Acerca de Un Enemigo Del Pueblo_Arthur Miller

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1 Arthur Miller escribe sobre su versión de “Un enemigo del pueblo” de Henrik Ibsen Traducción: Ibsen Martínez “Y pensé que esta obra podría estar viva para nosotros porque su tema central es, en mi opinión, también tema central de nuestra vida social hoy día. Llanamente se trata de si las garantías democráticas que protegen a las minorías políticas deben ponerse a un lado en tiempos de crisis.” 1.- Para empezar, conviene dejar dicho cuán desagradable me resulta la palabra “adaptación”. Ella parece significar que un escritor se ha aventurado en el gallinero de otro; o peor aún: en el recinto sagrado de las creaciones personales de algún prójimo para recomponer las cosas sin su permiso. En la mayoría de los casos, una adaptación es la excusa del dramaturgo para no escribir sus propias piezas y, como quiera que todavía no estoy con la espalda contra esa particular pared, se me ocurre que lo sabio es asentar de una vez qué es lo que he intentado hacer con Un Enemigo del Pueblo y porqué. Hay en Ibsen un atributo que ningún escritor serio puede darse el lujo de soslayar. En él radica lo más central de su fuerza y en él he encontrado tal como espero que otros lo hagan un hondo manantial de fortaleza. Y ello no es más que su persistencia en la total convicción de que ha de decir lo que tiene que decir y de que, ¡ por Dios!, el público no va tener más remedio que escucharlo. Se trata de la misma cualidad de que están hechos las estrellas de la actuación, los grandes oradores y los lunáticos. Cada obra de Ibsen comienza con estas palabras no escritas: “¡ Ahora escúchenme!” Y estas palabras me han mostrado la ruta que at raviesa la muralla del “entretenimiento”; una senda que te conduce más allá de las fórmulas y las preceptivas agotadas, más allá de lo fingido y de lo fraudulento que hay en el

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Comentarios de Arthur Miller acerca de su adaptación de "Un enemigo del pueblo" de Henrik Ibsen.

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    Arthur Miller escribe sobre su versin de Un enemigo

    del pueblo de Henrik Ibsen

    Traduccin: Ibsen Martnez

    Y pens que esta obra podra estar viva para nosotros porque su tema central es,

    en mi opinin, tambin tema central de nuestra vida social hoy da. Llanamente se

    trata de si las garantas democrticas que protegen a las minoras polticas deben

    ponerse a un lado en tiempos de crisis.

    1.-

    Para empezar, conviene dejar dicho cun desagradable me resulta la palabra

    adaptacin. Ella parece significar que un escritor se ha aventurado en el gallinero

    de otro; o peor an: en el recinto sagrado de las creaciones personales de algn

    prjimo para recomponer las cosas sin su permiso. En la mayora de los casos,

    una adaptacin es la excusa del dramaturgo para no escribir sus propias piezas y,

    como quiera que todava no estoy con la espalda contra esa particular pared, se

    me ocurre que lo sabio es asentar de una vez qu es lo que he intentado hacer

    con Un Enemigo del Pueblo y porqu.

    Hay en Ibsen un atributo que ningn escritor serio puede darse el lujo de soslayar.

    En l radica lo ms central de su fuerza y en l he encontrado tal como espero

    que otros lo hagan un hondo manantial de fortaleza. Y ello no es ms que su

    persistencia en la total conviccin de que ha de decir lo que tiene que decir y de

    que, por Dios!, el pblico no va tener ms remedio que escucharlo. Se trata de la

    misma cualidad de que estn hechos las estrellas de la actuacin, los grandes

    oradores y los lunticos. Cada obra de Ibsen comienza con estas palabras no

    escritas:

    Ahora escchenme! Y estas palabras me han mostrado la ruta que atraviesa la

    muralla del entretenimiento; una senda que te conduce ms all de las frmulas

    y las preceptivas agotadas, ms all de lo fingido y de lo fraudulento que hay en el

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    negocio del teatro. No importa que otras cosas tenga Ibsen que ensearnos; esta

    que digo es su primera y ms grande contribucin.

