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XIVCONGRESONACIONALDESOCIOLOGA ENCASTILLALAMANCHA

IGUALDAD,DESARROLLO YCOOPERACIN 13,14y15denoviembrede2009 PalaciodelosCondesdeValdeparaso, Almagro(CiudadReal)

Organizadopor:

Editadoycoordinadopor: SaraGallegoTrijuequeyMaraGmezEscarda

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Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseo de la cubierta, puede reproducirse o transmitirse con nimo de lucro por ningn procedimiento electrnico o mecnico, incluyendo fotocopia, grabacin magntica o cualquier almacenamiento de informacin y sistemas de recuperacin, sin permiso escrito de los autores, del Centro de Iniciativas de Cooperacin al Desarrollo (Universidad de Alcal) y de la Asociacin Castellano-Manchega de Sociologa. El objetivo del mismo es la transmisin de conocimiento cientfico, por lo que se permite su uso con tal finalidad siempre que se cite la fuente de procedencia. Primera edicin: 2009. 2009, Los autores, el Centro de Iniciativas de Cooperacin al Desarrollo (Universidad de Alcal) y la Asociacin Castellano-Manchega de Sociologa.

Edita: Centro de Iniciativas de Cooperacin al Desarrollo (Universidad de Alcal). Asociacin Castellano-Manchega de Sociologa. Facultad de Ciencias Jurdicas y Sociales, Convento de San Pedro Mrtir, s/n. 45071, Toledo (Espaa) E-mail: [email protected] Http://www.acms.es Coordinadoras de la obra: Sara Gallego Trijueque y Mara Gmez Escarda. Ilustracin de cubierta: Sergio Bleda Villada. Diseo grfico: Ascensin Medina Garca ISBN: 978-84-692-6633-5 Depsito Legal: M-42541-2009 Maquetacin e impresin: REPROGRAFA DOPPEL, S.L., c/ Bruselas, 46 A EURPOLIS 28232 Las Rozas (Madrid) www.reprodoppel.com

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NDICENDICE .............................................................................................................................................3 I. SOCIOLOGA MILITAR.............................................................................................................9 LAS RELACIONES CVICO-MILITARES, EN EL MARCO DE LAS NUEVAS AMENAZAS A LA SEGURIDAD EN AMRICA LATINA ..............................................11 Matilde Ach Cordero, InstitutoUniversitarioGeneralGutirrezMellado PROTECCIN Y RECUPERACIN DE INFRAESTRUCTURAS CRTICAS FRENTE A CIBERATAQUES: EL CASO DE ESTONIA EN 2007..........................................................19 Raquel Regueiro Dubra y M Pilar Marcn Valbuena, InstitutoUniversitarioGeneral GutirrezMellado LUCES Y SOMBRAS DEL IDENTITARISMO MILITAR .........................................................27 Enrique Vega Fernndez, InstitutoUniversitarioGeneralGutirrezMellado II. SOCIOLOGA DEL GNERO.................................................................................................39 NUEVAS MASCULINIDADES? SOBRE LA POSICIN DE LOS GRUPOS DE HOMBRES POR LA IGUALDAD EN EL MOVIMIENTO FEMINISTA ..........................41 Ana Isabel Blanco y Adelina Rodrguez, UniversidaddeLen LA ORGANIZACIN DEL ESPRITU EMPRESARIAL EN CATALUA...........................53 Ignasi Brunet Icart y Francesc Valls Fonayet, UniversitatRoviraiVirgili MEMORIAS DE GNERO: LAS TRES MEMORIAS (UNA APORTACIN A LAS CC. SOCIALES DESDE LOS ESTUDIOS DE GNERO Y EL ENFOQUE BIOGRFICO) ....69 Mara Antonia Garca de Len lvarez, UniversidadComplutense Y JUNTAS DOMINAREMOS LA CIBERGALAXIA. REFLEXIONES MARGINALES SOBRE EL CIBERFEMINISMO ..............................................................................................81 Almudena Garca Manso y Eduardo Daz Cano, UniversidadReyJuanCarlos, Jos Luis Anta Flez, UniversidaddeJaen IGUALDAD: UN DERECHO HUMANO NO FEMINIZADO ...............................................99 Mara G. Gmez y Patio, UniversidaddeZaragoza DEL SIGLO XXI AL NUEVO MUNDO, ESTEREOTIPOS Y PUBLICIDAD EN EL 1900: UNA VISIN RETROACTIVA ..................................................................................111 Ana Mara Juan Amat, UniversidadReyJuanCarlos INTERVENCIN EN VIOLENCIA DE GNERO: UNA EXPERIENCIA DE TRABAJO EN RED ...................................................................................................................................135 Carmen Mesa Raya y Gabriela Delsignore, InstitutoAragonsdelaMujer NARRATIVAS DEL YO DE MUJERES DE CLASES POPULARES: DIMENSIONES DE ANLISIS PARA EL ESTUDIO DEL CAMBIO SOCIAL .................................................151 Pilar Parra Contreras, UniversidadComplutense

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Y SI APLICARAS LA PERSPECTIVA DE GNERO AL CONSUMO RESPONSABLE QU VERAS? ......................................................................................................................167 Concepcin Pieiro, Mara Jos Daz, Diego Garca, Amanda Jimnez, Mireya Palavecino, Roco Martn y Javier Benayas, UniversidadAutnomadeMadrid CIEN AOS DE PRESENCIA FEMENINA EN LA UNIVERSIDAD ESPAOLA ...........183 Adelina Rodrguez Pacios y Ana Isabel Blanco Garca, UniversidaddeLen GNERO, PRCTICAS DEPORTIVAS Y ASOCIACIONISMO. UN ESTUDIO COMPARADO ENTRE CATALUA, CASTILLA- LA MANCHA, REGIN DE MURCIA Y PAS VASCO.....................................................................................................197 Nicols Soriano Pacheco, UniversidaddeMurcia e Itxasne Sagarzazu Olaizola, UniversitatAutnomadeBarcelona NARRATIVAS HUMANITARIAS Y DISCURSOS COLONIALES EN LA INDIA: EL HOGAR BURGUS COMO EXTENSIN DEL IMPERIO...............................................207 Alejandra Val Cubero, UniversidadCarlosIII III. INVESTIGACIN Y MTODOS ........................................................................................217 MUSEOS CENTROS DE ARTE CONTEMPORNEO DE LA POSMODERNIDAD ........219 Aida Anguiano de Miguel, UniversidadReyJuanCarlos LA MIGRACIN: INDIVIDUALIDAD COLECTIVA ...........................................................237 Almudena Garca Manso y Eduardo Daz Cano, UniversidadReyJuanCarlos ANLISIS PARA LA ACTUACIN SOBRE LAS RELACIONES SOCIALES ENTRE GRUPOS TNICOS EN EL ESPACIO DE BARRIOS URBANOS ...................................261 Juan Jos Garca, Ana Milln y Pilar Ortiz, UniversidaddeMurcia INDICADORES DE INTEGRACIN EN LAS AULAS CON ALUMNOS INMIGRANTES .....................................................................................................................279 Plcido Guardiola Jimnez, UniversidaddeMurcia LOS INMIGRANTES: NUEVOS USUARIOS DE LOS SERVICIOS SOCIALES .................289 Antonio Gutirrez Resa, UniversidadNacionaldeEducacinaDistancia CONSUMO DE DROGAS ENTRE LOS ESTUDIANTES DE LA UNIVERSIDAD DE HUELVA. UNA COMPARATIVA CON LA POBLACIN ANDALUZA....................303 Isidro Marn, Jos Ignacio Aguaded, Ramn Tirado y Ana Mara Carrasco, UniversidaddeHuelva EL PROCESO DE GENTRIFICACIN EN EL MUNICIPIO DE MADRID (1996-2001) ...317 scar Muoz Carrera, ObservatorioMetropolitanodeMadrid LA INTERVENCIN DE LOS PODERES PBLICOS EN LA CREACIN Y PROMOCIN DE LA IDENTIDAD DEL COLECTIVO INMIGRANTE EN EL DISTRITO CENTRO DE LA CIUDAD DE MADRID .......................................................333 scar Muoz Carrera, ObservatorioMetropolitanodeMadrid

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PROPUESTA DE UN MODELO DE ANLISIS DEL CLIMA LABORAL BASADO EN LA GESTIN POR COMPETENCIAS. ...............................................................................349 ngel Olaz Capitn, UniversidaddeMurcia AUDITORA SOCIOLABORAL DE RECURSOS HUMANOS. RELACIN ENTRE CULTURA ORGANIZATIVA Y CLIMA LABORAL........................................................363 ngel Olaz, Pilar Ortiz y M Isabel SnchezMora, UniversidaddeMurcia COMUNICACIN INFORMAL: UN VIAJE CARGADO DE DATOS................................377 Francisco Jos Ramiro de la Mata, UniversidadReyJuanCarlos

IV. SOCIOLOGA GENERAL Y TEORA SOCIOLGICA ...................................................393 IDEAS Y DESARROLLO: PROPUESTAS PARA UNA SOCIEDAD TECNOPLICA EN EL PENSAMIENTO ORGANIZATIVO ESPAOL ..........................................................395 Jos M. Corts Mart, UniversidaddeBarcelona LA SOCIEDAD Y EL OTRO MEDIO AMBIENTE..................................................................409 Manuel Daz Cano, TcnicodeMedioAmbiente, Eduardo Daz Cano, UniversidadReyJuanCarlos SOBRE LA DIVERSIDAD DE MANIFESTACIONES Y EFECTOS DE LA GLOBALIZACIN ................................................................................................................433 Francisco Entrena Durn, UniversidaddeGranada LA CONSTRUCCIN SOCIAL DE LOS IMAGINARIOS SEMICOMUNALES. UNA APROXIMACIN TERICA A LAS ORGANIZACIONES SOCIALES MATRILINEALES ANDALUZAS.......................................................................................455 Antonio Garca Bentez, UniversidaddeSevilla TEORAS DEL CONFLICTO Y NEGOCIACIN POLTICA ...............................................469 Jaime Hormigos Ruiz, UniversidadReyJuanCarlos CULTURA Y CIVILIZACIN: HACIA UNA DEFINICIN OPERATIVA........................487 Antonio Martn Cabello, UniversidadReyJuanCarlos EMPLEO GENERADO Y COSTE SOCIAL EN LA IMPLANTACIN DEL SISTEMA DE AUTONOMA Y ATENCIN A LA DEPENDENCIA EN CASTILLA LA MANCHA...............................................................................................................................499 Natalia Simn Medina y Daniel Olaya, UniversidaddeCastillaLaMancha V. CIENCIA POLTICA Y DE LA ADMINISTRACIN........................................................511 LA DESCENTRALIZACIN DEL SISTEMA SANITARIO ESPAOL: LUCES Y SOMBRAS ...............................................................................................................................513 Marta Aguilar Gil, UniversidadReyJuanCarlos Jos Mara Bleda Garca, UniversidaddeCastillaLaMancha

