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DEL PERSONAJE DE DON DIEGO CORONEL A UNA NUEVA INTERPRETACIÓN DE "EL BUSCÓN" En los últimos años, El Buscón ha suscitado nuevo interés entre los estudiosos. Sin embargo, y a pesar de que disponemos ya de una edición crítica 1 , las interpretaciones a que ha dado lugar son varias y a veces encontradas 2 . Esa polisemia, que demuestra la riqueza del texto, nos ha conducido a plantear una vez más, el problema de la interpretación de la obra. ** Algunos críticos, con mucha razón, han intentado analizar El Bus- cón con referencia al fondo histórico-social de la época en que Quevedo lo escribió. Como la redacción de la obra debió de llevarla a cabo el autor hacia 1604 y la revisión del texto entre 1609 y 1614 3 , han puesto de relieve la importancia del tema de la honra y han estudiado de qué manera lo había enfocado don Francisco 4 . Uno de esos críticos se ha fijado más particularmente en la pareja Pablos- don Diego Coronel 5 . Pablos el converso, condenado a la infamia 1. Francisco de Quevedo, La vida del Buscón llamado don Pablos (edición crítica y estudio preliminar por Fernando Lázaro Carreter, Salamanca, C.S.I.C., 1965). Citaremos por esta edición. 2. Basta con recordar las interpretaciones opuestas de Alexander A. Parker (cf. ios picaros en la literatura, Madrid, Gredos, 1971, p. 103-122) y de Fernando Lázaro Carreter (Cf. Originalidad del «Buscón», in : Homenaje a Dámaso Alonso, II, Madrid, Gredos, 1961, p. 319-338), que han ocasionado una polémica (cf. F. Lázaro Carreter, Glosas críticas a «Los picaros en la literatura» de Alexander A. Parker, in : Hispanic Review, XLI, 1973, p . 469-497). 3. Aceptamos las fechas adelantadas por F. Lázaro Carreter (cf. el estudio que precede a su ed. critica, p. LII-LV). Como lo hace notar Francisco Rico, tal vez se pueda retrasar la fecha de conclusión de la redacción hasta 1605 (cf. La novela picaresca y el punto de vista, Barcelona, Seix Barra!, 1970, p. 121 n. 59). 4. Cf. sobre todo Marcel Bataillon, Déjense et illustration du sens Kttéral (The JPresi- dential Address of the Modern Humanities Research Association, Cambridge, 1967, p. 26-30) y Picaros y picaresca (Madrid, Taurus, 1969). 5. Cf. Maurice Molho, Introduction a la pensée picaresque (Rotnans picaresques espa- gnols, París, Gallimard, 1968, «Bibliothéque de la Pléiade»), p. XCVII-CII.

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DEL PERSONAJE DE DON DIEGOCORONEL A UNA NUEVA INTERPRETACIÓN

DE "EL BUSCÓN"

En los últimos años, El Buscón ha suscitado nuevo interés entrelos estudiosos. Sin embargo, y a pesar de que disponemos ya de unaedición crítica1, las interpretaciones a que ha dado lugar son variasy a veces encontradas2. Esa polisemia, que demuestra la riqueza deltexto, nos ha conducido a plantear una vez más, el problema de lainterpretación de la obra.

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Algunos críticos, con mucha razón, han intentado analizar El Bus-cón con referencia al fondo histórico-social de la época en queQuevedo lo escribió. Como la redacción de la obra debió de llevarlaa cabo el autor hacia 1604 y la revisión del texto entre 1609 y 16143,han puesto de relieve la importancia del tema de la honra y hanestudiado de qué manera lo había enfocado don Francisco4. Unode esos críticos se ha fijado más particularmente en la pareja Pablos-don Diego Coronel5. Pablos el converso, condenado a la infamia

1. Francisco de Quevedo, La vida del Buscón llamado don Pablos (edición crítica yestudio preliminar por Fernando Lázaro Carreter, Salamanca, C.S.I.C., 1965). Citaremos poresta edición.

2. Basta con recordar las interpretaciones opuestas de Alexander A. Parker (cf. i o spicaros en la literatura, Madrid, Gredos, 1971, p. 103-122) y de Fernando Lázaro Carreter(Cf. Originalidad del «Buscón», in : Homenaje a Dámaso Alonso, II, Madrid, Gredos,1961, p. 319-338), que han ocasionado una polémica (cf. F. Lázaro Carreter, Glosas críticasa «Los picaros en la literatura» de Alexander A. Parker, in : Hispanic Review, XLI,1973, p. 469-497).

3. Aceptamos las fechas adelantadas por F. Lázaro Carreter (cf. el estudio que precede asu ed. critica, p. LII-LV). Como lo hace notar Francisco Rico, tal vez se pueda retrasarla fecha de conclusión de la redacción hasta 1605 (cf. La novela picaresca y el puntode vista, Barcelona, Seix Barra!, 1970, p . 121 n. 59).

4. Cf. sobre todo Marcel Bataillon, Déjense et illustration du sens Kttéral (The JPresi-dential Address of the Modern Humanities Research Association, Cambridge, 1967, p. 26-30)y Picaros y picaresca (Madrid, Taurus, 1969).