    En aos recientes[1], la obra de Ibsen ha cado en una especie de respetuosa

    oscuridad que no slo es inmerecida sino por completo irrespetuosa de la cultura

    y, de paso, le hace un flaco servicio al teatro. Decid trabajar en Un Enemigo del

    Pueblo por el ntimo deseo de demostrar que Ibsen es realmente pertinente hoy

    da, que no est pasado de moda y que, implcitamente, aquellos que lo han

    declarado en ruinas no logran ms que descaminar a nuestro teatro y a nuestros

    dramaturgos, conducindolos al callejn sin salida de la sensibilidad inconsciente,

    de la trivialidad, del inevitable desperdicio de nuestros talentos dramticos. Y es

    que se ha puesto en boga reducir, en las obras teatrales, el espesor de la vida

    hasta convertirlo en un frgil facsmil; evitar la representacin de las

    complejidades de la vida, las contradicciones que hay en un mismo carcter, el

    fascinante rejuego de causas y efectos que durante largo tiempo ha constituido el

    arte de la novela. Quise tambin romper lanzas por la idea de que el autor

    dramtico tiene el derecho

    y debe demostrarlo a entretener empleando su cerebro tanto como su

    corazn.

    Es necesario hacer comprender de nuevo al pblico que la escena es el lugar para

    las ideas, para el filosofar, para la ms intensa discusin en torno al destino del

    hombre.

    Uno de los maestros de esa discusin ha sido Henrik Ibsen y con mi trabajo me he

    atrevido a subrayarlo una vez ms.

    2.-

    Me he propuesto hacer de Un Enemigo del Pueblo algo tan vvido para el pblico

    estadounidense como indudablemente lleg a ser para los noruegos y, al mismo

    tiempo, dejarlo intacto. No tengo el menor inters en exhumar nada ni en solicitar

    del pblico que se conduzca respetuosamente ante la obra de un autor clebre

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    pero ya olvidado. Para eso estn los museos; el teatro ni se ocupa, ni debera

    ocuparse de esas cosas.

    Y pens que esta obra podra estar viva para nosotros porque su tema central es,

    en mi opinin, tambin tema central de nuestra vida social hoy da. Llanamente se

    trata de si las garantas democrticas que protegen a las minoras polticas deben

    ponerse a un lado en tiempos de crisis.

    Vista la cuestin de un modo ms personal, se trata de si la visin que uno pueda

    tener de la verdad debera ser una fuente de culpa en momentos en que una masa

    de hombres la despachan como una mentira diablica y peligrosa. Ha sido este un

    tema perdurable posiblememente el ms perdurable de todos los temas de Ibsen

    porque no ha habido nunca, y nunca habr, una sociedad organizada capaz de

    tolerar calmadamente al individuo que insiste en que la razn est de su lado en

    tanto que la vasta mayora est equivocada.

    Nuestra obra es la historia de un cientfico que descubre un mal y quien, creyendo

    inocentemente que con ello ha hecho un servicio a la humanidad, espera al menos

    que se le den las gracias. Sin embargo, la poblacin en que vive tiene un inters

    creado en la perpetuacin de ese mal de modo que la verdad del cientfico, al

    confrontar tal inters, debe ser obligada a ajustarse al parecer de la mayora. El

    cientfico no puede cambiar la verdad por ninguna razn desconectada del mal

    que ha puesto al descubierto. Se aferra a la verdad y sufre las consecuencias

    sociales. En el fondo, pues, a la obra le importa la inviolabilidad de la verdad

    objetiva. O, para decirlo de modo ms dinmico, le importa demostrar que

    aquellos que intentan torcer la verdad con fines ulteriores deben, inevitablemente,

    torcerse y corromperse a s mismos. Este tema es an vlido en nuestros das,

    tanto como siempre lo ser, pero alguno de los ejemplos esgrimidos por Ibsen

    puede que ya no lo sean.

