Actas del Seminario de Gestión del Patrimonio Arqueológico, Arqueomac 2011

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Actas del Seminario de Gestión del Patrimonio Arqueológico, Arqueomac 2011

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Actas del

Seminario sobre Gestióndel Patrimonio Arqueológico

La Restinga, El Hierro

28 y 29 de marzo de 2011

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Consejera de Cultura, Deportes, Políticas Sociales y Vivienda

Inés Nieves Rojas de León

Viceconsejero de Cultura y Deportes

Alberto Delgado Prieto

Director General de Cooperación y Patrimonio Cultural

Aurelio González González

Edita

Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de CanariasDirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural

Coordinación editorial

Eliseo G. Izquierdo

Organización del Seminario

MBA Consultores

Depósito Legal: TF 1265-2011

ISBN: 978-84-7947-611- 3

La cultura de las regiones se conforma como un rico conglomerado en el que, a la pervivencia de determinadas manifestaciones y costumbres propias, se van sumando y mezclando las infl uencias diversas llegadas de otros lugares y cul-turas, más o menos cercanas. Todo ello condicionado siempre por la necesidad de adaptación a unas circunstancias y a un medio particulares, limitado, en el caso insular, por el espacio y la capacidad de comunicación o movimiento hacia otros territorios, pero de una rica y extraordinaria biodiversidad y singu-laridad. Esta realidad insular ha convertido a Canarias en encrucijada de tradi-ciones y manifestaciones diversas, con una particular capacidad de asimilación y para integrar estas infl uencias múltiples, que en suma conforman ese vasto bien común y hereditario que es el Patrimonio Cultural.

Para las islas, el mar se convierte desde antiguo en vehículo y referente nece-sario, que a un mismo tiempo delimita, aísla el territorio, pero que también permite tender puentes que las abran a otras realidades, marcando su historia, acrecentando su cultura. Importa conocer y conservar, por tanto, el rico cau-dal de materiales y noticias que aún albergan los fondos de nuestras aguas, sumándolo al inagotable y continuo trabajo de documentación, conservación, investigación, puesta en uso y difusión de todo nuestro Patrimonio. Una labor que estamos obligados a acometer desde el rigor científi co y bajo el respeto de las leyes: aprovechando los métodos, las herramientas, la tecnología; desarro-llando, cumpliendo y haciendo cumplir las normas y procedimientos. Sólo así podemos garantizar la pervivencia intelectual y material de este legado, sobre el que tenemos la responsabilidad de transmitirlo a las generaciones venideras en las mejores condiciones.

Presentación

Aurelio González González

Director General de Cooperación y Patrimonio Cultural

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BLOQUE I: ARQUEOLOGÍA SUBACUÁTICA

Inventario del Patrimonio Arqueológico Subacuático

de Gran Canaria

Sergio Olmo Canales. Director de la Carta Arqueológica Subacuática

Arqueología subacuática en Azores

Brígida Baptista. Arqueóloga. ADCA

Prospecciones arqueológicas subacuáticas en el Bien de

Interés Cultural de el Río (Lanzarote - La Graciosa, Islas

Canarias)

José Juan Guillén Medina y Rita Marrero Romero. Tibicena Gabinete de Estudios Patrimoniales

BLOQUE II: METODOLOGÍA EN LOS TRABAJOS ARQUEOLÓGICOS

La investigación arqueológica en La Gomera:

Ciencia y Comunidad

Juan Carlos Hernández Marrero. Museo Arqueológico de La Gomera y Unidad de Patrimonio (Cabildo Insular de La Gomera). Juan Francisco Navarro Mederos. Dpto. de Prehistoria, Antropología e Historia Antigua, Universidad de La Laguna. José Miguel Trujillo Mora. Museo Arqueológico de La Gomera (Cabildo Insular de La Gomera). Sandra Jeannine Cancel. Servicios Integrales de Patrimonio Histórico

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Índice

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EXPERIENCIAS – Resultado de las actuaciones en los

conjuntos de Buracas y del Barranco de las Ovejas [La

Palma]

Jorge Pais Pais. Jefe de Sección de Patrimonio Histórico y Arqueológico del Cabildo de La Palma

BLOQUE III: DOCUMENTACIÓN DE LAS MANIFESTACIONES

RUPESTRES

Documentación de las manifestaciones rupestres de

El Hierro (2008-2009); precedentes, procedimientos y

resultados

Renata A. Springer Bunk. FilólogaSixto Sánchez Perera. Arqueólogo

Yacimientos arqueológicos rupestres con escritura líbico–

bereber y/o líbico–canario de Lanzarote. Características y

su correlación con Fuerteventura

María Antonia Perera Betancort. Arqueóloga. Jefa del Servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo de Lanzarote

EXPERIENCIAS – Arqueología y Conservación.

Un proyecto común

Cristina Ojeda Oliva. Tibicena Gabinete de Estudios Patrimoniales

ANEXO: ARQUEOLOGÍA Y LEGISLACIÓN

Marco legal de la gestión del Patrimonio Arqueológico

Pilar Gómez Cortés. Técnica jurídica del Servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo de LanzaroteMaría Antonia Perera Betancort. Arqueóloga. Jefa delServicio de Patrimonio Histórico del Cabildo de Lanzarote

ARQUEOLOGÍA

SUBACUÁTICA

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INVENTARIO DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO SUBACUÁTICO DE GRAN CANARIA

Sergio Olmo Canales

Director de la Carta Arqueológica Subacuática de Gran [email protected]

1.- INTRODUCCIÓN

La protección jurídica del patrimonio arqueológico subacuático está bien documentada en diferentes norma-tivas y articulados, tal y como queda recogido en la Ley 16/1985, de 25 de

junio, del Patrimonio Histórico Espa-

ñol, en donde se aborda los diferentes aspectos de dicho patrimonio sumer-gido; considerándose éste como parte indisociable del patrimonio arqueoló-gico, que a su vez lo es del más amplio patrimonio histórico-cultural.

PALABRAS CLAVE: Arqueología subacuática, patrimonio arqueológico sumergido, Plan Nacional, UNESCO, cartas arqueológicas, protección,

conservación, amenazas, divulgación.

RESUMEN

La incuestionable relevancia del Patrimonio Arqueológico Subacuático de Gran Canaria reside fundamentalmente en su singularidad. Sin embargo, tener cons-tancia de la presencia de vestigios antiguos en ciertos emplazamientos del fondo marino no conduce a su inmediata valoración como un bien cultural, si antes no se toman las medidas necesarias que salvaguarden su fragilidad. Por esta cir-cunstancia, tenemos una responsabilidad ineludible en conservar y proteger uno de nuestros legados históricos más preciados. En consecuencia, pretendemos abordar los resultados de las investigaciones que hasta la fecha se han desarrolla-do en el citado ámbito arqueológico, además de elaborar un diagnóstico sobre la situación actual y unos criterios de actuación que sienten las bases para futuras intervenciones patrimoniales en el medio marino.

En el caso de nuestra comunidad, en la Ley 4/1999, de 15 de marzo, de Patri-

monio Histórico de Canarias se hace referencia al patrimonio arqueológico submarino en el Título III, Capítulo I, cuando se mencionan los bienes inte-grantes del mismo que se encuentren en el mar territorial (art. 60); tratándo-se a continuación a todos los pecios con la categoría de Bien Mueble (art. 62). Especialmente, en el apartado re-ferente a las cartas arqueológicas, se hace hincapié en la formulación de la Carta Arqueológica Submarina en

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2.- ANTECEDENTES

Tradicionalmente, en el archipiélago canario no ha habido un desarrollo continuo en lo que a trabajos submari-nos se refi ere, más aún si los compara-mos con los efectuados en otros cam-pos de la arqueología terrestre, tanto de investigación como de gestión. Así, no deja de resultar sorprendente que en un territorio insular como es el nuestro, este tipo de intervenciones carezcan de una frecuencia sistemá-tica, que no se circunscriba exclusi-vamente al descubrimiento casual o a puntuales estudios de impacto en zonas portuarias.

No obstante, se hace necesario des-tacar las aportaciones aisladas que se han producido como consecuencia de ciertos hallazgos fortuitos, no siempre debidamente comunicados a las au-toridades competentes. Sin embargo, el interés social que esta arqueología suscita y el desarrollo científi co de la misma no parecen estar igualmente refl ejados. De hecho, los trabajos rea-lizados en las últimas décadas han ca-recido de sistematización y continui-dad, fruto de la ausencia de proyectos de investigación más amplios y de la inexistencia de políticas patrimoniales específi cas, tanto a nivel regional en general, como insulares en particular.La ausencia de un control riguroso sobre esta clase de yacimientos ha conducido a algunas personas y gru-pos a perpetrar un daño irreparable en nuestro patrimonio submarino. De hecho, sólo una mínima parte del expolio cometido sobre estos restos arqueológicos es susceptible de ser detectado, salvo cuando ya se ha pro-ducido. En este sentido, hay que tener

presente que si bien esta actividad expoliadora es sufi cientemente cono-cida desde hace varias décadas, no es menos cierto que en los últimos años se ha visto especialmente benefi ciada como consecuencia de la utilización de nuevos métodos y técnicas más ex-haustivas en la detección de aquellos objetos que reposan en el fondo ma-rino (teledetección marina, sondeos subacuáticos, detectores metálicos más potentes, tecnología informática y digital, etc.). Por otro lado, las diver-sas intervenciones y obras de infraes-tructura que en los últimos años se llevan a cabo en el litoral pueden re-sultar muy dañinas para el patrimonio arqueológico en determinados luga-res, si no se articulan los mecanismos necesarios para su control y correcta protección.

Con este panorama, parece imprescin-dible el establecimiento de una serie de medidas que permitan aportar unas pautas de control más efectivas sobre el conjunto de bienes materiales su-mergidos a lo largo y ancho del litoral de nuestro archipiélago. En defi nitiva, deberíamos plantearnos la necesidad de establecer un nuevo horizonte en el que pudiera articularse la puesta en marcha de proyectos integrales que abarquen el inventariado, evaluación y gestión del patrimonio arqueológico sumergido, así como su posterior difu-sión y puesta en valor social.

3.- TRABAJOS ARQUEOLÓGICOS

SUBMARINOS DESARROLLADOS EN

CANARIAS

Las primeras referencias que se tienen de hallazgos localizados en aguas ca-

coordinación con la Administración competente, donde se localizarán y documentarán aquellos pecios depo-sitados en las aguas del archipiélago canario (art. 64). Asimismo, cuando se aborda la defi nición y régimen de autorizaciones de las intervenciones arqueológicas, también se cita los res-tos integrantes de este patrimonio en el medio marino (art. 66).

1.1.- El Plan Nacional de Protección

del Patrimonio Arqueológico

Subacuático

Este proyecto nace en un momento oportuno y obedece al único fi n de concienciar de manera coordinada a todos los departamentos, institucio-nes y administraciones públicas com-petentes de la protección de dicho patrimonio, mediante la adopción de una serie de medidas concretas para la salvaguarda, conservación y difusión de los bienes culturales que descansan en nuestras aguas.

Además, uno de los objetivos primor-diales será llevar a efecto las indicacio-nes de la Convención de la UNESCO de

noviembre de 2001 sobre la Protección

del Patrimonio Cultural Subacuático, ratifi cado en junio de 2005 por el Go-bierno de España. En la Convención se invita a las autoridades de los Estados fi rmantes a elaborar, mantener y ac-tualizar el inventario de este patrimo-nio, así como garantizar la protección, conservación, presentación y gestión del mismo, junto con la investigación y educación. En defi nitiva, los ejes en los que se concreta el Plan giran en torno a una serie de cuestiones como son:

- Documentación e inventario. Me-diante la elaboración de las Cartas Arqueológicas Subacuáticas de todo nuestro litoral, donde el Ministerio de Cultura impulsará y coordinará su ejecución junto con las Comunidades Autónomas.

- Declaración de Bienes de Interés Cultural. El Ministerio impulsará la incoación por parte de las Adminis-traciones públicas competentes de los correspondientes expedientes para la declaración como Bien de Interés Cul-tural (BIC) o categoría similar, las Zo-nas Arqueológicas Subacuáticas más emblemáticas de nuestro litoral.

- Formación. Se promoverá el desarro-llo de planes de formación en Patrimo-nio Arqueológico Subacuático, donde el Museo Nacional de Arqueología Subacuática ARQUA en Cartagena se convertirá en centro de referencia de formación en este ámbito.

- Coordinación. De las actuaciones que se lleven a cabo, además de la creación de un protocolo de actua-ción arqueológica para infraestructu-ras portuarias.

- Divulgación. Realización de campa-ñas de divulgación y puesta en valor del Patrimonio Cultural Subacuático para fomentar la sensibilización de to-dos los ciudadanos.

- Seguimiento y Evaluación.

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narias datan de mediados de los años sesenta y se centran en las islas más orientales del archipiélago, en concre-to en La Graciosa y Lanzarote. A partir de estos descubrimientos se sucede-rán otros nuevos que se extienden por las demás islas, en su mayoría relacio-nados con la recuperación de ánforas cerámicas de difícil adscripción crono-lógica (J. Álvarez, 1967).

Los primeros estudios científi cos co-mienzan a desarrollarse apenas unos años después, ya en la década de los setenta, incorporándose paulatina-mente los hallazgos que se van efec-tuando en todo el archipiélago. Aún así, en estos años se prosigue con una importante labor de extracción de diversos materiales de los fondos marinos, por desgracia sin ningún tipo de sistematización ni de metodología científi ca alguna en el desarrollo de dichas tareas. Tal es el caso de los ca-ñones recuperados en los respectivos pecios de las playas de Vallehermoso, en La Gomera; y El Burrero (Ingenio) y El Agujero (Gáldar), ambas en Gran Canaria (S. Olmo y J.I. Sáenz, 1998; G. Escribano, A. Mederos y D. Chinea, 1999a).

Pero no es hasta fi nales de 1979 cuan-do comienzan a realizarse las prime-ras prospecciones subacuáticas en diversos puntos del litoral de Tenerife, Lanzarote y La Gomera (A. Tejera y R. Balbín, 1981 y 1983; J. Delgado, 1987 y 1990). Sin embargo, una de las princi-pales insufi ciencias de esas investiga-ciones es la ausencia de información derivada de las actuaciones llevadas a cabo.

Los trabajos tuvieron cierta continui-

dad en la década de los años ochenta, gracias a las campañas de prospeccio-nes submarinas del Plan Nacional de Cartas Arqueológicas Subacuáticas promovidas por el Instituto de Con-servación y Restauración de Bienes Culturales y ejecutadas por J. Delga-do (1990). Otras iniciativas, relaciona-das en su mayoría con las actividades derivadas de la puesta en marcha del V Centenario del Descubrimiento de América, fi nalmente no vieron la luz por diferentes motivos.

Desde 1990 se inician una serie de tra-bajos encaminados a la catalogación e inventariado de los yacimientos ar-queológicos submarinos de las dife-rentes islas, en su mayoría encargados por la Dirección General de Patrimonio Histórico del Gobierno de Canarias. Si bien es cierto que éstos se centran, casi exclusivamente, en el estudio de los antecedentes históricos, a través de la información oral existente y de una exhaustiva recopilación bibliográ-fi ca. Además, durante este período se ejecutan una serie de prospecciones subacuáticas de urgencia desarrolla-das en diversos puntos del litoral de Gran Canaria, Lanzarote, Fuerteventu-ra, Tenerife y La Gomera (G. Escribano, A. Mederos y D. Chinea 1999b, 2003a y 2003b; S. Olmo, 2002 y 2004; S. Olmo, V. Barroso y C. Marrero, e.p.).

En último término, hay que destacar las más recientes intervenciones ar-queológicas submarinas desarrolladas a raíz del notable aumento que ha su-puesto la ejecución de obras de infra-estructura e ingeniería marítima que se han venido realizando en todo el archipiélago. En este sentido, sobresa-len las efectuadas en diferentes zonas

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portuarias de Lanzarote, como en los Puertos del Carmen, Órzola y Arrecife, aún en curso. Pero sin lugar a dudas, especialmente interesantes han sido los trabajos desplegados en el Puerto de La Luz y de Las Palmas, de la capital grancanaria. Aquí, debido a las suce-sivas obras de ampliación acometidas, han podido documentarse abundantes restos materiales sumergidos, entre los que resalta un pecio antiguo (S. Olmo, V. Barroso y C. Marrero, 2008 y 2009).

4.- LA INVESTIGACIÓN DOCUMENTAL

.1.- Investigación y análisis de la do-

cumentación histórica en archivos y

bibliotecas

Afortunadamente, para el ámbito his-tórico de Canarias contamos con am-plios repertorios documentales para el período que discurre entre fi nales del medievo europeo y los comienzos de la Edad Contemporánea, aunque es tal el volumen de información que se halla considerablemente disperso por archivos y hemerotecas, no sólo de carácter local o provincial, sino tam-bién de índole nacional, tanto en su vertiente pública como privada. En base a ello, decidimos emprender la recopilación y sistematización de la información existente acerca de po-sibles naufragios, hallazgos fortuitos, eventos marinos sucedidos en nuestro litoral, etc.; tanto a nivel arqueológi-co de los bienes procedentes del área objeto de estudio, como de sus fuen-tes documentales, ya fuera a través de noticias escritas, orales, iconográfi cas o cartográfi cas. Por tanto, la infor-mación obtenida gracias a la investi-gación documental, junto a los datos

proporcionados por las fuentes orales, vienen a complementar los trabajos submarinos efectuados.

El primer criterio elegido nos vino im-puesto por la propia dinámica de la ela-boración de la carta subacuática. Los pecios ya localizados, en muchos casos estudiados previamente, nos indicaron que en esta fase inicial era preciso co-menzar por documentar e identifi car los mismos. De esta manera, comenza-mos nuestra tarea por la búsqueda de noticias referentes a los naufragios de los vapores ocurridos a lo largo del si-glo XIX, en concreto el “Ville de Pará”, hundido el 11 de octubre de 1884, y el “Alfonso XII”, que naufragó el 13 de fe-brero de 1885. Para lo cual, gran parte de esta primera campaña se centró en la Hemeroteca del Museo Canario y en la consulta de los periódicos que se pu-blicaron en dichos años.

El segundo de los objetivos conllevaba una tarea de investigación que se ha realizado de forma simultánea, tanto en la mencionada hemeroteca como en los posteriores archivos consulta-dos. Así, junto a la búsqueda de pecios o hallazgos aislados conocidos, reco-pilamos aquellas noticias que o bien se referían directamente a la aparición de nuevos naufragios, o bien podían servir de testimonio que nos dirigiera hacia otras pesquisas. Datos referentes a combates navales, averías, causas de pilotos y juzgado de arribadas, carto-grafía, toponimia y derroteros, arma-das, registros, estados de fuerza y vida e historiales de buques, apresamientos, causas de averías y accidentes maríti-mos, tormentas y desastres marinos y máquinas e inventos para extracción de buques hundidos.

En consecuencia, concluida la campa-ña de la Hemeroteca del Museo Cana-rio comenzamos por rastrear dichas noticias partiendo desde el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas y su fondo de Protocolos Notariales, para cubrir el periodo que discurre desde la Edad Moderna hasta nuestros días. Los datos recogidos en los citados Proto-colos señalaron de manera manifi esta hacia el comercio marítimo atlántico y la Carrera de Indias, circunstancia que nos condujo expresamente al Archivo General de Indias, en Sevilla. Desde ese momento nuestra labor fue puramen-te de investigación, en donde tuvimos que comenzar con la tarea previa de localizar y contrastar la información científi ca publicada hasta el momento sobre naufragios. Así, los lugares don-de concentramos nuestros esfuerzos

se correspondieron con la bahía de Las Palmas o de La Isleta, para la Edad Moderna, y la bahía de Gando, en Tel-de, para lo concerniente al siglo XIX.

Desde un principio se vio la necesidad de sistematizar toda la información que se estaba recopilando para poder gestionar efi cazmente el volumen de la misma, por medio de la creación de una base de datos al uso. Su estructura quedó articulada en cinco grupos fun-damentales: identifi cación de la fuen-te de documentación, descripción for-mal del documento; descripción del contenido del documento; relación de datos específi cos sobre pecios o ha-llazgos; y clasifi cación del registro.

4.2.- Estudio y documentación de las

fuentes orales

Este estudio tenía como fi nalidad com-plementar con un aporte documental adecuado el inventario del patrimonio arqueológico sumergido de Gran Ca-naria. Por ello se estableció como ob-jetivo primordial la realización de una serie de entrevistas/encuestas entre aquellas personas que por su activi-dad profesional o afi ción mantenían una estrecha relación con el ámbito marino en el entorno de la isla. Bási-camente se pretendía poder recabar de ellas la información relativa no sólo a posibles hallazgos arqueológi-cos subacuáticos, sino también todas las noticias referidas a naufragios o a otros eventos marinos acaecidos a lo largo de nuestro litoral.

Por tanto, la información obtenida por medio de estas entrevistas orales, de-bidamente tratadas a la postre, debe contribuir de manera determinante a

Foto 2. Protocolos Notariales (Luis Felipe

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dibujar un nuevo panorama de la ar-queología grancanaria; eso sí, en aso-ciación con la información documen-tal recopilada en archivos y bibliote-cas, así como con las prospecciones submarinas efectuadas.

La sistematización de los trabajos se basó, inicialmente, en la elaboración de una fi cha-modelo de encuesta oral, que recogiese todos aquellos campos que consideramos eventualmente sig-nifi cativos a la hora de normalizar y valorar la información recopilada. Una vez defi nida la fi cha para la recogida de la información se confeccionó con ella una base de datos para la gestión y clasifi cación de la información reco-gida en el trabajo de campo. La misma puede consultarse y ponerse a dispo-sición de los investigadores por parte del Servicio de Patrimonio Histórico y Cultural del Cabildo de Gran Canaria cuando así se estime oportuno.

Al mismo tiempo se procedió a efec-tuar un listado de asociaciones, institu-ciones y personas, que por su relación con el medio marino pudiesen aportar algún tipo de información signifi cativa para el objetivo del presente estudio. Para los centros y clubes de buceo se consultó la relación de los mismos pro-porcionada por el Patronato de Turis-mo de Gran Canaria, complementada por medio de páginas web específi cas. En lo que respecta a las cooperativas y cofradías de pescadores se examinó el directorio de las mismas, el cual fue proporcionado por la Viceconsejería de Pesca de la Consejería de Agricul-tura, Ganadería, Pesca y Alimentación del Gobierno de Canarias. Otras enti-dades contactadas fueron la Autoridad Portuaria de Las Palmas, el Instituto

futuros méritos curriculares, lo cierto es que no compartir el legado de los bienes patrimoniales implica perpe-trar un ejercicio de “apropiación” del conocimiento y caer en concepciones personalistas, con cuyos planteamien-tos, obviamente, estamos en total des-acuerdo.

5.- INTERVENCIONES

ARQUEOLÓGICAS SUBACUÁTICAS EN

GRAN CANARIA

5.1.- Objetivos y estrategias

Dada las peculiaridades que se en-cuentran implícitas en todo trabajo de prospección arqueológica y, más aún, cuando ésta se trata de una actividad desarrollada en el fondo marino, las fases de actuación en las que quedó compartimentado exigían estar lo sufi cientemente bien programadas a

priori, para así evitar en la medida de lo posible aquellos contratiempos que pudieran surgir. Las características del medio subacuático, no siempre pre-decibles ni controlables, hacen que este tipo de intervenciones dependan de multitud de agentes exógenos a la propia labor arqueológica, como son el estado del mar (oleaje, corrientes, vientos...), la visibilidad, la profundi-dad, o el tipo de fondo ante el que nos encontramos.

Previamente a la realización de las labores submarinas se procedió a la consulta de la documentación biblio-gráfi ca existente sobre las diferentes zonas a inspeccionar. Dicha recopi-lación se centró en torno a aquellas publicaciones especializadas en sub-marinismo, arqueología e historia,

en las que pudiera hacerse referencia a restos sumergidos o ubicados en el litoral, fortifi caciones costeras y otro tipo de estructuras. Tanto los estu-dios anteriores como la propia pros-pección arqueológica arrojaron una serie de resultados muy interesantes, directamente relacionados con la in-formación existente acerca de estas áreas. En lo que a los trabajos marinos se refi ere, estos se efectuaron siem-pre bajo la supervisión directa de un arqueólogo subacuático y contaron, además, con un nutrido grupo de es-pecialistas entre los que destacaban arqueólogos-dibujantes, fotógrafos, buceadores de apoyo, técnicos espe-cialistas, etc. Básicamente consistieron en la exploración pormenorizada de las áreas determinadas previamente, así como en la identifi cación y registro del mayor número posible de restos materiales sumergidos. En último tér-mino estas actividades quedaron com-plementadas con otras tareas de gabi-nete, en las que se llevó a cabo todo el proceso de digitalización documental, además del análisis y tratamiento de la información arqueológica. Asimismo, se procedió a elaborar una exhaustiva documentación, tanto escrita, gracias a los datos que quedaron recogidos en el diario de campo, como gráfi ca, por medio de la fotografía, de la gra-bación con video-cámara submarina y de los reseñados dibujos arqueológi-cos a escala.

En un principio y teniendo en cuen-ta la extensa superfi cie que sobre el papel ocupaban las diversas zonas de estudio, se hacía inabarcable una prospección intensiva que cubriera la totalidad del espacio. A la sazón, la exploración de los fondos se efectuó

Canario de Ciencias Marinas, además de empresas y buceadores profesiona-les, historiadores, pescadores y afi cio-nados al submarinismo en general.

Resulta bastante signifi cativo que bue-na parte de los datos proporcionados por los informantes hagan referencia o puedan ser puestos en relación con naufragios de los que hay constancia documental previa. Por otro lado, hay aspectos del trabajo que no pudieron solventarse de la manera que más nos hubiera gustado. En este sentido, debemos considerar el elevado por-centaje de personas/entidades con-tactadas que desestimaron cooperar, evitando contestar al cuestionario. La explicación de las razones que moti-van esta falta de colaboración, propias de un detallado análisis sociológico, escapan a los fi nes de esta investi-gación, por lo que aquí no quedan recogidas. Este no sería el caso, más comprensible, de una gran mayoría de los entrevistados que a priori no le reconoce un interés desde el punto de vista patrimonial a los pecios o restos de los que tienen referencia, pues se asocia el valor histórico o arqueológi-co con una antigüedad, más o menos remota, circunstancia que estos restos a su juicio no poseen. Sin embargo, resulta cuando menos sorprenden-te que ciertas personas, relacionadas profesionalmente con el mundo de la investigación, hayan rechazado rei-teradamente colaborar con nosotros en este estudio, demostrando de esta forma un tipo de actitudes del pasado que ya creíamos totalmente desterra-das en la arqueología insular. De cual-quier forma, acaso por manifestar al-gún celo profesional o bien por reser-var determinadas informaciones para

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a partir de la localización de los ves-tigios sumergidos, aplicándose desde ese momento un patrón de búsqueda adecuado a las necesidades de cada una de las áreas. Desde la utilización del remolcado de buceadores con pla-neadora, cuyos trazados se realizaron a través de sucesivos recorridos para-lelos de ida y vuelta, hasta la puesta en marcha de otro método de búsqueda basado en el reconocimiento visual mediante la exploración circular y el diseño de círculos concéntricos en los que paulatinamente, y según se aleja del centro, el diámetro de los mismos se va incrementando.

Para la realización de la cartografía se utilizó el sonar C-Max 800/S Side Scan

Sonar, que consta de una unidad re-molcada y un equipo de superfi cie que va instalado a bordo de la embar-cación. Este tipo de sonar es emplea-do en arqueología subacuática para detectar, de manera indirecta, la pre-sencia de objetos sobre el lecho sub-marino mediante un haz de señales acústicas oblicuas. El funcionamiento del sonar es el mismo que el del radar, sólo que con ultrasonidos en lugar de ondas electromagnéticas. Las señales acústicas emitidas por el sonar rebo-tan en los estratos y en los objetos so-bre él depositados, creando una ima-gen del mismo que queda dibujada en tonos grises, en función de la refl ecti-vidad del fondo, y en dos coordena-das, rango y distancia, a lo largo de la trayectoria seguida por el barco. Así, el cruce de los datos de repercusión de las ondas ofrece una información so-bre el tamaño de los objetos que han sido detectados.

En líneas generales, la amplitud de la

zona prospectada se estableció a priori

con la introducción del rango de pros-pección de 75, lo que hace referencia a la distancia de barrida por banda, por lo que la amplitud total explora-da en cada recorrido correspondía al doble del rango, es decir 150 metros. Es por ello que se utilizó el programa de navegación de HydroPro de TRIM-

BLE, mientras que el posicionamiento de las lecturas se realizó con GPS di-ferencial MAX CSI Wireless, estando este equipo compuesto por un GPS de 12 canales, compatible con el sistema internacional de corrección vía satélite WAAS-EGNOS, y por dos unidades de recepción de correcciones diferencia-les: Omnistar y Radiobeacon. Final-mente, todos los resultados obtenidos han quedado representados en coor-denadas UTM Huso28N-REGCAN95.

Por lo que se refi ere a la localización de objetos enterrados, mediante el perfi -lador de sedimentos, éste se confi rió con el fi n de localizar posibles objetos de interés arqueológico. Para lo cual se realizó una prospección con una sonda paramétrica SES-2000 Compact

de INNOMAR de 5 kHz de frecuencia, en donde los registros y datos brutos originales del perfi lador quedan alma-cenados de forma conjunta con la po-sición suministrada por el sistema de posicionamiento. Este equipo permite la localización de objetos enterrados bajo el sedimento y, dependiendo del tipo de substrato, su alcance se en-cuentra entre los 8-15 metros de pro-fundidad, siendo el dispositivo habi-tual en los trabajos de reconocimiento de columnas estratigráfi cas, localiza-ción de pecios, etc. La puesta en fun-cionamiento de este proceso supuso la realización de diferentes transectos,

que a su vez conformaron una retícula sobre aquellas áreas más próximas al emplazamiento de los pecios en cues-tión.

5.2.- Yacimientos y zonas

arqueológicas

5.2.1.- Puerto de Sardina (Gáldar)

Este importante fondeadero comer-cial del noroeste grancanario ofrece una signifi cativa actividad náutica desde los momentos posteriores a la Conquista de la isla e integración en la Corona de Castilla, hasta bien entrado el siglo XIX. En este enclave se locali-zan una serie de hallazgos de carácter fortuito conocidos desde hace varios años. Entre ellos sobresale, al menos de forma clara, un ancla de tipo an-tiguo y una pieza de artillería. Por lo que respecta a la primera, se trataría presumiblemente de un ancla de cepo de tipo antiguo cuyos brazos no están

completos. Por su tipología podría ser de entre los siglos XVI-XVIII, más aún teniendo en cuenta la escasa variación tipológica de este género de piezas. Se encuentra parcialmente conservada y con una gruesa concreción marina, adherida en la totalidad del ancla, lo cual evidencia el largo período de tiempo que debe llevar sumergida.El otro hallazgo del que tenemos cons-tancia es un cañón antiguo, posible-mente fundido en hierro, que tiene la clásica forma de “cilindro”. Podríamos estar ante una pieza defensiva del tipo de una culebrina, que por su tipología bien podría inscribirse entre los siglos XV-XVII. Presenta un estado de con-servación muy alterado, debido a las concreciones marinas que a lo largo del tiempo se han ido depositando so-bre la pieza. Además está partida en su zona central, lo que empeora aún más su ya delicada situación.

En último término, en los alrededores

Foto 3. Ancla ss. XVI-XVIII (Puerto de Sardina, Gáldar).

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se detectan toda una serie de elemen-tos metálicos de diferente funciona-lidad, además de la presencia de un conjunto de cerámicas que también podría ser encuadrado entre los siglos XV-XIX.

5.2.2.- Playa del Agujero (Gáldar)

Sin lugar a dudas, uno de los yaci-mientos submarinos más singulares que existe en este momento en el archipiélago es el conformado por el pecio de la playa del Agujero de Gál-dar. Tal y como pudo ser corroborado en su momento, estaríamos ante los restos de una embarcación que aún conserva parte de su estructura, ade-más de un conjunto de catorce piezas de artillería y otros tantos elementos metálicos, según se desprende de las investigaciones efectuadas (S. Olmo y J. I. Sáenz, 1996). El armazón de la nave que todavía se preserva mide aproxi-

madamente unos 4 metros de largo, por otros tantos de ancho, si bien hay que tener en cuenta que el área to-tal abarca bastante más, puesto que los cañones y las restantes piezas se encuentran muy diseminados por los alrededores.

Los análisis y estudios desarrollados apuntan a que estaríamos ante un bar-co del tipo fragata o corbeta, o incluso un bergantín, fuertemente pertrecha-do con cañones navales pesados, po-siblemente ingleses, los cuales pudie-ron ser identifi cados como piezas del modelo saker, que disparaban balas esféricas de 6 libras de peso con car-ga de pólvora de 4 libras, fundidos en la llamada Época de la Commonweal-th (1646-1660); por lo que podríamos ubicarlo, no sin serias dudas, hacia la segunda mitad del siglo XVII.

El hallazgo original tuvo lugar en el

verano de 1970 por un vecino de Gál-dar, cuando se encontraba bucean-do en este área, gracias sobre todo a varias noticias previas que daban cuenta de la existencia de restos de un barco hundido frente a esta zona. Con un procedimiento totalmente in-adecuado, propio de aquellos años, se decidió sacar varios de sus cañones del agua con la ayuda de una grúa, recuperándose del lugar entre cuatro y ocho baterías, atendiendo a las dis-tintas versiones. Con posterioridad a estas actividades de extracción, fueron trasladados a dependencias municipa-les, donde permanecieron hasta que algunos meses después se distribuye-ron por diversos lugares públicos. A día de hoy podemos afi rmar que una de las piezas se encuentra decorando la fachada exterior del restaurante “La Fragata”, sito en el muelle pesquero del Puerto de Sardina del Norte; cua-tro más se hallan depositadas en el patio de la Casa Cachazo y Verde de Aguilar; y los dos últimos, que estaban en el exterior del pabellón polideporti-vo municipal, se hallan desde hace al-gunos años en paradero desconocido, debido a la negligencia y más absoluta desidia que el Ayuntamiento de Gáldar ha mostrado al respecto en todo este tiempo. Igualmente tenemos cons-tancia de la existencia de, al menos, un cañón más y una culebrina que pueden hallarse en domicilios parti-culares; siendo más que probable que éstos no fueran extraídos en el mismo momento que los anteriores.

5.2.3.- Antiguo Muelle de San Telmo

(Puerto de Las Palmas)

Las noticias existentes sobre el Puerto de Las Palmas son muy abundantes,

revelándose como un importantísimo punto de entrada y salida de embarca-ciones, y lugar donde se centralizaba la actividad comercial del archipiélago hacia Europa, África y América, des-de fi nales del siglo XV y en adelante. Desde sus orígenes, el puerto estuvo ligado a la historia de la ciudad, aun-que no es hasta mediados del siglo XIX cuando de forma defi nitiva la urbe comenzó a extenderse en di-rección a la bahía, lo que propició su rápida modernización. El Muelle de San Telmo recibía diferentes denomi-naciones, como la de Muelle de Las Palmas, Caleta de San Telmo, de Santa Ana o incluso Charco de los Abades. Este fondeadero exigía el uso de lan-chas para desembarcar, pues debido a la poca profundidad existente, los navíos tenían que alejarse hasta alcan-zar una cota entre los 11 y 12 metros. Desde el siglo XVI ya era considerado como el mejor punto de embarque y desembarque, de ahí que se levantase el fuerte de Santa Ana para defender los barcos que atracaban en su rada. Aún así, no es hasta 1789 cuando co-mienzan las obras de construcción del propio muelle, que tendrá un uso prolongado en la centuria siguiente, y que desde fi nales del XIX irá perdien-do paulatinamente su interés en detri-mento del Puerto de la Luz. Igualmen-te debe destacarse que a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, en una obra de gran envergadura, esta franja de litoral ganó muchos metros al mar, desde la parte oriental de la actual Pla-za de San Telmo hasta el borde exte-rior de la Avenida Marítima, con lo que toda la información original que este lugar podría habernos proporcionado se perdió irremediablemente. Las re-ferencias históricas también ponen de Foto 4. Pecio s. XVII (Playa del Agujero, Gáldar).

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manifi esto una constante presencia de variados restos materiales bajo sus aguas. En este sentido, la existencia de repertorios arqueológicos submarinos encuadrados entre los siglos XV-XIX está más que contrastada en sus in-mediaciones.

Las intervenciones arqueológicas de-sarrolladas recientemente arrojaron datos muy interesantes, principalmen-te referidos al conjunto de materiales documentados (S. Olmo, C. Marrero y V. Barroso, 2008 y 2009). En primer lugar habría que destacar el hallazgo más importante que se llevó a cabo durante la prospección, que no fue otro que el descubrimiento de, al me-nos, un pecio antiguo, parcialmente conservado, cuya adscripción crono-lógica podría situarse entre los siglos XVI-XVIII. Además de abundantes restos materiales provenientes de la propia embarcación, también se pu-dieron identifi car varias piezas de ar-tillería, objetos metálicos, estructuras y diferentes partes del navío, como palos y vigas, combés, cubierta, casco, cuadernas y sobreforros, etc. También se evidenciaron, entre otros materia-les, abundantes elementos metálicos y fragmentos de vidrio registrados so-bre el fondo marino; pero sobre todo destacaría la gran colección de cerá-micas modeladas a torno existente. Este grupo está integrado, preferen-temente, por fragmentos atípicos de pastas bizcochadas, cuyas paredes se encuentran ampliamente cubiertas por concreciones marinas. No obstan-te, igualmente se distinguen algunas piezas, como bien pudieran ser res-tos de ánforas o de botijas peruleras. Teniendo en cuenta que este tipo de repertorios no ofrecen una marcada

Foto 5. Dibujo sobre retícula arqueológica

(Antiguo Muelle de San Telmo, Puerto de

Las Palmas).

variación técnica y tipológica a lo lar-go del tiempo, culturalmente pueden ser catalogados como cerámicas del período colonial o de época posterior, por lo que su cronología queda esta-blecida entre los siglos XVI-XVIII. Otro elemento signifi cativo fue un ancla forjada en hierro y plomo que tam-bién podría datarse en el mismo arco temporal.

5.2.4.- Bahía de Gando (Telde)

La trascendencia que ha tenido la ba-hía de Gando está bien contrastada por la abundante documentación his-tórica que existe al respecto. Así, desde mediados del siglo XIV ya se constata la presencia de navegantes europeos que utilizan esta rada como fondeade-ro natural, ya sea como refugio de em-barcaciones o como punto de aguada y escala en la ruta marítima del Atlán-

tico. Sin embargo, la presencia de un temible escollo marino como es el de la Baja de Gando, exigía una pericia excepcional de los pilotos, pues este punto ha sido el causante directo de cuantiosos naufragios acaecidos en los últimos siglos en la navegación insular. Ejemplo de ello es el hundi-miento de los grandes vapores “Ville de Pará” y “Alfonso XII”, hundidos a fi nes del siglo XIX, en un corto espa-cio de tiempo, que constituyen los dos pecios más singulares de época con-temporánea que yacen en los fondos marinos insulares.

Por lo que respecta al primero de ellos, se trata de un trasatlántico francés de 90 metros de eslora y más de 11 me-tros de manga, que en la tarde del 11

de octubre de 1884, tras chocar con el arrecife encalló y se hundió con toda su carga, descansando sobre el fondo arenoso a unos 40 metros de profundi-dad. Ofrece un estado de conservación irregular, dado que algunas partes es-tructurales del pecio se hallan parcial-mente desmanteladas. Además, corre un elevado peligro de expolio al ser el sitio relativamente accesible para los buceadores.

En cuanto al vapor español, éste zo-zobró en el mismo lugar apenas unos meses después del anterior, el 13 de fe-brero de 1885. El “Alfonso XII” constitu-yó un hito en su época, pues se trata-ba del barco de mayores dimensiones que había en toda la marina mercante nacional, por lo que su hundimiento, con tan solo nueve años desde su bo-tadura, supuso un severo golpe para nuestra fl ota. Tras el mismo, se intentó su refl otamiento, siendo del todo im-posible; circunstancia ésta que llevó a los armadores a recuperar la carga más valiosa, mediante la voladura controlada de parte del casco para po-der acceder al interior de la nave. En-tre el cargamento recuperado se ha-llaban nueve de las diez cajas de oro, cuyo destino era el pago de la soldada de las tropas coloniales de Cuba. Sin embargo, el hecho de que no apare-ciera la última, ha supuesto desde en-tonces una ardua labor de rastreo por parte de los buceadores. Por el con-trario, esta infructuosa búsqueda ha desembocado en una penosa tarea de expolio y desmantelamiento del pe-cio, actividad conocida y en ocasiones auspiciada por las autoridades, sin que hasta la fecha se haya hecho absoluta-mente nada por evitarlo. Se trataba de una nave de tres palos, de 110 metros

Foto 6. Vapor “Alfonso XII”, s. XIX

(Bahía de Gando, Telde).

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de eslora y 12 metros de manga, que reposa desde entonces a 48 metros de profundidad, cuyo estado de conser-vación es tremendamente delicado por las circunstancias que acabamos de exponer.