5. Cf. Maurice Molho, Introduction a la pensée picaresque (Rotnans picaresques espa-gnols, París, Gallimard, 1968, «Bibliothéque de la Pléiade»), p . XCVII-CII.

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congénita pues es hijo de un barbero ladrón y de una hechiceraconfesa, contrasta con don Diego Coronel, el noble segoviano, aquien califica el crítico aludido de « aristócrata de sangre limpia6 »,representante de la casta dominante. Por ello, don Diego hace fra-casar las pretensiones nobiliarias del « picaro mal nacido » que hatratado de « negar la sangre ».

En realidad, el apellido Coronel era el de una importante familiasegoviana conversa, ya que descendía del poderoso judío AbrahamSénior. Este, a finales del siglo XV, había ido por su pie a la pilacon sus hermanos e hijos, tomando entonces el apellido Coronel yviniendo a llamarse Fernán Pérez Coronel7. Los Reyes Católicos,para recompensarle por los servicios que les había prestado, le conce-dieron una ejecutoria de hidalguía y un regimiento en Segovia8. Atal familia pertenecían, en época de Carlos V, los dos célebres predi-cadores, teólogos y humanistas erasmistas, Antonio y Luis NúñezCoronel, así como el maestro Pablo Coronel, que intervino en laredacción de la Biblia Complutense y fue catedrático en Salaman-ca9. De la misma familia debían de formar parte los dos canónigossegovianos citados por Colmenares — Francisco Coronel y Antoniode León Coronel —, que vivían a finales del siglo XVI10,

Como los prejuicios de limpieza conducían los conversos a procurardisimular la « mancha » de sus orígenes, uno de los parientes deFernán Pérez Coronel (tal vez un hijo suyo) abandonó Segovia yse estableció en Hita, no lejos de Guadalajara ". Andando el tiempo,los Coroneles de dicho lugar lograron pasar por cristianos viejosy hasta uno de los vastagos de esa rama consiguió ser, a principiosdel siglo XVII, familiar del Santo Oficio y otro, a mediados delmismo siglo, comisario de la Inquisición de Toledo12. No obstante,en las pruebas de este último, salieron a relucir ciertos antecedentesy el fiscal escribía en el informe preliminar :

6. Jbid., p. C.7. Cf. Luis Felipe Pefialosa, Juan Bravo y la familia Coronel (Segovia, Instituto Diego

de Colmenares, 1949), p. 8.8. Ibid., p. 8-9.9. Sobre estos Coroneles, cf. M. Bataillon, Brasmo y España (México-Buenos Aires,

Fondo de Cultura Económica, 1966).10. Cf. Diego de Colmenares, Historia de la insigne ciudad de Segovia (2 tomos,

Segovia, Academia de Historia y Arte de San Quirce, 1969-1970), II, p. 348 y p. 358, n° 52.11. Cf. el documento del 12 de marzo de 1507 : «Clemente López Coronel, vecino de

Hita, estante en Segovia, recibe dineros de Iñigo López Coronel» (citado por L.F. Peñalosa,Juan Bravo y la familia Coronel, p. 40).

12. El expediente de Gabriel Coronel, familiar del Santo Oficio, se ha perdido, pero eldel licenciado Pedro Coronel, que vino a ser comisario de la Inquisición de Toledo en1643, está en el Archivo Histórico Nacional de Madrid (A.H.N., Inquisición, Zeg. 296/2).

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por el apellido de Coronel están en el secreto las informaciones dedon Gabriel Coronel, familiar ".

También indicaba uno de los testigos que había oído tachar dejudía a Ana Coronel, madre del pretendiente M. Otro afirmaba :

[A los Coroneles] los había tenido y visto tener por confesos descen-dientes de judíos15.

y añadía :

defendiendo como procurador general esta villa [de Torija] en unpleyto contra don Antonio de Solís [deudo de los Coroneles] sobreque pretendía ser hidalgo de privilegio, en el dicho pleyto se presentóun privilegio que tocava a esta familia de Coroneles y en él se decía :« Por quanto vos Fernán Pérez Coronel, me hesistes servicios, anulamosy quitamos de vos las máculas que tenéis...»"

El testigo remitía al pleito que estaba en la Chancillería de Valla-dolid y decía el nombre del escribano, pero el Inquisidor no siguió lapista indicada ni estableció relación alguna entre los Coronelesde Hita y los de Segovia17.

La ascendencia judía de estos últimos, a la cual alude el Cronicónde Valladolid18, era muy conocida. A ella se refiere fray Domingode Valtanás en su obra Apología... sobre ciertas materias moralesen que ay opinión, publicada en 155619 y lo mismo ocurre en elFloreto de anécdotas y noticias diversas, recopilado a mediados delsiglo XVI por un fraile dominico20.

Por otra parte, como consecuencia de la importancia de esa fa-milia segoviana que tenía sus casas principales en la antiga jude-ría, se llamó «barrio de los Coroneles » a parte de ésta21, lo queindicaba a las claras el origen hebraico de la familia.

Además, en un tiempo en que los hábitos de las órdenes militareseran muy codiciados por hidalgos y caballeros porque ponían a su

13. Ibid., al principio del expediente, sin foliar.14. Ibid., fol. 32r°.15. Ibid., fol. 31v°.16. Ibid., fol. 32r°.17. En Hita, varios testigos afirman que han oído hablar de Fernán Pérez Coronel y

decir que los Coroneles de dicho lugar descienden de él, pero añaden que no saben dedónde fue natural. Aseguran, por otra parte, que los Coroneles de Hita son cristianosviejos.

