frente a la desventaja queen cierta medida ha supuesto la lejanía, se encuentransus características climáticas. A pesar de las grandesdiferencias entre las islas y en el interior de algunasde ellas (debido fundamentalmente a diferencias dealtitud y exposición), lo cierto es su situación geo-gráfica conlleva de forma general la existencia de unclima subtropical con temperaturas moderadas a lolargo de todo el año y escasa amplitud térmica, lo queha evitado la tan común estacionalidad de los típicosmodelos de sol y playa europeos. incluso, en sus ini-cios de los años sesenta y hasta hace relativamentepoco el turismo canario tenía un máximo de frecuen-tación en invierno, dado que se había configuradocomo un modelo elitista para las clases medias-altasy altas que encontraban en la temporada invernal undestino cálido y con un cierto grado de exotismo, pero

con niveles de confort y seguridad a estándares euro-peos. Sólo cuando Canarias empieza a ser asequiblepara las clases medias, y muy concretamente para lasdel resto de España, los ritmos de trabajo y vacacio-nes que privilegian claramente los viajes en veranohan ido igualando las pautas de frecuentación, de talmanera que ahora se encuentran prácticamente equi-libradas las temporadas de invierno y verano.

Este proceso de popularización del destino Cana-rias (que ha llevado a superar los 8 millones de turis-tas) provocó, asimismo, otros cambios importantesdesde el punto de vista geográfico. Por un lado, enlas islas que primero iniciaron su desarrollo (Teneri-fe y Gran Canaria) conllevó un desplazamiento delturismo desde el norte, húmedo y nuboso por efectode los alisios, hacia el sur seco y soleado; y por otro,incorporó al turismo de masas islas que hasta enton-ces habían quedado al margen. Actualmente, en Tene-rife los núcleos más desarrollados están al norte (enel litoral de La Orotava, con el Puerto de la Cruz comociudad más destacada) y al sudoeste (con los centrosde Playa de las Américas, Los Cristianos, Costa delSilencio, El Médano, etc.); mientras que en Gran Cana-ria el turismo se centró primero en el barrio de lasCanteras de la propia capital, para irse poco a pocodesplazando hacia las grandes playas del sur (Playadel inglés, Maspalomas, Puerto Rico y Puerto deMogán). En cuanto a los crecimientos más recientes,destaca el rápido progreso de las islas de Lanzarote(Tías, Teguise) y Fuerteventura (zonas de Corralejo y

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CUADRO 11.2División funcional de las Islas Canarias

Área geográfica

Tenerife y Gran Canaria

Lanzarote y Fuerteventura

La Palma, La Gomera y El Hierro

Madeira

Uso turístico del territorio

Turismo muy intensivo y maduro tan-to nacional como internacional. Alojamiento masivo en el norte y surde las islas

Turismo masivo reciente, bastanteenclavado en el litoral

Turismo incipiente con desarrollospuntuales

Turismo intenso pero inferior al deCanarias

Tipología de la actividad

Turismo de sol y playaTurismo de naturaleza ligado a espaciosprotegidos

Turismo de negocios y compras

Turismo de sol y playaTurismo de naturaleza ligado a espaciosprotegidos

Turismo de sol y playaTurismo de naturaleza y rural

Turismo de Sol y PlayaTurismo de naturaleza

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FIGURA11.6. E

l espacio turístico de las Islas Can

arias.

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Puerto del Rosario), que les ha llevado a superar elmillón de turistas anuales.

El segundo gran atractivo del archipiélago cana-rio es la naturaleza, principalmente por su origen vol-cánico y por una vegetación claramente diferenciadaque, sobre todo en las islas más occidentales, alcanzaen el bosque de laurisilva su máxima expresión. Estaespecificidad natural frente al resto de España hasupuesto la declaración de cuatro parques naciona-les y un gran número de espacios protegidos de otrascategorías; pero para la mayor parte de los turistas lanaturaleza no es más que un recurso complementa-rio al litoral que se utiliza en forma de day-trip, dadala facilidad de entrada a algunos de los puntos másemblemáticos. Así sucede, por ejemplo, en el parquenacional de las Cañadas del Teide (más de 3 millonesde visitantes en 1998), cuyo gran volcán de más de3.700 m de altitud es fácilmente alcanzable con unteleférico; o en el gran conjunto volcánico del parquenacional de Timanfaya, en Lanzarote, con un millóny medio de visitantes.

Quizá sea en las islas más occidentales (La Palma,La Gomera y El Hierro), que habían quedado al mar-gen del turismo litoral de masas, donde la naturale-za esté alcanzando una mayor importancia comorecurso independiente ligado a un modelo vacacio-nal de menor densidad, más individualizado y menosestandarizado. El mejor ejemplo es el parque nacio-nal de Garajonay, excepcional representación del bos-que de laurisilva en La Gomera, que a finales de losnoventa tenía aproximadamente medio millón de visi-tantes en una isla que, sin embargo, no es un gran des-tino de litoral.

También las compras a bajo precio, por la condi-ción de zona franca de las Canarias, se han converti-do en un atractivo, especialmente para el turismoespañol. Los productos más habituales son los obje-tos electrónicos, el tabaco y los licores; y las zonas másdesarrolladas algunos barrios de las ciudades demayor tamaño, principalmente de Las Palmas de GranCanaria y Santa Cruz de Tenerife.

En cuanto a la portuguesa isla de Madeira, situa-da también en el océano Atlántico frente a las costasafricanas, tiene unas características físicas y un desa-rrollo turístico en cierta medida parecido al de Cana-rias, aunque de una importancia cuantitativa y cua-litativa muy inferior. En la actualidad es el tercer grandestino de Portugal, tras el Algarve y la región de Lis-boa (Burton, 1997), a pesar de los importantes pro-blemas de incomunicación que tradicionalmente ha

tenido, y que tan sólo se han superado, y no total-mente, tras la apertura del aeropuerto de Funchal.

El turismo en esta isla es fundamentalmente lito-ral, apoyado en una climatología muy suave de invier-nos templados. Esto le permite tener, al igual que suce-de en las Canarias, dos temporadas turísticas, con loque la estacionalidad es muy reducida. En invierno,sus principales clientes son europeos procedentes delnorte del continente, entre los que destacan los escan-dinavos. Por el contrario, durante el verano predo-minan los turistas procedentes de la península ibéri-ca, portugueses preferentemente, pero tambiénespañoles. Otro mercado muy importante para Madei-ra es el británico, dadas las tradicionales relacionescomerciales de Gran Bretaña con la isla, centradas entorno al vino.

11.3. El Sáhara y el Sahel

Aproximadamente entre los 12º y los 32-33º de lati-tud Norte, y desde la costa atlántica en el Oeste has-ta el Mar Rojo en el Este, se extiende una amplísimafranja de terreno cuyo referente común es la aridez.Una primera y ancha banda septentrional es el plenodominio del desierto del Sáhara, el más grande delmundo. Al sur de éste se sitúa el Sahel, zona semi -árida de límites inciertos cuyas principales caracte-rísticas físicas son las lluvias escasas y concentradasen verano, la amplitud de las temperaturas anualesy la alternancia de años secos y húmedos con fre-cuentes épocas de sequía (cuadro 11.3 y figura 11.9).

Desierto geográfico y desierto turístico podría serel resumen de la situación actual de esta zona, de algu-nos de cuyos países ni tan siquiera es posible encon-trar en las fuentes de la OMT datos de la llegada deturistas. Hay que destacar claramente la obvia excep-ción del Egipto faraónico, que con más de tres millo-nes repartidos principalmente en el eje del Nilo y enel Mar Rojo es el gran destino de este vasto conjunto.