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UNA PERSPECTIVA ROUSSEAUNIANA DE LA ESCLAVITUD: LAS FORMAS DEL DOMINIO EN LAS DEMOCRACIAS POSTMODERNAS ..............................................525 Francisco Collado Campaa, UniversidadPablodeOlavide EL ESTUDIO DEL LENGUAJE POLTICO: DE LA VA LINGSTICA A LA SOCIOLGICA......................................................................................................................539 Francisco Collado Campaa y Jos Francisco Jimnez Daz, UniversidadPablodeOlavide UNA APUESTA POR LA SOCIEDAD. INICIATIVA PARA INCREMENTAR LA SEGURIDAD CIUDADANA MEDIANTE LA PARTICIPACIN VECINAL EN EL DISTRITO DE VILLAVERDE (MADRID) ..........................................................................553 Rafael Conde Melguizo, GrupodeInvestigacinCibersomosaguas:CulturaDigitaly MovimientosSociales GOBERNANZA Y PARTICIPACIN CIUDADANA EN CASTILLA-LA MANCHA.....567 Mara Martnez Andrs, Francisco de los Cobos Arteaga, UniversidaddeCastillaLaMancha LA POLTICA DE VIVIENDA EN FRANCIA ........................................................................579 Eguzki Urteaga, UniversidaddelPasVasco PRINCIPIOS Y FUNDAMENTOS DE LAS POLTICAS SOCIALES EN FRANCIA .........599 Eguzki Urteaga, UniversidaddelPasVasco VI. COOPERACIN, DESARROLLO Y CODESARROLLO.................................................615 FUGA DE CEREBROS: FRICA FRENTE A SU PROPIO DESTINO..................................617 Mohamed Boundi Boundi, CrculodeInvestigacinparalaInmigracin,elDesarrolloy laCooperacin(CIIDYC) LOS VALORES DE LOS INMIGRANTES ASITICOS EN LA COMUNIDAD DE MADRID: ENTRE ORIENTE Y OCCIDENTE ...................................................................631 Miguel Clemente y Pablo Espinosa, UniversidaddeLaCorua; Octavio Ua, UniversidadReyJuanCarlos; y Mercedes Fernndez Antn, UniversidadComplutense EL DESARROLLO DE UN MUNICIPIO ESPAOL. ANLISIS DE EL EJIDO EN ALMERA ...............................................................................................................................645 Jos Francisco Jimnez Daz, UniversidadPablodeOlavide DESIGUALDAD, DESARROLLO Y REPRESENTACIONES EN MUNDOS PERIFRICOS.........................................................................................................................663 Pilar Jimeno Salvatierra, UniversidadAutnomadeMadrid EMPRESARIOS DE CASAS RURALES EN REAS ALEJADAS. PERSPECTIVAS Y VALORACIONES DEL MEDIO RURAL DONDE SE INSTALAN. EL CASO DE LAS VILLUERCAS Y SIERRA DE GATA (EXTREMADURA - ESPAA) ....................677 Marcelo Snchez-Oro y Jos Antonio Prez, UniversidaddeExtremadura

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LAS APORTACIONES DEL MODELO ESPAOL DE CODESARROLLO AL DEBATE SOBRE LA VINCULACIN POSITIVA ENTRE LA MIGRACIN Y EL DESARROLLO .......................................................................................................................701 Anna Sanmartn Ort, UniversidadComplutense ESTEREOTIPOS DE LAS NACIONALIDADES ASITICAS Y DE LA IMAGEN DE ESPAA EN LOS INMIGRANTES ASITICOS EN LA COMUNIDAD DE MADRID .................................................................................................................................713 Octavio Ua, UniversidadReyJuanCarlos; Miguel Clemente y Pablo Espinosa, Universidadde LaCorua y Mercedes Fernndez Antn, UniversidadComplutense

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I.SOCIOLOGAMILITAR

LASRELACIONESCVICOMILITARES,ENELMARCODELASNUEVAS AMENAZASALASEGURIDADENAMRICALATINA MatildeAchCorderoInstitutoUniversitarioGeneralGutirrezMellado

Fuente: http://politicaparaprincipiantes.wordpress.com/2008/08/ visitada el 28/07/2009

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INTRODUCCIN Amrica Latina es sin duda una regin en la que los fantasmas de la represin militar an rondan por los palacios de gobierno, pese a la llegada de la democracia, despus de aos de regmenes dictatoriales guiados o apoyados por las fuerzas militares. Las esperanzas depositadas en la dcada de los 80 y los 90 en la posibilidad de no sufrir nunca ms violaciones de derechos humanos, persecuciones y represiones, subindose al carro de una democracia que prometa otorgar estabilidad y seguridad a los ya tan sufridos pueblos de Amrica Latina, son hoy, llegado el siglo XXI, solamente un recuerdo ms. La confianza y la ilusin puestas en la democracia han quedado reemplazadas por la frustracin generalizada, la incertidumbre y el desaliento de cara a un futuro que no se vislumbra prometedor. Esta visin pesimista, que impera actualmente en muchas de las sociedades latinoamericanas solo es comprensible si se realiza una mirada al pasado y al presente de esta regin, ello nos permitir a su vez poder mirar hacia delante, en busca de un futuro que ofrezca un horizonte ms afortunado, donde los errores del pasado no vuelvan a repetirse, como Carlos Malamud afirma: La bsqueda de pautas que permitan comprender mejor el futuro poltico del continente se intensifica ante el temor de que reaparezcan algunos de los demonios familiares(MALAMUD, 2009). El anlisis que se har a continuacin versar sobre los procesos de transformacin que han, o que debieran haber, experimentado las relaciones cvico-militares en Amrica Latina. As pues, primero se realizar una mirada hacia el pasado, la llegada de la democracia y posteriormente, de cara al futuro se analizar la seguridad hemisfrica y posteriormente, las nuevas amenazas, todo ello desde la perspectiva de la sociologa militar. LAS RELACIONES CVICOMILITARES EN AMRICA LATINA: UNA MIRADAHACIAELPASADO En un principio las Fuerzas Armadas fueron consideradas segn, Juan Rial, como un cuerpo separado de la sociedad, un estamento con sus propias reglas que si bien serva a un Estado se estableca un espacio de accin propio (MALAMUD, 2009), se hace referencia pues a que los militares poseen en el marco

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de las organizaciones estatales una autonoma relativa (VARAS, 1988). Ello se aprovech durante la poca en que los regmenes dictatoriales, principalmente militares, impusieron por la fuerza la llamada doctrina de la seguridad nacional, que en su perspectiva clsica posea un marcado nfasis en lo militar y cuyo objetivo mximo era el de proteger al Estado, a nivel internacional del enemigo comunista y a nivel interno de los llamados movimientos subversivos. De este modo se instaur una supuesta lucha contra movimientos marxistas que pretendan apoderarse del Estado al que, por tanto, era preciso proteger a cualquier costo. Amrica Latina se vio pues sumergida bajo diversas dictaduras, que es verdad fueron distintas segn el pas, pero dictaduras al fin y al cabo. En algunos casos estos regmenes se caracterizaron por ocuparse de que el Estado, regido por militares, controlase los recursos. Otros, sin embargo, se dedicaban a la represin poltico-ideolgica. Podramos incluso identificar algunos regmenes con la guerra contrarrevolucionaria de la doctrina francesa. Los militares eran en definitiva el smbolo de la fuerza de represin del Estado. Durante aquellos aos, en que la represin y la violacin de derechos era la tnica de todos los das, la figura del militar se fue cada vez ms alejando del resto de la sociedad, y es que la carrera militar en Amrica se caracterizaba por su corte imponentemente poltico. Tanto es as que, autores como Dirk Kruijt y Kees Koonings afirmaban que durante los ltimos doscientos aos la carrera militar constitua a menudo el camino ms rpido y seguro para llegar a la jefatura mxima de la nacin. Las fuerzas armadas en Amrica Latina ejercieron este rol poltico auto-asignado desarrollando papeles de institucin protectora de la Constitucin, fuerza estabilizadora y otros similares, con lo que justificaban su intervencin y la ejercan con total impunidad. LAS RELACIONES CVICOMILITARES EN AMRICA LATINA: LA LLEGADADELADEMOCRACIA Las dos ltimas dcadas del siglo pasado trajeron consigo un cambio en principio esperanzador para los pueblos de Amrica Latina. El proceso para retornar a la democracia se haba iniciado ya y poco a poco se fueron sumando cada uno de los pases latinoamericanos. El primer paso que se asumi como necesario fue el cambio de mentalidad, la transformacin de conceptos como el de

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las relaciones cvico-militares y reencauzar las organizaciones militares hacia la participacin en una nueva frmula poltica democrtica. Todo ello planteaba en opinin de Juan Rial la desaparicin de los militares como cabeza visible del sistema poltico, aunque su grado de autonoma se mantena de manera muy amplia, lo que permiti, en sus palabras, un retiro del primer plano en una situacin de lo ms privilegiada. Esto especialmente en referencia al mundo andino, ya que volvemos a sealar la pluralidad de situaciones que se plantearon segn qu pas, de tal modo que los procesos de democratizacin no se desarrollaron ni iguales ni de manera general para todos. En estos procesos de cambio hacia la democracia influyeron tambin, sin duda alguna y no de manera leve, los cambios ocurridos en el contexto internacional. La toma del poder por mandos militares y por medio de la fuerza ya no era aceptada por la Comunidad Internacional, ni vista como un patrn normal de regulacin de la vida poltica, sin importar las condiciones particulares de cada una de las jvenes naciones. En este marco, y como era de esperar, los mencionados procesos de democratizacin trajeron consigo una serie de problemas, que a su vez condujeron a cambios profundos en el sistema de organizacin de los distintos gobiernos estatales. La recolocacin de las instituciones armadas despus de aos de estar en la cabeza de todo, por un lado, el reestablecimiento de los derechos humanos, por otro, adems del replanteamiento del presupuesto militar y el incremento de la participacin de civiles en todas las materias relacionadas con la seguridad y la defensa, eran, si se quiere, las principales preocupaciones de los nuevos gobiernos democrticos. Todo ello en el marco de un cambio abrupto del sistema internacional en referencia a los fines y el destino de las fuerzas militares, problemtica cvicomilitar que an pese a su ausencia durante aos, sigue latente y sin resolverse ni de manera clara ni mucho menos definitiva. Y aunque es cierto que durante los ltimos aos en ciertos pases la fuerzas militares han vuelto a ocupar en cierto modo la primera lnea en relacin a la organizacin del Estado y las primeras planas en los medios de comunicacin, ya no lo hacen de la forma en que lo hicieron durante el periodo de las dictaduras en Amrica Latina. Pese a ello, es innegable que se vuelve a plantear la duda sobre el control de las fuerzas militares