18. Cf. Codoin, XIII (Madrid, Imprenta de la Viuda de Calero, 1848), p. 195.19. Cf. p. 155 de la edición moderna (Barcelona, Juan Flors, 1963). Ya había remitido

al trozo correspondiente Eugenio Asensio (cf La peculiaridad literaria de los conversos,in : Anuario de Estudios Medievales, IV, 1967, p. 343).

20. Cf. Floreto... (publicado por F.J. Sánchez Cantón, Madrid, imprenta e editorialMaestre, 1948; Memorial Histórico Español, XLVIII), p. 125-126.

21. Cf. L.F. Peñalosa (Juan Bravo y la familia Coronel, p. 11) que cita al marqués deLozoya.

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poseedor a cubierto de toda sospecha acerca de su limpieza desangre, para los aristócratas era ya « señal » el no llevar ninguno,como lo decía Quevedo, que había de ser caballero de Santiago22.Y ni una vez aparece el apellido Coronel en las listas de los queconsiguieron algún hábito23. Al contrario, en la segunda mitaddel siglo XVI, a partir de 1556, había en la Corte un médico regioque se llamaba Luis Coronel24, y como es sabido, era ésa una pro-fesión sospechosa25. Por fin, a principios del siglo XVII, el apellidoCoronel había de verse públicamente infamado pues en el auto defé celebrado en la Catedral de Santiago el 11 de junio de 1617,salió como judaizante una tal Catalina Coronel26.

Quevedo, que vivía en contacto con la Corte y cuyos padres ytutor habían ejercido cargos en ella, no podía menos de estar ente-rado de muchas de las particularidades evocadas ; igual pasabacon los cortesanos para quienes escribió El Buscón y entre quienesse espulgaban los linajes. Hay que añadir que entre 1600 y 1613,la Corte estuvo varias veces en Segovia. En 1600, los soberanos yel séquito real pasaron unos días en esa ciudad, cuyo regimientoorganizó diversas fiestas en su honor, lo que dio lugar a una rela-ción que debió de correr impresa27. Así mismo estuvieron allí losReyes y sus acompañantes en 1609 y 16132S. Y don Francisco teníaademás trabas con Segovia pues cobraba rentas del obispado29. Espreciso notar también que en su España defendida (1609), Quevedo

22. Cf. Antonio Domínguez Ortíz, Los judeoconversos en España y América, Madrid,Ed. Istmo, 1971, p. 238.

23. No figura ningún Coronel en la Sección de Ordenes Militares del Archivo HistóricoNacional de Madrid. Además, los Coroneles no aparecen en el Nobiliario genealógico deAlonso López de Haro (2 tomos, Madrid, L. Sánchez, 1622).

24. Cf. Archivo General de Simancas, Quitaciones de Corte, leg. 32. El licenciado LuisCoronel cobró su salario de 1557 á 1588, año en que debió de morirse (se le recibió pormédico real a Io de noviembre de 1556).

25. Cf. Antonio Domínguez Ortíz, La clase social de los conversos en Castilla enla Edad moderna (Madrid, C.S.I.C, 1955), p. 146-148 y Julio Caro Baraja, Los judíos enla España moderna y contemporánea (3 tomos, Madrid, Ed. Arión, 1961), II, p. 162-190(capitulo titulado El médico). Cf. el cuentecillo que incluye Mateo Lujan de Sayavedraen la continuación apócrifa de Guzmán de Atfarache (parte II, lib. II, cap. XI, B.A.E.,t. 3, p. 402a) : el príncipe don Carlos había ido a visitar a Alcalá y al presentarlea un estudiante de medicina vizcaíno, exclamó : « ...seréis una cosa rara, médico hidalgo ».

26. Cf. A.H.N., Inquisición, leg. 2.042 n° 59 y leg. 5113.27. Cf. la Relación de la entrada del Rey don Philippe tercero nuestro señor, en la

ciudad de segovia, el año de mili y seiscientos, citada por Jenaro Alenda y Mira en suobra Relaciones de solemnidades y -fiestas públicas de España (2 tomos, Madrid, Estable-cimiento tipográfico «Sucesores de Rivadeneyra», 1903), I, p. 134, n° 459.

28. Cf. Diego de Colmenares, Historia de la insigne ciudad de Segovia, II, p. 382 y 393.29. Ya en 1590, la madre de don Francisco, doña María de Santibáñez, como tutora

de su hijo, cobraba una pensión de 150 ducados sobre el obispado de Segovia : cf.Cristóbal Pérez Pastor, Bibliografía madrileña (3 tomos, Madrid, Tipografía de Huérfanosy luego de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1891-1907), II, p. 537, doc. c. En1616, Quevedo dio poder a Pedro García Vela, residente en Segovia, y a Domingo deTuesta, residente en Madrid, para cobrar dicha pensión (ibid., p. 539, doc. o). En 1623.el poder lo otorgó a Francisco García Camargo, canónigo de Segovia (ibid., p. 540, doc. y).