5.2.5.- Playa del Burrero (Ingenio)

La primera intervención data de 1962, realizándose a partir de ahí sucesivas actuaciones con la fi nalidad de extraer el mayor número posible de restos sumergidos. Aunque no es hasta 1995 cuando se procedió a la ejecución de un sondeo arqueológico en la totali-dad de la playa, pues las obras desa-rrolladas en este lugar provocaron la destrucción del pecio y su posterior fosilización (G. Escribano, A. Mederos y D. Chinea, 1999a).

La actuación arqueológica que se realizó recientemente arrojó datos muy interesantes, no sólo cuanti-tativamente, ya que el volumen de restos materiales documentados fue bastante profuso; sino también cua-litativamente, pues la singularidad de los vestigios descubiertos así lo confi rmaron. En primer lugar habría que destacar el hallazgo más impor-tante que se llevó a cabo durante la prospección subacuática, que no fue otro que el descubrimiento de los ras-tros del pecio antiguo, fragmentaria-mente conservado, cuya adscripción cronológica podría situarse entre los siglos XVI-XVIII. El núcleo central es-taría conformado por los abundantes restos materiales provenientes de la estructura de la propia embarcación, básicamente maderamen y tablones superpuestos de un notable grosor, que se extiende sobre una superfi cie

algo inferior a 30 m2 y descansan bajo un lecho arenoso que oscila entre los 5-7 metros de profundidad. Toda la tablazón ofrece un buen estado de conservación y preferentemente está dispuesta de forma longitudinal, si bien hay algunos segmentos que la cruzan transversalmente. Zonalmente están fosilizados por rocas de un ta-maño considerable y por una gruesa capa de arena que fue despejándose según avanzamos en la delimitación de los vestigios. Su extraordinario ni-vel de preservación hace que se pueda advertir ostensiblemente no sólo las vetas e irregularidades de la madera, sino inclusive algunos detalles como la ligazón y entalladura de encastre de los maderos o las perforaciones que se practicaron en los diferentes tablones para ensartar los pernos de fi jación. En donde las labores de exhumación han permitido una mejor delimitación de este conjunto, más que una superpo-sición de listones hemos determinado en ciertos casos la existencia de un doble forro del maderamen, a todas luces con la intencionalidad de refor-zar esta parte del navío. No sin ciertas dudas, es posible que nos halláramos ante parte de las cubiertas o inclu-so frente a una de las tracas o de las secciones importantes del forro o so-breforro del casco de la embarcación. Además, también se ha certifi cado la presencia de otros objetos de diversa naturaleza, como fragmentos de vi-drio, eslabones metálicos o grandes nódulos de pedernal empleados para producir chispa en las armas de fuego de a bordo.

En el sector oriental adyacente se do-cumenta un numeroso repertorio in-tegrado principalmente por múltiples

aros circulares de metal de los barriles y toneles de madera, ocasionalmente apilados o superpuestos entre sí y en un número superior a la docena. Estas cubas constituían una parte signifi ca-tiva del cargamento de los galeones en las travesías oceánicas, pues solían contener agua, alimentos u otros tipos de líquido como vino o aceite y su esti-bado en las bodegas era fundamental para una buena navegación. Del mis-mo modo, entre los artefactos identi-fi cados en esta franja cabe señalarse la aparición de algún fragmento cerámi-co y de vidrio, una hebilla de cobre o más nódulos de sílex para generar la descarga del armamento, así como alguna varilla metálica y media dece-na de balas de plomo de mosquetón de similar calibre. La mayoría de estos elementos ofrecen un estado de con-servación algo más deteriorado, en particular los citados aros metálicos, ya que se observa en gran medida la cantidad de pólipos y adherencias ma-rinas que se disponen alrededor de su perímetro.

5.2.6.- Castillo del Romeral (San Bar-

tolomé de Tirajana).

La primera prospección subacuática se centró en el área ubicada entre las localidades del Castillo del Romeral y San Agustín, por lo que se abarcó una superfi cie lineal aproximada de unos 4 kilómetros (S. Olmo, 2002 y 2004). Durante la misma se reconocieron un total de cuatro sitios. En el prime-ro se descubrió un cañón de hierro fundido de grandes dimensiones. Si bien la gran cantidad de concrecio-nes marinas adheridas a sus paredes impedían con certeza la identifi cación del mismo, no es menos probable que

por su tipología podemos relacionar-lo con algunas baterías similares a las existentes durante los siglos XVI-XVIII. Igualmente, en sus inmediaciones se detectaron numerosos restos cerá-micos, que fueron exhumados ante el grave riesgo de deterioro y expo-lio que los mismos podían sufrir. El siguiente emplazamiento arrojó una pieza metálica de difícil adscripción tipológica, aunque todo apunta hacia un artillado semejante al de una cule-brina o falconete, que perfectamente podría ser fechado en el mismo arco temporal que el cañón. En el tercer punto se localizó un ancla de grandes proporciones, de aspecto bastante an-tiguo y con un relativo buen estado de conservación. Efectivamente, podría tratarse de un ancla de cepo de tipo antigua, donde el cepo de madera ha-bría desaparecido debido al paso del tiempo y a la acción del medio marino. Aunque las anclas de esta clase obser-

Foto 7. Detalle del maderamen del pecio

(Playa del Burrero, Ingenio).

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van poca variedad morfológica desde fi nales del siglo XIV hasta bien entrado el XVIII, lo cierto es que hemos podido documentar instrumentos de tipolo-gía muy parecida en navíos españoles del siglo XVI. Finalmente, del último lugar se recuperaron numerosos frag-mentos cerámicos, algunos de ellos de gran tamaño.

Al margen de las piezas de artillera, merece especial atención el conjunto de cerámicas exhumadas, constituidas manifi estamente por pastas bizcocha-das y por lozas vidriadas decoradas con barnices plumbíferos de fi no ve-drío melado o verde. En esta colección se certifi ca la presencia de algunas producciones como cacerolas, y qui-zás orzas o cántaros. Con todo, parece ser que los mejor representados serían los recipientes como las botijas peru-leras, cuyo tamaño, engrosamiento de las paredes y morfología “ovoide” las hacía ideales para el almacenamiento y transporte de líquidos en las trave-sías atlánticas desarrolladas entre los siglos XVI y XVIII.

En defi nitiva, es complicado asociar todos los vestigios con un mismo acontecimiento, aunque tampoco ha-bría que descartarlo. Por otro lado, la opinión más plausible acerca de este desastre naval no debe ser la del hun-dimiento de una embarcación, sino la que apunta a la pérdida parcial de la carga, ya sea de manera intencional o fortuita. Asimismo, es de suponer que este suceso estuviera relacionado con la cercanía del complejo salinero y la fortifi cación de Santa Cruz del Rome-ral, pues allí se originaba una densa navegación como consecuencia de las embarcaciones que se dirigían hacia los fondeaderos limítrofes.

6.- DIAGNÓSTICO Y CRITERIOS DE

ACTUACIÓN

6.1.- Debilidades

- Insufi ciente desarrollo de la arqueo-logía subacuática en Canarias. Es una auténtica contrariedad que siendo la Comunidad Autónoma con el mayor

número de kilómetros de costa de todo el Estado español presente un balance tan negativo en lo referente a intervenciones y estudios del patrimo-nio arqueológico sumergido.

- Defi ciente conservación del patrimo-nio arqueológico subacuático. Ello es debido, en buena medida, a la escasez de recursos que se invierten en mate-ria de patrimonio y a la falta de políti-cas patrimoniales efectivas.

- Escasez de espacios museísticos es-pecífi cos y de un centro especializado en investigaciones arqueológicas sub-marinas en el ámbito autonómico/in-sular.

- Vulnerabilidad a la que está sometido el patrimonio arqueológico submarino en Canarias, con entornos complejos y poco accesibles, como consecuencia del medio marino en el que se halla. Esto propicia el abandono y difi culta su vigilancia y protección, favorecien-do, por el contrario, las actividades de expolio que permanentemente sufren los yacimientos arqueológicos subma-rinos.

6.2.- Amenazas

- Poca disponibilidad de las adminis-traciones públicas a invertir recursos económicos en proyectos arqueoló-gicos subacuáticos. No se tiene en cuenta el incentivo que puede supo-ner como estímulo hacia un turismo cultural de calidad.

- Expolio y construcciones de ingenie-ría marítima. Por una parte se debe a los malos hábitos de ciertos buceado-res con escasa sensibilidad cultural,

junto a un excesivo coleccionismo de objetos materiales y su creciente explotación comercial. Por otro lado, el desarrollo y proliferación de obras de infraestructura en el litoral que puedan afectar a algunos yacimien-tos arqueológicos, si no se establecen cautelas previas.

- Falta de concienciación de los ciuda-danos, así como de las autoridades y los gestores públicos. La insufi ciente preocupación por el legado histórico que atesoran nuestros mares por par-te de las instituciones ofi ciales hace que deba alcanzarse un mayor com-promiso.

- Escasez de arqueólogos submarinos y personal especializado que puedan llevar a cabo proyectos de investiga-ción, así como todas aquellas activi-dades encaminadas al estudio y do-cumentación del patrimonio cultural subacuático.

6.3.- Fortalezas

- Singularidad e incuestionable rele-vancia que la arqueología submarina ofrece, gracias al creciente interés que suscita entre el gran público.

- Convicción entre el colectivo de ar-queólogos y demás técnicos especia-listas del patrimonio en Canarias, de la urgente necesidad de abordar de-fi nitivamente el abandono que hasta la fecha ha sufrido la arqueología sub-marina en el archipiélago.

- Utilización del patrimonio arqueoló-gico submarino como recurso cultural, turístico, económico y social. Compro-miso con la puesta en uso de este bien Foto 8. Fragmento de botija (Castillo del Romeral, San Bartolomé de Tirajana).

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patrimonial, así como la contribución a la dinamización cultural y económi-ca de determinadas zonas del litoral.

- Avanzado nivel de desarrollo científi -co en la disponibilidad y utilización de tecnología punta que facilita tanto la localización y acceso a los restos mate-riales sumergidos, como la recupera-ción y protección de dichos vestigios.

6.4.- Oportunidades

- Auge que en los últimos tiempos ha ido adquiriendo el turismo cultural, deportivo y de ocio en Canarias.

- Interés cultural en alza por parte de diferentes grupos de población de nuestra comunidad por los asuntos relacionados con el patrimonio ar-queológico de manera global y por la arqueología submarina en especial.

- Aprobación por parte del Consejo Español de Patrimonio Histórico del Plan Nacional de Protección del Patri-monio Arqueológico Subacuático en 2007 y Estado fi rmante de la Conven-ción sobre la Protección del Patrimo-nio Cultural Subacuático de la UNESCO en 2001.

Ante semejante panorama se plantea un conjunto de propuestas concre-tas, que puedan ser razonablemente adoptadas y que estén encaminadas hacia la documentación, protección, conservación y difusión de los bienes materiales sumergidos que albergan nuestros fondos marinos, siguiendo las directrices generales recopiladas en el Plan Nacional de Protección del Patrimonio Arqueológico Subacuáti-co. Éstas serían las siguientes:

1) Actuaciones de documentación.- Investigación en el Archivo Militar

Intermedio de Canarias.- Investigación en el Archivo de la

Casa de Medina Sidonia.- Investigación en el Archivo Gene-

ral de Indias.- Recopilación de nueva informa-

ción documental proveniente de fuentes orales.

2) Desarrollo de la Carta arqueológica.- Conclusión de la Carta arqueológi-

ca subacuática insular.- Firma de convenios de colabora-

ción con otros organismos e ins-tituciones públicas estatales (esta-blecimiento de acuerdos específi -cos con el Ministerio de Cultura y de Defensa).

- Aplicación de fi guras de protec-ción y regulación del acceso públi-co a la información.

3) Actuaciones de protección.- Declaración de Bienes de Interés

Cultural y delimitación de zonas de protección.

- Coordinación en la protección de los yacimientos subacuáticos con los servicios marítimos de los Cuer-pos y Fuerzas de Seguridad del Es-tado encargados de su vigilancia.

- Control de actividades relaciona-das con la difusión de este patri-monio arqueológico.

- Establecimiento de un protocolo de actuación arqueológica para todas las obras marítimas de infra-estructura.

4) Actuaciones de conservación.- Resaltar como opción prioritaria

en las intervenciones la conserva-ción in situ.

- Efectuar tratamientos de restaura-ción y conservación en los princi-pales bienes materiales extraídos del medio marino.

5) Otras actuaciones de carácter general.- Asumir íntegramente las propues-

tas elaboradas por organismos na-cionales e internacionales para la protección del patrimonio sumer-gido.

- Promover cursos de formación en el área del patrimonio arqueológi-co subacuático.

- Desarrollar una efi caz política de sensibilización, difusión y puesta en valor.

CONCLUSIONES

Como se ha puesto en evidencia a lo largo de este artículo, la trascendencia del Patrimonio Arqueológico Subacuá-tico de Gran Canaria reside, no tanto en el número de yacimientos sumer-gidos localizados hasta la fecha, como en la indudable singularidad y fragi-lidad de los mismos, sobre todo si lo observamos dentro del contexto de la arqueología insular. Por ello debemos plantearnos la posibilidad de empren-der un plan integral que desarrolle una serie de actuaciones patrimonia-les encaminadas a la protección, ges-tión, investigación y divulgación de los bienes culturales que lo conforman; más aún, cuando en la actualidad nos movemos en un escenario en el que resalta la fuerte sensibilización, tanto de la ciudadanía como de las autori-dades competentes a todas las escalas. Asimismo, es imprescindible articular mecanismos de colaboración donde

la participación de diferentes institu-ciones y organismos públicos sea una realidad, pero contemplados todos ellos bajo un prisma más amplio, cuyo resultado fi nal sea la planifi cación y ejecución de políticas patrimoniales coherentes.

Con todo, la labor dirigida a devolver a la sociedad canaria este patrimonio todavía está por realizar, pues en mu-chos casos es desconocido y esto im-pide su pleno uso y disfrute. No obs-tante, tales planteamientos no podrán concebirse sin alentar previamente la sensibilización del público y así evitar cualquier tipo de actividad expoliado-ra o destructiva.

En defi nitiva, hay que reseñar que los yacimientos arqueológicos submari-nos no están libres de una amenaza de destrucción, como así ha podido cons-tatarse. Al contrario, su supervivencia cada vez se hace más difícil, debido a la fragilidad del medio marino y a la presión a la que se halla sometido; por lo que tenemos una responsabilidad ineludible por conservar y proteger uno de los mayores legados históricos que atesoran nuestros mares.

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ARQUEOLOGIA SUBAQUÁTICA NOS AÇORES

O BALANÇO DE 15 ANOS DE TRABALHOS NA REGIÃO

Brígida Baptista

Arqueó[email protected]

1.- ARQUEOLOGIA SUBAQUÁTICA

NOS AÇORES

A Região Autónoma dos Açores é composta por nove ilhas –Corvo, Flores, Terceira, São Jorge, Faial, Pico, São Miguel e Santa Maria. Tal como a Madeira e as Canárias, este arquipélago foi provavelmente visitado antes dos Descobrimentos portugueses, porém a descoberta ofi cial só aconteceu no ano de 1427. A sua localização em pleno Oceano Atlântico permitiu que,

RESUMO

Os trabalhos de arqueologia de âmbito subaquático nos Açores e em particular na baía de Angra do Heroísmo na ilha Terceira permitiram desde os anos 90 (séc. XX) um maior conhecimento da História Marítima portuguesa e internacional a vários níveis. Destaca-se a importância dos seus naufrágios para o estudo da construção naval, da vida a bordo, do comércio e das rotas marítimas, das actividades e organização portuária e o seu papel fundamental como escala do Atlântico.

Este artigo pretende fazer uma síntese dos trabalhos desenvolvidos nas várias ilhas, integrados em diferentes tipos de projectos – Estudos de Impacte Ambiental (EIA), Açores Shipwreck Survey, Carta Arqueológica Subaquática dos Açores (CASA), Projecto PIAS entre outros.

a partir do século XVI, o arquipélago, e em particular a cidade de Angra do Heroísmo, se convertesse num importante porto de escala, com principal foco para o período áureo da Carreira da Índia1.

Ao longo da História a presença de barcos, pessoas e cargas foram uma constante nos Açores, sendo testemunho disso, as centenas de naufrágios ocorridos no arquipélago, hoje manifestados como estações

PALAVRAS CHAVES: Açores, Angra do Heroísmo, arqueologia náutica, arqueologia subaquática, naufrágios.

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arqueológicas subaquáticas. Este importante património cultural éactualmente alvo de estudos ar-queológicos em sete das nove ilhas, não se registando contudo, até à data, nenhum trabalho nas ilhas do Corvo (Grupo Ocidental) e a ilha Graciosa (Grupo Central).

O historial de trabalhos arqueológicos ligados ao meio aquático no Arqui-pélago dos Açores remonta ao ano de 1995, com os primeiros cursos sobre a especialidade no Museu da cidade de Angra do Heroísmo, ilha Terceira. Em 1996, com a criação do Instituto Português de Arqueologia (IPA), os trabalhos de arqueologia subaquática passam a enquadrar-se legalmente a nível nacional, fi cando o espaço da Região Autónoma dos Açores nesta matéria sob a tutela do Governo Regional dos Açores.

No ano 2000, com a Lei 19/20002, os Açores passam a ter competências em

matéria de património arqueológico, que até então se encontravam sob tutela do Ministério da Cultura. Contudo, é no ano 2004, com o Decreto Legislativo Regional número 27/2004/A3, que os Açores vêem pela primeira vez publicado um diploma que defi ne as normas de gestão do património arqueológico, imóvel e móvel, no sentido da sua preservação, salvamento e investigação4. À seme-lhança do que acontece a nível na-cional, a entidade pública que gere a cultura e tutela a gestão do património arqueológico é a Direcção Regional da Cultura, sediada na cidade de Angra do Heroísmo.

2.- ANGRA DO HEROÍSMO, UM

CASO ÚNICO DE ARQUEOLOGIA

SUBAQUÁTICA

É na cidade património mundial de Angra do Heroísmo que em 1995 se iniciam os primeiros projectos

relacionados com a arqueologia subaquática na Região Autónoma dos Açores. Nesse ano, o Grupo de Arqueologia Subaquática (GAS) do Museu de Angra do Heroísmo promove cursos de formação e sensibilização para o património subaquático para mergulhadores e não mergulhadores. Estas acções educacionais foram promovidas em parceria com a DRaC, os Museu de Angra e a Associação Arqueonáutica, Centro de Estudos.

Contudo, no decorrer dos anos 60/70, fora do âmbito arqueológico, desenvolveram-se acções de caça do tesouro na baía de Angra do Heroísmo. Estas foram responsáveis pela expropriação da região de importantes peças históricas, que acabaram vendidas em leilão. De igual modo, provocaram a destruição do contexto histórico-arqueológico de muitos sítios de naufrágio7. Actualmente o Museu de Angra do Heroísmo nas suas colecções peças de artilharia que provêm da sua baía.

Em 1996, ainda sob a tutela do Instituto Português de Património Arqueológico e Arquitectónico (IPPAR), projecta-se para a Baia de Angra do Heroísmo a construção de uma marina. Atendendo à importância histórica da baía surgiu a obrigatoriedade da aplicação da legislação patrimonial em vigor. Deste modo, foi assinado um protocolo entre o IPPAR e a Direcção Regional de Assuntos Culturais (DRAC) para uma intervenção arqueológica subaquática prévia à obra8.

Os trabalhos iniciais tiveram por base a detecção geofísica, por meio de sísmica de refl exão, desenvolvidos por uma equipa do Institute of Nautical Archaeology (INA) e do Departamento de Oceanografi a da Universidade do Texas A&M, com coordenação científi ca do professor Kevin Crisman. Na fase seguinte dos trabalhos, foi realizada a prospecção subaquática através da observação visual e detecção de massas metálicas, recorrendo à abertura pontual de Fig. 1. Mapa de localização do Arquipélago dos Açores5.

Graf. 1. Total de naufrágios por ilha6.

Flores [ 5 % ]

Pico [ 5 % ]

S. Jorge [ 8 % ]

S. María [ 2 % ]

S. Miguel [ 27 % ]

Formigas[ 1 % ]

Terceira [ 25 % ]

Incantos [ 7 % ] Corvo [ 2 % ]

Faial [ 18 % ]

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valas de sondagem9, com recurso a uma equipe constituída por um grupo de mergulhadores do GAS formados pelos cursos, intensivos de iniciação à Arqueologia promovidos em 1995, tendo por arqueóloga responsável Catarina Garcia.

Inicialmente, foram identifi cados três naufrágios, dois em madeira (Angra A e B) e um em ferro, o do Lidador (já conhecido regionalmente). No decorrer dos trabalhos em 1997, a equipa do Museu de Angra e da DRAC identifi cou mais três naufrágios – dois em madeira, Angra C e D e um em ferro, Run’Her, todos eles no alinhamento do molhe da marina.

No Verão de 1997, realizou-se também o primeiro levantamento de Carta Arqueológica Subaquática dos Açores (CASA)10 com a sistematização de

dados dos sítios identifi cados, o registo arqueológico dos contextos visíveis, as dimensões, a localização e atribuição de códigos de sítio: Angra A, B, C, D, Lidador e Cemitério de âncoras11, sob responsabilidade científi ca do professor Kevin Crisman e com colaboração do CNANS. No ano seguinte (1998), a equipa do CNANS sob coordenação científi ca do Dr. Francisco Alves e consultadoria de Peter Wadel dos Parks Canada e Erik Rieth, iniciou a escavação dos naufrágios Angra C e D, após o embargo da obra que se iniciara sem a prévia autorização do Ministério da Cultura. Os trabalhos arqueológicos decorreram durante 4 meses (Abril a Julho) e revelaram duas complexas áreas de naufrágio. Ambas encontravam-se junto à linha de costa, a 7 metros de profundidade e orientados no sentido W-E12.s

Angra C, o primeiro a ser inter-vencionado, encontrava-se sob cerca 0,80 cm de areia e lodo, com o casco preservado em cerca de 13,5 metros comprimentos por 5,50 metros delargura máxima. A escavação ar-queológica revelou um naufrágio deconstrução norte-europeia, da segun-da metade do século XVII, porém a sua escavação revelou poucos materiais que o defi nam, pouco lastro, sendo regionais os materiais que surgem, o que leva a concluir que seria um navio fretado para utilização regional14.

A 8 metros de distância estava o naufrágio Angra D. O que inicialmente parecia ser de menor dimensão, revelou ser um casco preservado da proa ao cadaste em cerca de 35 metros e 7 metros de largura máxima. Depositada sobre o naufrágio encontrava-se a caldeira do vapor Run´Her (naufrágio do século XIX). Os trabalhos arqueológicos iniciais identifi caram um extenso e compacto tumulus de lastro que selava o naufrágio. A escavação arqueológica revelou uma embarcação de cons-

trução europeia, com uma cronologia de fi nais do século XVI e princípios do XVII15. O importante conjunto de espólio identifi cado permitiu perceber a dinâmica da vida a bordo –cereais, solas de sapatos, caroços de fruta, restos osteológicos.

A intervenção nestes dois naufrágios –Angra C e D– comportou uma extensa logística de meios técnicos e humanos, com uma equipa internacional de mais de 15 pessoas. Em ambos, após a escavação arqueológica procedeu-se ao registo pormenorizado (registo fotográfi co e gráfi co à escala 1:1 das peças) e ao desmantelamento peça a peça dos navios, transladando-os para outro local na baía. No novo local de depósito, foi criado um tumulus artifi cial com sacos de areia de forma a permitir a preservação destas importantes estruturas. Contudo, du-rante a escavação de emergência não foi possível retirar todas as informações destes exemplares únicos. Assim, no ano de 2000 e 2001, numa campanha que contou com a colaboração do CNANS, e coordenação do Professor

Fig. 2. Mapa dos naufrágios identifi cados na Baia de Angra do Heroísmo durante 1996/1997

(desenho Paulo Monteiro)13.

Fig. 3. Fotomosaico Angra C (Cortesia da DRaC).

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Kevin Crisman do INA e Universidade do Texas A&M e da Dra. Catarina Garcia da DRaC procedeu-se à monotorização dos dois sítios e ao tratamento de alguns dos dados da intervenção.

Importa especialmente referir a identifi cação de uma quantidade signifi cativa de mercúrio, indicador da sua origem hispânica, uma vez que os espanhóis detinham o monopólio do mercúrio, que transportavam para as Américas para a refi naria da prata e do ouro. Actualmente, pela sua importância histórica, o naufrágio Angra D está integrado num projecto da Fundação para a Ciência e Tecnologia FCT), visando o estudo das madeiras do navio, bem como todo o espólio e informação que a escavação do mesmo forneceu16.

Após a intervenção de 1998, a baia de Angra do Heroísmo continua a ser alvo de trabalhos arqueológicos. Após um interregno temporário, em 2000/2001 procedeu-se a novos trabalhos de prospecção geofísica, nas zonas mais profundas ao largo do Monte Brasil e Baia do Fanal. Em 2004, a DRaC em colaboração com a Fundação Rebikkof-Nieggeler (FRN) promoveu a prospecção sistemática da costa Sul do Monte Brasil, onde havia registo de vários naufrágios. Por ser uma zona de difícil acesso para os mergulhadores, a opção foi recorrer à utilização do submarino Lula da FRN. Desta campanha resultou a identifi cação de um novo local de naufrágio à entrada da baía, Angra G, o qual indicia um contexto do séc. XVI, pela presença de búzios carius (utilizados como moeda de troca até ao século XVII)17. Os bons resultados da campanha culminaram

na assinatura de um protocolo entre as 2 entidades, que decorreu entre 2005-2008, desta vez com um projecto de carta arqueológica mais amplo, abrangendo a costa sul da ilha Terceira, Pico e Faial, e utilizando a geofísica e a verifi cação posterior de anomalias por mergulhadores ou submarino.

Dada a importância histórica da baía de Angra do Heroísmo e toda a riqueza que comporta, em 2006, por iniciativa da Direcção Regional de Cultura foi criado o primeiro Parque Arqueológico Subaquático18 da região, localizado nesta baía. No interior do parque estão visitáveis dois sítios: o naufrágio do vapor Lidador, afundado no ano de 1878; e o Cemitério de Âncoras, uma extensa área onde se podem observar 48 âncoras com cronologias compreendidas entre o século XVI e o século XIX. Este singular sítio foi alvo em 2009, de um projecto de investigação, pela arqueóloga Christelle Chouzenoux, com o objectivo de estudar cada uma das âncoras de forma a atribuir-lhes uma caracterização tipológica e cronológica19.

O Projecto PIAS20 (projecto de estudo, salvaguarda e valorização dos sítios Angra A, B, D, E e F) iniciou-se em 2006 na baia de Angra do Heroísmo, empreendido pelo Centro de História de Além-Mar da Universidade Nova de Lisboa com coordenação científi ca do professor José Damião Rodrigues e do Arqueólogo José António Bettencourt. No primeiro ano, procedeu-se ao registo arqueológico preliminar dos sítios em fotografi a, caracterização e avaliação dos contextos visíveis. No ano seguinte, houve a monitorização

dos sítios intervencionados em 2006 e a análise dos dados relativos à escavação do naufrágio Angra D em 1998. No ano de 2008, a campanha foi centrada no naufrágio Angra B, também identifi cado no ano de 1998, através do levantamento exaustivo e pormenorizado dos dados do sítio. Este projecto permitiu a identifi cação de dois novos sítios, Angra I e Angra J, sendo que no primeiro caso foi observado um tumulus de lastro, que se encontra protegido por uma camada sedimentar, deste modo não há grande informação arqueologica deste sítio. No caso do J, os vestígios indicam parte da estrutura de madeira de uma pequena embarcação, e materiais dispersos dos séculos XVI ou XVII21.

Actualmente, a baía e os seus naufrágios continuam a ser estudados, decorrendo presentemente um pro-jecto do CHAM – UNL/UA, fi nanciado pela Fundação para a Ciência e Tecnologia (FCT) destinado ao estudo das madeiras do navio Angra D e dos demais sítios conhecidos.

3.- ESTUDOS DE IMPACTE AMBIENTAL

(EIA)

Integrados nos projectos de Estudos de Impacte Ambiental (EIA)22 em empreendimentos urbanísticos, de-correram nas ilhas de Santa Maria e São Miguel a construção de grandes infra-estruturas portuárias. Tendo em atenção que os portos são pontos sensíveis em termos históricos e com uma perspectiva de preservação patrimonial, foi implementada a legislação do património arqueológico

que regulamenta estes projectos. No caso de Santa Maria, o projecto desenvolveu-se no ano de 2008, no âmbito da construção do porto de pesca de Vila do Porto, sendo até à data a única intervenção arqueológica subaquática na ilha. Esta acção decorreu da intenção, por parte da Direcção Regional da Cultura, de implementar na região a legislação em vigor. Não havia registo histórico de ocorrências específi cas dentro do porto, contudo foram identifi cados alguns artefactos – bala de canhão, cavilha em bronze, entre outros, acção que garantiu-se a salvaguarda e cumprimento da legislação de salvaguarda patrimonial23. As obras no porto e marina de Vila do Porto cumpriram assim as medidas de minimização, procedendo-se ao acompanhamento arqueológico das dragagens.

Na ilha de São Miguel, decorreu inicialmente em 2002, no âmbito do projecto de construção do novo terminal marítimo da cidade de Ponta Delgada, o EIA, com os trabalhos de detecção remota, com base no sonar de varrimento lateral. Esta técnica identifi cou uma embarcação de ferro, que, com base no registo histórico, se julgou tratar do vapor inglês Cromarty naufragado em 23 de Janeiro de 189824. A identifi cação de um outro naufrágio em ferro obrigou, durante os trabalhos de dragagens em 2007, à alteração do alinhamento do novo molhe. Deste modo a embarcação fi cou protegida e registada arqueologicamente.

Contudo, durante o EIA não foram detectados outros dois naufrágios, que estavam muito junto à linha de costa,

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na zona da marina – um em madeira e outro em ferro. Para este último, uma vez que interferia com a estrutura da marina, foram preconizadas medidas de minimização patrimonial de acompanhamento arqueológico da limpeza, registo arqueográfi co e arqueológico, acompanhamento do corte, levantamento e transladação para um novo local25. Em âmbito nacional, esta foi a primeira vez que se realizou uma intervenção arqueológica deste tipo, num contexto de navio em ferro, datado do século XIX. Em relação ao barco de madeira, procedeu-se ao posicionamento geográfi co, da embarcação e à abertura de uma sondagem de diagnóstico arqueológico para avaliação das dimensões do sítio. Após o trabalho de registo arqueológico, o local foi selado de forma a preservar a embarcação26. Nesta ilha há a intenção de criar um parque arqueológico subaquático com o naufrágio Dori, localizado na costa Sul, onde naufragou em 1964. Apesar da sua história ser recente, é interessante por ter participado no desembarque das tropas aliadas na Normandia durante a 2ª Guerra Mundial27.

Na ilha do Faial, em 2009, no âmbito do projecto do terminal marítimo da cidade da Horta, foram declarados três achados fortuitos pelos técnicos do Departamento de Oceanografi a e Pescas (DOP): duas presas em marfi m e um almofariz em cobre. O local foi verifi cado pela arqueóloga responsável da DRaC, Catarina Garcia, e como medida de minimização foi proposta a alteração do RECAPE para que o sítio fosse intervencionado arqueologicamente.

O local foi alvo de trabalhos de escavação arqueológica pela equipa do Centro de História de Além-Mar da Universidade Nova de Lisboa, tendo como responsável o arqueólogo José A. Bettencourt. Durante os dois anos de trabalhos arqueológicos foram abertas várias sondagens, que apesar de não identifi carem estruturas de embarcação proporcionaram um contexto de naufrágio coerente, com mais de uma centena de presas de elefante, cachimbos de caulino, garrafas, armas, que apontam para um barco inglês do século XVIII. Os trabalhos de acompanhamento e sondagens arqueológicas decorrem actualmente, com o fi m de identifi car a estrutura do navio e/ou identifi car espólio que exista na área a afectar pela obra do novo molhe.

4.- PROJECTO AÇORES SHIPWRECK

SURVEY

Em 1998, com o intuito de alargar o inventário dos naufrágios em águas açorianas, a Direcção Regional de Cultura, o INA e o CNANS, com coordenação científi ca do Professor Kevin Crisman, expandiram os trabalhos de investigação às ilhas do Faial, Pico e São Jorge – Projecto Açores Shipwreck Survey. Este consistiu na consulta de documentação histórica com referência a naufrágios ocorridos nos Açores, de forma a identifi cá-los in situ, integrando-os na Carta Arqueológica Subaquática dos Açores (CASA). No caso de São Jorge, existia a referência ao naufrágio de uma fragata inglesa H.M.S. Pallas no porto da Calheta, ocorrido no dia 13 de Fevereiro de 1783, a qual deu à

costa, sendo incendiada a posteriori por ordem do próprio comandante28. Com base nos dados históricos, organizou-se uma campanha em 1998, englobada num projecto do INA, Centro Nacional de Arqueologia Náutica e Subaquática (CNANS) e os AMAH, para identifi car o local. Desta campanha, resultou a identifi cação de uma área com núcleos dispersos de concreções de ferro, onde foram registados 2 canhões em ferro, balas de canhão, peças de lastro em ferro. Considerou-se assim identifi cado o sítio por coincidir com a descrição histórica. Em 2000, tendo por base este registo prévio do local e na sequência do projecto de ampliação do porto da Calheta (ainda com a tutela do CNANS) foi realizada uma intervenção de minimização de impacte patrimonial. Nesta campanha, foram registados com mais pormenor os vestígios que tinham sido detectados em 1998; os 2 canhões foram removidos do sítio para não serem afectados pela obra e colocados em zona segura. São abertas três sondagens que acabam por revelar alguns contextos culturais e materiais que confi rmam o contexto de um naufrágio.

Porém não aparecem madeiras, prova do que expunham os relatos históricos em relação ao incêndio a bordo. Outro dos factores para a não preservação da embarcação é a geografi a do local, com um acidentado fundo de rocha. As peças mais signifi cativas são duas sondas em chumbo, uma delas sextavada, e algumas peças de artilharia como balas de mosquete e canhões29. Refi ra-se que recentemente, no ano 2010, o Museu de São Jorge inaugurou uma exposição temporária alusiva a

este naufrágio, de modo a divulgar o achado à comunidade local.

Na ilha do Pico a primeira referência histórica foi o naufrágio da fragata francesa L’Astrée. Esta naufragou no dia 29 de Janeiro de 1796, ao largo de Santo Amaro, na costa norte da ilha, vítima de uma violenta tempestade. Em consequência da intempérie, percebeu-se que o local de naufrágio seria de difícil identifi cação. Havia relatos de que peças de artilharia haviam sido recuperadas pós-naufrágio. A equipa de 1998 não identifi cou o sítio, mas verifi cou as difíceis condições do local, com grandes profundidades e corrente junto à linha de costa. No seguimento do mesmo projecto, identifi cou-se o sítio da barca Caroline, frente à Madalena do Pico, na costa Oeste. Este é um barco de inícios do século XX30. Em 2008, a missão Carta Arqueológica Subaquática dos Açores (CASA), da Direcção Regional de Cultura (DRaC), com coordenação científi ca da arqueóloga Catarina Garcia, em protocolo com a Fundação Rebikoff-Niggeler (FRN), voltou ao sítio do naufrágio localizando-o. Durante esta campanha foram utilizados métodos geofísicos – sonar de varrimento lateral e magnetómetro – com posteriores mergulhos de verifi cação. Identifi cou-se o local da L’Astrée, mas pouco sobreviveu da embarcação, tendo sido apenas identifi cado um núcleo de concreções de ferro31. O violento naufrágio, a morfologia acidentada e rochosa do sítio e a violência do mar terão contribuído para a destruição e dispersão dos materiais.

Em relação ao Porto da Madalena,

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como havia a intenção de um alargamento da estrutura, durante esta missão, foi feito o registo por sonar de varrimento lateral, detectando-se anomalias pouco signifi cativas. No naufrágio Caroline, localizado em frente aos ilhéus da Madalena do Pico, procedeu-se à identifi cação e caracterização do local e ao registo fotográfi co do mesmo. Este é um naufrágio ideal para a criação de um Parque Arqueológico Subaquático, seguindo o exemplo da baia da cidade de Angra do Heroísmo.

Na ilha do Faial as referências documentais apontavam para dois importantes naufrágios de épocas distintas: a Nau da Carreira da Índia, Nossa Senhora da Luz (1606), e o navio General Amstrong (1814). A documentação histórica referenciava a ocorrência de um naufrágio

dentro da baía, de um navio da frota de guerra americana, General Armstrong, afundado em 1814 pelos navios ingleses. No ano seguinte, em consequência do alargamento da marina da Horta, o Instituto Português de Arqueologia (IPA) preconizou como medida de minimização a realização de sondagens de diagnóstico arqueológico e a prospecção sistemática do local (pela equipa do Centro Nacional de Arqueologia Náutica e Subaquática). Esta campanha não o identifi cou, mas resultou no registo de uma grande mancha de dispersão de porcelana chinesa e búzios carius, o que comprovou a localização da Nau Nossa Senhora da Luz (1615), junto à baia de Porto Pim. O local já era conhecido por mergulhadores do Grupo de Estudos Oceânicos (GEO) desde os anos 90, os quais identifi caram os primeiros materiais associados a este

naufrágio32. A partir deste momento iniciaram-se campanhas de trabalhos de investigação no sítio, até à data a única Nau da Carreira da Índia escavada nos Açores. Os primeiros trabalhos de investigação foram levados a cabo pela Associação Arqueanova a partir de 2002, tendo como responsável o arqueólogo José António Bettencourt. A campanha de 2003/2004 focou-se no contexto visível da área do naufrágio, de modo a realizar o posicionamento e registo arqueológico das manchas de dispersão de material que lhe estavam associados. Em 2006, procedeu-se a uma missão de monitorização do sítio e ao estudo do conjunto de material exumado nas campanhas anteriores33.

5.- CARTA ARQUEOLÓGICA

SUBAQUÁTICA DOS AÇORES (CASA)

O projecto Carta Arqueológica Subaquática dos Açores iniciou-se ofi cialmente em 1997 com os trabalhos desenvolvidos na Baia de Angra do Heroísmo entre o Governo Regional, o CNANS e a Universidade do Texas A&M.

Atendendo à importância histórico-arqueológica e de forma a evitar a destruição e a expropriação de bens patrimoniais da região, o projecto pretendeu criar um instrumento de trabalho que compila-se todas as informações históricas dos naufrágios ocorridos ao longo dos séculos nas águas açorianas. Até à data foram desenvolvidos trabalhos neste âmbito nas ilhas Terceira, São Jorge, Pico, Faial e Flores.

Na ilha Terceira as acções dos anos 2004, 2005 e 2006 procederam ao levantamento geofísico, com sonar de varrimento lateral e magnetómetro, da costa Sul da ilha Terceira até à cota de 100 metros. Deste levantamento resultou a detecção de diverso locais com interesse arqueológico que foram posteriormente verifi cados, tendo-se confi rmado a presença de dois sítios de naufrágios e vários fósseis directores dispersos, como âncoras e alvos com magnetometria elevada.

Na ilha das Flores, os Amigos do Museu de Angra do Heroísmo, em Fig. 4. Resultados obtidos após a campanha de 2006 (DRaC)34.

Fig. 5. Naufrágio do navio Slavónia (DRaC).

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colaboração com o Museu das Flores, realizaram uma prospecção na zona de Santa Cruz, onde identifi caram vários canhões em ferro. Outro projecto decorreu na costa Leste da ilha onde foi identifi cado o local do naufrágio Slavónia (1909), uma embarcação em ferro da mesma linha de construção que o Titanic. O navio encalhou muito junto à costa, o que permitiu à população, por meio de pequenos barcos, recolher muito do mobiliário e loiças que o barco continha. Actualmente, o Museu das Flores comporta um importante conjunto de peças da embarcação.

Em 2008, no âmbito do projecto de Carta Arqueológica Subaquática dos Açores (Direcção Regional de Cultural e Fundação Rebikkof - Nigeller), efectuou-se no Faial o levantamento geofísico – sonar de varrimento lateral e magnetómetro – da área entre a Praia de Almoxarife e a zona do Pesqueiro, resultando na identifi cação de novos sítios com potencial arqueológico. Para os mergulhos de verifi cação foram utilizados mergulhadores nas zonas menos profundas e o submarino Lula (FRN) para as de maior profundidade, identifi cando-se várias âncoras, um naufrágio de ferro (Porto Pim), umahélice de um avião e um outro naufrágio frente ao porto da Horta35.

Actualmente, o projecto CASA tem registado mais de meia centena de sítios subaquáticos, referentes a sítios de naufrágio e achados isolados que se encontram registados na base de dados da DRaC.

CONCLUSÃO

Desde o início do projecto Carta Arqueológica Subaquática dos Açores (CASA), em 1997, até à data foram realizadas perto de meia centena de intervenções arqueológicas sub-aquáticas nos Açores. O projecto CASA, da Direcção Regional da Cultura tem por objectivo o incremento do conhecimento do património sub-aquático dos Açores com vista à sua correcta gestão e protecção. O trabalho de gabinete, em que se leva a cabo a compilação de dados promove assim a investigação mais apurada e a promoção deste património, com acções de campo, em que se fazem levantamentos através de prospecções, recorrendo a observações directas do terreno e/ou escavações de sítios de naufrágio, estudos de minimização de impacte ambiental e posterior divulgação e protecção de sítios através da sua classifi cação.