El resto de los países están todos por debajo delos 200.000 turistas. De todos modos, debe matizar-se el caso de Eritrea, que superaba las 400.000 entra-das anuales hasta el 97, más de la mitad de los cua-les eran etíopes dado que desde la separación deambas naciones en 1993 aquél es la principal salidaal Mar Rojo que le queda a Etiopía. Sin embargo, enel 1998 la cifra de visitantes se ha visto reducida amucho menos de la mitad, pues los nuevos conflic-tos entre ambos estados a finales de los noventa han

Parte III: Las regiones turísticas400

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Capítulo 11: África 401

reducido drásticamente las entradas de etíopes. Portanto, los 140.000 turistas de Burkina Faso en 1998pueden considerarse todo un mundo en compara-ción con los 18.000 de Níger o los 12.000 del Chad.

Otras características de esta zona, de nuevo conla excepción egipcia, son por un lado la enorme frag-mentación de los flujos, sin que existan uno o dosclaramente dominantes en casi ningún estado; y porotro el predominio del turismo africano de cortoradio (figura 11.7), por lo que al tratarse de paísescon escaso nivel de renta puede concluirse que lamayor parte de los movimientos se deben a moti-vos comerciales y de intercambio. Esto es muy evi-dente en las naciones que sirven de salida al mar deaquellas no costeras o que deben ser atravesadaspara alcanzar el litoral, como el ya comentado ejem-plo de Eritrea o el de Burkina Faso.

En cuanto al turismo procedente de fuera deÁfrica, aunque generalmente escaso, sigue unas pau-tas muy definidas. En casi todos el primer emisorno africano es la antigua potencia colonial: Franciaen toda la zona occidental (integrada en la anti-guamente denominada África Occidental Francesa)y en Argelia, británicos en Gambia, e italianos enEritrea. Sólo Egipto, como una gran potencia turís-tica, recibe flujos diversificados y más relacionadoscon los grandes emisores mundiales que con loslazos establecidos vía colonial o los movimientoscomerciales de cercanías (figura 11.8).

11.3.1. El desierto del Sáhara

Repartido entre gran cantidad de países, resultaimposible saber los turistas que atrae este grandesierto. Más fácil, sin embargo, es atender a las

CUADRO 11.3División funcional del Sáhara y el Sahel

Área geográfica

El Sáhara

Egipto faraónico

El Sahel

El Sahel marítimo

Uso turístico del territorio

Uso muy extensivo y puntual en los bordes deldesierto

Uso intensivo a lo largo del Nilo, e incipiente yenclavado en el Mar Rojo y el Sinaí. Turismo inter-nacional e incipiente nacional

Turismo muy escaso y enclavado. Destaca presen-cia de los movimientos intrarregionales

Significativo turismo internacional en la costa. Pun-tual y extensivo al interior

Tipología de la actividad

Turismo de aventurasTurismo de naturaleza

Turismo culturalTurismo de sol y playa, naturaleza y aventuras

Turismo de negocios

Turismo culturalTurismo de naturalezaTurismo de intercambioTurismo étnico

Turismo de sol y playaTurismo de naturalezaTurismo étnico

Otros 26% Francia

32%

Costa de Marfil 15%

Resto de África

14% Malí 8%

Senegal 5%

FIGURA 11.7. Llegadas de turistas a Burkina Faso según losprincipales mercados de origen. Fuente: OMT (1997).

Otros 18%

Alemania 14%

Reino Unido 11%Países Árabes

26%Israel 10%

Francia 8%

Italia 13%

FIGURA 11.8. Llegadas de turistas a Egipto según los principalesmercados de origen. Fuente: OMT (1997).

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Parte III: Las regiones turísticas402

FIGURA11.9. E

l espacio turístico del Sáh

ara y el Sah

el.

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Capítulo 11: África 403

motivaciones. Desde los que tan sólo llegan a las“ciudades puerto” de Marruecos o Argelia (deno-minadas así por su similitud con los puertos de mara partir de los cuales había que realizar una gran tra-vesía para llegar a la otra “orilla”) hasta los más atre-vidos que lo cruzan de norte a sur, pasando poraquellos que se internan en él en viajes de ida y vuel-ta que no atraviesan fronteras nacionales, es elrecuerdo de las caravanas que lo recorrían en el pasa-do el principal referente turístico. De hecho, los tua-regs son uno de los grupos étnicos de los que másreferencias turísticas existen, a pesar de que su terri-torio se encuentran hoy dividido entre varios paísesy no resulta fácilmente transitable.

Los paisajes que más atractivo concitan son losgrandes erg o desiertos de dunas (que ocupan, fren-te a lo que se suele pensar, una porcentaje reducidodel Sáhara) y los oasis. Así sucede en Marruecos, don-de las ciudades puerto de Zagora o Erfud permitenadentrarse en algunas de las principales zonas dedesierto de arena con que cuenta este país, como porejemplo el Erg Chebbi.

Más espectacular es el caso argelino, uno de losestados con mayor superficie de desierto y en el quese encuentran algunos de sus paisajes más atractivos,como los Erg Occidental y Oriental y el macizo vol-cánico del Hoggar. Si a esto le sumamos una serie deinteresantes oasis como los de las regiones de M’Zabo de la Saura y la ciudad de Tamanrasset (en la cordi-llera del Hoggar), la población de importancia másmeridional de Argelia y uno de los principales centroscaravaneros del Sáhara, tenemos el país más adecua-do para visitar el desierto desde Europa antes de quesurgiesen los problemas con el islamismo extremista.

Por el contrario, las visitas al desierto desde lospaíses de su margen sur son menos habituales, no envano éstos reciben una cifra menor de turistas que losdel norte al encontrarse más alejados de los princi-pales núcleos emisores. Además, los circuitos en Malío Níger no suelen ir más al norte de Tomboctú o Aga-dez respectivamente; a pesar de que desde esta últi-ma ciudad pueden alcanzarse interesantes zonas delSáhara como el Teneré o el macizo de Aïr.

11.3.2. El Egipto faraónico

Egipto, el tercer destino africano con cerca de cua-tro millones de visitantes en 1997 tiene, además, unaestancia media relativamente elevada, en torno a los

siete días. Esto se debe a su enorme riqueza cultural,la principal motivación de las llegadas, que hace quela mayor parte de las visitas no se restrinjan a un solodestino sino que se organicen circuitos culturales a lolargo del río Nilo. De hecho, si la tradición conside-raba a Egipto un regalo del Nilo por el contraste entrela fertilidad de sus orillas y la extrema sequedad delresto del territorio, hoy día el gran río africano y suriqueza monumental sigue dirigiendo otra de las prin-cipales fuentes de ingresos del país: el turismo.

Además, y como pudo verse en la figura 11.8, losvisitantes a Egipto están enormemente diversificadosen cuanto a su procedencia. Si el grupo más impor-tante es el de Europa Occidental, con un 49% desta-ca también el de los países árabes, saudíes a la cabe-za, con un 26%. incluso hay que subrayar la entradade unos 300.000 israelíes, dado que Egipto fue el pri-mer país árabe que firmó la paz con el estado judío.

Sin embargo, y aunque en los últimos años el turis-mo egipcio se está recuperando, ha sufrido impor-tantes momentos de crisis motivados por la inestabi-lidad de la zona, como la guerra del Golfo a principiosde los noventa que retrajo las entradas de norteame-ricanos y, sobre todo, los atentados islamistas contraintereses turísticos. A pesar de que este problema pare-ce haber sido controlado, y de que el sector se estárecuperando, siguen existiendo algunas restriccionesal movimiento de los viajeros.