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dta el Compendio de algunas cosas notables de España de fray Do-mingo de Valtanás, publicado en 155830. Cabe pues en lo posibleque el autor de El Buscón haya leído la Apología de Valtanás.

Todo lo que precede, nos permite decir que Quevedo y los corte-sanos estaban al tanto de la ascendencia impura de los Coronelesde Segovia.

Para valorar lo que esto implica, no hay que olvidar que cuandodon Francisco escribió El Buscón, la obsesión de limpieza venía aser cada día más fuerte en la España de los estatutos. Fray Pru-dencio de Sandoval, por ejemplo, escribía en su, Historia de la viday hechos del Emperador Carlos V, que salió a luz en 1603-1604 :

¿ Quién podrá negar que en los descendientes de judíos permanecey dura la mala inclinación de su antigua ingratitud y mal conoci-miento ? (...). Al judío no le basta [ser] por tres partes hidalgo ocristiano viejo, que sola una raza lo inficiona y daña, para ser en sushechos, de todas maneras, judíos dañosos por extremo en las comuni-dades "...

Pocos años después, a eso de 1633, Juan Escobar de Corro, ensu Tractatus bipartibus de puritate et nobilitate probanda, afirmabala equivalencia de los términos « limpieza » y « nobleza » y decla-raba preferible la muerte a la vergüenza ocasionada por la « man-cha », ya que la infección, por remota que fuera, era perpetua32. Yen un memorial que se dio por entonces a las Cortes, se indicaba :

En España muy más estimamos a un hombre pechero y limpio que aun hidalgo que no es limpio33.

Si se relacionan estas afirmaciones con el antisemitismo violentode Quevedo, que se expresa en toda su obra, es fácil comprenderque don Francisco perseguía una finalidad precisa y diferente de laque se ha puesto de relieve hasta la fecha, al escoger como repre-sentante de la nobleza a don Diego, cuyo primer apellido (Coronel)señalaba la impureza de sangre y cuyo segundo apellido (Zúñiga)venía a acentuar tal impureza34. Además, y para que no hubiera

30. Cf. Francisco de Quevedo, Obras completas (estudio, ed. y notas de FelicidadBuendía, 2 tomos, Madrid, Aguilar, 1958-1960), I, p. 495b-496a. El título citado por Quevedoimplica que la edición que utilizó fue la de 1558 : cf. A. Huerga, Bibliografía valtana-siana, n° 9 (dicha bibliografía precede a la reproducción moderna de la Apologíade Valtanás).

31. Prudencio de Sandoval, Historia de la vida y hechos del Emperador Carlos V(3 tomos, Madrid, Atlas, 1955-1956, B.A.E., t. 80-82), III, p. 319b.

32. Cf. J. Caro Baroja, Los judíos, II, p. 304-305.33. Cf. A. Domínguez Ortiz, Los judeoconversos en España y América, p . 239.34. Cf. lo que decía el P. Francisco de Torrejoncillo en su Centinela contra judíos

(obra publicada en 1674) : «Muchos vemos que se honran con decir que son Guzmanes,

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lugar a dudas, el autor había vinculado a don Diego, al principiode la obra, con el mundo de los conversos.

La madre de Pablos es confesa, como lo subraya el autor, y supadre, a juzgar por el nombre que lleva y la profesión que ejerce,también debe de serlo33. Tal vez lo sea su tío, el verdugo, que de-sempeña uno de los oficios reales más viles y tiene su alojamientodentro de los límites de la antigua judería36. Así mismo deben devivir dentro de los mismos límites los padres de Pablos. En efecto,el encuentro de éste con don Diego se verifica en la escuela, lo queresulta normal si ambos residen en la misma parte de la ciudad (yya sabemos que los Coroneles tenían sus casa en la antigua ju-dería) y acuden a esa escuela porque no está lejos de su domicilio.Por otra parte, cuando los compañeros de clase de Pablos le tomanpor blanco de sus pullas, tildan socarronamente las actividades delpadre y de la madre, pero ni una sola vez le echan en cara al niñosu falta de limpieza de sangre, y sin embargo no debieran haberdejado de lado un tema que más que otro se prestaba al escarnio.Pero esta omisión se justifica si los demás niños también tienen lareputación de ser conversos : vivirán en la antigua judería y porello irán a la misma escuela que el protagonista. Igualmente, puedesorprender a primera vista el que los padres de don Diego le dejenalternar con Pablos el confeso vil y hasta favorezcan la intimidad

Mendozas, Zúñigas y Toledos; y como por otra parte no dicen sus acciones con elnombre, ellas descubren la ficción de su nobleza » (p. 187; texto citado por A. DomínguezOrtíz, La Clase social de los conversos, p. 153). Lo mismo había escrito ya Quevedo,aunque con más crudeza, en Premáíicas y aranceles generales : «Asimismo que losMendozas, Enríquez, Guzmanes y otros apellidos semejantes que las p... y los moriscostienen usurpados, se entienda que son suyos como la Marquesilla en las perras, Cordobillasen los caballos y César en los extranjeros» (ibid.).

