Adiós a la Monarquía (2006)

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El objetivo de este tomo es la reconstrucción del conflictivo periodo que corre entre 1806 y 1820, cuando la ciudad co- lonial de Santa Fe –por entonces parte de la Intendencia de Buenos Aires– comenzó a experimentar los efectos de la de- sintegración del vínculo colonial y su transformación en pro- vincia autónoma. En una etapa particularmente cargada de violencia, la revo- lución y la guerra transformaron un antiguo espacio articu- lador de economías distantes, en un paso obligado de ejér- citos. La desintegración de la dinámica mercantil, el descon- trol de la frontera indígena, las luchas internas, la emergen- cia de Estanislao López, la influencia del proyecto artiguista y la redacción del primer texto de tinte constitucional, hacen de este periodo unos de los más dramáticos de la historia santafesina. Nueva Historia de Santa Fe 4 Nueva Historia de Santa Fe Griselda B. Tarragó y Darío G. Barriera Adiós a la monarquía de los años revolucionarios a la crisis de 1820

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ADIÓS A LA MONARQUÍA: DE LOS AÑOS REVOLUCIONARIOS A LA CRISIS DE 1820, por Darío G. Barriera y Griselda B. Tarragó - Tomo IV de la Nueva Historia de Santa Fe - La Capital, Rosario, 2006 - El objetivo de este tomo es la reconstrucción del conflictivo periodo que corre entre 1806 y 1820, cuando la ciudad colonial de Santa Fe –por entonces parte de la Intendencia de Buenos Aires– comenzó a experimentar los efectos de la desintegración del vínculo colonial y su transformación en provincia autónoma.En una etapa particularmente cargada de violencia, la revolución y la guerra transformaron un antiguo espacio articulador de economías distantes, en un paso obligado de ejércitos. La desintegración de la dinámica mercantil, el descontrol de la frontera indígena, las luchas internas, la emergencia de Estanislao López, la influencia del proyecto artiguista y la redacción del primer texto de tinte constitucional, hacen de este periodo unos de los más dramáticos de la historia santafesina.

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El objetivo de este tomo es la reconstrucción del conflictivoperiodo que corre entre 1806 y 1820, cuando la ciudad co-lonial de Santa Fe –por entonces parte de la Intendencia deBuenos Aires– comenzó a experimentar los efectos de la de-sintegración del vínculo colonial y su transformación en pro-vincia autónoma.En una etapa particularmente cargada de violencia, la revo-lución y la guerra transformaron un antiguo espacio articu-lador de economías distantes, en un paso obligado de ejér-citos. La desintegración de la dinámica mercantil, el descon-trol de la frontera indígena, las luchas internas, la emergen-cia de Estanislao López, la influencia del proyecto artiguistay la redacción del primer texto de tinte constitucional, hacende este periodo unos de los más dramáticos de la historiasantafesina.

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4 Nueva Historia de Santa Fe

Griselda B. Tarragóy Darío G. Barriera

Adiós a la monarquíade los años revolucionarios a la crisis de 1820

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Nueva Historia de Santa Fe

Darío G. Barriera (Director)

TOMO IV

Adiós a la monarquíade los años revolucionarios a la crisis de 1820

Griselda B. TarragóDarío G. Barriera

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Darío G. Barriera (director)NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Tomo IVGriselda Tarragó y Darío Barriera Adiós a la monarquía: de los años revolucionarios a la crisis de 1820

Composición y diseño: Marta PereyraEditing: Prohistoria EdicionesDiseño de Tapa: Marta PereyraIlustración de tapa: fragmentos de “Carga de Granaderos”, óleo de Ángel Della ValleProducción de Contenidos: Prohistoria Ediciones

© La CapitalSarmiento 763, (2000) Rosario, ArgentinaTeléfonos: 54-341-5226000 (conmutador) - Fax: 54-341-5226014Dirección digital: www.diariolacapital.com www.lacapital.com.ar© Tucumán 2253, S2002JVA ROSARIO, ArgentinaEmail: [email protected] - URL: www.prohistoria.com.arTODOS LOS DERECHOS RESERVADOSHECHO EL DEPÓSITO QUE MARCA LA LEY 11723Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio, gráfico,magnético, electrónico u óptico, incluyendo su diseño de portada, tipográfico y logos, sinexpresa autorización del editor.

ISBN OBRA COMPLETA - 987-22462-2-XISBN TOMO IV - 987-22462-7-0

Esta primera edición se realizó con una tirada de 8.000 ejemplares el 28 de marzo de2006 en Borsellino Impresos, Ovidio Lagos 3562/78, S2003DBU Rosario, Argentina.Tel. (54-341) 4317174. Impreso en la Argentina - Printed in Argentina

Nueva Historia de Santa Fe

TOMO IV

Adiós a la monarquíade los años revolucionarios a la crisis de 1820

Griselda B. TarragóDarío G. Barriera

Tarragó, Griselda B. y Barriera, Darío G.Adios a la monarquía : de los años revolucionarios a la crisis de 1820 / Griselda B.

Tarragó y Darío G. Barriera - 1a ed. - Rosario : Prohistoria Ediciones ; Rosario: Diario LaCapital, 2006.

v. 4, 196 p. : il. ; 20 x12 cm.

ISBN 987-22462-7-01. Historia Argentina-Santa Fe. I. Darío Barriera II. TítuloCDD 982.24Fecha de catalogación en fuente: 22/02/2006

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a quienes diariamente nos soportan y acompañanen este camino –y en los otros...

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Indice

Introducción 9

Capítulo 1Poder político y familias notables en el ocaso del orden colonial 11

Capítulo 2La revolución anunciada 41

Capítulo 3Las difíciles relaciones con las autoridades revolucionariasUn sexenio de sospechas (1810-1816) 57

Capítulo 4Un territorio en tiempos de guerra 91

Capítulo 5Buscando el camino (1815-1818) 111

Capítulo 6El Estatuto y el Brigadier 143

Anexo ICapitulares y miembros de la Junta durante el período 161

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Introducción

Este cuarto volumen de la Nueva Historia de SantaFe aborda un periodo marcado por dos ámbitos do-minantes: la guerra y la política.

Las estrategias de las familias notables de la ciu-dad de Santa Fe, los desplazamientos y las distintasdefensas de las fronteras con el indio y con los inva-sores extranjeros, la evolución de la población, laeconomía y la vida diaria, todos los aspectos de laexistencia –en la ciudad, en el pago de los arroyos, enlas estancias del oeste y en la otra banda del Paraná–estuvieron signados por las tribulaciones importadaspor la disolución del orden colonial y la instalaciónde la guerra como una realidad cotidiana.

Por este motivo, hemos privilegiado estas dos di-mensiones, intentando combinar el análisis de loshechos (convertidos en datos), con la restitución dela experiencia de hombres y mujeres que dejarontestimonio de este periodo particularmente agitado.

La ciudad de Santa Fe fue el epicentro de la trans-formación del vínculo entre su jurisdicción y la ad-ministración monárquica (primero), y de las perma-nentes redefiniciones de su relación con los poderesrevolucionarios desde 1810 hasta el periodo de la au-tonomía provincial.

Anexo 2Instrucciones de Artigas 163

Anexo 3 Manifiesto que hace a sus paisanos el Gobernador López al dar el Reglamento provisorio para la dirección generalSanta Fe, 26 de agosto de 1819 169

Bibliografía 173

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Esta metamorfosis, caracterizada por la consoli-dación de la ciudad como actor político y su poste-rior conversión en centro de una nueva forma deunidad política y administrativa (el Estado provin-cial que, además, se presentó consecutivamente demaneras diferentes en su articulación con las reali-dades surgidas de la Revolución), no acabó, sin em-bargo, hasta pasada la primera mitad del siglo XIX.

Es necesario, por lo tanto, articular el comienzode este proceso con los temas abordados en los dosvolúmenes siguientes, los cuales completan la ima-gen de este complejo periodo de transformación po-lítica, económica y social que (hacia comienzos de ladécada de 1880) remató en la consolidación del ac-tual territorio de la provincia de Santa Fe.

Capítulo 1

Poder político y familias notables en el ocaso del orden colonial

Reformas y guerras en el crepúsculo del siglo XVIIIEl siglo XVIII trajo un lento pero profundo cambioen las relaciones de fuerza con el frente Atlántico. Sibien el último cuarto del siglo constituyó un mo-mento de expansión coincidente con el comienzo delproceso de «grandes reformas», según lo ha expresa-do Zacarías Moutoukias en Contrabando y ControlColonial, ese crecimiento se debió en gran medida ala profunda continuidad «...de una estructura basadaen la articulación de la navegación directa desde Eu-ropa de españoles o extranjeros, el comercio interco-lonial con Brasil y el tráfico interregional, que dichasreformas no alteraron. La propia fundación del vi-rreinato supuso el aprovechamiento de la ruta Poto-sí-Buenos Aires, articulada gracias al comercio noautorizado para aumentar las subvenciones fiscales,las cuales volcadas sobre la región crearon mayordisponibilidad de recursos para el comercio exterior,tanto legal como clandestino.»

Aunque el proceso conocido como de las «Refor-mas Borbónicas» comenzó durante el reinado deFelipe V, el ciclo clásico se sitúa en el período deCarlos III. La construcción de una burocracia cen-tralizada, de un servicio diplomático permanente y

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Las llamadas «Invasiones Inglesas» de los años1806 y 1807, fueron parte de esta etapa. Expresan lastensiones que se generaron en Europa luego de laRevolución Francesa, que culminarían con la parti-cipación española en la guerra contra la Conven-ción. La intervención de España en el prolongado ycruento conflicto franco-británico entre 1796 y1814, coincidió con la crisis del reformismo borbó-nico y de la Monarquía misma, así como con unaetapa de graves problemas económicos en todo elimperio:

«La guerra tiene ahora tiene un peso decisivo, alimponer terribles exigencias a España, que se veobligada al cierre del comercio oficial atlánticoy el despliegue de diversos instrumentos finan-cieros para hacer frente a sus necesidades, unaestrategia que hipotecaría peligrosamente susrecursos hacendísticos. La lucha contra Napo-león cerrará así un ciclo histórico.»

Agustín Guimerá, El reformismo borbónico

Territorios en vísperas de cambio

«Las calles polvorientas llenábanse de cáscarasde sandías, y en medio de la pobreza, el calor yel aroma de los azahares, las gentes dormíansiestas reparadoras [...]»

Juan Álvarez, Ensayo sobre la historia de Santa Fe.

La pequeña ciudad de Santa Fe presentaba a princi-pios del siglo XIX un aspecto físico bastante preca-

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de una fiscalidad regularizada, la factura de una po-lítica sistemática de promoción del comercio y laproducción, el establecimiento de ejércitos regula-res, la pretensión de consolidar una soberanía unifi-cada, la demarcación de los territorios y la obten-ción de la uniformidad religiosa dentro de esos te-rritorios, fueron los objetivos de máxima que perse-guía el mencionado conjunto de reformas.

Sin embargo, organizarse para alcanzar esos ob-jetivos implicaba un complejo proceso de construc-ción que encontró sus límites en la propia estructu-ra política y social española: por entonces, la Mo-narquía emprendió la difícil tarea de reordenar pro-fundamente las relaciones administrativas, militaresy mercantiles con sus dominios americanos, en unatentativa –no del todo exitosa– de ocupar un lugarmás destacado el sistema europeo que se expandía.

Mantener la posición en el equilibrio de poderesinstaurado entre las potencias europeas se transfor-mó en una necesidad vital y planteó una disyuntivapara nada sencilla, dado que si el aislamiento era cla-ramente perjudicial para sus intereses, sostener yampliar aquellas capacidades de maniobra tenía uncosto financiero y demográfico excesivo.

En este contexto, la guerra se instaló en el Río dela Plata mucho tiempo antes de la Revolución: seaquerenció en la organización imperial a lo largo delsiglo XVIII, especialmente por la decisión de losBorbones de alinearse en contra de la hegemonía in-glesa. En este contexto, guerra y diplomacia comen-zaron a pautar los vaivenes de las relaciones entreCortes europeas, las cuales desde entonces se dispu-taron cantidades limitadas de recursos territoriales einfluencia política.

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Giannini había nacido en Badajoz en 1750. Erahijo de un teniente del Regimiento de Milán,don Pedro Giannini, que había nacido en Géno-va y estaba al servicio del Rey de España. Inicióla carrera militar y cursó estudios en la Real Aca-demia de Matemáticas de Barcelona. Sus estu-dios de ingeniería militar posibilitaron que as-cendiera en la Real Armada española como hi-dráulico, ocupándose de muelles, puertos, cana-les, diques y fondeaderos. Después de una pres-tigiosa carrera en España, fue destinado en elApostadero de Montevideo. En Buenos Aires sededicó al estudio de factibilidad del muelle queconstruía el Consulado de Comercio. En 1805levantó un plano de la ciudad de Buenos Aires,luego realizó el de San Fernando y trasladó elpequeño pueblo de Las Conchas a la altura deeste. En la primera invasión inglesa defendió elpuente de Gálvez con 400 milicianos. En 1809fue designado gobernador interino del Paraguay.Regresaba de ese destino cuando lo sorprendióla Revolución en Santa Fe. Como otras tantashistorias sorprendentes y dramáticas de la Revo-lución, este extremeño quedó virtualmente pri-sionero en Santa Fe en mayo de 1810. Durantesu estadía, realizó estudios hidrográficos, colocóbalizas y efectuó una detallada cartografía flu-vial. Se necesitaba un plano de Santa Fe por cues-tiones estratégicas, fundamentalmente para ubi-car las baterías, y en ese contexto se insertó la or-den de Belgrano. En 1811 solicitó permiso paravolver a España, pero el clima reinante se confa-buló en su contra. Murió prisionero en un cuar-tel de Ranchería en 1814.

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rio: una urbanización con forma alargada de SO aNE y rodeada de agua, en la que sólo había una ca-lle enguijarrada.

La mayoría de las casas eran de construcción po-bre, con tapiales de barro al frente, jardín, paredestambién de barro y caña, en general techadas conpaja. Sólo los edificios importantes, como las igle-sias de San Francisco, de San Jerónimo, de La Mer-ced y la Matriz, más alguna casa particular como lasde los Aldao o los Diez de Andino, presentaban unaspecto menos frágil.

En la década de 1810, la urbanización no se ex-tendía mucho más allá de su trazado inicial. A sigloy medio de su traslado, apenas había sobrepasadolos límites de seis manzanas de este a oeste y once denorte a sur, fijados por Garay en la ciudad vieja eimitados en el nuevo asentamiento.

A esta ciudad llegó en octubre de 1810 ManuelBelgrano en su camino hacia el Paraguay. Entre lasdisposiciones que efectuó, ordenó al Capitán deNavío Hidráulico, Eustaquio Giannini, la elabora-ción de un plano de la ciudad.

Esta representación registró una urbanización deunas cincuenta manzanas –quince de largo y de dosa cinco de ancho– con su área de quintas al oeste,dos corrales en los extremos, rancheríos en las áreasaledañas, la compacta formación de los conventos ytemplos en torno a la plaza principal y el casco cen-tral con una mayor densidad de ocupación. Sin ex-cluir huertas y viñas, se verifica un uso del sueloque, para los criterios de la época y del espacio rio-platense, puede caracterizarse como intensivo.

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ca en cuatro porciones, tal y como se realizaban lasdivisiones administrativas, por ejemplo, en la Fran-cia napoleónica y de la Restauración.

El cuartel Nº 1 correspondía al sector sudoeste,caracterizado como un barrio de viejos vecinos. ElNº 2 comprendía la plaza mayor y los edificios delas instituciones más importantes: el cabildo, la igle-sia Matriz, los conventos de los mercedarios y de losfranciscanos, y el hospital; también incluía casas devecinos principales, aunque hacia el sur se configu-raba ya como un barrio de población de viejo arrai-go y recursos modestos. El cuartel Nº 3 reflejabacon mayor precisión la dinámica urbana, ya que ensu extremo norte se localizaba el puerto y agrupa-ciones edilicias donde se ubicaban grupos de reciénllegados. El cuartel Nº 4, hacia el noroeste, agrupa-ba una numerosa población de pardos libres y mes-tizos.

Estos últimos dos cuarteles estaban en proceso deexpansión, delineando el trazado de nuevas callesque seguía el modelo de cuadrícula del casco anti-guo. A pesar de haber crecido, mantenía todavía pa-ra esta época un aspecto colonial.

Según los hermanos Parish Robertson, la ciudadera de apariencia decididamente pobre, y sus casas,con pisos de ladrillos, muros blanqueados y techosbajos, subrayaban esa apariencia que a los europeosparecía mezquina.

Sin embargo, aquellas pinceladas de rusticidad nola diferenciaban demasiado de Buenos Aires, la ca-pital virreinal, de la cual muchos observadores deja-ron descripciones no tan apartadas de esta realidad.

Este indómito «litoral en ascenso» que HalperinDonghi descubriera y describiera de manera precisa

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El área residencial presentaba centros de manza-na libres y un desarrollo edilicio perimetral sobre lalínea de construcción. La ciudad tenía una tramaabierta, con una baja densidad en la relación espa-cio-superficie, aireada por la presencia de jardines yespesos montes de naranjos y limoneros.

El original del plano se encuentra en el BritishMuseum de Londres. Cervera lo publicó, perola calidad de la copia no permite apreciar mu-cho. Otra copia se encuentra en el Archivo de laJefatura del Servicio Cartográfico del Ejércitoen Madrid. Allí se anota que el riacho de Colas-tiné sigue en sus crecientes y bajas el mismo or-den que el Paraná, sube y se mantiene crecidolos meses de octubre hasta marzo y baja desdeabril hasta septiembre: en su mayor crecientetiene en la boca de la entrada hasta 18 pies deagua y en las mayores bajadas apenas dos pies,en este tiempo hay algunos cortas subidas y ba-jadas de pocos días. La aguja señalada está co-rregida de variación.

Ramón Gutiérrez, 1979

En 1824, según el plano elaborado por MarcosSastre, el tejido urbano alcanzaba unas 80 manzanas.En él se observan detalles de la traza conformadapor la implantación de edificios públicos y domésti-cos, donde todavía predominaban los grandes espa-cios abiertos, patios, huertas y quintas.

Los cuarteles en que se dividió la ciudad a princi-pios del siglo XIX no siguieron un patrón barrial,sino que seccionaron la ciudad de manera geométri-

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y contundente, incluía a la pequeña ciudad de SantaFe. Aquella que la mirada interesada del historiadory del viajero pintó tan pobre e inmóvil, fue conoci-da en tiempos posteriores como cabeza de la másaguerrida de las provincias.

Una mirada atenta revela secretos, vidas e histo-rias de hombres y mujeres que no refrendan justa-mente el perfil de una sociedad paralizada.

El órgano de gobiernoLos cuerpos capitulares fueron expresión privilegia-da de la ciudad y de su grupo de poder. La repúbli-ca antigua era considerada una «comunidad perfec-ta» y, en este sentido, era diferente del simple agre-gado de familias o individuos.

Como escribió Annick Lempérière, se trataba dela comunidad del pueblo, unida por vínculos mora-les, religiosos y jurídicos e, idealmente, autosuficien-te tanto desde el punto de vista espiritual como polí-tico y material. La corporación ciudadana era la ex-presión más cabal de esa república y de todos loscuerpos que la componían, y era la encargada de ad-ministrar el «bien común».

Los capitulares eran frecuentemente llamados pa-dres de la patria a lo largo de toda su vida. En aqueluniverso de representaciones, el bien común estabapor encima de todo, incluso en las negociacionesque frecuentemente se entablaban con autoridadesjerárquicamente ubicadas por encima del cabildo,desde gobernadores hasta el mismo rey.

Los cabildos eran los encargados de ejecutar lasórdenes de virreyes y gobernadores, quienes a suvez, eran los receptores de Cédulas Reales, Reales

Vista de la Iglesia de la Merced Litografía de Mousse (1858)

en Monumenta Iconographicae, de Bonifacio del Carril

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Pragmáticas y leyes de amplitud general. Cuandoéstas no convenían a los intereses de la ciudad, seaplicaba la fórmula se obedece pero no se cumple.

Cualquier título, para provocar realmente losefectos legales que de él se desprendían, debía ser le-gitimado previamente ante el cabildo: todo nombra-miento para ocupar autoridad eclesiástica o civil, to-do cargo o facultad –como una regiduría perpetua,o títulos de cirujano o de maestro– debía ser exhibi-do por su titular ante el Cuerpo; sólo después de re-conocido y certificado como válido se podía ejercerlibremente. La falta de observancia de esta normasignificaba una grave ofensa a las prerrogativas delgobierno de la ciudad y significaba estar fuera de laley.

El cabildo santafesino fue instituido en 1573 ysuprimido en 1832, cuando la Junta de Representan-tes de la provincia llevaba diez años funcionando.Durante este largo período de vigencia, la casa capi-tular, tan austera como la ciudad misma, fue el esce-nario donde algunos grupos de esta sociedad diri-mieron las tensiones generadas en torno al controldel poder político.

Este espacio institucional puede utilizarse comolaboratorio para comprender algo más de la historiade estos hombres, de sus vínculos y de sus relaciones:intentaremos analizar las relaciones familiares queunían a los capitulares santafesinos entre 1776 y 1810.

Si bien las fechas elegidas pertenecen a la clásicaperiodización de la historia institucional, nuestra in-tención es hacerlas «reingresar» en una dinámica delectura de una nueva historia política que se intere-sa por los vínculos y su significado. Los años de ini-cio y fin elegidos, señalan con precisión los momen-

Planta del Cabildo de Santa Fe en 1796en Cabildos y ayuntamientos en América

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poder y riqueza. Para el historiador británico, elconcepto es de suma utilidad cuando se empleaen el análisis de grupos sociales dominantes apartir de la interacción de factores económicos,políticos y culturales. El estudio de las elitessiempre está relacionado con la ciudad como es-pacio social. Para ampliar esta perspectiva, véa-se su libro Venecia y Amsterdam. Estudios sobrelas elites del siglo XVII.

Las ciudades fueron dispositivos de ejecución dela política de la Corona pero también el resorte quecontrolaban las elites locales: el elemento a escala lo-cal de la formación política que la Corona hispánica«trasladaba» a sus dominios y el punto desde el cuallas políticas de la Corona podían ser resistidas.

Sus historias plagadas de azares y zozobras –mu-chas veces, también de aislamiento– fueron generan-do un perfil social y político complejo que redefi-nió, en la práctica, la normativa española.

La conocida fórmula se acata pero no se cumple esuna buena síntesis para graficar la coexistencia de fi-delidad y autonomía que caracterizó la relación entrelas ciudades y las políticas metropolitanas. En el inte-rior de las ciudades americanas se conformaron gru-pos de poder que tuvieron su propia dinámica de de-sarrollo, de cambio y de permanencia o hasta de en-quistamiento en el poder local.

En esta reflexión, nos interesa sobre todo la di-mensión política de estas lógicas, ya que lo que de-finía a la ciudad en estos términos era el estableci-miento de la autoridad y la ejecución de unos actossolemnes que constituían los fundamentos del or-den político. Esta dimensión otorgaba a la ciudad el

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tos críticos en los cuales se produjeron modificacio-nes en las estrategias que los actores adoptaron fren-te a coyunturas de cambio político.

Durante los últimos años del periodo colonial,los cargos del cabildo santafesino fueron ocupadosrotativamente por hombres que pertenecían a unpequeño conjunto de familias emparentadas entresí. ¿Constituyó este núcleo de familias un «grupo»que se reconocía y era reconocido como tal por de-terminados vínculos de pertenencia? ¿Significó esteemparentamiento una estrategia colectiva o fue, encambio, el resultado lógico de prácticas matrimo-niales establecidas dentro de un mercado matrimo-nial restringido, de una población pequeña y de unasociedad tradicional?

Las elites urbanasLa configuración de elites organizadas en torno aredes de vínculos primarios, constituyó un fenóme-no frecuente en las ciudades coloniales.

Las conexiones creadas por matrimonio, filiacióny parentescos colaterales tejieron densas tramas derelaciones que frecuentemente permitieron el con-trol de la ciudad por un reducido número de fami-lias. Los miembros de estas elites se encontrabanvinculados entre sí por orígenes e intereses econó-micos compartidos. La composición del grupo cam-biaba a lo largo del tiempo a causa del reclutamien-to de nuevos miembros y la exclusión u oclusión deotros.

Peter Burke define las elites como grupos social-mente encumbrados según tres criterios: rango,

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Aunque en sociedades más extensas los gruposcon más poder, más riqueza y mayor rango general-mente se superponen pero rara vez coinciden, en es-ta pequeña ciudad, los más ricos y los más prestigio-sos conformaron un grupo reducido entre quienesse establecieron lazos de solidaridad, conducta pre-visible en una ciudad con un mercado matrimonialrestringido y con recursos escasos, constituyendolas principales familias el universo lógico para cons-truir las mejores asociaciones y parentescos.

En la sociedad santafesina había diferencias re-conocidas dentro de la población: los vecinosprivilegiados, como los miembros del cabildo,se diferenciaban de los demás no sólo en cuan-to a las exenciones y privilegios. También lo hacían notar con la vestimenta, lle-vando espadas al cinto (incluso en lugares pro-hibidos) y con otra serie de prerrogativas –sedice que se les vendía la mejor carne, por ejem-plo. Otros privilegiados eran los síndicos de losconventos, los Oficiales Reales, los de la SantaBula, los de la Santa Cruzada y Santo Oficio ylos mayordomos de las cofradías del Santo Sa-cramento entre otros.

La concentración de rango, poder y riqueza per-mitiría hablar (lo mismo que para el caso de BuenosAires) de una elite polivalente y unificada que apo-yaba su dominio en la posesión de la tierra, la prác-tica del comercio y el control de la administración.

Desde 1660, el nuevo sitio expresaba no sólo unareubicación espacial de la ciudad, sino la consolida-

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carácter de una corporación, y a sus hombres la ca-lidad de vecino, habilitante para participar en ellacomo cuerpo político.

En áreas periféricas, el grado de autonomía de lospatriciados urbanos que controlaban la corporaciónmunicipal fue mucho mayor: según la opinión deJohn Elliott, las oligarquías locales se consolidaroncon mayor facilidad en las provincias americanasque en otros reinos porque la relación entre riquezadisponible y posibilidades de reproducción favore-cía a los recién llegados. Pertenecer a este mundo ge-neraba una identidad entendida como patria, y aquienes la integraban, fuesen españoles o america-nos, se les reconocía la calidad de patricios.