El Cairo, la ciudad más grande de África, no essólo la puerta de entrada para la mayor parte del turis-mo cultural internacional, sino que por su importan-cia económica también es uno de los más destacadoscentros de negocios del norte del continente. A pesarde su riqueza patrimonial, de la que pueden desta-carse el Museo Egipcio, los monumentos coptos e islá-micos y sus bazares (principalmente el de Khan el-Khalili), son los alrededores de la gran metrópoli losque concitan la mayor parte de las miradas. Así, losprincipales puntos de afluencia de turistas están enlos enormes conjuntos arqueológicos del imperio Anti-guo, entre los que destacan la Meseta de Giza (con laspirámides de Keops, Kefrén y Miquerinos y la famo-sa Esfinge); el conjunto de Saqqara con la pirámideescalonada de Zoser; o la ciudad de Menfis, con elcoloso de Ramsés ii.

La segunda gran zona monumental se sitúa en elvalle medio del Nilo entre Karnak y Luxor (la anti-gua Tebas), donde se concentra un alto porcentaje delos restos egipcios. Sus principales recursos son algu-nos de los mayores templos (Karnak, Luxor y el de la

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reina Hatchepshut) así como el Valle de los Reyes yel de las Reinas.

Finalmente, la tercera gran área arqueológica yturística es la de Asuán, en el entorno de la gran pre-sa que forma el denominado Lago Naser. En ella des-tacan la ciudad de Asuán, la isla Elefantina que divi-de el río en dos brazos y, sobre todo, los grandestemplos de Abú Simbel, excavados en la roca y quetuvieron que ser trasladados para que no quedasenbajo las aguas del embalse.

La conexión entre El Cairo y los otros principalescentros turísticos es posible en tren, carretera o avión.Sin embargo, es muy habitual recorrer el Nilo en cru-ceros que permiten magníficas vistas por las zonasrurales en torno al río, y la visita a otros conjuntosmonumentales igualmente importantes pero más ais-lados (por ejemplo Tell El Amarna).

En los últimos años, para diversificar su produc-to tradicional, y en cierta medida también para ale-jar a los visitantes de algunas de las áreas más pobla-das y conflictivas, la administración egipcia estádotando y promocionando nuevos destinos. Desta-can los centros litorales del Mar Rojo, con Hurgha-da como principal estación balnearia, que al turis-mo tradicional de sol y playa unen su patrimoniomonumental y, sobre todo, el submarinismo por losarrecifes coralinos. El segundo polo en crecimientoes el Sinaí, con atractivos como los núcleos litorales,la posibilidad de trekkings de montaña o desierto, yla visita a significativos centros religiosos como elmonasterio de Santa Catalina o el monte dondesegún la leyenda Moisés recibió las Tablas de la Ley.

11.3.3. El Sahel

Si exceptuamos Nigeria (uno de los mayores pro-ductores de petróleo) y en cierta medida Camerún, elresto de los países que en todo o en parte se integranen esta zona pertenecen al grupo de los más pobresdel mundo, lo que explica las exiguas cifras de turis-tas dadas las dificultades al desplazamiento y la esca-sez de servicios y promoción. Pero esto no es sinóni-mo de escasez de recursos, dado que a los naturalesy étnicos hay que unirles, sobre todo en la parte occi-dental, el patrimonio monumental heredado de losgrandes imperios medievales que se desarrollaron enesta zona. Por tanto, con la unión de estabilidad socio-económica y promoción se podrían conseguir creci-mientos relativamente rápidos.

Malí podría servir como ejemplo de la abundan-cia de atractivos y patrimonio, con ciudades comoTomboctú, Djenée (ambas con su característica arqui-tectura sudanesa de arcilla), Mopti o Gao; grupos étni-cos que han concitado gran atracción, como los dogo-nes; y recursos de naturaleza y aventura en el ríoNíger. Pero también la fauna africana más típica ydeseada por los turistas empieza a hacer aquí sus pri-meras apariciones, en reservas como el parque nacio-nal Deux Bales (Burkina Faso) o al de Waza en elExtremo Norte de Camerún, el más visitado de estanación.

A excepción de Nigeria, donde la zona más visi-tada es el litoral y no el norte saheliano, el país conmás turistas es Burkina Faso, aun cuando la mayorparte sean intrarregionales (ver figura 11.7). De hecho,una característica común a esta área es el predominiode las entradas desde países cercanos, lo que unidoal escaso nivel de vida de casi todos ellos impideincluir la mayoría de estos movimientos entre los via-jes de placer y ocio, e incluso entre el turismo de nego-cios en su acepción más tradicional. Los europeos, elsegundo mercado en Burkina y Níger y el primero enMalí, visitan la zona mediante paquetes concertadoscon touroperadores, dada la escasez de servicios y ladificultad de contratarlos a larga distancia.

11.3.4. El Sahel Marítimo

Las cuencas de los ríos Senegal (que separa el esta-do homónimo de Mauritania) y Gambia dan nombrea dos países situados sobre planicies onduladas ysuavemente inclinadas al Atlántico, con el segundototalmente embutido en el primero en razón de ladiferente colonización, francesa y británica respecti-vamente. Son, además, los dos principales paísesturísticos de la zona noroeste, no sólo por el núme-ro de entradas (teniendo además en cuenta queambos, especialmente Gambia, son muy pequeños)sino también por la diversidad de sus visitantes y lacomplejidad de sus productos frente a los flujoscomerciales que predominaban, por ejemplo, en Bur-kina Faso. La razón estriba en una acción volunta-rista por parte de los dos estados y, sobre todo, en lalarga estabilidad sociopolítica conseguida desde suindependencia. Como puede verse en la figura 11.10,predominan los visitantes europeos con la antiguapotencia colonial siempre en primer lugar (por tan-to, en Gambia destaca el turismo del Reino Unido),

Parte III: Las regiones turísticas404

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Capítulo 11: África 405

para quienes Senegal y Gambia son destinos litora-les cálidos y de lujo con un alto grado de exotismo.Además, al igual que en la fachada guineana que seanalizará más abajo, cuentan con la ventaja de unaescasa amplitud térmica y de que la temporada secasea el invierno, complementando por tanto la esta-cionalidad del Mediterráneo.

En Senegal la mayor concentración de infraes-tructuras turísticas se encuentra en Dakar, la capital,con sus playas, el Lago Rosa y la cercana isla de Gorée,declarada Patrimonio de la Humanidad en recuerdode los miles de esclavos que desde ella fueron embar-cados hacia América. Existen, además, dos puntosmás de turismo litoral: La Pequeña Costa (Petite Côte),unos 80 km al sur de Dakar con resorts que incluyenhoteles de lujo con golf; y la zona del río Casamance,entre Gambia y Guinea-Bissau, que como se vio en elcapítulo 8 cuenta también con proyectos de desarro-llo de turismo étnico. Así, el tradicional producto de

sol y playa de estos países puede ser completado enla oferta de los touroperadores con otros atractivoscomo la visita a pueblos costeros, el turismo étnico yla observación de fauna en el interior o en las zonaspantanosas.

11.4. África ecuatorial húmeda: la CostaAtlántica y la Cuenca del Congo

En este epígrafe se incluye la fachada atlánticaaproximadamente entre las latitudes de 10º al nortey sur del Ecuador. Se caracteriza, siguiendo a R. Mén-dez y F. Molinero (1998), por el clima ecuatorial hiper-húmedo con escasa amplitud térmica a lo largo delaño (entre 25º y 27º de media) y altísimas precipita-ciones; y como formación vegetal por la selva ombró-fila o siempreverde de gran potencia. Sin embargo,este dominio climático ecuatorial puro no se da entoda la zona que tratamos, pues se va degradando amedida que nos alejamos del ecuador convirtiéndo-se en un clima subecuatorial con la existencia de unaestación seca de corta duración. El Valle del Rif y laregión de los grandes lagos marcan el límite oriental,por lo que el este montañoso de la República Demo-crática del Congo se encuadra en otro apartado (cua-dro 11.4 y figura 11.11).

