Actas XI. AIH. Poesía y mística (algunas conclusiones teórico ...

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Miguel A. Garrido-Gallardo. CSIC. Madrid. POESÍA Y MÍSTICA (ALGUNAS CONCLUSIONES TEÓRICO-CRÍTICAS TRAS LAS CELEBRACIONES SANJUANISTAS) El giro pragmático consolidado en teoría de la literatura durante la última década, o sea, la aceptación compartida por la comunidad profesional de que la literatura es fundamentalmente un hecho de comunicación, una institución del lenguaje (en la que participan quienes escriben, quienes leen, quienes interpretan) y no sólo una especial elaboración de la lengua natural, ilumina, en mi opinión, de un modo definitivo el callejón sin salida en que sigue metida la mayor parte de la crítica literaria referida a la poesía mística en particular y a la literatura espiritual en general, a pesar de la montaña de reuniones, congresos y publicaciones de todo tipo producidos en 1991 con motivo del cuarto centenario de la muerte de S. Juan de la Cruz. 1 La cuestión sigue siendo la misma: la poesía mística ¿es "mística"?, ¿es "poesía"?, ¿es primero lo uno y luego lo otro? Un repaso de las posiciones en presencia arroja estas tres posturas: a) La poesía de S. Juan de la Cruz ("poesía" se emplea simultánea- mente en el sentido de "obra de creación" y "texto literario en verso") estaría constituida esencialmente por textos que, por descontado, tienen un alto valor poético, pero cuyo "quid" radica en su condición de "místicos." En esta línea se puede entender la opinión del gran romanista Helmud Hatzfeld: A mi parecer, sus elementos constitutivos no se pueden evaluar ni por medio de la fórmula restrictiva desde esta ladera de Dámaso Alonso —ya que la poesía de S. Juan es el instrumento utilizado para expresar adecuadamente la experiencia mística de la cual es inseparable— ni en términos de la crítica filosófico-psicológica de esa experiencia llevada a cabo por Baruzzi. Según ha observado Joachim Seyppel, el estudioso debe aceptar como auténtico el mensaje contenido en tal poesía, dentro de su unidad de contenido y forma. Seyppel recalca que el crítico literario tiene que descartar tales textos como no valederos para él, o conceder que,

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Miguel A. Garrido-Gallardo.CSIC. Madrid.

POESÍA Y MÍSTICA(ALGUNAS CONCLUSIONES TEÓRICO-CRÍTICAS

TRAS LAS CELEBRACIONES SANJUANISTAS)

El giro pragmático consolidado en teoría de la literatura durante laúltima década, o sea, la aceptación compartida por la comunidadprofesional de que la literatura es fundamentalmente un hecho decomunicación, una institución del lenguaje (en la que participan quienesescriben, quienes leen, quienes interpretan) y no sólo una especialelaboración de la lengua natural, ilumina, en mi opinión, de un mododefinitivo el callejón sin salida en que sigue metida la mayor parte de lacrítica literaria referida a la poesía mística en particular y a la literaturaespiritual en general, a pesar de la montaña de reuniones, congresos ypublicaciones de todo tipo producidos en 1991 con motivo del cuartocentenario de la muerte de S. Juan de la Cruz.1

La cuestión sigue siendo la misma: la poesía mística ¿es "mística"?,¿es "poesía"?, ¿es primero lo uno y luego lo otro? Un repaso de lasposiciones en presencia arroja estas tres posturas:

a) La poesía de S. Juan de la Cruz ("poesía" se emplea simultánea-mente en el sentido de "obra de creación" y "texto literario en verso")estaría constituida esencialmente por textos que, por descontado, tienenun alto valor poético, pero cuyo "quid" radica en su condición de"místicos." En esta línea se puede entender la opinión del gran romanistaHelmud Hatzfeld:

A mi parecer, sus elementos constitutivos no se pueden evaluarni por medio de la fórmula restrictiva desde esta ladera de DámasoAlonso —ya que la poesía de S. Juan es el instrumento utilizadopara expresar adecuadamente la experiencia mística de la cual esinseparable— ni en términos de la crítica filosófico-psicológica deesa experiencia llevada a cabo por Baruzzi. Según ha observadoJoachim Seyppel, el estudioso debe aceptar como auténtico elmensaje contenido en tal poesía, dentro de su unidad decontenido y forma. Seyppel recalca que el crítico literario tiene quedescartar tales textos como no valederos para él, o conceder que,