Las tendencias autonómicas se fortalecieron conla venta de oficios, que dejaron un margen todavíamayor de control a las elites locales. Sin embargo,las ciudades no eran un todo cerrado. En tal caso,como lo ha dicho Richard Morse, eran puntos detensión entre las ambiciones locales y el proyecto im-perial. Debe agregarse, entre una pluralidad de am-biciones locales y los proyectos que, allí, se definíanen relación con la organización política más ampliarepresentada por la Monarquía.

Santa Fe, única ciudad en un extenso e inestableterritorio, se configuró como un universo social,político y económico particular. Coadyuvaron aello las especificidades del terreno en el cual se in-sertó, su propia historia como centro urbano, los re-cursos a los que tuvo acceso, su ubicación y su fun-ción en el contexto de una economía inter-regional,la articulación de sus instancias de poder con otrasinstancias de la Monarquía, las características de supoblación y la particularidad de sus actores sociales.

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ción de un proceso económico-social por el que al-gunos sujetos de familias notables comenzaron acomprometerse sin intermediarios en los circuitosmercantiles, abriendo las puertas hacia nuevas posi-bilidades económicas a través de la estrategia de ladiversificación de actividades y generando la trans-formación del grupo.

Muchas familias descendientes de beneméritos,pero empobrecidas, encontraron una salida para susituación a través de un patrón transaccional pau-tando alianzas con sujetos foráneos (especialmentecomerciantes), quienes, en muchos casos, estabanya integrados en los circuitos comerciales de la yer-ba y el ganado que llegaban hasta Potosí. Las alian-zas matrimoniales de este estilo mejoraban la situa-ción de los «pobres prestigiosos» como de los «mer-caderes sin prestigio».

Como consecuencia de las ventajas económicasderivadas del proceso mencionado, a lo largo de lamayor parte del siglo XVIII un grupo reducido defamilias santafesinas se enriqueció notablemente ycontroló los resortes de esta economía.

La capacidad de movilizar grandes cantidades deyerba y ganado, y las importantes empresas de fle-tería en espacios tan dilatados como el circuito pa-raguayo-potosino (tema explicado en el tomo ante-rior), revela su capacidad de operación mercantil. Lapráctica más común se basaba en la simultaneidadde frentes diversificados de acción económica y enla urdimbre de una densa red de agentes –indepen-dientes o subordinados– dispersos en ese extensoámbito regional.

Hacia finales del siglo XVIII, la elite de Santa Fedebió enfrentarse a una realidad que le acarreó se-

Acuarela de Florián Paucke (1752)en Monumenta Iconographicae

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ciones, carruajes y mansajes del país; falta de es-te modo el expendio ventajoso y estimulante,con que necesariamente deben verse arruinadoslos principales ramos, influyendo igualmenteno poco a esta decadencia» .

Informe del Procurador Larramendi, en Manuel Cervera, Historia de la Ciudad

y Provincia de Santa Fe, Tomo III.

Frente a esta nueva situación, en la que grandescantidades de yerba dejaron de pasar y de pagar de-rechos en la ciudad, los santafesinos perdieron losrecursos que provenían de esas entradas. Sin embar-go, más perjuicios acarreó la pérdida de actividadesderivadas del funcionamiento del privilegio de puer-to preciso, como las empresas de fletería, las tiendasde abastecimiento o el alquiler de viviendas y depó-sitos, entre otras.

Las consecuencias del deterioro de la posición deSanta Fe como punto obligado del tráfico comercialentre regiones lejanas no sólo se evidenciaron en lacrisis de ciertos sectores económicos, sino tambiénen el progresivo desplazamiento de otros sectoreshacia la producción de cueros y de mulas, procesoen el que reaparecieron muchas de las viejas familiasde comerciantes.

Melchor de Echagüe y Andía ocupó el cargo deteniente de gobernador entre 1776 y 1786, cuando yaregía la Real Ordenanza de Intendentes, por lo quefue designado sub-delegado de guerra y hacienda.

El último teniente de gobernador fue PrudencioMaría de Gastañaduy, quien gobernó durante die-ciocho años. Aunque no era originario de la ciudad,

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rios problemas: los circuitos comerciales dejaron defuncionar aceitadamente y la pobreza comenzó a serun fantasma acechante para los otrora prósperos co-merciantes.

Según un informe del procurador Larramendi

«Situada tres grados de distancia de esa capitalhacia el Nordeste, queda en un rincón que pue-de considerarse como la boca y garganta princi-pal del Chaco: entre ella y Santiago de Estero,ciudad que indispensablemente debe servir deescala para el tránsito a la provincia del Tucu-mán y reino del Perú, media un desierto deochenta leguas, árido y expuesto a las invasio-nes de los infieles; otro semejante, de cincuentaleguas de extensión, tiene las primeras pobla-ciones de la jurisdicción de Córdoba, por don-de debe hacerse el tránsito más inmediato a laprovincia de Cuyo y Reino de Chile. Dos obs-táculos poderosos que hacen muy difícil el pa-so de los viajeros del Perú y de las demás ciuda-des vecinas por esta a la Capital. El aliciente delos efectos del Paraguay hacía vencer en otrotiempo estas dificultades, aunque lo general eraconducirse por rodeos dilatados de muchas le-guas. Faltó aquel atractivo, y subsisten los em-barazos, no hay viajero por lo mismo, o nego-ciante, que quiera avanzarse a vencer esos obs-táculos ni quien conduzca las producciones yafectos apreciables del Perú, Chile y demás ciu-dades y provincias; sólo los ciudadanos somoslos que en esta situación, debemos pagar los ar-tistas, consumir los frutos, ocupar las habita-

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más lucida del vecindario… Ellos conformaban laelite.

Reproduciendo en parte la sociedad que le habíadado origen, y también creando un nuevo y com-plejo entramado de relaciones, este mundo se con-cebía como un agregado de grupos con prerrogati-vas diferenciadas y jerarquizadas.

Las diferencias de posiciones y atribuciones eraninherentes a las relaciones sociales de la época. Esta«desigualdad» constituía la esencia del grupo. Unamisma persona podía, además, pertenecer a variosde estos grupos.

Estos vínculos que vertebraban la sociedad com-portaban el ejercicio de una autoridad que era pro-pia de cada relación, de la organización jerárquicade cada grupo y que era ejercida según reglas inter-nas que la legitimaban.

Los modos de transmisión del patrimonio deter-minaban en gran medida la forma de constitución delas parentelas. En sociedades con heredero único laparentela se centraba en la casa, mientras que en lasde herencia igualitaria se centraban en el individuo.

En la primera, había una división jerárquica den-tro del grupo de hermanos mientras que en la se-gunda era considerado como un conjunto de ele-mentos idénticos. En este último caso –como el dela sociedad que nos ocupa– el papel de las redes deparentesco era esencial.

Las alianzas matrimoniales se hacían con el obje-tivo de evitar la dispersión del patrimonio. El matri-monio, la asignación de la dote y las mejoras en lostestamentos, tendían a consolidar el patrimonio fa-miliar y, en lo posible, ampliarlo, generando alianzaspolíticas en espacios de poder restringidos.

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parece haber tenido vínculos importantes con la eli-te, ya que no tuvo mayores conflictos con los miem-bros de la misma. Se destacó por su actividad en lafrontera y por las medidas en relación al poblamien-to y ordenamiento de la campaña.

El 5 de junio de 1810 ordenó hacer un disparo decañón, para anunciar al pueblo las noticias de Bue-nos Aires. La relación con esa ciudad no parece ha-ber sido conflictiva en el largo plazo. Hasta 1810,Santa Fe se gobernó a sí misma sin demasiadas inter-venciones desde la Capital, con cuya elite los víncu-los familiares y comerciales eran muy fuertes.

El maestre de campo Antonio de Vera Mujica,descendiente del «héroe de la Colonia», murióen 1771 después de haber gobernado Santa Fe 24años, situación que le generó reiterados conflic-tos con los capitulares. Entre sus empresas fun-damentales, se cuenta el sometimiento de loscharrúas de Entre Ríos y la organización de lasfuerzas que participaron de la guerra guaranítica.Su hija Rafaela Francisca, se casó el 1º de marzode 1783 con el virrey Joaquín del Pino, por loque se le dio el título de la «Virreina criolla» .

La política capitularEntre 1776 y 1810, el cabildo de Santa Fe estuvocontrolado por un grupo reducido de familias, a suvez densa e intrincadamente emparentadas entre sí.

Larramendi, uno de sus destacados integrantes,identificaba que, entre unas cinco mil personas quehabitaban la ciudad, podía contarse hasta setenta su-jetos nobles y distinguidos que forman la proporción

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En el caso de los Lacoizqueta, la explicación desu «retirada» del cabildo se debe a la existencia deun sólo hijo varón y cuatro mujeres, todas descen-dientes del maestre de campo Juan de Lacoizqueta.Ese único vástago –Juan José, fallecido en 1766– tu-vo nueve hijos: un varón (emparentado con los Ve-ra Mujica), otro varón que se radicó en Paraguay yun tercero, que fue ordenado sacerdote. El resto desu prole fueron hijas mujeres de las cuales tres mu-rieron solteras y una fue monja. Las otras dos hijasse vincularon con los Fernández Therán y con JuanDuarte Neves, portugués, que tuvo protagonismopolítico en la década de 1810.

María Ignacia de Lacoizqueta se casó con ManuelFernández Therán, y fueron suegros de MartínFrancisco de Larrechea y abuelos de Pedro Tomásde Larrechea, activos capitulares durante el períodoanalizado. Otra nieta de Juan José se casó con FélixAldao, también miembro del cabildo.

Tres casos muestran otra tendencia, endogámicay exitosa: se trata de los Echagüe, de Gabriel de Las-saga y de Manuel Ignacio Diez de Andino.

Francisco Xavier de Echagüe y Andía, hijo delnavarro Francisco Pascual de Echagüe y Andía, fueel único varón de la familia que dejó descendencia.Tuvo trece hijos, de los cuales seis fueron varones.Todas las mujeres se casaron con hijos de familiasimportantes, cinco de los cuales fueron también ca-pitulares. Narciso Javier tuvo a su vez siete hijos, delos cuales cinco varones dejaron descendencia. Algosimilar sucedió con Melchor, casado con Isabel Ma-ciel. A esto se agregaron también parentescos porlas dos vías, al concretarse varios casamientos conprimas y sobrinas. Esta situación en particular, ge-

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La estrategia era «hacer un buen matrimonio»que permitiera maximizar los beneficios materialesy simbólicos para la familia, validando para ello lasmanipulaciones necesarias tendientes a cumplir coneste objetivo.

Esta estrategia matrimonial debe comprendersecomo una instancia más en el marco de una serie deintercambios materiales y simbólicos, que no tienepor principio la razón calculadora, sino una suertede instinto social de conservación que transformabaen un deber ser o deber hacer algunas exigenciaseconómicas que no podían ser pensadas separada-mente de las sociales.

Una intrincada red de relacionesSi bien no se han reconstruido todavía la totalidadde los parentescos entre los capitulares que ocupancargos entre 1776 y 1810, sí se logró tener datoscompletos sobre un porcentaje importante de losprincipales, especialmente los de origen vasco-nava-rro. Esta prospección permite proponer algunas in-terpretaciones.

La conducta de la elite, que tendía a ampliar subase a partir de alianzas matrimoniales (casando asus hijas con individuos extraños), fue practicadadurante todo el período y no se limitó sólo al grupode vasco-navarros. También algunos catalanes conun perfil similar (comerciantes/estancieros) se in-corporaron a la elite por la misma vía. Por otra par-te, si bien algunos apellidos centrales de la primeramitad del siglo XVIII –como el de Lacoizqueta– de-saparecieron del ámbito del cabildo, esto no signifi-ca que se hayan desvinculado de la elite.

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neró una densa red de parentesco en torno a la fami-lia. Más allá de la presencia en el cabildo de cuatromiembros de esta familia, su importancia se vinculatambién con la ocupación de instancias superioresde poder, como ya se ha visto, y a su permanenciadurante gran parte del siglo XIX.

El caso de Gabriel de Lassaga también es especial,y se relaciona con el caso anterior. De origen nava-rro, Lassaga se casó en primeras nupcias con Fran-cisca de Ziburu, hija del maestre de campo Francis-co de Ziburu y de Francisca de Echagüe y Andía,hermana de Francisco Xavier. Al enviudar, se casócon la sobrina carnal de su mujer Xaviera de Echa-güe y Andía, siendo cuñado y yerno de FranciscoXavier de Echagüe y Andía. Su hija, María Francis-ca de Lassaga se casó con su primo hermano José Ig-nacio de Echagüe y Andía. Sus otros hijos lo vincu-laron a otros sujetos (también capitulares), especial-mente de origen vasco-navarro. Como en el casoanterior, también esta familia pasó a la primera mi-tad del siglo XIX con riqueza y prestigio notable.

Manuel Ignacio Diez era hijo único de BartoloméDiez de Andino y de Juana Maciel. Su casamientocon Josepha Fernández Therán lo vinculó con otrasfamilias principales y sus once hijos hicieron otrotanto. En el caso que nos ocupa, Manuel Ignacio erapadre de otro capitular, tío de los Larrechea y con-suegro de Agustín de Iriondo.

Nuestro estudio, que incluyó el análisis de los pa-rentescos de cuarenta y ocho miembros de la elite(de los cuales veintidós eran de origen vasco-nava-rro), demuestra que los Echagüe, Lassaga y Diez deAndino presentan una mayor densidad de vincula-ción que el resto, lo cual permite señalar que estas

Pascual Echagüe y AndíaUno de los notables descendientes

de estas primeras alianzas matrimoniales

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dado que no podían concurrir en el mismo acto per-sonas emparentadas entre sí. El Virrey confirmó co-mo alcaldes ese año a Juan Antonio de Elguera y Jo-sé de Aguirre.

Sin embargo, en 1777 Juan Francisco de Larre-chea, Manuel Ignacio Diez de Andino y Juan de Ba-saldúa, que estaban emparentados, ocuparon el ca-bildo y nadie presentó queja alguna; lo mismo suce-dió en 1778 (con Gabriel de Lassaga y Manuel deToro Villalobos).

En 1785 ocupaban sillas en el cabildo Gabriel deLassaga y Salvador Ignacio de Amenábar, que eranconsuegros; en 1787 José Teodoro de Larramendi yManuel de Aguirre, tío y sobrino; en 1788 los pri-mos Troncoso; en 1791, a los primos Troncoso seagregaron Echagüe y Toro Villalobos, también pa-rientes; en 1792 tío y sobrino Echagüe, en 1793 losconsuegros Agustín de Iriondo y Francisco Anto-nio Candioti. En 1795 este último con su suegro Jo-sé Teodoro de Larramendi, en 1802 los primosEchagüe-Martínez de Rozas, en 1802 Juan Francis-co de Larrechea y Manuel Ignacio Diez de Andino,tío y sobrino, en 1804 Francisco Antonio Candiotiy su consuegro Ignacio Pantaleón Crespo.

La lista podría continuar. Lo que interesa es que, silo normal era no presentar ninguna queja, los recla-mos del regidor Aldao no tenían que ver tanto con uncelo por el cumplimiento de la ley, sino con la ocasiónque la ley le brindaba para poner palos en la rueda aalgunos vecinos con los que tenía conflicto.

«La ley V del título X, libro 4 de las Recopila-das, prohibía votar en el Cabildo, los padrespor los hijos o viceversa para cabildante, los

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familias eran las que tenían el mayor grado de cen-tralidad en las redes sociales de la elite.

De los que no presentan vinculaciones, el caso deJuan Francisco Roldán, tío de Estanislao López, esdestacable. Fue hijo de un extremeño recientementellegado que no logró insertarse haciendo matrimo-nio con alguna mujer de las familias principales. Suhermano Juan Manuel (padre del caudillo), era mili-tar. La emergencia de este personaje surgido del se-no de una familia secundaria, perfila el ámbito de loscambios que trajo la Revolución.

El otro caso de vinculación cuasi nula es el deSinforoso González Bayo, otro migrante tardío quese casó en 1795 con la hija el vizcaíno José de Arrio-la. Si bien en ese momento no contaba con muchasrelaciones, la familia fue muy importante en la tra-ma de poder que se consolidó en la segunda décadadel siglo XIX. Casos similares fueron los de los ca-talanes, Mariano Comas y José Clusellas, el del ma-honés José Seguí, cuyo hijo tuvo un papel destacadodesde 1812, y cuyos nombres constituyen pilares dela elite económica y política de la segunda mitad delsiglo XIX.

Las mencionadas, así como las de los Aldao y losTarragona, fueron familias que en el momento revo-lucionario estaban en pleno proceso de construc-ción y ampliación de su red de relaciones.

Parentesco, ley y políticaEn 1780, el regidor Juan Francisco Roldán denuncióparentesco entre Vicente Hereñú y Martín de Ezpe-leta, por lo cual pidió la anulación de una elección,

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Política y matrimonioEl ámbito de las decisiones individuales se subsumíaal «bien común», a los intereses del grupo. La elec-ción del cónyuge, especialmente en el caso de las eli-tes, constituía una cuestión pública en el sentido delrespeto a una moral y a conductas esperadas comola virtud, la modestia, la decencia. En esta reciproci-dad moral entraban todos los comportamientos so-ciales o domésticos. A esto se agregaba la emergen-cia de grupos no formales como las parentelas. Lapresencia de distintos miembros del mismo grupoen el cuerpo político, por lo demás, hacía las vecesde vigilancia respecto de los posibles abusos que lamisma situación parecía favorecer.

La idea de política en esta sociedad refiere al go-bierno de la república, del pueblo en su sentido cor-porativo. Este carácter corporativo de la políticacondicionaba el accionar de las instituciones que seorientaban hacia el aumento de sus poderes y privi-legios.

Podríamos pensar que esta red de parentescoconstituía en realidad un grupo construido por elsector de «los más dignos» para controlar diversosespacios de la «república» entre los cuales el Cabil-do era un pilar básico ya que su pertenencia les con-fería el título de «padres de la república». Parafra-seando a Tamar Herzog, la empresa del gobierno dela ciudad era prácticamente una empresa de carácterfamiliar, tanto por las conexiones entre generacionescomo por las relaciones políticas entre sus integran-tes. La composición de una «elite» es inseparable deltipo de construcción del poder político.

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hermanos entre sí, los suegros, los yernos y vi-ceversa, los cuñados, ni los casados con doshermanas; pero esta ley era elástica en su aplica-ción, y las disensiones aparecían, al quererlacumplir o al interpretarla antojadizamente, sa-cando a relucir a veces intimidades de familia.En las elecciones de 1770, aprueba el teniente, lade Francisco Roldán, contra la protesta de va-rios cabildantes, por ser Roldán Cajero admi-nistrador de las provincias de Misiones, primohermano de la mujer de Larramendi, hermanode Domingo Maciel, todos ellos cabildantes. A más Carballo regidor, era primo de Larra-mendi y Maciel, los tres con Roldán, parciales ypaniaguados del Teniente de Gobernador, sien-do el último empleado del teniente.»

Manuel Cervera, 1907

El parentesco constituía un vínculo reconocidoen una sociedad de tipo tradicional, pero tambiénrepresentaba una estrategia de acceso y control delpoder.

En este sentido, las acusaciones de parentesco en-tre los miembros del cabildo resultaban inválidascomo argumentos específicos, pues de una manerageneral todos eran parientes, más aún si se conside-ran los parentescos hasta un cuarto o quinto grado.

La ley castellana prohibía la presencia de parien-tes dentro del Cuerpo durante un mismo periodo,pero la norma practicada era que, en las sillas del ca-bildo, se sentaran sobre todo aquellos que eran pa-rientes entre sí.

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Capítulo 2

La revolución anunciada

A comienzos del siglo XIX, la pequeña ciudad ribe-reña de Santa Fe se extendía hacia una extensa cam-paña de límites difusos que se expandía hacia el nor-te, el sur y el oeste entrerriano, con una poblaciónque sumaba unas cinco mil almas. Félix de Azaraanotó que en la ciudad había unos 4.500 habitantesy en el pago de Coronda, otros 2.000. Pedro Tuellaevaluó que, hacia 1801, la villa de Rosario contaríacon unos seis millares de habitantes, entre los cualesunos 265 eran esclavos pardos y morenos.

La defensa de la frontera generó el aglutinamien-to de población en torno a los fuertes y reducciones,como en el caso de Cayastá, San Javier, San Pedro oSunchales. En este período creció notablemente lapoblación rural, que alcanzó a unas 8.700 personasaproximadamente. Había un pequeño número defranceses, ingleses e italianos. La guerra que seanunciaba de diferentes maneras, no dejaría a uncostado a la región: antes bien, la azotaría de mane-ra cruel e irreversible.

Ante la invasión de unos dos mil ingleses en 1806,el virrey Sobremonte se retiró de la ciudad de Bue-nos Aires hacia la jurisdicción de Córdoba, donde

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Para saber más

CALVO, Luis María et al. «Los españoles europeos enSanta Fe entre 1810 y 1823», Revista de la Junta de Es-tudios Históricos de Santa Fe, LVII, Santa Fe, 1991.DESTÉFANI, Laurio Un ingeniero portuario en el proce-so de mayo, Buenos Aires, 1970.GUERRA, Francois-Xavier y LEMPÉRIÈRE, Annick et al.Los espacios públicos en Iberoamérica, FCE, México,1998.GUIMERÁ, Agustín –editor– El reformismo borbónico,Alianza Universidad/Fundación MAPFRE América, Ma-drid, 1996GUTIÉRREZ, Ramón «El plano de Santa Fe de 1811»,Res Gestae, Núm. 5, Rosario, 1979.HALPERIN DONGHI, Tulio Reforma y disolución de losImperios Ibéricos 1750-1850, Alianza América, Madrid,1985.MOUTOUKIAS, Zacarías «Gobierno y sociedad en el Tu-cumán y el Río de la Plata, 1550-1800», en TANDETER,Enrique –director– La sociedad Colonial. Nueva Histo-ria Argentina, t. II, Sudamericana, Buenos Aires, 2000.PARISH ROBERTSON, John y William Cartas del Para-guay, Emecé, Buenos Aires, 1958.VVAA Cabildos y Ayuntamientos en América, Tilde, Mé-xico, 1990.

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43Adiós a la monarquía…42 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

llegó con algunos milicianos que lo acompañaron.Se planteó reorganizar fuerzas en el pueblo de CruzAlta, desde donde escribió al teniente Gastañaduypidiéndole cuatro mil caballos, armas e informaciónpara conectar con Montevideo, dado el bloqueo quesufría temporalmente Buenos Aires. El alcalde deRosario, Juan Zavala, informaba a Gastañaduy quepor el pago todo estaba tranquilo.

Pedro Tuella, natural de Huesca, llegó al Río dela Plata en 1759. Fue maestro de la primera es-cuela de la Capilla del Rosario. En 1777 fue el encargado de recoger los cargosque los vecinos del pago tuvieran para hacer alex gobernador Pedro de Cevallos. Se casó en laCapilla en 1778, con Incolaza Costey. En 1785era receptor de alcabalas de la Capilla del Rosa-rio y vendía tabaco. En 1793 contribuyó en unacolecta para sostener la guerra contra Francia.A comienzos del siglo, era, junto con el tenien-te Gastañaduy, una de las dos personas en terri-torio santafesino que recibían el ejemplar de ElTelégrafo Mercantil…En 1802 publicó allí, entres entregas, una «Relación histórica del Pue-blo y Jurisdicción del Rosario de los Arro-yos…», de la que se extraen los datos poblacio-nales referidos más arriba.

Mientras el Teniente respondía a las exigenciasdel Virrey y continuaba agotando las magras reser-vas de hombres, armas y caballos de la ciudad, lasfuerzas de Liniers recuperaban Buenos Aires.

Ni en la primera ni en la segunda de las llamadasinvasiones inglesas tocó al territorio santafesino en-

Soldados CriollosAcuarela de Florián Paucke (1740)

en Monumenta Iconographicae, de Bonifacio del Carril

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45Adiós a la monarquía…

El origen francés del virrey Liniers generaba re-celos entre quienes lo rodeaban, agregándose a estasituación el acercamiento de algunos personajes a lainfanta Carlota Joaquina como posible solución a lacuestión de la legitimidad en momentos en que co-menzaba a mencionarse con más frecuencia al «par-tido de la independencia».

Esta situación se complicó todavía más con la di-sidencia de Montevideo y la formación de una Jun-ta presidida por Elío, iniciativa apoyada por el mis-mo Cabildo de Buenos Aires y particularmente porel capitular Martín de Álzaga.

El 1º de enero de 1809, el ejército criollo, surgidode las invasiones inglesas como un nuevo y podero-so actor político, salvó al Virrey de la caída e intro-dujo definitivamente este nuevo elemento en el jue-go interno de poder. Sin embargo, en este contextode legitimidades dudosas, todavía aparece difusa laconfiguración definitiva de una nueva forma de po-der: tanto Mariano Moreno como Hipólito Vieytesapoyaban al Cabildo.

También en enero de 1809, esta Junta emitió eldecreto que llamaba a los americanos a elegir sus re-presentantes. El manejo de la información en unaciudad interior como Santa Fe, resultaba contami-nado por la ciudad principal, especialmente por losconflictos que se suscitaban en su propia estructurade poder.

En marzo de 1809, corrían en Buenos Aires ru-mores inquietantes: en Santa Fe parecía estar tra-mándose una conspiración. El virrey Liniers enviótropas en el barco «Aranzazú», al mando del co-mandante Pedro Hurtado de Corcuera.

44 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

trar en armas sobre el río. Pero sí proveer de frutosde la campaña: reses, caballos, animales en general.La provisión iba más allá de la voluntad: la mayorparte de las veces, incluso si en ocasiones hubo do-naciones voluntarias, las autoridades santafesinassacaban los frutos por la fuerza.

Años difícilesLa crisis metropolitana desencadenada desde mayode 1808 con los sucesos de Bayona, generó un climapolíticamente enrarecido en América.

La formación de Juntas insurreccionales que ju-raron lealtad a Fernando VII, el rey cautivo, se di-fundieron por España. Aunque con retraso, lasmuestras de adhesión también se expresaron en ciu-dades americanas. Sin embargo, más allá de la fideli-dad, el problema que inmediatamente se presentófue el de la legitimidad de la solución emergente. LasJuntas peninsulares esgrimían argumentos pactistas:los vínculos que unían al rey y a su reino no podíanromperse de manera unilateral.