A pesar de los importantes recursos de todo tipoel turismo es relativamente escaso, y desde luego noexiste ningún gran receptor como sucedía en las zonasmediterránea y sahariana. La mayoría de los paísesno superan los cien mil turistas, y vuelve a ser muyhabitual el hecho de que gran parte de las entradas

Países de África 24%

Italia 5%

Estados Unidos

4%

Benelux 4% Otros

8%Alemania

5%

Francia 50%

FIGURA 11.10. Llegadas de turistas a Senegal según los principales mercados de origen. Fuente: OMT (1996).

CUADRO 11.4División funcional del África ecuatorial húmeda

Área geográfica

Fachada guineana

Costa atlántica centroafricana

Cuenca del Congo y África Central

Uso turístico del territorio

Uso turístico escaso, incipiente y muy enclavado.Importante presencia de movimientos cercanos noligados al ocio

Turismo escaso y generalmente obligado

Turismo muy escaso e incluso en retroceso

Tipología de la actividad

Turismo de sol y playaTurismo de negociosTurismo de naturalezaTurismo étnico

Turismo de negociosTurismo de naturaleza

Turismo de naturalezaTurismo de aventuras

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Parte III: Las regiones turísticas406

FIGURA11.11. El espacio turístico del África ecuatorial húmed

a.

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Capítulo 11: África 407

procedan de otros estados africanos cercanos, enmovimientos más o menos obligados de comercio osalida al mar.

Peor es la situación en las naciones sometidas aconflictos bélicos. Es, por ejemplo, el caso de SierraLeona, Liberia, el Congo o la República Democráticadel Congo (antiguo Zaire), ninguno de los cuales supe-ra los 50.000 turistas a pesar de sus variadísimos recur-sos, sobre todo de los dos últimos. De hecho, las esca-sas entradas son generalmente obligadas y no pormotivos de ocio y placer, concentrándose en la fran-ja litoral pues es aquí donde están las capitales y lasprincipales ciudades.

11.4.1. La fachada guineana

El mejor ejemplo de existencia de un cierto sectorturístico en esta zona apoyado en la estabilidad esCosta de Marfil, país próspero y que al menos hastael año 2000 no había sufrido grandes convulsiones, loque le ha permitido construir un producto relativa-mente complejo que atrae una clientela diversificada(figura 11.12) y superior a los 300.000 turistas en 1998.La entrada se realiza generalmente a través de lamoderna ciudad de Abiyán, denominada por su loca-lización la “Perla de la Laguna”; y los principales des-tinos, construidos en gran medida con inversiones deorigen francés (Club Mediterranée entre otros), son losresort de la costa este (San Pedro, Sasandra, GrandLahoe) situados en los cordones arenosos cubiertosde cocoteros que separan las lagunas interiores delocéano Atlántico. Hacia el oeste de Abiyán los núcle-os costeros están menos desarrollados, aunque des-taca Grand Bassan, la antigua capital colonial.

En visitas de day-trip desde el litoral o bien en reco-rridos más complejos se incluyen varios espacios pro-

tegidos de selva o de sabana que permiten observarla flora y la fauna (Parque Nacional de la Comoe, Par-que Nacional de Tai, etc.) y alojarse en los típicos lod-ges de ambiente africano; así como entrar en contac-to con las costumbres de algunos de los gruposhumanos repartidos por todo el país (Reino Agni, PaísSenoufo, País Baoule, etc.). Aunque de más que dudo-so gusto, no es posible olvidarse de Yamoussoukro,a 250 al norte de Abiyán y elegida capital adminis-trativa por ser el lugar de nacimiento del presidente,en la que se ha construido una basílica de enormetamaño réplica de San Pedro de Roma.

Ghana es el otro destino de este conjunto que supe-ra los 300.000 visitantes, con un producto y recursosparecidos a los de Costa de Marfil, mientras que elresto presentan frecuentaciones muy inferiores. Perodado el pequeño tamaño de muchos de estos países,es muy habitual que las agencias ofrezcan viajes com-binados entre varios de ellos.

Muy diferente es el caso de Nigeria, el país máspoblado de África. A pesar de su enorme variedadétnica, cultural y religiosa, que le convierten en unauténtico mosaico, y de la diversidad de sus paisajesque van desde un litoral similar al de Costa de Mar-fil hasta el ya comentado Sahel en el norte, Nigeriatiene el problema de haber sido hasta hace poco unadictadura con una transición a la democracia todavíamuy inestable. Aun así, es con mucho el principal des-tino turístico de la zona con más de 600.000 entradasen 1998, pero debidas sobre todo a la cantidad decomunicaciones y contactos que requiere su granriqueza petrolífera. De hecho, la mayor parte de losservicios se concentran en ciudades como Lagos, elprincipal centro financiero, ibadán, o Abuja, su capi-tal administrativa.

11.4.2. La costa atlántica centroafricana

La costa al sur del golfo de Guinea es muchomenos frecuentada que la anterior, debido a los yacomentados conflictos que recientemente han asola-do los dos Congos. Pero esta escasa vitalidad escomún a otros países de la zona como Guinea Ecua-torial o el archipiélago de Santo Tomé, que presentanescasos niveles turísticos por motivos variados: ines-tabilidad, ausencia de servicios y promoción, dificul-tades de comunicación, etc.

Camerún, un país de configuración muy artificialdesde el punto de vista físico, y quizá por eso muy

Nigeria 5%

Resto africanos 22%

Estados Unidos

7%

Otros 13%

Malí 6% Burkina Faso

5%

Francia 28%

Senegal 6%

Benín 5%

FIGURA 11.12. Llegadas de turistas a Costa de Marfil según losprincipales mercados de origen. Fuente: OMT (1998).

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variado (su publicidad turística mantenía el lema de“Toda África en Camerún”), escapa algo a esta tóni-ca con sus más de 130.000 turistas. En muchos casosla puerta de entrada no es la capital, Yaundé, que seencuentra algo al interior, sino la costera Doula, laprincipal ciudad. Desde cualquiera de ellas se orga-nizan circuitos que incluyen destinos hacia la costasur como Kribi (zona de pigmeos) y sus playas; mien-tras que hacia el litoral norte destaca un recurso cla-ramente diferenciado: el monte Camerún, que con susmás de 4.000 m es el punto más alto del África Occi-dental. De todos modos, estos recorridos por la zonacostera y central húmeda se completan siempre haciael interior, y muy habitualmente fuera de la zona ecua-torial hasta el ya comentado parque nacional Waza,en el árido Extremo Norte del país.

Gabón es el otro destino del litoral atlántico quese acerca a los 200.000 turistas en 1998. Presenta unaspautas de frecuentación en cierta medida parecidas aNigeria, ya que cuenta con grandes reservas de petró-leo. Esto le convierte en uno de los países más prós-peros de África, pero también en un destino muchomás caro en comparación con sus vecinos que ofre-cen recursos parecidos (Lee, 1991).

11.4.3. La Cuenca del Congo y África Central

La enorme cuenca del Congo es una cubeta de tie-rras bajas ocupadas por una densa e impenetrable sel-va ecuatorial, accesible remontando los grandes ríosentre los cuales destaca el que da nombre a toda estazona y que es el segundo más caudaloso del mundo.Quizá sea la parte de África que, junto con las fuen-tes del Nilo, mayor misterio y desconocimiento hapresentado para los europeos; desconocimiento quehoy se ha trasladado al turismo al tratarse, a pesar desu inmenso tamaño y atractivo, de una de las áreasmenos visitadas.

La pobreza y las guerras retraen a los turistas, noen vano una de las últimas guías de la editorial Lon-ley Planet abre sus capítulos dedicados al Congo conla advertencia de la situación de conflicto que viven.Pero las bajas frecuentaciones han sido también mone-da corriente a lo largo de los períodos estables, lo quese explica por la ausencia de servicios, de comercia-lización y promoción y, sobre todo, por la dificultadde las comunicaciones.