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en el caso del misticismo, el investigador y el objeto de lainvestigación se encuentran necesariamente en un nivel esenciale ineluctable ... lo que nos interesa es un amor místico reveladocomo tal por los textos mismos. (Hatzfeld 349 y 351).

b) La obra poética de S. Juan respondería a una clave social, tal comola supone el marxismo, o de la psique humana, tal como la entiende elpsicoanálisis. En cuanto a estas interpretaciones, nada se ha de decir, yaque marxismo y psicoanálisis pretenden ofrecer claves para la correctalectura de todo texto, aunque sea en último término, por lo cual nada deexcepcional hay en el tratamiento que dan a la obra de referencia, si bienlos textos de S. Juan son esencialmente aptos para la descodificaciónpsicoanalítica y tercamente duros para revelar conexiones —todo lomediadas que se quieran— de índole social.

c) Estaríamos simplemente ante un poema y sólo después, a tenor dela glosa en prosa, encontraríamos otra resonancia adicional. Es la posturade Jorge Guillen, que merece ser citada también in extenso:

Aquí tenemos tres magníficas expresiones de amor humano enausencia y presencia, en inquietud y plenitud. Los poemas, si selos lee como poemas —y eso es lo que son— no significan más queamor, embriaguez de amor, y sus términos se afirman sin cesarhumanos. Ningún otro horizonte 'poético' se percibe. Pues bien,estos poemas ¿son algo más? Entendámonos: ¿algo más extrapoé-tico? No lo sabríamos si a los versos, tan autónomos, el autor noles hubiese agregado sus propias disertaciones....[Sin embargo] basta saber que el autor está queriendo manifestarotra cosa, y que este propósito se basa en una profunda expe-riencia para que se forme como un acompañamiento espiritual, noconceptual. Se insinúa un aire entre los versos, que los dota deuna trascendencia a la vez humana y divina. Todo quedaaureolado, y una misteriosa realidad se mantiene en comunicacióncon el primer horizonte nocturno o diurno, y siempre humanísi-mo. A los tres poemas envuelve entoces una atmósfera que seríamuy difícil de despejar, y una resonancia valiosa se añade al cantode amor.... (Guillen 107 y 137)

Así, pues, o texto místico del que cabe una lectura poética, o texto

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poético, cuya apertura connotativa se enriquece con la interpretaciónmística a que nos invita la glosa en prosa de su propio autor.

Apelando al receptor (Bobes), ambas soluciones son posibles. No cabeduda de que se puede recibir como poesía un texto místico que, si bienconoce un circuito de texto religioso, va servido en unas marcas (metro,imágenes, topoi literarios) delimitadoras de poesía. A la inversa, el valormeramente poético de un mensaje ambiguo se enriquece con nuevasconnotaciones (del ámbito místico) con tal de que el autor empírico —S.Juan— indique que se debe buscar por ahí su razón de ser.

Incluso si se trata de un lector desprevenido (una persona provenien-te de otra cultura, ajena a la tradición judeo-cristiana, por ejemplo), alsaber que el autor afirma que sus poemas son "dichos de amor eninteligencia mística" se verá compelido (si tiene idea de qué sea "mística")a orientar en esa dirección su búsqueda hermenéutica. Claro que el lectorpuede ofrecer resistencia a esas orientaciones y fabricarse las suyaspropias. Nos encontramos ante la apertura del texto y sus variantes delectura que deberán se atendidas por una teoría de la recepción quemirará también a dilucidar qué descodificaciones resultan congruentesy cuáles se salen de la banda de aceptabilidad generada por el poema(Eco).

En cambio, si tomamos en consideración los diferentes elementos queentran a formar parte del hecho como comunicación, nos damos cuentade que su comportamiento en el caso de referencia es el mismo que seda en la comunicación literaria más estricta:2 autotélica, anticonvencional,utópica, ucrónica, descontextualizada y ambigua.