    Me dicen que Ibsen escribi esta obra como resultado de haber sido

    prcticamente echado a pedradas del escenario por haberse atrevido a

    estrenar Espectros. Se admite comnmente que la trama parti de una nota de

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    prensa que hablaba de un cientfico hngaro quien, habiendo descubierto que las

    aguas que surtan su pueblo estaban envenenadas, fue puesto en la picota por

    ello. Si este fuera el caso, mi interpretacin del tema est doblemente justificada

    pues no cabra duda de que Ibsen quiso, por sobre toda otra consideracin,

    vindicar su derecho a colocarse en un puesto avanzado de la sociedad", a solas

    con la verdad, y desde all hablarle a sus semejantes.

    Sin embargo, hay en la obra algunos parlamentos, y una escena en particular, que

    han sido tomados como prueba de que Ibsen era fascista. En la escena original en

    que el doctor Stockmann expone, completa y airadamente su punto de vista y el

    de Ibsen , pronuncia un discurso en el cual recurre a la biologa para probar que,

    ciertamente, existen ciertos individuos engendrados de tal modo que pueden

    experimentar una aprehensin de las verdades muy superior a la ordinaria y que,

    por ello, tienen un derecho natural para conducir, y aun gobernar, a las masas.

    Si la obra ha de entenderse en su totalidad como un desarrollo pleno del

    discurso que menciono, entonces estara justificado afirmar que no es ms que

    una pieza racista y fascista ciertamente, no cabra concebirla como defensora

    de idea democrtica alguna. Pero, estructuralmente hablando, el tema no es

    tratado tan slo en la escena del cabildo abierto. De hecho, este discurso [ el de

    la escena del cabildo abierto. N. del T.], est en muy importantes aspectos, en

    abierta contradiccin con el desarrollo dramtico de la pieza, propiamente dicho.

    Pero que Ibsen jams crey realmente en semejante idea queda ampliamente

    demostrado por el discurso que el dramaturgo pronunci ante un club de obreros

    luego de la primera produccin de Un Enemigo del Pueblo. Dijo entonces que por

    supuesto, no me refera a la aristocracia de la cuna o de la bolsa, ni siquiera la del

    intelecto. Me refera a la aristocracia del carcter, de la voluntad, de la mente; ya

    que slo ella puede salvarnos.

    Un parlamento del manuscrito original me justifica al haber suprimido aquellos

    ejemplos incapaces a estas alturas de corroborar sus asertos; ejemplos que creo

    que el propio Ibsen habra suprimido se estuviese vivo hoy da. Dice as: No

    existe verdad establecida que pueda permanecer cierta por ms de diecisiete,

    dieciocho, a lo sumo, veinte aos. A la vista del genocidio, del holocausto que ha

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    barrido nuestro mundo en alas de una negra ideologa racista, es inconcebible que

    Ibsen insistira hoy en que ciertos individuos que, en razn de su nacimiento, raza

    o atributos innatos superiores a los de los dems, tuviesen el derecho de dar las

    rdenes.

    El hombre que escribi Casa de muecas, ese toque a rebato en pro de la

    igualdad de la mujer, no puede ser confundido con un fascista. Su mentalidad era

    tal que no habra podido vivir bajo un rgimen autoritario de ningn signo. Fue un

    individualista que, a veces, rayaba en el anarquismo; y en un hombre as es tan

    explosiva la necesidad de expresarse libremente que sta no le permite ser

    conformista ante cualquier ideologa rgida. Imposible, pues, colocarlo a lado de un

    Hitler.

    3.-

    Al leer las traducciones estndar de la obra de Ibsen se me hizo obvio, muy

    rpidamente, que la errnea impresin que ha llegado a tenerse del autor se vera

    justificada de ser producida en su forma traducida. Para empezar, su lenguaje

    suena insufriblemente pedante vertido al ingls. Adase a esto el hecho de que

    [Ibsen] siempre gast barba y usaba lentes bifocales y que la escenografa de sus

    piezas consuma yardas y ms yardas de flequillo en cada mantel o colgadura.