El río Congo y sus inmensos afluentes son la for-ma más fácil de penetración, ya que son navegables

en grandes tramos aun cuando no se pueda llegar has-ta el Atlántico, pues lo impiden los rápidos que hayentre la desembocadura y Pool Malebo, la enormelaguna antiguamente denominada Stanley Pool acuyas orillas se asoman las dos capitales de los Con-gos: Brazzaville y Kinshasa. Pero la crisis iniciada aprincipios de los noventa ha ido descomponiendo elsistema de comunicaciones que combinaba las víasfluviales y las ferroviarias, lo que ha retraído a lamayor parte del ya escaso turismo de aventuras ynaturaleza que, remontando el río, tenía en la ciudadinterior de Kisangani, en pleno centro de África, unode sus destinos míticos.

11.5. Del Índico al Gran Rif africano

El océano Índico marca el límite oriental de estagran zona, mientras que el oeste viene definido, deforma más imprecisa, por el denominado Valle delRif. Éste es un conjunto de grandes fosas de hundi-miento que recorren África de norte a sur desdeEtiopía hasta el lago Malawi, dividas en dos rami-ficaciones principales. La oeste ha dado lugar a unconjunto de grandes y profundos lagos (Malawi,Tanganika, Kivu, Eduardo, etc.), mientras que en eleste ha generado una intensa actividad volcánica(Kilimajaro, Monte Kenia, etc.) y lagos de menortamaño, dejando en medio una meseta con la enor-me masa de agua del lago Victoria (cuadro 11.5 yfigura 11.13).

Se trata de un área de enormes contrastes altitu-dinales entre las cimas del Kilimanjaro o del Kenia(por encima del los 5.000 m), las altas planicies cen-trales donde se sitúa Nairobi y las tierras bajas delfondo del valle del Rif. Las diferencias son tambiénclimáticas, ya que casi podría hablarse de anomalíasal encontrar zonas extremadamente áridas en el surde Somalia y Etiopía o el norte de Kenia, sobre el ecua-dor y a la misma latitud a la que en la fachada occi-dental se desarrolla el enorme bosque húmedo delCongo. Por el contrario, las Altas Tierras de Etiopía olos grandes sistemas montañosos del oeste recibenaltísimas precipitaciones, convirtiéndose en las fuen-tes del Nilo al formar las cabeceras del Nilo Azul y elNilo Blanco respectivamente.

El resultado paisajístico permite ir del desierto ala selva tropical húmeda siempreverde de las zonaselevadas, como por ejemplo en las montañas Ruwen-zori, pasando por las enormes extensiones de sabana

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Capítulo 11: África 409

donde se encuentran los mayores atractivos turísti-cos de la zona. Porque es la naturaleza, principalmentela fauna representada por los grandes mamíferos (ele-fantes, hipopótamos, rinocerontes, cebras, ñus, leo-nes, hienas, gorilas, etc.) y algunas reservas de aves(flamencos en el lago Nakuro de Kenia, por ejemplo),el principal recurso turístico. La segunda gran moti-vación es la playa y el sol en el litoral índico, dondea las magníficas condiciones climáticas se les une eltoque de exotismo de las huellas swahili en la costakeniata o tanzana y árabe en Zanzíbar.

Pero a los enormes contrastes físicos hay quesumarles también las diferentes condiciones socio-políticas, que suponen que nos encontremos desdealgunos de los destinos más importantes del conti-nente (como por ejemplo Kenia con más de un millónde turistas en 1998), hasta otros prácticamente cerra-dos al exterior (como Ruanda, con 2.000 entradas enel mismo período).

11.5.1. El Rif y las Tierras Altas del interior

La típica imagen de la naturaleza africana, con lassabanas herbáceas y los grandes mamíferos, alcanzaen esta zona su mejor representación. Y sin duda esKenia el destino estrella, con más de un millón deturistas, una fuerte representación de Europa Occi-dental (figura 11.14), y una estancia media que supe-ra los cuatro días y sube hasta los siete para los occi-dentales. Si ya en el siglo xix los europeos y losnorteamericanos iban a cazar a Kenia, a partir de lasegunda mitad del xx los safaris a sus parques nacio-nales son sólo fotográficos. Efectivamente, desde lafundación del Servicio Nacional de Parques la con-templación de la fauna africana se ha convertido enla principal entrada de divisas a este país; y la con-

servación y protección de la naturaleza en un lucra-tivo negocio, a pesar de que la concentración de visi-tantes en algunos de los espacios protegidos másimportantes esté ya empezando a causar algunos pro-blemas de congestión e impacto ambiental (véasePérez de las Heras, 1999).

La zona donde se concentran los espacios prote-gidos más visitados es la mitad sur, por sus caracte-rísticas físicas y por la cercanía de Nairobi, la capitaly puerta de entrada al país. Esta ciudad es una de lasmás dinámicas de África, lo que implica un ciertomovimiento ligado a los negocios y un magnífico pun-to de partida para organizar los circuitos o para acce-der al litoral.

Los parques nacionales que concitan preferente-mente la atención de los turistas están al sur de la capi-tal, en la frontera con Tanzania: Tsavo, el más grandedel país; Amboseli, famoso porque desde él se consi-guen las mejores vistas del Kilimanjaro; o Masai-Mara,en el corazón del Gran Rif y extensión norte del par-que tanzano del Serengueti, entre los cuales se puedepresenciar uno de los más renombrados espectáculosdel turismo africano, la gran migración anual de losherbívoros en busca de pastos.

Al norte de la capital se puede optar por otrosespacios protegidos quizá menos conocidos que losanteriores, pero no por eso menos interesantes. Des-tacan la zona montañosa donde se encuentra el par-que nacional de Aberdare, con un bosque denso yhúmedo en función de la altitud que contrasta conlos anteriores paisajes de sabana; o el Monte Kenia,volcán por encima de los 5.000 m y segunda cota delcontinente, que concita un fuerte atractivo para losescaladores. El otro gran atractivo del recorrido porel interior es entrar en contacto con algunas de lastribus que lo habitan, principalmente con los míti-cos masai.

CUADRO 11.5División funcional del Valle del Rif y las Tierras Altas

Área geográfica

El Rif y las Tierras Altas del interior

Las Costas del oceáno Índico

Uso turístico del territorio

Turismo internacional, intenso y en crecimiento, pero enclavado

Turismo internacional intenso y endesarrollo, pero muy enclavado

Tipología de la actividad

Turismo de naturalezaTurismo étnicoTurismo deportivo y de aventuras

Turismo de sol y playaTurismo de naturalezaTurismo cultural

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Parte III: Las regiones turísticas410

FIGURA 11.13. El espacio turístico del Valle del Rif y las Tierras Altas.

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Capítulo 11: África 411

En cuanto a las formas de organizar el viaje, lo máshabitual es la contratación de un paquete organizadoque incluye llegada a la capital y safaris desde dosdías a varias semanas, combinados en ocasiones conlos destinos litorales que se analizarán en el siguien-te punto. De todas formas, dado que Kenia es un des-tino maduro y considerado seguro en relación con elresto del continente, es también normal ir de formaindividual hasta la capital y contratar allí los safarisde manera independiente, para lo cual existen multi-tud de empresas especializadas.

El transporte se realiza en 4 × 4 o en los popula-res matatus, una especie de pequeños autobuses sintecho que permiten la fácil contemplación de los ani-males; pero incluso hay agencias que ofrecen tra-yectos a caballo o en globo, para contemplar lamigración desde el aire. En cuanto a los alojamien-tos, encontramos desde hoteles de lujo en Nairobio el litoral hasta las zonas de acampada para lossafaris; pasando por los famosos lodges repartidospor el interior de los parques, algunos de los cualesson de gran sofisticación y lujo y están estratégica-mente situados para contemplar los animales des-de ellos, como por ejemplo el famoso Treetops(Aberdares), situado sobre los árboles.