Además, a pesar de que no se busque explícitamente el objetivoartístico, nada hay más lejano que aquel descuido que antaño se creyódescubrir (García de la Concha) porque, como confiesa el propio S. Juan:"Antes hace mucho al caso al predicador, como también, a todos losnegocios, el buen estilo y retórica y buen término, pues el buen términoy estilo aun en las cosas caídas y estragadas levanta y reedifica, así comoel mal término a las buenas estraga y pierde" (Subida del Monte Carmelo617).3

En todo caso, como en la comunicación literaria, no se trata deestablecer diálogo con el receptor, de condicionar su interpretación:"porque los dichos de amor es mejor declararlos en su anchura, para quecada uno dellos se aproveche según su modo y caudal de espíritu queabreviarlos a un sentido a que no se acomode todo paladar" (Cántico

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118).4 Sí, en cambio, reclaman la adhesión de un lector que "conecte" conel poeta y no frustre su comunicación encerrándose en sí mismo: "Lasquales semejanzas no leídas con la sinzillez de spíritu de amor eintelligencia que a ellas llevan, antes parecen dislates que dichos puestosen razón" {Cántico 118).

Sin duda, estamos ante la voluntad de una emisión que como a lapoética no cabe aplicarle los raseros interpretativos de la normalingüística ni de ningún canon cultural establecido. Todo lo que enpoesía se juzga hallazgo se convierte, mirado desde una competencia noliteraria, en verdaderos dislates. En la comunicación poética, lastransgresiones pueden valer como descubrimientos: en la comunicaciónestándar, las transgresiones son faltas.

Como resultado de esta actividad, se produce la emisión de unmensaje de carácter utópico. Nadie atribuirá sin trivializar y caer en elabsurdo, ninguna localización a las estrofas iniciales de Cántico:

2Pastores, los que fuerdesallá por las majadas al otero,si por ventura vierdesaquel que yo más quiero,dezilde que adolezco, peno y muero.3Buscando mis amoresyré por esos montes y riberas;ni cogeré las flores,ni temeré las fieras,y passaré los fuertes y fronteras.

Es evidente. Ello no quiere decir, sin embargo, que las alusiones deSan Juan a la naturaleza sean sólo librescas y no puedan estar basadasen experiencias biográficas y sensibilidad personal. Resulta pertinente aeste propósito el siguiente relato de Alonso de la Madre de Dios:5

Era el monasterio del Calvario muy apropósito para espírituscontemplativos, y convidaba a su ocupación, así con la comodidaddel sitio, por ser muy solo, como con la variedad de cosassolitarias que desde allí descubre la vista, que hacen la soledad

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más devota, como arroyos, peña, cerros, riscos i quebradas, i el ríoGuadalquivir tan cerca que pasa besando lo inferior del cerrosobre que el monasterio estava fundado, todo lo cual era paranuestro padre una como música celestial que le deleitaua, comoal propheta David, en las consideraciones de las perfecciones delCriador, que en sus criaturas se le descubrían. Para el qualconocimiento le avía Nuestro Señor ilustrado muy singularmente.I así no solo recevía deleite espiritual de la magnificencia de Dios,que se manifestaba en sus criaturas, i de la armonía y mirableconsonacia que avía entre él i ellas, mas también, subiendo por losefectos a su causa, se le augmentaban mucho el conocimiento yamor del mismo Criador.

Lo que no necesita comentario es la evidencia de la actitud "poética,"en el sentido más estricto, de San Juan. La naturaleza no es, en rigor nisiquiera alegoría de otra cosa: es, en cada singularidad contemplada,cifra universal. El carácter utópico que se le confiere al mensaje resultapatente.

Como también lo es su cualidad de ucrónico. En el documentadolibro de Luce López Baralt sobre San Juan de la Cruz y el Islam resalta, aotro propósito, un dato que lo confirma:

Todo escritor es siempre un mosaico de las influencias másdiversas y San Juan no constituye caso aparte en este sentido.Muchas de sus fuentes principales —la Biblia, la poesía cancioneril,la popular, la culta, 'a lo divino', la clásica, etc.— ya han sidodocumentadas por la crítica y parece justo recordarlo aquí.Precisamente esa deuda simultánea con tradiciones tan distintashace que los versos (incluso la prosa) del santo produzca un efectoinusitado en el lector, que se ve obligado a ir ajustando su campode referencia cultural a medida que avanza en la obra. Magníficasíntesis de este proceso son las imposibles 'ninfas de Judea', quetrasladan al receptor de la obra de San Juan del mundo clásico albíblico palestino en el límite de un sólo verso. (López Baralt 395-396)

En efecto, aparte de que, "como todo escritor" sea San Juan "unmosaico de influencias," los referentes que la emisión poética crea no

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tienen correlato en el exterior del poema mismo. Si, como vemos, sepueden tomar simultáneamente objetos de épocas diversas, es que talesobjetos sólo son realidades simbólicas, que ya no tienen nada que vercon el tiempo.