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por el Estado, su subordinacin formal al poder civil, su recolocacin y si debe o no participar en la administracin del Estado. As pues, podemos concluir que el proceso de transformacin de las relaciones cvico-militares son an un tema abierto y sin resolver, ms an, cuando la evolucin de los procesos polticos abiertos en Amrica Latina sigue en marcha y con ella la construccin de un sistema en el que se vincule de la mejor forma la relacin entre los Estados (la fuerza poltica), la sociedad en su conjunto y las fuerzas armadas. Todo ello sin olvidar, hoy, que a ese debate se suma la transformacin que ha sufrido el catlogo de amenazas. Nos referimos con ello al surgimiento de las llamadas nuevas amenazas que dan fuerza, como veremos a continuacin, a la necesidad de trabajar de manera conjunta el concepto de una nueva seguridad hemisfrica y todo lo que ello conlleva. LAS RELACIONES CVICO MILITARES EN AMRICA LATINA: LA SEGURIDADHEMISFRICAYLASNUEVASAMENAZAS Actualmente los pases de Amrica Latina se encuentran sumergidos en un nuevo proceso de cambio, esta vez en relacin a la seguridad regional. En este sentido, la mayora de los expertos en la materia sealan la necesidad de trabajar en el marco de la seguridad hemisfrica frente a las nuevas amenazas. Como seala la Organizacin de los Estados Americanos en su Declaracin sobre Seguridad en las Amricas, 28 de octubre de 2003, pto 4: La seguridad de los Estados del Hemisferio se ve afectada, en diferente forma, por amenazas tradicionales y por las siguientes nuevas amenazas, preocupaciones y otros desafos de naturaleza diversa: el terrorismo, la delincuencia organizada transnacional, el problema mundial de las drogas, la corrupcin, el lavado de activos, el trfico ilcito de armas y las conexiones entre ellos; la pobreza extrema y la exclusin social de amplios sectores de la poblacin, que tambin afectan la estabilidad y la democracia. La pobreza extrema erosiona la cohesin social y vulnera la seguridad de los Estados;

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los desastres naturales y los de origen humano, el VIH/SIDA y otras enfermedades, otros riesgos a la salud y el deterioro del medio ambiente; la trata de personas; los ataques a la seguridad ciberntica; la posibilidad de que surja un dao en el caso de un accidente o incidente durante el transporte martimo de materiales potencialmente peligrosos, incluidos el petrleo, material radioactivo y desechos txicos; y la posibilidad del acceso, posesin y uso de armas de destruccin en masa y sus medios vectores por terroristas.

Corresponde a los foros especializados de la OEA, interamericanos e internacionales desarrollar la cooperacin para enfrentar estas nuevas amenazas, preocupaciones y otros desafos con base en los instrumentos y mecanismos aplicables. Es importante sealar en este momento que el concepto de seguridad que se utiliz durante dcadas y que haca referencia a la seguridad nacional, en trminos de proteccin del Estado; con la evolucin histrica de los conflictos y los cambios a nivel internacional como la globalizacin, dej de ser valido y dio paso a la necesidad de reformas tanto administrativas como conceptuales. Proceso del que se ha ido tomando conciencia poco a poco. En materia de las relaciones cvico-militares y su evolucin en el marco de las nuevas amenazas a la seguridad, los distintos procesos de integracin han permitido en muchos casos el que las agendas de las fuerzas militares se reconduzcan y se incluyan nuevas misiones como las de mantenimiento de la paz o aquellas relacionadas con las nuevas amenazas a la seguridad. Aunque es necesario sealar que en esta materia las posiciones no estn unificadas. As nos encontramos con las llamadas guerra anti-terrorista, control de la delincuencia organizada, operaciones anti-narcticos, cuidado del medio ambiente, entre otros. Sin embargo Rojas Aravena advierte: La mirada que es necesario construir, con un mayor peso totalizador, no significa la ampliacin del concepto de seguridad. La ampliacin conllevara a militarizar diferentes reas o seguritizar todo lo importante. Las nuevas perspectivas implican una mejor articulacin de sus niveles (ROJAS, 2002).

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Como ya dijimos, en los ltimos aos el debate sobre el papel de las fuerzas armadas dentro del Estado y en su relacin con la sociedad civil se ha retomado. En opinin de Carlos Malamud: Por desgracia, y salvo honrosas excepciones, el tema de las relaciones cvico-militares ha sido abordado con demasiados prejuicios, en buena medida heredados del periodo anterior (MALAMUD, 2001). Sin embargo, hay que reconocer tambin que esto ha comenzado a cambiar y que actualmente se est retomando el debate en un sentido ms optimista, tratando sobre todo de no volver a cometer los errores que se cometieron en el pasado. El propio prof. Malamud reconoce que en esta materia es necesario un mayor conocimiento y acercamiento a los problemas reales. CONCLUSIONES A modo de conclusin podemos realizar las siguientes afirmaciones. En primer lugar esta claro que las relaciones cvicomilitares en Amrica Latina hay que, para comprenderlas, analizarlas mirando primero hacia el pasado. La correcta interpretacin de lo que ocurri y ocurre actualmente en la regin, permitir plantear una nueva visin de dichas relaciones con vistas a no repetir el pasado y poder adaptar las instituciones militares a las situaciones actuales. Carlos Malamud plantea una serie de consultas que deberan se resueltas a travs del anlisis y que creo son las adecuadas para establecer una relacin cvico militar adaptada a los nuevos tiempos y las situaciones especficas, tanto de la regin en general, como de los pases en particular, buscando siempre que est responda a las necesidades planteadas por los estados y las sociedades en su conjunto. As pues dejo planteadas a modo de conclusin abierta las siguientes cuestiones, que se plantean a su vez como necesarias: la clausura del pasado, la reformulacin y clarificacin de los roles de las fuerzas armadas dentro de las sociedades democrticas actuales, el papel de los ministros de defensa, el tema de los presupuestos y su destino, la estructura organizativa del Estado en relacin a las fuerzas armadas, entre otras.

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PROTECCINYRECUPERACINDEINFRAESTRUCTURASCRTICAS FRENTEACIBERATAQUES:ELCASODEESTONIAEN2007 RaquelRegueiroDubra MPilarMarcnValbuenaInstitutoUniversitarioGeneralGutirrezMellado

RESUMEN En la Cumbre Aliada de la Organizacin del Atlntico Norte en Praga celebrada en el ao 2002 ya se habl de la amenaza que suponen los ciberataques en un mundo cada vez ms dependiente de la tecnologa y de las comunicaciones a travs de la Red. En efecto, el impacto que puede tener hoy da este tipo de intervenciones es casi incuantificable. El objeto de esta comunicacin es el anlisis de los problemas que suponen, desde el punto de vista de la informtica y el derecho, estas agresiones. Por ello, comenzaremos realizando una aproximacin de lo que significa ciberataque para despus ilustrar con un ejemplo las consecuencias que puede llegar a sufrir un pas si no se prevn medidas y no se trabaja como frente comn a nivel internacional sobre esta cuestin. CARACTERSTICASDELOSCIBERATAQUES Principalmente todos los ciberataques se basan en una serie de accesos de forma masiva a un determinado servidor causando un bloqueo a los usuarios, llegando a dejar inaccesible este recurso por varias horas o das, este tipo de ataque se denomina ataque de denegacin de servicio para agravar este tipo de ataque se suelen utilizan varios equipos distribuidos por todo el mundo, los hacker previamente han conseguido el control de los ordenadores gracias a diferentes mecanismos de infeccin, ya sean virus o redes de computadores zombies con los que plantean el ataque conjunto contra un objetivo concreto, esto provoca la saturacin de la red de la vctima incluso la cada por sobrecarga, no pudiendo responder a las peticiones legtimas, las tcnicas empleadas son variadas pero el resultado cuando el ataque se centra en un pas siempre es el mismo, provocar el

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colapso y evitar el funcionamiento normal de las principales webs pblicas o privadas, de los bancos, de las redes de comunicaciones y de las llamadas infraestructuras crticas estatales. Segn la Unin Europea en su pgina web, las infraestructuras crticas se definen como: aquellas instalaciones, redes, servicios y equipos fsicos y de tecnologa de la informacin cuya interrupcin o destruccin pueden tener una repercusin importante en la salud, la seguridad o el bienestar econmico de los ciudadanos o en el eficaz funcionamiento de los gobiernos de los Estados miembros. De acuerdo con esto se consideran infraestructuras crticas: centrales y redes de energa; tecnologas de la informacin y las comunicaciones; finanzas (por ejemplo, banca, valores e inversiones); sector sanitario; sector alimentacin; agua (embalses, almacenamiento, tratamiento y redes); transportes (aeropuertos, puertos, instalaciones intermodales, ferrocarriles y redes de transporte pblico, sistemas de control del trfico); produccin, almacenamiento y transporte de mercancas peligrosas (materiales qumicos, biolgicos, radiolgicos y nucleares); administracin (servicios bsicos, instalaciones, redes de informacin, activos, y principales lugares y monumentos nacionales) Adems, existen tres criterios para la definicin de infraestructuras crticas potenciales: la extensin de la regin geogrfica que puede verse afectada, el grado de gravedad y los efectos en el tiempo. Los ataques pueden tener muy diferentes motivaciones, pero en general podemos decir que todos tienen un fondo econmico o poltico. Aunque en un principio slo se llevaban a cabo como muestra de hasta donde eran capaces de llegar los hackers informticos, esto ya ha pasado a un segundo plano y siempre se obtiene alguna recompensa ms material que el mero reconocimiento. LOSHECHOS,ESTONIA2007 Los primeros ataques de este tipo contra Estonia se produjeron a finales de abril de 2007; se cree que como respuesta del pueblo sovitico al traslado por el