Tanzania es un destino similar a Kenia, aunquemucho menos desarrollado ya que se encuentra entorno al medio millón de visitantes en 1997. Además,tanto los servicios turísticos como los transportes sonmuy inferiores a los de su vecino del norte, lo que difi-culta el movimiento por el país y conlleva tambiénuna menor llegada de turistas independientes. Tam-bién en contraste con Kenia, la principal zona demo-gráfica y de actividad se sitúa cercana al Índico, entorno a Dar es Salam, lo que dificulta la llegada a laslejanas tierras del norte donde están los más famososparques nacionales. El resultado es que muchos deellos se visitan accediendo desde Kenia, dado que elpaso entre ambos países es fácil; aun cuando también

la ciudad tanzana de Arusha se ha convertido en unimportante centro de llegada de chárters y de orga-nización de safaris.

Lo más habitual es el circuito del norte, en don-de se incluye el parque nacional de Serengueti, el yacomentado gemelo de Masai-Mara; el área de con-servación del Ngorongoro, un cráter de 23 km deancho y unos 250 km2 de increíble variedad geográ-fica y fáunica; o el parque nacional del Kilimanjaro,el gran volcán que forma la montaña más alta deÁfrica y que atrae a gran cantidad de turismo deaventuras y deportivo, ya que es relativamente fácilde ascender. Por el contrario, la zona sur del país,con espacios tan importantes como la reserva Selouso el parque nacional Ruaha, presenta un turismomuy extensivo.

El organismo Tanzania National Parks, depen-diente del Ministerio de Recursos Naturales y Turis-mo, puede servir de ejemplo positivo sobre cómointentar compatibilizar turismo, desarrollo y con-servación de la naturaleza en esta zona del conti-nente. Además, esta institución reconoce el papel delas comunidades locales en la conservación y, portanto, en la percepción de parte de los beneficios quede ella se consigan. Con esta filosofía se han redac-tado proyectos de desarrollo sostenible en áreascomo el Ngorongoro, el Kilimanjaro o el parquenacional Gombe.

En la zona oeste del Valle del Rif, entre los Gran-des Lagos y los enormes sistemas que encierran lacuenca del Congo, se encuentran los pequeños paísesde Uganda, Ruanda y Burundi. Sólo el primero tieneun turismo destacable (algo más de un cuarto demillón en 1998), tras la recuperación posterior al derro-camiento de idi Amín; mientras que Ruanda ha que-dado al margen de los movimientos internacionalestras la guerra de finales de los noventa.

Quizá sean los famosos gorilas de montaña el másimportante atractivo de esta zona. Los mejores luga-res para verlos, aunque esto siempre sea muy difícil,son el parque nacional Virunga, al este de la Repú-blica Democrática del Congo, o los de Bwindi yMgahinga en Uganda (de donde salen trekkings en subúsqueda), mucho más accesibles y seguros estos últi-mos dada la diferente situación sociopolítica de ambospaíses. Además, Uganda cuenta también con otrosimportantes atractivos como el macizo de las Ruwen-zori; el parque nacional de las Cataratas Murchison,en las cercanías del lago Alberto; o la propia capital,Kampala, junto al lago Victoria.

Reino Unido 18%

Tanzania 13%

Uganda 8%

Estados Unidos

8%

Italia 6%

Alemania 19%

Otros 28%

FIGURA 11.14. Llegadas de turistas a Kenia según los principa-les mercados de origen. Fuente: OMT (1997).

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11.5.2. Las costas del océano Índico

La costa tropical del este de África también es unsignificativo destino turístico que se desarrolla endos zonas diferenciadas: el litoral continental y diver-sos estados insulares como Seychelles, Mauricio oComores.

No es posible conocer el número de turistas queatrae el litoral continental, dado que las estadísticaslo integran en el conjunto de sus respectivos países.Pero, sin duda, el más desarrollado es el de Kenia, consus costas cálidas y húmedas y los arrecifes coralinos.Existen centros turísticos de sol y playa en torno aMombasa (la segunda ciudad keniata y su principalpuerto) o Malindi, aunque también hay núcleos muyinteresantes desde el punto de vista cultural como laciudad árabe de Lamú.

Tanzania, por el contrario, no ha desarrollado tan-to el turismo litoral ligado al sol y playa, aun cuan-do sea en la costa donde se encuentran algunos desus principales destinos. Uno es, obviamente, Dares Salam, la antigua capital y ciudad más importan-te. El otro es Zanzíbar, un archipiélago antiguo sul-tanato árabe, con una larga y compleja historia y unimportante legado cultural que se conserva en ele-mentos como el auténtico laberinto urbano de suCiudad Vieja.

En cuanto a los estados insulares, ofrecen sobretodo un turismo litoral de alto nivel y exótico en resortsde lujo; una especie de paraíso perdido en mitad delocéano. incluso, el gobierno de Mauricio llegó a prohi-bir los vuelos chárter para atraer sólo visitantes dealta capacidad de gasto (Boniface y Cooper, 1994). Elresultado es el predominio de los movimientos inte-rregionales de largo recorrido, predominantementede Europa Occidental, con la sola excepción de losprocedentes de Sudáfrica (figura 11.15).

El principal destino de todo el Índico es la citadaMauricio, con más de medio millón de turistas en

1998. Como se ve en la figura 11.15 destacan los fran-ceses (más aún si se suman los procedentes de la cer-cana Reunión, en realidad un protectorado francés)y a continuación los ingleses, ya que ambas fueronpotencias coloniales en esta isla.

Además de su capital, Port-Luis, de las playas tro-picales con palmeras, los resorts de lujo entre las lagu-nas y el océano, y la barrera coralina que práctica-mente circunda la isla, en los últimos tiempos elgobierno está intentando diversificar este destino. Eneste sentido, el importante cruce de culturas y la mez-cla de religiones en total armonía aporta importantesrecursos patrimoniales, que se combinan con un inci-piente ecoturismo en el interior. Dado su clima tro-pical húmedo, la mejor época para ir es de julio a sep-tiembre.

Seychelles, con algo más de 100.000 turistas, tieneun modelo y unos recursos similares a los de Mauri-cio. La isla más desarrollada del archipiélago es Mahé,que cuenta con un importante número de hoteles delujo en playas que son la perfecta representación turís-tica del paraíso tropical, pero en donde aún se pue-den encontrar magníficos espacios naturales y una delas mayores concentraciones de especies endémicasdel mundo.

11.6. África Austral

La mayoría de los nueve países que en todo o enparte se incluyen en el apartado de África Austral seencuentran localizados en la denominada cuenca delKalahari, un enorme conjunto casi totalmente rodea-do de montañas y con escasas llanuras costeras, excep-to en la costa mozambiqueña. Es una zona de impor-tantes contrastes, casi de dualismos en palabras dealgunos autores (véase Dubresson et al., 1994), entrelas altas llanuras centrales y las plataformas costerasde Mozambique, o entre el árido desierto namibio dela costa atlántica y el bien regado litoral índico (cua-dro 11.6 y figura 11.19).

Pero también hay significativos contrastes socia-les, políticos y económicos que hasta hace pocoalcanzaban los más elementales derechos humanos,como el reciente apartheid sudafricano o el algomás antiguo de Zimbabue. El resultado es que fren-te a algunos de los países más estables y prósperosdel continente, como la Sudáfrica post-apartheid,encontramos otros con guerras continuas (Angola)o con importantes problemas de desarrollo que

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Alemania 8%

Reunión 16%

Sudáfrica 9%

Reino Unido 10% Italia

7%

Francia 30%

Otros 28%

FIGURA 11.15. Llegadas de turistas a Mauricio según losprincipales mercados de origen. Fuente: OMT (1998).

