Adolfo Mexiac

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En la historia del arte mexicano del siglo XX, la obra Adolfo Mexiac destaca con una presencia particular: alumno de grandes maestros de la pintura y plástica mexicana, la obra del michoacano encontró en sus técnicas y en su estilo la vía para desarrollar una personalidad distinta a la de muchos de sus colegas connacionales. Adolfo Mexiac Mexiac se ha esforzado para que su trabajo refleje al México auténtico que le tocó vivir, y al que incuestionablemente siente y ama. Sin huir de ese compromiso, sus cuadros y obras reflejan una interpretación propia que está repleta de imaginación y que se ha plasmado en acuarelas, óleos, murales y grabados. La reciente valoración de su obra se hizo manifiesta con la exposición que organizara el Gobierno de la Ciudad de México a través de la Delegación Coyoacán, en conjunción con El Salón de la Plástica Mexicana y la Academia de San Carlos: Adolfo Mexiac: la impronta de los años. Esta exposición comenzó en 2007 en la Casa de Cultura Bicentenario de Juárez,

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En la historia del arte mexicano del siglo XX, la obra Adolfo Mexiac destaca con una presencia particular: alumno de grandes maestros de la pintura y plástica mexicana, la obra del michoacano encontró en sus técnicas y en su estilo la vía para desarrollar una personalidad distinta a la de muchos de sus colegas connacionales.

Adolfo Mexiac

Mexiac se ha esforzado para que su trabajo refleje al México auténtico que le tocó vivir, y al que incuestionablemente siente y ama. Sin huir de ese compromiso, sus cuadros y obras reflejan una interpretación propia que está repleta de imaginación y que se ha plasmado en acuarelas, óleos, murales y grabados. La reciente valoración de su obra se hizo manifiesta con la exposición que organizara el Gobierno de la Ciudad de México a través de la Delegación Coyoacán, en conjunción con El Salón de la Plástica Mexicana y la Academia de San Carlos: Adolfo Mexiac: la impronta de los años. Esta exposición comenzó en 2007 en la Casa de Cultura Bicentenario de Juárez, para después tener una exhibición más en 2008 en la propia Academia de San Carlos, y que se intituló Lo que ha marcado mi vida. Consecuencia de este evento es también la

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publicación de un libro homónimo de la exposición, al que, como se explicó al inicio, debe mucho la realización de este escrito.Como sucede siempre que se elabora una semblanza interpretativa de la vasta obra y vida de un artista, debemos de comprender a este escrito como algo muy pequeño que intenta reproducir los aspectos que, en opinión del autor, son esenciales en el trabajo del artista que lo motivó; también el texto debiera ser una invitación a profundizar en el trabajo de toda una vida.Adolfo Mejía Calderón ‒a la edad de 17 años el propio artista tomó la decisión de cambiar su primer apellido por el de Mexiac‒ nació el 7 de agosto de 1927 en el poblado de Cuto de la Esperanza ‒en el municipio de Morelia, Michoacán. Fue el primogénito de una familia de ocho hermanos más. Contrario a lo que podría indicarnos la grandeza de su obra, su desarrollo de la técnica artística no comenzó de manera inmediata; Adolfo se dedicó a la vida de campo al tiempo en el que cursó sus estudios primarios. Adolfo, el más grande de la familia, aprendió, sobre todo de su padre y de su abuela paterna Micaela, la supervivencia y la labor rural con actividades como el pastoreo y el consumo de hierbas, tubérculos y hongos como alternativa alimenticia.

«Las montañas de Michoacán»

Como explica Patricia Salas en la cronología al final del libro Adolfo Mexiac: la impronta de los años, la conclusión de los estudios primarios de Adolfo fue un tanto complicada dada la situación irregular de la