Para a realização deste artigo, foi indispensável a informação cedida pela Drª Catarina Garcia da Direcção Regional de Cultura dos Açores, à qual agradeço.

1 Ana Catarina Garcia, O Porto de Angra no século XVII e o sistema portuário do Atlântico, Tese de Mestrado, Universidade dos Açores, Angra do Heroísmo, 2008, p. 8.

2 Lei nº 19/2000, de 10 de Agosto.3 Decreto Legislativo Regional nº 27/2004/A de 24 de Agosto de 2004.4 Ana Catarina Garcia, “Museus dos Açores e Arqueologia subaquática. Projectos de Museo-

logia” in Os Museus e o Património Náutico e Subaquático. Actas do Seminário, Câmara Municipal de Portimão, Portimão, 2004, pp. 53-59.

5 http://www.guiageo-portugal.com/acores-mapa.htm6 Paulo Monteiro, “A Carta Arqueológica Subaquática dos Açores: Metodologia, resultados

e sua aplicação na Gestão do Património Subaquático da Região Autónoma dos Açores”, in Actas do 3º Congresso de Arqueologia Peninsular, ADECAP, Porto, 2000. pp. 497-519.

7 José Olívio Rocha, “O património cultural submerso nos Açores. O contributo do Museu de Angra” in Revista Atlântida, vol. LI, Instituto Português de Cultura, Angra do Herois-mo, 2006, pp. 237-248.

8 C. Garcia, P. Monteiro, F. Alves, “Estratégias e metodologias da intervenção arqueológica subaquática no quadro do projecto de construção de uma marina na baía de Angra do Heroismo (Terceira, Açores)”, in Revista Portuguesa de Arqueologia, volume 1999, nº 2, 1999, p. 201.

9 Ibidem.10 José Bettencourt, A Nau Nossa Senhora da Luz (1615) no contexto da Carreira da Índia e

da escala dos Açores: uma abordagem histórico-arqueológica. Tese de mestrado, Facul-dade de Ciências Sociais e Humanas da Universidade Nova de Lisboa, 2008.

11 Kevin Crisman, “Looking for ships: the 1998 Central Azores Shipwreck Survey”, The I.N.A Quarterly, spring 1999, vol. 26, nº 1.

12 C. Garcia, P. Monteiro, F. Alves, “Estratégias e metodologias da intervenção arqueológica subaquática no quadro do projecto de construção de uma marina na baía de Angra do Heroísmo (Terceira, Açores)”, in Revista Portuguesa de Arqueologia, volume 1999, nº 2, 1999, p. 205.

13 Ibidem.14 C. Garcia, P. Monteiro, E. Phaneuf, “Os destroços dos navios Angra C e D descobertos du-

rante a intervenção arqueológica subaquática realizada no quadro do projecto de cons-trução de uma marina na baía de Angra do Heroísmo (Terceira, Açores)”, in Revista Por-tuguesa de Arqueologia, 2.2. Instituto Português de Arqueologia, Lisboa, pp. 211-232.

15 Ibidem.16 Página on-line do Projecto de Investigação do Navio Angra D: http://cham.fcsh.unl.pt/pa-

ges/navioiberoatlantico.html17 C. Garcia, Campanha de Carta Arqueológica Subaquática da Baia de Angra do Heroís-

mo. Relatório Final (2004). Direcção Regional da Cultura, 2005.18 Toda a informação sobre os Parques Arqueológicos Subaquáticos dos Açores on-line na

página: http://pg.azores.gov.pt/drac/cca/pasa/apresentacao/19 Christelle Chouzenoux, “Caractérisation et Typologie du Cimetière des Ancres. Vers une

Interprétation des conditions de mouillage et de la Fréquentation de la Baie d’Angra, du XVI° au XIX° siècle., Baie d’Angra do Heroísmo. Ile de Terceira, Açores”, Etude d’archéologie sous marine, Porto, 2010. Dissertação de tese.

20 J. Bettencourt, P. Carvalho, “Arqueologia marítima na baía de Angra (Angra do Heroísmo, Terceira): enquadramento e resultados preliminares do projecto PIAS”.

NOTAS

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PROSPECCIONES ARQUEOLÓGICAS SUBACUÁTICAS EN

EL BIEN DE INTERÉS CULTURAL DE EL RÍO

(LANZAROTE - LA GRACIOSA, ISLAS CANARIAS)

José Guillén Medina

Rita Marrero Romero

Arqueólogos subacuáticosTibicena. Arqueología y Patrimonio, SLPLas Palmas de Gran [email protected]

RESUMEN

Durante el mes de enero se realizaron prospecciones y sondeos en la zona arqueológica subacuática incoada como Bien de Interés Cultural (BIC) de El Río (Lanzarote, La Graciosa, Islas Canarias). Estos trabajos que fueron los primeros realizados de forma sistemática en entornos subacuáticos de la isla de La Graciosa, pusieron de manifi esto la potencialidad arqueológica del lugar y la existencia de yacimientos subacuáticos de tipología variada y pertenecientes a distintos momentos históricos.

1.- INTRODUCCIÓN

La propuesta para participar en este seminario supuso para nosotros gran satisfacción dado que, pasados cua-renta y siete años del primer hallazgo arqueológico que suscita el interés por la arqueología subacuática en Cana-rias, ocurrido en la isla de La Graciosa, se establece dentro de un seminario un espacio de discusión específi co para la arqueología subacuática o náutica canaria. Obviamente se esca-pa a los objetivos del trabajo que aquí exponemos hacer un análisis, por otro lado necesario, de los casi cincuenta

años de recorrido y del estado actual en el que se encuentra esta disciplina en el Archipiélago. Pero sí quisiéramos apuntar algunas breves consideracio-nes acerca de esta disciplina, previas a la descripción de los trabajos realiza-dos en El Río.

Los trabajos, que se desarrollaron en el ámbito incoado como Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de Zona Arqueológica Subacuática de El Río (La Graciosa, Lanzarote), fi nanciados por el Cabildo de Lanzarote y que fue-ron realizados por la empresa Tibicena Arqueología y Patrimonio SLP1, tenían

PALABRAS CLAVE: arqueología subacuática, El Río, La Graciosa, Canarias, SIG, prospección, sondeos, conservación.

21 J. Bettencourt, P. Carvalho, Arqueologia marítima na baía de Angra, AMC, 70-9122 O Estudo Impacte Ambiental (EIA) precede a Avaliação de Impacte Arqueológico (AIA), a

qual analisa, identifi ca, prevê, avalia, previne e comunica o impacte sobre o património arqueológico resultante da execução de um projecto. Pretende a elaboração de medidas de minimização de impacte sobre o património histórico-arqueológico.

23 N’Zinga Oliveira, Relatório fi nal. Acompanhamento Arqueológico da Empreitada de Construção das Obras Marítimas do Porto de Recreio de Vila do Porto, na ilha de Santa Maria, Agosto 2007, Não publicado.

24 Maria Cândida Simplício e João Pedro Vaz, Estudo de impacte ambiental do Porto de Ponta Delgada, Património Arqueológico Subaquático. Investigação Arqueológica Suba-quática (IAS), 2004.

25 C. Coelho y S. Bombico, Relatório Final dos Trabalhos Arqueológicos realizados no âm-bito da Construção da Marina de Ponta Delgada (Ilha de São Miguel – Açores) - Terminal Marítimo e Reestruturação da Avenida Marginal, Empresa Archeocélis, 2008. Não publi-cado.

26 Ibidem.27 Kevin J. Crisman, “Looking for ships: the 1998 Central Azores Shipwreck Survey”, in The

INA Quarterly, vol. 26, nº 1, Texas, 1999, pp. 3-9.28 Catarina Garcia, Paulo Monteiro, “Projecto de intervenção”, Arqueologia Subaquática

HMS Pallas, Calheta, São Jorge (Março/Abril 2000) CNANS 16/02/2000.29 http://amigosdodori.blogspot.com/30 Kevin J. Crisman, “Looking for ships: the 1998 Central Azores Shipwreck Survey”, in The

INA Quarterly, vol. 26, nº 1, Texas, 1999, pp. 3-9.31 Relatório sobre os trabalhos efectuados em 2008. Projecto Carta Arqueológica Subaquáti-

ca dos Açores, (CASA) Direcção Regional da Cultura (DRaC) e Fundação Rebikoff-Niggeler (FRN).

32 Paulo Monteiro, O naufrágio da nau da Carreira da Índia Nossa Senhora da Luz, Re-latório dos trabalhos de monitorização do sítio do naufrágio da Nossa Senhora da Luz (Horta, Açores), 1999.

33 Relatório sobre os trabalhos efectuados entre Maio e Agosto de 2006, Projecto Carta Arqueológica Subaquática dos Açores (CASA) Direcção Regional da Cultura (DRC) e Fun-dação Rebikoff-Niggeler (FRN), 2006. Não publicado.

34 Relatório sobre os trabalhos efectuados entre Maio e Agosto de 2006, Projecto Carta Arqueológica Subaquática dos Açores (CASA) Direcção Regional da Cultura (DRC) e Fun-dação Rebikoff-Niggeler (FRN). Não publicado.

35 Relatório sobre os trabalhos efectuados em 2008. Projecto Carta Arqueológica Subaquática dos Açores (CASA), Direcção Regional da Cultura (DRaC) Fundação Rebikoff-Niggeler (FRN), 2006. Não publicado.

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una doble vertiente. Por un lado, la realización de sondeos arqueológicos subacuáticos dentro del Puerto de Ca-leta de Sebo, vinculado al estudio de impacto ambiental del proyecto de construcción de un nuevo pantalán, con el fi n de determinar la existencia o no de material arqueológico bajo los depósitos sedimentarios del puerto. Por otro lado, valorar la potencialidad arqueológica, en varias zonas localiza-das dentro del ámbito incoado como BIC, de donde existían referencias al hallazgo de materiales cerámicos des-de el año 19642.

Nos parece oportuno, antes de expo-ner los trabajo realizados y los resul-tados obtenidos hasta el momento, preguntarnos aunque parezca una obviedad, qué entendemos por ar-queología subacuática y por su obje-to de estudio, el patrimonio cultural subacuático. Consideramos que este posicionamiento previo nos marca las posibilidades y los límites en el desa-rrollo de nuestro trabajo que, estamos convencidos, va más allá de una acti-vidad destinada a cubrir los expedien-tes administrativos de los estudios de impacto ambiental, hacia donde pa-rece haberse orientado la arqueología subacuática en Canarias, a fi nales del siglo XX y principios del XXI. Lejos de eso, estamos convencidos del carácter de la arqueología subacuática como generadora de conocimiento histórico y como actividad destinada a la con-servación, protección y difusión del patrimonio cultural subacuático, en la línea de lo expresado en nuestro orde-namiento jurídico, estatal y autonómi-co, y en las cartas, recomendaciones y planes nacionales e internacionales3.

En la década de los sesenta del pasado siglo uno de los padres de la arqueo-logía subacuática, George Bass, mani-festaba que “la arqueología subacuá-tica debe ser llamada simplemente arqueología” (Bass, 1966). Planteaba, por tanto, la unidad de la disciplina independientemente de que el medio donde se desarrollase fuera terrestre o acuático. Su fi nalidad sería, al margen del desarrollo de técnicas específi cas de adaptación a uno u otro medio, la aplicación de métodos de registro arqueológico para acercarnos al cono-cimiento del pasado humano (Gould, 2000). En este sentido consideramos que, ante todo, es inherente a nuestra actividad la generación de informa-ción histórica y el desarrollo de pro-cedimientos teóricos y metodológicos que nos permitan el acceso a dicha información.

A la idea de la arqueología subacuá-tica como disciplina histórica habría que añadir su carácter consustancial a la conservación4, dado que este tipo de actuación “es siempre un trabajo de conservación preventiva” (Pérez, 2003). Asimismo, las técnicas de con-servación y/o restauración son básicas para la obtención de una información histórica en contextos arqueológicos subacuáticos, que de otra manera se perdería (Zambrano et al, 2001).

Finalmente, somos conscientes del compromiso que desde la arqueología subacuática se ha de asumir para ga-rantizar la difusión pública del conoci-miento generado y el acceso respon-sable al patrimonio cultural subacuáti-co in situ, que contribuirá, en la línea de lo expresado en la Convención de

la UNESCO para la Protección del Pa-trimonio Cultural Subacuático de 2001, a “un mejor conocimiento, aprecio y protección de este patrimonio.”

2.- ÁMBITO DE TRABAJO

La zona objeto del estudio, El Río, puede considerarse desde el punto de vista de la arqueología subacuática como una de las más importantes del archipiélago canario, lo que le ha vali-do la primera incoación como Bien de Interés Arqueológico con la categoría de Zona Arqueológica de Ámbito Sub-marino en el año 2003.

El Río es una estrecha lengua de mar que separa las islas de La Graciosa y Lanzarote, al norte y sur respectiva-mente, con una anchura menor a dos kilómetros y con una profundidad máxima que no supera los veinte me-tros.

Este ámbito ha aportado diverso mate-rial arqueológico, especialmente cerá-mico, de origen subacuático y distintos momentos históricos, desde la década de 1960. Algunos de estos materiales han suscitado un intenso debate en torno al origen romano de los mismos (Serra Ráfols, 1963-64; 1966; García y Bellido, 1970; Pellicer, 1970; Delgado, 1985). Por tanto se trata de una zona que puede generar una interesante in-formación sobre el poblamiento, colo-nización y conquista del Archipiélago canario, dada la presencia de materia-les arqueológicos que pueden abarcar un amplio periodo de tiempo.

3.- OBJETIVOS DE LA INTERVENCIÓN

La intervención arqueológica suba-cuática en la Zona Arqueológica Suba-cuática de El Río tuvo una doble ver-tiente. Por un lado, dentro del Puerto de Caleta de Sebo y, en concreto, en el

Foto 1. Vista de El Río desde la isla de La Graciosa, al fondo Lanzarote.

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área donde se proyecta la instalación de un nuevo pantalán, se procedió a la realización de sondeos arqueológi-co tendentes a:

• Determinar la existencia o no de materiales arqueológicos bajo los depósitos sedimentarios acumula-dos en el fondo del recinto portua-rio.

• Realizar una valoración de los res-tos arqueológicos documentados (en caso de existir) y sugerir las medidas oportunas que sería reco-mendable aplicar.

Por otro lado, se perseguía el análisis arqueológico de varias áreas dentro del ámbito incoado como BIC, donde existían referencias a la presencia de materiales arqueológicos, tanto por

testimonios orales como por algunas prospecciones arqueológicas realiza-das a fi nales de la década de 19705. Por tanto, en estas áreas repartidas por varios puntos de la costa sur de La Graciosa se planteaban los siguientes objetivos:

• Determinar la presencia o no de materiales arqueológicos en áreas donde existían referencias orales.

• Valorar la potencialidad arqueoló-gica de esas zonas.

4.- METODOLOGÍA

La metodología empleada para la eje-cución de este trabajo estuvo determi-nada por los objetivos planteados para la intervención y por la naturaleza del

entorno, por lo que las estrategias variaron en función de la zona a in-tervenir, de los condicionantes físicos de cada lugar y de los objetivos plan-teados. Este hecho motivó el uso de sistemas de prospección tanto indirec-tos, utilizando registros obtenidos por métodos geofísicos; como directos, mediante la participación de arqueó-logos.

Previo al desarrollo de los trabajos di-rectos, se procedió a la consulta biblio-gráfi ca, archivos, cartografía antigua y trabajos de información oral, además de análisis de los registros sonográfi -cos de la Ecocartografía de Lanzarote, Graciosa y Alegranza, del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Mari-no del Gobierno de España.

En los trabajos de prospección decidi-mos optar por el empleo de distintas estrategias metodológicas, que pudie-ran adaptarse a la variabilidad de los contextos arqueológicos subacuáticos a analizar, ser capaces de superar los condicionantes físicos, en la medida de nuestras posibilidades, y ofrecer re-sultados óptimos.

En este sentido, pensamos que los pro-cedimientos de exploración intensivos tradicionales, basados en prospeccio-nes directas por parte de arqueólogos subacuáticos, se perfi laban como la metodología más adecuada para ga-rantizar un análisis arqueológico y re-gistro riguroso de las zonas de estudio. Por ello, los trabajos de observación Foto 2. Sondeos arqueológicos subacuáticos en el Puerto de Caleta de Sebo (La Graciosa).

Foto 3. Trabajos de prospección arqueológica circular en El Río.

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indirecta basados en procedimien-tos geofísicos, quedaron relegados a la consulta y diagnóstico del registro sonográfi co y multihaz de la ecocarto-grafía mencionada.

De esta forma se procedió, según las zonas, al uso de sistemas de pros-pección intensiva con recorridos pro-gramados, sondeos6 y prospecciones intensivas visuales mediante círculos concéntricos.

Estos métodos de prospección fueron, dependiendo de los casos, combina-dos o desarrollados en exclusiva, per-mitiéndonos un registro riguroso de los yacimientos arqueológicos suba-cuáticos examinados. El registro de materiales se realizó a partir del uso de GPS, DGPS y fotografías georrefe-renciadas que posteriormente se inte-

graron en un Sistema de Información Geográfi co (SIG), donde era volcada toda la información tanto de partida como generada durante los trabajos.El material arqueológico exhumado durante los trabajos desarrollados, fue sometido al necesario proceso de desalación y estabilización previo a las labores de inventariado. Para ello se instaló un laboratorio de campo y se contó en todo momento con una especialista en conservación y restau-ración, que formó parte del equipo durante toda la campaña.

Antes de la realización de los traba-jos se consideró necesario partir de una defi nición tipológica previa de los yacimientos arqueológicos suba-cuáticos, con el fi n de sistematizar la información generada. De esta ma-nera optamos por la división en seis

- Tipo V: naufragios conservados en relativo buen estado, donde la inci-dencia de los procesos posdeposicio-nales generados en los fondos acti-vos no han ejercido determinante.

- Tipo VI: se trataría de yacimientos que fueron subacuáticos en su for-mación pero que en la actualidad, debido a procesos de distinta na-turaleza, se encuentran en niveles freáticos.

5.- RESULTADO DE LOS TRABAJOS

A continuación realizaremos una des-cripción de los resultados obtenidos en los trabajos de prospección ar-queológica subacuática desarrollados en distintas zonas del ámbito incoado como BIC, con categoría de Zona Ar-queológica Subacuática de El Río, en concreto en la zona de Espigón de Bar-lovento del Muelle de Caleta de Sebo, el Rincón del Salao, Baja del Pilar y Ve-ril de Las Anclas.

Hemos de tener en cuenta que esta intervención se desarrolló en un mes y excedía a nuestros objetivos una valo-ración integral del ámbito delimitado como arqueológico; no obstante se realizó una aproximación a su análisis mediante la recogida de información oral y las prospecciones arqueológi-cas, que aportó datos de enorme in-terés a cerca de la presencia de restos arqueológicos en la zona.

5.1.- El Salao

Se trata de un lugar emblemático desde el punto de vista arqueológico,

tipos de yacimientos desarrollada por Carlos de Juan (Juan Fuentes, 2009). Si bien esta división se planteó para un ámbito distinto al nuestro y con otras problemáticas, creemos que en buena parte se adaptaba a nuestra casuística. Los tipos serían los siguientes:

- Tipo I: estructuras que fueron cons-truidas en tierra y que por algún motivo, como variaciones en la lí-nea de costas, pueden verse en la actualidad sumergidos.

- Tipo II: estructuras construidas en el medio marino relacionadas con in-fraestructuras portuarias, activida-des pesqueras o de otra índole. Sería el caso de muelles, diques, algunos elementos relacionados con salinas o estructuras pesqueras.

- Tipo III: zonas con restos de activi-dades realizadas en el mar fruto del desarrollo de tareas comerciales, pesqueras o de reparación. Se tra-ta por lo general de lugares donde aparecen materiales arqueológi-cos de naturaleza, funcionalidad y cronología diversa distribuidos por amplias zonas, que han sido deno-minados tradicionalmente como fondeaderos.

- Tipo IV: naufragio disgregado o di-seminado fruto de temporales y del embate del oleaje. Estos yacimien-tos se sitúan por lo general en fon-dos de ola activa, normalmente en profundidades inferiores a los -13 metros, que generan procesos pos-deposicionales que se traducen en la dispersión y fragmentación de los restos de las naves.

Foto 4. Recuperación de material arqueológico subacuático en el Espigón de Barlovento.

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dado que en esta zona fue localizada en 1965 una de las ánforas que motivan el interés por la arqueología subacuá-tica en Canarias, y que ha suscitado no poca polémica y numerosa bibliogra-fía sobre la procedencia romana, o no, de estos materiales, como se ha co-mentado. En dicho año Domingo Ál-varez, que contaba 14 de edad, extrajo del lugar un ánfora que hoy en día se exhibe en el Museo Sánchez Araña de Santa Lucía (Gran Canaria). Después de este hallazgo parece, y según re-ferencias orales del propio Domingo Álvarez, que se localizaron más restos cerámicos en la misma zona.

Las informaciones existentes sobre la aparición de materiales arqueológicos nos llevaron a plantear prospecciones de visu sistemáticas. Las mismas con-sistieron en la realización de recorri-dos programados o prospección en calles y prospecciones en círculos con-céntricos en varios puntos de la bahía del Salao.

El ámbito de intervención se caracte-riza por la presencia de arenas de ori-gen orgánico, entre las que pueden lo-calizarse zonas con acumulaciones de piedra o con rocas de gran tamaño. En la parte más cercana a la orilla apare-ce una plataforma de origen sedimen-tario, de unos tres metros de altura, que recorre la costa paralela a la pla-ya, con la caída, que genera un veril, hacia el sur. Las profundidades en la zona prospectada no van más allá de los -6 metros y las condiciones tanto de visibilidad como de corrientes eran muy buenas.

En la zona conocida como El Rincón del Salao procedimos a la realización

de recorridos programados por calles. En concreto se plantearon tres calles orientadas de noreste a suroeste para-lelas a la costa y a la trayectoria del ve-ril localizado en la orilla, desde donde partió la primera calle. En este lugar teníamos referencias de la presencia de materiales arqueológicos; cerámi-cas, en concreto, extraídas en diversas ocasiones.

Las prospecciones circulares fueron realizadas en dos puntos. En el Salao I fueron documentados numerosos fragmentos de cerámicas, que por su tipología podría corresponder a época moderna, así como elementos metálicos muy concrecionados. La prospección en el Salo II se realizó en un punto donde supuestamente se localizaba una acumulación de lastre. Aquí procedimos al análisis superfi cial de un círculo de 60 centrímetros de diámetro, donde se localizó una acu-mulación de piedras que no parece corresponder a factores deposiciona-les de origen natural, por lo que po-demos considerar que estamos ante un depósito intencional posiblemente relacionado con lastres procedentes de embarcaciones. En este sentido existen referencias históricas al uso de los fondeaderos de La Graciosa para el carenado de embarcaciones du-rante la edad moderna (Le Canarien, 1404/1980; Glass, 1764). Asociados a es-tas acumulaciones de lastres se pudo documentar la presencia de cerámicas de en torno a la época moderna.

Estaríamos ante lo que denomina-mos un yacimiento de Tipo III, zona con presencia de elementos arqueo-lógicos de naturaleza, procedencia y épocas distintas. No descartamos la

existencia, dentro de este ámbito, de yacimientos arqueológicos al menos del Tipo IV, dada la aparición de va-rias ánforas de la misma tipología en la zona, hecho que sería interesante comprobar en futuras campañas que se desarrollen en la zona.

5.2.- Espigón de Barlovento. Puerto

de Caleta de Sebo

Esta zona se localiza al este del Espigón de Barlovento del Puerto de Caleta de Sebo. Se trata de una zona conforma-da por fondos de arena de origen or-gánica, con la presencia de zonas con acumulaciones de piedras de mediano tamaño a unos -13 metros de profun-didad.

En este lugar existían referencias del hallazgo de materiales cerámicos en superfi cie, lo cual nos llevó a plan-tear prospecciones sistemáticas. En concreto, reconocimientos en círcu-los concéntricos a partir de un punto donde supuestamente existían restos cerámicos. Se realizaron dos prospec-ciones circulares con unas condicio-nes muy buenas de visibilidad pero con corrientes de marea muy fuertes que nos llevaron a planifi car las inmer-siones en momentos en los que éstas disminuían.

Las prospecciones en esta zona pusie-ron de manifi esto la existencia de ma-teriales arqueológicos, fundamental-mente cerámicas y elementos metáli-cos. Los materiales suelen concentrase en zonas donde aparecen acumulacio-nes de piedras de tamaño muy homo-géneo, que parecen haberse genera-do por procesos deposicionales ajenos

a la dinámica marina. En estos lugares se documentó un cuenco entero, nu-merosos fragmentos pertenecientes a distintos recipientes y objetos de hie-rro muy concrecionados. Alguno de los materiales existentes en superfi cie habían sido extraídos del sedimento y colocados en una zona cercana a la escollera del espigón. De esa zona se recuperaron dos fragmentos de cerá-micas a torno de pasta rojiza, pertene-cientes a dos recipientes, y una botija de las consideradas de estilo tempra-no en la tipología de J. Goggin (1960). La presencia de estas acumulaciones de piedras y su asociación a restos cerámicos, que podría ser por sus ca-racterísticas del siglo XVI, nos llevó a plantear un sondeo en esta zona. Para la ubicación de este sondeo de 2 por 2 metros se eligió una zona cercana a una de las acumulaciones de piedras. Los problemas con las corrientes y so-bre todo la falta de tiempo nos llevó a suspender estos sondeos, habiendo eliminado muy poca cobertura sedi-mentaria.

Los resultados de esta primera aproxi-mación en esta zona arrojan resulta-dos muy interesantes desde el punto de vista arqueológico. Por un lado abundan restos cerámicos que pare-cen pertenecer a un mismo momento, que dada la presencia de la botija de estilo temprano7 podría ser el siglo XVI. Por otra parte esta homogeneidad en el repertorio cerámico y la existencia de elementos metálicos y acumulacio-nes de piedras podría indicar la exis-tencia de una nave siniestrada en este lugar. Por tanto sería muy interesante ahondar en futuros trabajos en el aná-lisis de esta zona.

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5.3.- Veril de las Anclas

El veril de las Anclas se sitúa a más de una milla en dirección noreste del Puerto de Caleta de Sebo, hacia el cen-tro de El Río, entre la isla de La Gracio-sa y Lanzarote. Se trata de una estruc-tura rocosa que desde Lanzarote se dirige, con zonas de discontinuidad, en dirección sureste-noroeste hacia La Graciosa, generando un veril de unos 5 metros de altura.

Tas la realización de una prospección y la localización de varias anclas se procedió a la documentación gráfi ca y a la toma de medidas de cinco de ellas. Según referencias de pescadores y buceadores pueden existir al menos quince, localizadas a lo largo del veril, pero por falta de tiempo no se pudo realizar la comprobación. Junto a las anclas se localizaron restos de reci-pientes cerámicos de época moderna,

contemporáneos probablemente a las anclas.

Las anclas se distribuyen a lo largo de la parte baja del veril, posadas algu-nas sobre rocas y otras sobre arena, que en casi todos los casos las cubre parcialmente. Parece existir una ho-mogeneidad en cuanto a su tipología y dimensiones. Se trata de anclas de cepo de madera del tipo almirantazgo, construidas en hierro, con dos brazos y uñas y con un arganeo en su extremo para atar el cabo. Podríamos decir que estos objetos serían anteriores a fi na-les del siglo XVIII, cuando se comien-zan a generalizar anclas con el cepo de hierro. Las dimensiones de las mismas están entre los 370 y 137 centímetros de caña y entre 110 y 57 centímetros en los brazos, teniendo en cuenta que se hallan algunas fracturadas o cubiertas de arena.

Podemos catalogar este yacimiento, por las características y tipo de ma-teriales localizados, como Tipo III. Posiblemente se trate de una zona de fondeadero de los barcos que iban a hacer aguada a la fuente de Gusa, tal y como se puede leer en algunos relatos antiguos (Glass, 1764).

5.4- Baja del Pilar

La Baja del Pilar se localiza al noreste del Puerto de Caleta de Sebo, al este de la Caleta de Arriba o de Los Ladri-llos. Se trata de una plataforma rocosa que penetra desde la costa en direc-ción este unos 300 metros con profun-didades que van de 0 a 250 centíme-tros.

Tras la realización de una prospección superfi cial terrestre en la Caleta de Los

Ladrillos y la documentación de una gran cantidad de restos arqueológi-cos en superfi cie de distinta naturale-za (cerámica, ladrillos, metales, etc.) y presumiblemente de procedencia subacuática, decidimos realizar una inspección visual subacuática. Tras la realización de la misma pudimos ob-servar gran cantidad de restos arqueo-lógicos subacuáticos procedentes con toda probabilidad, dadas sus caracte-rísticas, de un naufragio. Este hecho motivó la programación de prospec-ciones sistemáticas de visu, decantán-donos por la prospección en círculos concéntricos, que entendíamos era la metodología que mejor se adaptaba a la zona que pretendíamos analizar.

Como hemos comentado, esta zona se caracteriza por la existencia de una plataforma rocosa de escasa profundi-

Foto 5. Trabajos de prospección en el Veril de las Anclas.

Foto 6. Restos cerámicos de tipología variada en la Baja del Pilar.

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dad con algunos picos, con excelentes condiciones de visibilidad y algo de corriente de marea. Sin duda esta pla-taforma poco profunda y alejada de la costa suponía un peligro evidente para la navegación. En este sentido cabe interpretar la presencia de los materiales localizados tras los análisis arqueológicos relacionados tanto con el cargamento como con parte de la estructura de un barco. El yacimiento se caracteriza por la presencia abun-dante de pavimentos cerámicos, ladri-llos y cerámica, concentrados en un área relativamente amplia. Por otro lado, es muy frecuente la aparición de restos metálicos (hierro y aleaciones de cobre) relacionados con la estruc-tura y otros elementos de un barco, tal vez de vapor.

En esta zona se procedió a la toma de muestras de algunos materiales con el fi n de aproximarnos tras su estudio a la procedencia de los mismos. Los mate-riales muestreados fueron un ladrillo, un pavimento cerámico, dos fragmen-tos de platos decorados, un borde de un lebrillo, una base de un recipiente vidriado amarillo y un asa.

Este yacimiento podemos clasifi carlo como del Tipo IV, naufragio disgregado y afectado por la acción de las mareas y los temporales. De momento no he-mos podido localizar datos de cuándo se produjo el naufragio de este barco y la procedencia y destino del mismo. El siniestro se produjo presumiblemente cuando ya existía población estable-cida en la isla, después de 1884, dado que se encuentra muy presente en la tradición oral de sus habitantes e in-cluso se conoce el nombre del mismo, quedando en la toponimia como Baja

del Pilar. Del mismo modo parece que después del naufragio muchas perso-nas aprovechan los restos del naufra-gio como elementos constructivos. Así conocemos el uso de los pavimentos cerámicos para la construcción del techo de un aljibe y maderas para la construcción de la techumbre de una casa.

CONCLUSIONES

Los trabajos de prospección con son-deo en la Zona Arqueológica Subacuá-tica de El Río, desarrollados en enero de 2011, sin duda confi rman la alta po-tencialidad arqueológica de las áreas del BIC analizadas (El Salao, Espigón de Barlovento del Puerto de Caleta de Sebo, Baja del Pilar y Veril de Las Anclas) y el gran interés para el cono-cimiento de los inicios y desarrollo del proceso de colonización de las Islas Canarias de este ámbito subacuático .A continuación planteamos algunas propuestas que consideramos pri-mordial desarrollar dentro de la zona incoada como BIC, que permitirían reforzar su declaración como Zona Ar-queológica Subacuática y desarrollar un plan integral de uso y gestión que complementaría los valores naturales y culturales del Archipiélago Chinijo en su conjunto, así como la sostenibi-lidad económica del mismo. Estas pro-puestas serían:

- Intensifi cación de los trabajos ar-queológicos en varias zonas del BIC.

- Desarrollo de un Plan de Uso y Ges-tión en coordinación con las admi-nistraciones locales y la comunidad de vecinos, cimentado en trabajos

sistemáticos que permitan delimitar y jerarquizar los puntos de relevan-cia arqueológica dentro del BIC. El fi n de este documento sería, por un lado, el conocimiento científi co de la zona, la protección de los restos patrimoniales y su aprovechamien-to social y económico de forma sos-tenible, como complemento a otras actividades desarrolladas en La Gra-ciosa.

- Creación de la fi gura de Parque Ar-queológico Subacuático en La Gra-ciosa, que serviría de complemento al turismo natural que en la actuali-dad se desarrolla en la isla, siguien-do para ello el enfoque y caracterís-ticas de otros parques existentes en otros países (como el de Angra de Heroísmo, Terceira, Azores). Así, los medios existentes para la gestión de la reserva marina y del monumen-to natural, como la fi scalización en cuanto a calidad de los trabajos y la conservación de los restos por parte de las autoridades compe-tentes, permitirían llevarlo a cabo sin elevados costes y con benefi cios socioecómicos para la población lo-cal.

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NOTAS

1 En las distintas fases del trabajo participaron, aparte de las personas que fi rmamos este artículo, Cristina Ojeda Oliva, Tinguaro Mendoza García, Eliezer Medina Moreno, Marco Moreno Benítez, Félix Mendoza Medina, Iván Suárez Medina, Javier Bermúdez Páez, Fer-nando Hernández Páez, Melquíades Romero Hernández y Juan Rafael Hernández Páez.

2 Entre los años 1964 y 1965 se extraen de los fondos de La Graciosa los primeros materiales cerámicos, en concreto dos ánforas a las que en un principio se les atribuye un origen fenicio y romano (Martín, 1964; García y Bellido, 1965; Serra, 1965).

3 Cabe señalar en este sentido la entrada en vigor en 2009 de la Convención de la UNESCO para la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático, ratifi cado por España, y el Libro Verde del Plan de Protección del Patrimonio Cultural Subacuático Español del Ministerio de Cultura del año 2010, que proponen las acciones prioritarias para una tutela efectiva del Patrimonio Cultural Subacuático.

4 El Libro Verde del Plan Nacional de Protección del Patrimonio Cultural Subacuático Es-pañol señala en su página 80: “Para garantizar la conservación del Patrimonio Cultural Subacuático es preciso que los proyectos de intervención arqueológica recojan como requisito sine qua non, la presencia de profesionales de la conservación (…)”.

5 Las mismas fuero dirigidas por Antonio Tejera Gaspar y Rodrigo Balbín y realizadas por buzos deportivos (Baudet, 1990).

6 Creemos que la realización de sondeos arqueológicos, como se ha apuntado para otros ámbitos geográfi cos, debe ser necesariamente el procedimiento a emplear en todos los Estudios de Impacto Ambiental donde los proyectos de obras o instalación de infraestruc-turas supongan la destrucción o remoción del subsuelo marino. Solo mediante el empleo de este método se puede valorar las afecciones reales de los tales proyectos al patrimonio cultural subacuático.

7 Según algunos autores pare que estos modelos tipológicos dejan de fabricarse para el comercio atlántico sobre 1570 (Amores y Chisvert, 1993)

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METODOLOGÍA

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LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA EN LA GOMERA:

CIENCIA Y COMUNIDAD

Juan Carlos Hernández Marrero

Museo Arqueológico de La Gomera y Unidad de Patrimonio (Cabildo Insular de La Gomera) [email protected]

Juan Francisco Navarro Mederos

Dpto. de Prehistoria, Antropología e Historia Antigua, Universidad de La [email protected]

José Miguel Trujillo Mora

Museo Arqueológico de La Gomera (Cabildo Insular de La Gomera)

Sandra Jeannine Cancel

Servicios Integrales de Patrimonio Histórico

PALABRAS CLAVE: arqueología, isla de La Gomera, investigación, socialización del conocimiento, museo, comunidad, pastoreo,

espacios domésticos.

1.- CONTEXTO

Desde hace algunos años se viene dan-do un debate en torno a la arqueolo-gía de la isla, sobre cómo, con qué pa-rámetros debemos abordar, organizar,

gestionar y desarrollar la investigación arqueológica en La Gomera. Por este motivo, en esta ocasión se propone el concepto del “Proceso Marco de In-vestigación Arqueológica”1 como una manera de conceptualizar la orienta-

RESUMEN

El presente texto expone la propuesta teórica denominada “Proceso Marco de Investigación Arqueológica” en La Gomera, su contexto, origen y condiciones. Por ello se hace un breve recorrido por las estructuras y organización del Museo Arqueológico de La Gomera (MAG), haciendo hincapié en los espacios de trabajo patrimonial más allá del propio museo como un paso necesario para comprender el contexto de la propuesta. A continuación y dentro del MAG se desarrolla el Área de Investigación, los proyectos concretos y la orientación de la investigación. Particularmente se expone el proyecto que centra buena parte de la investigación que en la actualidad es llevada a cabo desde los museos insulares: “Una historia del pastoreo en la isla de La Gomera”; y específi camente se describen los últimos trabajos arqueológicos desarrollados en La Gomera desde el año 2009 hasta el presente.

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ción de la estrategia de los trabajos arqueológicos que se vienen desarro-llando en la isla, en su relación con otros contextos de trabajo patrimonial que a su vez se vinculan genéricamen-te con la investigación, la educación y el desarrollo rural e insular de La Go-mera.

De esta forma, el “Proceso Marco de Investigación Arqueológica” integra-ría dentro de sus márgenes las decisio-nes concretas sobre la investigación arqueológica de la isla, que deben siempre estar dirigidas a desarrollar el conocimiento existente sobre los procesos históricos en La Gomera, si-guiendo los principios de la lógica de las Ciencias Sociales. Los proyectos, estudios o trabajos arqueológicos, impulsados o realizados por el Museo Arqueológico de La Gomera y la Uni-

versidad de La Laguna, que impliquen investigación –que entendemos, de-ben ser todos– tendrán siempre una relación orgánica con las actividades arqueológicas anteriores así como en-tre ellas mismas.

Pero el “Proceso Marco de Investiga-ción Arqueológica” en La Gomera no es sólo eso. La traducción objetiva de las relaciones de las que hablamos es la convergencia de equipos de trabajos y de proyectos, de personas interesadas y de trabajadores del patrimonio, de equipos de trabajo y de proyectos con procesos participativos concretos que se vienen produciendo en La Gomera aproximadamente desde hace seis a ocho años. Así, el “Proceso Marco de Investigación Arqueológica” en La Go-mera sólo puede entenderse inserto en una serie de propuestas de dimen-

siones algo mayores y en un tiempo en el que en la isla está teniendo lugar la creación de espacios sociales recep-tivos al desarrollo del mismo.

Producto de estas convergencias a lo largo del tiempo es la generación de un grupo de trabajo denominado “Ta-ller de Patrimonio”. El Taller de Patri-monio se va construyendo de forma espontánea y en torno a las respues-tas concretas y no planifi cadas que los miembros del grupo daban de manera individual y/o colectiva a una serie de proyectos en los que participaban des-de la administración, la educación, las Ciencias Sociales o el desarrollo local en la Isla2. Estas respuestas fueron dan-do lugar a un modelo y este modelo se concretó en una serie de valores o principios que el Taller de Patrimonio ha ido aplicando con éxito en algunos casos y con errores en otros. En la ma-yor parte de las ocasiones se ha puesto el acento en uno o algunos de estos valores o principios, si bien considera-mos que la situación ideal sería desa-rrollarlos todos a un tiempo.

Estas valores se proponen como guías de trabajo y, por tanto, deberían también presidir la política de inves-tigación arqueológica en la isla de La Gomera, más como una forma volun-taria de aceptar un compromiso indi-vidual y a la vez colectivo, que como una manera de blindar la imposibili-dad de que otros tipos de trabajo se desarrollen en la isla. Por otra parte, integrar dichos valores en el trabajo arqueológico tampoco signifi ca que estos no puedan cambiar, se desarro-llen o se incorporen otros, que serían discutidos y validados en los espacios de trabajo patrimonial de los que ha-

blaremos más abajo. Estos principios, por tanto, también encabezarían el “Proceso Marco de Investigación Ar-queológica”:

1) Tratamiento del patrimonio como concepto integral e integrador. Esta fi losofía, que entiende el patrimonio de forma holística y aborda su trata-miento buscando canales combinados de integración, no es nada nuevo. Su aplicación a proyectos concretos su-pone una ventaja extraordinaria en una isla como La Gomera por varios factores: facilita e impulsa el contac-to y la colaboración entre personas de distintas administraciones, entida-des y asociaciones, diversifi ca y suma fuentes de fi nanciación, multiplica las formas colaborativas y amplía el po-tencial educativo sobre el Patrimonio de la isla.

2) Tratamiento de la relación entre in-vestigación, educación y conservación de forma unitaria. Tampoco es nueva esta perspectiva sobre el trabajo pa-trimonial, muy al contrario, multitud de experiencias en distintos ámbitos geográfi cos (aunque aquí nos gustaría destacar el latinoamericano, con Méxi-co a la cabeza) subrayan la necesidad de trabajar en el patrimonio con esta perspectiva, sobre todo teniendo en cuenta las dimensiones del contexto social y la parquedad de los recursos fi nancieros.