35. El padre del picaro se llama « Clemente Pablo » y « Pablo » es nombre típicamentejudío. Lo indica a las claras Juan Ruiz de Alarcón en el Examen de maridos (cf. A.A. VanBeysterveldt, Répercussions du souci de la pureté de sang sur la conception de Vhonneurdans la «Comedia nueva» espagnole, Leiden, E.J. Brill, 1966, p. 66). No es puesde extrañar que el hijo se llama « Pablos ». Por lo que hace al oficio, entre las profesionesque se consideraban como propias de conversos figuraban las de barbero, tundidor,sastre, etc. (cf. A. Domínguez Ortíz, La clase social de los conversos, p. 150). Hay querecordar que Clemente Pablo era barbero, pero decía : « que él era tundidor de mejillasy sastre de barbas » (p. 15).

36. Los dos oficios reales más viles eran los de verdugo y pregonero. La infamia quesuponían en quienes los ejercían, excluía a éstos del ejército (cf. la introducción deM. Bataillon — p. 45 n. 1 — a la vida de Lazarillo de Tormes, París, Aubier-Flammarion,1968). Se sabe de pregoneros conversos {ibid.). Es posible pues que lo mismo ocurriera,en algunos casos, con los verdugos. Acerca del alojamiento de su tío, he aquí lo quedice Pablos : «Tenía mi buen tío su alojamiento junto al matadero» (p. 135). Graciasa Colmenares (Historia de... Segovia, II, p. 134), sabemos cuáles eran los límites de laantigua judería : «Hemos visto algunas escrituras de ventas que otorgaron [los judíos]en estos días ([cuando la expulsión] de heredades y casas que tenían en nuestra ciudaden su cuartel, que nombran Judería, a la banda de mediodía desde la sinagoga, hoyiglesia de Corpus Christí, por detrás de lo que hoy es iglesia mayor, por la puertaque entonces nombraban fuerte y hoy es de San Andrés, hasta la casa del Sol, que hoyes matadero*.

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de los dos jovencitos ; muchos menos sorprende tal actitud cuandose conoce la ascendencia impura de la familia Coronel. Y no ex-traña ya que don Diego y su amigo (que ahora es su criado) ingre-sen en el pupilaje de un converso. Se hizo notar, hace tiempo, lafrecuencia de apellidos de animales entre los descendientes de ju-díos37. Esta particularidad así como la del pelo bermejo y la laceríaindicaban en seguida a los lectores cortesanos que Cabra no podíaufanarse de su limpieza de sangre, y en efecto venía a confirmarloposteriormente el autor3S. Cuando los dos jóvenes se marchan aestudiar a Alcalá, don Alonso Coronel le entrega a su hijo unas cédulaspara poder cobrar el dinero del gasto de un tal Julián Merluzaquien, por aparecer como cambista y llevar tal apellido, será otroconverso.

Es necesario, pues, volver a estudiar, a la luz de todo lo queacabamos de decir, los personajes de don Diego Coronel y de susprimas.

La primera visión que tenemos de don Diego es la de un niñoegoísta que quiere bien a Pablos porque éste le da parte de losuyo y le entretiene (pag. 24). Pero con cierta doblez, el caballeritole induce a burlarse de Poncio de Aguirre y mientras él se quedaa salvo, es Pablos quien recibe el castigo (pag. 25). Y la vanidad dedon Diego, cuando se dirigen a Alcalá, le hace ser víctima de unaburla, en la venta de Viveros (pags. 52-60). En la ciudad del Hena-res, Pablos empieza sus fechorías y si en un principio el noblesegoviano se enoja con su criado, rápidamente se ríe de los engañosde Pablos (pags. 75-76, pag. 82). No sólo don Diego no intenta apar-tarle a éste del camino errado que sigue ni separarse de él, sinoque se hace casi cómplice de sus travesuras y de sus robos. Lovemos muy bien en el episodio en que Pablos quita las espadas ala ronda, pues Coronel asiste, gustoso, a la burla (pag. 85). Al finy al cabo, no está descontento don Diego de su criado y la nom-bradía que éste ha adquirido no debe de serle desagradable puesle envidian los demás caballeros por tenerle a su servicio (pag. 89).Y si despide a Pablos, es porque se lo ordena su padre (pag. 94).Bien se comprenderá ahora el matiz irónico que cobra la afirmacióndel picaro : « Era de notar ver a mi amo tan quieto y religioso, y

37. Cf. Francisco Márquez Villanueva, Investigaciones sobre Juan Alvarez Gato (Madrid,1960; Anejos del Boletín de la Real Academia Española, IV) p. 47.

38. He aquí lo que dice Pablos : « Solo añadió [Cabra] a la comida tocino en la olla,por no sé qué que le dijeron, un día, de hidalguía, allá fuera» (p. 42).

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a mi tan travieso, que el uno exageraba al otro, o la virtud o elvicio » (pag. 76). No es don Diego el cumplido caballero que hanideado algunos críticos.