Esta forma de representación surgida del contex-to excepcional en que se encontraba la Monarquía,no confería una legitimidad indiscutible a las nuevasautoridades constituidas en Aranjuez el 25 de se-tiembre de 1808, en la Suprema Junta Gubernativadel Reino.

La renovada emergencia del Río de la Plata en laetapa borbónica fue abruptamente interrumpida porestos acontecimientos. El conflicto creciente de losdiferentes grupos de poder, anticipaba el quiebre dela legitimidad de todo un sistema que se derrumbabafrente a la ausencia de una autoridad reconocida.

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47Adiós a la monarquía…

DocumentoLa jura de Fernando VII se hizo en Santa Fe, el29 de agosto de 1809«Al punto de las 12 a. m., nos presentamos to-dos los individuos de este Cabildo en esta SalaCapitular, donde asistió lo mas lucido de todosu honrado vecindario, con los alcaldes de lahermandad de esta jurisdicción acompañado detropas de caballería; y al tiro de un cañonazorompió la música con repique general de todaslas campanas y entregando el real estandarte alalcalde regidor Juan Colobran y Andreu, nosdirigimos a su casa donde quedó enarbolado; enel mismo día a las 4 p. m. pasamos a la casa delalférez real con el sobre dicho acompañamien-to, música, tropas y todos cuantos da de sí estaciudad, con la mayor grandeza y apeando el es-tandarte se le entregó al referido alférez real quese presentó ricamente vestido y con todo acom-pañamiento pasamos a la Plaza Mayor con loscuatro Reyes de Armas, subimos al tablado quese hallaba dispuesto y se hizo la primera procla-ma; de allí se repitió en la plazuela del Conven-to de Santo Domingo y continuando el paseode público tercer vez en la plazuela de SanFrancisco. Conducían las borlas del real estan-darte el teniente de gobernador y el alcalde pri-mero. El alférez real hizo que en los tres referi-dos destinos se arrojase bastante dinero y con-cluido esto quedó el estandarte real enarboladoen la casa del alférez, donde esa noche presentóun sarao con gran refresco, y en el día siguientede mañana se celebró en la Iglesia Matriz unamisa solemne con Tedeum y presencia del San-

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Frente a la novedad, el Cabildo y el Teniente deGobernador se reunieron y hablaron con Corcuera,quien declaró que estaba allí para proteger a Paranáde una posible invasión desde Montevideo. Sin em-bargo, el Procurador de la ciudad insistió en los ru-mores y en que ello implicaría dañar el honor ybuen nombre de los vecinos y de la ciudad. SegúnCervera «algo hubo en Santa Fe», ya que se repar-tieron «carteles subversivos», y desde Buenos Aires,efectivamente, enviaron las tropas.

Eran tiempos difíciles para Liniers. No había pa-sado demasiado desde el motín de Álzaga. En SantaFe no se desconocía su enfrentamiento con el Cabil-do ni el contexto general de ilegitimidad y sospechaque manchaba su gobierno. Se reconocía cierto ma-lestar, manifestado en la renuencia de los vecinos aaceptar los cargos capitulares. Se producían tambiénotras situaciones expresivas, como «emporcar lascasas de los ex cabildantes con inmundicias». El Vi-rrey determinó entonces que, en adelante, no acep-taría las excusaciones de los elegidos. Algunos sa-cerdotes de la ciudad de Santa Fe no habían queridoasistir a la jura de la Junta Central de Sevilla.

Con las tropas enviadas desde Buenos Aires ejer-ciendo presión, el Procurador de la ciudad solicitóun informe para investigar lo sucedido. Se castigó aJosé Toribio Villalba, acusado de difundir «noticiasalarmistas». Sin embargo, el incidente –probable-mente vinculado con Elío y con el apoyo de algunossantafesinos– anticipaba lo que la ciudad viviría po-co después. El clima de inquietud se revelaba tam-bién en algunos incidentes ocurridos en Rosario conel Alcalde de la hermandad.

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49Adiós a la monarquía…

La situación en la villa del Rosario

«En materia económica la más importante in-novación de Cisneros durante su breve períodovirreinal fue el conocido decreto de seis de no-viembre de 1809, dando algunas facilidades pa-ra el comercio exterior. En los Arroyos, comoen todo el territorio que producía frutos expor-tables, esa medida tuvo por efecto mejorar lascotizaciones y los estancieros estuvieron de pa-rabienes. Bien pronto, sin embargo, sucesos po-líticos inesperados iban a desviar hacia otrosrumbos su atención y sus actividades.»

Juan Álvarez, Historia de Rosario

La lentitud y parcialidad de la información gene-raron un clima de incertidumbre creciente. Así, re-cién poco después, en septiembre de 1809, comen-zaron a llegar a la ciudad las noticias de los sucesosde Bayona.

La Junta de Sevilla obligó a Santa Fe con la sumade 4.000 pesos en contribuciones. Una segundaobligación se aplicó sobre los frutos y posesiones.

El clima no se había aquietado. Según un informedel teniente de gobernador Prudencio María deGastañaduy, en noviembre de 1809 llegaron con elcorreo «infernales papeles subversivos» que entreotras cosas expresaban:

«Que no teniendo el Rey Fernando VII, suce-sor, la misma España da norma de que nadiepuede ser Rey sin antes haber jurado de Prínci-pe de Asturias; y que en su defecto a los Pue-blos les toca elegir, nombrar y poner quien los

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tísimo Sacramento, con asistencia del clero, co-modidades y vecinos de obsequio de su Majes-tad; en la tarde y siguiente día se verificó la fun-ción de nuestro San Jerónimo [patrono de laciudad] en la forma acostumbrada, paseándosea caballo en que bastante número de vecinosacompañaron a este Cabildo, todo a costa delalférez real. Tres noches de fiestas con fuegosartificiales y abundancia de cuanto produce latierra para obsequiar al pueblo todo, siendo lomás hermoso de la fiesta el riquísimo vestidobordado que costeó para este fin el alférez real.Seis días más de fiesta y el uso de juegos lícitosen la casa del alférez real, quien obsequiaba atodo el pueblo solemnizando la proclamacióndel Rey Fernando VII»

Actas del Cabildo de la Ciudad de Santa Fe

La invasión de la Península llevó a los gobiernosamericanos al reconocimiento –no sin reservas– dela Junta Central. José Manuel de Goyeneche, dele-gado de la Junta en el Río de la Plata, estaba en Bue-nos Aires desde septiembre de 1808. Bajo su influjo,en agosto de 1809, llegó a Buenos Aires el nuevo vi-rrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, con una legitimi-dad apenas menos dudosa que la del sospechado Li-niers. Con él arribó también Vicente Nieto, respon-sable de la represión de los alzamientos juntistas deLa Paz y Chuquisaca.

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cree positivamente y con prueba nada equívocaque su intención no es otra cosa que es aquietary serenar los ánimos que dislocados y fuera desu juicio por un puro patriotismo se prepara aun caos de conjunción [...]»

El Cabildo no podía ser más explícito: con unlenguaje que expresa tanto el enojo de los miembrosdel cuerpo como ciertos juegos de artificio, conti-nuaba:

«[este asunto] debe ser de la mayor atención enlos superiores porque las circunstancias críticasdel Día no permiten semejantes escabrosidadesni embolismos: sino antes bien, procurar por to-dos los medios la quietud y tranquilidad de losPueblos que reuniendo los ánimos de los indivi-duos que le componen a un solo fin, a un soloobjeto y con una misma causa sean capaces dehacerse respetables en las demás naciones ensostén de los derechos de su legitimo soberano.»

Acta del Cabildo del 4 de diciembre de 1809

Candioti, alcalde de primer voto y uno de losacusados en los sucesos de marzo expresaba:

«vindicando de su honor tan gravemente ofen-dido, pero venerando con la mayor sumisión yrespeto las superiores resoluciones de Exma [ha-blaré] en esta ocasión en mi favor que mi hom-bría de bien, buen nombre y buena reputaciónpresupuestos necesarios que manifiesta la fide-lidad de los buenos vasallos son unos argumen-tos poderosos e irrevocables que desbaratan y

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gobierne porque los Pueblos hacen al Rey no elRey a los Pueblos [...]Que siendo los jefes unos despóticos se debeformar aquí una Junta Soberana Gubernativacon las formalidades de Cortes, por medio delas diputaciones de cada provincia en los térmi-nos que prescribe con la advertencia de que losmilitares que deben concurrir a ella sean Patri-cios [...]Que el Rey Don Fernando no existe y tanto V.E. como la Junta que cuatro meses es de laFrancia y otros cuatro de la Inglaterra, nos en-gañan y quieren entregarnos contra nuestra vo-luntad; que en esta inteligencia abramos losojos en vista del golpe que nos amenaza y queantes que nos hagan esclavos de los herejes in-gleses, franceses o del insufrible portugués, tra-temos de evitarlo armándonos todos cuanto an-tes para una independencia bajo la protecciónque se mire más conveniente a la felicidad gene-ral de esta América» .

Archivo General de la NaciónDivisión Colonia, Secc. Gobierno de Santa Fe

A fines de 1809, y en respuesta a los incidentessuscitados, el Cabildo envió un oficio al Virrey don-de expresaba la posición de la ciudad frente a losacontecimientos:

«[...] del asunto de la recelada conmoción conque infundadamente y sin mérito alguno ha si-do sindicada esta muy fiel y leal ciudad de San-ta Fe haciéndole en esto la mayor injusticia in-firiéndole con agravio de tan gran tamaño [...]

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53Adiós a la monarquía…

el orden económico y no en el civil ni religiosoo al contrario [...]Que para elegir a pluralidad de votos entre losdiputados nombrados por las ciudades los tresque han de entrar en suerte se forme una juntacompuesta de dos ministros nombrados por elReal Acuerdo de dos canónigos nombrados porel Cabildo y de dos Regidores y dos vecinosnombrados por el Ayuntamiento [...]»

Acta del Cabildo del 23 de enero de 1810

De acuerdo con estas instrucciones, fueron elegi-dos como candidatos el Dr. Francisco Xavier deEchagüe, el Dr. José Miguel Carvallo y Bernardo deVera, saliendo favorecido este último, que era natu-ral de Santa Fe, por su finura, ciencia y probidad dela primera distinción de esta ciudad de edad detreinta años y de una condición irreprochable...

El Virrey no aceptó esta elección, ya que sóloCarvallo vivía en la ciudad, y ordenó que se eligie-ran dos sujetos «de igual naturaleza y vecindad».Hecha la nueva elección, lograron la mayor canti-dad de votos Pedro Tomás Larrechea y Juan Fran-cisco de Tarragona, «lo que se verificó, escribiéndo-se por el nombre y apellido de cada uno, en cada unade tres cedulas de papel las que se pusieron dobladasen una cantarilla de barro; y en otra se pusieronotras tres cedulas de las que una sola tenía escrita es-ta palabra: DIPUTADO; luego se trajo un niño quede cada cántaro sacó una cédula y en la última extra-jo el nombre de Don Juan Francisco de Tarragonacon la otra de la suerte, que en el recayó, habiendoextraido las otras con los blancos». Esto asentó elEscribano del Cabildo el 2 de mayo de 1810.

52 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

destruyen una tan horrenda imputación [...];pues aunque el caballero síndico Procurador ensu virtud que le tenemos el manifiesto hablocon espíritu lleno de ardor y entusiasmo que seconoce lo hace como buen ciudadano y patrio-ta, y en cumplimiento de sus deberes, pidiendocerradamente se nombre Apoderado instruidoy expresando que agite y promueva las accionesy derechos que corresponden a la vindicaciónde este pueblo [...] se sirva si la encontrase ino-cente de semejante caso librar circular que sirvade Pública satisfacción y restablecer con ello elhonor casi perdido de esta ciudad y el de su tancaro vecindario [...]»

Acta del Cabildo del 4 de diciembre de 1809

Recién en enero de 1810 se leyó en el cabildo unoficio del Teniente de Gobernador con el cual se de-terminaba la necesidad de la elección de un diputa-do para que integrase la Junta central Gubernativade España según la Real Orden del 6 de octubre de1809. Entre las instrucciones señaladas, se encontra-ba la necesidad de que el elegido observase la condi-ción de vecino. Si se trataba de un avecindado, po-día ser aceptado «siempre que fuera americano denación». Las ciudades debían elegir representantesincluso si no eran cabeceras

«[...] pues de ello no resulta ningún perjuicio ala causa Pública y si algunas ventajas cual entreotras muchas la de precaver las dudas que deotro modo, no podrían menos suscitarse sobresi esta o aquella ciudad es o no cabeza de Pro-vincia, siendo muy frecuente que una lo sea en

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55Adiós a la monarquía…

quier nuevo cambio político en la Península encon-trara la misma respuesta entre los inquietos vasallosdel Río de la Plata…

Para saber más

HALPERIN DONGHI, Tulio Revolución y Guerra, SXXI,Buenos Aires, 1972.COMADRÁN RUIZ, Jorge Evolución demográfica argen-tina durante el periodo hispano (1535-1810), Eudeba,Buenos Aires, 1969.PODER LEGISLATIVO DE LA PROVINCIA DE SANTA FEHistoria de las Instituciones de la Provincia de Santa Fe,Santa Fe, 1969.ÁLVAREZ, Juan Historia de Rosario, UNR, Rosario,1998.

54 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Los candidatos de la ciudadEl perfil de los candidatos rechazados por el Vi-rrey era el siguiente: El Dr. Francisco Xavier deEchagüe era Canónigo Penitenciario de la Igle-sia Catedral de Lima, Colegiado del Colegio deMonserrat de Córdoba, graduado Maestro enFilosofía y Dr. en Teología, Capellán de la Ca-pitanía Gral. de Chile, Catedrático de teologíapor oposición en el Colegio de San Carlos yAsistente Real nombrado por dos Virreyes pa-ra la oposición de canonjía de Oficio de la Igle-sia Metropolitana de Lima. El Dr. José MiguelCarvallo era natural de Santa Fe, pero residía enBuenos Aires, donde era Abogado de la RealAudiencia Pretorial. Tenía el título de Abogadoy Dr. en ambos derechos y en Sagrada Teología,Elector de la Suprema Junta Superior y Asesorde Protomedicato de aquella ciudad. Bernardode Vera también era natural de Santa Fe, peroresidía en Chile. También era Abogado y Doc-tor en ambos derechos y en Sagrada Teología,Presidente y Vice Presidente de la Real Acade-mia de Leyes y Práctica Forense. El Cabildo lohabía sindicado como un gran catedrático y un«sujeto de notorio y noble origen.»

Los diputados del Río de la Plata nunca llegarona la Junta Central. Su caída generó aún más dudas encuanto a la legitimidad del Consejo de Regencia.

Sin embargo, en ese momento, la experiencia ad-quirida durante 1808 había templado los ánimos delos santafesinos y, sobre todo, advertido sobre lainestabilidad de la situación. Como lo ha escritoHalperin Donghi, ya no era tan seguro que cual-

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Capítulo 3

Las difíciles relaciones con las autoridades revolucionariasUn sexenio de sospechas (1810-1816)

La junta surgida en Buenos Aires el 25 de mayo de1810 era la elocuente expresión de la profunda crisisinstitucional de la Monarquía Hispana. Si en 1809 elpanorama político se caracterizaba por posicionespoco claras o ambivalentes, hacia 1810 toda la elitecriolla se expresó interpretando la preponderanciadel elemento militar.

Buenos Aires y su elite debían enfrentar, en lanueva coyuntura, el desafío de someter a todo el te-rritorio del caduco virreinato del Río de la Plata a laobediencia de un orden nuevo. La tarea no era sen-cilla y su éxito estaba lejos de ser seguro.

Los revolucionariosDesde mayo de 1810, el proceso de transformacióndel grupo revolucionario porteño estuvo signadopor la guerra. Las relaciones de este grupo en plenametamorfosis con las ciudades del interior y del li-toral fueron tensándose. Por su parte, en el interiorde cada espacio se dieron complejos procesos de lu-chas internas y cambios en sus grupos de poder; decara a las posibles alianzas regionales, las estrategiasadoptadas complicaban todavía más el panorama.

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59Adiós a la monarquía…58 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

La ruptura entre saavedristas y morenistas expre-só el primer quiebre dentro de la elite porteña, y lallegada de los diputados del interior en el curso de1810 generó un clima faccioso todavía más compli-cado. Buenos Aires, ciudad principal, capital del de-saparecido Virreinato, legitimaba su papel en la di-rección del nuevo período: la revolución triunfanteen Buenos Aires exigía al resto de las ciudades elacatamiento explícito al nuevo régimen. Sin embar-go, la respuesta no fue igual en todo el extenso ám-bito del territorio rioplatense, generándose situacio-nes muy diferentes.

Las características específicas de emergencia deeste movimiento generaron una creciente vigilanciapolítica tendiente a disciplinar la adhesión, que setornó claramente opresiva en el contexto de la mis-ma ciudad de Buenos Aires, y comenzaba a notarsetambién en el interior de cada ciudad a medida quellegaban las noticias, las circulares y las órdenes.

Las exigencias de juramento de lealtad y las co-lectas fueron los primeros indicios de la violencia yla presión que caracterizaban a la nueva etapa. Lapersecución de los peninsulares no afectos se genera-lizaba y profundizaba, generando conflictos y sepa-raciones en el seno de las familias. La conjura de Ál-zaga profundizó esta tendencia en 1811. La creaciónen 1812 de la ciudadanía de las Provincias Unidasofreció la oportunidad de blanquearse de toda sos-pecha a aquellos peninsulares que fueran capaces dedemostrar su total adhesión al régimen.

Orden de la JuntaPrimera página de La Gazeta de Buenos Aires

del 7 de junio de 1810

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61Adiós a la monarquía…

Fernando VII, de sus sucesores o del poder que losrepresentara.

El Cabildo se dispuso a nombrar a esos electores.Al grupo inicial se agregaron otros vecinos y se ge-neraron algunos conflictos en torno a quiénes de-bían participar de la asamblea, cómo se manteníanlas prerrogativas de «asiento y voto» (especialmenteen cuanto a los oficiales de Hacienda), y se discutiósobre las características que debía tener el acto a ce-lebrar –si se trataba de un cabildo ampliado o de unCabildo Abierto.

La cuestión se puso a consideración del tenienteGastañaduy, quien decidió que el acto era privado,para unos pocos vecinos. El 9 de junio, habiendoconvocado, según sus palabras, a la parte más sanade este pueblo, llamó a un Cabildo Abierto con elobjeto de que este negocio tan importante para la se-guridad, tranquilidad y felicidad general recaiga enun individuo que pueda desempeñar con energía,amor y fidelidad en el cargo y comisión para Dipu-tado de aquella Junta Gubernativa.

Sin embargo, los conflictos por las prerrogativasno se habían extinguido. Una vez reunidos, los ve-cinos comenzaron a ubicarse en sus lugares en el ca-bildo. Se debatió sobre el sitio que había tomado elmaestro en artes José Elías Galisteo, un asiento pre-ferente frente al de otros que, se arguyó, habían si-do padres de la república (se referían a Juan Francis-co Tarragona). Tarragona había recordado al Cabil-do que la convocatoria debía reunir únicamente a losvecinos, casados, afincados y arraigados, haciendonotar que muchos de los que allí estaban ese día, nocumplían esta condición. A su protesta se sumó la

60 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

En la ciudad: las novedades y las tradicionesLa noticia de la Revolución se conoció oficialmentea Santa Fe el 4 de junio de 1810, en medio de un cli-ma enrarecido:

En este estado el Gobernador Don PrudencioMaría de Gastañaduy, Presidente de este Cabil-do, manifestó comunicado la Orden de la JuntaProvisional Gubernativa de la Capital de Bue-nos Aires de veintisiete de mayo pasado conanulación de uno anterior del día veintiséis delExmo Sr. Virrey Don Baltasar Hidalgo de Cis-neros que comprende la abdicación que hizo desu mando Superior en el Exmo. Cabildo por ladecidida voluntad del Pueblo y otra circular dela Expresada Junta Gubernativa en la que en-tre otras cosas previene se proceda al nombra-miento de un Diputado por lo competente en es-ta Ciudad para incorporarse cuanto antes en di-cha Junta: adonde deberá presentar los poderesde este Cabildo y demás electores con juramen-to en dicho Poder de no reconocer otro Sobera-no que al Sr. Don Fernando séptimo y sus legíti-mos sucesores según el Orden establecido por lasLeyes: y estar subordinado al Gobierno que le-gítimamente les represente. Y en su virtud losseñores de unánime acuerdo procedieron a laformalización de la lista de electores...

Acta del Cabildo de Santa Fe del 7 de junio de 1810

Se requería el envío de electores para una Juntaque, en primer lugar, reconocería la soberanía de

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6362 Adiós a la monarquía…NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

de otro de los padres de la república, Don ManuelIgnacio Diez de Andino. El Presidente del Cabildo,tratando de allanar las dificultades que dilataban lareunión, propuso a todos que se sentaran en cual-quier sitio. Los padres de la república, claro está, noacordaban con este criterio.

Frente a esta situación, primero se decidió con-sultar a la Junta. Pero la misma tarde, y para evitarmayores malestares, se determinó que participarande la reunión (este acto tan importante y sagrado)solamente quienes se habían desempeñado antes encargos concejiles, esto es, únicamente los vecinos quehubieran sido alcaldes o regidores del Cabildo en al-guna ocasión. Entre todos ellos, el Cabildo seleccio-naría tres sujetos para, luego, sortear entre los tresquién resultaría «electo» representante.

La ampliación de la lista y la votación en CabildoAbierto abrió una brecha en sí misma (hasta el mo-mento, lo más cercano a una ruptura revoluciona-ria), ya que no respetaba la costumbre y profundizólos clientelismos y ascensos que el grupo tradicionalno estaba dispuesto a aceptar. El Cabildo tambiénconsultó a la Junta acerca de la posibilidad de seguircon la elección incluso si algunos se retiraban de tanserio acto con gestos intempestivos, impertinentes eimpropios.

El 26 de junio se recibió un oficio de la Junta co-municando la suspensión de Gastañaduy, antepo-niendo el alegato de una deuda con el comercianteJosé María de las Carreras. La tenencia de goberna-ción fue asumida provisionalmente por el alcalde deprimer voto Pedro Tomás de Larrechea (quien alpoco tiempo renunció, sucediéndolo el comandantede armas Melchor de Echagüe y Andía).

José Elías Galisteo

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65Adiós a la monarquía…

El Cabildo Abierto se celebró finalmente el 2 dejulio de 1810. Los vecinos más sanos de este pueblohabían sido convocados por esquela para elegir el di-putado sobre una lista de vecinos ampliada. Lo pre-sidieron Pedro Tomás de Larrechea (alcalde de pri-mer voto en calidad de Teniente de Gobernador Po-lítico y Militar interino con presidencia en este ayun-tamiento), el alcalde de segundo voto y abogado dela Audiencia de Buenos Aires, Pedro Aldao, el regi-dor alguacil mayor José Manuel Troncoso y el regi-dor alférez Real José Antonio de Avechuco. La elec-ción recayó sobre Juan Francisco de Tarragona porpluralidad de votos. El 5 de julio se discutió y deter-minó el juramento del diputado: el mismo debía ju-rar

[...] usar bien y fielmente a nombre de este Pue-blo su cargo, conservar la integridad e esta par-te de los dominios de América a nuestro amadoSoberano el Sr. Don Fernando Séptimo y sus le-gítimos sucesores, observar justamente las Leyesdel Reino, y procurar todo aquello que sea enbeneficio de esta ciudad y penda de su arbitriosiendo asequible para su mayor adelantamien-to... [los miembros del Cabildo Abierto] le fa-cultan a que a nombre de este Pueblo vote en laJunta General del Virreinato sobre el estableci-miento del Gobierno que sea mas conveniente ala conservación de los derechos de nuestro ama-do el Sr. Don Fernando Séptimo y de este Pue-blo cuya representación lleva; siguiendo en estaparte la opinión más sana, más probable y másadaptable en las circunstancias del día

64 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

La Junta también envió su respuesta a las consul-tas del Cabildo, y respecto de los conflictos por loslugares (el orden de los asientos en el cabildo estabaligado con jerarquías y preferencias) fue contunden-te: la elección debía hacerse con la participación detodos, sin distinción de casados o solteros, y suspen-día el uso de la etiqueta en la asistencia a la reunión,para evitar todo conflicto y dilación. La armonía,afirmaba, debía preponderar frente a la jerarquía.

El Cabildo decidió acatar y cumplir la orden, yfacturó la lista de vecinos invitados.

Si esta imposición generó descontento entre laelite compuesta por las familias tradicionales, estono se trasunta en las actas capitulares, cuyo discur-so, a partir de ese momento, se tornó sumamentecauteloso.

El grupo capitular tomó nota de la extremadacomplejidad y peligrosidad de la coyuntura. Ya en elincidente de 1809, Candioti había establecido clara-mente cuál era la posición de la ciudad acerca de res-petar las decisiones de la instancia superior de po-der: pero también había asentado el reclamo porrespeto a las prerrogativas de la ciudad y a su capa-cidad para el autogobierno.

Poco tiempo después, las sesiones capitularesfueron presididas por un militar enviado desde Bue-nos Aires. Sin embargo, como se verá, la oposicióngestada durante estos cinco años emergió, y con in-dicios muy disimulados, sólo cuando el artiguismoapareció planteando una alternativa de real oposi-ción demostrando a algunos en Santa Fe que la fide-lidad a los gobiernos de Buenos Aires no era el úni-co camino.

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67Adiós a la monarquía…

pocos los que regresaron de esta expedición. En labatalla de Paraguarí se destacó el entonces cadeteEstanislao López. La extracción de estas compañíassignificó una sangría importante para una poblacióncon serios problemas en su frontera. Esta situacióny el hecho de estar gobernados por «un extraño»,generaron malestares entre los vecinos de Santa Fe,que expresaron su descontento a través de una cam-paña de papeles pegados en las paredes de las callespidiendo Cabildo Abierto y la posibilidad de elegira un «patricio» como gobernador.

Ante un requerimiento de la Junta Ejecutiva deBuenos Aires del 29 de octubre de 1811, el Alcaldede primer voto comentó:

«Como apareció un papel anónimo en las es-quinas, la Junta pide se recojan datos para darcuenta; el año pasado, al ser nombrado Ruizpor la Junta teniente de Gobernador de estaciudad, el vecindario protestó, porque queríaun patricio.«Aunque no hay el despotismo que señala elanónimo, y sí gastos excesivos de tropas y ca-rruajes, algunos presos y demás a que se les haobligado, y falta de pagos a algunos. Los veci-nos quieren deponer al teniente de Gobernadorporque desean tener el derecho de elegir quienlos mande.»