3) Búsqueda activa de enfoques mul-tidisciplinares. La arqueología de hoy en Canarias no se entiende de otra manera. Pero aquí no sólo se pretende potenciar la colaboración multidisci-plinar referida a ámbitos de la ciencia con los que normalmente se relaciona

Foto 1. La experiencia de la excavación del yacimiento “Acceso al Pescante de Vallehermoso”

y la alta rentabilidad que supuso su proyecto educativo, es un ejemplo de la importancia de

estos valores.

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la arqueología, es decir entre los espe-cialistas en las diversas líneas de inves-tigación y técnicas de análisis, sino de profesionales de otras áreas generales del saber, como la antropología, la etnografía, la historia, la biología, la medicina, la fi losofía, etc. Y no siem-pre vinculados necesariamente a la academia. Con ello volvemos a insis-tir en nuestra voluntad de aprovechar los recursos humanos potenciales de que se dispone dentro y fuera de esta isla. Por otra parte, no entendemos las disciplinas como compartimentos es-tancos, sino todo lo contrario: como espacios abiertos de relaciones inter-disciplinares.

4) Validación coordinada y refl exiona-da de todas las fases de los proyectos. El “trabajo en red” es una expresión que, a pesar de emplearse en el ámbi-to de las nuevas tecnologías, se aplica a múltiples escenarios. De hecho, los puntos 3, 4, 5 y 6 tratan de aplicar dicha expresión en varias esferas de trabajo. La validación de las distintas fases de los proyectos forma parte de una es-trategia que tiene en la participación y sobre todo en la coordinación su acti-vo más importante. Ello no implica la falta de responsabilidad individual por la adquisición de compromisos de tra-bajo concreto ni tampoco la obligato-riedad del debate eterno e imposible en torno a cualquier pequeño detalle; muy al contrario, implica un ejercicio de tolerancia continuo y, precisamen-te, el compromiso voluntario de traba-jo en cada una de las áreas de las que formamos parte.

5) Fomento de la participación de la po-blación local en los proyectos. El con-cepto de la participación está en la raíz

de estas propuestas, del propio Taller y su manera de funcionar, así como en la metodología de los proyectos en los que trabaja. La participación ciudada-na con diversos planos de implicación, es una estrategia repleta de ventajas en una isla menor como en la que tra-bajamos. En ocasiones los ciudadanos han participado de forma activa en los proyectos de investigación tras recibir una formación previa, pero también han colaborado cediendo información de distinta naturaleza, y consideramos que es importante que sean conscien-tes de ello. Se trata de que esta cola-boración se haga extensiva, cuando los proyectos lo permiten, a ciudada-nos con distintos tramos de edad; por ejemplo, en el caso del trabajo con el IES de San Sebastián y sobre todo con el Instituto Poeta Pedro García Cabrera de Vallehermoso la participación se ha desarrollado en cada proyecto. Pero el camino debe ser de ida y vuelta. Esto es, que aunque parezca obvio, los in-vestigadores son también población y es fundamental que no pierdan de vista este vínculo porque de otra for-ma se corre el riesgo de encarnar el rol clasista que hemos visto en oca-siones en La Gomera y fuera de ella, y es el del investigador que utiliza la universidad como una herramienta de prestigio social, que “viene de visita” a la isla para “bautizarnos con el conoci-miento” o en todo caso, para cederlo a las élites intelectuales locales, que lo repartirán posteriormente si lo consi-deran necesario.

6) Impulso de la relación de los pro-yectos con el desarrollo local. Los pro-yectos que se llevan a cabo buscan como uno de sus objetivos fi nales la relación activa con otras esferas de la

realidad insular que implica, por ejem-plo, a los agentes de desarrollo. Para ello, siempre se cuenta con perspec-tivas que buscan activamente aplica-ciones prácticas al entorno económi-co y social de la isla. Esta posibilidad supone, en primer lugar, que los pro-yectos que persiguen el desarrollo de la isla puedan contar con refrendos de la máxima solidez, como es la propia investigación de las ciencias sociales. Desde la perspectiva opuesta, dicha investigación estaría alcanzando una meta inesperada y sin embargo funda-mental para la sociedad, siendo la co-munidad la que estaría legitimando la acción investigadora. Además, esta es una forma de aplicar de forma efectiva un modelo de difusión certero entre un sector de población de muy difícil acceso, a la vez que potenciamos nue-vas vías de relación entre la población local y su patrimonio. Para ello es ne-cesario un equilibrio, que no siempre es fácil de mantener, entre el rigor de la ciencia social, los intereses persona-les, el conocimiento sobre las pautas del mercado y la realidad insular.

La debilidad, no ya al cultivo de este modelo, sino del desarrollo real de su aplicación llega principalmente de la mano de la falta de estabilidad a va-rios niveles. Primero individual (esta-bilidad laboral) y luego estructural (de las propias estructuras que organizan y gestionan el desarrollo de los pro-yectos patrimoniales), lo que a su vez supone una inestabilidad también de los proyectos. Por tanto, la dependen-cia del voluntarismo y de determina-das individualidades cuando tratamos este tema es otro aspecto de dicha debilidad. Un buen ejemplo de esta circunstancia son los cambios que han

tenido lugar a partir del devenir que ha experimentado la política local en nuestra isla desde mayo de 2011. Esto no sólo ha supuesto el cambio de lu-gar de algunos agentes importantes en el trabajo patrimonial, sino una merma en este último año de la ca-pacidad de trabajo relacionada con el patrimonio y otras áreas. Es evidente que una parte del trabajo debe estar destinado a construir estrategias que busquen fortalecer las estructuras de funcionamiento en todos sus niveles.

2.- ESTRUCTURAS Y RELACIONES

DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE LA

GOMERA

El Cabildo Insular de La Gomera dispo-ne, dentro de su organigrama, de un área de Educación, Cultura y Patrimo-nio Histórico. Dentro de esta área se encuentran la Unidad de Patrimonio y los museos insulares Arqueológico y Etnográfi co, íntimamente ligados a la Unidad por compartir personal dedi-cado a los dos ámbitos de trabajo. El Museo Arqueológico abrió sus puertas el 25 de abril de 2007 y fue autoriza-do por los órganos competentes del Gobierno de Canarias con el decreto 169/2008, de 22 de julio de 2008.

El Museo Arqueológico de La Gomera se organiza, como todos los museos, en una serie de áreas, que responden más a una organización interna del trabajo que a una realidad administra-tiva de esta entidad. Estas áreas son: Educación, Investigación, Conserva-ción, Documentación-Administración y Comunidad. Esta última área se ha considerado como transversal al res-to de áreas. En ella están los grupos,

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entidades e iniciativas que no forman parte exclusiva del organigrama del museo y suponen espacios donde la coordinación es la clave principal de funcionamiento.

Estos grupos, entidades e iniciativas:

1. Potencian, organizan, gestionan y llevan a cabo la interacción directa del museo con la comunidad: El Foro Abierto de los Museos, Taller de Bioan-tropología, etc.

2. Generan, asesoran o ejecutan pro-yectos concretos relacionados con el Patrimonio: Taller de Patrimonio, Par-que Nacional Garajonay, AIDER, etc.

3. Validan, consultan, fomentan o de-sarrollan actividades que tienen lugar en y/o desde los museos insulares: Carta Europea de Turismo Sostenible (CETS3), La Gomera Reserva de la Bios-fera, etc.

3.- LA INVESTIGACIÓN DESDE EL

MUSEO ARQUEOLÓGICO DE LA

GOMERA

El Área de Investigación del Museo Ar-queológico desarrolla el artículo 78.3 de la Ley 4/99 de 30 de marzo de Pa-trimonio Histórico de Canarias: En es-

pecial, los museos públicos de ámbito

autonómico o insular, con indepen-

dencia de su materia y carácter, pre-

sentarán atención particular a su con-

dición de centro de investigación. De esta manera, el museo, en colabora-ción de forma continua con el Depar-tamento de Prehistoria, Antropología e Historia Antigua de la Universidad de La Laguna, y con diversos profesio-

nales de la Arqueología, ha desarrolla-do y colaborado en distintos proyectos de investigación que en la actualidad se encuentran en diferentes fases de desarrollo. Las fuentes de fi nanciación han llegado principalmente desde las administraciones públicas.

A continuación se exponen estos pro-yectos4:

1. Estudio arqueológico (prospección y excavaciones arqueológicas, aná-lisis de materiales y dataciones): Ex-

cavaciones Arqueológicas en el Alto

del Garajonay (2002-2003) e Inventa-

rio arqueológico y su aplicación a la

conservación e incorporación a los

programas interpretativos del Parque

Nacional de Garajonay (2004-2006). Financiación del OA Parques Naciona-les.

2. Estudio etnográfi co y arqueológico (prospección arqueológica y estudio superfi cial): Estudio superfi cial de los

concheros arqueológicos en La Gome-

ra (2006-2009). Financiación del Cabil-do Insular de La Gomera.

3. Estudio arqueológico (excavación arqueológica, análisis de materiales y dataciones): Acceso al Pescante de Va-

llehermoso (2005-2008). Financiación del Cabildo Insular de La Gomera.

4. Estudio bioantropológico y genéti-co: No solo es morder: la genética en-

tre los antiguos gomeros (2008-2011). Financiación del Cabildo Insular de La Gomera, Departamento de Genética de la Facultad de Biología de la Uni-versidad de La Laguna y Servicio de Genética Forense de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

5. Estudio epigráfi co y arqueológico (prospección arqueológica y estudio superfi cial) El lenguaje de los anti-

guos: La escritura líbico-bereber en

La Gomera (2008-2011). Financiación del Cabildo Insular de La Gomera y Dirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias.

6. Estudio documental, etnográfi co y arqueológico (excavaciones arqueo-lógicas, análisis de materiales y da-taciones) Estudio sobre la historia

del pastoreo en la isla de La Gomera (2008-2012). Financiación del OA Par-ques Nacionales, Cabildo Insular de La Gomera y Dirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias.

Así, la premisa del “Proceso Marco de Investigación Arqueológica” en la isla de La Gomera, como un “marco” que está en continuo movimiento y que incluye un proceso aglutinador, incor-pora en su defi nición, como es lógico, la propuesta de una orientación con-creta de la investigación arqueológica en La Gomera. Si, por otra parte, y te-

niendo en cuenta los trabajos realiza-dos desde el origen de la arqueología en la isla, esquematizamos la actividad arqueológica teniendo en cuenta las excavaciones y las prospecciones ar-queológicas; y, además, ordenamos dicha actividad valorando principal-mente la tipología de yacimientos que en cada caso ha sido estudiada5, tene-mos que, hasta hoy, la investigación en La Gomera ha tenido un marcado carácter territorial.

Casi todos los investigadores realiza-ron, de alguna manera, “prospeccio-nes arqueológicas” o, lo que sería más correcto, búsquedas de yacimientos. Esta circunstancia siempre aportó da-tos para una interpretación territorial de la prehistoria de La Gomera, pues conectaban variables que relaciona-ban los yacimientos con un territorio casi siempre hostil a la investigación. Dicha “hostilidad” venía dada de la mano de la fragosidad del paisaje y es precisamente esto último, en buena parte, la causa de que los investiga-dores mostraran siempre un escaso interés por el estudio de la montañosa arqueología isleña.

Foto 2. Reunión del Taller de Patrimonio (2009).

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Con todo ello tenemos que la arqueo-logía de la isla siempre tuvo un barniz territorial que Navarro Mederos acabó de matizar con su Memoria de Licen-ciatura en 1975. Pero aparte de este carácter territorial señalado, podría-mos dividir los trabajos según el con-texto particular de cada tipo de yaci-miento arqueológico. Esto no quiere decir que el estudio de un solo tipo de contextos implique, por parte de la investigación, una interpretación es-tanca y unidireccional –según lo que se excavara– sobre la prehistoria de la isla. Por ejemplo, los resultados de las investigaciones que se llevan a cabo en la isla entre 1994 y 2004, supusieron un verdadero ejemplo de cómo estudian-do un tipo de yacimiento –las aras de sacrifi cio– podemos llegar a entender

amplias parcelas del funcionamien-to de la sociedad aborigen, haciendo una lectura integral y dialéctica de la misma.

Regresando al tema del momento ac-tual de la investigación arqueológica en la isla podríamos convenir, al res-pecto, que dicho proceso se encuen-tra en que casi se ha culminado una importante etapa, cuya línea de traba-jo la componen:

a) El contexto aras de sacrifi cio es una línea dedicada al estudio de la relación de las aras de sacrifi cio con el territorio y con los grabados rupestres. Como ya se ha comentado, el inicio de la misma tuvo en 1994, con un proyecto consis-tente en la realización de prospeccio-

nes: Garajonay: arqueología de las

montañas. Cinco años más tarde se realizaba una importante excavación, pues supuso todo un ensayo en el tra-tamiento y la excavación de las aras de sacrifi cio: El Lomo del Piquillo (1999). Poco tiempo después, se abordó la excavación de un yacimiento muy sig-nifi cativo en la isla: El Alto del Garajo-

nay (con dos campañas 2002-2004) y paralelamente se llevaron a cabo dos proyectos de prospecciones arqueoló-gicas en el monte gomero. Resultado de todos estos trabajos se han escrito varios artículos6 que han difundido los resultados de los mismos7. Esta fase del desarrollo de la investigación se vio notablemente impulsada por la exca-vación del Alto del Garajonay.

Durante este tiempo, también se ha trabajado, de forma paralela, en otros estudios arqueológicos, realizados ma-yormente por Juan Francisco Navarro Mederos, en los que se observan clara-mente otras dos líneas principales de trabajo muy defi nidas: b) el contexto de los grabados rupestres8 y c) el con-texto de los concheros9. d) El contexto del mundo funerario es una de las lí-neas más veteranas, puesto que se ha mantenido desde el comienzo de la arqueología de la isla. Además, es evi-dente que el estudio de las prácticas sociales relacionadas con la muerte ha centrado buena parte de la escasa actividad arqueológica en La Gomera, como en el resto de Canarias. No en-traremos a valorar esta circunstancia que, sin duda, requiere de una profun-didad mucho mayor en el análisis.

e) El contexto de los asentamientos. Una vez avanzada la fase “aras de sa-crifi cio-territorio”, el marco actual de

la investigación demanda la necesidad de trabajar sobre contextos arquelógi-cos que aporten información impres-cindible sobre los ámbitos domésticos y sobre la evolución del modo de vida. Son aspectos que hasta el momento actual solo se habían tocado de forma colateral, pero nunca había supuesto una línea de investigación en sí mis-ma.

El mundo doméstico se ha abordado casi en exclusividad mediante observa-ciones superfi ciales en el curso de los proyectos de prospección, en la excava-ción arqueológica de La Era de Los Anti-guos (J. F. Navarro, 1979) y colateralmen-te en Los Polieros (J. F. Navarro, 1983). Esta línea se ha ido postergando duran-te largo tiempo, siempre a la espera de encontrar el contexto investigador ade-cuado y los yacimientos idóneos. Una de las mayores difi cultades es la consa-bida “pervivencia” o uso continuado de las mismas cuevas, que en La Gomera podríamos considerar como una causa estructural de la escasez de yacimientos arqueológicos de naturaleza doméstica bien conservados. Aunque en el año 2008 aun no disponíamos del inventario de yacimientos completo de toda la isla, que nos permitiera valorar en buenas condiciones qué posibilidades teníamos para abordar una investigación en este ámbito, sí teníamos ya una perspectiva bastante amplia y, sobre todo, la pro-pia dinámica de la investigación exigía abordar sin más demora el estudio de los contextos domésticos. Este año de-cidimos que este sería el siguiente paso en la investigación.

Debe subrayarse que esta decisión fue tomada confi ando en los previsibles resultados del inventario arqueológi-

Foto 3. Excavación arqueológica del Alto del Garajonay, excavación de la Esctrutura C

(2004).

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co inmueble de los municipios de San Sebastián, Agulo y Hermigua, que du-rante los años 2007-2008 desarrolló la empresa andaluza NEREA Arqueología Subacuática SA, fi nanciado por el Mi-nisterio de Cultura (IPHE). Se preveía que con este proyecto se completarían todos los inventarios municipales de la isla y, por tanto, ofrecería la posibilidad de disponer de un panorama más o menos completo de los yacimientos de naturaleza habitacional. Sin embargo, los resultados resultaron ser un auténti-co fi asco, y la documentación entrega-da totalmente inservible para nuestros fi nes y para cualquier otra fi nalidad.

4.- EL PROYECTO: UNA HISTORIA DEL PASTOREO EN LA ISLA DE LA GOME-RA (2008-2012)

Una respuesta a lo anterior es este proyecto de investigación, en el que concentra ahora buena parte de los esfuerzos del Museo Arqueológico de La Gomera. La hipótesis de partida es que el pastoreo ha tenido un gran peso específi co en los modelos pro-ductivos y en los subsiguientes modos de vida que ha habido en La Gomera desde su prehistoria10 hasta parte del siglo XX. Su objetivo es conocer el de-venir del pastoreo11 en isla a lo largo de su histora, tanto en sus aspectos sociales, económicos, como territo-riales y culturales. La contundencia numérica de restos de cabras y ovejas en yacimientos con un marcado valor ideológico, como las aras de sacrifi -cio, señalan la importancia que daban al ganado las antiguas comunidades gomeras. El papel del pastoreo conti-núa quedando patente a lo largo de la información documental que existe

para la etapa señorial de La Gomera, así como de los momentos posteriores hasta llegar hasta hoy.

Reuniendo estas noticias, testimonios y reseñas tenemos que todo este mun-do del pastoreo supone un nexo entre el presente y el pasado de la isla. Un vínculo histórico único en el sentido de haber supuesto una estrategia de subsistencia empleada por los gome-ros y mantenida a lo largo de cientos de años; por ello, como justifi cación de este proyecto se maneja, primera-mente, el hecho de que el pastoreo es una práctica que atraviesa toda la historia de la isla.

Por otra parte, la ganadería, en térmi-nos genéricos, constituye una alter-nativa de desarrollo económico en su tendencia hacia un modelo que a fi nes del siglo XX va dejando de ser familiar para ir transformándose en pequeñas explotaciones industriales. Hoy, en el año 2011, el trabajo con el ganado menor es una opción rentable de fu-turo para los ganaderos de la era ci-bernética, que utilizan los mismos te-rritorios en los que se desenvolvieron los antiguos gomeros. Aunque en las últimas décadas los pastores han ido desapareciendo, y hoy son muy pocas familias las que se dedican a esta ac-tividad y modo de vida. Y, a pesar de esto, consideramos que el pastoreo ha sido y es algo más que una actividad económica; se trata de un componen-te histórico que consideramos como importante en la construcción de la identidad de los gomeros.

El proyecto pretende documentar la riqueza de la diversidad cultural de la isla, así como comprender su diná-

mica en el territorio insular. Dicho de otra manera, se estudiará el desarrollo histórico de La Gomera desde la pers-pectiva de una actividad aparente-mente marginal y permanente, como es el pastoreo. Todo ello tratando de valorizar y dignifi car su condición so-cial como actividad histórica, que ha producido un patrimonio cultural (material e inmaterial) con una rele-vancia destacada en el espectro de los “patrimonios insulares” y una pre-sencia que se mimetiza a lo largo de todos los rincones del paisaje gomero. Para ello, con el propósito de orientar el proceso y concretar conclusiones en la investigación, se han propuesto una serie de seis antecedentes que tienen naturaleza de hipótesis de tra-bajo. Estas hipótesis establecerán los límites, ayudando a encauzar los ob-jetivos y organizar el desarrollo de la investigación, que tiene como discur-so genérico un comienzo (la llegada de los primeros pobladores) y un fi nal (fi nales del siglo XX). Dichos “antece-

dentes” son, a grandes rasgos y de for-ma apriorística (y podríamos decir que hasta exploratoria), momentos y/o procesos importantes para la historia de esta práctica social en La Gomera, que serán confi rmados, matizados y/o refutados a lo largo del trabajo12.

Un proyecto de estas características ha sido necesario abordarlo mediante la interacción de tres disciplinas, que a su vez disponen de metodologías y procedimientos de análisis diferen-tes: la Etnografía, la Archivística/Do-cumentación y la Arqueología, tra-tando de engarzar los resultados de estos tres campos. Los motivos para emplear esta estrategia son varios, pero en la raíz de ellos está el tratar de comprender el objeto de estudio a través de todas las fuentes de in-formación de las que disponemos. El nivel de profundidad que podrá al-canzarse con cada una de las fuentes será lo que nos permitan agentes de una naturaleza más objetiva, como el

Foto 4. Entrevista a Ramón “Diego” Mesa Mendoza, en Jagüe, Chipude, el 13 de julio 2009.

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tiempo o la fi nanciación, no debiendo perderse de vista que se trata de una investigación que realiza una adminis-tración pública, con las limitaciones en la planifi cación que ello implica13. Por eso, cuando no se puedan estudiar las fuentes en su totalidad, se realizará una serie de “sondeos” en las mismas, pues otro de los objetivos del trabajo es el desarrollo de la propia metodo-logía que se aplica. En este sentido, aunque no únicamente, estimamos de cierta relevancia el poder contrastar información de todas las fuentes que sea posible, siempre que éstas puedan arrojar datos sobre el objeto de estu-dio en particular14.

En este proyecto intervienen de forma coordinada el personal de los museos insulares (Arqueológico y Etnográfi co) de La Gomera, además del Archivo General Insular de La Gomera. Si bien cada una de las áreas de trabajo es de-sarrollada por profesionales, especia-listas o voluntarios procedentes de la administración pública, instituciones como la Universidad de La Laguna, asociaciones o simplemente vecinos y voluntarios que ceden su tiempo y sus conocimientos al proyecto. Por ello, hay dos claves que en este estudio son de vital importancia: participa-ción y coordinación, y consideramos un incentivo que podamos trabajar de manera coordinada investigadores de diferentes disciplinas académicas, de manera que de esta relación se logra uno de los propósitos más importan-tes de este trabajo: el proyecto es una forma de dar respuesta a algunas de las necesidades que tiene cada disci-plina en la isla, bien en su faceta de investigación –como es el caso de la arqueología– bien en su faceta patri-

monial –como es el caso del patrimo-nio documental– o en ambos aspec-tos –como es el caso de la etnografía–. Dicha respuesta no debe entenderse como “soluciones”, en el sentido de totalidad, sino más bien como una manera de abrir vías que las faciliten.

4.1.- El estudio arqueológico15

Tal como se ha expuesto, el trabajo arqueológico está consistiendo en estudiar los contextos habitacionales, algo que reviste un gran interés y que hasta ahora no se había hecho. En di-chos espacios se analizará, entre otras cosas, la presencia del pastoreo16. Ya señalamos que es difícil entender el modo de vida de los antiguos gome-ros sin analizar contextos domésticos. Sabemos, a través de la arqueología y de las fuentes etnohistóricas, que los aborígenes vivían tanto en cuevas naturales como en cabañas construi-das. A la hora de hacer una valoración genérica sobre cuál de los dos tipos puede potencialmente arrojar más información, debe tenerse en cuenta el grado de conservación de ambos tipos de yacimientos, que es muy di-ferente. Gran parte de las cabañas han desaparecido por la progresiva ocupa-ción de todos los terrenos aptos para el cultivo, sobre todo entre mediados del siglo XIX y el último cuarto del si-glo XX. Sin embargo, las cuevas han tenido como principal afección el uso continuo o discontinuo a lo largo del tiempo, con funcionalidad similar o distinta, pero casi siempre dentro del ámbito ganadero, y en menor medi-da, agrícola. Dicho de otra manera, aunque no todas, muchas cabañas fueron arrasadas y su material super-

fi cial desperdigado por el entorno. Sin embargo, el caso de las cuevas es di-ferente; muchas de ellas continuaron siendo habitadas hasta el propio siglo XX; el fenómeno de la “pervivencia” en La Gomera es tanto un factor de afección como de conservación. En muchas cuevas de habitación se extra-jo el sedimento para aprovecharlos en los cultivos o, simplemente, las super-fi cies fueron barridas hacia el exterior, desperdigándose los desperdicios por la ladera.

El trabajo arqueológico en este pro-yecto abarca: 1) Excavación y estudio de ámbitos habitacionales; 2) estudio de las evidencias arqueológicas pro-cedentes de dichas excavaciones y de otros materiales depositados en el MAG17 y 3) estudio de estaciones de grabados rupestres asociadas a cam-pos de pastoreo18. A continuación des-cribimos el punto 1, ya que los dos res-tantes están en realización (2) o aún por comenzar (3).

4.1.1.- Estudio de los ámbitos habita-

cionales a través de los sondeos

Esta primera fase se cerró en el año 2010 y consistió en realizar 13 sondeos en 5 conjuntos de cuevas de habitación19, seleccionados entre una treintena de yacimientos arqueológicos de esta na-turaleza. Como es fácil de suponer, el objetivo inicial y los propios resultados de estos sondeos trascienden al presen-te proyecto, pues los sondeos serán un primer paso para localizar un yacimien-to que pueda ser excavado en exten-sión, con todo lo que ello comporta.La selección de los cinco sitios a sondear incluyó un barrido de lugares habitacio-nales en los Inventarios Arqueológicos

Municipales de La Gomera (municipios de Valle Gran Rey, Vallehermoso y Ala-jeró, 1995-1996), el inventario informa-tizado de yacimientos arqueológicos de La Gomera realizado por el CICOP (to-dos los municipios, 2001) y el Inventario de Patrimonio Arqueológico Inmueble de la Unidad de Patrimonio Histórico del Cabildo Insular de La Gomera (todos los municipios, 2000-2011). El criterio de discriminación se apoyó en varios ran-gos de análisis que no se presentan je-rarquizados:

1) Se seleccionaron lugares con un alto nivel de dispersión en toda la geografía de la isla, distantes unos de otros, con el fi n de que los muestreos recogieran la mayor variabilidad territorial, por las implicaciones histórico-culturales que de ello pudieran derivarse.

2) La elección también respondió a yacimientos que puedan ofrecer un potencial importante en el contenido de evidencias: potencia estratigráfi ca, abundancia de materiales, etc.

3) Otro criterio ha sido las condiciones de conservación y el solapamiento de usos posteriores, que redujo sobrema-nera las posibilidades de excavación de muchas unidades.

4) Un criterio secundario fue que los ya-cimientos ya hubiesen sido estudiados y se consideraran relevantes por algún motivo, como la Cueva del Risco Ca-macho (que alberga el primer grabado rupestre publicado de La Gomera), Los Polieros (que se excavó el mismo año) o las Cuevas de Herrera González y la del Sobrado de Los Gomeros, conocidas antes de la realización de los Inventarios Municipales.

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5) Aunque la cercanía a infraestructuras de comunicación fue un factor que ba-rajamos a priori, al fi nal no resultó deci-sivo, porque el alejamiento suele estar asociado a la conservación. De tal ma-nera que si en general la arqueología en La Gomera implica grandes difi cultades de movilidad y acceso, en estos son-deos ese problema llegó a extremarse en varios yacimientos sondeados.

Los yacimientos seleccionados y el nú-mero total de sondeos realizados fue-ron:

1. Cuevas de Herrera González (Tazo-Alojera, Vallehermoso) 3 sondeos

2. El Sobrado de Los Gomeros (Gerián, Vallehermoso) 4 sondeos

3. El Cejo de La Virgen (La Vizcaína, Alajeró) 1 sondeo

4. El Lomito del Medio-1 (Casas Caí-das, San Sebastián) 1 sondeo

5. Cueva de La Cañada del Lance (Her-migua) 1 sondeo

6. Cueva de La Cañada de La Gurona (Hermigua) 2 sondeos

7. Cueva del Cabezo Camacho (Hermi-gua) 1 sondeo

Dos de estos importantes yacimientos seleccionados –Los Polieros (El Cejo de La Virgen) y Las Cuevas de Herrera González– sufrieron serias alteraciones que han afectado el legado patrimo-nial que albergan. Sin embargo, y a la par de esta circunstancia, la relevancia de estos enclaves es conocida. Los Po-lieros fue objeto de una excavación ar-queológica en 1983 a la vez que, en la actualidad, parcialmente revuelto. Las Cuevas de Herrera González sufrieron, a comienzos de la década de los años 90 del siglo pasado, un saqueo sistemáti-co, pero una de estas cuevas también es famosa por haberse encontrado en ella el conocido fragmento de madera de

sabina con cinco grabados alfabéticos inscritos en la misma, hoy en los fondos del MAG. La intervención en estos dos yacimientos fue propuesta por haber sido espacios parcialmente removidos, lo que exigió una doble evaluación: pri-mero, para recuperar la mayor cantidad de información posible procedente del resultado de dichos expolios. Segundo, para intervenir aprovechando los pla-nos de impacto de dichos expolios so-bre un volumen estratigráfi co dado en ambos lugares.

Sin embargo, los tres yacimientos res-tantes eran menos conocidos pero no por ello menos importantes. Dentro de la zona denominada Altos de Hermigua se encuentran tres unidades habitacio-nales distantes unas de otras, que fue-ron sondeadas. El Lomito del Medio-1 se trata, hoy, de una de las zonas ar-queológicas más importantes de La Go-mera, con una enorme área funeraria y cuevas habitacionales de notables con-diciones. Por último, El Sobrado de Los Gomeros es un yacimiento arqueológi-co enclavado en otro de los conjuntos

arqueológicos más signifi cativos e inte-resantes de la isla dentro del Barranco de Argaga (Vallehermoso). En estos tres yacimientos se analizó la microtopogra-fía del espacio arqueológico con el fi n de intervenir en aquellos puntos que a priori presentaran las mejores condicio-nes, y sin que por ello su contenido se viera seriamente mermado.

1. Las Cuevas de Herrera González

(Tazo-Alojera, T.M. de Vallehermoso)

El yacimiento se encuentra en el pago de la Costa de Epina, hoy despoblado, en la ladera izquierda de la suave Ca-ñada de La Rosa (altitud: 143 m.s.n.m.), a unos 1.500 m. no lineales (siguiendo el cauce del Barranco de Tazo) hasta la costa en La Playa del Trigo. Su accesi-bilidad es muy fácil, a diferencia de los restantes yacimientos.

Fue seleccionado no sólo por su alto interés científi co, sino porque en el propio territorio hay una gran riqueza arqueológica y evidencias del primer contacto entre gomeros y europeos20.

Fig. 1. Distribución de los yacimientos sondeados. Foto 5. Vista general de los sondeos realizados en Las Cuevas de Herrera González.

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Las Cuevas de Herrera González for-maban parte realmente de un conjun-to de 7 cuevas divididas en dos grupos muy cercanos entre sí. En este conjunto se practicaron 3 sondeos; la superfi cie de la Unidad Estratigráfi ca 7 (sondeo 2), alcanzó una profundidad de 166 centímetros sin que se hubiera llegado aun a niveles arqueológicos estériles; pero quizás lo más interesante es que a lo largo del perfi l se documentó la presencia europea, los momentos de contacto y una etapa estrictamente aborigen en los niveles inferiores21.

2. El Sobrado de Los Gomeros

(Gerián, T.M. Vallehermoso)

El yacimiento se encuentra en el Barranco de Argaga (altitud: 527 m.s.n.m.); en la ladera izquierda, trac-to superior-medio del tramo superior del mismo. Su acceso no es realmente difícil dentro del contexto geográfi co gomero, dado que se emplaza en una ladera de poca pendiente, a unos 500 metros al sur del caserío de Gerián. El sitio se localiza en un gran afl ora-miento de tosca roja en la ladera de un interfl uvio. Debido a la erosión, hubo antaño en el lugar un enorme desprendimiento que corrió a lo largo de 57 metros en línea recta, y dejó una pared vertical con una altura variable de unos 4 y 12 metros. Después de que el lugar estuviera habitado hubo otros desprendimientos de menor entidad, que produjo el desplome menor de cornisas en potenciales abrigos y re-fugios. Los agentes erosivos natura-les y antrópicos han hecho que en el yacimiento no parezca haber una correspondencia entre la calidad y abundancia de los materiales arqueo-lógicos en superfi cie y la conservación

de estructuras sedimentarias, que es-tán prácticamente ausentes. Pero a pesar de esto aún es posible observar en superfi cie abundante material que ruedan ladera abajo por pequeñas ca-ñadas; por este motivo el material en superfi cie fue levantado siguiendo la sectorización previa de toda la super-fi cie del lugar.

En este yacimiento se optó por realizar dos sondeos; el primero a los pies del mencionado talud, en el extremo sur del mismo, donde la superfi cie alcan-za una pequeña zona relativamente horizontal y la pared cae extra-plomo. Este fue el sondeo sin duda más im-portante, en él se encontró abundan-te material orgánico que en ocasiones aparecía apelmazado y en costrones (sobre todo en la UE 3) asociado a industria lítica y abundante cerámica aborigen. La principal difi cultad estri-bó en el continuo deslizamiento de sedimento por su debilidad estructu-ral, dada la composición del mismo, lo cual impidió mantener la estratigrafía vertical. El segundo se planteó en una covacha formada bajo dos grandes bloques de toba desprendidos, desde donde se ha ido deslizando el material pendiente abajo.

Por último, la posibilidad de trabajar en la mítica Cueva del Cerrojo22, en el conjunto arqueológico de Gerián, fue aprovechado por el equipo para rea-lizar allí dos pequeños sondeos; con esta intervención se verifi có el siste-ma de uso de las casas cueva hasta el momento en que éstas fueron aban-donadas, con limpiezas sucesivas de la superfi cie de la cueva, por lo que no quedaban restos del uso de este espa-cio anteriores al siglo XX.

3. El Cejo de la Virgen

(La Vizcaína, T.M. de Alajeró)

El yacimiento se localiza en un gran cejo abierto en la ladera izquierda, tra-mo medio-superior y tracto medio del Barranco de Los Polieros, también lla-mado Barranco de La Barca -de La Vir-gen- de Masambique (450 m.s.n.m.); para acceder al yacimiento es necesa-rio desplazarse a pie durante casi una hora por la pista de Ereses y posterior-mente remontar campo a través por la misma Cañada del Cejo de la Virgen, de topografía algo más abrupta.

Es destacable el hecho de encontrar-se al sur de la gran concentración de yacimientos arqueológicos –en el tra-mo superior del Barranco de Los Polie-ros–, donde tuvo lugar la excavación dirigida por Juan Francisco Navarro Mederos en 198323. Se podría decir que el denominado “El Cejo de La Virgen” forma parte del conjunto arqueológi-co situado remontando el barranco. El cejo, de grandes proporciones, forma en su acceso algo parecido a un gran arco, cuyo lateral izquierdo parece dis-poner de las mejores condiciones de habitabilidad, aquí se realizó el único sondeo practicado. Nuestra preten-sión era realizar el sondeo aprove-chando alguno de los perfi les de la afección señalada más arriba. Así se hizo y al limpiar la superfi cie y el per-fi l del área afectada se interpretó que, posiblemente a fi nes del siglo XX, con el uso ganadero de la cueva, hubo un traslado de sedimento con contenido arqueológico desde una de las cuevas hasta este lugar con el fi n de dar hori-zontalidad al terreno.

4. El Lomito del Medio - 1

(Casas Cáidas, T.M. de San Sebastián)

La Cueva que hemos denominado: “El Lomito del Medio-1” se encuentra en una de las cañadas que confl uyen en el Barranco de Las Puertitas por su margen izquierda (tramo medio, tracto medio-superior). La cueva está a una altitud de 375 m.s.n.m. y a una distancia no lineal de La Playa de La Guancha, de 3.700 metros. El acceso a la misma es algo más costoso que los anteriores yacimientos; se realiza desde la carretera general del sur, desviándo-se campo a través y posteriormente en-lazando con un antiguo camino, para después volver a bajar por una cañada encajonada. La cueva tiene una posi-ción tal que no se observa hasta llegar junto a ella. De hecho, consideramos que su localización es parte de la ra-zón para que no haya sufrido el sola-pamiento de usos posteriores, algo muy frecuente en La Gomera.

La cavidad se abre en un nivel de tos-ca rojizo-anaranjada, dentro de un gran sector de lavas apiladas donde hay otros muchos yacimientos, tales como otras cuevas de habitación y una gran necrópolis. Sus dimensiones y morfología son muy propias para el hábitat, presentando una comodidad y uniformidad en las medidas que no abunda en la isla. En el exterior de la cueva aparecen restos de muros de aterrazamiento artifi cial y parte de un muro que cerraba el acceso. En el arranque de la pared que recorre todo el fondo de la cueva aparece una serie de agujeros de poste, que ayudarían a fi jar y dar estabilidad a troncos y palos, que sostendrían un armazón de pieles y ramajes cuyo objeto sería compar-

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timentar el espacio de la cueva, tal como hemos visto en otras cuevas de habitación. Estos agujeros son muy si-milares en planta, diámetro y profun-didad, a aquellos localizados en la UE 9, lev. 2 del sondeo. Este yacimiento ha sido uno de los que está arrojan-do resultados más interesantes; en él se alcanzó una profundidad media de 87,7 centímetros, localizándose parte de una estructura de combustión y una profundidad hasta la roca madre de 87,7 centímetros.

5. Altos de Hermigua (Iboalfaro-El Tabaibal, T.M. Hermigua-Agulo): yaci-mientos de Cabezo Castilla, Cañada de La Gurona y Cañada del Lance.

Debemos destacar que las excavacio-nes en estos sitios de Hermigua fueron las que mayor difi cultad implicaron, con gran diferencia. Fueron necesarias

varias salidas de campo para poder lo-calizar los yacimientos a sondear, en las que colaboraron vecinos e infor-mantes. Además, los accesos eran muy difíciles, sobre todo a las cuevas de La Cañada de la Gurona y del Lance, por la densa vegetación que obstaculizaba los posibles accesos y, sobre todo, por-que se encuentran en grandes riscos de vertiginosa topografía, de tal ma-nera que nos vimos obligados a abrir unas vías de acceso, que luego se jalo-naban con un sistema de marcas para no perder las rutas y pasos. Por último, la salida diaria cargando con los mate-riales y, sobre todo, con el sedimento, representaba un enorme esfuerzo que se empeñó en agravar la adversa cli-matología.

En los Riscos de los Andenes, que constituyen la margen izquierda de di-cho valle, tremendamente escarpada, destaca un cabezo que recibe el topó-nimo Cabezo Castilla24. El conjunto se encuentra en el tracto superior del es-carpe, orientado al E-SE. La cueva del Cabezo Castilla domina todo el tramo medio del Valle de Hermigua y se en-cuentra situada prácticamente al bor-de de la meseta central de la isla en las últimas estribaciones en dirección nor-te. Se trata de un conjunto de cuevas naturales, una de las cuales contiene grabados rupestres en su interior y en la boca. Esta cueva reúne condiciones de habitabilidad muy superiores a las restantes, que no pasan de simples co-vachas y abrigos. La existencia de ma-terial arqueológico en el exterior nos indujo a considerarlas como un con-junto habitacional; de forma paralela se realizó un estudio de los grabados rupestres en relación a la cavidad y al entorno inmediato.

La cueva de la Cañada de La Gurona está localizada en el tramo medio-inferior y tracto superior del Valle de Hermigua, aunque a casi 900 metros lineales de la cima. Este dato es impor-tante en un contexto de verticalidad muy pronunciada25. Se trata de un pequeño conjunto formado por una cueva de habitación y un grupo de cuevas con distintas dimensiones, co-vachos, solapones y andenes que de-bieron jugar variadas funcionalidades. En la cueva de habitación se abren dos espacios diferenciados y comunicados entre sí, ambos fueron sondeados, alcanzándose una profundidad en el paquete sedimentario de entre los 30 y 35 centímetros aproximadamente, hasta la roca madre. En la superfi cie de ambos espacios había abundante material de variada naturaleza, que ponía de evidencia su uso, a priori, como espacio doméstico y por ello, toda la superfi cie de la cueva fue sec-torizada y el material levantado.

La cueva de la Cañada del Lance (450 m.s.n.m.), es de grandes proporcio-nes, algo poco habitual en La Gome-ra (23, 12 y 7 metros de profundidad, anchura y altura respectivamente). Su posición es resguardada. Sin duda al-guna, es la cueva más espaciosa y có-moda de la zona. En la boca tiene un gran muro construido con piedras de tamaño mediano y grande, levantado para crear una gran terraza exterior en esta zona, la única donde el sustrato rocoso buza. Esta plataforma está par-cialmente bajo la visera y en parte al aire libre. Otros muros existen tras él y nivelan porciones del terreno, apro-vechando afl oramientos rocosos a los que se adosan los muretes. Todos los muros son aborígenes, pues el sedi-mento arqueológico se apoya en ellos e incluso discurre por encima del ate-rrazamiento. Por otra parte, la super-fi cie de la cueva fue zonifi cada con el fi n de levantar el material superfi cial.

Foto 6. El Lomito del Medio-1, perfi l Norte

del sondeo. Se observa con claridad en la UE

4 una pequeña estructura de combustión en

cubeta.

Foto 7. Situación en los Altos de Hermigua de las tres cuevas sondeadas: El Cabezo Castilla,

Cueva Cañada de La Gurona y Cueva Cañada del Lance.

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NOTAS

1 Incluimos en la frase dos conceptos aparentemente contradictorios como son “proce-so” y “marco”; nuestra intención es emplear por un lado un término necesariamente dinámico: proceso, como expresión de la naturaleza tanto del objeto de estudio de la arqueología (los procesos sociales a lo largo del tiempo), y de la propia estrategia que empleamos para acercarnos a los mismos: la investigación. Por otro lado, era imprescin-dible oponer a “proceso” un vocablo como “marco”, que hace referencia a un lugar y un tiempo determinados desde los que aplicamos estas premisas; es decir, está referido a las condiciones objetivas del trabajo más que a la propia disciplina arqueológica, porque la estrategia trasciende estrictamente los linderos de la arqueología para invadir otros campos del saber. De esta forma, es la relación dialéctica entre proceso y marco la que preside esta propuesta.