Después de su salida de Alcalá, tan sólo volverá a aparecer elnoble segoviano en el capítulo VII del libro tercero, en que Pablosve defraudadas sus esperanzas de casarse con Ana y de ascendera la nobleza. Al encontrarse de nuevo con su antiguo criado, donDiego cree reconocerle e intenta afrentarle pero sin referirse asu condición de converso (pag. 200), lo que no extraña pues yasabemos del linaje impuro de los Coroneles. Al enterarse de laverdadera identidad de Pablos, decide castigarle y hacer fracasarlas pretensiones nobiliarias del picaro. Sin embargo, los cintarazosque por una mujercilla le dan a Pablos (está vestido con la capadel noble segoviano) van destinados a don Diego, cuyos bajos amo-ríos no están acordes con el papel de aristócrata ejemplar quealgunos han querido que desempañara (pag. 240). Tampoco estáacorde con dicho papel su manera de portarse, muy poco honrosa,ya que una vez más, como en el episodio de Poncio de Aguirre, noasume la responsabilidad de su actuación y es Pablos quien pagapor él. Poco después, tiene lugar el castigo del picaro : éste, quelleva la capa de don Diego, está apaleado y vuelve a la infamiaoriginal. Es preciso fijarse en el significado del disfraz de Pablos :es el hijo del barbero y de la hechicera, claro está, el que se llevala paliza, pero bajo el aspecto de don Diego. A nuestro parecer,Quevedo ha querido insinuar que Coronel también, aunque simbó-licamente, recibe el castigo que merece por haber engañado a lacasta aristocrática. En efecto, como a Pablos, se le puede calificarde « mal nacido » (pag. 241) y como el picaro, en cierto modo, hausurpado una nobleza que no puede corresponderle a causa de sufalta de limpieza. Por ello, ha determinado el autor que los instru-mentos de la venganza sean los dos auténticos caballeros que apa-recen en el libro, uno de los cuales lleva un hábito. Tal interpreta-ción, que pone de relieve el papel paródico que don Diego desem-peña en la obra, se compagina con los personajes de las primas delsegoviano.

Es muy sospechosa la actitud de la tía de Ana : exalta la limpiezade sangre y la casta de su sobrina y sin embargo no vacila en casarlacon don Felipe Tristán, a quien no conoce, sin informarse sobre ellinaje del pretendiente, lo que está en contradicción con las pre-cauciones que se tomaban en las familias nobles, a causa de la« mancha » que podía entrar en ellas. Todo se aclara si no olvi-damos la impureza de los Coroneles. Entonces aparece como paró-dico el diálogo entre Pablos y la tía (pag. 223), que bien debían

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de saborear los cortesanos, ya que decía el picaro : « quiero másuna mujer limpia en cueros que una judia poderosa » y le contes-taba la señora : « No se case sino con gusto y mujer de casta, quele prometo que, con ser yo no muy rica, no he querido casar misobrina, con haberle salido ricos casamientos, por no ser de cali-dad. Ella pobre es, que no tiene sino seis mil ducados de dote,pero no debe nada a nadie en sangre ». La dote de Ana no es muyimportante, pero tampoco es despreciable. Es fácil comprenderpor qué la doncella no ha contraído matrimonio todavía (a causade la mácula de la familia) y por qué la tía intenta tan precipitada-mente atraer a don Felipe, que aparenta ser noble y bastante rico.También tiene un valor paródico la evocación de Ana (pag. 227). Elretrato de la joven encierra todos los tópicos característicos en laépoca de la belleza femenil, pero además, el detalle de la « buenanariz » tiene un significado particular. Hay que relacionarlo conlas narices largas, señal típica de los judíos y conversos, como loindica Quevedo en otro trozo de El Buscón :

...hay muy grande cosecha desta gente [los moriscos] y de la quetiene sobradas narices y sólo les faltan para oler tocino (pag, 61).

Y tampoco es neutra la alusión a Herodes que está en el mismopasaje (pag. 228).

Los temas de la limpieza de sangre y de la nobleza vienen puesa cobrar nueva importancia en la obra. Estos temas van íntimamenteunidos a los personajes de Pablos, de don Diego Coronel y desus primas, pero también los evoca el autor con relación a otrospersonajes. Quevedo alude a la falsa hidalguía de Cabra el converso(pag. 42) y se refiere al mismo asunto, a propósito de la hidalguíaaparencial de don Toribio Rodríguez Valle jo Gómez de Ampuero,cuyo último apellido, « Jordán », tal vez no sirva únicamente parafacilitar un juego de palabras, ya que también remite al universode los judíos (pag. 152). Además, añade don Toribio con respecto asu propio caso y al de los otros caballeros de industria, sus compa-ñeros :

...hay en la corte unos géneros de gente como yo, que no se les conoceraíz ni mueble, ni otra cepa de la que decienden los tales (pag. 154).

De la misma manera, dichos temas surgen una vez más en el epi-sodio en que Pablos, preso en Madrid, se hace amigo del carceleroy de su mujer, cuyos apellidos (San Pablos y Moráez} delatan elorigen impuro de los que los llevan, aunque el picaro, pariente

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fingido de la carcelera, dice poseer una ejecutoria que prueba lahidalguía de ambos (pags. 203-204)39.