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gobierno estonio de una estatua conocida como El Soldado de Bronce desde el centro de la ciudad de Tallin a un cementerio en las afueras. Este monumento fue levantado por los soviticos e inaugurado el 22 de septiembre de 1947 cuando se cumpla el tercer aniversario de la entrada del Ejrcito Rojo en Tallin en honor a sus soldados cados durante el periodo de nazismo. Sin embargo en Estonia el mismo monumento era considerado como un smbolo de los cincuenta aos que haba sido ocupado el pas por los soviticos (1941-1991). La estatua, por tanto, tiene un significado totalmente distinto para los dos pueblos, por lo que el traslado produjo una gran polmica que desemboc en intensas protestas durante varias noches y grandes disturbios por toda la ciudad, adems de un gran acoso a la Embajada de Estonia en Mosc. Una vez disipadas las protestas no se podran imaginar por dnde vendra la respuesta. El 28 de abril de 2007 poco a poco todos los sitios web gubernamentales se iban viendo cada vez ms colapsados por un gran nmero de peticiones. El origen? cualquier parte del mundo, gracias al potente ataque distribuido que se estaba llevando a cabo, hasta que finalmente quedaron inaccesibles tanto los sitios web del Estado, como la banca on-line y numerosas pginas de informacin nacional No era posible realizar ninguna operacin a travs de internet. Dos das despus las autoridades competentes convocaron una reunin urgente para preparar un plan para proteger las infraestructuras crticas que se vieron afectadas en el pas e intentar levantar servicios como la banca a travs de Internet. Para intentar solventar el problema, se bloquean desde los proveedores de servicios de internet mundiales todos los accesos desde el exterior de Estonia. Esto por contrapartida provoca la desconexin del pas de Internet, es como si no existiera digitalmente. El 9 de mayo se desata una nueva ola de ataques, pero gracias a los esfuerzos conjuntos de los expertos resulta menos agresiva que la anterior. An as todava pasarn das hasta solventar todos los problemas causados recuperando y reactivando las redes de comunicaciones del pas. Poco a poco todo vuelve a la normalidad y das despus se publican las averiguaciones de la polica sealando a Rusia como el origen de los ataques. Adems se crea en Tallin el Centro de Excelencia de la OTAN para la ciberdefensa, en el que participa Espaa, con seis

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pases ms, cuyo objetivo es disear estrategias de defensa frente a nuevos ciberataques. INTERVENCINDELAOTAN Durante estos das se desat un fenmeno para el que hasta el momento no se haba dado nunca una respuesta. La OTAN debe ponerse en marcha, ya que se considera que si un pas de la Alianza es atacado se deben tomar medidas. El dilema est en que no se trata de un ataque armado en el sentido literal de la palabra pero, ampliando el concepto, en Estonia se haba producido un gran ataque electrnico que estaba provocando el caos en sus redes de comunicacin. Principalmente el ataque tuvo como objetivo organismos pblicos, pero tambin afect a algunas entidades privadas, en un pas en el que casi un 80% de las transacciones bancarias se realizan por Internet y ya se est desmarcando como pionero en el voto on-line, se puede intuir lo que este ataque masivo en las redes de comunicacin puede provocar en las instalaciones, redes y servicios de comunicacin, cuyo bloqueo desemboc en un efecto grave en la seguridad sobre gran parte de infraestructuras crticas del pas. El Tratado constitutivo de la Organizacin del Atlntico Norte (OTAN) no contiene como objetivo principal de la misma el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. En efecto, segn el prembulo del Tratado, su propsito es salvaguardar la libertad, la herencia comn y la civilizacin de sus pueblos, basados en los principios de la democracia, las libertades individuales y el imperio de la ley, as como promover la estabilidad y el bienestar en la zona del Atlntico Norte. Para ello, sus miembros se declararon resueltos a unir sus esfuerzos para la defensa colectiva y la conservacin de la paz y la seguridad. Por tanto, la finalidad principal de la OTAN es la defensa mutua de sus miembros frente a un ataque armado contra uno de ellos (vase el artculo 5 del Tratado). Por ello, no ha sido considerada inicialmente como un acuerdo u organismo regional que se enmarca en el Captulo VIII de la Carta de las Naciones Unidas. Sin embargo, la OTAN viene ejerciendo estos ltimos aos funciones de mantenimiento de la paz, por lo que se le puede reconocer una legitimacin de

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segundo grado o de ejecucin material. La legitimacin de primer grado se otorgara a las Organizaciones regionales que tienen como objetivo principal y explcito mantener la paz y la seguridad internacionales y que se enmarcan claramente en el captulo VIII de la Carta de las Naciones Unidas. Responden a estos criterios la Organizacin de Estados Americanos, la Organizacin de la Unidad Africana y la Liga de los Estados rabes. La Organizacin para la Seguridad y la Cooperacin en Europa (OSCE) se autodeclar acuerdo regional en el sentido del captulo VIII de la Carta de las Naciones Unidas en 1992 (Declaracin de la Cumbre de Helsinki de 1992, Los desafos del cambio, prr. 25). En efecto, una organizacin de legtima defensa colectiva puede comportarse como organismo regional del Captulo VIII de la Carta si se lo permiten sus reglas internas y lo reconocen los rganos pertinentes de Naciones Unidas, en concreto el Consejo de Seguridad (A. J. Iglesias Velasco, Lasoperaciones de mantenimiento de la paz: Concepto, evolucin histrica y caractersticas (19482002), Ediciones Universidad Autnoma de Madrid, Madrid, 2003, pg. 114). La misma idea recogi el Secretario General en su informe Un Programa de Paz: La Carta evita deliberadamente toda definicin precisa de los acuerdos y organismos regionales, lo cual permite que distintos grupos de Estados acten con suficiente flexibilidad para tratar los asuntos susceptibles de accin regional; ello tambin podra contribuir al mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. Esas asociaciones o entidades pueden incluir [], organizaciones regionales de seguridad y defensa. (Doc. A/47/277 - S/24111, de 17 de junio de 1992, prr. 61) En cuanto a la aportacin que pueden hacer estos organismos a la paz, el Secretario apunta: Los acuerdos u organismos regionales pueden ser extraordinariamente tiles si sus actividades se llevan a cabo de manera compatible con los Propsitos y Principios de la Carta y si su vinculacin con las Naciones Unidas, y en particular, el Consejo de Seguridad, se rige por las disposiciones del Captulo VIII. [Tambin] ofrecen posibilidades [] para el desempeo de las [siguientes] funciones []: la diplomacia preventiva, el establecimiento y el mantenimiento de la paz y la consolidacin de la paz despus de los conflictos. (Doc. A/47/277 - S/24111, de 17 de junio de 1992, prr. 63 y 64) En el marco del conflicto en Bosnia, el Consejo de Seguridad reconoci a la OTAN como organismo regional en su resolucin 816 (1993), de 31 de marzo,

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aunque no de forma expresa. En efecto, el Consejo, recordando el captulo VIII e invocando el captulo VII de la Carta, autoriz a los Estados Miembros a que [], ya sea que acten a nivel nacional o por conducto de organizaciones o arreglos regionales, [] tomen todas las medidas necesarias en el espacio areo de la Repblica de Bosnia y Herzegovina [] para garantizar que se cumpla la prohibicin de los vuelos. Siguiendo la resolucin, la OTAN lanz el 12 de abril de 1993 la operacin Deny Flight para imponer el respeto de la prohibicin de vuelos. A partir de ese momento y en el marco de las Fuerzas de mantenimiento de la paz, la OTAN se hizo cargo, entre otras operaciones, del mando IFOR (S/RES/1031 (1995), de 15 de diciembre) en la Antigua Yugoslavia, reemplazada por la SFOR en 1996(S/RES/1088 (1996), de 12 de diciembre) o de la KFOR en Kosovo (S/RES/1244 (1999), de 10 de junio), predecesoras de la Fuerza de Asistencia para la Seguridad en Afganistn. En el seno de la OTAN, la decisin de crear cuantos rganos subsidiarios se consideren necesarios para cumplir los fines del Tratado recae en el Consejo del Atlntico Norte (artculo 9 del Tratado). Principal rgano de decisin de la Organizacin, el Consejo est formado por representantes de todos los pases miembros y el consenso es uno de sus principios bsicos, lo que supone que las decisiones se toman por unanimidad. As, es el Consejo el rgano que asume la direccin y la coordinacin poltica de las Fuerzas de mantenimiento de la paz que la Organizacin despliega sobre el terreno. Sin embargo, cuando la OTAN intervino en Estonia no lo hizo en el marco de las normas relativas a la defensa colectiva. En efecto, no se consider, porque ello supondra una extensin inasumible hoy da del concepto, que los eventos producidos contra Estonia podan ser calificados de ataques armados en el sentido del artculo 5 del Tratado de Washington, que sera el nico medio legal para la OTAN para justificar su intervencin. Por ello, tampoco, a pesar de sospechar de la participacin de Rusia, se plante en ningn momento la posibilidad de una respuesta contra ese pas. La intervencin de la OTAN fue ms de cooperacin y ayuda que de defensa propia y colectiva.

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PRESENTEYFUTURO El 8 de diciembre de 2008 se desarroll una nueva Directiva en la UE para identificar Infraestructuras Crticas Europeas que los pases deben tener en cuenta planificando adecuadamente polticas nacionales para garantizar la seguridad teniendo como fecha lmite enero de 2011. Por otro lado a raz del plan que recientemente ha presentado el Presidente de Estados Unidos para proteger el ciberespacio del Estado americano, la Comisin Europea tambin se uni a la iniciativa instando a los Gobiernos a desarrollar planes de actuacin en este mbito con el fin de mejorar la seguridad en las fronteras del ciberespacio europeo. Los ciberataques a da de hoy estn costando mucho dinero en todo el mundo, el cual se podra invertir en muy diferentes propsitos si se previeran las vulnerabilidades con anterioridad y se antepusieran medidas que eviten en la medida de lo posible cualquier tipo de ciberataque ya sea econmico o poltico. Entonces, viendo lo anteriormente expuesto nos preguntarnos si en Espaa estamos protegidos frente a ataques de este tipo y en cualquier caso Quin se encarga de la ciberseguridad? Podemos decir que el Ministerio de Interior, responsable de la Seguridad del Estado, no contempla un cargo frente a delitos cibernticos. A da de hoy existen dos agencias encargadas de proteger las infraestructuras tecnolgicas: por una parte, en 2007 se cre el Centro de Respuesta a Incidentes de Seguridad del Centro Criptolgico Nacional (CERT) encargado de valorar y analizar riesgos sobre incidentes tecnolgicos y afrontar las nuevas amenazas que se presentan en las redes de las administraciones pblicas. Por otro lado se encuentra el Centro Nacional de Proteccin de Infraestructuras Crticas, el cual desarroll en 2007 un plan para proteger 3500 puntos crticos en Espaa. El hecho es que las competencias estn divididas, por lo que el Consejo Nacional Consultivo sobre Ciberseguridad (CNCCS) propone que se unifiquen esfuerzos para obtener mejores resultados y desarrollar el Plan Estratgico de Ciberseguridad. Segn INTECO (Instituto Nacional de Tecnologas de la Comunicacin) promovido por el Ministerio de Industria, el Plan Europeo que se ha aprobado propone una mayor coordinacin entre gobiernos y una responsabilidad compartida entre administraciones y empresas con el fin de proteger las

