Acto Moral.

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EL ACTO MORAL 1. Concepto de Acto Moral Se entiende por acto moral toda aquella acción voluntaria que tiene por móvil algo interno, un principio interior de una deliberación y está dirigida con vistas a un fin que consideramos como “bueno” Todos los actos humanos surgen ciertamente del interior del individuo, de sus instintos, de sus tendencias, de sus inclinaciones y de sus sentimientos, pero solo los actos voluntarios es decir aquellos que se producen libremente, después de una liberación, pueden ser objeto de una apreciación moral. En cambio, los actos instintivos no pertenecen a la categoría de actos morales porque no surgen de la reflexión ni obedecen a una finalidad consciente. Pero si conscientemente nos dejamos llevar por nuestros instintos, ahogando todos los dictados de nuestra razón, estos actos ya pueden ser objeto de una apreciación moral, es decir el juicio que nos merece la acción, no recae solamente sobre el acto aislado sino también de la personalidad total del individuo que ejecuta la acción. 2. Análisis del Acto moral Si analizamos los actos conscientes descubrimos que la voluntad es la fuente de donde brota la moralidad de estos actos, porque como vinos solo los actos voluntarios pueden merecer una apreciación moral. No basta tener sentimientos morales ni basta la capacidad para juzgar y apreciar las acciones. Lo fundamental es querer el “bien”. Un hombre por más que cumpla estrictamente con las obligaciones que le impongan sus superiores, que vea la miseria moral y material que lo rodea , pero que no haga nada para remediarla y siga indiferente su camino no podemos decir que tenga una conducta moral. Cuando decimos querer, nos referimos a todo el proceso volitivo que, como tal, consta de un considerable número de factores psicológicos. Querer en el fondo es buscar los medios para lograr un fin. Solo se quiere lo posible o aquello que nos representamos como posible. Por eso no debe confundirse el querer con el desear. Yo puedo desear ir a la Luna, pero no puedo quererlo, porque para mi es un imposible. Ahora bien, cuando queremos algo, es decir, cuando nos representamos un fin, este fin se nos aparece acompañado de un sentimiento positivo que contiene algo de agrado o de valioso. Pero ocurre que muchas veces se nos presentan diversos fines, igualmente placenteros y valiosos, y debemos elegir entre ellos antes de decidir nuestra acción, Esto quiere decir que en esos casos damos preferencia a ciertos fines más que a otros. En esta elección de fines más que medios, radica la verdadera acción moral. 3. Caracteres de la Acto moral La acción moral se distingue por una actitud permanente y definitiva con respecto a ciertos fines. Cuando siempre, cualesquiera que sean las circunstancias, obramos de acuerdo con el mismo principio dictado por la razón, nuestra conducta adquiere un carácter moral. Por consiguiente, la acción moral no es nada instintivo ni nada impulsivo sino fruto, lo repetimos, de la reflexión que ilumina el camino a seguir. Es indudable que existen seres humanos de una bondad natural y espontánea y que actúan de acuerdo con estas bellas disposiciones. Aunque sus actos son loables desde todo punto de vista, no podemos decir que se trata de una verdadera moralidad. Inversamente existen otros que se dejan llevar por sus tendencias inferiores, por sus impulsos y apetitos groseros, sin reflexionar siquiera sobre su conducta. Podríamos decir que su comportamiento es semejante al de los animales. Se trata aquí de actos amorales y no de actos inmorales, que implican la orientación consciente hacia el mal. En resumen, el verdadero acto moral es fruto de la reflexión, a la que sigue la elección. Cuando se presentan a nuestra voluntad fines directos y hasta opuestos, se produce en nosotros un verdadero conflicto interno. Se diría que nuestra personalidad se divide en

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EL ACTO MORAL1. Concepto de Acto Moral

Se entiende por acto moral toda aquella acción voluntaria que tiene por móvil algo interno, un principio interior de una deliberación y está dirigida con vistas a un fin que consideramos como “bueno”Todos los actos humanos surgen ciertamente del interior del individuo, de sus instintos, de sus tendencias, de sus inclinaciones y de sus sentimientos, pero solo los actos voluntarios es decir aquellos que se producen libremente, después de una liberación, pueden ser objeto de una apreciación moral. En cambio, los actos instintivos no pertenecen a la categoría de actos morales porque no surgen de la reflexión ni obedecen a una finalidad consciente. Pero si conscientemente nos dejamos llevar por nuestros instintos, ahogando todos los dictados de nuestra razón, estos actos ya pueden ser objeto de una apreciación moral, es decir el juicio que nos merece la acción, no recae solamente sobre el acto aislado sino también de la personalidad total del individuo que ejecuta la acción.

2. Análisis del Acto moral Si analizamos los actos conscientes descubrimos que la voluntad es la fuente de donde brota la moralidad de estos actos, porque como vinos solo los actos voluntarios pueden merecer una apreciación moral. No basta tener sentimientos morales ni basta la capacidad para juzgar y apreciar las acciones. Lo fundamental es querer el “bien”. Un hombre por más que cumpla estrictamente con las obligaciones que le impongan sus superiores, que vea la miseria moral y material que lo rodea , pero que no haga nada para remediarla y siga indiferente su camino no podemos decir que tenga una conducta moral.Cuando decimos querer, nos referimos a todo el proceso volitivo que, como tal, consta de un considerable número de factores psicológicos. Querer en el fondo es buscar los medios para lograr un fin. Solo se quiere lo posible o aquello que nos representamos como posible. Por eso no debe confundirse el querer con el desear. Yo puedo desear ir a la Luna, pero no puedo quererlo, porque para mi es un imposible.Ahora bien, cuando queremos algo, es decir, cuando nos representamos un fin, este fin se nos aparece acompañado de un sentimiento positivo que contiene algo de agrado o de valioso. Pero ocurre que muchas veces se nos presentan diversos fines, igualmente placenteros y valiosos, y debemos elegir entre ellos antes de decidir nuestra acción, Esto quiere decir que en esos casos damos preferencia a ciertos fines más que a otros. En esta elección de fines más que medios, radica la verdadera acción moral.