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Capítulo 11: África 413

recientemente se han visto agravados por los desas-tres naturales (inundaciones de Mozambique en el2000).

Esta prosperidad y estabilidad en algunos de ellosestá permitiendo un rápido crecimiento del turismoque, a diferencia del resto de África, no es totalmen-te dependiente de Europa sino formado por impor-tantes flujos intrarregionales. Efectivamente, Sudá-frica, como principal emisor del continente, tiene unaelevada presencia en todos sus vecinos; pero los movi-mientos son continuos dadas las facilidades de trán-sito y los contactos ligados al crecimiento económico,lo que conlleva que los principales mercados de todoslos países estén siempre ocupados en los primerospuestos por estados de la zona (figuras 11.16, 11.17 y11.18).

A su vez, esta facilidad de tránsito conlleva la com-plementariedad entre países para los visitantes de lar-go recorrido, principalmente los europeos. Así, sonmuy comunes los circuitos que incluyen varias nacio-nes, como Botsuana, Zimbabue y Zambia, o Namibiay Botsuana.

11.6.1. África Austral tropical

Los países australes que en todo (Zimbabue) o enparte (sudeste de Angola, norte de Namibia, Mozam-bique y Botsuana, y sur de Zambia) se sitúan al nor-te del Trópico de Capricornio presentan frecuenta-ciones turísticas muy dispares, desde más de millóny medio de Zimbabue o los aproximadamente 750.000de Botsuana a los menos de 50.000 de Angola.

Zimbabue, el mayor destino del área, tiene en lanaturaleza su principal recurso, aunque dada su rela-

Zambia 3%

Zimbabue 33%

Sudáfrica 54%

Reino Unido

4%

Otros 3%

Otros europeos 3%

FIGURA 11.16. Llegadas de turistas a Botsuana según los principales mercados de origen. Fuente: OMT (1997).

CUADRO 11.6División funcional del África Austral

Área geográfica

África Austral Tropical

Sudáfrica y África al sur del Trópico

Uso turístico del territorio

Muy variable, desde intensivo hasta inexistente.Significativo turismo internacional cercano e inci-piente interno

Muy variable. Intensivo y extendido en Sudáfricay enclavado en el resto. Significativo turismo inter-nacional cercano e importante interno en Sudáfrica

Tipología de la actividad

Turismo de naturalezaTurismo cinegéticoTurismo de aventurasTurismo étnico

Turismo de naturalezaTurismo de negociosTurismo de sol y playaTurismo étnico

Zambia 30%

Alemania 4% Sudáfrica

33%

Reino Unido 9%

Otros 8%

Mozambique 11%

Canadá 5%

FIGURA 11.17. Llegadas de turistas a Zimbabue según losprincipales mercados de origen. Fuente: OMT (1997).

Estados Unidos 3%

Alemania 5%

Lesotho y Suazilandia

37%

Reino Unido 7%

Otros 12%

Zimbabue 17%

Mozambique 4%

Botsuana 10%

Namibia 5%

FIGURA 11.18. Llegadas de turistas a Sudáfrica según los principales mercados de origen. Fuente: OMT (1997).

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Parte III: Las regiones turísticas414

FIGURA 11.19. El espacio turístico de África Austral.

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Capítulo 11: África 415

tiva prosperidad y estabilidad hasta el año 2000, aco-ge asimismo un significativo turismo económico quese concentra básicamente en el distrito de negocios desu capital, Harare. Este turismo, ligado a las motiva-ciones económicas suscitadas en gran medida por sugran riqueza minera, es de corto recorrido y se apoyaprincipalmente en los fuertes lazos que le unen a lospaíses vecinos de Sudáfrica y Zambia, que en conjun-to suponen más del 60% de las entradas (figura 11.17).El segundo mercado es Europa Occidental, aunque eneste caso los tiempos de estancia sean mucho más ele-vados, en torno a los once días (Burton, 1997), y la moti-vación principal sea claramente la naturaleza y los safa-ris, generalmente superiores a una semana de duración.

Las altas llanuras herbáceas y los grandes mamí-feros africanos vuelven a ser uno de los principalesatractivos. Pero no es sólo la contemplación, sino tam-bién la caza, una de las razones del viaje, actividadpor la que este país ingresa una significativa cantidadde divisas al conceder permisos cinegéticos en losterrenos comunales. Esto no obsta para que una enor-me superficie de su territorio esté integrada en espa-cios protegidos en los que los safaris sólo son foto-gráficos, como los parques nacionales de Hwange (concharcas artificiales que se han convertido en magní-ficos y muy frecuentados observatorios), Matusado-na o Mana Pools. El modo de alojamiento es similaral ya comentado en Kenia o Tanzania: campamentosvigilados, lodges o incluso hoteles de lujo en algunapoblación cercana.

Pero, sin duda, dos son los elementos claramentediferenciales de Zimbabue. El primero, las ruinas delGran Zimbabue, los restos arqueológicos de un enor-me imperio existente entre los siglos xi y xViii, situa-dos al sur del país. El segundo son las Cataratas Vic-toria (en realidad un conjunto de cataratas cuyonombre original significa “el humo que truena”), for-madas por la caída del río Zambeze a una estrecha yprofunda garganta que sirve de frontera con Zambia.El alojamiento es posible en la cercana ciudad de Vic-toria Falls (que cuenta con una desarrollada ofertahotelera y de camping), y las mejores vistas se tienendesde el denominado Danger Point o desde el puen-te internacional que, frente a las mismas cataratas,cruza la garganta para unir Zimbabue con Zambia.Pero las posibilidades turísticas están aumentandocontinuamente, y a la simple contemplación se le hanido sumando deportes de aventuras extremos, comopor ejemplo el puenting frente a la catarata o el raftingpor el Zambeze.

Recursos similares, aunque mucha menos fre-cuentación turística, ofrece Zambia. La orilla norte delZambeze y las Victoria son su principal atractivo, yla vecina ciudad de Livingstone, en donde se centra-lizan todos estos flujos, el principal destino junto conla capital, Lusaka.

Angola, Namibia y Botsuana tienen respectiva-mente 50.000, 510.000 y 740.000 turistas; sudafricanosla mayor parte en los últimos dos países. Pero a pesarde frecuentaciones tan dispares, cuyo mínimo enAngola está marcado por los conflictos bélicos, tienenen común el que junto con el Zambeze es el principalrecurso de esta zona: el río Okavango. Éste es uno delos más singulares de África, ya que nace en la húme-da meseta angoleña del Bié (donde se le conoce comoCubango), y tras marcar la frontera entre los tres esta-dos acaba penetrando en Botsuana hasta perdersedefinitivamente en una zona endorreica donde for-ma un espectacular delta interior.

Es en gran medida este extraordinario recurso, conun excepcional paisaje y una gran riqueza fáunica, loque está convirtiendo a Botsuana en uno de los des-tinos emergentes más dinámicos del área. Además, eldelta se ve complementado, en calidad y cantidad,con otro gran número de espacios protegidos, comolas sabanas del Kalahari o el parque nacional Chobe(una de las mayores concentraciones de elefantes delcontinente), así hasta sumar aproximadamente el 17%de la superficie nacional.

El modelo de desarrollo del turismo en los espa-cios protegidos de Botsuana y otros países del sur con-tinental se está realizando con un control mucho másestricto que en el África del Este, lo que supone limi-tar la entrada de visitantes y encarecer los permisos.Esto está llevando en gran medida a un modelo desafaris de lujo y turistas de alto poder adquisitivo, loque incluye muy habitualmente desplazamiento enpequeños aviones por el interior de los países.