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infraestructuras y de mejorar la capacidad de recuperacin gracias a la colaboracin internacional, as como desarrollar a nivel nacional modelos de prevencin identificando las amenazas y potenciando la seguridad digital . En Espaa en junio de este ao (2009) el Senado ha aprobado una iniciativa sobre el plan Europeo de seguridad en el ciberespacio, como iniciativa se propone la participacin de empresas dedicadas a la seguridad informtica para conseguir crear una serie de medidas frente a los ciberataques y la ciberdelincuencia, adems de servir como asesores gubernamentales en este mbito y mejorar la seguridad en esta frontera tan vulnerable. Debe recalcarse que los ciberataques vividos por Estonia fueron quiz de los primeros de tal envergadura que obligaron a una organizacin regional de defensa a plantearse algn tipo de medida de intervencin. Sin embargo, cabe no olvidar que este tipo de agresiones, que necesitan poco recursos materiales y humanos, sern sin ninguna duda ms frecuentes en el futuro. En efecto, constituyen un modo efectivo y barato de perjudicar todo un sistema. Y en un mundo occidental (el mundo OTAN) que depende cada vez ms, y ya en proporciones considerables, de este tipo de infraestructuras crticas, la frecuencia con la que se darn este tipo los ataques llevarn probablemente a considerarlos en un futuro quiz no muy lejano, amenazas graves a la seguridad de los Estados, y por lo tanto a calificarlos como verdaderos ataques armados que darn derecho a una respuesta basada en la violencia. BIBLIOGRAFIAhttp://www.belt.es/noticias/2002/02_junio/03_07/04_OTAN.htm http://www.idi.aetic.es/eSEC/VerNoticia.aspx?id=1084&idContenidos=1087&idnoticia=498 http://www.nytimes.com/2007/05/29/technology/29estonia.html?_r=3&hp&oref=slogin&oref=slogin) http://www.inteco.es/blog/Seguridad/Observatorio/BlogSeguridad/Articulo_y_comentarios/?postActio n=getDetail&blogID=1000077536&articleID=1000366825 IGLESIAS, A. J., Las operaciones de mantenimiento de la paz: Concepto, evolucin histrica y caractersticas (19482002), Ediciones Universidad Autnoma de Madrid, Madrid, 2003.

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LUCESYSOMBRASDELIDENTITARISMOMILITAR EnriqueVegaFernndezInstitutoUniversitarioGeneralGutirrezMellado

RESUMEN Como cualquier otra profesin, la militar constituye, para quienes la practican, una de sus identidades sociales, en funcin de la cual modelan algunos de sus sentimientos, pensamientos, actitudes y conductas. Pero en el caso de la profesin militar incluso puede llegar a considerarse que esta identidad social constituye la identidad (sobre)saliente o preponderante, siendo, en consecuencia, la ms significativa en relacin con una variada y amplia panoplia de sentimientos, pensamientos, actitudes y conductas Razn por la cual llega a manifestarse como un autntico identitarismo. Analizar los posibles efectos positivos y negativos que esta situacin implica, en trminos generales, pero ms especficamente en las Fuerzas Armadas espaolas de nuestros das y de nuestro pasado reciente, es el objeto de la comunicacin que se propone. INTRODUCCIN Para poder entender el entorno que nos rodea y para poder actuar en l (instinto de supervivencia) y sobre l (instinto cratotrpico), los seres humanos organizamos el conjunto de objetos que percibimos en categoras o agrupamientos de objetos que son, o nos parecen, similares en alguna o algunas caractersticas. Caractersticas, que, al mismo tiempo, nos sirven para diferenciar las categoras unas de otras [OAKES, 1996]. Por ejemplo, cualquier objeto material que nos rodee ser animal, vegetal o cosa, o ser de madera, de hierro, etctera. Esta categorizacin de las percepciones es el proceso cognitivo que nos permite clasificar la enorme variabilidad y cantidad de objetos que nos rodean y organizarla simplificndola. stas son, pues, sus tres funciones principales: clasificar y organizar el entorno y simplificar su comprensin (para poder actuar en l y sobre l) [BRUNER, 1957].

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La forma concreta en que cada ser humano categoriza y organiza su entorno no es un producto individual, sino un producto social, un producto del proceso de socializacin (de formacin continua del Yo), que cada individuo sufre desde el mismo momento de su nacimiento. Por eso hay categoras comunes a toda la humanidad, categoras comunes a toda una cultura o a toda una poca, o categoras especficas de una familia, de un clan, de un pueblo o de cualquier otro grupo social. Las categoras concretas que usamos cada uno son, por tanto, aprendidas. Lo que es innato y filogentico es la tendencia a clasificar, organizar y simplificar el entorno en categoras, como slidamente parece haber mostrado Noam Chomsky con su gramtica generativa. Pero el proceso de socializacin no slo nos transmite qu categoras concretas usar, sino tambin como organizarlas, normalmente alrededor de algn o algunos parmetros o caractersticas comunes [TURNER,1990]. Lo que ha propiciado que aparezca el concepto de categora pertinente o (sobre)saliente. Es el tipo y nivel de categora adecuado al contexto en el que la categorizacin se utiliza [OAKES, 1996]. Un tipo de objetos muy caractersticos de los que nos rodean son los otros, las dems personas, a las que tambin las clasificamos en categoras. Pero este tipo de objetos tiene una caracterstica muy especial, y es que el sujeto que categoriza tambin pertenece a l, tambin est incluido en las categoras con las que organizamos y ordenamos ese entorno especfico de objetos que nos rodea. As, por ejemplo, una sociloga espaola nacida en Soria no slo siente, piensa y acta en funcin de una determinada clasificacin de los seres humanos por su sexo, su profesin, su nacionalidad y su lugar de origen, entre otros muchos parmetros, sino tambin en funcin de que ella es precisamente mujer y no hombre, espaola y no francesa, sociloga y no militar, y soriana y no gaditana. Para ella, una de las categoras (sociales) a travs de las que organiza y entiende el mundo que le rodea es a la que pertenece, en la que est incluida. Para ella, por tanto, el esquema cognitivo no es solamente yo y los otros, sino en muchas situaciones, en muchos contextos, yo, nosotros y los otros [JARYMOWICZ, 1996]. As, cada persona no tiene solamente lo que podramos llamar su identidad personal irrepetible, su Yo, sino tambin una serie de identidades sociales, derivadas de su pertenencia a la variadsima gama de grupos (sociales)

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de los que forma parte, sus nosotros [TURNER, 1990]. Nosotras las mujeres, nosotras las socilogas, nosotras las espaolas, nosotras las sorianas 1. Nosotros, a los que se puede pertenecer fsica (por raza, por ejemplo, nosotros los negros), sociolgica (por nacionalidad, por ejemplo, nosotros los espaoles) o psicolgicamente (por preferencias polticas, por ejemplo, nosotros los socialistas) por adscripcin objetiva (pertenencia fsica y sociolgica) o subjetiva (pertenencia psicolgica y sociolgica en algunos casos). Por ejemplo, ser moreno, es simplemente un dato objetivo que no representa gran cosa para la mayora de las personas (al menos en circunstancias normales), pero ser (sentirse) socialista es algo subjetivo (elegido) que normalmente condiciona muchas de nuestras preferencias, actitudes y comportamientos; como las condiciona ser (sentirse) espaol, porque no solamente se es espaol por DNI, sino que, adems, para un gran nmero de personas, sentirse espaol es algo que influye significativamente en muchas de sus preferencias y actitudes e incluso en muchos de sus comportamientos [JARYMOWICZ, 1996]. En el primer caso respondemos a la pregunta qu soy? (moreno) y en el segundo a la pregunta qu me siento? (socialista). Estas pertenencias psicolgicas (o psicologizadas) subjetivas son las que dan lugar a los llamados grupos de referencia, en funcin de los cuales organizamos y justificamos (ante nosotros mismos y ante los dems) muchos de nuestros sentimientos, muchos de nuestros pensamientos, muchas de nuestras actitudes y muchos de nuestros comportamientos, a modo de categoras pertinentes o (sobre)salientes de amplio espectro. En definitiva, cada persona elige en realidad aprende de los distintos contextos sociales en que le es dado moverse o conocer qu colectivos a los que pertenece (o puede incorporarse) fsica o sociolgicamente le van a servir de referencia para construir sus sentimientos, razonamientos y actitudes y, por tanto, en ltima instancia, para organizar y justificar (ante s mismo y ante los dems) sus comportamientos o conductas concretas. Cules le van a servir para

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Despus de todo, identidad viene de id (ello, los otros)-entidad: hacer, constituir una sola entidad con los otros, que en este caso son los otros prximos, similares (agrupables en una misma categora).