La cuestión del anónimo generó conflictos entreel Cabildo y la Junta Provincial, integrada por Ma-nuel Ruiz, José Ignacio de Echagüe y Francisco deAlzugaray. Pero el proceso de paulatino alejamien-

66 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Las reuniones capitulares de esta época mezcla-ban cuestiones tan cotidianas como los pedidos desolares con los oficios permanentes de la Junta. Des-de julio, el Cabildo fue alertado sobre las activida-des antirrevolucionarias gestadas en Montevideo yParaguay, y se le exigió señales inequívocas de fide-lidad al nuevo gobierno. La respuesta del Cabildosantafesino aparece siempre sumisa.

El 18 de agosto de 1810 llegó el coronel españolManuel Ruiz, jefe del Regimiento de negros de Bue-nos Aires, con el mandato de ocupar el cargo de Te-niente de Gobernador. El Cabildo peticionó ante laJunta que el mismo fuera ocupado por FranciscoAntonio Candioti, pero el pedido fue rechazado. Almalestar que esto produjo entre los vecinos, se agre-gó la acusación de la Junta que, basándose en rumo-res, planteó en septiembre que en la ciudad de San-ta Fe existían actividades contrarias a la Revolución.La tensión fue en aumento. Agustín de Iriondo, re-conocido por Belgrano como un hombre de clarasvirtudes patrióticas, fue registrado en el censo de es-pañoles de 1811 como proscripto.

Todos sospechadosCamino hacia el Paraguay, Belgrano llegó en octu-bre a Santa Fe, donde reunió dos compañías deBlandengues, con un total de 200 hombres, al man-do de Francisco de Aldao y de Agustín Martín Da-costa. Candioti lo acompañó hasta sus estancias deArroyo Hondo y lo auxilió con 1350 caballos y ga-nado para la manutención de sus hombres duranteel viaje. También le dio una docena de carretas parallevar yerba del Paraguay a Salto. Al parecer fueron

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69Adiós a la monarquía…68 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

to de la causa revolucionaria había comenzado conanterioridad: uno de los primeros «negocios» de losque tuvo que ocuparse el diputado Tarragona fue elde la confiscación lisa y llana de los propios de la ciu-dad.

La práctica de las teorías de la soberaníaEl Cabildo se quejó por lo que consideró una deci-sión arbitraria que atentaba contra la supervivenciade la ciudad. El Diputado entabló una demanda porla recuperación del ramo, que se obtuvo a medias,generando más recelos y disconformidades. Los in-dependentistas apelaron a la tradición política con-tractualista, y la doctrina invocada fue la del «pactode sujeción» y la reasunción de la soberanía por elpueblo, concebido éste no como un conjunto deciudadanos con derechos iguales sino como el con-junto de vecinos, de acuerdo con su acepción tradi-cional.

En una interpretación forzada, el grupo revolu-cionario alegó que Buenos Aires –como antigua ca-pital del Virreinato– tenía derecho y primacía comopueblo soberano, más allá de que a los restantes pue-blos se los considerara co-depositarios de la soberaníareasumida. La emergencia de los «pueblos rioplaten-ses» como primera forma de expresión política res-pondió a esta realidad, en la que el conjunto de ciu-dades de la Monarquía se manifestaron en virtud dela doctrina de la retroversión de la soberanía. La ideade posibilidad de una soberanía única del pueblo rio-platense chocó con estas tendencias.

Mariano Vera

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7170 Adiós a la monarquía…NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Jura de la bandera

Bajo los Triunviratos La instalación del Primer Triunvirato, en septiembrede 1811, inició una serie de experiencias institucio-nales detrás de las cuales se dibujó con claridad lapolitización facciosa de diferentes grupos que pug-naban por controlar el movimiento. La eliminaciónde la llamada Junta Conservadora y la aparición enla arena política de Bernardino Rivadavia expresa-ron claramente esta realidad.

Desde el 12 de diciembre de 1811, el Cabildo re-vocó el poder al diputado santafesino y en la fórmu-la de los Acuerdos ya no se mencionó al rey: en sulugar, las actas del cabildo mostraban la leyenda alservicio del Dios y la Patria.

El mayor control que el Teniente de Gobernadorrealizaba desde el interior de la sala de Acuerdos yel bombardeo de disposiciones llegadas desde Bue-nos Aires, hacían notar la presión de la ciudad puer-to, a lo que se agregó la llegada de un «GobernadorIntendente».

En enero de 1812 Santa Fe recibió a un nuevo go-bernador militar porteño: Juan Antonio Pereira, Te-niente Coronel del Ejército y gobernador político ymilitar de esta plaza, que incrementaba la presenciacoercitiva constante de Buenos Aires. Los malesta-res entre los vecinos seguían creciendo y la reacciónse gestaba lenta pero decididamente.

A principios de 1812 se preparó en Santa Fe uncuerpo de tropas que debía pelear contra Elío en laBanda Oriental. Por temor a un ataque español des-de Montevideo, Pereira convocó a indios mocovíesarmados de las reducciones, sin que llegara a usar deesta fuerza. Sin embargo, los hombres comandadospor el cacique Alaiquín causaron problemas en San-

ta Fe, robando hacienda y tropas de viaje. La fron-tera norte comenzó en este período a retrotraersenuevamente, abandonando los vecinos muchas es-tancias de la zona. Mariano Vera hizo una entradaen 1813 que terminó en un fracaso total. He aquí unnuevo motivo que mostraba a Santa Fe las desventa-jas de la unión a la causa de las Provincias Unidasdel Río de la Plata.

La bandera desautorizadaEl Consejo de Regencia español designó a Elíocomo Virrey. Entre sus decisiones, propició unainvasión a las costas del litoral santafesino. Elgobierno revolucionario mando instalar dos ba-terías en Santa Fe y otras dos en Rosario.A orillas de la villa del Rosario, en 1812, comi-sionado por el Triunvirato, Manuel Belgranoinstaló las baterías Libertad e Independencia.El 27 de febrero, inaugurando una de las mis-mas, hizo formar a los soldados frente a una

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73Adiós a la monarquía…

Las formas de representación y elección respon-dían todavía al modelo antiguo y corporativo, y elcabildo continuaba siendo el principal agente departicipación política, excluyendo tanto a la campa-ña como a otros sectores no tradicionales de la mis-ma ciudad.

El 30 de julio de 1812 el Cabildo recibió un ofi-cio de la Junta Gubernativa donde se le ordenaba elnombramiento de un apoderado para sostener el or-den y la defensa.

El Cabildo escribió al Triunvirato quejándose sobreel desempeño del Gobernador en cuestiones de justi-cia: lo tachó de incapaz, abandonado y entrometido.

Planteó que invadía la jurisdicción de los alcaldesarrancándole de su poder con violencia [...] ponien-do en libertad delincuentes y reos de pena capital,con procesos iniciados en otros juzgados [...] separan-do del Cuerpo al Señor Alguacil y Regidor Defensor[...] desairando a ciudadanos beneméritos [poniendoen pública evidencia la] prostitución de sus costum-bres, su notorio amancebamiento y la imbecilidadcon que ha abandonado sus deberes.

Este «atropello» desató un clima conspirativodentro de las principales familias.

El gobernador Pereira informó a Buenos Airessobre la posibilidad de un «movimiento popular»para aprehenderlo. Para tratar de contenerlo, dio unbando prohibiendo llevar armas, la reunión de dos ymás personas y la circulación después de las once dela noche, bajo pena de arresto.

El clima de inquietud se manifiesta en la denun-cia que presentó en octubre de 1812 el Síndico Pro-curador de los muchos robos y en el uso de armas de

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bandera que confeccionó con los colores de la es-carapela.El gobierno del Triunvirato no la autorizó y lemandó que no volviera a emplearla.

El 20 de enero de 1812 se eligió a José Miguel Ca-raballo como diputado de la ciudad ante la Asam-blea General convocada por el Primer Triunvirato.

Los doce electores fueron: Francisco AntonioCandioti, Lucas Echagüe, Manuel Ignacio Diezde Andino, Gabriel de Lassaga, Antonio deEchagüe, Mariano Espeleta, Pedro Morcillo,Teodoro Larramendi, Manuel Maciel, Juan Ma-nuel Lassaga, Pedro Larrechea, Manuel Anto-nio Zavala, Pedro Ceballos, José Echagüe, JuanM. Soto y Simón de Avechuco.

Jura de la bandera

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75Adiós a la monarquía…

embargo, no parece que esto respondiera a ningúnalineamiento que vaya más allá de la ciudad, sino ala capacidad del grupo de vecinos para manipular lacoyuntura en beneficio de la autonomía de la ciudady, en consecuencia, de ellos mismos.

Pereira hizo levantar un sumario criminal en elque testimonian todos los vecinos. José Manuel Gálvez declaró que al salir de sutienda hacia la esquina de Larrechea, en la mis-ma plaza, vio pasar a Don Mariano Vera embo-zado en un poncho. Otros vecinos también ma-nifestaron haber visto a personas disfrazadas yde noche. Algunos se atrevieron a localizar in-cluso el centro de la conspiración en la pulperíade Anselmo Maciel. Antonio Cabal dijo habervisto abierta la pulpería. Como no tenía dineropara entrar so pretexto de comprar algo, fuehasta el café y pidió a su amigo Helguera unoscuatro pesos. Con ellos volvió a la pulpería ypidieron echar sorbete. Fue así que vieron a donMartín Troncoso, el relojero Manuel Cabrera, aSeverino Méndez y a Pedro Mendieta, el alcal-de de la cárcel, cada uno tenía su sable. Mientrastomaban el sorbete, el relojero salió y conversócon Cosme Maciel.

En noviembre de 1812 había llegado a Santa Fecomo nuevo gobernador militar delegado, el coro-nel Beruti. Con él arribó el barón de Holmberg pa-ra levantar una batería en Punta Gorda, debido a laacción de la escuadrilla española con la que se en-frentó San Martín en San Lorenzo. Aquietados mo-

74 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

todo tipo y frente al bando publicado por el Gober-nador, el 14 de noviembre se convocó a un Cabildoextraordinario.

Con referencia al bando del Gobernador, el Ca-ballero Síndico Procurador afirmaba que el pueblose hallaba en estado de conmoción general, que sehabía sentido insultado y violado en sus derechos.Los regidores, por su parte, aseguraban que detecta-ban ese estado de conmoción entre los sujetos distin-guidos de la ciudad.

El Gobernador se defendía afirmando que debiópublicar el bando a causa de que, por la noche, algu-nos intentaban atentar contra su persona.

Finalmente, Pereira fue depuesto, pero dejó unadenuncia interesante: atribuyó el triunfo de la con-fabulación contra su persona a que todos los santa-fesinos eran parientes entre sí. Aparentemente, esadensa red de parentescos tradicionales resultaba im-penetrable para los gobiernos revolucionarios.

El incidente que revela el caso Pereira deja claroque la ciudad y las familias que conformaban el gru-po de poder no estaban dispuestas a soportar atro-pellos a sus derechos antiguos de vecinos beneméri-tos. La justa causa y la amada libertad a que se refe-rían algunos regidores de la ciudad en defensa delorden, como lo hizo Cosme Maciel, debe ser com-prendida en este discurso dentro del contexto deuna libertad de la ciudad y de sus vecinos antes bienque de la libertad de la causa revolucionaria.

Por otra parte, la expulsión del Gobernador seprodujo en un momento de cambio, ya que en octu-bre la Logia Lautaro se había instalado en la escenapolítica: en principio, podría considerarse que lostemores de Pereira podrían haber sido fundados. Sin

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77Adiós a la monarquía…

Los «liberales» de la Sociedad Patriótica tuvie-ron puntos en común con la Logia Lautaro, so-bre todo oponiéndose a Rivadavia. Sin embar-go, las diferencias de fondo entre San Martín yMonteagudo, por ejemplo, eran también insal-vables. Mientras que San Martín defenestrabalas ideas francesas por considerarlas disolven-tes, Monteagudo, de la Sociedad Patriótica ycontinuador de Moreno y Castelli, tenía plan-teos radicales, jacobinos, que incluían el terrora sangre y fuego.

La Asamblea: entre la revolucióny el antiguo clientelismo La revolución de octubre dio paso a un segundo ydepurado triunvirato y el llamado con un discursorepublicano a una Asamblea General que se inaugu-ró el 31 de enero de 1813, no llegó a cumplir el ob-jetivo de dar a las Provincias Unidas una carta cons-titucional; la situación se complicaba por la emer-gencia de la disidencia litoral y por el proceso derestauración europeo, llamando a la prudencia.

El 5 de febrero de 1813 arribó a Santa Fe el oficiodel Superior Gobierno que comunicaba la constitu-ción de la Asamblea, disponiendo reconocimiento yobediencia a la soberanía de las Provincias Unidas. Enel mismo oficio se ordenaba la elección del diputado,por lo cual se nombraron dos electores por cuartel. Laelección recayó en el Dr. José de Amenábar.

Como se ha adelantado, el discurso capitular re-sultaba cauto en sus expresiones. Era la expresión deuna elite que, hasta 1815, continuaba siendo sólida y

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mentáneamente los ánimos, el Cabildo se reuniónuevamente el 25 de diciembre para elegir a los«ciudadanos» que debían ocupar los cargos conceji-les en el año siguiente.

Las tendencias revolucionarias hacia 1812El tono de 1812 estuvo marcado por la acción de laSociedad Patriótica y de la Logia Lautaro. Éstas in-tentaban dar unidad y continuidad al régimen revo-lucionario, así como articular la revolución riopla-tense con una revolución hispanoamericana, inde-pendentista y republicana.

Las sociedades patrióticasEn agosto de 1812, San Martín, Alvear, Zapiolay Anchoris fundaron en Buenos Aires una so-ciedad secreta (la Logia Lautaro) que no depen-día de Londres ni de Cádiz. Fijaron su lugar dereunión en una casa de la actual calle Balcarcede Buenos Aires, frente al paredón del conven-to de Santo Domingo. Sus miembros jurabansobre los Santos Evangelios, obligándose al másriguroso secreto. Tenían por objeto la defensade la libertad y la obtención de la independen-cia. Se trató de una sociedad patriótica como lasque había en ciudades de Europa. A la Lautaro se afiliaron luego algunos miem-bros del «club» de los morenistas, fundado porlos partidarios de Moreno. Las serias diferen-cias que habían partido a las elites políticas deBuenos Aires tras el Primer Triunvirato los ha-bían llevado a agruparse en otra asociación, de-nominada la Sociedad Patriótica.

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en sus mismas casas o en la de algún capitular. Los electores en esta ocasión fueron José deAmenábar, José de Aragón, José Vicente Rol-dán, José Gabriel Segade (por el departamentoNorte) y Manuel Francisco Maziel, RomanoBravo, Francisco Xavier Paez y José Elías Ga-listeo (por el departamento Sur). Roldán y Bra-vo, eran a su vez alcaldes de barrio.

Las instrucciones dadas al Dr. Amenábar, eranclaras respecto a los objetivos políticos del grupo:

La Ciudad de Sta Fe de la Vera Cruz del RíoParaná y en su augusto nombre nosotros el Pre-sidente, Jueces y Regidores del Muy Noble eIlustre Ayuntamiento y los Ciudadanos queabajo suscribimos y nombrados por ella para laelección de un Diputado y lo que se expresará eneste auténtico y público instrumento prestandovoz y caución por los demás nuestros Conciuda-danos que al presente la componen y en adelan-te nos sucedan de que habrán por firme lo queen el resolvamos y lo que en virtud de él seobrare usando de las más amplias facultadesque tenemos de la misma Ciudad, conocemos ydecimos que damos todo su poder tan generalcumplido y bastante como por derecho se re-quiere y es necesario a nuestro ciudadano y Vi-cario Eclesiástico y Presidente Doctor Don Joséde Amenábar electo unánimemente por noso-tros para que a nombre de ella y representándo-la legítimamente se apersone ante el SoberanoPueblo de esta América del Sud constituido enAsamblea General de las Ciudades unidas que

José de Amenábar

no presentaba mayores variaciones en su composi-ción. Sin embargo, la autonomía se estaba gestando.

Si bien los alcaldes de barrio aparecieron conlas reformas borbónicas, esencialmente comoguardianes de la seguridad pública, a partir de1809 su protagonismo se hizo cada vez más evi-dente, gracias a la cantidad de elecciones quedebían realizarse. Junto con sus tenientes, estaban encargados demovilizar a la población a votar, generalmente

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81Adiós a la monarquía…

instancia superior una soberanía común de las ciu-dades en la que se resumía una difusa idea de nacióno estado. Más allá de este reconocimiento, una sobe-ranía, al fin y al cabo, frente a la cual «la augustaCiudad de Santa Fe» no estaba dispuesta a ceder suantigua capacidad para autogobernarse.

El 21 de febrero de 1813 el Dr. Amenábar se in-corporó a la Asamblea, manteniendo con el Cabildoun contacto fluido. Los Acuerdos de ese año abun-dan en comunicaciones de cartas de ciudadanía ale-gando fidelidad y servicios a la patria, mientras quetodos los capitulares aparecen nombrados como«ciudadanos».

Durante la Asamblea de 1813 se eliminó toda refe-rencia al Rey cautivo, se acuñó moneda nacional, seestableció el escudo e himno de las Provincias Unidas,se suprimieron los mayorazgos y títulos de nobleza,se abolió la Inquisición, se suprimieron las torturasjudiciales y se estableció la libertad de vientres.

Sin embargo, algunas matrices del Antiguo Régi-men fueron más resistentes que ciertos vocablos rá-pidamente reemplazados. Los manejos facciosos noestuvieron ausentes de la Soberana Asamblea. Su-pervivencia de la Revolución y control de un deter-minado grupo político aparecían nuevamente con-fundidos. La nueva ritualidad se traducía en las ma-nifestaciones públicas. Contestando una consultadel Ayuntamiento, el Superior Poder Ejecutivo in-formaba por un oficio a la ciudad de Santa Fe que

Sobre la función que debe sustituir al paseo delEstandarte el 25 de mayo, le dice que debiendocesar todo recuerdo público incompatible con

80 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

se celebra en la principal de Buenos Aires: e in-corporado en él poniendo en ejercicio todos losderechos que competen a esta Ciudad, como amiembros de la misma Soberanía, proponga,discuta y sancione de acuerdo con los demásmiembros de ella la nueva y mejor organizacióndel Estado, la constitución que lo deben regir ensu natural recuperada libertad y todo cuantoconduzca y convenga al bien y prosperidad Ge-neral y común de todas las Ciudades Unidas yal particular de cada una, a su elevación a laexistencia y dignidad que deben gozar en igual-dad de derechos y a la firmeza y perpetuidad dela confederación [...] le otorgamos en nombre deella [la ciudad] todo su poder sin limitación al-guna [...]: y aseguramos por la fe y palabra au-gusta de esta Ciudad la firmeza y cumplimien-to de todo lo que en virtud de este Poder sepracticare [...]

Acta del Cabildo de Santa Fedel 13 de febrero de 1813

A través de este poder, Santa Fe declaraba que,como forma de articulación política, pretendía unaconfederación de ciudades independientes.

La recurrente mención del término «ciudad» co-mo fuente de todo derecho y legitimidad, resulta es-pecialmente sugerente. El discurso presenta algunasmodificaciones: la palabra «ciudadano» ha suplanta-do a la de «vecino». Sin embargo, no se están plan-teando cuestiones de fondo. La elite colonial defen-día sus viejas y tradicionales prerrogativas sirvién-dose de un nuevo vocabulario. Sólo reconocía como

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8382 Adiós a la monarquía…NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

nuestros principios ha decretado la SoberanaAsamblea una fiesta Nacional que se consagretodos los años y en todos los Pueblos a tan me-morable día: y que entre tanto se designa puedeadoptar en esta ciudad la demostración que seamas a propósito a inspirar las sublimes ideas denuestra Feliz Revolución [...]

Actas del Cabildo de Santa Fe, 18 de mayo de 1813

El Cabildo decidió solicitar fondos a los vecinos,celebrar una misa solemne de acción de gracias,construir un tablado en la plaza y realizar un bailegeneral para el ayuntamiento y para las personas dis-tinguidas en cuya sencilla diversión se considere lacelebridad que consagramos a nuestra libertad y a lafraternal unión de los Pueblos Americanos.

Cantar himnos en honor a la Patria y colgar ban-deras nacionales eran las acciones revolucionarias.Sin embargo ¿quiénes lo hacían? Los viejos actorespolíticos, sólo la parte más «sana del vecindario»podía participar de los festejos. La referencia final auna unión de Pueblos Americanos completa uno delos collages más intensos de este periodo durante elcual lo viejo y lo nuevo se apoderaban de fragmen-tos de cada cual incesantemente. Novedad y tradi-ción se manejaban al son de los intereses de una eli-te que debía reorganizarse permanentemente, segúnla coyuntura del momento.

Poco después se recibió en Santa Fe el decreto dela Asamblea que obligaba a sustituir las armas delrey por las de la Asamblea. En junio de 1813 sereemplazó al gobernador Beruti por el coronel Lu-

Sello de la Asamblea del Año 1813(su escudo fue luego el Escudo Nacional)

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85Adiós a la monarquía…

neficio del Pueblo» interviniendo directamente en laelección de capitulares para el año siguiente.

El clima de inseguridad quedó patente en el Ca-bildo ampliado que se celebró a fines de 1813. La in-quietud provenía de ciertas informaciones acerca deuna expedición marítima compuesta de veinte bu-ques dispuesta por los enemigos de Montevideo.Del Acuerdo participaron varios comerciantes queinclinaron la votación a favor de detener a todas lastropas por el término de diez días y pedir un refuer-zo de trescientos hombres y veinticinco artilleros.

En agosto de 1813 por orden del GobernadorIntendente, se erigió en Villa a la Bajada del Pa-raná, creando un Cabildo propio con autorida-des elegidas anualmente, lo que sacó definitiva-mente del manejo político de Santa Fe a esta zo-na. Los límites del Juzgado eran: por el norte elrío Guayquiraró (que dividía la jurisdicción conCorrientes) hasta el río Gualeguay. Por el estedesde el Guayquiraró hasta el Arroyo Nogoyá;por el sur, la costa septentrional de este mismoarroyo, desde Gualeguaychú hasta su desembo-cadura en el Paraná, y por el oeste, el Paraná.

Acta del Cabildo de Santa Fe del 31 de agosto de 1813

La llegada de tropas, así como las tareas de forti-ficación al mando de Holmberg, perturbaron toda-vía más la vida de la ciudad. Mientras Pedro de La-rrechea –quien frente a las circunstancias imperantesse había retirado a su estancia con su familia– debióalquilar su casa al Cabildo para alojar a los oficiales,Holmberg exigió al Cuerpo la provisión de hom-

84 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

ciano Montes de Oca. El nuevo Teniente debió ju-rar ante el Cabildo. El texto del juramento presen-taba ciertas novedades

el Ciudadano Alguacil Mayor le recibió el Jura-mento en forma de derecho por la Cruz de suespada puesto sobre ella la mano derecha, y porsu palabra de honor que ofrecía a la patria decumplir bien y fielmente con el cargo de Tenien-te de Gobernador de esta ciudad [...]

Pero, aunque la fórmula era remozada, el Tenien-te de Gobernador juraba ante el Cabildo según sehabía hecho tradicionalmente. Nuevamente, la refe-rencia final era la ciudad como espacio de ejerciciode su autoridad.

La despedida de Beruti favoreció una manifesta-ción de agradecimiento de parte del Ayuntamiento,detrás de la cual se lee claramente el reclamo encu-bierto por la progresiva pérdida de autonomía de laciudad: Que su celo activo por el cumplimiento de sucargo y el bien común de este Pueblo en cuanto haperdido de su influjo y facultades quedará grabadoen la memoria agradecida de los santafesinos...(3 dejulio de 1813)

Las relaciones con Montes de Oca no fueron tanbuenas. El conflicto del litoral ya estaba gestándose:las contribuciones e imposiciones de la guerra y eldesamparo de la frontera que ocasionaba graves per-juicios a los hacendados de la ciudad enrarecían elclima de la Villa. Todos los acuerdos presididos porel General fueron registrados bajo la fórmula: «paraocurrir al mejor servicio de Dios, del Estado y be-

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87Adiós a la monarquía…

La violencia en la reacción de Montes de Ocaporque no se lo había nombrado como Señoría, másallá de la defensa que el Ayuntamiento hacía de sucargo, deja ver la violencia encubierta bajo la apa-rente «urbanidad» de las relaciones. La sesión se le-vantó con una recomendación: [...] y no experimen-te otra vez este Honorable Cuerpo iguales desaten-ciones escandalosas y trascendentales a la soberaníadel Pueblo a que representa [...]

La etapa de los DirectoriosUn año después, una nueva forma de gobierno seestrenaba en el Río de la Plata: el Director Posadas,tío del influyente Alvear, encarnó en enero de 1814el primer Poder Ejecutivo Unipersonal.

Fortalecido por la conquista de Montevideo a fi-nales de 1814, en 1815 fue el mismo Alvear quienocupó esta posición cuando el conflicto de la BandaOriental alcanzaba su etapa de mayor conflictivi-dad. La maquinaria política y militar sirvió a ungrupo reducido identificado con la facción alvearis-ta, generando en este sectarismo un clima conspira-tivo.

Montes de Oca fue relevado en febrero de 1814por el coronel Álvarez Thomas cuando ya había co-menzado el conflicto con Artigas. El nuevo gober-nador designado a fines de marzo, Eustaquio DíazVélez, llegó a la ciudad con tropas destinadas a com-batir la disidencia artiguista en mayo. La situaciónde la frontera se había tornado nuevamente desespe-rante, y frente a este problema tan esencial para lossantafesinos, los gobernadores delegados no toma-ron medidas. Las actas de 1814 reiteran constante-

86 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

bres (esclavos o peones) para las tareas que se esta-ban realizando.

Los términos en que el General se dirigió alCuerpo fueron considerados irreverentes: lo man-daron a entenderse directamente con el Teniente deGobernador y le recordaron que el Cabildo no esta-ba a su servicio.

Holmberg se presentó en el Ayuntamiento: suprimer gesto fue sentarse donde quiso, no tomandoel asiento que se le señalaba. Luego, pretendió darexplicaciones al Ayuntamiento de la causa por lacual había escrito los pedidos anteriores, y se empe-ñó en culpar al Teniente de Gobernador. El Cabildocerró filas con su teniente y Holmberg, fuera de sí,quien se movía sin orden, sin formalidad y sin la de-bida circunspección, se acercó al Teniente y, a gritos,le dijo que le imponía silencio. El escribano anotóque los Alcaldes, tomando la voz del Cuerpo, le con-testaron con la autoridad propia de su representa-ción, defendiendo los respetos del mismo cuerpoatropellados audazmente con aquella imposición desilencio a un Presidente.

