aceptar la ansiedad

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Aaron T. BECK - Gary EMERY - Ruth L. GREENBERG: TRASTORNOS DE ANSIEDAD Y FOBIAS. Una perspectiva cognitiva Aceptar la ansiedad Es fundamental aceptar la presencia de la ansiedad. El paciente casi siempre desea o bien evitar los síntomas de ansiedad o bien combatirlos. En la terapia cognitiva, se le anima a aceptar más bien lo síntomas. Esta estrategia se basa en el principio según el cual una vez que la ansiedad ha alcanzado cierto nivel, el paciente ya no puede controlar los síntomas. Paradójicamente, al abandonar la idea del control, resulta más fácil enseñarle a controlar la ansiedad. El terapeuta debe "venderle" al paciente la idea de aceptar -que no resignarse a- su ansiedad. TERAPEUTA: No hay nada de lo que usted pueda ser más consciente que de los sentimientos y las sensaciones. Cualquier cosa que experimente en la vida se compondrá necesariamente de sentimientos y sensaciones. Si tiene miedo a hacer el ridículo hablando en público, de lo que realmente tendrá miedo será de sus sensaciones de ansiedad, de su timidez y vergüenza. Y si tiene miedo a morir en un accidente, a lo que tendrá miedo en realidad será a la sensación y pánico de perder el control, así como al dolor anticipado de las heridas. Aceptando estos sentimientos y sensaciones, podrá atenuarlos. Este enfoque tiene unas implicaciones muy importantes para el paciente. Según Weinberg, "saber que nuestro único miedo puede ser el miedo a nosotros mismos, a cualquier tipo de dolor, y que este dolor resulta tolerable mediante la aceptación, contribuye a generar una valentía tranquila y una serenidad inteligente, que a su vez impiden que se desarrollen en el futuro otros males psicosomáticos" (1973, p 187) A los pacientes suele resultarles útil la idea de que lo único que pueden temer son sus sentimientos y que, al aceptarlos, éstos se vuelven soportables. El terapeuta hará hincapié en que hay que aceptar la realidad para hacerle frente de manera eficaz. Si alguien no acepta que se le ha roto una pierna (y por tanto que se la deben escayolar), puede convertirse en un lisiado permanente. Pero el paciente puede confundir la aceptación con la resignación al creer que, si acepta la ansiedad ésta aumentará sensiblemente, y se producirá lo que él más terne. El terapeuta debería dejarle bien claro, pues, que la aceptación es el reconocimiento de lo que existe en un momento dado. La aceptación es reconocer la existencia de un acontecimiento sin enjuiciarlo ni etiquetarlo (verdadero/falso, bueno/malo, seguro/peligroso). Los juicios -y evaluaciones- negativos que el paciente hace cuando le entra ansiedad sólo contribuyen a hacer más grande su desasosiego. Por esta razón, se le alentará a detener los "juicios de valor" sobre su ansiedad. Los pacientes necesitan saber que la aceptación es un proceso activo y no pasivo. Uno puede elegir aceptar la propia ansiedad. Elegir aceptarla suele producir la sensación de dominar la propia experiencia. A veces, los pacientes encuentran útil el truco de dar la bienvenida a la ansiedad y pedir más aún. Una paciente con ansiedad social descubrió que le resultaba útil dirigirse a sí misma con el saludo de "hola, ansiedad". También decía hola a sus peores temores y a la posibilidad de que éstos llegaran a realizarse: "Hola, hoy podría quedar en ridículo" y "hola, o tal vez no". Esta estrategia le pareció eficaz para aceptar su ansiedad cuando hacía su aparición. Reconocer la propia ansiedad (ante uno mismo o ante los demás) es otra manera de aceptarla. A un orador ansioso a menudo se le aconseja que le diga al público que está nervioso; es un consejo que suele funcionar. Y a muchos pacientes les resulta útil admitir su problema de ansiedad en público. La capacidad para emplear la estrategia de aceptación varía según los pacientes. Quienes consiguen emplearla a menudo suelen hacen progresos rápidos en cuanto a atemperar sus síntomas de ansiedad. Para muchas personas, aceptar la ansiedad les permite gestionar todo el problema. Un médico tuvo que dejar varios trabajos por no poder gestionar la ansiedad. Constantemente revisaba una y otra vez todo su trabajo. Probó a definir la aceptación cíe ansiedad como "comerse" la ansiedad y le pareció que, estando con ansiedad sin tratar de reducirla, conseguía reducirla de manera importante. A los pacientes se les puede animar a mirar su ansiedad desde una perspectiva más amplia y, si es posible, bajo una nueva luz, más positiva. El terapeuta les puede señalar, por ejemplo, que, al elegir aceptar y experimentar la ansiedad, es muy probable que alcancen niveles de madurez más altos. Sin nada de ansiedad, no hay crecimiento.