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enseñanza en Cuto de la Esperanza, y es por ello y otras razones que esta formación la concluye en la ciudad de Morelia en el año de 1943. Un año más tarde ingresa a la escuela secundaria y a la par a la Escuela Popular de Bellas Artes de Morelia, en donde se convertiría en ayudante del artista Antonio Silva Díaz. Es realmente a partir de este tiempo que Mexiac comienza una formación directa en el ámbito de las artes.No es anecdótica la referencia a su origen en el campo mexicano: primordiales en muchísimos momentos de su trabajo son la gente del campo, las causas sociales y la búsqueda de justicia e igualdad, los cuales indudablemente se ven plasmados en los trabajos de Mexiac.Tan sólo dos años después de haber ingresado a la Escuela Popular de Bellas Artes de su estado, Adolfo Mexiac presentó 67 obras en la exposición Música y Pintura, de las cuáles su óleo 15 de agosto recibió el primer premio, otorgado por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y la dirección de la Escuela de Bellas Artes. Tras terminar la escuela secundaria y con miras a continuar su formación artística, el pintor michoacano decide emigrar a la ciudad de México en 1947.Previamente a ingresar al Taller de Gráfica Popular (TGP) y mientras radicaba en la colonia Obrera, Adolfo Mexiac ingresó como alumno irregular en la Escuela de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, en donde conoció a uno de sus grandes maestros: José Chávez Morado, quien lo apoyaría a lo largo de su vida. De la misma manera, conoce en estos años al pintor y grabador Ignacio Aguirre y al pintor y muralista méxico-estadounidense Pablo O’Higgins, quienes lo introducirían en el TGP.El TGP era ya reconocido mundialmente antes de que Mexiac se incorporara a él y, como comenta Helga Prignitz-Poda en su artículo «Adolfo Mexiac en el Taller de Gráfica Popular, 1949-1960», de manera anual realizaba un promedio de doce exposiciones en México y en el extranjero. No sólo eran las exposiciones el motivo de interés del michoacano: él, como muchos de los que ingresaban ahí, quería conocer y practicar el gran trabajo de grabado y litografía que ahí se ejercía. Muchas de las obras más conocidas de Mexiac son sus trabajos de linoleografía que desarrolló en este periodo de su vida. Adolfo siempre estuvo cercano al TGP, salvo en los años de 1953-1955, cuando trabajó en Chiapas para el Instituto Nacional Indigenista (INI) tras la

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invitación de Alberto Beltrán. La dirección del INI en aquel entonces estaba a cargo de don Alfonso Caso.

«Tomando pozol»

Después de más de una docena de exposiciones nacionales e internacionales con el TGP, Mexiac realiza su primera exposición individual con 36 de sus obras en el Ateneo de Ciencias y Artes de Tuxtla Gutiérrez. También durante ese tiempo, elaboró la que es su obra gráfica más conocida: Libertad de expresión, que sería icono de movimientos políticos y sociales de los años sesenta, como los movimientos estudiantiles de México y Francia en 1968, e incluso hasta la fecha reviste un notorio reconocimiento y uso por parte de quienes quieren hablar del tema homónimo a la obra; esta imagen incluso fue utilizada por el cineasta Steven Spielberg en su película Munich (2005).Reproducimos aquí dos de sus trabajos con tema indigenista, la linoleografía Tomando pozol, de los años cincuenta, y Despertar (1960). El propio Alfonso Caso, como emblema del indigenismo, fue motivo de una linoleografía más por parte de Mexiac. Muchas de sus obras de este periodo, las deliberadamente «nulas» (hablando del tema político), constituyen grandes retratos de las costumbres y vivencias de las clases más necesitadas.

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«Libertad de expresión»

Mucho puede decirse de la participación de Mexiac al interior del TGP: sobre las decenas de exposiciones grupales e individuales; la elaboración de carteles; los grabados; su papel como coordinador de proyectos; su participación en la elaboración de libros como el que el Taller hiciera de Silvestre Revueltas, o sobre sus trabajos que aparecieron en fragmentos de la película Memorias de un mexicano (Carmen Toscano, 1950). Adolfo Mexiac regresó a la ciudad de México en 1956 para seguir su labor en el INI, en el Departamento Educativo, en donde colaboró con personalidades como Fernando Benítez, Juan Rulfo, Alí Chumacero y Ricardo Garibay, entre otros. En 1960, dejó de colaborar en el TPG.La separación del TPG representó también el inicio de una etapa independiente en la que su trabajo individual comenzó a tener más difusión y reconocimientos. En 1964, por ejemplo, la Casa de las Américas, de La Habana, Cuba, premió con un segundo lugar a su grabado Madre tierra. En esa misma década participaría en las bienales gráficas de Alemania, Bulgaria, Japón, Italia, Puerto Rico, Suiza, Checoslovaquia, Polonia y Argentina. Toda esta difusión lo posicionó entre los más reconocidos grabadores de todo el mundo.