En medio de un conflicto suscitado entre dos ge-nerales de la revolución en un momento crítico y deextrema complejidad, el Cabildo santafesino exigíarespeto a las investiduras tradicionales, aun si se tra-taba de la de un presidente impuesto. Durante el pe-ríodo colonial no era común la presencia del tenien-te de gobernador en todas las reuniones del Cuerpo.La ciudad, en esta circunstancia, no sólo debía tole-rar la imposición de gobernadores foráneos y apo-yados por fuerza militar externa, sino que ademásconstataba que su capacidad de decisión y controlera permanentemente erosionada.

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89Adiós a la monarquía…

El Cuerpo en pleno felicitó al Director por losnuevos triunfos. A partir de este momento, la gue-rra se instaló en territorio santafesino y esta cues-tión fue determinante en el curso de los aconteci-mientos futuros.

En abril de 1815, las tropas enviadas a apoderar-se de Santa Fe –bajo el influjo artiguista– se rebela-ron al mando de Álvarez Thomas. Al contexto in-ternacional adverso, se agregaba la grave situacióninterna:

«La revolución porteña –para sobrevivir– debíaaprender a adaptarse al país que ambicionabagobernar. Como empresa de una minoría deci-dida a imponer por todos los medios su políti-ca a poblaciones poco dispuestas a sacrificarsepor objetivos cuya necesidad no le había sidopersuasivamente demostrada, había agotadosus posibilidades a los largo de cinco años. Uti-lizando la fuerza como máximo argumento enpolítica interior tanto como en política externa,el poder revolucionario había terminado porhacer del ejército un instrumento político porexcelencia.»

Tulio Halperin Donghi, 1972

La necesidad de crear nuevas formas de articula-ción política que pudieran identificarse con las po-blaciones que la cambiante dirección revolucionariasólo dominó por la fuerza, se presentaba como laúnica alternativa de supervivencia del régimen.

Sin embargo, el conflicto litoral había adquiridouna dimensión irreversible. Una vez derrocado Al-vear en abril de 1815, el Cabildo de Buenos Aires

88 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

mente el estado inadmisible en que se encontraba laciudad por este motivo: un grupo de hacendados sepresentó ante el Cabildo el 24 de febrero para mani-festar que los ataques indígenas habían provocado ladespoblación de sus estancias, incluso las más cerca-nas a la ciudad.

Las reducciones de San Pedro, San Jerónimo, SanJavier y Cayastá se despoblaron . Los indígenas ata-caron la chacra de Andino, las estancias de Candio-ti, de Larrechea y de otros vecinos. Cervera consi-deró que esta indefensión de la frontera, que afecta-ba los más influyentes intereses de la ciudad, fue unade las razones cruciales que movieron a Santa Fe ha-cia la autonomía.

La disidencia de la Banda Oriental y del Litoral,desde 1814, comenzó a extenderse. Santa Fe estabaen el ojo de la tormenta. El Cabildo y la elite juga-ban a varias puntas: frente al desastroso destino po-lítico y económico que parecía imponerles BuenosAires, barajaban otras posibilidades.

Una diputación especialmente designada recibió,felicitó y tomó juramento al nuevo gobernadorDíaz Vélez. En julio, la rendición de la Plaza deMontevideo se festejó con Tedeum y tres noches desarao público en casa del alférez nacional.

Francisco Antonio Candioti, amigo personal deArtigas, recibió en octubre de 1814 un oficio dondeel Poder Ejecutivo le reconocía, junto con Agustínde Iriondo, los donativos hechos para el servicio delestado. El mismo día, otro oficio del general Alvearalertaba contra los movimientos del «[...] perturba-dor de la Banda Oriental José Artigas, y su secuazFernando Ortoguez [...]».

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Capítulo 4

Un territorio en tiempos de guerra

La guerra tan temidaLuego de 1808, la guerra llegó para quedarse. Su ca-pacidad destructiva fue creciendo a medida que elconflicto revolucionario fue mutando en un enfren-tamiento sin solución entre Buenos Aires y los pue-blos del litoral.

Santa Fe no escapó al clima general de intranqui-lidad que los sucesos del 1º de enero de 1809 insta-laron en todo el territorio rioplatense.

Como se ha dicho en el capítulo 2, cuando las no-ticias de los hechos de Bayona llegaron a Santa Fe–recién en septiembre de 1809– la Junta de Sevillaobligó a la ciudad con una fuerte suma en contribu-ciones. Según el ya citado informe del teniente degobernador Gastañaduy, en noviembre de 1809 lle-garon a Santa Fe, con el correo, infernales papelessubversivos.

Recién en enero de 1810 se leyó en el Cabildo unoficio del Teniente de Gobernador que determinabala necesidad de la elección de un diputado para queintegrara la Junta Central Gubernativa de Españasegún la Real Orden del 6 de Octubre de 1809. Lanoticia de la Revolución se conoció oficialmente enSanta Fe el 4 de junio de 1810.

90 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

designó como director a José Rondeau (al frente delEjército del Perú) y como interino a cargo del go-bierno, al coronel Ignacio Álvarez Thomas, dictan-do un Estatuto Provisional hasta tanto se reunierauna Asamblea General. Nuevamente, el Director in-tentó la invasión de Santa Fe. Nombró a Belgrano alfrente del Ejército de Observación.

Antes de invadir, Belgrano designó a Díaz Vélezen una misión conciliatoria. Éste se sublevó contrael Gobierno Central y el 9 de abril de 1816, pactócon el gobierno de Santa Fe el relevo del director yde Belgrano. En el ínterin, el Congreso General sereunía en Tucumán en marzo de 1816 designandodirector a Juan Martín de Pueyrredón. La Revolu-ción había destruido el viejo orden, y no había sidocapaz de rehacer otro según un proyecto coherente,y en esa realidad se expresaba la naciente autonomíade Santa Fe.

Para saber más

LÓPEZ ROSAS, José Rafael De la discordia y la melanco-lía (crónica santafesina), Santa Fe, Fondo Editorial de laProvincia de Santa Fe, 1986.HALPERIN DONGHI, Tulio Revolución y guerra. Forma-ción de una elite dirigente en la Argentina Criolla, Mé-xico, Siglo XXI, 1972.CHIARAMONTE, José Carlos Ciudades, Provincias, Es-tados: Orígenes de la Nación Argentina (1800-1846),Ariel, Buenos Aires, 1997.

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93Adiós a la monarquía…

gar a V. S. nuevamente empeñe todo su celo enperseguir y cortar de raíz esta comunicaciónhaciendo castigos ejemplares en los que resulta-res comprendidos ellos» Acta del Cabildo del 21 de septiembre de 1810

El Cabildo decidió cumplir esa orden, mandandopublicarla para que nadie alegara ignorancia.

Previamente, otra cuestión había exacerbado losánimos de los santafesinos, y con ello había comen-zado el proceso de paulatino alejamiento de la cau-sa revolucionaria.

Uno de los primeros negocios de los que se tuvoque ocupar el diputado enviado a Buenos Aires,Francisco de Tarragona, fue la confiscación lisa y lla-na de los propios de la ciudad. El Cabildo presentóla queja esperada, por lo que consideró una decisiónarbitraria y atentatoria contra la supervivencia mis-ma de la Villa: el reclamo fracasó completamente.

Una coyuntura comentada por lo bajo…Aunque la precaución y el buen tino de estos hom-bres conseguían evitar escribir cualquier menciónexplícita a los hechos, algunos indicios y la situacióngeneral del grupo en los años inmediatamente pos-teriores a 1810, indicaban que ya nada sería comoantes.

En marzo de 1811 y desde Mendoza, Agustín deIriondo, después de informar a Manuel IgnacioDiez de Andino sobre 1.500 pesos dobles que lehan pagado a su cuenta y de las diligencias queha practicado, le decía que se quedaría con el di-

92 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

El teniente de gobernador Gastañaduy mandó ti-rar un cañonazo en la plaza y repicar campanas. Ma-nuel Ignacio Diez de Andino, sus hijos y parientes,fueron activos participantes de todos estos sucesos.Sin embargo, en su correspondencia, no hay men-ciones del incidente del 1809, como tampoco refe-rencias a los hechos revolucionarios. Muchas cartasllevaban la orden escrita de que fueran quemadas odestruidas: en tiempos difíciles muchas deben habertenido este destino, lo cual, por otra parte, era unatradición cortesana desde tiempos de los Austrias...

El proceso de revolución y guerra, tanto internacomo externa, trajo consigo cambios drásticos en lasregiones agrarias del ex virreinato del Río de la Pla-ta, especialmente en lo que se refiere a la alteracióny redefinición de los circuitos de intercambios y a ladestrucción lisa y llana de bienes y medios de pro-ducción.

Entre 1810 y 1815, las principales familias de laciudad invirtieron una cuota importante de energíasy recursos para encauzar la revolución hacia el cami-no de la autonomía. La llegada de gobernadores mi-litares designados desde Buenos Aires fue produ-ciendo roces cada vez mayores, generando descon-tentos en el vecindario, a lo cual se agregó la presiónde la Junta, por la desconfianza sobre actividadescontrarias a la Revolución desde la misma ciudad.

«Ha llegado a noticia de esta Junta, que a pesarde sus estrechas prevenciones conservan rela-ción algunos individuos de esa ciudad y territo-rio de sus dependencias con otros de Montevi-deo; y siendo esto una materia en que debe pro-cederse con el mayor vigor y vigilancia; encar-

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95Adiós a la monarquía…

Si la ciudad de Santa Fe no presentaba un aspec-to muy floreciente, la coyuntura impidió la realiza-ción de nuevas construcciones o la mejora de las vie-jas. Los suburbios del casco urbano, poblados deranchos y algunas casas de adobe, resistían mal losembates de la hora.

Las haciendas se perdían o eran enviadas comoparte de las contribuciones de la ciudad ante dife-rentes pedidos del gobierno de Buenos Aires. El po-co ganado quieto que lograba tenerse en la Villa nodaba casi para el abasto de la ciudad: la falta de car-ne fue una queja permanente. Lo mismo sucedió,por ejemplo, en 1811, con el sebo y con el cuero.

Este último elemento era fundamental para lasactividades de la guerra: con él se fabricaban enserespara cabalgaduras y gran cantidad de objetos de usocotidiano para las milicias.

Las estancias eran destruidas por saqueadores oeran abandonadas por sus dueños.

La guerra dejaba márgenes abiertos para ciertasprácticas de economía moral: la faena de ganadosuelto para su consumo inmediato por pobladores osoldadescas fue una imagen frecuente. El valor de lasreses, por su parte, subía escandalosamente. La re-presión a los cuatreros no era la prioridad númerouno de las autoridades revolucionarias o autonomis-tas. Sólo a finales de la década de 1810 se registran al-gunos bandos prohibiendo matanzas, faenas de ga-nado alzado o la faena de cueros.

En las primeras décadas del siglo XIX, retoman-do palabras de Halperin Donghi, Santa Fe era laprovincia más aguerrida, pero también la más pobre.Reducida a una estrecha franja de territorio cercano

94 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

nero para que todos quedemos remediados, yaque, deslizaba sutilmente el comisionado, la tor-menta los había tomado demasiado desparra-mados […] ¿A qué tormenta se refería? No pa-rece una referencia climática. Iriondo, miembroprincipal del vecindario, reconocido por Belgra-no por sus virtudes patriotas, aparecía en el cen-so de españoles levantado en 1811 como pros-cripto por el gobierno revolucionario.

Señales de este tipo atraviesan la correspondenciadel periodo, rica en situaciones concretas relatadassutilmente. El 1 de mayo de 1811, por ejemplo, San-tiago Domínguez escribió una carta desde Mendozadonde le decía al dueño de los ganados que intenta-ba comercializar (Manuel Ignacio Diez de Andino)que, respecto del ganado que me encargó le encuen-tre comprador, he propuesto la cosa a varios sujetosque andan en esto, y nadie se ha decidido, porque di-cen que es ganado alzado, y que está muy expuesto alas pérdidas.

Domínguez tenía también información de otrasregiones. Según su punto de vista, no sólo no habíanquerido comprarle el ganado por lo dicho, sino queademás los cordobeses han traído mucho, de modoque los han habilitado y los han vendido a preciosmuy bajos.

La situación en el litoralEntre los asaltos de los indígenas, la creciente mili-tarización y el comienzo de las guerras civiles, elpaisaje y la vida cotidiana fueron severamente afec-tados.

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97Adiós a la monarquía…96 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

al río, su presente no sugería que pudiera recuperarla centralidad relativa que había tenido durante laépoca colonial. A pesar de que sus hombres se die-ron estrategias duales –luchando en el plano formalde los órganos de la ciudad por los derechos de lamisma y, paralelamente, explorando caminos dife-rentes u opuestos en sus prácticas empresariales– lasconsecuencias de la emergencia de Buenos Aires losencontró mal parados para soportar las consecuen-cias devastadoras de una guerra que, además, se ins-talaba sin tregua en sus propias tierras. La rupturarevolucionaria los sorprendió cuando estaban gene-rando, no sin dificultades, su reinserción económicaen un momento especialmente difícil y de fuertesvariantes debido a las guerras internacionales.

La escisión encarnaba mucho más que la estrictadisidencia. Significaba instalar un centro de poderpolítico en la campaña oriental sobre una base socialrural. Inicialmente, el alzamiento rural se articulócon el enfrentamiento entre la revolucionaria Bue-nos Aires con Montevideo.

Ese alzamiento rural se generalizó, y el sitio esta-blecido desde 1811 comenzó a erosionar la resisten-cia urbana. En octubre de 1811, y en la época delPrimer Triunvirato, se firmó, sin consulta, el armis-ticio con Elío, debido a la amenaza de invasión por-tuguesa.

Esto dio lugar al llamado éxodo oriental, que pu-so en evidencia tanto el poder movilizador de Arti-gas como los conflictos latentes con Buenos Aires.

La totalidad de la fuerza militar que reconocíacomo jefe a Artigas y el 80% de la población rural,se retiraron hacia el interior de Entre Ríos. Produci-do el avance portugués, en mayo de 1812 se firmó el

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che y por una ventana trasera trató de darsecuenta de la fuerza y movimientos del enemigo[…]Era evidente, por el descuido con que el enemi-go ascendía el camino, que estaba desprevenidode los preparativos hechos para percibirlo, peroSan Martín y sus oficiales descendieron la torre-cilla, y después de preparar todo para el choque,tomaron sus respectivos puestos en el patio deabajo. Los hombres fueron sacados del cuadrán-gulo, enteramente inapercibidos, cada escua-drón detrás de una de las alas del edificio. […]San Martín había ordenado a sus hombres nodisparar un solo tiro. El enemigo aparecía a mispies, seguramente a no más de cien yardas. Subandera flameaba alegremente, sus tambores ypitos tocaban marcha redoblada, cuando en dosalas comenzaron sus lucientes sables la matanzaque fue instantánea y espantosa. Las tropas deSan Martín recibieron una descarga solamente[…] La carga de los dos escuadrones instantá-neamente rompió las filas enemigas, y desdeaquel momento los fulgurantes sables hicieronsu obra de muerte tan rápidamente que, en uncuarto de hora, el terreno estaba cubierto demuertos y heridos.

98 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

armisticio bajo los auspicios de la denominada mi-sión Rademaker.

Después de esto, Artigas volvió a penetrar en elterritorio oriental, cuya economía ganadera se en-contraba desarticulada y seriamente afectada por lasalternativas de la guerra. Buenos Aires envió nuevastropas al mando de Sarratea.

En 1813 quedó establecido un nuevo sitio. Sedestacó a San Martín sobre el Paraná y el 3 de febre-ro de 1813 los granaderos de San Martín vencieronen San Lorenzo a la escuadra enemiga.

El combate de San LorenzoA comienzos de 1813, José de San Martín habíasido comisionado para evitar el desembarco detropas realistas desde el Paraná, en las cercaníasdel convento de San Lorenzo. Esta «comisión»que encaró con su ejército de granaderos, a lapostre, se convirtió en el primer combate deuna larga serie que libró ese General, en tierrasamericanas, contra tropas de la monarquía es-pañola. Uno de los hermanos Parish Robertson fue tes-tigo del encuentro y dejó un extenso relato delque seleccionamos unos fragmentos:Justo antes de despuntar la aurora, por unatranquera en el lado del fondo de la construc-ción, llegamos al convento de San Lorenzo […]El portón se cerró para que ningún transeúnteimportuno pudiese ver lo que adentro se prepa-raba. El coronel San Martín, acompañado por dos otres oficiales y por mí, ascendió al campanariodel convento y con ayuda de un anteojo de no- Croquis ubicación de la Batalla de San Lorenzo

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El mirador santafesinoLa ciudad de Santa Fe percibía este nuevo poderdesde dos perspectivas. Por una parte, como unafuerza política externa a la que le era posible recu-rrir frente a Buenos Aires; por la otra, como una al-ternativa frente a las duras exigencias centralizado-ras de la Capital. La idea de «Confederación» comoforma posible de organización, como una unión depueblos soberanos, se articulaba mejor con la viejatradición de la autonomía de las ciudades o de lospueblos, y ya estaba clara en la conciencia de la eli-te santafesina en los precisos conceptos vertidos enoportunidad de otorgar el poder al Dr. Amenábarpara la Asamblea del año 1813.

El artiguismo abría contingencias propicias paraun nuevo ordenamiento económico de esta campa-ña con vastas posibilidades ganaderas, con la alter-nativa directa hacia ultramar o a través del puerto deMontevideo.

Sin embargo, las ricas tierras del sur entrerriano ysantafesino, siempre en posesión de agentes porte-ños o de gente vinculada con ellos, constituían unespacio que Buenos Aires se negaba a perder. Sóloen 1814 Buenos Aires aceptó darle entidad de go-bernación-intendencia a la Mesopotamia, pero bajoestricta vigilancia de sus funcionarios. No obstante,el área había adquirido entidad social y económicapropia, especialmente el actual territorio de EntreRíos, secuela de las jurisdicciones coloniales de San-ta Fe rearticulado sobre una ciudad nueva.

En agosto de 1813 la Bajada de Paraná ya conta-ba con su propio cabildo. La posición estratégica deSanta Fe en este juego –muchos de cuyos vecinosfueron los pobladores de la zona– explica en parte el

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Esta acción y la de la recién creada escuadra pa-triota al mando del almirante Guillermo Brown,coadyuvaron a la entrega de la Plaza de Montevideoel 22 de junio de 1814.

Una vez recuperada la Plaza de Montevideo, co-menzaron los conflictos por el control del territo-rio, tanto con la dirección revolucionaria como conla elite montevideana. Mientras en Montevideo go-bernaba el Cabildo, Artigas organizaba su base enPurificación sobre el río Uruguay, al tiempo que da-ba comienzo el proceso de reconstrucción de la de-vastada economía ganadera.

Artigas pudo movilizar esta población, a la que seagregaron grandes masas de indígenas de las misio-nes, y después de romper definitivamente con Bue-nos Aires en 1814, comenzó el momento de cons-truir una alternativa de poder revolucionario conotras bases y sobre un espacio estratégico. Despuésde la Mesopotamia, también Santa Fe formó partede los «Pueblos libres del Sur». Esta adhesión, quenos interesa especialmente, no se planteó sin seriosconflictos internos.

La guerra se transformó en el horizonte de la Re-volución durante diez años. Muy rápidamente lasProvincias Unidas del Río de la Plata perdieron elParaguay y la infructuosa guerra del norte dejó pa-so, a partir de 1815, a la defensa poco ortodoxa deMartín Miguel de Güemes.

Sin embargo, donde la situación se complejizó alextremo fue en las alternativas del frente abierto enla Banda Oriental, donde en el curso de pocos años,la guerra contra el realista se transformó en guerracivil y en alternativa revolucionaria de Buenos Ai-res.

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neiro y Valparaíso, dominando de manera oli-gopólica el flujo y reflujo mercantil» .

Claudia Wentzel, 1988

Retener Santa Fe era vital para Buenos Aires, nosólo por las razones aducidas, sino también porqueconstituía un punto de paso obligado para los con-tactos de Buenos Aires con el interior.

Por su parte, aunque Santa Fe nunca se integróabsolutamente a lo Pueblos Libres, la brutalidad dela política porteña hizo que inclinara la balanza ha-cia el artiguismo.

Al larvado descontento con los agentes porteñosse agregó el despojo de sus rentas capitulares y elarrebato de su tropa veterana para la campaña con-tra Artigas en Entre Ríos en 1814, con lo cual lafrontera indígena quedaba peligrosamente descon-trolada. La guerra con Entre Ríos era conflictiva y lapolítica filoindígena del artiguismo despertó rece-los, ya que en realidad la otra Banda del Paraná for-maba parte de Santa Fe en muchos sentidos. A estose agregaba la falta de carne por la interrupción deltráfico. Buenos Aires no tenía oídos para los reitera-dos llamados de la elite santafesina.

Los antiguos circuitos dejaron de ser recorridos:se habían vuelto demasiado peligrosos y ya no habíaa quién o cómo llevar a vender lo que se transporta-ba. Desde 1809 el camino al Alto Perú se encontra-ba por lo menos entorpecido hasta su pérdida casitotal y los santafesinos no eran los únicos que inten-taban salvarse en medio de la debacle generalizada.El desorden trajo incertidumbre, y hacer algún ne-gocio comenzó a depender más del «Todopodero-

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ensañamiento de los avances militares. Además de lacuestión estrictamente política, se jugaban tambiénimportantes intereses económicos:

«Es desde esta época –1814– que debido a losconflictos en todo el Paraná, el núcleo mercan-til de Santa Fe –ahora provincia autónoma– quees a su vez consignatario del de Buenos Aires,empezará a operar en todas las localidades delParaná, dominando el comercio de exportacióndel Paraná. Relacionado y mancomunado conlos ingleses, el grupo de poder de Santa Fe, alfrente del gobierno provincial, controlará la cir-culación del Litoral de los ríos y del interior demanera indirecta. Nuevamente a partir de 1814,cumplirá la función de puerto preciso, únicofactor de riqueza de la zona santafesina. A par-tir de 1815 el flujo se normalizará, pero ellos enforma indirecta junto a los ingleses, que eranlos únicos a quienes Artigas había permitidocomerciar, dominarán una escena donde tam-bién estarán los correntinos [...]»«Es así como vemos que un mismo grupo, alia-do a los intereses santafesinos, porteños e ingle-ses, extraen yerba y tabaco, además de cueros, ycolocan yerba y tabaco de menor calidad y to-da clase de productos importados, con los efec-tos competitivos y detonantes evidentes. En es-te esquema casas comerciales como la de losAnchorena, Aguirre, Costa, Lezica, Carranza,junto a los Robertson, Fair, Posttlewaithe,Twaittes, Orr, además de Aldao, Candioti, etc.operarán en conjunto en el litoral-Buenos Ai-res-Montevideo y en algunos casos Río de Ja-

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«[...] hallándome este día con algunos padeci-mientos de la grave y penosa enfermedad queme asaltó el último mes de septiembre, incu-rriendo entonces en tantos gastos que son in-dispensables en una grave enfermedad y parasustentar una familia crecida, y no habiendo te-nido mas pie de altar que mis chacras y mis es-tancias de San Miguel con las que mis hijosmantenían mi casa, y en el día no me contribu-yen con socorro alguno, como V. S. lo ha palpa-do, además de que los terrenos en su tanto pue-do decir que me veo en la necesidad de estarvendiendo algunas alhajas a menor precio, porcuya necesidad molesto la atención de V. S.[...]»

Archivo General de la Provincia de Santa Fe,Colección Diez de Andino

Un diario de los acontecimientosEl diario de Manuel Ignacio Diez de Andino relataestos hechos desde el lugar del testimonio personal.Si bien el autor de esta crónica pretendió que escri-bía un riguroso relato histórico, la dotó del estiloepistolar y, en algunos de sus tramos, logró una no-table pintura del clima de incertidumbre y de desá-nimo de aquella época, así como lo que todo ello hasignificado para sus negocios.

Su pluma rescató la entrada de estas tropas en laregión, eslabonando la trama de desgracias que to-dos habían comenzado a padecer...

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so» que del ritmo de los tratos mercantiles. La co-rrespondencia entre mercaderes está repleta de refe-rencias a estas situaciones.

El conflicto de la Banda Oriental y el Litoral seexpandía entonces en el terreno desde 1814 y SantaFe se encontraba en el ojo de la tormenta.

El Cabildo y el grupo de vecinos principales yaestaban jugando un doble juego, barajando otrasposibilidades frente a un destino que le estaba impo-niendo Buenos Aires y que, tanto a nivel políticocomo en el plano económico, juzgaban desastroso.

Con la ayuda de Artigas, el gobernador Díaz Vé-lez fue expulsado de la ciudad en 1815. TambiénSanta Fe formaría parte –no sin conflictos– de losPueblos Libres del Sur.

Sin embargo, como bien dice el refrán, a río re-vuelto…

Siempre hay beneficiados con las crisis. El doblejuego de algunos de los vecinos santafesinos no erasolamente hacia fuera ni solamente político. En1814, algunos de esos vecinos devenidos reciente-mente ciudadanos, pidieron al Cabildo la asignaciónde parcelas de tierra. Ese año, el Procurador de laciudad se quejó: no solamente consideraba que estaspersonas no tenían mérito para recibirlas, sino que,además, aseguraba que las vendían y, manifestándo-se nuevamente desposeídos, volvían a pedirlas. Setrataba de tierras de los alrededores de la ciudad (so-bre todo del ejido) pero también de las que habíansido expropiadas a los jesuitas.