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Fragmento de Aaron T. Beck, Gary Emery, Ruth L. Greenberg: "Trastornos de ansiedad y fobias. Un enfoque cognitivo"

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Page 1: aceptar la ansiedad

Aaron T. BECK - Gary EMERY - Ruth L. GREENBERG: TRASTORNOS DE ANSIEDAD Y FOBIAS. Una perspectiva cognitiva

Aceptar la ansiedad

Es fundamental aceptar la presencia de la ansiedad. El paciente casi siempre desea o bien evitar los síntomas de ansiedad o bien combatirlos. En la terapia cognitiva, se le anima a aceptar más bien lo síntomas. Esta estrategia se basa en el principio según el cual una vez que la ansiedad ha alcanzado cierto nivel, el paciente ya no puede controlar los síntomas. Paradójicamente, al abandonar la idea del control, resulta más fácil enseñarle a controlar la ansiedad. El terapeuta debe "venderle" al paciente la idea de aceptar -que no resignarse a- su ansiedad.

TERAPEUTA: No hay nada de lo que usted pueda ser más consciente que de los sentimientos y las sensaciones. Cualquier cosa que experimente en la vida se compondrá necesariamente de sentimientos y sensaciones. Si tiene miedo a hacer el ridículo hablando en público, de lo que realmente tendrá miedo será de sus sensaciones de ansiedad, de su timidez y vergüenza. Y si tiene miedo a morir en un accidente, a lo que tendrá miedo en realidad será a la sensación y pánico de perder el control, así como al dolor anticipado de las heridas. Aceptando estos sentimientos y sensaciones, podrá atenuarlos.

Este enfoque tiene unas implicaciones muy importantes para el paciente. Según Weinberg, "saber que nuestro único miedo puede ser el miedo a nosotros mismos, a cualquier tipo de dolor, y que este dolor resulta tolerable mediante la aceptación, contribuye a generar una valentía tranquila y una serenidad inteligente, que a su vez impiden que se desarrollen en el futuro otros males psicosomáticos" (1973, p 187)

A los pacientes suele resultarles útil la idea de que lo único que pueden temer son sus sentimientos y que, al aceptarlos, éstos se vuelven soportables. El terapeuta hará hincapié en que hay que aceptar la realidad para hacerle frente de manera eficaz. Si alguien no acepta que se le ha roto una pierna (y por tanto que se la deben escayolar), puede convertirse en un lisiado permanente. Pero el paciente puede confundir la aceptación con la resignación al creer que, si acepta la ansiedad ésta aumentará sensiblemente, y se producirá lo que él más terne.

El terapeuta debería dejarle bien claro, pues, que la aceptación es el reconocimiento de lo que existe en un momento dado. La aceptación es reconocer la existencia de un acontecimiento sin enjuiciarlo ni etiquetarlo (verdadero/falso, bueno/malo, seguro/peligroso). Los juicios -y evaluaciones- negativos que el paciente hace cuando le entra ansiedad sólo contribuyen a hacer más grande su desasosiego. Por esta razón, se le alentará a detener los "juicios de valor" sobre su ansiedad.

Los pacientes necesitan saber que la aceptación es un proceso activo y no pasivo. Uno puede elegir aceptar la propia ansiedad. Elegir aceptarla suele producir la sensación de dominar la propia experiencia. A veces, los pacientes encuentran útil el truco de dar la bienvenida a la ansiedad y pedir más aún. Una paciente con ansiedad social descubrió que le resultaba útil dirigirse a sí misma con el saludo de "hola, ansiedad". También decía hola a sus peores temores y a la posibilidad de que éstos llegaran a realizarse: "Hola, hoy podría quedar en ridículo" y "hola, o tal vez no". Esta estrategia le pareció eficaz para aceptar su ansiedad cuando hacía su aparición.

Reconocer la propia ansiedad (ante uno mismo o ante los demás) es otra manera de aceptarla. A un orador ansioso a menudo se le aconseja que le diga al público que está nervioso; es un consejo que suele funcionar. Y a muchos pacientes les resulta útil admitir su problema de ansiedad en público.

La capacidad para emplear la estrategia de aceptación varía según los pacientes. Quienes consiguen emplearla a menudo suelen hacen progresos rápidos en cuanto a atemperar sus síntomas de ansiedad. Para muchas personas, aceptar la ansiedad les permite gestionar todo el problema. Un médico tuvo que dejar varios trabajos por no poder gestionar la ansiedad. Constantemente revisaba una y otra vez todo su trabajo. Probó a definir la aceptación cíe ansiedad como "comerse" la ansiedad y le pareció que, estando con ansiedad sin tratar de reducirla, conseguía reducirla de manera importante.

A los pacientes se les puede animar a mirar su ansiedad desde una perspectiva más amplia y, si es posible, bajo una nueva luz, más positiva. El terapeuta les puede señalar, por ejemplo, que, al elegir aceptar y experimentar la ansiedad, es muy probable que alcancen niveles de madurez más altos. Sin nada de ansiedad, no hay crecimiento.