2 Quizás podemos afi rmar, que es la Asociación Insular de Desarrollo Rural de La Gomera la que sin duda ha sido capaz de nuclear este equipo en torno a la concreción de acti-vidades y a su dinamización como una suerte de ente asesor de la asociación. Además, AIDER ha tenido la capacidad para asumir o promover proyectos con los que oxigenaba las propuestas creativas del Taller como grupo de trabajo, al tiempo que incorporaba, de alguna manera, sus principios de trabajo como propios.

3 Nos detendremos a explicar brevemente un ejemplo de este tipo de espacios de encuen-tro en los que está integrado el Museo Arqueológico, y que forma parte concretamente del Área Comunidad. La CETS es una iniciativa de la Federación EUROPARC que tiene como objetivo global promover el desarrollo del turismo en clave de sostenibilidad en los espacios naturales protegidos de Europa, en concreto es una marca de calidad. Pero, realmente, la CETS es un método y un compromiso voluntario para aplicar los principios de turismo sostenible, siendo 13 entidades responsables: los gestores de los espacios na-turales protegidos, administraciones, empresas y asociaciones, las que han defi nido sus estrategias de forma participada. Por esto la CETS es muy importante en La Gomera, y por la misma razón, en el contexto social de la isla lo importante es sin duda el camino a recorrer, más que el objetivo concreto (la marca de calidad). Después de un proceso de 3 años con un gran esfuerzo de coordinación, se produjo un Diagnóstico sobre la realidad insular, lo que a su vez dio lugar a una Estrategia y a un Plan de Acción. Una de estas acciones, la 3.7.1, impulsa el Desarrollo de los programas de los museos insulares.

4 Debe anotarse que, al margen de estos proyectos, existen otros trabajos que por diversas circunstancias no han acabado de concretarse, pero que sin embargo también juegan un papel (aunque poco relevante), dentro del Proceso Marco de Investigación.

5 De los proyectos de excavación realizados hasta ahora en La Gomera, casi exclusivamen-te en Los Polieros (J. F. Navarro Mederos, 1983), se trabajaron dos tipos de contextos muy diferenciados, el funerario y el doméstico.

6 J. F. Navarro Mederos; C. M. Hernández Gómez; V. Alberto Barroso; E. Borges Domín-guez; A. Barro Rois; J. C. Hernández Marrero, “Aras de sacrifi cio y grabados rupestres en el Lomo del Piquillo (isla de La Gomera)”, Estudios Canarios. Anuario del Instituto de Estudios Canarios, XLV (2000), 2001, pp. 317-340; J. F. Navarro Mederos; J. C. Hernández Marrero; C. M. Hernández Gómez; V. Alberto Barroso; A. Barro Rois; E. Borges Domín-guez, “El diezmo de Orahan: los conjuntos de aras de sacrifi cio en la isla de La Gomera”, Tabona, núm. 10, 2002; J. F. Navarro Mederos, “Los antiguos gomeros y Garajonay”, en Parque Nacional de Garajonay. Patrimonio Mundial. O. A. Parques Nacionales, Publi-caciones Turquesa, España, 2009, pp. 548-561; J. F. Navarro Mederos; C. M. Hernández Gómez; A. Barro Rois; E. Borges Domínguez; J. C. Hernández Marrero; V. Alberto Barroso, “La Fortaleza de Chipude y los Concheros de Arguamul al cabo de tres décadas. Viejos problemas, nuevas interpretaciones”, SPAL, núm. 10 (Homenaje al Profesor Pellicer, I), Sevilla, 2001, pp. 327-342; J. F. Navarro Mederos, “Arqueología en el Parque Nacional de Garajonay”, en Parques Nacionales, separata de Revista Ambienta, nº 26, Ministerio de

Medio Ambiente, Madrid, 2003, pp. 18-21; J. F. Navarro Mederos, “Espacios sagrados en la religión aborigen”, Almogaren. Revista del Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias, núm. 34 (VI Centenario de la Diócesis Canariense y Rubicense), Las Palmas de Gran Canaria, 2004, pp. 21-38; J. C. Hernández Marrero, “Prospecciones arqueológicas en el Parque Nacional Garajonay. La Gomera: Notas metodológicas”, en V Jornadas de Patrimonio Histórico, Patrimonio Arqueológico: análisis de partida. 16, 17 y 18 de marzo, Arrecife, Lanzarote, 2005.

7 En este sentido debemos señalar que aun está pendiente otra publicación monográfi ca donde se detallarán los resultados obtenidos en las excavaciones del Alto del Garajonay (2002-2004), así como la lectura que sobre la interpretación del territorio nos ofrece este importante enclave para entender la prehistoria de la isla.

8 J. F. Navarro Mederos, “Manifestaciones Rupestres de La Gomera”, en Manifestaciones Rupestres de las Islas Canarias. Dirección General de Patrimonio Histórico, Gobierno de Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 1995; J. F. Navarro Mederos, “Grabados rupestres con representación de barcos en el Lomo Galión (Isla de La Gomera)”, Tabona, núm. 12, Uni-versidad de La Laguna, 2003, pp.159-192.

9 J. F. Navarro Mederos, “La arqueología de Puntallana y su entorno”, en La Virgen gomera de Guadalupe. Historia de una tradición viva. (A. Tejera Gaspar y G. Díaz Padilla eds.) Cabildo de La Gomera, Santa Cruz de Tenerife, 1999, pp. 28-47; J. F. Navarro Mederos; C. M. Hernández Gómez; A. Barro Rois; E. Borges Domínguez; J. C. Hernández Marrero; V. Alberto Barroso, “La Fortaleza de Chipude y los Concheros de Arguamul al cabo de tres décadas. Viejos problemas, nuevas interpretaciones”, SPAL, núm. 10, Universidad de Sevi-lla, 2001, pp. 327-341.

10 Manejaremos para este trabajo el ganado menor: cabras, ovejas y cerdos, que es la caba-ña que tiene un continuo en la historia de la isla.

11 Debe anotarse que, aunque el concepto empleado para dar nombre a toda una cultura es el de la actividad concreta que mejor lo representa, “pastoreo”, los sistemas de re-laciones que se mueven en su entono lo hacen mucho más complejo que la actividad misma. Esto es muy importante, por ejemplo, para recordar que el pastor tradicional, sin la unidad productiva familiar –donde se hace el producto más apreciado: el queso–, no podría existir. La razón de elegir “pastoreo” y no otro concepto, por ejemplo “ganadería”, que quizás es más general y recoge matices más variados, es porque pensamos que este concepto representa mejor la sustancia de la cultura a la que nos referimos. La acción de la vigilancia y el control del animal en el campo para su mejor reproducción, en todos los órdenes, tiene unas implicaciones territoriales e identitarias que el concepto “ganadero” no es capaz de captar.

12 De estas seis hipótesis de trabajo, las dos primeras tienen relación con la investigación arqueológica. Estas son: 1. El trabajo con el ganado y todo lo que de él se desprende forma uno de los ejes vertebradores de la vida de los antiguos gomeros. El pastoreo está presente en buena parte de los órdenes de la vida de los indígenas; 2. Parece un hecho lógico la continuidad en las prácticas pastoriles por parte de los aborígenes más allá del siglo XV, así como de otras prácticas sociales, económicas y culturales. El problema estriba en saber hasta dónde y hasta cuándo. Los cambios que se dan en la adaptación de los pastores a la nueva realidad son sobre todo por la imposición de un nuevo sistema basado en la administración señorial: la propiedad de la tierra, del agua y de otros recur-sos naturales, muchos de los cuales pasan a convertirse en privados.

13 Es importante remarcar que esta pauta metodológica responde a la gestión combinada de una serie de factores y circunstancias: recursos humanos, disponibilidad y accesibili-dad a las fuentes históricas, logística, contexto de la investigación, etc.

14 Un primer ensayo de esta combinación se llevó a cabo con el proyecto Estudio superfi cial de los concheros arqueológicos en La Gomera, aunque, obviamente no es nada nuevo en el panorama de la investigación en Canarias. Un trabajo paradigmático a este respecto es

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RESULTADO DE LAS ACTUACIONES EN LOS CONJUNTOS

DE BURACAS Y DEL BARRANCO DE LAS OVEJAS (LA PALMA)

Felipe Jorge Pais Pais

Jefe de Sección de Patrimonio Histórico y Arqueológico del Cabildo de La PalmaLa Palma. Islas [email protected]

RESUMEN

Las actuaciones que se han llevado a cabo en ambos conjuntos arqueológicos han sido muy similares, puesto que se han realizado trabajos de limpieza y ade-centamiento, delimitación de los yacimientos, realización de catas estratigráfi cas y colocación de paneles explicativos. El fi n último de los proyectos ha sido garan-tizar la protección y conservación de los asentamientos y, al mismo tiempo, ha-cer su visita más atractiva a los turistas que se acerquen a estos parajes, mediante la aportación de información sobre su interés y atractivos.

Este proyecto ha sido posible gracias a la co-fi nanciación de dos entidades: el Cabildo Insular de La Palma, a través de las Consejerías de Turismo y Cultura, Educación y Patrimonio Histórico, y ADER La Palma. La inversión en Buracas ha sido de 39.732,00 euros y en el Barranco de las Ovejas llegó a los 48.644,30 euros. El período de ejecución ha sido de un año, concluyendo los mismos a inicios del 2011. La empresa encargada de desarrollar ambos proyectos ha sido EL ALFAR S.L., si bien es preciso destacar la colaboración de varias Unidades de Medio Am-biente del Cabildo Insular de La Palma.

PALABRAS CLAVE: Buracas, Barranco de las Ovejas, benahoaritas, caboco, petroglifos, catas estratigráfi cas, El Alfar.

1.- BURACAS

1.1.- El conjunto arqueológico-etno-

gráfi co

La zona arqueológica de Buracas se encuentra en el tramo inferior del Barranco del Corchete (Las Tricias. Ga-rafía), poco antes de su confl uencia con el Barranco de Izcagua. El centro

neurálgico del conjunto es un enorme caboco en el que mana la Fuente de Buracas. Los primeros datos sobre el yacimiento se centran en los petrogli-fos y fueron dados a conocer en 1941 por A. Mata y E. Serra.1

La importancia de este conjunto pre-hispánico ha motivado un interés in-usitado por la realización de diferentes

la Tesis Doctoral de José de León Hernández (2006) Lanzarote bajo el volcán. La recons-trucción del territorio, los recursos potenciales y la infraestructura construida cubiertos por las erupciones volcánicas del siglo XVIII en la isla de Lanzarote, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

15 En esta ocasión se expondrá exclusivamente el estudio arqueológico.16 Una presentación de este trabajo realizaron los autores del presente texto en los XVII Co-

loquios Canarias-América 2010, con el trabajo “¿Pero… cómo vivían? Excavando en áreas domésticas de los antiguos gomeros”.

17 Estos estudios se están realizando actualmente en el marco del proyecto ANESMAT, me-diante convenio entre el Gobierno de Canarias, ULL y Cabildo de La Gomera.

18 Un avance general, que ayuda a contextualizar este trabajo, se presentó en el VII Con-greso de Patrimonio Histórico de Lanzarote: Inscripciones rupestres y doblamiento del Archipiélago Canario (6, 7 y 8 de octubre de 2010, Arrecife, Lanzarote), donde J. C. Her-nández Marrero y J. F. Navarro Mederos presentaron el trabajo: “Rayas, letras y barcos: los grabados rupestres de La Gomera”. De cualquier manera, en el presente texto no abordaremos esta parte del trabajo.

19 Aunque se propusieron cinco sitios por cuestiones de logística y, en general, de recursos, el número de sondeos quedó abierto a las posibilidades que ofrecieran los yacimientos y a las condiciones objetivas del trabajo de campo. El mínimo del que partíamos era de un sondeo por zona.

20 J. Álvarez Delgado, “Primera conquista y cristianización de La Gomera. Algunos proble-mas históricos”, Anuario de Estudios Atlánticos, núm. 6, 1960; y J. F. Navarro Mederos y J.C. Hernández Marrero, “Evidencias arqueológicas de los primeros asentamientos euro-peos en La Gomera (Islas Canarias)”, en Coloquios de Historia Canario-Americana XVI (2004), Las Palmas de Gran Canaria, 2006, pp. 388-407.

21 Las dataciones calibradas confi rmarán, o no, esta interpretación sobre la presencia o ausencia de materiales.

22 La Cueva del Cerrojo, en Gerián, es la que la tradición oral de la zona atribuye como vi-vienda del adivino y sabio Hupalupo, cuyo papel en la fase epigonal del mundo indígena es ampliamente reconocido por las fuentes documentales de la época. Hupalupo formó parte de una dinastía de adivinos que la toponimia de la zona hoy recoge: Miguán, Agua-muje, etc. Esta cueva, enclavada en una posición preminente dentro del conjunto, fue habitada por vecinos hasta los años 70 del siglo XX.

23 J. F. Navarro Mederos, “Poblado y necrópolis de Los Polieros, Alajeró, isla de La Gomera”. Tabona, V, (N.S.), 1984, pp. 481-483; y J. F. Navarro Mederos, “El conjunto arqueológico de Los Polieros (Alajeró–La Gomera)”, en Investigaciones Arqueológicas en Canarias I, Las Palmas de Gran Canaria, 1988, pp. 133-140.

24 El Cabezo Castilla, llamado hasta ahora Cabezo Camacho, alberga el primer grabado rupes-tre localizado en La Gomera por un grupo de vecinos de Hermigua y Agulo, publicado en 1983 como “Cabezo Camacho” por Vicente Valencia y Fernando Álamo.

25 La posición de esta cueva y de la de la Cañada del Lance podría estar indicando varias cuestiones; lo primero un tema de conservación (parece que se trata de restos de una zona habitacional que existió en todo el área), las cuevas de habitación que en este caso estudiamos serían respecto a este grupo, relictuales; lo segundo es que la vida cotidiana debieron desarrollarla en gran parte en el risco, orientado hacia el Valle de Hermigua –el acceso desde abajo es más fácil, aunque físicamente bastante más costoso–, lo que implica una inversión de energía que a priori no parece coincidir con la mejor posición para una habitación estable. Sin embargo, la evaluación que hacemos del yacimiento es la de que se trata de lugares habitacionales que debieron disponer de cierta estabilidad temporal.

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estudios llevados a cabo por numero-sos investigadores: Luis Diego Cuscoy,2 Mauro Hernández Pérez,3 Juan Francis-co Navarro Mederos y Ernesto Martín Rodríguez4 y Felipe Jorge Pais Pais.5

Buracas es un gran poblado de cue-vas naturales de habitación que se dispone en tres pisos a lo largo de un gigantesco caboco que interrumpe el cauce del Barranco del Corchete. Las cavidades presentan unas magnífi -cas condiciones de habitabilidad en cuanto a espaciosidad, luminosidad y protección contra las inclemencias del tiempo. Si a ello unimos su situación estratégica, a medio camino entre el mar y la cumbre, la abundancia de pastos y la presencia de dos puntos de agua permanentes, entenderemos fá-cilmente una ocupación del lugar tan intensiva por parte de los benahoari-tas desde el mismo momento de su arribada a la isla hasta fi nales del siglo

XV. En sus inmediaciones, además, nos encontramos con una necrópolis en la que depositaban a sus muertos.

Sin embargo, el atractivo turístico de Buracas, y buena parte de la investiga-ción arqueológica, ha estado centrado en la presencia de unos magnífi cos pe-troglifos geométricos y algún panel in-ciso en los que se representan espirales y meandriformes, fundamentalmente. Se pueden diferenciar tres grupos prin-cipales ubicados en el centro y en am-bas márgenes del caboco. Las labores de limpieza de la vegetación han per-mitido, asimismo, descubrir varios gru-pos de canalillos y cazoletas asociados a ritos propiciatorios de lluvia.

Pero Buracas es, además, una zona de valor etnográfi co de primer orden, enmarcada en un paisaje realmente espectacular en el que destaca uno de

los mejores diagonales de Canarias. La abundancia de agua ha permitido una reutilización continuada hasta nues-tros días mediante la ocupación de las cuevas como vivienda, pajero o cuar-tos de apero, el acondicionamiento de los puntos de agua, la creación de un grupo de dornajos, piletas y depósito de agua, el abancalamiento del terre-no para su cultivo, la excavación de cuevas artifi ciales, etc.

1.2.- Actuaciones en Buracas

La importancia arqueológica-etnográ-fi ca de Buracas, junto con el gran nú-mero de turistas que acceden al lugar sin ningún tipo de control o vigilancia, nos ha motivado para llevar a cabo las intervenciones que describiremos seguidamente. Nuestra intención ha sido garantizar la preservación de los vestigios y, al mismo tiempo, ofrecer a los visitantes una información sencilla

sobre todo el conjunto, ocasionando el menor impacto posible y facilitan-do el deambular de las personas por un recorrido bastante accidentado. Se han realizado seis actuaciones enca-minadas a conseguir estos objetivos:

A) Sondeos estratigráfi cos: Esta inter-vención arqueológica se efectuó en julio de 2010, siendo dirigida por el Dr. Juan Francisco Navarro Mederos. Se llevó a cabo en una cavidad situa-da en el extremo superior izquierdo del caboco. Se pretendía verifi car la potencia estratigráfi ca del yacimiento con vistas a plantear, en el futuro, una excavación de mayor magnitud y en extensión de la propia cueva.

Este yacimiento presentaba en super-fi cie huellas muy evidentes de los des-trozos ocasionados por la actividad de los expoliadores. El piso estaba lleno de agujeros y la superfi cie aparecía to-

Foto 1. Capas de cenizas en los sondeos estratigráfi cos de Buracas (Las Tricias. Garafía).

Foto 2. Restos humanos sobresaliendo de la estratigrafía en un cejo de Buracas (Las Tricias.

Garafía).

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talmente removida. Sin embargo, uno de los datos que inmediatamente sal-taba a la vista era el color grisáceo de los sedimentos debido a la abundancia de cenizas cuyas capas, por otra parte, eran claramente perceptibles en las paredes de los hoyos practicados por los saqueadores. Los restos arqueoló-gicos superfi ciales, descontextualiza-dos, eran extraordinariamente ricos y variados (fragmentos de cerámica de diferentes fases, piezas líticas, nu-merosos fragmentos óseos machaca-dos de fauna domésticos, restos mal-acológicos y de peces, etc). Todo ello apuntaba, como así se verifi có, a que podría tratarse de una cueva de habi-tación con un paquete estratigráfi co de gran espesor.

El sondeo se efectuó mediante sen-das cuadrículas contiguas de un me-tro cuadrado cada una, aproximada-

mente en el centro de la cavidad. Se pretendía ocasionar el menor daño posible en los sedimentos que aún es-tuviesen en su posición originaria, de ahí que se haya escogido un área muy afectada por las acciones de los expo-liadores que, tal y como pudimos com-probar, habían trabajado a conciencia y a una buena profundidad. En ningún momento se planteó llegar a la roca madre de la cueva, ya que nuestra in-tención era verifi car que el yacimiento contaba con una potencia estratigrá-fi ca sufi ciente para plantearnos metas más ambiciosas en futuros trabajos. Tal es así, que las catas se interrum-pieron al conseguir ese objetivo. Los fragmentos de cerámica recuperados, pertenecientes a vasijas de las fases II a la IV, nos permiten aseverar que fue ocupada por los benahoaritas durante un período de, como mínimo, 1.200 años. Con toda probabilidad, y si algún día continúan las excavaciones, sería ocupada desde el mismo momento en que los primeros aborígenes accedie-ron a estos parajes.

En septiembre de 1998 se descubrieron una serie de restos humanos en unos cejos contiguos al poblado de cuevas de Buracas.6 Obviamente, no podía-mos dejar pasar la oportunidad de intentar sacar algún tipo de informa-ción sobre este yacimiento funerario. Los sondeos se practicaron al mismo tiempo que los de la cueva de habita-ción y, aunque no se llegó al estrato el enterramiento, nos sugieren hipótesis muy interesantes que nos animan a fi nalizar los trabajos en nuevas cam-pañas. La información con que conta-mos en estos momentos indica que se trataba de unas zonas ocupadas como vivienda pero que, en algún momen-

to, también se practicó en ellas la de-posición de cadáveres. Este dato, bas-tante interesante, hemos de recalcar, por otro lado, que no es novedoso en la etapa prehispánica palmera, puesto que contamos con casos parecidos en, por ejemplo, la Cueva de Belmaco (Vi-lla de Mazo).7

B) Limpieza de los petroglifos: Una de las labores más importantes que se debía realizar en Buracas era, sin nin-gún género de dudas, devolver su es-plendor a los petroglifos que durante mucho tiempo han sufrido los emba-tes de los agentes atmosféricos y, tam-bién, las agresiones de los visitantes del yacimiento.

Los grabados rupestres, especialmen-te los ubicados en la margen izquier-da del barranco, se habían vuelto casi imperceptibles debido a que, al estar expuestos al norte-noreste, reciben directamente la acción de las lluvias, por lo que estaban completamente

Foto 3. Grabados de la margen izquierda del

Caboco de Buracas recubiertos de líquenes.

Foto 4. Petroglifos de Buracas recubiertos de almagre.

Foto 5. Limpieza de líquenes en los graba-

dos rupestres de Buracas.

cubiertos por una capa de líquenes y musgos que los ocultaba. Han sido muy pocas las personas que han podi-

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do admirar este grupo de petroglifos por esas circunstancias, aunque tam-bién porque hemos preferidos mante-nerlos fuera del circuito turísticos que recorre el Caboco de Buracas.

Muy distinto es el caso de los grabados rupestres emplazados en el extremo derecho del poblado de cuevas, ya que están ubicados junto al mismo sende-ro que recorre estos parajes. Por esta razón han sufrido, desde hace mucho tiempo, las agresiones de algunas per-sonas desaprensivas e incultas que pa-san junto a la estación. Sin embargo, tenemos que decir que los principales responsables de estos atentados sobre el patrimonio arqueológico palmero son algunos guías turísticos que no dudan en repasar los motivos para que se aprecien mejor y que, de este modo, resalten más en sus fotografías. Para realizar esta operación no dudan en emplear tiza, pintalabios o trozos de teja que, además, afectan a la inte-gridad de los surcos por cuanto se em-plea la técnica del frotado. Incluso se llega al extremo de señalar, para tratar de justifi car esta acción destructiva, que uno de los ritos que practicaban

los aborígenes era recubrir los petro-glifos con almagre rojo, cuando no existe ni una sola fuente etnohistórica que mencione esta cuestión.

Estos trabajos han sido realizados a ini-cios del 2011 por el restaurador Jorge Afonso Álvarez. La limpieza de los gra-bados se iniciará con la eliminación de las plantas y hierbas, con gran cuida-do, sobre todo en las zonas debilitadas por la meteorización. Se realizará una primera limpieza en seco con cepilla-do superfi cial para eliminar tierras y polvo, y limpieza en húmedo con el lavado superfi cial con un producto tensoactivo. La eliminación de líque-nes y musgos se facilitará mediante la aplicación de Metatin N5810.

A continuación se realiza una segunda limpieza más delicada, para aplicar un agente biocida que evite la aparición de nuevas colonias de líquenes, mus-gos, hongos y bacterias. Con el fi n de prolongar la acción biocida del agen-te activo, y evitar la meteorización de los surcos y zonas inmediatas, se procederá a fi jar mediante una resina acrílica reversible (Paralloid B-72). Y

fi nalmente, al ser el agua y la hume-dad el mayor problema y origen de las principales alteraciones, se aplicará una solución hidrorepelente que evite la acción del agua y la condensación.8

C) Recreación de la vida aborigen en

una cueva: Esta actuación se realizó en una cavidad natural que se encuen-tra en la margen izquierda del Barran-co del Corchete, justo en frente del poblado de cuevas que ocupa el Ca-boco de Buracas y encima de uno de los puntos de agua permanente. Esco-gimos esta cavidad porque había sido intensamente reutilizada en la época histórica y no se apreciaban restos ar-queológicos superfi ciales.

Nuestra idea inicial fue delimitar y cerrar la entrada de la cueva, de tal forma que no se pudiera acceder al interior, donde se haría una recrea-ción de cómo pudo ser la vida de los benahoaritas que allí vivieron. Ello implicaba colocar reproducciones de cerámica, industria de la madera (lan-zas y varas, cuencos…), piezas líticas (molinos de mano, fogón…), pieles (zurrones, odres, mantas, botijeros, mamparas…), etc., lo cual represen-taría una tentación de sustracción por parte de algunos visitantes de la zona arqueológica.

Además, uno de los problemas prin-cipales de conservación de la zona arqueológica en la actualidad es la ocupación ilegal de las cuevas por una población fl otante que vive en ellas desde un día a varios meses. Estamos convencidos de que no pasaría mucho tiempo hasta que alguien decidiese “ocupar” una vivienda que ya estaba sectorizada con ramajes y pieles con

una excelente protección contra los agentes atmosféricos.

Por todo ello consideramos conve-niente emplear otro sistema para con-seguir el objetivo que inicialmente nos planteamos y sin provocar un impacto visual tan grande como el vallado de la cueva. Recurrimos a realizar una re-creación de la vida aborigen mediante el equipamiento de la cavidad con to-dos aquellos objetos que utilizarían en su vida cotidiana y la sectorización del espacio útil interno (fogón, repisas na-turales para colocación de utensilios, delimitación de las zonas más profun-das como dormitorio o despensa). Y para darle vida a todo el conjunto tu-vimos la inestimable colaboración de varias personas protegidas por la ves-timenta aborigen realizada con pieles de ovicápridos.9 Se realizó un amplio reportaje fotográfi co, una de cuyas instantáneas se va a colocar en un pa-nel explicativo situado a la entrada de la cueva.

Foto 6. Ocupación de una cueva en el pobla-

do aborigen del Caboco de Buracas.

Foto 7. Benahoaritas en el interior de una cue-

va de Buracas.

Foto 8. Soporte para los paneles explicativos

junto a los dornajos de la Fuente de Buracas.

D) Paneles explicativos: La experiencia nos ha demostrado que la inmensa mayoría de los visitantes de Buracas

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hacen un simple recorrido por la zona sin llevarse ningún tipo de informa-ción, a menos que formen parte de un circuito guiado. Sólo se limitan a admirar el paisaje y los dragos y poco más. Incluso, hemos observado cómo muchos de ellos cruzan al lado de los petroglifos sin ni siquiera darse cuenta de su existencia.

Por tanto, consideramos que se hacía necesario invertir en esa situación e incrementar el atractivo turístico del lugar mediante el emplazamiento de cuatro paneles explicativos, estratégi-camente colocados. Su ubicación se ha planteado de tal forma que ocasio-ne el menor impacto visual posible y sin estorbar la observación de aquellos elementos que se desea resaltar. La in-formación irá impresa, en tres idiomas y será resistente al sol, entre chapas de metacrilato y estructura de acero cor-tén. Cada panel, de 115 centímetros de altura, está formado por planchas de acero cortén de 95 x 60 centímetros anclados al suelo mediante perfi les la-minados, que sostienen dos planchas de metacrilato, de 100 x 58 centíme-tros entre las que irá la información.

Tal y como ya hemos apuntado en apartados anteriores, la importancia de Buracas no sólo es arqueológica, sino también etnográfi ca, puesto que este privilegiado entorno natural ha sido utilizado, ininterrumpidamente, durante más de 2000 años, desde la época de los benahoaritas hasta nues-tros días. En ese espacio de tiempo la mano del hombre ha provocado una serie de cambios en el entorno, para acomodarlo a su forma de vida en cada momento. Y, precisamente, esa evolución es la que pretendemos re-fl ejar en los distintos paneles de una forma clara y concisa.

El poblamiento prehispánico de Bu-racas gira en torno a dos elementos naturales privilegiados: 1) numerosas cuevas naturales perfectamente prote-gidas de las inclemencias del tiempo; y 2) la abundancia de agua a lo largo de todo el año. Por tanto, buena parte de la información de los distintos pane-les va a estar centrada en explicar su importancia vital para todas aquellas personas, tanto aborígenes como re-cientes, que se han establecido y ex-plotado estos parajes y cuyas huellas más destacables en el paisaje son las propias cavidades, los petroglifos y las construcciones aledañas a los puntos de agua (dornajos de madera, depósi-tos y piletas).

E) Protección de los grabados rupes-

tres: Los turistas que acceden a Bura-cas, hasta la fecha, sólo podían visitar los petroglifos situados en la margen derecha del caboco y porque el sen-dero cruza por delante de ellos. El gru-po que existe justo en frente quedaba fuera del recorrido, siendo ignorados por la mayoría de los visitantes a me-

Foto 9. Tipo de vallado en los petroglifos de

Buracas.

Foto 10. Senderos por la margen izquierda del Barranco del Corchete (Buracas. Las Tricias).

Foto 11. Adecuación del sendero con escalo-

nes de madera para acceder a los petroglifos.

nos que, expresamente, se tuviese co-nocimiento de su presencia.

El aislamiento del lugar, la incultura de las personas y el interés por resaltar los motivos con diferentes métodos (tiza,

pintalabios, teja, palos, etc.) para que se apreciasen con gran nitidez, han provocado graves daños en la inte-gridad de algunos paneles. Por tanto, consideramos que la separación entre el área visitable y la zona protegida es fundamental, para garantizar la nece-saria protección de grabados. Esta ac-tuación será respetuosa con el espacio natural en el que se enclava y por ello se ha recurrido a la colocación de un vallado disuasorio, barandilla formada por pies derechos o pilastras de ace-ro cortén, de 95 centímetros de alto, unidas entre sí con cables de acero tensados.

En ningún momento hemos pretendi-do realizar un vallado tipo La Fajana, Lomo de Tamarahoya o Lomo Gordo (El Paso) para impedir el acceso direc-to al yacimiento. Se trata, simplemen-te, de delimitar la zona en la que se encuentran los petroglifos con la in-

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tención de que los visitantes puedan admirarlos y, al mismo tiempo, respe-tarlos. Este tipo de vallado ya ha sido experimentado en la estación de pe-troglifos de El Verde (Barranco de Te-nisca. El Paso) y, hasta el momento, ha surtido el efecto deseado. En caso de que observemos daños en los paneles habremos de recurrir a una protección más efi caz, aún a costa de ocasionar un impacto visual más negativo.

Apenas unos meses después de colo-cado el vallado hemos comprobado que, aunque los grabados no han su-frido ningún tipo de daño, no impide el acceso a las cuevas que están detrás y que suelen ser ocupadas durante un tiempo muy variable por personas sin domicilio fi jo. De hecho, los tensores de acero, aunque siguen en su posi-ción, sufren los embates directos de quienes se apoyan en ellos para llegar a las viviendas estacionales. Por otro

lado, en el grupo de petroglifos de la margen izquierda del barranco, no podemos colocar un vallado debido a la estrechez del andén y el peligro de caída de los visitantes. Este segundo problema se va a solucionar mediante una observación de los grabados des-de un poco más lejos de lo que pensa-mos inicialmente.

Desde la Consejería de Cultura, Edu-cación y Patrimonio Histórico del Ca-bildo de La Palma estamos estudiando la posibilidad de colocar otro tipo de protección más efi caz para evitar la reutilización de las cuevas con estrati-grafía arqueológica. Y ello pasa por la colocación de otro tipo de vallado más efi caz y fuerte mediante el empleo de empalizadas de tea.

F) Limpieza y adecuación del terreno

para la visita a los bienes patrimo-

niales arqueológicos y etnográfi cos

de Buracas: Todas las actuaciones es-pecifi cadas hasta el momento impli-can la puesta en uso de una serie de hitos visitables (estación de grabados rupestres de la margen izquierda del barranco y recreación del hábitat en la cueva encima de la fuente) que estaban fuera el circuito tradicional del Caboco de Buracas. Por ello, era imprescindible habilitar una serie de senderos nuevos que, básicamente, recorren buena parte de la ladera de la margen izquierda del Barranco del Corchete.

Estos trabajos fueron ejecutados por un grupo de trabajadores de la Unidad de Medio Ambiente del Cabildo Insu-lar de La Palma. Las mayores difi cul-tades se encontraban en la densidad de la cubierta vegetal que cubría las laderas, así como su gran inclinación y escabrosidad. Así mismo, se planteó

un recorrido que permitiese visitar de una atacada la fuente con el dornajo de tea, la cueva en la que se hizo la recreación de la vida aborigen y los petroglifos situados en la parte alta de los riscos. Luego se enlazaría con el sendero principal que pasa junto a los lavaderos, la fuente, el poblado de cuevas y los grabados rupestres de la margen derecha del caboco.

Los trabajos implicaron desbrozar la vegetación,10 el emparejamiento del terreno y la realización de escalones de piedra y troncos de madera. Estas operaciones fueron realizadas con sumo cuidado y esmero puesto que, al mismo tiempo, se pretendía ocasio-nar el menor impacto visual posible y atenuar la peligrosidad de deambular por una ladera de gran inclinación y muy resbaladiza, especialmente cuan-do llueve.Foto 12. El poblado de cabañas cubierto de vegetación y pinillo.

Foto 13. Cabaña acondicionada para pernoctar.

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Al llegar a este punto queremos re-saltar la extraordinaria labor que des-empeñan las cuadrillas de Medio Am-biente de La Palma en la protección y limpieza de numerosos conjuntos de carácter etnográfi co o arqueológico como, por ejemplo, en el Parque Ar-queológico de La Zarza-La Zarcita (Ga-rafía), petroglifos de La Fajana y El Ver-de (El Paso), pozos de chochos y lino del Porís de Tigalate (Villa de Mazo), antiguos caminos de Barranco Hondo (Villa de Mazo), etc.

2.- BARRANCO DE LAS OVEJAS

2.1.- El conjunto arqueológico-etno-

gráfi co

El poblado de cabañas del Barranco de las Ovejas (Refugio del Pilar. El Paso) ya era conocido por algunas personas de este municipio, dándole nombres tan llamativos como Los Corrales o Lomo de las Casas. En el año 1992 se llevó a cabo el primer estudio científi co, sien-do incluido en la Carta Arqueológica de El Paso. En el año 2000 se realizó la limpieza de la vegetación y el pini-llo que cubría las construcciones, lo cual nos permitió vislumbrar que el número de estructuras artifi ciales era mucho más importante de lo que ini-cialmente pensamos. Finalmente, en el año 2002, se encargó a la empresa Arqueocanaria S.L. la elaboración de un proyecto de conservación y puesta en uso que fue el germen de las actua-ciones desarrolladas en el 2010 por El Alfar S. L.

Este asentamiento arqueológico-et-nográfi co se emplaza en una cota al-titudinal de 1.412 metros en los domi-

nios del fayal-brezal. Se trata de una zona de condiciones climáticas muy extremas: frío y humedad invernales e intenso calor en verano. A pesar de todo, nos encontramos con casi un centenar de construcciones artifi ciales que, a día de hoy, aún no podemos saber si fueron habitadas de forma es-tacional o permanente. Su adaptación al terreno, ocupando el fondo y la cara este de una hondonada, les permitía una buena protección contra los vien-tos de brisa imperantes en la zona.

El poblado se puede sectorizar en cua-tro grupos bien diferenciados: 1) El nú-cleo principal, que es el objeto de este proyecto, cuenta con 65 construccio-nes; 2) Al suroeste del anterior apare-cen tres cabañas adosadas; 3) Cortado por la carretera nos encontramos con otro conjunto con 12 estructuras algo diferentes a las anteriores, ya que se apoyan en grandes afl oramientos ro-cosos; y 4) Un pequeño grupo de co-vachas y cejos naturales que fueron habitados por los benahoaritas duran-te las fases III y IV, como mínimo.

El sector este del poblado, situado en la parte más alta de la hondona-da, que parece el más antiguo, tiene las cabañas adosadas entre sí, de tal forma que los muros de las más ba-jas sirven de pasillo de entrada a las situadas a mayor cota. Sus muros son muy gruesos, llegando a superar el metro de anchura y el sistema cons-tructivo consiste en un número varia-ble de rocas volcánicas de diferentes tamaños, entre las cuales se intercaló tierra y granzón para, probablemente, evitar la penetración del viento y el frío. Sus plantas son muy irregulares al adaptarse a las anfractuosidades y

desniveles del terreno, aprovechan-do los resaltes rocosos naturales para apoyar los muros artifi ciales. La altura no sobrepasa los 1,60-1,70 metros y la techumbre sería de cubierta vegetal, utilizando los troncos de fayas y brezos y las ramas de estos mismos árboles y los arbustos de la zona, fundamental-mente los amamantes. Es interesante resaltar la existencia de una especie de hornacinas que aparece en la base de los muros de la inmensa mayoría de las cabañas.11

Las razones que nos han motivado a llevar a cabo este proyecto de protec-ción, conservación y puesta en uso son de diversa índole: 1) Se trata de uno de los poblados de cabañas más grandes y mejor conservados, no sólo de La Palma, sino del Archipiélago Ca-nario; 2) Se encuentra al inicio de uno de los senderos más visitados de la isla, como es la Ruta de los Volcanes, con lo cual sería un atractivo más para

Foto 14. Excavación en una de las cabañas del Barranco de las Ovejas.

visitar estos parajes; 3) En los últimos años hemos notado un incremento constante en el número de visitantes que estaban provocando el deterioro de algunas construcciones, así como la práctica de algunos agujeros de expoliadores; y 4) algunas de las es-tructuras estaban siendo modifi cadas y alteradas debido a su reutilización por parte de excursionistas para per-noctar o como “hide” de cazadores de palomas.

2.2.- Actuaciones en el poblado de

cabañas del Barranco de las Ovejas

Las actuaciones, al igual que en el conjunto arqueológico - etnográfi co de Buracas, están encaminadas a con-seguir la protección, conservación y puesta en uso del yacimiento. Se trata de evitar que siga deteriorándose y, al mismo tiempo, ofrecer una informa-ción sencilla sobre el signifi cado de estas construcciones en unos parajes

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Foto 15. Vallado del poblado de cabañas.

naturales, a priori muy poco atractivos para el establecimiento de la pobla-ción. Se han practicado cuatro tipos de trabajos orientados a conseguir esos fi nes:

A) Sondeos estratigráfi cos: Estos tra-bajos estaban dirigidos a buscar una explicación a la existencia en unos parajes tan inhóspitos de una concen-tración de cabañas tan importante. Aunque parezca mentira, a día de hoy no sabemos con qué fi nalidad se le-vantó este poblado. Las hipótesis son variadas aunque, a ciencia cierta, no lo podemos asegurar con rotundidad. Se podría pensar en un uso relaciona-do con labores agrícolas desarrolladas en la zona, aunque ni el suelo, ni el cli-ma, ni la roturación del terreno en las inmediaciones avalan esta teoría. Por otro lado, podríamos plantearnos una ocupación vinculada al pastoreo o el aprovechamiento del monte (carbón, pinillo, madera, etc.), si bien tales acti-vidades no requieren una cantidad de gente tan grande como las que pudie-ron vivir en el asentamiento, en torno

Foto 16. Panel explicativo en la parte baja

del poblado de cabañas.

al centenar de personas. La teoría que nos parece más plausible es su vincu-lación con el aprovechamiento de las raíces del helecho para hacer gofi o en un paraje denominado El Perú. Este

alimento fue muy importante en la zona de Las Manchas hasta inicios de la década de los 60 del siglo XX.

Los sondeos estratigráfi cos se realiza-ron en julio de 2010 y fueron dirigidos por el Dr. Juan Francisco Navarro Me-deros. Se hicieron un total de 6 catas, tanto en el interior de las cabañas como en su entorno más inmediato. En ninguno de ellos se consiguió lle-gar a la roca madre, ya que el suelo está cubierto por una gruesa capa de granzón que podría estar vinculada a alguna de las erupciones volcánicas históricas de la inmediaciones (Monta-ña Quemada o San Juan).

Los resultados fueron bastante inte-resantes, puesto que se constató la reutilización del poblado durante un lapso de tiempo que supera los 100 años, como mínimo, a tenor de los

Foto 17. Labores de limpieza en el poblado de cabañas del Barranco de las Ovejas.

materiales rescatados, que incluyen fragmentos de loza vidriada y pintada, lascas de sílex, etc. Sólo en uno de los sondeos apareció un fragmento de ce-rámica prehispánica de la fase IV que, además, estaba en un agujero realiza-do por expoliadores. Se pudo compro-bar cómo debajo de las construcciones que existen en la actualidad existieron otras más antiguas con una estructura completamente distinta

B) Vallado perimetral del grupo prin-

cipal de cabañas: Sin duda, esta es la actuación más importante, ya que tra-ta de garantizar la protección y preser-vación del conjunto, evitando que la gente pueda deambular por el interior del poblado y afecte a la estabilidad de las distintas construcciones artifi ciales. En ningún caso se ha pretendido hacer un vallado que impida el acceso direc-to al yacimiento, ya que ello implicaría

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un impacto visual muy llamativo en todo el conjunto y el entorno natural. Simplemente, se ha tratado de delimi-tar el espacio con interés patrimonial formado por balizas de acero cortén, unidas entre sí con cables de acero ten-sados. Confi amos en que este sistema sea sufi ciente para evitar el deterioro del yacimiento y, en caso contrario, nos veremos obligados a colocar otro tipo de protección más efectiva. El im-pacto visual del vallado es tan tenue que hemos colocado unas planchas metálicas de color rojo, colgando de los cables de acero, para que la gente pueda distinguir claramente donde se encuentran los mismos.

