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ABC JUEVES, 28 DE JULIO DE 2011 abc.es VIAJES ABC VERANO de 73 . El juego es tan serio como el que Nie- tzsche observaba en los niños. Si nos atenemos al adagio, de ello depende que el mundo no empeore. Tratamos de cumplir a rajatabla las reglas que adoptamos al inicio: evitar las auto- pistas, autovías y carreteras naciona- les siempre que sea posible; no reser- var para comer, cenar o dormir, y de- jarse llevar por los accidentes y las tentaciones del viaje. Es así como lle- gamos a Consolación. Sin darnos cuenta, pasamos Monro- yo, de donde partía el desvío hacia Horta de Sant Joan y Miravet, y acaba- mos descubriendo Consolación, y un reclamo tan pijo como eficaz: «A deli- cious hotel». Se trata de una antigua ermita del siglo XIV reconstruida en el XVIII, como reza un dintel de pie- dra: 1731. Aunque los dueños dicen que «no es propiamente un espacio del hotel», recomiendan a sus huéspe- des «destinar cinco minutos a su pro- funda observación». Situado en el kiló- metro 96 de la carretera nacional 232, en el término municipal de Monroyo, comarca de Matarraña, donde las nu- bes y los olivos se entienden a la per- fección gracias a las chicharras, la geo- logía y los rigores del clima. Aliviada de culto metafísico, la nue- va Consolación se dedica a los place- res terrenales sin ningún tipo de mala conciencia, con un gusto desaforado por los materiales nobles, el diseño de vanguardia y cierta pedantería expre- siva en las formas y en el lenguaje con el que ven- den sus ha- llazgos. Pare- ce un museo de arte contemporá- neo de la comodi- dad. Y caro. Salvo una ha- bitación en el edificio principal, el res- to son cubos escondidos entre la vege- tación autóctona, que se ha respetado tan escrupulosamente como al exca- var la piscina, a la que se baja como al materialismo. Nada que objetar, salvo su precio. Por eso no nos quedamos a dormir. No están los tiempos para dis- pendios. Pero sí a comer. El estómago es un reloj de precisión. Camino del cielo Al frente de la cocina, lugar de paso, el artista argentino Gonzalo Benavi- des, que refrenda su fama. Los aperi- tivos son una sorpresa: quintaesen- cia de mojama con almendra, gazpa- cho de pepino o melón, helado de queso y mouse de morcilla con man- zana ácida. El resto, platos comparti- dos —por economía y por probar lo más posible—: raviolli de queso de cabra y requesón de oveja con un sal- teado de tomates frescos, y coco- chas de bacalao, garbanzos pedresi- llanos y cebollas asadas. De postre, rasqueta («dulce típico de Matarra- ña a nuestra manera», es decir: taqui- tos de calabaza, helado y almendra en polvo). Ex- quisito. Con ese viático, y cuaren- ta euros menos, ya podemos ir camino del cielo: reconocer en la orografía de Horta el cubismo que leyó Picasso (aunque el pueblo es, como tantas otras cosas, mucho más hermoso de lejos que de cerca: desma- ñado, sucio, y con un sorprendente homenaje a Fernando VII deslustrán- dose en la Casa Consistorial) y acabar hallando cobijo en un hostal de Mora de Ebro —La Creu— en concordancia con Consolación, con una dueña —No- elia— tan amable como el camarero que nos sirvió los manjares que coci- nó Benavides. Pero con una salvedad que prome- te subsanar, una de esas tonterías su- blimes de los nuevos arquitectos: que el retrete esté a la vista, tras un vidrio que nada vela. Hay intimidades que, como los juegos, necesitan ser preser- vadas a toda costa. Paradójicamente, el momento más consolador y mara- villoso del día llega con la noche, en un chiringuito de Mora del Ebro a la orilla del gran río silencioso, en pe- numbra, con cervezas frías, aceitu- nas rellenas, patatas fritas, un sánd- wich y una hamburguesa. Todos son placeres terrenales. Que sea lo que Dios quiera. Las carreteras secundarias conducen también a los placeres terrenales, esos que emergen de lo cotidiano Formas de consolación ALFONSO ARMADA FOTO: CORINA ARRANZ MORA DEL EBRO TARRAGONA TWITTER Placeres terrenales No se trata de dar envidia, sino de dejar constancia de que hay muchas for- mas de consuelo en esta vida y no todas dependen del dinero @alfarmada POR CARRETERAS SECUNDARIAS Río Ebro Rasquera Mora del Ebro N-420 C-12b Mora la Nueva C-12 C-44 N 2 km Tarragona ABC (Madrid) - 28/07/2011, Página 73 Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.