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organizar su vida, es decir, cules van a ser pertinentes de forma prioritaria y habitual (la profesin, la religin o la ideologa, por ejemplo) y cules le van a servir, van a ser pertinentes, solamente para hacer frente a determinadas circunstancias concretas [TURNER, 1990]. El amparo (placer) que proporcionan las identidades sociales, as entendidas, proviene de la necesidad de reducir la angustia (el displacer) que suscita la incertidumbre, creyndonos capaces de interpretar la realidad que nos rodea tal como es (creyndonos en posesin de la verdad), que se facilita cuando nuestra interpretacin coincide con la de aqullos que nos rodean [HOLWACHS, 2004]. Nos encontramos ms seguros, ms cmodos, en el mundo de cmplices de nuestros grupos sociales de referencia, en los que, salvo algn miembro aislado, irrelevante y, por lo tanto, excntrico, nadie cuestiona las verdades establecidas en ellos. Por ello, muchas veces se mantienen creencias y convicciones que no parecen resistir la prueba de la realidad. Tendemos a no querer ser el excntrico del grupo y, en consecuencia, pasar a ser ex-cntrico en el grupo [CASTILLA DEL PINO, 1998]. SOBREELCONCEPTODEIDENTITARISMO En este sentido, vamos a denominar identitarismo al fenmeno que se dara cuando los sentimientos, pensamientos, actitudes y conductas que modela el sentimiento de pertenencia a un determinado grupo social de referencia implican, en un buen nmero de miembros del mismo, a esferas y rdenes de la vida, en principio, ajenos a los relacionados con dicho grupo social y con las caractersticas y parmetros que permiten diferenciarlo, singularizarlo e identificarlo. Y, en este sentido tambin, es en el que pueden plantearse las siguientes preguntas. Existe un identitarismo militar? Trasponen los militares los sentimientos, pensamientos, actitudes y conductas a las que les induce su pertenencia profesional a los ejrcitos a otros mbitos de la vida ms all del profesional? Pero antes de intentar reflexionar sobre estas cuestiones, conviene recordar que los identitarismos, as entendidos, pueden cumplir dos tipos de funciones (no excluyentes, sino perfectamente compatibles): legitimar las propias conductas, individual y colectivamente (funcin legitimadora del identitarismo) y

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servir de refugio psquico (individualmente) y de barricada (grupalmente) frente a las agresiones (fsicas o metafricas, reales o imaginadas) que el grupo o sus miembros puedan sufrir, precisamente por su pertenencia a l (funcin de resistencia del identitarismo). Porque, en efecto, qu hace que una identidad social pueda ser, o llegar a ser, ms pertinente que otra o incluso que todas las dems? Su carcter motivacional o evaluativo. Hasta ahora, hemos visto que las identidades sociales a las que se autoadscribe un individuo, los grupos sociales (de referencia) de los que se siente parte y no simplemente es parte, tienen, por un lado, una faceta cognitiva (pensamiento y memoria colectivos) que comparten con los grupos de los que simplemente se es parte. Es la que le ayuda a clasificar, organizar y simplificar el entorno social que le rodea para poder entenderlo y poder actuar en l (instinto de conservacin) y sobre l (instinto cratotrpico). Tienen, tambin, una faceta emocional: se siente parte de ellos, se siente identificado con, que sirve, por tanto, para satisfacer el instinto gregario, sin el cual no hubiera sido posible la sociedad y la civilizacin tal como las conocemos hoy da. Pero, cumplen tambin una tercera faceta de carcter motivacional o evaluativo [TURNER, 1990]. Las personas tendemos a identificarnos con aquellos grupos sociales que de una u otra forma pueden servirnos para satisfacer nuestros deseos, necesidades o aspiraciones (nuestro cratotropismo) a travs de ellos. La familia durante la infancia y la adolescencia, que resuelve nuestros problemas ms acuciantes e inmediatos, podra ser el ejemplo ms paradigmtico. Como las pandillas juveniles, la pareja, y posterior nueva familia, en el aspecto sentimental, y la propia profesin u oficio, en el aspecto nutriente, seran su continuacin y complemento ms evidente. Pero conforme los deseos, necesidades y aspiraciones se diversifican y se van adquiriendo otras de carcter menos inmediato y ms abstracto (conformen suben de nivel en la pirmide de Maslow podramos decir), tambin va siendo necesario ampliar y diversificar (o quizs, en algunos casos, incluso, constreir) los colectivos de referencia. As que, cada individuo, en funcin de las circunstancias, evala (inconscientemente en la mayora de los casos) qu tipo de grupo social y qu grupos concretos estn en mejores condiciones de satisfacer sus deseos, necesidades y aspiraciones, las que (subjetivamente) cree tener. Tendemos a identificarnos con aquellos grupos que nos hagan sentir que somos ms capaces de

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utilizar el entorno social que nos rodea en nuestro propio beneficio (fsico o ideolgico), que en este caso habr pasado a identificarse con el beneficio del grupo. Beneficio, que no es mensurable sino en comparacin con la capacidad de los otros, de los dems grupos de influir en el ambiente. Una comparacin que podemos establecer individualmente [TURNER, 1990], pero tambin a travs de los grupos sociales de los que somos y nos sentimos parte [DESCHAMPS, 1996] (faceta motivacional de la identidad). Ahora bien, el resultado de estas comparaciones puede ser positivo o negativo. En el primer caso, cuando el individuo cree percibir que su pertenencia a un determinado grupo social le es favorable, no parece presentar problemas. Sus tendencias cratotrpicas (de poder relativo respecto a los dems) quedan (parcialmente) satisfechas, su identificacin con el grupo social reforzada y las conductas que lleve a cabo como miembro del mismo plenamente justificadas y legitimadas ante s mismo. Por eso, ciertos socilogos han llamado a estas identidades, identidades legitimadoras [CASTELLS, 1998]. Pero cuando lo que se percibe es que se pertenece a grupos perdedores, en funcin de los criterios de comparacin culturalmente imperantes, los individuos y los grupos necesitan eludir o compensar de alguna forma la insatisfaccin y la frustracin (el displacer) que esto les produce. Individualmente se puede intentar eludir el displacer y la frustracin salindose del grupo (movilidad social), pero esto no siempre es posible, especialmente si se pertenece a l fsica o sociolgicamente [HINKLE, 1996]. Colectivamente se puede intentar eludir el displacer y la frustracin deshaciendo el grupo, que por las mismas razones anteriores, no siempre es posible. Por ello, lo que la mayora de los grupos sociales se ven forzados a hacer, frente a situaciones que objetiva o culturalmente podran considerarse como desfavorables, es intentar compensar la insatisfaccin y la frustracin que ello les produce (tendencias eleuterotrpicas hacia la liberacin). Para ello utilizan tres tipos bsicos de pautas (mentales) de respuesta (colectiva) o mecanismos de defensa: la reinterpretacin, la sumisin o altercentrismo y la resistencia. En primer lugar, los grupos pueden intentar reinterpretar sus propias caractersticas, las de los grupos competidores o los propios criterios de comparacin [HINKLE, 1996]. Por ejemplo, ante la idea (ms o menos

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generalizada) de que las oportunidades de trabajo y promocin, as como de educacin y formacin personal y de los propios hijos, son mucho mayores en las ciudades que en los pueblos pequeos, puede tenderse a establecer la comparacin en funcin de parmetros como la mayor salubridad, el menor estrs o los beneficios de un mayor contacto con la naturaleza. El criterio de comparacin ya no ser la calidad material de vida, sino la calidad anmica de vida. Frente a la frustracin a la puede inducir la falta de expectativas, se pueden justificar y legitimar hbitos sociales como la sociabilidad, la hospitalidad, la solidaridad y los ritos y folclore del tradicionalismo rural, idealizando y exaltando la superioridad de la vida cuasi-monacal de las aldeas. En segundo lugar, los grupos pueden sublimar a sus competidores, interiorizando su superioridad y extendindola a todos los rdenes de la vida, aceptando as, con sumisin, la posicin subordinada que les ha tocado vivir en el orden social imperante (por lo que este tipo de reaccin es tambin conocida como altercentrismo o aceptacin del carcter central del otro frente al perifrico propio) [MONTERO, 1996]. Y, por ltimo, est el tipo de mecanismo de defensa en el que la supuesta inferioridad o insuficiencia del nosotros, va acompaada del sentimiento y de la idea de que o es una falacia inventada por el competidor o es su culpa: no progresamos porque nos tienen econmicamente colonizados; nuestra lengua est desapareciendo porque el centralismo obliga a utilizar la suya; no se dedican recursos a las zonas de poblacin indgena para poder seguir esquilmando impunemente sus recursos naturales; las mujeres ocupamos menos puestos directivos porque el machismo impera todava en las altas jerarquas. Es en este ltimo tipo de reaccin en el que puede insertarse, en la mayora de los casos, la funcin de resistencia del identitarismo, que, as, se vive individualmente como el refugio personal mental en el que protegerse contra un mundo que se percibe (al menos parcialmente) como hostil, y, colectivamente, como el mundo cmplice en el que nuestras verdades estn asumidas y nuestros comportamientos justificados y desde el que es posible organizar la resistencia. REFLEXIONESSOBREELIDENTITARISMOMILITAR Veamos, ahora, algunas de las formas en que se manifiesta lo que podramos entender como el identitarismo de los militares y cmo ste tiene su

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origen y posteriormente se mantiene y se sostiene por la necesidad de satisfacer las dos funciones tpicas del identitarismo, la legitimadora y la de resistencia. Para ello, vamos a identificar algunas de las creencias (entendidas como la racionalizacin verbalizada de las propias actitudes), que, a modo de estereotipo, se les adjudica a los militares. Que, como todos los estereotipos, suelen tener una base real en la que reflejarse y una imagen externa y final (popularizada) normalmente deformada y agrandada. Por ejemplo, los militares suelen tender a creer que el espritu de sacrificio, el patriotismo o el sentido del deber son cualidades exclusivas de la profesin militar. El punto de partida puede que est en la ntima conviccin que necesitan tener todos los militares, de que su profesin puede exigirles algn da enfrentar y superar situaciones tan extremas como poder morir, tener que matar, padecer prolongadas penalidades o tener que llevar a cabo acciones que implican, de alguna forma, el sufrimiento de otros seres humanos. Algo que las ordenanzas militares espaolas, siguiendo una inveterada tradicin, reflejan, con acierto, en la exigencia de que el militar deber manifestar un constante deseo de ser empleado en las ocasiones de mayor riesgo y fatiga. Visto desde una ptica fra, incontaminada y puramente asptica, esto es irracional e incomprensible, por lo que necesita ser racionalizado de alguna manera que lo haga comprensible y, a ser posible, gratificante. La explicacin objetiva es el patriotismo o sentimiento de la necesidad de proteccin y enaltecimiento (que con facilidad deriva incluso hasta la exaltacin) del propio grupo social de referencia que los Estados-nacin del mundo moderno representan. Incorporarse, mantenerse y pertenecer voluntariamente al subgrupo especficamente encargado de esta proteccin, legitima (ante los propios ojos y ante los de los dems) esa inicialmente irracional aceptacin (sentido del deber) de los mayores riesgos y fatigas (espritu de sacrificio) a los que aluden las ordenanzas militares. Pero, dado lo irracional, y llegado el caso lo incmodo, de esta aceptacin, es necesario que no slo legitime, sino que tambin engrandezca, que sea socialmente considerada como virtud, entendida como excepcin prestigiosa. Lo que exige que no est generalizada. Y qu mejor forma de autoconvencerse (de reducir la ansiedad que la duda y la incertidumbre produce) de que dichas virtudes (el patriotismo, el sentido del deber y el espritu de sacrificio) no solamente no son de dominio comn