C) Paneles explicativos: Esta parte del proyecto es de suma trascendencia, ya que se pretende dar a los visitantes la información necesaria sobre el yaci-miento, evitando la tentación de inter-narse en el interior del poblado, aun-que en futuras actuaciones tenemos la intención de habilitar un sendero que atraviese todo el conjunto. Para ello se han utilizado varios paneles explicati-vos, estratégicamente colocados, en los que se incluye toda la información que actualmente poseemos sobre este asentamiento arqueológico-etnográ-fi co. Estos datos se han rescatado de las intervenciones que se han llevado a cabo en el lugar, desde el estudio pormenorizado y levantamiento to-pográfi co, hasta los resultados de los sondeos estratigráfi cos y la informa-ción oral suministrada por vecinos de Las Manchas y El Paso. Asimismo, se ha procurado que queden perfecta-mente camufl ados en el entorno na-tural. El tipo de paneles es similar al empleado en la zona de Buracas (Las Tricias. Garafía).

1 A. Mata y E. Serra, “Nuevos grabados rupestres de la isla de La Palma”, Revista de Historia Canaria, XIII y XIV, La Laguna, Tenerife, 1940-41, pp. 352-358.

2 L. Diego Cuscoy, “Actividades arqueológicas en Tenerife y La Palma durante el año 1957”, Revista de Historia Canaria, XXIII, La Laguna, Tenerife, 1957, pp. 160-162.

3 M. Hernández Pérez, “Contribución a la Carta Arqueológica de la isla de La Palma (Cana-rias)”, Anuario de Estudios Atlánticos, XVIII, Madrid-Las Palmas, 1972, pp. 537-641.

4 E. Martín Rodríguez, J. F. Navarro Mederos y F. J. Pais Pais, “El Corpus de Grabados Rupes-tres de La Palma como base para la interpretación y conservación de estos yacimientos”, Investigaciones Arqueológicas en Canarias, II, Santa Cruz de Tenerife, 1990, pp. 157-186.

5 F. J. Pais Pais, “Protección, conservación y puesta en uso de la zona arqueológica de Bu-racas”, Revista BIOSFERA, 15, La Palma, 2011, pp. 44-47.

6 Estos restos arqueológicos fueron descubiertos por la licenciada en Geografía e Historia y arqueóloga Dª Ylaisa González Navarro.

7 L. Diego Cuscoy, Memoria de excavaciones de la Cueva de Belmaco. Texto inédito, 1962. Fondo documental del Museo Arqueológico del Puerto de la Cruz, Tenerife.

8 Información facilitada por el restaurador Jorge Afonso Álvarez.9 La recreación se llevó a cabo el 4 de marzo de 2011 y los extras fueron Casiano Melián Cruz

y Cecilia Hosinsky.10 Esta acción posibilitó el hallazgo de un grupo de cazoletas prehispánicas, desconocidas

hasta la fecha y que se distribuyen en torno al cejo en cuyo interior se ha colocado un gran dornajo de tea para dar de beber a los animales que acudían a estos parajes.

11 F. J. Pais Pais, “Actuaciones en el patrimonio arqueológico y etnográfi co de La Palma: Buracas (Las Tricias. Garafía) y Barranco de las Ovejas (Refugio del Pilar. El Paso)”, Actas del Encuentro sobre Gestión del Patrimonio Arqueológico ARQUEOMAC (Fuerteventura, 2010). Gran Canaria, 2011, pp. 96-100.

NOTAS

D) Limpieza y adecentamiento del

yacimiento: El poblado de cabañas se emplaza en medio de un pinar de re-población plantado a fi nales de la dé-cada de los 50 del siglo XX. Ello implica que todo el conjunto está cubierto por una gruesa capa de pinillo que desvir-túa completamente la espectaculari-dad y esmero con que se levantaron las construcciones. A esta sensación de camufl aje también contribuye la densa cubierta arbustiva que cubre el sotobosque del pinar, especialmente matas de amagantes. Por tanto, para hacernos una idea clara de todo el conjunto, así como del tamaño y sis-tema constructivo de las cabañas, se hacía absolutamente necesario reali-zar la limpieza exhaustiva de todo el asentamiento. Estos trabajos fueron realizados, a comienzos del año 2011, por una cuadrilla de Medio Ambiente del Cabildo Insular. La perspectiva del yacimiento cambia brutalmente de verlo cubierto de pinillo a visitarlo una vez retirada esta capa vegetal.

BIBLIOGRAFÍA

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DOCUMENTACIÓN DE LAS MANIFESTACIONES

RUPESTRES DE EL HIERRO (2008-2009);

PRECEDENTES, PROCEDIMIENTOS Y RESULTADOS

Renata Ana Springer Bunk

Filó[email protected] Sánchez Perera

Arqueólogo

RESUMEN

En el año 2008 comenzó la realización del “Inventario de Inscripciones alfabéticas en el ámbito rupestre Canario”, cuya primera y segunda fase estuvieron consagradas a los grabados de El Hierro. El presente artículo pretende dar cuenta de las difi cultades inherentes a dicho proyecto, los procedimientos empleados, así como informar de los resultados obtenidos en la actualización del conocimiento de los grabados rupestres.

PALABRAS CLAVE: Yacimientos rupestres, El Hierro, documentación, grabados, inscripciones líbico-bereberes,

iconografía, ámbito cultural bereber.

1.- PRECEDENTES DEL PROYECTO

“INVENTARIO DE INSCRIPCIONES

ALFABÉTICAS EN EL ÁMBITO

RUPESTRE CANARIO”: ISLA DE EL

HIERRO

Razones para emprender una docu-mentación exhaustiva de los grabados de la isla de El Hierro no pueden ser otras que la falta de trabajos sistemá-ticos en su conjunto y el consiguiente desconocimiento en relación a este tema. Ello no implica de forma auto-mática que la isla haya estado exen-ta de estudios pues, por el contrario, éstos son sorprendentemente abun-

dantes. No obstante, tienen el incon-veniente de haber surgido a lo largo de casi un siglo y medio, en diferentes países y, en consecuencia, tienden a mostrar enfoques y aspectos meto-dológicos vigentes en los momentos de su producción, a lo que hay que sumar el que venían lastrados en gran medida por ciertas hipótesis acerca de su autoría, por lo que frecuentemen-te fueron seleccionados los motivos que mejor se ajustaban a estos efec-tos, mientras que otros ni siquiera se mencionaban. De ahí surgió el interés y también la necesidad de un registro de gran alcance, con la ambición de

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rupestres debía, en última instan-cia, tener un carácter administrativo, destinado a su declaración como BIC y la consiguiente protección por par-te de las autoridades competentes. Por el contrario, estimamos que no puede justifi carse la divulgación de la ubicación de yacimientos para un público amplio si a la vez no se pue-de garantizar que éstos sean debida-mente protegidos y que estén a salvo de actos vandálicos, como en tantas ocasiones se ha tenido que lamentar. En este contexto conviene denunciar intervenciones por parte de perso-nas, por lo general sin formación en esta especialidad que, al margen de todas las normativas legales en mate-ria de patrimonio, han llevado a cabo recopilaciones con la fi nalidad de su divulgación en Internet. Ello no ayuda precisamente a proteger nuestros ya-cimientos, ya que incita directamente a la visita incontrolada, lo que demues-tra una irresponsabilidad indefendible y poca sensibilidad con nuestro pasa-do histórico (W. Pichler, en la primera edición de una página de Internet su-ministró la ubicación exacta mediante coordenadas geográfi cas para cada uno de los lugares con inscripciones rupestres, 2008).

El proyecto de documentación llevado a cabo entre los años 2008 y 2009 pre-tendía la recopilación de las inscrip-ciones líbico-bereberes junto con las demás manifestaciones rupestres. Con el conocimiento que se tiene actual-mente de la iconografía bereber, las manifestaciones de El Hierro han sido identifi cadas hace ya bastante tiempo como pertenecientes a este grupo, no habiéndose registrado otra tipo-logía distinta y que tuviera su origen

en fechas anteriores a la conquista. La recopilación sistemática de los moti-vos que conforman los paneles junto a la escritura líbico-bereber no había sido además acometida hasta ahora, a pesar de que constituyen unos mate-riales de enorme importancia para la investigación de la expresión gráfi ca bereber en el ámbito rupestre.

Dicho proyecto tuvo el apoyo de la Dirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canario, y fue autorizado mediante re-solución 128/2008, así como 146/2008 la primera fase y 23/2009, la segunda.

2.- PROSPECCIÓN Y LOCALIZACIÓN

DE LOS GRABADOS

Aunque la revisión bibliográfi ca signi-fi ca un valioso punto de partida, este tipo de información exige ser com-plementada con la prospección en el terreno. Los modelos de selección del soporte y unidad geográfi ca de acogi-da para la realización de los grabados (que se habían visto tras los hallazgos de los primeros yacimientos) se co-rrespondían con la ubicación en las márgenes de barrancos en el noreste de la isla, así como sobre coladas de lava en el sur. No obstante, los últimos lugares descubiertos habían mostrado que este patrón de ubicación no era exclusivo y que debía de ser ampliado por la existencia ya comprobada de importantes variantes. Entre ellas, se había observado la presencia de pane-les en el interior de cuevas (Cueva del Agua, Cueva de Don Gabino); la mar-gen norte en los barrancos tampoco era la única posible como lo demostró el emplazamiento en el borde contra-

que fuera lo más completo posible; la reproducción de todos los motivos existentes en los yacimientos, señali-zando su ubicación exacta, junto a la mayor cantidad de información que es posible sustraer.

A diferencia de los grabados rupestres no alfabéticos, las inscripciones líbico-bereberes sí habían recibido una de-dicación mucho más intensiva. Como escritura, se había supuesto que podría suministrar gran abundancia de datos, al ser producto de un ámbito cultural específi co y con la esperanza de com-prender y traducir estos textos. Dicho trato diferenciado de las manifestacio-nes rupestres resulta fácil de entender si tenemos en cuenta la característica inherente de los grabados herreños que, en su gran mayoría, son de tipo geométrico, donde resulta difícil reco-nocer ideas o símbolos representados, suponiendo que dichas manifestacio-nes tengan algún signifi cado y que no se corresponden con simples fi gura-ciones ornamentales, como también se ha dicho en más de una ocasión. No es de extrañar entonces que los textos escriturarios hayan sido recopilados en

mucha mayor medida; de ellos existen múltiples copias realizadas en todos los momentos de la historia de la in-vestigación, desde el último tercio del siglo XIX hasta la actualidad. Sobra de-cir que no todas ellas reproducen con exactitud las inscripciones tal como están en la roca, lo que se ve fácilmen-te contrastando ciertas copias de las mismas líneas escriturarias, observan-do que con gran frecuencia existen enormes divergencias entre ellas. La localización de estas inscripciones, la comparación de las copias con los ori-ginales, a la vez de situar con exactitud su emplazamiento después de verifi car si efectivamente siguen estando en el terreno, constituía una preocupación razonable después de que se había constatado la desaparición de algunos de los textos.

Punto de partida para el presente tra-bajo fue de este modo una revisión bibliográfi ca en base a la cual se ha ido analizando la calidad de las copias existentes, independientemente de la fecha en la que había surgido. La pre-tensión de lograr una documentación conjunta de todas las manifestaciones

Foto 1. Diferentes copias de las mismas dos líneas escriturarias de La Candia, realizadas por J.

Álvarez Delgado (1964), S. Berthelot (s. XIX) y M. C. Jiménez Gómez (1996).

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rio (Camino Ancho, El Barranquillo). Algunos paneles solitarios que con-forman por sí solos algún yacimiento (Porchena, Baranco de San Juan, El Barranquillo) contrastan con los más llamativos de la isla, con abundantes manifestaciones rupestres. Otros ha-llazgos relativamente recientes (Ruiz González, Sánchez Perera, Springer Bunk, 2000: 25-57) de inscripciones lí-bico-bereberes incisas, contradecían un argumento largamente empleado, por el que se relacionaba esta técnica con la procedencia del grabado en fechas posteriores a la conquista, ya que por lo general ésta se correspon-día con barcos, cruces y nombres re-dactados con nuestra escritura actual, incluso con algunas fechas compren-didas en esta época. Dichos hallazgos tuvieron un efecto inmediato en la prospección, ya que obligaron a am-

3.- REPRODUCCIÓN DE LAS

INSCRIPCIONES LÍBICO-BEREBERES Y

DE LOS GRABADOS

La recopilación de los grabados en-traña ciertas difi cultades, sobre todo, cuando se trata de intervenciones en los que los surcos apenas se distin-guen sobre la superfi cie que, por aña-didura, a veces está muy deteriorada. Para paliar al máximo este tipo de obs-táculos, la única vía posible es la de proceder a la recogida de datos me-diante distintos procesos; una triangu-lación necesaria para las inscripciones líbico-bereberes, donde un mínimo trazo –dudoso– puede implicar un rasgo distintivo, una oposición, por la que se diferencian dos caracteres distintos. De este modo, el trabajo de reproducción se inicia con un análisis visual, incluyendo un primer dibujo a mano alzada, fotografía del conjunto, así como de los detalles, con múltiples

macrofotografías con iluminación na-tural y artifi cial. Éstas fueron sometidas posteriormente a aumento y contraste mediante PhotoShop, con la fi nalidad de poder reconocer mejor los golpes de percusión y reproducirlos en capas distintas. La comprobación de los da-tos así disponibles exigía en bastantes ocasiones una nueva estancia en el yacimiento pero, fi nalmente, se ha podido reproducir buena parte de los signos, esperando haber eliminado al máximo los errores posibles, así como el haber procedido a la corrección de trabajos anteriores. En los casos en los que, a pesar de los procedimientos mencionados y varias verifi caciones posteriores, la identifi cación de los caracteres seguía siendo incierta, és-tos fueron reseñados con un signo de interrogación, excluyéndolas del estu-dio de frecuencia de su empleo. Dicho tratamiento es de gran importancia en vista a las enormes divergencias

Foto 2. Grupo de paneles en el yacimiento de Los Letreros (El Julan)

pliar el radio a zonas más amplias y a incluir yacimientos con grabados inci-sos que, como se vio después, dieron su fruto con la localización de algunas líneas alfabéticas líbico-bereberes en este contexto.

Desgraciadamente y por la limitación de tiempo disponible para los trabajos de campo, nos vimos obligados a dejar de lado algunas regiones que hubiéra-mos deseado estudiar igualmente de forma intensiva, como eran las colin-dantes a El Julan o también algunas de El Golfo, donde hasta ahora no hay constancia de manifestaciones rupes-tres. Quedan pues, zonas pendientes para futuras investigaciones donde, si se confi rman nuestras sospechas, pue-den aparecer grandes sorpresas en el tema de los grabados herreños.

Foto 3. Inscripción líbico-bereber incisa. La Caleta (El Hierro)

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en relación a los componentes de él o de los alfabetos empleados en las Islas Canarias, cuyo conocimiento se basa obviamente en la recopilación de los signos presentes en las inscripciones.De hecho, desde prácticamente los orígenes del descubrimiento de los ca-racteres alfabéticos de El Hierro, éstos habían sido adscritos a la escritura líbi-co-bereber (Faidherbe, 1876) aunque, en cuanto a su origen exacto, su pro-cedencia desde una región geográfi ca y en una época en concreto, no hay consenso entre los investigadores, al apuntar éstos diferentes posibilidades. Ello se puede ver en las propuestas para su parentesco, que van en desde el al-fabeto sahariano, al asignar como au-tores unos supuestos forasteros mau-ritanos (Álvarez Delgado, 1964: 393); el Alto Atlas en Marruecos (Farrujia de la Rosa, Pichler, Rodriguez, 2009: 83-100); así como señalar grandes similitudes con el grupo masilio, en Túnez y con alguna zona de la antigua Tripolitania (Belmonte Avilés, Perera Betancort, González García, 2010). Mientras que los dos primeros trabajos lamenta-blemente no incluyen argumentación científi camente defendible para su hi-pótesis (Springer Bunk, 2010), los datos del último resultan de un estudio es-tadístico en base a la comparación de los signos en distintos alfabetos, por lo que, en nuestra opinión, es el que ma-yor probabilidad tiene de acercarnos a los parientes más próximos de las ins-cripciones herreñas.

La falta de acuerdo para establecer un alfabeto del que procediera el nuestro incide de forma directa sobre la tras-literación de los caracteres, realizada (en numerosas ocasiones) en razón al valor que los signos tienen en los alfa-

betos supuestamente más vinculados con el herreño. Debemos recordar en relación a ello el problema subyacen-te a dicho procedimiento, ya que en la escritura líbico-bereber, muchos signos representan fonemas distintos dependiendo del alfabeto, su lugar y época de empleo, como resulta fácil comprobar con el hecho de que solo coinciden seis signos en cuanto a la misma forma y valor entre los líbico-orientales y las formas tifi nagh (Agha-li-Zakara, M. Drouin, J. 1997:98-111).

4.- SIGNIFICADO DE LOS GRABADOS

GEOMÉTRICOS Y SIGNOS

ALFABÉTICOS: UNA COMPRENSIÓN

DEL CONJUNTO

Las inscripciones alfabéticas com-parten con el lenguaje (al que repre-sentan) el carácter lineal y arbitrario. Dicho de otro modo, el mensaje que los autores han deseado transmitir en los textos solo puede ser comprendido teniendo en cuenta la secuencia de los signos, tal como fi gura sobre la roca; como en toda escritura alfabética, es ésta la que proporciona el signifi cado del enunciado. Por otra parte, el rasgo arbitrario de los signos se debe a que no existe relación evidente o “recono-cible” entre la forma y el concepto o la idea representada (la representación del fonema, teniendo en cuenta la do-ble articulación del lenguaje), ya que la forma es el producto de una con-vención social, no siendo deducible de manera intuitiva, si no se conoce el código empleado (y para la traducción del texto, la lengua).

En relación a los motivos geométricos y, en comparación con los alfabéticos,

ignoramos aún si cada uno de ellos es portador por sí solo de alguna in-formación en particular, como lo es el caso de ciertas representaciones simbólicas, o si es el conjunto o in-cluso el orden de las manifestaciones lo que transmite dicho signifi cado. Podemos deducir del empleo recu-rrente de idénticos motivos geomé-tricos en el mismo ámbito cultural y en lugares muy distantes entre sí que, efectivamente, éstos deben haberse producido conforme a un código. Por el contrario, demostrar que dichas for-mas hayan surgido espontáneamente y con tanta frecuencia en la expresión de una cultura concreta, además re-pitiendo ciertas combinaciones, ten-dría poca viabilidad. Pero una cosa es defender su más que posible carácter convencional, y otra es identifi car las categorías signifi cativas de entre los motivos rupestres. Con excepción de algunos símbolos conocidos como los

podomorfos, poco sabemos actual-mente sobre este tema. Aún se echan en falta estudios dedicados a analizar si el conjunto de formas que se pre-sentan sobre la roca pueda tener un carácter signifi cativo por la ubicación específi ca de los elementos. Esta últi-ma eventualidad debe ser investigada igualmente, aunque el correspondien-te análisis solo es posible tras la recopi-lación exhaustiva de todos los elemen-tos existentes en los yacimientos y el orden que ellos ocupan en él.

5.- YACIMIENTOS, SECTORES

Y PANELES

Como consecuencia de las considera-ciones anteriores, es necesario realizar la recopilación de los textos alfabéti-cos y los motivos geométricos con-juntamente, a partir de la unidad de soporte más reducida, el panel, que

Foto 4. Detalle del yacimiento de El Julan III

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constituye una superfi cie continua que puede ser considerada como “es-criturable”. Se trata, por tanto, de un concepto que se corresponde con el soporte dado por la naturaleza pero que, al desconocerse la organización que hicieron en su día los autores en relación al espacio disponible para los grabados, constituye fundamen-talmente una unidad de trabajo y de análisis para nosotros.

La siguiente unidad en orden ascen-dente está constituida por agrupa-ciones de paneles que se presentan en los yacimientos, separadas de las siguientes por cierta distancia “esteril” entre sí, y que vienen referidos por di-ferentes términos, como puede ser el de “grupo” o “sector”, habiendo sido empleado este último por nosotros en el trabajo de documentación de los grabados herreños. El examen de un yacimiento nos debe de informar acerca de su conformación y estruc-

tura para poder separar posibles mo-mentos o “manos” de ella, pues no es raro observar que un sector muestre cierto carácter homogéneo, diferente a su vez del siguiente. La idea de que pueden existir momentos diversos en la producción de los grabados en un yacimiento viene respaldado por el hecho de que las manifestaciones ru-pestres más antiguas herreñas pueden haberse producido en los primeros momentos de la presencia humana en la isla, en torno al cambio de la era, mientras que la datación de una inscripción líbico-bereber del siglo X procedente de un chajasco de Gua-razoca (Diego Cuscoy, Galand, 1975: 27) demuestra una distancia temporal muy amplia para ellas, en la que ne-cesariamente han debido producirse importantes variaciones, bien por la propia evolución de la grafía y de las representaciones geométricas, bien por la llegada de grupos humanos en diferentes épocas. Queda por compro-

bar si éstas han tenido en ocasiones emplazamientos distintos a las ma-nifestaciones anteriores, o si mayori-tariamente han ocupado los mismos paneles.

El término de “yacimiento” que se emplea comúnmente para abarcar a la totalidad de paneles y grupos/sec-tores, se defi ne por lo general como “conjunto de manifestaciones rupes-tres en un espacio próximo”, sin preci-sar homogeneidad o heterogeneidad de los componentes allí presentes. Hallar criterios para el empleo de un léxico que vaya más allá de este con-cepto y que incluyera características como la acumulación de paneles den-tro de un sector, delimitados entre sí por espacios sin grabados, nos lleva a comprobar que la terminología utiliza-da por los investigadores corresponde generalmente a sus propios criterios, sin que hasta la fecha se pueda consta-tar homogeneidad en relación a ella. Como ya lo ha criticado R. Heckendorf (2008: 73), ciertos intentos de delimi-tación de un yacimiento frente a otro y a partir de distancias concretas en-tre ellos (Anati), han resultado ser a la postre poco útil, sobre todo, cuando el emplazamiento en determinado acci-dente geográfi co puede aportar infor-mación de mayor importancia que las medidas existentes entre ellos.

Veremos que en El Hierro, a la hora de asignarles nombres a los yacimientos un gran peso ha recaído sobre los ac-cidentes geográfi cos, como el curso de un barranco o una cueva, siendo el criterio de distancia entre los pane-les con manifestaciones rupestres un aspecto secundario, como se puede comprobar en más de un caso. Desde

los primeros momentos de la inves-tigación se ha considerado –con el nombre del barranco donde se ubi-caban– los yacimientos de El Cuervo y Tejeleita como dos estaciones dife-rentes, cuando en realidad hay me-nor distancia entre ellas (en distintos puntos) que entre los paneles que se hallan en el principio y el fi nal de di-chas depresiones geomorfológicas. Además, ninguno de ellos se ha libra-do de la intervención humana acon-tecida en diferentes momentos de la historia, como se reconoce por el em-pleo de distintas técnicas de ejecución y por la representación de gran varie-dad de temas, por lo que no respon-den a un solo momento cronológico, ya que se combinan algunos nombres con fechas más o menos recientes en la proximidad de inscripciones líbico-bereberes.

En todo caso y como justifi cación de la terminología empleada, gran parte de los yacimientos herreños son cono-cidos desde el siglo XIX, y fueron bau-tizados con el nombre de su enclave geográfi co que nosotros continuamos empleando, a fi n de evitar confusión con la introducción de nuevos nom-bres para los mismos lugares.

6.- RESULTADOS DEL PROYECTO

DE DOCUMENTACIÓN DE

INSCRIPCIONES ALFABÉTICAS EN

EL CONTEXTO DE GRABADOS

RUPESTRES

6.1.- Documentación de los

grabados

El resultado de mayor interés, a nues-tra forma de entender, lo constituye la

Foto 5. Detalle de inscripción líbico-bereber. Porchena (El Hierro)

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recopilación sistemática de la totalidad de motivos conocidos en los múltiples yacimientos, pudiéndose reseñar los diferentes tipos de grabados que se presentan en ellos, dónde se encuen-tran, a qué distancia unos de otros, la estructura del yacimiento, las técnicas empleadas, etc. Esta es la primera vez que estamos en posesión de un regis-tro sistemático en el que se ha tratado de reproducir mediante fotografía to-dos los grabados, y no solamente una selección de los mismos, aportando además la mayor información en tor-no a ellos. Albergamos la esperanza de que a partir de ahora será posible re-conocer inmediatamente un hallazgo nuevo, añadirlo al corpus o, en caso contrario, si vuelve a producirse el la-mentable hecho de la desaparición de alguno de ellos, como mínimo, estare-mos en posesión de saber cuál y cómo ha sido. A efectos de su protección, se ha dado así un importante paso con el registro del conjunto de manifesta-ciones del que se tiene noticia actual-mente.

6.2.- Incremento del número de ins-

cripciones líbico-bereberes conoci-

das

Durante las citadas prospecciones se ha producido un importante incre-mento de paneles con inscripciones líbico-bereberes, que se cifra en torno a un 30 % más de los que se tenía co-nocimiento hasta la fecha, pero tam-bién ha sido posible la relocalización de algunos textos reseñados hace ya mucho tiempo, para los que se igno-raba actualmente su ubicación exacta. Tras la fi nalización de dicho proyecto, el número de estaciones rupestres con inscripciones líbico-bereberes en El

Hierro se cifra en diecinueve, mientras que el de los paneles sobrepasa el cen-tenar.

Para los paneles con grabados nos resulta sin embargo prácticamente imposible señalar el aumento de los conocidos, ya que no existía con an-terioridad una recopilación exhausti-va y sistemática de ellos. No obstante podemos dar cuenta del hallazgo de algunos yacimientos nuevos no docu-mentados hasta la fecha en vista a la bibliografía existente. Ello se corres-ponde con tres en El Julan, donde hay que sumar a Los Números y Los Letre-ros, los denominados como El Julan III, Julan IV y Julan V , así como también dos estaciones rupestres con textos lí-bico-bereberes al norte de la isla, las de Porchena y Lomo Zapatero.

6.3.- Selección del espacio

Un hecho de gran interés ha sido la comprobación de que los diferentes tipos de grabados se relacionan en buena parte con el lugar donde han sido emplazados, la selección de las unidades geomorfológicas de acogi-da, presentando dos zonas netamente distintas. En cuanto a la zona norte el soporte mayoritario es el de las pare-des de barrancos; en el sur, las coladas de lava que se encuentran en el suelo. En algunos casos aislados aparecen otros soportes, como el interior de una cueva (El Letime, Cueva de Don Gabino), o sobre un chajasco, como en Guarazoca, que es hasta la fecha la única inscripción que ha aparecido en un contexto funerario. Pero quizás el hecho más sorprendente sea el del porcentaje de los motivos representa-dos que varían en cuanto a las zonas

geográfi cas de la isla, fundamental-mente en relación a la distribución numérica entre los dos tipos de mani-festaciones: las inscripciones alfabéti-cas y los motivos geométricos. Existe un predominio absoluto de la escritu-ra sobre los motivos geométricos en los barrancos del noreste, donde estos últimos tienen un carácter casi excep-cional, mientras que dicha relación se invierte en los diferentes yacimientos del sur (Los Números, Los Letreros, Ju-lan III, Julan IV, Julan V y Los Saltos). El norte constituye además la zona que muestra mayor penetración de dis-tinta tipología, al aportar un número de grabados y técnicas mucho más variado que la otra zona. Tal vez este conservadurismo que existe en el sur en materia de grabados rupestres, co-incida con la escasa introducción de poblaciones llegadas en fechas pos-teriores a la conquista, como es fácil

deducir por la casi nula presencia hu-mana en esta parte de la isla.

6.4.- Yacimientos y motivos

Frente a los primeros yacimientos ha-llados, que destacan por su magnitud espacial y cantidad de manifestacio-nes representadas (El Julan, Barranco de Tejeleita, La Candia y La Caleta); se ha incorporado en los últimos tiempos un número considerable de estaciones de pequeña dimensión, de uno o dos paneles. Esta tendencia tiene un peso importante para obligar a revisar cier-tas ideas que se habían defendido des-de los momentos iniciales de la inves-tigación, aduciendo que los grabados se presentaban en lugares de “culto” y que tuvieran un “signifi cado religio-so”. Sin que deje de ser una hipótesis defendible, ahora sabemos que no se trata de las únicas unidades morfoló-

Foto 5. Detalle inscripción líbico-bereber realizada mediante la técnica de la incisión. Barran-

co de El Cuervo (El Hierro).

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gicas de acogida posible, y la realiza-ción de inscripciones debe haber obe-decido a diversas causas, algunas de índole mucho más cotidiana, ya que resultaría difícil defender el concepto de lugar religioso para una sucesión de cuatro caracteres epigráfi cos sin más aportaciones en un espacio más o menos amplio.

Se ha podido comprobar, en El Julan, que algunos grupos de grabados co-rresponden a criterios de selección distintos que los de la mayoría, intro-duciendo al mismo tiempo una tipolo-gía diferente a la de aquéllas, además realizada mediante una técnica en la que predomina el picado disconti-nuo frente al continuo, de profundos puntos de percusión. Ello nos induce a suponer un momento distinto a su factura y, por tanto, la viabilidad de detectar una sucesión cronológica para las manifestaciones rupestres.

Asimismo, llama la atención el uso re-currente de un motivo determinado para iniciar o concluir un sector del yacimiento, lo cual sí puede ser indi-cativo de una organización previa de las manifestaciones y del signifi cado de ese motivo en relación a su ubica-ción concreta.

6.5.- Técnica empleada

Si bien la técnica empleada había in-ducido a pensar que los grabados abo-rígenes de El Hierro se correspondían con el picado y que las incisiones ha-bían sido utilizadas para la realización de barcos u otros temas posteriores a la conquista, ya en el año 2000 (Ruiz González, Sánchez Perera, Springer

Bunk, 2000) se había podido dar cuen-ta del empleo de la incisión para la realización de inscripciones líbico-be-reberes. Con ello ya no resulta posible dicha división establecida en el pasa-do, que asignaba todo grabado inciso a fechas posteriores a la conquista. Si bien es verdad que entre los motivos incisos se encuentra la mayor parte de los barcos reseñados, también ha sido documentado un posible barco rea-lizado con la técnica de picado en El Julan, en un sector que sigue el patrón de los restantes grabados. No se puede olvidar que los aborígenes, de haber sido traídos a la isla, el único medio posible en la época había sido precisa-mente el barco, por lo que este medio forzosamente les era conocido desde los primeros días de su presencia en este nuevo hábitat. Con el incremen-to de inscripciones líbico-bereberes, el número de paneles incisos asciende a unos diez, lo que da cuenta de que los antiguos habitantes empleaban las dos técnicas para la realización de los motivos rupestres. Se trata de un importante dato que exige la revisión de algunas ideas del pasado; la de que posiblemente más de un grabado atri-buido a fechas posteriores de la con-quista, bien puede tener una autoría aborigen.

En relación a este hecho conviene des-tacar también que la mayor parte de inscripciones incisas han sido localiza-das en el norte de la isla, siendo abso-lutamente minoritarias las dos líneas halladas en El Julan. En este sentido parece demostrarse, como ya se apun-tó con anterioridad, que la zona norte ha sido más abierta a innovaciones en la expresión gráfi ca y escrituraria, posiblemente junto a la mayor pene-

tración de poblaciones nuevas en esta comarca.

La técnica de picado también muestra diferencias en cuanto a la distinción del picado continuo y discontinuo. Al-gunos golpes han sido realizados con mayor fuerza y, en su consecuencia, son mucho más profundos que los sur-cos del picado continuo, aparentando haber necesitado el empleo de un percutor para conseguir dicho efecto. Estos puntos de picado en ocasiones se sobreponen a los surcos de algu-nos grabados pero, en otras, forman motivos por sí solos. En ambos casos, las formas representadas reproducen motivos conocidos entre los geométri-cos herreños.

6.6.- Líneas de investigación abiertas

El objetivo principal de la documenta-ción, al margen de la obtención de un registro pormenorizado de las mani-festaciones existentes, permite iniciar una importante serie de investigacio-nes, de la que nosotros deseamos des-tacar las siguientes:

- Conocimiento de la confi guración y estructura de los yacimientos, a fi n de posibilitar un análisis de éstos en relación a su entorno inmediato, y puesta en comparación con los mo-delos de ocupación del territorio.

- A partir del conocimiento de los yacimientos, establecer una crono-logía relativa del empleo de deter-minados motivos que en ocasiones se deduce del empleo del espacio, del tipo de grabados empleados, así como de la técnica empleada.

- Los motivos geométricos en el con-texto de las inscripciones líbico-bereberes permiten avanzar en el conocimiento de la iconografía de estos pueblos, al haberse compro-bado su presencia en múltiples lu-gares del norte de África y forman-do igualmente conjuntos con dicha escritura.

- Las inscripciones líbico-bereberes necesitan una revisión en relación a los hábitos escriturarios después del aumento cuantitativo y cualitativo producido durante los trabajos de campo en esta isla.

Agradecimientos: Deseamos agra-decer el apoyo y ayuda que nos brin-daron durante nuestros trabajos en El Hierro Maite Ruiz González, Pedro Ángel Chinea Padrón, Ariel Fernández Morales, Fernando Días Fleitas y Elvira Fleitas Sánchez.

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YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS RUPESTRES CON

ESCRITURA LÍBICO-BEREBER Y/O LÍBICO-CANARIO DE

LANZAROTE. CARACTERÍSTICAS Y SU CORRELACIÓN

CON FUERTEVENTURA

María Antonia Perera Betancort

Arqueóloga. Jefa del Servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo de [email protected]

PALABRAS CLAVES: Arqueología, yacimientos rupestres, escritura líbico-bereber, escritura líbico-canario, Lanzarote,

Fuerteventura.

A Renata Springer Bunk, la más moderna y futurista de mis amigas.

Es por ello por lo que estudia el pasado. Pero lo importante no es porqué

lo investiga sino que, con independencia de lo que lo motiva, lo estudia y pone

su conocimiento al servicio de la comprensión pública de la ciencia.

RESUMEN

De conformidad con el título de esta disertación nos ceñimos al análisis de los enclaves arqueológicos rupestres de Lanzarote en los que la población maxie ha escrito con caracteres pertenecientes a dos alfabetos, líbico–bereber y líbi-co–canario. Ello también comporta ocuparnos de aquellos otros sitios en los que se han grabado signos de uno u otro alfabeto, bien signos líbico–bereber o líbico–canario. La exposición se completa considerando los yacimientos con inscripciones de Fuerteventura al personalizarse en ambas la representación líbi-co–canaria, constituyendo los únicos espacios –insulares y continentales– en los que por ahora comparece este alfabeto. Estas dos islas se muestran igualmente exclusivas en la coincidencia de su gentilicio, la denominación de su población indígena.

Conocemos 18 yacimientos rupes-tres en Lanzarote en los que se han representado grafía de una o de las dos reglas escriturarias1, así como 10 yacimientos en Fuerteventura en los que su población recurre al empleo de una sola, o a las dos formas gráfi -

cas, pero nunca de forma exclusiva al sistema líbico–bereber para plasmar su mensaje o fi nalidad. Ello signifi ca que, por ahora, no hemos acreditado un sitio rupestre que contabilice solo la presencia de símbolos del alfabeto líbico–bereber.

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Examinando estas manifestaciones en ambas islas advertimos coincidencias, divergencias, presencias y ausencias, características comunes y excepcio-nalidades que revelan ambos territo-rios. En uno y otro la grafía de los dos abecedarios se exhibe coaligada, al formar parte de los mismos depósitos arqueológicos, en sus sectores, com-partiendo paneles o superfi cies graba-das teniéndose en cuenta en algunos casos la existencia del signo de un alfa-beto para ilustrar al otro y viceversa. A su vez la forma líbico–canaria muestra superposiciones y yuxtaposiciones téc-nicas que precisan destacarse en este marco.

El patrimonio arqueológico constitu-ye un fundamento tangible y sólido de la coexistencia de lazos con el pa-sado. Por ello, cuando la comunidad científi ca foránea e insular desde fe-chas tempranas se interesa por los yacimientos rupestres de Lanzarote, tomando como marco de referencia cronológica la historia de su inves-tigación arqueológica, entendemos que en este acto se proyecta indagar sobre el pasado, saber de él, más que admirar en tiempo presente las piezas o indicios arqueológicos o elementos del pasado. La foto que en la década de los sesenta del siglo pasado alguien tomó a Sebastián Jiménez Sánchez para eternizarse con la estela de Zon-zamas en su lugar de origen referen-ciado, trae al momento presente de aquel entonces, un elemento del pre-térito, y con ello un tiempo pasado, refl ejando, más que el interés por la piedra (la misma que Rafael Cabrera Díaz impide salir de la isla camino a El Museo Canario, en Gran Canaria), el encuentro con el objeto, pero princi-

palmente el cruce y la conciliación con el tiempo pasado, permitiendo mirar y tocar algo tan único y exclusivo como auténtico y propio.

Desde que René Verneau observara unos grabados pétreos en Haría, que identifi ca con la secuela producida por el paso del arado en la piedra, hasta que se advierte la presencia de códi-gos escriturarios en la isla, transcurre un tiempo signifi cativo. Es a partir de la visita de este antropólogo galo cuando se principia la historia de la investigación rupestre, sustentada en el interés que le despiertan las dos piedras grabadas y exentas de Zonza-mas. 85 años después se documentan caracteres alfabéticos en Lanzarote. Esa fracción temporal –fi jada entre la primera vez que se cita la existencia de un yacimiento rupestre hasta que Juan Brito Martín y José María Espino Gon-zález divulgan un signifi cativo número de intervenciones rupestres, entre las que se halla una línea alfabética, aun-que ignoran esta circunstancia o ads-cripción– es la que ha de transcurrir hasta reparar en la presencia de dos alfabetos cuya investigación se aborda en paralelo con la de Fuerteventura, al ser las mismas personas quienes nos ocupamos de ello.

La copia y exhibición pública, desde 1979 hasta 2005, de una parte de los caracteres escriturarios que contiene la Peña del Letrero, emplazada en el complejo arqueológico de Zonzamas, permanece expuesta en el Castillo de San Gabriel junto con innumerables réplicas en papel de otros motivos gra-bados de la isla, de desarrollo funda-mentalmente geométrico rectilíneo.

En 1983, durante las prospecciones arqueológicas superfi ciales asistemáti-cas que realizamos en la isla en tanto que excavábamos en Los Divisos y en Los Roferos del Castillo, en Teguise, localizamos el yacimiento rupestre de Manguia y a los pocos días conocimos la Peña del Letrero, de la que, una de sus dos líneas escriturarias líbico–ca-naria es la reproducida por Juan Brito Martín y José María Espino González y expuesta en el Castillo de San Gabriel de Arrecife. Escaso tiempo después Pedro Melquiades Hernández Cama-cho detecta la Peña Juan del Hierro con signos líbico–bereber entre traza-dos geométricos rectilíneos. Al mismo tiempo José de León Hernández, Pe-dro M. Hernández Camacho y Miguel Ángel Robayna Fernández, compo-nentes del equipo que desde la déca-da de los 80 del siglo pasado estudia Lanzarote y Fuerteventura, localizan algunos de los paneles en el Barranco del Cabadero2, La Oliva, Fuerteventu-ra. En 1984 impulsamos y trabajamos en el proyecto de Avance de la Carta Arqueológica de Fuerteventura, ge-neralizándose las localizaciones ru-pestres en ambas islas por parte del mismo equipo, si bien en Fuerteventu-ra se incorporan puntualmente otras profesionales en las labores de redac-ción de la Carta Arqueológica. Mucho más tarde, en 1993 y 1994 se redacta la Carta Arqueológica de Lanzarote3. Esta correlación en materia investi-gadora de Fuerteventura y Lanzarote no se ha interrumpido desde que la iniciáramos en 1984, y contrasta con los inicios científi cos de Luis Benítez de Lugo, Sabin Berthelot y Ramón Fer-nández Castañeyra en Fuerteventura, y René Verneau y los hermanos Crespo en Lanzarote, las primeras personas

que, en correspondencia con su tiem-po, se interesan y participan de estos gestos rupestres aunque con un carác-ter puntual, sin continuidad temporal por parte de éstas u otras personas. La presencia de los depósitos arqueo-lógicos rupestres con perfi l escritura-rio, tanto en Fuerteventura como en Lanzarote, propone la coexistencia de dos alfabetos coetáneos, de los que ignoramos muchos extremos, aunque ya sabemos otros. De ello, de lo que conocemos, observamos, entendemos y de lo que ignoramos nos ocupamos en este trabajo.

En base a nuestro actual conocimien-to sobre las manifestaciones rupestres escriturarias de Lanzarote nos cen-tramos en los 15 de los 18 enclaves que reconocemos, frente a los 10 que anotamos para Fuerteventura. Nos ocupamos de dos realidades físicas en las que una triplica en extensión a la otra, y que asimismo la más pequeña, Lanzarote, se conserva parcialmente desprovista de su suelo primigenio, el que existía durante el desarrollo de la cultura indígena, al experimentar las erupciones volcánicas históricas de Timanfaya, Tao y Tinguatón, así como las tormentas de jable, perturbando irremediablemente el conocimiento espacial tal y como dispuso la pobla-ción maxie de Lanzarote.