El siguiente testimonio resume la situación de es-tos sectores después de la Revolución. El 8 de enerode 1822, poco antes de morir, Manuel Ignacio Diezde Andino, escribió al Gobernador de Santa Fe:

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mentos en que Candioti se moría. Este ejército, co-mo los otros, no practicaba la compasión. La rapiñafue el pan de cada día:

«No hay voces para explicar en la pluma pon-derar ni decirse –que será poner verdad en unabalanza de incredulidad, solamente los que pre-sentes se hallaron– de los destrozos en las puer-tas de las calles a fusilazos, en los interiores ahachazos: cajas escritorios, sacando cerradurassi tenían tiradores de plata o de metal, llevándo-se cajones e imágenes del Señor y de María San-tísima, y de otros santos, ornamentos, vasos sa-grados, –derramando el óleo que encontraronen crismeras; y por fin en veintisiete días de sa-queo ¡qué no harían! no dejaron cuartos, nihuertas y patios que no cavasen y como encon-traron algunos entierros de alhajas y dinero encasas, tiendas y pulperías, pensaron encontraren todas [...] Y no debe dudarse, que cuantoscadáveres están tirados, unos en tierra, otros enel agua, en las orillas de los ríos y lagunas, per-sonas de verdad que los han visto, (dicen) queni las aves ni los peces se han arrimado, que seven enteros los cadáveres.»

Diario de don Manuel Ignacio Diez de Andino

La violencia y el clima de incertidumbre eran vi-vidas por este protagonista privilegiado de los acon-tecimientos, que no podía ignorar que esas tierrasdonde se producían mulas, se sembraba trigo y secriaban vacunos, se habían convertido en campos debatalla. En vísperas de la muerte de Candioti, el

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«Domingo de Pascua, hoy 26 del corriente, enla mañana, con sol alto, robaron cuanta hacien-da encontraron, ganado vacuno y ovejuno, des-de la estancia de San Francisco hasta la chacradel astillero Mario Casares y los Garcías; mata-ron a José García, su esclavo y uno llamandoAnavolena y un hijo. Les quemaron la casa y lode Ignacio Crespo le robaron y quebraroncuanto encontraron, y lo de Andino, igualmen-te [...] Hoy 29 de marzo vino parte de la india-da, se marchó a su pueblo, robando y rebuscan-do cuanto encontraron [...]»

Diario de don Manuel Ignacio Diez de Andino

A lo largo del relato, el autor no reconoce comopropia esta guerra: el sujeto tácito así lo indica. Porotra parte, la geografía del diario es la de la guerra, yla cartografía de la guerra, la de las estancias.

Ese es el horizonte visible, el de la guerra, que seapropiaba de un espacio al mismo tiempo que lodestruía. Ese espacio se había configurado a partirde las estancias y chacras, unidades productivas queeran el eje de un proceso abortado por la guerra.

La caída de Alvear a manos de Álvarez Thomas,ex-gobernador de Santa Fe y amigo de muchos san-tafesinos, se encontraba próxima. La antigua y lealciudad se pronunció como provincia independientey en 1815 su Cabildo nombró interinamente gober-nador a Francisco Antonio Candioti, alegando losderechos que consideraba tener.

Entre julio y agosto de 1815, Álvarez Thomas en-vió un ejército de 1.500 hombres al mando de Via-monte para someter a la provincia rebelde en mo-

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109108 Adiós a la monarquía…NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

control de la provincia fue disputado por dos fac-ciones dentro de la misma elite. Una de ellas se po-sicionó detrás de Álvarez Thomas, encabezada porJuan Francisco Tarragona, ex diputado revoluciona-rio y presidente de la Junta representativa o munici-pal de la Provincia, e integrada además –y entreotros– por Manuel Troncoso.

Para saber más

Diario de don Manuel Ignacio Diez de Andino, CrónicaSantafesina, 1815-1822.HALPERIN DONGHI, Tulio Revolución y Guerra, SXXI,Buenos Aires, 1972.TARRAGÓ, Griselda y CAULA, Elsa «Cuando el mañanasólo era desamparo: comerciantes rioplatenses en tiem-pos de guerra. 1806-1820», en Prohistoria, Núm. 7,Rosario, 2003.WENTZEL, Claudia «El comercio del Litoral de los Ríoscon Buenos Aires: el área del Paraná. 1783-1821»,Anuario del IEHS, Núm. 3, Tandil, IEHS, 1988.

Juan José Viamonte (1770-1843)

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Capítulo 5

Buscando el camino (1815-1818)

En enero de 1815, el Director Supremo envió unoficio al Cabildo manifestando su satisfacción no só-lo con el acendrado patriotismo de toda esta ciudad,sino también con los extraordinarios sacrificios queha hecho, y hace por sostener la sagrada América y elGobierno Supremo de las Provincias Unidas.

Sin embargo, estimaba que para atacar el maldesde la raíz y con todas las fuerzas, tenía que enviarcinco divisiones armadas (al mando de los coronelesSoler, Viamonte, Valdenegro, Dorrego y Ortiguera)para operar contra «los perturbadores del orden» dela Banda Oriental y de Entre Ríos.

El avance sobre Entre Ríos era delegado en la ciu-dad de Santa Fe y en el coronel Eustaquio Díaz Vé-lez, mientras tanto, la ciudad quedaba desprotegidafrente al avance de los indios. Los regidores Crespoy Cabal quedaron como encargados de reclutar a losvecinos e inventariar y concentrar armas y municio-nes, organizando un plan de defensa que se le comu-nica a Díaz Vélez por «[...] el estado peligroso enque se halla el Pueblo [...]». En febrero, el Ayunta-miento decidió comisionar al Reverendo Padre Pro-vincial Fray Pedro Nolasco Iturri para gestionar, di-rectamente ante el Director, una solución para el

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Las tropas artiguistas y los indios de San Javier quese le habían unido, saquearon el ganado de la quin-ta de Larramendi, arrasaron la chacra de Crespo y lade José García. Mataron a García y a otra gente.Otros indios desmantelaban los campos a ambos la-dos del Salado, matando y tomando cautivos. Llega-ron hasta el monte de los Padres, donde mataron asiete personas y se llevaron cautiva a toda una fami-lia. Mientras Hereñú amanecía el 24 de marzo de1815 en la quinta de José de Echagüe, al lado de laciudad, con una escolta de 100 hombres más algu-nos vecinos santafesinos, se improvisó un pequeñoy desarmado ejército.

Al mismo tiempo que Hereñú, aparecían por elrío unas lanchas de guerra que, al mando de un fran-cés, tiraban cañonazos. El 25 de marzo el Cabildoinformó que el día anterior las tropas orientales ha-bían entrado a la ciudad: Díaz Vélez entregó las ar-mas, la plaza y la casa que ocupaba, no sin antes ha-ber sido amablemente invitado a desalojarla de ma-nera inmediata.

Lo ocurrido durante los días inmediatamenteposteriores a tan aparentemente «civilizada» con-clusión de la ocupación porteña, son claves paracomprender el curso del proceso. El discurso capi-tular pasó de los cautelosos y excesivamente respe-tuosos términos (que sostenía desde cinco años an-tes) a la acción directa, indicio elocuente de que laelite había estado discutiendo y presionando políti-camente para una salida a la complicada posición aque la había arrastrado su adhesión al gobierno por-teño.

Una vez producida la ocupación, el 25 de marzode 1815, Díaz Vélez acusó a los alcaldes de Santa Fe

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control de la frontera que –ya se ha demostrado– noera un problema menor.

A pesar de quejas y reclamos, el Gobernador en-vió contra el caudillo Hereñú, que dominaba en elParaná, una tropa compuesta de la compañía deBlandengues de Santa Fe al mando de su capitán Pe-dro Pablo Morcillo con gente de Buenos Aires, to-dos bajo la dirección del coronel Holmberg. Esteejército fue derrotado por Hereñú y Ortoguéz en elEspinillo, cerca del Paraná, matando en la acción alcapitán Morcillo y tomando prisioneros a Holm-berg, Estanislao López (que integraba la hueste) y aotros oficiales, que fueron puestos a disposición deArtigas, quien los dejó en libertad.

Desde La Bajada (Paraná) Artigas mandó queAndrés Latorre y su hermano Manuel Artigas fue-ran a Santa Fe a desalojar al teniente gobernadorDíaz Vélez.

El 14 de marzo el Gobernador mandó a convocaral Cabildo, al Cura Vicario, los representantes de lasÓrdenes religiosas y a los «vecinos principales», pa-ra informarles que se retiraba hacia Buenos Aires,con el propósito de no exponer a la ciudad a los de-sastres de una guerra. Quedaban en la ciudadochenta Blandengues con su armamento, municio-nes de respeto, y dos piezas de artillería con sus per-trechos...

Con Artigas pisándoles los talones, los asistentesexigieron a Díaz Vélez que dejara constancia de quela retirada era su resolución y que la misma no afec-tara ni el honor ni la constancia de ese pueblo en laadhesión a la causa revolucionaria.

Pasando el Paraná frente a San Javier, con 300hombres, este ejército reunió a los indios del norte.

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115Adiós a la monarquía…

el público beneficio [...] de necesidad absolutanombrar interinamente una persona de crédito,celo y actividad a que encargar el Gobierno contodos sus ramos y concurriendo estas y las demáscualidades necesarias en las personas del ciuda-dano Francisco Antonio Candioti, usando de susautoridad representativa del Pueblo de unáni-me acuerdo lo eligieron y nombraron por talGobernador Político y Militar Intendente inte-rinamente hasta el Congreso Gral. del Pueblo...

Acta del Cabildo de Santa Fe del 31 de marzo de 1815

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de haber tenido contacto con el comandante Here-ñú con anterioridad a la invasión. Pero la ocupaciónde las tropas artiguistas no fue el único elementoque signó la coyuntura; el reemplazo de Alvear porÁlvarez Thomas, ex-gobernador de Santa Fe y ami-go de muchos santafesinos, estaba al caer.

Lo primero que hizo el Cabildo fue clarificar suposición frente a Artigas: la ocupación de los Orien-tales sólo tenía que servir para poner al Pueblo enperfecta libertad e independencia para que se gobier-ne por sí. La ausencia de un gobernador se solucio-nó designando para el ejercicio interino del gobier-no un congreso a nombre del Pueblo.

Se eligieron alcaldes nuevamente (refrendaron aPedro Tomás de Larrechea como alcalde de primervoto y dejaron en su puesto de alcalde de segundovoto a Lassaga). Nombraron ministro de hacienda aFrancisco Antonio Quintana, solicitaron informesde su estado a los jefes de Blandengues y al coman-dante de las tropas, nombraron como ayudante deplaza al alférez del escuadrón de milicias don Maria-no de Ezpeleta y determinaron la elección de dipu-tados para el Congreso por cuarteles.

Santa Fe se pronunció como provincia indepen-diente y el Cabildo nombró gobernador interina-mente a Francisco Antonio Candioti. El argumentofue que

estando el Gobierno en este Ayuntamiento seentorpecen las providencias más urgentes por ladificultad de reunirse a las horas en que es pre-ciso, y ocurren por se incomodados cuando porla estrechez de las circunstancias se debe atenderal punto a todas: que por esta causa consultando

Victoria de Las Piedras (1811) Detalle del óleo de Juan M. Blanes

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117Adiós a la monarquía…

paña. No obstante, en el discurso nunca aparece lapalabra «provincia»: el referente de legitimidad con-tinuaba siendo la ciudad.

Si bien la autonomía de la ciudad y el respeto porsu soberanía y su capacidad de gobernarse por laparte «más sana del vecindario» constituyeron la ba-se doctrinalmente antigua de la autonomía de SantaFe, el proceso gestado desde 1810 –que tomó uncurso vertiginoso a partir de enero de 1815– planteainnovaciones que derivan de un nuevo cuerpo deideas pero sobre todo de la necesidad de resolveruna coyuntura extremadamente crítica.

Sostenerse autónomamente, manejar política-mente al artiguismo y militarmente a Buenos Aires,requirió de una capacidad de acción rápida del gru-po. Sin embargo, el proceso mismo llevó a innova-ciones sin referentes antiguos y, por lo tanto, creópotenciales fuentes de conflicto, ya que su legitimi-

116 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Con toda solemnidad se enarboló la bandera dela libertad en medio de la plaza. La bandera era ce-leste y blanca cruzada por una franja roja, y demos-traba la unión con el Protector de los Pueblos Li-bres:

«Bajo la égida de Artigas será gobernador el an-ciano Francisco Antonio Candioti, el más ricode los traficantes de mulas santafesinos, cuya fi-gura de caballero campesino, llena de una exó-tica nobleza, ha sido dibujada con pluma felizpor los hermanos Robertson; el mismo Can-dioti acababa por otra parte de escribir a suamigo el Director Supremo interino ÁlvarezThomas, rogándole que enviara a la provincialos auxilios militares que hubieran hecho inne-cesaria la disidencia»

Tulio Halperin Donghi, 1972

Al discutir sobre la forma de elección de diputa-dos para el Congreso, el Cabildo dispuso citar ex-clusivamente a aquellos que hubieran ejercido car-gos concejiles, inclusive a los alcaldes de barrio, yque la reunión se realizara sin etiqueta. A esta tradi-cional provisión se agregaban algunas modificacio-nes que no tenían antecedentes en Santa Fe. Se de-terminó enviar esquelas a los Alcaldes de la Her-mandad de Coronda y Rosario, a fin de que eligie-ran en sus villas un diputado reuniendo a todos losvecinos principales.

Con esta decisión se amplió por primera vez elámbito exclusivo de representación de la ciudad, in-corporando el sur provincial a través de sus dos po-blados fundamentales y, con ellos, también a la cam-

Banderas de Santa Fe antes de 1825«La Bandera de Artigas»

Según Juan Álvarez en su Historia Ensayo sobre la historia de Santa Fe…

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119Adiós a la monarquía…

legitimidad de la nueva forma de organización polí-tica.

Candioti envió un oficio al Cabildo en el cual de-cía que la Junta Representativa le había hecho saberlo sensible que se resultaba la desavenencia que ya seadvertía en el Pueblo entre ella y este Ayuntamien-to, lo cual, lamentaba Candioti, perjudicaba sola-mente al interés general.

¿Era este el nacimiento de un discurso alternati-vo, expresión de un grupo con otras ideas? ¿O sim-plemente una postura de un grupo en el marco deuna lucha facciosa por el control del poder, en unasituación revolucionaria de transformaciones políti-cas? Quizás ambas cosas.

Es interesante notar cómo hasta en el discurso delCabildo la cuestión de la «representación» aparececomo un elemento determinante de la legitimidad.La situación crítica en la que se encontraba Santa Fecoadyuvó a la emergencia de este tipo de conflictos.Por una parte, la solución artiguista no se presenta-ba absolutamente clara para Santa Fe; por otra, lapresión militar ejercida desde Buenos Aires, ahoracon un nuevo Director estrechamente vinculadocon Santa Fe, no es un dato menor y muestra una si-tuación muy diferente a la planteada entre enero ymarzo de 1815. El 18 de mayo, Mariano Vera fue en-viado ante el Directorio para poder proveerse de ar-mamento y municiones con el propósito de conte-ner el avance de los indios sobre la ciudad. Nueva-mente el oficio lo firmaron el Gobernador, el Cabil-do y la Junta. Esta misión de Vera fue un acerca-miento entre algunos hombres santafesinos y el Di-rector Álvarez Thomas. Urbano Iriondo explicó lasituación con estas palabras:

118 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

dad se construía paralelamente con la instauraciónde un incompleto y primitivo conjunto de institu-ciones estatales. En el choque de estas decisiones in-novadoras con las viejas tradiciones se encuentra,también, el origen de la fractura de la elite que has-ta ese momento se presentaba como un bloque fren-te a los invasores extranjeros.

El 25 de abril se convocó al pueblo. Reunido encongreso en la Aduana, se eligió con el título de«Gobernador Intendente» propietario a Candioti.Pero lo realmente interesante es la creación en lamisma sesión de una Junta o Soberanía para tratar ynombrar empleos, emanada de la decisión delAcuerdo del día anterior. Más allá de que la Junta searrogaba poderes no tradicionales en nombre y re-presentación del pueblo, esos poderes eran tan legí-timos como los del mismo Cabildo, pues había sidoel mismo Cuerpo el que la había creado.

De cualquier modo, el conflicto institucional conel Cabildo no se hizo esperar: la Junta prácticamen-te co-gobernó con aquél y con el gobernador duran-te 1815. La resolución de la crisis fue encomendadaa Artigas, quien falló a favor del Cuerpo. Sin embar-go, la Junta decidió continuar con sus actividades.

El Cabildo decía que la Junta estaba constituidapor ciertos vecinos del Pueblo, sin representación al-guna y que se atribuyen facultades que jamás hantenido, figurándose con la investidura de Represen-tantes del pueblo, carácter sagrado que nunca hanrevestido. Esto es inexacto, ya que quienes la cons-tituían eran «vecinos principales» y religiosos. Porel lado de sus atribuciones –vagamente delimitadas–habían emanado del mismo Ayuntamiento y delCongreso del Pueblo, designado como referente de

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remitidas todas las partes de este cuerpo político,se forme un todo sobre el que pueda influir di-rectamente esa cabeza de autoridad, que se críe,con toda la eficacia, sin que por esto los PueblosUnidos pierdan las mínima prerrogativa de susderechos.3º- Reconocida la soberanía del Pueblo de San-ta Fe y garantida por el que se reconociere comoSupremo Director, con el juramento que debeprestar de reconocerla, respetarla y ceder a ellatodo proyecto y capitalismo y unidad y otros deesta clase, con que se han usurpado, seducido ydefraudado los derechos de los Pueblos: sobreesta base deberá entrar a tratarse la porción deautoridad que este Pueblo Soberano quiera,pueda y le convenga ceder y desprenderse deella, depositándola en mano del Director, paraque con arreglo de los límites que se le prescri-ban por las partes contratantes, pueda disponerde ella en obsequio del bien general.4º- que siendo esta Provincia en la actualidadperseguida de los enemigos del Chaco, de que sehalla casi indefensa, por el menosprecio conque fue mirada por el gobierno de Buenos Ai-res, que más procuraba su disolución que su au-mento, despojando a esta ciudad de sus propios,que sólo fue establecido por su defensa, por cu-yo motivo ha abandonado a los dichos enemigostoda su campaña del Norte, y perdido todas sushaciendas...

Las instrucciones resultan reveladoras y puedencompararse con las que se dieron a Amenábar dosaños antes. Por una parte, continuaba vigente (aun-

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Estaba de Supremo Director de Buenos Aires elCoronel Ignacio Álvarez, que había sido Go-bernador de esta Ciudad y tenía relación con al-gunos vecinos de acá, principalmente con algu-nos de los que estaban empleados en el Cabildo,a quienes prometió que si se separaban de laprotección ilusoria del Gral. Artigas y le permi-tían tener tropas en esta Ciudad para impedirlas que Artigas quisiese pasar para hacer la gue-rra a Buenos Aires, reconocería la independen-cia de la Provincia y al Gobierno de éste eligie-se y la protegería contra los indios, para asegu-rar su campaña...

Autonomía y fronteraAnte la convocatoria al Congreso de Arroyo de laChina por Artigas, fue como diputado por Santa Feel Doctor Pascual Diez de Andino. El 14 de junio de1815 recibió las siguientes instrucciones:

1º- que el Gobierno de Buenos Aires en ningúntiempo exigirá otro sistema sino el de la libertadde los Pueblos, que deben gobernarse por sí, di-vididos en Provincias, entre las cuales, debe seruna la de Santa Fe, comprensiva el territorio desu jurisdicción, en la forma que está al presente,con absoluta independencia de la que fue suCapital.2º- que siendo el objeto general de todos losPueblos el salvar los inviolables derechos de susoberanía y libertad para ocurrir por otra partea remediar el éxodo de disolución en que se ha-llan, es indispensable buscar un centro, en que

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Espeleta, Sargento Mayor de la Plaza, pero conside-raban que el nombramiento debía hacerlo el gober-nador. Fray Hilario Torres, de la Junta, manifestóque no habiendo en estos casos una regla fija, y con-siderando que sería agravar la enfermedad del SeñorGobernador con exigirle el nombramiento, habién-dolo él puesto en manos de la Junta, nombra por suparte a don Juan Francisco de Tarragona para Go-bernador interino. Manuel Troncoso consideró queesto estaba dentro de los límites de las funcionesotorgadas inicialmente a la Junta, o sea «nombrarempleos».

El escribano José Ignacio Caminos escribió:

siendo el actual gobierno nuevo en toda su for-ma, y que a más de eso no hay regla ni costum-bre fija en los anteriores para este caso, primeroque se ofrece, hasta la sanción del ReglamentoMunicipal, en uso de las facultades de esta Cor-poración, debemos nombrar la persona que ejer-za el Gobierno Interino [...]

La Junta eligió gobernador interino a Juan Fran-cisco Tarragona, con oposición del Cabildo. Can-dioti desautorizó esta elección y designó al alcaldede primer voto, don Pedro Tomás de Larrechea, uti-lizando un concepto tradicional: en ausencia del go-bernador, el puesto debía ser ocupado por el más al-to representante de la justicia ordinaria. Pero en rea-lidad no había normas para la sucesión.

El gobernador interino, Pedro Larrechea, escri-bió a Álvarez Thomas quejándose sobre las inconse-cuencias que traería una invasión militar, que provo-caría a Artigas e impediría la comunicación de la

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que ahora con mucho mayor precisión teórica) quela forma de gobierno elegida era la de una Confede-ración de estados soberanos. Por primera vez SantaFe se reconocía como «provincia» y declaraba dere-chos de jurisdicción sobre un territorio que se ex-pandía hacia las zonas de campaña ocupadas. El he-cho de que la cuestión fronteriza aparezca en el do-cumento revela el peso que este problema tuvo en laresolución de la autonomía. Sin embargo, muypronto las declaraciones de principio deberían en-frentarse con realidades menos floridas.

La provincia rebelde y los vacíos legalesEntre julio y agosto de 1815, en un momento muydifícil de la situación fronteriza, Álvarez Thomasenvió un ejército de 1.500 hombres al mando deViamonte para someter a la provincia rebelde. SegúnIriondo, Álvarez Thomas (que en su período de go-bernador de la provincia había trabado vínculos enla ciudad) había prometido a un grupo de vecinos, acambio de sustraerse a la influencia de Artigas, res-peto incondicional por la autonomía. El diputadoMariano Vera, que había ido a Buenos Aires a soli-citar ayuda para detener el avance indígena, había si-do encarcelado.

La puja por el control del gobierno entre Junta yCabildo se agudizó ante la enfermedad del goberna-dor Candioti, quien se dirigió a Cabildo y Juntaconjuntamente. El 26 de junio ambas corporacionesse reunieron.

Por el Cabildo sólo fueron Pedro Tomás Larre-chea, Gabriel de Lassaga y Ramón Cabal, quienespropusieron que el mando recayera en Mariano de

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125Adiós a la monarquía…

suitas, en el templo de La Merced y en la chacra deCrespo.

En vísperas de la muerte del Gobernador, enagosto de 1815 entraron en la ciudad las tropas deViamonte con 1500 efectivos, dos buques de guerra,un falucho y una cañonera. A partir de este momen-to, la Junta se posicionó en contra de Artigas y sequejó de la actitud de Candioti, enviando al gober-nador un duro oficio reclamando por sus derechos:

cerciorada la Junta ahora de la reciente poste-rior delegación del mando que acaba de hacerUsía, sin consideración y con desprecio de la re-solución de ella, como invitada por Usía al mis-mo efecto, se ha llenado de asombro y le ha sor-prendido una deliberación que, al paso que in-fiere un vejamen a su representación y hace ilu-soria su resolución, envuelve el carácter de pre-meditada y ratifica el concepto afianzado en an-terior dolorosa experiencia de que las resolucio-nes de la Junta se cumplen y llevan a debidoefecto sólo cuando se acomodan a fines particu-lares... no puede la Junta que reclamarle por tanextraño procedimiento; porque habiendo Usíapor su citado oficio hecho dimisión del mando, ypuéstolo a la disposición de la Junta, al menossin exigir previamente su resolución, no puededisponer de los que se había desprendido duran-te la enfermedad que lo motivaba. Por tanto sever en caso de protestar a Usía en nombre delPueblo que representa, de nulidad de cuanto seobre contra la resolución de ella. Documento del Archivo General de la Nación

Santa Fe – Ejército de Observación

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ciudad con la Banda Oriental, según su letra, únicoauxilio que tiene Santa Fe para subsistir...

Las anteriores desavenencias habían dejado el sal-do que ya conocemos: campañas desiertas, recursossaqueados y una población que, en su mayoría, vi-vía casi en la indigencia. Si volvían las tropas, asegu-raba Larrechea, volverían las pasadas persecucio-nes… La carta de Larrechea la firmaban, claro está,aquellos que se atrincheraban en la legitimidad co-lonial del cuerpo capitular.

La situación se había tornado desesperante, yaque no se tenían recursos materiales para enfrentaruna nueva invasión militar. Por su parte, Artigasamenazaba desde Paisandú y proclamaba no hacer-se responsable por los desastres que podían sobre-venir al avance de las tropas porteñas. El 22 de agos-to, el Cabildo envió a Viamonte un oficio solicitán-dole que no desembarque.

Para entrevistarse con Viamonte fue designadoPascual Diez de Andino, quien acababa de regresardel Congreso de Arroyo de la China y de una mi-sión en Buenos Aires. Viamonte manifestó que, portoda respuesta, sólo podía cumplir las órdenes quehabía recibido. Los presagios del Jefe de los Orienta-les referentes a su oficio del 13 del corriente, que encopia me acompaña V. S. no pueden ser un obstácu-lo capaz de detenerme. V. S. sabe que las intencionesdel gobierno no son hostiles. No hay delicadeza quepueda resentirse a este paso, hijo de la razón y deldecoro.

Frente a la imposibilidad de enfrentar a las tropasde Viamonte, el Cabildo autorizó el desembarco ydecidió alojar a las tropas en el edificio de la Adua-na, en los galpones para tropas del edificio de los je-

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127Adiós a la monarquía…126 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Francisco Antonio CandiotiNació el 23 de agosto de 1743. Era hijo de An-tonio Candioti Mujica (natural de Cádiz) y deMaría Andrea Zeballos, hija del Regidor Juande Zeballos y de Paula Ycea y Aranibar. Su her-mano Francisco Vicente murió soltero. Su her-mana Leonor, se casó el 26 de agosto de 1768con Juan Francisco de Aldao, natural de Bue-nos Aires, viudo de Teresa Ordoñez. Francisco Antonio tuvo una vasta descenden-cia. En 1800 contrajo matrimonio con JuanaRamona Larramendi, y en su testamento reco-noce como legítimas sólo a sus dos hijas. Ma-nuel Cervera dijo de él: era el verdadero prínci-pe de los gauchos, señor de 300 leguas cuadradade tierra, propietario de doscientas cincuentamil cabezas de ganado, dueño de trescientos milcaballos y mulas, y de más de quinientos mil pe-sos, atesorados en sus cofres en onzas de oro, im-portadas del Perú.