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(generalizado), sino que se adquieren por el mero hecho de pertenecer a un determinado grupo social (la profesin militar), que considerarlas del patrimonio exclusivo de dicho grupo social, de la profesin militar. Un posible ejemplo de esta tendencia es la interpretacin de algunos militares ante la evidencia de que otras personas o colectivos tienen comportamientos que podran considerarse como equivalentes a lo que ellos han interiorizado como exclusivo de los militares. Existen, bajo mi punto de vista, dos casos paradigmticos, que podemos detectar en las Fuerzas Armadas espaolas actuales, que son, sin duda, el colectivo militar ms cercano del que podamos disponer. Uno es el de los cooperantes en zonas de conflicto armado; el segundo, el de los que podramos llamar los combatientes irregulares, tan caractersticos de los conflictos armados de nuestros das. En el primero, el mbito de competencia, porque es el que comparten, entre las dos profesiones seran esas dos virtudes sociales que hemos venido denominando espritu de sacrificio y sentido del deber; en el segundo, sera la del patriotismo, entendido, en sentido amplio, como fervor por una causa que se materializa con el grupo social de referencia con el que nos identificamos. La estancia de una cierta duracin en una zona en la que se estn produciendo, o pueden producirse en cualquier momento con una cierta probabilidad, combates armados de mayor o menor envergadura, siempre representa una serie de penalidades extraordinarias que no se dan en la vida cotidiana del propio pas: riesgo de perder la vida o de ser herido, condiciones de vida, descanso, alimentacin e higiene de baja calidad, separacin familiar y del entorno social habitual, jornadas de trabajo inusualmente largas, incertidumbre, etctera. Cuando los militares se ven en la tesitura de tener que acudir a este tipo de situaciones, lo hacen porque estn convencidos de que cuando su pas ha decidido participar en ellas es porque es beneficioso para l, por la razn de poltica exterior o interna que sea, y en consecuencia, su patriotismo y su sentido del deber les obliga acudir a lo que haga falta, por decirlo de una manera coloquial, aunque lo que haga falta implique los citados tipos de penalidades, que se sufren y superan mediante el interiorizado y arraigado espritu de sacrificio. Bien, pues cuando sobre el terreno, o en conversaciones o discusiones tericas, se encuentran con cooperantes civiles padeciendo las mismas clases de penalidades, se da, entre algunos militares no necesariamente de forma

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generalizada ni constante, pero s existente un cierto tipo de reaccin de indudable carcter identitario, consistente en considerar que los cooperantes civiles (excepto si son religiosos, profesin que los militares equiparan con frecuencia a la suya) estn all o van a este tipo de actividades solamente por dinero. Lo que aqu interesa resaltar no es el olvido inconsciente de que los militares tambin cobran una paga mensual por serlo y, normalmente, una remuneracin extra por su participacin en estos tipos de misiones u operaciones, ni la nunca efectuada comparacin de si son los militares o los cooperantes civiles los que cobran ms por someterse voluntariamente a las citadas penalidades. Lo que parece importante, para el tema que se est tratando, es la negacin subconsciente (instintiva, no pensada ni razonada) a compartir con otros colectivos (grupos sociales profesionales), virtudes que se han interiorizado como exclusivas de la propia profesin. Se puede ir por dedicacin al propio pas (patriotismo), pero no por dedicacin a causas como intentar aliviar el sufrimiento ajeno (excepto si es por motivos religiosos); los militares van por su sentido del deber y su espritu de sacrificio, pero si van otros es solamente por dinero o, quizs, por aventura. Algo parecido puede decirse, en otro orden de cosas, respecto a la tendencia a considerar a los combatientes no encuadrados en ejrcitos regulares como incapaces de actuar, produciendo muerte, destruccin y sufrimiento, que son las tres consecuencias naturales de los combates, por las mismas justificadas y virtuosas motivaciones que lo hacen los militares, si tienen que llegar a ello: la defensa y proteccin del propio grupo social de referencia (el propio pas) o de sus intereses. Eludiendo inconscientemente (en inters del identitarismo) que puedan existir grupos sociales de referencia distintos a los Estadios-nacin por los que se est dispuesto a padecer riesgos y fatigas, incluida la propia muerte, se adjudica la maldad de la causa por la que se lucha (la represin tnica, por ejemplo) o el mtodo utilizado (las acciones terroristas, por ejemplo) a los propios combatientes, negndoseles la posibilidad de que su disposicin a morir y matar y a padecer riesgos y fatigas pueda hacerse por sentimientos equiparables al patriotismo y a travs de virtudes como el sentido del deber o el espritu de sacrificio. Simplemente matan y guerrean por maldad. Es decir, aplicndoles el mismo estereotipo del que los propios militares se ven obligados a defenderse en el interior de sus propias sociedades. Porque, efectivamente, como se ha venido viendo, los militares tienen que enfrentarse al resto de la sociedad a travs de dos estereotipos por los que se

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ven y se sienten permanentemente juzgados y evaluados. El que les gustara imponer, lo que no siempre logran, de esforzados protectores del resto de la sociedad (patriotismo), voluntariamente dispuestos de por vida (sentido del deber), si para ello es necesario, a soportar las mayores penalidades, incluida la prdida de la propia vida, y a cumplir con el difcil deber de tener que matar, destruir y provocar sufrimiento. Y el estereotipo, tantas veces mayoritario, que los ve solamente bajo este segundo prisma. Como el incomprensible grupo social que dedica voluntariamente su vida a entrenarse y perfeccionarse para matar, destruir y producir sufrimiento de una manera cada vez ms letal y perfeccionada. Llegando incluso a argirse (y no siempre de forma minoritaria) la personalidad patolgica de los militares que sienten la necesidad psquica de pertenecer a una organizacin de este tipo para satisfacer sus (se supone que peores y ms bajos) instintos y tendencias (alguna especie de patolgica sed de sangre). Es frente a este segundo tipo de estereotipo social, frente al que el identitarismo juega su papel de resistencia corporativa. Sintindose devaluados y despreciados, sobreviene en los militares la reaccin psquica de atrincherarse en el propio grupo, considerndolo como el nico cuyos miembros poseen (o las poseen en la suficiente medida) las virtudes (patriotismo, sentido del deber y espritu de sacrificio) necesarias como para ser capaces de los mayores sacrificios (los mayores riesgos y fatigas) en nombre y a favor de la colectividad (de la nacin). Es as como esta necesidad de legitimar la propia razn de ser de la profesin y de resistir el menosprecio de otros sectores de la sociedad llevan (pueden llevar) a los militares a sobrevalorar ciertas virtudes (quizs todas) inherentes a, e inexcusables para, su desempeo profesional, hacindolas incidir en mbitos extraprofesionales de la vida y adjudicndolas de forma (casi) exclusiva a la propia profesin. Dos actitudes, que en cierto modo hemos definido como caractersticas del identitarismo, que simultnea y sinrgicamente, tienden a favorecer la cohesin interna del grupo (de los militares), pero al mismo tiempo a aislarlo del resto de la sociedad. Qu estereotipo (el de esforzados protectores o el de amantes de la violencia) resulte preponderante, y en qu medida, en cada sociedad concreta es uno de los principales factores que condicionar el grado y tipo de identitarismo resultante en el mbito militar de ese momento y lugar histricos y el de sus inevitables corolarios, la cohesin interna y el aislamiento social del estamento militar.

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Unos razonamientos, que llevaran, en consecuencia, a muy similares conclusiones, aplicables a ms facetas del identitarismo militar que a las aqu analizadas, a las que se circunscribe este trabajo por razones de extensin. Facetas como la tendencia de los militares a exaltar principios, como los de jerarqua o disciplina, o formas, como las frmulas de manifestacin externa de esta ltima (la disciplina), o el sentimiento de ser vctimas de la mala imagen que exacerba el hecho de que siempre se resalte la condicin de militar de una persona (lo que no ocurre con la inmensa mayora de las dems profesiones u oficios) cuando realiza acciones consideradas ilegales, inmorales o socialmente desprestigiadas, que induce de forma instintiva e inmediata a refugiarse en el propio grupo bajo la premisa de que solamente los dems militares (o sus asimilados, sus, nuestras, familias) pueden entendernos. BIBLIOGRAFABRUNER, J.S., OnperceptualReview n 64, 1957, pgs. 123 a 151. CASTELLS, M., Laeradelainformacin, vol. 2 de Elpoderdelaidentidad, Madrid, Alianza Editorial, 1998. CASTILLA DEL PINO, C., Eldelirio,unerrornecesario, Oviedo, Ediciones Nbel, Oviedo, 1998. DESCHAMPS, J. C. etal., Relaciones entre identidad social e identidad personal en MORALES et al., Identidad social. Aproximaciones psicosociales a los grupos y a las relaciones entre grupos, Valencia, Promolibro, 1996. HINKLE, S. etal.,Identidad social y aspectos de la creatividad social: cambios a nuevas dimensiones de la comparacin intergrupal en MORALES etal., Identidadsocial.Aproximacionespsicosocialesa losgruposyalasrelacionesentregrupos, Valencia, Promolibro, 1996. HOLBWACHS, M., Lamemoriacolectiva, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2004. JARYMOWICZ, M., Distintividad de los esquemas del yo-nosotros-otros e identificaciones sociales en MORALES et al., Identidad social. Aproximaciones psicosociales a los grupos y a las relaciones entre grupos, Valencia, Promolibro, 1996. MONTERO, M., Identidad social negativa: un concepto en busca de teora en MORALES et al., Identidad social. Aproximaciones psicosociales a los grupos y a las relaciones entre grupos, Valencia, Promolibro, 1996. OAKES, P. etal., Un anlisis de la prototipicidad desde la perspectiva de la categorizacin del yo en MORALES et al., Identidad social. Aproximaciones psicosociales a los grupos y a las relaciones entre grupos, Valencia, Promolibro, 1996. TURNER, J., Redescubrirelgruposocial, Madrid, Ediciones Morata, 1990.