No existe tampoco un contexto que el emisor ofrezca al receptor paracompartir. Sea, por ejemplo, la estrofa 5 del Cántico:

Mil gracias derramandopasó por estos sotos con presura;y, yéndolos mirando,con sola su figuravestidos los dexó de su hermosura.

Ateniéndose a la "declaración" verso a verso, podría parecer, alcontrario, que estamos ante un código alegórico estrictamente fijado:1. Por estas "mil gracias" se entiende la multitud de las criaturasinnumerables.2. "Passar por los sotos" es criar los elementos, que aquí llama "sotos."3. Con sola la figura de su Hijo "miró" Dios todas las cosas que fuedarles el ser natural.4. Además les comunicó el ser sobrenatural con lo que las "dexó vestidasde hermosura." (Cántico 154-157).

Pero es el prosista el que ofrece un marco referencial preciso queexiste antes y sin la poesía. La percepción de que la belleza de lanaturaleza es reflejo del ser amado que la ha transitado, está, quizás, másabierta a la interpretación que la ve como reflejo subjetivo de la personaque ama, que a la que la explica como vestigio ontológico del creadorque "pasa." En todo caso, ambigüedad poética.

Sí. El mensaje, porque se ha emitido como utópico, ucrónico ydescontextualizado, es ambiguo.

Es claro que no todo texto místico es poético ni todo texto poético esmístico. Sin embargo, del enfoque expuesto, se deduce una ciertaafinidad profunda que conecta Mística y Poesía.

La experiencia mística puede ser expuesta mediante una sistematiza-ción teológica que oculta más de lo que desvela de ese fenómeno, pordefinición, inefable. Los comentarios de San Juan son Literatura mística:sin duda, "mística"; de modo más problemático, "literatura."

Pero si la experiencia mística quiere ser transmitida como tal,

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entonces hay que recurrir a la poesía, a ese lenguaje utópico, ucrónico,descontextualizado y, en suma, ambiguo que puede despertar en loslectores sugerencias insospechadas e inefables. No sabemos si las mismaso pareciadas u otras que las que provocan en el autor al presentarlascomo analógicamente conectadas con su experiencia.

Mas, evidentemente, no todo texto poético es místico. A pesar de laambigüedad característica de la poesía, existen marcos de referenciamediante los cuales podemos detectar a qué esfera está apuntando elpoeta, cuál es la naturaleza de su experiencia, qué tipo de descubrimien-to nos quiere transmitir, cuáles son las pautas básicas de su cifradosimbólico. Cuanto más se conozcan las verdaderas fuentes (las "lecturas")del santo, mejor y más ricamente podremos interpretar su poesía,arrancándola de los sucesivos "dislates" que la crítica frivola ha idoacumulando con más o menos visos de erudición.

Y, luego, la calidad. Si la experiencia mística no puede ser transmitidalingüísticamente como tal experiencia si no es por medio de la poesía,sólo un verdadero poeta logra esa adecuación entre contenido yexpresión en que consiste la obra de arte. Por que S. Juan de la Cruz,altísimo místico, es un grandísimo poeta, el resultado que contemplamosapenas tiene igual.

Creo que lo dicho demuestra algo que apuntaba no hace muchoMorón-Arroyo y de lo que hay atisbos también en los respectivosdiscursos de ingreso en la Real Academia Española de D. MarcelinoMenéndez Pelayo y Víctor García de la Concha: los poemas de S. Juande la Cruz son esencialmente poesía mística. Ni sólo mística, ni sólopoesía, aunque sí poesía por mística, y toda otra interpretación reductoraestá, me parece, condenada al fracaso.

Pues bien, pasadas las celebraciones de esa cumbre única que es S.Juan de la Cruz (autor, por cierto, de bien breve corpus) y aclarada através del estudio de sus textos la condición de su literatura, dedique-mos, por fin, un breve espacio a resumir lo dicho y considerar losbeneficios que de aquí podemos deducir.

Los millares de obras de ascética y mística registradas por PedroSainz Rodríguez atestiguan la importancia que desde la Edad Mediaconoce la literatura espiritual en el conjunto del corpus literariocastellano. Ciertamente, "ascética" y "mística" es una división genéricaque no pertenece al ámbito de la literatura, sino al de la teología: poreso, prefiero llamar a estos escritos "literatura espiritual." Que hacen

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referencia al alma y a Dios, no hay que demostrarlo; que sean "literatura"es cuestión que sí requiere algunas consideraciones.