Desde entonces, dos facciones dentro de la mis-ma elite lucharon por el control de la nueva provin-cia. Una de ellas, fidelizada con Álvarez Thomas,estaba dirigida por Juan Francisco Tarragona, presi-dente de la Junta representativa. Tarragona había si-do diputado en 1810 y por lo tanto, estaba bien vin-culado en Buenos Aires. Al igual que Manuel Tron-coso, había manifestado rasgos de conflictividad an-tes de 1810 en su actuación capitular. La llegada deViamonte amplió las aspiraciones de este grupo. Seabrió así una etapa de transición pero también detransformaciones profundas.

Francisco Antonio Candioti

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129Adiós a la monarquía…

En consideración, pues, de todos estos antece-dentes y de la decidida rivalidad de los Cabil-dantes contra esta Junta, sostenida desde su ori-gen por el Gobernador y el Jefe de los Orienta-les, con una pasión escandalosa y destructora delPueblo, deliberamos en su defensa y cumpli-miento de nuestra obligación proceder a la elec-ción de la persona que haya de ejercer el cargode Gobernador de esta Ciudad y Jurisdicción yen ausencia de los capitulares, eligieron paraGobernador Intendente de la Ciudad y Parti-dos Sufragáneos al ciudadano Juan Francisco deTarragona por el término que se le designará enel Reglamento Municipal, reservándose el dere-cho de comunicarse con el directorio para res-tablecer la correspondencia, fraternidad y unióncon el heroico pueblo de Buenos Aires...

El Cabildo citó a todo el vecindario, incluyendoa los sacerdotes, en casa de los Alcaldes de Barrio. Elmotivo: elegir dos diputados por cada cuartel paraque nombrasen al Gobernador.

Se constituyó un cuerpo de electores que eligió aGabriel de Lassaga. El mismo día llegó una nota deManuel Francisco Maciel reconociendo que en laHonorable Corporación de Electores reside toda fa-cultad del Soberano Pueblo; ante esta respetableCorporación hago renuncia de la investidura de vo-cal de la Junta de Representantes que le confirió elSoberano Pueblo en Junta Popular del 26 de Abrildel presente año, pretextando no ser responsable,exista o no exista dicha Junta..., indicio de que la dis-puta de la Junta ya no se limitaba a las atribucionesque se le habían conferido.

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Hacia 1815 Santa Fe quedó literalmente entre dosfuegos: el artiguismo y la política del Directorio. Es-to y cierta recuperación económica de los sectoresganaderos, que se vieron seriamente afectados por eldescuido y la utilización de tropas para la guerracontra Artigas, coadyuvó a la aparición de un climade oposición y cambios. La crisis y la confusiónabrieron espacios para el ascenso de sujetos quecomprendían la magnitud de lo que estaba sucedien-do y se embarcaban en un proyecto que, con un dis-curso moderno, pretendía hacerse con el poder. Lamuerte de Candioti por hidropesía se produjo el 27de agosto de 1815, en medio de la llegada de las tro-pas de Viamonte. Éste le rindió honores militares ensu entierro en la iglesia de Santo Domingo. La Jun-ta (en un oficio firmado por fray Hilario Torres, Jo-sé Antonio de Echagüe, José Manuel Troncoso, frayAgustín de los Santos, Manuel Francisco Maciel,Juan Francisco Tarragona, Pedro M. Neto –cura deCoronda– y José Ignacio Camino) se hizo recono-cer ante el militar como legítima representante delpueblo e invitó al Cabildo a reunirse para la eleccióndel gobernador. El Cabildo, de su parte, envió unanota a Viamonte donde expresaba su repudio por laactitud de la Junta, a la cual consideraba sin repre-sentación. Reprochaba las atribuciones de la Juntacomo un insulto a una Corporación tan respetable, yque es sólo la primera autoridad de este Pueblo, má-xime cuando se infiere por unos simples ciudadanos,y cuando no hay una sola razón para innovación deesta naturaleza...

Los integrantes de la Junta concurrieron al cabil-do y se encontraron con la puerta cerrada. Así, fue-ron a la casa de un diputado y labraron un Acta:

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La Junta se movía rápidamente. Expuso a Via-monte que los Blandengues al mando del capitánFrancisco de Aldao habían impedido el sufragio demuchos vecinos honrados y de la mayor parte de loscomerciantes. Viamonte, en un primer momento,decidió no intervenir en estas internas. Pero luego,ante la denuncia de Pedro Tomás Larrechea de la to-ma de la Casa Consistorial por «gente del pueblo»,tuvo que hacerlo: asistió como espectador, y en me-dio del conflicto con «gran parte del vecindario», sedecidió convocar «a la parte sana del Pueblo».

El 1º de septiembre se intentó hacer nuevamentela elección con los 8 diputados favorecidos, pero se-gún el testimonio de Diez de Andino, Troncoso,Echagüe, Cabal y otros interrumpieron el acto atro-pellando con armas de fuego y echando a todos dela sala del cabildo. Tocaron las campanas a rebato, eintervino nuevamente la compañía de Blandenguesque ocupó el cabildo: el conflicto se generalizó en laplaza con la participación del vecindario. Viamonteintercedió finalmente con sus tropas y después demuchos disturbios, se convocó a una asamblea paraelegir definitivamente el gobernador. Larrechea es-taba enfermo y las tropas de Blandengues se habíanretirado bajo la presión de las de Buenos Aires; lasinvitaciones fueron enviadas por la Junta y la asam-blea sería presidida por Viamonte.

Andino dijo que la Junta convocó solamente a lossuyos, olvidándose de los beneméritos pero llaman-do uno a uno hasta al último pulpero. Iriondo, de sulado, relató que el 2 de septiembre se reunieron ysancionaron la subordinación al Supremo Directorde Buenos Aires y nombraron a Juan Francisco deTarragona Teniente Gobernador con aplausos de

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Enterado Viamonte, desconoció el nombramien-to hecho por la Junta sin el consentimiento delCuerpo Municipal, reconociendo al Cabildo comoel verdadero conducto de las comunicaciones. Via-monte afirmaba una y otra vez que no venía a SantaFe a imponer un Gobierno y que había consideradopor buena la presentación de la Junta porque la mis-ma se le había presentado con papeles autorizados,afirmando que toda la situación forma un contrastecuyo resultado no deja más que dudas acerca de lasverdaderas autoridades.

Pero la Junta se acercó a Viamonte nuevamente:le envió el acta de elección de Tarragona y una cartaen la que le explicaban:

[...] V.S. advertirá haber recaído en la personade Juan Fco. Tarragona el gobierno, por el resul-tado de dicha Acta; el gobierno cesante nuncaquiso hacer efectiva aquella nuestra determina-ción, porque creyó no ser de su fracción el elec-to; y atropellando con violencia los derechos delPueblo, depositó ilegalmente y sin facultad elGobierno en el que hoy lo tiene. De este mons-truoso principio han emanado todas las resolu-ciones y providencias, conduciendo al Pueblo aunos extremos de comprometimientos, demasia-do sensibles, y que la Junta no puede mirar conindiferencia [...] […] ha determinado esta corporación ponerloen noticia a V.S. para que en todos los casos ocu-rrentes se entienda se entienda con el legítimodepositario del mando;[…] active sus marchas para restablecer el ordeny seguridad de los habitantes de esta Ciudad

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calde de primer voto a Pedro Tomás Larrechea porFrancisco Antonio Latorre y en el de Comandantede Armas a Manuel Troncoso en lugar de Marianode Espeleta. De Larrechea dijeron que tenía que darcuentas a la Hacienda sobre el destino de unos dine-ros, y lo enviaron preso al pueblo de San Lorenzo.Luego, removieron al Cabildo en su totalidad, in-formándole al Director Supremo que los habían su-plantado por otros más adaptables a las imperiosascircunstancias de reconocer la suprema dirección delestado.

Consideraba que el Cabildo había entorpecidolas funciones de la Junta sostenido por la fuerza y laautoridad del «Jefe de los Orientales». Por ese mo-tivo, Santa Fe se había mantenido sin Constituciónni Reglamento alguno, especialmente en la adminis-tración de Justicia y de la Hacienda. Los capitulareshabrían seducido a la parte inferior del Pueblo paratraerlos con su opinión al congreso de la elección degobernador, habiéndose sustraído de la parte mássana, en lo que se veía claramente el despotismo aque anhelaban.

El 20 de septiembre de 1815 fueron elegidosnuevos miembros del Cabildo: Simón de Ave-chucho (alcalde de primer voto), Gregorio deEchagüe (alcalde de segundo voto), Juan Manuelde Soto (alférez Nacional), Romano Bravo (al-guacil mayor), José Ignacio Torres (defensor depobres y menores), y se confirmó como regidora Rudecindo Arias y como procurador síndico aJuan Ignacio Basaldúa. El mismo día se recibióun oficio del Director Supremo felicitándolospor el orden y tranquilidad que han observado...

132 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

muy pocos y disgusto general de todos [...] Quitaronluego la bandera santafesina y enarbolaron la celes-te y blanca de la Patria [...] deponiendo a los emplea-dos de Candioti.

La posición de la Junta –que gobernó hasta mar-zo de 1816–, se impuso momentáneamente sobre elCabildo y sobre la facción autonomista o artiguista,con la presión del ejército directorial instalado en laciudad. En nota al Director Supremo, la Junta expli-caba las cosas a su manera:

[...] el día 2 de este mes celebró este Pueblo unCongreso de la parte más sana de él, para deli-berar sobre su situación política, la más deplora-ble en el transcurso de cinco meses, que ha esta-do el vecindario cubierto de un humillante lutopor la anarquía que ha sufrido [...] Felizmenteel resultado de dicho Congreso a esfuerzo de es-ta Corporación y el decoro afectuoso que las tro-pas del Ejército de Observación al mando de suprudente y honrado General han guardado, fuepor espontánea resolución acordaron que estepueblo se restituyera a la protección e depen-dencia de su Capital [...]

El 9 de septiembre nombró nuevos funcionarios:José Ignacio de Echagüe como Ministro de Gobier-no, Lucas de Echagüe (yerno de Francisco Antoniode Vera Mujica) como Vista de Aduana, Javier deEchagüe como Comandante del Resguardo. El vo-cal Maciel expresó que la Junta debía disolverse por-que ya había cumplido su mandato, pero esta peti-ción no fue aceptada argumentándose el mandatodel «pueblo». La Junta reemplazó en el cargo de al-

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ella, la unión y mejor organización de su Estado Ge-neral y las Constituciones que los deben regir en sulibertad e independencia natural, que proclamamos.Y todo cuanto conduzca al bien prosperidad generaly común de los Pueblos Unidos y del particular decada uno...

Juan Francisco SeguíNació en Santa Fe, donde aprendió las primerasletras. A finales del siglo XVIII, sus padres loenviaron a Charcas, donde prosiguió sus estu-dios en Derecho. Allí hizo también sus prime-ras armas revolucionarias participando en el al-zamiento chuquisaqueño contra las autoridadesespañolas en 1809. Sofocada la revolución delNorte volvió a Santa Fe, donde encontró el re-chazo de su padre por haber estado en contrade la causa española. Por esta razón se instalóen Buenos Aires, donde completó sus estudiosy se graduó en Leyes en la Real Audiencia de laCapital Virreinal. Participó de las jornadas re-volucionarias y del histórico Cabildo Abiertodel 22 de mayo de 1810. Fue activo partícipe afavor de la autonomía de la Provincia de SantaFe y apoyó al primer gobernador, Don Francis-co Antonio Candioti. Bajo la tenencia de go-bierno de Juan Francisco de Tarragona fue de-signado ante el Congreso de Tucumán. El in-cumplimiento por parte del Directorio y poste-riormente del Congreso de los tratados de ma-yo de 1816 hizo que no participara en las deli-beraciones de esa asamblea. Colaboró tambiéncon Estanislao López, pero descontento con lafirma del convenio o armisticio de San Loren-

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A fines de 1815 la Junta envió una solemne decla-ración que expresaba la posición de este grupo res-pecto del curso que debía seguir la política revolu-cionaria: posicionó a Candioti y Larrechea como tí-teres de Artigas y se erigió en bastión de la lucha pa-ra sofocar al coloso que a pasos agigantados introdu-cía una anarquía revolucionaria. Analizando lascausas de su llegada al poder, la Junta se permitía re-comendar al Director Supremo que no se confiara ala ignorancia de la Plebe y del Populacho, seducido yconducido con amenaza a los Cuarteles, adonde ha-bían sido arrastrados hasta los asalariados y milita-res de actual servicio.

La denuncia sobre la presencia de Blandenguesen la elección de gobernador después de la muertede Candioti, introdujo un nuevo sujeto en el juegopolítico, cuyo peso fue determinante en la elecciónde Mariano Vera como gobernador en 1816 y deci-sivo en el ascenso de Estanislao López. Con él, seenclavó además un elemento faccioso en las eleccio-nes de electores por cuarteles.

El 25 de octubre de 1815 se convocó nuevamentea elecciones para escoger diputado: esta vez, al Con-greso de Tucumán. Resultó electo el cura y vicario delpartido de Baradero, el Doctor Pedro José Crespo,quien renunció. Se eligió entonces a Juan FranciscoSeguí, natural de Santa Fe y vecino de Buenos Aires.

El 18 de diciembre de 1815, la ciudad le dio unpoder para que la represente ante el Congreso de Tu-cumán, poniendo en ejercicio todos los derechos quecompeten a éste como miembro integral de la mismasoberanía; a fin de que proponga, promueva, discutay sancione de acuerdo con los demás miembros de

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lo pasearan por la plaza engrillado, acción por lacual el Director Supremo envió una carta recrimi-nando su conducta. La disminución de la tropa es-tacionada, que se trasladó hacia escenarios más con-flictivos, bajó la presión. La ocupación duró seismeses.

El alzamiento contra Viamonte lo comenzaronlas tropas de frontera que el jefe porteño acababa dereorganizar: su líder fue el alférez Estanislao López,que había comenzado su carrera militar en la fron-tera ya antes de 1810, bajo la discreta protección delfuncionario regio del cual era hijo. Pero la tropa dela frontera, si bien dominaba sin dificultades la cam-paña, no era capaz de disputar el control de la ciu-dad a la guarnición porteña; la derrota de Viamontefue posible gracias a auxilios llegados desde más allá

136 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

zo, celebrado con el general Viamonte, se com-plotó contra el nuevo Gobernador en una frus-trada revolución que tuvo su origen en mayo de1819. También participó de una conjura que in-tentó matar al Brigadier López en una funciónde títeres que habría de llevarse a cabo en casade doña María Leonor Aldao. López no sancio-nó a los conjurados, sino que solicitó su cola-boración. Por este motivo, Seguí continuó par-ticipando en el gobierno de López. Hay quie-nes le adjudican la paternidad del Estatuto de1819. Participó de la redacción y firma de lostratados de Benegas y el Cuadrilátero, y en laConvención de Santa Fe de 1828. Estaba casa-do con Bonifacia Lassaga en segundas nupcias(antes había estado casado con María Concep-ción Anzorregui y Alambri), tuvo 8 hijos y fa-lleció en 1834, siendo enterrado en Santo Do-mingo.

Adaptado de José Rafael López Rosas, El pronunciamiento…

Los desmanes cometidos por la tropas, entre loscuales se incluyen desde la imposición de contribu-ciones forzosas hasta ofensas a las mujeres de la ciu-dad, crearon un clima de descontento entre el con-junto de la población. Así por ejemplo, en oportu-nidad de estar formada en la plaza una compañía dedragones de las tropas de Buenos Aires con destinoal Alto Perú, José Elías Galisteo dijo (según Irion-do): «¡Infelices! ¡Cuantos de estos perecerán!». Via-monte se enteró, lo hizo apresar y luego mandó que

Juan Francisco Seguí

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del Paraná: convocados por los jefes urbanos del al-zamiento, vencieron a Viamonte y tomaron la ciu-dad tras días de lucha y saqueo... A partir de esta si-tuación se imponía una política de equilibrio entrelas pretensiones porteñas y las artiguistas.

El clima de conflicto faccioso se agregaba enton-ces a las cuestiones propias de la guerra. La situaciónalcanzó cierta resolución con el gobierno de Maria-no Vera en 1816, cuyo ascenso se concretó con elapoyo de las tropas de Blandengues.

Sin embargo, tampoco esta solución, que piloteódentro de los límites de una política de equilibrioentre las pretensiones porteñas y las artiguistas, lo-gró la tan esperada paz.

La situación entrerriana

«La lealtad insegura de Mariano Vera, goberna-dor artiguista de Santa Fe, es solicitada median-te la ubicación de su hermano José Ignacio en elgobierno de Entre Ríos. Sin duda los Vera –ypor detrás de ellos Santa Fe– tienen vínculos es-trechos con esa mitad de Entre Ríos que es laBanda del Paraná, donde las mayores estanciasson propiedad de santafesinos y de donde llega,año tras año, una parte importante del abastode carne para la ciudad de Santa Fe. Es precisa-mente esa relación íntima, pero no necesaria-mente desprovista de tensiones la que precipitael conflicto. Mientras Santa Fe se mantuvo en laobediencia de Buenos Aires, Hereñú –el jefe ar-tiguista que domina en La Bajada y que, graciasa sus victorias sobre el barón Holmberg, aristo-crático ex oficial austríaco que fue desdichado

Estanislao Lópezóleo de Juan Ancio

Tomado de Ramon LassagaHistoria de López, Fundación Banco Bica, 1988

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141Adiós a la monarquía…

Para saber más

HALPERIN DONGHI, Tulio Revolución y Guerra, SXXI,Buenos Aires, 1972.PODER LEGISLATIVO DE LA PROVINCIA DE SANTA FEHistoria de las Instituciones de la Provincia de SantaFe, Santa Fe, 1969.LÓPEZ ROSAS, José Rafael El pronunciamiento federalde Santa Fe, Departamento de Ciencias Jurídicas y So-ciales, Universidad del Litoral, Santa Fe, 1968.

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campeón del gobierno central en las ariscas tie-rras entrerrianas, hace figura de primus interpares entre los caudillos artigueños– se ha es-merado en saquear propiedades santafesinas ensu territorio. Todo eso, junto con la hegemoníapolítica de Hereñú en la Bajada, debe terminarcon la gobernación de Vera; Hereñú se resignamal a su caída: se refugia en Buenos Aires y vol-verá a la provincia al frente de tropas que ha ar-mado el ejército central. Ni aún la intervenciónmás directa de éste basta para salvar la empresa.Hereñú ha contado, sin duda, con el apoyo deotros jefes comarcales que han visto también,sin aprobación el ascenso de Vera: Samaniego–Jefe de Gualeguaychú– y Correa –de Guale-guay– lo acompañan; los tres serán vencidospor Francisco Ramírez, el centro de cuyo poderse encuentra en Concepción del Uruguay, y cu-ya acción retiene a Entre Ríos en la Unión delos Pueblos Libres. El desenlace pone a Ramí-rez en la gobernación de la provincia...»

Tulio Halperin Donghi, 1972

Hacia 1818 los signos de un nuevo avance deBuenos Aires exigieron una dirección menos vaci-lante. Fue así que, en julio, una revolución comen-zada en el cabildo triunfó gracias al apoyo de tropasde frontera, haciendo gobernador a Estanislao Ló-pez. Tampoco esta instancia significó paz para la de-sangrada Santa Fe, que no dejó de recibir el fuegodel ejército directorial hasta 1820.

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Capítulo 6

El Estatuto y el Brigadier

Los años 1818 y 1819 fueron extremadamente com-plejos. López acordó treguas con varios caciques in-dígenas, se acercó a Artigas y se posicionó con fir-meza frente al Directorio. Santa Fe sufrió las inva-siones directoriales al mando de Viamonte y Balcar-ce. La retirada de los ejércitos de Balcarce produjonuevos destrozos en la campaña santafesina.

En palabras de Balcarce

Iba a tomar del Carrizal, como 4000 cabezas deganado y todo lo demás que hallare. Así dejabaa Santa Fe en la última necesidad, y sin más re-cursos para sostenerse, y con lo adquirido, pro-porcionaría al ejército de Buenos Aires subsis-tencia por un año, y las caballadas necesariaspara una nueva invasión.

En enero de 1819, y antes de retirarse a San Ni-colás, Balcarce incendió Rosario. A fines de febrerode ese año, se estacionó en el sur del Carcarañal unnuevo ejército sitiador al mando del general Via-monte. Después de una nueva etapa de combates ysaqueos, el 12 de abril se firmó el armisticio de SanLorenzo, en el convento de San Carlos con la pre-

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145144 Adiós a la monarquía…NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

sencia del general Belgrano quien en estas circuns-tancias, escribió:

Todo es disolución y miseria: las casas se hallanabandonadas, las familias fugitivas o arrastra-das, los campos desiertos de ganados y caballos,todo en fin invadido de hombres que se han des-tinado en las más terribles de las guerras quepueden presentarse, pues para ello todos sonenemigos, con tal que tengan o no sean de supartido. Para esta guerra, ni todo el ejército dejerjes es suficiente. El ejército que mando nopuede acabarla, es un imposible; podrá contenerde algún modo; pero ponerla fin, no lo alcanzosino por un avenimiento. No bien habíamos co-rrido a los que se nos presentaron y pasamos elDesmochado, que ya volvieron a situarse anuestra retaguardia y por los costados. Sonhombres que no presentan acción, ni tienen pa-ra qué. Los campos son inmensos y su movilidadfacilísima, lo que nosotros no podemos conse-guir, marchando con infantería con tal. Por otraparte ¿de dónde sacamos caballos, para correrpor todas partes y con efectos? ¿De dónde loshombres constantes para la multitud de trabajosconsiguientes, y sin alicientes como tienen ellos?Hay mucha equivocación en los conceptos: noexiste tal facilidad de concluir esta guerra; si losautores de ella no quieren concluirla, no se aca-bará jamás: se irán a los bosques, de allí volve-rán a salir, y tendremos que estar perpetuamen-te en esto, viendo convertirse el país en purossalvajes.

Cacique indio Grabado de 1820

Bonifacio del Carril, Monumenta Iconographicae

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147146 Adiós a la monarquía…NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Una vez firmado, el armisticio fue enviado al Ca-bildo para su aprobación. El 8 de mayo se reunieronelectores de los 4 cuarteles de la ciudad de Santa Fe.José Amenábar expresó su conformidad, Juan Fran-cisco Seguí no pudo votar por estar con sus dere-chos de ciudadano suspendidos, Pedro Aldao seabstuvo y Luis Aldao (de quien se sospechaba queconspiraba contra López con el propósito de favo-recer a Artigas) votó en contra por no haberse nom-brado a Artigas jefe. La firma de este armisticio sig-nificó el alejamiento definitivo entre López y Arti-gas. El caudillo santafesino comenzaba a delinear suliderazgo de una manera más personal.

Tras el armisticio de San Lorenzo en 1819, Lópezdecidió legitimar su condición e institucionalizar elstatus provincial. En un oficio remitido al Cabildoel 18 de junio escribió:

El cielo que sostiene nuestra causa corona nues-tros triunfos concediéndonos este día feliz [...]los escollos que se nos presentaban se han des-truido con gloria. La provincia es libre, y el pri-mer acto de esta prerrogativa debe sellarse conel nombramiento de la suprema autoridad. Lafelicidad común se afianza doblemente ejercien-do el poder un Magistrado formado de este mo-do; las pasiones se comprimen al aspecto de ungobierno elevado por el de justicia y los aspira-dores ven perecer la intriga, cuyas fatalidadesaún sentimos por el vestigio que han dejado suscrímenes [...] Los enemigos se hallan en su mar-cha retrógrada, mas, no hemos fijado bases deconcordia y podemos de nuevo ser provocados.En tan altos motivos pesen V. S. S. mi decoro; el

Matar GanadoGrabado de D’Orbigny (1827)

Bonifacio del Carril, Monumenta Iconographicae

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149Adiós a la monarquía…

Los conceptos vertidos por López en la ocasiónresultan de gran interés: «afirmaba al hombre en elgoce pleno de su libertad y al magistrado en su de-ber sin aproximación al despotismo». Según López,el gobernante debía ser «un Argos que corra con unaojeada la provincia, sofoque el mal con la velocidaddel rayo, reprima al díscolo, destruya la intriga y to-do lo haga por vuestra libertad con energía...». Elgobernador hablaba con palabras que tenían nuevasconnotaciones en el vocabulario político: «hom-bre», «libertad», «despotismo».

Argos es un personaje de la mitología griega aquien se representa con mil ojos. Se utiliza co-mo metáfora para referirse a una persona muyvigilante. Príncipe argivo que tenía 100 ojos delos que siempre estaban abiertos 80, y al cualencargó Juno el cuidado de la ciudad de Ío,transformada en vaca. Mercurio lo adormeciócon su flauta; Juno sembró luego sus ojos en lacola del Pavo real. También tuvo por nombreArgos la nave que transportó a los argonautas yel perro de Ulises, el único que lo reconoció alvolver a Itaca.

¿Quiénes elaboraron esta nueva lógica?La redacción del Estatuto se atribuye indistinta-mente a Juan Francisco Seguí, a José Amenábar o aAgustín Urtubey. Ponía su énfasis en la tierra, y seha dicho que fue un reglamento acorde a una comu-nidad naciente, rural y militar. Daba forma a un go-bierno provincial autónomo precediendo a la orga-nización interprovincial. Erigía a la provincia como

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me estimula a deponer en manos de mi Puebloun derecho que sólo obtuve por su bien. Mis de-seos por su felicidad no hallaron término a suanhelo, y aunque a mi pesar haya estado sujetami administración al extravío, yo lo estoy a laley de los mortales.

El estatuto de 1819El 8 de julio, después del derrocamiento de Vera, sereunió la Asamblea de Comisarios o Junta Electoraly proclamó gobernador a López por uniformidadde votos. Este encargó a la Junta la redacción de unestatuto para la Provincia, que definiera las institu-ciones de gobierno, su rol y las funciones del gober-nador.

Se desconoce cuál fue el proyecto presentado, pe-ro sabemos que López lo rechazó y disolvió elCuerpo. Las probables causas del rechazo podríanser el carácter demasiado «moderno» del texto, yaque limitaba la autoridad del gobernador.

El Brigadier argumentó que «la voz de la Patria lehabía detenido» ya que se creaban una multitud deautoridades que fomentarían los partidos o faccio-nes y reducía el gobierno a una insignificante auto-ridad. Sugestivamente, el Gobernador presentó unnuevo proyecto al Cabildo, que fue aprobado el 26de agosto de 1819 diciendo que «siendo su objeto elpúblico beneficio es sin duda de nuestra aceptacióny de nuestra obligación darle debido cumplimien-to». El documento finalmente aceptado, que entróen vigencia en ese momento, es el denominado Es-tatuto Provisorio, considerado como la primerConstitución provincial.