3. Caracteres de la Acto moral La acción moral se distingue por una actitud permanente y definitiva con respecto a ciertos fines. Cuando siempre, cualesquiera que sean las circunstancias, obramos de acuerdo con el mismo principio dictado por la razón, nuestra conducta adquiere un carácter moral. Por consiguiente, la acción moral no es nada instintivo ni nada impulsivo sino fruto, lo repetimos, de la reflexión que ilumina el camino a seguir.Es indudable que existen seres humanos de una bondad natural y espontánea y que actúan de acuerdo con estas bellas disposiciones. Aunque sus actos son loables desde todo punto de vista, no podemos decir que se trata de una verdadera moralidad. Inversamente existen otros que se dejan llevar por sus tendencias inferiores, por sus impulsos y apetitos groseros, sin reflexionar siquiera sobre su conducta. Podríamos decir que su comportamiento es semejante al de los animales. Se trata aquí de actos amorales y no de actos inmorales, que implican la orientación consciente hacia el mal. En resumen, el verdadero acto moral es fruto de la reflexión, a la que sigue la elección. Cuando se presentan a nuestra voluntad fines directos y hasta opuestos, se produce en nosotros un verdadero conflicto interno. Se diría que nuestra personalidad se divide en dos partes por esta lucha de motivos, y que una de ellas, al final, es reconocida por nuestra razón como la parte más noble y elevada. En esta acción consiste la acción moral.

4. La apreciación moral del acto Desde el punto de vista psicológico, todo acto, como vimos, es un verdadero proceso -puesto que intervienen diversos factores- que se desarrolla en el tiempo, es decir, que tiene un comienzo y un fin. Pero una vez desarrollado ese proceso, que es el acto, surge al exterior en forma de un efecto.El problema que se presenta ahora, desde el punto de vista ético es saber a cuál o cuáles de estos múltiplos factores de este proceso total debemos aplicar la apreciación moral. Es indudable que si queremos caracterizar moralmente un acto como “bueno” o como “malo” debemos contemplarlo en su totalidad, es decir, que hemos de tomar en cuenta tanto los móviles internos del individuo como los efectos y resultados exteriores.Hay que hacer notar que no todos los filósofos y moralistas están de acuerdo acerca de este punto. Algunos solo toman en cuenta los factores internos, los “móviles” de los actos humanos para la apreciación moral. Consideran que los efectos externos pueden ser muy diferentes y no responden a nuestra voluntad. Como únicamente los móviles dependen de nuestra voluntad, la apreciación debe recaer solamente sobre los actos internos y subjetivos.Existe, en cambio, otro grupo de filósofos que toman en cuenta los “efectos” de las acciones humanas, es decir, las consecuencias que producen los actos, puesto que son los resultados los que tienen un valor práctico.

5. Moral “Subjetiva” y Moral “Objetiva”

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De esta diferente apreciación resultan dos concepciones opuestas de la valoración moral: la subjetiva, que toma en cuenta únicamente los “móviles”, y la objetiva, que solo toma en consideración el acto mismo, es decir “sus efectos”.Representante máximo de la moral subjetiva, en la ética moderna, es Kant. Para la moral subjetiva el valor ético de una acción ha de buscarse en la personalidad consciente, en la personalidad volitiva, en el “querer”, en la intención para decirlo en una palabra. Es lo que Kant ha llamado “buena voluntad”; mejor dicho: una voluntad buena. “De todas las cosas que podemos concebir en este mundo y hasta, de un modo general, fuera de este mundo – dice Kant -, nada hay que pueda considerarse como buena, sin restricción, salvo una sola y es buena voluntad”.De todo esto resulta que solo aquello que depende de la voluntad, lo que existe en ella y por ella, pertenece a la esfera de lo moral. En consecuencia, ni los bienes exteriores, ni siquiera los dones y los talentos especiales, que no dependen de nuestra voluntad, significan valores morales.Para la moral objetiva, cuyo representante típico es Bentham, el valor ético de una acción reside en su resultado práctico, es decir, en los efectos exteriores que produce. Esto ya lo hemos visto al estudiar las diversas doctrinas utilitarias. Entre estas doctrinas debemos destacar la que toma como principio para la apreciación moral el bien general o universal. De acuerdo con este principio objetivo, una acción, una institución o una forma de vida solo tienen valor si favorecen la vida y la dicha de los seres humanos conscientes.Sin embargo, cuando juzgamos una acción debemos distinguir con toda precisión, como dice Lipps, si se trata de un valor objetivo o subjetivo, puesto que en cada caso el valor moral será diferente. No obstante, si consideramos las acciones humanas, se ve fácilmente que estos dos criterios no se excluyen del todo una acción puede tener un valor moral tanto por sus móviles como por sus efectos.