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El juego es tan serio como el queNie-tzsche observaba en los niños. Si nosatenemos al adagio, de ello dependeque el mundo no empeore. Tratamosde cumplir a rajatabla las reglas queadoptamos al inicio: evitar las auto-pistas, autovías y carreterasnaciona-les siempre que sea posible; no reser-var para comer, cenar o dormir, y de-jarse llevar por los accidentes y lastentaciones del viaje. Es así como lle-gamos a Consolación.

Sindarnoscuenta,pasamosMonro-yo, de donde partía el desvío haciaHortadeSant JoanyMiravet, y acaba-mos descubriendo Consolación, y unreclamo tan pijo como eficaz: «A deli-cious hotel». Se trata de una antiguaermita del siglo XIV reconstruida en

el XVIII, como reza un dintel de pie-dra: 1731. Aunque los dueños dicenque «no es propiamente un espaciodelhotel», recomiendanasushuéspe-des «destinar cincominutos a su pro-fundaobservación».Situadoenelkiló-metro 96 de la carretera nacional 232,en el término municipal de Monroyo,comarca deMatarraña, donde las nu-bes y los olivos se entienden a la per-feccióngraciasa laschicharras, lageo-logía y los rigores del clima.

Aliviadadecultometafísico, lanue-va Consolación se dedica a los place-res terrenales sinningún tipodemalaconciencia, con un gusto desaforadopor losmaterialesnobles, el diseñodevanguardia y cierta pedantería expre-siva en las formas y en el lenguaje con

el que ven-den sus ha-llazgos. Pare-ce unmuseo dearte contemporá-neo de la comodi-dad.Ycaro.Salvounaha-bitaciónenel edificioprincipal, el res-tosoncubosescondidosentre lavege-tación autóctona, que se ha respetadotan escrupulosamente como al exca-var la piscina, a la que se baja como almaterialismo.Nadaqueobjetar, salvosu precio. Por eso no nos quedamos adormir.Noestán los tiemposparadis-pendios. Pero sí a comer. El estómagoes un reloj de precisión.

Camino del cieloAl frente de la cocina, lugar de paso,el artista argentino Gonzalo Benavi-des, que refrenda su fama. Los aperi-tivos son una sorpresa: quintaesen-cia demojama con almendra, gazpa-cho de pepino o melón, helado dequeso ymouse demorcilla conman-zana ácida. El resto, platos comparti-dos —por economía y por probar lomás posible—: raviolli de queso decabra y requesónde oveja conun sal-teado de tomates frescos, y coco-chas de bacalao, garbanzos pedresi-llanos y cebollas asadas. De postre,rasqueta («dulce típico de Matarra-ña anuestramanera», es decir: taqui-

tos de calabaza, helado yalmendra en polvo). Ex-quisito.Con ese viático, y cuaren-

ta eurosmenos, ya podemos ircamino del cielo: reconocer en la

orografía de Horta el cubismo queleyó Picasso (aunque el pueblo es,como tantas otras cosas, muchomáshermosode lejosquedecerca: desma-ñado, sucio, y con un sorprendentehomenaje aFernandoVIIdeslustrán-dose en la CasaConsistorial) y acabarhallando cobijo en un hostal de Morade Ebro —La Creu— en concordanciaconConsolación, conunadueña—No-elia— tan amable como el camareroque nos sirvió los manjares que coci-nó Benavides.

Pero con una salvedad que prome-te subsanar, unade esas tonterías su-blimesde losnuevos arquitectos: queel retrete esté a la vista, tras un vidrioque nada vela. Hay intimidades que,como los juegos, necesitanserpreser-vadas a toda costa. Paradójicamente,el momento más consolador y mara-villoso del día llega con la noche, enun chiringuito de Mora del Ebro a laorilla del gran río silencioso, en pe-numbra, con cervezas frías, aceitu-nas rellenas, patatas fritas, un sánd-wich y una hamburguesa. Todos sonplaceres terrenales. Que sea lo queDios quiera.

Las carreterassecundarias conducentambién a los placeresterrenales, esos queemergen de lo cotidiano

Formas de consolación

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del dinero

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