Para Lanzarote conocemos los siguien-tes yacimientos que acogen estricta-mente formas líbico–bereber: Peña Juan del Hierro, Peña Luis Cabrera, Barranco Mulión, Los Ancones, Peña del Cuenquito, Montaña de Guatisea, Montaña Tinasoria, Montaña Riscada y Peña de Juana Gutiérrez. El registro

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líbico–canario lo conocemos en los yacimientos de la Peña del Letrero y en Montaña Cardona y los sitios rupes-tres con presencia de grafía pertene-ciente a los dos sistemas escriturarios se centran y agrupan en el Barranco del Mojón, Barranco Piletas, Montaña Tenésara, Montaña Ortiz, Cueva Palo-mas, El Castillejo 1 y en Cejo Romero4.

En Fuerteventura de los 10 yacimien-tos que hemos localizado, 4 contienen singularmente representaciones del alfabeto líbico–canario: Pico de la For-taleza, Montaña de Enmedio o Jaifa, Morro Pinacho y Jacomar, y 6 los que acogen caracteres de ambos modali-dades: Barranco del Cabadero, Morro de la Galera, Montaña del Sombrero, Montaña Blanca de Arriba, Cuchillete de Buenavista y Morrete de la Tierra Mala.

De los 15 depósitos rupestres de Lan-zarote, 6 muestran exclusivamente

signos líbico–bereber5, de ahí que re-fl exionemos sobre la notable diferen-cia de este hecho con respecto con Fuerteventura donde, como hemos adelantado, no conocemos ninguna estación que contenga esta grafía in-dividualizada, mostrándose mayori-tarios los yacimientos que optan por ambos procedimientos escriturarios registrándose conjuntamente en 6 de los 10 sitios en estudio. Por otra parte en Lanzarote existen 7 depósi-tos rupestres que engloban signos de ambos alfabetos, por lo que podemos plantear el carácter residual que ma-nifi esta el uso del alfabeto líbico–be-reber en Fuerteventura como recurso para escribir en soporte pétreo. Si nos detenemos en la concentración de estos registros, vemos que, excepto Morro Pinacho los tres restantes se instalan en escaso número de pane-les, contabilizándose de la siguiente manera: Pico de la Fortaleza: 1 sector, 2 paneles con un total de 5 líneas de

caracteres líbico–canario; Montaña de Enmedio 1 sector, 4 paneles de los que solo uno acoge al menos 5 líneas alfa-betiformes en medio de un entrama-do de trazos geométricos rectilíneos y curvilíneos, que difi cultan su correcta defi nición, y Jacomar para el que rese-ñamos estrictamente las expresiones aborígenes organizadas en 2 sectores con 3 y 1 panel respectivamente que cuentan con 36 líneas líbico–canarias. Por el contrario, sorprende el alto recuento de fórmulas alfabéticas de Morro Pinacho, al que consideramos una excepcionalidad, al confi gurarse como el lugar al que se acude a escri-bir, toda vez la temática alfabética se muestra exclusiva a pesar de que exis-ten paneles complejos por la multitud de trazos lineales que se entrecruzan y compiten con los signos alfabéticos6.

Este yacimiento se ordena en 3 sec-tores que acogen a 107 paneles de los que 53 representan signos líbico–ca-nario, existiendo 100 líneas de signos con un total de 543 recurrencias. Re-sulta extraordinario y particular por la cantidad de representaciones alfabéti-cas, siendo donde mejor se manifi esta el carácter secundario en el que per-manece la presencia de caracteres lí-bico–bereber dada su omisión en este productivo enclave.

Con respecto a los yacimientos con ambos perfi les, todos los de esta isla contienen una mayor cantidad de in-tervenciones, no existiendo ninguno cuya cifra de paneles sea pequeña, como sucede en Pico de la Fortaleza, Montaña de Enmedio o Jacomar, de los que ya nos hemos ocupado.

Fotos 1 y 2. S1, P1y2 de Pico de la Fortaleza y detalle del P2S1 de una línea de escritura, que igualmente se registra en Morro de la Galera y en Morrete de la Tierra Mala.

Foto 3. Vista general de la cueva del Morro de la Galera donde se emplaza el S5 de este en-

clave rupestre.

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Por su parte, el Barranco del Cabade-ro se organiza en 6 sectores7, que dan cabida a 67 soportes en los que en 48 se ha representado escritura líbico–ca-naria, en 2 soportes líneas líbico–be-reber y en un panel una y otra grafía. En este yacimiento existen 68 líneas líbico–bereber y 3 líbico–bereber con independencia de los signos que se re-presentan sueltos8. En este yacimiento se refl eja nuevamente el carácter sub-sidiario del líbico–bereber. El Barranco del Cabadero es un buen ejemplo de yacimiento peculiar, al ser el único en el que se emplea la técnica piquetea-da continua para escribir signos líbi-co–canario, que igualmente en este enclave se representan incisos y don-de el primer procedimiento técnico ci-tado, ocasionalmente se superpone al trazo alfabetiforme inciso de una letra líbico–canaria como hemos mencio-nado anteriormente. Es asimismo el único depósito rupestre que elige un barranco como unidad geográfi ca de acogida. Responde a un largo desarro-llo, signifi cativa profundidad, bloques basálticos parejos que adquieren tona-lidades azuladas por la erosión hídrica principalmente, denominándose pun-tualmente Barranco Azul, en el que se forman varios eres o chupaderos que coinciden con 5 de los 6 sectores en los que se distribuyen las intervencio-nes rupestres, capaces de conservar por retención el agua de lluvia en su subsuelo la cual fácilmente puede ser aprovechada.

En el Morro de la Galera, si bien no hemos completado el estudio de toda la cordillera hasta El Castillejo, por el frente Este, los registros rupestres se organizan desde que se inicia la cade-na montañosa en las faldas del Pico de

la Fortaleza por el Oeste hasta el pro-pio Morro, en 7 sectores, fundamen-talmente en 2 cotas altimétricas con 125 paneles9 de los que en 15 de ellos se han grabados caracteres líbico–ca-narios10, un panel recoge una y otra grafía11 y en un panel12 se evidencia únicamente caracteres líbico–bereber. En esta parte de la cordillera estudia-da describimos 21 líneas del alfabeto líbico–canario y 5 de caracteres líbi-co–bereber. Con respecto a las unidades geográfi -cas de acogida cultural en Lanzarote, en 6 ocasiones se eligen montañas13 o cimas de cordillera14; 5 veces se prefi e-ren las peñas15 en 3 barrancos16 y en 1, una pared basáltica de cordillera17. Sin embargo en los casos en que la unidad de acogida es una montaña, excepto en Tenésara, no se eligen las propias cimas de estas elevaciones como es el caso de Guatisea y Ortiz, ya que Mon-taña Cardona se confi gura como una pequeña elevación, como una loma. Las peñas o afl oramientos rocosos en llanuras constituye la unidad orográ-fi ca representativa de Lanzarote que se desplaza a favor de las montañas (eligiéndose sus laderas o cimas) si in-corporamos al repertorio rupestre los canales, cazoletas y/o canalillos y al-mogarenes fundamentalmente, como sucede en Montaña Guatisea, Monta-ña Tinasoria, Castillejo 2 y Montaña Cardona. Anotamos la concentración geográfi ca de los 3 únicos barrancos en los que se han escrito estas inter-venciones pétreas, ya que tanto el Barranco Mojón, Piletas y Mulión, se emplazan en la zona Noreste de la isla, muy próximos entre sí y siendo uno la continuación de los otros18. No conocemos otros ejemplos para la isla

en el caso de las inscripciones en ba-rrancos, generalizándose su uso como unidad geográfi ca de acogida cultural si consideramos la presencia de cana-les, cazoletas, cazoletas con canalillos y almogarenes. Advertimos igualmente que en Lan-zarote los yacimientos rupestres que exponen ambos registros alfabéticos no se confi guran en peñas, sino en ba-rrancos19 y en montañas o cordilleras20. Reseñamos esta situación porque las peñas –la altitud de los llanos– forma-lizan la unidad geográfi ca de acogida cultural más signifi cativa de Lanzaro-te, no así de Fuerteventura, donde la presencia de manifestaciones rupes-tres escriturarias en peñas se descubre ausente21.

El estudio ya citado que acometemos en la actualidad con Renata Sprin-ger, sobre las inscripciones rupestres líbico–bereber de Fuerteventura y Lanzarote, nos permite plantear al-gunas cuestiones: los dos alfabetos comparten yacimientos, sectores y paneles, como ya hemos señalado y como resulta de su constatación en los barrancos del Mojón y Piletas, en las montañas Tenésara, Ortiz, Cueva Pa-lomas, Castillejo 1 y Cejo Romero para Lanzarote y en el Barranco del Caba-dero, Morro de la Galera, Montaña del Sombrero, Montaña Blanca de Arriba, Cuchillete de Buenavista y Morrete de la Tierra Mala para Fuerteventura.

Si ambos sistemas escriturarios son coetáneos, como así planteo, concu-rren entre ellos escasas superposicio-nes y yuxtaposiciones en el desarrollo de ambas escrituras cuando compar-ten –no compiten– soporte. Cuando

convergen uno y otro alfabeto nunca rivalizan por el espacio físico, por la superfi cie del panel en que se alo-jan. Sirven de ejemplo el Morro de la Galera22, Barranco del Cabadero23, o Morrete de la Tierra Mala24. En el Ba-rranco del Cabadero comprobamos la existencia de una superposición visible porque se han empleado dos técnicas de grabación para escribir con el alfa-beto líbico–canario. En él25 se talla una línea incisa de escritura líbico–canaria (A) sobre la que se instala un pique-teado continuo para grabar otra letra (V) de la misma grafía. Dado que este panel constituye una particularidad o excepción, la norma refl eja el cuidado que se tiene en no intervenir en el gra-bado ya consumado si lo ejecutan las mismas u otras personas.

Foto 4. Vista parcial del P3S2 de Morro de la

Galera con inscripción líbico–canaria.

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No obstante, resultan frecuentes las convergencias de trazos incisos en los que las superposiciones que se constatan pertenecen a signos escri-turarios y/o temáticas geométricas rectilíneas, sobre las que al emplear la misma técnica, resulta muy difícil establecer cuál es anterior, pues la co-incidencia y desarrollo de las líneas, en ocasiones paralelas, yuxtapuestas o sobreexpuestas, no apunta o patenti-za su cronología relativa, ya que una interrumpe a la otra. Contamos con una atractiva superposición del yaci-miento de Cueva Palomas, en la que se emplean dos técnicas de ejecución para dos representaciones diferentes. Se trata de un soporte26 en el que se ha grabado con piqueteado continuo la silueta de un pie sobre una línea de signos líbico–canarios incisos.

El mejor ejemplo de que se trata de dos alfabetos en uso simultáneo –como bien ha advertido Juan Anto-nio Belmonte Avilés– lo tenemos en el yacimiento de Cejo Romero, en el que en un mismo panel27 se escribe en po-sición horizontal una línea líbico–ca-naria y otra en desarrollo vertical de líbico–bereber con correspondencia de signos. Se ha grabado la misma palabra con cada uno de los dos alfa-betos existentes en Lanzarote. Se trata de una excepcionalidad, si bien en el mismo soporte igualmente se han es-critos otras dos palabras, recurriendo a los dos sistemas sin que en este caso se constate la citada correspondencia del ejemplo anterior. Generalmente las superposiciones y yuxtaposiciones más comunes se dan entre los signos de uno o de otro alfabeto y especial-mente con los perfi les rectilíneos que obstaculizan la identifi cación de la

grafía, con independencia del abe-cedario al que se adscriban. Conta-mos con un panel, en estudio junto a Renata Springer, del yacimiento de Cueva Palomas –S1P21– en que se con-tabilizan expresiones líbico–bereber, líbico–canario, fi guras podomorfas, trazos geométricos rectilíneos y cur-vilíneos. Se han grabado al menos 4 códigos líbico–bereber de desarrollo vertical, en cuya parte superior parece que la línea continúa con caracteres líbico–canario. Hemos de disponer de otros métodos que los visuales y lupas de mediano aumento, y macros más sofi sticados para las cámaras fotográ-fi cas para desentrañar correctamente la formación de esta escritura.

Prevalece una reveladora despro-porción entre la cantidad con que se documentan una y otra escritura en estas dos islas, siendo más contrasta-da la diferencia en Fuerteventura, ya que ésta en Lanzarote se suaviza. Esta relajación en el empleo de ambos sistemas se sustenta en yacimientos concretos. Describiendo cada uno de los yacimientos que albergan trazos líbico–bereber, tenemos Peña de Luis Cabrera, organizado en 2 sectores con sólo 4 y 7 paneles cada uno de ellos28, con un total de 20 líneas verticales29 con 22 signos y 73 recurrencias y 3 líneas horizontales con 14 signos y 18 o 20 recurrencias. Sorprende el alto registro de intervenciones líbico–be-reber, teniendo en cuenta su ausencia en Fuerteventura. Otro ejemplo de ya-cimientos con exclusivo registro líbi-co–bereber lo tenemos en el Barranco Mulión en el que en 1 sector y 1 solo panel se han grabado 1 línea vertical con 7 signos y 7 recurrencias, así como una línea horizontal con 3 signos que

constituyen a su vez 3 recurrencias. En este yacimiento hay que contabilizar la presencia de una letra aislada. Igual-mente en la Peña de los Ancones se ha escrito una línea líbico–bereber de desarrollo horizontal con 4 signos y 4 recurrencias, además de otros caracte-res aislados que suman 2 recurrencias. La Peña Juan del Hierro, organizada en 2 sectores con 6 y 14 paneles res-pectivamente, acoge 2 líneas horizon-tales con 9 signos y 10 recurrencias y 1 línea vertical de 6 signos y 7 recurren-cias. La Peña del Cuenquito posee un solo soporte con una línea vertical con 4 signos y 4 recurrencias de pequeñas dimensiones30. La Montaña Guatisea posee 73 paneles en los que mayori-tariamente se representan canales, cazoletas, cazoletas con canalillos y almogarenes. Sólo un panel31 contiene escritura líbico–bereber de carácter monumental, estructurado por una línea de 3 signos y 3 recurrencias más 1 signo aislado.

Si bien estos son los yacimiento que ex-

clusivamente contienen escritura líbi-co–bereber, los enclaves de Lanzarote en los que conviven ambos alfabetos alcanzan un alto número de signos si los contrastamos con los yacimientos de Fuerteventura.

En el Barranco del Mojón todas sus expresiones rupestres se establecen en un sector con 6 paneles, de los que en 2 se han representado motivos lí-bico–canario; otros dos muestran am-bas grafías, acogiendo los 2 restantes expresiones geométricas rectilíneas. Con respecto al registro líbico–bere-ber, que es el que en estos momentos nos interesa, tenemos que en un pa-nel32 se ha grabado 1 línea vertical con 5 signos y 5 recurrencias y 1 línea hori-zontal con 3 signos y 3 recurrencias y en el otro soporte33 1 línea horizontal con 2 o 3 signos e igual cantidad de recurrencias y 3 líneas verticales con 5, 2 y 3 signos y recurrencias.

El Barranco Piletas organiza sus ma-nifestaciones rupestres en 3 sectores,

Foto 5. Vista parcial del S1P1 de Montaña Ortiz con ambos registros escriturarios.

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con un total de 6 paneles34 en los que se distinguen signos líbico–bereber, líbico–canario y trazos geométricos rectilíneos. En general aloja 2 líneas con 3 y 2 signos cada una, con 3 y 3 recurrencias respectivamente, con un total de 5 signos y 6 recurrencias junto a 1 línea líbico–canaria con 5 signos y 6 recurrencias.

La Montaña Tenésara ajusta sus inter-venciones rupestres en 2 sectores con 8 y 6 paneles respectivamente. 5 de los 8 paneles del S1 presentan grafía líbico–canaria35 y 2 soportes instalan a ambas escrituras conteniendo 3 líneas líbico–bereber, además de signos suel-tos o aislados. Las fi las de caracteres líbico–bereber poseen 2, 3 y 3 signos y 2, 5 y 3 recurrencias en el orden ci-tado.

Con respecto a la Montaña Ortiz, la participación rupestre se restringe a un solo panel en el que se escriben 2 líneas líbico–bereberes alineadas ver-ticalmente, con 3 y 5 signos con un total de 5 signos y 8 recurrencias y una línea horizontal líbico–canaria con 4 signos y 5 recurrencias.

Cueva Palomas constituye el mayor yacimiento con inscripciones que se ha documentado en Lanzarote hasta hoy. Las intervenciones –el mayor es-pectro insular– se distribuyen en 2 sec-tores con 38 y 46 paneles cada uno, de los que 10 contienen grafía líbico–be-reber. En el S1 se localizan 2 paneles que sólo revelan esta grafía36, frente a 7 paneles con códigos líbico–canario37 y un panel en el que se han emplea-do signos de los 2 alfabetos38. En el S2 se encuentran 12 paneles39 con estos mismos signos del alfabeto líbico–ca-

nario, un panel40 que contiene ambos caracteres, 2 con signos líbico–bere-ber41 y uno42 con esta misma grafía junto a representaciones podomor-fas. El recuento de signos líbico–be-reber pormenorizado para el S1 es de 3 paneles, poseyendo uno de ellos43 9 líneas verticales con 17 signos y 33 re-currencias, siendo por tanto el mayor que hemos podido rastrear en Lanza-rote. El otro panel44 posee 4 signos con 4 recurrencias y la misma cantidad de signos y recurrencias para el último de los soportes45. Por su parte, para el S2, a falta de completar el estudio, disponemos de un soporte46 con 3 sig-nos e igual número de recurrencias, mientras que otro47 asila 6 signos y 6 recurrencias, y fi nalmente el panel en el que se ha representado la escritura con siluetas podomorfas48 posee 4 sig-nos y 4 recurrencias. En el yacimiento de Castillejo 1, visible desde el anterior, sus intervenciones rupestres se diseminan en un sector con 6 paneles, de los que en uno se concentran ambas escrituras, verifi -cándose para la grafía líbico–bereber 1 línea vertical de 4 signos y 4 recu-rrencias y 5 líneas líbico–canaria de 5, 9, 8, 5 y 12 recurrencias, sin que en la actualidad podamos contabilizar con certeza los signos.

El sitio Cejo Romero posee 4 sectores con 3, 8, 1 y 4 paneles que alberga 4 líneas líbico–canarias –una de desa-rrollo vertical y 3 horizontales– con 6, 7, 3 y 3 recurrencias, además de 2 sig-nos juntos y aislados. La escritura líbi-co–bereber se consigna en un panel49 con 2 y 4 signos y 4 y 4 recurrencias correspondientemente. Existen dos soportes50 que pudieran alojar otras

líneas de esta forma gráfi ca, pero que no tenemos en cuenta por no contar con la certeza de su naturaleza escri-turaria.

Entre ambas islas podemos hablar de un estilo en la manera de representar los símbolos gráfi cos, en el modo con el que se repiten los caracteres líbico–bereber y otro diferente para los trazos del líbico–canario. La generalidad de Lanzarote nos indica una disposición mayoritaria para grabar los caracteres líbicos canarios en horizontal, existien-do con frecuencia un desarrollo de la línea escrituraria vertical –lomo de li-bro– u oblicuo, mientras que en am-bos casos el sentido de escritura es ho-rizontal. Por el contrario y de manera excepcional en el Barranco del Mojón se muestra una línea de 5 letras líbico–canaria dispuestas en vertical, corres-

pondiendo el sentido de los signos a igual dirección e idéntica a la posición mayoritaria de la grafía líbico–bereber. Un buen ejemplo del sentido de escri-tura mayoritario de ambos sistemas lo encontramos en el S1P6 de Montaña de Tenésara, en el término municipal de Tinajo, o bien el ya citado S2P3 de Cejo Romero, en Yaiza.

Aunque contamos con tres ejemplos de la representación de los caracte-res líbico–bereber de tamaño signi-fi cativo, refi riéndonos a ellos como monumentales, hoy solo citamos una línea de 3 signos más otro, que perma-nece fuera de esta alineación y cerca de ella en el yacimiento de Montaña Guatisea. Fuera de esa contabilidad se encuentra otra representación monu-mental en Castillejo 2, que no es obje-to de este estudio, donde en el interior

Foto 6. Parte superior del S2P3 de Cejo Romero con escritura de las dos grafías repitiendo la palabra.

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de un signo circular de 30 centímetros de diámetro se ha representado un motivo cruciforme, a modo de ligadu-ra, que por mostrarse ahora exclusivo lo dejamos en reserva hasta identifi car elementos similares o contenidos ex-plicativos al mismo.

El hecho de que Fuerteventura no cuente hoy con yacimientos con líbi-co–bereber como única temática de contenido, siendo una asociación fre-cuente en Lanzarote (en 7 yacimientos de 16) y que su uso esté presente –en variado porcentaje– en las demás islas canarias51, sugiere el carácter residual para este alfabeto frente al empleo del sistema líbico–canario, pudiéndose tratar de poblaciones que arriban a la isla o a ambas islas en cronologías más recientes, en relación a la ocupación de las demás islas que conforman este archipiélago. Lanzarote nivela con un mejor margen la presencia de uno u otro alfabeto, pero por ahora se tra-

ta de un abecedario excepcional de ambas. La realidad que planteamos pudiera, del mismo modo, correspon-derse con alguna estructuración que experimentara la población primi-genia de ambas islas, trasladándose, permaneciendo o llegando a Fuerte-ventura una fracción, jefatura o parte del linaje que no conserva la escritura líbico–bereber, al considerar sin duda alguna que se trata de un sistema es-criturario de origen.

Existen posibilidades de que la escri-tura líbico–canaria llegue a estas dos islas con la población, que la trae en su traslado desde el Norte de África, sien-do originaria o gestándose en el Con-tinente y evolucionando en estas dos islas del Archipiélago a donde llega la población maxie con conocimiento y práctica de la misma. La comunidad maxie que sobreviene permanece ais-lada en el continente africano de las demás comunidades que recalan en cada una de las otras islas, excepto de la de Fuerteventura. Pero también es posible pensar en la probabilidad de que la escritura líbico–canaria naciera o surgiera en estas dos islas a las que llega población conocedora de la gra-fía líbico–bereber y de este alfabeto que no hemos documentado todavía en el norte de África y que una de es-tas escrituras se desarrolla más que la otra para acabar siendo minoritaria en la fase próxima a la entrada norman-da; o bien que este sistema líbico–ca-nario evolucionara en ambas islas por su propia naturaleza o porque entre las gentes que llegan en el primero o primeros desembarcos, o en arri-badas posteriores, vinieran personas que hablaran otro idioma, infl uyendo en la población existente y primigenia

y evolucionando hasta llegar a crear una escritura con la que ya se tiene –la líbico–bereber– con la que se habla, o bien la inventaran uno de los grupos portador del lenguaje, que igualmen-te copiaran las personas que escriben líbico–bereber y que paulatinamente hubiera caído en desuso hasta su des-aparición, momento en que comienza la generalización del líbico–canario, especialmente en Fuerteventura y en menor medida en Lanzarote.

En Fuerteventura resultan más fre-cuentes los sitios que exclusivamente exhiben grafía líbico–canaria, mien-tras que en Lanzarote sólo conoce-mos 2 yacimientos, siendo el caso de Montaña Cardona –con solo una línea de escritura– y la Peña del Letrero con dos, aunque muy cerca, a escasos metros de la Peña del Cuenquito con una línea vertical líbico–bereber que alberga un signo puntiforme, posible indicador de modernidad si nos acor-damos de la evolución de la escritura líbico–bereber hacia el tifi nag. Ello plantea otra cuestión relativa a la es-critura líbico–canaria al documentarse en 4 de los 10 yacimientos que cono-cemos para Fuerteventura y existir en-claves con excepcional registro, como sucede con Morro Pinacho y Barranco del Cabadero. Por su parte, en Lan-zarote sólo existen 2 yacimientos con este documento que apenas suman 3 líneas escriturarias.

En contra de lo que hemos pensado hasta hoy, la presencia de los trazos geométricos rectilíneos si bien resulta una constante, en buena medida res-ponde a la continuidad de vigencia de la práctica grabatoria, especialmente cuando se muestran como temática

Foto 7. Parte inferior del S2P3 de Cejo Romero en el que se distribuyen ca-racteres de uno y otro alfabetos.

única en los yacimientos rupestres, pues si estrictamente nos remitimos a la etapa aborigen, que es la que es-tudiamos, existe otra norma relativa a que si bien los motivos geométricos rectilíneos están presentes, no son mayoritarios, constatándose la pre-sencia de paneles con signos escritu-rarios donde estos trazos permanecen ausentes, como sucede en el Barranco del Cabadero, Morro Pinacho, Morrete de la Tierra Mala, Montaña Blanca de Arriba, Montaña del Sombrero, Jaco-mar, etc.

Advertimos de existencia de una rela-tiva similitud de estilo en los caracte-res líbico–canario del sur de Lanzarote –Cueva Palomas, Castillejo y Cejo Ro-mero– con los de Fuerteventura. En esta isla, los yacimientos de Jacomar y Morrete de la Tierra Mala poseen la imprimación implícita de pretender un carácter de vigencia en el tiempo, sin que especialmente sea un código o hito espacial el lugar elegido para su emplazamiento. Ambos depósitos destacan por la cantidad de registro de grafía líbico–canaria que conser-van en relación al número de paneles que poseen. Morrete de la Tierra Mala se ha consumado grafía líbico–canaria de pequeño tamaño –un centíme-tro– similar a la medida que alcanzan los signos líbico–bereber de Peña del Cuenquito, en Lanzarote, y que hasta ahora tomábamos como excepcional, como planteamos más arriba.

Cada vez alcanzamos una mejor com-prensión de los yacimientos escritura-rios, su imbricación en el medio físico, entorno arqueológico en el que se insertan, comportamiento, elección y composición de cada depósito y espe-

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cialmente de sus características técni-cas. Ello es así porque nos detenemos en los aspectos espaciales del territorio en el que se implanta cada estación, las características formales del estilo, la presencia de motivos, composición, combinación, mezcla, variación, técni-ca empleada en su elaboración, simili-tud y divergencia con las expresiones maxies de Fuerteventura, aspectos te-rritoriales de cada signo o ámbito en el que se circunscribe, protagonismo de cada signo en tanto convive con otros, se concibe separado y por ello contri-buye a la fabricación y concepción del paisaje físico y del territorio arqueoló-gico, temática del emplazamiento en el que se podría fi jar como hito en un territorio cultural.

Es posible que los yacimientos rupes-tres, y en concreto los que acogen materia escrituraria, favorezcan de manera determinante la construcción del territorio. Asimismo ordenan y eri-gen el paisaje del que forman parte y sustentan su signifi cado y representa-ción. Resulta revelador el estudio de los elementos que permanecen en el espacio, por si de su presencia, ubica-ción y contenido derivase una repre-sentación y código territorial o espa-cial concreto, acorde con la cultura que lo ha creado. Para el estudio de la signifi cación del paisaje construido por los maxies, nos interesa el espacio sobre el que piensan, perciben, inter-pretan y lo reconvierten, al apropiárse-lo como algo suyo que les es útil para una función concreta. Esta parcela de estudio, las manifestaciones rupestres, no la concebimos como una temática aislada, independiente de las demás intervenciones que se plasman en la geografía de las islas, sino imbricada

en ellas y relacionada con lo que su-cede en la llanura de Triquivijate, en el pico de El Cardón, en Fayagua, el Valle de Femés o en Zonzamas y con el conjunto de todos los yacimientos arqueológicos de diferente función y naturaleza.

Aspiramos a completar el estudio de estos yacimientos como parte del todo, pues el simbolismo de la naturaleza de estos yacimientos es tangible. En este caso, el paisaje además de ser el esce-nario que acoge a las expresiones, nos da pautas para entender la vertebra-ción de la sociedad en el medio físico. Además de ser una realidad manifi es-ta es el objeto de las transformaciones que se suceden en la cultura así como el resultado de las relaciones sociales de los maxies, en tanto intervienen en él, lo organizan y lo ordenan.

Encontramos relevantes los yacimien-tos más complejos en base a la combi-nación temática de registros, los más simbólicos en función de los hitos oro-gráfi cos más sobresalientes, pero tam-bién los que se insertan y camufl an al emplazarse en paredes de coladas ba-sálticas que no resaltan en el horizon-te, sino permanecen ocultas, como ocurre en Cejo Romero, o la Peña del Cuenquito, con su minúsculo registro alfabetiforme.

El documento histórico que tenemos delante, un panel con grabados, lo hemos de transformar en un dato empírico, más allá de sus medidas y orientaciones. La investigación con-cluye con un análisis e interpretación en términos de explicación histórica. Esta aproximación ha sido un intento de ello.

1 En este recuento obviamos el yacimiento de la Peña de Juana Gutiérrez por ser objeto de trabajo con Renata Springer Bunk, sin que ello signifi que olvidar lo que éste aporta a la isla ni sus exclusivas propiedades, pues debido a éstas con independencia de la investigación en curso, lo consideraríamos. Igualmente sustraemos de esta comunicación dos enclaves de montañas (Montaña Tinasoria y Caldera Riscada), por el grado de alteración que manifi esta la primera de ellas, donde resulta comprometido asegurar el perfi l de cada símbolo alfa-bético. Asimismo en Caldera Riscada no hemos completado la prospección arqueológica y contamos con escasos códigos o letras.

2 S2P5, S2P8, S2P11 y S2P173 Sin que este proyecto lleve parejas labores de prospecciones sistemáticas, sino que se vierte

en un documento con formato de fi cha, los depósitos y lugares arqueológicos que en ese momento conocen las dos personas que desarrollan la actividad de campo y cumplimento de fi cha, Margarita Cejudo Betancort y quien fi rma este trabajo.

4 Como ya hemos escrito, para este trabajo obviamos por diferentes razones a Peña de Juana Gutiérrez, Montaña Tinasoria y Caldera Riscada.

5 Si contamos 18, que es el total de los enclaves conocidos, 9 son los que presentan formas líbico–bereber de forma exclusiva.

6 Especialmente el S2P12 y S2P35.7 S1 con 9 paneles, S2 21 panel, S3 17 paneles, S4 1 panel, S5 11 paneles y S6 8 paneles. 8 En 12 ocasiones se han escrito 1 o 2 signos aislados y 4 líneas de difícil adscripción, trazados

geométricos rectilíneos o signos líbico–canario.9 S1:14 paneles, S2:21 paneles, S3:9 paneles, S4:4 paneles, S5:28 paneles, S6:19 paneles y

S7:30 paneles.10 S1P1, S1P9, S2P1, S2P3, S2P11, S3P1, S5P9, S5P11, S5P12, S5P13, S5P15, S5P18, S5P19, S5P21

y S5P27.11 S1P18.12 S5P10.13 Montaña Guatisea, Montaña Cardona, Montaña Tenésara, Montaña Ortiz, Castillejo.14 Cueva Palomas.15 Peña Juan del Hierro, Peña Luis Cabrera, peña de Los Ancones, Peña del Cuenquito y

Peña del Letrero.16 Barranco Mulión, Barranco del Mojón y Barranco Piletas.17 Cejo Romero.18 Barranco del Mojón, cuyo desarrollo toma nombre de Barranco Piletas y la prolongación

de éste conforma el Barranco Mulión.19 Barranco del Mojón y Barranco Piletas.20 Montaña Tenésara, Montaña Ortiz, Cueva Palomas –en la cima de la cordillera Pico

Naos–, Hacha Grande–, Castillejo 1 –emplazado en la ladera sureste de La Atalaya, en Femés– y Cejo Romero, ceñido en una pared basáltica de signifi cativo desarrollo en la franja Oeste de Los Ajaches.

21 No así para otros yacimientos, en los que con frecuencia exhiben un componente etno-gráfi co y subactual importante, como son los de la zona de Los Apartaderos, en las lla-nuras próximas al Barranco de Tinajoy de Cabadero, etc., término municipal de La Oliva.

22 S1P18 y S5P8.23 S3P10, S3P14 y S5P5.24 S1P9.25 S2P11.26 S1P7.27 S2P3.28 En el S1 existe una línea líbico–bereber de proyección vertical que contiene 5 signos y

5 recurrencias. El S2 contabiliza 7 paneles de los que en 4 se han escrito líbico–bereber, con 3 líneas horizontales con 14 signos y 18 o 20 recurrencias y 19 líneas verticales con 22 signos y 68 recurrencias.

NOTAS

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29 Una aislada –S1P1– con 5 signos y 5 recurrencias y 19 líneas con 22 líneas y 73 recurren-cias.

30 Que dejaron de ser excepcionales después de que documentáramos del mismo tamaño grafía líbico–canaria en el Morrete de la Tierra Mala en Fuerteventura.

31 S2P68.32 S1P4.33 S1P5.34 3, 1 y 2 respectivamente por sector.35 13 líneas con 73 recurrencias. 36 S1P4 y S1P33.37 S1P3, P8, P20, P22, P32, P37 y P38.38 S1P21.39 S2P2, P4, P9A, P15, P16, P21, P35, P40, P42, P43, P44 y P45. Si bien en este sector hemos

estudiado al menos 7 paneles más, en la actualidad se requiere apoyo de material de escalada, por lo que no lo hemos podido cumplimentar.

40 S2P3.41 S2P14 y P23.42 S2P18.43 S1P4.44 S1P21.45 S1P33.46 S2P14.47 S2P23.48 S2P18.49 S2P3.50 S2P7 y S3P1.51 Anotamos la abismal diferencia de la presencia de esta grafía en las demás islas, donde

se muestra mayoritaria en El Hierro y Gran Canaria, con registro medio en La Gomera y una notable disminución en La Palma y Tenerife.

ARQUEOLOGÍA Y CONSERVACIÓN: UN PROYECTO COMÚN

Cristina Ojeda Oliva

Diplomada en Conservación y Restauración de Bienes CulturalesTibicena. Arqueología y Patrimonio, SLPLas Palmas de Gran [email protected][Fotos: José Guillen Medina]

RESUMEN

Como resultado de los trabajos que la empresa de arqueología Tibicena. Arqueo-logía y Patrimonio SLP lleva desarrollando a lo largo de los últimos años, comple-mentado las labores de excavación y conservación, se ha demostrado la necesi-dad de introducir el trabajo de conservación y restauración de forma integrada y sincronizada en las labores del equipo arqueológico.

Esto ha supuesto el reto de compatibilizar la salvaguarda de los bienes arqueoló-gicos con la propia excavación, hasta encontrar todos los recursos que garanticen la conservación de los mismos. Utilizando para ello la convivencia entre ambas disciplinas desde el primer momento en el que se planifi ca una excavación.

El trabajo que aquí se presenta tiene su origen en criterios que se llevan asen-tando desde las recomendaciones de las primeras cartas internacionales dedica-das a la conservación y restauración (Atenas, 1931; Venecia, 1964; Bruselas, 1987; etc.). En consecuencia, se explicarán de forma básica parte de estos términos y criterios, para enlazarlos así con los trabajos que se han llevado a cabo en campo en las diferentes campañas desarrolladas por Tibicena, obteniendo como resul-tado más importante la obtención de información más precisa procedente de los bienes arqueológicos.

PALABRAS CLAVE: Conservación in situ, restauración,

yacimientos arqueológicos, Gran Canaria.

1.- INTRODUCCIÓN A LA

TERMINOLOGÍA

Se podría decir que si la fi nalidad de

la arqueología es traducir la cultura

material a través de la interpretación,

la fi nalidad de la conservación es ase-

gurar la permanencia de esa cultura

material y permitir de esta forma que

sea leída y que el documento histórico

permanezca y pueda ser interpretado

a través del tiempo (Porto Tenreiro, 2000).

Así mismo, se defi ne conservación como todos aquellos procesos que tie-

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nen como fi nalidad el mantenimiento de los bienes culturales. Es decir, con-servar los objetos en un estado con-creto, sin modifi car su apariencia.

La conservación trata de frenar el de-terioro por dos vías:

• Activa: es una respuesta al deterioro inexorable que sufren los bienes cul-turales. Consiste en frenarlo y luego reparar el daño (desalar, consolidar, fi jar, inhibir).

• Pasiva: aquellos procesos que tienen como fi nalidad frenar el deterioro sin reparar el daño = (también se co-noce como) conservación preven-

tiva, que puede ser:

- Externa: interviene en las condicio-nes externas que rodean al objeto (como por ejemplo el de crear una atmósfera adecuada mediante la creación de cubiertas temporales, o la seguridad, incendio-robo) =

preservar.

- Interna: intervienen en el propio objeto con el fi n de frenar el dete-rioro (como por ejemplo, el reali-zar un soporte).

Por otro lado, se defi ne la restaura-

ción como todos aquellos procesos que tienen como fi nalidad restituir la imagen perdida y la legibilidad del objeto para devolverle la unidad po-tencial; ya no hay intervenciones de urgencia, son tratamientos destinados a una presentación estética.

Es decir que, normalmente, el conser-vador que realiza los trabajos duran-te la excavación aplica siempre en su

mayoría tratamientos de conserva-ción, todos destinados a suavizar los impactos que sufren los materiales al cambio brusco de medio; por el con-trario los trabajos de restauración se aplicarán o no, dependiendo del futu-ro que se escoja para los bienes, tanto muebles como inmuebles.

2.- CRITERIOS FUNDAMENTALES

Para el entendimiento de los trabajos de conservación-restauración apli-cados a bienes arqueológicos que se pueden llevar a cabo in situ, es ne-cesario tener en cuenta una serie de conceptos fundamentales. Estos con-ceptos están ya establecidos y se rigen por las recomendaciones de las cartas internacionales:

• Mínima intervención: las interven-ciones exponen a la obra a un estrés físico y son pocos los materiales que garantizan la estabilidad y la reversi-bilidad.

• Preservación in situ: preferencia por el mantenimiento de las obras in situ, conservando su contexto.

• Diagnóstico previo imprescindible: apoyado en estudios e investigacio-nes.

• Actuaciones multidisciplinares: con la colaboración de especialistas en diferentes campos.

• Discernibilidad: toda intervención deberá ser reconocible. Las partes añadidas deben distinguirse del ori-ginal sin perturbar la lectura de la obra o conjunto.

• Reversibilidad: todos los tratamien-tos deben ser reversibles, sin dañar el original.

• Compatibilidad: los materiales em-pleados no deberán ocasionar da-ños físicos ni químicos, ni estéticos, modifi cando o alterando la compo-sición o aspecto estético de la obra.

• Documentación de las actuaciones:

con la creación, por ejemplo, de fi -chas de campo.

• Seguimiento posterior de la obra.

Es necesario, por todo ello, buscar un equilibrio a la hora de plantear las ac-tuaciones.

3.- EL TRABAJO DEL RESTAURADOR

En España, a lo largo de la historia, el papel del conservador-restaurador en una excavación arqueológica nunca fue muy relevante, no formaban parte de los equipos de campo. Únicamente cuando aparecía un material proble-mático o susceptible de musealización se llamaba al restaurador del museo, que acudía de manera excepcional.

No será hasta los años 80 que se em-pieza a ver la necesidad de un restau-rador durante los trabajos de excava-ción. Esto vendrá directamente rela-cionado con las nuevas tendencias de la arqueología: una arqueología ana-lítica y científi ca que necesita perso-nal especializado. El Instituto alemán y Casa Velázquez serían los primeros en introducir a un restaurador en sus equipos. En este sentido podemos plantear la siguiente pregunta: ¿Por qué se hace necesaria una interven-

ción de restauración en un yacimiento terrestre o subacuático?

Es sabido que el momento de la exca-vación puede resultar muy perjudicial para los restos arqueológicos ya que, por lo normal, se encuentran en un medio estable. La extracción de los materiales de su entorno terrestre o subacuático a un medio aéreo, supo-ne un estrés físico-químico que puede derivar en una importante pérdida de material y por tanto de la información que éstos nos puedan proporcionar. Para evitar que esto ocurra, es necesa-rio que se lleven a cabo tratamientos de conservación, tanto activos como pasivos, que permitan suavizar en la medida de lo posible este impacto. Y que los cambios bruscos que puedan sufrir no causen daños irreparables en los materiales.

La toma de decisiones sobre los trata-mientos a llevar a cabo deberían rea-lizarse en una fase previa a la excava-ción, es decir, formando parte de los trabajos de planifi cación, garantizan-do una correcta ejecución y manteni-miento de los mismos. De este modo, si se toman las medidas adecuadas de conservación preventiva, parte del tra-bajo de conservación in situ durante la excavación será innecesario.

4.- ACTUACIONES

Las actividades que se lleven a cabo dependerán en gran medida del me-dio en el que nos encontremos, ya sea en un medio marino, terrestre o lacus-tre. Aun así, existen unas pautas gene-rales que se pueden describir:

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4.1.- Recuperación de materiales con

evidentes signos de deterioro

Aquí se realizarán los primeros trata-mientos, entre los que se encuentran: limpiezas, preconsolidaciones, enga-sados y adhesiones.