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151Adiós a la monarquía…

de la provincia vapuleada por las guerras civilesy por los malones aborígenes. La elección delgobernador fue encomendada a la Cámara deRepresentantes forma que persistió hasta laConstitución de 1863.»

Historia de las Instituciones, 1969

Según la opinión de Sonia Tedeschi «En el Estatuto quedaron establecidos los requi-

sitos y las formas de elección de los miembros de lasdistintas instituciones. Algunos de estos aspectos, sefueron modificando y/o precisando paulatinamente.En efecto, Estanislao López fue diseñando, segúnlas circunstancias, el marco legal para el desarrollode los procesos electorales que se cumplieron casiregularmente por lo menos en este primer tramo dela vida política provincial. Es necesario recordaraquí que en Santa Fe no existió una ley de Eleccio-nes sino hasta 1856.»

Esto se vincula tanto con problemas estructuralesde esta sociedad –es decir, con que no era una socie-dad moderna– como con la particular forma de ma-nejo del poder político que se había configurado entorno a la Cámara de Representantes y su relacióncon el gobernador.

Si bien el Reglamento fue el único referente nor-mativo institucional hasta 1841, cuando se dictó unaConstitución, casi desde el mismo momento de supromulgación comenzó a construirse un nuevo cor-pus originado en la práctica política y en el posicio-namiento de un nuevo grupo de poder que instru-mentaba los mecanismos para resguardar sus con-quistas, y que en última instancia reemplazaba almismo Reglamento en su fuerza ejecutiva.

150 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

el puntapié organizativo para aspirar a una futuraorganización interprovincial de carácter federal. Eneste tipo de estatuto se basaba, claramente, la posi-bilidad de las futuras alianzas entre provincias queadoptaron las formas del pacto.

En su momento, fue criticado por Ramón Lassa-ga (decía que era un estatuto imperfecto) y Carlos A.Aldao (quien afirmo que era el reglamento del des-potismo). En el mismo había «separación de pode-res» y se invocaba la voluntad del pueblo comofuente del poder soberano. Sin embargo, la Juntaconstruyó su propio espacio de poder más allá de laletra del estatuto y del poder de López, lo cual de-muestra que las cosas cambiaban lentamente en San-ta Fe por aquellos años.

Según este reglamento, el gobierno sería ejercidopor aquel ciudadano que fuera elevado al mandopor el voto de la provincia. Este gobernador se ele-giría por una votación popular que debía realizarsereuniendo a los ciudadanos. En las cabeceras de losdepartamentos (Capital, Rosario, Coronda y Rin-cón), la misma estaría organizada y supervisada porsus comandantes y en la ciudad de Santa Fe, se rea-lizaría en sus cuarteles bajo la presidencia de unmiembro del Cabildo o del alcalde de barrio.

A la hora de los resultados, las autoridades de-bían firmar un acta de la elección y nombrar comi-sarios, que eran finalmente los encargados del escru-tinio. En caso de votaciones equilibradas, se debíarecurrir al sorteo.

«A pesar de esta elección popular consagradapor el Estatuto, se prescindió de la misma porrazones políticas y en especial por la situación

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153Adiós a la monarquía…

Un año después de su ascenso, López explicó:Llamado por la Salud Pública, me hice cargo de

un mando que no se fió a mis manos por la voz ex-presa del Soberano Pueblo. Las circunstancias pare-cían legitimar un ejercicio que en otras debía llamar-se usurpación.

Se erigía en un árbitro, en un señor de la paz in-terna. Asumió el mando de la provincia alegando lacorrupción, arbitrariedad y violencia en la Adminis-tración de Justicia [...] el estado de calamidad, mise-ria y desesperación a que se había reducido a la po-blación [...] las reiteradas invasiones [...] López emi-tió un bando ordenando que todos los particularesentregaran sus armas antes de 24 horas y prohibien-do la salida de la ciudad a todos los convecinos du-rante 15 días. Decidió que el Cabildo continuaracon sus atribuciones como las demás oficinas; que seabran las tiendas, almacenes y pulperías, pues el Es-tado garante los perjuicios que sufran. Que se pre-senten en el término de tres días todos lo que ocupa-ron la Aduana la noche que creyéronse atacados, de-biendo presentarse todos; y declara que sólo busca launión y prosperidad. Ordena pena al que insultase aotro por las pasadas divisiones; señalando que todosson hermanos y amigos, llamando a la aspiración co-mún para que la patria tenga unión...

El armisticio no concluyó el conflicto, que se vioagudizado por las aspiraciones de Ramírez y Carre-ra, así como por la sanción de la Constitución de1819. El 5 de enero de 1820 se produjo la subleva-ción del Ejército auxiliar del Perú en la posta deArequito.

Al mismo tiempo se desató la guerra entre el Di-rectorio y las provincias litorales. La guerra tuvo di-

152 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

En el Estatuto, el gobernador reservaba para sícapacidades ejecutivas, legislativas y judiciales. Se lodotaba de poderes suficientes y necesarios para con-certar la paz con otros jefes, dictar leyes, sentenciar,revocar y confirmar en apelación causas civiles ycriminales y se le brindaba un amplio margen decontrol sobre los recursos comunes. La nueva Juntade Comisarios era la antigua Junta Electoral amplia-da en número y dotada de la capacidad de decidiracciones de guerra conjuntamente con el goberna-dor. Su carácter era permanente y sus integranteseran elegidos por los ciudadanos. A pesar de que nose clausuró el Cabildo, es obvio que sus funcionesiban siendo transferidas a estas nuevas instituciones,y que sus capacidades se vieron menguadas.

Juan Álvarez, en su Historia de Rosario, dio unjuicio lacónico sobre el Estatuto y sobre López:«Allí, el único verdaderamente autónomo era elgobernador: los simples ciudadanos, limitabansus derechos políticos a congregarse de tiempoen tiempo para elegir a quien el comandantemilitar dijera. Pese a las magníficas declaracio-nes del Estatuto de 1819, no hubo más liberta-des ni garantías individuales que las toleradasespontáneamente por Estanislao López, quienno toleraba muchas, ni siquiera a sus partida-rios; con lo cual, Su Excelencia, reelecto con to-da puntualidad de dos en dos años, se mantuvoen el cargo durante diez períodos seguidos, has-ta fallecer de tuberculosis el 15 de junio de 1838a las cuatro y media de la tarde.»

Juan Álvarez, Historia de Rosario

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155Adiós a la monarquía…

se hicieron esperar y los conflictos por rendicionesde cuentas, retribuciones o privilegios deliberativoso económicos fueron erosionando la relación entredos cuerpos que, desde la creación de la Junta a co-mienzos de la década, no habían tenido buena sinto-nía.

¿Quién era López?Estanislao López provenía de un hogar humilde. Se-gún la versión «panegirista» del caudillo, era hijo delCapitán de milicias de Caballería Provinciales, JuanManuel Roldán y de María Antonia López. Tuvodos hermanos: Catalina, su melliza (nacidos el 22 denoviembre de 1786), y Juan Pablo.

Era descendiente de Juan Ramírez de Velazco,fundador de La Rioja y gobernador del Tucumán,Río de la Plata y Paraguay. Sin embargo sus raícesfamiliares se hundían sobre todo en la antigua SantaFe, de los primeros vecinos feudatarios: los Ávila deSalazar, los Santuchos y los Cortés de Santuchos. Suabuelo materno, José López, provenía de Paraguay.Como tantos otros, se radicó en Santa Fe a princi-pios del siglo XVIII. Como militar de profesiónparticipó en la expedición de Zabala al Chaco. Notuvo casa propia, por lo cual puede presumirse queviviera con su suegra. Contrajo enlace en 1728 conJuana Fonseca, con quien tuvo 4 hijas: Antonia, Ma-ría (madre de Estanislao López), Margarita y Teo-dora. Por parte de padre, el abuelo de Estanislao fueJuan Basilio Roldán, nacido en Granada, España.Hizo su declaración de soltería ante el cura de la Ca-pilla del Rosario. En Santa Fe ocupó el cargo de Al-calde de la Hermandad. Pasaba parte de su tiempo

154 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

versos escenarios. Uno de ellos fue la boca del Co-lastiné, donde llegó una escuadrilla de las fuerzas di-rectoriales contra la cual Artigas envió al inglésCampbell desde Goya con cinco faluchos armadosy con indios guaycurúes, derrotándola. Por su par-te, Rondeau avanzó desde Luján hasta la Cañada deCepeda, en inmediaciones del Arroyo del Medio.Las fuerzas en contra de Buenos Aires se compo-nían de 600 santafesinos al mando de López, 800 en-trerrianos al mando de Ramírez, y el contingente dela división de indios guaycurúes y correntinos deCampbell, de 400 o más hombres. Finalmente lastropas se enfrentaron el 1º de febrero de 1820 en laCañada de Cepeda, con la derrota y desbande de lasfuerza directoriales. En Buenos Aires se armó unejército al mando de Soler que se estableció en elcuartel general, en el Puente de Márquez. El 23 defebrero se firmó el tratado del Pilar.

Las reformas de López y el Cabildo a finales de 1820Cuando López introdujo las reformas en la elecciónde los capitulares en diciembre de 1820, en realidadpropició un reparto de funciones entre éste y la Jun-ta. Afinó las funciones de los regidores, nombró al-caldes de hermandad para los pagos y dejó al Cabil-do la elección de los cuatro alcaldes de barrio y sustenientes. Al cabo de la aprobación de las mismas, laJunta de Representantes estaba a cargo de lo políti-co, y en el cabildo regidores y alcaldes de la herman-dad se ocupaban de diferentes razones, entre lascuales la más destacada era la administración de lajusticia. Las desavenencias entre Junta y Cabildo no

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en la campaña, especialmente en su estancia «Rin-cón de Ávila» heredada por su esposa, al norte de laciudad, sobre el Río Salado.

Estanislao se casó con María Josefa del Pilar Ro-dríguez del Fresno, descendiente de un linaje prove-niente de La Coruña, reino de Galicia. Su padre,Manuel Rodríguez y Sarmiento, llegó a Santa Fe en1790. Era cirujano de los Reales Ejércitos. Previoexamen, revalidó su título ante el Tribunal del Pro-tomedicato. Fue propulsor de la lucha antileprosa,introdujo la vacuna en Santa Fe, y fue el iniciador demedidas sanitarias. Se había casado en Galicia conFrancisca del Fresno.

Manuel Cervera lo retrató de otra manera: «[...] un hombre nacido en humilde cuna, tal esasí que su bautizo creemos, es el que aparece co-mo expósito, el 1º de diciembre de 1786. Sinvinculación con las familias dirigentes de la ciu-dad, creció sólo sin más educación que las pri-meras letras, pero con una inteligencia precoz;desconfiado y atento a los menores detalles, vi-vo y suspicaz, distinguió la maldad o la bondadde las cosas en el estudio de sí mismo y de su es-tado, y en el de las personas que le rodeaban...»

Estanislao estudió las primeras letras en la escue-la de San Francisco. A los 14 años comenzó la carre-ra militar en el Cuerpo de Milicias de la fronteranorte junto a su padre, en el fuerte del Socorro. Sir-vió en la reconquista de Buenos Aires en 1806. Des-pués de 1810 formó parte de la expedición al Para-guay comandada por Manuel Belgrano. Fue hecho

Estanislao LópezTomado de Leoncio Gianello, Estampas del Brigadier, Colmegna, 1977

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159Adiós a la monarquía…

Para saber más

GONZÁLEZ DE WELSCHEN, Graciela El Linaje del Pa-triarca, Junta Provincial de Estudios Históricos, SantaFe, 1986.TEDESCHI, Sonia Política e Instituciones en el Río de laPlata. El caso de Santa Fe entre 1819 y 1838, Tesis deMaestría, Universidad Internacional de Andalucía, SedeIberoamericana Santa María de La Rábida, 2003.GOLDMAN, Noemí y SALVATORE, Ricardo Caudillismosrioplatenses. Nuevas miradas a un viejo problema, Eu-deba, Buenos Aires, 1998.LÓPEZ ROSAS, Rafael De la discordia y la melancolía(crónica santafesina), Fondo Editorial de la Provincia deSanta Fe, número 13, 1986.

158 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

prisionero, y escapó saltando de la fragata «Flora»,alcanzando a nado la costa uruguaya. Estanislao secasó por poder (lo representaba Vicente de Mendo-za) el 17 de noviembre de 1819 con María Josefa delPilar, en casa de José Freyre y Andrade y de Manue-la Rodríguez del Fresno que actuaron como padri-nos. Los casó el Dr. José de Amenábar. Del matri-monio nacieron 7 hijos: Mercedes Leónida Modes-ta, María Inés del Carmen, Prudencio Estanislao delCarmen, Margarita del Carmen, Fortunato Estanis-lao del Corazón de Jesús, Pedro Telmo del Corazónde Jesús, Martín María del Corazón de Jesús. Falle-ció el 15 de junio de 1838 de muerte natural, y al díasiguiente se le dio entierro con los honores de go-bernador. Fue sepultado con el hábito de San Fran-cisco pues pertenecía a esa orden terciaria. La lápidade mármol que cubre su tumba en la iglesia de SanFrancisco, fue enviada por Rosas. El día de su muer-te dictó su testamento. Entregó algunos bienes a suhermana Catalina, sobrinas y cuñado. Nombró susherederos universales a su esposa e hijos.

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ANEXO 1

Capitulares y miembros de la Junta durante el período

Capitulares 1811-1815Ignacio Pantaleón Crespo Simón Andrés de AvechuchoJosé Antonio de EchagüePedro Lassaga Francisco Javier de Echagüe Manuel Antonio ZavalaJuan Manuel Troncoso Luis Aldao Isidro Cabal Cosme Maciel Calixto Vera José Gregorio de EchagüeJosé Ignacio TorresMariano EzpeletaFrancisco AlzugarayJosé Teodoro de LarramendiJuan Manuel SotoJuan Marzelino MacielPacual Diez de AndinoManuel Antonio MachadoJosé Ignacio de EchagüePedro Tomás LarrecheaGabriel de Lassaga

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ANEXO 2

Instrucciones de Artigas (1813)

Artículo 1°Primeramente pedirá la declaración de la indepen-

dencia absoluta de estas Colonias, que ellas esténabsueltas de toda obligación de fidelidad a la Coro-na de España y familia de los Borbones y que todaconexión política entre ellas y el Estado de la Espa-ña es y debe ser totalmente disuelta.

Artículo 2°No admitirá otro sistema que el de confederación

para el pacto recíproco con las provincias que for-man nuestro Estado.

Artículo 3°Promoverá la libertad civil y religiosa en toda su ex-tensión imaginable.

Artículo 4°Como el objeto y fin del Gobierno debe ser conser-var la igualdad, libertad y seguridad de los Ciudada-nos y los Pueblos, cada provincia formará su go-bierno bajo esas bases, a más del Gobierno Supremode la Nación.

162 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Antonio CrespoRudecindo AriasRamón CabalJuan Antonio BasaldúaSinforoso González BayoFrancisco Antonio QuintanaFrancisco Antonio AldaoVicente Roldán

Cabildo Modificado por la Junta Simón de AvechucoJosé Gregorio de EchagüeJuan Manuel SotoRomano BravoJosé Ignacio TorresRudecindo AriasJuan Ignacio BasaldúaJosé Ignacio EchagüeLucas EchagüeFrancisco Javier EchagüeRamón Antonio OrozcoJuan José AndinoBenito Pujato

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165Adiós a la monarquía…

Artículo 11°Que esta Provincia retiene su soberanía, libertad e

independencia, todo poder, jurisdicción y derechoque no es delegado expresamente por la confedera-ción a las Provincias Unidas juntas en Congreso.

Artículo 12°Que el puerto de Maldonado sea libre para todos

los buques que concurran a la introducción de efec-tos y exportación de frutos poniéndose la corres-pondiente Aduana en aquel Pueblo; pidiendo alefecto se oficie al Comandante de las Fuerzas de suMajestad Británica, sobre la apertura de aquél Puer-to para que proteja la navegación o comercio de suNación.

Artículo 13°Que el Puerto de la Colonia sea igualmente habili-

tado en los términos prescriptos en el artículo ante-rior.

Artículo 14°Que ninguna tasa o derecho se imponga sobre artí-

culos exportados de una provincia a otra; ni queninguna preferencia se de por cualquiera regulaciónde Comercio o renta a los Puertos de una Provinciasobre las de otras ni los Barcos destinados de estaProvincia a otra serán obligados a entrar a anclar opagar Derechos en otra.

Artículo 15°No permita se haga ley para esta Provincia sobre

bienes de Extranjeros que mueren intestados, sobremulta y confiscaciones que se aplicaban antes al

164 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Artículo 5°Así éste como aquel se dividirán en poder legislati-

vo, ejecutivo y judicial.

Artículo 6°Estos tres resortes jamás podrán estar unidos entre

sí, y serán independientes en sus facultades.

Artículo 7°El Gobierno Supremo entenderá solamente en los

negocios generales del Estado. El resto es peculiar alGobierno de cada Provincia.

Artículo 8°El territorio que ocupan estos Pueblos desde la cos-ta oriental del Uruguay hasta la fortaleza de SantaTeresa forman una sola Provincia, denominante laProvincia Oriental.

Artículo 9°Que los siete Pueblos de Misiones, los de Batovía,

Santa Tecla, San Rafael y Tacuarembó que hoy ocu-pan injustamente los Portugueses y a su tiempo de-ben reclamarse serán en todo tiempo territorio deesta Provincia.

Artículo 10°Que esta Provincia por la presente entra separada-

mente en una firme liga de amistad con cada una delas otras para su mutua y general felicidad, obligán-dose asistir a cada una de las otras contra toda vio-lencia, o ataques hechos sobre ella o sobre alguna deellas por motivo de religión, soberanía, tráfico o al-gún otro pretexto cualquiera que sea.

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167Adiós a la monarquía…

de ellas sofocar los principios proclamados. Y asi-mismo prestará toda su atención, honor, fidelidad yreligiosidad a todo cuanto crea o juzgue necesariopara preservar a esta Provincia las ventajas de la Li-bertad y mantener un Gobierno libre, de piedad,justicia, moderación e industria. Para todo lo cual,etc.

Delante de Montevideo, 13 de abril de 1813José Gervasio Artigas

166 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

Rey; y sobre territorios de éste mientras ella no for-ma su reglamento y determine a que fondos debenaplicarse como única al Derecho de hacerlo en loeconómico de su jurisdicción.

Artículo 16°Que esta Provincia tendrá su Constitución territo-

rial; y que ella tiene el derecho de sancionar la gene-ral de las Provincias Unidas, que forma la AsambleaConstituyente.

Artículo 17°Que esta Provincia tiene derecho para levantar los

Regimientos que necesite, nombrar los oficiales deCompañía, reglar la Milicia de ella para seguridad desu libertad por lo que no podrá violarse el derechode los Pueblos para guardar y tener armas.

Artículo 18°El Despotismo militar será precisamente aniquila-

do con trabas constitucionales que aseguren inviola-ble la Soberanía de los Pueblos.

Artículo 19°Que precisa e indispensable sea fuera de Buenos

Aires, donde reside el sitio del Gobierno de las Pro-vincias Unidas.

Artículo 20°La Constitución garantiza a las Provincias Unidasuna forma de gobierno republicana; y que asegure acada una de ellas de las violencias domésticas, usur-pación de sus Derechos, libertad y seguridad de susoberanía que con la fuerza armada intente alguna

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ANEXO 3

Manifiesto que hace a sus paisanos el Gobernador López al dar el Reglamento provisorio para la dirección generalSanta Fe, 26 de agosto de 1819

«Ciudadanos: Un año hace que la anarquía se dejóver en nuestro suelo. La razón, la experiencia y lanoticia de las Naciones que incidieron en tamañadesgracia, nos hicieron temer nuestra dislocaciónperpetua. En aquellos momentos no teníais amigos:marchaban las huestes enemigas a destruirnos, yvuestros aliados fluctuaban sobre vuestra constancia.

«La presencia de un cuadro tan funesto me sobre-cogía, y en el despecho a que me redujo la idea de verperdida nuestra patria, acepté el medio de presentar-me a vuestra dirección. Diferisteis al cumplimientode mis providencias y fue restablecido el orden, ex-purgado el territorio de los tumultuarios, rechazadosnuestros enemigos y afianzados en el suelo que nosdisputaban. No en los ciegos transportes que nosatrae el triunfo, sino en la calma de vuestra reflexiónhabéis decorado mi persona llamándola al gobiernopara que sostenga la inmortalidad de vuestro nom-bre, haga felices vuestros días y prepare esta suerte ocuantos os sucedan.

«Ardua es la empresa, no menores sus escollos.Componéis un pueblo heroico, cuyas virtudes haránmuy soportable al magistrado el peso inherente avuestro desempeño: mas algunos incidentes fatales

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171Adiós a la monarquía…

en el centro mismo de la guerra: ¿Cuál pues no debeser la autoridad del que gobierne? Sus medidas acti-vas y eficaces, sus subalternos idénticos a su mayorconfianza, y el gobernante un argos que corra en unaojeada la provincia, sofoque el mal con la velocidaddel rayo, reprima al díscolo, destruya la intriga y to-do lo haga por vuestra libertad con energía.

«Elevado al gobierno, me habéis encargado vues-tra suerte y nuestra felicidad: ésta es la ley suprema yque me ha ordenado la repulsa de un Estatuto que osenvolvía en males. El Reglamento que os presento losustituye; él afirma al hombre en el goce pleno de sulibertad y al magistrado en su deber, sin aproxima-ción al despotismo. Su observancia será fundamentoincorruptible de vuestra ventura, y nuestra deferen-cia el sello de la prosperidad común.

«Por lo que a mí toca, seré el primero en darle elcumplimiento, sin que sea alterado ninguno de todossus artículos, sin conveniencia declarada y vuestranoticia.

«Veis divididas las provincias en un riguroso ace-falismo.

«En el curso de la Revolución, habéis visto tiranosque han hecho el sacrificio de su Patria a su ambi-ción. Queriendo nosotros evitar los golpes de la ar-bitrariedad, nos hemos reconcentrado a nuestro sue-lo, fijando en él los resortes de nuestra suerte y elsostén de nuestra libertad.

«Mantendremos nuestro estado, y en el falleci-miento de la guerra civil entraremos al todo de esagran Nación que esperan ambos mundos.

«Queremos formar una República en el corto se-no de nuestro territorio: fijar sistema a la posteridady formar el código de nuestra dirección, lo contrario

170 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

obstruían las vías por donde debía fluir vuestra sa-lud. Las he abierto con la energía de la autoridad quehabéis puesto en mis manos, y el satisfaceros en misprimeros pasos, es uno de los motivos que me hacenllamar vuestra atención.

«La experiencia os había enseñado este principioy estimulado a levantar un Estatuto cuya formaciónordenásteis a vuestros comisarios en el año de 1818.Los contrastes de la guerra imposibilitaron vuestrosvotos, mas los manifestáis una vez y allanados lostropiezos que se les oponían, esperaba esa norma deseguridad, de la reciente Junta Electoral. ¡Cuánta erami satisfacción, juzgándome ya sin peligro en la afa-nosa carrera del gobierno! Más cuánto mayor era laconfianza que poseía, ha sido mi asombro a la vistade un Estatuto presentado por la enunciada Junta:juzgad del primero por el amor que os tengo, y deéste por las pruebas que he dado.

«Prescindo por la absoluta negociación a autori-zarlo por los comisarios del Rosario y Rincón. Ob-servad su contrato y veréis el complejo de vuestradesgracia.

«Varios ejemplares han corrido, y en mi despachopodéis ver alguno con toda libertad. En él veréis unacomplicada multitud de autoridades que debían ha-cer el teatro de la discusión. Innovaciones cuyo re-sultado no podía ser otro que el fomento de faccio-nes, erección de partidos, y que dejaseis de ser unafamilia indestructible por la unión con que habéisadquirido tantos triunfos. A nuestro gobierno redu-cido a una insignificante autoridad y sin más eficaciaen la promoción del beneficio que la que es concedi-do al último habitante. Fijad, ciudadanos, la atenciónen el punto que ocupa nuestro país. Vedle colocado

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Fuentes inéditasArchivo General de Indias, Sevilla, España

CharcasArchivo General de la Provincia de Santa Fe, Santa Fe, Ar-

gentinaActas CapitularesColección Diez de AndinoNotas y Otras comunicaciones

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172 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

sería un absurdo en cualquier orden y un temerarioarrojo en nuestras circunstancias. Sin transformacio-nes de peligro, con la unión de que sois el ejemplo, ysubordinación respetuosa a vuestros magistrados,marcharéis a la felicidad.»

Santa Fe, 26 de agosto de 1819Estanislao López

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Escriben en este tomo…

GRISELDA B. TARRAGÓ (San Lorenzo, SantaFe, 1960)Es docente de la Facultad de Humanidades y Artes,de la UNR. Profesora y Licenciada en Historia, haobtenido el Título en Estudios Avanzados corres-pondiente al Tercer Ciclo del Doctorado en la Fa-cultad de Filología y Geografía e Historia, Univer-sidad del País Vasco (España) y se encuentra en estemomento en la etapa final de presentación de su Te-sis doctoral «La gobernación del Río de la Plata du-rante el reinado de Felipe V (1700-1746): tramasvinculares, configuraciones políticas y análisis mi-crosocial.» Desde el año 1987 y hasta la actualidad,forma parte de equipos de investigación en Argenti-na y España, y es autora de numerosas publicacio-nes nacionales e internacionales.

DARÍO G. BARRIERA (Maciel, Santa Fe, 1966)Es Licenciado en Historia por la Universidad Na-cional de Rosario, y Doctor en Historia por la Es-cuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de Pa-rís (EHESS). Cursó estudios posdoctorales en laUNAM, México. Es miembro del Centro de Estu-dios Sociales Regionales (CESOR) y director de la

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Revista Prohistoria. Desarrolla investigaciones so-bre la historia social del poder político y de la admi-nistración de la justicia durante los siglos XVI yXVII. Se desempeñó como Profesor Invitado enUniversidades mexicanas, españolas, francesas y ar-gentinas. Actualmente enseña en la carrera de His-toria de la Facultad de Humanidades y Artes de laUNR y es Investigador de CONICET.

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