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El Buscón refleja, como las demás obras picarescas que salena luz entre 1598 y 1605, la obsesión de la sociedad española de laépoca, que vive bajo el imperio de los estatutos de limpieza40. Peroademás, cuando Quevedo escribe su obra, tal obsesión cobra mayorimportancia entre los cortesanos pues asisten a la ascensión dedon Rodrigo Calderón, el privado del privado regio, cuya sed dehonores y nobleza era grande, a pesar de sus orígenes humildesy de su reputación de tener « raza »41. Ya en 1601 se había casadocon doña Inés de Vargas y Carvajal, hidalga extremeña, por lo quepudo llamarse señor de las villas de la Oliva y Plasenzuela, queformaban parte del mayorazgo de su mujer42. Y en 1604, empe-zaron las primeras pruebas genealógicas de don Rodrigo que habíande hacer posible su ingreso en la Cofradía del Hospital de NuestraSeñora de la Esqueva, en Valladolid43. No obstante, tuvo que espe-rar siete años para que, tras nuevas pruebas, consiguiera en 1611un hábito de Santiago, lo que había de permitirle ser comendadorde Ocaña y después conde y marqués de Siete Iglesias. Esta largaespera debe de corresponder al fallo, en 1605, de un intento aven-turado de ennoblecimiento44. Quevedo, que ya había dado formaa su letrilla satírica : « Poderoso caballero es don Dinero45...», com-puso seguramente entonces, con referencia al caso de don Rodrigo,el célebre soneto : « Solar y ejecutoria de tu abuelo... », en que

39. Sabido es que, al convertirse, muchos judíos tomaron nombres de santos; cf.por ejemplo el caso muy conocido de Pablo de Santa María. En el padrón de conversossegovianos, hecho a principios del siglo XVI y publicado por Marcel Bataillon (in :Bulletin Hispanique, LVIII, 1956, p. 207-231), figuran Alonso de San Blas (p. 218), Bernar-dino de San Martín (p. 219), Sebastián de Santo Domingo (p. 222), Bernardino de SantaMaría (p. 223). Y Pablos dice que su madre, que era conversa, se llamaba «Aldonzade San Pedro, hija de Diego de San Juan y nieta de Andrés de San Cristóbal > (p. 16).Cuando el picaro presenta al carcelero, lo hace de la manera siguiente : «tal Blandonesde San Pablo » (p. 203). Ya sabía el lector que se tratata de un confeso (acerca de « Pablo »,cf. también la nota 35). La ironía de Quevedo se expresa en el fingido parentesco ya quePablos, hijo de Clemente Pablo, no se presenta como deudo de Blandones de San Pablo,sino de Ana Moráez.

40. Cf. Marcel Bataillon, Béfense et illustration du sens littéral, p. 30 y Picaros ypicaresca.

41. Cf. las páginas dedicadas por M. Bataillon a don Rodrigo Calderón en Picarosy picaresca (53-121).

42. Ibid., p. 66-67 y 97. Cf. también entre las p. 72 y 73 la portada de La PícaraJustina, dedicada a don Rodrigo por López de Ubeda.

43. Ibid., p. 67.44. Ibid., p. 94.45. La incluye Pedro de Espinosa en la Primera parte de las flores de poetas ilustres

de España (Valladolid, Luys Sánchez, 1605), fol. 18v°-19r°.

UNA NUEVA INTERPRETACIÓN DE « EL BUSCÓN » 709

desaconseja irónicamente las probanzas de limpieza porque pue-den dar a conocer las manchas ocultas del linaje46.

En este ambiente escribe López de Ubeda La Pícara Justina*1 yQuevedo El Buscón.

Don Francisco, cristiano viejo ufano de su hidalguía monta-ñesa, se da cuenta del trastorno que el dinero ocasiona en unasociedad de tipo estamental48. Como se ha hecho notar, no es eldinero, en la España del siglo XVII, señal de una mentalidad bur-guesa sino verdadero valor para-aristocrático49 : permite la llamada« movilidad vertical » y el ennoblecimiento. Quevedo está conscientede su poder, como lo expresa en El Buscón :

...como el dinero ha dado en mandarlo todo, y no hay quien lepierda el respeto... (pag. 226).

Para don Francisco, el dinero está estrechamente relacionado conel negocio y las actividades de ese embrión de pre-burguesía urbana(oficiales, mercaderes y cambios) constituida en gran parte porconversos. Y estos cristianos nuevos tratan de incorporarse a lacasta aristocrática, intentan adquirir honra, hacerse pasar por hi-dalgos o sea por cristianos viejos. Amenazan pues la estructura socialy están inficionando a la nobleza. El mal cunde cada día más. Unoshan conseguido ya desde hace tiempo formar parte de la aristocra-cia y hasta han logrado simbolizar los valores de la casta, lo quees intolerable para Quevedo. Otros, están subiendo los peldañosque han de permitirles elevarse hasta las cumbres.

Quevedo, defensor de la sociedad aristocrática tradicional, estimaque la casta dominante ha de conservar su integridad, su limpieza ysus valores auténticos. No ha de sufrir las transgresiones que sellevan a cabo, a riesgo de perder su propio ser. Cada cual ha deocupar en la estructura estamental el sitio que le corresponde porsus orígenes raciales y sociales. Y sin embargo, los cortesanos tie-nen ante los ojos el ejemplo llamativo de don Rodrigo Calderón.Este, por los Aranda, pasa por no ser limpio y se rumorea que hubomercaderes entre sus abuelos50.