El "tema" de la experiencia de Dios puede ser abordado en forma detratado teológico que necesariamente vela más que manifiesta un hecho,por definición, inefable; cabe convertirlo en argumento de algún géneroliterario bien definido en el canon (soneto amoroso, novela, etc.) ytambién cabe que, sin someterse a una convención genérico-literaria encuanto tal, sea transmitido mediante un discurso que pretende hablar deexperiencias y abrir horizontes a través de un lenguaje "universal," o sea,según venimos insistiendo, descontextualizado, utópico, ucrónico y ensuma, simbólico.

Nada de extraño tiene que estos procedimientos con los que seconstruye el discurso místico sean los mismos que configuran todacomunicación literaria, aunque su puesta en práctica se derive dedistintas finalidades. También, por ejemplo, los procedimientos retóricosson idénticos en la publicidad y en la literatura, discursos figurativosambos, aunque de distinta finalidad.

Ocurre, sin embargo, que mientras las "figuras" constituyen sólo unprocedimiento frecuente de textualidad literaria, las condiciones decomunicación reiteradamente citadas son las que configuran unacomunicación como "literatura," produciendo, además, normalmente,entre otros efectos, figurativización del mensaje.

Pedro Sainz Rodríguez, tras documentar más de tres mil obras deliteratura espiritual española, señala cómo, a partir del siglo XVII, losescritores religiosos se dirigen por las sendas del tratado o la oratoria yabandonan el campo de lo literario, es decir (cabría deducir) de losdiscursos que responden a las características mencionadas. Sin embargo,basta pasear la mirada por la producción bibliográfica de los siglos XIXy XX para encontrarse con un panorama de textos claramente insertos enla línea de esa literatura espiritual que perdura a través de los siglos.

Y ahora, el corolario: la crítica literaria hispánica tiene aquí unaparcela por explorar. No se trata ya de que haya abandonado el campoa medida de que, según nos decía Sainz Rodríguez más arriba, los textosreligiosos se fueron apartando del modo experiencial para concentrarsecasi únicamente en la modalidad de tratado teológico, sino de que se haperdido de vista la pervivencia de una literatura espiritual que, a lasociología de la distribución me remito, está bien viva. Tres causas hancontribuido quizás a esta omisión:

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a) El afán arqueológico de ciertos estudiosos de la literatura queconsideran objeto de indagación sólo aquéllo que ya no se lee, conindependencia de cualquier reflexión sobre calidad estética o trascenden-cia cultural.

b) El carácter de sociologismo que ha invadido cierta crítica literariadurante varias décadas de este siglo XX a tenor de un difuso marxismocultural vigente —precisamente como "mentalidad dominante"— en lamayor parte de los departamentos de Humanidades (y, a veces, sólo enellos) de las universidades del ancho mundo. Lógicamente, los textos deliteratura espiritual no resultan, según ya hemos dicho, los más rentablespara esta crítica.

c) La clasificación genérica ("Ficción"/"No ficción" o "Ficción"/"Pen-samiento"), adoptada modernamente por los medios de comunicaciónsocial para sus secciones de información bibliográfica, que empuja estostextos a la segunda columna en la que no se suele posar la atención delos críticos literarios.

Termino. A pesar de las dificultades expuestas (algunas en trance desuperación) esta comunicación ha querido contribuir a que se empiecea remediar una patente laguna de la actual crítica de la literatura.

Notas

1 Revísese la información bibliográfica a cargo de María del Carmen SimónPalmer que irá en los correspondientes volúmenes de Revista de Literatura(Madrid, C.S.I.C.) y se comprobará lo abultado de las aportaciones dereferencia.

2 Este giro pragmático es ya una verdad adquirida por la comunidadprofesional (Lotman 1970; Corti 1976; Lázaro Carreter 1976; Van Dijk 1977;Segre 1985).

3 Cito por la edición de Lucinio Ruano OCD, Vida y obras de San Juan de la Cruz(Madrid, B.A.C., 1972).

4 Cita tomada del "Prólogo" del Cántico espiritual, de la excelente edición deCristóbal Cuevas, Cántico espiritual. Poesías (Madrid: Alhambra, 1979).

5 Cuevas 43.

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Bibliografía

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