Como ejemplo de estas actividades cabe destacar la campaña realizada por la empresa durante los meses de octubre-noviembre de 2009 en el yaci-miento de Finca Clavijo, en Guía, Gran Canaria. Se trata de una necrópolis del siglo XVI, probablemente de esclavos, en la que aparecieron una gran canti-dad de objetos personales asociados a los individuos, tales como pulseras de cuentas, pendientes-aretes de metal, una medalla e incluso una moneda, que después de su limpieza en el labo-ratorio pudimos datar como del siglo XVII. A la hora de extraer las cuentas del individuo de la fosa 3, se presenta el problema del estado de conserva-ción de las mismas, que se descom-

pa de lluvias fuertes; también hay que decir que es una zona muy expuesta a fuertes vientos y a otros elementos at-mosféricos, que condicionaron el es-tado de conservación tan precario de los restos óseos. En general, el lote de huesos presentaba una fuerte desco-hesión interna, con un alto grado de fragmentación, y con la superfi cie cu-bierta de craquelados. Esto provocaba que al quedar expuestos al medio aé-reo comenzaran a desintegrarse.

Las circunstancias adversas impedían una extracción segura de los restos, por lo que se decide ir haciendo una consolidación a la vez que se van ex-cavando. La consolidación se realizó con una resina acrílica en disolución en acetona y/o xileno en varias con-centraciones, aplicada en varias ca-pas; así mismo se dejaron parte de los esqueletos sin consolidar como mues-tra. Durante los trabajos de extracción también se realizaron adhesiones y

engasados puntuales donde fue nece-sario.

Todo este conjunto de acciones permi-tió una correcta lectura y documenta-ción de los restos in situ y con ello el rescate de información antes de su extracción y traslado. Hay que tener en cuenta que una vez consolidados, los restos dejan de ser aptos para cual-quier tipo de analítica, por lo que no se trata de practicar consolidaciones indiscriminadas, sino que requiere un importante estudio previo.

4.2.- Documentación paralela del es-

tado de conservación en el momen-

to de la excavación y documentación

in situ de los procedimientos

Debe quedar un registro de todas las intervenciones llevadas a cabo in situ sobre los materiales; muchas veces nos encontramos en yacimientos en

Fig. 1. Detalle in situ de las cuentas de natu-

raleza vítrea aparecidas en la fosa 3.

Fig. 2. Cuentas de pasta vítrea una vez ter-

minado el proceso de limpieza y estabiliza-

ción.

ponían una vez expuestas al nuevo medio por su alto grado de desvitrifi -cación. Por ello se decide realizar una extracción en bloque con el sedimen-to y un engasado perimetral, que nos permitió su correcta extracción y pos-terior transporte hasta el laboratorio provisional, donde se excavó con mé-todos más adecuados. Para la conso-lidación de este bloque de sedimento con las cuentas se usó un consolidante a base de una resina acrílica en aceto-na, de fácil reversibilidad, aplicada por inyección y por pulverizado. Una vez en el laboratorio provisional, gracias al método de extracción, se consiguen rescatar las 521 cuentas, que de otro modo, se hubieran perdido.

Otra intervención realizada in situ, en este caso sobre restos de naturaleza ósea, fue la llevada a cabo en el yaci-miento de Antigafo, en Agaete, Gran Canaria, donde aparecieron tres ente-rramientos funerarios aborígenes, que quedaron al descubierto tras una eta-

Figs. 3 y 4. Proceso de consolidación in situ de restos óseos.

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que se pueden enganchar a los estra-tos de descomposición de los objetos, pigmentos, etc.

Tratamiento ideal:

- Protección contra las variaciones de la humedad relativa y temperatura.

- Control de los agentes biológicos (uti-lización de materiales poco suscepti-bles a la colonización biológica).

- Separación de los objetos según su naturaleza.

- Resistencia a los choques, al uso y al envejecimiento.

- Características químicas determina-das, que no interactúen con el objeto.

- Amortización de las vibraciones.

- Permitir la correcta manipulación de los materiales.

Fig. 5. Ejemplo de fi chas de campo generadas por Tibicena

los cuales se han llevado a cabo tra-tamientos de conservación y restau-ración, y no ha quedado registro de muchas de estas intervenciones, por lo que en la campaña siguiente, al lle-gar un restaurador nuevo y aplicar sus propios tratamientos, estos pueden ser, o no, compatibles con los anterio-res. Es por esto que surge la necesidad de generar fi chas de campo en la que se detallen todas las acciones que se lleven a cabo durante la excavación, de manera que tanto bienes muebles como inmuebles vayan acompañados de un informe detallado con campos específi cos para el estado de conser-vación, productos y porcentajes de los productos aplicados, croquis, etc.

4.3.- Embalaje de las piezas

Otro factor importante a tener en cuenta es el embalaje de las piezas en el momento mismo de la excavación, para evitar la continuidad de los pro-cesos de alteración. Esta es una fase a la que apenas se le dedica tiempo, mu-chas piezas no tendrán otro embalaje que el que se les dé en este momento, y se suelen usar muchos materiales no adecuados; como, por ejemplo, el uso del algodón para embalajes de mate-riales que consideramos más débiles y de gran valor, siendo esto muy perju-dicial para los objetos arqueológicos ya que se trata de un material, por un lado, de naturaleza orgánica, y por otro, compuesto por pequeñas fi bras

Figs. 6 y 7. Proceso de extracción de cerámi-

cas de procedencia subacuática.

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Los embalajes habrá que adaptarlos según su función. Los primarios son los que se realizarán in situ, en el mis-mo momento de la extracción para su estabilización hasta su llegada al la-boratorio provisional; los secundarios serán los que haremos para su trans-porte desde el laboratorio hasta su destino fi nal, el museo.

Durante las intervenciones subacuá-ticas que desarrollamos en el mes de enero en las costas de la isla de La Graciosa, se llevaron a cabo trabajos de conservación-restauración enca-minados a minimizar los problemas de deterioro que se le presentan a los materiales arqueológicos procedentes de este medio. Dado que los mate-riales de procedencia subacuática re-quieren de unos medios diferentes a los de procedencia terrestre, antes de comenzar la extracción del material, se aseguró un espacio como laborato-rio temporal cercano al sitio de exca-vación, para llevar a cabo los procesos de estabilización necesarios. También se procuró todo el material y equipo necesario para realizar adecuadamen-te los procesos de extracción, trans-porte y almacenaje de las materiales. El izado de los objetos desde el yaci-miento hasta el barco supuso la utiliza-ción de una metodología previamente estudiada para cada extracción. En el caso del botijo (olive jar), dado el es-tado de conservación tan precario en el que se encontraba, se plantea un embalaje individual que permitió que, una vez extraído del lecho marino, su elevación y transporte hasta el labo-ratorio temporal se hiciera sin necesi-dad de manipularlo. Esto se consiguió mediante la elaboración de una cama rígida a base de una cesta perforada y

un acolchado con tejidos empapados de agua que, una vez fuera del agua, se usaron para taparla y retener la hu-medad hasta llegar al laboratorio pro-visional. Su elevación hasta la superfi -cie se hizo con varios submarinistas y con la ayuda de una boya deco, ase-gurando su estabilidad y el reparto de las fuerzas de forma regular por toda la superfi cie. Una vez allí, se comenzó con los baños de desalación en las cu-betas preparadas para ello.

Hubo que interrumpir el proceso de desalación para transportar las ce-rámicas desde La Graciosa hasta el centro de Tibicena en Las Palmas de Gran Canaria, donde se seguiría con el tratamiento. Para ello se idean unos embalajes en húmedo que impiden que las cerámicas se sequen hasta su llegada al laboratorio, evitando así el transporte de contenedores llenos de agua que aportan mucho más peso. Se recubre toda la pieza con planchas de espuma de poliuretano saturada de agua con fungicida, y se envuelve todo él en una capa de polietileno fl exible. Esta se adaptó bien a toda la superfi -cie del conjunto sellándola de la mejor manera posible, a fi n de que el objeto se mantenga húmedo en una cámara estanca. Por último se ajusta el cierre hermético de la caja con el fi n de evi-tar la evaporación del agua.

Otro recurso, en este caso para los em-balajes en seco, sería la utilización de diferentes espumas de tipo polietileno o poliuretano para crear camas rígidas o semifl exibles que sirvan de apoyo para piezas de resistencia mecánica más débil. Este tipo de embalajes vie-ne muy bien sobre todo para piezas de naturaleza metálica que aparente-

mente están en buen estado de con-servación, pero cuyo núcleo metálico probablemente esté muy deteriorado y que con un mínimo impacto o pre-sión acaban colapsando.

Como norma general, el transporte se debe amoldar a las piezas y no las piezas al transporte, ya que en esta última etapa los materiales sufren mu-cho. Los embalajes deben plantearse de manera que presenten elementos anti-vibraciones, anti-choques, resis-tentes a los arañazos, tratando de evi-tar cajas demasiado llenas o pesadas.

4.4.- Función de laboratorio

Toda excavación tiene que tener un laboratorio provisional para los pri-

meros tratamientos de estabilización

materiales: aplicar a los metales una atmósfera controlada y soportes ade-cuados; neutralización de los procesos de corrosión, adhesiones de fragmen-tos cerámicos que el arqueólogo con-sidere para el rescate de las formas; primeras limpiezas de los materiales como concreciones, tierras, etc.; es-tabilización de piezas de procedencia subacuática, elección del tipo de em-balajes secundarios. En este tiempo es donde, normalmente, se recupera la mayor parte de la información que nos pueda aportar el objeto. Como, por ejemplo, la limpieza de una meda-lla o moneda que nos pueda aportar más información sobre la datación del yacimiento.

4.5.- Trabajo en los restos inmuebles

que han quedado en el yacimiento

tras la excavación

Como consolidación de estructuras o pinturas rupestres. En el contexto ca-nario, este es quizás uno de los pasos

Fig. 8. Trabajos efectuados en el laboratorio

provisional.

Fig. 9. Reverso de moneda de 4 maravedís

perteneciente al yacimiento Finca Clavijo,

una vez terminada la limpieza y neutraliza-

ción de los procesos de corrosión.

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TRESmás conocidos dentro del trabajo de

conservación; cuando se termina de excavar se llama al conservador-res-taurador para que trabaje sobre las estructuras que van a permanecer in

situ. Pero hay que tener en cuenta que los trabajos sobre las estructuras inmuebles, también comienzan desde el mismo momento en que se empie-zan a exponer al nuevo medio, y que si no se toman medidas a tiempo podría perderse parte de la información que nos puedan aportar.

Aquí pongo el ejemplo del yacimiento de la bajada de Las Guayarminas, en Gáldar, donde aparecieron las estruc-turas de una casa aborigen. En cuanto comienzan los trabajos de exhuma-ción en la zona de la alcoba, empiezan a aparecer restos de almagre sobre los sillares que componen las paredes; al-magres que se encontraban muy dis-

gregados y que ya habían perdido toda su adherencia al soporte. Para evitar la pérdida parcial de los restos de pintura se decide actuar excavando los muros dejando un estrato de sedimento de unos cuatro centímetros que cubriera los almagres; es aquí donde comienza la intervención del restaurador que, para su limpieza, realiza un preconso-lidado a medida que se va eliminan-do con sumo cuidado este estrato de tierras.

Como son intervenciones que tienen que ser rápidas por los plazos con los que normalmente contamos, no se elimina la tierra en su totalidad, lo que requeriría una mayor inversión de tiempo, sino que se dejan para una in-tervención de cara a una futura pues-ta en valor del yacimiento. Finalmen-te se engasa todo el conjunto con el fi n de generar un fi lm protector para

Fig. 10. Fijación de los almagres aparecidos en el yacimiento de Las Guayarminas, Gáldar.Fig. 11. Consolidación in situ de fragmentos de enlucidos aparecidos en el yacimiento Solar

Norte de la Catedral de Las Palmas.

la posterior cubrición con geotextil y tierra. Hay que tener en cuenta que la permanencia de los bienes inmuebles en el sitio debe ser compatible con su conservación, lo que requiere futuras labores de mantenimiento, seguridad y protección.

La conservación, es un trabajo inter-

disciplinar en el que un gran número

de técnicos se sincroniza para minimi-

zar los riesgos que lleva la salvaguar-

da de los bienes, en este caso arqueo-

lógicos, ya que si bien todos tenemos

la obligación de conservar nuestro

patrimonio, la aplicación de técni-

cas para su pervivencia sólo debe ser

competencia de los técnicos cualifi ca-

dos para tal fi n (Díaz Martínez, 2005).

BIBLIOGRAFÍA

CALVO, A. (2003): Conservación y Res-

tauración. Materiales, técnicas y pro-

cedimientos: de la A a la Z. Ediciones del Serbal, Barcelona.

DÍAZ MARTINEZ, S. (2005): “La conser-vación de los yacimientos arqueológi-cos in situ”, Boletín Arkeolan, 13, Do-nostia-San Sebastián: pp. 109-130.

LABORDE MARQUEZE, A. (2005): “Con-servación en yacimientos arqueológi-cos”, Boletín Arkeolan, 13, Donostia-San Sebastián: pp. 28-46.

PEARSON, C. (1987): Conservation of

marine archaeological objects. But-terworth-Heinemann, Londres.

PORTO TENREIRO, Y. (2000): Medidas

urgentes de conservación en interven-

ciones arqueológicas. CAPA: Cadernos de arqueoloxía e patrimonio, Nº 13.

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ARQUEOLOGÍA Y LEGISLACIÓN

ANEXO

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N

MARCO LEGAL DE LA GESTIÓN DEL PATRIMONIO

ARQUEOLÓGICO*

Pilar Gómez Cortés

Técnica jurídica del Servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo de [email protected]

María Antonia Perera Betancort

Arqueóloga. Jefa del Servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo de [email protected]

PALABRAS CLAVES: Ley 4/99, de 15 de marzo, de Patrimonio Histórico de Canarias, Anteproyecto de la Ley de Patrimonio

Histórico y Cultural de Canarias, Arqueología.

RESUMEN

Las autoras han realizado un análisis comparativo del contenido en materia de arqueología entre el texto jurídico vigente, la Ley 4/99, de 15 de marzo, de Patrimonio Histórico de Canarias y el Anteproyecto de la Ley de Patrimonio Histórico y Cultural de Canarias que se encuentra en fase de aprobación.

1. DEFENSA DEL PATRIMONIO

ARQUEOLÓGICO

El patrimonio arqueológico forma par-te del concepto general del patrimonio histórico y cultural de Canarias (artícu-lo 2 de la Ley de Patrimonio Histórico de Canarias (en adelante LPHC) y del Anteproyecto de Ley (en adelante AL). En consecuencia, existe un deber ge-neral de la sociedad y de los poderes públicos de protegerlo, conservarlo, investigarlo y difundirlo (artículo 4 de la LPHC y del AL).

El AL simplifi ca y concretiza a la vez tal defi nición, ya que el artículo 60 de la LPHC centra su defi nición en la

metodología arqueológica, bienes inmuebles y muebles de carácter his-tórico susceptibles de ser estudiados con metodología arqueológica, hayan sido o no extraídos, y tanto si se en-cuentran en la superfi cie como en el subsuelo o en el mar territorial, para en párrafo aparte incluir la paleonto-logía. El artículo 43 del AL establece que lo integran los bienes muebles e inmuebles que contengan los valores que defi nen el patrimonio histórico y cultural de Canarias (artículo 2 del AL) que requieran aplicación de meto-dología arqueológica, se encuentren en superfi cie, subsuelo, en un medio acuático o hayan sido extraídos de su contexto original.

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A esta defi nición va ligada la condi-ción de Dominio Público de los bienes arqueológicos (artículo 61 de la LPHC y 44 del AL), que no pueden ser ob-jeto de tenencia, venta o exposición pública por las personas particulares o instituciones privadas. El AL elimi-na, respecto a la LPHC, el otorgar una condición especial de dominio público a los bienes pertenecientes al pasado aborigen canario.

De esta condición de dominio públi-co se deriva la obligación general de todas las personas físicas o jurídicas poseedoras de bienes de dominio pú-blico de entregarlos a las instituciones competentes para su custodia y con-servación.

Mientras que en la LPHC se recoge tal obligación en la Disposición Transito-ria Cuarta, el artículo 45 del AL esta-blece tal obligación como general y permamente, no sometida a plazo, a diferencia del año que se impone en la citada Disposición Transitoria Cuarta.

De tal condición deriva igualmente la persecución del saqueo y expolio, así como la competencia estatal (Ley

16/85, de 25 de junio de Patrimonio Histórico Español) respecto a la expor-tación ilegal de bienes muebles de do-minio público.

2. GRADOS DE PROTECCIÓN

La LPHC establece dos grados de pro-tección, la declaración de Bien de In-terés Cultural (BIC), con la categoría de Zona Arqueológica y las cartas ar-queológicas de ámbito municipal.

La declaración BIC, Zona Arqueoló-gica, se defi ne en el artículo 18.1, e) como el lugar o paraje donde existen bienes muebles o inmuebles represen-tativos de antiguas culturas, mientras que el artículo 23.1,e) conlleva la mis-ma defi nición pero acorde con la que realiza sobre el patrimonio arqueoló-gico, añade cuyo estudio requiera la

aplicación de la metodología arqueo-

lógica.

Asimismo en ambos textos legales se dispone la categoría BIC para la Colección de Bienes Muebles o Bien Mueble individualmente considerado con idénticas defi niciones, basadas en

el cumplimiento del requisito de que ostente valores históricos o culturales para su declaración.

El artículo 62.1 y 2 de tal ley declara, sin expediente incoado ni instruido al efecto, con categoría de Zona Arqueo-lógica todos los sitios, lugares, cuevas,

abrigos y soportes que contengan ma-

nifestaciones rupestres, así como con la categoría de Bien Mueble todas las

momias, fardos y mortajas funerarias

pertenecientes a las poblaciones pre-

hispánicas de las Islas Canarias cual-

quiera que sea su actual ubicación y

estado de conservación. Añade todas las colecciones de cerámica, incluidos ídolos y pintaderas, utensilios líticos, objetos de piel, madera, hueso, ma-terial malacológico, pecios y aquellas otras piezas fabricadas en materia ve-getal.

De conformidad con el artículo 23 de la LPHC los BIC deberán inscribirse en el Registro Canario de Bienes de Inte-

rés Cultural, como instrumento de pú-blico y general conocimiento.

La LPHC, en su artículo 64, establece la obligación de crear Cartas Arqueo-lógicas de ámbito municipal, instru-mento que se defi ne como de carác-ter interno de las administraciones, y donde se identifi carán, localizarán y serán inventariados los yacimientos arqueológicos de Canarias (territorial y subacuático).

El AL (artículo 5) establece como gra-dos de protección los BIC y su inscrip-ción en el Registro de Bienes de Interés Cultural y la Carta Insular de Bienes His-tóricos y Culturales como instrumen-to de protección de aquellos bienes muebles, inmuebles e inmateriales, que careciendo de los notorios valores que justifi can la declaración BIC, po-seen en cambio valores culturales de interés insular. Desaparecen las cartas arqueológicas como instrumentos de carácter exclusivamente administrati-

Foto 1. Vasija localizada en el Barranco del Cohón. Pájara, Fuerteventura.

Foto 2. Vista aérea de 2009 del yacimiento arqueológico de Fiquinineo, Lanzarote.

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vo, con la fi nalidad de dotar a la Carta Insular de fuerza vinculante. Los bie-nes incluidos en las cartas arqueológi-cas, a la entrada en vigor de la nueva ley, deberán incorporarse a alguno de los instrumentos de protección que en la misma se regula. Como novedad, respecto a las Zonas Arqueológicas se instará de ofi cio la inscripción de su declaración en el Registro de la Pro-piedad.

La LPHC establece la disposición de Planes Especiales de Protección como instrumentos de planeamiento ur-banístico, y el AL impone su carácter obligatorio introduciendo en el con-tenido básico de los Planes Especiales el análisis de la potencialidad arqueo-lógica del subsuelo, así como las me-didas protectoras en caso de afección.

3. RÉGIMEN DE INTERVENCIONES

El patrimonio arqueológico exige una metodología especifi ca no sólo para su estudio, intervención, puesta en uso, protección y conservación, sino además para su localización y carac-terización, ya que su signifi cación histórica viene defi nida por esta na-turaleza y por el contexto que explica y singulariza su existencia. Por eso en el AL se contemplan junto a las medi-das protectoras y correctoras, aquellas otras de carácter preventivo, ya que se trata de un patrimonio de amplia implantación en el territorio, de dispar cronología, entidad y materialidad y de extrema fragilidad. Tanto en la LPHC como en el AL respec-to a los BIC se establece un (1) régimen de autorizaciones para ejecutar inter-

venciones, obras y usos en los BIC y en sus entornos de protección (artículo 55 y siguientes de la LPHC y 65 del AL), añadiéndose como ya hemos indicado el (2) régimen de autorizaciones que se establece en la Carta Insular.

El artículo 66 y siguientes de la LPHC regulan el régimen de autorizaciones con relación a las intervenciones ar-queológicas, así como en el AL del ar-tículo 49 al 50. Tal materia actualmen-te se regula en el Decreto 262/2003, de 23 de septiembre, por el que se aprue-ba el Reglamento sobre Intervencio-nes Arqueológicas en la Comunidad Autónoma de Canarias, que resultará derogado expresamente a la entrada en vigor, en caso de aprobación del AL (Disposición Derogatoria Única). El AL introduce nuevas defi niciones de las intervenciones arqueológicas así como de su regulación e instrumenta-lización. Ambos documentos recogen disposiciones similares respecto a las cautelas y autorizaciones de despla-zamiento de estructuras de carácter arqueológico.

Este régimen de autorizaciones se apo-ya en órganos consultivos, tales como la Comisión Insular de Patrimonio His-tórico (y Cultural) y como novedad en el AL, se establece la obligatoriedad de creación de los Concejos Municipa-les de Patrimonio Histórico y Cultural (ahora de creación potestativa), y en ambos casos con un criterio de com-posición técnico especializado en la materia.

4. RÉGIMEN COMPETENCIAL Y DE

FUNCIONES

Respecto a los BIC, tanto en la LPHC como en el AL, corresponde a la Ad-ministración Pública de la Comunidad Autónoma la declaración de los mis-mos, y la gestión del Registro BIC. El AL introduce la competencia de incoar e instruir expedientes BIC en el caso de los bienes adscritos a su Patrimonio o a servicios públicos gestionados por ella y, cuando habiendo requerido al Cabildo correspondiente para que in-coe, no lo haya hecho en el plazo de dos meses.

Ambos textos recogen las competen-cias de autorización de intervenciones arqueológicas, la programación de investigaciones, la inspectora y san-cionadora en casos legalmente deter-minados. En el AL desaparece la Alta Inspección establecida en la LPHC, se impulsa la creación del Centro de Do-cumentación del Patrimonio Histórico (y Cultural en el AL), como medio para conseguir unidad documental actuali-zada de sus bienes históricos y cultura-les, así como su informatización.

El AL recoge la competencia de autori-zación de creación de Parques Arqueo-lógicos, así como la constitución de la Comisión de Valoración del Patrimo-nio Histórico y Cultural, órgano con-sultivo dependiente de la Comunidad Autónoma, que entre otras funciones ostenta la de valorar bienes descubier-tos en virtud de hallazgos casuales.

Los Cabildos Insulares mantienen en el AL un régimen competencial si-milar al de la LPHC, con la novedad de la creación de la Carta Insular y el

otorgamiento de autorizaciones fun-damentadas en la misma. Igualmen-te, ejercerán la función inspectora y sancionadora como un deber inexcu-sable.

Respecto a los museos arqueológicos insulares se mantiene la competencia del Título IV de la LPHC, ya que el AL decide no incluir en su texto materia museística al considerar que debe tramitarse una legislación específi ca (Disposición Transitoria Primera del AL). En consecuencia la totalidad de las islas deberán contar con su museo insular, siendo obligación de la Comu-nidad Autónoma su materialización.

En ambos textos se recoge la función de todas las administraciones públicas competentes de adoptar las medidas tendentes al regreso a su lugar de origen de los bienes arqueológicos. Cabe refl exionar en este punto sobre la polémica que surge cuando se plan-tea que en ocasiones el Patrimonio Arqueológico (Bienes Muebles o es-tructuras desplazadas) goza de mayor protección en un museo aunque éste radique fuera del lugar de origen de tal bien.

Igualmente, para ambas administra-ciones, tanto en uno como en otro texto se recogen funciones relativas a la difusión, fomento y disfrute del patrimonio histórico y cultural. De tal forma que, además de las medidas de exención fi scal y de subvenciones, como novedad en el AL se establece el deber de incluir en los planes de estu-dio de los distintos niveles del sistema educativo obligatorio el conocimiento del patrimonio histórico y cultural de Canarias y el reconocimiento ofi cial a

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personas que se distingan por su valor en defensa del mismo. No es sufi cien-te conocer, si no que es fundamental ser conscientes de que hay que prote-ger y trabajar las conciencias.

5. RÉGIMEN SANCIONADOR Y CÓDI-

GO PENAL

La LPHC y el AL establecen un régimen similar de infracciones y sanciones, que en el caso de AL se actualiza res-pecto al Texto Refundido de la Leyes de Ordenación del Territorio de Cana-rias y Espacios Naturales de Canarias.

Los artículos 323 y 324 del Código Pe-nal regulan el delito de daños contra el Patrimonio Arqueológico. En este caso, a diferencia del régimen sancio-nador administrativo, que sanciona las intervenciones realizadas sin la autori-zación preceptiva (carácter preventi-vo), la ley penal precisa la producción del daño para castigar.

Alejándonos de la temática compara-tiva del actual marco legal de la ges-tión del Patrimonio Arqueológico y de la nueva escena jurídica que se trami-ta, para centrarnos en los valores de esta parcela patrimonial, su situación, delegación de competencias y pro-puesta de elevación de expediente a Patrimonio Mundial, entendemos que desde que la materia del patrimonio histórico se gobierna y administra en las islas, la arqueología mantiene un signifi cativo peso en las administracio-nes con competencias, y en general en la ciudadanía para quien la histo-ria aborigen y la arqueología de las comunidades indígenas constituye su herencia cultural más preciada. Cuan-

do las competencias de componente patrimonial residen en la Comunidad Autónoma, antes del traslado parcial de las mismas a los cabildos insulares, la arqueología se convierte en un bas-tión importante en las negociaciones de este desplazamiento que afecta a su instrucción, hasta tal punto que en la actualidad, y fi nalmente después de que por la actual Ley de Patrimonio se formalizara esa transferencia a las mesas de los cabildos insulares, la Co-munidad se reserva algunas de ellas, en un claro ejemplo de ejercitar su vo-luntad de gestionar, ofi ciar y controlar aspectos de esta materia, como son las autorizaciones de las intervencio-nes arqueológicas que se realizan en el archipiélago, la denominada alta ins-pección, la coordinación del desarrollo investigador, que de ninguna manera residen en los cabildos insulares.

Siempre nos hemos preguntado si ese celo y esfuerzo de la Comunidad Au-tónoma por garantizarse la apropia-ción o conservación de determinadas competencias en materia arqueoló-gica se corresponde con el interés, preocupación, esmero y cuidado que toda administración debe profesar a la herencia cultural que gestiona, y cuya propiedad reside en la ciudadanía. Si ello indica responsabilizarse de la ex-celente salud que debe gozar, porque es consciente de su importancia y por el convencimiento que debe tener de la incapacidad de los cabildos in-sulares en gestionar de igual modo a cómo realiza ella esta delicada mate-ria o patrimonio. Igualmente nos inte-rrogamos por la naturaleza de la atrac-ción que ejerce esta temática en la co-munidad política –no en la ciudadanía para quienes el patrimonio es la me-

moria, el ayer, la conciencia de lo que somos, la puerta para la planifi cación del hoy y del futuro. La perseverancia de la Comunidad Autónoma en velar con diligencia y escrupulosidad por el Patrimonio Arqueológico de estas islas debe corresponderse con la importan-cia que ésta le da a este legado. Esta herencia gozará de valor sólo si se la proporcionamos, y así, substancial y transcendental la percibimos.

Desde el punto de vista científi co, te-niendo en cuenta la unidad de gestión única que debe desplegar el gobierno de la Comunidad Autónoma, con la suma de todos los cabildos insulares y los órganos consultivos que establece la legislación vigente, no es fácil sin-tetizar la cultura de las poblaciones aborígenes canarias, al tratarse de una materia altamente compleja, hete-rogénea y muy abundante, que con-serva más realidades que islas por las que se distribuyen sus evidencias. Se trata de sociedades que se desarrollan en cada isla, aisladas del resto y de su lugar de procedencia, emanándose

de ello múltiples variantes materiales de una misma expresión. De este ais-lamiento, con la aparente pérdida del conocimiento, o desconocimiento de las técnicas de navegación, derivan las características originales y únicas, ya sea en la producción de la industria material, estrategias de desarrollo, for-mas de adaptación a los medios físicos caracterizados por presentar diversos ecosistemas que demandan respues-tas adaptativas, bien sea en las islas desierto como Fuerteventura o Lan-zarote; islas bosques como La Palma o Gran Canaria, o constreñidas en su espacio como sucede en El Hierro, etc. que proporcionan un alto valor desde el punto de vista cultural. Canarias no sólo es el lugar geográfi co en el que de forma exclusiva se desarrollan las culturas amazigh en realidades insu-lares, sino que cada una de ellas con-forma un contexto y hechos diversos y diferenciados de los demás, incluso en aquellas islas como Fuerteventu-ra y Lanzarote, las cuales comparten gentilicio.

Foto 3. Inscripción rupestres en el frontal externo de la Cueva de Tajodeque, La Palma.

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La importancia de las culturas aboríge-nes se constata por las evidencias que permanecen en el ámbito terrestre o marino y por la situación en la que se encuentran otras islas de este océano. En efecto, Canarias constituye el úni-co archipiélago habitado del Atlántico antes de la llegada de la población europea atraída por su conocimiento, conquista o poblamiento. De la misma manera esta cultura se revaloriza por-que las islas permanecen alejadas del ámbito mediterráneo la mayor par-te del tiempo en el que se desarrolla en ellas las culturas amazigh. En esta variedad y aislamiento o alejamiento cultural y físico se constata la existen-cia de técnicas tan avanzadas como la práctica de momifi cación, que resul-tan inesperadas en este ámbito cultu-ral insular, especialmente si se trata de una práctica singularizada que se aleja de los procedimientos establecidos para otros espacios culturales, como puede ser el egipcio. Hablamos igual-mente de la tecnología que depuran para trabajar la piedra en un medio físico carente de metales, disponibles en su lugar de origen, de la organiza-ción social que alcanzan, por ejem-plo en Gran Canaria con presencia de graneros colectivos, sistemas de riego por acequias, necrópolis de signifi ca-tivo desarrollo, técnicas constructivas caracterizadas, módulos arquitectó-nicos habitacionales conectados por tramos de calles, enterramientos en vasijas, cuevas pintadas, exquisito co-nocimiento de los aconteceres en la bóveda celeste, etc.

El origen de la población canaria lo encontramos –con todas las dudas razonables– en grupos norteafricanos emparentados con las culturas pre-

rromanas, que la población europea conoce antes de 1339, fecha en la que Lancelotto Malocello denomina con su nombre a la “Insula di Lanzarotus Ma-locellus”, tal y como recoge el mapa de Angelino Dulcert, que se sitúa jun-to a Fuerteventura, Isla de Lobos –Vegi

marini–, La Graciosa y La Alegranza. Estas islas igualmente refl ejan su pe-culiaridad en la existencia y práctica del silbo como recurso o mecanismo de comunicación en lugares agrestes como La Gomera y El Hierro –islas en los que pervive– o territorios llanos y extensos tal como Fuerteventura y Lanzarote. El inmenso valor cultural se manifi esta asimismo en sus sistemas escriturarios, confi rmándose una es-crupulosa correspondencia y afi nidad entre los alfabetos líbico–bereber del Norte de África y de las Islas Canarias. De esta parcela arqueológica, las ma-nifestaciones rupestres, disponemos de contenidos actualizados por la con-tinuidad que experimentan las investi-gaciones desarrolladas especialmente en el archipiélago. E igualmente se particulariza el conocimiento sobre la escritura líbico–canaria, documen-tada por ahora sólo en Fuerteventura y Lanzarote, aunque existen ejemplos de surgimiento de sistemas nuevos de escritura entre la comunidad libia sustentada en los continuos contactos que ésta experimenta con la población romana, especialmente en el sur libio. Paralelo a la existencia de escritura lí-bico–bereber se encuentra en las dos islas canarias citadas un frecuente re-gistro de manifestaciones rupestres fi -gurativas podomorfas, extensamente atestiguada para el Norte de África, cuyo registro en estas dos islas se en-cuentra en notable aumento.

Actualmente el estudio de la escritura líbico–canaria constituye una de las vías de investigación más interesantes, especialmente ahora cuando desde la Dirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural se impulsa un es-tudio que afecta a todo el archipiélago y que como consecuencia de su desa-rrollo en Fuerteventura y Lanzarote ha experimentado un excepcional au-mento en el registro escriturario, del que ya éramos conscientes desde que trabajáramos yacimientos tan excep-cionales como Barranco del Cabadero, Morro Pinacho, Jacomar, Montaña del Sombrero, Montaña Blanca de Arriba, Morrete de la Tierra Mala y, con otro orden de contenido, Montaña de Tin-daya, o bien Montaña Tenésara, Cejo Romero, Castillejo, Cueva Palomas, Montaña Guatisea, Peña de Luis Ca-brera, Peña Juan del Hierro, etc.

Este estudio arroja datos cuantitativos que delatan un carácter subsidiario o residual de la escritura líbico–bereber en benefi cio de la líbico–canaria en

Fuerteventura y Lanzarote. En 2003 y 2004 Lanzarote aporta a la arqueolo-gía del archipiélago una suma reve-ladora de manifestaciones rupestres que se sintetizan en canales, cazoletas, cazoletas con canalillos y almogarenes que acogen preferentemente las la-deras de las montañas del frente Este insular y en menor medida los barran-cos. Ambas unidades de acogida cul-tural se encuentran provistas de toba, gea elegida para esculpir estas expre-siones, si bien con menor frecuencia se reconocen en soportes basálticos, como sucede en la Caldera de Gua-napay o Montaña de Guardilama. Éste último enclave muestra un conjunto de bloques de toba de considerables dimensiones, alcanzando el más signi-fi cativo 5 metros de largo con 4 caras perfectamente esculpidas de 30 cen-tímetros de ancho cada una de ellas. Esta isla contribuye, desde la década de los sesenta del pasado siglo, con las denominadas Quesera de Zonzamas y las de Régulo o de Bravo, pero es a partir de la anualidad citada, 2003,

Foto 4. Canales rupestres de Arico. Tenerife.

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cuando se visibilizan en el territorio las expresiones rupestres de canales, cazoletas, cazoletas con canalillos y al-mogarenes en más de 34 montañas y 12 barrancos.

Las características de estas expresio-nes estéticas o representacionales responden igualmente a una cultura visual, que por ahora ha pasado inad-vertida, no así su vertiente simbólica e ideológica. De igual condición, las ma-nifestaciones rupestres establecen una fuente documental de primer orden para abordar las estrategias sociales en la construcción de la realidad. Es-tudiando estas expresiones nos damos cuenta de lo que existe en el espacio, de lo que es visible y perceptible en él, y además de aquello otro que se hace visible y comprensible, y hasta ese en-tonces permanece invisible y opaco. Desde el punto de vista arqueológico, un hecho es lo que se ve, otro lo que se hace notorio y patente en el espa-cio con estas intervenciones rupestres y además lo que permanece invisible porque sigue sin verse, sin existir. En las intervenciones rupestres, con inde-pendencia de su concepción artística o no, intervienen múltiples niveles y ámbitos o espacios ontológicos: lo que existe antes de la intervención, lo que existe a posteriori, lo que no existe pero es, al no presentarse como exis-tencia empírica pero está involucrado en el contexto social; lo que no exis-te porque no fue, el vacío posterior a cada existencia, lo que no existe por-que no es, el vacío previo a cualquier existencia.

Desde el punto de vista genético, la población aborigen canaria posee ras-gos individualizables con sus ancestros

del continente africano como resulta-do del ya citado aislamiento, resultan-do objeto de estudio la pervivencia y reproducción de la población gomera y en mayor grado la bimbache, donde debido a las dimensiones físicas de es-tas dos islas convergen las condiciones mínimas necesarias para que un gru-po humano se desarrolle.

Las especialistas que desarrollan su temática investigadora en las islas re-conocen la pervivencia de contenidos de procedencia aborigen en elemen-tos culturales, como es la elaboración de piezas cerámicas de factura tradi-cional, el desarrollo de la ganadería de cabras y ovejas, sistemas de pesca, recolección terrestre y marina, técnica de preparado y conservación de ali-mentos, topónimos, remedios medici-nales, etc. Es decir, en las islas existe la impronta que recuerda y sustenta al pasado. En el plano científi co ello es así, y sin abandonar éste, de manera sistemática, con una intención clara-mente terminativa.

Sabemos que buena parte de la pobla-ción se siente muy unida a esta cultu-ra, al considerarse parienta cercana de ella, sin que esto signifi que portar un corsé que constriñe el cuerpo o difi cul-ta la respiración de la persona que así interiorice esta cultura. Al contrario, al contar con elementos con los que identifi carse, que resultan referencias útiles para construir el pasado y vivir el presente sin ataduras ni higiénicas im-pertinencias ideológicas que funcio-nan como lastres en la relación, que sólo por instintos naturales, debemos mantener con sumo grado con la ve-cindad de todo el planeta.

Dado el alto contenido ideológico que afecta a la arqueología canaria, como a otras tantas del mundo, en tanto constituye una prueba evidente de la existencia de vínculos con el pasado, hemos de abordar su estudio recono-ciendo la importancia de los aspectos teóricos y tomando conciencia de que cada sociedad es una entidad propia y particular a su tiempo, pero que a la vez sólo constituye otro registro, otra indumentaria de un único personaje, el humano que habita en este plane-ta, que no deja de metastatizarse para conseguir índices de peculiaridad en su cultura con dos únicos fi nes: perpe-tuarse y agrandar la herencia cultural del planeta Tierra.

Es tan importante el pasado, la ar-queología de las islas, su historia abo-rigen, la suma de otras tantas historias porque la portamos en el cerebro, y porque sin este pasado no podemos saber lo que somos, ni quiénes somos en este presente, que ya es pasado.

Agradeciendo que se nos permita una licencia con el siguiente comen-tario relativo a la insistente expresión o enunciado de que las personas que nos ocupamos de la arqueología o de buscar las raíces de una cultura siem-pre nos andemos por las ramas, ma-nifestamos que, si nos encontramos en ellas, en estos tallos resulta un ex-celente acontecimiento porque inevi-tablemente ellos nos van a orientar y conducir al tronco y éste a las raíces. Es en las ramas y en las hojas donde tomamos consciencia de la maraña, espesura y complejidad que tiene cada pregunta que nos hacemos acerca del pasado.

El problema no es que no tengamos respuestas para los muchísimos inte-rrogantes. El inconveniente lo vemos en lo difícil que resulta plantear la pregunta correcta, que no la adecua-da, porque su respuesta se deriva del trabajo y para encauzar o desarrollar éste, lo esencial es diseñar un trayec-to, un camino, una rama que nos dirija hacia el tronco para que a través de él alcancemos las raíces, éstas que ya sabemos dónde se localizan o encuen-tran. Si bien la arqueología e historia de las poblaciones aborígenes están cargadas de incógnitas que arrastra-mos desde hace siglos, las respuestas no las obtendremos saltando al vacío, inventando o imaginando el paso de un fenicio que solo existe en nuestra mente, experimentando la respiración a nuestro paso por un abismo de libre, larga y estrepitosa caída que garantice el rebote. Por el contrario, la respuesta a la pregunta correcta la obtendremos tirando del hilo que sujetamos como un tesoro en la mano, siguiendo el camino que hemos trazado pero que todavía no hemos recorrido.

AGRADECIMIENTOS

Deseamos agradecer a la Dirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural y a toda la organización de Arqueomac la invitación para partici-par en este encuentro, ya que ello nos posibilita refl exionar y contrastar los diferentes puntos de vista que pueden existir entre las demás personas po-nentes y público especialista en esta temática.

La Consejería de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, a

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través la Dirección General de Coope-ración y Patrimonio Cultural ha insta-do y elaborado junto con los cabildos insulares una profunda remodelación de la vigente Ley 4/99, de 15 de marzo, de Patrimonio Histórico de Canarias, que se ha materializado en el Ante-proyecto de Ley de Patrimonio Histó-rico y Cultural de Canarias, la cual se encuentra en fase de aprobación por parte del Gobierno.

Debido a este trámite de un nuevo texto legal para enmarcar la defensa del Patrimonio Arqueológico consi-deramos oportuno realizar un análisis

comparativo entre ambos documen-tos sobre dicha materia. Contando con el visto bueno de la Ilma. Directora Ge-neral y con la prudencia que demanda un texto legislativo en fase de aproba-ción, seguiremos esta propuesta, no sin antes recordar a todo el personal técnico de los Servicios de Patrimonio Histórico de los cabildos insulares que han participado en el anteproyecto, especialmente a Santiago Febles, Ma-ría Luisa Sintes y Ángeles Ojeda de las que personalmente aprendimos mu-cho y también nos divertimos, a pesar de estar inmersas en la redacción de un texto legal.

* El presente texto fue leído durante el I Encuentro Arqueomac sobre gestión

del patrimonio arqueológico, celebrado en la Casa de los Coroneles de Fuer-teventura en noviembre de 2010, y sustituye al publicado en las Actas (2011; pp. 179-183) del mismo, donde por error apareció incompleto.

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