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La obra de Adolfo Mexiac trascendió el caballete y el trabajo de estudio. En 1964 y 1965, por ejemplo, realizó el mural Pasado, presente, futuro con la técnica de acrílico, el cual fue elaborado para el Centro Coordinador Indigenista de Tlapa, Guerrero. Otros murales de su obra son: Las constituciones de México (1981), que se encuentra en el Palacio Legislativo de San Lázaro, y Autonomía Universitaria (1986-1987), que elaborara en tres cuerpos, uno de los cuáles fue diseñado por la maestra Patricia Salas, actual esposa de Mexiac.También en 1965, Mexiac viajó a China por invitación de este país, y además de establecer nexos de amistad y trabajo, el pintor michoacano se interesó por la técnica del grabado chino en varias tintas, que incorporaría en algunos de sus trabajos posteriores. No sólo con ésta, con algunas otras técnicas plásticas experimentó Mexiac a lo largo de su carrera.

Mural en la Facultad de Derecho de la Universidad de Colima

Aunque aquí se habla del tema indigenista y su compromiso social, sería equivocado afirmar que Mexiac no ha tratado otras temáticas: de lo fantástico a la vida personal tenemos también gran cantidad de ejemplos. Referimos sólo algunos de ellos: Carnaval Cora I (1975) y Carnaval Cora II (1975), de tema nayarita; La hora de la

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tentación(1991) y Mascarada (2000), como ejemplos de obras de temática fantástica; o los distintos autorretratos y retratos de sus familiares, en donde los Mexiac han sido el tema principal.En 1970, tras la muerte del maestro Alfonso Caso, Mexiac renunció al INI y asumió el cargo de secretario general en la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Su trabajo durante esta década no se concentra en una sola ciudad ni en un solo país. Por referir algunos ejemplos: en Michoacán dona tres obras para la galería de arte de la ciudad de Pátzcuaro, expone su obra gráfica en el hospital Adolfo López Mateos, expone en el Museo de Arte Contemporáneo de Morelia, forma parte del jurado del Primer Certamen de Pintura Mural en Tepic Nayarit, la Universidad Veracruzana expone sus xilografías, fortalece lazos de amistad con Checoslovaquia al participar en la Bienal del 78 en Cracovia y regresa dos años más tarde a ese país para exponer en un festival deportivo de países socialistas. También desde esta década (desde 1976), Adolfo Mexiac es miembro de la Academia Mexicana de las Artes.

Mural de Adolfo Mexiac

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En la década de los 80, Mexiac termina su labor docente en la ENAP-UNAM, de la que fue profesor desde 1958, y comienza su periodo de jubilación. Es también en este tiempo cuando realiza sus obras más grandes en cuanto a espacio físico se refiere. Sobre todo es en la Universidad de Colima en donde realiza sus trabajos monumentales, que en este caso particular han servido para decorar distintos edificios universitarios. Estos trabajos se realizan de 1986 a 2003. No sólo éstos, también el mural ya referido para el Palacio Legislativo de San Lázaro (1981), que tuviera que rehacer diez años más tarde debido al deterioro del primero a causa de un incendio.Como se mencionó al principio de este texto, cualquier intento de reseña, por exhaustivo que éste sea, siempre quedará corto ante la totalidad de la obra de un artista. Se intentó aquí mostrar parte de la gran variedad de experiencias, técnicas, temáticas, fórmulas, amistades y labores que Adolfo Mexiac conjuntó a lo largo de su vida y que no son una simple acumulación de vivencias, sino la integración consciente de las mismas en el todo de su trabajo profesional. Quien conozca de primera mano la dificultad que implica el desarrollo de todas y cada una de las técnicas utilizadas por el artista michoacano, tendrá un argumento de valor para evaluar la calidad del artista. De sus obras se puede decir que son en alguna medida el testimonio directo de la existencia de Adolfo: referenciales, poéticas, personales e incluso tan cargadas de sentido como para ser transfiguradas y adoptadas por distintas causas; México y el mundo han sido testigos del legado del autor. Como todo buen alumno, Mexiac supo asimilar lo mejor de sus maestros para superarlos en ocasiones; además, él mismo fue docente de las generaciones nuevas y no tan nuevas que actualmente desarrollan su labor artística. El año de 2008 abrió sus puertas el Centro Cultural Mexiac en la ciudad de Colima, en donde de manera permanente se expone la obra del artista michoacano. Adolfo Mexiac vive actualmente con su esposa Patricia Salas en la ciudad de México y Cuernavaca.