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NUEVASMASCULINIDADES?SOBRELAPOSICINDELOSGRUPOSDE HOMBRESPORLAIGUALDADENELMOVIMIENTOFEMINISTA AnaIsabelBlanco AdelinaRodrguezUniversidaddeLen

RESUMEN Entre los objetivos declarados del primer congreso espaol de hombres por la igualdad, se sealan los siguientes: Crear teora poltica para construir la igualdad entre personas en general y entre sexosenparticular. Articular instrumentos tericos, legales y administrativos para favorecer la igualdad realydeoportunidadesentrehombresymujeresenEspaa. Favorecernuevosmodelosmasculinosparaunnuevotiempoenposdelaigualdad. Ayudar a la escuela y los medios de comunicacin a crear nuevos parmetros y comportamientosparalaigualdadyterminarcondiferenciasporsexos. Implicaraloshombresenlaluchacontraelterrorismodomstico. Ydespejardudasdainasenelcaminodelaigualdadrealentrepersonaslibres

Esta comunicacin, ser el resultado de la reflexin que el tratamiento de estos puntos nos ha sugerido y que intentar responder a la pregunta y qu hay de nuevo? A nuestro entender, el feminismo es un movimiento por la igualdad; por ello, quien quiera contribuir a ella, no tendra ms que formar parte de sus filas. Pero, desean hombres y mujeres trabajar juntos por la igualdad? Deben crear grupos separados para conseguir este fin? Se construye la igualdad para las mujeres con mecanismos diferentes que la igualdad para los hombres? Desde los aos 70, y un poco ms recientemente en Espaa, se han creado grupos de hombres que luchan por la igualdad, saludando los avances del feminismo (AHIGE), pero situndose solamente al lado del mismo. Es el movimiento feminista entonces, un movimiento slo de mujeres y para las

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mujeres? Por qu esos grupos de hombres no se integran, sin ms, en los grupos feministas? Por qu presentan sus apuestas como algo novedoso y no reconocen que la autora de sus afirmaciones tiene un pasado extenso que la genealoga feminista ya ha puesto de manifiesto? En definitiva, por qu, an haciendo expreso su reconocimiento de que su punto de partida est en el movimiento feminista, siguen contribuyendo a su ocultacin? INTRODUCCIN En la pgina del Foro de hombres por la igualdad1 se lee la siguiente noticia: Los das 17 y 18 de abril de 2009, el Foro de hombres por la Igualdad celebrar su primera reunin estatal, ser en Jrica (Castelln). La reunin no es abierta ya que se trata de un encuentro constituyente que viene de un proceso participativo de varios aos que quiere culminarse en este encuentro. En el mismo participarn activistas provenientes de la Comunidad Valenciana, Madrid, Andaluca, Castilla y Len, y Euskadi, y se busca que tras este encuentro se abra un nuevo perodo en el que el Foro de hombres por la Igualdad se constituya como un espacio de participacin y encuentro de mbito estatal, de hombres interesados en erradicar el heterosexismo de sus vidas y de la sociedad, y un espacio para la promocin de iniciativas por la igualdad de gnero. Noticias como sta nos han hecho reflexionar acerca de la necesidad de que exista un movimiento de hombres por la igualdad. Parece que para estos hombres por la igualdad no es suficiente la existencia de organizaciones feministas que de hecho luchan por la igualdad entre hombres y mujeres. Nos preguntamos qu es lo que hace que entre los hombres que persiguen la igualdad, no sea suficiente incardinarse en dicho movimiento para conseguir sus propsitos (supuestamente universales). Y sobre todo nos preguntamos quines son? cules son sus objetivos? Y qu papel cumplen de cara a la consecucin de la igualdad real entre hombres y mujeres, objetivo fundamental del movimiento feminista?

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El ForodeHombresporlaIgualdad (FHI) es un espacio puesto en marcha por un grupo de hombres igualitarios. Est integrado por miembros de diferentes Grupos de Hombres y hombres que pertenecen a otros colectivos y entidades sociales o participan a titulo individual. El Foro est vinculado a una red de hombres igualitarios que forman los grupos y asociaciones de hombres por la igualdad, con presencia en todas las provincias de Andaluca y en casi todas las ComunidadesAutnomas.

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QUESELMOVIMIENTODEHOMBRESPORLAIGUALDAD? Siguiendo a Jos ngel Lozoya (1999), el movimiento de hombres por la igualdad surge con un formato pluriforme (grupos, asociaciones, hombres lderes, publicaciones, webs) en los pases anglosajones y escandinavos llamndose antisexista a principios de los aos setenta, y asociado a los movimientos por los derechos civiles en Estados Unidos, donde se desarroll con ms fuerza. Est constituido en su mayora por hombres de sectores medios, afines a las ciencias sociales y educativas o redes asociativas, que se han acercado a esta corriente a travs de la comprensin de la injusticia sobre las mujeres, por sus reflexiones a partir del conocimiento del feminismo o por haber tomado distancia o sido vctimas de la masculinidad hegemnica (MH). A pesar de sus diferencias, lo que los une es el cuestionamiento de la injusticia de gnero, as como de la alienacin mutiladora y deshumanizante de la socializacin de los hombres, y se nutren en su mayora de las ideas del feminismo de la igualdad y de la perspectiva de gnero. Reconocen la responsabilidad masculina en el mantenimiento de esta desigualdad con las mujeres y ejercen una autocrtica sobre el propio ejercicio del poder. No son anti-hombres o resentidos con la masculinidad -como a veces suele criticrseles- sino que rechazan la MH, el sometimiento acrtico al corporativismo viril, la complicidad masculina antisexista y la homofobia; y no se avergenzan de la influencia de las mujeres en sus vidas. Proponen practicar la igualdad con las mujeres y el activismo social, la investigacin acadmica y la formacin de grupos de reflexin de varones para desmontar el ideal de la MH y construir masculinidades -mejores y no peores que la hegemnicamente existenteresistenciales, alternativas o subversivas, as como crear las condiciones para una disolucin de las actuales relaciones de gnero. Muchos estn atentos a los falsos optimismos que confunden varios de los pretendidos "cambios" masculinos frecuentemente cambios "estticos" restringidos a clases medias- con los reales cambios de identidad necesarios para una transformacin del lugar de los hombres. Quienes lo integran son ms o menos crticos con los grupos de hombres mitopoticos y por los derechos de los hombres/padres, a quienes denuncian como esencialistas, patriarcalistas, antifeministas o promotores de versiones "modernizadas" de la masculinidad sin cuestionar el poder en que la MH asienta. No estn de acuerdo con los hombres que dicen sentirse tan vctimas como las

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mujeres del patriarcado, as como con aqullos que quieren disminuir los costes de la masculinidad sin perder las ventajas que los sustentan. A su vez han sido acusados por otros hombres de promover la cultura del hombre "blando", emprender cruzadas -junto al feminismo- contra la masculinidad, promover el culto a la emocionalizacin e impulsar el fracaso masculino, ya que promueven valores "contrarios a la lucha por la vida" (cooperacin, igualdad, no violencia, solidaridad, etc.) que, segn estos crticos, es indispensable para triunfar como hombre en esta sociedad. Tambin son observados con desconfianza por algunas mujeres feministas que dudan de su sinceridad y creen que los impulsa el deseo de seguir teniendo cuotas de poder dentro de un marco ms igualitario "infiltrndose" en el movimiento feminista (eludir esta crtica fue una de las razones del nombre profeminismo). Desde sus comienzos, una parte importante de la actividad de estos hombres se ha centrado en la generacin de estrategias reflexivo-educativoasistenciales-activistas para el cambio de la MH en sus aspectos violentos y contra la violencia hacia las mujeres, as como en el apoyo a las polticas antirracistas y pro-derechos de las personas homosexuales, jerarquizando modelos masculinos igualitarios, pacficos y empticos. En el mundo occidental esta corriente no cuenta con numerosos miembros, siendo muchos menos que los de otras corrientes masculinas reivindicativas. Sin embargo, las voces y las recomendaciones de los hombres que la componen son especialmente escuchadas y muy tenidas en cuenta en los organismos internacionales (ONU, UNICEF, UE, OMS), que en su lucha contra las desigualdades perciben cada vez ms la importancia de incluir e implicar a los varones de todas las edades en las polticas de igualdad. Dentro de esta corriente se encuentran en Europa, Amrica y Australia ya desde hace aos numerosas agrupaciones (NOMAS, Iasom, Men for Change, Les Traboules, Pfefferprinz, Les hommes barrs, Uomini contra la Violenza, Cantera, CORIAC, Papai, etc.), que tienen un discurso y prcticas de lucha por la igualdad de gnero, de resistencia al patriarcado y a la MH. La mayora de ellas se encuentra en pases anglfonos, escandinavos y francfonos y algunas llevan 20 aos de actividad y algunas tienen publicaciones regulares desde hace aos. (Achilles Heel, XY) Estn aumentando lentamente en los pases centroeuropeos y en la constitucin de stos -as como en los franceses- juegan un amplio papel hombres de los movimientos antipatriarcales, anarquistas y ecolgicos. Tambin se han desarrollado algunas redes de trabajo y accin por Internet, tales como la Red

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Europea de Hombres Profeministas y la Red Chilena de Masculinidad. Un lugar especial ocupa, por su difusin mundial, la White Ribbon Campaign, campaa contra la violencia hacia las mujeres iniciada en Canad hace 14 aos y que comenz a desarrollarse en Europa en el ao 2000. En Latinoamrica las agrupaciones existentes actualmente se centran sobre todo en la lucha contra la violencia machista y los problemas de la sexualidad y la salud reproductiva y han desarrollando importantes campaas, tales como la campaa contra la violencia en Nicaragua. Se han desarrollado especialmente en Centroamrica, -Honduras, Guatemala, Mxico, el Salvador-, y tambin en Brasil En Espaa, casi todas las agrupaciones de hombres existentes en la actualidad son de hombres igualitarios. Son alrededor de 25 (a marzo de 2003), integrados por unos 220 hombres en total, y se concentran ms en Valencia, Andaluca y el Pas Vasco. Con el precedente en los aos ochenta de la reflexin sobre la condicin masculina comenzada por el socilogo Josep Vicent Marqus, los primeros grupos comenzaron a funcionar hace unos 15 aos, y hasta hoy siguen crendose otros, algunos casi exclusivamente para participar de manera puntual en la lucha contra la violencia hacia las mujeres. En los ltimos aos existe un acrecentado inters en la formacin de nuevos grupos, asociaciones, centros, programas o webs -especialmente luego de dos congresos sobre "hombres e igualdad" realizados en San Sebastin y Jerez-, reflejado en la creacin de grupos en diversas ciudades tales como Huesca, Pamplona, Vitoria, Mlaga, Jerez, Estepona, Badalona, Barcelona, Jan, Crdoba... que se agregan a los que ya existan en Sevilla, Donosti, Madrid, Valencia y Granada, donde han surgido otros nuevos. Hubo tambin otros en Jan, Madrid, Bilbao, Canarias. Varios se han hecho ms conocidos a travs de la difusin de "manifiestos" contra la violencia hacia las mujeres, tales como los de Sevilla, Baleares, Fuenlabrada o Madrid. El objetivo de su formacin es en algunos casos el activismo social y en otros la reflexin sobre la condicin masculina; estn siendo aglutinadores de muchos varones igualitarios que no tenan red de pertenencia en la cual apoyarse para sus cambios. Algunas actividades, pioneras cada una en su mbito, derivadas de las acciones de estos grupos, han sido los mencionados congresos, el Programa de "Hombres por la Igualdad" de la ciudad andaluza de Jerez, el Centro de Estudios de la Condicin Masculina en Madrid, el programa de educacin sentimental de

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