Quevedo quiere llamar la atención sobre un problema capital parala nobleza, ya que la impostura va desarrollándose. Como no puede

46. Cf. Francisco de Quevedo, Obras completas. I-Poesía original (ed. de José ManuelBlecua, Barcelona, Ed. Planeta, 1963), p. 57, n° 62. Cf. también Romancero de don RodrigoCalderón (1621-1800), a cargo de Antonio Pérez Gómez (Valencia, 1955), p. 127.

47. Cf. M. Bataillon, Picaros y picaresca (II : La Pícara Justina).48. Cf. José Antonio Maravall, Estado moderno y mentalidad social (siglos XV a XVII)

(2 tomos, Madrid, Ediciones de la «Revista de Occidente», 1972), II, p. 10-18.49. Cf. Michel et Cécile Cavillac, A propos da « Buscón » et de « Guzmán de Alfarache »

(in Bulletin Bispanique, LXXV, 1973, p. 114-131), p. 129.50. Cf. M. Bataillon, Picaros y picaresca, p. 94-95, 107-108, 110.

710 AUGUSTIN REDONDO

decir a las claras lo que piensa, expresará sus ideas en El Buscónvaliéndose del recurso paródico. La novela picaresca está de moda :utilizará el marco que tal género le suministra, pero El Buscón seráuna « parodia picaresca » : la mayoría de los personajes, situa-ciones, esbozos de reflexiones del héroe parodian los de El Lazarilloo Guzmán de Alfarache51. En la Corte, se saborean las agudezas,el juego de los equívocos, etc..; don Francisco, que escribe paralos cortesanos, soltará la rienda a su ingenio y empleará la « paro-dia idiomática »52. De tal modo, podrá conseguir su demostra-ción.

Pablos y don Diego Coronel simbolizan las dos fases del asedioa la nobleza por parte de los conversos. Pablos representa el intentode encumbramiento y don Diego la incorporación lograda. Por loque hace al primero, la infamia de sus orígenes lo condena irre-misiblemente a la vileza y sus esfuerzos por negar la sangre y venira ser caballero no pueden conducirle sino al fracaso y al castigoinfamante. Con respecto al segundo, don Francisco tiene que pre-sentar el caso de una manera más solapada, pues ya hay muchosnobles como don Diego, pero la parodia le da al autor la posibili-dad de poner de relieve la importancia del tema y hace admisibleel castigo simbólico de Coronel.

***

El Buscón aparece pues como una obra enteramente paródica,que recreó a los cortesanos, pero éstos, detrás de las burlas y delos juegos verbales, bien debieron de percibir el sentido que elautor quiso dar al libro. Varios detalles, además, hacían pensaren don Rodrigo Calderón. Como el privado del duque de Lerma,Pablos intenta elevarse por el matrimonio. También el valido tratamás o menos de escamotear su segundo apellido, « Aranda », queera sospechoso, y de apropiarse el blasón de los Ortega53 y el picarocambia de nombre54. Don Rodrigo se dice señor de dos villas y

51. Cf. Segundo Serrano Poncela, « El Buscón »¿ parodia picaresca? (in : ínsula,n° 15, septiembre de 1959, p. 1 y 10). Cf. también M. et C. Cayillac, A propos du< Buscón »... p . 124.

52. Cf. Emilio Alarcos García, Quevedo y la parodia idiomática (in : Homenaje a EmilioAtareos García, I, Universidad de Valladolid, 1965, p . 442-472). Cf., así mismo, lo queescribe Raimundo Lida en Pablos de Segovia y su agudeza-Notas sobre la lengua del< Buscón» (p. 288) : « El archi-conceptismo del Buscón incluye por lo pronto la parodiadel rebuscamiento idiomático...» (estudio publicado en Homenaje a Casalduero, Madrid,Gredos, 1972, p. 285-298).

53. Cf. M. Bataillon, Picaros y picaresca, p. 67-70.54. Primero se llamará don Alvaro de Córdoba (p. 184), luego don Ramiro de Guzmán

(p. 209) y por fin don Felipe Tristón (p. 227).

UNA NUEVA INTERPRETACIÓN DE « EL BUSCÓN » 711

Pablos hace lo mismo55. Hasta la referencia a Ocaña, por dos vecesen El Buscón56, no podía menos de remitir, a partir de 1611, alcomendador de dicho lugar o sea a don Rodrigo. Y ¿ quién sabe si,para ciertos lectores, no evocaba don Diego Coronel el ingreso enla nobleza conseguido por don Rodrigo y si en el castigo simbólicoque recibía el segoviano o en el que le correspondía a Pablos, noveían una especie de anticipo profético de la caída espectacular delmarqués de Siete Iglesias ?

AUGUSTIN REDONDOUniversidad de Tours

55. Cuando dice que se llama don Ramiro de Guzmán, se titula « señor de Valcerradoy Villorete > (p. 212).

56. Cf. p. 137 y 230. Parece que las dos menciones estaban ya en la primera redacciónde la obra, lo que implica que don Francisco no podía pensar en don Rodrigo, alescribir « Ocaña». Sin embargo, después de 1611, no debía de ocurrir lo mismo con loslectores cortesanos, sobre todo en el segundo caso, ya que la tía de Ana le decía adon Diego : «Yo le conozco muy bien al señor don Felipe, que es el que nos hospedópor orden de mi marido, que fue gran amigo suyo, en Ocaña. »