    Estaba garantizado que una nueva produccin basada en esta tradicin, acabara

    verdaderamente por sepultar al autor para siempre.

    Me di a la tarea de transmutar su lenguaje en ingls contemporneo. Partiendo de

    una versin a ingls rudimentario[2], hecha palabra por palabra del noruego por el

    seor Lars Nordenson, fui capaz de inferir el significado de cada parlamento o

    escena sin la obstruccin que habra significado cualquier tipo de construccin

    gramatical inglesa.

    Fue as que Nordenson, trabajando sobre el original noruego, puso ante m

    parlamentos tales como pero, querido Thomas, qu le has hiciste a l otra

    vez?[3] O bien, siendo el alcalde tu hermano yo no quisiera tocarlo pero ests

    tan convencido como yo de que la verdad debe ir delante de cualquier otra

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    consideracin.[4] O bien, Bueno, qu me dice, doctor? No cree usted que ya

    va siendo hora de que agitemos con un poco de vida la negligencia y la sensiblera

    de tanto desganado cobardn? Este ltimo parlamento ahora reza: Bien, qu

    tal una inyeccin hipodrmica en el trasero de esos idiotas que matan el tiempo

    sentados en las cercas?

    Me fue as posible escudriar el texto original con ojos tan claros como puede

    tenerlos quien no sepa un rbano de noruego. No haba oraciones inglesas que

    corregir o reescribir; tan slo la desnuda literalidad del original. Esta versin de la

    pieza, pues, tiene realmente la naturaleza de una nueva traduccin al ingls

    hablado.

    Pero es ms que eso. El original muestra tendencia a consentir transiciones entre

    escenas que, en s mismas, carecen de inters. Y, aunque la construccin original

    ha cambiado tan poco como ha sido posible, de modo que la obra es, escena por

    escena, exactamente igual a lo que originalmente fue, me he esmerado en hacer

    que cada acto fluya en una sola pieza, en lugar de discurrir por escenas

    separadas. La razn que tuve para ello es, sencillamente, la de que la tradicin del

    teatro en tiempos de Ibsen permita una separacin de las escenas semejante a la

    de la pera, mientras que la nuestra demanda que el pblico nunca cobre

    consciencia de que una escena ha tenido lugar.

    Desde el punto de vista de la estructura, el cambio de mayor consideracin afecta

    al tercer acto; el quinto, en la versin original. En el original el final dramtico se

    alcanza un poco despus de la mitad del acto, pero le sigue una conclusin

    interminable que se prolonga hasta la cada del teln. Pienso que todo ese

    sobrescrito fue resultado de la insistencia de Ibsen en hacerse comprender

    cabalmente, de que el auditorio no pudiese dejar de entenderlo. Hablando en

    general, he sacado a relucir el significado de la obra en trminos de acciones

    dramticas; acciones que ya estaban all y no requeran de reinvencin alguna,

    pero separadas entre s por tendenciosos discursos lanzados al aire.

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    A lo largo de la obra he tratado tambin de despojarla de todo ornamento de

    poca, de detalles relativamente accidentales que rayan en tediosos tonos

    victorianos, y mostrar que bajo ellos sigue viva la terrible ira de Henrik Ibsen quien

    saba escribir teatro como otros hombres saben hacer relojes: con precisin e

    inteligencia; slo que los relojes marca Ibsen no solamente pueden dar la hora y

    los minutos, sino tambin el paso de las eras.

    Arthur Miller

    [1] (N del T) Miller escribi este prefacio en 1950.

    [2] Miller usa la expresin pidgin-English, word-for-word rendering of the

    Norwegian.El Diccionario de la RAE acepta pidgin como a)m. lengua mixta usada

    en los puertos entre hablantes de diferente origen lingstico. 2) Lengua franca

    creada sobre una base de origen ingls. (N del T.)

    [3] Las bastardillas son del traductor.

    [4] Sin signos de interrogacin.

    Fuente: http://ibsenmartinez.com/archives/2564 (Consultado 25/02/15)