También Namibia, desde su independencia en1990, se ha convertido en otro importante destino delÁfrica Austral, optando igualmente por un modelomás cualitativo que cuantitativo. A pesar de su ima-gen de país desértico, lo cierto es que cuenta con bas-tante diversidad desde el punto de vista natural. Así,en la parte situada al norte del trópico, que es la quese incluye en este apartado, los lugares más visitadosincluyen experiencias tan diversas como la desérticaCosta de los Esqueletos; el Parque Etosha, el más visi-tado del país y uno de los más antiguos de África, conuna gran concentración de animales en torno a sus

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charcas; la navegación por el tramo namibio del Oka-vango, incluso hasta llegar al parque de Chobe, ya enBotsuana; o el denominado Bosque Petrificado (unbosque fósil) y las extrañas formaciones rocosas deTwyfelfontein, con abundantes pinturas rupestres.

11.6.2. Sudáfrica y el África al sur del Trópico

Al sur del Trópico de Capricornio se sitúa casi ensu totalidad Sudáfrica, el gigante turístico del conti-nente tanto en el papel de emisor como en el de recep-tor. Sin embargo, lo cierto es que este claro predomi-nio se ha fraguado recientemente, una vez se fuesuavizando, para finalmente desaparecer, el régimende apartheid. La instauración de la democracia y ladesaparición de la segregación racial conllevó el findel aislamiento, más o menos real, al que se sometíaa este país, y sobre todo normalizó las relaciones consus vecinos africanos que hoy día son sus principalesclientes. Esto ha supuesto un espectacular incremen-to que, según datos de la OMT, ha aupado a Sudáfri-ca hasta casi los seis millones de turistas en 1998.

Aumento muy rápido que, al margen de los recur-sos con que cuenta, sólo ha sido posible gracias a lacompleta red de infraestructuras y servicios preexis-tentes, tanto generales (aeropuertos, autopistas, víasférreas, etc.) como turísticos (hoteles, restaurantes,alojamientos en los espacios protegidos, touropera-dores, etc.). Efectivamente, el sistema económico y desegregación racial había creado una clase media ymedia-alta blanca de gran poder adquisitivo, que des-de hace tiempo era una importante consumidora deservicios turísticos por todo el país.

En la actualidad, el turismo internacional es mayo-ritariamente cercano (figura 11.18), tanto desde lospaíses analizados arriba (Zimbabue o Botsuana) comode Lesotho y Suazilandia, dos pequeños estados total-mente insertos en Sudáfrica, que a su vez reciben flu-jos significativos pero sólo de sudafricanos. El segun-do mercado, aunque muy por detrás, es el europeo,donde destacan el Reino Unido y Alemania.

El predominio de los viajes intrarregionales seexplica por el peso que representan los negocios eneste destino. Estos flujos, obviamente, se dirigen a lasprincipales ciudades, lo que conlleva su dispersiónpor la densa y compleja red urbana del país, a dife-rencia de lo que sucede en la mayor parte de estadosafricanos en los que sólo existe una gran ciudad muyconcentrada política y económicamente. Efectiva-

mente, en Sudáfrica no sólo hay muchas ciudadesimportantes con aeropuerto internacional, sino queademás no hay una clara concentración de poder polí-tico ni una única capital: Johannesburgo, en las altasllanuras centrales, es la ciudad más grande y el prin-cipal centro económico; Pretoria, algo más al norte,es la capital administrativa; y Bloemfontein, en el cen-tro del país, la capital judicial. Y todas ellas, junto conalguna otra, atraen un significativo número de visi-tantes.

Pero dentro del turismo urbano destaca, sin duda,Ciudad del Cabo. Segundo núcleo en población y cen-tro legislativo, es considerada la ciudad más bella, engran medida por su localización en una bahía domi-nada por la espectacular Montaña de la Tabla, desdela que se ofrecen magníficas vistas. A esto hay queunirle su posición en la costa atlántica de la provin-cia Western Cape que, con su clima mediterráneo, seha convertido junto con la de Natal en uno de los prin-cipales destinos litorales.

El turismo de sol y playa es otro de los atractivosde Sudáfrica, desarrollado en gran medida por y parael consumo interno. Como se comentó, en el entornode Ciudad del Cabo se desarrollan algunos centrosturísticos, pero la costa atlántica presenta el inconve-niente de estar bañada por la corriente fría de Ben-guela, lo que supone que la temperatura del agua nosea confortable. Por el contrario, el Índico es más cáli-do y presenta un clima subtropical de escasa ampli-tud térmica (con las lluvias en verano), por lo que losprincipales núcleos se sitúan aproximadamente entreel Cabo de Buena Esperanza y Durban, capital deNatal y un importante destino muy ligado a la playay los deportes acuáticos. Algunas de las zonas másdesarrolladas de este largo tramo costero son, porejemplo, la conocida Garden Route, un recorrido muytransitado al oeste de la provincia de Western Capeque une además varios núcleos turísticos, o ciudadescomo East London, Knysa o Jeffreys Bay.

Finalmente, el tercer gran recurso de Sudáfrica es,como en la mayoría del continente, la naturaleza. Unode los pioneros en la conservación africana tambiénera el país que tenía un mayor mercado interno de altopoder adquisitivo, por lo que los parques más visita-dos cuentan tanto en su interior como en los alrede-dores con alojamientos muy variados en tipologías ycalidad. Así, es posible encontrar desde lugares deacampada hasta villas perfectamente equipadas y contodas las comodidades y lujo imaginables. incluso hayun importante número de reservas privadas destina-

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das a la caza, que generalmente se sitúan en las cer-canías de los grandes espacios protegidos.

El parque más visitado es el de Kruger, un enor-me territorio al nordeste del país y fronterizo conMozambique, que concita la atracción de varios cien-tos de miles turistas extranjeros al año. Se trata segu-ramente de uno de los espacios naturales mejor ges-tionados del continente, pero ese mismo control a quese somete a los turistas, la gran afluencia y la como-didad y calidad de los alojamientos le restan tambiénparte del lado salvaje de otros parques africanos (Aiz-pún y Marín, 1999).

Las montañas del Drakensberg, con varios espa-cios protegidos, proporcionan otra de las típicas imá-genes de promoción del turismo sudafricano, y comotal es uno de los paisajes más reconocidos. El atracti-vo no es aquí la gran fauna africana, sino el especta-cular conjunto montañoso que separa la provincia deNatal del pequeño país de Lesotho.

También Botsuana y Namibia ofrecen al sur deltrópico algunos espacios naturales importantes encuanto al atractivo turístico, como por ejemplo partedel Kalahari. En cuanto a Namibia, en la zona surcuenta además con otros dos grandes recursos natu-rales declarados parques nacionales: uno, el desiertodel Namib, en la costa central; y otro el gran cañón deFish River, el segundo más grande del mundo tras eldel Colorado.

11.6. Conclusiones

La imagen de gran vacío turístico que se comentóen la introducción se ha confirmado en gran medida.Pero también es cierto que la realidad del sector eneste continente se ha mostrado compleja, y frente apaíses en los que no parecen posibles crecimientos acorto o medio plazo, ya hay destinos relativamenteimportantes y otros que realizan campañas de pro-moción y desarrollo con un relativo éxito.

El crecimiento deberá venir, sin duda, de la manode la estabilidad política y económica y de la forma-ción e inversión en servicios turísticos. Aspectosambos que en realidad se encuentran íntimamenteconectados, puesto que el turismo puede ser en gran-des zonas una vía al desarrollo, y, en consecuencia,favorecer la normalización política. Aun más, comorecientemente afirmaba el historiador y periodista D.Ndongo-Bidyogo (2000), el turismo es una impor-tante oportunidad para el desarrollo macroeconó-mico, pero también para el de las pequeñas econo-mías domésticas, aspecto este fundamental para elfuturo de África.

Además, el intercambio personal y cultural quesiempre va aparejado al turismo, al menos en susmanifestaciones menos estandarizadas, es impres-cindible para la mejor compresión de la compleja rea-lidad del continente africano.

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